Guerra Civil Española
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Guerra civil espa�ola
Parte de per�odo de entreguerras
Collage guerra civile spagnola.png
Partiendo de arriba a la izquierda, en el sentido de las agujas del reloj: un
tanque republicano en la batalla de Belchite; Granollers tras ser bombardeada por
la aviaci�n legionaria en 1938; una bomba en el S�hara; tropas durante el asedio
del Alc�zar de Toledo; un ca��n antia�reo del bando sublevado durante el asedio de
Madrid; el batall�n Lincoln.
Fecha 17 de julio de 1936-1 de abril de 1939 (2 a�os, 8 meses y 15 d�as)
Lugar Espa�aa?
Casus belli Fracaso parcial del golpe de Estado de julio de 1936
Resultado Victoria del bando sublevado e implantaci�n de la dictadura de
Francisco Franco
Consecuencias V�anse Consecuencias
Beligerantes
Bandera de Espa�a Bando republicano
Apoyado por:
A las partes del conflicto se las suele denominar bando republicano y bando
sublevado:
�ndice
1 Antecedentes
1.1 El Gobierno del Frente Popular (febrero-julio de 1936)
1.2 La violencia pol�tica
2 El detonante: el golpe de Estado de julio de 1936
2.1 La conspiraci�n militar
2.2 El golpe del 17 al 20 de julio
3 Las operaciones militares
3.1 Los dos ej�rcitos
3.2 Julio-octubre de 1936: avance sobre Madrid y campa�a de Guip�zcoa
3.3 Noviembre de 1936-marzo de 1937: la batalla de Madrid y la toma de M�laga
3.4 Marzo-noviembre de 1937: la campa�a del Norte y las batallas de Brunete y
Belchite
3.5 Diciembre de 1937-noviembre de 1938: de la batalla de Teruel a la batalla del
Ebro
3.6 Diciembre de 1938-febrero de 1939: ofensiva sobre Catalu�a
3.7 Febrero-marzo de 1939: la vuelta de Negr�n y la resistencia de la zona
Centro-Sur
3.8 Marzo de 1939: derrota de la Rep�blica
4 La guerra naval
5 La guerra a�rea y los bombardeos sobre poblaciones
6 Evoluci�n de la zona sublevada
6.1 La Junta de Defensa Nacional
6.2 El general Franco, �general�simo� y �caudillo�
6.3 El Decreto de Unificaci�n de abril de 1937
6.4 El nacimiento del �Nuevo Estado�
7 Evoluci�n de la zona republicana
7.1 La reacci�n del gobierno a la sublevaci�n militar
7.2 La revoluci�n social de 1936 y el gobierno de Jos� Giral (julio-septiembre de
1936)
7.3 El gobierno de Largo Caballero (septiembre de 1936-mayo de 1937)
7.4 El gobierno de Juan Negr�n (mayo de 1937-marzo de 1939)
8 La dimensi�n internacional del conflicto y la intervenci�n extranjera
8.1 La pol�tica de �no intervenci�n� de Gran Breta�a y Francia
8.2 La intervenci�n extranjera en favor de los sublevados
8.3 La intervenci�n extranjera en favor de la Rep�blica
8.4 La financiaci�n de la guerra y �el oro de Mosc�
9 La Iglesia y la guerra civil espa�ola
9.1 La Iglesia cat�lica en la zona sublevada
9.2 La Iglesia cat�lica en la zona republicana
10 La represi�n en las retaguardias
10.1 Investigaci�n de los cr�menes
11 Consecuencias
11.1 Consecuencias econ�micas
11.2 V�ctimas de la guerra civil
11.3 La represi�n franquista de la posguerra y el exilio republicano
11.4 Relaciones internacionales
11.5 Las regiones devastadas
12 Memoria hist�rica
13 La guerra civil en el arte
13.1 Cine
13.2 Novela
13.3 Cuento y relato
13.4 Literatura infantil y juvenil
13.5 Teatro
13.6 Poes�a
13.7 M�sica
13.8 Revistas sat�ricas
13.9 Historieta
13.10 Pintura y escultura
13.11 Artes gr�ficas, cartelismo y revistas
13.12 Fotograf�a
13.13 Videojuegos
14 V�ase tambi�n
15 Notas
16 Referencias
17 Bibliograf�a
18 Enlaces externos
Antecedentes
La medida m�s urgente que hubo de tomar el nuevo gobierno fue la amnist�a de los
condenados por los sucesos de octubre de 1934, �legalizando� as� el asalto a varias
c�rceles por la multitud, pero dando cumplimiento tambi�n al punto principal del
programa electoral del Frente Popular.37? Otra de las medidas urgentes era reponer
en sus puestos a los alcaldes y concejales elegidos en 1931 y sustituidos durante
el bienio conservador.38? El 28 de febrero el gobierno decretaba no solo la
readmisi�n de todos los trabajadores despedidos por motivos pol�ticos y sindicales
relacionados con los hechos de 1934, sino que, presionado por los sindicatos,
ordenaba a las empresas que indemnizaran a estos trabajadores por los jornales no
abonados.39? Asimismo, fue restablecido el gobierno de la Generalidad de Catalu�a,
cuyos miembros hab�an salido de la c�rcel beneficiados tambi�n por la amnist�a.37?
La �cuesti�n agraria� fue otro problema que el nuevo gobierno tuvo que abordar con
urgencia a causa de la intensa movilizaci�n campesina que se estaba produciendo con
el apoyo decidido de las autoridades locales repuestas y que amenazaba con provocar
graves conflictos en el campo, especialmente en Extremadura.40?41? As� el 19 de
abril el ministro de Agricultura, Mariano Ruiz Funes, presentaba varios proyectos
de ley, entre ellos uno que derogaba la Ley de Reforma de la Reforma Agraria de
agosto de 1935, que se convirti� en ley el 11 de junio, por lo que volv�a estar en
vigor plenamente la Ley de Reforma Agraria de 1932. Gracias a varios decretos y a
esta ley entre marzo y julio de 1936 se asentaron unos 115 000 campesinos, m�s que
en los tres a�os anteriores.42? Sin embargo, continu� la alta conflictividad en el
campo, debida sobre todo a la actitud de los propietarios y a la radicalizaci�n de
las organizaciones campesinas, sald�ndose todo ello con incidentes violentos. El
caso m�s grave se produjo en Yeste (Albacete), donde a finales de mayo de 1936 �la
detenci�n de unos campesinos que pretend�an talar �rboles en una finca particular
condujo a un sangriento enfrentamiento entre la Guardia Civil y los jornaleros, en
los que murieron un guardia y 17 campesinos, varios de ellos asesinados a sangre
fr�a por los agentes�.43?
La actividad del parlamento estuvo paralizada casi todo el mes de abril debido al
proceso de destituci�n del presidente de la Rep�blica Niceto Alcal�-Zamora,
iniciado y aprobado por la izquierda, y su sustituci�n por Manuel Aza�a, que fue
investido en su nuevo cargo el 10 de mayo de 1936, siendo sustituido al frente del
gobierno por su compa�ero del partido Izquierda Republicana, Santiago Casares
Quiroga,44?45? quien asumir�a a su vez la cartera de Guerra.
Uno de los problemas a los que tuvo que hacer frente el gobierno fue la oleada de
huelgas que se produjeron declaradas y sostenidas muchas veces por comit�s
conjuntos de la CNT y la UGT, en las que en muchas de ellas se hablaba de
revoluci�n,47? pero ni UGT ni CNT preparaban ning�n movimiento insurreccional
despu�s de los fracasos continuos de 1932, 1933 y 1934, y la �nica posibilidad de
que se produjese alguno ser�a como respuesta a un intento de golpe militar.48?
Otro de los problemas del gobierno de Casares Quiroga fue la divisi�n interna del
PSOE, el partido m�s importante del Frente Popular,49? que enfrentaba a los
sectores �prietista� y �largocaballerista�, ya que Francisco Largo Caballero, que
dominaba UGT y el grupo parlamentario del PSOE, continu� oponi�ndose a la entrada
en el gobierno de los socialistas y defendiendo el entendimiento entre las
�organizaciones obreras� para esperar el momento en que el fracaso de los
�burgueses republicanos� facilitara la conquista del poder por la clase obrera.50?
Otro problema fue que el sector de la CEDA liderado por Gil Robles se decantaba por
realizar un boicot a las instituciones republicanas y por apoyar la posici�n
defendida de la derecha mon�rquica del Bloque Nacional de Jos� Calvo Sotelo, que
propugnaba abiertamente por la ruptura violenta del orden constitucional mediante
un golpe de Estado militar en cuya preparaci�n ya estaban colaborando (por su parte
los mon�rquicos carlistas aceleraron la formaci�n de sus milicias requet�s con
vistas al alzamiento militar con cuyos dirigentes manten�an contactos).51?
La violencia pol�tica
Los gobiernos del Frente Popular tambi�n tuvieron que hacer frente a un aumento de
la violencia pol�tica provocada por el partido fascista Falange Espa�ola, que a
principios de 1936 era una fuerza pol�tica marginal, pero que tras el triunfo del
Frente Popular recibi� una avalancha de afiliaciones de j�venes de derechas
dispuestos a la acci�n violenta, y por la respuesta que le dieron las
organizaciones de izquierda. 52? El primer atentado importante que cometieron los
falangistas fue el perpetrado el 12 de marzo de 1936 contra el diputado socialista
y �padre� de la Constituci�n de 1931 Luis Jim�nez de As�a, en el que este result�
ileso, pero su escolta, el polic�a Jes�s Gisbert, muri�.53? La respuesta del
gobierno de Aza�a fue prohibir el partido y detener el 14 de marzo a su m�ximo
dirigente Jos� Antonio Primo de Rivera, pero el paso a la clandestinidad no impidi�
que siguiera perpetrando atentados y participando en reyertas con j�venes
socialistas y comunistas.52?54? Tambi�n continu� realizando una labor de violencia
e intimidaci�n contra los elementos del orden institucional de la Rep�blica. En la
noche del 13 de abril, dos pistoleros falangistas asesinaban en la calle a Manuel
Pedregal, magistrado del Tribunal Supremo, como represalia por haber actuado como
ponente en el juicio por intento de asesinato a Jim�nez de As�a. El juez ya hab�a
recibido amenazas de muerte con anterioridad por este motivo. Varios de los
implicados huyeron a Francia en avi�n pilotado por el entonces colaborador de
Falange, Juan Antonio Ansaldo.55?56?57? De hecho, Falange difundi� listas negras de
jueces con el prop�sito de intimidarlos, y su bolet�n clandestino No Importa
amenaz� a magistrados como Ursicino G�mez Carbajo o Ram�n Enrique Card�nigo, que
hab�an intervenido en causas con sentencia desfavorable a sus intereses.58?
Entre abril y julio los atentados y las reyertas protagonizadas por falangistas
causaron m�s de cincuenta v�ctimas entre las organizaciones de izquierda obrera, la
mayor�a de ellas en Madrid. Unos cuarenta miembros de Falange murieron en esos
actos o en atentados de represalia de las organizaciones de izquierda.54? Tambi�n
fueron objeto de la violencia los edificios religiosos (un centenar de iglesias y
conventos fueron asaltados e incendiados)59? aunque entre las v�ctimas de la
violencia pol�tica de febrero a julio no hubo ning�n miembro del clero.60?
Como represalia, los compa�eros polic�as del teniente Castillo, dirigidos por el
capit�n de la Guardia Civil Fernando Cond�s, secuestraron en su propio domicilio y
asesinaron en la madrugada del d�a siguiente a Jos� Calvo Sotelo, l�der de los
mon�rquicos �alfonsinos� (que no tuvo nada que ver con el asesinato del teniente
Castillo), y abandonaron el cad�ver en el dep�sito del cementerio de la Almudena.
En el entierro de Calvo Sotelo, el dirigente mon�rquico Antonio Goicoechea jur�
solemnemente �consagrar nuestra vida a esta triple labor: imitar tu ejemplo, vengar
tu muerte y salvar a Espa�a�. Por su parte, el l�der de la CEDA, Jos� Mar�a Gil
Robles en las Cortes les dijo a los diputados de la izquierda que �la sangre del
se�or Calvo Sotelo est� sobre vosotros� y acus� al gobierno de tener la
�responsabilidad moral� del crimen por �patrocinar la violencia�.62?
Seg�n el estudio m�s completo que se ha realizado sobre las v�ctimas mortales como
resultado de la violencia pol�tica entre febrero y julio de 1936, antes de
iniciarse el golpe de Estado, hubo un total de 189 incidentes y 262 muertos, de
ellos 112 causados por la intervenci�n de las fuerzas de orden p�blico. De las 262
v�ctimas, 148 ser�an militantes de la izquierda, 50 de la derecha, 19 de las
fuerzas de orden p�blico y 45 sin identificar. Adem�s ese estudio constata que el
n�mero de v�ctimas mortales causadas por la violencia pol�tica fue disminuyendo en
esos cinco meses.64?
Ruta del Dragon Rapide, el avi�n que llev� a Francisco Franco a Tet�an donde tom�
el mando de las tropas sublevadas.66?
Nada m�s conocerse la victoria del Frente Popular en las elecciones, se produjo un
primer intento de �golpe de fuerza� por parte de la derecha para intentar frenar la
entrega del poder a los vencedores. Fue el propio Gil Robles el primero que intent�
sin �xito que el presidente del gobierno en funciones Manuel Portela Valladares
declarase el �estado de guerra� y anulara los comicios. Le sigui� el general
Franco, a�n jefe del Estado Mayor del Ej�rcito, que se adelant� a dar las �rdenes
pertinentes a los mandos militares para que declarasen el estado de guerra (lo que
seg�n la ley de Orden P�blico de 1933 supon�a que el poder pasaba a las autoridades
militares), pero fue desautorizado por el todav�a jefe de gobierno Portela
Valladares y por el ministro de la guerra el general Nicol�s Molero.67?
El 8 de marzo de 1936 tuvo lugar en Madrid, en casa de un amigo de Gil Robles, una
reuni�n de varios generales (Emilio Mola, Luis Orgaz Yoldi, Villegas, Joaqu�n
Fanjul, Francisco Franco, �ngel Rodr�guez del Barrio, Miguel Garc�a de la Herr�n,
Manuel Gonz�lez Carrasco, Andr�s Saliquet y Miguel Ponte, junto con el coronel Jos�
Enrique Varela y el teniente coronel Valent�n Galarza, como hombre de la UME), en
la que acordaron organizar un �alzamiento militar� que derribara al gobierno del
Frente Popular reci�n constituido y �restableciera el orden en el interior y el
prestigio internacional de Espa�a�. Tambi�n se acord� que el gobierno lo
desempe�ar�a una Junta Militar presidida por el general Sanjurjo, que en esos
momentos se encontraba en el exilio en Portugal.68?
Desde finales de abril, fue el general Mola quien tom� la direcci�n de la trama
golpista (desplaz�ndose as� el centro de la conspiraci�n de Madrid a Pamplona),
adoptando el nombre clave de �el Director�. Este continu� con el proyecto de
constituir una Junta Militar presidida por el general Sanjurjo, y comenz� a
redactar y difundir una serie de circulares o �Instrucciones reservadas� en las que
fue perfilando la compleja trama que llevar�a adelante el golpe de Estado.69? La
primera de las cinco instrucciones la dict� el 25 de mayo y en ella ya apareci� la
idea de que el golpe tendr�a que ir acompa�ado de una violenta represi�n.70?
De los lugares donde ha triunfado la sublevaci�n parten las ofensivas de las tropas
rebeldes, a hacer lo que la propaganda �nacional� llam� la �Reconquista�, para
tomar las ciudades en manos de la Rep�blica o a liberar los lugares en manos de los
rebeldes asediados por las tropas gubernamentales, como son los casos del sitio de
Oviedo y del Alc�zar toledano.
En la zona sublevada la muerte en accidente de aviaci�n del que iba ser el jefe de
la rebeli�n, el general Sanjurjo, provoc� que los generales sublevados decidieron
crear el jueves 23 de julio una Junta de Defensa Nacional, que quedar�a constituida
al d�a siguiente en Burgos, y que estar�a integrada por los generales Miguel
Cabanellas, que fue nombrado presidente de la Junta por ser el general m�s antiguo
entre los sublevados, Andr�s Saliquet, Miguel Ponte, Emilio Mola y Fidel D�vila,
adem�s del coronel Federico Montaner y el coronel Moreno Calder�n. En el Decreto
n.� 1 que public� la Junta se establec�a que esta asum�a �todos los poderes del
Estado� y que representar�a al pa�s ante los poderes extranjeros, aunque en las
semanas siguientes ning�n pa�s la reconoci� y sigui� considerando como gobierno
leg�timo de Espa�a al de Madrid presidido por el republicano de izquierda Jos�
Giral.82? El 27 de julio de 1936 lleg� a Espa�a el primer escuadr�n de aviones
italianos enviado por Benito Mussolini.83?
As� pues, el resultado del levantamiento era incierto pues tuvo �xito en unos
sitios y fracas� en otros, por lo que Espa�a qued� dividida en dos zonas: una
controlada por los militares que se hab�an alzado contra la Rep�blica (la zona
sublevada) y otra que permaneci� fiel al gobierno (la zona republicana).
Aproximadamente un tercio del territorio espa�ol hab�a pasado a manos rebeldes, con
lo que ninguno de los dos bandos ten�a absoluta supremac�a sobre el otro. La
intentona de derrocar de un golpe a la Rep�blica hab�a fracasado estrepitosamente.
Ambos bandos se prepararon para lo inevitable: un enfrentamiento que iba a
desangrar Espa�a durante tres largos a�os. La guerra civil espa�ola acababa de
empezar.
Desde Barcelona, tambi�n una vez sofocada la rebeli�n, salieron varias columnas
formadas r�pidamente por las organizaciones obreras y los partidos de izquierda
para dirigirse a Arag�n. Junto con las columnas del POUM y del PSUC (y una de
Esquerra Republicana de Catalunya que sali� desde Tarragona), el contingente m�s
importante lo aportaron las milicias confederales de las organizaciones anarquistas
(CNT, FAI, Juventudes Libertarias). La primera y m�s numerosa fue la columna
Durruti, as� llamada porque estaba encabezada por el l�der de la FAI Buenaventura
Durruti, que sali� de Barcelona el d�a 24 en direcci�n a Zaragoza. Las tambi�n
anarquistas columna Ascaso y columna Los Aguiluchos de la FAI salieron en direcci�n
a Huesca. pero ninguna de ellas consigui� alcanzar sus objetivos de liberar las
tres capitales aragonesas (desde Valencia hab�a salido hacia Teruel la columna de
Hierro), y el frente de Arag�n qued� estabilizado, aunque los anarquistas llevaron
la revoluci�n a la mitad oriental de Arag�n donde crearon el Consejo Regional de
Defensa de Arag�n.94?
Tambi�n desde la ciudad condal se organiz� una expedici�n a las islas Baleares, de
las que solo Menorca continuaba republicana. La operaci�n iniciada el 8 de agosto
al mando del capit�n Bayo tuvo un �xito inicial al conseguir ocupar una franja de
la costa de Mallorca, pero el desembarco de Mallorca acab� en un completo
fracaso.94? Otro fracaso fue la ofensiva de C�rdoba, �donde la situaci�n estaba
indecisa, lo que constituy� una de las pocas iniciativas estrat�gicas
republicanas�. Fue organizada desde Albacete por el general Miaja, cuyo jefe de
Estado Mayor era el teniente coronel Jos� Asensio Torrado, pero el avance se detuvo
pronto (el general Miaja situ� su cuartel general en Montoro) y los republicanos no
pudieron reconquistar la Andaluc�a occidental, en manos de los sublevados
especialmente despu�s de la llegada de los primeras unidades procedentes del
Protectorado de Marruecos.94?
La rapidez con que cayeron una tras otra las poblaciones en el avance por
Extremadura y el Tajo se debi� fundamentalmente a que el Ej�rcito de �frica estaba
integrado por las tropas mejor entrenadas y curtidas en combate (legionarios y
regulares), quiz� las �nicas verdaderamente profesionales en los primeros ca�ticos
meses de guerra.98? En cambio las fuerzas republicanas estaban integradas en su
mayor�a por milicianos a los que les faltaba adiestramiento militar. �Eran
indisciplinadas y tend�an a huir, presas del p�nico, abandonando las armas, las
cuales constitu�an fusiles y piezas sueltas de artiller�a, dado que el desbarajuste
originado en la capital por la sublevaci�n no permit�a una adecuada planificaci�n
militar. En julio y agosto se perdi� mucho material militar. En contraste, los
sublevados se armaban cada vez m�s con material extranjero, aparte del que tomaban
al enemigo�.96? Adem�s los milicianos, cuya inmensa mayor�a proced�a de las
organizaciones obreras y los partidos de izquierda, desconfiaban de los militares
profesionales que pretend�an mandarlos y por motivos ideol�gicos rechazaban la
disciplina y la organizaci�n militares, a excepci�n de los comunistas que
propugnaban la completa militarizaci�n de las milicias y la creaci�n de un Ej�rcito
Popular siguiendo el modelo del Quinto Regimiento organizado por ellos.99?
Dado que las fuerzas de los sublevados no eran superiores a las fuerzas
republicanas que defend�an Madrid (unos 23 000 soldados), la penetraci�n en la
capital tendr�a que ser r�pida y en un frente muy estrecho. Una columna atravesar�a
el r�o Manzanares al norte del puente de los Franceses y avanzar�a por la Ciudad
Universitaria de Madrid para luego bajar por el paseo de la Castellana. Otra
columna cruzar�a el parque del Oeste para seguir por los bulevares y llegar a la
plaza de Col�n. Y una tercera cruzar�a el barrio de Rosales para alcanzar la plaza
de Espa�a y la calle Princesa. Para apoyar este avance se consideraba fundamental
tomar el cerro de Garabitas en la Casa de Campo donde se pod�a situar la artiller�a
y desde all� bombardear la ciudad. El �xito de la operaci�n depend�a de que los
republicanos creyeran que el ataque se producir�a por el sur y concentraran all�
sus fuerzas, pero en la noche de 7 al 8 de noviembre, precisamente en el momento
que iba comenzar la batalla de Madrid, el teniente coronel Vicente Rojo, jefe del
Estado Mayor de la defensa de Madrid, conoci� los planes de los atacantes gracias a
los papeles encontrados en el cad�ver de un oficial italiano del ej�rcito
sublevado.108?
Mientras se iniciaba la batalla del Jarama, se produc�a la toma de M�laga por los
sublevados el 8 de febrero de 1937, gracias especialmente a la intervenci�n de las
unidades motorizadas de la divisi�n de milicias fascistas italianas (�legionari�
del CTV, Corpo di Truppe Volontarie) que hab�a comenzado a llegar a Espa�a dos
meses antes enviada por Mussolini, imbuido de la idea de que el soldado fascista
era muy superior al combatiente �rojo�. El ataque hab�a comenzado el 14 de enero de
1937 avanzando desde Ronda por el norte, siguiendo la carretera costera avanzando
hacia Marbella por el oeste (con el apoyo de los dos modernos cruceros Baleares y
Canarias que bombardeaban desde el mar y contra los que poco pod�an hacer los
destructores y los m�s viejos y peor armados cruceros republicanos) y desde Granada
hasta Alhama por el noreste. Aunque las milicias republicanas consiguieron contener
el ataque tierra adentro, el d�a 5 de febrero convergieron varias columnas sobre
M�laga encabezadas por las fuerzas italianas. Esto oblig� a retirarse a las
milicias a la capital pero all� faltas de mandos, de fortificaciones para la
defensa y del apoyo de la flota republicana no tuvieron m�s remedio que emprender
la huida hacia el este por la carretera costera de M�laga y Almer�a acompa�adas de
miles de civiles mientras eran ametrallados y bombardeados por la aviaci�n italiana
y los barcos de guerra de los sublevados. A los pocos d�as los sublevados llegaban
a Motril haciendo numerosos prisioneros y obteniendo grandes cantidades de
material.114? �Para el Gobierno republicano, la derrota demostr� una profunda
ineficacia y una falta de energ�a moral y se�al� el comienzo de la decepci�n de los
comunistas con respecto a la actuaci�n de Largo Caballero como Jefe de Gobierno y
ministro de la Guerra. Las salpicaduras llegaron a los mandos que Largo hab�a
nombrado, los cuales fueron procesados como resultado de las investigaciones
llevadas a cabo despu�s del desastre�.115?
�Con la ayuda rusa la Rep�blica hab�a podido responder a la amenaza que supon�a la
llegada de armamento desde Italia y Alemania para el bando nacional. El Ej�rcito
Popular ya no consist�a en bandas sueltas de milicianos con improvisados mandos.
Hab�a demostrado saber retirarse a fortificaciones preparadas, resistiendo con
peque�as retaguardias a la espera de refuerzos. Responder a esta t�cnica iba a
exigir otras capacidades de las que pose�a el CTV�.117?
Por fin a principios de julio las fuerzas republicanas lanzaron una ofensiva en el
frente de Madrid para aliviar la presi�n del ej�rcito �nacionalista� en el norte.
As� el 6 de julio comienza la batalla de Brunete llamada as� porque la lucha por la
conquista de ese pueblo situado al oeste de Madrid por los republicanos (que
pretend�a seguir despu�s en direcci�n sureste para encontrarse con las otras
fuerzas gubernamentales que avanzar�an desde el sur de la capital, lo que de tener
�xito obligar�a a los �nacionales� a ordenar un repliegue general de sus fuerzas si
no quer�an verse cercados) se convirti� en el elemento central de los combates. El
ataque hacia Brunete fue lanzado por el reorganizado V Cuerpo de Ej�rcito
republicano al mando del comandante de milicias Juan Modesto apoyado por unidades
de tanques T-26 sovi�ticos que ocup� la localidad casi sin resistencia, pero el
general Franco reaccion� r�pidamente y envi� unidades de la Legi�n y de Regulares
m�s las brigadas de Navarra y unos 150 aviones italianos y alemanes retirados del
frente del norte, deteni�ndose as� el ataque hacia Santander. Esto permiti� a las
fuerzas nacionales realizar el contraataque.123? �Empez� as� una batalla de
desgaste bajo el tremendo sol veraniego, sin sombra ni agua, que termin� arrojando
un saldo de 40 000 bajas. La dura batalla concluy� el 26 de julio, por puro
agotamiento. El Ej�rcito Popular Republicano hab�a retenido importantes sectores
del territorio que hab�a conquistado... aunque perdi� Brunete. (...) [La batalla
de] Brunete coincid�a con el aniversario del principio de la guerra. A partir de
unas cuantas columnas sublevadas que luchaban contra milicias improvisadas se
hab�an formado dos ej�rcitos con un considerable apoyo de artiller�a y
aviaci�n�.124?
Mapa del entorno donde se desarroll� la batalla de Belchite con indicaci�n de las
situaciones inicial y final.
La segunda ofensiva republicana para aliviar la presi�n de los �nacionales� en el
Norte lleg� tarde pues comenz� el mismo d�a de la ca�da de Santander. Esta vez se
desarroll� en el frente de Arag�n, que se manten�a pr�cticamente inalterado desde
el inicio de la guerra cuando las columnas de milicias confederales anarquistas y
del POUM salieron de Catalu�a y ocuparon la mitad oriental de Arag�n (donde crearon
un ente casi independiente llamado Consejo de Arag�n) aunque no consiguieron su
objetivo de conquistar Zaragoza, y que tras los �sucesos de mayo de 1937� hab�an
sido incorporadas a las unidades regulares del Ej�rcito del Este. El 24 de agosto
comenz� la ofensiva de Zaragoza cuyo prop�sito era romper el frente y alcanzar la
capital aragonesa, lo que obligar�a al general Franco a suspender su ofensiva del
Norte. Al norte del Ebro combat�an las divisiones anarquistas y al sur las
comunistas dirigidas por Enrique L�ster y los dos generales internacionales Walter
y Kleber. Despu�s de la toma de los pueblos de Codo y Quinto cercaron Belchite el
d�a 26, dando inicio a la batalla de Belchite el hecho b�lico m�s destacado de la
campa�a. Los �nacionales� que defend�an el pueblo resistieron encarnizadamente
hasta el 3 de septiembre. Cuatro d�as antes los �nacionales� hab�an iniciado la
contraofensiva que al norte del Ebro hizo retroceder a las divisiones anarquistas y
al sur en Fuentes de Ebro, un pueblo situado a 26 kil�metros de Zaragoza, consigui�
derrotar a las unidades de tanques sovi�ticos BT5 y a la XV Brigada
Internacional.127?
As� pues, a partir de la primera semana de enero de 1939 el avance de las tropas
�nacionales� fue pr�cticamente imparable (gracias de nuevo a la mejor preparaci�n
de sus mandos intermedios �comandantes, tenientes-coroneles y coroneles�, a su
superioridad artillera y a�rea por la presencia permanente de la Legi�n C�ndor y de
la aviaci�n italiana y a que la flota sublevada bombarde� los puertos impidiendo la
llegada de material para las fuerzas republicanas). Los �nacionales� en su avance
hac�an cada vez mayor n�mero de prisioneros, lo que �siempre constituye un indicio
de la descomposici�n de un ej�rcito�.149? Artesa de Segre fue tomada el 4 de enero,
T�rrega el 15, el 21 Villafranca del Panad�s, el 22 Igualada y el 24 alcanzaron el
r�o Llobregat. Los destrozados ej�rcitos republicanos se retiraron hacia la
frontera francesa acompa�ados por una inmensa muchedumbre de civiles y de
funcionarios y de autoridades que colapsaba las carreteras. El 26 de enero los
�nacionales� sin encontrar apenas resistencia entraban en Barcelona, abandonada por
el gobierno y las autoridades militares que cruzaron la frontera francesa el 5 de
febrero despu�s de celebrar la �ltima reuni�n de lo que quedaba de las Cortes
republicanas en el castillo de Figueras. Un d�a antes, el 4 de febrero, los
�nacionales� hab�an ocupado Gerona.150? El general Vicente Rojo Lluch compar� un
a�o despu�s desde el exilio lo que hab�a sucedido en Madrid en noviembre de 1936 y
lo que hab�a pasado en Barcelona en enero de 1939:151?
�Qu� ambiente tan distinto! �Qu� entusiasmo entonces! �Y qu� decaimiento ahora!
Barcelona cuarenta y ocho horas antes de la entrada del enemigo era una ciudad
muerta... [Se] perdi� lisa y llanamente porque no hubo voluntad de resistencia, ni
en la poblaci�n civil, ni en algunas tropas contaminadas por el ambiente.
Entre el 5 y el 11 de febrero los �ltimos restos de los dos ej�rcitos republicanos
del GERO cruzaron ordenadamente la frontera deponiendo sus armas y siendo
internados a continuaci�n en campamentos improvisados situados en las playas
francesas a la intemperie.152?
En el d�a de hoy, cautivo y desarmado el ej�rcito rojo, han alcanzado las tropas
nacionales sus �ltimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos, 1� de
abril de 1939, a�o de la victoria. El General�simo. Fdo. Francisco Franco
Bahamonde.
La guerra naval
Art�culo principal: Guerra Civil Espa�ola en el mar
En la guerra civil espa�ola predominaron las acciones terrestres sobre las
mar�timas, y las marinas de ambos bandos evitaron las grandes acciones de guerra
por motivos pol�ticos y estrat�gicos.167? As�, despu�s de los combates por el
control del estrecho de Gibraltar de 1936, las dos flotas no tuvieron �encuentros
decisivos en el mar� y �sus estrategias se movieron en contextos muy conservadores,
tendentes sobre todo a la conservaci�n de sus efectivos�.168? El historiador
Michael Alpert, en su estudio titulado La guerra civil espa�ola en el mar, afirma
que las �dos marinas de guerra espa�olas tuvieron que rehacerse�, pero que la
�gubernamental no consigui� estar a la altura del momento y, a pesar de contar con
la mayor�a de las unidades de la flota, desempe�� un papel defensivo durante la
mayor parte de la contienda�. En cambio �la Marina de los sublevados aprovech� al
m�ximo sus exiguos recursos y la ayuda que recibi� del extranjero�.169?
A pesar de contar con una flota tan importante, el problema residi� en que a lo
largo de la guerra no se consiguieron superar los efectos de la represi�n que tuvo
lugar en el momento del golpe de Estado de julio de 1936 cuando la mariner�a y los
suboficiales se rebelaron para impedir que los barcos se sumaran a la sublevaci�n,
ya que la inmensa mayor�a de la oficialidad era partidaria del golpe.167? En una
fecha tan avanzada como mayo de 1938, un informe presentado al presidente Juan
Negr�n sobre la situaci�n de la flota se�alaba la ausencia de eficacia y de
disciplina. �En general la moral ofensiva de los mandos es peque�a y la moral de
combate de las dotaciones es baja�. Adem�s, apuntaba la presencia de la quinta
columna franquista tanto en la Flota como en la base naval de Cartagena (�Moral
derrotista. Mucho fascista con entera libertad de acci�n�, se dec�a). Informes
posteriores indicaban que la situaci�n no hab�a mejorado.173?
A diferencia de lo que ocurri� con el bando sublevado, que fue apoyado por las
armadas italiana y alemana, la Rep�blica solo recibi� de la URSS cuatro lanchas
torpederas de clase G-5, adem�s de unos pocos mandos y especialistas en submarinos
que, seg�n un informe �reservado y confidencial� presentado al presidente Negr�n,
eran �considerados �dentro de la Flota� como hu�spedes molestos a los que hay
soportar con amabilidad. Lo mismo ocurre en la base naval de Cartagena�.173? Por su
parte, Francia y Gran Breta�a solo participaron en alguna ocasi�n puntual para
evitar el apresamiento de buques propios por la flota �nacional�.
As� pues, por encima de alguna victoria ocasional, como el hundimiento del Baleares
a principios de marzo de 1938 en la batalla del cabo de Palos, �la realidad era que
la marina republicana se hab�a centrado en el servicio de protecci�n del tr�fico
mercante, en el mantenimiento de un canal suministrador de pertrechos de guerra y
de alimentos�.174? Pero ni siquiera esa funci�n de escolta la desempe�� con pleno
�xito, como se se�alaba en un informe del servicio secreto republicano (SIM) de
enero de 1939 en el que despu�s de afirmar la �notoria inferioridad� de la marina
de guerra republicana respecto de la Marina de los �nacionales� se dec�a:173?
Lo cierto es que la Marina de Guerra facciosa se ha incrementado sin hostilizaci�n
por nuestra parte... y que su Marina Mercante navega sin contratiempos por todos
los mares, en tanto la nuestra, perseguida y pr�cticamente indefensa, es presa
f�cil de los facciosos.
Al principio de la Guerra Civil, la marina del bando sublevado era muy inferior a
la marina gubernamental pues solo contaba con el acorazado Espa�a (botado en 1913 y
que en julio de 1936 se encontraba en dique seco); los cruceros ligeros Rep�blica,
rebautizado como Navarra, (botado en 1920 pero que se encontraba en reparaciones y
no entr� en servicio hasta muy avanzada la guerra, en agosto de 1938), y el
Almirante Cervera (botado en 1928); el destructor Velasco (botado en 1923); cinco
torpederos; tres ca�oneras y cinco guardacostas. Pero esta inferioridad se vio
compensada muy pronto gracias al control de los sublevados del principal astillero
de la marina en Ferrol donde estaba pr�cticamente terminado el crucero pesado
Canarias �que entr� en servicio en septiembre de 1936� y otro, el Baleares, a punto
de ser entregado (entr� en servicio en diciembre de 1936), junto con los dos �nicos
dragaminas de Espa�a (el dragaminas J�piter, que entr� en servicio a principios de
1937, y el dragaminas Vulcano, que entr� en servicio a finales de ese mismo
a�o).171?176?
As� en cuanto a las ciudades m�s devastadas por los bombardeos la lista la
encabezan las tres principales ciudades republicanas, Barcelona, Madrid y Valencia,
seguidas por Tarragona, Reus, L�rida, Badalona, Granollers, Gerona, San Feliu de
Gu�xols, Palam�s, Figueras, Colera, Portbou y Perell� en Catalu�a; Alicante,
Sagunto, Gand�a, Denia y Cartagena en la costa de Valencia y Murcia; y en Vizcaya
Durango y Guernica, esta �ltima convertida en el s�mbolo de las atrocidades de los
bombardeos del bando sublevado, y que tuvo un enorme impacto a nivel
internacional.184? En cuanto al n�mero de v�ctimas tambi�n existe una enorme
diferencia entre las causadas por los bombardeos republicanos, unas 1100, y las
causadas por los bombardeos del bando franquista, alrededor de 9000 (Barcelona 2500
muertos; Madrid, 2000; Valencia, cerca de 1000; Alicante cerca de 500; Durango,
Guernica, L�rida, Tarragona, Granollers, Figueras y Cartagena m�s de doscientos
muertos cada una; Bilbao, Reus, Badalona y Alca�iz cerca de 200; J�tiva m�s de 100
muertos; y peque�os pueblos cuyos muertos fueron inferiores a este n�mero).185?
Otros hitos de la guerra a�rea durante la guerra civil espa�ola son que durante la
misma probablemente se efectu� el primer puente a�reo de la historia; que en los
aviones de caza empez� a primar el techo y la velocidad lo que supuso el fin de los
biplanos y adem�s se demostr� su importancia para el dominio del aire y evitar as�
los bombardeos enemigos (incluso por la noche); que se realizaron ataques a�reos a
unidades navales, en puerto y en el mar; que se emplearon aviones de bombardeo en
picado para lanzar v�veres y mensajes de �nimo a posiciones sitiadas, como el
Alc�zar de Toledo o el Santuario de Santa Mar�a de la Cabeza, y para los
�bombardeos ideol�gicos�, mediante el lanzamiento de octavillas y soflamas a las
ciudades que estaban en la retaguardia, como el �bombardeo del pan� sobre Alicante.
Un d�a antes el obispo de Salamanca Enrique Pla y Deniel hab�a hecho p�blica una
pastoral en la que presentaba la guerra como �una cruzada por la religi�n, la
patria y la civilizaci�n�, dando una nueva legitimidad a la causa de los
sublevados: la religiosa. As� el general�smo, no era solo el �jefe y salvador de la
Patria�, sino tambi�n el �caudillo� de una nueva �cruzada� en defensa de la fe
cat�lica y del orden social.194?
Desde el Cuartel General del General�simo el nuevo asesor de Franco Ram�n Serrano
S��er (cu�ado del �caudillo� y antiguo diputado de la CEDA que hab�a llegado a
Salamanca evadido de la �zona roja�) propici� un acercamiento entre la Comuni�n
Tradicionalista y Falange Espa�ola y de las JONS con vistas a su fusi�n, pero las
diferencias ideol�gicas y pol�ticas que les separaban eran casi insalvables (pues
eran las que separaban el tradicionalismo del fascismo), y adem�s hab�a otro
obst�culo que era innegociable: que al frente del �partido �nico� se situara el
propio general Franco. Es decir, que ambas partes ten�an que aceptar que la nueva
formaci�n pol�tica quedar�a supeditada al poder personal del �General�smo�, v�rtice
del poder militar y pol�tico. Para apoyar esta idea se difundi� desde el Cuartel
General de Salamanca el lema Una patria, un Estado, un caudillo, copia del lema
nazi Ein Volk, ein Reich, ein F�hrer ('un pueblo, un Estado, un caudillo').198?
Finalmente, el Cuartel General de Franco decidi� actuar, y el mismo d�a en que los
falangistas contrarios a la fusi�n celebraron un Consejo Nacional en el que
eligieron a Manuel Hedilla como �jefe nacional�, el domingo 18 de abril,200? el
propio general Franco anunci� que se iba a promulgar al d�a siguiente un Decreto de
Unificaci�n de Falange y la Comuni�n Tradicionalista, que pasaban a estar ahora
bajo su jefatura directa como �jefe nacional� del mismo.201?
Dos meses antes, el 3 de junio, en plena Campa�a del Norte el general Mola, el
�director� de la conspiraci�n militar que hab�a dado el golpe de Estado de julio de
1936 con el que comenz� la Guerra Civil, mor�a cuando el avi�n en el que viajaba se
estrell� en una colina del pueblo de Alcocero, cerca de Burgos.206? Mola sol�a
emplear el avi�n con frecuencia en sus desplazamientos y no existen pruebas de que
hubiera sabotaje, aunque la muerte favorec�a claramente a Franco al eliminar al
�director� como rival.206? El embajador alem�n escribi� poco despu�s: �Sin duda
Franco se siente aliviado por la muerte del general Mola�.207?
En octubre de 1937 fueron nombrados por el �General�smo� Franco los 50 miembros del
Consejo Nacional de FET y de las JONS, pero no pas� de ser un �rgano meramente
consultivo.208? Lo mismo se pod�a decir de la FET y de las JONS, cuya �nica
actividad quedaba reducida en la pr�ctica a efectuar propaganda.209? Sin embargo,
los dirigentes de Falange ocuparon muchos de los puestos m�s importantes en la
administraci�n del �Nuevo Estado� y en el partido.207?
Seg�n Juli�n Casanova el fascismo y el catolicismo fueron las dos ideolog�as sobre
cuya amalgama se construy� el �Nuevo Estado�. El proceso de fascistizaci�n era
evidente por la exaltaci�n del l�der, el �Caudillo�, como el F�hrer o el Duce; el
saludo brazo en alto establecido como �saludo nacional�; los uniformes y la
simbolog�a falangista; etc. Y al mismo tiempo proliferaban los ritos y
manifestaciones religiosas cat�licas como las procesiones, las misas de campa�a o
las ceremonias pol�tico-religiosas que imitaban supuestas formas medievales.212?
El 19 de abril de 1939, diecinueve d�as despu�s del ��ltimo parte� en el que Franco
declaraba �la guerra ha terminado�, se celebr� en Madrid el desfile de la Victoria
presidido por el �caudillo�. Antes de empezar la parada militar el general Varela
le impuso �en nombre de la Patria� a Franco la Gran Cruz Laureada de San Fernando,
�que tanto hab�a ambicionado desde sus campa�as africanas y que tuvo que acabar
autootorg�ndosela� en un decreto firmado por �l mismo y que fue le�do por el
general conde de Jordana al inicio del acto. Al d�a siguiente el diario ABC de
Madrid titulaba su cr�nica: �Espa�a, en el gran desfile militar ante el Caudillo,
muestra al mundo el poder�o de las armas forjadoras del nuevo Estado�. Un mes
despu�s el general Franco ofrendaba su espada de caudillo victorioso a Dios en una
ceremonia celebrada el 20 de mayo en la iglesia madrile�a de Santa B�rbara y
presidida por el cardenal primado de Toledo Isidro Gom�.215?
Los comit�s que surgieron por todas partes eran aut�nomos y no reconoc�an l�mites a
sus actuaciones,222? pero la paradoja fue que al mismo tiempo la revoluci�n no
acab� con el Estado republicano, sino que simplemente lo ignor� y lo redujo a la
inoperancia. En Catalu�a se constituy� el Comit� Central de Milicias Antifascistas,
pero el gobierno de la Generalidad no fue destituido y continu� en su puesto. En
Valencia apareci� el Comit� Ejecutivo Popular. En M�laga y L�rida surgieron sendos
Comit�s de Salud P�blica. En Cantabria, Gij�n y Ja�n, comit�s provinciales del
Frente Popular (Comit� de Guerra de Gij�n, Comit� Popular de Sama de Langreo, etc).
En Vizcaya, una Junta de Defensa. En Madrid se constituy� un Comit� Nacional del
Frente Popular, que organizaba milicias y la vida de la ciudad, pero junto a �l
segu�a existiendo el gobierno de Jos� Giral formado solo por republicanos de
izquierda.223?
Pero el gobierno Giral, a pesar de que el poder real no estaba en sus manos, no
dej� de actuar, especialmente en el plano internacional. Fue este gobierno el que
pidi� la venta de armas al gobierno del Frente Popular de Francia, y al no
conseguirla, luego a la Uni�n Sovi�tica, para lo cual dispuso de las reservas del
oro del Banco de Espa�a. En el plano interior destituy� a los funcionarios
sospechosos de apoyar la sublevaci�n y dict� las primeras medidas para intentar
controlar las �ejecuciones� indiscriminadas, arbitrarias y extrajudiciales de
�fascistas� que llevaban a cabo decenas de �tribunales revolucionarios�, tambi�n
conocidos como �checas�, montadas por las organizaciones y partidos obreros que
hab�an impuesto el �terror rojo� en Madrid y en otros lugares. As� el gobierno
Giral cre� los tribunales especiales �para juzgar los delitos de rebeli�n y
sedici�n y los cometidos contra la seguridad del Estado�. Sin embargo estos
�tribunales populares� no acabaron con las actividades de las �checas� que
siguieron asesinando �fascistas� mediante los �paseos� (detenciones ilegales que
acababan con el asesinato del detenido y cuyo cad�ver eran arrojado en una cuneta o
junto a la tapia de un cementerio) o las �sacas� (excarcelaciones de presos que
supuestamente iban a ser puestos en libertad pero que en realidad eran llevados al
pared�n).224?
Pero todas estas medidas no consiguieron paralizar el avance hacia Madrid del
Ej�rcito de �frica y el 6 de noviembre ya estaba a punto de entrar en la capital.
Ese d�a el gobierno decidi� abandonar Madrid y trasladarse a Valencia, encomendando
la defensa de la ciudad al general Miaja que deber�a formar una Junta de Defensa de
Madrid. �Una salida precipitada, mantenida en sigilo, sobre la que no se dio
explicaci�n p�blica alguna�.106? �Quienes se quedaron en Madrid no pudieron
interpretar estos hechos sino como una vergonzosa huida... sobre todo porque los
madrile�os fueron capaces de organizar su defensa. Madrid resisti� el primer embate
y rechaz� los siguientes, deteniendo as� el avance del ej�rcito rebelde�.107?
La pol�tica del nuevo gobierno tuvo cinco ejes fundamentales, algunos ya iniciados
por Largo Caballero: la culminaci�n de la formaci�n del Ej�rcito Popular237? y el
desarrollo de la industria de guerra (lo que llev� al gobierno a trasladarse de
Valencia a Barcelona en noviembre de 1937 para, entre otras razones, �poner en
pleno rendimiento la industria de guerra� catalana);131? la continuaci�n de la
recuperaci�n por el gobierno central de todos los poderes, con la justificaci�n de
que la direcci�n de la guerra as� lo reclamaba (fue disuelto el Consejo de Arag�n,
�ltimo baluarte de la CNT; el traslado del gobierno de Valencia a Barcelona para
�asentar definitivamente la autoridad del gobierno en Catalu�a� releg� al gobierno
de la Generalidad de Llu�s Companys a un papel secundario).238? mantenimiento del
orden p�blico y la seguridad jur�dica (con Zugazagoitia en Gobernaci�n e Irujo en
Justicia, se redujeron las ejecuciones �extrajudiciales� y las actividades de las
�checas�, pero en la �desaparici�n� del l�der del POUM el gobierno dej� hacer a los
comunistas y a los agentes sovi�ticos del NKVD);239? se dieron garant�as a la
peque�a y mediana propiedad;240? se intent� cambiar la pol�tica de �no-
intervenci�n� de Gran Breta�a y Francia por la de mediaci�n en el conflicto, para
que presionaran a Alemania e Italia y cesaran en su apoyo a los sublevados, con el
objetivo final de alcanzar una �paz negociada�, pero no se consigui� nada.241? El
gran derrotado de esta l�nea pol�tica fue el sindicalismo, tanto el de la UGT y
como el de la CNT.242? Por el contrario, los que resultaron m�s reforzados fueron
los comunistas, de ah� la acusaci�n lanzada contra Negr�n de ser un
�criptocomunista�.
Adem�s Negr�n, el general Vicente Rojo Lluch, jefe del Estado Mayor, y los
comunistas, cre�an posible que el ej�rcito republicano a�n era capaz de una �ltima
ofensiva, que se inici� el 24 de julio de 1938, dando comienzo as� a la batalla del
Ebro, la m�s larga y decisiva de la Guerra Civil. Pero despu�s de tres meses de
duros combates, se produjo una nueva derrota del ej�rcito republicano que tuvo que
volver a sus posiciones iniciales, �con decenas de miles de bajas y una p�rdida
considerable de material de guerra que ya no podr�a utilizarse para defender
Catalu�a frente a la decisiva ofensiva franquista�.147?
Poco antes de que finalizara la batalla del Ebro se produjo otro hecho que tambi�n
fue determinante para la derrota de la Rep�blica, esta vez procedente del exterior.
El 29 de septiembre de 1938 se firmaba el acuerdo de M�nich entre Gran Breta�a y
Francia, por un lado, y Alemania e Italia, por otro, que cerraba toda posibilidad
de intervenci�n de las potencias democr�ticas a favor de la Rep�blica. De las misma
forma que ese acuerdo supuso la entrega de Checoslovaquia a Hitler, tambi�n supuso
abandonar a la Rep�blica espa�ola a los aliados de nazis y fascistas.147? De nada
sirvi� que en un �ltimo intento desesperado de obtener la mediaci�n extranjera
Negr�n anunciara ante la Sociedad de Naciones el 21 de septiembre, una semana antes
de que se firmara el acuerdo de M�nich, la retirada unilateral de los combatientes
extranjeros que luchaban en la Espa�a republicana, aceptando (sin esperar a que los
�nacionales� hicieran lo propio) la resoluci�n del Comit� de No Intervenci�n que
propon�a un Plan de retirada de voluntarios extranjeros de la Guerra de Espa�a. El
15 de noviembre de 1938, el d�a de antes del fin de la batalla del Ebro, las
Brigadas Internacionales desfilaban como despedida por la avenida Diagonal de
Barcelona. En el campo rebelde, por su parte, en octubre de 1938, seguros ya de su
superioridad militar y de que la victoria estaba cerca, decidieron reducir en un
cuarto las fuerzas italianas.244?
La idea parti� del gobierno franc�s, consciente de que, ya que no pod�an ayudar a
la Rep�blica (porque ello supondr�a abrir un gran conflicto interno en la sociedad
francesa y adem�s enturbiar�a las relaciones con su aliado �vital�, Gran Breta�a),
al menos podr�an impedir la ayuda a los sublevados. El gobierno brit�nico se sum�
enseguida al proyecto, aunque el mismo �pon�a en el mismo plano a un Gobierno legal
y a un grupo de militares rebeldes�.254? El primer ministro galo, el socialista
L�on Blum, tras denegar a los negociadores de Largo Caballero el paso del armamento
adquirido por la Rep�blica espa�ola a trav�s de territorio franc�s, lleg� a
exclamar: ��Es un crimen el que todos estamos cometiendo con Espa�a!�.255?
La propaganda franquista dijo que el oro del Banco de Espa�a (al que llam� el �oro
de Mosc�) hab�a sido robado por la Rep�blica y entregado a Stalin sin
contrapartidas,281? pero las investigaciones de �ngel Vi�as han demostrado que el
�oro de Mosc� se gast� en su totalidad en compras de material b�lico. Por su parte
el Banco de Francia adquiri� 174 toneladas de oro, una cuarta parte del total de
las reservas, por las que pag� a la Hacienda republicana 195 millones de d�lares.
En total, entre el �oro de Mosc� (tres cuartas partes de las reservas del Banco de
Espa�a) y el �oro de Par�s� (una cuarta parte, del que la propaganda franquista
nunca habl�) las autoridades republicanas obtuvieron 714 millones de d�lares que
fue el coste financiero de la Guerra Civil para la Rep�blica. En Rusia no qued�
nada del oro espa�ol y las reservas estaban pr�cticamente agotadas en el verano de
1938. El problema fue que debido a la pol�tica de �no intervenci�n� en muchas
ocasiones los emisarios de la Rep�blica fueron estafados por los traficantes de
armas que les vendieron equipos obsoletos a precios mucho mayores del coste
real.282? Los gobiernos republicanos tambi�n fueron estafados por la propia Uni�n
Sovi�tica, como ha se�alado Gerald Howson, o por Polonia y otros pa�ses que
abusaron de la precaria situaci�n republicana para venderles �chatarra b�lica�.283?
Por su parte el bando sublevado, como no contaba con oro, sufrag� la mayor parte
del coste de la guerra (unos 700 millones de d�lares, una cantidad similar a la
gastada por la Rep�blica) mediante cr�ditos obtenidos de Italia y de Alemania.284?
La Alemania nazi se cobr� una parte del material de guerra que suministr� �en
especie� (un sistema ideado por Hermann Goering) con alimentos, materias primas y
minerales espa�oles que llegaban a Alemania a trav�s de dos compa��as creadas con
tal fin (HISMA y ROWAK). Algo parecido ocurri� con Italia, por lo que las dos
potencias fascistas sustituyeron a Francia y Gran Breta�a como los primeros
clientes comerciales de Espa�a.285? Asimismo los sublevados tambi�n obtuvieron
ayuda econ�mica y financiera de empresas y hombres de negocios de Gran Breta�a,
Francia y los Estados Unidos, especialmente de aquellos que m�s simpatizaban con la
�causa nacional� (por ejemplo, las empresas norteamericanas y brit�nicas Texaco y
Shell les vendieron a cr�dito petr�leo durante toda la guerra)286? o que pose�an
intereses comerciales en Espa�a (como la corporaci�n norteamericana ITT, que aport�
al menos 10 millones de d�lares y facilidades crediticias a cambio de conservar sus
monopolios de telecomunicaciones en el pa�s).287? El bando sublevado tambi�n
recibi� ayuda financiera de espa�oles ricos como Juan March, que aport� 15 millones
de libras esterlinas, o del exrey Alfonso XIII, que don� 10 millones de
d�lares.288?289?
La Iglesia y la guerra civil espa�ola
Art�culo principal: Iglesia cat�lica y guerra civil espa�ola
La Iglesia cat�lica en la zona sublevada
Aunque la motivaci�n religiosa no aparece en ninguno de los bandos de
pronunciamiento del golpe de Estado en Espa�a de julio de 1936,290? la conversi�n
del golpe de Estado en una �cruzada� o �guerra santa� en defensa de la religi�n, se
produjo r�pidamente, lo que result� muy oportuno para legitimar el golpe
militar.291? Esta sacralizaci�n de la guerra se acentu� sobre todo cuando
comenzaron a llegar a la zona sublevada las primeras noticias de la salvaje
persecuci�n religiosa que se hab�a desencadenado en la zona republicana, donde el
alzamiento militar hab�a fracasado.292? Jos� Mar�a Pem�n, uno de los principales
ide�logos del bando sublevado escribi�: �el humo del incienso y el humo del ca��n,
que sube hasta las plantas de Dios, son una misma voluntad vertical de afirmar una
fe y sobre ella salvar un mundo y restaurar una civilizaci�n�.293?
Dos meses despu�s se hizo p�blica la Carta colectiva de los obispos espa�oles con
motivo de la guerra en Espa�a que fue redactada por el cardenal primado de Toledo
Isidro Gom� a instancias del �General�simo� Francisco Franco que le pidi� el 10 de
mayo de 1937 que, dado que el episcopado espa�ol le apoyaba, publicara �un escrito
que, dirigido al episcopado de todo el mundo, con ruego de que procure su
reproducci�n en la prensa cat�lica, pueda llegar a poner la verdad en su
punto�.300? La �verdad� que pretend�a el general Franco que se difundiera en este
documento estaba destinada a contrarrestar la condena hecha por amplios sectores
del catolicismo europeo y americano m�s avanzado de los asesinatos cometidos por
los �nacionales� de catorce sacerdotes en el Pa�s Vasco y de miles de obreros y
campesinos en toda la zona sublevada, adem�s de su rechazo a considerar a la guerra
civil espa�ola como una cruzada o guerra santa.301?
Milicianos vestidos con ropas lit�rgicas tras el saqueo de una iglesia. Madrid,
1936.
Sobre todo durante los primeros meses de la guerra en la zona republicana se desat�
una salvaje persecuci�n religiosa con asesinatos, incendios y saqueos cuyos autores
fueron �los extremistas, los incontrolados y los delincuentes comunes salidos de
las c�rceles que se les sumaron�, todo ello inmerso en la ola de violencia desatada
contra las personas y las instituciones que representaban el �orden burgu�s� que
quer�a destruir la revoluci�n social espa�ola de 1936 que se produjo en la zona
donde el alzamiento militar fracas�.292? �Durante varios meses bastaba que alguien
fuera identificado como sacerdote, religioso o simplemente cristiano militante,
miembro de alguna organizaci�n apost�lica o piadosa para que fuera ejecutado sin
proceso�.311?
En el gobierno que form� el socialista Juan Negr�n tras los sucesos de mayo de 1937
el cat�lico y nacionalista vasco Manuel Irujo ocup� el ministerio de Justicia que
era el departamento que tradicionalmente en Espa�a se ocupaba de los asuntos
religiosos. El encargo que recibi� Irujo de Negr�n fue que intentara normalizar la
vida religiosa en la zona republicana.321? El primer fruto de la nueva pol�tica fue
la tolerancia al culto dom�stico por lo que las misas celebradas en casas
particulares ya no fueron perseguidas ni, con algunas pocas excepciones, daban
lugar a detenciones, a pesar de que en ocasiones se convert�an en reuniones
favorables a los sublevados.322?
Por considerar que dichos actos, por su naturaleza de cr�menes contra la humanidad
no pueden prescribir ni ser absueltos, el magistrado-juez Baltasar Garz�n inici� un
proceso para investigar los hechos, bas�ndose en el que ya hab�a impulsado
infructuosamente contra el exdictador chileno Augusto Pinochet, afirmando que no se
buscaba �hacer una revisi�n en sede judicial de la Guerra Civil�.21? Entre otras
consideraciones, argument� la acusaci�n de genocidio de acuerdo con el derecho
espa�ol,f? citando al auto 211/2008 del Juzgado Central de Instrucci�n n�mero dos
(caso SS-Totenkopf o Genocidio nazi), mediante el cual se consideraba delitos de
genocidio y lesa humanidad los cometidos contra los espa�oles recluidos en los
campos de concentraci�n nazis con motivaciones pol�ticas o ideol�gicas.21?22?338?
La Audiencia Nacional decidi� por mayor�a de votos y sin hacer ninguna valoraci�n
acerca del car�cter delictivo de los hechos denunciados, que el Juzgado Central de
Instrucci�n n�mero cinco dirigido por Garz�n carec�a de competencia objetiva para
investigarlos, al considerar extinguida la posible responsabilidad penal de los
investigados a causa de su fallecimiento.339? Los magistrados discrepantes
consideraron que el juzgado s� era competente al ser los hechos investigados
�delitos de lesa humanidad y genocidio�, por constituir una �sistem�tica y masiva
eliminaci�n de adversarios pol�ticos� tras la contienda.340?
Consecuencias
Esta guerra, que ha durado 989 d�as, ha sido una de las luchas intestinas m�s
largas, sangrientas, costosas y brutales de la historia moderna.
Teniente coronel Henry B. Cheadle, agregado militar de Estados Unidos, 3 de abril
de 1939342?
Consecuencias econ�micas
El pago del gasto de la guerra por ambos bandos fue muy elevado. El haber usado el
gobierno republicano las reservas de oro para comprar armamento acab� con las
reservas monetarias de la zona republicana. El bando sublevado tuvo que abonar
mucho dinero tras finalizar el conflicto, en gran parte dejando que Alemania
explotara las reservas mineras de la Pen�nsula y del �frica espa�ola del momento,
por lo que hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial casi no tuvieron
posibilidad alguna de obtener ingresos. Espa�a hab�a quedado devastada en algunas
zonas, con pueblos totalmente asolados. La econom�a espa�ola tardar�a lustros en
recuperarse: terminada la guerra, el PIB hab�a retrocedido a niveles de 1922 y no
se recuperar�a hasta principios de los a�os 50.343?
Fosa com�n en Est�par, provincia de Burgos, con 26 v�ctimas del bando republicano.
La excavaci�n tuvo lugar en el mes de julio de 2014.
El n�mero de v�ctimas civiles a�n se discute. Algunos afirman que la cifra se
situar�a entre 500 000 y 1 000 000 de personas.7? Muchas de estas muertes no fueron
debidas a los combates, sino a la represi�n en forma de ejecuciones sumarias y
paseos. Esta se llev� a cabo en el bando sublevado de manera sistem�tica y por
orden de sus superiores, mientras en el bando republicano se produjo de manera
descontrolada en momentos en que el gobierno perdi� el control de las masas
armadas.344? Los abusos se centraron en todos aquellos sospechosos de simpatizar
con el bando contrario. En el bando sublevado se persigui� principalmente a
sindicalistas y pol�ticos republicanos (tanto de izquierdas como de derechas),
mientras en el bando republicano esta represi�n se dirigi� hacia simpatizantes de
la reacci�n o sospechosos de serlo y sacerdotes de la Iglesia cat�lica, llegando a
quemar conventos e iglesias y asesinando a obispos, sacerdotes, religiosos y
religiosas. Es incalculable la p�rdida en el patrimonio hist�rico y art�stico de la
Iglesia cat�lica, pues se destruyeron unos 20 000 edificios �entre ellos varias
catedrales� incluyendo su ornamentaci�n (retablos e im�genes) y archivos.345?346?
El n�mero de muertos en la guerra civil espa�ola solo puede ser estimado de manera
aproximada. El bando sublevado estableci� una cifra de 500 000, incluyendo adem�s
de los muertos en combate, a las v�ctimas de bombardeos, ejecuciones y asesinatos.
Estimaciones recientes arrojan esa misma cifra de 500 000 muertos o algo menos, sin
incluir a quienes murieron de malnutrici�n, hambre y enfermedades engendradas por
la guerra. La cifra de un mill�n de muertos, a veces citada, procede de una novela
de Gironella, que la justifica entre los 500 000 reconocidos y otros tantos cuya
vida result� irremediablemente destrozada. Sin embargo, Gerald Brenan escrib�a ya
en el pr�logo de El laberinto espa�ol (1943): "Adem�s del mill�n o dos millones de
muertos, la salud del pueblo se ha visto minada por su secuela de hambre y
enfermedades. Cientos de miles est�n todav�a en la c�rcel. Tanto f�sica como
moralmente, Espa�a es una ruina".
Relaciones internacionales
Las repercusiones pol�ticas y emocionales de la guerra trascendieron de lo que es
un conflicto nacional, ya que, por muchos otros pa�ses, la guerra civil espa�ola
fue vista como parte de un conflicto internacional que se libraba entre la religi�n
y el ate�smo, la revoluci�n y el reaccionarismo. Para la Uni�n Sovi�tica, Alemania
nazi y el Reino de Italia, Espa�a fue terreno de prueba de nuevos m�todos de guerra
a�rea y de carros de combate. Para Reino Unido y Francia, el conflicto represent�
una nueva amenaza al equilibrio internacional que trataban dificultosamente de
preservar, el cual se derrumb� en 1939 (pocos meses despu�s del fin de la guerra
espa�ola) con la Segunda Guerra Mundial. El pacto de Alemania con la Uni�n
Sovi�tica supuso el fin del inter�s de esta en mantener su presi�n revolucionaria
en el sur de Europa.
Cine
V�ase Categor�a:Pel�culas sobre la guerra civil espa�ola356?
Realizadas durante la propia guerra, aunque tambi�n hubo pel�culas de ficci�n (las
republicanas Aurora de esperanza �Antonio Sau, Barcelona, 1937�, Barrios bajos
�Pedro Puche, Barcelona, 1937� y Nuestro culpable �Fernando Mignoni, 1938� y cinco
pel�culas nacionales de Benito Perojo y Flori�n Rey rodadas en los estudios
alemanes de la UFA, de g�nero folcl�rico �ambiente reconstruido en La ni�a de tus
ojos, Fernando Trueba, 1998�),357? fueron fundamentalmente de g�nero documental:
Bando republicano:
Frente de Madrid (Edgar Neville, 1939), adaptaci�n de la novela hom�nima del mismo
autor362?363?
Sin novedad en el Alc�zar (Augusto Genina, 1940) italoespa�ola
Raza (Jos� Luis S�enz de Heredia, 1941) con guion del propio Franco
Rojo y negro (Carlos Ar�valo, 1942) censurada por su crudeza, a pesar de su
orientaci�n falangista
El santuario no se rinde (Arturo Ruiz Castillo, 1949)
Desde 1975:364?Ficci�n:
Las largas vacaciones del 36 (Jaime Camino, 1975); del mismo autor:
Dragon Rapide, que utiliza como t�tulo el nombre del avi�n en el que Franco sali�
de Canarias
El largo invierno
Los ni�os de Rusia
Una vita venduta (Aldo Florio, 1976)
Las bicicletas son para el verano (Jaime Ch�varri, 1984) adaptaci�n de la obra de
Fernando Fern�n G�mez
La vaquilla (Luis Garc�a Berlanga, 1985)
R�quiem por un campesino espa�ol (Francesc Betriu, 1985) adaptaci�n de la novela de
Sender
�Ay, Carmela! (Carlos Saura, 1990)
Tierra y libertad (Ken Loach, 1995)
Libertarias (Vicente Aranda, 1996)
La hora de los valientes (Antonio Mercero, 1998)
La lengua de las mariposas (Jos� Luis Cuerda, 1999)
El espinazo del diablo (Guillermo del Toro, 2001)
Soldados de Salamina (David Trueba, 2003)
La buena nueva (Helena Taberna, 2008)
La mujer del anarquista (Marie Noelle y Peter Sehr, 2009)
Mientras dure la guerra (Alejandro Amen�bar, 2019)
Documental:
Teatro
Bando sublevado:
La obra en �rabe 'Yusuf Melik Ispaniya' ???? ??? ???????(Yusuf Rey de Espa�a) (de
Al� Al Tuma ??? ????? ?? ???? - Sharjah/Emiratos �rabes, 2015) trata de las
aventuras de un Regular durante el conflicto espa�ol. Enga�ado por sus hermanos,
Yusuf emprende escapar del ej�rcito y de Espa�a. Es herido durante una batalla, se
implica en una relaci�n prohibida con una espa�ola, encarcelado, rehabilitado y
llega a ser sargento en la polic�a militar y vengarse la injusticia a la que le
sometieron sus hermanos. La obra trata de temas de religi�n, propaganda de guerra,
el orden colonial y relaciones interculturales. Gan� el 'Premio de Sharjah por la
Creatividad �rabe' del a�o 2015.
Bando republicano:
A las barricadas378?
La Internacional
Bandera Roja
Posteriores a 1975
Flecha
Pelayos (dibujante: Valent�n Castany)
Flechas y Pelayos (producto de la fusi�n de ambas, paralela a la fusi�n de las
distintos partidos en FET y de las JONS)
Chicos (Jes�s Blasco, Emilio Freixas, Alcaide, Tom�s)
Bando republicano
Pionero Rojo
En la democracia
V�rtice (revista)381?
Jerarqu�a (revista)
Ilustradores: Teodoro y �lvaro Delgado, Jos� Caballero, J.J. Acha, J. Olasagasti y
Carlos S�enz de Tejada.
Bando republicano
Hora de Espa�a
Mono Azul
Fotomontador: Josep Renau.
Cartelista: Carles Fontser�.382?
Gran difusi�n tuvo el sello de ayuda internacional Aidez l'Espagne, de Joan Mir�.
Fotograf�a
Robert Capa, autor, entre muchas otras, de la pol�mica instant�nea Muerte del
miliciano (identificado como Federico Borrell, pero que podr�a ser otro de los
muertos en Cerro Muriano el 5 de septiembre de 1936), convertida en icono del siglo
xx.383?
Agust� Centelles
Pelayo M�s, recopilador de la serie de 169 fotos Martirio del arte y la destrucci�n
de la Iglesia en la Espa�a roja (80 de ellas de Toledo).384?
Guglielmo Sandri, teniente del ej�rcito italiano, tom� 4000 fotograf�as,
recuperadas en 1992.385?
Videojuegos
Algunos videojuegos cubren combates de la guerra civil espa�ola:
1936, Espa�a en llamas, un mod del juego de la Segunda Guerra Mundial, Call of Duty
2.
El juego completo Sombras de guerra.
El juego Hearts of Iron IV.386?
V�ase tambi�n
Simbolog�a del franquismo
Operaci�n �rsula
Pabell�n de la Rep�blica espa�ola
Nombramiento de Francisco Franco como General�simo
Nombramiento del general Franco como Jefe del Gobierno del Estado
Prostituci�n en la guerra civil espa�ola
Anexo:Aviones de la Guerra Civil Espa�ola
Anexo:Buques utilizados en la Guerra Civil Espa�ola
Anexo:Armamento port�til utilizado durante la Guerra Civil Espa�ola
Anexo:Tanques en la Guerra Civil Espa�ola
1936 Guerra Civil
Notas
Tanto en la zona republicana como en la Nacional, incluyendo el protectorado de
Marruecos, Guinea, Saguia el Hamra, R�o de Oro e Ifni.
En el auto por el que queda extinta la responsabilidad penal, se detalla que es
por �delitos contra Altos Organismos de la Naci�n y la Forma de Gobierno, as� como
respecto del delito de detenci�n ilegal con desaparici�n forzada de personas, en el
contexto de cr�menes contra la humanidad�.
El 16 de octubre de 2008, fueron imputados altos cargos de la Dictadura por el
entonces magistrado-juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garz�n, acusado de
�presuntos delitos permanentes de detenci�n ilegal, sin dar raz�n del paradero, en
el contexto de cr�menes contra la humanidad�.21? El auto lleg� a dar por hechos
constados los siguientes:
De lo dicho anteriormente y de los hechos que acontecieron posteriormente al 18 de
julio de 1936, se constata que el alzamiento o insurrecci�n armada que se
materializ� en esa fecha, fue una decisi�n perfectamente planeada y dirigida a
acabar con la forma de Gobierno de Espa�a, en ese momento, atacando y ordenando la
detenci�n e incluso la eliminaci�n f�sica de personas que ostentaban
responsabilidades en los altos Organismos de la Naci�n y ello, como medio o al
menos como paso indispensable para desarrollar y ejecutar las decisiones
previamente adoptadas sobre la detenci�n, tortura, desaparici�n forzada y
eliminaci�n f�sica de miles de personas por motivos pol�ticos e ideol�gicos,
propiciando, asimismo, el desplazamiento y exilio de miles de personas, dentro y
fuera del territorio nacional, situaci�n que continu�, en mayor o menor medida,
durante los a�os siguientes, una vez concluy� la Guerra Civil, y cuya realidad
pretende concretarse en esta investigaci�n, as� como los autores, en cada caso, con
el fin de individualizar las conductas y los responsables de las mismas, y resolver
sobre la extinci�n de su posible responsabilidad penal, de haber fallecido. [...]
La categor�a de crimen contra la humanidad parte de un principio b�sico y
fundamental, que estas conductas agredan en la forma m�s brutal a la persona como
perteneciente al g�nero humano en sus derechos m�s elementales como la vida, la
integridad, la dignidad, la libertad, que constituyen los pilares sobre los que se
constituye una sociedad civilizada y el propio Estado de Derecho.
Auto del 16 de octubre de 2008 del Juzgado Central de Instrucci�n n.� 5 de la
Audiencia Nacional.21?
Posteriormente, el 18 de noviembre del mismo a�o, el mismo tribunal decidi�
extinguir su responsabilidad al haberse certificado su fallecimiento.b?22?
Juli�n Casanova apunta medio millar de irlandeses,259? sin embargo otros autores
elevan esta cantidad a un n�mero indeterminado entre 700-900 combatientes.260?
Juli�n Casanova menciona 300 combatientes franceses,262? sin embargo otros
estudios apuntan un n�mero superior, en torno a 500.263?260?
El art�culo 607 del C�digo Penal espa�ol exige para que concurra el delito de
genocidio que el autor tenga el �prop�sito de destruir total o parcialmente un
grupo nacional, �tnico, racial, religioso o determinado por la discapacidad de sus
integrantes�.
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El n�mero de p�rdidas es debatible; las estimaciones sugieren que entre 500 000 y
un mill�n de personas fallecieron. Con los a�os, los historiadores disminuyeron
estas cifras, y estudios modernos concluyen que 500 000 muertes es la cifra m�s
acertada. Hugh Thomas, The Spanish Civil War (2001), pp. xviii & 899-901,
inclusive.
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Santos Juli�, 1999, p. 118. �Fue desde luego lucha de clases por las armas, en la
que alguien pod�a morir por cubrirse la cabeza con un sombrero o calzarse con
alpargatas los pies, pero no fue en menor medida guerra de religi�n, de
nacionalismos enfrentados, guerra entre dictadura militar y democracia republicana,
entre revoluci�n y contrarrevoluci�n, entre fascismo y comunismo�.
Malefakis, 2006, p. 24. �Aunque una parte de los militares iniciara la contienda,
la guerra no puede definirse �como a veces sigue haci�ndose� como la lucha de los
militares �o del Ej�rcito m�s un pu�ado de terratenientes ricos y jerarcas
eclesi�sticos� contra el resto de la sociedad. Sin el apoyo de muchos espa�oles �en
especial de las clases medias y altas, pero tambi�n de las humildes: millones de
peque�os propietarios y gente religiosa�, el alzamiento no se hubiera convertido en
guerra civil, pese a la mayor eficacia militar con que los rebeldes contaban al
principio�.
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Gil Pecharrom�n, 1997, p. 121. �A los pocos d�as de las elecciones, unos ochenta
mil campesinos andaluces, manchegos y extreme�os convocados por la FNTT
[socialista], se lanzaron a ocupar las fincas de las que hab�an sido desalojados en
el invierno de 1934-35 [por los gobiernos radical-cedistas]. Se produc�a as� un
hecho consumado, que oblig� al Ministerio de Agricultura a adoptar medidas
oportunas para volver a poner en vigor la legislaci�n del primer bienio�.
Gil Pecharrom�n, 1997, p. 122.
Gil Pecharrom�n, 1997, p. 130.
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Gil Pecharrom�n, 1997, p. 123.
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Casanova, 2007, pp. 162-163.
Juli�, 1999, pp. 112-116. �De esta forma, el gobierno qued� desasistido por sus
aliados naturales y hostigado desde la derecha por una envalentonada oposici�n
mon�rquica que arrastraba ya con fuerza a los cat�licos y desde la izquierda por un
sector del PSOE que, si hab�a renunciado a la revoluci�n esperaba con impaciencia
la hora de sustituir al gobierno republicano por uno exclusivamente socialista�..
Gil Pecharrom�n, 1997, pp. 126-127.
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Juli�, 1999, p. 115. �Las divisiones que se hab�an manifestado en el seno del
propio ej�rcito desde la Dictadura... durante la Rep�blica hab�an alcanzado un
singular grado de virulencia con la creaci�n de uniones militares enfrentadas por
la cuesti�n del r�gimen pol�tico [la UME, Uni�n Militar Espa�ola, mon�rquica; y la
republicana Uni�n Militar Republicana Antifascista, UMRA, con una influencia mucho
m�s reducida]�.
Juli�, 1999, pp. 115-116.
Ar�stegui, 1997, p. 25. �Aza�a y muchos elementos de su partido, y el propio
Casares Quiroga, jefe del gobierno, no creyeron que despu�s de haber neutralizado
con facilidad el golpe de Sanjurjo en 1932 en el ej�rcito hubiera capacidad para
preparar una acci�n seria, estimando adem�s que ten�an controlados a los posibles
cabecillas y que en el caso de que esa rebeli�n se produjese ser�a f�cil
abortarla�.
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Al�a Miranda, 2018, p. 123-124. "Estos militares pertenec�an a una generaci�n
acostumbrada a desempe�ar un determinado papel pol�tico, no tanto desde el poder,
escarmentados por la mala experiencia de la dictadura de Primo de Rivera, sino como
garantes del mantenimiento del orden p�blico e institucional. Culpaban a la
Rep�blica de su descr�dito social y profesional, de la postraci�n del Ej�rcito y,
en �ltima instancia, de todas las desdichas de la naci�n espa�ola"
Al�a Miranda, 2018, p. 124-125.
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convertirse, por sus condiciones naturales y su magn�fico emplazamiento, en el
basti�n sobre el que se asentara cualquier hip�tesis de una resistencia
escalonada�.
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coronel Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor de la Rep�blica, propuso al Gobierno de
Negr�n que provocara una guerra con la Alemania nazi.� El Pa�s, 18 de octubre de
2008; avance de un libro que va a titularse El arte de matar, a publicar en el a�o
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Ar�stegui, 1997, pp. 69-70.
La guerra civil espa�ola, Dir. Edward Malefakis, cap. 6.
Como dec�a el luchador y pensador anarquista Errico Malatesta: �Yo soy comunista,
estoy a favor del acuerdo y creo que con una descentralizaci�n inteligente y un
intercambio continuo de informaciones podr�an llegar a organizarse los necesarios
intercambios de productos y satisfacer las necesidades de todos sin recurrir al
s�mbolo moneda. Como todo buen comunista aspiro a la abolici�n del dinero, y como
todo buen revolucionario creo que ser� necesario desarmar a la burgues�a,
desvalorizando todos los signos de riqueza que puedan servir para vivir sin
trabajar�.
Juli�, 1999, pp. 126-129.
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Casanova, 2007, pp. 317; 323-324.
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Casanova, 2007, pp. 335-336.
Bahamonde y Cervera Gil, 1999, p. 77. �Es verdad que Espa�a estuvo �invadida� de
presencia extranjera en los dos bandos, pero fue m�s la que se observ� del lado del
gobierno de Burgos y, sobre todo, �sta persisti� hasta el final. Y es indudable que
el argumento que esgrim�a Negr�n de que el bando nacional no era espa�ol, sin ser
ni mucho menos verdad, ten�a mucha m�s raz�n de ser que cuando Burgos afirmaba que
la Espa�a republicana era pr�cticamente un sat�lite de Stalin�..
Juli�, 1999, p. 142.
Ans�, Mariano (1976). Yo fui ministro de Negr�n. Memorias ineludibles. Planeta. p.
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Casanova, 2007, pp. 261-262.
Casanova, 2007, pp. 273-274. �[A partir del inicio de la batalla de Madrid], la
guerra ya no era un asunto interno espa�ol. Se internacionaliz� y con ello gan� en
brutalidad y destrucci�n. Porque el territorio espa�ol se convirti� en campo de
pruebas del nuevo armamento que estaba desarroll�ndose en esos a�os de rearme,
previos a una gran guerra que se anunciaba [la Segunda Guerra Mundial]�..
�EL ASILO DIPLOM�TICO: UN CONDICIONANTE DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES DE LA
REP�BLICA DURANTE LA GUERRA CIVIL Antonio Manuel Moral Roncal Universidad de Alcal�
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Casanova, 2007, p. 277. �De los voluntarios genuinos [que combatieron en las
tropas del ej�rcito de Franco], entre mil y mil quinientos, destacaron los
cat�licos irlandeses... S�lo combatieron en la batalla del Jarama, en febrero de
1937, donde, dada su inexperiencia militar, no salieron muy airosos y unos meses
despu�s volvieron a su patria. Adem�s de ese medio millar de �camisas azules�
irlandeses, hubo en las tropas de Franco rusos blancos curtidos en la lucha contra
los bolcheviques, un grupo variado de fascistas y antisemitas procedentes de la
Europa oriental y unos trescientos franceses de la ultraderechista Croix de Feu que
constituyeron el batall�n Jeanne d'Arc�.
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tropas del ej�rcito de Franco], entre mil y mil quinientos, destacaron los
cat�licos irlandeses... S�lo combatieron en la batalla del Jarama, en febrero de
1937, donde, dada su inexperiencia militar, no salieron muy airosos y unos meses
despu�s volvieron a su patria. Adem�s de ese medio millar de �camisas azules�
irlandeses, hubo en las tropas de Franco rusos blancos curtidos en la lucha contra
los bolcheviques, un grupo variado de fascistas y antisemitas procedentes de la
Europa oriental y unos trescientos franceses de la ultraderechista Croix de Feu que
constituyeron el batall�n Jeanne d'Arc�.
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de armamento sigue en pie y la valoraci�n de su utilidad tambi�n�..
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esfera de los libros, ISBN 84-9734-475-8.
Casanova, 2007, p. 273.
El C-6, comandado por el ruso Nikolai Yegipko.
Submarino C-1 Archivado el 9 de noviembre de 2007 en Wayback Machine.. En agosto
de 1936 es nombrado comandante el oficial ruso Burmistrov, que sustituy� al C.C.
Lara.
Para jefe de la flotilla de los tres submarinos, el C-2, el C-4 y el C-6, se nombr�
al ruso Burmistrov, pasando el C-6 al mando de su compatriota Eguipko, que aunque
no tengo noticia de que llegara a hundir ning�n barco, s� que, por lo menos,
mantuvo a su submarino en actividad hasta el �ltimo momento. Ambos alcanzar�an el
almirantazgo en la Marina sovi�tica, y Eguipko desempe�ar�a en los a�os setenta el
puesto de almirante-jefe de la base de Leningrado.
�El �Cervera� a la vista!
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��Qui�n financi� la Guerra Civil?�.
Casanova, 2007, pp. 286-287.
Casanova, 2007, pp. 287-288. �Sin ese petr�leo, la maquinaria de guerra del
ej�rcito de Franco no hubiera funcionado, pues Italia y Alemania, como Espa�a,
depend�an del petr�leo angloamericano para sus suministros. Franco recibi� 3 500
000 toneladas de petr�leo a cr�dito, m�s del doble de las importaciones que
consigui� la Rep�blica, y adem�s algunos de esos magnates del petr�leo
entorpecieron el comercio hacia la Rep�blica y bloquearon los cr�ditos a su sistema
bancario�..
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Raguer, 2001, pp. 354-358. �As�, por unos pocos d�as, no fue posible restablecer
el culto p�blico en un punto de la Espa�a republicana, ni siquiera en una sola
capilla, antes de la llegada de los �cruzados� vencedores�.
Rey Reguillo, 2008, p. 560-561. "Los muertos fueron a parar a los cementerios o a
zanjas perdidas sin nombre en lugares dispersos, pero el odio pol�tico, la sombra
del terror y el dolor se quedaron para mucho tiempo"
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Queipo de Llano: �Nuestros valientes legionarios y regulares han ense�ado a los
rojos lo que es ser hombre. De paso tambi�n a las mujeres de los rojos que ahora,
por fin, han conocido hombre de verdad y no castrados milicianos. Dar patadas y
berrear no las salvar�, Uni�n Radio Sevilla, julio de 1936.
Auto de procesamiento de Johann Leprich, Anton Tittjung y Josias Kumpf por actos
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�El Ministerio de Justicia cuelga en Internet el mapa de las fosas de la Guerra
Civil�.
�Rubalcaba explicar� el mapa de fosas�.
�Los ayuntamientos no podr�n obviar los lugares de la represi�n franquista�.
��Espa�a deber�a aclarar d�nde y qui�nes est�n en las fosas comunes�, seg�n la
ONU�.
�Estas son las principales medidas de la ley de Memoria Democr�tica�.
La bibliograf�a sobre la guerra civil espa�ola es gigantesca. Se ha dicho que
supera ampliamente a la existente respecto a cualquier otro gran conflicto del
siglo veinte, incluida la segunda guerra mundial, y es cierto. (Carlos Artola:
Rese�a de Espa�a traicionada). Una b�squeda en Dialnet da 5108 documentos. Una
b�squeda en una librer�a especializada da 571 libros comercializados a 2 de julio
de 2009.
[2]. En algunas listas se incluyen pel�culas en las que la relaci�n con la guerra
civil es muy lejana: [3]
Caparr�s Lera, J. M. La Guerra Civil espa�ola en el cine, ABCD las Artes y las
Letras, 15-VII-2006.
Algunas claves acerca de la producci�n de documentales durante la guerra civil
franquista
�http://cinepolitico.blogspot.com/2007/05/defensores-de-la-fe-russell-palmer-
1938.html�.
J. M. Caparr�s (op. cit.) hace un c�mputo de 45 pel�culas, 14 de ellas en los
primeros a�os de la posguerra.
�FRENTE DE MADRID 1939: B/N. 91'�. Cineteca Nacional. 8 de septiembre de 2007.
Consultado el 31 de diciembre de 2018.
�Ficha de la pel�cula - Frente de Madrid�. Cervantes Virtual. Consultado el 31 de
diciembre de 2018.
Seg�n el c�mputo de J. M. Caparr�s (op. cit.): �En cuanto a la visi�n de los
�perdedores�, en la democracia he contabilizado 44 pel�culas sobre la Guerra Civil,
casi tantas como en cuarenta a�os de dictadura. As�, en la Transici�n se produjeron
15 t�tulos, en la primera �poca socialista otras 17 pel�culas, en el per�odo del
Partido Popular llegaron a 11, y en la presente etapa del PSOE de momento solo hay
un film de ficci�n: Iris, de Rosa Verg�s.�
Roc�o Garc�a �Una legendaria venganza contra la miseria. Carlos Garc�a Alix
estrena El honor de las injurias, un documental que se adentra en el horror de la
guerra y del fanatismo a trav�s de la figura de Felipe Sandoval, pistolero
anarquista que se quit� la vida en julio de 1936 (sic, es 1939) en un centro de
detenci�n�, El Pa�s, 8 de noviembre de 2008
[4] Premio al mejor documental en el Festival de Cine de Tribeca (Nueva York). La
pel�cula, creada a partir de las cintas caseras que personajes como Joan Salvans y
Alberto Noriega grabaron en esa �poca, ofrece una visi�n intimista y po�tica de las
circunstancias que rodearon el conflicto.
[5] Archivado el 13 de mayo de 2013 en Wayback Machine. Cineteca Nacional de
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V�ase el ensayo de Maryse Bertrand de Mu�oz, en AIH. Actas V (1974). La novelas
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Mundo], 22-XII-2005.
MARTOS, David: �[Juan Eslava Gal�n: �Lo que toca es acomplejarnos de ser
espa�oles. �No tenemos de qu�
avergonzarnos!�http://www.abc.es/cultura/20130505/abcp-juan-eslava-galan-toca-
20130505.html]�, ABC, 5 de mayo de 2013.
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Antolog�a Partes de guerra, RBA, 2009: �Cuando reun� los 35 cuentos de 31 autores
de diferentes generaciones, diferentes lugares, que hablan del campo y en la
ciudad, desde el frente y en la retaguardia, la idea era que la antolog�a abarcase
la guerra en su totalidad; y que este libro de relatos llegara a sustituir a esa
novela colectiva sobre la Guerra Civil que no se ha escrito; y no sabemos si alguna
vez se escribir� (Relatos que suplen la gran novela sobre la Guerra Civil espa�ola,
por David Gonz�lez Torres, en Avi�n de Papel, 15 de febrero de 2009). Los autores
citados son: Ignacio Aldecoa, Bernardo Atxaga, Max Aub, Francisco Ayala, Arturo
Barea, Pere Calders, Juan Campos Reina, Manuel Chaves Nogales, Miguel Delibes,
Jes�s Fern�ndez Santos, Juan Garc�a Hortelano, Francisco Garc�a Pav�n, Rafael
Garc�a Serrano, Xos� Luis M�ndez Ferr�n, Ana Mar�a Matute, Edgar Neville, Lino
Nov�s Calvo, Ramiro Pinilla, Fernando Qui�ones, Manuel Rivas, Merc� Rodoreda, Tom�s
Segovia, Ram�n J. Sender, Manuel Talens, Andr�s Trapiello, Juan Eduardo Z��iga.
�Revista de Literatura n� 262-263. Especial La LIJ y la Guerra Civil Espa�ola�.
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Enlaces externos
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Wikisource contiene obras originales sobre los Documentos de la Guerra Civil
espa�ola.
Documento: Comunicado de Alfonso XIII. 14 de abril de 1931.
Documento: Declaraci�n colectiva del Episcopado ante la constituci�n de la
Rep�blica. 20 de diciembre de 1931
Documento: Solicitud de conformaci�n de una cooperativa agr�cola para explotaci�n
colectiva. Madrid. 1935
Documento: POUM: �Queremos ganar la guerra! 15 de febrero de 1937
Wikiquote alberga frases c�lebres sobre la Guerra civil espa�ola.
Mosc� revela documentos in�ditos de Stalin sobre la guerra civil espa�ola
Texto de la Constituci�n de la Rep�blica Espa�ola
La Guerra Civil, 70 a�os despu�s � Elmundo.es
Historia de Espa�a � La Guerra Civil Espa�ola (1931�1936) en Historiasiglo20.org
Memoria republicana: �Objetividad y neutralidad en el estudio de la Guerra Civil
Espa�ola�
La intervenci�n alemana en la guerra civil espa�ola, por Walther L. Bernecker
En el sitio web The European Library Harvest se encuentra material referido al tema
La Rep�blica en la paz como en la guerra por Paul Preston. Letras Libres, mayo de
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Liberados del Olvido, memorial sobre la guerra civil en Arag�n.
Ebre 38: revista internacional de la Guerra Civil 1936�1939, texto completo.
Juan Pablo Fusi, �En el fuego del combate�, El Pa�s, 15 de abril de 2012.
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