Monasteria Et Territoria

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EL HBITAT CENOBTICO EN HISPANIA:

ORGANIZACIN Y DEPENDENCIAS DE UN ESPACIO ELITISTA EN LA ANTIGEDAD TARDA Y ALTA EDAD MEDIA (SIGLOS V-X)

X), el oratorium de los solitarios y la ecclesia o templum de los cenobitas, merecen no ya una ponencia, sino todo un Proyecto de Investigacin. Por eso no me voy a ocupar de la iglesia monstica, aunque veremos como - de una u otra manera - esta se convierte en protagonista de la organizacin del espacio monstico y cenobtico hispano. En 1997, siete aos despus de su presentacin en el marco de unas Jornadas Internacionales celebradas en el Ateneo de Madrid, sali a la luz un estudio que - redactado en 1990 - dediqu a la organizacin y dependencias de este espacio (especialmente a partir de las reglas de Isidoro, Fructuoso y Communis). Qu hemos avanzado desde entonces? Nuestro conocimiento de la topografa monstica sigue siendo muy limitado, al menos tanto como el que poseemos de su dependencia ms carismtica, la ecclesia (ADELL RU 1999). No obstante, los descubrimientos efectuados en los ltimos aos comienzan a presentar una serie de espacios arquitectnicos, de edificios y de tendencias organizativos, que hasta ahora slo ramos capaces de recrear a partir de los textos. Lo complejo llega a la hora de su identificacin a la luz de los textos. Y otra vez ms la causa es la heterogeneidad, en este caso de los restos edilicios considerados monsticos, y, adems, la imprecisin en la que se mueven dichos textos. Pero aunque para la comprensin e interpretacin de los restos resulta imprescindible, entiendo, el conocimiento de los textos, tampoco se garantiza as un resultado satisfactorio al cien por cien. Los textos revelan la existencia de un amplio nmero de dependencias cenobticas que, en los ltimos aos, la Arqueologa est tratando de identificar. Pero muy lentamente. Por el momento son superiores, cualitativamente hablando, los datos ofrecidos por las fuentes que los obtenidos por la Arqueologa. Pero entendemos que esta es una situacin pasajera. Es ms, muchos de los colegas que van a intervenir en esta reunin vienen, precisamente, a mostrar esas novedades. Seguro que muchas de las dependencias de las que voy a hablar no son ya, gracias a los ltimos hallazgos, dependencias sin referente arqueolgico. Eso significara que, realmente, algo hemos avanzado. Pero hablemos del tema que nos ha reunido aqu. Cmo era el hbitat de los monachoi hispanos? El ao pasado, en el marco del Seminario anteriormente mencionado, concluamos que tal vez estbamos buscando en una direccin equivocada, al menos cuando tratbamos de identificar o localizar estas estructuras en fechas anteriores a los aos 570-571, momento en el que San Ildefonso de Toledo, en su De viris illustribus, sita la llegada a la pennsula del abad norteafricano Donato, el primero en introducir en Hispania, en el tercer cuarto del siglo VI, la costumbre de aplicar una regla. Y de acuerdo con esta premisa considerbamos el monasterium Servitano, fundado por Donato, uno de los primeros

Artemio Manuel Martnez Tejera Historiador del Arte

INTRODUCCIN
En el verano de 2005 se celebr en Aguilar de Campoo el XIX Seminario de Historia del Monacato, dedicado en esa ocasin a Monjes y monasterios hispanos en la Alta Edad Media. Mis buenos amigos de la Fundacin Santa Mara la Real contaron conmigo para hablar de una cuestin ajena, en gran medida, a mi lnea de investigacin: a hablar de los monasterios rupestres y de su arquitectura. Pues bien, al profundizar en este tema se advierte que nuestros conocimientos al respecto son todava ms limitados que los que poseemos sobre los cenobios y monasterios no rupestres. Y tambin surgieron muchos interrogantes, la mayora de difcil respuesta: Cundo los textos hablan de monasteria y de coenobia debemos entender que hacen alusin a una misma realidad espiritual y material? Hablar de monasterios es lo mismo que hablar de cenobios? El ttulo de mi participacin muestra claramente mi postura al respecto. Pero no es esta la cuestin que voy a abordar, relacionada con mi lnea de investigacin: la arquitectura monstica y cenobtica tardo-antigua y alto-medieval: Cul es el estado actual de nuestros conocimientos respecto a la organizacin y estructura cenobtica? En el marco del mismo seminario un colega arquelogo que lleva muchos ms aos que yo trabajando sobre esta cuestin se lamentaba de lo difcil que resulta hoy en da identificar arqueolgicamente los primeros espacios monsticos de Hispania. Tanto como identificar una iglesia monstica. Y es que su articulacin espacial y funcional responde, en gran medida, a una cuestin de liturgia; y a nadie se le escapa que sobre la liturgia de estos siglos todava falta mucho por decodificar (SCHLUNK 1971. CABALLERO 1988, 41-43. GODOY 1995. BANGO 1997). La ecclesia monstica de este periodo (ss. V-

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cenobios hispanos constituido de acuerdo a una regla, probablemente la de San Agustn (354-430), obispo de Hippona1. Hasta entonces - y salvo algn caso aislado muchos de los monasteria que aparecen en las fuentes no seran, deca entonces, sino sencillos asentamientos para solitarios, eremitorios, o bien lavras (MARTNEZ TEJERA 2006a). De hecho el trmino coenobium lo localizamos por vez primera en De institutione virginum, un texto compuesto por San Leandro unos diez aos despus de la llegada de Donato, hacia el ao 5802. Una mera coincidencia? Segn Puertas Tricas el trmino cenobio se habra empleado preferentemente a partir del siglo VII para designar a los monasterios (IH, 104): No ser que, hasta ese momento y en Hispana, predominaron los asentamientos monsticos y no los cenobticos? Lo que no podemos perder de vista es el hecho de que no muchos aos despus, pero ya en el siglo VII, San Isidoro definir el coenobium como el espacio destinado a un tipo de monje muy concreto, al coenobita, un solitario (monachus) que viva en comunidad, sometido a una regla y a un abad3. La autonoma marc el desarrollo del primer monacato, mucho ms individualista y desorganizado que el desarrollado a partir del modelo de convivencia establecido por el egipcio Pacomio circa 320: el modelo cenobtico. Es decir hasta el primer cuarto del s. IV no aparece el primer cenobio en Oriente, la primera Kainonia, en Tabennesi, fundacin directa de Pacomio. Hasta entonces, hasta el 320, cuando los textos orientales hablan de monasterios lo hacen refirindose a espacios para solitarios, a lo sumo para hacer alusin a las lavras o agrupaciones de eremitas. Solo a partir de entonces el cenobio, la kainonia, ser una realidad material en si misma, aunque no muy distinta de su entorno, no muy distinta de los pueblos y aldeas que la rodean. A partir de los datos ofrecidos por los textos, nuestro paisaje monumental cont con tres tipos de hbitats, de estructuras habitacionales, destinadas a los monjes: la individual o anacortica, la eremtica (la lavra o laura, un espacio para solitarios con ciertos espacios destinados a actividades comunitarias), y, finalmente, la comunitaria o cenobtica; una tipologa que se ha querido personalizar o individualizar en lo
De hecho Eutropio, abad del monasterio Servitano y posteriormente obispo de Valencia, aconsejaba en sus escritos seguir las disciplinas que San Agustn haba dejado in octavo civitatis Dei libro... y lo mismo hizo Juan Casiano en sus Collationes: MADOZ 1942. DOMNGUEZ DEL VAL 1954. MUND 1957, 83-89. CODOER 1964, 152. Disciplinas tan rigurosas propiciaran las protestas de los monjes ante el obispo Pedro de Arcavica y la defensa de Eutropio con su epstola De districtione monachorum, editada por DAZ Y DAZ 1958a: T. I, 20-35. LINAGE CONDE, 1972c. 2 RMEV, Tt. XXVI, 67-68: "Se debe huir de la vida individual". 3 DEO XVI, n 4, Libro II, Cap. IX. ETY, Libro XV, 4-5, 238-239.
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organizativo: la victoriana, la isidoriana y la fructuosiana (CABALLERO ZOREDA 1980). Y no hay duda de que estos dos tipos de hbitats (monstico y cenobtico) coexistieron a lo largo del periodo que nos ocupa; para la poca tardo-antigua contamos con el canon X del II Concilio de Sevilla (619), en el que los obispos bticos solicitaban que no se destruyeran cenobios y monasterios, tanto los antiguos como los recientemente creados4. Este texto no solo constata la existencia de distintos tipos de espacios monsticos, de espacios con un carcter restringido y elitista - pues no en vano el monje vive separado de la masa social para vivir una relacin privilegiada con Dios (LE GOFF 1990, 12) - sino que, adems, certifica la existencia de actividad constructiva en el mbito monstico en el primer cuarto del siglo VII. Y para la Alta Edad Media contamos con un testimonio del s. X ligado a una de las figuras eclesisticas ms carismticas de aquellos momentos, San Genadio, que dijo de l, en el 937, su sucesor en la silla episcopal de Astorga - no solo construy monasterios sino que tambin edific cenobios y eremitorios5. Un espacio, el cenobtico, habitado por cenobitas sujetos a una regla (o a varias, al Codex Regularum o Geronticon, como lo llam San Braulio)6, y a una autoridad, a un abad, que se organiza y desarrolla, en nuestra opinin, al menos desde el ltimo tercio del siglo VI, pero que se consolida ya en el siglo VII, como ha constatado Pablo de la Cruz, momento en el que el movimiento monstico adquiere un cierto prestigio e inicia su proceso de normalizacin (DAZ MARTNEZ 2006, 11). Un proceso que se torna complejo por la existencia, dentro del movimiento, de "subculturas", de interpretaciones personalistas de los textos sujetas, adems, a las realidades locales y con una fuerte impronta regional (CABALLERO 1974, CERRILLO 1985, MARTNEZ TEJERA 1997). Impronta que perdurar en un monaquismo hispano, el de los siglos VIII al X, que en ocasiones - como en el caso del territorio leons, donde adquiere un papel protagonista en la reorganizacin polticoadministrativa de los territoria -, conservar muchos de los rasgos propios del movimiento en sus orgenes (especialmente marginalidad y carcter rupturista), sobre todo en los territorios dominados por el Islam y por cuestiones obvias: all los monjes de Hispania cambian de status jurdico y pasan a formar parte de la gente del pacto o gente de la clientela, pasan al status de dhimm. Sabemos cmo fueron los cenobios dhimms? Desde el punto de vista material no, ya que aunque existen indicios de la ubicacin de alguno de ellos estos no han sido objeto de indagacin
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CVH, 169-170. IH, 103. Dotacin del monasterio de Santiago: PALOMEQUE TORRES 1966, T. II: Apndice III, 462-463. 6 Que encontramos en el cdice miscelneo de la Seo de Urgel, un cdice de marcado contenido monstico realizado en el 928: DAZ Y DAZ 1995, 127-129.

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arqueolgica en profundidad (MARTNEZ TEJERA 2003). Por lo general los textos - incluidas las regulae o cdigos de vida social comunitaria - presentan un contenido casi siempre parco en noticias si de lo que se trata es de averiguar la estructura fsica, la tipologa y el uso de las distintas estancias o dependencias que conforman el hbitat cenobtico. No obstante estas, las reglas, aportarn datos ciertamente interesantes, y tambin la documentacin conciliar (MARTNEZ TEJERA 1997): la Regula Magistri ad Monachos (primer cuarto del s. VI), para algunos la regla que, segn San Isidoro, compuso el tambin cronista Juan de Biclara (PENCO 1956); el De institutione virginum o Libro de la educacin de las Vrgenes y del desprecio del Mundo, obra de San Leandro (circa 580); la Regula monachorum de San Isidoro, 1 mitad del siglo VII (615-619); la Regula monachorum de San Fructuoso, 1 mitad del siglo VII (circa 646); la Regula Consensoria Monachorum, texto de poca goda (675) con influencias fructuosianas al parecer destinado a regular las actividades de centros cenobticos localizados en zonas de conflicto, tal vez espacios fronterizos expuestos a constantes e innumerables peligros (BRUYNE 1908); la Regula Communis, 2 mitad del siglo VII (circa 656); la annima Regula Cuiusdem Patris ad Virginis, recogida en el Codex Regularum elaborado por Benito de Aniano en el s. IX (HOLSTENIO 1661, T.I: 393-404) basada en las reglas benedictina y columbanista; la Regula Sanctorum Paulus et Stephanus (ltimo cuarto del siglo VIII), probablemente redactada durante los primeros balbuceos de la monarqua asturiana, otro texto annimo en el que se amonesta (admonenda) y exhorta a los monjes - que vivan de su trabajo en el campo - a observar las "Reglas de los Santos Padres" y siguiendo a San Agustn - a cantar aquello que estaba escrito (HOLSTENIO 1661, T. II: 138-144); el Liber secundum de uitis patrum originem irae (930-940), un texto de clara orientacin monstica en el que se entremezclan preguntas y respuestas y que fue manejado, al parecer, por Paulo lvaro de Crdoba (DAZ Y DAZ 1995, 51, nota n 132). Etc, etc.

ecclesiasticis oficiis), diferenci desde el punto de vista etimolgico los dos trminos que ms aparecen en las fuentes para designar el hbitat de los monjes (monasterium y coenobium)7. No obstante, no se puede poner en duda de que el trmino monasterium es el que posee una mayor antigedad. Pero insistimos que todo parece apuntar que con esta denominacin se hizo alusin, en muchos casos, a un espacio anacoretico o eremtico. Y con este sentido lo utiliz, en la segunda dcada del siglo V, el monje Frontn, aquel que se construy (para l mismo) en Tarraco (probablemente en el suburbium), un monasterio (mihi monasterium instruxi)8, una celda en la que viva apartado, es decir, en el sentido etimolgico de espacio para solitario (ARCE MARTNEZ 2005, 224 y nota n 49. MARTNEZ TEJERA 2006b, 126). Y tampoco podemos dudar de su pervivencia en la Alta Edad Media; los testimonios literarios son abundantsimos y su presencia en la documentacin altomedieval ser constante. Un uso mucho ms tardo y espordico, casi anecdtico, tuvo sin embarglo la expresin monasteriolum, diminutivo de monasterium que aparece ligado a la decania (doc. ao 943)9. En cuanto al trmino coenobium decir que mayoritariamente se emplear para identificar el conjunto de edificios que albergaba a la comunidad de cenobitas y que tiene una aplicacin ms tarda, a mediados del siglo V10 (550) o en el ltimo cuarto del s. VI (580). Un trmino que tambin se utiliz a la hora de hablar de las comunidades dplices, al menos en el s. IX11. Como se puede apreciar, siempre haciendo referencia al conjunto de edificios, aunque eso s con mucha menor frecuencia (entre los ss. VI-X) que monasterium (IH, 104). Pero este tipo de hbitat religioso recibi otras muchas denominaciones, algunas de ellas carentes, en principio, de cualquier connotacin religiosa. Uno de estos trminos fue atrium, que utilizado de manera
En sentido estricto, monasterium (del griego monos, "solo", y sterion, "residencia") es la habitacin de un solitario (solitari habitatio), el lugar habitado por un monachus, por un solitario anacoreta (anachoretes, el que vive aparte) o ermitao (eremos, el que vive en el desierto) mientras que coenobium es el espacio destinado para un tipo de monje muy concreto: el cenobita, aquel solitario que vive en comunidad (koinos = comn y bios = vida), bajo una regla y un abad: DEO XVI, n 4, Libro II, Cap. IX. ETY, Libro XV, 4-5, 238-239. 8 Epistula 11. 9 in monasteriolo ubi uestra est decania: MARTNEZ TEJERA (indito): T. III, 81. 10 Si es que se acepta la cronologa del epgrafe que recoge la fundacin, en el 550 y no lejos de Tarraco, de un monasterio por el obispo Sergio: MARTNEZ TEJERA 1997, 119. 11 Cuyo origen ya estudiaron BATESON, 1899 y ORLANDIS, 1955 y 1960.
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1. EL HBITAT CENOBTICO: TERMINOLOGA


A lo largo del periodo del que nos vamos a ocupar en los textos encontramos una serie de trminos (algunos de ellos helenismos) que por lo general suelen emplearse de manera indistinta a la hora de hacer alusin al espacio o marco fsico, al hbitat, en el que el cenobita desarrolla a diario su espiritualidad (IH, 104 y 128). Desde finales del siglo IV hasta finales del siglo X, el espacio del monje recibi al menos 9 denominaciones distintas en los textos y documentos hispanos Pero no siempre fue as, ya que en el s. VII Isidoro de Sevilla (tanto en De Origine como en De

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muy espordica se emplear en el sentido metonmico de hbitat comunitario en varios documentos altomedievales del primer cuarto del s. IX y de la segunda mitad del siglo X con el fin de identificar el lugar de habitacin de varios monjes (MARTNEZ TEJERA 1993). Un uso menos espordico tuvo, sin embargo, cella, tanto para referirse tanto al cenobio en su conjunto como a alguno de sus edificios o dependencias, al menos en los siglos VI y VII, incluso a los lugares de habitacin anexos a determinados edificios, como ocurre en Santa Eulalia de Mrida12. Parece ser que nicamente a partir del s. VII se utilizar como sinnimo de hbitat comunitario, pero tampoco en excesivas ocasiones; otro tema muy distinto ser el de su significacin en cuanto a espacio para solitarios, pues tambin era el hbitat comn de aquellos falsos monjes vagi (o errantes) e inclusi, contra los que arremeti tambin el VII concilio de Toledo del 646 (canon V)13. Recordemos que en palabras de San Isidoro los falsos monjes no eran otros que aquellos que se construan para ellos una celda, una cellula (IH, 99). Una cella cenobtica surgida a lo largo de los siglos VII y VIII fue la de Sant Pere de Rodes (FIG. 1), compuesta por una iglesia de una sola nave y tres edificios de planta rectangular, uno de ellos de gran tamao (BOTO 2006, 152) y probablemente dedicado a actividades comunitarias. Ser a partir del s. VII cuando se utilice el trmino domus para identificar las dependencias o edificios que constituan el cenobio (cenobia domorum) o bien a cada uno de los edificios: de hecho domum sorosis fue como denomin San Eulogio, a mediados del siglo IX, al cenobio de Tbanos14. Respecto a su utilizacin espordica en poca altomedieval destacar que su aparicin como sinnimo de hbitat cenobtico o bien para referirse a los edificios o estancias que lo configuran (domus infirmorum o enfermera y thesauri domus o casa del tesoro, en el monasterio de Celanova; etc)15. Habitaculum fue la expresin empleada en el siglo VII por el annimo autor de las Vidas de los Santos Padres de Mrida - para referirse al msero espacio (pero un hbitat comunitario a fin de cuentas) construido en tiempos del monarca Leovigildo por el abad norteafricano Nancto en un desierto situado no lejos de Mrida - y por San Isidoro, que define el cenobio

como el habitculo de muchas personas que viven en comn16. Otra de las expresiones empledas como sinnimo de cenobio fue decania (del trmino latino decanus)17, que en la documentacin altomedieval (860-975) se utiliz tanto como sinnimo de hbitat comunitario como en el de posesin incluida dentro de un monasterio, es decir, el territorio en el que se ubica. Un trmino con el que se design, en la Regula Monachorum de San Isidoro (615-619), el espacio en el que los monjes conviven de 10 en 10 bajo la responsabilidad o supervisin de un decanus18. Una posibilidad de la que tambin se hicieron eco la Regula Fructuosi (646-656) y la Regula Communis (posterior al 656), la primera al ordenar que estuvieran separadas unas de otras, tanto a la hora de la reunin como del trabajo, y prohibiendo a los jvenes las visitas a otro decano sin el permiso del que le corresponde; y la segunda al delimitar las funciones del decano con respecto a los monjes que estn a su cargo, estableciendo que fueran los prepsitos los encargados de indicar el da y lugar en el que los decanos, junto con sus monjes, deban reunirse en un lugar del monasterio19. El hecho de que sea el prepsito del cenobio el encargado de indicar al decano el dia y lugar del monasterio en el que deban reunirse, significa que estas decanas se encontraban bajo la obediencia de un abad y sometidas a regla. Lo que ya resulta ms complejo es definir su materializacin y localizacin, aunque los textos parecen indicar que se tratara de estructuras independientes unas de otras. Distintos conjuntos eclesisticos del s. XI han sido identificados como tales: el Corral del Calvo (FIG.2), San Julin de Aspernella, etc., (GALTIER PAZ 1988). Pero no con una decana tardo-antigua - al menos en el siglo VII - pues esta no se conceba como un espacio para la oracin sino para la habitacin y el trabajo. No obstante, parece ser que en la Alta Edad Media estas decaniae ya se haban convertido en pequeas clulas espirituales, autnomas en su funcionamiento pero dependientes o sujetas a un ncleo cenobtico de mayor envergadura material y espiritual. Sobre lo que no hay duda es que siempre que el trmino decania aparece en documentos que rondan el ao 1000 parece reflejar un nuevo encuadramiento

VSPE, I. IH, 98-99. CVH, 255-256. 14 Tbanos o Tabanense - nombre que tomar de uno de los ms importantes cenobios egipcios del siglo IV -, dplice, familiar y de fundacin privada, como lo fuera tambin el de San Salvador de Peamelaria, en este caso por los padres de la mrtir Pomposa, tal y como nos cuenta Eulogio en los Caps. IX y X del Libro III de su Memoriale Sanctorum: MARTNEZ TEJERA 2003. 15 MARTNEZ TEJERA (indito): T. III, 74.
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VSPE, III: 48 y 92. ETY, XV.4: 238-239. Figura cuya relacin y similitud con la del decano militar (aquel que posea diez soldados bajo su mando) resulta ms que evidente. Se trata de un factor ms a la hora de justificar la concepcin militarista y cuartelaria que San Isidoro tena del monacato como ejrcito, del monje como milites Dei y del monasterio como campamento. Una Regula Monachorum isidoriana en la que est patente el trasfondo del paradigma militar". Incluso "los actos de la comunidad monstica estaran regulados por el toque" (se refiere al signo dato por el que se llamaba a la comunidad para escuchar al abad en conferencia tres veces por semana): GIL FERNNDEZ 1994, 12-13. 18 RMEV, Cap. XIII: 110. 19 Idem, Cap. IV: 144 y Cap. XIII: 194.
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social dependiente del seoro y un acelerado proceso de adscripcin fsica y social de los hombres20. Y si espacios como el del Corral del Calvo podran considerarse espacios cenobticos, Qu hace a este diferente, en cuanto a una supuesta tipologa organizativa, de conjuntos como el de El Bovalar, de finales del siglo V, comienzos del VI? (FIG.3) Fue El Bovalar un cenobio? acaso un cenobio agrcola o un cenobio de peregrinacin? Ya insinuamos dicha posibilidad y propusimos considerarlo un importante centro de evangelizacin del territorium. (LPEZ QUIROGA - MARTNEZ TEJERA 2006, en prensa), que nos encontrbamos ante un cenobio de carcter rural, como puede ser tambin el caso de Santa Luca del Trampal (Alcuescar, Cceres) (CABALLERO 2006, 103 y ss). E idntica pregunta podemos plantear para el conjunto del Parque Central de Tarragona (FIG.4), tal vez el primer conjunto cenobtico (de comienzos del s. V y suburbano), conocido hasta ahora en la pennsula (MAR - LPEZ - TOBAS - PEA - PALAH, 1996. MAR - SALOM 1999. ARBEITER 2003, 190-191. MACIAS MENCHN MUOZ 2005. MARTNEZ TEJERA 2006b, 126. CABALLERO ZOREDA 2006, 101-103. BOTO 2006, 157. LPEZ VILAR 2006). Alguin puede negar que la disposicin espacial de estos conjuntos encuentra un fiel reflejo en la arquitectura monstica oriental de los siglos VVII, en los llamados cenobios agrcolas, del tipo de Ain al-Kanisha, Id Dr y Monte Nebo? (FIGS. 5-7) (HAMARNEH 2003, 195-200)21. El complejo del Parque Central, construido en lo largo del siglo V, a tan solo 200 m. de la necrpolis paleocristiana del Francol ha sido considerado como el primer cenobio - en este caso suburbano, extramuros de la ciudad de Tarragona - localizado en la pennsula (ARBEITER 2003, 190-191. ARIO - DAZ 2003). Y, efectivamente, as puede ser, y as lo hemos mantenido (MARTNEZ TEJERA 2006b, 126). Un espacio con una importante funcin hospitalaria, de asistencia a viajeros y peregrinos, una costumbre que entronca claramente con las races orientales del monasticismo entonces imperante. Su incuestionable significacin funeraria habra que cimentarla sobre la ms que probable presencia de importantes reliquias y de un espacio funerario privilegiado aadido a modo de contrabside, sin olvidar que su interior esta literalmente cubierto de enterramientos. Dos aspectos que encontramos tambin en el martyrium de la necrpolis paleocristiana de Tarraco (FIG. 8), aquel que pudo haber conocido el poeta Prudencio (RECIO VEGANZONES 1995, 1143-1144). Un importante centro de peregrinacin dotado de una baslica y de un
MARTNEZ TEJERA (indito): T. III, 77. 21 El monasterio agrcola no es sino un tipo de localidad agrcola que surge a la sombra de una villa; su localizacin, a distancia de los centros habitados, habla claramente de espacios autnomos.
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atrium a sus pies, al que se adosan una serie de habitaciones, adems de toda una serie de dependencias de carcter agrcola (entre otras una prensa). Una disposicin muy similar presenta el conjunto de Es Cap del Port, otro importante centro de peregrinacin, ya en el siglo V, dotado de baptisterium. Podra tratarse el conjunto de Fornells de un cenobio? Se ha insinuado que se trata de un cenobio seguidor de la Regula Communis por el hecho de que su iglesia consta de una nica nave (CABALLERO 2006, 103-106). Nosotros simplemente nos atrevemos a recordar otros factores, menos espirituales y ms mundanos, que tambin influyen a la hora de una mayor o menor monumentalidad de los edificios: los financieros y el nmero de monjes y siervos que forman la comunidad. Y esta ltima, en la Hispania altomedieval de los ss. IX y X, parece ser que nunca fue excesivamente numerosa22. Y para concluir habra que recordar los trminos Ascysterium y Locus, el primero utilizado a mediados del siglo IX por el cordobs Eulogio para denominar a todos los cenobios ubicados en las cercanas de Crdoba, incluso a alguno de los que visit en el viaje que le condujo hasta los Pirineos23 y el segundo un trmino que por lo general refleja un grado de habitabilidad previo a la constitucin de la aldea y de una modalidad de ocupacin menos formalizada que esta ltima (VZQUEZ 1999, 361-364).

2. EL HBITAT CENOBTICO: ORGANIZACIN Y DEPENDENCIAS


Ser pues el influjo o concepcin asctica predominante entre nuestros monjes y obispos lo que en gran medida condicione y singularize la topografa organizativa cenobtica. La diversidad espiritual imperante a lo largo de estos siglos trajo consigo distintas maneras de entender o interpretar la cotidianeidad de la vida en comn, de organizar y distribuir edificios y estancias, al fin y al cabo, de organizar el marco material en el que el monje iba a desarrollar a diario su espiritualidad. Una distribucin y organizacin de espacios que depender de mltiples factores: la norma o normas que rigen la comunidad, el nmero de monjes que la componen, la actividad econmica predominante, su ubicacin geo-topogrfica (urbano, rural, en el interior, en la costa), el tipos de colectividad que lo habita (si es masculino, femenino o dplices, estos ltimos con su origen en el gobierno espiritual y material de los monasterios femeninos por los de varones, una medida adoptada en el II concilio

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Mientras que el cenobio lebaniego de San Martn tena, en el 915, una reducida comunidad de 17 monjes (ISLA 1992, 112), en el 921 el burgals de S. Pedro de Cardea contaba con una comunidad de 204 monjes (UBIETO, 1960: doc. n 211). 23 CSM, T. I: 335. IH, 85.

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de Sevilla de 619, canon II), etc (MARTNEZ TEJERA 1997, 120 y ss.). Por lo que sabemos, a lo largo de la Antigedad Tarda la fundacin de estos centros en ocasiones estuvo limitada por disposiciones cannicas, al menos desde mediados del siglo VI. Ser bastantes aos despus, gracias al canon V del IX Concilio de Toledo (655), cuando conozcamos que la cantidad mxima que el obispo poda destinar a la construccin de una iglesia monasterial no poda superar en ningn caso 1/50 de los bienes de su sede24. Aqu nos encontramos con un gran condicionante constructivo: el econmico. Solo los episcopados ms fuertes econmicamente seran capaces de abordar empresas constructivas de una cierta envergadura. Condicionantes, por un lado, y acondicionamientos, por otro, marcarn los primeros momentos de la vida de un cenobio, pues a la par que la construccin de los edificios cenobticos, si no antes, en nuestra Alta Edad Media se llevaba a cabo el acondicionamiento del terreno, garantizndose as la existencia de espacios cultivables que posibilitasen la subsistencia de la comunidad. Baste recordar como en la restauracin efectuada por el entonces monje Genadio en San Pedro de Montes (895), en el monasterio leons de los Santos Cosme y Damin de Abellar el ao 927 y en el orensano de San Salvador de Celanova a mediados del siglo X. De esta forma se dotaba al conjunto de una serie de espacios que, como complemento a las estancias o edificaciones propiamente monsticas, iban destinados a cubrir las necesidades ms elementales de la comunidad (MARTNEZ TEJERA, 1992 y 1997). Cmo se organizaban nuestros cenobios? Cules eran los edificios, estancias y zonas que componan su estructura material? Qu sabemos desde el punto de vista arqueolgico? Antes de intentar responder a estas cuestiones hay que advertir que muchos de los edificios que componen el organigrama cenobtico ideal que vamos a esbozar, y que como tales aparecern en los textos, no son ni mucho menos, exclusivos de este tipo de hbitat ya que el cenobio no es ms que "una traduccin 'a lo divino' del reino terrestre" (DAZ MARTNEZ 1985, 342). Y una advertencia, en el estado actual de nuestros conocimientos, casi duplican las estancias sealadas por los textos a las identificadas (con mayor o menor duda) arqueolgicamente como monsticas y/o cenobticas. Como tambin superan, cuantitativamente hablando, el nmero de monasterios recogidos por los textos (en mucho mayor nmero para la Alta Edad Media) a los supuestamente exhumados por la Arqueologa o a los parcialmente conservados, que en su totalidad, y siendo muy optimistas, apenas alcanzan la treintena de conjuntos (CABALLERO 2006) (FIG. 9).

San Isidoro - en el captulo primero de su regla monstica - ya describi el espacio habitado por cenobitas como un recinto acotado, dotado de un nico acceso, que garantizaba su mayor fortificacin y defensa (munitio), y de una puerta trasera o postigo para acceder al huerto, este ltimo incluido dentro del recinto claustral con el fin de que los monjes no tuvieran ocasin de vagar por el exterior: (BANGO 1995, 52 y 1999, 12. MARTNEZ TEJERA 1997, 120). Estuvieron los cenobios hispanos altomedievales acotados fsicamente mediante algn tipo de fortificacin permanente? Si, como previamente lo estuvieron los monasterios de la rbita pacomiana (Tabennisi, Fbu, etc.) o los adscritos a la rbita de San Columbano en el siglo VII25. Sobre lo que no cabe duda es de que los cenobios orientales pacomianos fueron los primeros en rodearse por una cerca o muro y lo hicieron con una clara funcin de defensa y proteccin contra el entorno, entonces pagano y hostil26. El cenobio ideal concebido por San Isidoro fue tambin un espacio acotado fsicamente. Es ms, los restos arqueolgicos identificados hasta el momento como monsticos as parecen indicarlo: por ejemplo en Santa Mara de Melque, cuyo muro - erigido en mampostera con mortero de cal - delimita un rectngulo de 650 x 400 m.; en los supuestamente existentes en en Cuarto de En Medio (Salamanca), en donde la cerca o muro delimitara un recinto de aprox. 40 x 30 m.; Fregenal de la Sierra, de 120 x 60m., Los Hitos, sobre una terraza de 60 x 60m., Falperra (Braga, Portugal), Santa Margarida de Ampurias, Bobastro (880-928), etc. (STORCH DE GRACIA 1991 y 1997, 151 y ss. CABALLERO 1988, 32 y ss. CABALLERO - LATORRE - VEAS 1989, 385-386. VELZQUEZ BALMASEDA 2005. CABALLERO 2006, 112 y ss.,) (FIGS. 10-11). El cenobio refleja la solidz de la observancia y defiende al monje del Diablo, su principal enemigo, que segn San Isidoro rondaba a su alrededor como len rugiente con las fauces abiertas queriendo devorarnos27. De ah que en su interior la comunidad disponga de lo necesario para garantizar su autoabastecimiento, la mayor impermeabilidad posible frente al mundo exterior.

2.1 Espacios para la produccin, transformacin y almacenaje

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CVH, 300-301. IH, 127.

Vid. el estudio de Francisco Javier Moreno publicado en este mismo volumen sobre un monacato tan singular como el irlands. 26 Desde un punto de vista simblico incluso el recinto sagrado, al que desde antiguo y sobre la base de un simbolismo primordial y arcaico (el Templo est en la tierra pero no es de la tierra, vigente tambin en el Cristianismo) se le aisl con algn tipo de valla o cerca: RODRGUEZ, I. 1965, 161. 27 RMEV, Cap. I: 91.

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Para garantizar al mximo su autosuficiencia los cenobios se dotaron de una serie de espacios destinados a albergar distintas actividades econmicas, especialmente agrcolas, y espacios con funciones de almacn. Encontramos hasta 18 denominaciones distintas para estas estancias o dependencias (MARTNEZ TEJERA 1997, 121-122). Uno de estos espacios es el Cellarium o Cella, la despensa o almacn cenobtico, al cargo del cellarius; en ella, segn San Isidoro, se recogan los utensilios de uso diario, los servicios de la mesa y lo que haba sobrado de la comida. Una despensa cenobtica que el hispalense sita junto al cenaculum, de modo que por su proximidad se atendieran las mesas sin demora28. Al cellarius, al encargado de la cella, incumban adems continua diciendo Isidoro - otras muchas actividades: la administracin de lo que se guardaba en los horrea, los rebaos de ovejas y las piaras, la lana y el lino, el gobierno de la era, la alimentacin de panaderos, de acmilas, bueyes y aves, la preparacin de calzado y el gobierno de pastores y pescadores29. Un personaje que, tambin segn la Regula Communis, tena a su cargo, adems de la despensa, la alimentacin de los nios, enfermos y peregrinos30. Pero parece ser que los monjes no contaban con un nico almacn o cella: segn la regla isidoriana el cenobio tambin tena otro en la ciudad (in urbem), custodiado por tres monjes, uno anciano y dos jvenes, de vida intachable31 (BANGO 1995, 60 y 1999, 11). Un Cellarium de cuya existencia en Cauliana - un hbitat monstico situado no lejos de Mrida, a unos 12 km., - da cuenta el texto que relata las actividades desarrolladas por los obispos emeritenses a lo largo del siglo VI, concretamente en el captulo dedicado a la muerte de aquel monje glotn que no haca otra cosa que penetrar en dicha estancia a escondidas32. Pero San Isidoro tambin seala en su regla que una de las funciones del cellarius era la administracin de lo que se guarda en el Promtuarium, el espacio en el que se almacenaban los utensilios de uso ms espordico33. De su presencia en el monasterio de Cauliana tambin ha quedado memoria en el texto que acabanos de mencionar, pues tras varios intentos en vano por tratar de corregir la glotonera del monje, el abad orden a aquellos que lo administraban que no le impidieran su acceso a esta dependencia ni a la despensa, pero que
28 Ibidem. Siglos despus, en un monasterio franco (Fontenelle) parece acatarse al pie de la letra la indicacin del hispalense, pues en el s. IX, en tiempos del abad Ansegis (822-833) el refectorio cenobtico fue dividido "en el centro por una pared, levantada de tal forma, que una de las partes se utiliza como refectorio y la otra como cilla": BRAUNFELS 1975, 301. 29 RMEV, Cap. XXI: 120-121. 30 Idem, Cap. VI: 183. 31 Idem, Cap. XXI: 121. 32 VSPE, II, 5-6. 33 ETY, Libro XV, 5: T. II, 240-242. RMEV, Cap. XXI: 120. DU CANGE, T. VI: 529.

estuviera vigilado34. Desde la perspectiva arqueolgica hay que subrayar la relacin que se ha establecido entre el monasterio femenino - regido por monjes y dedicado a San Vicente a mediados del s. VI - que aparece recogido en el epitafio del obispo Justiniano de Valencia y los restos arqueolgicos exhumados en el yacimiento de Punta de L`illa de Cullera, ya desaparecidos (LLOBREGAT 1977. ROSELL 1995, 2000 y 2005, 282-285) (FIG.12). Un yacimiento que en la zona II (alejada de la I, aquella en la que se ha localizado el edificio cultual) muestra un pequeo edificio de nave nica, alargada y difana que se ha identificado como zona de almacenaje por haberse encontrado all gran cantidad de material anfrico con restos de vino y aceite. Atenindonos a los textos aqu presentados creemos que, efectivamente, tal y como se ha indicado, nos encontramos ante un espacio para el almacenaje: nos encontramos ante una cella o cellarium, pero, cenobtico en este caso? Muy probablemente. Un edificio aislado unitario, compartimentado, o una dependencia? Aunque hasta el momento no ha sido posible identificar con total seguridad, y desde el punto de vista material, dependencias de este tipo en los conjuntos cenobticos altomedievales, me gustara plantear la posibilidad de considerar el espacio n 20 del conjunto eclesistico (un cenobio agrcola o una iglesia de peregrinacin?) de Es Cap des Port (Fornells, Menorca) de finales del siglo V, principios del VI, como un Cellarium y no como Apotheca (GODOY 1995, 175 y 2000), pues en l se encontraron restos de jarras, embudos y nforas que hablan de su funcin como almacn de vino o aceite35 (FIG.13). Y con idntica funcin aparecer en texto de Las Vidas de los Santos Padres Emeritenses - y en relacin, nuevamente, con Cauliana - en el sentido de bodega, de almacn de productos manufacturados y transformados; productos entre los que, obviamente, se encontraba el vino36. Mayor complejidad interpretativa presenta una de las zonas excavadas del espacio religioso localizado en Caaveruelas, prov. de Cuenca, en Ercavica, un espacio identificado con el monasterio Servitano, fundado por el norteafricano Donato con el auxilio econmico del alto estamento nobiliario: con la cooperacin de la noble y religiosa Minicea (segn Ildefonso de Toledo: CODOER 1972, 120-123: Cui ab inlustri religiosaque femina Minicea subsidiis ac rerum opibus ministratis, Seruitanum monasterium uisis est construxisse...) (FIG.14). El monasterio Servitano surgi gracias a la generosidad y devocin seglar, por motivos fundamentalmente espirituales: se trata de un "cenobio de patronato", una construccin
VSPE II, 5-6. Ya que como veremos ms adelante en estos almacenes, tipo Apotheca, se guardaban o almacenaban productos sin elaborar, simplemente cosechados o recolectados. 36 VSPE, II, 5-6.
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sobre la que sus fundadores solan conservar ciertas funciones o tareas de inspeccin - especialmente a la hora de controlar correctamente la dote aportada - y que fueron protegidas de las injerencias y abusos episcopales por leyes como la promulgada por Wamba en el 675 (Liber Iudiciorum, IV, 5-6)37. Textos como este reflejan la intervencin de la monarqua y la nobleza en el surgimiento de estos espacios religiosos, dos de los protagonistas sociales que ms activamente participaron en el proceso constructivo y patrocinio de las obras religiosas38, que son prcticamente los mismos que en el resto de occidente y en el mundo oriental, si bien en este ltimo el papel jugado por la clase media es ms relevante, un fenmeno ms acentuado en el mundo griego que en el latino hasta el s. VIII39. Pues bien, en este yacimiento de Caaveruelas se localiza una gran sala rectangular orientada E-O, en principio difana - pero que fue posteriormente compartimentada en dos recintos mediante un muro de mampuesto - en la que se han encontrado restos carbonizados de cestos de esparto conteniendo nueces, trigo, centeno y almendras, junto con utensilios como ruedas de molino (MONC 1986. BARROSO y MORN 1994, 296 y 1996, 170). Nos encontramos, y as se ha indicado, ante un rea utilizada como almacn, en este caso de productos recolectados no transformados y de lquidos. Sin embargo, en un primer momento dicha estancia puede que no fuese la cella o cellarium sino una especie de granero, de horreum o granaria; en nuestra opinin, el paso de cella a promtuarium es decir, de granero o almacn a despensa pudo haber tenido lugar en un segundo momento (s. IX), cuando este edificio se compartiment en dos. De hecho los materiales cermicos encontrados parecen
MARTNEZ DEZ 1991, 572. Contamos con textos de muy diversa procedencia que atestiguan la cooperacin entre el monacato, la nobleza y la monarqua a la hora de emprender la construccin de un cenobio en el siglo VI: el monarca arriano Leovigildo con el ermitao africano Nancto (VSPE, III); el monarca Recaredo, que "ecclesiarum et Monasteriorum condidit et dilator" (Crnica de Juan de Bclara, a. 587: uno de estos monasterios pudo ser el de Riansares, en la prov. de Cuenca: PREZ RAMREZ 1990; las nobles Anduires y Gudiliuva (ss. VIVII): BARROSO - MORN 1996, 183; etc. Fuera de la pennsula contamos con la Capitulare Generale franca (782) para poder atestiguar el importante papel de la nobleza en el surgimiento de nuevos establecimientos monsticos e incluso se ha llegado a hablar de la existencia de monasterios propios durante el reinado de Luis el Piadoso, al menos segn la interpretacin que de las capitulares del 823 hizo FERNNDEZ CONDE 1994: 33 y 38. No obstante no podemos olvidar que el propio Constantino ya "provea de profusas subvenciones, de su propio peculio, a las iglesias de Dios, ampliando y construyendo de nueva planta casas de oracin": Eusebio de Cesarea.., Liber I, 42-2: 185. Para el patrocinio ejercido en Bizancio (ss. IV-VIII) por los emperadores, aristcratas y altos oficiales, clero y pueblo: KITZINGER 1992. 39 LAPIDGE 1992. KITZINGER 1992: 49.
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ofrecer distintos usos y cronologas. No obstante, esta especializacin tampoco tiene por qu ser tan precisa, mxima conociendo la constante plurifuncionalidad a la que suelen estr sujetos los espacios arquitectnicos de este periodo. Pero que duda cabe de que las instalaciones cenobticas de ndole productiva o industrial variaran, respecto a su nmero y funcin, dependiendo de su ubicacin geogrfica. Y as puede ocurrir en el interesante yacimiento de Pla de ses Figueres, en la isla de Cabrera, todava en fase de excavacin (RIERA 2002. RIERA y RIERA 2004 y 2005, 503. RIERA 2005a y 2005b). Un yacimiento monstico-cenobtico, que reconvertira un taller de produccin propia del siglo V destinado a la produccin de porpra, en una factora de salazn circa 550 (FIG. 15), poco despus por tanto de que las Insulae Baleares cayeran bajo la influencia del imperio bizantino (535). Para entonces hacia casi un siglo (455) que las islas se encontraban bajo dominio del reino vndalo norteafricano. Nada conocemos, en cuanto a su materializacin y localizacin, de la cocina cenobtica (coquina), del horno (furnus), ni de otros espacios, en este caso destinados al almacenaje de los instrumentos de trabajo de los monjes (Cubiculum / Armarium / Cella / Artificum oficiniis). Sabemos, eso s, que podan llegar a albergar una serie de arcas o arcones destinados a guardar artculos de muy distinto uso (cdices, membranas, cartas, cortinas, velos, etc.) y que en ellos se custodiaban todas las herramientas y utensilios utilizados por los artfices (BANGO 1995, 60); un espacio que San Isidoro llam Armarium, la regula fructuosiana Cella y la regla de los santos Pablo y Esteban Artificum Oficiniis40; en definitiva, un Armarium comunitario, como se ha sealado recientemente (DAZ MARTNEZ 2006, 13). Y tampoco poseemos referente arqueolgico para un espacio, paradjicamente, muy presente en las fuentes de la poca, el huerto cenobtico (Hortus / Hortulus / Pomerio), pero poco estudiado. Mientras que para San Isidoro lo ms conveniente era que el hortus se encintrase dentro del recinto cenobtico, accedindose a l a travs de una puerta trasera o postigo41 (MARTNEZ TEJERA 1992 y 1997. BANGO 1999, 12), San Fructuoso, sin embargo, situa este espacio fuera del mismo, de manera que a l slo poda acceder el monje por encargo del abad o del prepsito contando con la correspondiente bendicin42. Huerto cuyo cuidado era responsabilidad directa del hortelano (hortulanus): un dato anecdtico, conocemos el nombre de un hortelanus, el del cenobio leons de Abellar (santos Cosme y Damin) en el 977, de nombre Velite (RODRGUEZ FERNNDEZ 1995, 349).
ETY, Libro XV, 5, 4: T. II, 240-241; IH, 85. RMEV, Cap. XI: 150. RSPE, Cap. XVI. 41 RMEV, Cap. I: 91. 42 Idem, Cap. XXII: 161.
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Los textos acreditan su existencia en el monasterio de Cauliana y en el Ruphianense (o de San Pedro de Montes)43. El huerto (hortus, hortulus o Jardn de la Cocina) como espacio dedicado al cultivo de hortalizas (oleribus), legumbres, etc, y destinado a garantizar la supervivencia y las necesidades alimenticias de la comunidad, fue una de las zonas de cultivo ms comunes en los cenobios tardoantiguos y altomedievales hispanos; un espacio que en los primeros momentos poco o nada tuvo de ornamental (MARTNEZ TEJERA 1992). Como hemos dicho, no se si estamos en condiciones de identificar algn hortus cenobtico, pero si se ha constatado la existencia de presas destinadas a riegos y conducciones agrcolas, incluso de espacios cultivables intramuros en el recinto de Santa Mara de Melque, un cenobio erigido a partir de mediados del siglo VII y abandonado en la primera mitad del siglo IX (CABALLERO - LATORRE VEAS 1989, 386. CABALLERO 2006, 101 y 124) (FIG.16). Otra dependencia, estancia o edificio para el almacenaje, en este caso principalmente de grano, es el Horreum, que San Isidoro sita bajo la responsabilidad del cellario. Un espacio, al que tambin denominar Apotheca y Granaria, del tipo Repostaria o Reconditoria, en cuanto que todos ellos son espacios destinados a almacenar los frutos recolectados44. El nico edificio, y de dudosa cronologa altomedieval (ss. VII-XI), identificado con un horreum se encuentra en la pequea localidad navarra de Iratxeta (URANGA GALDIANO - IGUEZ ALMECH, 1973-1974: T. I, 169-172. GARCA - HEREDIA - RIVAS - ORBE 1985, 153-154) (FIGS. 17-19). Un hrreo monstico altomedieval?, un horreum eclesistico?, acaso privado? El edificio, de planta rectangular (5,67 x 8,44 m.), presenta un aparejo que tiende al sillarejo, siendo nicamente en los anguli, en el punto de encuentro de dos paredes, donde se refuerza con sillares dispuestos en hiladas de distinto grosor, caracterstica constructiva que comparte con los edificios altomedievales asturleoneses. Un aparejo que recuerda el empleado en otros edificios cultuales de la zona del Gllego de la misma cronologa: San Pedro de Larrade, San Juan de Busa, etc. Sea como fuere este horreum no aparece ligado documentalmente, ni directa ni indirectamente, a establecimiento monstico o cenobtico altomedieval alguno, aunque si que pudo estar vinculado a la Orden de San Juan de Jerusaln, ya que en esta localidad de Iratxeta se encontraba, en 1252, uno de sus prioratos navarros (GARCA LARRAGUETA 1957, T. I: 165 y T. II: 334-335 y 588-589).

Y tambin contaron los conjuntos cenobticos hispanos de este periodo con un molino o Pistrinum, que, deca San Isidoro, es como si dijramos Pilistrinum porque antiguamente machacaban el grano con un mortero45, o al menos as se desprende de las reglas del Maestro y Communis, esta ltima adems eximiendo del trabajo en l a los ancianos46. Molinos de mano se han localizado en el interior del recinto salmantino de Cuarto de Enmedio (STORCH DE GRACIA, 1997). Y nuevamente tenemos que hablar de El Bovalar, pues entre el conjunto de estructuras habitacionales que se adosan al costado sur de la iglesia - identificados como pertenecientes a un pequeo poblamiento rural, de carcter laico - se encontraron los restos de un molino, unos dicen que de aceite, otros que de vid, de uso probablemente comunitario (PALOL I SALELLAS 1989). El molino ya result ser un elemento comunitario indispensable en los cenobios sirios tardoantiguos, como el de Deir Dhs, del siglo VI (FIGS. 20-21), cuya articulacin espacial refleja una organizacin de la vida cenobtica, activa y contemplativa (BISCOP 1997). Pero que duda cabe que una de las despendencias ms genuinamente cenobticas son los obradores o Scriptoria, en estos momentos ligados a personas o instituciones eclesisticas. Nada sabemos de ellos desde la perspectiva arquitectnica o arqueolgica pero s conservamos la imagen de un Scriptorium o Scrinium cenobtico, el de Tbara (GALTIER MART 1987, 277. REGUERAS - GARCA-AREZ 2001) (FIG.22). ste se localiza en una estancia del piso superior de un edificio que aparece adosado a la derecha de la torre; posee techumbre inclinada, a una sola vertiente, y cubierta de tejas (es decir, nos encontramos ante lo que los documentos del s. X denominaron edificios teliatos: SNCHEZALBORNOZ 1965, 121-122), y se articula en dos alturas, con dos estancias cada una; concretamente aquella en la que trabajaban los escribas o copistas Emeterio y Seor parece ser que contaba con armadura de madera. En la otra estancia del piso superior un personaje se afana en el proceso de preparacin del pergamino y, tal vez, en poner a punto las tablas para la encuadernacin del manuscrito47. Bajo la habitacin de trabajo aparece una entrada, esbozada por un arco ultrasemicircular, que no permita el acceso directo al scriptorium ya que para alcanzar la planta superior se necesitaba de una escalera de mano o Scala como la que aparece esbozada en la estancia de la planta baja adosada a la torre. Un sistema de comunicacin que se repetir en la torre. Realidad o ficcin? Dudamos que la torre representada hiciera las veces de biblioteca (SANZ
ETY, Libro XV.6: T. II, 242-243. Regula Magistri, Caps. XV y XCV. RMEV, Cap. VIII: 186. 47 Un material, el pergamino, que a menudo escaseaba en los cenobios hispanos de poca goda: RUIZ ASENCIO 2005, 56.
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VSPE II, 5-6. , Item replicatio, 412-413. AHERNE 1949, 149. 44 RMEV, Cap. XXI: 120-121. ETY, Libro XV, 6: T. II, 242.

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FUENTES 1992, 41 y ss.); no encontramos argumentos hispanos para tal ubicacin48. Y tambin faltan argumentos arqueolgicos para considerar la torre de la actual iglesia de Santa Mara de Tbara (prov. de Zamora) como la representada en el beato, perteneciente al Tabarense coenobium) si bien el acceso interior a la misma se efecta por un arco que nos recuerda al de la miniatura (FIG.23). La existencia de estos espacios en cenobios como San Pedro de Montes, San Milln y Albelda (La Rioja); S. Pedro de Cardea, 924 (Burgos), etc, resulta incuestionable y habla de la desahogada situacin econmica que vive el cenobio. Slo falta localizarlos arqueolgicamente.

oratorio, un dormitorio, refectorio y cocina50. Fuera de la peninsula se conoce, concretamente en Roma, la existencia de cenobios dedicados a esta funcin hospitalaria: son los monasterios de caridad o monasteria diaconiae (FERRARI 1957, 355-361) El xenodochium emeritense, situada muy cerca de la va Emerita-Metellinum y a unos escasos 250 m. de la baslica suburbana de Santa Eulalia tendra planta en forma de "T" (FIGS.25-26): los brazos articulados poseeran dos pisos, el inferior de triple nave con arqueras sobre columnas. En el centro del edificio se ubica un espacio absidado recto al exterior y de dos alturas, que pudo haber ejercido como espacio cultual (MATEOS CRUZ 1995), tratndose entonces del precedente hispano de esas capillas con las que en el siglo X contaron determinadas enfermeras monsticas francas (Fleury) en las que se celebraban los maitines y las vsperas adems del oficio de difuntos (NEBBIAIDALLA GUARDA 1994). Respecto a la distribucin en el mismo de los peregrinos y enfermos, nada sabemos. Segn el Cap. LI de la regla oriental de San Pacomio, los hombres y mujeres que visitaban el cenobio se alojaban separados in diversis locis del Xenodochium): ocurrira lo mismo en Mrida?. Una noticia de cierta relevancia relativa a esta dependencia la encontramos en el canon III del tercer concilio de Zaragoza (691), que prohibe a los seglares hospedarse alojarse en el interior del recinto monstico - excepto a aquellos de vida muy probada, pobres o arruinados y siempre a juicio del abad -, sugiriendo que para tal menester se construya una hospedera separada del mismo; hospedera en la que seran recibidos por el abad o algn que otro monje51. La hospedera cenobtica se encontraba, segn San Isidoro, bajo la responsabilidad del portero, que era el encargado de atender a los huspedes52 (MARTNEZ TEJERA 1997, 121). Y a esta dependencia - a la que no da un nombre especfico - destina la regla fructuosiana a los novicios o candidatos durante todo un ao; all acogeran a monjes huspedes, forasteros y enfermos; a los dos primeros ofrecindoles blando lecho, con su lmpara de cama. Atencin a huspedes y viajeros que tambin habran de dispensar aquellos cenobios situados bajo la rbita de la Regla Communis53. Segn la legislacin isidoriana una de las actividades a las que deban dedicarse aquellos que, renunciando al
Estas son las dependencias con las que contaban los xenodochia romanos en los siglos VIII-IX; un espacio distinto a la diaconia, edificio eclesistico destinado a la asistencia pblica de los pobres, situados en zonas generalmente de una gran densidad demogrfica (MENEGHUINI - SANTANGELI 2004, 72 y ss). 51 CVH, 473-476; IH, 127. 52 RMEV, Caps. V y XXI: 120. 53 RMEV, Caps. IX y XX: 149 y 159 y Cap. IX: 188
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2.2 Espacios para la asistencia y el alojamiento Y tambin contaron los cenobios con espacios para la asistencia, con espacios que servan de alojamiento y ofrecan asistencia al peregrino, viajero y visitante, y, obviamente, para el uso exclusivo de los cenobitas. En ocasiones el primero recibi el nombre de Cella peregrinorum; en ella estos descansaban, coman y dorman bajo la atenta vigilancia de dos monjes encargados ex profeso para tal fin; deba encontrarse alejada o separada del resto de las dependencias monsticas, pasando a su servicio los novicios durante los dos primeros meses de su aprendizaje en la profesin monstica (MARTNEZ TEJERA 1997, 121). En el texto de las Vidas de los Santos Padres de Mrida, este edificio asistencial destinado a transentes y enfermos fue erigido, afirman los textos, por el obispo Masona entre los aos 571 y 605: es el Xenodochium o Xenodecheon, un "asilo de peregrinos", de viajeros y extranjeros49; el Pandocheium sirio presente, desde el s. IV, en importantes centros de peregrinacin del macizo calcareo sirio (Zawie, Baqirha, Brad, Keseijbe, Breij, etc), cenobticos o no, un espacio destinado tambin a enfermera y schola rural (FESTUGIRE 1961-1965, T.II: 65. PEA 1985 y 1996, 105 y ss. CASTELLANA 1995) (FIG. 24). Se puede dudar del carcter del xenodochium emeritense, pero no en el sentido de si se trata de un edificio ligado a un conjunto episcopal o cenobtico (CABALLERO 2006, 103); entendemos que tenemos que preguntarnos si se trata de un edificio nacido del evergetismo privado o bien del evergetismo episcopal. Su misin sera garantizar la hospitalidad a los peregrinos que visitaban Mrida, ofrecerles un lecho y alimento, tanto fsico como espiritual y para ello esta dependencia contara, probablemente, con una iglesia u

Una localizacin muy distinta a la que se presenta en el plano de otro conjunto cenobtico (en este caso anterior, de la primera mitad del s. IX, y no hispano) como es el de St. Gall, en el que la bibliotheca se encuentra en el piso superior del edificio que aparece adosado al transepto de la iglesia, mientras que el scriptorium se encuentra en la planta baja, comunicndose con el transepto: MARTNEZ TEJERA 1992. 49 VSPE, V.3. IH, 148. ETY, Libro XV.3: T. II, 236-237.

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siglo, llegaban al cenobio interesados en formar parte de la comunidad (los conversos o candidatos a la vida cenobtica), era la del servicio de la hospitalidad", tarea a la que dedicaran tres meses. Un periodo que ampla notablemente la regla fructuosiana, aunque sin llegar a lo establecido por las reglas y cnones orientales: Fructuoso establece que el converso deba dar pruebas de su buena disposicin permaneciendo primeramente diez das a la puerta del cenobio - siete ms que los establecidos por la Regula Communis para despus encomendarse, durante todo un ao, a un monje anciano espiritual y utilizando mientras tanto como vivienda una sealada en el exterior del cenobio54 (MARTNEZ TEJERA 1997, 121). Un testimonio inequvoco a la hora de situar esta dependencia monstica de cara al exterior: sera el noviciado, el espacio dedicado a los candidatos a la vida cenobtica, uno de aquellos "aposentos exteriores" que, segn Isidoro de Sevilla, habra de custodiar el portero? Casi con toda seguridad (BANGO 1995, 54), tratndose por tanto de un edificio, propiedad del monasterio y a cargo de los monjes; un edificio situado extramuros del recinto claustral (BANGO 1999, 13). El comercio y la hospitalidad son los puntos de contacto del cenobio con la sociedad de su tiempo. Aunque los textos no son muy explcitos a la hora de definir esta dependencia podemos afirmar que en los espacios fructuosianos no se consideraba la posibilidad de largas estancias en sus hospederas, lo que no impide que estuviesen dotadas de una cierta infraestructura (al menos un dormitorio), en cualquier caso menor que la dispuesta por la regla benedictina, que en sus captulos LIII y LVI las muestra dotadas de cocina, refectorio y dormitorio. Se trata por tanto de un edificio con una infraestructura elemental pero suficiente como para garantizar que esos huspedes - que llegaban a todas horas y que nunca faltaban en los monasterios - no interfirieran en el normal discurrir de la vida comunitaria. La hospedera diseada por Fructuoso e Isidoro se encontrara en un "recinto exterior" o segundo recinto que puede que no se encontrase extramuros, como se observa en el cenobio sirio de Deir Turmann (FIG.27) en el que el espacio destinado a los huspedes, el edificio porticado, aparece separado de las dependencias monsticas y cumpliendo otras funciones: enfermera, escuela rural, etc (TCHALENKO 1953, Vol. I, 176 y Vol. II, planos XVI y XLIX). Respecto a los textos cristianos dhimms cabe sealar que en su Memoriale Sanctorum, San Eulogio hace alusin a la posibilidad de hospitium, de alojamiento, en los monasterios de Tbanos y Cuteclara (ARCE SINZ 1992, 165-166), lo que implica la existencia de alguna infraestructura edilicia de este tipo y, muy probablemente, en el Armilatense o de San Zoilo, ya que Armillat era punto de referencia en uno de los
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caminos que unan Crdoba y Toledo (RUIBAL 1989, 17). Contaron los cenobios dhimms con hospedera monstica? Teniendo en cuenta la legislacin musulmana, que obligaba a los cristianos a dar hospedaje gratuito durante 3 das en sus iglesias y monasterios a los peregrinos musulmanes, as debi ser (NIETO CUMPLIDO 1996, 35). Y gracias a un testimonio eulogiano, concretamente a la Epistola Tertia Wilesindus, conocemos la existencia de este tipo de estancia en los monasterios pirenacos durante el s. IX, como es los casos de San Zacaras y el Legerense55.

2.3 Estancias de uso cenobtico Entre las estancias para uso exclusivo de los monjes cabe destacar la Cella o Cellula. Los textos nos indican que, desde la primera mitad del s. VI, hubo distintos tipos de celdas: las Cellulae fratribus, emplazadas segn la regla monstica isidoriana junto a la iglesia, con el fin de que se pudiera acudir al oficio con prontitud, y lejos de la enfermera56. Pero cuando San Isidoro habla de celdas de los monjes, se refiere, desde un punto de vista constructivo, a celdas individuales (como en el cenobio sirio de Qalaat etTuffahss) (PEA 1985, 65. CASTELLANA 1995, 158) (FIG.28), o se trata de mbitos de uso individual dentro de un espacio colectivo, acaso compartimentado? San Isidoro niega categricamente la posibilidad de celdas individuales a no ser que se trate de enfermos y ancianos que cuenten con la necesaria autorizacin abacial57. Pero el caso es que ya en la sexta centuria pudieron haber existdo celdas para uso individual en los cenobios hispanos, aunque su utilizacin estuvo restringida a casos muy concretos, como ocurri con el obispo Paulo (530-560) que se retir a una cellula villisima de Santa Eulalia de Mrida58. En el caso hispano el rechazo a las celdas individuales ya haba sido hecho pblico por San Leandro (circa 580) en las recomendaciones dirigidas a su hermana Florentina, escrito en el que la aconsejaba no imitar a aquellas vrgenes urbanas que habitaban celdas aisladas59. Y otro texto hagiogrfico de la sptima centuria que tambin har referencia a las celdas de los monjes es la biografa annima de los obispos de Mrida, que no solo nos habla de la existencia, en el monasterio de Cauliana, de un praeposito cellae al cargo de una celda en la que convivan varios nios, entre otros, Augusto (acaso una decana infantil?) sino de de la existencia de celdas monsticas

Ibidem, Cap. XX: 159.

55 Memoriale Sanctorum, Liber III, Cap. XVII: CSM, T. II: 499. 56 RMEV, Cap. I: 91. IH, 99 -100 y 118. 57 Idem, Cap. XIX: 118. IH, 100. 58 VSPE, 96-97. IH, 98. 59 RMEV, Tit. XXVI: 67-68.

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(monasterii cellas) que fueron destruidas por una crecida del ro60. Salvo casos muy excepcionales, no haba posibilidad de que el monje cenobita hispano habitase slo en una celda; de hecho, de haber sido as, de la comn existencia de celdas individuales, muchos de los consejos que San Isidoro y San Fructuoso dejaron en sus respectivas reglas careceran de sentido. Puertas Tricas considera que estas cellulae fratribus se encontraban localizadas en un nico edificio, no as en aquellos cenobios seguidores de la regla fructuosiana y de la Communis, en donde las celdas podan llegar a estar separadas del edificio comn (IH, 129). Este sera el caso de las decaniae, posibles tambin en los monasterios seguidores de la regla de San Isidoro; no obstante y aunque a primera vista pudiera parecer que se trata de edificios aislados con capacidad para diez monjes, tambin cabe la posibilidad de que dichas habitaciones fueran el resultado de la compartimentacin interna de un mismo edificio que, para el obispo hispalense, habra de encontrarse cerca de la iglesia. Ya en el s. IX la reforma de Benito de Aniano (edicto de Aquisgrn del 817, Cap. IV) posibilitar la existencia, en los monasterios francos, de celdas para un mnimo de seis monjes (BRAUNFELS 1975, 300): ocurrira lo mismo en Hispania?. De existir celdas individuales en los cenobios hispanos hemos de verlas ligadas a ambientes con un fuerte substrato individualista, tanto en su concepcin como en su disciplina. Por lo que sabemos hasta el momento, las celdas monsticas hispanas formaban parte de una estructura o edificio ms amplio (FIG.29) o se configuran como espacios individuales afrontado y en bateria: la primera posibilidad la encontramos en Caaveruelas - destruido a mediados del siglo IX donde las excavaciones arqueolgicas sacaron a la luz una serie de recintos de 3 x 3 mt. que han sido interpretados como celdas individuales a partir del origen espiritual del abad Donato, fundador del Servitano, discpulo en frica de un eremita (BARROSO y MORN 1996, 169, nota n 81); y tambin en el ala norte del recinto principal de Santa Mara de Melque, donde se han localizado varios espacios habitacionales (CABALLERO 2006, 127), y en el monasterium de San Miguel de Escalada (FIG.30), donde recientes excavaciones arqueolgicas has terminado por desvelar una estructura situada al norte de la ecclesia, ya insinuada en excavaciones precedentes, que se esta identificando con celdas monsticas (MARTNEZ TEJERA 2005, 45-47). En cuanto a su organizacin como una sucesin de espacio individuales afrontados y dispuestos en batera hay que recordar la zona III del cenobio de Punta de lIlla (Cullera, La Ribera, Valencia) (ROSELL 2005).

Celda para uso monstico que en determinadas ocasiones recibi el nombre de ergastulum, trmino que encontramos, dentro de un contexto monstico, en la carta o decretal que el papa Siricio escribiera al obispo Himerio de Tarragona (a.385) hablando de la respuesta que deba de dar este ltimo a los monjes infieles a su profesin, a los monjes que haban roto su promesa de castidad; y esta no era otra que la obligada reclusin en sus ergastulii con el fin de purificarse en la penitencia (VEGA 1943, 31-38. MARTNEZ TEJERA 2006a). Otro espacio penitencial y de castigo existente en los cenobios hispanos altomedievales fue la Carcere o Cella obscura, esta ltima recogida tanto en la regla fructuosiana como en la Communis61 a la hora de indicar el lugar al que iban a parar los monjes reincidentes y excomulgados: eran estrechas y en ellas permanecan seis meses sujetos con grillos de hierro y comiendo una pequea racin de pan tres veces por semana. Y en una cella obscura era encerrado durante seis meses - segn el pactum - el monje que en ausencia del abad tramase algo contra la regla (MARTINEZ TEJERA 1997, 122. BANGO 1999, 20). Un tipo de celdas un tanto especiales por su carcter (penitencial y de castigo) y de difcil habitabilidad (algunas oscuras y de pequeo tamao), lo que hace que pensemos que si en los cenobios peninsulares hubo alguna vez celdas individuales, estas han de vincularse a ambientes cenobticos muy distantes de los propugnados por Isidoro de Sevilla. La particular idiosincrasia espiritual y fsica de estas celdas de penitencia y castigo y el hecho de que aparezcan en reglas como la de San Fructuoso y la Comn y en textos vinculados a ambientes de solitarios apuntan ciertos atisbos de eremitismo restrictivo, e incluso de individualismo abacial (FIG.31). Y que podemos decir del claustrum? Para San Isidoro hablar de claustra implica hacerlo de un espacio cerrado; y ser con este significado con el que lo utilize al principio de su regla. El monasterio era un espacio acotado, un espacio claustral y esa concepcin espacial, esa delimitacin ser utilizada por San Isidoro y ms tarde en el canon tercero del III Concilio de Zaragoza (691) como punto de referencia a la hora de ubicar las estancias cenobticas, que se localizan infra claustris o bien exteriorum claustrorum; estas ltimas bajo la responsabilidad del monje portero62. Resulta tremendamente complejo, desde los datos ofrecidos por los textos, concretar si existi el claustro, como rgano arquitectnico dotado de prticos63. Incluso se ha
61 ETY, Libro V.16: T. I, 528-531. RMEV, Caps. XIV y XV: 196-200 y 210. 62 CVH, 477. RMEV, Cap. XXI: 120. IH, 102-103. 63 Algo que no ocurre si de lo que tratramos es de confirmar su existencia material en los cenobios situados allende los Pirineos, y si no hay tenemos como muestra el monasterio franco de Jumiges (655) en el que su fundador, Filiberto, construy un claustro maravilloso en la recepcin, rico en

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VSPE, I, III, IV, etc. IH, 98.

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considerado la habitacin trasera de Santa Mara de Melque como un primer esbozo de lo que despus conoceremos como espacio claustral (CABALLERO 1987, 72 y ss.) (FIG.32). Y qu ocurri en los monasterios y cenobios dhimms? En el Memoriale Sanctorum, al narrar las vicisitudes de la futura mrtir Columba, San Eulogio describi muy de pasada la distribucin de las comunidades masculinas y femeninas del monasterio dplice de Tbanos, en el que los claustros de las vrgenes (claustra feminarum) se encontraban separados - por altas paredes (maceriis) - de las celdas de los monjes. Una pequea ventana abierta en el muro que separaba a ambas comunidades constitua el nico medio de comunicacin entre ambas64. Otro espacio cenobtico era el destinado al descanso, que encontramos en los textos con los trminos Cubiculum / Dormientum locum / Durmiturium. Cuando San Isidoro habla del Cubiculum se refiere al lugar en el que se encontraban los lechos65 (BANGO 1995, 57 y 1999, 18-19. MARTNEZ TEJERA 1997, 121), considerando adems la conveniencia de que en el mismo lugar, en el Dormientium locum, luciese, llegada la noche, una lmpara. San Isidoro aconsejar la existencia de un nico dormitorio (dormientium locum), eso si, siempre y cuando fuera posible66. Tal y como se ha sealado, el dormitorio comn revoluciona la praxis conventual y sanciona una transformacin radical del concepto monstico, donde el espritu comunitario sustituye los ideales de soledad y recogimiento (PRICOCO 1994, 30). Por su parte San Fructuoso har clara alusin en el captulo II de su regla a la existencia de un nico dormitorio en el que las camas o lechos habran de situarse a un codo de distancia - al menos - unas de otras67. Uno o varios dormitorios segn San Fructuoso? El santo fue contundente: un nico dormitorio. La conveniencia de un nico dormitorio seguir prevaleciendo en las normativas monsticas a partir de s. VII, pero tambin se percibe una cierta flexibilidad. As en el Cap. XI de la Regula Sanctorum Paulus et Stephanus se permite a los monjes dormir la siesta en tiempos de recoleccin, pero todos juntos, cada uno en su lecho, en un mismo lugar o a lo mximo distribuidos en dos grupos. Otra de las dependencias de la que no conocemos nada bajo la cota 0 (o al menos hasta ahora no la hemos podido o sabido identificar) ser la enfermera de los monjes o lo que es lo mismo, el Locum
piedras y que corre parejo con salas de arcadas: BRAUNFELS 1975, 296-297. 64 Memoriale Sanctorum, Libro II: Caps. II y X y Libro III, Cap. XI: CSM, T. II: 402, 427, 449 y 453. 65 RMEV, Cap. XIII: 110-111. 66 Ibidem. 67 RMEV, Cap. I: 138.

aegrotantium o Cella languentium; la estancia conocida como nesocomium en los monasterios sirios protobizantinos de los siglos V-VI, localizado a menudo en el edificio con prticos que tambin hacan las veces de hospederas (PEA 1985, 70 y ss.) (FIG.33). San Isidoro indica que deba estar apartada de la baslica y de las celdas de los monjes con el fin de salvaguardar a los enfermos de ruidos y voces. Un lugar especial y separado al que no se acceda si no era por enfermedad o ancianidad y siempre contando con la correspondiente autorizacin abacial y que se encontraba bajo la responsabilidad directa de un miembro de la comunidad68 (MARTNEZ TEJERA 1997, 121). Ancianos a los que, por su vida recta y piadosa, San Fructuoso colocaba en una celda ms espaciosa de lo normal, en una celulla latiori69 (PINA 1967. BANGO 1995, 61. MARTNEZ TEJERA 1997, 121). Por su parte la Regula Communis tambin seala la existencia de una casa en donde residiran los enfermos (Domus infirmorum), cuyo cuidado estaba encomendado a un nico individuo apto para ello70. Ninguna noticia proporcionan los textos altomedievales sobre esta dependencia monstica; tan solo conocemos de una Domus infirmorum altomedieval, la de San Pedro de Montes, que fue restaurada en 116471. Respecto a la presencia de este tipo de estancia (enfermera) en los cenobios dhimms poco ms puede decirse que constatar su ms que probable existencia. Los alimentos los tomaban los cenobitas en una estancia que los textos denominan Refectorium / Triclinium / Cenaculum y Coenaculum. Segn lo dispuesto en los Caps. XXIII y XXXIV de la regla del Maestro todos los monjes se reunan en un mismo lugar a la hora de tomar los alimentos; en un edificio o dependencia en la que las mensis fratribus se distribuan de tal manera que una siempre se reservaba para el abad y sus posibles invitados; durante la comida, y respondiendo al principio de cum ore manducat, un monje letrado se situaba en medio de la sala, en una silla (sella) y desde all lea a la comunidad; un espacio al que San Martn de Braga llam, en el siglo VI Triclinium (VIVES 1942, insc. n 353: 122. MARTNEZ TEJERA 1997, 121), un vocablo que define la sala de banquetes que se encontraba al fondo del patio o peristilo de las residencias romanas. No podemos olvidar que el monasterio de Dumio se alza sobre una villa romana erigida en los siglos I-II (OLIVEIRA FONTES 1995, 228)72. Y tampoco podemos perder de vista el gnero
Idem, Caps. I, XIX y XXII: 91, 118 y 122 Idem, Cap. XXIII: 162. 70 Idem, Cap. VII: 184 71 Tumbo Viejo, docs. ns 200, 320-303. 72 Es obvio y conocido por todos que algunos de los recintos religiosos y monsticos o cenobticos tardoantiguos y altomedievales peninsulares se alzan en o sobre asentamientos tipo villa, algunos incluso de carcter industrial: en la antigua Lusitania contamos con San
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de vida asctico - en el que se impone "una intensa segregacin de la vida en comn, al margen de la materialidad de la morada"73 - y no cenobtico que caracteriz los primeros momentos del Cristianismo en zonas como las del noroeste hispano. Un refectorio al que San Isidoro tambin denomin Coenaculum, y que en el captulo primero de su regla ubica junto al cellarium con el fin de que se prestase el servicio sin demora. Y ms adelante, en el captulo noveno, volver a ocuparse de esta dependencia monstica empleando ahora el trmino Refectorium, lugar en el que, bajo la presencia del abad, se reunan exclusivamente los monjes distribuidos en mesas de diez comensales (a mesa por decana?); mientras la comunidad se alimentaba en apostlico silencio, y sentado en medio de la sala, el monje lector cumpla con su funcin74 (BANGO 1995, 56). Refectorium y cenaculum son dos vocablos con idntico significado, el de lugar en el que tenan lugar las comidas comunitarias. Tanto uno como otro hacen alusin a una actitud fundamental del cenobita: la de comer en compaa de los restantes miembros de la comunidad. Conservamos restos de algn refectorio cenobtico para el periodo que nos ocupa? En el cenobio toledano de Melque (FIG.34) se ha identificado como tal la nave central del edificio de triple nave localizado en el ala este de la terraza o recinto superior o principal; un edificio con potente cimentacin y muros de mampostera concertada con cal, cadenas de sillares en las esquinas y jambas; nave central con columnas o pilastras adosadas a las paredes que al parecer posea el doble de altura que las laterales (CABALLERO 1988, 33-34). Una disposicin que nos recuerda la de los refectorios de los cenobios sirios de los siglos V-VI, que formaban parte de un edificio rectangular de ms de una planta destinado a actividades propias de la comunidad, adems de refectorio: sala capitular, talleres, etc., (PEA 1985, 68-69 y 1996, 108). Pero tambin hubo en los monasterios hispanos altomedievales espacios destinados a la enseanza, al aprendizaje y al estudio, aunque no conocemos nada sobre su definicin arquitectnica. Casi nada podemos decir de la schola, la escuela monstica75, un mbito
Fructuoso de Montelios, en las cercanas de la villa romana conocida como Torre Capitolina, muy cerca de la va romana que una Bracara Augusta con el occidente galaico. En la actual provincia de Len conocemos los casos de San Pedro de Eslonza, Complugo, San Pedro de Montes (sobre los restos de una antigua villa denominada Villanova); San Miguel de Escalada (no muy lejos del Castrum Laciense y aprovechando restos tardorromanos), San Martn de Castaeda (Zamora), erigido sobre una villa anterior al s. V, etc.: MARTNEZ TEJERA (indito), T.I, 210-211. Para Catalua: PALOU I MIQUEL 1986, 683 y ss. 73 LINAGE 1993, 24. 74 RMEV, Cap. IX: 104. IH, 135. 75 La victoria del cenobistismo, ya evidente en el siglo VI, no hace ms que asentar la escuela monstica, que abarcara

cenobtico en el que segn algunas reglas deba permanecer una luz encendida toda la noche. Sabemos por los textos que monasterios erigidos en los ss. VIVII contaban con schola, entre otros, el Agaliense, cerca de Toledo; el de Cauliana76; en el de Santa Eulalia, tambin en Mrida, etc (DAZ Y DAZ 1958, 818-820). Respecto a la escuela monstica, Puertas Tricas ya afirm que no sabemos si tenan un edificio propio o estaban integradas en los edificios monsticos (IH, 137). Recordemos que en los cenobios sirios de los ss. IV-VI, la escuela poda encontrarse integrada en el edificio porticado que aparece en los recintos de importantes cenobios (PEA 1985, 71). Y lo mismo ocurre con la bibliotheca. San Isidoro define la Biblioteca como un lugar o armario (thke) en el que guardar los libros (biblos, en griego pygiscos)77 que sera una dependencia o elemento de necesaria existencia en los monasterios benedictinos, pues al inicio de la Cuaresma se entregaba a cada monje un libro de la biblioteca (Cap. XLVIII). Es de suponer que existiera un espacio, estancia o dependencia con esta funcin (custodia de los libros) en los monasterios de Dumio, Santa Engracia, en Zaragoza (RUZ ASENCIO 2005, 57-58), Servitanus y de Compludo: al Servitanus iran a parar todos los libros y cdices trados por Donato y sus monjes, mientras que al cenobio complutense iran a parar los supuestamente donados por el monarca Chindasvinto y su esposa Reciberga, segn un conlictivo privilegium de fecha 18 de noviembre del 646 (CAVERO - MARTN 1999, 27). El que se trate de una estancia propiamente dicha o de un armario - en ocasiones de fbrica, abierto en el muro, como ocurre en varios cenobios occidentales y sirios -, dependera del nmero de libros78. San Isidoro aconsejaba en su regla que los Libri o Codices estuvieran bajo la custodia del monje encargado del sacrarium79 (MARTNEZ TEJERA 1997, 121. BANGO 1999, 15), un trmino ya empleado para designar la estancia sagrada por excelencia del palacio imperial, la regia o sala de audiencias (TEJA 1999, 50). Pero el hecho de que Isidoro no indique explcitamente la dependencia o lugar en el que se guardaban los cdices y que estos estuviesen bajo la custodia del monje encargado del sacrarium, autoriza a pensar que estaban depositados en esta estancia?
en la prctica todos los ciclos discentes, desde el momento, bien temprano, en que los novicios entraban en los cenobios adolescentes, cuando no nios, sobre todo si eran hurfanos: DAZ Y DAZ 2005, 15. 76 VSPE, 90. IH, 137. 77 ETY, Libro XV.5: T. II, 240-241.De hecho la biblioteca del monasterio zaragozano de Santa Engracia contaba con unos 450 cdices distribuidos en 14 16 armarios: RUIZ ASENCIO 2005, 57. 78 De hecho, sabemos que en el monasterio calabrs de Vivarium (fundado por Casiodoro alrededor del 550) haba, como mnimo, 8 armarios dedicados a la custodia de cdices: RUBIO 1997, 120, nota n 19. 79 RMEV, Caps. VIII y XXI: 102-103 y 120-122.

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Puede ser, pero Isidoro habla de libros en general y no de unos libros especficos. Infinidad de donaciones altomedievales tuvieron como uno de sus principales protagonistas a los libros, lo que indirectamente sugiere la existencia de espacios concretos para su custodia - en ocasiones bastante amplios - en un buen nmero de cenobios peninsulares (DAZ Y DAZ 1976, 177-178).

stas seran comentadas por un anciano o bien por el praepositum83 (BANGO 1995, 54 y 1999, 13-15). Otro espacio sin nombre fue el utilizado por el cenobita encargado de la portera en los monasterios masculinos, el espacio ad ianitorem. Segn la regla benedictina (Cap. LXVI), el hermano portero (portarius) deba tener la celda junto a la puerta, para que los que vienen de fuera hallen siempre quien les responda". Y as ocurra tambin en los monasterios orientales, donde la casa de los hermanos porteros (no uno sino varios) tambin se encontraba junto a la puerta (PEA 1985). San Isidoro atribua al portero (ad Ianitorem) el servicio y atencin de huspedes, anunciar a los que llegan y la guardia de los aposentos exteriores84. Puesto que rechaza la existencia de celdas individuales es lgico que no encontremos ninguna referencia a una celda-portera en su regla. La conflictiva y annima Regula Cuiusdem Patris ad Virginis (Cap. III) suprimir esta estancia y la portaria del monasterio no tendr una celda o portera en la que habitar junto a la entrada del cenobio sino que en la puerta de acceso al mismo se abrira una pequea ventana o fenestra prospectiva a travs de la cual atenda a todo aqul que solicitase algo del monasterio, generalmente pobres, visitantes y peregrinos. Como se ha sealado (BANGO 1999, 12) esta estancia estara muy relacionada con el acceso interno o claustral. Y para finalizar hablaremos del espacio para el enterramiento (ad tumulandum), del cementerio monstico. Ser en el ltimo captulo de la regla de San Isidoro dnde encontremos una escueta noticia relativa al espacio funerario, al territorio de los muertos, en el contexto cenobtico; y dicho texto insiste en la conveniencia de que los cuerpos de los monjes fueran sepultados en un mismo lugar con el fin de que los que estuvieron unidos en vida siguiran estando unidos despus de la muerte85 (BANGO 1995, 61 y 1999, 22). Qu sabemos de los cementerios cenobticos tardoantiguos y alto-medievales hispanos? Un caso ciertamente interesante en este sentido lo ofrece la habitacin trasera de Santa Mara de Melque, interpretada como uno de los primeros esbozos claustrales hispanos (CABALLERO ZOREDA 1987, 45) (FIG.35); un espacio arquitectnico aadido en un segundo momento constructivo que en el mbito formal y planimtrico ya relacion hace mucho tiempo
83 Idem, Caps. VI y VII: 101-103 y Cap. XXI: 121. Veladamente ser la regla benedictina la que haga alusin al lugar en el que el abad reuna a la comunidad para tratar temas de importancia". Y benedictina ser la Sala Capitular, nombre que recibe por ser all donde se lean los "captulos" de las reglas. Probablemente sea este tambin aqul lugar en donde "luego que acaben de cenar se sentarn todos... y leer uno de ellos las Colaciones o Vida de los Padres u otra cosa que edifique a los oyentes" 84 RMEV, Cap. XXI: 120. 85 Idem, Cap. XXV: 125.

2.4 Espacios sin denominacin especfica en los textos Y, finalmente, hay que hablar de una serie de espacios que en los textos no reciben una denominacin especfica. Uno estaba destinado al aseo personal e higiene del monje, el espacio Ad balneum o Secessu communi. Una actividad, el aseo e higiene personal que, tal y como aconseja San Leandro a su hermana Florentina, habra de efectuarse slo en caso de enfermedad y nunca por gusto, comodidad o placer80. Opinin de la que participa su hermano San Isidoro, que prohibe a los monjes acicalarse el rostro, por no ser este un acto propio de los castos de espritu, intentando adems a controlar su frecuencia81. Menos explcito que el hispalense resulta San Fructuoso que tan slo indica que en el dia domini el monje deba lavarse las manos y la cara una vez rezada prima y antes de reunirse para la conferencia82. Es obvio que toda comunidad cenobtica tena un espacio destinado a cubrir las necesidades de aseo e higiene. El carcter restringido que se otorga a esta actividad, casi siempre en casos de enfermedad, hace pensar en que tal vez pudiera localizarse cerca de la enfermera o, incluso, que formase parte de ella, de ah que no se haga referencia al bao de manera explcita. Incluso la estancia en las letrinas (secessu communis) tambin era controlada por las reglas con el fin de evitar tentaciones del diablo (BANGO 1995, 58-60 y 1999, 19-20). Otra dependencia que no recibe denominacion alguna estaba destinada a las reuniones de los monjes: son los espacios Ad conlationi y Ad collectae. San Isidoro y San Fructuoso establecieron en sus respectivas reglas que los monjes haban de reunirse a escuchar al abad en conferencia, todos sentados y en silencio, para tratar asuntos relevantes para la comunidad y repasar las reglas de los Santos Padres. El primero estableci dichas reuniones (Conlatione / Collatione) despus del oficio de vsperas, meditando o reflexionando en comn sobre alguna lectura de las Sagradas Escrituras. Y el segundo establecer la conferencia o Collecta tambin tres veces por semana; conferencia o reunin en la que una vez ledas las Reglas de los Padres

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Idem, Cap. XX: 59. Idem, Caps. XII y XXII: 110 y 123. 82 Idem, Cap. XXIV: 162

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con las edificaciones - en ocasiones aisladas pero en otras formado parte del propio espacio cultual - que, a modo de sepulcro colectivo, de memorion, encontramos en determinados cenobios sirios de los ss. V-VI (PEA 1996, 109. MARTNEZ TEJERA 1992, 146, nota n 47 y 1993, 176. CASTELLANA 1995, 158-160). Este es el caso (FIGS.36-39) de Qala`at et-Tuffah, Qasr elGharbi y de Qala`at Sama`an (o de San Simen el Estilita), ste ltimo cenobio construido en la dcada 480-490 en honor de un santo-eremita cuya festividad era, por otra parte, bien conocida y celebrada por la liturgia hispnica de aquellos momentos (GAIFFIER 1965). Cuando relacionbamos este espacio con los cementerios monsticos sirios86 afirmbamos que asumira dicha funcin cementerial como consecuencia de la pervivencia, en el momento de su construccin, de ciertas restricciones en materia inhumatoria (MARTNEZ TEJERA 1993). Adems, formalmente presenta la misma organizacin espacial que los casos sirios que acabamos de citar y acaso la misma funcionalidad, pues la no presencia de enterramientos no inhabilita a este espacio en su posible funcionalidad funeraria, ya que los restos podan custodiarse en urnas, una modalidad de enterramiento especialmente utilizada en el caso de miembros de la comunidad cenobtica; un tipo de enterramiento en urnas documentado, al menos desde el punto de vista literario, en textos de los ss. IX-X, entre otros el epitafio del abad Recosindus conservado en la Escuela Nacional de Atarfe (Granada), en el que se recuerda que descansa en una urna (MARINER 1960-1961). En los monasterios sirios una urna poda llegar a contener los restos de varios monjes (PEA 1985, 74). En cualquier caso, la ltima interpretacin que se ha hecho de este espacio - la de un martyrium en el que los relicarios, con forma de pequeos sarcfagos, iran colocados bajo los arcos (CABALLERO 2006, 132) no hace sino confirmar el carcter funerario de esta dependencia que ya sealamos en su momento. No obstante, insistimos en su carcter tardo con respecto al resto del edificio y su carcter funerario, sin atrevernos a sealar su funcin como un espacio martirial. O es que Melque fue un cenobio de peregrinacin? Solo esta singularidad explicara tan significativo nmero de reliquias.

Solo conservamos un par de noticias escritas del siglo VII relacionadas con el espacio cementerial de los hbitats monsticos: en una cripta sepulchri recibi sepultura Donato, fundador del monasterio Servitano, segn Ildefonso de Toledo (FIGS.40-41) Seguira Donato la costumbre, por otra parte oriental, de enterrarse en un lugar visible, pero raramente en la iglesia? (MARTNEZ TEJERA 2006a, 67, 87 y nota n 51) Y Cellula fue el trmino empleado por el annimo autor de las Vidas de los Santos Padres emeritenses para designar un espacio - situado no lejos del altar de la iglesia dedicada a la mrtir - en el que fueron sepultados los obispos de Mrida: in una eademque cellula haud procul ab altario87. Las distintas intervenciones arqueolgicas realizadas entre 1990 y 1992 en la baslica de la mrtir Eulalia pusieron al descubierto la existencia de una cellula funeraria subterrnea, la "cripta de los Obispos" (FIGS.42-44), que apareci frente al santuario, ante el iconostasio, corroborndose as los datos ofrecidos por las Vitas (MATEOS CRUZ 1999). Pero Santa Eulalia de Mrida, fue un cenobio o un complejo eclesistico de peregrinacin?. Y no me gustaria concluir este apartado sin hacer una referencia a la necrpolis de Pla de ses Figueres (Cabrera) (FIG.45). Todos los restos hallados hasta el momento pertenecen a adultos de sexo masculino y fueron enterrados directamente en la tierra, sin caja funeraria, en una fecha post quem cercana al ao 550: podramos encontrarnos ante el espacio funerario del monasterio de la isla de la Cabrera al que haca referencia Gregorio Magno en el 603? (AMENGUAL I BATLE 1991-1992. RIERA - RIERA 2005, 502).

3. Conclusiones
Cmo se organizaron? Qu dependencias podramos encontrar, infra claustra y exteriorum claustrorum, en los cenobios hispanos tardo-antiguos y altomedievales? Segn los textos, a lo largo de estos siglos los cenobios hispanos (tambin conocidos como atrios, monasterios, habitculos, casas, decanas, etc.) pudieron llegar a contar con ms de una quincena de espacios; sin embargo a nivel arqueolgico (y no sin graves y fuertes contradicciones) solo somos capaces de asignar un referente arqueolgico, material, a diez de ellas. Incluso resulta complejo diferenciar entre un espacio cenobtico de un espacio eclesistico. Y no sin graves ni fuertes contradicciones decia. Ciertamente. Y lo mismo puede ocurrir si tomamos como fosil director los restos ornamentales pues los motivos decorativos localizados en los edificios o conjuntos religiosos aparecen tambin en edificaciones laicas o civiles de la poca, como se ha observado en algn que otro edificio hispano, como es el caso de Pla del Nadal en Hispania
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86 Y no D. Manuel Gmez-Moreno, en su obra Iglesias mozrabes. Arte espaol de los siglos IX al XI (1919), como ha sealado recientemente CABALLERO 2006, 132: Esta habitacin, comunicada con el exterior y con la iglesia, se ha supuesto que poda ser el cementerio del monasterio paralelizndolo con el mausoleo de Qalat Siman. La exigua noticia ofrecida por el insigne arqueolog, que nos sirvi para desarrollar el argumento del uso funerario de esta estancia, fue la siguiente (20): un recinto a cielo descubierto (Lam. IXb), que rodean lucillos arqueados, en semicrculo al parecer: aun le llaman el cementerio, y debi serlo.

VSPE, V.XV.1

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(FIGS.46-47) o de la domus altomedieval erigida sobre las ruinas del Foro de Nerva en Roma. Uno y otro tipo de edificaciones, laicas y religiosas, compartan muchos elementos del repertorio decorativo del momento. Sabemos diferenciar - por su cultura material y edilicia - un hbitat monstico de un hbitat rural tipo vicus, o del tipo parrochia? Acaso los cenobios no fueron durante estos siglos centros de produccin, hbitats productivos? En mi opinin, y ya que la ecclesia puede aparecer en ambos, lo que por el momento permite diferenciar un espacio cenobtico (que no monstico) de uno laico es la organizacin de los espacios, en el primero muy relacionados siempre con un edificio cultual, algunos de ellos destinados a actividades comunitarias; refectorio, dormitorio, etc. El resto de las dependencias, destinadas a actividades productivas, en nada se diferenciaran, en su factura, de sus homnimas laicas, a no ser por su ubicacin. Por eso nos encontramos con que un mismo modelo organizativo puede servir con muy pocas modificaciones, y en todo el Mediterrneo, a intereses tanto cenobticos como episcopales: cenobios agrcolas, centros de peregrinacin, complejos eclesisticos de evangelizacin, episcopados rurales, etc (FIGS. 48-49). Hace poco tiempo tuvimos que ocuparnos (LPEZ QUIROGA -MARTNEZ TEJERA 2006, en prensa) del carcter no episcopal de una serie de edificios hispanos de los siglos VI-VII. Y al hacerlo nos dimos cuenta de lo difcil que resultaba definir el carcter material y organizativo de un hbitat religioso de estos momentos. Cul fue la funcin de muchas de esas iglesias rurales que salpican la geografa monumental hispana durante los siglos VI y VII? (FIGS.50-52) Cul fue el carcter de edificios como El Bovalar, Son Peret o El Tolmo de Minateda, por citar algunos casos?: se trata de Centros de Peregrinacin?, de Cenobios agrcolas?, de Centros de evangelizacin? Desde mediados del siglo VI, y a lo largo del VII, se observa en Occidente - en tierras de Oriente (Siria, Jordania) tal vez un poco antes - un proceso de afianzamiento y difusin del cristianismo. Y en Hispania parece ocurrir lo mismo: a mediados del siglo VI son muchos los complejos religiosos que se dotan de espacios bautismales, que se convierten en Delubra, trmino con el que San Isidoro de Sevilla denomin a los edificios dotados de fuente bautismal88: Ipsa sunt nunc aedes cum sacris fontibus (MARTNEZ TEJERA 1993b, 171. VELZQUEZ SORIANO 2004, 225-226); edificios que entonces se dotan de una funcin de la que carecan, la bautismal (esencialmente cristianizadora y evangelizadora) y se nos presentan como obispados rurales. Pero, hasta entonces, Cul fue su funcin? En el caso de tratarse de cenobios, en principio todos poseen un
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carcter agrcola, pues en la agricultura y la ganadera basaron su supervivencia. Sin embargo, en muchos de estos edificios prevalece, ante todo, una importante significacin funeraria, resultado quizs de una ms que probable presencia de reliquias; en ese caso habran actuado como importantes centros de peregrinacin, de ah que en algunos de ellos se conserve un importante mobiliario litrgico89, como ocurre en el El Bovalar. Con dos argumentos cuenta este yacimiento para considerarle un importante centro de peregrinacin: la riqueza de su mobiliario litrgico, de gran calidad y en ocasiones importado (FIGS. 53-54), y la presencia de enterramientos privilegiados en la cmara sur de la ecclessia, junto al sanctuarium altaris. Su carcter cenobtico o de centro eclesistico puede ser cuestionado ya que realmente desconocemos su realidad material. Pero ha de ser tenido en cuenta. Parece evidente que para el periodo del que venimos hablando, solo existe una tipologa monstica a partir de la lectura que hacemos de los textos; la arqueologa medieval en otros paises de Occidente viene reflejando desde hace ya tiempo distintos usos (eremticos, cenobticos, eclesisticos, episcopales) para una misma estructura o disposicin edilicia. Incluso ya se ha dicho que Los indicios para definir la presencia de un monasterio, an analizando la iglesia, son dbiles y ambivalentes. De hecho las iglesias son iguales para monasterios o para parroquias (CABALLERO 2006, 107). No parece que exista una forma definida de espacio cenobtico, de ah la dificultad de distinguirlos de los asentamientos o hbitats comunes, de las denominadas localidades agrcolas en tierras jordanas (HAMARNEH 2003, 22) (FIGS. 55-56), que adems presentan unos recintos intramuros de similares dimensiones a las que en contraposicin podramos denominar localidades espirituales, a los cenobios (que, por cierto, a lo largo de este periodo, son esencialmente agrcolas y ganaderos, pero tambin poseen instalaciones industriales dedicadas a la transformacin de la materia prima, a la fabricacin de vino, aceite y molinos para el grano). Unas localidades agrcolas que podan estar inmersas en la jurisdiccin territorial del centro diocesano. El cenobio en la Antigedad Tarda, en la segunda mitad del siglo VI, fue utilizado como espacio para la evangelizacin del territorio y en la Alta Edad Media como espacio al servicio de la organizacin poltica del territorio. En ambos casos, como una frmula de control del espacio rural, del territorium. Todava tenemos mucho que aprender sobre la organizacin de los cenobios hispanos de la Antigedad Tarda y Alta Edad Media, por ms que no nos resistamos a imaginarlos (FIGS. 57-58)90.
89 Para la relaccin entre reliquias y centros de peregrinacin DONCEEL-VOTE 1995. 90 Cenobios que en algunos casos sabemos, por los textos, que surgieron a partir de espacios monsticos, anacorticos y eremticos. Sin embargo, desconocemos arqueolgicamente dicha transformacin. En tierras egipcias si se ha constatado

ETY, Libro XV, 4, 9-10, T. II, 239.

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Reconstrucciones como las de Fernando Aznar e Isidro Bango imaginan como pudo ser un cenobio hispano altomedieval (Santiago de Pealba y San Miguel de Escalada, respectivamente), pero carecen de un referente material o arqueolgico. La tipologa de los cenobios hispanos de este periodo resulta, al da de hoy, tremendamente difusa y diversa, difcil de encorsetar; y en muchos casos esta diversidad puede tener su origen en el hecho de que no se trate de una fundacin ex novo sino de la readaptacin de antiguos espacios romanos, que es lo que parece ocurrir con el antiguo santuario de Mura, en Edeta (Llria, Valencia) (FIG. 59), convertido en cenobio hacia mediados del siglo VI, siendo el caldarium de las termas menores el espacio reutilizado como ecclesia (ESCRIV - MARTNEZ -VIDAL 2005, 268 y ss.)91. Un proceso prcticamente idntico al que dio lugar al nacimiento del Monasterium Boetianum, instalado en el Area Sacra de Largo Argentina (Roma) a lo largo de la primera mitad del siglo VI, y del monasterio de San Basilio, instalado en el Foro de Augusto (Roma), sobre el podium del templo de Marte, en los siglos IX y X (MENEGHIN SANTANGELI 2004, 91 y ss.), este ltimo dotado de un oratorium, un porticus, un patio con un pozo, un refectorium, un cellarium y la cocina (FIGS. 60-61). Se ha afirmado que la presencia de baptisterios en esos recintos desmiente su condicin cenobtica (GODOY 1995, 166-186). Sin embargo ya los cnones I y IV del II concilio de Braga (572) dan a entender la existencia de un espacio bautismal en todas las iglesias, sin excepcin, de su dicesis (CVH, 81-82). Adems, recordemos que entre los siglos IV y VII el bautismo se administraba una vez al ao, en la fiesta de Pascua o bien en la de la Epifana o Natividad, como sealan las actas del Cocilio de Gerona celebrado en el 517, San Ambrosio de Miln y Gregorio de Tours (CVH, 39-40. FALLA 1995, 235-236). Desde al menos el ltimo cuarto del siglo VI los espacios bautismales no eran ajenos a las iglesias cenobticas: ser este el caso de la iglesia de El Monastil (Elda, Alicante), acaso una iglesia cenobtica - de finales del siglo VI, principios del VII - con piscina bautismal excavada en la roca? (POVEDA 2006, 112-117) (FIG. 62). Aunque, la verdad, ante lo acontecido hace unos das en el templum del monasterium leons de San Miguel de Escalada - reconsagrado en el 913 (MARTNEZ TEJERA 2005) - el hundimiento del ara localizada en el espacio absidal sur - uno se pregunta para qu sirve que estudiemos y conozcamos este singular tipo de hbitat medieval, el mnonstico y el cenobtico, si no somos capaces de lograr su conservacin (FIG. 63).

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FIG.1 Cella de Sant Pere de Roda (ss. VIII-IX), segn Adell y Ru, de BOTO 2006.

FIG.2 Corral del Calvo (Luesia), planta segn GALTIER - PAZ (1988).

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FIG.3 Conjuto de El Bovalar, de PALOL (1989).

FIG.4 Vista area del yacimiento tarraconense del Parc Central, al finalizar la segunda campaa de excavacin (LPEZ VILAR 2006).

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FIG.5 Monasterio sirio de Id-Dr, ss. IV-VI, Siria (BRAUNFELS 1975).

FIG.6 Monasterio agrcola de Monte Nebo, ss. VI-VII, de HAMARNEH (2003), 206.

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FIG.7 Monasterio agrcola de Ain al-Kanisah, a.762-763, de HAMARNEH (2003), 209.

FIG.8 Reconstruccin hipottica del conjunto paleocristiano del Francol (Tarraco). En la parte inferior de la imagen el complejo martirial de San Fructuoso y en la superior el conjunto del Parc Central, de LPEZ VILAR 2006.

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FIG.9 Localizacin de espacios monsticos y/o cenobticos en Hispania (ss. V-X), segn MARTNEZ TEJERA.

FIG.10 Cuarto de Enmedio (prov. de Salamanca), segn STORCH 1997.

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FIG.11 Santa Maria de Melque (Puebla de Montalbn, Toledo), conserva todava restos materiales de su acotamiento material mediante un muro o cerca de carcter eminentemente defensivo (CABALLERO 2006, 125).

FIG.12 Conjunto monstico de Punta de l'Illa (Cullera), de ROSELL 1995.

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FIG.13 Conjunto de Es Cap del Port (Fornells, Menorca), segn Palol, de GODOY 2000.

FIG.14 Arcvica (Cuenca), segn BARROSO - MORN 2003 (detalle).

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FIG.15 Pla de ses Figueres (Cabrera, Islas Baleares), plano yacimiento, de RIERA - RIERA 2005.

FIG.16 Las excavaciones efectuadas en Santa Mara de Melque revelan la existencia de espacios e infraestructuras destinadas al cultivo de productos hortcolas en los cenobios hispanos desde, al menos, el ltimo cuarto del siglo VII (Fot. Autor).

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FIG.17 Iratxeta (Navarra): Horreum (Fot. Autor). Esta construccin refleja la estructura que, en base a los textos, posean estos edificios para el almacenaje en la Antigedad Tarda y Alta EdadMedia: una construccin slida, compacta y maciza; edificios tipo repostaria con una escasa ventilacin (efectuada mediante estrechas fenestrae, segn San Isidoro).

FIG.18 Horreum de Iratxeta, segn J.M Yernoz (Planta Superior). Escala 1 :50

FIG.19 Horreum de Iratxeta, segn J.M Yernoz (Planta Inferior). Escala 1 :50

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FIG.20 Monasterio antioqueno de Deir Dhs, ss. V-VI, segn BISCOP 1997.

FIG.21 Detalle del anterior (del edificio 2): edificio del molino.

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FIG.22 Beato de Tbara (970): miniatura que reproduce la torre del monasterio de San Salvador, efectuada por el monje Emeterio, discpulo del pintor-calgrafo Magias (Archivo Histrico Nacional, Cd. 1097b, Madrid).

FIG.23 Santa Mara de Tbara (prov. de Zamora): acceso a la torre desde el interior de la iglesia (Fot. Autor).

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FIG.24 Edificio porticado del monasterio sirio de Breij, de PEA 1985.

FIG.25 Reconstruccin del alzado del Xenodochium de Mrida, segn MATEOS 2000. Su iconografa se aleja de la conocida para la hospedera de los complejos eclesisticos y cenobticos sirios, edificios porticados y sin espacios cultuales.

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FIG.26 Restos del hospital o asilo de peregrinos (Xenodochium) de Mrida (Fot. Autor).

FIG.27 Monasterio de Deir Tormann (TCHALENKO 1953). La articulacin y organizacin arquitectnica de este cenobio sirio muestra una de las posibles ubicaciones de los espacios destinados a hospedera y noviciado en los cenobios hispanos: lo suficientemente alejados de la zona cultual y habitacional como para no interferir en las actividades diarias de la comunidad.

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FIG. 28 Monasterio de Qalaat at-Tuffahss, de PEA 1985. Las estructuras celdarias presentes en este monasterio sirio (ss. V-VII) reflejan una realidad hasta ahora desconocida arqueolgicamente en la pennsula, pues se han encontrado restos de 17 celdas cenobticas individuales, de planta cuadrada, alineadas a lo largo del muro que rodea el recinto.

FIG.29 Restos constructivos identificados como pertenecientes a las cellae fratribus del cenobio Servitano (Fot. Autor).

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FIG.30 San Miguel de Escalada (prov. de Len): estructuras habitacionales localizadas al norte de la iglesia monstica; por el momento, y a falta de un estudio en profundidad, han sido identificadas como cellae fratribus cenobticas (Fot. Autor).

FIG.31 San Zoilo (Carrin de los Condes, Palencia): pequeas estancias identificadas como crcel o celda oscura (Fot. Autor).

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FIG.32 Habitacin trasera de Santa Mara de Melque, planta segn CABALLERO 1987.

FIG.33 Edificio porticado (hospedera, enfermera o nesocomium) del monasterio femenino de Zawie (Siria, s. VI), de PEA 1985, 61.

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FIG.34 Restos constructivos identificados como pertenecientes al refectorio cenobtico de Santa Mara de Melque (Fot. Autor).

FIG.35 Muro occidental de la denominada habitacin trasera de Santa Mara de Melque, un probable espacio funerario aadido en un segundo momento constructivo (Fot. Autor).

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FIG.36 Interior del sepulcro colectivo transformado en cripta en el cenobio de Qalaat el-Tuffah, ss. V-VI, de PEA 1996. La estructura, aislada y comunitaria, del memorion - el sepulcro comunitario de los cenobios sirios, ss. V-VI - responde al carcter que deba poseer el espacio funerario de los monjes, a su carcter colectivo.

FIG.37 Interior de la capilla sepulcral de Qast el-Garbi, de PEA 1985.

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FIG.38 Memorion o sepulcro colectivo en el monasterio de Qalaat Seman (Siria): exterior (Fot. Autor).

FIG.39 Interior del memorion de Qalaat Seman (Siria) (Fot. Autor).

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FIG.40 Arcavica (Caaveruelas, Cuenca): detalle de la necrpolis ad sanctos y en roca localizada sobre el espacio que pudo albergar el enterramiento del abad Donato, efectuado en una cmara o crypta sepulchri rupestre, de BARROSO MORN 1996.

FIG.41 Detalle de las sepulturas en roca localizadas en torno al enterramiento rupestre de Arcavica (Fot. Autor). Los restos localizados, identificados con los del monasterio Servitano, fundado por el norteafricano Donato (circa 570), parecen responder a una realidad material muy concreta (la semirupestre), probablemente relacionada con la espiritualidad de su fundador, que fue discpulo de un anacoreta.

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FIG.42 Santa Eulalia de Mrida: planta y ubicacin de los espacios funerarios (cellulae) intra ecclesia, de CABALLERO MATEOS 2003, 17.

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FIGS.43-44 Santa Eulalia de Mrida: interior de la Cripta de los Obispos (Fots. Autor).

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FIG.45 Pla de ses Figueres (Cabrera, Islas Baleares), necrpolis de la Cala 2, de RIERA - RIERA 2005.

FIG.46 Estela trapezoidal procedente de Pla del Nadal, de JUAN - LERMA 2000 (modificada).

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FIG.47 Fragmento de arquitrabe decorado de la domus altomedieval del Foro de Nerva, de MENEGHINI SANTANGELI 2004.

FIG.48 Baslica de Yajuz, s. VII (de HAMARNEH 2003)

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FIG.49 Complejo episcopal de Egnazia, ss. V-VI (de BALDINI 2005).

FIG.50 El Bovlar, de PALOL 1989.

68

FIG.51 Son Peret, de GODOY 2000.

69

FIG.52 El Tolmo, de GUTIRREZ 2000.

70

FIG.53 Bovalar, incensario de bronce, de PALOL 1989.

FIG.54 Bovalar, cruz de bronce, de PALOL 1989.

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FIG.55 Iglesia de los Santos Sergio y Baco, en Umm es-Surab, a.489 (de HAMARNEH 2003).

FIG.56 Monasterio de Umm el-Quttein, Jordania, 2 m. s. VI (de HAMARNEH 2003).

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FIG.57 Monasterio altomedieval hispano, reconstruccin segn AZNAR 1990.

FIG.58 Monasterio Atrio hispano (?), reconstruccin segn BANGO 2003.

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FIG.59 Santuario romano de Mura, en Edeta (Llria, Valencia), transformado en un cenobio de fundacin privada a mediados del siglo VI, de ESCRIV - MARTNEZ -VIDAL 2005.

FIG.60 Planta reconstruida de Monasterium Boetianum, instalado en el Area Sacra de Largo Argentina (Roma) en el siglo VI segn Santangeli Valenzani 1994 (modificado), en MENEGHINI SANTANGELI 2004, 98.

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FIG.61 Reconstruccin del cenobio de San Basilio (Roma), asentado sobre el podium del templo dedicado a Marte Ultore en el Foro de Augusto.

FIG.62 Planta de la baslica del Monastil (Elda, Alicante), segn Poveda 2000.

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FIG.63 Instantnea que recoge el hundimiento del ara localizada en el espacio absidal sur de la iglesia de San Miguel de Escalada, en la prov. de Len (Fot. Cristina Fanjul, Len).

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