TALLER Español JACINTO 6°
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EL POZO DE JACINTO
La abuela se lo tiene advertido al nieto: para la playa de Jobos no va ni irá mientras ella tenga fuerza en los
riñones. Y si lo tienen que tostar nuevamente por desobediente, lo tuesta. -los muchachos no saben del peligro-
murmura la abuela.
No son las corrientes traicioneras que se han tragado más de uno. Peor que esas aguas turbulentas, peor que
los murmullos borrascosos son los peñascos erizados en la orilla. Los respiraderos por donde revientan
impetuosos chorros verticales que rebasan los picachos para alfombrar de gruesa espuma la arena más cercana.
De todos los respiraderos, es el pozo de Jacinto el que más espanta a la abuela.
Quién fue Jacinto, eso nadie parece saberlo. Muchos han querido inventar historias que expliquen, si no su vida,
al menos las circunstancias de su muerte. Unos dicen que fue un pillo malamañoso, que tenía que parar como
paró. Otros dicen que fue un loco incurable que deambulaba por la playa regalando cocos y pidiendo comida.
Y… ¿cómo murió?
La abuela no tiene todas las respuestas, pero lo que si cree saber es que Jacinto, aprovechando la cerrada
oscuridad de una noche, echó mano de una de las vacas que pastaban a cierta distancia de la playa. La arrastro
apresurado, sin darse cuenta por donde iba, tropezó con los chichones afilados de una peña, perdió el balance y
se precipitó por la profunda grieta del respiradero.
Algunos vecinos del lugar creyeron escuchar esa noche un sobrecogedor alarido.
Al día siguiente habían desaparecido Jacinto y la vaca.
Pasó algún tiempo sin que nadie se atreviera a hablar del trágico accidente, hasta la noche en que unos niños se
escurrieron sigilosamente hasta el respiradero. Allí comenzaron a dar voces que más parecían burlas, en
dirección a la boca rumosa y hueca de la roca:
¡Jacinto, la vaca!
¡Jacinto, la vaca!
Gritaban divertidos, cuando de pronto estalló un rugido rabioso del fondo mismo del pozo, acompañado por un
golpe impresionante de agua que ensopó a los muchachos. Muertos del susto, se regresaron corriendo a sus
casas.
Desde entonces, se dice que el espíritu de Jacinto es un resentimiento vivo y sin reposo que yace en el fondo del
hoyanco. Cuando escucha las burlas, se revuelca furioso y azota las aguas iracundas que alcanzan alturas
alarmantes.
¡Jacinto, la vaca!
¡Jacinto, la vaca!
Así gritan más y más curiosos que se allegan al pozo de Jacinto. Todos van de día claro. La abuela asegura que
muy pocos son los que se atreven a correr el riesgo de noche. Lo que la pobre vieja ignora es que su nieto
temerario desde hace rato, propone a sus amigos bajar juntos una noche al fondo del pozo.
Juan Antonio Ramos. Publicado en cuentos de espantos y aparecidos. Coedición Latinoamericana, 1992
EL BARCO NEGRO
Cuentan que hace mucho tiempo, ¡tiempales hace! Cruzaba una lancha de Granada a San Carlos y cuando
viraba cerca de la isla Redonda le hicieron seña con una sabana.
Cuando los de la lancha bajaron a tierra solo ayes oyeron. Las dos familias que vivían en la isla, desde los viejos
hasta las criaturas se estaban muriendo envenenadas. Se habían comido de una res muerta picada de toboba.
-¡Llévennos a Granada!;- les dijeron. Y el Capitán preguntó:- ¿quién paga el viaje?
-No tenemos centavos -dijeron los envenenados-, pero pagamos con leña, pagamos con plátanos.
-¿Quién corta la leña? ¿Quién corta los plátanos? –dijeron los marineros.
-Llevo un viaje de chanchos a Los Chiles y si me entretengo se me mueren sofocados, -dijo el capitán.
-Pero nosotros somos gente -dijeron los moribundos.
-También nosotros -contestaron los lancheros-. Con esto nos ganamos la vida.
-¡Por Diosito! -grito el más viejo de la isla-; ¿no ven que si nos dejan nos dan la muerte?
-Tenemos compromiso -dijo el Capitán.
Y se volvió con los marineros y ni porque estaban retorciéndose, tuvieron lastima. Ahí los dejaron. Pero la abuela
se levantó del tapesco y a como le dio voz les echó la maldición:
-¡A como se les cerró el corazón se les cierre el lago!
La lancha se fue. Cogió altura buscando San Carlos y desde entonces perdió tierra. Eso cuentan. Ya no vieron
nunca tierra. Ni los cerros ven, ni las estrellas. Tienen años, dicen que tienen siglos de andar perdidos. Ya el
barco está negro, ya tiene las velas podridas y las jarcias rotas. Mucha gente del lago los ha visto. Se topan en
las aguas altas con el barco negro y los marineros barbudos y andrajosos les gritan:
-¿Dónde queda San Jorge? ¿Dónde queda Granada?... Pero el viento se los lleva y no ven tierra. Están malditos.
Tomado de Pablo Antonio Cuadra y Francisco Pérez Estrada. Muestrario del folclore nicaragüense. Managua, 1978.
K. Elabora una ilustración para cada uno de los textos. Trata de no omitir ningún detalle.
Interpretemos
1. ¿Qué elementos dentro del texto 1 nos permiten afirmar que nadie en el pueblo tenía la certeza de quién era
Jacinto y de lo que con él? Explica y emplea elementos textuales.
2. En el texto 1, la abuela se refiere a tener fuerza en los riñones ¿qué sentido tiene esa expresión dentro del
texto? ¿Si te encontraras en la misma situación, tú como lo dirías?
Diferencias
5. Las dos narraciones parten de leyendas. Después de realizar el cuadro comparativo y deteniéndote en las
semejanzas, ¿podrías plantear una definición o descripción de lo que es una leyenda? Explica.
6. ¿Se podría afirmar que en los dos textos hay una preocupación por educar o enseñar valores? Explica.
Expresemos
Imagina que en "El pozo de Jacinto" el nieto logró convencer a sus amigos de ir de noche al fondo del pozo.
Continúa la historia, tratando de mantener el estilo de la narración del texto de Juan Antonio Ramos.
Vivenciemos
1. La literatura, en resumen, recoge lo que los seres humanos pensamos, sentimos y vivimos en la cotidianidad.
Para las múltiples inquietudes que a diario viven los hombres: las injusticias, los temores, los desacuerdos,
siempre hay una respuesta a través de la creación literaria.
Cuando hablamos de leyendas nos estamos refiriendo a un tipo de narración que surge dentro de las
comunidades o pueblos para explicar algunos hechos o situaciones especiales. Gran parte de esas explicaciones
son de carácter sobrenatural; sin embargo, también están acompañadas de elementos reales o históricos.
Una gran variedad de leyendas se mantiene viva gracias a la tradición oral, pero hoy en día tiende a recuperarse
y fijarse a través de la escritura. Por eso hay varias recopilaciones de leyendas de diferentes países y épocas
que bien vale la pena conocer. De igual manera, aun cuando la mayoría de leyendas son anónimas en cuanto no
son producto de una persona sino de toda una colectividad, hay autores contemporáneos que parten de leyendas
para crear sus propias versiones o para crear cuentos y narraciones a partir de ellas. Los dos textos que
seleccionamos en este taller son un ejemplo claro de esta última tendencia.
2. Tratemos de recuperar el carácter oral de las leyendas. Leamos otras narraciones de este tipo y
seleccionemos una para presentársela al resto de la clase. Es importante recordar los principios de una buena
narración oral: conocimiento de la historia, claridad de las secuencias u orden en que se narran las acciones,
empleo apropiado de conectores que le den fluidez a la narración; buena dicción y vocalización; empleo de tono y
volumen de voz apropiados para el auditorio.
Evaluemos
Hay jóvenes, y adultos también, que no le otorgan la suficiente importancia a las leyendas porque sienten que
son fantásticas e irreales. Sin embargo, hemos visto que éstas son expresiones de un pueblo o de una cultura
que surgen como respuestas a las dudas e inquietudes que los rodean y, en este sentido, ya se tornan en formas
válidas de interpretación de la realidad, de su realidad. Por esa misma razón, merecen todo nuestro
reconocimiento y valoración.
1. ¿Reconoces el valor de las leyendas y disfrutas de ellas?
2. Escribe tu propio cuento partiendo de una leyenda.