A VINO NUEVO ODRES NUEVOS Propuesta de Iniciación Cristiana en La Diócesis de Burgos
A VINO NUEVO ODRES NUEVOS Propuesta de Iniciación Cristiana en La Diócesis de Burgos
A VINO NUEVO ODRES NUEVOS Propuesta de Iniciación Cristiana en La Diócesis de Burgos
ODRES NUEVOS
PROPUESTA DE INICIACIÓN
CRISTIANA
EN LA DIÓCESIS DE BURGOS
BORRADOR
PARA TRABAJO EN GRUPO
VICARÍA DE PASTORAL
ARCHIDIÓCESIS DE BURGOS
(Alvaro Ginel)
INTRODUCCIÓN:
MOTIVACIÓN, PRESENTACIÓN, OBJETIVOS, METODOLOGÍA
NOTA: Esta introducción les puede servir a los responsables de las
comunidades, parroquias, movimientos, etc., como convocatoria. Con las
de bi das adaptac i o nes se pue de presentar en una homilía, si se juzga
conveniente, para luego formar grupos que estudien la propuesta. O también
puede servir como sesión especial a fin de organizar los grupos, presentar este
asunto a grupos ya constituidos, etc. Lógicamente de aquí se pueden tomar
las ideas para elaborar un cartel, si se juzga conveniente, una notificación de
prensa o algo más elaborado para algún medio de comunicación, especialmente,
hoja parroquial, revista arciprestal o similar.
Motivación
En Burgos, como en las demás diócesis de España, nos encontramos inmersos en una
realidad social, cultural y religiosa profundamente diferente de la que hemos nacido, crecido
y vivido la mayor parte del presbiterio diocesano y de los cristianos mayores de 40 años. El
Sínodo Diocesano asumió este hecho hace diez años. Nuestra evangelización y nuestra
pastoral de iniciación no pueden, por tanto, continuar realizándose como si las personas, la
familia y la sociedad no hubiesen experimentado un fortísimo cambio. Más bien, debe
ponerse a la escucha de lo que dice el Espíritu y oír
lo que Él nos dice sobre el modo de llevar el Evangelio al hombre de nuestro tiempo e
incorporarle al Pueblo de la Nueva Alianza.
Metodología: general
La propuesta será estudiada en dos fases, correspondientes a dos bimestres: de octubre a
primeros de diciembre (1°) y de enero a primeros de marzo (2°). Las sesiones del primer
bimestre estudian el presente «borrador»; las del segundo, el «borrador corregido» con las
propuestas que se hayan enviado a la Vicaría de Pastoral.
Los sacerdotes lo harán en cuatro sesiones; los laicos, en ocho. La mitad en cada
bimestre. El estudio-reflexión se hará por arciprestazgos en el caso de los
sacerdotes, aprovechando el día de formación permanente. Se elegirá el horario más
conveniente para la mayoría. Los laicos de la s pa r r oq u ia s lo e st ud i ar án
q u in ce n a lm en t e e n s us respectivas parroquias, en el día y hora que se consideren más
adecuados. Los demás sectores eclesiales, según el ritmo de sus realidades.
Por otro lado, la maternidad eclesial hace de la Iglesia no sólo la iniciadora sino también la
iniciada. Como comunidad concreta ha de acompañar a los nuevos miembros que se
preparan a la nueva vida y debe seguir acompañándolos en su progresiva inserción en los
misterios y misión de la Iglesia. La Iglesia que invita a la conversión personal en virtud del
testimonio y de la palabra, ha de sentirse implicada durante todo el proceso y en su
posterioridad. No basta con «dar a luz» a nuevos miembros, sino también
experimentarse comunidad iniciada que acoge y ofrece posibilidades reales en sus
acciones y estructuras para que en verdad sean comunidades de «talla humana» donde se
dan relaciones personalizadoras en todo su vivir creyente.
A este propósito conviene recordar lo que Redemptoris missio dice: "Ciertamente, cada
convertido es un don hecho a la Iglesia y comporta una grave responsabilidad para ella, no
sólo porque deba ser preparado para el bautismo con el catecumenado y continuar luego con la
instrucción religiosa, sino porque, especialmente si es adulto, lleva consigo, como una nueva
energía, el entusiasmo de la fe, el deseo de encontrar en la Iglesia el evangelio vivido".
Y continúa: "sería una desilusión para él si después de ingresar en la comunidad
eclesial encontrase en la misma una vida que carece de fervor y sin signos de renovación.
No podemos predicar la conversión si no nos convertimos nosotros mismos cada día" (RMi
46).
La sociedad postmoderna pone en evidencia que el hecho de ser cristiano conlleva una
opción personal autónoma responsable en el ámbito del pluralismo cultural, ideológico y
religioso. El proceso de acogida y pertenencia a la fe cristiana exige desde el inicio
itinerarios diversos dentro del contexto pastoral; no sólo de cara a los que han sido iniciados de
pequeños sino también para aquellos que se acercan de adultos; y entre éstos últimos, con
diversas formas y modalidades.
Para dialogar
1. ¿Qué luces de fondo crees que aportan los Hechos y Cartas de los Apóstoles, y la
praxis de la Iglesia de los primeros siglos a la hora de reflexionar sobre «La Iniciación
Cristiana en clave evangelizadora?
2. ¿Qué líneas de las propuestas por el Sínodo crees que tienen que seguir iluminándonos?
3. ¿Qué aspectos te parecen más urgentes e indispensables a potenciar en nuestras
comunidades para realizar la nueva evangelización?
4. ¿Cuáles son las demandas más acuciantes que, de modo explícito o implícito nos reclama la
sociedad en la que nos toca vivir y evangelizar?
5. ¿Crees que los pastores y las comunidades estamos en pr oc es o de ' nu ev a'
e va ng e l iz a c ió n o ex is t e r u t i na y cansancio?
CAPÍTULO II. NATURALEZA DE LA INICIACIÓN CRISTIANA
Para empezar
Contad dos o tres personas cómo habéis llegado a ser cristianos. También, que cuente
alguno, si no hay ninguno en el grupo que haya contado su caso personal, el de algún cristiano
que conozca y que se haya convertido a la fe cristiana siendo adulto.
Para reflexionar
La Iniciación cristiana, obra del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
Dios Padre «nos ha elegido en Cristo, antes de la constitución del mundo, para ser santos e
inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos
adoptivos» (Ef 1,4-5). Cuando el hombre, creado a su imagen y semejanza, destruyó este
proyecto, envió a su Hijo Unigénito al mundo para que restaurase la comunión originaria.
El Verbo Encarnado realizó este designio del Padre de modo pleno y definitivo, sobre todo, con el
Misterio Pascual de su muerte y resurrección, pues «con su muerte, destruyó nuestra muerte, y
con su resurrección restauró la vida» (Prefacio pascual). Antes de subir al cielo y enviar
al Espíritu Santo, fundó la Iglesia, a la que confió la misión de anunciar y realizar la
salvación mediante la predicación, la celebración de los sacramentos –sobre todo el de la
Eucaristía- y el servicio de la caridad.
Sentado a la derecha del Padre, envió al Espíritu Santo para hacer presente y operativa su
obra redentora en y por la Iglesia, a fin de que los hombres y mujeres de todos los
tiempos, lugares y culturas pudieran acoger libremente el don salvador y participar un
día en la plenitud de la vida divina.
La Iniciación cristiana, obra de la Iglesia
La Iglesia es la mediación querida por Dios para actuar en el tiempo la obra de la redención
humana y de la santificación -participación de los hombres en la naturaleza divina-. A
quienes acogen el mensaje divino de salvación y reciben los sacramentos del bautismo,
confirmación y Eucaristía, les hace nacer a la vida de hijos de Dios y les comunica una
madurez cristiana básica. Por el bautismo, en efecto, los fieles renacen a la nueva
vida; por la confirmación son fortalecidos en ella y por la Eucaristía son injertados
plenamente en el Cuerpo de Cristo como miembros perfectos.
Realizada esta madurez cristiana básica, la Iglesia sigue acompañando a los iniciados hasta la
plenitud de esa vida o santidad, por la constante proclamación de la Palabra de Dios y la
catequesis, la celebración del misterio cristiano, sobre todo, la Eucaristía dominical y el
sacramento de la reconciliación, y el servicio de la caridad.
La Iniciación cristiana, respuesta del hombre
El hombre se abre al don de la salvación que Dios le ofrece, de modo gratuito y por propia
iniciativa, mediante la fe, la conversión, la catequesis y la recepción de los sacramentos del
bautismo, confirmación y Eucaristía.
Naturaleza de la Iniciación cristiana
La Iniciación cristiana es, por tanto, la comunicación de la vida divina que Dios hace al
hombre por medio de su Palabra y los sacramentos del bautismo, confirmación y Primera
Eucaristía; y la acogida de ese don por parte del hombre, mediante la fe-conversión y la
recepción de los sacramentos del bautismo, confirmación y Eucaristía. En otras palabras,
es la inserción del hombre en el misterio de Cristo, muerto y resucitado, y en la Iglesia,
por medio de la fe y de los sacramentos de la iniciación.
Consiguientemente, no se puede reducir a un simple proceso de enseñanza o de formación
doctrinal, sino que debe ser concebida como una realidad que implica a toda la persona, la
cual debe asumir, sacramental y existencialmente, su condición de hija de Dios en el Hijo
Jesucristo, abandonando su anterior modo de vivir, y convirtiéndose en una verdadera adoradora
del Padre y testigo del Dios vivo.
Sin embargo, no existe plena equivalencia entre Iniciación cristiana y vida cristiana o santidad
de vida, puesto que ésta consiste en llevar a su plenitud la nueva vida que se ha recibido
al ser iniciados en el misterio de Cristo Redentor. La Iniciación es el árbol, y la vida
cristiana son los frutos que ese árbol ha de producir. Por eso, realizada la iniciación básica, es
necesaria la educación permanente de la fe en el seno de la comunidad eclesial.
Por tanto, la Iniciación cristiana puede considerarse como un proceso por el cual una
persona se inserta en el misterio d e C r i s t o m e d i a n t e l o s s a c r a m e n t o s d e l b a u t i s m o ,
confirmación y Eucaristía, previo el anuncio de la Palabra de Dios y la consiguiente fe-
conversión de vida. Este proceso será más o menos largo, según sea la gracia de Dios y la
respuesta del candidato; si bien, salvo en casos muy excepcionales, es un proceso
lento y no siempre lineal.
Las dos formas tradicionales de la Iniciación cristiana
La predicación del kérigma estuvo dirigida desde el principio a los adultos, si bien desde los
primeros compases fueron bautizados los niños, hijos de los nuevos convertidos. Con el
paso de los siglos se invirtió la pirámide y el peso recayó sobre los niños y, luego, los
neonatos. De hecho, durante bastantes siglos el esquema fue éste: el bautismo a los
pocos días de nacer; la Primera Comunión en la edad de la razón; y la confirmación antes
o después de la Primera Comunión, según fuese el paso del obispo por la respectiva
comunidad.
Tres modelos en nuestra diócesis
En nuestra diócesis, al igual que en otras de España, existen actualmente tres formas de recorrer
el camino de la Iniciación cristiana: la de los niños que reciben el bautismo a las pocas semanas
de nacer, y los sacramentos de la confirmación y Primera Eucaristía a lo largo de infancia y
de la adolescencia; la de los niños que piden el bautismo durante la etapa catequética;
y la de los adultos, que reciben los sacramentos de la iniciación después de un largo
proceso catecumenal, jalonado por el catecumenado, la práctica de la vida cristiana y ritos
diversos.
Iniciación de los niños que se bautizan a los pocos días de su nacimiento
En nuestra diócesis es muy elevado el porcentaje de los niños que reciben el bautismo a
las pocas semanas de su nacimiento. Además de ser motivo de una profunda acción de
gracias a Dios, este hecho interpela seriamente a nuestra pastoral. Porque es una seria
interpelación en los muchos q u e s o n i n i c i a d o s s a c r a m e n t a l m e n t e , p e r o n o
existencialmente. En efecto, nuestras comunidades no son conscientes de su responsabilidad
en esta tarea de iniciar a la fe, y mucho menos están preparadas para realizarla.
Se debe rehacer el planteamiento de la iniciación de la fe a l i n t e r n o d e l a c o m u n i d a d ,
d a d o q u e n o s e d a n l a s condiciones de hace años donde el ambiente externo iniciaba a la
fe o al menos lo favorecía en gran medida. Un reflejo de ello son -sobre todo cuando se
trata de matrimonios jóvenes-, los padres que piden o consienten el bautismo, que son
poco conscientes de lo que esto conlleva, debido a su falta de vida cristiana y a su gran
ignorancia religiosa; otros, se encuentran en una situación matrimonial irregular. Consecuencia
de ello es el debilitamiento –cuando no la ruptura- de la cadena tradicional de
transmisión de la fe, al no ser ya los padres los primeros educadores de la fe de sus
hijos.
Además, el Ritual del Bautismo de Niños no siempre se ha aplicado según la teología y
pastoral de los Prenotandos que le preceden; especialmente, en lo relativo a la preparación de
los padres, padrinos y comunidad cristiana; al día y modo de celebrar el bautismo; a la
adaptación del baptisterio; y/o a la ubicación de la fuente bautismal.
Por otra parte, debería resaltarse más la unidad que rige entre los tres sacramentos de
la iniciación, su culminación en la Eucaristía, la orientación catecumenal de los contenidos y
estructura de la preparación a la Primera Comunión y a la confirmación, y los
compromisos exigibles a los que piden la confirmación.
La acción pastoral debería implicar más a los padres y a la comunidad cristiana en la
preparación y celebración de cada uno de los sacramentos de la Iniciación, especialmente
el de la confirmación. Pues la comunidad parroquial es, en última instancia, la que
representa la maternidad de la Iglesia y la responsable de que la fe bautismal de sus
miembros se desarrolle y madure debidamente.
Iniciación de los niños que piden el Bautismo en edad escolar
El segundo modelo de Iniciación cristiana en nuestra diócesis es el de los niños que piden el
bautismo en la edad escolar; f r e c u e n t e m e n t e , c u a n d o d e b e r í a n h a c e r l a P r i m e r a
Comunión. Todavía son poco numerosos estos casos, pero es previsible que aumenten
considerablemente en los próximos años, debido a la fuerte y creciente secularización
que se está verificando en España. Estos niños sólo pueden ser admitidos a los
sacramentos de la iniciación con el consentimiento de sus padres o, al menos, de uno
de ellos y la no oposición del otro.
El itinerario de su iniciación sigue de cerca las recientes Orientaciones pastorales de la
Conferencia Episcopal Española, con algunas adaptaciones a nuestra realidad. Este
itinerario es doble: por una parte, el de los que reciben los tres sacramentos de la
iniciación en el mismo día; por otra, el de quienes reciben el bautismo en la misa de su
Primera Comunión y la confirmación con los que se bautizaron en su infancia. Los párrocos
pueden elegir la opción que consideren más pertinente.
En el caso de que los tres sacramentos se reciban en la misma acción litúrgica (modelo
A), la celebración tiene lugar hacia los doce años, después de un periodo catecumenal de
cinco años. En el caso de que el bautismo y la Primera Comunión se celebren juntos y la
confirmación se posponga hasta los catorce años, el bautismo se prepara con dos años de
catecumenado, realizado en grupos homogéneos o con los del grupo que se prepara a la
Primera Comunión. El Ritual que se emplea es el de la Iniciación cristiana de adultos,
con las oportunas adaptaciones.
Iniciación de los adultos
Para dialogar
1. ¿Es idéntico el concepto de Iniciación cristiana que se presenta aquí que el de las
Constituciones Sinodales (n.333)?
2. ¿Somos conscientes de la importancia y alcance que tiene la Iniciación cristiana en
el conjunto de la pastoral diocesana? ¿Por qué?
3. De los principios teológicos y pastorales que aparecen en este apartado ¿cuáles te
parecen los más importantes?
4. ¿Qué requisitos ha de tener –en tu opinión- la transmisión de la fe para que pueda
informar la vida cristiana en su dimensión individual y comunitaria?
5. Según lo que has entendido ¿qué quiere decir que la Iniciación cristiana tiene una
dimensión catecumenal?
6. ¿Cuáles son las esperanzas que –a tu modo de ver- abre la instauración del
catecumenado en sentido estricto, es decir, de adultos y niños no bautizados en los primeros
días?
CAPÍTULO III. FUNCIONES Y MINISTERIOS. LUGARES DE LA INICIACIÓN
Para empezar
P o d e m o s c o m e n t a r u n a " p a r á b o l a " d e S a n P a b l o : Del mismo modo que el cuerpo
es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos,
forman un cuerpo, así también Cristo. Porque todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y
libres, fuimos bautizados en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo. Y todos hemos
bebido del mismo Espíritu. Porque el cuerpo no es un miembro, sino muchos. Si dijere el
pie: como no soy mano, no soy del cuerpo, no por eso deja de ser del cuerpo. Y si dijere
la oreja: ya que no soy ojo, no soy del cuerpo, no por eso deja de ser del cuerpo. Si todo
el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo oído, ¿dónde estaría el olfato? Pero
Dios ha dispuesto cada uno de los miembros del cuerpo como ha querido. Y si todos
fueran un miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Muchos son los miembros; uno, empero, el
cuerpo. El ojo no puede decir a la mano: no te necesito, ni la cabeza a los pies: no os
necesito. (1 Cor 12, 12-22)
- ¿S on n ue st r a s c om un i da d es cr is t i a na s ve r d ad er os " c u e r p o s " , c a p a c e s d e
integrar nuevos miembros?
de los hombres, en los sacramentos y, sobre todo, en la Eucaristía (cf. CCE 1074). Por
su parte, la liturgia ha de ir precedida de la evangelización, la fe y la conversión (CCE
1072). El servicio a la caridad es la prolongación necesaria de la catequesis y de la
liturgia y la verificación de la autenticidad de las mismas.
La catequesis
La catequesis de la Iniciación cristiana tiene, desde el punto de vista de los contenidos, las
siguientes características fundamentales:
es una formación orgánica y sistemática de la fe; es una formación básica,
centrada en lo nuclear de la experiencia cristiana;
es una iniciación cristiana integral, es decir, un aprendizaje que propicia un
auténtico seguimiento de Jesucristo e introduce en la comunidad eclesial; en el
caso de la iniciación de los niños que reciben el bautismo al poco de nacer, y la
Primera Comunión y confirmación en los años de la niñez y adolescencia, tiene una
orientación mistagógica.
Desde el punto de vista pedagógico, la catequesis de iniciación tiene estas
características:
es un proceso de maduración y de crecimiento en la fe, desarrollado de
modo gradual y por etapas;
es una acción que se inspira, como en su fuente y modelo, en la pedagogía de
Dios manifestada en Cristo y en la vida de la Iglesia; y se apoya continuamente en
la acción del Espíritu Santo; es un camino en el que el catequizando crece en la
fe ayudado por la oración y el ejemplo de toda l a c o m u n i d a d ; m e d i t a n d o
a s i d u a m e n t e e l Evangelio, participando activamente en la liturgia, practicando la
caridad fraterna, comunicando su fe a los demás y afrontando con valentía y
fortaleza las dificultades de la vida:
e s t á i m p r e g n a d a d e s e n t i d o p a s c u a l , p u e s pretende que el catequizando
pase, de modo progresivo pero real, del hombre viejo al hombre nuevo.
Todas estas celebraciones ponen de manifiesto la progresiva vinculación de los catecúmenos y
de los catequizandos a Jesucristo; y, a la vez, les comunican la salvación que brota del
Misterio Pascual. El fruto de todo el itinerario de la iniciación dependerá, en gran
medida, del esmero en convertirlas en momentos eclesiales del encuentro salvador con
Dios en Jesucristo.
La liturgia
La Iniciación cristiana se realiza esencialmente por la celebración de los sacramentos
del bautismo, confirmación y Primera Eucaristía, los cuales consagran la vida cristiana en
analogía con las etapas de la existencia cristiana. Estos sacramentos son como la fuente y la
cumbre de la iniciación, junto con las celebraciones de la Palabra de Dios (entrada en el
catecumenado, rito de elección, entregas del Credo y del Padre Nuestro) y los escrutinios.
En el itinerario de los que fueron bautizados al poco de nacer, está también presente
el sacramento de la penitencia, que otorga el perdón de los pecados cometidos después
del bautismo.
El año litúrgico es el marco referencial de todas las acciones catequéticas y sacramentales de
la iniciación, pues todo el año litúrgico, iluminado por la luz de la Pascua, es el ámbito en el
que se hace realidad la economía de la salvación en el "hoy" de la liturgia. Además, la
Cuaresma y la Cincuentena Pascual nacieron y se desarrollaron por la necesidad de
organizar la Iniciación cristiana e incorporar a ella a toda la comunidad.
Dentro del año litúrgico, sobresale el domingo o "día del Señor", que es su
fundamento histórico y teológico. La pascua semanal tiene como núcleo la celebración
eucarística, en la que participa toda la comunidad cristiana. Es el día por antonomasia
para celebrar los sacramentos de la iniciación y otros ritos que jalonan el itinerario
catecumenal, y para recordar que el bautismo es el fundamento de toda l a e x i s t e n c i a
cristiana (cf. CCE 1213, 1227, 1279).
El servicio a la caridad
Cuando el decreto conciliar Ad gentes, habla de este tema, insiste en que a los
catecúmenos se les ha de iniciar convenientemente "en el misterio de la salvación,
en el ejercicio de las costumbres evangélicas, en los ritos sagrados que han de celebrarse en
los tiempos sucesivos. Y sean introducidos en la vida de fe, de la liturgia y de la caridad
del pueblo de Dios" (AG 14). El conocimiento de la fe y la experiencia religiosa genuinamente
cristianas, acogidos y mostrados en la oración y en la vida litúrgica, han de conducir al que se
está iniciando, al ejercicio de la caridad en su sentido más profundo y amplio.
Se pretende adquirir un estilo de vida nuevo, orientado por una vida según las
bienaventuranzas. Esta educación en las actitudes específicamente cristianas, deberá mostrar
"las consecuencias sociales de las exigencias evangélicas" (Exhortación Catechesi
Tradendae 29). Ello implica una lenta transformación de las actitudes y de los valores del
catecúmeno. Y dado que es difícil y lento transformar la mente, el corazón y el actuar
personal, por ello ha de ser un período suficientemente prolongado.
Desde aquí surge el compromiso misionero de la Iglesia: "la catequesis está abierta, igualmente
al dinamismo misionero. Si se hace bien, los cristianos tendrán interés en dar
testimonio misionero de su fe, de transmitirla a sus hijos, de hacerla conocer a otros, de
servir de todos modos a la comunidad humana" (CT 24). Se ha de capacitar, desde la
Iniciación cristiana, al catecúmeno para una presencia cristiana transformante de la
sociedad. Desde la vivencia de la caridad como estilo evangélico, los cristianos hemos de
procurar transformar este mundo en el Reino querido y deseado por Dios. Es necesario,
además, que el catecúmeno tome conciencia de la posibilidad de edificar la comunión
eclesial desde la caridad participando activamente en tareas i n t r a e c l e s i a l e s . P a r a e l l o , s e
d e b e n e x p o n e r a s u consideración los diversos ministerios –sacramentales e
instituidos- que construyen la comunidad eclesial
Ministerios
Querido Jesús:
Te escribimos esta carta con ocasión del bautismo de nuestro hijo. Y, la verdad, no sabemos
cómo tratarte. Hace tanto tiempo que no nos comunicamos contigo que se nos hace difícil
expresar los sentimientos de cara a ti y de definirnos cristianamente a la hora de bautizar al
niño.
Nuestras respectivas experiencias son distintas, aunque nuestra situación actual es muy
parecida. Yo, Merche, recuerdo con nostalgia, Señor, los años de mi primera juventud en
que te sentía tan cercano y me sabía tu amiga. En aquel grupo juvenil nos contábamos
nuestros problemas, ayudábamos a la parroquia. ¡Qué recuerdos tan bonitos! Pero vinieron
la pareja, el trabajo, las obligaciones... Dejé la parroquia, la misa del domingo. Me fui
enfriando. Y ya ves, aquí me tienes preguntándome si me puedo llamar cristiana con un
mínimo de coherencia.
Yo, Javier he tenido otros derroteros distintos a los de Merche. En mi familia no existía
mucha simpatía por la Iglesia. Hice la catequesis de primera comunión y poco más. La
verdad es que siempre me he hecho esas preguntas "serias" que todos nos hacemos. Y a
la hora de la boda sentí algo especial, que no sé si tendría que ver contigo, Jesús.
Ahora, nuestro hijo nos está exigiendo que seamos sinceros. Nosotros queremos lo mejor
para él y por eso pensamos bautizarlo. Pero dudamos que una vida cristiana bajo mínimos
como la nuestra pueda ser la mejor base para que crezca en la fe.
Señor, te pedimos que nos eches una mano para responder a nuestro hijo. Porque o tomamos
la vida cristiana con más seriedad o tendremos que replantearnos bautizar al niño. Sabemos,
Jesús, que tú nos comprendes y nos vas a ayudar a dar la respuesta adecuada. Ojala nos
visites con tu luz y podamos reiniciar con nuestro hijo una nueva andadura cristiana.
- ¿Son los padres conscientes de la responsabilidad que contraen al bautizar a su hijo?
Para reflexionar
El punto de partida es la toma de conciencia de que no pretendemos realizar un
conjunto de acciones aisladas, más o menos importantes, sino hacer cristianos en y para
una sociedad como la nuestra: plural, relativista, individualista y postcristiana. Esto implica
que la revitalización de la pastoral de la Iniciación cristiana en nuestra diócesis ha de ser
concebida como un itinerario estructurado en etapas y dotado de acciones propias, que
ayuden a profesar la fe, celebrar los sacramentos de la Iglesia y ser fermento apostólico
de la sociedad. De ahí que, además de ofrecer un proceso de I ni ci a ci ó n c r i st ia na
u n it ar i o y co he r e nt e p ar a ni ñ os , adolescentes y jóvenes, debamos impulsar un
proceso estrictamente catecumenal para los niños que se bautizan en la edad escolar y
para los adultos propiamente tales que piden el bautismo.
Los padres son los educadores originarios, primeros e insustituibles de sus hijos y, si
son cristianos, están obligados a formar a sus hijos en la fe y en la práctica de la vida
cristiana, mediante la palabra y el ejemplo. La Iglesia reconoce a los padres este deber y
este derecho, que brota del sacramento del matrimonio y de considerar a la familia "como
iglesia doméstica". La misión de la familia es un verdadero ministerio, por medio del cual se
irradia el Evangelio, hasta el punto de que la misma vida de familia se hace itinerario de fe
y escuela de los seguidores de Cristo.
A pesar de las dificultades por las que atraviesa hoy, la familia cristiana sigue siendo
una estructura básica en la Iniciación cristiana, e incluso un reto pastoral: la familia
cristiana no puede renunciar a su misión de educar en la fe a sus miembros. Es necesario
ayudar eficazmente a que la comunidad familiar cristiana se renueve con la novedad del
Evangelio y se vuelva cada día más a Jesucristo.
S i t u a c i ó n d e p a r t i c i p a c i ó n e n e l r i t o bautismal
Situación y su evaluación Acciones de presente y de futuro
Situación en la posterior educación en la fe a sus hijos:
Primera Comunión:
Saben los padres lo que significa y comporta la Primera comunión de cara a la Iniciación
,,
cristiana de sus hijos? _a relacionamos nosotros con el bautismo y la confirmación? Duración:
¿es suficiente?
E v a l u a c i ó n d e l o s c o n t e n i d o s d e l a c a t e q u e s i s Evaluación de la orientación
catecumenal y mistagógica de a catequesis
Evaluación de la experiencia de vida cristiana que tiene el niño
Preparación del rito
Evaluación de la celebración parroquial y socio-familiar, y acciones pertinentes
E v a l u a c i ó n d e l o s c a t e q u i s t a s y p o s i b l e s a c c i o n e s Retos que se le plantean
cuando hay niños no bautizados que desean hacer lo al llegar a la edad de la
Primera Comunión, sobre todo en lo relativo a la orientación y contenidos de la
catequesis
Confirmación
Reflexión sobre los contenidos y orientación de la catequesis Reflexión sobre los "mínimos"
exigibles
Reflexión sobre la conciencia que tiene la comunidad cristiana de su responsabilidad respecto
a los confirmandos y de ésos respecto a la comunidad
¿En qué celebraciones de la comunidad parroquial participan los confirmandos?
Reflexión sobre los catequistas
Reflexión sobre la pastoral que realizamos en el tiempo que media entre la Primera
Comunión y el comienzo de la preparación a la confirmación
Para ampliar se pueden leer los documentos litúrgicos y del episcopado español que se han ido
señalando a lo largo del texto, especialmente recomendamos la carta apostólica
"Ecclesia in Europa".
A C O M PA Ñ A NT E : E l cr is t i a no qu e s ig u e d e c er ca a l c a t e c ú m e n o d u r a n t e t o d o e l
p r o c e s o d e i n i c i a c i ó n , especialmente durante el catecumenado.
CATECUMENADO: En sentido estricto, el itinerario de vida que conduce, por la fe-
conversión-catequesis-práctica de vida cristiana, hasta los sacramentos de la
iniciación. Catecúmeno es, por tanto, el que todavía no ha recibido el bautismo.
C AT E C U M E N A L : To d a a c c i ó n q u e s e i n s p i r a e n e l catecumenado (vg. la catequesis,
la predicación, etc.)
ELECCIÓN: Rito por el que el catecúmeno es elegido para recibir los sacramentos en la
próxima Vigilia Pascual o tiempo de Pascua.
ELEGIDO: El catecúmeno que ha sido escogido para recibir los sacramentos de la
Iniciación cristiana en la próxima Vigilia Pascual o tiempo de Pascua.
INICIACIÓN CRISTIANA: Inserción en el misterio de Cristo m uer t o y r esucit ado, medi ant e
la f e- conver sión, que presupone la predicación y la catequesis, la celebración de los
sacramentos del bautismo, la confirmación y la Eucaristía y la práctica de la vida cristiana.
De suyo dura toda la vida, pero es frecuente limitarla al tiempo que transcurre desde la
pr im er a sim patí a haci a Cr ist o hast a la m ist agog ia postbautismal, inclusive.
INICIADO: Persona que ha sido insertado sacramentalmente en el misterio de Cristo
Salvador. Plenamente iniciado: si ha recibido los sacramentos del bautismo,
confirmación y Eucaristía. No plenamente iniciado: si ha recibido sólo alguno de ellos.
KAIRÓS: Tiempo de gracia, en el que Dios se manifiesta de modo especial .
KÉRIGMA: Primer anuncio de la fe, hecho con gozo, fuerza y persuasión. Comprende los
contenidos más fundamentales del mensaje cristiano.
MISTAGOGIA: Conducción e introducción en una celebración o en una comunidad (vg.
predicación mistagógica, catequesis mistagógica, etc.). En sentido estricto, tiempo que sigue
a los sacramentos de la Iniciación cristiana en el que se imparte una catequesis sacramental
más intensa y se introduce en la vida y costumbres de la comunidad. Suele durar el tiempo
de Pascua, pero puede alargarse.
MISIONARIEDAD: Carácter misionero de la Iglesia, que está fundada para evangelizar.
NEOCATECUMENADO: Revitalización de la vida nueva que se recibió en el bautismo,
siguiendo una orientación y esquema de tipo catecumenal.
NEÓFITO: Recién bautizado (cristiano o bautizado se emplean para designar a los
que ya no son neófitos).
REDITIO (devoluciones): Rito por el que los catecúmenos confiesan su fe con el Credo y
rezan el Padre Nuestro ante el obispo. Es palabra latina.
SPONSOR: El que sale fiador del catecúmeno y le acompaña en su última etapa. De suyo, no
se identifica con el padrino; no obstante, es ideal que sponsor y padrino coincidan en la
misma persona.
TERTULIANO: Escritor eclesiástico del siglo III, aunque en la última etapa de su vida se
apartó de la ortodoxia doctrinal.
TRANSMISIÓN DE LA FE: Acción o conjunto de acciones que colaboran con la gracia de
Dios –que quiere salvar a todos los hombres- para que la persona conozca y preste su
adhesión a la Persona y obra de Jesucristo Salvador.