Contrato de Mutuo Avance
Contrato de Mutuo Avance
Contrato de Mutuo Avance
Grupo N0 3
TEMA
Contrato de Mutuo
ASIGNATURA
INTEGRANTES
PROFESOR
Piura – Perú
2022
DEDICATORIA
INTRODUCCIÓN...............................................................................................................................6
OBJETIVOS.......................................................................................................................................6
CAPÍTULO I: GENERALIDADES..........................................................................................................6
1.1. Antecedentes........................................................................................................................7
1.2. Concepto...............................................................................................................................7
1.2.1 objeto.............................................................................................................................7
CONCLUSIONES...............................................................................................................................9
BIBLIOGRAFÍA..................................................................................................................................9
1
INTRODUCCIÓN
OBJETIVOS
Explicar el funcionamiento del contrato del mutuo, así como su regulación dentro del Código
civil, detallando el objeto del contrato, las obligaciones de las partes y el tratamiento de los intereses en
el caso del mutuo oneroso.
Ampliar el conocimiento de aquellas personas que tendrán acceso a este trabajo, así como
aquellas personas que lo han elaborado
1.1. Antecedentes
El denominado contrato de mutuo, se encuentra dentro del género contractual conocido como
contrato de crédito, entre los que se encuentran más especiales, tales como la apertura de crédito,
avances en cuenta, tarjeta de crédito, entre otros. El código Civil regula este contrato, y abarca desde el
artículo 1648 hasta el 1665
ARTÍCULO 1648:
El mutuo, por lo general, es un contrato oneroso, aun cuando por excepción pueda ser gratuito.
Ello quiere decir que a falta de disposición convencional en contra, el mutuo se presumirá como oneroso
.En el Perú existe un régimen unitario del mutuo, así lo dispone el art. 2112 del Código civil, que unifica el
mutuo civil y el mutuo mercantil, regulado con anterioridad por el Código de Comercio de 1902, Esta es
una manifestación del fenómeno de la unificación de las obligaciones civiles y mercantiles o, en
general, de la unificación de las ramas que componen el Derecho Privado. Entonces, actualmente, en el
ordenamiento jurídico existe un régimen unitario del mutuo, en el sentido establecido por el aludido
artículo 2112 del Código Civil
1.2.1 objeto
Además, la devolución debe darse dentro del plazo pactado por las partes, y en el lugar
que se haya pactado al momento de la celebración del contrato.
Por su estructura, el mutuo es y ha sido siempre un contrato simple, pues da lugar a una relación
jurídica.
2.4. En cuanto a su contenido o área
El contrato de mutuo puede ser civil y mercantil en este último caso se presenta por lo general
con intereses, art 2112. Se dispone que, si la cosa prestada puede ser considerada género comercial el
mutuo, también, es comercial. Según lo estipulado en nuestro sistema jurídico, el mutuo civil se presume
gratuito y solo el comercial se presume oneroso. En consecuencia, determinar la ley aplicable es en
extremo complicado, lo que se percibe claramente si consideramos que: Son mercantiles todos los actos
de los comerciantes relacionados con actividades o empresas de comercio y los ejecutados por cualquier
persona para asegurar el cumplimiento de operaciones comerciales. (Mazeaud, 1900)
De donde resulta: a) son preponderantemente comerciales todos los préstamos que hacen los
bancos y entidades de crédito, como los depósitos a término que hacen los particulares en bancos o
corporaciones de crédito; los préstamos que se hacen a comerciantes para el desarrollo de sus
actividades; y, en general, los préstamos a interés, que habitualmente hace una persona a otra; b) son
préstamos o mutuos civiles las sumas de dinero que alguien hace a otro para determinados servicios que
no son comerciales.
Así, entendemos que la enorme casuística hace difícil definir las normas aplicables, por lo que es
preferible un régimen jurídico unificado. Esta, sin embargo, constituye una de las innovaciones que ha
introducido el Código Civil de 1984. Antes de su entrada en vigencia, la división entre mutuo mercantil y
mutuo civil no era solo formal, en tanto cada uno se regía por su propio cuerpo legislativo.
Los códigos civiles que precedieron al actual adoptaron una posición distinta a la comentada.
Entonces, y desde que entró en vigencia el Código Civil de 1852 hasta su derogatoria, el mutuo mercantil
era regulado también en los artículos 339 y 340 del Código de Comercio de 1853; y después, por los
artículos 305 al 314 del Código de Comercio de 1902; hasta que fue derogado el Código Civil de 1936,
cuando pasó a estar Íntegramente regulado por el código de 1984. (Messineo, 2018)
Aquí se debe tomar en cuenta que su composición le permite existir por sí solo, sin necesidad de
otro contrato que lo complemente, por ello el mutuo es un contrato principal, pues no depende
jurídicamente de otro contrato. (Gil, 2016)
2.6. En cuanto a su formación
En nuestro actual código con respecto a la entrega del bien se señala que este se realizara en la
fase de ejecución del contrato, pues con esa entrega se iniciara el cumplimiento de la prestación a la que
el mutuante está obligado. Nuestro código sigue la corriente consensualista que dispone que el mutuo se
perfecciona con solo el consentimiento de las partes.
Esta postura es distinta a la asumida por nuestros códigos anteriores, que caracterizaban al
mutuo como un contrato real. En el Código Civil de 1852, podía ser también un contrato formal, pues
debía constar en «documento escrito» si el valor del bien era mayor a doscientos pesos, y, además, si se
hubiesen pactado intereses. Lo mismo sucedía en el código de 1936, conforme al cual se debía hacer
constar por escrito cuando el valor de bien excediera de quinientos soles. (Freyre, 2010)
De acuerdo a la redacción original del Código Civil de 1984, podía ser también un contrato
formal, si se celebraba entre cónyuges y su valor excediese de ciento cincuenta (150) Sueldos Mínimos
Vitales (S.M.V.). Este acto debía constar por escritura pública, bajo sanción de nulidad (artículo 1650, con
remisión al numeral 1625). Sin embargo, cuando se modificó el texto del artículo 1625 relativo a la
donación, en virtud de la ley n.º 26189, al haberse eliminado el requisito de la celebración del contrato
de donación de bienes muebles de valor, por escritura pública, y habiéndose suprimido el parámetro ahí
señalado; debería entenderse que, no existiendo actualmente la referencia a que hace mención el
artículo 1650 del Código Civil, todo contrato de mutuo es consensual, incluso el mutuo entre cónyuges.
(Freyre, 2010)
2.7. En cuanto al tiempo
El mutuo es, esencialmente, un contrato de duración. Esta duración podrá ser determinada (a
plazo fijo), determinable (referida a un evento cierto, pero no conocido en su fecha), o de duración
indeterminada (en la que se ha tenido en cuenta el término inicial, mas no el final).
Se afirma que la restitución, es el efecto y, al mismo tiempo, la causa de extinción del mutuo,
pero el deber de restitución queda diferido en el tiempo, de manera que el mutuo adquiere carácter de
contrato de duración. Se Recalca, además, que es económicamente inconcebible que la entrega del
equivalente pueda verificarse ad nutum del mutuante. De ser así, el negocio resultaría inútil para el
mutuatario, el cual, estando implícitamente autorizado para consumir la cosa, no siempre, o casi nunca,
estará en situación de procurarse inmediatamente el equivalente a restituir. (Messineo, 2018)
Es económicamente inconcebible que la entrega del equivalente pueda verificarse ad nutum del
mutuante. De ser así, el negocio resultaría inútil para el mutuatario, el cual, estando implícitamente
autorizado para consumir la cosa, no siempre, o casi nunca, estará en situación de procurarse
inmediatamente el equivalente a restituir. A esto debemos agregar que el tiempo es también prestación
con relación a las cosas entregadas y dará, asimismo, la medida del interés. (Messineo, 2018)
Por otra parte, el código de 1984 establece el plazo de treinta días contados desde la entrega.
El mutuo puede ser un contrato de negociación previo, es decir, un contrato en el cual las partes
tienen libertad para modelar su contenido (usual en el mutuo entre particulares). Sin embargo, también
puede celebrarse por adhesión o con arreglo a cláusulas generales de contratación. Consideramos que
este último supuesto es el de mayor frecuencia, sobre todo en lo que respecta a operaciones financieras
y bancarias.
El contrato de mutuo es uno de disposición, pues implica una disminución en el patrimonio del
mutuante que luego se verá compensada con la devolución de lo mutuado. También es un contrato de
cambio, pues está destinado a la circulación de los bienes, independientemente de si incluye o no pacto
de intereses. Asimismo, se trata de un contrato de restitución, ya que obliga a quien recibe el bien a
devolverlo (en este caso, no devolverá el mismo bien sino otro similar, por ser un préstamo de
consumo). También es un contrato de crédito, es decir, basado en la confianza.
Debemos tener en cuenta que no toda entrega es índice de préstamo. Es necesario considerarla
en el conjunto de cláusulas, de manera tal que esa entrega armonice con los requisitos del contrato; es
decir, que esa entrega esté supeditada a la devolución de la cosa, en la estructura del mutuo. Por otra
parte, la entrega no se realiza con carácter de uso sino de propiedad.
El mutuo es un contrato individual, ya que las obligaciones creadas por él afectan únicamente a
las partes que lo celebran. Al respecto debemos tomar en cuenta, que las partes que celebran el
contrato de mutuo deben cumplir con condiciones mínimas derivadas de la propia naturaleza del mutuo.
El mutuante debe ser propietario de la cosa o bien consumible que es objeto del mutuo, toda vez
que debe tener capacidad para enajenarla. Como el préstamo de consumo es un acto de disposición, los
que solo tienen poderes o una capacidad limitada a los actos de administración, no pueden, por tanto,
efectuarlo sin inconvenientes. Para tal efecto, remitimos al lector a lo expresado en torno al mutuo sobre
bienes ajenos.
La posición adoptada por el Código Civil Peruano de 1984, posición que como hemos tenido
ocasión de mencionar, resulta innovadora con respecto a la opción legislativa de los códigos que le
precedieron. Desde el Código Civil del Estado Nor Peruano de la Confederación Perú Boliviana de 1836,
hasta el Código Civil de 1936, el mutuo era un contrato de prestación unilateral.
En el Código Civil de 1984, el mutuo ya no es considerado como un contrato real. La entrega es,
ahora, la obligación fundamental que asume el mutuante, la cual halla su correspondencia en la
obligación de restitución que asume el mutuatario. La entrega implica el inicio de ejecución del contrato,
ya no su celebración. La regulación de las prestaciones sigue, básicamente, los mismos lineamientos que
el código anterior. El artículo 1658 permite que el mutuatario efectúe el cumplimiento de su prestación
antes del plazo estipulado, en caso de no haberse pactado intereses o cualquier otra retribución por el
uso. Esta disposición es acertada, en tanto con ella se está protegiendo el derecho del mutuante a recibir
un beneficio que las partes habían convenido libremente. Consideramos, asimismo, que esta norma es
dispositiva y, por consiguiente, cabe pactar en contrario.
Este artículo 1581 del código de 1936, establecía lo siguiente: El pago de las deudas de dinero
deberá hacerse en la especie pactada, o, en su defecto, en la moneda que tenga curso legal.
La misma disposición se mantiene en el código de 1984, pero está ubicada, dada su naturaleza,
ya no dentro de las normas del contrato de mutuo, si no en el Libro de las Obligaciones, artículo 1234.
Con ello fue adoptada como regla la teoría nominalista.
Mucho antes de la aparición del mutuo, los romanos habían practicado el préstamo con interés
por el nexum o por el juego de la estipulación, a modalidades de interés por lo demás considerable. Las
reacciones de los humildes llevaron al legislador, unas veces a prohibir el préstamo con interés y otras, a
limitar el tipo de interés; pero esas limitaciones no tuvieron repercusión. Cuando apareció el mutuo en
Roma, este consistía únicamente en la entrega y la restitución, por lo que los intereses debían ser
estipulados en un negocio separado. De esta manera, la obligación de pagar intereses era eventual,
puesto que no se concebía ligada al vínculo conmutativo de otra prestación del mismo negocio. Pese a
que los intereses debían ser pactados en un negocio distinto al contrato de mutuo, el legislador romano
entendió necesario fijar un límite máximo a dichos intereses, prohibiendo a los acreedores la
estipulación de un interés superior al permitido. (Mazeaud, 1900)
Este sistema es el que empleó, durante todo el transcurso de su historia, el Derecho Romano, y
ese máximum, que parece haber sido establecido, por primera vez en Roma por la Ley de las Doce
Tablas, ha variado muchísimo desde esta época hasta la de Justiniano. Su sanción, por lo demás, era
puramente el vil y consistía en la restitución de los intereses ilegalmente percibidos, pues el hecho de
prestar con un interés muy crecido no era un delito que castigase la ley penal. (MANUEL DE LA PUENTE Y
LAVALLE, 2008)
A partir de Carlomagno, el antiguo derecho francés, influido por la Iglesia, prohibió el préstamo
con interés. La Iglesia para conseguir esto se valió de los preceptos mosaicos y del Evangelio de San
Lucas, añadiendo más tarde a Aristóteles. Sobre el particular, debemos tener en cuenta que la influencia
de la Iglesia se explica mejor en una civilización como aquella, cuya actividad principal era la agrícola.
(MANUEL DE LA PUENTE Y LAVALLE, 2008)
El préstamo no era practicado sino por las personas víctimas de un acontecimiento desdichado o
que carecían momentáneamente de disponibilidades. El dinero no estaba invertido en el comercio o en
la industria. La Iglesia se pronunció de manera más rigurosa que los romanos, al sancionar el préstamo
con interés. No solo otorgó sanciones civiles, esto es, la nulidad de la estipulación de intereses, sino
también sanciones de orden penal, excomulgando a quienes ignoraban la prohibición.
Poco a poco ese rigor extremo se fue relajando, al punto que, a fines del antiguo derecho, la
prohibición era tan solo teórica, pues únicamente se perseguía la usura extrema y no la moderada. El
derecho revolucionario suprimió la prohibición y, de igual manera, el derecho canónico renunció a ella.
Llegamos así a los tiempos actuales en los que el mutuo es concebido, en principio, como un
préstamo a título oneroso, siempre que las partes no hayan estipulado, expresamente, que el mismo es
gratuito. Podemos recordar que, para el código de Santa Cruz, el mutuo era un acto a título oneroso,
pues si no se pactaban intereses, corría el interés legal. Entonces, si las partes querían pactar un mutuo
gratuito, lo debían manifestar expresamente. En caso las partes hubieren pactado un interés superior a
los topes que el código señalaba, el contrato era nulo. (Freyre, 2010)
Posición distinta adoptaron nuestros códigos civiles de 1852 y 1936. Para ellos, en el mutuo no se
debían intereses sino en el caso de estar pactados (artículos 1819 y 1583), es decir, el mutuo se presumía
gratuito. Ambos códigos siguieron la misma regla respecto al anatocismo, pues no se podía pactar la
capitalización de intereses. Ello era posible solamente después de dos años y constando por escrito
(artículos 1823 del código de 1852 y 1586 del código de 1936). Nuestros códigos civiles, hasta el de 1936
inclusive, fijaban la tasa de interés. Así, el de 1836 disponía que el interés legal era de 6% al año, y el
convencional no debía excederse del 2% mensual; en tanto, los Códigos de 1852 y 1936 solo establecían
interés legal de 6% y 5%, respectivamente. Mediante la ley n.º 23413, de junio de 1982, se estableció
que el interés legal sería fijado periódicamente por el Banco Central de Reserva del Perú. (Freyre, 2010)
Esta disposición tenía como sustento el hecho de que la realidad económica del país estaba
sujeta a continuas variaciones (inflación y devaluación) y, en tal contexto, el interés no podía ser fijado
por un Código Civil, ya que este es un instrumento normativo con vocación de permanencia.
El artículo 1663 del código vigente establece que: El mutuatario debe abonar intereses al
mutuante, salvo pacto distinto.
Por consiguiente, podemos afirmar que el mutuo es un contrato a título oneroso, a menos que
se convenga de manera expresa la no obligación de pago de intereses; en tal caso, sería a título gratuito.
Para pactar la capitalización de intereses, se dispone que debe mediar no menos de un año de atraso en
el pago de los mismos (artículo 1250).
El mutuo es un contrato obligatorio u obligacional. Sobre este punto, la Comisión Revisora del
Código Civil de 1984 manifestó el mutuo es un contrato obligatorio por cuanto genera un nexo
obligacional entre mutuante y mutuatario, a diferencia del código anterior, que en su artículo 1573
consagraba el carácter traslativo del mutuo. Como quiera que este se perfeccionaba con la entrega de la
cosa mutuada, dicha tradición importaba, también la tradición de la propiedad a favor del mutuado. Sin
embargo, cabe mencionar que aun cuando el contrato por sí mismo no transfiere el dominio, este se
adquiere por parte del mutuatario en el momento en que el mutuante cumple con la entrega del bien
mutuado. (Freyre, 2010)
Como se ha establecido a lo largo del trabajo, el contrato de mutuo o también conocido como
préstamo es contrato en el que, la parte llamada mutuante está obligada a entregar a título de
propiedad, bienes consumibles o fungibles a otra persona llamada mutuatario, a cambio de que este le
restituya, dentro del plazo pactado, otros bienes de la misma naturaleza, cantidad o calidad.
Correspondiéndole al mutuatario la mejora, el deterioro o destrucción que sobrevengan en el bien y
abonar los intereses al mutuante, salvo pacto que estos hayan pactado en contrario. (Cusi, 2014, Pp 4)
Las partes intercadentes son el mutuante y mutuario, siendo el primero el sujeto que realiza la
prestación y el segundo el beneficiado con el préstamo. Además, para el cumplimiento de este contrato
es necesaria la existencia de un objeto, sea este fungible o consumible y que además este dentro del
comercio.
De acuerdo a lo establecido 1653 del código civil peruano “El mutuante se encuentra obligado a
realizar la entrega en la oportunidad convenida y en su defecto, al momento de celebrarse el contrato”.
Como se ha venido mencionando a lo largo de este trabajo el contrato de mutuo es un contrato
consensual, de esta manera la entrega del bien por parte del mutuante no significa que se está
celebrando un contrato, por lo contrario, se configura como la obligación principal que este mismo
sujeto asume frente al mutuatario.
Para Arías Schreíber la entrega del bien es uno de los efectos del contrato y de la misma manera
la obligación fundamental que asume el mutuante ya que con esta se inicia la ejecución de la relación
obligacional. Si bien es cierto el artículo en análisis no lo menciona, se puede deducir que la entrega del
bien debe hacer de acuerdo a los términos que las partes han convenido y de la misma manera el
mutuario tiene el derecho de rechazarlo cuando el bien que debe recibir no corresponde a la que ha sido
la voluntad contractual.
Cabe mencionar que si se ha celebrado un contrato y las partes no han establecido el momento
en el cual se va entregar el bien, entonces se van aplicar lo establecido en el artículo 1240 del código civil
peruano en donde el acreedor puede exigir el pago inmediatamente después de contraída la obligación
cuando no se haya establecido un plazo. Sin embargo, esta regla no es absoluta ya que de acuerdo a lo
establecido en el artículo 182 del CCP “Si el acto no señala plazo, pero de su naturaleza y circunstancias
se dedujere que ha querido concederse al deudor, el juez fija su duración, así también cuando la
determinación del plazo haya quedado a voluntad del deudor o un tercero y éstos no lo señalaren.
“Con la entrega del bien mutuado se desplaza la propiedad al mutuatario y desde este
instante le corresponde la mejora, el deterioro o destrucción que sobrevengan.”
Al respecto del bien es necesario precisar, que no se trata de una obligación de entrega
cualquiera, sino una obligación de entrega en propiedad. El contrato de mutuo siempre va reincidir
sobre bienes muebles ya que son nulas las posibilidades que existan bienes inmuebles de carácter
consumible.
Tanto el artículo 1648 como el artículo 1654 coinciden al mencionar que en los bienes
muebles la propiedad de este bien se transfiere con la entrega o tradición concordando con lo
establecido en el artículo 947 del código civil. De esto se deduce que cuando el mutuario realiza su
obligación de devolver bienes de la misma especie, calidad y cantidad, también tiene que transferir la
propiedad de los mismos
“Recibido el bien por el mutuatario, se presume que se halla en estado de servir para el
uso a que se destinó.”
De acuerdo a lo señalado por la comisión revisora del código civil de 1984 la recepción del bien
supone que se encuentra apto para realizar el acto o servir el uso al que se pretende destinarlo, ya que
de lo contrario el mutuatario no lo habría recibido.
Si posterior a la entrega, el mutuatario realizara algún reclamo alegando que el bien no presenta
las cualidades requeridas, será este quien debe presentar las pruebas correspondientes para destruir la
presunción que establece este precepto.
Lo referido a “servir para el uso” quiere decir que el bien entregado por el mutuante al
mutuatario debe encontrarse en estado de servir, es decir debe resultar útil a efectos del contrato
celebrado.
Para Manuel muro el hecho que el bien se encuentre en buen estado es una presunción de la
cual el mutuatario tiene la carga de prueba de demostrar que el bien no reunía las condiciones para ser
usado conforme a su finalidad.
Esta norma tiene como fin facilitar el acuerdo del mutuo y por otro lado el mutuatario exige una
actitud razonable al momento de entregar el bien mutuado. Ejemplo: Cuando se realiza un préstamo de
una suma de dinero, en el cual, cuando se hace la entrega de los billetes circulares, se presume que son
legítimos; si ello no fuera así, el mutuatario tendría que demostrar que eran falsos, lo que no resultará
fácil si a su vez han circulado.
Es por ello que ante esta situación el mutuatario tiene que ser precavido y examinar
minuciosamente el bien que se le está entregando para que así el bien cumpla con su fin.
Rinessi, según lo mencionado por muñoz el plazo es una prerrogativa que se establece para que
el deudor cumpla en un momento posterior y que de la misma manera es una obligación de no pedir,
siendo la naturaleza de la prestación, la cual satisface el interés del derecho de no pagar actualmente.
Esta obligación le corresponde al sujeto pasivo, el cual es el acreedor mutuante. Por lo tanto, para el
mencionado autor el plazo en el contrato mutuo es un elemento constitutivo sin el cual no puede
llevarse a cabo la función crediticia del préstamo de consumo.
Siendo el plazo de gran importancia en los contratos de duración como el contrato mutuo, se
han establecido en el código civil diversos supuestos y fórmulas que buscan evitar o dar solución a las
posibles controversias que pueden surgir. Así tenemos las contempladas en los artículos 1656, 1657,
1658.
El pacto de partes es el más utilizado, ya que al tener libertad absoluta las partes pueden
disponer el plazo de devolución del bien mutuado, pactando el que sea conveniente a sus intereses. En
la práctica la mayoría de los contratos contienen un plazo de devolución del bien.
Mario Castillo considera que aplicarlo establecido en el artículo 1240 del CCP es decir: “Si no
hubiese plazo designado, el acreedor puede exigir el pago inmediatamente después de contraída la
obligación “resulta algo ilógico dentro del contrato mutuo. Y esto es porque nadie pide prestado y de
igual manera se hace propietario de un bien para inmediatamente devolverlo después de haber
contraído la obligación.
Lo que quiere decir Mario castillo es que si una persona( mutuatario) necesita un bien y otra
persona (mutuante) se lo presta para consumirlo, es imposible que la primera ejecute la devolución
inmediata del bien a la segunda persona, ya que no existiría un motivo para pedirlo prestado.
Lo que fundamenta esta situación es que el contrato mutuo se presume que es oneroso es decir
se presume con interés, entonces aquella persona que presta “algo” lo hace con un fin lucrativo de la
cual va a generar intereses, va a resultar ilógico que devuelva inmediatamente el bien cuando este aún
no ha generado los intereses que constituyen el lucro propiamente dicho ya que los intereses no se
generan inmediatamente con el préstamo mismo si no que se van percibiendo en el transcurso del
tiempo.
Normalmente todos los contratos de mutuo establecen plazos para la devolución del bien por
parte del mutuatario, sin embargo excepcionalmente algunos contrato de mutuo se ha omitido
establecer el plazo por diversas causas. Es por ello que para no aplicar lo establecido en el artículo 1240
del CCP se ha planteado el contenido del artículo 1656 CCP.
Este plazo de treinta días es una opción legislativa ya que la ley puede establecer un plazo
distinto, como puede ser noventa días, seis meses, etc., este plazo de treinta días ha sido designado ya
que se ha considerado que es un plazo razonable, debido que durante este tiempo el mutuatario puede
hacer uso del bien mutuado y además para que se encuentre3 en aptitud de reponerlo al mutuante.
(MANUEL DE LA PUENTE Y LAVALLE, 2008) El plazo en el contrato mutuo viene a tener la calidad
de elemento esencial y no puede faltar en el mismo ( aunque sea mínimo y aun cuando su duración sea
establecida por vía legal, según el ARTÍCULO 1656), a diferencia de otros negocios jurídicos ( como la
compraventa o la donación) respecto de los cuales no hay necesidad de plazo, pero las partes no tienen
impedimento para incorporar un plazo si así lo desean; en cuyo caso el plazo, que como modalidad del
acto jurídico tiene en principio carácter accidental pasa a convertirse en esencial si es que las partes lo
incorporan a su relación jurídica particular.
4.3.3. Pago a mejor fortuna
El pago a mejor fortuna se encuentra relacionado con el plazo de gracia, en el derecho romano
se permitía que los jueces, tomen en cuenta la situación personal del deudor y de esa manera establecer
un plazo razonable para el pago de una obligación vencida, podían ser diversos plazos escalonados para
el pago correspondiente en cuotas sucesivas, es así como se perfeccionaba el plazo de gracia.
Salvar considera que la facultad que tiene el deudor de pagar cuando pueda o cuando tenga los
medios para realizarlo, es una situación que resultaría inusual sin embargo es muy frecuente.
Cuando la obligación autorice al deudor de satisfacerla cuando pueda o cuando tenga los medios
necesarios para realizarla, el juez va se señalar tanto el tiempo o el plazo para realizar el pago. Esta
obligación de pagar cuando el deudor pueda o tenga los medios, viene hacer una obligación a plazo
incierto y no una obligación condicional, ya que solo existe incertidumbre en el tiempo en el cual se va a
cumplir la obligación. Sim embargo ante esta situación se ha establecido el artículo 1657, el cual
menciona lo siguiente:
“Si se ha convenido que el mutuatario pague sólo cuando pueda hacerlo o tenga los
medios, el plazo será fijado por el juez atendiendo las circunstancias y siguiendo el procedimiento
establecido para el juicio de menor cuantía.”
Por lo general en el derecho los plazos se acuerdan para ser cumplidos y para beneficio tanto del
acreedor como el deudor. Sim embargo en el contrato mutuo el legislado peruano ha decidido estipular
un supuesto de excepción, referido a aquellos casos en donde en estos contratos hayan sido pactados a
título gratuito es decir sin intereses.
En los contratos de mutuo a título oneroso, lo que se busca es generar intereses, los cuales
benefician a ambas partes. Entonces si X persona presta aun mutuatario determinando los plazos para
que el mutuatario pague la deuda, incluyendo aquí los intereses que se perciban durante este tiempo, el
mutuante ha debido realizar las previsiones pertinentes, tomando en cuenta la ganancia o utilidad que
se desprenden del acto celebrado.
De esta manera el mutuatario obtiene el dinero necesario para pagar totalmente o un parte del
préstamo anticipadamente a los plazos establecidos, de igual manera debe incluir los interese que han
sido pactados en el contrato. Ya que como se ha venido mencionando los plazos se establecen para
beneficio tanto del deudor como el acreedor.
Para Mario castillo, con respecto al pago anticipado se desprende la siguiente pregunta: ¿Cuál es
la tasa de interés que se aplica cuando se cancela anticipadamente los créditos, tomando en cuenta que
a menor plazo del crédito la tasa es inferior y viceversa a mayor plazo corresponde una tasa igualmente
mayor?
Considerando que el plazo es causa por el cual se establece si corresponde una tasa de intereses
mayor o menor, es evidente que cuando se realiza el pago anticipadamente a la obligación, le
corresponde una reducción de los intereses.
Todo lo ya mencionado guarda relación al contrato mutuo con intereses, pero que pasa si las
partes convienen que el contrato no genere intereses, es decir que se trate de un contrato de mutuo a
título gratuito o de liberalidad, en estos supuestos la ley ha establecido el artículo 1658.
Sim embargo en la mayoría de casos el pago anticipado es un beneficio para el mutuante ya que
generalmente los contratos de mutuo se celebran sobre dinero o monedas extranjeras.
Por regla general y tomando en cuenta lo establecido en el artículo 1238 CCP el pago debería
realizarse en el domicilio del deudor excepto disposición contraria o que ello resulte de la ley, de la
naturaleza de la obligación, o de las circunstancias del caso. Sin embargo, en el contrato mutuo tanto la
entrega como la devolución de los bienes no se deben realizar en el domicilio del deudor, sino en el lugar
pactado, el cual puede o no coincidir con el domicilio del deudor.
La primera parte del artículo en análisis referido a la entrega en el lugar pactado por las partes,
es evidente ya que son las partes quienes generalmente establecen estos términos. Con respecto a la
segunda parte de este artículo referida al lugar donde se acostumbre a realizar el pago, debió de
establecer con mayor precisión ya que si este lugar fuera conocido notablemente no existiría ningún
problema, pero en los casos donde no exista una costumbre notable establecida con anterioridad, lo
estipulado en este artículo resultaría ser una imprecisión absoluta.
Este artículo se establece una tercera opción de realizar la entrega o devolución cuando no se
pueda realizar lo regulado en el artículo 1659, ambos artículos manifiestan la importancia que tiene la
entrega del bien mutuado.
Las reglas relacionadas al lugar de entrega como la devolución son las siguientes:
Principalmente prevalece lo pactado por las partes haciendo uso de su autonomía privada, ahora
si no existe pacto, la entrega como la devolución se debe hacer en el lugar en que se acostumbre hacerlo
y si en todo caso no se puede realizar en el lugar donde pactan las partes ni en el de costumbre, la
entrega se debe realizar en el sitio en que se encuentre el bien y la devolución en el domicilio del
mutuatario. Es difícil pensar que no se pueda aplicar ninguno de las opciones anteriores, sin embargo si
esto sucediera se puede aplicar lo establecido en el artículo 1238 y 1239 CCP.
En el contrato mutuo generalmente el bien que es objeto de prestación es el dinero por lo tanto
la devolución de esta no presenta complicaciones respecto a la especie, por ejemplo: Una deuda que ha
sido contraída en soles y tiene que ser pagada en dólares, solo hay que convertir los soles en dólares.
A pesar de esto siempre va a existir la posibilidad que el contrato de mutuo puede constituirse
con un objeto de préstamo de consumo distinto al dinero, la cual tiene la misma naturaleza consumible
pero que su cuantía o existencia no sea muy grande.
Ante esta situación el código civil peruano ha estipulado el artículo 1661 mencionado lo
siguiente.
“Si el mutuatario no pudiese devolver bien similar en especie, cantidad y calidad al que
recibió, satisfará su prestación pagando el valor que tenía al momento y lugar en que debió
hacerse el pago.”
Es evidente que ante esta situación la valoración no podrá realizarse en relación al valor que
tenían los bienes en el momento que se debió realizar su devolución, aquí lo que se va aplicar es el valor
que estos bienes hubiesen podido tener al momento en que se realiza el pago.
(Freyre, 2010) “Nuestra última consideración se basa en precisar que la aplicación del artículo
1661, bajo comentario, solo podría tener lugar cuando la especie se haya perdido por culpa del deudor
(mutuatario) o sin culpa de las partes, por aplicación del principio periculum est debitoris, que rige en
Derecho de Obligaciones. Obviamente, si la prestación hubiese devenido en imposible por culpa del
acreedor (mutuante), este sufrirá las consecuencias de la pérdida de la contraprestación, lo cual significa
que el mutuatario no deberá devolverle ningún valor. Esto último, por estricta aplicación del principio
periculum est creditoris”.
Un acierto es darle un valor a los bienes mutuados cuando suceda lo previsto en el artículo 1661.
De esta manera el artículo 1662 menciona:
“Si en el caso del artículo 1661, fueran evaluados los bienes al momento de celebración del
contrato, el mutuatario está obligado a satisfacer el valor que se les dio, aunque valgan más o
menos al momento del pago.”
La razón de esto es que interés no era considerado como un elemento esencial ni natural del
contrato mutuo, además que esencialmente era considerado un contrato gratuito.
Debido a la trascendencia socio-económica del mutuo el legislador peruano decidió invertir
aquella regla donde se presumía que a falta de pacto expreso en contrario el mutuo era gratuito
remplazándola con la regla que actualmente prevalece en donde el mutuo es oneroso a excepción que
las partes decidan lo contrario.
El vínculo entre el contrato mutuo y la obligación de pagar intereses tiene demasiada relevancia,
debido a que el contrato mutuo es el único contrato que se presume genera la obligación de pago de
intereses y esto es concordante de acuerdo a lo estipulado en el artículo 166 CCP, el cual establece lo
siguiente:
El pago de interese que deberá realizar el mutuatario de acuerdo a lo establecido por ley es
una obligación que puede ser una suma de dinero o una proporción de bienes consumibles, esto de
acuerdo a los pactado.
El falso mutuo estipulado en el artículo 1655 es una figura que existe desde hace años, sin
embargo, esta no es legislada en todas las legislaciones modernas, excepcionalmente se encuentra en el
código federal de las obligaciones de suiza y en el código peruano.
En el código peruano de 1852 esta figura se encontraba estipulada en el artículo 1818 mientras
que en el código de 1936 se encontraba estipulado en el artículo 1852, en ambos códigos se establecía lo
siguiente: “No se puede prestar una cantidad de dinero en mercaderías; y es nula la obligación que se
contraiga en este falso mutuo”.
En doctrina se ha sustentado que admitir el falso mutuo supondría no solo desnaturalizar el tipo
contractual del mutuo, sino además generar la posibilidad de que los agentes del mercado,
aprovechándose de dicha figura que en el fondo constituyen un caso de simulación relativa disfracen
verdaderos actos usuarios (ARIAS SCHREIBER, pp. 293294).
Ejemplo: Karla entrega a María 45 kilos de arroz y maría posteriormente le entrega 90 soles por
el valor que corresponde a los 45 kilos de arroz, esto ya no es considerado un contrato mutuo si no una
compraventa. Si bien es cierto el código de 1984 conserva el falso mutuo legislado tanto en el código de
1852 y 1936, el código de 1984 hace una ligera distinción de estos ya que mientras estos códigos
sancionaban con la nulidad este acto del falso mutuo, el código de 1984 perime que este acto exista pero
reconocido como un contrato de compraventa con los efectos de este.
(Freyre, 2010)El falso mutuo también podría revestir otra modalidad, la cual no lo conduciría a
ser una compraventa, sino una permuta. Por ejemplo: El mutuante transfiere al mutuatario bienes de
naturaleza consumible, distinta al dinero, y que el mutuatario se obligue a devolver al mutuante, no
dinero, sino otros bienes de distinta naturaleza de aquellos que recibió. Este caso, que también
constituiría un falso mutuo, no sería una compraventa sino una permuta.
CONCLUSIONES
El falso mutuo si bien es cierto se encuentra estipulado en el código de 1984, este no tiene la
misma esencia que un contrato mutuo verdadero, ya que en el falso mutuo establecido en el artículo
1665 se está reconociendo como un contrato de compraventa y no como contrato mutuo.
El pacto de partes es el más utilizado en el contrato de mutuo, ya que al tener libertad absoluta
las partes pueden disponer el plazo de devolución del bien mutuado.
BIBLIOGRAFÍA
Freyre, M. C. (2010). Tratado de los CONTRATOS TIPICOS . LIMA: FONDO EDITORIAL PONTIFICIA
UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ.
MANUEL DE LA PUENTE Y LAVALLE, M. M. (2008). CODIGO CIVIL COMENTADO TOMO VIII CONTRATOS
NOMINADOS . LIMA: GACETA JURIDICA.
Mazeaud, H. (1900). Lecciones de derecho civil. Buenos Aires : Ediciones Juridicas europeas.
Messineo, F. (2018). Doctrina general del contrato. Chile: Ediciones Juridicas Olenjnik.
https://es.slideshare.net/darmiler/el-contrato-de-mutuo-andrs-cusi-arredondo
Referencias
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Rinessi, A. J. (sf). prestamo de consumo. Breves antecedentes historicos . enciclopedia juridica omeba.
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Salvat, R. (1952). tratado de derecho civil argentino. Edición actualizadfa con textos de doctrina,
legislación y jurisprudencia por Enrique V. Galli. buenos aires: tipografica editora argentina, tomo
ii, p.297 y ss.