Guerra Civil Española

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Guerra civil espa�ola

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Guerra civil espa�ola
Parte de per�odo de entreguerras
Collage guerra civile spagnola.png
Partiendo de arriba a la izquierda, en el sentido de las agujas del reloj: un
tanque republicano en la batalla de Belchite; Granollers tras ser bombardeada por
la aviaci�n legionaria en 1938; una bomba en el S�hara; tropas durante el asedio
del Alc�zar de Toledo; un ca��n antia�reo del bando sublevado durante el asedio de
Madrid; el batall�n Lincoln.
Fecha 17 de julio de 1936-1 de abril de 1939 (2 a�os, 8 meses y 15 d�as)
Lugar Espa�aa?
Casus belli Fracaso parcial del golpe de Estado de julio de 1936
Resultado Victoria del bando sublevado e implantaci�n de la dictadura de
Francisco Franco
Consecuencias V�anse Consecuencias
Beligerantes
Bandera de Espa�a Bando republicano
Apoyado por:

Bandera de la Uni�n Sovi�tica Uni�n Sovi�tica


Bandera de M�xico M�xico
Bando sublevado
Apoyado por:

Bandera de Alemania nazi Alemania


Bandera de Italia Italia
Bandera de Portugal Portugal
Fuerzas en combate
Ver lista
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Bajas
110 000 muertos (incluyendo ejecuciones)
3?4?5? 90 000 muertos3?4?6?
~500 000
~120 000 en retaguardia7?
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Guerra civil espa�ola
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Guerra a�rea durante la
Guerra Civil Espa�ola
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Guerra naval durante la
Guerra Civil Espa�ola
La guerra civil espa�ola o guerra de Espa�a,8?9?10?11? tambi�n conocida por los
espa�oles como la Guerra Civil por antonomasia,12?13? o simplemente la Guerra, fue
un conflicto b�lico �que m�s tarde repercutir�a tambi�n en una crisis econ�mica�
que se desencaden� en Espa�a tras el fracaso parcial del golpe de Estado del 17 y
18 de julio de 1936 perpetrado por una parte de las fuerzas armadas contra el
Gobierno de la Segunda Rep�blica. Tras el bloqueo del Estrecho y el posterior
puente a�reo que, gracias a la r�pida colaboraci�n de la Alemania nazi y la Italia
fascista, traslad� las tropas rebeldes a la Espa�a peninsular en las �ltimas
semanas de julio,14?15? comenz� una guerra civil que concluir�a el 1 de abril de
1939 con el �ltimo parte de guerra firmado por Francisco Franco, declarando su
victoria y estableciendo una dictadura que durar�a hasta su muerte, el 20 de
noviembre de 1975.
La guerra tuvo m�ltiples facetas, pues incluy� lucha de clases, guerra de religi�n,
enfrentamiento de nacionalismos opuestos, lucha entre dictadura militar y
democracia republicana, entre revoluci�n y contrarrevoluci�n, entre fascismo y
comunismo.16?

A las partes del conflicto se las suele denominar bando republicano y bando
sublevado:

El bando republicano estuvo constituido en torno al Gobierno, formado por el Frente


Popular, que a su vez se compon�a de una coalici�n de partidos republicanos
�Izquierda Republicana y Uni�n Republicana� con el Partido Socialista Obrero
Espa�ol, a la que se hab�an sumado los marxistas-leninistas del Partido Comunista
de Espa�a y el POUM, el Partido Sindicalista de origen anarquista y en Catalu�a los
nacionalistas de izquierda encabezados por Esquerra Republicana de Catalunya. Era
apoyado por el movimiento obrero y los sindicatos UGT y CNT, los cuales tambi�n
persegu�an realizar la revoluci�n social. Tambi�n se hab�a decantado por el bando
republicano el Partido Nacionalista Vasco, cuando las Cortes republicanas estaban a
punto de aprobar el Estatuto de Autonom�a para el Pa�s Vasco.
El bando sublevado, que se llam� a s� mismo �bando nacional�, estuvo organizado en
torno a parte del alto mando militar, institucionalizado inicialmente en la Junta
de Defensa Nacional sustituida tras el nombramiento de Francisco Franco como
general�simo y jefe del Gobierno del Estado. Pol�ticamente, estuvo integrado por la
fascista Falange Espa�ola, los carlistas, los mon�rquicos alfonsinos de Renovaci�n
Espa�ola y gran parte de los votantes de la CEDA, la Liga Regionalista y otros
grupos conservadores. Socialmente fue apoyado por aquellas clases a las que la
victoria en las urnas del Frente Popular les hizo sentir que peligraba su posici�n;
por la Iglesia cat�lica, acosada por la persecuci�n religiosa desatada por parte de
la izquierda nada m�s estallar el conflicto y por peque�os propietarios temerosos
de una �revoluci�n del proletariado�. En las regiones menos industrializadas o
primordialmente agr�colas, los sublevados tambi�n fueron apoyados por numerosos
campesinos y obreros de firmes convicciones religiosas.17?
Ambos bandos cometieron graves cr�menes en el frente y en las retaguardias, como
sacas de presos, paseos, desapariciones de personas o tribunales extrajudiciales.
La dictadura de Franco investig� y conden� severamente los hechos delictivos
cometidos en la zona republicana, llegando incluso a instruir una Causa General,
todo ello con escasas garant�as procesales. Por su parte, los delitos de los
vencedores nunca fueron investigados ni enjuiciados, a pesar de que algunos
historiadores18? y juristas19?20? sostienen que hubo un genocidio en el que, adem�s
de subvertir el orden institucional, se habr�a intentado exterminar a la oposici�n
pol�tica.c?

Las consecuencias de la Guerra Civil han marcado en gran medida la historia


posterior de Espa�a, por lo excepcionalmente dram�ticas y duraderas: tanto las
demogr�ficas �mortandad y descenso de la natalidad que marcaron la pir�mide de
poblaci�n durante generaciones� como las materiales �destrucci�n de las ciudades,
la estructura econ�mica, el patrimonio art�stico�, intelectuales �fin de la
denominada Edad de Plata de las letras y ciencias� y pol�ticas �la represi�n en la
retaguardia de ambas zonas, mantenida por los vencedores con mayor o menor
intensidad durante todo el franquismo, y el exilio republicano�, y que se
perpetuaron mucho m�s all� de la prolongada posguerra, incluyendo la
excepcionalidad geopol�tica del mantenimiento del r�gimen de Franco hasta 1975.

�ndice
1 Antecedentes
1.1 El Gobierno del Frente Popular (febrero-julio de 1936)
1.2 La violencia pol�tica
2 El detonante: el golpe de Estado de julio de 1936
2.1 La conspiraci�n militar
2.2 El golpe del 17 al 20 de julio
3 Las operaciones militares
3.1 Los dos ej�rcitos
3.2 Julio-octubre de 1936: avance sobre Madrid y campa�a de Guip�zcoa
3.3 Noviembre de 1936-marzo de 1937: la batalla de Madrid y la toma de M�laga
3.4 Marzo-noviembre de 1937: la campa�a del Norte y las batallas de Brunete y
Belchite
3.5 Diciembre de 1937-noviembre de 1938: de la batalla de Teruel a la batalla del
Ebro
3.6 Diciembre de 1938-febrero de 1939: ofensiva sobre Catalu�a
3.7 Febrero-marzo de 1939: la vuelta de Negr�n y la resistencia de la zona
Centro-Sur
3.8 Marzo de 1939: derrota de la Rep�blica
4 La guerra naval
5 La guerra a�rea y los bombardeos sobre poblaciones
6 Evoluci�n de la zona sublevada
6.1 La Junta de Defensa Nacional
6.2 El general Franco, �general�simo� y �caudillo�
6.3 El Decreto de Unificaci�n de abril de 1937
6.4 El nacimiento del �Nuevo Estado�
7 Evoluci�n de la zona republicana
7.1 La reacci�n del gobierno a la sublevaci�n militar
7.2 La revoluci�n social de 1936 y el gobierno de Jos� Giral (julio-septiembre de
1936)
7.3 El gobierno de Largo Caballero (septiembre de 1936-mayo de 1937)
7.4 El gobierno de Juan Negr�n (mayo de 1937-marzo de 1939)
8 La dimensi�n internacional del conflicto y la intervenci�n extranjera
8.1 La pol�tica de �no intervenci�n� de Gran Breta�a y Francia
8.2 La intervenci�n extranjera en favor de los sublevados
8.3 La intervenci�n extranjera en favor de la Rep�blica
8.4 La financiaci�n de la guerra y �el oro de Mosc�
9 La Iglesia y la guerra civil espa�ola
9.1 La Iglesia cat�lica en la zona sublevada
9.2 La Iglesia cat�lica en la zona republicana
10 La represi�n en las retaguardias
10.1 Investigaci�n de los cr�menes
11 Consecuencias
11.1 Consecuencias econ�micas
11.2 V�ctimas de la guerra civil
11.3 La represi�n franquista de la posguerra y el exilio republicano
11.4 Relaciones internacionales
11.5 Las regiones devastadas
12 Memoria hist�rica
13 La guerra civil en el arte
13.1 Cine
13.2 Novela
13.3 Cuento y relato
13.4 Literatura infantil y juvenil
13.5 Teatro
13.6 Poes�a
13.7 M�sica
13.8 Revistas sat�ricas
13.9 Historieta
13.10 Pintura y escultura
13.11 Artes gr�ficas, cartelismo y revistas
13.12 Fotograf�a
13.13 Videojuegos
14 V�ase tambi�n
15 Notas
16 Referencias
17 Bibliograf�a
18 Enlaces externos
Antecedentes

Portada de la Constituci�n de 1931


Art�culo principal: Segunda Rep�blica Espa�ola
En enero de 1930 el general Miguel Primo de Rivera reconoce el fracaso de la
Dictadura que hab�a instaurado en septiembre de 1923 con el apoyo del rey y
dimite.23? Alfonso XIII nombra entonces como presidente del gobierno al general
D�maso Berenguer, pero este no consigue devolver a la monarqu�a la �normalidad
constitucional� (este per�odo fue conocido como �Dictablanda�) y es sustituido en
febrero de 1931 por el almirante Juan Bautista Aznar, quien convoca elecciones
municipales para el domingo 12 de abril.24? Las elecciones son ganadas en las
ciudades por las candidaturas republicano-socialistas surgidas del Pacto de San
Sebasti�n de agosto de 1930 y el martes 14 de abril el rey Alfonso XIII, ante las
dudas de la Guardia Civil y del Ej�rcito a utilizar la fuerza para frenar las
multitudinarias manifestaciones prorrepublicanas que inundan las principales
ciudades, abandona el pa�s. En Madrid el �comit� revolucionario� republicano-
socialista proclama la Rep�blica y asume el poder como Gobierno Provisional
presidido por Niceto Alcal�-Zamora.25?

Durante el primer bienio de la Segunda Rep�blica espa�ola se aprueba la nueva


Constituci�n republicana y el gobierno de coalici�n de republicanos de izquierda y
de socialistas presidido por Manuel Aza�a, formado el 15 de diciembre de 1931 tras
rechazar el Partido Republicano Radical su participaci�n en el mismo por estar en
desacuerdo con la continuidad en el gobierno de los socialistas, profundiza las
reformas iniciadas por el Gobierno Provisional cuyo prop�sito es modernizar la
realidad econ�mica, social, pol�tica y cultural espa�olas. El nuevo gobierno se
form� tras la elecci�n de Niceto Alcal� Zamora como presidente de la Rep�blica,
quien confirm� a Manuel Aza�a como presidente del Gobierno.

No obstante, el amplio abanico de reformas que emprendi� el gobierno �social-


aza�ista� encontr� gran resistencia entre los grupos sociales y corporativos a los
que se intentaba �descabalgar� de sus posiciones adquiridas: los terratenientes,
los grandes empresarios, financieros y patronos, la Iglesia cat�lica, las �rdenes
religiosas, la opini�n cat�lica, la opini�n mon�rquica o el militarismo
�africanista�. Este �ltimo organiz� un fracasado golpe de Estado en agosto de 1932
encabezado por el general Sanjurjo.26? Pero tambi�n existi� una resistencia al
reformismo republicano de signo contrario: el del revolucionarismo a ultranza, que
encabezaron las organizaciones anarquistas (la CNT y la FAI). Para ellos, la
Rep�blica representaba el �orden burgu�s� (sin demasiadas diferencias con los
reg�menes pol�ticos anteriores, Dictadura y Monarqu�a) que hab�a de ser destruido
para alcanzar el �comunismo libertario�.27? As� se produjeron una serie de
levantamientos anarquistas (en enero, como el de Casas Viejas, y en diciembre de
1933, circunscrito este a Arag�n y La Rioja) reprimidos con dureza.

La coalici�n encabezada por Aza�a se deshace y se convocan elecciones para


noviembre de 1933, en las que votaron por primera vez las mujeres, que son ganadas
por la derecha cat�lica de la CEDA y por el centro-derecha republicano del Partido
Republicano Radical de Alejandro Lerroux. Este forma gobierno con el objetivo de
�rectificar� las reformas del primer bienio, no anularlas, para incorporar a la
Rep�blica a la derecha �accidentalista� (que no se proclamaba abiertamente
mon�rquica, aunque sus simpat�as estuvieran con la Monarqu�a, ni tampoco
republicana) representada por la CEDA y el Partido Agrario, que le dan su apoyo
parlamentario.28? Cuando la CEDA entra en el gobierno en octubre de 1934 se
desencadena una fracasada insurrecci�n socialista que solo se consolid� en Asturias
durante un par de semanas (el �nico lugar donde tambi�n particip� la CNT), aunque
finalmente tambi�n fue sofocada por la intervenci�n del Ej�rcito, que trajo del
Protectorado espa�ol de Marruecos a las tropas coloniales de regulares y
legionarios y, una vez finalizada, se produjo una fuerte represi�n. Lo mismo
sucedi� con la proclamaci�n por el presidente de la Generalidad de Catalu�a Llu�s
Companys del �Estado Catal�n� dentro de la �Rep�blica Federal Espa�ola� el 6 de
octubre.29?

La Revoluci�n de octubre de 1934 hizo aumentar en el gobierno radical-cedista los


temores a que un pr�ximo intento de una �revoluci�n bolchevique� acabara
triunfando. Esto acentu� la presi�n sobre el Partido Radical para llevar adelante
una pol�tica m�s decididamente legisladora o contrarrevolucionaria.30? En �ltima
instancia, los sucesos de octubre de 1934 convencieron a la CEDA de que era
necesario llegar a alcanzar la presidencia del gobierno para poder dar el �giro
autoritario� que el r�gimen, seg�n ellos, necesitaba.31? El l�der de la CEDA, Jos�
Mar�a Gil Robles, encontr� su oportunidad cuando estallaron el esc�ndalo del
estraperlo y el del asunto Nombela que hundieron a Lerroux y al Partido Republicano
Radical, del que no se recuperar�a.32? Pero el presidente de la Rep�blica Alcal�
Zamora se neg� a dar el poder a una fuerza �accidentalista� que no hab�a proclamado
su fidelidad a la Rep�blica y encarg� la formaci�n de gobierno a un independiente
de su confianza, Manuel Portela Valladares, quien forma el 15 de diciembre un
gabinete republicano de centro-derecha que aguanta el poder Ejecutivo hasta que
Alcal� Zamora convoca elecciones para el 16 de febrero de 1936.33?

El resultado de las elecciones de febrero de 1936 fue un reparto muy equilibrado de


votos con una leve ventaja de las izquierdas (47,1 %) sobre las derechas (45,6 %),
mientras el centro se limit� a un 5,3 %. Pero como el sistema electoral primaba a
los ganadores, esto se tradujo en una holgada mayor�a para la coalici�n del Frente
Popular.34?

El Gobierno del Frente Popular (febrero-julio de 1936)


Art�culo principal: Frente Popular (Espa�a)
El mi�rcoles 19 de febrero, Manuel Aza�a, el l�der del Frente Popular, formaba un
gobierno que, conforme a lo pactado con los socialistas, solo estaba integrado por
ministros republicanos de izquierda (nueve de Izquierda Republicana y tres de Uni�n
Republicana).35? Una de sus primeras decisiones fue alejar de los centros de poder
a los generales m�s antirrepublicanos: el general Manuel Goded fue destinado a la
Comandancia militar de Baleares; el general Francisco Franco, a la de Canarias; el
general Emilio Mola al gobierno militar de Pamplona. Otros generales significados
como Luis Orgaz, Rafael Villegas, Joaqu�n Fanjul y Andr�s Saliquet quedaron en
situaci�n de disponibles.36?

La medida m�s urgente que hubo de tomar el nuevo gobierno fue la amnist�a de los
condenados por los sucesos de octubre de 1934, �legalizando� as� el asalto a varias
c�rceles por la multitud, pero dando cumplimiento tambi�n al punto principal del
programa electoral del Frente Popular.37? Otra de las medidas urgentes era reponer
en sus puestos a los alcaldes y concejales elegidos en 1931 y sustituidos durante
el bienio conservador.38? El 28 de febrero el gobierno decretaba no solo la
readmisi�n de todos los trabajadores despedidos por motivos pol�ticos y sindicales
relacionados con los hechos de 1934, sino que, presionado por los sindicatos,
ordenaba a las empresas que indemnizaran a estos trabajadores por los jornales no
abonados.39? Asimismo, fue restablecido el gobierno de la Generalidad de Catalu�a,
cuyos miembros hab�an salido de la c�rcel beneficiados tambi�n por la amnist�a.37?

La �cuesti�n agraria� fue otro problema que el nuevo gobierno tuvo que abordar con
urgencia a causa de la intensa movilizaci�n campesina que se estaba produciendo con
el apoyo decidido de las autoridades locales repuestas y que amenazaba con provocar
graves conflictos en el campo, especialmente en Extremadura.40?41? As� el 19 de
abril el ministro de Agricultura, Mariano Ruiz Funes, presentaba varios proyectos
de ley, entre ellos uno que derogaba la Ley de Reforma de la Reforma Agraria de
agosto de 1935, que se convirti� en ley el 11 de junio, por lo que volv�a estar en
vigor plenamente la Ley de Reforma Agraria de 1932. Gracias a varios decretos y a
esta ley entre marzo y julio de 1936 se asentaron unos 115 000 campesinos, m�s que
en los tres a�os anteriores.42? Sin embargo, continu� la alta conflictividad en el
campo, debida sobre todo a la actitud de los propietarios y a la radicalizaci�n de
las organizaciones campesinas, sald�ndose todo ello con incidentes violentos. El
caso m�s grave se produjo en Yeste (Albacete), donde a finales de mayo de 1936 �la
detenci�n de unos campesinos que pretend�an talar �rboles en una finca particular
condujo a un sangriento enfrentamiento entre la Guardia Civil y los jornaleros, en
los que murieron un guardia y 17 campesinos, varios de ellos asesinados a sangre
fr�a por los agentes�.43?

La actividad del parlamento estuvo paralizada casi todo el mes de abril debido al
proceso de destituci�n del presidente de la Rep�blica Niceto Alcal�-Zamora,
iniciado y aprobado por la izquierda, y su sustituci�n por Manuel Aza�a, que fue
investido en su nuevo cargo el 10 de mayo de 1936, siendo sustituido al frente del
gobierno por su compa�ero del partido Izquierda Republicana, Santiago Casares
Quiroga,44?45? quien asumir�a a su vez la cartera de Guerra.

Santiago Casares Quiroga en 1931


El nuevo gobierno de Casares Quiroga continu� con la pol�tica reformista que ya
hab�a iniciado el gobierno Aza�a que consist�a fundamentalmente en volver a poner
en vigor los decretos que hab�an sido derogados o modificados durante el bienio
radical-cedista, a los que se a�adieron algunos otros.46?

Uno de los problemas a los que tuvo que hacer frente el gobierno fue la oleada de
huelgas que se produjeron declaradas y sostenidas muchas veces por comit�s
conjuntos de la CNT y la UGT, en las que en muchas de ellas se hablaba de
revoluci�n,47? pero ni UGT ni CNT preparaban ning�n movimiento insurreccional
despu�s de los fracasos continuos de 1932, 1933 y 1934, y la �nica posibilidad de
que se produjese alguno ser�a como respuesta a un intento de golpe militar.48?

Otro de los problemas del gobierno de Casares Quiroga fue la divisi�n interna del
PSOE, el partido m�s importante del Frente Popular,49? que enfrentaba a los
sectores �prietista� y �largocaballerista�, ya que Francisco Largo Caballero, que
dominaba UGT y el grupo parlamentario del PSOE, continu� oponi�ndose a la entrada
en el gobierno de los socialistas y defendiendo el entendimiento entre las
�organizaciones obreras� para esperar el momento en que el fracaso de los
�burgueses republicanos� facilitara la conquista del poder por la clase obrera.50?
Otro problema fue que el sector de la CEDA liderado por Gil Robles se decantaba por
realizar un boicot a las instituciones republicanas y por apoyar la posici�n
defendida de la derecha mon�rquica del Bloque Nacional de Jos� Calvo Sotelo, que
propugnaba abiertamente por la ruptura violenta del orden constitucional mediante
un golpe de Estado militar en cuya preparaci�n ya estaban colaborando (por su parte
los mon�rquicos carlistas aceleraron la formaci�n de sus milicias requet�s con
vistas al alzamiento militar con cuyos dirigentes manten�an contactos).51?

La violencia pol�tica
Los gobiernos del Frente Popular tambi�n tuvieron que hacer frente a un aumento de
la violencia pol�tica provocada por el partido fascista Falange Espa�ola, que a
principios de 1936 era una fuerza pol�tica marginal, pero que tras el triunfo del
Frente Popular recibi� una avalancha de afiliaciones de j�venes de derechas
dispuestos a la acci�n violenta, y por la respuesta que le dieron las
organizaciones de izquierda. 52? El primer atentado importante que cometieron los
falangistas fue el perpetrado el 12 de marzo de 1936 contra el diputado socialista
y �padre� de la Constituci�n de 1931 Luis Jim�nez de As�a, en el que este result�
ileso, pero su escolta, el polic�a Jes�s Gisbert, muri�.53? La respuesta del
gobierno de Aza�a fue prohibir el partido y detener el 14 de marzo a su m�ximo
dirigente Jos� Antonio Primo de Rivera, pero el paso a la clandestinidad no impidi�
que siguiera perpetrando atentados y participando en reyertas con j�venes
socialistas y comunistas.52?54? Tambi�n continu� realizando una labor de violencia
e intimidaci�n contra los elementos del orden institucional de la Rep�blica. En la
noche del 13 de abril, dos pistoleros falangistas asesinaban en la calle a Manuel
Pedregal, magistrado del Tribunal Supremo, como represalia por haber actuado como
ponente en el juicio por intento de asesinato a Jim�nez de As�a. El juez ya hab�a
recibido amenazas de muerte con anterioridad por este motivo. Varios de los
implicados huyeron a Francia en avi�n pilotado por el entonces colaborador de
Falange, Juan Antonio Ansaldo.55?56?57? De hecho, Falange difundi� listas negras de
jueces con el prop�sito de intimidarlos, y su bolet�n clandestino No Importa
amenaz� a magistrados como Ursicino G�mez Carbajo o Ram�n Enrique Card�nigo, que
hab�an intervenido en causas con sentencia desfavorable a sus intereses.58?

Los incidentes de mayor trascendencia se produjeron los d�as 14 y 15 de abril. El


d�a 14 tuvo lugar un desfile militar en el Paseo de la Castellana de Madrid en
conmemoraci�n del Quinto Aniversario de la Rep�blica. Junto a la tribuna principal
estall� un artefacto y se produjeron a continuaci�n varios disparos que causaron la
muerte a Anastasio de los Reyes, alf�rez de la Guardia Civil que estaba all� de
paisano, e hirieron a varios espectadores. Derechistas e izquierdistas se acusaron
mutuamente del atentado. Al d�a siguiente se celebr� el entierro del alf�rez que se
convirti� en una manifestaci�n antirrepublicana a la que asistieron los diputados
Jos� Mar�a Gil Robles, l�der de la CEDA, y Jos� Calvo Sotelo, l�der de la derecha
mon�rquica, adem�s de oficiales del ej�rcito y falangistas armados. Desde diversos
lugares se produjeron disparos contra la comitiva que fueron respondidos,
produci�ndose un saldo de seis muertos y de tres heridos. Uno de los muertos fue el
estudiante Andr�s S�enz de Heredia, falangista y primo hermano de Jos� Antonio
Primo de Rivera.54? Tambi�n result� herido un joven tradicionalista (carlista),
Jos� Llaguno Acha, y una muchedumbre intent� linchar al teniente Jos� del Castillo
S�enz de Tejada al que se le acus� de dispararle.

Entre abril y julio los atentados y las reyertas protagonizadas por falangistas
causaron m�s de cincuenta v�ctimas entre las organizaciones de izquierda obrera, la
mayor�a de ellas en Madrid. Unos cuarenta miembros de Falange murieron en esos
actos o en atentados de represalia de las organizaciones de izquierda.54? Tambi�n
fueron objeto de la violencia los edificios religiosos (un centenar de iglesias y
conventos fueron asaltados e incendiados)59? aunque entre las v�ctimas de la
violencia pol�tica de febrero a julio no hubo ning�n miembro del clero.60?

El aumento de la violencia pol�tica y el crecimiento de las organizaciones


juveniles paramilitares tanto entre la derecha (milicias falangistas, requet�s
carlistas) como entre la izquierda (milicias de las juventudes socialistas,
comunistas y anarquistas), y entre los nacionalistas vascos y catalanes (milicias
de Esquerra Republicana de Catalunya y del PNV), aunque no estaban armadas y su
actividad principal era desfilar, provoc� la percepci�n entre parte de la opini�n
p�blica, especialmente la conservadora, de que el gobierno del Frente Popular
presidido por Santiago Casares Quiroga no era capaz de mantener el orden p�blico,
lo que serv�a de justificaci�n para el �golpe de fuerza� militar que se estaba
preparando.61? A esta percepci�n tambi�n contribuy� la prensa cat�lica y de extrema
derecha que incitaba a la rebeli�n frente al �desorden� que atribu�a al �Gobierno
tir�nico del Frente Popular�, �enemigo de Dios y de la Iglesia�, aprovechando que
la confrontaci�n entre clericalismo y anticlericalismo volvi� al primer plano tras
las elecciones de febrero con continuas disputas sobre asuntos simb�licos, como el
ta�ido de campanas o las manifestaciones del culto fuera de las iglesias, como
procesiones o entierros cat�licos. As� mismo, en el parlamento, los diputados de la
derecha, singularmente Calvo Sotelo y Gil Robles, acusaron al gobierno de haber
perdido el control del orden p�blico.60?

Jos� Calvo Sotelo hablando en un mitin en el front�n Urumea (San Sebasti�n), en


1935.
En la noche del domingo 12 de julio era asesinado en la calle de Fuencarral de
Madrid el teniente de la Guardia de Asalto e instructor de las milicias socialistas
Jos� del Castillo S�enz de Tejada62?, que se dirig�a a su puesto de trabajo en el
Cuartel de Pontejos, probablemente por pistoleros de extrema derecha pertenecientes
a la Comuni�n Tradicionalista (o de Falange Espa�ola).63? El teniente Castillo era
muy conocido por su activismo izquierdista y se le atribu�a la frase �Yo no tiro
sobre el pueblo� tras haberse negado a participar en la represi�n de la Revoluci�n
de Asturias, acto de rebeld�a que le costar�a un a�o de c�rcel.

Como represalia, los compa�eros polic�as del teniente Castillo, dirigidos por el
capit�n de la Guardia Civil Fernando Cond�s, secuestraron en su propio domicilio y
asesinaron en la madrugada del d�a siguiente a Jos� Calvo Sotelo, l�der de los
mon�rquicos �alfonsinos� (que no tuvo nada que ver con el asesinato del teniente
Castillo), y abandonaron el cad�ver en el dep�sito del cementerio de la Almudena.
En el entierro de Calvo Sotelo, el dirigente mon�rquico Antonio Goicoechea jur�
solemnemente �consagrar nuestra vida a esta triple labor: imitar tu ejemplo, vengar
tu muerte y salvar a Espa�a�. Por su parte, el l�der de la CEDA, Jos� Mar�a Gil
Robles en las Cortes les dijo a los diputados de la izquierda que �la sangre del
se�or Calvo Sotelo est� sobre vosotros� y acus� al gobierno de tener la
�responsabilidad moral� del crimen por �patrocinar la violencia�.62?

Seg�n el estudio m�s completo que se ha realizado sobre las v�ctimas mortales como
resultado de la violencia pol�tica entre febrero y julio de 1936, antes de
iniciarse el golpe de Estado, hubo un total de 189 incidentes y 262 muertos, de
ellos 112 causados por la intervenci�n de las fuerzas de orden p�blico. De las 262
v�ctimas, 148 ser�an militantes de la izquierda, 50 de la derecha, 19 de las
fuerzas de orden p�blico y 45 sin identificar. Adem�s ese estudio constata que el
n�mero de v�ctimas mortales causadas por la violencia pol�tica fue disminuyendo en
esos cinco meses.64?

La violencia pol�tica de los meses de gobierno en paz del Frente Popular, de


febrero a julio de 1936, fue utilizada despu�s por los vencedores en la Guerra
Civil como justificaci�n de su alzamiento. Hoy en d�a, el debate sigue abierto,
aunque la mayor�a de los historiadores opinan que en absoluto puede hablarse de una
�primavera tr�gica� en la que el gobierno del Frente Popular hubiera perdido el
control de la situaci�n.65? Y la conclusi�n de la mayor�a de ellos es clara: �La
desestabilizaci�n pol�tica real en la primavera de 1936 no explica en modo alguno
la sublevaci�n militar [de julio de 1936] y menos a�n la justifica�.65? �La
pol�tica y la sociedad espa�olas mostraban signos inequ�vocos de crisis, lo cual no
significa necesariamente que la �nica salida fuera una guerra civil�.53?

Durante los primeros meses de 1936 se produjo una polarizaci�n de la pol�tica


espa�ola, en cuyos extremos se situaba la izquierda revolucionaria y la derecha
fascista, y en medio una izquierda moderada y una derecha republicana junto con un
centro anticlerical y una derecha de fuerte componente cat�lico y mon�rquico (que
representaba a muchos militares, terratenientes y a la jerarqu�a cat�lica que ve�an
peligrar su posici�n privilegiada y su concepto de la unidad de Espa�a). Una
divisi�n que pod�a remontarse al siglo xix cuando tuvo lugar el dif�cil proceso de
cambio que se inici� en 1808 para poner fin al absolutismo que lastraba al pa�s,
manteniendo fuertes diferencias econ�micas entre privilegiados y no privilegiados,
y que el moderantismo decimon�nico solo consigui� superar en parte. El resultado
fue una poblaci�n rural dividida entre los jornaleros anarquistas y los peque�os
propietarios aferrados a (y dominados por) los caciques y la Iglesia; unos
bur�cratas conformistas y una clase obrera con salarios muy bajos y, por lo tanto,
con tendencias revolucionarias propias del nuevo siglo, hacen que tambi�n entre las
clases pobres la divisi�n fuese muy acusada. Tambi�n proven�a del siglo xix la
tradici�n de que los problemas no se arreglaban m�s que con los pronunciamientos.
No es extra�o, pues, que en una Espa�a marcada por la reciente dictadura de Primo
de Rivera e intentonas fallidas, como las de Jos� Sanjurjo, volviese a haber ruido
de sables y se temiese un plan para derribar al nuevo Gobierno establecido. Los
acontecimientos dar�an la raz�n a los pesimistas.

El detonante: el golpe de Estado de julio de 1936


Art�culo principal: Golpe de Estado en Espa�a de julio de 1936
V�anse tambi�n: Organizaci�n Territorial Militar en la Espa�a de 1936 , Guerra
civil espa�ola en Navarra y Guerra civil espa�ola en Castilla y Le�n.
La conspiraci�n militar
Art�culo principal: Conspiraci�n golpista de 1936

Ruta del Dragon Rapide, el avi�n que llev� a Francisco Franco a Tet�an donde tom�
el mando de las tropas sublevadas.66?
Nada m�s conocerse la victoria del Frente Popular en las elecciones, se produjo un
primer intento de �golpe de fuerza� por parte de la derecha para intentar frenar la
entrega del poder a los vencedores. Fue el propio Gil Robles el primero que intent�
sin �xito que el presidente del gobierno en funciones Manuel Portela Valladares
declarase el �estado de guerra� y anulara los comicios. Le sigui� el general
Franco, a�n jefe del Estado Mayor del Ej�rcito, que se adelant� a dar las �rdenes
pertinentes a los mandos militares para que declarasen el estado de guerra (lo que
seg�n la ley de Orden P�blico de 1933 supon�a que el poder pasaba a las autoridades
militares), pero fue desautorizado por el todav�a jefe de gobierno Portela
Valladares y por el ministro de la guerra el general Nicol�s Molero.67?

El 8 de marzo de 1936 tuvo lugar en Madrid, en casa de un amigo de Gil Robles, una
reuni�n de varios generales (Emilio Mola, Luis Orgaz Yoldi, Villegas, Joaqu�n
Fanjul, Francisco Franco, �ngel Rodr�guez del Barrio, Miguel Garc�a de la Herr�n,
Manuel Gonz�lez Carrasco, Andr�s Saliquet y Miguel Ponte, junto con el coronel Jos�
Enrique Varela y el teniente coronel Valent�n Galarza, como hombre de la UME), en
la que acordaron organizar un �alzamiento militar� que derribara al gobierno del
Frente Popular reci�n constituido y �restableciera el orden en el interior y el
prestigio internacional de Espa�a�. Tambi�n se acord� que el gobierno lo
desempe�ar�a una Junta Militar presidida por el general Sanjurjo, que en esos
momentos se encontraba en el exilio en Portugal.68?

Desde finales de abril, fue el general Mola quien tom� la direcci�n de la trama
golpista (desplaz�ndose as� el centro de la conspiraci�n de Madrid a Pamplona),
adoptando el nombre clave de �el Director�. Este continu� con el proyecto de
constituir una Junta Militar presidida por el general Sanjurjo, y comenz� a
redactar y difundir una serie de circulares o �Instrucciones reservadas� en las que
fue perfilando la compleja trama que llevar�a adelante el golpe de Estado.69? La
primera de las cinco instrucciones la dict� el 25 de mayo y en ella ya apareci� la
idea de que el golpe tendr�a que ir acompa�ado de una violenta represi�n.70?

Mola consigui� comprometer en el golpe a numerosas guarniciones, gracias tambi�n a


la trama clandestina de la UME pero ten�a dudas sobre el triunfo del golpe en el
lugar fundamental, Madrid, y tambi�n sobre Catalu�a, Andaluc�a y Valencia.69? As�
pues, el problema de los militares implicados era que, a diferencia del golpe de
Estado de 1923, ahora no contaban con la totalidad del Ej�rcito (ni de la Guardia
Civil ni las otras fuerzas de seguridad) para respaldarlo.71? Una segunda
diferencia respecto de 1923 era que la actitud de las organizaciones obreras y
campesinas no ser�a de pasividad ante el golpe militar sino que como hab�an
anunciado desencadenar�an una revoluci�n. Por estas razones se fue retrasando una y
otra vez la fecha del golpe militar, y por eso, adem�s, el general Mola, �el
Director�, busc� el apoyo de las milicias de los partidos antirrepublicanos
(requet�s y falangistas) y el respaldo financiero de los partidos de la derecha.72?
Al gobierno de Casares Quiroga le llegaron por diversas fuentes noticias de lo que
se estaba tramando pero no actu� con contundencia contra los conspiradores.73?
Mapas que representan los planes esbozados por Mola para dar el golpe de Estado que
derribase a la Segunda Rep�blica.
A principios de julio de 1936 la preparaci�n del golpe militar estaba casi
terminada, aunque el general Mola reconoc�a que �el entusiasmo por la causa no ha
llegado todav�a al grado de exaltaci�n necesario� y acusaba a los carlistas de
seguir poniendo dificultades al continuar pidiendo �concesiones inadmisibles�. El
plan del general Emilio Mola era un levantamiento coordinado de todas las
guarniciones comprometidas, que implantar�an el estado de guerra en sus
demarcaciones, comenzando por el Ej�rcito de �frica, que entre los d�as 5 y 12 de
julio realiz� unas maniobras en el Llano Amarillo donde se terminaron de perfilar
los detalles de la sublevaci�n en el Protectorado de Marruecos. Como se preve�a que
en Madrid era dif�cil que el golpe triunfase por s� solo (la sublevaci�n en la
capital estar�a al mando del general Fanjul), estaba previsto que desde el norte
una columna dirigida por el propio Mola se dirigiera hacia Madrid para apoyar el
levantamiento de la guarnici�n de la capital. Y por si todo eso fallaba tambi�n
estaba planeado que el general Franco, despu�s de sublevar las islas Canarias, se
dirigir�a desde all� al Protectorado de Marruecos a bordo del avi�n Dragon Rapide,
fletado en Londres el 6 de julio por el corresponsal del diario ABC Luis Bol�n
gracias al dinero aportado por el financiero Juan March, para ponerse al frente de
las tropas coloniales, cruzar el estrecho de Gibraltar y avanzar sobre Madrid.74?
75? Una vez depuesto el gobierno de la Rep�blica, se instaurar�a una dictadura
militar siguiendo el modelo de la Dictadura de Primo de Rivera, al frente de la
cual se situar�a el exiliado general Sanjurjo.74? �Los sublevados llevaron a cabo
su acci�n pretendiendo que se alzaban contra una revoluci�n absolutamente
inexistente en la �poca en que act�an, inventan documentos falsos que compuso Tom�s
Borr�s y que hablaban de un gobierno sovi�tico que se preparaba, y de hecho lo que
representaban era la defensa de las posiciones de las viejas clases dominantes, la
lucha contra las reformas sociales, m�s o menos profundas, que el Frente Popular
pone de nuevo en marcha�.76?

El asesinato de Jos� Calvo Sotelo en la madrugada del 13 de julio aceler� el


compromiso con la sublevaci�n de los carlistas y tambi�n de la CEDA y acab� de
convencer a los militares que ten�an dudas, entre ellos, seg�n Paul Preston, al
general Francisco Franco.77? Adem�s, el general Mola decidi� aprovechar la
conmoci�n que hab�a causado en el pa�s el doble crimen, y el d�a 14 adelant� la
fecha de la sublevaci�n que qued� fijada para los d�as 18 y 19 de julio de 1936.78?

El golpe del 17 al 20 de julio


El 17 de julio por la ma�ana en Melilla, los dos coroneles y otros oficiales que
estaban al tanto del alzamiento militar se re�nen en el departamento cartogr�fico y
trazan los planes para ocupar el 18 los edificios p�blicos, planes que comunican a
los dirigentes falangistas. Uno de los dirigentes locales de la Falange informa al
dirigente local de Uni�n Republicana, llegando esta informaci�n al General
Romerales, Comandante Militar de Melilla, que a su vez informa a Casares Quiroga.
Romerales env�a por la tarde una patrulla de soldados y guardias de asalto a
registrar el departamento cartogr�fico. El coronel al mando del mismo retrasa el
registro y llama al cuartel de la Legi�n, desde donde le env�an un grupo de
legionarios. Ante estos, la patrulla se rinde y los sublevados proceden a arrestar
a Romerales (que fue fusilado junto con el delegado del gobierno y el alcalde de
Melilla que se hab�an resistido a la rebeli�n), proclaman el estado de guerra e
inician anticipadamente el levantamiento, informando a sus compa�eros del
protectorado de Marruecos que hab�an sido descubiertos. Esto hizo que se adelantase
en Marruecos la fecha prevista.79? En los tres d�as siguientes el golpe se extendi�
a las guarniciones de la pen�nsula, Canarias y Baleares.

Situaci�n el 23 de julio de 1936 tras el fracaso parcial del golpe de Estado. En


azul las zonas controladas por los sublevados.80?
Los militares sublevados no consiguieron alcanzar su objetivo principal de
apoderarse del punto neur�lgico del poder, Madrid, ni de las grandes ciudades, como
Barcelona, Valencia, Bilbao, M�laga o Murcia (aunque s� controlaban Sevilla,
Valladolid, Zaragoza y C�rdoba), pero dominaban cerca de la mitad del territorio
espa�ol, ya que controlaban pr�cticamente el tercio norte peninsular (Galicia,
Le�n, Castilla la Vieja, �lava, Navarra, gran parte de la provincia de C�ceres,
incluida la capital, y la mitad occidental de Arag�n, incluyendo las tres capitales
provinciales), menos la franja cant�brica formada por Asturias, Santander, Vizcaya
y Guip�zcoa, que qued� aislada del resto de la zona republicana, y Catalu�a. Adem�s
dominaban las ciudades andaluzas de Sevilla (donde el general Gonzalo Queipo de
Llano se hace con inusitada determinaci�n con el mando de la 2.� Divisi�n
Org�nica), C�rdoba y C�diz conectadas entre s� por una estrecha franja (as� como la
ciudad de Granada, pero aislada del resto), m�s todo el Protectorado de Marruecos y
los dos archipi�lagos, Canarias (menos la isla de La Palma) y Baleares (excepto
Menorca). Fuera de esta �rea controlaban determinados lugares y puntos de
resistencia aislados dentro de la zona republicana como la ciudad de Oviedo (que
soport� un asedio por parte de los republicanos durante 90 d�as, hasta la entrada
de las tropas franquistas el 17 de octubre), el cuartel de Simancas en Gij�n, el
Alc�zar de Toledo o el santuario de la Virgen de la Cabeza en And�jar.81? Esta
Espa�a controlada por los sublevados era en general �la Espa�a interior, rural, de
formas sociales m�s retardatarias, de grandes y medianos propietarios agrarios, y
con extenso proletariado agrario tambi�n�.81?

De los lugares donde ha triunfado la sublevaci�n parten las ofensivas de las tropas
rebeldes, a hacer lo que la propaganda �nacional� llam� la �Reconquista�, para
tomar las ciudades en manos de la Rep�blica o a liberar los lugares en manos de los
rebeldes asediados por las tropas gubernamentales, como son los casos del sitio de
Oviedo y del Alc�zar toledano.

En la zona sublevada la muerte en accidente de aviaci�n del que iba ser el jefe de
la rebeli�n, el general Sanjurjo, provoc� que los generales sublevados decidieron
crear el jueves 23 de julio una Junta de Defensa Nacional, que quedar�a constituida
al d�a siguiente en Burgos, y que estar�a integrada por los generales Miguel
Cabanellas, que fue nombrado presidente de la Junta por ser el general m�s antiguo
entre los sublevados, Andr�s Saliquet, Miguel Ponte, Emilio Mola y Fidel D�vila,
adem�s del coronel Federico Montaner y el coronel Moreno Calder�n. En el Decreto
n.� 1 que public� la Junta se establec�a que esta asum�a �todos los poderes del
Estado� y que representar�a al pa�s ante los poderes extranjeros, aunque en las
semanas siguientes ning�n pa�s la reconoci� y sigui� considerando como gobierno
leg�timo de Espa�a al de Madrid presidido por el republicano de izquierda Jos�
Giral.82? El 27 de julio de 1936 lleg� a Espa�a el primer escuadr�n de aviones
italianos enviado por Benito Mussolini.83?

Las fuerzas republicanas, por su parte, consiguen sofocar el alzamiento en m�s de


la mitad de Espa�a, incluyendo todas las zonas industrializadas, gracias en parte a
la participaci�n de las milicias reci�n armadas de socialistas, comunistas y
anarquistas, as� como a la lealtad de la mayor parte de la Guardia de Asalto y, en
el caso de Barcelona, de la Guardia Civil. El gobernador militar de Cartagena,
Toribio Mart�nez Cabrera, era simpatizante del Frente Popular y la mariner�a
tambi�n era contraria al golpe militar, lo que unido a los tumultos populares de
los d�as 19 y 20 hicieron fracasar el movimiento golpista en la base naval de
Cartagena y el resto de la provincia de Murcia.

La zona fiel a la Rep�blica ocupa grosso modo la mitad este de la Pen�nsula: la


parte oriental de Arag�n (menos las tres capitales), Catalu�a, Valencia, Murcia,
Andaluc�a oriental (menos la ciudad de Granada), Madrid, Castilla la Nueva y La
Mancha. En el oeste controlaba las provincias de Badajoz y de Huelva. Aislada de
esta zona quedaba la franja cant�brica formada por Asturias (menos Oviedo y Gij�n),
Santander, Vizcaya y Guip�zcoa. El territorio leal era superior en extensi�n al
rebelde y se trataba, por lo general, de las zonas de Espa�a �socialmente m�s
evolucionadas, con importante poblaci�n urbana, m�s industrializadas y con n�cleos
de obrerismo modernos organizados�.81?

As� pues, el resultado del levantamiento era incierto pues tuvo �xito en unos
sitios y fracas� en otros, por lo que Espa�a qued� dividida en dos zonas: una
controlada por los militares que se hab�an alzado contra la Rep�blica (la zona
sublevada) y otra que permaneci� fiel al gobierno (la zona republicana).
Aproximadamente un tercio del territorio espa�ol hab�a pasado a manos rebeldes, con
lo que ninguno de los dos bandos ten�a absoluta supremac�a sobre el otro. La
intentona de derrocar de un golpe a la Rep�blica hab�a fracasado estrepitosamente.
Ambos bandos se prepararon para lo inevitable: un enfrentamiento que iba a
desangrar Espa�a durante tres largos a�os. La guerra civil espa�ola acababa de
empezar.

Las operaciones militares

Mapa general del desarrollo de la guerra.


Leyenda
Zona sublevada inicial - julio 1936
Avance sublevados hasta septiembre de 1936
Avance sublevados hasta octubre de 1937
Avance sublevados hasta noviembre de 1938
Avance sublevados hasta febrero de 1939
�ltima zona bajo control republicano
Solid blue.png Principales centros de los sublevados
Red-square.gif Principales centros republicanos
Panzer aus Zusatzzeichen 1049-12.svg Batallas terrestres
Vattenfall.svg Batallas navales
Icon vojn new.png Ciudades bombardeadas
City locator 4.svg Campos de concentraci�n
Gatunek trujacy.svg Masacres
Red dot.svg Campos de refugiados
V�ase tambi�n: Cronolog�a de la Guerra Civil Espa�ola
Los dos ej�rcitos
Aunque se trata de un tema muy controvertido, la mayor�a de los historiadores
calculan que un 70 % de los 15 000 jefes y oficiales en activo en 1936 combatieron
en el bando sublevado (1236 fueron fusilados o encarcelados por ser desafectos al
bando vencedor en cada lugar), mientras que, por el contrario, la mayor parte de
los 100 generales no se sublevaron. De los 210 000 soldados de tropa y suboficiales
que te�ricamente formaban el ej�rcito regular en 1936, unos 120 000 quedaron en la
zona sublevada, pero lo m�s decisivo fue que entre ellos se encontraban los 47 000
que formaban el Ej�rcito de �frica que constitu�an las mejores tropas del ej�rcito
espa�ol. La Guardia Civil, por su parte, qued� muy dividida entre los leales y los
rebeldes a la Rep�blica.81?

Si se considera la evoluci�n durante la guerra el dato es muy favorable para los


sublevados, pues mientras durante ese tiempo la plantilla de jefe y oficiales del
bando rebelde fue creciendo hasta alcanzar los 14.104 efectivos el 1 de abril de
1939, la del bando republicano fue disminuyendo hasta quedar reducida a 4.771,
debido fundamentalmente al pase al bando rival de muchos jefes y oficiales en el
transcurso de la guerra. Como ha se�alado el historiador Francisco Al�a Miranda, de
la Universidad de Castilla-La Mancha, hay que tener presente que la mayor�a de los
18.000 oficiales que hab�a en Espa�a en julio de 1936 aplaudieron el golpe, ya que
predominaba entre ellos una mentalidad conservadora, corporativa y militarista.84?
Pero hay otro factor que explica la disminuci�n del n�mero de jefes y oficiales en
la zona republicana y fue que m�s de la mitad de los que quedaron en esa zona tras
el golpe rehusaron obedecer a las autoridades republicanas, algo que no sucedi� en
el bando sublevado. As� que mientras que en el bando sublevado solo 258 militares
fueron fusilados o expulsados del Ej�rcito, en el bando republicano fueron
expulsados 4.450, de los cuales 1.729 fueron fusilados. E incluso en este bando a
muchos oficiales no se les concedi� el mando de tropa por desconfiar de ellos y
solo ocuparon puestos burocr�ticos.85?

Cartel propagand�stico del bando sublevado, donde la Falange insta el reclutamiento


militar para luchar por "La Patria, el Pan y la Justicia".
As� pues, el bando sublevado no tuvo que construir su ej�rcito sino que cont� desde
el primer momento con las unidades militares (y las fuerzas de orden p�blico)
sublevadas durante el golpe ya organizadas y dirigidas por sus mandos, entre las
que destacaba el ej�rcito del Protectorado de Marruecos, el llamado Ej�rcito de
�frica, compuesto por la Legi�n Extranjera y los Regulares (tropas ind�genas moras
mandadas por oficiales espa�oles) que constitu�a la fuerza militar m�s
experimentada de todo el ej�rcito espa�ol.86? Por otro lado las milicias carlistas
(requet�s) y las milicias falangistas que apoyaron a los sublevados fueron
integradas en el ej�rcito del que se consideraban aliadas y no enemigas (al
contrario de lo que sucedi� en el bando republicano donde las milicias obreras,
especialmente las milicias confederales anarquistas, siempre desconfiaron de la
instituci�n militar, con la excepci�n de las milicias comunistas).87?

En el bando sublevado el ej�rcito alcanz� r�pidamente la unidad de mando y domin�


completamente la vida civil de la zona sublevada, que ellos llamaban zona
nacional.86? La muerte en un accidente de aviaci�n en los primeros d�as del golpe
del general Sanjurjo, que era el militar elegido por sus compa�eros para encabezar
la sublevaci�n, hizo que el mando en la zona sublevada quedara entonces repartido
entre los generales Emilio Mola y Francisco Franco, pero solo dos meses despu�s, el
1 de octubre, el general Franco asumi� el mando �nico militar y pol�tico (el
general Mola muri� en otro accidente de avi�n al a�o siguiente, el 3 de junio de
1937).86?

�El fen�meno de la centralizaci�n militar del esfuerzo de guerra en la zona


sublevada hizo que no se permitiese nada que se asemejase a la desuni�n pol�tica,
al rencor entre grupos pol�ticos y a la falta de confianza en los mandos y jefes de
la campa�a, todo lo cual se manifest� especialmente en la retaguardia republicana
del norte, en Arag�n y en Catalu�a, que es donde se perdi� realmente la guerra.
(...) A medida que la Rep�blica iba perdiendo la guerra, aumentaban el hambre y las
privaciones en la retaguardia, cre�ndose una situaci�n infernal, con refugiados,
bombardeos, escasez y fr�o�.88?

En cuanto a la ayuda extranjera, el bando sublevado recibi� armas de todo tipo y


aviones pr�cticamente desde el primer d�a por parte de la Alemania nazi y la Italia
Fascista a la que pronto se a�adieron unidades militares completas (la Legi�n
C�ndor alemana y el CTV italiano) en un flujo continuo que nunca se detuvo a largo
de la guerra.89?

Cartel propagand�stico del bando republicano. Muestra al general�simo Franco, como


la Muerte, apoyado por un general de los potencias del Eje, un capitalista y un
sacerdote.
Por su parte el bando republicano no pudo contar con pr�cticamente ninguna unidad
militar completa organizada y disciplinada con todos sus mandos y suboficiales y
durante los primeros meses la fuerza militar que se opuso al ej�rcito sublevado,
tras la decisi�n del gobierno de Jos� Giral de licenciar a las tropas para evitar
que la sublevaci�n se extendiera, estuvo constituida por columnas improvisadas
integradas por unidades sueltas y por las milicias de las organizaciones obreras,
que cuando estaban mandadas por oficiales de carrera estos a menudo suscitaban
sospechas de traici�n entre los combatientes. Fue a partir de la formaci�n del
gobierno de Largo Caballero el 5 de septiembre de 1936 cuando se inici� el proceso
de construcci�n de un verdadero ej�rcito, con la militarizaci�n de las milicias y
su integraci�n en las Brigadas Mixtas, primer paso para la creaci�n del Ej�rcito
Popular que solo se logr� tras la superaci�n de la crisis de los �sucesos de mayo
de 1937� y la formaci�n a continuaci�n del gobierno de Juan Negr�n. Pero el
ej�rcito republicano siempre tuvo un problema estructural de dif�cil soluci�n: la
falta de mandos profesionales (seg�n los c�lculos de Michael Alpert, solo un 14 %
de los militares que figuraban en el Anuario Militar de 1936 serv�an todav�a en
1938 en el ej�rcito de la Rep�blica). Un problema que fue especialmente acuciante
en el caso de la Armada.86? Algo que reconoci� el general republicano Vicente Rojo,
que escribi�:87?
Hemos creado un ej�rcito con el nombre de tal, con toda la nomenclatura y sistema
de mandos de un ej�rcito regular... pero s�lo hemos subido los primeros pelda�os
para alcanzar la cumbre.
Adem�s en el bando republicano la unidad de mando solo se logr� (y nunca fue
completa) a mediados de 1937 cuando el Ej�rcito Popular estuvo completamente
estructurado y, por otro lado, solo a partir de ese momento las necesidades
militares se impusieron sobre las de la vida civil (marcada por la Revoluci�n
Social de 1936). Y tambi�n, a diferencia del bando sublevado, era el gobierno quien
tomaba las decisiones pero siguiendo casi siempre las recomendaciones del Jefe del
Estado Mayor, el coronel y luego general Vicente Rojo, y de otros militares
leales.86?

En cuanto a la ayuda extranjera la Rep�blica, a causa de que Francia y Gran Breta�a


no acudieron en su ayuda y adem�s impulsaron el pacto que dio nacimiento al Comit�
de No Intervenci�n (cuya prohibici�n de suministrar armas a alguno de los bandos
contendientes no fue cumplida ni por Alemania ni por Italia, a pesar de haber
firmado el acuerdo) la Rep�blica tuvo que adquirir el material b�lico donde pudo, a
menudo recurriendo a los traficantes de armas que en ocasiones les vendieron
material anticuado o en muy mal estado a precios astron�micos. Esto le hizo
depender de los suministros que le proporcion� la Uni�n Sovi�tica, despu�s de que
Stalin superara sus dudas sobre la ayuda a los republicanos espa�oles, cuyo
material b�lico (armas autom�ticas, tanques y aviones) acompa�ado de instructores y
consejeros militares sovi�ticos, junto con las Brigadas Internacionales reclutadas
por la Internacional Comunista o Komintern, no comenz� a llegar hasta octubre de
1936 y luego las sucesivas entregas se interrumpieron en varias ocasiones en
funci�n de la coyuntura internacional europea (que determinaron, por ejemplo, que
el gobierno franc�s abriera o cerrara la frontera) y del creciente bloqueo impuesto
por la Armada sublevada en los puertos republicanos.89?

Monedas acu�adas por los bandos en conflicto.

25 c�ntimos de 1937 del bando sublevado.

5 c�ntimos de 1937 del bando republicano.


Julio-octubre de 1936: avance sobre Madrid y campa�a de Guip�zcoa

El frente a los cuatro meses de la rebeli�n militar. Leyenda


Zona controlada por los sublevados
Rep�blica Espa�ola
Solid blue.png Principales centros de los sublevados
Red-square.gif Principales centros de la Rep�blica
Nada m�s conocerse el 17 de julio por la tarde que la sublevaci�n militar hab�a
triunfado en el Protectorado de Marruecos, el ministro de Marina Jos� Giral (que
dos d�as despu�s acabar�a presidiendo el gobierno de la Rep�blica tras la dimisi�n
de Santiago Casares Quiroga y del gobierno �rel�mpago� de Diego Mart�nez Barrio)
orden� que varios barcos de guerra de la Marina se dirigieran al estrecho de
Gibraltar para que bloquearan las plazas de Ceuta, Larache y Melilla y evitar as�
el paso a la pen�nsula de las tropas coloniales. De la base de Cartagena salieron
los destructores Almirante Vald�s, Lepanto y S�nchez Barc�iztegui, con orden de
navegar a m�xima potencia hasta el estrecho.90? Gracias a que las dotaciones de
esos barcos se rebelaron contra sus oficiales, que estaban comprometidos en el
golpe, los sublevados no pudieron disponer inicialmente del Ej�rcito de �frica,
compuesto por la Legi�n Extranjera y los regulares (tropas formadas por marroqu�es
mandados por oficiales espa�oles).86?

El mismo d�a 19 de julio en que fue sofocada la rebeli�n en Madrid, salieron de la


capital hacia la sierra de Guadarrama varias columnas compuestas por milicianos y
por tropas de las unidades militares que hab�an sido disueltas por orden del
gobierno para evitar que se pudieran sumar a la sublevaci�n. All� consiguieron
impedir que las columnas de los sublevados enviadas por el general Mola desde
Castilla y Le�n y desde Navarra consiguieran atravesar los puertos de monta�a de la
sierra madrile�a y llegar a la capital.91? El frente norte de Madrid qued� as�
estabilizado hasta el final de la guerra.92? Esta primera campa�a de la Guerra
Civil fue conocida con el nombre de batalla de Guadarrama.93?

Desde Barcelona, tambi�n una vez sofocada la rebeli�n, salieron varias columnas
formadas r�pidamente por las organizaciones obreras y los partidos de izquierda
para dirigirse a Arag�n. Junto con las columnas del POUM y del PSUC (y una de
Esquerra Republicana de Catalunya que sali� desde Tarragona), el contingente m�s
importante lo aportaron las milicias confederales de las organizaciones anarquistas
(CNT, FAI, Juventudes Libertarias). La primera y m�s numerosa fue la columna
Durruti, as� llamada porque estaba encabezada por el l�der de la FAI Buenaventura
Durruti, que sali� de Barcelona el d�a 24 en direcci�n a Zaragoza. Las tambi�n
anarquistas columna Ascaso y columna Los Aguiluchos de la FAI salieron en direcci�n
a Huesca. pero ninguna de ellas consigui� alcanzar sus objetivos de liberar las
tres capitales aragonesas (desde Valencia hab�a salido hacia Teruel la columna de
Hierro), y el frente de Arag�n qued� estabilizado, aunque los anarquistas llevaron
la revoluci�n a la mitad oriental de Arag�n donde crearon el Consejo Regional de
Defensa de Arag�n.94?

Tambi�n desde la ciudad condal se organiz� una expedici�n a las islas Baleares, de
las que solo Menorca continuaba republicana. La operaci�n iniciada el 8 de agosto
al mando del capit�n Bayo tuvo un �xito inicial al conseguir ocupar una franja de
la costa de Mallorca, pero el desembarco de Mallorca acab� en un completo
fracaso.94? Otro fracaso fue la ofensiva de C�rdoba, �donde la situaci�n estaba
indecisa, lo que constituy� una de las pocas iniciativas estrat�gicas
republicanas�. Fue organizada desde Albacete por el general Miaja, cuyo jefe de
Estado Mayor era el teniente coronel Jos� Asensio Torrado, pero el avance se detuvo
pronto (el general Miaja situ� su cuartel general en Montoro) y los republicanos no
pudieron reconquistar la Andaluc�a occidental, en manos de los sublevados
especialmente despu�s de la llegada de los primeras unidades procedentes del
Protectorado de Marruecos.94?

La situaci�n de bloqueo en que se encontraba el Ej�rcito de �frica (la principal


fuerza de combate con que contaban los sublevados para tomar Madrid, una vez
detenidas las columnas del general Mola en la sierra de Guadarrama) se pudo superar
gracias a la r�pida ayuda que recibieron los sublevados de la Alemania nazi y de la
Italia fascista. El 26 de julio llegaron a Marruecos los primeros veinte aviones de
transporte alemanes Junker, que se pod�an convertir f�cilmente en bombarderos,
acompa�ados por cazas, y, cuatro d�as despu�s, el 30 de julio, los primeros nueve
cazabombarderos italianos. Con estos medios a�reos el general Franco, jefe de las
fuerzas sublevadas de Marruecos, pudo organizar un puente a�reo con la pen�nsula
para transportar a los legionarios y a los regulares, y adem�s conseguir la
superioridad a�rea en el estrecho. As� pues, el 5 de agosto pudo cruzarlo con una
peque�a flota llamada por la propaganda de los sublevados �Convoy de la
Victoria�.14? Sin embargo, el desbloqueo completo del paso del estrecho no se
producir�a hasta m�s tarde, cuando el gobierno republicano decidi� transferir la
mayor�a de sus barcos de guerra al Cant�brico, lo que seg�n el historiador Michael
Alpert constituy� �quiz� el mayor error de la Guerra Civil�. Esta decisi�n estuvo
motivada, entre otras razones, por la negativa de Gran Breta�a, que contaba con la
flota naval de guerra m�s importante del Mediterr�neo, a que el gobierno
republicano detuviera el tr�fico neutral dirigido al territorio enemigo, por lo que
los buques de guerra republicanos no podr�an impedir que los barcos mercantes
alemanes e italianos desembarcaran material de guerra en los puertos de Ceuta,
Melilla, C�diz, Algeciras o Sevilla, controlados por los sublevados.14?

Milicianas republicanas haciendo un descanso en los combates en el verano de 1936


El 1 de agosto el general Franco da la orden de que las columnas de legionarios,
moros regulares y voluntarios avancen en direcci�n norte desde Sevilla para
dirigirse a Madrid a trav�s de Extremadura, teniendo el flanco izquierdo protegido
por la frontera de Portugal, cuyo r�gimen salazarista apoyaba a los sublevados.
Siguiendo esta ruta para llegar a la capital se unir�an las dos zonas controladas
por los sublevados. Se inicia as� la Campa�a de Extremadura.14? La llamada �columna
de la muerte�95? a causa de la brutal represi�n que aplic� en las localidades
extreme�as que fue ocupando, y cuyo hecho m�s destacado fue la matanza de Badajoz,
avanz� r�pidamente a un promedio de 24 kil�metros por d�a. El 10 de agosto tom�
M�rida y el 15 Badajoz, estableciendo a continuaci�n contacto con las fuerzas
sublevadas del norte. El avance se volvi� entonces en direcci�n noreste para
alcanzar el valle del Tajo y el 2 de septiembre ca�a Talavera de la Reina, ya en la
provincia de Toledo.96? El r�pido avance de los sublevados hacia Madrid, unido a la
noticia de la inminente ca�da de Ir�n (con lo que el norte quedar�a completamente
aislado del resto de la zona republicana), provocaron que el presidente Jos� Giral,
sinti�ndose falto de apoyos y de autoridad, presentara la dimisi�n al presidente de
la Rep�blica Manuel Aza�a. El 5 de septiembre se formaba un nuevo gobierno de
�unidad antifascista� presidido por el socialista Francisco Largo Caballero, que
asumi� personalmente la cartera de Guerra, con el objetivo prioritario de organizar
un ej�rcito que pudiera detener el avance de los sublevados y ganar la guerra.97?

La rapidez con que cayeron una tras otra las poblaciones en el avance por
Extremadura y el Tajo se debi� fundamentalmente a que el Ej�rcito de �frica estaba
integrado por las tropas mejor entrenadas y curtidas en combate (legionarios y
regulares), quiz� las �nicas verdaderamente profesionales en los primeros ca�ticos
meses de guerra.98? En cambio las fuerzas republicanas estaban integradas en su
mayor�a por milicianos a los que les faltaba adiestramiento militar. �Eran
indisciplinadas y tend�an a huir, presas del p�nico, abandonando las armas, las
cuales constitu�an fusiles y piezas sueltas de artiller�a, dado que el desbarajuste
originado en la capital por la sublevaci�n no permit�a una adecuada planificaci�n
militar. En julio y agosto se perdi� mucho material militar. En contraste, los
sublevados se armaban cada vez m�s con material extranjero, aparte del que tomaban
al enemigo�.96? Adem�s los milicianos, cuya inmensa mayor�a proced�a de las
organizaciones obreras y los partidos de izquierda, desconfiaban de los militares
profesionales que pretend�an mandarlos y por motivos ideol�gicos rechazaban la
disciplina y la organizaci�n militares, a excepci�n de los comunistas que
propugnaban la completa militarizaci�n de las milicias y la creaci�n de un Ej�rcito
Popular siguiendo el modelo del Quinto Regimiento organizado por ellos.99?

Heinrich Himmler visitando el alc�zar de Toledo junto a Jos� Moscard� en octubre de


1940, un a�o y medio despu�s del fin de la guerra civil.
El 21 de septiembre el Ej�rcito de �frica tomaba el pueblo de Maqueda, a menos de
60 kil�metros de Madrid. Ese mismo d�a se reun�an los generales sublevados en una
finca de los alrededores de Salamanca para nombrar al general Franco como mando
�nico y supremo de las fuerzas sublevadas. Una semana despu�s volver�an a reunirse
para dilucidar el mando pol�tico. En ese intervalo de tiempo, el general Franco
decidi� desviar hacia Toledo las columnas que avanzaban hacia Madrid para levantar
el asedio del Alc�zar de Toledo, donde guardias civiles y algunos pocos cadetes de
la Academia de Infanter�a al mando del director de la Escuela Central de Educaci�n
F�sica, el coronel Jos� Moscard�, llevaban dos meses resistiendo los ataques
republicanos.100? Esta decisi�n, que seg�n algunos historiadores hizo perder a los
sublevados la posibilidad de tomar Madrid antes de que se organizase su
defensa,101? ha suscitado un debate entre los historiadores. Para una buena parte
de ellos fue una decisi�n m�s pol�tica que militar, pues afianz� el prestigio del
general Franco ante sus compa�eros cuando se estaba discutiendo ya el mando �nico
pol�tico.101? �El Alc�zar encerraba un tesoro de legitimidad simb�lica: academia
militar, los sitiados resist�an en medio de las ruinas, con los muros de la
poderosa f�brica medio destruidos, refugiados en los s�tanos. Con su liberaci�n,
Franco recibi� un enorme capital pol�tico: el Alc�zar era el s�mbolo de la
salvaci�n de Espa�a que, como una m�rtir, resucitaba del sepulcro al que la hab�an
conducido sus enemigos�.102? Adem�s tuvo un enorme valor propagand�stico para la
causa de los sublevados. �Del Alc�zar se hizo posteriormente un mito por los
franquistas, cuyos principales extremos �el episodio de los di�logos de Moscard� y
su hijo en manos de los asediadores, por ejemplo� est�n hoy absolutamente
desacreditados�.101? Sin embargo algunos historiadores afirman que tambi�n tuvo una
motivaci�n militar. �Parece convincente la explicaci�n usual: el compa�erismo
militar y el valor propagand�stico de rescatar a los asediados en el Alc�zar
impon�an levantar el asedio cuanto antes. Es posible que hubiera motivos pol�ticos,
no separados de la ambici�n de Franco de ser general�simo y jefe civil, que
impusieran ese gesto heroico. Ahora bien, el hecho de tomar primero Toledo pod�a
justificarse militarmente: asegurar esta ciudad permitir�a atacar Madrid desde el
sur y el este, protegiendo los flancos por el Tajo y contando con dos carreteras de
primera categor�a en lugar de una�.100? El mismo d�a que era levantado el asedio,
el 28 de septiembre, el general Franco era nombrado por sus compa�eros de
sublevaci�n no solo �general�simo de las fuerzas nacionales de tierra, mar y aire�,
sino tambi�n �jefe del Gobierno del Estado Espa�ol, mientras dure la guerra�.101?

El d�a 8 de octubre, el Ej�rcito de �frica alcanz� San Mart�n de Valdeiglesias, a


unos cuarenta kil�metros de Madrid, donde tom� contacto con las fuerzas sublevadas
del norte al mando del general Emilio Mola, que acababa de finalizar la campa�a de
Guip�zcoa tras tomar Ir�n, el 5 de septiembre y San Sebasti�n el 13 de septiembre,
quedando el norte republicano rodeado por tierra por los �nacionalistas�. As� pues,
a principios de octubre, las fuerzas sublevadas se hab�an desplegado en un
semic�rculo alrededor de Madrid que part�a de Toledo al sur y alcanzaba el noroeste
a unos diez kil�metros al norte de El Escorial, y que se encontraba entre 40 y 55
kil�metros de la capital. Aunque las fuerzas republicanas opusieron mayor
resistencia gracias a la reorganizaci�n militar emprendida por el gobierno Largo
Caballero (con la formaci�n de las Brigadas Mixtas al mando en su mayor�a de
militares de carrera y en las que fueron encuadradas las milicias, una
militarizaci�n acompa�ada de la creaci�n de la figura de los comisarios pol�ticos),
las fuerzas �nacionales� fueron estrechando el semic�rculo que atenazaba la capital
(mientras que en el norte el 17 de octubre romp�an el cerco de Oviedo) y a
principios de noviembre llegaron a los barrios del sur de Madrid. �El ataque a
Madrid marc� el final del primer periodo de la guerra�.103?

Noviembre de 1936-marzo de 1937: la batalla de Madrid y la toma de M�laga

Puente de los Franceses, sobre el r�o Manzanares. Disputado puente durante la


batalla de Madrid.
A primeros de noviembre los sublevados daban por hecho la toma de la capital del
pa�s. Radio Lisboa lleg� a anunciar de forma precipitada, a comienzos de ese mes,
la ca�da de la ciudad (narrando incluso la entrada triunfal de Franco a lomos de un
caballo blanco).104? Ya el 5 de noviembre la columna jur�dica que iba a encargarse
de la represi�n de los republicanos (ocho consejos de guerra, diecis�is juzgados
instructores y una Auditor�a del Ej�rcito de Ocupaci�n), comandada por el coronel
�ngel Manzaneque y Feltrer, se agrup� en Navalcarnero -a treinta kil�metros de
Madrid- para aguardar la inminente victoria de las tropas franquistas.105?
El 6 de noviembre, cuando parec�a que el ej�rcito sublevado estaba a punto de
entrar en Madrid, el gobierno de Largo Caballero decidi� trasladarse a Valencia,
encomendando la defensa de la ciudad al general Miaja que deber�a formar una Junta
de Defensa de Madrid. �Una salida precipitada, mantenida en sigilo, sobre la que no
se dio explicaci�n p�blica alguna�.106? �Quienes se quedaron en Madrid no pudieron
interpretar estos hechos sino como una vergonzosa huida... sobre todo porque los
madrile�os fueron capaces de organizar su defensa�.107? Dos d�as despu�s comenz� la
batalla de Madrid.

Dado que las fuerzas de los sublevados no eran superiores a las fuerzas
republicanas que defend�an Madrid (unos 23 000 soldados), la penetraci�n en la
capital tendr�a que ser r�pida y en un frente muy estrecho. Una columna atravesar�a
el r�o Manzanares al norte del puente de los Franceses y avanzar�a por la Ciudad
Universitaria de Madrid para luego bajar por el paseo de la Castellana. Otra
columna cruzar�a el parque del Oeste para seguir por los bulevares y llegar a la
plaza de Col�n. Y una tercera cruzar�a el barrio de Rosales para alcanzar la plaza
de Espa�a y la calle Princesa. Para apoyar este avance se consideraba fundamental
tomar el cerro de Garabitas en la Casa de Campo donde se pod�a situar la artiller�a
y desde all� bombardear la ciudad. El �xito de la operaci�n depend�a de que los
republicanos creyeran que el ataque se producir�a por el sur y concentraran all�
sus fuerzas, pero en la noche de 7 al 8 de noviembre, precisamente en el momento
que iba comenzar la batalla de Madrid, el teniente coronel Vicente Rojo, jefe del
Estado Mayor de la defensa de Madrid, conoci� los planes de los atacantes gracias a
los papeles encontrados en el cad�ver de un oficial italiano del ej�rcito
sublevado.108?

Entre los d�as 8 y 11 de noviembre se produjeron violentos combates en la Casa de


Campo. El d�a 13 los sublevados ocupaban el cerro de Garabitas y dos d�as despu�s
lograban cruzar el r�o Manzanares adentr�ndose en la Ciudad Universitaria. Pero de
all� no pudieron pasar gracias a la resistencia que presentaron las fuerzas
republicanas, reforzadas por la llegada de las primeras Brigadas Internacionales,
de unidades de tanques sovi�ticos T-26 (cuya primera intervenci�n se hab�a
producido en la batalla de Sese�a) y de 132 aviones rusos �Moscas� y �Chatos� que
disputaron la superioridad a�rea a los 117 aviones de la Legi�n C�ndor alemana. El
23 de noviembre el general Franco desisti� de continuar el infructuoso ataque
frontal a la capital y el frente qued� ese d�a estabilizado.109?

Tanque sovi�tico T-26 usado por las fuerzas republicanas


�La resistencia de Madrid cambi� el signo de la guerra. Ya no ser�a un conflicto de
r�pidos movimientos envolventes, sino de batallas a gran escala, de maniobras
t�cticas para alcanzar objetivos estrat�gicos, en las que unos cuantos centenares
de metros de terreno tendr�an significado y cuyo modelo ser�a la Primera Guerra
Mundial, m�s que las campa�as coloniales, �nica forma de guerra que los espa�oles
conoc�an de modo directo�.110?

Al fracasar el ataque frontal los sublevados decidieron envolver Madrid por el


noroeste concentrando sus fuerzas para cortar la carretera de La Coru�a e intentar
penetrar por all� en Madrid. En el primer intento que tuvo lugar a finales de
noviembre (primera batalla de la carretera de La Coru�a) solo consiguieron avanzar
tres de los siete kil�metros previstos, quedando detenido el ataque. El segundo
intento tuvo lugar en diciembre (segunda batalla de la carretera de La Coru�a) y
tambi�n result� un fracaso. El tercer y �ltimo intento (la conocida como tercera
batalla de la carretera de La Coru�a) tuvo lugar a principios de enero de 1937 y
constituy� la �primera batalla importante de la Guerra Civil en campo abierto�.111?
Los sublevados organizaron un importante ej�rcito, llamado Divisi�n Reforzada de
Madrid, que contaba con tanques italianos, bater�as antitanque para contrarrestar
los T-26 sovi�ticos y artiller�a pesada. Frente a ella los republicanos desplegaron
un ej�rcito compuesto de cinco divisiones, cada una con tres brigadas, aunque
algunas no estaban completas y muy pocas estaban mandadas por oficiales de
infanter�a de carrera (para mandar las cinco divisiones se tuvo que recurrir a dos
oficiales retirados por la ley Aza�a de 1931, a dos oficiales provenientes de las
fuerzas de seguridad, y a un miliciano, el comunista Juan Modesto). Entre los d�as
6 y 9 de enero la Divisi�n Reforzada atac� hacia el norte y luego gir� al este al
llegar a la carretera de La Coru�a, pero las fuerzas republicanas resistieron y los
�nacionales� tuvieron que desistir en su avance.112?

Fracasado el intento de envolver Madrid por el noroeste, los sublevados lo intentan


por el sureste avanzando hacia el r�o Jarama para cortar la vital carretera de
Valencia, por donde llegaban a Madrid la mayor�a de sus suministros. La batalla del
Jarama se inici� el 4 de febrero con el ataque por unidades de la Legi�n Espa�ola y
fuerzas regulares marroqu�es, apoyadas por carros de combate, a las posiciones
republicanas. El 11 de febrero tomaban el puente de Pindoque defendido por la
compa��a �Andr� Marty� de la XII Brigada Internacional que tuvo 86 muertos. Los
sublevados prosiguieron su avance pero las fuerzas republicanas apoyadas por
unidades de tanques sovi�ticos dirigidos por el general �Pablo� (el general
Rod�mtsev) y el dominio del aire de la aviaci�n republicana gracias a los �Chatos�
les oblig� a detenerse y renunciar a alcanzar la l�nea Arganda-Morata de Taju�a.
Sin embargo los republicanos no pudieron recuperar el terreno perdido y el frente
qued� estabilizado el 23 de febrero de 1937. Fue el final de la batalla del
Jarama.113?

Mientras se iniciaba la batalla del Jarama, se produc�a la toma de M�laga por los
sublevados el 8 de febrero de 1937, gracias especialmente a la intervenci�n de las
unidades motorizadas de la divisi�n de milicias fascistas italianas (�legionari�
del CTV, Corpo di Truppe Volontarie) que hab�a comenzado a llegar a Espa�a dos
meses antes enviada por Mussolini, imbuido de la idea de que el soldado fascista
era muy superior al combatiente �rojo�. El ataque hab�a comenzado el 14 de enero de
1937 avanzando desde Ronda por el norte, siguiendo la carretera costera avanzando
hacia Marbella por el oeste (con el apoyo de los dos modernos cruceros Baleares y
Canarias que bombardeaban desde el mar y contra los que poco pod�an hacer los
destructores y los m�s viejos y peor armados cruceros republicanos) y desde Granada
hasta Alhama por el noreste. Aunque las milicias republicanas consiguieron contener
el ataque tierra adentro, el d�a 5 de febrero convergieron varias columnas sobre
M�laga encabezadas por las fuerzas italianas. Esto oblig� a retirarse a las
milicias a la capital pero all� faltas de mandos, de fortificaciones para la
defensa y del apoyo de la flota republicana no tuvieron m�s remedio que emprender
la huida hacia el este por la carretera costera de M�laga y Almer�a acompa�adas de
miles de civiles mientras eran ametrallados y bombardeados por la aviaci�n italiana
y los barcos de guerra de los sublevados. A los pocos d�as los sublevados llegaban
a Motril haciendo numerosos prisioneros y obteniendo grandes cantidades de
material.114? �Para el Gobierno republicano, la derrota demostr� una profunda
ineficacia y una falta de energ�a moral y se�al� el comienzo de la decepci�n de los
comunistas con respecto a la actuaci�n de Largo Caballero como Jefe de Gobierno y
ministro de la Guerra. Las salpicaduras llegaron a los mandos que Largo hab�a
nombrado, los cuales fueron procesados como resultado de las investigaciones
llevadas a cabo despu�s del desastre�.115?

Artilleros italianos del bando sublevado disparando un ca��n en la batalla de


Guadalajara.
El tercer y �ltimo intento de envolver Madrid fue una iniciativa del Corpo di
Truppe Volontarie (CTV) fascista italiano, a la que accedi� el general�simo Franco,
y que dio lugar a la batalla de Guadalajara. La idea italiana de la ofensiva era
atacar Madrid desde el noreste dirigi�ndose a Guadalajara y una vez tomada esta
ciudad cortar la carretera de Valencia y entrar en la capital. Para esta operaci�n,
en la que se seguir�a la t�ctica de lo que los generales italianos llamaban �guerra
rel�mpago� (las previsiones eran que en una semana, entre el 8 y el 15 de marzo de
1937, Madrid ser�a conquistada), se desplegaron buena parte de los de los 48 000
soldados con que contaba entonces el CTV (integrados en cuatro divisiones con 4000
veh�culos, 542 ca�ones y 248 aviones).116?

Soldados italianos del Corpo Truppe Volontarie durante la batalla de Guadalajara


El d�a 8 de marzo comenz� el ataque y en la noche del 9 al 10 de marzo la 3.�
Divisi�n italiana tomaba Brihuega y el d�a 11 Trijueque encontrando una fuerte
resistencia de las fuerzas republicanas, entre las que se encontraban la XI y la
XII Brigadas Internacionales (de las que formaba parte el batall�n Garibaldi
integrado por italianos antifascistas), apoyadas por las unidades de tanques
sovi�ticos y por la aviaci�n, y ayudadas por el mal tiempo (los suelos embarrados
por la lluvia dificultaba el avance de los veh�culos e imped�a el despegue de los
aviones de los campos encharcados, mientras que los aviones republicanos s�
dispon�an de campos de aviaci�n utilizables). El 12 de marzo las tropas
republicanas lanzaron una contraofensiva que hizo huir desmoralizada a la 3.�
Divisi�n italiana y permiti� recuperar en los d�as siguientes Trijueque y Brihuega,
apoder�ndose de material abandonado por los italianos. El d�a 19 de marzo las
fuerzas republicanas detuvieron su avance y organizaron l�neas de defensa. El 23 de
marzo termin� la batalla de Guadalajara que la prensa internacional liberal y de
izquierdas llam� la �primera victoria contra el fascismo�, destacando el hecho de
que muchos �legionari� del CTV hab�an sido capturados por los �garibaldini� de las
Brigadas Internacionales.116?

�Con la ayuda rusa la Rep�blica hab�a podido responder a la amenaza que supon�a la
llegada de armamento desde Italia y Alemania para el bando nacional. El Ej�rcito
Popular ya no consist�a en bandas sueltas de milicianos con improvisados mandos.
Hab�a demostrado saber retirarse a fortificaciones preparadas, resistiendo con
peque�as retaguardias a la espera de refuerzos. Responder a esta t�cnica iba a
exigir otras capacidades de las que pose�a el CTV�.117?

Marzo-noviembre de 1937: la campa�a del Norte y las batallas de Brunete y Belchite


V�anse tambi�n: Guerra Civil Espa�ola en el Pa�s Vasco y Guerra Civil Espa�ola en
Cantabria.

Mapa de la Campa�a del Norte


La batalla de Guadalajara fue el �ltimo intento del bando sublevado de tomar Madrid
y solo una semana despu�s de su final se inici� la Campa�a del Norte, el ataque de
las fuerzas sublevadas contra la franja cant�brica que permanec�a fiel a la
Rep�blica pero que estaba aislada por tierra del resto de la zona republicana. El
objetivo de los �nacionales� era controlar sus importantes recursos mineros e
industriales (especialmente las siderurgias y las f�bricas de armas), adem�s de que
su conquista permitir�a trasladar la flota sublevada al Mediterr�neo para intentar
detener el tr�fico mar�timo que se dirig�a a los puertos republicanos.118? La
ofensiva de las fuerzas sublevadas al mando del general Mola (unos 28 000
efectivos, incluidos los de las unidades del Corpo Truppe Volontarie italiano,
apoyados por 140 aviones italianos y alemanes de la Legi�n C�ndor) se inici� el 31
de marzo de 1937 desde las posiciones alcanzadas en octubre de 1936 en la campa�a
de Guip�zcoa, que se situaban a unos 35 kil�metros al oeste de San Sebasti�n, sobre
las defensas de Vizcaya que hab�a organizado el gobierno vasco presidido por Jos�
Antonio Aguirre desde octubre de 1936 tras haber aprobado las Cortes republicanas
el Estatuto de Autonom�a del Pa�s Vasco. El Ej�rcito Vasco reclutado por Aguirre
rechazaba la autoridad del general Francisco Llano de la Encomienda que era el jefe
del Ej�rcito del Norte, que te�ricamente agrupaba a todas las fuerzas de Vizcaya,
Santander y Asturias, y actuaba de forma independiente (en �l no exist�a la figura
del comisario pol�tico y ten�a pocos mandos profesionales).119?
Bombardeo de Guernica, el 26 de abril de 1937
En la primera ofensiva de la campa�a de Vizcaya las fuerzas �nacionales�, aunque
contaban con la superioridad naval y a�rea (el grueso de la flota republicana se
encontraba en el Mediterr�neo y solo hab�a un peque�o n�mero de cazas sovi�ticos),
avanzaron relativamente poco debido a la fuerte resistencia que encontraron y a las
malas condiciones meteorol�gicas. La segunda ofensiva iniciada el 20 de abril tuvo
m�s �xito alcanzando cinco d�as despu�s la l�nea Guernica-Durango. El d�a 26 de
abril, tras haber bombardeado Ja�n y Durango los d�as anteriores, se produjo el
bombardeo de Guernica por aviones alemanes de la Legi�n C�ndor y aviones italianos
del CTV causando muchas v�ctimas civiles y una enorme destrucci�n porque adem�s de
las bombas convencionales utilizaron bombas incendiarias. Tres d�as despu�s las
fuerzas �nacionales� ocupaban la ciudad y el d�a 30 de abril llegaban a Bermeo.120?

Art�culo principal: Batalla de Bilbao


Entonces ambos ej�rcitos se reorganizaron (el �lehendakari� Aguirre en persona
asumi� el mando supremo del ej�rcito vasco) para atacar y defender respectivamente
el conjunto de las fortificaciones alrededor de Bilbao, el llamado �Cintur�n de
Hierro�, que sin embargo hab�a perdido gran parte de su utilidad porque el
ingeniero que las hab�a dise�ado, Alejandro Goicoechea, se hab�a pasado al bando
sublevado con los planos de las mismas. Gracias a ellos, los �nacionales� pudieron
penetrar por sus puntos d�biles mientras la ciudad de Bilbao era bombardeada por la
artiller�a pesada y por la aviaci�n (el 17 de junio cayeron veinte mil obuses121?).
Finalmente Bilbao cay� el 19 de junio, sin que el gobierno de Valencia, presidido
desde el 17 de mayo por el socialista Juan Negr�n tras superar la crisis
republicana de los �sucesos de mayo de 1937� hubiera podido organizar alg�n ataque
en otros frentes que hubiera dificultado la gran concentraci�n de medios terrestres
y a�reos desplegada por los �nacionales� en la Campa�a de Vizcaya.122?

Por fin a principios de julio las fuerzas republicanas lanzaron una ofensiva en el
frente de Madrid para aliviar la presi�n del ej�rcito �nacionalista� en el norte.
As� el 6 de julio comienza la batalla de Brunete llamada as� porque la lucha por la
conquista de ese pueblo situado al oeste de Madrid por los republicanos (que
pretend�a seguir despu�s en direcci�n sureste para encontrarse con las otras
fuerzas gubernamentales que avanzar�an desde el sur de la capital, lo que de tener
�xito obligar�a a los �nacionales� a ordenar un repliegue general de sus fuerzas si
no quer�an verse cercados) se convirti� en el elemento central de los combates. El
ataque hacia Brunete fue lanzado por el reorganizado V Cuerpo de Ej�rcito
republicano al mando del comandante de milicias Juan Modesto apoyado por unidades
de tanques T-26 sovi�ticos que ocup� la localidad casi sin resistencia, pero el
general Franco reaccion� r�pidamente y envi� unidades de la Legi�n y de Regulares
m�s las brigadas de Navarra y unos 150 aviones italianos y alemanes retirados del
frente del norte, deteni�ndose as� el ataque hacia Santander. Esto permiti� a las
fuerzas nacionales realizar el contraataque.123? �Empez� as� una batalla de
desgaste bajo el tremendo sol veraniego, sin sombra ni agua, que termin� arrojando
un saldo de 40 000 bajas. La dura batalla concluy� el 26 de julio, por puro
agotamiento. El Ej�rcito Popular Republicano hab�a retenido importantes sectores
del territorio que hab�a conquistado... aunque perdi� Brunete. (...) [La batalla
de] Brunete coincid�a con el aniversario del principio de la guerra. A partir de
unas cuantas columnas sublevadas que luchaban contra milicias improvisadas se
hab�an formado dos ej�rcitos con un considerable apoyo de artiller�a y
aviaci�n�.124?

Terminada la batalla de Brunete las fuerzas �nacionales� se reorganizaron y


reanudaron la Campa�a del Norte atacando Santander desde el sur por el puerto de
monta�a de Reinosa y desde el este siguiendo la costa. La batalla de Santander
comenz� el 14 de agosto con el ataque a Reinosa que fue ocupada solo dos d�as
despu�s y cuya f�brica de armamento no fue destruida por los republicanos en su
retirada en desbandada. La resistencia republicana en la costa tambi�n se desplom�
r�pidamente ante el avance de las unidades del CTV italiano gracias especialmente a
la superioridad a�rea (los republicanos no pudieron enviar aviaci�n a aquella zona
debido a la lejan�a de las bases) cuyos continuos bombardeos destrozaron y
desmoralizaron a las fuerzas republicanas mandadas por el general Mariano Gamir
Ulibarri nombrado el 6 de agosto. El 24 de agosto, solo diez d�as despu�s de
iniciada la ofensiva, la ciudad de Santander (donde escaseaban los v�veres y el
combustible debido al bloqueo naval de la armada sublevada) fue ocupada despu�s de
que las fuerzas de orden p�blico, una vez evacuados los mandos, izaron bandera
blanca.125? �La historia de la campa�a de Santander es la de un continuo avance,
con ocasionales y breves resistencias. Fueron muchos los prisioneros y los que se
�pasaron�, lo que daba fe del estado de desmoralizaci�n de las filas
republicanas�.126?

Mapa del entorno donde se desarroll� la batalla de Belchite con indicaci�n de las
situaciones inicial y final.
La segunda ofensiva republicana para aliviar la presi�n de los �nacionales� en el
Norte lleg� tarde pues comenz� el mismo d�a de la ca�da de Santander. Esta vez se
desarroll� en el frente de Arag�n, que se manten�a pr�cticamente inalterado desde
el inicio de la guerra cuando las columnas de milicias confederales anarquistas y
del POUM salieron de Catalu�a y ocuparon la mitad oriental de Arag�n (donde crearon
un ente casi independiente llamado Consejo de Arag�n) aunque no consiguieron su
objetivo de conquistar Zaragoza, y que tras los �sucesos de mayo de 1937� hab�an
sido incorporadas a las unidades regulares del Ej�rcito del Este. El 24 de agosto
comenz� la ofensiva de Zaragoza cuyo prop�sito era romper el frente y alcanzar la
capital aragonesa, lo que obligar�a al general Franco a suspender su ofensiva del
Norte. Al norte del Ebro combat�an las divisiones anarquistas y al sur las
comunistas dirigidas por Enrique L�ster y los dos generales internacionales Walter
y Kleber. Despu�s de la toma de los pueblos de Codo y Quinto cercaron Belchite el
d�a 26, dando inicio a la batalla de Belchite el hecho b�lico m�s destacado de la
campa�a. Los �nacionales� que defend�an el pueblo resistieron encarnizadamente
hasta el 3 de septiembre. Cuatro d�as antes los �nacionales� hab�an iniciado la
contraofensiva que al norte del Ebro hizo retroceder a las divisiones anarquistas y
al sur en Fuentes de Ebro, un pueblo situado a 26 kil�metros de Zaragoza, consigui�
derrotar a las unidades de tanques sovi�ticos BT5 y a la XV Brigada
Internacional.127?

Aunque Belchite permaneci� en manos de los republicanos los dos objetivos de la


ofensiva de Zaragoza no se consiguieron: ni se tom� la capital aragonesa ni se
detuvo el avance �nacionalista� en el frente norte. Tras la ocupaci�n de Santander
se inici� el 1 de septiembre la ofensiva de Asturias por la costa y por el interior
para poner fin al �ltimo territorio de la franja norte republicana. Unos d�as antes
se hab�a formado en Gij�n (Oviedo continuaba ocupada por los �nacionalistas� desde
el inicio de la guerra) el Consejo Soberano de Asturias y Le�n bajo la presidencia
del socialista Belarmino Tom�s, uno de los antiguos dirigentes de la Revoluci�n de
Asturias de octubre de 1934, que intent� organizar la defensa, pero su situaci�n
eran tan dif�cil como la de Santander. Los asturianos no ten�an apoyo naval (solo
dispon�an del destructor C�scar) ni apoyo a�reo (los pocos aviones con que contaban
eran muy inferiores a los de los atacantes) y estaban sometidos al bloqueo naval de
la armada sublevada lo que hab�a provocado problemas de abastecimientos civiles y
militares agravados por la presencia de unos 300 000 refugiados procedentes de
otras zonas ocupadas por las tropas �nacionales�. As� pues la resistencia al avance
�nacionalista� fue muy dif�cil de mantener por la carencia de material y alimentos
y por el abandono de la zona desde aire y mar y la desmoralizaci�n de las tropas
dio lugar a retiradas desordenadas a causa del p�nico. Sin embargo hasta el 21 de
octubre128? no fue tomado Gij�n, el �ltimo reducto de la Asturias republicana y de
todo el norte.129? La mayor�a de los prisioneros del Frente Norte fueron recluidos
en el campo de Miranda de Ebro.

Las consecuencias de la victoria �nacionalista� en la Campa�a del Norte fueron muy


importantes para el curso de la guerra. �Franco pudo concentrar todas sus fuerzas
en el centro de Espa�a y en el Mediterr�neo, y obtuvo el beneficio de una industria
no destruida. La victoria restableci� el orgullo de Mussolini [perdido por la
derrota de la batalla de Guadalajara, que en adelante cooperar�a de buena gana con
Franco. La opini�n internacional juzgaba que, una vez perdido el norte, la victoria
era cuesti�n de tiempo�.130?

En noviembre de 1937 el gobierno republicano de Juan Negr�n decidi� trasladarse de


Valencia a Barcelona (donde desde noviembre de 1936 ya se encontraba el presidente
de la Rep�blica Manuel Aza�a) para �poner en pleno rendimiento la industria de
guerra� catalana, que en los meses siguientes qued� bajo la autoridad directa del
gobierno de la Rep�blica, para que supliera la p�rdida de las importantes f�bricas
de armamento de Vizcaya, Cantabria y Asturias, y tambi�n para �asentar
definitivamente la autoridad del gobierno en Catalu�a�, lo que releg� al gobierno
de la Generalidad de Llu�s Companys a un papel secundario.131?

Diciembre de 1937-noviembre de 1938: de la batalla de Teruel a la batalla del Ebro


V�anse tambi�n: Batalla de Teruel y Batalla del Ebro.
El 12 de diciembre de 1937, la 11 Divisi�n republicana al mando del jefe miliciano
comunista Enrique L�ster corta las de v�as de comunicaci�n de la ciudad de Teruel
con la retaguardia �nacional�. As� da comienzo la batalla de Teruel, cuya
estrategia ha sido dise�ada por el Jefe del Estado Mayor republicano, el coronel
Vicente Rojo. El objetivo es conquistar este saliente que en las l�neas enemigas
representaba Teruel adem�s de impedir el ataque de los �nacionales� contra Madrid
previsto para el d�a 18 de diciembre y alcanzar un �xito militar como era tomar una
capital de provincia en manos de los sublevados desde el inicio de la guerra para
fortalecer la confianza interior y exterior en la causa republicana tras la derrota
de la Campa�a del Norte en un momento en que la llegada de material b�lico de la
Uni�n Sovi�tica estaba reduci�ndose a causa de las dificultades que estaba
encontrando para pasar la frontera francesa por la ca�da el gobierno del socialista
Leon Blum. El general Franco reaccion� inmediatamente para romper el cerco de
Teruel pero como no pudo conseguirlo en el primer intento tuvo que enviar m�s
fuerzas y suspender el ataque previsto sobre Madrid (con lo que uno de los
objetivos estrat�gicos republicanos de la ofensiva sobre Teruel se hab�a
conseguido). Las bajas temperaturas y las nevadas dificultaron las acciones de los
dos ej�rcitos e impidieron que los �nacionales� rompieran el cerco, a pesar de
gozar de superioridad a�rea y artillera, por lo que el coronel Domingo Rey
d'Harcourt decidi� rendirse el 8 de enero y las fuerzas republicanas (la 46.�
Divisi�n al mando del miliciano Valent�n Gonz�lez �El Campesino�) ocuparon la
ciudad.132? A partir de entonces las fuerzas �nacionales� redoblaron sus ataques
para reconquistar Teruel lanzando varias ofensivas que fueron minando las defensas
y la moral de las fuerzas republicanas. El 7 de febrero de 1938 alcanzaron la l�nea
del r�o Alfambra y el 21 de febrero la ciudad estaba cercada. La Divisi�n 46
mandada por �El Campesino� escap� o huy�, seg�n las diferentes versiones, y la
ciudad fue reconquistada por los �nacionales�.133? �El valor de unos soldados
biso�os mal conducidos, armados y vestidos y enfrentados por rencores pol�ticos
[anarquistas frente a comunistas] poco pod�a hacer contra tropas experimentadas y
bien equipadas y, sobre todo, contra los bombardeos�.134? El coronel Vicente Rojo
le escribi� al ministro de Defensa de la Rep�blica Indalecio Prieto sobre la
retirada de Teruel de la Divisi�n 46:134?
Tardaremos a�n mucho tiempo para que los jefes de nuestro ej�rcito se comporten
como es debido.

Mapa de Espa�a en julio de 1938 despu�s de la ofensiva de Arag�n y cuando comenz�


la batalla del Ebro.
Leyenda
Zona controlada por los sublevados
Rep�blica Espa�ola
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Red-square.gif Principales centros republicanos
La batalla de Teruel mostr� las debilidades del ej�rcito republicano lo que indujo
a Franco a posponer definitivamente el ataque a Madrid para en su lugar lanzar la
ofensiva de Arag�n contra Catalu�a y Valencia. El ataque, que iba a extenderse por
todo el frente de Arag�n, comenz� al sur del r�o Ebro el 9 de marzo donde el frente
se derrumb� ante la gran concentraci�n de fuego artillero y de aviaci�n. El d�a 14
el CTV tomaba Alca�iz y el 17 los �nacionales� tomaban Caspe, despu�s de haber
�reconquistado� Belchite. Lo mismo sucedi� al norte del Ebro donde tomaron Fraga el
27 de marzo y a principios de abril llegaron a L�rida (donde la 101.� Brigada Mixta
mandada por el jefe miliciano Pedro Mateo Merino impidi� que cruzaran el r�o Segre
por all�). Al norte de L�rida avanzaron hasta el Noguera Pallaresa y establecieron
cabezas de puente en Balaguer y Tremp. Una vez alcanzadas esas posiciones Franco
descart� dirigirse hacia Barcelona y opt� por avanzar hacia el Mediterr�neo al sur
de la desembocadura del Ebro, objetivo que alcanzaron el 15 de abril al llegar a
Vinaroz, con lo que la zona republicana qued� dividida en dos.135?

El fracaso de la batalla de Teruel y el derrumbe del frente de Arag�n provocaron la


crisis de marzo de 1938 en el bando republicano cuando el presidente del gobierno
Juan Negr�n intent� que Indalecio Prieto cambiara de ministerio y dejara el de
Defensa ya que, como el presidente de la Rep�blica Manuel Aza�a, Prieto consideraba
que lo que hab�a sucedido mostraba que el ej�rcito republicano nunca podr�a ganar
la guerra y que hab�a que negociar una rendici�n con apoyo franco-brit�nico. Pero
al no conseguirlo Negr�n le pidi� a Prieto que abandonara al gobierno,136?
recomponiendo a continuaci�n su gabinete el 6 de abril y asumiendo Negr�n
personalmente el Ministerio de Defensa,137? con el coronel comunista Antonio Cord�n
como subsecretario de Guerra, que procedi� a la reorganizaci�n de las fuerzas
republicanas agrupadas en dos grandes grupos de ej�rcitos, en consonancia con la
divisi�n de la zona republicana provocada por la llegada de los �nacionales� al
Mediterr�neo: el GERC (Grupo de Ej�rcitos de la Regi�n Centro-Sur) y el GERO (Grupo
de Ej�rcitos de la Regi�n Oriental).138? Las posiciones del nuevo gobierno de
Negr�n con vistas a unas posibles negociaciones de paz quedaron fijadas en su
�Declaraci�n de los 13 puntos�, hecha p�blica en la significativa fecha del 1� de
mayo de 1938.139?

Reemplazo republicano destinado al frente de Teruel


Una vez alcanzado el Mediterr�neo, Franco decidi� dirigir sus tropas contra
Valencia en lugar de contra Barcelona, sede del gobierno republicano, no porque
temiera, seg�n el historiador Michael Alpert, que �Catalu�a fuera un bocado
dif�cil� sino porque �la presencia de fuerzas alemanas e italianas en Espa�a hac�a
que un posible acercamiento de Franco a la frontera francesa pudiera suscitar
tensiones internacionales�.140? Se inicia as� la ofensiva del Levante cuyo plan
consist�a en converger sobre Sagunto (a unos 20 kil�metros al norte de Valencia)
avanzado por la costa desde Vinaroz y por el interior desde Teruel, para desde all�
tomar Valencia. La resistencia republicana fue dura especialmente cuando las
fuerzas �nacionales� tras conquistar Castell�n de la Plana el 13 de junio
alcanzaron la l�nea de fortificaciones llamada l�nea XYZ que se extend�a desde
Almenara, unos kil�metros al norte de Sagunto, en la costa hasta el r�o Turia en el
interior. All� las tropas �nacionales� tuvieron que detener su avance.141?

Mapa de la zona donde se desarroll� la Batalla del Ebro


El 25 de julio de 1938 el republicano Ej�rcito del Ebro, uno de los dos grandes
cuerpos del ej�rcito de que se compon�a el reci�n creado GERO, cruza en barcazas
por sorpresa el r�o Ebro entre Mequinenza y Amposta con el objetivo de atacar desde
el norte al ej�rcito �nacional� que se acercaba a Valencia. Fue el inicio de la
batalla del Ebro que se convirti� para ambos bandos en una dura lucha de
desgaste.142? Aunque el paso del Ebro por Amposta en la costa fue pronto liquidado
por las fuerzas �nacionales� el grueso del Ej�rcito republicano lleg� a las puertas
de Gandesa en el interior pero no logr� tomar esta localidad debido a la fuerte
resistencia que opusieron las unidades de regulares y de legionarios que la
defend�an y sobre todo porque inexplicablemente la aviaci�n republicana no protegi�
el avance y la Legi�n C�ndor enviada r�pidamente por el general Franco domin� los
aires y bombarde� y ametrall� constantemente las posiciones republicanas. As� que
hacia el 2 o el 3 de agosto la maniobra republicana hab�a fracasado ya que no se
iba a producir ninguna irrupci�n de unidades republicanas en el territorio dominado
por los sublevados.143? A partir de ese momento las operaciones se centraron en la
bolsa de territorio ganado por los republicanos al sur del Ebro, que estos
defendieron a toda costa mientras que los �nacionales� intentaban desalojarlos de
all� (a pesar de que algunos de los colaboradores del general Franco le aconsejaron
que abandonara el frente del Ebro una vez detenido el avance republicano y
reemprendiera la campa�a contra Valencia, pero Franco pens�, sin embargo, �que con
la ayuda constante que recib�a desde Alemania e Italia en aviaci�n y artiller�a
pesada, con su mayor flexibilidad log�stica (frente a un enemigo que no pod�a
llevar refuerzos a sus tropas por estar cerrada la frontera francesa) y con el
virtual bloqueo mar�timo de las costas, podr�a destruir lentamente lo mejor de las
fuerzas de la Rep�blica�).144? Despu�s de tres meses de duros combates, que
causaron m�s de 60 000 bajas por cada bando, los republicanos tuvieron que
retirarse y volver a cruzar el Ebro en sentido contrario. El 16 de noviembre lo
hac�an las �ltimas unidades poniendo fin as� a la batalla del Ebro, la m�s larga de
la guerra y que supuso una nueva victoria para el bando sublevado.145?

Mientras se desarrollaba la batalla del Ebro estall� la crisis de los Sudetes de


Checoslovaquia que pod�a conducir a la guerra en Europa. Negr�n decidi� entonces
retirar las Brigadas Internacionales para conseguir una actitud favorable hacia la
Rep�blica de las potencias democr�ticas Francia y Gran Breta�a y lo mismo hizo el
general Franco al reducir la presencia de tropas italianas (aunque conservando lo
que realmente le interesaba de la ayuda fascista italiana: la artiller�a, la
aviaci�n y los carros de combate) y garantizar a Gran Breta�a y Francia que se
mantendr�a neutral si estallara la guerra en Europa. Sin embargo el cierre de la
crisis con los acuerdos de M�nich del 29 de septiembre de 1938, seg�n los cuales
Checoslovaquia deber�a entregar los Sudetes a Hitler, supuso una nueva derrota para
la Rep�blica en el plano internacional porque el acuerdo significaba que las
potencias democr�ticas, Francia y Gran Breta�a, continuaban con su pol�tica de
�apaciguamiento� respecto de la Alemania nazi, y si no interven�an para defender a
Checoslovaquia menos lo har�an para ayudar a la Rep�blica espa�ola.146?147?

Diciembre de 1938-febrero de 1939: ofensiva sobre Catalu�a


V�anse tambi�n: Guerra Civil Espa�ola en Catalu�a y Ofensiva de Catalu�a.

Espa�a en febrero de 1939 despu�s de la ca�da de Catalu�a.


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Zona controlada por los sublevados
Rep�blica Espa�ola
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Los dos ej�rcitos salieron muy quebrantados de la batalla del Ebro, pero los
�nacionales� lograron rehacerse r�pidamente, estando, a principios de diciembre de
1938, preparados para comenzar la ofensiva de Catalu�a, �que ser�a la �ltima
significativa de la guerra�,148? en un momento en que tras los acuerdos de M�nich
atacar Catalu�a ya no implicaba el peligro de una reacci�n francesa (�Francia y
Gran Breta�a hab�an aceptado, al menos t�citamente, la continuaci�n de la presencia
italiana en Espa�a, y solo deseaban el fin del conflicto. Por su parte, Franco
hab�a garantizado su neutralidad en caso de una guerra general�).148?

El ataque a Catalu�a se retras� a causa del mal tiempo y finalmente comenz� el 23


de diciembre, avanzando desde el sur y desde el oeste, encontrando una fuerte
resistencia durante las dos primeras semanas. Sobre el d�a 6 de enero, los restos
del Ej�rcito del Ebro hab�an quedado casi completamente diezmados, mientras que el
otro grupo de ej�rcitos del GERO, el Ej�rcito del Este, se bat�a en retirada. El
jefe del Estado Mayor republicano, el general Vicente Rojo, proyect� una maniobra
de diversi�n en la zona centro-sur para aliviar la presi�n sobre Catalu�a, pero
fracas� (hubo que desistir del desembarco en Motril por la debilidad de la flota
republicana, �minada por la desidia, la indisciplina y la falta de una clara
direcci�n pol�tico-estrat�gica�; la ofensiva en el frente de Extremadura tuvo
escaso �xito dada la baja moral y la falta de material y de medios de transporte
que padec�an los ej�rcitos de la zona centro-sur (GERC) al mando del general
Miaja).148?

As� pues, a partir de la primera semana de enero de 1939 el avance de las tropas
�nacionales� fue pr�cticamente imparable (gracias de nuevo a la mejor preparaci�n
de sus mandos intermedios �comandantes, tenientes-coroneles y coroneles�, a su
superioridad artillera y a�rea por la presencia permanente de la Legi�n C�ndor y de
la aviaci�n italiana y a que la flota sublevada bombarde� los puertos impidiendo la
llegada de material para las fuerzas republicanas). Los �nacionales� en su avance
hac�an cada vez mayor n�mero de prisioneros, lo que �siempre constituye un indicio
de la descomposici�n de un ej�rcito�.149? Artesa de Segre fue tomada el 4 de enero,
T�rrega el 15, el 21 Villafranca del Panad�s, el 22 Igualada y el 24 alcanzaron el
r�o Llobregat. Los destrozados ej�rcitos republicanos se retiraron hacia la
frontera francesa acompa�ados por una inmensa muchedumbre de civiles y de
funcionarios y de autoridades que colapsaba las carreteras. El 26 de enero los
�nacionales� sin encontrar apenas resistencia entraban en Barcelona, abandonada por
el gobierno y las autoridades militares que cruzaron la frontera francesa el 5 de
febrero despu�s de celebrar la �ltima reuni�n de lo que quedaba de las Cortes
republicanas en el castillo de Figueras. Un d�a antes, el 4 de febrero, los
�nacionales� hab�an ocupado Gerona.150? El general Vicente Rojo Lluch compar� un
a�o despu�s desde el exilio lo que hab�a sucedido en Madrid en noviembre de 1936 y
lo que hab�a pasado en Barcelona en enero de 1939:151?
�Qu� ambiente tan distinto! �Qu� entusiasmo entonces! �Y qu� decaimiento ahora!
Barcelona cuarenta y ocho horas antes de la entrada del enemigo era una ciudad
muerta... [Se] perdi� lisa y llanamente porque no hubo voluntad de resistencia, ni
en la poblaci�n civil, ni en algunas tropas contaminadas por el ambiente.
Entre el 5 y el 11 de febrero los �ltimos restos de los dos ej�rcitos republicanos
del GERO cruzaron ordenadamente la frontera deponiendo sus armas y siendo
internados a continuaci�n en campamentos improvisados situados en las playas
francesas a la intemperie.152?

Mientras las tropas republicanas cruzaban la frontera francesa, se produc�a la


ocupaci�n de Menorca por los �nacionales� gracias a la intervenci�n brit�nica, la
�nica que se produjo en la Guerra de Espa�a.153? Para impedir que la estrat�gica
isla de Menorca, que durante toda la guerra hab�a permanecido bajo soberan�a
republicana, pudiera caer bajo dominio italiano o alem�n, el gobierno brit�nico
acept� la propuesta del jefe franquista de la Regi�n A�rea de las Baleares,
Fernando Sartorius, conde de San Luis, para que un barco de la Royal Navy lo
trasladara a Mah�n y negociar all� la rendici�n de la isla a cambio de que las
autoridades civiles y militares republicanas pudieran abandonarla bajo protecci�n
brit�nica. El gobierno brit�nico puso en marcha la operaci�n sin informar al
embajador republicano en Londres, Pablo de Azc�rate (que cuando m�s tarde se enter�
present� una protesta formal por haber prestado un buque brit�nico a un �emisario
de las autoridades rebeldes espa�olas�). As� pues, en la ma�ana del 7 de febrero
arribaba al puerto de Mah�n el crucero Devonshire con el conde de San Luis a bordo,
donde se entrevist� con el gobernador republicano el capit�n de nav�o Luis Gonz�lez
de Ubieta, quien tras intentar infructuosamente contactar con Negr�n, acept� las
condiciones de la rendici�n al d�a siguiente. A las 5 de la madrugada del 9 de
febrero el Devonshire part�a de Mah�n rumbo a Marsella con 452 refugiados a bordo.
Inmediatamente Menorca fue ocupada por los �nacionales� sin que participara ning�n
contingente ni italiano ni alem�n. La intervenci�n brit�nica dio lugar a un
acalorado debate en la C�mara de los Comunes el 13 de febrero durante el cual la
oposici�n laborista acus� al gobierno conservador de Neville Chamberlain de haber
comprometido al Reino Unido en favor de Franco. Al d�a siguiente el representante
oficioso del general Franco en Londres, el duque de Alba, hizo llegar al secretario
del Foreign Office lord Halifax �la gratitud del general�smo y del gobierno
nacional� por colaborar en �reconquistar Menorca�.154?

Febrero-marzo de 1939: la vuelta de Negr�n y la resistencia de la zona Centro-Sur


El d�a 9 de febrero cruz� la frontera francesa el presidente del gobierno, Juan
Negr�n, pero en Toulouse cogi� un avi�n para regresar a Alicante al d�a siguiente
acompa�ado de algunos ministros con la intenci�n de reactivar la guerra en la zona
centro-sur, el �ltimo reducto de la zona republicana.155? All� se desat� una �ltima
batalla entre los que consideraban in�til seguir combatiendo y los que todav�a
pensaban que �resistir es vencer� (esperando que las tensiones en Europa acabaran
estallando y Gran Breta�a y Francia, por fin, acudir�an en ayuda de la Rep�blica
espa�ola, o que al menos impondr�an a Franco una paz sin represalias),156? pero el
cansancio de la guerra y el hambre y la crisis de subsistencias que asolaba la zona
republicana estaban minando la capacidad de resistencia de la poblaci�n.147? El
problema para Negr�n, que instal� su cuartel general en la finca El Poblet en la
localidad alicantina de Petrel (cuyo nombre en clave era �Posici�n Yuste�), era
c�mo terminar la guerra sin combatir de manera distinta a la de entrega sin
condiciones. Su posici�n fue pr�cticamente insostenible cuando el 27 de febrero,
Francia y Gran Breta�a reconocieron al gobierno de Franco en Burgos como el
gobierno leg�timo de Espa�a, y al d�a siguiente el presidente de la Rep�blica
Manuel Aza�a que se encontraba en la embajada espa�ola en Par�s renunci� a su
cargo.157? Le sustituy� de forma provisional por el presidente de las Cortes, Diego
Mart�nez Barrio, que tambi�n se encontraba en Francia.158?

Mientas tanto estaba muy avanzada la conspiraci�n militar y pol�tica contra el


gobierno Negr�n dirigida por el jefe del Ej�rcito del Centro, el coronel Segismundo
Casado, convencido de que �ser�a m�s f�cil liquidar la guerra a trav�s de un
entendimiento entre militares� por lo que hab�a entrado en contacto a trav�s de la
�quinta columna� con el Cuartel General del �General�simo� Franco para una
rendici�n del ej�rcito republicano �sin represalias� al modo del �abrazo de
Vergara� de 1839 que puso fin a la primera guerra carlista (con la conservaci�n de
los empleos y cargos militares, incluida). Algo a lo que los emisarios del general
Franco nunca se comprometieron. Casado consigui� el apoyo de varios jefes
militares, entre los que destacaba el anarquista Cipriano Mera, jefe del IV Cuerpo
de Ej�rcito en el momento, y de algunos pol�ticos importantes, como el socialista
Juli�n Besteiro, que tambi�n hab�a mantenido contacto con los �quintacolumnistas�
de Madrid. Todos ellos criticaban la estrategia de resistencia de Negr�n y su
�dependencia� de la Uni�n Sovi�tica y del PCE, que eran los �nicos que apoyaban ya
la pol�tica de resistencia de Negr�n.158?

Probablemente en conexi�n con la conjura casadista, el 4 de marzo se produjo la


sublevaci�n de la base naval de Cartagena encabezada por militares profranquistas
alentados por la quinta columna que hab�a desplegado una intensa actividad en la
base y en la ciudad. Durante el d�a 4 y el 5 tienen lugar combates entre los
sublevados y los resistentes republicanos. Y en medio de ellos, el almirante Miguel
Buiza ordena a la flota republicana que abandone el puerto y la dirige a la base
naval de Bizerta en el protectorado franc�s de T�nez, a pesar de que la sublevaci�n
hab�a sido dominada en Cartagena por las fuerzas republicanas el d�a 7 de
marzo.159?160?

Marzo de 1939: derrota de la Rep�blica

Mapa de las dos espa�as en marzo de 1939


Art�culo principal: Golpe de Casado
El 5 de marzo, al d�a siguiente del inicio de la sublevaci�n de Cartagena, comenz�
el golpe de Casado apoder�ndose sus partidarios de los puntos neur�lgicos de Madrid
y anunciando a continuaci�n la formaci�n de un Consejo Nacional de Defensa
presidido por el general Miaja. El Consejo emiti� un manifiesto por radio dirigido
a la �Espa�a antifascista� en el que se depon�a al gobierno de Negr�n, pero no
hablaba para nada de las negociaciones de paz. Las unidades militares controladas
por los comunistas opusieron resistencia en Madrid y sus alrededores pero fueron
derrotados (hubo cerca de 2000 muertos) firmando finalmente un acuerdo de �paso de
mando del Ej�rcito republicano al Ej�rcito sublevado�.161? Al d�a siguiente Negr�n
y su gobierno, junto con los principales dirigentes comunistas, abandonaron Espa�a
en avi�n para evitar ser apresados por los �casadistas�.162?

Consumado el golpe de Casado, el general Franco se neg� a aceptar un nuevo �abrazo


de Vergara�, como Mola tambi�n lo hab�a rechazado en el primer d�a del golpe de
1936, y no concedi� a Casado �ninguna de las garant�as imploradas casi de rodillas
por sus emisarios [que solo se entrevistaron con miembros de baja graduaci�n del
Cuartel General], y contest� a brit�nicos y franceses, deseosos de actuar como
intermediarios en la rendici�n de la Rep�blica para as� contener la influencia
alemana e italiana sobre el nuevo r�gimen, que no los necesitaba y que el esp�ritu
de generosidad de los vencedores constitu�a la mejor garant�a para los
vencidos�.163?

Comunicado emitido por el Cuartel General del general�simo anunciando el fin de la


guerra
Franco �nicamente aceptaba una �rendici�n sin condiciones� por lo que solo restaba
preparar la evacuaci�n de Casado y el Consejo Nacional de Defensa. Estos embarcaron
con sus familias el 29 de marzo en el destructor brit�nico que los traslad� a
Marsella (el socialista Juli�n Besteiro decidi� quedarse). Un d�a antes las tropas
�nacionales� hicieron su entrada en Madrid y r�pidamente los sublevados en su
ofensiva final ocuparon pr�cticamente sin lucha toda la zona centro-sur que hab�a
permanecido bajo la autoridad de la Rep�blica durante toda la guerra (el 29 de
marzo Cuenca, Albacete, Ciudad Real, Ja�n, Almer�a y Murcia; el 30 de marzo
Valencia y Alicante, y el 31 de marzo la ciudad de Cartagena).164?165? En Alicante
desde el d�a 29 de marzo unas 15 000 personas, entre jefes militares, pol�ticos
republicanos, combatientes y poblaci�n civil que hab�an huido de Madrid y de otros
lugares se api�aban en el puerto a la espera de embarcar en alg�n barco brit�nico o
franc�s, pero la mayor�a no lo lograron y fueron apresados por las tropas italianas
de la Divisi�n Littorio, al mando del general Gastone Gambara. Muchos de los
capturados fueron ejecutados all� mismo.166?

El 1 de abril de 1939 la radio del bando rebelde (Radio Nacional de Espa�a)


difund�a el �ltimo parte de la guerra civil espa�ola, que dec�a lo siguiente:

En el d�a de hoy, cautivo y desarmado el ej�rcito rojo, han alcanzado las tropas
nacionales sus �ltimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos, 1� de
abril de 1939, a�o de la victoria. El General�simo. Fdo. Francisco Franco
Bahamonde.
La guerra naval
Art�culo principal: Guerra Civil Espa�ola en el mar
En la guerra civil espa�ola predominaron las acciones terrestres sobre las
mar�timas, y las marinas de ambos bandos evitaron las grandes acciones de guerra
por motivos pol�ticos y estrat�gicos.167? As�, despu�s de los combates por el
control del estrecho de Gibraltar de 1936, las dos flotas no tuvieron �encuentros
decisivos en el mar� y �sus estrategias se movieron en contextos muy conservadores,
tendentes sobre todo a la conservaci�n de sus efectivos�.168? El historiador
Michael Alpert, en su estudio titulado La guerra civil espa�ola en el mar, afirma
que las �dos marinas de guerra espa�olas tuvieron que rehacerse�, pero que la
�gubernamental no consigui� estar a la altura del momento y, a pesar de contar con
la mayor�a de las unidades de la flota, desempe�� un papel defensivo durante la
mayor parte de la contienda�. En cambio �la Marina de los sublevados aprovech� al
m�ximo sus exiguos recursos y la ayuda que recibi� del extranjero�.169?

Desde principios del siglo xx, la funci�n primordial de la marina de guerra ya no


era destruir los barcos del enemigo, sino bloquear sus rutas mar�timas y sus
puertos e impedir sus movimientos en la costa. Esto es lo que realiz� cada vez con
m�s �xito la marina del bando sublevado, mientras que la marina que permaneci� fiel
al gobierno abandon� ese objetivo despu�s de las primeras semanas y adopt� una
posici�n defensiva cuyo objetivo era proteger las comunicaciones mar�timas propias,
mientras los �nacionales� se esforzaban en interferirlas.170?

Al principio de la Guerra Civil, la marina republicana era muy superior a la que


qued� en manos de los sublevados, pues estaba integrada por la pr�ctica totalidad
de la Armada espa�ola de aquel entonces: el acorazado Jaime I (botado en 1914); los
cruceros ligeros Libertad (botado en 1925), Miguel de Cervantes (botado en 1928) y
M�ndez N��ez (botado en 1923); diecis�is destructores en servicio o a punto de
entregar; siete torpederos; doce submarinos (del submarino Isaac Peral (C-1) al
submarino C-6 y del submarino B-1 al submarino B-6); un ca�onero; cuatro
guardacostas y la casi totalidad de la Aeron�utica Naval.171?172?

A pesar de contar con una flota tan importante, el problema residi� en que a lo
largo de la guerra no se consiguieron superar los efectos de la represi�n que tuvo
lugar en el momento del golpe de Estado de julio de 1936 cuando la mariner�a y los
suboficiales se rebelaron para impedir que los barcos se sumaran a la sublevaci�n,
ya que la inmensa mayor�a de la oficialidad era partidaria del golpe.167? En una
fecha tan avanzada como mayo de 1938, un informe presentado al presidente Juan
Negr�n sobre la situaci�n de la flota se�alaba la ausencia de eficacia y de
disciplina. �En general la moral ofensiva de los mandos es peque�a y la moral de
combate de las dotaciones es baja�. Adem�s, apuntaba la presencia de la quinta
columna franquista tanto en la Flota como en la base naval de Cartagena (�Moral
derrotista. Mucho fascista con entera libertad de acci�n�, se dec�a). Informes
posteriores indicaban que la situaci�n no hab�a mejorado.173?

A diferencia de lo que ocurri� con el bando sublevado, que fue apoyado por las
armadas italiana y alemana, la Rep�blica solo recibi� de la URSS cuatro lanchas
torpederas de clase G-5, adem�s de unos pocos mandos y especialistas en submarinos
que, seg�n un informe �reservado y confidencial� presentado al presidente Negr�n,
eran �considerados �dentro de la Flota� como hu�spedes molestos a los que hay
soportar con amabilidad. Lo mismo ocurre en la base naval de Cartagena�.173? Por su
parte, Francia y Gran Breta�a solo participaron en alguna ocasi�n puntual para
evitar el apresamiento de buques propios por la flota �nacional�.

As� pues, por encima de alguna victoria ocasional, como el hundimiento del Baleares
a principios de marzo de 1938 en la batalla del cabo de Palos, �la realidad era que
la marina republicana se hab�a centrado en el servicio de protecci�n del tr�fico
mercante, en el mantenimiento de un canal suministrador de pertrechos de guerra y
de alimentos�.174? Pero ni siquiera esa funci�n de escolta la desempe�� con pleno
�xito, como se se�alaba en un informe del servicio secreto republicano (SIM) de
enero de 1939 en el que despu�s de afirmar la �notoria inferioridad� de la marina
de guerra republicana respecto de la Marina de los �nacionales� se dec�a:173?
Lo cierto es que la Marina de Guerra facciosa se ha incrementado sin hostilizaci�n
por nuestra parte... y que su Marina Mercante navega sin contratiempos por todos
los mares, en tanto la nuestra, perseguida y pr�cticamente indefensa, es presa
f�cil de los facciosos.

El submarino republicano C-3


La flota republicana y la base naval de Cartagena fueron aumentando su importancia
estrat�gica para la causa del bando republicano a media que aumentaban las
dificultades para el abastecimiento procedente del exterior por v�a terrestre, como
consecuencia de los cierres frecuentes de la frontera francesa, por lo que el
mantenimiento del �cord�n umbilical� mar�timo con la Uni�n Sovi�tica era vital para
los republicanos. Tambi�n cobraron cada vez m�s importancia a medida que las
derrotas republicanas se fueron acumulando y el territorio de la zona republicana
se redujo porque, especialmente tras la ca�da de Catalu�a a principios de febrero
de 1939, �para los combatientes republicanos la Base y la Flota eran una especie de
salvaguarda para el caso de una evacuaci�n organizada o de �ltima hora�.175?

Al principio de la Guerra Civil, la marina del bando sublevado era muy inferior a
la marina gubernamental pues solo contaba con el acorazado Espa�a (botado en 1913 y
que en julio de 1936 se encontraba en dique seco); los cruceros ligeros Rep�blica,
rebautizado como Navarra, (botado en 1920 pero que se encontraba en reparaciones y
no entr� en servicio hasta muy avanzada la guerra, en agosto de 1938), y el
Almirante Cervera (botado en 1928); el destructor Velasco (botado en 1923); cinco
torpederos; tres ca�oneras y cinco guardacostas. Pero esta inferioridad se vio
compensada muy pronto gracias al control de los sublevados del principal astillero
de la marina en Ferrol donde estaba pr�cticamente terminado el crucero pesado
Canarias �que entr� en servicio en septiembre de 1936� y otro, el Baleares, a punto
de ser entregado (entr� en servicio en diciembre de 1936), junto con los dos �nicos
dragaminas de Espa�a (el dragaminas J�piter, que entr� en servicio a principios de
1937, y el dragaminas Vulcano, que entr� en servicio a finales de ese mismo
a�o).171?176?

La inferioridad inicial de los sublevados se vio compensada tambi�n con el apoyo


con que contaron pr�cticamente desde el inicio de la guerra de la Armada Italiana,
que particip� con cruceros auxiliares y submarinos en el bloqueo de los env�os de
armamento de la Uni�n Sovi�tica, y de la alemana. El esc�ndalo producido al hundir
un submarino italiano por error un destructor brit�nico, hizo que la Italia
Fascista dejara de participar directamente en acciones de guerra navales, cediendo
cuatro �submarinos legionarios� a los �nacionales� y vendi�ndoles cuatro
destructores y dos submarinos.

Por su parte la Alemania nazi envi� al Mediterr�neo dos submarinos en la llamada


Operaci�n �rsula, hundiendo un U 34 alem�n el submarino republicano C3 frente a
M�laga. Los alemanes aportaron cruceros, pero estos no intervinieron, salvo en el
bombardeo de Almer�a por el Admiral Scheer el 31 de mayo de 1937, efectuado en
represalia por el ataque a�reo que hab�a sufrido el 28 de mayo de 1937 el acorazado
de bolsillo Deutschland en Ibiza. Este llamado incidente del Deutschland fue
efectuado probablemente por tripulaciones rusas, sin conocimiento por parte del
mando republicano. Pero el esc�ndalo internacional que provoc� hizo que la
Rep�blica dijese que era un error y que se trataba de aviones republicanos que
cre�an atacar al crucero pesado Canarias. El bombardeo de Almer�a, que se hab�a
producido abiertamente (exhibiendo el pabell�n alem�n), lleg� a ser considerado
como un posible motivo para que la Rep�blica declarara la guerra a Alemania
(posici�n defendida por el coronel Rojo e Indalecio Prieto, en b�squeda de la
generalizaci�n del conflicto a toda Europa), pero finalmente se impuso la postura
contraria de Negr�n y Aza�a.177?

Un informe del servicio secreto republicano (SIM) de enero de 1939 se�alaba la


desventaja de la marina republicana respecto de la �marina de guerra facciosa�, que
contaba con �un total de cerca de 100 unidades �contando entre ellas un gran n�mero
de cruceros auxiliares perfectamente artillados��.178?

La guerra a�rea y los bombardeos sobre poblaciones


Art�culo principal: Bombardeos en la guerra civil espa�ola

Bombardeo de la Estaci�n del Norte de Valencia por aviones italianos en 1937


La principal novedad en el campo de la guerra a�rea de la contienda espa�ola de
1936 a 1939 fue que �por primera vez en la historia la aviaci�n fue utilizada
intensamente en misiones de bombardeo sobre la retaguardia�.179? As� �a partir de
la guerra civil espa�ola las v�ctimas pod�an estar a centenares de kil�metros de
los lugares del enfrentamiento b�lico y ser sencillamente poblaci�n civil
indefensa�.180? Dado que la aviaci�n militar espa�ola en julio de 1936 estaba
obsoleta esto solo fue posible porque ambos bandos recibieron ayuda de potencias
extranjeras que aportaron sus modernos bombarderos: el bando sublevado los Savoia-
Marchetti S.M.81 y los Savoia-Marchetti S.M.79 de la Aviaci�n Legionaria de la
Italia fascista y los Junkers Ju 52 y Heinkel He 111 de la Legi�n C�ndor de la
Alemania nazi; el bando republicano los Katiuskas de la Uni�n Sovi�tica.180?

El bando sublevado utiliz� en repetidas ocasiones el �bombardeo de terror�, como lo


llaman Sol� i Sabat� y Villarroya, cuyo �nico objetivo era la poblaci�n civil para
desmoralizarla y empujarla a la rendici�n. Esta estrategia la inici� en Madrid
cuando en noviembre de 1936 fracas� el ataque frontal contra la ciudad y la
continu� con el bombardeo de Durango, el bombardeo de Guernica, el bombardeo de
L�rida, los bombardeos a�reos de Barcelona en enero de 1938, los bombardeos a�reos
de Barcelona en marzo de 1938,181? el bombardeo del mercado central de Alicante, el
bombardeo de Granollers y los bombardeos sobre diversas poblaciones catalanas en
los meses finales de la guerra, especialmente los de Figueras, y cuyas v�ctimas
principales fueron mujeres y ni�os en un momento en que el ej�rcito republicano ya
no exist�a en Catalu�a.182? El �nico posible caso de �bombardeo de terror� por
parte del bando republicano fue el de Cabra en noviembre de 1938, pero todo parece
indicar que se trat� de un terrible error cometido por los pilotos que confundieron
el mercadillo de la ciudad con un campamento de tiendas de campa�a de una unidad
italiana que, seg�n la orden que hab�an recibido, hab�a que buscar y destruir.183?

As� en cuanto a las ciudades m�s devastadas por los bombardeos la lista la
encabezan las tres principales ciudades republicanas, Barcelona, Madrid y Valencia,
seguidas por Tarragona, Reus, L�rida, Badalona, Granollers, Gerona, San Feliu de
Gu�xols, Palam�s, Figueras, Colera, Portbou y Perell� en Catalu�a; Alicante,
Sagunto, Gand�a, Denia y Cartagena en la costa de Valencia y Murcia; y en Vizcaya
Durango y Guernica, esta �ltima convertida en el s�mbolo de las atrocidades de los
bombardeos del bando sublevado, y que tuvo un enorme impacto a nivel
internacional.184? En cuanto al n�mero de v�ctimas tambi�n existe una enorme
diferencia entre las causadas por los bombardeos republicanos, unas 1100, y las
causadas por los bombardeos del bando franquista, alrededor de 9000 (Barcelona 2500
muertos; Madrid, 2000; Valencia, cerca de 1000; Alicante cerca de 500; Durango,
Guernica, L�rida, Tarragona, Granollers, Figueras y Cartagena m�s de doscientos
muertos cada una; Bilbao, Reus, Badalona y Alca�iz cerca de 200; J�tiva m�s de 100
muertos; y peque�os pueblos cuyos muertos fueron inferiores a este n�mero).185?

As� fue como �la aviaci�n se convirti� en un arma decisiva y la actuaci�n de la


aviaci�n italiana y alemana fue determinante en la victoria del ej�rcito
franquista�.180?

Otros hitos de la guerra a�rea durante la guerra civil espa�ola son que durante la
misma probablemente se efectu� el primer puente a�reo de la historia; que en los
aviones de caza empez� a primar el techo y la velocidad lo que supuso el fin de los
biplanos y adem�s se demostr� su importancia para el dominio del aire y evitar as�
los bombardeos enemigos (incluso por la noche); que se realizaron ataques a�reos a
unidades navales, en puerto y en el mar; que se emplearon aviones de bombardeo en
picado para lanzar v�veres y mensajes de �nimo a posiciones sitiadas, como el
Alc�zar de Toledo o el Santuario de Santa Mar�a de la Cabeza, y para los
�bombardeos ideol�gicos�, mediante el lanzamiento de octavillas y soflamas a las
ciudades que estaban en la retaguardia, como el �bombardeo del pan� sobre Alicante.

Evoluci�n de la zona sublevada


Art�culo principal: Zona sublevada
Billete emitido por el bando sublevado el 12 de octubre de 1937 con el escudo
grande de la Monarqu�a espa�ola.
Tras la etapa de cierta provisionalidad que represent� la Junta de Defensa Nacional
formada tras la muerte en accidente de aviaci�n del general Sanjurjo, quien deb�a
encabezar el Directorio militar que gobernar�a el pa�s tras derribar al gobierno
del Frente Popular, los generales y jefes sublevados decidieron nombrar un mando
�nico militar y pol�tico. Desde el 1 de octubre de 1936 el general Franco fue el
general�simo de las fuerzas sublevadas y el jefe del Gobierno del Estado. Despu�s
del fracaso de la toma de Madrid (entre noviembre de 1936 y marzo de 1937) y con la
perspectiva de que la guerra iba a ser larga, el general�smo Franco, con la ayuda
de su cu�ado, Ram�n Serrano Su�er, comenz� a configurar la organizaci�n pol�tica
del �Nuevo Estado�. El primer paso fue el Decreto de Unificaci�n de abril de 1937,
por el que todas las fuerzas pol�ticas que apoyaban el �alzamiento nacional�, y
singularmente los falangistas y los carlistas, que eran quienes con sus milicias
m�s hab�an contribuido a la guerra, fueran integradas bajo un �nico partido,
denominado Falange Espa�ola Tradicionalista y de las JONS. El paso siguiente fue la
organizaci�n del �Nuevo Estado� que fue la tarea encomendada por el general�simo a
su primer gobierno, nombrado el 30 de enero de 1938 (y que sustituy� a la Junta
T�cnica del Estado).186?

La construcci�n del �Nuevo Estado� fue acompa�ada de la destrucci�n de todo lo que


tuviera que ver con la Rep�blica. As� en la zona sublevada, al contrario de lo que
estaba sucediendo en la otra zona (en la que se hab�a desencadenado la Revoluci�n),
se procedi� a una �contrarrevoluci�n�, llev�ndose a cabo �una sistem�tica represi�n
de las personas, las organizaciones y las instituciones que en alguna forma, real
o, incluso, imaginaria, pudieran entenderse ligadas a esa Rep�blica revolucionaria,
o en manos de revolucionarios, a la que se dec�a combatir�.187?

La Junta de Defensa Nacional

Mola junto al General Franco en una aparici�n en Burgos el 27 de agosto de 1936,


recogida por el peri�dico alem�n Berliner Illustrierte Zeitung. Mola es el que
sobresale por la derecha.
La muerte el 20 de julio del general Sanjurjo, exiliado en Estoril, a causa del
accidente que tuvo nada m�s despegar el avi�n en el que ten�a que dirigirse desde
Lisboa hacia Pamplona para ponerse al frente de la sublevaci�n, dej� a los
generales sublevados sin el jefe que iba a encabezar el levantamiento.188? Para
suplir en parte la carencia de un mando �nico los generales y jefes sublevados
constituyeron en Burgos el 24 de julio una Junta de Defensa Nacional presidida por
el general de m�s graduaci�n y m�s antiguo, Miguel Cabanellas.189? Su Decreto
n�mero 1 establec�a que asum�a �todos los poderes del Estado�189? y en sucesivos
decretos extendi� el estado de guerra que los sublevados hab�an proclamado en cada
sitio a toda Espa�a (lo que sirvi� de base para someter a consejos de guerra
sumar�simos a todos los que se opusieran a la rebeli�n militar),190? ilegaliz� los
partidos y sindicatos del Frente Popular y prohibi� todas las actuaciones pol�ticas
y sindicales obreras y patronales �mientras duren las actuales circunstancias�
(Decreto del 25 de septiembre).191?

Pero lo m�s urgente era lograr la unidad de mando militar.190? As� el 21 de


septiembre de 1936 tuvo lugar en una finca de los alrededores de Salamanca la
primera reuni�n a la que asistieron los generales de la Junta de Defensa Nacional,
con el a�adido de los generales Orgaz, Gil Yuste y Kindel�n. All� los reunidos
discutieron sobre la necesidad del mando �nico de las fuerzas sublevadas y
nombraron para el cargo al general Franco pues era quien mandaba el ej�rcito que
estaba a punto de conseguir la entrada en Madrid (el Ej�rcito de �frica estaba
cerca de Maqueda a solo 100 kil�metros de la capital) y el que hab�a obtenido la
ayuda de la Alemania nazi y de la Italia fascista, y que ven�a tratando con ellos.
Pero una vez decidido el mando �nico en el terreno militar a�n quedaba por
dilucidar el mando pol�tico.192?
Entonces el general Franco realiz� una �jugada maestra�: ordenar que las columnas
que avanzaban hacia Madrid se desviaran hacia Toledo para liberar el Alc�zar y as�
levantar el cerco de dos meses al que llevaban sometidos un millar de guardias
civiles y falangistas adem�s de algunos cadetes de la Academia de Infanter�a al
mando de su director, el coronel Moscard�,191? y que ten�an retenidos �como rehenes
a mujeres y ni�os de conocidos militantes de izquierda�.193? �La toma del Alc�zar
agrand� la leyenda del general Franco. La famosa frase de Moscard� sin novedad en
el Alc�zar, repetida ante Franco y numerosos periodistas dos d�as despu�s de su
liberaci�n, fue adecuadamente propagada. Franco era el salvador de los h�roes
sitiados, el s�mbolo de un ej�rcito dispuesto a ganar la guerra a cualquier
precio�.194?

El 28 de septiembre de 1936, el mismo d�a en que el Alc�zar de Toledo fue liberado,


se celebr� la segunda reuni�n de los generales en Salamanca para decidir qui�n
ostentar�a el mando pol�tico. El elegido fue el general Franco al que sus
compa�eros de sublevaci�n nombraban no solo �General�simo de las fuerzas nacionales
de tierra, mar y aire�, sino tambi�n �Jefe del Gobierno del Estado espa�ol,
mientras dure la guerra�.102? Pero cuando fue publicado al d�a siguiente el decreto
n.� 138 de la Junta de Defensa Nacional con su nombramiento se hab�a introducido un
importante cambio en el texto: se hab�a suprimido la coletilla �mientras dure la
guerra�, y al nombramiento del general Franco como �Jefe del Gobierno del Estado
Espa�ol� se le a�ad�a �quien asumir� todos los poderes del nuevo Estado�. Este
decreto de 29 de septiembre de 1936 ser�a el fundamento de la legitimidad del poder
del �General�simo� durante los siguientes 39 a�os.191?

El general Franco, �general�simo� y �caudillo�


V�ase tambi�n: Estado campamental

Fachada del Palacio de Capitan�a General (Burgos)


El 1 de octubre de 1936, en el sal�n del trono de la Capitan�a General de Burgos,
Francisco Franco tomaba posesi�n de su nuevo cargo, como General�simo del ej�rcito
sublevado y Jefe del Gobierno del Estado.195?

Un d�a antes el obispo de Salamanca Enrique Pla y Deniel hab�a hecho p�blica una
pastoral en la que presentaba la guerra como �una cruzada por la religi�n, la
patria y la civilizaci�n�, dando una nueva legitimidad a la causa de los
sublevados: la religiosa. As� el general�smo, no era solo el �jefe y salvador de la
Patria�, sino tambi�n el �caudillo� de una nueva �cruzada� en defensa de la fe
cat�lica y del orden social.194?

Casa del Cord�n, en Burgos, sede de la Junta T�cnica del Estado.


La primera ley que promulg� el general�simo Franco fue la que creaba la Junta
T�cnica del Estado (en sustituci�n de la Junta de Defensa Nacional), presidida por
el general D�vila (que en el verano de 1937 ser�a sustituido por el general
mon�rquico Francisco G�mez-Jordana, mucho m�s eficiente que su antecesor)196? y que
contaba con una Secretar�a General del Jefe del Estado, cargo que desempe�� Nicol�s
Franco, el hermano mayor del general�smo. Su ocupaci�n fue �rectificar toda la
legislaci�n republicana volviendo las cosas a su punto anterior�.191?

La sede de la Junta T�cnica del Estado se estableci� en Burgos aunque la capital


pol�tica de la Espa�a nacional era Salamanca donde resid�a el poder militar, pues
all� se encontraba el Cuartel General de Franco.191?

El Decreto de Unificaci�n de abril de 1937


Art�culo principal: Decreto de Unificaci�n

Bandera de Falange Espa�ola


El siguiente paso en el afianzamiento del poder del nuevo �caudillo� se produjo
cuando tras el fracaso de la toma de Madrid (entre noviembre de 1936 y marzo de
1937) se plante� la necesidad de crear un �partido �nico�, siguiendo el modelo de
la Dictadura de Primo de Rivera, a partir de la fusi�n de los carlistas y
falangistas.197?

Desde el Cuartel General del General�simo el nuevo asesor de Franco Ram�n Serrano
S��er (cu�ado del �caudillo� y antiguo diputado de la CEDA que hab�a llegado a
Salamanca evadido de la �zona roja�) propici� un acercamiento entre la Comuni�n
Tradicionalista y Falange Espa�ola y de las JONS con vistas a su fusi�n, pero las
diferencias ideol�gicas y pol�ticas que les separaban eran casi insalvables (pues
eran las que separaban el tradicionalismo del fascismo), y adem�s hab�a otro
obst�culo que era innegociable: que al frente del �partido �nico� se situara el
propio general Franco. Es decir, que ambas partes ten�an que aceptar que la nueva
formaci�n pol�tica quedar�a supeditada al poder personal del �General�smo�, v�rtice
del poder militar y pol�tico. Para apoyar esta idea se difundi� desde el Cuartel
General de Salamanca el lema Una patria, un Estado, un caudillo, copia del lema
nazi Ein Volk, ein Reich, ein F�hrer ('un pueblo, un Estado, un caudillo').198?

Se produjeron contactos entre falangistas y carlistas pero no fructificaron y todo


el proceso no dej� de crear tensiones en el seno de ambos partidos que se
tradujeron en el caso de los falangistas en los �sucesos de Salamanca� de abril de
1937, durante los cuales varios falangistas murieron en los enfrentamientos entre
los partidarios de la fusi�n y de la supeditaci�n al poder militar (encabezados por
Sancho D�vila y Agust�n Aznar) y los contrarios a ella (encabezados por Manuel
Hedilla).199?

Finalmente, el Cuartel General de Franco decidi� actuar, y el mismo d�a en que los
falangistas contrarios a la fusi�n celebraron un Consejo Nacional en el que
eligieron a Manuel Hedilla como �jefe nacional�, el domingo 18 de abril,200? el
propio general Franco anunci� que se iba a promulgar al d�a siguiente un Decreto de
Unificaci�n de Falange y la Comuni�n Tradicionalista, que pasaban a estar ahora
bajo su jefatura directa como �jefe nacional� del mismo.201?

Cartel de propaganda del bando republicano en el que se muestran caricaturizados


los integrantes del bando sublevado (�Los nacionales�). Adem�s del Ej�rcito, la
Iglesia y los �moros�, aparece un capitalista con mon�culo y la esv�stica nazi.
Franco una semana despu�s mand� detener a Manuel Hedilla (junto con otros
falangistas disidentes) cuando se neg� a integrarse en la Junta Pol�tica del nuevo
partido como simple vocal y adem�s comunic� a sus jefes provinciales que
obedecieran �nicamente sus propias �rdenes.202? �Para que no quedara duda sobre la
ubicaci�n del poder en lo que ya comenzaba a llamarse Nuevo Estado, Hedilla fue
juzgado y condenado a muerte por su manifiesta actuaci�n de indisciplina y de
subversi�n frente al Mando y el Poder �nicos e indiscutibles de la Espa�a nacional.
A todos deb�a quedar claro que la unidad de mando militar ser�a en el futuro unidad
de mando pol�tico�.203? Pero Franco sigui� los consejos de la hermana del �Ausente�
Pilar Primo de Rivera (l�der del sector �puro� de Falange), de Serrano Su�er y del
embajador alem�n e indult� a Hedilla, aunque este pas� cuatro a�os en la c�rcel y
cuando sali� de ella qued� apartado de la vida pol�tica.204?

En los estatutos del �partido �nico�, publicados el 4 de agosto, se estableci� que


el �caudillo� solo ser�a �responsable ante Dios y ante la Historia�, y ante nadie
m�s.205?

Dos meses antes, el 3 de junio, en plena Campa�a del Norte el general Mola, el
�director� de la conspiraci�n militar que hab�a dado el golpe de Estado de julio de
1936 con el que comenz� la Guerra Civil, mor�a cuando el avi�n en el que viajaba se
estrell� en una colina del pueblo de Alcocero, cerca de Burgos.206? Mola sol�a
emplear el avi�n con frecuencia en sus desplazamientos y no existen pruebas de que
hubiera sabotaje, aunque la muerte favorec�a claramente a Franco al eliminar al
�director� como rival.206? El embajador alem�n escribi� poco despu�s: �Sin duda
Franco se siente aliviado por la muerte del general Mola�.207?

En octubre de 1937 fueron nombrados por el �General�smo� Franco los 50 miembros del
Consejo Nacional de FET y de las JONS, pero no pas� de ser un �rgano meramente
consultivo.208? Lo mismo se pod�a decir de la FET y de las JONS, cuya �nica
actividad quedaba reducida en la pr�ctica a efectuar propaganda.209? Sin embargo,
los dirigentes de Falange ocuparon muchos de los puestos m�s importantes en la
administraci�n del �Nuevo Estado� y en el partido.207?

El nacimiento del �Nuevo Estado�


V�ase tambi�n: Primer Gobierno de Francisco Franco

Escudo del �Nuevo Estado�.


En enero de 1938, mientras ten�a lugar la batalla de Teruel, se da el primer paso
para la configuraci�n definitiva del �Nuevo Estado� con la promulgaci�n por el
�General�smo� de la Ley de la Administraci�n Central del Estado por la que se
creaba una estructura administrativa que adoptaba la forma ministerial, y con el
nombramiento el 30 de enero de su primer gobierno en el que el propio Franco asume
la Presidencia, mientras que Francisco G�mez-Jordana (hasta entonces presidente de
la Junta T�cnica del Estado) era el Vicepresidente y ministro de Asuntos
Exteriores. Sin embargo, el personaje m�s destacado del gabinete era Ram�n Serrano
S��er, ministro de Gobernaci�n y el cu�ad�simo de Franco.210? En este gobierno se
prefigur� ya la amalgama ideol�gica que ser�a siempre en el futuro el franquismo:
�su conservadurismo tradicional, y su derechismo reaccionario�.211?

Ser� este gobierno el que inicie el proceso de institucionalizaci�n del �Nuevo


Estado�, con la promulgaci�n del �Fuero del Trabajo�, basado en la Carta del lavoro
del fascismo italiano,212? y que constituy� la primera de las siete Leyes
Fundamentales de la Dictadura Franquista que funcionaron a modo de �constituci�n�
del nuevo r�gimen;213?214? la derogaci�n del Estatuto de Autonom�a de Catalu�a de
1932 y la promulgaci�n de una serie de �rdenes y decretos que prohib�an el uso del
catal�n en los documentos p�blicos y en la conversaci�n privada;214? la Ley de
Prensa que somet�a a los peri�dicos a la censura previa y atribu�a al gobierno el
nombramiento de los directores de peri�dicos;214? la reintroducci�n de la pena de
muerte que hab�a abolido la Rep�blica;213? la aprobaci�n de una Ley de Ense�anza
Media que garantizaba a la Iglesia cat�lica una absoluta autonom�a en la educaci�n
secundaria.214?

Seg�n Juli�n Casanova el fascismo y el catolicismo fueron las dos ideolog�as sobre
cuya amalgama se construy� el �Nuevo Estado�. El proceso de fascistizaci�n era
evidente por la exaltaci�n del l�der, el �Caudillo�, como el F�hrer o el Duce; el
saludo brazo en alto establecido como �saludo nacional�; los uniformes y la
simbolog�a falangista; etc. Y al mismo tiempo proliferaban los ritos y
manifestaciones religiosas cat�licas como las procesiones, las misas de campa�a o
las ceremonias pol�tico-religiosas que imitaban supuestas formas medievales.212?

El 19 de abril de 1939, diecinueve d�as despu�s del ��ltimo parte� en el que Franco
declaraba �la guerra ha terminado�, se celebr� en Madrid el desfile de la Victoria
presidido por el �caudillo�. Antes de empezar la parada militar el general Varela
le impuso �en nombre de la Patria� a Franco la Gran Cruz Laureada de San Fernando,
�que tanto hab�a ambicionado desde sus campa�as africanas y que tuvo que acabar
autootorg�ndosela� en un decreto firmado por �l mismo y que fue le�do por el
general conde de Jordana al inicio del acto. Al d�a siguiente el diario ABC de
Madrid titulaba su cr�nica: �Espa�a, en el gran desfile militar ante el Caudillo,
muestra al mundo el poder�o de las armas forjadoras del nuevo Estado�. Un mes
despu�s el general Franco ofrendaba su espada de caudillo victorioso a Dios en una
ceremonia celebrada el 20 de mayo en la iglesia madrile�a de Santa B�rbara y
presidida por el cardenal primado de Toledo Isidro Gom�.215?

Evoluci�n de la zona republicana


Art�culo principal: Segunda Rep�blica Espa�ola en guerra
La reacci�n del gobierno a la sublevaci�n militar

Diego Mart�nez Barrio


En la tarde del viernes 17 de julio se conoc�a en Madrid que en el Protectorado de
Marruecos se hab�a iniciado una sublevaci�n militar. Al d�a siguiente la
sublevaci�n se extendi� a la pen�nsula y las organizaciones obreras (CNT y UGT)
reclamaron �armas para el pueblo� para acabar con ella, a lo que el gobierno de
Santiago Casares Quiroga se neg�.216?

Por la noche de ese s�bado 18 de julio Casares Quiroga present� su dimisi�n al


presidente de la Rep�blica Manuel Aza�a y este encarg� a Diego Mart�nez Barrio,
presidente de las Cortes y l�der de Uni�n Republicana, que formara un gobierno que
consiguiera �detener la rebeli�n� sin recurrir al apoyo armado de las
organizaciones obreras. Mart�nez Barrio incluy� en su gabinete a pol�ticos
moderados y dispuestos a llegar a alg�n tipo de acuerdo con los militares
sublevados217? y en la madrugada del s�bado 18 al domingo 19 de julio, habl� por
tel�fono con el general Emilio Mola, �El Director� de la sublevaci�n, pero este se
neg� rotundamente a cualquier tipo de transacci�n. As� el �gobierno de
conciliaci�n� de Mart�nez Barrio dimiti� y Aza�a nombr� el mismo domingo 19 de
julio nuevo presidente del gobierno a un hombre de su partido Jos� Giral, que form�
un gobierno �nicamente integrado por republicanos de izquierda, aunque con el apoyo
expl�cito de los socialistas, que tom� la decisi�n de entregar armas a las
organizaciones obreras, algo a lo que tambi�n se hab�a negado Mart�nez Barrio
porque, al igual que Casares Quiroga, consideraba que ese hecho traspasaba el
umbral de la defensa constitucional y �legal� de la Rep�blica.218?

A causa de esta decisi�n de �entregar armas al pueblo� el Estado republicano perdi�


el monopolio de la coerci�n, por lo que no pudo impedir que se iniciara una
revoluci�n social, ya que las organizaciones obreras no salieron a la calle
�exactamente para defender la Rep�blica... sino para hacer la revoluci�n. (...) Un
golpe de estado contrarrevolucionario, que intentaba frenar la revoluci�n, acab�
finalmente desencaden�ndola�.219?

La revoluci�n social de 1936 y el gobierno de Jos� Giral (julio-septiembre de 1936)

Escudo del Consejo Regional de Defensa de Arag�n, �rgano creado durante la


Revoluci�n social espa�ola de 1936.
V�ase tambi�n: Revoluci�n social espa�ola de 1936
La entrega de armas a los partidos y organizaciones obreras hizo que estas
constituyeran r�pidamente �milicias armadas para hacer frente a la rebeli�n en el
terreno militar y para proceder a una profunda revoluci�n social (desentendi�ndose
de las autoridades republicanas, a las que no derribaron): incautaron y
colectivizaron explotaciones agrarias y empresas industriales y mercantiles para
asegurar la continuidad de la producci�n y distribuci�n de bienes, y se hicieron
cargo del mantenimiento de las principales funciones competencia del Estado. La
producci�n, el abastecimiento de la poblaci�n, la vigilancia, la represi�n, las
comunicaciones y el transporte, la sanidad, quedaron en manos de comit�s
sindicales, que en no pocas localidades suprimieron la moneda para sustituirla por
vales. Ante el hundimiento de los mecanismos del poder p�blico [�un gobierno que
reparte armas es un gobierno que se ha quedado sin instrumentos para garantizar el
orden p�blico e imponer su autoridad�], surgi� en el verano de 1936 un nuevo poder
obrero, que era a la vez militar, pol�tico, social, econ�mico�.220? �En el Pa�s
Vasco, sin embargo, donde el PNV hab�a rechazado la coalici�n con la CEDA en las
elecciones de febrero de 1936 y apoyado a la izquierda en la tramitaci�n del
Estatuto de Autonom�a, finalmente aprobado el 1 de octubre de 1936, no hubo
revoluci�n social y un partido cat�lico y nacionalista se mantuvo hasta junio de
1937 al frente de un gobierno aut�nomo con poder sobre poco m�s que el territorio
de Vizcaya�.221?

Los comit�s que surgieron por todas partes eran aut�nomos y no reconoc�an l�mites a
sus actuaciones,222? pero la paradoja fue que al mismo tiempo la revoluci�n no
acab� con el Estado republicano, sino que simplemente lo ignor� y lo redujo a la
inoperancia. En Catalu�a se constituy� el Comit� Central de Milicias Antifascistas,
pero el gobierno de la Generalidad no fue destituido y continu� en su puesto. En
Valencia apareci� el Comit� Ejecutivo Popular. En M�laga y L�rida surgieron sendos
Comit�s de Salud P�blica. En Cantabria, Gij�n y Ja�n, comit�s provinciales del
Frente Popular (Comit� de Guerra de Gij�n, Comit� Popular de Sama de Langreo, etc).
En Vizcaya, una Junta de Defensa. En Madrid se constituy� un Comit� Nacional del
Frente Popular, que organizaba milicias y la vida de la ciudad, pero junto a �l
segu�a existiendo el gobierno de Jos� Giral formado solo por republicanos de
izquierda.223?

Pero el gobierno Giral, a pesar de que el poder real no estaba en sus manos, no
dej� de actuar, especialmente en el plano internacional. Fue este gobierno el que
pidi� la venta de armas al gobierno del Frente Popular de Francia, y al no
conseguirla, luego a la Uni�n Sovi�tica, para lo cual dispuso de las reservas del
oro del Banco de Espa�a. En el plano interior destituy� a los funcionarios
sospechosos de apoyar la sublevaci�n y dict� las primeras medidas para intentar
controlar las �ejecuciones� indiscriminadas, arbitrarias y extrajudiciales de
�fascistas� que llevaban a cabo decenas de �tribunales revolucionarios�, tambi�n
conocidos como �checas�, montadas por las organizaciones y partidos obreros que
hab�an impuesto el �terror rojo� en Madrid y en otros lugares. As� el gobierno
Giral cre� los tribunales especiales �para juzgar los delitos de rebeli�n y
sedici�n y los cometidos contra la seguridad del Estado�. Sin embargo estos
�tribunales populares� no acabaron con las actividades de las �checas� que
siguieron asesinando �fascistas� mediante los �paseos� (detenciones ilegales que
acababan con el asesinato del detenido y cuyo cad�ver eran arrojado en una cuneta o
junto a la tapia de un cementerio) o las �sacas� (excarcelaciones de presos que
supuestamente iban a ser puestos en libertad pero que en realidad eran llevados al
pared�n).224?

Cuando el 3 de septiembre de 1936 el Ej�rcito de �frica sublevado tom� Talavera de


la Reina (ya en la provincia de Toledo, despu�s de haber ocupado Extremadura), y
adem�s tambi�n ca�a Ir�n en manos de los sublevados (con lo que el norte quedaba
aislado del resto de la zona republicana), Jos� Giral present� la dimisi�n al
presidente de la Rep�blica Manuel Aza�a.97?

El gobierno de Largo Caballero (septiembre de 1936-mayo de 1937)


V�ase tambi�n: Sucesos de mayo de 1937

Francisco Largo Caballero


Tras la dimisi�n de Giral, el presidente de la Rep�blica Manuel Aza�a encarg� la
formaci�n de un �gobierno de coalici�n� a Francisco Largo Caballero, el l�der
socialista de UGT, una de las dos centrales sindicales que estaban protagonizando
la revoluci�n. Largo Caballero, que adem�s de la presidencia asumi� el ministerio
clave de Guerra, entendi� este gobierno como una gran �alianza antifascista�, y as�
dio entrada en el gabinete al mayor n�mero posible de representaciones de los
partidos y sindicatos que luchaban contra la rebeli�n �fascista� (como llamaban las
organizaciones obreras a la sublevaci�n militar de julio). Pero el gobierno no se
complet� realmente hasta dos meses despu�s, cuando el 4 de noviembre (en el momento
en que las tropas sublevadas ya estaban a las afueras de Madrid) se integraron en
�l cuatro ministros de la CNT, entre ellos la primera mujer que fue ministra en
Espa�a, Federica Montseny.225?
El nuevo gobierno de Largo Caballero, autoproclamado �gobierno de la victoria�,
enseguida concluy� que hab�a que dar prioridad a la guerra, y de ah� el programa
pol�tico que puso en marcha inmediatamente, cuya principal medida fue la creaci�n
de un nuevo ej�rcito y la unificaci�n de la direcci�n de la guerra (que inclu�a la
incorporaci�n de las milicias a las Brigadas Mixtas y la creaci�n del cuerpo de
comisarios). As� pues, los dirigentes sindicales de UGT y CNT al aceptar e impulsar
este programa �estuvieron de acuerdo en que la implantaci�n del comunismo
libertario, a que aspiraba la CNT, o de la sociedad socialista, que pretend�a la
UGT, deb�a esperar al triunfo militar�.226?

Pero todas estas medidas no consiguieron paralizar el avance hacia Madrid del
Ej�rcito de �frica y el 6 de noviembre ya estaba a punto de entrar en la capital.
Ese d�a el gobierno decidi� abandonar Madrid y trasladarse a Valencia, encomendando
la defensa de la ciudad al general Miaja que deber�a formar una Junta de Defensa de
Madrid. �Una salida precipitada, mantenida en sigilo, sobre la que no se dio
explicaci�n p�blica alguna�.106? �Quienes se quedaron en Madrid no pudieron
interpretar estos hechos sino como una vergonzosa huida... sobre todo porque los
madrile�os fueron capaces de organizar su defensa. Madrid resisti� el primer embate
y rechaz� los siguientes, deteniendo as� el avance del ej�rcito rebelde�.107?

El segundo gran objetivo del gobierno de Largo Caballero fue restablecer la


autoridad del gobierno y de los poderes del Estado.227? Pero no se resolvieron las
tensiones con los gobiernos de las �regiones aut�nomas� de Catalu�a y el Pa�s
Vasco, ni con los consejos regionales que hab�an surgido en otros sitios. En
Catalu�a, el gobierno de la Generalidad, que el 26 de septiembre incorpor� a varios
consejeros de la CNT y del POUM por lo que el Comit� de Milicias Antifascistas
qued� disuelto, organiz� su propio ej�rcito y el 24 de octubre aprob� el decreto de
colectividades, cuestiones ambas que exced�an el �mbito de sus competencias. En
cuanto al Pa�s Vasco, el 1 de octubre las Cortes aprobaban el Estatuto de Autonom�a
de Euskadi y el nacionalista vasco Jos� Antonio Aguirre fue investido �lehendakari�
del gobierno vasco, entre cuyos miembros no incluy� a ning�n representante de la
CNT (en el Pa�s Vasco no hab�a habido revoluci�n social ni apenas violencia
anticlerical y las iglesias continuaron abiertas). Aguirre construy� un Estado
�cuasi soberano� sobre el territorio vasco que todav�a no hab�a sido ocupado por el
bando sublevado y que pr�cticamente se reduc�a a Vizcaya. Adem�s de una polic�a
vasca, la Ertzaina, cre� un ej�rcito propio y no acept� el mando del general que
envi� el gobierno de Madrid para ponerse al frente del Ej�rcito del Norte. En
cuanto al Consejo de Arag�n, dominado por los anarquistas, el gobierno de Largo
Caballero no tuvo m�s remedio que legalizarlo.228?

En la primavera de 1937, tras la decisi�n de Franco de poner fin por el momento a


la toma de Madrid despu�s de la victoria republicana en la batalla de Guadalajara,
se abr�a la perspectiva de una guerra larga y pronto estall� la crisis entre las
fuerzas pol�ticas que apoyaban a la Rep�blica.229? El conflicto fundamental fue el
que enfrent� a los anarquistas de la CNT, que defend�an la compatibilidad de la
revoluci�n con la guerra,230?231? y a los comunistas del Partido Comunista de
Espa�a (PCE) y del PSUC en Catalu�a, que entend�an que la mejor forma de frenar la
sublevaci�n militar era restablecer el Estado republicano y aglutinar a todas las
fuerzas de la izquierda pol�tica, incluidos los partidos de la peque�a y mediana
burgues�a, por lo que deb�a paralizarse la revoluci�n social y dar prioridad a la
guerra. Sin embargo, Santos Juli� afirma, en contra de la opini�n de otros
historiadores, que en la primavera de 1937 entre las fuerzas que apoyaban al
gobierno de Largo Caballero �la divisora no corr�a entre guerra y revoluci�n sino
entre partidos y sindicatos� porque la prioridad dada a la guerra ya se hab�a
decidido el 4 de septiembre cuando se form� el gobierno de Largo Caballero, al que
dos meses despu�s se sumaron los cuatro ministros anarquistas.232?

La crisis estall� por los enfrentamientos iniciados en Barcelona el lunes 3 de mayo


de 1937 cuando un destacamento de la Guardia de Asalto por orden de la Generalidad
intent� recuperar el control sobre el edificio de la Telef�nica en la plaza de
Catalu�a, en poder de la CNT desde las jornadas �gloriosas� de julio de 1936.
Varios grupos anarquistas respondieron con las armas y el POUM se sum� a la lucha.
En el otro bando, la Generalidad y los comunistas y socialistas unificados en
Catalu�a bajo un mismo partido (el PSUC) hicieron frente a la rebeli�n, que ellos
mismos hab�an provocado, y la lucha se prolong� varios d�as. El viernes 7 de mayo
la situaci�n pudo ser controlada por las fuerzas de orden p�blico enviadas por el
gobierno de Largo Caballero desde Valencia, ayudadas por militantes del PSUC,
aunque la Generalidad pag� el precio de que le fueron retiradas sus competencias
sobre orden p�blico.233? El enfrentamiento en las calles de Barcelona fue relatado
por el brit�nico George Orwell en su Homenaje a Catalu�a.

Los sucesos de mayo de 1937 en Barcelona tuvieron una repercusi�n inmediata en el


gobierno de Largo Caballero. La crisis la provocaron el d�a 13 de mayo los dos
ministros comunistas que amenazaron con dimitir si Largo Caballero no dejaba el
Ministerio de la Guerra (el PCE especialmente desde la ca�da de M�laga el 8 de
febrero le hac�a responsable de las continuas derrotas republicanas), y que
disolviera el POUM. En este ataque a Largo Caballero contaban con el apoyo de la
fracci�n socialista de Indalecio Prieto, que controlaba la direcci�n del PSOE, que
como los comunistas quer�an eliminar del gobierno a las organizaciones sindicales,
UGT y CNT, y reconstruir el Frente Popular. Largo Caballero se neg� a aceptar las
dos condiciones de los comunistas y al no encontrar los apoyos suficientes para su
gobierno dimiti� el 17 de mayo. El presidente Manuel Aza�a, que tambi�n estaba en
desacuerdo con la presencia de las dos centrales sindicales en el gobierno, nombr�
a un socialista �prietista�, Juan Negr�n, nuevo jefe de gobierno. Al d�a siguiente
el �rgano de la CNT Solidaridad Obrera declaraba en su editorial: �Se ha
constituido un gobierno contrarrevolucionario�.234?

El gobierno de Juan Negr�n (mayo de 1937-marzo de 1939)


El nuevo gobierno que form� el socialista Juan Negr�n en mayo de 1937 respondi� al
modelo de las coaliciones de Frente Popular: tres ministros socialistas ocupando
las posiciones fundamentales (el propio Negr�n, que mantuvo la cartera de Hacienda
que ya hab�a ostentado en el gobierno de Largo Caballero, Indalecio Prieto, sobre
el que recay� toda la responsabilidad en la conducci�n de la guerra, al ser
nombrado al frente del nuevo Ministerio de Defensa, y Juli�n Zugazagoitia en
Gobernaci�n), dos republicanos de izquierda, dos comunistas, uno del PNV y otro de
Esquerra Republicana de Catalunya.235? Seg�n Santos Juli�, detr�s de este gobierno
estaba Manuel Aza�a, que pretend�a �un gobierno capaz de defenderse en el interior
y de no perder la guerra en el exterior. (...) Con Prieto a cargo de un Ministerio
de Defensa unificado, ser�a posible defenderse; con Negr�n en la presidencia, se
pod�an abrigar esperanzas de no perder la guerra en el exterior�.236?

La pol�tica del nuevo gobierno tuvo cinco ejes fundamentales, algunos ya iniciados
por Largo Caballero: la culminaci�n de la formaci�n del Ej�rcito Popular237? y el
desarrollo de la industria de guerra (lo que llev� al gobierno a trasladarse de
Valencia a Barcelona en noviembre de 1937 para, entre otras razones, �poner en
pleno rendimiento la industria de guerra� catalana);131? la continuaci�n de la
recuperaci�n por el gobierno central de todos los poderes, con la justificaci�n de
que la direcci�n de la guerra as� lo reclamaba (fue disuelto el Consejo de Arag�n,
�ltimo baluarte de la CNT; el traslado del gobierno de Valencia a Barcelona para
�asentar definitivamente la autoridad del gobierno en Catalu�a� releg� al gobierno
de la Generalidad de Llu�s Companys a un papel secundario).238? mantenimiento del
orden p�blico y la seguridad jur�dica (con Zugazagoitia en Gobernaci�n e Irujo en
Justicia, se redujeron las ejecuciones �extrajudiciales� y las actividades de las
�checas�, pero en la �desaparici�n� del l�der del POUM el gobierno dej� hacer a los
comunistas y a los agentes sovi�ticos del NKVD);239? se dieron garant�as a la
peque�a y mediana propiedad;240? se intent� cambiar la pol�tica de �no-
intervenci�n� de Gran Breta�a y Francia por la de mediaci�n en el conflicto, para
que presionaran a Alemania e Italia y cesaran en su apoyo a los sublevados, con el
objetivo final de alcanzar una �paz negociada�, pero no se consigui� nada.241? El
gran derrotado de esta l�nea pol�tica fue el sindicalismo, tanto el de la UGT y
como el de la CNT.242? Por el contrario, los que resultaron m�s reforzados fueron
los comunistas, de ah� la acusaci�n lanzada contra Negr�n de ser un
�criptocomunista�.

Mapa de la guerra civil espa�ola en julio de 1938


Las derrotas de la Rep�blica en la batalla de Teruel y en la ofensiva de Arag�n
provocaron la crisis de marzo de 1938. Aza�a y Prieto consideraron que lo que hab�a
sucedido mostraba que el ej�rcito republicano nunca podr�a ganar la guerra y que
hab�a que negociar una rendici�n con apoyo franco-brit�nico. Frente a ellos Negr�n
y los comunistas eran firmes partidarios de continuar resistiendo. La crisis se
abri� al intentar Negr�n que Prieto cambiara de ministerio (habiendo declarado su
convicci�n de que la guerra estaba perdida, Prieto era el peor de los ministros de
Defensa posible), pero Aza�a respald� a Prieto, as� como el resto de los
republicanos de izquierda y los nacionalistas de Esquerra y del PNV. Sin embargo,
estos no consiguieron articular ninguna alternativa a Negr�n, y este acab� saliendo
reforzado de la crisis, con la consiguiente salida de Prieto del gobierno.136?

Negr�n recompuso el gobierno el 6 de abril y asumi� personalmente el Ministerio de


Defensa e incorpor� al gabinete a los dos sindicatos, UGT y CNT. Adem�s Jos� Giral
fue sustituido en el ministerio de Estado por el socialista Julio �lvarez del
Vayo.137? Las posiciones del nuevo gobierno con vistas a unas posibles
negociaciones de paz quedaron fijadas en su Declaraci�n de los 13 puntos, hecha
p�blica en la significativa fecha del 1� de mayo. En ella, �el gobierno anunciaba
que sus fines de guerra consist�an en asegurar la independencia de Espa�a y
establecer una Rep�blica democr�tica cuya estructuraci�n jur�dica y social ser�a
aprobada en refer�ndum; afirmaba su respeto a la propiedad leg�timamente adquirida,
la necesidad de una reforma agraria y de una legislaci�n social avanzada, y
anunciaba una amplia amnist�a para todos los espa�oles que quieran cooperar a la
inmensa labor de reconstrucci�n y engrandecimiento de Espa�a. En su intento de
aparecer ante las potencias extranjeras con la situaci�n interior controlada,
Negr�n inici� gestiones infructuosas con el Vaticano para restablecer relaciones
diplom�ticas y abrir las iglesias al culto�.139?

Negr�n era consciente de que la supervivencia de la Rep�blica no solo depend�a del


fortalecimiento del Ej�rcito Popular y de que se mantuviera la voluntad de
resistencia de la poblaci�n civil en la retaguardia, sino tambi�n de que Francia y
Gran Breta�a pusieran fin a la pol�tica de �no intervenci�n� o de que al menos
presionaran a las potencias fascistas para que estas a su vez convencieran al
�General�simo� Franco para que aceptara un final negociado. Negr�n pensaba que su
pol�tica era la �nica posible. Como dijo en privado �no se puede hacer otra cosa�.
As� pues, su idea era resistir para negociar un armisticio que evitara el �reinado
de terror y de venganzas sangrientas� (las represalias y fusilamientos por parte de
los vencedores sobre los vencidos) que Negr�n sab�a que Franco iba a imponer, como
efectivamente acab� sucediendo.243?

Adem�s Negr�n, el general Vicente Rojo Lluch, jefe del Estado Mayor, y los
comunistas, cre�an posible que el ej�rcito republicano a�n era capaz de una �ltima
ofensiva, que se inici� el 24 de julio de 1938, dando comienzo as� a la batalla del
Ebro, la m�s larga y decisiva de la Guerra Civil. Pero despu�s de tres meses de
duros combates, se produjo una nueva derrota del ej�rcito republicano que tuvo que
volver a sus posiciones iniciales, �con decenas de miles de bajas y una p�rdida
considerable de material de guerra que ya no podr�a utilizarse para defender
Catalu�a frente a la decisiva ofensiva franquista�.147?

Poco antes de que finalizara la batalla del Ebro se produjo otro hecho que tambi�n
fue determinante para la derrota de la Rep�blica, esta vez procedente del exterior.
El 29 de septiembre de 1938 se firmaba el acuerdo de M�nich entre Gran Breta�a y
Francia, por un lado, y Alemania e Italia, por otro, que cerraba toda posibilidad
de intervenci�n de las potencias democr�ticas a favor de la Rep�blica. De las misma
forma que ese acuerdo supuso la entrega de Checoslovaquia a Hitler, tambi�n supuso
abandonar a la Rep�blica espa�ola a los aliados de nazis y fascistas.147? De nada
sirvi� que en un �ltimo intento desesperado de obtener la mediaci�n extranjera
Negr�n anunciara ante la Sociedad de Naciones el 21 de septiembre, una semana antes
de que se firmara el acuerdo de M�nich, la retirada unilateral de los combatientes
extranjeros que luchaban en la Espa�a republicana, aceptando (sin esperar a que los
�nacionales� hicieran lo propio) la resoluci�n del Comit� de No Intervenci�n que
propon�a un Plan de retirada de voluntarios extranjeros de la Guerra de Espa�a. El
15 de noviembre de 1938, el d�a de antes del fin de la batalla del Ebro, las
Brigadas Internacionales desfilaban como despedida por la avenida Diagonal de
Barcelona. En el campo rebelde, por su parte, en octubre de 1938, seguros ya de su
superioridad militar y de que la victoria estaba cerca, decidieron reducir en un
cuarto las fuerzas italianas.244?

La �ltima operaci�n militar de la guerra fue la campa�a de Catalu�a, que acab� en


un nuevo desastre para la Rep�blica. El 26 de enero de 1939 las tropas de Franco
entraban en Barcelona pr�cticamente sin lucha. El 5 de febrero ocupaban Gerona.155?
Cuatro d�as antes, �el d�a 1 de febrero de 1939, en las sesiones celebradas por lo
que quedaba del Congreso en el castillo de Figueras, [Negr�n] redujo los 13 puntos
a las tres garant�as que su gobierno presentaba a las potencias democr�ticas como
condiciones de paz: independencia de Espa�a, que el pueblo espa�ol se�alara cu�l
habr�a de ser su r�gimen y su destino y que cesara toda persecuci�n y represalia en
nombre de una labor patri�tica de reconciliaci�n. Pocos d�as despu�s, hizo saber a
los embajadores franc�s y brit�nico que estaba dispuesto a ordenar un cese
inmediato de las hostilidades si su gobierno obten�a garant�as de que no habr�a
represalias. Pero no las recibi�.245?

El d�a 6 de febrero, las principales autoridades republicanas, encabezadas por el


presidente Aza�a, cruzaban la frontera seguidos de un inmenso �xodo de civiles y
militares republicanos que marchaban al exilio. El d�a 9 de febrero hac�a lo mismo
el presidente del gobierno, Juan Negr�n, tras la salida del �ltimo soldado de
Catalu�a,246? pero en Toulouse cogi� un avi�n para regresar a Alicante el d�a 10 de
febrero acompa�ado de algunos ministros con la intenci�n de reactivar la guerra en
la zona centro-sur. El �nico apoyo con el que contaba ya Negr�n, adem�s de una
parte de su propio partido (el PSOE qued� dividido entre �negrinistas� y
�antinegrinistas�), eran los comunistas.155?

La dimensi�n internacional del conflicto y la intervenci�n extranjera


Art�culo principal: Intervenci�n extranjera en la Guerra Civil Espa�ola

Soldados de las Brigadas Internacionales


La �guerra de Espa�a� (como la llam� la prensa internacional) tuvo una repercusi�n
inmediata en las complicadas relaciones internacionales de la segunda mitad de la
d�cada de los a�os treinta.247? En Europa exist�a una pugna pol�tica, diplom�tica,
ideol�gica y estrat�gica a tres bandas entre las potencias democr�ticas, Gran
Breta�a y Francia; las potencias fascistas, la Alemania de Hitler y la Italia de
Mussolini; y la Uni�n Sovi�tica de Stalin; y el �asunto espa�ol� fue enfocado por
cada Estado europeo desde sus intereses concretos.248?

Los reg�menes fascistas europeos (Alemania e Italia) y el Portugal salazarista


apoyaron desde el principio a los militares sublevados, mientras que la Rep�blica,
tras negarle su ayuda Francia y Gran Breta�a que optaron por la pol�tica de No
Intervenci�n, obtuvo el apoyo de la URSS y de las Brigadas Internacionales a partir
de octubre de 1936, siendo estas de mayor�a ciudadanos franceses. Este �apoyo
internacional a los dos bandos fue vital para combatir y continuar la guerra en los
primeros meses. La ayuda italo-germana permiti� a los militares sublevados
trasladar el Ej�rcito de �frica a la pen�nsula a finales de julio de 1936 y la
ayuda sovi�tica contribuy� de modo decisivo a la defensa republicana de Madrid en
noviembre de 1936�.249?250?

Hay un aspecto humanitario de la dimensi�n internacional de la Guerra Civil que no


hay que olvidar: que la mayor�a de las embajadas y legaciones extranjeras de Madrid
y algunos consulados de capitales de provincia dieron asilo pol�tico a miles de
espa�oles de ambos bandos que se encontraban en peligro de muerte.251?

La pol�tica de �no intervenci�n� de Gran Breta�a y Francia


Gran Breta�a y Francia ve�an que la �guerra de Espa�a� pod�a complicar a�n m�s el
dif�cil juego estrat�gico que se desarrollaba a escala europea. Por ello, la
primera orientaci�n de la diplomacia de esas potencias fue la de procurar el
aislamiento del conflicto espa�ol. A esa estrategia se debi� la pol�tica sobre la
�No-Intervenci�n� al que se sumaron 27 pa�ses de Europa y que dio nacimiento al
Comit� de No Intervenci�n con sede en Londres.252? Estados Unidos, por su parte,
contempl� la posibilidad de eludir el pacto y levantar el embargo sufrido por la
Rep�blica espa�ola, motivada por la preocupaci�n con que la Administraci�n
Roosevelt ve�a el auge del nazismo; pero la oposici�n mostrada a ambos lados del
Atl�ntico por la jerarqu�a eclesi�stica cat�lica, deseosa de una victoria
franquista, frustr� tal iniciativa.253?

La �no intervenci�n� estuvo determinada por la pol�tica brit�nica de


�apaciguamiento� (appeasement policy) de la Alemania nazi, a la que se vio
arrastrado el gobierno del Frente Popular de Francia, que solo contaba con los
brit�nicos ante una posible agresi�n alemana. Adem�s las simpat�as del gobierno
conservador brit�nico se fueron decantando hacia el bando sublevado, ante en el
temor de que Espa�a cayera �en el caos de alguna forma de bolchevismo� (en palabras
del c�nsul brit�nico en Barcelona) si ganaba la guerra el bando republicano.248?
254?

La idea parti� del gobierno franc�s, consciente de que, ya que no pod�an ayudar a
la Rep�blica (porque ello supondr�a abrir un gran conflicto interno en la sociedad
francesa y adem�s enturbiar�a las relaciones con su aliado �vital�, Gran Breta�a),
al menos podr�an impedir la ayuda a los sublevados. El gobierno brit�nico se sum�
enseguida al proyecto, aunque el mismo �pon�a en el mismo plano a un Gobierno legal
y a un grupo de militares rebeldes�.254? El primer ministro galo, el socialista
L�on Blum, tras denegar a los negociadores de Largo Caballero el paso del armamento
adquirido por la Rep�blica espa�ola a trav�s de territorio franc�s, lleg� a
exclamar: ��Es un crimen el que todos estamos cometiendo con Espa�a!�.255?

Pero en la pr�ctica la pol�tica de �no intervenci�n� se convirti� en una �farsa�,


como la calificaron algunos contempor�neos, porque Alemania, Italia y Portugal no
suspendieron en absoluto sus env�os de armas y municiones a los sublevados.256? La
Rep�blica, que a partir de octubre de 1936 comenz� a recibir la ayuda sovi�tica,
denunci� ante la Sociedad de Naciones la intervenci�n de las potencias fascistas en
favor de los sublevados, aunque estas nunca fueron amonestadas.248?

La intervenci�n extranjera en favor de los sublevados


Ante el fracaso del golpe de Estado de julio de 1936 (en cuanto a la toma inmediata
del poder), los militares sublevados obtuvieron ayuda r�pidamente de la Italia
fascista y de la Alemania nazi. Las ayudas en hombres al bando sublevado se
materializaron en la Legi�n C�ndor alemana (unos 6000 hombres) y el Corpo di Truppe
Volontarie italiano (un m�ximo de 40 000), m�s un contingente de combatientes
portugueses denominados Viriatos.257? Para que no hubiera duda de su compromiso con
la causa del bando sublevado, el 18 de noviembre de 1936 (en plena batalla de
Madrid), Italia y Alemania reconocieron oficialmente al �General�simo� Franco y a
su Junta T�cnica del Estado como el gobierno leg�timo de Espa�a.258? En cuanto a
armamento, seg�n Julio Ar�stegui, los sublevados recibieron de Italia y de Alemania
1359 aviones, 260 carros de combate, 1730 ca�ones, fusiles, y municiones para todo
ello.257?

Los combatientes alemanes, italianos y portugueses eran soldados regulares a los


que se les proporcionaba una paga en su pa�s de origen, aunque la propaganda de los
sublevados siempre los present� como �voluntarios�. Los voluntarios genuinos fueron
unos mil o mil quinientos hombres, entre los que destacaron la Brigada Irlandesa
del general Eoin O'Duffy, integrada por unos 500-900 efectivosd? que hab�an venido
a combatir a Espa�a para �librar la batalla de la cristiandad contra el comunismo�
(aunque solo participaron en la batalla del Jarama y unos meses despu�s volvieron a
Irlanda), y 300-500 franceses de la organizaci�n ultraderechista Croix-de-feu
(luego convertida en el Partido Social Franc�s) que constituyeron el batall�n
Jeanne d'Arc.261?e? Tambi�n hubo voluntarios de la Guardia de Hierro rumana, que
acudieron para la �batalla contra la bestia de color escarlata del Apocalipsis�. En
menor medida, combatieron entre los sublevados algunos rusos blancos, as� como
ultraderechistas, cat�licos y antisemitas de toda Europa.264? Tambi�n hay que
contar entre los extranjeros que participaron en el bando sublevado a los miles de
marroqu�es del Protectorado espa�ol de Marruecos que fueron enrolados de forma
intensiva en las tropas de Regulares del Ej�rcito de �frica a cambio de una
paga.258?

La raz�n principal de la ayuda de la Alemania nazi a Franco fue que Hitler


consider� que en la �inevitable� guerra europea que iba a estallar en los pr�ximos
a�os ser�a mejor contar en Espa�a con un gobierno favorable encabezado por
militares anticomunistas que por uno republicano que reforzar�a sus v�nculos con
Francia (y con su aliada Gran Breta�a) y con la Uni�n Sovi�tica.265? En la decisi�n
de Hitler tambi�n contaron otros dos factores, uno ideol�gico (seg�n la propaganda
nazi la guerra de Espa�a era una confrontaci�n entre �fascistas� y �marxistas�,
responsabilizando a la Uni�n Sovi�tica y al �comunismo internacional� de haberla
causado)266? y otro militar (experimentar nuevas armas y nuevas t�cticas, lo que se
concret� en el despliegue en la zona sublevada de una unidad a�rea completa,
apoyada por tanques y ca�ones antia�reos, denominada la �Legi�n C�ndor�).258? Se
probaron los cazas Messerschmitt Bf 109 y Junkers Ju 87 A/B y los bombarderos
Junkers Ju 52 y Heinkel He 111. Asimismo estren� en Espa�a sus t�cticas de
bombardeo sobre ciudades. Aunque no fue el �nico, el m�s famoso fue el bombardeo de
Guernica representado por Picasso en su cuadro Guernica, expuesto en el pabell�n
espa�ol de la Exposici�n Universal de Par�s de 1937.

Avance de tanquetas italianas del CTV durante la batalla de Guadalajara.


La raz�n principal de la ayuda de la Italia fascista era ganar un aliado para el
proyecto de Mussolini de construir un imperio en el Mediterr�neo, y de esa forma
debilitar la posici�n militar de Francia y de Gran Breta�a. Tambi�n como los nazis
utiliz� el anticomunismo en su propaganda para justificar la intervenci�n en la
guerra civil espa�ola.267?

Aunque menos aireada, la ayuda a los sublevados por parte de la dictadura de


Oliveira Salazar de Portugal tambi�n fue importante, sobre todo en los primeros
meses de la guerra porque dej� que los militares rebeldes utilizaran sus
carreteras, ferrocarriles y puertos para comunicar la zona norte con Andaluc�a, y
adem�s devolvi� a la zona sublevada a los republicanos que hu�an de la represi�n.
Despu�s Portugal constituy� una base de operaciones para la compra de armas y
adem�s fue un firme aliado de los sublevados en la �farsa� de la �no intervenci�n�,
a quienes siempre defendi� ante el Comit� de No Intervenci�n y en la Sociedad de
Naciones.268?

La intervenci�n extranjera en favor de la Rep�blica


Tanque sovi�tico T-26B durante la batalla de Belchite, septiembre de 1937.
Stalin respondi� positivamente a la petici�n de ayuda formulada por el gobierno
republicano, no inmediatamente sino cuando se convenci� de que si la Rep�blica
espa�ola era derrotada aumentar�a el poder de las potencias fascistas en Europa, lo
que supondr�a una amenaza para la Uni�n Sovi�tica (igual que para Francia, una
posible aliada). As� fue como en septiembre de 1936 Stalin decidi� enviar material
b�lico a la Rep�blica espa�ola y orden� adem�s al Komintern que organizara el env�o
de voluntarios, que formar�an las Brigadas Internacionales.269? Por las Brigadas
pasaron un total aproximado de 40 000 hombres y el material de guerra sovi�tico que
la Rep�blica recibi�, cuyos primeros env�os llegaron al puerto de Cartagena a
principios de octubre de 1936, fueron 1100 aviones, 300 carros de combate y 1500
ca�ones (a los que habr�a que a�adir algunas peque�as partidas francesas, de
artiller�a y aviones, y fusiles y munici�n mexicanos).270? Otros autores precisan
m�s las cifras y afirman que la URSS envi� 680 aviones (cazas Chato y Mosca y
bombarderos �Katiuska�), 331 carros de combate, 1699 piezas de artiller�a, 60
autom�viles blindados, 450 000 fusiles Mosin-Nagant, 20 486 ametralladoras y
ametralladoras ligeras DP y 30 000 toneladas de munici�n.271? Este material de
guerra fue acompa�ado de unos 2000 t�cnicos, pilotos y asesores militares (y
tambi�n agentes del NKVD, la polic�a secreta estalinista, bajo el mando de
Alexander Orlov). Asimismo envi� combustible, ropa y alimentos, parte de ellos
sufragados con donaciones populares.272? Los sovi�ticos, como los alemanes y los
italianos, probaron armas y t�cticas de combate.273?274?275?

Bandera de las Brigadas Internacionales


Del reclutamiento y de los aspectos organizativos de las Brigadas Internacionales
se encargaron dirigentes del Partido Comunista Franc�s, encabezados por Andr�
Marty, y el centro de reclutamiento se estableci� en Par�s. La inmensa mayor�a de
los que se alistaron fueron verdaderamente �voluntarios de la libertad� (como dec�a
la propaganda republicana) llegados desde los pa�ses dominados por dictaduras y por
el fascismo, como Alemania, Italia o Polonia, pero tambi�n de los pa�ses
democr�ticos como Francia (que aport� el mayor n�mero de brigadistas, unos 9000),
Gran Breta�a y Estados Unidos (con el famoso batall�n Lincoln). Por tanto las
Brigadas Internacionales no fueron el �Ej�rcito de la Komintern� como aseguraba la
propaganda del bando sublevado, instrumento de la pol�tica de Stalin.276? El centro
de entrenamiento en Espa�a se situ� en Albacete y all� se organizaron las cinco
brigadas numeradas de la XI a la XV, cuya entrada en combate se produjo en la
batalla de Madrid.277?

M�xico apoy� la causa republicana de forma militar, diplom�tica y moral: proveyendo


a las fuerzas leales de 20 000 rifles, municiones (se habla de un aproximado de 28
millones de cartuchos), 8 bater�as, algunos aviones y comida, as� como creando
asilos para cerca de 25 000 espa�oles republicanos, dando protecci�n, techo y
comida a miles de intelectuales, familias y ni�os que llegaron al puerto de
Veracruz y otros puertos del Golfo de M�xico. Argentina cooper� en la evacuaci�n de
asilados hacia Francia con dos buques de la Armada Argentina, el ARA 25 de mayo y
el ARA Tucum�n.

Dada su cercan�a, Francia colabor� con la acogida de los exiliados provenientes de


Catalu�a por los Pirineos y tambi�n los llegados en barco. Tambi�n colabor� con la
movilizaci�n ciudadana para la incorporaci�n a las Brigadas Internacionales. M�s
tarde los exiliados republicanos ser�an los que se alistar�an en los batallones de
extranjeros del ej�rcito franc�s para la defensa de la naci�n frente a la conquista
alemana en 1940 y la defensa de la Francia Libre en los territorios del norte de
�frica hasta la llegada de las tropas americanas y brit�nicas, tambi�n formar�an
parte de la tercera batalla de Narvik o de la liberaci�n de Par�s.278?

V�anse tambi�n: La Nueve y Espa�a en la Segunda Guerra Mundial.


La financiaci�n de la guerra y �el oro de Mosc�
La Rep�blica financi� la guerra con las reservas de oro del Banco de Espa�a que
envi� a la Uni�n Sovi�tica (lo que la propaganda franquista llam� el �oro de
Mosc�), menos una cuarta parte que fue vendida a Francia. El �oro de Mosc� estaba
destinado �al pago del armamento adquirido a Rusia y otros pa�ses que hubo de
abonarse siempre, mientras que las entregas alemanas e italianas [a los sublevados]
eran gratis o con pago diferido en mercanc�as. Se eval�a el oro salido [hacia
Mosc�] en 510 toneladas, con un valor de 530 millones de d�lares de la �poca. Hoy
sabemos que no hay m�s �oro de Mosc� que ese, que fue invertido en su totalidad en
la compra de armas�.279?

La oportunidad y el acierto de la decisi�n del gobierno de Largo Caballero de


depositar en Mosc� la mayor parte de las reservas de oro del Banco de Espa�a (a
donde llegaron a principios de noviembre de 1936) ha sido objeto de pol�mica entre
los historiadores. Unos afirman, siguiendo fundamentalmente las investigaciones de
�ngel Vi�as, que el gobierno republicano no ten�a otra opci�n, debido a la
hostilidad que hab�an mostrado hacia la Rep�blica los bancos de Gran Breta�a y
Francia, por lo que la Uni�n Sovi�tica era la �nica que garantizaba armamento y
alimento a cambio de oro. Por el contrario Pablo Mart�n-Ace�a, un investigador
especializado en la financiaci�n de la Guerra Civil, cree que el gobierno de la
Rep�blica decidi� con precipitaci�n antes de haber explorado otras opciones, como
Francia e incluso Estados Unidos.280?

La propaganda franquista dijo que el oro del Banco de Espa�a (al que llam� el �oro
de Mosc�) hab�a sido robado por la Rep�blica y entregado a Stalin sin
contrapartidas,281? pero las investigaciones de �ngel Vi�as han demostrado que el
�oro de Mosc� se gast� en su totalidad en compras de material b�lico. Por su parte
el Banco de Francia adquiri� 174 toneladas de oro, una cuarta parte del total de
las reservas, por las que pag� a la Hacienda republicana 195 millones de d�lares.
En total, entre el �oro de Mosc� (tres cuartas partes de las reservas del Banco de
Espa�a) y el �oro de Par�s� (una cuarta parte, del que la propaganda franquista
nunca habl�) las autoridades republicanas obtuvieron 714 millones de d�lares que
fue el coste financiero de la Guerra Civil para la Rep�blica. En Rusia no qued�
nada del oro espa�ol y las reservas estaban pr�cticamente agotadas en el verano de
1938. El problema fue que debido a la pol�tica de �no intervenci�n� en muchas
ocasiones los emisarios de la Rep�blica fueron estafados por los traficantes de
armas que les vendieron equipos obsoletos a precios mucho mayores del coste
real.282? Los gobiernos republicanos tambi�n fueron estafados por la propia Uni�n
Sovi�tica, como ha se�alado Gerald Howson, o por Polonia y otros pa�ses que
abusaron de la precaria situaci�n republicana para venderles �chatarra b�lica�.283?

Por su parte el bando sublevado, como no contaba con oro, sufrag� la mayor parte
del coste de la guerra (unos 700 millones de d�lares, una cantidad similar a la
gastada por la Rep�blica) mediante cr�ditos obtenidos de Italia y de Alemania.284?
La Alemania nazi se cobr� una parte del material de guerra que suministr� �en
especie� (un sistema ideado por Hermann Goering) con alimentos, materias primas y
minerales espa�oles que llegaban a Alemania a trav�s de dos compa��as creadas con
tal fin (HISMA y ROWAK). Algo parecido ocurri� con Italia, por lo que las dos
potencias fascistas sustituyeron a Francia y Gran Breta�a como los primeros
clientes comerciales de Espa�a.285? Asimismo los sublevados tambi�n obtuvieron
ayuda econ�mica y financiera de empresas y hombres de negocios de Gran Breta�a,
Francia y los Estados Unidos, especialmente de aquellos que m�s simpatizaban con la
�causa nacional� (por ejemplo, las empresas norteamericanas y brit�nicas Texaco y
Shell les vendieron a cr�dito petr�leo durante toda la guerra)286? o que pose�an
intereses comerciales en Espa�a (como la corporaci�n norteamericana ITT, que aport�
al menos 10 millones de d�lares y facilidades crediticias a cambio de conservar sus
monopolios de telecomunicaciones en el pa�s).287? El bando sublevado tambi�n
recibi� ayuda financiera de espa�oles ricos como Juan March, que aport� 15 millones
de libras esterlinas, o del exrey Alfonso XIII, que don� 10 millones de
d�lares.288?289?
La Iglesia y la guerra civil espa�ola
Art�culo principal: Iglesia cat�lica y guerra civil espa�ola
La Iglesia cat�lica en la zona sublevada
Aunque la motivaci�n religiosa no aparece en ninguno de los bandos de
pronunciamiento del golpe de Estado en Espa�a de julio de 1936,290? la conversi�n
del golpe de Estado en una �cruzada� o �guerra santa� en defensa de la religi�n, se
produjo r�pidamente, lo que result� muy oportuno para legitimar el golpe
militar.291? Esta sacralizaci�n de la guerra se acentu� sobre todo cuando
comenzaron a llegar a la zona sublevada las primeras noticias de la salvaje
persecuci�n religiosa que se hab�a desencadenado en la zona republicana, donde el
alzamiento militar hab�a fracasado.292? Jos� Mar�a Pem�n, uno de los principales
ide�logos del bando sublevado escribi�: �el humo del incienso y el humo del ca��n,
que sube hasta las plantas de Dios, son una misma voluntad vertical de afirmar una
fe y sobre ella salvar un mundo y restaurar una civilizaci�n�.293?

El papa P�o XI, fotografiado en su despacho


La mayor�a de los obispos espa�oles esperaron a que el Vaticano se pronunciara
antes de hacer p�blica su visi�n de la guerra, pero esto no ocurri� hasta el 14 de
septiembre de 1936 cuando el papa P�o XI pronunci� el discurso La vostra presenza
en su residencia veraniega de Castelgandolfo en una audiencia p�blica a un grupo de
unos 500 cat�licos espa�oles que hab�an conseguido huir de la zona republicana,
muchos de ellos gracias a la ayuda de las autoridades republicanas, especialmente
de la Generalidad de Catalu�a. Pero en el discurso el papa no utiliz� el t�rmino de
�cruzada� para referirse al conflicto b�lico en Espa�a sino el de �guerra civil�
�entre los hijos del mismo pueblo, de la misma madre patria� e hizo una exhortaci�n
final a amar a los enemigos.294? De hecho, en la zona sublevada, del discurso solo
se publicaron aquellos p�rrafos que parec�an ratificar la condici�n de cruzada de
la guerra civil y se suprimi� toda la segunda parte en que se exhortaba a amar a
los enemigos. Los obispos espa�oles, que al principio solo conocieron el discurso
de P�o XI en esta versi�n propagand�stica, hicieron p�blicas inmediatamente
encendidas pastorales a favor de los sublevados, entre las que destac� la del
obispo de Salamanca Enrique Pla y Deniel, publicada el 30 de septiembre de 1936,
solo un d�a antes de que el general Franco fuera proclamado general�smo y jefe del
Gobierno del Estado, bajo el t�tulo Las dos ciudades y en la que declaraba la
guerra como una �cruzada por la religi�n, la patria y la civilizaci�n� (cuando Pla
y Deniel conoci� la versi�n completa no se retract� en absoluto de su pastoral,
como tampoco lo hicieron el resto de obispos).295? De esta forma �Franco cont� con
el apoyo y bendici�n de la Iglesia cat�lica�.296? En el mismo sentido se expres� el
cardenal Isidro Gom�, arzobispo de Toledo y primado de Espa�a:
�La guerra de Espa�a es una guerra civil? No; una lucha de los sin Dios [...]
contra la verdadera Espa�a, contra la religi�n cat�lica.
La Guerra de Espa�a, 1936�1939, p�gina 261.

El lehendakari Aguirre en el exilio franc�s (abril de 1939)


Se plante� un grave problema para la idea de �cruzada� defendida por el bando
sublevado cuando el Partido Nacionalista Vasco (PNV), un partido cat�lico,
permaneci� fiel a la Rep�blica (por lo que en el Pa�s Vasco republicano, que
comprend�a Vizcaya y Guip�zcoa, no hubo persecuci�n religiosa, ninguna iglesia fue
incendiada ni clausurada y el culto cat�lico se desarroll� con normalidad), lo que
debilitaba la concepci�n de la Guerra Civil como una �cruzada�. Por eso el 6 de
agosto de 1936, solo tres semanas despu�s del golpe de julio, el obispo de Vitoria
(cuya di�cesis abarcaba entonces tambi�n Vizcaya y Guip�zcoa, adem�s de �lava)
Mateo M�gica y el obispo de Pamplona Marcelino Olaechea, publicaron conjuntamente
una �Instrucci�n Pastoral� (que en realidad hab�a sido escrita por el cardenal
primado de Toledo Isidro Gom�) en la que instaban a los nacionalistas vascos a que
pusieran fin a su colaboraci�n con la Rep�blica.297? En la �instrucci�n pastoral�,
y en otros escritos posteriores del cardenal Gom� sobre la �cuesti�n vasca�, se
hace referencia a los sacerdotes asesinados en las primeras semanas de la guerra
por los �nacionales�, y no por los �rojos�, y cuya muerte en cierta forma justifica
por ser �separatistas�. El asesinato de estos sacerdotes motiv� las protestas del
obispo de Vitoria Mateo M�gica Urrestarazu que fue respondida por la Junta de
Defensa Nacional con la exigencia al Vaticano de que fuera destituido de su
obispado y abandonara Espa�a, a pesar de haber apoyado el �alzamiento� (el 14 de
octubre de 1936 el obispo M�gica sali� camino del exilio).298? Esta �cuesti�n
vasca� reapareci� cuando el Pa�s Vasco republicano fue ocupado por los �nacionales�
en junio de 1937, a causa de que la represi�n tambi�n incluy� a numerosos
sacerdotes vascos �separatistas� que fueron encarcelados por el delito de
�rebeli�n�.299?

Dos meses despu�s se hizo p�blica la Carta colectiva de los obispos espa�oles con
motivo de la guerra en Espa�a que fue redactada por el cardenal primado de Toledo
Isidro Gom� a instancias del �General�simo� Francisco Franco que le pidi� el 10 de
mayo de 1937 que, dado que el episcopado espa�ol le apoyaba, publicara �un escrito
que, dirigido al episcopado de todo el mundo, con ruego de que procure su
reproducci�n en la prensa cat�lica, pueda llegar a poner la verdad en su
punto�.300? La �verdad� que pretend�a el general Franco que se difundiera en este
documento estaba destinada a contrarrestar la condena hecha por amplios sectores
del catolicismo europeo y americano m�s avanzado de los asesinatos cometidos por
los �nacionales� de catorce sacerdotes en el Pa�s Vasco y de miles de obreros y
campesinos en toda la zona sublevada, adem�s de su rechazo a considerar a la guerra
civil espa�ola como una cruzada o guerra santa.301?

El objetivo que persegu�a Franco con la carta colectiva de ganarse a la opini�n


cat�lica mundial en favor de la causa del bando sublevado lo logr� plenamente
porque pr�cticamente los obispos de todo el mundo adoptaron a partir de entonces el
punto de vista sobre la guerra civil espa�ola que manifestaba la carta colectiva,
sobre todo por la descripci�n que se hac�a en ella de la persecuci�n religiosa que
se hab�a desencadenado en la zona republicana.302? Sin embargo, cinco obispos no la
suscribieron. Entre ellos se encontraba el obispo exiliado de Vitoria Mateo M�gica
Urrestarazu que �no pod�a firmar un documento en el que, respondiendo a la
acusaci�n de que en la zona franquista tambi�n hab�a una dura represi�n, se
elogiaban los principios de justicia y el modo de aplicarla de los tribunales
militares�.303? Tampoco la firm� el cardenal Vidal y Barraquer, que era sin duda el
caso m�s significativo de los cinco porque se trataba tal vez de la figura m�s
destacada de aquel momento de la Iglesia Cat�lica en Espa�a. La negativa a firmar
la carta se bas� en que �l �cre�a que en aquella guerra fratricida la Iglesia no
deb�a identificarse con ninguno de los dos bandos, sino m�s bien hacer obra de
pacificaci�n�.303?

Coronaci�n del papa P�o XII, marzo de 1939


El Vaticano anunci� que iba a reconocer plenamente al bando sublevado, en medio del
derrumbe del frente de Arag�n de la primavera de 1938, cuando comunic� que iba
nombrar un nuncio que sustituir�a al �delegado papal� Ildebrando Antoniutti, que
desde julio de 1937 hab�a detentado la representaci�n pontificia ante el
general�simo Franco. El designado por el papa P�o XI fue monse�or Gaetano
Cicognani. Present� sus cartas credenciales a Franco el 24 de mayo, y un mes
despu�s, el 30 de junio, hac�a lo mismo �en solemnes audiencia� ante P�o XI el
embajador de la �Espa�a nacional� ante el Vaticano, Jos� Yanguas Mess�a.304?

Cuando se produjo el triunfo de los �nacionales� en la guerra, la �Iglesia


espa�ola, que se hab�a adherido masivamente al alzamiento, se volc� con entusiasmo
en las fiestas de la victoria sobre la otra media. Y la misma Santa Sede, que
durante la mayor parte del conflicto se hab�a mostrado tan reticiente, al final se
sum� tambi�n a las celebraciones�.305? El 1 de abril de 1939, el mismo d�a en que
Franco emiti� el famoso ��ltimo parte� en el que proclamaba �la guerra ha
terminado�, el papa P�o XII (el cardenal Pacelli que el d�a 2 de marzo hab�a sido
nombrado papa tras la muerte de P�o XI) felicitaba telegr�ficamente a Franco por su
�victoria cat�lica�:306? Dos semanas despu�s, el 16 de abril de 1939, Radio
Vaticano difundi� un mensaje le�do por el propio papa P�o XII que dec�a:307?
Con inmenso gozo nos dirigimos a vosotros, hijos querid�simos de la Cat�lica
Espa�a, para expresaros nuestra paterna congratulaci�n por el don de la paz y de la
victoria, con que Dios se ha dignado coronar el hero�smo cristiano de vuestra fe y
caridad, probado en tantos y tan generosos sufrimientos.
El 20 de mayo de 1939, un mes despu�s del desfile de la Victoria presidido en
Madrid por Franco, tuvo lugar en la Iglesia de Santa B�rbara de Madrid) una
ceremonia pol�tico-religiosa �medievalizante que quer�a representar en forma de
drama sacro la ideolog�a de la guerra santa que acababa de concluir� en la que el
general Franco con uniforme de capit�n general, camisa azul (de Falange) y boina
roja (de los requet�s) acompa�ado de su esposa entr� bajo palio en el templo
(mientras el �rgano hac�a sonar el himno nacional) donde ofrend� la espada de la
victoria a Dios.308? A continuaci�n el cardenal Gom�, que presid�a la ceremonia
acompa�ado de diecinueve obispos (y en presencia del nuncio del Vaticano monse�or
Cicognani), bendijo al �caudillo� hincado de rodillas ante �l:309?
El se�or sea siempre contigo. �l, de quien procede todo Derecho y todo Poder y bajo
cuyo imperio est�n todas las cosas, te bendiga y con amorosa providencia siga
protegi�ndote, as� como al pueblo cuyo r�gimen te ha sido confiado. Prenda de ello
sea la bendici�n que te doy en el Nombre del Padre y del Hijo y del Esp�ritu Santo.
D�as despu�s, el 11 de junio de 1939, es el propio papa P�o XII quien recibe en
ceremonia solemne en el Vaticano a tres mil trescientos legionarios en el marco de
una gira de celebraci�n de la victoria por Alemania e Italia (el d�a antes hab�an
desfilado ante Mussolini), delegaci�n encabezada por el ministro Ram�n Serrano
Su�er. El pont�fice bendijo a las tropas y afirm� que hab�an sido "los defensores
de la fe y de la civilizaci�n".310?

La Iglesia cat�lica en la zona republicana

Milicianos vestidos con ropas lit�rgicas tras el saqueo de una iglesia. Madrid,
1936.
Sobre todo durante los primeros meses de la guerra en la zona republicana se desat�
una salvaje persecuci�n religiosa con asesinatos, incendios y saqueos cuyos autores
fueron �los extremistas, los incontrolados y los delincuentes comunes salidos de
las c�rceles que se les sumaron�, todo ello inmerso en la ola de violencia desatada
contra las personas y las instituciones que representaban el �orden burgu�s� que
quer�a destruir la revoluci�n social espa�ola de 1936 que se produjo en la zona
donde el alzamiento militar fracas�.292? �Durante varios meses bastaba que alguien
fuera identificado como sacerdote, religioso o simplemente cristiano militante,
miembro de alguna organizaci�n apost�lica o piadosa para que fuera ejecutado sin
proceso�.311?

En cuanto al n�mero de v�ctimas un folleto de propaganda franquista editado en


Par�s en 1937 cifr� el n�mero en 16 750 sacerdotes y el 80 % de los miembros de las
�rdenes religiosas. Estas cifras se mantuvieron como las oficiales durante las dos
primeras d�cadas de la dictadura franquista hasta que en 1961 el sacerdote Antonio
Montero Moreno (que despu�s ser�a obispo de Badajoz) public� el �nico estudio
sistem�tico y serio que se ha realizado hasta ahora, citando por sus nombres a las
v�ctimas. Seg�n ese estudio titulado Historia de la persecuci�n religiosa en Espa�a
1936-1939312? fueron asesinados en la zona republicana 12 obispos, 4184 sacerdotes
seculares, 2365 religiosos y 263 monjas.313? Queda pendiente conocer el n�mero de
los seglares cat�licos que fueron asesinados no por lo que supuestamente hubieran
hecho individualmente sino por pertenecer a una asociaci�n confesional cat�lica o
meramente por ser cat�licos practicantes.314?

Lo que las investigaciones posteriores a la de Montero Moreno han aclarado es que


el mayor n�mero de asesinatos se produjo entre julio y septiembre de 1936 cuando
los miembros del clero eran apresados y ejecutados sin ning�n tipo de juicio. A
partir de la �ltima fecha comenzaron a funcionar los tribunales populares bajo el
impulso del nuevo gobierno de Largo Caballero que dieron unas m�nimas garant�as
jur�dicas a los detenidos y las condenas sol�an acabar con penas de prisi�n y no
con la muerte. Tras los sucesos de mayo de 1937 y la formaci�n del gobierno de Juan
Negr�n en el que el ministerio de justicia fue ocupado por el cat�lico del PNV
Manuel de Irujo cesaron completamente los asesinatos y la mayor�a de los sacerdotes
que estaban en prisi�n fueron puestos en libertad. Sin embargo, la prohibici�n del
culto p�blico cat�lico continu� as� como otras medidas revolucionarias. solo al
final de la guerra con la desbandada del ej�rcito republicano hacia la frontera
francesa volvieron a producirse nuevas v�ctimas entre los miembros del clero, entre
las que destaca el obispo de Teruel Anselmo Polanco Fontecha.315? As� pues, seg�n
el historiador y monje benedictino Hilari Raguer, �no se puede negar la tr�gica
realidad de las matanzas del verano del 36, pero es confusionario pretender que el
terror hubiera durado hasta el final de la guerra�.315?

Las autoridades republicanas (especialmente los gobiernos aut�nomos de Catalu�a y


del Pa�s Vasco) intentaron evitar los asesinatos de sacerdotes y religiosos, y en
general de las personas de derechas y de militares. En el Pa�s Vasco el gobierno de
Jos� Antonio Aguirre consigui� dominar la situaci�n y all� no hubo persecuci�n
religiosa. En Catalu�a, a pesar de que el poder efectivo lo ten�an los cientos de
comit�s revolucionarios fundamentalmente anarquistas que hab�an surgido tras la
derrota de la sublevaci�n del 19 de julio, la Generalidad presidida por Llu�s
Companys consigui� poner a salvo a miles de personas de derechas amenazadas, y
entre ellas numerosos sacerdotes (empezando por la cabeza de la Iglesia en
Catalu�a, el arzobispo de Tarragona cardenal Vidal y Barraquer que hab�a sido
detenido por un grupo de milicianos) y religiosos (entre ellos 2142 monjas),316?
concedi�ndoles pasaportes y fletando barcos franceses e italianos para que pudieran
huir al extranjero,317? aunque no pudo evitar que cientos de ellos fueran
ejecutados por ser cat�licos.318?

Jos� Antonio Aguirre durante un discurso en el Aberri Eguna de 1933 celebrado en


San Sebasti�n.
Sin embargo, a pesar de todas estas iniciativas, la Iglesia y el culto cat�lico en
la zona republicana, excepto en el Pa�s Vasco, hab�an desaparecido. En un informe
interno presentado ante el Consejo de Ministros el 7 de enero de 1937 el ministro
cat�lico sin cartera del PNV Manuel Irujo denunci� que en el �territorio leal�
�todas las iglesias se han cerrado al culto, el cual ha quedado total y
absolutamente suspendido�. Asimismo, afirmaba Irujo, �todos los conventos han sido
desalojados y suspendida la vida religiosa en los mismos� y �sus edificios, objetos
de culto y bienes de todas clases fueron incendiados, saqueados, ocupados o
derruidos�. �Sacerdotes y religiosos han sido detenidos, sometidos a prisi�n y
fusilados sin formaci�n de causa por miles, hechos que, si bien amenguados,
contin�an a�n�.319? Acabado su informe Irujo pidi� al resto de miembros del
gobierno de Largo Caballero que aprobaran el restablecimiento de la libertad de
conciencia y de la libertad de cultos reconocida en la vigente Constituci�n de
1931, pero su propuesta fue rechazada por unanimidad por entender que la opini�n
p�blica lo desaprobar�a debido al alineamiento de la Iglesia cat�lica con el bando
sublevado, adem�s de aducir el viejo (y falso) argumento, pero muy extendido, de
que desde los templos se hab�a disparado contra las fuerzas leales y contra �el
pueblo�.320?

La excepci�n la constituy� el Pa�s Vasco republicano pues all� no hubo persecuci�n


religiosa y el culto cat�lico se desarroll� con normalidad. La raz�n fue que el
Partido Nacionalista Vasco (PNV), un partido cat�lico, permaneci� fiel a la
Rep�blica.297?

En el gobierno que form� el socialista Juan Negr�n tras los sucesos de mayo de 1937
el cat�lico y nacionalista vasco Manuel Irujo ocup� el ministerio de Justicia que
era el departamento que tradicionalmente en Espa�a se ocupaba de los asuntos
religiosos. El encargo que recibi� Irujo de Negr�n fue que intentara normalizar la
vida religiosa en la zona republicana.321? El primer fruto de la nueva pol�tica fue
la tolerancia al culto dom�stico por lo que las misas celebradas en casas
particulares ya no fueron perseguidas ni, con algunas pocas excepciones, daban
lugar a detenciones, a pesar de que en ocasiones se convert�an en reuniones
favorables a los sublevados.322?

En cuanto al restablecimiento del culto p�blico el gobierno se encontr� con la


rotunda oposici�n de los anarquistas, por un lado, y, por otro, por la de algunos
cat�licos republicanos y de las autoridades eclesi�sticas que pensaban que las
iglesias no se pod�an reabrir sin m�s olvidando los asesinatos y los incendios de
los primeros meses de la guerra, adem�s de que todo ello se podr�a convertir en un
instrumento de la propaganda republicana.323? El gobierno lleg� a enviar en secreto
a Roma a un eclesi�stico para que hiciera saber al Vaticano su prop�sito de
normalizar la vida eclesi�stica y reconciliarse con la Iglesia.324? Pero la
respuesta del Vaticano fue evasiva sin comprometerse en nada.325?

Un nuevo gesto de reconciliaci�n con la Iglesia se produjo el 17 de octubre de 1938


cuando cuatro ministros del gobierno presidieron el entierro cat�lico del oficial
vasco capit�n Vicente Egu�a Sagarduy muerto en combate, al que se le dio gran
publicidad en la prensa y que tuvo gran impacto a nivel internacional.326? El paso
siguiente fue la creaci�n el 8 de diciembre de 1938 del Comisariado de Cultos de la
Rep�blica encargado de proteger la libertad religiosa y de cultos, al frente del
cual Negr�n nombr� a un colega cat�lico y amigo suyo Jes�s Mar�a Bellido
Golferichs, que acept� el cargo �cumpliendo un deber de cat�lico�. Pero el culto
p�blico no tuvo tiempo para ser restablecido a causa de la ofensiva de Catalu�a que
lanz� el �General�simo Franco� el 23 de diciembre de 1938 y que en solo mes y medio
ocup� toda Catalu�a. As� pues, la reapertura de los templos cat�licos en Catalu�a
no fue obra de la Rep�blica sino que la trajeron las tropas de Franco (cuando ya se
hab�an hecho los preparativos para reabrir al culto una de las capillas de la
catedral de Tarragona, los �nacionales� entraron en la ciudad el 15 de enero).327?

La represi�n en las retaguardias


Art�culo principal: Represi�n en la zona republicana durante la guerra civil
espa�ola
Art�culo principal: Represi�n en la zona sublevada durante la Guerra Civil Espa�ola

Carteles propagand�sticos de la guerra civil espa�ola expuestos en el Museo del


Ej�rcito en Toledo.
Como ha destacado el historiador Fernando del Rey Reguillo, �la guerra civil,
guerra tambi�n entre paisanos y vecinos en las comunidades rurales, brind� la
oportunidad de liquidar a los adversarios a la primera de cambio, siquiera de forma
selectiva y profil�ctica; unos adversarios que hab�an sido demonizados por el
lenguaje pol�tico durante a�os y que hab�a que eliminar no ya en el frente sino en
la misma retaguardia. [...] Tanta sinraz�n no fue producto del conflicto b�lico sin
m�s. La l�gica de la guerra indudablemente pes�, pero los factores que llevaron a
la quiebra de la convivencia democr�tica se remontaban mucho m�s atr�s, incluso m�s
atr�s de 1931. [...] Su expresi�n m�s dura, m�s cercana y, en suma, m�s brutal se
materializ� en los universos peque�os �"en provincias"�, en los pueblos y aldeas
donde en gran medida se jug� la supervivencia y la estabilidad de la Rep�blica,
esos espacios aparentemente modestos en los que las ret�ricas de la intransigencia
y las l�gicas de la exclusi�n hicieron estragos entre los vecinos �paisanos todos�
una vez se vulneraron sin pudor las reglas del juego democr�tico�.328?

Posiblemente el m�s divulgado de los cr�menes llevados a cabo por el bando


sublevado, debido a la relevancia del protagonista, sea el del poeta y dramaturgo
Federico Garc�a Lorca en el barranco de V�znar en Granada. Tambi�n adquiri� gran
relevancia la masacre de Badajoz, perpetrada por las tropas sublevadas tras la toma
de la ciudad. Por parte del bando republicano el crimen de consecuencias m�s
tr�gicas fueron las Matanzas de Paracuellos entre el 7 de noviembre y el 4 de
diciembre de 1936 (presos de las c�rceles de Madrid, entre los que se encontraba el
dramaturgo Pedro Mu�oz Seca junto otras personas, intelectuales, religiosos,
pol�ticos y militares, que fueron asesinados, la mayor�a en la localidad de
Paracuellos de Jarama). Especialmente cruel para la poblaci�n fue el caso de las
localidades que fueron intermitentemente ocupadas por ambos bandos, con las
consiguientes y repetidas ejecuciones y venganzas.

En la zona bajo control de la Rep�blica, los enfrentamientos entre milicias y


facciones opuestas tambi�n sirvieron de coartada a episodios de represi�n
sangrientos, como en el caso de las jornadas de mayo de 1937 en Barcelona, narradas
por el escritor ingl�s George Orwell en su obra Homenaje a Catalu�a, basada en su
experiencia de primera mano.

Investigaci�n de los cr�menes


Terminada la guerra, el bando republicano fue acusado por el bando sublevado de la
comisi�n de cr�menes desde los primeros d�as de la guerra. Las principales
acusaciones se refieren a la persecuci�n religiosa contra los cat�licos,329?330? la
creaci�n de centros de detenci�n semiclandestinos (checas) donde se torturaba y
asesinaba a los sospechosos de simpatizar con el bando contrario331? y la
realizaci�n de asesinatos masivos como las matanzas de la C�rcel Modelo de
Madrid332? y de Paracuellos.333? El r�gimen franquista promovi� una extensa
investigaci�n sobre estos hechos conocida como Causa General334?335? que, pese a
haber sido realizada con parcialidad y sin las suficientes garant�as procesales,
cont� con abundantes pruebas documentales y testificales.

Por su parte, los delitos de los vencedores nunca fueron investigados ni


enjuiciados. Numerosas voces del �mbito jur�dico como Baltasar Garz�n (exmagistrado
espa�ol de la Audiencia Nacional), Carlos Jim�nez Villarejo (fundador de la
asociaci�n Justicia Democr�tica),19? Ra�l Zaffaroni (penalista y magistrado de la
Corte Suprema de Argentina),20? as� como diversas asociaciones de v�ctimas del
franquismo y otros, sostienen que el bando sublevado cometi� actos de genocidio y
cr�menes contra la humanidad, ya que en la documentaci�n ahora disponible, como los
archivos militares de la �poca, se demostrar�a que sus planes incluyeron el
exterminio y persecuci�n sistem�tica de la oposici�n pol�tica, la violaci�n de las
mujeres de la zona republicana,336?337? la imposici�n de tests f�sicos y
psicol�gicos a presos para vincular su ideolog�a con enfermedades mentales o el
robo sistem�tico de ni�os a padres republicanos para eliminar la �contaminaci�n�
ideol�gica, a los que todav�a se oculta su verdadera identidad.

Por considerar que dichos actos, por su naturaleza de cr�menes contra la humanidad
no pueden prescribir ni ser absueltos, el magistrado-juez Baltasar Garz�n inici� un
proceso para investigar los hechos, bas�ndose en el que ya hab�a impulsado
infructuosamente contra el exdictador chileno Augusto Pinochet, afirmando que no se
buscaba �hacer una revisi�n en sede judicial de la Guerra Civil�.21? Entre otras
consideraciones, argument� la acusaci�n de genocidio de acuerdo con el derecho
espa�ol,f? citando al auto 211/2008 del Juzgado Central de Instrucci�n n�mero dos
(caso SS-Totenkopf o Genocidio nazi), mediante el cual se consideraba delitos de
genocidio y lesa humanidad los cometidos contra los espa�oles recluidos en los
campos de concentraci�n nazis con motivaciones pol�ticas o ideol�gicas.21?22?338?
La Audiencia Nacional decidi� por mayor�a de votos y sin hacer ninguna valoraci�n
acerca del car�cter delictivo de los hechos denunciados, que el Juzgado Central de
Instrucci�n n�mero cinco dirigido por Garz�n carec�a de competencia objetiva para
investigarlos, al considerar extinguida la posible responsabilidad penal de los
investigados a causa de su fallecimiento.339? Los magistrados discrepantes
consideraron que el juzgado s� era competente al ser los hechos investigados
�delitos de lesa humanidad y genocidio�, por constituir una �sistem�tica y masiva
eliminaci�n de adversarios pol�ticos� tras la contienda.340?

Por otro lado, est� abierto un proceso en el Tribunal de Estrasburgo de Derechos


Humanos para el estudio del "dinero rojo" incautado durante la contienda, estimado
en 40 millones de euros actuales.341?

Consecuencias
Esta guerra, que ha durado 989 d�as, ha sido una de las luchas intestinas m�s
largas, sangrientas, costosas y brutales de la historia moderna.
Teniente coronel Henry B. Cheadle, agregado militar de Estados Unidos, 3 de abril
de 1939342?
Consecuencias econ�micas
El pago del gasto de la guerra por ambos bandos fue muy elevado. El haber usado el
gobierno republicano las reservas de oro para comprar armamento acab� con las
reservas monetarias de la zona republicana. El bando sublevado tuvo que abonar
mucho dinero tras finalizar el conflicto, en gran parte dejando que Alemania
explotara las reservas mineras de la Pen�nsula y del �frica espa�ola del momento,
por lo que hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial casi no tuvieron
posibilidad alguna de obtener ingresos. Espa�a hab�a quedado devastada en algunas
zonas, con pueblos totalmente asolados. La econom�a espa�ola tardar�a lustros en
recuperarse: terminada la guerra, el PIB hab�a retrocedido a niveles de 1922 y no
se recuperar�a hasta principios de los a�os 50.343?

V�ctimas de la guerra civil


Art�culo principal: V�ctimas de la guerra civil espa�ola

Fosa com�n en Est�par, provincia de Burgos, con 26 v�ctimas del bando republicano.
La excavaci�n tuvo lugar en el mes de julio de 2014.
El n�mero de v�ctimas civiles a�n se discute. Algunos afirman que la cifra se
situar�a entre 500 000 y 1 000 000 de personas.7? Muchas de estas muertes no fueron
debidas a los combates, sino a la represi�n en forma de ejecuciones sumarias y
paseos. Esta se llev� a cabo en el bando sublevado de manera sistem�tica y por
orden de sus superiores, mientras en el bando republicano se produjo de manera
descontrolada en momentos en que el gobierno perdi� el control de las masas
armadas.344? Los abusos se centraron en todos aquellos sospechosos de simpatizar
con el bando contrario. En el bando sublevado se persigui� principalmente a
sindicalistas y pol�ticos republicanos (tanto de izquierdas como de derechas),
mientras en el bando republicano esta represi�n se dirigi� hacia simpatizantes de
la reacci�n o sospechosos de serlo y sacerdotes de la Iglesia cat�lica, llegando a
quemar conventos e iglesias y asesinando a obispos, sacerdotes, religiosos y
religiosas. Es incalculable la p�rdida en el patrimonio hist�rico y art�stico de la
Iglesia cat�lica, pues se destruyeron unos 20 000 edificios �entre ellos varias
catedrales� incluyendo su ornamentaci�n (retablos e im�genes) y archivos.345?346?

El n�mero de muertos en la guerra civil espa�ola solo puede ser estimado de manera
aproximada. El bando sublevado estableci� una cifra de 500 000, incluyendo adem�s
de los muertos en combate, a las v�ctimas de bombardeos, ejecuciones y asesinatos.
Estimaciones recientes arrojan esa misma cifra de 500 000 muertos o algo menos, sin
incluir a quienes murieron de malnutrici�n, hambre y enfermedades engendradas por
la guerra. La cifra de un mill�n de muertos, a veces citada, procede de una novela
de Gironella, que la justifica entre los 500 000 reconocidos y otros tantos cuya
vida result� irremediablemente destrozada. Sin embargo, Gerald Brenan escrib�a ya
en el pr�logo de El laberinto espa�ol (1943): "Adem�s del mill�n o dos millones de
muertos, la salud del pueblo se ha visto minada por su secuela de hambre y
enfermedades. Cientos de miles est�n todav�a en la c�rcel. Tanto f�sica como
moralmente, Espa�a es una ruina".

La represi�n franquista de la posguerra y el exilio republicano


Art�culos principales: Represi�n franquista y Exilio republicano.
Refugiados republicanos trabajando de agricultores en Pachuca de Soto (M�xico), los
espa�oles simpatizantes de la Segunda Rep�blica espa�ola huyeron a otros lugares
ante la victoria del bando sublevado.
Tras la guerra, la represi�n franquista inici� un proceso represivo contra el bando
perdedor, inici�ndose una limpieza de la que fue llamada �la Espa�a roja� y contra
cualquier elemento relacionado con la Rep�blica, lo que condujo a muchos al exilio
o la muerte, produci�ndose el robo de beb�s de padres republicanos, que a�n a d�a
de hoy desconocen, en muchos casos, su identidad. Durante ese tiempo, hablar de
democracia, rep�blica o marxismo era ilegal y perseguible.

El exilio forzoso de muchos represaliados antes, durante y despu�s de la guerra es


dif�cil de cuantificar. Seg�n su situaci�n geogr�fica y sus preferencias pol�ticas
se opt� entre salir por mar, cruzando el oc�ano para pasar a pa�ses
hispanoamericanos en su mayor�a, o los m�s pudientes para ir al Reino Unido. O por
tierra cruzando los Pirineos al lado franc�s, pa�s que muchos eligieron por su
cercan�a con Espa�a y su creencia de buena acogida, demostr�ndose su error con
hechos como los campos de concentraci�n de Bram.

El exilio republicano se produjo en tres momentos. El primero fue la campa�a del


Norte (marzo a noviembre de 1937). El segundo, la ca�da de Catalu�a (enero a
febrero de 1939), durante la cual pasaron a Francia alrededor de 400 000 personas
(una cantidad tan importante que desbord� a las autoridades francesas, que tuvieron
que improvisar diversos campos de concentraci�n, incluso en las playas, donde los
recluidos padecieron unas duras condiciones de vida; aunque casi la mitad de ellas
acabar�an retornando a Espa�a). La tercera y �ltima oleada se produjo al final de
la guerra, en los �ltimos d�as de marzo de 1939, cuando miles de republicanos se
dirigieron a los puertos de Levante para conseguir un barco que los llevara al
exilio, pero muy pocos lo consiguieron.347? Se calcula que en el mes de marzo de
1939 solo pudieron abandonar Espa�a entre 7000 y 7500 personas, incluidos los
marinos de la dotaci�n de la Flota que huy� a Bizerta.348?

Entre los exiliados se encontraba una parte significativa de las �lites


intelectuales espa�olas que buscaron acomodo en otros pa�ses, especialmente en
M�xico, lo que supuso una enorme p�rdida de capital humano para Espa�a. As� por
ejemplo, �en febrero de 1942 el consulado general de M�xico en Vichy cens� a 13 400
espa�oles de formaci�n superior que deseaban salir de la Francia ocupada; entre
ellos 1743 m�dicos, 1224 abogados, 431 ingenieros y 163 profesores de los 430 que
pose�a Espa�a en 1936�.349?

Relaciones internacionales
Las repercusiones pol�ticas y emocionales de la guerra trascendieron de lo que es
un conflicto nacional, ya que, por muchos otros pa�ses, la guerra civil espa�ola
fue vista como parte de un conflicto internacional que se libraba entre la religi�n
y el ate�smo, la revoluci�n y el reaccionarismo. Para la Uni�n Sovi�tica, Alemania
nazi y el Reino de Italia, Espa�a fue terreno de prueba de nuevos m�todos de guerra
a�rea y de carros de combate. Para Reino Unido y Francia, el conflicto represent�
una nueva amenaza al equilibrio internacional que trataban dificultosamente de
preservar, el cual se derrumb� en 1939 (pocos meses despu�s del fin de la guerra
espa�ola) con la Segunda Guerra Mundial. El pacto de Alemania con la Uni�n
Sovi�tica supuso el fin del inter�s de esta en mantener su presi�n revolucionaria
en el sur de Europa.

En cuanto a la pol�tica exterior, la Guerra Civil supuso el aislamiento de Espa�a y


la retirada de embajadores de casi todo el mundo. Solo unos pocos pa�ses
mantuvieron relaciones diplom�ticas con Espa�a desde el final de la Segunda Guerra
Mundial hasta el inicio de la Guerra Fr�a. A partir de los a�os 50, las relaciones
internacionales espa�olas, con el apoyo de EE. UU., pasan a ser casi normales,
salvo con los pa�ses del bloque sovi�tico.
Las regiones devastadas
Art�culo principal: Servicio Nacional de Regiones Devastadas y Reparaciones
Durante la guerra civil espa�ola de 1936 a 1939, muchos pueblos y ciudades
resultaron total o parcialmente destruidos. Una vez finalizada la guerra, se
constituy� la Direcci�n General de Regiones Devastadas, que asumi� la funci�n de
reconstruirlos.

Entre muchas poblaciones devastadas, se encontraron las siguientes:

Asturias: La Foz, Oviedo, Pendones y Tarna.


Cantabria: Las Rozas de Valdearroyo.
Castell�n: Benafer y Chilches.
Extremadura: M�rida.
Guadalajara: Gajanejos, Hita, Masegoso de Taju�a.
Guip�zcoa: �ibar.
Huesca: Banari�s, Banast�s, Huerrios, Igri�s y Lascascas.
Madrid: Brunete, La Hiruela, Pr�dena del Rinc�n, Villanueva de la Ca�ada y
Villanueva del Pardillo.
Ja�n: Lopera, Higuera de Calatrava y Santiago de Calatrava.
Le�n: Villaman�n.
Teruel: Teruel e H�jar.
Vizcaya: Guernica y Luno, Durango y, en menor medida, Baracaldo.
Zaragoza: Belchite.
Memoria hist�rica
Art�culo principal: Ley de Memoria Hist�rica

Mapa de fosas de la guerra civil espa�ola. Localizaci�n geogr�fica de las fosas o


lugares de enterramiento en el territorio espa�ol de las que se dispone
informaci�n, representadas con s�mbolos de diferentes colores seg�n la actuaci�n
realizada sobre cada una de ellas. Fuente: Ministerio de Justicia
En 2007 el Gobierno de Espa�a aprob� la Ley de Memoria Hist�rica, que intenta
restaurar la memoria y dignidad de los represaliados.350? Esta incluye renombrar
v�as p�blicas con nombres franquistas, eliminaci�n de s�mbolos falangistas de
monumentos, mapas de fosas comunes y exhumaci�n de cad�veres, etc.351?

Igualmente, otras administraciones econ�micas han actuado en la misma l�nea,352?


llegando a pronunciarse a favor la ONU.353?

En 2020 el Gobierno de Espa�a aprob� la Ley de Memoria Democr�tica, expandiendo as�


la Ley de Memoria Hist�rica de Zapatero con medidas como la creaci�n de un banco de
ADN y un censo de v�ctimas, la resignificaci�n del Valle de los Ca�dos o la
prohibici�n de la Fundaci�n Nacional Francisco Franco.354?

La guerra civil en el arte


El tema de la guerra civil es el de mayor producci�n literaria de toda la
historiograf�a espa�ola,355? as� como el m�s pol�mico y generador de debate social
y pol�tico (v�ase memoria hist�rica). Aunque hay un acuerdo casi un�nime en las
fechas, los denominados revisionistas pr�ximos al franquismo, proponen la
Revoluci�n de 1934 como inicio de la guerra. La propia declaraci�n del estado de
guerra fue divergente en ambos bandos: el Gobierno republicano no declar� el estado
de guerra hasta casi su final (para mantener el control civil de todas las
instituciones), mientras que el Gobierno de Franco no levant� la declaraci�n hasta
varios a�os despu�s de terminada (para garantizar su control militar).

Cine
V�ase Categor�a:Pel�culas sobre la guerra civil espa�ola356?

Realizadas durante la propia guerra, aunque tambi�n hubo pel�culas de ficci�n (las
republicanas Aurora de esperanza �Antonio Sau, Barcelona, 1937�, Barrios bajos
�Pedro Puche, Barcelona, 1937� y Nuestro culpable �Fernando Mignoni, 1938� y cinco
pel�culas nacionales de Benito Perojo y Flori�n Rey rodadas en los estudios
alemanes de la UFA, de g�nero folcl�rico �ambiente reconstruido en La ni�a de tus
ojos, Fernando Trueba, 1998�),357? fueron fundamentalmente de g�nero documental:

Bando republicano:

Espa�a 1936 (Luis Bu�uel)


Sierra de Teruel (La esperanza o L'Espoir, de Andr� Malraux, que tambi�n escribi�
una novela con ese mismo t�tulo).
Tierra de Espa�a (Joris Ivens) producci�n estadounidense.
Tierra y Libertad (Ken Loach)
Bando sublevado:

Noticiario Espa�ol, 32 documentales (precedentes del NODO)


�Vivan los hombres libres! (Edgar Neville, 1939)
Romancero marroqu� (1938-39), sobre la intervenci�n de tropas marroqu�es
Fueron mucho menos numerosas, debido a la menor cantidad de productoras (ocho
frente a m�s de cincuenta republicanas);358? aunque existen documentales
portugueses (O caminho de Madrid), italianos (Arriba Spagna. Scene della guerra
civile in Spagna) y alemanes (In Kampf Gegen den Weltfeind o Legi�n C�ndor).359?
Defensores de la Fe (Russell Palmer, 1938)360?
Durante el franquismo (hasta 1975):361?

Frente de Madrid (Edgar Neville, 1939), adaptaci�n de la novela hom�nima del mismo
autor362?363?
Sin novedad en el Alc�zar (Augusto Genina, 1940) italoespa�ola
Raza (Jos� Luis S�enz de Heredia, 1941) con guion del propio Franco
Rojo y negro (Carlos Ar�valo, 1942) censurada por su crudeza, a pesar de su
orientaci�n falangista
El santuario no se rinde (Arturo Ruiz Castillo, 1949)
Desde 1975:364?Ficci�n:

Las largas vacaciones del 36 (Jaime Camino, 1975); del mismo autor:
Dragon Rapide, que utiliza como t�tulo el nombre del avi�n en el que Franco sali�
de Canarias
El largo invierno
Los ni�os de Rusia
Una vita venduta (Aldo Florio, 1976)
Las bicicletas son para el verano (Jaime Ch�varri, 1984) adaptaci�n de la obra de
Fernando Fern�n G�mez
La vaquilla (Luis Garc�a Berlanga, 1985)
R�quiem por un campesino espa�ol (Francesc Betriu, 1985) adaptaci�n de la novela de
Sender
�Ay, Carmela! (Carlos Saura, 1990)
Tierra y libertad (Ken Loach, 1995)
Libertarias (Vicente Aranda, 1996)
La hora de los valientes (Antonio Mercero, 1998)
La lengua de las mariposas (Jos� Luis Cuerda, 1999)
El espinazo del diablo (Guillermo del Toro, 2001)
Soldados de Salamina (David Trueba, 2003)
La buena nueva (Helena Taberna, 2008)
La mujer del anarquista (Marie Noelle y Peter Sehr, 2009)
Mientras dure la guerra (Alejandro Amen�bar, 2019)
Documental:

Morir en Madrid (Frederic Rossif, 1963)


La vieja memoria (Jaime Camino, 1976)
Retablo de la guerra civil espa�ola (Basilio Mart�n Patino, 1980); el mismo autor
previamente hab�a tratado la posguerra en Canciones para despu�s de una guerra
(1971) y la figura de Franco en Caudillo (1974).
La guerra civil espa�ola (Granada Televisi�n, 1983)
El honor de las injurias (Carlos Garc�a Alix, 2007)365?
El perro negro (historias de la guerra civil espa�ola) (P�ter Forg�cs, 2005)366?
Los ni�os de Morelia (Juan Pablo Villase�or, 2004, M�xico)367?
Novela
La guerra civil espa�ola en la novela368?
Por qui�n doblan las campanas (Ernest Hemingway), se hizo adaptaci�n
cinematogr�fica.
Frente de Madrid (Edgar Neville)
L�nea de Fuego Arturo P�rez-Reverte
La forja de un rebelde (Arturo Barea)
R�quiem por un campesino espa�ol (Ram�n J. Sender)
Contraataque (Ram�n J. Sender)
La fiel infanter�a (Rafael Garc�a Serrano)
Plaza del Castillo (Rafael Garc�a Serrano)
Cumbres de Extremadura (Jos� Herrera Petere)
Niebla de cuernos (Jos� Herrera Petere)
Cuerpo a tierra (Ricardo Fern�ndez de la Reguera)
La retaguardia (Concha Espina)
Alas invencibles (Concha Espina)
Madrid, de corte a checa (Agust�n de Fox�)
Los cipreses creen en Dios (Jos� Mar�a Gironella)
Un mill�n de muertos (Jos� Mar�a Gironella)
Ha estallado la paz (Jos� Mar�a Gironella)
El coraz�n helado (Almudena Grandes)
El laberinto m�gico (Max Aub), serie de cinco novelas:
Campo cerrado,
Campo de sangre,
Campo abierto,
Campo del moro,
Campo franc�s y
Campo de los almendros.
Las �ltimas banderas (�ngel Mar�a de Lera)
Los que perdimos (�ngel Mar�a de Lera)
El mono azul (Aquilino Duque)
Tanguy (Michel del Castillo)
Duelo en el Para�so (Juan Goytisolo)
La novela n�mero 13 (Wenceslao Fern�ndez Fl�rez)
Sanco Panco (Salvador de Madariaga)
Volver�s a Regi�n (Juan Benet)
Herrumbrosas lanzas (Juan Benet)
Las hermanas coloradas (Francisco Garc�a Pav�n)
El otro �rbol de Guernica (Luis de Castresana)
Los a�os �nicos (Carmen D�az Garrido)
San Camilo, 1936 (Camilo Jos� Cela)
Mazurca para dos muertos (Camilo Jos� Cela)
Soldados de Salamina (Javier Cercas)
Tiempo de memoria (Carlos Fonseca)
La Capitana (Elsa Osorio)
El muro (Jean Paul Sartre)
El l�piz del carpintero (Manuel Rivas)
Cuentos de Madrid (C�sar Arconada)
Capital de la gloria (Juan Eduardo Z��iga)
El agente confidencial (Graham Green)
Madera de h�roe (Miguel Delibes)
Inquietud en el Para�so (�scar Esquivias)369?
La mula (Juan Eslava Gal�n)370?
Un caso de narraci�n contrafactual es la novela En el d�a de hoy de Jes�s Torbado.
Relatos autobiogr�ficos de gran valor literario e hist�rico son:371?
Homenaje a Catalu�a (George Orwell)
L'Espoir o La esperanza, (Andr� Malraux, que tambi�n dirigi� la pel�cula hom�nima)
Los grandes cementerios bajo la luna (Georges Bernanos)
La voz dormida (Dulce Chac�n) sobre la que se hizo La voz dormida, adaptaci�n
cinematogr�fica
(en franc�s) Pas pleurer (Lydie Salvayre)
Mil d�as de fuego (Jos� Mar�a G�rate C�rdoba)372?
Cuento y relato
Muchos de los cuentos basados en la Guerra Civil espa�ola son, seg�n Ignacio
Mart�nez de Pis�n, �relatos concebidos desde el compromiso expl�cito con uno u otro
bando�... los autores de algunos de esos relatos colaboraron muy activamente en
labores de propaganda: Arturo Barea y Mar�a Teresa Le�n para la Espa�a republicana;
Edgar Neville, Jos� Mar�a Pem�n o Agust�n de Fox� para la nacional. Sin duda, en el
fragor de la contienda fueron muchos los escritores que se adaptaron a la situaci�n
de emergencia y alteraron su sistema de prioridades: contribuir a la victoria
b�lica, aunque fuera con algo tan modesto como una narraci�n o un poema, estar�a
siempre por encima de cualquier otra consideraci�n�.373?

Literatura infantil y juvenil


A pesar de lo comprometido del tema, hay tratamiento del mismo en la literatura
infantil y juvenil.374?375?376?

Teatro
Bando sublevado:

Cruz y espada, romance patri�tico en cinco retablos (Jos� G�mez S�nchez-Reina,


Granada, 1938)
A Madrid: 682, escenas de guerra y amor (presentado como guion para una pel�cula,
Juan Ignacio Luca de Tena)
De ellos es el mundo (Jos� Mar�a Pem�n, Sevilla y Zaragoza, 1938)
Algunas obras teatrales eran radiadas, como Miaja defiende la Villa y rinde culto a
Zorrilla (Joaqu�n P�rez Madrigal, por Radio Nacional desde Salamanca).377?

La obra en �rabe 'Yusuf Melik Ispaniya' ???? ??? ???????(Yusuf Rey de Espa�a) (de
Al� Al Tuma ??? ????? ?? ???? - Sharjah/Emiratos �rabes, 2015) trata de las
aventuras de un Regular durante el conflicto espa�ol. Enga�ado por sus hermanos,
Yusuf emprende escapar del ej�rcito y de Espa�a. Es herido durante una batalla, se
implica en una relaci�n prohibida con una espa�ola, encarcelado, rehabilitado y
llega a ser sargento en la polic�a militar y vengarse la injusticia a la que le
sometieron sus hermanos. La obra trata de temas de religi�n, propaganda de guerra,
el orden colonial y relaciones interculturales. Gan� el 'Premio de Sharjah por la
Creatividad �rabe' del a�o 2015.

Bando republicano:

Velada en Benicarl� (Manuel Aza�a, no representado hasta 1980)


Noche de guerra en el Museo del Prado (Rafael Alberti, 1956) recreando el traslado
de obras del Museo del Prado en 1936
Radio Sevilla (del mismo autor, pieza sat�rica breve representada durante la propia
guerra)
Posteriores a 1975:

Las bicicletas son para el verano (Fernando Fern�n G�mez)


Larga noche de silencio. XXI Premio Enrique Llovet de Teatro (2010) (Pedro
Montalb�n Kroebel)
Poes�a
Bando sublevado

Poema de la Bestia y el �ngel (Jos� Mar�a Pem�n, el juglar de la Cruzada)


Bando republicano

Canciones de guerra (Antonio Machado)


Viento del pueblo. Poes�a en la guerra (Miguel Hern�ndez)
Espa�a, aparta de m� este c�liz (C�sar Vallejo)
Espa�a en el coraz�n: himno a las glorias del pueblo en la guerra (Pablo Neruda)
No Pasar�n (Octavio Paz)
M�sica
Bando republicano

A las barricadas378?
La Internacional
Bandera Roja
Posteriores a 1975

Verdades escondidas de Luc�a S�cam


Republicana Luc�a S�cam
If You Tolerate This Your Children Will Be Next de Manic Street Preachers
1936 un pueblo en Armas de Sin Dios
Spanish Bombs de The Clash
For Whom The Bell Tolls de Metallica
No pasar�n de Los Chikos del Ma�z
Si Cojo el Fusil de Sons of Aguirre & Scila
Revistas sat�ricas
Bando sublevado

La ametralladora (por los que posteriormente trabajar�n en La Codorniz)


Bando republicano

Be negre, Papitu (ambas catalanas); dibujantes: T�sner, Kalders (en Diari de


Barcelona), Puyol (en Frente Rojo).379?
La Traca (valenciana); dibujantes: Bluff (fusilado despu�s de la guerra),
Carnicero, M�ndez �lvarez, Palmer
En las trincheras llegaron a circular m�s de 500 cabeceras380?
Historieta
Bando sublevado

Flecha
Pelayos (dibujante: Valent�n Castany)
Flechas y Pelayos (producto de la fusi�n de ambas, paralela a la fusi�n de las
distintos partidos en FET y de las JONS)
Chicos (Jes�s Blasco, Emilio Freixas, Alcaide, Tom�s)
Bando republicano

Pionero Rojo
En la democracia

Eloy o R�o Manzanares de Antonio Hern�ndez Palacios


36-39 Malos tiempos (2007-2008) de Carlos Gim�nez
Las serpientes ciegas (2008) de Felipe Hern�ndez Cava y Segu�
El arte de volar (2009) de Antonio Altarriba/Kim
El �ngel de la retirada (2010) de Serguei Dounovetz/Paco Roca
Nuevas Haza�as B�licas (2011) de Hern�n Migoya con varios dibujantes
Un m�dico novato (2013) de Sento
Los surcos del azar (2013) de Paco Roca
Pintura y escultura
La Exposici�n Internacional de Par�s de 1937 aloj� un Pabell�n de Espa�a gestionado
por el gobierno de la Rep�blica en que, entre otros testimonios de la guerra, se
present� el Guernica de Pablo Picasso, la Fuente de Mercurio de Alexander Calder,
La Montserrat de Julio Gonz�lez, El campesino catal�n en rebeld�a de Joan Mir�,
Descubierta y Fusilados de Modesto Ciruelos, Aviones Negros de Horacio Ferrer o El
pueblo espa�ol tiene un destino que conduce a una estrella de Alberto S�nchez
P�rez.

Artes gr�ficas, cartelismo y revistas


Bando sublevado:

V�rtice (revista)381?
Jerarqu�a (revista)
Ilustradores: Teodoro y �lvaro Delgado, Jos� Caballero, J.J. Acha, J. Olasagasti y
Carlos S�enz de Tejada.
Bando republicano

Hora de Espa�a
Mono Azul
Fotomontador: Josep Renau.
Cartelista: Carles Fontser�.382?
Gran difusi�n tuvo el sello de ayuda internacional Aidez l'Espagne, de Joan Mir�.
Fotograf�a
Robert Capa, autor, entre muchas otras, de la pol�mica instant�nea Muerte del
miliciano (identificado como Federico Borrell, pero que podr�a ser otro de los
muertos en Cerro Muriano el 5 de septiembre de 1936), convertida en icono del siglo
xx.383?
Agust� Centelles
Pelayo M�s, recopilador de la serie de 169 fotos Martirio del arte y la destrucci�n
de la Iglesia en la Espa�a roja (80 de ellas de Toledo).384?
Guglielmo Sandri, teniente del ej�rcito italiano, tom� 4000 fotograf�as,
recuperadas en 1992.385?
Videojuegos
Algunos videojuegos cubren combates de la guerra civil espa�ola:

1936, Espa�a en llamas, un mod del juego de la Segunda Guerra Mundial, Call of Duty
2.
El juego completo Sombras de guerra.
El juego Hearts of Iron IV.386?
V�ase tambi�n
Simbolog�a del franquismo
Operaci�n �rsula
Pabell�n de la Rep�blica espa�ola
Nombramiento de Francisco Franco como General�simo
Nombramiento del general Franco como Jefe del Gobierno del Estado
Prostituci�n en la guerra civil espa�ola
Anexo:Aviones de la Guerra Civil Espa�ola
Anexo:Buques utilizados en la Guerra Civil Espa�ola
Anexo:Armamento port�til utilizado durante la Guerra Civil Espa�ola
Anexo:Tanques en la Guerra Civil Espa�ola
1936 Guerra Civil
Notas
Tanto en la zona republicana como en la Nacional, incluyendo el protectorado de
Marruecos, Guinea, Saguia el Hamra, R�o de Oro e Ifni.
En el auto por el que queda extinta la responsabilidad penal, se detalla que es
por �delitos contra Altos Organismos de la Naci�n y la Forma de Gobierno, as� como
respecto del delito de detenci�n ilegal con desaparici�n forzada de personas, en el
contexto de cr�menes contra la humanidad�.
El 16 de octubre de 2008, fueron imputados altos cargos de la Dictadura por el
entonces magistrado-juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garz�n, acusado de
�presuntos delitos permanentes de detenci�n ilegal, sin dar raz�n del paradero, en
el contexto de cr�menes contra la humanidad�.21? El auto lleg� a dar por hechos
constados los siguientes:
De lo dicho anteriormente y de los hechos que acontecieron posteriormente al 18 de
julio de 1936, se constata que el alzamiento o insurrecci�n armada que se
materializ� en esa fecha, fue una decisi�n perfectamente planeada y dirigida a
acabar con la forma de Gobierno de Espa�a, en ese momento, atacando y ordenando la
detenci�n e incluso la eliminaci�n f�sica de personas que ostentaban
responsabilidades en los altos Organismos de la Naci�n y ello, como medio o al
menos como paso indispensable para desarrollar y ejecutar las decisiones
previamente adoptadas sobre la detenci�n, tortura, desaparici�n forzada y
eliminaci�n f�sica de miles de personas por motivos pol�ticos e ideol�gicos,
propiciando, asimismo, el desplazamiento y exilio de miles de personas, dentro y
fuera del territorio nacional, situaci�n que continu�, en mayor o menor medida,
durante los a�os siguientes, una vez concluy� la Guerra Civil, y cuya realidad
pretende concretarse en esta investigaci�n, as� como los autores, en cada caso, con
el fin de individualizar las conductas y los responsables de las mismas, y resolver
sobre la extinci�n de su posible responsabilidad penal, de haber fallecido. [...]
La categor�a de crimen contra la humanidad parte de un principio b�sico y
fundamental, que estas conductas agredan en la forma m�s brutal a la persona como
perteneciente al g�nero humano en sus derechos m�s elementales como la vida, la
integridad, la dignidad, la libertad, que constituyen los pilares sobre los que se
constituye una sociedad civilizada y el propio Estado de Derecho.
Auto del 16 de octubre de 2008 del Juzgado Central de Instrucci�n n.� 5 de la
Audiencia Nacional.21?
Posteriormente, el 18 de noviembre del mismo a�o, el mismo tribunal decidi�
extinguir su responsabilidad al haberse certificado su fallecimiento.b?22?

Juli�n Casanova apunta medio millar de irlandeses,259? sin embargo otros autores
elevan esta cantidad a un n�mero indeterminado entre 700-900 combatientes.260?
Juli�n Casanova menciona 300 combatientes franceses,262? sin embargo otros
estudios apuntan un n�mero superior, en torno a 500.263?260?
El art�culo 607 del C�digo Penal espa�ol exige para que concurra el delito de
genocidio que el autor tenga el �prop�sito de destruir total o parcialmente un
grupo nacional, �tnico, racial, religioso o determinado por la discapacidad de sus
integrantes�.
Referencias
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you (probably) didn�t know�.
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El n�mero de p�rdidas es debatible; las estimaciones sugieren que entre 500 000 y
un mill�n de personas fallecieron. Con los a�os, los historiadores disminuyeron
estas cifras, y estudios modernos concluyen que 500 000 muertes es la cifra m�s
acertada. Hugh Thomas, The Spanish Civil War (2001), pp. xviii & 899-901,
inclusive.
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Espa�a. La elecci�n del t�rmino no es casual�.� P�blico. Consultado el 28 de
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Santos Juli�, 1999, p. 118. �Fue desde luego lucha de clases por las armas, en la
que alguien pod�a morir por cubrirse la cabeza con un sombrero o calzarse con
alpargatas los pies, pero no fue en menor medida guerra de religi�n, de
nacionalismos enfrentados, guerra entre dictadura militar y democracia republicana,
entre revoluci�n y contrarrevoluci�n, entre fascismo y comunismo�.
Malefakis, 2006, p. 24. �Aunque una parte de los militares iniciara la contienda,
la guerra no puede definirse �como a veces sigue haci�ndose� como la lucha de los
militares �o del Ej�rcito m�s un pu�ado de terratenientes ricos y jerarcas
eclesi�sticos� contra el resto de la sociedad. Sin el apoyo de muchos espa�oles �en
especial de las clases medias y altas, pero tambi�n de las humildes: millones de
peque�os propietarios y gente religiosa�, el alzamiento no se hubiera convertido en
guerra civil, pese a la mayor eficacia militar con que los rebeldes contaban al
principio�.
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�La dictadura de Franco fue fascista y genocida�, El Plural, 19 de julio de 2006.
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Gil Pecharrom�n, 1997, p. 121. �A los pocos d�as de las elecciones, unos ochenta
mil campesinos andaluces, manchegos y extreme�os convocados por la FNTT
[socialista], se lanzaron a ocupar las fincas de las que hab�an sido desalojados en
el invierno de 1934-35 [por los gobiernos radical-cedistas]. Se produc�a as� un
hecho consumado, que oblig� al Ministerio de Agricultura a adoptar medidas
oportunas para volver a poner en vigor la legislaci�n del primer bienio�.
Gil Pecharrom�n, 1997, p. 122.
Gil Pecharrom�n, 1997, p. 130.
Gil Pecharrom�n, 1997, pp. 123-125.
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Gil Pecharrom�n, 1997, p. 123.
Juli�, 1999, p. 114.
Casanova, 2007, pp. 162-163.
Juli�, 1999, pp. 112-116. �De esta forma, el gobierno qued� desasistido por sus
aliados naturales y hostigado desde la derecha por una envalentonada oposici�n
mon�rquica que arrastraba ya con fuerza a los cat�licos y desde la izquierda por un
sector del PSOE que, si hab�a renunciado a la revoluci�n esperaba con impaciencia
la hora de sustituir al gobierno republicano por uno exclusivamente socialista�..
Gil Pecharrom�n, 1997, pp. 126-127.
Gil Pecharrom�n, 1997, pp. 127-128.
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Juli�, 1999, p. 115. �Las divisiones que se hab�an manifestado en el seno del
propio ej�rcito desde la Dictadura... durante la Rep�blica hab�an alcanzado un
singular grado de virulencia con la creaci�n de uniones militares enfrentadas por
la cuesti�n del r�gimen pol�tico [la UME, Uni�n Militar Espa�ola, mon�rquica; y la
republicana Uni�n Militar Republicana Antifascista, UMRA, con una influencia mucho
m�s reducida]�.
Juli�, 1999, pp. 115-116.
Ar�stegui, 1997, p. 25. �Aza�a y muchos elementos de su partido, y el propio
Casares Quiroga, jefe del gobierno, no creyeron que despu�s de haber neutralizado
con facilidad el golpe de Sanjurjo en 1932 en el ej�rcito hubiera capacidad para
preparar una acci�n seria, estimando adem�s que ten�an controlados a los posibles
cabecillas y que en el caso de que esa rebeli�n se produjese ser�a f�cil
abortarla�.
Gil Pecharrom�n, 1997, p. 138.
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inglesa.
Al�a Miranda, 2018, p. 123-124. "Estos militares pertenec�an a una generaci�n
acostumbrada a desempe�ar un determinado papel pol�tico, no tanto desde el poder,
escarmentados por la mala experiencia de la dictadura de Primo de Rivera, sino como
garantes del mantenimiento del orden p�blico e institucional. Culpaban a la
Rep�blica de su descr�dito social y profesional, de la postraci�n del Ej�rcito y,
en �ltima instancia, de todas las desdichas de la naci�n espa�ola"
Al�a Miranda, 2018, p. 124-125.
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[1]
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convertirse, por sus condiciones naturales y su magn�fico emplazamiento, en el
basti�n sobre el que se asentara cualquier hip�tesis de una resistencia
escalonada�.
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coronel Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor de la Rep�blica, propuso al Gobierno de
Negr�n que provocara una guerra con la Alemania nazi.� El Pa�s, 18 de octubre de
2008; avance de un libro que va a titularse El arte de matar, a publicar en el a�o
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Ar�stegui, 1997, pp. 69-70.
La guerra civil espa�ola, Dir. Edward Malefakis, cap. 6.
Como dec�a el luchador y pensador anarquista Errico Malatesta: �Yo soy comunista,
estoy a favor del acuerdo y creo que con una descentralizaci�n inteligente y un
intercambio continuo de informaciones podr�an llegar a organizarse los necesarios
intercambios de productos y satisfacer las necesidades de todos sin recurrir al
s�mbolo moneda. Como todo buen comunista aspiro a la abolici�n del dinero, y como
todo buen revolucionario creo que ser� necesario desarmar a la burgues�a,
desvalorizando todos los signos de riqueza que puedan servir para vivir sin
trabajar�.
Juli�, 1999, pp. 126-129.
Casanova, 2007, pp. 318-321.
Casanova, 2007, pp. 317; 323-324.
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Juli�, 1999, p. 137.
Ar�stegui, 1997, p. 98.
Casanova, 2007, pp. 335-336.
Bahamonde y Cervera Gil, 1999, p. 77. �Es verdad que Espa�a estuvo �invadida� de
presencia extranjera en los dos bandos, pero fue m�s la que se observ� del lado del
gobierno de Burgos y, sobre todo, �sta persisti� hasta el final. Y es indudable que
el argumento que esgrim�a Negr�n de que el bando nacional no era espa�ol, sin ser
ni mucho menos verdad, ten�a mucha m�s raz�n de ser que cuando Burgos afirmaba que
la Espa�a republicana era pr�cticamente un sat�lite de Stalin�..
Juli�, 1999, p. 142.
Ans�, Mariano (1976). Yo fui ministro de Negr�n. Memorias ineludibles. Planeta. p.
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Casanova, 2007, pp. 261-262.
Casanova, 2007, pp. 273-274. �[A partir del inicio de la batalla de Madrid], la
guerra ya no era un asunto interno espa�ol. Se internacionaliz� y con ello gan� en
brutalidad y destrucci�n. Porque el territorio espa�ol se convirti� en campo de
pruebas del nuevo armamento que estaba desarroll�ndose en esos a�os de rearme,
previos a una gran guerra que se anunciaba [la Segunda Guerra Mundial]�..
�EL ASILO DIPLOM�TICO: UN CONDICIONANTE DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES DE LA
REP�BLICA DURANTE LA GUERRA CIVIL Antonio Manuel Moral Roncal Universidad de Alcal�
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Casanova, 2007, p. 277. �De los voluntarios genuinos [que combatieron en las
tropas del ej�rcito de Franco], entre mil y mil quinientos, destacaron los
cat�licos irlandeses... S�lo combatieron en la batalla del Jarama, en febrero de
1937, donde, dada su inexperiencia militar, no salieron muy airosos y unos meses
despu�s volvieron a su patria. Adem�s de ese medio millar de �camisas azules�
irlandeses, hubo en las tropas de Franco rusos blancos curtidos en la lucha contra
los bolcheviques, un grupo variado de fascistas y antisemitas procedentes de la
Europa oriental y unos trescientos franceses de la ultraderechista Croix de Feu que
constituyeron el batall�n Jeanne d'Arc�.
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tropas del ej�rcito de Franco], entre mil y mil quinientos, destacaron los
cat�licos irlandeses... S�lo combatieron en la batalla del Jarama, en febrero de
1937, donde, dada su inexperiencia militar, no salieron muy airosos y unos meses
despu�s volvieron a su patria. Adem�s de ese medio millar de �camisas azules�
irlandeses, hubo en las tropas de Franco rusos blancos curtidos en la lucha contra
los bolcheviques, un grupo variado de fascistas y antisemitas procedentes de la
Europa oriental y unos trescientos franceses de la ultraderechista Croix de Feu que
constituyeron el batall�n Jeanne d'Arc�.
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de armamento sigue en pie y la valoraci�n de su utilidad tambi�n�..
Jos� M� Manrique Lucas Molina Franco, Las armas de la Guerra Civil Espa�ola, La
esfera de los libros, ISBN 84-9734-475-8.
Casanova, 2007, p. 273.
El C-6, comandado por el ruso Nikolai Yegipko.
Submarino C-1 Archivado el 9 de noviembre de 2007 en Wayback Machine.. En agosto
de 1936 es nombrado comandante el oficial ruso Burmistrov, que sustituy� al C.C.
Lara.
Para jefe de la flotilla de los tres submarinos, el C-2, el C-4 y el C-6, se nombr�
al ruso Burmistrov, pasando el C-6 al mando de su compatriota Eguipko, que aunque
no tengo noticia de que llegara a hundir ning�n barco, s� que, por lo menos,
mantuvo a su submarino en actividad hasta el �ltimo momento. Ambos alcanzar�an el
almirantazgo en la Marina sovi�tica, y Eguipko desempe�ar�a en los a�os setenta el
puesto de almirante-jefe de la base de Leningrado.
�El �Cervera� a la vista!
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��Qui�n financi� la Guerra Civil?�.
Casanova, 2007, pp. 286-287.
Casanova, 2007, pp. 287-288. �Sin ese petr�leo, la maquinaria de guerra del
ej�rcito de Franco no hubiera funcionado, pues Italia y Alemania, como Espa�a,
depend�an del petr�leo angloamericano para sus suministros. Franco recibi� 3 500
000 toneladas de petr�leo a cr�dito, m�s del doble de las importaciones que
consigui� la Rep�blica, y adem�s algunos de esos magnates del petr�leo
entorpecieron el comercio hacia la Rep�blica y bloquearon los cr�ditos a su sistema
bancario�..
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Raguer, 2001, pp. 354-358. �As�, por unos pocos d�as, no fue posible restablecer
el culto p�blico en un punto de la Espa�a republicana, ni siquiera en una sola
capilla, antes de la llegada de los �cruzados� vencedores�.
Rey Reguillo, 2008, p. 560-561. "Los muertos fueron a parar a los cementerios o a
zanjas perdidas sin nombre en lugares dispersos, pero el odio pol�tico, la sombra
del terror y el dolor se quedaron para mucho tiempo"
Thomas, Hugh (1976). La guerra civil espa�ola. Volumen I. P�ginas 295 y
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Queipo de Llano: �Nuestros valientes legionarios y regulares han ense�ado a los
rojos lo que es ser hombre. De paso tambi�n a las mujeres de los rojos que ahora,
por fin, han conocido hombre de verdad y no castrados milicianos. Dar patadas y
berrear no las salvar�, Uni�n Radio Sevilla, julio de 1936.
Auto de procesamiento de Johann Leprich, Anton Tittjung y Josias Kumpf por actos
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�El Ministerio de Justicia cuelga en Internet el mapa de las fosas de la Guerra
Civil�.
�Rubalcaba explicar� el mapa de fosas�.
�Los ayuntamientos no podr�n obviar los lugares de la represi�n franquista�.
��Espa�a deber�a aclarar d�nde y qui�nes est�n en las fosas comunes�, seg�n la
ONU�.
�Estas son las principales medidas de la ley de Memoria Democr�tica�.
La bibliograf�a sobre la guerra civil espa�ola es gigantesca. Se ha dicho que
supera ampliamente a la existente respecto a cualquier otro gran conflicto del
siglo veinte, incluida la segunda guerra mundial, y es cierto. (Carlos Artola:
Rese�a de Espa�a traicionada). Una b�squeda en Dialnet da 5108 documentos. Una
b�squeda en una librer�a especializada da 571 libros comercializados a 2 de julio
de 2009.
[2]. En algunas listas se incluyen pel�culas en las que la relaci�n con la guerra
civil es muy lejana: [3]
Caparr�s Lera, J. M. La Guerra Civil espa�ola en el cine, ABCD las Artes y las
Letras, 15-VII-2006.
Algunas claves acerca de la producci�n de documentales durante la guerra civil
franquista
�http://cinepolitico.blogspot.com/2007/05/defensores-de-la-fe-russell-palmer-
1938.html�.
J. M. Caparr�s (op. cit.) hace un c�mputo de 45 pel�culas, 14 de ellas en los
primeros a�os de la posguerra.
�FRENTE DE MADRID 1939: B/N. 91'�. Cineteca Nacional. 8 de septiembre de 2007.
Consultado el 31 de diciembre de 2018.
�Ficha de la pel�cula - Frente de Madrid�. Cervantes Virtual. Consultado el 31 de
diciembre de 2018.
Seg�n el c�mputo de J. M. Caparr�s (op. cit.): �En cuanto a la visi�n de los
�perdedores�, en la democracia he contabilizado 44 pel�culas sobre la Guerra Civil,
casi tantas como en cuarenta a�os de dictadura. As�, en la Transici�n se produjeron
15 t�tulos, en la primera �poca socialista otras 17 pel�culas, en el per�odo del
Partido Popular llegaron a 11, y en la presente etapa del PSOE de momento solo hay
un film de ficci�n: Iris, de Rosa Verg�s.�
Roc�o Garc�a �Una legendaria venganza contra la miseria. Carlos Garc�a Alix
estrena El honor de las injurias, un documental que se adentra en el horror de la
guerra y del fanatismo a trav�s de la figura de Felipe Sandoval, pistolero
anarquista que se quit� la vida en julio de 1936 (sic, es 1939) en un centro de
detenci�n�, El Pa�s, 8 de noviembre de 2008
[4] Premio al mejor documental en el Festival de Cine de Tribeca (Nueva York). La
pel�cula, creada a partir de las cintas caseras que personajes como Joan Salvans y
Alberto Noriega grabaron en esa �poca, ofrece una visi�n intimista y po�tica de las
circunstancias que rodearon el conflicto.
[5] Archivado el 13 de mayo de 2013 en Wayback Machine. Cineteca Nacional de
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V�ase el ensayo de Maryse Bertrand de Mu�oz, en AIH. Actas V (1974). La novelas
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Mundo], 22-XII-2005.
MARTOS, David: �[Juan Eslava Gal�n: �Lo que toca es acomplejarnos de ser
espa�oles. �No tenemos de qu�
avergonzarnos!�http://www.abc.es/cultura/20130505/abcp-juan-eslava-galan-toca-
20130505.html]�, ABC, 5 de mayo de 2013.
Maryse Bertrand de Mu�oz (1982). Jos� Porrua Turanzas, ed. La guerra civil
espa�ola en la novela: bibliograf�a comentada. Espa�a. ISBN 84-7217-114-4 |isbn=
incorrecto (ayuda).
CLEMENTE, Josep Carles: Historias de la Transici�n: el fin del apag�n, 1973-1981.
Editorial Fundamentos, 1994.
Antolog�a Partes de guerra, RBA, 2009: �Cuando reun� los 35 cuentos de 31 autores
de diferentes generaciones, diferentes lugares, que hablan del campo y en la
ciudad, desde el frente y en la retaguardia, la idea era que la antolog�a abarcase
la guerra en su totalidad; y que este libro de relatos llegara a sustituir a esa
novela colectiva sobre la Guerra Civil que no se ha escrito; y no sabemos si alguna
vez se escribir� (Relatos que suplen la gran novela sobre la Guerra Civil espa�ola,
por David Gonz�lez Torres, en Avi�n de Papel, 15 de febrero de 2009). Los autores
citados son: Ignacio Aldecoa, Bernardo Atxaga, Max Aub, Francisco Ayala, Arturo
Barea, Pere Calders, Juan Campos Reina, Manuel Chaves Nogales, Miguel Delibes,
Jes�s Fern�ndez Santos, Juan Garc�a Hortelano, Francisco Garc�a Pav�n, Rafael
Garc�a Serrano, Xos� Luis M�ndez Ferr�n, Ana Mar�a Matute, Edgar Neville, Lino
Nov�s Calvo, Ramiro Pinilla, Fernando Qui�ones, Manuel Rivas, Merc� Rodoreda, Tom�s
Segovia, Ram�n J. Sender, Manuel Talens, Andr�s Trapiello, Juan Eduardo Z��iga.
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Miguel Mora Espa�a, vista por un fascista italiano. El teniente Sandri tom� 4.000
fotograf�as durante su servicio en la Guerra Civil - El material, rescatado de la
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Enlaces externos
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Documento: Declaraci�n colectiva del Episcopado ante la constituci�n de la
Rep�blica. 20 de diciembre de 1931
Documento: Solicitud de conformaci�n de una cooperativa agr�cola para explotaci�n
colectiva. Madrid. 1935
Documento: POUM: �Queremos ganar la guerra! 15 de febrero de 1937
Wikiquote alberga frases c�lebres sobre la Guerra civil espa�ola.
Mosc� revela documentos in�ditos de Stalin sobre la guerra civil espa�ola
Texto de la Constituci�n de la Rep�blica Espa�ola
La Guerra Civil, 70 a�os despu�s � Elmundo.es
Historia de Espa�a � La Guerra Civil Espa�ola (1931�1936) en Historiasiglo20.org
Memoria republicana: �Objetividad y neutralidad en el estudio de la Guerra Civil
Espa�ola�
La intervenci�n alemana en la guerra civil espa�ola, por Walther L. Bernecker
En el sitio web The European Library Harvest se encuentra material referido al tema
La Rep�blica en la paz como en la guerra por Paul Preston. Letras Libres, mayo de
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Liberados del Olvido, memorial sobre la guerra civil en Arag�n.
Ebre 38: revista internacional de la Guerra Civil 1936�1939, texto completo.
Juan Pablo Fusi, �En el fuego del combate�, El Pa�s, 15 de abril de 2012.

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