Sistematica
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I. Introducción
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Este estudio se inserta en el marco del proyecto de investigación Diccionario histórico del
español moderno de la ciencia y de la técnica (fase de desarrollo), desarrollado por el grupo
NEOLCYT (http://seneca.uab.es/neolcyt), Grupo Consolidado de la Generalitat de Catalunya
(2009SGR-937) y financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia (FFI2010-15240). Este
grupo participa en la Red Temática “Lengua y ciencia” (FFI2009-05433-E).
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Solo tenemos constancia del estudio de Gómez de Enterría (1999), quien realiza algunas
aproximaciones al léxico de la obra de Barnades.
226 Antoni Nomdedeu Rull
En este período, y por influencia de los zoólogos botánicos del siglo XVII
que eran naturalistas descriptores, el objetivo de la Ciencia era conocer las
formas vivas y catalogarlas de la manera más completa posible. Jakob Theodor
Klein (1685-1759) fue uno de sus representantes principales, en cuyos trabajos
redactó un catálogo clasificado de animales basado en sus caracteres externos,
lo que influyó al naturalista clasificador más importante, Carl von Linné (1707-
1778) (Vera, 2000, II: 167) (en adelante, Linneo).
El modelo linneano se dio a conocer en España gracias a la figura de Pehr
Löfling (1729-1756), discípulo de Linneo, y primer científico que realizó
estudios sobre la flora y la fauna venezolanas, enviado a España por Fernando
VI, de 1751 a 1754, en sustitución del botánico sueco para estudiar la flora y la
fauna ibéricas (Puig-Samper, 1993: 348). Realizó varias colecciones botánicas
de la flora hispánica, gracias a las cuales Linneo describió especies nuevas2.
A partir de aquí, junto con Buffon y Cuvier, Linneo creó “la moderna Historia
Natural con verdadero rigor científico” (Vera, 2000, II: 167). Su Species
Plantarum (1753)
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Una de las cuales dedicada a su discípulo, la Loeflingia hispanica, grupo de plantas de diecisiete
especies de la familia de las Caryophyllaceae.
Los Principios de Botánica (1767) de Miguel Barnades... 227
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Lo fue de Carlos III (1716-1788) y del XII Duque de Alba, Fernando de Silva y Álvarez de Toledo
(1714-1776) (Ibáñez, Soriano & Montserrat, 2009: 32).
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Cataluña era en esta época un centro de modernidad por lo que respecta a la botánica, pero Madrid
se convirtió en un centro de atracción de botánicos catalanes para realizar sus carreras, lo que no debe
extrañar si tenemos en cuenta que el Real Jardín Botánico de Madrid era uno de los más importantes
de Europa. Fue en la capital de España donde se instauró la cátedra de Botánica, que en las colonias
americanas “apareció ligada a las Expediciones científicas que impulsaron la enseñanza de la
Botánica con el modelo de Linneo” (Arboleda y Soto, 1995: 119-120).
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Creador en 1723 del jardín botánico de Sant Joan Despí, perteneció a una segunda generación de
una familia de botánicos catalanes que impulsó el estudio de la botánica en Cataluña durante los
siglos XVIII y XIX.
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Obra inacabada de la que se publicaron cuatro volúmenes.
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Como los profesores bien instruidos en la ciencia moderna eran pocos, los monarcas españoles
llamaron a especialistas y pensionaron a alumnos y a profesores para que se formaran, como en el
caso de Miguel Barnades (Clément, 1993: 16-21).
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Para más informaciones sobre Palau i Verdera, véase Bernat (2008).
228 Antoni Nomdedeu Rull
en donde se establecía –entre otras cosas– que los profesores debían opositar
a las plazas mediante un examen en el que se valoraría el conocimiento de las
obras de Linneo. La otra novedad fue la creación de un Plan de enseñanza
(1784), en el que se insistía en la adopción oficial del sistema linneano y en la
exigencia de su conocimiento por parte de los alumnos (ib.)
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El Real Jardín Botánico de Madrid se crea el 17 de octubre de 1755 en la Huerta de Migas
Calientes, “bajo el influjo de los médicos reales” (Peset, 1996: 59). Para conocer más datos
sobre su constitución física, véase Pinar y Puig-Samper (1996). En 1774, período de tiempo
fuera del que encuadra este estudio, se crea el nuevo Jardín del Pardo.
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Esta institución “jugó el papel más decisivo para el desarrollo de la botánica española” (Puig-
Samper, 1993: 350).
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Asimismo, hay varios vegetales que se refieren a su nombre, como la Hispidella Barnadez. Para
una revisión de este género, véase Urtubey (1999).
Los Principios de Botánica (1767) de Miguel Barnades... 229
Miquel Barnades i Clarís (1750-1801) (Camarasa, 1989: 59), hijo del autor de
la obra objeto de análisis.
Barnades preparaba también un manuscrito inédito titulado Specimen
Florae hispanicae, que contenía la explicación de 2.000 plantas, muchas de las
cuales nuevas, ilustradas con más de 120 dibujos, con sus nombres vulgares,
usos y localidades (Colmeiro, 1858: 166). En Principios de botánica (1767:
Al Lector), el botánico catalán anunció la segunda parte del tratado, que
nunca vería la luz. Su hijo, que llegó a ser segundo catedrático del Real Jardín
Botánico de Madrid en 1793 (hasta 1801), sustituyendo a Palau i Verdera,
heredó el manuscrito y se ocupó de aumentarlo y mejorarlo, aunque sin lograr
publicarlo12.
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El libro pasó a las manos de la condesa de Casa-Valencia, quien lo compró después de la muerte
del Conde, al haberlo adquirido éste de los herederos de Barnades hijo. La condesa lo conservó hasta
que en 1817 Mariano Lagasca y Segura (1776-1839) lo recuperara y aumentara con un prefacio y
un índice de los dibujos y nombres botánicos usuales (Colmeiro, 1858: 73). El proyecto de Lagasca
consistió en elaborar una flora española, que por falta de recursos nunca realizó. Exiliado Lagasca en
Inglaterra, ofreció esta obra al Duque de Bedford. En un catálogo del librero Salvá, correspondiente
a 1829, se anunció en Londres el Herbarium pictum hispanicum, obra arreglada por Lagasca, quien
la presentaba como parte de la Flora española de Barnades, pero aunque todo parecía indicar
que la obra no llegó a venderse, en 1863 Mariano de la Paz Graells (1809-1898), director del Museo
de Ciencias y del Jardín de Madrid, adquirió la obra, conservada hasta la actualidad en el Real Jardín
Botánico de Madrid.
230 Antoni Nomdedeu Rull
En toda Arte que no sea de uso vulgar, y comun, hay mucha novedad de
nombres, pues se constituyen vocablos propios para las cosas que se tratan en
cada arte...... Y si fue permitido en Grecia que aun los hombres mas doctos se
valiessen de palabras no usadas para con las cosas mas triviales, teniendo los
mas aquella lengua por la mas fecunda; con quanta mayor razon? Se ha de
permitir á mí, el primero que atreve poner los principios de Botanica en lengua
Castellana!
Sacadas las plantas del Chaos en que se hallaban en las dos primeras Epocas
de la Botanica [...], faltaban á las especies correspondientes frases para bien
distinguirlas y que hiciessen veces de sucintas definiciones. Debian aclarase
varias partes de las plantas que se havian antes confundido; averiguarse algunas
de que no se havia hecho aprecio; y apropiar à cada una lo que le perteneciesse.
En fin los nombres absurdos de muchas; los de otras barbaros, y los de algunas
idoneos para inducir à engaño, por la semejanza que significaban entre generos
totalmente distintos, necesitaban una reforma, para lo quedarle á la Botanica
que envidiar lo culto de la nomenclatura á las demas ciencias.
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El apartado primero, titulado “Historia de la Botanica”, se subdivide en la “Epoca de los
Fundadores”, la “Epoca de los Restauradores”, la “Epoca de los Ordenadores” y la “Epoca de los
Reformadores”.
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Sé muy bien que hay flores cuyo Manto mientras se mantiene lozano en la
planta, està unido por el fondo, y al caer espontanamente, se deshace en varias
Chapetas, pues lo aseguran Linneo, y Haller de las del Arandano palustre,
ú Oxycoccus; y lo tengo observado en la Villorita, ó Quitameriendas de
Primavera, que se cria en las vecindades de Madrid, y à la que Linneo llama
Bulbocodium vernum, cuyo Manto, durante la flor, está todo unido, y al secarse
cae en seis partes sueltas (Barnades, 1767: 119).
Calleja (1992: 19) ha afirmado que fue un tratado sin demasiado éxito
debido a su carácter teórico y poco útil para la práctica, pero el análisis de los
contextos de los 141 neologismos estudiados (tabla 1) demuestra, en cambio,
su carácter didáctico y descriptivo:
aunque no se hayan admitido, ni deban admitirse, todas las voces con que el
autor pretendió constituir el idioma botánico español, algunas merecen sacarse
del olvido, sustituyéndolas á otras mas conocidas.
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En estudios posteriores, atenderemos a la continuidad de los neologismos de Barnades en tratados
de Botánica posteriores, como los mencionados de Palau i Verdera o Gómez Ortega.
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V. El texto en el CORDE
De igual modo, se han buscado los textos anteriores a 1767 con el fin de
conocer si existe una documentación de las voces previa al texto estudiado y
poder verificar, así, su condición de neologismos:
Texto Voces
Anónimo (1518) Legumbre
caña, escudete, hojas siete en rama,
Juan de Jarava (1557-1567)
panoja
Casimiro Gómez Ortega (1779) hojas radicales
arbusto, caña, gorguera, hojas radicales,
Antonio José Cavanilles (1795) (hoja) palmeada, panoja, (raíz)
palmeada
caña, cebolla, copa, coronilla, haz (de
la hoja), hojas aladas, hojuela, hollejo,
Hipólito Ruiz (c1793-p1801)
legumbre, polvillo fecundante, ramillete,
raíz turmosa
Por tanto, dos de los cinco textos incorporados en el CORDE son anteriores
a Principios de botánica (1767): el anónimo Macer herbolario (1518) e
Historia de yerbas y plantas [...] de Juan de Jarava (1557-1567). Estas dos
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Cuando una voz se documenta únicamente en textos del siglo XX, la fuente suele ser el tratado de
Pío Font Quer (1962). Plantas Medicinales. El Dioscórides Renovado. Barcelona: Labor.
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En 5 casos (cabillo, clavo, escama, golilla, hoja de cuchilla), la voz se documenta, pero no en el
sentido que aparece en el texto estudiado.
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Diccionario Voz
Nebrija (1495) Cebolla
Palet (1604) Ramillete
Oudin (1607) Bohordo
Covarrubias (1611) bohordo, caña, cebolla, clavo
Franciosini (1620) copa, escudete
Autoridades (1726-39) arbusto, capullo, cierna, copa, fruta
de cuesco, hollejo, legumbre, maceta,
milano, orujo, panoja, penca, piton,
entallado, pomo, ramillete, vaina, vilano
DRAE (1770) boton de la flor
Terreros (1786) cofia, coronilla, empeine, escudete,
sargazo, toba
DRAE (1803) Destallada
DRAE (1817) celdillas del fruto
DRAE (1822) Cabillo
Gaspar y Roig (1855) escamas, palmeado (hoja y raíz)
DRAE (1869) nectarios del asiento, pestañas del floron
DRAE (1884) borlillas, gorguera, hojuelas, palmeado
(hoja y raíz), sobreflor
Rodríguez Navas (1918) Nabiforme
DRAE (1925) hoja abroquelada
DRAE (1984) hoja aguja,
DRAE (2001) hoja estoque, hoja escotada, hoja
trasovada
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clavo
(Covarrubias, 1611)
VII. Conclusiones
VIII. Bibliografía