Invocaciones Del Otro Mundo
Invocaciones Del Otro Mundo
Invocaciones Del Otro Mundo
y un caracol y MaríaÁngelTeresa
Iván Rivera Guzmán
Castillo Mangas
de estilo • Coordinadores
Mixteca-Puebla
PATRIMONIO
RECUPERADO
Un cráneo y un caracol
de estilo Mixteca-Puebla:
patrimonio recuperado
•
——— ———
Arqueología
•
serie logos
Un cráneo y un caracol
de estilo Mixteca-Puebla:
patrimonio recuperado
•
——— ———
ISBN: 978-607-484-170-1
ISBN: 978-607-484-170-1
Prólogo
Nelly M. Robles García 9
Introducción
Pedro Francisco Sánchez Nava 13
Comentarios finales
Pedro Francisco Sánchez Nava
y Ángel Iván Rivera Guzmán 123
Bibliografía 129
9
Nelly M. Robles García
10
Prólogo
11
Nelly M. Robles García
12
Introducción
•
——— ———
En este libro, que gira en torno a dos extraordinarias piezas producto del
genio creador de una de las culturas que se desarrollaron en lo que hoy es
México, de su conceptualización del mundo, de su cosmogonía mágica y
compleja y, desde luego, de las manos expertas que las elaboraron con la
paciencia del artista más refinado, el lector podrá encontrar un cúmulo
de experiencias e ideas, conclusiones y lecturas diversas, resultado de
la participación de especialistas en varias disciplinas que conjugaron
sus conocimientos para desentrañar algunos de los misterios que guar-
daron, durante siglos, un extraño cráneo y un hermoso caracol, piezas
que pronto estarán en las vitrinas de algún museo, iluminados por una
tenue luz que realzará los motivos grabados que los ornan, admirados
por miles de visitantes de los que quizás algunos reflexionarán sobre
el personaje al que perteneció la pieza ahora expuesta o el ceremonial
del que formó parte esencial la trompeta de caracol que resguarda el
cristal de la vitrina. ¿Qué pudo pasar por la mente de aquel individuo?
o ¿qué o a quién se pudo convocar con el grave sonido de la caracola?
Eso es algo de lo que se buscó desentrañar a partir de las acuciosas
investigaciones, ahora vertidas en las páginas que componen este
volumen, aun cuando tenemos claro que a partir de su lectura se ge-
nerarán más preguntas, más inquietudes, pero finalmente ese es el
eterno camino del conocimiento.
Esta historia se inicia con una excavación clandestina, con el saqueo
de algún o algunos sitios arqueológicos que resguardaron durante siglos
13
Pedro Francisco Sánchez Nava
a las piezas que hoy ocupan nuestra atención; este libro es sólo parte del
largo y sinuoso camino que ambas tuvieron que recorrer como resultado
de ese afán por poseer lo extraño, lo exótico, lo antiguo, aspectos que,
entre otros, caracterizan el fenómeno del coleccionismo.
El coleccionismo de bienes culturales, y particularmente el que se
refiere a piezas arqueológicas, es un fenómeno que ha permanecido a
lo largo del tiempo y que afecta, de manera principal, a países en vías
de desarrollo, con antiguas raíces culturales y con políticas y sistemas
de protección que no alcanzan a resguardar la totalidad de su riqueza
arqueológica.
El coleccionismo es por ello el detonante de una serie de actividades
que no sólo tienen que ver con acciones delictivas, sino que impactan
igualmente ámbitos académicos, en tanto se coarta el acceso al cono-
cimiento de las sociedades antiguas que dieron origen y constituyen
una parte importante de la identidad de las naciones actuales.
En ese orden de ideas podemos establecer que, derivadas del colec-
cionismo que es en sí todo un tema, se desencadenan situaciones de
saqueo y alteración de yacimientos arqueológicos, tráfico clandestino
de las piezas expoliadas, acciones encubiertas para el traslado de tales
bienes fuera de los lugares de origen y compra-venta de los mismos en
un “mercado negro” que se da en el ámbito internacional, en países
principalmente centro-europeos, Estados Unidos de Norteamérica y
recientemente de Asia, fenómeno que es facilitado por la globalización
en la que estamos inmersos y por el intercambio inmediato y general-
mente anónimo de información, a través de las diferentes y modernas
formas de comunicación con las que ahora se cuenta.
El libro que ahora tiene el lector en sus manos aborda este tema y
sus consecuencias desde diferentes facetas, que van desde una reflexión
en torno al ingente acopio de piezas arqueológicas vistas como objetos
de contemplación y prestigio o como simple mercancía, hasta el desa-
rrollo de una historia real en la que una colección en venta, y particu-
larmente dos piezas, se convierte en el punto central de la misma. Las
situaciones anecdóticas, las acciones policiacas y finalmente la recu-
peración de los objetos y su repatriación al país de donde fueron sa-
queadas, dan pie a una serie de estudios realizados por especialistas,
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Introducción
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Pedro Francisco Sánchez Nava
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Introducción
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Pedro Francisco Sánchez Nava
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Historia de dos piezas
arqueológicas excepcionales
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Pedro Francisco Sánchez Nava
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Historia de dos piezas arqueológicas excepcionales
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Pedro Francisco Sánchez Nava
El dictamen
El trabajo de identificación y los dictámenes correspondientes sobre
los materiales presuntamente arqueológicos se desarrollaron de mane-
ra rutinaria. Después de hacer la revisión pertinente se determinaron
los bienes que correspondían a cada uno de los países involucrados;
por mi parte, tras revisar materiales cerámicos y líticos de práctica-
mente toda Mesoamérica y todos los horizontes culturales, había de-
jado para el final la revisión del cráneo y del caracol; las dudas sobre
su autenticidad me asaltaban a cada momento, no obstante que ya
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Historia de dos piezas arqueológicas excepcionales
23
Pedro Francisco Sánchez Nava
Escala gráfica
0 1 2 3 4 5 cm
Escala gráfica
0 1 2 3 4 cm
24
Historia de dos piezas arqueológicas excepcionales
El decomiso
A Mark Selby lo vi desde el primer día que acudí a las oficinas del
Tesoro de los Estados Unidos, si bien nos presentaron, a él como la
persona que estaría por parte del gobierno estadounidense, dando fe
de nuestra actividad, y a mí como el perito arqueólogo que dictami-
naría sobre la autenticidad de las piezas que se asumían como patri-
monio mexicano, nunca sospeché el papel tan importante que este
agente tuvo en el aseguramiento de la colección arqueológica. No
obstante lo anterior, se advertía en su mirada un inusitado interés en
el trabajo que desarrollábamos tanto el especialista panameño como
yo, y mientras duró nuestra tarea, Mark Selby siempre estuvo atento
a auxiliarnos, ya fuese para conseguirnos materiales que facilitaran el
buen desempeño de nuestra labor, como para apoyarnos en las sesiones
fotográficas que debimos llevar a cabo, principalmente en mi caso,
dada la cantidad de piezas identificadas como correspondientes a so-
ciedades desarrolladas en territorio mexicano de manera previa a la
llegada de los españoles a América. Su silente pero atenta compañía
se nos hizo familiar, pero al menos yo atribuía su interés a un eviden-
te celo profesional, en tanto lo identificaba como el elemento de se-
guridad que había sido designado por las autoridades estadounidenses
para garantizar la integridad de las piezas bajo su resguardo.
Finalmente, su interés se desbordó en la medida en que comencé a
trabajar con el cráneo y con el caracol. En su nulo español y en mi
parco inglés, pero con un afán de comunicarnos, comenzamos un in-
tercambio de preguntas y respuestas en torno a las dos piezas en estu-
dio y fue así como pude conocer la historia del decomiso.
El agente Selby me narró cómo, en 1993, en el Departamento de
Aduanas, dependiente de la Oficina del Tesoro de los Estados Unidos
de Norteamérica, se recibió una llamada anónima acerca de la venta
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Pedro Francisco Sánchez Nava
26
Historia de dos piezas arqueológicas excepcionales
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Pedro Francisco Sánchez Nava
La huida
Por nuestra parte, concluimos con la separación e identificación de
los bienes patrimoniales correspondientes a cada país, dejando todo
preparado para una eventual repatriación de las más de 300 piezas que
se dictaminaron como de manufactura prehispánica y procedentes de
sociedades que se desarrollaron en el territorio nacional; todo esto en
espera del resultado del juicio que se había iniciado contra Frank
Stegmeier. Valga aquí una mención de gratitud para los abogados
Roberto Berry Corral y Stephen J. Kennedy, quienes llevaron el juicio
representando los intereses del Estado mexicano sin cobrar un solo
centavo, esto merced a los buenos oficios de las autoridades consulares
mexicanas en el estado de Washington.
Siguiendo con el curso de los acontecimientos, una vez que se hizo
la separación de los bienes patrimoniales correspondientes a cada país,
fuimos informados que con base en nuestros dictámenes se seguiría el
juicio contra el señor Stegmeier, pero que evidentemente sería un
largo proceso en tanto el acusado buscaría, por todos los medios a su
alcance, proteger sus intereses, recuperar las piezas incautadas y de-
mostrar que éstas fueron adquiridas de manera lícita.
Pocos meses después, estando ya en México, se hizo de nuestro
conocimiento, por las autoridades consulares en Seattle, que el señor
Stegmeier había huido, presumiblemente fuera del país, desacatando
la orden de arraigo que, como medida cautelar, un juez le había dic-
tado. Con este acto los abogados Berry y Kennedy consideraban que
la entrega de los bienes patrimoniales nacionales por parte del go-
bierno de Estados Unidos a México era inminente, ante lo cual soli-
citaban que estuviésemos atentos. El proceso continuó y cuando se
había fijado la fecha para una entrega protocolaria de las piezas co-
rrespondientes a cada país involucrado, nuevamente vía telefónica
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Historia de dos piezas arqueológicas excepcionales
El juicio
Como resultado del proceso penal que se le siguió por el tráfico de
piezas arqueológicas, así como de otros ilícitos en los que al parecer
incurrió, amén del desacato al arraigo, Frank Stegmeier fue condena-
do a purgar más de dos años en prisión y al decomiso de la mayoría de
las piezas que integraban su colección; no obstante, pudo conservar
varias decenas de piezas, toda vez que sus abogados presentaron fac-
turas y notas de venta que demostraban que varios de los bienes habían
sido adquiridos de manera “legal” en casas de antigüedades y renom-
bradas galerías. El abogado Kennedy recomendó ya no impugnar el
dictamen del juez, bajo la consideración de que el juicio se alargaría
aún más con mínimas posibilidades de éxito, en función de que la
autoridad había considerado legítimas las adquisiciones hechas por el
coleccionista en diversos establecimientos de la Unión Americana.
Continuar el juicio implicaba involucrar en él a los establecimientos
donde se habían adquirido algunas de las piezas, debiéndose demostrar,
en tal caso, que la adquisición original, por parte de ellos, se había
realizado con posterioridad a la firma del Tratado Bilateral entre los
dos países al que ya hicimos alusión y que data de 1970. Ante la im-
posibilidad de probar el hecho señalado, ya que ninguna de las piezas
se identificaba con alguna contenida en los inventarios o catálogos
de museos nacionales o colecciones registradas por el inah, debimos
allanarnos a la sentencia del tribunal en el sentido de que se devol-
vieran a sus países de origen los bienes de los que no se pudiese docu-
mentar su “legítima” adquisición o se hubiesen puesto a la venta.
Afortunadamente las dos piezas que nos ocupan cumplían ambas
premisas, e incluso algunos de los bienes incautados en la residencia
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Pedro Francisco Sánchez Nava
La repatriación
En julio de 2001 fuimos citados para hacer una última verificación de
los objetos que serían reintegrados a México. Durante esta tarea tuve
oportunidad de conocer a Frank Stegmeier. El coleccionista y trafi-
cante no podía ocultar su enojo y frustración por tener que entregar
los objetos que representaban para él una simple mercancía sujeta a
la dinámica del mercado negro de bienes culturales, frecuentemente
saqueados de países subdesarrollados. De aquí comprendo su rotunda
negativa a entregar la máscara que cubrió el cráneo al momento de cru-
zar la frontera entre los dos países. Finalmente, en un acto protocolario
que tuvo verificativo el 2 de agosto de 2001, al que se le dio amplia
difusión en periódicos de Washington y en las secciones culturales
de los principales diarios de nuestro país, se hizo entrega al etnólogo
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Historia de dos piezas arqueológicas excepcionales
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Un cráneo humano y una concha
grabados en estilo Mixteca-Puebla
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33
Javier Urcid Serrano
Mandíbula grabada de
Eloxochitlán, Oaxaca.
34
a) Procedencia desconocida, Museo Frissell,
Oaxaca (Cat. núm. 4231).
Foramen magnum
Hueso occipital
Sutura lambdoidea
Forámenes parietales
Huesos parietales
Sutura coronal
Posible incrustación
Hueso frontal
Oquedades oculares
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Un cráneo humano y una concha grabados
El cráneo humano
Como puede apreciarse en la figura 3, el grabado en el cráneo incluye dos
temas orientados en direcciones opuestas. Uno de ellos es simplemente
una cara antropomorfa ejecutada en el hueso occipital y a lo largo del
plano sagital. Para apreciarla, el cráneo tiene que verse en posición
anatómica y desde atrás (figura 4), de otra manera el dibujo desenvuelto
tendría que verse en posición inversa. La cara incorpora los rasgos ana-
tómicos del hueso occipital, incluyendo el foramen magnun (la boca), la
cresta nucal superior (los arcos superciliares) y las impresiones musculares
del “rectus capitis posterior menor” (las fosas nasales). Tiene un elemento
Foramen magnum
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Javier Urcid Serrano
38
Un cráneo humano y una concha grabados
Convenciones iconográficas
Con base en la indumentaria de los personajes se puede concluir que
la mayoría, si no todos, son hombres. Cada uno aparece vestido en
forma diferente, particularmente en cuanto a los tocados y la decora-
ción de las piezas de vestir. Excepto por los dos personajes que aparecen
sentados, cuyas posturas dejan ambigüedad respecto al tipo de vesti-
menta que llevan, los demás portan braguero y una pieza que cubre el
torso. Todos los personajes llevan sandalias, excepto por la figura sen-
tada al centro de la escena inferior. Cuatro de las figuras tienen líneas
grabadas que definen los dedos de los pies en la forma típica del estilo
Mixteca-Puebla. Parece que al menos dos de los personajes en la es-
cena inferior muestran sólo uno de los brazos, una convención que,
aunque no muy común, aparece en algunos de los códices conocidos.
En contraste, los personajes de la escena superior muestran ambos
brazos, lo que concuerda con la convención más común de representar
el cuerpo humano en el estilo Mixteca-Puebla. Aparte de estas gene-
ralidades, cada una de las representaciones es única y merece ser
analizada por separado. Para ello, cada figura y motivo será designado
con una letra, empezando con los personajes de la escena inferior y
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Javier Urcid Serrano
Personaje A
Esta figura tiene pintura facial o un antifaz alrededor de los ojos (figu-
ra 5a). El único brazo que se muestra, así como ambas piernas, presen-
tan diseños curvilíneos, los cuales podrían indicar decoración en la
vestimenta, pintura corporal o tatuajes. Los dedos de los pies no se
muestran. El personaje parece esparcir semillas o agua hacia el suelo.
La posibilidad de que fuera sangre puede considerarse improbable
puesto que la convención para representarla en los códices es en forma
de chorros. El Códice Vaticano B contiene el caso de una figura que
parece hacer libaciones con algún liquido, quizás agua representada
por una serie de chaquiras circulares (figura 5b). El ademán de esparcir
que presenta el personaje grabado en el cráneo es único, y hasta don-
de tengo conocimiento, no parece tener contraparte en el corpus co-
nocido en estilo Mixteca-Puebla.
Personaje B
La composición de la imagen da la impresión de que el personaje está
soplando la concha (figura 5c). El motivo grabado junto a la frente no
me es familiar. Aunque el personaje aparece sentado, la parte inferior
de su cuerpo no se muestra. Da la impresión de que está sustituido por
un cojín o banquillo, el cual parece estar sobre una hendidura en el
suelo. El elemento cuadrangular que sobresale atrás del personaje es
inusual. Tampoco encontré una contraparte para esta figura en el
corpus conocido.
Personaje C
Esta figura está un poco dañada debido a una fractura post mórtem en
el cráneo. La representación del personaje parece incluir ambos brazos
y uno de ellos aparentemente sostenía un objeto (figura 5d). Adjunto
a la esquina inferior derecha del marco con posible incrustación se ve
parte de éste. La primera impresión es que se trata de una lengua bífi-
da, así que tal vez el personaje llevaba una cabeza de serpiente. La
40
Un cráneo humano y una concha grabados
a b
c d
Figura 5. (a) El personaje A en la escena inferior del cráneo; (b) personaje haciendo
una libación, Códice Vaticano B, p. 32; (c) el personaje B grabado al centro de la escena
inferior en el cráneo; (d) el personaje C grabado en la escena inferior del cráneo.
mejilla representada parece tener pintura facial. Los dedos de los pies
y las sandalias aparecen claramente marcados. No encontré un ejem-
plo similar a esta figura en el corpus conocido.
Personaje D
Esta figura tiene marcas geométricas en las piernas y en los brazos (figu-
ra 6a). Los dedos de los pies y las sandalias son distinguibles. La postura
del personaje y sus ademanes son ampliamente representados en las
convenciones de los códices. No obstante, en los ejemplos de los có-
dices los personajes en postura semejante invariablemente sostienen
ofrendas en sus manos (figuras 6b y c).
Personaje E
Esta figura porta una máscara de cráneo y un tocado muy elaborado
(figura 6d). Las sandalias no se muestran, pero sí unas ajorcas en los
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Javier Urcid Serrano
a b c
d e
tobillos, así como los dedos de los pies. El torso aparece cubierto por
una vestimenta que tiene bandas horizontales. La representación del
personaje incluye ambas manos y su postura en general tiene una
contraparte muy similar en el Códice Borgia (figura 6e).
Personaje F
La indumentaria de esta figura incluye una pieza que le cubre la porción
superior del torso, un braguero y sandalias (figura 7a). Los dedos de los
pies están claramente indicados. La marcas tan peculiares alrededor
de la boca son similares a otras representaciones conocidas (figura
7b). Guerreros en postura similar que portan cascos de animales y
llevan lanzas y escudos aparecen en varios códices (figura 7c). La
convención de agarrar por las piernas al prisionero ya muerto, el cual
es de menor tamaño que el de su captor, parece única (figura 7d).
No obstante, algunos ejemplos similares se conocen en los códices
mánticos (figura 7e).
42
Un cráneo humano y una concha grabados
b c d e
Figura 7. (a) Personaje F en la escena superior en el cráneo; (b) guerrero en el
Códice Nuttall, p. 43; (c) guerrero en el Códice Nuttall, p. 75; (d) personaje
descarnado con prisionero en el Códice Borgia, lámina 5; (e) personaje descarnado
con prisionero en el Códice Vaticano B, p. 7.
Motivo G
Este elemento es la representación de la cabeza de un lagarto con las
fauces abiertas, aunque algunos detalles iconográficos son más simi-
lares a las convenciones gráficas zapotecas que a las del estilo Mix-
teca-Puebla (figuras 8a y d). En las ideologías mesoamericanas el
lagarto simboliza el plano terrestre. Por lo tanto, la representación
del guerrero que parece salir de las fauces del lagarto sugiere que el
evento representado está asociado a una cueva. Da la impresión de
que el guerrero está parado sobre el cuerpo del lagarto. Como su
representación carece de extremidades, el saurio tiene más bien un
carácter serpentino. Semejante combinación de atributos no es in-
usual en el arte figurativo mesoamericano. Otra posible interpretación
es que las líneas sobre las que aparece parado el guerrero y su prisio-
nero representan un camino que sale de una cueva y se dirige hacia
el marco rectangular con posible incrustación que precede la escena
inferior.
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Javier Urcid Serrano
a b c d
Figura 8. (a) Motivo G grabado en la escena superior del cráneo; (b) ejemplo
de la representación del lagarto en estilo zapoteca; (c) representación del lagarto
en el Códice Borgia, lámina 13 (girado 90 grados); (d) representación del lagarto en
el Códice Nuttall, p. 75.
Motivo H
Este elemento podría representar un escudo con dos cabezas de serpien-
tes representadas en dirección opuesta. A pesar de la simetría bilateral
en la composición, las cabezas serpentinas son ligeramente diferentes
una de la otra (figura 9). Ambas cabezas aparecen sobrepuestas al cír-
culo exterior del motivo circular y aparecen a la vez parcialmente detrás
de los personajes a cada extremo de la escena. Semejantes sobreposi-
ciones en las imágenes, aunque no son comunes en el estilo Mixteca-
Puebla, son parte del repertorio gráfico. El mismo fenómeno se ha
atestado en el arte figurativo zapoteca. No obstante, otro motivo simi-
lar al del cráneo es desconocido para mí en las manifestaciones visuales
de ambas tradiciones.
El análisis iconográfico demuestra que las convenciones artísticas
en los grabados del cráneo humano concuerdan con ciertos estándares
del estilo Mixteca-Puebla. Las semejanzas más cercanas son con las
convenciones de los códices en el grupo Borgia, semejanza que se re-
fuerza por la falta de un marco cronológico en las escenas mediante el
uso de notaciones calendáricas, o la falta de elementos epigráficos
como nombres de personas y lugares como en los códices históricos.
Aunque la escena superior en el cráneo es única, algunos de sus ele-
mentos principales tienen una contraparte en un pasaje del Códice
Laud (figura 10), donde dos personajes, una mujer y un hombre con
las mandíbulas descarnadas, agarran del pelo y de un brazo a un pri-
sionero muerto. El prisionero aparece encima de las fauces de un la-
44
Un cráneo humano y una concha grabados
Características tafonómicas
Partes del cráneo están rotas y faltan (figura 11). En otros lugares,
pedazos fracturados se volvieron a colocar en sus partes correspondien-
tes usando un pegamento denso de color café. La mandíbula no está
presente. No hay evidencia de intemperismo y los aparentes restos de
tierra en la mayoría de los relieves sugieren que el cráneo estuvo en-
terrado al momento de su descubrimiento. La posible ocurrencia de
45
Javier Urcid Serrano
Fracturas
Porciones
faltantes
Figura 11. Dibujo desenvuelto de los grabados en el cráneo mostrando las partes
faltantes y las fracturas.
46
Un cráneo humano y una concha grabados
Rasgos biológicos
Una determinación de la edad al momento de la muerte, así como del
sexo del individuo representado por el cráneo, es muy difícil con base en
la observación de fotografías. Sin embargo, el desgaste dental en general
no parece muy pronunciado, y la dentición superior carece de los terce-
ros molares. Esta última observación puede ser engañosa a menos que se
hicieran radiografías, ya que no es posible determinar si se trata de una
carencia congénita, si las piezas ya están completamente formadas, pero
impactadas en el tejido óseo circundante, o si las piezas aún están en
proceso de desarrollo dentro de los alveolos. El estado de desarrollo de
la sincondrosis basio-occipital2 no puede determinarse a partir de las
fotografías disponibles. Por el momento sólo se puede concluir que el
cráneo fue tal vez el de un adolescente o de un adulto joven.
El tamaño aparentemente pequeño del cráneo no puede usarse como
criterio para determinar el sexo del individuo. Los arcos superciliares
no parecen estar muy pronunciados, pero tal vez esta impresión visual
se deba al rebaje del tejido que debió hacerse al momento de grabar
el hueso frontal. Por otro lado, la cresta nucal superior pudo haber
estado originalmente bien marcada y los procesos mastoideos parecen
relativamente grandes. A pesar de estas observaciones que sugieren
un sexo masculino, la determinación del sexo no se puede confirmar
con la información disponible.
Las fotografías tampoco permiten determinar si el cráneo presenta
modificación intencional. Algunos rasgos como una depresión posterior
a la sutura coronal, otra depresión triangular en la región de Lambda
—en la parte posterior del cráneo— y la obliteración total de la sutu-
ra sagital sugieren que el cráneo del individuo pudo haber sido modi-
ficado a temprana edad en forma tabular-oblicua, un tipo de alteración
que fue ampliamente practicada en la antigua Mesoamérica.
2
Se refiere al tipo de articulación en la cual las dos partes óseas yuxtapuestas se unen
mediante tejido fibrocartilaginoso intermedio, en este caso del hueso occipital con la
parte basal del cráneo. Estas articulaciones se mantienen unidas por el crecimiento del
hueso, o por un cartílago resistente. Son articulaciones rígidas, sin movilidad, como las
que unen los huesos del cráneo, o con una movilidad muy limitada (Diccionario Médico
Teide, 1978).
47
Javier Urcid Serrano
La concha grabada
La composición gráfica del grabado
El grabado en la concha incluye una narrativa con dos escenas (figura
12). La escena ejecutada en el lado izquierdo (figura 13a) muestra a
dos personajes, uno frente al otro llevando a cabo un ritual. Ambas
figuras avanzan en procesión hacia un bulto amarrado o una ofrenda.
Debajo de la procesión están las fauces abiertas de un lagarto. La figu-
ra 13b muestra esta imagen en posición invertida, lo que permite
apreciar que sus atributos incluyen también los de una serpiente (por
ejemplo la lengua bífida). Aunque esta imagen parece diferir de otros
ejemplos que simbólicamente representan el plano terrestre (figura
13c), su significado es similar al de otras escenas en los códices Borgia
y Laud, donde el símbolo de la tierra, es decir, el lagarto, se alimenta
de ofrendas (figura 13d).
La escena grabada en el lado derecho de la concha incluye, de abajo
arriba, una representación zoomorfa con fauces abiertas, un torso huma-
no que parece emerger de esas fauces y una imagen antropozoomorfa de
Perforaciones
48
Un cráneo humano y una concha grabados
c d
cuya boca sale una voluta del habla (figura 14). Ambas escenas están
relacionadas por el hecho de que el torso humano del lado derecho voltea
hacia la escena de la izquierda y además emana de su boca una voluta del
habla. La parte superior de la concha está adornada con varias volutas y
la porción más inferior está decorada con unas bandas y círculos.
Convenciones iconográficas
A juzgar por las vestimentas, los dos individuos en la escena de la iz-
quierda parecen ser hombres. Visten bragueros y una pieza que les cubre
la parte superior del torso. Algunos de los detalles de las indumentarias
49
Javier Urcid Serrano
a
b
Figura 14. Escena grabada en
el lado derecho de la concha.
c
e
d f
50
Un cráneo humano y una concha grabados
a
Representación de
lugares o espacios
arquitectónicos
Figura 16. (a) Los personajes A y B en la escena izquierda de la concha; (b) detalle
del mural pintado en la pared oeste de la cámara principal en la tumba 5 del Cerro
de la Campana, Suchilquitongo, Oaxaca.
51
Javier Urcid Serrano
Figura 17. (a) La mujer grabada en el caracol posiblemente emerge de una concha;
b) personaje emergiendo de una concha en un mural de Cacaxtla; c) vaso policromo
maya con el dios N emergiendo de una concha.
52
Un cráneo humano y una concha grabados
a b
Figura 18. (a) Un músico tocando una concha y un tambor, Códice Borgia, p. 24;
(b) personaje con una concha suspendida por atrás del cuello, Códice Nuttall, p. 18.
53
Javier Urcid Serrano
Características tafonómicas
Parece haber restos de pintura roja en algunas partes de la concha. Mu-
chos objetos de carácter ritual y funerario en la Mesoamérica antigua se
cubrían con cinabrio rojo, así que su presencia en la concha no sería
inusual. Otras porciones de la superficie de la concha parecen tener
marcas de lo que parecen ser raíces finas. Estas marcas no están inte-
rrumpidas por las líneas del relieve sino más bien se adecuan a éstas.
Dicha evidencia sugiere que el daño por raíces es posterior al grabado
de la concha, tal y como se esperaría de un objeto original que even-
tualmente permanecería enterrado y pasaría a formar parte del registro
arqueológico.
Conclusión
Ambos objetos presentan composiciones complejas y elaboradas que
imparten un balance en su concepción. Las dos secciones de la narra-
tiva grabada en el cráneo exhiben una simetría en sentidos opuestos,
lo cual es una característica estructural en varias tradiciones artísticas
prehispánicas de Mesoamérica. La cara antropomorfa ejecutada en el
occipital del cráneo y las escenas en la concha incorporan en el dise-
ño rasgos naturales de los especímenes, otra característica bien docu-
mentada en piezas prehispánicas (por ejemplo, si se invierte la concha
grabada maya que se ilustra en la figura 2b, se notará que el objeto
representa una cara humana con un tocado cónico. Schelle y Miller,
1986: 308-309). Las imágenes grabadas en ambos objetos no parecen
ser copias de fuentes conocidas. Aunque algunos de los personajes
grabados en ambos objetos tienen posturas únicas y llevan a cabo
actividades sin paralelo, otros tienen contrapartes con ejemplos de
varias tradiciones gráficas en Mesoamérica. Algunas pueden trazarse
desde el periodo Clásico, pero otras son más características del estilo
Mixteca-Puebla.
Tales observaciones sugieren que el grabado en la concha es posi-
blemente más temprano que el del cráneo, correspondiendo tal vez a
54
Un cráneo humano y una concha grabados
una época entre los siglos xii y xiv d.C. El grabado en el cráneo podría
ser más tardío pues comparte mayor similitud con convenciones gráfi-
cas en los códices, sobre todo con los del grupo Borgia. Aunado a estas
diferencias temporales también es factible que los objetos se elaboraron
en áreas del suroeste de Mesoamérica aún poco conocidas arqueológi-
camente, por ejemplo en la costa Pacífica de Oaxaca o en las colindan-
cias entre los actuales estados de Oaxaca, Guerrero, Veracruz y Chiapas.
Es evidente que aún se desconoce mucho sobre el desarrollo y el posi-
ble rango de variaciones regionales en el estilo Mixteca-Puebla. Por lo
tanto, la aparente unicidad de los relieves en el cráneo y en la concha,
así como la falta de comparación iconográfica con otros ejemplos con-
siderados “típicos” del estilo Mixteca-Puebla no pueden tomarse como
evidencia de falsificaciones o manufacturas recientes. Con base en las
observaciones delineadas anteriormente, los relieves en el cráneo y en
la concha parecen ser de origen prehispánico. Un examen más deta-
llado de los objetos, usando microscopio, permitiría determinar atribu-
tos biológicos y tafonómicos adicionales que proveerían otras claves
para apoyar o descartar el dictamen presentado aquí.
En cuanto al significado de los objetos y las imágenes representadas
en ellos, poco se puede decir. La falta de glifos calendáricos que propor-
cionen un marco cronológico o que identifiquen a los personajes por
sus nombres sugiere que fueron objetos de carácter ritual, posiblemen-
te con una función similar a la de los códices mánticos. Parte de la se-
masiografía3 en el cráneo tiene un tema semejante al contenido en una
sección del Códice Laud (figura10). Sin embargo, es improbable que el
cráneo se hubiese usado para hacer pronósticos en el matrimonio con
base al valor numérico de los nombres calendáricos de los casados, como
es el caso de la escena en la figura 10 (Anders y Jansen, 1994: 171-185).
No obstante, el cráneo pudo ser parte de un oráculo para hacer pronós-
ticos relacionados con la muerte y la guerra. El cráneo mismo fue tal
vez un trofeo de guerra. Por otra parte, la concha pudo haberse usado
como instrumento musical en un ritual específicamente relacionado
con ofrendas a la tierra, pedimento de agua y la fertilidad del maíz.
3
En la que los dibujos comunicaban el pretendido significado de maneras vagamente rela-
cionadas con el habla sin que intervinieran formas lingüísticas (nota de los coordinadores).
55
Javier Urcid Serrano
Retrospectiva
Después de entregar mi dictamen a Mark Selby el 20 de mayo de 1994,
volví a platicar con él por teléfono unos días después. Nuestra con-
versación giró en torno a mi disponibilidad de atestiguar en la corte
en caso de que el enjuiciamiento del presunto traficante procediera.
Yo estaba dispuesto a ello con la condición de que tendría que re-
evaluar mi dictamen con base en el estudio de los objetos mismos.
Después de esa plática no supe más sobre el asunto hasta cuatro años
después. Durante la Primera Mesa Redonda de Monte Albán, y de
forma inesperada, conocí a Pedro Francisco Sánchez Nava, en ese
momento Director del Registro Público de Monumentos y Zonas
Arqueológicas, dependiente del Instituto Nacional de Antropología
e Historia, quien me comentó sobre su participación en el caso y la
posibilidad de repatriar los objetos a México. En este mismo volumen
él da testimonio de su experiencia.
56
Invocaciones del otro mundo:
caracol, cráneo y el culto a los ancestros
•
——— ———
Maarten Jansen∗
57
Maarten Jansen
23
He analizado esta discusión, la abundante literatura y los diferentes argumentos en Anders,
Jansen y Loo (1994, parte 2). Véase también los estudios de Smith y Heath-Smith (1980) y
Sisson (1983). La obra editada por Nicholson y Quiñones Keber (1994) ofrece una visión
actual del estilo Mixteca-Puebla. En cuanto a la nomenclatura de los códices, sigo la propues-
ta que hicimos Gabina Aurora Pérez Jiménez y yo, en el prólogo a la monografía de los her-
manos Maldonado Alvarado (2004).
3
Lo mismo se puede observar en otros manuscritos falsificados como el códice expuesto en
el pabellón de la Santa Sede en la Exposición Universal de Sevilla 1992, discutido crítica-
mente por Batalla Rosado (1993 y 1995). Otro caso iluminador es el códice falso del Museo
de América (Madrid), que contiene figuras copiadas del Códice Yuta Tnoho (Vindobonensis),
y que también fue analizado por Batalla Rosado (1994).
58
Invocaciones del otro mundo
en cuanto a este género de piezas. Es muy posible que lo que ahora nos
parezca incoherente o incomprensible, no se deba a la composición de
la escena sino al estado limitado y fragmentario de nuestros conocimien-
tos. Por otra parte es posible que las escenas nos parezcan coherentes
porque nuestra percepción incluye desde su inicio la voluntad de ver una
estructura significativa de modo que tendemos a proyectar sobre ellas
una unidad temática y a interpretar los componentes en este sentido.
Figura 1. Altar
encima de las fauces
de un lagarto
(con la imagen de
Tlauizcalpantecuhtli
como guerrero, un
tzompantli y un árbol
con banderas de
sacrificio), en el
Códice Yoalli Ehécatl
(Borgia), p. 19.
59
Maarten Jansen
Figura 2. Altar
con una ofrenda
de leña y pelota
de hule (ante
el dios Sol),
en el Códice
Tezcatlipoca
(Fejérváry-Mayer),
p. 5.
Figura 3. Ofrenda
de leña y pelota
de hule a la Tierra
(ante una diosa
joven), en el
Códice Tezcatlipoca
(Fejérváry-Mayer),
p. 11.
60
Invocaciones del otro mundo
61
Maarten Jansen
62
Invocaciones del otro mundo
63
Maarten Jansen
Figura 7. Templo
de Vapor (yoco)
en el Códice
Añute (Selden),
pp. 2-II.
64
Invocaciones del otro mundo
65
Maarten Jansen
66
Invocaciones del otro mundo
Figura 12. Diferentes ofrendas indicadas por el signo de las cuatro volutas amarradas,
en el Códice Yuta Tnoho (Vindobonensis), p. 17-II.
el Códice Yoalli Ehécatl (Borgia), p. 38: una corriente de vapor sale del
sacerdote que acaba de salir de su trance chamánico y es bañado por
otro sacerdote, dedicado al Dios de la Lluvia (figura 11). Por otra
parte, este elemento se asemeja al signo de cuatro volutas amarradas
que se emplea en los códices de Ñuu Dzaui (la Mixteca), probable-
mente para indicar “hablar a las cuatro direcciones” y, en un sentido
más amplio, “oración” y “ofrenda” (figura 12).
El personaje que emerge de las fauces de una serpiente generalmen-
te representa un antepasado que se revela a un sacerdote o devoto en
estado de trance. Se trata de la “serpiente de visión”, tan importante
en el arte clásico maya y en el Códice Yoalli Ehécatl (Borgia).6 La aso-
ciación con el Dios del Viento puede indicar su carácter espiritual y
sacerdotal, como tlamacazqui, “sacerdote espiritado” y como “noche y
viento”, es decir “misterioso y místico” (figura 13). La escena nos re-
cuerda los conjuros registrados por Hernán Ruiz de Alarcón:
6
Véase Freidel, Schele y Parker (1993: esp. pp. 207-219), así como Jansen y Pérez Jimé-
nez (2000, cap. 6).
67
Maarten Jansen
Figura 13. Visiones provocadas por abrir el Envoltorio Sagrado, en el Códice Yoalli
Ehécatl (Borgia), p. 36.
68
Invocaciones del otro mundo
Con ambas manos este personaje señala hacia una serie de volutas
que surgen atrás de él desde la orilla, es decir desde el interior del
caracol. Es un gesto dramático poco común en la pictografía del cen-
tro y sur de México, pero el sentido es claro: el personaje se manifies-
ta en el sonoro sonido del caracol mismo y a la vez lo estimula y ex-
presa su fuerza. Un gesto comparable encontramos en la representación
del Señor 9 Viento Quetzalcóatl como mago que baila con una pier-
na cortada, en el Códice Yuta Tnoho (Vindobonensis), p. 48-I, y en la
figura de un hombre con cabeza de venado, posiblemente realizando
un baile ritual nahualístico, en el Códice Mictlán (Laud), p. 3, figuras
14 y 15.
Encima de esta escena hay una apertura con dos puntos marcados
en el caracol. El total da la impresión de ser una extraña cara mons-
truosa que podría representar una cueva donde todo se lleva a cabo.
A la vez esta decoración da al caracol mismo el aspecto de ser un ente
vivo, con ojos, boca y voz. En ambos casos se trata de un portal del
otro mundo.
En forma combinada las dos escenas parecen referir a un ritual en
una cueva o, de todas maneras, ante la tierra. Las ofrendas quemadas
Figura 14. Mago que baila con una Figura 15. Hombre con cabeza de venado
pierna cortada en la mano, en el Códice en el Códice Mictlán (Laud), p. 3.
Yuta Tnoho (Vindobonensis), p. 48-I.
69
Maarten Jansen
70
Invocaciones del otro mundo
espalda como encima del cabello vemos algunos signos abstractos. Una
línea encorvada alrededor de la boca podría indicar una barba; entre
los labios parece que se ve un diente. Todo esto indica que se trata de
un anciano, probablemente un sacerdote anciano (personaje A). Tira
unos círculos al suelo. Este acto es bien conocido en el arte mesoame-
ricano y aparece tanto en los frescos de Teotihuacan y en los relieves
mayas como en los códices posclásicos. Se han propuesto varias inter-
pretaciones como sembrar semillas o esparcir sangre de autosacrificio.
Con base en los códices de Ñuu Dzaui pienso que se trata de tirar
polvo de piciete (nicotiana rústica). Vemos un paralelo en el Códice
Tonindeye (Nuttall), p. 2: como parte de un saludo ceremonial un
hombre toca un caracol mientras otro echa al aire el polvo verde del
piciete para crear un ambiente puro y sagrado (figura 16).
71
Maarten Jansen
72
Invocaciones del otro mundo
73
Maarten Jansen
Figura 18. El Dios de la Muerte y el Dios del Viento (a la vez del sacerdocio y del
culto) conectados como dualidad, en el Códice Yoalli Ehécatl (Borgia), p. 56. Nótese
la marcación del círculo en la parte central del cráneo.
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Invocaciones del otro mundo
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Invocaciones del otro mundo
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Maarten Jansen
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Invocaciones del otro mundo
Figura 22. Uso del cráneo como “instrumento musical” durante un ritual con
hongos alucinógenos, en el Códice Yuta Tnoho (Vindobonensis), p. 24.
Figura 23. La princesa 6 Mono pide permiso al Dueño del Lugar, llamado Hueso-Coa
(Yeque Yata), para ir al Templo de la Muerte, en el Códice Añute (Selden), p. 6-III.
79
Maarten Jansen
Conclusión
Concordamos con Javier Urcid en que el estilo y la iconografía de los
grabados en ambos artefactos en general siguen bien los códigos posclá-
sicos. En las escenas hay algunas anomalías que provocan dudas, pero el
análisis del discurso de las imágenes no resulta en argumentos contun-
dentes para probar que se trata de falsificaciones. Al contrario, el inten-
to de una lectura y una comparación iconográfica detallada nos permiten
afirmar que los textos pictóricos grabados en el caracol y en el cráneo
forman parte de una unidad temática que se refiere al culto a los ancestros,
cuyo elemento central es la serpiente de visión. Esta temática está bien
documentada en el arte mesoamericano y corresponde al importante
papel que tuvo el trance y la veneración de los antepasados difuntos en
la vida religiosa precolonial. Es interesante notar la intertextualidad que
parece existir entre ambos artefactos: el objeto central que en el cráneo
inicia el rito de la invocación es un caracol (en manos del personaje B),
mientras que en la escena de la ofrenda grabada en el caracol uno de los
adorantes parece tener en su mano una cabeza o un cráneo.
Hacemos constar que el trabajo de realizar estos relieves en una
iconografía correcta sobre una superficie curva e irregular indica una
maestría artística que, aunada a la originalidad de las figuras y la co-
herencia del mensaje expresado, es poco común en los falsificadores.
Para una decisión definitiva acerca de la autenticidad de los artefactos,
sin embargo, será necesario encontrar más ejemplos de este género de
representaciones en un buen contexto arqueológico. Al ser auténticas,
las escenas grabadas en el caracol y el cráneo destacan por su compo-
sición original y su alta calidad, abriéndonos una ventana nueva a la
estética mesoamericana y a la iconografía del trance religioso.
80
Análisis tafonómico
y tecnológico del cráneo humano
———•———
Análisis anatómico
El cráneo en estudio corresponde a un individuo adulto joven de 25 a
30 años de edad, es de sexo masculino y no presenta mandíbula; se
encuentra en regular estado de conservación, con algunos faltantes en
la porción derecha del hueso frontal (figura 1) y la ausencia total del
hueso esfenoides (figura 2), que se describen en el apartado “Análisis
tafonómico”. Para la determinación del sexo y la estimación de la edad,
se siguieron los parámetros establecidos por la osteología antropológi-
ca (Bass, 1991; Brothwell, 1981, 1987; Comas, 1976; Krogman, 1962;
Ubelaker, 1978), así como de la antropología forense (Villalaín y
Puchalt, 2000; Feucht y Cerdá, 2000; Gil, 2000).
81
Jorge A. Talavera González y Juan M. Rojas Chávez
Figura 1. Cráneo
grabado. Norma
frontal.
82
Análisis tafonómico y tecnológico del cráneo humano
83
Jorge A. Talavera González y Juan M. Rojas Chávez
Análisis craneométrico
Cuando los especialistas se encuentran ante un caso de craneoestenosis,
por lo general suelen adoptar una de estas dos posturas: 1) incluirlas en
el estudio antropométrico si la alteración no es muy intensa, a pesar de
que son cráneos que se apartan de la morfología general, o 2) excluirlas
de la serie y, ocasionalmente, proceder a su estudio paleopatológico, al
igual que se hace con los individuos inmaduros, ya que al tenor de sus
alteraciones patológicas, las mediciones osteométricas darían datos
alterados. En las series pequeñas, la inclusión de estos cráneos puede
falsear de forma importante los resultados, afectándose menos las series
grandes. En el caso que nos ocupa, la sutura sagital del cráneo se en-
cuentra totalmente cerrada, y de acuerdo con la literatura médica es de
las más frecuentes, ocasionando una escafocefalia; ésta predomina en
el sexo masculino, suele ser bien tolerada y, en general, las impresiones
digitales son poco acusadas (Campillo, 1997), como el caso que nos
ocupa, en el cual este padecimiento no se presenta de manera severa.
Por lo anterior, nos pareció interesante llevar a cabo un análisis
craneométrico al ejemplar en revisión, ya que la craneoestenosis que
lo afecta es de forma ligera, con el fin de dar una idea de las caracte-
rísticas morfológicas del mismo.
De acuerdo con los diversos índices obtenidos, el cráneo, visto
desde su norma superior, cae en la categoría braquicránea (figura 3),
es decir, su forma es redondeada (corto y ancho). La braquicránea es
un rasgo bastante extendido en Mesoamérica; la presencia de este
carácter se intensifica en la franja costera del Golfo de México, inclu-
yendo la península de Yucatán, entre los que destacan los grupos
huastecos, totonacos y mayas yucatecos, según lo atestiguan cráneos
antiguos y estudios antropométricos recientes en grupos indígenas de
esta zona (Serrano y Ramos, 1984; Faulhaber, 1970).
Es además un cráneo alto (hipsicráneo), con un índice medio de
altura pequeño (tapeinocráneo), con un módulo craneal de 147.33.
De frente estrecha (estenometopo) y crestas intermedias.
El índice facial superior indica que es de cara ancha (surieno), con
una nariz igualmente ancha (camerrino), de órbitas altas (hipsiconco)
y con un paladar ancho (braquistafilino).
84
Análisis tafonómico y tecnológico del cráneo humano
Procesos patológicos
Como ya se mencionó, el cráneo presenta una alteración patológica
conocida como craneoestenosis o sinostosis precoz de las suturas, co-
rrelacionada con el cierre prematuro en este caso de la sutura sagital
que provoca una ligera escafocefalia (Campillo, 1997).
Virchow (1851) creó el término “craneoestenosis” y lo relacionó
con el cierre prematuro de las suturas, y estableció una ley que lleva
su nombre y que a la letra dice: “El crecimiento óseo es inhibido en la
dirección perpendicular a la sutura obliterada, originándose un creci-
miento compensador en las restantes dimensiones por distensión de
las suturas que quedan libres.”
Las teorías para justificar una sinostosis prematura han sido nu-
merosas. Entre ellas se cuentan procesos inflamatorios, traumatismos
o alteraciones en la presión intrauterina, procesos carenciales, gené-
ticos, entre otros. Varios investigadores atribuyen la etiología a una
85
Pedro Francisco Sánchez Nava
86
Historia de dos piezas arqueológicas excepcionales
Análisis tafonómico
El cráneo presenta fracturas recientes en el hueso frontal en su extremo
derecho, en el cual se observa una zona faltante, que afectan el arco
superciliar de la cavidad ocular derecha; de igual modo muestra fractu-
ras post mórtem de los huesos propios de la nariz, principalmente del
hueso vomer; también se encuentra fragmentado el arco cigomático
derecho, parte del temporal izquierdo, el hueso palatino, parte del crá-
neo en su norma basal —en específico en la región de la sutura esfeno-
basilar—, con fractura y ausencia del hueso esfenoides, afectando de
igual manera el techo de ambas cavidades oculares. Por último, se ob-
servan desprendimientos de la tabla externa en la región frontal.
Se registran marcas de canales dendríticos (raíces) en el interior de
la bóveda craneana, así como en las cavidades oculares y en la base del
cráneo. Al igual que en el caso ya mencionado de los dientes ajenos al
individuo, partes del cráneo fueron pegados con acetato de polivinilo.
Análisis tecnológico
Obtención de la materia prima
Al parecer los artesanos seleccionaron en vida a un individuo que
presentara las características anatómico-topográficas necesarias para
trabajar una escena ideológica. Las características morfológicas son:
un espesor inusual de la región frontal, sagital y occipital para poder
aplicar las técnicas de incisión, raspado, abrasión y pulido. No se sabe
la causa de muerte del individuo, pero sabemos que era necesario
obtener el cráneo de un cadáver reciente, es decir, momentos después
87
Jorge A. Talavera González y Juan M. Rojas Chávez
Marca de incisión
Para elaborar los diseños geométricos se utilizaron incisiones profundas
de dos tipos. Las más delgadas y simétricas fueron producidas con
navajas prismáticas de obsidiana, con un movimiento bidireccional.
Las más gruesas e irregulares fueron producidas por movimiento bidi-
88
Análisis tafonómico y tecnológico del cráneo humano
Figura 5. Incisiones
circulares, junto
a los agujeros
parietales.
Figura 6. Excavación
rectangular en
el hueso frontal.
89
Jorge A. Talavera González y Juan M. Rojas Chávez
Figura 7. Marcas
de perforación
en agujeros
parietales.
Marcas de perforación
En algunos casos los ojos de los personajes y los diseños de forma cir-
cular se realizaron mediante perforaciones cónicas simétricas (figura
7). También se agrandaron y se buscó darles simetría a los agujeros
parietales. Seguramente se utilizaron perforadores de piedra verde con
punta cónica (Talavera, Salas, González y Rojas, 1997).
Marcas de abrasión
La topografía ósea de las regiones supraorbitaria y occipital fueron
trabajadas para darle una forma rectangular por medio de abrasión y
pulido (figura 8). La región sagital se utilizó para darle un efecto de
profundidad y movimiento al penacho de un personaje. Las herramien-
tas utilizadas fueron una roca abrasiva y fibra vegetal (Talavera, Rojas
y García, 2001).
Marcas de pulido
Al finalizar el trabajo se pulió completamente la superficie con una
piel, lo cual le dio un ligero satinado a la superficie del hueso. Por
último, se le dio un baño de pigmento rojo.
90
Análisis tafonómico y tecnológico del cráneo humano
Figura 8. Marcas
de abrasión en
el occipital.
Conclusión
Los análisis anatómico, craneométrico, tafonómico y tecnológico del
cráneo grabado permiten concluir que la pieza es de origen prehispá-
nico y su temporalidad debe ser del Posclásico Temprano.
En primer lugar, el cráneo muestra características epigenéticas,
patológicas y morfológicas que permiten señalar que perteneció a un
individuo que habitó en tiempos pretéritos en la región de Oaxaca.
En segundo lugar, por el análisis tafonómico podemos inferir que
permaneció sepultado y que probablemente al momento de ser ex-
traído de su contexto fue fracturado y se desarticuló a partir de las
suturas, ya que por ser un individuo joven éstas no habían cerrado
completamente y con el tiempo se tornaron frágiles. Posteriormente
se unieron los elementos desarticulados y rotos con acetato de poli-
vinilo, añadiendo además piezas dentales que corresponden a otro
individuo.
En tercer lugar, el análisis tecnológico nos permite inferir que ne-
cesariamente se debió utilizar el cráneo de un individuo fallecido re-
cientemente cuando se trabajó la pieza. La época de este hecho se pudo
inferir por el uso, en el proceso de grabado, de instrumentos de cobre
que dejaron sus huellas en la pieza trabajada, de la misma manera que
aparece en ejemplos obtenidos de excavaciones controladas. El uso
más antiguo de este tipo de herramientas se ha establecido entre el
91
Jorge A. Talavera González y Juan M. Rojas Chávez
92
El cráneo grabado.
Consideraciones anatómicas
———•———
93
Rodrigo Mercado Pimentel
Figura 1. Principales
características de la
cara dorsal de la bóveda
del cráneo grabado.
Ausencia de sutura
sagital, resaltada por el
rectángulo; aumento
asimétrico del diámetro
biparietal (línea
punteada). Destaca
la prominencia del
hueso parietal izquierdo.
94
El cráneo grabado. Consideraciones anatómicas
Tabla 1
DIÁMETROS CEFÁLICOS RELEVANTES EN EL ANÁLISIS
DEL CRÁNEO GRABADO
Diámetros cefálicos Cráneo grabado
Occipito-frontal o 29.2 cm
inión-glabelar
Biparietal o máximo 24.5 cm
Bitemporal o ancho mínimo 20.1 cm
95
Rodrigo Mercado Pimentel
Discusión
Sinostosis sagital
Al cierre prematuro de las suturas del cráneo en crecimiento se le
denomina craneosinostosis. En la población general se estima que su
incidencia es de 0.4 por cada 1000 nacimientos (Di Rocco, 2000). La
sutura que con más frecuencia se ve comprometida es la sutura sagital
(Agrawal, Steinbok y Cochrane, 2006). Afecta principalmente a
varones, hasta en 80 por ciento de los casos.
La fusión de la sutura sagital es el hallazgo más evidente. La forma
que adquiere el cráneo se caracteriza por estrechamiento del diámetro
biparietal y abombamiento de las regiones frontal y occipital, con
mayor volumen intracraneal que los cráneos normales (Netherway et
al., 2005), siguiendo un vector de crecimiento lineal paralelo al eje de
la sutura prematuramente cerrada. La forma del cráneo resultante se
denomina dolicocefalia.
Huesos wormianos
Los huesos wormianos o huesos de las suturas son pequeños e irregu-
lares en forma y tamaño, y suelen encontrarse entre las fontanelas o
entre los bordes de las suturas del cráneo. Resultan de la presencia de
diferentes centros de osificación que se separaron de los grandes centros
primarios de crecimiento de los huesos de la bóveda del cráneo. Se
presentan con mayor frecuencia en el tercio posterior de la sutura
sagital y en la sutura lambdoidea. Suelen presentarse entre 17 y 46 por
ciento de la población general (White, 2006; Pryles y Khan, 1979),
con gran variabilidad geográfica y étnica.
Su presencia puede considerarse una variante anatómica normal;
sin embargo, hasta en 90 por ciento de los casos suelen comportarse
como marcadores de algún trastorno del sistema nervioso central (Pryles
y Khan, 1979). Existen otras enfermedades de carácter sistémico que
condicionan la osificación defectuosa de los centros de formación ósea
y de las suturas que se asocian con la presencia de huesos wormianos,
como el hipotiroidismo congénito, hipofosfatemia, malformaciones
craneales como las displasias cleidocraneales (Kaplan y Oh, Kemp,
1991), craneo-metadiafisiria (Santoalaya, Hall, García-Minaur y Del-
96
El cráneo grabado. Consideraciones anatómicas
97
Rodrigo Mercado Pimentel
Conclusión
Los hallazgos anatómicos que observamos en el cráneo grabado son
similares a los descritos por otros autores que analizaron las caracte-
rísticas de los cráneos sometidos a deformación fronto-occipital. El
cierre precoz de la sutura sagital, acompañado por el crecimiento pa-
radójico de los huesos parietales en forma lobular, señalan la presencia
de fuerzas de compresión que limitaron su crecimiento en sentido
anteroposterior y favorecieron el lateral (figura 3).
La presencia de un gran hueso wormiano asterional izquierdo pue-
de considerarse resultado de esta deformación en el crecimiento de la
sutura lambdoidea entre los 3 y 10 años de edad del individuo a quien
perteneció. Existe también la posibilidad de que este hueso wormiano
estuviera presente desde la etapa prenatal, y su presencia influyera en
98
El cráneo grabado. Consideraciones anatómicas
Figura 3. Esquema
del mecanismo de
deformación propuesto.
Fuerzas de deformación
fronto-occipital (flechas
gruesas). Crecimiento
lateral paralelo a los
huesos parietales
(flechas punteadas).
99
La trompeta de caracol labrada:
ejemplar biológico y análisis
de sus huellas de manufactura
———•———
101
A. Velázquez, B. Zúñiga y N. Valentín
La trompeta de caracol
El ejemplar motivo de este estudio fue elaborado de un caracol Pleuro-
ploca gigantea, especie oriunda de la provincia malacológica caribeña,
que se extiende por el litoral atlántico del continente americano, desde
la península de la Florida hasta Brasil, incluyendo las Antillas Menores
y Mayores (Abbott, 1974). Su concha es de gran tamaño; alcanza has-
ta 70 cm de longitud; su espira es larga, con la última involución más
corta y globosa; presenta una ornamentación consistente de hileras de
nodos romos y costillas concéntricas bien marcadas (Abbott, 1974).
Habita en aguas someras (7 a 26 metros), en sustratos arenosos y areno-
102
La trompeta de caracol labrada
Estilo y tecnología
El conocimiento de la tecnología puede ser de gran utilidad en la defi-
nición de estilos; esto se sustenta en que las decisiones que los artistas
toman en las diferentes fases de los procesos de elaboración de los ob-
jetos no se encuentran limitadas totalmente por elementos externos
(como el medio ambiente, por ejemplo), sino que son determinadas por
factores históricos y culturales, en los que la tradición y la costumbre
103
A. Velázquez, B. Zúñiga y N. Valentín
La arqueología experimental
y el análisis de las huellas de trabajo
El estudio de las técnicas de los objetos arqueológicos usualmente se
lleva a cabo por medio del análisis de los indicadores directos de la
producción (desechos o residuos de elaboración, piezas rotas o descar-
tadas por defectos de manufactura y las herramientas), a partir del cual
se reconstruyen los procesos de elaboración. Aparentemente esto
constituye una limitante infranqueable para aquellas piezas que por
sus contextos arqueológicos de procedencia aparecen ya terminados
(como los encontrados en ofrendas, por ejemplo), y por supuesto para
los elementos de los que se desconoce su origen preciso (las piezas de
saqueo o que pertenecen a colecciones particulares).
La problemática anterior ha sido superada en el proyecto Técnicas
de manufactura de los objetos de concha del México prehispánico, por
medio de la arqueología experimental, al reproducir en especímenes
modernos de las mismas especies utilizadas en el pasado, las modifi-
caciones mediante las cuales los exoesqueletos calcáreos fueron
transformados en objetos; ello se ha llevado a cabo a través de las
técnicas y herramientas que por distintas fuentes de información
104
La trompeta de caracol labrada
105
A. Velázquez, B. Zúñiga y N. Valentín
106
La trompeta de caracol labrada
107
A. Velázquez, B. Zúñiga y N. Valentín
108
La trompeta de caracol labrada
Conclusiones
Los resultados de los análisis de las modificaciones que presenta la
trompeta decomisada han permitido identificar el empleo de técnicas
propias de la época prehispánica para su elaboración; aparentemente,
al caracol se le cortó la espira, y el borde resultante se desgastó con una
herramienta de roca caliza; antes o después la totalidad de la concha
fue objeto de un tratamiento similar, quizá con el fin de eliminar la
ornamentación natural y obtener un área lo más lisa posible; tras esto
109
A. Velázquez, B. Zúñiga y N. Valentín
110
Estudio no destructivo mediante pixe
del cráneo y caracol grabados
———•———
∗
Instituto de Física, unam.
111
José Luis Ruvalcaba Sil
112
Estudio no destructivo mediante pixe del cráneo y caracol
Análisis pixe
Para el análisis mediante pixe se empleó un dispositivo de haz externo
(figura 1). Mediante éste es posible estudiar materiales y objetos di-
rectamente sin limitación en su tamaño, forma y composición. En este
sistema del acelerador Peletrón del Instituto de Física de la unam
(Ruvalcaba et al., 2001), el haz de protones de 3.3 MeV de energía
procedente del acelerador atraviesa una delgada ventana de aluminio
(8 µm) y se proyecta a la atmósfera. Un par de láseres convergen en
la zona donde incide el haz, lo que permite ubicar con más facilidad
el objeto directamente delante del haz para llevar a cabo la irradiación
directa de las zonas de interés y la detección de los rayos X caracterís-
ticos emitidos. En este caso, el diámetro del haz es de 1.5 milímetros.
Dos detectores captan dichas emisiones: un detector se aboca a los
elementos más pesados que el hierro (LEGe), mientras que el segundo
(Si) permite la detección de los elementos más ligeros. Los rayos X
detectados se visualizan, tras un procesamiento electrónico, en gráficos
denominados espectros. Los espectros de pixe están conformados de
grupos de picos con energías fijas (parejas o triadas) que corresponden
microcámara
muestra u objeto
ventana
de salida
haz de protones (8µm A1)
soporte
conmutador de láser haz de protones
láser y zona de
enfocable irradiación
patrón de cruz detector de rayos X tipo LEGe
rayo láser con absorbedor
intervalo de detección: 4-35ke V
monitores en color PIXE, metales y elementos traza Z>20
113
José Luis Ruvalcaba Sil
114
Estudio no destructivo mediante pixe del cráneo y caracol
microscopio 45X
láser
microcámara
láser b
detector LEGe c
zona de irradiación
detector RBS
a
115
José Luis Ruvalcaba Sil
zona de irradiación
microcámara
microscopio 45X
a detector Si
116
Estudio no destructivo mediante pixe del cráneo y caracol
Cu a
Intensidad (µ a.)
Zn
escape Sr
103 Sr
Fe
Sr
Br
102
Arcilla rosada Fe
104
b
Si Ca
Intensidad (µ a.)
Sr
103 Al K Cu Sr, Zr
Zn
Ti Rb
Pb Zr
102
Figura 4. Espectros
pixe del tejido óseo
101 del cráneo (a) y de
0 200 400 600 800 1000 la arcilla rosada (b).
Número de canal
Al/Ca
Si/Ca
10-1 Fe/Ca Figura 5. Gráfica de
Zn/Ca
Sr/Ca rayos X normalizados
Sr/Fe
10-2 por Ca de elementos
relevantes de cuatro
10-3 regiones recubiertas
por la arcilla, de
10-4 la arcilla rosada
Zona Zona
Glifo Personaje
frontal frontal
Arcilla Hueso y del tejido óseo
A B del cráneo.
117
José Luis Ruvalcaba Sil
Tabla 1
COMPOSICIÓN DE LA ARCILLA ROSADA Y DEL COLOR ROJO DEL CARACOL
CONCENTRACIONES PORCENTUALES (± 10%)
Al Si K Ca Ti Mn Fe Ni
Arcilla rosa cráneo 6.46 18.6 0.887 3.07 0.439 0.324 27.9 0.096
Cu Zn Ga Br Rb Sr Zr Pb
Arcilla rosa cráneo 0.062 0.139 0.028 0.017 0.115 0.231 0.207 0.023
118
Estudio no destructivo mediante pixe del cráneo y caracol
119
José Luis Ruvalcaba Sil
104
Ca
Caracol a
escape Ca
escape Sr
escape Sr
103 Sr
Sr
Intensidad (µ a.)
102 Zn
Fe
101
100
0 200 400 600 800 1000
Número de canal
104
Fe
Color rojo
103 Ca
Mn
b
escape Sr Cu
Sr
Intensidad (µ a.)
Sr
Ar (aire)
2
Zn
10
Al
Si
10-1
Rayos X normalizados
K
Ca
Figura 7. Gráfica Mn
Fe
de los rayos X 10-2 Zn
Sr
normalizados de Pb
elementos relevantes 10-3
de cuatro zonas con color
rojo y de dos regiones
10-4
de concha (sin color) Rojo Rojo Rojo Rojo Caracol Caracol
del caracol grabado. A B C D A B
120
Estudio no destructivo mediante pixe del cráneo y caracol
121
José Luis Ruvalcaba Sil
Observaciones finales
Se ha mostrado que pixe es una técnica poderosa para la caracterización
no destructiva de la composición de objetos únicos de valor histórico.
Su aplicación directa utilizando un sistema de haz externo resulta
apropiada, en particular para objetos irregulares o de tamaño conside-
rable, como los estudiados en este caso.
A partir de los resultados anteriores se determinó que la capa rosa-
da que recubre el cráneo grabado es una arcilla mezclada con hemati-
ta, cuyo espesor promedio y composición se lograron determinar. Por
el contrario, la alteración del fragmento del cráneo, debido a la capa
de arcilla, no permitió establecer la antigüedad del cráneo a partir de
la medida de la razón N/Ca. Este efecto puede estar presente en otras
regiones del cráneo. En cuanto al caracol, se determinó la naturaleza
mineral del color rojo, siendo éste una combinación de óxidos de Fe
y Mn. El pigmento principal es hematita.
Debido a que pixe no es adecuada para el análisis de materiales
orgánicos, los resultados obtenidos no excluyen el uso de un agluti-
nante o de un material orgánico en los recubrimientos de arcilla rosa-
da del cráneo y en las zonas de color rojo del caracol.
Agradecimientos
Se agradece a Karim López G. y a Francisco Jaimes B., técnicos del
laboratorio del acelerador Peletrón del Instituto de Física de la unam,
por su invaluable colaboración durante la operación del acelerador y
los análisis de pixe.
122
Comentarios finales
•
——— ———
La serie de estudios que diversos especialistas han hecho sobre los dos
objetos arqueológicos recuperados en Estados Unidos de América, deja
entrever datos relevantes para dilucidar la procedencia de las piezas,
además de arrojar pistas sobre la cronología, la cultura y la sociedad
en que fueron producidos y de la que formaron parte como elementos
del utillaje material y del complejo ideológico. La posibilidad de ac-
ceder a esta información se vio limitada al ser extraídas las piezas de
su contexto original, como parte de la cadena de ilícitos a las que da
pie el fenómeno del coleccionismo, tema que se aborda en el capítulo
inicial, en el que Pedro Francisco Sánchez Nava, a partir de un relato
cuasipoliciaco, nos introduce en la temática central de la obra y nos
invita a reflexionar sobre las consecuencias nocivas que se derivan del
acopio individual de bienes culturales.
Los trabajos de iconografía de Javier Urcid y Maarten Jansen apun-
tan a que se trata de artefactos elaborados durante el periodo Posclá-
sico (900 a 1521 d.C.), época en que se desarrolló el estilo Mixteca-
Puebla en el centro-sur de Mesoamérica. Este estilo se puede observar,
por sólo citar algunos ejemplos, en los códices de la región Mixteca y
del grupo Borgia, en artefactos de uso ceremonial como las vasijas
policromas, en huesos grabados como los descubiertos en la tumba 7
de Monte Albán, además de numerosos objetos portátiles de madera,
piedra y concha encontrados en excavaciones en el centro de México
∗
Dirección de Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicas, inah.
123
Pedro Francisco Sánchez Nava y Ángel Iván Rivera
124
Comentarios finales
125
Pedro Francisco Sánchez Nava y Ángel Iván Rivera
1
Véase también un dibujo de la lápida en Caso (1965: 942) y una fotografía de la misma
en González (1992: 141).
126
Comentarios finales
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Pedro Francisco Sánchez Nava y Ángel Iván Rivera
128
Bibliografía
——— ———•
129
Bibliografía
130
Bibliografía
131
Bibliografía
132
Bibliografía
133
Bibliografía
134
Bibliografía
135
Bibliografía
136
Bibliografía
137
Bibliografía
138
Anexo. Reporte de laboratorio
•
——— ———
139
Anexo
140
Anexo
141
Un cráneo y un caracol de estilo
Mixteca-Puebla: patrimonio recuperado
se terminó de imprimir en febrero de 2011
en los talleres gráficos del Instituto Nacional
de Antropología e Historia.
Producción: Coordinación Nacional
de Difusión/Dirección de Publicaciones.
COLECCIÓN
ARQUEOLOGÍA
SERIE LOGOS