Trinidad
Trinidad
Trinidad
Referencias bibliográficas
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Síntesis Teológica – Trinidad 2
Cuestionario
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Síntesis Teológica – Trinidad 3
TRINIDAD
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Síntesis Teológica – Trinidad 4
en su entorno. Israel logra identificar el vínculo profundo de Yahveh con ellos como
“su” Dios, y también lo reconoce como el único Dios vivo y verdadero. Delante de él,
todos los demás son ídolos (Cf. Sal 115).
• La Alianza establece el vínculo fuerte de Dios con su pueblo. Ellos lo viven con la
obediencia de la Ley y del Culto, y reciben la promesa de la tierra y la descendencia.
Todas las instituciones de Israel y el ritmo de su vida se relacionan con Dios. Se
verifica a nivel colectivo y personal.
• Se trata del Dios único. La revelación a Abraham contiene ya la afirmación fuerte del
monoteísmo. El pueblo elegido debe atender continuamente el llamado profético a
mantenerse fieles. Sólo a Él deben amar (Dt 6,4-5).
• La historia completa del pueblo es interpretada a partir de la fidelidad con Dios. Para
ello se emplean hermosas figuras, como la de un esposo o una madre. Los profetas
desarrollan una continua misión de convocación a rechazar la idolatría y volver a la
fidelidad.
• El Dios vivo es el Creador, del que proviene todo el universo. La vida, particularmente
la humana, brota de su propio aliento, de modo que Él es su dueño. Al mismo tiempo,
es el Dios que actúa en la historia y toma partido por su pueblo.
• El Dios de Israel es un Dios compasivo y misericordioso, fiel y veraz. Su paso ante
Moisés presenta una hermosa síntesis de los atributos divinos del Antiguo Testamento:
“Señor, Señor, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y
fidelidad” (Ex 34,5-6).
• De particular densidad es la revelación del nombre de Dios que recibe Moisés. El más
genérico “el” se perfila como Yahveh, el que es. El término ha conocido diversas
interpretaciones, desde la evasión de una respuesta hasta la lectura metafísica del
existente en sí mismo. El sentido más original debe entenderse en referencia a la
fidelidad divina (es el Dios que ha estado con los padres y que seguirá estando con su
pueblo, salvándolo). CICat 206-207: “Este Nombre Divino es misterioso como Dios
es Misterio. Es a la vez un Nombre revelado y como el rechazo de un nombre propio,
y por esto mismo expresa mejor a Dios como lo que Él es, infinitamente por encima
de todo lo que podemos comprender o decir: es el "Dios escondido" (Is 45,15), su
Nombre es inefable (cf. Jc 13,18), y es el Dios que se acerca a los hombres. Al revelar
su nombre, Dios revela, al mismo tiempo, su fidelidad que es de siempre y para
siempre, valedera para el pasado ("Yo soy el Dios de tus padres", Ex 3,6) como para
el porvenir ("Yo estaré contigo", Ex 3,12). Dios, que revela su Nombre como ‘Yo soy’,
se revela como el Dios que está siempre allí, presente junto a su pueblo para salvarlo”.
De tal manera se considera relevante el Nombre, que los judíos no lo pronuncian.
• La trascendencia de Dios hace que se hable también de determinadas mediaciones
(palabra, espíritu, sabiduría, ángel), que servirán como base para la explicitación de
las tres divinas personas. Algunas figuras misteriosas (“hagamos” en la creación: cf.
Gn 1,26, y los tres ángeles que visitan a Abraham: cf. Gn 18,1-16) pueden tener una
explicación en su sentido literal, pero no dejan de ser sugestivas imágenes que
anuncian la Trinidad.
• Yahveh es el mismo Dios del Nuevo Testamento, pero conocido en profundidad.
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Testamento (“habló por los profetas”). Para hablar de su origen respecto al Padre, se
toma la expresión joánica “procedente”.
7. Tres planteamientos teológicos clásicos: San Agustín, Ricardo de san Víctor, Tomás
de Aquino
• Son muchos los autores que a lo largo de la historia de la Iglesia han consagrado su
esfuerzo reflexivo a exponer el misterio de la Trinidad (Teología). Su servicio permite
a la comunidad alcanzar cierta comprensión de su fe, suscitando la admiración y
precisando el lenguaje.
• Entre los padres de la Iglesia destaca san Agustín, quien consciente de que la obra de
la Creación no podía sino llevar la huella de Dios, identifica en el espíritu humano su
imagen y semejanza, de modo que de alguna manera la comparación de las divinas
personas con la estructura antropológica superior puede acercarnos a su comprensión
(doctrina psicológica de la Trinidad). Identificando en distintas triadas las funciones
superiores del alma, las refiere a las tres divinas personas (por ejemplo, mens, notitia,
amor; memoria, intelligentia, voluntas).
• Entre los autores medievales, Ricardo de san Víctor elabora una propuesta original
basada en el amor, señalando al Padre como el Amante, al Hijo como el Amado y al
Espíritu como el Condilecto.
• Una de las más poderosas síntesis del pensamiento cristiano la elabora Tomás de
Aquino, a propósito del misterio trinitario. Asume en notable equilibrio las doctrinas
anteriores a él, y argumenta señalando lo absoluto y lo relacional en Dios. Destaca en
particular su identificación de la “persona” en Dios como “relación subsistente”.
8. Formulaciones sintéticas
• A lo largo de la historia, la Iglesia ha buscado establecer fórmulas que expresen de
mejor manera el misterio trinitario.
• En su carta a Dionisio de Alejandría, Dionisio de Roma llama a la monarquía divina
“la enseñanza más venerable de la Iglesia” (DzH 112), denunciando tanto el triteísmo
como el sabelianismo. Un concilio romano presidido por el mismo Dionisio señala:
“Esta es, pues, la salvación de los cristianos: que creyendo en la Trinidad, es decir, en
el Padre y en el Hijo y en el Espíritu Santo, y bautizados en su nombre, creamos sin
duda alguna que ella es una sola divinidad y potencia, majestad y sustancia” (DzH
176).
• Los sínodos toledanos elaboran fórmulas semejantes. El primero: “Creemos en un solo
Dios verdadero, Padre, Hijo y Espíritu Santo… Que este Dios es único y única es la
Trinidad de su nombre divino. Que el Padre no es el Hijo, sino que tiene un Hijo que
no es el Padre. Que el Hijo no es el Padre, sino que es el Hijo de Dios… Que existe
también el Espíritu Paráclito, que no es ni el Padre ni el Hijo, sino que procede del
Padre…” (DzH 188). Particularmente luminoso es el décimo primero (cf. DzH 525-
532).
• Semejante a éste, el Quicumque, que en su apartado trinitario dice lo siguiente: “Esta
es la Fe Católica: que veneramos a un Dios en la Trinidad y a la Trinidad en unidad.
Ni confundimos las personas, ni separamos las substancias. Porque otra es la persona
del Padre, otra la del Hijo, otra la del Espíritu Santo: Pero la divinidad del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo es una, es igual su gloria, es coeterna su majestad. Como el
Padre, tal el Hijo, tal el Espíritu Santo. Increado el Padre, increado el Hijo, increado el
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Espíritu Santo. Inmenso el Padre, inmenso el Hijo, inmenso el Espíritu Santo. Eterno
el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no tres eternos, sino
uno eterno. Como no son tres increados ni tres inmensos, sino uno increado y uno
inmenso. Igualmente omnipotente el Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente el
Espíritu Santo. Y, sin embargo, no tres omnipotentes, sino uno omnipotente. Como es
Dios el Padre, es Dios el Hijo, es Dios el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no tres dioses,
sino un Dios. Como es Señor el Padre, es Señor el Hijo, es Señor el Espíritu Santo. Y,
sin embargo, no tres señores sino un Señor. Porque, así como la verdad cristiana nos
compele a confesar que cualquiera de las personas es, singularmente, Dios y Señor,
así la religión católica nos prohíbe decir que son tres Dioses o Señores. Al Padre nadie
lo hizo: ni lo creó, ni lo engendró. El Hijo es sólo del Padre: no hecho, ni creado, sino
engendrado. El Espíritu Santo es del Padre y del Hijo: no hecho, ni creado, ni
engendrado, sino procedente de ellos. Por tanto, un Padre, no tres Padres; un Hijo, no
tres Hijos, un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos. Y en esta Trinidad nada es
primero o posterior, nada mayor o menor: sino todas la tres personas son coeternas y
coiguales las unas para con las otras. Así, para que la unidad en la Trinidad y la
Trinidad en la unidad sea venerada por todo, como se dijo antes. Quien quiere salvarse,
por tanto, así debe sentir de la Trinidad”.
• Junto con estas fórmulas y a través de discusiones teológicas, se perfiló también un
lenguaje técnico que puede considerarse clásico. CICat 251: “Para la formulación del
dogma de la Trinidad, la Iglesia debió crear una terminología propia con ayuda de
nociones de origen filosófico: ‘substancia’, ‘persona’ o ‘hipóstasis’, ‘relación’, etc. Al
hacer esto, no sometía la fe a una sabiduría humana, sino que daba un sentido nuevo,
sorprendente, a estos términos destinados también a significar en adelante un Misterio
inefable, ‘infinitamente más allá de todo lo que podemos concebir según la medida
humana’”.
• CICat 252: “La Iglesia utiliza el término ‘substancia’ (traducido a veces también por
‘esencia’ o por ‘naturaleza’) para designar el ser divino en su unidad; el término
‘persona’ o ‘hipóstasis’ para designar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo en su
distinción real entre sí; el término ‘relación’ para designar el hecho de que su distinción
reside en la referencia de cada uno a los otros.
• Pedagógicamente, la doctrina tomista de la Trinidad se solía recoger en la fórmula: en
Dios distinguimos una naturaleza, dos procesiones, tres personas, cuatro relaciones y
cinco nociones. Es decir: la naturaleza divina; la procesión del Hijo y del Espíritu
Santo (a las que, en el plano económico, corresponden las dos misiones); las personas
del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; las relaciones de Paternidad, Filiación,
Espiración activa y Procesión (espiración pasiva); las nociones de Innascibilidad,
Paternidad (exclusivas del Padre), Filiación (exclusiva del Hijo), Espiración Activa
(común del Padre y del Hijo) y Espiración Pasiva (exclusiva del ES).
• Entre los términos técnicos, destacan:
o Naturaleza, esencia o substancia: con ello se indica lo que Dios es, la divinidad.
o Persona, hipóstasis: con ello se indica la distinción en Dios, señalando al Padre,
al Hijo y al Espíritu Santo.
o Relación: con ello se indica la referencia entre las divinas personas. Tres de
ellas son “subsistentes”, en cuanto constituyen a las personas (Paternidad,
Filiación, Espiración pasiva).
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Síntesis Teológica – Trinidad 9
o Procesión: con ello se indica que el Hijo y el Espíritu tienen como fuente al
Padre.
o Perijóresis: con ello se indica la común participación de la esencia o vida
divina, de modo que, sin dejar de ser cada divina persona quien es, la presencia
de una conlleva la presencia de las otras.
o Atributo: con ello se indica una perfección que podemos predicar de Dios.
o Propiedad personal: con ello se indica una realidad que compete a una sola
persona.
o Apropiación: con ello se indica una acción o propiedad que, aunque en sentido
estricto compete a las tres divinas personas, por pertinencia pedagógica se
predica de una de ellas (así, del Padre la Creación, del Hijo la redención, del
Espíritu la Santificación).
cristiana cree y confiesa que hay un solo Dios [...] por naturaleza, por substancia y por
esencia (Catecismo Romano, 1,2,2)”.
• Al confesar que Dios es uno y único, es posible reconocer también algunos de sus
atributos. “Creemos firmemente y confesamos que hay un solo verdadero Dios,
inmenso e inmutable, incomprensible, todopoderoso e inefable, Padre, Hijo y Espíritu
Santo: Tres Personas, pero una sola esencia, substancia o naturaleza absolutamente
simple (Concilio de Letrán IV: DzH 800)”. Reconocemos tanto los atributos negativos
de Dios, que lo contrastan con el mundo, como los positivos, que ven en él en grado
eminente los trascendentales.
• La afirmación de Dios tiene repercusiones espirituales, morales y pastorales. La fe en
el único Dios se convierte en el imperativo de adorarlo y amarlo sobre todas las cosas
(cf. Dt 6,4; Mc 12,29), reconociendo su majestad, viviendo en acción de gracias,
confiando en Él, y como derivación reconociendo la unidad y dignidad de todos los
hombres y usando bien de todo lo creado (cf. CICat 222-227). Esta certeza
fundamental es el centro de toda acción eclesial.
• Desde la profesión de fe en el único Dios y su acción en el mundo se reconocen como
errores el ateísmo, el deísmo, el politeísmo, el panteísmo y el agnosticismo.
11. Tres personas, un solo Dios
• Contra cualquier planteamiento triteísta o societario de Dios, afirmamos que la fe en
la Trinidad no desdice la fe en el único Dios. CICat 253: “La Trinidad es una. No
confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres personas: "la Trinidad consubstancial"
(Concilio de Constantinopla II, año 553: DzH 421). Las personas divinas no se
reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: ‘El Padre
es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo
mismo que el Espíritu Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza’ (Concilio de Toledo
XI, año 675: DzH 530). ‘Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la
substancia, la esencia o la naturaleza divina’ (Concilio de Letrán IV, año 1215: DzH
804)”.
• La unidad de Dios no niega la distinción real en Dios. CICat 254: “Las Personas
divinas son realmente distintas entre sí. ‘Dios es único pero no solitario’ (Fides
Damasi: DzH 71). ‘Padre’, ‘Hijo’, ‘Espíritu Santo’ no son simplemente nombres que
designan modalidades del ser divino, pues son realmente distintos entre sí: ‘El que es
el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo el que es
el Padre o el Hijo’ (Concilio de Toledo XI, año 675: DzH 530). Son distintos entre sí
por sus relaciones de origen: ‘El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado,
y el Espíritu Santo es quien procede’ (Concilio de Letrán IV, año 1215: DzH 804). La
Unidad divina es Trina”.
• La explicación de la distinción se desprende de la relación entre las divinas personas.
CICat 255: “Las Personas divinas son relativas unas a otras. La distinción real de las
Personas entre sí, porque no divide la unidad divina, reside únicamente en las
relaciones que las refieren unas a otras: ‘En los nombres relativos de las personas, el
Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es al Padre, el Espíritu Santo lo es a los dos; sin
embargo, cuando se habla de estas tres Personas considerando las relaciones se cree
en una sola naturaleza o substancia’ (Concilio de Toledo XI, año 675: DzH 528). En
efecto, ‘en Dios todo es uno, excepto lo que comporta relaciones opuestas’ (Concilio
de Florencia, año 1442: DzH 1330). ‘A causa de esta unidad, el Padre está todo en el
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Síntesis Teológica – Trinidad 11
Hijo, todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo;
el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo’ (Concilio de Florencia, año
1442: DzH 1331)”.
• Una teología del Padre habrá de presentar su persona como amor abismal, fontal y
fundamental, donación y entrega originaria e ilimitada, referente último y sentido
último de toda realidad. De acuerdo con el Evangelio, el fiel vive en plena confianza
en Él, conociendo la riqueza de su misericordia y su indulgencia. La imagen
“masculina” de su paternidad, aunque en algunos puntos es vinculante en su lenguaje,
no debe entenderse como una orientación única ni identificada sexualmente. Respecto
a las otras dos divinas personas, se entiende como su eterno origen radical, fuente por
lo tanto de la alteridad y de la comunión. Respecto al mundo, como punto de partida
trascendente de su existencia y fin definitivo. De Dios proviene toda paternidad. Su
radical misterio lo identifica como “incomprensible”, pero dado a conocer
precisamente en el Hijo.
• Una teología del Hijo habrá de reconocer que en Dios se da una filiación como un
“absoluto” desde el principio, Vida y Luz, identificando en Él una alteridad amable (el
Hijo amado) y la cifra de comunicación de Dios (la Palabra). Su existencia podrá ser
explicada como acogida y recepción. Lo caracterizará la mediación y el lugar central,
la obediencia y la expresión. Él es quien se encarna, quien hace ver al Padre, quien
dona al Espíritu Santo. “En el principio ya existía el que es la Palabra, y la Palabra
estaba con Dios y la Palabra era Dios” (Jn 1,1). “A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios
unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer” (Jn 1,18). “Él
es el reflejo de la gloria [de Dios], Él sostiene el universo con su palabra poderosa”
(Hb 1,3). “Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; Él es anterior
a todo y todo se mantiene en él” (Col 1,15.17).
• Una teología del Espíritu Santo habrá de formularse en la clave de comunión, como
simultáneo darse y recibir, como vitalidad, como unión, como perfección (Congar:
finalizar), como persona-don. En el orden salvífico, de él proviene el llamar a Dios
“Padre” y reconocer a Jesús como “Señor”. De él, en particular, se habla como gracia
increada. Agente de cristificación, hace presente al Verbo en la encarnación, en las
unciones sacramentales, en la Eucaristía, en los procesos santificadores. A nivel
eclesial, Él integra en la comunión lo diverso e impulsa el dinamismo misionero.
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Síntesis Teológica – Trinidad 12
da a conocer la propiedad de las personas divinas y su única naturaleza (cf. CICat 259).
Expresado con una fórmula célebre de Karl Rahner, que, sin embargo, requiere sus
matices: “La Trinidad económica es la inmanente”.
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Síntesis Teológica – Trinidad 13
• Nuestra cultura oscila entre un moderno secularismo militante, que tendió a orillar a
Dios fuera del ámbito público de la existencia humana, y un posmoderno pensamiento
líquido, que quita en su relativismo todo sustento definitivo a la realidad. La teología
cristiana habrá de prestar en nuestro tiempo el servicio de recordar el fundamento
radical y el sentido último de la realidad en Dios, a la vez que a proponer desde su
profesión teísta un horizonte de plenitud y realización para el hombre en la santidad y
en la comunión con Él.
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Síntesis Teológica – Trinidad 14
PNEUMATOLOGÍA
Referencias bibliográficas
Cuestionario
N.B.: Compleméntese este cuestionario con las preguntas 9 y 19 del tratado trinitario.
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Síntesis Teológica – Trinidad 15
PNEUMATOLOGÍA
• CICat 691: “El término ‘Espíritu’ traduce el término hebreo Ruah, que en su primera
acepción significa soplo, aire, viento. Jesús utiliza precisamente la imagen sensible del
viento para sugerir a Nicodemo la novedad transcendente del que es personalmente el
Soplo de Dios, el Espíritu divino (Jn 3, 5-8). Por otra parte, Espíritu y Santo son
atributos divinos comunes a las Tres Personas divinas. Pero, uniendo ambos términos,
la Escritura, la liturgia y el lenguaje teológico designan la persona inefable del Espíritu
Santo, sin equívoco posible con los demás empleos de los términos ‘espíritu’ y
‘santo’”.
1. La ruah de Dios en el Antiguo Testamento
• Para la revelación del Espíritu Santo como persona divina en el Nuevo Testamento,
encontramos como antecedente veterotestamentario una de las mediaciones bíblicas
para hablar de la acción de Dios salvaguardando su trascendencia: la ruah. Para el
término se reconoce un uso físico, vital, espiritual y divino. En su sentido divino, se le
reconoce en la creación, en la historia de Israel y en personajes veterotestamentarios
relevantes como Moisés, los jueces y los profetas. Se le invoca en los salmos. No deja
de ser, sin embargo, una referencia a Dios mismo en su poder y acción de salvación.
• En los Hechos de los apóstoles, el Espíritu Santo aparece como el gran protagonista
de la acción eclesial. Se describe su presencia como don en Pentecostés, indicando que
la nueva comunidad pertenece al tiempo mesiánico, y que su acción tiene un alcance
universal.
• San Pablo describe la experiencia cristiana en el Espíritu. El Espíritu Santo (de Dios y
de Cristo) es ante todo don escatológico, promesa cumplida y dinamismo nuevo,
relacionado con la persona y la acción salvadora de Cristo. Es el agente de la filiación
adoptiva y de la profesión de fe cristiana. La vida cristiana es una vida en el Espíritu.
Para la Iglesia, es principio de su edificación y de su vitalidad.
• San Juan abunda en referencias pneumatológicas. Todas las palabras de Jesús están
marcadas por el espíritu. Se identifica con el don divino del agua viva. En los discursos
de despedida es llamado Espíritu de verdad, Paráclito. El resucitado lo entrega.
• En resumen, los diversos testimonios veterotestamentarios nos presentan al Espíritu
Santo como sujeto de orden divino, particularmente descrito en su acción, referida a
Cristo, a la Iglesia y al cristiano.
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Síntesis Teológica – Trinidad 17
en cuanto Padre del Hijo Único, sea con él ‘el único principio de que procede el
Espíritu Santo’ (Concilio de Lyon II, año 1274: DzH 850). Esta legítima
complementariedad, si no se desorbita, no afecta a la identidad de la fe en la realidad
del mismo misterio confesado” (CICat 248).
5. Propuestas teológicas
• La reflexión teológica tradicional ha identificado al Espíritu Santo como la Persona
Don y la Persona Amor.
• Ricardo de san Víctor lo llamó el “condilecto”, el amado en común.
• Entre los acercamientos modernos, H. Mühlen describe al Espíritu Santo como el
“Nosotros” en persona, caracterizándose por poder ser una persona en dos personas.
Esto mismo lo extiende a la Iglesia, que se puede explicar también, desde el Espíritu
Santo, como una persona en muchas. Y. Congar desarrolla la identidad del Espíritu
Santo como consumación, siguiendo a Ricardo de san Víctor: “completio Trinitatis”.
Th. Weinandy lo identifica como “espíritu de filiación”.
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