"El León de La Cordillera". Primo Capraro Y El Desempeño Empresario en La Región DEL NAHUEL HUAPI, 1902-1932

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“EL LEÓN DE LA CORDILLERA”.

PRIMO CAPRARO Y EL DESEMPEÑO


EMPRESARIO EN LA REGIÓN
DEL NAHUEL HUAPI, 1902-1932

Laura Méndez
Centro de Estudios de Historia Regional (CEHIR)
Universidad Nacional del Comahue (UNCo)

Resumen: La historia económica de la Patagonia Norte vivió cambios radicales


en el período 1902-1932. Bariloche, un pequeño pueblo de frontera sobre la cor-
dillera de los Andes, se convirtió en un centro turístico internacional. Este artí-
culo pretende explicar el proceso de transformación económica de este espacio
social, a través del comportamiento empresario de Primo Capraro, un inmigran-
te italiano que se convirtió en el empresario más importante de la región.

Palabras clave: Patagonia, historia de empresas, relaciones comerciales, fron-


tera, turismo

Abstract: The economic history of North Patagonia lived radical changes in the
period 1902-1932. Bariloche, a small frontier town in the Andes Cordillera, de-
veloped into an international tourist centre. This paper proposes an explanation
of the economic transformations of this social space, around de business be-
haviour of Primo Capraro, an Italian immigrant who emerged as the most impor-
tant business man of the region.

Key words: Patagonia, business history, commercial relationships, frontier,


tourism

Introducción

El actual noroeste de la provincia de Río Negro, en el norte de la Patagonia,


fue incorporado a la órbita del Estado nacional argentino a partir de la campaña
militar contra los pueblos originarios, llevada a cabo entre los años 1879 y 1885.
Sin embargo, a la victoria armada no le siguió un proceso estatal de instituciona-
lización contundente y efectivo, lo que hizo que en el espacio de la Norpatagonia
siguieran vigentes durante varias décadas prácticas económicas y sociales de
la época indígena, entre ellas el intercambio comercial y la movilidad territorial
entre las sociedades de ambos lados de la cordillera de los Andes.
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En la región surcada por los 60 kilómetros de extensión del lago Nahuel Hua-
pi, la vida económica y, en especial, los circuitos mercantiles, estuvo liderada
desde comienzos del siglo XX por una gran compañía de capitales germano-
chilenos, la “Compañía Comercial y Ganadera Chile-Argentina” y, a partir del
inicio de la primera gran guerra, fue muy importante el accionar de un vecino
de origen italiano, Primo Capraro. Junto a otros inmigrantes extranjeros -pro-
pietarios en su mayoría de almacenes de ramos generales y dueños de tierras-
Capraro construyó una sólida posición económica en las primeras décadas del
siglo XX y se convirtió en el mayor empresario de la región andina. Fue también
un político influyente, y un hábil tejedor de alianzas y relaciones que le permi-
tieron rodearse de un nutrido número de compatriotas que trabajaban para él,
perpetuarse en la Comisión de Fomento local alternando el cargo de presidente
con el de tesorero, y acumular títulos e influencias que redituaron en poder real
y simbólico a lo largo de los primeros treinta años del siglo XX. Desde su rol
empresarial y sus prácticas políticas, Primo Capraro acompañó la transición
económica de la región y la historia social local, de pueblo de frontera vinculado
al comercio trasandino a centro turístico internacional.
Es intención de este trabajo explicar ese proceso de transición, a través
del ciclo de vida de Primo Capraro en relación con sus orígenes, sus estrate-
gias, sus redes de relaciones y sus negocios desde una perspectiva histórica
debido a que, si bien no el único, fue uno de los principales actores de la
incipiente burguesía regional, con conexiones con miembros vinculados a las
esferas de poder en el espacio nacional, que signó este proceso de trans-
formación. Para tal fin, hemos consultado fuentes –en su inmensa mayoría
inéditas- disponibles en repositorios de San Carlos de Bariloche, Viedma
–capital de la provincia de Río Negro-, Buenos Aires, Chile y las provistas
por la cancillería italiana.

1. Primo Capraro y las redes sociales y mercantiles en el espacio


regional

Primo Modesto Capraro nació en Belluno, Italia, en 1875. En su ciudad na-


tal, Capraro estudió en una escuela industrial, donde aprendió matemáticas y
técnicas de la construcción. Realizó el servicio militar en Suiza, donde aprendió
cómo construir diques y caminos. Estuvo en Austria, Suiza y Alemania. En el
1900 se instaló en México, donde trabajó en las minas de oro de Pachuca, con-
tratado por una empresa británica. De allí se fue a Chile y posteriormente, a la
Argentina (Ruffini, 2005). Llegó al Nahuel Huapi llamado por Leopoldo Baratta,
quien fuera su compañero en el servicio militar. Baratta era un perito minero ita-
liano, empleado de la Dirección de la Oficina de Tierras y Colonias, dependiente
del Ministerio de Agricultura la Nación quien, frente al proyecto de creación de
la Colonia Agrícola y Pastoril del Nahuel Huapi, le propuso a Capraro adquirir un
lote en sociedad.

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Capraro llegó a la región en abril de 1903, y se instaló en el lote del lago Cor-
rentoso, sobre la margen noroeste del lago Nahuel Huapi. Tras un fallido intento
de encontrar oro en los lagos del sur, se dedicó a la venta de madera para la
construcción de estancias y viviendas, montando un aserradero en esa zona.
Los postes y varillas para alambrados que fabricaba junto a Baratta los vendía
a la Compañía Comercial y Ganadera Chile-Argentina, empresa de capitales
germano-chilenos con sede central en Puerto Montt que monopolizaba el tráfico
comercial intercordillerano y que tenía en Bariloche la sede comercial central de
la Compañía, de la que dependían catorce sucursales diseminadas en el territo-
rio rionegrino y el norte del Chubut, además de administrar –como propietaria o
arrendataria– más de 500.000 hectáreas que funcionaban como una sola unidad
de producción, dedicadas a la cría de ganado ovino y vacuno.
En 1908, Primo Capraro obtuvo del gobierno nacional, en arrendamiento a
título precario, una superficie de 4.500 ha entre el lago Correntoso y el lago Es-
pejo. Al trasladarse a San Carlos de Bariloche por intereses comerciales –inició
junto al comisario de policía José Alanís, una fábrica de ladrillos–, nombró en su
estancia del Correntoso a un “encargado habilitado”, el que debía cuidar la ha-
cienda a cambio de un porcentaje del procreo de animales. La muestra de trigo
de esta estancia, a la que llamó “La Bellunense”, ganaría –por su calidad– una
medalla en la Exposición Rural del Centenario, realizada en Buenos Aries en
1910. Solía recorrer todos los parajes de la cordillera de Río Negro y Chubut
ofreciendo leña, madera y sus servicios como constructor. Para tal fin, había
adquirido junto a Baratta, la primera segadora mecánica de la zona. Una de las
características típicas de su accionar fue el no respetar los límites locales sino
pensar la región como un todo en cuanto a mercado, conglomerado humano y
posibilidades de desarrollo.
Según consta en los registros catastrales, el capital inicial de Capraro fue
muy reducido. En 1905 era propietario de un terreno cuyo valor no superaba los
$ 300. Cuatro años más tarde el valor de su propiedad ascendía a $ 1.000, a la
que se le sumaban los dos terrenos que figuraron a nombre de su esposa ale-
mana, Rosa Maier, por un valor de $ 7.500 y $ 2.500. Desde su instalación en la
ciudad de Bariloche, Capraro comenzó a comprar lotes en el radio urbano y en
la Colonia Agrícola llegando –hacia la mitad de la década de 1920– a ser dueño
de numerosas propiedades en el Nahuel Huapi, entre ellas, hoteles, embarcade-
ros y almacenes de ramos generales1.
En San Carlos de Bariloche instaló una usina, carpintería, herrería y taller
mecánico, monopolizando así las actividades de la construcción en la región. A
comienzos de los años 20 el aserradero de su propiedad abastecía la madera
con la que su empresa constructora levantó prácticamente todas las viviendas

1. En 1924, según el informe del Encargado de Tierras y Colonias, Capraro poseía en el radio urbano
16 solares propios, y otros tantos arrendados desde 1914. Informe de Emilio Frey, encargado de
Territorio, a la Dirección General de Tierras el 20 de abril de 1924, Expediente 1872-0-1914, Archivo
Histórico de Río Negro, Viedma (en adelante AHRN).

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del pueblo, las estancias vecinas y los puentes. Una de sus prácticas habituales
fue la de traer desde Italia a amigos y conocidos que formarían parte de su vasto
grupo de empleados, a los que gustaba tener cerca y, en general, agrupaba en
terrenos colindantes. Capraro se encargaba de las gestiones ante el Ministerio
de Agricultura y el director de Tierras Fiscales para asegurar la radicación de los
colonos que llegaban. En los terrenos del actual Centro Cívico tuvo su base de
operaciones, llegando a concentrar en las inmediaciones cerca de 300 emple-
ados, en su mayoría compatriotas italianos2. La tala de bosques, el accionar de
su empresa constructora, la compra y venta de tierras, la venta de insumos bá-
sicos para la vida cotidiana en su almacén de ramos generales y la producción
y comercialización de ganado en pie y lana fueron los pilares de su crecimiento
económico. Sus actividades comerciales se expandieron cuando se convirtió
en dueño, en 1916 junto a otros socios, y desde 1919 como único propietario
de la parte comercial de la Compañía Chile-Argentina, empresa que liquidó en
esos años la totalidad de los bienes que poseía en territorio argentino (Méndez,
2006a, 2006b)3.

1.1. El “redentor” ferrocarril y la actividad lacustre


Desde el comienzo de su actividad empresarial, Capraro se convirtió en un
firme defensor del tendido de la línea férrea que uniría el puerto de San Antonio
recostado sobre el océano Atlántico con la región cordillerana rionegrina la que,
desde el inicio de su construcción en 1910, sufrió permanentes postergaciones.
Para Capraro, el facilitar las comunicaciones y el traslado de mercaderías a tra-
vés del tren, sería la base del desarrollo regional, ya que permitiría reemplazar
las importaciones chilenas por productos nacionales, aumentar la población,
integrar la región al mercado nacional, así como favorecería el desarrollo in-
dustrial del Nahuel Huapi, en el que incluía a su empresa maderera. Según sus
impresiones:

“El F.C. ganará financieramente y llenará el objeto para el cual ha sido construido (es decir:
nacionalizar los Andes del Sur y fomentar las industrias de aquella región que la Naturaleza ha
dotado de todo lo que el hombre pueda desear) se buscara de ayudar los esfuerzos particulares
y de estudiar de cerca sus problemas. Los pocos pioners (animados de buena voluntad y cons-
cientes de la futura grandeza de la región) que ejercen alguna pequeña industria manufacturera,
con todos los sacrificios que son peculiares en regiones tan apartadas y se dedican al cultivo

2. Estos y otros datos sobre las construcciones y propiedades de Capraro en el casco urbano pueden
encontrarse en el informe referente a la existencia de edificios de construcción anterior al año 1930 en
el sector comprendido entre las calles Palacios a Morales. Comisión de Preservación del Patrimonio
Histórico, 1 de marzo de 1978, Archivo Museo de la Patagonia, Bariloche (en adelante AMP).
3. Para comprender este proceso, es necesario considerar la ola de conflicto social y los cambios
económicos producidos a raíz de la Primera Guerra Mundial y su finalización. Entre los factores que
impactaron fuertemente en las economías de la Patagonia, merecen destacarse la lenta recupera-
ción de las economías europeas, la caída de los precios de la lana, la inestabilidad de la demanda
de los productos primarios en el mercado mundial y el retiro de capitales germanos en el espacio
regional.

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de las tierras, cría de animales, esperan que se acerca el “Redentor”, el ferrocarril que los unirá
al consorcio humano y colocará en contacto de la Civilización la zona más bella, mas rica y más
sana del mundo. Para fomentar actualmente la iniciativa de los particulares habría que empezar
usando en el F.C. los materiales de la localidad , que pueden, tanto por el precio como por la
calidad, sustituir los que transportan de San Antonio o del extranjero, como a ser: madera aser-
rada, durmientes, postes de telégrafo, postes de alambrado y varillas y artefactos de madera Hoy
casi no hay troperos desde Bariloche a Punta Rieles, porque los productos del lago no tienen
saluda y porque muchos otros productos vienen de Chile, Si fomentasen comprar en Bariloche
los productos forestales los mismos carros al regresar a Bariloche, llevarían los productos nacio-
nales: vino, cerveza, azúcar, harina , etc, que hoy vienen del Pacífico exclusivamente, ganando
así también el Ferrocarril. y se fomentaría en tal forma la población, pues los trabajos del monte,
los acarreos, los aserraderos, etc., implican la necesidad del obrero”4.

Al restringirse la filiación económica con Chile tras el establecimiento del


resguardo aduanero en 1920, Capraro se convirtió en el principal proveedor del
Estado nacional, al que abastecía de tirantes, postes para alambrado y mano
de obra para las obras del tan ansiado Ferrocarril del Estado. Instaló sucursales
de su proveeduría en Comallo y Pilcaniyen, para abastecer a los empleados
ferroviarios y a un hotel sobre el río Correntoso. Con unos coches Ford que
había adquirido y no logró vender, formó una línea de transporte de pasajeros
entre Bariloche y punta de rieles.
Con relación a la actividad lacustre, Capraro incrementó paulatinamente su
flota entre 1920 y 1930 y fue variando su función, a medida que iba cambiando
la vida económica del espacio regional. En una primera etapa, la flota se dedi-
caba principalmente a comunicar Chile y el Nahuel Huapi a partir del circuito
lacustre por el paso Pérez Rosales, a la vez que lanchones de menor tamaño se
utilizaban para el cabotaje entre los puestos y poblaciones del lago que se en-
contraban aisladas por la falta de caminos. Restringido al intercambio comercial
con Chile, parte de su flota se usó para abastecer a la Comisión de Estudio del
brazo Tristeza para la construcción del camino internacional a Chile y simultá-
neamente, afianzó los circuitos turísticos a través del Gran Lago. En 1926, Ca-
praro construyó una hostería en Bahía López con capacidad para diez pasaje-
ros. Dos años más tarde, levantó un muelle para lanchas de turismo y lanchones
que transportaban autos que cruzaban por el camino de Pérez Rosales.
Una práctica usual del empresario fue construir edificios para el Estado, pre-
sentando en la licitación el precio total de la obra, y utilizando como materia
prima la madera de los bosques fiscales de la zona, que para él sólo represen-
taban el costo de la extracción. Esta modalidad abarataba el precio de las obras
y permitía a Capraro manejar el mercado maderero regional, por lo que ganó la
gran mayoría de las licitaciones5.

4. Carta de Primo Capraro al ingeniero Luis Rapelli, Director de los Ferrocarriles del Estado, 14 de
diciembre de 1916, AMP.
5. Esta modalidad, por ejemplo, fue seguida par la construcción de primera escuela primaria de Barilo-
che, a cuya licitación se presentó Capraro el 5 de octubre de 1905, Personas, Capraro, 02-0001, AHR.

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1.2. El “león de la cordillera” y las redes sociales
Simultáneamente a estas actividades económicas, construyó sólidas redes
sociales que lo vincularon con el poder central, estableciendo fluidas y exce-
lentes relaciones con empresarios y funcionarios gubernamentales en Buenos
Aires, ciudad en cuyo centro –en la calle Lavalle 1.059– tenía sus oficinas. Solía
permanecer meses en la Capital Federal, para realizar gestiones en representa-
ción de la Comisión de Fomento. Así lo recordaba el escritor Alcides Greca:

“Algunas veces lo he visto en Buenos Aires, haciendo antesala en los ministerios y también en
las grandes solemnidades de rigurosa etiqueta, ostentando su corpulencia y su imponente barba
roja. Se apoda a sí mismo “el león de la cordillera”(...) En cierta ocasión, se le comisionó para
dar la bienvenida al Ministro de Relaciones Exteriores. Su discurso, en el que pidió innumerables
mejoras para la región, terminó entre risas y aplausos, con la siguiente frase: `Señor Ministro, el
que no lloras no mamas´”6.

Fue, además, vicecónsul de Italia, miembro de la Comisión de Fomento local


en forma casi ininterrumpida entre 1906 y 1930, presidente del Automóvil Club
Argentino, agente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), representante de
la East Indian Oil Company, Ford y Fordson, Vacum Oil Company, Pirelli, So-
ciedad Anónima Platense, Compañía Seguros La Buenos Aires, Compañía de
Seguros La Columbia, Banco de Italia, Banco del Río de la Plata, además de
corresponsal de los diarios La Nación y La Patria Degli Italiani. A partir de 1927,
formó parte también de la Sociedad de Fomento Rural de Río Negro y Neu-
quén y en 1929, participó de la fundación de la Sociedad de Fomento Rural de
Bariloche. Estos roles múltiples ejercidos por Capraro en el espacio regional le
permitieron acceder a un amplio caudal de información sobre el mercado (pre-
cios de los productos primarios y manufacturados, del trabajo y del transporte)
que le posibilitaron –desde su lugar de propietario, comerciante, fabricante y
político– tomar decisiones que fortalecieron su capital material y simbólico. Una
de las estrategias frecuentes para captar la atención y la intención favorable
de algunos sectores prominentes de la oligarquía porteña hacia la región del
Gran Lago, fue la organización de excursiones en Bariloche, en las que Capraro
ofrecía su infraestructura de doce automóviles, cuatro vapores y sus hoteles a
gerentes de banco, empresarios y funcionarios de Estado7.

6. La Nueva Era, 17 de agosto de 1929, AHRN.


7. Por ejemplo, al ex presidente estadounidense Theodore Roosevelt, quien visitó la región en 1913,
junto al gobernador de Neuquén y el director del Departamento de Asuntos Internos del gobierno
argentino, entre otros. Roosevelt recuerda en sus memorias una cena en la que “era el italiano la
lengua que mayoritariamente se empleaba en las recitaciones de los versos del Dante. Casi super-
fluo resulta decir que el recitador era Capraro” (Dal Mas, 2006: 49). Otras recepciones muy recorda-
das, fueron la excursión que organizó para el gerente del Banco Nación y un grupo de empresarios
en febrero de 1928, la recepción al gobernador Víctor A. Molina en marzo de 1923, al ministro de
Relaciones Exteriores en 1828 y al embajador de España en febrero de 1929; La Nueva Era, 23 de
marzo de 1923; 2 de febrero de 1929, y 17 de agosto de 1929, AHRN.

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En julio de 1921 formó la Asociación Italiana de Socorros Mutuos “Nueva
Italia” que contó en su origen con una veintena de socios, casi duplicándose los
asociados en 1926. Desde su fundación, la Asociación Italiana tuvo una intensa
actividad social y cultural que permitió fortalecer aún más los lazos entre los
italianos residentes en el Gran Lago, con los que Capraro compartió trabajos,
terrenos y puestos en las sucesivas Comisiones de Fomento.
La correspondencia consular oficial mantenida entre Capraro y el Consulado
de Italia –país por el cual sería nombrado caballero– nos permite observar la
importancia que tuvo el hecho de haber sido designado vicecónsul, en cuanto
le permitió facilitar la llegada a la región de amigos, conocidos y conciudadanos
de Belluno, a través de la rápida provisión de pasaportes y trabajo, y también
le otorgó el poder para justificar la no presentación de algunos ciudadanos ita-
lianos al servicio militar obligatorio –en pleno período de entreguerras europeo,
en el contexto de un fascismo que irrumpía con violencia en el escenario in-
ternacional–. Como vicecónsul, Capraro debía enviarlos a Italia a cumplir con
su deber cívico-militar, pero también podía justificar las excepciones, lo que le
generó muchos agradecimientos. Desde su cargo también realizó una amplia
acción social a favor de viudas y huérfanos, tramitando pensiones italianas para
habitantes del Nahuel Huapi e involucrándose afectivamente con todas las fa-
milias de su mismo origen que habitaban la región.
En una nota enviada al consulado de Italia en la ciudad de La Plata, fecha-
da el 17 de agosto de 1927, Capraro informó que en la zona del Nahuel Huapi
habitaban en esa fecha aproximadamente 900 italianos: 150 en la ciudad de
Bariloche8, 50 ocupados por Capraro en tareas de construcción en la zona, 150
que trabajaban en la construcción de las vías del ferrocarril entre los kilómetros
448 y 554, y otros distribuidos en la localidades vecinas de Ingeniero Jacobacci,
Maquinchao, Las Bayas, San Martín de los Andes, Junín de los Andes, Agua-
da de Guerra, Menuco, Sierra Colorada, Pilcaniyen y Ñorquinco. Pocas de las
actividades de la ciudad se hacían sin la presencia de Capraro. Participó en la
generación de energía eléctrica instalando otro generador, aparte de la usina de
Benito Bock, cedió una casa para que se reuniera el primer club de fútbol de la
ciudad, creó la banda de Música Municipal, y hasta fue el protagonista principal
de los carnavales9.

8. Según el relato de Cesarían Gelain de Marciani, una mujer arribada a Bariloche en los primeros me-
ses de 1909: “mi padre llegó acá, a Bariloche, en 1907 con Primo Capraro y junto con su cuñado, Don
Vicente Speranza, que también era albañil, y después de dos años que estaba trabajando acá mandó
llamar a la familia; entonces vine con mi madre. Mi padre mandó buscar la familia pero él no fue. Vinie-
ron juntas desde Italia mi madre con la señora de Primo Capraro, que había ido a tener su primer hijo a
Alemania. Porque ella ya había estado acá en 1905 con Capraro. Entonces se juntaron varias familias
italianas de Belluno, todos vinieron de Belluno, eran amigos en Belluno de Primo Capraro. Aquí había
muy pocas casitas. Capraro había mandado llamar a sus amigos que tenían oficios”, Archivo personal
Quintino Mossa (en adelante AQM), Consolado Generale D´ Italia, Bahía Blanca.
9. Recordaba oralmente (registrado por su nieta, María de Luz Paolí en 1978) el pionero Italo Paolí,
dueño del bar “La Alegría”, vecino de la ciudad desde principios del siglo XX, que “don Primo Ca-

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2. Capraro y las disputas en la arena política

Si bien este trabajo centra su interés en el desempeño empresario de Capra-


ro, creemos pertinente historiar su permanente participación en el proceso de
toma de decisiones de la localidad, pues este aspecto, nos permite replantear
los vínculos entre poderes regionales/ poderes centrales y entre poder econó-
mico / poder político en espacios periféricos, como lo fue la región andina del
territorio de Río Negro.
La inmigración masiva a la Argentina iniciada en las últimas décadas del siglo
XIX hizo que, junto a las personas, se enraizaran en el país ideas socialistas y
anarquistas. Frente a los reclamos y el ejercicio de violencia estatal ocurridos
más al sur –huelgas y represiones sangrientas en estancias de Santa Cruz– los
ciudadanos debatían y las posiciones se polarizaban. Entre los nuevos grupos
políticos emergentes figuró la Asociación Patriótica, organización paramilitar
nacionalista surgida tras los sucesos de la Semana Trágica que incluía a un
heterogéneo –tanto en lo social como en lo ideológico– conglomerado social,
que bajo el lema “patria y orden”, se constituía en “guardián de la argentinidad”,
para “estimular el amor a la patria” y “cooperar con las autoridades en el man-
tenimiento del orden público” (Barbero y Devoto, 1983: 132)10.
A partir de la segunda década del siglo XX, la Liga Patriótica Argentina de-
sarrolló una gran influencia en los territorios nacionales, siendo recurrente en
sus pronunciamientos el tema de la soberanía, principalmente desde lo territo-
rial, alertando sobre la presión fronteriza, la seguridad amenazada, los deseos
expansionistas de Chile, los complots internacionales, y arengando sobre la im-
portancia de afianzar el sentimiento patriótico nacional. El discurso de la Liga
prendió en la clase dominante de las ciudades patagónicas. En esta década
los esfuerzos por “argentinizar” el espacio social del sur fueron importantes. La
educación patriótica, la conmemoración de las fechas patrias y la construcción
de monumentos cumplieron el esfuerzo por incorporar a la nación a regiones
–como la del Nahuel Huapi– en las que advertía un peligro doble: su condición
de pueblos de frontera y un importante porcentaje de población extranjera, en
su mayoría chilena.

praro había construido un plesiosauro de madera de 4 metros de largo, 3 de ancho y 3 de alto, tenía
un cuello de más o menos 4 metros que se movía para los lados, giraba la cabeza, abría la boca,
movía los ojos y enroscaba la cola. En los carnavales recorría la calle Mitre. Don Primo Capraro, se
vestía de Gaucho, con un chiripá negro y un calzón blanco con puntillas, un chaleco bordado, un
cuchillo de 60 centímetros plateado en la cintura, rastra de oro y plata, botas de potro, boleadoras y
llevaba el cabello largo con una vincha, se montaba en un caballo negro, con riendas y frenos de oro
y plata, en la frente llevaba un escudo de oro y plata, el recado tenía al frente dos escudos de plata
con incrustaciones de oro, el caballo llevaba también una pechera de oro y plata”.
10. Si bien la Liga Patriótica tuvo en su origen una clara justificación en la función de la represión
extralegal del movimiento obrero contestatario, en su accionar posterior se reafirma como una or-
ganización nacionalista y xenófoba, emparentada con las formas de patriotismo y nacionalismo
cultural precedentes (Barbero y Devoto: 1983).

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Una gran mayoría de comerciantes, estancieros, profesionales y autoridades
locales fueron miembros activos de las brigadas de la Liga en el ámbito regional
o adhirieron a sus principios. Sus integrantes, además, tenían gran participación
en eventos públicos y en instituciones de la comunidad. Su prédica encontró
condiciones favorables de receptividad pues fue un momento de crisis econó-
mica en la región, de conflictividad social en un contexto de agitación obrera
a nivel nacional y en el que las medidas adoptadas por el presidente Hipólito
Yrigoyen fueron cuestionadas en los Territorios sureños.
En San Carlos de Bariloche, conformaron la Liga Patriótica algunos vecinos ar-
gentinos, miembros del personal policial y docentes, arribados a mediados de la
década de 1920 a la ciudad. La Liga, presidida a nivel local por el médico de Salud
Pública, Luis Pastor, veía con desagrado y desconfianza que Capraro y “los de
Belluno”, en su totalidad extranjeros, ocuparan, desde hacía más de una década,
todos los cargos de la Comisión de Fomento. En este contexto de efervescencia
política, a comienzos de 1927 el entonces gobernador del Territorio11, León D. Qua-
glia, nombró a Cornelio Hageman, Primo Capraro, Gustavo Winkler, Ernesto Schu-
macher y Herminio Alonso para constituir la Comisión de Fomento por un nuevo
período de dos años. Primo Capraro envió entonces una nota a Quaglia en la que se
quejaba de una sistemática campaña en su contra, la cual intentaba hacer aparecer
a la colectividad italiana como autora de agravios y amenazas a algunos vecinos
de la ciudad. Capraro acusó a la policía de connivencia con los intereses de la Liga
Patriótica Argentina. Según expresaba Capraro en su denuncia:

“Ha sido posible sufrir vejámenes de toda índole, hasta los que con infamia llegaron a mi hogar,
ha sido posible sufrir la indudable persecución hacia mi persona, con los atropellos a mis emple-
ados; Contemplar la camaradería ostensible y provocativa del Sr. Comisario con los Secuaces
del Dr. Pastor, y sus depuestos en público, contra el gringo... Ha sido posible el azote de una
policía brava, castigando sable en mano a pacíficos extranjeros; cobrando multas fuera de la Ley
y por causas antojadizas, y hasta ayer mismo, en la demostración a un maestro ascendido, su
concurrencia de uniforme y su discurso de carácter político, coartando la libertad de los edu-
cacioncistas que ejercen el periodismo. El triunfo más efectivo, cabe reconocerle a la camarilla
destructora que contradice y traba el fomento cuantioso que el Gobierno procura a favor de
estas zonas, pues se advierte los resultados de su campaña de alarmas, anotando que en el pa-
sado mes, de cien el número de viajeros, ha llegado a ser nulo en los últimos dos trenes. Créame
profundamente afectado y hasta enfermo, que por segunda vez en pocas semanas he debido
guardar cama...”12.

Las denuncias de Capraro se dirigían contra tres personas: Amadeo E. Bení-


tez por ostentación de fuerza hecha por la policía a su cargo y por haber detenido
sin motivo alguno a diversos súbditos italianos; el doctor Luis Pastor, presidente

11. Recordemos que, a pesar de tener la cantidad de habitantes que la ley establecía para conver-
tirse en Municipio, Bariloche seguía siendo gobernada por una Comisión de Fomento local, cuyos
miembros eran nombrados por el gobernador del territorio, tras la aprobación de las autoridades
nacionales.
12. Apartado Comisión de Fomento, 1928, denuncia 01-05, AHR

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de la Liga Patriótica, por haber dirigido una campaña en su contra injuriándole
por medios de carteles y caricaturas colocados en el bar de Belarmino García; y
el corresponsal de Nueva Era, editado en la ciudad de Viedma que era la capital
del Territorio Nacional del Río Negro, José de García, por haber éste comentado
en el citado diario, en forma insidiosa, los hechos ocurridos.
En noviembre de 1927, las ventanas del bar “La Alegría” aparecieron empape-
ladas con panfletos en contra de la figura de Capraro y la Comisión de Fomento, a
la que se acusaba de fraude administrativo y de estar conformada por extranjeros.
En este reclamo se evidenciaba el uso del espacio público para poner en acto
las ideas y reclamos, ya que el bar “La Alegría” era reducto de visibilidad para el
agravio –tanto por las personas que concurrían a él como por los panfletos contra
Capraro que hacían de cortinas–. Por tal motivo, en varias oportunidades, sus
vidrios aparecieron rotos por las mañanas, sin poder identificarse a los que, por
la noche, habían realizado el atentado. Como respuesta a esta situación, Capraro
compró la casa donde funcionaba el bar, y lo cerró de inmediato.
La prensa irrumpió en el escenario como creadora de opinión a través de
su corresponsal, miembro activo de la Liga Patriótica, y la opinión pública se
moldeó contra Capraro, a partir de la invasión del conflicto al espacio privado
del turista. Las idas y vueltas de las imputaciones –entre los nacionalistas de
la Liga Patriótica y la comunidad itálica– se publicaron en La Prensa y el perió-
dico viedminense La Nueva Era. Hasta tal punto llegó la pugna que durante un
tiempo, sobre fines de la década de 1920, cada turista que llegaba a la ciudad
recibía en el hotel un sobre a su nombre en el que se difamaba a Capraro y se
advertía sobre su voracidad de poder y falta de escrúpulos. Un panfleto de autor
anónimo contra Primo Capraro, titulado ¡HUID DE ÉL!, era entregado a turistas
a finales de 1928 y decía:

“Se imagina que es discreto y es agudo


Y es realmente, una pesada cuatropea.
Y ni el hombre más tranquilo y cachazudo
Va a cambiarlo, consiguiendo que no sea
Presumido, chabacano, testarudo, cogotudo,
Repolludo y campanudo.
(...) Escucharlo es un suplicio verdadero,
quien lo aguanta bien merece recompensa
Cuando grita y gesticula el majadero
Ante el pobre que lo escucha sin defensa.
Se comprende que lo llame el mundo entero,
Vocinglero, bochinchero, patotero.
¿No descansa? Si, descansa. ¿Cómo y cuándo?
¿Nunca duerme? Si es que duerme sueña a gritos.
¿Qué discursos cuando calla esta forjando?
¿Qué vocablos estupendos e inauditos?
No lo vemos por las calles caminando
Perorando, replicando, refutando... (...)
Se desvive por ser fino y ser amable
Al saber que por alguno censurado,

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Y hace cosas que nos dejan sin aliento
se enfurece y da terribles manotones
Lo que juzga en sus amigos criticables,
y le trata de envidioso y desgraciado
El lo copia y lo celebra muy contento
y lo acusa de perversas aficiones,
Y prosigue su camino imperturbable,
y lo vemos cuatro días indignado,
incansable, destemplado, deplorable, deslenguado, detestable, desbocado.
Jamás hubo macaneo más glorioso,
A su gusto y sin remedio se despacha
¡Qué inspirado! ¡Qué rotundo! ¡Qué fogoso!
Con su verba inigualable se emborracha
No es posible que haya nadie tan ruidoso,
Estruendoso, fragoroso, tumultuoso”13.

Frente a esta situación, Capraro apeló al gobernador en busca de justicia,


mientras la policía del departamento se involucró con las acciones y reclamos
de la Liga. En realidad, estas amenazas cruzadas evidenciaban el conflicto que
emergió frente a las próximas –y primeras– elecciones municipales: la Liga Pa-
triótica por un lado, formada por los hermanos Boiza, el médico Pastor y José de
García; y, en el bando contrario, miembros del grupo de Capraro, dirigido por el
mismo Primo y por Cornelio Hageman, que nucleaba a los italianos de la región.
El contexto nacional reforzaba la contienda: Hipólito Yrigoyen se postulaba a
su segunda presidencia; mientras la Liga rechazaba con virulencia un segundo
mandato, Capraro se jactaba de su filiación yrigoyenista. Las dos facciones diri-
mieron sus conflictos en lógica de guerra, donde todo estuvo permitido, incluso
la invasión en el espacio privado de los contrincantes.
El 15 de enero de 1928, comparecieron ante el Comisionado de policía los
hermanos Boiza, para hacer una exposición contra Primo Capraro. Esta de-
nuncia introdujo una nueva dimensión al conflicto, ya que acusaba a Capraro
de usar su carácter de cónsul italiano para dirigirse al gobernador, culpándolos
de atentar contra la soberanía y respeto a Italia en escritos y publicaciones que
no eran de su autoría. Según la exposición: “los italianos trabajadores y que es
natural creen en la manifestación de su Cónsul han quedado desde entonces
excitados en el sentido de su patriotismo herido”. Continúa la exposición de-
nunciando amenazas de muerte para los hermanos y para el médico Luis Pastor,
adjudicándole a Capraro su autoría14. Ese mismo día, Luis Pastor, quien a su vez
había sido acusado ante el gobernador por Capraro y otros vecinos por no cum-
plir con su rol de médico y ausentarse por largos períodos de la ciudad dejando
a la población sin atención, denunció que habían violado su domicilio y roto los
vidrios de su casa. La denuncia adjunta volantes aparecidos en la ciudad con el
siguiente contenido:

13. Panfleto de autor anónimo contra Primo Capraro entregado a turistas a finales de 1928; Perso-
nas, Capraro, 1928, AHR.
14. Policía, 1828, anónimos 14-16, AHR.

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“A la triple alianza formada por los mal vivientes y vagabundos, los señores: Luis Pastor, Héctor
Boiza y Gustavo Boiza: A ustedes que tienen el BÁRBARO CORAJE de llamarse argentinos, de
insultar y denigrar a los italianos, tomen nota que nosotros en cualquier parte del mundo donde
vamos sabemos hacernos respetar y especialmente en estos lugares donde hemos traído la ci-
vilización. Nosotros le aconsejamos de tomar vuestro automóvil y salir de los límites argentinos,
pues son ustedes indignos de vivir en esta patria latina. Si ustedes creer ser héroes argentinos y
no quieren mandarse a mudar tendremos el gusto de tomarlos por personas indignas de estar en
el mundo y sin civilización. El puñal italiano entrará en vuestras carnes para troncar vuestros cora-
zones de miserables dilacerá vuestras carnes que servirá de comida para los perros. Le dejaremos
la sola boca para que puedan gritar en los últimos suspiros. ¡Viva Italia! Viva los italianos!”15.

El grupo partidario de Capraro negó la autoría de estos panfletos y envió un


telegrama al gobernador adjudicando la autoría a los denunciantes, a los que
acusó también de injuriar a su persona ante la inacción de la policía local16. Fren-
te a estos dichos, el gobernador del territorio pidió una inmediata investigación
sobre la conducta del comisario de policía de Bariloche, Amadeo Benítez, y
ordenó que se realizara un sumario investigativo en el que se tomó declaración
a varios vecinos en carácter de testigos y a otros como inculpados. El sumario
negaba haber encontrado pruebas de abuso de autoridad del comisario, y sí
afirmó haber tomado conocimiento que, según la versión del médico Luis Pas-
tor, la campaña de Capraro obedecía a haber sido acusado en conjunto con
otros vecinos de la Comisión de Fomento por deshonestidad administrativa.
Según el descargo de Capraro esa información era inexacta, ya que sólo exis-
tían unas diferencias de centavos en lo que entró y salió de la administración
de la comuna. Adjuntó un detalle de los recursos y gastos de la Comisión, que
pretendía demostrar que no hubo malversación alguna.
El conflicto se resolvió con el traslado de los efectivos policiales, a los que
nunca pudo tomarse declaración y con un severo apercibimiento al comisario
Benítez por su actuación. Una carta del gobernador al inspector general de hi-
giene, solicitó el traslado definitivo del doctor Luis Pastor. En este contexto de
denuncia y violencia, el gobierno territoriano emitió el decreto por el que se
instalaría el primer municipio, a través del acto eleccionario a realizarse el 2 de
marzo de 193017. Con muy poco tiempo para organizar las listas, se presentaron
dos, ambas del partido radical: una encabezada por Capraro, que apresurado
levantó a su costo el edificio necesario para la elección, y la otra, del Comité
Pablo Torello, encabezada por Rubén Fernández, quien anteriormente se había

15. Policía, 1828, anónimos 16, AHR. Mayúscula en el original.


16. Firmaron el telegrama, Juan Rivero, Eduardo Palacios, Capraro, C. Ademán, E. Schumacher,
Gallardo, el ingeniero Pedro Marinelli, Carlos Baur, Justo E. Jones, Sebastián Lagos, Angel Gelain,
Bernardo Book, y Pedro Longaretti. Un rastreo de los nombres los identificada como ex-miembros o
miembros de la Comisión de Fomento local y/o parte del grupo de trabajadores de Capraro. Policía,
1928, anónimos 43-44, AHR.
17. Pocas eran las ciudades del territorio de Río Negro que tenían municipalidad. A fines del siglo XIX,
Viedma, General Roca y Coronel Pringles, actual Guardia Mitre. En 1912 continuaban las dos primeras
y se sumó Río Colorado y San Antonio Oeste, en 1916 Allen y en 1930 Bariloche y Choele Choel.

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desempeñado como jefe de Correos y Telégrafos y juez de paz. Ninguna de las
dos listas presentó propuestas programáticas para sostener su candidatura, ya
que, como en otras instancias electorales de la Norpatagonia, a los postulantes
les “resultarían suficientes su capacidad para formalizar el entramado clientelar
en los ámbitos laborales y los vínculos de sociabilidad creados en espacios
públicos, así como también las condiciones personales y las aptitudes para mo-
vilizar hombres y recursos” (Kircher en Prislei, 2001: 29). La elección resultó un
fraude. La mitad de la población no pudo votar –ni siquiera los miembros de
anteriores Comisiones de Fomento– y Capraro fue derrotado. Las trasgresiones
denunciadas por éste, no pusieron en juego la legitimidad de los resultados18.
La soberbia del golpe de estado del 6 de septiembre de 1930 contra el go-
bierno de Yrigoyen acabó con el gobierno local electo e inició una práctica in-
tervencionista del sector militar en la vida política argentina que frustraría el
desarrollo de una institucionalización efectiva del orden democrático. La crisis
económica y política de los años '30 dio origen a una etapa signada por el
autoritarismo, el nacionalismo económico, el proteccionismo y la economía di-
rigida. El municipio de Bariloche quedó en manos de una Comisión –dirigida
por el teniente primero Ramón Ubieto–, que ignoraba totalmente las normas de
conducción y la realidad regional. Ante la inexperiencia e inoperancia del nuevo
intendente, el gobernador del territorio debió viajar expresamente a Bariloche
para poner en el cargo a Primo Capraro, quien por primera vez desde 1914 ha-
bía estado fuera de la Comisión de Fomento por más de seis meses. En 1932
fue reemplazado por el doctor Juan Neumeyer. Ese mismo año, Capraro recibió
en el hotel del Correntoso al presidente de facto la Argentina, el general José
Félix Uriburu, al que reconoce haber aplaudido el día su asunción y al que con-
sidera, “extraordinario” frase que seguramente tiene que ver con la admiración
que los fascistas argentinos evidencian en sus periódicos sobre el accionar del
“león del desierto” (Dal Mass, 2006: 56). También ese año le cupo la iniciativa
en el espacio regional, de colaborar en un “fondo patriótico”, incitando a sus
compatriotas italianos a participar de él.

3. La tensión de la década de 1930

Desde el tiempo que el tren llegaba hasta Valcheta, Primo Capraro proveía al
ferrocarril de los postes para el alambrado que se tendía paralelo a las vías. Lue-
go gestionó algunos contratos para construir la infraestructura necesaria que
permitiera el avance la línea: pequeños canales y puentes, alcantarillas y terra-

18. Primo Capraro tuvo 192 votos sobre un total de 428 sufragantes, por lo fue cual electo concejal
por la minoría. Rubén Fernández obtuvo 235 votos, Evaristo Gallardo 233, Benito Crespo 234 y Julio
Comesagna 232. La violación de las leyes y reglamentos electorales, así como el ejercicio de prác-
ticas irregulares el día de los comicios (coacción electoral, alteración en los padrones, parcialidad
en las mesas receptoras de votos) eran comunes en las elecciones de Concejos Municipales de los
territorios de Río Negro, Neuquén y la Pampa (Prislei, 2002).

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plenes. Los obreros contratados por Capraro eran en su totalidad italianos, ya
que intentó con esta actividad paliar la crisis de su empresa constructora ante el
parate de la construcción en el ámbito regional. Como recordaba un ex emplea-
do suyo: “muchas veces Capraro pagó sueldos de su capital con la seguridad, o
más exactamente la esperanza, de que por fin el Ferrocarril le pagara”19. Esto no
fue una solución, ya que el Estado nacional comenzó primero a dilatar los pagos
para finalmente suspenderlos e interrumpir los trabajos viales y ferroviarios.
Las obras del tramo final del ferrocarril –Pilcanieyu/Bariloche– comenzaron a
interrumpirse por períodos en 1926 para paralizarse totalmente en 1929. A esto
se le sumaron la detención de las obras del camino internacional entre Barilo-
che y paso Pérez Rosales y la intensificación de las medidas proteccionistas en
relación con las exportaciones, tanto de Chile como de Argentina, que produjo
la disminución drástica del comercio y el turismo intercordillerano. La desocupa-
ción hizo que la actividad de la construcción y el consumo disminuyeran drásti-
camente en el ámbito local.
En un informe al gobernador rionegrino, decía Capraro en 1929 según un testi-
monio citado por Vallmitjana (s/f: 6): “fue el invierno pasado de una pobreza jamás
vista. La actividad del comercio fue nula. Paralizadas las obras del Camino Inter-
nacional y del Ferrocarril del Lago, la desocupación lindaba con la miseria y fueron
muchos los obreros que se brindaban clamando trabajo”. La paralización de ambas
obras dejó sin trabajo a alrededor de 350 obreros en un pueblo de 2.113 habitantes.
El nuevo Concejo Municipal se enfrentó a una realidad crítica: el municipio y sus
pobladores tenían muy pocos recursos. Así lo evidencia, por ejemplo, el hecho de
que en 1933 se desató un incendio forestal en la costa este del lago Nahuel Huapi
y el siniestro adquirió enormes proporciones debido al escasísimo personal dispo-
nible para combatirlo. El comisario movilizó entonces a los presos detenidos en la
comisaría, los que bajo la vigilancia de un agente trabajaron conjuntamente con el
personal de mensuras, tierras y pobladores para apagar el fuego.
Desde 1927 se vivía sin energía eléctrica y a oscuras, ya que se había incen-
diado la única usina del pueblo y las gestiones ante la gobernación para reinsta-
lar el sistema no tenían respuesta. El hospital, que se sostenía gracias al aporte
de la empresa de Ferrocarriles, de la que a diario recibía operarios accidentados
a causa del trabajo con dinamita, al paralizarse las obras del ramal, cerró sus
puertas en 1928. La situación sanitaria era tan crítica, que la Comisión subven-
cionaba un médico que atendía en forma gratuita a los “pobres de solemnidad”,
entre quienes hacían estragos la tuberculosis y la escarlatina. Esta situación se
mantuvo hasta la mitad de la década de 1930.
La falta de alimentos era un problema para un gran parte de la población. Por
tal motivo, en coordinación con la Oficina de Tierras, la Municipalidad encaró
la instalación de una “olla popular”, que funcionó entre 1930 y 1931 y a la que

19. Diario Río Negro, 3 de mayo de 1977, en nota “Bariloche: Dos Recuerdos de Hilderbrandt”,
Archivo Diario Río Negro, General Roca (en adelante ADRN).

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los vecinos aludían como “olla podrida”. La olla brindó alimento a alrededor de
200 familias. La carne provenía de las excursiones de caza a la isla Victoria,
donde existía una gran cantidad de haciendas sin dueño –principalmente ca-
bras–. Varios pobladores fueron seleccionados para realizar la cacería de estros
animales, que periódicamente eran remitidos ya faenados a las instalaciones de
“la olla”, ubicada en el corazón de la ciudad.
A Primo Capraro esta situación lo afectó tanto en lo laboral como en lo per-
sonal. A la coyuntura económica se le sumó el incendio de un vapor de su
propiedad, el Nahuel Huapi, en 1932. La desafiliación de muchos de los socios
de la Asociación Italiana (sus miembros se redujeron de 50 a 33 en 1931) y la
pérdida –como vimos– de las elecciones municipales, minaron la confianza y el
optimismo de un hombre que parecía invencible. Su precaria salud –sufría de
diabetes– se deterioró. Las deudas insalvables, empleados suyos a los que no
pudo pagar sueldos, un Estado moroso –que le debía mucho dinero–, serios
problemas de salud y un viaje a Buenos Aries en busca de recursos que fracasó
rotundamente lo llevaron a la depresión y luego al suicido. Así lo explicaba Ce-
saria Gelain, cuyo marido fue durante muchos años empleado de Capraro:

“Claro que era el jefe. Era muy bueno; tenía sus cosas, tenía tanta adversidad, tantas cosas, que
fue cambiando de carácter también. Tuvo mala suerte en unas cuantas cosas al final. Sobre todo
con el tren. El tenía contrato del gobierno para hacer todos los puentes ferroviarios, desde Co-
mallo a Bariloche. Porque él trabajó tanto para traer el tren hasta aquí. El tenía muchos obreros,
como es de imaginarse, en toda la línea; y cuando tuvo que pagarles a esos obreros el gobierno
no le respondió, el gobierno le contestó que no tenía plata (era septiembre de 1930). A pesar de
era muy rico, Capraro era rico en capital, en terrenos, pero no en pesos; y él se sintió perdido y
se suicidó. En ese momento se sintió muy solo”20.

El 4 de octubre de 1932, don Capraro puso fin a su vida. Su muerte estuvo


acompañada por la incertidumbre y el misterio. Para algunos, se trató de una
“muerte anunciada”, vinculada a algunos de los misterios que signaron su vida,
entre ellos, los de veinte años atrás, cuando nadie pudo explicase cómo logró
convertirse en el único dueño de la Chile-Argentina y porqué su hijo Francisco
nació en Alemania y físicamente no tenía nada que ver con las características
de Capraro. Para otros, el deceso se vinculaba con la Liga Patriótica y sus ene-
migos políticos más recientes. Sin embargo, creemos que la carta que escribe
a su grupo familiar, fechada el 30 de agosto de 1932 –cuatro días antes de su
muerte– deja clara su intención de suicidarse. Entre otros aspectos, en la men-
cionada carta sostiene que:

“Para no malograr la eficiencia de los acreedores que me conceden la moratoria y para tener
la fuerza moral y material es necesario una armonía entre todos y especialmente entre Papá y
Mamá (…) Pido generosidad y perdón por los motivos que puedo haber producido anteriormente
y por mi parte olvido, perdono y haré todos los posibles para ser digno del respeto y cariño…”.

20. Apartado Personas 44, AHR.

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Continúa la carta sugiriendo que su hijo Francisco se encargue de la “reor-
ganización de los negocios en Bariloche”, su hija Luisa del comercio y los ho-
teles, se establezca una fija mensual para pagar a los acreedores y se consulte
al señor Pedro Longaretti para “cualquier asunto de índole técnica y para el
interés de la casa y de todos”. Termina la carta con la frase “Pido al todo po-
deroso fuerza para cumplir” (Dal Mas, 2006: 67). El día de su muerte, amigos y
adversarios ocuparon nuevamente las calles de la ciudad, en la manifestación
más numerosa que se recordará hasta la fecha. La flota naval entera del gran
Lago Nahuel Huapi –con más de 200 embarcaciones– se concentró a la vista
del viejo cementerio del Ñireco, dejando oír sus sirenas durante todo el entierro.
Un año más tarde, en 1933, 300 familias aportaron dinero para inaugurar en el
Centro Cívico un busto con la imagen de Capraro, que se constituyó en el primer
monumento de la ciudad. Su epígrafe dice Primo Capraro: espíritu del Progreso
de Bariloche.

4. Conclusiones

Más allá de algunas cuestiones vinculadas a retazos específicos de la historia


de vida de Primo Capraro, creemos que su accionar nos permite advertir en un
horizonte temporal de treinta años las transformaciones políticas y económicas
de la región que permitieron el pasaje de pueblo de frontera y colonia agrícola
pastoril, vinculada al comercio con el sur chileno, a un centro turístico de prestigio
internacional. Esta circunstancia nos permite corroborar cómo los estudios de
casos como éste, desde una perspectiva de proceso, permiten incluir la dimen-
sión temporal como factor clave a la tradicional percepción de regularidad y
generalizaciones en la vida económica de los territorios del sur.
Capraro llegó a la región sin capital inicial y en 30 años se convirtió en el
empresario más importante del oeste rionegrino. La capacidad de adaptarse a
nuevas situaciones, el manejo de un gran caudal de información, la visión del
espacio como una región económica, la disposición de correr riesgos calcula-
dos, el imbrincamiento en el esfera política local y sus sólidos contactos con
el gobierno argentino y algunos funcionarios italianos, sumados a un conjunto
de acciones que complementaron las necesidades de la nueva población y las
disponibilidades del espacio natural, le permitieron el despegue.
En muy pocos años logró una sólida posición económica. La tala de los bos-
ques nativos sin fiscalización ni otro costo que la mano de obra, la consolidación
de un mercado regional que demandaba obras de infraestructura y el intercam-
bio comercial con Chile a través de la Compañía Chile-Argentina, la compra de
lotes, la producción de su estancia y el nucleamiento de un numeroso grupo de
trabajadores italianos que respondían a su mando, signaron el proceso de acu-
mulación del empresario entre el principio del siglo XX y toda la década de 1910,
encontrando su punto culminante en la adquisición de la rama comercial de la
Compañía en Bariloche. Las redes consolidadas a través de lazos de amistad,
lugar de procedencia, vecindad, vínculo laboral y filiación política, la permanente

44 Boletín Americanista, Año LIX, nº 59, Barcelona, 2009, pp. 29-46, ISSN: 0520-4100
participación en la toma de decisiones locales, sus contactos con los funcio-
narios nacionales y la comunidad italiana, permitieron a Capraro organizar un
espacio de negociación a escala micro y macro, así como acaparar una gran
dosis de poder real y simbólico en el Gran Lago. La crisis económica que vivió la
región tras la primera posguerra, profundizada tras la creación de la traba adua-
nera que produjo la disminución drástica del tráfico comercial con Chile a partir
de 1920, obligaron a Capraro y a la comunidad regional en su conjunto a pensar
en nuevas alternativas económicas. En ese contexto, el accionar empresarial
de Capraro evidenció flexibilidad y originalidad al momento de resolver la crisis.
Capraro reorganizó sus actividades como proveedor del Estado y satisfactor de
las necesidades que de sus proyectos emergen, en relación con la construcción
del ferrocarril del Sud y el camino internacional a Chile. Mientras tanto, la esfera
política en el espacio regional –a través de la Liga Patriótica– se vio interpelada
por nuevos actores que pusieron en cuestión la legitimidad y la transparencia
del accionar político de Capraro y “los de Belluno”.
La década de 1930 significó para el espacio regional otra crisis o, más bien,
la consecución violenta de la que se había iniciado diez años atrás. Simultánea-
mente, se concretó la municipalización de Bariloche en la que Capraro fue elec-
to… ¡por la minoría! Frente a esta nueva coyuntura y tras algunos intentos fraca-
sados de reiterar prácticas que otrora habían dado buenos resultados, Capraro
puso fin a su vida. Finalmente, en el año 1934 el ferrocarril llegó a Bariloche y la
Dirección de Parques Nacionales se instaló en la región para comenzar a digitar
sus destinos políticos y económicos y transformarla en un centro turístico inter-
nacional. A medida que avanzaba la presencia de los intereses “nacionales” en
el espacio urbano, más se desdibujaban los rugidos del “león de la cordillera”,
aunque persistía su eco.

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