La Promesa y Práctica de La Teología Bíblica

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La promesa y práctica de la teología bíblica: lo que

la teología bíblica es y lo que no es

Andreas J. Kostenberger

¿Qué es teología bíblica? Teología bíblica es teología que es bíblica,


teología que está bíblicamente bien fundada. Teología bíblica es la
teología de la Biblia, es decir, no es aquella teología que es nuestra, de
nuestra iglesia local o de nuestra denominación. Es la teología de los
escritores bíblicos mismos. El enfoque de ella está en los escritores de las
Escrituras y en sus creencias y convicciones tal como ellos las expresaron
en los escritos del AT y el NT.

Esta disciplina académica comenzó con el erudito alemán Johann Philipp


Gabler en 1787. En 1950s y 1960s el movimiento de Teología Bíblica
buscó popularizar la disciplina al mezclar el criticismo histórico con la
teología confesional, pero desafortunadamente lo hizo indebidamente
dicotomizando entre los actos redentores de Dios en la historia y el texto
bíblico. La empresa se estancó al grado que se pensó que estaba en crisis.
Desde entonces, sin embargo, una nueva clase de teología bíblica ha
florecido dentro del mundo evangélico conservador de USA, el cual está
basado en un alto punto de vista de las Escrituras y está basado en una
sólida investigación histórica y un estudio literario perspicaz y agudo.

El teólogo suizo-alemán Adolf Schlatter hace un siglo escribió: “Al hablar


de teología del Nuevo Testamento, estamos diciendo que no es la teología
propia del intérprete o de su iglesia y época que es examinada sino más
bien la teología expresada por el Nuevo Testamento mismo”. ¿Cómo
debemos hacer para discernir la teología de la Biblia? Nos apartamos
decididamente de nosotros mismos y de nuestro tiempo hacia lo que se
encontró en los hombres a través de los cuales nació la iglesia. Nuestro
principal interés debería ser el pensamiento tal como fue concebido por
ellos y la verdad que fue válida para ellos. Queremos ver y obtener una
comprensión completa de lo que sucedió históricamente y existió en otro
tiempo. A esto se le llama “la tarea histórica”, la cual va seguida de “la
tarea doctrinal” de sistematizar las enseñanzas de la Biblia sobre un tema
dado.

Analogías:
 La teología bíblica es el padre y la teología sistemática el hijo.
 En una carrera de dos relevos, la teología bíblica es el primer
corredor y pasa el bastón o estafeta al segundo, que es la teología
sistemática. Las dos disciplinas corren juntas y ganan juntas.
 En una carrera de cuatro relevos, los asuntos introductorios
(autoría, fecha, audiencia, procedencia, ocasión, y propósito de los
escritos) serían el primer corredor; la exégesis sería el segundo;
luego la teología bíblica y, al final la teología sistemática.
Es importante distinguir entre teología bíblica y sistemática, y colocar a
aquella en primer lugar, pero también es importante no difuminar
indebidamente la línea entre estas dos disciplinas. De lo contrario,
nuestro punto de vista de la enseñanza de la Biblia podría ser
distorsionada y nuestra aplicación imprecisa si no inválida. La distinción
entre teología bíblica y sistemática así resulta ser benéfica para ambas.
Antes de movernos a la aplicación, necesitamos involucrarnos en la
teología bíblica, la cual es llamada o conocida como “la tarea histórica”.
La teología bíblica es la teología de la Biblia y la de los escritores bíblicos
mismos.

Los eruditos han reconocido cada vez más que la interpretación tiene un
inescapable componente subjetivo, y es probable que esto afecte nuestra
habilidad de arribar a un entendimiento definitivo de la teología de un
dado escritor bíblico. Todos venimos a la práctica de la teología bíblica
con un paquete de presuposiciones o pre-entendimientos que impactarán
el resultado de nuestro trabajo en la teología bíblica.

Aun si nadie es perfecto como intérprete, descubrir la teología de la Biblia,


sin embargo, provisionalmente, sigue siendo el objetivo de la teología
bíblica. Sólo porque no podamos reconstruir una teología perfecta de
Pablo, no significa que debamos detenernos de tratar de hacerlo. Aquí es
donde la comunidad de eruditos puede hacer su trabajo y, mediante el
diálogo y la crítica mutuos aproximarse a un cuadro más preciso y más
cercano de la teología de Pablo La teología bíblica importa y es digna de
nuestra máxima atención y cuidadosa definición y ejecución.

Teología bíblica - Teología Sistemática (comparación y contraste).

Teología sistemática: Estudio metódico, exhaustivo y presentación de los


datos bíblicos de un tema determinado. Teología cristiana cuya estructura
interna está organizada sobre principios atemporales de lógica, orden y
necesidad” (D. A. Carson). Este autor dice que la teología sistemática
puede ser muy benéfica, pero también hay problemas asociados con ella,
ya que puede domesticar lo que la Escritura dice. Hay maneras en que la
exégesis moldea a la teología sistemática y maneras en que ésta moldea
a aquella. Esto es inevitable.

La teología sistemática es correctible, perfectible; las Escrituras no


(aunque nuestra exégesis de ellas ciertamente lo es). Fallar al pensar a
través de las implicaciones de esta verdad hace que sea fácil que
permitamos que las categorías de la teología sistemática domestiquen lo
que la Escritura dice. Las categorías que heredamos para o desarrollamos
en nuestra teología sistemática pueden restringir tanto nuestro
entendimiento acerca de lo que la Biblia dice que la propia voz de la Biblia
apenas es oída. Disminuida así, la autoridad de la Biblia es insuficiente
para reformar nuestra teología sistemática. Es parte de ser humilde y
sabio no permitir a nuestras categorías teológicas domesticar lo que dicen
las Escrituras.

Necesitamos ser cuidadosos en involucrarnos primeramente en la teología


bíblica antes de movernos a la teología sistemática. De este modo,
evitaremos caer en la tendencia de leer nuestras propias preguntas y
asuntos en el texto bíblico.

Teología bíblica y hermenéutica.

La hermenéutica y la teología bíblica están íntimamente relacionadas.


Definida como la teoría de la interpretación bíblica, la hermenéutica es el
acercamiento básico que tomamos al estudiar cualquier pasaje dado de
la Biblia. El autor propone un acercamiento triple al interpretar las
Escrituras, los cuales involucran el estudio de la historia, literatura y
teología. Cada uno de estos tres elementos corresponde a una realidad
que encaramos como intérpretes bíblicos.

 Primero, la Biblia nos fue dada en un marco histórico-cultural que


necesitamos considerar a medida que interpretamos el significado
de una declaración determinada de la Escritura.
 Segundo, la Biblia viene a nosotros como un texto, un cuerpo de
literatura, que requiere cuidadosa interpretación lingüística y
literaria.
 Tercero, como la inspirada e inerrante Palabra de Dios, la Biblia es
revelación divina y divulgación de quién es Dios y cuál es su
voluntad para nuestras vidas.

Por esta razón, entonces, deberíamos estudiar la Biblia históricamente,


literariamente y, sobre todo, teológicamente.

Esta hermenéutica triple, a su vez, debería estar basada en nuestra


búsqueda por determinar la intención del autor original. De acuerdo con
la naturaleza inductiva de la interpretación bíblica, así como de la teología
bíblica, deberíamos siempre primero preguntar, ¿qué intentó transmitir
un determinado escritor bíblico a sus lectores originales cuando escribió
cierto pasaje?
Solamente después de haber respondido esta pregunta al participar en un
sólido estudio histórico, literario y teológico estamos listos para movernos
a la segunda pregunta relacionada, ahora que sé lo que intentó decir el
autor bíblico, ¿qué significa eso para mí y para mi comunidad hoy? Esto
es lo que algunos llaman los dos horizontes de la interpretación bíblica:

1) El primero, que tiene que ver con la intención original del autor.
2) El segundo, que es el horizonte de nuestro propio mundo
contemporáneo con nuestra búsqueda de relevancia y aplicación o
apropiación.

Usualmente deberíamos esperar ser capaces de inferir con razonable


confianza lo que el autor de la Escritura que estamos estudiando quiso
decir con lo que dijo en cierto texto. Por supuesto, hay unos pocos pasajes
difíciles en los cuales aún intérpretes piadosos y eruditos difieren, pero la
mayor parte de las Escrituras es clara y accesible a la interpretación de
aquellos que vienen a la tarea con una disposición espiritual, un método
de estudio adecuado y la iluminación del Espíritu Santo.

¿Qué método?

Dar la debida atención al método que se usará es muy importante. Tal


método necesita incluir tres ingredientes esenciales.
1. Debe ser histórico. A diferencia de la teología sistemática que
tiende a ser abstracta y temática en naturaleza, la teología bíblica
aspira a entender un pasaje dado de las Escrituras en su escena
original histórica. P. ej. Jer. 29:11 y Mal. 2:10.
2. Debe buscar estudiar la Escritura inductivamente, en sus
propios términos, en una manera tal que ponga especial atención,
no simplemente a los conceptos enfatizados en la Escritura, sino a
las mismas palabras, vocabulario y terminología usados por los
mismos escritores bíblicos. El propósito de la teología bíblica es
entender la teología de la Biblia en sus propios términos antes de
sistematizar sus enseñanzas sobre varios temas y hacer
aplicaciones.
3. La teología bíblica usa un método que es principalmente
descriptivo. Esto es, la meta principal y primaria en la teología
bíblica es escuchar a las Escrituras y describir con precisión las
convicciones y creencias de los mismos escritores bíblicos. A la vez
que se debe estar activamente comprometido como buenos oidores
de las Escrituras, debe uno enfocarse en entender y representar
adecuadamente las convicciones de los autores de la Escritura. Una
vez que se ha hecho eso, se está listo para formular preguntas de
relevancia y aplicaciones contemporáneas.
¿Solamente un camino?

¿Hay un solo camino para hacer teología bíblica, o hay un rango de


opciones? Según el autor hay por lo menos cuatro maneras mayores de
hacer teología bíblica.

1. La aproximación clásica, que consiste en estudiar los temas


principales o mayores en la Escritura libro por libro.
2. Un estudio de temas centrales a través de toda la Escritura.
3. Identificar un solo centro de la Escritura.
4. Acercamiento a las metanarrativas enfocado en discernir el
argumento o trama principal de la Biblia.

Primero, hay gente que ha estudiado la teología de un libro determinado


o corpus de la Escritura. Este enfoque tiene la virtud de respetar la
integridad del libro como una unidad de discurso holístico. Es la manera
clásica en la que tradicionalmente la gente ha concebido y prácticamente
do

La práctica de la teología bíblica:


¿Cómo se hace la teología bíblica?
Andreas J. Kostenberger

Hay cuatro maneras de embarcarse con la teología bíblica:


1. Libro por libro.
2. Estudiando los temas centrales de la Biblia.
3. Buscando identificar un centro único.
4. Trazando la metanarrativa bíblica.

Cómo lleva a la práctica su método (4 pautas):


1. Lee a través del libro múltiples veces y toma notas o marca tu Biblia
a medida que tratas de identificar temas y énfasis significativos.
2. Al hacer eso, identifica pasajes clave donde la Teología Bíblica de
un un libro o corpus dado es enunciado más prominentemente, tal
como un prefacio, prólogo, o introducción, resumen y declaraciones
de propósito, o conclusión.
3. Identifica temas prominentes y énfasis teológicos distintivos: al
hacerlo, considera también importantes características literarias
tales como colocación estratégica, repetición, estructura, y/o
énfasis.
4. Desarrolla una jerarquía de temas: determina cuál de los temas
prominentes que identificaste en los pasos anteriores son los
principales temas generales y cuáles son subtemas.
Estudios de casos:

Caso # 1 - La teología de las epístolas a Timoteo y Tito (paquete de


escritos).

Timoteo y Tito no fueron pastores realmente, fueron delegados


apostólicos quienes fueron temporalmente a una iglesia local determinada
para ayudarlas a resolver ciertos problemas o asistir a dichas iglesias a
elegir un liderazgo adecuado. Técnicamente ellos no eran parte de la
estructura local de liderazgo como pastores o ancianos, sino más bien
estaban al lado de ellos en una ocasión en que ellos necesitaban
establecer o confirmar a la iglesia o bien tratar con una crisis tal como la
presencia de falsos maestros, quizás aún entre los mismos ancianos.

La aproximación del autor es inductiva, histórica y descriptiva. La


pregunta de acercamiento, entonces, es ¿cómo Pablo, juzgando por los
textos, articuló su pensamiento teológico en esas cartas? Recordemos que
la teología bíblica es la teología de la Biblia y de los escritores bíblicos
mismos, no nuestra teología leída en los escritos bíblicos.

Respecto al contexto histórico, estas cartas fueron probablemente las


últimas que escribió Pablo, hacia el final de su vida. Necesitamos
reconocer que estas cartas son únicas y distintas dentro del corpus
Paulino y exhiben un paquete distintivo de temas bíblico-teológicos
respecto a las demás epístolas de Pablo. Pero el autor no cree en que
estas tres cartas sean seudónimas, sino en la autoría de Pablo, ya que
hay evidencia fuerte al respecto.

Entre dichos temas distintivos están:


1. El autor, cuando habla de la iglesia, no usa la metáfora favorita de
Pablo para referirse a ella, ya que, en vez de nombrarla como el
cuerpo de Cristo, la llama casa de Dios, lo cual parece ser un cambio
significativo.
2. El autor usa un diferente término para la segunda venida de Cristo
(epifanía en vez de parousia).
3. Llama a Timoteo a imitar una serie de virtudes cristianas en vez de
hablar del fruto del Espíritu u otras virtudes cristianas como en sus
cartas tempranas.
4. Muchos también notan un pronunciado interés en la estructura de
la iglesia y su liderazgo, lo cual, ellos dicen, refleja un “catolicismo
temprano” como puede verse en los escritos de los padres de la
iglesia del 2o siglo.
5. El autor usa comúnmente la frase “Dios nuestro salvador” o “Cristo
nuestro salvador”. Pablo nunca usa esa frase en sus cartas
tempranas, así que hay una diferencia que no se puede negar.
6. Los cinco “dichos fieles” - “palabra fiel y digna de…”, por ejemplo,
son encontrados solamente en estas tres cartas.

La cuestión es cómo explicar tales diferencias. Unos lo hacen afirmando


que otro escribió estas cartas y no Pablo. Otros afirman que las escribió
Pablo pero que se expresó de modo diferente. ¿Por qué lo hizo? Una
posibilidad es que usó diferentes conceptos y categorías dependiendo de
las respectivas localidades donde estaba la gente a quienes les escribió.
En Creta, por ejemplo, hay mucha evidencia arqueológica de que los
cretenses adoraban a otras deidades con el título Salvador. Así que, es
muy posible, si no es que probable, que Pablo, al usar frases como “Dios
nuestro Salvador” o “Cristo nuestro Salvador”, está enfatizando el punto
que Dios y Cristo son Salvadores, y aquellas deidades que adoraban los
cretenses no lo eran.

Breve relato de temas hallados en 1 y 2 Timoteo y Tito:

1. La primera cosa por hacer es leer a través del libro múltiples veces
y tomar nota o marcar la Biblia a modo de identificar temas y
énfasis significativos. Conforme se lee varias veces estas cartas
impresiona cuán firmemente están enraizadas en la misión, o más
específicamente, en la misión apostólica de Pablo y sus asociados.
No se puede separar realmente estas tres cartas del libro de Hechos
y de las otras cartas Paulinas. Así que se arribó a la convicción de
que el primer tema mayor en estas tres cartas, el tema
fundamental, es la misión.
2. Un cuidadoso estudio de estas tres cartas revela que cercanamente
relacionado con la misión está el tema de la enseñanza, esa clase
de enseñanza que fluye de la predicación apostólica (el kerygma) y
es pasada a sus delegados apostólicos a medida que ellos la
guardan de los falsos maestros. Respecto a las palabras o frases
específicas que conllevan el tema de la “enseñanza” hay una
considerable variedad en estas cartas. El vocabulario incluye “el
depósito”, “la fe”, “la Palabra de Dios”, “la Palabra de verdad”,
“Escritura”, “enseñanza” o el verbo “enseñar”, tanto positiva como
negativamente (heterodidaskalein) y los cinco “dichos fieles”, los
cuales dan una característica distintiva a estas cartas. El amplio
rango de vocabulario y la prominencia de la enseñanza en estas
cartas subraya que Pablo colocó un inmenso valor en la doctrina
correcta, o como él regularmente la llama, “sana doctrina o sana
enseñanza”. La razón para esto es que él cree firmemente que la
enseñanza correcta es saludable y da vida mientras que las falsas
enseñanzas destruyen gradualmente las vidas de los creyentes
individuales y de la iglesia. Así que, misión y enseñanza están
relacionadas integralmente en estas tres cartas y ocupan un lugar
preponderante en ellas.
3. Cuando vamos a las referencias repetidas y prominentes, el grupo
de la palabra “salvación” en estas tres cartas es bastante visible,
tanto el sustantivo “soteria” como el verbo “sozo” y otros términos
relacionados. Tanto Dios como Cristo son referidos en estas cartas
como “Salvador”, de tal modo que algunos estudiosos sugieren que
la cristología de estas cartas es esencialmente equivalente a la
soteriología. Mientras que puede ser una exageración, es válido
observar que Cristo es caracterizado principalmente en su rol de
salvador divino. La salvación, al igual que la enseñanza, está
integralmente relacionada a la misión, de tal modo que hace sentido
que las tres -misión, enseñanza y salvación- son temas prominentes
en estas tres cartas. La salvación siendo un tema prominente
también hace sentido en que todas las personas son pecadoras y
necesitan salvación, una realidad fundamental en y un incentivo
para la misión. Conjuntamente con la salvación hay varias
referencias a Dios y a Cristo. La salvación es el tema principal y Dios
y Cristo son subtemas, en el sentido de que son la fuente y los
proveedores de la salvación. La teología bíblica puede suplementar
o corregir aun al llevarnos a ver el punto de vista del escritor bíblico.
Aquí, en estas cartas, la salvación es el motivo principal y Dios y
Cristo asumen su significado y significancia en conjunción con la
salvación en vez de hacerlo como temas separados en sí mismos.
Pablo típicamente se enfoca en la misión, enseñanza y salvación, y
en ese contexto deja claro que la salvación que él enseña y de la
cual predica en su práctica misional tiene a Dios como su fuente y
a Cristo como su proveedor. Tocante al Espíritu Santo, finalmente,
es aparente que es menos prominente que Dios y Cristo. De hecho,
en estas cartas hay pocas referencias al Espíritu Santo,
principalmente en conjunción con la designación de Timoteo al
ministerio, aunque hay un pasaje remarcable sobre el Espíritu en
Tito 3.
4. En lugar de hablar de la iglesia como el cuerpo de Cristo, tal como
lo hace en varias de sus cartas tempranas, Pablo usa aquí la
metáfora de la iglesia como casa de Dios. El principal pasaje de esto
es 1a Tim. 3:14-15, donde Pablo dice, “Esto te escribo, aunque
tengo la esperanza de ir pronto a verte, para que, si tardo, sepas
cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios
viviente, columna y baluarte de la verdad.” Más allá de las
referencias explícitas a la iglesia como casa de Dios, el concepto
está implícito en porciones sustanciales de estas cartas,
especialmente 1a Timoteo y Tito. Por esta razón muchos consideran
estas cartas en su totalidad como que son códigos de hogar que
proveen instrucciones sobre cómo debe conducirse el pueblo de
Dios en la iglesia. El concepto de la iglesia como casa de Dios, dice
el autor, tiene importantes implicaciones sobre cómo concebir el
oficio pastoral. Tal como en una casa u hogar natural tiene varios
miembros con un vasto rango de necesidades que la cabeza del
hogar está llamada a llenar, así los pastores y ancianos deben
atender a las necesidades de los varios miembros de la iglesia.
Deben amar y cuidar al pueblo de Dios en toda su diversidad,
complejidad y necesidad.
5. Pablo habla prominentemente acerca de la vida cristiana,
especialmente en términos de virtudes que los creyentes deben
procurar tener. Timoteo y Tito, como delegados apostólicos sirven
de ejemplo como quienes deben emular virtudes cristianas tales
como amor, rectitud, fidelidad, piedad o autocontrol. Esto nos
recuerda que el carácter de los líderes de la iglesia es un
prerrequisito indispensable para su efectividad en el ministerio. No
nos arriesguemos a descuidar nuestra vida personal o sufrirŕa
nuestra familia, la iglesia y el ministerio. Pablo dice a Timoteo 1a
Tim. 4:16 “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en
ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te
oyeren” y 4:12 “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo
de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza”.
Adicionalmente, Pablo habla acerca de la importancia de las buenas
obras y de ser un buen ciudadano. También exhorta al pueblo de
Dios a testificar del evangelio en palabras y hechos, así como a
persistir en su fe en medio del sufrimiento y la adversidad.
6. Finalmente, Pablo habla repetidamente acerca de los últimos días.
Algunos comentaristas argumentan que en las fechas de estas
cartas la expectación por el retorno de Cristo se había desteñido o
diluido y el autor está más interesado en la iglesia como una
institución permanente que en los dones espirituales o en las
expectativas escatológicas. Esto es llamado la teoría del
“catolicismo temprano” la cual implica que estas cartas son tardías
y datan del final del primer siglo o de principios del segundo, tiempo
por el cual las iglesias habían desarrollado una jerarquía de obispos
y sacerdotes que eventualmente condujeron la ICR. El autor ve esta
teoría como un error ya que pasa por alto el hecho de que desde
muy temprano en Hechos 14:23 Pablo y otros eligen y designan
líderes de iglesias locales, no solamente a finales del primer siglo o
principios del segundo. También las tres cartas muestran un gran
interés en los tiempos finales, incluyendo las obras de Satanás,
demonios y ángeles, y en la segunda venida de Cristo. En particular,
Pablo ve los tiempos finales estando ya presentes en el sentido de
que el mal está actuando activamente a través de los falsos
maestros quienes tratan de infiltrarse y subvertir la iglesia
alejándola del evangelio apostólico. Y, más distintivamente, Pablo
ve la época presente de la iglesia como el tiempo entre la primera
y la segunda venida de Cristo, las cuales él describe en términos
similares (es decir, la palabra epifanía).

A la luz de estos hallazgos, ponderemos brevemente la siguiente


pregunta: ¿Cómo es este entendimiento de la teología bíblica de las cartas
a Timoteo y Tito diferente del tratamiento estándar que da la teología
sistemática? Unas pocas observaciones generales:

1. Comenzar con la misión es muy diferente, ya que los tratamientos


de la teología sistemática nunca comienzan con la misión y en
algunos casos, si no es que muchas o la mayoría de las teologías
sistemáticas no incluyen la misión del todo.
2. Poner la salvación en un lugar preeminente y subordinar a Dios y a
Cristo respecto a ella es también diferente a como la teología
sistemática los trata. Típicamente la teología sistemática coloca
primero a la Teología propia, luego la Cristología, y al final la
soteriología.
3. Representar a la iglesia como la casa de Dios puede en muchas
teologías sistemáticas palidecer en comparación a las metáforas
más prominentes de la iglesia como el cuerpo de Cristo.
4. Ver la escatología y la eclesiología juntamente como se ha hecho
aquí es también diferente a como lo hace la teología sistemática, la
cual típicamente las trata por separado.
5. Podría haber más, pero con esto basta. La teología bíblica, si está
bien hecha, puede darnos un conjunto independiente de piernas o
patas que nos permita pararnos y acercarnos a la Biblia,
capacitándonos para criticar y, a veces, incluso corregir los
tratamientos estándares de la teología sistemática, especialmente
cuando miramos un libro o corpus del Antiguo o del Nuevo
Testamento.

Este trato a las epístolas a Timoteo y Tito demuestran que tanto la


teología sistemática como la teología bíblica son vitales, pero hay una
marcada diferencia entre ambas. La teología sistemática se esfuerza por
acercar la Escritura a nuestros días al tratar de hallar respuestas a
preguntas que tenemos hoy. En contraste, la teología bíblica trata de
acercarnos a las Escrituras al ayudarnos a ver lo que los escritores bíblicos
mismos creyeron, de tal modo que podamos conformar nuestras
creencias a las suyas. De este modo, nos sometemos a la autoridad de la
Escritura y le permitimos que ella ponga la agenda a nosotros, en vez de
domesticarla y conformarla a nuestra agenda, ideología o cultura.

Caso # 2 - El Espíritu Santo (tema).

Es importante reconocer que hay varias maneras legítimas de hacer


teología bíblica. Una consiste en estudiar todos los temas en un libro o
corpus de la Escritura, tal como el caso # 1. Otra manera legítima de
hacer teología bíblica es estudiar un tema mayor o principal a través de
toda la Escritura. En este caso # 2 se hará un breve trazo de la teología
bíblica del Espíritu Santo viajando a través de la Escritura desde Génesis
hasta Apocalipsis.

Al estudiar este tema inductiva, histórica y descriptivamente,


empezaremos con las referencias individuales al Espíritu en el AT y el NT.
Hay cerca de 400 referencias al “espíritu”, ruach en el AT, pero solamente
cerca de 100 se relacionan con la persona del Espíritu Santo; el resto se
refiere al espíritu humano o el soplo o el viento (el cual algunas veces
sirve como un emblema para el juicio de Dios). Notablemente, la
expresión “Espíritu Santo” ocurre solamente dos veces en el AT (Sal.
51:11; Is. 63:10-11; y una de esas referencias {la del salmo 51] es
disputada; más comúnmente, la referencia es al “Espíritu de Yahweh” o
simplemente “el Espíritu”.

De modo similar, en el NT no toda referencia a pneuma “espíritu”, se


refiere a la persona del Espíritu Santo. Muchas son referencias al espíritu
humano o al viento (en Jn. 3:6-8 Jesús usa la palabra pneuma para
referirse tanto al Espíritu como al viento). Lo que, es más, algunas veces
el Espíritu Santo es referenciado aparte de la palabra pneuma. Por
ejemplo, Jesús hace referencia a “la promesa del Padre” en Lc. 24:49 o
“el don prometido por el Padre” en Hch. 1:4. Teológicamente, hay un
desarrollo desde el AT, donde se muestra el Espíritu siendo activo en la
creación y más tarde se dice que viene sobre los líderes o profetas en
tiempos escogidos por Dios, pero no habitando en el interior de los
creyentes ordinarios, hasta el NT, donde el Espíritu viene a morar en cada
creyente comenzando en Pentecostés.

En el AT hay solamente una cantidad limitada de material sobre el Espíritu


Santo. Para empezar, hay tres referencias al Espíritu en Génesis y siete
más en el resto del Pentateuco. Primero es mencionado como flotando
sobre las aguas en la creación (Gn. 1:2); el paralelo más cercano del AT
habla de un águila revoloteando sobre sus polluelos en Dt. 32:11, de tal
modo que la palabra pinta un cuadro en que el Espíritu es como un ave
mamá (Ver Is. 31:5). En Gn. 6:3, justo antes del diluvio universal, se dice
que el Espíritu de Dios no contenderá para siempre con la humanidad. En
Gn. 41:38, nadie excepto Faraón reconoce la presencia del Espíritu con
José.

En el resto del Pentateuco, el Espíritu es representado como viniendo


sobre, o estando con, varios individuos: artesanos que construyen el
santuario (Bezaleel y Aholiab Ex. 31:2; 35:34-35), los 70 ancianos (Nm.
11:17, 25), Balaam el profeta (Nm. 24:2) y Josué, sucesor de Moisés
(Nm. 27:18; Dt. 34:9). Entonces, en el Pentateuco, el Espíritu es
mostrado en tres funciones primarias: como un agente de la creación,
como un agente de juicio y como un agente de empoderamiento o
facultación para el servicio a Dios.

Moviéndonos a los libros históricos, se dice que en los días de los jueces
el Espíritu venía sobre los libertadores nacionales tales como Otoniel,
Gedeón, Jefté y Sansón (Jue. 3:10; 6:34, 11:29, 13;25). Durante los días
tempranos de la monarquía, el Espíritu vino primero sobre Saúl (1 S.
10:6) y subsecuentemente sobre David (1 S. 16:13). En ambos períodos
(jueces y monarquía), se muestra que el Espíritu mediaba la presencia de
Dios y empoderaba a los libertadores y gobernantes de su pueblo. Todas
las referencias al Espíritu en Reyes, Crónicas y Nehemías involucran su
actividad en transmitir las palabras de Yahweh a su pueblo mediante los
profetas tales como Elías, Eliseo o Zacarías (1 R. 18:12; 2 R. 2:16; 2 Cr.
24:20). Esencialmente en los libros históricos el accionar u obrar del
Espíritu es doble: levantar y empoderar libertadores nacionales y
gobernantes, así como también empoderar a los voceros de Dios para
profetizar de parte suya.

Hay pocas referencias al Espíritu en la literatura sapiencial (Sal. 33:6;


104:30; 139:7; Job 33:4). La teología de los libros de sabiduría está
fundada en una teología de la creación donde la poderosa y efectiva
palabra de Dios es mostrada como el motivo o razón de todo cuanto
existe. Así, el Espíritu toma una importancia fundamental en cómo
funciona la creación de Dios y cómo debe ser habitada, utilizada y
disfrutada. También se muestra al Espíritu enseñando la voluntad de Dios
y examinando el ser interior de una persona (Sal. 143:10; Prov. 20:27).

El Espíritu es mencionado repetidamente en los libros proféticos,


especialmente Isaías, Ezequiel y Zacarías. En Isaías, la operación del
Espíritu está vinculada con la venida del Mesías (Is. 11:1-5; 42:1-4; 61:1-
2; Lc. 4:18-19). En Is. 11:2, el profeta dice “Y reposará sobre él el Espíritu
de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de
poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová”. En 42:1 Isaías
profetiza: “He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi
alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá
justicia a las naciones.” Finalmente, en un pasaje citado por Jesús en la
sinagoga de su pueblo natal, Nazaret, Isaías escribe del Mesías: “El
Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me
ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los
quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos
apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová,
y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados”.
El Espíritu también es mencionado frecuentemente en Ezequiel mientras
que está virtualmente ausente de Jeremías. Ezequiel profetiza que Dios
proveerá a su pueblo de un nuevo corazón y un nuevo espíritu (Ez. 36:25-
27; 39:29) y une al Espíritu con la restauración del exilio (Ez. 37:12-14).
El pasaje # 1 sobre el Espíritu en los Profetas Menores es Joel 2:28-29,
el bien conocido pasaje citado por Pedro en Pentecostés, que habla de un
derramamiento universal del Espíritu de Dios sobre “toda carne” sin
importar etnicidad, género o estatus social.

Moviéndonos al NT, vemos al Espíritu obrando activamente en individuos


estratégicos en la historia de la salvación tales como Juan el Bautista,
María, Elizabeth, Zacarías y Simeón (Lc. 1-2) en anticipación de la venida
del Mesías, Jesús, a través de quien Dios estaría presente con su pueblo
en una manera sin precedentes. Durante su ministerio terrenal, se
muestra que Jesús posee el Espíritu en un grado ilimitado (Jn. 3:32), y el
Espíritu es representado en el bautismo de Jesús como descendiendo y
posando sobre Él (Mt. 3:16; Mc. 1:10; Lc. 3:22 y Jn. 1:32-33).

El futuro mantendría la promesa de desarrollos pneumatológicos aún más


significativos. Juan el Bautista, y más tarde Jesús mismo, indicaron que
el Mesías bautizaría no solamente con agua sino con el Espíritu Santo (Mt.
3:1, Mc. 1:8, Lc. 3:16, Jn. 1:33 y Hch. 1:5). En esa dádiva futura del
Espíritu (Jn. 7:38), tanto Jesús como el Padre harían su hogar con los
creyentes por el Espíritu quien estaría con ellos por siempre (Jn, 14:16-
17, 21; Jn. 20:22; Lc. 24:49).

La promesa de Jesús es realizada después de su ascensión en


Pentecostés, cuando los creyentes fueron llenos del Espíritu Santo (Hch.
2:4) en cumplimiento de la promesa de Joel 2 que en los últimos días Dios
derramaría su Espíritu sobre toda carne (Hch. 2:16-21). Ahora, esto fue
no solamente sobre los líderes del pueblo de Dios, quienes
experimentaron la presencia del Espíritu Santo fueron todos y cada uno
de los que invocan el nombre del Señor. Muy pronto se hizo notorio que
la misma presencia del Espíritu estaba disponible para los creyentes
gentiles como lo había estado para los de trasfondo judío (Hch. 10:44-
47), en armonía con la profecía de Juan el Bautista (Hch. 11:15-17). A
través de todo el libro de Hechos se muestra que el Espíritu empodera y
dirige la misión de la iglesia primitiva hasta los fines de la tierra, de tal
modo que Hechos no es Hechos de los Apóstoles, sino Hechos del Espíritu
Santo a través de los apóstoles.

Las epístolas del NT, especialmente las que Pablo escribió refuerzan la
noción de que cada creyente disfruta ahora la presencia moradora del
Espíritu Santo por lo cual las referencias al Espíritu en los escritos de Pablo
mejor son estudiados en orden cronológico que en orden canónico (p. ej.
Gálatas, 1-2 Tesalonicenses, 1-2 Corintios, Romanos, Epístolas de la
prisión, y las de Timoteo y Tito). Pablo escribe que los creyentes han
“recibido” el Espíritu que ha sido dado a ellos (Ro. 5:5, 8:15). El Espíritu
está “en” los creyentes (1 Cor. 6;19) y ha venido a “morar” en ellos (Ro.
8;9, 11; 1 Cor. 3:16). Ellos poseen el Espíritu como “primicias” (Ro. 8;23)
y “garantía” (2 Cor. 1:22; 5:5). En términos de su actividad, el Espíritu
se muestra en las cartas de Pablo como mediando la presencia de Dios,
impartiendo vida, revelando la verdad, promoviendo la santidad, dotando
de poder, y efectuando la unidad (Ef. 4:1-5).

Yendo a las Epístolas Generales, el Espíritu Santo destaca en tres pasajes


de advertencia en la carta a los Hebreos. El autor emite advertencias para
no ignorar el testimonio dado por Dios a través del Espíritu Santo, a no
ignorar las manifestaciones del Espíritu Santo como lo hiciera el pueblo
de Israel en el desierto durante el éxodo, y a no ignorar al Hijo de Dios y
la sangre del nuevo pacto, enfureciendo así al Espíritu de gracia (Heb.
2:4; 6:4; 10:29). El Espíritu también destaca como el autor de los
sagrados escritos del Antiguo Testamento por quienes habla hoy (3:7;
9:8 y 10:15).

Pedro, en su primera carta, destaca el rol del Espíritu Santo en la


santificación (1:2). Él recuerda a sus lectores que ellos son bendecidos si
y cuando son perseguidos, porque el Espíritu de Dios descansa sobre ellos
(4:14). También acentúa el rol del Espíritu en el ministerio de los profetas
del AT y los apóstoles del NT (1 P. 1:10-12; 2 P. 1:21) y presenta al
Espíritu como un agente de la resurrección de Cristo. Juan, en su primera
carta, habla de que los creyentes tienen la “unción del Santo”, esto es, al
Espíritu Santo (2:20, 27). Juan también nombra al Espíritu como uno de
los tres testigos de Jesús junto con el bautismo y crucifixión de Jesús
(5:6-7) y como el que da testimonio interior a los creyentes (5:10).
Finalmente, en el libro de Apocalipsis, el Espíritu es asociado con cada
una de las cuatro visiones (la frase “en el Espíritu” es hallada en el inicio
o cerca del comienzo de cada una de las cuatro visiones en Ap. 1:10; 4:2;
17:3 y 21:10). El Espíritu también es repetidamente considerado en
Apocalipsis como los “siete espíritus de Dios” (1:4; 3:1; 4:5 y 5:6), y las
cartas a las siete iglesias en los capítulos 2-3 contienen el consistente
refrán, “el que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
Finalmente, el Espíritu es mostrado estando activamente involucrado en
el testimonio y misión de la iglesia en medio de la persecución y al final
del libro de Apocalipsis, el Espíritu y la iglesia suplican con anhelo a Jesús
que regrese pronto (22:17).

Resumen de la enseñanza de la Biblia sobre el Espíritu Santo

El Espíritu de Dios es un activo participante en la historia de la Escritura


desde Génesis hasta Apocalipsis, es decir, desde la creación hasta la
nueva creación. Está dando vida, empoderando vida y transformando
vida. A la vez que está cercanamente alineado con Dios, el Espíritu opera
como una persona distinta a lo largo de la historia de la salvación. Él está
al lado de Dios en la creación (Prov. 8; Gn. 1:1-2). Él empodera
divinamente a los líderes escogidos, sean libertadores nacionales,
artesanos que construyen el tabernáculo, o la realeza como el Rey David.
En armonía con la visión profética, el Espíritu unge y reposa sobre el
Mesías (Lc. 4:18-19; Is. 61:1-2).
De esta manera, el Espíritu no está solamente involucrado integralmente
en el obrar de Dios a través de toda la historia de la salvación, Él entra
cada vez más en un primer plano. Mientras su actividad durante el
ministerio terrenal de Jesús es cumplido o cumplimentado en y a través
del Mesías, particularmente en las sanidades y otros milagros de Jesús,
el Espíritu irrumpe en la escena aún más espectacularmente el día de
Pentecostés, después de la exaltación de Jesús, de nuevo en
cumplimiento de la visión profética, así como también de las palabras de
Jesús (Hch. 2; Joel 3; Hch. 1:5, 8).

Se puede argumentar muy bien que la era de la iglesia podría muy bien
ser descrita como la era del Espíritu Santo, inaugurando los últimos días.
Así, el Espíritu Santo sirve como el sucesor de Jesús en la tierra, el “otro
consolador” enviado conjuntamente por Dios Padre y Dios Hijo (Jn. 14:26
y 15:26), empoderando la misión y el testimonio de la iglesia y
proveyendo y energizando la dinámica que subyace la proclamación de la
resurrección de Jesús y su triunfo sobre Satán, las fuerzas demoníacas,
la enfermedad y aún la muerte. El libro de Apocalipsis, en armonía con la
descripción de Isaías, describe al Espíritu como los siete espíritus de Dios
ante el trono de Dios (Ap. 3:1; 4:5; 5:6; Is. 11:2-3). De este modo, el
Espíritu es presentado como íntimamente asociado con Dios y su gobierno
soberano, pero con distinta personalidad.

La Biblia, en ambos testamentos, provee un fascinante e intrigante


conglomerado de piezas de rompecabezas que componen el mosaico
dibujando los contornos de una teología bíblica del Espíritu. D. A. Carson
ha dicho correctamente que la medida de cualquier propuesta bíblico-
teológica es la manera en que trata con la cuestión de la unidad y
diversidad de la Biblia. Respecto a la teología bíblica del Espíritu, uno
detecta una medida de ambas, unidad y diversidad, continuidad y
discontinuidad. Por un lado, el mismo Espíritu es operativo a través de
toda la órbita o lienzo de las Escrituras. Por otro lado, el día de
Pentecostés marca una línea divisoria con el derramamiento del Espíritu
sobre todos los creyentes.

Los escritores del NT así proveen un cuadro multifacético de los roles y


ministerios del Espíritu Santo. Él regenera, renueva, transforma, guía,
convence, enseña, distribuye soberanamente dones espirituales y cumple
muchas otras funciones en la vida corporativa de la iglesia y en las vidas
de los creyentes individuales. También sostiene una íntima e integral
relación con Dios Padre y Dios Hijo a través de toda la historia de la
salvación, pasada, presente y futura.

Conclusión

Involucrarse o comprometerse con la teología bíblica implica y demanda


discernir la teología sostenida por los escritores bíblicos mismos. Hacer
esto requiere escuchar cuidadosamente el texto y tener un acercamiento
inductivo que sea principalmente histórico y descriptivo. Involucrarnos en
la teología bíblica nos pone en contacto más cercano con lo que la Biblia
enseña sobre estos temas. Si venimos a la Biblia dispuestos a someternos
a su autoridad, aun cuando esto sea contracultural, seremos desafiados
a hacer cambios de vida para alinearnos con la voluntad de Dios para
nuestras vidas. Más que imponer nuestros puntos de vista, y los de
nuestra cultura, a las Escrituras, seremos cambiados y transformados por
la “viva y activa Palabra de Dios”. La teología bíblica por lo tanto contiene
una gran promesa que nos capacita a movernos más cerca de las
Escrituras, y lo que es más importante aún, más cerca de Dios.

Traducido por Floriano Ramos Esponda

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