El Caso: La Juez de Primera Instancia Declaró Inadmisible El Ofrecimiento de
El Caso: La Juez de Primera Instancia Declaró Inadmisible El Ofrecimiento de
El Caso: La Juez de Primera Instancia Declaró Inadmisible El Ofrecimiento de
Procesal
Revista Civil y Comercial
Número 283
Tribunal T.S.J. En Pleno
Resolución Auto 144
Carátula Pérez Emma Cirila y otro c/ Municipalidad de Mattaldi - Ordinario - Cuerpo de prueba del actor en ‘Pérez Emma
Cirila y otro c/ Municipalidad de Mattaldi’ - Recurso de casación (Expte. nro. 1595655)
Titulo DERECHO PROCESAL. PRUEBA TESTIMONIAL. Recepción fuera del asiento del tribunal. Requisitos de procedencia.
PLAZOS PROCESALES. Plazos perentorios. Derecho a la conclusión del proceso en tiempo razonable.
Descripción
2. Los arts. 291 y 293 del CPCC modifican diversos aspectos que hacen al trámite
“normal” de la prueba testimonial. Por un lado, sientan como regla la comisión de
la diligencia probatoria en cuestión a los órganos jurisdiccionales de la residencia
de los testigos. Por otro, establecen requisitos adicionales a la simple designación
del nombre y domicilio de los testigos (cfr. art. 284 del CPCC), tales como el
acompañamiento de interrogatorio en pliego abierto y la indicación de las personas
autorizadas para intervenir en la tramitación del oficio u exhorto a librarse. El
fundamento de dicho trámite legal diferenciado y de las aludidas exigencias
adicionales, en el caso de que se trate de testigos domiciliados fuera del asiento
del tribunal, radica en el respeto del principio jurídico de bilateralidad o
contradictorio; cuya vigencia se extiende ineludiblemente a todas las etapas que
transita el proceso, en particular y con mayor razón, a aquella tendiente a la
acreditación de los hechos sobre los cuales no hubiere conformidad entre las
partes.
4. Las partes tienen la facultad de requerir que los testigos que residan fuera del
asiento o sede del tribunal pero dentro de la provincia atestigüen ante los estrados
del tribunal interviniente, comprometiéndose a dichos fines al pago de los gastos
que irrogará su traslado hasta el plazo falta de tres días de notificadas (art. 291, in
fine, CPCC).
8. Las normas que fijan plazos perentorios y fatales dentro los cuales las partes
pueden ejercer determinada facultad o carga no se limitan a una mera técnica de
organización, sino que tienen por finalidad y objetivo activar el procedimiento y
asegurar su expeditiva, regular y rápida tramitación; lo que -por cierto- coadyuva a
la conclusión del proceso en tiempo razonable (cfr. art. 39 de la Const. Provincial y
art. 8.1. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, Pacto de San
José de Costa Rica).
9. Los arts. 212, 291 y 293 del CPCC no implican genéricamente un indebido
cercenamiento a la verdad jurídica objetiva, ni -mucho menos- un exceso rigor
formal, en tanto procuran salvaguardar la garantía constitucional de la defensa en
juicio de las personas y el derecho a obtener una pronta decisión judicial,
atendiendo -debida y ecuánimemente- los intereses comprometidos de ambas
partes.
10. Acorde a nuestro ordenamiento jurídico procesal, los jueces en principio tienen
vedado pronunciarse antes de la sentencia, tanto sobre la pertinencia como acerca
de la conducencia o eficacia de los distintos medios probatorios propuestos por las
partes, en el marco de un juicio declarativo (cfr. art. 199 del CPCC). A lo dicho
cabe añadir que, en rigor de verdad, no puede cohonestarse cualquier solución
que dejara librado a la discrecional apreciación de los jueces cuál fuese el tiempo
de demora admisible más allá del legal, pues ello implicaría ineludiblemente que
los efectos de la preclusión, quedasen sujetos a la voluntad arbitraria de aquéllos.
11. Los jueces no deben decidir sobre la conveniencia o acierto del criterio
adoptado por el legislador en el ámbito propio de sus funciones, ni pronunciarse
sobre la oportunidad o discreción en el ejercicio de aquéllas, ni imponer su propio
criterio en torno a cuestiones de eficacia o política judicial. De allí que la mera
discrepancia con la sanción procesal a adoptarse en torno al ofrecimiento
extemporáneamente formulado escape -por regla- a la competencia de los
juzgadores, quienes no pueden a sustituir en su función a los otros poderes del
gobierno.
13. Si bien se admite que se prive de validez a decisiones que sean fruto de un
exceso ritual manifiesto renunciando a la verdad jurídica objetiva, ese estándar
hermenéutico -de raigambre constitucional- lejos está de constituir una excusa
absolutoria de todos y cada uno de los incumplimientos, las negligencias y los
actos defectuosos en que las partes incurran en el proceso, pues debe ser
armonizado con el principio -de igual fuente- de igualdad.
15. La prerrogativa que la ley confiere a las partes para que los testigos
domiciliados fuera de la sede o asiento del tribunal pero dentro de la provincia
atestigüen ante el tribunal interviniente, comprometiéndose a satisfacer los gastos
de traslado, se encuentra condicionada -en principio- a que tal medio probatorio
haya sido previamente admitido por haberse cumplido sus recaudos relativos a la
forma y tiempo de postulación; sin perjuicio de que, por razones de economía
procesal, el proponente ejerza válidamente tal facultad conjuntamente con el
ofrecimiento en término de la prueba testimonial en cuestión.
TSJ, Cba., Auto 144, 27/7/2018, “Pérez Emma Cirila y otro c/ Municipalidad de
Mattaldi - Ordinario - Cuerpo de prueba del actor en ‘Pérez Emma Cirila y otro c/
Municipalidad de Mattaldi’ - Recurso de casación (Expte. nro. 1595655)”.
Y VISTO: …
Y CONSIDERANDO:
II. Ingresando al tratamiento del planteo recursivo concedido por el motivo del inc.
3º del art. 383, CPCC, la unificación requerida para ante esta Sede extraordinaria
impone dilucidar si, habiéndose inadmitido en primera instancia la prueba
testimonial, por tratarse de testigos domiciliados fuera del asiento o sede del
tribunal -aunque dentro de la Provincia- y haber omitido el oferente acompañar el
interrogatorio en pliego abierto e indicar las personas autorizadas para intervenir
en su diligenciamiento (en los términos que prevé el art. 293, CPCC), resulta -o no-
procedente la pretensión que el interesado formalizara restando ya vencido el
plazo fatal establecido en el art. 212 1º párrafo del Rito, en el sentido de que esos
testigos comparezcan ante el tribunal, ofreciendo satisfacer los gastos de traslado
que el juez determine, en ejercicio de la prerrogativa que confiere el segundo
párrafo del art. 291, ib.
III. Constituye lugar común que nuestro ordenamiento jurídico adjetivo establece
distintos recaudos y modos de diligenciamiento de la prueba testimonial, teniendo
en cuenta si las personas que en su mérito deban declarar residen -o no- en el
asiento o sede del tribunal interviniente pero dentro de la Provincia o si, en su
defecto, el lugar de su residencia se encuentra situado fuera de la Provincia o la
República.
Siguiendo este orden de ideas, el art. 291 del CPCC -en lo que aquí interesa-
dispone: “Cuando los testigos residan fuera del asiento o sede del tribunal pero
dentro de la Provincia, se librará oficio al tribunal letrado o de paz de su domicilio
(…) Las partes, dentro del plazo fatal de tres días de notificadas, podrán pedir que
los testigos comparezcan ante el tribunal de la causa, ofreciendo satisfacer los
gastos de traslado que el tribunal determine, sin trámite ni recurso alguno. Estos
gastos podrán ser incluidos en la planilla de costas.”
Dicho marco normativo resulta complementado por lo prescripto en el art. 293 del
mismo cuerpo legal, en cuanto prescribe: “…al ofrecer la testimonial la parte
acompañará el interrogatorio en pliego abierto e indicará los nombres de las
personas autorizadas para intervenir en el trámite del oficio o exhorto. No se
admitirá esta prueba si en el escrito no se cumplieren dichos requisitos.”.
Cabe conceder que, de conformidad a lo prescripto en el citado art. 291 in fine del
CPCC, las partes tienen la facultad de requerir que aquellas personas que habrán
de atestiguar lo hagan ante los estrados del tribunal interviniente,
comprometiéndose a dichos fines al pago de los gastos que irrogará su traslado
“hasta el plazo fatal de tres días de notificadas”.
Ello así, pues mal podría asignarse a aquella prerrogativa virtualidad alguna para
prorrogar -ni menos aún, para hacer renacer- un término fatal ya vencido,
resultando absolutamente inconducente -por lo demás- proponer lugar alguno para
que se rindan testimonios cuya producción no ha sido habilitada en el proceso.
IV. Desde otro costado, la solución no varía por la simple alegación que en el caso
de inadmitirse la recepción de las testimoniales propuestas en dichos términos se
cercenaría la verdad jurídica objetiva, por impedirse el diligenciamiento tales
pruebas pertinentes y conducentes a la solución del litigio.
Es oportuno recordar que las normas que fijan plazos perentorios y fatales dentro
los cuales las partes pueden ejercer determinada facultad o carga no se limitan a
una mera técnica de organización, sino que tienen por finalidad y objetivo activar el
procedimiento y asegurar su expeditiva, regular y rápida tramitación (cfr. Hugo
Ramacciotti, Compendio de derecho procesal civil y comercial de Córdoba, Ed.
Depalma, Bs. As., T. I, p. 349); lo que -por cierto- coadyuva a la conclusión del
proceso en tiempo razonable (cfr. art. 39 de la Const. Provincial y art. 8.1. de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, Pacto de San José de Costa
Rica).
De tal manera, no puede sostenerse que las normas jurídicas bajo la lupa
impliquen genéricamente un indebido cercenamiento a la verdad jurídica objetiva,
ni -mucho menos- un exceso rigor formal, en tanto procuran salvaguardar la
garantía constitucional de la defensa en juicio de las personas y el derecho a
obtener una pronta decisión judicial, atendiendo -debida y ecuánimemente- los
intereses comprometidos de ambas partes.
Por otro lado, tampoco cabría atender al argumento según el cual, al tratarse en
concreto de prueba “importante” para la solución del litigio, corresponde admitir los
testimonios en cuestión, pese a que fueran extemporáneamente ofrecidos. No
debemos olvidar que, acorde a nuestro ordenamiento jurídico procesal, los jueces
en principio tienen vedado pronunciarse antes de la sentencia, tanto sobre la
pertinencia como acerca de la conducencia o eficacia de los distintos medios
probatorios propuestos por las partes, en el marco de un juicio declarativo (cfr. art.
199 del CPCC).
Ello así, desde que los jueces no deben decidir sobre la conveniencia o acierto del
criterio adoptado por el legislador en el ámbito propio de sus funciones, ni
pronunciarse sobre la oportunidad o discreción en el ejercicio de aquéllas, ni
imponer su propio criterio en torno a cuestiones de eficacia o política judicial.
Cabe, en este sentido, recordar que acorde a la máxima romana nemo auditur
propriam turpitudinem allegans no resulta válido alegar, en defensa de sus
derechos, su propia torpeza (cfr. art. 78 in fine del CPCC; art. 387 CCC), no
habiendo en ningún momento los oferentes insinuado -siquiera- que por
circunstancias de fuerza mayor o caso fortuito se encontraban ante la imposibilidad
de ofrecer en tiempo y forma la prueba testimonial de que habrían de valerse.
Es que, si bien se admite que se prive de validez a decisiones que sean fruto de un
exceso ritual manifiesto renunciando a la verdad jurídica objetiva, ese estándar
hermenéutico -de raigambre constitucional- lejos está de constituir una excusa
absolutoria de todos y cada uno de los incumplimientos, las negligencias y los
actos defectuosos en que las partes incurran en el proceso, pues debe ser
armonizado con el principio -de igual fuente- de igualdad (cfr. Fallos 329:838).
La prerrogativa que la ley confiere a las partes para que éstos atestigüen ante el
tribunal interviniente, comprometiéndose a satisfacer los gastos de traslado, se
encuentra condicionada -en principio- a que tal medio probatorio haya sido
previamente admitido por haberse cumplido sus recaudos relativos a la forma y
tiempo de postulación; sin perjuicio de que, por razones de economía procesal, el
proponente ejerza válidamente tal facultad conjuntamente con el ofrecimiento en
término de la prueba testimonial en cuestión.
VIII. A mérito de las reflexiones expuestas hasta aquí, y dado que la doctrina que
emerge del fallo atacado no se ajusta a las consideraciones precedentes,
considero que corresponde hacer lugar al recurso de casación interpuesto por la
demandada, revocándose el resolutorio impugnado, lo que así se decide.
X. A fin de evitar el dispendio de una nueva etapa procesal y atento que las
consideraciones vertidas en acogimiento del planteo casatorio contienen ínsito un
anticipo de la solución asignable al recurso de apelación que deviniera irresoluto a
raíz de la anulación aquí dispuesta, la Sala estima conveniente prescindir del
reenvío y, en uso de la prerrogativa conferida por el art. 390 del CPCC, dejar
definitivamente resuelto el punto en esta misma oportunidad.
Sostiene además que la demora del tribunal en decretar la prueba ofrecida coartó
a su parte la posibilidad de enmendar o completar el ofrecimiento original dentro
del plazo fatal del art. 212 CPCC.
Considera que las circunstancias del caso ameritan una decisión que salvaguarde
los intereses de ambas partes, evitando perjuicios irreparables y atendiendo a la
verdad objetiva de los hechos que aparecen de decisiva relevancia para la justa
composición del litigio.
XI. Las costas de la instancia apelativa, por iguales razones a las antes dadas
(existencia de razón plausible para litigar), se imponen también por el orden
causado.
SE RESUELVE:
I. Hacer lugar al recurso de casación articulado por la demandada (inc. 3°, art. 383,
CPCC) y, en su mérito, revocar el Auto Interlocutorio número ciento cuarenta y seis
de fecha 16 de junio de 2016, dictado por la Cámara de Apelaciones en lo Civil,
Comercial y Contencioso Administrativo de Primera Nominación de la ciudad de
Río Cuarto, de todo en cuanto decide.
II. Rechazar el recurso de apelación impetrado por la parte actora, confirmando los
proveídos de fecha 12/11/2013, 21/11/2013 y 12/12/2013 dictados por la Sra. Juez
de1ª Instancia en lo Civil y Comercial de Huinca Renancó.