La Novela Perdida de E. Barriobero
La Novela Perdida de E. Barriobero
La Novela Perdida de E. Barriobero
RESUMEN
Dentro de las obras de ficción de E. Barriobero y Herrán hay una novela de la que se nos ha conservado un
fragmento, perdido el original de aquella entre la vorágine de la guerra civil española. Iba a titularse Historia
anecdótica de Martín Zurbano y tenía como asunto narrar la trayectoria vital de un militar riojano del siglo XIX de final
trágico: el general Martín Zurbano. Por el texto conservado sabemos que estaba compuesta esencialmente en forma de
diálogos y en un lenguaje rústico, propio de las gentes de la tierra, inspirado en el sistema de lengua conocido por el
autor en su infancia rural. Ambientada, como parece, sobre un fondo histórico, pudo ser la gran novela regionalista de
una tierra falta de grandes relatos; el valor filológico del capítulo conservado, como testimonio dialectal, es
considerable.
Palabras clave: obra de ficción, general Martín Zurbano, habla rústica, primitivo dialecto riojano.
Within the works of fiction of E. Barriobero and Herran there is a novel of which we have conserved a
fragment, lost the original of that one between the vortex of the Spanish civil war. He was to write Martín Zurbano’s
Anecdotal History and had as subject to narrate the vital trajectory of a military riojano of century XIX of tragic end:
the general Martín Zurbano. From the preserved text we know that it was essentially composed in the form of dialogues
and in a rustic language, typical of the people of the earth, inspired by the system of language known to the author in his
rural childhood. Set, as it seems, on a historical background, it could be the great regionalist novel of a land lacking in
great stories; The philological value of the conserved chapter, as dialectal testimony, is considerable.
Key words: work of fiction, general Martín Zurbano, rustic speech, primitive dialect of La Rioja.
1. INTRODUCCIÓN.
1
con él en un primer hecho bélico (captura de trescientos franceses junto a su oficial al mando en la
ciudad de Haro) e iniciando a partir de ahí toda una destacada carrera militar.
Pese al universo de ficción, el trasfondo del relato parece seguir bastante fielmente los
hechos documentados, pero quién iba a decirle a Zurbano que, años después de mostrar tanto afán
por conocer a Ignacio Alonso y luchar a su lado contra el invasor, en 1823, él y Cuevillas acabarían
convirtiéndose en enemigos declarados al defender Cuevillas al absolutista Conde de España y
Zurbano la causa de la Milicia Nacional2.
Pero ahora estamos en 1935, es decir, de pleno en los años de la II República, época en que
el mito del general Zurbano alcanza su máxima popularidad, sobre todo entre el republicanismo
2
Véase Sáez Miguel, P. e Izquierdo Vozmediano, M. (2007). Zurbano, Vida y Mito de un héroe del liberalismo español,
Logroño: Instituto de Estudios Riojanos, p. 190.
2
logroñés3, y parece el momento adecuado para reconstruir la figura del héroe riojano en un relato de
ficción; mas el interés de Barriobero por su vida y trascendencia no es algo nuevo, fruto de la
oportunidad: recuérdese que ya en 1929 y en las páginas de la misma Rioja Industrial habían
aparecido unas notas suyas mostrando su gran admiración por el militar de Varea y quedaba en
deuda con él deseando sacar tiempo y poder <<reconstruir la historia ejemplar y atormentada de
nuestro Martín Zurbano>>4. Ahora parecía ser el momento propicio.
Por lo que se observa, Barriobero ideó su Historia anecdótica casi como una novela de
aventuras, con mínimas descripciones -tanto de personajes como de ambientes y paisajes-, dejando
que todo el protagonismo recaiga en los diálogos, a veces un tanto entrecortados, con el fin de dar
un mayor dinamismo al relato. En ellos, por encima de cualquier otra consideración, destaca la
singularidad de que los personajes hablen en un lenguaje rústico, cargado de vulgarismos, en un
intento por acercarnos al habla de los grupos socioculturalmente más bajos de su tiempo, y en un
manifiesto deseo de verosimilitud; obsérvese que es este un vehículo expresivo del que ya se sirvió
Barriobero en una novela corta de 1923 titulada Memorias del alguacil Buscavino5, y que ahora
retoma con nuevos testimonios, plenos de matices, en un nuevo homenaje a las gentes de aldea,
quizá, pero más elaborado. No obstante, y a diferencia de lo observado en las Memorias, nadie
espere hallar aquí la menor sombra de intención burlesca, sino el más descarnado realismo.6
Pues bien, el motivo central de las páginas que siguen reside en continuar analizando las
principales claves de ese singular sistema de lengua y profundizar en ellas, de acuerdo con el
fragmento conservado, delatando su enorme expresividad y descubriendo, no solo cómo la casi
totalidad de las mismas siguen vigentes aún hoy, sino cómo algunas de ellas nos conducen nada
menos que a los orígenes mismos del idioma. Se concluye así un estudio sobre el habla popular y
rústica riojana iniciado con Memorias del alguacil Buscavino, cerrando de ese modo un círculo
imaginario sobre la narrativa de esta tierra, desde el punto de vista filológico, a partir de los textos
de Barriobero. Veámoslo.
2. ESTUDIO FÓNICO.
2.1. Vocalismo.
3
Ibíd., nota anterior, p. 155.
4
Véase Barriobero y Herrán, E. (septiembre 1929). “De nuestra raza gloriosa: Martín Zurbano”, Logroño Industrial,
Año X, nº 9, Logroño, pp. 14-15.
5
Y que hoy sabemos inspirada en gran medida en el habla rústica que Barriobero escuchó desde niño en la localidad de
Entrena (véase Pastor Blanco, J.Mª, Memorias del alguacil Buscavino o “escribir en riojano” en 1923, Logroño:
Berceo, nº 170, 2016, pp. 31-54).
6
El texto aparecía ilustrado con dos dibujos hechos por J. Husillos, muy al gusto de los años 30: en el primero, se
muestra a un grupo de patriotas con vestimenta más propia de bandoleros y acaso evoca el momento en que Zurbano y
sus amigos se enrolan en la partida de Cuevillas; en el segundo, Husillos traza una escena de acción en la que Martín y
dos voluntarios se introducen en una casa de Haro en busca del oficial francés y hablan con una criada que les responde
desde un ventanuco de la escalera (véase Anexo).
3
‘monumento’, muñiga ‘moñiga’, nevaja ‘navaja’, pementón ‘pimentón’, previlegio, etc.7.
2. Dentro de ese mismo lenguaje, el contacto con la vibrante múltiple o sencilla produce
efectos diversos en la vocal inmediata, generalmente de abertura, de acuerdo con una cadencia
atestiguada ya desde el propio latín vulgar; así se justifican voces como charrateras ‘charreteras’,
rabaño ‘rebaño’ y seráis ‘seréis’, inseparables de tantas y tantas otras como amarraco ‘amarreco, en
el juego del mus, pita que vale por cinco puntos’, arrandajo ‘arrendajo (Garrulus glandarius)’,
cantarral ‘cantorral, lugar donde abundan las piedras’, farraña ‘pasto malo’ ‘porquería, escombro’,
forastal ‘(guarda) forestal’, garnacha ‘variedad de uva’ -si procede del it. vernaccia ‘íd.’-,
harramientas ‘herramientas’, harrañal ‘herrenal’, parniquebrada ‘perniquebrada’, rancilla ‘envidia’
‘remordimiento’ ‘pena, pesar’, rasina ‘resina’, vardusca ‘rama delgada’, varraco ‘verraco’, varraquera
‘llorera’, varriar ‘verrear’, varrionda ‘en celo’, zarcera ‘respiradero de las bodegas’, etc., que se
acusan en la mayor parte del dominio vulgar de nuestro idioma.
7
Para todo ello, véase Pastor Blanco, J.Mª (2011, 2ª reimpresión). El castellano hablado en La Rioja, Logroño:
Ediciones Emilianenses, (en adelante, El castellano), p. 19.
8
Pudiera darse un segundo caso en la voz zarapita si, como parece, deriva de zarpa: veáse infra, 4 (Estudio del léxico,
s.v. zarapita).
9
Cf. Pastor Blanco, J.Mª, El castellano, p. 20.
10
Véase Corominas, J. y Pascual, J.A. (1980-1991). Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico, 6 vols.
Madrid: Gredos, s.v. tranca, p. 595 (en adelante, DCECH). Asimismo, consúltese Menéndez Pidal, R. (1986, 10ª).
Orígenes del español, Madrid: Espasa-Calpe, pp. 194 y ss. Sobre la particular abundancia de testimonios anaptícticos en
mozárabe, cf. Zamora Vicente, A. (1967, 2ª). Dialectología española, Madrid: Gredos, p. 37.
11
Véanse formas como bonisme o hautisme, atestiguadas en el antiguo francés (Alvar, M. y Pottier, B. (1987).
Morfología histórica del español, Madrid: Gredos, p. 84, n. 25).
4
diferentes espacios del universo hispánico, y no sólo en el valle del Ebro12.
6. Frente a todo ello la -e final permanece (como en aragonés, navarro, alavés, burgalés,
asturleonés, salmantino y extremeño) en las segundas personas del plural de los imperativos abreide,
entraide (véanse también apartáidesus, buscaidelo y majáidelos) que hallamos en el fragmento,
inseparables de los agarraide, andaide, bajaide, marchaide, tomaide, correide, tenide, traíde, subide,
venide, vide ‘id’, etc., que oímos aún hoy entre hablantes riojanos, prueba de que en nuestro espacio la
pervivencia de la -e final ha resultado verdaderamente notable a lo largo del tiempo. Claro rasgo
arcaizante característico de esta región.
2.2. Consonantismo.
12
La forma contracta en -ismo [-ízmo] de los superlativos absolutos sintéticos, con pérdida de la vocal postónica y s
sonora, es una variante conocida no sólo en La Rioja, como decimos, sino también en la Ribera navarra y Aragón
(Llorente Maldonado de Guevara, A. (1965). “Algunas características lingüísticas de La Rioja en el marco de las hablas
del valle del Ebro y de las comarcas vecinas de Castilla y Vasconia” (en adelante, “Algunas características”), Madrid:
RFE, V, p. 333), al igual que en La Bureba (González Ollé, F. (1964). El habla de La Bureba. Introducción al castellano
actual de Burgos (en adelante, El habla de La Bureba), Madrid: RFE, Anejo LXXVIII, p. 34), en Treviño (Sánchez
González de Herrero, Mª N. (1985). El habla y la toponimia de El condado de Treviño y la Puebla de Arganzón (en
adelante, El habla y la toponimia de El condado de Treviño y la Puebla de Arganzón), Vitoria: Diputación Foral de
Álava, p. 42), en Albacete y en el español sefardí (Zamora Vicente, A., Dialectología española, p. 374), y ofrece una
reducción igualmente viva en catalán -abundantisme, altisme, etc.-.
13
Obsérvese que todas las formas representadas lo hacen en -ao, no en -au, como pudiera esperarse en un registro
netamente vulgar y rústico, pero idéntico rasgo fónico tiende a atestiguarse en la actualidad (véase Pastor Blanco, J.Mª,
El castellano, p. 22).
14
Güeno, güeno; como ijo el otro, avisao, avisao; (frente a ello, véase, no obstante, algún caso de vacilación: Las
gracias pa las Inacias, como dijo el otro).
15
Véase Pastor Blanco, J.Mª, El castellano, pp. 29-30.
16
Ibíd., nota anterior, p. 31.
5
coincidencia con lo que ocurre hoy en diferentes zonas peninsulares o del continente americano de
señalado arcaísmo17, mejor que pensar en un ejemplo de creación analógica siguiendo los modelos
de llevaban, iban, etc. Su ausencia de la documentación escrita probablemente se explique a partir
de su mismo rusticismo.
5. Obsérvese la singularidad del modismo rústico bulrreabas ‘burlabas’ (Si no serías tan
cabal pensaría que te bulrreabas de mí), ejemplo nada infrecuente de metátesis entre alveolares.
6. Nótese asimismo la presencia del vocablo tiral ‘tirar’ (Vente con mí que los vamos a tiral
a tos por las ventanas), ejemplo de lambdacismo nada extraño si, como parece, quien habla es el
cerverano Cuevillas: debe recordarse que, aunque se trate hoy de un uso estigmatizado socialmente,
entre los hablantes rústicos de la Rioja Baja, en especial los que pueblan el Bajo Cidacos, a partir de
Arnedo, y los que habitan los valles del Linares y del Alhama, es muy común escuchar cómo la -r
implosiva, especialmente la -r final de los infinitivos, tiende a convertirse en -l, tal como ocurre en
la Ribera navarra, en el occidente de Aragón y en otras áreas del territorio peninsular, como
Salamanca, Extremadura, Murcia y parte de Andalucía oriental18.
Pero no solo se confunden la consonante vibrante y la lateral al final de los infinitivos, sino
también en comienzo de sílaba (algo menos frecuente en el español común), como observamos en la
forma folasteros ‘forasteros’, presente en el relato19.
7. Tal como ocurre hoy en la conversación popular espontánea, el texto refleja la pérdida
absoluta de la -r final de los infinitivos seguidos de un pronombre enclítico: ayudale ‘ayudarle’,
contalos ‘contarlos’, dales ‘darles’, decíselo ‘decírselo’, dilos ‘irlos’, sacalas ‘sacarlas’, sacale
‘sacarle’, etc.
Recuérdese, si cabe, que en la actualidad este fenómeno se acusa en la mayor parte de La
Rioja y también se da en Navarra y Aragón, pero no es exclusivo de esta zona, pues igualmente se
recoge en Cantabria, Asturias, León, Extremadura, ambas Castillas y distintas áreas de
Hispanoamérica20, era normal en el castellano antiguo, apareciendo sistemáticamente en el Poema del
Mío Cid,21 y es muy probable que haya existido desde los orígenes mismos del idioma22.
2.3. Acentuación.
17
Véase Alvar, M. y Pottier, B., Morfología histórica del español, p. 240.
18
Cf. Llorente Maldonado de Guevara, A., “Algunas características”, p. 329.
19
Sobre la presencia de idéntico fenómeno en las hablas riojanas actuales, véase Pastor Blanco, J.Mª, El castellano, p.
35.
20
Véase Alonso, A. (1953). “-r y -l en España y América”, Estudios lingüísticos. Temas hispanoamericanos, Madrid,
Gredos, 263-331, especialmente pp. 307-309. Sobre su presencia en Castilla la Nueva, véase Moreno Fernández, F.
(1996). “Castilla la Nueva”, Manual de dialectología hispánica. El español de España, pp. 221-222.
21
Cf. Llorente Maldonado de Guevara, A., “Algunas características”, p. 329.
22
Cf. García de Diego, V. (1916). “Dialectalismos”, Madrid: RFE, III, p. 318.
6
trais) recogida en el relato.
3. ESTUDIO MORFOSINTÁCTICO.
3.1. Género.
Anótese, en cuanto al género, la presencia en el texto del sustantivo enjambre con género
femenino (una enjambre), contrario a la norma culta, tal como hoy se escucha en ocasiones entre
los hablantes riojanos.
3.2. Superlativo.
2. La forma sintética en -ísimo, relativamente culta y tardía en toda España24, como cabría
esperarse, se da sincopada en el texto: (María) Prisma ‘(María) Purísima’25.
3.3. El pronombre.
1. Destácase el empleo de la forma sus en lugar de os (que hace la lengua culta) que
hallamos en el vocablo apartáidesus ‘apartaos’, similar a otros vivos aún hoy entre hablantes poco
instruidos (¡Callaisus! ‘¡callaos!’, ¡Escondeisus! ‘¡escondeos!’, ¡Venisus! ‘¡veníos!’, ¡Visus d’aquí!
‘¡idos de aquí!’, ¡Volveisus a casa! ‘¡volveos a casa!’, etc.).
2. Construcciones vulgares del tipo Si vienes con mi l’uniquito que te pués alcontrar es que te
metan un par d’ onzas de plomo en la molondra … o Vente con mi que los vamos a tiral a tos por las
ventanas que hallamos en el texto, en lugar de ‘si vienes conmigo…’ o ‘vente conmigo…’, resultan
inseparables de las Ven con mí o Voy con ti empleadas comúnmente hoy por toda la Rioja Baja, en
continuidad con Aragón, donde el hecho se documenta ya desde antiguo26, y llegan muy vivas hasta los
valles del Jubera y del Leza -en puntos como San Vicente de Robres, Jubera, Ventas Blancas o Murillo
23
Cf. Llorente Maldonado de Guevara, A., “Algunas características”, p. 333: “En la Rioja, lo mismo que en Navarra,
Aragón y el extremo nordeste de Andalucía oriental, el superlativo absoluto analítico se construye no con el adverbio
apocopado muy sino con la forma plena mucho... En el Poema del Cid, mucho alternaba con muy, lo mismo que
ocurría en el Poema de Apolonio, en el Arcipreste y en Diego Rodríguez de Almela, a finales del siglo XV. Y, según don
Ramón, hoy todavía es usual mucho, en vez de muy, entre las personas cultas de Castilla la Vieja (por Castilla la Vieja
creo debemos entender nada más, en este caso, parte de las provincias de Santander, Burgos y Soria)”. Así mismo, véase
Manrique, G. (1965). “Vocabulario popular de la provincia de Soria”, Madrid: RDTP, XXI, s.v. mucho; González Ollé, F.,
El habla de La Bureba, p. 34; Sánchez González de Herrero, Mª N., El habla y la toponimia de El condado de Treviño y
la Puebla de Arganzón, p. 42; Baráibar y Zumárraga, F. (1903). Vocabulario de palabras usadas en Álava y no
incluidas en el DRAE, Madrid: Establecimiento tipográfico de Jaime Ratés, p. 178; Menéndez Pidal, R. (1980, 5ª).
Cantar de Mío Cid. Texto, Gramática y Vocabulario, Madrid: Espasa-Calpe, p. 238; Alvar, M. y Pottier, B., Morfología
histórica del español, p. 38 y n.
24
Cf. Alvar, M. y Pottier, B., Morfología histórica del español, p. 378.
25
Véase supra, 2.1.5. y notas.
26
Véase Llorente Maldonado de Guevara, A., “Algunas características”, p. 340; Alvar, M. y Pottier, B., Morfología
histórica del español, p. 125.
7
de Río Leza se escuchan de manera habitual en conversación espontánea-, y, de manera excepcional,
aún más a occidente, hasta Torrecilla en Cameros, en el valle del Iregua, como personalmente he
observado27.
No resultan extrañas las construcciones A madre l’ ices que m’ ido al contrabando pa que no
pase zozobra y Ya te pues golver a cuidar de madre recogidas en el fragmento, con el posesivo
elidido al hablar entre familiares muy próximos (aquí entre Martín Zurbano y su hermano Justo),
pues son muy habituales escucharlas igualmente hoy -estas y otras similares (He comido en casa
abuela; Padre está en la huerta labrando los pimientos; etc.)- en todo el ámbito riojano, concordando
de nuevo con un uso muy extendido entre los grupos socioculturalmente más bajos de los ámbitos rural
y urbano de Castilla y León28.
Consígnanse en el texto las formas denguno, utilizada como sinónimo de ‘ninguno’ -tal como
se oye hoy entre hablantes de Arnedo, Calahorra o Ezcaray-, y el indefinido de alteridad endemás ‘los
demás’ -vivo igualmente hoy, cuando menos, entre personas mayores de la localidad de Anguiano-.
El fragmento nos ofrece la forma (tú) alojastes, igualmente viva hoy, y hay que decir que, en
la actualidad, entre personas poco instruidas, la segunda persona del singular de todos los verbos en
este mismo tiempo adopta una -s analógica con la persona tú de los demás tiempos. Es un uso vulgar
que recorre el habla espontánea de la mayor parte de La Rioja, incluido el Alto Najerilla, como
personalmente he comprobado, está muy extendido por todo el dominio castellano y alcanza la lengua
literaria no solo de autores modernos (Espronceda, por ejemplo), sino incluso de autores clásicos
(Garcilaso, Boscán, Juan de Valdés): amastes, anduvistes, cogistes, distes, maldecistes, venistes, etc.32
27
Cf. Véase Pastor Blanco, J.Mª, El castellano, p. 52.
28
Véase Hernández Alonso, C. (1996). “Castilla La Vieja”, Manual de dialectología hispánica. El español de España,
Barcelona: Ariel, p. 209.
29
Cf. Llorente Maldonado de Guevara, A., “Algunas características”, p. 335.
30
Véase Menéndez Pidal, R. (1987, 19ª). Manual de Gramática Histórica, Madrid: Espasa-Calpe, p. 300; García de
Diego, V., Manual de Dialectología Española, p. 375; Sánchez Sevilla, P., “El habla de Cespedosa de Tormes”, p. 162;
Llorente Maldonado de Guevara, A., “Algunas características”, p. 335; Sánchez González de Herrero, Mª N., El habla y
la toponimia de El condado de Treviño y La Puebla de Arganzón, p. 43.
31
Cf. García de Diego, V., Gramática histórica española, p. 227.
32
R. Menéndez Pidal (Manual de Gramática Histórica, p. 280) apuntaba que ya hay ejemplos de esta práctica vulgar en
el siglo XVIII, aunque sin duda fue más antigua y no solo por haber sido muy usada en tiempos del Emperador como
8
3.4.3. Imperativo.
3.4.4. Gerundio.
Consignamos en el relato la forma pusiendo ‘poniendo’. Recuérdese que es muy común todavía
hoy en determinados ámbitos rurales de la geografía riojana la formación de gerundios sobre el tema
del perfecto simple (dijendo, hiciendo, pusiendo y compusiendo, quisiendo, supiendo, tuviendo, etc.), y
que el mismo hecho se constata de forma generalizada igualmente en La Bureba34 y en aragonés35, lo
que vendría a señalar una característica común entre personas rústicas de todo el valle del Ebro; pero
también se atestigua en Cespedosa de Tormes36.
hemos observado, sino por haber prevalecido entre todas las modalidades del judeoespañol bajo la forma -tes, forma
igualmente atestiguada en una jarcha arábigoandaluza recogida hacia 1100 por Yehudá Haleví donde, al parecer, se
consigna bebites ‘bebiste’, lo que acaso nos hable de un uso idiomático ancestral surgido probablemente en los orígenes
mismos del idioma. Véase Lapesa. R. (1980, 8ª). Historia de la lengua española, Madrid: Gredos, p. 470, n.; y
asimismo, Alvar, M. y Pottier, B., Morfología histórica del español, pp. 204-205.
33
Cf. Pastor Blanco, J.Mª, El castellano, p. 58.
34
Cf. González Ollé, F., El habla de La Bureba, p. 37.
35
Cf. Alvar, M. (1953). El dialecto aragonés. Madrid: Gredos, pp. 225-226; Alvar, M. y Pottier, B., Morfología
histórica del español, p. 254.
36
Cf. Sánchez Sevilla, P., “El habla de Cespedosa de Tormes”, p. 163.
37
Véase Pastor Blanco, J.Mª, El castellano, p. 60, nota 86.
38
Véase Llorente Maldonado de Guevara, A., “Algunas características”, p. 334.
39
Con d- procedente del uso de la preposición de + ir, como en de + lexar > dejar.
40
La he escuchado en Viniegra de Abajo, en Brieva de Cameros, en Anguiano, en Pedroso, en Ledesma de la Cogolla, en
Cordovín, en el Valle de Ojacastro, en Badarán, en Alesanco, en Entrena, en Agoncillo, en Ausejo, en El Villar de Arnedo, en
Pradejón, en Calahorra, en Aldeanueva de Ebro, en Alfaro, en Autol, en Arnedo, en Santa Engracia de Jubera, en Santa
Marina, en San Vicente de Robres, en Zarzosa…
41
Véase Alvar, M. y Pottier, B., Morfología histórica del español, p. 231.
42
Concretamente, en Viniegra de Abajo, Islallana, Las Ruedas de Ocón y Alfaro.
43
Véase Alvar, M. y Pottier, B., Morfología histórica del español, p. 251.
9
también a La Bureba44.
Finalmente, hay que recordar, como ya se dijo, que el verbo traer mantiene en el relato el
singular imperfecto de indicativo traíba ‘traía’, inseparable del arcaico traiban ‘traían’ escuchado
en el Alto Oja45.
Es digno de destacarse, dentro de las subordinadas comparativas (L’ agradezco igual que si lo
bebería) y condicionales (Si no serías tan cabal pensaría que te bulrreabas de mí), la sustitución que
se hace en ellas del imperfecto de subjuntivo por el condicional. Porque nos delata un hecho
característico del castellano hablado hoy en La Rioja (el empleo del condicional en todas aquellas
oraciones en que el castellano correcto exige el imperfecto de subjuntivo: prótasis de las
condicionales, prótasis de las concesivas, en las comparativas, en las subordinadas dependientes de
verbos de voluntad, en las subordinadas finales, en las causales, en las temporales, etc.)46.
Recuérdese que estamos ante un fenómeno antiguo, surgido acaso en el oriente peninsular47, y
enormemente expansivo: en la actualidad, no solo se oye de manera generalizada por toda La Rioja
sino también por Navarra y el País Vasco, extendiéndose por las provincias de Soria, Burgos,
Cantabria, Palencia, este de León y Valladolid, y alcanzando incluso la franja occidental de Aragón
colindante con Navarra y La Rioja; su uso recorre por tanto desde las tierras cántabras hasta el Duero, y
desde el Esla y el Valderaduey hasta el Moncayo, mas al parecer va ganando poco a poco aún más
terreno, sobre todo hacia el Sur y Oeste de la Meseta48. Esto dentro de la península, pues conviene
recordar que este singular uso lingüístico también se ha propagado por tierras de Hispanoamérica,
acusándose, cuando menos, en Argentina, Ecuador y Guatemala49.
3.6. El adverbio.
Alí es la partícula empleada por Barriobero en lugar del normativo allí, conforme a un hecho
fónico bien estudiado en las hablas riojanas50.
Ande es la forma vulgar habitual usada en el texto (y hoy, en la pronunciación descuidada)
en lugar de adonde.
Cuasi ‘casi’ y asina ‘así’ también se oyen hoy, pero entre personas muy rústicas y en
44
Cf. González Ollé, F., El habla de La Bureba, p. 37.
45
Cf. supra, 2.2.4.
46
Véase Pastor Blanco, J.Mª, El castellano, p. 62 (2.8.1.).
47
Aparece documentado ya, cuando menos, en textos altoaragoneses de la segunda mitad del XIII (cf. Frago Gracia, J.A.,
(1978). “Tres notas de diacronía lingüística: Sobre fonética, morfología y sintaxis”, Zaragoza: AFA, XXII-XXIII, pp. 188-
189).
48
Véase Llorente Maldonado de Guevara, A., “Algunas características”, pp. 340-341; García de Diego, V., Manual de
Dialectología Española, p. 359; Lapesa, R., Historia de la Lengua Española, p. 480; Llorente Maldonado de Guevara,
A. (1995). “Variedades del español en España”. En Seco, M. y Salvador, G. (coords.), La lengua española, hoy, Madrid:
Fundación Juan March, pp. 91-93. Según Hernández Alonso, C., “Castilla La Vieja”, Manual de dialectología
hispánica. El español de España, p. 205: “El origen de un fenómeno tan llamativo en esa amplia cuña del norte
peninsular no tiene una explicación convincente. Si bien es cierto que es alto el porcentaje del contorno /-ría... -ría/, no
es suficiente para creer que su génesis sea la tendencia al equilibrio de las formas verbales, como quería García de
Diego. Eso nos dejaría sin explicar todos los demás casos. Tal vez sea la conjunción de una serie de factores lingüísticos
lo que ha propiciado la difusión de tales construcciones. Por un lado, el sema de hipótesis y virtualidad de la forma -ría
propicia algunos de sus usos; por otro, el sema de futuridad también lo hace propicio. Añádase a esto la alternancia y
permutación de las formas -ra y -ría en varias construcciones a lo largo de los tiempos, y la contaminación de -ría con
el imperfecto de indicativo en el habla popular, e iremos entendiendo las posibilidades que tiene la forma cantaría para
formar las construcciones que hemos señalado. La coincidencia de las dos formas en la expresión del valor irreal, la
alternancia de ambas en ciertos contextos, refuerzan esta situación, que nos orienta hacia la tendencia a un reajuste más,
aunque parcial, del sistema verbal español”.
49
Véase Hernández Alonso, C., “Castilla La Vieja”, Manual de dialectología hispánica. El español de España, p. 204.
50
Cf. supra, 2.2.8.
10
situaciones aisladas.
Sobre el empleo de mucho en el superlativo, cf. supra, 3.2.1.
Entavía es una de las diferentes variantes rústicas de todavía (cf. tavía, entodavía, entoavía,
toavía, tovía, toavia, etc) que nos han llegado hasta hoy.
3.7. La conjunción.
Tan y mientras es una locución conjuntiva vulgar (Tan y mientras alcontramos un trabuco u
cosa que lo valga, llénate la faja de grijos) equivalente a ‘mientras’.
3.8. Prefijación.
1. Rasgo común del castellano vulgar es la propensión a formar verbos compuestos con a-
protética. Siguiendo esa tendencia, consignamos en el texto amolestar ‘molestar’ (L’ haremos un ñudo
molinero en las manos y otro en las patas pa que no amoleste), arrecoger ‘recogiendo, reuniendo’
(M’ han dao luces de c’ anda arrecogiendo gente pa echar a los franceses di Haro), arregolverse
‘revolverse’ (Se arregolvió en el suelo pa sacalas) y arrodiar ‘rodear’ (Entraide cuatro y los
endemás ya estáis arrodeando la casa).
2. Igualmente es propio del vulgo crear voces nuevas atrayendo el artículo arábigo al a
formas que inicialmente no lo tenían: así se explican en el texto vocablos como alcontrar
‘encontrar’ (Si vienes con mí, 1' uniquito que te pués alcontrar es que te metan un par d' onzas de
plomo en la molondra), alcordar ‘acordar’ (¿T’ alcuerdas d’ ande están?) y alvertir ‘advertir’ (T’
alvierto que tien el pescuezo mucho duro).
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4. ESTUDIO DEL LÉXICO.
alcatranado
Interesante en extremo es la presencia de este término, muy vivo hoy en el habla popular
riojana y pleno de matices semánticos. Figura en el relato con el valor de ‘(individuo) alocado’
(¡Con esa cara d’ alcatranao que tiene!), el mismo que hoy mantiene, por ejemplo, en lugares tan
distantes como Entrena o Ezcaray, lo que sugiere la posibilidad de que acaso también exista en
puntos intermedios. Inseparable de este significado es el de ‘(persona) que ha perdido la cabeza o
que sus sentidos corporales han perdido su vigor’ que presenta en Berceo o Fuenmayor, y aún el de
‘atontado’ que recibe entre los nativos de Santurdejo, como personalmente he escuchado.
Muy relacionados con él, existen en el habla actual riojana dos vocablos: la voz alcatrana
‘calentura fuerte de sol’, que se oye en Ausejo, y la voz alcatranar, que presenta, al menos, tres
significados diferentes en suelo riojano: el de alcatranar como sinónimo de ‘romper
violentamente’, que José Magaña consideraba en su tiempo común en La Rioja51 y que se ha
escuchado en Castilseco y Galbárruli, el de alcatranar como sinónimo de ‘apolillar’, también
considerado como riojanismo común por Magaña52 y vivo hoy en el mismo punto de Castilseco, y
el de ‘calentar el sol de manera exagerada’, propio de las gentes de Ausejo.
Fuera del espacio riojano tan sólo conozco el testimonio de una voz relacionada con
alcatranado: la misma voz alcatranar ‘romper con violencia’, recogida por López de Guereñu en el
pueblo alavés de Lagrán53. Parece por tanto que estamos ante una forma específica riojana (sobre
todo de la Rioja Alta) y también alavesa. Forma castiza, seguramente tradicional, de la que, como
decimos, no nos constan otros testimonios, ni literarios ni documentales, todo lo cual produce una
extraña sensación de singularidad que acrecienta aún más el interés por la materia estudiada.
En cuanto a su etimología, hemos de reconocer que su origen resulta bastante incierto:
Podría aducirse como un derivado figurado de alquitrán, a través de la variante gallega alcatrán,
portugués alcatrao, de procedencia arábiga (ár. qatrân ‘íd.’), con lo que se tendría un área de
difusión del término aún mayor. Formalmente podría aceptarse, pero lo que no se ve es cómo puede
pasarse del alquitrán a ese significado que tiene alcatranado y alcatranar. Acaso sea uno de esos
juegos creativos que se hacen en la vida cotidiana, como ocurre con los de los escritores, que diría
José Antonio Pascual.
chaparrazo
En el relato aparece como sinónimo de ‘trago largo de vino’ (Bien, chiguito, bien. ¡T’ as
portao! Lástima que no te guste el aguardiente, porque estas cosas se tién siempre q’ acabar con un
güen chaparrazo), el mismo valor que hoy presenta en puntos muy diversos de la geografía riojana
como Arnedo, Badarán, El Collado, El Villar de Arnedo, Grávalos, Munilla, Ojacastro u Ollauri.
Fuera de La Rioja la voz se ha escuchado también en Álava 54, la Ribera Navarra55 y
Aragón56. Se trata, por tanto, de un término peculiar del Valle del Ebro y muy característico del
51
Cf. Magaña, J. (1948). “Contribución al estudio del vocabulario de La Rioja”, Madrid: RDTP, IV, pp. 266-303.
52
Ibíd., nota anterior.
53
Véase López de Guereñu, G. (1998, 2ª). Voces alavesas. Bilbao: Euskalzaindia, s.v. alcatranar.
54
Ibíd., nota anterior, s.v. chaparrazo.
55
Véase Iribarren, J.Mª (1984, 2ª). Vocabulario navarro. Pamplona, s.v. chaparrazo.
56
Véase Alonso, M. (1982). Enciclopedia del idioma. Diccionario Histórico y Moderno de la Lengua Española (siglos
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lenguaje familiar.
Sobre su origen, parece clara su procedencia de la onomat. chap.
chiguito
Aunque se trata de un vocablo tradicional con muy diferentes acepciones en las hablas vivas
riojanas57, en el texto parece tener como significado concreto el de ‘mozo, adolescente’:
- Güenos días, señor Inacio: que sea la enorabuena.
- ¿Qué trais tú por aquí, chiguito? Le preguntó el guerrillero.
Es decir, el mismo valor que actualmente presenta entre los naturales de Alberite, Anguiano, El
Villar de Arnedo, Entrena, Logroño y Ojacastro, cuando menos.
Recuérdese que, inicialmente, fue un adjetivo diminutivo de chico (lat. ciccu), con posterior
sonorización de la velar intervocálica sorda.
cuasi
En ocasiones, es el vulgo quien nos sorprende al mantener intactas algunas formas
ancestrales, frente a la lengua culta que las ha perdido o modificado, por razones de lo más diverso
(aferramiento a la lengua heredada, prestigio de la voz culta primitiva, etc.). Tal es el caso de la
partícula adverbial cuasi ‘casi’, presente en el relato (Y ¿lo vais a dejar en la calle asina como está,
cuasi en pelota?).
Conviene advertir, de entrada, que figura en el diccionario académico sin connotación
alguna, pero es una voz cada vez más rústica y dialectal, tanto en España como en el continente
americano. En realidad, se trata de un semicultismo. En el espacio riojano vive, cuando menos, en
los puntos de Anguiano, Autol, Calahorra, Ledesma de la Cogolla y Viniegra de Abajo. Y en otros
dominios del espacio peninsular, existe igualmente en Aragón58, en Cantabria59 y en Asturias60.
Del lat. quasi ‘como si’, interpretado como tónico.
lono
Es, conforme al relato, uno de los dos apelativos o denominaciones con que, al parecer, se
conocía en el pasado a los naturales de Cervera del Río Alhama, de acuerdo con la labor que estos
cumplían habitualmente trabajando el cáñamo (Anda, tu, dí aura q’ en Cervera n’ hay más que
alpargaterinos y lonos. ¡Aí ties a Cuevillas!); en este caso concreto se refiere al ‘lonero o creador de
toldos y lonas’. No parece haberse conservado hasta hoy.
De lona ‘tela fuerte para toldos, velas de navío u otros usos’, a su vez derivado del antiguo
olona ‘íd.’, y este de Olonne, ciudad francesa del Atlántico donde se fabricaba esta tela (DCECH,
s.v. lona).
molondra
El vocablo es sinónimo de ’cabeza grande’ en el relato, con cierto matiz despectivo (l’
uniquito que te pués alcontrar es que te metan un par d’ onzas de plomo en la molondra),
significado y matiz muy familiares igualmente hoy en idéntica forma por todo el espacio riojano.
Hay que observar, no obstante, que, con el mismo valor, el Diccionario de la Academia
recoge el término como propio de Álava y Murcia, exclusivamente; pero también se oye en
Navarra61.
Según Corominas-Pascual (DCECH, s.v. molondra), molondra ‘cabeza grande’ deriva de
molondro o molondrón ‘perezoso y falto de enseñanza’, resultado probable, a su vez, del cruce
XII al XX). Etimológico, Tecnológico, Regional e Hispanoamericano. Madrid: Aguilar, s.v. chaparrazo.
57
Cf. Pastor Blanco, J.Mª, El castellano, s.v.
58
Véase Andolz, R. (1977). Diccionario aragonés. Zaragoza: Librería General, s.v. cuasi.
59
Véase García Lomas, A. (1949). Lenguaje popular de las montañas de Santander. Santander: Exma. Diputación
Provincial, s.v. cuasi.
60
Véase Alonso, M., Enciclopedia del idioma, s.v. cuasi.
61
Véase Iribarren, J.Mª, Vocabulario navarro, s.v. molondra.
13
festivo entre mondo ‘limpio’ ‘elegante’62 y orondo ‘hinchado’63 -por la forma redondeada de la
cabeza calva-, con posterior influjo de remolón ‘flojo, que huye del trabajo’ -de remorar ‘retardar’
(lat. remorari)-.
ojalada
Significa ‘navajazo’ ‘cuchillada’ (Cuevillas se l’ echó ancima y le plantó una ojalá en el
pecho, que no necesitó ni la unción) y parece tratarse de una voz propia del ámbito rufianesco.
Obsérvese la presencia en ella del sufijo -ada indicador de la idea de ‘herida, corte dado con (el filo
de la navaja o cuchillo, en este caso)’. Derivado de ojal, y este de ojo (lat. oculu).
zarapita
He aquí un término verdaderamente singular. En principio, parece tratarse de un sustantivo
común sinónimo de ‘insignificancia, pizca, nimiedad’64, pero, tanto en el fragmento conservado de
Barriobero (Pos d’ aquí en esto vamos a los pueblos d’ alreor pa ver si la juventú quie venir con mí
a que no quede ni zarapita de francés en Haro), como en los diferentes testimonios espontáneos que
hoy día se escuchan en la conversación familiar de los riojanos (Llevó mi madre una cazuela de
güevos revueltos con pimientos y en un santiamén no dejaron ni zarapita)65, lo habitual es
encontrarlo formando parte de una locución negativa junto a verbos como dejar, haber, quedar u
otros similares, con el valor semántico de ‘absolutamente nada’66. Fuera del marco provincial, el
término existe igualmente integrando una construcción similar y con idéntico valor en Navarra67, en
Soria68 y en Aragón69 -aquí conviviendo con la variante zarrapita ‘íd.’70, forma también riojana-, lo
que parece denotar una especial vitalidad del modismo -si no exclusiva- entre las hablas del Valle
del Ebro.
En cuanto a su origen etimológico este resulta bastante incierto; si, como parece, el vocablo
está relacionado con el andaluz zarapeta (Quedó el conejo hecho una zarapeta ‘hecho trizas, hecho
papilla’)71, siguiendo a Corominas-Pascual72, tal vez derive de zarpa ‘garra’ -con anaptixis-, voz
tardía y solo existente en castellano que, en un principio, significó ‘cazcarrias, lodo que se pega al
extremo del vestido o a los pies y piernas del que va descalzo’, de donde pasaría después a designar
a la pata misma de los animales, por su suciedad;73 en cualquier caso, a falta de más elementos de
comparación, la hipótesis no deja de resultar quizá un tanto aventurada.
14
5. CONCLUSIONES.
Anexo.
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LA INICICIACIÓN74 DE ZURBANO
Zurbano conocía a Cuevillas. Lo vió muchas veces en alguna de las tabernas, refugio de contrabandistas, de los
Cuatro Cantones y Barriocepo. Al oir de sus hazañas a los conspícuos en el carasol del Muro, corrió en busca de sus
amigos para que le confirmasen las noticias.
Llegó en el momento en el que Cuevillas era el tema de la conversación general.
- Anda, tu, dí aura q’ en Cervera n’ hay más que alpargaterinos y lonos. ¡Aí ties a Cuevillas!
¡Tanto con Cuevillas! L’ estáis pusiendo en el Altar Mayor y entavía no sabemos lo quiá hecho.
- Pos mira, que un poco más arriba de Viana se tropezó con un gabachón como una torre, comparando y no
igualando, le arreó dos cachetes y lo tumbó patas arriba.
-¡Cuevillas, con esa cara d’ alcatranao que tiene!
- Pero el francés llevaría armas...
- Y se arregolvió en el suelo pa sacalas; pero Cuevillas se l’ echó ancima y le plantó una ojalá en el pecho, que
no necesitó ni la unción.
- Y ¿cómo andaba solo el franchute?
- Porq’ era un espía isfrazao; pero al sacale los decumentos de la faldriquera, se vió q’ era un Coronel que
llevaba papeles secretos pa ese Morá o Murá que cró q’ anda por los Madriles.
-¿Ande está Cuevillas?- preguntó Zurbano exaltado.
- Me cró q’ en Fuenmayor u Cenicero. M’ han dao luces de c’ anda arrecogiendo gente pa echar a los franceses
di Haro, q’ están alí como una enjambre.
No quiso Martín oír más. Hizo volando el camino de Varea, tomó del brazo a su hermano Justo, bajó con él a la
huerta y le dijo rebosante de emoción:
- Esta noche, en cuanto madre se duerma, tiés q’ aparejar la mula. Vamos a Fuenmayor o Cenicero a buscar a
Cuevillas; en cuanto lo tropecemos, me dejas con él y te güelves con el ganao.
-¡Pa qué quedrás tu buscar a Cuevillas!
- Ya te lo diré por el camino.
-¿Cuándo golverás?
- No lo sé. A madre l’ ices que m’ ido al contrabando pa que no pase zozobra.
- Y pué que la engañe con la verdá...
A las once cabalgaban por entre las jaras y los tomillos de la Grajera, siguiendo un atajo que Justo conocía.
En Fuenmayor no encontraron a Cuevillas; con seis mozos que quisieron seguirle había tomado el camino de
Cenicero.
- No seráis de la justicia? - Preguntó el que les dió la indicación, temeroso de haber sido indiscreto. - Pa qué
queréis vosotros a Cuevillas?
- P’ ayudale dijo Martín secamente.
- Ese ya es otro cantar. Pos buscáidelo, q’ en Cenicero está y d’ alí en aquello quie dir p’ Haro y dales una
buena zamina a los gabachos.
-S’ ha retirao del contrabando? preguntó Justo.
-S’ ha hecho melitar, pero que de los güenos. Ha dicho al marchar d’ en aquí faja u caja y me cró q’ una cosa u
otra se le logra.
Volvieron a montar los dos hermanos en la mula y abordaron el camino de Cenicero.
Cuando llegaron amanecía. No tuvieron que esforzarse mucho para encontrar a Cuevillas. A la entrada, en una
taberna, frente a la Iglesia lo descubrió Martín con su vista de águila.
Entre un grupo de fornidos mocetones, tomaba el aguardiente de pie, como con propósito de detenerse poco.
Junto a ellos había un montón de armas de lo más diverso y abigarrado: trabucos, retacos, espingardas, escopetas de
chispa, cachorrillos, pistolas de arzón, espadones, lanzas, cuchillos de carnicero, navajas de tamaño aterrador…
De un salto apeóse Martín, después de haber dicho a su hermano:
No te desamontes. Ya te pues golver a cuidar de madre.
Obedeció Justo instantáneamente y Martín, del mismo salta con que bajara de la mula, llegó hasta Cuevillas, se
quitó respetuoso la boina, le tomó la diestra y le dijo emocionado:
- Güenos días, señor Inacio: que sea la enorabuena.
- ¿Qué trais tú por aquí, chiguito? Le preguntó el guerrillero. -¡Toma una copa!
- Gracias, señor Inacio, no me cumple.
- Las gracias pa las Inacias, como dijo el otro. Bebe y a no chinchorriar.
- Nunca hi bebido mas q’ agua, señor Inacio. L’ agradezco igual que si lo bebería.
- Güeno, hombre, güeno. N’ haiga profia y dime que trais por aquí en esto
- Por mié usté, señor Inacio – la verdá – que quió dir con usté ande s’ ofrezca.
- ¡Me caso en laús! ¿Sabes lo que t’ ices? ¡Por si tú n’ eres mas q’ un señorito de la orra. De saminarista,
74
Así en el original. Transcribimos literalmente el texto impreso, incluyendo errores ortográficos (cf. silvido) y otros
descuidos.
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labraor con labranza propia y ganao… Si no serías tan cabal pensaría que te bulrreabas de mí.
- Señor Inacio…
- Amos, chiguito, eja esa ventolera que t’ ha entrao y güe’vete a casa, que si vienes con mí, l’ uniquito que te
pués alcontrar es que te metan un par d’ onzas de plomo en la molondra o en l’ arca del cuerpo o te patiquiebren.
Otra, pos no me s’ importa.
- Güeno, güeno; como ijo el otro, avisao, avisao; al que le dé, bien dao. Pos d’ aquí en esto vamos a los pueblos
d’ alreor pa ver si la juventú quie venir con mí a que no quede ni zarapita de francés en Haro, q’ es ande han acampao
esos muertos d’ hambre.
- Pos aiso vengo.
- Y no traerás ni un mal chiflo…
- La verdá, señor Inacio, no me s’ ha ocurrido.
- A lo mejor quedrás tú matar a los franchutes a retorcijón, como las gallinas. Pos t’ alvierto que tien el
pescuezo mucho duro.
- Que se dejen agarrar es lo c‘ hace falta.
- Güeno. Tan y mientras alcontramos un trabuco u cosa que lo valga, llénate la faja de grijos.
- La onda traigo; me s’ había olvidado decíselo.
- Eso está bien pa los gurriones.
- No tanto, señor Inacio, que David mató al gigante Goliat con ella.
Eso sería cuando entraron los moros; pero n’ hagas caso, que en custión de guerras, tó Dios miente.
…………………………………………………………………………………………………………
En Briones tenía Cuevillas buenos amigos entre los notables y los comerciantes, que prepararon en seguida una
suculenta merienda para todos, les proporcionaron algunas armas y animaron a los mozos, que en buen número se
sumaron a la partida. Cuando marchaban, ya militarmente formados, un patriota, cuyo nombre no guarda la historia,
deslizó en la mano de Cuevillas dos peluconas con el busto de Fernando VI y dijo a todos en tono de arenga:
- ¡Majáidelos!!!
Al entrar ya en Haro, Cuevillas acaudillaba setenta hombres inflamados de entusiasmo y pletóricos de valor.
Avanzaban silenciosamente por las calles oscuras; el caudillo vió luz en una bodega y los mandó hacer alto.
Acercóse a la puerta y llamó suavemente con los nudillos. Como nadie le contestara, enfilando los labios por el agujero
de la llave, dijo a media voz:
- ¡Ay, María Prisma!
- ¿Quién va? – Contestaron desde dentro.
- Gente de paz. Abreide…
Cuando vió que iba a ser obedecido, ordenó a su gente,
- Apartáidesus vusotros.
- Franqueada la puerta, preguntó el guerrillero
- ¿Tenís aquí gabachos?
- Denguno, en güena ura lo iga – contestó el bodeguero mientras despabilaba el candil.
- ¿Ande están?
- Otra, pos alojaos en las casas ricas.
- ¿Quién los ha alojao?
- Mochuelo el Aguacil d’ orden del Corregidor.
- ¡Mal rayo lo parta! Llévame ande Mochuelo.
- ¿Pa qué?
- P’hacer picaillo e los franchutes q’ haigan entrao en Haro.
- Mia que son muchos…
- Mejor. ¡Navega!
- Amos.- El bodeguero apagó el candil, cerró la puerta y se puso a la diestra de Cuevillas, quien con un silvido
había movilizado a su gente.
Mientras caminaban, el bodeguero que era un hombre de buen humor, canturreaba en voz baja:
Ice que larán larán,
ice que larán laremos,
picaíllo de franchutes
y nos lo merendaremos…
- ¡Calla, indino! – Le amonestó Cuevillas
- ¿Te piensas que se van a dispertar? P’ aiso están; más de diez cubas desacuparon anoche.
- ¿Cuántos son?
- Unos cuatrocientos.
Llegaron a la casa de Mochuelo. Llamaron. Presto y diligente bajó atacándose los pantalones de trampa.
- ¿Qué s’ ofrece? – Preguntó con aire de autoridad
- Aquí te lo irán estos folasteros
- ¿Cuántos gabachos alojastes anoche?
- No me paré a contalos. Un güen rabaño de toas maneras
- ¿T’ alcuerdas d’ ande están?
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- Sobre poco más u menos…
- Pos anda, vente con mí que los vamos a tiral a tos por las ventanas.
- Mucho fanfarrioso vienes tú ¿Eres de justicia?
- Ni falta q’ hace.
- Melitar entonces…
- Ni por pienso. Soy lo que tenía q’ haber sido tu amo: Patriota y na más .. ¡Orra!
El Alguacil pasó revista a los setenta mozos que acompañaban a Cuevillas y comprendió que no había sino
obedecer, cosa que, por otra parte no le desagradaba.
- Sin dir más allá, en esa casa grande q’ es la de don Frailón u don Froilán, tiés uno e los gordos.
¿El General?
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