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A VINO NUEVO ODRES NUEVOS Propuesta de Iniciación Cristiana en La Diócesis de Burgos

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A VINO NUEVO,

ODRES NUEVOS
PROPUESTA DE INICIACIÓN
CRISTIANA
EN LA DIÓCESIS DE BURGOS

BORRADOR
PARA TRABAJO EN GRUPO

VICARÍA DE PASTORAL
ARCHIDIÓCESIS DE BURGOS

Oración para el comienzo de las reuniones


Ven, Espíritu de Dios,
haz de nuestro corazón tu casa y haznos portadores de Espíritu, transparentes a
la luz y a la verdad.
Ven, Espíritu de Dios,
y conduce todo lo que hay en nosotros de don
para que seamos don para los demás.
Ven, Espíritu de Dios,
y realiza en nosotros tu obra de santificación. Sin ti no podemos percibir
los signos de los tiempos,
ni recordar las palabras del Maestro,
ni alimentar los sentimientos de ternura del Padre de la parábola.
Ven, Espíritu de Dios,
entra en lo más íntimo de nosotros para que podamos reconocer
la huella de Dios que nos habita,
la presencia que nos desvela el misterio, la alegría que colma nuestro corazón.

(Alvaro Ginel)

«A VINO NUEVO, ODRES NUEVOS»


PROPUESTA DE INICIACIÓN CRISTIANA EN LA
DIÓCESIS DE BURGOS

INTRODUCCIÓN:
MOTIVACIÓN, PRESENTACIÓN, OBJETIVOS, METODOLOGÍA
NOTA: Esta introducción les puede servir a los responsables de las
comunidades, parroquias, movimientos, etc., como convocatoria. Con las
de bi das adaptac i o nes se pue de presentar en una homilía, si se juzga
conveniente, para luego formar grupos que estudien la propuesta. O también
puede servir como sesión especial a fin de organizar los grupos, presentar este
asunto a grupos ya constituidos, etc. Lógicamente de aquí se pueden tomar
las ideas para elaborar un cartel, si se juzga conveniente, una notificación de
prensa o algo más elaborado para algún medio de comunicación, especialmente,
hoja parroquial, revista arciprestal o similar.
Motivación
En Burgos, como en las demás diócesis de España, nos encontramos inmersos en una
realidad social, cultural y religiosa profundamente diferente de la que hemos nacido, crecido
y vivido la mayor parte del presbiterio diocesano y de los cristianos mayores de 40 años. El
Sínodo Diocesano asumió este hecho hace diez años. Nuestra evangelización y nuestra
pastoral de iniciación no pueden, por tanto, continuar realizándose como si las personas, la
familia y la sociedad no hubiesen experimentado un fortísimo cambio. Más bien, debe
ponerse a la escucha de lo que dice el Espíritu y oír
lo que Él nos dice sobre el modo de llevar el Evangelio al hombre de nuestro tiempo e
incorporarle al Pueblo de la Nueva Alianza.

El cambio de nuestra pastoral evangelizadora y de iniciación presupone y exige un cambio


profundo de mentalidad, conscientes de que, al encontrarnos con un mundo "nuevo",
necesitamos "odres también nuevos". En caso contrario, sólo pondríamos parches y
recetas que resultarían ineficaces, al estar fuera del tiempo y de la realidad que nos toca
vivir. Hemos de persuadirnos de que el don del Espíritu de un vino "nuevo" y una
pastoral "nueva" de iniciación, requiere agentes "renovados" en la mentalidad y, sobre
todo, en la propia vida.
No es suficiente, aunque sea indispensable, saber que nos encontramos frente a un mundo muy
distinto del que estamos acostumbrados. Necesitamos, además, entusiasmarnos con ese
mundo, viendo en él no un enemigo o un obstáculo sino una gran oportunidad para la
evangelización y un verdadero kairós. El mismo Señor de la viña que nos envió en otro
tiempo a un viñedo labrado y bien cuidado, nos envía ahora a otro que debe ser labrado y
cultivado. Si quisiéramos mirar –con o sin nostalgia- a un mundo que ya no existe, no
podríamos ser los viñadores que ahora necesita el Señor.
Parte fundamental, pues, de nuestra conversión es la actitud optimista, esperanzada y
gozosa frente al mundo que Dios nos entrega como heredad. En ese mundo existen
muchas cosas buenas; existen otras menos buenas o simplemente malas. Nuestra
postura ha de ser la de asumir todo lo bueno y tratar de purificar todas sus negatividades.
En este sentido, es sumamente aleccionadora la vida y actitud de los primeros
cristianos y de los Padres de la Iglesia. Ellos se encontraron con un mundo brillante
desde el punto de vista sociocultural y bastante decadente desde el punto de vista de las
costumbres. Su actitud consistió en asumir todo lo asumible de aquella cultura. Más aún,
muchas veces brillaron como verdaderos lumbreras en ese mundo. Al mismo tiempo, no
temieron presentar a Jesucristo como
el único Salvador frente a las concepciones politeístas, el culto al emperador y el clima moral
tantas veces degradado.
Para realizar una y otra cosa, no trataron de acomodarse a la mentalidad y costumbres
de la sociedad en que vivían, sino de ser coherentes en su pensamiento y en su vida con la
fe en Jesucristo que habían incorporado a su vida. Muchos h o m b r e s y m u j e r e s d e s u
t i e m p o l e s r e c h a z a r o n y persiguieron; otros, en cambio, quedaron impresionados por su
modo de vivir y decidieron compartir con ellos la misma fe en Jesucristo. Al cabo de los
siglos, se había cumplido la palabra del Evangelio: el grano de mostaza se había
convertido en árbol frondoso y un puñado de fermento había trasformado la masa.
El primer paso, por tanto, de la renovación de la pastoral de iniciación en nuestra diócesis lo
hemos de dar nosotros: los sacerdotes, los religiosos y los laicos más sensibilizados. Necesitamos
incardinarnos más profundamente en Jesucristo, buscarle con más decisión y
convencimiento, conocerle mejor, tratarle con más intimidad, ver en él la razón de
nuestra vida y consagrarnos a él con ilusión y fervor. La Palabra de Dios, leída y meditada
con asiduidad; la Eucaristía, celebrada como el momento culminante de cada uno de
nuestros días; la oración de las Horas, rezadas con sentido eclesial; y la oración personal
fervorosa y humilde son los cimientos sobre los que hemos de construir un hombre y un mundo
nuevos. La historia de la Iglesia nos confirma que todas las renovaciones eclesiales han sido
realizadas siempre por los santos.
Muy unida a lo anterior está una segunda convicción: no somos nosotros quienes
hacemos las cosas, sino Dios: «Ni el que planta ni el que riega, sino Dios que da el incremento»
Para fortuna nuestra, Dios es menos impaciente que nosotros y no es el gerente de una
multinacional que exige eficacia y resultados inmediatos. Él cuenta con el tiempo como factor
clave en la realización de sus proyectos y se contenta con que hagamos lo mismo que
Pedro: echar las redes, aunque n o s e a e l m o m e n t o m á s o p o r t u n o p a r a p e s c a r .
Presentación: qué es el material que tienes entre manos

El escrito que tienes entre manos no es el esquema de un documento, y menos aún, no es


un documento sobre la Iniciación cristiana. Es, únicamente, un material de reflexión –un
«borrador»- destinado a los sacerdotes, religiosos y laicos comprometidos de toda la
diócesis, para que lo estudien y enriquezcan a lo largo del curso pastoral 2007 20 08 ,
i nt r o du c ie n do c ua nt as pr op u es t a s c on s id e r e n oportunas.
El «Borrador» parte de dos presupuestos fundamentales. En primer lugar, la vigencia y
urgencia de lo que sancionó el Sínodo Diocesano: «Dada su trascendencia para la vida
eclesial de nuestra diócesis, el Sínodo determina que la Iniciación cristiana sea una línea
prioritaria para los próximos años» (Constituciones Sinodales 333). En segundo lugar, la
necesidad de hacer una revisión a fondo de nuestra pastoral de Iniciación cristiana –en
sentido estricto y en sentido amplio-, con el fin de realizar una propuesta
evangelizadora, sacramental y existencial nueva; acorde con la situación nueva que
nos toca vivir en el comienzo del tercer milenio (de ella hemos hablado en la motivación).
Como ya dijo don Francisco al Consejo Diocesano de Pastoral -y éste asumió con gozo y
convencimiento-, hemos de a f r o n t a r e s t a n u e v a s i t u a c i ó n c o n á n i m o d e c i d i d o ,
esperanzado y lleno de optimismo sobrenatural, conscientes de que Jesucristo sigue siendo
no sólo una respuesta sino l a ú n i c a r e s p u e s t a a l h o m b r e d e n u e s t r o t i e m p o .
En la sede de dicho Consejo de Pastoral se dijo que no podemos seguir con una labor
de mera sacramentalización. Sino que es imprescindible y urgente pasar a una pastoral en
la que la sacramentalización vaya precedida y seguida de la evangelización.
Objetivos
El «Borrador» pretende dos objetivos fundamentales. 1°. Por una parte, que nos
pongamos a la escucha de lo que Dios nos está diciendo sobre nuestra pastoral de
Iniciación cristiana, ante los grandes cambios socio-religiosos y el avance progresivo de la
secularización que han tenido lu gar en nuest r a dióces is y que, pr evisi blem ent e, se
consolidará y aumentará durante los próximos años. Para evitar el subjetivismo, nuestro
análisis-reflexión-actuación ha de estar iluminado por la Palabra de Dios, la Tradición
viva de la Iglesia y los datos adquiridos ya por la reflexión teológica. Por eso, el «Borrador»
tiene una primera parte eminentemente doctrinal. Como se dice más adelante, la historia –
memoria de la Iglesia- nos interesa para aprender de ella y para iluminar el presente.
No es, pues, algo meramente doctrinal.
2°. El segundo objetivo es ofrecer –a finales del año pastoral 2007/2008- al Consejo Diocesano de
Pastoral unos materiales estudiados por todos, con los que pueda elaborar el Plan
Diocesano Pastoral del próximo quinquenio; plan que –según ha propuesto dicho Consejo y
ha aceptado don Francisco-se centrará en la Iniciación cristiana.

Metodología: general
La propuesta será estudiada en dos fases, correspondientes a dos bimestres: de octubre a
primeros de diciembre (1°) y de enero a primeros de marzo (2°). Las sesiones del primer
bimestre estudian el presente «borrador»; las del segundo, el «borrador corregido» con las
propuestas que se hayan enviado a la Vicaría de Pastoral.
Los sacerdotes lo harán en cuatro sesiones; los laicos, en ocho. La mitad en cada
bimestre. El estudio-reflexión se hará por arciprestazgos en el caso de los
sacerdotes, aprovechando el día de formación permanente. Se elegirá el horario más
conveniente para la mayoría. Los laicos de la s pa r r oq u ia s lo e st ud i ar án
q u in ce n a lm en t e e n s us respectivas parroquias, en el día y hora que se consideren más
adecuados. Los demás sectores eclesiales, según el ritmo de sus realidades.

Metodología de las sesiones del primer bimestre

Cada uno de los sacerdotes del arciprestazgo recibirá el «borrador» en su domicilio


antes del 1 de octubre. De este modo, puede leerlo y reflexionarlo antes de la reunión de
arciprestazgo. El día de la formación permanente se estudia en la sede del mismo. Puede
hacerse o en grupos pequeños o por todos en un solo grupo. El arcipreste modera la sesión.
Conviene que haya un secr et ar io –designado por los presentes- para que tome nota de
las propuestas que vayan surgiendo. Al final se las pasa al arcipreste, el cual las enviará
a la Vicaría de Pastoral antes del 5 de diciembre.
En el caso de los laicos, se designa un responsable de grupo, el cual convoca y
modera la reunión; conviene que, como en el caso de los sacerdotes, haya un
secretario. Cuando se hayan terminado las sesiones, entrega las propuestas al
párroco, o al responsable del movimiento, quienes envían al arcipreste o al Delegado de
Apostolado Seglar con tiempo suficiente para que pueda adjuntarlas a las propuestas
hechas por los sacerdotes.
En el caso de los religiosos, se designa un responsable de grupo, el cual convoca a los que
dependen de él (religiosos, profesores, profesionales de la sanidad, etc.). Se nombrará un
secretario. Al terminar las sesiones se entregarán al Delegado de Religiosos que las
r emitirá a la vicaría.
Metodología de las sesiones del segundo bimestre
La Comisión de la Iniciación cristiana, estudia e incorpora las propuestas pertinentes.
Este «borrador corregido» se enviará a los arciprestes no más tarde del 10 de enero de
2008. Él se las hará llegar lo antes posible a los sacerdotes de su arciprestazgo, junto con
las copias necesarias para los laicos. Los delegados de Apostolado Seglar y de
Religiosos harán lo mismo. El estudio de este «borrador corregido» se hará según la
metodología seguida en el bimestre primero. El arcipreste envía las propuestas al
Vicario de Pastoral antes del 14 de marzo.
«Anteproyecto de Plan Pastoral» para el Consejo Diocesano de Pastoral

La Comisión de Iniciación cristiana envía un «Anteproyecto d e P l a n P a s t o r a l » a c a d a


m i e m b r o d e l a C o m i s i ó n Permanente del Consejo Diocesano de Pastoral antes del 1
de junio. La Comisión Permanente se lo remite a todos los miembros del Consejo
Diocesano de Pastoral para que pueda estudiarlo antes de la reunión que suele tener a
mediados de junio.
«Plan Pastoral»

El Consejo Diocesano de Pastoral lo estudia en su sesión plenaria e introduce las


variantes que crea oportunas y se las entrega a la Permanente de dicho Consejo para
que e l a b o r e e l P l a n P a s t o r a l d e l p r ó x i m o q u i n q u e n i o .

Formación permanente y retiros


Para apoyar el estudio y comprensión del «Borrador», la formación permanente y los
retiros de este año 2007-2008 irán en su misma dirección.
Para ampliar el tema y para el diálogo (si procede)
Sobre la nueva situación sociorreligiosa en que nos encontramos se ha pronunciado
la Iglesia a todos los niveles: JUAN PABLO II, Exhortación postsinodal «La I g le sia en
E u ro p a» (2 8 d e ju n io d e 20 03 , nn .7 - 10 ); CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA,
«Orientaciones morales ante la situación actual de España. Instrucción P a s t o r a l » ( 2 3 d e
n o v i e m b r e d e 2 0 0 6 , n n . 5 - 1 3 ) ; ARZOBISPO DE LA DIÓCESIS, «Anunciad el
Evangelio», Carta Pastoral (7 de octubre de 2004, nn.3-7) y las CONSTITUCIONES
SINODALES, 31 de mayo de 1998, sobre todo en «Ser hoy Buena Noticia para todos»,
nn.6- 103 y passim). A su luz...
1. ¿Qué problemas permiten decir que nuestra diócesis se encuentra en una situación
sociorreligiosa profundamente diferente de la que hemos vivido hasta ahora? Señala cuatro
o cinco.

2. ¿Cuáles de ellos inciden más en la pastoral de la Iniciación cristiana?


3. ¿Te parece correcto o exagerado afirmar que necesitamos una pastoral de Iniciación cristiana
renovada e innovadora?

CAPÍTULO I. LA INICIACIÓN CRISTIANA EN CLAVE EVANGELIZADORA


Para empezar
Comentamos entre todos este texto del Nuevo Testamento. En él San Pablo expone a la
comunidad de Tesalónica cómo ha evangelizado y cómo ha ido formando una comunidad
cristiana:
"A pesar de los sufrimientos y ultrajes que, como sabéis, padecimos en Filipos, os
anunciamos llenos de confianza en nuestro Dios su evangelio en medio de muchas
dificultades. Y es que nuestra exhortación no se inspiraba en el error, en turbias
intenciones o en engaños, por el contrario puesto que Dios nos ha juzgado dignos de
confiarnos su evangelio, hablamos no como quien busca agradar a los hombres, sino a
Dios, que penetra hasta lo más profundo de nuestro ser. Dios es testigo, y vosotros lo
sabéis, de que nunca nos movieron la adulación o la avaricia; tampoco hemos buscado
glorias humanas, ni de vosotros ni de nadie. Y aunque podríamos haber dejado sentir nuestra
autoridad como apóstoles de Cristo, nos comportamos afablemente con vosotros, como
una madre que cuida de sus hijos con amor. Tanto os queríamos que ansiábamos
entregaron, nos sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas. ¡A tal
punto llegaba nuestro amor por vosotros! (1 Tes 2, 2-8).
- ¿En qué sentido el evangelizador es como una madre?
- ¿Es posible evangelizar con engaños o con turbias intenciones?
Para reflexionar
La Iniciación cristiana es una expresión que se ha puesto de moda y se ha convertido
prácticamente en un eslogan. Expresión que suscita fuertes dosis de seducción, de
encantamiento y de convocatoria. Pero, por eso mismo, ha de ser analizada y
profundizada con prudencia, ya que i g u a l m e n t e o c u l t a e l r i e s g o d e l a
simplificación.
En una sociedad homogénea y uniforme, estructurada desde las coordenadas cristianas, la
Iglesia se edificaba a través de los siglos y se transmitía la fe sin dificultades de generación en
generación. Pero la historia ha alterado el ritmo y el proceso se ha tornado más complejo.
Ante esta situación difícil y apasionante, la Iglesia –desde cada uno de sus miembros,
niveles y responsabilidades diversificadas– necesita discernir este momento de gracia. En
esta encrucijada es cuando adquiere todo su sentido y su alcance el dinamismo
evangelizador en el que se sitúa la Iniciación cristiana. No se trata sólo de una mejor práctica
pastoral ni de una renovación catequística, ni de un ardoroso compromiso evangelizador ni de una
adecuada articulación sacramental, que también. Se trata, sobre todo, de un
reencuentro de la Iglesia consigo misma desde su memoria y, por ello, desde sus
potencialidades más genuinas hacia el futuro.
Aprendiendo de la historia
El mismo día de Pentecostés, la Iglesia comenzó a predicar a Cristo muerto y resucitado por
nuestra salvación, a llamar a la conversión y la fe, y a invitar al bautismo. Esta llamada
estuvo dirigida, al principio, a los adultos; aunque desde los primeros momentos bautizó a los
niños de las familias que se convertían a la nueva fe. A los adultos que recibían el
bautismo, les concedía después el don del Espíritu Santo mediante la imposición de
manos de los Apóstoles, y c e l e b r a b a c o n e l l o s l a E u c a r i s t í a c a d a d o m i n g o .
Aunque los autores del Nuevo Testamento no pretendieron dar una información completa del
proceso seguido en la incorporación de un nuevo miembro a la comunidad cristiana, parece que
el esquema seguido no era muy diferente de éste: predicación del kérigma, catequesis,
acogida de la Palabra en la fe-arrepentimiento-conversión, bautismo, imposición de
m anos y participación en la vida de la comunidad eclesial, sobre todo, mediante la
Eucaristía.
Desde finales del siglo segundo y principios del tercero, tenemos ya una información
más detallada. Según un a n t i q u í s i m o d o c u m e n t o , c o n o c i d o c o m o « Tr a d i c i ó n
Apostólica» y atribuido a san Hipólito de Roma, la Iglesia tenía dos formas de iniciación:
una para los adultos y otra para los niños neonatos y de corta edad. La de adultos
comprendía un catecumenado de tres años, dedicados, sobre todo, a una catequesis
integral de la fe, a la práctica de la nueva vida y a la vivencia de la caridad con los pobres y
enfermos; una preparación inmediata; y la celebración de los sacramentos del bautismo,
confirmación y Primera Eucaristía en la Vigilia Pascual. La de los infantes y párvulos se
reducía a los tres sacramentos citados, que eran dados a los hijos de padres bautizados
previamente o que recibían e s a n o c h e e l b a u t i s m o . D e s p u é s d e l c e s e d e l a s
persecuciones y la llegada de la paz, el esquema siguió siendo el mismo, aunque el
catecumenado se redujo a la cuaresma y después de los sacramentos de iniciación se
instituyó el tiempo de la mistagogia, en el tiempo pascual.
Desde mediados del siglo quinto o principios del sexto, desapareció el catecumenado de
adultos, como consecuencia de las conversiones masivas y la progresiva cristianización de la
sociedad; y la iniciación se centró en los niños, primero párvulos y luego neonatos. En Oriente
los niños siguieron recibiendo los tres sacramentos de la iniciación en una misma
sesión litúrgica; mientras que en Occidente se separaron, primero la confirmación y
luego el bautismo y la Primera Comunión. El esquema que prevaleció fue éste: bautismo
(inmediatamente después de nacer); confirmación (cuando pasaba el obispo por la comunidad –
antes o después
de la Primera Eucaristía); y Eucaristía (en la edad de la discreción). En algunas partes y
muy tardíamente se pospuso intencionadamente la confirmación a la Primera Comunión por
motivos catequéticos.
Ya en nuestra época, la progresiva descristianización de los países de vieja cristiandad y la
conversión de muchos adultos en no pocos países africanos y asiáticos, dio lugar a que el
Concilio Vaticano II instaurase el catecumenado por etapas, según el parecer del obispo de
cada diócesis (Cf. SC 64 y AG 14). Durante él, junto a la catequesis sobre la fe cristiana, el
catecúmeno se inicia en la práctica de la nueva vida y es ayudado por la Iglesia con diversas
oraciones y ritos.
Hoy día la Iglesia de Occidente tiene dos modelos de Iniciación cristiana, descritos,
respectivamente, en el Ritual del Bautismo de Niños y en el Ritual de la Iniciación cristiana de
adultos. Este último contempla tanto la iniciación de los adultos propiamente tales, como la
de los niños no bautizados en su infancia y que desean recibir el bautismo durante la etapa
catequética. La Iniciación cristiana de los adultos sigue m u y d e c e r c a e l m o d e l o d e l o s
p r i m e r o s s i g l o s : precatecumenado, catecumenado, sacramentos de iniciación en una
misma sesión litúrgica y mistagogia.

Una Iglesia en estado de misión


Anteriormente la hemos citado: La Tradición apostólica es un documento importante de la
época de la Iglesia naciente, allá por el siglo II. Nos muestra, además de otros muchos
aspectos, a una Iglesia en estado de misión en y desde la Iniciación cristiana. Tomamos
como ejemplo este documento de lo que hoy llamamos "diócesis de Roma" por dos razones.
Una de ellas se refiere a la importancia y significación que ya en el siglo II adquirió esta
Iglesia, pues el carisma que la caracterizaba no dejaba de irradiar en la comunión de las
Iglesias. Era un frecuente lugar de visita o de paso para muchas personas e iniciativas.
Por eso, su modo de actuación es paradigmático. Una segunda razón trata de destacar la
analogía entre aquellas circunstancias y el futuro en el que nos adentramos: la existencia de
un entorno pagano respecto a l c u a l l a I g l e s i a c o m o t a l d e b e s i t u a r s e e n a c t i t u d
intrínsecamente evangelizadora e iniciadora.
La Tradición apostólica manifiesta qué significa en lo concreto la existencia de una
comunidad en estado de misión. Se trata de un documento de carácter litúrgico y
disciplinar. Pero más allá de la regulación que presenta se puede descubrir sin
esfuerzos una realidad eclesial que sostiene y que hace comprensibles esas
regulaciones. Se narra el proceso que se inicia a partir del momento en el que los
nuevos convertidos se acercan por primera vez a la fe y por ello se aproximan a la Iglesia.
Es importante observar la grandeza de este hecho, que no brota sin motivo y sin razón. Si
hay personas que inician el proceso de conversión ello se debe a que ha habido algún
cristiano que le ha ofrecido su testimonio o su experiencia del Evangelio. Los cristianos, en
medio de sus circunstancias de trabajo o de amistad, encuentran a personas paganas que
nunca han oído hablar del Evangelio y que, por ello, p u e d e n r e c i b i r u n a
interpelación y una invitación.

Cada cristiano de entonces sabía que era prolongación de l a I g l e s i a e n l a s o c i e d a d y,


p o r t a n t o , v e h í c u l o d e comunicación de los paganos con la comunidad eclesial. El
testimonio y el anuncio apuntaban a la salvación de la persona, pero con la mirada
puesta en el crecimiento y en la edificación de la Iglesia. A partir de ese momento se
iniciaba un proceso de-transformación personal y de inserción en la comunidad real. Pero la
comunidad no desaparecía.
En el dinamismo evangelizador

La evangelización constituye, como muy bien recuerda Evangelii nuntiandi, la vocación,


la dicha y la alegría propia de la Iglesia. La Iglesia existe para evangelizar. Pero es un proceso
que adquiere y requiere múltiples acciones y dimensiones según los destinatarios a
quienes se dirige y a su grado de adhesión cristiana. Se trata de un proceso global,
dinámico, rico y complejo. Dentro de él hay que situar el proceso del catecumenado en torno a
la Iniciación cristiana.
La acción catecumenal se sitúa entre la conversión inicial de los que no conocen
vivencialmente a Cristo y su buena nueva, y la incorporación a la comunidad eclesial
por el proceso de la Iniciación cristiana. Resulta significativo comprender que el
catecumenado ha de ser visto desde la misionariedad de la Iglesia. Así se puede observar
en la perspectiva que adoptan los obispos españoles cuando mantienen que "es a la
luz de la misión propia de la Iglesia (cf. EN 14) como debe entenderse la instauración
del catecumenado en nuestros días, de modo que éste sea expresión tanto del vigor
de la fe (cf. RMi 49) como del impulso misionero de la Iglesia" (CEE, Orientaciones
pastorales para el catecumenado (2002) 2).
En este proceso la catequesis ocupa un puesto destacado, aunque no único ni exclusivo. "El
fin definitivo de la catequesis es poner a uno no sólo en contacto sino en comunión, en
intimidad con Jesucristo" (DGC 80; 40-41; 98-99). Supuesta la conversión inicial de alguien al
Señor, mediante el primer anuncio, "la catequesis se propone fundamentar y hacer
m adur ar est a pr im er a adhesión. . . ( ayuda) a conocer (sapiencial e intelectualmente)
mejor a ese Jesús en cuyas manos se ha puesto: conocer su «misterio» (el de su
persona), el Reino de Dios que anuncia, las exigencias y las promesas contenidas en
su mensaje evangélico, los senderos que él ha trazado a quien quiera seguirle" (DGC 80).
Dicha comunión de vida con Cristo lleva a unirse con cuanto es de Cristo: con Dios, su
Padre, con su Espíritu, con la Iglesia, su cuerpo, y con los hombres, sus hermanos, cuya
suerte quiso compartir a fin de salvarlos (cf. DGC 81). Esta finalidad de la catequesis se
expresa en la "profesión de fe" en el único Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo (cf. DGC 82).

Una Iglesia que inicia y se inicia

Mediante la Iniciación cristiana, como proceso agradecido y agraciante, y sobre la base de


la fidelidad de Dios a su compromiso histórico, la Iglesia mantiene su propia identidad, ratifica el
horizonte de su misión y sirve maternalmente de mediadora para que los nuevos miembros se
inserten como sujetos protagonistas del misterio amoroso de Dios en favor de la humanidad.
De cara al individuo singular no se trata de que uno nazca cristiano, como si fuera un
mecanismo biológico. Es cuestión de gracia y libertad, y por eso constituye un proceso
histórico y un diálogo personal. La persona no nace realizada, sino que va adquiriendo
su personalidad desde un proceso histórico de maduración. "El cristiano no nace, se
hace" (Tertuliano), el creyente se va haciendo en proceso. La maravilla de lo cristiano
no es algo obvio. La conversión, el caminar en una nueva vida, implica un devenir. Ese
proceso va marcado por el ritmo ritual y celebrativo que actualiza el protagonismo pascual del
Padre, del Hijo y del Espíritu.
El mejor símbolo que recoge todo ello es el de la maternidad. La Iglesia, por la Iniciación
cristiana, se realiza como madre y a qu e va en g en dr an d o co nt in u am en t e nu ev o s hi j os
concebidos por el Espíritu: de su seno virginal reciben la vida nueva los que se han
convertido por el testimonio y el anuncio. La puesta en práctica de la maternidad eclesial
conlleva asumir y desplegar acciones que valoren y respeten la personalidad de cada
catecúmeno, además de procesos educativos que impliquen a toda la persona, a la persona
en todas sus dimensiones.
A este respecto, la reflexión episcopal española es clara: "...la iniciación cristiana tiene su
origen en la iniciativa divina y supone la decisión libre de la persona que se convierte al Dios
vivo y verdadero, por la gracia del Espíritu, y pide ser introducida en la Iglesia. Por otra parte,
la iniciación cristiana no se puede reducir a un simple proceso de enseñanza y de
formación doctrinal, sino que ha de ser considerada una realidad que implica a toda la
persona, la cual ha de asumir existencialmente su condición de hijo de Dios en el Hijo
Jesucristo, abandonando su anterior modo de vivir, mientras realiza el aprendizaje de la vida
cristiana y entra gozosamente en la comunión de la Iglesia, para ser en ella adorador del
Padre y testigo del Dios vivo" (CEE, La iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones
(1998) 18) [el destacado en cursiva es nuestro].

Por otro lado, la maternidad eclesial hace de la Iglesia no sólo la iniciadora sino también la
iniciada. Como comunidad concreta ha de acompañar a los nuevos miembros que se
preparan a la nueva vida y debe seguir acompañándolos en su progresiva inserción en los
misterios y misión de la Iglesia. La Iglesia que invita a la conversión personal en virtud del
testimonio y de la palabra, ha de sentirse implicada durante todo el proceso y en su
posterioridad. No basta con «dar a luz» a nuevos miembros, sino también
experimentarse comunidad iniciada que acoge y ofrece posibilidades reales en sus
acciones y estructuras para que en verdad sean comunidades de «talla humana» donde se
dan relaciones personalizadoras en todo su vivir creyente.
A este propósito conviene recordar lo que Redemptoris missio dice: "Ciertamente, cada
convertido es un don hecho a la Iglesia y comporta una grave responsabilidad para ella, no
sólo porque deba ser preparado para el bautismo con el catecumenado y continuar luego con la
instrucción religiosa, sino porque, especialmente si es adulto, lleva consigo, como una nueva
energía, el entusiasmo de la fe, el deseo de encontrar en la Iglesia el evangelio vivido".
Y continúa: "sería una desilusión para él si después de ingresar en la comunidad
eclesial encontrase en la misma una vida que carece de fervor y sin signos de renovación.
No podemos predicar la conversión si no nos convertimos nosotros mismos cada día" (RMi
46).

Una oferta plural y creativa de itinerarios

La sociedad postmoderna pone en evidencia que el hecho de ser cristiano conlleva una
opción personal autónoma responsable en el ámbito del pluralismo cultural, ideológico y
religioso. El proceso de acogida y pertenencia a la fe cristiana exige desde el inicio
itinerarios diversos dentro del contexto pastoral; no sólo de cara a los que han sido iniciados de
pequeños sino también para aquellos que se acercan de adultos; y entre éstos últimos, con
diversas formas y modalidades.
Para dialogar
1. ¿Qué luces de fondo crees que aportan los Hechos y Cartas de los Apóstoles, y la
praxis de la Iglesia de los primeros siglos a la hora de reflexionar sobre «La Iniciación
Cristiana en clave evangelizadora?
2. ¿Qué líneas de las propuestas por el Sínodo crees que tienen que seguir iluminándonos?
3. ¿Qué aspectos te parecen más urgentes e indispensables a potenciar en nuestras
comunidades para realizar la nueva evangelización?
4. ¿Cuáles son las demandas más acuciantes que, de modo explícito o implícito nos reclama la
sociedad en la que nos toca vivir y evangelizar?
5. ¿Crees que los pastores y las comunidades estamos en pr oc es o de ' nu ev a'
e va ng e l iz a c ió n o ex is t e r u t i na y cansancio?
CAPÍTULO II. NATURALEZA DE LA INICIACIÓN CRISTIANA

Para empezar
Contad dos o tres personas cómo habéis llegado a ser cristianos. También, que cuente
alguno, si no hay ninguno en el grupo que haya contado su caso personal, el de algún cristiano
que conozca y que se haya convertido a la fe cristiana siendo adulto.

Para reflexionar
La Iniciación cristiana, obra del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Dios Padre «nos ha elegido en Cristo, antes de la constitución del mundo, para ser santos e
inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos
adoptivos» (Ef 1,4-5). Cuando el hombre, creado a su imagen y semejanza, destruyó este
proyecto, envió a su Hijo Unigénito al mundo para que restaurase la comunión originaria.
El Verbo Encarnado realizó este designio del Padre de modo pleno y definitivo, sobre todo, con el
Misterio Pascual de su muerte y resurrección, pues «con su muerte, destruyó nuestra muerte, y
con su resurrección restauró la vida» (Prefacio pascual). Antes de subir al cielo y enviar
al Espíritu Santo, fundó la Iglesia, a la que confió la misión de anunciar y realizar la
salvación mediante la predicación, la celebración de los sacramentos –sobre todo el de la
Eucaristía- y el servicio de la caridad.
Sentado a la derecha del Padre, envió al Espíritu Santo para hacer presente y operativa su
obra redentora en y por la Iglesia, a fin de que los hombres y mujeres de todos los
tiempos, lugares y culturas pudieran acoger libremente el don salvador y participar un
día en la plenitud de la vida divina.
La Iniciación cristiana, obra de la Iglesia

La Iglesia es la mediación querida por Dios para actuar en el tiempo la obra de la redención
humana y de la santificación -participación de los hombres en la naturaleza divina-. A
quienes acogen el mensaje divino de salvación y reciben los sacramentos del bautismo,
confirmación y Eucaristía, les hace nacer a la vida de hijos de Dios y les comunica una
madurez cristiana básica. Por el bautismo, en efecto, los fieles renacen a la nueva
vida; por la confirmación son fortalecidos en ella y por la Eucaristía son injertados
plenamente en el Cuerpo de Cristo como miembros perfectos.
Realizada esta madurez cristiana básica, la Iglesia sigue acompañando a los iniciados hasta la
plenitud de esa vida o santidad, por la constante proclamación de la Palabra de Dios y la
catequesis, la celebración del misterio cristiano, sobre todo, la Eucaristía dominical y el
sacramento de la reconciliación, y el servicio de la caridad.
La Iniciación cristiana, respuesta del hombre

El hombre se abre al don de la salvación que Dios le ofrece, de modo gratuito y por propia
iniciativa, mediante la fe, la conversión, la catequesis y la recepción de los sacramentos del
bautismo, confirmación y Eucaristía.
Naturaleza de la Iniciación cristiana
La Iniciación cristiana es, por tanto, la comunicación de la vida divina que Dios hace al
hombre por medio de su Palabra y los sacramentos del bautismo, confirmación y Primera
Eucaristía; y la acogida de ese don por parte del hombre, mediante la fe-conversión y la
recepción de los sacramentos del bautismo, confirmación y Eucaristía. En otras palabras,
es la inserción del hombre en el misterio de Cristo, muerto y resucitado, y en la Iglesia,
por medio de la fe y de los sacramentos de la iniciación.
Consiguientemente, no se puede reducir a un simple proceso de enseñanza o de formación
doctrinal, sino que debe ser concebida como una realidad que implica a toda la persona, la
cual debe asumir, sacramental y existencialmente, su condición de hija de Dios en el Hijo
Jesucristo, abandonando su anterior modo de vivir, y convirtiéndose en una verdadera adoradora
del Padre y testigo del Dios vivo.
Sin embargo, no existe plena equivalencia entre Iniciación cristiana y vida cristiana o santidad
de vida, puesto que ésta consiste en llevar a su plenitud la nueva vida que se ha recibido
al ser iniciados en el misterio de Cristo Redentor. La Iniciación es el árbol, y la vida
cristiana son los frutos que ese árbol ha de producir. Por eso, realizada la iniciación básica, es
necesaria la educación permanente de la fe en el seno de la comunidad eclesial.
Por tanto, la Iniciación cristiana puede considerarse como un proceso por el cual una
persona se inserta en el misterio d e C r i s t o m e d i a n t e l o s s a c r a m e n t o s d e l b a u t i s m o ,
confirmación y Eucaristía, previo el anuncio de la Palabra de Dios y la consiguiente fe-
conversión de vida. Este proceso será más o menos largo, según sea la gracia de Dios y la
respuesta del candidato; si bien, salvo en casos muy excepcionales, es un proceso
lento y no siempre lineal.
Las dos formas tradicionales de la Iniciación cristiana

La predicación del kérigma estuvo dirigida desde el principio a los adultos, si bien desde los
primeros compases fueron bautizados los niños, hijos de los nuevos convertidos. Con el
paso de los siglos se invirtió la pirámide y el peso recayó sobre los niños y, luego, los
neonatos. De hecho, durante bastantes siglos el esquema fue éste: el bautismo a los
pocos días de nacer; la Primera Comunión en la edad de la razón; y la confirmación antes
o después de la Primera Comunión, según fuese el paso del obispo por la respectiva
comunidad.
Tres modelos en nuestra diócesis

En nuestra diócesis, al igual que en otras de España, existen actualmente tres formas de recorrer
el camino de la Iniciación cristiana: la de los niños que reciben el bautismo a las pocas semanas
de nacer, y los sacramentos de la confirmación y Primera Eucaristía a lo largo de infancia y
de la adolescencia; la de los niños que piden el bautismo durante la etapa catequética;
y la de los adultos, que reciben los sacramentos de la iniciación después de un largo
proceso catecumenal, jalonado por el catecumenado, la práctica de la vida cristiana y ritos
diversos.
Iniciación de los niños que se bautizan a los pocos días de su nacimiento
En nuestra diócesis es muy elevado el porcentaje de los niños que reciben el bautismo a
las pocas semanas de su nacimiento. Además de ser motivo de una profunda acción de
gracias a Dios, este hecho interpela seriamente a nuestra pastoral. Porque es una seria
interpelación en los muchos q u e s o n i n i c i a d o s s a c r a m e n t a l m e n t e , p e r o n o
existencialmente. En efecto, nuestras comunidades no son conscientes de su responsabilidad
en esta tarea de iniciar a la fe, y mucho menos están preparadas para realizarla.
Se debe rehacer el planteamiento de la iniciación de la fe a l i n t e r n o d e l a c o m u n i d a d ,
d a d o q u e n o s e d a n l a s condiciones de hace años donde el ambiente externo iniciaba a la
fe o al menos lo favorecía en gran medida. Un reflejo de ello son -sobre todo cuando se
trata de matrimonios jóvenes-, los padres que piden o consienten el bautismo, que son
poco conscientes de lo que esto conlleva, debido a su falta de vida cristiana y a su gran
ignorancia religiosa; otros, se encuentran en una situación matrimonial irregular. Consecuencia
de ello es el debilitamiento –cuando no la ruptura- de la cadena tradicional de
transmisión de la fe, al no ser ya los padres los primeros educadores de la fe de sus
hijos.
Además, el Ritual del Bautismo de Niños no siempre se ha aplicado según la teología y
pastoral de los Prenotandos que le preceden; especialmente, en lo relativo a la preparación de
los padres, padrinos y comunidad cristiana; al día y modo de celebrar el bautismo; a la
adaptación del baptisterio; y/o a la ubicación de la fuente bautismal.
Por otra parte, debería resaltarse más la unidad que rige entre los tres sacramentos de
la iniciación, su culminación en la Eucaristía, la orientación catecumenal de los contenidos y
estructura de la preparación a la Primera Comunión y a la confirmación, y los
compromisos exigibles a los que piden la confirmación.
La acción pastoral debería implicar más a los padres y a la comunidad cristiana en la
preparación y celebración de cada uno de los sacramentos de la Iniciación, especialmente
el de la confirmación. Pues la comunidad parroquial es, en última instancia, la que
representa la maternidad de la Iglesia y la responsable de que la fe bautismal de sus
miembros se desarrolle y madure debidamente.
Iniciación de los niños que piden el Bautismo en edad escolar

El segundo modelo de Iniciación cristiana en nuestra diócesis es el de los niños que piden el
bautismo en la edad escolar; f r e c u e n t e m e n t e , c u a n d o d e b e r í a n h a c e r l a P r i m e r a
Comunión. Todavía son poco numerosos estos casos, pero es previsible que aumenten
considerablemente en los próximos años, debido a la fuerte y creciente secularización
que se está verificando en España. Estos niños sólo pueden ser admitidos a los
sacramentos de la iniciación con el consentimiento de sus padres o, al menos, de uno
de ellos y la no oposición del otro.
El itinerario de su iniciación sigue de cerca las recientes Orientaciones pastorales de la
Conferencia Episcopal Española, con algunas adaptaciones a nuestra realidad. Este
itinerario es doble: por una parte, el de los que reciben los tres sacramentos de la
iniciación en el mismo día; por otra, el de quienes reciben el bautismo en la misa de su
Primera Comunión y la confirmación con los que se bautizaron en su infancia. Los párrocos
pueden elegir la opción que consideren más pertinente.
En el caso de que los tres sacramentos se reciban en la misma acción litúrgica (modelo
A), la celebración tiene lugar hacia los doce años, después de un periodo catecumenal de
cinco años. En el caso de que el bautismo y la Primera Comunión se celebren juntos y la
confirmación se posponga hasta los catorce años, el bautismo se prepara con dos años de
catecumenado, realizado en grupos homogéneos o con los del grupo que se prepara a la
Primera Comunión. El Ritual que se emplea es el de la Iniciación cristiana de adultos,
con las oportunas adaptaciones.
Iniciación de los adultos

El itinerario de la iniciación de los adultos sigue el modelo típico prescrito en el Ritual de


la Iniciación cristiana y las recientes Orientaciones pastorales de la Conferencia
Episcopal Española. Las fuentes en que se inspiran estos documentos son la praxis que
estuvo en vigor durante los primeros siglos de la Iglesia y las indicaciones del Concilio
Vaticano II.
Está dividido en cuatro tiempos y en tres grados. Los tiempos son: el precatecumenado, el
catecumenado, la elección y purificación, y la mistagogia. Los grados son: catecúmeno,
elegido y neófito.
El precatecumenado es el tiempo destinado al anuncio misionero. Durante él, se
proclama abiertamente, con decisión y con alegría al Dios vivo y a Jesucristo, enviado por él
para salvar a todos los hombres. Con ello se pretende que, los hombres y mujeres no
cristianos, por la acción del Espíritu S a n t o , c r e a n y s e c o n v i e r t a n l i b r e m e n t e a l
S e ñ o r.
El catecumenado es un tiempo prolongado en el que la Iglesia trasmite su fe y el
misterio de la salvación mediante una catequesis adecuada, gradual e íntegra, que tiene como
referencia el año litúrgico. La catequesis va acompañada de celebraciones de la Palabra y
de otros ritos y oraciones, l la m a do s es cr u t i n io s. D u r a nt e el c at e cu m e na d o, l os
catecúmenos, además de recibir los contenidos catequéticos, van modelando sus criterios y
su vida con la de Cristo, realizando una lenta pero profunda conversión. También se
inician en la oración, el apostolado y la práctica de la caridad. El catecumenado concluye
con el rito de la elección o inscripción del nombre.
La elección y purificación es un tiempo en el que la Iglesia intensifica el acompañamiento de los
catecúmenos con la catequesis, la liturgia, la penitencia cuaresmal y la oración; con el fin de
que conozcan gradualmente el misterio del pecado y excite en ellos el deseo de la
purificación y de la redención de Cristo (tres escrutinios). La Iglesia les entrega también el Credo y
el Padre Nuestro, que son los símbolos cristianos de identidad. Suele coincidir con la
cuaresma anterior a la celebración de los sacramentos de la Iniciación.
La mistagogia es una etapa catequética y sacramental que s e p r o l o n g a d u r a n t e l a
O c t a v a d e P a s c u a o h a s t a Pentecostés. Los neófitos asimilan más profundamente los
misterios de la fe y los sacramentos y son introducidos en la vida de la nueva comunidad
de pertenencia. Aunque el término "mistagogia" puede entenderse también como el
progresivo conocimiento de las Sagradas Escrituras e inserción en el misterio de
Cristo que se realiza día y a día y dura toda la vida, es mejor emplearlo en sentido técnico,
de modo que se refiera al tiempo que sigue inmediatamente a la celebración de los
sacramentos de la iniciación de los adultos; reservando a "santidad de vida" toda la
trayectoria d e l a v i d a c r i s t i a n a q u e s i g u e a l a I n i c i a c i ó n .
Nueva realidad emergente
En nuestra diócesis, a semejanza de lo que acontece en toda España, se afianza la
realidad de adultos bautizados no catequizados para hacer frente a la nueva realidad en
que viven; o que se han alejado de la fe; o que no están del todo iniciados, porque no han
recibido la confirmación y la Primera Comunión. Algunos quieren reiniciar su experiencia de
fe o completar el proceso sacramental de la iniciación; otros, viven como si Dios no
existiera. Esta nueva realidad exige a nuestra Iglesia una respuesta pastoral adecuada.

Para dialogar
1. ¿Es idéntico el concepto de Iniciación cristiana que se presenta aquí que el de las
Constituciones Sinodales (n.333)?
2. ¿Somos conscientes de la importancia y alcance que tiene la Iniciación cristiana en
el conjunto de la pastoral diocesana? ¿Por qué?
3. De los principios teológicos y pastorales que aparecen en este apartado ¿cuáles te
parecen los más importantes?
4. ¿Qué requisitos ha de tener –en tu opinión- la transmisión de la fe para que pueda
informar la vida cristiana en su dimensión individual y comunitaria?
5. Según lo que has entendido ¿qué quiere decir que la Iniciación cristiana tiene una
dimensión catecumenal?
6. ¿Cuáles son las esperanzas que –a tu modo de ver- abre la instauración del
catecumenado en sentido estricto, es decir, de adultos y niños no bautizados en los primeros
días?
CAPÍTULO III. FUNCIONES Y MINISTERIOS. LUGARES DE LA INICIACIÓN
Para empezar
P o d e m o s c o m e n t a r u n a " p a r á b o l a " d e S a n P a b l o : Del mismo modo que el cuerpo
es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos,
forman un cuerpo, así también Cristo. Porque todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y
libres, fuimos bautizados en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo. Y todos hemos
bebido del mismo Espíritu. Porque el cuerpo no es un miembro, sino muchos. Si dijere el
pie: como no soy mano, no soy del cuerpo, no por eso deja de ser del cuerpo. Y si dijere
la oreja: ya que no soy ojo, no soy del cuerpo, no por eso deja de ser del cuerpo. Si todo
el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo oído, ¿dónde estaría el olfato? Pero
Dios ha dispuesto cada uno de los miembros del cuerpo como ha querido. Y si todos
fueran un miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Muchos son los miembros; uno, empero, el
cuerpo. El ojo no puede decir a la mano: no te necesito, ni la cabeza a los pies: no os
necesito. (1 Cor 12, 12-22)

- ¿S on n ue st r a s c om un i da d es cr is t i a na s ve r d ad er os " c u e r p o s " , c a p a c e s d e
integrar nuevos miembros?

Para reftexionar Funciones


La Iniciación cristiana se realiza mediante tres grandes funciones pastorales: el
anuncio del Evangelio (kérigma, catequesis), la celebración litúrgica (diversos ritos litúrgicos
catecumenales y sacramentos de iniciación) y el servicio de la caridad. Las tres funciones
están íntimamente unidas y s o n , d e s u y o , i n s e p a r a b l e s . L a c a t e q u e s i s e s t á
intrínsecamente unida a toda la acción litúrgica sacramental, porque Jesucristo actúa en plenitud,
para la trasformación

de los hombres, en los sacramentos y, sobre todo, en la Eucaristía (cf. CCE 1074). Por
su parte, la liturgia ha de ir precedida de la evangelización, la fe y la conversión (CCE
1072). El servicio a la caridad es la prolongación necesaria de la catequesis y de la
liturgia y la verificación de la autenticidad de las mismas.
La catequesis
La catequesis de la Iniciación cristiana tiene, desde el punto de vista de los contenidos, las
siguientes características fundamentales:
es una formación orgánica y sistemática de la fe; es una formación básica,
centrada en lo nuclear de la experiencia cristiana;
es una iniciación cristiana integral, es decir, un aprendizaje que propicia un
auténtico seguimiento de Jesucristo e introduce en la comunidad eclesial; en el
caso de la iniciación de los niños que reciben el bautismo al poco de nacer, y la
Primera Comunión y confirmación en los años de la niñez y adolescencia, tiene una
orientación mistagógica.
Desde el punto de vista pedagógico, la catequesis de iniciación tiene estas
características:
es un proceso de maduración y de crecimiento en la fe, desarrollado de
modo gradual y por etapas;
es una acción que se inspira, como en su fuente y modelo, en la pedagogía de
Dios manifestada en Cristo y en la vida de la Iglesia; y se apoya continuamente en
la acción del Espíritu Santo; es un camino en el que el catequizando crece en la
fe ayudado por la oración y el ejemplo de toda l a c o m u n i d a d ; m e d i t a n d o
a s i d u a m e n t e e l Evangelio, participando activamente en la liturgia, practicando la
caridad fraterna, comunicando su fe a los demás y afrontando con valentía y
fortaleza las dificultades de la vida:
e s t á i m p r e g n a d a d e s e n t i d o p a s c u a l , p u e s pretende que el catequizando
pase, de modo progresivo pero real, del hombre viejo al hombre nuevo.
Todas estas celebraciones ponen de manifiesto la progresiva vinculación de los catecúmenos y
de los catequizandos a Jesucristo; y, a la vez, les comunican la salvación que brota del
Misterio Pascual. El fruto de todo el itinerario de la iniciación dependerá, en gran
medida, del esmero en convertirlas en momentos eclesiales del encuentro salvador con
Dios en Jesucristo.

La liturgia
La Iniciación cristiana se realiza esencialmente por la celebración de los sacramentos
del bautismo, confirmación y Primera Eucaristía, los cuales consagran la vida cristiana en
analogía con las etapas de la existencia cristiana. Estos sacramentos son como la fuente y la
cumbre de la iniciación, junto con las celebraciones de la Palabra de Dios (entrada en el
catecumenado, rito de elección, entregas del Credo y del Padre Nuestro) y los escrutinios.
En el itinerario de los que fueron bautizados al poco de nacer, está también presente
el sacramento de la penitencia, que otorga el perdón de los pecados cometidos después
del bautismo.
El año litúrgico es el marco referencial de todas las acciones catequéticas y sacramentales de
la iniciación, pues todo el año litúrgico, iluminado por la luz de la Pascua, es el ámbito en el
que se hace realidad la economía de la salvación en el "hoy" de la liturgia. Además, la
Cuaresma y la Cincuentena Pascual nacieron y se desarrollaron por la necesidad de
organizar la Iniciación cristiana e incorporar a ella a toda la comunidad.
Dentro del año litúrgico, sobresale el domingo o "día del Señor", que es su
fundamento histórico y teológico. La pascua semanal tiene como núcleo la celebración
eucarística, en la que participa toda la comunidad cristiana. Es el día por antonomasia
para celebrar los sacramentos de la iniciación y otros ritos que jalonan el itinerario
catecumenal, y para recordar que el bautismo es el fundamento de toda l a e x i s t e n c i a
cristiana (cf. CCE 1213, 1227, 1279).
El servicio a la caridad
Cuando el decreto conciliar Ad gentes, habla de este tema, insiste en que a los
catecúmenos se les ha de iniciar convenientemente "en el misterio de la salvación,
en el ejercicio de las costumbres evangélicas, en los ritos sagrados que han de celebrarse en
los tiempos sucesivos. Y sean introducidos en la vida de fe, de la liturgia y de la caridad
del pueblo de Dios" (AG 14). El conocimiento de la fe y la experiencia religiosa genuinamente
cristianas, acogidos y mostrados en la oración y en la vida litúrgica, han de conducir al que se
está iniciando, al ejercicio de la caridad en su sentido más profundo y amplio.
Se pretende adquirir un estilo de vida nuevo, orientado por una vida según las
bienaventuranzas. Esta educación en las actitudes específicamente cristianas, deberá mostrar
"las consecuencias sociales de las exigencias evangélicas" (Exhortación Catechesi
Tradendae 29). Ello implica una lenta transformación de las actitudes y de los valores del
catecúmeno. Y dado que es difícil y lento transformar la mente, el corazón y el actuar
personal, por ello ha de ser un período suficientemente prolongado.
Desde aquí surge el compromiso misionero de la Iglesia: "la catequesis está abierta, igualmente
al dinamismo misionero. Si se hace bien, los cristianos tendrán interés en dar
testimonio misionero de su fe, de transmitirla a sus hijos, de hacerla conocer a otros, de
servir de todos modos a la comunidad humana" (CT 24). Se ha de capacitar, desde la
Iniciación cristiana, al catecúmeno para una presencia cristiana transformante de la
sociedad. Desde la vivencia de la caridad como estilo evangélico, los cristianos hemos de
procurar transformar este mundo en el Reino querido y deseado por Dios. Es necesario,
además, que el catecúmeno tome conciencia de la posibilidad de edificar la comunión
eclesial desde la caridad participando activamente en tareas i n t r a e c l e s i a l e s . P a r a e l l o , s e
d e b e n e x p o n e r a s u consideración los diversos ministerios –sacramentales e
instituidos- que construyen la comunidad eclesial
Ministerios

Dentr o de la dim ensión com unional de la Iglesia, se Desarrollan los ministerios. La


Iniciación cristiana corresponde levarla a cabo al obispo, a los presbíteros y diáconos, a la
comunidad cristiana, a los padres, a los catequistas, a los acompañantes y padrinos, y, en cierto
modo, a los profesores Je Religión y de Enseñanza Católica.
El obispo es el responsable principal. A él corresponde, s ob r e t od o, c el e br ar l os
s ac r am en t o s de l ba ut is m o , c o n f i r m a c i ó n y E u c a r i s t í a ; i n t r o d u c i r y m o d e r a r e l
D a t e c u m e n a d o ; p r e s i d i r l o s r i t o s d e e n t r a d a e n e l Datecu menado, de la elección, los
escrutinios y las entregas Jel Símbolo y Padre Nuestro; determinar los contenidos de a
catequesis; establecer los criterios para la "elección" de os adultos y la admisión a la
confirmación y Primera c o m u n i ó n . E s t a s f u n c i o n e s s u e l e d e l e g a r l a s e n l o s
p
resbíteros, excepto la confirmación.
_os presbíteros y diáconos realizan en sus respectivas comunidades las funciones
que determine el obispo.
_a comunidad cristiana tiene, sobre todo, la responsabilidad Je anunciar el Evangelio –con
su palabra y el testimonio de su vida- a quienes no conocen la salvación de Jesucristo;
Favorecer, con su oración y ejemplo, su adhesión a la fe y su conversión; acompañar a los
catecúmenos en su itinerario y participar en los ritos propios del catecumenado, y en los D ro
piamen te sacramentales; acoger a los neófitos con solicitud materna; y procurar que
llegue a su plenitud la gracia sacramental del bautismo, confirmación y Eucaristía.
La figura del catequista es básica en la Iniciación cristiana, pues, una vez que la Iglesia le
ha llamado a ejercer esta f u nc ió n, l e co r r e sp on d e se r e l gu í a e sp ir it ua l d e lo s
c a t e c ú m e n o s , a c o m p a ñ á n d o l e s e n e l a p r e n d i z a j e y maduración de la fe.
Consiguientemente, ha de anunciarles a Jesucristo, darles a conocer su vida, explicarles los
misterios del Hijo de Dios, hecho hombre por nosotros, y ayudarles a identificarse con
Jesucristo en los sacramentos de la iniciación. Por ello, el catequista ha de poseer una fe
profunda, una clara identidad cristiana y eclesial, una honda sensibilidad social y una seria
madurez humana y apostólica. El catequista es un auténtico trasmisor de la fe de la Iglesia, no un
mero animador o monitor del trabajo del grupo.
El acompañante es también una figura clave en la Iniciación cristiana. Con frecuencia, es el
que realiza el primer anuncio de la fe en las diversas situaciones de la vida ordinaria de
los hombres; el que, con la ayuda de la gracia, suscita la primera simpatía hacia la fe; el
que presenta al simpatizante a l o b i s p o o p r e s b í t e r o , p a r a q u e s e a r e c i b i d o c o m o
catecúmeno; el que le acompaña en todo su itinerario catequético, litúrgico y, sobre
todo, existencial, impulsando sus buenos propósitos, resolviendo sus dificultades y
ayudándole a superar todos los obstáculos del camino catecumenal y mistagógico
Los padrinos acompañan al catecúmeno desde su "elección" y en los sacramentos de la
iniciación. Es muy oportuno que los acompañantes ejerzan este ministerio.
Los profesores de Religión y Enseñanza Católica no entran propiamente en el ámbito de
la Iniciación cristiana. Pero pueden contribuir decisivamente a los objetivos de ésta, al
ofrecer algunas dimensiones de carácter dogmático, ético y moral que nacen de las
relaciones entre fe y cultura, y entre fe y vida.
Lugares de la Iniciación cristiana

La Iglesia realiza su función maternal en determinados 'lugares" a lo largo de la


Iniciación cristiana. El lugar típico d e la i n ic i ac i ó n de l os a du l t o s es el
C at ec um en a do , estrechamente vinculado con la comunidad cristiana.
La parroquia es el lugar privilegiado donde se realiza la comunidad cristiana, pues en ella
están presentes todas las mediaciones esenciales de la Iglesia de Cristo: la Palabra de
Dios, la Eucaristía y los sacramentos, la oración, la comunión en la caridad, el ministerio
ordenado y la misión. Además, ella ofrece estas mediaciones a todos sus miembros. La parroquia
es "la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos e hijas" (Christifideles laici, 26).
Signo de esta función maternal es la pila bautismal, que es obligatoria en todas las
parroquias.
Los padres son los educadores originarios, primeros e insustituibles de sus hijos y, si
son cristianos, están obligados a formar a sus hijos en la fe y en la práctica de la vida
cristiana, mediante la palabra y el ejemplo. A pesar de las no pequeñas dificultades del
momento, la familia cristiana sigue siendo una estructura básica en la Iniciación cristiana y
no puede renunciar a su misión de educar en la fe a sus hijos ni a ser un lugar privilegiado
para la catequesis.
Las Asociaciones, los Movimientos y otras realidades eclesiales son pequeñas
comunidades que trasmiten la fe, la oración y la liturgia de la Iglesia con un estilo de vida
y de compromiso apostólico peculiar, el cual facilita el trato personal y la constante
interacción entre fe y vida."Cuanto menos cristiano es el ambiente donde tiene que
desarrollarse la vida de un niño o de un joven, más necesidad tiene de ámbitos propios
para educar su fe e incorporarse, libre y responsablemente, en la comunidad de la Iglesia" (CEE,
La Iniciación cristiana, n. 35). Hoy pueden ser lugares privilegiados para realizar
una evangelización sencilla y eficaz, y despertar una inicial simpatía hacia la fe cristiana.
De ahí, su importancia en la Iniciación cristiana.
Para dialogar
1. ¿En nuestra pastoral de Iniciación cristiana van unidos el anuncio de la fe (kerigma,
catequesis), la celebración y e l s e r v i c i o a l a c a r i d a d ? ¿ E n q u é s e m a n i f i e s t a ?
2. ¿Los contenidos de nuestras catequesis de Iniciación (bautismo, confirmación y Primera
Comunión) son los más adecuados? ¿Por qué?
3. ¿Qué acciones sugieres para que la comunidad parroquial se sienta comprometida en la
Iniciación cristiana de sus miembros?
4. Según lo señalado en las Constituciones Sinodales (nn. 335, 336, 345, 348, 349, 350,
351, 354, 357) ¿cuáles han de ser las virtudes (humanas, espirituales, apostólicas...) y
cuáles las características que deben primar en los agentes de la evangelización que hemos
recordado en este apartado: Obispo, presbíteros, diáconos, comunidad cristiana, padres,
catequistas, religiosos y profesores de religión?
5. ¿Qué acciones convendría realizar para implicar en la pastoral de Iniciación cristiana a
los religiosos/as de vida contemplativa y activa de nuestra diócesis?
(Y referidas a los lugares):
6. La familia cristiana es, por naturaleza, el primer lugar donde se trasmite la fe y donde
ésta crece y madura. ¿Qué realidades positivas, qué deficiencias y qué posibilidades
adviertes en las familias de tu parroquia de cara a la Iniciación cristiana de sus hijos? ¿Qué
ayudas necesitaría para realizar con eficacia su tarea de trasmisora y educadora de la fe?
7. ¿Qué presencia tiene y debería tener la familia en la cat equesis y en la vida
l it úr gica par r oquia l, y en las instituciones de caridad, obras sociales y voluntariado?
8. La parroquia es otra instancia fundamental para la Iniciación cristiana. ¿Qué acciones
sugieres para que la parroquia potencie su acción evangelizadora en la trasmisión de la fe
y su responsabilidad en la preparación y celebración del b a u t i s m o , l a c o n f i r m a c i ó n
y Primera Comunión?
9. ¿Qué acciones consideras necesarias para que –en una I glesia de com unión- se
articulen adecuadam ente la parroquia, los movimientos, las asociaciones y otras
realidades eclesiales en vistas a una más eficaz operatividad en la Iniciación cristiana?
CAPÍTULO IV. HACIA UNA REVITALIZACIÓN PA STOR AL DE LA
INICIACIÓN CR IS TIAN A
Para empezar

Comentamos esta "carta" de unos padres:

Querido Jesús:
Te escribimos esta carta con ocasión del bautismo de nuestro hijo. Y, la verdad, no sabemos
cómo tratarte. Hace tanto tiempo que no nos comunicamos contigo que se nos hace difícil
expresar los sentimientos de cara a ti y de definirnos cristianamente a la hora de bautizar al
niño.

Nuestras respectivas experiencias son distintas, aunque nuestra situación actual es muy
parecida. Yo, Merche, recuerdo con nostalgia, Señor, los años de mi primera juventud en
que te sentía tan cercano y me sabía tu amiga. En aquel grupo juvenil nos contábamos
nuestros problemas, ayudábamos a la parroquia. ¡Qué recuerdos tan bonitos! Pero vinieron
la pareja, el trabajo, las obligaciones... Dejé la parroquia, la misa del domingo. Me fui
enfriando. Y ya ves, aquí me tienes preguntándome si me puedo llamar cristiana con un
mínimo de coherencia.

Yo, Javier he tenido otros derroteros distintos a los de Merche. En mi familia no existía
mucha simpatía por la Iglesia. Hice la catequesis de primera comunión y poco más. La
verdad es que siempre me he hecho esas preguntas "serias" que todos nos hacemos. Y a
la hora de la boda sentí algo especial, que no sé si tendría que ver contigo, Jesús.

Ahora, nuestro hijo nos está exigiendo que seamos sinceros. Nosotros queremos lo mejor
para él y por eso pensamos bautizarlo. Pero dudamos que una vida cristiana bajo mínimos
como la nuestra pueda ser la mejor base para que crezca en la fe.
Señor, te pedimos que nos eches una mano para responder a nuestro hijo. Porque o tomamos
la vida cristiana con más seriedad o tendremos que replantearnos bautizar al niño. Sabemos,
Jesús, que tú nos comprendes y nos vas a ayudar a dar la respuesta adecuada. Ojala nos
visites con tu luz y podamos reiniciar con nuestro hijo una nueva andadura cristiana.
- ¿Son los padres conscientes de la responsabilidad que contraen al bautizar a su hijo?

Para reflexionar
El punto de partida es la toma de conciencia de que no pretendemos realizar un
conjunto de acciones aisladas, más o menos importantes, sino hacer cristianos en y para
una sociedad como la nuestra: plural, relativista, individualista y postcristiana. Esto implica
que la revitalización de la pastoral de la Iniciación cristiana en nuestra diócesis ha de ser
concebida como un itinerario estructurado en etapas y dotado de acciones propias, que
ayuden a profesar la fe, celebrar los sacramentos de la Iglesia y ser fermento apostólico
de la sociedad. De ahí que, además de ofrecer un proceso de I ni ci a ci ó n c r i st ia na
u n it ar i o y co he r e nt e p ar a ni ñ os , adolescentes y jóvenes, debamos impulsar un
proceso estrictamente catecumenal para los niños que se bautizan en la edad escolar y
para los adultos propiamente tales que piden el bautismo.
Los padres son los educadores originarios, primeros e insustituibles de sus hijos y, si
son cristianos, están obligados a formar a sus hijos en la fe y en la práctica de la vida
cristiana, mediante la palabra y el ejemplo. La Iglesia reconoce a los padres este deber y
este derecho, que brota del sacramento del matrimonio y de considerar a la familia "como
iglesia doméstica". La misión de la familia es un verdadero ministerio, por medio del cual se
irradia el Evangelio, hasta el punto de que la misma vida de familia se hace itinerario de fe
y escuela de los seguidores de Cristo.
A pesar de las dificultades por las que atraviesa hoy, la familia cristiana sigue siendo
una estructura básica en la Iniciación cristiana, e incluso un reto pastoral: la familia
cristiana no puede renunciar a su misión de educar en la fe a sus miembros. Es necesario
ayudar eficazmente a que la comunidad familiar cristiana se renueve con la novedad del
Evangelio y se vuelva cada día más a Jesucristo.

A. Iniciación cristiana de los neonatos


Al hablar de «Iniciación cristiana de los neonatos», partimos de este hecho: en nuestra
diócesis, la mayor parte de los niños son bautizados y lo son al poco tiempo de nacer.
Luego, hacen la Primera Comunión hacia los nueve años y reciben el don de la
confirmación hacia los catorce años. El bautismo, por tanto, se recibe cuando todavía no se
tiene conciencia personal; la Primera Comunión, en la primera infancia; y la confirmación,
en la primera adolescencia.
Semejante estado de cosas pone de manifiesto que el bautismo pocas semanas
después del nacimiento, señala el comienzo de la Iniciación cristiana de nuestros
cristianos y es el principal punto de referencia para todo el itinerario posterior: Primera
Comunión y confirmación. El bautismo –signo y don del amor universal y gratuito de
Dios- deberá ser posteriormente recordado y profundizado, gozosamente vivido, y tomado
en suma consideración por los que le educan desde los primeros momentos. Los
padres tienen una importancia del todo singular, pues la Iglesia bautiza a los niños cuyos
padres solicitan su bautismo porque son creyentes o favorables a la fe y están abiertos
a la futura educación cristiana de esos hijos.
Según esto, todo lo relacionado con bautismo de los niños bautizados poco después de nacer, es
uno de los centros fundamentales de la renovación de nuestra pastoral de Iniciación
cristiana. Puntos que hay que tener en cuenta, con realismo y, al mismo tiempo, con
audacia apostólica son los siguientes:
1°. Respecto a los padres: Situación de fe:

¿Cóm o acoger y seguir a estas diversas categorí as? Creyentes y practicantes


Creyentes y no practicantes
Creyentes, pero con reticencias y cierta hostilidad a la Iglesia No creyentes, pero que
consienten en bautizar a sus hijos a petición de un familiar o amigo
Creyentes y practicantes pero en situación matrimonial irregular

S i t u a c i ó n d e p a r t i c i p a c i ó n e n e l r i t o bautismal
Situación y su evaluación Acciones de presente y de futuro
Situación en la posterior educación en la fe a sus hijos:

nterés por la catequesis parroquial


nterés por la educación de sus hijos en escuelas cristianas P articipación en la preparación de
la Primera Comunión P a r t i c i p a c i ó n e n l a p r e p a r a c i ó n d e l a c o n f i r m a c i ó n
2°. Respecto a los padrinos
; _ , E x i s t e c o n c i e n c i a d e s u n a t u r a l e z a y f u n c i o n e s ? ;Son realmente padrinos o
personas elegidas por motivos
_,
'amiliares, de amistad o de conveniencia?
;_,Qué estamos haciendo con los padrinos?
;_,Qué acciones habría que emprender a corto y medio plazo?
3°. Respecto a la comunidad
Situación sobre su conciencia de ser responsable del p a u t i s m o d e l o s n i ñ o s :
a n t e s , e n y d e s p u é s d e l r it o P articipación en el rito bautismal
Ncompañamiento después del bautismo
Ncciones inaplazables y urgentes que es preciso realizar ion la comunidad

4°. Respecto a la catequesis:

Situación sobre la educación de la fe e inserción en la vida ::ristiana de los niños de 3 a 6


años

Primera Comunión:
Saben los padres lo que significa y comporta la Primera comunión de cara a la Iniciación
,,
cristiana de sus hijos? _a relacionamos nosotros con el bautismo y la confirmación? Duración:
¿es suficiente?
E v a l u a c i ó n d e l o s c o n t e n i d o s d e l a c a t e q u e s i s Evaluación de la orientación
catecumenal y mistagógica de a catequesis
Evaluación de la experiencia de vida cristiana que tiene el niño
Preparación del rito
Evaluación de la celebración parroquial y socio-familiar, y acciones pertinentes
E v a l u a c i ó n d e l o s c a t e q u i s t a s y p o s i b l e s a c c i o n e s Retos que se le plantean
cuando hay niños no bautizados que desean hacer lo al llegar a la edad de la
Primera Comunión, sobre todo en lo relativo a la orientación y contenidos de la
catequesis
Confirmación
Reflexión sobre los contenidos y orientación de la catequesis Reflexión sobre los "mínimos"
exigibles
Reflexión sobre la conciencia que tiene la comunidad cristiana de su responsabilidad respecto
a los confirmandos y de ésos respecto a la comunidad
¿En qué celebraciones de la comunidad parroquial participan los confirmandos?
Reflexión sobre los catequistas
Reflexión sobre la pastoral que realizamos en el tiempo que media entre la Primera
Comunión y el comienzo de la preparación a la confirmación

4°. Respecto al ministerio de los presbíteros de la comunidad


Evaluación de acción pastoral de los presbíteros en cada uno de los tres sacramentos
respecto a
La comunidad cristiana, a los padres y padrinos, y a los catequistas
La preparación, celebración y acompañamiento posterior a la celebración
B. Iniciación cristiana de los niños que piden el bautismo durante la etapa
catequética

La pastoral de esta iniciación nos plantea, sobre todo, estos retos:


La opción de celebrar juntos los tres sacramentos de la iniciación o la opción de unir
bautismo-Eucaristía, y posponer la confirmación
La opción de realizarla en un grupo en el que todos son catecúmenos o en un grupo de
niños ya bautizados En este segundo supuesto: qué repercusiones ha de tener en los
contenidos y orientación de la catequesis de los ya bautizados
Cómo concienciar a la comunidad sobre su actitud misionera en este punto
Cómo insertar a los catecúmenos en la vida de la comunidad Cómo actuar de cara a los padres
El papel fundamental del "acompañante" y del catequista

C. La Iniciación cristiana de los adultos

Esta Iniciación se contempla en el documento sobre el Catecumenado.


Para dialogar
Este apartado ha de responderse, sobre todo, a la luz de las preguntas que están
formuladas en el texto del Borrador. Se puede completar con estas cuestiones:
1. ¿Cuáles son las prácticas «rutinarias» de nuestra pastoral d e I n i c i a c i ó n q u e d e b e n
llenarse de nueva vida?
2. ¿Cuáles serían las líneas inspiradoras de una pastoral juvenil de confirmación y
posconfirmación?
3. Los emigrantes ¿están integrados en nuestra pastoral de Iniciación? ¿Qué interrogantes nos
formulan? ¿Qué acciones habría que realizar para potenciar e inculturar su Iniciación?
4. ¿Cómo organizar la pastoral de Iniciación cristiana con los discapacitados?
BIBLIOGRAFÍA

Para ampliar se pueden leer los documentos litúrgicos y del episcopado español que se han ido
señalando a lo largo del texto, especialmente recomendamos la carta apostólica
"Ecclesia in Europa".

También se pueden consultar las voces "Iniciación cristiana" y "Catecumenado" en los


diversos diccionarios de pastoral y de catequética.

Es interesante que también nos acerquemos a los textos de la antigüedad cristiana


directamente. Hay hoy muy buenas y accesibles ediciones. En este caso os recomendamos
leer "La tradición apostólica" de Hipólito de Roma. Hay varias ediciones en castellano,
pero en el mercado actual sólo hemos encontrado:
SAN HIPÓLITO DE ROMA, Tradición apostólica, Editorial Apostolado Mariano, 128 páginas.
DICCIONARIO ELEMENTAL DE LA INICIACIÓN

A C O M PA Ñ A NT E : E l cr is t i a no qu e s ig u e d e c er ca a l c a t e c ú m e n o d u r a n t e t o d o e l
p r o c e s o d e i n i c i a c i ó n , especialmente durante el catecumenado.
CATECUMENADO: En sentido estricto, el itinerario de vida que conduce, por la fe-
conversión-catequesis-práctica de vida cristiana, hasta los sacramentos de la
iniciación. Catecúmeno es, por tanto, el que todavía no ha recibido el bautismo.
C AT E C U M E N A L : To d a a c c i ó n q u e s e i n s p i r a e n e l catecumenado (vg. la catequesis,
la predicación, etc.)

CATEQUESIS INTEGRAL: Catequesis completa de la fe, los mandamientos, los


sacramentos, la oración y la doctrina social de la Iglesia.

ELECCIÓN: Rito por el que el catecúmeno es elegido para recibir los sacramentos en la
próxima Vigilia Pascual o tiempo de Pascua.
ELEGIDO: El catecúmeno que ha sido escogido para recibir los sacramentos de la
Iniciación cristiana en la próxima Vigilia Pascual o tiempo de Pascua.

ENTRADA EN EL CATECUMENADO (rito de admisión): Rito por el que uno se hace


catecúmeno.

ENTREGAS: Celebración en la que se entrega el Símbolo y / o e l P a d r e N u e s t r o ( a


v e c e s e l E v a n g e l i o ) a l o s catecúmenos en su última etapa; de suyo la realiza el obispo.
Ta m b i é n s e e m p l e a l a p a l a b r a l a t i n a " t r a d i t i o " .
ESCRUTINIOS: Ritos litúrgicos de purificación que tienen lugar en la última etapa del
catecumenado.
INICIACIÓN, SACRAMENTOS DE: (ver Sacramentos de iniciación).

INICIACIÓN CRISTIANA: Inserción en el misterio de Cristo m uer t o y r esucit ado, medi ant e
la f e- conver sión, que presupone la predicación y la catequesis, la celebración de los
sacramentos del bautismo, la confirmación y la Eucaristía y la práctica de la vida cristiana.
De suyo dura toda la vida, pero es frecuente limitarla al tiempo que transcurre desde la
pr im er a sim patí a haci a Cr ist o hast a la m ist agog ia postbautismal, inclusive.
INICIADO: Persona que ha sido insertado sacramentalmente en el misterio de Cristo
Salvador. Plenamente iniciado: si ha recibido los sacramentos del bautismo,
confirmación y Eucaristía. No plenamente iniciado: si ha recibido sólo alguno de ellos.
KAIRÓS: Tiempo de gracia, en el que Dios se manifiesta de modo especial .

KÉRIGMA: Primer anuncio de la fe, hecho con gozo, fuerza y persuasión. Comprende los
contenidos más fundamentales del mensaje cristiano.
MISTAGOGIA: Conducción e introducción en una celebración o en una comunidad (vg.
predicación mistagógica, catequesis mistagógica, etc.). En sentido estricto, tiempo que sigue
a los sacramentos de la Iniciación cristiana en el que se imparte una catequesis sacramental
más intensa y se introduce en la vida y costumbres de la comunidad. Suele durar el tiempo
de Pascua, pero puede alargarse.
MISIONARIEDAD: Carácter misionero de la Iglesia, que está fundada para evangelizar.
NEOCATECUMENADO: Revitalización de la vida nueva que se recibió en el bautismo,
siguiendo una orientación y esquema de tipo catecumenal.
NEÓFITO: Recién bautizado (cristiano o bautizado se emplean para designar a los
que ya no son neófitos).

PRECATECUMENADO: Etapa previa al ingreso en el catecumenado.

PRIMER ANUNCIO: Anuncio de la fe a quienes nunca ha sido propuesta.

PROCESO DE TRANSMISIÓN DE LA FE: Modos y métodos c o n l o s q u e s e p r e t e n d e


suscitar o potenciar la fe.

REDITIO (devoluciones): Rito por el que los catecúmenos confiesan su fe con el Credo y
rezan el Padre Nuestro ante el obispo. Es palabra latina.

RITOS DE PASO: Ritos que acompañan a los grandes momentos de la vida


(nacimiento=bautismo; edad adulta= matrimonio; muerte= exequias).
SACRAMENTOS DE INICIACIÓN: Los sacramentos del bautismo, confirmación y
Eucaristía, los cuales producen la inserción sacramental en el misterio de Cristo muerto y
resucitado.
SEGUNDO ANUNCIO: Anuncio de la fe a quienes la tienen o la tuvieron y se apartaron.

SPONSOR: El que sale fiador del catecúmeno y le acompaña en su última etapa. De suyo, no
se identifica con el padrino; no obstante, es ideal que sponsor y padrino coincidan en la
misma persona.
TERTULIANO: Escritor eclesiástico del siglo III, aunque en la última etapa de su vida se
apartó de la ortodoxia doctrinal.
TRANSMISIÓN DE LA FE: Acción o conjunto de acciones que colaboran con la gracia de
Dios –que quiere salvar a todos los hombres- para que la persona conozca y preste su
adhesión a la Persona y obra de Jesucristo Salvador.

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