1.3 Tarea Ensayo TB Siomara Rivera
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MEDICINA
ASIGNATURA: TUBERCULOSIS
DOCENTE: MUÑIZ SALAZAR RAQUEL
ALUMNO: RIVERA PADILLA SIOMARA
MATRÍCULA: 347273
Esta enfermedad permanece casi indescifrable por la mayor parte de la historia, y fue
gracias a descubrimientos y técnicas modernas que nos permiten describirla ahora con
mayor detalle. Podemos agradecer al médico Rene Laennec, quien elaboró el primer
estetoscopio con el fin de describir las enfermedades torácicas, incluida la tuberculosis, a
Villehim al demostrar su carácter infeccioso y a Robert Koch en marzo de 1882, al describir
al bacilo tuberculoso.
Ya descrita la enfermedad a más detalle, y con descubrimientos consecuentes, la
enfermedad pudo comenzar a tratarse, esto ocurre con mayor fuerza gracias a la creación
de los hospicios y sanatorios a la mitad del siglo XIX. El primero fue en 1859 a las afueras
de la región montañosa de Alemania. Se creía que el aire fresco y la alimentación adecuada
eran particularmente especiales para el remedio y control de la tuberculosis, no solo por que
se procuraba la curación del enfermo sino porque también se podía aislar al enfermo del
resto de la población lo que reducía su contagio.
En México, la tuberculosis comienza a ser estudiada en el siglo XIX, con la instauración del
Museo Anatomopatológico, donde se da inicio al estudio patológico gracias al médico
Rafael Lavista, director del Hospital de San Andres que gestiono este museo ante el
presidente Porfirio Diaz. Con el fin de coleccionar ejemplares de órganos afectados, el
estudio de enfermedades y así formar la patología mexicana, posteriormente el museo se
transformó en el Instituto Patológico Nacional, donde se realizaban estudios de lesiones en
cadáveres, in vivo y se analizaba y aislaba microorganismos. La tuberculosis llegó a
aparecer en la revista quincenal que el museo difunde, causando gran interés entre médicos
y patólogos, también comprobaron la alta frecuencia de esta enfermedad en el Valle de
México. Encontraron que hasta el 32% de las primeras 500 autopsias realizadas
demostraron datos de lesiones por tuberculosis. Gracias a estos hallazgos, se pudo
describir las diferentes formas clínicas de la tuberculosis en estas épocas: la tisis aguda
sofocante, la bronconeumonía y la pleural. El médico, Lavista, concluyó que no todas las
pleuresías eran tuberculosas, aunque eran pocas las variantes observadas en lesiones en
comparación con Europa. También observaron lesiones distintivas, como la presentación de
nódulos, granulaciones y fibrosis, estas se clasificaron en el museo: vulgar, de grandes
cavernas y fibrosas. Con estos descubrimientos, se dieron cuenta que el campo de
investigación para tuberculosis en México era extenso y había un gran camino por recorrer.
Cuando se diagnosticaba la tuberculosis a un paciente, usualmente ya era en estados
avanzados y para esto ya había contagiado a miembros de su núcleo cercano, y tampoco
había medidas de profilaxia adecuadas.
El instituto se encargó de realizar incontables estudios, con el fin de establecer
observaciones clínicas y un gabinete para análisis químicos, estudios microscópicos y de
más, siempre teniendo como objetivo la aplicación de sueroterapia, vacunas curativas y
tratamientos farmacológicos.
Se dieron inicio a tratamientos innovadores para la época en el Hospital San Andrés y en el
país como, por ejemplo, los baños en el aparato de Legay (cámara de enrarecimiento del
aire), que poco a poco fueron siendo desplazados por sus costos, resultados y variantes en
el personal.
En México, y en el mundo, la tuberculosis sigue siendo de las primeras causas de muerte
por agente infeccioso. En nuestro país se tiene una incidencia de más de 19,000 casos por
año y una mortalidad de 2.000 enfermos. La mayor incidencia de estos casos son en los
estados de Baja California, Sonora, Sinaloa, Guerrero y Tamaulipas.
En años recientes, con la pandemia de Covid-19, se encuentra la enfermedad por
tuberculosis un poco más abajo en el contexto de muertes, pues genera menos contagios y
letalidad que el virus SARS CoV-2, tiene mayores periodos de incubación y presenta
localizaciones extrapulmonares con sintomatología inespecífica, por lo que puede
confundirse con otras enfermedades. Los grupos de edad van desde los 20 a 64 años con
mayor contagio, pero esto no excluye otros grupos de edad.
A pesar de que los tratamientos para tuberculosis están disponibles y en su mayoría son
gratuitos en las unidades de salud, y recordando que la enfermedad es curable en el 99%
de los casos, muchos pacientes siguen muriendo a causa de esta infección. Es por esto que
es de vital importancia explicar al paciente que el apego estricto al tiempo del tratamiento,
los medicamentos combinados y el estadio de la enfermedad juegan un rol muy importante
para su control y su curación.
Como con cualquier enfermedad, la educación al paciente es esencial para su mejora
clínica, debemos y tenemos la obligación como médicos de dar todo el conocimiento
posible, veraz y oportuno al enfermo, explicar los pasos de la terapéutica, los tiempos de
tratamiento que son bastante largos en comparación con otras enfermedades, por lo que el
paciente puede cansarse o verse desesperanzado a su mejora. Debemos mostrar
compasión como con cualquier otra enfermedad y apoyarnos de la ayuda multidisciplinaria
que los servicios de salud proporcionan. No obstante, es de vital importancia el seguimiento
de los paciente, el seguir creando ensayos e investigaciones sobre la enfermedad pues aún
queda un largo camino por recorrer y, sin duda, la tuberculosis encontrará la forma de
superarnos en algún momento por lo que debemos seguir preparándonos para esto con el
fin de mantener la salud de la humanidad.
REFERENCIAS:
Espinosa Lopez, Guzman Morales E, Peregrino Rodriguez. (s.f) ‘Tuberculosis, la peste
blanca: historia, literatura, arte y epidemiología’, Prevención Médica y Fomento a la Salud,
páginas 1-14.
Cartes Parra, Juan Carlos. (2013) ‘Breve historia de la tuberculosis’, Revista Médica de
Costa Rica y Centroamérica, vol 605 (núm 145-150), pp 1- 6.
Pérez Cruz, Hayvin y García Silveira, Eberto y Pérez Cruz, Nuvia y Samper Noa, Juan A. y
(2009), "Historia de la lucha antituberculosa." Revista Habanera de Ciencias Médicas, Vol.
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Rakovich G. (2010) Artificial pneumothorax: tapping into a small bit of history. CMAJ., pág
1-3.