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TEMA 3 CRIMINALIDAD ECONÓMICA Y

MEDIOAMBIENTAL

1. BREVE REFERENCIA A LA DISTINCIÓN ENTRE BIENES INDIVIDUALES


Y BIENES COLECTIVOS.
En Derecho penal se distingue entre bienes jurídicos de titularidad individual y bienes
jurídicos de titularidad suprapersonal. Radbruch, distingue las concepciones
individualistas, supraindividualistas y transpersonales del Derecho. En la orientación
individualista, los valores de las obras y de la colectividad, están al servicio de los
valores de la personalidad. Todos los campos están encaminados a la seguridad y al
progreso de los individuos. Para la concepción supraindividualista, los valores
colectivos supeditan cualquier otro valor, de manera que todos ellos sirven al Estado y
al Derecho. En el caso de la concepción transpersonal, los valores personales y de la
colectividad están al servicio de la cultura. De acuerdo con la teoría dualista, los bienes
jurídicos pueden ser de naturaleza individual o bienes universales, al tener su origen
en intereses heterogéneos. Para la teoría monista, solo es posible concebir el bien
jurídico desde una sola perspectiva, en el sentido estatista o bien desde el punto de
vista de los intereses de la persona singular. Si se toma como punto de referencia el
estado, cualquier interés se considera una atribución derivada de las funciones del
Estado. Si se parte de la teoría monista-personalista, la persona y su libre desarrollo, se
convierten en el punto de referencia al que deben orientarse todos los bienes jurídicos
protegidos por el Derecho penal. Fiandaca y Michael Marx, se han pronunciado sobre
este tema y según ellos, el Derecho penal está al servicio de los hombres, el bien
jurídico concreto busca asegurar y sustentar las posibilidades de autodesarrollo de las
personas. En las últimas décadas se ha planteado el reconocimiento en el ámbito penal
de un conjunto de intereses de caracterización particular, conocidos por Sgubbi como
intereses difusos.

2. ACERCAMIENTO A LA NOCIÓN DE BIENES JURÍDICOS INTERMEDIOS O DE


REFERENTE INDIVIDUAL
En ocasiones, se hace referencia a los bienes jurídicos intermedios en cuanto implican
una protección simultanea con otros bienes de signo individual. Así hay referencias en
las obras de MAIWALD al medio ambiente como bien jurídico intermedio pues reclama
situar a otro en peligro de muerte o de grave lesión corporal. TIEDEMANN trata de
distanciarse de la visión económico-liberal, entiende que la aparición de los bienes
intermedios se debe a los intereses del Estado y de los agentes económicos
individuales. SCHUNEMANN los denomina bienes jurídicos intermedios
espiritualizados. GRASSO señala la tendencia a la protección jurídico penal de bienes
intermedios que desarrollan una función en relación a otros intereses jurídico-penales
de carácter individual.
a) Los bienes intermedios o de referente individual como intereses
suprapersonales
Estamos ante bienes de sino suprapersonal y que, por tanto, excede de los signos
particulares. Se trata de bienes jurídicos cuya titularidad no pertenece a una
determinada persona. Entre los bienes personales y bienes jurídicos suprapersonales,
los bienes intermedios no ocupan el espacio entre unos y otros, sino que como
veremos pertenecen a la segunda categoría.

b) La vinculación a un bien personal


Este bien jurídico que escapa a una consideración puramente individual y que se
afirma como bien de carácter suprapersonal, en su concreta protección por el
legislador penal va a resultar vinculado a un bien jurídico netamente personal. No
serian bienes intermedios aquellos que no incorporan a la prohibición típica el peligro
para los bienes de los particulares. Por ejemplo, el despacho de medicamentos
deteriorados o caducados que puedan poner en peligro la vida o la salud de las
personas, constituye un hecho punible. Además, el delito de trafico de drogas ataca a
la salud pública, en cuanto que la difusión de estas sustancias en el mercado puede
poner en peligro la salud de un numero indeterminado de personas. Esta
caracterización permite observar que el bien jurídico presente debe pertenecer al
circulo de los intereses de la comunidad pero no al ámbito del Estado, aunque en
ambos casos estamos ante bienes de titularidad suprapersonal.

c) Bienes colectivos y personales como intereses homogéneos o situados en una


misma línea de ataque
Esta especial vinculación entre bienes no puede ser ilimitada. Por tanto, se trata de
bienes que pertenecen a la esfera comunitaria y al ámbito personal. Además, deberá
de tratarse de bienes cualitativamente ni aislados ni contradictorios de forma que
tienen que tener un carácter homogéneo o bien se encuentren en una misma
dirección de ataque del comportamiento punible (por ejemplo, pureza del medio
ambiente y vida o salud, o el atentado contra la seguridad del tráfico y la puesta en
peligro de la vida o integridad de la persona).

d) La relación de complementariedad del bien colectivo con el personal


La reciproca dependencia entre ambos y la necesaria homogeneidad o de la misma
dirección del ataque, nos introduce a otra característica. La doctrina destaca para los
bienes jurídicos colectivos su carácter complementario en relación a otros bienes de
carácter individual. Esta caracterización, se observa con mayor nitidez en los bienes
intermedios. Estos, al vincular simultáneamente la protección de bienes jurídicos
individuales y colectivos de naturaleza homogénea o situados en la misma línea de
ataque va a ser abarcado por el Derecho penal. Normalmente el ámbito de aplicación
del delito cubrirá el espacio situado más allá de la exclusiva puesta en peligro del bien
colectivo y todo aquel ámbito situado con anterioridad a la lesión o puesta en peligro
en exclusiva al bien individual. Hay una relación medial, dado que, conforme a los
requisitos establecidos por el legislador para la particular figura del delito, la lesión o
puesta en peligro del bien es medio necesario para la lesión del bien individual. Esta
protección simultanea de bienes puede ser entendida de diversas maneras: bien como
expresión de una relación de supremacía, o bien como respuesta de determinados
problemas relativos a la naturaleza de los hechos, sin que en ello intervenga
necesariamente ningún tipo de relación jerárquica entre los bienes. En la primera
opción, se acepta la presencia plural de bienes de la colectividad y de los particulares
como forma de conseguir una mejor tutela. Desde la segunda perspectiva, no se trata
tanto de establecer una jerarquía o dependencia entre los bienes, sino señalar la
estrecha relación entre los mismo, con base en su propia naturaleza. Esta especial
vinculación entre los intereses sociales y particulares tendrá su proyección en la
tipificación de la conducta.

e) El riesgo potencial para una pluralidad de víctimas.


La realización de estos hechos punibles presenta habitualmente una situación de
potencial riesgo para una pluralidad de víctimas. Por ello, muchos supuestos que van a
presentar un bien jurídico intermedio se encuentran entre los delitos de peligro común
o delitos contra la seguridad colectiva en los que destaca la potencialidad del
comportamiento para amenazar una pluralidad de bienes que pueden poseer diversa
naturaleza.

3. BIENES JURÍDICOS INTERMEDIOS O DE REFERENTE INDIVIDUAL Y


SU TÉCNICA LEGAL DE TUTELA
La aparición de nuevos intereses en el ámbito social y la creciente misión preventiva y
represiva es llevada a cabo fundamentalmente con los delitos de peligro. La
vinculación entre la protección de nuevos bienes y el desarrollo de los delitos de
peligro no resulta casual. El empleo de la técnica legislativa de los delitos de peligro
nos conduce a la necesidad de establecer precisiones en relación a su aplicación sobre
los dos diversos objetos de tutela jurídica en este tipo de comportamiento punibles.

4. CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LOS DELITOS DE PELIGRO.


EL PELIGRO PARA EL BIEN JURÍDICO COMO PASO PREVIO A SU
LESIÓN.
Los delitos de peligro se consideran una forma de protección adelantada para los
bienes jurídicos. Frente a la exigencia de menoscabo efectivo (lesión), los delitos de
peligro hacen intervenir al poder punitivo del estado en momentos previos a la
afectación efectiva del bien jurídico. Ante la misión asignada al Derecho penal de
protección de bienes jurídicos, en la concreta tipificación del comportamiento punible,
el legislador puede hacerlo a través de la técnica d ellos delitos de lesión o mediante la
prohibición de l apuesta en peligro de un bien, para cuyo caso no es preciso que el
comportamiento llegue a menoscabar el contenido propio del objeto jurídico-
penalmente tutelado. Toda conducta punible debe afectar a un bien jurídico de
relevancia penal, aunque el modo de afección es diferente dependiendo de si estamos
ante delitos de lesión o delitos de peligro. Los delitos de lesión suponen la efectiva
lesión o menoscabo del bien jurídico, mientras que los de peligro lo característico es la
creación de una situación de riesgo para la incolumidad del bien protegido. Cabe
destacar que la lesión posee un sentido normativo, que supone el deterioro real del
bien jurídico en sentido jurídico -penal, más allá de la conducta misma. Además, cabe
apuntar que, en los delitos de peligro, el delito se consuma en un momento anterior al
menoscabo efectivo del interés, en el momento en el que existe un riesgo para el
mismo (adelantamiento de barreras de protección).
El carácter preventivo de los delitos de peligro se hace evidente cuando el bien
lesionado ha sido puesto en peligro anteriormente. CRAMER entiende que el delito
puede presentarse como lesión (en el caso de perjuicio efectivo), como peligro
concreto (cuando existe posibilidad de lesión para el bien) o como peligro abstracto
(en referencia a la probabilidad de llegarse a producir una situación de peligro
abstracto). La doctrina suele exigir la presencia del desvalor de resultado en los
comportamientos constitutivos de un hecho punible no lesivo para el bien jurídico. Los
autores que patrocinan esta teoría señalan como presupuesto necesario de la
imputación del hecho la peligrosidad, de manera que, aunque este requisito se vincule
al desvalor de acción, no deja de afectar al desvalor de resultado. La conexión entre
peligrosidad de la conducta y desvalor de resultado se hace evidente cuando se indica
que en el derecho penal la acción no aparece prohibida por ser una desobediencia al
Derecho sino por posibilitar una lesión o una puesta en peligro de un bien jurídico.
MAURACH/ZIPF señalan un desvalor de resultado relativo a la lesión y un desvalor de
resultado referente a la puesta en peligro. WOLTER distingue entre el injusto primario
de resultado (riesgo de lesión) e injusto secundario de resultado (lesión). Los delitos de
peligro se clasifican en delitos de peligro abstracto y delitos de peligro concreto,
atendiendo a la intensidad del peligro y del modo en el que el legislador configura el
tipo penal. Los delitos de peligro concreto van a exigir una puesta en riesgo del bien,
puesto que tal situación de peligro es un elemento recogido en el tipo penal.
Los delitos de peligro concreto vienen a exigir la producción de una situación de
peligro más allá de la conducta misma. Esto es, la acción del sujeto activo debe
producir una situación de peligro diferenciables y que nos hace concluir que los delitos
de peligro abstracto son delitos de resultado. Por el contrario, los delitos de peligro
abstracto representan únicamente una peligrosidad para el bien jurídico. En este caso,
el legislador introduce una presunción de peligrosidad basada en una consideración
estadística. En este segundo grupo de delito de peligro, el peligro para el bien jurídico
supone un motivo que tiene el legislador para la incriminación de un comportamiento.
Generalmente, los delitos de peligro abstracto se consideran delitos de mera actividad,
puesto que no requieren la creación real de la situación de peligro como resultado
consumativo del delito. Estos delitos presentan conflictos con los principios del
Derecho penal, especialmente con los principios de lesividad y de intervención mínima.
Con el principio de lesividad al no requerir la puesta en riesgo del bien jurídico y con el
principio de intervención mínima al suponer el adelantamiento de la actuación penal a
momentos muy alejados de la posible perturbación del bien jurídico. En ambos casos,
el sentido sustancial de las construcciones pretende que únicamente se admitan los
supuestos de peligro abstracto en los que, al menos, concurra la idoneidad o aptitud
de la acción para lesionar hipotéticamente el bien jurídico.

5. LA TÉCNICA DE LOS DELITOS DE PELIGRO EN RELACIÓN A LOS BIENES


INTERMEDIOS O DE REFERENTE INDIVIDUAL. LOS DELITOS DE LESIÓN-
PELIGRO
Los casos considerados consisten en la puesta en peligro de dos bienes jurídicos aun
cuando ambas puestas en peligro no se encuentren en el mismo plano. Por ejemplo: si
tomamos como ejemplo los fraudes alimentarios en el ámbito de los delitos contra la
salud pública, no puede dejar de considerarse tanto el bien jurídico salud publica como
la concreta salud de las personas directamente afectadas.
a) La distinta relación de la acción con los bienes tutelados
La presencia de un bien suprapersonal posee un sentido anticipatorio para la
protección del bien individual, de manera que debemos entender que la acción alcanza
con anterioridad al bien intermedio y después al bien final. Como consecuencia de la
relación entre uno y otro, siempre guardara una mayor proximidad con el objeto
jurídico colectivo y una mayor lejanía respecto al bien individual. Quiere ello decir que
nunca podrá hablarse de una misma intensidad en el ataque para ambos bienes, sino
que al estar ambos en una relación precedente y posterior, necesariamente la misma
debe ser diversa. Esta complementariedad entre los bienes es una manifestación de la
relación entre peligro y lesión de un bien jurídico. La acción peligrosa atraviesa
distintos momentos previos de peligrosidad progresiva con anterioridad a la incidencia
en el objeto de tutela. Al tratarse de dos bienes de naturaleza complementaria – el
bien colectivo implica siempre una referencia a las condiciones previas que hacen
posible la integridad de los bienes jurídicos individuales o que se encuentran en una
misma dirección de ataque – las zonas protegidas por uno y otro bien ocupan
posiciones que se articulan recíprocamente. No es posible que el mismo
comportamiento introduzca para bienes que deben entrar en contacto con el mismo
en momentos distintos, un grado de peligrosidad equivalente. Debido a la posición
ocupada por ambos bienes, se trata de un delito de lesión-peligro, lesión para el bien
social y peligro para los intereses de los particulares penalmente tutelados. Serán, por
tanto, delitos de lesión desde la perspectiva del bien jurídico colectivo, y de peligro
solo desde el plano del bien jurídico individual que le sirve de base.
En el campo de los fraudes alimentarios, los autores señalan que se presenta como
delitos de lesión en relación a la salud pública, pero en cuanto a la salud individual se
presentan como delitos de peligro. Sin embargo, también puede comprobarse en el
campo de la seguridad de tráfico, el comportamiento introduce el menoscabo de la
seguridad de tráfico y, mediante la misma, producción de un peligro concreto para la
vida, integridad, etc. Igualmente, los supuestos contra el medio ambiente, en cuanto
se considere a este como un bien intermedio, debe entenderse como lesión el medio
ambiente y peligro para las personas.

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