Sueño 9 Años Comentarios

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Notas previas sobre el sueño de los 9 años

1. Los sueños desde el punto de vista sicológico:


1.1.El estado de sueño es fundamental para que la vida síquica y biológica
restauren sus energías y se reorganicen:
a) las percepciones tenidas en la vigilia;
b) los procesos emocionales;
c) la adaptación del sujeto a la realidad;
d) sus variaciones en el humor;
e) sus energías y motivaciones profundas y los sentimientos de afirmación y
confianza en sí mismo.
1.2. Todo sujeto normal no puede dormir sin “soñar”, aunque no siempre llegue a
tomar conciencia de que ha soñado. Efectivamente, los sueños son, de por sí, fruto
del inconsciente; pero siempre son parte de una personalidad normal y de la vida
sana del hombre.
1.3.Ese cambio de situación de la vigilia al sueño lo hace el cerebro y las funciones
orgánicas de manera progresiva, serena e integrada; pero puede haber
perturbaciones y trastornos en los procesos somniales derivados de varias
causantes, como pueden ser los conflictos y perturbaciones sicológicas y morales
de la persona, o la enfermedad. Por razones como éstas, “el conocimiento del
sueño y de sus mecanismos es una parte fundamental de la Medicina Interna”.
2.En el caso de don Bosco, sin embargo, los sueños adquieren un carácter
muy particular.
2.1. Ciertamente la vida somnial de don Bosco seguiría de ordinario sus procesos
normales.
Pero, al referirnos a “sueños” que, como el de los 9 años, tienen particulares
estructu- ras y dinamismos, e inciden de una manera muy especial en la vida, las
convicciones, los proyectos y el estilo de los comportamientos suyos y de sus hijos
espirituales, hay que advertir que, desde el punto de vista sicológico, rompen los
esquemas usuales. También, desde una perspectiva “teológica”, son muchas veces
un lugar privilegiado del diálogo con Dios, de la manifestación de su voluntad y de
sus inspiraciones.
Los sueños de suyo carecen de unidad lógica, de claridad en sus contenidos y
mensa- jes; se presentan como fenómenos autónomos respecto a la
intencionalidad del sujeto que los tiene. Los de don Bosco, por el contrario,
contradicen varias de estas carac- terísticas. Como advierte Giacomo Dacquino, en
muchas ocasiones, en vez de restaurar sus energías, lo desgastan y agotan; se
presentan en forma orgánica y a veces continúan desarrollándose ordenadamente
en la noche siguiente, o por varias noches sucesivas. Sus contenidos son
“transparentes y, por tanto, comprensibles”; responden a sus situaciones
históricas y a su cultura; a su pensamiento pedagógico, espiritual y moral, y más
bien lo expresan mejor a través de su simbología, sus narraciones y sus parábolas.
No surgen como una fuerza clandestina que burla la censura ética o sicológica,
para “revelar” aspectos ocultos de un sujeto que se enmascara inconscientemente
a sí mismo ante los otros. Por el contrario, dejan al descubierto los principios y
criterios profundos de su coherencia vocacional y de sus conductas. Muchas veces
son presentidos, otras, nacen de preocupaciones de la vida real, de inquietudes o
imperativos pastorales y educativos, respecto a los que él busca no sólo
manifestarse, sino intervenir en una forma oportuna y eficiente. 24
Un claro ejemplo es el de la Carta del 10 de mayo de 1884: “Acabo de deciros que
1
ocupáis continuamente mi pensamiento. Pues bien, en una de las noches pasadas,
me había retirado ya a mi habitación y, mientras me disponía a entregarme al
descanso, comencé a rezar las oraciones que me enseñó mi buena madre, cuando
en aquel preci- so momento, no sé bien si en sueños o fuera de mí por alguna
distracción, vi a dos de los antiguos alumnos del Oratorio...” (Sigue la primera
parte del “sueño”. Cuando ésta concluye continúa don Bosco:) “mientras mi
antiguo alumno decía estas últimas palabras yo, que continuaba contemplando
con verdadero disgusto ese recreo, me sentí sobrecargado por un cansancio
creciente. Fue tal la presión que, no pudiendo resistirla por más tiempo, me
estremecí de tal manera que desperté sobresaltado. Esta- ba al pie de mi cama.
Sentía las piernas tan hinchadas y doloridas que no pude mante- nerme de pie. Ya
era bastante tarde. Por tanto, me fui a acostar pensando escribiros cuanto antes
esta carta. Yo no deseo tener estos sueños, porque me producen un cansancio
enorme. Al día siguiente, en efecto, me sentía destrozado y no vi la hora de que
llegara la noche para descansar. Pero sin embargo, apenas me acosté comencé de
nuevo a soñar. Tenía ante mi vista otra vez el patio con los jóvenes que están ac-
tualmente en el Oratorio y junto a mí, al mismo exalumno. Entonces comencé a
preguntarle...”
Así también pasa, precisamente, en el sueño de los 9 años. Cuando, 48 años más
tarde, él vuelva a recordar ese acontecimiento espiritual, describe, al relatarlo, una
síntesis de su sicología infantil, de las motivaciones profundas que dieron sentido
poco a poco
a su vida, de la misión que Dios le había confiado y fue discerniendo con los años
en todos sus particulares, a base de su experiencia pastoral: sus destinatarios, la
manera y el espíritu de su relación con ellos, los valores que en ésta se ponen en
juego. Hay, pues, una íntima relación entre su vida real y la de sus muchachos, con
estas representaciones imaginarias; entre su quehacer pedagógico y los elementos
oníricos, las circunstancias, las modalidades y la trama argumental de su “sueño”,
y esto a tal punto que estudiosos y biógrafos, como Pedro Stella y Walter Nigg,
afirman categóricamente que “su vida no podría comprenderse sin sus sueños”.25
En todo caso, no se puede hacer una interpetación genérica de los sueños tenidos
por don Bosco, sino que cada uno debe ser estudiado en sus concretas
circunstancias y en las modalidades propias que revista. Éstas pueden dar pistas
más o menos certeras sobre su índole, sobre el sentido e incidencia real que tenga
en la mentalidad y en la vida del santo, y acerca de la posible intervención directa
de Dios en ellos, que se hi- potice. Efectivamente, este factor que llamamos
“teológico”, escapa de suyo a un análisis puramente científico. Únicamente en un
contexto de fe, y por los efectos que se constaten, se puede colegir la presencia y la
acción del Espíritu Santo en el corazón del hombre.
Además, en el caso de don Bosco, se trata de “un santo” que desde su infancia se
movió en un clima profundamente humano, arraigado en su cultura de
procedencia, en los valores religiosos y en las certezas espirituales que
caracterizaron también la idiosincracia de su gente. Es sólo, dentro de este
contexto, y mirando la totalidad de su persona, de su existencia y de las
circuntancias, como puede darse un acercamiento interpretativo relativamente
acertado a sus sueños.
2.2.Numéricamente se posee documentación acerca de más de 170 “sueños”. Una
primera serie se refiere a su vida personal, su búsqueda vocacional y sus opciones;
a su misión y a su arte educativo. Otros, a acontecimientos religiosos y políticos
locales, o de tipo europeo o de la Iglesia. Estos comienzan con el sueño de “los
grandes funerales en la corte”, tenido en 1854, que anuncia el fallecimiento de
varios miembros de la familia real, cuando Víctor Manuel IIº se decide firmar la ley
que suprime las Congregaciones Religiosas en el Estado Sardo Piamontés. Fausto
2
Jiménez cataloga 24 sueños hasta el 1859, año de la fundación de la Sociedad de
S. Francisco de Sales; y 151 posteriores a esta fecha.
2.3. Algunos sueños, para el mismo don Bosco, revisten un carácter religioso
especial: son dones de Dios, intervenciones de su providencia, premoniciones sobre
el futuro, estados de conciencia de sus jovencitos que se le revelan, dramas
interiores de su lucha por la fidelidad a la gracia. Sin embargo siempre se
mantiene cauto. Algunas veces los relativiza, pero siempre exige se hable de ellos
con respeto, pues sabe muy bien que esconden mensajes providenciales del Señor,
y que los contenidos tocan el carisma y el espíritu de su vocación personal y de la
misión que Dios le ha confiado a él y a los herederos de su Obra.
Los escenarios de muchos sueños son los de la vida rural, los elementos
característicos pertenecen a la cultura del pueblo y a las costumbres familiares. En
otros casos domina el escenario de su Oratorio en Turín y el contexto es el de la
grande ciudad, sus personajes, su vida política, religiosa y social; o pertenecen a
hechos históricos de más alcance social y político; o traen mensajes para Pío IX o
León XIII. Los de las
“misiones” contienen elementos geográfico-culturales que él mismo tuvo que
aclarar con lecturas, consultas y estudio.
Sicológicamente responden a estados de serenidad, de euforia o de profundas
aspi- raciones y deseos de tipo pastoral y educativo; o a situaciones más críticas de
incertidumbre, de búsqueda y angustia; o son como contemplaciones de fe,
algunas salpicadas con las luces y las ráfagas utópicas del “paraíso”.
2.4 El sueño de los 9 años tiene algunas connotaciones muy particulares y una
influencia definitiva en el futuro de don Bosco. Nunca él pudo olvidarlo. Fue un
sueño que lo acompañó repitiéndose con nuevos elementos que iban completando
su mensaje “vocacional, desde el 1825 hasta 1845, cuando, en contacto con los
jóvenes “pobres y abandonados” de Turín, y en el clima de oración, estudio y
reflexión del Convitto Ecclesiástico, pudo, ayudado por su confesor y director
espiritual, discernir” con claridad la misión y el estilo pastoral y educativo de su
“sacerdocio”, y hacer las definitivas opciones de su vida.
EL PRIMER SUEÑO ANALISIS ESTRUCTURAL
El sueño de los 9 años tiene algunas connotaciones muy particulares, y una
influencia definitiva en el futuro de don Bosco. Nunca él pudo olvidarlo. Fue un
sueño que lo acompañó, repitiéndose con nuevos elementos que iban
completando su mensaje “vocacional desde el 1825 hasta 1845, cuando, en
contacto con los jóvenes “pobres y abandonados” de Turín, y en el clima de
oración, estudio y reflexión del Convitto Ecclesiástico, pudo, ayudado por su
confesor y director espiritual, “discernir” con claridad la misión y el estilo pastoral
y educativo de su “sacerdocio”, y hacer las definitivas op- ciones de su vida.
• ESTRUCTURA DEL RELATO.

En el primer sueño de 1825 y en las repeticiones del mismo hasta 1845, se


conserva el mismo orden lógico del relato:
1. La situación crítica de los jóvenes lleva espontáneamente a Juan a intervenir,
aún con la fuerza, para evitar y destruir el mal que hay en ellos. La “blasfemia” es
como la síntesis de su situación de pecado.
2. El “Señor” interviene, para amaestrarlo, oportunamente, sobre una manera
distinta, comprensiva y bondadosa de actuar con ellos, y obtener con eficacia lo
que él se propone;
3. A su vez, se revela como el dueño del rebaño que desea Juan constituya con
esos muchachos, y al frente del que lo pone a él mismo como guía, confiándoselos
así a su cuidado pastoral.
4. Ante la actitud de incapacidad de Juan, para quien ese mandato es “imposible”,
3
el Señor le pide “obediencia” y una “sabiduría” que le enseñará la “Maestra” que,
entonces, le propone.
5. El “personaje” se identifica como Jesús, y a la “Maestra”, como su propia
Madre, la Virgen Santísima. Ella le enseñará la verdadera “sabiduría” que él
necesita, y que tanto en la “Carta sobre los Castigos” del 1883, como en la del
1884 sobre el “espíritu de familia”, consiste en la confianza, la paciencia y la
mansedumbre del “Buen pastor”
6. Desde entonces la Virgen María asume un protagonismo dominante en el
“sueño”.
7. El cambio que se verificará entonces en los jóvenes será radical. Las imágenes
del sueño son muy plásticas y dicientes: las bestias feroces se cambian en ovejas;
de éstas, aún, saldrán un día pastores que ayuden a don Bosco en su misión, como
se evidencia en las repeticiones del sueño tenidas en 1844 y 1845.
8. Juan no entiende en un primer momento el significado del sueño. Sólo logrará
desentrañar su sentido a medida que su experiencia con los chicos campesinos de
Morialdo y, luego, con los del mundo urbano de Turín, le permitan,
progresivamente, interpretar el mensaje del “sueño”; en 1886, el rebaño es
universal. La pastoral y la pedagogía de don Bosco y de sus hijos necesita ser
reestructurada en sus objetivos, sus contenidos y sus métodos para responder a
nuevas circunstancias geográficas, culturales e históricas.
• REPETICIONES Y VARIANTES.
El Primer Sueño comienza probablemente entre marzo y junio de 1825 , y
contiene los núcleos esenciales del relato que acabamos de describir. Luego, hay
repeticiones que lo completan, y otras variantes:
1. Ante todo, el “sueño de los 9 años” se repite por entero, o en parte, o con
nuevos elementos, cuando Juan tiene 11, 16, 19, 21, 30, 31, y 72 años. Esto, según
las “Memorias Biográficas de San Juan Bosco”, y las “Memorias del Oratorio”.
2. El escenario del sueño:
En 1825 había sido un ambiente rural, cercano a la casa de I Becchi. Este mismo
escenario reaparece en 1886, y desde allí la misión de don Bosco se proyecta a un
radio mundial.
A partir del sueño tenido como seminarista en el 1836, cuando tiene 21 años, el
escenario del sueño cambia. Primero, es una grande ciudad. Luego, la amplia
explanada en la que ve a sus jóvenes pertenece a los alrededores de Turín (1844;
1845). Después, el Oratorio, con la Iglesia de S. Francisco de Sales y el Santuario de
María Auxiliadora.
3. Los muchachos se vuelven cada vez más agresivos, hasta amenazar a Juan, de
suerte que éste se acobarda e intenta desistir de la misión que se le ha
encomendado. Pero tanto el Personaje (1836), como la Señora, - que tampoco le
permite detenerse a descansar en el camino (1844)-, lo devuelven a su rebaño
(1845).
4. Desde 1844 se le indica que debe sacar sus pastores de entre las ovejas y
corderos de su mismo rebaño. Otros, lo han abandonado.
5. La Virgen, aparece en el sueño como especial mediadora entre el Dueño de la
grey y Juan, a quien éste se las había confiado.
• CONTENIDOS TEOLÓGICO-PASTORALES.
1. Se trata de un sueño claramente cristológico: Jesús, el Buen pastor, dueño del
rebaño, es el centro del relato y del mensaje.
2. Pero, hay en el sueño una decisiva mediación mariana.
3. La espiritualidad que se le enseña a vivir a Juan, es pastoral y educativa, vivida
bajo la directa guía, el acompañamiento e iluminación de la Virgen María, que, a
su vez, aparece como madre y maestra, al estilo de lo que era Margarita Occhiena
con Juan.
4
4. Pero, además, la referencia directa al misterio de la Anunciación a María (-"Soy
el hijo de aquella a quien tu madre te enseñó a saludar tres veces al día”-), dentro
del sentido fundamental del sueño, y en confrontación con el Capítulo 1º de San
Lucas, vs. 26 a 38, y las celebraciones religiosas de la “Anunziata”, que cerraban
litúrgicamente el año escolar rural, hacen pensar en una página de teología
narrativa sobre la “vocación” de
Don Bosco. Las “Memorias” del Oratorio” que siguen al “sueño”, asumen de
inmediato el carácter de una propuesta de índole “teológica”, “espiritual” y
“pastoral”, “propuesta” que hace don Bosco a los continuadores de su Obra.
Vale la pena hacer hincapié, para entender mejor los escritos de don Bosco, que
“el relato” es la modalidad más típica que tiene para expresar su pensamiento. Un
relato siempre impregnado de elementos típicos de su cultura popular y religiosa.
5. Algunas observaciones sobre el estilo catequístico del sueño.
* El sueño es una catequesis ágil, narrativa, llena de imágenes, símbolos y frases
incisivas. Se enseña en esta narración un hecho de fe, con un lenguaje evangélico,
a manera de parábola.
* El contexto inmediato es el de la familia y del quehacer ordinario de Juan.
* Los “protagonistas” se van identificando durante la narración; y también se
precisan otros elementos originales del “sueño”:
- Jesús es el dueño del rebaño. El aspecto con el que se presenta en escena
evoca al padre de don Bosco, muerto siete años antes. Juan, que desde niño
conoce el oficio de pastor, es llamado “por su nombre”, a seguirlo en un pastoreo
particular.
- La grey que debe congregar y conducir, es heterogénea y difícil.
- El Dueño del rebaño “le ordena” asumir su conducción. Es una obediencia
que es un envío. La “posibilidad” de hacer lo que Jesús le ordena depende de esa
actitud de fe obediencial de Juan. Lo dice Jesús en el mismo sueño: “Precisamente
porque esto te parece imposible deberás hacerlo posible obedeciendo”.
- La “sabiduría” que se le pide al “discípulo” es la sabiduría del Evangelio,
que tiene a Jesús como fuente y modelo: Él que se hizo uno como nosotros, no
quebrantó la caña endeble, ni apagó el pabilo humeante. Él es el único que posee
la llave de los corazones, según la Carta sobre el Espíritu de Familia del 10 de
agosto de 1884 que ya hemos citado.
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- El estilo del pastoreo “no es represivo” sino de “mansedumbre y caridad”.
Los conceptos de “pastor” y de “pastoreo”, como ya hemos dicho, acaso estén
particularmente iluminados por la liturgia de los apóstoles Pedro y Pablo:
"apacienta mis ovejas, apacienta mis corderos”.
- “Blasfemia” es un término lingüístico que totaliza la noción y los efectos
del “pecado”, dentro de la sensibilidad religiosa piamontesa, en los años de la
Restauración Católica.
- El “pastoreo”, preventivo y revitalizador del amor educativo, produce la
transformación profunda y completa de los destinatarios. Así lo expresan las
gráficas imágenes de este y de muchos de los sueños de don Bosco. Las fieras en-
carnan las deformaciones morales y pueden llegar a cambiarse en corderos y en
jóvenes, alegres, festivos y radiantes de humanidad y de gracia.
- La presencia de la “madre”, se hace tangible: conduce a Juan de la mano
para que observe el cambio de los animales en ovejas y, al final, cuando el chico se
angustia porque nada ha comprendido de todo de lo que ha visto y oído, Ella le
pone la mano sobre la cabeza, como para hacerle “sensible” la verdad de su amor
educativo. Si Juan lo experimenta realmente, puede aceptar el esperar
pacientemente, ya que “un día habrá de comprenderlo todo”. Esta realidad vivida
por él, se volverían más tarde uno de sus axiomas pedagógicos, que sintetiza así
en 1884: “No basta que los jóvenes sean amados. Es necesario que lo perciban”.
- En el trasfondo está el ritmo vital, laboral y religioso, del “Ángelus”, que
marcaba los puntos claves de la jornada campesina, y de la “religiosidad popular”
del Piamonte.
-
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• ALGUNOS ASPECTOS SICOLÓGICOS Y CULTURALES.
1. El contexto social y costumbrista es propio de la cultura popular piamontesa,
sea en el contexto rural, como en los escenarios urbanos que aparecen en las
repeticiones de 1844 y 1845. En éstas se ve el deterioro social y moral de los
muchachos, cuya agresividad desafía y acobarda a Juan en el cumplimiento de la
misión encomendada.
2. El sueño tenido en 1886, pronto rebasa las circunstancias locales que
caracterizan al “primero”, de 1825. Sus horizontes, descifrados por don Bosco y los
jóvenes, son latinoamericanos, asiáticos y africanos. La multitud inmensa de
muchachos de toda raza y condición, se expresa con angustia y con alegría a la
vez, tratando de retener para siempre, con ellos, a quienes en vano habían tanto
esperado.
3. Los conceptos religiosos, morales y educativos, pertenecen a las tradiciones
domésticas sardo-piamontesas: la autoridad paterna y la imagen de la madre,
parecen inspirar las fisonomías “religiosas” del “Personaje” y de la “Señora, cuyas
descripciones sacrales evocan la iconografía renacentista y barroca que ilustra los
altares de las parroquias y capillas devocionales monferratinas.
4. El término “blasfemia” pertenece a las concepciones ético-religiosas
proverbiales del Reino Sabaudo. Efectivamente, en el 1700 se podía, legalmente,
llegar a castigar con cadena perpetua o con la muerte, a los blasfemos, en nombre
del respeto y la veneración debidas a Dios. Esto, entendido en un régimen político
en el que el poder temporal y la Iglesia eran íntimamente solidarios en la defensa
de las tradiciones religiosas y morales del pueblo y del Estado. La Restauración
Católica, en la etapa posnapoleónica (1815- 1848), revivía esta mentalidad y estas
costumbres. En el “sueño”, la blasfemia, parece ser encarnación del mal y de las
deformaciones profundas que produce en la persona.
5. Las reacciones sicológicas de Juan, dentro del sueño, revelan una fuerte
impulsividad emotiva, un carácter constante e insistente, pero al mismo tiempo
una rápida capacidad de reflexión y de interioridad. También muestra la honrada
conciencia de sus limitaciones y de sus temores; la confianza y seguridad
incondicionales que tiene respecto a la presencia y a la autoridad moral de su
madre; y la convicción respecto a los valores éticos y religiosos de su medio
familiar y social.
Las actitudes y juicios con que se expresan los miembros de la familia cuando Juan
les narra el primero de sus sueños, responden a la índole y estado emocional de
cada uno en ese momento: Antonio, intuye las dotes de liderato del hermano, ya
en competencia temperamental con él; José, se expresa, sin relieve alguno, dentro
de las relaciones habituales con él; la abuela, refleja la sabiduría popular, algo
picaresca e irónica, propia de la índole campesina analfabeta del Monferrato;
Margarita, la certeza intuitiva y esperanzada del corazón.
6. El sueño marca de forma indeleble la personalidad y la memoria de Juan, de tal
manera que no sólo no podrá olvidarlo, sino que, por más que quiera prescindir de
él según el consejo de la “abuela”, llegará a ser un día, según él mismo lo expresa
explícitamente, una norma de conducta en su vida.
Leamos, ahora con detención este relato que, después de 48 años de acaecido,
hace don Bosco en sus Memorias del Oratorio.

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