COVID
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INTRODUCCIÓN
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La capacidad para controlar la enfermedad influiría en los resultados del
paciente. El objetivo del presente artículo fue analizar cuestiones relacionadas
con las regiones donde las unidades de cuidados críticos tienen la capacidad
de proporcionar ventilación mecánica, reconociendo que esta capacidad no
existe en muchas regiones y en otros podría excederse.
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2. MARCO TEÓRICO
2.1. GENERALIDADES
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El cuidado es el eje de la actividad humana pues todos los individuos se
autocuidan, en algún momento de sus vidas cuidan a otros u otros lo cuidan,
pues esta actitud es parte de las actitudes y valores humanos adquiridos por la
influencia de la tradición cultural de la sociedad, lo que se ha hecho más
vivencial en este periodo donde todos contribuyen a prevenir la infección por el
virus SAR-CoV-2 y a promover, mantener o recuperar su salud.
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objetivos comunes y estandaricen la recopilación de datos a nivel mundial. El
intercambio rápido de China del código genético SARS-CoV-2 tuvo un impacto
inmediato en la identificación de casos, el aislamiento y la propagación del
virus.
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El registro en historia clínica de los valores personales del paciente
permite, en muchas ocasiones, establecer cuál es el dintel de tratamiento que
el paciente aceptaría dentro de las posibilidades terapéuticas que la unidad de
cuidados intensivos ofrece. Ello ayuda a establecer, bien el ingreso o no en la
unidad de cuidados intensivos, o bien, en el caso que esto se produjera, el
máximo nivel terapéutico a que el paciente aceptaría ser sometido. Un análisis
objetivo, experto, y consensuado sobre cuál es pronóstico de la enfermedad en
un paciente concreto ayuda a establecer el beneficio real del ingreso del
paciente en UCI, y a estimar cuál es el impacto sobre la vida futura de la
persona enferma que la unidad de cuidados intensivos le ofrece.
El deber de asistencia que cualquier médico tiene con el paciente obliga
al médico intensivista a prestar no sólo una atención de calidad, sino una
atención continua, continuada, y permanente, dada la fragilidad física y
emocional que el enfermo en situación crítica presenta. Calidad científico-
técnica, ética, y deontología, enmarcan la labor del médico intensivista en la
atención al paciente crítico y grave.
La epidemia producida por el virus COVID-19 está suponiendo un reto
de proporciones gigantescas para los médicos intensivistas. La infección por el
virus COVID-19 es una enfermedad nueva, de reciente aparición, y sobre la
que aún se ciernen múltiples incertidumbres. La alta contagiosidad del virus
COVID-19 es mucho más elevada que la de la mayor parte de las
enfermedades víricas hasta ahora conocidas. La fisiopatología de la infección,
y la especial vulnerabilidad de ciertos grupos etarios le otorga una singularidad
aún no claramente explicada. Actualmente todavía existen dudas e
incertidumbres sobre cuáles son los mejores tratamientos antivirales para la
infección por COVID-19; igualmente existen dudas sobre la utilidad de
determinados fármacos y la oportunidad de su empleo, como por ejemplo el
uso de corticoides en estos pacientes. Solamente algunos medicamentos,
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como la hidrocloroquina, parecen tener un sitio definido en el complejo
farmacológico terapéutico de la enfermedad. Otros puntos de certeza en el
tratamiento de la infección por el virus COVID-19 es la utilidad de la ventilación
mecánica como elemento imprescindible en el soporte respiratorio de los
pacientes que desarrollan insuficiencia respiratoria grave, herramienta
terapéutica que, en muchas ocasiones, define la frontera entre la vida y la
muerte del paciente.
La medicina intensiva requiere no solamente unos dispositivos y
tecnologías complejas, como puedan ser la ventilación mecánica o los sistemas
de monitorización, sino que también precisa de unos profesionales sanitarios,
como son los médicos intensivistas, y los enfermeros de las unidades de
cuidados intensivos, que se convierten en elementos esenciales en la
asistencia el paciente crítico.
La pandemia por el virus COVID-19 ha incrementado significativamente
la demanda de asistencia en unidades de cuidados intensivos. Ello ha supuesto
un reto para los intensivistas, ya que conlleva la atención a pacientes con una
enfermedad en la que aún la medicina con base científica no ha podido mostrar
fehacientemente la utilidad de estrategias terapéuticas. La similitud de las
alteraciones fisiopatológicas que se producen en el paciente con infección por
el virus COVID-19 con otras enfermedades víricas ha hecho que se propongan
diversas opciones de tratamiento para las que aún no existen pruebas de su
eficacia.
La obligación de dar al paciente las mejores opciones de tratamiento,
utilizando medicina con base científica, está suponiendo un reto en la atención
a estos pacientes críticos. Múltiples fármacos y estrategias terapéuticas han
surgido en las últimas semanas como propuestas para la atención de estos
pacientes. Sin embargo, el médico intensivista no debe sucumbir al impacto de
información promisoria, o a la publicación de baja calidad científica, por mucho
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que la presión emocional derivada de la atención a pacientes con infección por
COVID-19 conlleve. El médico de UCI está obligado a realizar un juicio
prudente entre la posibilidad de eficacia de la terapéutica y el riesgo, por
efectos secundarios, o por el coste de oportunidad que puedan tener
determinados tratamientos.
La ingente demanda de atención en unidad de cuidados intensivos a
pacientes con infección por el virus COVID-19 ha sobrepasado todas las
previsiones de los sistemas sanitarios de los países occidentales. No es fácil
poner en funcionamiento, en poco tiempo, nuevas camas de cuidados
intensivos con una dotación tecnológica suficiente; como tampoco lo es el
disponer súbitamente de un número adecuado de profesionales sanitarios
cualificados para el cuidado de pacientes críticos.
Durante esta pandemia, en diversos países, el número de pacientes que
requieren atención en UCI ha sobrepasado al número de camas y
profesionales disponibles para la atención a los mismos. Ello ha supuesto un
nuevo punto de tensión en la aplicación de criterios de ingreso de pacientes en
las unidades de cuidados intensivos.
Es cierto que los médicos intensivistas están habituados a emplear
métodos de valoración ética y clínica tanto al ingreso de los pacientes en las
unidades de cuidados intensivos, como durante todo el proceso de tratamiento
en UCI. La medicina intensiva es una de las especialidades en las que
probablemente mayores reflexiones ético-asistenciales se desarrollan en la
práctica clínica diaria.
Durante esta pandemia con infección por el virus COVID-19 este
ejercicio es aún más intenso, y obliga, como se hace habitualmente, a los
médicos de UCI a un análisis multifactorial en el que se incluyen diversos
aspectos para la valoración del paciente tales como: los valores propios del
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paciente, factores pronósticos, de supervivencia, de estimación de sufrimiento,
etcétera intentando evitar siempre la futilidad. Por ello el médico intensivista, en
un desempeño profesional con implicaciones clínicas, éticas, y deontológicas,
pone, más que nunca, en práctica su cualificación en estos campos. Aunque el
médico intensivista sabe que “no todo lo que en medicina se puede hacer se
debe hacer” el médico intensivista también sabe que “todo lo que en medicina
intensiva se debe hacer se tiene que hacer”.
2.2. DIAGNÓSTICO
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precauciones. Es posible que se requiera un muestreo repetido cuando las
pruebas iniciales sean negativas a pesar de las características clínicas
sospechosas.
Tabla 1: Escala de fragilidad clínica de Rockwood
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epidemia de SARS-CoV-2 (COVID-19) indicados en la 2. Se considerará el
ingreso en la UCI cuando haya un criterio mayor o 3 o más criterios menores.
Prioridad III. Enfermos críticos inestables que tienen una posibilidad reducida
de recuperación debido a una enfermedad subyacente o a la naturaleza de su
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enfermedad aguda. Estos enfermos pueden recibir tratamiento intensivo para
su enfermedad aguda, pero pueden establecerse límites de actuación como no
intubación o no RCP. Ejemplos de esta categoría incluyen a pacientes con
enfermedades neoplásicas metastásicas complicadas con infección,
taponamiento cardiaco u obstrucción de vía aérea.
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En situación de saturación o desbordamiento es necesario priorizar la
atención de los casos potencialmente más recuperables.
Los protocolos de triaje de UCI para pandemias solo deben activarse
cuando los recursos de UCI en una amplia zona geográfica estén o
vayan a estar desbordados a pesar de todos los esfuerzos razonables
para ampliar los recursos u obtener recursos adicionales.
Es imprescindible disponer de guías de adecuación del esfuerzo
terapéutico.
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transparente al paciente si es posible y/o sus familiares, y asegurarse que los
mismos fueron capaces de comprender la información aportada.
1. Establecer un plan terapéutico claro: con objetivos claros y con una
revisión diaria de los resultados. Dada la dinámica de estos pacientes,
las pautas no pueden ser rígidas, por lo que pueden ir modificándose
sobre la marcha.
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actuar sin dilación, aplicando concomitantemente las medidas paliativas
que correspondan.
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2.4. AMPLIACIÓN DE LOS SERVICIOS DE MEDICINA INTENSIVA
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Recomendamos que, si se prevé la saturación del 100% de los servicios
de medicina intensiva, debe considerarse la centralización de los
recursos. Para ello se debería:
Desarrollar un procedimiento de traslado interhospitalario.
Crear en cada comunidad autónoma la figura del coordinador de
pacientes críticos que pueda gestionar de manera integral todas las
camas de críticos de cada comunidad.
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son cruciales. El operador más capacitado disponible debe realizar la tarea con
equipo de protección personal (EPP) completo y la preparación necesaria para
las vías respiratorias difíciles. El número de asistentes debe limitarse para
reducir la exposición. La ventilación con máscara de bolsa, que genera
aerosoles, debe minimizarse mediante una oxigenación previa prolongada.
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usar puntas nasales de alto flujo (PNAF) sobre la oxigenoterapia convencional
y cuando no esté disponible otra opción, por ejemplo, por recursos limitados en
una pandemia. Su uso sólo se realizará siempre y cuando:
1. Se cuente con los equipos de protección personal adecuado.
2. Se tenga la capacitación en el manejo de estos equipos por parte del
personal involucrado.
3. Se pueda reducir al máximo la dispersión generalizada del aire exhalado; de
esta manera, se disminuye el riesgo de transmisión en el aire, siempre que se
cuente con las siguientes medidas:
a. Que se garantice el sellado máximo de la interfaz (cánulas grandes).
b. Que se reduzca el flujo de O2 al mínimo necesario.
c. Que se coloque al paciente un cubrebocas con la cánula de O2, debajo del
mismo.
d. Que haya una ubicación adecuada del paciente, ya sea una habitación con
presión negativa si está disponible o una habitación cerrada.
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aerosolización. En estos casos, la recomendación es que los pacientes
ingresen a una habitación con presión negativa.
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ésta debe verificarse antes de ingresar a la habitación del paciente con COVID-
19. Se deben tener en cuenta los siguientes objetivos en orden prioritario:
• Seguridad del equipo de salud.
• Aislar de manera efectiva al paciente infectado.
• Establecer las técnicas más efectivas al momento de abordar e instrumentar
la vía área.
• Resolver la insuficiencia respiratoria.
• Evitar el contagio a los demás miembros del equipo de salud y a los otros
pacientes
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2.7. OTROS TRATAMIENTOS EN CUIDADOS INTENSIVOS
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(ACE2), un receptor de membrana crucial para la entrada en la célula huésped
que se expresa en el corazón y los pulmones.
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tomografías computadas corre el riesgo de propagar el SARS-CoV-2 y puede
minimizarse con alternativas como la ecografía en el punto de atención.
Es cierto que las terapias para las cuales la eficacia no está respaldada
por pruebas sólidas, ni en COVID-19, ni siquiera en SARS y MERS, se
administran con la esperanza de mejorar los resultados, antes o en paralelo
con los estudios clínicos. Aunque se puede buscar la orientación de expertos
de sociedades locales o internacionales, los pacientes tratados con terapias
experimentales deben inscribirse en un estudio clínico cuando sea posible.
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respiratorios en las infecciones del tracto respiratorio, así como al alto
porcentaje de pacientes graves con diagnóstico de COVID-19 que presentan
fiebre (83- 98%),1,2 el diagnóstico operacional clínico de gravedad, tanto para
influenza AH1N1-pdm 2009 como para SARS CoV2, requiere que se
documente la fiebre.
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En un grupo de pacientes con COVID-19, en 38% se emplean métodos
de contacto de regulación de temperatura con dispositivos de gel transferencia
térmica con protocolo de normotermia, observando control de las temperatura y
menores complicaciones, como temblor e hipopotasemia. Las arritmias
(bradicardia), entre otras, en el grupo de normotermia son menores en
comparación con los pacientes en quienes no se controla la fiebre o se realiza
con otras técnicas.
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La descontaminación de superficies también es clave para la prevención
de infecciones. SARS-CoV-2 persiste en superficies inanimadas como plástico
y acero inoxidable por hasta 72 horas.
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Aunque la evidencia actual apunta a la transmisión de COVID-19 por
gotitas en lugar de a través del aire, las preocupaciones de transmisión
nosocomial en habitaciones compartidas persisten, especialmente cuando se
realizan procedimientos de generación de aerosoles. Las máscaras de oxígeno
con filtros HEPA pueden proporcionar cierta protección para pacientes no
intubados.
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el personal con colegas de otras unidades de cuidados intensivos (UCI) o
incluso áreas ajenas a la UCI. La capacitación de este personal externo en
gestión de cuidados intensivos generales y protocolos específicos COVID-19
es crucial.
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mayores con comorbilidades, concentraciones más altas de dímero D y
proteína C reactiva, y recuentos bajos de linfocitos empeoran.
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siguientes signos y síntomas: tos, fiebre o cefalea, acompañadas de al menos
uno de los siguientes signos o síntomas:
• Disnea (dato de gravedad)
• Artralgias
• Mialgias
• Odinofagia/ardor faríngeo
• Rinorrea
• Conjuntivitis
• Dolor torácico
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Definir y consensuar con la administración el plan de contingencia.
Garantizar la adquisición del material.
Realizar los protocolos necesarios.
Planificar los espacios.
Definir los procedimientos de traslado.
Organizar los equipos del trabajo.
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Debe realizarse en cada centro un plan de modificación asistencial que
incluya la distribución de cargas, las responsabilidades asistenciales y el
horario laboral. Se recomienda la siguiente dotación de médicos intensivistas:
Jornada ordinaria:
Un intensivista por cada 3 pacientes.
Es caso de saturación, pueden incorporarse otros médicos no
intensivistas (incluidos médicos residentes) coordinados por un
intensivista.
Turno de guardia:
Dos intensivistas o un intensivista más un residente de 4. o-5.o año por
cada 12 camas.
Es caso de saturación, pueden incorporarse otros médicos no
intensivistas (incluidos médicos residentes) coordinados por un
intensivista.
Recomendamos:
Establecer un protocolo de traspaso de información.
Evitar contactos estrechos durante el traspaso de información.
Especial cuidado en transmitir el plan terapéutico y la anticipación de
cambios.
Realizar una transmisión estructurada, por ejemplo, mediante SBAR (del
inglés: Situación, Antecedentes, Evaluación y Recomendaciones).
Cumplimentar adecuadamente la historia clínica.
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pacientes ingresados tengan diariamente conocimiento de ello, así como del
momento en que ya no haya casos, sin proporcionar ningún tipo de información
adicional que pudiera atentar contra la intimidad del paciente y su familia.
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En cuanto a la protección respiratoria, hacemos las siguientes
recomendaciones:
Los casos confirmados y en investigación deben llevar, si es posible,
mascarillas quirúrgicas.
Emplear 2 filtros antimicrobianos de alta eficacia (ramas inspiratoria y
espiratoria) en caso de ventilación mecánica invasiva.
Utilizar sistemas de aspiración cerrada.
Para la ventilación no invasiva se recomienda el uso de filtros antivirales
y preferentemente equipos de doble tubuladura.
Evitar la ventilación manual con bolsa mascarilla. Si se realiza, se debe
utilizar un filtro antimicrobiano de alta eficacia.
Evitar la humidificación activa, la aerosolterapia y las desconexiones del
circuito.
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pueden ser reutilizadas por el mismo profesional durante un periodo
máximo de 8h de actividad continua o intermitente. El uso extendido de
la mascarilla puede realizarse si no está manchada ni húmeda.
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movimientos bruscos y bajo la supervisión de un compañero entrenado. Se
recomienda el uso de una lista de comprobación (lista de verificación) de todo
el procedimiento. Se debe realizar lo más apartado posible del paciente. Debe
haber disponible un contenedor grande para desechar los EPI con
desinfectante a base de alcohol para manos y superficies. Puede ser útil
habilitar una sala «sucia» para retirarse el equipo, con espacio suficiente.
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exagerados y tratando pacientes en mucho de los cuales la muerte es el final
esperado, la UCI es el laboratorio ideal para explorar la ética médica actual…”.
La pandemia de Covid-19 es algo intangible, desconocido para la sociedad,
con un comportamiento impredecible y bizarro. A través de los medios circula
información de todo tipo, desde el origen del virus hasta sus características y
tratamiento, sumando muchas incertidumbres y pocas certezas.
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por ende, asegurar la calidad asistencial de las UCI. Para ello, realizamos las
siguientes recomendaciones:
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En el marco de una buena comunicación y de trabajo en equipo, y siempre
respetando las normas de seguridad y protección del equipo sanitario y del
binomio paciente-familia, se recomienda realizar los máximos esfuerzos para:
3. OBJETIVOS
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Contribuir a un mayor conocimiento a través de una revisión bibliográfica
narrativa, para poder reunir las principales aportaciones sobre el desempeño
del médico en el área de los cuidados intensivos hasta la fecha en relación con
la epidemiología, la clínica, el diagnóstico y el manejo de COVID-19.
4. MARCO METODOLÓGICO
4.1. MATERIALES
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Para la elaboración de la presente investigación de tipo análisis
descriptivo se ha realizado una consulta sistemática de referencias
bibliográficas, fuentes electrónicas y especialmente artículos científicos sobre la
enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19). Tomando en cuenta los aportes
más significativos de los trabajos de investigación relacionados con el tema.
4.2. MÉTODOS
5. CONCLUSIÓN
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Los sistemas de atención médica y la sociedad han sido desafiados por
el COVID-19. Prevenir la transmisión y ralentizar la tasa de nuevas infecciones
serían los objetivos principales. La comunidad de cuidados críticos tiene una
enorme experiencia en el tratamiento de infecciones respiratorias agudas
graves cada año. La base para la atención de pacientes gravemente enfermos
con COVID-19 debe basarse en esta base de pruebas y garantizar que el
aprendizaje de cada paciente sirva para ayudar a aquellos que lo seguirán.
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respiratoria, seguir protocolos de intubación y ventilación mecánica y evitar
contagios entre los profesionales de la salud.
6. FUENTES BIBLIOGRAFICAS
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