Lluïsa Casagemas, Su Ópera y La Controversia de Su Sexo

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Ensayo

Lluïsa Casagemas, su ópera y la controversia de su sexo


Indra Samantha Morales Lozano.

Antes de empezar a hablar sobre Casagemas, es importante mencionar el papel que


desempeñaba, o mejor dicho, que “tenía” que desempeñar la mujer en la sociedad desde
tiempo atrás. Civilizaciones, guerras, nacimientos de ciudades, y otros acontecimientos
históricos en los que no se incluye a las mujeres, han atribuido la historia de la humanidad a
los varones, dejando a las mujeres como las grandes olvidadas de la historia, puesto que en
los libros y enciclopedias aparentan estar ausentes en disciplinas importantes como la
ciencia, el arte, la literatura, entre otras.

Anteriormente, en civilizaciones como Egipto y Mesopotamia, las mujeres gozaban


de libertades como ejercer cualquier tipo de oficio y el derecho a la educación. No vivían
siempre a disposición del hombre y podían decidir y tener opinión respecto a temas
políticos y sociales. Había un cierto estatus de igualdad, pero también existían mujeres
como las campesinas, que hacían un trabajo más duro, tanto como jóvenes que llegaban a
ser esclavas o siervas de palacios.

Después, en las antiguas Grecia y Roma, la posición de la mujer no fue tan


favorable, ya que las mujeres no tenían derecho a opinar respecto a lo que querían. Eran
casadas a los catorce años con hombres mucho más mayores, y el padre era quien escogía
al marido. En algunas ocasiones eran tratadas como monedas de cambio en matrimonios de
conveniencia, que al final venían favoreciendo a algún hombre. Sin embargo, en algunas
pequeñas ciudades como Esparta, las mujeres tenían más libertad, pues por la ausencia
prolongada de hombres que se iban a la guerra, éstas tuvieron la oportunidad de estudiar
música, practicar gimnasia, competir como atletas y otras actividades. Pero tanto en Grecia
como en Roma, estaban excluidas de la vida política; no podían votar ni acceder a las
magistraturas y solo rara vez se les permitía participar.

La educación estaba orientada a su función como esposa; las niñas aprendían a hilar
y tejer, y mujeres de altos estatus sociales tenían permitido aprender música y a tocar la lira,
pero sólo como pasatiempo, ya que tampoco se les era permitido dedicarse
profesionalmente a ello. Su educación terminaba con el matrimonio, es decir, que la
enseñanza que se les daba estaba encaminada a hacer de ellas “buenas esposas”.

Adentrándonos en la Edad Media nos encontramos con una sociedad todavía


estamental, donde las mujeres podían pertenecer, ya sea a la nobleza, al régimen religioso o
simplemente ser campesinas, siendo ésta última un oficio mayoritario. La mujer noble, a
pesar de las riquezas y el poder que pudiera poseer, no dejaba de ser una propiedad del
padre, marido o hijo. Por otro lado, la figura de la mujer religiosa se presentaba como una
vía de escape a mujeres que habían pecado y querían redimirse, pero también era una
oportunidad para las que huían de matrimonios pactados. Las campesinas se encargaban de
labores domésticos, la educación de los hijos y trabajaban en el campo gracias a la
incrementación del comercio y las industrias. Está de más decir que la educación para estas
clases sociales, sobre todo en zonas rurales, era casi imposible y por eso existía un mayor
porcentaje de analfabetismo, que hizo creer que la mujer contaba con una inteligencia y
capacidad inferior al hombre.

Se creía que la mujer no era más que un hombre incompleto, un ser sin terminar al
que había que cuidar, proteger y guiar. El único discurso imperante y válido era el de los
hombres, pues la información que existe sobre actividades cotidianas, pensamientos,
actitudes y comportamientos, nos llega directamente de eclesiásticos masculinos, esto
debido a que afirmaban que las mujeres eran seres sin alma, puertas al pecado, que eran
sucias y diabólicas a razón de la menstruación y pecadoras por el hecho que Eva tomó la
manzana prohibida, condenando a toda la humanidad. Todo esto implicó su sometimiento
total al varón y su alejamiento de la vida pública, en la que no podía participar.

Pero a pesar de las estrictas normas sociales que debían seguir, existieron mujeres
valientes que no temieron hablar y expresar sus inconformidades respecto a juicios y reglas,
impulsadas por hombres, que oprimían los derechos de las féminas; tal es el caso de Mary
Wollstonecraft, quien escribió un documento sobre los derechos de la mujer. En él se hacía
una defensa de los derechos de las mujeres, pues con ello se defiende el derecho al trabajo
igualitario, la educación de las mujeres y su participación en la vida pública. Por otro lado,
en la Nueva España, el obispo Manuel Fernández, bajo el seudónimo de Sor Filotea, le hizo
saber a Sor Juana Inés de la Cruz su inconformidad ante el afán que ella tenía de interesarse
en temas en los que sólo le correspondía a los hombres opinar, pidiéndole que se enfocara
en sus asuntos monásticos. Fue entonces que Sor Juana escribió su obra más emblemática
“Respuesta a Sor Filotea”, en ella realiza una brillante y audaz argumentación a favor del
derecho al estudio y la libertad de expresión de la mujer.

La invisibilidad histórica que han sufrido las mujeres, apartándolas de la "historia


oficial", hace que desconozcamos a muchas que utilizaron su imaginación, su voluntad, sus
fuerzas y a veces hasta su vida, para contribuir en la construcción de una sociedad más justa
e igualitaria para mujeres y hombres.

Así como existieron mujeres que desafiaron a los hombres en años anteriores,
también existieron quienes hicieron logros y destacaron en las ciencias y la cultura, mujeres
que fueron enterradas con el paso del tiempo. Una de esas artistas olvidadas que, por suerte,
ha conseguido salir a la luz, es Lluïsa Casagemas, quien rodeada por un centenar de
músicos varones y populares compositores de óperas, llegó a tener éxito con sus obras, en
especial la ópera “Schiava e Regina”.

María Lluïsa Casagemas i Coll fue una niña prodigio que nació en 1873 en
Barcelona. A temprana edad comenzó a tomar clases de composición, armonía, violín y
canto. Llegó a dominar estos instrumentos, por lo cual interpretó en varias ocasiones sus
propias obras.

Según investigadores, Casagemas compuso más de 300 obras, pero sólo se conocen
cien. Compuso 110 piezas para canto y piano, para piano solo, música de cámara y
sinfónica, obras religiosas, pasodobles, tangos y canciones españolas. Se dice que entre
estas piezas se encontró un Ave Maria que se asegura fue su primer trabajo como
compositora, cuando apenas tenía once años de edad. Se conoce además otra ópera en
cuatro actos llamada “I Briganti” (Los Bandidos), con libreto de Andrea Maffei, mismo que
fue utilizado por Giuseppe Verdi para su ópera “I Masnadieri”.
A la edad de diecisiete años compuso la ópera Schiava e Regina, ópera en tres actos
con libreto de Josep Barret, que fue premiada en el Concurso de la Exposición Universal de
Chicago en 1892 con medalla y diploma, y se convirtió en la primera ópera escrita por una
mujer en España, siendo un hecho novedoso en aquella época.

El 7 de noviembre de 1893 se estrenaría dicha ópera en el Gran Teatre del Liceu de


Barcelona, pero esto no pudo ser posible debido al atentado mejor conocido como “La
bomba del Liceo”. Este acto anarquista fue ejecutado por Santiago Salvador Franch, junto
con Paulino Pallas y Mariano Cerezuela Subies, quienes pertenecían a grupos anarquistas y
se dedicaban al contrabando de vino, sal y al robo. Santiago subió a la 5º planta con las
bombas escondidas bajo el blusón, esperó hasta el segundo acto de la ópera Guillermo Tell
y cuando el público aplaudía el final del dúo, tiraron las dos bombas Orsini. Sólo una de
ellas estalló, matando a 20 personas e hiriendo a 27.

La ópera de Casagemas era la siguiente anunciada en el programa del teatro, y por


las condiciones en las que quedó dicho lugar, no se pudo presentar. Ante ésta situación, la
familia real dispuso que se estrenara posteriormente en 1894 en el Palacio Real de Madrid,
pero no la obra completa, sino solo fragmentos, algunos de los cuales se imprimieron en
reducción para canto y piano, contando, por su puesto, con la asistencia de la familia real y
algunos miembros de la aristocracia española.

La partitura se perdió y la obra tardaría dos siglos en representarse por completo, ya


que en 2017 reapareció en la biblioteca de la familia de Francesc Bofill, procedente de una
herencia de sus abuelos maternos, amigos del hermano del músico Francesc de Paula
Sánchez i Gavagnach, quien a su vez, fue el primer maestro de Casagemas en el
conservatorio de Liceu.

La ópera se encontró gracias a Maria Teresa Garrigosa, pues se encontraba


preparando su tesis doctoral, la cual habla de ésta obra. Fue encontrada escrita en una
versión para piano, completa y manuscrita, contando con anotaciones dedicadas a Sánchez i
Gavagnach, y, además de la partitura en tres actos, viene adjunto el índice que se añadió
con posterioridad a la encuadernación original, así como una fotografía de la compositora.
Después de casi dos siglos, sus arias y duetos fueron representadas el 27 de octubre del
2017 en el teatro Sarrià de Barcelona, y hasta la fecha se espera que se pueda representar
algún día la obra completa.

En un artículo llamado “Las mujeres compositoras”, Pedrell dedica unas palabras a


Casagemas, haciendo alusión ante la enorme sorpresa del estreno de sus obras en el
renombrado teatro de Liceu:

“No deja de sorprendernos, y desde luego gratísimamente, ver figurar un nombre


femenino entre los de los compositores de óperas serias sometidas a fallo público;
pues estimamos que acaso sea la primera vez que esto acontezca… En los tiempos
actuales en que la igualdad de facultades y actitudes entre los dos sexos es tema de
ardiente discusión en todas partes…, no dejará de llamar poderosamente la
atención el que un teatro de la importancia y universal renombre que, con justicia,
disfruta nuestro Liceo haya acogido la obra de una señorita española.”

Pedrell, Feli.

Esta novedad hizo considerarla como una igual en aquel círculo tan reservado de
músicos varones, cabe mencionar, y donde llegó a codearse con Isaac Albéniz y Amadeu
Vives. Tomemos en cuenta que en aquella época las mujeres no eran muy populares dentro
de estos grupos sociales, ya que era mal visto que se dedicaran a la música, como
anteriormente había mencionado.

La historia de Casagemas es interesante para mí, tanto como las demás mujeres que
aportaron y triunfaron en aspectos importantes de la historia, y como muchas de ellas,
Casagemas lo hizo sin el acompañamiento de un hombre. Fue una mujer independiente y
no se conoce ninguna relación amorosa o afectiva, pero tampoco se niega. En mi opinión,
pienso que es ejemplo de un logro feminista, en el que la igualdad entre hombre y mujer se
ejerció sin algún tipo de exclusión, ya que existía un apoyo por parte de ambos sexos dentro
de su círculo de personas cercanas y el mismo público.
Bibliografía

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