El poema describe la entrega total en el amor pero también la necesidad de preservar el misterio individual. Aunque dos personas estén muy unidas en el amor, a menudo también pueden sentirse distantes. No existe una llave para develar por completo el misterio de otra persona.
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El poema describe la entrega total en el amor pero también la necesidad de preservar el misterio individual. Aunque dos personas estén muy unidas en el amor, a menudo también pueden sentirse distantes. No existe una llave para develar por completo el misterio de otra persona.
El poema describe la entrega total en el amor pero también la necesidad de preservar el misterio individual. Aunque dos personas estén muy unidas en el amor, a menudo también pueden sentirse distantes. No existe una llave para develar por completo el misterio de otra persona.
El poema describe la entrega total en el amor pero también la necesidad de preservar el misterio individual. Aunque dos personas estén muy unidas en el amor, a menudo también pueden sentirse distantes. No existe una llave para develar por completo el misterio de otra persona.
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12.
Me tienes y soy tuya, de Ángela Figuera
Aymerich Para el alma enamorada, la entrega es total, íntima, pero no por ello puede develarse el misterio último de la esencia personal. Cada ser es un misterio, pero en ese misterio, el amor instala su tienda.
Me tienes y soy tuya. Tan cerca uno del otro
como la carne de los huesos. Tan cerca uno del otro y, a menudo, ¡tan lejos!… Tú me dices a veces que me encuentras cerrada, como de piedra dura, como envuelta en secretos, impasible, remota… Y tú quisieras tuya la llave del misterio… Si no la tiene nadie… No hay llave. Ni yo misma, ¡ni yo misma la tengo!
13. Amor eterno, de Gustavo Adolfo Bécquer
El amante mira la vida transitoria, mientras que adivina en el amor una brasa inagotable capaz de iluminar la eternidad. ¿O es acaso que el amor es la misma eternidad?
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar; Podrá romperse el eje de la Tierra Como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón; Pero jamás en mí podrá apagarse La llama de tu amor.
14. Rima I, de Gustavo Adolfo Bécquer
El poeta añora la oportunidad en que, sujetas las manos de su ser amado, pueda susurrarle al oido palabras amor.
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora, y estas páginas son de ese himno cadencias que el aire dilata en las sombras.
Yo quisiera escribirle, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma, con palabras que fuesen a un tiempo suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es luchar, que no hay cifra
capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!, si, teniendo en mis manos las tuyas, pudiera, al oído, cantártelo a solas.
Ver también Poemas del romanticismo.
15. El poeta pide a su amor que le escriba, de
Federico García Lorca El alma enamorada espera con ansias un mensaje de su ser amado. Una palabra de amor escrita en un papel es aliento de vida, tras la entrega más absoluta. El amante sufre el silencio, y espera el alivio.
Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita y pienso, con la flor que se marchita, que si vivo sin mí quiero perderte.
El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita. Corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte.
Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura en duelo de mordiscos y azucenas.
Llena pues de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena noche del alma para siempre oscura.