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A MODO DE DISCULPA

Cuando se reflexiona sobre la razón y la oportunidad de una investigación de


esta naturaleza surgen invariablemente los lugares comunes de la importancia de
rescatar la tradición que se pierde, valorar un patrimonio con el que se convive pero
que normalmente se ignora o se desprecia y descubrir la identidad propia buceando
en nuestras raíces. Uno trabaja con la ilusión de colaborar en la noble tarea de
alcanzar tales objetivos, pero a veces no puede por menos que sentirse cómplice de
una actividad criminal.
Quizás dentro de unos años, unos siglos o algún milenio, si aún resta humanidad
sobre la superficie del planeta, nuestros descendientes condenen a los folkloristas,
etnólogos y antropólogos que buscando la identidad dieron a los hombres argumen-
tos para sentirse diferentes. ¿Puede consolarnos creer que no es malvada la herra-
mienta en sí, sino el uso al que se destina y la mano que la maneja? La experiencia
histórica demuestra que la diversidad, como la dinamita, ha hecho tanto o más daño
al ideal de fraternidad y solidaridad que debiera primar como objetivo para nuestra
especie, que contribuido a resolver conflictos o a enderezar el progreso y encauzarlo
en la ruta de la racionalidad. ¿NO sería más útil entonces, sopesando pros y contras,
relegar definitivamente actividades como esta que a la larga implican cierto peligro?
Hoy, cuando el siglo se cierra y sella también el ciclo del milenio, hemos
contemplado el ocaso de alguna doctrina que, independientemente del monstruo
que engendrara al aplicarla aquí o allá, soñaba al mundo sin fronteras, hablaba de
enemigos comunes gestados por las estructuras económicas y no por la lengua, la
religión o los accidentes geográficos, dispersos por el planeta y no concentrados en
una parcela concreta de los continentes. Como poco había algo hermoso en ese
internacionalismo proletario que se postulaba y que, como suele suceder, traiciona-
ron los mismos que lo vocearon.
Pero la traición no condena a la idea, que es quien la sufre, sino al que la ejecuta.
O así debiera ser y no es, porque son muchos los que aborninan de los principios
cuando se frustra su aplicación, haciendo valer la ética del éxito que equipara
triunfo y excelencia. Y es así que en nuestros días los conceptos de supranacionalidad,
confederación, globalización, están en boca de los tecnócratas, pero la ideología
vuelve a nutrirse del lenguaje de la tribu y a reclamar las diferencias como esencias
irrenunciables, y en la mente del hombre está su ombligo o, a lo sumo, el del vecino.
La humanidad es fundamentalmente una especie paradójica y una de las muchas
contradicciones que la caracterizan es la de no poder vivir sin identidad y no saber
convivir con ella. Y aunque parezca un exceso dramático reflexionar sobre la
capacidad potencial de conflicto que encierra un simple trabajo de investigación
sobre folklore, no es ocioso ni desdeñable hacerlo si tenemos en cuenta las cosas tan
ridículas sobre las que cimentan algunos el discurso de la reivindicación de lo que
les es propio.
Ahora bien, si tan arriesgado resulta rascar la pátina de la uniformidad para
poner de relieve lo peculiar, si nos asalta una cierta conciencia de culpa al hacerlo,
¿por qué hacerlo?
Desde una perspectiva puramente estética puede justificarse el empeño de arran-
carle al olvido la narrativa oral enumerando y describiendo las virtudes y calidades
que atesora; desde una perspectiva histórica arguyendo el legítimo derecho que
asiste al pasado para manifestarse hoy y ser tenido en cuenta. Pero por encima de
todo hay para mí una razón de justicia social, si se quiere llamar así, de reivindica-
ción de lo popular que es por la que me he sentido más respaldado moralmente a
medida que avanzaba en la tarea.
Durante siglos la presión de la elite convenció al campesino de su ignorancia;
los iniciados de la letra impresa persuadieron a los analfabetos de padecer una
carencia que los convertía en individuos de segunda clase, máquinas productivas
sustraidas a la sensibilidad y a la inteligencia. En un proceso histórico que asocia
fuertemente el desarrollo de un determinado modelo cultural y la emergencia del yo
sobre lo colectivo, lo que es anónimo y común resulta marginado y la cultura acaba
designando a un producto de las minorías para la minoría. Originalidad, genio,
talento son los galones que distinguen la personalidad de los escogidos, los aupan
hasta una aristocracia del intelecto que ejerce su discriminación por activa y por
pasiva y pretende que la sociedad les retribuya sus elevadas condiciones con el
privilegio del respeto y la distinción. Cuando la sangre y el dinero dejan de ser los
únicos factores que encumbran a quien los posee, el saber, la erudición y el genio
los sustituyen o los complementan; la cultura que florece entonces es una pura feria
de vanidades.
Con la publicación de Los cuentos populares en Torre Pacheco no pretendo
demostrar la superioridad del acervo folklorístico de esta localidad sobre las más
vecinas o las más remotas. Intento, como explicaré más adelante, ofrecer un Corpus
lo más exhaustivo posible que permita un análisis sociológico y revele la forma en
que los problemas compartidos por toda comunidad rural y los peculiares de aquella
a la que pertenece el repertorio local, condicionan los temas y la estructura misma
de los cuentos. Pero además quisiéra a través de Torre Pacheco añadir una prueba
más de que la belleza y la sabiduría no son ajenas a la masa común de los mortales
y que los productos intelectuales de la mentalidad colectiva y anónima son tan
importantes, desde cualquier punto de vista, como los que surgen de un individuo
concreto y brillante.

1. Características de la presente edición

Sin lugar a dudas lo más importante de nuestra colección es el material mismo


que la compone; todo cuanto le aporto (criterio de selección y clasificación y
estudio comparativo) ni quiere ni puede dejar en segundo plano los casi trescientos
cuentos recuperados que constituyen un verdadero tesoro folklorístico y que contri-
buyen a engrosar el hasta ahora magro patrimonio cultural de Torre Pacheco.
Para la recopilación hemos empleado siempre como método la entrevista direc-
ta, grabadora en mano. Ni uno sólo de los textos que integran este volumen se ha
incorporado a través de referencias indirectas.
En cuanto a la encuesta utilizada, la misma experiencia me hizo forjar y revisar
continuamente la fórmula empleada para hurgar en la memoria de nuestros infor-
mantes. Al limitado corpus temático que usé en un principio fui añadiendo los tipos
que encontrába en los repertorios manejados y los que proporcionaban los mismos
colaboradores. lo que a la postre obligó, una vez concluido el trabajo, a repetir
entrevistas en las aldeas prospectadas inicialmente.
Por lo que hace a la transcripción, he intentado respetar al máximo, en la medida
de mis posibilidades, el documento recibido de boca de los narradores. Sin llegar el
extremo de reproducir las particularidades fonéticas del lenguaje, conservo las
estructuras sintácticas, las formas verbales, el empleo de los pronombres, las con-
tracciones frecuentes de preposición y pronombre, etc'. Mantengo s y r al final de
palabra pese a que en la pronunciación la primera se aspira y la segunda se abre
tanto que practicamente desaparece. Aunque convencido de la utilidad de este
material para la filología y, viceversa, de la importancia de aplicar un buen análisis
filológico sobre el repertorio narrativo de un área determinada, no soy filólogo; sin
embargo quedan las grabaciones y la posibilidad de que sobre las mismas alguien
realice las investigaciones pertinentes.
Conviene también advertir que los textos han sido manipulados en ocasiones,
porque también pretendo hacerlos legibles sin falsearlos. Así, en general suprimo la
muletilla dice, que precede a los parlamentos de los protagonistas del cuento. A

I Fenbmenos comunes a los que encontramos en Torre Pacheco los describe Pascuala Morote en
Los c1rento.c.populares de Jl~rnilla,pp. 83-88, Además de las cuestiones lingüísticas como la alternancia
de foririas correctas e incorrectas empleadas por el mismo narrador, la pérdida de d intervocálica y otras.
la autora tanibién advierte aspectos estilísticos como la ausencia de descripciones paisasjíísicas o de
características físicas y psicológicas de los personajes.
veces completo el sentido de una frase explicitando un sujeto elíptico e incluso
introduciendo un texto de una o más líneas, omitido por el narrador como conse-
cuencia de un fallo de memoria pero que puede resolverse por comparación con
otros ejemplares similares o por simple deducción lógica. En todos estos casos
empleo una técnica de restauración semejante a la que usan los arqueólogos para
recomponer vasijas o recrecer muros: ellos manejan entonces materiales de textura
o color claramente diferenciables de los originales y aquí me limito a cambiar el
tipo de letra.

2. El estudio comparativo

He pretendido con este trabajo ofrecer las referencias bibliográficas que permi-
tan verificar el carácter tradicional del material recopilado, su pedigrí, describir y
contrastar los elementos que contraponen las versiones del mismo tipo procedentes
de otro ámbito y apuntar en su caso los aspectos originales que concurren en el
repertorio de Torre Pacheco.
La identificación tipológica tiene como base el catálogo de A m e y Thompson
(Los tipos del cuento folklórico) y los dos volúmenes publicados hasta el momento
del Catálogo tipológico del Cuento Folklórico de J. Camarena Laucirica y M.
Chevalier (vol. 1, Los cuentos maravillosos; vol. 11, Cuentos de animales).
En el ámbito nacional utilizo repertorios castellano-leoneses, concretamente la
recopilación realizada por Aurelio Espinosa hijo en 1936 y más recientemente
publicada por el C.S.I.C. (Cuentos populares de Castilla y León), y una colección
de cuentos vallisoletanos recogida por Joaquín Díaz y estudiada por Maxime
Chevalier (Cuentos castellanos de tradición oral); también manejo el Catálogo
tipológico de cuentos folklóricos aragoneses de Carlos González Sanz que, si bien
no nos ofrece directamente los textos, sí que recoge los tipos existentes en el área y
su bibliografía.
En menor medida empleo las antologías de J.A. Sánchez Pérez (Cien cuentos
populares españoles), la de Aurelio Espinosa padre (una selección de 67 relatos
escogidos de entre sus Cuentos populares de España, publicados en la Colección
Austral de Espasa-Calpe) y la Antonio Lorenzo Vélez (Cuentos Anticlericales de
Tradición oral).
Utilizo también bibliografía del área castellano-manchega más próxima a nues-
tra comunidad: así, los Cuentos de la zona montañosa de la provincia de Albacete
recogidos fundamentalmente en Nerpio por Emilia Cortés Ibáñez, El Etnocuentón
de F.R. López Megías y M.J. Ortiz López, sobre todo con material de Fuente
Álamo, y las Leyendas y creencias de la comarca de Hellín-Tobarra de J.A. Iniesta
Villanueva y J.F. Jordán Montes.
Manejo todas las recopilaciones realizadas en la comunidad de Murcia, desde
los textos que aparecen dispersos en la obra de Pedro Díaz Cassou hasta los Cuentos
murcianos de tradición oral de Elvira Carreño Carrasco, Pedro Guerrero y otros.
Monografías en la línea de nuestro trabajo como la de Pascuala Morote en Jumilla
(Cultura tradicional en Jumilla. Los cuentos populares), obras menos exhaustivas
pero interesantes como la de José Ortega sobre el Campo de Cartagena (La resu-
rrección mágica), apuntes como el de Gómez Ortín en su Folklore del Noroeste y la
exigua colección inserta en el marco de un proyecto didáctico que reúne Carmen
Nicolás en Mula (De la tradición oral a la enseñanza de la literatura).
Por último he querido mostrar también las similitudes de nuestro folklore con el
de la otra orilla del Mediterráneo. Para ello me valgo de la antología de Cuentos de
Yehá de Tomás García Figueras, un trabajo antiguo que emplea fundamentalmente
material tomado de textos literarios basados en la tradición oral árabe norteafricana
e incluso turca y que me ha proporcionado algunas referencias para cuentos locales
que no tenían paralelos; también uso la obra de Rodolfo Gil y Mohammed Ibn
Azzuz que recopila cuentos del norte de Marruecos, poéticamente bautizada por sus
autores con una letanía de uno de esos relatos: Que por la rosa roja corrió mi
sangre.
En ocasiones hago referencia a la presencia de tipos y motivos de estos cuentos
en la literatura clásica, la castellana medieval, etc. Empleo entonces ediciones
críticas de Esopo, Babrio, Fedro, Samaniego, el Calila et Dimna, el Conde Lucanor,
el Corbacho y el Libro de Buen Amor y una obra fundamental para conocer la
incidencia del folklore oral en la literatura española del siglo XVII: los Cuentos
folklóricos españoles del Siglo de Oro de M. Chevalier.
Como balance el estudio revela que de los 294 ejemplares de nuestra colección,
83 son recogidos por primera vez en la comunidad de Murcia, aunque aparecen
fijados en los índices generales o en los repertorios castellano-leoneses o castellano-
manchegos que he consultado. De estos 83 relatos, 66 corresponden a tipos o
subtipos diferentes y el resto son versiones de aquellos que incluyen algunas varian-
tes. Concretamente los textos a los que me refiero son los números 9, 16 (17), 18,
23,38,50,55,57,59,60,61,62 (63), 79,80,87,99, 102 (103), 104 (105), 106, 114
(115, 116), 121, 131, 141, 142, 143 (144, 145), 146 (147), 148, 149, 150, 153, 169
172, 173, 189, 190, 193 (194, 195), 199, 205, 213, 214, 215, 219, 221, 229, 233,
234 (235), 237,239 (240), 241 (242), 243,244,245, (246), 247,253,257,260,261,
262, 264 (265), 266, 270, 272, 279, 280, 287 y 288.
Por otro lado entre los cuentos populares de Torre Pacheco he anotado otros 50
relatos (más 6 variantes correspondientes) para los que no hallo referencias biblio-
gráficas y que sin embargo por sus características no difieren en absoluto de los
anteriores. Éstos son los números 15, 26, 27, 36 (37), 73, 74, 88, 94 ( 9 3 , 96 (97),
109, 117, 118, 151 (152), 155, 164, 165, 166, 168, 170 (171), 174, 175, 176, 178
(179). 180, 181, 184, 186, 191, 192, 196, 197, 198, 200, 201, 216, 220, 230, (231,
232), 251, 252, 263, 269, 271, 273, 278, 281, 282, 283, 284, 291.
Con todo, soy prudente a la hora de proponer nuevos tipos que pudieran incluir-
se como variantes de los descritos en el vademécum de Aarne y Thompson o en la
revisión enciclopédica que al respecto han realizado Camarena y Chevalier. Sólo
cuando la evidencia parece incontestable me atrevo a sugerirlos y así, con argumen-
tos que desarrollo en el análisis comparativo, entiendo que TP 11, 12 y 13, que
describen el comentario ingenuo de los zorreznos cuando contemplan a su madre
perseguida por los perros, corresponderían al subtipo 162 B], la apuesta del sapo y la
tortuga, tal y como aparece formulada en TP 22, debe ser 1278 A**]; la aplicación
del sermón en TP 84 y 85 sería [1833 11 y en TP 279 [1833 C*], el empeño del tonto
en tener un hijo y la trama de la esposa y la suegra para ofrecérselo en TP.89 sería
[1412*], y el gesto absurdo de TP 99 en el que el tonto regresa a su casa para
advertirle a su madre que no irá a dormir porque llueve será [1332D*]; el cura
fanfarrón de TP 244 a mi juicio debe anotarse como [1781 A], TP 245 y 246
constituyen el subtipo erótico 11730 C*], así como TP 255 y 256 el [1739 C*].

3. El punto de partida

¿Qué sentido tiene seguir coleccionando repertorios locales de narrativa oral


para verificar que son semejantes o idénticos los cuentos que se cuentan en todas
partes? ¿Cuál es el valor científico de anotar escrupulosamente algunas variantes
particulares que hallamos en este municipio y no encontramos en su vecino?
El punto de partida que planteo a continuación pretende justificar no sólo la
necesidad de un trabajo semejante al que estas líneas sirven de prólogo, sino
también la de hacerlo extensivo a otros núcleos de nuestra geografía regional y
nacional, aún hoy, cuando la civilización dominante ha dinamitado la tradición y la
memoria, ya no se cuentan cuentos y los que los recuerdan lo hacen evocando
retales de aquellas narraciones, pingajos de un espléndido patrimonio.
Mi planteamiento parte del apriori de que ese repertorio funciona en su conjunto
como un lenguaje cimentado en el valor semántico de cada pieza narrativa (y no
sólo en el cuento sino también en la leyenda, el romance, la canción popular), y
dotado de un comportamiento similar al de cualquier otro código expresivo. Así, de
la misma forma que una lengua dispone de un léxico en teoría accesible a todos los
hablantes, el repertorio universal del folklore está a la disposición de todos los
narradores pero ni unos ni otros emplean todos los vocablos ni todos los cuentos, ni
cuando lo hacen los usan del mismo modo. Y sin embargo, los reconocen como
propios, a veces de una manera intuitiva, y eventualmente pueden utilizarlos.
Es en la vieja distinción entre norma y habla que elaborase Saussure' con la
que cobra sentido la elaboración de un catálogo minucioso de la narrativa oral de

2 F. de Saussure. Curso de lingiiística general. publicado originalmente en 1916 por Bally y


Sechehaye. Manejamos la traducción castellana de Mauro Ariiiiño en Ed. AKal. Madrid 1980.
una comunidad determinada. En este metalenguaje la norma es el repertorio gene-
ral, producido en relación con unas determinadas circustancias socioeconómicas en
un espacio muy amplio y prolongadas también en el tiempo, vinculado con la
mentalidad que estas circustancias generan'. El habla es la forma en que una cierta
comunidad emplea este repertorio, seleccionando determinados ciclos narrativos,
ignorando otros, manipulando el relato para historizarlo, concretando geografía y
protagonistas en beneficio de una nueva carga semántica con la que se le pretende
dotar o que se añade a la anterior'.
Desde mi punto de vista la memoria no es inocente. Una recopilación precisa
puede probarlo, no mediante el recurso de la encuesta a distancia, sino obtenida por
el folklorista en entrevistas directas con los informantes, de forma que estos puedan
proporcionar el dato, no solo de lo que han oido sino también de lo que están
seguros de no haber escuchado nunca, lo que resulta tan relevante como lo anterior.
En el contexto de las circustancias particulares de una comunidad pueden cobrar
significado las ausencias. Y en ese mismo contexto podemos y debemos entender
las presencias.
Además, junto a esas circustancias particulares de todo tipo que condicionan a
una comunidad, hay otro factor a tener en cuenta a la hora de entender las peculia-
ridades narrativas: una cierta voluntad de diferenciación que no es más que muestra
de la búsqueda de identidad (su lado negativo).
De todo lo anterior surgen los criterios que propongo para elaborar la clasifica-
ción. Un análisis sociológico de los cuentos precisa una ordenación temática y en
esto estoy de acuerdo con los propósitos del índice de Ame-Thompson; pero es
evidente que una definición estricta del tipo narrativo deja a un lado los matices
locales, a veces profundos, que en última instancia le dotan de un nuevo sentido.
Desde mi punto de vista el investigador debe aceptar un sistema universal de
identificación que le permita relacionar el material que maneja con sus paralelos,
pero por otro lado debe estar muy atento a las peculiaridades temáticas que ese
material presenta.
Por ejemplo, los cuentos no 141 y 142 de la colección de Torre Pakheco aparecen
incluidos en el índice de Ame-Thompson en el ciclo del ogro estúpido que forma
parte del apartado de cuentos folklóricos ordinarios, en una subclase diferente de la
del hombre listo que se integra en la de chistes y anécdotas. La presencia del ogro
o el gigante lo aproximan al cuento maravilloso y en España es un elemento que se
ha conservado en muchos ejemplares recogidos por los folkloristas5. Pero en Torre

3 Véase, por ejemplo. la síntesis de esta cuestión tal y como la plantea A. Rodríguez Almodóvar,
Lo.\ c.i{eiltospop~prr1are.ro la tentativci de un texto infinito, pp. 199-202.
4 Véase nuestro análisis de los cuentos de Caprés. Fortuna. en La rnenloria de Caprés, Revista
M~rrc,iunade Anrropologíc~,no 4. pp. 145- 155.
5 Véase en el estudio comparativo correspondiente a estos cuentos un ejemplar recogido en
Sepúlveda por Espinosa hijo.
Pacheco el personaje sobrehumano ha desaparecido y no tiene sentido que sigamos
incluyendo el relato en la categoría del índice de Aame-Thompson puesto que se ha
convertido en una anécdota pícara.
En resumidas cuentas, la clasificación debe reflejar la realidad temática del
repertorio considerado.
¿Cual es la función social de este lenguaje de narraciones? En principio
indiscutiblemente lúdico. La narrativa oral entra en la categoría de lo Trascendente
que ya hemos definido en un trabajo anteriorh, es decir, de aquellos productos
culturales que emergen de una realidad socioeconómica pero que nacen con la
voluntad de permanecer convertidos en pautas rituales o, como es el caso, en
manifestación estética.
El cuento - e 1 folklore oral- entretiene con una sustancia que no es sino la
mismísima realidad, la de la coyuntura económica, la de las relaciones sociales, la
de la intimidad de la psique individual. Y al tiempo retrata esa realidad, raramente la
censura y más frecuentemente proporciona claves para sobrevivir inmerso en ella.
Los cuentos hablan de los roles masculinos y femeninos, de la autoridad, del
valor de determinadas actitudes y lo absurdo e inocuo de otras, de sexo y de
hambre, de propiedades y herencias. Son una enciclopedia práctica para aprender la
vida en el ámbito rural que los produjo.
No hay doctrina, sino ejemplo. La conformidad con esa realidad que refleja es la
nota común, y si a veces aparece la censura no es para proponer un modelo
alternativo, sino que surge como un motivo concreto de subversión en la misma
línea del carnaval o las primitivas fiestas de locos: un retorno al caos primigenio
ritualizado que induce a la risa sin amenazar el orden establecido. Pero esto no
significa que sea simplemente cómplice de ese orden sino más bien el eje que lo
atraviesa, siendo como fue el folklore oral, en el pasado, un mecanismo pedagógico
de extraordinaria influencia.
Además, en tanto en cuanto afirmamos la existencia de las variaciones locales
de este lenguaje, es también una herramienta de solidaridad comunal. Un ejemplo
evidente del empleo del lenguaje de las narraciones para configurar identidades,
bien que por oposición, es la existencia de los dicterios con argumento que sirven
para desprestigiar a los vecinos y que en ocasiones se construyen aprovechando
cuentos universales manipulándolos según convenga (sin ir más lejos, por ejemplo,
véase el no 274 de nuestra colección).
A esta tesis pueden hacérsele varias objeciones: por ejemplo que su verificación
exigiría una constatación mucho más minuciosa de la realidad para que la valora-
ción estadística resultase aceptable; que la casualidad interviene como un factor
determinante y que no siempre se encuentran narradores equivalentes a Fernando
«el Terraplenes» con repertorios tan amplios; que cualquier nuevo informante puede

6 La nzemoria de Capres. Revista Murciana de Antroaolopía, no 4. p. 16.


proporcionar material que desbarate las conclusiones previamente establecidas; que
la misma definición de este lenguaje de narraciones exige la consideración de
otros elementos de su morfología: refranero, poesía popular, leyenda, etc.
A todo esto, que encierra buena parte de verdad, podría oponer a su vez la
consideración personal de que un muestrario representativo no precisa ser necesa-
riamente exhaustivo y que en el plano de la investigación sociológica del lenguaje
lo que cuenta son los elementos de uso reiterado y común, y menos los episódicos
aunque destaquen por su estética (por ejemplo, el cuento que da título a esta
colección, Camándula, se vincula más difícilmente con la mentalidad del grupo que
cualquiera de los otros más vulgares).
Lo cierto es que mi propia experiencia me ha enfrentado a evidencias sobre las
que deberemos ahondar pero que hoy por hoy me mantienen en la idea de que la
universalidad de los cuentos no implica su identidad y que el mismo cuento funcio-
na de manera diferente en el repertorio colectivo de una comunidad determinada, ya
sea por lo que él mismo representa en el conjunto, ya por los matices que en él
incluye el narrador. Una recopilación somera del folklore oral de Puerto Lumbreras
me reveló la significativa presencia del tema de la ausencia de agua en buena parte
de las narraciones recogidas; en Yecla reuní varias piezas del ciclo de la niña
perseguida que explicitamente trataban el escabroso asunto del incesto7;en Caprés
el problema de la dificultad de encontrar emparejamientos y la necesidad de asegu-
rar la descendencia estaba presente en un apreciable número de narraciones. De las
peculiaridades del lenguaje narrativo de Torre Pacheco intentaré dar cuenta en
otro lugar.

4. Índice de informantes

Nuestro equipo de investigación debe reconocer, en general, la extraordinaria


colaboración de más de un centenar de personas a lo largo de los casi cinco años de
tarea. Pero este volumen en particular pertenece a las mujeres y los hombres que
han ofrecido sus recuerdos para llenar sus páginas, más de un centenar de personas
que nos han atendido con amabilidad, con paciencia, muchas veces con ilusión,
convencidos de la importancia de sus aportaciones, y hasta con agradecimiento,
fruto de la oportunidad que Les brindábamos de evocar un tiempo del que tal vez no
añoraban como eran las cosas pero que representaba siempre una melancólica
revisión de su existencia y, en cierta medida, una reivindicación de ellos mismos. La
memoria ajustaba las cuentas a la historia.
Hemos escuchado mucho y hemos aprendido más, especialmente que la cultura
popular viva pierde su esencia cuando se desprende de los soportes humanos que la

7 A.J. Sánchrz Ferra. .El folklore oriil c.11 Yeclu. Consideraciones a propósito del Cuento Popirlar
c.11 ~.
Yecla)~, no 4. pp. 99- 106, 1992. .
sostienen; el papel no puede recoger en ningún caso la experiencia atesorada en la
piel y en los ojos de nuestros informantes y que es un elemento fundamental que
impregna todo cuanto transmiten: jcómo se traduce el tono de una voz, la mirada, el
hombre o la mujer mismos que cuentan un cuento y que están en el cuento y lo
enriquecen con su existencia? Sencillamente no es posible y esto es lo que convierte
a todos ellos (a todos nosotros) en algo más complejo e importante que los libros
que recogen nuestra memoria.

En Balsicas:
- María Castillo Sánchez nos proporciona el cuento no 149.
- Antonia Conesa Pérez los no 6 y 288.
- Isabel Jiménez Fructuoso los no 188 y 2 17.
- Remedios Ros Sánchez los no 5.41,71,74,75, 140, 194,232,255,286 y 292.

En Dolores de Pacheco:
- Fabián Calderón Martínez nos proporciona los cuentos no 17. 246 y 265.
- Josefa García Navarro el no 193.
- Pedro Garre Albaladejo los no 40.90, 139. 277 y 290.
- Mariano López Albaladejo los no 131 y 157.

En Jimenado:
- Francisco Díaz García nos proporciona los cuentos no 63, 160 y 2 15.
- Salvador Meroño León el no 28.
- María Meroño Sánchez los no 20, 95, 106. 11 1, 207, 216. 235, 236.
- Josefa los no 134, 142, 225.
- Francisco Roca Garcerán los no 13, 14, 170, 172 y 278.

En La Hortichuela:
- Carmen García Celdrán nos proporciona los cuentos no 8, 30, 36, 224, 253 y
259.
- Patrocinio Pedreño Rosique los no 8 y 32.

En Las Armeras:
- Soledad Guillén Peñaranda nos proporciona los cuentos no 2, 29, 35, 38, 43,
102, 121, 132, 182, 222, 239, 287, 289.
- Anacleta Martínez Aparicio los no 4 y 68.
- Carmen Martínez Aparicio los no 4, 44, 54 y 56.
- Luciano Martínez Ros los no 4, 78, 116, 128, 130, 138, 141, 144, 152, 155,
2 10, 22 1, 226.
En Roldán:
- José Armero Tovar («Pepe el pobre*) los no 12, 115 y 181
- Josefa Cerdán Garcerán nos proporciona el cuento no 42.
- Fernando Martínez Jiménez («El terraplenes*) los no 9, 39, 45, 57, 62, 92,
94, 96. 100, 101, 104, 117, 118, 119, 147, 148, 150, 153, 167, 180, 181, 182,
199, 205, 209, 2 11, 2 13, 2 14, 228, 23 1, 240, 248, 25 1, 257, 272, 270.
- Martín Martínez Pérez los no 51, 237 y 266.

En San Cayetano:
- Juan Abellán Alcaraz («el Maestro*) nos proporciona los cuentos no 3, 19, 24,
84, 151. 168, 173, 247, 269 y 276.
- Carmen Cánovas Iniesta el no 133.
- Emilia Cánovas lniesta los no 3 1, 88, 89. 109, 124, 200, 230, 233, 241, 252,
256 y 28 1.
- Félix Cánovas Martínez los no 16 y 254.
- Carmen Castejón Delgado los no 53 y 66.
- José Madrid Bueno los no 176 y 258.
- Miguel Mercader Gómez los no 136, 179 y 275.
- Teresa Peñalver Soto los no 33, 34, 58, 86, 122, 135, 143, 154, 156, 158, 169,
185. 186, 206, 234, 260, 261, 263, 279, 282.
- Emilio Sánchez García los no 65, 177.
- Juana Saura Campillo el no 3 1.

En Santa Rosalía:
- Mariano Armero León nos proporciona los cuentos no 163, 165, 166, 174,220.
- Ginés Castillo Sánchez los no 23, 27, 91, 285.
- Gregorio Conesa López el no 283.
- Pedro León García los no 1, 37, 59. 61, 72, 80, 85, 87, 93. 103, 105, 108, 112,
202, 244. 273.
- Antonio Ramón Galindo los no 22, 25, 64, 81, 98, 113, 125.
- Antonio Sánchez Gómez el no 26.

En Torre Pacheco:
- Antonio Alcaraz Gómez («El zocato~)los no 69. 107, 110, 127, 137, 146, 184,
196, 229, 242, 245.
- Carmen Alcaraz Romero nos proporciona los cuentos no 46, 55, 77, 82, 203,
227, 268.
- Carmen Aparicio Jiménez los no 67, 70, 204, 212, 284.
- Valentín Castejón Vidal los no 1 14, 120, 197, 21 8, 274.
- Antonio Izquierdo Campillo los no 249 y 267.
- José Marín Soto los no 175 y 183.
- José Miguel Rodríguez Buendía el no 294.
- Inés Sanmartín García los no 15, 18, 50,60, 83, 123, 126, 164, 171, 189, 190,
195, 219, 250, 254, 262.
- Milagros Soto Jiménez los no 7, 10, 77,79, 129, 162, 208,223, 238,291, 293.
1. LA ZORRA Y EL CHORLITO (Santa Rosalía-Roldán)

Resulta que la zorra pues encuentra un chorlito, que le llamamos aquí vulgar-
mente, qu 'era un alcaraván, un pájaro que llaman alcaraván. Y resulta que lo pilla;
lo pilla, claro, y era un bocao exquisito pa ella. Pero dice el chorlito, dice:
-No te pido más favor antes de moric comadre, que digas la palabra: N jAlca-
raván cornil»
Y la zorra le dice:
-jAh!, eso está conseguía. -Y dice- ¡Alcaraván cornil
Claro, y él, como era un pájaro, sale volando y dice:
-jSerá a otro, pero no a mí!

2. LA ZORRA Y LAS UVAS (Las Armeras)

Fue la zorra a coger uvas y no podía cogerlas de ninguna manera, no se podía


subir por ningún lao. Estaba imposible. Y la zorra, cuando se hartó de mirar las
uvas y que no podía subirse dice:
-Bueno, si están verdes.

3. LA ZORRA Y EL CUERVO (San Cayetano)

La zorra y el cuervo eran compadres y un día invita la zorra al cuervo a comer


gachas a su casa. Y le echó las gachas en una losa. Claro, el cuervo con el pico allí
no hacía na más que dar picotazos y no pillaba na, y la zorra se las comía toas a
lenguetazos.
Pero entonces estudia el cuervo de imitar a la zorra, y le echa las gachas en una
alcuza. Claro, él metía el pico en la alcuza y se las sorbía toas, y la zorra na más
que lamer la alcuza por toas las orillas, lo que el cuervo iba chorreando.
Pero entonces se piensa el cuenJo,dice: cómo le iloy a jugar yo la putú a
esta?» Y entonces le invita a subir a una boda al cielo. Se c,asnba..., pos sería el
águila.
-¿Yo cómo voy a ir al cielo?
-Si, se sube enciina de mí, encima las alas, y yo la llevo al cielo y i?ainosa 1(1
boda.
Y allá que se sube encima de las alas y c al en p 'arriba y cuando llegan muy czlto
le dice el cuervo a la zorra:
-Comadre, agárrese usté un poco que voy a .sacudirme un poco las alas.
Y allá que fue la zorra, la arrió. Y salió y 'abajo y salía diciendo:
-jPastores, poner mantas y cobertores
que baja la Virgen de los dolo re.^!
Y los pastores que había por allí pusieron las mantas y los cobertores que
pillaron y al pegar el panzazo pos las enfangó toas. Salió cortando y dice:
-Si d'esta escapo y no muero,
no subiré otra boda al cielo.

4. LA ZORRA Y EL CUERVO (Las Armeras)

Se invitaron a comer el cuen)o y la zorra. Ln corra pues coge y invita al cuewo


a comer primero, y viene y hace gachas migas ruleras y las echa encima de una
piedra. La zorra lame y come, pero el cuervo tiene que estar ahí buscando, ti-ti-ti-
ti, y no come.
Y luego coge el cuervo y hace otra ve: nig gas d'esas, pero las rltete dentro de
una alcuza y claro, a ver la zorra como coniírr migas allí. El cuewo inetíu el pico j5
a comer migas.
El caso es que ni el uno comía ni el otro tampoco. Y entonces le dijo el cuenJo
a la zorra:
-(Lo voy a invitar a subir al cielo). Te invito a subirte y a pasearte por ahí.
Y enganchó a la zorra de la piel y venga a volal; venga a \jolal; venga a volar:
Y le decía:
-jComadre!, 2 ve usté el suelo?
-jS( lo veo muy bien!
Y venga a ilolal; venga a volal; venga a iiolar:
-jComadre!, j ve usté el suelo?
-jSi, lo veo así como un gawillo!
Y venga a volal; venga a volal; venga a i)olal: Dice:
-jComadre!, ¿ ve usté el suelo?
-jNo, ya no lo veo!
-¡Pos prepárese que voy a sagudirme las alas!
Abrió las alas y la dejó cael: Y empezó a decir:
La zorra y el cuervo
-jpastores, pastores,
poner las mantas y cobertores
que baja la Virgen de los Dolores!
Pero era para que le pusieran mantas pa que cuando cayera al suelo no hacerse
na. Y los pastores salieron tos con mantas y cobertores y las pusieron. Y la zorra
cayó encima de los cobertores. Pero cuando vieron que era la zorra que los había
engañao, entonces cogieron un palo, empezaron a darle palos a la zorra ...Y decía:
-¡Si de esta salgo y no muero,
jamás subiré yo al cielo!

5. LA ZORRA Y EL CUERVO (Balsicas, versión A)

Esto era una zorra y el cuervo que eran padrinos y se invitaron el uno al otro.
Y la zorra pensó:
-i Cómo haré menos gasto, que me lo coma yo y no se lo coma mi compañero
el cuervo?
Pues nada, pues cogió la zorra, hizo gachas, las puso encima de una losa, claro,
y el pobre cuervo ni se enteró, y ella pos se las comió.
Y entonces dice el cuervo:
-Bueno, yo tengo el gusto también de invitarte a otra merienda, mujer.
-Pos venga, cuando tú quieras.
Y entonces el cuervo cogió y hizo sus gachas en una alcuza. Y entonces cogió y
metió el pico, y él se lo sorbió todo. Pero ella, como no podía meter la lengua, pos
no hizo nada.
Entonces le dice así, dice el cuervo a la zorra, dice:
-Comadre, pos ahora te voy a envitar a una boda al cielo. Pos súbete arriba
que vamos.
Y claro, empezaba el cuervo venga vuela que te vuela, vuela que te vuela. Y
cuando llevan cierto tiempo dice:
-2 Cómo ves el suelo, comadre?
-Pos lo veo como una era.
Y sigue volando, y sigue volando que volarás. Y ella al rato le dice:
-iComudre! i Cómo ves el suelo?
-¡Como un margüal'!
Y sigue volando, y sigue volando y vuela que volarás, hasta que dice:
-jComdre! i Cómo ves el suelo?
-jComo una moneda!

1 En Balsicas Antonia Conesa lo describe así: un margiial es donde se sacaba nntes la basura, de
la casa o del patio o de lo que fuera. porque no había recogedores. El niargüal era de pleita (lo hacía mi
padre y mis agiielns. un rolde de pleita con un ansa.
Y sigue volando, y siguió volando y dice:
-jComadre! ¿Cómo ves el suelo?
-j Ya no lo veo!
Pos sagude las alas y dice:
POS ahora verás como sí lo vas a ver!
Entonces, pos al sagudir las alas pos cayó. Entonces decía la zorra gritando:
-jL.abradores, labradores y pastores,
poner colchas y colchones
que baja la Virgen de los Dolores!
Y venga a vocear. Así una con otra hasta que bajó y entonces claro, los labrado-
res, asustaos, pos pusieron pos que iban a recibir a la Virgen de los Dolores,
cuando cayó la zorra. Entonces les dice:
-En recuerdo, y a daros las gracias, hago esto.
Se hizo y salió cortando.

6. LA ZORRA Y EL CUERVO (Balsicas, versión B)

El cuervo y la zorra se invitan uno al otro a comer Y hace gachas (la zorra) y
las echa en una losa, y la zorra pos pasaba la lengua y se las comía, y el cuervo por
to alrededor pos no podía pical; pos no se lo comía. Y luego, pos el cuervo invita la
zorra y hace lo mismo, pero lo echa en una alcuza y entonces el cuervo metía el
pico y se lo jalaba to y la zorra se quedaba sin na.
Y entonces la invita a subir al cielo. Y la zorra sube encima del cuervo y van
p'arriba y dice:
-jComadre! Ve usté el suelo?
-Pos yo lo veo redondo como un margüal.
Y subía p'arriba.
-jContadre! ,jVe usté el suelo?
-Ya redondo como un garvillo.
Venga p'arriba. Dice:
-jComadre! Ve usté el suelo?
-j Ya no lo veo!
-i Pos agárrese usté!
Se sagude las alas y cae la zorra p'abajo. Y empieza la zorra:
-jPastores, poner colchones
que baja la Virgen de los Dolores!
Y claro, pos venga a poner colchones. La veían bajar y venga a poner colchones
y poner mantas y poner de to. Y cuando llegó pos hizo una cagarrina, se fue y
colorín colorao, el cuento se ha acabao.
7. LA ZORRA Y EL CUEVO (Torre Pacheco)

Esto era el cuervo y la zorra. La zorra iiziitó al cuervo a comer gachas. Cuando
llegó, entonces lu zorra echó las gachas en una losa y el cuervo, claro, poc-poc, pos
no podía, porque picaba, y ella con la lengua se llevaba todo, y él se yuedabcr sin
comer:
Entonces el cuenlo lo hizo al revés: echó las gcichas en una olla y ella pos no
podía meter la lengua para eso. Y como el cuervo se sentía engañao por la zorra,
pos entonces dice:
-Mira, i)amos a hacer una cosa.
Y la invitó a ir a una boda al cielo. Se cuelga la zorru encima del cuervo y
empieza a volar; a volar; a volar; a volar:.. Y decía:
-;Comadre! 2 Ve usté el suelo .?
-;Todavía lo veo!
-;Comadre! ¿ Ve usté el suelo?
-Así corno el ruedo de un garvillo.
Y venga a volar; y volar; y volar:
-;Comadre! Ves usté el suelo?
-Como el ruedo de un plato.
-;Comadre! 2 Ve usté el suelo?
-i Ya no lo veo!
Entonces el cuervo se sagudió las alas y decía a los pastores:
-;Pastores, pastores, poner las mantas
que baja la Virgen de los Dolores!
Y decía la zorra:
-;Si de esta escapo y no muero,
ya no voy a más bodas al cielo!

8. LA ZORRA Y EL CUERVO (La Hortichuela)

Era una zorra y un cuenTo,y la Iorra siempre invitaba a comer al cuervo. Y


claro, la zorra siempre le ponía al cuervo cosas ancha,s, una losa, pa que picara. Y
entonces ella, de una lenguetá se comía to. Y el cuervo no, picaba y no podía. Y así
lo invitó tres o cuatro veces.
Pero luego fue el cuervo y la invitó (introduciendo la comida) en una lata crlta.
Y claro, el zorro no podía meter (la lengua) j1 el cuervo metió el pico y se lo comió.
Así se hacían la contra el uno al otro. Y por último ya .fue el cuervo que le dijo:
-1Te vienes a una boda que te voy a llevar al cielo?
Y se la subió encima. Y volar; y volar; y volar: Y la zorra se agarraba y se agarraba
y no podía, y veía que se caía. Y el cuervo p'arriba. Y cuando eso le decía:
-2 Cómo iles el suelo?
-;Como un nzargiial!
Y p 'arriba, p'arriba. Y dice:
-;Y allora ?
-;Como un cecr:o'!
-2 Y ahora?
-;Como un plato!
-2 Y ahora?
-;Conzo un dedal!
-;Y ahora?
-;Conzo un aizillo!
Y dice:
-;Prrstores, poner itzcrrztu.s y cobertores
que baja la Virgen de los Dolores!
Sagudió las alas y ln dejo ccter: Y decía (la zorra):
-;Si d'esta escapo y izo muero,
no ir6 va más bodas al cielo!

9. EL GALLO Y LA ZORRA (Roldán)

Había un gallo que estaba encima de una gawera antes de salir el sol. Y vino
uncc Lorra. Y como no podía subirse a la gawera pa echarle mano al gallo dice:
-Compadre, baja que platiquernos.
-;No, no plarico contigo! ;No me bajo porque me comes!
-;No hombre! Ha verzío una orden de que no los hagamos daño un anima1 a
otro, así que baja trrrnq~riloque izo los lzarernos na.
LA corra, corno es una zorra, engcrñándolo pa ver si bajaba. Y alld el gallo
venga a mirar pa un lao y mirar asípa otro. Y dice la zorra:
-;Que' miras, c-ompadre.')
-Unos galgos que viene11por allá a to meter: Vienen p'acá.
Y dice Icr Lorra:
-Bueno, nu, me i)oy
-;No, izo te vayas! ¿No dices que ha venío una orden de que no los hagamos
dario un animal a otro.'
-Sí. Pero vaya que aquellos no la sepan.

10. A LA ZORRA LE CLUJE EL RABO (Torre Pacheco)

Se levanta la zorra por la nzañana y va a salir y le cluje el rabo, y dice.


-;Malo! Me ha clujío el rabo. Veremos que tal día me se da hoy.

7 Cedazo.
Y va andando y s 'encuentra con un jamón. Dice:
-;Ay! Esto es poco. No. Yo voy a ver si encuentro una cosa mejor:
Sigue p 'alante y s 'encuentra dos carneros pastando. Dice:
-Uno d 'esos es pa mi. Uno d 'esos me lo como yo.
Y entonces se va pa ellos y dicen:
-;Espérate, espérate! Mira, supuesto que tú te vas a comer uno, pos nosotros,
(cada) uno se pone en una punta y tú te pones enmedio. Entonces tú contabilizas el
tiempo, nosotros venimos corriendo y el que llegue antes, ese pa ti.
Pos salen los dos com'endo y ella estaba enmedio, la cogen por medio y de poco la
estrujan. La dejaron al14 patitiesa, y ellos se dieron (a la fuga). Y cuando ya se recuperó:
-;Veremos a ver! ;Bueno!
Pos sigue. Y como, s'encuentra con una yegua con un potrico.
-El potrico no me s'escapa. Ese me lo como yo, ;hombre, con lo rico que está!
Y le dice la yegua:
-Bueno, sí. Yo te lo doy pa que te lo comas, pero mira, sácame una pincha que
se me ha metío en el ojo.
-Bueno, na, vamos a probar:
Y se pone a sacarle la pincha. Y entonces la yegua le da una patada, bum, la
tiende en el suelo y se van a correl; y también se le escapa.
-Bueno, nada.;No, si veremos a ver!
Entonces sigue andando y s 'encuentra en la orilla del río una cerda con cerdicos.
Dice:
-;Auh! ;Esto sí que...!jVaya banquete que me voy a pegar! Esto sí que no se
me escapa. Vamos, con lo tiernecicos que están. Éstos no me se escapan.
Conque llega y le dice la cerdica:
-Bueno, pues supuesto que te los vas a come>;por qué no los bautizamos antes,
supuesto que estamos aquí en la orilla del río. Vamos a bautizarlos. Si en toas
maneras te los vas a comel; pos vamos a bautizarlos.
Empiezan a bautizarlos y qué hace la cerda: le da un trompazo y cae al río. Y
mientras que ella estaba en el río y se salió y no salió, pos ellos se fueron. Y dice:
-¿Ves? No, si sabía yo que me había clujío la cola y mal día iba a llevar hoy.
2 Y quien me manda a mí meterme a agrimensol; a medir terreno a mí? ,jY quien me
manda a mí meterme a veterinaria pa sacarle una pincha? Y quien me mete a mí
cura? ¿Ves? Si to lo que me ha pasao está mu bien. Pero claro, to es porque me ha
clujío la cola esta mañana.

11. EL PAGO DE LA ZORRA (Las Armeras)

Esto era la zorra que tenía sus crías y, claro, todos los días salía y se metía en
los gallineros, mataba gallinas y se las llevaba a sus cachorros. Y un día los
cachorros le dicen a la madre:
-;Mamá! Y tú de donde sacas todas estas gallinas? ¿Cuando pagas tú toas
estas gallinas?
-Hija, eso lo pago yo «el día de la polvarea».
Y a lo mejor al poco tiempo volvían otra vez a preguntarle:
-;Mamá! i Cuando pagas tú to estas gallinas?
-Hijos, ya los he dicho que esto los pago «el día de la polvarea».
Hasta que un día había una polvarea y ven los cachorros una polvarea enorme
y dicen los cachorros:
-;Adios, ya está pagando la mama las gallinas!
Y efectivamente, eran los perros que iban detrás de la zorra pa matarla.

12. EL PAGO DE LA ZORRA (Roldán)

Había una zorra que tenía en la orilla de la sierra pos sus críos pequeños, y de
vez en cuando les llevaba ...p os una gallina. Ella salía a las casas de campo y la que
pillaba ... Y los zorricos decían:
-;Madre! Y esto cuando se paga?
-Hijo, eso el día de las polsagueras3.
Y una de las feces, coño, la encañonaron los galgos y venía con una polsaguera
derecha a la cueva. Y al verla venir decían los zorriquios:
-;Ya está la madre pagando!

13. EL PAGO DE LA ZORRA (Jimenado)

Una vez había una zorra que le traía a sus bichillos perdices, gallinas, pollos y
to eso. Y ya cuando eran grandecicos le dicen a la madre:
-;Mama! Y con qué pagas esto?
;Na! Esto el día de la polsaguera se paga to.
Y la madre venga a traerle d'eso. Y un día ya los zorricos estaban tomando el
sol allí, en la punta de la madriguera, y venga a tomar el sol, y ve venir la zorra
delante de los galgos con una porsaguera que no se veía. Le dice el uno al otro:
-Aquí viene la madre pagando lo que debemos.

14. :POS PA BAILAR VENIMOS! (Jimenado)

Una zorrafie una noche a comer uvas a una viña, y estaba el guardia allípues
guardando la viña. Y el guardia, al oir ruido, pues tiró un tiro y el tiro le dio a una
guitarra (que por allí había abandonada), y sonó la guitarra. Y sale la zorra
zumbando y dice:
-;Pos pa bailar venimos!
3 Polvaredas.
15. LA ZORRA RECRIMINA AL ZORRO (Torre Pacheco)

Eso fue una sorra que tuvo crías y le dijo al sorro:


-2 Corre veste por ahi a traerme angunas gallinas! Porque yo estoy desmayi.
Y el sorro se fue y estuvo no se cuantos días ausente, y la sorra desmayi. Y
cuando vuelve dise:
-;Ahora vienes, a los cuarenta días, con los güevos entre las piernas!
-;Ya que los trajera, que me los han cortao!

16. LA TORTUGA Y LA LIEBRE (San Cayetano)

Había una apuesta entre la liebre y la tortuga a ver cual corría más. Y lcr
tortuga se puso de acuerdo con su marido (que eso es muy raro), y el macho se puso
en una punta y el otro en la otra punta. Y salió la liebre embalá y llegó a la punta,
y había una tortuga alli Salió pa la otra punta, y estaba el otro allí. Y claro,
siempre ganaba la carrera.

17. LA TORTUGA Y LA LIEBRE (Dolores de Pacheco)

Eran dos tortugas (y una liebre desafió a una de ellas a ver quien corría más).
Claro, sale la liebre corriendo y cuando llega, pues la tortuga estaba allí.
-Atajando he llegao.
-;Pos vamos a echar otra p'al otro lao!
Pos dale otra vez. Llega al otro lao y estaba la tortuga allí, y dice:
-Pos ya estoy aquí hace rato.
Y la liebre decía:
-;Pos esto cómo puede ser!
Y es que había dos tortugas, una en cada extremo.

18. LA TUTUBÍA~
Y SUS CRIAS (Torre Pacheco)

Era una tutubía que tenía sus tutubicos ya que se fueron dise:
-Nada, ya los podéis yir que ya estáis enseñaos. Si veis que un hombre se baja
a coger una piedra, vosotros levantáis vuelo y los vais.
Y dise uno d 'ellos:
-2 Y si la lleva en el bolsillo?
-;Anda que sois más listos que yo! Ya podeis buscarse la vida.

4 Totovía.
19. LA TORTUGA SUBE LA ESCALERA (S. Cayetano)

Hubo una vez una tortuga que estuvo pa subir una escalera no se cuanto
tiempo, y cuando estaba ya cerca de arriba cayó. Dice:
-¡Por eso me joden las prisas!

20. LA TORTUGA SUBE LA ESCALERA (Jimenado)

Una tortuga estuvo cien años pa subir una escalera, y cuando iba arriba, ya
cerquica, se volvió y se cayó. Dice:
-jMal haya sean las prisas!

La tortuga que sube la escalera


21. LA TORTUGA Y LA RANA (Balsicas)

Esto era una apuesta que hicieron la tortuga y la rana a ver quien subía antes
ochenta escalones. La rana le iba dando ventaja, como ella saltaba le daba ventaja,
y la tortuga decía que si, que ganaba. Y cuando llegó arriba la tortuga, cuando ya
le faltaba un escalón, se cayó la tortuga abajo.

22. EL SAPO EMULA A LA TORTUGA (Santa Rosalía)

La tortuga y el zapo se apuestan los dos a ver cual se pone en la carretera por
donde pasaba el carro. La tortuga se pone, pasa el carro y no le pasa ná. Dice el
zapo:
-;Pos yo me pongo también y no me pasa ná, ya verás!
Se pone el zapo más alante y cuando pasa el carro dice:
-;La eeerrre! (el narrador alarga el sonido de la r imitando el croar del sapo).

23. EL SAPO SE ECHA NOVIA (Santa Rosalía-Lo Ferro)

El zapo se echó novia y cuando fue a visitarla se encontró con que no podía
saltar el portal.
-;Chucho, pasa!
Iba toas las noches y cuando se ponía a saltar el portal se caía p'atrás.
-i Es que no pasas? -le insistió la novia-.
-Los hombres mozos no tienen frío -contestó él para disimular su torpeza-.

24. DIÁLOGO DEL COCHINO Y EL BURRO (San Cayetano)

El cochino y el burro eran amigos, y el cochino se quejaba porque le iban


recortando la comida, cada día le echaban menos. Y se quejaba platicando con el
burro:
-;Cada día m'echan menos de comer!
Y le decía el burro así:
-Tú te quejas sin razón
y yo este verano remato.
Me han recorta0 la ración
y me han ahonda0 el garabato5.
Si, pero luego, cuando el burro vio que se lo cargaban al cerdo...

5 En el diccionario de la R.A.E encontramos: «arado en que el timón se sustituye por dos piezas
de madera unidas a la cama, que permiten que haga el tiro de una sola caballería.
25. DIÁLOGO DEL CERDO Y EL BURRO (Santa Rosalía)

Eso era que había un cochino amarra0 debajo de un garrofero6, a la sombra, y


lo cuidaban, posfiJate, tos los días 1 'echaban de comel: Y al lao había un burro que
siempre estaban dándole palos, el amo, el zagal. Y decía el cochino:
-jCoño, que barbarida, que mal te tratan! jFlJate a mi que bien me tratan! A
mi tos los días me cuidan, fijate que bien.
Dice el burro:
-Sí, pero ahí ande tú estás he conocío yo a muchos.

26. EL BURRO CONDENADO (Santa Rosalía)

Cuando vino una vez que quitaron toas las palas7, quitaron toas las paleras por
aquí, pos na, vendieron los burros pa la carne, pa venderlo. Y salta uno qu 'iba pa '1
matadero, dice:
-A mí no me importa morir Lo que me pasa es que ...jp asar yo por ternera,
habiendo sío tan machote!

27. LA GALLINA Y LA VACA (Santa Rosalía-Lo Ferro)

Una gallina y una vaca iban desmayaos por to el camino alante y se asomaron
a un patio viejo, que había un agujero asípequeño, y había mucha yerba dentro. Y
se asoman, dice la gallina:
-Tú no te vas a metel; pero yo sí.
Se mete la gallina el pico, empieza a restregarse... Se dejó toas las plumas, pero
ella se metió, entró pelá. Y la vaca entonces le mete un topazo a la paré, tira la paré
abajo y se mete a comer yerba. Dice la gallina:
-jTeníamos que haber metío primero la vaca!

28. LA RATA Y EL RATÓN (Jimenado)

Una vez había una rata y la rata estaba en el campo. Un día salió a pasearse
por una senda y, claro, se encontró con un ratón. La rata estaba muflaca, muflaca.
Y le dice la rata al ratón:
-Ratón, ¿por qué estas tan gordo?
-Porque yo estoy en un almacén que como mucho arroz, mucha azúcar y
muchas habichuelas y de tó. Tú por qué estás tan flaca, rata?

6 Algarrobo. El diccionario de la R.A.E lo reconoce como murcianismo.


7 Cada una de las divisiones del nopal (higuera chumba o chumbera).
-Porque estoy ahi, en unas palas, y no como na más que escarabajos y lo que
pillo.
-¿Te quieres venir conmigo? -Le dice el ratón a la rata.
-Bueno.
Y salen los dos por una sendica, derecho al almacén. Y cuando faltaba poco le
dice la rata al ratón:
-Oye, ¿hay gato ?
-Sí, hay uno, pero es tuerto.
-Bueno, tú que sabes por el ojo que no ve, echa tú delante y yo detrás.
Echó el ratón delante y estaba el gato detrás de la puerta, y cucíndo
pasó, jcatapán!, lo enganchó. Y arreó la rata corriendo diciendo:
-;Más vale rata flaca en el campo que izo ratón gordo en la boca de un gato
tuerto!

29. EL BURRO, LA CABRA, EL PERRO, EL GATO, EL GALLO Y EL


RATÓN (Las Armeras)

Esto era un burro que estaba desesperao en su casa y no le clcíbniz de corner y


estaba aburrío, y decidió irse de su casa. Y pasó por una casa donde había una
cabra y le dice:
-2 Donde vas, burro?
-Yo, que estoy desesperao en mi casa, no me dan de corner; no me dan na más
que palos, y he decidí0 irme de mi casa.
Y dice la cabra:
-;Anda! Pos yo estoy en el mismo plan; yo estoy desesperá aquí en mi casa. Yo
me voy.
Dice el burro:
-Súbete a mi lomo.
Se sube la cabra al lomo del burro y echan a andcil: Pasan por uncr casa y se
encuentran un perro. Dice:
-Perro, ¿qué haces ahí?
-Pues aquí estoy, desesperao. No me dan de comer; no me dan más que patds
y estoy desesperao.
-Pues únete a nosotros y vente con nosotros que hemos abandonao nuestra
casa.
-iAh, pues me voy con vosotros!
Dice el burro:
-Pues súbete al lomo de la cabra.
Se sube al lomo de la cabra. Pasan por otra casa, se encuentraiz un gato allí
acostao en una esquina.
-2 Qué te pasa, gato?
El burro, la cabra, el perro, el gato, e l gallo y el ratón
-Que estoy desesperao. No me dan de comer y aquí no hacen na más que
darme palos y estoy desesperao.
-Pues únete a nosotros que nos hemos aburrío también y nos vamos de nues-
tras casas.
-jPues también me voy con vosotros!
-Pues súbete al lomo del perro.
Se sube al lomo del perro y pasan por otra casa y se encuentran un gallo que
estaba allí cabizbajo, y dice:
-2 Qué te pasa, gallo?
-Pos que estoy desesperao. No me echan de comer y aquí estoy aburrío.
-jAnda! Pos nosotros nos pasaba lo mismo y nos hemos ido de nuestras casas.
Si te quieres venir con nosotros.
-jPues sí, sí que me voy con vosotros!
-Pues súbete al lomo del gato.
Y pasan por otra casa y se encuentran un ratón alli, en una esquina, y dice:
-2 Qué te pasa, ratoncico ?
-Que estoy aquíque no encuentro comida, que no hago na más que meterme en
los agujeros y no encuentro comida y estoy desesperao.
-Anda, vente con nosotros que nosotros también estamos aburríos de nuestras
casas y hemos huido.
-¡Pues también me voy con vosotros!
-Pues súbete al lomo del gallo.
Iban andando, andando, y el burro ya iba muy cansao con tos arriba. Y luego,
luego al ratón, como son tan pillos, se le ocurre decirle:
-Carajo, carajo,
si me bajo p'abajo,
me meto en el culo
del último abajo.
Y el burro se dio a correr y montó un esparrameo de animales.

30. EL CHINICO Y LA ZORRA (La Hortichuela)

Esto es un chinico y una zorra, y la zorra era más pilla que el chinico, o se tenía
por que era más pilla. Y viene y le dice al chinico:
-Chinico, jte vienes mañana (la zorra quería comerse al chino) que vamos a ir
a la viña del tío Paco a comer uvas?
Y el chinico:
-¿A qué hora vas?
-Voy a ir a las cinco. Ya sabes que a las cinco estoy aquípor ti.
Y el chinico se levanta a las cuatro y se va a la viña y se hincha de uvas y se
viene. Y viene la zorra, dice:
C A M Á N D L ~ L (AE L CLIENTO POPULAR EN TORRE
PACHECO)

-Chinico, ¿vamos a coger las uvas?


-jAnda, yo ya 'stao! He estao esperándote y me he aburrio y no venías, y yo ya
estoy aquí de vueltas.
Y a otro día, pos viene la zorra otra vez y dice:
-Chinico, ¿te vienes mañana, que vamos a ir a la higuera del tío Antón y nos
vamos a comer tos los higos que hay allí? Debajo de la higuera, nos los vamos a
comer tos.
-Bueno. ¿A qué hora?
-Pos vamos a ir a las seis.
-i Vale!
Pos na, el chinico se levanta a la cinco, pam, pam, y se come tos los higos que
puede y se viene. Y la zorra tenía una compañera y le decía:
-;A ese me lo tengo yo que comel; como sea!
Pero el chino era más pillo que la zorra. Así ande ves tú que las zorras son tan
pillas, que las zorras dicen que son muy pillas.
-;Chinico! ¿Te vienes que vamos a ir y nos vamos a comer los tomates que
tiene el tío Juan? Pero eso sí, mañana, como venga y no estés, te rompo la puerta.
Y el chinico @e y clavó to la puerta de puas. Y a otro día viene otra vez la zorra
y dice el chinico:
-No tengo ganas de comer tomates.
Y entonces la zorra no faltó tiempo, empezó con el culo así, venga a dar
porrazos, y al dar ahípos que se clavaba. Y la zorra no consiguió comerse al chino.

31. LOS TRES CERDITOS (San Cayetano)

Tres cerditos escarbando en un mular se encontraron una bolsica de dinero. Y


dice uno:
-¿En qué te vas a gastar el dinero?
-Pos yo me voy a hacer una casica de paja.
Y el otro se la iba a hacer de caña y el otro de piedra, la más fuertecica de
todas.
Claro, pos vino (la zorra), tras, tras, dice:
-2 Quién es?
-Soy vuestra madre que vengo a veros.
-;No, tú eres el lobo que vienes a comemos!
-;Mia que le tiro un peo a la puerta! - d e c í a el lobo. Le tiraba un peo y claro,
como la casa era de paja, pues se la rompía y se lo comía.
Bueno, pues va a la casa del otro y le hace idéntico:
-i Tras, tras!
-2 Quién es?
-Soy vuestra madre que vengo a veros.
-;Tú eres la zorra que vienes a comernos!
-¡Que no! ;Mia que le tiro un peo a la puerta!
Le tira otro peo y se la rompe. Como era de caña se la rompió también, y se lo
come también.
Pero luego fue a la casa de piedra, y llamó con Ea misnza. Pero le tiró un peo a
la puerta y claro, la casa no se rompió.
(En este punto falla la memoria de nuestra informante y entonces interviene otra
que señala lo siguiente).
La casica era de hierro. Entonces le dijo (el cerdito) que pasara por la chime-
nea. Entonces preparó un hierro y la zorra fue a nzeterse por la chimenea y puso el
culo primero pa bajar, y se lo metió por el culo. Y decía:
-;Ay, yo no voy a la casica de hierro que m'han quemao el ojete inoreizo!

32. LOS TRES CERDITOS Y EL LOBO (La Hortichuela)

Había tres cerditos, pero uno mayor dijo:


-Vamos a hacer una casa.
Entonces hicieron una casica de paja. Y entonces dice el grande:
-Voy a meterme a ver como está por dentro.
Se metía y cerraba la puerta, y se quedaba solo. Y los otros dos se quedaban
afuera, en la calle.
-;Pues vamos a hacer una pa nosotros!
Entonces se hicieron otra (y ocurrió lo mismo). Y el último gorrino que quedó,
se quedó el pequeñico, se puso a excavar en el estiercol y s 'encontró una bolsica de
oro. Entonces fue a un hombre que le hiciera una casica de hierro. El hombre le
hizo una casica de hierro.
-;Pero que lleve ruedas!
Porque le tenían miedo a un lobo. Entonces le hizo una casica de ruedas de
hierro, y ahí se metió el pequeño. Y aquella noche, al que la hizo primero (la choza
de paja) le tocó (en la puerta) y dice:
-Abre la puerta.
-No, que eres el lobo y me quieres comer:
Y entonces le dijo:
-Ya sabes que te doy un soplío y te tiro la casa.
-Pos tírate tres.
Y entonces le sopló y, claro, se comió al cerdo. Y f i e al otro y le hizo lo misino.
Pero el otro, el pequeño, le dijo al hombre que le hiciese unos pinchos en la
puerta. Y el lobo se puso a darle detrás y se clavó los clavos en el culo. Y entonces
el pequeño decía:
-;Arre, caballito, arre!
Y entonces arreó el lobo con la casa de hierro.
Los tres cerditos y e l lobo

33. LOS CUATRO CERDITOS Y LA ZORRA (San Cayetano)

Eran cuatro cerditos y uno se quedó sin cusicu, que era cojico. Entonces se
subió a un manzano y lu zorra fue al manzano:
-;Baja, baja, que re coma!
-;No!
Y entonces empezó u tirar manzanas y la dejó ciega a la zorra. Y entonces la
zorra, como no veía, se fue andando, tropezó y cayó en el río y se ahogó.
34. LOS SIETE CABRITILLOS Y EL LOBO (San Cayetano)

Era una cabra que tenía siete cabriticos y se fue a darles comida. Les dejó la
puerta cerrá y dice:
-Cerrar la puerta y no abrirle a nadie. Si no soy yo, no abrirle, porque puede
venir el lobo y los come.
Entonces se va y viene el lobo.
-Tras-tras.
-2 Quién es!
-Soy madre, abridme choticos, que soy vuestra madre.
-jNo, mi madre echa buena olor y tú echas peste! jTú eres el lobo!
Y se va y se compra un frasco de colonia y se echa, y viene corriendo:
-Tras-tras.
-2 Quién es?
-jSoy vuestra madre, abridme que soy vuestra madre!
-jNo, que mi madre es blanca y tú eres negro! jTú eres el lobo!
Se va al molino y se mete las patas en la harina y viene.
-¡No, que no te abrimos, que tú no eres mi madre, que tienes la voz ronca y mi
madre tiene la voz fina!
Hale, se va el lobo otra vez a la huevería, se toma media docena de huevos, los
casca y viene. Na, tantas cosas hizo que los choticos se creyeron que era la madre,
le abrieron la puerta y se los comió a tos. Y uno, el más pequeñico, se escondió en
la caja del reló. Y el lobo se fue a la orilla del río y se acostó allía dormir la camá
que se habia comío
Y cuando vino la madre, pos vio el desastre; y el chotico:
-jMamá, mira -le cuenta a su madre-, que estoy metío en la caja del reló!
Lo coge y le cuenta lo que ha pasao. Entonces seheron la madre y el choto a la orilla
del nó. Pos vieron al lobo, le abrieron la barriga, le sacaron los choticos, le llenaron la
bamga de piedra y lo tiraron al nó. Y colorín colorao, el cuento se ha terminao.

35. EL LOBO Y LOS SIETE CABRITILLOS (Las Armeras)

Esto era una cabra que tenía siete hijos y vivian en una casa. Y la cabra pues
tenía que salir al monte a comer pa hacer leche pa darle a sus hijos; y ella, cuando
salía, siempre decía:
-jCerrar bien la puerta y no le abrais a nadie!
Porque no se fiaba por el lobo.
-jSí mama, cerramos la puerta!
Y la cabra era blanca y les decía:
-Yo los enseñaré la pata por debajo de la puerta y cuando veais que es blanca
entonces.. .
Los cabritos estaban siempre pensando en eso. Hasta que un día viene el lobo y
dice:
-;Ta- tu!
-¿ Quién es?
-Soy tu mamá. Abre la puerta que soy tu mamá que vengo del bosque de pasta>:
Y dicen los choticos:
-;No, tú no eres mi mamá, que mi mamá tiene la voz muyfina y tú tienes la voz
muy ronca!
Entonces se va el lobo y se toma una pasá de huevos crudos, pa que se le
pusiera la voz fina, y viene otra vez:
-Toc-~OC.
-¿Quién es?
-;Abre, que soy tu mamá, que vengo del bosque de pastar!
-¿A ver? iEnséñanos la pata por debajo de la puerta!
Y le enseña la pata y era negra. Como ellos sabían que su madre era blanca,
dicen:
-;No! ;Tú eres el lobo, que mi madre tiene la pata blanca y tú tienes las patas
negras!
Entonces se va el lobo y se mete en una saca de harina y se pone todo enharinao.
Y llega otra vez:
-Toc-toc.
-2 Quién es?
-;Abre la puerta que soy tu madre, que vengo del bosque de pastar!
-¿A ver? ¡Enséñame la pata por debajo de la puerta!
Y le enseña la pata y efectivamente era blanca. Entonces los choticos le abrie-
ron y el lobo, claro, empezó a comérselos. Y solamente uno se salvó, que se metió
debajo del mortero y el lobo no lo vio, pero a los otros seis se los comió.
Entonces, cuando viene la madre sale el chotico de debajo del mortero y dice:
-;Mamá, que ha venío el lobo y se ha comío a mis hermanos!
Entonces la madre dice:
-Vamos en busca del lobo.
Se van el chotico y la madre y se van a la orilla del río. Y efectivamente, el lobo
estaba tendío debajo de un árbol, panza arriba, pos to satisfecho del banquete que
se había pegao. Y entonces la madre coge un cuchillo, le abre la barriga, le saca los
choticos, coge un montón de piedras, se las mete al lobo en la barriga, le cose la
barriga y ella se va con sus siete choticos. Entonces se despierta el lobo, dice:
-; Uuuy, que sé tengo! ;Parece que he comido piedras!
Y entonces se levanta y se va a la orilla del río a beber agua. Y cuando estaba
bebiendo agua, toas las piedras se fueron p álante y entonces el lobo cayó al río y
se ahogó. Y los choticos y la madre se salvaron. Y colorín, colorado, se ha termina-
do.
Los s i e t e cabritillas y e l lobo
36. POR QUÉ EL MOCHUELO DICE ;MIU-UH! (La Hortichuela)

Pues esto era urza sefiora que estaba lavando en una pila. Y entonces se atenlo-
ri:crba uno de oir el nlochuelo porque si te sale el rnochuelo en la rnano derecha
dicen que es .suerte J si te sale en la nlano izquierclri que de.sgracia; y entonces,
<.u~rndo un rttochuelo .scrlícr J se \lenía a la puerta de la casa y que se te quería tnetel;
decías tu: «;Ay señor; que iiene por uno!))
Pero entonces. corrio había en la calle pilas de lavar de tosca" había palas, el
~nochuelosie~npreestlrba por allí: «jMiu, ~ n i um , i ! ) > .Y una nzujer pos estaba asíen
la pila lct\~nndoy e.stcrhcr carzsá ya de oirlo y se levantó la falda así, p 'arriba, y dice
ella, así ~tiuyrribioscr:
-;Y este es tuyo!
Dice el mochuelo:
-;Uuuuh!
Y entonces el mochuelo por eso dice ;uuuh!

37. EL MOCHUELO Y LA MUJER (Santa Rosalía-Roldán)

Esto eran dos .sefioru.s qu 'estaban la~landoen una pila distinta (porque entonces
no había lavadoras). pero cerca. Y estabtr el mochuelo:
-;Mio, mio!
Y claro, se cabrea urzcr d'ellas y:
-;Chocho, jijate el desjrc~ciaoeste que rzo nos entendelizos! -porque con sus
chillidos les impedía mantener su conversación-.
Y se reI?langa, clice:
-;Y esto es t u ~ 3o
-;Uuuh! -dijo el mochuelo-.

38. EL CUERVO DEFRAUDADO (Las Armeras)

Estofile uno que iba subío en un burro:


-;Arre burro. que te voy a ~~zatc~r!
Y venga:
-;Arre burro, yue te voy a nzatar!
Y iba un cuenlo i?olatzciopor encirna del honlbre que llevaba el burro. Y venga:
-;Arre burro, yue te \lo?. a nzatar!
Y el cuervo, que lo que esttrba deseando era que nlatc~raal burro pa irse u
comérselo, ya harto de i~oltrrpor erzci~nade ellos, dice:
-;De boquillcr, amigo, de boquilla!

8 Piedra cal17a
B. CUENTOS DE ENCANTAMIENTO Y
LO SOBRENATURAL

39. PEDRO CATORCE (Roldán)

Decían que existía uno que le decían Pedro Catorce. Le decían Pedro Catorce
porque al almorzar se comía catorce panes, comiendo catorce panes y en cenar
catorce panes. Y claro, y eso no lo podía llevar nadie de aquí.
Y entonces pues se lo entregaron al rey, y el rey se hizo cargo de aquel hombre,
claro, un fenómeno. Y entonces pos va viendo el enorme gasto que suponía aquello,
pos dice:
-¡Este se va a comer aquí a Pavía! Nos vamos a deshacer de él.
Y lo mandaron a un monte que había que decían que había una serpiente que to
el que llegaba allípos se lo comía. Y le dijo el rey:
-Oye, Pedro, tienes que ir al monte y traerte leña p'aqui, pa palacio -pa ver
si la sirpiente lo devoraba-.
Pos llega allí con una carreta y dos vacas y dejó la carreta a la sombra d'un
pino; y él cogía los pinos, se lo echaba bajo el brazo pa llevarlos a la carreta. Y
cuando llegó allí la sirpiente se había tragao una vaca.
-iAh, coño, pos estás aquí!
Y entonces creo que un pino de los más gordos lo cogió, lo peló y hizo un
pollinoY. Entonces enganchó la sirpiente en la carreta y se fue a palacio con ella. Y
cuando el rey estaba mirando con los gemelos vio venir una porsaguera y dice:
-;Uy, Pedro que viene con la sirpiente p 'acá!
Entrcí allí a palacio y dice el rey:
-¡Ay, Pedro! ;Deja la sirpiente! ¡Déjala que los va a matar aquí a tos!
Entonces Pedro s 'enganchó a la sirpiente, le pegó un par de pollinazos con el
pino aquel y salió otra vez a sus tareas.

9 Estaca de madera.
Total que pos no pasó ~za.Pero sí tlijerorl de rneterlo en un sitio pa ~ncrtarlo.Y lo
nletierorz en un pozo que tenía sesenta o setenttr nietros de ho~zcluray crllí arrir~labarl
pieciras con las carretas, iliu gordcrs, con barro, ~icencandol"al p o ~ o .Y dijeron:
-Pedro, te tienes que meter a obrar el pozo este.
Pedro se nletió con las piedras aquellcrs gr(rnt1e.s. Se lns cl<jnbcrn cner pcr
ritaturlo, pero Pedro le echaba r~zaizoy las ponía en el sitio. Y dice uno:
-Estaró muerto ya, con las piedras que han caíclo.
Y responde Pedro, dice:
-;Oye, tirar alguna piedra gorda que con ripios" aquí no sr prrecir ohrcrr!
-;Madre niía, allora iieiie con escrs coscrs! -Pos dicen- Bueno, ycr te puecles
scrlir que aquí no quedan nlcís piedrcrs ya.
Se salió Pedro y entonces, pues rzcr, ilierido que crquello no podía seguir así el rey
lo echó, que se buscara la vida.
Claro, Pedro salió canzinando y llegcr cr un sitio .! i!e que esttrbtr uno lobrrrndo
con lcrs ilacas, y le ice:
-Amigo. este cami~zopa donde ila.
Y aquel que estaba labrando con las ilacas cogícr crsí, cie la e.steila" del arado, y
hacía con las vacas en el aire:
-Pos este carnino va pa tal sitio, y crcli.rel pa tcr1 sitio, estr otro pc~tal .sitio.
-;Coño, tanibién tie fuerza este! -pensó Pedro. Dice- ;Qué le ckrn aquí en
las i)crca.s?
-Pues rne dan una pesercr de jornal tos los tiíus.
-Pues si te vienes conmigo, te doy una cincuenta.
Entonces hizo así con las vacas, las tiró y se fue con él. Totcrl clnr llegcrri ri otro
sitio, a urz pueblo, que había otro que estaba en u11pico de sierra n~rrr~teriieizdo con
el hornbro el pico porque si IZO se iierlía mataba n to el pueblo.
-;Coño, tan1biéri este e.s fuerte! -Y dice- Que' garzas aquí?
-Pos aquí rlte dan una c.incuerzttr.
-Pos si te vienes con nosotros te da~llosdos pesetas.
Y entonces salieron los tres potentes, salieron y fiteron cr un pueblo. Y en el
pueblo aquel no te~zía~i ande hospedarlos. Y entonces les dijeron que había una ccrscr
crllí que ijenía el denzonio tos los santos dícrs cr las doce. Y dice Pedro:
-Pos eiz esa casa 110spodenlos meter:
Y entonces Pedro fue allí, a las fraguas que había de Ilierro y dice:
-A i2ersi me lzaceis urlcr porrica que pese cien quinta1r.s". iltnno.s. prr llrijcrrlo
pa jugar con ella.

10 Acencar e\ forrar de piedra las paredes de un poro.


1 1 Piedra\ sin deba\iar.
I? Madero curvo que eri los carruajes antiguos sostcnia en bus cxtrciilos la\ \ara\ y \c apoyaba por-
el ineclio sobre la tijera.
13 Un quintal pesa cien libras. E11 Castilla esto eqiiivalz api-cisiiiiadaiiiente a 36 kcg.
Total que juntaron to el hierro y salió una porrica de cuarenta o cincuenta
quintales, no era mu grande.
Se instalaron por fin en aquella casa y empezaron a planificar cómo se iban a
repartir las tareas. Acordaron que uno se quedaría vigilando la vivienda mientras los
otros se iban en busca de comida y en busca de cosas.
-Pos bueno, ¿quién se va a quedar hoy?
-Pos hoy que se quede el gañán (el gañán era el de las vacas).
Pos se queda haciendo la comida y a las doce en punto el demonio en la
chimenea, y le dice:
-¡Gañán, me das lumbre pa encender la pipa o bajo y te pego una paliza que
te mato!
-¡Hombre, pos baja!
Claro, el demonio, pos ya ves, le pegó una paliza, lo ensangrentó todo. Y
cuando vinieron los otros pos dijo:
-Na, que ha estao el demonio aquí, a las doce, y me ha pasao esto.
Total, al día siguiente se quedó el Mantenesierras. La misma operación; le pega
una paliza que lo arregla
Y al tercer día pos ya se quedó Pedro. Estaba haciendo de comer y dice el
demonio:
-i Pedro!
-¡Qué!
-¡Me das lumbre pa la pipa o bajo y te pego una paliza que te mato!
-jBueno, baja!

Empezaron a pelearse y con la porra a meterle viajes. Lo lisió to, le pegó un


bocao en la oreja, le saltó la oreja al demonio, se la echó al bolsillo y lo clavó con
cuatro puas en la paré (porque el demonio se achicaba, se hacía grande...). Y
cuando vinieron los otros dos dicen:
-¡Qué!
-¡Ahí lo tengo clavao!
Oye, fueron y se había ido ya. Y entonces buscaron los rastros, se dedicaron a
buscar huellas; yjüeron a un pozo y en el pozo se perdió la pista. Y entonces dice
Pedro:
-¡Pos vamos en busca d'él.
Fueron a traerse cuerda pa meterse en el pozo. Y acordaron llevar una campa-
nilla y cuando se vieran en dificultades tocaban y claro, lo sacaban p'arriba.
Y se metió uno, el Gañán. Pero encontró mucha agua y claro, se ahogaba.
-iTirad p 'arriba!
Luego se metió el Mantenesierras y pasó el agua, pero llegó a un sitio en que
hacía un frío bárbaro y no pudo pasal: Y entonces lo sacaron. Dice Pedro:
-P'abajo voy yo! -Entonces fue Pedro, se metió, dice- Yo, cuanto más toque
la campanilla vosotros más p 'bajo.
Y venga a tocar, venga a tocal: Ya faltaba unos veinte metros pa llegar al fondo,
al otro mundo, y dice:
-¡NO hay más cuerda!
-Pos de aquí me tiro yo - d i c e Pedro-.
Y se tiró. Y entonces, paseando por allí vio a una que estaba encantá por el
demonio y le dijo, dice:
-2 Qué haces aquí?
-;Ay - d i c e la muchacha-, no entres aquí que viene el demonio a las once
convertío en un león y te come!
-;Coño, eso es lo que esperaba yo!
Total que empezó a pelear con él, lo rendió y a aquella la enganchó, fue a por
más cuerda, la enganchó en la cuerda y la sacaron.
Y se fue más p'alante y vio a otra que estaba también endemonia, dice:
-¡Vete de aquí que pronto llega el demonio convertío en un tigre y te mata!
;Corre y vete que yo estoy aquí endemoniá por él!
Total, vino otra vez el demonio en forma de tigre, también peleó con él, lo rindió
y a ella la enganchó en la cuerda y la sacaron.
Y entonces, cuando estaban aquellas dos alli arriba ya pues los otros, el
Mantenesierrras y el Gañán, tiraron la cuerda, lo dejaron allíabajo y se fueron con
las otras dos a celebrar sus bodas pa casarse. Y Pedro entonces, pues al verse allí
desesperao, metió mano en los bolsillos, sacó la oreja y le pegó un bocao.
-;Uuuuh! Por tu culpa estoy aquí
Siente una voz que dice:
-2 Qué quieres, Pedro?
-¡Quiero desaparecer, encontrarme en la tierra ahora mismo!
Y de pronto se encontró alli Y ahora le pegó otro bocao en la oreja, dice:
-;Qué quieres!
-;El mejor caballo que exista aquí!
Y entonces se armó una polsaguera y vio un caballo venir; se montó y arreó pa
la iglesia. Y estaban allí celebrando las bodas cuando ellas vieron a Pedro, se
dejaron a los otros y se fueron con él.
Pedro ya, claro, no veían forma de matarlo. Entonces fue cuando le pusieron un
hombre de pez grande, pa matarlo. Él fue a pelearse con él y le pegó un puñetazo
y se quedó pegao, y luego le pegó otro puñetazo y se quedó pegao. Y llega y dice:
-iAh, sí?
Se metió un panzazo v se quedó pegao. Y allí murió Pedro.

40. PERCTL ESCAPA DE UN POZO (Dolores de Pacheco)

Perul era un hombre muy fuerte, comía como siete u ocho y trabajaba como
siete o ocho. Y entonces, en vista de que aquello era un monstruo, pensaron en
matarlo. Y entonces se estudiaron de decirle:
-Métete al pozo que vainos a darle agua.
Y lo inetieron abajo al pozo y, con bueyes, habían truí~lounas piedras enormes,
y empezaron cr tirarle piedras. Y corno era tan jilerte pues lle,qó abajo al poco y
cuando veía venir una piedra de aquellas pos venía, la cogía y lcr ponía debcíjo de
sus pies y se subía enciina la piedra. Y con las inisnlas otra J. otra.
-Pues nliora sí lo humos muerto -porque le habían hecho dos o tres nicrizio-
bras antes. para eliminarlo, y no habían podío con él. Dice- ;Perul, ahora sí estás
muerto!, j eh .7 -así, como de guasa-.
Dice Perul:
-;Echadme tres que nie faltan pa salirme por la boca del poco!

41. «COMPONTE BURRICO» (Balsicas)

Esto era un padre que tenía tres hijos. A uno le dio de herencia una finca, al otro
le dio dinero y al rnhs pequeño le dio un burro. Dice:
-Padre, jcómo me das un burro a mí y a ntis herinanos les das más .')
-Porque el burro está encarztao y tú vas a prosperac
Y salió el muchacho a recorrer mundo. Y sigue andando, anclando, llega cr la
casa de uno de sus hermanos, dice:
-Hermano, jme das posada?
-No, tú sigue con tu burrico adelante que lo que ine ha duo el padre ya es inío.
Sigue p'alante. Tú sigue con tu burro.
Y na, le hizo caso y siguió p'alante. Y entonces llegó a uncr posada y pidió
alojamiento; pero el posadero le pidió el dinero por adelantado. Dice:
-No tengo. Déjeme usté por caridá dormir una noche que nzuñana se lo pago.
Entonces el posadero, que era un buen hombre, pos lo dejó pasar. Entonces le
dijo el muchacho:
-i Me pone usté de cenar?
-No, porque no llevas dinero.
Y entonces él, cuando se quedó solo coi1 el burro le dijo:
-Burro, coinponte y ponme una mesa llena de inanjares.
Y le puso una mesa llena de manjares. Entonces ya el posadero vio lo que habírc
hecho; le dijo como que estaba loco, una cosa así, y entonces él se cogió a su burro
y siguió para alante. Al llegar a otra posada pos tiene la inisma operacióil, y
entonces le dice:
-Burrico, burrico, coinponte y caga duricos.
Y cagó el dinero. Y el posadero, que lo había espiado, le canzbió el burro. Volvió
el muchacho a solicitar al animal:
-Burrico, coinponte y cágame duricos.
Y vio que no lo hacía. El posadero, al cainbiarle el burro, el burro lo habííi
encerrao en la habitación de matrimonio y él volvió a recuperarlo y lo sustituyó
por un animal corriente y se puso a observar por la rejilla y ve al posadero que le
dice:
-Burrico, burrico, componte y caga duricos.
Dice el muchacho al otro lado de la puerta:
-El burro, ni se ha compuesto, ni se compondrá,
porque lo único que te va a hacer
es que la alfombra te cagará.
Y entonces pos cogió su burro y siguió p'alante. Y el rey había prometío de
casar a su hija con el más rico que llegara a pedir su mano. Entonces este sigue
caminando y S 'encuentra con el otro hermano, dice:
-Hermano, j me das posada ?
-No, porque vienes muy andrajoso y tengo una mujer muy rica y una casa
como un palacio. Tú no puedes entrar aquí.
-Bueno. Pero yo me he de casar con la hija del rey.
-Ja, ja. Con la hija del rey te vas a casal:
-sí, s i
Entonces salió andando hasta que llegó a la puerta de palacio y le preguntó un
paje de los que había allí:
-2 Qué quiere usté?
-Ver al rey.
-2 Usté, andrajoso, ver al rey?
-jQuiero ver al rey!
Y entonces salió el rey y le dijo:
-2 Qué es 10 que quiere?
-Casarme con su hija.
-2 Cómo te vas a casar con mi hija si yo lo que quiero es mucho dinero y tú no
traes nada?
-Yo sí, traigo mi burro.
-Qué, tu burro.
-Bueno -y entonces dice-: Componte, burrico y caga realicos.
Y sigue echando realicos. Y ya que había terminao empezaron a discutir que él
(jel rey?) tenía que eliminar al que iba con el burro, porque no se podía casar su
hija con alguien de tan baja condición. Entonces fue cuando le dijo el muchacho al
burro no se qué palabra que el burro se compuso y se volvió un príncipe que se
casó con la hija del rey. Y él, (el muchacho) se quedó de consejero principal de la
pareja.

42. LA FLOR DEL LILOLÁ (Roldán)

Pues era en un palacio; vivía el rey y la reina con tres hijos, dos mayores ya y
uno mediano. En esto que la reina se puso enferma, muy enferma, muy enferma, y
trajeron médicos de todos los puntos del mundo. y ninguno daba con la enferme&
de la reina. Y entonces, un día, el hijo nzenor, que oscilaba entre los ctrtorce,
quince años, estaba por allí paseándose por la puerta del palacio y vio a una
mujer muy inayoc nzuy mayor; y el chiquillo estaba llorando y la mujer Ir
preguntó:
-Hijo, ¿por qué lloras?
-;Ay, que tengo rni nlanla que se está muriendo y el rnédico le ha nzandao una
jlor de no se qué!
-Sí, la jlor del Lilolá.
-Sí señora, esa.
-Pues niira. Tú tienes que ir a unos lnontes rizuv lejos, n ~ u ylejos, muy lejos,
en encabalgadura. Tardarás varios días v. ya currndo llegues, la piedra 17zd.s
gorda que veas levríntnla que ahí esrrí.
Y el chiquillo vino, se lo dijo a su padre, el padre reunió a los dos herrt1ano.s
mayores y les dijo lo que había. Entonces dicen:
-Notia, pues vánzonos los tres, cada ~ l n opor un canlino, hasta ciar con Itr
piedra.
Pero los dos rizayores eran dos pillos y el otro nierior pues ertr, por su edad,
rncí.\ inocente. Se vcrn los tres. Y a los dos nzayores el padre les dio una bolsa con
dinero, con oro; los niayores se fueron por ahí de juerga.
Y pasao el tiempo, y venga tienlpo Y venga tienzpo y los hijos no venían, y la
reina cada día peor, cada día peor.
Total que el chiquillo encontró Irrtlor del Lilolá. Y entonces, pensando que .su.s
hernianos eran unos pillo.,, se la'scondió en el ccrlcetín; cogió su caballo, puni,
puni, purn, nzonte abajo para palacio. Claro, corno Ilc. dicho antes. varios tlía.s de
cabalgadura. Antes de llegar a palacio había un río y al cruce de ese río se
encontró con los hermanos. Dice:
-;De dónde vienes? -al hernirrno pequeño-.
-Po.s nzira, ha encontrao la flor -dijo uno de ellos-.
-No, no la'ncontrao -negó el muchacho-.
-Sí /'as encontrao porque tú vienes muy contento.
Lo cogieron, lo nzataron Y le sacaron la flor del Lilolá del calcetín. ,Y quk
hicieron? El cuerpo muerto, lo echaron a la orilla del río, que había nzuchas
cañas y nzuchos yerbajos; allí lo echaron.
Pues nada, llegan los dos mayores, la reina se ton16 la flor del Lilola, lo
que tui'ieron que hacerle, y se puso buena. Pero su preocupación crecía cada
día:
-jY este hijo que no viene! j E ~ t ehijo que 110 viene!
Pasa un año, pasa otro año y pasa otro afio y e1 hijo que no venía. Y a la
vuelta de muchos años llegó un pastorcillo al cctñaveral, al río r7 darle agua al
ganao. Y entonces vio los huesos allí v cogió un hueso (bien del brazo o de la
pierna, un hueso), y empezó a tallarlo, a tallarlo, y hizo una flauta. Y cuando le
silbó a la flauta esta le decía:
-Pita, pita, pastorcillo
y no me dejes de pitar
Me mataron mis hermanos
por la flor del Lilolá.
Y el pastorcillo se quedó sorprendido, dice:
- j Uy, esto qué es! Lo voy a repetir:
Y otra vez la misma canción. Se va el pastorcillo con su flauta, pasa por delante
de palacio y uno de los pajes oye aquello y entonces sube y se lo dice al rey, dice:
-Mire usté que va por allí un pastorcillo con una flauta que dice esto.
-i Cómo ?
-si.
-j Traedme al pastorcillo!
Le traen a1 pastorcillo, el pastorcillo se la dejó (la flauta) al padre y decía:
-Padre mío, pita, pita
y no me dejes de pitar
Me mataron mis hermanos
por la flor del Lilolá.
Pidió la flauta la reina y se escuchó entonces:
-Madre mía, pita, pita,
no me dejes de pitar:..
En fin. Por fin llamaron a los hermanos. Los hermanos cogen la flauta y
también pitaron y claro:
-Hermano mío pita, pita,
y no me dejes de pitar:
Tú y mi hermano me matasteis
por la flor del Lilolá.
Y ahí se descubrió to. Y entonces ya el rey desheredó a los mayores, los echó del
palacio, y toda la herencia y todo lo que tenían pos fue para el menor:

43. LA BRUJA Y SU CAUTIVA (Las Armeras)

Estos eran unos vecinos que se llevaban muy mal, y una de las vecinas era una
bruja. Y un vecino entraba a la casa de la bruja por la alera a coger lechugas de
las que tenía sembradas en el patio.
Y entonces un día, la bruja, por vengarse de él le robó a la hija y la encerró en
un castillo, muy arto.
Y entonces un día la chica estaba cantando y pasó por allí un príncipe y la o d
cantar, y entonces dijo:
-Por favor, quien canta ahí.
-Soy yo, que estoy cautiva.
-Asómate que te vea.
Y se asomó por una ventana y al verla se enamoró. Pero la ventana estaba
altísima. Y entonces le dijo el príncipe:
-Por favor; jtú te vendrías conmigo?
-Yo sí, claro que me iría contigo.
-Por favor; echa tu pelo -el pelo lo llevaba larguísimo- que pueda yo trepar
por el pelo.
Y entonces le echó el pelo por la ventana y el príncipe trepó por el pelo hasta
que llegó arriba y la rescató y se la llevó a su casa y se casó con ella.

44. «PIO, PIO, EL HIJO DEL REY QUE ME DÉ LO QUE ES MIO» (Las
Armeras)

Esto es una vez que había un pollito escarbando en un mular y se encontró una
bolsa llena de monedas de oro. Y pasó por allí el hijo del rey y le dijo:
-Pollo, jme quieres dar esa bolsa?
Dice el pollo, dice:
-Pos tómala.
Y le dio la bolsa llena de monedas de oro. Y así que se fue pues él pensó que pa
qué había hecho eso:
-;Ay, que se ha llevao mi bolsa, que s'a llevao mi bolsa! iVoy ahora mismo a
que me la dé!
Y se fue a la casa del rey. Y cuando iba por el camino dice:
-Yo tengo que llevarme algo pa defenderme.
Y pasó por al lao de una zorra, y le dice:
-Zorra, te vienes conmigo?
-Noo, que hace mucho frío.
-Pos métete en e1 culito mío.
Y luego, andando, andando, andando, iba por el camino:
-Pío, pío, el hijo del rey que me dé lo que es mío.
Y se encontró entonces con el mar; y dice:
-Mar; j te vienes conmigo?
-No, que hace mucho frío.
-Pos métete en el culico mío.
Y otra vez siguió:
-Pío, pío, el hijo del rey que me dé lo que es mío.
Y entonces se encontró con una lechuza. Dice:
-Lechuza, ;te vienes conmigo?
-No, que hace mucho frío.
-Pos métete en el culico mío.
Y se nzetió cr los tres y se .fue él al /,crlrcio del rey Y se po1ze e12 lcr piierttr del
palacio:
-Pío, pío, el hijo del rey que irle dé lo tlue es nrío. Pío, pío, el 1i1jo del rey tliul
nze dé lo clue es inío.
Y el rey clecía:
-Hrjo, ,yero que' le clebes ti; cr ese pollo?
-Puclre, yo Iza.
Y él se,giííci:
-Pío, pío, el hijo del rey clue rize clé lo que es 11iío. Pío. pío, el hijo ciel rey que
r~retlr' lo que es nzío.
-Pero hijo -insistía el rey-, ,:tú q i ~ k10 t1el1e.sLI ese 110110.''
-Padre, yo Iza.
-Pos i1ertí.s lo que ilcrnzos a hacer: VLii11osri (.ogrrlo ~ t ~ ~ t etJ1i r l el
o corrcrl con
totrs ltrs gn1liircr.s. Ya se lo co~nercínt i picottr:o.s y ycr sr terrrlirltr to.
Y eiztorzces lo rlretieron crllí. Pero claro, c.ucrndo e.sttrbu allí tlrntro dice:
-Zorrci, sal y cómete tons las gcrlliricis.
Scrlió Iri zorru, se coriiió tocr.s 1cr.v gnl1iirrr.s y el pollo otrvr ile;:
-Pío. pío, el hijo tlel rey que lile clt; lo que es rllío.
Y erltorzces el rey otra ilec dijo (11 hijo:
-Pero hijo, (;tú tlut; le debes?
-Prrdre, !,o ncr.
-;Al?, pues esto qué ivr a ser! Mirct. iJnn~os ri rtreterlo e11 irritr occr llerrtr tlo
riceite y allíse ilci LI ~111ogc1t;y se 11rr terl~~ii?tio.
Lo nreteri e11 lu or:a de aceite y dice el pollo. dice:
-Leclzu;cr, sctl bébete to rl ciceite.
Y entorlces salió la lec,hu:cr, sr hebió rl trc.eite y 01 pollo otrci ije: srrlió coi1 .sir
crtntiizelc~:
-Pío, pío, el hijo del re!. que 1nt. t l i lo cprr rs riiío.
Y eiitorzcaestlicr el rey:
-Pos rizirn, Izijo. vanlo.s cr lzcrcer Llrztr (,osti: 1~u111o.s LI rrreterlo tlll C I Izorrio ~ ~ I I Y I
trstrrlo.
Y cuarzclo lo riletierorz en el Izorrzo, pues 61 estaba rlerltro del horlio, dice:
-Mar; scrl crpcrga to el ,filego.
Y erztonces salió el uguct y apagó to el fuego. Y ntru ve; .se yuetli rl pollo:
-Pío, pío, el hijo del rey que lile dt; lo q i ~ ees mío.
Elztorzces el rey le dijo cil hijo:
-Mira, (lale la bolsa que es suycr.
Y colorílz, colorciclo, el cuento se hn tentziizcrdo.
Camándula

45. CAMÁNDULA'~(Roldán)

Luzbel es el demonio viejo que hay en el cielo, y estaba en la puerta del horno
y no tenía almas pa quemar; estaba desesperao. Y entonces dice la historia que
zurrió un enorme cascabel gire llevaba en el cuerno izquierdo y acudieron tos los
demonios. Entre pequeños y grandes dice que cicudieron unos trescientos demonios.
Y dice Luzbel:

14 Hipócrita, embustero. En Santa Rosalía y en Torre Pacheco algunos de nuestros informantes


revelan que su uso era frecuente para designar al individuo holgazán y desocupado.
-Uno de los más listos tenéis que bajarme a la tierra a eizdemoniarme almas
pa que yo queme.
Y entonces saltaron tos:
-;Yo soy el más listo!
Y dijo Luzbel:
-;Callarse, que aunque tos os creéis listos sois todos unos marmolillos! ;Que
vaya Camándula, que es uno de los más traviesos!
Camándula en dos zancas se puso en la Tierra, y vino a caer a Hungría. Y
entonces pos pa operar mejor, pa que izo lo conocieran, cuando llegó a la tierra
tomó la aparencia de un hombre y pensó casarse. Y se casó con una húngara,
;madre mía! Tenía una suegra que era capa,- de armarle en cualquier sitio una
pelea al yerno. Y siempre estaban de peleas con el yerno.
Y un día el yerno dice:
-Pos na, yo, vamos, toque por toque.
Y le tiró con el guardarropas a la suegra. Y la suegra cogió un guchillo y fue
detrás d'él pa matarla. Y le huyó a la suegra, le tenía miedo a la suegra; porque
la suegra es más mala qu 'el demonio. Y salió corriendo delante de la suegra y
derecho a una sierra, derecho a unos montes en los que había unos pastores, y les
dijo:
-Pastores, si me salvais de mi suegra los prometo haceros ricos.
Los pastores lo cogieron, lo metieron a una cueva y al poco tiempo llegó la
suegra, guchillo en mano detrás d'él y dice:
-2 Hais visto un hombre correr por aquí?
-Sí. Por aquí corría un hombre a traviesa, derecho a los cabezos.
-;Aquel es! -dijo la terrible mujer-.
Y se fue en busca d 'él. Pos na, cuando desapareció les dijo:
-He prometío poneros ricos y los voy a poner -cosa que hay qu 'extrañar en
el demonio, que cumpla lo que diga-. Ya sabéis que cuando sintáis decir una
burrica qu 'está endemoniá, soy yo el qu 'estoy dentro d'ella pa endemoniarla. Los
ponéis a la oreja, vosotros habláis: «Oye, Canzándula, jestás aquí?)),«Sí»,.Veste)>.
Y yo me saldré del cuerpo de la endemoniá y m'iré. Pedid to el oro que queráis
por curarla que solamente tres veces os permitiré este juego. Con tres veces tenéis
bastante.
Pos na, se metió en el cuerpo de una burra y corrió la voz de que estaba
endemoniá. Entonces los pastores se presentaron y primero ajustaron con el
dueño la cantidá de oro que tenían que darle y luego, acercándose a la oreja del
animal, dijeron:
-Camándula, j estás ahí?
-Si.
-Pos na. veste.
En fin, se desendemonió. Y luego sucesivamente se metió en otra; la misma
operación. En fin, a la que hizo tres.
Pero a la que hizo cuatro se metió en la hija del rey. Y el rey s'enteró de que
los pastores eran los que quitaban eso y les dijo:
-Si le sacas a mi hija el demonio, si la pones buena, te doy no se cuantísimo
oro. Pero si no te mando a degollar.
Los pobres inocentes, como sabían que había cumplío el demonio las tres
veces que les dijo, pos no iba a estar siempre yéndose, estaban desesperados. Y
entonces uno se puso a la oreja de la endemoniá, de la hija del rey:
-Camándula, j estás aqui?
-Sí.
-Pos mira el pasaje en que los vemos, que si no te vas nos mandan a
degollar.
Dice el demonio:
-Yo los he curnplío tres veces lo que los dije. Yo no voy a estar siempre
yéndome, así que si los mandan a degollar pos que los deguellen.
jFíjate! Y entonces ellos inventaron una argucia y dijeron que en un salón que
había cerca de la habitación de la endemoniá que pusieran cien tambores con
cien tíos, y cuando ella diera una seña que tocaran los cien a la vez pa hacer un
ruido muy grande. Y entonces pos eso hicieron. Y cuando hizo una seña, tocaron
los cien tambores a la vez; y entonces el demonio dijo a los pastores:
-Amigos pastores, jqué es ese ruido tan grande?
-Tu suegra que acaba de llegar.
-Pos entonces no los espero.
Salió tirando y ya no lo hemos visto más por aqui Si no es por la suegra
estábamos toavía con el demonio aqui metío.

46. «MARIQUITICA, DAME MI SAURICAN (Torre Pacheco)

Era una niña muy deseosa, muy caprichosa, y quería comer aquel día asadu-
ra. Y fueron a las carnicerías; no tenían asadura. Y ella empeñá en que quería
asadura. Entonces fueron al cementerio y sacaron a un muerto reciente, le quita-
ron la asadura y se la hicieron a la niña, al cocido.
Entonces, estaba acostada con su madre cuando tocan y llaman a la puerta,
aquella noche:
-Pues, jquién es?
-Soy yo. Mariquitica, dame mi saurica.
-;Ay, rnamaita mía, mía, qué será!
-Capa, vidita mía, que ya se va.
-;No me voy, que al lao de la puerta estoy!
; A \ . . riirrrlitrittr rllítr, riiín, c/u&sercí!
-Ccr~.rr, iliclitcr niín, elue ycr sr \lel.

; N o rlie i ~ yque , ciehqjo tic Icr ccrnla estoy!


-;A\; i~inr?lcritcrr1ríc1, qué sercí!
( A s í Itr c*o.saseguícr y ycr ~iosotros,aunque esterha mi abuela, nosotros pcrsi?lcro.s
Hcr.strr clrrc ycr ...)
i~iilo,~.
-;Mnnlnita rilícr, ~ L I &.serCí!
-Ccryrr. i'iditn n1íc1. cprr ytr se 1 ~ 1 .
( Y ci(er11~10 rzo.sotl-0.7 e~teí1~a1~lo.s ya coi1 10.7 ojos de.sorbitaos, decía mi abuelcr:
.c;Qiie te (-ojo!)).;Mircr, r1o.s />egcrhcruri .susto...!)

47. EL OLIVAR DE LA CABRA (Roldán)

Verlírr uno elt. Bol.si(~tr.s.que ento~zc.e.sse i~enícraridanclo, y cucrndo ibcr por el


Oliilrtr- de Icr Ccrhrcr, clrre c>rcrel clíu [le Tos Snrztos, pues erztor1ce.s ,fue cuaildo se
e~lc.orrtrti( ( 1 1 <'lloti(-olxrlar~tlo tal, 61,$re se lo trc~jo.Pos nc1, se lo echó trsí trl
c.irello J .vrrlió; \ . ~~~rrrlltlo.sc clio e.uentrr t.1 c.lzoto Ileilcrhcr lcrs putas arrcrstrcrrzdo, Ic
Iitrbícrrl c,ru(,íolrrs 17crtcr.s tres o c,ucrtro 1lletro.s. Y el choto le dice:
-,;A tll(e I Z O tieiics los clierltes nlcís 1errgo.s que y07
Y tlriró cr.si 17'trtrcí.s y ilio el clloto. y el clloto llei~crl~a urlos dientes crsí tle
1trrgo.s.

48. EI, VISITANTE DEI, CEMENTERIO (Dolores de Pacheco)

Corztcrlicr mi pcrtlru do1 ceinerlterio, del ciícr tie Tos los Se~lztosclue tanto respeto
tle.sl>ertcihtr,q~relluho lríz i~crlienteque dijo que ihu crl cenzerzterio precisamente esa
noche. Y Ir diceti:
-Birerlo, pues .si vas crl c.en1enrerio l,ue.s te darizos equis pesetas.
Y sr trrrtrr1c.ó. Y ei1toric.r.s dijerorl:
-Buello, pn qlro los otro.^ .sel>nlllo.sque tii llns ido al cenleiztel-io te ilas cr lleiwr
1117 ~iicrt-tilloy r(i1tr / I I ~ I Ij.I J C I SII C I I I L J ~111
I ~ ~ U I erl
I lcr ptrrecl del c,eiilerzterio y te ijirnes,
1losotl-0,s ilcrrlio.s tlc.sp~.cé.scon irlzn linterria o a otro día y venlos si es ilerdd.
Y cltrro. c,oriio Ileilcrhn la riicrntcr j*ibcr con Lrrzos nervios c/ue tcrl, pilló con Icr
pucr la muntcr. Y coi? /(/.S iili.sri~cr.s 170s se dio CI correx Y al tiarse n correr, pos clcrro,
se cluedcr Icr r?lcrtztu e~i,qrrncI~d. Y vino coi? L ~ I I ~ u s t o .
-;Mcrclre rnícr, 111 irrl yuitcro Itr ilitrntcr!
Y citcrrlclo ,fircr-ol?crllí .S'encor~trcrr-o11 lcr illnllta cln\~Cí allí por la pua.
49. EL VISITANTE DEL CEMENTERIO (Roldán)

Antiguamente se respetaban los cementerios aquímuncho, y en tos sitios, pero


aquíse respetaba muncho. Y entonces la gente de aquí iba a enterrarla a Pacheco
pero claro, se juntó el personal y ya hicieron un cimenterio nuevo, que es el que
existe aquí.
Y cuando hicieron solamente la cerca del cimenterio pues estaban allí en una
taberna que había que se ajuntaban los mozos y se bebían el perro gordo del
vino, los torraos y tal, en aquella fechas, y dice uno:
-i Los apostáis un cuarterón de vino que voy al cimenterio y por toa la paré
doy la vuelta a to alrededor de noche?
-;Apostao va!
Y entonces apostaron y él fue, valiente, y se subió a la pareta del cimenterio y
fue a dar la vuelta por to el lao. Y hacía una luna mu buena y claro, él, por el
temor aquel todavía de que era cimenterio, pos miró así pa el lao y se vio la
sombra, y del susto cayó y se rompió un brazo.

50. EL CASTIGO DEL MINERO DESCREIDO (Torre Pacheco)

Estaban los mineros en la sierra de Cartagena y iban pa la mina, la senda


pasa por la esquina del sementerio de la Unión. Iban a trabajar a las minas y
iban tres o cuatro. Ensiende uno el sigarro, dise:
-2 Llevas mistos?
-NO.
Y el sepulturero iba por dentro y ellos platicando con la risa.
-;Ah, pos le vamos a pedir lumbre a uno d'esos!
A uno de los qu'estaban muertos, que era amigo suyo. Dise:
-;Fulano, dame lumbre pa ensender el sigarro!
Y entonces el enterraor, chis, ensendió un misto y le dio fuego. Del susto se
murió.

51. EL DUENDE Y EL CEDAZO (Roldán)

Yo vivía en la casa que se llama del Duende. Todavía existe. Y cuentan que
había una familia y observaba que el cedazo, pues tenían un sitio de colgarlo y a
otro día por la mañana se encontraban que el cedazo estaba cambiado. Otras
C A M Á N D U L A(EL CUENTO POPllLAR EN TORRE
PATHECO) 77

veces las mas era^'^; sobre todo era en la cocina, en el cuarto del horno. Siempre
mudándole los trastos.
-Este duende, este duende.
Y ya tratan de irse; buscan otra casa, se van, cogen el carro con todos sus
bártulos y tal y, cuando ya iban por allía un kilómetro de la casa, dice la mujer:
-¡Ay, que se me ha olvidao el cedazo!
Y dice el duende desde arriba:
-No, no te preocupes que lo llevo yo.
-iAh, pues entonces vámonos otra vez pa la casa!
Y se volvieron otra vez porque el duende se iba con ellos

52. EL DUENDE Y EL CIAZO (Balsicas)

Había una familia que tenían duendes; oían ruidos por un lao y ruidos por
otro. Y entonces se cambiaron de casa y se llevaron tos los muebles y se
llevaron el ciazo. Y se van a la casa nueva y ruidos por tos sitios, y siguen los
duendes. Y era que, como se llevaban el ciazo, se llevaban el duende que iba
en el ciazo.

15 Artesa grande que sirve para amasar.


E l duende y e l cedazo
C. NIÑOS EN PELIGRO

53. «CANTA COJICA, CANTA» (San Cayetano)

Errr lrrltr 11ietdreque tenía trcs I11ja.s. y urza estcrbcr coja. Y se,fuerorl al peral, y sirs
dos 1ierrncrrlcr.s se Ilei~trrorzle1 c.ojiccr y se .suOieron arrihcr del irbol. Les er'ecílr Itr
cojica:
-SuOinrle.
-;No, que iliene el Tio Scri~ieroy 110s Ilelvz, rzos mete en el saco!
-jSuDirr/ie, suhirriie!
Clcrro, tcrnto .se lo d1jc.r-on que In subieron. Y cuando estaba arriba pos iitzo el
serinero, c > o ~ i.scJo cleriír, y Itr rlieticí en el scrco a lcr cojica. Ellers se hajarorz y .scj
,fideroll tr la c,crsrr,pero In pohre, conlo estaha coja, la bajó y la rnetió en el .scic.o, se
la ecllcí (11 :urróti.
Aquel hotnbre le advirtió que cada vez que ella le escuchase decir:
-;Canta, cojica, ccrntcr.
si /lo. te elo? cori la trtl~~ca!
debía responder desde el saco. Y ella lo hacía con esta canción:
-;Mtrlllrrj.cr s ~ ~ t niis
i r ~ Ilerr~imlas
q1w e11el pertrl 111'trn clcjrrdo!
Htr i~eriielourl pohrc. i~icjo
c.11 rl :urrtírl me ller :cr~~ll>trclo.
Y así se ponen en marcha y al cabo Ilegcirl a In puerta de la casa de su nlndre j.
c1ic.e clur le dijo el hombre:
-,: Puetlo el<jor rrcluiel :urrtiri e.stcJque i ~ o yaIlícr la tienda a conzprax.. -pos lo
q14e ,f~erer-.
-Pos si, tl4jelo ust4 rrt/ui
Y ~ i c j hel :urrhrl crlli Y la 11zujerestriba ar~zasarzdoy le dice a las Izencu:
-Mirrrd, i)o.sorrcrsquk cl~rerr'is."
-Yo ~1ilit~r-o m110 I I I L I I ~ ~ (yo~ , ejuiero r111 rollo.
Y Icr ofrcr:
-Mama, yo quiero un rollo.
Y la que estaba en el zurrón dice:
-Y yo un tortón.
Dice la madre:
-;Decirlo otra vez!
-Mama, yo quiero un rollo.
-Mana, yo quiero un rollo.
Y la que estaba en el zurrón decía:
-Yo un tortón.
Y entonces abrieron el zurrón y se encontraron que estaba la cojica dentro. La
sacaron y le echaron ratas..., ;de to lo que pillaron! Y dejaron el zurrón cerrao. Y
cuando vino el hombre dice:
-Señora, ya me voy a llevar el zurrón que me voy.
Se fue al monte, que iba a matar a la cojica, y al abrirlo pues se le tiraron los
bichos y lo mataron a él. Y colorín colorao, el cuento s'a terminao.

54. ZURRONICO CANTA, QUE TE DOY CON LA TRANCA (Las Armeras)

Era una madre que tenía tres hijas y estaba en la casa y se puso a amasal; a
hacer pan en el horno. Y le dice a las hijas:
-Ir a lo alto y traerse una capaza de peras.
Y de las hijas, la pequeña estaba cojica. Y dice:
-;Yo me voy con vosotras, yo me voy con vosotras!
-No,no,no,no. Tú no. Porque si tenemos que correr tú no puedes correr -y tal
y cual-.
Total que las convenció y se fue con ellas. Y estando en el peral, subía en el
peral pa coger las peras, vieron venir a un pobre con un zurrón; y las hermanas
echaron a correr y se fueron, y a ella la cogieron y la echaron en el zurrón. Y
cuando iba por el camino le decía el mendigo, dice:
-Zurronico, canta
que te doy con la tranca.»
Y entonces ella cantaba y decía:
-Malhaya sean mis hermanas
que en el peral me han dejado,
y ha venido un pobre viejo,
y ha venido un pobre viejo,
y en el zurrón me ha amparado.
Y ya pues el tío seguía. Y a la chispa:
-Zurronico, canta
que te doy con la tranca.
Y ella tenía que cantar otra vez.
Pero llegando al pueblo ya, pues el hombre llegó a una casa del pueblo, a la
primera, y vino a llegar a la casa de la cojica, donde estaba la madre haciendo la
comida, la masa de1 pan y todo eso. Y las hermanas, cuando llegaron, le dijeron a
la madre que ellas habían corrío y que ella, la cojica, no había podio correr y que
se l'abía llevao el viejo. Y a to esto llegó el viejo allíy le dice:
-Señora, ¿puedo dejar aquí el zurrón que voy a dar una vuelta por el pueblo?
Dice la mujer:
-Pues sí, lo puede usté dejar ahi
Y dejó el zurrón allí; el zurrón iba con la cría dentro. Y estando allí, la madre le
dijo a las hermanas:
-Nena, ¿tú qué quieres que te haga?
-Yo una torta.
Y dice a la otra:
-2 Y tú?
-Yo otra torta.
Y sale una voz del saco y dice:
-Y a mí un tortón,
a mí un tortón.
-;Oye, y eso qué es! ;Pero cómo es posible! ¿Quien habla por aquí?
Y nadie sabía lo que era. Y entonces ya se fueron aproximando más y vieron que
la voz salía del saco. Entonces abrieron el saco y salió la cojica, y entonces ellas le
llenaron el saco de bichos, de ranas, de sapos, de culebras, de lagartos, de to. Le
llenaron el saco y se lo ataron muy bien.
A to esto viene el dueño, dice:
-Venga, ya me vengo a llevar el zurrón, que ya he hecho el recorrido por el
pueblo.
Y se lo llevó. Y cuando iba andando, andando, le decía:
-Zurronico, canta
que te doy con la tranca.
Allí no cantaba nadie. Y otra vez más:
-Zurronico, canta
que te doy con la tranca.
Y tampoco.
-;Zurrón, verás ahora lo que te va a pasar!
Y se metió en una ranlbla y abrió el saco, y salieron tos los bichos. Y colorín
colorado, que el cuento se ha terminado.

55. ISABELITA Y ANTÓN Y LA CASICA DE TURRÓN (Torre Pacheco)

Isabelita y Antón eran dos hermanos y se perdieron en el campo. Y andando,


andando, descubrieron una luz, ya que se hizo de noche, y vieron que era una casa.
loabelita y Antón y la casiea de turrón

Y renrlta que la casa era de turrón; y se pararon allí, venga a lamer lr crrsrr, venga
a lamer la casa, y salió una vieja de dentro de la cusa:
-j Hom bre, vosotros, pasad, pclsad!
-Es que nos hemos perdido.
-Nada, pasad, anda, pasad.
Y la viej~zera muy mrrla .v entonces quería coniérselos. Y estaban muy delgadicos.
Entonces los metió dentro de una jaula con tela metálica y les mataba pollos para
engord(~rlos,pa coméselos a ellos depué.~.
Y la vieja no veía muy hieri y decía:
-iAntotiico, enséñame el dedico!
Y los críos eran muy listos y él sacaba un hueso de pollo; y lo tocaba la vieja,
dice:
-Todavía estás mu delgadico, todavía estás mu delgadico.
Y así, venga a alimentarlos bien. Un día que ya le pareció bastante sacó la
chiquilla, la Isahelita, y le dijo que le encendiera el horno. Pero el horno era para
comérselos.
-Es que yo no puedo, es que yo soy muy pequeña -decía la niña-.
-Yo te sostengo, yo te empujo.
-iQue no!
Y ella tanto insistió que entonces la vieja dice:
-Pos yo me subo, enciendo el horno, meto a ella y luego meto a él.
. Pero la cría, que era muy lista, pos la metió a ella, le dio un empujón a la vieja
y la metió en el horno. Y ellos pues ya se salvaron.

56. GARBANCITO (Las Armeras)

Pues era una madre que tenía un hijo tan pequeño que le pusieron Garbancito.
Y estaba haciendo la comida y dice:

Garbaneito
-Garbancito, corre ve a la tienda y traete unos centimitos de azafrán.
Y Garbancito pues se jke a la tienda; y como no lo veía nadie porque era tan
pequeño, él estaba:
-jQue me des un centimito de azafrán! jQue me des un centimito de azafrán!
Pero resulta que le dieron el centimito de azafrán y se fue, y se quedó durmiendo
en un bancal de coles. Y pasó por allí una vaca y se comió la col, y se comió a
Garbancito.
Y su madre venga a llamarlo:
-jCarbancito, dónde estás! ;Ga rbancito, dónde estás!
Y él no contestaba. Ya, por último, oyó una voz que decía:
-jEn la barriga del buey que se mueve,
donde no nieva ni llueve!
Pero no veía donde estaba. Pues total que ella venga a llamarlo, venga a
llamarlo, venga a llamarlo, y no aparecía. Total, que se va la vaca a un sitio, bebe
agua y se le puso la barriga así de agua, de toas las coles que se había coíitío. Y
claro, de tanta agua que se había bebío y la madre buscándolo por aquíy por allí,
pos le dio por hacer de vientre y salió Garbancito. Y entonces, ¿qué paso? Que la
madre lo cogió y se lo llevó a su casa.
D. CUENTOS NOVELESCOS

57. EL LABRADOR QUE SOÑÓ CON SU FORTUNA (Roldán)

Hay una finca que le dicen la finca de Lo Laurel que está ahí en la sierra de
Murcia, pero por la parte de abajo. Y dicen que ahí había un labrador que se
acostó y ensoñó que tenía su fortuna en el Puente de Murcia, el Puente Viejo. Y
entonces pues le dio la manía, aparejó su burra, se montó en ella y se fue a Murcia
en busca de la fortuna.
Total que se puso allí en el puente y pasó uno pidiendo limosna, porque enton-
ces existía mucho eso, y le pidió limosna y le dio cinco céntimos. Y él allí, esperan-
do su fortuna. Luego pasó otra vez y le pidió limosna y le volvió a dar otros cinco
céntimos. Y ya, pos al rato, ya estaba desesperao, pasó otra vez y le pidió limosna
y le dio otros cinco céntimos, y le dijo el que iba pidiendo limosna, dice:
-2 Es que espera usté aquí a arguien? - d i c e - Que ya le veo a usté aquípor lo
menos que está un par de horas aquí en el puente.
-No. Ha sío la manía que me s'a metío, una tontería -dice-, porque anoche
soñé yo de que tenía mi fortuna aquí en el Puente de Murcia y he venío. La
tontería ...
Y le dice el limosnero:
-No haga usté caso de los ensueños porque los ensueños son tonterías.
También ensoñé yo anoche que hay una finca que le icen la finca de Lo Laurel,
que vo no se ande esta eso, que hay una piedra de molino en el patio, una piedra
vieja -dice-, que por cierto duerme una cabra al pie allí al lao (el tío tenía una
cabra) y levantando la piedra aquella hay un pellejo de oro.
Y dice entonces el hombre:
-Pos na, eso sera una tontería, s i
Entonces se vino a su casa y sus hijos empezaron a cavar debajo de la piedra y,
efectivamente, había un pellejo de oro y allí tenía su fortuna.
La m a t a de l a albahaca
58. LA MATA DE ALBAHACA (San Cayetano)

Erc1 lirzo t111epreteridítr (1 otru y ella rzo lo quería. Y entorlces ellcr estaba un día
regcrrzclo ~lrzct ~~II~uIzacc~ y por reírse, porclue strbítr que no le iba a contestar le
preguntó:

,
-Seriorita que r-iegtr la trlhctlzcrc~cr,
(.ulírltn.s 1lqjitcr.s tierie 1 ~ 1111c1ta
Eizto~~<.e.s ~Iltrle (~orite~tó:
.')

-Señor.ito cl~iesabe leer y escribir;


,:c.ic<irzt<r.s
e.strrl1ittr.s tierie el cielo
Y ~rwrzircrt i ~ i o1 l ~111(11..')

59. LA CAMISA DEL HOMBRE FELIZ (Santa Rosalía-Roldán)

Hcrhrir lrri ruy que trriífr 1111 l i ~ j orirlrjq grtr\?e\ ' le dice ui? .señor; lrrz ilitlente dé.so.s,
dice:
--S[( Iizjo .se c~rr-fr í.ori Itr (.trrrii~trtIe L I I Z I~or~lhre,
(le ~eiicrpersorza que .seuj>li:. que
.ve<rc~oriipl~taiiler?tt~ ,f'eli:.
Y erztonc,r.spone tr totr Itr gli(lrzIi~i11 hies(.to: Y IZO lo encontrcrban. izo llegtrhcrrr cr
rzinglrrza ,fcrniilicl que jirc.se felí; ctrtkl iirlo feriíti un problenicc. Hasta que les dice uri
ycr.stor:
-Mir~r, 1411 i~orizbreiI'i~e~ 1 1 en í Iu sierra, en una cueiJa,y ese hornhre es feli:
c~orriplrtrrrlrerite.Viile iriuj3,feliz.
Y rrztorlc,e.s llegtrri j. le pregunttrri n este seiior:
-,; U.ste es ,felí."
--Yo sí.
-Po.c tierzo u.stc; que tltrr-rios Itr (.(rr?iistr.
-No. 110. Es t/1it2 (.tlr~iistrI Z O terzgo.
No terlírr c~trnzi.sa.De for~ncrque ese es el r?loral tle la cosa: el tzoi~lbreque ercr
,fi?li: rzo tellí~l11; ( ~ f l ~ ? l i . ~ f ~ .

60. PREPARANDO EI, FUTURO (Torre Pacheco)

Esto er-ct que u11 i9ic<jo estc11)(1en Icr ccrstt. conviviendo con la familia de su hijo, y
conio 170 qi4erícrri que (.oi?zierclei? Id Irlesa, I?orqLre a kr iluerci le ti(rbc1 ctsco. pos lo
po11ícrrl crpcrrte erz url rincórz: y no cluerícr que coniiera corz los platos tarizpocc>,y
eritonse.~Ir clt11)trn de conler ahí, eri cualquier c.osa.
Y erltorzses el sa,ycilico estclbu uri (lícr i,engcr, venga. Dise la ~?zadreu1 izijo:
-,: Qur' estcís Izasieízclo, nene ."
-Pos r71ir(r. esto\ htrsierztlo 1.07 plato pa cuarzdo los i~o1vai.s iliejos i~osotros
por1ero.s ahi, que conicíis allí.
61. EL HIJO LLEVA AL PADRE AL ASILO (Santa Rosalía-Roldán)

Se trata de un padre que estaba con un hijo, estaba en la casa del hijo. Y luego
a luego, claro, pos el padre se iba poniendo viejo, como es natural, y ya los iiejos
echamos peste en tos sitios. Entonces este hombre decidió llevarlo a un asilo. Y
claro, los medios que había era a coscaletas, como es natural, no había otra cosa
y el viejo no podía andar y lo llevó a coscaletas; y entonces pos lo llevó, y haciendo
paradas, tal, lo llevó al asilo.
Y al parar en una piedra él a descansar con su padre, pos el padre le dijo:
-Aquí descansé yo cuando venía a traer a mi padre.
Y entonces el hijo, por remordimiento dijo:
-(Vaya que mi hijo me tenga que traer a mi también). Vamos a volvernos.

62. EL PADRE QUE REPARTIÓ SU HERENCIA (Roldán)

Aquí había un señor que tenía bastantes bienes, tierras y demás, y estaba solo.
Y los hijos pos le decían:
-Padre, justé pa qué necesita to eso? Repártenos a nosotros; usté no le va a
fartar de estar ande usté quiera.
Y el padre no quería repartirlo to porque luego venía el fracaso. Pero en fin, lo
conformaron y lo repartió to. Como no tenía más que nueras, pos apenas que lo
repartió to lo pusieron por meses: pos este mes en ca este hijo, el otro mes en ca el
otro hijo. Teniendo mucho dinero que tenía y mucha riqueza, pos lo pusieron por
meses. Claro, llegaba el día uno y ensiguía:
-Abuelo, se tie usté que ir a ca mi cuñá.
Y así estaba siempre con el hato a cuestas. Y el hombre, pues ya cansao
d'aquello, a un amigo que tenía le dijo:
-Oye, me tienes que dejar mil pesetas.
-Sí hombre, ya lo creo, otras veces m á s sewío tú a mí. Toma.
-Dentro de unos meses te las daré.
Las mil pesetas entonces eran en plata, en duros y to esas cosas, en llevándolas
sueltas. Y él llevaba una arquillita pequeña, como un arca de aquellas antiguas
pero pequeña, que's en la que llevaba ya tos sus chismes y tos sus cosas; j1 allí, en
aquella arca, metió las mil pesetas. Y la ponía en su habitación, encima de una
cama grande. Y él se metió en la habitación, sacó to aquel dinero, lo puso encima
del arca aquella más grande y la nuera, por el cerrojo, miró, dice:
-;Uh, madre mía, lo que lleva mi suegro! -dice- ;Este no se va d'aquí!
Porque mil pesetas en aquellas fechas había pa comprar cuatro o cinco fanegas
de tierra, o seis.
-;Este no se va de aquí!
Y se portaba muy bien con él. Y cuando llegó el día uno le dice él, dice:
-Bueno, me voy a ir a ca tu cuñá.
-,.NO, usté izo se va d'aquí! Es que está usté mal aquí? Es que usté está aquí
a disgusto?
-No, no, me voy.
Efectivamente, se fue a la otra cuñá. Pues la misma cosa. Y luego se fue a la
otra. En fin, y se portaban toas mu bien con él pa que no se fuera, pa que muriera
allípa echarle mano a las mil pesetas.
Total que ya, cuando recorrió todas las casa de sus nueras, cogió las mil pesetas
v se las dio al amigo. Pero él con su arquica. Y toas se portaba mu bien. Dicían: «a
ver si se muere aquí», pa echarle mano a aquello.
Como tos sabían lo mismo, pues cuando llegó la hora que se murió pos las
llai~esd'aquel arca la entregaron a un fiador responsable a aquello. Pos se murió,
salió a rnisa y enseguida, pos ande estaba que se murió, pos el fiador d'aquello pos
fue con la llave a abrir el arca aquella pa repartirse tos allí el dinero. Abrieron su
arca y no había na. Na más que había una carta y un mazo en un trapo liao.
Antonces dijeron:
-Aquí no hay na. Vamos a leer la carta.
Y antonces se pusieron a leer la carta y la carta decía:
-To er que entregue los bienes antes de la muerte,
con este mazo, que se de en la frente.

63. EL HOMBRE QUE REPARTIÓ SU HERENCIA (Jimenado)

Era un anciano que tenía bastante dinero y se divertía con los duros, contarlos,
y esto y lo otro y tal. Y dice el nieto a su madre:
-Mama, el abuelo tiene una montaña de duros.
-Pos na, pos tiene que hacernos la partición.
-;Sí, yn lo creo que fa hago! - d i j o el ancian-.
Y equivocadamente le hizo la partición. Lo dio todo. Y a lo primero lo hacían
muy bien con él. Pero luego, después, cuando ya eso, nada. Entonces le dice a un
vecino:
-Oye, dame ahí cincuenta o sesenta duros que yo te los devolveré. Pero a estos
les voy a dar yo una lección muy buena porque lo hacen mu mal conmigo.
Y los mete en un arca de esas y toa la noche: jpron, proon, proon! (haciendo
ruido contando las monedas). Y dice el nieto:
-Mama -como el nieto dormía allí-, el abuelo hay que ver los duros que
tiene. Tie munchos.
-;Ah, que no los ha repartío!
Conque dice:
-;Hombre, claro! ;Como que yo lo iba a repartir todo! ;Enseguida! No, no, no.
Esto estíí lleno de duros y le voy a poner tres llaves -le da una a cada uno (tenía
El padre que repartió su herencia
C'4\1-\»i 1.4 ( E I ('t E\TO POPI I \ K t.\ TOKK
P\í~ H t í 0 1 91

tres (le firnlilitr). Cucrndo yo r?ze niuera ilosotro.s los terzeis que jurztcrr los tres y abrir
-.
el arccr. lo clme hnyu cleritro pues pcrrer i~osotros.
Dice C/LW lo Iiirirmrl ~rrnr~cri~illosorr~erzte bien con él a partir de ese momento. -.
ijiilicí rnuj..feli:. Lr ~loi~oli~icí 1o.s t~ilrrrtos(1 SU amigo diciéndole que nluchcrs ,qrcrc~iri.s.
Y c.lrtrrltlo se rllrrricí pues crlji'n los tres (,o11I l r Iltri,e abrierorz y había una porra nluy
-.
gorclcr 1111 pe~;qcrrilinocrlli y tlicr:
-El ¿/[reerlt)-ega1o.v bie11e.s antes de la rnuerte
L/1lCJ lo tIe11(,O11 Itl porrcr e11 l(1,fie11te.

64. EL JUEZ Y LA MUCHACHA (Santa Rosalía)

El pcrcl,u de una muchacha c.stcrhcr c.11 Icr t*tirl,elp ellcr iba a iler a su pnclre. Lrr
ii~ucl~crc~hcr c.strrbtr c.1-icrntlo, rrl .sir casa tcvlíct url llijo peclueño y estcrbcr cria~zdo,
r.srcrba tltrr~tlo~ ~ e r l z j,o ,claro. (11 patlr-e 110 Ir rlcrhrrrl de conzer en la cn'rcel. Y pcr
trli~llentcrrtr s11 prrtlrr Ir tlcrl?tr pec~liotcr~izhihl.Fue ~ ~ L ~ I I I Z leC I Otljjo (11 , j u e ~que .si Ir
tlerirr itrl rt?fiuírl o 1111 crcertijo y lo trc,erttrh[c[llar .si,quiercr su ritnlo y lo nzatcrrcr, y si rzo
LIIIC) lo d<j(rnr libre; \. 01 ,juez (l('t'l)tO.Y eritonc'es ice:
-Prir~~erot i ( ; 111jl1
1. clr.s/>l~le'.s
t l l i tllrltlre,

-. crliorlr 1iler11tei~~qo
(11 ~rltrr-;(lo (le rizi rr~crclr~l.
Y c v l t o t ~ <rl~ ~jrre:
s trii,o que tl'<jnr.lolibre porclcte no lo trcerró

65. EL, AHORCADO MATÓ A I,A LIEBRE (San Cayetano)

Pues r.sto e,s lrri ccr:rrclor clirc scrlc url ditr (1 cbtr:crr p ¿/ice:
--\'o-. tr ilel-si / ~ i l l orrrlcr 1ieh1.r ptr 1Iei~ír.selcicrl sefiorito.
Y .scrlc~tr t~trctrr!;Iirego n luego, cwge i r r ~ c r liehre y dice:
Y r r I l e i ~ c.cr:tr
) prr '1 señorito.
Lr Ilrilrr Itr liehrr~crl .sc~iioritoJ . Ir dice:
-Torne ~tstPestrr liebre qrre .su ~ilrrtóaj'er tcrrclr 01 e'~~:crtIor c/lit>1 '(1 1ri~4erto
t>.sl¿í
tres t1irr.s riiucr.to.
(Pos r.so ,tire t111r ('cr:(~do~-jiio
(21 c1 crr:rrr J ; <.tr:anelo, c,cr:crrzdo, pcr,vh aclucl p o ~ .
tlel~r!jocle 1411 círhol. Y e11(rclrlel círhol 11(1hít111 COI~CICI(>u11Ilori~brel~l(r(.itrdos e1itr~;f~re
Itr liebr-e a e,oriler ccrrrle -~,orclur 1a.s liebres son c~crrrlii1orcr.s-, la cuerdo se yrrel?~-cí
-. el 111i.srlioI~oriibru,cjlrr e.sttrh(r Ililrerto J Y I crlli clos dícrs. se ca\d eric.inlcr la liehre,
-.
rllrrtcí Itr liebre el t~a:~rtlor- Icr cogicí).
66. EL AHORCADO MATÓ A LA LIEBRE (San Cayetano)

No hay quien me compre esta liebre


que ayer tarde se mató,
y el cazador que 1 'a muerto
hace un año que murió.

67. «Tú PITARÁSN(Torre Pacheco)

Fue un hombre que iba al pueblo y cada uno de los vecinos le encargaba una
cosa:
-iEh! Vas al pueblo, fulano?
-Pues sí.
-Pues tráeme esto.
Y el otro:
-Oye, j vas.. ?
-Pues sí.
-Pues tráeme lo otro.
Y cada uno una cosa. Y luego, al final va uno y le dice:
-Oye, jvas al pueblo?
-Sí.
-Pues toma, tráeme un pito -dándole el dinero-.
-Pos tú pitarás.
E. CUENTOS PIADOSOS

68. ESTERILIDAD DE LA MULA (Las Armeras)

Cuando nació el Niño en Belén fue la mula y el buey, y el buey pues se puso a
lamerlo allí, a lamerlo, y la mula le hizo un guiño, y por eso es estéril.

69. ESTERILIDAD DE LA MULA (Torre Pacheco)

Cuando el Señor iba con la Virgen, entró en un establo que había una mula y la
mula le guiñaba. Entonces fue cuando le echó la maldición: igual que le dijo a la
serpiente que iría siempre arrastrada y comería poco, pues a la mula le dijo que no
criaría.

70. ESTERILIDAD DE LA MULA (Torre Pacheco)

Cuando nació el Niño Jesús la mula no le quiso echar el vaho pa calentarlo. Y


entonces Dios la castigó a que nofiera madre nunca.

71. ESTERILIDAD DE LA MULA (Balsicas)

La mula no tiene descendencia porque se le cruzó no sé qué bicho y dio una coz,
y entonces asustó a la Virgen que iba en la montura, en la mula, caminando; y al
asustarla le dijo a la mula que no sería madre nunca en la vida.

72. LA VIRGEN MALDICE A LA SERPIENTE (Santa Rosalía-Roldán)

La Virgen, cuando iba pa Jerusalén le salió la culebra (la culebra antiguamente


creo que iba de pies) y se le espantó la burra, y ya entonces cae, dice:
-;Marditu, arrastrá te veas!
73. EL AMARGO SABOR DE LA RETAMA (Balsicas)

Iba hcryendo 11 Virgen porque. le ihan u matar al Niño, y no encorltraba donde


meterse; y entonces se metió debujo de la retama. Dice la planta:
-No te puedo tapcrr:
-jPues que te vecrs tu11unzarga como yo me veo!

74. LA «O» DEL HUESO DEL DÁTIL (Balsicas)

Voy a contar por qué los huesos c l r los dcítiles tienen una «o». Pos entonces es
que iba la Virgen y San José cuminando, y ihan huyendo Itcrcici Egipto. Y entonces,
huyen00 como iban, pos iban pidiendo ainparo, y le pidieron nmparo u la palmera.
Dice:
-jOh palmera, cúbrenos!
Y entonces la pcrlmercr los cubrió, bnj6 las pcrlinas j 1 los cubrió. Y desde ahí
viene la «o» que lleva el güeso de 1o.s dcítiles.

l a o del hueso del dátil


75. SAN PEDRO Y CRISTO VAN POR EL MUNDO (Balsicas)

Esto eran San Pedro y el SrrZor que iban andando. Pasan primero y ven a una
vieja y dice, le pregunta Cristo:
-Viejecica, qué e s r h haciendo ?
-Hilando.
-2 Y P.YO por que'?
-Porque si no trabajo no como.
Y entonces Dios le dio mis trabajo.

San Pedro y Cristo van por el mundo


Pos bueno. Sigue andando, andando y s'encuentra a una joven dándose
abluzones" en una hamaca, le dice:
-2 Qué es lo que estás haciendo?
-Pos nada, abruzándome.
-Pos i y eso? 2 Y por qué se abruza?
-;Ah, yo no lo se! El Señor que m'a echao al mundo sabrá por qué.
Y entonces le da más fortuna. Y entonces le dice Pedro al Señor, le dice:
-Bueno, Señor, a la vieja, porque está viejecica le das más trabajo y a la joven
le das más fortuna. 2 Eso por qué?
-Porque la vieja no confió en m i y la joven, como dijo: «Dios que me ha echao
al mundo ya sabrá por qué,), pues a esa le he duo el poder:

76. CRISTO PREMIA A LA OCIOSA Y CASTIGA A LA ESFORZADA (Torre


Pacheco)

Había dos mujeres, y una venga a trabajar y trabajar: Y una (la otra) estaba
paseándose en una cruzadera. Y decía la otra:
-;Anda que ..., venga a pasearte! ;No se cómo vas a comer!
Dice la ociosa.
-;Ah! ;Dios proveerá!
-;Si, fiate de Dios y no corras!
-;Pues tú trabaja, pero yo no!
Entonces el Señór a la otra (la ociosa) le dio bienestar y le dio cosas, y a la otra
(la hacendosa) na más que trabajos. Porque la otra, aunque estaba paseándose,
confiaba en Dios.

77. CRISTO Y EL CAMPESINO ANTIPÁTICO (Torre Pacheco)

El Señol; cuando era niño, salió al campo y ve a un hombre que estaba sem-
brando, dice:
-;Hombre!, qué está usté sembrando?
-;Pos estoy sembrando piedras!
Le contestó así, malamente.
-;Piedras cogerás! -le dijo Cristo-.
Y entonces le salieron piedras. Y dice que todavía está en el campo, que se ve
alguna vez alguna piedra en forma de garbanzo.

16 Abruzones. En castellano existe el verbo abruzarse. con el significado de inclinarse, ponerse de


bruces. Aquí se emplea como sinónimo de mecerse, columpiarse.
78. LA FRUTA PREFERIDA POR LOS SANTOS (Las Armeras)

Pos el Señor les dice a los scrrztos que elijan una planta que eche dos cosechas,
que tenían concesión pa eso. Y ellos deseguida dicen:
-;La viña. la viña, la viña!
Pa empinar el codo. Dice:
-;Pero cómo os iloy a poner a la viña! ;Si estáis siempre borrachos con una
cosecha sola, entonces qué va a pasar aquí! Esto es imposible.
Y entonces se inclinó a las higueras, pa que las higueras tuvieran dos cosechas,
una de brevas y otra de higos.

79. CRISTO, SAN PEDRO Y LAS AVISPAS (Torre Pacheco)

Iba el Señor y San Pedro predicaizdo por el mundo. Y dice San Pedro:
-Serio6 ;por qué cuando uno hace una cosa mal tú los castigas a todos?
Y el Señor se calló y siguieron andando. Y cuando iban andando, en una orillica
de una senda había un panal de avispas y dice:
-Pedro, coge esos aninialicos que están helaicos y rnétetelos en el pecho que se
calienten.
Y entonces se los metió en el pecho. Y le picó una y hizo así, pon, y las mató
todas. Dice Jesús:
-Pedro, ,;qué hns hecho?
-Pos que m 'a picao una y las he muerto a todas.
-Pos eso me pasa a rní.

80. SAN PEDRO BUSCA EL HOGAR DONDE MANDA EL MARIDO (Santa


Rosalía-Roldán)

Lo inandó el Señor a San Pedro que fuera por el cainpo con una maná de
caOa1lo.s y de vacas. dice:
-Aonde quiera que nzande el marido deja un caballo, y aorzde quiera que
nzande la niujer deja una vaca.
Y luego o luego tuvo que mandarle San Pedro al Señol; dice:
-Mande usté más ilacas que se han terminao.

81. SAN PEDRO BUSCA CONSENSO SOBRE LA LLUVIA (Santa Rosalía)

Esto fue el Señor que mandó a San Pedro:


-jVenga, sctl al cainpo y pregunta a los labradores que cuando quieren que
llueva!
Llega al primero, dice:
-Oye, ¿mañana quieres que llueva?
-jNo, que tengo que ir en ca el médico!
-Bueno, pos que llueva pasao mañana.
Y va a parar al otro:
-Oye tú, que va a llover pasao mañaiza, que tal...
-~Nooo, que pasao mañana tengo yo que coger pimientos y...Córno voy a dejar:
No puede ser:
Total que llegó a otro:
-Pos no, al otro tampoco, Jueves tampoco, porque yo tengo que hacer (no se
qué).
Total, que luego a luego dice San Pedro:
-Bueno, pues que sea cuando Dios quiera.
Entonces por eso llueve cuando Dios quiere.
F. CUENTOS DE TONTOS

F.1. EL TONTO EN MISA

82. AVENTURAS DE UN TONTO (Torre Pacheco)

Una mujer tenía un hijo muy tonto y un día lo mandó comprar dos palomas y un
saquillo de harina, Y para decirle que viniese deprisa le dijo:
-;Quiero que llengas volando!
Y el tonto ni corto ni perezoso soltó la paloma y sacudió la harina diciéndole
que se,fuesen ~lolnndoa su casa. La madre se lamentaba de tener un hijo taiz tonto.
Otro día lo mand(í a misa. El tonto le preguntaba donde estaba la misa. La
inadre le dijo:
-Cuando veas una puerta muv grande y mucha gente entrando, allí está la
InlSa.
El tonto viizo al rato muy contento y le dijo a su madre:
-;Qué rica está la misa! Me he tomado dos p o ~ o sde chocolate.
Pero no cabe la menor duda que se había metido en el convite de una boda. En
ijista de lo bien que le había ido la misa quiso volver otro día; pero ese día sí entró
i)erdaderarnentea misa y llegó a casa diciendo que no le había gustado. Le contó a
su madre que:
-Entraba gente y se lavaba las manos sucias en un «lebrillo» que había en la
punta de una estaca y se metían haciendo guiños adentro. Después salía un hoinbre
y un :agalico ilestidos de mujer, como si estuviéramos en las «carrestuliendas»,
diciendo unas cosas muy raras. Y cuando el hombre se agachaba, el zagalico le
levantaba la falda, queriéndole ver la parte sucia a la persona; después el hombre
levantaba las manos y nos enseñó una galleta y se la comió; después se bebió lo
que había en una copa. El :agalico tocaba la campanilla y la gente bajaba la
cabeza y se daba golpes en el pecho diciendo: «Se ha envenenao, se ha envenenao)),
y el hombre, que estaba de espaldas, se dio la vuelta y dijo: «Es malvavisco)).
Entonces la gente se quedó tranquila. Después se subió a una lata de sardina que
había colgada en la pared. Después salió con un conejo en la rnctno diciéndole a la
gente: «¡Que te lo chumbo, que te lo chumbo!» Y la gente se salió. jQué mala
estaba la misa!

83. EL TONTO VA A MISA (Torre Pacheco)

Yo se de un tonto que le dijo su madre:


-Tú debes d 'irte a misa.
-2 Y dónde es la misa?
-Ande se meta mucha gente.
Y se fue a misa. Y dio la casualidá que se nzetió en una boda. El tonto ahí
s'inchó, y el uno decía:
-Será familia del novio.
-Será familia de la novia.
El tonto s'inchó a comel: Y a otro día le dise a su madre:
-;Madre, maiiana me voy a misa!
Y se fue a misa. Y entonses se fue a misa de verdá. Y entorlses ahí en misa pos
toa la gente metía la mano en la pila de agua bendita, y el tonto nzetió la mano,
dise:
-icono que se han comío toa la carne y a mi m'an dejao el caldo!

84. JESÚS VA A MISA (San Cayetano)

Esto era una madre con un hijo que vivían en la sierra, y el hijo no había
coizocío nunca el pueblo, ni había bajao al pueblo. Y un día la madre lo manda a
comprar tonzates al pueblo:
-Jesús, tienes que ir y traerte tomates, que no tenemos na aquí.
Dice él:
-;Si yo no he estao nunca en el pueblo, ni se donde está la tienda ni na!
-Bueno, tú llegas al pueblo y pa donde veas ir la gente pues te vas detrás
d'ellos, que seguro que van a la tienda.
Pero llegó a la hora de la misa y la gente toa iba camino a la iglesia, toa pa la
iglesia. Y allá que se mete Jesús detrás de toa la gente, pos a misa. Y cuando el cura
empezó a echar el sermón que echa y les preguntaba a la gente:
-Vamos a ve4 a ver si sabéis decirme a qué vino Jesiis aquí. Decírmelo alguno.
2 Lo sabéis a qué vino Jesús?
Claro, to el mundo se callaba, porque el cura no se le dice nunca, no se le
contesta.
-¿Sabéis a qué vino Jesús aquí?
Y aquel zagal, viendo que no contestaba nadie dice:
-(Pos eso va pa mí) -dice- ;Si, a comprar tomates!
85. JESÚS VA AL MERCADO (Santa Rosalía-Roldán)

Esto era un muchacho que no había ido nunca a misa y lo mandan al mercao, le
dicen que fuera a un pueblecito en el que había misa pero había un mercao; y se
llamaba Jesús. Y entonces le dice la madre:
-Mira, tii donde veas que se ve entrar mucha gente, ya sabes que aquello es el
mercao.
Pos nada, el hombre va p'allá y ve mucha gente entrando allí en el sitio, dice:
-Pos este es el rnercao.
Y e1 cura, pos al salir a decir el sermón lo primero que dice, ice:
-;A qué vino Jesús a este mundo?
Y el pobre salta engariao, dice:
-;A por un saco de patatas!
Dice el cura:
-;Ande está el burro ese?
-;Amarrao ahí en la'.~quinu.

86. EL TONTO EN MISA (San Cayetano)

Era uno que era tonto y su madre lo mandó al pueblo y le dijo:


-Tú lo que veas que hagan pues haces.
Y vio gente meterse en la iglesia; v es que había una boda y el tonto se metió
también. Y se sienta allí en un banco v había uno por detrás que sabía que era
tonto; y cómo se saca un aljiler y le da un clavetazo por detrás. Y el tonto se
encuentra otro alfiler y había una pobrecica vieja delante y le da un pinchazo, y
dice:
-Pinche usted abuela, que vienen pinchando.

F.2. EL TONTO IMPERTINENTE

87. EL ZAGAL BUSCA LA CHOTA (Santa Rosalía-Roldán)

Era un padre y una madre que empezaron a pegarle a un zagal porque se le


había perdió una chota; estaba guardando un garzao y se le había perdío una chota
y emnpiecan a darle palos al zagal y el pobre zagal dice:
-Na, pos yo saldré a buscar la chota por ahí.
Y empecó a salir a buscar la chota y no la encontró, y entonces, cuando llegó
empezaron a darle palos otra vez, y entonces se metió debajo de la cama.
K al llegar la noche, cuando empezó el matrimonio allí, «jOy, qué gusto!», y
tal, llega el padre y dice:
-;Estoy viendo los cielos!
Dice el muchacho:
-;Madre, a iler si viera usté la chota por ahí!

88. EL TONTO MIRÓN (San Cayetano)

Había un tonto en el pueblo, un rnuchacho que le decían «El Tonto)), y k1


siempre estaba por allí escondío. Y se casó una chica en el pueblo y entonces se van
a dormir en la habitación de su casa y eso; y El Tonto, que era algo oliscón, dice:
-Me voy cc asomar por la ventana.
O por una rendija, yo no se por donde se asomó. Y empieca:
-;De quien es esta boquicrr? -le decía el muriclo a lcr mujer ucluella noche. Y
tcrl y más cual. Y a to esto dice:
-;Y esto que tienes aquí? -y le señaló el sexo-.
-;El «tonto»! -dice ella-.
Dice el que estaba en la calle:
-;Coco, ya m 'un visto!

89. EL TONTO QUIERE UN HWO (San Cayetano)

Viene uno y era así, de esos que dormíurz en las cuadrcts. y kl no sabía na de
mujeres. Sabía que se casaban y que tenían hijos, pero él na más, no scrbía otrcc
cosa. Bueno, pos viene y por fin empieza la nzudre:
-Que te tienes que casar -y que tal y que cual-, que ya tienes edad.
Na, total que se casa y la noche de novios pos va y se va u la cuadra a dormií;
de costumbre, a la cuadra, y ella se quea en la cama en lcr habitación. Y ella estaba
más cabrea que un mono.
Y a otro día, muy temprano, que él sacaba la3 rnulas muy tenzprano, toca la
puerta:
-(Toc, toc, toc) Fulana, ;ha nacío el nene?
-;No! -Ella estaba cabrea de ver que él no se hubíct nrrimuo-. ;No!
-Bueno, pos no será; bien, pos na, mañann sercí.
Y a otro día le vuelve a tocar:
-;Fulana!
-2 Qué?
-;Ha nacío el nene?
-;Sí! -Ella había tenío tanto disgusto-, ;sí que ha nacío!
-;Pos enséñamelo, enséñamelo que quiero darle un beso!
Y va y abre ella la ventana y le puso el culo y al ir a darle un beso le dejó un
follonazo.
Y a otro día, cuando vuelve otra vez dice:
-;Chacha, enséñame el nene!
1 . 4('I ENTO POPIII 4K EN
c 4 ~ Á ~ ~ 1 1 (El. T o ~ u tPA(.HE<'O)

Y dice ella:
-El nene se murió.
-jCot~ ra,-ón echaba ayer tanta peste!

90. EL TONTO ACOMPAÑAA SU HERMANO A CENAR (Dolores de Pacheco)

Esto eran dos hermanos, y los invitan a cenal: Y le dice el hermano listo (porque
el tonto era tan tonto que no tertía límite de saber cuando era bastante), dice:
-Mira, cuando yo te pise el pie tú no comas más.
Que pronto, pronto empie~ana cenar y pasa un gato y le pisa el pie al tonto. Y
le decíun:
-jAnda hombre y come!
-No qlriero más.
-j Venga hombre, come!
-No quiero m~ís.
Y así ,suce.sii.~antente,y ya izo cenó más. Pero que echa a llover y entonces, claro,
pos que no se podían ir, que se tenían que quedar alli. Y se quedan en la casa. Y les
dicen:
-Pos na, vosotros dorméis...- Donde fuese, vamos-.
Y cuando ya se habían acostado dice el tonto al otro:
-jOye, m á s pisao tan pronto el pie que yo estoy 'esntallao! jYo no he comío
no!
-jMuchacho, que yo no...!
-jNo, no, sí! j Tú enseguida nz 'as pisao el pie! -El tonto ya se defendía-. j Tú
m á s pisao el pie y yo izo he podío comel; j1 yo estoy 'esmallao.
-Pos mira -dice el listo-, como han sobrao gachas vas, te vienes a la cocina,
tul. estcí la fuente p tú te las comeJ.
Y va el tonto, así a escuras, medio torpón y tal y se come las gachas con las
manos. Y vuelve a la habitación y le dice al hermano:
-Oye herinano -dice-, he comío muchas gachas pero mira que manos m'e
puesto.
-Pos corre al patio y corre y te lavas las manos.
-¿ Dónde es eso ?
Y el tonto vct y no eizcorztraba donde, y dentro d'un cantar0 rttete las manos. Y
que izo podía saccrr las marzos del cántaro. Y vuelve y dice:
-Hermano, que ahora no puedo sacar las manos del cántaro.
Y entonces el hennano le dice:
-Pos mira, cwrre u1 patio que hay una piedra blanca. Tú le das un golpe al
cántaro, lo rompes j1 sacas las manos.
En esto ,pos qué hace?, pos hace lo que el hermano le dice. Se va al patio y
la agiiela le había duo gaizas de mear; p como antes la mujer llevaba normalmen-
te la camisa aquella blanca, tal, pos la agiiela estuba en el patio querierldo mecrr
y ¿qué hace el tonto? jPum! Le pega el porrcrío con el cántaro a la agüela. Dice
la agüela:
-;Ay que rn'a~zmuerto, que m'an nzatao!
Y viene corriendo el tonto y dice:
-;Hermano, hermano, qu'e muerto a la aguela! ;Hermano, hermano, qu'e
muerto a la agüela!
-iMuchacho, qué has hecho!
-Pos que yo le duo al cántaro efz una piedra blanca y la agiiela dice que I'a
matao.

91. EL TONTO ACOMPAÑA A SU HERMANO A CENAR (Santa Rosalía-Lo


Ferro)

Un tonto tenía un hermano que tenía novia y se lo llevó a cenar erz ca la novia.
Y le dice el hermano:
-Oye, tú eres muy aizimal y comes mucho. Cuando yo te pise el pie tú di: «es
que no quiero».
Pos na, empiezan a cenar y pasa el gato por encima del pie y el tonto:
-Yo no como más -y no había conzío-. Yo no quiero más.
-;Chucho, cena!
-No tengo más gana.
Bueno, pues estaban cerlarzdo sénzola en una surten. P u e ~se ctcuestarz a dormir
al16 en ca la novia, los dos, el tonto y el hermano. Y cuando estaban acostao.~,tu el
nlundo acostao, dice el tonto:
-Chico, tengo mucha hambre (susurrando).
-;Cállate!
-Chico, que yo tengo mucha hambre.
-Bueno, pues en el horno han metío la surten con las gachas. Corre ves y
t 'irzchas a comer; pero tráeme a rrli un puñao que yo también tengo gana.
Entonces va el tonto, s'incha a comer y le lleva una garapá al hermano. Pero
s'equivocó de habitación y se metió en la Izabitación qu'estaban los viejos, con el
culo destapao. Y estaban venga a tirarse pedos:
-; PfSS'
Y decía el tonto:
-No soples, qu 'están frías.
Y los viejos: pfSJI zambomba,-o.
-;No soples que mira que te las tiro a la cura.
Y le tiró toas las gachas en el culo a los viejos. Pos iza, dice el viejo a la mujer:
-Chica, creo que m 'e cagao.
-jMuchacho, tira, tira y en el patio hay una jarra! ;Corre, lávate!
Bueno, pues el viejo se va a lavarse al patio con to el culo enfanga0 y el tonto
le dice al hermano:
-Oye, dónde me lavo estas manos.
-Pos corre ves al patio, que allí hay un cántaro con agua y te lavas.
El tonto qué hizo: meter las manos dentro del cántaro; no las podía sacar. Y
como no se veía bien dice:
qué voy a hacer yo? Pos dando un porrazo a una piedra y romper el
cántaro.
Y le dio un porrazo en to'l culo al viejo que se estaba lavando el culo, hizo el
cántaro mistos y el viejo dice:
-jAy, que m'an muerto!

F.3. EL TONTO CORTEJANDO

92. EL TONTO IRRITA A SU SUEGRO (Roldán)

Un tonto iba a ca la novia, estaba hablando con la novia. Y luego, cuando


viene, el padre d 'él dice:
-;Qué? ¿Qué hacía tu suegro anoche cuando estuviste? -Y tal, platicando
con él-.
-Pos ahí estaba curándose un grano que tenía en la espinilla.
-Y tú qué le has dicho.
-Yo no 1 'e dicho na.
-;Hombre, eso se le dice: «Agüelo, d'esos claros y pequeños*, hombre!
Pos na. A otro día fue allí a hablar con la novia y estaba el suegro allíy tal. Y
le pregunta el padre al tonto al otro día:
-Oye -dice-, ¿qué hacía tu suegro anoche?
-;Boh! Anoche estaban de matanza de cerdo, ¿sabes?
-Y tú qué le dijiste.
-Pos lo que me dijo usté: ((Agüelo,d'estos pequeños y claros».
-jHotnbre no, eso no es así! Eso debes decirle tú: «Agüelo, d'estos gordos y
espesos".
Total, el hombre, cuando fue otra vez el tonto pos estaba otra vez curando el
grano. Y cuando vino le dijo el padre:
-Qué hacía tu suegro anoche.
-Pues estaba curándose el grano.
-Y tú qué le dijiste.
-2 Qué le iba a decir?, lo que usté me dijo: «Agüelo, d'esos gordos y espesos».
93. EL TONTO RONDA A LA NOVIA (Santa Rosalía-Roldán)

Esto era un tonto que no tenía novia y un día la madre le dijo que llegara a ver
a una señorita. Y cuando iba por el camino le dijo uno:
-En esa casa están de muerte de cochino.
Entonces él llegó a la casa de la muchacha, donde estaban de matanza, y al
presentarse a la joven, pa entrarle dijo:
-Te acompaño en tu sentimiento.
-;Tira por ahí, desgraciao!
Y cuando llega a la nzadre y le dice:
-;Mira, nzadre, ha empezao a darrne palos!
-2 Qué h a , hecho ?
-Pos ná, que le he duo el pésanze porque estaban de inuerte de cochino.
-jPero hombre, si tenías que haberle dicho: ((deestos nzuchos y muy gordos))!
-Claro, lo que era propio-.
Y entonces él, cuando vuelve en otra ocasión, estaba ella con granos, tenía unos
granos en el cuello y le dice:
-De estos muchos y mu gordos.
Claro, pos se arreó a darle palos. Volvió el muchacho compungido a casa e
informó a la madre de lo que había sucedido, y la madre le dijo:
-¿Pero cómo se te ocurre decirle «de estos muchos y nlu gordos*? Tú tenías
que haberle dicho: «de estos pocos y que no salgan».
Claro, llega y los ve sembrando garbarzco.~y dice:
-De estos pocos y que no salgan.
-;Hombre, pos no faltaba más!
Total que cuando empezaron a darle palos él se montó en un urca y quería que
andara aquello a fuerza de palos.
-2 Chino se te ocurre esa barbaridá, atontao.7 ¿Qué vcr a andar?
Se lo dijo la novia a él, y un hermano que ya se me:claba ddndole palos al tonto
por los follones. Dice:
-Pos u mí me tiene dicho mi madre que to lo que tiene cuatro patas anda.

94. MÁS VALE HACERLO QUE NO MANDARLO (Roldán)

Había uno aquí que era un propietario, labrado^ y tenía un hijo sólo, y el hijo
erci algo subnormal. Pero en fin, entonces como se casaban mds por el interés que
por otra cosa, pos había una que estaba trabajando, .sirviendo por ahí, tal, y la
casaron con ese, con el infelí ese (pos en fin, porque luego hereaba toa la finca J en
fin, ella era...).
Y un, se casaron. Y aquella noche pos se acostaron y él estaba alli, al lao d'ella,
no le decía na. Y a otra noche también. Cloro, y ella se quejó al suegro, le dijo:
C A M A ~ I > I : I . A (tl ('1 FNTO POPI I.\K tN TOKRF
PA<H E ( ' 0 ) 1 07

-Su hijo se acuesta conmigo pero no hace na más que acostarse, no me dice
iza.
Y entonces el suegro llanzó al hijo y le dijo:
-,.Tú no sabes lo que tienes que hacer con tu mujer cuando te acuestas?
-;Pues qué voy a hacer?
-Pues, ;tú no has visto lo que hacen los perros? Eso?
-Si
-Pues eso ties tú que hacer:
Pos iza, aquella noche se acuesta y a otro día por la mañana el suegro ya le
pregunta a ella:
-iQué.? kHa hecho mi hijo argo contigo esta noche?
Dice ella:
-;Qué nzanía I'abrá dao esta noche -dice- que le daba por olerme el culo y
levantaba la pata y se tneaba en la pata de la cama?
Y el padre, ya desesperao dice:
-jVei~ p'acíí! -Pa enseñarlo bien (el padre era un viudo fresco). Dice el
padre, dice- Venga, desnuate y ponte ahí-dice al hijo-. Venga, échate encinza
d 'ella.
Y el hijo se echó enciina d'ella y allí estaba, y el padre viendo la cosa. Dice el
padre:
-jBájate hijo, que iníís fale hacer uno las cosas que no mandarlas!

95. LA NOVIA NOVATA (Jimenado)

Eso fue una madre que se iba a casar la hija y le dice la madre, dice:
-Hija, tú esta noche tienes que hacer esto, lo otro, lo otro...
Dice la muchacha:
-Madre, yo eso es que no..., yo no se. Acuéstate aquíconmigo y ya ..., pues así
ya no...
Y ya, cuando estaban allí un rato en la cama los recien casados, pues la hija no
hacía na. Y dice la nzadre:
-jHija, quítate de aquí que rtzás vale hacerlo que no mandarlo!

96. EL NOVIO Y LOS ALPARGATES (Roldán)

En aquellas fechas pos no había bicicletas ni había tal; iban a lo mejor los
novios andando pues dende aquí a Pacheco, y de los Martínez y... En fin, iban
andando. Y entonces lo que más'usaba llevaban botas; y aquel iba andando y
llegaba donde la novia, dice:
-¡Cómo! ;Me s'a hecho tarde, las botas m'acen daño...!-y tal, le decía a la
novia platicando.
-Pos oye, pos cómprate unos apargates d'esos de cáñamo -que había enton-
ces- d'esos ligeros que vengan más fácil.
Y él no había llevao nunca apargates d'aquellos. Y aquellos apargates venían
arnarraos con un hilo en los dos talones pa que el par no se perdiera; y se puso
unos apargates. Y tardó lo menos tres o cuatro horas más que lo que solía antes en
llegar a casa de la novia.
-;Muchacho, pos sí vienes tarde esta noche!
-;Jo, eso que vengo a to lo que da'l hilo!

97. EL NOVIO Y LOS ALPARGATES (Balsicas)

Pues esofie que el novio iba a ver la novia y se compró unos apargates nueilos.
Claro, y se los puso y iba tan contento pa ver a la novia. Y entonces, corno había tanta
nziseria, unos apargates nuevos eran un regalo bueno. Pues cuando llegó dice la noilia:
-;Uy, qué tarde viertes!
-Hija, si vengo a to lo que me da el hilo.
(Claro, como los apargates antes iban as( enganchaos...).

98. EL FANFARRÓN (Santa Rosalía)

Uno que iba a ca la novia y decía:


-Yo soy rtlás machote que ná. Fíjate que navaja llevo en el bolsillo. Yo no tengo
miedo a ná.
Entonces iban con las capas aquellas los hombres. Y nada, estaba galanteando
con la novia y cuando ya se despidió pos se fue por el camino, y al pasar por unas
matas que llamamos artinos aquí (tiene muchos pinchas), pos s'enganchó la capa:
-;Suéltame que no t'ago ná! jSuéltanze que no t'ago ná!
Y cuando ya sale el sol, dice:
-Bueno, jme sueltas o no? -Y al ver de qué se trataba cortó la rama con su
navaja, dice- jJodel; fiJate! ;Bah, si hubía sío un tío lo corto igual!

99. LA LLUVIA SORPRENDE AL TONTO EN CASA DE LA NOVIA (Torre


Pacheco)

Una noche estaba uno en casa de la novia y echó a llover; to la noche lloiiendo,
y el padre de la novia le dijo a la mujer:
-Mira, no podemos dejarlo que se vaya así. Arréglale una cama en una
habitación y que se quede aquí.
Se acuestan cada uno en su habitación. Y el amo de la casa izo sefiabu por si se
iba a la cama de la novia; se levanta S ve que no estaba el muchctcho ncostao en su
cama. Sale pa la habitación de la novia y da un portazo y dice:
-2 Dónde está el sinvergüen~aese ?
-Pero papa, si aquí no ha entrao nadie.
Cansao de buscarlo por tos sitios, entra el muchacho de la calle lleno de agua.
Dice:
-2 Pero muchacho, dónde has ido?
-Como me quedo aquí esta noche porque está lloviendo, he ido a decirle a mi
madre que no nie espere.

F.4. COSAS DE TONTOS

100. EL TONTO REPUDIA A SU ESPOSA (Roldán)

Se casó uno y tenía su casa y se puso aparte, aquella noche fue a dormir a su
casa que tenía puesta, y a otro día por la rnañana viene, le dice a su madre, dice:
-Madre, me dejo a mi mujer:
-;Ah! 2 Por qué te la vas a dejar? Te casaste ayer tarde y esta mañana vienes
diciendo que te la dejas. ¿Por qué te la vas a dejar?
-Porque mi mujer in 'encontrao que está sin desvirgar.
Dice la madre:
-Haces muy bien de dejártela, porque lo que no ha querío nadie no te lo vas a
llevar tú ahora.

101. ALIVIANDO EL PESO AL BURRO (Roldán)

Eso @e uno que llevaba una carga del arao y, pa no hacerle peso al burro,
pensó:
-Pos me echo el arao encima y me suberé encima el burro.
Y él iba montao en el burro con su arao hasta que llegara al sitio, pa hacerle
menos peso al burro.

102. EL BCTRRO BIEN ENSEÑADO (Las Armeras)

Eso es que uno tenía un burro y empezó a no echarle de comel; y asíque lo tenía
enseñao ya a no comer pos se murió, claro.

103. EL BURRO DEL TIO CARLINOS (Santa Rosalía-Roldán)

Era un hombre que tenía un burro muy rebelde, que se le iba, cuando lo
enganchaba se le iba. Y empezaron a decirle:
-Tu recórtale el pisebre.
Y él einpe:ó a echarle trigueras; y claro el burro pos perdió velocidad y dice:
-Bueno.
Lo saca un día y empieza el burro a moverse inquieto.
-jAh, que todavía corres! Pos verás, te voy a racionar más.
Hasta que un día fue a la cuadra y se encontró el burro muerto.

104. EL BURRO QUE NO ANDABA (Roldán)

Iban unu familia, un par de viejos, y entonces s'acostumbraba 170s esto de llevar
al mercao los jueves, si los pollos, si los huevos, tal. Y tenían un burro, pero era mu
pesao y el burro l'echaban allí encima los chismes y salieron pa Murcia con su
burro, y venga palos y el burro es que no andaba. Y se lo contó a uno, y dice:
-Tú vas a hacer una cosa, le vas a meter una ñora picanre debajo del rabo y
del culo y verás cómo va a ser
Pos na, iba la vieja y el viejo, los dos y fue:
-;Con el burro! Pos na, voy a meterle la ñora picante.
Llevaban unas cuantas ñoras picantes y se la metió debajo del rabo y apretó el
rabo, el culo, y salió el burro tirando y se l'escapó el burro. Y dice el viejo:
-jVoy a ver si I'echo mano!
Se puso él también un pimiento picante y pasó por al lado el burro y no se paró
en Murcia, se fue a Arcantarilla. No podía pararse. Y la vieja dice:
-jPue.~ esto qué es!
Se puso también un pimiento picante, pasó por el burro y dice:
-jNo me pueo parar!
Y adelanta al viejo, dice:
-;Ya los veremos luego a la noche!
Y salió tirando y l'echó delante a tos.

105. EL BURRO QUE NO ANDABA (Santa Rosalía-Roldán)

Este del burro era un señor que se dedicaba a portear ajos y iba cargao, con el
burro en las aguaeras también, un burro cargao de ajos. Y el burro no andaba de
ninguna forma. Y s'encuentra con uno que era más especialista que él pa la puesta
en marcha y dice:
-jHombre, pero si vas cargao de ajos, si tienes el remedio! Restriégale na más
unos cuantos ajos por el culo y verás como corre.
Le restriega un ajo y claro, el burro sale dispara0 y se le va. Y dice el consejero:
-;Coño! La medicina la tienes en la mano. Restriégate tu unos pocns y verás.
Sale el otro, se restriega otra vez y pasa por al lao del burro y dice:
-iEn la posá nos veremos!
106. EL TONTO NO ENCUENTRA A LA MULA (Jimenado)

Esto fue un tonto que llevaba un par de mulas y iba a labrar: Y cuando llega allí
(a la parcela), iba subío en una y dice:
-;Bueno, y ahora qué hago yo! ;Pos si me falta una mula! ;Pues donde está!
;Pues donde está mi mula!
Pues nada, s'está allí subío en la mula, está media hora allí o una hora, dice:
-Bueno, pues me voy a mi casa.
Vuelve a su casa y le dice su padre:
-2 Pero por qué te has venío?
-;Porque me s'a perdío una mula!
-;Pero bueno! Entonces, jesa que vas tú subío ... ?
-;Ay! ;Si me pare mi madre más tonto me muero!

107. EL ABUELO, EL NIETO Y EL BURRO (Torre Pacheco)

Iban un burro, un nieto y el abuelo por el mundo, pues pasando. Y llega por un
pueblo y iba el viejo subío y la criatura andando, y dice uno con el que se cruzan:
-;Vaya prójimo! La criatura andando y el abuelo subío.
Pos nada. Llega a otro pueblo y entonces:
-Na --dice el abuelo-, vamos a ver si aquí lo acertamos.
Sube el nieto y él andando. Dice otro lugareño:
-;Vaya tío tonto! -dice- ;El viejo andando y la criatura subía!
Y entonces siguen caminando, pasan por otro pueblo y se suben los dos. Dice
otro:
-;Animalito! ;Vaya prójimo!, los dos subíos y...
Na, sigue más p 'alante, dice:
-Vamos a ver si lo acertamos.
Coge y se echa el burro a las costillas y entonces alguien que lo vio dice:
-;Vaya tío tonto! ;Lleva el burro a cuestas!
No lo acertó nunca.

108. EL PADRE, EL HIJO Y EL BURRO (Santa Rosalía-Roldán)

Era un padre y un hijo que iban pa la feria y se montan los dos en el burro y,
claro, mucha gente iba pa la feria y al cruzarse con ellos decían:
-;Vamos, vamos, que los dos mindangos ahí montaos y el burro arranao el
pobre!
Dice al hijo el padre:
-jBájate, hijo, que resulta que estamos quedando mal vistos!
Se baja el hijo y pasan al cabo junto a otro, dice:
-; Fijate que tío más cómodo! El pobre zagal andando y el tío ahí comodameizte.
Y entonces pos se sube el hijo y se baja el padre. Y un tercero que los vio
comenta:
-iVamos, vaya un nnindango! El pobre padre andando y él inontao.
Y dice el padre:
-Mira hijo, súbete tú y yo y que digan la gente lo que quieran.

109. CAGAR UN KILO JUSTO (San Cayetano)

Esto fue uno que fue a Madrí y le dio ganas de cagar al entrar a Madrí, y no
sabía ande lo iba a hacel: Y porfin él se pensó: ((2 Pos sabes qué voy a hacer? Voy
a comprar un periódico y cago en él y lo lío y me lo llevo a h í j luego me lo traigo
a la casa corno sea, el caso es salir del pasos.
Claro, y se la arrima gente de una lonja y él se pone allí a abrir la boca viendo
cómo la gente vendía y despachaba y la gente compraba, y él estaba con la boca
abierta allí; y a to esto unos guardias que iban vigilando a los que pesaban a ver si
robaban o no, dice:
-i Venga usté, señor! i Usté también seguro que 1 'un engañao! ;Traiga usté eso
que le habrán dao por un kilo y verá como l'an engañao!
Y él no quería, pero tanto se empeñó aquel guardia que se lo quitaron (el
paquete) y lo pesaron. Y dice:
-¿Ha visto usté? Novecientos gramos. Ya l'an quitao cien gramos.
Y entonces abrieron el paquete y, al ver que era mierda, se lo llevaron a la
cárcel de la pesambre que le dio al guardia. Y cuando salió y fue a su pueblo le dijo
a los amigos:
-Cuando vayais a Madricagar un kilo justo, que si cagais novecientos gramos
os llevan a la cárcel.

110. APROVECHAR LO QUE SE DESPRECIÓ (Torre Pacheco)

Iban por el camino un hombre y su burro y llevaba una bolsa de higos. Llegaba
y cogía uno, dice:
-Este no vale.
Y se los tiraba al culo al burro. Y venga, p'alante. Na, llega y vuelve, y entonces
llevaba hambre. Se encontraba un higo, dice:
-Este, ¿le dio o no le dio? ¡Este no le dio!
Y se los comió tos los que había tirao.
111. APROVECHAR LO QUE SE DESPRECIÓ (Jimenado)

Eso era uno que iba de viaje, iba a ca un hermano y iba a llevarle higos de
higuera. Y cuando iba por el camirlo iba comiendo los higos, dice:
-;Este no vale! -P'aI culo del burr- ;Este no vale!
Y entre los que se comió y los que tiró no le llevó al hermano ninguno. Y cuando
vuelve pa su casa se quedó allí el hermano con la burra, con el carro y con to, y él
ya no tenía qué comer: Venía y cogía uno y dice:
-1 Este le dio? Este no le dio; este tampoco le dio; este ... por si aún caso le dio;
este...
El caso es que cuando llegó a su casa los había arrecogío tos. Este le dio, este
no le dio, pero tos pa dentro.

112. EL TONTO Y LA DEPENDIENTA (Santa Rosalía-Roldán)

Había un tonto que resulta que vivía en una caserío y tenía que ir al pueblo, y
entonces pues le dice una, dice:
-;Hontbre, fulano! ;Por qué no me traerías un fardo de pana que me falta para
terminar un pantalón?
-Bueno pero, 2cómo se dice eso?
-Mira, eso que tú llevas ahí en la bragueta (llevaba as6 un remiendo de pana),
d'eso que te den un palino.
Na, el pobre tonto llega allíy cuando llega a la tienda le dice a la dependienta:
-2 Usté tiene gana ?
Dice ella:
-;Gana de qué?
Claro, la muchacha un poco ...
-iSi, sí! Si tiene usté gana de esto que llevo yo aquí -y se hace así de lao
(señalándose la bragueta)-.
-;Venga, venga, venga! -lo despidió la muchacha enojada-.
-¡Anda, pues un palmo que t 'as perdío!

113. EL DEPENDIENTE TONTO (Santa Rosalía)

Hay otro zagal que va buscando trabajo y lo colocan en una tienda (tampoco
era muy espabilao). Y llega un cliente y le pide argo de lo que había en la tienda, y
no tenía.
-;Ay, pos no tenemos! -le dijo al cliente-.
Y dice el jefe:
-Pero hombre, eso no se dice. Cuando vengan y pidan una cosa tu dices: ccpos mire
usté, tenemos esto que's igual, pero d'eso no tenemos; tenemos esto que S' igual.»
Total que llega una señorita d'esas, dice:
-Oiga, ¿tiene papel higiénico?
-Pos mire usté, izo, pero tenernos papel de lija que's igual.

F.5. FALSAS APARIENCIAS

114. EL QUINTO VUELVE DE LA MILI (Torre Pacheco)

Pues esto es uno que se fue a la mili y vino hecho un... Ya ves, toa su vida allí,
labrando y haciendo la era y to, y sabía lo que era una horca y sabía lo que era to.
Pero vino de la mili y vinofino, y no sabía lo que era una horca, ni conocía lo que
era la horca, y decía:
-Papa, ;esto qué es?
-Hijo, pues eso qué va a sel: Es que no lo sabes tú de una vez y otra?
-Pues no, yo no recuerdo esto lo que es.
Na, que viene y pasa uno y le pisa los dientes a la horca y s 'escapa; lo hace él,
le pisa los dientes a la horca y le pega un horcazo (el mango se levanta y le golpea)
y dice:
-¡Hostias, que palos pega la horca!

115. EL QUINTO VUELVE DE LA MILI (Roldán)

Una vez había uno, de aquí del campo, que se fue al servicio. Estuvo más o
menos tiempo y cuando vino pos estaban en la era y llegó allí y había una horqueta
y fue a pisarla.
-Padre, ;esto qué es ?
Y no se que le dijeron que él no... ;Pero sí lo sabía!, porque cuando le pisó de
más la horqueta, por detrás, le arrimó un toque. Dice:
-;Coño, que nz'a jodío la horqueta!

116. EL QUINTO VUELVE DE LA MILI (Las Armeras)

Era un chico que se fue del campo, que se fue a la mili y al año volvió y vino
pues to aseñoritao, hablando con eses y todas esas cosas, y estaba el padre trillan-
do en la era y va y le pregunta a su padre:
-Papa, j esto qué es?
-Pero hijo, si hace un año que te fuiste ..., ;y no sabes ya lo que es el trillo?
Entonces va y le pregunta:
-2 Y esto qué es, papa?
-;Muchacho, pero cómo no te acuerdas tú! Esto es la pala.
Y se va por allíy ve la horca, dice:
-Papa, ¿y esto qué es?
-;Písale los dientes a ver!
Le pisó los dierires y fue cuando le pegó un porra:o en la cabeza, y dice:
-;Hostias, qur; horquetazo m 'e duo!

117. EL BURRO QUE QUERIA SER CABALLO (Roldán)

Es que nadie estamos conforines con lo que semos y cada uno quiere ser más de
lo que es. Y había un burro qu 'estaba en manos de un gitano, y dice el burro, dice:
-Y quisiera salir de burro.
Dice el gitano:
-Te prometo, por estas manos tan divinas que tengo yo, que si te comprome-
tes o resistir lns operaciones que yo te haga has de ser el mejor caballo que haya
en el pueblo.
Y el burro conforine. Le cortó las orejas; le puso un corsé p'apretarle, pa
hacerle el tipo caballo; bocao bien prepara0 pa hacerle tipo de caballo. Y le hizo
caballo, vamos, en la presencia un caballo.
Y hubo un concurso que el mejor caballo que se presentara le daban un prenzio.
Y entonces el gitano se presentó con su burro hecho caballo; y le gustó tanto al
público que le dieron el premio al mejor caballo que se presentó.
Y claro, y entonces, como se había portao mu bien también el burro, el gitano le
dio las gracias al burro por lo bien que se había portao. Y el burro quiso darle
tanzbién las gracias al gitano porque también había colaborao bien con él, y echó
a rebuznar: Dice:
-;Me cago en die, pos si es un burro!

118. VOLVER AL CABALLO INGENIERO (Roldán)

Había un señor que tenía mucho dinero pero no tenía ningún «don». Entonces
un «don» tenía que tener una carrera d 'ingenieros o una carrera de maestro. Una
carrera. Y este señor tenía mucho dinero y tenía mucha amistá con los profesores y
tal, y le dijo:
-Oye, mira. Yo no necesito la carrera de ingeniero para na; yo tengo bienes...
Pero quisiera que me dieras el título d'ingeniero para tener yo un «don».
Y entonces, a base de que le dio una cantidá de dinero, lo hizo ingeniero. Y
luego, un hijo que tenía, pues también habló con el profesor y le dijo:
-Mira, quiero que rni hijo lo hagas ingeniero, tenga el «don» de ingeniero; que
tenga un don. Que no lo va a ejercer; porque tenemos bienes suficientes.
Y le dio también la carrera d'ingeniero. Y tienen un caballo muy bueno, muy
listo y muy bueno, y habló con el profesor y le dijo:
-Mira, por dinero no lo dejes. Si haces ar caballo ingeniero te doy no se cuanto
dinero.
Dijo el profesor:
-Hombre, el caballo no puedo hacerlo ingeniero. Si fuera burro, lo nzisrno que
lo he hecho tz ustedes lo hacía a él también.

119. PIDIENDO COMO EL VECINO (Roldán)

Un jornalero se quedó trabajando en la Mancha en una era, y allíesos ga:pachos


sabes que se hacen pa toas las mañanas; toas las mañanas gazpachos. Y se tuvo
que pasar cuarenta o cincuenta días allí comiendo gazpacho; ;y estaba más harto
de gazpachos!
Y ya, cuando terminó, pos se vino el hombre p 'Albacete. Dice:
-Voy a meterme en una casa de comidas y voy a comer lo que coma gente que
esté bien -porque quería comer otra cosa-.
Y llegó allí y se puso al lao de uno.
-Lo que coma este señor voy a comer vo.
Y llegó el hombre, dice:
-2 Qué quiere usté comer?
-Pos tráeme usté una «sopa madrileñau - d i j o el otro cliente-.
-A mí también a i j o el jornalero-.
Y entonces le pusieron un gazpacho. Y cuando lo vio le dijo:
-A ti t'an cambia0 el nombre, pero a ti te conocco yo.
Pero en fin, continúa y dice:
-A ver si pide el segundo plato y yo también pidere.
-2Qué quiere usté más? -le dijo el posadero al otro-.
-Repito.
-Yo tambie'rz quiero repito -exclamó el campesino-.
Otra vez le sirvieron lo mismo.
-;Válgame Dios, otra ve:!
Y entonces, pos ya cuando terminó:
-;Ya a ver si pido otra cosa!
-2Qué quiere usté más.' -vuelve a inquirirle el posadero al cliente que le
servía de referencia al jornalero-.
-Pos traiga usté un betunero -pa que le limpiase los ,-apatos-.
-A mí traeme usté dos.
-Pero si con uno hay bastante pa los dos.
-;A usté qué le importa! Yo me lo como, lo tiro o hago lo que quiero, pero a mi
traerne uno entero pa mi sólo!
120. PIDIENDO COMO EL VECINO (Torre Pacheco)

En una casa de comidas el camarero atendía dos mesas ocupadas por clientes
bien distintos: uno adinerado; el otro un jornalero manchego. El primero pidió un
primer plato; entonces va el camarero a la mesa de al lao y dice el otro cliente:
-Yo otra.
Y pide un segundo plato el comensal distinguido de patatas y carne, y el otro
decía:
-Yo otro.
Y este manchego venía de La
. Mancha con albarcas puestas p el señorito estaba
allípos con sus zapatos. Y cuando termina le dice al camarero:
-Haga el favor: Traígame usté a un betunero que me limpie los zapatos.
Y dice el otro:
-Y yo otro.
-¿ Y usté pa qué lo quiere?
-jA usté qué le importa! jSi no me lo como lo tiro!

121. LAS HERMANAS PRESUMIDAS (Las Armeras)

Esto eran tres hermanas que eran muy chulas y muy tontas y un día pues sus
padres a una le regalaron unos Lapatos, y se ve que eran los primeros zapatos que
tenía, a otra le regalaron una sortija, que se ve que era la primera sortija que tenía,
y a otra le regalaron unos pendientes. Y ellas se fueron a un baile y no sabían cómo
enseñar los pendientes y corno enseiiar lo que le habían comprao. Y dice la que
llei~abala sortija, dice:
-jOy mira6 mirar que araña!
Y señcrlabcr con el dedo pa que le vieran la sortija. Y dice la que llevaba los
zapatos:
-,Eso se hace así!
Y hizo como que mató a la araña pa que vieran cómo llevaba el zapato. Y la que
llevaba los pendientes dice:
-jJesús, que tontas sois!
Y movía Ia c a b e ~ apa que vieran que llevaba pendientes.

F.6. DEFICIENCIAS FÍSICAS

122. EL SORDO Y LA GUARDIA CIVIL (San Cayetano)

Era uno que era sordo y una mañana temprano pos lo mandó la mujer u coger
rnawas pa hacer medecinas. Y vio venir a la guardia civil y claro, él qué piensa,
dice:
-La guardia civil son muy oliscorzes. Me van a decir que qué hago y le voy a
decir: «pos cogiendo nzarvas»; pa quién son, y yo voy a decir: «pos pa nzi mujer».
Y me van a preguntar dónde vivo, y yo voy a decir: «pues al otro lao del cerro)). Y
nze van a preguntar si soy casado, y le voy a decir que sí, que tengo ?ni mujer y dos
hijas.
To eso se supuso él que se lo iban a preguntcrr y él apaiíó lcrs contestaciones.
Pero vinieron los guardias y en vez de decirle qué hace usté le dicen:
-;Buenos días!
Dice él:
-Pa mi mujel:
Y dicen los guardias:
-2 Es que es puta ?
-Sí, y dos hijas más que tengo.
-2 Y le han duo alguna vez por culo a usté?
-Sí -dice-, al otro lao del cerro.

123. EL CAMPESINO SORDO (Torre Pacheco)

Eso es un sordo qu 'estaba sembrando y vio venir a dos y dise:


-Ahora me van a preguntar que cuanta tierra tengo, que qué sienzbro, que ande
vivo, que tal.
Y llegan aquellos, disen:
-;Güenos días!
-;Dende acá p 'acá, to aquello!
-Vaya una respuesta.
-Tres capasicas como esta.
-;Anda, hijo de la grandísima puta!
-Al volver; la casa de los árboles, mi nzujer y dos hijas.

124. EL SORDO Y LAS MONJAS (San Cayetano)

Estaba un sordo conziendo brevas en una higuera y vio venir dos monjas por
allí. Dice:
-Me van a decir buenos días.
Y cuando llegan las monjas le dicen:
-;Ay que brevas tan hermosas!
-Igual las tendrán ustedes -dice el sordo-.
125. LA SORDA VA A LA TIENDA (Santa Rosalía)

Una muchacha sorda la manda su madre a la tienda, se tropieza con uno y dice:
-;Bueh! Ese me va a preguntar por mi madre y a qué voy a la tienda.
Y al pasar por u1 lado dice:
-;Adios, prendci!
-Por chocolate LI la tienda
-;Qué trabajo hablar con sordos!
-Pa mi madre que está mala.
-;Anda y que te pille un coche!
-;Gracias hombre, gracias, Dios te lo pague!

126. LA SORDA SE CASA (Torre Pacheco)

Una sorda que se iba a casar vio venir a una, dise:


-Me va a preguntar cuándo me caso, qué tengo...Toa la historia.
Y dise:
-jBuenos días!
-jDe r~zafianaen ocho días!
-;Que buenos días!
-;Fanega y media tengo molía! -de trigo-.
-;Anda ya y malos demonios te lleven!
-;Convidaos están, ellos vendrán si quieren!

127. EL SORDO (Torre Pacheco)

Era uno que era sordo y estaba picando piedra para construir una ermita para
San Roque. Y vio venir a uno e imaginando sus preguntas preparó las respuestas
convenientes. Y pasa aquel y dice:
-Buenos días.
-Picando piedra -dice el sordo-.
-Buenos días -insiste el otro-.
-Pa una ermita.
-;Vaya usté a la mierda! -le dijo el caminante-.
-Pa San Roque.

128. EL SORDO (Las Armeras)

Esto era un sordo que estaba trabajando y estaba sacando piedra con el pico, y
pasa por allí un sefior y pensó qué le iba a preguntar:
-Aquel que \viene por allí me va a preguntar qué hago a q u í y le voy a decir que
estoy picando piedra. Luego me va a decir que pa qué es la piedra, y le contestaré:
«Pos pa hacer una iglesia». Luego ila a decir que quién es el patrón y le diré que
Nuestro Padre Jesús. Y luego me va a preguntar que si mi familia es beata, s i va a
la iglesia, y le voy a decir que sí, y una hija que tengo también.
Y cuando aquel caminante llegó a su altura le saludó:
-jBuenos días!
-Picando piedra.
-;Buenos días!
-Pa hacer una iglesia.
-jQue buenos días!
-Pa Nuestro Padre Jesús.
-jOiga! i Su mujer es puta?
-Si Y una hija que tengo también.

129. LAS HLJAS TARTAMUDAS Y EL PRETENDIENTE (Torre Pacheco)

Era una madre que tenía tres hijas y eran tartamudas. Y entonces pues quería
casarlas y izo veía la forma. Y entonces cómo se arregla la madre para que viniera
un chico a la casa.
-No os encargo na mas que, cuando llegue, vosotra no hablar Vosotras callar
Él que diga, que hable él, pero vosotras callal:
Y porqué no pide el muchacho un vaso de agua. Y entonces pues va la mayor a
echarle el vaso de agua y dice:
-La tantara no tiene agua.
Y dice la otra, dice:
-LA ti-tinaja tampoco.
Y dice la tercera, dice:
-Pa decir la mare que no habláramos, las tres hemos hablao.

130. LAS TRES HWAS TONTAS (Las Armeras)

Un matrimonio tenía tres hijas y por degracia las tres tontas. Y le tenía encargao
el padre y la madre que cuando fuera alguien a la casa que no piularan, porque no
sabían hablar
Pero un día llegó alguien a la casa y, claro, estaban cosiendo (el hombre las
ponía pa que vieran que estaban allí atareas) y una, pues cosiendo, pues que se le
quebró el hilo; y ella dijo:
-jBa quebao!
Y la otra le hace así (le pellizcó) y dice:
-i Eso es lo que el paille dejó habao?
Y la otra, viendo como hablaban las otras, dice:
-Por eso yo tallo.
131. EL CIEGO, EL SORDO, EL CALVO Y EL COJO (Dolores de Pacheco)

Era un sordo, un ciego, un calvo y un cojo. Y salta el ciego y dice:


-Paice que veo bultos.
Y salta el sordo y dice:
-Paice que oigo pasos.
Y dice el calvo:
-;Se me ponen los pelos de purzta!
Claro, el cojo ya cuando oyó to aquello dice:
-;Pos pies pa qué te quiero!

132. ANDANZAS DE PERUL DE MALAS (Las Armeras)

Pos esto era Perul de Malas que se fue a hacer la mili, y cuando lo licenciu-
ron pos resulta que no tenía dinero para pagarse un modo de transporte, que
era el tren lo que hribía entonces, se vino arzdando. No tenía dinero. Y se le
hico de ~zoche,llegó a una casa y pidió por favor si le dejaban dormir a l l í y le
dijeron que sí.
La farnilia se conzponía de un rnatrimonio y de una hija soltera joven. Y él
llevaba mucha llcrrnbre y vio que estaban cenando, y el señor de la casa le dijo:
-Oiga usté, (;de dónde es usté?
-No, grcicius, que siente bien.
-No, no, si le he pregunta0 que de dónde es usté.
-Bueno, pues me arrimaré y tomaré un bocaillo.
Entonc.es él ileíci que no le daban vino; bebía vino la familia y a él no le daban
vino. Y él estaba ohseniando donde entraban a la habitación a sacar vino de una
bota, y dice:
-Ya ver& tú, cuando estos se acuesten y se duerman ya verás corno voy a beber
vino.
Bueno, le hicieron una cama en la cocina, se acostaron todos, y él, cuando ya
creyó que todo el inundo estaba durmiendo, él se levantó, fue a la habitación de
donde sacaban el vino, ubrió su grlfo y se puso a beber vino. Cuando se hartó de
beber vino fue otra vez y se acostó. Y al ratico de estar acostao oye un ruido:
(< chissss». Dice:

-;Adios, que m'he dejao el grifo abierto!


Y resultcr que es que en la habitación donde estaba la bota dormía la chica joven
que era de la cascr. Y fue derecho a poner la mano onde salía el ruido. Pues claro,
Ici chica se asustó, empezó a pedir socorro:
; S o c o r r o , socorro!
Y él, to asustao, abrió la puerta de la cocina, se salió, no le tlio tiempo a echar
a correr ni nada y se metió en una orza grande que había allí dentro: él se metió y
allí se acobijo.
Pos nada, tos asustaos, con las puertas clavás, el padre, la madre y la hija. Al
ratico, la hija tenía novio y llegó coi? unos ar?zigos a darle urza serenata. Y venga a
tocar alli, con tos los instrumentos, y allí no abría nadie, estaban asustaos y no
abría nadie.
Entonces, uno de los amigos del novio dice:
-j Vava novia que tienes! ;Vamos hombre, no abrirte la puerta y.. Venir a darle
urza serenata y izo abrirte la puerta! ;Ahora niisnzo verás lo que hago! ;Ahora, en
esta orza que hay aquí en la puerta, ahora voy a hacer aquí n2is necesidades!
Se sube a la orza y se pone a hacer sus izecesidades. Y a to esto Perul de Malas,
que estaba dentro, pegó un empujón, lo tiró patas arriba y salió corriendo. N o terzícr
donde esconderse, vio allí en una loma que había unas cuantas cormenas de abejas
y se metió en una connena y allí se achaiitó.
Bueno, pos nada, cuarzdo se hartan los amigos de dar ln .serenata y no abría
nadie, pos nada, dicen:
-jBueno, pos vámonos!

Y dice uno, dice:


-;Oye! Ahora podíamos echar por ahí y llevarnos una corineizrr de miel.
-;Pos oye, pos sí, no has pensao mal!
Echan, dice:
-Pos la que más pese es la que más miel tendrá.
Y sopesarz las corineitas y claro, en la que estaba Perul de Malas dentro es ltr
que se llevan. Cargan con la cormena y se van. Y uno de los que ihan por detrrís
dice:
-;Oye, niira, mira como chorrea la miel!
Le toca el otro con el dedo, lo chupa, dice:
-jMadre mía, pero si esto -con perdón- esto es mierda!
Y es que se había asustao tanto Perul de Malas que se había hecho sus necesi-
dades.
Pos tiran la cormerza. Entonces allás que sale Perul de Malas, que ya era de
día, y se va por un caittino y iba el pobretico con el cuerpo descompuesto. Pos le
vuewe a dar ganas de hacer sus necesidades y va. hace sus necesidades a la orilla
del camino, y llevaba e1 gorro de militar: Lo tapa (sus excrementos) y empieza:
-;Pobretico colorín, pobretico coloríiz!
Y a to esto pasa por allí un sacerclote nlontao en un caballo que le gustaban con
locura los colorines. Dice:
-;Amigo, ¿pero es que tiene usté ahí un colorín?
-Si
-;Honzbre! Yo le cambio el colorín al caballo.
Andanzas de Perul de Matas

-;Ah, po.5 yo se lo rurnbio!


-Pos izcicltr, pos trclto hecho.
-B11(1120. pcJro 1 1 0 levur~te~1st~; 01 gorro en seguida. porque el colorín me conoce
(1 mí muy bierz y si me ve se ivucletrús de mí. Y cíbrulo corz rnucho cuid~to.
Buorlo, pues 01 Perul de Multrs c.oge su í.abullo v se va en rl cubullo y ahí se
quedo el c-irru. Cuci~itioya iba Perul de Mulas muy lejos. u1 pobre cura mete lu
mtirzo con murl(~hocui~krclito coger el colorín y yrr (1.5 podeis imaginar lo que
pn.~cí.
A to esto llegcl Perul d~ Ma1a.s al pueblo, contundo conque Perul de Mulus eru
c.a.sc~o,keh.7, t~sttibtre11 Iu rnili pero eru CUSCIO. Entonces 1Iegu Perul de Mulas u1
"
pueblo vende el c.abullo, y con el clirzero se conzpró unel chisteru. Y llegu cr url bar
elc. los tiur Iztrbíti elltonc.e.s, uncr ttlsc.u, y le dice u1 dueño:
-;C)\'LJ,uhorci voy u truer elquí u un montón de amigos! Tú. cucrndo yo verzgu y
tligurno,s de I>ugurto lo que hemos consumío, yo le doy media vuelto a mi chisterti
y tli dices: *;Atpri estcí to ptlg(~o!»
Bueno, pos de acuerdo. Rmne a los amigos suyos del pueblo, se van ahí a la
tasca a beber vino, tal, cuando uno dice:
-Bueno, na, que hay que pagar:
Y dice Perul de Malas:
-No, no, aquí está to pagzo. Media vuelta a mi chistera y to pagao.
Y dicen los otros:
-;Muchacho! ;Pero muchacho, pero como es posible!
Y el del bar:
-Sí, sí, aquí está to pagao.
-;Muchacho, pero como es posible esto! ;Te compramos la chistera!
Pos nada, le compran la chistera, le dan un montón de dinero por la chistera, se
va y se compra un burro y unas monedas de oro. Le mete las monedas de oro al
burro en el culo.
Entonces los amigos cogen, se van a otro barr a otra tasca, enzpiezaiz a beber y
tal. Cuando llega la hora de pagar le dicen al dueño:
-Oye, aquíestá to pagao. Yo le doy media vuelta a mi chistera y aqui está to pagao.
Dice el del bar:
-;No hombre, no! ;Aquí vosotros qué vais a tener to pagao! ;Vosotros aquí
teneis que pagar!
-;Mecachis en Ea mar! ;Ya nos ha engañao otra ve,- Pel-u1de Malas! ;Vamos cr
buscarlo que a este le damos una paliza que lo matamos!
Bueno, se van en busca de Perul de Malas y lo encuentran que iba coiz un burro,
y dicen:
-;Perul que nos has engañao, que eres un sinilergueizca, que la chistera izo \'ale
pa ná!
-;Venga. venga, venga, venga hombre, venga! Yo lo que tengo es un burro que
caga oro.
-;Tú qué vas.. .!
-iQue sí, hombre! Quereis comprobarlo? Venirse conmigo.
Pos nada, ros detrás del burro, hasta que el burro hace sus necesidades y salían
monedas de oro.
-;Muchacho, pero como es posible que tengas un burro que cague monedcrs de
oro! ;Te lo compramos!
-Pues nada, pues yo os lo vendo.
Le darz otro montórz de dinero por el burro.
Llega a una carnicería y compra un mondongo y lo llena de sangre. Y se
compró un pito también. Y llega a su casa, a donde este i~ivícr,que ya estaba su
mujer; y le dice a su mujer:
-;Oye! Métete este mondongo de sangre debajo del deluntul, y cuarzdo verzgurz
mis amigos yo te voy a dar una punalá y tú te caes al suelo muerta. Y cuarzdo yo
toque el pito tú te levantas.
Pues izada, de acuerdo. Al rato llegan los amigos, porque claro, el burro,
cuando se le terininaron las nzonedas de oro pos ya no cagaba oro. Pues
llegarz:
-;Mecachis en la mar! ;Ahora ya no tiene salvación! ;A este ya le damos una
pa1i:a que lo nzatamos! ;Perul, que nos has engañao, que el burro no caga oro!
-;Venga hombre, venga! ;Yo..., me cago en la mar:..! -Que tal y que cual,
maldiciendo p'allá y p 'acá.- ;Ahora cojo y mato a mi mujer!
-;Muchacho!
jPunt! Le pega una puñalá a la nzujer y la mujer al suelo chorreando sangre por
tos sitios.
-;Pero Perul, por Dios, ;qué has hecho?! ;Tú eres un criminal que ...!
-No hombre, no; no os apuréis. -Saca el pito- Yo toco el pito y mi mujer
revive.
Saccr el pito, pita y su mujer se levanta.
-;Pero Perul, pero ;cómo tienes tú un pito que revive a las personas?!
-Sí hombre, s i Yo tengo un pito que revive a las personas.
-jPos te coinprainos el pito!
Pos nada, le compran el pito y le dan ;otro montón de dinero! Y se van. Y
entonces, uno de los amigos llega a su casa, coge un cuchillo, le pega una puñalá
a la mujer y la mata. Y claro, enzpieza a pitar el pito ... Qué iba a revivir la mujer:
De ninguna de las rnanerus. Y entonces ya se cabrearon ya y dijeron:
-;No, ahora ya no tienes escapatoria! Ahora ya ...
-No, pero en ve: de matarlo -dice uno- lo que vamos a hacer es que lo
varnos a meter en un saco, lo vamos a llevar al río y lo vamos a tirar al río.
-;Pos nadu, de acuerdo, bien pensao!
Pos cogen un carro y un burro y llegan ande estaba Perul de Malas 4) dicen:
- j Ya no tienes escapatoria!
Lo meten dentro de un saco, lo amarran, lo echan al carro, camino al río. Y
yendo cantino al río había una tasca y dice uno:
-;Oye, \)amos a entrar a bebernos una copa de vino!
-Bueno, pos vale.
Se entran a la tr~sca,coi~zoél iba anzarrao en el saco. Y a to esto Perul de Malas
iba diciendo:
-jAy señor; que me llevan a casarme con la hija del rey y yo no quiero! ;Ay
seiiol; que me 1lei)aiz a casarme con la hija del rey y yo no quiero!
Y a to esto había por allí un pcxstor que estaba guardando ovejas y lo oye, y se
arrima y dice:
-;Es que va usté a casarse con la hija del rey?
-Sí, pero yo izo quiero.
-;Quiere usté quedarse con mis oi~ejasy yo me meto en el saco?
-jSí!
Pos nada, suelta el saco, sale Perul de Malas, se mete el pastol; arrlarra el scrco
y Perul de Malas se va con las ovejas.
Eiztonces salen los amigotes del bar; se suben erz el carro, tiice:
-;Arre burro, que vamos p'al río, que Perul de Malas ya terrlziizai?zoscon él!
Pos nada. Y el otro hombre allíachantao. Llega~za la orilla ciel río y dice uno:
-;Vamos a ponerle una piedra pa que no flote, pa que se vaya al foizclo del río!
Pos nada, le amarran una piedra y lo tiran al río. Y ya se queri~rrltranquilos.
-;Gracias a Dios que nos heinos librao ya del sinvergueiz,-a de Perlrl de Malay!
Pos nada, se vuelven pa su casa y cuando iban de regreso dice uno:
-;Oye, aquel que hay allí guardando las ovejas parece Perul de Mulas!
Dicen los otros:
-;Venga hombre! Como va a ser Perul de Malas si acabamos de tirarlo al río .')
-;Que es Perul de Malas!
Se acercan. Efectivamente, era Perul de Malas.
-;Pero Perul, pero qué haces aquí, si acaba~nosde tirarte al río!
-jAnda! -dice- Me hais tirao al río y porque me hais puesto una piedra
pequeña he sacao una mana de ovejas -dice-. Si me porzeis una piedra gorda y
me voy más abajo saco una maná de vacas.
-;Pero muchacho! ;Pero es posible!
-;Lo que yo te digo!
-;Pos tíranos a nosotros al río a ver si sacamos ilclc.cts!
Pos nada, se van otra ve,- a1 río, los mete en sacos, les pone unas piedras bien
gordas y allí se terminaron los amigos. Y Perul de Malas siguicí con un montón de
dinero, con ovejas y con tó. Y así se escapó. Y colorín colorado, este cuento se ha
terminao.

133. PERUL Y LOS GITANOS (San Cayetano)

Este era Perul que era un diablo y le dice a los gitanos, dice:
-Yo tengo un pito que, cuando me peleo con mi nzujer; la mato y enzpie:o rr
tocar el pito y revive.
-;Muchacho, cómo haces eso!
-Sí, ya veras.
Viene, le pone a la mujer aquí (en el vientre) una cosa con sangre y, en
presencia de los gitanos, le clava el cuchillo y aquello ernpiezcc a salir sangre, y
enzpie~aa tocar el pito y revive la mujel:
-Te lo compro, Perul, te compro el pito.
-Bueno, pues na, te lo venderé.
Y le dio mucho por el pito. Y se va. Y viene el gitano, se pelea con la nzujer y la
mata. Y enipieza con el pito, y pi-pi, y pos no revive (claro, si la había mutuo). Y
entonces dice:
-;Vamos a rnatar a Perul! ;Varnos a matar a Perul!
Se van p'allá, lo cogen y lo echaíz en una aguaera (antes había burros con
aguaeras) y lo lle\~ar~a tirarlo a un pozo. Y llegan y había un bar y se meten los
gitanos a convidarse y a Perul lo dejan dentro la aguaera. Y empieza Perul a llorar.
Y había un pastor por allí con un ganao y viene el pastor a ver lo que pasaba, dice:
-;Qué te pasa, Perul?
-;Uy! Que me llevan a una boda y yo no quiero ir:
-;Ah, pues yo me voy en puesto tuyo!
-Anda, pues suéltame.
Lo suelta y se quedó Perul con el ganao y se fue. Y al otro lo llevaron los gitanos
y lo tiraron al pozo. Bueno, y se vienen p 'acá y dice uno:
-;Chucho, si aquel que hay allí es Perul!
-No, si lo hemos tirao al pozo.
-;Pues yo creo que aquel es Perul!
Y ijieiien y se lo traen, dice:
-;No, si me hais tirao al pozo! Pero lo que pasa que mira, yo de un blinquico
he sacao un chotico y de un blincazo he sacao un chotazo. Y mira que ganao tengo.
Y dicen los gitanos:
-;Pos tíranos a nosotros!
Y fue y los tiró así con inuncha fuerza; e iban dos y claro, tiró a uno primero y
al caer se dio un topazo, dice:
-;Ay!
Y dice el otro:
-;Tírame u mí que dice que hay muchos!
Y entonces los tiró a los dos, se vino con .ru burro y con su ganao y coloróin
colorao, el cuento se ha acabao.

134. PERUL ENGAÑA A UN PASTOR (Jimenado)

Eso era Perul que tenía dos hermanos, y los dos hermanos estaban estudian-
do. Pero él no tenía ganas de estudiar, izo quería, y los padres pos lo obligaban a
que estudiara, y él no quería estudiar. Y entonces su padre compró una rnancí de
cabra^ para que las ,guardara, pero el no quería guardar las cabras; izo tenía
ganas ni de trabajar rzi de estudiar. Y ya, viendo que no podían con él, los
hermanos dicen:
-Pos ahorlr lo ilanzos a coger y lo vamos a tirar al río.
Lo cogieron, lo tiretieron dentro de un saco, lo pusieron atravesao así, encima
de la burra, y arrearon con él pa tirarlo al mar ( o al rio). Y cuando iban para el río
pararon en uiz bar los hermanos a convidarse, a tomarse algo.
Y re.sultu que hctbíu allí cerca un pastor guardando cabras y se ponía él (Perul
estaba en el saco), decía:
-;Válgaine Dios, señol; que me llevan a estudiar pa padre cura y no se leer uiz
palo de letra! j Válgame Dios, señor; rne llevan a estudiar pa padre cura y no se
leer un palo letra!
Y el pastor sí quería estudiar: Y entonces lo oyó y dice:
-2 Qué dices, qué dices?
-;Que me llevan a estudiar pa padre cura y yo no se leer!
-Pos jnze quieres cambiar el oficio?
Y na, se bajó, metió al pastor dentro del saco y él se quedó guardando las cabras.
Y entonces los hermanos salieron y arrearon, y tiraron al pastor al río, al mcc~
Y cuando volvía p'acá estaba Perul guardando las cabras, dice:
-;Pero Perul! -dice- Pos no te hemos dejao allá.?
-;Anda! ;Y porque me habéis dejao cerca! -dice- ;Si me dejáis más adentro,
entonces allí sí que eran grandes y gordas!
Las cabras eran más grandes y más gordas si lo hubieran tirao más adentro. Y
los hermanos se quedaron sorprendíos.

135. PERUL, LOS COCHINOS Y LAS HIJAS DEL AMO (San Cayetano)

Esto era Perul de Malas que estaba trabajando en una casa de mozo, cuidaizdo
cochinos. Y un día que había llovío muncho se le presenta uno que le compraba los
cochinos (sin contar con el dueño), y se los vende:
-Te vendo los cochinos, pero con la condicióiz que tienes que cortarles a tos los
rabos (y dármelos).
Y dejó un cochino (con el que se quedó Perul). Y había un sitio con la tierra nzu
blanda; entonces clavó tos los rabos allí en el charco y uno (un cerdo entero)
también clavao, con el rabo fuera na más. Y empieza a llamar al amo:
-;Amo, que venga usted ahora mismo, que venga usted!
Y iza, y viene el amo:
-;Pero muchacho, Perul, pero qué te ha pasao!
-Pos mire usted, que me se han clavao los cochinos acluí tos. Vamos a probar
a ver si los sacamos.
Y él sabía cual era el rabo que correspondía al cocllino entero; pos tiraron entre
los dos y claro, lo sacaron. Y el amo desespera0 pues dice:
-;Corre a la casa y dile a mis hijas que te den una azá pa poder sacar los
cochinos!
El amo tenía dos hijas. Y va corriendo a la cascc y les dice:
-Ha dicho vuestro padre que me acueste con vosotras.
-Eso es imposible, eso no lo ha dicho mi padre.
-Que sí, que lo ha dicho. Que ahora mismo que me acueste con vosotras.
-;Que no!
-; Ya veras!
Y en~piecaa gritarle al amo desde allí:
-;Mi amo! Uizu o la dos?
- ; h s dos y pronto! -Respondió este creyendo que se refería a las azadas.
Y se tuvieron que acostar con él.

136. PERUL Y LAS HIJAS DEL AMO (San Cayetano)

Fue Perul, iba a labrar; y se llevó las mulas sin las colleras. Y llega al bancal y
le dice el anio:
-;Pero Perul, y las colleras!
-; Víílgame Dios que nze s 'un olilidao!
-; Vava usre' a por ellas! ;Pero ligero!
Y él quería tirclrse a las dos hijas que tenía el amo. Y va, dice:
-Me ha dicho tu padre que las dos y pronto.
-;Cómo, niuchacho!
-Díselo (1 tu padre.
Y las muchachas, a voces, preguntaron al padre si era cierto que debieran hacer
lo que pedía Perul, y naturalmente este contestó:
-;Sí, las dos y pronto!

137. ;LAS DOS Y PRONTO! (Torre Pacheco)

Perul estabu de mozo, y tenía el dueño dos hijas mozas muy guapas, ntuy
guapas. Y él decía:
-,.Cómo n7e las voy a tirar yo a estas?
Y las hijas respetaban mucho al padre. Y entonces fue Perul y se fue a labrar y
se dejó el ubio; v va el unto y dice:
-Pero Perul, iqué has hecho? ;Te has dejao el ubio! ;Tira y tráetelo rápido!
Conque se queda con el par de r?iulasel dueño y se va Perul, y al llegar a la casa
les dice a las hijas:
-Ha dicho tu padre que me las cargue a las dos y pronto.
Naturalmente ellas no lo creyeron. Entonces él va y dice:
-;No, va, salir; salir conmigo a ver! -Y dando grandes voces para que le
escuchara el padre de las muchachas dice- Mi amo, ¿una o las dos?
- ; h s dos y pronto!

138. «HABASTIERNAS» (Las Armeras)

Un labrador rzecesitaba un operario pa que le ayudara en las faenas agrícolas


v da la coincidencia de que cae por allí un méndigo y, luego a luego, pues se
consultaron t l y la niujer:
-Oye, ¿qué te parece que este que viene... ? A lo rnejoL . .
Entonces le dijeron si quería quedarse allí unos días, que tenía que ayudar y
nada, pos bien. La madre le preguntó que cóiízo se llamaba y le dijo que se lla~ncibtí
Habastiernas; y luego le preguntó el padre y le dijo que se llanlaba Apreta.
Pos nada. Pasa un día, pasa otro y, luego a luego, tenían una hija que estctbn
~íiejorque yo seguramente y era medio tonta también, y dice el criado para sí
mismo:
-Muchacho -dice-, esta veremos a ver si no me la llevo yo al giierto.
Total que en efecto. Una noche pos se pasó n la canicr; la hija ya sabía por la
madre que se llamaba Habastiernas y, luego a luego, desde la hnbitación dice:
-;Mamá, mamá, Habastiernas me hace mal!
-jNo haber comío tantas, que ya te lo dije!
Y al rato:
-;Mamá, mamá, que Habastiernas me esta haciendo rnudzo mal!
-;Que izo haber comío tantas, que ya te lo dije!
Y el padre, luego a luego, dice:
-Ove, \)amos a ver si a la chiquilla le pasa algo.
Y va p'allá y ve que estaba e1 muchacho encima de la hija y dice:
-jApreta!
-jAmo, no puedo mas! ;Si la tengo hasta la cepa!

139. «HABASTIERNAS» (Dolores de Pacheco)

Eso fue Perul que se quedó a cenar en una casa a la que había llegado vagabun-
deando y en la que vivía un matrimonio con una hija. Al padre le tiijo que se
llamaba Aprieta, u la madre Conejo y a la muchacha Habas Tiernas.
Claro, llega aquella noche y a inedia noche se va en busca de la hija y se
acuesta con ella. Y empezó a trajinarla y la hija decía:
-;Mamá, Habas Tiernas me hace mal!
-;Te dije que no comieras tantas!
Pero tanto insistió la muchacha que al fin acudió la madre y cuando lo ve i~ueli~e
al marido y le dice:
-;Que la nena tiene al Conejo en medio de las piernas!
Y viene el tío y se leva~ztay va muy ligero p'allá y dice:
-;Aprieta!
Y contestó Perul:
jPero si la tengo hasta la cepa!
C~11.4.hil>l
L..\ ( E l . (.I'ENTO POPl 1 .IR F.Fi TOURF.
PAC.HF.CO) 131

140. «HABASTIERNAS» (Balsicas)

Esto fue el criado que se metió en una casa en la que había varias hijas, y a una
le dijo que se llanzaba Cogerme-el-faldón-de-alante, a la otra le dijo que se llama-
ba Habas Tierizas y a otra Corre-que-te-pillo. Y el muchacho quiso acostarse con
todas las hijas; se metió en la cama de una de las hijas y ella gritaba:
-jMamá, que Habas Tiernas me hace mal!
-Hija, te dije que comieras pocas y con pan.
Y luego va con la otra hija y se mete en la cama y dice:
-;Mamá! ;Cógeme-el-faldón-de-alante!
-Hija, te dije que lo hicieras más corto.

141. BARRA, BARRANZA (APUESTA A LANZAR MÁS LEJOS UNA PIE-


DRA (Las Armeras)

Varios hombres (?) se desafiaron a ver cual de ellos lanzaba más le-ios una
piedra: apostarorz lo úizico que tenían y claro, el que ganara pues se llevaba to lo
que ciuería y el otro se quedaba sin na.
Tirc~uno uiza piedra y llega no se donde, y tira otro otra piedra y llega mds
lejos. Y entonces este (?) cogió una perdiz y un trozo de barra de hierro, y finge
como que va a tirar la barra. Y dice a la barra:
-;Barra, barran,-a. corre y ve a Francia
y rnatci a lct rnujer (irre tengci m ~ í spanza!
Pero luego, lo que tira es la perdiz. Y entonces su rival dice:
-;Ay no, por Dios, que mi madre estcí en Francia y tiene mucha panza!
Y era que el pícaro .se había enterao, que lo sabía. Y así apuraron pa dejar la
cosa y que se yuedarci cada urzo con su dinero.

142. APUESTA A COMER MIGAS (Jimenado)

En cierta ocasión había unos porquerizos que estaban guardando cerdos, y uno
de ellos se cipostó cr coiner migas con el rey pcr casarse con SU hija. Y claro, él era
muy pequeñito y el re! era u11 gigante, grande, y dice:
-¿Pero cómo me i1ci.5tú a ganar a comer migas con lo chiquitajo que eres?
Y se pusieron (7 comer ?nigas. Y era en invierno y Perul llevaba un capote
grande y uiz chaleco; y como el giguizte era tan grande, el rey era tar7 grande, no lo
ileían ande s 'echaba las migas. Y el rey venga a comer migas; y Perul, de ve: en
c.urrrzdo, salía (11 pcrtio de los cerdos, salía, purn, tomaba el chaleco y tiraba las
nzigas. eizseguido ilerzía, hala, !ileizga. Y claro, engañó al rey, porque este decía:
-2 Y ckjnde .te mete este hombre tanta comida?
Y comió nzuclza.r más migas que el rey y le ganó la apuesta.
Barra, Barranza (apuesta ...)

143. EL ZAPATERO Y EL CERDO (S. Cayetano)

Era un pobre zapatero que nunca tenía pa matar cochino. Y los vecinos mata-
ban tos y le daban presente tos los años. Y el pobre hombre, pos un año llevó un
cochinico y le dice a un vecino:
-Tengo un compromiso que no se lo que voy a hacer. Si no mato al cochino pos
ftjate, mis hijos...jQ ue quiero matarlo! Pero es que si lo mato y le doy a to el que me
ha duo me quedo sin cochino, porque el cochino es muy pequeño y...
Y dice el vecino:
-Te voy a dar un consejo. Tú vas a matar el cochino -y entonces se usaba en
aquel sitio de salarlo por la noche; lo mataban y lo colgaban allí en las cabras, y
lo sacaban al patio pa que con el frío s'helara (esto creo que lo hacen en la
Mancha)-, y a otro día tú sales diciendo que t'an quitao el cochino y claro, como
t'an quitao el cochino ya no le das presente a nadie.
-iUh, pos tienes razón!
Pero que lo mata, lo pone el cochino en el patio y va el vecino y se lo lleva. Y a
otro día sale el pobre zapatero a la calle en busca de su amigo y al encontrarlo le dice:
-¿Sabes fulano que me han quitao el cochino?
Y el otro, haciendo como que tenía mucha confianza, dice:
-Bueno, a mí no's mester que me lo digas, eso díselo a otro.
-;Pero que's verdá que me lo han quitao!
-Mia, mia, a mí me tienes conforme. Díselo a los demás. Conmigo ya estás
cumplío.

144. LOS PRESENTES DEL CHINO (Las Armeras)

El tío Mariano «el Palito» contaba de que uno estaba engordando un cochino
pa darle un banquete a los hijos, que aquello era mu fuera de lo normal en la gente
pobre (jmatar un cochino.., vamos, quita!), y luego a luego le dice este que estaba
engordando el cochino a un amigo:
-¿Y cómo mato yo el cochino si le debo al tendero que está esperando que
venda el cochino pa pagarle?
-Muchacho, pues tú coge y di que t 'un quitao el cochino y ya 'sta, y lo matas y
tus hijos comen una vez cochino to el que tengan gana
-Es que yo no sabré decirle al tendero que me han quitao el cochino.
-;A ver; pruébate, pruébate!
Y ambos ensayaron la mentira:
-;Buenos días!
-¡Hola, buenos días, buenos días!
-jOye! ¿Sabes que m'an quitao el cochino?
-Bueno, Mariano, tienes que decírselo mucho mas serio. A ver: ;Buenos días!
-jBuenos días! -ya con la cabeza gacha- ;Oye, tendero, que m á n quitao el
cochino!
-¡NO, no, no! Mira, tienes que decírselo mucho más serio. Ensáyatelo que
dentro de dos o tres días vendré; pero ensáyatelo más que as6 con esa manera que
tienes de decirlo, el tendero no se lo cree.
Total que viene este (el amigo) y a la noche siguiente se lleva el cochino, se lo
quita. Y luego a luego pues corriendo va el del cochino a decirle, dice:
-;Oye! -dice- i Te querrás creer que me han quitao el cochino?
-No, no estás todavía... No, no, no, no. ¡Más serio, que ya parece que lo estás
imitando un poco a lo que ties que hacer! Pero no, no, no... ¡Más!
-¡Que te lo digo yo, que es verdá! jQue me han quitao el cochino!
-Mira... No, no, no, no... Vete de aquí a otro día a ver..
-¡Que no es menester que venga dentro de otro día otra vez! ¡Que m 'un quitao
el cochino!
-¡Que no, que eso así no puede ser; hombre! ¡Que no, que el tendero no se lo
cree!
Y luego a luego dice:
-jMu~hacho! -se echó a llorar, dice- jQue m'an quitao el cochino!
-llorando como una Madalena-.
-jAhora ya t'estas poniendo bien! jAhora ya es fácil que el tendero se lo
crea!

145. LOS PRESENTES DEL CHINO (Torre Pacheco)

Esto fue uno que no quería darle presentes a los vecinos, y se lo consulta con su
padrino. Y le dice a su padrino:
-Compadre, me ha pasao esto, y he matao el cerdo y yo no sé...Si tengo que
darle los presentes a tos los que m 'un duo a mí, me quedo sin cochino.
-Pues tú vas a hacer lo que yo te diga. Tú lo vas a mata6 lo vas a sacar al
patio, y tú le dices a la gente que te han quitao el cochino.
Y entonces el padrino se adelantó y aquella noche le quitó el cochino. A otro día
va y le dice al padrino:
-jCompadre -dice-, me han quitao el cochino!
-jPonte serio que la gente se lo crea!

146. LOS PRESENTES DEL CHINO (Torre Pacheco)

Uno que mató al chino y no tenía, y dice:


-Vamos a ver -que tos le daban presentes-, pos ahora, si hemos de devolver-
los, nos quedamos sin chino.
Entonces pos na, coge el chino, lo echa en la alforja del burro y sale, y llega a
la primera casa y dice:
-¡Oiga usté, buenos días! ¿Se acuerda usté si me dio alguna comida a mi pa '1
chino?
-NO.
-jA rre, burro!

Y pasó todo el vecindao y nadie le había duo comida pa '1 chino, y volvió con el
chino entero (y la mujer se había asustao porque iba a repartir to el chino su
marido).

147. LOS PRESENTES DE MATANZA (Roldán)

Hubo uno que echó en un cajón, en la bicicleta, una lonja de tocino, echó cuatro
o cinco o seis rastras de butifarra, de morcillas..., la mitá del cochino. Dice la
mujer:
-jM~chacho, ande vas!
-Voy a darle los presentes a los vecinos.
Con su bicicleta hizo eso. Llegaba a un vecino, decía:
-jOye! Vas a matar cochino este año?
-Pos no.
-Pos entonces no te dejo presente. No lo vas a poder devolver
Llegaba a otro y decía, dice:
-2 Vas a matar cochino este año?
-Pos sí.
-Pos entonces, i p a qué te voy a dejar el presente, pa que luego vayas a
llevármelo a mi casa?
Y cumplió con los vecinos y se lo trajo to a su casa.

148. EL SOLDADO APROVECHADO (Roldán)

Venía uno del frente y llegó a una casa de labradores, por ahí, por esas
Extremaduras o por ahi, a ver si le daban posá aquella noche. Y entonces lo
metieron en la sala, ande tenían to el cerdo colgao y pensó aprovechar la circuns-
tancia para cargar bien su equipaje con la carne del animal. Pero es que luego
también empezó a echar en el macuto longanizas, blancos y tal; y ya no le cabía
nada más en el macuto y entonces el «obispo»fue y lo dejó caer por la ventana, por
detrás de la casa, pa llevárselo luego cuando saliera.
Y cuando salió aquella mañana (a la mañana siguiente), pues le dijo a la
familia:
-Los foy a decir una cosa pa que ustedes siempre recuerden a este pobre
militar que han tenio ustedes esta noche aquí.
Y les dijo así, dice:
-Ángeles y Serafines,
todos van en el morral,
y el Padre Eterno en la puerta
porque no ha podido entrar
Y luego, cuandofueron y vieron lo que había hecho exclamaron:
-jCoño, se ha llevao hasta el obispo!

149. LOS TRES HERMANOS COMPITEN POR UN PAN (Balsicas)

Esto eran tres hermanos, y uno era el más listo y otros eran más infelices. Eran
muy pobreticos y no tenían qué comer; y uno salió al pueblo pidiendo, total que se
recogió un pan. Y dice uno:
-¿Quién se va a comer el pan?
-Yo que sé -dice el otro-. El pan no hay más que pa uno.
Bueno, total que dicen:
-Pues mira, vamos a hacer una cosa: nos vamos a ir uno a un sitio, otro a otro,
y el primero que llegue (que regrese) que se coma el pan.
-Pues s i
-¿ Pa dónde vas a pillar tu mañana?
-Yo, pa donde sale el sol.
El uno se &e donde salía el sol, el otro donde se pone y el más tonto pos se ve
que s'escondió y dijo:
-Pos yo me voy a quedar aquí.
Y claro, cuando vienen los otros pos el tonto se había comío el pan. El tonto dijo
entonces:
-Pos yo, como uno se había ido a donde sale el sol y el otro a donde se pone,
los habíais ido tan lenjos, pos yo he dicho: «el pan se va a poner duro y no se lo va
a poder comer nadie». Pos me lo he comío yo.

150. LOS AMIGOS QUE SE CAPAN (Roldán)

Antiguamente había dos que eran muy amigos. Uno era mozo y el otro casao. Se
respetaban mucho, porque claro, pa ser amigos hay que uno respetar el otro,
porque si no viene enseguida la inconcordia. Y el mozo era más infeliz, y el casao
le dice al mozo:
-¿A que no sabes lo que he pensao?
-Pues tú dirás.
-He pensao de caparnos.
-Lo has dicho tú - d i c e el mozo-, dicho está.
-Pues na, ya sabes que nos capamos.
Y vivía el uno del otro cuatro o cinco kilómetros. Y el mozo se capó; pero el otro
era casao, ¿como se iba a capar?
Cuando estuvo bien el mozo fue a ver al amigo, a ver si se había capao. Y este,
el casado, lo vio venir; como estaba allí en una casa sola en el campo.
-¿Cómo le voy yo a demostrar que estoy capao?
Entonces se metió en un cuarto oscuro que no tenía ventana y le dijo a la mujer:
-jMe tienes que salvar!
Le contó la papeleta. Entonces metió a la mujer así, por la parte adentro, en la
cama. Y lo vio entrar y venga a quejarse:
-jAy, ay, ay.. .!
Y llega y le dice:
-jQué! 2 Qué te pasa, coño?
-Pues nada, hijo. jQué mala idea me dio de decirte esto!
-Oye, pues yo llevo unos días que estoy trabajando y tal, vamos, que estoy muy
bien.
-Pues yo voy muy mal.
-i Y la mujer?
-jHuy, la mujer! La mujer se ha ido por ahí y no me quiere ver siquiera
-dice-. Trae la mano pa que veas lo que me he hecho.
Y le metió la mano por la baja sábana y se la puso a la mujer en eso, le tocó a
la mujer (el sexo). Y dice el soltero:
-jMadre mía, muchacho, tú te has capao a huevo sacao! ~ E s qué ~ o es? jQué
barbaridad! Yo creo que vas a tardar en curarte.
-Yo creo que sí. jAx hijo, vete, vete! Otro día vienes y platicas, porque estoy
que no puedo aguantar:
-Bueno, pues ya nos veremos otro día.
Y le hizo creer que se había capao.

151. EL CAZADOR DE GRILLOS (San Cayetano)

Contaba mi padre que a un pajero d'esos del Mirador que era, claro, un zagal,
e infeliz sería en aquellos tiempos, le dice D. Tomás Muestre el Viejo:
-Oye Paco, ;tú me podrías traer unos grillos aquípa las perdices?
-jS( sí, tos los que quiera!
-A ver si me traes un saco, que te los pago a perrica chica cada uno.
jEn aquellos tiempos!
-Pos aquí voy a ganar yo un capital -pensó el muchacho.
Y empezó a coger grillos y grillos. Y llenó un saco. Y allá que arrea a ca Don
Tomás Muestre p cuando llega empieza a mirarlos, dice:
-Este's grilla, este también es grilla, y este también es grilla.
Y el último vino a salir grillo. Del saco entero sacó na más que un grillo, y salió
una perra.

152. EL CAZADOR DE GRILLOS (Las Armeras)

Yo se de uno que vio un anuncio en Madríque decía que grillos a cinco pesetas.
-jCómo grillos a cinco pesetas! jCon la cantidá de grillos que hay allí por
alrededor de mi casa, madre mía!
Y llenó dos o tres sacos de grillos. Yo no se si fueron más que se dedicaron a
coger grillos. Y allá que salieron con sus grillos pa Madrí, tres días andando, y
estaban las familias deseando de que volvieran (iban a traer una hermosura de
dinero) Pero cuando llegaron allípues empiezan a miral; a miral; a mira^.. y no se
si sacaron en cada saco de grillos un grillo; los demás eran toas grillas.Cuando
llegaron a casa:
-jQué!
-jQuita, por Dios, si eran toas grillas! jGril10~dos o tres! ;Nada más me han
dado para comprarme un bocadillo por el camino!
153. EL MÉDICO QUE TODO LO SABE Y TODO LO ACIERTA (Roldán)

Había uno que estaba en el campo y pasaba mucha necesidá en aquellos


tiempos remotos. Y entonces dice:
-Me voy a Madríy voy a poner allí un letrero diciendo: «Médico que to lo sabe
y to lo acierta».
Y entonces pues él se hizo unos pantalones y una chaqueta, d'un colchón que
tenían aquellos listaos, viejos que había, pa ir disfrazao. Y entonces se fue a Madrí
y puso: «Médico que to lo sabe y to lo acierta.»
Y pasó uno por allí que se le había perdío una burra.
-iCoño! iMédico que to lo sabe y to lo acierta! - d i c e - Voy a entrar a ver si
me sabe ande está mi burra.
Y entonces dice el adivino:
-Sí hombre, eso lo va a encontrar usté muy fácil. Usté se va a tomar; pos de
noche cuando se acueste, una botella de agua de Carabaña, y con eso va a
encontrar usté la burra.
-iMuchacho! -dice el tío- ¿qué tiene que ver eso?
Pero en fin, se la tomó. Y el tío no salía de la casa, pero como salía dispara0 a
hacer sus necesidades, pues se fue a un cañar que tenía allí, y cuando se dio cuenta
miró p 'atrás y estaba la burra allí comiendo cañas.
-iMuchacho, cómo m 'iba a figurar que la burra estaba aquí si no es por el tío
(el adivino).
Pos na. Aquello fue tomando fama. Y había un labrador;propietario con rique-
za, y aquello (su patrimonio) iba a menos. Seguía con cosechas pero aquello iba
desmenuyendo. Yfue, pasó por allíy consultó con el médico ese y le dijo, dice:
-2 Usté podría decirme cómo yo ... ? En fin, que van desmenuyendo mis bienes.
-Sí hombre, muy fácil. Usté se va a tomar toas las noches al acostarse una
botella d'agua Carabaña.
Él curaba con aquello.
-2 Qué tie que ver eso? iNa, voy a probar!
Oye, se tomó una botella de agua de Carabaña y como entonces salía a hacer
sus necesidades a la puerta, a media noche salió corriendo a hacer sus necesidades
y salía en ese momento un hijo con un saco de trigo a venderlo.
-iAh, me cago en diez, que m'están robando!
Y luego después, salió otra vez y salió un mozo con otro saco de trigo qu 'iba a
venderlo pa robar al tío, pa tener dinero. Y entonces ya se puso el tío al tanto:
-jCómo m'iba a figurar yo que m'estaban robando!
Y entonces aquello, pos en fin, lo eliminó y siguió el tío bien. Claro, y aquello
pues fue tomando fama aquel y s'enteró el rey de que aquel lo sabía to; y la reina
pues estaba mala de la garganta. Decían que tenían que operarle y tal. Y entonces
fueron a por el médico aquel que curaba to y to lo sabía y le dijo el rey:
-Bueno, pues aquí está mi mujer que no puede hablar de la garganta. Si la
curas te doy no se cuanto; pero si no la curas te mando a degollar
Entonces existía esa ley.
-jMadre mía ande m'e metío! -dice-. Bueno, pues si, pero tenemos qu'estar
allí ella y yo solos en una habitación.
Se meten los dos solos y dice:
-A mí me van a matar; pero a ti te voy a liquidar yo también.
Le pegó un puñetazo en las costillas y al pegarle el puñetazo:
-iAh!
Pegó la tía un quejido. Y era un güeso que tenía atranca0 y le salió y se quedó
bien. Y él:
-Mire usté, por eso tenía que estar solo con ella, porque si no usté no
me deja que l'aga eso. Y así, pos mire usté, ha tirao el güeso y puede hablar
bien.
Pos entonces dice el rey:
-Pos tú te quedas aquí en palacio.
Quedó la reina embarazá. Entonces le dice:
-Nos vas a decir lo que va a tener la reina, si es un zagal o una zagala.
En aquellos tiempos, jijate. Dice:
-Vamos a vel:
LA reina, una preciosidá. Y dice el adivino:
-Venga, que se quede en cueros a ver
Y el rey y él alli
-Que eche a andar p 'allá.
Y va de culo, y decía el pícaro:
-Parece macho.
Pero cuando venía de cara y la veía dice:
-¡ES hembra legítima! -dice-. Es una hembra lo que va a tener
Y p'allá macho, p'acá hembra, y no lo sacaban de ahi Y cuando parió la reina
pues parió un zagal y una zagala.
-¡Muchacho - d e c í a el rey admirado-, vio un zagal y luego la zagala!
Y llegó uno que se estaba muriendo; y era un pobretico. Ypor mediación de que
aquel moribundo había estao sirviendo al rey, pos le dejaron al médico que fuera a
verlo. Llegó allí a verlo y él dice:
-Bueno, pos na, que se tome una botella de agua de Carabaña y que no vaya
a tomar na, jeh? Que no vaya a tomar na.
¡Bueno, pos entonces se moría ya del to! Y estaba que se moría, que se moría.
Yfueron otra vez y obligaron al médico a acudir junto al enfermo, y al examinar
este la habitación exclamó:
-¡NO decía yo! Decía que no comiera na y lo han hartao de comer
-Mire usté que aquí no ha comío na.
Y como el colchón era de paja, s 'había ido un poco de la paja en el suelo y las
señaló el adivino:
-¡Mire usté ande le han sobrao las granzas que s 'a comío!

154. EL FALSO ADIVINO (San Cayetano)

Erase una vez una reina que estaba embarazá y quería saber el rey lo que iba a
tener: Pero había un listillo que decía que acertaba y lo mandan llamar con la
condición de que averiguase el sexo de la criatura y si no lo mataban; y claro, era
mentira que pudiera adivinarlo.
-iA ver qué hago yo!
Y entonces pues dice:
-Que se venga la reina conmigo al jardín.
Y empieza la reina a pasearse, y él detrás y delante de ella. Qué compromiso. Y
dice:
-Su majestad, vaya usted para alante.
Se iba pa alante y dice:
-Hembra. Vuelva usted pa atrás.
Y cuando la vio de espaldas dijo:
-Macho.
Y ahí quedó dicho. Tuvo la suerte que tuvo merguizos yfue hembra y macho, y
acertó; y le dieron el premio.

155. EL SABIO MECA (Las Armeras)

Fue que hicieron asícomo una especie de un concurso de adivinos, a ver quien
adivinaba por ejemplo una cosa o otra. Y había un señor que era un pobretico muy
humilde que no tenía na que comer; y él pos se metió allí también. ¡Madre mía!
Había allí una de sabios... Yo que se la cantidad de sabios que fueron al concurso.
Y en esas entremedias entra un señor con un melón, y le dice el que llevaba el
melón al acompañante:
-Cualquiera va a adivinar que este melón tiene dos pepitas.
Y cómo, lo coge el pobre hombre aquel. Y luego a luego se sube a concursar:
-i Quién es usted? Identifíquese.
-Yo soy el sabio Meca.
Pasan uno a uno los sabios y les preguntan: cuantos años puede tener alguien
aproximadamente,a ver los dineros que llevo, etc. Sale aquel señor con el melón y dice:
-A ver quien es el que adivina cuantas pepitas tiene este melón.
Y empieza uno:
-Pues, calculando que tenga tres filas de pepitas, pues puede tener doscientas
pepitas.
Otro doscientas cincuenta, otro trescientas. Disparates. El que se aproximara
más era el que ganaba lo del melón.
Y luego, pues allá que va el sabio Meca y dice:
-Yo se las pepitas que tiene ese melón.
-Pues nada, adelante.
El pobre hombre alli
-Ese melón tiene dos pepitas.
Cogen, le pegan un corte al melón y efectivamente, dos pepitas. Y colorín
colorao, el cuento se ha acabao.

156. LA HIJA TONTA Y LOS LADRONES (San Cayetano)

Era una madre que se JUe al mercao y dejó a la hija en la casa. Y la hija, pos que
le dio por arrancar las losas de la cocina, y debajo de cada losa había una moneda
de oro. Pero ella no sabía qué era aquello.
Y llegó por allí uno de estos que antes venían con un burro vendiendo ollas y
cazuelas y to eso, y al ver aquello dice:
-Nena, j tienes muchas de esas?
-Pues sí, m 'encontrao aquí un montón.
-Pues te las cambio por ollas.
Y le cambió cada moneda por una olla y, claro, se creyó que había hecho un
negocio. Y guardó una pa que la viera la madre. Y cuando viene la madre dice:
-Hija, jto estas ollas que tienes aquí.. ? j Esto qué es?
-Pos mira, que ha venío un hombre y se las he cambia0 por esto que me he
encontrao.
-jHija, pero si esto es oro! jCómo es posible! j Y hace mucho que se ha ido el
hombre?
-Pos no, no que no hace mucho.
-Pos me voy corriendo detrás del tío ese porque jljate, a ver si lo pillamos.
Y arrea a correr: Pero sale corriendo y le grita a la hija, dice:
-jNena, cierra la puerta y vente!
Y la hija, jqué entendió? Que arrancara la puerta y se fuera. Y la hija arrancó
la puerta y se la echó a cuestas y arreó detrás. Y arrearon la madre y la hija a
corre];pero ya reventás que no daban con el de las ollas se pusieron debajo de un
árbol alli a descansar: Pero vieron venir a unos ladrones y entonces:
-j Qué hacemos ?
Se subieron al árbol como pudieron, con la puerta y to. Y ya que estaban allí los
ladrones, pos que se paran debajo de aquel árbol y empiezan a contar el dinero; y
cuando cuentan el dinero ponen la surten pa hacer de comel: Y dice la hija:
-jMamá, que me meo!
-Hija, mea poquico a poquico que si no se van a dar cuenta.
Y empieza a mear poquico a poquico. Y dicen los ladrones:
-jHuy, que bueno es Dios que nos manda aceite!
Viene y dice, a1 poco tiempo:
-jMamá, que me cago!
-Hija, caga poquico a poquico.
Y empieza y dicen los ladrones:
-jHuy, morcillas! jQue bueno es Dios que nos manda morcillas!
Pero a to esto dice:
-jMamá, que me se cae la puerta!
-Hija, tírala poquico a poquico.
La hija, jpum!, dejó caer la puerta, y los ladrones...:
-jAy, que se nos viene el cielo encima!
Y arrearon a correr y se fueron y les dejaron allí to el dinero.
H. REFLEXIONES Y RESPUESTAS
INGENIOSAS

157. OFENDE A LA REINA SIN CASTIGO (Dolores de Pacheco)

Aquel que tenía que decirle a la reina puta. Echó una abeja en un lebrillo y
esperó el paso de su majestad. Y cuando estuvo bien cerca para que pudiera
observarle empezó a empujar al insecto para mantenerlo en el agua.
-¿Qué haces ahí? -le preguntó la reina-.
Y él decía, mientras golpeaba a la abeja con el dedo:
-jNada, puta! jNada, puta!
También, cuando decían que nadie le decía coja, coge un ramo de flores y
dice:
-Su majestad escoja.

158. LA REINA ES COJA (San Cayetano)

Érase una vez que la reina era coja; pero claro, cualquiera lo iba a decir. Y se
hacen apuestas entre dos a que uno se lo decía:
-Tú...Cómo es posible.
-Que sí, que se lo digo.
Y entonces fue y preparó ramos con tres clases de flores: nardos, rosas y
claveles, y los presentó a la reina y le dijo:
-Aquí tiene usted, señora, entre nardo, clavel y rosa, su majestad escoja.
No le echó malicia de que le estaba diciendo coja.
Su majestad es-coja
159. SU MAJESTAD ES COJA (Roldán)

Una vez retaron a Quevedo:


-¿A que no te atreves a decirle a la reina que es coja?
Y dice que cogió rosas y claveles y dice:
-Ya verás como sí se lo digo y no se enoja, no va a pasar nada.
Y se presenta ante la reina y dice:
-Entre el clavel y la rosa, su majestad escoja.
Pa que escogiera el ramo. Y le dijo coja y no se enfadó.

160. LA REINA ES COJA (Jimenado)

La reina era coja. Pero, ¿quién le decía a la reina que era coja? Y entonces
dijo uno:
-i Yo sí lo se cómo se dice!
Va y le lleva un clavel y una rosa y le dice a la reina:
-Su majestad d'escoja el clavel o la rosa.
De forma que se lo dijo.

161. PERUL LE DICE A LA REINA QUE ES COJA

La reina era coja, y nadie se atrevía a decirle que era coja.


-Bueno -dijo Perul-, pos yo se lo voy a decir.
Y fue y le ofreció dos flores distintas:
-Entre un clavel y una rosa, su majestad escoja.

162. PERUL TASA EL BURRO (Torre Pacheco)

Perul iba por la calle y la gente le decía:


-Perul, ¿cuánto cuesta tu burro?
-Con el tiempo se sabrá.
-Perul, ¿cuánto cuesta tu burro?
-Con el tiempo se sabrá.
Y cuando ya llega a la iglesia, se subió a la torre, se quedó en cueros y dijo:
-Ahora que me sale de mi ojo del culo, veinticinco duros me cuesta mi
burro.
163. EL POLLINO DE ÁNGEL (Santa Rosalía-La Campana)

Esto era uno que iba recoveando por el campo con una canasta, que antigua-
mente iban recogiendo huevos y tal, y pronto, pronto se compró un burro, y él le
decía pollino. La custión es que llegaba uno:
-;Coño Ángel! -se llamaba Ángel- Cuánto t á costao el pollino?
Y él p'alante, a lo suyo. Llegaba a otro sitio, claro, claro y ya como antes lo
veían con la capaza, la canasta y tal, cuando lo veían con el burro:
-;Coño Ángel! ¿Cuánto t 'a costao el burro?
Y él p'alante, a lo suyo. Llegaba a otro sitio y la misma murga.
-;Coño Ángel! Has echao burro. ,jCuánto te cuesta el pollino?
Y él p'alante. Y ya se cansó él de tanto ((cuantote costó el pollino» y un día va
y se sube arriba al campanario y empieza: «;Talón, tolón, t o l ó n ! ~
Y toa la gente: «;Uy!», y toa la gente asomándose: «;A ve& qué pasa, qué
pasa!» Y ya que se cansó de tocar las campanas se asoma así y le dice:
-2 Estáis tos juntos?
-;Sí, Ángel divino!
-;Pues veinte duros me costó el pollino!

164. EL BURRO Y EL BANCAL DE TRIGO (Torre Pacheco)

Pos esto era uno que tenía un bancal de trigo y su vecino un burro muy
hermoso. Salió el burro a comerse el trigo y empesó el otro a gritar:
-2 Pero no ves qué1 burro s'está comiendo el trigo?
-;Pero si el burro es capón!
-2 Y qué tiene que ver los güevos pa comer trigo?

165. EL DERROCHADOR CHANTAJISTA (Santa Rosalía-La Campana)

Había uno que era un rajamantas que peseta que pillaba peseta que perdía, y
su padre estaba aburrío. 2 Y él qué hacía?: se dio en decirle:
-;Ah, no me da usté cinco duros que necesito! iAhora cojo y me tiro al pozo!
-;No hijo, no!
-;Na, que sí!
Pos na, lo conformaba, le daba lo mínimo y tal. Y a otro día pos otra vez le
hacía falta el gasto, porque to lo que pillaba lo pulía to. Pos na, la misma
historia:
-;Pos ahora, si no me da usté los cinco duros, me tiro al pozo!
-;No hijo, no! ;Que no, por Dios!
Na. La cuestión es que ya un día pos le dice al vecino:
-j Uy!, mire usté que mi hijo se tira al pozo. jNa!, pidiéndome cuartos, yo no
tengo cuartos pa darle y él, peseta que pilla, peseta que pule. Lo quema to.
Y le dice el vecino:
-Tú déjalo, verás.
Conque la misma historia, y su padre dice:
-i Pos hoy no hay cuartos, no te voy a dar cuartos!
-iPos ahora me tiro al pozo!
Y va el vecino y lo ve que estaba en la boca el pozo, y va y le toca así un poco
por detrás, y le dice el muchacho:
-jA ver si me tira usté a la broma al pozo, tío tonto!

166. LA FE DEL GANDUL (Santa Rosalía-La Campana)

Esto era uno que su madre tenía un hijo sólo, era viuda la pobre y era una
pobre ya mayor que se las buscaba lavando de pila en pila. Y el hijo era un
mindangón muy grande y le decían Robustiano. Y le decía la madre:
-jTienes que ir a trabajar! jTienes que ir porque esto no puede ser!
Pero él era un gandulón que cogía, cuando llegaba el mediodía y se iba a
Pacheco a pedir, entonces le llamaban Auxilio Social, m 'acuerdo que pasaba por
aquí, pasaba con una caldereta que se colgaba, con su gucharica, al mediodía,
na, y con eso pasaba. Y su madre:
-jNo tienes más remedio porque ya es la edá! ¡Tú ya estás viendo que no
tenemos ni pa comprar pan! -y tal.
Y decía, cuando ya aburrío de su madre, tanto molestarle, decía:
-Bien sabe Dios ande estoy pa si me quiere dar.

167. EL CUÑADO DE DIOS (Roldán)

Esto era una familia que estaba en una capital y tenía a su padre, porque
entonces los viejos pos no tenían paga y tenían que 'star con los hijos, mantenién-
dolos. Pero aquel pobre hombre (el hijo) tenía una familia numerosa y tenía su
padre con él, dándole de comer, pero eran pobres; en fin, que no podía.
Y el viejo estaba allí sin hacer na. Pero sí inventó y mandó una carta al
obispao diciendo que cuando él se muriera que acudiera a su entierro el
máximo de curas que pudiera. Pos aquel ya comunicó al obispo la dirección y
cuando se murió pues enseguida acudieron, jpuuh!, unas colas de curas... Y
decía el hijo:
-2 Qué será esto? jTanto cura aquí!
Porque no lo sabía. Pero ya cuando se terminó el entierro pues el obispo
mandó a un secretario de los que tenía con una nota, en aquellos tiempos, de
veinte mil duros que había causao de gastos p'aquello del entierro. Y llega a él,
dice:
-Mire usté. Aquí, con la firma de su padre, está el testamento que hizo su
padre que vinieran los curas. Han acudío tantos y de gastos tiene cien mil
pesetas.
-¡Cien mil pesetas! i Cómo voy a pagar yo eso, si tengo que darle de comer
a mis hijos? Si estuviera mi padre aquí...
-i Y no puede usté pagarlo? i Usté no tiene familia que pueda pagar esto?
-Yo tenía una hermana y se echó a la vida. Bueno, a la vida no, se metió
monja.
Y al oír esto le dice el cura:
-¡Hombre, no diga usté que se echó a la vida! Si se metió monja está casá
con Dios.
-jAh, pos entonces cóbrale a mi cuñao!

168. LA ASTUCIA DEL ZAGAL QUE ROBABA BREVAS (S. Cayetano)

Había un zagal cogiendo brevas en una higuera, arriba, y viene el amo,


cansao de que le quitaran las brevas, gritándole:
-¡Pero hombre, pero que haces aquí, que te voy a pegar..!
Dice el zagal:
-jCoño, paece mentira D. Antonio que se ponga usté así, paece mentira. ¿Es
que no me conoce usté?
Y el hombre se le queda mirando: «iPos quién es éste?, pensó.
-jCoña, perdone usté, paece mentira coño! ¿No conoce usté a mi padre? i Es
que no me conoce? -insistió el muchacho-.
-2 Quién eres tú?
-¡Coño, paece mentira, no se ponga usté así!
Y así que se hinchó a comer y a llevarse brevas, se baja y dice:
-2 Pos es que no me conoce, tio Antonio?
-No, i quién eres tú?
Y dice el pícaro:
-Yo soy el que estaba encima la higuera.
169. LAS PRIMERAS BREVAS (San Cayetano)

Esto era una familia de labradores y los señoritos vivían en la capital, en


Madrí mismo. Y lo manda el padre las primeras brevas, buenísimas, las seis
primeras brevas. Pónselas en una cesta, muy bien arreglás y manda al hijo, muy
jovencico:
-Anda, corre a llevarle a la señorita las seis primeras brevas.
Y le manda un papelico en un sobre diciendo: «Ahí le mando a usté las seis
primeras brevas.» Claro, lo pone encima del cesto y el zagal no sabía leer.
Y en el camino el muchacho destapa un pámpano y mira p 'arriba, tan buena,
y se la come. Viene luego a luego, le da otra vez apetencia, destapa y la ve tan
buena, se la come. Y así se las come toas. Y le dejó una na más.
Pos y claro, y luego le llevó la cesta al señorito. El señorito saca el papel del
sobre, lee: «Ahí le mando a usté las seis primeras brevas».
-Pero hombre, aquí pone que son seis brevas. ¿Cómo te has comío las
otras?
Y coge la breva que quedaba el muchacho y dice:
-Mire usté, así. (Y el narrador hace el ademán de llevársela a la boca).

170. BREVAS PARA EL SEÑORITO (Jimenado)

Eso fue un campesino que fue a llevarle una caja de brevas al señorito a
Murcia, y le dice el señorito:
-iVaya unas brevas hermosas!
-Sí. No las quieren ya los cochinos.

171. BREVAS PARA EL SENORITO (Torre Pacheco)

Era un labrador que tenía un bancal de brevas muy hermosas y mandó al hijo,
dise:
-Corre ves y llévale estas brevas al señorito.
Y cuando llegó dise:
-Tome usté estas brevas que ni los cochinos las quieren.
Bueno, y cuando viene el señorito:
-¡Es que tu hijo fijate lo que s'a puesto a desirme, que si los cochinos...!
-iAh, calle usté, calle usté, que mi hijo no entiende ni de señoritos ni de
mierdas!
172. «LO QUE YO HAGO, ;MIRAR!» (Jimenado)

Fue tamien otro a llevarle al señorito el regalo. El señorito estaba comiendo;


llega y se asienta allí al lao del señorito y, hablando allí en la conversación, dice
el amo:
-Hombre, ¿y la china? Qué, ¿ha parío?
-Pos si'.
-2 Cuantos ha parío?
-Trece.
-2 Y cuántas tetas tiene?
-Pos doce.
-i Y ese que sobra, ese qué hace?
-Pos lo que hago yo, mirar.

173. LA OLLA, LA POLLA, LA CEBOLLA Y EL GALGO (San Cayetano)

Era un hombre que le dice a la vecina:


-Vecina, j se quie usté venir conmigo?
Dice la vecina:
-No, porque me puede usté hacer algo.
-¿Cómo le voy a hacer algo, si llevo la olla, la polla, la cebolla y el galgo?
-Pues mete usté la polla dentro de la olla y la tapa con la cebolla, y amarra
usté el galgo y ya me puede usté hacer algo.

174. EL RECOVERO Y SU MADRE (Santa Rosalía-La Campana)

Ese era un muchacho que su afición era que quería meterse a recovero y su
madre le decía:
-Pero bueno, i tu por qué no trabajas con tu padre?
-Nah, yo me voy a meter a recovero, que mira el tío Juan lo bien que vive y
nah.
Pos na, pos hale, se mete a recovero y entonces va recoveando, llega a su casa
y su madre le dice:
-Yo tengo unas gallinas ahí que te las vendo.
Pos na, le compra las gallinas a su madre. Y luego, cuando va al mercao con
las gallinas pos las gallinas estaban malas, que estaban tísicas, mu secas. Y le
dice luego:
-jMadre, pa que me da usté esa gallina si no valía!
-¿Ves hijo? Pa enseñarte a que sepas lo que compras.
175. ES COSA DEL TORO (Torre Pacheco)

Una muchacha que iba con una vaca a llevarla al toro. Pasa por al lao de
unos hombre que había y dicen:
-Muchacha, ¿ande vas con ese animal?
-A llevarlo al toro.
-2 Y eso por qué no lo hace tu padre?
-;Hombre, es que eso es cosa del toro!

176. EL VIEJO Y EL INGENIERO (San Cayetano)

Era un hombre ya bastante de edá, mu mayol; y toas las tardes veía allá en el
monte a un hombre. Otra tarde lo ve otra vez. Ya, cuando llevaba unos cuantos
días dice:
-Pos voy a ver qué hace el hombre aquel allá.
Ya va el viejecico p'allá y llega y dice:
-;Maestro! Qué hace usté ahí?
-Pos yo soy ingeniero y estamos aquí tomando las medidas p'hacer una
carretera.
-2 Una carretera? ;Joer! Y tiene que tomar toas esas medías?
-;Claro! Cómo hacían ustés las carreteras antes?
-;Ahl Pues nosotros íbamos, nos traíamos un burro y lo soltábamos, y por
ande iba el burro hacíamos la carretera.
-;Joer! Y si no había burro?
-Entonces íbanlos y nos traíamos un ingeniero.

177. EL FIELATO (San Cayetano)

Eso creo que pasó en Murcia, el fielato ese estaba al cruzar la vía, antes de
llegar a la vía, estaba en Murcia. Y pasaba la gente pues al mercao, llevando
animales. Y va una mujer y llega y dice:
-2 Qué lleva usté de pago?
-Yo no llevo ná.
-¿Qué lleva usté? Debajo del delantal qué lleva usté?
-Debajo del delantal llevo un conejo.
-;Venga, pase usté!
178. EL CURA EN LA ADUANA (Roldán)

Un señor tenía su mujer aquí, ande fuera, y quería traerle un corte (de tela) de
traje y no sabía como hacer pa pasar la aduana. Y no, se va con el cura, le
compra a la mujer el corte de tela y el cura se lo arrodeó así, a to alreor del
vientre. Y cuando pasan por la aduana dice el guardia;
-2 Qué lleva usté de pago?
-Nada -dice el cura-, no llevo na de pago; llevo aquí la tela (señala la
cintura).
-;Eso pa su culo! -contesta el guardia, creyendo que le señalaba sus
geni tales-.
-No, es pa la mujer de este.

179. EL CURA EN LA ADUANA (San Cayetano)

Un militar que compró una radio e iba a pasarlo por la aduana y tenía miedo
de pasarlo por si se lo quitabaij en la aduana. No quería pagar. Y entonces iba un
cura y dice:
-;Seior cura! ¿Quiere usté pasarme la radio? A lo mejor a usté no le dicen
na y a mi me lo van a quitar.
-Sí hombre.
Va y se lo da al cura; pasa por la aduana y le dice el guardia al cura:
-;Qué lleva usté!
-De la cintura p'arriba nada. De la cintura p'abajo un aparato.
-;Pues ese aparato para la puta de su madre!
Y responde el cura señalando al compañero que le había pedido el favor:
-;No, para la puta de la madre d'este!

180. EL BURRO TE META LA MORCILLA (Roldán)

Iba andando uno, iba andando, y va otro nzontao en un burro y le echó delante
al que iba andando, con el burro ligero. Y decía el qu 'iba andando al qu 'iba en el
burro, dice:
-¿Aonde vas?
-Y le dice, el del burro le ice al qu 'iba andando:
-Voy p Alcantarilla.
-;Pues el burro te meta la morcilla!
Le venía bien, una cosa, en fin que ... Y dice aquel del burro, dice:
-Cuando m 'encuentre yo a otro pos le digo el mismo refrán.
Y S 'encuentra a otro que iba montao en otro burro (le había dejao a aquel que
iba a pie atrás ya). Dice:
-2 P 'ande vas?
-Voy pa Beniajan.
B POS el burro te meta la morcilla!
-;Coño, qué derecho viene!
-Por ahí detrás viene el que las endereza.

181. EL BURRO QUE TIRÓ A SU AMO (Roldán)

Iba uno subío en un burro, caminando, caminando, y ya estaba llegando a


donde había gente. ;Coño, y el burro lo tiró!
-jJajajaja! -y tal y cual-.
-No -dice para quitarle importancia-, iba yo ya a bajarme.

182. EL PASTOR Y LA GUARDIA CIVIL (Las Armeras)

Esto era un pastorcillo que estaba guardando su maná de ovejas y pasa por
allí una pareja de guardias civiles (iban patrullando la guardia civil, antes salían
por los campos), y dice el uno al otro:
-jOye, vamos a reírnos d'este pastorcillo!
-Pues vamos a reírnos.
Y van y llegan a donde estaba el pastorcillo y dice:
-;Oye, pastorcillo! ¿Tú sabes este camino pa donde va?
-Pues no se. Yo vengo aquí todos los días con las ovejas y el camino está
siempre a h í y no va a ningún sitio.
Entonces dice un guardia a otro:
-Sí, sí; sí nos vamos a reír.
-Pos vamos a ver -dice-. jOye, pastorcillo! ¿Por dónde podemos echar
nosotros una liebre?
-;Sí señor! jAquí en mi macuto!
Bueno, conque dice la guardia civil:
-(jAnda que anda con el crío!)
Entonces dice:
-(Pos me lo voy a cargar) -dice- ,-Oye,pastorcillo! Y los hijos de puta de
tu pueblo dónde están?
-Había dos y se metieron a guardias civiles.
183. EL PASTOR Y LA GUARDIA CIVIL (Torre Pacheco)

La guardia civil iba por un camino, como sabes que salen, y vio a un pastor
guardando el ganao, un chiquillo joven, y dicen uno a otro, dicen:
-Vamos a reírnos un poco con él.
Llegan y le dicen:
-Nene, ¿pa donde va este camino?
-A ninguna parte, está parao.
Y dice el guardia, dice:
-2 Paese que tienes poca verguenza, nene?
-Es que, cuando saco el ganao me la dejo en el cuartico de los pastores.
-Pos hemos estao allíy no la hemos visto.
-No, porque ustés no la conocen.

184. EL GITANO Y EL BURRO (Torre Pacheco)

Un gitano iba a vender un burro al niercao y venía suelto el animal. Pues le


dio un par de coces en la boca del estómago, y él le iba diciendo Iza mas en el
camino:
-iY que yo tenga que decir que tú eres bueno!
l. CUENTOS DE MUJERES

1.1. MUJERES INFIELES

185. LA MANTA ENCUBRIDORA (San Cayetano)

Dice que era una que se fue el marido a la Mancha (entonces se iban a la
Mancha y ellas eran tejedoras; entonces aquí, en muchos sitios tejían y hacían
mantas). Y cuando vino el marido de la Mancha pues tenía al querido debajo de la
cama; y dice que, claro, cómo iba a salir el marido, iqué compromiso!
Entorzce.~sacaron una manta que habían urdío y entre la madre y la hija se la
echaron por encima al marido. Dice:
-jAy, mira que manta te hemos urdío!
Y a to esto el querido salió. Y dice la madre a la hija, dice:
-jD'esas le he urdío yo muchas a tu padre!

186. LAS MUJERES QUE «RESBALAN» (San Cayetano)

Había en un pueblo un cura y las mujeres iban toas a confesar y toas le decían:
«mire usté que yo he estado con fulano, y con mengano...», y toas igual. El cura,
harto ya, dice:
-Mira, eso...vosotras me vais a decir: «mire usté señor cura, esta semana he
resbalao tres veces o he resbalao una vez» y yo ya lo voy entendiendo.
Pues na, las mujeres ibaiz a confesar: «Pues mire usté, he resbalao una vez...»,
la otra había resbalao dos... Pero se ve que cambian el cura y viene un cura nuevo.
Claro, el cura no sabe el asunto pero los hombres del pueblo sí lo sabían, sí sabían
que las tnujeres tenían esa costumbre (por lo menos lo sabía el alcalde). Y empiezan
a ir a confesar:
-Mire usté que yo esta semana he resbalao tres veces...
Y así va la una, y así va la otra y claro, el cura dice:
-Pues este pueblo está muy mal, las calles están muy mal.
Y se junta con el alcalde y dice:
-Mire usté, el pueblo hay que arreglarlo porque las calles se ve que están muy
malas porque las mujeres me cuentan que han resbalao, y una que ha resbalao tres
veces esta semana.
Y el alcalde, como lo sabía, se echó a reír: Y dice el cura:
;Pues no se ría usté que su mujer es la que ha resbalao tres veces.

187. CURA CURATO (San Cayetano)

Había una vez un matrimonio y el marido le dijo a la mujer que le habían dicho
que los hijos no eran de él, que eran del cura. Dice la esposa:
-Pues súbeme a coscaletas y vamos en ca el cura que ya verás lo que yo le digo
al cura.
Y dice que se lo llevó a coscaletas y cuando llegó ante el sacerdote le dice:
-Cura curato,
padre de mi Pepe y de mi Paco.
Por el burro que me ha traído y me ha de lleval;
como no vayas esta noche te ha de pesar:
Dice el marido:
-;Anda mujel; bastante le has dicho! ;Vámonos!

188. JUAN CABRERO (Balsicas)

Acudió el marido a la mujer mosqueado, quejándose de que el cura le había


llamado Juan Cabrero. Entonces cogió la mujer y se fue a hablar con él (con el
cura) y entonces le dijo:
-Cura curato,
Padre de mi Andrés y de los otros tres,
comeor de mis capones,
rompeor de mis colchones.
i Pa qué le dices a mi Juan: Cabrero,
siendo cabrón entero?
Y a to eso tira el cura un cohete y dice:
-;Este p'al más cabrón del pueblo!
-;Guarda Juan, que te cae la caña! -dice la mujer:

189. LIMOSNA PARA LAS ÁNIMAS (Torre Pacheco)

Es que entonses, cuando los curas entraban a las casas eso era una... Pos había
venío un fraile y estaba allíplaticando con la mujer (no es que na), y a to esto el
marido estaba trabajando. Pero chispeó y se vino temprano. Y tenían antonses las
casas antiguas un camaranchón como to esto de grande (se refiere la informante a
una salita de entre ocho y diez metros cuadrados), un hogar grande; allí tenían el
sesto de los papeles, las cosas, tos colgás allí. Y la mesa la tenía allí pa estar
comiendo al hogarsico.
Pero chispeó y el marido se vino un poquico antes y entonses, madre mía, dise:
-jQue ha venío! ;Súbete al hogar y pon los pies ahí en tos los clavos esos!
jSúbete ahí bien! - a l fraile.
Bueno, pos s'iban a poner a senar aquel matrimonio y echó la vista arriba la
mujer y vio que asomaban los pies del clérigo y empezó:
-;Ay que mala estoy! jAy que yo me muero! ¡Ay que mala estoy! jAy que
angutia tengo! -Y de pronto dise- ;Ay marido, paese que si yo cantara una copla
me mejoraría!
-jCanta las que quieras, hija, canta las que quieras!
Y entonses se pone por to lo arto:
-Escúchame fraile, si eres entendido,
asconde los pies p 'arriba
que te los ve mi marido!
Claro, al meter los pies el cura cayó y agarró el tiesto de los pollos:
-jLintosna pa las ánimas benditas!
Dice el marido:
- j Q ~ é valor tiene usté! jCon lo mala qu'está mi mujer y se tira por la chime-
nea! ¿No podía usté haber entrao por la puerta?

190. EL CURA EN EL ACEITE (Torre Pacheco)

Era un matrimonio que el hombre era aseitero y había ido a por aseite y el cura
aprovechó para entrar a su casa y verse con su mujer. Y a to esto ér vino antes que
tenía que venir, vino un poquico antes, y entonses dise la mujer:
-jAy, pos métete en esa tinaja!
-jMadre mía!
Y entonses el marido viene y de toas las tinajas que había vino a echar el aseite
en aquella: cloc, cloc, cloc, y aboca el pellejo (el aseite venía en pellejos grandes
de cochinos). Y cuando lo echó claro, el cura que se ahogaba. Y el marido decía:
-j Junjun!
Enseguida otro pellejo de aseite y el cura salía que s'ahogaba. Y el marido:
-j Junjun!
Dise la mujer:
-jNo digas junjun que tu 1 'as traido!
-Mujel; lo dudo,
pero m 'extraña
que coja un cura
por el embudo.
191. EL NIÑO CHIVATO (Roldán)

Había unos señores de buena posición y él pos se ve que estaba con la criada
entendiéndose. Y le dice un zagal, le dice a su madre, dice:
-Madre, un ángel qué es.
-Pos un ángel es una cosa que's del cielo, que llevaba alas -y tal-.
-No, no, eso no. Eso no es un ángel.
-2 Por qué me dices eso?
-Porque el papa le dice a la criada, dice: «Estás hecha un ángel)).
Dice la madre para sus adentros:
-(;Ah, nze cago en diez, aquí hay algo!). Hoy, comiendo, vas a repetir lo que
m'as dicho, lo vas a decir
Pos estaban tos comiendo y le dice la madre al zagal, dice:
-Nene, di eso que nl'as dicho.
Y el zagal se callaba. Y el padre:
-Sí, sí, dilo.
Na, lo obligaron a ver si el zagal decía eso. Y el zagal dice:
-No, no es na -dice-. El padre le dice a la criada lo que el chofer le dice a usté.

192. SAN PEDRO REPARTE LOS DOLORES DEL PARTO (Roldán)

Le pidió una mujer a San Pedro que en los partos, como tenían el tnisnlo placer
el hombre y la mujer para concebir los hijos, se repartieran los dolores esos del
parto. Y San Pedro se lo conzunicó a Dios, que era el que tenía que dar el poder; y
le dijo:
-Mira Pedro, esto no va a poder ser.
-2 Cómo que no puede ser? Lo hacen entre los dos con el mismo placer, pues
luego que reciban el mismo disgusto y así es la mitá pa cada uno.
Y le concedió Dios a esa mujer lo que pedía. Pues nada, llegó la hora de que
ella se quedó embarazá, le dijo a él:
-No te vayas que estoy con los síntomas del parto.
Dice él, que estaba puesto en conocimiento de lo que su esposa había acordado
con Dios:
-;Toma, pos yo todavía no!
-;Corre, ves a por la comadrona para que venga!
Y ella estaba con unos dolores que ya que m, que iba a tener el hijo y él tan
tranquilo. Y va a por la comadrona, iba por la puerta de la barbería y decía el barbero:
-jSeñor; qué dolores me dan, que nze paece que ila a salir el ser por el sitio!
Y claro, y le dio los dolores al que lo había hecho y él (el marido) se quedó tan
tranquilo. Y entonces, después de aquello la mujer (LOSan Pedro?) le comunicó
diciéndole que quitara eso.
193. «MUNDO, MUNDO». (Dolores de Pacheco)

Corno aquella que se había muerto el marido y tenía un conejo frito pa comérselo
con el querido aquella noche; se murió el marido de repente. Y a to esto le trajeron
el marido. Y ella, qué hizo, metió la fuente debajo la cama de ande estaba el
muerto. Y de vez en cuando pasaba el gato y se llevaba un pedazo, y decía:
-;Mundo, Mundo (el gato se llamaba Mundo), que te los vas llevando a uno a
uno y si me descuido a dos a dos.
Y la gente se pensaba que era al muerto a quien le dedicaba aquellas palabras.

194. «MUNDO, MUNDO*. (Balsicas)

Esto era un matrimonio que se llevaban mal por culpa del sacerdote; ella se
veía con el cura. Total que maliciándose las cosas pos que el marido se muere; y
tenía un gato que se llamaba «Mundo».
Y entonces, a to esto, había frito un conejo pa comérselo aquella noche y lo
tenía puesto encima de la mesa, en la cocina, y el gato había entrao. Dice:
-;Ay señol; que vida más mala! ;Ay Mundo, Mundo, que hay pocos y te los vas
llevando uno a uno y de los mejores!
I: al oirla, decían las vecinas y la gente que llegaba:
-;Ay que lástima de mujer! Cómo llora, pobretica. Cómo está llorando. Cómo
quería a su marido.
Pero, cansada de ver cómo el gato se apoderaba de los pedazos del conejo, la
viuda no pudo dejar de exclamar:
-;A,-: ya no puedo más! ;Quita de aquí, gato! ;Supe! ;Fuera!

195. MUNDO, MUNDO (Torre Pacheco)

Una que se le murió el marido, lo amortajó y no gastó más tiempo y hiso arroz
y conejo. Se preparó para velar el cadaver y ella s 'echó un manto por la cabesa y
una botella de vino entremedio de las piernas, una bota d'esas que la besaba, y
venga:
-;Ayy, qué tragos estos!
Pero tenía un gato que se llamaba Mundo y dende donde 'staba veía el hogar y
el gato que s 'estaba llevando los chicharrones. Dise:
-;Ay Mundo, Mundo, cómo te los vas llevando uno a uno!
Los chicharrones. Y de pronto dise:
-Mi marido era tan güeno que en su vida dijo: ;Supe con rabia!
Y entonses el gato se fue.
196. ~QUERÍASVACA SIN CUERNA? (Torre Pacheco)

Este fue uno que se fue a Alemania porque aquí no ganaban pa vivir, y la mujer
era rnu guapa. Y entonces pos ella pos se dio a la vida, tenía un amante y le sacaba
los cuartos. Y compró una vaca.
Cuando viene el marido tan contento de Alemania y se encuentra que ella estaba
embarazá.
-jY eso cómo ha sido!
- j Q ~ é ! -dice ella-, ¿querías vaca sin cuerna?

197. EL SINO DE LOS JUANES (Torre Pacheco)

Esto era una que vivía en un pueblo y era casada, y era muy puta, se anudaba
con tos. Y ya llegó a un extremo de que ella misma veía que el marido se iba a
enterar, porque ya es que lo sabía to el mundo ya en el pueblo. Dice:
-Y mi Juan no s'a enterao. Pero mi Juan s'entera -dice-. Pos antes de que
s'entere se lo voy a decir yo.
Y no veía manera de decírselo pa que a él no le cayera mal. Y de noche se
acuestan y ella empieza a reírse en la cama, venga a reírse:
-jDime de qué te ríes!
-jAh, de ná!
-j Muchacha ...!
-De un chiste que he oido en la tienda. He ido a la tienda y estaban contando
un chiste y es que m'a chocao.
-Cuéntamelo.
-jAh, si no tiene importancia!
Pero tanto le rogó que se lo contó. Dice:
-Dicen que tos los Juanes son tontos, y el que no es tonto es cabrón. Y tú
tontico no eres.

198. LA MUJER A LA QUE LE CRECÍA EL SEXO (Torre Pacheco)

Esto fue una mujer que tenía el marido en la Mancha y le fue infiel. Y claro, ella
creía que el marío no se iba a enterar de sus andanzas y, cuando regresa le dice:
-Muchacha, j cómo esta «eso» tan grande?
-jJoe, te lo dejaste pequeño, mía que grande se ha hecho!

199. GATICO TE BAUTICÉ (Roldán)

Hubo una que se casó y no era virgen, pero el marido pos se calló, siguió la ruta
y tal. Ella de joven la engañaron, pero era una mujer buena y pa su marido no
quería tener ningún secreto. Buscaba la forma de decírselo al marido sin que lo
tomara a mal; no hallaba la forma. Pero vino la ocasión de que en la casa aquella
tenía una gata y parió cuatro gatos, y entonces ella buscó la forma de decírselo al
marido pa que no lo tomara a mal. Le dice al marido:
-Mira, por ser el primer parto que en nuestra casa se ha hecho, que ha parío
la gata cuatro gatos, los famos a bautizar. Yo voy a coger el primero y lo voy a
bautizar, tú el segundo, yo el tercero y tú el cuarto -intercalaos pa decirse las
cosas-.
Coge ella el primero y le dice a él:
-Tú no lo sabes, yo sí lo sé. Gatico te bauticé.
Y coge él el segundo y le dice:
-En tus picardías yo noté y por verguenza callé. Gatico te bauticé.
Y coge ella el tercero y dice:
-Santa Elena pecó, después vino el arrepentimiento, y nunca más lo volveré a
hacer. Gatico te bauticé.
Y coge él el cuarto y le dice:
-El que hace un cesto hace ciento dándole el esparto y tiempo. Y yo te vigilaré.
Gatico te bauticé.

200. LA VIRGINIDAD FINGIDA (San Cayetano)

Fue una que estaba ya un poco empezá y, claro, pos entonces era aquello mu
rígido, si lo más mínimo la devolvían. Estaba ya pedía pa casarse pero el novio no
sabía na que ya estaba empescá" ni na. Y entonces su madre venga a calentarse la
cabeza:
-2 Y cómo voy a casar yo a esta hija? i Cómo la voy a casar? Y tengo mucha
gana de casarla.
Y entonces dice:
-Pos mira, ¿sabes lo que vamos a hacer? Tú antes de meterte a que ataque te
restriegas un refregón de pintura colorá y empiezas a quejarte y quejarte, «jay, ay,
ay!» -dice-, «¿qué pasa?», ((pos que me has hecho sangre*; y él se lo cree y to
arreglao.
Pos bueno, ella (la novia) con la precisión no se da cuenta y en puesto de coger
el bote de pintura colorá coge uno verde y se pega el refregón. Y empieza con la
ópera:
-¡Ay, ay, ay!
Y empieza él:
-2 Qué pasa, qué pasa ?

17 Que ya ha sido probada, que no está intacta.


-jNá, que me estás haciendo mucho daño! -dice-, jque me estás haciendo
sangre! -dice-. jDame guertas y verás cómo es eso que me estás haciendo!
Y va el pobre hombre y mira, y ve aquello verde y dice:
jUh, con razón te quejas! ¡Te he reventao la hiel!

201. LA RECIEN CASADA Y EL ARROZ CON LECHE (Roldán)

Se casó uno y en aquellas fechas, pues claro, la mujer tenía que estar virgen
porque si no había un disgusto muy grande. Y se casó. Y él se quedó a vivir en la
casa de ellas porque la madre era viuda. Y estaba la madre, la abuela y la nieta.
Las bodas se celebraban antes en las casas de la novia, y entonces se hacían las
cosas caseras: mucho arroz con leche, muchas tortadas, flores, tallo..., to esas
cosas que se hacen en las casas. Se casaron y le dice él a ella, dice:
-Métete un plato de arroz con leche a la mesilla -pa luego comel; porque él
había comío poco, con la verguenza y tal pos no había comío muncho y las noches
son mu largas en el invierno-.
Pos na, la novia pues se metió un plato de arroz con leche que había que le
habían sacao dos gucharás na más, lo habían empezao un poco. Y lo metió al16 con
una servilleta, en la mesilla.
Se metieron en la habitación y él se ve que lo que tenía era hambre. Al poco pos
jhe a comer arroz con leche y entonces la abuela se puso a acechar la <<papeleta»
a ver si «aquello» jimcionaba bien; y ná, la abuela estaba acechando cuando él
levanta la servilleta del plato y dice a ella:
-Esto está empezao.
Y al decir «está empezao», la abuela lo tomó por otro lao. Y dice la abuela.
-No hijo, no. No está empezao. Es que nosotras semos de raza de «seta»
grande.

202. LAS CUENTAS DE LA MADRE (Santa Rosalía-Roldán)

Una señora que le salió una hija embarazá. Entonces aquello era más sonao
que ahora, jeh? Ahora cuidao, que eso es na de na. Entonces resulta que esta
señora, pa hacerle saber a la gente que no había salío embarazá y que había tenlo
el chiquillo con tres meses, decía:
-Hombre, es que hay que contar Marzo, Magarzo y el mes de Marzo -ya eran
tres meses-; Abril, Mabril y el mes de Abril y Mayo, Magallo y el mes de Mayo.
1.2. CONFLICTOS MATRIMONIALES
203. «DOS PA TI Y TRES PA MI» (Torre Pacheco)

Era una mujer muy testaruda y había cinco huevos para comer; y la mujer decía
al marido:
-j Tres pa mí y dos pa ti!
Y decía el marido:
-jNo, dos pa ti y tres pa mí!
O sea, que él quería la mayor parte y ella también.
-jPues mira, pues me muero!
Decía ella:
-jPues muérete!
Y se hace la muerta. Vienen, le toman la medida a la caja, la meten en la caja,
tapan la caja y la llevan a enterrar. Y iban cinco personas también al entierro. Y
ella se dejaba enterrar Iba por el camino, de vez en cuando el marido levantaba la
tapa y decía:
-j Tres pa mí y dos pa ti!
-jNo!
-jQue te vamos a enterrar!
-jEnterradme!
Pasaba otro poco y destapaba la caja, y:
-j Tres pa mí y dos pa ti!
-j NO!

Pero el hombre, viendo ya que ella no cedió dice:


-jCómete los cinco!
Y entonces ella se levantó y echaron los cinco a correr gritando.

204. «iPIOJOSO!» (Torre Pacheco)

Había una vez una mujer que insultaba frecuentemente al marido llamándolo
piojoso. Harto el esposo, en un arrebato decidió matarla ahogándola. Y cuando la
estaba ahogando y ya no podía hablar ni decirle na, entonces le hacía asi.. Hacía
el gesto de matarle los piojos.

205. DISPUTA POR UN PELO (Roldán)

Esto fue de un pescador, uno que le decían el tío Pedro. Era en un pueblo de
pescadores que fue y el tío Pedro y la tía Ana María pos se pusieron a comer, y sacó
un pelo de una sopa en ajo que hizo; y el tío Pedro le ice a la mujer; dice:
-Este pelo te s'a cuido a ti.
Y ella decía que no, que el pelo se le había caído a él. En fin, armaron una
zaragatai8 allí en el pueblo que las mujeres discutían con los maridos; una pelea
bárbara, porque decían toas que el pelo era del tío Pedro y él ya que no, que era de
la tía Ana María. Total que hubo una pelea muy grande.
Total, viendo que en el pueblo se mataban unos con otros, entonces vino uno que
quiso arreglar aquello y dijo:
-El pelo ni era de la tía Ana María ni del tío Andrés. El pelo era mío, que me
puse a afeitame en la ventana y me se voló un pelo a las sopas en ajo y me se cayó.
Entonces dijeron toas:
-2 Ves como es d'un hombre el pelo?
Se salieron con la suya, como siempre quieren.

206. LA MUJER QUE NO COMÍA CON SU MARIDO (San Cayetano)

La abuela de Isabel tenía hospedá una, en el tiempo de guerra, y el marido


estaba en el Oasis. Y por el día dice que se batía huevos (entonces se usaban
ponches) y se los tomaba por la tarde. Y cuando él venía por las noches, ponía la
cena y:
-Yo es que no tengo gana, yo es que no tengo gana».
Y el pobre hombre muchas veces se acostaba sin cenar porque ella no comía, y
resulta que ella estaba hinchá. Y la abuela de Isabel dice que decía:
-¡Me da una gana de decirle: «No sea tonto, que ella está bien prepara. Tú
come»!

207. LA MUJER QUE NO COMÍA CON EL MARIDO (~imenado)

Lo contaban mi abuela y toa la gente: que el marido de «La Melguiza» era roña
y no quería comer. Y entonces pues ella sí quería come6 la mujer. Y entonces él, que
era escardaor'' (escardaba los almendros), se iba por ahía trabajar y ella a comer.
Mataba un conejo y, cuando volvía el marido y le preguntaba por el animal, ella:
-Pos se ha muerto.
Y cuando iban vendiendo as6 por las puertas, pues entonces ella cogía madalenas
(compraba o hacía -entonces hacía en los hornos, cuando se amasaban en las
casas-) y iba y compraba pos fruta, pos higos, almendras y to esas cosas, de lo
que se criaba en el campo. Pos ella no tenía hijos ni na, ¿ y qué hacía? Pos hala ...
-Mi «Rojo» no quiere que coma pero yo, cuando mi Rojo se va, «pantano» va
y «malena» dentro.

18 Gresca, alboroto. tumulto. Es una voz recogida en el diccionario de la R.A.


19 El que realiza la escarda, operación que en Torre Pacheco consistía en la poda de almendros,
olivos o higueras.
208. MATRIMONIO DE VAGOS (Torre Pacheco)

Eran dos matrimonios que eran nzuy pudientes y uno tenía un hijo y el otro tenía
una hija. Pero nada, no podían sacar punta de ellos, eran muy vagos, ni querían
trabajar, ni querían estudiar, ni querían na, y ya se habían hecho mayores y nada,
no querían... Eran muy vagos. Y entonces los padres acordaron:
-Pos vamos a ponerles una casa y los vamos a casar y que hagan su vida.
Nada. Les dieron tierras, les dieron una viña, les pusieron, pues nada, un hacha
pa que ellos se buscaran su vida. Pero nada. Cuando pasó un poco tiempo dice él
que la viña pues que la arranca, porque él no va a estar cavando la viña. Dice:
-jPos yo arranco la viña y así no tengo que cavarla!
Y nada, pos que arrancó la vid. Y llegó a la puerta de su casa con las cepas, que
traía carretones de cepas, y le dijo a ella:
-Yo he arrancao la viña pero tú entrarás las cepas.
-2 Yo? No, las entras tú.
-;Te he dicho que te toca a ti!
-;Pos yo no las entro!
-Mira -dice él-, vamos a ponernos cada uno delante de la puerta, la puerta
abierta. Tú te pones aquí, yo me pongo allíy el que hable antes, ese entra la leña.
Pues nada, pues allí los dos, se hicieron las cuatro de la mañana y el uno
enfrente del otro, y alli no hablaba nadie. Pues nada.
Y por qué no, pues que vinieron unos militares que iban haciendo marcha y les
pidieron agua. Y ninguno hablaba. Y dice uno de los soldados:
-Chicos, pues estos tienen que ser mudos porque vamos que... Pero esto tiene
que tener su astucia, porque el uno enfrente del otro y no hablan...; pues esto tiene
que ser algo.
Pero nada. Le pidieron agua. Ella fue a la cocina, le dio la cántara del agua
para que bebieran, pero sin hablar: Pues nada, pues dice el soldado en cuestión a
sus compañeros:
-Mira, ¿te quieres apostar que estos van a hablar? Pues ahora le vamos a
pelar a él al cero y vamos a abusar de ella, y verás como cuando nos pongamos a
pelar a él al cero y a ella a trajinarla como ella habla o habla él.
Nada, lo pelaron al cero y la violaron y alli no hablaba nadie. Cuando se hizo
un poco de día pos ella cogió y se fue en casa de su madre y le contó to lo que
pasaba, y dice la madre:
-;Vamos, hija mía! jLas cuatro, las cinco, las seis ..., con el frío que hace! jY
qué valor tienes! ¿ Y tú por qué no la has entrao?
-;Porque izo! ;Porque los hombres son los que tienen que trabajar!
Pues dice a la criada, estaban haciendo gachas, dice a la criada:
-jPobrecillo! jEstará helao! Corre, ves y llévale una cazuela de gachas.
Y fue la criada y cuando llegó dice:
-iVenga, que te traigo las gachas!
Y él empezó:
-iUuh, uuh! -condoliéndose, llevándose las manos a la cabeza para hacerle
notar que lo habían rapado-.
-2 Qué es lo que dices?
-iUuh, uuh!
Pero la criada no lo entendió. Cogió las gachas hirviendo, se las echó to
encima; le puso la cazuela encima de la cabeza y se fue. Y cuando llegó allí, a la
casa de la suegra, pues le dijo:
-Me ha dicho que «;uuh, u u h ! ~-repitiendo los gestos del hombre-, que le
echara las gachas encima de la cabeza.
Dice la suegra:
-iMadre mía, y se habrá quenzao!
Bueno, pues que ya entonces echaron p 'allá y ella llegó delante, dice:
-;Qué valor tienes! iHas consentío que te pelen, has consentío que te quemen...!
Dice el marido:
-¿Has hablao? iEntra tú la leña!

209. LA MUJER QUE CONTRARIABA AL MARIDO (Roldán)

Había un matrimonio que vivía en esas sierras y eran unos labradores, y si


decía él una cosa pos la mujer decía: «no, al contrario». Y siempre iba al contrario.
Y llegaba el momento que se casaba un hermano d'ella y dijo él, dice:
-Yo me quedaré en la casa -dice- y tú irás a la casa de tus padres.
-No hombre, no. Tú mañana eres el primero que vas p'allá.
Como él dijo que no iba pos ...
-Bueno, pos si yo me voy, me voy con la ropa vieja y tal pa ayudarle a tu padre
allí a arreglar los animales mientras que vosotros vais ...
-iCórno que no! ;Mañana te pones tú el mejor traje que tienes, el traje nuevo
que te pones! iY que no te hagas p 'atrás, ieh?! Que es la boda de mi hermano y la
casa de mi padre.
Pos na, salen y tenían dos bestias: una era mu cocera y la otra mansa. Y dice él:
-Bueno, yo me voy a montar en la cocera y tú te vas a montar en la mansa.
-iPero hombre, cómo estás! ;Pa que te tire a ti la cocera! iTú eres un inútil!
iEn la cocera me monto yo!
Bueno, pos na, dice:
-Bueno, pos tira delante.
-iNo, no, tira tú delante con la mansa!
A la contra. Y tenían que pasar un río que tenía solamente un paso de bestias pa
pasar, un puentecico de aquellos antiguos. Y pasó él el primero y se puso al otro
lao. Y cuando ella iba por el medio del puente dice:
CAMÁNDULA
(EL CUENTO POPGLAR EK TORRE
PACHECO) 167

-No te vaya a dar idea de jurgarle en la crucera2' a la mula, que va a empezar


a tirar patás y te va a tirar al río.
-¿No? ;Pues ahora le jurgo!
Y la mula pus, pus, pus, a tirar patás. Jurgarle en la crucera le hacía cosquillas
y la mula empezó a patás y cayó la mujer al río. Y el hombre, al caer al río, salió to
el río arriba buscándola; y se tropieza a un hombre y dice:
-¿Ha visto usté una mujer que se la llevaba el río p'arriba?
-¿Ande la tirao?
-En el puente fulano.
-Pos esa está seguramente en la mar.
-jComo ella siempre va a la contra!

210. EL MATRIMONIO Y LA MUERTE (Las Armeras)

Pues esto era una señora que aparentaba, creo yo, querer tanto a su marido,
tanto, tanto, tanto, que el marido se puso en guardia, porque todo era:
-Maridico, yo te quiero a ti... Tú no te das una idea. Tú eres pa mi algo que eso
es un tesoro incalculable.
Y tú no se qué, tú no se cuantos, y tos los días la misma murga. Y el marido se
dice:
-Voy a ver esta ntujel; a ver hasta qué cierto punto me quiere a mí.
-jYo daría la vida, cien veces que la tuviera la daría por ti!
Pos nada, pos:
-Mira mujel; es que la vida, pos ya sabes que la muerte está acechando, la
muerte puede venir un día y claro, pos no está fuera el caso de que pase por aquí,
porque pasa por tos sitios. Un día va a Ilegal; un día llegará.
-;Nada, nada, nada! ;Ya puede venir la muerte! ¡Ya sabes que me pongo yo
por el medio, no faltaba más! ¡Si, sí! ¡Que tú te fueras de este mundo! ¡Tú no te
puedes ir de este mundo, aunque yo no esté!
-Bueno, nada hija.
Y el marido pues un día se hace el enterao de que le habían dicho que la muerte
iba a pasar precisamente por su casa y le dice a la mujer:
-Mira, que m 'enterao que la muerte va a pasar por aquí -dice-. Lo mismo
puede venir disfrazá de elefante que disfrazá de culebra, que disfrazá de gallo. Yo
qué se. De cualquier forma puede venir.
-Pues nada, nada, nada. Tú no te preocupes que ... iVamos, no faltaba más!
Pues nada, un día llega el marido:

70 El diccionario de la R.A. da: <<Nacimientode las costillas del cuarto delantero de las caballe-
rías».
-;Eh! Que me han dicho que viene hoy. Mira y he pensao una cosa: si ese
cariño que me tienes es tan grande, yo cojo y me meto dentro del almario y pos que
te lleve a ti.
-Nada, nada, nada, no faltaba más. Sí, s i Que me lleve a mí.
Se va el marido, fue al gallinero, cogió un gallo y lo peló, pa que en fin, pa
fingir que aquello era una cosa fiera de serie, que aquello no era normal y
corriente, y con las mismas el marido, en vez de irse al almario pos se mete detrás
de una puerta que había en la cocina y donde tenía que pasar el gallo cuando
entraba en la cocina (porque estaba inquieto porque le habían quitao las pluinasj.
Pos el viene y se mete detrás de la puerta y luego a luego el gallo pos se mete
dentro; estaba la mujer allí, dice:
-;Ay muerte en visión de gallo,
corre ves y llévate a mi marido
que está en el almario!
Y entonces el marido sale y dice:
-;Con que hasta ahí podíamos Ilegal; no! jCon que al marido que está en el
almario! Tú eras la que me querías tanto. Así se pilla a las mujeres embusteras
como tú.

211. LA MUJER COMPLACIENTE (Roldán)

Este tenía una mujer güenísima, que to lo que decía el marío hacía ella. Y tenía
un burro y se fue a labrar unos bancales que tenía y allí, platicando con unos
pastores (sabes tú que los pastores estaban alreor de los que estaban labrando,
comiéndose lo que había), hablando de las mujeres pos dice él, dice:
-Yo tengo una mujer que no la visto hacerme la contra nunca pa na. No la visto
nunca eso.
-Porque tú quieras. Tú, est'almedio día, cuando vayas con el burro, vas a
hacer una cosa: lo vas a meter de culo a la cuadra (sabes tú que los burros no
~ e j a n ) ~Si' .no tendrías otra ocasión, vas a meter el burro dentro de la casa y le vas
a dar agua en la tinaja (en las casa antiguamente había una tinaja en la que tenían
el agua limpia, que la sacaban con una cetra -un cazo con el rabo largo).
Bueno, pues llega con la manía a ver si le buscaba el genio a la mujer y le
propuso lo que sus compañeros le habían dicho. Y empezó a sejar el burro; el burro
no sejaba y ella:
-;Espérate, espérate!
Y ella le tiraba del rabo. Y lo metieron a la fuerza, le ayudó y lo metieron dentro
de la cuadra. Ella no le hizo la contra. Y cuando lo tenían dentro dice:
-;Dale el agua en la tinaja al burro que a ver si bebe!

7 1 Cejar, andar hacia atrás, retroceder.


Dice ella:
-;Oye, llevas razón! No ha bebío nunca así. Vamos a darle agua -Y aquella en
to lo complacía.
Y a otro día se fue a labrar y dice el pastor:
-¿Qué? ¿Al cabo te ha resurtao lo que te...?
-No, me ha pasao esto y esto; en fin, que no he podío buscarle el genio.
-Vas a hacer una cosa. Vas a echar por el pueblo, te vas a llevar medio kilo de
sardinas. Tú le dices que te l'aga pa la noche, y no vas a decir si te l'ace frita, si ...
Si te l'ace frita tu la quieres con arroz y si te l'ace con arroz asa, y si no... Ella no
va a atinar:
Se compra medio kilo de sardinas y le dice a su esposa:
-Pa la noche me las preparas.
Y ella le vio la marcha, porque comprendía que iba en busca de asunto. Y sabes
tú que en el verano, antiguamente, pos se comía en los patios, a lo mejor al fresco,
allí en el patio y tal, y había gallinas. Y f u e y puso la mesa ella; y a to esto una
gallina pos vino y se cagó, y él venía de pronto y puso la mujer el salero encima pa
que no se diera cuenta. Y va y le trae unas sardinas fritas:
-;Yo no quiero sardinas fritas!
-2 Qué quieres?
-Podrías guisar dos o tres sardinas.
Pos las sacó y se las puso:
-Toma, sardinas guisadas.
-Yo no quiero sardinas así.
-2 Qué quieres?
-Si hubiera crudas me las comía crudas.
Y le trae las sardinas crudas. Dice él:
-;No, no quiero sardinas crudas!
-2 Y entonces qué quieres?
-;Una mierda!
-;Pos levanta el salero y debajo la tienes!

212. LA MUJER COMPLACIENTE (Torre Pacheco)

Era un matrimonio y estaba siempre, él, cuando llegaba a casa, le ponía contras
a la mujer: Y no sabía ni qué iba a hacer ella ya.
Y un día tras otro venía el marido y, al ponerle la comida, decía: «;Esto está
malo! ;Esto yo no lo quiero! ;Esto está mal!». Bueno, así. Y un día pos que iba a
venir el marido y no había hecho la comida dice:
-;Ay, madre mía! ;Ay cuando venga! ¿Qué hago yo, qué hago yo, madre
mía, con este hombre? ¿Qué le voy a poner? Y es que no se lo que le voy a
poner.
Y habían entrao las gallinas y se habían hecho encima de la mesa; y lo tapó con
un plato. Y cuando llega, dice:
-;Venga, la comida! ¿Donde está la comida?
Dice ella:
-;Ay, pos no he hecho na de comer! ¿Qué quieres que te haga de comer?
-¿Que no has hecho na de comer?
-No, no. i Qué quieres que te haga?
-;Una mierda!
-Pos aquí la tienes -y levantó el plato-.

213. LA MUJER AHORRADORA (Roldán)

Antiguamente pues siempre la gente labradora querían, si te casabas, una


mujer que fuera ahorrativa. Y se casó uno, un labrador que tenía gente trabajando
(porque entonces los muleros, los pastores, to esa gente le daban de comer en la
casa; dormían en las cuadras, en las pajeras, les daban de comer). Y se casó
sabado y el domingo por la tarde le dice a la mujer:
-Vente a la dispensa -era el cuarto que ellos tenían del suministro. Le dice-:
pues mira -le dio la harina pa la semana, el aceite pa la semana, la guisanda pa
la semana, las patatas pa la semana, lo que se usaba antes, si bacalao, si tocino y
tal.
-Esto tienes para la semana -pa probar a la mujer-. Esto tienes pa darle de
comer a tos los mozos pa la semana.
Y entonces, al domingo siguiente le dijo él:
-Vente que te suministre para la semana siguiente.
Y le dijo ella:
-No, no es menester que me suministres para la semana siguiente porque con
lo que me diste la semana pasá voy a tener para las dos semanas.
Entonces dijo él:
-Toma las llaves que veo que aprovechas mejor que yo.

1.3. VIUDOS Y VIUDAS


214. EL BORRACHO VIUDO (Roldán)

Había uno que se le murió la mujel: Era un borracho de esos. Y era una noche
de invierno y claro, dijo:
-Uy madre mía que noche me tengo yo que pasar aqui, sin bebel:
Y entonces fue y compró una pelleja de esas, de vino, y se la lió en la manta. Y.
durante el velatorio de su esposa, de vez en cuando se metía debajo de la manta y se
ponía:
-;Ay qué tragos más negros!
Y decían los vecinos que le acompañaban:
-Pobrecillo, como sufre por la mujel:
Y decía el borracho:
-;Y estos tragos son pa mí!

215. EPITAFIO A LA DIFUNTA (Jimenado)

Se murió la mujer y se llevaban muy mal ese matrimonio, muy mal, muy mal. Y
cuando se murió pues el marido le hizo un panteón y le pone una losa de mármol
con un epitafio que dice:
«Aqui, en este mármol frío,
descansan los restos de mi pobre esposa,
que no pudo hacer mejor cosa
por su bien y por el mío».

216. VIUDAS EN EL CEMENTERIO (Jimenado)

Fueron dos viudas al cementerio y la una le llevaba flores al marido y la otra le


llevaba arró, un plato de arró porque le gustaba mucho. Tos los domingos le
llevaba el plato de arró la una y la otra flores. Y dice la de las flores a la del arró:
-;Tonta! ¿Cuando va a venir tu marido a comer el arroz?
-Pos cuando el tuyo salga a oler las flores.

1.4. BUSCANDO PAREJA

217. LA MUJER QUE QUERIA NOVIO (Balsicas)

Esto era una mujer que era ya mayor de edá y quería casarse, y se casaban toas
sus amigas y ella no se había casao. Y iba tos los días y se quedaba, cuando iba a
misa, enfrente de Santa Rita diciéndole que le buscara un novio, y que tenía mucha
gana de casarse, que le buscara un novio.
Y entonces va y le dice el cura al chiquillo:
-Corre y ves a ver lo que está diciendo esa mujer que siempre se queda allí
tanto tiempo en misa.
Y va y le dice:
-Pos mire usté, está diciendo que le salga un novio, que: «Santa Rita, ¿por qué
no me das un novio?, que s'a casao fulana, que s'a casao mengana ...»
Dice el cura:
-¡Eso no lo va a decir!
-;S( sí!
Y a otro día se metió el sacristán, y la misma murga la mujer:
-jAy, Santa Rita, sácame un novio, que se ha casao mi amiga! jYo tengo mucha
gana de casarine!
Y el sacristán se lo contó al cura y este tampoco lo creyó. y dice:
-jPos vaya usté!
Y se mete el cura y pos la mujer lo mismo:
-jAy, Santa Rita, 2 me vas a sacar un novio? -dice- jSácame un novio! Tengo
mucha gana de casarme. Me vas a sacar un novio?
Y dice el cura:
-i NO!
-jAy Santa Rita, Rita! jComo tú eres de palo y a ti no te pica!

218. LA MUJER QUE QUERIA NOVIO (Torre Pacheco)

Una vez había una muchacha que tenía mucha gana de novio y fue a pedirle a
San Antonio. Como San Antonio tiene urz niño en los brazos pues fue uno que lo
sabía que iba a ir, se escondió detrás del santo y se arrima la muchacha y dice:
-San Antonio, por Dios, dame un novio.
Y el que había detrás dice:
-No (poniendo voz de niño).
Y dice la muchacha:
-Tú calla, tontico. 2 Y si tu padre quiere?

219. EL SACRISTÁN COMO YERNO (Torre Pacheco)

Eso era una que no tenía novio y tos los días iba su madre a desirle al santo que
le tenía de buscar un novio. Y entonses el sacristán se metió detrás de la imagen a
vel; y entonses dise:
-Oye, si a tu hija quieres casal; cásala con el sacristán.
Y la casó con el sacristán. Y le daba cada vez una palisa que pa qué. Y antonses
vino la madre a darle las quejas al santo:
-jSan Antón, patasas, manasas,
cara de cuernos!
jDios te dé la seda
como rne distes el yerno!
(Porque San Antón es patrono de la seda).

220. LA VIEJA BEATA (Santa Rosalía-La Campana)

Esto era una mujer ya mayor qu 'era muy religiosa, mu religiosa, y tenía una
criada y la criada le decía «agüela». Y na, esta mujer era muy religiosa y va y le
dice la criada, le dice:
-jAgüela, están tocando a oración!

-jHija, ya sabes cómo estoy de las piernas, cómo estoy de la reuma! Yo no


puedo ir.
Y otro día le dice:
-jAgüela, qu 'están tocando a la novena!
-jPero hija, pa qué me lo dices si sabes que yo no puedo ir!
Y ya a los tantos días va y le dice:
-jAgüela, qu'están tocando a casarse!
POS venga hija, dame la garrota y vamos, a ver si me despacho de las
primeras!

221. LA MUJER HACENDOSA (Las Armeras)

Urz personaje quería casar al hijo y para hacerlo decidió entrevistar a las
candidatas:
-Mira, vamos a citar a tres chicas.
Y cogen, llaman a una, y por el camiizo por donde tenía que pasar ponen una
escoba, en medio del camino. Estaban gipándolaZ2.Cogen y ven que cuando llega a
la escoba coge la escoba y le dio viaje allá, hasta donde pudo alcanzar: Y dice el
hombre:
-No, no interesa.
Llaman a la segunda. Cuando viene la segunda, al pasar por encima de la
escoba esa no la quitó; esa lo que hizo fue chafar la caña, allí, se puso a bailar
encima de la escoba. Y cuando llegó pues nada, la cuenta:
-No nos interesas tampoco.
Llaman a la tercera y viene la tercera. Entonces ponen la escoba y entonces ella
coge su escoba y, cuando llegaba a la casa, pues cogió y al pie de una pared puso
la escoba.
-2 Y cómo vienes con una escoba? -le preguntó el probable suegro-.
-Porque la he visto por el camino y he pensao que una escoba es siempre útil,
y además está nueva.
Dice el padre:
-Esa ha de ser tu mujer hijo, esa.

22 Observándola en secreto. espiándola.


1.5. LA MUJER SUCIA

222. LA NOVIA SUCIA (Las Armeras)

Un príkipe buscaba doncella para casarse. El quería que fuera buena mucha-
cha y quería saber si era curiosa de verdad o sólo era limpia porfuera; por eso dijo
que tenía que ser con una doncella que pudiera alimentar a su caballo con p e l ~ f i l l a ~ ~
gris, de esa que se cría en las casas debajo de las camas.
Y venga a buscar por tos sitios, por tos sitios: en una casa había una chispa, en
otra no encontraban na. Hasta que llegaron a una casa que sacaron una montonera
asíde pelufilla gris (se ve que hacía tiempo que no habían barrio). Pero cuando el
príncipe vio aquella g ~ r b e r ade~ pelufilla
~ gris pues dijo:
-No hija, no. A ti no te quiero yo.
No se casó con ella porque era muy cochina.

223. EL PRÍNCIPE BUSCA NOVIA (Torre Pacheco)

Era un príncipe que iba buscando pa casarse. Iba pidiendo la que tuviera
debajo de la cama pelusilla, con esa se casaba. Y entonces llega a un sitio que eran
muy sucias y decían:
-iBah! ~ P u si~ yo
s tengo un montón!
Y la otra:
-iAh, pues yo tengo un montón!
Y llegó a una que era muy guapa y dice:
-jAy! Yo eso no lo conozco.
-iPos con esta me caso yo! - d i j o el príncipe-.

224. LA NOVIA SUCIA (La Hortichuela)

Érase un novio que le habían dicho que la novia era mu marrana, y él quería
saber cómo era la novia de marrana y entonces le dijo:
-Le cortamos los cuernos a las chotas y me hace falta pelusica pa echarle (que
antes, las chotas que salían cornúas le cortaban los cuernos con unas tijeras y
entonces le echaban ahí taratañasZ5).-Dice- Anda, tienes taratañas tu pa echar-
le ?

23 Pelusilla.
24 El diccionario de la R.A. da: «montón de garbas)). siendo la garba un vocablo arcaico que sigue
empleándose en Murcia para designar una gavilla de mieses.
25 Telarañas.
El príncipe busca novia

-;Uh! En mi casa... ;Lus que tenemos debajo las camas! -dice-. Yo tengo
debajo de la cama y mi madre todavía tiene más.
Y así S 'enteró de lo marranas que eran.

225. LA SUEGRA QUE BUSCABA NUERA LIMPIA (Jimenado)

Una mujer tenía dos hijos casados o; ella se quedó viuda. Y entonces no sabía
con qué nuera irse, con qué hijo irse porque las nueras las dos querían llevársela.
Pero no se decidía por si no eran muy curiosas (ella le gustaba que fueran curio-
sas). Y dice:
-Yo voy a ver cuala es de las dos más curiosa.
Y entonces invitó a ir a casa de las nueras y les decía:
-Mira, me ha dicho el médico que tengo que tomar pelufo d'ese que sale
debajo de las camas para esta asma que tengo. Que tengo que hervirlo y con ese
agua tengo que respirar eso.
Pos fue y claro, ganó una, porque tenía más que la otra. Pero la suegra se fue a
vivir con la que perdió.
226. AMASANDO PAN (Las Armeras)

Una mujer se puso a amasar y luego a luego pues viene una cochinica que
tenían por allí suerta, una gorrina, y se veía que tenía sé. Entonces, en la misma
artesa que la tenía en el suelo pues cogió y echó agua de más, dice:
-Oye, que dejo que bebas, pero no quiero que me cochinees ni me gorrinees.

227. AMASANDO PAN (Torre Pacheco)

Una mujer iba a amasar pan y le echó m á s agua de la cuenta. Y entonces, como
tenía allí unos cerdos, pos se lo puso a los cerdos pa que se chuparan el agua. Y
decía a uno de ellos:
NO metas las patas que a mí me gustan las cosas curiosas!
J. MOZOS CORTEJANDO

228. EL CRIADO IMPONDERADOR (Roldan)

Era uno que veía poco, y él ya se encontraba en una posición bien, un labrador
d'aquellos que entonces es cuando la cosa estaba mejorá. Y llevaba un mozo de los
que tenía que iba a acompañarlo a la casa de la novia. y entonces los suegros se
entremetían con los yernos haciendo las preguntas de interés y tal, y le preguntaba
el suegro, ice:
-;Qué!, ,jteneis muchas ovejas?
-Nah, ahí habrá cincuenta o sesenta ovejas.
Y el acompañante ice:
-;Cincuenta o sesenta! ;Y más de trescientas! ,jPa qué dirás eso?
Lo engrandecía. Y luego, cuando venían p 'acá pos le dice el amo al mozo:
-;Así me gusta a mi, que siempre digas el doble más de lo que yo declare!
Pues na, a otra noche dice el suegro:
-;Qué!, ,j Tenéis muchas tierras?
-No, ahí habrá cuarenta o cincuenta fanegas de tierra.
-;Muchacho! - d i j o el mozo- ;Si tienes más de quinientas! ;Pa qué dirás
eso! ,j Es que no estoy yo labrándolas?
Total, y así iba progresando, y el suegro iba platicando con él. Y luego a luego
s 'arrima y ice el suegro al futuro yerno:
-Paece que ves poco.
Dice el mozo:
-2 Poco? Lo que no ve es na; pa eso vengo yo acompañándolo.

229. EL EMBUSTERO Y SU CRIADO (Torre Pacheco)

Érase una vez uno que iba a casa de la novia, y era muy fantasmón y embustero
y siempre se llevaba al mozo para que atestiguara lo que él decía: que había salío
y había matao muchos conejos ...
Y un día pues va y dice que le había pegao un tiro a una liebre y le había duo en
una pata y en una oreja. Dice:
-;Que lo cuente, que lo cuente mi mozo!
Entonces va el mozo, dice:
-Sí-dice-, le ha salío la liebre, ha cogío mi amo la escopeta y se ha parao
la liebre, se ha puesto a rascarse y entonces le ha pegao el tiro y le ha duo en la
pata y en la oreja.
Pero cuando sale le dice el mozo al amo, dice:
-Mi amo, no las eche usté tan gordas que me he visto negro en llevarle la pata
a la oreja a la liebre.

230. EL NOVIO INTERESADO (San Cayetano)

Fue que el novio @e a comer aquella noche a la casa del suegro y quisieron
sardinas fritas. Claro, y había una pa cada uno y sobraba una; y entonces, el uno
por el otro que no se la comieron. Y tos se la hubieran comío, pero allí se quedó la
sardina.
Y entonces el padre decía: «Yo voy a ver si este viene por cenar o porque le
gusta la muchacha», porque venía toas las noches a la hora de cenas. Y va, y así
que ya habían cenao y sobró la sardina, y apaga la luz el hombre, hace como que
se le apaga la capuchina2" dice:
-Cada uno que ponga la mano donde tenga el pensamiento.
Y entonces, cuando encendió la luz estaba el novio comiéndose la sardina.

231. LOS DOS NOVIOS DE LA HIJA (Roldán)

Hubo un padre que tenía una hija sola, y sabes tú que entonces pa ir a hablar
con una había qu 'ir a la casa. Y entonces llegaron dos a hablar con la misma y el
suegro dice:
-;Y esto qué es, dos novios pa mi hija sola!- Y entonces el hombre pos dijo:
-Pos na, voy a ver esto lo que es.
Y van y pa cenar hicieron migas; y sacan las migas, las ponen en un sarten y
ponen la sarten encima del sitio (había una pieza de pleita que le decían el sitio). Y
entonces el tío apagó la luz y dijo:
-;Cada uno que se tire a lo que más quiera!
Y al rato encendió la luz, el quinqué que había entonces. Vio que uno se había
comío la mitá de la sarten de las migas y el otro estaba con la novia, abrazaos,
comiéndosela a besos.

26 Lamparilla portátil de metal con apagador en forma de capuchina.


(EL CUENTO POPULAR EN TORRE
CAMÁNDULA PACHECO) 179

-;Tú eres un tragón! ;Tú lo que vienes es a comerte lo que pilles! ¡Sal tirando!
Que se quede el otro.

232. EL NOVIO INTERESADO (Balsicas)

Era un padre que tenía cuatro hijas y quería casarlas. Y venía uno a festejar y
no sabía él por cuala iba y quería saberlo. Pos entonces dice el padre, dice:
-Pos mira, hijas, esta noche vamos a invitarlo a comer migas.
Pues na, entonces se ponía la sarten de migas encima de los hierros, enmedio de
la cocina, y se ponen todos alrededor de la sarten, y claro, pues le dice el padre,
dice:
-Bueno, a comer:
Y estaban comiendo, y al empezar a comer pues apaga la luz (entonces habían
unas candilejas). Dice:
-Pues bueno, póngase cada uno la mano donde tenga interés.
Entonces coge, cada una pues se pusieron allí sentás a ver a quien le echaba
mano el tío. Pero el tío, en puesto de abrazarse a ninguna, se abrazó a la sarten de
migas.

233. EL NOVIO HAMBRIENTO (San Cayetano)

Érase un novio que fue a cenar a casa de la novia y se quedó con hambre. Y se
quedó allí a dormir aquella noche y entonces pos viene y, cuando ya estaba toa la
casa en silencio, callandito, venga a tustusea?'y a tustuseal; se encontró una
corteza de tocino al16 en una leja; y entonces pos va y se la come con una fiesta ...,
to, to, to se la come. Y bueno, y él era muy aprensivo pa las comidas, pero tenía
tanta hambre que se comió la corteza de tocino.
Bueno, y luego, aquella noche, le dice la madre, que estaba a media noche,
dice:
-¡Mira, nena!
-¡Qué!
-¡Corre a la leja fulana, traeme la corteza de tocino que tengo al16 me la pase
por la almorrana que me duele muncho!

234. «MÁS QUE UN BUEN CAGAR* (San Cayetano)

Esto es que era una muchacha de capital y tenía un novio, s 'echó un novio del
campo. Y el muchacho fue un día a verla y ya pos no sabía lo que le iba a decir para
halagarla y le dice:

27 Localismo que designa la acción de registrar con curiosidad.


-;Te quiero más que un buen cagar!»
Y dice ella, dice:
-;En el mundo! ;&ya un...!;Ay, cómo me he enamorao yo de este hombre, si
esto es más basto...!
Y lo despide. Y cierto día la muchacha pos se «atrancó», y entonces se acordó
d 'él, dice:
-Razón tenía mi novio que me decía que me quería más que un buen cagar.
Lo mandó llamar y se arregló otra vez con él.

235. HMÁS QUE UN BUEN CAGAR» (Jimenado)

Un yerno le dice al suegro, dic.()


-Te quiero más que a una buenir gtrna de cagar.
-;Pero muchacho!, jtú sabes lo que has dicho?
-No, no. Lo he dicho y lo mantengo.
Y al día siguiente, pues que le dio una gana al suegro que no podía aguantarse,
que se hizo encima. Dice:
-;Anda, pos con razón decía que me quería!
K. OTRAS RELACIONES FAMILIARES

236. BUSCANDO A LA SUEGRA RIO ARRIBA (Jimenado)

Un día iba uno el río arriba buscando; dice otro con el que se cruzó:
-jMuchacho!, ¿qué buscas el río arriba?
-Pos yo busco a mi suegra.
-;Pero muchacho!, ¿cómo la vas a buscar el río arriba?
-jSí, si ella iba siempre a lo contrario!

237. «PAN CALIENTE Y VINO FUERTE* (Roldán-Los Martínez del Puerto)

Era una nuera que quería que se le muriera el suegro, y entonces se fue a la
iglesia a rezarle a San Cristóbal. Y le ofrecía a San Cristóbal luego un regalo si
conseguía que el suegro se le muriera; y venía todos los días.
Hasta que el sacristán se dio cuenta y va y se mete detrás de San Cristóbal, y
cuando viene la nuera y termina su oración y le pide que a ver qué hacía con su
suegro, que se le muriera, le dice:
-;Vete a tu casa y llévale pan caliente y vino fuerte! ¡Del mejor! Vinofuerte.
Pos izada, se va y le compra el pan, bien caliente, y el vino. Se lo lleva, se pone:
-jVenga abuelo, vamos a almorzal; que tal...!
-iAh, hija mía, pan caliente y vino fuerte, eso es mi muerte!
;Puh! Y entonces ella más se engrandecía y más le traía todavía. Y el pobre
viejo pos en iJe,-de empeorar pos se tomaba más agilidá, más gordo se ponía y
mejor estaba. Y cuando ya llevaba un mes se fue la nuera a San Cristóbal, dice:
-;San Cristobalón,
patazas, manazas,
cara de cabrón!
;Si lo mismo que tienes el cuerpo,
tienes los hechos!
238. LA SUEGRA CELOSA (Torre Pacheco)

Esto era un matrimonio que se llevaban muy bien, eran felicísinzos. Y to el


pueblo, «;Ay!», comentaba que lo bien que se llevaban y eso. Y le decían a la
suegra, a la madre d 'él:
-jHijo, qué feliz vive tu hijo, qué bien que vive!
Y la suegra le tenía envidia a la nuera, que no la podía ver; de ver que la moza
valía tanto y ella... Pues entonces un día dijo, dice:
-Mira hijo. Si tú le das una paliza a tu mujer te regalo una saca de harina,
un pellejo de aceite y un cochino gordo -porque era muy rica, tenía fincas y
eso-.
Y él ya pos no sabía cómo le iba a pegar a su mujel; y cada vez que llegaba pues
nada:
-Pero marido, si nosotros siempre nos hemos llevao bien. ¿Pos qué te pasa
hombre?, 2 qué te pasa?
-jA mí no me pasa na!
Y él quería la trifulca pa pegarle a su mujel; pero que no sabía como se las iba
a arreglar pa pegarle. Y entonces dice:
-jHijo, pero yo lo que quiero es que tú me digas a mi lo que a ti te pasa?
-Mira, pos te lo voy a decil; mujer. Mi madre m'a dicho esto, esto, esto y esto,
que si te pego una paliza ...
-Pero hijo, ¿por qué no me lo has dicho antes? Y ya me la podías haber pegao.
-Pero hombre, pero cómo te voy a pegar si ...
-Si. Tú esta noche vas a meter las albardas de la burra dentro de la casa y vas
a arrastrar la albarda por toa la casa. Arrástrala p'allá y p'acá y yo empezaré a
decir: «,-Ay,que me mata, ay!». Yo al alalariZ8:«;Ay, ay, ay, no me mates!». Y venga,
y venga.
Y al oido del escándalo acudió to el pueblo, tos los vecinos:
-jAy!
-;Pero por qué le pegas a tu mujel; si tú nunca has hecho eso! ;Pero si tu
mujer es tan buena! No le pegues ...
Y ella venga a gritar.
-;Pero no le pegues más!
-,-Mientras que no venga mi madre le estoy dando palos!
Y ella: «;Ay!».
Conque na, cuando vino la madre:
-;Hijo, abre la puerta! ;Abre y no le pegues más! NO le pegues más! jAy, qué
mujer! jpobretica, pobretica, no le pegues más, no le pegues más!

28 Es decir. dando alaridos.


C A ~ I Á N D L I L(EL
A CIIENTO POPLILAR EN TORRE
PACHECO) 183

Y cuando abrió la puerta, la mujer estaba tendía, medio muerta, quejándose:


«jaq: ay, a$-.!»,allí tendía, medio muerta de la paliza que le había dao aparentemen-
te.
Bueno, pues pasó aquello y entonces le dijo al hijo, cuando ya pasaron el día:
-Ya puedes ir por lo que te ofrecí (osea, la saca de harina, el aceite...).
Y ya, cuando se lo trajo to y fue a su casa, le dice su mujer:
-Oye, ¿sabes qué estoy pensando? Que ya que tu madre nos ha regalao eso pos
¿por qué no la tenemos aquí una semanica y que esté aquí con nosotros?
-Pues qué bien.
-Pos tan bien, porque alfin y al cabo ella no sabe que estábamos concertados.
Pos la tenemos aquí una semana con nosotros.
Y na, pos se vino a la casa d 'él. X un día que el marido no estaba, cerró la nuera
la puerta y dice:
-Tu hijo a mi no me arrastró, pero yo a ti si te voy a arrastrar:
Y le cogió de los pelos a la suegra y empezó p'arriba y p'abajo y p'arriba y
p'abajo, J cuando ya la tenía rnedio muerta la cogió, la echó encima de la cama y
abrió las puertas:
-jAy, llanzar a mi marido! ;Ven corriendo! ;Llama a mi marido que mi suegra
se me muere! jAj1, que se ha puesto muy mala, se ha puesto muy mala!
Y fueron los vecinos a llamar al marido y cuando este llegó le dice su esposa:
-,.Ven, ven que tu madre se muere, que hay que ver qué la ha dao! Se ve que ha
comío de rnás y yo no se, que le ha duo una cosa y la echao encima de la cama y
que se muere, que se muere.
Na, pos llega y ella:
-; Uy!
Na, pos hay que llanzar a los otros hijos, hay que llamar al médico. Pues viene
el médico y dice.
-Pues mire, no tiene salvación porque lo que tiene es del cerebro y no tiene
salvación, osea que ...
-Pues hay que llainar al notario pa que haga el testamento, que no ha hecho el
testamento.
Pos vienen corriendo, llaman al notario y dice el notario:
-Agüela, i q u é le pasa a usté?
-'a nue 'a Ma 'ía, pa 'ía y pa 'ajo; 'a nue 'a Ma '[a, pa 'La y pa 'ajo; á nue 'a
Ma 'ía, pa 'ía y pa 'ajo...
Y dice la nuera:
-Pero si lo que dice es que vosotros no lo entendeis. ;Que la finca de arriba y
la de abajo, pa la nuera María!
239. LA MADRASTRA ASTUTA (Las Arrneras)

Eran cuatro hermanas, contando con la hija de verdá de la madrastra, y ella,


cuando amasaba hacía tres tortas y a su hija no le hacía y entonces le decía a las
hijastras:
-Mira, yo a mi hija no le he hecho torta. Vosotras le dais media torta cada una
y yo a mi hija no le hago torta.
Y claro, la que pillaba más parte, como es natural, era su hija.

240. LA MADRASTRA ASTUTA (Roldán)

Esta era una viuda que tenía un hijo y se casó de nuevo y el marido, que
también era viudo, tenía dos hijos. Y ella pretendía no solamente tratarlos a todos
por igual sino incluso dar la imagen de que favorecía a los hijastros. Así, de
comparación, pos le traía dos madalenas y se las daba a los hijos d 'él. Y entonces
a los hijos d 'él les dice:
-No, una pa cada uno de vosotros. Este - e 1 s u y o - no. Darle la rnitá cada
uno a este.
L. CUENTOS DE CURAS

L.1. EL CURA LIBIDINOSO

241. «EL PADRE DEL ARCA» (San Cayetano)

Pos era una señorita que su novio pos había abusao un poco d'ella, y ella
estaba pos:
-;Ay, qué hago yo Dios mío! ¡Ay qué pecado más gordo tengo! ¡Y qué pecado
más gordo tengo!
Y fue a confesarse. Y entonces el señor cura le dijo que en la sacristía había un
señor que le decían «El padre del Arca», porque lo tenían metío dentro de un arca,
y ese lo perdonaba to. Que tenía que pasar por allípa que la perdonara.
Bueno, pos la muchacha ignorante allú que se mete a la sacristía y va el cura,
destapa la tapadera del arca y dice:
-;Asómate!
Va la muchacha, se asoma, va el cura, le deja caer la tapadera y le levantó la
falda y tal y cual. Bueno, y ya se fue tan ofendía a su casa de lo que le había pasao.
Y entonces dice la hermana (otra hermana que tenía, más flamenca), dice:
-;Ah, al cura lo voy ci arreglar yo!
Bueno. jCoñe!, y da fa casualidú de que al salir de su casa, ellas tenían cabras
allí, que criaban, y una cabra había parío dos chotos niuertos. Y entonces ella, ni
corta ni perezosa va y le corta la pata a un choto, y el otro se lo lleva entero. Y allá
que arrea y se fue a confesarse y le dijo al sacerdote:
-;Ay, mire usté señor cura, que mi novio me ha besao, m 'a tocao y yo estoy mu
preocupcí! -dice-. No me pue usté perdonar?
-Eso «el padre del Arca». «El padre del Arca» te va a perdonar.
El cura no sabía que era su hermana ni na.
-Bueno, pos LPenga,yo voy al «padre del Arcu», esta bien -así, tan compla-
cía-.
Pos viene el cura, levanta fa tapadera y dice la muchacha, dice:
-j Yo no lo veo!
No se metía mucho la cabeza, así, desde lejos:
-;No lo veo!
Dice el cura:
-2 Cómo que no lo ves? Tú asómate. Si ...
-No, no, yo es que no lo veo.
Luego a luego el cura hizo acción de arrimarse a él. ¿Pa qué? Pa que viera
como tenía que ponerse. Y a eso cae ella la tapadera. Con las mismas le levantó el
faldón, le metió la pata del choto por el culo y el otro se lo dejó allí en el suelo, y
salió a correl:
;Coño! El sacristán que entra por allí:
-;Señor cura, señor cura! ¿Qué hace usté?
Y el cura claro, no podía hablar porque estaba allí tapao y no podía hablar; y
mira, él que se mete a la sacristía y ve aquello, sale corriendo y empieza a tocar la
campana: jtan-tan, tan-tan, tan-tan! Y acude toa la gente del pueblo a ver qué
pasaba que e1 sacristán tocaba tanto la campana. Dice:
-jAy lo que ha pasao, ay lo que ha pasao, lo que ha pasao!
-2 Qué ha pasao ?
-jQue el cura ha parío un choto y está pariendo otro!

242. EL CURA PARE UN CHOTO (Torre Pacheco)

En cierta ocasión un hombre fue y le pegó una paliza al cura y lo dejó en cueros
vivos porque le había pasao con una hija. Y entonces lo tenía así, amarrao, y tenía
un choto y le había ittetío las patas en el culo. Y cuando fue el sacristán en busca
del cura pa decir misa, bajó abajo, lo vio en la sacristía en esa posición, tocó las
campanas y dijo:
-jAcudid, acudid, señores! jAcudid, acudid! jEl señor cura ha parío un choto
y le asoman las patas de otro!

243. ESTA ES «POLONIA» (San Cayetano)

Un cura le dijo al sacristán:


-Toas las mujeres de este pueblo son queridas mías. Tú mañana, cuando vayas
a misa, ya sabes que cuando vaya a dar el Señol; cuando yo diga: «esta es Polonia»
es que se trata de una de mis amantes.
Nada, acudieron las mujeres a comulgar y el cura decía:
-Esta es Polonia. Y esta es Polonia ...
Y le llega el turno a la mujer del sacristán y dice el cura:
-Y esta, Polonia.
Y dice el sacristán:
-;Pues es mi Antonia!
-;Pues también Polonia!

244. EL CURA FANFARRÓN(Santa Rosalía)

Iba lzablando el cura con un amigo y le dice:


-Mira, las que hay en este pueblo me las he cepillao toas.
-;Sí?
-Sí. Mira, vamos a pasear y yo te iré diciendo las que m 'e cargao. Toas las que
te diga a ti yo «tac» es que me las he cargao.
Y empieca a decirle, cada vez que pasaba por al lao de una de las que decía:
«tac», «tac», «tac».
Y cuando pasan por al lao de la madre y de la hermana del cura, dice el otro:
-«Tac-tac».

245. MARIQUITA, «PICO O TACO» (Torre Pacheco)

Acostumbraba el cura a tirarse p'alante a la que podía y una se lo dijo a su


marido. Y a ella, siempre al pasar le decía el cura:
-Mariquita, ;pico o taco?
«Pico» era la tela marinera, la clave para que entendiera que era posible la cita,
y «taco» ya pos que no estaba libre la cosa. Entonces se lo contó al marido y el
marido fue y le tocó fagina", le dijo a su esposa que aceptara la visita del cura para
cierta noche y cuando este acudió le pegó un meneo y le metió allí en el corral,
desnudo y maniatado, junto a un cherro-" pa que le estuviera chupando ahí toa la
noche.
Y cuando pasa a otro día la mujer y se cruza con el cura y dice:
-Seiíor cura -dice-, ;pico!
Y salta el cura, dice:
-;Ni pico, ni taco, si tu marido quiere criar cherros que compre un vaco!

246. EL CURA CRIA UN CHERRO (Dolores de Pacheco)

Hubo una vez un cura que pretendía a una mujer casada. El sacerdote le insistía
para que aceptara entrevistarse con él aprovechando la ausencia del marido; le
propuso utilizar una clave con ese objeto: «tico» sería la señal para advertir que la
cita era posible y «taco» la que indicaría la presencia del esposo.

79 El informante emplea esta expresión para referirse al escarmiento que el marido concibe para el
cura.
30 Ternero.
Cuando él ya se entrometió, ella le dijo que ya podía ir a su casa una noche a
estar con ella. Pos bueno, ya estaba en combinación con el nzarido, lo sabía el
marido.
Él se creía que se iba a acostar con ella. Pos lo cogen y lo dejaron desnudo ?) lo
amarraron en el patio a un árbol. Y tenía el tío un cherro en el patio y el cherro pos
estuvo toa la noche alli, se le enganchó al cura ande tenía onde chupar (y ya sabéis
ande s'enganchó a chupar); imagínate que la misión d'ellos es que cada vez que
chupan, jpun!, dan un trompazo, y como no sacaba bastante leche pos lo hinchó.
Y cuando ya lo echaron, a otro día pasa el cura y le saluda, y le dice ella:
-;Señor cura, tico!
-;Ni tico, ni taco! ;Quien quiera criar cherros que compre un vaco!

247. EL CURA SERMONEA A LOS MARIDOS (San Cayetano)

Esto eran unos hombres muy viciosos; no hacían na ~ n á sque beber vino y no
trabajaban y no llevaban un duro a la casa. Y las mujeres se lo contaban al cura:
-;Mire usted que mi marido no hace na más que ir al bar y al bal; y no gana un
duro ni lleva un duro a la casa, y nosotras, si queremos taparnos, tenemos que
llevar hasta las bragas de saco!
-Déjalo que yo un día aquí lo comentaré, a ver si los pongo en marcha.
Y un día en la iglesia, cuando era fiesta y acudieron todos, les dice:
-Amadísimos hermanos, tengo que deciros que tenéis que hacer más por la
casa y por las mujeres. Que sé que aqui, en este pueblo, toas las mujeres están muy
faltas de dinero y llevan las bragas de saco.
Y salta el alcalde:
-;No será la mía!
Dice el cura:
-También lo sé, también.

248. LA CONFESIÓN DEL CURA (Roldán)

Vivía una fuera del pueblo, a cuatro o cinco kilómetros, y la mujer pos venía a
confesarse. Pero llegó tarde en la que el cura había dicho la inisa ya y le dice:
-Mire usté, que venía a confesarme.
-Pos mire usté, ha llegao tarde porque la misa la dicho ya.
-Pos mire usté, que vengo a cinco kilómetros pa confesarme ...
Dice el cura:
-Pos na. Fuera de tiempo, pero te voy a confesar.
Y entonces pos la metió en el confesionario, la puso enfrente; y el hijo del
sacristán (que entonces había sacristanes), pos estaba por allí, era irrl pillete, y
s 'escondió:
-Pos voy a ver la confesión d 'esta.
Y entonces el cura fue tocando poco a poco (a la feligresa) y le puso la mano en
la frente y dice:
-2 Esto qué es, hija?
-Pos mire usté, la frente.
-No, esto son tierras de Herminia. No sabeis hablal:
Y luego le puso las manos en los pechos. Dice:
-;Esto qué son ?
-Pos mire usté, unos le icen las tetas, otros los pechos.
-; Válgame Dios, hija, que palabras más terrestres Virgen del Carmen! j E ~ t o
son las Vírgenes Marías!
Y luego pos fue y le tocó el ombligo. Dice:
-;Esto qué es?
-Pos mire usté, esto es el ombligo.
-;No hombre, no! ;Esto es el Mojón de Medio Mundo, el que divide los dos
extremos!
Luego se fue abajo, dijo:
-2 Esto qué es ?
-Pos mire usté, unos le icen la breva, otros el conejo, otros...
-; Uy qué palabras más terrestres, Virgen del Carmen! jPor eso pecais tanto!
-dice-. Esto es la Pila de Bien Intruiste, la Pila de Bien Intruiste -dice-. ;Vente
pa la sacristía!
Y allí en la sacristía l'izo tres, la «confesó» tres veces. Total que la dejó ir ya.
Pero el hijo del sacristán, que estaba viendo toa la confesión pues le dijo a su
padre:
-;Papá, voy a ir a ayudarle al cura a decir misa!
-Hijo, tú izo sabes.
-jNo, sí, sí, sí, sí!
Y entonces.fue aquella mañana y le dijo al cura:
-Vengo en puesto de mi padre a ayudarle a usté a decir misa, porque mi padre
estd rnu resfriao y tal.
-Sí, s i No está mal, no está mal.
Y aiztonces se pusieron a ecir misa. Y cuando el cura dice unas cosas, el
nzonaguillo le contesta. Dice (el pilluelo al sacerdote entonando como si de una
letanía se tratara):
-En Tierras de Herminia estuviste,
por Tierras Lanas (?) bajaste,
las catnpanillas de las Virgeizes (?) tocaste,
en el Mojón de Medio Mundo estuviste
v en la Pila de Bien Intruiste
tres veces caiste.
Y dice el cura:
-;Ah, hijo de la gran puta, que bien me viste! ;Amén!

249. LA CONFESIÓN DEL CURA (Torre Pacheco)

Fue a confesarse una señora que tos los días iba a confesarse, y una de las
veces pues el cura no estaba en condiciones, decía que no podía ser a esa hora, que
tal...:
-Na, vuelva mañana.
Y a otro día vuelve.
-Vamos a confesar.
-Vamos a confesuv.
Y claro, toca (a la feligresa) por arriba (en el pecho) y dice:
-¿ Y eso qué es?
-Las Santísimas Marías.
Tira p 'abajo y cuando llega al ombligo dice:
-El Santísimo Pincel.
Y p 'abajo y dice:
-;Oh, qué disparate! ;Eso es Jerusalén!
Y ya, cuando terminan aquello y de tal y tal, dice el cura:
-Con el favor de las Santísirnas Marías y el Divino Pincel,
entrará Pilatos en Jerusalén.

250. LA PROCESIÓN DEL CURA (Torre Pacheco)

Una que fue a confesarse con el cura, mu guapa, y le dijo el cura:


-Ahora cuando se vaya la gente entonses te quedas aquí que te daré Ea
penitensia.
Y entonses, bueno, se fueron, cerraron toas las puertas y el cura se quedó en
cueros y la mujer también, y cogieron cuatro velas, dos ilelas cada uno. Y iba:
-;Entre mariposa, rosa y clavel,
va a entrar Pilatos en Jerusalén!
Pero s'abía quedao una vieja en un rincón, dise:
-¡Ay, que tengo sincuenta y voy pa setenta
y en mi vida he visto prosesión como esta!
Se quitó la ropa, agarró dos velas y se pusieron tos en común. Claro y allíya
pos no entró Pilatos en Jerusalén.
251. LA «SOBRINA» DEL CURA (Roldán)

Fue un cura a visitar a otro cura a otra pedanía y llegó allíy el otro cura tenía
una joven allí, una rubia estaba con él. Y llega el otro cura y dice:
-;Coño, vaya una rubia que tienes aquí!
-Sí, es mi sobrina.
-;Ah, tu «sobrina»! -El otro se mosqueó-.
-j Es que la conoces tú?
-La he tenío yo también un año de «sobrina».

252. ~SEÑORCURA, UN ZAGAL! (San Cayetano)

Un zagal se había subío a una higuera y estaba allí, en lo arto. Y a to esto venía
el cura con una que se había arrecogío, corriendo, corriendo y dice:
-;Aquí mismo, aquí mismo! -muy aprecisao-.
Y se ponen allí, debajo la higuera, y ella, conzo estaba boca arriba, veía al
zagal, el cura no. Y dice ella:
-;Señor cura, señor cura, un zagal, un zagal!
Dice:
-;No seas tan exigente! Lo que salga, lo que salga.

253. EL CURA CONFIESA AL MONAGUILLO (La Hortichuela)

Erase una vez un monaguillo, y el cura vio que volaba el platillo. Y entonces le
dijo un día:
-Oye, nene, te tienes que confesar -dice-, que tú tienes pecados.
-;Señor cura, yo no tengo pecados!
-Tú te tienes que confesal; que tienes pecados.
Y entonces se pone en el confesionario y dice:
-Dime hijo: jcuantas veces has robao el platillo?
Y dice el i?lonaguillo:
-iSeRor cura, no se oye! ;Más fuerte!
-;Que cuantas veces has robao el platillo!
-Señor cura, no oigo nada. Póngase usté aquí. Póngase usté aquí que le voy a
preguntar y verá usté como no se oye nada.
Y entonces sale el cura del confesionario y se pone al otro lao y le dice el
monaguillo:
-Señor cura, jcuantas veces se ha acostao usté con la mujer del alcalde?
-;Hijo! ;No se oye nada, no se oye nada!
L.2. EL CURA RIDICULIZADO

254. EL CURA QUE HABLABA EN CIFRA (San Cayetano)

Era un cura que tenía un criado y por burlarlo rebautizó los objetos y personas
que le rodeaban. A los apargates le decía las ~chiribinas)~, a la sotana le decía el
«esparabate», a la criada la llamaba Protestate.
Un día el mozo descubrió que el cura estaba durmiendo con una (con la criada)
y. para escarmentarlo, decidió prenderle fuego a la casa. Cuando lo hizo advirtió al
sacerdote empleando su misma jerga:
-Tú que estás con Protestate,
ponte las «chiribinas» y el «esparabate»
que la casa está ardiendo.

255. «SOTANICAS COMO EL PADRE» (Balsicas)

Va el cura y se pone enfermo y le dice el médico que le lleve a analizar los


orines. Y los orines, cuando fue a recogerlos, en puesto de darle los del cura le
dieron de una mujer embarazada. Y entonces iba una mujer a confesarse y le
preguntaba el sacerdote:
-2 Usté ha abortao alguna vez?
-Sí señor.
-2 Y cómo ha abortao usté?
-Pos iza, un día la criada se le cayó agua de jabón por la escalera, caí rulando
y al golpe pos abolté.
Entonces coge el cura y le dice a la criada, a la moza, dice:
-Haz el favor de echar agua con jabón por la escalera.
Y coge y le echa agua y jabón caliente y se deja caer; y cae p 'abajo rulando. Y
claro, pos no aborta.
Pos na, pasa otra vez otras veinticuatro horas y llega otra al coizfesionarioy le dice:
-2 Usté ha albortao alguna vez?
-Pos sí señor.
-2 Pues y eso? ¿Por qué ha abortao?
-Pos mire usté, una vez cogió mi marido, me dio una paliza Y a fuerza de los
palos pues claro, pues aborté.
Entonces va y le dice a la criada:
-Coge un palo y dame tos los palos que tú quieras.
-2 Esta usté loco? 2 Cómo le voy a pegar yo?
-Sí, tú pégame muchos palos.
Y la criada venga a darle, pero no le quería dar porque claro. era el sacerdote
y cómo le iba a pegar.
-;Que me pegues! ;Que no me hace daño! ;Pégame más!
Pos na, le da una paliza y no pasa na. Y entonces, la criada, al entrar ve un
papel allíy vio que eran los orines que eran de una embarazada. Dice:
-;Esto lo arreglo yo!
Entonces cogió y, cuando se acostó aquella noche el cura, cogió un escarabajo
d'esos grandes, se lo echó en el orinal. Y aquella noche, cuando el cura orinó, pos
claro, pos vio allí al insecto, dice:
-;Ay hijo, sotanicas como el padre!
Lo cogió, lo metió debajo de la almohada y dice:
-Pero no salgas, que eres mi verguenza.

256. «SOTANAS COMO SU PADRE» (San Cayetano)

Erase una vez un cura que dice que estaba el cura mu gordo, y la gente del
pueblo le decía:
-;Está usté embarazao!
Y decía:
-;Qué voy a estar yo embarazao, hombre! -dice-, ;no!
Y ya tanto se lo dijieron que le dice a la criada, dice:
-Tú corre mu callandito a que te hagan un análisis vaya que esté embarazao y
yo no lo sepa.
Va la criada, lleva a que le hagan un análisis la orina del cura.
;Coñe!, y equivocaron ese y le vienen a dar a la criada el análisis de una que
estaba en estado, pero de eso no sabía na. ;Madre mía! Pos nada, a eso que lo lleva
al cura y el cura dice:
-;Ah! ;Ves? ;Mira que ha salío verdá, que ha salío verdá! Pos esto tengo que
albortar; porque jtú crees que el cura embarazao? ¡Yo tengo que albortar sin más
remedio, yo no voy a tener un hijo, que no, que no!
Y no sabía en qué forma se iba a poner pa abortar. Dice:
-Bueno, voy a subir la escalera bien alto y me voy a tirar rulando a ver si en
el porrazo alborto.
;Mira!, y se cae rulando, pero niuchísimos escalones rulando, rulando. ;Coñe!,
y cuando llega al piso había unas losas así, algoflojas, y se levantó una losa y salió
un escarabajo, dice:
-iAy, sotanas como su padre!

257. MORIR ENTRE LADRONES (Roldán)

Esto fue un gitano que llega a su casa y dice:


-;Ay María, que me nluero! ;Ay María, que me muero!
-;Muchacho!
-;Corre, ve a por el cura y a por el notario, que me muero!
-Pero tú que...
-;Corre, ves!
Y na, María fue corriendo, se lo dijo al cura pa venir a confesar y a por el
notario pa que le tomara nota de la herencia. Y nu, va y se lo dice a1 cura, dice:
-Na, pos voy p'allá en seguida.
Y el notario:
-Voy p 'allá también en seguida.
Cogen los chismes y llegaron y se metió cada uno por un lado de cama, uno a
tomarle la voluntad y otro a confesarle. Y le dice al cura:
-Quiero morir como nuestro Señor mío Jesucristo.
-Hombre, morirás sin pecado y tal, pero ;crees que vas a morir como él,
clavao en la cruz?
-Quiero morir como él, en medio de dos bandidos.

258. EL CURA Y LAS TRUCHAS (San Cayetano)

Esto era un matrimonio que a él le gustaba mucho la pesca y tos los días
cuando venía del trabajo decía:
-;Nena, i~oya traerme una trucha!
Pos venía, se traía una trucha (el no se traía na más que una). Y dice:
-Esta la vamos a comer asá.
Tos los días la misma faena. A otro día:
-;Nena, voy a traerme una trucha!
Pos se iba, se traía una trucha y se la comían asá. Pos a la que hacía ya tres
veces dice:
-;Nena, voy a traerme una trucha!
-Llévate cuidao que algún día vas a venir sin trucha.
Coño, y aquel día se trajo tres. Dice:
-Oye, jsabes q u é pensao? Que vamos a invitar al cura.
-Pos sí, pos lo veo bien.
-Pues ponlas a asa6 voy a traerme al cura.
Y allá que va. Dice:
-Padre, vengo por usté pa que venga a cenar; que he pillao tres truchas y nos
vamos a meter una pasá.
Y llega, y cuando llega a su casa, dice:
-i Están las truchas asás?
Y ella antes había estao probándolas; y probándolas, proliríizdo1a.s se comió
una. Y luego a luego:
-Pos voy a probar la otra.
Y se comió la otra; y a to esto llega el nzcrrido y dice:
CAMAN»I.I.A (EL CI'ENTO POPI'L4K Eh TOKKE
PACHECO)

-;Nena! i Estarz las truchas asás?


-Sí. Ya esrdn asás -dice-, pero dale filo al guchillo que el pan está duro.
Pos se pone allí u darle filo al guchillo y luego a luego le dice al cura, dice:
-;Padre -dice- mire usté, mi marido está nzental y no quiere ná más que
cortarle a usté las orejas!
-2 Las o rejas ?
jUh! Sale el cura corriendo, le dice ella al marido:
-;El cura se ha llevao las truchas!
Y sale corrieizdo aquel hombre tras el cura, dice:
-j Padre! ,Déjeme usté una!

-j Uizn! jNi una ni ninguna!

259. EL CURA Y LOS MUJOLES (La Hortichuela)

Esto era unos señores que entonces, lo poco que había, pues siempre los curas
tenían untr amistd eiz una casa. Entonces el cura era un respeto, iba a las casas de
10.5 labradores, a la casa de uno que tenía dinero. Pos entonces iban as( por casa
de los señores.
Y habícr uno que la mujer le hacía de comer al cura, y siempre comían el cura y
el marido lo preferido: cernían antes, siempre compraba lo nzejorcico p'al cura y
p'al nzaricio y siempre pos se comían el cura y el marido lo mejor:
Y un día pos la señorita manda a la criada a que fuera a la plaza a traerle un
pcrr de pescaos, un par de rnujol giienos. Y dice la señorita a la criada, estando
prepurcíizciolo.s, dice:
-iPor qut; se van a comer siempre estos los mujol y nosotras en la cocina
prepurándolos y nunca comemos na? -Y dice- Pos verás tú.
Pos nada, viene el cura, se pone allí a platicar con el señorito, allíplatican un
poco Y tul, y eizsecguicicrubre In puertu de la cocina el sacerdote y dice:
-María, ¿ qué se hace?
-Pos mire usré, señor cura -dice-, estoy afilando los cudzillos porque me ha
dicho mi maritlo que hoy le vamos a cortar a usté los «cocos»".
Y el cura p alió arrearzdo que izo había quien lo pillara. Y viene el señorito ya
preparao pa comer y dice:
-María, ,y el señor cura?
-,El señor cura .y -dice- Sí1 llevao los pescaos y ha arreao y s 'a ido.
-,; Cómo .?
-Sí, J 'a llevao los pescuos y sí1 ido.
Y se porle al portal de la casa y dice:
-jSeñor cum, vuelva usté y deje siquiera uno!
-jNo me du la gana, que son los dos míos!
3 1 Eufemisnio por testículos
L.3. RESPONSOS, SERMONES Y CONMINACIONES DEL
CURA
260. EL CURA IMPROVISADO Y LA MADRE SORDA (San Cayetano)

En un pueblecico pos eran las fiestas y el cura se puso malo y no había nadie
que dijera el sermón. Entonces, jmadre mía! Y había un listillo en el pueblo y
alguno empezó a decir:
-2 Por qué no lo dices tú?
-Na, pos voy a prepararme.
Salió por el campo pa prepararse. Ve un abercoquero con un abercoque solo,
dice:
-¡Ay! Pos una palabra de misa más: «jMísero abercoque!»
Más adelante se tropieza con un amigo que estaba regando coles:
-2 Qué hay?
-Estoy regando coles.
-¡Hombre, otra palabra! «jPerinquincoles!».
Y así reunió unas palabras. Y llega el día de la fiesta, se sube al púlpito,
empieza a decir el sermón y: «¡Mísero abercoque!, jPerinquincoles!». Y la gente
tos con la boca abierta, jmadre mía!
Y estaba su madre allí, en la misa, y la madre ya no podía más, dice:
-¡Hijo, benditos sean los nueve meses que te llevé en mi vientre!
Dice el hijo:
-¡Madre, métase usté en mi culo y le daré veinte!
Y ya se terminó la función. Y salen, y estaba lloviendo mucho y la mujel; pos
entonces se llevaban muchas enaguas, llevaba dieciseis pares de enaguas, y se las
echó arriba y se dejó el culo fuera. Y los de la parroquia pos pasaban por el lao
d'ella y le decían:
-¡Tia María, que se le ve a usté el culo!
Y la pobre mujer que estaba sorda, creyendo que le felicitaban por lo bien que lo
había hecho el hijo, contestaba:
-jGracias, gracias!
Hasta que uno le dio un palmetazo y entonces se dio cuenta que es que llevaba
el culo fuera.

261. DE PENITENCIA, VOLTERETAS (San Cayetano)

Llevaban por entoncesfaldas de esas largas antiguas, las mujeres antiguas, y no


llevaban bragas. Y claro, pues viene una y se va a la iglesia a confesar; pero
delante de ella confesaron unos gitanos. Y entonces el gitano le decía al cura que
había robao unas gallinas, que sin querer había empezao a darse volteretas y una
C A \ I Á N D L I L A(E1 CIIENTO POPtiLAR EN TORRE
PACHECO) 197

era taiz alta que saltó la tapia y que estaban allí las gallinas, y que na, que se
vinieron con él. Y entonces le dice el cura:
-Pues eso tienes que hacerlo a lo vivo pa que yo vea como pasó.
Y entonces se pone el gitano allí, en medio de la iglesia, a tirarse volteretas. Y
a to esto la vieja que ve aquello se sale, y le dice otra señora que entraba:
-Pero tía Josefa, jes que se va usted sin confesar?
-Sí, es que hoy el cura pone de penitencia tirarse volteretas y yo me he venío
sir1 las bragas.

262. AL CURA LO LLEVAN LOS DIABLOS (Torre Pacheco)

Eso era un cochinico que se crió en el pueblo y el cochino estaba pues que el
uno le daba de comer; el otro... El cochino era santo. Pero un día el cochino ya se
hizo gordo y se hizo grande y se metió en la iglesia y se quedó el cochino durmien-
do. Cerraron el templo y a to esto el cochino se despertó, y armó un jaleo en la
iglesia, tos los baizcos... Y empezaron los vecinos:
-;Señor cura, abra ustt; la puerta porque los denzonios están en la iglesia!
Y entonses puso el cura al pueblo en dos filas, una a cada lao, pa abrir la
puerta. Dise:
-To lo que yo diga, tos vosotros teneis que desir: «jAmen, c'así sea!»
Cuando abrió la puerta, el cochino se llevó al cura por delante, escondiéndose
eiz las sotanas. Dise:
-;Los demonios rne llevan erz peso!
Y to el pueblo:
-¡Amen, c 'así sea!

263. QUIEN TENGA POLLA QUE SE SALGA (San Cayetano)

Era urzo que era un recovero que llevaba una jaula en la bicicleta (en la
bicicleta o a cuestas), y era muy cristiano. Y pasa por un pueblo y oye que era la
fiesta y había misa, y dice:
-Pues yo rio me voy sin oir misa. -Y dice- Qué voy a hacer con la jaula de
las pollas 7
Y la pone en un riizconico. Cuando estaba el cura haciendo el sermón pues las
pollas empezaron «;pio, pio, pio!». Claro, y el cura pues, porque antes los curas
eran ina's delicaos que ahora, exclama:
-;Esto no puede ser! -y dice-, jel que tenga polla que se salga!
Y empiezan tos los hombres a desfilal: Y había un viejecico muy viejecico y al
salir le dice uno de ellos:
-Abuelo, dha oido usted lo que ha dicho el cura?
-;Hijo, yo tengo poca, pero la mía ya no piula!
264. EL SERMÓN DE SAN ROQUE (San Cayetano)

Esto era un pueblo que el patrón eran San Roque y creo que cuando decía el
sermón el cura, cuando nombraba u San Roque le daban un duro.
Y fue un .fulano y se lo dijo:
-Señor cura, si rne da usted la rnitad ya verá corno hacernos buen negocio.
Bueno, y puesto en antecedentes empieza el cura el sermón:
-jAlahado y reverenciado sea Sar7 Roque! ;San Roque sea alnbado!
Bueno, y empezó el cura a notnbrar a San Roque y lo izonzhró un nzontón de
veces; dice:
-jMira si San Roque es milagroso que hasta las rarzas en los estanques enlpie-
zaiz: «Roque, roque, roque ...»!
Y dice uno:
-Te voy a pegar un leñazo, cabrón.

265. EL SERMÓN DE SAN ROQUE (Dolores de Pacheco)

Llega un cura novato a un pueblo, y regateando el (jalcalde del?) pueblo le


dice:
-En el serinóiz que diga usté esta noche, cada ver: que ~nieizteCI San Roque (el
patrono es San Roque), ya sabe usté que le doy un duro. Ca¿i(i vez que rniente a San
Roque en el serinón.
-Pos nada, pos nada, pues bueno.
Se pone a decir el sermón el cura y de ve: en C U C I I Z ~ ~ :
-jPorp.te San Roque hizo esto, que San Roque tal, que San Roque cual ...!
Y va, cuando ya izo tenía más que nombrar a San Roque dice:
-Porque las ranas en la charca están siempre diciendo: «San Roque, San
Roque, San Roque».
Y dice el tío (¿el alcalde?):
-;Calla ya, desgraciao! ¿De dónde voy a sacar yo tantos duros?

266. EL CURA Y LOS LADRONES (Roldán)

Pues esto es de un cura que era el jefe de ur2a cuadrilla de ladrones en el


pueblo. Entonces pues ellos salían de noche, por las inadrugás salían, hacían el
robo y venían.
Entonces las nlisas se hacían por las ~nañancrsy temprano; a la.? seis de la
rizañana o tal era la primera misa. Y una de las nzañanas pues se les hace un poco
tarde y él (el cura), viendo que no podía, se deja lcr cuadrilla y se ilieize. Y el
sacristán pues también, cuando vio que no podía llegar a tienipo. se dejó cr los
conzl)añeros se vino corriendo. Y entonces entra y estaba ya el cura diciendo Ilr
misa. Entra el sacristán, se pone su sotana y llega, se arrodilla y el cura lo mira,
dice:
-Vosotros que .fuistis y vinistis,
me diréis lo que trajistis.
Dice el sacristán:
-Nosotros que fuimos y vinimos,
nada trajimos.
Y exclama el cura:
-;Ah coño!

267. EL CURA, EL SACRISTÁN Y LAS GACHAS (Torre Pacheco)

Una señora que se llamaba María estaba de criada del cura, y estaba haciendo
la gacha. Y entonces el sacristán fue y preguntó al cura que cómo se hacía la gacha
de churra (?), importunándole mientras este estaba diciendo misa.
-Pos dándole papiri, papiri, tos los días búfere, búfere.
Le decía el cura desde el altar.
Y la señora María pues así empezó; cuando estuvo la gacha empezó a bufai:

268. EL CURA, EL PIOJO Y EL MONAGUILLO (Torre Pacheco)

Estaba un cura diciendo misa y al lao el monaguillo. Y el cura, pues nada, que
le picaba algo en la cabe,-a; se mete la mano en la cabeza, coge al bicho y con
mucho disimulo, como antes se hablaba en latín, empieza:
-Piojz%iris que picábiris en coroníbiris del patel; ahora moribis.
Dice el zagalico, el inonaguillo:
-Alllén.
Dice el cura:
-¿Es que te ha picao a ti también?

269. EL CURA SEGADOR (San Cayetano)

Esto era un cura que decía en las misas que los obreros ganaban muncho, que
había que darle menos jornal a los obreros, porque el tenía también siega, estaba
segando, y se le antojaba que cobraban nzuncho.
Un día salió a pasear por la finca y había unos segadores por allí y dijeron:
-Sí, hoy te iias a enterar tú si es caro este jornal o no.
Y entonces le echan marzo y le ponen a segal; y el cura no quería:
-2 Cómo es posible que yo con las sotanas ... ?
-Sí va a segar usted, pa que no diga que el jornal es muncho.
Lo pus-ieron a segar y así que se puso el sol pues el hombre dice:
-Bueno, pues no ha ido la cosa tan mal. Bueno, pues na, me voy.
-jNo, no! Ahora tenemos que amarrar y recogel:
Lo que habían segao. jC0ñ0, aquello sí le fue mal! Después de que creía que
había teminao, aquello sí le fue mal. Y a otro día decía en misa:
-;Hay que darle más jornal a los obreros! jGanan muy poco los segadores!
Hay que darles algo más, porque hay que ver lo malo que es estar to el dícr segclrzdo
y luego, al oscurecer, amarrar y recogec

270. EL CURA EXAGERADO (Roldán)

Se trata de un cura que se ponía a decir un sermón y s 'emocionaba tanto que lo


exageraba y, en fin, que resultaba desagerao y izo se creían los feligreses na de lo
que decía. Y entonces inventó y le dijo a un mortaguillo:
-Pues na. Como yo no Irte doy cuenta de lo que digo, porque m'emociono
muncho, te vas a subir al púlpito (porque antes los curas decían en los púlpitos los
sermones) antes de que yo me suba y t 'estás escondío. Y luego, cuando yo me suba
(yo suberé na más que con las sotanas), coges un hilico, me l'amarras a los güevo.5
y cuando veas que desagero me tiras un tironico y ya me «reproprio»" sobre lcr
palabra q u é dicho y la desminuyo.
Pos na, se sube el sacerdote y el monaguillo le mete la mano bajo las sotanas, lo
anzarra y dice el cura, dice:
-Hermanos míos, cuando Jesucrito nació, nació n seis kilómetros de la cueva,
y de recien nacío se fue a la cueva el solo, caminando.
-Eso es mucho, son muchos kilómetros pa uno recien nacío -sacando cuentas
él (el monaguillo). Y le tiró un tironico; y al tirarle el tironico ya lo desminuyó y
dijo el sacerdote:
-Hermanos míos, quien dijo seis dijo cinco.
-No pue sel; no se lo creen todavía.
Y le tiró otro tirón. Y él dice:
-Hermanos míos, quien dijo seis dijo cinco y dijo cuatro.
-/NO puede ser!
Le tiró otro tirón más fuerte. Y ya, cabrea0 el cura dice:
-jHermanos míos, quien dijo seis dijo cinco, dijo cuatro y dijo tres y dijo dos!
jY fueron dos! jY no rebajo ni diez centímetros aunque me saquen los güevos a
tirones!

32 Existe en el diccionario de la R.A. con el significado de resistirse la caballería a obedecer al quc


la rige. Aquí aparece obviamente con el sentido de reconsiderar lo dicho y corregirlo.
L.4. EL CURA INTERESADO

271. EL CURA CONFIESA AL LADRONZUELO (Torre Pacheco)

Un :agalico robó un paifo y se lo llevó de regalo al cura. Y cuando fue a


confesar le dice:
-Sí, nzire usté, lo que yo le traje a usté era robao.
-;Aucth! ;Aquello era un pavucho, aquello no valía na!

272. EL CURA REPARTE EL POLLO (Roldán)

Esto fue una familia que tenía varios hijos, unos más grandes que ya eran
rno:os, otros más pequefios. Y entonces convidaron al cura del pueblo a comer un
día a la casa, y le dijeron al cura:
-Usté tiene que repartir el pollo -dice-. No hay más que un pollo pa tos, pa
los padres, pa los hijos mayores y pa los pequeños y p'al cura, y no hay más
qu 'esto. Usté tiene que repartir esto.
Y el cura dice:
-Yo cómo voy a repartir un pollo pa tos. No van a tocar a na
-dice-. No, no reparto.
-;No, tiene que repartirlo usté! -dice al cura-.
Tanto le obligaron que el hombre se puso a repartir el pollo pa toa la familia, y
dijo el cura:
-Mira, las patas se las van a comer los zagales, que son los que les sirven pa
correr, las patas pa los niños pequeños. Las alas pa la gente mayor, que se la coma
porque pronto saldrrí de la casa volando; les pertenece a ellos. La cabeza para el
matrimonio, que es la que tiene que tener seso y cabeza para dirigir la familia. Y el
cuerpo pa mí que yo no tengo que pensar en nada.

273. EL CURA ABORRECE EL MENÚ (Santa Rosalía-Roldán)

Este fue un cura que lo invitaban cada noche, como es natural, en una casa y le
preguntaban la una a la otra (las vecinas a la anfitriona):
-¿Qué le has hecho de cenar al cura que tanto 1 'a gustao?
-Pos mira, unos bifiuelos.
Y claro, el cura, pos dando la vuelta a toa la pedanía, pos toas las noches
bifiuelos.
-;Que le gustan mucho!
Y ya qu 'estaba ya el cura una pasá de noches cenando, lo ven escarbando así en
el plato y dice:
-2 Es que no le gustan a usté, padre?
-No, no. Es que estoy viendo a ver si encuentro a la madre y la mato.
M. ESCEPTICISMO RELIGIOSO

274. LA IMAGEN DE SAN CAYETANO (Torre Pacheco)

En San Cayetano no había iglesia. Hicieron una ermita, una iglesia pequeña, y
se gastaron to las perras que tenía el pueblo y luego no tenían santo. Y acordaron
que iban a poner a San Cayetano, pero no tenían cuartos pa comprarlo.
Había un carpintero de allí del pueblo y se ofreció a hacerlo él, pero tenían que
darle la madera. Y na, por allí corriendo en busca de la madera. Y dijeron:
-Pos sabes que el tío fulano tiene un tronco de pino de Canadá mu bueno pa
hacer el santo.
Na, fueron y se lo pidieron. Y dijo el hombre:
-Yo lo daría, pero es que esto lo quiero pa hacerle un pisebre a un burro que
tengo.
Entonces acordaron de que diera el tronco, de allí hacía el pisebre del burro y
sacaban el santo con lo que quedara. Y así lo hicieron.
Cuando lo inauguraron lo pusieron allí en el altal; y ese hombre fue allí a la
iglesia, se arrodilló frente al altar y dijo:
-San Cayetano bendito
que estás al pie del altal;
del pisebre de mi burro
eres hermano carnal.

275. QUIEN TE CONOCIÓ CIRUELO (San Cayetano)

Pues eso fue un señor que tenía un ciruelero en el güerto y se le secó. Y se


llevaron el tronco a una carpintería y hizo un santo. Y luego va el señol; el dueño
del tronco, a la iglesia y ve el santo, dice:
-El que te conoció ciruelo
y ciruelas no comí,
los milagros que tú hagas
que me los pasen por aquí.
276. GLORIOSO SAN SEBASTIÁN (San Cayetano)

Se secó el ciruelo que cultivaba un campesino y llevaron el tronco y hicieron el


santo, que le llamaban San Sebastian. Y luego fue el amo y lo vio rn el altar y le
dice así:
-Glorioso San Sebastian
que en mi huerto te crié.
Tu fruto no conocí.
Los milagros que tú hagas
que me los cuelguen aquí.

277. QUIEN TE CONOCIÓ NARANJO (Dolores de Pacheco)

Érase un campesino que tenía un naranjo y las naranjas no le cuajaban y .se hi:o
un tronco muy grueso.
Y diose el caso de que en el pueblo querían hacer un santo pa una iglesia y
fueron a pedir que les diera el tronco ese que tenía el árbol para hucer e1 santo. Y
cuando lo hicieron, fueron a bendecirlo, invitaron al dueiio a que asistiera al acto,
y llegó el hombre y se pone enfrente de la imagen, dice:
-En mi huerto te criaste,
nciranjo te conocí.
Los rnilagros que tú hagas
que me los traigan a mi.

278. LA ROGATIVA DEL CURA (Jimenado)

Eso fue una rogativa que iban a hacer pa que lloviera. El cura pos estaba
pensativo y, el día que iba a salir la procesión, le dice el sacristán al cura:
-Señor cura, usté haga lo que quiera, pero el tiempo no está pa llover.

279. ;A QUÉ VINO DIOS AL MUNDO? (San Cayetano)

Estaba el cura en el púlpito diciendo el sennón y llevaba el cruc~fijoen la mano.


Y venga a hablar del Señor y, jcoñe!, se le cae el crucijijo y le del a uno en la
cabeza, y sigue e1 cura diciendo:
-LA qué vino Dios al mundo?
Dice el otro:
-A hacerme a mi la puñeta.
C A M Á N D U L A ( E L CUENTO POPULAR EN TORRE
PACHECO)

280. EL MOZO HAMBRIENTO (Las Armeras)

En una casa eran muy cristianos, y tenían un rnozo. Claro, ponían la mesa y en
cuanto porzían la mesa al muchacho lo mandaban a hacer algo, algún recao, a lo
que fuera. Cuando venía el muchacho pues ya estaban casi terminando de comer y
el muchacho que no comía; y como eran muy cristianos decía el hombre o la mujer:
-Ya hemos comío, gracias a Dios.
Quitemos la mesa y todo sea por Dios.
Y así tos los días. Y el pobre mozo ya no podía más. Y un día le pasó lo mismo,
lo irzaizdaiz a un sitio y cuando regresa empieza el ama:
-Ya hemos cornío, gracias a Dios.
Quitemos la mesa y todo sea por Dios.
Y el muchacho ya estaba harto y dio un puñetazo en la mesa y dijo:
-Ni hemos comío, ni todo sea por Dios,
ni quitemos la mesa porque yo me cago en (los) dos.

281. LA IMAGEN QUE CURABA CON EL DEDO GORDO DEL PIE (San
Cayetano)

Era un Cristo que había en la iglesia que tenía gracia en el dedo gordo del pie,
y todo el que le pasaba una cosa, un dolo< lo que fuera, pues iba y se pasaba el pie
del santo y se le quitaba.
Bueno, y entonces pues uno tenía almorranas, tenía un dolor fatal, y entonces
i1ay se pasa el dedo del pie por las alnlorrar7as y se le quitaron. Pero detrás iba
otro y él no sabía na, y le dolían las muelas; y entonces va y se mete el pie del
Cristo en la boca y se queda tan jodío. Y arrea pa la sacristía más serio que to las
cosas, dice:
-2 Ha sacao usté el Cristo en procesión esta mañana? -le dijo al cura-.
-No, ¿por qué lo dice usté?
-Porque otra vez que salga le va a poner usté albarcas, porque esta ilzañana
pisó una mierda.

282. SAN ROQUE Y EL GITANO (San Cayetano)

Esto es una iglesia que tenían un San Roque muy hermoso y de mucho valor; y el
San Roque llevaba una sortija también de mucho valor; la llevaba en el dedo. Pero la
mano donde iba la sortija, cuando le tocaban tenía un resorte que levantaba el brazo.
Y va un gitano a la iglesia y dice al ver la imagen:
-jAh, amigo!
Y se pone a cogerla. Pin, levantó la mano; la baja. Entra otra vez, se pone a
coger la sortija y la misma operación.
-;Attiigo, tú a mí no me la das, que yo voy a traer un bue~zleño y tzi no vas a
subir la mano!
Y el cura y el sacristán lo estaban oyendo y dicen:
-Este nos rompe el santo, y el santo vale mucho.
I: qué hicieron: mientras él se fue a por el leño, cogieron y tenían un San Roque
pequeñico y quitaron el grande y pusieron el pequeñico. Cuando vino el gitano con
el leño y vio el pequeño dice:
-;Pequeño!, ,jdonde está tu padre ?

283. EL BURRO DEVOTO (Santa Rosalía)

Esto era un cura como el que viene aquí, que va de pedanía en pedanía, y
termina de decir la misa en una pedanía y empezó a llover mucho. Y tenía que irse
a otra y con tanta agua no podía irse. Entonses pues fue la casualidá que pasaba un
gitano con un burro por allí:
-;Padre, por qué llora usté!
-Hijo, porque tengo que ir a decir la misa en otra pedanía -dice- y mira, con
lo que ha llovío y tal no puedo, con tanta agua.
-¡Suba usté aquí atrás en el burro y yo lo llevo!
Pos lo sube atrás en el burro y lo lleva y el cura, pos cuando estaban pasando
una rambla, iba atrás, empezó a rezar: Dice el gitano:
-;No, por Dios, padre! ;No rece usté que el burro es muy devoto y si lo oye se
va a arrodillar!
N. CUENTOS DE FÓRMULA Y
ACUMULATIVOS

284. EL RATÓN EN EL ARROPE (Torre Pacheco)

Un ratón cayó a una olla de arrope. Y fue la hora de comer ( o la merienda) y la


madre le dio a su hijo un plato de arrope. Y el crío vio que eso no era normal y dice:
-;Mamá! ¿El arrope tiene paticas?
-Sí hijo mío, si Come y calla.
-;Mama! ;El arrope tiene rabico?
-Sí hijo mío, si Come y calla.
-;Mamá! 2 El arrope tiene cabeza?
-Sí. Tú come y calla.
Y el crío, así, se comió el ratón.

285. LA ABUELICA, CABRAMONTÉS Y LA HORMIGA (Santa Rosalía-Lo


Ferro)

Esto era una abuelica que tenía un güertecico deflores y toas las noches venía
la cabra montés y se las comía. Y a otro día se levantaba a ver sus flores y
s 'encontraba que se las había comío; y se iba por un caminico llorando y s 'encontró
con la zorra. Dice la zorra:
-Abuelita, ;por qué llora usté?
-Porque tengo un güertecico de flores, toas las noches viene la cabra montés y
se las come.
-;Y qué me da usté si las guardo?
-Un galliizero lleno de gallinas.
-Váyase usté a dormir que esta noche izo se come la cabra montés las flores.
Pos na, se comió la zorra las gallinas, se fue a guardar las flores y cuando viene
la cabra montés dice:
-;Yo soy Cabramontés y de un topazo mato a diez?
Dice la zorra:
-;Buuh! ;Mata a diez y estoy yo sola! ;Pies pa que te quiero!
Y se fue. Y se comió otra vez las flores la cabra.
A otro día se levanta la abuelica y s'encuentra las flores otra ve: comías. Pos
na, llorando por un caminico, llorando, y s'encuentra con la hormiga, dice la
hormiga:
-Agüelica, ¿por qué llora usté?
-Porque tengo un güertecico de flores y toas las noches viene la cabra montés
y se las come.
-¿Qué me da usté si se las guardo?
-Un saco de trigo.
-No muele mi molinico ni coge mi taleguico.
-Le doy veinte kilos.
-No muele mi molinico ni coge mi taleguico.
-Le doy un grano.
-Ya muele mi molinico y coge mi taleguico. Váyase usté a dormir que mañana
tiene usté las flores sin comérselas.
Viene la cabra montés, dice:
-;Yo soy Cabramontés, que de un topazo mato a diez!
Dice la hormiga:
-;Yo soy hormiga, hormigal,
que me meto en el culo,
pico y hago saltar!
Se metió en el culo de la cabra y empezó la cabra a dar balíos y a correr y allí
se terminó. A otro día viene la agüela, s'encuentra to sus flores allí. Colorín,
colorao y el cuento s'a terminao.

286. EL PIOJO Y LA PULGUICA (Balsicas)

Esto era un piojo que invita a la pulguica a comer y la pulguica estaba haciendo
las gachas y allí, muy tranquilamente, haciendo sus gachas, dice la pulguica
saltando, dice:
-;Ay qué alegre, comadre, cómo vamos a comer hoy!
Y saltando y saltando, que se cayó a las gachas. Y entonces el piojo pues salió
llorando:
-;Vecinica, dame la cucharica pa sacar la pulguica de las gachicas! ;Pronto,
pronto, que se quema!
-Pos tráeme leche.
-;Cabrita, dame leche pa la vecinica, que me dé la cucharica pa sacar la
pulguica de la gachica! ;Pronto, pronto, que se quema!
-Pos tráeme hoja.
-jParra, dame hoja pa la cabra, que la cabra me dé leche pa la vecinica, que
me dé la cucharica pa sacar la pulguica de la gachica! jPronto, pronto, que se
quema!
-Pos tráeme agua.
-jFuente, dame agua pa la parra, que me dé hoja pa la cabra, que me dé leche
pa la vecinica, que me dé la cucharica pa sacar la pulguica de la gachica! jPronto,
pronto, que se quema!
-Pos dile a las hijas del rey que vengan a bañarse.
-jHijas del rey, venir a bañarse a la fuente, que me dé agua, que la parra me
dé hoja, que la cabra me dé leche para la vecinica, que me dé la cucharica pa sacar
la pulguica de la gachica! jPronto, pronto, que se quema!
Entonces le dice:
-Pos tráeme un par de zapatos.
-jZupatero, hazme unos zapatos pa las hijas del rey, que vayan a la fuente, que
la fuente me dé agua, que la parra me dé hoja pa la cabrica, que me dé leche pa la
vecinica que me dé la gucharica pa sacar la pulguica de la gachica! jPronto,
pronto, que se quema!
-Pos tráeme cuero.
-jPerro, dame cuero pul zapatero, que me haga unos zapatos pa las hijas del
rey, que vayan a bañarse a la fuente, que me dé agua pa la parra, que me dé hoja
pa la cabra, que me dé leche pa la vecinica, que me dé la cucharica pa sacar la
pulguica de la gachica! jPronto, pronto, que se quema!
Pos nada, el perro dice:
-Pos dame pan.
-jPanadero, dame pan pa '1 perro, que me dé cuero pa '1 zapatero, que me haga
unos zapatos pa las hijas del rey, que vayan a bañarse a la fuente, que la fuente me
dé agua pa la parra, que me dé hoja pa la cabra, que me dé leche pa la vecinica,
que me dé la cucharica pa sacar la pulguica de la gachica! jPronto, pronto, que se
quema!
-Pos tráeme harina.
-jMolinero, dame harina pa '1 panadero, pa '1 pan, pa '1 perro, que el perro me
dé cuero pa'l zapatero, que me haga unos zapatos pa las hijas del rey, que vayan a
bañarse a la fuente, la fuente me dé agua pa la parra, que me dé hoja pa la cabra,
que me dé leche pa la vecinica, que me dé la cucharica pa sacar la pulguica de la
gachica! ¡Pronto, pronto, que se quema!
-Pos tráeme trigo.
-/Trigo, dame trigo pa '1 molinero, que me dé harina pa '1 panadero, que me
dé pan pa '1 perro, que me dé cuero pa '1 zapatero, que me haga unos zapatos pa
las hijas del rey, que vayan a bañarse a la fuente, que la fuente me dé agua pa
la parra, que me dé hoja pa la cabra, que me dé leche para la vecinica, que me
d l la cucharica pa sacar la pulguica de la gachica! ;Pronto, pronto, que se
quema!
Bueno, pues el tiempo le dio trigo, el panadero hizo su pan, el cuero se lo dio al
zapatero, el zapatero hizo los zapatos, las hijas del rey se bañcrron en la fuente, la
fuente le dio agua a la parra, la parra le dio hoja a la cabra, la cabra le dio la leche
a la vecinica, la vecinica la dio la cucharica pa sacar la pulguica de la gachica.
Pronto, pronto que se quema, que se asó. Cuando llegó, este cuento se acabó.

287. LA RATITA PRESUMIDA (Las Armeras)

Esto era la ratita presumida. Y un día pues se lavó, se peinó, se puso un lazo en
la cabeza y barrió su puerta, roció su puerta y se puso en la puerta de su casa a
colgar. Y pasa por allí un perro y dice:
-;Buenos días, ratita, qué requebonita estás! i Te quieres casar conmigo?
-2 Y a media noche qué harás?
-2 Yo?, pues ladrar.
-;Uuuy! ;No, no, que eso me da a mí mucho miedo, no!
Y entonces se va. Y después pasa una cabra, dice:

-,-;Buenos días, ratita, qué requebonita estás! Te quieres caJar conmigo?


Y a media noche qué harás?
-2 Yo ?, balar.
-; Uuuy! ;No, no! A mí eso me da mucho miedo. No.
Y después pasó un burro, dice:
-;Buenos días, ratita, qué requebonita estás! 2 Te quieres casar conmigo?
-2 Y a nzedia noche qué harás?
-2 Yo?, rebuznal:
-; Uuuy! No, no, eso me da a mí mucho miedo. No, no.
Y después pasa un ratón. Dice el ratón:
-;Buenos días, ratita, qué requebonita estás! 2 Te quieres casar conmigo?
-2 Y a nzedia noche qué harás?
-2 Yo? Dormir y callar.
-;Pos contigo me he de casar!
Entonces se casaron y al día siguiente de haberse casuo la rata se levanta y
hace una olla de gachas, y viene y le dice al ratoncito:
-Ratoncito, no te levantes que VOY a comprar el pan.
-Vale.
Y la rata se va a comprar el pan. Pero el ratoncito, como era tan salsero, se levanta,
se asoma a la olla y se cae dentro de la olla. Y cuando viene la ratita se encuentra que
el ratón estaba dentro de la olla y va corriendo a casa de la vecina, dice:
-;A?; vecinita, por Dios, déjame una cucharica pa sacar a mi ratoncito que se
me ha caído a las gachas!
Y dice la vecina:
-Pues me tienes que traer leche.
Y va corriendo:
-Cabra, dame leche pa la vecinica, que la vecinica me dé la cucharica pa
sacar a mi ratoncito de las gachas.
-Pues me tienes que traer hoja.
Entonces va corriendo:
-Parra, dame hoja pa la cabra, que la cabra me dé leche pa la vecinica, que la
vecinica me dé una cucharica pa sacar a mi ratoncito de las gachas.
-Pos me tienes que traer agua.
Entonces va al río:
-Río, dame agua pa la parra, que la parra me dé hoja pa la cabra, que la
cabra me dé leche pa la vecinica, que la vecinica me de una cucharica pa sacar a
mi ratoncito de las gachas.
Y entonces el río les dio agua, la parra le dio hoja, la cabra le dio leche, la
vecina le dio la cuchara. Y cuando vino, s'encontró que su ratoncito se había
muerto. Entonces la ratita lloró. Y colorín, colorado, el cuento se ha terminado.

288. LA BODA DEL GALLO PERICO (Balsicas)

Este era un gallo que quería ir a la boda de su hermano Perico y estaba


escarbando en un mular y se había untao el piquico. Y dice:
-Oye, no voy a la boda de mi hermano Perico porque me he untao el piquico.
-Dice- Ah, pos yo voy a la matica y la matica me limpia el piquico.
Y va a la matica y dice:
-;Matica, límpiame el piquico que vaya a la boda de mi hermano Perico!
-No quiero.
Y entonces va p 'alante y s 'encuentra una cabra. Dice:
-¡Cabra, corre ves y cómete la matica, que la matica no quiere limpiarme el
piquico, que vaya a la boda de mi hermano Perico!
-No quiero.
Y entonces va p 'alante y s 'encuentra un perro. Dice:
-;Perro, corre ves y pégale a la cabra, que la cabra no quiere comerse a la
matica, la matica no quiere limpiarme el piquico para que vaya a la boda de mi
hermano Perico!
-No quiero.
Y va p 'alante y s'encuentra un palo.
-;Palo, corre ves y pégale al perro, el perro no quiere pegarle a la cabra, la
cabrica no quiere comerse la matica, la matica no quiere limpiarme el piquico para
que vaya a la boda de mi hermano Perico!
-No quiero.
Y va p 'alante y s 'encuentra una lumbre. Dice:
-;Lumbre, corre ves y quema el palo, que el palo no quiere pegarle al perro, el
perro izo quiere correr la cabra, la cabra no quiere comerse la matica, la matica no
quiere lirnpiarrlle el piquico para que vaya a la boda de mi hermano Perico!
-No quiero.
Y entonces va p'alante y s'eizcuentra un río. Dice:
; R í o , corre ves y apaga la lumbre, que la lumbre no quiere quemar el palo,
que el palo no quiere pegarle al perro, que el perro no quiere pegarle a la cabra, la
cabra no quiere coinerse la matica, que la matica no quiere limpiarme el piquico
para que vaya a la boda de mi hernzano Perico!
-No quiero.
Y va p'alante y s'encuentra un burro. Dice:
-;Burro, corre y ves, bévete el agua, que el agua no quiere apagar la
lunzbre, la lunzbre no quiere quenzar el palo, el palo no quiere pegarle al perro,
el perro izo quiere correr la cabrica, la cabra no quiere comerse la matica, la
~naticano quiere liinpiarr~leel piquico para que vaya a la boda de mi hernzano
Perico!
-No quiero.
(En este punto el narrador fingía haber olvidado el elemento de la relación por el
que iba y decía:
-2 En qué ine quedao ?
Entonces, alguno de los oyentes le indicaba:
-En el burro.
-Levántale el rabo y bésale el culo. -le espetaba entonces-)

289. LA GALLINA Y SUS POLLUELOS (Las Armeras)

Esto era una gallina que vivía en una casa y en la casa había una gata. Y un día
la gallina, que tenía sus polluelos, le dice a la gata:
-Señora gata, ;se quiere usté venir con nosotros a buscar trigo?
Y dice la gata:
-No, yo no, yo estoy lnuy cansada, yo no tengo ganas. No, no, déjalo, no. No
??leIW]'.
-Está bien. irenzos rnis hijos y yo.
Entonces había un perro y le dice:
-Señor perro, ¿quiere usté i~erzirsecon nosotros a buscar trigo?
Y dice el perro:
-;No, qué va! Yo estoy aquí acostao, no tengo ganas. No, no me voy.
-Está bien, nos irernos ltzis hijos y yo.
Y se fueron a buscar trigo. Eizcoiztraron un grano de trigo y se lo trajeron, y a
otro día le dice:
-Señora gata, ;se quiere usté venir a ayudarnos a plantar el trigo?
-;No, qué va! Yo estoy muy cansada. No, yo estoy aquí acostada ... No, no.
-Señor perro, ;se quiere usté venir con nosotros a plantar este grano de trigo?
-;Uuuy! No, no. Yo estoy cansado. No, no tengo gana.
-Está bien, nos iremos mis hijos y yo.
Entonces plantaron el trigo. Y cuando el trigo estaba de segar fueron y le dice
la gallina otra vez a la gata:
-Señora gata, ¿se viene usté a segar el trigo?
-jUuuh! No, hace mucho frío, yo no tengo gana, no.
-Está bien, iremos mis hijos y yo.
Entonces le dice otra ve: al perro:
-Señor perro, jse viene usté a segar el trigo?
-jUuug! ;No! Yo estoy ntuy cansado, no.
-Bueno, iremos mis hijos y yo.
Segaron el trigo. Cuando b e r o n a llevarlo al nzolino dice:
-Senora gata, jse viene usté a moler el trigo?
-;Uuuh! No, no. Yo tengo mucho frío. No, yo no voy.
-Señor perro, j se viene usté a llevar el trigo al molino?
-No, no. Yo estoy cansado. No, yo no me voy.
-Está bien, iremos mis hijos y yo.
Entonces, cuando llegó la hora de hacer el pan, otra vez volvió la gallina a
decirle a la gata:
-Señora gata, jse viene usté a hacer el pan .?
-;Uuuj? No, no, yo estoy muy cansada. No.
-Señor perro, ¿se viene usté a hacer el pan ?
-No, qué va. Yo estoy aquí a la sombra. No, yo no, no me voy, no.
-Está bien. Lo haremos mis hijos y yo.
Y cuando ya estaba el pan hecho, estaban un día comiendo y se arrirna el gato
y se arrima el perro, dice:
-;Uuuy, señora gallina! Denos usté un trocito de pan.
Y el perro igual:
-Señora gallina, denos usté un trocito de pan.
-;No, no, no! El pan es nuestro. Lo cornereiitos mis hijos y yo.
Y colorín, colorado, el cuento se ha terminado.

290. EL CESTO Y LA BANASTA (Dolores de Pacheco)

Esto era una vez que había un cesto y una banasta. Y para cuento, basta.
291. LA MUERTE DEL BURRO DE PERICO (Torre Pacheco)

Un niño iba por el carnino venga a llorar y llorar v lloral; y se encuentra con
una persona mayor y dice:
-Nene, ;por qué lloras? -dice- ;Se ha muerto tu padre?
-;No, otra cosa más grande!
-Pues que se ha muerto tu madre.
-;No, otra cosa nzás grande!
-(;Pues quién .se ha muerto?
-El burrico. Y al expirar; levantó e1 rabico y dijo: «iAdios, Perico!»

292. LA PIPA ROTA (Balsicas)

-;Quieres que te cuente el cuento de la Pipa rota?


-Venga.
-Yo izo te digo que digas venga. Yo te digo que si quieres que te cuente el
cuento de la Pipa rota.
-Si
-Yo no te digo que digas clue sí. Yo te digo que si quieres que te cuente el cuento
de la Pipa rota.
(Cuando se carzsaba el otro, decía: «;Anda, cdllate ya!»)

293. «YO TENIA UN GATICO* (Torre Pacheco)

-Yo tenía un gatiro


con las patas de trupico
y el culico del revés.
(;Quieres que te lo cuente otra vez?

294. LA PIPA ROTA (Torre Pacheco)

-El cuento de la pipa rota.


;Con qué la aviarer?zos?
-Con uiz palo que le demos.
-;Donde está ese palo ."
-El agua se lo ha llei~ado.
-c Donde está ese agua 3
-El pollo se la ha bebido.
-¿Donde está el pollo?
-El cura se lo Izci conzido.
-2 Donde está ese cura?
-Esta cantando misa,
con la camisa, el camisón,
los pantalones rotos
y el culo al sol.

ep cztllic <ti eapy m ~ g


E l cuento de la pipa rota
CORRESPONDENCIAS CON EL
~NDICEDE AARNE & THOMPSON

Aa.Th.6 .................................................................................
Aa-Th.59 ...............................................................................
Aa-Th.60 ...............................................................................
Aa-Th.62 ...............................................................................
Aa.Th.[62Bl (Propuesta personal) .......................................
Aa.Th . 1 12 .............................................................................
Aa.Th . 122A ..........................................................................
Aa.Th . 123 .............................................................................
Aa.Th . 124 .............................................................................
Aa.Th . 1 35A* ........................................................................
Aa.Th.[207D](Según Camarena y Chevalier) .....................
Aa.Th.246A (Según Camarena y Chevalier .......................
Aa.Th.275A" (Según Camarena y Chevalier [275D] .........
Aa.Th.278A (Propuesta personal [278* *]) .........................
Aa.Th.288B" ........................................................................
Aa-Th.30 1 B ..........................................................................
Aa.Th.3 10 .............................................................................
Aa-Th.3 1 lB* ........................................................................
Aa-Th.327A ..........................................................................
Aa-Th.366 .............................................................................
Aa-Th.55 1 .............................................................................
Aa.Th.563 .............................................................................
Aa-Th.[650D](Según Camarena y Chevalier) .....................
Aa.Th.700 .............................................................................
Aa-Th.7 15 .............................................................................
Aa-Th.752C* ........................................................................
Aa-Th.774G ..........................................................................
Aa-Th.774K ..........................................................................
Aa.Th.780 .............................................................................
Aa.Th. 844 .............................................................................
Aa.Th .879 .............................................................................
Aa.Th.923A ..........................................................................
Aa-Th.927 .............................................................................
Aa.Th.980B ..........................................................................
Aa.Th.980C ..........................................................................
Aa.Th.982 .............................................................................
Aa.Th . 1004 ...........................................................................
Aa.Th .1062 ...........................................................................
Aa.Th . 1063B ........................................................................
Aa.Th .1088 ...........................................................................
Aa.Th . 1 164D ........................................................................
Aa.Th .12 15 ...........................................................................
Aa.Th .1242A ........................................................................
Aa.Th . 1288A ........................................................................
Aa.Th .1309 ...........................................................................
Aa.Th .1332D*(Propuesta personal) .....................................
Aa.Th . 1339D ........................................................................
Aa.Th . 135 1 ...........................................................................
Aa.Th .1354 ...........................................................................
Aa.Th .1354A* ......................................................................
Ai+Th . 1355B ........................................................................
Aa.Th . 1362A* ......................................................................
Aa.Th .1365A ........................................................................
Aa.TH .1365C .......................................................................
Aa.Th . 1365D* ......................................................................
Aa.Th . 1365E* ......................................................................
Aa.Th .1365F* ......................................................................
Aa.Th . 1366A* ......................................................................
Aa.Th . 1373A ........................................................................
Aa.Th . 1408B ........................................................................
Aa.Th .14 12*.(Propuesta personal) ......................................
Aa.Th . 1457 ...........................................................................
Aa.Th . 1 4 19C ........................................................................
Aa.Th . 14 19H ........................................................................
Aa.Th . 1452A*(Propuesta personal) .....................................
Aa.Th . 1462* .........................................................................
Aa.Th . 1476A ........................................................................
Aa.Th .1525H ........................................................................
Aa.Th . 1 528 ...........................................................................
Aa-Th.[ l530A](Según C.Gonz5lez Sanz) ...........................
Aa.Th . 1533 ...........................................................................
Aa.Th . 1535 ...........................................................................
Aa.Th . 1539 ...........................................................................
Aa-Th.1544 ...........................................................................
Aa-Th . 1545 ...........................................................................
Aa-Th . 1551 * .........................................................................
Aa-Th . 1562A ........................................................................
Aa-Th . 1563 ...........................................................................
Aa-Th .1567 ...........................................................................
Aa-Th . 1567F ........................................................................
Aa-Th.[ 1595](Según C.González Sanz) ..............................
Aa-Th . 1626 ...........................................................................
Aa-Th . 1 628 ...........................................................................
Aa-Th . 1641 ...........................................................................
Aa-Th . 1645 ...........................................................................
Aa-Th . 1653 ...........................................................................
Aa-Th .1676B ........................................................................
Aa-Th .1682 ...........................................................................
Aa-Th . 1682" .........................................................................
Aa-Th .1688 ...........................................................................
Aa-Th . 1 69 1 ...........................................................................
Aa-Th . 1693 ...........................................................................
Aa-Th . 1696 ...........................................................................
Aa-Th . 1698 ...........................................................................
Aa-Th . [ l733C](Según C.González Sanz) ............................
Aa-Th.[ 1739C*1 ...................................................................
Aa-Th .1 74 1 ...........................................................................
Aa-Th . 1775 ...........................................................................
Aa-Th . 1777A* ......................................................................
Aa-Th . 178 1 ...........................................................................
Aa-Th.[ 1781A](Propuesta personal) ....................................
Aa-Th . 1792 ...........................................................................
Aa-Th.[ 1 824A](Según C.García Sanz) ................................
Aa-Th .1825 ...........................................................................
Aa-Th . 1830 ...........................................................................
Aa-Th . 1831 ...........................................................................
Aa-Th . 1833 ...........................................................................
Aa-Th.[ 1 833C*](Propuesta personal) ..................................
Aa-Th . 1 838 ...........................................................................
Aa-Th . 1848C ........................................................................
ESTUDIO COMPARATIVO DE LOS
CUENTOS DE TORRE PACHECO

A. CUENTOS DE ANIMALES

1. Aa-Th.6. J. Camarena Laucirica y M. Chevalier, en su Catálogo tipológico del


cuento folklórico español (Cuentos de animales, pp. 30-32), ilustran este tipo con un
ejemplar recogido por Camarena y publicado en Cuentos tradicionales de León.
En las versiones castellano-leonesas recogidas por Espinosa hijo el episodio del
alcaraván y la zorra viene precedido por una secuencia en la que el depredador
extorsiona a un ave para que le entregue sus crías amenazándola con talar con la
cola el árbol en el que anida. Así sucede en la versión de Pedraza, Segovia, donde la
picaza cede a las amenazas del lobo (Cuentos populares de Castilla y León, no 16,
pp. 44-46), en la de Medina del Campo, Valladolid, con la cigüeña como víctima y
la zorra como agresor (0.c. no 17, pp. 46-47), en la de Navas de Oro, Segovia, con
la mariquitiña y la raposa (0.c. no 18, pp. 48-49), en la de Astudillo, Palencia, con
el águila (0.c. no 19, pp. 49-50) y en la de Quintana Díaz de la Vega, Palencia, que
tiene como protagonistas al gallo y la gallina enfrentados a la zorra (0.c. no 20, pp.
50-51). En todas ellas el consejo del alcaraván convence a la víctima para que
rehuse las exigencias del enemigo, excepto la palentina de Astudillo en la que el
águila se deshace del acoso del verdugo de sus hijos recomendándole que coma a su
primo el alcaraván.
Un planteamiento similar encontramos en la versión de Nerpio, Albacete, reco-
gida por Emilia Cortés Ibáñez (Cuentos de la zona montaños de la provincia de
Albacete, Zahora 9, no 2, pp. 25-27). protagonizada por la zorra, la paloma y sus
pichones y el «pájaro vierro».
En la región de Murcia ofrece la misma estructura un ejemplar recogido en
Campos del Río por el equipo encabezado por Elvira Carrasco y Pedro Guerrero
(Cuentos murcianos de tradición oral, «El águila y la zorra», pp. 3 15-3 16), coinci-
diendo además con la versión palentina de Astudillo en el elenco de los protagonis-
tas de la primera secuencia. Por el contrario el texto anotado en Mula por Carmen
Nicolás (De la tradición oral a la erzseñanza de la literari~ra,no 4. «Mochuelo
comí», pp. 8 1-82) emparenta indiscutiblemente con la versión de Nerpio.
En la misma colección de Cuentos rnurcianos localizamos una variante proce-
dente de la pedanía caravaqueña de Cañada de la Cruz que prescinde de la secuen-
cia inicial de las anteriores y la sustituye por los sucesivos remilgos que hace aquí
el lobo a los manjares con que se tropieza (O.C.,«El lobo remilgado)), pp. 321 -322).
En algunos de estos cuentos el pájaro que escapa de las fauces del cazador es el
gavilán (J. Díaz y M. Chevalier, Cuentos castellanos de tradición oral, no 3. p. 28)
o la gallina (por ejemplo en el texto reproducido en el Cutcílogo de Camarena y
Chevalier y en uno de los palentinos recogido por Espinosa Jr.). En los murcianos es
el mochuelo salvo precisamente en la versión pachequera donde. como en Castilla.
vuelve a ser el alcaraván -identificado por nuestro informante con el chorlito-.
A. Rodríquez Almodóvar construye con este tema el arquetipo 110 de sus
Cuentos al amor de la lumbre («La urraca, la zorra y el alccrravcín», vol. 11, pp.
485-487).
En el norte de Marruecos (zonas de Gomara y Yebala) Mohammed Ibn Azzuz y
Rodolfo Gil recogen una colección de 143 cuentos que titulan Que por lc1 rosa roja
corrió rni sangre. pero que citaré desde ahora como Cuentos nzczrroquíes. entre los
que se encuentra una versión del que analizamos aunque con distintos protagonistas
(no 8. <<Ellobo y el pato»).

2. Aa-Th.59. Camarena y Chevalier reconocen su pertenencia al acervo popular


incluyéndolo en su Catálogo (O.C., pp. 110-1 1 1 ) y lo ejemplifican con un texto
tomado de los Cuentos populares españoles de Espinosa (no 226).
Se trata de un tema ya recogido desde antiguo en la literatura (veanse Fdbulas
de Esopo, no 15, Fábulas de Babrio, no 19 -pp. 48 y 3 13 de la edición de
Cátedra- y todas las otras referencias en Camarena y Chevalier, 0.c.. p. 111). y
probablemente por este motivo los folkloristas han desconfiado, allí donde aparece.
de su naturaleza genuinamente tradicional y rechazan por tanto incluirlo en sus
recopilaciones. Tratándose de un texto tan sencillo no hay razón para suponer que
derive de una fuente escrita y, en cualquier caso, nuestros informantes aseguran
haberlo conocido de boca de sus padres o abuelos.

3-8.Aa-Th.60, combinado con Aa-Th.225. J. Camarena y M. Chevalier recogen


una amplia relación de las versiones orales anotadas en España y de sus correlacio-
nes con los índices hispanoamericanos, además de su presencia en textos escritos (v.
Catálogo tipológico, pp. 118-1 19 y 364-365 respectivamente). Las versiones litera-
rias de este relato se remontan a una época muy temprana. Ya lo recoge Fedro
(Fcíbulas, I,26) y al parecer antes Esopo, aunque no se ha conservado en ninguna de
las colecciones conocidas de sus fábulas (pero existe una referencia de Plutarco al
respecto en sus Si~?zposiacoso Discursos de sobreniesa). Algunos quieren ver en
«La tortuga y el águilas el tema de las bodas en el cielo (Esopo 230 en la edición
citada), si bien en este caso la motivación es distinta y el paseo aéreo no es
consecuencia de la invitación del ave sino respuesta a la pretensión del reptil al que
el águila escarmienta arrojándolo cuando se ufana al sentirse elevado sobre el resto
de los animales (Ed.cit. no 230. p. 141).
Samaniego incluirá las dos (Libro Primero, X y Libro Cuarto XI -seguimos la
edición de Ernesto Jareño en Clásicos Castalia-).
Aurelio Espinosa (hijo) ofrece tres versiones de este relato recogidas respecti-
vamente en Reinosa (Santander),Matabuena (Segovia) y Morgovejo (Riaño -León-),
todas ellas en el año 1936 (Cuentospopulares de Castilla y León, vol. 1, pp. 51 -54).
A diferencia de las que nosotros presentamos, estas tienen como protagonistas a la
zorra y la cigüeña. Igualmente ocurre en la versión vallisoletana de Joaquín Díaz
(Cuentos castellanos de tradición oral, pp. 30-31; para el análisis y las referencias
bibliográficas ver pp. 107 a 110).
También Almodóvar asume estas identidades para los personajes que protagoni-
zan el arquetipo no 1 1 1 elaborado a partir de varias versiones del cuento (0.c.. vol.
11. p. 489). Resulta más verosímil, desde luego. que una cigüeña desplace sobre sus
alas a una raposa que no que lo haga un cuervo; y sin embargo, en la región de
Murcia parece haberse optado preferentemente por los protagonistas que encontra-
mos en Torre Pacheco. Así sucede en la versión recogida en el Campo de cartagena
por José Ortega (Ltr resurrección mágica y otros temas de los cuentos populares del
Canipo de Cartagena, no XVI y XVII, pp. 102-103), en la de Sangonera la Seca,
que apunta sólo la primera secuencia, y en la de Jumilla (incluidas ambas en la
colección de Cuentos rtzurcianos de tradición oral, pp. 299-300 y 3 17-318 respecti-
vamente -recogida por Elvira Carrasco, Pedro Guerrero y otros-), en Caprés,
Fortuna (La ~nemoriade Caprés, no 35, p. 187) y en Yecla (en una versión que
forma parte de mi colección particular inédita recogida entre los años 1986-1992).
No obstante existen variantes. como en el caso de otro relato recogido en Jumilla en
que el compadre-rival de la zorra es el águila (Pascuala Morote Magán, Cultura
tradiciorztil de Jumilla. Los cuentos populares, pp. 271-272). e incluso en el área
que estudiamos. en Roldán. en una versión muy deteriorada que sólo presenta la
segunda secuencia y que, siguiendo el modelo castellano, opone zorra y cigüeña.
Las variantes de Torre Pacheco son notables con relación al material castellano
y murciano mencionado y al arquetipo de Almodóvar, sobre todo si tenemos en
cuenta la brevedad del relato y su enorme popularidad, aunque en ningún caso
afectan a la estructura.
Apenas existen en la primera secuencia. si bien la jumillana de P. Morote
incluye un episodio previo, que no aparece en ninguna otra versión regional, en el
que la zorra engaña al águila devorando unos frutos que habían acordado compartir.
La losa y la alcuza, donde alternativamente confinan las gachas los rivales, también
las encontramos en Sangonera y en Yecla, en tanto que las versiones castellano-
leonesas hablan de fuentes o platos frente a botijos o botellas; el manjar en nuestra
región son las gachas, pero en Castilla los hormigos (Espinosa hijo, no 21) o la miel
(Espinosa hijo, no 23).
La segunda secuencia se inicia casi invariablemente con la invitación del ave a
la zorra a unas bodas que se han de celebrar en el cielo. En todas las versiones
murcianas que manejamos la montura pretende asegurarse de que la altura alcanza-
da sea suficiente para garantizar el descalabro de su jinete, y lo hace por medio de
un interrogatorio continuado al que la zorra responde, particularmente en Torre
Pacheco, con una retahila de comparaciones o, como en Caprés. a veces de forma
directa. Algunos símiles se repiten (el garvillo en las Armeras, en la versión B de
Balsicas y en la de Torre Pacheco; el margual en las versiones A y B de Balsicas y
en la de La Hortichuela; el plato en la de Torre Pacheco y La Hortichuela). La
secuencia de preguntas y respuestas más amplia aparece en la versión de La
Hortichuela: hasta cinco necesita en ella el cuervo para decidirse a sacudir sus alas
y derribar a la zorra. Llama la atención que siendo en todas las versiones pachequeras
secuencias distintas de símiles, sin embargo el grado más notable de coincidencia se
da entre la versión A de Balsicas y la de Jumilla recogida por Morote (Balsicas A:
era-margüal-moneda; Jumilla: era-perra gorda).
Pues bien, todo este motivo está ausente en las versiones de Espinosa que hemos
mencionado. Tampoco lo encontramos en los cuentos vallisoletanos de Díaz y
Chevalier y Almodóvar lo ignora al construir su arquetipo.
En cuanto al desenlace, en las versiones castellanas y en el arquetipo de
Almodóvar la zorra perece a consecuencia de la caida, o se presume su inevitable
final. Así sucede también en la de Yecla, donde se explicita su muerte, o en la de Las
Palas (Cartagena -José Ortega, 0.c.-).
Ante la inminente colisión la zorra exclama en el arquetipo de Almodóvar:
«Quitaos de ahí-dirigiéndose a las rocas- que no respondo de mía. En Yecla las
conmina en estos términos: «iApartaos, piedras y cantos, que sus mato!», y en
Jumilla: «Apartar piedras y peñascos, que os escalabro)) (texto de P. Morote), o
« jApartal; palicos y chinicas!~(texto de Cuentos murcianos). En las versiones de
Espinosa, la no 22 incluye términos parecidos.
Por contra, en los cuentos de Torre Pacheco la zorra frecuentemente sobrevive a
la caída (así en San Cayetano, Las Armeras -aquí además recibe una paliza de los
pastores- y las dos versiones de Balsicas). Además. el animal completa el juego de
continuo engaño obligando a los pastores a amortiguar el impacto con «mantas y
cobertores)), asegurando a voces «que baja la Virgen de los Dolores» (en San
Cayetano, Las Armeras, Roldán, Jimenado - c o n un estribillo corruptc-, Balsicas
A y B, Torre Pacheco y la Hortichuela). Las variantes de Jumilla también incluyen
este motivo (Pascuala Morote, 0 . c . y Cuentos Murcianos), pero no lo encontramos
en las versiones castellano-leonesas que manejamos ni en el arquetipo de Almodóvar.
En la versión jumillana de P. Morote el estribillo parece que lo profiere el águila y
no la zorra. de forma similar a como sucede en la versión de Torre Pacheco que
hemos transcrito.
También parece una peculiaridad pachequera el elemento escatológico, la última
burla con que «agradece» la raposa el favor involuntario que le han concedido los
pastores salvándola de morir estrellada. Lo encontramos formulado claramente en
San Cayetano y en las versiones de Balsicas A y B. y con más imprecisión en la de
Roldán. Sin embargo no lo hallamos en el resto del material que hemos utilizado
para establecer estas comparaciones.
El episodio de las bodas en el cielo aparece como cuento independiente entre los
Cuerztos marroq~cíe.~ de R. Gil y Mohammed Ibn Azzu. curiosamente con protago-
nistas similares a los de la fábula esópica con que se vincula (no 6. «El milano y la
tortuga*. p. 94).

9. Aa-Th.62. Camarena y Laucirica anotan todas las versiones españolas (0.c.


pp. 125-126) y ejemplifican el tipo con un ejemplar tomado de los Cuentos asruria-
nos recogiclos de la tradición oral, de A. de Llano (no 184).
Samaniego la incluye en su colección de fábulas pero la respuesta final de la
zorra es menos ingeniosa (Ed. cit., Libro cuarto, XIV, pp. 122-123).
Almodóvar construye el arquetipo 116 (0.c. vol. 11, p. 499) incluyendo este
episodio (con los mismos protagonistas) y el que corresponde al cuento no 12 de
esta colección, más un tercero en que la zorra, huyendo de los galgos, solicita ayuda
de un labrador que acepta esconderla entre la paja aunque, más adelante, la denun-
cia mediante gestos. De este último no hemos encontrado testimonio en Torre
Pacheco.

10. Aa-th. 12'2A. Las versiones orales españolas pueden consultarse en Camarena
y Laucirica (0.c. pp. 199-203).
Como episodio independiente podemos encontrar entre las fábulas de Esopo la
anécdota del lobo coceado al intentar extraer la espina de la pezuña al burro que iba
a servirle de alimento (Ed. c.. «El lobo médico)),no 187, pp. 124-125).
Podemos contrastar esta versión pachequera con las que nos ofrece Espinosa
recogidas en Castilla-León (0.c. vol. 1. no 30 y 3 1 . pp. 62-66: referencias bibliográ-
ficas en p. 457). con el arquetipo 119 de Almodóvar (0.c. vol. 11, pp. 505-508) o
con el ejemplar de Sangonera la Seca incluido en la colección de Cuentos murcianos
( « U n mal día para el lobo». pp. 3 19-320).
La versión de Torre Pacheco difiere de todas ellas al tener como protagonista a
la zorra y no al lobo. Sin embargo los secundarios son idénticos en todos los casos,
aunque se invierte su orden de aparición. Así, en el no 30 de Espinosa (Pedraza,
Segovia) la secuencia de su intervención es yegüa y mulina-carneros-cerda y cerditos;
en el no 31 (Morgovejo, Riaño. León), cerda y gochos (crías)-yegüa y potro-
carneros y se añade otro episodio protagonizado por unas cabras. También ocurre
así en el arquetipo de Almodóvar. En Sangonera la secuencia será yegüa-cerdos-
carneros y en Torre Pacheco carneros-yegüa-cerda. En todas ellas, con la excepción
de nuestro cuento, el desenlace es trágico para el lobo. que cae ba.10 el hacha del
leñador.
El episodio de los carneros aparece planteado de manera diferente en la versión
murciana. En esta la zorra es engañada haciéndole creer que podrá devorar al primer
carnero que llegue hasta donde se encuentra; en las versiones castellano-leonesas.
en el arquetipo de Almodóvar y en el texto de Sangonera los carneros convencen al
lobo para que medie en un pleito sobre herencia que los tiene supuestamente
enfrentados. Sin embargo, el desenlace de la versión pachequera sugiere que la
narradora olvidó este detalle pues entre las lamentaciones de la zorra le hace decir:
«Quién me manda a mí a medir un terreno..
De la misma forma. parece más acorde con el propósito de la yegüa de cocear a
la raposa que aquella le pida a esta que le extraiga una espina de la pezuña. como
sucede en las versiones de Espinosa, Almodóvar y Sangonera, que del ojo, como
ocurre en Torre Pacheco. En este caso parece que la variante debe haberla provoca-
do un fallo de memoria de nuestra comunicante.

1 1- 12-13. No se encuentra en el enciclopédico Ccztdlogo tipológico de J . Camarena


Laucirica y M. Chevalier. Sin embargo tanto Camarena y Chevalier (0.c. pp. 127-
128) como González Sanz (Catálogo tipológico de cuentos ,folklóricos nrugoizeses
no 62A. p. 67) describen un tipo al que los primeros anotan como [62A], y el
segundo simplemente 62A, que no podemos encontrar en la edición castellana de
Aame-Thompson y que aquellos definen así:
«La zorra muestra a sus crías unas tierras que dice que son de su propiedad. Sin
embargo, la aparición de unos perros le hace aconsejarles que huyan. Ante las
preguntas de sus hijos contesta que en esas ocasiones valen más las patas que las
escrituras».
Por ello, teniendo en consideración el parentesco que existe con los cuentos de
Torre Pacheco. proponemos para estos el tipo [62B].
El tipo sí aparece recogido entre los Cuentos murciano.~,colección que incluye
un ejemplar anotado en Cehegín («Una zorra buerza~,pp. 3 13-314) y también por
F. López Megías y M.J. Ortiz López en su Etnocueíitón. este último localizado en
Fuente Álamo de Albacete («Me lo den,fiao»,p. 237).

14.Aa-Th. 135 A*. En el Catálogo tipológico de Camarena Laucirica (0.c. pp.


253-254) pueden consultarse las referencias bibliográficas y comparar con un ejeni-
plar inédito recogido por Camarena en Ciudad Real.
En el arquetipo 116 de Almodóvar, al que nos hemos referido con anterioridad,
corresponde a la segunda secuencia: allí la zorra huye de los perros que la acosan y
tropieza con la guitarra de un ciego que, al oirla sonar por accidente, pregunta:
«;quién se aconq)aila, quién?». provocando la ingeniosa respuesta del animal: (<lo
que izo acoinpcrñcr es la occlsióiz~.
M . Chevalier incluye una referencia entre sus Cuentos folklóricos españoles del
Siglo de Oro (no 18, p. 39): se trata de una cita del Vocabulario de refranes y frases
proi~erbicilesde Gonzalo Correas cuya primera edición se remonta a 1627, en la que
el autor explica el origen del dicho «Ese vagar llevaba)) trayendo a colación este
cuento en términos rilás parecidos a los de la versión que hemos rescatado en
Jimenado que a la del arquetipo de Almodóvar.
En el Etnocuentón encontramos dos ejemplares («La zorra y la guitarra», pp.
100-101, y «La ~ o r r a.Y la panderetas. p. 241). Como en Jimenado, en ambas
ocasiones aparecen como episodios independientes.
Sin embargo en la región está registrado formando parte del desenlace de
una versión del cuento de los cerditos y el lobo, en un ejemplar recogido en la
pedanía murciana de Guadalupe (Cuentos riiurciano.~,«El cochinillo y la corra»,
pp. 311-312).

15. Sin referencias bibliográficas. En Molina de Segura anotamos una versión


idéntica a D. Pedro Sánchez Rubio.

16- 1 7. Aa-Th. 1074 con protagonistas humanos; 275 A* con animales, si bien en
la edición que manejamos sólo aparece el epígrafe y no se indica el argumento.
Camarena y Chevalier le adjudican el tipo [275D] (v. 0.c. pp. 409-412 y toda la
relación de versiones orales). Hasta ahora no había sido recogido en la región.
Normalmente los protagonistas de este relato son el erizo y la liebre. Así sucede
en la versión utilizada por Camarena y Chevalier, tomada de A.M. Espinosa padre
(Cuentos populares e.spañoles, no 227) y en las castellano-leonesas que ofrece su
hijo, no 55 y 56 recogidas ambas en Nava de la Asunción, Segovia (0.c. pp. 92-94).
Alniodóvar lo incluye como segunda secuencia de su arquetipo 114, siendo aquí
una historia de engaños entre el sapo y la zorra (0.c. vol. 11, pp. 495-496).

18. Camarena y Chevalier proponen para este relato el tipo [246A] (O.C., pp.
392-393). ilustrándolo con un ejemplar idéntico anotado por J.A. del Río y M. Pérez
Bautista en sus Cuentos populares de anirilales de la Sierra de Cádic (no 54). En la
versión gaditana el ave se caracteriza como una cogujada.

19-20-21. Aa-Th.288B*. Camarena y Chevalier (0.c. pp. 430-431) reprodu-


cen un texto tomado de los Cuentos populares salrttaiztinos de L. Cortés (no 153).
En el municipio de Torre Pacheco. además de las versiones incluidas en esta
colección. hemos recogido el relato en Las Armeras, Dolores de Pacheco y Santa
Rosalía.
En la región podemos apuntar la variante recogida por Francisco Gómez Ortín
(Folklore del Noroeste Murciano, no 20, p. 195) que tiene como protagonista al sapo
que invierte cien años para subir una escalera.
La versión de Balsicas es sospechosa. No existen paralelos y, además, nuestra
informante no resuelve el relato con la exclamación contundente que constituye la
humorada. Pudiera haberla olvidado, pero tampoco sería extraño que mezclase dos
narraciones: la de la competición entre la liebre y la tortuga y la del sapoltortuga
que sube la escalera.
Sin embargo detalles precisos como la existencia de los ochenta peldaños y la
referencia a la ventaja del sapo no excluyen definitivamente la posibilidad de que se
trate de una variante diferente.
Espinosa hijo aporta dos relatos emparentados con los nuestros pero con un
argumento similar al salmantino. En el no 59, recogido en Peñafiel (Valladolid). la
tarea del sapo frustrada por haber pensado poco su decisión (tres años) es brincar un
arroyo; en el 60 (Aldeosancho, Segovia), tras doscientos años de caminar, para
evitar un rodeo salta y se fractura una pata. En ambos casos, como sucede en el
cuento de Torre Pacheco, el animal se lamenta culpando a las prisas (0.c. p. 95 y
bibliog. y análisis en pp. 464-465).

22. Aa-Th.278A. Camarena y Chevalier ilustran el tipo en su Catcílogo


(O.C., pp. 415-416) con un ejemplar extraído de los Cuentos trridicionales de
León. Sin embargo, tanto este texto como el esquema argumenta1 del h d i c e de
Aarne y Thompson contienen un planteamiento diferente pues ambos explican
los motivos del batracio para ponerse bajo las ruedas del carro como resultado
de su obsesión por vivir en el camino, en tanto que en nuestro cuento hay un
reto preliminar.
En El Etnocuentón aparece registrado un cuento idéntico al de Santa Rosalía
(O.C., «Larana y la tortuga», p. 99), con los mismos protagonistas y el motivo del
desafío. Pensamos por tanto que nos encontramos ante una variante del tipo descrito
para la que proponemos el subtipo [278A**].

23. Emparentado sin duda con el cuento que recoge Espinosa Jr en Morgovejo,
Riaño, León (O.C., no 58, «El sapo y la rana», vol. 1, pp. 94-95): un sapo casado con
una rana viajan a Madrid y en el camino la rana demuestra saltar más que su marido.
Cuando llegan a su destino la rana embarazada exclama:
«-jAy, qué será de mí, preñadita y en tierra ajena!»
«-jPero de buen mozo!» -contesta el sapo.
Espinosa lo relaciona con el tipo 288A* de Aame y Thompson (ver análisis y
bibliografía en pp. 464-465).
24-25. Camarena y Chevalier lo incluyen en su catálogo adjudicándole el tipo
(207Dl ( 0 . ~pp.
. 342-345); reproducen un texto recogido por L. Carré en Contos
Populcires da Cci1i:cr.
Practicamente sin paralelos entre las recopilaciones murcianas o castellanas con
que confrontan~osnuestra colección (si exceptuamos un ejemplar incluido en el
Etrzocuentón, p. 146). ausente incluso del Catálogo tipológico de cuentos folklóricos
aragoneses de Carlos González Sanz. pareciera que este relato no es más que una
evocación de la fábula de Samaniego (0.c. 1, l a ) que hubiera seguido un proceso
inverso al habitual. ir de la literatura al folklore. Aún más si tenemos en cuenta que
una versión rimada recogida en Balsicas sólo difiere de la del fabulista por algunos
detalles (en el verso 6 la informante sustituye halagan por alaban; en el 8 reempla-
za pero por cucirzdo; oinite el verso 9; convierte en el verso 10 la expresión En guisa
de motcrrz:cr por el día de tizatatzza; en el 12 sustituye maña por safia).
No obstante el relato ha adquirido carta de naturaleza popular, como advertimos
en la narración de San Cayetano, desgraciadamente carente de la secuencia en la
que el burro se consuela al descubrir el trágico final del cerdo, o en la de Santa
Rosalía. mucho más escueta, en la que la acción se plantea en términos de burla del
cerdo respondida con el sarcasmo del asno. Además, la aportación de Camarena y
Chevalier sugiere la posibilidad de que. como sucede frecuentemente, convivan las
variantes folklóricas con las versiones literarias.

26. Sin referencias bibliográficas.

27. Sin referencias bibliográficas.

28. Aa-Th. 1 12. Camarena y Chevalier reproducen una versión inédita recogida
por el segundo en Toledo (0.c. pp. 1 84- 185).
En la región no hay referencias.
Versiones literarias de este relato son abundantes y antiguas: Esopo, el Arcipreste
de Hita o Samaniego por citar sólo alguna. Chevalier lo incluye entre sus cuentos
del Siglo de Oro (0.c.. no 17. p. 38) citando un texto del Vocabulario de refranes de
Correas en el que el autor explica el origen del refrán: «Más vale comer grama y
abrojo que traer ccipirote sobre el ojo»; según su versión el ratón de campo,
invitado a comer por el de la Corte, no puede esquivar el asalto del gato y sufre una
herida sobre el ojo que le obliga a emplear un parche.
Joaquín Díaz también lo recoge en su colección vallisoletana (0.c. no 8, pp. 3 1-
32). con variantes. El protagonista es un ratón de campo famélico que invade una
bodega y aprovecha el embutido que allí guarda el propietario; en sus andanzas
tropieza con un congénere hambriento y lo invita a sus dominios, pero en el ínterin
el hombre se ha provisto de un gato, Candilejas, que propinará un buen susto al
recien llegado haciéndole exclamar: «Mejor quiero comer pajas de rastrojo, que no
verme con el pellejo encinza de los ojos». En el análisis (pp. 1 10-1 13) los autores
advierten que las versiones literarias no hacen referencia al gato (La Fontaine,
Samaniego), o cuando este interviene simplemente proporciona un susto al invitado
(Arcipreste). En las populares las consecuencias de su presencia son más dramáti-
cas.
Así sucede también con un ejemplar anotado en un lugar más próximo a nuestra
región (Etnocuentón no 56, «El ratón de la mata», pp. 133-134: el no 57 es una
variante del mismo tema). En Fuente Álamo el anfitrión es capturado y devorado
por el felino y el huesped rústico concluye: «mcís vale seco en la mata que gordo en
la panza de la gata».
La versión de Jimenado. indiscutiblemente popular. no tiene paralelos con el
material consultado: introduce el motivo del gato tuerto -curiosa transposición de
la mutilación que sufre el ratón de campo en la versión del s. XVII-, la oposición
rata-ratón y que el gato, aquí sí como en Fuente Álamo, hace presa en el anfitrión y
no en el invitado. También es distinta la fórmula final.

29. ¿Variante de Aa-Th.219*? No aparece descrita en el Catálogo tipológico de


Camarena y Chevalier. Por su planteamiento y desenlace hemos dudado entre
incluirla en el capítulo de cuentos de fórmula o, como resolvemos finalmente, en el
de animales.
Aunque el asunto inicial es diferente, el desenlace y su fórmula resulta idéntico
al que encontramos en «El lobo y el ratón», (Cuentos murciaizos, p. 323. ejemplar
recogido en Abanilla y que corresponde claramente a Aa-Th. 121); aquí el cánido
que pretende devorar al roedor, refugiado en lo alto de un pino, solicita la ayuda de
sus congeneres para que lo aupen hasta la copa del árbol y. cuando ya se han
encaramado unos sobre otros, el ratón profiere su amenaza y provoca el desplome
de sus adversarios. En la variante pachequera puede haberse producido una conta-
minación con el cuento de los músicos de Breda.

30. Tal y como lo encontramos en la versión pachequera. es decir. como un


relato independiente, no aparece en los catálogos ni índices tipológicos consultados.
En Librilla los compiladores de Cuentos inurcinnos anotan una curiosa versión
en la que el lobo y la zorra, aliados para devorar a un cabritillo, se citan con él en el
viñedo con el pretexto de comer uvas, pero la supuesta víctima los esquiva una y
otra vez anticipándose a la hora señalada («Lajopúo y el lobo)),pp. 293-295).
Lo hallamos formando la segunda secuencia de la versión del lobo y los tres
cerditos con la que Camarena y Chevalier ilustran el tipo 124 de su Catdlogo ( 0 . c .
pp. 232-233). Así sucede también con el ejemplar que Pascuala Morote recoge en
Jumilla (0.c. pp. 266-268) en el que se combina la peripecia común de los cerdos
holgazanes y el Laborioso con la estratagema de la zorra que para devorarlos los
invita a comer frutas.
Sin embargo otro relato de Jumilla («El i~zarranicoy la :erra». 0.c. pp. 269-
270) está más próximo a la variante de La Hortichuela porque allí no intervienen los
consabidos hermanos del gorrino; aunque bien es verdad que se mantiene el hallaz-
go de un tesorillo en el basurero que permitirá al cerdo construirse una sólida
vivienda. el peso de la acción se desplaza a lo que en los cuentos anteriormente
citados constituye el segundo episodio. En la versión jumillana la secuencia de las
citas de la zorra para atrapar al cerdo son: uvas-higos-agua; en La Hortichuela uvas-
higos-tomates.
Independientemente del evidente lapsus de memoria de nuestra informante cuando
narra el desenlace. este debió diferir de la versión jumillana y de la de Librilla. En
aquellas. el cerdo se desembaraza de la zorra después de aceptar acompañarlo a
beber a una balsa donde la arroja mediante una estratagema. En la nuestra el cerdo
no abandona su vivienda y se limita a prepararla para rechazar la agresión con que
le amenaza la raposa; puede que exista una contaminación con el motivo que
encontramos en las versiones populares de los tres cerditos recogidas en el campo
de Cartagena (J. Ortega. 0.c. no XXII, pp. 109-110) y en Torre Pacheco de la
vivienda protegida por puas.

3 1-32. A.-Th. 124. Camarena y Chevalier 124 (0.c. pp. 232-235); estos reprodu-
cen una versión recogida por J. Camarena entre sus Cuentos tradicionales recopila-
dos erz la proilincia de Ciudad Real, n" 22.
En la bibliografía regional el equipo encabezado por Elvira Carreño recoge un
ejemplar en Guadalupe (Cuentos mucianos, «El cochirzillo y la ,-orra», pp. 31 1-
3 12). con un planteamiento inicial de una camada de cinco cerditos huérfanos que
se reparten la herencia materna, un nudo similar al de Torre Pacheco y un desenlace
en el que se inserta una variante de Aa-Th.l35A*. También encontramos una
versión en la colección de J. Ortega (O.C.,no XXII. pp. 109-1 10) que mantiene la
primera secuencia de La Hortichuela - e l engaño entre los hermanos-. El protago-
nista es el rnedio cerdito que encuentra la fortuna en el mular (jtal vez una contami-
nación con el cuento del medio pollito?) y con ella convence a un labrador para que
le construya una casa rodeada de pinchos. No hay más detalles respecto a la
vivienda. Los aspectos escatológicos desaparecen y el desenlace del lobo con el
trasero empotrado en la casita, arrastrándola como si de un carruaje se tratara.
tampoco está presente -si bien en ella el lobo abandona el propósito de derribar la
casa al pincharse en el culo-.
Pascuala Morote ofrece otra variante a la que ya nos hemos referido (0.c. pp.
266-268). En ella la primera secuencia presenta a tres hermanos cerdos ateridos por
el frío. dos de los cuales fabrican casas con basura. El pequeño descubre un
tesorillo con el que construye una vivienda sin especificar el material y con pinchitos
en la puerta (como en la versión de San Cayetano). Sigue una secuencia que es
evidente contaminación de la historia del marranico y la zorra (véase el cuento no 30
de nuestra colección) que consiste en una serie de citas sucesivas propuestas por la
raposa. Lo cierto es que el conjunto mantiene una coherencia narrativa impecable.
con un esquema que puede resumirse así: oferta de la zorra-negativa del cerdo-
derribo de la vivienda mediante un pedo-la zorra devora al cerdo. En el desenlace
encontramos algunas variantes con relación a las versiones de Torre Pacheco: hay
una secuencia de desventuras para la zorra que se clava un pincho primero en el
culo y luego en los ojos y, cuando a resultas de esto queda ciega, el cerdito acaba
aprovechando para ra-jarle la barriga con unas tijeras y extraer vivos a sus hermanos
(lo que indiscutiblemente evoca el final del cuento de los siete cabritillas).
En las versiones pachequeras que hemos recogido conviene advertir algunas
cuestiones. Por lo que hace a la de San Cayetano nuestra informante duda al
identificar la especie del agresor: en un primer momento menciona al lobo. pero al
fin se decide por la zorra. También vacila al describir la naturaleza de los materiales
con los que construye la casa el cerdo más listo: con inseguridad indica que es de
piedra, pero otra de nuestras contertulias la corrige asegurando que estaba hecha de
hierro. De nuevo hay dudas sobre el destino de los dos hermanos: perecen en la
versión que hemos transcrito pero en la misma conversación otra informante los
hace participar en el desenlace. Tal vez todas estas discrepancias resulten ser con-
flictos narrativos derivados de la combinación en la memoria de versiones tradicio-
nales con otras popularizadas más recientemente.
En la de La Hortichuela comprobamos que la primera secuencia, tal y como aquí
aparece formulada. no tiene paralelos: los dos hermanos mayores no es que escati-
men sus esfuerzos sino que aprovechan los de los otros para construirse sus vivien-
das. Por cierto que la oposición entre los materiales con que estas han sido construi-
das sólo se da entre las de los dos primeros (de idéntica factura) y la del menor. En
esta versión la bolsa de dinero sólo la encuentra el hermano pequeño; en la de San
Cayetano eran los tres y compartían su contenido.
Expresándose con eufemismos la informante elude referirse al pedo: en su lugar
utiliza el verbo soplar. Sin embargo el verdadero carácter del «soplido» queda en
evidencia cuando el cerdo mayor, desafiante. responde a la amenaza del lobo: tírute
tres (los soplos no se tiran, los pedos sí): además, la agresión la hace el lobo con el
trasero y eso explica la prevención del pequeño. claveteando su puerta.
Curiosamente no aparece este cuento en la amplia recopilación de Espinosa hijo.
Tampoco lo incluye Almodóvar, tal vez por la misma razón que deja fuera los
relatos de temática erótica.

33. No hemos encontrado referencias tipológicas ni bibliográficas pero los datos


proporcionados por nuestra informante nos parecen suficientes para consignarlo a la
espera de que otras investigaciones aporten paralelos que puedan confirmar o recha-
zar su existencia en el acervo tradicional. En esta versión, probablemente similar a
las anteriores pero apenas esbozada, llama la atención el número de cerditos que
intervienen en el relato y sobre todo en el desenlace. El motivo de la ceguera de la
zorra sí que lo hallamos en Jumilla (P. Morote, 0.c.. p. 268) y la cojera del
protagonista es un elemento que aparece en el cuento del zurrón que cantaba (ver 53
y 54 de nuestra colección). Tal vez el cuento omitía la secuencia del tesoro oculto en
el estercolero y probablemente la construcción de las viviendas a partir del dinero
obtenido y desarrollaba, en cambio, la del engaño entre hermanos del que sería
víctima el cerdito tullido.

34-35. Aa.Th. 123. Camarena y Chevalier (0.c. pp. 227-230). reproducen una
versión incluida en los Cuentos pol~u1are.sde rrriimoles de la Sierra de Cáciic, no 35,
de J.A. del Río y M. Pérez Bautista.
El cuento. extraordinariamente popular, aparece sin embargo en versiones muy
deterioradas en el municipio de Torre Pacheco. Así, en Las Armeras y en La
Hortichuela hemos obtenido ejemplares incompletos, en Torre Pacheco apenas un
esquema del argumento. en Dolores la seguridad de haberlo oido aunque nuestros
informantes no fueron capaces de reproducirlo. También tenemos una versión en
Balsicas pero sin duda las que se encuentran en mejor estado son las que reproduci-
mos.
A pesar de las circustancias mencionadas, el material recopilado presenta nume-
rosas variantes:
-Por lo que hace a los protagonistas. en todas las versiones son siete los
cabritillos. excepto en una de Las Armeras en la que aparecen tres.
-En el fragmento que poseemos de La Hortichuela el lobo se entrevista con el
molinero para pedirle harina para blanquear sus patas, acción que no se menciona
en la de San Cayetano. En Torre Pacheco la sustancia con que camufla el color del
pelo de su pezuña es el yeso.
-En todas la metamorfosis del lobo afecta a las patas y la voz (por ese orden),
excepto en la de San Cayetano que hace referencia al olor del animal (por cierto,
como en la versión jumillana de P. Morote). En Las Armeras también se menciona
el cambio de color de los ojos por medio de unas gafas.
-En todas la única ocultación que se menciona es la del más pequeño de los
cabritillos que se esconde en la cajita del reloj.
-La de Balsicas resuelve el desenlace de forma diferente a la de San Cayetano:
en esta son las cabras las que arrojan al lobo al río, en tanto que en aquella la sed
lleva al animal a la orilla y al abocarse para beber cae y se ahoga.
En las versiones regionales publicadas hasta el momento los cabritos son siete
también. Así sucede en la de Jumilla (Morote, O.C.,pp. 263-266) y en la de Los
Martínez recogida por Ortega (O.C., no XXIII, pp. 111-112). En la primera se
introducen elementos de raigambre netamente popular como el motivo de la estrella
en la frente que luce el cabrito más pequeño y que evoca la marca distintiva de
algunos personajes de cuentos de encantamiento (la Cenicienta de la versión del
cortijo de Caras de Cagitán -Cieza- o los gemelos de la de (<Larzifia sin bra:os»
de Yecla, ambas de nuestra colección particular. aún inéditas). En esta probable-
mente la cabra deja una contraseña a sus hijos que el narrador olvida mencionar. lo
que explica que cuando el lobo llame a la puerta se acompañe de esta fórmula:

«Soy vuestra rnadre,


que vengo a daros teta
del pezón de la carreta
y las traigo bien llenas.»

(Este elemento aparece explícito en el cuento no 34 de Espinosa hijo. 0.c. vol. 1,


pp. 70-7 1).
La secuencia de metamorfosis en Jumilla es:
-Blanqueo de la pata (lo hace un molinero) -disimula el mal olor con colonia
(como en San Cayetano)- aclara su voz comiendo huevos.
En Los Martínez se invierte el orden:
-Aclarado de la voz- blanqueado de las patas (ambas acciones resueltas en la
posada).
En ambos casos sólo se refiere la ocultación del cabritillo pequeño en la cajita
del reloj. La variante de Los Martínez presenta la singularidad de que son los
leñadores los que rajan el vientre del lobo y extraen las crías que había devorado,
pero tanto en una como en otra el lobo perece al pretender saciar su sed en un pozo/
río respectivamente.
Almodóvar construye su arquetipo 121 con sólo tres cabritas como protagonis-
tas (0.c. vol. 11, p. 5 13). En su análisis del relato este autor asegura que el número
de siete cabritillos procede de la versión de los hermanos Grimm (Cuentos de rlifios
y del hogar, vol. 11, p. 594). De acuerdo con esto ninguna de las versiones murcianas
aquí apuntadas sería genuinamente tradicional, pero podemos objetar que las ver-
siones incluidas en la colección de cuentos castellano-leoneses de Espinosa, recogi-
dos en 1936, hablan de siete invariablemente y si tenemos en cuenta que, según
advertencia de M" Antonia Seijo (traductora y anotadora de la edición de Anaya del
texto de los celebres hermanos alemanes), no hubo versión castellana de esta obra
hasta que se publicara una selección en 1896, parece aventurado suponer que los
motivos alemanes hubieran contaminado ya áreas rurales de nuestro país influyendo
sobre narradores iletrados.
Los textos de Espinosa son sus cuentos no 32 (tomado en Salas de los Infantes.
Burgos), no 33 (Covanubias, Burgos) y no 34 (Pedraza, Segovia) (O.C.,vol. 1, pp.
67-71 y análisis y bibliografía en pp. 457-458).
36-37. Sin referencias bibliográficas.

38. Debe compararse con la fábula de Esopo de «El lobo v la vieja» (Ed.c.. no
158, p. 1 1 1) cuyo texto reproducimos a continuación:
«Un lobo harnhrierzto crndaba bu.scaizdo comida. Citando llegó a una granja
oy6 que una vieja arneiza:uba a un niño que estaba Ilorarzdo con echarlo al lobo si
no se callaha, se puso a esperar creyerzdo que lo decía de verdad. Al caer la tarde,
cor~zoningúri hedlo acoi?zpañaOa a las palabras, se dijo para sí rnientras se mar-
chaba: «En esta grtrrzja la gente dice unas cosas, pero hace otras»».
Otros cuentos de animales. Aunque las referencias son débiles nos ha quedado
constancia del conocimiento de otros relatos protagonizados por animales. Así en
Dolores de Pacheco una informante recordaba un dato del cuento en el que la rana.
tras desafiar a la zorra. gana la competición agarrándose al rabo de la raposa y
saltando por encima de ella al alcanzar la meta (Aa-Th.275; véase Camarena y
Laucirica, O.C..pp. 403-404; también Ortega, 0.c. no XIV, p. 100 y una interesan-
tísima versión con fórmula final rimada en Caprés, O.C.,no 33, p. 186).
Informantes de Dolores de Pacheco y de San Cayetano aseguran haber oido el
cuento del lobo engañado por la zorra (Aa-Th.34). pero es solamente la de esta
última localidad la que puede aportar una dato concluyente que lo verifica: el lobo
cae al agua creyendo que la luna es un queso.

B. LOS CUENTOS MARAVILLOSOS

En la introducción a sus Cuentos al arrzor de la lutnbre, Almodóvar clasifica los


cuentos populares en tres grandes grupos: de animales, maravillosos y de costum-
bres (véanse las pp. 16-20 del vol. 1; también toda la disquisición al respecto en la
obra del mismo autor. Los cueiitos pcipulares o la tentativa de un texto infinito). Su
compartiinentación de la narrativa oral depende, como él mismo confiesa, de los
análisis formalistas de Vladimir Propp y especialmente de la importante contribu-
ción que supuso el descubrimiento de la estructura de 3 1 funciones sobre la que
reposan los argumentos de los cuentos que en el índice de Aarne-Thompson están
tipificados entre los números 300 a 479 (en Morjiología del cuento).
Lo cierto es que, en líneas generales. a la luz de los tipos que se agrupan bajo el
epígrafe de sus C~4erzto.sal alrlor de la lumbre titulado Cuentos n~aravillosos,estos
vienen a corresponderse con los que el índice de Aa-Th. califica como Cuentos
folklóricos ordinarios y que reúne a cuatro subcategorías: Cuentos de magia, reli-
giosos, románticos y del ogro estúpido.
Esto sucede aún más claramente en la obra de Aurelio M. Espinosa hijo cuya
dependencia del índice de Aa-Th. es casi absoluta. El bloque 11 reúne lo que llama
el autor Cuentos de Encantamiento, subdividido a su vez en: A) Adversarios sobre-
naturales: B ) Esposos y otros parientes sobrenaturales; C ) Tareas y ayudantes sobre-
naturales; D) Objetos mágicos y E) Varios (donde incluye relatos que para Almodóvar
debieran integrarse entre los Cuentos de costumbres. como los de la subcategoría
que elabora de niños en peligro. o entre los acumulativos y disparatados que coloca
entre los cuentos de animales).
Más recientemente Camarena y Laucirica inauguran su Catcílogo til?ológico del
cuento folklórico español con el volumen dedicado a los Cuentos maravillosos. Sin
empacho alguno colocan en esta categoría los cuentos del índice de Aa-Th. más las
variantes especificamente hispanas, comprendidos entre los números 300 a 749.
Esto es, todos aquellos en los que de una u otra manera está presente algún elemento
sobrenatural. Este es el criterio que nosotros vamos a mantener para la colección de
cuentos de Torre Pacheco, sin pretender por eso restar valor a la categoría forniula-
da por Vladimir Propp.

39. Camarena y Chevalier caracterizan el tipo [650D] con los elementos


argumentales que aquí encontramos distribuidos en la secuencia inicial. en la que se
narran las características del protagonista y los esfuerzos de unos y otros para
deshacerse de él, y en la que sirve como desenlace donde se describe el final de
pp. 659-
Pedro Catorce atrapado por el hombre de pez ( 0 . c . Cue~ztost~zarcri~illo.so,s,
66 1 ).
Sin embargo el núcleo del relato, con el encuentro con los singulares compa-
ñeros. la ocupación de la casa del demonio. el combate y persecución a los
infiernos y el rescate de las jóvenes encantadas, corresponde a Aa-Th.301B. el
popular «Junrl el Oso». para Almodóvar «el paradigma de los cuentos maravillo-
sos» en el sentido que cobra esta categoría de acuerdo con los trabajos de Propp
(vease el análisis que le dedica en Cuentos al amor de lcr lunlhre, vol. 11. pp. 560-
561, y el arquetipo que elabora, vol. 1. no 4. pp. 65-69). Camarena y Chevalier
pp. 24-
(Catálogo tipológico del cuento.folklórico español. C u e ~ z t onlarcri~illosos.
~
33) también ofrecen un ejemplar de este tipo procedente de la colección recogida
por el primero en Castilla la Mancha (Cuentos tradicionnles recopilcrdos en In
proilincia de Ciudad Real. no 44).
Por otro lado el apelativo que recibe el protagonista en la versión de Roldán
coincide con el que tiene el personaje principal del cuento que ilustra el tipo 650A
en el Catálogo de Camarena y Chevalier (0.c.. pp. 654-658). relato recogido en
Ciudad Real y precisamente emparentado con el [650D] en el que hallanlos las
secuencias inicial y final de nuestro ejemplar.
Alusiones remotas al cuento de Juan el Oso tal vez puedan encontrarse en textos
del Siglo de Oro; así lo cree Chevalier (0.c.. no 3 1. pp. 55-57) cuando interpreta la
exigencia que hace el caballero en el episodio de la Cueva de Montesinos (D.Quijote.
2" parte, Cap. XXII) de un esquilón atado junto a la soga por la que piensan
descender a la sima como un guiño al público conocedor de la misma estratagema
en el cuento popular. También la encuentra en la Noi-eln n Marcin Leo~icrrduen la
que Lope. al referirse a una hazaña de Guzmán el Bravo. dice que hizo fabricar
(<unasporras de a cuatro arrobas» que manejaba con gran facilidad.
Espinosa hido presenta tres versiones (no62, 63 y 64, 0.c. vol. 1. pp. 100-109 y
análisis y bibliografía en pp. 466-467) recogidas respectivamente en Villadiego.
Salas de los Infantes y Gumiel del Mercado. localidades burgalesas. En la primera
de ellas existe un elemento que no se encuentra en las otras dos pero sí en Roldán:
son tres las princesas que debe rescatar (dos en la localidad pachequera) tras los
sucesivos combates contra el diablo y las formas animales con las que se presenta
(toro y serpiente), similares a las de la versión de Salas (toro-gigante-serpiente) pero
distintas de la de Roldán (león-tigre).
En la región hemos recogido en Caprés un par de versiones (0.c. no 37 y 37 bis.
pp. 188-189). una de las cuales es especialmente canónica y presenta los elementos
habituales del tipo 301B. con la excepción del origen de Juan el Oso. En nuestra
colección particular figura también una inédita anotada en Puerto Lumbreras que
conserva la secuencia del rapto de la doncella por el oso, el nacimiento del protago-
nista y la fuga de la cueva; pero a partir de aquí se enlaza con episodios confusos de
entre los que ocasionalmente destacan elementos que corresponden al cuento de
Juan el Oso, como la mención de una porra que pesa cien toneladas, el combate con
el diablo y la oreja mutilada, pero todo esto envuelto en un contexto de rivalidad
entre los compañeros que se incorporan (Perul, Quevedo y Cazaliebres) y ofrecen
sus recursos de engaño o habilidad para justificar su ingreso en el grupo.
Pascuala Morote recoge un cuento en Jumilla que está emparentado con el de
Juan el Oso aunque presenta variantes notables en las secuencias iniciales. En
«Guarrinillo)>(0.c.. pp. 235-240) el rey. celoso de sus tres hijas, las encanta y
luego, arrepentido, decide ofrecer el reino a quien las libere. Acuden tres hermanos
y a partir de aquí el relato entronca con la secuencia de Juan el Oso del descenso al
inframundo, el combate con los adversarios (toro-león-anciano) en el curso del cual
tiene lugar la mutilación de la oreja del último de sus rivales, el abandono de los
hermanos. la fuga de su prisión utilizando el mágico recurso que le ofrece la oreja
amputada y el reconocimiento y triunfo del héroe. Pero en el cuento jumillano hay
una secuencia incorporada en la que el protagonista debe viajar para localizar el
remedio que cure al rey enfermo, lo que supondrá un nuevo enfrentamiento con los
hermanos que se salda con el éxito definitivo de Guarrinillo.
En cuanto al tipo [650D] al que pertenecen como hemos dicho la secuencia inicial
y final del Pedro Catorce de Torre Pacheco, el motivo del combate con el hombre de
pez se encuentra en los cuentos castellano-leoneses de Espinosa hijo no 77 y 78 (0.c.
vol. 1, pp. 163-165 y bibliografía en pp. 472-472). Éstos son variantes del tipo Aa-
Th.326 en el que el protagonista desea saber qué es el miedo y viene a descubrirlo
sobresaltado al recibir. mientras duerme. las salpicaduras de agua que le arro-ia un pez.
(si bien el motivo específico de la captura por el muñeco de brea, K741, aparece en el
índice de Aa-Th. en el no 175. tipo protagonizado por un conejo).
J. Díaz y M. Chevalier también ofrecen un ejemplar vallisoletano del mismo
cuento (0.c. no 10, pp. 34-35 y análisis y bibliografía en pp. 114-115).
En la región una versión de [650D] recogida en Molina de Segura y protagoni-
zada precisamente por Pedro Catorce, aparece en la colección de Cuentos Murcia~zos
de Elvira Carreño (0.c. pp. 39-40).
Almodóvar ha construido con este el arquetipo 66 (0.c. vol. 11. pp. 345-347;
deben leerse las interesantes consideraciones que apunta en pp. 579-580 sobre la
naturaleza ambigua del protagonista -¿malvado o marginado del orden social?- y
su hipotético carácter simbólico traducido en una estructura híbrida entre Juan el
Oso y Juan sin Miedo).

40. Evidentemente se trata de la secuencia inicial de Pedro Catorce. Nuestro


informante advirtió que, previamente a la decisión de eliminarlo aplastándolo en el
fondo del pozo, sus adversarios habían realizado otras maniobras en las que fracasa-
ron. No podemos descartar la posibilidad de que funcionase de forma independien-
te, dado el carácter humorístico del desenlace.
Una referencia hallamos tal vez entre los cuentos de Caprés; Pepe «Mollejas>,
nos cuenta allí la historia de un matrimonio sin hijos que pide al Cielo que le
conceda uno aunque sea de piedra (motivo T548.1). Satisfecho su deseo el hijo los
arruina (motivo C758.1), aunque el informante no especifica cómo, y los padres
deciden matarlo arrojándolo a un pozo y cegando la boca con piedras. El muchacho
las aprovecha para salir y matar a sus progenitores (O.C., no 38. pp. 189- 190).

4.1. Probablemente estamos ante una versión corrupta de Aa-Th.563. Camarena


y Chevalier ilustran este tipo con un ejemplar procedente de la colección de Espino-
sa hijo (véase la bibliografía que los primeros adjuntan en el Ccrtúlogo, pp. 561-
562). Nuestra informante nos proporcionó, tras relatarnos este cuento, algunos datos
confusos y fragmentarios respecto a cierto cuento de tres hermanos a quienes
alguien (?) obsequia con una mesa mágica. un burro y otro objeto que no puede
precisar. Debe formar parte de una variante del que reproducimos por cuanto en una
secuencia posterior los tres acuerdan seguir caminos diferentes y encontrarse en un
castillo en el que aquel que más se hubiera enriquecido en el periplo pediría la mano
de la hija del rey.
Si comparamos esta versión deteriorada con la castellano-leonesa que Espinosa
obtiene en Fuenteodre -Burgos- (0.c. vol. 1, no 1 27, pp. 283-285 ). la que J. Díaz
y M. Chevalier encuentran en Valladolid (0.c. no 15. pp. 42-45), las dos de Morote
en Jumilla (0.c. pp. 250-254 y 256-258). la de Beniaján y la de Molina de Segura
(Cuentos murcianos, «El burrico que andaba y vor?zitabadob1one.s~.pp. 192-132 y
«Porra conzponte*, pp. 138- 135, respectivamente), advertimos cómo en todas los
objetos mágicos son tres: el burro que caga duros, la mesa que se llena de viandas
con sólo decir «mesita componte» y el garrote que golpea al escuchar la fórmula
«palo sal del saco», excepto en una de las de Jumilla (pp. 256-258) y en Molina
donde la mesa es sustituida por una servilleta y en esta última además no se
menciona al burro y sí a una jarra.
La forma en que estos objetos llegan a manos de los protagonistas no es nunca
por herencia sino corno salario ajustado con el amo tras un largo período de servicio
(Espinosa), como recompensa por una acción generosa (J. Díaz) y a veces incluso
como un obsequio (Morote. ambas versiones). En la versión vallisoletana y en una
de las jumillanas el donante es San Pedro; en la molinense unos ladrones que se
apiadan de la triste condición del protagonista, padre de familia miserable que busca
fortuna.
En el esquema narrativo de este tipo es habitual que los protagonistas, cuando
regresan a su casa tras haber cumplido el tiempo fijado de servicio, se alojen en una
posada donde los dueños reemplazan el preciado objeto mágico por otro vulgar. En
la versión de Espinosa las víctimas del trueque son los dos hermanos mayores.
Finalmente y con la ayuda del palo son castigados los posaderos y recuperados la
mesa y el asno.
En nuestra versión algunos detalles nos hacen sospechar la existencia de secuen-
cias similares: así llama la atención que en la primera posada en la que se detiene el
protagonista pide al burro «una mesa llena de manjares)),exigencia que habitual-
mente va dirigida a la mesa o el mantel mágico. Por otro lado, en esta ocasión la
estancia en la posada no tiene otro motivo que mostrar la capacidad del asno para
responder a las peticiones de su amo; la escena resulta completamente superflua.
como las entrevistas con los hermanos que se niegan a alojarlo. Todo sugiere que la
informante ha olvidado, al menos, la secuencia de la mesa-mantel o bien que ha
contaminado con ella este relato.

42. Aa-Th.780 precedido de Aa-Th.55 1.


Almodóvar fabrica con su argumento el arquetipo no 27 (0.c.. vol. 1, «Laflor del
Lililcí», pp. 155-176). Decide incluir una secuencia en la que al encuentro con la
anciana agradecida siguen pruebas y obstáculos para el héroe: romper un huevo
contra una piedra negra y penetrar en el jardín que guarda un león cuando duerme y
es vulnerable cuando la fiera tiene los ojos abiertos.
Espinosa hijo registra tres ejemplares de este relato en Castilla-León que coloca
entre los cuentos ejemplares religiosos, subclase B: no puede ocultarse la verdad
(0.c.. vol. 1, no 202, « L a s tres bolitas de oro», Sieteiglesias, Valladolid, pp. 4 1 1-4 12;
no 203, Covarrubias. Burgos. pp. 41 3-414; no 204, «Laflor del Barandul», Nava del
Rey, Valladolid. pp. 415-41 8) y cuyo argumento se desarrolla en forma similar a la
versión de Roldán.
También lo recoge J. Díaz (O.C., no 19, «Las tres naranjas de oro>),y no 20, «Las
tres holitas~.pp. 52-55) pero aquí se combina con una primera secuencia en la que
aparece un donante (varón barbado en el no 19 y la Virgen María en el no 20) que
premia la amabilidad del hermano que a la postre será asesinado obsequiándole con
las tres bolas de oro.
En el Etnocuentón (no 33. «La flor del lirio azul», pp. 76-77) el rey convoca a
sus tres hijos para que encuentren la planta y resuelvan así el problema de la
herencia. El menor la consigue y perece a manos de su hermano mayor, quedando
exonerado de toda culpa el mediano.
En la región J. Ortega lo incluye en su colección del campo de Cartagena (O.C.,
«La.flor del Lilolá)), no VI, p. 87); esta versión, conseguida en La Aljorra, precisa
que la anciana de la que obtiene información el protagonista es un hada disfrazada.
Carmen Nicolás también la recoge en su breve recopilación de cuentos muleños
(O.C., no 3, «La flor del Lilolá*. p. 80); en esta variante el motivo de la búsqueda de
la misteriosa planta es la consecución de la herencia del reino y el auxiliar 3 u e
presta una ayuda imprecisa- es un enano y no una vieja.
Otro ejemplar anotado en Lorquí (Cuentos nzurciarzos. «Lcr jlor ciel Lirzoralu, pp.
69-71 ) contiene una motivación idéntica a la del cuento de Mula. aunque el auxiliar
vuelve a ser la anciana; incluye además una descripción del árbol que porta la flor
(cierto naranjo) y la peripecia del castillo en el que se encuentra y que el protagonis-
ta debe abandonar antes de que suenen las doce campanadas de media noche. La
resurrección del mozo tiene lugar de forma oscura y en el cuento se alude a una
identidad (?) entre la caña colocada sobre la tumba del muchacho y la mujer que le
ayudó.
En Torre Pacheco junto con la versión transcnta hemos registrado en San Cayetano
algunas variantes muy deterioradas.

43. Aa-Th.3 10.


Conocido por varias informantes de las Armeras (Carmen y Soledad) llega a
nosotros mutilado. Recuerdan vagamente que la cautiva cantaba desde lo alto de la
torre una copla en la que se lamentaba de su secuestro y anticipaba la llegada del
príncipe liberador.
Evidentemente faltan las secuencias 111 y IV del esquema argumenta1 apuntado
en el índice de Aarne-Thompson (O.C., p. 55) que relatan el castigo del infractor (la
ceguera) y su curación merced a las lágrimas de la esposa.
En cualquier caso no podemos garantizar que el cuento sea genuinamente tradi-
cional. Almodóvar no ha querido incluirlo en su colección de arquetipos. El Ccrtálo-
go de Camarena y Chevalier sólo apunta la existencia de un tipo que sería una
variante particular del de Aarne y Thompson y al que adjudican el número [3 10b]
(O.C., pp. 58-66). Aunque los autores advierten en la bibliografía que una versión
del nuevo tipo descrito estaría presente en la colección de Cuerztos inurcicrnos con
un ejempjar anotado en Ceutí («Lucerito», pp. 49-50), en nuestra opinión este
corresponde claramente a Aa-Th.3 10.
44. Aa-Th.7 15. Debe consultarse la bibliografía que ofrecen Camarena y Chevalier
en su Catcílogo. y compararse con la versión euskera que seleccionan para ilustrar
este tipo (O.C.,pp. 737-743).
Espinosa hijo recoge un par de versiones con alguna variante sobre la que
comentamos (O.C.,vol. 1. no 146, «El pollo que fue a cobrar un real», Cervera del
Río Pisuerga, Palencia y no 147, El pollito. Sepúlveda, Segovia, pp. 495-496). Por
ejemplo, en 146 la secuencia de seres que encuentra y que luego transporta en
su culo es: lobo-raposa-mar, y las ejecuciones que prevee el rey y que el pollo
frustra con sus aliados son: ser coceado en la cuadra, picoteado en el gallinero y
quemado entre cien carros de leña. En 147 la secuencia es arriero-garduño-río-toro,
y los suplicios provocados tras el robo del trigo por el arriero serán similares a los
anteriores salvo por un amago de fusilamiento que estorba el toro.
En la región lo encontranios entre los Cuentos nzurcianos, en una versión anota-
da en Cartagena en la que el pollo logrará la complicidad de un río de agua, otro de
piedra, un lobo y un avispero y con ellos evitará la muerte en el horno. en la tinaja,
pisoteado por un rebaño de borregos o ahogado en el orinal del rey (O.C.,pp. 351-
352). También entre los cartageneros de J. Ortega (O.C.,no XII, «El nzedio pollito»,
pp. 96-97), un ejemplar deteriorado por la ausencia de la condena del rey, aunque
resulte implícita en el desenlace, y entre los jumillanos de P. Morote, que, como en
la antología de P. Guerrero y E. Carreño, lo incluye entre los cuentos de animales
(0.c.. «El niedio pollic.o», p. 276).
Almodóvar, que lo convierte en su arquetipo no 131 (O.C.,vol. 11, pp. 547-5423),
también lo agrupa en la misma categoría que Morote y le concede cierta importan-
cia al concebirlo como una (<síntesisde todos los cuentos populares», por esa
presencia de elementos propios de los cuentos de animales, de los maravillosos e
incluso de los de fórmula que. por otro lado, explica la diversidad de criterios
clasificatorios (pp. 596-597).
Versión muy similar encontramos entre los Cuentos nzarroquíes de R. Gil y
Mohammed Ibn Azzuz (no 1, «El medio pollo», pp. 87-89; la secuencia de auxiliares
será: zorra -que devora las gallinas-, lobo -que devora a las cabras-, León
- q u e acaba con las vacas-, arrieros 3 u e cargan con el cereal- y río - q u e
apagará el fuego del horno-).

45. Aa-Th. 1 164D y Aa-Th. 1 164.A [K2325]. Esta clasificación lo incluye entre
los Cuentos folklóricos ordinarios. en la subclase de cuentos del ogro estúpido.
Puede compararse con dos ejemplares recogidos por Afanasiev en su colección de
Cuentos populares rusos. anotados en la región de Vólogda («Cuentos de la
rnujer rnari~.tzcrndoizu»,no 433 y 436, publicados en el vol. 111 de la edición
española. pp. 246-2423). Aquí se combina un planteamiento semejante al de Aa-
Th. 1365A (el que nosotros recogemos en TP. 209) con el tema del pacto entre el
hombre y el diablo.
Ausente de los repertorios castellanos consultados, encontramos un ejemplar en
la Rondallística de Joan Amades (no 220. «úr sogrcr del ditrble,), pp. 726-729).
Aunque no hemos incluido en nuestro trabajo las referencias a la colección del
insigne folklorista catalán, haremos una excepción en este caso dada su singulari-
dad. El texto en cuestión, anotado en Barcelona en 1918. presenta dos secuencias la
primera de las cuales es una variante sobre las versiones rusas y la de Torre
Pacheco; aquí una mujer increpa a su hija, molesta por las frecuentes visitas de sus
pretendientes, deseándole que la corteje el diablo. Al poco la muchacha casar'a con
un novio misterioso del que La suegra sospecha sea el galán que le invocara en mal
momento. Por ello aconseja a su hija que cierre puertas y ventanas de la cámara
nupcial, riegue el lecho con agua bendita y agite una rama de olivo bendecida; la
joven obedece y su diabólico cónyuge intenta escapar por el agujero de la cerradura.
pero al otro lado de la puerta le aguarda la suegra con un frasquito de cristal donde
lo encierra, ocultando la ampolla en el piso de una cueva. Años después buscará
refugio en ella un pastor -aquí se inicia la segunda secuencia- y hallará el
recipiente; el diablo negocia con el muchacho su liberación, dispuesto a traicionar-
lo, y le ofrece la posibilidad de tratar con el rey el exorcismo de la princesa a la que
se dispone a poseer. Una vez en el cuerpo de la joven el diablo se resiste a
abandonarlo, esperando que el rey ejecute al pastor. pero este hace sonar todas las
campanas de la ciudad y cuando el demonio le pregunta por el motivo, le advierte
que repican para celebrar la Llegada de su suegra.
Camándula es probablemente uno de los ejemplares más interesantes de la
colección; nuestro informante aseguraba habérselo escuchado a su abuelo Nicolás.
lo que parece garantizar su raigambre folklórica. En principio nos desconcertó la
referencia geográfica de Hungría y el mismo nombre de Camándula que parecían
aportar connotaciones exóticas impropias de la tradición popular. Sin embargo
Camándula es una voz castellana que designa la marrullería. astucia e hipocresía.
condiciones todas ellas que cuadran a la perfección con las características que se le
suponen al protagonista. Existe el verbo camandulear que designa la acción de
ostentar falsa o exagerada devoción y también inclinación a contar chismes y el
camandulero es el hombre hipócrita y embustero. Testimonios recogidos en Santa
Rosalía y Torre Pacheco revelan que se empleaba como sinónimo de gandul. des-
ocupado.
Al comentarle el motivo geográfico. nuestro amigo D. Antonino González Blan-
co, Catedrático de Historia Antigua en la Universidad de Murcia, ha sugerido que la
localización del relato en Hungría puede relacionarse de alguna manera con la
asociación tradicional de este país con los gitanos, a los que con frecuencia se ha
llamado húngaros, etnia vinculada en el concepto de la mentalidad popular con los
comportamientos propios del camandulero. En cualquier caso el nombre apunta la
condición de país remoto y legendario que cuadra bien a la naturaleza del lugar en
el que transcurre una acción esencialmente fantástica.
46. Aa-Th.366 (Cuentos de magia: adversarios sobrenaturales).
Es muy popular en España. Espinosa hijo registra once versiones con variantes
que afectan a los nlotivos por los que la niña o la mujer recurren a tomar la víscera
de un muerto. la relación de parentesco (a veces es la del padre o la madre difuntos),
la extensión y los detalles del desenlace, etc. (O.C., vol. 1, no 94 a 104, pp. 206-221).
También lo encontramos en la recopilación de J. Díaz (0.c.. no 12, «La asadura
(le1 muerto)). pp. 37-38). en el Et~zocuerztóncon un planteamientos original en el que
es una anciana la que, para reponer la comida que ha consumido. acude al cemente-
rio y roba a la Muerte la asaura («El muchachico del Castillo)). pp. 72-73), y
convertido en arquetipo por Almodóvar (O.C., vol. 11, no 94, pp. 430-431. entre los
Cuentos de miedo).
En la región está registrado en la colección de P. Morote. con un ejemplar en el
que la esposa apurada echa mano de la asadura de un difunto para poder preparle la
cena al marido (0.c.. «Lcr crsadurcr del nzuerto», pp. 204-206) y en la de Cuentos
nzurciaizos. con una versión recogida en Molina de Segura que tiene a la niña
irresponsable como protagonista y que no conserva el estribillo rimado («Lee asadu-
r c t ~pp.
, 259-260).

47. Boggs 83 1 *B.


Espinosa hijo ha recogido varias versiones en Castilla-León: no 175 y 177,
registradas en Sepúlveda, Segovia (0.c.. vol. 1, pp. 378 y 380 respectivamente). La
primera narra cómo el amo de una cabrita la encuentra lejos de su casa, la carga a
cuestas y. cansado, cerca del pueblo se pregunta por la hora; la cabra le responde.
Resulta ser una bruja que acto seguido se esfuma. El argumento es similar a 176,
recogido en Medina del Campo. Valladolid (0.c.. vol. 1, p. 379).
En 177 echan en falta un cordero; encuentran uno y lo acercan a un hilandero
donde se encuentran las mujeres hilando en torno a un fuego. Entonces se escucha
una VOL por la chimenea: K, Que I?crces,Lucas .')N El cordero responde: « Vierzdo hilcrr
a estas putas)). y desaparece. Espinosa advierte que aquí el cordero puede represen-
tar al diablo en forma de animal (Thompson G303.3.3) y entonces se trataría de una
variante de Boggs 83 1 *B.
En el Etnocuerztón encontramos un ejemplar idéntico al de Roldán excepto en la
fórmula final con la que se resuelve (no 1 14, «;Y nzbs que te pesaré!», p. 293).
Los Cuentos r~zurcianosincluyen una versión recogida en Puente Tocinos en la
que el encuentro con el diabólico borrego es propiciado por la infracción que
comete el protagonista del tabú de Viernes Santo («La Pascua de Resurrecciórz,,.
pp. 377-378).
P. Morote anota un relato similar en Jumilla (O.C., «La mufieca demonio)), p.
206). Una niña tiene una muñeca preciosa a la que dedica todas sus atenciones; un
día le pregunta: .(,Qciieres tostones:'» Responde la muñeca: «No tengo dentonesa.
Resulta ser el demonio.
En Caprés (O.C.,no 39, p. 190), la variante recogida sustituye el cabrito por el
mulo. Al ir a coger al equino este mira al hombre y le pregunta: «,Son tu.7 dier7te.s
conlo los míos?»
Puede compararse con la versión norteafricana de los Cuentos nzarroquíes de
R. Gil y Mohammed Ibn Azzuz (no 45, «El taleb y el geí~io)).pp. 122-123): pero
aquí el espanto que provoca la exclamación del chivo queda desplazado por el
humor al que conduce la serena respuesta del campesino que le asegura que será
«una buena cena para los tolbau (letrados).

48-49.Aa-Th.1676B. El índice lo encuadra en la serie de chistes y anécdotas.


subclase de el hombre estúpido; pero dada la naturaleza a menudo dramática de su
desenlace y el contexto narratjvo en el que solía formularse (cargado de misterio y
con tintes efectistas para acentuar el terror que pretendía producir), y teniendo en
cuenta también que en última instancia el relato quiere advertir sobre las funestas e
inevitables consecuencias de jugar con lo sagrado. creemos que se trata de una
variante del tipo descrito por Aarne y Thompson y nos hemos decidido poi- integrarlo
en este grupo de relatos en los que lo sobrenatural está presente de alguna manera.
Martínez Ruiz lo anota en un volumen singular que, sin pretensiones científicas
pero de forma amena y rigurosa a un tiempo, recoge aspectos de la cultura popular
de la Vega Media (De boca a oreja, «Valeíztíí~er iialerzt(jn)).pp. 7 15-2 17).
Carmen Nicolás Marín lo incluye entre las leyendas muleñas (0.c. no 8. p. 86)
dejándose llevar por el elemento historizante de la referencia cronológica.
Pese a no aparecer en otras recopilaciones nos consta que tiene una enorme
popularidad.

50. Relacionado con Aa-Th. 1676 cuyo tipo aparece caracterizado en el índice
como andanzas del bromista que finge ser fantasma y es castigado por la víctima.

5 1-52. M. Chevalier (O.C.,no 39, «El duende carifio.so», pp. 72-73) cita un texto
de las Conledias de Álvaro Cubillo de Aragón («Entre los sueltos cnhallo.s». suelta,
s.1.. s-f.. f.8) en el que el personaje, Galindo, cuenta la historia de uti cortesano
madrileño cuya casa está habitada por un duende; decide entonces trasladarse a
Valladolid y ve bajar por la escalera a un pequeño fraile con las alforjas al hombro
-el duende-, por lo que reconsidera la utilidad de su marcha y opta por quedarse
en Madrid.
Espinosa hijo recoge un ejemplar de este relato practicamente idéntico a los que
ofrecemos (0.c.. no 39. «El duende cariGo.so)),p. 385 y bibliografía en p. 506).
J. Ortega lo ha registrado en Fuente Álamo (O.C.,no XXVIII. «El duende que
lleva los cedazos)),p. 1 1 8; comenta paralelos centroeuropeos en pp. 13- 15).
Juan Jordán y J.A. Iniesta lo incluyen en su recopilación de Le!wzclcrs Creen-
cias de la Cor?iarcade Hellíiz-Tobarrtr (concretamente en el capítulo 2.4 dedicado a
Brujas, seres sobrenaturales o sobrehumanos, pp. 34-36; citan la obra de Flores
Arroyuelo. El diablo en Espcrfia. donde este recoge un poema de Ayala y Guzmán
similar al reproducido en el texto de Chevalier y apuntan el carácter mágico del
cedazo presente en ritos populares de adivinación).

C. N I Ñ O S EN P E L I G R O

53-54.Aa-Th.3 1 1 B*.
M. Chevalier demuestra que este relato ya era conocido en el s. XVII puesto que
Correas introduce en su Vocabul~rriocle refranes (p. 372a) el dicho: ~Cclnta,zurrón,
ccrrztrr; si no, darte tzc uncr puñada. (0.c.. no 33. «El zurrólz que cantaba)), pp. 59-
61). Chevalier. siguiendo el criterio de Aarne y Thompson, lo clasifica entre los
Cuentos de magia. tal vez teniendo en cuenta un elemento que aparece unicamente
en la versión de Fernán Caballero en la que los animales introducidos en el saco
para sustituir a la muchacha insultan al raptor con voz humana (Cuentos, oraciones,
adiijinns J r<frcrriespoyulnres e infanti1e.s. pp. 220b-22 1 b).
Espinosa hijo registra tres versiones en el área de Castilla-León que encuadrará
entre los Chistes y anécdotas (0.c.. vol. 11, pp. 269-273 -no 365 en Sieteiglesias.
Valladolid, no 366 en Covarrubias, Burgos y no 367 en Mota del Marqués. Vallado-
lid-). la última de las cuales presenta un desenlace original en el que el secuestra-
dor regresa. prende fuego a la casa y perecen todos sus moradores. Lo encuadra en
la categoría de Éxito por casualidad.
Frente a los cuentos de Torre Pacheco destaca en los de Espinosa que en
ninguno de ellos está tan patente el conflicto entre las hermanas ni en el desenlace
el ajuste de cuentas resulta tan contundente.
Altnodóvar construye con este argumento el arquetipo no 62 (O.C., vol. 11, %El
:icrrujil que carltrrhcr)).pp. 33 1-333). incluyéndolo entre los Cuentos de costumbres.
en el subapartado de Niños en peligro.
En la región goza de popularidad. Además de las versiones transcritas, en Torre
Pacheco hemos anotado un ejemplar en la capital del municipio y otro en Roldán. y
algunas vagas referencias en Dolores de Pacheco. En Cuentos niurcinnos se inclu-
yen dos versiones; la que procede de Beniaján («El zurrón que carzta),. pp. 145-146)
tiene en el planteamiento el motivo de la niña que olvida en la fuente un regalo de
su madre. los zapatos. La de El Raal («Lcr cojica del Peral», pp. 147-148) es
idéntica a las versiones pachequeras. Para los recopiladores se trata de Cuentos de
costumbres.
J. Ortega lo registra en Balsapintada (O.C., no X, «El hombre del saco., pp.
92-93): P. Morote lo recoge en Jumilla. agrupándolo en la categoría de Cuentos
realistas o costumbristas. dentro de la subclase de los relacionados con la mujer,
el matrimonio y la familia en general (0.c.. «El zurrón que canta)). pp. 143-144)
y Gómez Ortín en el NO. (0.c.. no 13. «El crrballero y el saco». pp. 182-183).
J. Martínez Ruiz publica un texto muy similar a los pachequeros (0.c.. c k r
cojica del peral», pp. 137-140).
Tenemos un ejemplar, en nuestra colección inédita de cuentos yeclanos. en el
que aparece el elemento de la joya olvidada inserto en la canción que la cqjita se ve
obligada a repetir ante la amenaza de su raptor (en este caso se trata de un rosario de
plata). motivo que relaciona esta versión con la de Fernán Caballero. las castellano-
leonesas y la murciana de Beniaján. Se trata de una injerencia curiosa porque. salvo
en la retahila de la muchacha, no se encuentra en la secuencia inicial donde el
motivo de la captura es. como en Torre Pacheco, la incursión en un peral vecino
para robar.
También en Puerto Lumbreras hemos registrado una versión (inédita).

55. Aa-Th.327A. No tenemos referencias en las recopilaciones folklóricas que


hemos manejado ni lo encontran-los en el Catn'logo de Camarena y Chevalier.
Sin embargo Almodóvar lo incluye entre sus arquetipos; con este argumento ha
construido el no 63 (O.c.,vol. 11, pp. 334-335), con protagonistas a los que llama
Periquín y Periquina, que encuadra en el ciclo de Niños en peligro, dentro de los
Cuentos de costumbres. Pero también se relaciona con el no 35. este incluido entre
los Cuentos maravillosos (O.C., vol. 1, pp. 251-255), semejante al de Hansel y
Gretel de los Grimm y que incluye algunos elementos mágicos: del horno donde se
consume la malvada bruja surgirán dos lebreles que proporcionarán alimento a los
muchachos y una fórmula aprendida de labios de un anciano les ayudará a deshacer-
se de los enemigos que se cruzan en su camino. Almodóvar advierte en el comenta-
rio que dedica a este relato (O.C., vol. 11, pp. 576-577) que la versión maravillosa
cuenta con el protagonismo del niño y en la «profana>,con el de la niña.

56.Aa-Th.700.
Se trata de un ejemplar muy deteriorado en el que se ignora el motivo del
nacimiento maravilloso del héroe y no están presentes los incidentes que se consta-
tan en la mayor parte de las versiones. En este sentido puede consultarse el texto
tipo que ofrece Almodóvar (O.C., vol. [l. no 61. «Garbcincito», pp. 327-330) o el de
Camarena y Chevalier en su catálogo (O.C., pp. 696-698). que no es otro que el no
158 de los Cuentos populares españoles de Espinosa; pero también los ejemplares
recogidos por su hijo en Castilla-León (Espinosa hijo, O.C., vol. L, no 133. «El
piojillo y el mono de pez», Roa. Burgos, pp. 300-301; no 134. «Cahecitcr [le ajo*.
Sieteiglesias, Valladolid, pp. 303-305; no 135. .El conlino», Sepúlveda, Segovia,
pp. 305-306). el de Joaquín Díaz en Valladolid (O.C., no 16. pp. 45-48) o el de
Enlilia Cortés en Nerpio (O.C., no 12. «Coino una cabeza de crJos»,pp. 87-90). En
líneas generales todas estas narraciones comparten el episodio en el que el pequeño
lleva la comida a su padre conduciendo un asno metido en su oreja. el enfrentamien-
to con los ladrones, el laboreo de la tierra y la ocultación por una boñiga de vaca, el
rescate y un nuevo enfrentamiento con una banda de forajidos a los que arrebata el
botín.
En la región aparece entre los Cuentos rnurciarzos un ejemplar recogido en La
Ribera de Molina, practicamente idéntico al de Las Armeras («Garbancito»,pp.
15 1 - 152) y también entre los jumillanos de P. Morote (O.C., «Garbarzcito»,pp. 144-
145).

D. CUENTOS NOVELESCOS

57.Aa-Th. 1645.
M. Chevalier (0.c.. no 21 1 , «El tesoro erz casa», pp. 346-347) cita una versión
de Luis de Pinedo (Liherfacetiarum. f. 131 v.). En ella el protagonista sueña con un
tesoro escondido en la Puerta de la Aceite de Sevilla y lo descubre realmente en su
huerta de Méi-ida bajo una cabra de piedra. Añade otra de Ambrosio de Salazar
(Tesoro de diverscr lición, pp. 195-199) que ambienta la anécdota en Cataluña.
protagonizada por un tal Marcus de los Marcuses; la similitud de esta última con
nuestra versión es aún mayor puesto que el ensueño lo lleva junto a un puente
próximo a Narbona. Curiosamente el verdadero cobijo del tesoro. que naturalmente
se encuentra en su propia residencia. aparece bajo la escalera del hogar y consiste
también en una cabra y un cabrito de oro a los que identifica con ídolos de los
gentiles. Por tanto no es un dato irrelevante el apunte de nuestro narrador respecto
a la cabra que casualmente duerme al pie de la piedra de molino que oculta el
tesoro.
C. Gonzalez Sanz también registra este relato en el área de Aragón (O.C.,p.
127).
Todos los autores mencionados incluyen el cuento en la categoría de accidentes
afortunados. Sin embargo, desde mi punto de vista los aspectos del relato que
aluden al destino. vinculado a la revelación en el sueño, apuntan más bien a su
inclusión en el ciclo de los cuentos maravillosos.
Por otro lado, el cuento está relacionado con la leyenda muleña que publica
Carmen Nicolás (O.C., p. 85): en una casa del Balate había una cabra. Un día el amo
se encuentra con un peregrino que le inquiere por la casa del Balate en la que una
cabra come en un pesebre. El peregrino le advierte que en el pesebre hay un tesoro
en un pellejo de toro. Lo encuentra y lo comparte con él.

58.Aa-Th.879.
Espinosa hijo recoge dos versiones castellano-leonesas que incluye entre los
Cuentos novelescos, siguiendo el criterio del índice de Aarne-Thompson (O.C.,
vol. 11, no 225 y 226 -ambas con el mismo nombre, «La mata de albahaca»-,
registradas respectivamente en Sieteiglesias, Valladolid y en Retuerta, Burgos.
pp. 2 1-25).
Almodóvar construye con este argumento el arquetipo no 95 (vol. 11, «úrrnata
de albahaca», pp. 433-438). clasificando el relato entre los Cuentos de costun~bres,
en el apartado de Rarezas de príncipes.
En realidad. tal y como aparece planteado en San Cayetano (también nos cons-
tan referencias en Balsicas y Roldán) podríamos haberlo incluido entre los cuentos
de cortejo porque, ausentes el elemento del rango del novio y los otros episodios
que aparecen en las versiones de Espinosa, queda reducido a una anécdota de
despecho en una relación de pareja.
El arquetipo de Almodóvar se inicia con una secuencia en la que sc describe la
situación de tres hermanas a las que su padre apenas les permite salir a la calle;
alternativamente riegan una mata de albahaca (similar a Espinosa hijo 226). El
episodio siguiente corresponde, salvo por el rango del novio, al de San Cayetano (y
también a Espinosa hijo 225 y 226), pero a este se encadena la respuesta del
príncipe que, disfrazado de encajero, cambia a la moza una puntilla por un beso y
luego incorpora esa acción rimada al diálogo que mantiene cada noche con la
muchacha ( ~ Y2el beso del encajero/ estuvo malo o estuvo bueno?» -en Espinosa
hijo 225 y 226 el beso lo obtiene el príncipe cuando entrega a la joven un dedal de
plata que ha perdido-). La reacción de esta, aprovechando la enfermedad de su
pretendiente, consiste en hacerse pasar por médico para curarle metiéndole un
rábano por el culo, circustancia con la que replica en verso a la chanza del encajero
cuando vuelve a tener ocasión (así mismo en Espinosa 225 y 226).
Espinosa 226 termina aquí, lo que por otra parte no supone más que prolongar
con más anécdotas el tema del pretendiente burlado; pero en el no 225 y en el
arquetipo de Almodóvar se añade una secuencia en la que el padre de las muchachas
será obligado por el rey a cumplir unos requisitos absurdos (presentarse vestido y
desnudo a un tiempo, ir montado y a pie y acudir a palacio con sus tres hi-jas
doncellas preñadas) que resolverá hábilmente la protagonista. Este episodio corres-
ponde a Aa-Th.875. Sólo el arquetipo de Almodóvar incluye la secuencia IV de
Aa-Th.879 en la que el príncipe. tras casarse con la joven. planea matarla para
vengarse pero ella se salva poniendo en su lugar una muñeca de azúcar.
En la región hay anotado un ejemplar en Cehegín que coincide con Espinosa
226. si bien en el planteamiento se describe una familia compuesta por la madre y
tres hijas que emigran a la ciudad y se hacen vecinas del príncipe quien, para
seducir a la protagonista, se disfraza aquí de quincallero (Cuentos rnurciarzos, «La
sefiorita de las Albadacas~,pp. 271 -273).
Una versión muy completa de este relato se encontrará entre los Cuerztos nlarro-
quíes de R. Gil y Mohammed Ibn Azzuz (no 118, «ú-1 hija del carpirztero o la
albahaca», pp. 179- 182).
59.Aa-Th.844.
En la bibliografía manejada sólo encontramos una referencia: la del Catn'logo
til~ológicode cuentos aragoneses donde González Sanz incluye este tipo Únicamen-
te para señalar la existencia de versiones literarias (O.C., p. 100).

60.Aa-Th.980B.
M. Chevalier reproduce un texto del Portclcuetztos de Timoneda para demostrar
su presencia en el folklore del Siglo de Oro (O.C., no 77. «La escudilla del viejo)),p.
133. En los repertorios contemporáneos el autor sólo cita un ejemplar de los Cuen-
tos cle Lugo (no 64).
Directamente emparentado con este cuento está el anotado por Mohammed Ibn
Azzuz en Wad-Ras (Cuentos i~itrrr~quíe~s, no 65, «LA nzujer v su suegra)), p. 1 38).

6 1 .Aa-Th.980C.
Bibliografía sobre algunas versiones orales en el área aragonesa en González
Sanz (0.c.. p. 105).
De la antigüedad de este relato da fe una versión de Timoneda en su porta cuento.^
que recoge M. Chevalier entre sus cuentos del Siglo de Oro (0.c.. no 78, «Piedad
,filial». p. 134). En la bibliografía que proporciona este autor tan sólo señala una
versión gallega (Contos de Lugo. no 6 3 ) y otra portorriqueña anotada por Mason
( « Porto-Ricrrn Folklore. Folktules. ». no 6 1 , JAF. XLII, 1929).

62-63. Aa-Th.982.
M. Chevalier (0.c. no 79, p. 135) cita un texto de Timoneda (Buen aviso, no
26) en el que un anciano compungido por el mal trato que recibe de su hijo y
nuera recurre al consejo de un amigo: este le propone la argucia de llenar un arca
de arena y que. usando unas cczstellanas de latón. finja por la noche que cuenta
dinero encerrado en su habitación. Efectivamente cambian sus deudos de actitud.
A la muerte del anciano abren la caja y encuentran arena y un poema escrito que
dice:
«Por el bulto, peso y soiz
que tle ti, urca, hu salido,
.fui lzonrado y i?tnnteizido
11 vuelto erz rni po.tesióiz.
En el norte de Marruecos R. Gil y Mohammmed Ibn Azzuz anotan una versión
similar (Cuentos mnrrocluíu.s, no 75. «Dos ilr'jos iizgratos», p. 145).

64.Aa-Th.927.
En la región contamos con dos ejemplares de nuestro archivo particular (inédi-
tos), recogidos en Puerto Lumbreras y Yecla. practicamente idénticos.
65-66. No tenemos una referencia bibliográfica precisa. El acertijo suele ser un
elemento destacado de los Cuentos maravillosos, la prueba que debe superar el
héroe frecuentemente para obtener el objeto mágico con el que resolverá la carencia
que ha provocado su marcha, o bien la herramienta de la que se servirá para obtener
su propósito. En la cuentística popular española podemos encontrarlo por ejemplo
entre los arquetipos de Almodóvar (0.c.. vol. 1, no 23, «Laaclii~ina~zcade1 pastoi.,,.
PP. 151-155).
Pero el acertijo en sí mismo constituye también el tema principal de una catego-
ría de cuentos que en el índice de Aarne-Thompson aparece subsumida en el
apartado de Cuentos románticos o novelescos.
Espinosa hijo recoge varios ejemplares (O.C.,vol. 11. no 262 a 264) de una
adivinanza popular que nosotros también hemos registrado en San Cayetano y de la
que tenemos dos versiones:

A) «E1 boticario y la hija,


el médico p su mujel;
partieron nueve naranjas
y todos tocaron a tres».

B ) «El padre cura y su hermano,


el médico p la mujel;
llei~abnrzcuatro naranjas,
todos partieron a tres».

El folklorista norteamericano las considera variantes de Aa-Th.927

67. C. González Sanz propone incluirlo en el índice de Aa-Th. como 115951


(O.C.,p. 127).
M. Chevalier lo recoge en su repertorio de cuentos folklóricos presentes en la
literatura del Siglo de Oro (O.C.,no 8 1 , «El niño listo». p. 137) y cita un pasaje de
Correas (Vocabulario de refranes. «Tú que pitas, piturcís», p. 508a). A continua-
ción recoge un fragmento de La Gaviota de Fernán Caballero donde. en diálogo
entre madre e hijo este último evoca el cuento; en el texto de Correas son los hijos
los que le piden al padre regalos sin ofrecerle dinero. en tanto que en el de la
escritora del XIX serán los vecinos los que le hagan los encargos, como en Torre
Pacheco.
Puede compararse también con un ejemplar recogido por Tomás García Figueras
en su antología de Cueiztos de Yehcí, donde reúne material folklórico procedente del
mundo árabe que tiene a este personaje como protagonista. Concretamente el texto
al que me refiero es el no 3 17 de esta colección. «El que me dio rlinero que toque su
pito».
E. CUENTOS PIADOSOS

68-69-70-7 1 . Estos breves relatos de carácter etiológico, como los dos que
siguen en nuestra colección, son enormemente populares. Con varios de ellos cons-
truyó Díaz Cassou un extenso cuento en el que revelaba los motivos, vinculados a la
Historia Sagrada, por los que los animales perdieron la facultad del habla inteligible
que habían poseido en el pasado: en él recoge dos causas de esterilidad de la mula:
porque se comió la pa-ja del pesebre de Belén en lugar de calentar al niño con su
aliento. como hiciera el buey o porque derribó a la Virgen (Pasionaria murcia~zcc,
pp. 233-234). En Caprés hemos recogido una versión similar a la de Balsicas (O.C.,
no 32. p. 186).

72. Incluida por Díaz Cassou en el cuento al que aludíamos en la nota anterior
(Pasionaria nzurcinrza, pp. 233-234). la anécdota también la recogemos idéntica en
Caprés (O.C., no 32. p. 186). En El Etnocuentón encontramos una variante que
explica la ausencia de extremidades en las culebras como castigo divino impuesto
por el creador cuando el reptil, a la pregunta: «¿vas a hacer el mal, culebra:.'»,
responde: «tocio el que pueda» (no 102. p. 243).

73. Sin referencias bibliográficas. En Puerto Lumbreras recogí en 1985 una


versión de boca de D. Francisco Miravete Martínez en la que, junto a lapsus y
divagaciones espurias, se encadenan tres episodios:
a ) En el primero la Virgen huye con el Niño, perseguida por los judíos. Se
refugian tras una retama pero esta se abre permitiendo a los perseguidores descu-
brirla y entonces increpa a la planta: «;Así te veas tan amarga corno yo me veo!»
b) Llegan junto a unos romeros y les pide auxilio. Crecen hasta ocultarla. Los
perseguidores confunden la cabeza del Niño con una flor de romero.
C ) Llega hasta una fuente de agua no potable y los pastores le advierten al
respecto. La Virgen pone la cruz en el nacimiento y aparecen multitud de chorros de
agua que vienen de la sierra abajo (seguramente nuestro informante, perturbado por
la certeza de haber cometido un error al referir este episodio, añade en un comenta-
rio a posteriori que el gesto de María no había sido el de santificar el agua con la
cruz sino el de extender el manto sobre la roca del desierto).
También en Puerto Lumbreras Antonio Muñoz Cárceles nos ofrece una versión
similar. aunque en esta la planta amable es el baladre (adelfa) que se mantiene
cerrado cuando la Virgen le reclama auxilio.

74. Sin referencias bibliográficas.

75-76. El tema de la conformidad con la voluntad divina aparece en el cuento V


de la Literatura tnurciana de P. Díaz Cassou (« jConformiá! ...Que Dios sabe lo que
se hace», pp. 93-98) en el que San Pedro reprocha a Cristo varias negligencias: no
bendecir los gusanos del hombre que atiende su requerimiento de agua fresca, no
castigar en cambio al que se la niega y permanecer irnpasible ante la escena en que
el recaudador de impuestos deshaucia a una pobre mujer cuyo marido agoniza y
posteriormente muere; Cristo se justifica revelándo a Pedro que el primero era un
prestamista usurero, que el desabrido era un pobre deudor y que el difunto ha
muerto oportunamente confeso y comulgado y que su viuda e hijo serán recogidos
por un pariente cura.
P. Morote incluye un ejemplar jumillano en una categoría de Cuentos religiosos
que describe como narraciones que expresan la necesidad de confiar en la Providen-
cia divina (0.c.. ((Cuando el Señor iba por el nzuntio», pp. 1 1 8-1 20). El texto en
cuestión consta de dos secuencias: la primera corresponde a Aa-Th.752C" (#El
sembrador descortes*), es decir al no 77 de nuestra colección. La segunda es una
variante del que comentamos: Cristo encuentra a una mujer haciendo media y
cuando el Señor se interesa por su labor, responde que si no trabaja no come y
rechaza que Dios pueda ayudarle. Cristo la castiga haciendo que no pueda terminar
la prenda por mucho que trabaje. En otra casa están almorzando; al preguntarle por
la comida responden que Dios proveerá.

77.Aa-Th.752C*.
Espinosa hijo recoge una versión en Fuentelapeña, Zamora (0.c.. vol. 1, no
183, «Chirzas se le volverán», p. 391: aún lo clasifica como variante de Aa-
Th.750B).
Hemos hecho referencia en el comentario al cuento anterior del relato jumillano
que registra P. Morote (0.c.. pp. 118-120). Tanto en este caso como en el del
ejemplar de Espinosa, existe en ellos una segunda secuencia. ausente en Torre
Pacheco, en la que Cristo interroga a otro labrador que le responde amablemente y
al que premia diciéndole que vaya a por la hoz porque la mies habrá crecido de
forma milagrosa.
Sin embargo en Caprés el episodio del campesino descortés se combina con el
del blasfemo (Cristo ve en la blasfemia un signo de fe), aunque en el texto recogido
existen datos que advierten sobre la eliminación del incidente visto en los textos de
Zamora y Jumilla (O.C., no 3 1, pp. 185-186).
El esquema argumental que emplea C. González Sanz para describir este tipo en
su Catálogo (O.C., p. 97) ofrece una variante: la protagonista es la Virgen en su
huida a Egipto.

78.Aa-Th.774G.
Tanto el esquema argumental del índice de Aarne y Thompson como la versión
jumillana que recoge Pascuala Morote (O.C., «San Pedro y las higueras», pp. 11 6-
117) tienen en común el protagonismo de San Pedro y el hecho de que la decisión
divina de conceder las dos cosechas a la higuera dependa de la incapacidad de
aquel para exponer abiertamente sus preferencias por la viña. La versión que
incluye Sánchez Pérez en su antología (Cien cuentos populares españoles, no 7 ,
.Las orejcis dr Sctn Petlro», pp. 4-5) explicita que en la elección manifiesta del
apóstol cabe una doble intención: por un lado eludir los reproches del Maestro en
el caso de haberse decidido por la viña; por otro esperar que al mostrar su
predilección por la higuera, que no le gustaba nada, el Señor hiciera desaparecer
esta planta de la faz de la tierra.
P. Díaz Cassou recogió una variante que explica por qué las higueras están libres
de plagas y por contra las viñas sufren tantas (Literatura murciai~a.Cuento.sNo IV,
«La scrlú e' lri iguerlr y las plagas é las biñas*, pp. 89-91 ).

79. Aa-Th.774k.
Aunque está ausente del Catálogo til,ológico de cuentos folklóricos aragoneses
de Gonzalez Sanz y tampoco lo hemos localizado en ninguno de los otros reperto-
rios que hemos manejado para este trabajo, resulta ser una clara transposición al
contexto cristiano de una fábula del mundo clásico que narra Valerio Babrio. En ella
un marino que sobrevive al naufragio de su embarcación se queja del comporta-
miento de los dioses que por culpa de un impío han condenado a muchos inocentes;
entonces le muerde una de las numerosas hormigas que pululan sobre el suelo en el
que está tendido e irritado aplasta con el pie a muchas. Hermes aparece y le hace el
riiismo reproche que Cristo a Pedro (Fn'bulas de Babrio, no 117 , según la edición de
Javier López Faca1 para Ed. Gredos, pp. 368-369).

80.Aa-Th. 1366A".
Entre los Cuerztos de Yehcí el no 95. «Dame dos burros*, presenta esta trama:
Yehá pide a un Caid que. como recompensa por sus favores, decrete que cada
hombre que tema a su esposa le entregue un burro. Asombrado por el número de
asnos que recoge, el Caid se entrevista con Yehá y le pide cuentas de su viaje.
Yehá menciona a cierta bella mujer y el Caid toma precauciones para que esta
conversación no sea escuchada por su cónyuge y entonces el pícaro le pide dos
burros.

8 1 . Aa-Th. 1 830.
Chevalier cita una curiosa versión del siglo XVII recogida entre las Sentencias
fi'losofi'ccts de Luis Galindo en la que un farsante que se hace pasar por mago
promete a los campesinos que hará llover cuando lo deseen. Afortunadamente para
él aquellos no se ponen de acuerdo (O.C.,no 234, ((Conciérte~zse lloverá», p. 387).
En Jumilla recoge Pascuala Morote un interesante ejemplar en el que un ángel
se aparece a las fuerzas vivas del pueblo (alcalde, secretario, maestro) para anun-
ciarles la oferta divina de concederles la lluvia cuando les parezca oportuno. Las
discrepancias entre ellos sirven para que el ángel reflexione sobre la iinposibili-
dad de dejar la cuestión en manos humanas (0.c.. «Nunca llueve a gusto de
todos», pp. 120-122).

F. CUENTOS DE TONTOS

82. Se trata de una variante de Aa-Th. 1693 (el tonto que realiza los encargos
literalmente).
Aunque tiene cierta relación con algunos cuentos de Espinosa hijo (0.c.. vol. 11.
no 370 a 372, pp. 279-285), los paralelos más directos los encontramos entre los
cuentos de Jumilla de P. Morote. Así, en «El tonto y la criada» (0.c.. pp. 153-155)
la secuencia de la «harina voladora» aparece inserta entre episodios que correspon-
den a variantes de Aa-Th. 1681.
También hallamos la misma anécdota en una narración registrada en Javalí
Nuevo (Cuentos murcianos, «El hijo tonto v el hijo listo», pp. 247-249). donde se
combina singularmente con Aa-Th.1535V (el protagonista engaña a un pastor ha-
ciéndole creer que lo llevan a casar con la hija del rey -TP 132, 133 y 134-) y con
el motivo K404.1 (los rabos de cerdo amputados y sembrados en el lodazal -TP
135-).
Por lo que hace a la segunda secuencia del cuento de Torre Pacheco, está
directamente emparentada con el argumento del no 369 de Espinosa hijo (0.c..
vol. 11, «El hijo del pastor va a misa*, pp. 277-279, recogido en Frama, Santander;
en la bibliografía -p. 527- Espinosa lo describe con el tipo Boggs * 1690). Puede
verse también en un ejemplar de los Cuentos Anticlericales cotilpilados por Antonio
Lorenzo Vélez (concretamente el no 35, pp. 132-134. registrado en Madrid de una
informante procedente de Valdepeñas de Jaen) y en el Etnocueiztón no 92 ( « M a s que
boda, bodón*, p. 235).
En La región esta secuencia la recogió P. Díaz Cassou en sus Leyendas rnurciai7a.s
(«El Chuscarraiquio en misa», pp. 25 1-259).

83. Boggs *1690. Corresponde exactamente a Espinosa hijo no 369 (ver nota
precedente).

84-85. Aa-Th. 1833.


Chevalier reproduce un par de textos de autores del Siglo XVII (0.c.. no 236.
« i Q u é dice David?». p. 389. fragmentos correspondientes a obras de Melchor de
Santa Cruz y Garibay). Cuentan ambos la anécdota del obispo que envía a su criado
vizcaino para que pida fiado al carnicero David una asadura; tras solicitarla el
sirviente regresa en el momento en que el obispo predica con preguntas retóricas:
«;Qué dice David?/Que jura a Dios que no dard osrrduro ni bofes si primero no
pagas».
En realidad los ejemplares de Torre Pacheco son una variante para la que
podemos proponer el tipo [Aa-Th.183311: resulta idéntica a la que registra P. Morote
en Jumilla (O.C., «El caí~lpesinova al pueblo a corlzprar patatas», pp. 193- 194).
El desenlace de la versión de Santa Rosalía se asemeja al texto que publica
Martínez Ruiz para la Vega Media (De boca a oreja, «Los chínquili chúnquili». pp.
33-34).

86. Aa-TH. 1833. Es particularmente similar por el desenlace al ejemplar de


Caprés (O.C., no 3, p. 163).

87. Aa-Th. 1355B.


M. Chevalier (0.c.. no 120, p. 197) recoge un par de ejemplares incluidos en
obras de autores del s. XVIl que corresponden exactamente al tipo descrito en
Aarne-Thompson.
Con el ama y el cura como protagonistas A. Lorenzo Vélez incluye un texto en
su antología de Cuentos Anticlericales (no 5. «La burra perdidu», p. 87, anotado en
Navarredonda. Madrid ).

88. Tal vez una variante de Aa-Th. 1355B («El hombre escondido debajo de la
cama»).

89. Inserto en el ciclo de las anécdotas que ocurren al tonto y su esposa (Aa-
Th.1405-1429), está especialmente relacionado con Aa-Th.1411". descrito en el
índice en estos términos: «El esposo culpa a la mujer por no tener hijos. Esta atrapa
un cuervo y lo viste de niño. El hombre está feliz. El cuervo se va volando. El
hombre exclama: -¡Que crezcas y vivas en el cielo!».
Espinosa hijo recoge una versión en Cuellar, Segovia (O.C., vol. 11, no 310, «El
pcc.\tor Gorgurlcldforo». pp. 172-173) ajustada en esencia al argumento de Aa-
Th. 141 1" salvo por la identidad del animal que sustituye al hijo prematuro que es
aquí un gato.
Un ejemplar practicamente idéntico al de San Cayetano se recoge en el
Etnocuentón (no69, «El pastor que acababa de casarse*, pp. 174-175). En Murcia
tenemos registrada también una versión en Caprés (O.C., «El leñador tonto y el hijo
tuuerto», pp. 16 1 - 162).
Proponemos incluir esta variante en el índice de Aarne-Thompson con el núme-
ro 1412".

90-9 1. Aa-Th. 169 1 . Boggs. 1363"A.


Espinosa hi.10 registra una versión muy similar en Morgovejo. Riaño. León, que
incluirá entre los Cuentos de matrimonios (O.C., vol. 11. no 299, «El herinano listo y
el herinnno tonto», pp. 159- 161).
También aparece en el no 37 1 combinado con Aa-Th. 1696. que le precede. y con
168 1B y 1653A que le siguen («Juan el tonto)),pp. 28 1-284, Burgos).
P. Morote recoge también un ejemplar en Jumilla (O.C., «El heri?zarzo toilto y el
listo que va a casarsea, pp. 145-147). con la particularidad de que en este el tonto
rompe el cántaro donde se le atoró la mano en el culo de la novia. y no en el de la
suegra, como en las versiones de Espinosa y en la de Coy, en el campo de Lorca
(primera secuencia de «El hermano listo y el hermcrno tonto)). cuento.^ ri~urcirrrio.~.
pp. 25 1 -253), o en el de la abuela como en Dolores de Pacheco.
Contamos con otras dos versiones deterioradas anotadas en San Cayetano y
Torre Pacheco.

92-93. Aa-Th. 1696.


Espinosa hijo recoge dos ejemplares (O.C., vol. 11, no 370, «De urlli fi~ne~qa,
medio celetnírz)), pp. 279-280. anotado en Pedraza, Segovia y no 37 1. ((Juarz rl
tonto)>.pp. 281-284, en Burgos).
En la región aparece en una versión de la pedanía de El Esparragal, en Puerto
Lumbreras cuento^ murciano~,«El rziiío irzfeli:~.pp. 241-242). También lo registra
J. Ortega en la sierra de Mazarrón (O.C., no XXIV. «Perico el tonto». pp. 1 13- 1 14)
y P. Morote con dos variantes (0.c.. ((Celenzíny nzedio. medicr,filnegcr»,pp. 149- 15 1
y «El hijo tonto)).pp. 15 1 - 153).
Habitualmente el contexto no es el del cortejo; en Espinosa 370 las impertinen-
cias las comete un hombre o un niño que ha sido enviado al molino por su esposa.
o por su madre como en las versiones de El Esparragal, jumillanas y mazarronera.
Solo en Espinosa 37 1 y en el arquetipo de Almodóvar (O.C., vol. 11. no 87. pp. 406-
4.10) encontramos el mismo motivo que en los cuentos de Roldán y Santa Rosalía.
Por otro lado, suele aparecer combinado con otros relatos. como en Espinosa
370, donde el desenlace es Aa-Th. 168 1, y en 37 1. donde se incluyen elementos
de Aa-Th. 1685, 168 1 y 1653A; en Jumilla el desenlace del primer relato es Aa-
Th.1586, y el del segundo, como en el texto de Ortega parecen variantes de
1681.
En Santa Rosalía nuestro informante no pudo precisar la forma en que se
conectaba la anécdota del arca apaleada para que camine (Aa-Th. 129 1A) por lo que
tal y como aparece en la versión reproducida es solamente una propuesta.

94-95. Sin referencias bibliográficas.


Pese a su identidad, ambas versiones cuentan con una carga semántica tan
distinta que incluso nos hace dudar a la hora de incluirlas en el mismo ciclo.
Mientras en la narración de protagonistas masculinos la inexperiencia del novio y
sus absurdas reacciones constituyen la esencia cómica del relato (es la anécdota de
un tonto), en la segunda la actitud de la novia no merece comentario sarcástico -su
comportamiento es el que debe esperarse en una recien casada honesta y, en todo
caso. simplemente se exagera-: aquí el elemento cómico se carga sobre la suegra
avispada, bien dispuesta a aprovechar las circustancias.

96-97. Sin referencias bibliográficas.

98. Aa-Th. 1676B.


El carácter cómico de este relato lo distingue netamente de aquellos aparente-
mente iguales pero con un contexto narrativo siniestro que hemos encuadrado entre
los cuentos con elementos mágicos o maravillosos (ver nota a TP. 48-49). De hecho
una versión practicamente idéntica a la del texto de Santa Rosalía tenemos en el
Etnocuentón 125 («El sustre Y el espino)>.p. 300). También puede compararse con
la que presenta Sánchez Pérez entre sus Cien cuentos populares españoles (no 41.
((El ,scr.stre y lu z a r z u ~ pp.
. 39-40).

99. Similar a Aa-Th. 1332C*. El índice describe así el argumento de este tipo:
<<Cuandosale el tonto para traer al doctor, la esposa cambia de parecer. Llega hasta
el doctor para avisarle que ya no necesita venir.» (0.c. p. 233).
Con un argumento idéntico al del índice puede verse Cuentos de Yehá, no 196.
~Ailisoal médico».
Proponemos insertar esta variante en el índice de A m e y Thompson con el
número 1332D*.

100. Sin referencias bibliográficas.

101. Aa-Th. 1242A.


M. Chevalier ( 0 . c . . no 92. «La carga partida)), p. 159) cita un fragmento
de la obra de Lope de Vega, La obediencia laureada (111, Acad. N., XIII, p.
164b) en el que cierto personaje comenta una costumbre de indios que por no
cansar a sus caballos llevan la leña encima de sus hombros, «caballeros en
ellos».
En la región J. Ortega recoge un ejemplar en Lobosillo idéntico al de Roldán
(0.c. no XXVI, p. 1 16).
Compárese con la versión recogida entre los Cuentos de Yehá (no 144, «Hav que
ser compa,sivo con los animales»).

102- 103. Aa-Th. 1682.


Una versión idéntica entre los Cuentos de Yehá (no 159, «Cuando murió va se
estaba acostumbrarzdo»).

104- 105. Aa-Th. 1682". A pesar de ser muy popular, no aparece registrado en los
repertorios españoles que manejamos.
Sin embargo sí está presente entre los Cuento.~de Yelzcí, si bien aquí la sustancia
empleada para estimular los esfuerzos del asno (y más tarde la velocidad del
arriero) es la sal de amoniaco (no 140, «Ln irzjluencia de la strl de arnonirlco erz las
personas y en los aniniales))).

106. Aa-Th. 1288A.


M. Chevalier (O.C., no 96, «La asnada de Gálve:». p. 163) recoge un ejemplar
que utiliza Correas en su Vocabulario de refranes (p. 18 1 ab) para ilustrar el origen
de esta expresión.
También lo tenemos anotado en Santa Rosalía.
Puede compararse con la versión norteafricana recogida por García Figueras
entre sus Cuentos de Yehá, no 252, .¿Son ocho los burros o nueve.')))

107-108. Aa-Th.1215.
Se trata de un tema esópico que no aparece recogido sin embargo en la edición
que manejamos. En la Edad Media D. Juan Manuel lo incluirá entre los E.renzplos
con los que adoctrina Patronio al Conde Lucanor (El Conde Lucanor, Exemplo 11.
pp. 83 a 88 de la edición de Alfonso 1. Sotelo para Cátedra).
M. Chevalier le sigue la pista entre la producción del Siglo de Oro (O.C., no 91.
«Por el decir de la gente)), pp. 155-158) y reproduce el relato de Sebastian Mey
(Fabulario. no 1, «El labrador irzdiscreto»), un texto de Lope de Vega (extraido de
la obra Con su pan se lo coma, 11, Acad. N . IV, pp. 319b-320a) y otro más de
Jerónimo de Alcalá Yáñez (procedente de El donado hablador, 1, IV, de la edición
de Ángel Valbuena y Prat, La ~ z o ~ ~picare.sca
ela e.spuriola, p. 1224).
En la tradición oral regional consta una versión recogida por P. Morote en
Jumilla (O.C., «El padre, el hijo y el burro,), pp. 141-142).
Puede verse la versión recogida por García Figueras en los Cuer~toscle Yehá (no
60. «Es imposible contentar a todo el mundo))),y también la de R. Gil y Mohammed
Ibn Azzuz en Cuentos marroquíe.~.no 93, «El hombre y su hijo)),p. 158.

109. Sin referentes bibliográficos. Tenemos una versión recogida en Roldán


pero que no transcribimos por estar más deteriorada y que ofrece alguna variante
argumental: en ella dos españoles llegan a Francia; en el lugar donde se alojan piden
de comer y les sirven unas sopas claras. Para la cena las sopas son más claras aún.
Por la mañana uno se ve forzado a envolver sus excrementos en un papel (?) y se
dirige con semejante paquete al mercado. Alguien (?) lo pesa y al deshacer la
envoltura y descubrir su contenido propina una paliza al propietario. Regresan a
España y hacen su valoración negativa del modo de vida de los franceses.
El tema corresponde al ciclo de las vicisitudes del campesino en la ciudad al que
pertenecen también Aa-Th.1339D (véase TP 1 1 2 y 113) y los cuentos no 6 y 7 de
Caprés (O.C.,«El baturro emigrante))y «Los campesinos van a la ciudad))).
110-111. Aa-Th.1309 (este índice incluye el cuento en el ciclo de chistes de
tontos).
J. Díaz y M. Chevalier recogen un ejemplar en la provincia de Valladolid (O.C.,
no 25. <(Elsastre y las guirlcln.s». pp. 62-63) cuyo argumento es el siguiente: tienen
la costumbre de convidar a un sastre a las bodas y en el camino este encuentra una
carga de cerezas: come algunas y orina en las demás, confiado en el ágape que le
espera. Pero la boda se suspende y el sastre, hambriento, va escogiendo al regreso
las guindas en las que cree que no cayó la orina y acaba comiéndolas todas.
Curiosamente Chevalier asegura en el análisis (p. 133) no haber leido este cuento en
ninguna colección del área hispánica.
El Etnocuentón incluye una versión de Fuente Álamo en la que el arriero acude
al mercado con la esperanza de obtener grandes beneficios de la venta de sus
mercancias, por lo que se permite despreciar los higos y arrojarlos al culo del burro
(no 130, ((Elarriego y los higos)),pp. 3 13-3 14): así planteado es evidente la relación
del tema con el de las fantasías de la lechera.
En la región está presente entre los Cuentos inurcianos un texto recogido en
Molina de Segura («Pa el culo del burro)), pp. 285-286), con un planteamiento
similar al de Fuente Alamo de Albacete (el hortelano acude al mercado a vender sus
cebollas). Lo incluye Martínez Ruiz en su hermoso texto sobre cultura oral de los
pueblos de la Vega Media (0.c.. «Er tino der Gasparico», pp. 41-43). También
aparece en la recopilación de P. Morote (O.C.,«El leñador y los higos)),p. 192) y en
la de J. Ortega, con un ejemplar anotado en Las Palas (O.C.,no XXVII, «El burro y
los higos)),p. 1 17), idénticos a las versiones de Torre Pacheco. En este municipio ha
sido particularmente popular pues a las versiones que transcribimos hay que añadir
algunas, más deterioradas, registradas en Roldán, Balsicas y La Hortichuela.
Compárece con la versión árabe de la antología de García Figueras en la que el
protagonista se deshace precipitadamente de los trozos de melón que, parcialmente
consumidos. arroja a un estercolero (Ci.rentosde Yehá, no 177, «Nada le ha ocurri-
do»).

112. En el área de la Vega Media del Segura encontramos un ejemplar idéntico


pero resuelto con menos gracia recogido por Martínez Ruiz (O.C.,«Ir por pana ...y
salil escaltrDrno». pp. 39-40).

1 1 3. También anotado en Caprés (O.C.,no 5 , «El dependiente*, p. 164).

1 14-1 1S- 1 16. Aa-Th. 1628. El esquema argumenta1 que aparece en el índice dice
así: «Cuando sale del seminario, un hijo que sólo habla latín, finge haber olvidado
su propio idioma. Cuando un rastrillo lo golpea en la frente, grita en su propia
lengua «;Ra.strillo corztlenado!». No lo hemos encontrado en los repertorios que
manejamos.
En el repertorio pachequero el protagonista es un soldado recien licenciado,
excepto en una versión de Santa Rosalía que no transcribimos en que se trata de un
estudiante.

117. Sin referencias bibliográficas.

1 18. Sin referencias bibliográficas.

1 1 9- 120. Sin duda relacionado con Aa-Th. 1 339D («Los campesinos en la ciu-
dad piden una porción completa de mostaza. Se queman»).
En Caprés recogemos una variante similar (O.C.. «Los campesinos van a la
ciudad», pp. 165-166).

121. En El Etnocuentón (no 77, «La orgullosa», pp. 188-189) encontramos un


ejemplar con una sola protagonista que marcha a Madrid para refinar sus modales y
allí adquiere la sortija, los zapatos y los pendientes. Al regresar al pueblo advierte
que las amigas no se percatan de sus abalorios y prendas y entonces señala a una
araña, muestra el zapato para matarla y mueve la cabeza al tiempo que afirma que
sus hermanas son tontas, lo que nos hace sospechar que, como en San Cayetano, son
tres las presumidas y que en el planteamiento hay un fallo de memoria.

122 a 128. Aa-Th.1698 (Chistes y anécdotas, subclase de El hombre estúpido).


M. Chevalier recoge varios ejemplares en la literatura del Siglo de Oro (O.C., no
221, «Los cinco sordos». pp. 354-365): uno compilado por Emilio Cotarelo en su
Colección de entremeses (pp. 843-847) en el que los cinco miembros de una familia
de sordos caen en malentendidos cuando creen oir de los otros lo que esperan que
estos les digan. También proporciona otras tres variantes extraidas del Vocabulario
de refranes de Correas: en una de ellas la justicia interroga a un sordo que, camino
de su casa, lleva varios productos («-Hombre, ;traes crrmas .'?/-Urz cardo y dos
manzanas./-¿Es de veras?/-Y de sebo las velas./-Juro u tal que os lleve preso./
-Rábanos y queso.», p. 170a, y similar la que cita a continuación Chevalier que
corresponde a Correas, p. 382b); en otra un vecino interroga a una mujer en la
puerta de su casa («-¿Cómo estáis casada?/-Barriendo y regando cada nlañana./
-¿Cómo estáis os digo?/-A la aceña fue nii marido./-, Vos trasoides.'/-Una
hanega y dos celemines./-¿Sois sorda?/-Buena y gorda./-j Válate el diablo con
la mujer!/-Dios vaya con él. M, p. 433b).
Espinosa hijo, que los incluye en la categoría de cuentos de tontos. ofrece tres
versiones (O.C., vol. 11, pp. 304-307): en el no 383 (Matabuena, Segovia,) un
labrador sordo ve venir a dos jinetes e imagina las preguntas que le harán (el tamaño
de su parcela, qué simiente ha sembrado, la profundidad del pozo, si es casado, si es
suya la yunta y por donde se va al pueblo). Naturalmente las preguntas son otras y
ESTLIDIO
(.OhlPAR-\TI\O »E LOS ( I F Y T O j DF T O K KP~(.HE(.o
~- 26 1

deviene el disparate (K- ;Dios guarde a usted buen amigo!/-;Desde aquel mojón

,hasta este!/-; Y si le dieran a comer cagajones?/-Tres esportillas de aquellas!/-


Y si le nzetit;rr1r7iosel injá por el culo?/-;Hasta el nudo!/-¿ Es puta tu mujer?/-
;Y dos hijas que tengo, también!/-; Y si se le murieran las dos vacas?/-Y otra que
tengo en casa tantbién./-2 Y si se le lle\~aranlos delnonios?/-Esa cuesta arriba.))).
Puede verse también el no 384, recogido en Cervera de Río Pisuerga, Palencia y el
385. anotado en Peñafiel, Valladolid, y que resulta ser variante del que hemos
comentado de Cotarelo.
Precisamente una variante de este último es la que incluye Pascuala Morote en
su colección jumillana («Lossordos», O.C., pp. 188-189) con la que abre el capítulo
que llama de protagonistas con defectos físicos.
En Cuentos murcianos hallamos un texto anotado en Calasparra en el que la
protagonista apaña las respuestas pensando que los leñadores le preguntarán que
cuando se casará, cuantos borregos matará en la boda y cuanta gente va a invitar
(((Maríala sorda». pp. 239-240).
Para la Vega Media Martínez Ruiz incluye un chiste en el que no se explicita la
sordera de la protagonista, pero hay que deducirla del diálogo con el mozo al que se
encuentra de camino («-;Has fisto a mi perrito?/-Güenos días, Nofrín./-d Has
jsto a mi perrico carzelo?/-Pos voy a la botica./-;Que si has fisto a mi perrico
canelo..!/-A coinpral una rnelezina./-;Mierda!/-;Pa ini inaere qu'está mala!»
O.C., «Er Nofríi~y la Pretoizila». pp. 145-146).
También ofrece un ejemplar Francisco Gómez Ortín («Diálogo de sordos», O.C.,
no 24. p. 196). muy similar a TP. 126. 127 y 128 («-Hola, Juan. Voy a coger higos./
-Sacarzdo pieclrc~./-Que te vayas a la nzierda./-Pa Nuestro Padre Jesús»).

129-130. Aa-Th. 1457. Pascuala Morote apunta una versión (O.C., pp. 1 89- 190).
En Caprés (0.c.. no 1 O, «El sordo y el tiñoso)),p. 167) recogemos una más compleja
en la que distinguimos tres secuencias: la primera con el compromiso entre los
protagonistas, un sordo y un tiñoso, para no revelar sus defectos; la segunda que
corresponde precisamente al relato que estamos analizando y la tercera en La que
por culpa de un malentendido el sordo acaba denunciando en voz alta sus faltas (al
servirles la comida muy caliente el tiñoso le advierte: «tú, esto, soplo y sorbo)),a lo
que responde su compañero «si yo soy sordo, tú eres tiñoso))).

131. El Etriocueittón, no 39, «El ciego, el calvo y el cojo)),p. 95.

132. Se trata sin duda de uno de los cuentos más interesantes de nuestra colec-
ción y también de los más largos; nuestra informante, Soledad Guillén Peñaranda,
lo aprendió de su padre, natural de Fuente Álamo.
Este ejemplar resulta ser una concatenación de distintos episodios que con
frecuencia podemos encontrar de forma independiente. El relato pone en evidencia
una de las características del folklore oral: como en alguna ocasión ha indicado
Levy Strauss cuando se ha referido al modo de operar del intelecto en las culturas
ágrafas (Elperzsamiento salvaje), este combina los materiales de que dispone en una
suerte de bricolage intelectual. Así. en la narrativa oral se dispone del repertorio de
los motivos e incluso, como es el caso aquí, de los cuentos completos para engarzar-
los y construir con ellos secuencias más complejas.
El conjunto de los episodios que componen el cuento de Soledad podemos
dividirlo en dos bloques: el primero constituido por aquellos que transcurren a lo
largo del viaje de retorno al hogar; el segundo por todos aquellos en los que Perul
usa sus argucias para engañar a los vecinos.
Primer bloque:
a) Las andanzas de Perul se inician en este relato con una secuencia en la que el
pícaro, recien licenciado del servicio militar, se hace pasar por sordo para encontrar
alojamiento en una casa de labradores e invitarse a cenar. El episodio se comple-
menta con un incidente nocturno de carácter erótico que podemos encontrar en el
ciclo de los cuentos de tontos (el hermano tonto acompaña al listo a cortejar a la
novia y ambos se ven obligados a pasar la noche en la casa de la muchacha). Está
relacionado desde luego con el tipo de Aa-Th. 1544.
b) La secuencia en la que Perul se esconde dentro de la colmena que deciden
robar los mozos despechados por La descortesía de la muchacha a la que vienen a
rondar es una variante de Aa-Th. 1525H; sólo presenta la peculiaridad del desenlace
escatológico.
C)El episodio en el que Perul engaña al cura ocultando sus excrementos bajo su
gorro militar es Aa-Th.1528. Espinosa hijo recogió una versión de este relato en
Matamala (Segovia), en la que los protagonistas aparecen curiosamente invertidos,
siendo el cura el que engaña al caminante (0.c.. vol. 11, no 32 1, «Quieto ccrnario»,
pp. 186-187 y bibliografía en pp. 5 10-5 1 1).
Segundo Bloque:
d) La treta de la chistera que todo lo paga es Aa-Th. 1539, un tipo descrito en el
índice con el epígrafe «La inteligencia y la credulidad», y concretamente correspon-
de al motivo K 1 1 1.2.
e) Igualmente, la burla del burro que caga monedas de oro porque previamente
se las ha introducido en el culo es Aa-Th. 1539, K 1 l l . l .
f) Los dos últimos episodios son versiones de Aa-Th. 1535. Concretamente el del
silbato que el pícaro pretende convertir en un objeto mágico con el que resucita a la
esposa falsamente asesinada, corresponde a la secuencia IVb del esquema argumenta1
que reproduce el índice (motivo K913): el desenlace. en el que Perul burla la
venganza de sus vecinos convenciendo a un pastor para que le sustituya dentro del
saco que estos pretenden arrojar al río, es Aa-Th. 1535.V (motivo K842).
EST[.I)IO
('OLIP4R:\TlVO DL LOS ( 1 EhTOS DE TOKKE
PACHECO 263

En la tradición española es frecuente que aparezcan combinados Aa-Th.1539 y


1535. Así ocurre en el pliego suelto editado por J. Gillet que reproduce M. Chevalier
(0.c. no 172, «El villarzo astuto». pp. 288-293), si bien en esta versión aparece
inserto el episodio del conejo mensa-iero (K. 13 l . 1) entre el del burro cagadineros y
el artificio de la falsa resurrección de la esposa.
Espinosa hijo también lo incluye entre los cuentos castellano-leoneses (O.C.,
vol. 11, no 324. ((PedroDíez de Moslares» -registrado en Quintana Díez de la Vega,
Palencia-, pp. 190-194 y bibliografía en pp. 5 1 1-512); este ejemplar se inicia con
la artimaña con la que el pícaro hace pasar a su asno por un animal que excreta oro,
sigue la del conejo mensajero. la pseudo resurrección tañendo una guitarra supues-
tamente milagrosa y el desenlace de Aa-Th. 1535.V. En la misma colección las dos
últimas secuencias aparecen también en el no 325 ((<Elenvidioso y el listo))),del que
son variantes 326 y 327.
La misma concatenación aparece en las versiones regionales a las que hemos
tenido acceso. Así, Pascuala Morote registra tres ejemplares en Jumilla (O.C., pp.
16 1 - 174);en el primero de ellos (((Eltío Canzilo y la tía Pitarca))) y en el tercero
(«El burro del tío Roque»). el motivo del burlador aparece sustituido por el del
matrimonio o el individuo que pretende preservar sus bienes escondiendo las mone-
das en el ano del jumento y acaba convenciendo a los ladrones del carácter maravi-
lloso del animal. En el del tío Camilo se añade un efecto barroco recomendando a
las víctimas del engaño una dieta variada según el metal que pretendan obtener de
su digestión: la ingesta de trigo por el burro proporcionará oro, la de cebada plata y
la de avena cobre. Sigue el asesinato fingido de la esposa y el desenlace (Aa-
Th. 1535.V).
En el segundo (<<Eltío Pedro)), pp. 166-169) el protagonista engaña a unos
gitanos vendiéndoles sucesivamente el burro que caga oro, los conejos mensajeros
y el pito que resucita a los acuchillados. En el desenlace el relato juega de nuevo
con la descripción de situaciones improbables haciendo que los raptores se deten-
gan para entrar en misa, pero por lo demás se resuelve con los mismos recursos que
en todas las versiones mencionadas.
La misma secuencia de timos se repite en el cuento de «El burro del tío Roclue».
Por otro lado el episodio del desenlace aparece en Jumilla también asociado a un
cuento diferente (O.C., «El tonto que va a enterrar a su madre)), pp. 155-159) e
incluso como relato independiente (((Loshermanos mayores que quieren deshacer-
se del pequeño», pp. 175- 176).
Gómez Ortín también lo incluye en su breve recopilación del Noroeste murciano
(O.C., no 1 1. «El tío Ctzinzcjiz», pp. 176- 179): aquí hallamos de nuevo la fórmula que
explica la estratagema de esconder las monedas en el culo de la acémila como un
recurso para evitar ser robado por los gitanos, y este episodio se asocia a continua-
ción con el de los conejos mensajeros. Sin embargo está ausente el desenlace del
rapto y la introducción del protagonista en el saco, el trueque con el pastor o el
caminante y el engaño final con el que elimina a sus adversarios, es decir Aa-
Th. 1535.V. Por contra descubrimos esta secuencia en el no 10 («Pedroel de Mulas»,
pp. 169-176), sirviendo de cierre para un relato emparentado con los cuentos 333 a
337 de Espinosa hijo (O.C.,Vol. 11, pp. 214-232) y que corresponde a Aa-Th.1538.
Carmen Nicolás registra en su pequeña colección de cuentos de la comarca del
río Mula un relato en el que se han mezclado los desmanes del tonto (arro-jando al
aire la harina para que llegue a su casa) con Aa-Th. 1535.V (O.C., no 2, «E1 hijo tonto
y el hijo listo». pp. 78-80), combinación que también hallamos en Javalí Nuevo
(Cuentos r~zurcianos,pp. 247-249).
En nuestra colección inédita de cuentos yeclanos contamos con un ejemplar, «El
tío Chupito», en el que se encadena la secuencia del burro «cagaduros» (como en
Jumilla y en el Noroeste, añagaza para burlar a los supuestos rateros gitanos).
seguida del falso crimen y la falsa resurrección y el episodio final (Aa-Th.1535.V).
En Cuentos murcianos aparece un ejemplar recogido en Alhama («El soldado y
el estudiante», pp. 169-171) que reúne la secuencia del sombrero pagador (Aa-
Th. 1539) y la de los excrementos ocultos bajo el sombrero ( Aa-Th. 1528). También
recoge una versión en Ceutí del episodio del burro cagaduros. muy deteriorada pero
con un protagonista cuyo nombre evoca el del pícaro por excelencia en el folklore
tradicional murciano (<<El burro del tío Perú». pp. 195- 196).
En una comarca albaceteña limítrofe con la región anota Emilia Cortes un par de
relatos similares (O.C., no 10, «El tío Frusquitillo y los gitanos», pp. 77-80, y no 11,
«El tío Juanillo, el leñador y los gitanos», pp. 81-85).
Con el engarce de Aa-Th. 1539 (K 111.1 ) - e 1 burro cagadineros-. 1539 (K 131.1 )
-el conejo de cartero-, 1535.IVb (K913) - c r i m e n y resurrección fraudulentos-
y 1535.V compone Almodóvar el arquetipo na 76 (0.c.. Vol. 11. «Los tlos compa-
dres», pp. 375-379).
En su antología de Cuentos de Yehá Tomás García Figueras encadena una serie
de relatos que él ofrece como independientes pero cuya estructura interna revela su
concatenación: el primero (no 135. «Yehá y los ladrones»)es una variante del burro
que caga monedas, añagaza que trama el muchacho para vengarse de los ladrones
que le han estafado previamente cambiándole su mulo por un burro: el segundo
incluye una anécdota sin paralelo entre los materiales españoles consultados: Yehá
presume de poseer un mágico azadón que le proporciona directamente los alimentos
ya preparados (no 136, «El azadón de los huéspedes»);el tercero es el episodio de
las liebres amaestradas (no 137, «Las liebres de Si Yehcí»): sigue el no 138, «El
cuchillo de Yehá mata v resucita», y cierra con un episodio en el que. con la
colaboración de su madre, Yehá finge haber fallecido y desde su sepultura marca
con un hierro al rojo a cada uno de sus enemigos que pretende hacer sus necesida-
des sobre el supuesto cadáver (no 139. «Si Yehcí en la sepulrurcc»).
El tema del burro con excrementos preciosos vuelve a aparecer en esta antología
en el ejemplar no 264, «Yehá y los tesoros de su burro)>,en el que el pícaro hace
creer al comprador que su burro caga perlas, y en el 265 en el que el virtuoso animal
no es un asno sino un buey (((Yehúy la yunta de bueyes))).
También en esta antología encontramos una versión de Aa-Th. 1528, aunque en
esta ocasión el pícaro no pretende cambiar sus excrementos ocultos por el gorro por
el caballo de su interlocutor, sino simplemente evitar el castigo o la multa que le
impondría el gendarme que le interroga (Cuentos de Yehá, no 282, «El i)óntito de
Yehíis).

133. Una combinación idéntica aparece en un ejemplar de los Cuentos murcianos


anotado en Sangonera la Seca («El tío Rescoldo». pp. 193-194); el protagonista
engaña a sus adversarios, gitanos como en San Cayetano, atravesando con una
navaja la bota de vino que él mismo ha ocultado bajo sus ropas. La mujer lo resucita
con un pito supuestamente milagroso (es la secuencia IVb de Aa-Th. 1535). Sigue el
desenlace (Aa-Th. 1535.V) pero abortado una vez que el protagonista escapa del
saco.

134. Se trata de una variante del desenlace del cuento anterior (Aa-Th. 1535.V)
ajustado a un relato en el que se narra un conflicto familiar y está emparentado pues
con el que registra Carmen Nicolás en la comarca del río Mula (0.c. no 2, pp. 78-
80). El protagonista, rebelde y vago, sufre la agresión de los hermanos; en tanto que
en la mayor parte de los casos el privilegio al que finge resistirse el pícaro es el
matrimonio con la hija del rey o la conversión en rey sin más, en el Jimenado
exclama desde el saco que lo llevan «a estudiar pa padre cura». Nuestra versión
elude el colofón de la zambullida mortal de los rivales (en este caso sus propios
hermanos), a diferencia de la muleña en la que pese al parentesco el protagonista
lleva su engaño hasta el extremo de permitir la muerte del hermano y de la madre.

135. El relato incluye dos secuencias: la primera corresponde al episodio con el


que se inicia Aa-Th. 1004 (motivo K404.1) y que este índice encuadra en el ciclo de
los cuentos del ogro estúpido. La argucia que sigue para seducir a las hijas del amo
es Aa-Th. 1563 y forma parte de las andanzas del hombre listo.
Abundante bibliografía encontramos en la obra de Chevalier y Díaz a propósito
de su cuento no 23 (O.C., «Sacar la correa», pp. 59-60 y 129-131) en el que se
incluye la secuencia de los cerdos atascados en el barro.
El Etrzocuentón incluye un relato que contiene una antología de anécdotas del
pícaro y que se resuelve con las dos secuencias del cuento pachequero (no 89, «El
tío Juarz)), pp. 231-233).
En el ámbito regional el mismo episodio de Aa-Th. 1004.1 aparece inserto en un
cuento yeclano de nuestra colección particular inédita que pertenece al ciclo de la
niña perseguida. Forma parte también del desenlace de un ejemplar recogido en
Javalí Nuevo, donde se ha combinado con una variante de Aa-Th. 129 1 D (objetos
enviados a caminar por sí solos) o 1693 (el tonto literal). seguida de Aa-Th. 1535.V
en el contexto del conflicto familiar entre el hermano tonto y el hermano listo y su
madre (Cuentos murcianos, pp. 247-249). También nos consta el testimonio de
algún informante de las Armeras que asegura haberlo escuchado.
Almodóvar la utiliza para construir su arquetipo no 64 (O.C.,vol.1. ~ P r d r oel de
Malas», pp. 337-342).

136-137. Aa-Th.1563. Se trata de una variante de la segunda secuencia del


cuento anterior determinada simplemente por la sustitución del utensilio que debe
traer el pícaro, en un caso las colleras y en el otro el ubio o yugo para uncir las
mulas o los bueyes.

138-139-140.Aa-Th. 1545.
Además de los ejemplares transcritos hemos recogido una versión en San
Cayetano, evocada por dos informantes que unas veces complementaban sus datos
y otras los oponían y con todo no pudieron aportar elementos esenciales de esta
narración, como los nombres que el pícaro ofrece a sus víctimas. Anotamos otro
ejemplar en Santa Rosalía. También lo hemos constatado en Torre Pacheco por una
referencia aislada.
Espinosa hijo incluye varias versiones entre sus cuentos castellano-leoneses
(0.c. Vol. 11. pp. 384-390 y bibliografía en pp. 547-548): el no 448. «Dominu.s
Vobiscum», registrado en Peñaranda de Duero, Burgos, donde el cura recibe a un
chico que dice llamarse Dos-dedos-contra-el culo, al ama Dorninus Vobiscum y a la
criada Me-pica; el no 449, «Me-pica», anotado en Matabuena, Segovia, en el que un
joven engaña a la criada, al ama y al cura diciéndoles respectivamente que se llama
Me-pica, Saecula Saeculorum y Una-rnano-atrás-y-otra-alonte; el no 450, «Domino
Vobiscumx, oído en Navas de Oro, Segovia, donde el bribón de turno dice llamarse
Dedo-en-el-culo cuando habla con el cura, Domino Vobi.scurn al hacerlo con el ama
y Me-pica cuando se dirige a la sobrina (aunque el desenlace se asemeja a nuestro
cuento no 139, «El soldado aprovechado)),y especialmente al 236, «El cura que
hablaba en cifra», pues tras prender fuego accidentalmente a la casa impide el
auxilio de los vecinos trocando los nombres del sacerdote -Cantus Deus-, del
agua -abundancia- y del fuego -alegrancia-). Frente a las versiones castella-
no-leonesas en las que falsear el nombre servirá para ridiculizar al sacerdote. las de
Torre Pacheco oponen la utilización erótica del engaño.

141 .Aa-Th. 1062 y 1063B (incluidos en el ciclo de Cuentos del ogro estúpido).
Hemos reconstruido el cuento a partir de los datos proporcionados por el infor-
mante, que lo recordaba vagamente, por lo que no podemos asegurar que en su
origen, cuando Luciano lo escuchó de boca del tío Manolo «el Palito» en el caserío
de Los Ceballos. tuviera estas características.
Lo esencial es que se nos aparece como una anécdota breve cuyo contexto es la
apuesta; no se apunta la existencia de alguna desigualdad de fuerza o de rango entre
los adversarios. Tampoco precisa el número de contrincantes, aunque plantea tres
intervenciones distintas.
La coherencia del relato exigiría al menos dos secuencias:
a) En la primera el pícaro haría gala de su extraordinaria potencia sustituyendo
la piedra por la perdiz (Aa-Th. 1062).
b) En la segunda amenazaría con lanzar la barra de hierro al lugar donde reside
la madre de su adversario (evidentemente uno solo), lo que provocaría la súplica de
este y el que se declarase vencido (Aa-Th.1063B).
Nuestro informante proporciona un desenlace oscuro. Según él la estratagema
del pícaro no pretende engañar al rival para su provecho sino que tiene la intención
de frustrar la apuesta para que cada uno de los competidores conserve lo que es
suyo.
En la bibliografía consultada el relato aparece como secuencia de un cuento en
el que se han concatenado varios episodios de competición entre un mozo avispado
y un adversario de desproporcionado poder (el gigante). Es el caso del ejemplar
registrado por Espinosa hijo en Sepúlveda, Segovia (O.C., vol. 11. no 280, «Perico p
el Gigante», pp. 127- 130) en el que Perico el tonto advierte a su madre del propó-
sito que ha concebido de deshacerse de un gigante; frente al gigante aplasta un
queso haciéndole creer que se trata de una piedra (Aa-Th.1060). el gigante le
encarga entonces tareas imposibles como traer un pellejo de vaca lleno de agua
desde la fuente (Perico amenaza con traer la fuente entera), traer un pino del monte
(Perico le intimida diciéndole que traera el bosque entero -Aa-Th. 1049-); se
inicia una nueva cadena de retos entre los que el primero se corresponde precisa-
mente con el cuento de Las Armeras hasta en los detalles (Perico, desafiado a lanzar
una barra, advierte a su rival que cuando lo haga atravesará Rusia. Alemania y
Francia para acabar impactando en la panza de la madre del gigante) y continúa con
el episodio de la venta de los cerdos y los rabos enterrados en el lodazal (Aa-
Th.1004 y nuestro TP. 135, si bien con un desenlace en el que no aparece el
elemento erótico). Culmina cuando el muchacho, en plena persecución, finge abrir-
se el pecho y el vientre para ir más ligero y el gigante perece al imitarle de verdad
(Boggs* 1075).

142.Aa-Th.1088 (ciclo de cuentos del ogro estúpido).


Almodóvar incluye ambos episodios, este y el correspondiente a TP. 141. en su
arquetipo no 68 (O.C., no 68, «Juai~Mutasiete)), Vol. 11. pp. 351-355). sin duda
construido tomando en consideración la versión recogida por Espinosa padre (Cuentos
popu1crre.s e.spcriío1e.s. no 194. «Don Juan Clziruguete, mata ocho y espanta siete)),
PP. 69-74).
143-144- 145.Aa-Th. 1792, aunque en el esquema argumenta1 de este índice los
protagonistas son el cura y el sacristán, por lo que aparece en la categoría de cuentos
de clérigos.
Chevalier (0.c. no 227, ((Las morcillas robcrdas», pp. 378-379) encuentra este
relato en una comedia del Siglo de Oro de autor desconocido, Lcr r~ladrastramás
honrada. Se reproduce aquí integramente el argumento de los cuentos de San
Cayetano, Las Armeras y Torre Pacheco con la salvedad de que, con relación al
primero, no se especifica la profesión de la víctima (sin duda zapatero era en la zona
un paradigma de pobreza) y además hay una consideración moral del engañado al
que se moteja de avaro con lo que en el desenlace de esta versión literaria la burla
resulta ser expresión de la justicia.

146-147. M. Chevalier (O.C., no 205, «iAdelctnte con el vclral!») ofrece un


ejemplar del Siglo de Oro recogido en el Vocabulario de refranes de Correas y con
el que este autor aclaraba el origen de la expresión «Eiz esta casa ihan dado
nzorcilla a Escalante? -No. -Pues pase el varcil adelarzte,). Por lo demás, no
aparece en el índice de Aarne-Thompson ni en los repertorios que hemos consulta-
do.

148. Aa-Th.1562A. El desenlace de nuestro relato cobra sentido cuando se


compara con el cuento no 14 de la selección de sus Cuentos Populai-es Españoles
que Espinosa padre hizo para la Colección Austral (pp. 88-90; corresponde al no 57
de los publicados por el C.S.I.C.).
Efectivamente, en el cuento titulado «Agnus Dei* un muchacho llega a servir a
una casa en la que el amo se entretiene cambiando su nombre, el de su esposa.
animales domésticos, viandas, etc., por otros estrambóticos (Agnus Dei. Potestates.
Cacalosrates, Consumencia). Precisamente los chorizos aparecen rebautizados con
el apelativo de Padre Eterno, como en el cuento de Roldán, las morcillas con el de
Once mil Vírgenes. El mozo, irritado por la burla, decide vengarse llevándose las
morcillas y advirtiendo al patrón de las pifias realizadas empleando los términos
que este le enseñara previamente.
En nuestra versión sin duda el informante omitió la secuencia de los cambios
léxicos y podemos suponer que tal vez estos se redujeran a los distintos tipos de
embutidos (longanizas = ángeles; blancos = serclfirzes):el contexto casi nos permite
asegurar que el Padre Eterno corresponde al obispo, nombre con el que se conoce
en Torre Pacheco al morcón.
Debemos advertir dos cosas:
a) Esta narración guarda una relación simétrica pero opuesta con el cuento de
«Habastierna.s» (TP. 138, 139 y 140). En aquel la burla a partir del trueque de los
nombres es iniciativa del viajero que se aloja en la casa; en este corresponde al
anfitrión.
b) En ambos casos resultan burlados los que dan hospedaje. Tal vez podemos
ver implícita una advertencia respecto a los riesgos derivados de la hospitalidad
imprudente.
Espinosa hijo publica una versión similar con el título ((Garbancé, Carnicé,
Morcilli. y Ctloricé'» (0.c. vol. 11, no 45 1, pp. 390-39 1 ), pero en esta el truco léxico
es una añagaza urdida exclusivamente por los dos mozos que van a incorporarse a
filas y el afan de burla está ausente en la anfitriona.
En sus Cuenro.~Anticlericales A. Lorenzo Vélez reproduce un texto procedente
del fondo inédito de J. Camarena, registrado por este en Piedrabuena, Ciudad Real
(no 32. «El cura y el soldado», pp. 127-130). En el ejemplar se combinan dos
secuencias, la primera de las cuales se corresponde con TP. 254 y presenta al
sacerdote intentando burlar al militar al que ha hospedado sustituyendo el nombre
de personas y cosas por un léxico estrafalario. En la segunda el soldado se venga
arrebatándole al anfitrión a Adán (el jamón) y los evangelistas (los embutidos).
En esta misma antología el autor incluye un ejemplar anotado en Pedrosa de
Duero (Burgos) cuyo argumento es idéntico al de Torre Pacheco y sólo difiere en la
mención de nrcdrzgeles y querubirzes para referirse a los productos de la matanza
que sustrae, y al Redentor que identifica con el jamón, la pieza que no puede
llevarse porque no le cabe en la bolsa (no77, «El gallego roba la matanza del cura»,
pp. 176- 177).
En la bibliografía regional el tema de la mutación de los nombres aparece en un
tipo de cuento distinto en el que alguien pretende asombrar a su audiencia con
latinismos estrafalarios. Es el caso del no 14 de Gómez Ortín (0.c. pp. 183- 184). Sin
embargo no hemos encontrado ejemplos que podamos comparar directamente con
el nuestro.
En el ciclo de cuentos de curas incluimos una variante de este relato recogida en
San Cayetano (no 354, ((El cura que hablaba en cifra»).

149. Aa-Th. 1626.


Espinosa hi-jo registra tres versiones en el área castellano-leonesa (0.c.. vol. 11,
no 355, «El mejor sueño)),pp. 248-249, anotado en Frama-Potes, Santander; no 356,
«Estos ya no vierzenu. pp. 249-250, recogido en Peñafiel, Valladolid; no 356. «Los
estudiantes y el huevo)),p. 250, oído en Arahuetes, Segovia) que difieren fundamen-
talmente en la naturaleza del manjar disputado: el pan, la gallina y el huevo respec-
tivamente. Para quedárselo en exclusiva determinan en todos los casos cederlo al
que sueñe haber ido más lejos o haberse elevado más alto.
R. Gil y Mohammed Ibn Azzuz recogen en su colección de Cuentos marroquíes
un ejemplar anotado en Tetuán en el que un musulman, un cristiano y un judío
deciden entregar el pollo del que disponen a aquel que tenga el mejor sueño. El
hebreo a la mañana siguiente asegura haber acompañado a Moisés en un viaje
alrededor del mundo, el cristiano dice haber ido con Jesucristo al cielo y el musul-
mán refiere cómo recibió la visita de Mahoma que le advirtió de los remotos viajes
de sus compañeros y le animó a que saciara su apetito comiéndose el pollo (no 10 1.
«El mejor sueño», p. 163).

150. El tema del trato de castración está recogido en el índice de Aame-Thompson


en el tipo 153 que corresponde al ciclo de cuentos de animales puesto que. según el
resumen del argumento, el convenio tiene lugar entre el hombre y el oso (O.C., p.
132). Camarena y Chevalier ofrecen un ejemplar de este tipo en su catálogo (0.c.
pp. 255-256; se trata de una versión inédita registrada en Miajadas, Cáceres y que
pertenece al fondo de cuentos extremeños. manchegos y andaluces del filólogo J.M.
Pedrosa). Aquí los protagonistas son el hombre, el lobo y el zorro, pero el desenlace
es similar al del cuento de Roldán porque cuando los animales exigen al hombre
que se cape este, para demostrar que se ha mutilado, será sustituido por su esposa.
En el índice de Aarne-Thompson existe otro tipo, el Aa-Th. 1 133. incluido en el
ciclo del Ogro estúpido pero con idéntica temática.

15 1- 152. Sin referencias bibliográficas.

153. Aa-Th. 1641 (encuadrado en la categoría de accidentes afortunados).


De acuerdo con la descripción del argumento que se hace en el índice. en la
versión de Torre Pacheco resulta claramente identificable la secuencia inicial (la
adopción de la falsa identidad de médico, motivo K1956). la de la recuperación del
asno perdido (secuencia IV en el esquema tipo, K1956.1) y la del descubrimiento de
los ladrones que hacen menguar la hacienda del propietario (secuencia 11 en el
esquema tipo). El episodio en el que el rey conmina al farsante a devolverle el habla
a la reina es una variante de Aa-Th. 1641B; en el esquema argumenta1 del índice el
apurado doctor consigue curar a la reina provocándole un golpe de risa. mientras
que en nuestra versión el recurso viene a partir de la resolución que adopta de
anticipar su venganza por un castigo que estima seguro.
Para la última secuencia, cargada de tintes eróticos, no hemos encontrado para-
lelos ni en el índice ni en los repertorios consultados.
Espinosa hijo recoge un ejemplar (O.C., vol. 11, no 358. «El tío Grillo. crcliilitzcr-
dar», pp. 251.255), registrado en Tordesillas, Valladolid, en el que se incluye el
episodio del descubrimiento de la acémila (previamente robada por el protagonista)
y el de los ladrones (que se han apoderado de cierta joya del rey). En el desenlace
aparece la anécdota del carácter providencial del nombre del falso doctor. cuento
que ya circulaba en el Siglo de Oro como pone de manifiesto M. Chevalier (0.c.. no
208, ((Elrrdivino~,p. 342, citando un texto del Vocabulurio de rqfrctne.~de Correas).
Almodóvar elabora el arquetipo no 65 con estructura y argumento prácticamente
idénticos a la versión de Espinosa (0.c. Vol. 11, ((Ti0 Grillo, el ertli\viilo)),pp. 343-
344).
154. Se trata de una variante de la secuencia inserta en el cuento anterior.
Nuestro informante nos advierte que el relato tal vez pudo ser más extenso.

155. Sin referencias bibliográficas. El informante apunta que el cuento tal vez
tuviera otras incidencias que él no recuerda.

156. Aa-Th. 1653 (incluido en el ciclo de accidentes afortunados), precedido de


una variante de Aa-Th. 1382.
Espinosa hijo registra tres versiones que contienen el episodio de la puerta
arrojada sobre los ladrones (O.C.,vol. 11, no 363,37 1 y 372, pp. 265-268 y 281 -285).
De entre ellas la que más se asemeja al relato de San Cayetano es el cuento no 363,
(<Cierralo puerta y ven para acá)),recogido en Morgovejo, Riaño; sólo difiere en
los protagonistas, que en este caso son un matrimonio con una mujer simple, y en la
ausencia del episodio escatológico (presente sin embargo en 372, «El hornbre torzto
y la nt~ljerlisto)).anotado en Covarrubias, Burgos).
En Jumilla Aa-Th. 1653 aparece incluido en «El torzto, el listo y los ladrones))(P.
Morote, O.C..pp. 147- 149), cuento que está emparentado con el no 37 1 de Espinosa
porque. como este, en sus secuencias iniciales refiere la visita de los dos hermanos,
el tonto y el listo, a la casa de la novia del segundo (aunque no describe los
desmanes que este suele organizar con ese motivo). Comparte con la versión de San
Cayetano el episodio escatológico.
El ejemplar jumillano es similar al recogido en Coy, Lorca, incluido en la
colección de Cuentos rnurcianos (((Elhermano tonto y el hermano listo*. pp. 25 1-
253).

H. REFLEXlONES Y RESPUESTAS INGENIOSAS

157- 158- 159- 160-16 1. No hemos encontrado ninguna referencia bibliográfica


para la primera secuencia de la versión de Dolores de Pacheco. En cuanto a la
segunda, es un relato que J.A. Sánchez Pérez incluye en su antología del cuento
popular español (O.C.,no 25, «La reina coja)),pp. 18-19), con la particularidad de
que en la versión que reproduce el protagonista no es un pícaro, Perul o Quevedo,
sino «uria viejo rnuy atrriidax.
También lo inserta J. Martínez Ruiz como anécdota secundaria de uno de los
cuentos recogidos en la Vega Media del Segura (O.C.,«El Juangüebos», pp. 141-
142).

162-1 63. Aa-Th. 1551.


Espinosa hijo ofrece numerosas versiones (no 341 -Frama, Santander-, 342
-Sepúlveda, Segovia-, 343 <ovanubias, Burgos-, 344 X u é l l a r , Segovia-,
345 -Salas de los Infantes, Burgos-), en las que el protagonista convoca al
pueblo oculto tras la imagen de un Santo, iluminando por la noche la iglesia o
haciendo sonar las campanas.
A. Lorenzo Vélez anota un texto en Mieza, Salamanca, similar a los de Espinosa
(Cuentos Anticlericales, no 3 1, «El precio del burro dicho en la iglr.siu». pp. 126-
127).
En la región P. Morote registra un ejemplar en Jumilla (O.C.,«El tonto y su
burro», pp. 159-161).
Frente a todas ellas destaca en la de Torre Pacheco el exabrupto obsceno de
Perul y la ausencia del requerimiento que hace en las otras el protagonista para que
estén presentes todos los vecinos del pueblo.

164. Sin referencias bibliográficas, pero es popular en la región. Pedro Sánchez


Rubio nos cuenta en Molina de Segura una versión idéntica.

165. Sin referencias bibliográficas.

166. Sin referencias bibliográficas.

167. El motivo es Th.Jl161.5. En Aa-Th. 1807B la descripción del argumento es:


«El muchacho engaña al Papa. Por tres años no debe beber vino, acostarse en la
cama ni dormir con prostituta. Va al convento. duerme en edredón y duerme con las
monjas (hijas de Dios). Cuando el Papa le condena dice que irá con su cuñado.>,
P. Morote incluye entre los cuentos jumillanos uno que presenta también este
motivo. En «El presumido» una madre tiene una hija que se va a meter a monja.
Afligida lo comenta con su hijo, que es un jactancioso. Este se mira en el espejo y
dice: «lo que le faltaba al nene, ser cuñado de Dios».
Sin embargo el ejemplar que por temática más se asemeja al que comentamos es
el que ofrece E. Cortés Ibáñez (0.c. no 16, «El cura quiere cobrar el entierro)),p.
101). En este relato un hombre entierra a su hijo. El cura envía al sacristán, pasado
un mes, para que cobre la ceremonia fúnebre. Como aquel no tiene dinero regresa
dos meses después el cura; le pregunta este por algún familiar que pueda hacerse
cargo de la deuda. El hombre le dice que tiene una hermana monja. El desenlace es
confuso pero idéntico.

168. Sin referencias bibliográficas.

169. Aa-Th. 1309. M. Chevalier lo incluye entre los cuentos de tontos del Siglo
de Oro (0.c. no 99, p. 168); recoge una cita del Libro de dzistes de Luis de Pinedo
y también menciona en la bibliografía a Timoneda (Sobremesu 11. 38). Melchor de
Santa Cruz (Floresta Española, 11, VI, 5 pp. 150-152). etc. Igualmente aparece la
anécdota en un pasaje de la Vida de Pedro Saputo, de Braulio Foz. en la que el
protagonista es comisionado por la villa de Almudevar para llevar el obsequio al rey
(Libro 111, cap. 13. pp. 278-283 de la edición de F. y D. Yndurain para Ed. Cátedra).
En la región hemos recogido una versión (inédita) en Yecla de D. Francisco
Zárate Navarro que dice así:
«Aquí, en la Terrrinci, había una finca que era del cura también. Y ahí tenía un
pastor y el pastor iba ya también muy a lo largo al pueblo. Y el hombre aquel decía:
-Cuando tengas tiempo, así, me nzandáis algunas brevas de una higuera buena
de allí, porque luego aquí, la criada ... -y tal.
Pero el curu, claro, quería que las trajeran pa comérselas. Cuando ya se las
echan a1 pastorcico un día y se la5 llevó al cura. Y el cura: ((Qué contento, en
agradecinliento... ),,que tal y que cual. Bueno.
A la seniano ~iguienteidem; pero u ln que hizo tres senzanas, dice el pastor:
-E.stas me 1cc.c como yo.
Y se juló lus brevas. Cuando ya dice el cura, dice:
-;Pero hombre, cómo te s'a ocurrío de comerte tú las brevas, sabiendo tú que
eran pa el señor curci! ,Y cómo te has comío tú las brevas?
-Mire usté, igual que esta.
Y se la coinió la ú~iicaque quedaba.»

170-17 1 . Sin referencias bibliográficas. Sin embargo, el ejemplar de Torre Pacheco


pertenece al ciclo de chistes en los que los disparates del criado pretende disculpar-
los el amo profiriendo otros aún más grandes; a este ciclo pertenecen los cuentos no
59 y 60 de El Etnocuentón («El nziajero y el pastor» y «El alcuzón de la paja y el
jabegón del aceite)),pp. 149- 150).

172. Aa-Th. 1567F. En el esquema argumenta1 del índice la única variante es que
la escena de fondo está protagonizada por cinco terneros y la vaca con cuatro tetas.
No hemos hallado ninguna otra versión entre los repertorios consultados.

173. M. Chevalier lo incluye entre los cuentos del Siglo de Oro (0.c. no 161.
p. 268). Cita un pasaje de una obra de Calderón de la Barca (Peor que estaba, 111.
B.A.E. VII, p. 106c) en el que la mujer resulta ser la provocadora del encuentro y
la que acuerda además la resolución del problema planteado por el abigarrado
acompañamiento del varón. Por otro lado, el elenco de los elementos menciona-
dos coincide en cebolla. polla y olla; Calderón añade soga, estaca y cabra mien-
tras que en San Cayetano se menciona simplemente al galgo, aunque del texto
debe colegirse la omisión de la soga por olvido («amarra usté el galgo)). dice la
vecina recelosa de las verdaderas intenciones del que la invita a un inocente
paseo).

174. Sin referencias bibliográficas.


175. Sin referencias bibliográficas.

176. Sin referencias bibliográficas.

177. Martínez Ruiz lo incluye como anécdota real en su descripción de la vida


cotidiana en los pueblos de la Vega Media del Segura a principios de siglo: «Aiigurzcc.s
mujeres, pa no pagal, llei~abarzainbúrz corzejo tapao n'el halda y aluego icírrn
chirigota3 picantonas, polque los co1~raore.sde los corzsunzos no l'habían i)isto er
conejo)) (O.C.,p. 108).

178- 179. Sin referencias bibliográficas.

180. Sin referencias bibliográficas.

181. Sin referencias bibliográficas en los repertorios nacionales consultados: sin


embargo encontramos una anécdota idéntica en la antología de García Figueras,
Cuentos de Yehá. no 304, «Yo quería apearme».

182- 183. Al estudiar el cuento na 21 de la colección de Joaquín Díaz (O.C.,«El


zagal y los frailes)), pp. 55-56) M.Chevalier advierte que existe lo que llama «una
forma perfecta del cuento» que incluiría estas dos secuencias:
a) Diálogo entre el cura y el muchacho en el que oponen conocimientos en
materia de doctrina y de ganadería.
b) Diálogo en equívocos. El relato de Torre Pacheco correspondería a este
episodio.
Efectivamente, Espinosa recoge algunos relatos en los que aparece la secuencia
de preguntas y respuestas entablada entre un adulto y un joven pastor. Para Espinosa
se trata de variantes de Aa-Th.921; por ejemplo, en el no 244, registrado en Cuéllar.
Segovia (O.C.,vol. 11. pp. 71 -72), hallamos dos secuencias:
a) Un joven porquerizo tropieza con los reyes que pasean por la zona y le
someten a un interrogatorio («De donde eres/De la cabeza, ;Qué hace tu padre./
Apreciar urz daño que se han comido las cabras por la rnañarza; ¿Qué hace tu
madre?/Hiñir el pan que cominzos la otra semana; ;Qué hace tu Izern~urza?/Cuidar
los menesteres de la casa; ¿Qué hace tu hernzano?/E.star a perderse o a ganarse))
-según encuentre buena o mala mujer-).
b) El rey aprovecha las respuestas para desafiar a sus consejeros. Uno de ellos
tropieza con el porquerizo y averigua la respuesta correcta a cambio de dinero en el
que está acuñada la efigie del rey - q u e le había prohibido comunicarla en tanto no
viese tres veces su rostro-).
También puede compararse con Espinosa hijo, no 245. .El niño avi.strtio», pp.
73-76, Zamora.
En el cuento vallisoletano de Joaquín Díaz al que aludíamos anteriormente el
enfrentamiento es entre un pastor y unos frailes; una de las preguntas que estos le
hacen es idéntica a la formulada por los guardias civiles en Torre Pacheco y
obtendrá la misma respuesta («¿A donde va este camirzo?/Se estcj quieto»). Pero el
relato se completa con un combate dialéctico doctrinal con paralelos entre los
cuentos de Espinosa hijo (0.c.. vol. 11. no 255, pp. 90-91 y no 256, pp. 91 -92) y con
un e.jemplar jurnillano (P. Morote. O.C., «La confesidn del pastor., pp. 191 - 192).
Puede compararse con el cuento no 21 de la antología de Sánchez Pérez (O.C.,pp.
14-15).
La estructura simple del cuento de Torre Pacheco la encontramos en el ejemplar
de Mieza, Salamanca, recogido por A. Lorenzo Vélez (Cuentos Anticlericnles no 2,
&Los cums irztentc~nburlarse». pp. 85-86), aunque aquí los guardias civiles son
reemplazados por los curas.

184. Sin referencias bibliográficas.

1. CUENTOS DE MUJERES

185. Similar a Aa-Th.1419C. Hay una versión idéntica en Roldán que no


transcribimos.

186. Sin referencias bibliográficas. Hemos recogido en Torre Pacheco y en


Santa Rosalía versiones prácticamente idénticas pero que no transcribimos.

187- 188. Es una variante de Aa-Th. 1419H.


A. Lorenzo Vélez lo identifica como Boggs"1424. En su antología de Cuentos
Ailticfericcríe~ofrece varias versiones: en la madrileña de Valdaracete el cura insulta
al pastor llamándolo «Borrego nlocho» (no 22, pp. 108- 109); en la de Terrinches,
Ciudad Real, procedente del fondo de J. Camarena, el mote que levanta las suspica-
cias del marido cornudo es ~ J u n nCcrbras~(no23, «Bastante le has dicho)),pp. 109-
110): por último. en la de El Gastor. Cádiz, registrada por J.A. del Río y M. Pérez
Bautista, el cura se refiere a su víctima como «borregi¿elo»(no24, «Cura, curilln»,
pp. 110-1 1 1 ). Los desenlaces rimados también presentan sus peculiaridades.
Pascuala Morote recoge un ejemplar en Jumilla muy similar al de Balsicas
(0.c.. .El c-urtrJ lu niujer del pastor*, pp. 200-201 ). En nuestra colección inédita de
cuentos yeclanos lo encontranios formando el desenlace de una versión de .El cura
Chicluito), (Aa-Th. 1735A. v. Espinosa hijo no 397 y 398 y Gómez Ortín no 17).
En San Cayetano anotamos también una versión deteriorada en la que la copla
final incluye los mismos versos que en Balsicas (((cornear de rnis capones, ronzpeor
de rni~colcho~ie.c»).En Torre Pacheco Inés Sanmartín nos proporciona un texto con
otra variante: ((Brrt.nosclícr.\, cSurcrcurete, pcrdrt, de rni Juan y de ?ni Pepe».
1 89. Joaquín Díaz anota un ejemplar en Valladolid (0.c.. no 3 1. «El cura y el
queseros, p. 68) y Chevalier advierte en el análisis de ese cuento que el tipo al que
pertenece no está clasificado en el índice de Aarne y Thompson. citando como
referencias sólo versiones procedentes del área hispanoamericana. El desenlace del
cuento de Torre Pacheco es absolutamente original.
En Torre Pacheco también don Antonio Izquierdo pudo proporcionarnos algu-
nos datos que corresponden a una versión distinta en la que el cura se oculta en el
humero.

190. A. Lorenzo Vélez recoge un ejemplar procedente del fondo de J. Camarena


que este registra en Horcajo de los Montes, Ciudad Real (Cuentos Anticlericctle.~,no
92, «El cura enharinado», pp. 188-1 89). En esta versión el marido, advertido del
trato que su mujer mantiene con el sacerdote, se presenta en su hogar para sorpren-
derlos y la esposa oculta al cura en el recipiente de la harina. El hombre lo descubre
al vaciarlo y exclama:
<<Nome extraña que le trajera la borrica Sombreretera.
pero, kcónzo le pudo echar el nzolinero con la paletír?»

191. Sin referencias bibliográficas.

192. Sin referencias bibliográficas.

193-194-195. Boggs 1940*E. Registrado también en el área aragonesa por


Carlos González Sanz (0.c.p. 142). Espinosa hijo incluye en su colección castella-
no-leonesa, en el capítulo de cuentos de mentiras. dos ejemplares: no 452, «Mundo,
rnuizdo». recogido en Cuellar. Segovia y no 453. (<Niun ;Chape allcí!)).procedente
de Burgos (v. 0.c.. vol. 11, pp. 391-392). En el análisis (pp. 548-549) Espinosa
sugiere el parentesco con Aa-Th.1530" (El hombre y sus dos perros cuyos nom-
bres son «El Pastor» y «Trae el Palo»; cuando el hombre llama a sus perros a comer
el ladrón que lo espía desiste de su intención de asaltarlo).
No hemos transcrito una versión muy deteriorada recogida en Roldán.

196. Sin referencias bibliográficas.

197. Sin referencias bibliográficas.

198. Sin referencias bibliográficas.

199. Boggs * 1358. Espinosa hijo recogió un ejemplar practicamente idéntico en


Barbolla, Segovia (0.c. vol. 11, no 296, pp. 152-153 y referencias bibliográficas en
p. 502). Difiere ligeramente en el planteamiento pues en la versión castellana el
E S TDIC)
~ <'OMPAK 4TlL'O DE LOS ( C €\TOS »E TOKKF
PACHECO 277

marido descubre la infidelidad de su esposa; ella es consciente y, aprovechando que


ha parido la gata, ambos se confiesan bautizando la camada con estas fórmulas:
<(-Si me viste, me callastes. Como hombre, bien obrastes. Si lo sabes, no lo sé.
Gatito. bautízate.
-Yo verte bien te veía. Más tu honor guardar quería. Si lo sabes, no lo sé.
Gatito, bautízate.
-La Madalena pecó y se enmendó. Yo también me enmendaré. Gatito, bautízate.
-El que hace un cesto. hace ciento si le dan lugar y tiempo. Si lo sabes, no lo
sé. Gatito. bautízaten.
A. Lorenzo Vélez incluye una variante entre sus Cuentos Anticlericales (no 7,
«Bautizando a cuatro yatos», pp. 89-91). El texto, que ha sido anotado en Terrinches,
Ciudad Real, por J. Camarena. presenta una trama similar a la señalada anterior-
mente, con la precisión de que la infidelidad se ha producido con el cura y que en el
desenlace la mujer es castigada con una vara de arriero.
En Balsicas una informante aseguraba habérselo escuchado a su abuelo.

200. Sin referencias bibliográficas. No transcribimos una versión de Roldán


idéntica a la de San Cayetano.

201. Sin referencias bibliográficas.

202. Aa-Th. 1362A*


El cuento ya circulaba en el siglo XVII, como advierte Chevalier (O.C.,no 123,
«El niiio prematuro», p. 200) citando un pasaje de La pícara Justinu de López de
Úbeda. En el texto del Siglo de Oro el cornudo pretende degollar a su mujer porque
ha parido a los cuatro meses y medio del casamiento; un amigo se lo impide
advirtiéndole que si cuenta días y noches obtendrá los nueve meses pertinentes.
En la región está recogido entre los Cuentos murcianos en un ejemplar de Javalí
Nuevo donde se combina como primera secuencia con otra en la que la casamente-
ra. que urdió el matrin-ionio de la mujer embarazada con el ingenuo marido, descu-
bre un nueva infidelidad de la esposa y cuando el tonto le pregunda por qué hila hoy
lana cuando ayer hilaba lino le responde: ((Eso son cosas de los años bisiestos: el
lino se vuelve lana, las nzantas se vuelven sotanas y cuatro seis pies en la canzau
(O.C..«En los aiios Disie.stos», pp. 369-370). También lo ha anotado Gómez Ortín
en el Noroeste (O.C.,no 3, «El tonto casado», p. 164). En Balsicas también tenemos
referencias incompletas y en Torre Pacheco una versión idéntica que no transcribimos.

203. Aa-Th. 1365D y 1365F. Ya circulaba en el Siglo de Oro; Chevalier (0.c. no


130, pp. 21 0-2 13) cita un cuento del Fabulario de Sebastian Mey (no 5 1 ), ambientado
en Toledo y protagonizado por un oficial agujetero llamado Pero Cosme. Para
Aragón véase González Sanz. O.C.,pp. 11 8- 119. Espinosa hijo recoge un ejemplar
anotado en Peñafiel, Valladolid (0.c. vol. 11. no 300, ((Yo u110 1. tú dos», pp. 162-
163). Almodóvar construye con ese argumento el arquetipo no 84 (0.c. vol. 11, pp.
399-400).
En la región P. Morote publica un ejemplar jumillano (0.c. pp. 132-133) y
Martínez Ruiz uno para la Vega Media (O.C., «La r~zalapécora*, pp. 89-9 1 ) .
A diferencia de la versión de Espinosa y del arquetipo de Alrnodóvar. las
variantes regionales tienen en común con el relato de Sebastian Mey el número de
huevos preparados (cinco) y la testarudez de la esposa que prefiere ser enterrada
antes que renunciar a la ventaja que reclama. Precisamente Espinosa advierte en el
análisis del cuento (p. 504) que de las seis versiones recogidas en Puerto Rico por
Mason-Espinosa (JAF, XXXVII, 339. no 53). solamente una de ellas hace al marido
protagonista del episodio de terquedad.
En una versión marroquí del cuento, recogida en Tetuán por Mohammed Ibn
Azzuz. el matrimonio disputa sobre el número de patas de vaca que compró el
marido, ya que la esposa entregó una a su madre. El hombre decide morirse y es
amortajado y conducido a la tumba; en su itinerario el cortejo pasa junto a la tienda
donde el esposo había comprado la carne y el carnicero reconoce que fueron cuatro
no 11 6, «Los clos
las patas de vaca que se llevó el falso difunto (Cuerzto.~rnarroc~uie.~.
pares de patas», pp. 175-177).

204. Aa-Th.1365C. M. Chevalier (O.C., no 129, p. 209) cita una versión de


Timoneda (Portacuentos, no 52). González Sanz anota las referencias bibliográficas
para el área de Aragón (p. 1 18).
En la región hay publicado un ejemplar jumillano (P. Morote. O.C., pp. 133-
134).

205. Aa-Th. 1365E* y Boggs 1365* E. Espinosa hijo incluye una versión
practicamente idéntica aunque más elaborada (O.C., vol. 11, no 301, pp. 163- 164, con
bibliografía en p. 504).

206-207. Aa-Th. 1373A.


M. Chevalier (O.C., no 135. «La mujer que comía poco». p. 2 181, cita un pasasle
de Cotarelo (Entrenzés de los mirones. Colección de erztremeses. no 42, p. 169a) y
otro de Correas (Vocabulario de refrctlzes. p. 198b) en los que se hace referencia a
este cuento.
Espinosa hijo recoge varios ejemplares en Castilla-León (O.C., Vol. 11, no
302, «La i?zu.jer ,golosa», Medina del Can~po,Valladolid, pp. 165-166; no 301.
El ama golosa)),Astudillo. Palencia, pp. 166- 167; no 304. «La r~llrjergolo.sa )),

Sepúlveda, Segovia, pp. 167- 168; no 305, «La ~ncrjerque no coniícl nunc~rdelan-
te del marido)),Burgos, p. 168 y no 306, La esposa golo.va. Nava de la Asunción.
Segovia, p. 169).
En Octubre de 1989 grabamos una versión, aún inédita, en Sege (Yeste), muy
similar a las anteriores. En ella. en un matrimonio sin hijos la mujer nunca come
con el niarido y siempre se queja de estar mala: sin embargo su aspecto mejora cada
día. El marido, vendedor ambulante. se lo comenta a un compañero y este sentencia:
La ~nujerqire 11o conie con su marido, lo mejor de la olla se lo ha comido)),y le
aconse-la que regrese y la espíe. Vuelve el hombre a su casa y se esconde en los
quifiorlcros (donde ponían las sartenes) y descubre que la mujer almuerza una sarten
de buñuelos, merienda una torta, cena un pollo negro y cocina un potaje para el
marido. Cuando este aparece y su esposa le pregunta por la causa de su tardanza
responde con una historia en la que están presentes las alusiones a su glotonería y
acaba dándole una paliza.
Muy interesante es el ejemplar que F. López Megías y M.J. Ortiz López recogen
en El Eti~ocuer~tórr(no 29. «Las tres ~zueces»),en el que aparece un elemento
mágico: tres nueces parlanchinas que una vecina proporciona al marido de la
desconsiderada esposa impiden que esta devore el cocido y revelan a aquel sus
andanzas.
En la región encontramos una variante entre los cuentos de Caprés (O.C., «La
esposa que I Z O comía urzte el marido», p. 178).
Almodóvar ofrece una versión (O.C., vol. TI, no 82, pp. 396-397 -no es un
arquetipo sino un texto tomado directamente de Espinosa-). Puede compararse
con la de Sánchez Pérez (O.C., no 66, pp. 89-91).
En Torre Pacheco el cuento parece haber desaparecido y subsiste como anécdo-
ta. Los elementos que nos hacen dudar de la historicidad de los dos episodios
recogidos son:
-La similitud de los relatos entre sí y con el tema del cuento.
-En el caso de El Jimenado, el personaje al que se le atribuye este episodio esta
mitologizado; también se le endosan otras circustancias (un falso embarazo seguido
de un parto ridículo).

208. Aa-Th. 135 1 .


M. Chevalier (O.C., no 117, «¿Quien ha de cerrar la puerta?», p. 194) cita el
~Entrem6sde los porfiados» (Verdores del Parnaso, pp. 83-91) en donde los espo-
sos Luisa y Escamilla disputan por ver quien debe cerrar la puerta y acuerdan que lo
hará el que hable primero; llegan dos intrusos. comen lo que hay sobre la mesa y
uno de ellos besa la mano de Luisa. Cuando esta protesta su marido le recuerda que
debe cerrar la puerta.
En la región P. Morote presenta un ejemplar que tiene en común con el cuento
del Siglo de Oro el motivo de la disputa, pero luego incluye elementos que lo
asemejan más a la versión de Torre Pacheco como el extremo de la relación sexual
con la esposa, el rapado de la cabeza del marido (aunque este último debe colegirse
a partir de la mención de los gestos con que el recien casado recibe a su madre a la
mañana siguiente, golpeándose reiteradamente la cabeza. puesto que el narrador
jumillano no hace referencia explícita) y el destino de las gachas. Pero aquí es el
marido el que habla y por lo tanto el que, como le recuerda su esposa, debe cerrar la
puerta (O.C.,«El matrimonio tozudo», pp. 137- 139).
E. Cortés Ibáñez ha recogido un ejemplar en Nerpio (O.C.,no 21, «Matrimonio
que no se entiende)),pp. 116-1 18) que comparte con el de Torre Pacheco la causa
del conflicto (quién debe entrar el haz de leña). pero presenta la variante del
protagonismo de la madre que es la que rapa la cabeza del riiuchacho cuando este se
la golpea con la intención de hacerle ver lo testaruda que es su esposa y luego, como
en Torre Pacheco y Jumilla. le arroja las gachas por encima. Sin embargo la
expresión que emplea la mujer compendiando las desventuras de su marido («Corrzú,
motilao y engachaos) advierte que el episodio del abuso sexual se ha omitido.
Procedente del área de la orilla opuesta del Mediterráneo es el cuento que recoge
García Figueras del matrimonio que decide resolver la disputa sobre quién de los
dos debe llevar la comida al burro, determinando que lo hará el que primero hable.
La mujer desaparece del escenario marchándose a casa de los vecinos y, mientras
tanto, el marido recibe la visita de un ladrón que, viéndolo inmovil. llega a arreba-
tarle el gorro de la cabeza; el muchacho que la esposa envía con un recipiente con
caldo le vierte el líquido cuando Yehá gesticula para hacerle entender la hazaña del
ratero. Al final la mujer interroga a su esposo sobre lo que ha ocurrido y este.
naturalmente, la envía a dar de comer a la acémila (Cuentos de Yehá. no 15. «Basta
ya de terquedades y ponle el pienso al burro»).

209. Aa-Th. 1365A.


Ya aparece registrado en la literatura medieval. Así en la primera parte del
Exemplo XXVII de El Conde Lucarzor la esposa del emperador Fadrique, al que
siempre contraría. fallece por colocarse como apósito sobre sus llagas una hierba
venenosa con la que el marido unta la punta de sus flechas cuando va de caza. En el
Arcipreste de Talavera (Segunda parte, Capítulo VII, «Cómo lcr tiii~jvres desobe-
diente») encontramos varias anécdotas: en la primera, similar a la de Don Juan
Manuel, el marido se deshace de la esposa infiel prohibiéndole ingerir una pócima
venenosa. En la segunda el esposo elimina a su incómoda costilla advirtiéndole que
no debe abrir un arca donde deja armada una ballesta. En una tercera disputan
marido y mujer sobre la naturaleza de una herramienta que para el hombre es
cuchillo pequeño y para la esposa tijeras, y enojado por la discusión la arroja al
agua; aún sumergida insiste la hembra en su razón sacando los dedos e irnitando la
acción de cortar de las tijeras. El marido recomienda a los invitados que la busquen
río arriba. M. Chevalier lo encuentra entre los cuentos folklóricos españoles del
Siglo de Oro (O.C., no 127, «La mujer ahogada». pp. 205-207) en un texto de
Timoneda (Sobremesa 1.1) protagonizado por un tamborinero que tiene una esposa
que siempre le lleva la contraria y en ocasión de acudir a tocar a una boda acompa-
E ~ TDIO
I C0>4P4RATl\'O L ) t LOS C IESTOS DF TOKKF
PA(.HFCO 28 1

ñado por su mujer. le aconseja que no bata el tambor al ir a cruzar el lío pues corre
riesgo de espantar al asno; pero ella hace caso omiso y ocurre entonces como en la
versión de Torre Pacheco.
Chevalier añade un pasaje del Fabulario de Sebastián Mey (no 18) y un frag-
mento de Lope de Vega (La selila confusa 11, Acad. N . IX. pp. 366b-367a).
En la región hay publicado un ejemplar recogido en Beniel (Cuentos murcianos,
«Lcr mula cocerap, pp. 221-223) en el que varía el motivo del viaje -aquí será el
santo del padre y no la boda del hermano como en Torre Pacheco- y los ejemplos
previos que demuestran el carácter contradictorio de la mujer.
También es popular en el área norteafricana como demuestra el texto no 16 de la
antología de Cuentos de Yehrí. «Yo conozco su afán de contrariedad,+.

2 10. Aa-Th. 1354.


Chevalier ha localizado dos variantes literaturizadas en el Siglo de Oro (O.C., no
1 19, «Espejo (le c.asarlos», p. 196). La primera la toma del Vocabulario de refranes
de Correas (pp. 326-327 de la edición de Visor) y coincide con la de Las Armeras en
atribuir al marido en exclusiva la desconfianza en las protestas de amor de su esposa
y la trama para poner de manifiesto su inconsistencia, trama de la que forma parte
también el gallo pelado en el papel de la Muerte. Pero aquí el hombre se esconde
tras una albarda y la mujer exclama al encontrarse con el desdichado animal:
«-Muerte pelada, veis allí a mi marido detrás de la albarda».
La otra variante la encuentra en la obra de Gracián (El Criticón, 111, XI, pp.
988b-989a). En este pasaje la Muerte asegura haberse decidido a matar tan sólo a
los que la convocasen deseándola y se lamenta de que cuando al fin acude junto a
uno que la había invocado varias veces. este la corta diciéndole:
«-No te he llamado para mí, sino para mi mujer».
En la bibliografía apunta otra referencia del XVII. una versión gallega contem-
poránea (Contos de Lugn), otra recogida en la antología del refranero de Francisco
Rodríguez Marín (Más de 21.000 refranes) y un ejemplar cubano en la recopilación
de Samuel Feijoo (Cuentos populares cubanos, vol. 1, p. 80).
Espinosa hijo también incluye un ejemplar en su colección castellano-leonesa
recogido en Aldeosancho. Segovia (O.C., no 294. «La muerte pelada», vol. 11. pp.
149-150). Difiere en el escondite escogido por el esposo para espiar la reacción de
su compañera ante la estrafalaria visión y. en consecuencia. en la exclamación que
esta profiere:
«-jM~rerte pelarla, rr por mi nraridito. que está debajo de la cama!»
Espinosa añade abundante bibliografía en la p. 502 apuntando una versión
norteamericana de Nuevo Méjico y varias portuguesas.
A. Lorenzo Vélez reproduce un texto registrado en Montejo de la Sierra, Ma-
drid, en el que los protagonistas son el cura y su madre (Cuentos Anticlericales, no
4. «La muerte viene a visitar al cura)),pp. 86-87).
C. González Sanz registra en el Catalogo de cuentos aragoneses un ejemplar
anotado por Francisco Lázaro Polo en Teme1 (El Ocirdo de la nzernoria. Historicrs y
Leyendcis turolenses).
Hallamos en El Etnocuentón la referencia a cierta supuesta costumbre de Caudete
para deshacerse de un vecino incómodo: ((Llegadal i noche de Animas, se desplutlzabn
un pollo vivo al que luego le po~zíarz atado sobre la cabeza urz cabo de vela
encendido.)) Soltaban al animal en las inmediaciones de la vivienda del personaje en
cuestión y con voz lúgubre exclamaban:
«-;La rnuerte va por ti! ;La muerte va por ti!»
Aunque convertida en anécdota desvinculada del contexto de la crisis niatrimo-
nial, parece clara su conexión con el relato que analizamos.
Pascuala Morote recoge un ejemplar en Jumilla que ofrece alguna variante. Así.
la del amigo incordiante que es el que incita al esposo para que recele de la
devoción de su cónyuge y prepara el plan que revelará el engaño. Pelada la gallina
y cubierta con un trapo, el amigo la deja en la ventana del cuarto donde duerme la
pareja al tiempo que. con voz siniestra, advierte a la esposa de la intención de la
supuesta Muerte. María exclama:
«-;Ay no, muerte pela, no nze lleves a mí, lléijate a Juan!»

21 1-212. Aa-Th. 1408B (lo incluye en el ciclo de cuentos de tontos).


Aparece tratado el tema en el Exemplo XXVIJ de El Conde Lucanor, aunque en
forma distinta puesto que no concluye con un gesto que combine la docilidad
habitual de la esposa y al tiempo burle al marido. En el cuento de D. Juan Manuel
la pertinaz fidelidad de la mujer que le hace comulgar con los disparates del marido
sirve a este para justificar ante su sobrino el buen trato que le presta.
M. Chevalier lo descubre entre los cuentos del Siglo de Oro (O.C.,no 138. «El
casado exigente», pp. 221 -222). citando un texto de Timoneda (Buen aviso. no 2 3 )
y otro de Jerónimo de Alcalá Yáñez (El donado hablador, 11, VI -NP, p. 1301-).
P. Morote también recoge un ejemplar en Jumilla (O.C.,«El marido r.irigente*.
pp. 136- 137) que comparte con la versión de Roldán el episodio del burro introdu-
cido de culo en la casa (esquema argumenta1 que recoge precisamente González
Sanz, O.C.,pp. 11 9- 120).
Los Cuentos murcianos anotan un relato recogido en Lorca («Lcr suegrcc maltr)~,
pp. 225-226) compuesto por dos secuencias, la primera de las cuales corresponde a
este tipo y la segunda al [1503A] propuesto por Gonzále7 Sanz (v. nota 236 para
«La suegra celosa»).
En Torre Pacheco contamos con otras dos versiones no transcritas que nos han
proporcionado Carmen Alcaraz e Inés Sanmartín.
El motivo del burro cejando volvemos a encontrarlo en el arquetipo 80 de
Almodóvar (O.C.,vol. 11, pp. 389-391). en el contexto de la historia del marido que
pretende «domar,> a su esposa y esta será la prueba definitiva de su docilidad.
21 3. Está relacionado con Aa-Th. 1451 y 1452, relatos donde se destacan las
cualidades económicas de la protagonista. Proponemos para esta variante el número
[ 1452A*].

214. El relato está construido sobre el motivo del equívoco en el contexto de la


pérdida de un ser querido. En este sentido está claramente emparentado con «Mun-
do, inundo» (v. los números 193. 194 y especialmente el 195 de nuestra colección).
En El Etnocuerztón (no 76, «;Ay, qué tragos!», p. 188) hallamos un ejemplar
recogido en Fuente Álamo que introduce la variante de ser aquí la mujer la que se
lamenta enmascarando con su aflicción la ingesta de vino, como en TP. 195,
añadiendo otro elemento de doble interpretación al evocar cuanto se divertían con
lo que se llevó entre las piernas (se refiere a la guitarra que le ha echado en el
ataud).

21 5. Aa-Th. 1354A*.

2 16. Sin referencias bibliográficas.

2 17-218. Aa-Th. 1476A. En la región Pascuala Morote lo ha recogido en Jumilla


(«Lasolterona devota de Sarl Arztonio», O.C.,pp. 11 7-1 18). Puede verse una versión
alemana entre los Cuentos de nifios y del hogar de los hermanos Grimm («La
doncella de Brakel* vol. 111, p. 85, donde La protagonista se encomienda a Santa
Ana para conseguir marido).

219. Boggs 1476B". Espinosa hijo recoge varias versiones en el área castellano-
leonesa (O.C..vol. 11, no 3 13 a 3 16, anotadas en Sepúlveda -Segovia-, Tudanca
-Santander-, Mota del Marqués -Valladolid- y Burgos respectivamente, pp.
174-177). El planteamiento de todas ellas es similar: la madre busca novio para la
hija y se lo solicita a un santo (excepto en el no 3 13 en que la plegaria es directa-
mente de la hija); el sacristán. oculto tras la imagen, propone a su hijo (no 313 y
3 15) o a él mismo como consorte y tras un tiempo de convivencia en el que la recién
casada sufre la desidia y los malos tratos del marido. su madre acude ante el icono
(en 3 13 se trata de S. Antonio, como en Torre Pacheco, en tanto que en 3 14 es San
Cristobal y en 3 15 y 3 16 el Santo Cristo) y le increpa por el yerno que le ha dado.
El calificativo de cara de cuerno aparece en 313, 315 y 316 y 313, 314 y 316
comparten los de pata:as y rnana:as. Sin embargo la referencia a San Antón como
patrono de la seda es exclusiva del cuento murciano.
González Sanz menciona en su Catalogo alguna versión recogida en el área
aragonesa (O.C.,p. 12 1 ).

220. Sin referencias bibliográficas.


221. Aunque el argumento de este relato no aparece recogido en el índice de
Aarne-Thompson, corresponde al ciclo de cuentos acerca de una mu.~er,y más
concretamente al de la búsqueda de una esposa que incluye los tipos 1450-1474 (v.
O.C., pp. 248-250).

222-223-224-225. El argumento de este relato está claramente emparentado con


el de Aa-Th. 1462": «Un pretendiente menciona por casualidad que es difícil conse-
guir avena que tenga siete años, que él necesita para medicina. En las ollas y las
cacerolas de la casa se puede encontrar suficiente, dice la madre de la muchacha».
(O.C., p. 250).
También puede compararse con Aa-Th.1453""": «Después de tres semanas la
muchacha todavía tiene masa debajo de las uñas.» (O.C., p. 249).
En la región lo ha recogido Gómez Ortín (O.C., no 4, «Lu rzovin nzarrnna», pp.
164-165). Se trata de una ingeniosa variante en la que el novio, que quiere compro-
bar hasta qué punto es sucia su pareja, le dice que la burra ha enfermado y le han
dicho que curará con pelusicu de las camas y aquella le responde que debajo de la
suya hay para llenar un saco, y aún más debajo de la de su madre, con lo que le
advierte de paso que su desidia empeorará con la edad.
También lo encontramos en la obra de J. Martínez Ruiz sobre cultura oral de los
pueblos del Segura (O.C., «La pelusa». pp. 239-243). En la versión que recrea. la
madre del mozo que acaba de echarse novia recibe de una vecina quisquillosa la
advertencia sobre las condiciones negligentes de la muchacha y para certificarlas
envía al hijo a la casa de su prometida para que le proporcione pelusa con la que
confeccionar una cataplasma para curar un mal que ciega a las mulas. El mozo
regresa feliz con un saco repleto y es recriminado por su padre.

226-227. Gómez Ortín publica una versión recogida en el Noroeste (0.c.. no 5,


«Lamujer y el cochino», p. 165). idéntica salvo en el desenlace en el que lo que
resulta intolerable a la mujer es que el cerdo haga burbujas con la boca.

J. MOZOS CORTEJANDO

228. Aa-Th. 1688. M. Chevalier cita el relato no 20 del Fabulario de Sebastián


Mey («El hidalgo y el criado», O.C., pp. 358-359) en el que el protagonista, un
tal Luis Campuzo, fanfarrón con escasa fortuna pero amigo de comer bien. hace
pregonar su aficción gastronómica por boca de su mujer. sus hijos y un criado.
En ocasión en que están invitados a cenar unos amigos, al preguntarle al mozo
por lo que hay de cena este responde que un pollo, una perdiz y un palomino: el
amo le reconviene más tarde pidiéndole que ponga en plural el manjar cuando
haya otros comensales delante. Así lo hace el criado la noche en que hay vaca
para cenar.
En la región José Ortega ofrece una versión de un informante de La Unión muy
parecida a la de Roldán: un embustero y presumido acude con el mozo a cortejar a
la novia. Su criado matiza las palabras del amo y convierte el montón de ovejas en
un rebaño y sus propiedades en grandes extensiones de tierras: cuando confiesa que
ve poco por un ojo entonces interviene el mozo para decir que no ve nada en
absoluto (0.c.. no XXIX. «El criado iriymzderador~,p. 1 19).
También los Cuentos r~lurcitrnosincluyen un interesante ejemplar recogido en
Javalí Nuevo («Elamo y el criado en busca de novia», pp. 159- 160), aunque aquí es
la mala memoria del acompañante la que provoca las impertinencias que ridiculizan
al señorito.

229. Hay que integrarlo entre los cuentos de mentirosos que en el catálogo de
Aa-Th. lleva desde el tipo 1875 al 1999: probablemente corresponda al 1890F que
tiene una descripción bastante imprecisa («El tiro afortunado: formas miscelá-
neas»).

230-23 1-232. Sin referencias bibliográficas.

233. Aa-Th.1775. Tanto Aa-Th. como González Sanz (O.C., p. 134. con un
esquema argumenta1 idéntico al que presenta la versión de San Cayetano) lo clasi-
fican entre los chistes y anécdotas sobre clérigos y órdenes religiosas por cuanto el
protagonista es un cura (un obispo en el cuento del Bajo Aragón).
En la región no sucede así si juzgamos por el texto de San Cayetano y por una
versión inédita. recogida en Lorquí por Pedro Manuel Pérez Hernández de su
abuelo Manuel «el del Cabezo», que dice así:
«Tenía yo amistá con una familia del campo y cada vez que venía aquí
venía a mesa puesta. Una vez que me invitaron a m í a ir al campo y me fui de
caca a su casa, y allípaece que ataban los perros con loilgani,-a. Me pusieron
de comer y conzinzos, pero me quedé coi? mn's hambre que me había puesto. Y
m'arregltrron la cama en la cocina. Pero yo, cuando estaba allí en la cocina,
miré a la leja y iyi una corteza de tocino que tenía lo rzieizos un dedo de tocino,
y dije yo:
-;Caso e17 Dios! Ese me va a quitar a rni el hambre.
Y ycr que se acostaron y yo también me acosté en la cocina, le eché mano a la
corteza de tocino como pude, me la zampé toa.
Pero a otro día, al ser de día, se levantó la hija, que paecía un tonel de gorda,
y estaba mirando por la Eeja; y yo con un ojillo tapao y el otro mirando. Y paece
que buscaba algo. Y decía la madre desde adentro:
-;Nena!, ,;no me traes la corteza?
Y yo decía:
-(iAh, pijo! Esta viene buscando la corteza que yo me comí anoche.)
Y yo ya le pregunté a la zagala:
-Nena, ¿qué buscas?
-La corteza de tocino que rtzi r~zadrela tiene dedicá pa darse pcrslís en las
almorranas p ahora no apaece.
Yo irle callé, callaillo, ine salípa la puerta v ine puse al pie 'el incrrgrn... jMcrcire
mía, Manuel, eché hasta los atriles!))

234-235. Son variantes escatológicas de Aa-Th.923A. tipo incluido en el ciclo


de cuentos románticos. en el apartado de palabras y acciones inteligentes. El índice
lo describe así: «Como una brisa en el sol caliente. Una esposa así expresa su amor
por su esposo. Se ofende, pero bajo el sol caliente se da cuenta del significado del
dicho de su esposa y regresa con ella.» (O.C., p. 193).

K. O T R A S R E L A C I O N E S F A M I L I A R E S

236. Se trata de una variante de Aa-Th.1365A en la que la espoha insoportable


ha sido sustituida por la suegra.

237. Aunque el conflicto que plantea este relato corresponde a Aa-Th. 1448"
(«E1pan quenzado y el medio crudo», O.C., p. 248). la manera en que se desenvuel-
ve es idéntica a la descrita en los cuentos castellano-leoneses recogidos por Espino-
sa hijo no 3 13 al 3 16 y en TP. 2 19 (véase la nota correspondiente).
En Torre Pacheco uno de nuestros informantes aseguró haberlo escuchado en
muchas ocasiones y nos proporcionó una vaga referencia respecto a otro similar en
el que la suegra quiere deshacerse de la nuera suministrándole caldo de gallina
negra (en este sentido convendrá ver el cuento no 17 de los Cuentos A~zticlericales.
«Las gallinas negras*. pp. 103-104, registado por J.A. del Río y M. Pérez Bautista
en El Gastor, Cádiz).

238. González Sanz propone para este relato el tipo [1503A] (O.C., p. 12 1 ).
E. Cortés Ibáñez recoge una versión en Nerpio (no 23, (<Lasuegra y la nuera,,.
pp. 122-124) cuyo argumento podemos resumir así: un matrimonio que vende
cacharros de metal vive con la madre del marido; la esposa, encaprichada de cierto
objeto, paga su precio con favores sexuales animada por la suegra. Pero esta cuando
regresa su hijo canta una canción en la que revela la falta de su esposa al tiempo que
cuece unas morcillas. La esposa decide vengarse y apalea a la suegra con un haz de
varas de olivo, higuera y parra. En su delirio la vieja repite: ~Arrosy bajos, rili nuera
COIZ parras y olivos j1iguera.s)); los presentes interpretan que deja toda la herencia a
SU nuera.
Espinosa hijo recoge el tema del conflicto nuera-suegra en el cuento no 307 de
su colección («Estassíque son suegras». vol. 11, pp. 169-170, anotado en Covambias.
Burgos). en el que. como en Nerpio, la esposa delatada ahoga a la suegra con una
tajada de hígado. Pero el desenlace es distinto: una vez muerta la llora falsamente y
el marido, para consolarla, le pinta una mujer en el frontal de la chimenea; ella
exclama entonces: &Estas sí que son suegras, que no parlan lo que hacen lus
r~uer~i.s».
Entre los Cuentos rnurcianos hallamos un ejemplar recogido en Lorca ((<La
suegro inulu», pp. 225-227) cuya primera secuencia corresponde al cuento de la
mujer complaciente o el casado exigente, es decir, Aa-Th. 1408B (v. nota a TP 21 1-
212). aunque acomodado el argumento a la inquina manifiesta de la suegra contra
su nuera. La segunda secuencia es similar al ejemplar de Torre Pacheco que analiza-
mos y comparte con él la trama del marido para simular que apalea a su esposa.
cuando lo que hace en realidad es arrastrar la albarda del asno, y la venganza de la
mujer con la variante de que además de arrastrar a la madre política escaleras arriba
y abajo, la hace pasar por el bancal de los ajos.

239-240. Este cuento. muy popular en el área de Cartagena y del que conozco
otras versiones con huevos o con naranjas, no aparece recogido en los repertorios
que he manejado. Sin embargo encontramos un ejemplar practicamente idéntico en
el ,ea norteafricana, protagonizado por Yehá, en el que el pícaro pide a la decena de
compañeros con los que viaja que le cedan la mitad de su pan puesto que él no puede
comerse uno entero (Cuerztos de Yehcí, no 270, «Un pan es demasiado para mí».

L. CCTENTOS DE CURAS

24.1-242. A. Lorenzo Vélez ofrece un e-jemplar en sus Cuentos Anticlericales (no


, 19 1-1 94). El texto procede del fondo inédito de J.
95, «El cura pare c h o t o s ~ pp.
Camarena que lo ha registrado en Ciudad Real a un informante procedente de
Calzada de Calatrava.

243. Aa-Th. 178 1. Puede compararse con una versión practicamente idéntica
recogida por J. Díaz (O.C., no 44. pp. 82-83). Con respecto a la nuestra la variante se
produce en la clave utilizada (indica),el nombre de la mujer para ajustarlo a la rima
(Anica) y el rango del coprotagonista (alcalde y no sacristán), si bien un ejemplar
recogido en Torre Pacheco de boca de Inés Sanmartín reproduce la misma trama
vallisoletana. siendo el alcalde el que conmina al cura para que le revele la identidad
de las tnu-jeres adúlteras. En la misma obra Chevalier califica este cuento como una
variante rústica de El curioso impertinente y señala como única versión por él
conocida la recogida por Fernán Caballero (Cuentos Y poesías populares andalu~as.
pp. 1 19b-120a).
A. Lorenzo Vélez también incluye un ejemplar en sus Cuentos Anticlericales (no
48, «E1 curcr seiicrlcr (1 lcrs aciúlterus» 11, p. 148) registrado en Valdaracete, Madrid.
Aquí la señal incriminatoria es Alea y ante las protestas del sacristán cuando el
sacerdote acusa a su esposa este responde:
«-;Si es su mujer, que sea;
que yo sé muy bien del pie que cojea!»

244. A. Lorenzo Vélez recoge una versión en los Cuetztos A1ztic1ericale.sregis-


trada en Montejo de la Sierra, Madrid (no 47, «El cura señalrt n las adúltercr.s» 1, p.
147) en el que el cura acuerda con el sacristán marcar los triunfos eróticos de cada
uno con la expresión tilín o tilón, según a quien corresponda; como en el ejemplar
de Torre Pacheco, el sacristán revela que ha tenido trato con la madre y la hermana
del sacerdote. Proponemos para este tipo la variante [ 1781A].

245-246. Ambas versiones coinciden, pero se encuentran deterioradas. La de


Dolores de Pacheco conserva mejor el episodio de la trampa y el desenlace. En la de
Torre Pacheco está planteada la argucia del cura para entenderse en clave con la
feligresa. Nos ha parecido más oportuno introducir los dos ejemplares que construir
una versión «óptima» combinando los pasajes de ambas que se complementan;
además, en Dolores nuestro informante incluye algunos elementos didácticos sobre
el comportamiento del ternero al mamar que proporcionan una idea más clara de la
dureza del castigo ideado por el marido.
González Sanz propone para este cuento el tipo [1733C] (0.c.. p. 133). en tanto
que para Espinosa hijo sería una variante de Aa-Th. 1 730 (O.C.,vol. 11, p. 535). Este
último nos ofrece dos ejemplares castellano-leoneses que describimos a continua-
ción para compararlos con las versiones pachequeras.
En el no 395, {(Zapatera,tiqui», recogido en Navas de Oro, Segovia (0.c. vol. 11,
pp. 320-321 ), el esquema argumenta1 es el siguiente:
a) La mujer de un zapatero acude a la iglesia y el sacerdote la saluda con un
enigmático zapatera tiqui. Ella se lo comenta al marido y este le aconseja que
responda señor cura taca (por lo tanto tiqui y taca funcionan aquí como sobreenten-
didos, más que como clave previamente pactada como se sugiere en nuestros
textos), y que le invite a acudir por la noche a su casa.
b) El sacristán acompaña al cura. El zapatero se presenta inopinadamente en
medio de la cena y los visitantes se ven obligados a esconderse en una saca y un
escaño respectivamente. El zapatero propone prender fuego a esos objetos y
salen a escape sus ocupantes sin poder evitar que un tizón queme el culo al
sacristán.
C)Al día siguiente acude la feligresa a la iglesia. El cura le espeta:
«No quiero ni tu tiqui, ni tu taca,
que anoche tu marido
me quiso quemar en la saca.»
Y el sacristán:
«Pero al sacristcín cornudo
le atizcí con el tizón en el culo.))
En el no 396 (((María.ñiqui)). Medina del Campo, Valladolid, O.C., vol. 11, pp.
32 1-322). esta ausente el sacristán y el desenlace supone el apaleamiento del cura
encerrado en el cuarto donde se guarda el tabaco. Cuando a la mañana siguiente la
mujer le provoca con la fórmula acordada, señor cura, ñaqui, este responde:
« N o quiero ni rnás ñiqui, ni más ñaqui.
que tu inurido venía lnucho al funzaqui.))
Sin embargo es claro que estas versiones tienen un final mucho menos escabro-
so que los relatos de Torre Pacheco. El tema del ternero que completa el castigo del
libidinoso cura succionándole el sexo toda la noche aparece en el cuento no 27 de
los recogidos por J. Díaz en Valladolid (O.C., pp. 65-66) y en los no 9 y 10 de los
Ci~enrosA1ztic1ericale.s de A. Lorenzo Vélez, registrados respectivamente en
Valdaracete. Madrid y en Corporario. Salamanca («El cura amanzanta chotos» I y
11,pp. 93 y 93). También El Etnocuentón ofrece un ejemplar («El cura y el cherro)),
pp. 3 12-3 13) idéntico al de Dolores de Pacheco. salvo en la fórmula ajustada (truco-
retruco); hay una variante en el no 128 del Etnocuentón («El cura y el saco de
pimeiztón». pp. 3 1 1-312) en la que el cura adúltero, sorprendido por el marido. se
esconde en el saco de especias y el cornudo suspicaz se sentará sobre él y le
pinchará con una almará -aguja grande para coser alpargatas- que emplea con la
excusa de sacar el gajo a los caracoles. En el no 39 de los Cuentos Anticlericales.
registrado por J . Camarena en Terrinches, Ciudad Real, el cura es descubierto y
obligado a moler aceituna («El cura rriuele en la alma:ara», pp. 138-139).
Chevalier propone identificar este cuento con Aa-Th.1359 (Díaz & Chevalier
0.c.. p. 134); nos parece más adecuado. como hace González Sanz, incluirlo entre
los cuentos de curas aunque para nosotros sería más bien una variante de 1730,
[ 173OC"l.
Aa-th. 1730 contiene el tema del cura y el sacristán burlados. Espinosa hijo lo
encuentra en el cuento 393 ((<Eltío Monago de la Mata», recogido en Cuellar,
segovia; O.C., vol. 11, pp. 31 7-3 19) y en el 394 («El culo por candelero)),anotado
en Burgos; O.C., vol. 11. pp. 319-320). El esquema argumenta] en 394 es el
siguiente:
a) Una mujer casada es cortejada por el cura, el sacristán y el organista.
b ) La mujer advierte a su marido y ambos conciertan una trampa para escarmen-
tar a los pretendientes. El marido se oculta y aparece conforme acuden estos
personajes a la cita que previamente les ha dado su esposa. Al cura y al sacristán les
hace entregar el dinero que llevan y les deja marchar; el organista, que no tiene un
duro, servirá a la pareja de candelero mientras cenan.
c ) El domingo en misa el cura descubre entre sus feligreses a la guapa mujer y
no puede dejar de exclamar:
( < i Q ~guapa
é va la María!»
Añade el sacristán:
«Con tu bolsa y con la mía.»
Y el organista remata:
«Yo que no tuve dinero,
;puse el culo por candelero!))
Tres versiones de este relato incluye A. Lorenzo Vélez entre sus Cuentos
Anticlericales (no 36, 37 y 38, «Los pretendientes utrapados» 1 y 11 y «El monagui-
llo, el cura y el sacristán cortejan a la panadera., pp. 134-138).
Restos de una versión de este cuento hemos encontrado en Torre Pacheco. Se
trata únicamente de las fórmulas versificadas del desenlace:
«-;Ahí está la bien compuesta!^
(Probablemente el comentario del cura).
«-Y bien caro que nos cuesta.))
(Es seguramente la respuesta del sacristán).
K Y decía el monaguillo:

-Y a mí más que a ninguno,


que encendieron la vela
y me quemaron el culo.))
Otra referencia bibliográfica más próxima es la de la versión recogida en Nerpio
por Emilia Cortés Ibáñez, no 15 (Zahora, no 9, pp. 98-100). y que difiere en la
venganza del marido; este golpea a los que pretenden seducir a su esposa y luego les
obliga a trillar centeno. Así se modifica también el desenlace que concluye con la
exclamación del sacerdote:
<<-Qué maja viene mi ramos.
A la que apunta el sacristán:
«-La que1 centeno le trillamos.»
Y concluye el monaguillo:
«-A voto de San Andrés,
que fuinzos entre los tres.

247. A. Lorenzo Vélez presenta un ejemplar recogido por J. Camarena en


Horcajo de los Montes, Ciudad Real (Cuentos Anticlericales, no 98. .El sermón de
Navas de Estena~,pp. 196-197).

248-249. A. Lorenzo Vélez recoge en su antología de Cuentos Anticlericales un


par de ejemplares que están directamente emparentados con este relato pachequero
y tambien con TP. 250. Es el caso del no 70 (.La cotzfesión insólita», pp. 170-172,
procedente del fondo de J. Camarena que lo ha registrado en Almedina. Ciudad
Real). en el que se combina el lúbrico interrogatorio del cura, la estrambótica
procesión que organiza con su amante y la reacción entre sorprendida y escandali-
zada de la anciana beata que los observa. También puede compararse con el no 97 de
ESTLIDIO
( 0\1PAK4TILO IIE 1-05 ( IEhTOS DE TORRE
PA(HECO 29 1

la misma colección («La procesión nunca vista». pp. 195-196, registrada por
Camarena en Corral de Calatrava, Ciudad Real).
La estructura narrativa de la versión de Torre Pacheco es la más compleja.
Presenta dos planos de acción: por un lado el del hijo del sacristán que contempla el
juego erótico del sacerdote con la feligresa y luego usurpa el puesto de su padre
para advertir al cura de lo que sabe; por otro el ingenio de seducción empleado por
el presbítero basado en un artificio léxico para justificar sus audaces tocamientos.
La versión de Torre Pacheco elimina uno de los elementos, el pícaro «voyeur»,
y reduce el relato a un breve chiste fundado en las metáforas con las que el cura
bautiza las zonas erógenas de la beata y disfraza así sus intenciones.
Existe una tercera variante que hemos anotado en Balsicas. Nuestra informante
aquí asegura haberlo escuchado, pero Los escasos datos que proporciona sugieren
una versión distinta en la que el artificio léxico del sacerdote (del que sólo recuerda
una frase: «Donde se sietnbra el trigo)))le sirve para aprovecharse de la feligresa
evitando la intervención del marido ( ? ) . Tal vez asocia dos relatos diferentes.

250. Pueden verse los ejemplares arriba comentados de la antología de Cuentos


Aizticlericales de A. Lorenzo Vélez (no 70 y 97) y también el no 88, «Las tres hijas
del sacristbn», p. 186, registrado por el autor en Valdaracete, Madrid.

25 1 . Sin referencias bibliográficas.

252. Sin referencias bibliográficas. No transcribimos un par de versiones resu-


midas anotadas en Las Armeras y Torre Pacheco.

253. Aa-Th. 1777A* (andanza del clérigo y el sacristán). Compárese con el no


46 de la colección de Cuentos Anticlericales de A. Lorenzo Vélez («La confesión
que no se oía». p. 146, registrado por Camarena en Secemela, Ciudad Real).

254. Aa-Th. 1562A (cuentos del hombre listo).


Espinosa hijo registra tres ejemplares que incluye en su ciclo de cuentos de
mentiras. El no 445 (0.c.. vol. 11, {(Lachiribitaina))),pp. 381-382, registrado en
Sepúlveda, Segovia, refiere la visita de un aragonés a un cura y cómo este le
informa de los estrafalarios nombres con los que en su casa se conocen objetos y
seres («casdchiribitaina: catndtutnba de San Sebastian; ama/projiminostra; esca-
lera.s/excelencia.s:agudtenzplanza; lumbre/alegría; gatos/cacigurriatos»). También
de Segovia, pero anotado en la localidad de Cuellar, es el no 446 (pp. 382-383);
como en el anterior el mendigo pide limosna al sacerdote y este le acoge en su
morada donde los vecinos son pepinos. el agua templanza, el gato zampagurriatos,
la lumbre alegría, el hogar chiribitairza, el señor cura Zampalosdioses, el ama
Púginnnostra y la cama la Tumba de San Sebastián. Un argumento practicamente
idéntico presenta el no 447 (recogido en Sepúlveda, pp. 383-384). con la variante de
los protagonistas, amo y pastor. En 445 y 447 son los mozos engañados los que
provocan el incendio, extremo que no queda precisado en 446.
En el comentario a TP. 148 ya hemos aludido al texto registrado por J. Camarena
en Piedrabuena, Ciudad Real, e incluido por A. Lorenzo en los Cuentos Anticlericales
(no 32, «El cura p el soldado*, pp. 127-130). Aquí el cura aloja a un soldado y
pretende convencerle de que el nombre apropiado para el sacerdote es cantusé. el
del ama tiritates, el del gato papalarrata. el candil es la tamuza, la silla el
arrepeticongo, la escalera un subiente, la casa un habitdculo, los embutidos santos.
santas y evangelistas.
En El Etnocuentón hallamos un ejemplar en el que el cura busca criado y cuando
lo encuentra rebautiza para él los nombres comunes de la cama (exposirate), zapatos
(chirlos mirlos), calcetines (sabaritates). el gato (ave que caza a las ratas), el pajar
(bitoque). el fuego (experiencia) y los chorizos y las morcillas (chiriquiquis ,y
chiricoques). El criado, hambriento, se hace con los embutidos, como en La versión
anterior. pero importunado por el gato provoca un incendio.
En la región encontramos un magnífico texto recogido en Javalí Nuevo, inserto
en la colección de Cuentos murcianos («Sonardeus». pp. 153-154); en este el cura
se burla de los mozos que pretenden a sus sobrinas renombrando al gato (belichoto).
las sillas Cfelitanganas), los jamones (santos), la luz (relunzbrunrcr). la acción de
dormir (estar en brazos de jarganra) y el cura mismo (Gorja); y, como en los
cuentos de Espinosa. son los mozos los que prenden fuego al gato tras robar los
jamones.
La versión que recogemos en San Cayetano está muy deteriorada. Apenas se nos
presenta como un resumen del hilo argumenta1 sobre el que volvía el informante
para completar datos y aclarar detalles. Para la reconstrucción que ofrecernos hemos
utilizado los textos de Espinosa y siguiendo su esquema narrativo proponemos:
-La intencionalidad burlesca del cura al rebautizar objetos y criada con nom-
bres estrambóticos.
-La voluntad del mozo de revancha, expresada en el incendio que desencadena
y que parece decidido al descubrir la relación erótica con la criada.
(Véase también el comentario a TP. 148).

255-256. A. Lorenzo Vélez recoge una versión en sus Cuentos Aizticlericales


que él mismo ha registrado en Águilas, lo que hasta el momento circunscribe el área
geográfica donde se ha localizado este relato a la región de Murcia (no 43, «El curci
intenta abortar», pp. 143- 144).
Carlos González Sanz incluye un ejemplar similar en su catálogo, aunque el
argumento tipo que ofrece difiere del nuestro: allí la orina del cura es sustituida por
la de una vaca y el tumor que posteriormente se le extrae del vientre es reemplazado
por un bebe (O.C.,pp. 131- 132). Goazález Sanz lo identifica con el tipo 1739 de Aa-
Th. Por nuestra parte proponemos para los textos de Torre Pacheco y Águilas el tipo
[1739C*].
En Santa Rosalía uno de nuestros informantes nos proporciona una versión en la que
el cura se arroja desde una higuera para provocarse el aborto y espanta a un gato negro,
lo que le lleva a exclamar: <<jAycabrón, que has salío con sotanas como tu padre!»

257. Aa-Th. 1860. En el índice de Aarne-Thompson aparece entre las anécdotas


acerca de otros grupos de personas porque los solicitados por el hombre que agoni-
za son un abogado y un notario. En Roldán la presencia del cura abunda en la
consideración negativa del sacerdocio.

258-259. Aa-Th. 1741. Encontramos una antigua referencia Literaria en Timoneda,


El Sobreinesa y Alivio de caininantes, 11, 5 1 (V.M.Chevalier, O.C.,no 226, p. 377);
en esta versión el cura y la protagonista son amantes. El labrador lo invita a comer
un par de perdices y la esposa hambrienta no espera a la mesa y las devora; a
continuación da a su marido una cuchilla para afilarla y, puesto este en la tarea,
asegura al sacerdote que el esposo ha descubierto su infidelidad y pretende cortarle
las orejas. Sigue como en nuestro relato.
En Caprés hemos recogido una versión de este cuento en el que también son Las
perdices el manjar sustraído y las orejas del cura las que supuestamente peligran
(0.c. no 19, ((Las or<jas del cura*, pp. 174- 175).

260. Aa-Th. 1825. Boggs 1825*D.


El cuento de San Cayetano está claramente emparentado con los no 413 y 414
que recoge Espinosa hijo en Aldeonsancho, Segovia y Frama, Potes, Santander,
respectivamente (0.c.. vol. 11, pp. 339-344). En el primero un matrimonio tiene un
hijo torpe y deciden darle carrera de cura; tiempo después regresa el muchacho a su
casa dando muestras de conservar su simpleza. Cuando acude, acompañado por su
madre, a las fiestas de un pueblo cercano donde le han reclamado para que diga el
sermón, toma nota de las cosas y las circustancias triviales que observa (un zurrón
que cuelga de un pino. un lagarto, un par de escarabajos que mueven una bola de
estiercol. peces en el río, etc.) y con esos elementos latinizados construye un
extravagante sermón que repite tres veces desde el púlpito. La madre le insta a
cambiar su perorata y entonces inicia una retahila de preguntas a las que responde
su progenitora, excepto la última en la que interviene chuscamente uno de los
feligreses.
Es el mismo esquema narrativo que aparece en el relato no 54 de los Cuentos
Anticlericales de A. Lorenzo, «El sermón que no concluye», pp. 152- 153, registrado
en Villalba del Rey, Cuenca. El negligente seminarista utiliza aquí para componer
su perorata una rana, un borrico muerto, los aperos de un labrador, unas tortas y
hasta los excrementos de los bueyes. También en la misma antología encontramos
otro texto del mismo tipo recogido por Camarena en Corral de Calatrava, Ciudad
Real (no 56, «Ya llevo un poquito de )ni sermón*. pp. 154-156) en el que la
inspiración le llega al protagonista a partir de la duración de su viaje, el daño
ocasionado en su capa cuando esta se engancha en un arbusto y la carroña de la
acémila devorada por los cuervos. En ambos casos en el desenlace el oficiante
increpa a su madre con una expresión idéntica a la de San Cayetano.
Joaquín Díaz registra otro ejemplar parecido al nuestro (O.C., no 47, (<Elcura
corto», p. 84). En este cuento un cura muy torpe apenas es capaz de repetir en el
sermón la fórmula: «Por vosotros le crucificaron». La madre exclama entonces (no
admirada. sino preocupada): «Pero hijo, por los nueve meses...)). El sacerdote
responde como en San Cayetano: «Métase usté eiz nzi culo y la tengo veinte».
En la Vega Media Martínez Ruiz recoge un texto que incide precisamente sobre
la incompetencia del sacerdote en el sermón (O.C., «Er sernzórz de san Roque», pp.
35-36), atascado en la pregunta retórica «¿Ánde pondremos ci san Roque?», aunque
el título sugiere su relación con Aa-Th. l848C que analizamos más adelante.
García Figueras incluye en su antología de Cuentos de Yeha un ejemplar en el
que la madre, afligida por el trato que recibe de su hijo, le recuerda el tiempo que lo
llevó en su vientre y obtiene por respuesta la misma con la que obsequian a su
progenitora los curas del cuento vallisoletano y pachequero (Cuentos de Yeha, no
12, «Yehá quiere quedar en paz con su madre))).

261. J. Díaz lo incluye en su colección (O.C., no 46, «El cirrcr y el volatinero».


pp. 83-84). En el análisis que Chevalier hace de este relato más adelante (p. 146) se
limita a señalar que no está clasificado por Aarne-Thompson.

262. Aa-Th.1838. No lo hemos localizado en los repertorios nacionales que


manejamos. Pero R. Gil y Mohammed Ibn Azzuz anotan en Tetuán un cuento muy
similar protagonizado por un alfaquí que exige disciplina en la oración a los habi-
tantes de cierto poblado; al fin estos repiten escrupulosamente las letanías del
alfaquí, incluso cuando este, al prosternarse, introduce su nariz en la ranura de una
tarima y comenta: «Mi nariz está en un aprieto)) (Cuentos nzarroquíes. no 105, «La
oración», pp. 167- 168).

263. Sin referencias bibliográficas.

264-265. Aa-Th. 1848C.


Espinosa hijo ha registrado un ejemplar en su colección castellano-leonesa
(O.C., vol. 11, no 423, «El sermón del día de San Roque., pp. 351-352, anotada
en Peñafiel, Valladolid) que comparte con la versión de San Cayetano la com-
plicidad entre el cura y, en este caso, el narrador que se identifica como vecino
del pueblo.
También puede compararse con el texto más elaborado de la antología de Sánchez
Pérez (O.C.,no 68, «El sermón de San Roque», pp. 94-96) y con el arquetipo no 73
de Almodóvar (0.c.. vol. 11, «El serinón de San Roque», pp. 365-366). Solamente
en los cuentos de Torre Pacheco es el recurso del predicador a las ranas el que acaba
despertando las iras de los feligreses.

266. Aa-Th. 1 83 1. Boggs 1831 *C.


Espinosa hijo recoge tres versiones muy similares (O.C., vol. 11, no 4.16 en
Morgovejo, Riaño, no 41 7 en Navas de Oro, Segovia y no 4.18 en Cervera de Río
Pisuerga. pp. 346-348).
También lo incluye en su antología de Cuentos Anticlericales A. Lorenzo (no 63,
«Los que .fuistis ya vinistis», pp. 163- 164, registrado en Garganta de los Montes,
Madrid).

267. A. Lorenzo ofrece varias versiones en sus Cuentos Anticlericales. En las


registradas en Villalba del Rey, Cuenca y en Brea del Tajo, Madrid (no 59 y no 62.
((La receta desde el púlpito» 1 y IV, pp. 159-160 y 162-163) la consulta del
sacristán al cura oficiante también versa sobre las gachas, pero la respuesta de
este es mucho más proli-la; en el cuento no 60 el cura resuelve desde el púlpito la
cantidad de carne que el ama debe echar en el cocido y en el no 61 la forma en que
ha de cocinar el pollo (0.c. «La receta desde el púlpito» 11 y 111, pp. 160-162,
registrados respectivamente en Pedrosa del Duero, Burgos y en Montejo de la
Sierra, Madrid).
Está presente en las recopilaciones regionales. Así, en la de P. Morote (O.C.,«El
cura tacaño», p. 200), el cura deja al ama cantidades demasiado justas para hacer la
comida; el ama se encuentra sin harina para hacer las gachas y pide al sacristán que
se lo diga al cura. Para no interrumpir la ceremonia el cura y el sacristán intercambian
mensajes en falso latín.
De forma similar sucede en la versión del NO. que registra Gómez Ortín (0.c..
no 15, «El cura roñoso»), si bien aquí es el monaguillo el que intercede ante el
sacerdote oficiante. Por otro lado la expresión gacha gachurria para referirse al
exceso de agua de las gachas aclara la empleada por nuestro informante en Torre
Pacheco.
También lo apunta para la Vega Media J. Martínez Ruiz (0.c.. «Er tabirunairum)),
pp. 31-32).

268. J. Díaz lo incluye en su colección (O.C.,no 53, «El cura y el piojo.. p. 88).
En su versión las palabras que solemnemente pronuncia el sacerdote son: «Recáncano
que picaste cabe~ade sacerdote, has de morir en patena, per Cristum dominum
noster; amen». Más adelante Chevalier en el anális afirma no conocer ninguna otra
versión (p. 148).
Con una fórmula practicamente idéntica a la de la versión vallisoletana encon-
tramos un texto en la antología de Cuentos Anticlericales. registrado por A.Lorenzo
en Villalba del rey, Cuenca (no 76, «El cura y el piojo)). p. 176).
En la Vega Media apunta un ejemplar Martínez Ruiz con esta letanía del cura:
~Piojibiris,piojibiris que picatis la coronilla de1 p a t a t'he pesccctus, y mortus
serás por uñatis uñatis» (O.C., «Piojibiris». pp. 149- 150).

269. Sin referencias bibliográficas.

270. Aa-Th.1920D (cuentos de mentiras).


Chevalier (O.C., no 255, ~Ajustad~ne esas medidas», pp. 423-424) encuentra este
relato en la obra de Juan de Luna (Diálogos fanziliares. pp. 236-237): en ella el
narrador dice haber conocido a un parlanchin con tendencia a exagerar que le pide
que al llegar a cualquier posada vigile sus argumentos y le tire del faldón si se pasa.
Puesto en sazón el embustero asegura conocer una iglesia japonesa de mil pies de
largo y, al notar el tirón del compañero, corrige en el ancho y lo deja en solo un pie.
Preguntado por la utilidad de un templo tan alto y tan estrecho responde: «Agracle:-
can vuesas rnercedes que me tiraron de la~faldaa tienrpo, que si no, yo les voto a
Dios que yo la cuadrara».
Texto idéntico al de Chevalier es el que recoge García Figueras en su antología
de Cuentos de Yehn': el pícaro asegura ante la concurrencia que en la ciudad de
Brusa hay palacios de cinco mil codos de largo: en ese momento. por la irrupción de
un persa que conoce la urbe a la que se refiere Yehá, reduce la anchura de los
edificios a cincuenta codos y, vista por sus contertulios la falta de proporción,
apostilla: «Es que ha llegado este honzbre en un monzeizto irloportuno; si no, yo
hubiera proporcionado el ancho con el largo» (Cuentos de Yehá, no 274. «Un recieíz
llegado estropea las proporciones*).
Curiosamente Chevalier no incluye en la bibliografía versiones contemporáneas
de este relato.
Un ejemplar marroquí anotado por Mohammed Ibn Azzuz refiere cómo el
cazador embustero, ante el interrogatorio del caid, reduce la importancia de la
manada de jabalíes que asegura haber visto (Cuentos niarroquíes. no 48, «Batida de
jabalíes*, pp. 126- 127).

27 1. Sin referencias bibliográficas, aunque está relacionado con Aa-Th. 1807 y


el ciclo de la confesión equívoca.

272. Aa-Th. 1533. En el índice aparece incluido en el ciclo de las andanzas del
hombre listo ya que en el esquema argumenta1 el protagonista no está caracterizado
con ninguna identidad profesional.
No tenemos referencias en los repertorios consultados.
273. Sin referencias bibliográficas.

M. ESCEPTICISMO RELIGlOSO

274-275-276-277. No está incluido en el índice de Aa-Th. Carlos González Sanz


ha propuesto el tipo [ 1824Al (0.c. pp. 136- 137). Es enormemente popular en la
tradición española y Chevalier hace notar- su antigüedad cuando recoge su presencia
en la obra de varios autores del s. XVII (0.c. no 86, pp. 142-143).
Existe una notable discrepancia respecto a su clasificación temática. Para
Chevalier entraría en la categoría de cuentos novelescos. Almodóvar lo incluye
entre los de pícaros (O.C.,vol. 11, arquetipo 73, p. 367). Espinosa hijo (0.c. vol. 11,
no 420, 421 y 422. pp. 350-35 1 ) y González Sanz entre los de curas y asuntos
religiosos.
Con frecuencia la imagen que se labra con la madera del árbol inútil no aparece
identificada: ocurre de esta forma en una de las versiones de San Cayetano (TP
275). en otra de Balsicas que no hemos transcrito dado su estado, en la de Dolores
de Pacheco y en la de Caprés (0.c.. no 33 bis. «Quien te coizoció ciruelos, pp. 186-
187). Tampoco quiso concretarla Góngora (Letrillas atribuibles, no XL -véase
Chevalier, 0.c. p. 142-). Pero también es habitual que resulte ser la de San
Sebastián: así sucede en Espinosa hijo 420, en San Cayetano (TP. 276), en una
versión deteriorada de Roldán que no hemos transcrito, en una yeclana de nuestra
colección particular inédita y en el arquetipo de Almodóvar. En otras ocasiones se
trata de una imagen de Cristo, como en el caso de una de las letrillas de Espinosa
hijo (no 421 ) y en la versión vallisoletana de Díaz y Chevalier (O.C.,no 39, pp. 75-
76). Algunas son singulares: el San Pedro de una versión recogida en Andalucía por
Fernán Caballero (Cueritos y poesías populares andaluzas, BAE 140, p. 87b), el San
Adriano del no 422 de Espinosa hijo, la Virgen de Escagües de una variante arago-
nesa apuntada por González Sanz en su Catalogo y el San Cayetano de Torre
Pacheco (TP 274). Este último caso, y probablemente alguno de los que le prece-
den. tiene el carácter de dicterio con el que se pretende desprestigiar una advocación
local. seña de identidad del grupo rival.
El ciruelo es casi siempre el árbol estéril (en los versos de Góngora citados, en
el cuento de Fernán Caballero. en la estrofa de Espinosa no 421, en la yeclana
inédita, en TP 275 y 276 y en la versión de Balsicas no transcrita), pero puede serlo
el naranjo (en Espinosa hijo no 420, Díaz & Chevalier no 39, Dolores de Pacheco
-TP. 277- y en el arquetipo 73 de Almodóvar), el moral (en la versión de Lope de
Vega, pasaje de El ejemplo de casadas, 11, BAE 249, p. 49b -v. Chevalier, 0 . c . p.
142-), el pino de Canada (en TP. 274) e incluso el tajón sobre el que un carnicero
corta la carne (López de Ubeda, La pícara Justina IV, IV, p. 881a -v. Chevalier.
O.C.p. 143-).
278. Sin referencias bibliográficas.

279. Aunque esta variante no aparece recogida directamente en el índice de


Aa-Th está claramente emparentada con todas las que derivan del tipo 1833.
caracterizado con el epígrafe: la aplicación del sermón, y compuesto por
relatos en los que, como en este, el protagonista responde a una pregunta
retórica del predicador adaptándola a sus circustancias particulares. Su simili-
tud con 1833C nos hace proponer para nuestro ejemplar el tipo [1833C*].
Debe verse también nuestro comentario a TP. 84 y 85 que hemos catalogado
como cuentos de tontos.

280. Aa-Th. 1567.

28 1. Sin referencias bibliográficas.

282. Sin referencias bibliográficas (relacionado con Aa-Th. 1347*, «El padre de
la estatua»).

283. Sin referencias bibliográficas.

284. Sin referencias bibliográficas.

285. Aa-Th.2030D* seguido de Aa-Th.2028.


Pese al planteamiento inicial, el cuento se desenvuelve conforme a Aa-Th.2028.
Está directamente emparentado, por tanto, con los cinco ejemplares que anota
Espinosa Jr. en Castilla-León (O.C.,vol. 11, no 483, «El tragaldabas», Astudillo,
Palencia, pp. 435-438; no 484, «La cabra montesina», Covarrubias. Burgos. pp.
438-440; no 485, «LA zarrarnpla», Peñafiel, Valladolid, pp. 440-442; no 486, «El
zaínparróa», Covarrubias, Burgos, pp. 443-444 y no 487. «El tragaldabas», Segovia,
pp. 444-446).
En la región lo encontramos en Ribera de Molina (Cuentos rnurcianos, «La
cabra montesina», pp. 325-327), Jumilla (0.c.. .La cubra montesa», pp. 278-280)
y Yecla (ejemplar de nuestra colección inédita).
En el planteamiento de todas estas versiones la abuela o la madre recompensan
a sus hijas con algún manjar (con frecuencia el pan y la miel) por la realización de
tareas concretas. Cuando estas acuden al lugar'donde se guarda la merienda un ogro
indefinido las asalta y las devora precediendo su ataque de una letanía con la que se
identifica. El misterioso personaje resulta ser en los textos murcianos la cabra
montesa o montesina (como en el cuento no 484 de Espinosa Jr.), excepto en la
E 5 7 1 DIO ('O\IP4K.4Tl\O I>F I 0 5 ( I F\TO\ I)F TORKF. PA(.HE(.O 299

versión yeclana que alude a un enigmático Fraile Motilón (los cuentos de Espinosa
hablan del Tragaldabas, el Zamparrón y la Zarrampla).
La madre ( o la abuela). inquieta por la tardanza de sus hijas acude al lugar de los
hechos y consigue escapar y pedir ayuda a los personajes más variopintos (buey,
ovejas, soldados -Espinosa Jr. no 483-; aceitero. pimentonero, pareja de la guar-
dia civil -Espinosa Jr. no 485-) que invariablemente perecen también devorados
por el monstruo. Al fin interviene la hormiga (con negociación previa o recompensa
posterior) y derrota al terrible ogro mordiéndole en la barriga (salvo en Espinosa Jr.
no 483. que se introduce por el culo del rival).

286. Aa-Th.202 1A (aunque los protagonistas son los de 202 1*).


Puede compararse con las versiones de Espinosa hijo (O.C., vol. 11, no 497, «El
gallo que se rompió el pico)), pp. 460-461, anotada en Covarrubias, Burgos; no 498,
((El remenduelo),. pp. 461-462. en Nava de la Asunción, Segovia; no 499, «La
cal:aderilla», pp. 462-463, en Riaza, Segovia).
En la región pueden verse los ejemplares jumillanos (P. Morote, 0.c.. «Mariquitica
y el rcttoncico)). «El ratoncico y la ílorrniguica», «Periquito y Periquica)) y «La
pulg~ry el piqjo* -idéntica a la de Balsicas-, pp. 10 1 - 108) y el que anota en Mula
Carmen Nicolás en el que la singularidad estriba en que los protagonistas son seres
humanos (O.C., no 5. ((Juan Chapirzicasu, pp. 82-83).
También entre los Cuentos rtzurcianos hay un ejemplar protagonizado por un
niño revoltoso, recogido en Los Garres y que tiene el mismo título que el muleño
(«Juan Chcrpitzica.~)),pp. 345-346). En la misma colección figura un cuento anotado
en Molina de Segura («La pulga», pp. 343-345) y otro en Algezares con una
secuencia larga («Ciripichi». pp. 347-349).

287. El planteamiento corresponde a Aa-Th.2023 seguido de 2021A para el


desenlace.

288. Aa-Th.2030B seguido de 2200.


Véanse los ejemplares que recoge Espinosa (0.c.. vol. 11. no 488, «La boda del
tío Perico)),pp. 446-448. anotado en Matabuena, Segovia y sobre todo no 489, «La
bodcl de mi tío Perico)),pp. 448-449. en Astudillo. Palencia y 490, «La boda del tío
Periquito)), pp. 449-450, en Sepúlveda, Segovia. idénticas a la de Balsicas por el
desenlace con trampa). También J. Díaz (O.C., no 58, «El gallo Quirico))).
En la región tenemos una versión en nuestra colección inédita de cuentos de
Puerto Lumbreras. y en sus límites un ejemplar deteriorado recogido por Emilia
Cortés en Nerpio (0.c.. no 3, «El cuervo que va a la boda de su herrnanico)),pp. 28-
29). que clasifica erróneamente entre los cuentos de animales salvajes.
Almodóvar construye con su argumento el arquetipo no 133 (0.c.. vol. 11. pp.
553-555), pero añade una secuencia de desenlace tras la trampa.
Puede compararse con los ejemplares norteafricanos recogidos por Mohammed
Ibn Azzuz en Wad-Ras (Cuentos marroquíes, no 3. «La perdiz)), pp. 90-92 y «Ln
horrniga y el ratón)),pp. 92-93).

289. Puede compararse con un ejemplar similar recogido en Cartagena, incluido


entre los Cuentos lnurcianos («Lagallina y el grccrzo de trigov. pp. 339-340).

290. Aa-Th.227 1. Pascuala Morote ofrece ejemplos similares, especialmente


«El rcctón del rctbo largo» (0.c. pp. 98-99).

29 1. Sin referencias bibliográficas.

292. Aa-Th.2275. Además de la versión que reproducimos hemos recogido otro


ejemplar idéntico en Torre Pacheco. Pascuala Morote incluye otro similar: «El
cuento del necio)) (0.c. pp. 97-98). También lo encontramos en la colección de
Cuentos murcianos, anotado en Lorca (((¿Quieresque te cuente ~ r ncuento."». pp.
437-438).

293. Aa-Th.2013 y 2320, cuentos de rondas que empiezan y se repiten a partir


de cierto punto (el índice vacila entre incluirlos como cuentos acumulativos o corno
una categoría particular de cuentos de fórmula vinculados a juegos, de ahí que
aparezcan con doble numeración). Sin duda la ausencia de referencias bibliográfi-
cas tiene que ver con el escaso interés que ha despertado este tipo de productos
entre los folkloristas y su reticencia a considerarlos como cuentos verdaderos.
Pascuala Morote incluye un ejemplar con algunas variantes (0.c. p. 98) y que
encuadra en una clase que llama «Cuentos para niños muy pequeños» y en concreto
en la subclase «Cuentos de nunca acabar».

294. Aa-Th.2330. Es un tipo poco concreto, creado para albergar los cuentos
usados como juego.
Con ligeras variantes lo encontramos en El Etnocuentórz (no54, «Scctz Jiicrn dr Icr
pipa rota», p. 125). En la región Gómez Ortín recoge un ejemplar practicamente
idéntico entre las rimas infantiles del folklore del Noroeste (0.c.. p. 209): tan sólo
difiere en el verso introductorio («El tío Jucrrz de la bellotcr, el de lcc pipu rotu)))y en
la ausencia de los dos versos finales de la versión de Torre Pacheco.
También aparece para la Vega Media en la obra de J. Martínez Ruiz, con
variantes parecidas a las del Noroeste. Aquí según el autor -que consigna la
música-, esta cancioncilla acompañaba el vaivén del columpio en el que se balan-
ceaban las criaturas, colgado de una rama de higuera (O.C.,pp. 94-95).
l. OBRAS TEÓRICAS CONSULTADAS:

- Ferreras. Juan Ignacio. Funclun~t.ntosde sociologícr (le la Literatura. Ed. Cate-


dra. Madrid 1980.
- Propp. Vladimir. Motfiologíu del cuento (1928). Ed. Akal, Madrid 1985.

- Las rcríces históricas del cueizto, Ed. Akal, Madrid 1974.

- Eciipo ci la lu: del folklore, Ed. Bruguera, Barcelona 1983.


- Ramos. Rosa Alicia. El cuento folklórico: una aproxi~izaciólza su estudio, Ed.
Pliegos, Madrid 1988.
- Rodríguez Almodóvar. Antonio. Los cuentos populares o la tentativa de un texto

infinito. Universidad de Murcia, Murcia 1989.


- Saussure, Ferdinand de. Curso de lingüística general (1916), Ed. Akal, Madrid
1980.

2. ÍNDICES, CATÁLOGOS Y REPERTORIOS DE CUENTOS UTILIZA-


DOS:

- Aarne, Antti y Thompson, Stith. Los tipos del cuento folklórico. Una clasificu-
ción. Suoiiialainen Tiedeakademia y Academia Scientiarum Fennica (traducción
de Fernando Peñalosa. Helsinki 1995.
- Afanasiev. Alexandr N. Cuentos Populares Rusos, 3 vols., E. Anaya (traducción

de Isabel Vicente). Madrid 1984.


- Amades, Joan. Folklore de Catrtlunya. Rondallística, Ed. Selecta, Barcelona
1982 (reed.).
- Camarena Laucirica. Julio y Chevalier, Maxime. Catdlogo tipológico del cuento

folkldrico espuiíol: vol. 1 Cuentos tnamvillosos; vol. 2 Cuentos de animales, Ed.


Credos 1995 y 1997.
- Carreño Carrasco, E. y otros. Cuetztos tnurcianos de tradición oral. Universidad
de Murcia. 1993.
- Correas, Gonzalo. Vocabulario (le r<frcirze.s y,frtr.se.s prw\*erDiales, 1627 (maneja-
mos la edición de Ed. Visor. Madrid 1992).
- Cortés Ibáñez, Emilia. Cuerzto.~ de la zonn nzoíltaiiosti (le Itr prwiliiic.iti tle Albcrcete.
ZAHORA no 9, Diputación de Albacete.
- Chevalier. Maxime. Cuerztosfo1klórico.s esyciiioles del Siglo tlr Oro. Ed. Crítica.

Barcelona 1983.
- Del Río Cabrera. Juan Antonio y Pére Bautista, Melchor. Cuentos yopu1rrre.s cle
uniirlales de la sierra de Cádic. Universidad y Diputación de Cádiz, Cádiz 1998.
- Díaz, Joaquín y Chevalier, Maxime. Cuentos ca,stellario.s (le trcrtlición orril, Ed.
Ambito. Valladolid 1983.
- Espinosa, Aurelio M. Cuerzros populares espaiioles recogidos (le Icr trcrdicicíri

oral de E.spaña. 3 vols.. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Ma-


drid 1946 y 1947.
- Espinosa, Aurelio M. Cueiitos populares de Espciiitr. Col. Austral. Ed. Espasa
Calpe, Madrid 1992.
- Espinosa hijo, Aurelio M. Cuentos pol~i~lctres de Castillrr Letíil, 2 vols. Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1987 y 1988.
- García Figueras, Tomás. Cuentos de Yehd, Ed. Padilla, Sevilla 1989.
- García Herrero, G., Sánchez Ferra, A. y Jordán Montes. J. Lcr rnemoria de
Cciprés, Revista Murciarzcr (le Antropología no 4, Universidad de Murcia, Murcia
1997.
- Gil Grimau, Rodolfo y Ibn Azzuz. Mohammed. Que por kl rosa roja corricí ini
sangre, Ed. de la Torre, Madrid 1988.
- Gómez Ortín. Francisco. Folclore del Noroeste nzurcicrrzo, Ed. Espigas. Murcia
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- González Sanz, Carlos. Catdlogo tipológico tiel cuento fi)lklóric~)~rrtrgori&s.
Instituto Aragonés de Antropología. Zaragoza 1996.
- Grimm. Jacob y Wilhelm. Cuentos de niiios y del hogar, 3 vols. Ed. Anaya
(traducción de María Antonia Seijo Castroviejo). Madrid 1985 y 1986.
- Iniesta Villanueva, J.A. y Jordán Montes. J. Leyerzdas y Creerzcitrs de I(i Conlerr-
ca de Hellín-Tobarra, Hellín 1995.
- López Megías, F.R. y Ortiz López, M.J. El Etrzocuerztón. Tratado de las co.ccr.c.
del campo v vida de aldea, Almansa 1997.
- Lorenzo Vélez, Antonio. Cuerztos A1ztic1ericale.sde Tradicicíil Oral. Ed. Ambito,
Valladolid 1997.
- Martínez Ruiz, José. De boca a oreja. Cultura oral de los p~4eblosdel Segura.
La Alberca 1999.
- Morote Magán, Pascuala. Cultura trc~dicioncrlde Junzillcr. Los crreizros popula-

res, Academia Alfonso X el Sabio, Murcia 1990.


- Nicolás Marín, Carmen. De lo trudición ortrl ci Icr enseiic~rizcrcle Icr litercrturtr.
Dirección Regional de Educación y Universidad. Murcia 1987.
- Ortega. José. La Resurrección Mlígica y otros retnas de los cuentos populares
del Cainpo de Cartagerza, Universidad de Murcia 1992.
- Rodríguez Almodóvar. Antonio. Cuentos al arnor de la lunzbre. 2 vols. Ed.
Anaya, Madrid 1983 y 1984.
- Sánchez Pérez. José Antonio. Cien cuentos populares españoles, Ed. Saeta.
Madrid 1942 (manejamos lo edición de José J. de Olañeta Editor, Palma de
Mallorca 1992).

3. OTROS REPERTORIOS MENCIONADOS PERO NO MANEJADOS DI-


RECTAMENTE

- Carnarena Laucirica, Julio, Cuentos tradicionales recopilados en la provincia de


Ciudad Real. Instituto de Estudios Manchecos-CSIC, Ciudad Real 1984.
- Camarena Laucirica, Julio, Cuentos tradicionales de León, 2 vols., Diputación
Provincial de León y Seminario Menéndez Pidal-Universidad Complutense de
Madrid, Madrid 1991.
- Carré Alvarellos, Loís. «Contos Populares da Caliza», Revista de Etnografrcc
VI, 2, pp. 470-472, 1966.
- Cortés Vázquez, Luis. Cuentospopulares salmantinos, 2 vols., Librería Cervantes,

Salamanca 1979.
- Llano, Aurelio de. Cuentos asturianos recogidos de la tradicióiz oral, Centro de
Estudios Históricos. Madrid 1925.

4. OBRAS LITERARIAS CITADAS (la mayor parte de las referencias proceden


directamente de la obra de Maxime Chevalier, Cuentos folklóricos españoles del
Siglo de Oro)

- Alcalá Yáñez. Jerónimo de. El donado lzablador (1624-1626), La novela


picaresca española, Ed. Aguilar (edición de Ángel Valbuena y Prat), Madrid
1946.
- Calderón de la Barca, Pedro. Comedias, Biblioteca de Autores Españoles, VII.

IX, XII, XIV.


- Cervantes, Miguel de. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, ed.

Rodríquez Marín, Madrid 1947-1949.


- Cotarelo y Mori, Emilio. Colección de entremeses, lons, bailes, jácaras y
rnqjigangas desdefines del siglo XVI a tllediados del XVIII, Nueva Biblioteca de
Autores Españoles, XVII-XVIII.
- Cubillo de Aragón. Álvaro. Comedias, Biblioteca de Autores Españoles, XLVII.
- Díaz Cassou, Pedro. La literatura panocha ( 1895), Belmar, Murcia 1972.
- Díaz Cassou. Pedro. Pasionaria itzurciana (1 897). Academia Alfonso X el Sa-

bio. Murcia 1980.


- Díaz Cassou, Pedro. Leyendas murcianas (1 902), en Tradicioiles y costumbre.~
de Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, Murcia 1982.
- Esopo y Babrio. Fábulas, Biblioteca Clásica Gredos (edición de Pedro Bádenas
de la Peña y Javier López Facal), Madrid 1978.
- Fedro. Fábulas, Ed. Akal (edición de Manuel Mañas Núñez). Madrid 1998.
- Fernán Caballero. Cuentos y poesías populares arzda1u:a.s ( 1859). Biblioteca de
Autores Españoles, 140.
- Fernán Caballero. Cuentos, oraciones, adivinas y refranes popzr1are.s e irlfclnti1e.s
( 1877), Biblioteca de Autores Españoles, 140.
- Fernán Caballero. Obras, Biblioteca de Autores Españoles 136- 140. (Para LLI
Gaviota manejamos concretamente el vol. no 364 de la Colección Austral de
Espasa-Calpe, 1 " ed., Madrid 1943).
- Foz, Braulio. Vida de Pedro Saputo ( 1 844), Ed. Cátedra (edición de Francisco y
Domingo Ynduráin, Madrid 1986.
- Góngora, Luis de. Obras completas, Ed. Aguilar (edición de Millé), Madrid.
- Juan Manuel, El Conde Lucanor, Ed. Cátedra (edición de Alfonso 1. Sotelo),

Madrid 1985.
- López de Úbeda, Francisco. La pícara Justina (1605). La novela picaresca
española, Ed. Aguilar (edición de Ángel Valbuena y Prat), Madrid 1946.
- Luna, Juan de. Diálogos familiares (16 19). en Sbarbi, Refranero general, 1.
- Martínez de Toledo, Alfonso. Arcipreste de Talavercr o Corbcrcho, E. Cátedra
(edición de Michael Gerli), Madrid 1979.
- Mey, Sebastian. Fabulario (1 61 3). Nueva Biblioteca de Autores Españoles XXI.
- Pinedo, Luis de. Liber facetiarum (siglo XVI), manuscrito de la Biblioteca
Nacional de Madrid.
- Pinedo, Luis de. Libro de Chistes, Biblioteca de Autores Españoles. 176.
- Salazar. Ambrosio de. Tesoro de diversa lición. Louis Boulanger, París 1636.
- Samaniego, Félix María. Fábulas, Ed. Castalia (edición de Ernesto Jareño).
Madrid 199 1.
- Santa Cruz, Melchor de. Floresta española (1574). Bibliófilos Españoles, 11. XXIX.
- Timoneda, Juan. Buen aviso y Portacuentos (1564). Revue Hispaniuue, XXIV,
pp. 171-254, 1911.
- Timoneda, Juan. El Patrañuelo (1567), Clásicos Castalia no 30 y también en Ed.
Cátedra (edición de José Romera Castillo), Madrid 1978.
- Timoneda, Juan. El Sobremesa y Alivio de caminantes (1563). Biblioteca de
Autores Españoles, 111.
- Vega Carpio, Lope de. Novelas a Murcia Leonarda, Alianza Editorial (edición
de F. Rico), Madrid 1968.
- Vega Carpio, Lope de. Comedias escogidas, Biblioteca de Autores Españoles.
- Vega Carpio, Lope de. Obras, Real Academia Española. Madrid 1916-1930.
- Vega Carpio, Lope de. Obras pokticas, 1. Clásicos Planeta no 18 (ed. J.M.
Blecua), Barcelona 1969.
LOS FORJADORES DE LA
ANTROPOLOG~ACULTURAL
MURCIANA
LA INVESTIGACIÓN SOBRE EL
CUENTO FOLKLÓRICO

Vamos a dejar claro desde un principio que no es nuestro propósito ocuparnos


en este artículo de los estudios que se han llevado a cabo en la región de Murcia
sobre los distintos productos del folklore oral. Queremos centrarnos aquí en los
trabajos de recopilación y estudio del cuento de tradición oral, popular o folklóri-
co. como se prefiera. para cuya definición y tipología remitimos a obras clásicas
como Los tipos (te1 cuei~to,folklórico de Antti Aarne y Stith Thompson, los
de Aurelio M . Espinosa o los Cuentos al amor de la
Clrento.~Popular-e.r Esl~ufiole.~
lirnlhre de Antonio Rodríguez Almodóvar. Si bien los folkloristas no terminan de
ponerse de acuerdo sobre lo que sea «cuento popular» y cuales son las fronteras
semjnticas que delimitan este concepto'. nosotros nos referiremos aquí a los
relatos de carácter universal por su extensión y oral por su transmisión. excluyen-
do por tanto los que aparecen fuertemente vinculados, casi exclusivamente po-
dríamos decir. a un contexto geográfico concreto. es decir las leyendas'.

1 Viase al re\prcto la retlexióri que plaiitea Rosa Alicia Rainos eii El c . ~ i o i f o/i)lklíjr-ic,o: r r r i l r
rr/~roiir~ir/t~i(jri rr .\ir r~strrrlio.Ed. Pliegos, Madrid 1988. pp. 13 y as.. recogiendo las distiritas iiitcrprctacio-
nc\ L I U C Stitli l'hoi~ip\onhace del tErniino hlklórico. catcgorín que en cierto sentido incliiiria ioda clase
de relatos tradicioniilcs. \ i i i excepción del mito y de la leyenda. Taiiibién la opinión de A . R o d s í p ~ i c ~
AliiiodR\ar qiic lo di\tiiiguc del chiste o clia\carrillo y lo viricula con otro coricepto no rneiio\ iiiiprcciso.
In cultura incloeurope~i(('irrritov (iI (iil~oi.(le In I ~ r r i ~ lvol. ~ r - ~I. Ed. Anaya. Madrid 1 IC)X3] 8" cd. 1900. p.
1.5). y ello a pesar de qiie niicstros inforinaiites insisten en calificar coiiio chistes o chascarrillos a tipoa
cliie apareccii reco~iclo>coiiio cueiito\ lolkl6ricos en el índice de Aarnc-Thoiiipson.
2 I'or e\io rio iio\ v;iiiio\ u oclipni- de coirientnr la obra de Fcderico Casal Martíriel.. L(~~(,rlílrr.\.
rl.(rtlic~iorrc,c\ 1ic~lro.c11icrcir.ic.oct l ('cir.tti~c~ricr
~ í 191 1 ). ni de la colección de leyendas regionrile\ qiie con
LII título de M(í,yic,(rh.l~rrc.irrp~iblicaJuaii Ciarcía Abellári en el n" 94 de la Biblioteca Miirciana de Bolsillo
( Acadeiiiia Alforiso X el Sabio. Miircia 1087 1 previameiite scrialiiada en 198 I cri el diario L a Verdiid 1 ):
tainpoco cncaj:i en el tcina de c\tc artíciilo el material qiic coinponc las Lc?,<>ridn.c. (Ir ('(rr-(r~,(ic,ri\.
Mor~trrrtlltr tle Jiiari Maii~iel Villaiiiie\a Feriiánde~(Ed. Regiorial. M~ircia 1981) o el de 105 Milos 1.
Io~~rritlrrs (la I(i.s (,rroi,trc\. \~trc~irriic~rito.\ tlr Mirr-rirr de Ricardo Montci Berriárdci y Esi~ier;ilcla
/)r-c,l~i.\roric~o.s
hlciig~ialRoca t Biblioteca Murciana de Holsillo ri" 108. Murcia 1990).
Cuando en 1983, en el estudio introductorio a los Cirerztos nl rrrizor de fa
Ii.rinbre, Almodóvar revisa el estado de la investigación del folklore oral en nues-
tro país, advierte del casi absoluto desconocimiento de la cuestión en la región de
Murcia. No se trataba de una circustancia excepcional pues en situación equipara-
ble se encontraban para esa época Canarias, Aragón o la Andalucía Oriental.
Mal podríamos reprochar a nuestros folkloristas esta negligencia cuando ver-
daderamente la recopilación sistemática del cuento popular en España ha sido una
tarea, en el mejor de los casos. relativamente tardía que no remonta en Andalucía
más allá del último cuarto del siglo XIX, con las aportaciones de Cecilia Bohl de
Faber y de Antonio Machado Álvarez, o a los primeros decenios del siglo XX en
Cataluña (Joan Amades), Castilla-León (Espinosa, hijo) y Asturias (Constantino
Cabal): y casi siempre con métodos y resultados cuestionables.
Muchos son los prejuicios a los que ha debido enfrentarse el folklorista y que
no habiéndolos superado han retrasado la empresa de recopilación o la han con-
vertido en insuficiente. El primero el menosprecio secular que ha tenido en
nuestro país la cultura popular; el segundo la jerarquización de sus productos, lo
que ha volcado a los investigadores sobre aquellos antes y mejor valorados: la
leyenda, el romance, el cancionero, el refranero. En algún momento más reciente.
y sobre todo a partir de la traducción de la obra de Vladimir Propp, ha primado el
interés sobre el cuento maravilloso despreciando el que Almodóvar llama de
costumbres'. Y siempre ha condicionado al investigador los escrúpulos para acep-
tar el erotismo. la obscenidad y la escatología que impregna buena parte de la
narrativa popular.
Con todo si la ignorancia sobre los cuentos populares murcianos no era abso-
luta para Almodóvar tal vez es gracias fundamentalmente a los trabajos de Pedro
Díaz Cassou (1843-1902), murciano por los cuatro costados, hombre de leyes y
alguna vez diputado a Cortes por nuestra región. Con~pronietidocon ella llegaría
a proyectar una reforma de las Ordenanzas de la HuertaJ. Pero Díaz Cassou es
esencialmente un folklorista enciclopédico, enamorado del panocho. esa contro-
vertida lengua. para unos esencia de la cultura huertana y para otros ficción
romántica, en la que escribe todos los relatos. Su interés le llevó a recoger tanto
tradiciones sobre la Semana Santa como canciones populares. dichos, creencias.
refranes y por supuesto leyendas y cuentos. Estos últimos han sufrido un indiscu-
tible tratamiento literario, aunque redactados en panocho, y aparecen dispersos
por varias de sus obritas.
- -

3 Mucho ri1á.s abuiidaiite y difícil de clasificar y coii ieiiias iiiiis escabroso>. Toclu\#íahoy cuariclo
escribo estas líneas la ernpresa rnagna de Julio Cainarena Laucirica y hlaxiine Che\,iilier de eliiboritr un
Cotrílo,qo ripo1ógic.o clcl c,ireriro folklóric,~P J ~ I I I ~sólo
O I se ha Iieclio efectiva por lo que Iiace al ciieiil«
iiiaravillow y a los cueritos de aniinales. de los que Credos ha piiblicado acndoh volúiiienea.
4 Véase al respecto el espacio que le dedican Francisco Alernríri Sairir y Fraricisco J i t ~ i e rDier de
Kevengn en In Hi.\tor.i(r 110 10 Re~ióriMiiru~i<iritr. Ed. Mediterráiieo 1980, vol. VI11. pp. 157-253.
LOSF O K J 4 D O K t j DF L-\ ASTKOP(ILOC;I, (.IL.T[ KAL 211 K(.IA>A 309

En total hemos localizado 13 ejemplares: 1 incluido en el volumen dedicado a


la Semana Santa, Pasiorzariu Murciana y. como el mismo autor advierte, com-
puesto a partir de varios relatos cortos tradicionalesí sobre los animales y su
relación con episodios de la Historia Sagrada; cinco en sus Leyeizdc~sMurcianas"
y seis más en La literatura panochai (dos de tontos. dos sobre matrimonio y
cortejo, dos del hombre listo. uno de brujas y cuatro de las andanzas de Cristo y
San Pedro). Cassou no siempre distingue bien cuentos de leyendas y así son
cuentos todos los relatos incluidos en el volumen que lleva por título Leyendas
y a mi juicio también la leyenda no 6 de La literatura panocha (O.C.,
inurciri~za.~
«Cotizo s'hico lrr ruetr k O r N O ~ L Iy poiyue saca el asrzo er cuerpo», pp. 57-66).
A esa primera generación de folkloristas que recogen cuentos también perte-
nece F. Fernández lturralde y Juan G. Al-DegnerX,José Martínez Torne1 (1845-
1925)"y Alberto Sevilla (1877- 1952). autor de una inédita colección de tradicio-
nes y leyendas titulada Reriien~hrancas'".
Para encontrar nuevas aproximaciones al cuento popular en Murcia, desde
muy diferentes perspectivas. hemos de aguardar a las dos últimas décadas de este
siglo. Puede parecer que las palabras de Almodóvar a las que nos referíamos
arriba hayan actuado como una suerte de con-iuro despertando el interés de los
investigadores contemporáneos (aunque alguno de los trabajos de campo que
fundamentan los libros que vamos a comentar es anterior a las mismas).
La pionera hoy es una profesora de Literatura de Enseñanza Media, Carmen
Nicolás Marín. que en el curso 1985-86 desarrolla en el Instituto de Bachillerato
de Mula una experiencia didáctica con la que pretende acercar a sus alumnos a la
materia que imparte a traves de la investigación del folklore de su pueblo. El
resultado es un pequeño volumen publicado por la Dirección Regional de Educa-
ción y la Universidad en el que la autora explica la génesis del proyecto y la
metodología aplicada y da cuenta de los resultados de la investigación de sus
alumnos". Asegura haber reunido una colección de cuarenta cuentos, de los que
sólo publicará cinco. y treinta y cinco leyendas, de las que incluye nueve en el
volumen; de estas últimas las no 4 y 8 son claramente cuentos con ambientación

5 P(rcioi1rri-ir,//irrn~r(rrirr.Hihlioisc:~Miii-cima de Holsill«. Academia Alforiso X el Sabio. pp. 131-


236.
h LP,II>II(/(I\
M I I I - ( ~ ( I Ipi~hllcüdo
~~I\. e11 1902 y recogido eii el voluinen ri" 36 de la Bihliotecn
Miirciaiia de Bol\illo. Ti.lrrlic ioric,, 1 oc/iii,il>r.t,\(i(' Mirn,i(r. Acadeinia Alfoiio X el Sabio. Miircin 19x7.
7 l ~ Irr ~ ~ ~ r ~/)(rr~oí.ll(r
~ r / i i r ~ ~1x95). Belniar. Murcia 1972.
X F. Fcriiintlc7 Itiirrrilde y Juan Ci. Al-1)egnt.r. ('licrito\. rroi~'ltr.\y corrrr/rrhr.(,\. Hihlioteca Popular
Mui-ciaiia. 1876.
9 Jos6 Martíne] Toriiel. C~ir/ifo.sy trrrt1ic.iorle.c iii~irritrna.~. 1880.
10 Vfaw Aleiiiin Sninr y IXer de Ke\,eriga, 0.c.. pp. 253-753 y 7hl-162.
1 I Ci~riiieiiNicoIi5 i~laríii.DP /ir /r(r(/i(,ib/~ or(1111 l(1 eti.wtiirti:(r (le 10 lircr(~r[ir(i.El Tiiller. M ~ ~ r c i a
1087
local y en la número 2 la anécdota que relata puede tener relación con el cuento de
Juan el Oso. El libro también recoge algunos refranes, canciones y poesías.
Sería injusto analizar el trabajo de Carmen Nicolás desde una perspectiva que
valorase exclusivamente lo que significa su aportación a la recuperación del
folklore popular muleño, máxime cuando la autora siempre deja claro que su
objetivo es la experiencia didáctica. la aproximación del alumno a la práctica de
la investigación".
El trabajo de más enjundia publicado hasta el momento sobre el cuento popu-
lar en Murcia es indiscutiblemente el de Pascuala Morote Magan sobre Los
cuentos populcrres de Jumilla". una parte de su tesis doctoral sobre la cultiira
tradicional de esta localidad. Pascuala Morote reúne una colección de 105 cuentos
precedida de una introducción donde analiza el concepto de cuento popular.
justifica los criterios que la llevan a diseñar su particular clasificación y destaca
los aspectos singulares del repertorio recolectado. El planteamiento es claramente
científico y en el conjunto debemos reseñar aciertos incontestables como la pre-
sencia del índice de informantes, la consideración de la taxonomía con la que los
narradores jumillanos categorizan las historias que repiten, su decisión de admitir
en la categoría de cuento al chiste o chascarrillo y su apunte de análisis sociológi-
co y lingüístico.
Más discutible es la clasificación que propone. En principio agrupa todas las
narraciones en dos clases estructuradas en torno a un criterio cronológico: los
cuentos para niños muy pequeños y los que van destinados a niños de cualquier
edad. adolescentes y adultos. En la práctica esta distinción no aporta nada pero
tampoco hay dificultad en aceptarla. El problema se advierte más adelante en
decisiones arbitrarias como las de incluir, por ejemplo, las versiones del tipo de la
solterona que pretende enmendar su situación enconmendándose a San Antonio
en la categoría de cuentos relacionados con la religión, cuando por su temática
encajan mejor en la de los que tienen que ver con la mujer, el matrimonio y la
familia en general; ni parece conveniente establecer una categoría en virtud del
tamaño (el cuento chiste) cuando la base de la estructura clasificatoria de Pascuala
Morote se asienta, a mi juicio acertadamente, en un criterio temático.
También puede echarse de menos la referencia de cada cuento al índice
tipológico de Aarne-Thompson.
En una línea diferente se orientan las investigaciones de José Ortega Ortega.
más en la senda marcada por los textos historicistas o etnologicistas de Vladimir

12 Eii rhie heritido es apreciable la rrieiiculohidad eri la prepnracicíii dcl irah;ljo J e cainpo para lo
que Carriieii Mni-in \e inspira eii el <<Cuestioriariosobre costuinhres pop~ilnres,> de Maiiuel hl~iño7CortEs
(e11Ciiltirr.tr tr-rrtliíio~irrlj~fiiklor.c~,
Ed. Regional. Murcia 198 1. pp. 273-7861.
13 Pascuala Morotr Mapin. C~rlt~rrcz rradicioriccl de .I~rriiillrr.Lo.\ <.lrf'~t!o.c/)o/~~rlrrru~r,
Rihlioiecn
Mui-ciana de Bolsillo no 104. Acaderiiia Albiiso X el Sabio. Miircia 1900).
Propp". Ortega investiga la relación entre cuentos y mitos y es un ferviente
partidario del uso de la Antropología comparada para interpretar determinados
elementos presentes en los cuentos maravillosos populares.
Su trabajo de campo lo realiza entre el otoño de 1980 y el invierno de 1981
empleando un sistema que, él mismo advierte, tiene como desventaja suprimir el
contacto directo del informante con el investigador (Ortega entrega el cuestiona-
rio etnológico en los colegios del campo de Cartagena para que sean los alumnos
los que obtengan la información de sus mayores). El resultado es una colección de
29 cuentos a la que se añade un listado de dichos y coplas populares cosmo-
meteorológicas, con especial incidencia sobre la percepción de la Luna". Los
cuentos reproducidos no han sido literaturizados aunque sí han sufrido una mani-
pulación lingüística somera para facilitar su lectura. El autor no los ordena con
criterio tipológico alguno en el índice, pero sí en el capítulo que los introduce y en
el que los clasifica en chistes populares, cuentos de animales y cuentos maravillo-
sos. Tampoco los identifica con los tipos o variantes correspondientes del catálo-
go de Aarne-Thompson.
Ortega se ocupa en el análisis de los cuentos maravillosos utilizando como
referentes teóricos a Vladimir Propp y Mircea Eliade, en particular por ejemplo al
abordar el texto de «La torre del Oro» que compara con ejemplares de Espinosa y
Afanasiev: pero sobre todo se recrea en el estudio de «Periquitico y Periquitica»
al que relaciona con distintos mitos griegos (Tántalo y Pélope, Procne e Itis, Zeus
y los hijos de Licaón) y nórdicos que refieren prácticas de canibalismo, y con el
contenido de ritos iniciáticos chamánicos. También intenta poner de relieve el
carácter simbólico de algunos elementos del cuento de los siete cabritillos que lo
vinculan con el ciclo de la deglución-renacimiento ritual.
Además de estas sugerentes relaciones e interpretaciones que Ortega ha desa-
rrollado en varios artículos publicados por la revista ver do la^'^, el autor proponía
en sus conclusiones «un gran proyecto de recopilación», impulsado y asumido por
la Administración, y el establecimiento de un canal de recopilación permanente,
una idea que nos parece necesario relanzar urgentemente.

14 Nos referimos concretamente a LISrciícr.~hi.stríric.ci.criel c.i1t7rito(1939) publicada en castellaiio


poi- la Ed. Fundariientos, Madrid 1974 o a la colección de artículos reuriidos en el volumen Edipo a la
luz del folklore. Bruguera 1983.
15 José Ortega Ortega. LLIt-es~(rr~,cci(jn rn~ígicciJ otros tert1cl.s dc los C L I C ~ I I pop~ileiir~
~OJ d ~ c.rltnpo
l
de C i ~ t - t c ~ ~Uiliversidad
( ~ ~ ~ c i . de Murcia. 1997.
I h Vease José Ortega Ortega. ~~Corisiilerci~~iorles .sobre el desciraiti:cirtriento ritircil» ver do la^ no 3.
pp. 2 1-32. 199 1 ); -1,a .si~c,iedaddr Gil,qcirne.shy c.1 iiguci de la viri(1: cipiintes sobre orctlidcid J literi~tirr~er
e11 Mesopoterrnici~~ (Vi,rsiol(~yno 4. pp. 39-50. 1992); rcCo~ltrih~~.i(jtl al estudio de 1c1 clis/or.sicíilriel tirrnpo
r7r1 c.1 111111icio i h ~ i ) ~ no 5. pp. 25-33, 1993); .,El rnotiilo de la llerbitric~icirlardiente en c.1
de ~ i l t r r i t ~ i ~í~Veriioluy
c.irerito pop1(1r J ,sir rcl~ic~iríii con el .siriiholi.srno dc, los ccilderos» (Verdolciy no 6. pp. 87-98, 1994).
En 1993 aparecen los Cuentos nzurcianos de tradición oral, publicados por la
Universidad de Murcia". Se trata de un trabajo colectivo en el que se ha reunido
una colección de 143 relatos recopilados gracias a una estrategia similar a la
empleada por Ortega, con la colaboración de los colegios de la Región y esta vez
también de los alumnos de la Escuela de Magisterio.
La introducción corre a cargo de Pedro Guerrero Ruiz, a la sazón profesor en
dicha Escuela, quién lo presenta como la «primera visión geográfica amplia» del
panorama del cuento popular en Murcia. Y efectivamente el volumen. que según
advierte Guerrero ha seleccionado las 143 piezas de un total de casi setecientas
recogidas, presenta ejemplares anotados en 52 localidades de la región y es
efectivamente un magnífico muestrario de la riqueza del folklore oral en nuestra
comunidad.
Por contra el trabajo carece de cualquier tipo de estudio y los criterios de
clasificación, que no se especifican, son confusos. Especialmente incomprensible
resulta la categoría de «otros cuentos» que actúa como cajón de sastre donde se
agrupan indiscriminadamente todos aquellos textos que no encajan bajo los tres
epígrafes propuestos por Rodríguez Almodóvar de cuentos maravillosos. de cos-
tumbres y de animales. Pero es más. las subclases de «otros cuentos de animales»
y «otros cuentos maravillosos» incluyen ejemplares que podían haberse integrado
sin dificultad en los grupos de Almodóvar.
Por otro lado, oponer chiste a cuento como hace el autor puede encontrar
alguna justificación formal, tal vez estructural. pero lo cierto es que raramente se
hallan argumentos de peso que sostengan esta distinción, y desde luego no entre
los narradores populares que, como señala Pascuala Morote. frecuentemente en-
tienden como sinónimos conceptos como caso, chiste, anécdota o pasaje y «con-
sideran cuento todo lo que se narra en prosa»". Y tampoco en el índice tipológico
de Aame-Thompson, que clasifica como cuento lo que en los Cuentos rnurcianos
aparece como c h i ~ t e ' ~ .
De 1996 es la obra de Francisco Gómez Ortín que pretende ser, en sus pala-
bras, «una modesta aportación al conocimiento de los saberes tradicionales de la
comarca noroccidental murciana'"». Los materiales recogidos proceden de Bullas,
Calasparra, Caravaca, Cehegín y Moratalla y en este primer volumen, según
anuncia el autor, se reunen los materiales en prosa distribuidos en dos partes: la

17 Pedro Guerrero Ruiz y otros, Cirer7tn.c rnlrrcicrnos iie trudicicirl oral. Universidad de Murcia
1993.
18 P. Morote, O.C.,p. 19.
19 Así. la primera secuencia del cuento recogido en Javalí Nuevo, . c E t ~1o.r años I~isie.rto.e~j.
pp. 369-
370. en el índice de Aame-Thompson es 1362A* ívCase A. Aarne y S. Thoiilpson, Lo5 tipo5 tlel cirerrto
filklóri<~o,p. 238 en su edición castellana publicada en Helsiriki en 1995).
70 Francisco Gómez Ortín, Folclore del Nornestc. r~rirlricrr~o, Ed. Espigas 1996.
fraseología (refranes, dichos, imprecaciones. comparaciones. adivinanzas) y los
cuentos (cuentos, cuentecillos. leyendas y rimas infantiles) de los que presenta.
sin clasificar más que por sus dimensiones, un total de 30 ejemplares. magro
conjunto si consideramos la amplitud del área que se investiga. que estudia muy
someramente comparándolos con los repertorios de Resurrección M" de Azkue en
el País Vasco". Aurelio Espinosa (padre)" y Pascuala Morote.
Más recientemente la Revista Murciarza de Antropología publicó un número
monográfico en el que se recogían los resultados del trabajo de campo efectuado
a finales de 199 1 en la pedanía de Caprés, en Fortuna. por el equipo integrado por
Gregorio García Herrero. Juan Jordán Montes y quién esto suscribe". El volumen
incluía una colección de 40 cuentos sin clasificar. con breves referencias biblio-
gráficas (al índice de Aarne-Thompson. Rodríguez Almodóvar, Espinosa (hijo)",
el catálogo de cuentos aragoneses de González Sanz", Joaquín Díaz y Maxime
Chevalier" y las obras regionales de P. Morote y J. Ortega. En el capítulo
introductorio (pp. 146-161) intentamos contextualizar los materiales recogidos en
el con-iunto de circustancias de la comunidad de referencia. línea de análisis
sociológico que queremos seguir explorando en el futuro.
La última incursión en el terna de los cuentos populares es la de José Martínez
Ruiz con su De boca a oreja". El mismo autor define esta obra como una «novela
donde el persona.je principal es el ambiente de la época», sin vocación de ensayo
científico y que enlanza con la etnoliteratura que ya practicara Díaz Cassou a
finales del siglo pasado y que en la actualidad cuenta con nuevos cultivado re^^^.
La colección de Martínez Ruiz combina cuentos con anécdotas reales y consta
en total de 53 relatos literaturizados en panocho y distribuidos en tres categorías
originales («cuentos del esperfollo, cuenrecicos pa los itietos y cuentos del campo
y de lcr vegtr») que tienen que ver más con la función a la que se destinaban que
con la temática que tratan.

7 I Resurreccióii hl" de Ark~ie,Lirc~rtr~rirci pop~rl(rrdel Ptrir l/<r.rc-o.vol. 11, Circ~t~to.~ \. Leyrti(iti.r,


19-17.
1 7 A~irelioM . E y ~ i i ~ o \('rletrto.~
a. ~>o/~rr/(rw.s~.s/>oño/r.s re(,o<qitlo.\tlr /tr tiirdit.i(jt7 oro/ d(>E . s ~ ( I 7.
~(I.
vol&..C.S.I.C.. Madrid 103t1.
23 G. (3arcía Herrero. A.J. Sánche/. Ferra y J.F. Jordán Montes. LI rtlrttioritr tit. Ctrpr-<;.Y. eii Rei,i.vt(r
Mir,.r.icrticitit. Atrtrr~~~olo.siiriiO-l.Murcia 1997
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En resumen. el cuento popular interesa hoy en Murcia como en el resto de
España, pero sigue sin existir un proyecto de conjunto que nos permita disponer
de amplios repertorios locales sobre los que trabajar con distintos planteamientos:
sociológicos, etno-históricos, lingüísticos. Y el tiempo apremia porque los archi-
vos orales, la generación de informantes que todavía los recuerda. se extingue; el
trabajo sobre los cuentos populares de Torre Pacheco que precede a este artículo
puede darnos una idea de lo mucho que aún se puede recuperar.

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