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Existen Las Razas Humanas 01 Web - Ax

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Reflexiones didácticas

en torno al racismo y
a la xenofobia en México
C UA D ERN I LLO 1

¿Existen las
“razas humanas”?
Diego Morales, Jimena Rodríguez, Eugenia Iturriaga y Olivia Gall
Refexiones didácticas
en torno al racismo y
a la xenofobia en México
CUADERNI LLO 1

¿Existen las
“razas humanas”?
Diego Morales, Jimena Rodríguez,
Eugenia Iturriaga y Olivia Gall
Personas autoras: Diego Morales, Jimena Rodríguez,
Eugenia Iturriaga y Olivia Gall.
Coordinación editorial y diseño: Génesis Ruiz Cota.
Cuidado de la edición: Armando Rodríguez Briseño.
Imágenes y/o fotografías: Las imágenes utilizadas en este cuadernillo no tienen
fines lucrativos sino de divulgación, y son propiedad de sus personas autoras.
Las fuentes de consulta de cada una se especifícan al final de esta publicación.

Con agradecimiento de carácter académico al proyecto PAPIIT-UNAM


IG300218, cuya responsable es Olivia Gall.

Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de


las personas autoras y pueden no coincidir con las del Conapred.

Primera edición: diciembre de 2020.

© 2020. Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.


Dante 14, col. Anzures, alcaldía Miguel Hidalgo,
11590, Ciudad de México
www.conapred.org.mx

Se permite la reproducción total o parcial del material


incluido en esta obra, previa autorización por escrito
de la institución.

Ejemplar gratuito. Prohibida su venta.


Índice

¿Existen las “razas humanas”?.................................................................... 7

El contexto social y político que permitió la


creación del concepto de “raza humana”................................................... 13

El racismo científco y las teorías raciales ................................................ 19

La relación de la “raza” con el tono de piel y


los rasgos fsionómicos............................................................................. 31

El enfoque actual: la variación biocultural humana ................................. 36

Lo que oímos en la vida cotidiana ........................................................... 38

Recapitulación ......................................................................................... 39

Actividades .............................................................................................. 41

Bibliografía consultada ............................................................................ 43


¿Existen las “razas humanas”?

Desde mediados del siglo xx, diversas disciplinas científcas como la biología, la gené-
tica y la antropología han afrmado que las “razas humanas” no existen. Sin embargo,
es frecuente escuchar la palabra raza en las conversaciones cotidianas con nuestra
familia o amistades, en los medios de comunicación o hasta en los libros de texto de la
escuela. En este cuadernillo queremos explicarte cómo surgió la idea de la raza, cómo
adquirió importancia y por qué consideramos que es importante combatir la idea,
presente en nuestra sociedad, sobre la existencia de “razas humanas”.
Si buscas raza en el Diccionario de la lengua española (rae, 2014), encontrarás una
primera defnición: “cada uno de los grupos en que se subdividen algunas especies
biológicas y cuyos caracteres diferenciales se perpetúan por herencia”. Al analizar
esta defnición vemos que las razas constituirían grupos específcos, distintos unos
de otros, dentro de algunas especies de seres vivos. De acuerdo con lo anterior, cada
raza estaría defnida por una serie de características biológicas que supuestamente la
diferencian de las otras razas de esa especie. En el planeta Tierra hay muchas especies,
desde bacterias hasta plantas y animales. Una especie es un grupo de individuos que
cuentan con las mismas características que les hacen posible reproducirse entre ellos
y tener una descendencia fértil. Los seres humanos pertenecemos a la especie llamada
Homo sapiens.
Hoy sabemos no solamente que todos los seres humanos pertenecemos a la mis-
ma especie Homo sapiens, sino también que no existen las razas humanas biológica-
mente determinadas. En el año 2000, después de alrededor de medio siglo de trabajo
de científcos de varios países, el Proyecto Genoma Humano hizo un descubrimiento
muy importante: logró descifrar la secuencia del código genético de la especie huma-
na contenida en el adn (ácido desoxirribonucleico). Uno de los hallazgos centrales de
este proyecto fue que todos los seres humanos que hemos habitado nuestro planeta

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Reflexiones didácticas en torno al racismo y a la xenofobia en México

Tierra —incluyendo los 7700 millones que la habitamos hoy en día— somos idénti-
cos en un 99.9% de nuestro adn; es decir que las diferencias genéticas entre nosotros
residen solamente dentro del 0.1% de este adn.
Un hallazgo importante del siglo pasado fue que el Homo sapiens se originó en
África hace cientos de miles de años. La especie fue migrando a todas las regiones del
mundo y, a través de una muy lenta y paulatina adaptación al medio ambiente al que
cada grupo iba llegando, se fueron dando cambios en el aspecto físico de las personas.
Como veremos más adelante, dado el clima caliente del continente africano, los pri-
meros seres humanos fueron de piel oscura. Las diferencias que se fueron producien-
do en el aspecto de los seres humanos han sido producto no de nuestra pertenencia a
“razas” diferentes, sino de la adaptación a los diferentes entornos medioambientales,
a los destinos a los que los distintos grupos fueron migrando a lo largo de miles o,
quizá, decenas de miles de años.
Ahora bien, si esto es así: ¿Por qué seguimos escuchando que hay “razas” entre
los seres humanos? La respuesta no es sencilla, pero trataremos de explicarla a lo
largo de este cuadernillo.
El concepto raza —tal y como hoy lo conocemos— nació a fnales del siglo xviii
en Europa. En esa época, algunos científcos naturalistas que se dedicaban a clasifcar
a las especies animales y vegetales empezaron también a clasifcar a los seres humanos
en “razas” guiados por su apariencia física. Así fue como se empezó a hablar de las
cuatro “razas humanas”: blanca o caucásica, negroide o africana, amarilla o mongólica
y roja o amerindia. En esta empresa participaron también de manera importante los
nacientes antropólogos físicos que fueron describiendo la fsiología de cada supuesta
“raza”. Midieron los cráneos y otras partes de la estructura ósea de las personas y
asociaron estas medidas a la apariencia física de la gente: su tono de piel, la forma
de sus ojos, de su boca, de su nariz. Llegaron a afrmar que la fsiología (la estructura
interna) y la fsionomía (la apariencia física) estaban asociadas, dando como resultado
distintas “razas humanas”. Estas corrientes científcas consideraban que las caracte-

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¿Existen las “razas humanas”?

rísticas físicas de cada supuesta “raza” estaban relacionadas con su inteligencia y con
su cultura, que eran fjas, inamovibles y hereditarias. Estas corrientes de las ciencias
de la época nacidas en Europa estaban convencidas de que las características bioló-
gicas de cada “raza” eran radicalmente diferentes, lo cual tenía repercusiones directas
en el grado de cultura y civilización de cada una de ellas. Estos naturalistas pensaban
que la conformación biológica de la “raza blanca” era la que convenía al proyecto ci-
vilizatorio superior y el mejor para la humanidad.
La clasifcación es un proceso que ha caracterizado a la especie humana desde
siempre, y los seres humanos la practicamos de forma automática para intentar en-
tender el mundo que nos rodea. Por ejemplo, conocer y clasifcar las plantas fue la for-
ma en que los primeros Homo sapiens pudieron sobrevivir, pues había plantas y frutos
comestibles, y otros que, aunque parecían apetitosos eran venenosos. La clasifcación
por “razas” solamente ha existido a lo largo de los últimos 250 años en la historia de
la humanidad. Desde entonces la “raza” ha sido una idea muy poderosa, porque ha
permitido clasifcar a la humanidad de una manera que hace creer que realmente hay
seres humanos, biológica y culturalmente, mejores que otros. Pero también porque el
peso de su validez científca justifcó procesos históricos de dominación, explotación
y sometimiento de las consideradas “razas” inferiores.

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Reflexiones didácticas en torno al racismo y a la xenofobia en México

¿Sabías que?

Hoy en día la “raza” no es una categoría taxonómica en biología, es un término


sin ningún valor científco, aunque sí tiene un valor descriptivo. Por eso en la
actualidad el término raza se utiliza para clasifcar animales domesticados:
razas de vacas, de caballos, de perros. Estas razas de animales las han creado
los seres humanos a través del tiempo mediante una selección artifcial, es
decir, seleccionando cierto tipo de características. Por ejemplo, las razas de
perros son producto de la selección artifcial de algunos de los antiguos lobos
salvajes que los seres humanos domesticaron. Tras miles de años de crianza los
seres humanos fueron criando perros con características físicas y de personali-
dad diferentes, que han servido para diversos fnes: cuidado, cacería, pastoreo,
compañía y rescate. Así, tenemos perros ovejeros, galgos, chihuahuas, pastores
alemanes, entre muchos otros. Sin embargo, no hay que olvidar que un perro
en taxonomía únicamente está clasifcado como parte de la especie Canis lupus
familiaris, aunque en nuestro mundo cotidiano hablamos de “razas de perros”.
Los seres humanos no nos dividimos en razas, todos pertenecemos a la
misma especie. Veamos el siguiente cuadro para entenderlo mejor. Los seres
humanos, al igual que los perros, pertenecemos al dominio Eukariota (somos
pluricelulares), al reino Animalia (nos desplazamos para conseguir alimento),
al phylum Chordata (tenemos médula espinal) y a la clase Mammalia (conce-
bimos internamente nuestra descendencia). Nos separamos de los perros en el
orden, nosotros somos Primates y los perros son Carnivora. Nuestra familia es
Hominidae y la de los perros es Canidae. Nuestro género es Homo y el de ellos
es Canis; nuestra especie es Homo sapiens y el de ellos es Canis lupus familiaris.
Fuera del ámbito científco podemos hablar de razas de perros y de otros ani-
males como gatos o caballos, pero no de “razas” de seres humanos.

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¿Existen las “razas humanas”?

Imagen 1. Clasifcación taxonómica comparativa entre un humano y un perro.

A pesar de que los importantes descubrimientos científcos recientes, antes men-


cionados, han mostrado la falsedad de la idea de “razas humanas”, ella no desaparece
porque el poder cultural, simbólico, político y social que ha adquirido es muy grande,
debido a que esta noción se creó para que unos pudieran dominar y excluir a otros,
como veremos en las páginas siguientes. Es por ello que esta falsa idea ha sido tan
poderosa y en ella nos han educado por más de dos siglos. Es también por eso que
aún hay personas que creen que los seres humanos tenemos capacidades y habilidades
diferentes según nuestro aspecto físico. Nos han inculcado en distintos lugares (la
casa, la escuela, los medios de comunicación) que la gente que tiene un color claro de
piel es más bonita, inteligente, avanzada y, por lo tanto, mejor que otras personas. Nos

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Reflexiones didácticas en torno al racismo y a la xenofobia en México

han enseñado, a veces de manera abierta y otras, velada, que las poblaciones asiáticas,
africanas, indígenas y aborígenes australianas son menos avanzadas y son feas e in-
cluso incapaces de asegurar su propio desarrollo.
Es muy importante romper esta idea de “raza humana” y las realidades de des-
igualdad, injusticia y violencia que ella ha contribuido a crear o reforzar. Para ello es
importante que trabajemos en muchos frentes con el propósito de que quede claro
que las razas humanas no existen, que todos tenemos las mismas capacidades sin
importar nuestra apariencia física.
Creemos que es importante aclarar que, para algunos científcos sociales y activis-
tas, la palabra raza explica y permite ver las desigualdades construidas históricamente
entre los grupos humanos. Estas desigualdades, explican los activistas, no se pueden
borrar sólo porque hoy sepamos que no existen las “razas humanas”, biológicamente
hablando. Sabemos que algunas personas pertenecientes a lo que se consideró “razas”
inferiores viven hasta la actualidad las consecuencias de esa clasifcación y jerarqui-
zación de los seres humanos. Por eso, algunos grupos en resistencia —como el movi-
miento “negro” en los Estados Unidos— siguen hablando de “razas”. No porque sea
una realidad biológica, sino porque históricamente se ha convertido en una realidad
social que marca ventajas o desventajas para las personas. Ellos creen que es necesario
reivindicar y defender los derechos de las “razas” inferiorizadas y hacer ver que tienen
las mismas capacidades que la “raza blanca” que ha sido la más privilegiada y poderosa
a lo largo de importantes franjas de la historia.
En México, a diferencia de Estados Unidos, la población no se ha identifcado
con la pertenencia a una “raza”. El discurso promovido por el Estado ha sido el del
mestizaje, como veremos en el cuadernillo 4, El mito del mestizaje en México. Este
discurso construyó la imagen de un país mestizo conformado por indígenas y espa-
ñoles, y desde mediados del siglo xx no se utilizó la palabra raza para identifcar a las
distintas poblaciones. Por ello creemos que, en nuestro contexto, la lucha antirracista
no debe partir, como sucede en el país vecino, de la “raza”.

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El contexto social y político que permitió la
creación del concepto de “raza humana”

Como vimos en el apartado anterior, el concepto raza nació a fnales del siglo xviii
en Europa. Para que eso ocurriera confuyeron varios factores. Durante siglos, desde
el principio de la Edad Media hasta el siglo xv, los grandes imperios europeos fue-
ron avanzando poco a poco hacia la conquista de África y Asia, conociendo así otras
culturas y religiones. En 1492, con el arribo de Cristóbal Colón a tierras americanas,
así como con la circunnavegación de la Tierra realizada por Fernando de Magallanes
y Juan Sebastián Elcano entre 1519 y 1522, la idea de lo que abarcaba el mundo se
transformó abruptamente, dando lugar a nuevas otredades. La otredad es el reconoci-
miento del Otro como un individuo diferente, que no forma parte de la comunidad
propia. Así, las otredades étnicas y religiosas que los europeos conocían hasta enton-
ces se ampliaron hacia otredades que les resultaban aún más ajenas.
Si bien las otredades étnico-religiosas judías y musulmanas habían sido objeto de
considerable exclusión y violencia en la Europa de la baja Edad Media (siglos xiii al
xv), éstas formaban parte del tronco de las tres religiones monoteístas por excelencia.1
Con la llegada a un nuevo continente, el mundo se expandió: había más lugares, más
pueblos, más religiones y más naturaleza de lo que los textos sagrados y la experien-
cia indicaban. Varios de los monarcas europeos se lanzaron a la conquista de estos
pueblos. Los siglos xv y xvi fueron una época de grandes exploraciones geográfcas,
encuentros y choques culturales entre grupos humanos muy distintos entre sí. Estas

1
Las otredades del Asia oriental eran mucho más ajenas a Europa que la judía y musulmana. Sus
integrantes solían estar todavía lejos del territorio europeo y no viajaban en forma masiva hacia éste. Los
pueblos del África subsahariana noroccidental eran también conocidos por Europa, pues algunas etnias de
esa región habían sido esclavizadas en los reinos musulmanes del norte de África o de Al-Ándalus, como
se conocía a la península Ibérica en la Edad Media.

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Reflexiones didácticas en torno al racismo y a la xenofobia en México

empresas de conquista implicaron en general la catequización, la imposición lingüís-


tica, pero también la segregación de las poblaciones originarias.
La conquista de América dinamizó el comercio de Europa con otras regiones.
La trata de esclavos fue una pieza fundamental de dicho comercio para confgurar
el poderío europeo. En América, la Conquista tuvo un fuerte impacto demográfco,
la población local fue diezmada tanto por los actos bélicos como por el contacto con
enfermedades como la viruela. Ante el pronunciado descenso de la población (que
algunos historiadores estiman de hasta el 90%), era necesario en la lógica mercanti-
lista sustituir a las poblaciones locales por esclavos africanos, a quienes además se les
consideraba más fuertes y resistentes para labores pesadas. De la llegada de Colón
a América hasta mediados del siglo xix, llegaron aproximadamente 12 millones de
personas esclavizadas que se incorporaron a actividades como la ganadería, la mine-
ría de plata y oro, en plantaciones de tabaco, caña, café, así como de arroz y algodón
(Iturralde y Velázquez, 2012: 44).
El sistema medieval estaba organizado en torno a un orden divino, por lo que
la religión y sus preceptos básicos eran centrales en la concepción del ser huma-
no, del mundo y del poder político. El mundo en este sistema estaba revelado a los
hombres por el dios cristiano, sus textos eran considerados evidencia. A partir del
descubrimiento y posterior conquista de América, la economía y la política europea
se transformaron, pero también la identidad y la cultura. El que hubiera tierras que
no aparecían en los textos sagrados era una invitación a explorar el mundo, a dudar y
sospechar de lo hasta entonces conocido. Así, de la Edad Media regida por el canon
religioso, varios pensadores europeos pusieron al hombre en el centro de la refexión;
este humanismo fue característico del Renacimiento. Conforme se estableció esta
nueva tradición refexiva y humanista, la refexión pasó de la capacidad del hombre
de conocer el mundo hacia el potencial de “la razón” para explicarlo. Adoptando la
duda como el mecanismo de arranque de dicha razón, los naturalistas y científcos se
dieron a la tarea de registrar y explicar de manera racional, los fenómenos del mundo
natural. Así, se fue consolidando el método científco.
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¿Existen las “razas humanas”?

Rutas de comercio trasatlántico de personas esclavizadas

Imagen 2. En el mapa podemos observar las principales rutas de comercio trasatlántico de personas
esclavizadas entre África y América. En México el principal puerto de llegada fue Veracruz.

Las poblaciones y la naturaleza tanto del Viejo Mundo como de los mundos “re-
cién descubiertos” eran consideradas objetos clasifcables, y algunos científcos natu-
ralistas que ya se dedicaban a clasifcar a las especies animales y vegetales empezaron
también a clasifcar a los seres humanos. A mediados del siglo xviii, Carlos Linneo,
un naturalista sueco, fue pionero en clasifcar a los seres humanos en lo que él llamó
“tipos humanos”. Poco después, en el tercer cuarto de ese siglo, Friedrich Blumen-
bach, un médico y científco alemán, acuñó el término “razas humanas”. Mas adelante
hablaremos con detalle de la obra de estos dos naturalistas.

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Reflexiones didácticas en torno al racismo y a la xenofobia en México

A los nuevos hombres de ciencia, alejándose cada vez más de las interpretaciones
religiosas del mundo y adoptando “la razón” como única forma válida de conocerlo,
aprehenderlo y controlarlo, se les presentó también la necesidad de clasifcar “ló-
gicamente” al mundo. El naturalismo o estudio de las “leyes y órdenes naturales”
contribuyó a la clasifcación racional del orbe. De este impulso salieron las grandes
clasifcaciones del mundo natural, al tiempo que ponían en duda la legitimidad de
la dominación monárquica en Europa. La burguesía se había constituido como una
clase media acomodada y una clase alta sin ser de origen noble. Esta burguesía era
poseedora de cierto capital cultural, económico y fnanciero, y se colocó cada vez
más como un sector en ascenso. Al ampliarse el mercado, gradualmente este sector
fue alcanzando mayores niveles de interacción mundial. Las relaciones sociales de
producción pasaron en Europa hacia una forma asalariada. Todo ello llevó a una acu-
mulación de nuevos capitales que dejó libre la instauración de las lógicas capitalistas.
Cabe decir que “la razón” no sólo se centraba en explicar el mundo natural, sino
también refexionaba en torno a cuál era la forma de organización social más racional.
Este uso político de la refexión racional generó tensiones entre los grupos sociales
de las naciones europeas. La duda que quitó la religión del centro del orden social
también empezó a cuestionar la legitimidad de los reyes, hasta entonces entronizados
por lo que se conocía como “derecho divino”. Es decir, flósofos e intelectuales bus-
caron los fundamentos racionales del gobierno, los límites y responsabilidades de la
autoridad, así como las obligaciones y libertades de las personas del pueblo.
Con el estallido de la Revolución francesa en 1789, la mentalidad de la Edad
Media y su sistema feudal quedaron abolidos. A partir de entonces, los europeos
liberales, racionales y republicanos proclamaron la “igualdad entre los hombres”. Hay
que decir que no se referían a toda la humanidad: las mujeres estaban excluidas, las
personas que no fueran cristianas también, quienes no tenían propiedades no eran
considerados sujetos de derecho ante el Estado y, sobre todo, estos principios iguali-
tarios sólo se garantizaban a personas de ascendencia europea. Aunque hoy veamos

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¿Existen las “razas humanas”?

como una igualdad restringida estas ideas, en su momento fueron revolucionarias,


pues planteaban formas innovadoras de ser y estar en el mundo.

Revolución haitiana (1791-1804)

Imagen 3. Tras el estallido de la Revolución francesa, en 1791 los haitianos asumieron la Declaración
del Hombre y del Ciudadano para buscar su independencia. Sin embargo, la “igualdad, fraternidad y
libertad” que pregonaban los revolucionarios franceses excluía a quienes no fueran varones blancos,
cristianos. La Francia revolucionaria y la de la restauración negaron el reconocimiento de la autodeter-
minación haitiana.

Las ideas de la Ilustración fueron difundidas e impuestas a través de Europa por


las guerras napoleónicas. Pese a la derrota de Napoleón y la imposición de un orden
conservador en Europa, el mundo transitaba ya hacia la construcción de Estados-na-
ción modernos conformados por una población asentada en un territorio delimitado
y conducido por un Estado fundado en los principios liberales republicanos y go-
bernado por un régimen elegido por “el pueblo”. Así surgieron los nuevos principios
de la modernidad capitalista, en la que el orden mundial debía estar garantizado por
una organización fncada en la existencia de distintos Estados-nación, cada uno de

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Reflexiones didácticas en torno al racismo y a la xenofobia en México

los cuales debía tratar a sus ciudadanos como sujetos de los mismos derechos civiles
y políticos. La promulgación de constituciones y la liberalización económica y social
fueron luchas que se consiguieron a lo largo del siglo xix no sólo en varios países
europeos, sino también en los nuevos países americanos que se independizaban de las
metrópolis y se constituían como Estados-nación modernos.
El principio de igualdad sobre el cual estaban construidos los nuevos marcos
legales excluía la prolongación, dentro de cada territorio nacional, del régimen escla-
vista, por lo que durante el siglo xix se fue instaurando, en forma gradual y siempre
alimentada por feroces luchas, la liberación de los esclavos afrodescendientes. Sin
embargo, este principio escondía lo que muy pronto aparecería como evidente: el
hecho de que había seres humanos o grupos humanos dentro de cada Estado-nación
que no habrían de ser tratados en pie de igualdad ante otros. Entre ellos estaban, so-
bre todo, aquellos considerados “inferiores por su naturaleza”, como las mujeres, o por
su naturaleza y su cultura, como los afrodescendientes y los integrantes de los pueblos
originarios. Estos dos grupos ya estaban siendo clasifcados, respectivamente, como
“razas” inferiores: la “raza negra” y la “raza roja”.
La idea de que había cuatro “razas” —la blanca o caucásica, la negroide o africana,
la amarilla o mongólica y la roja o amerindia— y que había circulado entre los natu-
ralistas ilustrados, se volvió protagónica y se le empezó a dar existencia científca, ju-
rídica, política y social al interior de los nuevos Estados-nación. Así, tanto en Europa
como en el resto del mundo, en las relaciones de poder y en las corrientes científcas
dominantes, fue implantándose la creencia de la existencia objetiva de la división de
los seres humanos en “razas”. Esa creencia obviamente no se quedó en el universo
de las representaciones sociales y del discurso, sino que fue convertida en claras prác-
ticas de ejercicio de poder, de dominación, de exclusión y de inferiorización.

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El racismo científco y las teorías raciales

A continuación, expondremos brevemente las teorías de algunos científcos que cola-


boraron en el desarrollo de las ideas sobre la existencia de las “razas humanas”. En un
primer momento con la sola intención de clasifcar a la especie, pero posteriormente
usando estas categorías para jerarquizar a los seres humanos y defnir quiénes eran
superiores y quiénes inferiores. Veremos también cómo estas ideas tuvieron y siguen
teniendo efectos concretos en la justifcación e implementación de prácticas racistas
ya entrado el siglo xxi.

La fase clasifcatoria

Nacido en 1707 Carlos Linneo, un científco, naturalista, botánico y zoólogo sueco,


dedicó todo su trabajo a construir una clasifcación o taxonomía de los seres vivos. Es
a él a quien debemos la creación del sistema por medio del cual le hemos asignado a
cada especie animal y vegetal un nombre científco. Asimismo, él se dio a la tarea de
crear una primera clasifcación biológica de los seres humanos agrupados en la espe-
cie Homo sapiens y divididos en cuatro tipos Linneo nunca usó la palabra razas a los que
describió de la siguiente manera:

Americanus: colorado, colérico, de porte derecho, de piel morena y ca-


bellos negros, lacios y espesos, con labios gruesos, nariz grande, mentón
casi sin barba, porfado, contento de su suerte, amante de la libertad,
pintado el cuerpo con líneas coloradas combinadas de distintas maneras.

Europaeus: blanco, sanguíneo, musculoso, cabellos claros y abundantes,


inconstante, inventivo, cubierto totalmente con ropas, gobernado por
leyes.

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Reflexiones didácticas en torno al racismo y a la xenofobia en México

Asiaticus: amarillo, melancólico, estricto, cabello negro, ojos castaños,


severo, fastuoso, vestido con largas túnicas, gobernado por la opinión.

Afer: negro, femático, con cabellos crespos, nariz ancha, astuto, perezo-
so, con el cuerpo frotado con aceite o grasa, gobernado por voluntades
arbitrarias.

Portada del libro de Carlos Linneo (1735)

Imagen 4. Carlos Linneo ubicó


a la especie humana como Homo
sapiens. Este sistema taxonómico
es vigente en la actualidad.

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¿Existen las “razas humanas”?

Es a Friedrich Blumenbach, un médico y científco alemán nacido en 1752 y


creador de la antropología física, a quien debemos que se haya acuñado el término
“razas humanas”. Blumenbach comenzó a medir los cráneos humanos y, con base en
estas medidas, determinó la existencia de cinco “razas humanas”. Sostenía que cada
una de ellas tenía no sólo características físicas diferentes, sino que también había
diferencias psicológicas y morales determinadas entre las mismas. Las cinco “razas”
que él señaló fueron: mongólico o amarillo, americano o rojo (indígenas americanos),
caucásico o blanco, malayo o pardo (del sudeste de Asia) y etíope o negro. A partir de
este momento muchos más científcos hicieron su propia clasifcación de los huma-
nos, dividiéndolos en entre tres y doce “razas”. En estas clasifcaciones no se expresó
con todas sus letras la idea de que había “razas” superiores e inferiores, sin embargo,
en las descripciones podemos notar que se utilizaban algunos adjetivos peyorativos.
El punto que queremos resaltar aquí es que fue en esta época cuando se estableció
científcamente la teoría de la existencia de las “razas humanas”, que se basa en prio-
rizar y jerarquizar las diferencias entre grupos humanos.

Las cinco razas según Blumenbach (1790)

Imagen 5. Esquema de la diferencia entre los cráneos de las 5 distintas “razas humanas” señaladas por
Blumenbach. A partir de la diferencia en la capacidad craneana, Blumenbach intentó establecer y fjar
las características de cada “raza”. Hoy sabemos que ni la estructura ósea ni la fsiología de los humanos
varía por su supuesta pertenencia a algún grupo “racial”.

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Reflexiones didácticas en torno al racismo y a la xenofobia en México

A mediados del siglo xix se consolidó la ciencia positivista, que partía de la pre-
misa de que todo en el mundo visible e invisible se podía explicar por medio de
las leyes naturales deducidas por el pensamiento racional. Para ello, el conocimiento
se debía basar en la observación de hechos y en su registro, así como en la experi-
mentación bajo el riguroso método científco, que requería clasifcar y medir todo lo
observado. De la mano de este esfuerzo científco se crearon las teorías raciales que,
amparadas en las condiciones sociopolíticas que imperaban, jerarquizaron a las dis-
tintas poblaciones humanas, estableciendo “razas” inferiores y una superior, ideas que
desafortunadamente siguen vigentes en muchos sectores de nuestra sociedad.

Jerarquizar: el evolucionismo y el darwinismo social

A principios del siglo xix surgió una de las más importantes teorías de la era moder-
na: la teoría de la evolución. Ésta explicaba de manera inédita las leyes que conducen
la vida biológica en nuestro planeta y las formas en las que los seres vivos logran so-
brevivir, reproducirse y así perpetuarse biológicamente hablando. Esta teoría llegó a
un punto de infexión importante en 1859 con la publicación del libro El origen de las
especies de Charles Darwin y Alfred Russell Wallace, en el que los autores argumen-
taron a grandes rasgos que las especies biológicas que logran sobrevivir lo hacen por
medio de una adaptación exitosa al medio ambiente y por medio de la transmisión de
estas características adaptativas a las siguientes generaciones, mientras que aquellas
que no logran adaptarse tienden a la extinción. A este mecanismo, Darwin lo llamó
selección natural, y gracias a esta teoría ampliamente aceptada hasta la actualidad los
científcos naturalistas han podido trazar las genealogías de evolución y la capacidad
de sobrevivencia de todas las especies a lo largo de miles de años.
Tras la publicación de El origen de las especies, surgieron interpretaciones de la obra
de Darwin que intentaban trasladarla al mundo de la especie humana en particular.
Ellas introdujeron una noción de la que Darwin no había hablado: la superviven-

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¿Existen las “razas humanas”?

cia del más apto. Sus autores, por ejem- Craneometría comparativa
plo, Herbert Spencer, Francis Galton
y Arthur de Gobineau, afrmaban que
la selección natural permitía sobrevivir
“al más apto”, lo cual también podía y
debía aplicarse a las poblaciones huma-
nas. Estos pensadores sostenían que la
selección natural, en el caso de los seres
humanos, se expresaba en la competen-
cia por el control de recursos naturales
o sociales, condicionando la evolución
de los grupos humanos desde estadios
“primitivos”, “salvajes” o “atrasados” a
otros más “civilizados” y “adelantados”.
A esta adaptación de la teoría evoluti-
va se le llamó “darwinismo social”. Esta
teoría fue y sigue siendo muy critica-
da hasta la actualidad porque ha sido
usada como justifcación para estable-
cer jerarquías entre los grupos humanos
estableciendo distintos niveles como:
“salvajes”, “primitivos”, “atrasados” o “in-
feriores” y “civilizados”, “avanzados” o Imagen 6. Comparativa de cráneos que aparecie-
ron en Types of Mankind (1854) de Nott y Glid-
“superiores”. Según esta teoría el hom-
don. La imagen pretendía ilustrar, por un lado, la
bre caucásico europeo es considerado el mayor cercanía entre la supuesta raza negra con
más avanzado y todas las demás pobla- otros homínidos y, por el otro, resaltar la mayor
evolución de la raza blanca, tanto a partir de su
ciones del mundo se alineaban en orden comparación con la escultura griega como a partir
descendente después de él. de la medición de su capacidad craneal.

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Reflexiones didácticas en torno al racismo y a la xenofobia en México

Medir: la antropología física y el antropometrismo

En el siglo xix proliferaron y se perfeccionaron técnicas de la antropología física


destinadas a medir distintas partes del cuerpo humano, en un intento por establecer
el nivel de progreso o desarrollo que presentaban las poblaciones del pasado y del
presente. Fue particularmente importante la técnica llamada craneometría, o discipli-
na dedicada a la medición de cráneos humanos (fósiles y vivos), bajo la idea de que
el tamaño del cráneo y la inteligencia estaban íntimamente relacionados al proceso
evolutivo. Para el mismo Darwin las poblaciones llamadas “primitivas” o “salvajes” y
las mujeres tenían una menor capacidad craneal (o un cerebro más pequeño, según
su lógica) que la del hombre blanco europeo y, por lo tanto, eran consideradas menos
inteligentes.
Esta hipótesis está absolutamente descartada en la actualidad, pero hasta fnales
del siglo xix y principios del xx era muy popular realizar mediciones de los crá-
neos de las supuestas “razas humanas” para determinar sus características biológicas
y psicológicas, así como para clasifcarlas. Como lo expone Stephen Jay Gould en su
libro La falsa medida del hombre, hubo quienes afrmaban que se podía saber el nivel
evolutivo y la capacidad intelectual de una “raza” gracias a la simple medición de su
capacidad craneal. Cesare Lombroso (en El hombre delincuente, 1876) intentó reco-
nocer a los posibles criminales o “criminales natos” por las medidas de su cuerpo y las
facciones de sus rostros. En el fondo, lo que estas teorías sustentaban eran los prejui-
cios de los científcos europeos respecto a su propia superioridad y su dominación, los
cuales buscaban ser legitimados por el método científco. Es decir, para justifcar su
comportamiento imperial y el dominio sobre regiones remotas, los europeos elabo-
raron teorías en las que el referente “natural” de la medición eran ellos mismos, razón
por la cual todas las demás poblaciones eran califcadas como “defcientes”, “atrasadas”
o “primitivas”.

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¿Existen las “razas humanas”?

Mediciones craneales del siglo xix

Imagen 7. Esquema utilizado para hacer mediciones craneométricas y frenológicas. Los europeos del si-
glo xix se esforzaron por hacer patente la diferencia cualitativa entre las supuestas razas, a partir de com-
plejos procesos de medición. Dedicaron ríos de tinta a justifcar las inconsistencias de sus mediciones y
a generalizar los datos que reforzaban sus prejuicios. Hoy ambas disciplinas carecen de validez científca.

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Reflexiones didácticas en torno al racismo y a la xenofobia en México

Antropólogos usando técnicas de antropometría (1892)

Imágenes 8 y 9. Antropólogos midiendo cuerpos indígenas. La primera fotografía es de Carl Lumholtz,


de 1892, en su viaje por la Sierra Tarahumara; la segunda, del director del Museo Nacional (México),
Nicolás León, a inicios del siglo XX. A finales del siglo XIX y principios del XX se hicieron esfuerzos para
medir a las distintas poblaciones del territorio nacional con el afán de encontrar medidas de “incorpo-
ración a la civilización” y de “redimir” su supuesto atraso evolutivo y cultural.

Separar y mezclar: las consecuencias del racismo científco

Le llamamos racismo científco a todo el desarrollo de las teorías científcas que


sirvieron para fundamentar la existencia de diferentes “razas humanas”, cada una

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¿Existen las “razas humanas”?

con características biológicas, psicológicas y sociales determinadas, y que, con base


en estas características, se pueden ordenar jerárquicamente entre supuestamente
inferiores y superiores.

La idea de raza en las nociones de “desarrollo” y “atraso”

Imagen 10. Esta caricatura representa la “carga del hombre blanco”, idea acuñada en un poema de Rud-
yard Kipling. Esta idea racista y paternalista presentaba a las metrópolis blancas como encargadas de
“civilizar” y “desarrollar” a las “más atrasadas” y “primitivas” culturas del mundo periférico. En esta ima-
gen en particular, de principios del siglo xx, vemos al “Tío Sam” educando con severidad a cuatro niños
que representan los territorios arrebatados a España en 1898: Cuba, Puerto Rico, Hawái y Filipinas. La
“escuela de la civilización humana” era dirigida por el hombre blanco, y en el fondo podemos ver que, si
las recientes colonias eran corregidas para incorporarse al salón de clases, un destino de servidumbre y
aislamiento estaba reservado para la población negra, indígena y china.

Con esto no queremos decir que el racismo haya sido creado por esas ideas cien-
tífcas sobre las “razas humanas”. Como veremos en el cuadernillo 2 de esta serie, el
racismo —como sistema de poder que ordena a los seres humanos entre inferiores

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Reflexiones didácticas en torno al racismo y a la xenofobia en México

y superiores para la dominación de unos sobre otros— ya estaba arraigado en las


instituciones sociales, políticas y económicas desde antes del siglo xviii, aunque no
existiera el concepto de raza y la palabra no se usara para referirse a grupos humanos.
El origen del racismo es un debate abierto, pero sin duda se refuerza con la coloni-
zación europea de nuevos territorios. Lo que en realidad sucede es que estas ideas y
teorías científcas raciales sirvieron de justifcación para que en el siglo xviii y xix
se colonizara, explotara, trafcara y exterminara a diversos grupos humanos que se
consideraban inferiores y prescindibles. Por ejemplo, durante los siglos xviii y xix, los
colonos en América comercializaron, vendieron y explotaron a muchos más esclavos
africanos que en los siglos xvi y xvii, amparándose en creencias terribles, como la
que sostenía que las personas llamadas “negras” no tenían alma ni inteligencia, que
eran similares a los animales, que eran mucho más fuertes que las otras “razas” y
que sólo estaban hechas para la actividad física. Las y los afrodescendientes en todo el
continente americano han luchado por muchas décadas para tener los mismos dere-
chos que el resto de la ciudadanía, pero hasta hoy siguen enfrentándose a los mismos
prejuicios y estereotipos racistas por los que sus antepasados fueron esclavizados. Para
saber más de esta historia y sus consecuencias actuales consulta el cuadernillo 2 ¿Qué
es el racismo y cómo se manifesta?
Así, durante los siglos xix y xx el racismo científco tuvo terribles consecuencias.
Uno de los principales supuestos de estas teorías racistas era la necesidad de separar a
las poblaciones para mantener una supuesta “pureza de razas”, para que aquellas con-
sideradas “superiores” no se “contaminaran” con los genes y las costumbres de las “ra-
zas inferiores”. Esto pasó en la Alemania nazi y desencadenó el genocidio de millones
de personas judías y gitanas en campos de concentración y exterminio. El racismo
científco también sirvió para indicar las mejores formas de mezclar a las poblaciones
con el objetivo de “mejorar las razas inferiores”. Se buscaba eliminar paulatinamente
los elementos supuestamente nocivos y no deseados. A esto se le llamó eugenesia.
Esta fue una disciplina científca nacida a fnes del siglo xix ocupada en “mejorar” a

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¿Existen las “razas humanas”?

los grupos humanos. Muchos gobiernos nacionales buscaban a través de la eugenesia,


es decir, de la manipulación y selección artifcial de sus rasgos hereditarios, mejorar
a su población. Por ejemplo, en Dinamarca o la Alemania nazi se llegó a recurrir a la
esterilización forzada de las personas consideradas “imperfectas” o “defcientes”. En
México, y más precisamente en el estado de Veracruz, se expidió una ley en 1933 de
esterilización forzada que se aplicó a criminales, personas con enfermedades genéti-
cas o crónicas, entre otras. En nuestro país todavía hoy podemos escuchar la expre-
sión “mejorar la raza” cuando una persona le recomienda a otra casarse con alguien
de piel más “blanquita”.

¿Sabías que?
La idea de “raza” está muy vinculada al nacionalismo.
En el siglo xix, a la par del desarrollo de las “teorías raciales” también se
consolidaron los Estado-nación modernos. El nacionalismo permitió expresar
en términos raciales la pertenencia y posibilidad de un “nosotros”, el cual lle-
vará las riendas de la nación, en oposición a unos Otros que eran considerados
como un “problema” que obligaba a la asimilación o la segregación de éstos. En
México, el pensamiento nacionalista de los siglos xix y xx fue formulado en
esos términos raciales. Para muestra, dos botones: Francisco Pimentel (1832-
1893) y Manuel Gamio (1883-1960). Veamos brevemente quiénes fueron es-
tos pensadores y sus principales ideas.
Francisco Pimentel fue un historiador, lingüista y escritor de las élites crio-
llas mexicanas. En su libro Memoria sobre las causas que han originado la situa-
ción actual de la raza indígena de México y medios para remediarla, publicado en
1864, argumentó que los indígenas eran “miserables” y “desconfados” por las

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Reflexiones didácticas en torno al racismo y a la xenofobia en México

condiciones en que habían vivido desde la Conquista. Infuido por las teorías
científcas de la época, afrmó que era importante transformar algunos de los
rasgos psicológicos o morales que los mantenían en el “atraso” mediante su
evangelización, su educación en la cultura occidental y promoviendo la inmi-
gración de población europea para que ésta se mezclara con los grupos locales
y así se transformaran. Para que la nación mexicana existiera, los pueblos indí-
genas debían desaparecer e incorporarse a la sociedad occidental despojándose
de su identidad, cultura y mezclándose con europeos. Sólo entonces, argumen-
tó Pimentel (1903), México podría jugar el papel que le correspondía en el
“concierto de las naciones”.
Manuel Gamio fue un antropólogo y arqueólogo de gran relevancia en
México. Estudió en la Escuela Nacional Preparatoria y, tras dejar sus estudios
en ingeniería, ingresó a la sección de antropología del Museo Nacional, donde
estudió con el reputado naturalista y etnólogo Nicolás León. También estuvo
becado por la Universidad de Columbia (Nueva York, Estados Unidos) para
trabajar bajo la dirección de Franz Boas. A su retorno a México, en 1915, el
gobierno constitucionalista lo nombró inspector general de Monumentos y,
dos años después, fue colocado en la dirección de Antropología de la Secretaría
de Agricultura y Desarrollo.
En 1916 publicó el libro Forjando patria, que sintetiza sus ideas en torno
al papel que juega la raza en la consolidación de la nación. Afrmaba que era
necesario que las “razas” que habitaban el territorio mexicano se mezclaran
para poder construir una nación fuerte y homogénea. Gamio (2006 [1916])
hizo una metáfora de la historia del país como la de dos metales —el bronce
y el hierro, para identifcar con ellos a indígenas y europeos, respectivamen-
te— que debían ser fundidos en una nueva y mejor aleación. Además de su
interés en incorporar a los pueblos indígenas a la “sociedad nacional”, Gamio
hizo de la antropología una ciencia aplicada al servicio del Estado. Con las

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¿Existen las “razas humanas”?

investigaciones de las y los antropólogos en las comunidades, los gobiernos


posrevolucionarios podrían establecer medidas y políticas para incorporar a la
población indígena y hacerla partícipe de la cultura occidental. Si bien Gamio
fue cuidadoso de no repetir los estereotipos de las ciencias sociales de fnes
del siglo xix acerca de la supuesta inferioridad racial de los grupos indígenas,
tampoco les asigna un papel activo a las culturas indígenas en la construcción
de la nación. Estas políticas en las que, desde las ciudades, los mestizos piensan
cómo resolver “el problema indígena” sin asignarles un papel activo, es lo que
se conoce como indigenismo.

La relación de la “raza” con el tono de piel y


los rasgos fsionómicos

Hemos visto que los seres humanos somos idénticos en un 99.9% de nuestro adn y
que solamente el 0.1% concentra las diferencias entre nosotros. En ese 0.1% se aloja,
entre otras cosas, nuestra apariencia física o los llamados “rasgos fsionómicos” como
son: el color de la piel, la complexión, la estatura, la forma del cráneo, los rasgos de la
cara, la forma de la nariz, las orejas, el color de los ojos, la textura y el color del pelo.
Así como también, la predisposición genética a algunas enfermedades. Un poco más
adelante, en el apartado “El enfoque actual: la variación biocultural humana” de este
cuadernillo, explicaremos lo que es y por qué existe una gran “diversidad humana”.
Es decir, por qué a pesar de nuestras grandes similitudes, existe una variedad tan rica
de personas en el mundo. Ahora nos enfocaremos en explicar de dónde viene nuestro
color de piel.
La antropología biológica o bioantropología nos ofrece muchos conocimientos
para entender de dónde proviene nuestro tono de piel. En nuestro cuerpo hay unas

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Reflexiones didácticas en torno al racismo y a la xenofobia en México

células llamadas melanocitos (que contienen pigmentos llamados melaninas) y son


éstas las que proporcionan el color a la piel. Todos los seres humanos tenemos más
o menos la misma cantidad de estos pigmentos, que se localizan entre las dos capas
principales de la piel (la dermis y la epidermis). Lo que hace que nuestro tono de piel
sea distinto es la combinación de estos pigmentos.
La piel de nuestro cuerpo se ve afectada por el medio ambiente, en especial por
la luz solar. Según el lugar del mundo donde vive una persona y de su exposición a la
luz del sol, los melanocitos se adaptan produciendo más o menos melaninas. Debido
a que los primeros seres humanos se desarrollaron en África y estuvieron expuestos a
una mayor intensidad de luz solar, sus pieles eran oscuras. Conforme los grupos hu-
manos se fueron moviendo por el mundo —hace miles de años— su cuerpo y su
piel se adaptaron, cambiando y aclarándose conforme se alejaban del ecuador y­
se asentaban en regiones del mundo en las que la exposición a los rayos ultravioleta
era menor (Vergara, 2018).
Todos y todas sabemos que si nos exponemos al sol durante mucho tiempo nos
bronceamos, pero no cambiamos de color. El bronceado es un efecto pasajero y dura
tan sólo unas cuantas semanas antes de que volvamos a tener nuestro tono de piel
original. Para que los primeros grupos humanos provenientes de África adquirieran
un tono de piel más claro, tuvieron que pasar de decenas a cientos de miles de años de
adaptación al nuevo medio ambiente. En esta adaptación no sólo cambió el tono
­de piel sino también muchos de los rasgos fisionómicos como la nariz, la boca, el pelo
y los ojos. Por ejemplo, la nariz presenta una gran variedad de formas y esto responde a
una adaptación climática. En climas fríos y húmedos la abertura nasal es pequeña y la
nariz larga, lo que permite a las personas respirar aire frío y que éste se caliente antes de
llegar a los pulmones. En los climas secos la mucosa nasal suele ser mayor, ello se expli-
ca por la necesitad de humidificar el aire antes de que llegue a la laringe y los pulmones.
Regresando al color de la piel, ya sabemos que nuestro tono depende de la me-
lanina de nuestro cuerpo y que los distintos tonos de piel entre los seres humanos se
deben a miles de años de adaptación al medio ambiente. Ahora bien, en nuestro
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¿Existen las “razas humanas”?

propio cuerpo también tenemos colores y texturas diferentes, es decir, en distintas


partes hay combinaciones diferentes de melanina, por lo que no tenemos un solo
color: nuestros brazos pueden tener un tono distinto al de nuestro rostro o espalda.
Así, todos y todas tenemos muchos colores en la piel.

Tenemos muchos colores en la piel

Imagen 11. Hay que pensar que el color de la piel no sólo cambia de persona a persona, sino que en una
misma persona encontramos diversos tonos y texturas.

En 2010 el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación realizó la segunda


Encuesta Nacional de Discriminación (Enadis), en la que preguntó sobre el tono de
piel de la población mexicana (Conapred, 2011).2 Como se podrá observar, los hom-
bres y las mujeres no respondieron de forma parecida a la pregunta acerca de cuál era
su tono de piel. Esto muestra que, además de todo lo que ya vimos, el tono también
puede variar de acuerdo con nuestra propia percepción.

2
En la Enadis 2017 se realiza un análisis sociodemográfico a partir del registro del tono de piel con
el que cada persona se reconoce, lo cual permite observar desigualdades educativas y laborales según tono
de piel declarado y observar, entre otras cuestiones, la sobrerrepresentación de las personas con tono de
piel más oscuro en el estrato socioeconómico más bajo. Consulta en <http://sindis.conapred.org.mx/>.

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Reflexiones didácticas en torno al racismo y a la xenofobia en México

Autopercepción del color de piel entre hombres mexicanos


Fuente: Enadis, 2010 (Conapred, 2011).

Estas gráficas nos muestran que el 27% de los hombres declararon que su tono
de piel está entre los tres tonos de piel más oscuros, mientras que sólo el 14.8% de las
mujeres se percibía en los tres tonos más oscuros. El 32% de los hombres y el 30.4%
de las mujeres opinaban que su tono de piel estaba entre los tres tonos de piel inter-
medios. Para los tres tonos de piel más claro los porcentajes fueron éstos: 39.4% de
los hombres y 53.5% de las mujeres.3

3
En la Enadis 2017, los datos que pueden extraerse muestran que el 14.6% de los hombres se per-
ciben con tonos de piel más oscuros, ante un 8.5% de las mujeres que se autopercibieron en estos rangos;
respecto a los tonos de piel intermedios, el resultado es de un 57.9% de los hombres frente al 60.3% de las
mujeres que se ubicaron en estos rangos, y en los tonos más claros se ubicaron el 27.5% de los hombres y
31.1% de las mujeres.

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¿Existen las “razas humanas”?

Autopercepción del color de piel entre mujeres mexicanas

Fuente: Enadis 2010 (Conapred, 2011).

Las y los entrevistadores de la Enadis que tocaban a la puerta de los hogares


mexicanos entrevistaban tanto a hombres como a mujeres. ¿Cómo explicar estas dife-
rencias entre hombres y mujeres que pertenecían a las mismas familias? Las personas
nos autopercibimos de muy distintas maneras. Sobre las mujeres han recaído más los
estereotipos de belleza, en los que la piel clara se considera más bella. Los tonos de
piel más oscuros han sido estigmatizados y asociados con fealdad y pobreza. Veremos
más de estos temas en el cuadernillo 2 ¿Qué es el racismo y cómo se manifesta?

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El enfoque actual: la variación biocultural humana

En la primera parte de este cuadernillo explicamos que todos los seres humanos per-
tenecemos a la misma especie, es decir, todos y todas somos Homo sapiens. Dejamos
claro que las “razas humanas” no existen y que, coloquialmente, podemos hablar de
razas de animales. También hablamos de uno de los descubrimientos más importan-
tes de los últimos 20 años: el mapeo del adn humano y que este importante estudio
concluyó que nuestras diferencias se encuentran solamente en el 0.1% de nuestro
adn. Asimismo, analizamos el porqué de las diferencias en los tonos de piel y las
facciones que existen en nuestra especie.
Para hablar de las diferencias entre los seres humanos y no hablar de “razas” (pues
no existen y la palabra puede tener connotaciones negativas que inferiorizan a mu-
chos seres humanos), algunos científcos han propuesto hablar de variación biológica
humana (Vergara y Juárez, 2018). Las variaciones biológicas humanas son entonces
las diferencias físicas entre los seres humanos.
Como señalamos páginas atrás, la especie Homo sapiens se originó en el con-
tinente africano. Nuestros ancestros migraron hacia todos los rincones del mundo
poblando diferentes territorios y fundando sociedades muy diversas; sus cuerpos se
adaptaron al clima, al medio ambiente y a vivir con los recursos naturales disponibles,
cambiando así no sólo su color de piel sino también muchos de sus rasgos fsionómi-
cos como la complexión, la forma de la cara, los ojos, la nariz y la boca. A esta capa-
cidad biológica las y los científcos le llaman plasticidad fenotípica. Por supuesto, estos
rasgos se transmitieron hereditariamente para garantizar la continua adaptación de
las nuevas generaciones al entorno, de manera que las personas que vivían en lugares
similares comenzaron a parecerse más entre sí y a mostrar marcadas diferencias en su
aspecto con grupos que habitaban otras regiones.
Los seres humanos también se adaptaron culturalmente a los diversos entornos
mediante formas particulares de comunicarse entre ellos, de vivir, trabajar, explotar

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¿Existen las “razas humanas”?

y cuidar de la naturaleza, intercambiar bienes, comer, etcétera. Sumando las adap-


taciones físicas y las creaciones culturales, podemos explicar la gran diversidad de
personas que hoy conocemos. A esto se le llama variación bio-cultural humana, y es
el concepto más acertado y aceptado por la ciencia para trascender la clásica idea de
“razas humanas” (Vergara y Juárez, 2018).

Inuits canadienses

Imagen 12. Familia de inuits. Un ejemplo claro de las interrelaciones entre lo biológico y lo cultural para
la adaptación a un medio ambiente extremo.

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Lo que oímos en la vida cotidiana

Muchas veces en conversaciones casuales o en los medios de comunicación hemos


escuchado que las personas “negras” son mejores corriendo o jugando basquetbol.
También, que las asiáticas son mejores en las matemáticas y que las personas de
origen europeo son más inteligentes y mejores en la ciencia y la flosofía. Bueno,
para empezar, hay millones de personas “negras” que no son buenas para correr ni
en deportes, millones de asiáticas que no son buenas en matemáticas y millones de
europeas que no saben nada de ciencia y flosofía. Las capacidades, habilidades y cua-
lidades de una persona están muy condicionadas por el entorno en el que nacieron
y fueron criadas, las costumbres de su grupo y los recursos que tenían disponibles
durante su desarrollo.

Imagen 13. El rapero estadunidense Eminem y el golfsta Tiger Woods. Pruebas de que los estereotipos
no se corresponden con la realidad y de que no hay grupos humanos que tengan habilidades particulares
diferenciadas.

Seguro que ustedes han escuchado la pregunta: ¿qué pasa con dos hermanos
gemelos idénticos que son separados al nacer y criados en diferentes sociedades?
¿Tendrán las mismas habilidades? La respuesta es no, porque ni la constitución ge-
nética, ni la apariencia física son los únicos factores que determinan a las personas,

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¿Existen las “razas humanas”?

sino más bien el entorno donde crecen. Podemos pensar en la vida social como una
segunda naturaleza que moldea el cuerpo, los músculos, las habilidades, las aficiones,
gustos e ideales de las personas, tras generaciones de imponerles condiciones de vida
diferenciadas a los diversos grupos de personas.
Durante las Olimpiadas, los comentaristas hacen mucha referencia al alto des-
empeño de las personas “negras” en las pruebas de atletismo, como si la fuerza y
la destreza la obtuvieran de su color de piel. Lo que no comentan es que durante
muchísimos años las personas “negras” tenían prohibido el acceso a ciertos espacios,
como las piscinas, las canchas de tenis o los clubes de golf. Su ausencia en ciertos de-
portes no se debía a la falta de habilidad, sino a la falta de acceso. Hombres y mujeres
de cualquier color, con una constitución física adecuada y una intensa preparación
pueden llegar a ser campeonas o campeones olímpicos en cualquier deporte, y las
facciones y el color de la piel nada tienen que ver en ello.

Recapitulación
La ciencia genética ha demostrado que los seres humanos somos idénticos en un
99.9% y que, biológicamente hablando, no existen las “razas humanas”. En el 0.1% de
nuestros genes se alojan las diferencias biológicas y hereditarias que introducen algu-
nas distinciones entre nosotros: la variación de nuestras características externas, pero
también la propensión que tienen algunos grupos humanos a contraer enfermedades
congénitas como la diabetes, el alzheimer, la hemoflia, entre otras. Es por esto que es
importante que la medicina y la genética sigan estudiando las particularidades de las
personas que residen en este 0.1% de nuestro genoma a fn de poder así desarrollar
tratamientos y medicamentos para atender en forma específca a las poblaciones.
Si bien hoy sabemos sobre esta realidad genética que compartimos todas las per-
sonas, la noción de “razas humanas” se aplicó desde fnales del siglo xviii usando las

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Reflexiones didácticas en torno al racismo y a la xenofobia en México

características fsonómicas como color de piel o el tamaño de los cráneos, entre otras,
para crear clasifcaciones —raza blanca o caucásica, negra o africana, roja o amerin-
dia— y establecer jerarquías de inferioridad-superioridad entre estos grupos. Durante
todo el siglo xix y también el xx, estas ideas sirvieron de justifcación científca para la
explotación, comercialización y exterminio de grupos humanos que desde antes ya eran
considerados y tratados como inferiores, tal fue el caso de los africanos y los indígenas.
Estas ideas sobre las “razas humanas” que asocian el color de piel y otros rasgos
fsionómicos como la forma de la cara, nariz y ojos, textura del cabello, estatura y
complexión de las personas con sus habilidades, capacidades, tendencias morales
y espirituales perviven hasta hoy y se expresan en estereotipos, prejuicios, discursos y
actos racistas que vulneran la integridad y los derechos de grupos racializados e infe-
riorizados históricamente y que afectan la convivencia de la sociedad en su conjunto,
como lo veremos en el cuadernillo 2 ¿Qué es el racismo y cómo se manifesta?
Los seres humanos no nos dividimos en “razas”, según el color de nuestra piel. El
tono de la piel —así como otros rasgos fsionómicos— sólo hablan de la adaptación
de los cuerpos de los diversos grupos humanos al entorno y a las condiciones ambien-
tales a través de cientos de miles de años.
Los seres humanos somos muy diversos, tanto si notamos las diferencias en la
apariencia, gustos y aptitudes entre las personas singulares como si observamos la di-
versidad de culturas, lenguas y formas de vida entre los grupos humanos del planeta.
Esta diversidad se explica por la variación bio-cultural humana, que es la suma de las
adaptaciones físicas y las creaciones culturales de los humanos en entornos diferentes
y cambiantes a lo largo de la historia. El concepto de variación bio-cultural humana
explica nuestras diferencias, pero no construye jerarquías de superior-inferior entre
las personas, grupos sociales y naciones, como sí puede suceder con el concepto de
“raza”. Por ello consideramos importante dejar de usar la palabra raza para hablar
de las diferencias entre personas. Pensamos esto porque el término tiene una historia
llena de dolor, explotación e injusticia, y porque en muchos casos no hace sino pro-
longar la creencia de que existen razas superiores a otras.
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Actividades

Actividad 1

• Mírate en un espejo y observa cuál es el color de la piel de tu rostro; anótalo.


• Ahora mira tus antebrazos y observa cuál es el color de piel de esta parte
del cuerpo; anótalo.
• Ahora pídele a un amigo/a que te observe y te diga cuál cree que es el color
de piel de tu cara y antebrazos; anota sus respuestas.

Refexiona:
• ¿El color de la piel que observaste en tu rostro y antebrazos y el que
identifcó la otra persona es el mismo? Sí, no, y ¿por qué?
• ¿El color de piel que dices tener en cara y antebrazos defne, según tú,
tus habilidades, capacidades, gustos y personalidad?
• ¿El color de piel que tu amigo/a dice que tienes en cara y antebrazos defne,
según tu amigo/a, tus habilidades, capacidades, gustos y personalidad?

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Reflexiones didácticas en torno al racismo y a la xenofobia en México

Actividad 2

Pon atención a lo que las personas a tu alrededor dicen cuando hablan de “razas
humanas”, tanto en la escuela, en los libros, en los medios de comunicación y en las
redes sociales, así como entre tu familia y amigas/os. Pregunta a algunas personas qué
son las “razas humanas”. Toma nota de todo esto y refexiona acerca de lo siguiente:

• ¿Qué dice la gente cuando habla de “razas humanas”?


• ¿Estas ideas están de acuerdo con lo que hemos visto que dicen actualmente
las ciencias biológicas y sociales sobre las “razas humanas”?
• Si te preguntan ahora, después de lo que has leído en este cuadernillo, acerca
de si todas las personas de piel negra pertenecen a una sola “raza”, la “raza
negra”, ¿qué responderías? Argumenta tu respuesta.
• ¿Qué tanto ha cambiado tu propia idea de la “raza humana” después de lo
que aprendiste en este cuadernillo?

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Créditos de las imágenes
IMAGEN 1. Elaboración propia.
IMAGEN 2. Iturralde y Velásquez (2012).
IMAGEN 3. Sswe.media (2019). Día del comercio de esclavos y su abolición: la Re-
volución haitiana. <http://sswe.media/dia-del-comercio-de-esclavos-y-su-
abolicion/>.
IMAGEN 4. Britannica.com. (2020). Systema Naturae. <https://www.britannica.com/
biography/Carolus-Linnaeus>.
IMAGEN 5. Post-what.com (2020). Incomplete timeline of human classification.
<http://post-what.com/1779/01/1779-five-races-johann-friendrich-
blumenbach/>.
IMAGEN 6. Aeropinakes.com (2020). La edad de oro de la craneometría. <https://
aeropinakes.com/wordpress/1854/02/14/la-edad-de-oro-de-la-craneometria/>.
IMAGEN 7. In.ewu.edu (2019). Racist skull diagram. <https://in.ewu.edu/engl201-
13/wp-content/uploads/sites/189/2019/05/racist-skull-diagram.jpg>.
IMAGEN 8. González Ponce, Citlalli (2018). Tres instantáneas de la relación entre fo-
tografía científica y antropología en México. Encartes, 1(2), dossier. <https://
encartesantropologicos.mx/fotografia-antropologia-mexico/>.
IMAGEN 9. Carrillo Trueba, César (2009). El racismo en México. Una visión sintética. Mé-
xico: Conaculta.
IMAGEN 10. Youtube.com (2015). “The black man burden” by H. T. Johnson. <https://
www.youtube.com/watch?v=_1lapaBVBsY>.
IMAGEN 11. Okdiario.com (2016). Qué son y cómo se producen las pecas. <https://
okdiario.com/curiosidades/que-son-como-producen-pecas-543053>.
IMAGEN 12. Commons.wikipedia.org (2005). Eskimo family. <https://commons.
wikimedia.org/wiki/File:Eskimo_Family_NGM-v31-p564.jpg>.
IMAGEN 13. Twitter.com (2020). @MainlyEminem. <https://twitter.com/
mainlyeminem/status/1235203270576148481>.

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Créditos de detalles de imágenes
utilizadas en portada y contraportada

IMAGEN 1. Elaboración propia.


IMAGEN 2. Iturralde y Velásquez (2012).
IMAGEN 3. Sswe.media (2019). Día del comercio de esclavos y su abolición: la Re-
volución haitiana. <http://sswe.media/dia-del-comercio-de-esclavos-y-su-
abolicion/>.
IMAGEN 4. Britannica.com. (2020). Systema Naturae. <https://www.britannica.com/
biography/Carolus-Linnaeus>.
IMAGEN 5. Post-what.com (2020). Incomplete timeline of human classification.
<http://post-what.com/1779/01/1779-five-races-johann-friendrich-
blumenbach/>.
IMAGEN 7. In.ewu.edu (2019). Racist skull diagram. <https://in.ewu.edu/engl201-
13/wp-content/uploads/sites/189/2019/05/racist-skull-diagram.jpg>.
IMAGEN 9. Carrillo Trueba, César (2009). El racismo en México. Una visión sintética. Mé-
xico: Conaculta.
IMAGEN 10. Youtube.com (2015). “The black man burden” by H. T. Johnson. <https://
www.youtube.com/watch?v=_1lapaBVBsY>.
GRÁFICA 1. Fuente: Enadis, 2010 (Conapred, 2011).
Refexiones didácticas
en torno al racismo y
a la xenofobia en México
CUAD ERNI LLO 1

¿Existen las
“razas humanas”?

¿Existen las “razas humanas”? Refexiones


didácticas en torno al racismo y a la xenofobia en
México, se terminó de maquetar en diciembre
de 2020 en la Ciudad de México.
Reflexiones didácticas
en torno al racismo y
a la xenofobia en México
C UA DERNI LLO 1

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