Historia 2°. Periodo 1810-1820.
Historia 2°. Periodo 1810-1820.
Historia 2°. Periodo 1810-1820.
Nuestro actual territorio, hacia principios del siglo XIX, formaba parte del Imperio Español, un imperio que
se había erigido a partir de la conquista europea iniciada en el siglo XV. La construcción de las colonias
españolas en América supuso el sometimiento de los pueblos originarios y la destrucción de sus sociedades
y de sus distintos estados, el sometimiento de sus culturas, la prohibición de sus religiones y costumbres y
la imposición de la religión católica. Asimismo, los conquistadores utilizaron la fuerza de trabajo nativa y
los recursos naturales del continente en provecho de los reinos europeos.
La sociedad que se fue constituyendo y que, con cambios, perduró hasta principios del siglo XIX, estaba
organizada de acuerdo a un orden que bien puede ser llamado “orden colonial”. Este concepto implica la
idea de un orden social, político y económico construido por los conquistadores europeos a partir del
establecimiento de relaciones económicas, políticas y sociales de dominación. Ahora bien, este orden traía
en sí mismo el germen del proceso revolucionario ya que generaba tensiones entre los distintos grupos de
la sociedad colonial. Ese germen revolucionario maduraría en la región del Río de la Plata y en otras
colonias españolas de América en las primeras décadas del siglo XIX. No fue un hecho aislado, sino que
formó parte del contexto revolucionario que comenzó a conformarse en América del Norte con la
independencia de las colonias británicas en 1776 y siguió con la revolución de Haití en 1791, protagonizada
por esclavos africanos que lograron independizarse de Francia y formar la primera república negra
poscolonial.
Los indígenas eran utilizados como fuerza de trabajo forzosa de los blancos. El lugar más bajo de la
sociedad correspondía a los esclavos africanos, que eran considerados mercancías, propiedad de sus
dueños, y se ocupaban de las tareas más pesadas tanto en trabajos rurales como en el servicio doméstico
de las familias blancas. La sociedad colonial no sólo era desigual económicamente sino también
jurídicamente: las personas tenían derechos diferentes según su origen y sus raíces étnicas.
Estas ideas influenciaron en los revolucionarios franceses que terminaron con el poder absoluto del
monarca a partir de 1789. También repercutieron sobre los independentistas estadounidenses. Los criollos
del Río de la Plata que habían accedido a estudios superiores leyeron a los pensadores iluministas. Sin
duda, sus ideas fueron parte del motor que aceleró los acontecimientos de 1810. Sus ideas, y ciertos
procesos revolucionarios, como la Revolución Francesa, que impulsó vastos movimientos antimonárquicos
y revolucionarios en Europa y América Latina. Los demócratas franceses proclamaron la “Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano” e instauraron, entre otros, los principios de libertad e igualdad
ante la ley para todos los hombres, rompiendo las jerarquías jurídicas existentes entre monarquía, nobleza,
clero, campesinos, burgueses y siervos. Contribuyeron así a quebrar una estructura social desigual, en la
que los mayores privilegios estaban en manos de los nobles.
Manuel Belgrano, gran revolucionario americano, miembro del estamento de los “criollos”, comenta en su
Autobiografía:
“Como en la época de 1789 me hallaba en España y la revolución de Francia hiciese también la variación de
ideas, y particularmente en los hombres de letras con quienes trataba, se apoderaron de mí las ideas de
libertad, igualdad, seguridad, propiedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuese
donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido, y aun las
mismas sociedades habían acordado en su establecimiento directa o indirectamente”.
Manuel Belgrano, Autobiografía, Buenos Aires, Carlos Pérez editor, 1968.
La Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano es uno de los legados de la Revolución
Francesa. En sus dos primeros artículos se sostiene que “los hombres nacen y permanecen libres e
iguales en cuanto a sus derechos” y que “la finalidad de toda asociación política es la conservación de los
derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Esos derechos son la libertad, la propiedad, la
seguridad y la resistencia a la opresión”.
Estos episodios marcaron la aceleración de un proceso de cambios que se venía gestando en la sociedad
rioplatense. El intento de los británicos por conquistar el territorio rioplatense derribando al poder
español, puso en evidencia las contradicciones de la sociedad colonial. Principalmente, se expuso la
incapacidad de las autoridades virreinales para frenar el avance extranjero.
Rafael de Sobremonte, quien ocupaba el cargo de virrey, salió de la ciudad con las “cajas del Virreinato”, es
decir con el dinero recaudado por impuestos. El objetivo de proteger los recursos económicos de la colonia
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no se logró, dado que los ingleses los capturaron en la localidad de Luján, pero la actitud del virrey fue
vivida por muchos de los habitantes de Buenos Aires como una muestra de debilidad de las autoridades
españolas; incentivó ideas independentistas previas en algunos, mientras que en otros encendió la primera
llama de críticas. Quizás la consecuencia más importante de estos hechos haya sido la aparición del pueblo
como sujeto político, ya que la tarea de hacer frente al invasor fue llevada a cabo por el pueblo de la
ciudad de Buenos Aires: milicias de voluntarios fueron las encargadas de liberar la ciudad. Las autoridades
españolas no opusieron resistencia sino que fueron los criollos al mando militar de Santiago de Liniers
quienes derrotaron a las tropas de Inglaterra, por entonces la potencia más poderosa del mundo.
Si pensamos en el proceso de revolución que se desataría unos años después, es evidente la influencia que
tuvieron estos primeros episodios bélicos que supieron resolver los criollos rioplatenses. La creación de las
milicias criollas y su audaz desempeño en la defensa y la reconquista de la ciudad las consolidaron como un
factor de poder indiscutido; quienes no tenían voz ni voto habían recuperado el territorio. Esto dejó en
claro la incapacidad de las autoridades virreinales para sobrellevar episodios críticos y fue un gran aporte
para la toma de conciencia por parte de las milicias populares, tanto sobre su poder como sobre la
debilidad de las autoridades coloniales. El Cabildo de Buenos Aires, institución importante porque era el
centro político de la capital del Virreinato, se abrió desde entonces a la participación popular y podría
decirse que no hubo marcha atrás. Frente a la incapacidad del virrey, fueron las autoconvocadas milicias de
vecinos las que, democráticamente, destituyeron a Sobremonte como autoridad militar y eligieron a un ex
virrey, Santiago de Liniers, quien en 1808 fue confirmado en el cargo por las autoridades españolas. Si bien
Liniers fue reemplazado poco después, en 1809, por un nuevo funcionario designado en España, Baltasar
Hidalgo de Cisneros, el nombramiento de Liniers por los vecinos de Buenos Aires fue uno de los primeros
pasos en la apertura a la igualdad política y a la toma de decisiones populares.
El monopolio
comercial
español
Desde el establecimiento de los españoles en América, sus colonias tenían prohibido comerciar con otro
país que no fuera España. Sólo estaban habilitados unos pocos puertos para realizar los intercambios entre
metrópoli y colonias. A partir del siglo XVII y XVIII, otros países europeos, como Gran Bretaña, Holanda y
Francia, discutieron este monopolio y por medio de conquistas de territorios estratégicos o aliándose con
los portugueses establecidos en territorios del actual Brasil, mantuvieron un intenso contrabando con las
colonias españolas de América. Ahora bien, durante el siglo XVIII, los reyes españoles tomaron una serie de
medidas para evitar la sangría de recursos que se iba por la vía del contrabando. Entre otras decisiones,
reorganizaron sus virreinatos, abrieron más puertos en América y en España para favorecer los
intercambios, permitieron el comercio entre colonias y alentaron el desarrollo de sus posesiones ubicadas
en el litoral atlántico de América, durante mucho tiempo olvidadas, y muy codiciadas por sus rivales
europeos.
Sin embargo, esta apertura de puertos y el aliento del comercio metrópoli- colonias, que beneficiaba, entre
otras, a la ciudad de Buenos Aires, transformada en capital de un nuevo virreinato, el Virreinato del Río de
la Plata, constituyó una renovada fuente de conflictos. Sólo unos pocos comerciantes, todos ellos de origen
español, administraban ese fortalecido monopolio. Eran dueños de importantes compañías comerciales y
disponían de los contactos y redes comerciales que vinculaban a las colonias con las principales casas de
comercio de España. Muchos, y sobre todo los comerciantes criollos, quedaron afuera de estos negocios.
Recordemos que también, como criollos, eran excluidos de los más importantes cargos políticos,
administrativos y eclesiásticos.
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En el plano comercial, la situación descripta se modificó hacia fines del siglo XVIII. La monarquía española,
en guerra con distintos países europeos, quedó bastante aislada de sus colonias americanas. Ello obligó a la
Corona a liberalizar el comercio, modificando profundamente el monopolio establecido. Las autorizaciones
para la libre introducción de esclavos y para que sus colonias pudieran comerciar con colonias extranjeras
o con países neutrales, abrieron amplias posibilidades de producción e intercambio en sus posesiones en
América. A pesar de estas ventajas, la nueva situación no sirvió para mejorar el vínculo metrópoli-colonias,
sino para que fueran visualizadas otras posibilidades que parecían más ventajosas. Por un lado, permitió
que otros competidores europeos, particularmente ingleses, ganaran cada vez más influencia. Por otra
parte, y simultáneamente, muchos comerciantes de Buenos Aires, sobre todo criollos, se decidieron a
romper la rutina establecida por el monopolio y se lanzaron a conquistar otros negocios y mercados.
Progresivamente, en este transformado contexto, los nuevos comerciantes, dinámicos y aventureros, así
como también muchos hacendados, comenzaron a palpar las ventajas del comercio libre y a tomar cada
vez mayor conciencia acerca del rol intermediario (y por lo tanto parasitario) que jugaba España en la
relación entre las colonias y la Europa industrial.
Entonces, el rey Carlos IV de Borbón abdicó en favor de su hijo Fernando VII quien asumió como soberano
y entregó el trono español al emperador francés. Fue otra muestra de debilidad de la Corona. La península
quedó desde entonces bajo control extranjero, y no de cualquiera: estaba nada menos que bajo el control
de un país que había levantado las banderas de la libertad, la igualdad y la democracia. El pueblo español,
en rebelión contra los invasores, desconoció la autoridad de José Bonaparte, hermano del emperador
francés a quien éste había designado como su rey. Como reacción, se conformaron juntas de
representación popular que guardaban fidelidad al rey Fernando VII, cautivo del invasor francés.
La Junta Central de la ciudad de Sevilla, asumió momentáneamente el control sobre las colonias
americanas en nombre del cautivo rey Fernando VII. La Junta desligó a Santiago de Liniers, de quien se
desconfiaba por su origen francés, del cargo de virrey del Río de la Plata y nombró a Baltasar Hidalgo de
Cisneros. No obstante esta demostración de poder inicial, la Junta de Sevilla fue depuesta por las fuerzas
francesas. Al conocerse la noticia en tierra rioplatense se produjo un vacío de poder y se incentivó en la
población el espíritu revolucionario. Jefes de milicias, intelectuales y comerciantes perjudicados por el
monopolio –muchos de ellos defensores de la ciudad de Buenos Aires durante las invasiones inglesas– se
movilizaron. Nuevamente se recurrió al Cabildo de Buenos Aires, institución clave del dominio colonial,
reutilizada por el pueblo para debatir libremente y tomar decisiones. Cierto es que se trataba de “un
pueblo” marcado por las diferencias sociales de la colonia; seguía existiendo un ordenamiento estamental,
jerárquico, en el cual había grandes desigualdades económicas y de origen. En verdad, los sectores más
bajos de la estructura social si bien habían adquirido un papel activo en la vida política de la colonia
(impensado hasta entonces), no tuvieron el mismo protagonismo que las élites en las deliberaciones y
asambleas que se abrieron a partir de mayo de 1810.
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De hecho, fueron solamente los llamados “vecinos” de la ciudad (españoles y criollos) quienes asistieron al
decisivo Cabildo Abierto que se celebró el 22 de mayo. Este no fue un encuentro sencillo. Lo que estaba en
juego era nada menos que la soberanía y la independencia, y dejaba al descubierto posiciones muy
diversas: desde quienes abogaban por la democracia igualitaria, hasta quienes lo hacían por el
sostenimiento de las autoridades españolas en el poder; desde la idea de construcción de una patria
grande que unificara el continente a la idea de dividirse por estados. Discusiones muchas que siguen
siendo actuales.
Podríamos sintetizar en dos posturas predominantes el debate del Cabildo Abierto: por un lado, el
obispo de la ciudad de Buenos Aires, Benito de Lué y Riega, personificaba a quienes querían mantener
fidelidad a las autoridades españolas. Del lado más revolucionario se encontraba, liderando, Juan José
Castelli, quien sostuvo que si no había rey en España, las autoridades españolas en América no eran
representativas y por lo tanto, el poder debía retornar al pueblo. Luego de un largo debate, se decidió
desvincular de su cargo al virrey Cisneros y conformar una Junta de gobierno como las muchas que se
habían formado en España. El 24 de mayo se dieron a conocer las autoridades de la Junta a la población:
los sectores más conservadores –y también temerosos– del Cabildo la habían formado con españoles y
como presidente del organismo gubernamental propusieron al destituido virrey Cisneros.
La movilización criolla no se hizo esperar. Gracias a la presión de los revolucionarios, se disolvió ese
organismo y el 25 de mayo de 1810 se creó un nuevo gobierno, que conocemos como la Primera Junta.
Aunque esta Junta declaró su fidelidad al rey Fernando VII, se trataba del primer gobierno no elegido por la
Corona española sino por un sector representativo de los habitantes de Buenos Aires. Como presidente fue
designado un militar y comerciante, Cornelio Saavedra; fueron secretarios Mariano Moreno y Juan José
Paso, quienes junto con Manuel Belgrano y Juan José Castelli, elegidos vocales, representaban el sector
más democrático e igualitario. La Junta se completaba con los vocales Miguel de Azcuénaga, Manuel
Alberti, Domingo Matheu y Juan Larrea. Se trataba del inicio del ejercicio soberano del poder en el Río de
la Plata.
El primer problema de orden práctico era –si se pensaba en un gobierno democrático representativo–
cómo traer las voces de los pueblos de las distintas ciudades y regiones que componían el ex virreinato
para que estuvieran presentes en el gobierno. La decisión fue invitar a que esos pueblos eligieran
representantes para incorporarse a la Junta de gobierno. Con ellos, en diciembre de 1810, se formó la
Junta Grande.
La Primera Junta estaba presidida por el comerciante criollo y jefe del Regimiento de Patricios, Cornelio
Saavedra. Juan José Paso y Mariano Moreno, ambos abogados y criollos, eran los secretarios. Los vocales
eran: los criollos Manuel Alberti (sacerdote), Miguel de Azcuénaga (militar); Manuel Belgrano y Juan José
Castelli (abogados); y los comerciantes españoles Juan Larrea y Domingo Matheu.
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Primera Junta Mayo a diciembre1810 La integraban los representantes de Buenos Aires: Saavedra, Paso,
Moreno, Belgrano, Castelli, Azcuénaga, Larrea, Alberti y Matheu.
Primer Triunvirato Septiembre de 1811a Integrado por Feliciano Chiclana, Manuelde Sarratea y Juan José
octubre de 1812 Paso.
Segundo Octubre de 1812 aenero Integrado por Nicolás Rodríguez Peña y otros. En 1813, se reúne la
Triunvirato de 1814 primera Asamblea Constituyente, “la Asamblea del año XIII”, con el
objetivo de dar una organización política al Estado, una Constitución.
En estos temas no selogran acuerdos entre los representantes de
Buenos Aires y los del Interior. En cambio, se acuerda en establecer
la libertad de vientres, en adoptar un Himno Nacional, y se reafirma
elpoder centralizado en Buenos Aires mientras dure la guerra con los
realista.
Directorio Enero de 1814 afebrero Se trata de un tipo de gobierno unipersonal. Directores supremos:
de 1820 Gervasio Antonio de Posadas, Carlos María de Alvear, Ignacio
Álvarez Thomas, Juan Martín de Pueyrredón, José Rondeau. Durante
este período, se vuelvea convocar una Asamblea Constituyente. Se
reúne en 1816, en Tucumán. Debido a que para entonces se había
producido la derrota de Napoleón Bonaparte y la restauración de
Fernando VII en el trono español, se abría un período de
fortalecimiento de los ejércitos realistas que intentaban recuperar
sus dominioscoloniales. Se volvía inminente, por lo tanto, la
necesidad de declarar la independencia,de organizar el Estado y
dotarlo de una Constitución. En Tucumán, como ya había sucedido
en la Asamblea de 1813, no se lograronacuerdos sobre estos últimos
puntos pero sí se declaró la independencia de las ProvinciasUnidas.
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a) Identifique los distintos sectores sociales que la componían y señale quiénes formaban parte de
ellos y cuáles eran sus actividades características.
7. En mayo de 1810 se conoció en Buenos Aires que la resistencia española al poder napoleónico
había sido totalmente vencida. La noticia contribuyó a tensar el clima y a profundizar los
enfrentamientos entre distintos grupos sociales para resolver el vacío de poder creado.
a) ¿Qué grupo participó de las deliberaciones en el Cabildo? ¿Cuál fue el papel desempeñado por los
sectores populares?
b) Identifique las distintas posturas que se enfrentan en las jornadas de mayo de 1810 en el Cabildo
de Buenos Aires. ¿Cuál de ellas se impuso?. Completa el siguiente esquema.
posturas
9. El 25 de mayo de 1810 se inició un período complejo en el que, además de las guerras contra el
enemigo realista, los “patriotas” discutieron y se enfrentaron entre ellos por distintas cuestiones. A
partir del análisis del cuadro “Los gobiernos de la primera década revolucionaria”. Completa la línea de
puntos, con el gobierno correspondiente: