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Fundación Educativa de Inglaterra

The English School

Bogotá

2012

La imprecación en función de las colisiones sociales en la novela El Túnel de Ernesto


Sábato y Recibiendo al nuevo alumno de Andrés Caicedo

Andrea Carolina Cortés Rojas

Numero de candidato: 000185-027

Monografía de literatura para el Diploma del Bachillerato Internacional

Número de palabras: 3997


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Resumen

Desde la lectura exhaustiva de la novela de Ernesto Sábato, El Túnel y el drama

juvenil, Recibiendo al nuevo alumno de Andrés Caicedo, se pudo encontrar la

imprecación como elemento cumbre en la construcción del carácter de los respectivos

personajes y en el desarrollo de las diferentes colisiones sociales. A lo largo del trabajo se

pretende exponer la vinculación del recurso literario de la imprecación, en el desarrollo

del modus vivendi y operandi de los personajes de Sábato y Caicedo, en función, tanto de

la crítica como de las colisiones sociales de las respectivas obras.

Sábato, al implementar en su novela el uso de imprecaciones y execraciones, da

cuerpo a los dilemas interno y externos del personaje de Juan Pablo Castel. La colisión con

el ser amado y con el entorno descubre, a la luz del lenguaje imprecatorio, la naturaleza

más sublime e irreverente del ser, al igual que los sentimientos de angustia y opresión

frente a la realidad.

El lenguaje voraz, crudo e imprecatorio de la obra de Andrés Caicedo, pretende

desenmascarar las más injustas realidades de la sociedad de clases. Una farsa en la que los

jóvenes estudiantes de la élite, a través del uso absoluto de imprecaciones y sátiras,

pretenden imponer la sexualidad como manifiesto de la incomprensión y la farsa

institucional. La irrupción del alumno nuevo señala la degradación y desbordamiento de la

irracionalidad de los alumnos, al igual que desata las colisiones sociales dentro del plantel

educativo. La irracionalidad y desequilibrio en el recinto se presentan a través de la

implementación de miserables y grotescas imprecaciones Número de palabras: 261


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Tabla de contenido

Título...………………………………………………………………………………..........4

La imprecación en función de las colisiones sociales en la novela El Túnel de Ernesto


Sábato y Recibiendo al nuevo alumno de Andrés
Caicedo…………………………………………………………………………………….5

Conclusión…………………………………………………………………………......…21

Bibliografía..……………………………………………………………………….…..….22
4

La imprecación en función de las colisiones sociales en la novela El Túnel de Ernesto


Sábato y Recibiendo al nuevo alumno de Andrés Caicedo
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En la literatura latinoamericana contemporánea se hace evidente la denuncia de las

injusticias sociales, para ello la irracionalidad y la implementación de la imprecación son

elementos que hacen posible dar cuerpo a las colisiones sociales. Estos elementos en suma

estructuran la degradación y postulan un hombre en crisis. Reflejando así personajes

producto del mismo desequilibrio de la sociedad moderna y de la condición falsa e

irracional de la humanidad.

Dichos recursos cobran importancia a lo largo de las obras de autores como el

argentino Ernesto Sábato, en su novela El Túnel de 1945 y el colombiano Andrés Caicedo,

en el drama Recibiendo al nuevo alumno de 1996. Ambos trabajos toman cuerpo a partir de

la influencia vanguardista, reflejada en sus respectivos movimientos literarios. La narrativa

de Sábato se inscribe en el movimiento vanguardista, dando luz a la irracionalidad del ser, a

partir de conceptos oníricos y afectivos de la humanidad. A manera de contextualización de

la novela, Sábato se sitúa en la ciudad de Buenos Aires por los años posteriores a la

segunda guerra mundial (1945), dejando ver la influencia de la crisis económica, el auge

por el psicoanálisis y el existencialismo. Una novela que refleja el desequilibrio mental,

dado por el existencialismo del contexto y reflejado a través de la imprecación de los

personajes.

El universo “caicediano” se inscribe dentro del movimiento Nadaísta, influenciado

por el realismo mágico de Gabriel García Márquez e implementado por una narrativa

urbana y contemporánea. Esta obra se ubica entre el periodo de violencia y corrupción de

los años 50 y 60 en Cali, Colombia; contexto que devela el desequilibrio de una sociedad

juvenil burguesa y su colisión con el mundo paralelo de la clase social baja.


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La vinculación del recurso literario de la imprecación, en el desarrollo del modus

vivendi y operandi de los personajes de Sábato y Caicedo, evidencia tanto la crítica como

las colisiones sociales de las respectivas obras. De manera que el trabajo se justifica a

partir de la tematización de las colisiones sociales a la luz del desequilibrio mental de los

personajes y del desarrollo y efecto de la imprecación. Este elemento literario conlleva a la

metamorfosis del hombre en homo demens de un espacio angustioso e irracional, producto

de la crítica a la realidad.

Metodológicamente se partirá de la lectura exhaustiva de las obras en mención, de

los datos bibliográficos de los autores y del tema, para dar luz a la tematización de las

diferentes tipologías de imprecación, en vinculación con la construcción del carácter

absurdo de los personajes. Seguidamente se relacionaran las tipologías del recurso con el

desarrollo de las colisiones sociales a la luz de las obras en estudio, al igual que se postulara

su uso como reflejo de irracional y desequilibrio mental.

Si bien la literatura de ambos autores, hacen uso de un lenguaje que expande y

refleja una crítica social, la imprecación como elemento de expresión de los personajes,

revela las condiciones de una sociedad que padece la violencia y el cambio de manera

angustiosa e irracional. Tal y como se encuentra en diversos diccionario literarios, la

imprecación devela una serie de significados y tipologías, que expanden este recurso

literario a un amplio uso para desenvolver las actitudes y características de los personajes.

(memo, lengua castellana, 2010)

La imprecación como figura retórica de la literatura, expone una serie de

conjuraciones negativas entre los personajes. Este recurso se complementa con la


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vinculación de diversas tipologías, que al momento de ser profundizadas en aras de las

diferentes ideologías, pensamientos y contextos de la trama, transforman y moldean el

carácter irracional y delirante de los personajes. La execración como tipología de la figura

retórica, refleja a la victima de los insultos como el mismo, pues las conjuraciones recaen

sobre el propio locutor. Esta se ve reflejada en los trabajos de Caicedo y Sábato en función

de desenmascarar la cara oculta y oprimida de los personajes.

Los títulos de ambas obras otorgan una serie de simbologías útiles para la

interpretación de las imprecaciones en función de las colisiones sociales. En el caso de la

novela de Sábato, se encuentra un título simbólico con visos de prolepsis. La

contextualización en un espacio macabro y oscuro como el túnel, representa la

caracterización de personajes igualmente tenebrosos, fríos y deprimentemente solitarios; el

reflejo de un universo claustrofóbico y degradante, se da a la luz de la imprecación en la

atmósfera tenebrosa de la mente de Castel.

De igual forma, el título proléptico del drama Recibiendo al nuevo alumno, da

cuenta de un evento generalmente eufórico, pues la bienvenida de un nuevo compañero

devela, a primera vista, un evento renovador en el universo educativo. Pero al remontarse a

la estética macabra del autor, se da una interpretación totalmente opuesta y disfórica, pues

al remitirse al mundo adolecente se postula una simbología rebelde, grotesca y hambrienta

de libertad frente a un contexto conservador y religioso.

La narrativa de Sábato, inscrita en el movimiento vanguardista y con influencia

surrealista, hace uso de las imprecaciones a la hora de desentrañar los verdaderos

sentimientos y fantasmas que agobian, en este caso, a Juan Pablo Castel. La estética
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narrativa de este autor parte del deseo de buscar y analizar esa faceta oscura del hombre,

pues “(allí es) donde se encuentra las contradicciones más grandes, es donde la estética

más sublime surge.” (Peñaranda, 2008).

En el trabajo literario de Andrés Caicedo, las imprecaciones dan forma al carácter

demente e irracional de los jóvenes personajes. El lenguaje fuerte y grotesco expone la

crítica a la injusticia social de una burguesía cegada y falsa, que a partir de la irracionalidad

de los personajes, da origen a ese mundo dramático y urbano del Nadaísmo. Dentro de este

movimiento, que emerge en los años 60 y 70 en Colombia, conocido como la generación

del “postboom” latinoamericano, se postulaba el deseo por una prosa que manifestara lo

macabro, lo grotesco y hasta lo canibalizta de la sociedad. A partir de estos conceptos

desgarradores e irracionales del ser humano de la época, Caicedo da vida a personajes

adolecentes signados a la degradación verbal, intelectual, física y mental.

En El Túnel la creación de imaginarios e ilusiones, se presentan como consecuencia

de la degradación del carácter del personaje de Castel al enfrentarse a la terrible realidad.

La colisión tanto espacial como personal del personaje, prometen relación con la irracional

del homo y la metamorfosis del demens, a partir de la vinculación del movimiento

surrealista con el subconsciente del hombre. En el caso de El Túnel, la colisión física y

mental se refleja como una especie de telepatía en el personaje principal, quien a partir de

un subconsciente en desequilibrio, se crea a sí mismo una ilusión equivoca y enfermiza

frente a su objeto de deseo y perdición, María Iribarne. Imaginario que a lo largo de la

trama y de la utilización de un lenguaje execratorio e imprecatorio en su mayoría, llevaran

al personaje a la construcción de un carácter demente e inconforme con la realidad.


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La estética narrativa del movimiento Nadaísta se vio influenciada por autores como

Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, quienes a la luz del realismo mágico

interpretaban la inestabilidad emocional de la sociedad. Caicedo, en contraste a esa estética,

postuló un mundo ficcional que dio cuerpo al drama de la farsa y la crítica frente al

enmascarado sistema educativo (Escobar, 2000-2001). El drama de Recibiendo al nuevo

alumno, expone dicha propuesta al dar luz a una falsa comunicación compuesta por

innumerables imprecaciones , que poco a poco transforman el carácter demente y rebelde

de los personajes.

En la estética narrativa de Caicedo, la figura retórica de la imprecación genera esa

esencia de disgusto y asco ante las injusticias del sistema, pues son las colisiones sociales

las que dan origen al coloquialismo imprecativo de los personajes y al canibalismo de sus

acciones irreverentes. A través de la imprecación en la obra, se sumerge la influencia

surrealista que infiere una verdad desvestida. Los principales personajes dentro de este

movimiento son los jóvenes, pues son ellos quienes padecen la violencia, el deseo de

revolución cultural, mental y claro, la imposibilidad ante la comunicación del

inconformismo social. (Universidad de Valle, 2009)

El inconformismo social frente a la realidad de un sistema conservador y religioso

en la obra de Caicedo, parte de la vinculación con un vocabulario crudo y desgarrador, por

el cual la imprecación y el uso constante de kitsch dan cuenta del desespero frente a la

falsedad.

A lo largo del drama Recibiendo al nuevo alumno, el concepto de la falsedad y

enmascaramiento de la decadencia social burguesa se da como eje central de un lenguaje


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irreverente, reflejo del desequilibrio metal de los personajes. Por medio de las constantes

imprecaciones y desde los títulos de los personajes, los conceptos de autoridad y

religiosidad se contrapone el diálogo real de la obra como símbolo de una falsa tradición y

una educación banal. El diálogo irracional entre la imagen de autoridad y rectitud

conservadora del rector y la sumisa presencia de un alumno nuevo, proveniente de la clase

baja de la sociedad caleña, expone la crítica ante un opresivo inconformismo social

introducido por la falsedad de una burguesía al margen del pecado.

“Rector (al nuevo): es mejor que lo confiese, joven, sé muy bien que usted inició a este

grupo de muchachos, a contemplar a esa ramera del frente (…) por lo tanto, si un

individuo no es más que una nauseabunda y obscena masa de putrefacción, se le elimina al

instante como si fuera una rata ¿me entiende?

Nuevo: pero, padre, usted cree que yo…

Rector: ¡Nada, señor, nada! A esos individuos que corrompen el hermoso ambiente

estudiantil (…) se les aísla para que no sigan perjudicando a este sublime y bello sistema

de la enseñanza.” (Caicedo, pág. 26)

La degradación del lenguaje desde las fuertes imprecaciones hechas por un

personaje, aparentemente autoritario y de rectitud religiosa, postulan la fragmentación

moral de la sociedad como producto de la sublevación del poder déspota e hipócrita, que

pretende la hegemonía de un mundo falso y destructor. La imprecación “esa ramera del

frente” hace alusión a la moral corrupta del rector del sistema educativo, quien

representaría el símbolo más respetable e importante de la burguesía caleña y del

conservatismo de la educación y la religión. La ambigüedad moral despliega la crítica y el


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inconformismo social expuesto por Caicedo con el uso imponente de imprecaciones. Este

recurso fragmenta la labor del personaje autoritario y lo transforma en un personaje

degradante e irracional.

En El Túnel, el inconformismo frente a la realidad se refleja en el pensamiento y la

actitud misántropa de Juan Pablo Castel, quien a través de constantes imprecaciones pone

de manifiesto su desprecio y disgusto por la simplicidad humana.

“La humanidad me pareció siempre detestable (…) la codicia, la envidia, la petulancia, la

grosería, la avidez (...)” (Sábato, pág. 44)

“desprecio a los hombres, los veo sucios, feos, incapaces, ávidos groseros, mezquinos; mi

soledad no me asusta, es casi olímpica.” (Sábato, pág. 77)

Castel se postula como ser ostrado por decisión propia, pues su labor como artista,

paradójicamente no lo libera, le da luz a la autodegradación y autodestrucción mental. A

través de las constantes imprecaciones y execraciones del personaje, la actitud misántropa

se acentúa, pues si bien el personaje es completamente honesto frente a su deprecio y

disgusto por la humanidad, en sus palabras crudas e irónicas, se presenta la creación de un

personaje perdido en una soledad inmensa e inescapable, pues el rencor con lo que lo rodea

lo aliena da la posibilidad de comunicación con un mundo exterior. De igual forma el

misantropismo de Juan Pablo Castel revela cierta hipocresía para consigo mismo, pues si

bien la incomunicación se debe al desprecio por la humanidad, las constantes execraciones

del personaje y la actitud ambigua de superioridad y justificación de sus acciones, reflejan

todo aquello que el mismo desprecia.


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“Me sentía bastante bobo: de ninguna manera era esa mi forma de ser (…) ¿acaso yo no

razonaba? Por el contrario, mi cerebro estaba constantemente razonando” (Sábato, pág.

38)

El desequilibrio en el juicio de Castel, se refleja tanto en las execraciones como en

las constantes imprecaciones para con humanidad. Ambos elementos manifiestan el afán

de Sábato por crear un personaje reflejo de su estudio del psicoanálisis y de los

sentimientos más oscuros y ocultos del ser. La inestabilidad emocional y mental en el

personaje toman cuerpo al momento de la incomunicación, pues la imposibilidad de

comunicar y justificar racionalmente el rencor y el disgusto frente a la humanidad, se da

como consecuencia de la desgracia de ser consumido por la imprecación y execración, (con

lo cual la trama) culminan en un soliloquio irónico, alimentado por las constantes figuras

retoricas (Angela B, pág. 38).

Esta misma figura retorica de la imprecación forja las ideologías de los personajes

de Caicedo, el coloquialismo y lo crudo de los diálogos desenvuelven la imagen de una

juventud sumergida en la hipocresía y en la incomprensión de un sistema sarcásticamente

conservador y religioso. El centro de la pugna entre pensamientos conservadores y la

verdadera injusticia del sistema y la sociedad, convierten a Caicedo en un vocero lúcido de

la satírica institución educativo y la violenta realidad caleña. Las atroces y grotescas

imprecaciones reflejan la jerarquización de la sociedad y la falsedad moral de los

personajes

“Diez: ¡Sí, el rector tenía razón, usted es un degenerado, todos son iguales!

Nuevo (tratando de escapar del cerco que le han tenido): ¡Cállense, no, no!
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Seis: a lo mejor violó a esa muchachita que fue novia suya, sí eso fue lo que pasó, aquí no

queremos violadores, ¿oyó?

(…)

Dos: ¿Sabe lo que hacemos aquí con los que violan muchachitas? ¡Los capamos, oyó, los

capamos! (le da un rodillazo en el sexo).” (Caicedo, pág. 40)

Las trágicas suplicas presentan la caracterización de un personaje símbolo de la

opresión de la burguesía adulta y reflejado en los jóvenes y manipulables alumnos del

mismo estrato socio-económico. El nuevo alumno se encuentra silenciado por las

constantes imprecaciones de los otros estudiantes, “usted es un degenerado”, “no queremos

violadores”, que simultáneamente, manifiestan la ironía y la falsedad en la que viven. La

colisión verbal y física de la obra se da a la luz del lenguaje retórico y voraz del autor, “la

ficción literaria se esfuerza por capturar o transcribir “el discurso social” e interpretar la

cultura a través de sus símbolos vivientes” (Camargo, pág. 172), reproduciendo en la obra,

una actitud antiética por parte del sistema educativo y religioso de la cultura burguesa en

Cali.

“Tres: ¡Los degenerados no merecen tener sexo, así dice el padre rector, y nosotros le

obedecemos ciegamente al padre rector! (lo golpea entre las piernas)” (Caicedo, pág. 40)

La exposición de un lenguaje fragmentado a la luz de las imprecaciones, permiten

exponer las consecuencias de la irrupción de un nuevo elemento, en el desarrollo de una

atmosfera inmoral, falsa e hipócrita. La presencia del nuevo alumno pretende la

transformación del sistema educativo y del modus vivendi y operandi del aula de clase, por

lo cual, en cualidad de defensa, los rebeldes y desequilibrados alumnos, atacan a este


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eslabón perdido de manera abrupta, a través de las imponentes imprecaciones y colisiones

físicas. La manifestación de un lenguaje imprecatorio, justificado por la inmoralidad

enmascarada de las autoridades de la sociedad, da cuerpo a la colisión ideológica entre los

pensamientos de poder y autoridad absoluta de la burguesía y los deseos de superación y

autonomía de los marginados de la sociedad. Estos últimos, al ser victimas de las

imprecaciones de la élite, se postulan como seres perdidos en la inmensidad de una farsa

sin escapatoria, donde sus ideales son exterminados.

Esta misma colisión de pensamiento se da frente al amor en la novela de Sábato, el

amor ideal y enfermizo de Juan Pablo Castel en colisión con el amor libre, efímero y simple

de María Iribarne. Historia que postula la transformación del amor en un sentimiento

oscuro y solitario, el odio. A lo largo de la novela, las imprecaciones marcan el curso de la

metamorfosis, ya que a través del lenguaje amenazador y demente de Castel se expresa el

desequilibrio mental del personaje, la perdida de la razón y el creciente efecto de un amor

enfermizo, incomunicado y secreto. La colisión social que postula la pugna entre ambos

amores, se da frente a la transformación del sentimiento a lo largo de la expresión verbal,

dando muestra de una enfermedad creciente e invasiva que culmina con la demencia y

desequilibrio absoluto del pintor.

“(…)-Si alguna vez sospecho que me has engañado –le decía con rabia-; te matare como a

un perro. Le retorcía los brazos y la miraba fijamente en los ojos, (…) me miraba asustada

como un niño, o tristemente, con resignación (…). Un día la discusión fue más violenta que

de costumbre y llegué a gritarle perra. María quedó muda y paralizada (…).” (Sábato,

pág. 65)
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Los celos y la inseguridad de Castel se ven expuestos por las constantes

imprecaciones frente al objeto de deseo y perdición, a quien ama y odia inexplicablemente.

La transformación del amor en odio es el resultado de la incomprensión de Castel ante el

comportamiento humano. Esta indiferencia lo condena a la demencia e irreverencia en sus

palabras. La imprecación frente al comportamiento libre y angustiosamente indiferente de

María construye la demencia del pintor y caracteriza a ambos personajes en seres esclavos

de sus pensamientos y palabras. El sometimiento al dolor es completamente masoquista, ya

que la estética de Sábato busca la forma en la que el lenguaje “castigue, sea mordaz y

hiera” (Angela B, pág. 38). La execración se postula como el elemento más sublime de

culpa y angustia del personaje, pues a través de ella, Castel se autoproclama con un ser

inmoral y destructivamente irracional.

“No supe que hacer: la besé tiernamente en los ojos, le pedí perdón con humildad, lloré

ante ella, me acusé de ser un monstruo cruel, injusto y vengativo” (Sábato, pág. 65)

La execración en la novela señala la inestabilidad mental y la angustia reprimida del

personaje, pues este, al no tener una respuesta consecuente de rabia y humillación por parte

de María, crea ambigüedad en su modo de actuar; la proclamación de cariño en los

momentos de honestidad e idealismo de su amada y de odio al instante de incomunicación

y angustia. La inexpresión de María frente a las imprecaciones de Castel, dan cuerpo a la

demencia y zozobra en la mente del pintor, pues la pasividad en ella lo llena de cólera y

angustia. Las execraciones de Castel “acumulan lo demoniaco de su odio y expresan la

incomprensión que distancia a los dos amantes” (De la Barra, 2008).


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La mujer bondadosa y al mismo tiempo despiadada que toma cuerpo en María,

postula la demencia del pintor, pues tanto las execraciones como las imprecaciones de este,

se dan a la luz del comportamiento ambiguo de su amada. Los constantes choques

emocionales, reflejados desde las figuras retóricas,, exponen el desequilibrio mental del

pintor, el cual aumenta progresivamente y culmina con la tragedia del asesinato del único

ser amado e idolatrado efímeramente.

En la obra de Caicedo la imprecación de los jóvenes propone la colisión mental, por

lo cual la sexualidad y la figura femenina son elementos fijos de insulto y sátira de estos

desequilibrados adolecentes. Las constantes colisiones con un sistema educativo y

eclesiástico disfuncional, revelan la incomprensión y pérdida del sentido lógico de la

educación y la cultura caleña.

“Uno: he aquí en lo que consiste ese asqueroso pecado mortal, por si algunos todavía no

lo saben se toma la mano en forma de tubo, con el fin de imitar la vagina de la mujer.

Diez (Como un niño): ¿La qué, su reverencia?

Uno: El chíchí, el chíchí de la mujer, hijo mío, ese maldito orificio que tienen ellas entre

las piernas, nauseabunda tentación con la que Dios castigo al hombre (…) y con ella se

frota el pene de esta manera (imita la acción).” (Caicedo, pág. 43)

La mujer y el hedonismo son el blanco de la imprecación de los desequilibrados

adolecentes. El desbordado deseo por la insaciable sexualidad es elemento primordial para

la caracterización de los personajes, pues son las palabras desmesuradas y grotescas las que

asisten a la creación de la inestabilidad racional y la euforia exagerada dentro del aula. Los

antivalores expuestos a través de las imprecaciones y del kitsh conllevan a la degradación


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mental y física de los estudiantes, pues al estar sumergidos en la farsa y alienante atmosfera

de burguesía y la religión, estos no tienen más salida que el comportamiento animal y

absurdo.

Al finalizar la obra, Caicedo introduce el canibalismo como elemento cumbre de la

colisión mental, pues el asesinato del alumno nuevo en pleno recinto formativo da muestra

de la injusticia impune de la burguesa. La imprecación en las palabras frívolas y frías de los

jóvenes, son reflejo de la ignorancia de racionalidad, la tortura animal y grotesca del nuevo

alumno, presenta la degradación en la ética del sistema religioso, cuyo deseo es la

sublevación de la farsa y la hipocresía.

“Nueve: eliminar a inocentes ya culpables, a profesores viejos y a profesores jóvenes, a

todos, antes de que puedan acabar con más gente, como han acabado con nosotros.

Diez: y colgar los restos de sus putrefactos cadáveres en los cuatro puntos cardinales de

todas la ciudades (…)

Tres: (…) para que la edificación nauseabunda de la enseñanza primaria y secundaria

quede convertida en un terreno de estéril sal mohosa” (Caicedo, pág. 53)

La decadencia mental de los jóvenes es anunciada por fuertes imprecaciones que

revelan lo desbordado de sus pensamientos y la condición en la que la sociedad y el falso

sistema educativo los ha dejado. “El hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”

(Rousseau) es una verdad irrefutable, que postula la degradación del ser como producto de

la sociedad corrupta y falsa. La decadencia de los personajes culmina, a través de la acción

física y verbal, en el deseo por eliminar la fuente de su desgracia. La violencia se postula


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como elemento que alimenta y limpia la sociedad mientras la educación se da como aparato

de destrucción de la misma.

Esta misma colisión mental da luz al desenlace de El Túnel, pues la demencia del

pintor, es producto de los constantes enfrentamientos entre reflexiones e ilusiones. Sábato,

influenciado por la tendencia psicoanalítica de la época (Peñaranda, 2008), busca en el

personaje la colisión interna, al punto de ahogarlo en demencia y llevarlo a la destrucción

de lo anhelado. “Lo que se admira es el mecanismo mental de ese loco de Castel pero que

loco y todo es capaz de abstenerse y reflexionar con tanta lucidez” (Angela B, 1970, pág.

40) lucidez llevada al extremo de trasladar la realidad a un estado onírico e imposible.

“¿Cómo podía pensar cosas tan absurdas? Traté de olvidar todas mis estúpidas

deducciones acerca del teléfono (...). Pero no pude.” (Sábato, pág. 54)

“¡Que estúpida ilusión había sido todo esto! (Sábato, pág. 122)

La imprecación en sus reflexiones expone la impotencia del personaje al no poder

comunicar su inconformismo y frustración. Al asistirse del universo onírico, Castel

alcanza el deseo por comprender y amar a María de la manera perfecta e irreal que él

anhela. La execración, como método de desenmascaramiento de sus deseos y

comportamientos, propone un desenlace trágico que finalmente lo libera, la muerte de su

amada es la escapatoria de sus fantasmas y reflexiones angustiosas.


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Conclusión

A manera de conclusión, la imprecación, como elemento de la retórica en la

literatura, presenta la construcción de personajes signados al desequilibrio tanto, mental

como físico y señala la manifestación crítica de los autores. A lo lago de ambos trabajos

literarios, este recurso constituye el camino hacia los diferentes dilemas de los personajes,

transformándolos en seres irracionales, desmesurados y alegóricos de las injusticias

sociales. Sábato, al presentar un personaje incapaz de comunicar y perdido en un lenguaje

imprecatorio e irracional, da luz a la critica del hombre existencial y su universo

contemporáneo. La imprecación y execración en las reflexiones de Castel, exponen la

necesidad del autor de desentrañar las colisiones más intimas del hombre y dar origen a

todas aquellas colisiones sociales que, en cuerpo de Juan Pablo Castel, llevan a la

demencia. Andrés Caicedo, igualmente plantea la imprecación como figura de reflejo de las

injusticias del sistema y de la cultura. Caicedo, como un vocero lucido, proclama, a la luz

del recurso, un grito de denuncia y rebeldía juvenil frente a la injusticia del sistema

educativo Una obra que manifiesta la necesidad de desenmascaramiento a la luz del

lenguaje grotesco, violento e imprecatorio de los rebeldes y animalizados jóvenes.

Bibliografía
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