ANEXO 3. Uso, Abuso y Dependencia de Drogas
ANEXO 3. Uso, Abuso y Dependencia de Drogas
ANEXO 3. Uso, Abuso y Dependencia de Drogas
Las ADICCIONES
Las drogas de síntesis son sustancias que, al igual que la cocaína, ejercen una acción
estimulante sobre el SNC. Sus principales efectos son la elevación del estado de ánimo,
disminución de la sensación de fatiga y del apetito. Al finalizar los efectos estimulantes iniciales
surge la depresión y la fatiga. La supresión súbita del consumo provoca la aparición de signos
contrarios a la intoxicación: agotamiento, sueño excesivo, apetito voraz y depresión.
Algunos de los efectos conductuales más importantes que produce la abstinencia de las
anfetaminas son depresión, irritabilidad, anhedonia, falta de energía, aislamiento social y, en
algunos casos, ideación paranoide, alteraciones de la atención y problemas de memoria. En
ocasiones, se pueden producir comportamientos agresivos durante los períodos de intoxicación.
Otras drogas, como los enteógenos, yahé, etc., pueden verse en Becoña (2005) e infor-
mación más amplia sobre las distintas drogas en Bobes, Casas y Gutiérrez (2011), Galanter y
Kleber (2008) y Schuckit (2006), entre otros.
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1. Las ADICCIONES
Los criterios del DSM-IV-TR para la dependencia y el abuso de sustancias los hemos
indicado en las Tablas 1.1 y 1.2. En la Tabla 1.3 se indican los trastornos inducidos por las distintas
drogas, problemas que se presentan con frecuencia en los consumidores de las mismas.
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1. preocupación por el juego (por ej., preocupación por revivir experiencias pasadas de juego, compensar
ventajas entre competidores o planificar la próxima aventura, o pensar formas de conseguir dinero con
el que jugar);
2. necesidad de jugar con cantidades crecientes de dinero para conseguir el grado e excitación deseado;
5. el juego se utiliza como estrategia para escapar de los problemas o para aliviar la disforia (p. ej.,
sentimientos de desesperanza, culpa, ansiedad, depresión);
6. después de perder dinero en el juego, se vuelve otro día para intentar recuperarlo (tratando de “cazar” las
propias pérdidas);
7. se engaña a los miembros de la familia, terapeutas u otras personas para ocultar el grado de implicación
con el juego;
8. se cometen actos ilegales, como falsificación, fraude, robo, o abuso de confianza, para financiar el juego;
10. se confía en que los demás proporcionen dinero que alivie la desesperada situación financiera causada
por el juego.
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1. Las ADICCIONES
una situación de deudas insostenible, que mantiene la conducta de juego, con la ilusión de la
posibilidad de recuperar las pérdidas y volver a la normalidad, hasta que su familia o pareja
se percata de lo que está aconteciendo, lo que puede tener dramáticas consecuencias para el
jugador y las personas allegadas.
En los jugadores patológicos son característicos ciertos sesgos cognitivos, como la ilusión
de control sobre el propio azar, atribución interna de las ganancias y externa de las pérdidas,
y una focalización de la atención sobre las ganancias, minimizando las pérdidas. Es habitual
también que estas personas consuman alcohol u otras drogas mientras juegan, pudiendo
llevar al desarrollo de otras adicciones; que desarrollen patología depresiva y trastornos
psicosomáticos; y que su conducta les acarree diversos problemas familiares, sociales, laborales
y legales (Echeburúa et al., 2010).
Un tipo de adicción que en algún país, como Estados Unidos, está adquiriendo gran
importancia es la adicción al sexo. La intervención con las personas denominadas adictas al sexo
es un tema de controversia, dado que mientras que para algunos es un problema de adicción, para
otros es un problema de conducta. El adicto al sexo, para Griffin-Shelley (1993), habría perdido su
capacidad de elección o libertad. Su experiencia se convierte para muchos de ellos en obsesiva.
Este autor considera que dentro del sexo y el amor habría unas personas que tienen un gran
miedo y evitación a los encuentros románticos y/o sexuales, mientras que otros, por el contrario,
estarían muy preocupados por la sexualidad y/o el amor. Esto implicaría que para cualquier
conducta habría un estado normal o social, un estado inexistente o de evitación y un estado de
alta implicación que acarrearía problemas, en cuyo nivel extremo puede llegar a arruinar la vida
del sujeto. Por ello, para Griffin-Shelley (1991, 1993) la definición de adicción al amor y al sexo
incluye nueve elementos: “colocarse” (the high), la tolerancia, la dependencia, el deseo (craving),
los síntomas de abstinencia, la obsesión, las conductas compulsivas, el secreto, y los cambios de
personalidad. Un adicto al sexo tendría que tener al menos tres de los anteriores criterios.
La adicción al trabajo es una característica de nuestra sociedad industrializada, en donde
el trabajo y, consiguientemente, el dinero y el poder, están muy asociados. Denominado “trabajo
compulsivo” o “borrachera de trabajo”, este problema se detecta fácilmente cuando la persona
antepone el trabajo a su familia, a sus amigos, a sus diversiones y, al final, ante sí mismo como
persona. La persona con esta adicción puede trabajar diariamente 12 ó 14 horas durante 6 ó 7
días a la semana. Es raro que tome vacaciones, y si las toma padece síndrome de abstinencia:
está irritado, inquieto, tiene sentimientos de inutilidad y culpabilidad, llama continuamente al
trabajo como si fuese imprescindible, se siente angustiado, etc. Otra característica es que no
hay pruebas objetivas de que tenga que hacer esas conductas para que todo siga funcionando
igual en su ausencia.
Curiosamente, no siempre obtienen la productividad prevista con el gran número de
horas que dedican al trabajo. Esto les lleva a trabajar aún más, cayendo de este modo en un
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círculo vicioso en donde nunca hay límite. Esto les lleva a ir poco a poco padeciendo situaciones
de estrés, que se puede llegar a convertir en crónico. Por ello muchas personas que cumplen los
criterios para el patrón de conducta tipo A son igualmente trabajadores compulsivos. Su modo
de comportarse como trabajadores excesivos les lleva en muchos casos a padecer este patrón
de conducta, que lleva a que tengan un alto riesgo de padecer enfermedades coronarias y, por
tanto, de producirles la muerte.
Quién más sufre las consecuencias del trabajador compulsivo es su familia. No atiende
a su esposa ni a sus hijos. En ocasiones el trabajador compulsivo puede quedar agotado, tanto a
nivel físico como psicológico. En tales casos su organismo le recuerda que está sobrepasando
los límites. Otros, aguantan así muchos años hasta que se derrumban. También es frecuente
que si dejan de ser adictos al trabajo cambien por otra adicción (ej., al juego); o bien que otros
adictos (ej., al juego), cuando dejan su adicción trabajen más horas o incansablemente y lleguen
incluso a ser adictos al trabajo. La crisis suele permitirle darse cuenta del problema. Si se lleva a
cabo una adecuada intervención con estas personas se puede reorganizar su vida.
La adicción a las compras compulsivas es un nuevo problema en nuestras sociedades
industrializadas (Rodríguez-Villarino, 2005). Una de sus características es que la persona que
padece este problema compra cualquier cosa que vea no por su utilidad, sino por el hecho
de comprarlo o por “si algún día” puede llegar a precisarlo, haciendo compras de lo más
disparatadas, de poco dinero la mayor parte de ellas, pero en gran número y variedad. Ello
acarrea quedarse sin dinero, tener que pedir créditos, impagos de los mismos, etc. Suele
detectarse este tipo de patrón en personas que compran en grandes almacenes, ya que en ellos
encuentran los más variados artículos y pueden realizar las compras con tarjetas de crédito.
Igualmente, la utilización de tarjetas de crédito favorece la compra compulsiva, ya que sólo
se ve el refuerzo, “la compra del objeto”, pero no las consecuencias (“quedarse sin dinero”), ya
que el dinero de plástico en ese momento es sólo eso, plástico, y no aprecian que luego hay que
hacerle frente con dinero real.
Este problema se da más frecuentemente en mujeres, por ser ellas las que suelen hacer la
mayor cantidad de compras en la vida diaria, alimentación, hogar, para la familia, etc. (Becoña,
2009a). En hombres, cuando se da, puede llevarles a la ruina económica, especialmente si tienen
una empresa y compran grandes cantidades de modo irracional respecto a la posibilidad de
venta, o compras superfluas que no son útiles.
Otras nuevas adicciones las tenemos con la televisión, ordenador, teléfono móvil, etc.
(Echeburúa, Labrador y Becoña, 2009), en donde la persona orienta toda su vida a estar pendiente
de la misma, llegando a abandonar otras actividades, especialmente en adolescentes, quienes
con la excusa de su adicción abandonan sus estudios, o para superar otro problema se refugian
en la misma; las amas de casa que dejan de cumplir sus obligaciones familiares; etc. En muchas
ocasiones es importante el estado emocional de esa persona. Así, una persona con depresión
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1. Las ADICCIONES
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