48345671RA1-Conceptualización y Rasgos de La Literatura Española-1

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Conceptualización y Rasgos de la Literatura

Española

[El nacimiento de Venus]. Recuperado de: http://linguaparatodos.wordpress.com/

Este recurso trata el concepto de literatura en su sentido amplio, el concepto de


literatura española y la delimitación del término, así como también los rasgos que
la caracterizan. El mismo fue elaborado por la Prof. Nilsa Alt. Garabitos T. a partir
de las fuentes que se citan a continuación:

Culthisart, el placer de aprender. (2014). Concepto de literatura. Recuperado el 18


de abril de 2014 de
http://culthisart.foroactivo.com/t46-concepto-de-literatura

Fernández López, J. (2014). Características generales de la literatura española.


Recuperado el 18 de abril de 2014 de http://hispanoteca.eu/Literatura%20espa
%C3%B1ola/Siglo%20de%20Oro%20XVIXVII/Caracter%C3%ADsticas
%20generales%20de%20la%20literatura%20espa%C3%B1ola.htm

Lázaro, F. y Tusón, V. (1994). Literatura Española. España: Editora Grupo Anaya.


S. A.
Concepto de Literatura

"Literatura" es un concepto polisémico, fuertemente dependiente de la Historia


misma. Y es que, aunque comenzó como "instrucción" (el vocablo literatura es un
derivado erudito del término latino "litteratura") y designaba el concomimiento en el
arte de escribir, leer o erudición en general, ha variado y variará con el paso de los
siglos y sus nuevos enfoques culturales. Pasando por la concepción renacentista
de la literatura como ciencia en general, llegamos a la aplicación del término, en la
segunda mitad del siglo XVIII, a una actividad específica del saber y a la
producción resultante de ésta. A finales del mismo siglo, ya se asocia al conjunto
de obras literarias de un país, pasando a hablarse de literatura francesa, inglesa,
etc. Más adelante se la asocian nuevas acepciones que, en conjunto, no son más
que criterios distintos de clasificación o de valoración del término: expresiones
como literatura de terror, de evasión, de amor, literatura del siglo XVIII, literatura
romántica, o, en sentido más bibliográfico, usos como "sobre el Barroco hay
abundante literatura", o bien, por elipsis, se usa "literatura" en vez de "historia de
la literatura". En la época positivista, la literatura se identificaba con cualquier
texto, documento, impreso o manuscrito, de la índole que fuera. La polémica sobre
la inclusión o no de la producción de carácter más didáctico en el concepto de
literatura, depende de si se aplica o no el criterio de estética-arte que empezó a
funcionar con la llegada del Romanticismo y su rico mundo interior.

Connotación. La literatura es fuertemente connotativa, es decir, se basa en reglas


del mundo real, pero sin denotarlo. El verbo en literatura no se agota
intelectualmente, ampliándose, connotándose por emociones o sentimientos del
autor.

La literatura, consiste pues, en una potenciación de los valores semánticos de los


signos lingüísticos que componen una lengua. La literatura nace de estos valores
materiales (literales) de los signos lingüísticos, lo que sucede es que luego, signos
con valores literales potencialmente distintos, se combinan para formar un nuevo
valor que trasciende la literalidad de conjunto, "creándose" una realidad nueva,
una semántica nueva que en realidad viene a ser el fundamento del concepto de
arte. Es un lenguaje usual que origina un lenguaje literario a través de la acción de
ciertas fórmulas que se han dado en llamar figuras o recursos estilísticos
(símbolos, metáforas, inversiones, paralelismos, repeticiones, etc.).

Literatura Española-definición del término

La literatura española nace en el siglo XII cuando ya muy avanzada la Edad


Media, se inician en los pueblos de Europa unos movimientos de cohesión política
y espiritual, de los que emergieron en el Renacimiento las nacionalidades
modernas con sus caracteres distintivos. Esos movimientos iban asociados al
desarrollo de las diferentes lenguas nacionales que, en el mundo románico, se
derivan directamente del latín.
Por eso al hablar de literatura española es preciso aclarar lo que este conjunto
incluye.  Queda fuera de la denominación de Literatura Española, tal y como se
emplea hoy, una parte considerable de lo que los autores nacidos en la península
ibérica, la antigua Hispania, produjeron antes de que adquiriese su pleno
desarrollo la lengua española o castellana.

Hay una literatura hispano-latina con escritores como Séneca, Marcial, Lucano y
otros muchos que nacieron en España y en cuya obra se perciben cualidades
persistentes del espíritu español. Hay también una literatura hispano-árabe y otra
hispano-judía, que llegan a su plenitud en los siglos XI y XII. Manifestaciones
menores o intermedias de estas literaturas, que algunos literatos llamaron pre-
nacionales, serían las obras de los escritores latino-cristianos de la época visigoda
entre los siglos IV y VII, como San Isidoro, el poeta Prudencio o el historiador
Paulo Orosio o de los mozárabes como Alvaro Cordobés y Juan Hispalense en los
siglos IX y X.

Finalmente, dentro de un amplio concepto de lo hispánico, en una literatura


española debería incluirse también el estudio de los escritores españoles que en
los siglos XVI y XVII escribieron en latín y de escritores portugueses, algunos de
los más grandes, como Luis de Camoens, que cultivaron el castellano.

El nombre y concepto de literatura española ha llegado a nosotros, por lo tanto,


asimilado al de literatura de lengua castellana. La causa principal ha sido la de
que el antiguo dialecto castellano, hermano de las otras lenguas neolatinas de la
península, adquirió un desarrollo literario más amplio, además de haberse
convertido en el idioma oficial de la nación española. Pero aun restringido ya el
concepto que trata de definir al de las obras escritas en lo que hoy se llama
lengua española o castellana, vemos que una parte considerable de éstas quedan
fuera del estudio de la literatura española. Estas son las escritas en el Nuevo
Mundo, especialmente desde la independencia de las naciones
hispanoamericanas.

Podría, pues, ampliarse el concepto de literatura española hasta incluir el estudio


de todos los autores nacidos en el territorio de la antigua Hispania y en el de las
tierras del Nuevo Mundo a las que España extendió su lengua. Es el criterio que
siguió Menéndez Pelayo. Puede, por el contrario restringirse a las obras escritas
en castellano por autores nacidos en España o por algunos extranjeros que
cultivaron la lengua española.

Desde el Romanticismo tardío se intenta dar una visión general de la literatura


española en sus rasgos más característicos. El primero que lo intentó fue el catalán
Milá y Fontanals (1865-1866). Después de él lo intentaron los historiadores como
Ramón Menéndez Pidal (1869-1968) y Américo Castro (1885-1972) en el siglo XX, el
literato Dámaso Alonso (1898-1990), los hispanistas extranjeros Karl Vossler, Arturo
Farinelli, Otis H. Green, Rudolf Großmann. Más tarde los literatos jóvenes introdujeron
una visión social de la literatura y su función crítica: Gutiérrez Girardot, Gerald Brennan
y Julio Rodríguez Puertolas / Carlos Blanco Aguinaga / Iris M. Zavala: Historia social de
la literatura española (en lengua castellana), Madrid: Castalia, 1978).

Rasgos característicos de la literatura española

[Características de la poesía barroca]. Gógora y Quevedo. Recuperada de: http://www.utilidad.com/quevedos-y-gongoras-


caracteristicas-de-la-poesia-barroca_1505

Desde el Romanticismo tardío se intenta dar una visión general de la literatura


española en sus rasgos más característicos. El primero que lo intentó fue el
catalán Milá y Fontanals (1865-1866). Después de él lo intentaron los
historiadores como Ramón Menéndez Pidal (1869-1968) y Américo Castro (1885-
1972) en el siglo XX, el literato Dámaso Alonso (1898-1990), los hispanistas
extranjeros Karl Vossler, Arturo Farinelli, Otis H. Green, Rudolf Großmann. Más
tarde los literatos jóvenes introdujeron una visión social de la literatura y su
función crítica: Gutiérrez Girardot, Gerald Brennan y Julio Rodríguez Puertolas /
Carlos Blanco Aguinaga / Iris M. Zavala: Historia social de la literatura española
(en lengua castellana), Madrid: Castalia, 1978).

Los rasgos principales de la literatura española que estos autores destacan


son:

 mezcla de realismo e idealismo, de lo popular y lo culto al mismo tiempo;


 tendencia a la improvisación y despreocupación por la publicación impresa;
 una imaginación más poética que política, que impone el sueño a la
realidad, en vez de contraponer una utopía a la realidad;
 cierto nacionalismo, tanto en la alabanza como en la crítica a España;
 cierta tendencia democrática en el tratamiento de la literatura;
 tendencia a la sencillez y al autodominio estoico;
 gran sentido del humos, de la honra y de la historia como algo permanente
(sobre todo de la historia propia).

Lo que llama la atención en esta enumeración de los rasgos principales de la


literatura española es la contradicción entre muchos de los caracteres arriba
indicados. Tanto es así que se podría decir que la característica principal de la
literatura española reside en la coexistencia de rasgos contrarios. Las obras
maestras de esta literatura intentan una reconciliación de la oposición de
contrarios, y en esto podríamos decir que reside su misión y función crítico-social.

En la recepción de corrientes literarias extranjeras podemos constatar primero una


reacción de defensa que se transforma luego en una profunda asimilación; esto
tanto en la Edad Media como en el Renacimiento, la Ilustración, el Romanticismo,
el Realismo y el Naturalismo, hasta el Surrealismo. Con la única excepción,
quizás, del Renacimiento italiano y su influencia no falsificada en la lírica española
(tras el encuentro histórico del poeta español Boscán con el embajador italiano
Navajero en Granada en 1526), todas las corrientes literarias extranjeras fueron
asimiladas en España fusionándolas con la tradición latente nacional; con ello
perdían su novedad y su fuerza de renovación para tomar rasgos típicamente
españoles.

Es característico de la literatura española el que las corrientes extranjeras no se


ciñen en España a la misma época o espacio de tiempo como en otras naciones.
Algunas corrientes surgen en España antes que en otros países: la lírica
medieval, la ilustración cultural del tiempo de Alfonso X el Sabio (1221-1284), la
novela picaresca y la novela dialogada, la novela moderna con Cervantes. Pero,
en general, se nota un retraso general a nivel cultural con relación a otras
naciones. El crítico alemán Ernst Robert Curtius cita el ejemplo de Alfonso de la
Torre y su obra La visión delectable: la obra fue escrita en 1440, se publicó en
1480 y fue popular y muy leída hasta entrado el siglo XVII, aunque esta obra
ignoraba todo lo producido después de 1200 hasta su fecha). Esta indiferencia
cultural frente al progreso no comenzó con el “cierre nacional” frente a Europa de
la Reforma en 1572. Hasta finales del siglo XIX, la pervivencia de estilos, de
formas tradicionales, de usos y costumbres es general en España. Este rasgo
tiene algo que ver con el sentimiento del tiempo en España.

Falta la conciencia del paso puntual y dramático entre pasado y futuro, con el
acento en el presente que termina un pasado e inicia un futuro dinámico. El
dinamismo del presente está poco acentuado. El presente es sentido como la
integración de un pasado consumado y un futuro que no anula nunca el pasado.
De ahí ese sentimiento del tiempo tan envidiado por otras naciones: la sensación
de tener el tiempo libremente a disposición siempre. Mientras que la lucidez en el
fracaso, el famoso desengaño, es motivo general de esta literatura, el retraso
cultural respecto a otras naciones vecinas apenas es sentido como una
desventaja o error o lo es de forma esporádica (hasta la Generación del 98).

La serie de críticos de la cultura española comienza en el siglo XVII con Francisco


de Quevedo (1580-1645) y pasa por los Ilustrados (“afrancesados”) del siglo XVIII.
Pero el pesimismo cultural colectivo y la conciencia de “subdesarrollo cultural”
empiezan a imponerse con la Generación de 1898 bajo el impacto de la pérdida
de las últimas colonias españolas de ultramar (Cuba, Puerto Rico y Filipinas).
Desde 1900, comienza un movimiento rápido de recuperación que cambia e
influye en España más que los tres siglos anteriores.

De todos modos, hay que decir que la literatura española no ha tenido un reflejo
en otras naciones europeas semejante al de Italia en el Renacimiento, al de
Francia en la Ilustración o al de Alemania e Inglaterra en el Romanticismo.
Algunos críticos han visto como impedimento de esta influencia nula en otras
naciones la característica general de la literatura española que le impide poder
elevarse a valor universal humano: su dualidad fundamental, su escasez de forma
frente a la abundancia de contenido, su fuerza vital junto con un descuido formal y
amaneramiento que le da un tono demasiado espiritual. Se ha criticado en
algunas obras clásicas españolas el dominio excesivo de lo tradicional-católico
frente a una falta de elementos de valor humano universal. El genio español ha
tenido siempre que luchar contra cierta falta de libertad que le impedía elevarse a
valor universal humano. Esta falta de libertad, sin embargo, fomentó el
individualismo rebelde y creador. Aunque hay que conceder que la literatura no
aprovechó el momento crítico del siglo XVIII en el que se pudo tematizar el
tránsito de la España tradicional a la Europa moderna.

Un equivalente de Goya en la literatura no lo tiene España en el siglo XVIII-XIX:


faltó una puesta en cuestión de la tradición, así como una crítica a la naciente
modernidad en la literatura, una puesta en cuestión que vemos en las pinturas de
Goya (1746-1828) como Los disparates, Caprichos y Desastres de la guerra. La
influencia de la Inquisición y de la mentalidad de la Reconquista fue grande. En
1721, el francés Saint-Simon saca la conclusión de su viaje a España diciendo
que “España sólo quiere la ignorancia, y la ignorancia más grosera”. La Leyenda
negra, propagada en Europa en tiempos del Humanismo y de la Reforma, fomentó
aún más esta opinión. Esta conciencia de ser diferente a Europa llevó al slogan
propagandístico del turismo español en la era franquista que decía España es
diferente. Aun Lorca habló orgulloso de que los españoles “somos gente distinta”.

Esta persistente conciencia de ser diferente, la resistencia a toda tendencia


moderna a la igualdad y nivelación de valores humanos, es lo que da a la
literatura española más genuina cierta fascinación. Gustav Siebenmann escribió:
“El encuentro de un extranjero con la literatura española nunca es un encuentro
con algo familiar y conocido, sino una confrontación con algo diferente”.

En un país donde la tríada “libertad, fraternidad, igualdad” nunca se logró imponer


como programa nacional, encontramos un profundo individualismo, una generosa
humanidad y un fuerte sentimiento del valor de la persona. Esta sobrevaloración
de todo lo personal, del “estar” frente al “ser”, de lo ideal/soñado sentido como
realidad frente a lo real opaco, es característica de la mejor literatura española.

Para comprender la esplendorosa irrupción de la España del Siglo de Oro en la


cultura literaria europea, hay que tener en cuenta la historia anterior, la historia de
los siglos que precedieron a la España Imperial que comienza con los Reyes
Católicos (1474-1516) y el descubrimiento de América (1492). Es la España que
durante ocho siglos lucha por ganar una identidad frente a los árabes y los judíos.
Una España que recién salida de la romanización, es conquistada por los
visigodos y apenas “visigotizada” es invadida por los árabes. El ideal del
Reconquistador quedará latente tanto en los libros de caballerías como en la
mística, así como en el Quijote con su crítica latente a todo ideal. El valor de la
persona con su fe transcendental y su voluntad, la igualdad de todos los hombres
en el honor, por encima de diferencias materiales de clases sociales (“somos
pobres, pero honrados”) serán rasgos que se pueden ver en la literatura del Siglo
de Oro. En uno de los siglos de mayor pobreza nacional, denunciada por la
picaresca, el siglo XVII, el siglo del Barroco, España producirá su literatura clásica
de mayor esplendor.

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