Educacion y Adiccion Daros

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W. R.

DAROS

EDUCACIÓN Y ADICCIÓN
en el clima de la posmodernidad

Rosario 2020
W. R. DAROS

EDUCACIÓN Y ADICCIÓN
en el clima de la posmodernidad

Rosario
2020

1
No resulta fácil liberarse de toda adicción. Las acciones repetidas para
liberarnos de las insatisfacciones generan hábitos y, si son placenteros,
nuestro organismo biológico y psicológico genera lo que (dopamina,
serotonina, adrenalina) nos puede seducir, hacernos adictos, dependientes
del placer: el placer de vivir genera la positiva conducta adictiva
incontrolable a desear seguir viviendo (inmortalidad).

Si es casi inevitable no hacernos adictos: evitemos la adicción a los placeres


fáciles, y prefiramos entregarnos al placer de vivir serenamente
que se sigue del esfuerzo prolongado y altruista, aunque esto signifique ir
contra los modelos reinantes. De hecho, lamentablemente, el deseo del placer
de comer algo dulce, el amor a poseer capital -que promete reasegurar
nuestro futuro-, y a divertirnos con el fútbol o con un celular, seduce más
que el deseo y el esfuerzo activo de cooperar y compartir.
La Humanidad globalizada está seducida y anestesiada con drogas,
en su mayoría, baratas y legalizadas: no será fácil proponerle algo mejor.

Sin una meta atractiva, no hay necesidad de caminos ni de esfuerzos: es suficiente


con estar gozando. Nos seducen los caminos de las dulces adicciones.
Los placeres reforzados nos seducen y, si no los dominamos y controlamos,
nos vuelven adictos. Estamos más enamorados del deseo de lo que
no poseemos que de lo deseado ya poseído.

Llegar a ser una persona educada es un logro: es haber


adquirido el deseo de aprender; no es el resultado
de un proceso de domesticación animalesco naturalizado.
Una persona educada implica haber alcanzado, integradamente,
en relación con los demás, el dominio de sí misma:
de su sentir, de su conocer, de su voluntad libre para convivir.

El autor agradece una beca anual otorgada por la Universidad Adventista del
Plata (General San Martín, Entre Ríos, Argentina) para esta investigación. No obstante,
la presente publicación expresa ideas que son responsabilidad exclusiva del autor.

Coordinador del comité editorial evaluador de UCEL: Dr. Gabriel Frontons.


Copyright by Editorial UCEL: Universidad del Centro Educativo Latinoameri-
cano. Rosario, Argentina, 2020.

2
EDUCACIÓN Y ADICCIÓN
en el clima de la posmodernidad

ÍNDICE

5 Prólogo

10 Capítulo I: ¿Qué podemos entender por “persona educada”?


Introducción.
Una definición optativa de educación.
La educación entendida como el logro de una existencia auténticamente auto-
determinada, en un contexto social.
La educación como formación de sí con los otros.
En concordancia con un clásico concepto de la educación.
La sociedad y las personas en un cambio de Era.
Educación e instrucción.

27 Capítulo II: La Posmodernidad, el hiperindividualismo, el modo de ser de


los argentinos y la tarea educativa
Hacia la Posmodernidad.
El hiperindividualismo.
La forma de ser de los argentinos.
La tarea educativa.
Rasgos de la educación en cuanto preparación del ciudadano contemporáneo y
posmoderno.
Adoctrinamiento y seducción. Dos formas de generar adicción: la moderna y
la posmoderna.
El narcisismo y selfish: esclavos de la propia imagen y apatía.
La evolución social de la adolescencia y sus valores.
El carácter fundamental del grupo familiar para el surgimiento de una persona
socializada y la prevención de adicciones.

76 Capítulo III: La adicción


Qué entenderemos por adicción.
¿Qué tipos de adicciones existen?
¿Cuál es el origen de las adicciones?
Causales de las adicciones.
Criterios comunes y características mentales de los adictos.
¿Las adicciones tienen género?
Vigorexia, una adicción sin drogas.
La nomofobia: una adicción creciente.
La confirmación de la adicción.
Supresión de la adicción.

3
Utilidad de las normas morales como protección ante las adicciones.
La familia y la insuficiencia de la voluntad.

146 Capítulo IV: Educación y adicción


Aprender y vivir en un grupo.
La falta de dominio de sí, la seducción y el deseo impulsivo de placer inme-
diato.
El placer inmediato, la libertad y la adicción: la perspectiva freudiana.
Nuevo Estado (debilitado) y nuevas ofertas posmodernas generalizadas.
Estrategias de dominación.
Dos ausentes: la falta del sentido en la vida y del dominio del yo.
La terapia como educación y la posibilidad de la recuperación del dominio de
sí mismo, en un contexto social.
¿Se debe despenalizar el consumo de drogas?
Ayuda grupal e integral.
La adicción ideológica moderna a capitalizar.
Síndrome del poder y la adicción crónica al dinero.

182 Capítulo V: La tarea de la escolaridad: posibilitar un futuro humano


Desde el pasado, en el presente, pensar en el futuro.
El seno familiar y escolar: para la construcción de un yo responsable.
Preparar para la ciudadanía responsable.
Hacia una adolescencia saludable.
Necesidad e insuficiencia de la escolaridad.
Miedo de y a los jóvenes.
De la preparación del ciudadano a la defensa del consumidor.
Del interés por el contrato social al interés por el cóctel de la grupalidad tribal.
Instituciones educativas en el contexto social: ser y presentar modelos supera-
dores.
Concluyendo.

214 ANEXO I - Factores de riesgo y protección para el consumo de drogas.


- Drogadicción, tipos de drogas y su tratamiento médico.

227 ANEXO II - Leyes argentinas referidas a niñez y juventud.

229 ANEXO III - Ministerio de Educación - Educación y prevención sobre las


adicciones y el consumo indebido de drogas. Herramientas para la escuela.

252 ANEXO IV - Para pensar la adicción con imágenes.

264 Bibliografía

273 El autor

4
PRÓLOGO

Cuando se llega a cierta edad, se puede prescindir de algunas formalidades aca-


démicas a las que se estiman menos importantes. Por ello, trataré de exponer algunas
ideas sobre la temática de la educación y su relación con las adicciones, a veces sin res-
petar todas las formalidades que solicitan los académicos acosados por la obligación de
publicar. Se trata de ofrecer o recordar algunas ideas, evitando tanto el cientificismo
como el filosofismo, dado que los ―ismos‖ suelen tener algo de creencia fanática, fo-
gueada por los temores.
Se aspira a hacer aquí una lectura compartida con otros escritores, en la cual me
interesa conocer explicaciones que ignoro, reforzar alguna que ya sé y hacer objeto de
reflexión otras tantas discutibles.
No obstante, este libro tiene una estructura: 1) partiré del problema según el cual
cabe preguntarse si es dañino ser adicto (¿Por qué alguien no puede elegir ser adicto a
una sustancia o a una conducta que le da placer; y por qué los demás tienen que interfe-
rir en la vida privada de otros?). A este problema, 2) le seguirá la hipótesis de si se debe
considerar dañino para un ser humano el ser adicto, esto es, el depender compulsiva-
mente de ciertas sustancias o conductas. 3) Se buscarán luego razones objetivas (más
allá del placer o dolor) para sostener esta hipótesis. Se supone siempre, en esta hipóte-
sis, que el valor de la libertad y de la verdad son valores supremos.
Partiré, además, suponiendo y asumiendo, en este prólogo, deshilvanadamente
algunos presupuestos que ya han sido clarificados por extenso en otras de mis obras1.
El primer presupuesto es considerar que el proceso educativo siempre se ha uni-
do a la compleja idea de intentar saber conservar la vida, desarrollarnos en lo que somos
(e-ducere), y liberarnos de lo que no nos deja ser (pasar de una educación conservadora,
a una desarrolladora, colaboradora y responsablemente liberadora), conviviendo con los
demás (educación socializadora), en el desafío constante que cada tiempo y lugar va
proponiendo a los seres humanos.
Sin temor a conservar lo que nos hace vivir, se requiere además, tomar lo que
nos hace pensar. La vida humana es, a un tiempo, personal y social, lo que exige en-
frentar el esfuerzo de pensar por nuestra cuenta, aun cuando se elaboran ideas a partir de
los otros, de lecturas e informaciones que utilizamos para expresar nuestra propia pers-
pectiva, sin afiliarnos a ningún dogmatismo ni fanatismo.
No es necesario crear mitos, mártires o héroes, aunque lo hagamos con frecuen-
cia. Criticar implica explicitar los criterios (medidas, supuestos, puntos de vista) desde
los que se juzga. El pensador crítico desmitifica: critica los mitos, lo religioso aparen-
temente irracional, las costumbres sociales obsoletas, la obsecuencia y, con cierto hu-
mor, sus propias posiciones.
Quien ama la verdad (esto es: ama saber, saber cómo son las cosas, las personas,
los acontecimientos) se permite a veces dudar hasta de las verdades más queridas.
Algunas de estas páginas que aquí se presentan son el resultado de prolongada
reflexión de quien le ha costado entender que haya otras personas que no aprecian la
reflexión. Porque se puede ser adicto no solo a drogas o sustancias, sino a conductas y
1
Cfr. Mi blog personal: www.williamdaros.wordpress.com

5
formas de ser y querer. Numerosas personas, por ejemplo, acosadas por el ejemplo so-
cial, terminan volviéndose neuróticas si no pueden tener tal o cual satisfacción inmedia-
ta y buscan justificaciones en la moda, la costumbre social, en el instinto etc. En la me-
dida en que encontramos un estímulo (personal o social) que nos da satisfacción, y su
repetición incluso fantaseada, refuerza la satisfacción ansiada, aunque termine dañándo-
nos; se está entonces al borde de una adicción, si no existe una voluntad que sea capaz
de equilibrar esa satisfacción personal en un contexto más amplio.
Presuponemos, además aquí, que el gozo de la libertad tiene su precio. Y no es
de personas fuertes, el usar la muerte o el dolor para hacer sentir culpables a los otros,
chantajeando con la culpa, con el pensamiento dicotómico (o estás conmigo o eres un
cretino). Me resulta más aceptable pensar la convivencia humana como un modo de
mutua colaboración, más bien que como la lucha de unos fanáticos contra otros que,
como cruzados, tienen que salir a defender a una costumbre, un mito o un dios indefen-
so.
Para que haya debate tiene que haber libertad y debe poder usársela sin miedo,
sin autocensura, pero con responsabilidad. El temor paraliza o hace agresivas a las per-
sonas. Sin duda que, al exponer nuestras formas de pensar y vivir pueden surgir rivali-
dades. Se requiere entonces tener la valentía de aguantarse no tener audiencia. En nues-
tras sociedades de acumulación no se aprecia tanto la convivencia cuanto el tener fama,
reconocimiento, riquezas; pero la acumulación te consume y siempre trata de sacarte
más y de exigirte que tengas más.
Nuestro aporte a la sociedad en la que vivimos, implica estudiar, desconectarnos
momentáneamente del entorno diario, concentrarnos y esforzarnos en la comprensión y
solución de los problemas: se requiere exigirse y no ser serviles al mero transcurrir coti-
diano.
La forma beligerante, crispada de discutir trata de legitimar, despreciando las
instituciones. El fanatismo crea fanáticos y altera a los demás. Se requiere superar la
dicotomía izquierda/derecha (que impide pensar la complejidad, haciendo una caricatura
de los acontecimientos), y aceptar que hay valores (gente sana y también enferma, bue-
na o mala, demócrata o dogmática). Vale el ser iguales y también el ser diferente.
No cansarse y dar el ejemplo. Revertir las situaciones con ejemplos.
Se ha degradado el vocabulario y se lo usa para atacar.
Pensar requiere esforzarse personalmente, pues nadie piensa por el otro. Nadie
tiene que pensar el país para otros; más bien se debe pensar con los otros. Pensar es un
trabajo, no es un don: lleva tiempo, exige constancia. No basta incluir para dejar se ha-
cer un esfuerzo.
Es bueno ser minoría; no una mayoría que va al corral.
Los grandes pensadores fueron minoría. ¿Qué hacemos como minorías?, ser
creativos. Aceptar la contradicción y que nos contradigan; pero hacer juntos algo pro-
ductivo. Necesitamos al prójimo, no es indispensable, pero no es nuestro clon: es otro.
Quien no vive valorando no tiene problemas de valores. La vida es el valor supe-
rior; no tiene lógica (aunque le podemos dar una lógica), pero tiene deseos.
Leer, enriquecerse como persona: hace un tiempo esto daba prestigio. Era una
meta tener acceso al conocimiento y a una vida saludable. Quien más sabía, más podía
y más era. Se estimaba que las autoridades y las mayorías podían mentirnos y había que
pensar y desmitificarlas.
Quien aspira al conocimiento pretende igualarse a los dioses y puede sucumbir
por su desmesura. Hay que recordar siempre que somos mortales y, en el poco tiempo
que tenemos, los que piensan se arrogan el derecho de darse sus propias leyes en convi-
vencia.

6
La Ilustración ha sido un movimiento de hombres (sobre todo comerciantes) que
tuvieron el coraje de animarse a saber o interesarse por los que saben. La madurez es un
gesto liberador respecto a los que nos dicen lo que es el saber (y piensan por nosotros),
respecto a quienes consultan constantemente un libro sacralizado. El libro libera si deja
lugar para pensar y seguir pensando. El fanático simplemente cree y tiene temor de
pensar en forma autónoma y de que el pensar lo arranque de una fe dogmáticamente
asumida2.
El docente no es un transmisor de conocimiento, sino el que acompaña, enseña
el modo de aprender también de sus equivocaciones; es el que acepta el error de quien
se esfuerza por saber y seguir dialogando con él: el que ayuda a reconocer las equivoca-
ciones de los que aprenden.
Escribir o leer no son actos naturales. Se dice que hoy estamos llegando a la
muerte del libro; pero mientras el mundo no sea razonable, será necesario pensar, dialo-
gar y, a veces, registrar lo dialogado o convenido.
Se está pasando a otras formas de textos y de lecturas. Hoy leer, para los jóve-
nes, es recibir un mensaje de los amigos de diez palabras malamente abreviadas. Mas un
texto es una composición que requiere cierta lógica, cierta lectura de los hechos, cierta
lógica; no es un abrazo, ni una cosa física. Estudiar es leer de otro modo: es subrayar,
remarcar, seleccionar temas, analizar contra el parecer de otro, anotar, ampliar una idea
y nos hacemos así co-autores.
Presuponemos que estudiar es conversar con el autor: la libertad -respetada la
distancia con el texto- nos permite construir distancias y discutir. Estudiar requiere hu-
mildad, constancia, tiempo. Lo principal no es estar conectado: al estudiar se requiere
concentración, construir nuestras ideas. Leer es antihipnótico. La lectura es algo lento e
impone pausas. Los facilismos son pereza. Pensar es el trabajo de quien investiga con
curiosidad. Hoy tenemos medios digitales y visuales como nunca se tuvo. Por ello se
requiere reinstalar la idea de que estudiar es un oficio artesanal: hacer las cosas bien nos
hace bien.
La gente no es tonta; pero acepta ser seducida. No es suficiente estar conectado;
hay que recordar, además, que pensar va junto con respirar, confrontar, analizar, enten-
der, usando la vieja tecnología de la lectura, del esfuerzo, de la concentración, de la re-
sistencia a la frustración.
Me inclino a pensar que grandes personas posibilitan que surjan grandes perso-
nas. La mediocridad necesita el caldo de lo mediocre. ¿Cómo admirarse de que haya
tantas vidas desperdiciadas, malgastadas, con tantos recursos masivos dedicados ―al
entretenimiento‖ frívolo?3
Por otra parte, los periódicos informan diariamente acerca del aumento de con-
sumo de drogas en Argentina y, en particular, en Buenos Aires, y esto genera un pro-
blema social e individual en cuanto afecta la vida cotidiana de las personas.

―De acuerdo a datos oficiales brindados por la SEDRONAR, los últimos nú-
meros oficiales que se tienen disponibles sobre el uso de estupefacientes en el
territorio argentino, se observa en la Provincia de Buenos Aires durante el pe-
ríodo 2001 y el 2011 un sostenido y notorio aumento en el consumo de drogas
duras en estudiantes secundarios. El éxtasis creció un 1200%, la cocaína un
2
Tertuliano (160-220) tuvo una gran presencia en los primeros siglos del Cristianismo. Afirmaba fanáticamente: ―¿Qué tiene que
ver Atenas con Jerusalén? ¿Qué relación hay entre la Academia y la Iglesia? ¿Qué tienen que ver los herejes y los cristianos? Nues-
tra escuela es la del pórtico de Salomón, que enseñó que había que buscar al Señor con simplicidad de corazón. Allá ellos los que
han salido con un cristianismo estoico, platónico o dialéctico. No tenemos necesidad de curiosear, una vez que vino Jesucristo, ni
hemos de investigar después del Evangelio. Creemos, y no deseamos nada más allá de la fe: porque lo primero que creemos es que
no hay nada que debamos creer más allá del objeto de la fe‖. Tertuliano, De Praescriptione, 7, 1.
3
Cfr. Bauman, Zygmunt. Vidas desperdiciadas. La Modernidad y sus parias. Bs. As., Paidós, 2006.

7
300% (es decir, hay tres veces más jóvenes que la consumieron), mientras que
en los solventes e inhalantes el aumento fue de un 227%, la pasta base un
120% y la Marihuana un 100%. Si bien porcentualmente la marihuana presenta
el menor crecimiento, continua siendo la droga más consumida, más que tripli-
cando al resto‖4.

Ante los nuevos problemas se requiere tener una mente abierta, para buscar nue-
vas soluciones.
Quizás podamos comenzar a cerrar este prólogo de presupuestos con algunas
expresiones del Dr. Miguel Ángel Núñez5, aunque esto no implique compartir todas sus
ideas, sin matices:
―Alguna vez Albert Einstein escribió que `el peligro más grande en la ciencia es
una mente cerrada´. La misma idea puede ser parafraseada para cualquier área del cono-
cimiento o actividad humana.
Las mentes cerradas se multiplican y, al parecer, en los últimos años, han au-
mentado de una manera espeluznante amenazando la racionalidad y la capacidad de
pensar adecuadamente…
La mente sabia es curiosa, inquieta, ansiosa de aprender, activa y permanente-
mente en búsqueda de conocimiento. A través de toda la historia humana, las más mara-
villosas verdades, descubrimientos e inventos han venido de mentes abiertas.
La mente necia y decrépita, en cambio, es parte de seres humanos que están
muertos en vida. Sus mentes fosilizadas por la inacción, estancadas en prejuicios y este-
reotipos. No buscan, no aprenden, no desean más. Se conforman con las `certezas´ que
tienen y convierten todo atisbo de verdad que logran en una `verdad única´ y en un dis-
curso absoluto que se niegan a examinar. Sin darse cuenta se yerguen con características
pseudo-divinas: son como pequeños bufones jugando a ser reyes absolutos.
Como dijera Confucio, el filósofo chino: `El tipo más noble de hombre tiene una
mente amplia y sin prejuicios. El hombre inferior es prejuiciado y carece de una mente
amplia´. Eso implica que hace mucho tiempo se sabía que había una diferencia clave
entre mentes abiertas y cerradas.
Las mentes abiertas producen ciencia, conocimiento, seguridad, alegría de vivir,
confianza en las posibilidades humanas de descubrir y crear. No miran con sospecha lo
que se descubre y tampoco se atreven a decir que llegaron a certezas absolutas, son tan
grandes las posibilidades de conocimiento, que asumir éstos en términos absolutos, les
parece simplemente un insulto a la inteligencia.
En cambio, las mentes cerradas prescinden de la ciencia, sospechan del conoci-
miento, viven constantemente angustiados por aquellos que se atreven a cuestionar sus
`certezas´; no son felices porque están permanentemente en reyertas con los que ellos
consideran liberales por atreverse a pensar; están llenos de culpa y ven en la humanidad
sólo falencias, y no se atreven a sostener que la creatividad y el deseo de descubrir son
dones otorgados a la humanidad por el mismo que le dio al ser humano la posibilidad de
pensar.
El mayor peligro de hoy no son los descubridores de nuevos senderos, sino las
mentes cerradas. Son este tipo de mentes necias las que crean los extremismos más ho-
rrendos, los que se niegan al cambio, los que producen fanatismos de los más diferentes
estilos, los fundamentalistas religiosos y políticos que se niegan a examinar su propio
pensamiento, señal ineludible de la vesania o locura que corroe sus mentes.
4
Bonini, Rodrigo. ―Las alarmantes cifras sobre el consumo de drogas en Argentina‖ en
http://www.infobae.com/2014/06/27/1576597-las-alarmantes-cifras-el-consumo-drogas-argentina. Para datos actualizados ver:
https://www.argentina.gob.ar/sedronar
5
http://revista.adventista.es/2014/10/mentes-cerradas-versus-mentes-abiertas/

8
Las mentes abiertas, en su búsqueda permanente, en su sed insaciable por cono-
cer, en su curiosidad llena de alegría, cometen errores, pero eso no las amilana ni les
perturba, siguen, porque saben que continuar es la única posibilidad de vivir una vida de
plenitud intelectual.
Las mentes cerradas, en cambio, viven agazapadas detrás de certezas aprendidas,
repetidas, adoradas y nunca examinadas, con un miedo permanente a ver socavadas sus
convicciones, eso los lleva a sospechar de académicos, intelectuales y estudiosos, lo que
los torna fríos, tristes en su acritud, y permanentemente atados al miedo de equivocarse
o descubrir que alguna de sus certezas, no son más que una vana ilusión.
Fueron mentes abiertas las que siguieron a Jesús, y fueron mentes cerradas las
que lo llevaron a la cruz, tal como sucede en este mismo instante en cualquier lugar de
este mundo… mentes abiertas que se alegran de saber y mentes cerradas que intentan
acallar al que sabe o, que al menos, cree que sabe, pero salta de alegría buscando, siem-
pre buscando, contentos de entender que lo mejor es la búsqueda más que la meta mis-
ma‖.
Aunque no siempre se encuentren soluciones, y menos aún soluciones fáciles, la
relación entre la creciente masa adolescente que se acerca a las drogas y la tarea de la
educación nos da un material importante para seguir, con mente abierta, buscando el
sentido de este complejo fenómeno y para pensar los medios posibles, para evitar los
daños que acarrea.
En este contexto, cabe preguntarse qué pueden hacer las instituciones educativas
para paliar el flagelo de las drogas nocivas, para pensar en organizaciones más eficaces;
para posibilitar el dominio de las personas sobre sus acciones y sobre sus responsabili-
dades individuales y sociales. En el inicio de la Modernidad, se creyó que el proceso
educativo era omnipotente: con un buen proceso de educación se podía lograr cualquier
cosa. Las escuelas modernas tenían muros y daban formas a los ciudadanos. En la Pos-
modernidad, estamos casi en el otro extremo del péndulo interpretativo y parece ser que,
ante las seducciones masivas, con escuelas en redes y sin muros, es casi nulo lo que
pueda esperarse de la educación formal, si no se acompaña de una robusta educación
personal, familiar y social, capaz de generar vínculos que aman la vida (ante las drogas),
ante el esfuerzo (ante la facilidad del just touch) y la paciencia que genera hábitos ante
la urgencia sin metas.

9
CAPÍTULO I

¿QUÉ PODEMOS ENTENDER POR “PERSONA EDUCADA”?

Introducción

1.- Las palabras son significantes (signos sensoriales) que nos llevan a un concepto
o significado, y éste, en un contexto que le da sentido, nos remite a una realidad, a un
hecho, a un objeto físico o social.
En este contexto, entonces, la palabra ―educación‖ puede remitirnos a equívocos
si no definimos netamente a qué significado, nos estamos refiriendo cuando utilizamos
este significante (término o vocablo) y dentro de qué contexto. Por otra parte, es sabido
que una definición no es, sin más, una verdad; sino una delimitación de un concepto
que, de otra manera, quedaría sumido en la ambigüedad o en la equivocación. Un uso
equívoco de un vocablo, en efecto, menta la utilización de un mismo significante o pa-
labra (equi-vox) que remite indistintamente a varios significados: por ello nos equivo-
camos.

2.- El hecho de la educación, además, es complejo, como suelen ser los aconteci-
mientos personales y sociales. Esto se debe a que los seres humanos pueden actuar, ser
pensados o estudiados desde distintos puntos de vida: desde lo biológico, desde lo psi-
cológico, desde lo social, desde lo político, etc.
Al utilizar un vocablo en un determinado contexto, y con una determinada inten-
ción, delimitamos (―definimos‖) ese concepto de modo que, quien nos escucha o quien
lee un texto, sabe de qué estamos hablando, a qué significado nos estamos refiriendo,
qué sentido le estamos otorgando al vocablo utilizado. El que define elige un signifi-
cado, para un significante, entre varios posibles, en un contexto que generalmente da-
mos por supuesto y aceptado.
Definir es, pues, una cortesía, que mutuamente nos debemos, cuando nos pone-
mos a dialogar o escribir. Algunos autores (Hegel, Foucault, Derrida, etc.), desgracia-
damente, parecen jugar con el lector, como diciéndole: ―A ver si adivinas lo que estoy
queriendo decir‖; pero quien no está en condiciones de escribir claramente debería espe-
rar para hacerlo.

3.- Una definición está constituida, entonces, por una afirmación, un juicio, a) con
un sujeto a definir (definendum: lo que se debe definir), b) el verbo ser o cópula; y c) un
predicado que es el objeto (persona, cosa, acontecimiento) definido (definiens). El pre-
dicado es lo que define al sujeto.
En la afirmación, ―la educación (sujeto de la definición) es (verbo que dice lo
que es, lo esencial o constitutivo) el proceso por el que nos convertirnos en persona‖ se
advierte cómo el predicado delimita lo que afirmamos acerca del sujeto. Ahora bien, lo
afirmado en el predicado, suele ser diverso o considerado desde distintas perspectivas y
contextos, y esto origina diversas definiciones.
También sobre lo que sea la educación es tema de discusión. Tenemos, entonces,
diversas definiciones sobre educación: algunas se refieren a lo que es actualmente lo

10
que llamamos educación. Otras definiciones ponen su mira en lo que debería ser la edu-
cación, aunque al presente no exista como tal.
Otra forma de definir, ya señalada por Aristóteles, es recurrir a las causas que
explican y definen un hecho o acontecimiento. Tenemos, entonces, definiciones por la
causa final (por ejemplo, el reloj es un objeto para medir las horas); por la causa efi-
ciente (el reloj es lo que construye un relojero); por la causa material (el reloj es un ob-
jeto de metal); etc.

Una definición optativa de educación

4.- La educación que deseamos para nuestros hijos depende de nuestros ideales acerca
del carácter humano y de nuestras esperanzas respecto a su incorporación como ciudadanos
a la humanidad, afirmaba hace tiempo Bertrand Russel6. La educación que desea un milita-
rista no puede parecerle bien a un pacifista; las ideas educativas de un comunista no pueden
coincidir con las de un individualista. La diferencia fundamental es la siguiente: no puede
existir acuerdo entre quienes utilizan la educación como un medio para arraigar ideas defi-
nitivas y quienes piensan que la educación debe producir una total independencia de crite-
rio.
En el proceso educativo, siempre parece que están presente dos ideas y valores dis-
cutibles: a) cómo son y cómo deben ser la persona humana y b) cómo es o cómo deber la
sociedad humana.
Si bien he definido ―educación‖ en escritos anteriores, en el contexto de un sin-
número de definiciones posibles acerca de lo que es o puede ser llamada ―educación‖,
debo recordar mi opción por la siguiente definición de educación:
La educación, en nuestra estimación y en una concepción integral e integradora,
parece consistir en:

a) Un proceso de aprendizaje, personal y social, crecientemente autodeterminado, y en


su logro o resultado relativo (no definitivo, sino perfectible) y habitual de una forma
de vivir creativa, humana (de conocer y construir críticamente conocimientos, de ser
crítico, de querer, ser afectivo o sentir, comportarse, ser dueño de sí) y de una forma
humana de hacer, personalizada (con un carácter propio, donde no interesa solo la
inteligencia o sólo algún aspecto de la persona) y socializada (convivir con justicia,
deberes y derechos), diversa según los tiempos y países.
b) Realizado por las mismas personas (por lo que la educación es, ante todo, autoedu-
cación) y ayudadas por otros (la sociedad familiar, civil, colegial, religiosa, estatal,
etc.), lo que constituye la heteroeducación.
c) Con distintos medios didácticos (conscientes e inconscientes, manifiestos u ocultos;
materiales, teóricos o técnicos), con personas interactuando entre ellas, en una
práctica sociocognitiva con los demás.
d) Dentro de una sociedad con sus instituciones y su cultura, con saberes (teóricos,
prácticos, poéticos, productivos), con quehaceres (juegos, trabajos, obligaciones), y
con valores (acerca de lo material, lo cultural, lo moral, etc.) que condicionan y po-
sibilitan materialmente ese aprendizaje, sin determinarlos.
e) Con el fin principal (no cerrado ni único) de que los individuos desarrollen sus vidas
como personas integradas en sus facultades y posibilidades, y con los demás en so-
ciedad; dueñas de sí mismas, responsables de sus actos, capaces tanto de lograr fi-
nes que ellas mismas se proponen, como de participar con los demás mediante fines

6
Cfr. Russel, Bertrand. On Education. Especially in Early Childhood. London, Routledge,
1926, p. 17.

11
profesionales, sociales (compartidos según un bien común) y trascendentes, por lo
que superan los fines meramente personales.

Esquematicemos ahora estas ideas:

Educación puede describirse como:

Sustancialmente Accidentalmente

Funda- 1. Un proceso de aprendizaje y el Adquirido, habitual, perfectible, condicio-


mental o resultado o logro de esa experiencia nado, primero heteroconducido y luego au-
esen- sistematizada y utilizable. Educar y todeterminado.
cial- educarnos es mantener y transmitir el
mente deseo de aprender y crecer.

2. De una forma de vivir: Educación:


Humana, personalizada y socializada - Intelectual, volitiva, moral, práctica, artís-
(expresada en los actos de conocer - tica, tecnológica, etc.
imaginar, crear, inventar, criticar-; de
querer -desear, amar, elegir-; de com- - Diversa según tiempos y lugares.
portarse -dominarse como señor de sí
mismo, convivir, sentir humanamente, - Pero todas esas formas implican, en resu-
ser auténticamente, actuar y cons- men, el dominio de sí mismo en la relación
ciente y libremente, construir, etc.). con los demás en su entorno.

Causa- 3. Dentro de una cultura socializada Que sin determinarlos, condicionan pero
da mate- con tradiciones en saberes, quehace- también posibilitan aprender.
rial- res, valores (lo que se aprende). La esencia de lo útil consiste en producir un
mente resultado que no es meramente útil.

Causa- 4. Forma de vivir lograda por cada Ayudada por padres, docentes, sociedad
da efi- individuo y ayudado por otros agentes civil, deportiva, académica, religiosa, estatal.
cien- que lo condicionan, pero no lo deter-
temente minan.

Causa- 5. Con distintos medios (materiales, Distinta por:


da ins- teóricos y didácticos adecuados, en la Lugares y tiempos que marcan el contexto.
tru- interacción -práctica social- socio- Procesos: Conscientes, inconscientes.
mental- cognitiva con los demás) y especial- Manifiestos y ocultos.
mente mente con signos (in-signo: enseño).

6. De acuerdo a ciertos valores uni- No deberíamos considerar satisfactorio un


Causa- versalizables (propuestos como fines) método de educación que no puede ser
da con que valoran el aprender. Con el fin universalizable.
la finali- principal (no cerrado ni único) de -Implica: Una opción creativa de valores
dad desarrollarse como personas: (filosófica, teológica, sociológica) para
-Dueñas de sus actos, responsables de seguir aprendiendo a aprender.
ellos. -Sentido moral y responsable de la educa-
-Abiertas a fines o proyectos: capaces ción humana de todos los humanos.
de aprender las lecciones que ha de

12
darles la experiencia. -Búsqueda del bien o perfección propia y del
. individuales, autopropuestos. bien común generalizable.
. compartidos o sociales (profesiones, -Solidaridad humana generalizable para
expectativas grupales). todos los que se esfuerzan y no logran su-
.temporales o trascendentes (formas y perar sus dificultades por limitaciones mate-
proyectos de vida). riales.
-Realización de creencias a veces transtem-
porales, siempre criticables7.

La educación entendida como el logro de una existencia auténticamente autode-


terminada, en un contexto social

5.- Se puede vivir de muchas maneras. Hay quienes viven para satisfacer las necesi-
dades mínimas y biológicas: comer, reproducirse, evitar el dolor. Viene luego la satis-
facción de las necesidades psicológicas como las de tener y dar seguridad a la vida, ser
libre y responsable, amar y ser amado, buscar un sentido a la vida, etc.
La vida humana requiere, además, cubrir necesidades de tipo social, cultural y
moral. Entre esas necesidades se halla la de ser estimado, apreciado, incluido en los
grupos sociales, pero sin perder, por ello, el pensar, hacer y obrar, pudiendo elegir entre
diversas posibilidades condicionantes, superando lo útil que consiste en producir un
resultado que no es meramente útil o instrumental, sino una finalidad, cuyo logro nos da
felicidad.
El ejercicio de la libertad implica que cada persona pueda ser la que elige su
forma de obrar, el curso de su accionar: esto es, se autodetermina, se determina por sí
mismo, aun en medio de condicionamientos.
Los condicionamientos no suprimen el ejercer acciones libres. Más aun, la liber-
tad humana se da siempre en el contexto de algunos condicionamientos, de algunas
condiciones. No existe la libertad utópica, independiente de los tiempos y lugares en los
que se hallan las personas que eligen.
Una persona educada, al conocer sus limitaciones, ama, con benevolencia, en
una polis; colabora y participa en ella, buscando la amistad en la justicia8.
Aunque los bienes físicos no tienen un gran valor, los males físicos pueden ser tan
malos que sobrepujen a grandes cantidades de valor mental, ha afirmado Bertrand Russel9.
El hambre y la enfermedad, y aun el simple temor a ellos, han ensombrecido las vidas de la
mayor parte de la humanidad desde que su aparición se hizo posible. Muchos pájaros mue-
ren de hambre, pero son felices cuando la comida es abundante, porque no piensan en el
porvenir. Los labradores que han pasado una vez hambre estarán perpetuamente obsesiona-
dos por su recuerdo y su temor.
Los hombres prefieren afanarse largas horas por un pedazo de pan antes que morir,
mientras que los animales gozan del placer dondequiera que lo encuentran, aunque la muer-
te les espere a la salida. Y así sucede que muchos hombres deciden aguantar una vida tan
poco placentera, porque después de todo, la vida es breve. Por primera vez en la historia,
gracias a la revolución industrial y a sus efectos, hoy es posible crear un mundo donde todos
tengan una razonable posibilidad de dicha. Los daños físicos pueden reducirse, si todos lo
quisieran, a muy pequeñas proporciones.

7
Cfr. Daros, W. R. Filosofía de la una teoría curricular. Rosario, UCEL, 2013, 3ª edición. Virtual, pp. 19-21. Disponible en:
www.williamdaros.wordpress.com. Daros, W. R. Reflexiones sobre la filosofía de la educación: un tema que es objeto de discusión
en SIGNOS Universitarios "Educación", Año XXXII, nº 49, 2013, pp.35-54.
8
Cfr. Torralbo, Agustín. ―La philía como investigación fenomenológica particular del saber práctico en Aristóteles: significado y
fundamentación‖ en Franciscanum, 2014, nº 162, pp. 51-73.
9
Cfr. Russel, Bertrand. On Education. Op. Cit., p. 24.

13
Sería posible, gracias a la ciencia y a la organización, albergar y nutrir a toda la po-
blación del mundo no con lujos, pero sí de manera suficiente para evitar grandes sufrimien-
tos. Sería posible combatir las enfermedades y conseguir la casi total extinción de las lla-
madas crónicas. Sería posible prevenir el aumento excesivo de la población mejorando,
entre otras cosas, la educación.
Los grandes errores que han aterrorizado el subconsciente de la raza con la opresión,
la crueldad y la guerra, pudieran disminuirse hasta perder su importancia actual. Todo esto
es de un valor tan ilimitado, que no nos atrevemos a combatir el tipo de educación que aspi-
re a implantarlo. El elemento más importante en este tipo de educación sería la ciencia apli-
cada.
Sin física, sin fisiología y sin psicología no podemos construir el nuevo mundo. Po-
demos construirlo sin latín y griego, sin Dante y Shakespeare, sin Bach y Mozart. Este es el
gran argumento en favor de una educación utilitaria. Pero hay otro aspecto en la cuestión.
¿Para qué nos sirve la obtención del descanso y la salud, si nadie sabe utilizarlos? La guerra
contra el mal físico, como toda guerra, no debe ser tan furiosa que incapacite al hombre
para gozar de las artes de la paz. Lo definitivamente bueno que posee el mundo no debe
permitirse que perezca en una lucha contra el mal. Lo verdaderamente útil trasciende lo
meramente útil. Lo útil es un medio para lo inútil o final (el problema de la finalidad de la
vida).

7.- La acción de elegir, sin imposiciones internas o externas, distingue una acción
que es libre de aquella que no lo es10. La acción humana libre se opone a la acción ne-
cesitada, impelida interiormente por instintos o pulsiones que se le imponen, o por exi-
gencias externas, como la violencia física, psicológica o moral ejercida sobre una perso-
na.
Una acción libre es, ante todo, un acto interior (aunque no tenga una manifesta-
ción externa como se da en las acciones); y es un acto autodeterminado, o sea, determi-
nado por el sujeto mismo que opera como causa agente. Se da previamente un acto no
determinado o indeterminando, como cuando se está en la condición previa a una elec-
ción. El acto libre suele estar precedido por un conocimiento previo, en el cual se consi-
deran las posibilidades y conveniencias de realizar o no una acción. Viene, luego, la
elección, la determinación o decisión que lleva a pasar a la acción y obrar libremente: la
persona, por sí misma, se determina; se da creativamente una autodeterminación. Es la
imaginación la que ayuda al hombre a representarse el mundo que debiera ser; sin ella el
progreso se convertiría en algo mecánico y trivial.

8.- La existencia humana es auténtica cuando es decidida por cada uno. ―Auto‖, en
griego, significa ―por sí mismo‖. Una persona auténtica es aquella que tiene en sí misma
la capacidad y la realidad de decidir acerca de sí misma y atenerse a sus decisiones.
Hubo en la antigüedad personas libres que, habiéndose adeudado no pudieron pagar sus
deudas de otra manera que entregándose como esclavas. Ha sido un hecho y es aún una
imagen clara de lo que puede ser una persona alienada, enajenada, adicta11.
Una acción no realizada autónomamente, por autodeterminación, es una acción
impuesta por otro (por un instinto, una inclinación irrefrenable; por un mandato no
compartido, etc.). La persona que se encuentra en esa situación de obrar presionada ha-
bitualmente por algo interior o exterior a ella, pero que se impone y que no puede domi-
nar; es una persona alienada, enajenada, adicta, dominada por alguien o algo que se le

10
Cfr. Daros, W. R. ―El problema de la libertad en la teoría psicoanalítica freudiana. Observaciones rosminianas‖, en Rivista Rosmi-
niana, 1979, F. III, pp. 249-272.
11
Cfr. Lepp, Ignace. La existencia auténtica. Buenos Aires: Carlos Lohlé, 1997. Benedetti, Mario. La Vida ese Paréntesis: Ah
Soledades. Santafé de Bogotá, Seix Barral, 1997.

14
impone.
Esta imposición interna o externa no siempre es físicamente forzosa. Las aliena-
ciones más perniciosas son justamente aquellas que las personas no las sienten inicial-
mente como impuestas; sino como seductoras, atractivas, placenteras; pero luego termi-
nan siendo personas dominadas por lo que inicialmente las seducía, como se da en las
adicciones.

9.- Lograr y mantener una existencia auténtica exige libertad y mantenimiento de


las condiciones para seguir pudiendo elegir acerca de su vida. Llevar una existencia
auténtica implica un logro, un domino de sí mismo, una posibilidad de no dejarse sedu-
cir ni por tendencias interiores ni exteriores a él.
Nuestra vida, nuestro yo es algo que vamos construyendo aprovechando las cir-
cunstancias buscadas o fortuitas que se nos presentan. Por ello, toda vida humana está
compuesta de esfuerzo y de suerte. Frecuentemente tenemos que postergar satisfaccio-
nes inmediatas para conseguir logros futuros más exigentes.
Lo más importante, en la tarea de educar, se halla en mantener y transmitir el de-
seo de aprender y crecer. Se empieza a envejecer cuando se empieza a perder este deseo12. Las
acciones represivas, en el proceso educativo, son negativas: suprimen el deseo sincero de apren-
der y generan personalidades que obran con violencia.

La educación como formación de sí con los otros

10.- La educación puede tomarse como formación, esto es, como la adquisición de
una forma de ser. La educación es un proceso en el cual el sujeto o yo se organiza, se
estructura en sus posibilidades y toma posesión de ellas, de modo que la persona edu-
cada desea y llega a ser señor de sus actos y, mediante ellos, señor de sí, pudiendo ejer-
cer sus actos con soberanía dentro de los límites de las circunstancias dadas en las que
vive13. Este aspecto fue ampliamente estudiado por los psicólogos y -aunque la educa-
ción no se reduce a lo que nos aporta la psicología- sus concepciones acerca de la es-
tructuración que realiza un sujeto humano para convertirse en yo (sujeto consciente) o
persona (sujeto último de la responsabilidad de sus actos) son particularmente valiosas.
El yo es el principio para la organización y discriminación de la experiencia y del ac-
cionar de la persona misma. Es el sujeto, en cuanto yo o sujeto consciente, el que se
encarga de integrar sus actos y de integrarse: el yo es, entonces, una instancia psíquica,
integral e integradora.

―Las funciones atribuidas al yo, a las cuales pertenece también la acción cognos-
citiva, están ordenadas jerárquicamente. Su tarea primordial es la de preservar la
vida. El peligro psíquico para el organismo se origina en la confrontación entre el
ello, que persigue la satisfacción inmediata de las pulsiones y las exigencias del
mundo exterior que inciden en el aparato psíquico. Gracias a su fuerza unifica-
dora, el yo está en condiciones de desempeñar ese rol mediador.
La `función sintética´ del yo consiste en postergar, teniendo en cuenta la reali-
dad, la satisfacción del deseo hasta un momento más favorable, modificar el ob-
jeto o la meta del deseo hasta el momento más favorable o en suprimirlo definiti-
vamente. La función coordinadora del yo se amplía en la medida en que -aparte
de la realidad y de las pulsiones- el superyó comienza a convertirse en una instan-

12
Meirieu, Philippe. Una llamada de atención. Carta a los mayores sobre los niños de hoy. CABA, Paidós, 19916, p. 27.
13
Cfr. Daros, W. R. La autonomía y los fines de la educación. Rosario, Ediciones CERIDER, 1997. Daros, W. La filosofía de la
educación integral en el pensamiento de M. F. Sciacca. Rosario, CONICET-CERIDER, 1998.

15
cia con exigencias propias. El yo se esfuerza además por conciliar aspiraciones
divergentes del ello o exigencias contradictorias del superyó‖14.

11.- La educación, desde el punto de vista psicológico, consiste en gran manera, en la


organización o estructuración flexible del yo ante las instancias interiores (el ello -lo
biológico y sus pulsiones- y el superyó -las normas sociales introyectadas-) y las exte-
riores (mundo exterior, la ―realidad‖), de modo que el sujeto sea consciente (un yo) de
sus actos y responsables por ellos, en la medida en que es libre.

SUPERYO
YO
El sí mismo que
piensa, se regula, se do-
mina, teme, se defiende,
Organización actúa, se responsabiliza, Adaptación MUNDO
etc. El yo es persona EXTERIOR
cuando logra dominarse a
sí mismo en un entorno
social.
ELLO

En este contexto, el proceso educativo consiste, positivamente, en lograr formarse


una persona y, negativamente, en tener tal dominio de sí mismo que logra evitar las
adicciones, las esclavizaciones.
Cuando el yo no logra un creciente dominio de sí, se da en él una regresión a un
nivel organizativo anterior: en lugar de postergar la pulsión (condición para que se
adapte a la realidad y realice tentativos de rodeo) busca la satisfacción inmediata; pier-
de su poder de autodeterminación frente al ello y restringe su posibilidad de la su-
blimación de su energía psíquica, no sacrificando ya parte del placer para lograr cier-
tos valores objetivos; ―la ausencia de contradicción y la adaptación a la realidad dejan
de ser el principio supremo del pensamiento‖15. Entonces la conducta (la conducción
que cada uno hace de sí mismo) se vuelve azarosa, imprevisible, irresponsable. Si no se
ha logrado la construcción del yo, el sujeto (el subyacente a los actos) no se regula (no
es capaz de atenerse a reglas) y la convivencia pacífica consigo mismo y con los demás
resulta imposible.
Esto puede deberse, en parte, tanto a la adicción (el entregarse placenteramente
esclavizado, seducido, a un placer que no puede ya controlar); como al adoctrinamiento
(a someterse al modo de pensar, de ser y de sentir del otro), que pueden ser entendidos
como la carencia en el logro de la educación humana que implica la posibilidad de
aprender a ser un hombre íntegro, capaz de gobernar y gobernarse, de lo que hablaremos
más adelante. Como afirma Fernando Savater:

La educación debe buscar la formación de ciudadanos, no de empleados. Per-


sonas no sólo con capacidades laborales, sino personas capaces de entender la
14
Hey, G. Psicoanálisis del aprendizaje. Bs. As., Kapelusz, 1982, p. 93. Cfr. Quiroga, A. Matrices de aprendizaje. Constitución del
sujeto en el proceso de conocimiento. Bs. As, Cinco, 2015, p. 20. Gordón, J. y Subía, A. (2014). ―Análisis de las convergencias
entre las escuelas psicológicas y las teorías del aprendizaje‖. Sophia: colección de filosofía de la educación, 2014, 16 (1), pp. 191-
205.
15
Hey, G. Op. Cit., p. 100, 105. Cfr. Micca, Liliana. ―Problemáticas del aprendizaje en el niño. Una mirada psicoanalítica‖ en
Archivos argentinos de pediatría. v.104 n.3 Buenos Aires mayo/jun. 2006. Disponible en:
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?pid=S0325-00752006000300009&script=sci_arttext&tlng=pt

16
sociedad. Educar para formar ciudadanos significa también formar gobernantes.
Todos los ciudadanos son gobernantes aunque deleguen en sus representantes
ese poder de gobernar. Para eso hace falta crear una sociedad capaz de com-
prender al otro, de persuadir de ser persuadido, de tener una actitud en la cual se
comprendan y se expongan los argumentos. Además, por supuesto, se saberes
fundamentales: aritmética, gramática…, asuntos que son esenciales, pero tam-
bién aquellas materias que aportan un pensamiento global…
La gente no lee, porque no comprende. No comprende porque no ha tenido una
educación orientada al razonamiento"16.

12.- Otros hechos sin ser adictivos, de por sí, apelan al ineficiente logro de un pro-
ceso educativo. La propaganda para el consumo apela a la seducción del yo quitándole
-si pudiese- libertad, y poder de análisis y decisión, solicitándole que descanse en el
placer del ello, tratando de evitar que el yo pueda proponerse límites o asumirlos del
superyó; tratando de seducirlo para que compre ya; de que no se piense en el costo eco-
nómico sino en que pagará con una tarjeta de crédito más adelante.
La propaganda apela a los sentimientos, a la fascinación, haciéndose pasar -casi
sin argumentos- por una verdadera información que se atiene a los hechos. Por esto, es
deseable tender a una concepción integral de la educación como proceso y como resul-
tado, enmarcada en una jerarquía de valores, asumida por el sujeto; valores que desa-
rrollen el ser humano: es deseable un desarrollo integrado de las facultades de las per-
sonas, conscientes, libres, responsables, y de las personas entre sí.
Allí cabe la preocupación y el desarrollo, individual y social, tanto por la salud
física, como por la intelectual y moral (no opuesta a fines que la trascienden), donde
interesan no solo el desarrollo de la inteligencia (de la imaginación, creación e inven-
ción, del conocimiento, de la verificación), sino además de las formas de ser y actuar
como seres humanos, en un marco de diversidad y de cooperación solidaria17.

En concordancia con un clásico concepto de la educación

13.- La educación, en su concepción clásica -griega y medieval- es vista, primera-


mente, como un proceso de conducción que realizan los padres desde el exterior, gra-
dualmente, hasta que los hijos lleguen a asumir el estado de virtud propia del hombre:
virtud que consiste en la elección y aceptación consciente, libre, esforzada y responsable
de una forma humana de vida y de los medios propios para realizarla. Llegar a ser una
persona educada es un logro: no es el resultado de un proceso de domesticación anima-
lesco naturalizado. Una persona educada implica haber alcanzado integradamente, en
relación con los demás, el dominio de sí misma: de su sentir, de su conocer, de su vo-
luntad libre para convivir18.
En este proceso, según el pensamiento de Tomás de Aquino, siguiendo a Aris-
tóteles, se distinguían tres etapas o estadios de aproximadamente siete años cada una:
La primera etapa se daba cuando alguien no entendía por sí mismo, ni podía en-
tender por otro. La segunda etapa o estadio se daba cuando el hombre podía entender
ayudado por otros (ab aliis capere potest); pero él por sí solo no era capaz de entender.
El tercer estadio se da cuando el hombre ya puede entender a otro y juzgar por sí mismo
(per seipsum considerare)19.

16
Sainz Borgo, Karina. ―Entrevista a Fernando Savater‖. Disponible en http://www.vozpopuli.com/karina_sainz_borgo/
17
Cfr. Habermas, Jürgen. El futuro de la naturaleza humana. Barcelona, Paidós, 2009.
18
Cfr. Daros, W. La filosofía de la educación integral en el pensamiento de M. F. Sciacca. Rosario, CONICET-CERIDER, 1998.
19
De Aquino, Tomás. S. Th., Suppl. q. 43, a. 2.

17
Antes de los siete años aproximadamente, el niño no procede con perfecto uso
de la razón y no puede recibir una enseñanza ordenada (nondum sint plane
susceptibiles disciplinae)20.
Al final de los catorce años aproximadamente, la razón natural se robustece
(convalescit) más rápidamente sobre todo en lo referente a su propia persona (ad
personam ipsius); pero aún no tiene una voluntad firme como para obligarse con un
vínculo social permanente, para trabajar y amar.
La educación es, pues, entendida inicialmente como conducción exterior, tanto
más fuerte y justificada cuanto menos posee el hombre su estado de perfección o virtud
propia, que es la virtud de vivir según su propia naturaleza, esto es, según la razón y
recta elección o prudencia, en convivencia social.
Los demás animales tienen de una manera natural ―sus prudencias‖, con las que
pueden proveerse a sí mismos; pero el hombre vive según la razón, que para hacerse
prudente necesita experimentar por largo tiempo21.
El niño mientras no tenga uso libre de razón (antequam usum liberi arbitrii
habeat) está bajo el cuidado y conducción de los padres, viviendo aún dentro de un
cierto útero espiritual22. Es fundamental entonces tener un grupo familiar que nos
acompañe, donde sintamos lo que es ser una persona y nos hagamos perfectamente
persona.
El estado de perfección (per-facere: bien hecho) es algo no dado naturalmente,
no es un "ser", sino un "estar" bien (ad bene esse eius), adquirido, habitual, no natural,
pero de acuerdo a la propia naturaleza (al modo en que nacemos y nos hacemos) 23.
El hombre no es perfecto, pero es siempre perfectible: percibe el fin de la edu-
cación. Nunca puede considerarse perfecto, terminado mientras vive; pero puede afir-
marse un ser relativamente perfecto cuando advierte las obligaciones que le competen
como persona, cuando llega a ser, consciente y libremente, señor y causa responsable
de sus actos. Antiguamente se estimaba que este estado se lograba hacia los veintiún
años de edad, cuando concluía la adolescencia y se tenía independencia económica y
una vida afectiva estable. En la posmodernidad este relativa perfección no parece po-
der lograrse sino unos diez años después.
Ser consciente, libre, responsable de sus actos es lo que parece pertenecer a la
condición de persona educada24. Pocos seres humanos logran superar el nivel de indi-
viduos humanos (uno separado de los otros) y llegar a ser personas. Este logro requiere
no sólo condiciones primera e imprescindiblemente económicas y sociales, sino tam-
bién de un irremplazable esfuerzo moral personal.
El proceso educativo ha pasado de un modelo didascalocéntrico al paidocéntrico.
Antes lo importante era escuchar a los padres y maestros; luego lo importante fue escu-
char a los niños. Se trata de dos extremos no excluyentes. El diálogo requiere de quien
habla y de quien escuche mutuamente. Para no enfermar, todos necesitan hablar y todos
necesitan ser escuchados.

―Estamos transitando el camino hacia una nueva era de la civilización humana,


en donde los dispositivos tecnológicos estarán cada vez más integrados a nuestro

20
Ídem, ad 4.
21
De Aquino, Tomás. Summa Contra Gentes. III, c. 122.
22
De Aquino, Tomás. S. Th. II-II, q.10, a.12.
23
"Status, proprie loquendo, significat quamdam positionis differentiam, secundum quam aliquid disponitur secundum modum suae
naturae, quasi in quadam inmobilitate" (S. Th., 1I-II, q.183, a.1).
24
Ídem, ad 1. Antiguamente se afirmaba que la persona era incomunicable: no en el sentido de que no pueda comunicarse mediante,
por ejemplo, palabras o signos; sino en el sentido de que nadie puede ser persona por otro; nadie puede transferir su persona y dejar
de ser responsable. Toda persona lo es en cuanto potencial o efectivamente es consciente y libre de sus actos; y de ellos es responsa-
bles, sin poder atribuírselos a otra persona.

18
esquema corporal y mundo simbólico. Las niñas y niños necesitan adultos pre-
sentes, que los habiliten y los acompañen en experiencias creativas, sanas, desa-
fiantes y sin riesgos. Necesitan padres que sigan siendo padres, aún si no tienen
tanta habilidad como ellos para usar el celular, la tableta o la computadora. Ne-
cesitan docentes que acepten el nuevo paradigma que ya no los tiene como due-
ños del saber, sino como promotores de nuevos desafíos‖25.

Es de suma importancia reflexionar sobre la idea de persona que nos hacemos


(qué es, qué puede o debe ser), relacionada inevitablemente con la idea de sociedad,
pues ella condicionará toda la teoría de la educación posterior.

La sociedad y las personas en un cambio de Era

14.- Mas la sociedad (las redes de interacción entre las personas) cambia y ella nos
condiciona, aunque sin determinarnos. Las revoluciones o cambios de los sistemas de
vida (político, social, personal) se siguen dando, como nos lo recuerda G. Roca26.
Hay dos cosas que diferencian a los humanos del resto de especies animales: el
lenguaje y la tecnología. Es decir, por un lado nuestra capacidad de comunicarnos,
compartir conocimiento y coordinarnos. Y por otro, nuestra capacidad de aumentar
nuestras capacidades, de ser más productivos y resolver problemas complejos. Cada vez
que la humanidad ha sido capaz de dar un salto cualitativo y significativo en su tecnolo-
gía o en su capacidad de comunicarse, esto ha tenido profundas consecuencias cultura-
les, sociales y económicas. Los historiadores lo llaman un cambio de Era, pues son ver-
daderos hitos que marcan un antes y un después.
El cambio de Era que estamos viviendo está relacionado con la nueva capacidad
de los humanos de expresarse con unos y ceros. No importa si se trata de un texto, un
sonido, o una imagen, estática o en movimiento, sea lo que sea lo podemos codificar en
lenguaje binario y transmitirlo a cualquier parte del mundo casi al instante. Es un hito a
la altura de la invención de la escritura, la imprenta, la radio o el cine, pues modifica de
manera drástica nuestra capacidad de comunicarnos. Y por tanto modifica los paráme-
tros de las relaciones sociales, y del poder. Esta capacidad de tratar la información con
unos y ceros ha dado pie al desarrollo de la informática, y cuando hemos sido capaces
de conectar los distintos ordenadores entre ellos, hemos alcanzado una capacidad de
procesamiento y distribución de la información difícil de asimilar, que no hace más que
multiplicarse de forma exponencial una y otra vez.

15.- La Revolución Industrial se basó primero en la máquina de vapor y luego en el


motor de explosión y marcó una etapa de desarrollo mundial basada en la ingeniería y
las infraestructuras. Supuso la aparición de nuevas industrias y marcó la obsolescencia
de viejos modelos productivos que ya han desaparecido. Supuso la aparición de nuevos
perfiles profesionales e incluso derivó en un éxodo hacia las ciudades.
Ahora afrontamos una nueva revolución, esta vez digital en lugar de industrial,
basada en nuevas maneras de generar y hacer circular la información. La información se
ha vuelto central en nuestra sociedad, y los datos son el nuevo motor de la economía.
Nos encontramos en medio del despliegue de una tecnología disruptiva que está
modificando la sociedad. Inicialmente solo tenían acceso las empresas y las institucio-
nes, pero ahora buena parte de la ciudadanía ya tiene la capacidad de incorporar sus
25
Asociación Chicos net. Impacto de la Tecnología en niñas y niños de América Latina. Nuevos desafíos para la crianza. Pág. 1.
https://www.facebook.com/chicosnet/photos/a.333048066747821.88023.250846898301272/891159470936675/?type=1&theater
26
Cfr. Roca, G. (Coord.). Las nuevas tecnologías en niños y adolescentes. Guía para educar saludablemente en una sociedad
digital. Barcelona, Ed. Hospital Sant Joan de Déu, 2015, pp. 15-16.

19
propios mensajes y contenidos a este flujo binario que conecta el mundo. Y pronto será
normal que tengan acceso objetos cotidianos como un coche, un contenedor de basura,
una farola de la calle o una prótesis. El resultado es que ahora las familias se hablan por
Whats App, los alumnos tienen acceso a más información virtual que la conocida por su
profesor; no es necesario comprar un periódico para estar informado, los pacientes inte-
rrogan a los médicos con convencimiento, los mecánicos de coches llevan bata blanca, y
un montón de detalles de nuestra vida cotidiana que se han visto profundamente altera-
dos.

16.- La digitalización empieza a ser un requerimiento para ser competente tanto so-
cial como profesionalmente. Este hecho tiene fuertes correlaciones con la profunda
transformación económica y social que estamos viviendo. Muchas de las variables que
ordenan nuestro entorno se están viendo profundamente modificadas: la información, la
tecnología, la enseñanza, la economía, el trabajo y todo esto impacta de manera rele-
vante en lo que nos define y configura como sociedad: la identidad, la pertenencia, la
participación, la colaboración, la autoridad, la propiedad…
Aquellos que todavía creen que Internet es un medio frío, técnico, amorfo, banal
y superficial harán bien en observar cómo la red es un espacio de relaciones donde la
gente juega, se enamora, aprende, trabaja y se ayuda. Es un espacio vital que está revo-
lucionando nuestra forma de vivir.

17.- La tecnología nos está haciendo hará cambiar y lo seguirá haciendo más aún;
pero también es cierto que nosotros hacemos cambiar la tecnología. Tenemos tecnolo-
gías que modifican las formas de comunicar porque necesitábamos comunicarnos de
distintas maneras. Tenemos tecnologías que nos hacen más sociales porque queríamos
ser más sociales.
En una época en que el acceso al conocimiento era un bien escaso, como por
ejemplo la época industrial del siglo XIX o la Edad Media, el modelo más adecuado
para asegurar procesos de transferencia de conocimiento era recoger a los alumnos en
un aula y allí concentrar toda la actividad. En ese edificio estaban los libros, los profeso-
res, la pizarra, los compañeros, y ese era el mejor ambiente y la mejor acumulación po-
sible de recursos para garantizar el conocimiento de una disciplina. Pero el momento
actual es muy distinto.
Una transferencia de conocimiento basada en un mismo grupo de alumnos du-
rante un largo período de años, un número limitado de profesores, y los recursos de un
par de edificios es un modelo que ha quedado claramente obsoleto.
Las escuelas se basan en una tecnología obsoleta, y no nos referimos a si las pi-
zarras son electrónicas o si utilizan ordenadores en lugar de libretas, sino a la arquitec-
tura de un edificio cerrado y la relación con un número limitado de personas. Con la
tecnología antigua colaborar era hacer un trabajo en equipo, donde el equipo eran cuatro
compañeros que podían quedar al salir de clase. Con la tecnología actual colaborar es
hacer un trabajo en red, donde la red pueden ser cientos de personas repartidas por el
mundo, la mayoría de las cuales no se conocen ni lo harán.
Tenemos la actual tecnología porque necesitábamos escalar nuestra capacidad de
colaborar, de instruirnos y compartir, y porque ya no podíamos resolver nuestras nece-
sidades de conocimiento si nos limitábamos a un número pequeño de nodos, y porque
necesitábamos acceder casi en tiempo real y ya no era suficiente hacerlo con la demora
que provocan las cartas, llamadas y visitas.

20
18.- Obviamente, es un camino con riesgos. Toda nueva tecnología requiere una fase
de adaptación, de prueba y error, que no todo el mundo resuelve con la misma eficacia
ni con los mismos resultados. Al descubrir el fuego algunos se quemaron. Al descubrir
la aeronáutica algunos se estrellaron. Al descubrir la química algunos se drogaron. Cada
descubrimiento, cada exploración, tiene sus riesgos. Pero ahora tenemos el fuego más
controlado, los aviones son más seguros, y la química salva vidas. Aunque siguen ha-
biendo malos usos, cada vez somos más conscientes y trabajamos para combatirlos y
minimizarlos. Ahora estamos en la fase de descubrimiento de lo que llamamos TIC,
donde claramente la sociedad se encuentra en pleno período de prueba y error, y obser-
vamos preocupados cómo algunos se queman, algunos se estrellan, otros se hacen adic-
tos a las tecnologías y otros se drogan. Pero también observamos convencidos de que es
una tecnología que nos permitirá avanzar, volar más lejos y salvar vidas. Y las dos cosas
son ciertas: hay riesgos y hay oportunidades. Somos la generación que deberá aprender
a desarrollar y normalizar los usos de una nueva y poderosa tecnología: la capacidad de
acceder y compartir información en tiempo real.
El lenguaje es claro: definimos como ―tecnología‖ aquellos avances técnicos
posteriores a nuestro nacimiento. Nuestros padres decían ―máquina de escribir‖, y no-
sotros no la consideramos ―tecnología‖, sino un objeto antiguo casi entrañable. Nosotros
decimos que una PC es tecnología, pero nuestros hijos de once años lo consideran un
chisme antiguo, casi entrañable. Si tenéis cincuenta años sois la generación que ha en-
señado a sus padres a utilizar una máquina de fotos, un ordenador o un teléfono móvil.
Nuestros hijos también nos enseñarán a utilizar tecnologías que ahora no podemos ima-
ginar, al igual que nuestros padres no podían imaginar un GPS o una cocina vitrocerá-
mica por inducción.

Educación e instrucción

19.- Frecuentemente se confunde instrucción con educación. Algunas naciones, in-


cluso, han dejado de hablar de ministerio de educación, para llamarlo ministerio de
instrucción pública. Estas naciones entienden que lo que el Estado puede hacer es ins-
truir, mediante la enseñanza (haciendo signos); pero no puede imponerse y cambiar a
las personas en sus fueros íntimos: entienden que educación es lo que cada persona
elige y decide hacer consigo misma, a partir de lo que los demás hicieron con ella.
Hoy parece darse mucha instrucción, pero parece lograrse menos educación. En
la actualidad, como nunca antes, existe un enorme bagaje de conocimientos y una fácil
transmisión de los mismos, pero son menos los que saben dominarse. En la antigüedad,
pocas personas sabían leer y escribir; y aún para éstas existían pocos libros. Actualmen-
te, con la virtualización de los textos, tenemos bibliotecas virtuales cuyo acceso al lec-
tor es inmediato. Pero, por esto mismo, los jóvenes no se apresuran a leer libros, pues
saben que los tienen a la mano y, si fuese el caso, podrían leerlos; pero, mientras tanto,
destinan su tiempo a la diversión de ver, a escuchar música, a ver películas (que les
ofrecen en forma ágil y rápida lo contenido en voluminosos libros y novelas).
Las instituciones de educación han tenido -y deben seguir teniendo- la tarea de la
instrucción; esto es, de ofrecer las competencias fundamentales, para la vida social, de
la lectura, la escritura, de la lógica y las matemáticas. Pero la tarea educativa implica
más que la tarea de la instrucción.

20.- Como he escrito en otro libro27, la educación es un proceso de formación (de ha-
cerse persona, recibir o posibilitar adquirir una forma de ser, de sentir, de conocer, de ac-
27
Daros, W. R. El entorno social y la escuela. Rosario, Artemisa, 1997, p. 23.

21
tuar, etc.) que implica aspectos individuales y sociales. Individualmente la educación pro-
mueve el desarrollo integral de la personalidad; tiende a posibilitar que el sujeto llegue a la
plenitud humana, a capacitarlo profesionalmente, enriquecerlo con conocimientos y hábi-
tos, elevarlo de lo natural a lo cultural.
Socialmente, la educación tiende -o debería tender- a posibilitar:
a).- La integración del individuo con los demás. El individuo incorpora el ritmo y las pautas
sociales (socialización). La sociedad, por su parte, lo incorpora y con ello el individuo se
vitaliza (expande su vida). La familia es, en este sentido, el primer y principal agente de edu-
cación y socialización.

b).- La continuidad social. La sociedad como todo sistema orgánico necesita, por una par-
te, permanencia en lo que es, y por otra, evolución constante. La educación transmite la
herencia cultural y, en ese sentido, es conservadora. Mas no debe confundirse el ser con-
servador con el ser reaccionario. El ser reaccionario es la patología del ser conservador.
El reaccionario es dogmático (aferrándose al pasado y avasallando incluso lo justo) e
infantil (confundiendo los deseos con la realidad histórica y sus tiempos).

c).- El cambio social. La educación es innovadora al fomentar una capacidad de crítica fren-
te a la realidad social; al estimar la creatividad, lo nuevo y la capacitación profesional. Una
sociedad desarrollada exige especializarse en los diversos sectores del trabajo. Ahora bien,
el proceso educativo cumple con esa tarea en forma institucionalizada en las escuelas, aca-
demias, profesorados, institutos técnicos, universidades. La escuela elemental ofrece los
instrumentos básicos (especialmente la lectoescritura), la escuela de nivel secundario los ele-
mentos de nuestra cultura general y los niveles terciarios de educación preparan para una pro-
fesión (profesorados) o para la profesión y la investigación en un sector del saber (uni-
versidades).

d).- La función económica. En nuestro siglo se ha advertido que si bien mantener estructuras
educativas implica erogaciones cuantiosas a los Estados, sin embargo, a mediano y largo
plazo, preparan a las personas para una producción más rica en cantidad y calidad. De este
modo la educación proporciona capital humano a las sociedades, quizás el capital más va-
lioso para el futuro de una sociedad. La ignorancia cuesta caro. La falta de educación no re-
sulta ser barata: generará personas que requerirán más sistemas de represión para posibilitar la
convivencia social, de cuidados de salud, más ayuda económica, etc.

e).- La función política de la educación. El proceso educativo, haciendo desarrollar las ca-
pacidades de las personas, prepara para una participación más efectiva y directa en el aconte-
cer del país, cultiva el sentido cívico y puede preparar para el bien común. Todo Estado (de
derecha, centro o izquierda) prepara -si es posible y con todos sus medios- para perpe-
tuarse en el poder: el sistema democrático se propone posibilitar que los ciudadanos pue-
dan cambiar de gobernantes o de formas de gobiernos sin que, para lograr esto, sea necesa-
rio suprimir a los ciudadanos (porque ante un poder totalizado, absolutizado el cambio de
gobierno o sistema sólo puede hacerse mediante la fuerza de las armas y el derramamiento
de sangre). Las escuelas son instituciones que poseen su función específica: posibilitar
aprender. Y entre otras cosas, debieran posibilitar aprender a participar en el gobierno de
la polis, o sea, en la política. Bastardea, en cambio, su función cuando el docente o el direc-
tivo de una institución educativa impone (con medios ocultos o manifiestos) una opción
partidaria a sus alumnos. Las escuelas entonces ideologizan: generan mecanismos de lava-

22
do (manifiesto o implícito) de cerebro. Al suprimir la libertad de opción de los que aprenden
e imponer (no proponer) sus propias ideas, una institución educativa deja de ser educativa
pues suprime el valor humano fundamental de la libertad.

f).- La función de control social. Todo sistema social tiende a hacer estable su estructura
fundamental introyectando y reproduciendo en los ciudadanos -con mayor o menor inten-
sidad según las diversas opciones políticas- las pautas sociales, controlándolos interior y
exteriormente. Un Estado, por ejemplo, no sólo hace leyes respecto de la protección de la
propiedad comunitaria o individual de los bienes, sino que además genera una cultura y
un respeto, en los ciudadanos, por esas leyes y por lo racional de las mismas. Son los ciu-
dadanos los que hacen las leyes y son luego las leyes las que hacen a los ciudadanos; pero
siempre subyace una cierta idea de lo que son las personas y sus deberes y derechos. Y en
este contexto cabe preguntarse, por ejemplo: ¿Debe el Estado permitir o negar el consumo
de drogas peligrosas de los ciudadanos? ¿Los derechos sociales o políticos de los ciuda-
danos deben subordinarse a los derechos y deberes humanos universales?

g).- La función de selección social. El desarrollo de las personas genera que unas se desta-
quen como más capaces que otras para diversas actividades y responsabilidades, y da lugar
a una diversidad saludable. El problema social y moral de la selección social surge cuando
ese desarrollo no es posible para todos en igualdad de oportunidades. El progreso no debe
sacrificarse hoy en beneficio de una igualdad mecánica; debemos avanzar cuidadosamente
hacia la democracia educativa para que, en este proceso, sea destruido el menor número
posible de productos valiosos que actualmente van acompañados de la injusticia o de-
sigualdad material-social.

h).- Promover el progreso humano de la sociedad. Una sociedad existe porque procura
buscar un bien común entre los seres humanos que la constituyen. Desgraciadamente cuando
se pierde de vista la finalidad fundamental que hace de un grupo una sociedad, el progreso
típicamente humano (búsqueda y ejercicio de la verdad y de la libertad en la justicia) se
atenúa.

i).- Forjar roles sociales. La interacción social genera determinados status y roles. El
status (situación, estatuto) es la posición que la persona ocupa dentro de un grupo social.
Si una persona pertenece a varios grupos puede poseer diverso status en cada uno de ellos.
El status genera una serie de derechos que se puede esperar que los demás respeten (debe-
res).
El rol (función, papel) expresa el conjunto de obligaciones o deberes que tiene una
persona y que los demás esperan de él. El rol (de hijo, de padre, de amigo, de médico) es
una consecuencia del status): si tengo derechos, tengo deberes.
En este contexto, la educación puede convertirse en aprender a desempeñar ro-
les y tiene como efecto la adaptación social. Según J. Agulla, la educación consiste en
la comunicación de los modelos correspondientes a cada rol, por parte del educador, al
educando, en función de una idea de perfección que es la idea de funcionalidad social28.
Como se advierte, cada profesional corre el riesgo de reducir una realidad (en este caso, la
realidad educativa, o la realidad humana) a su perspectiva profesional: la educación es

28
Agulla, J. Sociología de la educación. Bs. As. Paidós, 2007, p. 108.

23
también un hecho social; pero reducirla a esa sola función es una distorsión injustifi-
cada.

21.- El proceso de instrucción es un netamente social, de interacción entre personas


que enseñan y aprenden. El proceso educativo es propiamente personal: lo realiza cada
uno (aprendiendo), o no se realiza.
El nombre de persona no significa nada más que la sustancia individua de natu-
raleza racional: lo permanente de un sujeto con capacidad para pensar, sentir, co-
municarse con los demás. Pero ese sujeto es, él mismo, lo incomunicable y distinto de
los otros: lo que nadie puede hacer por él; nadie puede sustituir a la persona, a la sede
última de responsabilidad por sus actos. El hombre se diferencia de todas las otras
creaturas irracionales, en el contexto del pensamiento clásico, en esto: que es señor de
sus actos (dominus suorum actuum)29. Quien tiene dominio de sus actos (de su accio-
nar), es libre en el obrar; libre, en efecto, es quien es causa de sí. Lo que actúa por otro,
al obrar debido a cierta necesidad, está sujeto a servidumbre30.
El hecho de ser persona, fin de la educación como estado desarrollado del hom-
bre, consiste, entonces, en ser libre para elegir prudentemente, como señor de sí, los
actos-medios que lleven al fin de la persona. El fin de la persona humana, como propio
del ser humano (en cuanto al bagaje biológico con el que nace), está determinado: res-
pecto del fin, en general, existe una inclinación afectiva que se llama amor, con la cual
nos afectan o afectamos a otras personas. El amor es la tendencia a los bienes en gene-
ral o, en otras palabras, a la felicidad, la cual es el sentimiento consecuente que se es-
pera de la obtención de esos bienes. El amor es naturalmente el primer acto radical de
todo lo que se quiere o apetece. Pero respecto de los medios, el hombre no está de-
terminado: el amor lo impulsa a determinarse y necesita de la razón y de la prudencia.
La prudencia no es un hábito operativo (o virtud) natural, sino un arte adquirido que,
ante lo que siente, requiere experiencia en el raciocinio y en la elección. Ahora bien, el
fin de la educación, como estado óptimo (pero perfectible) del hombre, tiende, enrai-
zado en el amor, al ejercicio de esta virtud de la prudencia: a un sano equilibro entre
fines y medios, con lo cual no cabe la adicción al amor.

22.- En este punto cabe preguntarse: ¿en qué ayuda la instrucción sistemática al lo-
gro del fin de la educación?
Se suele entender por instrucción (in - struere: construir dentro) a la elaboración
de conocimientos requeridos para obrar con eficiencia.
Pues bien, la instrucción sistemática (la escolarización) facilita la adquisición de
una recta capacidad de razonar y obrar, movida por el amor, sin la cual es imposible
hacer elecciones prudentes y alcanzar el fin de la educación, en cuanto estado de reali-
zación del ser humano.
La instrucción ayuda a adquirir prudencia. La prudencia requiere, en grado má-
ximo, que el hombre sea un buen razonador, para que pueda aplicar bien los principios
universales a las cosas particulares que son variadas e inciertas. Mas, para lograr la
instrucción se requiere también la educación: ser dueño de sí y ponerse a pensar, juz-
gar, actuar correctamente, de acuerdo a fines y a medios, en medio de dificultades.

23.- La educación no tiende, en este sentido, a lograr un hombre sabio. Hombre sa-
bio no es sinónimo de hombre educado: el sabio es el que posee la ciencia y la capaci-
dad de criticar los principios o fines últimos.

29
Cfr. De Aquino, Tomás. De Potentia, q, IX, a.2 ad 4. S. Th. 1-II, q.1, a.1.
30
De Aquino, Tomás. S. C. G.III, c. 112.

24
El hombre educado es el que posee dominio sobre sí mismo y una sabiduría
aplicada a las cosas humanas; es el hombre prudente (que no debe ser confundido con
el timorato). La persona prudente es movida por el amor, razona correctamente (aplica
correctamente los principios evidentes generales a las cosas inciertas y particulares) y,
en consecuencia, elige bien los medios más adecuados para lograr el fin propuesto, y
se aplica a la acción. El prudente no es ni tímido ni ciegamente precipitado.
Hay, pues, en la educación elementos no enseñables, como el hecho de ejercer
la libertad eligiendo. También en este sentido, la educación no se reduce a la instruc-
ción; pero indudablemente la ayuda de la instrucción sistemática y procesual o formal
está a su servicio y la favorece. Para ser prudente es necesario razonar correctamente
dominando las leyes generales en su aplicación concreta como lo exige cada caso im-
previsto. Esto se logra con el dominio del arte de la ciencia de razonar y la experiencia
o ejercitación.
La enseñanza formal adquiere aquí todo su sentido y valor, no como formalismo
vacío, sino como ejercicio al servicio de la educación, donde cuenta más la forma de
pensar y proceder (aplicable a casos imprevistos e inciertos) que los contenidos recor-
dados de memoria.
La educación es inicial y radicalmente una cuestión de amor y de tendencia a la
felicidad individual y social, pues el ser humano actúa radicalmente por amor (por una
búsqueda difusa del bien en general); pero la educación no termina siendo simple-
mente amor e inclinación difusa hacia el bien-felicidad-general indeterminado. El amor
se determina, mediante el análisis racional de los fines (por ello el amor es sabio, y no
es una adicción más); y la instrucción formal o procesual, en la elección de los medios
y en el proceder concreto. Las virtudes se inician radicalmente en el amor pero termi-
nan determinándose por el acto prudente de elección de medios y de acción, para lo
cual es necesario aunque no suficiente un recto uso de la razón.

24.- Sólo mediante la razón, por la que el hombre se crea una semejanza (símil) ob-
jetiva y formal o procesual de las cosas, el sujeto adquiere la autonomía ante el mundo
sensible, puede reflexionar ante él y elegir prudentemente, esto es, lograr el estado de
perfección propio del hombre, señor y responsable de sus actos.
Es decisivo observar que la posesión de la prudencia hace posible a los seres
humanos el uso de la recta autonomía de su conducta: aquella emancipación por la que
llega a regir por sí su propia vida, y merced a la cual se encuentra en condiciones de
hacerse íntegramente responsable de ella, en convivencia con los demás.
El ser humano educado es aquel que, en forma integral, se domina a sí mismo,
en sus sentimientos, conocimientos y acciones; e impulsado por el amor, se rige perso-
nalmente, y con los demás, guiado por pautas objetivas racionales (transubjetivas y
dialogadas), eligiendo con libertad y prudencia intransferible los medios para lograr su
fin. No se debe, por tanto, confundir este proceso educativo personal e intransferible ni
con la enseñanza moral asistemática (basada en consejos y persuasiones, por la vía del
temor y del amor), ni con la enseñanza moral sistemática (doctrina moral). La ense-
ñanza moral presenta un código de normas orientadas hacia el comportamiento perso-
nal y social. Si esta enseñanza es sistemática presenta entonces un sistema de pautas o
principios de comportamiento (código o doctrina moral). Pero, una cosa son los princi-
pios o pautas o leyes para el comportamiento (lo que es enseñable y es objeto de ins-
trucción); y otra cosa es comportarse, lo que hace a la educación, y es intransferible.

25.- Por ello, puede darse el caso de encontrarnos con personas instruidas, cultivadas
intelectualmente, pero no educadas; también se dan personas muy educadas aunque con

25
poca instrucción. La instrucción (el conocimiento de recursos y medios de compren-
sión) ayuda a que las personas aprendan a conocerse y a dominarse adecuadamente en
un contexto social de convivencia. De hecho, las estadísticas señalan un gran parale-
lismo entre el grado de instrucción de las personas y el grado de delincuencia. La po-
breza en la instrucción y en el esfuerzo y en la ayuda familiar, genera con más frecuen-
cia, el abandono del proceso de escolarización y de expectativa de empleos y de calidad
de vida.
El aporte que otorgan las familias organizadas y los años de escolaridad son fun-
damentales para integrar a las personas en una sociedad y orientarlas hacia valores co-
munes o compartidos por las sociedades en las que nacen y viven. Sólo lo que ha lo-
grado cierta estabilidad puede revolucionarse. Nada puede estar en revolución perma-
nente, sin algo que permanece como punto de referencia. El caos no es, sin más, un es-
tado revolucionario: puede ser un proceso involucionario.
La educación comienza en la familia, aprendiendo a respetarnos, a tener dere-
chos y deberes u obligaciones y se prolonga en las instituciones educativas. En los ho-
gares se refuerza, en forma individual y personal, lo que se inició en las instituciones
educativas. Los deberes escolares han de ser racionales: no una carga abrumadora ni
disparatada; unos deberes que permitan que haya continuidad entre la escuela y el ho-
gar, y no exista un divorcio. Que los deberes para completar en casa permitan a los
alumnos seguir adelantando el trabajo de la escuela. No tiene sentido una separación
entre lo que se hace la escuela y la casa, justamente para evitar que el niño olvide lo que
ha aprendido y pueda ejercitarlo31.

31
Cfr. Sainz Borgo, Karina. ―Entrevista a Fernando Savater‖. Disponible en http://www.vozpopuli.com/karina_sainz_borgo/

26
CAPÍTULO II

Posmodernidad, hiperindividualismo, el modo de ser de los argentinos


y la tarea educativa

Hacia la Posmodernidad

1.- Tras el fin de La Guerra Fría como consecuencia de la caída del Comunismo,
teniendo como máximo símbolo la caída del muro de Berlín (1989), se hace evidente el
fin de la era bipolar (liberalismo-comunismo) o tripolar (liberalismo-comunismo-socia-
lismo democrático).
Esto genera, como consecuencia, la cristalización de un nuevo paradigma global
cuyo máximo exponente social, político y económico es la Globalización o Mundializa-
ción de la forma de vivir y de ver el mundo. Pero, por otra parte, cada persona vive aquí
y ahora, y lo que le es importante también la localización: el lugar en que se halla y el
posible logro de recursos.
Más no obstante, tras la aparente unificación cultural y social del mundo posmo-
derno, en éste se pueden diferenciar y dividir dos grandes realidades: la realidad histó-
rico-social, y la realidad socio-psicológica.

2.- Entre las características histórico-sociales, se advierte la contraposición con la


Modernidad, desde la Posmodernidad, considerada ésta como la época del desencanto,
como la renuncia a las utopías y a la idea de progreso.
Se produce, además, un cambio en el orden económico capitalista, pasando de
una economía de producción hacia una economía del consumo y la división del planeta
en diversos mundos no desaparece (primer mundo, segundo mundo, y tercer mundo
marginado o con economías ―emergentes‖, para utilizar el eufemismo propio de los
economistas).
Desaparecen las grandes figuras carismáticas, y surge una infinidad de pequeños
ídolos que duran precariamente hasta que surge algo más novedoso y atractivo.
La revaloración de la naturaleza y la defensa del medio ambiente se mezclan con
la compulsión al consumo.
Los medios de masas y el mercadeo se convierten en centros de poder.
Deja de importar el contenido del mensaje, para revalorizar la forma en que es
transmitido y el grado de convicción que pueda producir.
En este contexto, la escuela fue vestida con los ropajes del pasado. Desde estas
perspectivas teóricas que en forma común impugnaron ciertos rasgos de las institucio-
nes clásicas (desde el Estado hasta la familia), la escuela comenzó a ser observada a
partir de su dimensión homogeneizadora, de su pretensión ilustrada y civilizatoria, de su
capacidad para la clasificación y estigmatización de los sujetos32.

3.- La ideología (en tanto proceso de imposición de ideas y formas de vida basado
en el poder) se oculta en la forma de elección de los líderes, siendo ahora reemplazada,

32
Cfr. Carli, Sandra ―Los ecos del debate Modernidad/Posmodernidad en la Argentina y los desafíos de la formación en el presente‖
en http://www.iigg.fsoc.uba.ar/carli/Carli_LosecosdeldebateModernidad-Posmodernidad. pdf

27
a su vez, por el recurso a la imagen, carente de contenidos y propuestas. Se trata de se-
ducir a los electores33.
Los medios de masas, que responden a los grandes poderes económicos, se ca-
muflan, y se convierten en transmisores, formadores de opinión, y persuasores de lo que
piensa o percibe la gente, lo que se expresa en el hecho de que lo que no aparece por un
medio de comunicación masiva, simplemente no existe para la sociedad. Si, en otros
tiempos, la lucha o selección natural para la sobrevivencia, entre los humanos, y la dis-
minución de los débiles, recurría al canibalismo, después a las guerras, actualmente pa-
rece recurrir a la dominación ideológica y a las adicciones aparentemente agradables.
El proceso ideologizador, aleja al receptor de la información recibida quitándole
realidad y pertinencia, para los grandes problemas sociales, convirtiendo a la informa-
ción en mero entretenimiento.
El poder económico, para lograr el poder social, utiliza cualquier medio de dis-
tracción: se pierde la intimidad y la vida de los demás se convierte en un show. Se desa-
craliza la política y se desmitifica a los líderes.
El ―pos‖ de la Posmodernidad se caracteriza por generar una sociedad34:
a)- Poseurocéntrica. El poder mundial parece repartirse ahora en policentros
(EE.UU., Europa, Asia).
b)- Sociedad mundial poscolonialista y posimperialista.
c)- Sociedad con economía poscolonialista y posocialista.
d)- Sociedad de servicios y comunicaciones.
e)- Sociedad con sistemas familiares pospatriarcales, plurales.
f)- Sociedad con pluralismo cultural e ideológico.
g)- Sociedad religiosamente posconfesional e interreligiosa.
h)- Sociedad posreflexiva, en la que no se vive para reflexionar, sino para el gozo
inmediato.
i)- Sociedad pos-socio-afectiva, con comunicación virtual.
J)- Sociedad poslibresca, preparada virtual y mentalmente para el cambio continuo,
el cual, si carece de algunos referentes estables, se convierte en un desquisia-
miento.

4.- Entre las características socio-psicológicas de la Posmodernidad, cabe señalar


que los individuos sólo quieren vivir el presente; el futuro y el pasado pierden impor-
tancia.
Si bien en la Modernidad, lo social se fue separando de lo religioso, no obstante,
la Modernidad fue más bien teísta que atea. La Posmodernidad es simplemente indife-
rente en materia religiosa.
En consecuencia, una vez que ha perdido importancia y valor el futuro trascen-
dente; lo que queda es una búsqueda de lo inmediato.
Se fue perdiendo también, dada no obstante la explosión demográfica, la fuerza
masificadora de los procesos de educación y socialización (en cuanto se virtualizan a la
carta y a distancia); y aumentó el proceso de pérdida de la personalidad individual inte-
grada a la sociedad. Pero la pérdida de la personalidad individual masivamente sociali-
zada no significó la pérdida del individuo.

5.- En el camino hacia la Posmodernidad, el sistema educativo tiende a flexibili-


zarse y acentuará las siguientes características:
33
Cfr. Zizek, S. (Comp.) Ideología. Un mapa de la cuestión. México, FCE, 2013. Lenk, K. El concepto de ideología. Bs. As.,
Amorrortu, 2008. Van Dick, T. Ideología. Una aproximación multidisciplinaria. Barcelona, Gedisa, 2010. Lorenz, C. Ideología
global y crítica global en ADEF Revista de Filosofía, 2001, Nº 1, pp. 134-138.
34
Colom, A. – Mèlich, J. Después de la Modernidad. Nuevas filosofías de la educación. Barcelona, Paidós, 2004, p. 54.

28
- Será más interactivo, mediando el computador entre el docente y el alumno.
- Tendrá mayor movilidad y se realizará en diferentes escenarios, dejando de ser
la escuela ―el templo del saber‖.
- Llegará a ser multicausada con fuentes plurales de información.
- Devendrá multipresente, democratizándose la información, para toda la socie-
dad y para toda la vida. Según Habermas, la función de la educación será for-
marnos en función de la sociedad (sociedad entendida como un sistema de inter-
relaciones); y para la sociedad en cuanto es un mundo de vida (armado con con-
vicciones problemáticas). Se trata de una función racional, reflexiva, esto es,
adaptativa en relación con los valores aprendidos en la cultura en que se vive y
las nuevas necesidades35.
- Será globalizada: la información, en gran parte -en la parte más inofensiva-, de-
jará de tener fronteras.
- Será, también, no obstante, localizada y flexible, adaptada a los grupos y nece-
sidades sociales, abierta a la innovación, al aprender a aprender.
- La buena educación (que no será para todos) se caracterizará por tener buenas
fuentes de información y capacidad para saber utilizarlas, dominando sistemas simbóli-
cos (imprescindible la alfabetización informática, lenguas extranjeras).
- Como sistema que es, el sistema educativo, estará condicionado por la necesi-
dad de conservar su funcionamiento autopoiético, perdiendo sentido fuerte toda otra
finalidad, en una sociología sin moral, aunque con juegos de convivencia.
- El sistema educativo adquirirá: funciones asistenciales y de compensación so-
cial, para los más desfavorecidos; funciones de recuperación y reinserción social; fun-
ciones ocupacionales o laborales, y de ocupación del ocio y tiempo libre; de divulgación
de la cultura general y de orientación socioeducativa.

6.- No se plantean directamente soluciones para las clases menos favorecidas eco-
nómicamente. Se cree ―ingenuamente‖ que éstas se aprovecharán indirectamente de las
migajas de las clases más favorecidas.
La única revolución que el individuo está dispuesto a llevar a cabo es la de la
gratificación intensiva de los deseos, en lo que cabe el rendir culto al cuerpo y la libera-
ción personal de lo que incomoda.
Dada la atenuación y casi desaparición del valor de la racionalidad y de los pro-
cesos de validación objetivos, las personas se vuelven, por momentos, como medio de
justificación de algunos sucesos infrecuentes, a lo místico, esto es, a cierta religiosidad
puntual lábilmente mágica.
La pérdida de fe en la razón y la ciencia es, sin embargo, compensada con el
culto a la tecnología, de la cual sólo se conocen los resultados, pero no sus procesos y
consecuencias a largo plazo. El conocimiento no importa tanto por los contenidos y la
formación de las personas, sino por las competencias que las personas deben manejar
(pragmatismo).
Las religiones, que traían un mensaje con valores absolutos, perdieron el sentido
fuerte de sus mensajes o relatos. Éstos se convirtieron en mensajes débiles, a la carta y
elección de cada uno. El hombre, atontado por el caudal de información masiva, basa su
existencia en el relativismo y en la pluralidad de opciones. El subjetivismo impregna la
mirada de la realidad36.

35
Cfr. Habermas, J. Teoría de la acción comunicativa. Madrid, Taurus, 1988, Vol. I, p. 39.
36
Cfr. Delval, J. Hacia una escuela ciudadana. Madrid, Morata, 2006. Cullen, C. Filosofía, cultura y racionalidad crítica. Nuevos
caminos para pensar la educación. Bs. As., Stella, 2004. Martinis, P. –Redondo, P. Igualdad y educación. Bs. As., Del Estante,
2006. Nussbaum, M. El cultivo de la humanidad. Una defensa clásica de la reforma en la educación liberal. Barcelona, Paidós,
2005.

29
También se ha perdido la fe en el poder público y político, generándose una des-
preocupación ante la injusticia, por la impunidad existente. Esto hace que algunos pen-
sadores tilden a la Posmodernidad como a un movimiento social conservador, propio de
un Capitalismo camuflado.

7.- La cultura es dominada por un empirismo y pragmatismo cotidiano, con desapa-


rición de idealismos (los jóvenes estudiantes ya no salen a las calles acompañando a los
obreros, pidiendo reivindicaciones) y con una pérdida de la ambición personal de auto-
superación. El mismo liberalismo político y su mensaje de llegar a ser libremente el
mejor o el más eficaz, pierde su fuerza, con la desaparición de la valoración del esfuerzo
y del deber37. El ser y el deber ser se transforman en aparecer: si no se muestra, si no
aparece a la vista de todos y si los otros no lo ven, entonces de poco sirve tener lo que
sea38.
Aparece no ya la tolerancia religiosa o moral, sino la pluralidad que parece justi-
ficarlo todo, mientras no incomode demasiado a los demás, por lo que coexisten divul-
gaciones diversas sobre las iglesias y las creencias en un Dios.
La misma literatura fantástica tiende a desaparecer si se presenta como relato
prolongado, y sólo tolera los relatos y ficciones breves.
La gente deja de leer y desea gozar con la imagen de inspiración 'vía satelital',
con canciones cuyas letras no entiende, pero que aprende de memoria y de oído, con un
fácil contorneo. Esa es la imagen de la felicidad posible.
Las personas de clase media o alta aprenden a compartir la diversión vía Inter-
net, Facebook, chats, blogs, etc., en forma más o menos breve y adicta. Los económi-
camente pobres no se resignan a no tener placer continuado; y algunos de ellos optan
por la obtención de los medios mediante la violencia (robos, hurtos, secuestros, muertes,
etc.), para comprar el placer destructivo de las drogas, cada vez más extendidas, más
baratas, y no punibles.

8.- La brecha generacional se ensancha y se distancia rápidamente, haciéndose la


conducta de los nietos, incomprensible y absurda para los abuelos.
La creciente masificación de las personas social y psicológicamente indiferentes,
parece inmanejable a los poderes públicos, los cuales optan por disminuir la importancia
del problema o por aprovechar la mayor cantidad de personas, en las ocasionales elec-
ciones políticas, mediante dádivas que no representan ninguna solución efectiva para la
vida de las personas y para el futuro de las mismas. Se refuerza de este modo, la impor-
tancia de la vida presente, en la precariedad, intensificada por algún placer pasajero,
apreciado incluso si es destructivo.

9.- Las clases económicamente privilegiadas tratan de salvarse solas, en clubes, so-
lares específicos y especialmente custodiados.
En fin, parece claro que la Posmodernidad hizo patente algunas actitudes por las
que ha optado:
A)- Los planteamientos de la razón son insuficientes: se opta por una actitud anti-
objetivista, descosificadora, desfundamentadora, abierta y expectante ante lo que

37
Cfr. Weinberg, St. Plantar cara. La ciencia y sus adversarios culturales. Barcelona, Paidós, 2003. Garagalza, L. Introducción a la
hermenéutica contemporánea. Cultura, simbolismo y sociedad. Barcelona, Anthropos, 2002.Searle, J. Mente, lenguaje y sociedad.
La filosofía en el mundo real. Madrid, Alianza, 2001. Searle, J. La construcción de la realidad social. Barcelona, Paidós, 1997.
38
Cfr. Sibilia, Paula. ―En busca del aura perdida: espectacularizar la intimidad para ser alguien2, En Psicoperspectivas. Individuo y
sociedad, 2009, Vol. VIII, nº 2 (julio-diciembre), p. 320.

30
suceda en cada acontecer. Se busca superación de la división sujeto-objeto, inte-
lecto-voluntad, y acercamiento a actitudes misticoides.
B)- El saber sobre lo absoluto es débil. Nuestro conocimiento es aproximativo, co-
yuntural (inclinación hacia lo apofántico: al manifestar algo, dejar lugar para el
misterio, con lenguaje evocativo, como realidad nunca aclarada).
C).- El absoluto se sabe por experiencia (estética), por el camino de la fruición.
D).- Despertar el sentido gratuito de lo recibido. Ante el intento fracasado de dar un
sentido racional a la vida, ver la posibilidad de recibirlo. El silencio de la Natu-
raleza no afirma ni niega: queda espacio para la hermenéutica y la búsqueda de
sentido.
E).- La carencia de sentido en la vida refleja una carencia de valores fuertes, capaces
de mover a los seres humanos hacia actos heroicos y encausar sus fuerzas39.

Hiperindividualismo

10.- Según Gilles Lipovetsky, no sólo estamos en una época posmoderna, sino ade-
más en un individualismo hipermoderno, en una segunda revolución individualista. La
primera revolución originó la modernidad, a partir del siglo XV. La segunda se inicia
después de 1960.
Entre las exigencias históricas a las cuales buscaba responder la creación de esa
institución denominada escuela, figuran los desmesurados compromisos de la sociedad
moderna, que se pensó a sí misma como igualitaria, fraterna y democrática. Al menos,
idealmente. Y, por tanto, asumió la responsabilidad de educar a todos sus ciudadanos
para que estuvieran a la altura de ese magno proyecto40.
Pero todo ha cambiado. Estamos viviendo una sociedad global epicúrea, para
las clases más ricas y una imitación simiesca para las pobres. Se alaba el gozo. Se da
una celebración de los gozos privados, un culto del cuerpo y una obsesión por su pre-
sencia, una democratización del culto a la delgadez, una cultura neonarcisista que no
teme graficarse en los cuerpos.
Se trata de una época paradójica, que permite entender cómo se puede vivir en
un coctel de aparentes contradicciones: gozar y cuidarse por ansiedad; medicación y
sobreconsumo de remedios.
Vivimos una cultura en donde se ha pasado de escuchar a los padres a escuchar a
los hijos.
Se ha dado un derrumbe de las grandes ideologías modernas. De la fe en el fu-
turo (propia de la Modernidad) se ha pasado, en pocos años a un gozar en el presente
hipermoderno. El capitalismo consumista terminó con las otras grandes ideologías
(marxismo, trascendencia). Ya no se tiene fe en el futuro progreso, sino en que a los
hijos les puede ir peor.
Hay una despolitización, una abstención de participar (es lo mismo la izquierda
que la derecha). El fútbol atrae fanáticamente más que la política o las religiones oficia-
les Hay una pérdida de confianza en la política, pero está vigente una democracia de
rechazo: un voto-sanción (contra alguien) y no un voto de afiliación (porque es una tra-
dición familiar). Se trata de una politización negativa (contra de) o de un clientelismo en
los países con gran corrupción y hay corrupción porque hay impunidad. Aunque las
jóvenes generaciones no se separan totalmente de la política, no asumen, como dijimos,

39
Schnapper, Dominique. La democracia providencial. Ensayo sobre la igualdad contemporánea. Rosario, Homo Sapiens, 2004.
Carretero, Mario. Documentos de identidad. La construcción de la memoria histórica en un mundo global. Bs. As., Paidós, 2007.
40
Cfr. Sibilia, Paula, ―La escuela en un mundo hiperconectado: ¿redes en vez de muros?‖, Revista Educación y Pedagogía, Mede-
llín, Universidad de Antioquia, Facultad de Educación, vol. 24, núm. 62, enero-abril, 2012, pp. 135-144.

31
un compromiso combativo. La intervención política se da por otros caminos masivos,
pero lights: Internet, Facebook, Tweeter, etc.

11.- No se trata sólo de una posmodernidad, de un movimiento cultural que vino des-
pués de la modernidad. El hiperindividualismo es una segunda revolución individua-
lista, con ansias de más autonomía que la anterior. No se trata de un individualismo
egoísta: el egoísmo es una categoría moral que implica aceptar mandamientos o normas
objetivas y universales, con premios y castigos, aunque referenciadas al ego. El hiperin-
dividualismo es una categoría social: hace referencia a la primacía del yo social.
El hiperindividualismo no es, sin embargo, sólo indiferencia. Se halla instalado
en el contexto del culto del mercado y lo invade todo como una manera naturalizada de
ser social: invade el futbol, el arte... La competencia se ha vuelto una cultura global.
Mejorar, ganar, capacitarse, pero sin mucho esfuerzo. Aflora un individualismo sensua-
lista, pero también de eficiencia. Cada uno es empresario de su propia existencia.
Está en auge el culto de la autonomía individual. El individualismo moderno
(siglo XVIII) ha constituido el código de la cultura moderna, el centro de los valores;
pero había leyes naturales y sociales que respetar. Se daba un individualismo democrá-
tico, donde los hombres eran reconocidos como libres e iguales; pero capaces de sacrifi-
carse por la sociedad (lo que originó también guerras mundiales). Las mujeres quedaron
marginadas. Fue un individualismo moderno, pero limitado. Desde 1960, salimos de ese
modelo para pasar a un individualismo hipermoderno.

12.- El hiperindividualismo es consciente de que las leyes son creaciones de los hom-
bres para los hombres. Los hombres se estiman libres, pero crece la heteronomía: el
control sobre los ciudadanos (Internet, cámaras ocultas, etc.). Aparece la segunda revo-
lución individualista, extrema, excesiva, hiperbólica, sin límites, sin frenos, sin puntos
de referencia. Cada cual es modelo para sí mismo y se centra en los goces del presente.
Hay igualdad de ofertas (casi todo se vende en todas partes), pero también más
individualismo: cada uno tiene su TV, su cuarto particular, su teléfono. La familia es un
grupo de hecho, se entra o se sale sin límites. No hay un orden colectivo, sino un indivi-
dualismo en las creencias y práctica; se vive según cada uno siente, una religión a la
carta; no hay ateísmo, sino individualismo de las creencias; la creencia es personal y
puede ser sincretista, tomando algo de por aquí y algo de por allá, lo que antes parecía
incoherente o asistemático. Se podría hablar de un autoservicio en la religión.
La revolución hiperindividualista parece pivotear sobre una felicidad paradójica,
que permite incluir las contradicciones, sin caer en el pesimismo.

13.- Lipovetsky menciona, a modo de ejemplo, algunas de estas paradojas: más auto-
nomía y más psicopatología. Se manifiesta, por un lado, una creciente fragilidad psico-
lógica, aumento de patología (estrés, adicción) y, por otro, una búsqueda creciente de la
autonomía y del placer. Este hiperindividualismo nos liberó de las guerras mundiales,
de los golpes militares, de las dictaduras; pero no pacificó las relaciones de uno consigo
mismo (¿qué valgo, qué debo hacer?). Los conflictos se han interiorizados: los indivi-
duos no son rápidamente protegidos por instituciones colectivas, salvo cuando aparecen
publicados en internet y son objeto de desprecio masivo.
Una segunda paradoja pone de manifiesto otra contradicción: más individua-
lismo e hiperindividualismo, pero más comunitarismo particularista (grupos). Hay más
angustia y refugio en adicciones y drogas; se vive por sí mismo, pero se busca algún
colectivo (un nosotros, alguna sociedad, algún grupo o secta). Los hipermodernos se
hallan perdidos en sus vidas, pero se recomponen en grupos para tener una forma de

32
identidad. No hay religión por herencia, sino como algo construido por la débil reflexi-
vidad individual. No hay guerras de civilización, sino de grupos internos o con sus ve-
cinos (chiitas y sunitas). El individualismo utiliza los avances científicos y técnicos en
todo el mundo, es global: en todas partes se utiliza la contracepción o el celular, sean
mujeres católicas o islámicas.
Una tercera paradoja del hiperindividualismo exige más reivindicación de auto-
nomía, pero se da más vigilancia por doquier (cámaras, controles, documentación). La
vigilancia llega a proponer leyes de condena preventiva, espiar la vida privada de Inter-
net, un Gran Hermano global. Aparecen democracias secundarias: se acepta la lucha
contra el terrorismo, dentro del marco legal; porque, en efecto, también se requiere se-
guridad social.
Una cuarta paradoja se advierte al reivindicar el individualismo autónomo; pero
también aumentan las sociedades civiles (que permiten a las personas sentirse útiles:
hay valores, donaciones, hay protestas para generaciones futuras; surgen las ONG, la no
aceptación de la violencia hacia a las mujeres). Los humanos no son mejores ni peores
que antes: la hipermodernidad manifiesta que hay otras maneras de vivir y de debatir.
Se es consciente que a la ley moral la construye la gente; pero no se trata de un nihi-
lismo.
Si bien se advierte un derrumbe de las éticas sacrificiales, con sus inquisiciones,
no se cae en la ausencia de todos los valores.
Existen dos individualismos en ética: individualismo irresponsable en alza (co-
rrupción, delincuencia, malas praxis) y el individualismo razonable, responsable, respe-
tuoso de los demás.
Lipovetsky insiste en que hay que armar a las personas en forma responsable.
Responsabilizar a los gobernantes, a los padres, en los hechos. Se requiere construir
políticas responsables, invertir en educación, en la razón, en la inteligencia. Ésta es la
tarea suprema.

14.- En resumen, hemos descripto, en grandes líneas, algunas razones y rasgos del
surgimiento de una nueva forma de vida.
¿Qué importa todo ello a la educación? En verdad existen diversas teorías educa-
tivas: para algunas lo importante son las personas y las libertades individuales. Estas
concepciones dan lugar a filosofías políticas liberales, según las cuales cada uno nace
libre y es responsable del uso que haga de esa libertad individual.
Para otras teorías educativas, lo importante son las estructuras sociales y econó-
micas, y sólo cambiando a éstas es posible cambiar a las personas. Estas interpretacio-
nes teóricas dan lugar a filosofías políticas socialistas, indigenistas, etc. Indudablemente
cabe considerar matices y grados: hay filosofías liberales más cercanas a una mayor
atención a los servicios y derechos sociales de las personas; y hay también teorías socia-
listas de la educación más o menos abiertas a la forma de gestión liberal.

15.- En nuestra interpretación, no se puede separar a las personas de la sociedad en la


que viven; ni a ésta de aquellas. Persona y sociedad interaccionan dialéctica y mutua-
mente y, en distintos tiempos, circunstancias y lugares, dan lugar a diversas concepcio-
nes acerca de las causas por las cuales las personas viven de una u otra manera. Pero,
más allá de las diversas realidades y teorías políticas, desde nuestro punto de vista, no se
puede hablar de una teoría educativa, sin referencia tanto a las personas como a las so-
ciedades en que ellas viven; sociedades que ellas crearon, aceptaron o cambiaron.
Si no deseamos caer en concepciones individualistas e idealistas de la educación
(en las que las personas son consideradas en sí mismas, sin las referencias o dependen-

33
cias de su entorno), entonces se comprenderá que una teoría educativa requiere y tiene
como premisa, tanto el entorno como las personas que se educan.
La concepción de la sociedad constituye, pues, un elemento imprescindible de
una teoría realista de la educación personal. Porque, en última instancia, la educación
es un proceso que tiene por finalidad el aprendizaje de una forma de vida. Ahora bien,
¿para qué forma de vida? ¿Para la que hoy existe y es necesario continuar, viviendo el
presente y poniendo la vista en el pasado que es necesario reproducir; o será, más bien,
necesario cambiarla y poner la vista en el futuro?
De todos modos, sea cual fuere la finalidad que los que ayudan a aprender (edu-
cadores) se proponen, una cosa es siempre cierta: hay que tener contemporáneamente
presente a la sociedad y a la persona, pues una persona es siempre un-ser-en-relación,
un ser-en-el-mundo, un ser precario, pasajero, en riesgo por su debilidad incluso para
los aparentemente más poderosos y ricos; un ser entre la alegría infundada y la tristeza
por su precariedad y temporalidad.

16.- Si bien no resulta fácil hacer un juicio sobre una época, hay personas que por tu
tarea o función deben intentar hacerse una visión global de la situación del mundo hu-
mano. Entre ellos, como veremos se hallan los sociólogos-filósofos como Lipovetsky,
Bauman, Toffler, Todorov, etc.
Mas hay personas que por su cargo e influencia son recolectoras de la situación
de millones de personas y generadoras de opinión pública global. En este contexto, el
pontífice católico Francisco se ha expresado de esta manera sobre el mundo actual, y su
precariedad, en fuerte coincidencia con algunos de los mencionados arriba.

―El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de con-
sumo es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la
búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Cuando
la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los
demás, ya no entran los pobres… ya no palpita el entusiasmo por hacer el
bien‖41.

Pero no se trata sólo de describir el mundo actual señalando los sentimientos que
genera. Las crisis actuales son crisis globales, potenciadas en el proceso de globaliza-
ción y, frecuentemente, de precarización, y exigen repensar las causas de nuestra situa-
ción actual y mundial.

―Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mer-
cado. El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico,
aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos es-
pecíficamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación
de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el me-
ro asistencialismo. Estoy lejos de proponer un populismo irresponsable, pero la
economía ya no puede recurrir a remedios que son un nuevo veneno, como
cuando se pretende aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral y
creando así nuevos excluidos… Ningún gobierno puede actuar al margen de
una responsabilidad común. De hecho, cada vez se vuelve más difícil encontrar
soluciones locales para las enormes contradicciones globales…‖42.

41
Bergoglio, J. Papa Francisco. Exhortación apostólica Evangelii Gaudium. Bs. As. Conferencia Episcopal Argentina, 2013, nº 2, p.
3.
42
Ídem, nº 204, pp. 161-162; nº 206, p. 163.

34
La forma de ser de los argentinos

17.- Retomando algunas conclusiones de un trabajo anterior43, podemos afirmar que


el ser social se construye y en esa construcción intervienen numerosos factores44. Por
otra parte, el proceso educativo se halla inmerso en una problemática compleja donde
intervienen valores subjetivos, políticos, económicos, morales, etc.45. Y no obstante, sin
ideas e interpretaciones previas las acciones no serían racionales, por lo que ha sido
necesario delinear el ser de los argentinos tomando hechos históricos que fundamentan
una interpretación. Por otra parte, lo que han sido los argentinos en el pasado puede
condicionarlos culturalmente; pero el pasado no determina a las personas necesaria-
mente si éstas luchan por evadir la repetición de su pasado, aprendiendo de él.
Es innegable que Argentina ha sido un país conquistado lo que ha generado una
situación de violencia establecida como forma de presencia y gobierno. Su forma de
gobierno, durante la colonización, ha sido una forma impuesta, con notables actos de
imposición, incluso de compra y venta de los cargos de cabildo en los que pudo haber
alguna participación ciudadana.
También parece innegable que el clima cultural del indígena y del criollo tenía
valores que no eran los apreciados por los conquistadores y colonos. Incluso una vez
generada la revolución de Mayo de 1810, el mismo gobierno local se halló dividido e
indeciso acerca de valores fundamentales y formas de gobierno, por casi medio siglo,
antes de encontrar una constitución nacional consensuada.
El ser de la sociedad argentina no puede ser estudiado solo como un problema
militar o económico, aunque los indicadores señalan la poca participación numérica de
la sociedad del interior argentino y los problemas económicos nos grafican rotunda-
mente la ineficiencia de la gestión de los gobiernos argentinos de la época. Estos hechos
han marcado el ser cultural del pasado argentino. Por ello, no pocos pensadores ha dicho
que

... El argentino es un individuo, no un ciudadano. Ésta es la razón por la que el


Estado le resulta una abstracción, de lo cual pueden desprenderse tres consecuen-
cias. 1) La falta de compromiso político y social con todo lo que sea público
(siempre es mejor quedarse en casa viendo fútbol). 2) Falta de conciencia fiscal:
¿para qué hay que pagar impuestos? 3) Falta de controles: como el Estado no es
de nadie, se lo puede llenar de amigos -uno más ¿qué le hace?-, ¡total a nadie le
importa! El argentino solo concibe una relación personal con el gobierno. Por eso,
para él, robar dineros públicos no es un crimen‖46.

Cuando el mismo Estado Nacional (las personas que lo componen en sus tres
poderes) no da muestras de ser personas honorables, modelos razonables en la adminis-
tración de los bienes públicos, sino que generan sospechas de corrupción que llegan
lentamente a la Justicia, entonces, los jóvenes no tienen, por cierto modelos saludables a
quienes imitar. Cuando hay impunidad no hay justicia. Cuando en un país los presos,
en las cárceles, cobran un salario mensual superior al que ganan la mayoría que tiene un

43
Cfr. Daros, W. R. Ensayo para la educación en Argentina. Rosario, UCEL, 2013.
44
Cfr. Searle, J. La construcción de la realidad social. Barcelona, Paidós, 1997. Nicol, E. Crítica de la razón simbólica. México,
FCE, 2012.
45
Torres Carrillo, A. Educación popular, subjetividad y sujetos sociales en Pedagogías y Saberes, 2000, nº 15, p. 5-13. Cornel, R.
Escuelas y justicia social. Madrid, Morata, 2009. Granata, M. – Barale, C. Problemas epistemológicos en el conocimiento social e
histórico en Fundamentos en Humanidades, 2001, nº 1, pp. 59-77. Daros, W. R. Moralidad, el yo y la solidaridad social deseada,
según R. Rorty en Invenio. 2001, nº 7, p. 41-62.
46
Abel, F. Hay que dejar de mirarse el ombligo en Dessein, D. Reinventar la Argentina. Buenos Aires, Sudamericana, 2013, p. 35.

35
salario mínimo o una jubilación mínima obtenida después de más de 30 años de aportes,
entonces -más allá de los discursos- es obvio que se vive en un país irracional (sin pro-
porción entre los efectos y sus causas).
Sólo las grandes personas generan, como he afirmado ya, socialmente grandes
personas; las personas corruptas generan a otros corruptos. El discurso emitido desde las
instituciones educativas termina siendo ridículo; los honestos son el hazme reír de los
jóvenes47. ¿Quién no recuerda, lamentablemente, el nostalgioso y desalentador tango
Cambalache?

18.- Mas, sería inútil o masoquista detenerse en el pasado sólo para lamentar lo reali-
zado y achacar culpas; más bien, por el contrario, resulta útil para constatar en dónde
estamos y qué se podría imaginar y pretender ser. El ser de la sociedad argentina no
interesa tan sólo por lo que ha sido, sino para comprender los condicionantes de sus
dificultades presentes y para lo que puede llegar a ser.
El pasado es condicionante, pero no determinante. Hoy somos lo que somos gra-
cias al pasado, y condicionados por él sea para darnos lastre sea, en otros casos, para
ofrecernos alas; pero no implica que debamos ser siempre e irremediablemente lo que
fuimos en el pasado. Más bien, al contrario, la historia con sus dolores y alegrías, con
los aciertos o desaciertos realizados, ayuda a cambiar. La vida es inevitablemente cam-
bio y lo importante es tomar el timón de la misma.

19.- Mas aunque el pasado, realizado por personas y naciones determinadas (y no por
un anónimo tribunal de la Historia), sea condicionante, no puede, sin embargo, decla-
rarse impune ante las injusticias.
Ante tal situación, los filósofos de la Modernidad, tomando el concepto de fra-
ternidad (de la herencia cristiana, de los gremios medievales y de los ideales de la Re-
volución Francesa) elaboraron el concepto solidaridad. Todo ciudadano debía ser con-
siderado, en los momentos de incapacidad individual no buscada e imprevisible (ciertos
casos de desgracia, desempleo, enfermedad, etc.), como formando un cuerpo social só-
lido y solidario: como una parte irrescindible de la totalidad o sociedad. La solidaridad
no es un lujo, ni siquiera una exigencia solo moral: es una exigencia de sobrevivencia
como especie humana.

20.- Notables personalidades de la economía y de las financias han reconocido que la


ceguera política frente a proteger normas de solidaridad social llega a afectar no solo la
calidad de la vida humana, sino, incluso, la misma seguridad económica de un país.
Guillermo Perry, economista en jefe del Banco Mundial, ―consideró que el aumento en
la desigualdad en la Argentina contribuye a un mayor nivel de violencia y de delito‖48.
Según este economista, las reformas políticas estructurales de la década de 1990-2000
incrementaron la brecha de ingresos en el país, haciendo de la Argentina una nación con
grande y creciente desigualdad. Existe una relación entre la justicia y la violencia; pero,
aún a esto, le sigue que cuando se reactiva la economía, en un clima de injusticia, el
delito no baja en relación con el aumento de la reactivación económica. La apertura
comercial aceleró la exigencia de cambio tecnológico y forzó a una mayor demanda de
mano de obra calificada, lo que produjo el efecto no deseado de desigualdad salarial,

47
Cfr. Aguinis, M. Un país de novela. Viaje hacia la mentalidad de los argentinos. Bs. As., Sudamericana, 2001. García Hamilton,
J. Los orígenes de nuestra cultura. autoritaria e improductiva. Bs. As., Calbino, 1990. Aguinis, Marcos. El atroz encanto de ser
argentinos. Bs. As., Planeta, 2002. Simonetti, José. El ocaso de la virtud. Ensayos sobre la corrupción y el discurso del control
social. Bs. As., Universidad Nacional de Quilmes, 1998.
48
Cfr. ―Entrevista con Guillermo Perry‖ en La Nación, Lunes 28 de Junio de 2004 (www. lanacion.com.ar).

36
empobreciéndose la gran mayoría de argentinos mientras se enriquecía una minoría se-
lecta. Aumentó la productividad pero también el desempleo.
El alto nivel de desigualdad tiene un costo también para el crecimiento econó-
mico, porque reduce el acceso a la educación y a los servicios, mientras aumenta la ten-
sión social. Si esto se hubiera dicho hace tres décadas atrás, se hubiese calificado de
marxista a quien lo proclamase (sin que esto signifique que la verdad se hallaba, sin
más, en el marxismo). Hoy los técnicos liberales, tímidamente, no pueden evitar cons-
tatarlo y decirlo.

21.- En general, el Banco Mundial destacó que la mayoría de los economistas ahora
consideran que la desigualdad actúa como un posible freno para el desarrollo, por las
dificultades en el acceso al crédito, en la educación y en el manejo de los ―shocks ad-
versos‖, como la delincuencia y la violencia49.
Más allá de los sistemas políticos y económicos, lo que importa tener presente es
que estos sistemas o están al servicio de los hombres o son inhumanos (impidiendo la
expansión de las capacidades humanas, la asistencia sanitaria, la educación, la seguridad
social, etc.)50.
Es un hecho constatado por las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y
Censos (INDEC), en el 2004, que el 10% de la población más rica argentina, concen-
traba el 44,5% de la renta, y registraba una brecha que separa 50 veces su riqueza con
respecto a los sectores más pobres. En 1974, la diferencia era de 12 veces51. El premio
Novel en Economía, Joseph E. Stiglitz, ha indicado lo mismo refiriéndose a otros paí-
ses, señalando los efectos de la economía en la creciente inseguridad nacional: ―La pri-
vatización sin la imprescindible infraestructura institucional llevó más a la liquidación
de activos que a la creación de riqueza‖52.

22.- En las situaciones de crisis, reaparece un sentimiento opuesto al de la com-


petitividad, y es el sentimiento de solidaridad, de ―hacerse cargo del otro‖ arrollado por
factores que no pudo prever53. En Argentina, la crisis del 2001 hizo surgir pequeños
emprendimientos, propios de países del tercer mundo, pero no por ello despreciables,
como las compras comunitarias, las ferias sociales, las huertas comunitarias, los micro-
emprendimientos, las organizaciones de cartoneros, etc. Argentina tuvo que dejar la
ilusión de ser una gran nación y aceptar la idea de que es un país empobrecido, saquea-
do; y esto se ha repetido cíclicamente en el año 2015.
No obstante, debe quedar esclarecido que la solidaridad no consiste en una ayu-
da arbitraria o populista. Los filósofos liberales desconfiaron, no sin razón, de la ayuda
y de la justicia social en manos de los gobernantes (siempre generosos con el dinero
ajeno obtenido por recaudaciones tributarias, y siempre favorables al clientelismo parti-
dario). Los individuos son libres y, en tanto son libres, son responsables de sus actos: si
-pudiéndolo hacer- no prevén su futuro, no se capacitan, no producen y no ahorran, no
merecen, en justicia, ninguna ayuda ni hay motivo para la solidaridad, lo que sería más
bien, en este caso, un clientelismo, signo de decadencia.
La competencia no debe estar reñida con la colaboración y responsabilidad hu-
mana, ni el trabajo con los derechos laborales. Las empresas deben ser eficientes y
ejemplares: la producción no puede exigir la existencia de mano de obra infantil y la
49
Impacto negativo sobre el crecimiento en www.lanacion.com.ar. Economía, p. 2 (28/06/04).
50
Cfr. SEN, Amartya. (Premio Nobel en economía: 1998) Desarrollo y libertad. Bs. As., Planeta, 2000, p. 180.
51
Se amplía la brecha entre ricos y pobres en la Argentina en www.lanacion.com.ar. Economía, p. 2 (28/06/04). Cabe recordar que
el Indec, en cuanto institución de investigación técnica, dejó de ser creíble, por la presión política ejercida sobre él desde aproxima-
damente el 2007.
52
Stiglitz, J. El malestar en la globalización. Bs. As., Taurus, 2002, p. 306.
53
Cfr. García Delgado, D. Estado-Nación y la crisis del modelo. Op. Cit., p. 181.

37
discriminación injusta. Un buen inversor exige no solo eficiencia sino también transpa-
rencia en las cuentas. Las empresas más éticas garantizan mejor los ahorros. El pro-
blema de la producción argentina estuvo históricamente viciado por la ausencia de ética
empresarial y humana, por ausencia de tribunales de justicia capaces de combatir la
impunidad. Recuérdese este ejemplo:

―El ex presidente Carlos Saúl Menem fue absuelto este jueves en la causa por
tráfico de armas a Ecuador y Croacia, iniciada hace 23 años, por la cual había
sido condenado a siete años de prisión en 2013. La Sala III de la Cámara Na-
cional de Casación Penal, que está integrada por los jueces Carlos Mahiques,
Liliana Catucci y Eduardo Riggi, consideró (con una disidencia parcial) que no
se cumplió un "plazo razonable" para arribar a una condena firme del exman-
datario y otros 10 imputados en el expediente. El caso comenzó en 1995 luego
de que se revelara el escándalo tras una investigación del periodista Daniel
Santoro, en el diario Clarín. Durante su primer mandato, Menem firmó tres de-
cretos presidenciales secretos para vendarle armas a Panamá y Venezuela. Pero
en realidad se trataba de 6.500 kilos de armamento que cuyo destino final era
Croacia y Ecuador, dos países sobre los que había un embargo de venta de ar-
mas por parte de la Organización de Naciones Unidas (ONU) porque estaban
en conflicto bélico. Desde sus comienzos, la causa tramitó en la justicia en lo
Penal Económico. En 2011, el riojano y los otros 17 involucrados en el caso
fueron absueltos por el Tribunal Oral en lo Penal Económico (TOPE) 3, que
por mayoría consideró que la venta había sido ―una decisión de política exte-
rior y un acto político no judiciable‖. Dos años más tarde, la Cámara de Casa-
ción Penal revirtió esa resolución que benefició a Menem y a otros involucra-
dos en la causa por contrabando agravado. Se le impusieron 7 años de prisión y
14 de inhabilitación, que era lo que había pedido Mariano Borinsky (hoy cama-
rista, pero al momento del juicio, fiscal allí junto a Marcelo Agüero Vera). Esa
condena fue apelada ante la Corte, para que ese tribunal confirmara o revocara
la condena de Menem y otros 10 acusados. Pero desde el Palacio de Tribunales
se decidió que debía volver a intervenir Casación. Pero en esta nueva oportuni-
dad otra de las Salas que componen la instancia, para garantizar lo que se co-
noce como ―doble conforme‖. Eso ocurrió en diciembre del año pasado y desde
entonces el caso estuvo en análisis. El tribunal conformado por Mahiques, Car-
tucci y Riggio no definió si Menem es culpable o no de haber contrabandeado
6500 toneladas de armas. Simplemente consideró que no se cumplieron los pla-
zos para llegar a una sentencia. El expresidente tiene 88 años y aún tiene una
condena, que no está firme, por el pago de sobresueldos, y dos juicios abiertos:
uno por la venta del predio de la Rural y otro por maniobras de encubrimiento
en el marco de la causa por la voladura de la AMIA. No obstante, goza de fue-
ros por ser senador‖54.

En 2017, la Corte Suprema por unanimidad (Lorenzetti, Highton de Nolasco,


Maqueda, Rosatti y Rosenkrantz) hizo lugar a los recursos extraordinarios de los acusa-
dos y ordenó dictar un nuevo fallo en el menor tiempo posible, debido a que no se había
cumplido la garantía del ―doble conforme‖ (dos fallos condenatorios). La causa fue
enviada a la Sala I de la Cámara Federal de Casación Penal (Liliana Catucci, Carlos

54
En resumen, la Justicia absuelve al culpable porque la Justicia fue lenta en su proceso: ―Absuelven a Carlos Saúl Menem por la causa
de tráfico de armas. La decisión fue de la Sala III de la Cámara Federal de Casación Penal. El caso se inició hace 23 años‖ en Diario Perfil, 4 de
octubre de 2018.

38
Mahiques y Eduardo Riggi) que el 4 de octubre de 2018 decidió absolver a Menem y
los demás acusados debido a que no se había cumplido el "principio del plazo razona-
ble" para arribar a una condena firme.

23.- En este contexto, el Estado providencialista y benefactor ha respondido -en el


mejor de los casos- a una mentalidad social, solidaria. Por el contrario, el Estado mini-
mista (cuya función se reduce a una administración mínima del poder, descuidando la
protección a los débiles) se corresponde con una concepción llamada liberalismo sal-
vaje.
No obstante, entre la intervención despótica del Estado en los asuntos privados
de los socios (hasta el punto suprimir la libertad de pensamiento, de expresión y de con-
ciencia), y la no intervención en absoluto, con abandono de sus socios más débiles, hay
matices. La libertad no puede ser una excusa para la injusticia social, para el descuido
de todos los socios inocentes, necesitados de ayuda, por causas ajenas a su voluntad
(cataclismos, desempleo forzoso, etc.). Es mediante la libertad que los socios deben
prever leyes de protección para los que carecen de igualdad de oportunidades iniciales
como socios (igualdad ante la ley en posibilidades de educación, de vida saludable, de
administración de justicia, de seguridad social).
Ante tal disyuntiva, hoy parecen caducas las alternativas, por un lado, de los que
esperan todo del Estado, como, por otro, de los que no esperan nada de él. La misma
noción de Estado-nación, en el contexto de la globalización, es puesta hoy en cuestión
como una categoría que debe ser integrada en un bloque de Estados o comunidad regio-
nal.

24.- Hoy, según algunos pensadores, se está pensando, desde la perspectiva francesa
e incluso norteamericana, en la refundamentación de un nuevo Estado providencial, no
solo desde la idea de un fortalecimiento del vínculo nacional -sentimiento que los países
poderosos no dejan de alentar al mismo tiempo que se organizan en bloques de nacio-
nes-; sino también desde el perfeccionamiento de la lógica individualista: algunos Esta-
dos y personas se consideran como víctimas por no haber gozado de igualdad de opor-
tunidades.
Lo que se desea lograr es el equivalente de una justicia distributiva, radicali-
zando el principio de una justicia conmutativa. Como no es de esperar gran ayuda para
quien, sin más, se declara pobre, se recurre a la idea de empobrecido injustamente en el
pasado con consecuencias para el presente, y con derecho a una indemnización civil.

―No es, en tanto miembros de la sociedad y teniendo por ese título derechos
sociales, como las minorías procuran hoy en día beneficiarse con transferencias
públicas en los Estados Unidos: es poniendo delante el estatuto de víctimas. Víc-
timas de un daño actual, pero también víctimas de una injusticia pasada. Es esto lo
que explica la referencia constante a la esclavitud del siglo XIX por parte de la
comunidad negra‖55.

25.- En este contexto, la sociedad no es aseguradora gratuitamente o por caridad, sino


por derecho: por un derecho de reparación ante las desigualdades de oportunidades pa-
sadas y presentes.
El modo de ser de los ciudadanos argentinos es, en este marco de referencia,
solidario por sentimiento (hasta el punto de defender frecuentemente al ladrón pobre,

55
Rosanvallon, P. La nueva cuestión social. Repensar el Estado providencia. Bs. As., Manantial, 2001, p. 65. Cfr. Steele, S. The
Content of our Character. A New Vision of Race in America. N. York, St. Martin, Press, 2010.

39
aunque infrinja la ley) e individualista por lógica (hasta el punto de que no desea la in-
tervención del Estado en sus asuntos, al cual ve más bien como un corrupto o ladrón,
dado el mal uso que ha hecho de los recursos y los privilegios). La contradicción está
también aquí presente en el modo de ser argentino. Ya los próceres argentinos habían
bebido ideas de la constitución norteamericana pero también de los iluministas france-
ses; ideas de libertad y de igualdad (de trato ante la ley) que resuenan en su himno na-
cional: dos ideas que no se concilian fácilmente.

26.- El desarrollo humano implica el desplegarse de todas las posibilidades que pue-
den surgir, por muy diversos motivos, de ese ser humano. El desarrollo humano no im-
plica la riqueza que un ser humano (individual o socialmente considerado) tiene; sino
que pone su mira en lo que no tiene aún pero podría adquirir. Para el conquistador espa-
ñol, como para el caudillo hacendado argentino, la riqueza estaba en la tierra, como algo
dado por la naturaleza, anterior al esfuerzo de crearla. Se puede nacer rico, pero no
desarrollado; Argentina nació rica (en recursos) pero no se ha desarrollado y por ello
peligra incluso la riqueza de sus recursos.
―Desarrollo‖ o ―subdesarrollo‖ constituyen dos nociones relacionadas o relati-
vas; surgen de comparar dos formas humanas de vivir y puede aplicarse a diversos as-
pectos. El desarrollo de una sociedad humana implica haber aclarado antes el concepto
de lo que entiende por ―humano‖.
Si nos interesa llegar a un concepto sobre ―el ser de la sociedad argentina‖, lo
hacemos por dos motivos: para saber cuán humana (o inhumana) es, y cuánto podemos
esperar (o no) de la ayuda de un proceso llamado ―educación‖, entendido al menos co-
mo proceso de aprendizaje, de desarrollo de posibilidades y de autogobierno de nuestras
vidas, en la dimensión individual y social de las mismas, en el intento de liberar a los
ciudadanos de las conductas de droga que hoy los aflige.

27.- El desarrollo económico es fácilmente detectable. Es suficiente calcular el in-


greso por habitante y por año y su crecimiento. Cuando éste es constante y alto un país
se halla en vías de desarrollo y de crecimiento económico, como fue el caso de Corea
del Sur que entre 1980 y 1992 creció un promedio del 8,5% anual.
¿Pero cómo evaluar el crecimiento o desarrollo en la forma humana, cultural de
vivir, incluyendo pero superando el índice económico? Un indicador del desarrollo hu-
mano, en el nivel social, está dado por la capacidad que poseen los individuos -y la so-
ciedad con sus instituciones y leyes- para combatir la corrupción institucionalizada y la
dependencia. En esta batalla, Argentina ha perdido muchas décadas: ha tenido varias
décadas moralmente infames donde la corrupción se ha intensificado, dada la impunidad
y la ineficacia de la clase dirigente, más interesada en prebendas que en el bien común
social y en la planificación y previsión de un futuro viable. ¿Qué perspectiva puede te-
ner una nación cuando, en el siglo XXI, en 2003, según las estadísticas, de los
3.188.304 habitantes que van desde los 15 a los 19 años, entre el 30 y el 40% no estudia
ni trabaja; con un tercio de la población urbana viviendo en villas de emergencias; con
una inseguridad generalizada y cuando esto se prolonga hasta el 2018? Argentina, sobre
todo por una corrupción endémica, ha dilapidado demasiadas oportunidades para crecer,
para tener movilidad social y expectativas de mejoramiento. El combate contra la co-
rrupción debe comenzar no admitiendo la impunidad y también en la escuela, generando
aversión a cualesquiera de sus formas, e indicando posibles formas para oponerse a ella.
La corrupción y las adicciones no son un destino inevitable56.

56
Martínez Nogueira, R. Calidad institucional y reforma de la gestión pública en Política y Gestión, 2003, nº 5, p. 9-27. Wener, J.
Public Management Reform in Germany en Kickert, W. Public Management and Administrative Reform in Western Europe.

40
28.- Quizás, filosóficamente, podamos medir el desarrollo cultural, indirectamente,
esto es, midiendo el desarrollo de las potencialidades que tiene un país: y no sólo en
relación a otros países) de pasar de condiciones menos humanas a otras más huma-
nas57, como por ejemplo, un incremento en valores tales como crecientes condiciones
dada vez más favorables para acceder a recursos vitales; disminuir el abuso de poder, la
injusticia, la ausencia estructural de educación y de salud de la población; ofrecer igual-
dad de oportunidades para sus socios, posibilidad de cooperación mutua y paz.
El desarrollo cultural en esos valores, (con la concomitante forma de pensar y
vivir presentes en los actores sociales) implica armoniosa e interactivamente el desa-
rrollo político (del poder legislativo, judicial, ejecutivo y de la participación ciudadana)
y el económico (la capacidad de ganancia mediante la producción y el intercambio). La
obsesión, primacía y desarmonía del factor económico, tanto en los sistemas políticos
de derecha como de izquierda, hace que interese más la flotación del tipo de cambio en
el mercado o la rigidez del mismo, que la flotación de cadáveres en el Río de la Plata o
la rigidez de los secuestrados58.
Un país que cuida más la adquisición corrupta de capitales que a sus ciudadanos,
se quedará presto sin capitales, pues hace pensar en la pronta fuga de esos capitales, ya
que nadie sensato mantendría por mucho tiempo su dinero en un país corrupto. De he-
cho se dio, en la Argentina, un círculo vicioso establecido entre el ajuste permanente y
los préstamos de organismos internacionales que solo apalancaban momentáneamente la
fuga de capitales59. Sin prioridad política justa no hay prioridad económica segura, y no
hay prioridad política justa sin prioridad cultural (respeto y control por parte de la po-
blación de instituciones justas) que la sostenga60.

29.- El respeto y la corrección de la Constitución es la base ética constitutiva de la


cultura de una sociedad moderna. Lo opuesto, si es arbitrario, es la jungla. Mas la Cons-
titución no se sostiene si los ciudadanos no se preocupan por su vigencia. No se puede
esperar heroicidad en todos los ciudadanos ni puede prosperar una sociedad donde la
mayoría sea excesivamente corrupta o egoísta: la mayoría de una sociedad suele ser
razonablemente egoísta; debe cuidar su propio bien cuidando el bien de todos que es la
Constitución de la sociedad.

"En la benevolencia social, pues el hombre no se olvida de sí mismo, como en la


amistad, sino que se considera y se ama como miembro de la sociedad. Es más, él
se asocia con las otras personas únicamente por la ventaja que prevé le debe venir
por esta asociación. Él no se apega a la asociación, no ama la sociedad, ni ama el
bien común de la sociedad sino finalmente por su bien propio, por amor de sí
mismo; ama el bien de los otros no propia y necesariamente porque es un bien de
los otros, sino porque lo encuentra como una condición necesaria para su bien par-
ticular. La benevolencia social tiene, pues, un origen subjetivo: es el amor subje-

Cornwell, E. Elgar, 1997. Ketti, D. The Global Public Management Revolution A Report on the Transformation of Governance.
Washington, Brookings, 2010.
57
Cfr. Paulo VI. Populorum progressio (1967), nº 21. Quintana Cabana, J. La contribución de la educación al desarrollo social en
Revista Española de Pedagogía, 2000, nº 216, p. 213-234. Martínez Navarro, E. Ética para el desarrollo de los pueblos. Ma-
drid, Trotta, 2000. Acosta, A. El desarrollo en la globalización, El reto de América Latina. Caracas, Nueva Sociedad, 2000.
Hopenhayn, M. – Ottone, E. El gran eslabón. Educación y desarrollo en el umbral del siglo XXI. Bs. As. FCE, 2001.
58
Cfr. Grondona, M. Hacia una teoría del desarrollo. Buenos Aires, Ariel-Planeta, 2000, p. 78.
59
Cfr. García Delgado, D. Estado-Nación y la crisis del modelo. Op. Cit., p. 176.
60
Cfr. North, D. Estructura y cambio en la historia económica. Madrid, Alianza, 1994. Huntington, S. P. El orden político en las
sociedades en cambio. Bs. As., Paidós, 1992.

41
tivo que genera un amor objetivo, el cual sin embargo no ocupa en el corazón hu-
mano sino un lugar secundario"61.

No pocos pensadores nos han recordado que una errónea interpretación o aplica-
ción del programa de gobierno contenido en la Ley Fundamental, al margen de ciertos
factores exógenos, es la causa fundamental de las crisis de la Argentina. A una repú-
blica, le es fundamental la división efectiva y sostenida de los poderes supremos; pero
reiteradamente se mantiene solo una formalidad de división de poderes y una muy efec-
tiva, y sutil, unificación de los mismos en el poder ejecutivo, ―omnipotente y contra-
dictorio‖62. El poder, sin justicia real, es abuso de poder, impunidad y corrupción.

30.- La concepción del hombre y de la sociedad está en constante repensamiento. Los


ideales de la Revolución Francesa abrieron las puertas a la organización social de la
igualdad (entendida diversamente: como igualdad o imparcialidad de trato ante la ley,
según el liberalismo, y como igualdad materialmente controlada según los socialismos);
de la libertad (entendida como el ejercicio de la elección y como no intervención de los
demás en las propias decisiones y en los propios bienes, según el liberalismo; y como
elección limitada por la intervención del Estado en todo lo que produce desigualdad, se-
gún los socialismos, pues la tierra y otros bienes son pensados como dones dados a todo
hombre por igual); y finalmente, a la organización de la fraternidad o solidaridad, en-
tendida como caridad o limosna en cierto liberalismo, pues nadie está obligado en justi-
cia y por ley a sostener a los irresponsables, imprevisores u holgazanes; y como dere-
cho a la protección de todos los socios discapacitados, por parte del Estado, según el
socialismo, pues ningún hombre busca su propia desgracia.

31.- En el ámbito del liberalismo, lo que se debe cultivar son las virtudes descriptas
por Max Weber en su clásica obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo: la
piedad, el comercio, la libertad; aprecio por el tiempo, por el ahorro, la responsabilidad
y autonomía en los propios actos, individuales y sociales. Su punto de partida se halla
en que el hombre trabaja porque es pobre y en tanto lo sea. El ideal del hombre debería
ser lo más activo posible, trabajar y prever enriqueciéndose y transmitiendo riquezas
crecientes a sus seres queridos. Tal parecen ser los valores fomentados por una concep-
ción política y económica capitalista63.
En el ámbito del socialismo, el hombre es naturalmente bueno y la sociedad lo
corrompe con leyes de apropiación injusta o desigual. Las virtudes fundamentales con-
sisten en aprovechar gozosamente el mayor tiempo posible, en acumular solo lo necesa-
rio, confiando en la ayuda de los demás en caso de necesidad. El ideal del hombre se
encuentra en llevar una vida con el menor sacrificio posible, con el mayor gozo de los
bienes de la tierra compartidos solidariamente, sin afán de enriquecimiento y de acu-
mulación más allá del necesario para la vida digna de cada persona.
Ambos sistemas, en sí contrarios, estimaban ser los más racionales y adecuados
al ser del hombre e indicadores del ser de la sociedad ideal.

32.- Los sistemas sociopolíticos no son nunca puros. Tanto la libertad (sostenida por
el liberalismo como valor fundamental), como la igualdad (también sostenida por el
socialismo como valor fundamental) son igualmente necesarias y se requieren mutua-

61
Rosmini, A. Filosofia de la politica. Milano, Marzorati, 1972, p. 152-153. Cfr. Rosmini, A. La costituzione secondo la giustizia
sociale. Stresa, Edizione Rosminiane, 1997.
62
Baldeen, G. La crisis y el Estado de derecho en Dessein, D. Reinventar la Argentina. Op. Cit., p. 157.
63
Cfr. Harrison, L. El sueño panamericano. Los valores culturales latinoamericanos, ¿desalientan una asociación auténtica con
Estados Unidos y Canadá? Bs. As., Ariel, 2019.

42
mente para que una sociedad sea humana. Parecería que el ideal tiende hacia donde se
dirigen ciertos países del norte europeo: libertad para tender a la igualdad de condicio-
nes (no necesariamente de resultados) sociales; e igualdad para asegurar una creciente
libertad social. Ambos sistemas no pueden llegar al punto de ser no solidarios con los
socios inocentes e indefensos, pues ninguna sociedad se sostiene si no prepara (me-
diante un proceso de educación y socialización de valores fundamentales) y cuida a sus
socios presentes y futuros.
Ante una actitud irresponsable, no cabe esperar solidaridad. El argentino, en este
contexto, ha tomado tres actitudes considerándose víctima del destino:
- Una actitud estoica que aguanta, sin quejas ―porque así es la vida‖, los sinsabores de
la misma (que en realidad se deben a una vida poco previsora y responsable).
- Otra actitud se venga de su situación y sobrevive con la viveza criolla, resignándose a
trampear donde no pudo triunfar de otra manera (según él por una causa imprevisi-
ble: la mala suerte, ―la suerte esquiva‖).
- La tercera actitud se ha centrado en el intento de revolucionar el sistema, abandonando
la idea de cambio democrático.

33.- Ninguna de las tres -en sí mismas- parecen dignas del ser humano y, por ello,
son humanamente inaceptables. Ortega y Gasset sostenía que las revoluciones tienen
una doble faz: por un lado, son indicadoras de cambios estructurales profundos; y, por
otro, son criminales por las muertes y desmanes que provocan. Se debería emplear el
inagotable recurso de la participación ciudadana, del cambio en la democracia, para
aprovechar lo positivo de ellas y evitar lo negativo64. Una democracia humana, eficiente
en sus poderes, participada con los socios ciudadanos, favorece el desarrollo en todas
las dimensiones (en lo económico, social, cultural: en la libertad, en la investigación, en
la producción, en la educación, etc.) y hace innecesario otros recursos que terminan su-
primiéndola por no haber sido real y eficiente, sino aparente y formal.
Como afirmaba Anthony Giddens respecto de Europa, podemos pensar que tam-
bién Argentina necesita una «segunda oleada» de democratización. Las estructuras po-
líticas actuales, incluidos los sistemas parlamentarios nacionales ortodoxos, hasta las
más democráticas, no son suficientemente democráticas en una era de información glo-
balizadora. La falta de transparencia de las instituciones públicas, la excesiva influen-
cia del poder empresarial, la ―política de los medios de comunicación‖, los acuerdos
entre bastidores, la falta de representación de las mujeres y de las minorías étnicas, son
falencias que se encuentran hasta en los países más democráticos.

34.- La sociedad y la concepción política de la misma se ha vuelto frecuentemente


esquizofrénica y pendular entre las tendencias al socialismo (más frecuente en las situa-
ciones de crisis económicas colectivas) o al liberalismo (más frecuente en las situacio-
nes de prosperidad).
Ambas concepciones, la liberal o la socialista, llevadas a su extremo parecen
excluirse y se vuelven inhumanas, pues no hay vida humana sin márgenes de libertad e
igualdad. La cuestión es más bien un problema de grados y de tiempos hacia un ideal
común que incluya ambas virtudes o cualidades; y, en efecto, el liberalismo desea partir
de la libertad y de la tolerancia para llegar a acercamientos igualitarios sin la supresión
de la libertad y la diversidad; y el socialismo desea comenzar de la igualdad para que
pueda ejercerse la libertad y evitarse la imposición por la necesidad, para lo cual se re-
quiere igualdad de fuerza, poder y bienes incluso materiales.

64
Ortega y Gasset, J. Obras completas. Madrid, Alianza, 1983, Vol. X, p. 117,125, 36.

43
Igualdad, libertad, solidaridad son ideales que no parecen se puedan conseguir
todos al mismo tiempo para todos, pero debe ser sólo una cuestión inevitable de tiempo
y, aun así, lo más equitativa posible. Lo que en principio parece claro es que el desarro-
llo económico no puede ir a la par de la injusticia social, ni la justicia social puede ir a la
par con el estancamiento económico. El subdesarrollo social es por sí mismo una injus-
ticia cuando constituye una falta de desarrollo que pudo ser evitada; cuando fue causada
por hechos de injusticia, manifestados en: a) un desempleo estructural de larga data, una
profundización de la pobreza y el surgimiento de nuevos pobres (clase media empobre-
cida) y, b) por un lado, una falta de acceso de los jóvenes a la producción social y, c)
por otro, una expulsión de los mayores de cuarenta y cinco años (lo cual genera una
desintegración familiar, una inseguridad en el ámbito de la salud y la imposibilidad de
una jubilación futura)65.

35.- En la medida en que aumentan las crisis económicas la mayoría tenderá a solu-
ciones solidarias; en la medida en que aumenta el bienestar general, las mayorías tende-
rán a soluciones menos ligadas a la intervención del Estado y a imposiciones de recau-
dación. Mas las minorías pueden ser numéricamente, en algunas circunstancias, la ma-
yoría del poder económico y generar la mayoría de la opinión pública.
En esto consiste fundamentalmente el mecanismo ideológico: en hacer pasar
teórica y prácticamente por bueno para todo lo que en realidad es lo conveniente para un
grupo que se beneficia66.

La tarea educativa

36.- Existe una tendencia a pensar a la educación o bien como un proceso abstracto, o
bien como un proceso formalizado y realizado en las instituciones (escuelas colegios,
universidades). Mas, desde nuestra perspectiva, el proceso de educación es un proceso
personal, en su dimensión individual y social contemporáneamente. La educación es
autoeducación. Los demás no nos educan, sino sólo nos ayudan a educarnos; o, en el
peor de los casos nos domestican.
Es tiempo de no esperar más los progresos sólo de las instituciones educativas.
Ellas han tenido -y tienen- una tarea que cumplir y que prolonga la tarea familiar. Mas
cuando la familia desaparece o cambia marcadamente, entonces debe cambiar también
el modo de pensar el proceso educativo. Si se pierde la familia, se pierde la matriz de lo
que es una persona, el respecto que le debemos a todo ser humano, y la hermosura de
vivir en sociedad, con los valores morales que ello implica. No hay sociedad posible sin
un acuerdo implícito y mutuo en el que se respeta la búsqueda de la verdad, de la justi-
cia, del amor humano y de la convivencia social.
Ante la carencia de tales valores, la función de los educadores no resulta ser na-
da clara ni fácil67. Por otra parte, la escuela primaria trata de subsanar la carencia de los
mencionados valores fundamentales y constituyentes de las personas y de las socie-
dades.
Mas en una sociedad con plurales culturas, se requiere cultivar tanto los valores
fundamentales como la diversidad de interpretaciones de los mismos. No parece ser,

65
Cfr. Sen, Amartya – Kliksberg, Bernardo. Primero la gente. Una mirada desde la ética del desarrollo a los principales problemas
del mundo globalizado. Barcelona, Deusto, 2007.
66
Cfr. Ramón García, J. Teoría crítica en Ciencias Sociales: Conocimientos, racionalidad e ideología en Revista de Ciencias
Sociales, 1998, nº 80, p. 61-76. Zizek, S. El sublime objeto de la ideología. México, Siglo XXI, 1992. Canguilhem G. Ideologie et
rationalité dans les sciences de la vie. Paris, Vrin, 1991. Van Dick, T. Ideología. Una aproximación multidisciplinaria. Barcelona,
Gedisa, 2000. Gorfinkel, C. Tendencias ideológico-pedagógicas en la historia reciente de la educación argentina en Ciencia,
docencia y tecnología, 2001, nº 23, p. 17-34.
67
Cfr. Daros, W. La filosofía de la educación integral en el pensamiento de M. F. Sciacca. Rosario, CONICET-CERIDER, 1998.

44
entonces, la tarea del docente el transmitir verdades en forma dogmática, sino en forma
sensata, el posibilitando la crítica de las mismas a todo y cada uno de los ciudadanos, y
esto puede hacerse sólo desde dentro de un sistema político democrático, por débil y
corrupto que aún sea. La democracia se corrige con más democracia68 y aprendiendo
dolorosa y pragmáticamente de las consecuencias de nuestros actos. Platón, en su Repú-
blica, fue quizás el primero que no creyó en que los hombres pueden corregir los errores
de la democracia con más democracia y se inclinó a favor de la idea de educar sólo a un
grupo dirigente de iluminados custodios; pero ¿quién custodiará a los custodios? Por
ello, Platón terminó confiando en el cumplimiento de las Leyes justas, entendidas como
medios para un mejoramiento social.
El ser humano ha llegado a una situación en la que debe preservar el poder deci-
dir qué seguirá siendo humano y qué será inhumano. La democracia es una actividad
demasiado importante para que sea dejada únicamente en manos de los políticos (jue-
ces, legisladores, gobernantes)69. En las democracias, no obstante, fácilmente puede
infiltrarse la corrupción de las personas y esto terminará gangrenando toda la vida so-
cial.

37.- El cambio social y cultural parece tener una finalidad clara y ciega al mismo
tiempo: claramente vivir y sobrevivir lo mejor posible; pero una finalidad ciega en
cuanto a la finalidad a largo plazo (para sus descendientes lejanos) y en cuanto a los
medios que debe emplear. Estando así las cosas, surge un doble problema: el de los fi-
nes de la vida y de la sociedad humana y el de las estrategias para lograrlo70.
Fácilmente se estará de acuerdo en que el altruismo es mejor que el egoísmo,
entendido como ideal de vida humana y social; pero ¿por dónde comenzar? De hecho,
¿no se preocupa cada uno ante todo por vivir? ¿Se deberá considerar como buena la
estrategia de hacer a todos altruistas por decreto o por la fuerza (si fuese posible); o,
más bien, se deberá tener el ideal de construir una sociedad más humana, ampliando la
inclusión de los ciudadanos, en su condición de humanos, como un ideal a más largo
plazo, sin renunciar a desarrollar al mismo tiempo las ideas políticas (formas de go-
bierno), culturales (formas de vida) y económicas (estrategias de costo-beneficio) al
mismo tiempo?

38.- Es lógicamente esperable que, con el aumento de bienes disponible, aumente el


número de los seres humanos que tengan una calidad de vida mejor: mejores alimentos,
más tiempo para una mejor educación, mejores retribuciones y menos tiempo dedicado
al trabajo indeseado; pero estos aumentos de calidad deben ser tales que no frenen la
fuente que los posibilita: una cultura del trabajo y del esfuerzo constante y creativo, una
cultura política que controle los desvíos de la corrupción y de la acumulación y distribu-
ción inequitativa71. Seguir acumulando para el futuro cuando se podría gastar en el pre-
sente exige un gran equilibrio entre el despilfarro y la avaricia; requiere un gran domi-
nio de voluntad orientado por un libre ideal de crecimiento y no de estancamiento.
Son siempre las ideas y los valores -conscientes e inconscientes, conocimientos
y creencias, no desconectados de cierto realismo o pragmatismo- los que guían la acti-
68
Cfr. Encuesta del 2011, presentada por la Organización Latinobarómetro (www.latinobarometro.org). Ficha técnica 2011. Se
aplicaron 20.204 entrevistas cara a cara en 18 países entre el 15 de Julio y el 16 de Agosto1, con muestras representativas del 100%,
de la población nacional de cada país de 1.000 y 1.200 casos, con un margen de error de alrededor de 3%, por país (Ver ficha técni-
ca por país). Responsable: Corporación Latinobarómetro, Santiago de Chile. Pág. 38. En Argentina la percepción de que la demo-
cracia se mejora con más democracia es del 70 %, contra el 14% que prefiere aún un gobierno autoritario, y un 15% que es indife-
rente (no contestando el 2%). Datos disponibles en: http://www.emol.com/documentos/archivos/2011/10/28/20111028141231.pdf
69
Cfr. Badiou, Alain. ―La crítica a la democracia es hoy una cuestión fundamental‖, en Cuadernos Filosóficos, 2004, nº 1, p. 21-36.
70
Cfr. Huntington, S. P. La tercera ola. La democracia a finales del siglo XX. Bs. As., Paidós, 1994, p. 76-87.
71
Cfr. Olson, M. Auge y decadencia de las naciones. Barcelona, Ariel, 2006. Barro, R. El poder del razonamiento económico. Bs.
As., Celeste, 1997. Porter, M. La ventaja competitiva de las naciones. Bs. As., Bergara, 2011, p. 702.

45
vidad humana. Se podría decir que un valor es lo que tiene un precio y vale a tal punto
que mueve el psiquismo humano (a pensar, querer, apreciar, comprar, etc.). Un valor
(sea real en su fundamento o solo pensado como tal o creído; sea objetivo o subjetivo, o
negociado; sea referido a lo económico, a lo estético, a lo intelectual o moral) es el mo-
tor de la vida humana. La total ausencia de valores significaría la parálisis de la vida
psíquica humana: solo quedarían las necesidades meramente biológicas e instintivas.
Los valores últimos dan respuestas a preguntas fundamentales, más allá de las cuales no
tiene sentido preguntarse. Los valores dan sentido humano a la vida.
El animal tiene necesidades biológicas; el hombre -si supera la vida animal- ne-
cesita valores. Los valores indican lo que queremos, aunque no sepamos, por ahora,
cómo conseguirlo (y para esto último entrará en juego la razón y la prudencia buscando
los medios). Dado que los valores indican lo que queremos (individual o grupalmente,
consciente o inconscientemente) ellos no son un destino inexorable, sino que están su-
jetos a cambio.

39.- En la Constitución Nacional, los argentinos han plasmado o aceptado valores


fundamentales que los constituyen en socios y hacen de ellos una sociedad. Lamenta-
blemente, la Constitución suele ser descuidada en la vida argentina. El descuido de esta
norma fundamental es el inicio de todas las dificultades siguientes, pues sin una Cons-
titución vivida no hay nación viviente. Los mayores problemas no se hallan en la Cons-
titución sino en su escaso cumplimiento por parte de los socios o ciudadanos argentinos,
gobernados o gobernantes. Cuando no nos rige la ley suprema, nos dirigimos en una
dirección en la que nos regirá el caos supremo. En este contexto, las instituciones edu-
cativas tienen una gran tarea que no consiste solo en instruir, sino en iniciar en una vida
ordenada, regida por normas y convenciones sociales consensuadas. El proceso educa-
tivo implica la socialización y personalización.
La historia del ser de los argentinos da pie para insistir en esta necesidad de edu-
carnos para saber establecer leyes, criticarlas cuando sea necesario y cumplirlas.
Los valores indican el aprecio por cierto proyecto de vida individual (valores
individuales) o compartidos (valores sociales), que intervienen en el momento en que
nos relacionamos o realizamos transacciones (valores culturales, de mercado, etc.). Un
sistema de valores y se adhesión a ellos -siendo capaz de renunciar a lo contrario- es lo
que constituye el núcleo de una personalidad o de la cultura de una nación, lo que le
otorga a ella fuerza saludable, valor (valetudo:salud, vis=virtud). La diversa escala de
valores es lo que diferencia a las personalidades, a las culturas, y a las civilizaciones.
En este contexto de valores, la riqueza económica es siempre un valor instru-
mental, un medio para otros valores, excepto en el vicio de la avaricia, donde la preocu-
pación por la riqueza se convierte en un fin o en la dilapidación que carece de valor. El
dinero manda cuando, en una cultura, no hay otro valor superior que mande, por ejem-
plo, la amistad, la religión, la belleza, la política, las ideas, la justicia, la verdad, el
amor, etc.)72. Por ello, a través de las conductas humanas podemos ver cuáles son los
valores por los se mueven los hombres y las sociedades. Si cambian los valores, cam-
bian las conductas y los modos sociales de ser y apreciar. Hay sociedades que aprecian
el cambio, el desarrollo, la justicia; en otras, esos valores no son importantes ni vigentes
o primordiales.

72
Cfr. Ortega y Gasset, J. Obras completas. Op. Cit., Vol. X, p. 240, Vol. VI, p. 315. Inglehart, R. El cambio cultural en las socie-
dades industriales avanzadas. Bs. As. Centro de Investigaciones Sociológicas, 2011.

46
40.- Los seres humanos no son meramente lo que nacen, sino lo que se hacen. Si lo
natural-biológico es aquello con lo cual nacemos, entonces los hombres somos más que
eso por educación73.
La convivencia social nos exige prepararnos para ser personas eficientes pero
también morales (justas). Es eficiente quien elige medios adecuados para conseguir los
fines que se propone; pero es, también moral quien se propone además buenos fines
últimos, esto es, acordes a la convivencia social, no reducibles a un medio.
Ya no se puede volver a la edad de piedra romantizada; somos hijos del tiempo y
estamos penetrados por la mentalidad moderna que utiliza la razón como un formidable
instrumento de análisis para resolver problemas y corregir lo incorrecto, sin reducir al
hombre a la razón. Pero esta razón moderna ha sido criticada por las deficiencias que ha
manifestado. La posmodernidad que parece permear nuestra cultura reciente le ha hecho
algunas críticas: de esto trataremos más adelante.
Debemos, por ello y si deseamos ser eficientes, habituarnos a pensar en forma
sistemática, compleja: ni solo atenernos a los valores (lo que es propio de la sabiduría
de vida) sin pensar en las consecuencias prácticas a las que llevan (lo que es propio de
la imprudencia) o sin pensar en su viabilidad (lo que dejaría a los valores en un mundo
perpetuamente utópico); ni solo atenernos a los medios y las consecuencias pragmáticas
sin respetar los valores últimos (maquiavelismo), sin equilibrar razón, sentimiento y
libertad.
El argentino ha sido una persona guiada por la preocupación del dinero (el ar-
gentum de Argentina), por la idea de la imposibilidad de participación y cambio en lo
que se presentaba como el poder (de los conquistadores, de los caudillos, de los estan-
cieros, de las colosales e irresponsables deudas contraídas por gobiernos que no lo re-
presentan); por la idea de suerte para evadir el poder-destino o por la viveza criolla co-
mo cínica venganza por esa situación.

41.- Los problemas sociales argentinos son complejos y se hallan enraizados en una
cultura secular. Sería utópico esperar cambios inmediatos; pero también es irreal no
creer en la posibilidad de cambio.
La perspectiva histórica de lo que hemos sido los argentinos, debe prepararnos
para superar nuestras debilidades históricas y aprovechar las fortalezas de los argentinos
de excepción (que aún siendo de excepción no son por ello una minoría, y aunque influ-
yan menos en la generación de la opinión pública). Ello requiere concebir el proceso
educativo como la adquisición de un modo diverso de:
- pensar racional y crítico, pero también ético (que no suprime las subjetivida-
des y la solidaridad pero las encausa);
- abierto a la creatividad, a nuevas perspectivas, al análisis de las creencias, a la
eliminación de sofismas, a la solución de problemas, a la producción de mejores condi-
ciones de vida; a no esperarlo todo de las dádivas del gobierno de turno;
- abierto a las dificultades que hacen crecer, a la autodisciplina y al largo plazo,
a la cooperación, al mérito, a la asociación y al juego limpio, a asumir la responsabili-
dad de la propia vida, al diálogo;
- abierto al respeto de la Constitución y las leyes, al respeto solidario por los
demás, al aprender y al enseñar y, en esto, las instituciones educativas tienen una im-
portante misión, sin ser una solución mecánica para todos nuestros males.

73
Cfr. Peyrefitte, A. La sociedad de confianza. Santiago, Andrés Bello, 2006.

47
Rasgos de la educación en cuanto preparación del ciudadano contemporáneo y
posmoderno

42.- La complejidad del mundo contemporáneo es tan grande que casi nada sensato
se puede decir en pocas páginas. Por ello, después de una breve referencia genérica,
dedicaremos parte del capítulo siguiente a considerar al menos tres de las grandes co-
rrientes sobre educación y sus efectos curriculares.
En consecuencia, solo recordaremos ahora algunas referencias históricas de cier-
tos grandes hitos realizados en el proceso educativo, en relación con las teorías curricu-
lares que luego retomaremos con mayor detenimiento.
En general, se puede afirmar que el siglo veinte ha padecido, junto a un gran
crecimiento demográfico, un marcado cambio en la geografía social y política. El sur-
gimiento del proletariado, las dos guerras mundiales, la guerra fría y la caída del muro
de Berlín, juntamente con una expansión global de la economía liberal de mercado han
generado preocupaciones sobre cómo es -o debe ser- el hombre del futuro, y más con-
cretamente, cómo educar.

43.- El inicio del siglo veinte estuvo marcado, desde el punto de vista de la preocupa-
ción didáctica, a) por un intento de abandono de la escuela llamada ―tradicional‖ (con-
cretada en el siglo XIX, en la que el docente volcaba un gran número de conocimientos
a los alumnos, los cuales debían repetirlos puntualmente) y b) con la propuesta de una
escuela ―activa o nueva‖. Luego, la polarización pasó a estar entre dos formas de en-
tender la situación de aprendizaje: 1) la conductista y 2) la propuesta superadora de la
escuela no-directiva; luego, en la segunda parte del siglo XX, la preocupación se centró
en la construcción del conocimiento, en Norteamérica. En un tercer momento, en la dé-
cada del sesenta, la polarización pareció centrarse entre: la escuela burguesa o liberal
reproductora de la situación social y la escuela crítica o políticamente liberadora, en
Sudamérica.

44.- Mas la situación de la sociedad actual, posmoderna, está signada por opuestos,
por lo que se hace patente su sentido social paradójico.
Desde el punto de vista educativo, se abandona la educación moderna entendida
como autoritaria y mecánica, disciplinadora a través de la ciencia y las exigencia socia-
les, y se tiende a un régimen homeopático (de imitación por contagio suave) y ciberné-
tico (de tecnología usada sin esfuerzo por entenderla). El proceso educativo -si existe-
debe ser un suave juego, pues nadie cree en prepararse para el futuro (como en la pro-
puesta moderna aún vigente en la retórica de los políticos): "La gente quiere vivir en
seguida, aquí y ahora, conservarse joven y no ya forjar el hombre nuevo"74.
Lo nuevo se ha hecho monótono y exige desencantarlo en la apatía. La sociedad
posmoderna, sin ídolo ni tabú, vive sólo de la imagen gloriosa de sí misma, sin proyecto
histórico: "Estamos regidos por el vacío, un vacío que no comporta, sin embargo, ni tra-
gedia ni apocalipsis"75. No se trata de un vacío por carencia, sino por abundancia. Se-
guimos en la sociedad del consumo, pero sin fascinación: se consume ocio, técnicas
relacionales y de personalización individual, sin nada imperativo ni imperecedero, ni
pleno de sentido. Todo puede cohabitar sin contradicción con todo y sin postergación,
con flexibilidad ante las antinomias: "Narcisismo, consecuencia y manifestación mi-

74
Lipovetsky, G. La era del vacío. Ensayos sobre le individualismo contemporáneo. Barcelona, Anagrama, 1994, p. 9. Cfr. Obiols,
G. Adolescencia, posmodernidad y escuela secundaria. Bs. As., Kapelusz, 1993, p. 24.
75
Lipovetsky, G. La era del vacío. O. c., p. 10.

48
niaturizada del proceso de personalización, símbolo del paso del individualismo 'limita-
do' al individualismo 'total', símbolo de la segunda revolución individualista"76.

45.- La educación para el consumo ya no exige formarse en el dominio de una lógica


coherente, sino plurivalente y flexible. El hombre posmoderno no está exigido por una
lógica en los contenidos elegidos (que permanecen sometidos a fluctuaciones constan-
tes); sino por el imperativo seductor de informarse, de decidir, de prever, de reciclarse,
de someter la propia vida a la regla del mantenimiento. Esta lógica desmotiva para la
cosa pública, favoreciendo un neoconservadurismo (que no cuestiona la modernidad
capitalista)77; y, por otra parte, desestabiliza la personalidad, asentándola en el flujo
abrumador, anónimo e inestable de la información, ámbito donde abundan los medios y
no aparecen claramente los fines. La cohabitación en el cóctel de los contrarios, am-
pliamente ofrecidos en público, ante la indiferencia social, caracteriza a la posmoderni-
dad.

"Si el consumo y el hedonismo han permitido resolver la radicalidad de los con-


flictos de clases, ha sido al precio de una generalización de la crisis subjetiva. La
contradicción en nuestras sociedades no procede únicamente de la distancia entre
cultura y economía; procede también del propio proceso de personalización, de un
proceso sistemático de atomización e individualización narcisista: cuanto más la
sociedad se humaniza, más se extiende el sentimiento de anonimato; a mayor in-
dulgencia y tolerancia, mayor es también la falta de confianza personal; cuanto
más años se viven, mayor es el miedo a envejecer; cuanto más se trabaja menos se
quiere trabajar; cuanto mayor es la libertad de costumbres, mayor es el senti-
miento de vacío; cuanto más se institucionalizan la comunicación y el diálogo,
más solos se sienten los individuos; cuanto mayor es el bienestar, mayor es la de-
presión"78.

La posmodernidad parece unirse al proceso de globalización, sobre todo en su


aspecto económico (signado por empresas transnacionales y marcas comerciales que
dominan el mercado mundial); pero mucho más lento parece ser el proceso de globali-
zación de los derechos y deberes humanos y de un trato justo -y no de expoliación usu-
rera- entre naciones79.

46.- La situación de las instituciones educativas, en la actualidad, parece centrarse,


entre otras cosas, en la tarea de actualizarse no solo en los contenidos y metodologías
(en relación a nuevas exigencias sociales y laborales), sino también en la mentalidad de
sus docentes y sus recursos tecnológicos. Pero esta exigencia de tecnificación de las
metrópolis y grandes ciudades no puede llegar a cubrir la patente carencia de los que
son excluidos de los sistemas simbólicos de la cultura y del sistema productivo y so-
cial80.

76
Lipovetsky, G. La era del vacío. O. c., p. 12. Cfr. Ottonello, P. P. Struttura e forme del nichilismo europeo. I Saggi Introduttivi.
L'Aquila, Japadre, 1987.
77
Cfr. Mardones, J. Postmodernidad y neoconservadurismo. Estella, Verbo Divino, 1991.
78
Lipovetsky, G. La era del vacío. O. c., p. 127-128. Molina, V. La actividad que permite aprendizaje es acción acompañada de
pensamiento en Docencia, 2000, nº 12, p. 35-59. Tabash, N. Globalización y currículo en Educación, 1999, nº 2, p. 89-103. AA.
VV. Trabajo e identidad ante la invasión globalizadora. Bs. As., Editorial Cinco, 2000. Perales, M. Luces y sombras de la escuela
actual: La escuela ante los retos de la posmodernidad en Educación (Madrid), 2002, nº 4, p. 2001-238.
79
Cfr. Gómez-Muller, A. ¿Qué universalidad para los derechos humanos? En revista Logos¸(México), nº 86, 2001, p. 85-102. De
La Higuera, J. La deconstrucción de la globalización en Revista de Filosofía (México), 2003, nº 108, pp. 155-166.
80
Cerrón, J. La conflictividad escolar como reflejo social en Tarbiya, 2000, nº 25, p. 7-18. Garza, M. Pensar desde los márgenes de
Occidente en Revista de Filosofia, 2000, nº 99, p. 339-359.

49
Al finalizar el siglo XX, las instituciones educativas se sintieron ante una necesi-
dad de cambiar, urgidos por reformas que descendían de los ministerios de educación y
acosados tanto por las necesidades de los individuos (futuros profesionales de un mundo
tecnificado y virtual), como por las necesidades de los sistemas económicos globaliza-
dos (pero donde quedan aún por globalizar la justicia y los derechos humanos).

Las instituciones educativas sienten la necesidad compulsiva de cambiar,


acosadas por:

LOS INDIVIDUOS LA SOCIEDAD

- Relaciones superficiales; Entendida como la estructura de com-


- pero solos ante los problemas sociales. portamiento recíproco, regida por las
- Carentes de capacidad de reacción ante la leyes vigentes y la forma cambiante
ausencia de toda seguridad. de interactuar, de pensar, valorar y
- Que se evaden, si son jóvenes, en los fee- actuar entre los seres humanos.
lings; o resignados y entregados al destino si Descentración del poder político, de-
son ancianos. sentendimiento de las funciones clási-
- Individuos muy conectados virtualmente y cas del Estado: éste inculpa a los in-
aislados emocionalmente. dividuos por incompetentes, necesita-
dos de reciclaje.

- Culpados de incompetentes. Globalización de la economía con un


- Temerosos de ser arrollados por la exclu- modelo hegemónico de capitalismo
sión anónima y vigente. liberal posindustrial.
- Con la amenaza de ser excluidos del sis- - Con recesiones y fuertes ajustes im-
tema presente y de la siempre más débil y puestos a la mayoría con el enriqueci-
menos numerosa clase media. miento de minorías anónimas, pre-
- Con crecientes necesidades introyectadas sentadas como una necesidad.
por los medios computacionales, masivos y - Vaciamiento de los Estados Nacio-
el marketing; generadoras de impotencia y nales, cubiertos ya sea con la retórica
frustración. de lo folklórico o regional, ya sea con
- Temerosos no ya ser explotados en el tra- la globalización. Crisis de los gremios
bajo; sino no tener ni trabajo. o sindicatos.
- Asumen un pragmatismo innovador cam- - Virtualización de la realidad: Intento
biante sin finalidad clara, con dispersión del por diluir el rol estructural de la opo-
sentido de lo humano. sición.
- Fascinados con la omnipresencia de la - Democracia como mero ejercicio
imagen y desconfianza en la palabra y el mental. Pensamiento débil. Disper-
discurso. sión del bien común social.

Instituciones educativas jaqueadas por:

Tendencias opuestas o diversas de no fácil - El mandato de generar competencias


realización en el modelo clásico de lo que laborales (dominio de sistemas abs-
era educación: tractos de códigos)
- Formar personas o formar profesionales. - Educación entendida como adapta-
Apropiar valores o apropiar saberes. ción social ante los cambios inma-
- Información compleja (permanente) o es- nejables e inevitables en el nivel
pecialización práctica y técnica. mundial y debilitamiento de la per-

50
- Interdisciplina o transversalidad. sona.
- Lucha por el reconocimiento o resignación - La crisis del Estado, del valor del
ante la pauperización, aceleración y frivoli- conocimiento científico acusado de
dad de lo humano. ideológico.
- Aumento, en los excluidos, de la discapa- - Retórica de la igualdad de oportuni-
cidad socialmente adquirida, para los valores dades y creciente desigualdad social y
de la escuela. cultural.
- Alumnos esclavizados, dulcemente seduci- - Modelo social puesto en un primer
dos por las tecnologías, sin necesidad de mundo idealizado. Trascender es ser
pensar y producirlas. visto (imagen) por el mundo entero o
- Utilizar las técnicas para la comunicación, tener poder mundial.
diversión y evasión de vidas rutinarias. -Nuevas formas se seducción y some-
timiento a la cultura capitalizadora
para el enriquecimiento de pocos,
aunque utilizada por muchos.

Un alto porcentaje de la población no solo queda desempleada, y marginada, sino ex-


cluida de los sistemas de producción. Numerosas personas y generaciones vegetan vi-
viendo de las dádivas del Estado (populismo).
Aparece la exigencia de rever el sentido de la exclusión, el valor de la persona, de la
escuela y de la sociedad.

47.- Mas el clima social y cultural reinante en la posmodernidad parece no favorecer


las exigencias de lo que tradicionalmente se llamó educación y aprendizaje formal.
Este clima cultural aparece como carente de valores que eran esenciales para el
desarrollo de lo que se le solicitaba a las instituciones educativas.

Carencias en el clima cultural Clásicas capacidades que debían desa-


Posmoderno rrollarse en las escuelas

*Impulsividad: Actuar según deseos e *Reflexividad: Capacidad para volver so-


ideas momentáneas, sin planificación. bre los conflictos y analizar sus elementos,
Lo vital-existencial sobre lo lógico y decidiendo en base al ser de las cosas.
racional. Búsqueda de la subjetividad e Búsqueda de la objetividad y racionalidad.
irracionalidad.

*Escaso sentimiento de culpa: Tenden- *Responsabilidad: Capacidad para prever


cia a lo externo. las consecuencias de los propios actos.
Lo que ocurre es sentido como inde- El hombre es la causa libre de los actos
pendiente del sujeto. que de él dependen.
Las causas de las acciones son reduci-
das al azar, al destino o a las circuns-
tancias.

51
*Carencia de intimidad: Vacío de sí. *Autoconocimiento: Capacidad para elabo-
Sin datos relevantes en su propia bio- rar un conocimiento de sí, con conciencia,
grafía. No se asume una historia per- ideales y valores propios, individuantes,
sonal con proyecto propio. calificantes del sí mismo personal.
La vida es considerada como una suce- Capacidad para sentir lo espiritual, los
sión de eventos, de acontecimientos valores no solamente sensibles. Amor a lo
impersonales. Vida reducida y condu- que se conoce fundadamente.
cida por el sentimiento superficial.

*Carencia de pensamiento abstracto: *Promoción del pensamiento abstracto:


Dificultad para lo que no se hace pa- Capacidad para considerar separadamente
tente en la percepción inmediata o en la los elementos de una totalidad, analizando
imagen. Dificultad para pensar me- sus partes e integrándolos en síntesis com-
diante hipótesis y aplicarlas a lo real. prendidas. Capaz de pensamiento creativo
Superficial retórica de las imágenes y y sistemático, y capaz de proponer crite-
lenguajes. Eclecticismo sobre el sis- rios de validación. Confianza en la clari-
tema. Desconfianza por lo abstracto, el dad, en progresar aun a través de los erro-
ser, la verdad, la justicia, el progreso. res.

*Rigidez de pensamiento: Cerrado sin- *Tolerancia: Capaz de reconocer los pro-


créticamente a las ideas. Al no cultivar pios límites y de admitir que los demás
la crítica, sin desearlo se torna dogmá- también pueden tener buenas razones. Ca-
tico, agresivo, e impone el cambio. Ve- paz de convivencia en un clima social no
leidoso ante las modas no cambia ante dogmático, pero tampoco arbitrario. Con-
las razones fundadas. Lo particular y fianza en los procedimientos racionales,
regional triunfa sobre lo universal. No parlamentarios.
busca fundamentos racionales.

*Adaptabilidad social: Se adapta a todo *Juicio moral: Capaz de juzgar las con-
para buscar prestigio y reconocimiento, ductas individuales y sociales de acuerdo a
por no tener nada propio; por lo que criterios asumidos en relación al ser de las
resulta ser un profundo inadaptado con cosas, de los acontecimientos, de la socie-
gran adaptabilidad superficial. Sin dad y del hombre. Capaz de adaptarse o
criterios claros ni puntos de referencias. adaptar las pautas sociales a las morales.
La estética se halla sobre la ética. Di- Búsqueda de consenso en la verdad.
senso marginal antes que consenso ge-
neral.
*Dificultad en la resolución de proble- *Pensamiento alternativo: Capacidad de
mas: No puede considerar situaciones considerar o imaginar otras posibilidades y
alternativas; calcular las consecuencias, ser consecuente con ellas en el intento de
relacionar las causas con efectos. solución.
*Egocentrismo: No hay capacidad para *Descentración: Capacidad para ver las
ubicarse en la perspectiva del otro. In- cosas desde diversos puntos de vista. Ca-
capaz de imaginar lo que siente la víc- pacidad de empatía fundada en un conoci-
tima de su relación. miento reflexivo.

52
*Carencia de educación: entendida *Autoeducación: Capaz de autogobierno y
como forma de ser personal, con auto- de desarrollo integral y armónico de las
dominio. Se da un curriculum a la carta. posibilidades dadas por su naturaleza hu-
Ve todo con indiferencia por satura- mana, organizadas con lógica.
ción.

*Carencia de solidaridad efectiva: el *Solidaridad: la sociedad humana tiene un


sentimiento de solidaridad (no hacer bien común: ante todo no excluir a los so-
sufrir a los demás innecesariamente), cios (a ningún ser humano). Se requiere
expresado por los posmodernos, no se solidaridad social para que la educación
efectiviza en ninguna medida concreta sea exitosa y sea factor de cambio81.
de solidaridad social y política.

*Carencia de utilización de técnicas *Necesidad de utilización de nanotécnicas,


creativas, herramientas y máquinas en modificadoras de genes y semillas. Gene-
industrias nacionales, para reproducir lo rar nuevas especies y productos para el
que hay. comercio global.

48- Otro aspecto de la cultura actual se halla relacionado con la globalización o


mundialización de la misma. La globalización es un fenómeno complejo y su valoración
no resulta fácil como tampoco lo es valorar una cultura y estimarla superior o inferior a
otra. Este tipo de valoraciones implica como toma de posición filosófica acerca de lo
que es el ser humano y su dimensión social. ¿La cultura mapuche es ―mejor‖ que la es-
pañola que trajeron los conquistadores? La cultura islámica es ―mejor‖ que la hebrea o
la hinduista o la cristiana? ¿Son aceptables ciertas aberraciones o mutilaciones en nom-
bre de una cultura local? ¿En nombre de la autonomía, un Estado puede tolerar crímenes
contra la humanidad en otro Estado?
Una cultura es el cultivo de una forma de vida, con sus fines y sus medios. No
hay pueblo sin cultura, pues la misma sobrevivencia de un pueblo implica necesaria-
mente una cultura o cultivo de ideas, de técnicas, de fines y de medios, pero ¿son huma-
nas si no sirven a todos los humanos?

49.- La globalización es vista con recelo cuando ella parece ser una forma de imposi-
ción, dominación o ideología, de una cultura sobre otra, justificada de alguna manera
(en nombre del progreso, de la tecnología más avanzada, de facilidades, de mayor feli-
cidad, etc.). En su base, la globalización es la presentación de nuevos valores que pre-
tenden extenderse por todo el planeta.
La percepción de la Tierra como una civilización global se acentúa en la segunda
mitad del siglo XX. Autores como Mashall Mac Luhan, ven a la Tierra como una ―aldea
global‖. En 1972, el Club de Roma, fundado por Aurelio Peccei, dentro de una perspec-
tiva empresarial, comenzó a alertar sobre los límites del crecimiento en un sentido pla-
netario. Por los años ´80, Alvin Toffler presentó una lectura de la civilización como una
superposición de olas, cada vez superadoras y englobantes, con cambios ―interconecta-
dos‖, teniendo presente las consecuencias globales de la integración tecnológica.

81
Cfr. Daros, W. Filosofía posmoderna ¿Buscar sentido hoy? Rosario, Conicet-Cerider, 1999. Jiménez Abad, A. El sentido de la
vida: ¿Entra en examen? en Revista Española de Pedagogía, 1994, n.198, p. 247-256. Peters, M. (Eds.) Education and the post-
modern condition. London, Begin and Garvey, 1995. Perazzoli, B. Una filosofía che fonda il primato della persona en Studi
Sciacchiani, 1995, n. 1-2. Aranda Fraga, F. La influencia de la New Age en la educación posmoderna en Theologika, (Perú), 2000,
nº 1, p. 38-75.

53
50. En otros tiempos, la expansión cultural se hacía mediante la guerra. Pero la glo-
balización (o, como prefieren los franceses, la mundialización) avanza, actualmente, por
un sendero más sutil y seductor que el bélico al cual sostiene: avanza con una visión del
poder económico, concretado en capitales y sustentado por una explosión de los medios
tecnológicos y de comunicación, generando un mercado mundial o global con aplica-
ciones regionales.
Al aspecto económico, le sigue un aspecto de expansión cultural y luego uno
político, tendiente a considerar no ya los países sino a las regiones como interlocutores
válidos82.
El poder se mide actualmente por: a) el capital que genera el comercio, b) libre,
c) sin límites de fronteras geográficas, culturales, religiosas, d) sin dependencia de las
leyes nacionales. En este contexto, la Posmodernidad y la Globalización ya estaban in-
coadas en algunos valores de la Modernidad, en cuanto el capital por su propia naturale-
za tiende a crecer. Se trata de la tercera revolución industrial.
La globalización posee muchos matices y facetas, algunas fácilmente aceptables
en algunos aspectos (rápida información, expansión rápida de las formas de combatir las
epidemias); y otras, al parecer, menos aceptables (información tergiversada, falta de
decisión política para combatir las epidemias83 mundiales, etc.). Los aspectos inacepta-
bles van, sin embargo, siempre acompañados de una visión de darwinismo social, de
una falta de ética y sentido humano, si con ello entendemos la defensa de débil ante el
más fuerte. ―Así como se globaliza la economía también debe globalizarse la solidari-
dad‖, el respecto por los derechos humanos, por la escolarización, por la justicia inter-
nacional, sin menospreciar el derecho de autodeterminación de los socios84.

Adoctrinamiento y seducción. Dos formas de esclavización: la moderna y la pos-


moderna

51.- En el siglo XX, en particular, se ha utilizado el proceso de adoctrinamiento -o


también llamado de ideologización- para someter a las personas a las formas de pensar
de un régimen político, religioso o social autoritario. Se tara de una forma de proceder
fuerte, impuesto. A fines del ese siglo, y actualmente, se prefiere utilizar el proceso de
seducción. Este proceso no es violento, sino placentero y parece dejarnos siempre un
margen de libertad; por ello resulta ser un proceso socialmente y moralmente más peli-
groso.
La seducción85 -como, etimológicamente, el término mismo lo indica (se-du-
cere), refiere a conducirse- tiene acepciones: 1) entendida como autoconducción o se-
ducción: el ser humano estima que él se está conduciendo a sí mismo y siente placer en
ello; 2) entendida como conducir a otro, como lo indica la primera acepción del diccio-
nario, implica el ―engañar con arte y maña; persuadir suavemente para algo malo‖; pero,
además, atraer, cautivar el ánimo de los otros en beneficio propio. El objeto, persona o
acontecimiento que seduce nos mueve desde afuera y nos conmueve desde dentro: en la

82
Beck, U. ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización. Barcelona, Paidós, 1999, p. 43.
83
La Organización Mundial de la Salud define la epidemiología como el estudio de la distribución y de los determinantes de estados
y eventos (en particular de enfermedades) relacionados con la salud, y la aplicación de esos estudios al control de enfermedades y
otros problemas de salud. Cfr. De La Fuente, Juan Ramón. Marihuana y salud. México, FCE, 2015, p. 55.
84
García Delgado, D. Estado-nación y globalización. El estrecho sendero. Bs. As., Norma, 2003, p. 66. Stiglitz, J. Los felices 90. La
semilla de la destrucción. Bs. As., Taurus, 2003.
85
Según el diccionario de la Real Academia Española, seducción (Del lat. seducĕre) significa: 1. tr. Engañar con arte y maña;
persuadir suavemente para algo malo. 2. tr. Atraer físicamente a alguien con el propósito de obtener de él una relación sexual.
3. tr. Embargar o cautivar el ánimo.
Cfr. Luna Reyes, Ambrosio. ―Javier Ilusión, seducción, persuasión‖ en Tópicos del Seminario, núm. 14, julio-diciembre, 2005, pp.
87-109. OJEDA FIGUEROA, César. La presencia de lo ausente; ensayo sobre el deseo. Santiago de Chile, Cuatro Vientos Edito-
rial, 1998.

54
seducción somos cómplices. En última instancia, lo que nos mueve es la necesidad de
afecto (donde caben otras necesidades como las sexuales, las de satisfacción del ego, de
ser admirado, comprendido, apreciado, contenido, de abrazar y ser abrazado, etc.), la
cobertura de un profundo vacío existencial; pero siempre queda en claro qué es lo que
nos seduce lo que impone las condiciones. El seducido está en la condición de necesi-
dad, primero y, después, de esclavizado.
Lo riesgoso del proceso de seducción para el seducido se halla en que la seduc-
ción no se presenta como riesgosa ni violenta; sino como atractiva desde el interior
mismo del seducido, como un cosquilleo casi irresistible, y sin consecuencias sociales
mayores. Por el contrario, el estado psicológico del miedo hace referencia a sentimien-
tos angustiantes (paralizantes o de fuga) que experimenta una persona o grupo, ante
situaciones que consideran una amenaza o riesgo y que pueden ser creadas o exacerba-
das por sectores que se encuentran con el poder86.
Nadie vería como peligroso el hecho de que alguien se conduzca a sí mismo; pe-
ro lo peligroso de este hecho es que la seducción hace engañoso ese hecho de la auto-
conducción. En el proceso de seducción, el placer que la acción produce puede hacer
que se omita hacer lo que es justo y no solamente lo placentero. El placer no está reñido
con la moral, siempre que no se oponga a la justicia.
Una de las ideas más seductoras -y generadoras de adicción, social y mayorita-
riamente muy aceptada- de la modernidad ha sido la idea de ser libre; pero no todo acto
es libre si ese acto es generado y arrastrado a hacer lo injusto por el placer que lo se-
duce. El placer desenfrenado del avaro, seducido por el deseo de poseer sin límites, no
es generador de una buena vida con calidad humana, deseable en todos. El uso moral de
la libertad, para ser bueno, debe ser además justo y no guiado arbitrariamente por el
placer de quien lo realiza (y, con eso, se daña a sí mismo o a otros).
En la posmodernidad, esta idea se ha transformado en un déjate libremente lle-
var. Como veremos, se dan adicciones socialmente aceptables y otras no aceptables por
las mayorías. Las adicciones -que, en cuanto seducen, siempre quitan un margen de li-
bertad- cuando son socialmente aceptadas, son doblemente más peligrosas, pues no solo
seducen, sino además, parecen ser positivas (generadores de una mayor calidad de vida
placentera), se hacen socialmente aceptables y resultan ser armas ideológicamente ma-
sivas.
El concepto de ideología, inicialmente, significó el estudio de las ideas, pero
luego pasó a significar, sobre todo con Karl Marx, un proceso complejo de dominación
(económica, religiosa, cultural, etc.) de mayorías por parte de minorías. Las ideologías
suelen constar de dos componentes: una representación del sistema, y un programa de
acción para imponer ese sistema de ideas. El primer componente proporciona un punto
de vista propio y particular sobre la realidad, vista desde un determinado ángulo, creen-
cias, preconceptos o bases intelectuales, a partir del cual se analiza y enjuicia, habitual-
mente comparándolo con un sistema alternativo, real o ideal. El segundo componente
tiene como objetivo acercar en lo posible el sistema real existente al sistema
ideal pretendido, mediante la utilización oculta o más o menos implícita de medios para
imponer las ideas con las que se pretende justificar esa imposición como lo mejor para
todos, pero que encubre el beneficio de unos pocos.
Para K. Marx, el proceso ideológico capitalista impone un estilo de vida y de
cultura fundado en la producción económica. El conjunto de las relaciones de produc-
ción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la
superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de con-

86
Aray, María del Carmen. ―El miedo asecha y el consumo seduce. Dos caras del modelo psicológico dominante en tiempos de
globalización‖, Universitas Humanistica, No.67, Bogotá, Jan./June, 2009, p. 55.

55
ciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la
vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que deter-
mina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia.
En el siglo XX, la ideología se ve en el vehículo de grandes movimientos socia-
les y de pensamiento, sobre el soporte de grandes masas que son adoctrinadas por los
nuevos medios de comunicación, la propaganda, la violencia y la represión. En el siglo
XXI, con la posmodernidad, la forma de imponer el dominio se ha hecho mucho más
sutil y difícil de percibir: la imposición de los más fuertes sobre los más débiles se rea-
liza mediante la seducción, mediante la generación de placer reforzado por el uso ma-
sivo de la tecnología. En la Modernidad, fácilmente se lograba que una mayoría perci-
biera, con indignación, las diferencias entre pocos ricos muy ricos y muchos pobres
crecientemente muy pobres. En la Posmodernidad, se diluye esa percepción, encolum-
nadas todas las personas tras la seducción placentera del consumo masivo que ofrece la
mentalidad capitalista. Como afirmaba Z. Bauman, el capitalismo se basa en esto: ―En
deshacernos de lo que tenemos, aunque funcione perfectamente, para demostrar a los
que nos rodean que tenemos el último modelo. Así es que tenemos capitalismo para
rato‖87.

52.- Por adoctrinamiento (a veces también llamado proceso ideologizador) se en-


tiende aquí un mecanismo teórico-práctico, cuyo punto más alto es el lavado de cerebro
de la persona que es sometida a él. Las ideologías pueden tener distinto signo político
(tanto de derecha como de izquierda) o religioso o cultural; pueden ser violentas o apa-
rentemente pacíficas, pero funcionan de la misma manera.
El hecho es que este proceso puede hacerse presente, con frecuencia, en el au-
la . Por ello, analicemos algunos de sus supuestos y fases89:
88

a) El adoctrinamiento es posible si se suprime -sin que la víctima lo advierta-, sedu-


ciendo, la libertad en el pensar. Por esto, las ideologías son una falsa conciencia,
que hacen pasar por verdadero lo que es la conveniencia del victimario, del domina-
dor.

b) El adoctrinamiento debe conseguir que la víctima piense que la verdad es una sola y
de una sola forma: la del ideologizador, transformando los diversos modos de pen-
sar en un único modo (lógico y psicológico) de pensar: el del ideologizador.

c) El adoctrinamiento trata de aislar, psicológica o socialmente, a la víctima, desacredi-


tando otros criterios de juicios o modos de pensar que difieren del suyo. Suprime de
esta manera formas de confrontación, de pro y contra, respecto de los puntos de vis-
ta del ideologizador.

d) El adoctrinador culpabiliza a la víctima, como enemiga de la verdad, de la patria o


de otros valores, si la víctima se resiste a pensar como él. Dado que el ideologizador
concibe la verdad como única y de una única forma, toda divergencia con su forma

87
Bauman, Z. [Entrevista] ―Durante treinta años hemos vivido en un mundo de ilusión‖, disponible en Publicado por @admin El
jueves 20 de mar de 2014. Cfr. http://www.politicaysociedad.net/author/admin/
88
Jaime Cásares, M. Las ideologías en el aula en Aula abierta, 1996, n. 48, p. 48-51. Ariño Villarroya, A. Ideologías, discursos y
dominación en REIS. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, 1997, nº 79, p. 197-219. Zizek, S. El sublime objeto de la
ideología. México, Siglo XXI, 1992. Van Dick, T. Ideología. Una aproximación multidisciplinaria. Barcelona, Gedisa, 2000.
Gómez, R. Neoliberalismo y seudociencia. Bs. As., Lugar, 1995.
89
Cfr. Reboul, O. L´endoctrinement. Paris, PUF, 1977, p. 37. Daros, W. Epistemología y didáctica. Rosario, Mathesis, 1984, p. 115.
Ramón García, J. Teoría crítica en Ciencias Sociales: Conocimientos, racionalidad e ideología en Revista de Ciencias Sociales,
1998, nº 80, p. 61-76.

56
es considerada una falta contra la verdad.

e) Pero a quien obra dentro de la ideología es liberado de toda culpa, porque la ideolo-
gía le asegura, al obrar, la verdad y la justicia de su parte.

f) La aceptación de la ideología que trata de imponérsele a una víctima comienza con


la abdicación de los propios modos (lógicos y psicológicos) de pensar, de su libertad
de crítica en el pensar desde fuera del sistema de explicación que se le ofrece. El que
se opone al proceso ideologizador es capaz de pensar y obrar negando (no acep-
tando) lo que se le impone como verdadero y justo.

g) La aceptación del punto de vista del adoctrinador supone, luego, optar por su op-
ción, ver con sus ojos, juzgar con su mente; implica, diría Kant, volver a la minoría
de edad.

h) Aceptada la concepción ideológica del adoctrinador que se le presenta a la víctima,


ésta hace una relectura de los hechos y teorías desde la perspectiva de la ideología,
calificando a ésta como verdadera, y falsas las otras lecturas.

i) La ideología se presenta, entonces, como un falso conocimiento. Puede pretender ser


científico, aportar gran cantidad de argumentos; pero se trata de un sistema cerrado a
una crítica externa a sus principios o puntos de vistas, los que deben asumirse sin
crítica.

j) Mas el proceder adoctrinante, ideologizador es inmoral, ya sea porque en nombre de


la verdad suprime la libertad del hombre; ya sea porque no teme presentar lo falso
como verdadero. Esta actitud puede encarnarse en un hombre particular o en un gru-
po sociopolítico. Los docentes saben que todo ente tiende a permanecer en su ser y a
desarrollarlo, a no ser que una causa externa lo suprima o limite. En consecuencia,
toda persona o grupo con poder tiende a permanecer en el poder y crecer si le es po-
sible. Por ello, todo poder de derecha, de izquierda o de centro, tenderá a perma-
necer en su posición y, si le es posible, a crecer; pero cuando se pierde el sentido
ético del poder, éste se absolutiza, e intentará permanecer en el poder y aumentarlo
con todos los medios, lícitos e ilícitos, sin importarle presentar lo falso como verda-
dero; sin importarle suprimir la verdad con un acto arbitrario o, viceversa, suprimir
la libertad en nombre de la verdad90.
k) Mas por otra parte, la tolerancia de una persona o de un grupo de personas, en el uso
de la libertad, para quien no piensa como esa persona o grupo, puede tener un límite:
el límite de la mutua tolerancia para buscar como son las cosas (la verdad de las co-
sas o acontecimientos). No se puede tolerar, en nombre de la tolerancia, a los intole-
rantes; porque ser intolerante no es moral y lo inmoral de hecho no da derecho. El
derecho, en efecto, es la capacidad para poder realizar un acto, que no puede ser im-
pedido por otro, precisamente porque es lícito, justo. El uso de la fuerza se justifica
sólo para proteger la realización de un acto justo. Ahora bien, la raíz de la justicia se
halla en el (libre) reconocimiento de la verdad. Por lo tanto, quien no la reconoce, y
me impide a mí reconocerla, se convierte en un intolerante, ante el cual tengo dere-
cho a la defensa. Tanto alumnos como docentes tienen ese derecho ante un proceso
ideologizador.

90
Cfr. Quiroga, H. y otros (Comp.). Filosofía de la ciudadanía. Sujeto político y democracia. Rosario, Homo Sapiens, 1999. Ianni,
O. La sociedad global. México, Siglo XXI, 2008.

57
Como veremos, la mejor herramienta contra el intento de adoctrinar o ideologi-
zar, tanto de un docente, como de otros medios informales de enseñanza y de aprendi-
zaje de conductas sociales, se halla en un ámbito de libertad donde se pueda ejercitar la
crítica, esto es, en el uso de criterios o medidas diversas, de modo que se hagan patentes
las intenciones ocultas de quienes pretenden poseer la verdad, pero no someterla públi-
camente a discusión, como sucede cuando el docente presenta sus conocimientos como
si fuesen -sin más- verdaderos o se mofa de las opiniones ajenas.
La actitud dogmática es esclavizante implica cerrar toda puerta a la discusión;
supone clausurar la posibilidad de expresar opiniones. Esta actitud constituye un riesgo
real cuando, en el proceso de enseñar, los docentes no solo ponen en consideración los
conocimientos, estimados verdaderos; sino que, además, los imponen como tales. La
verdad no se impone: se propone, se muestra o demuestra; pero, después de esto, aún
permanece libre la voluntad del que aprende y que debe aceptar esos conocimientos
libremente como verdaderos. Indudablemente que quien no acepta algo verdadero co-
mo verdadero, se engaña y se daña moralmente porque se miente. Pero aún en este ca-
so, la presencia de la verdad no da derecho a suprimir la libertad de nadie, mientras no
se convierta en un intolerante de mi derecho. La libertad es el valor supremo subjetivo
de una persona; pero este valor vale porque la persona acepta la verdad y se convierte en
verdadera libertad: la libertad de una persona, que libremente se opone a la verdad, se
degrada moralmente ella misma. Por ello el valor supremo objetivo de la persona se
halla en lo verdadero: en buscar libremente saber cómo son las cosas, sea que esto me
beneficie o me dañe subjetivamente. El ser objetivo dignifica al sujeto que lo reconoce.

53.- En buena parte, si bien el proceso de instrucción tiene por finalidad dar a los que
aprenden herramientas para leer y escribir, y adquirir una cultura general, el proceso de
educación es más que esto. La educación implica aprender a ser capaz de obtener el
dominio de sí mismo, ser humanos libres y críticos, para no dejarse dominar mental-
mente y, luego psicológica y físicamente, por causas alienantes.
Dicho brevemente, en la Posmodernidad, educar es intentar que Auschwich no se
repita; y puede repetirse, porque el mecanismo que lo hizo posible, sigue existiendo y
ha sido mejorado. La civilización moderna genera también la incivilización; la creciente
capitalización lleva a la supresión de gran parte de la humanidad. Será suficiente supri-
mir la ayuda a los países indigentes que generan emigraciones ingentes a los campos de
refugio de los países vecinos, a veces tan pobres como ellos, pero en los que estiman
podrán salvar sus vidas; a veces esperan llegar a los países del primer mundo; pero éstos
les cierran sus fronteras (después de haberles arrebatados las materias primas por siglos)
y los devuelven a sus países de origen y levantan muros entre ellos.
El nacionalismo agresivo puede resurgir; una lectura fanática de la realidad so-
cial también puede revivir. En nombre de la Humanidad, se requiere un proceso de edu-
cación según el cual las personas no sean envueltas en un fanatismo que lleve a repetir,
en forma mejorada y seductora, el hecho de Auschwich. Parecerá increíble, pero
Auschwich también lo fue para muchos alemanes, en el pleno contexto de la Moderni-
dad, un país del primer mundo, trabajador, obediente, responsable, con un personaje
como Hitler que les promete a los alemanes recuperar su dignidad y expandir el territo-
rio.
Hoy, el mismo deseo está presente, pero en forma camuflada mediante la seduc-
ción, donde todos pueden tener más placer, más visión en las pantallas, menos obliga-
ción de pensar y menos esfuerzo para poder comer: un mundo feliz. ¿Quién resistirá a
esta oferta aparentemente gratuita? ¿Y no están en sus manos de los ideólogos infiltrar

58
las adicciones globales? Ya no interesa dominar un territorio nacional en una época
posmoderna donde las naciones han perdido el poder: ahora importa el domino global y
casi imperceptible pero placentero, mediante la seducción, la que no genera una reac-
ción violenta. Ya no hay una metrópolis y las colonias dominadas: ahora se da el expan-
sionismo de un capitalismo avanzado y mundial, donde unos pocos -un 1%- tiene las ri-
quezas y los medios de las que carece el 99%.

54.- La seducción ha continuado y mejorado la técnica de adoctrinamiento para con-


ducir a las personas. Ahora, las personas son conducidas y dominadas, mediante la se-
ducción, suprimiéndoseles la libertad de una forma placentera y masiva. Seducida la
persona puede terminar, por una parte siendo adicta y, por otra, defendiendo su adic-
ción, sin reconocer o importarle la pérdida de su libertad.
Siempre se ha dado en Occidente un recelo entre la dialéctica, la retórica y la
lógica.
La lógica y la dialéctica requieren razonamientos y mover formal y fundada-
mente las mentes humanas. La retórica apela a la seducción, a atraer y subyugar al con-
trincante, sin quitarle la sensación de que es él el que decide en su vida, ante un abanico
prolífero de ofertas a consumir.
La sociedad de consumo utiliza la lógica de la seducción, haciendo que el sedu-
cido se sienta importante, como si él se eligiese y condujese con plena libertad (se-du-
cere: conducirse a sí mismo) ofreciéndole cada vez más opciones y combinaciones a su
medida. La adicción al celular o teléfono móvil es un claro ejemplo, que los adictos
difícilmente querrán admitir: se sienten libres y mimados por su utilidad, hasta el punto
que los usuarios entran en pánico si no lo tienen constantemente en sus manos, redu-
ciendo obsesivamente la mayor parte de sus horas a oír música y ver mensajes o fotos
en sus celulares. Incluso se están advirtiendo cambios en la evolución de las enfermeda-
des de la mano. El uso del móvil y desarrollo de nuevas patologías en el pulgar se mani-
fiestan en las consultas cada vez más frecuentes por pulgares atrofiados; incluso ya se
habla de la tendinitis del i-Phone91.
Esta forma ideológica (esto es, impuesta aunque placentera) en que el mercado
de capitales conduce a las masas se ha naturalizado. Los niños, aún con pañales, se habi-
túan al celular antes de saber leer y escribir: el mundo posmoderno comienza a entrar, a
salir y a reducirse a una ventana.

55.- La cultura de la seducción deja las relaciones autoritarias y dirigistas, y privile-


gia la pluralidad y diversidad de opciones, y la realización de los deseos desoyendo los
llamados a la austeridad.
Mientras se esté en el consumo, no importan luego las formas, porque el sedu-
cido es finalmente un cliente cautivo por el monopolio de la seducción, a la que condes-
ciende creyéndose protagonista.
Indudablemente, pareciera que los países del tercer mundo y los hombres del
trabajo, serían los más reacios a asumir la lógica de la seducción. Mas nuestra sociedad
global va teniendo siempre más jóvenes y más numerosos seducidos por el espejismo
del consumo. Éstos requieren diversión, o al menos contención, y privilegian la comu-
nicación a la coerción.

91
J.H. Villafañe, R. Cantero-Tellez, P. Berjano. Fuente: Reumatismo DOI https://doi.org/10.4081/reumatismo.2019.1138 The
hominid thumb and its influence on the employment during evolution. Cfr. IntraMed. https://www. in-
tramed.net/contenidover.asp?contenidoid=94486&fuente=inews&utm_source=inews&uid=1001288

59
Las personas jóvenes, libres en sus tiempos, con creciente autonomía y cuidado
del cuerpo, generan la exigencia de una educación que cubra esos deseos: permisividad,
homeostasis de los feelings, socialización suave, plural y diversa92.

56.- La cultura posmoderna de la seducción se acompaña de ritmo, rápido, vocife-


rado, constante, sin contenido, por lo que no importa en qué lengua se cante o se grite.
La revolución musical y la tecnología sacan al oyente de su mundo mantenién-
dolo en suspenso, sin transportarlo a otro lugar o a otras ideas. El individuo se vuelve
cinético y desea sentir más. La velocidad fascina y hace sentir la vida en la piel. Los
jóvenes pueden pasar muchas horas charlando, pero luego, cuando suben a un vehículo,
quieren velocidad.
Se da una nueva forma de control social por medio de la seducción. La seduc-
ción es soft, distrae epidérmicamente a un público que, sin embargo, no es ingenuo ni
pasivo.
La seducción no funciona con el misterio, sino con la información, con la pro-
puesta de la supresión de las relaciones burocráticas del poder.
La seducción suprime la revolución y el uso de la fuerza, y opera por relación,
cohesión y acercamiento, dando la sensación de que es cada uno el que decide.
Verlo todo, hacerlo todo, decirlo todo porque no puedo parar de hacerlo define a
la seducción93.

57.- La seducción lucha contra la inmovilidad y busca el autoservicio libidinal. El


cuerpo y el sexo se vuelven instrumentos de subjetivación. Los jóvenes posmodernos
marcan sus cuerpos para indicar que son únicos.
Se da integridad al cuerpo antes que ocultarlo. El cuerpo se convierte en persona
a respetar. El cuerpo es directo: se expresa, seduce moviéndose bajo el hechizo de la
sonorización estridente.
La seducción es, en parte, sexducción, adaptando a la mujer al rango de las so-
ciedades democráticas hedonistas. Pero esto no da lugar a Don Juan, sino a Narciso
―subyugado por sí mismo en su cápsula de cristal‖94.
La cultura de la seducción viene estimulada por la indiferencia, entendida como
clima cultural.

El narcisismo y selfish: esclavos de la propia imagen y apatía

58.- En la época moderna, los problemas de la política (de cómo queremos vivir so-
cialmente) movía a los jóvenes, uniéndose, por ejemplo, los universitarios y los obreros
(París, Mayo de 1969); y siendo capaces de cambiar los gobiernos.
En la posmodernidad el poder político se ha psicologizado: de la esfera social ha
pasado a la esfera psicológica. Ya casi no se rediscuten ideas y programas políticos, lo
que lleva a veces a una perversión de las democracias y manipulación del electorado
con el espectáculo de las ilusiones.
El marketing político es programado y cínico. La seducción juega a la descen-
tralización; y el Estado, mientras se descomprime, deja la iniciativa a los consejeros
locales o regionales. Deja las instancias de decisión a los individuos, mientras los sigue
manejando con la administración del control económico y los impuestos recaudados.

92
Cfr. Lipovetsky, G. Educar en la ciudadanía. Valencia, Institución Alfonso el Magnánimo, 2006.
93
Lipovetsky, Gilles. La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Barcelona, Anagrama, 1994, p. 29.
94
Lipovetsky, Gilles. La era del vacío. Op. Cit., p. 339.

60
El sexo se hace político y no pocas veces se traduce en un medio para lograr re-
laciones de poder. A través del aborto libre y gratuito se apunta al derecho de la auto-
nomía y responsabilidad ante la procreación. En nombre de esa autonomía, se condenan
los celos y la posesividad. Las relaciones quedan flotando, sin compromiso profundo
hasta llegar, frecuentemente, a un estado de indiferencia como venganza preventiva ante
la posible frustración de las altas exigencias que cada uno imagina o desea del otro. Una
cuarta parte de los compradores de viviendas, en los países económicamente fuertes, son
para personas que desean vivir solas. Es una forma de protegerse de los propios impul-
sos y de las decepciones; un bunker para la indiferencia. No se trata de deshumaniza-
ción, sino de una personalización sin sentimientos rituales y ostentosos. Por ello, aun
desde este bunker hay tiempo para salir a clubes de encuentros, recurrir a los pequeños
anuncios, las redes virtuales y chateos. No se abandona la esperanza en el milagro de la
intensidad emocional, que resulta ser cada vez más difícil y breve: en realidad se da
menos sexo vivido que antes.
La única relación peligrosa de pareja parece ser la prolongada indefinidamente,
monótona, rutinaria.
Bajo el imperativo de la transparencia, aparecen las campañas contra la viola-
ción y el acoso.
Las parejas desean vivir sin niños. La vida se precariza en existencias indivi-
duales regidas solo por sí mismas. La indiferencia no es el resultado de la inconsciencia,
sino de una nueva conciencia dolida. Nunca tenemos tiempo suficiente para preocupar-
nos por las necesidades de alguien más; siempre nos preocupamos por nuestras necesi-
dades y nos convertimos en adictos emocionales y virtuales.
En el imperio de las subjetividades alterdirigidas, todo lo que es debe ser visto
para poder realmente ser. De modo que cada uno es lo que muestra de sí mismo: todo
eso y nada más que eso95.

59.- Cuando lo social está abandonado, el deseo, el placer, la comunicación se con-


vierten en los únicos ―valores‖, y los psicólogos son los grandes predicadores del de-
sierto. Es la realización extrema del Capitalismo, en su lógica fundamental.

―La apatía no es un defecto de socialización sino una nueva socialización flexi-


ble y `económica´‖96.

La indiferencia metapolítica, metaeconómica permite que el capitalismo fun-


cione.
Cuanto más los políticos se explican o exhiben en la tele, más la gente se ríe.
Cuanto más quieren los profesores que los estudiantes lean, menos leen. Es una indife-
rencia por saturación, por información y aislamiento.
No se es indiferente por falta de motivación, sino porque el individuo no se afe-
rra a nada, no tiene certezas absolutas. Nada lo sorprende y puede cambiar rápidamente
de opinión. Para movilizar se requiere mucha imaginación e información.

60.- La democracia ha creado una erosión de las formas de alteridad clásicas, y mar-
ca un impulso a la igualdad de las condiciones: desubstanciación de las categorías so-
ciales y procesos de personalización a la carta, desmontando todas las diferencias esen-
ciales.

95
Cfr. Sivilla, Paula. ―En busca del aura perdida: espectacularizar la intimidad para ser alguien‖, en Psicoperspectivas. Individuo y
sociedad, 2009, Vol. VIII, nº 2 (julio-diciembre), 309-329.
96
Lipovetsky, Gilles. La era del vacío. Op. Cit., p. 43.

61
Cada ciudadano busca la autenticidad, sin un yo y sin un otro definido.
Nunca como hoy la democracia ha funcionado sin un enemigo interno declarado.
Los individuos están preparados para tener que elegir; son alérgicos al autoritarismo y a
la violencia. Desean cambios permanentes pero sin riesgos considerables. A medida que
crece en narcisismo, crece la legitimidad democrática que sostiene la demanda de li-
bertad, de elección, de pluralidad y pluralismos de partidos, aunque disminuya la mili-
tancia partidaria, y la política tome un tono de espectáculo.
Hay indiferencia, pero ello no afecta al respeto por la democracia: los jóvenes
posmodernos no leen los periódicos, pero exigen libertad de expresión.
El deseo de igualdad sigue vigente, pero con medios más flexibles y menos vio-
lentos. Se estima que la ineficacia burocrática es la causante de la lentitud del proceso
hacia la igualdad. Mas la demanda de libertad es superior al de la igualdad, lo que lleva
implícitamente a una preferencia por el liberalismo antes que por el socialismo.
De la democracia, los ciudadanos esperan hoy, ante la individuación, seguridad
y programas de protección. Se da un resentimiento contra los Estados nacionales, acu-
sados de ser incapaces de asegurar las funciones positivas como la de la justicia y la
salud; frenar la inseguridad generada por la criminalidad y la marginación social97. El
malestar en la cultura política posmoderna es multivariado.

―Los ideales de bienestar, la pérdida de crédito de los grandes sistemas, las ex-
tensión de los deseos y derechos a la autonomía subjetiva han vaciado de su sus-
tancia a los deberes cívicos al igual que han desvalorizado los imperativos categó-
ricos de la moral individual e interindividual; en el lugar del civismo, tenemos el
culto de la esfera privada y la indiferencia hacia la cosa pública, el ‗dinero todo-
poderoso‘ y la ‗democratización‘ de la corrupción‖98.

El hombre democrático no es, sin embargo, un hombre mediocre. Hay grandes


sectores de investigadores, empresarios, deportistas, deseosos de aprender, de mejorar,
de vencer, y la democracia posibilita lograrlo. Unos se obsesionan con el bienestar,
otros con el progresar y superarse. El deseo por vivir no está en peligro, no obstante la
indiferencia en la que se vive.

61.- El capitalismo autoritario cede el camino al capitalismo hedonista y permisivo.


La Modernidad era espíritu de empresa, esperanza futurista; hoy instala la última
versión del hombre igual: el narcisismo. La protesta estudiantil ha desaparecido.
El narcisismo es el movimiento de repliegue personal o social y grupal si habla-
mos de narcisismo como forma de vida socializada. El narcisismo es el movimiento de
repliegue por el cual el sujeto retira su libido objetal y la aplica a sí mismo como sujeto
singular o socializado (grupal, cultural). Toda la fuerza vital del sujeto se concentra en
su interior con el fin de salvaguardarse. El narcisismo es un movimiento regresivo que
hace abandonar el estadio de las relaciones objetales para volver al estadio primero del
amor exclusivo de sí mismo. Algunas frustraciones son inevitables en la existencia hu-
mana y necesarias para la maduración del yo y, si son soportadas serán frustraciones
normales; si impiden la realización del yo en la interacción con su mundo, impedirán la
maduración del yo y se volverán patológicas. Las frustraciones que, por su intensidad o
por su acumulación, exceden las posibilidades de adaptación del sujeto individual o
social, hacen que el sujeto se retrotraiga del mundo que lo frustra y lo hace sufrir. El

97
Lipovetsky, G. El crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevos tiempos democráticos. Barcelona, Anagrama, 1994, p.
201.
98
Lipovetsky, G. El crepúsculo del deber… Op. Cit., p. 203.

62
narcisismo es el resultado de lo que una persona o una sociedad estima como privación
de amor. Cuando un bebé (o una sociedad) llora y nadie lo atiende, deja de llorar y se
vuelve indiferente, inexpresivo e independiente, generalmente solitario, triste y agre-
sivo. La persona feliz, no frustrada, manifiesta buen humor, euforia, expande vida, ama
a los demás. Los grados de narcisismo dependen siempre de la frustración en función de
la subjetividad del que la sufre, sea una persona singular o una sociedad (una cultura).
El narcisismo se manifiesta en dos órdenes de signos: a) como ruptura más o
menos completa de las relaciones afectivas con el mundo circundante; y b) en la estima-
ción de los demás, con una supervaloración del sujeto. Éste estima que no es justamente
amado por los demás y genera una actitud de desvalorización de los demás99.
Se da una banalización social, una presente ausencia en el escenario de los otros:
o, por un lado, vivir sin ideales, sin objetivos trascendentes, dejarse llevar, vivir el pre-
sente, sin sentimiento de pertenencia, sin sentido histórico o, por otro lado, vivir en la
soledad psicológica y retraída del que se estima héroe injustamente ignorado.
Se implementan estrategias narcisistas de supervivencia: salud psíquica y psico-
lógica. Retirarse en el presente, reciclando la juventud.
La ausencia de grandes ideales a los que nos tenía acostumbrado la Modernidad,
se presenta como un nihilismo, que es vivido sin tragedia, sino con apatía frívola, sin
sentimiento trágico por el fin del mundo, con apatía epidérmica e indiferencia hacia el
mundo. No hay Quijotes que salgan a salvar al mundo. Incluso la amenaza de calenta-
miento global no es suficiente para organizar una cruzada, aunque el Papa Francisco la
quiera lanzar con su encíclica Laudato si. La juventud (una categoría que está en creci-
miento dada la explosión demográfica) no lee los diarios, ni se informa de las noticias:
si puede, se divierte de noche y duerme de día.
Ante la deserción de los valores sociales, se acentúa la personalización como hi-
perinvención del yo y abandono de los grandes sistemas de sentido (ideales políticos,
religiosos y culturales). Se vive en el vacío.

62.- El narcisista estima que amarse a sí mismo es suficiente, de modo que no se ne-
cesita de otro para ser feliz...
Los individuos se esfuerzan por liberarse de los sistemas de defensa anónimos,
que cortan la continuidad histórica de los sujetos. Para la liberación buscan asociaciones
―libres‖, el grito, el sentimiento animal, lo no verbal. El analista no es un referente y, en
el narcisismo total, cada uno queda en manos de sí mismo, regido por la autoseducción
del deseo.
La autoabsorción permite el abandono de la esfera pública. Las religiones tratan
de aprovecharse de la coreografía, de la música actual y de mensajes masivos para po-
der sobrevivir y reclutar adeptos. De la religión del Libro se exige pasar a la religión del
espectáculo, so pena de indiferencia por el contenido.
El yo se convierte en un espejo vacío a fuerza de flashes de `informaciones´100,
sin análisis, ni ubicación en el contexto histórico. Importa poco saber si Napoleón vivió
antes o después de Jesucristo.
El narcisismo neutraliza el universo social, vaciando las instituciones de sus in-
versiones emocionales y el yo se vacía de su identidad, por eso requiere constantemente
de las selfishes para reírse de sí mismo.
El yo pierde su referencia de unidad por exceso de información insustantiva.
A los escritores no les queda otro recurso que el novelesco breve, donde cada
uno puede moverse al ritmo de su propia fantasía.

99
Cfr. Gorman, L. Narcisismo y frustración de amor. Barcelona, Herder, 2014, Cap. II y III.
100
Cfr. Lipovetsky, Gilles. La era del vacío. Op. Cit., p. 56.

63
El esfuerzo y los deberes no están de moda. Lo que supone sujeción o disciplina
austera se ha desvalorizado y se busca lo placentero de realización inmediata.
La anarquía de los impulsos, la pérdida de un centro de gravedad otorgado por
ideales, genera una voluntad débil, no intra-determinada.
El posmoderno se mueve en el clima de la no-directividad, de la asociación libre,
de la espontaneidad creativa, de la cultura de la expresión, de la dispersión en detri-
mento de la concentración, de la aniquilación de las síntesis conceptuales.
Parece generalizarse la falta de atención de los alumnos, concertada, persistente
y esforzada (queja de todos los profesores), a favor de una atención dispersa. Se hace
presente una conciencia telespectadora, que parece captarlo todo y nada; excitada e indi-
ferente a la vez.

63.- El yo se disuelve en tendencias parciales, moléculas personalizadas, nuevos


zombis atravesados por mensajes de textos, sin ortografía ni sintaxis: simplemente pala-
bras yuxtapuestas.
El yo narcisista es lábil, sometido sistemáticamente a experimentación rápida.
El narcisismo es un sistema flotante, que produce la última personalidad de ma-
sa, apta para sistemas de consumo.
No hay comportamiento orientado por un modelo y por su aprobación, lo que
daba sentido a la acción social. Por el contrario, se produce la licuación de la identidad
rígida del yo. Va desapareciendo el amor por la patria (sustituido por el amor pasajero al
paisaje). No se ocultan las debilidades de los héroes.
El narcisismo no es una falta de personalidad, sino una nueva personalidad con
una conciencia indeterminada y fluctuante, sin saber qué hacer, acorralada constante-
mente por el aburrimiento.
Se intentan elaborados comportamientos de ortopedistas de la salud física y
mental: se impone la formación permanente, al menos como lifting que levanten las
partes caídas del cuerpo y levanten el humor.
Se flexibilizan las categorías sociales acerca de quién es mujer, hombre, niño,
civilizado, loco, etc.: la indefinición e incertidumbre se expanden.
El posmoderno narcisista teme envejecer y morir. La vejez se vuelve una idea
intolerable. Se trata de que el dolor deje de ser real.
La frialdad y el anonimato parecen vicios inaceptables: las virtudes se dirigen
hacia el revelar las propias motivaciones, las intimidades, todo lo cual es índice de au-
tenticidad y sinceridad. No importa la verdad (que pretende ser objetiva), pero sí la sin-
ceridad.

La evolución social de la adolescencia y sus valores

64.- El generalizado e irreversible afianzamiento de la Sociedad-Red (Castells, 2006)


y su exponencial disponibilidad a través de terminales móviles ha convertido a la au-
diencia en un conjunto atomizado de individuos inmersos en la cultura visual y multi-
media que centralizan sus acciones de consumo en dispositivos de pantalla. Este marco
propicia la hibridación de fórmulas locales e internacionales, lo que la ecología de los
medios describe como una nueva forma de poner en común la visión del mundo, y que,
por influencia de los cuatro gigantes tecnológicos –Apple, Amazon, Facebook y Goo-
gle–, conduce a la adopción de hábitos cada vez más dirigidos y homogeneizados101.

101
Pedrero-Esteban, Luis Miguel. ―Adolescentes, smartphones y consumo de audio digital en la era de Spotify‖ en Comunicar, nº
60, v. XXVII, 2019, p. 1, Revista Científica de Educomunicación, ISSN: 1988-3293. www.revistacomunicar.com

64
El modo de ser de las personas nunca es solamente una forma de ser personal e
individual. Son las personas las que cambian, pero lo hacen en un contexto social; por
siempre se es persona individual y social a la vez, y en forma interactiva. Las personas
influyen en sobre el individuo, y éste sobre las otras personas.

―El terruño, la lengua, la cosmovisión y las condiciones de vida, la historia gru-


pal, los lazos comunitarios, la familia en sí -sus vínculos, sus roles, las funciones-
se constituyen en variables que intervienen en la configuración del mundo interno
del sujeto.
Los lazos afectivos primarios, los modos de expresar el afecto, la vivencia del
tiempo, la vivencia del espacio-hábitat, la historia personal, la historia de la fami-
lia nuclear y la historia de la familia grande (las distintas generaciones que com-
ponen el grupo familiar) todo ello se plasma y se transmite en la cotidianeidad,
junto con el quehacer que implica la supervivencia.
La organización familiar ha tenido el objeto de preservar a sus miembros, sus
bienes y su cultura y preparar a los descendientes para continuar y producir ese
sistema. Lo hace asignando roles y espacios y determinando valores y conduc-
tas‖102.

65.- La adolescencia es una etapa de la vida de los jóvenes modernos. No siempre


existió la adolescencia: ella aparece con la Modernidad, en la cual se requieren personas
con una preparación prolongada, especializada y masiva, para ingresar en el mundo la-
boral fabril e industrializado. Anteriormente, los hijos, desde pequeños, acompañaban a
sus padres en sus tareas y así iban aprendiendo la forma laboral de sus padres.
Inicialmente los padres veían con orgullo que sus hijos supieran leer y escribir e,
incluso, poder recibir algún título académico: ―Mi hijo, el dotor‖. Después de un siglo
se naturalizó el tener posibilidad de estudiar. La escuela primaria fue la prolongación de
la vida familiar y la iniciación en una vida social más amplia. La escolaridad, en su ni-
vel secundario, significó poder acceder a un conocimiento cultural general, con el cual
se pudiese no solo tener los rudimentos de la lectura, la escritura y las matemáticas;
sino, además, el acceso a la historia de nuestros modos de vida y de nuestro lugar geo-
gráfico en el mundo. Luego se añadió la necesidad de preparar a los jóvenes para un
trabajo profesional (las escuelas de artes y oficios, generadas por la política de Napo-
león).

66.- Pero, además, de preparar a los jóvenes para el trabajo, siguió siendo importante
prepararlos para la vida política, judicial y de gobierno, para lo cual era necesario pro-
longar los años de estudios superiores, ya en una universidad.
Ya no era suficiente aprender mirando, observando lo que hacían sus padres, en
un ámbito rural. Ahora se requería aprender por medio de mensajes orales y escritos
abstractos, en un medio urbano. Se dio una migración masiva del campo a las ciudades
y un desarraigo. Fue necesaria una adaptación activa, reconocer las nuevas necesidades,
nuevas condiciones de vida y la necesidad de modificar las expectativas personales y
grupales. Esto requiere, en las personas, fuerzas para superar el dolor por el abandono
de lo vivido e integrar nuevas experiencias, nuevos proyectos e vida y desafíos.
Entonces la adaptación se torna más difícil: si no se tiene confianza en sí mismo
la adaptación se torna pasiva; se buscan paliativos al sufrimiento de quedar rezagado.
Entonces, puede ser frecuente, el recurso a atajos para lograr una imagen de sí mismo

102
Osojnik, T. La continuidad de la vida en Pro-Ciencia CONICET. Prevención de adicciones. Bs. As., CONICET, 1995, p. 21.

65
no inferior a la de los que se esfuerzan o cuentan con medios para esforzarse eficiente-
mente.

67.- Entre este deseo del adolescente por crecer, y la tolerancia del adulto para posi-
bilitarlo, se teje la confrontación generacional. Clásicamente, el adulto que se ubicaba
en ese lugar percibía que tenía que dar sostén y poner límite al mismo tiempo, para
permitirla.
El adulto debía estar confiado y seguro en su posición. El adolescente, por su
parte, necesitaba confrontar y al mismo tiempo ser reconocido y confirmado por el adul-
to. Ofrecer y dar batalla es reconocer al rival sin despreciarlo ni denigrarlo.
Actualmente, el deterioro de la sociedad que afecta, sobre todo, a las clases baja
y media, ha jaqueado la posición de los adultos como padres a través de pérdida de tra-
bajo, insuficiencia de recursos económicos, ruptura de lazos familiares y sociales; pero
también se da la «adolencetización» de los padres que tienden a tomar una posición de
―compinches‖ o compañeros con sus hijos, quedando el hijo sin referente adulto con
quien confrontar. En el otro extremo, están los padres autoritarios que someten al hijo
inhibiendo posibilidades de confrontación.
Para los adolescentes, por su parte, las posibilidades que el medio social tiene
preparadas para la joven generación, marca el camino que tomará su adolescencia. Di-
versos autores plantean la crisis de la adolescencia como un fenómeno social más que
biológico. Si al adolescente le está vedado el reconocimiento de sus posibilidades de
hacer y aprender a hacer más y según sus deseos, queda descalificado y sometido al
poder de la sociedad adulta, o por lo menos diseñada por las generaciones previas. El
adolescente se rebela con formas de crisis de adolescencia de mucha violencia, con las
formas particulares que puede tomar en cada grupo y en cada individuo103.

68.- Las transformaciones, violentas y rápidas, que sufren las personas, generaron
una ruptura con las estructuras clásicas que sostenían los proyectos de vida, el sentido
de la familia, de la escuela y del valor de la educación en general.
Los jóvenes adolescentes parecen hoy saber más que los padres adultos. ¿A
quién le compete hacerse cargo de las generaciones subsiguientes? Los proyectos de
vida se dan en esta vida terrenal, sin esperanzas en otra vida; por lo que todos se apresu-
ran a vivir ciega y locamente la vida.
Poder focalizar este telón de fondo en el que vivimos es ya poder formular pre-
guntas, aunque no siempre sean fáciles las respuestas. Los fenómenos sociales son plu-
ricausales, complejos, interactivos. Antes de preguntarnos ¿Qué hacer?, cabe pre-
guntarnos ¿Por qué nos está pasando esto?

69.- La Modernidad trajo, en su seno, la emancipación individual, el derecho humano


universal a la libertad (los deberes humanos universales quedaron invisibilizados104), la
igualdad de trato ante la ley, la autonomía personal, pero también la atomización y la
anonimización de las vidas. Cambió la búsqueda de la felicidad por la búsqueda del
placer.
La avidez por la diferenciación, por ser uno mismo, desemboca con facilidad en
la priorización del ego y la indiferencia para con los otros. El vivir el presente se hace
un eterno presente: el adolescente se enseñorea de su posición y pretende eternizarla; ser
siempre joven, desechar el pasado y el bagaje de historia y experiencia que lleva con-

103
Cfr. Pasqualini, D. – Llorens, A. (Comp.). Salud y Bienestar de Adolescentes y Jóvenes: Una Mirada Integral. Buenos Aires,
OPS, 2010, 64.
104
Cfr. Daros, W. R. La invisibilidad de los deberes humanos universales en Enfoques. 2013, XXV, nº 2, pp. 9-31.

66
sigo. No interesa ni el pasado ni el fututo: todo está aquí, en mi celular o teléfono mó-
vil, en el caben los libros y bibliotecas si acaso se quisiera todavía buscarlos.
No hay historia (a Napoleón se lo puede ubicar temporalmente antes de Cristo,
sin drama alguno); y se vive sin dramas las deficiencias ajenas. No hay continuidad,
sino fragmentos; pero la adolescencia vino para quedarse: nadie desea salir de ella y
llegar a la vida adulta. Ésta se ha convertido en una etapa caduca, ignorante de la última
tecnología.

70.- Los ancianos quieren ser oídos y trasmitir sus experiencias, para evitar dolores in
necesarios; pero los adolescentes no desean escuchar, sino ser vistos; incluso más que
comunicarse quieren mostrarse con la comunicación: el Facebook, Twitter, Instagram…
es preferible al correo y a la lectura que me permite detenerme y pensar reflexivamente.
Poco importa que haya otro que escuche, recepcione y se haga eco, porque más
que de comunicarse se trata de mostrarse. Se trata de decir algo, con la mayor irrespon-
sabilidad por lo que se dice, sin objetivo ni público, sino para sí mismo ante una panta-
lla (selfish)105, cantando una canción que no entiende.

―La avidez por determinar por sí mismo las propias elecciones, no depende de
nada ni de nadie, tampoco de reglas o normas; no dar cuenta de nada: algo así
como `yo soy mi propio dueño´. Determinar también el consumo: consumir todo,
porque sí; consumir información, objetos, turismo, relaciones, música, publicidad,
droga…‖106

La adolescencia que antes llegaba hasta los 18 o 21 años, ahora según la Organi-
zación Panamericana de la Salud, se extiende hasta los 30 años; y se va convirtiendo en
un fenómeno planetario, sin mucha preocupación por el futuro; sino, más bien, instalada
en un presente sin porvenir. La Modernidad estaba obsesionada por el futuro, el orden y
el progreso: la Posmodernidad se ha anclado en el presente globalizado107.

71.- Los valores -las cosas que valen- cambian. Ya se ha capitalizado desde el inicio
de la Modernidad (y quien capitaliza hoy lo hace en forma anónima: sociedades anóni-
mas); ahora se requiere tener a una población cautiva para vender masivamente y en
forma continuamente renovada y descartable.
En la Posmodernidad, los valores se centran en el narcisismo, la sobrevaloración
del éxito, la omnipotencia, la fragmentación y la falta de continuidad, la carencia de
legitimaciones sociales válidas, amplifican el desconcierto y la incertidumbre individual
y colectiva.
La adolescencia (adolescere: crecer con cierto dolor) es de por sí un período de
duelo por las pérdidas de la infancia a las que el adolescente se ve sometido. Se viven
las vicisitudes de pérdidas en todas las áreas de relación: del cuerpo, de la familia y del
medio ambiente y, también del mundo interno de las identificaciones y sus configura-
ciones.

105
Cfr. Lipovetsky, G. – Serroy, Jean. La pantalla global. Cultura mediática y cine en la era hipermoderna. Barcelona, Anagrama,
2009. Fernández-Serrano, M.J., Moreno-López, L., Pérez-García, M. y Verdejo-García, A. ―Inteligencia emocional en individuos
dependientes de cocaína‖ en Trastornos Adictivos, 2012, Vol. 14(1), pp. 27-33.
106
Osojnik, T. Op. Cit., p. 25.
107
Cfr. Castoriadis-Aulagnier, P. La violencia de la interpretación: El estado de encuentro y el concepto de violencia. Buenos
Aires: Amorrortu Editores, 2011, p. 30. Fize, M. ¿Adolescencia en crisis? Por el derecho al reconocimiento social. Buenos Aires:
Siglo XXI Editores, 2001. Kancyper, L. La confrontación generacional. Buenos Aires: Lumen, 2013.
Cfr. Cao, M. L. Planeta Adolescente. Cartografía psicoanalítica para una exploración cultural. Buenos Aires: Gráfica Guadalupe,
1997. Kett, J. «Descubrimiento e invención de la adolescencia en la historia». Journal of Adolescent , Health, 1993, 14: 664-672.

67
Resulta difícil datar el período de la adolescencia. Desde un punto de vista bio-
lógicos, se considera que la adolescencia transcurre desde después de la pubertad (14
años) hasta los 19 o 21 años. Más la adolescencia, entendida psicológicamente, puede
prolongarse, como joven, hasta los 25 y 30 años. Si socialmente comenzar a ser adulto
implica amar y trabajar, para poder decidir libremente sobre su vida, entonces la adoles-
cencia, en la edad posmoderna puede terminar al terminarse los estudios superiores e
ingresar laboralmente en la sociedad productiva, lo que suele acaecer alrededor de los
25 años o más108. En la antigüedad no existía una brecha entre la infancia y el adulto,
pues desde niño se acompañaba a los mayores y se les ayudaba en lo que podían hacer.
Para ingresar en el trabajo era suficiente ver lo que los demás hacían y no se requería un
titulación o especialización, cosa que comenzará tener sentido recién en la Modernidad
y más aún en la Posmodernidad.
En estas épocas, el trabajo de duelo por la pérdida de la condición de infante es
una tarea vital ineludible, durante la cual el adolescente se distancia y rechaza los obje-
tos incestuosos y renuncia a sus anteriores placeres y metas. Tales transformaciones
conducen a recomponer la organización psíquica.
Junto a los sentimientos dolorosos que acompañan este duelo, aparecen mani-
festaciones de júbilo por los logros en el camino a la adultez y por la creciente autono-
mía respecto de los padres. Al abandonar los objetos incestuosos, la libido retorna al yo,
se vuelve narcisista, y el adolescente aparece egocéntrico y ensimismado. Luego, lo
normal es que la libido recobre carácter objetal vertiéndose sobre los objetos exogámi-
cos.
El bulling es una conducta de trastorno disocial, a veces asociadas a las drogas,
pero frecuentemente es pasajero y no adictivo. Los adolescentes con trastorno disocial
incumplen de manera reiterada normas sociales significativas, violan los derechos de los
demás y pueden llegar hasta la delincuencia juvenil. Existen dos tipos: 1) los que ejecu-
tan sus acciones en grupo o en cuadrillas y 2) aquellos que actúan solos, de forma aisla-
da. También se catalogan atendiendo al tipo de violencia que ejercen, pudiendo tratarse
de una ―violencia predadora‖ (calculada y con una finalidad) o una ―violencia afectiva‖
(impulsiva, no programada y reactiva ante una situación). Por tanto, unos actúan con un
propósito y una intencionalidad y otros se vuelven violentos impulsivamente ante una
presunta “provocación‖ o una frustración que no saben encauzar de forma adecuada109.
En no pocos casos, los adolescentes ven una provocación de las adolescentes cuando
éstas visten en forma para ellos provocadoras, sin que en las adolescentes tenga esta
expresa intención.

72.- Según Winnicott110, la adolescencia es un período de descubrimiento personal,


en el que cada individuo participa en forma comprometida en una experiencia de vida,
un problema concerniente al hecho de existir y al establecimiento de una identidad.
El modo en que el niño o la niña afrontan los cambios puberales y las angustias
que ellos generan se basa en una pauta organizada en su temprana infancia. Ciertas ca-
racterísticas individuales derivan de las experiencias vividas, de los éxitos y fracasos del
manejo de los sentimientos propios en los dos primeros años de vida, del ambiente en
que se desarrolló. Los adolescentes que se desarrollaron en un hogar donde existía el
interés continuado de los padres y de la organización familiar más amplia, en un am-
108
Cfr. Carbonero, Miguel Á.; Martín-Antón, Luis J.; Marta Feijó. ―Las creencias irracionales en relación con ciertas conductas de
consumo en adolescentes‖ en European Journal of Education and Psychology, vol. 3, núm. 2, diciembre, 2010, pp. 287-298.
109
Cfr. López Soler, Concepción y Romero Medina, Agustín. TDAH y trastornos del comportamiento en la infancia y la adoles-
cencia. Clínica, diagnóstico, evaluación y tratamiento. Madrid, Ed. Pirámide, 2014, p. 29.
110
Winnicott, D. W. Deprivación y delincuencia. Buenos Aires: Paidós, 1991. Winnicott, D. W. Realidad y juego. Barcelona,
España: Editorial Gedisa, 1999. Le Breton, D. Adolescencia bajo riesgo. Uruguay, Montevideo: Ediciones Trilce, 2003. Míguez, M.
Los pibes chorros. Estigma y marginación. Buenos Aires: Editorial Capital Intelectual, 2004.

68
biente facilitador, llegan a la adolescencia equipados con una forma personal para ha-
bérselas con nuevos sentimientos, tolerar la frustración de los propios deseos, de la
desazón y de rechazar o apartar de sí las situaciones que les provoquen una angustia
insoportable.
Si bien en el proceso de maduración, el adolescente necesita confrontar con sus
padres, enfrentar el desafío de crecer y de pensar diferente, a su vez, precisa de la con-
tención familiar que debe ser ejercida sin represalia ni venganza. Cuando los padres
abdican de este deber, hay mayor probabilidad de que el adolescente pierda toda activi-
dad imaginativa, el pensamiento creador, y la libertad para formular planes para una
nueva vida.
Hay algunos que pasan por una fase de desaliento malhumorado, durante la cual
se sienten fútiles. Entonces corren el riesgo de dejar los estudios, de tirarse en la cama,
de tener períodos de animación repentina con abuso de alcohol u otras substancias, sexo
sin cuidado, ideas suicidas, etcétera.
Si el muchacho o la chica sale de esta fase de desaliento malhumorado, es capaz
de identificarse con sus progenitores y con la sociedad sin temor a desaparecer como
individuo. Llega a ser alguien en su imaginario. En este período es de gran ayuda para
los adolescentes encontrarse con grandes ideales, en forma directa, vividos por persona-
lidades, o al menos mediante la lectura o las imágenes de grandes personas y la elabora-
ción propia. Leyendo sobre la vida de grandes personas el adolescente tiene una forma
reflexiva de encausar su vida. Si sólo ve películas acerca de ellas, el efecto que causan
los grandes héroes dura muy poco.

73.- Se debe recordar que el adolescente es un ser aislado que debe encontrar su lugar
en el mundo, al menos con un proyecto de vida, para lo que ayuda mucho tener grandes
ejemplos. Aun cuando se lanza hacia algo que puede llevarlo a una relación personal, lo
hace desde una posición de aislamiento, de previa ausencia de proyectos. Las relaciones
individuales lo van llevando, con el tiempo y los ejemplos, hacia la sociabilización.
Los grupos de adolescentes de menor edad son aglomeraciones de individuos
aislados que intentan formar un conjunto mediante la adopción de ideas, ideales, modos
de vestir y estilos de vida mutuos, como si pudieran agruparse a causa de sus preocupa-
ciones e intereses recíprocos. Constituyen un grupo si son atacados como tal, pero
cuando cesa la persecución, la agrupación reactiva desaparece. No es satisfactoria por-
que carece de dinámica interna.
El robo, la tentativa de suicidio, la depresión de un adolescente modifica la di-
námica de todo un grupo; pero el grupo modifica la conducta de los individuos. Sobre
todo cuando encontramos adolescentes sin una personalidad, sin valores y metas defini-
das, los aspectos de una conducta racional esperable disminuyen y, como dice G. Le
Bon, la estupidez se acumula.

―En la mente colectiva, las aptitudes intelectuales de los individuos se debili-


tan y, por consiguiente, se debilita también su individualidad. Lo heterogéneo
es desplazado por lo homogéneo y las cualidades inconscientes obtienen el
predominio.
El simple hecho de que las masas posean en común cualidades ordinarias ex-
plica por qué nunca pueden ejecutar actos que demandan un alto nivel de inte-
ligencia. Las decisiones relativas a cuestiones de interés general son puestas
ante una asamblea de personas distinguidas, pero estos especialistas en dife-
rentes aspectos de la vida resultan ser incapaces de tomar decisiones superiores
a las que hubiera tomado un montón de imbéciles. La verdad es que sólo pue-

69
den poner a disposición del trabajo en común aquellas cualidades mediocres
que le corresponden por derecho de nacimiento a todo individuo promedio. En
la masa es la estupidez y no la perspicacia lo que se acumula‖111.

El mejoramiento del individuo y de la sociedad deben ser simultáneos.

74.- ¿Cuál es la solución a la violencia? No hay solución alguna, salvo el tiempo y la


reflexión. Se requiere que cada adolescente de uno u otro sexo crezca y madure, con el
tiempo, hasta hacerse adulto y comprenda que la violencia es la conducta de los anima-
les.
Hay, sin embargo, factores favorables. Hay más esperanzas en la mayoría de los
adolescentes cuando tienen capacidad para tolerar su propia posición de no saber hacia
dónde ir.
Ellos adquirirán el sentido de existir mientras realizan actividades. Para que esto
suceda, es preciso que el proceso de socialización se haya desarrollado suficientemente
bien durante la niñez.
La tarea permanente de la sociedad, con respecto a los jóvenes, es sostenerlos y
contenerlos, sin esa indignación moral nacida de la envidia del vigor y la frescura juve-
nil. La curación de la adolescencia es el paso del tiempo y la maduración reflexiva que
éste puede traer. Es tolerar no saber dónde ir, adquirir el sentido de vivir, la sociabiliza-
ción adecuada y la autonomía.
La carencia de sentido en la vida produce aburrimiento y fastidio para quien
busca placer que frecuentemente confunde con felicidad. Lo que podemos hacer con faci-
lidad no nos proporciona ya el sentido del poder; es la habilidad recientemente adquirida o
el dominio de algo en que vacilábamos lo que nos hace gustar la emoción del éxito. Por esto
es por lo que la voluntad de poder es tan inconmensurablemente adaptable según el tipo de
habilidad que se practique.
La construcción y la destrucción satisfacen de consuno la voluntad de poder, pero la
construcción es, por regla general, más difícil y, por lo tanto, da mayor satisfacción a quien
la emprende. Mas cuando no se puede construir, destruir satisface esta voluntad grupal.
Como la destrucción es más fácil, los juegos infantiles comienzan con ella, y sólo pasan a
ser constructivos más adelante. Un niño que juega en la playa con un cubo quiere que las
personas mayores le hagan pasteles de arena para deshacerlos con su paleta. Pero tan pronto
como puede hacer pudines de arena por sí mismo, le encanta su trabajo y no permite que
nadie lo deshaga112. El placer no se ha conciliado aún con la felicidad, por esto también se
es más vulnerable a las adicciones.

Características del placer Características de la felicidad


Corta duración De larga duración
Visceral etérea
Se toma Se da con los otros
Puede obtener con sustancias No puedo obtenerse en sustancias
Puede experimentarse en soledad Sólo se obtiene con los otros
Esto se siente bien: quiero más Esto se siento bien: no necesito da más
En grado extremo produce adicción No hay exceso ni adicción
Mucho estímulo: produce adicción Carencia produce depresión
Mediada por la Dopamina Mediada por la Serotonina

111
Le Bon, G. La psicología de las masas. Disponible en:
https://libroweb.wordpress.com/2007/10/12/gustave-le-bon-psicologia-de-las-masas-lebon/
112
Cfr. Russel, Bertrand. On Education. Op. Cit., p. 38.

70
La violencia innecesaria, tanto física como psíquica, es un factor que incide en
forma significativa en la salud de niños y adolescentes. Las distintas formas que ad-
quiere (negligencia, abandono, maltrato físico o emocional, violencia sexual, chicos en
situación de calle, mendicidad, explotación en el trabajo, alcohol, drogas, enfermedades
de transmisión sexual) responden a los diferentes ámbitos donde transcurre la vida del
niño y del adolescente.

75.- La falta de expectativas no posibilita la generación de un proyecto de vida perso-


nal que dé sentido a las actividades de los adolescentes. Muchos de los padres de los
jóvenes actuales no han logrado una trayectoria laboral que conduzca a algún tipo de
progreso económico. Y sus hijos no pueden reconocer en sus padres el modelo de dig-
nidad personal y progreso social que conocieron sus abuelos.
Y, como en su mayoría, las familias de sectores de bajos ingresos adhieren cultu-
ralmente al modelo patriarcal, la pérdida de la figura del varón como protector ocasiona
frecuentes crisis en su estructura. La falta de empleo significa la ausencia de pertenen-
cia, la muerte social. Se disuelven los lazos familiares y aumentan los hogares encabe-
zados por madres solas. Pero aun así, numerosos adolescentes reaccionan proponién-
dose quijotescamente realizar algo grande con sus vidas, precisamente porque sus pa-
dres no lo pudieron hacer. La potencialidad de los jóvenes es incalculable y no se debe
desesperar. La historia está hecha de grandes personas que se hicieron a pesar de los
ambientes adversos. Para éstas, la adversidad es un estímulo.
La verdad es tan importante como la imaginación, pero la imaginación se desarrolla
antes en la historia del individuo, como en la historia de la raza. Una vez satisfechas sus
necesidades físicas, le interesa el juego mucho más que la realidad. La ilusión del poder los
divierte. Sería, sin embargo, excesivamente ingenuo suponer que el afán de poder es el úni-
co motivo de los juegos infantiles.

76.- Por otra parte, también es cierto que en tanto se instala en el país un mayor con-
sumismo y, entre los jóvenes, especialmente, como una forma de posicionarse en rela-
ción con la sociedad, en no pocos de ellos, es durante el transcurrir de este proceso de
desequilibrio cuando surgen los ―pibes chorros‖ o ladrones.
La imposibilidad de insertarse en el mercado de trabajo, la falta de expectativas
hace que los jóvenes tengan cierta tendencia a incurrir en la ilegalidad o a alternar entre
la ilegalidad y el empleo legal. Todo lo que se hace y se vuelve placentero genera las
bases para el surgimiento de una adicción.
Es importante generar, desde muy pequeños, el placer de vivir que surge del es-
fuerzo altruista. Lamentablemente, la violencia interpersonal y la conducta violenta de
carácter reiterativo, de generación en generación, están sumamente influidas por deter-
minantes macrosociales, como el desempleo, la inequidad en los ingresos, la falta de
accesibilidad a la educación, los grandes cambios socioculturales y de valores, maneja-
dos por los hilos de un Capitalismo salvaje que hace desechable al 25% de la humani-
dad.
La complejidad de la violencia y sus consecuencias físicas y psicológicas; sus
correlatos sociales, políticos y económicos requieren la comprensión y compromiso de
mucha gente. Ninguna disciplina tiene la solución para las causas o para las consecuen-
cias de la violencia, sin embargo, cada disciplina contribuye a su comprensión.

71
77.- Las políticas del gobierno contra el desempleo son importantes estructuralmente
para combatir el delito. Las políticas específicas del sector seguridad, que tanto reclama
la opinión pública, solo pueden tener un efecto relativo.
Los comportamientos de riesgo de los jóvenes, en la actualidad, no pueden diso-
ciarse de la crisis prolongada que se vive en las sociedades emergentes. La dificultad
propia del niño o del adolescente al ingreso en la edad adulta, la distancia cultural entre
generaciones en aumento, la confusión en los referentes de sentido y de valores de nues-
tra sociedad y un futuro que es fuente de dudas y de preocupación para jóvenes y pa-
dres. A la dificultad propia del niño o del adolescente al ingreso en la edad adulta, se
suma la confusión en los referentes de sentido y de valores de nuestra sociedad y las
incertidumbres futuras (desempleo, inestabilidad laboral, cambio acelerado de valores,
etc.).
Sin embargo, hasta las conductas de riesgo pueden tener una valoración positiva,
ya que, muchas veces, son intentos dolorosos de insertarse en el mundo. Lo esencial es
prevenirlas, y esto se dificulta si no existe diálogo, un diálogo que permita construir el
sentido de la vida, de pertenencia que dignifica.
La adicción atrapa las personas. Las adicciones a algunas conductas suelen ser
placenteras de forma natural. Al actuar las adicciones sobre los circuitos neurales que
participan en esas actividades naturales placenteras es como si ―secuestraran‖, ponién-
dolos a su servicio, esos circuitos cerebrales. Mientras afectan a esas redes neuronales
naturales, las conductas adictivas y las drogas van cambiando el cerebro de una forma
muy sutil hasta llegar un momento en que el cerebro queda ―marcado‖, sensibilizado,
por las drogas.
En realidad, estrictamente hablando, tras el consumo continuado de drogas, el
cerebro de las personas ya nunca es igual en lo que se refiere a su relación con las dro-
gas. En cierto modo, aunque la persona esté deshabituada, su cerebro sigue sensibili-
zado de forma permanente. Esa marca, esa sensibilización, es la que hace vulnerable al
sujeto para el consumo de drogas tras una abstinencia prolongada y provoca recaídas, ya
sea por el consumo de pequeñas dosis de droga, por la presencia de estímulos ambien-
tales y psicosociales asociados al consumo previo de drogas o, simplemente, por re-
cuerdos asociados al consumo de drogas. Esto explica también que las personas adictas
ya no sean nunca más libres de tomar decisiones respecto a ciertas conductas (jugar,
trabajar en forma adictivas), a consumir o no esas sustancias: son las conductas y las
drogas las que controlan su comportamiento y no las propias personas.
Esto es, aunque una persona se mantenga abstinente muchos años no debe olvi-
dar que es potencialmente más vulnerable que otra previamente no adicta, debido a la
susceptibilidad permanente que queda en su sistema nervioso central113.

El carácter fundamental del grupo familiar para el surgimiento de una persona


socializada y la prevención de adicciones

78.- Si las familias (en sus diferentes formas de constituirse) están ausentes, la socie-
dad tendrá graves problemas para la preparación de los futuros ciudadanos. La familia
es la sociedad base de toda la sociedad y es la matriz sobre la que se construye la perso-
nalidad del individuo. Dependerá del modo y tipo de funcionamiento de la familia el
grado de civilidad que termine provisto el futuro ciudadano civil.
Es de vital importancia la calidad del vínculo entre los padres, y ese vínculo, se-
cundariamente, influirá y marcará definitivamente el devenir de la estructuración psí-
quica del bebé, del niño y del adolescente.
113
Pedrero Pérez, Eduardo J. Neurociencia y adicción. Madrid, Sociedad Española de Toxicomanías, 2011, P. 29.

72
Un aspecto fundamental para evaluar por los clínicos es el referido al grado de
salud mental de los padres, ya que la posibilidad de poder vivir, crecer y desarrollarse
adecuadamente, dependerá de la capacidad de la pareja para crear y sostener en el tiem-
po un ambiente favorable y suficientemente bueno para sus hijos. Como así también,
formando parte de ese ambiente, la elección de buenos colegios y mejores profesores o
maestros, ya que ellos serán compañeros de ruta, encargados de orientar, guiar y educar
a esos niños y adolescentes durante un período muy largo de sus vidas.
Winnicott sostiene que la familia es un elemento circunscripto de una sociedad,
orientado a la tarea de hacerse cargo de la llegada de un nuevo individuo. En un ex-
tremo, tenemos al padre, la madre y el hijo, y, en el otro, recordamos las familias des-
criptas en los escritos antropológicos, donde los padres están integrados a la estructura
social a tal punto que es como si los tíos, las tías y los abuelos y los docentes, fueran
más importantes que el padre y la madre efectivos.
La idea de la familia (que puede tomar diversas formas culturales) se sustenta en
el reconocimiento de que el niño pequeño tiene, en sus inicios, la necesidad de una ver-
sión simplificada de la sociedad que pueda usar para su reconocimiento emocional bá-
sico, hasta que el desarrollo genere en él una capacidad para usar un círculo más amplio
de personas, en realidad de amplitud permanentemente mayor.
Podría definirse la madurez, como el crecimiento de la persona en relación con
la sociedad, un crecimiento apropiado a la edad del niño y adolescente que da por re-
sultado, a largo tiempo, su capacidad de asumir valores sociales sin sacrificar su capaci-
dad crítica individual.
Cabe señalar que la madurez no nos lleva fácilmente a todos a ser ciudadanos
del mundo. Se advierte que la madurez no suele llegar antes de haber dejado atrás la
adolescencia y de haber comenzado a pensar en crear una familia, por supuesto con la
colaboración de la pareja. Es fundamental estudiar a la familia en las diferentes etapas
del crecimiento, en la edad preescolar, en el período de latencia que se mezcla con la
pubertad, en la pubertad propiamente dicha y, finalmente, en la adolescencia temprana y
tardía114.

79.- Al inicio de la adolescencia la ejecución en tareas de resolución de problemas y


comprobación de hipótesis no es, todavía, equiparable a la del adulto. Tampoco planifi-
can estratégicamente una conducta como lo hace un adulto. La fluidez verbal y no ver-
bal también parece ser una función tardía, que no completa su desarrollo hasta, aproxi-
madamente, los 15 años. Durante la adolescencia continúa mejorando la velocidad de
procesamiento, el uso de estrategias y el control inhibitorio; todas estas capacidades
están relacionadas con circuitos cerebrales ampliamente distribuidos. Asimismo, los
circuitos encargados de la autorregulación todavía están madurando. Este hecho, unido
a la necesidad que tienen los adolescentes de vivir nuevas experiencias, provoca que, a
menudo, tomen decisiones erróneas y encuentren dificultad para controlar sus impulsos.
Los adolescentes, que tienen una red social adecuada y una familia estructurada, presen-
tan un menor número de problemas de conducta y de conductas de riesgo. Por lo tanto,
parece que, de nuevo, el desarrollo junto con el entorno puede estar en la base de los
cambios en el humor y el comportamiento que aparecen en la adolescencia115.
El adolescente realiza una serie de duelos fundamentales:

114
Cfr. Pasqualini, D. – Llorens, A. (Comp.). Salud y Bienestar de Adolescentes y Jóvenes. Pp. 70-71. Winnicott, D. W. «Enfoque
clínico de los problemas familiares: la Familia». Acerca de los niños. Bs. As., Paidós, 2006. Parte III, cap. 10.
115
Cfr. Pedrero Pérez, Eduardo J. Neurociencia y adicción. Madrid, Sociedad Española de Toxicomanías, 2011, P. 50.

73
- Duelo por el cuerpo infantil perdido. El adolescente experimenta el proceso de
cambio somático como algo externo que lo invade y ante lo cual permanece co-
mo un espectador impotente.
- El duelo por la pérdida del rol y la identidad infantil. El proceso adolescente lo
obliga a renunciar a la dependencia y le impone la aceptación de nuevas respon-
sabilidades. Por lo cual, en muchas ocasiones, siente que debe esforzarse para
sostener las exigencias provenientes del medio ambiente y, también, desde su in-
terior, como aspiraciones del superyó.
- El duelo por la pérdida de los padres de la infancia. Ante el crecimiento del hijo,
es común que los padres tiendan a adoptar una actitud de distanciamiento y, en
algunos casos, hasta de rechazo. A la vez, el adolescente, justamente por las vi-
cisitudes del complejo de Edipo, por un lado, tiende a buscar amparo en sus pa-
dres y, a la vez, tiende a rechazarlos y cae la idealización de ellos.
- El duelo por la bisexualidad perdida. Con anterioridad a la etapa fálica, el niño
tendía a expresar libremente la constitución bisexual humana. En la adolescen-
cia, lo habitual es que se reprima uno de los dos polos de la sexualidad, y el su-
jeto muestre una identidad homo o heterosexual. En el caso de que la figura pa-
terna está ausente real (o simbólicamente como cuando no es él el que toma cier-
tas decisiones típicamente masculinas en una sociedad), ese niño se identificará
frecuentemente con el rol más cómodo de la madre, generando luego una con-
ducta homosexual sintiendo que vive una sexualidad pasiva.

80.- Los cambios corporales que se producen durante este período se proyectan en
los cambios de la imagen que el sujeto tiene de su propio cuerpo. También aquí puede
darse la obsesión y la adicción a la perfección del propio cuerpo.
Las sucesivas representaciones psíquicas de las imágenes correspondientes a ca-
da momento de este desarrollo hacen que el sujeto se vaya construyendo un nuevo es-
quema corporal. La representación psíquica del cuerpo se modifica a partir de la per-
cepción de nuevas sensaciones intero- y exteroceptivas, relacionadas con las nuevas
funciones de los órganos genitales, con el nuevo tamaño de su cuerpo, con la mayor
capacidad motora y de fuerza, con el desarrollo intelectual, etcétera. Todo esto influido
por la distinta mirada de los otros y por el desarrollo de la propia fantasía en torno a este
proceso. Este es un logro personal: cada uno organiza su yo y el proceso educativo de
convivencia con los demás resulta ser un factor importante, en la organización social de
las personas. Las que no tienen una escolaridad prolongada y sostenida, organizarán su
yo bajo el dominio predominante de la fuerza física.
Las personas adictas a tratamientos e intervenciones de estética pasan la mayor
parte del día, acudiendo o consultando clínicas de estética, leyendo o comprando todo
tipo de productos para mantenerse jóvenes y, no pueden soportar la más mínima arruga,
―michelín‖ (obesidad androide) o flacidez en su cuerpo.
Si bien es cierto, que casi todos nos cuidamos para mantener una buena aparien-
cia y salud, es importante que nos demos cuenta que hay límites que pueden convertir el
cuidado de nuestra imagen en una obsesión que, en algunos casos, como ya hemos co-
mentado, deriva en un problema adictivo. Es importante que los tratamientos e inter-
venciones de estética no sean el único eje central de nuestras vidas y que, aprendamos
a valorarnos a nosotros mismos y a los demás, no solo por la apariencia física, sino por
otras muchas cualidades (honestidad, responsabilidad, solidaridad, esfuerzo…). Buscar
satisfacción en otras actividades (leer, pasear, quedar con amigos…) son actividades

74
necesarias que contribuyen a mejorar nuestra autoestima y favorecen que no dependa-
mos exclusivamente de nuestra imagen para sentirnos felices116.

81.- Cabe tener presente también que para aliviar el proceso de adicción a la propia
imagen no son suficientes el conocimiento y la sola reflexión sobre ese proceso. Se re-
quiere además tener muy presente el factor emocional, para intentar revertir el proceso.
Podemos plantear algunas reflexiones de indudable interés para un acercamiento
más adecuado al estudio de la motivación en los adictos: hay individuos que pueden
razonar adecuadamente sin embargo sus emociones no acompañan al razonamiento;
cuando existe un deterioro en esta necesaria integración entre pensamiento y emoción
ocurre que el dominio personal y social es el más afectado; existe una relación íntima
entre razonamiento (cerebro) y emoción (cuerpo) ya que el organismo constituido por la
asociación cerebro-cuerpo interactúa con el ambiente como un todo. Esta hipótesis re-
sulta muy sugerente para explicar las conductas adictivas por varios aspectos.
El primero de ellos hace referencia al papel que puede jugar la falta de actividad
en el lóbulo frontal que ha sido encontrada en adictos en la falta de voluntad exhibida
por estos sujetos; en segundo lugar explicaría el escaso efecto que tiene la intervención
cognitiva para lograr este objetivo ya que no basta que un sujeto sepa que algo no es
adecuado, necesita además sentirlo (igual que siento asco cuando huelo algo putrefacto
necesito sentir miedo cuando me imagino las consecuencias de la conducta adictiva); en
tercer lugar podemos establecer relaciones más sólidas entre la relación cerebro-mente;
y en cuarto lugar, debe plantearnos la búsqueda de estrategias terapéuticas que tengan
en cuenta las emociones para que se produzca un cambio estable en el individuo117. La
convivencia y cercanía de la familia con el usuario disminuye el riesgo de que un sujeto
se refugie en las drogas o en la búsqueda de placer desenfrenado118.
La capacidad de autocuidado, por dar un ejemplo, es desarrollada a partir de los
cuidados y protección prodigados por los padres desde la temprana infancia y, poste-
riormente, a través de las interacciones entre el niño y sus padres. Debido a la falta de
esta internalización, el sujeto no puede regular la autoestima o las relaciones, ni cuidar
de sí mismo. El énfasis en la intolerancia a los afectos se relaciona con fallas tempranas
en el desarrollo. La hipótesis de la automedicación se confirma por el relato de los pa-
cientes y por cómo responden a los estados afectivos intolerables vía consumo de psico-
trópicos.
De hecho, los trastornos afectivos son también una consecuencia, no sólo pre-
cursores de adicción, al igual que la conocida relación causal recíproca entre los trastor-
nos de ansiedad que llevan a la adicción y viceversa, que converge en que el abusa-
dor/adicto con vulnerabilidad narcisista tienda a sentirse abrumado por experiencias de
impotencia e indefensión. La conducta adictiva pretendidamente busca ―restaurar‖ un
sentimiento de potencia contra la vivencia apabullante119.

82.- Para una mejor comprensión de las adicciones debemos tener en cuenta la deses-
tabilización de sistemas motivacionales, la magnificación por parte del cerebro de las
señales euforizantes de recompensa y placer, sobre la valoración de los sistemas de pla-
nificación y autocontrol (habilidad metacognitiva). Se advierten fallos del sistema de
búsqueda e identificación de contextos relevantes (p. e., ilusiones de control o distorsio-
nes de sobregeneralización o sobrecategorización), infraestimación del valor de las re-

116
Consuelo Tomás. ―Me estoy obsesionando con mi imagen. ¿Dónde están los límites?‖ en Instituto Valenciano de Ludopatía y
Adicciones No Tóxicas. http://adiccionesvalencia.es/me-estoy-obsesionando-con-mi-imagen-donde-estan-los-limites/
117
Pedrero Pérez, Eduardo J. Neurociencia y adicción. Madrid, Sociedad Española de Toxicomanías, 2011, p. 60.
118
Cfr. De la Fuente, Juan Ramón. Marihuana y salud. México, FCE, 2015, p. 80.
119
Cfr. Souza y Machorro, Mario. Psiquiatría de las adicciones. Guía para profesionales de la salud. México, FCE, 2016, p. 85.

75
compensas demoradas y alteraciones del aprendizaje, que pueden llevar a desestimar
asociaciones consistentes y adaptativas o a identificar asociaciones falsas entre estímu-
los generando con facilidad una relación causa-efecto. A estos factores señalados, no
olvidemos añadir aspectos de vulnerabilidad genética y factores del neurodesarrollo que
afectan a dicha vulnerabilidad.
Hoy conocemos como el ambiente modifica la expresión genética a través de la
experiencia. Las histonas incrustadas en el ADN son la clave: si a una histona de le aña-
den radicales acetilo activan el gen y por el contrario si se le añade un grupo metilo
inactiva el gen. ¿Y quién genera radicales acetilo o el grupo metilo?: la experiencia. Es
así como el ambiente y los genes actúan y no debemos olvidar que los genes no actúan
hasta el nacimiento o en edades tempanas. Los genes son para toda la vida120.

83.- El tratamiento multimodal de las adicciones parece facilitar la detención de las


causas y posibles tratamiento de las mismas. Por mencionar sólo algunas, en la com-
prensión atención a las mismas debería tenerse presente los aspectos:
Psiquiátrico
Trastorno de conducta
Trastorno negativista desafiante
Depresión mayor
Ansiedad (situacional, evolutiva)
Trastorno de ansiedad por separación
Trastorno por estrés postraumático
Trastorno por ansiedad
Trastorno fóbico
Trastornos disociativos
Trastorno bipolar
Esquizofrenia precoz
Agitación psicótica
Trastornos por consumo de sustancias (intoxicación o abstinencia)
Conducta con búsqueda de atención o manipulativa
Psicosocial
Abuso físico o sexual
Negligencia o abandono
Aburrimiento-subestimulación
Sobrestimulación inadecuada
Privación sociocultural
Médico
Trastornos tiroideos
Agitación inducida por fármacos
Estimulantes ―recreativos‖
Estimulantes: seudoefedrina, barbitúricos, benzodiacepinas, carbamacepina, etc.
Teofilina
Problema grave prenatal o perinatal
Lesión cerebral: traumatismo o infección
Toxicidad posnatal (plúmbica u otras)
Teratogenia por exposición a etanol
Cocaína, humo de tabaco u otros
Dietético y otros
Exceso de cafeína y nicotina
120
Ídem, p. 62.

76
Hambre-desnutrición-malnutrición
Comportamiento disruptivo familiar.

77
CAPÍTULO III

LA ADICCIÓN

Qué entenderemos por adicción

1.- En español, se denomina adicción al hábito que domina la voluntad libre de


una persona, generándole una dependencia. Se trata de la dependencia dominada por
una sustancia, una relación o una conducta.
Las adicciones controlan los pensamientos y los comportamientos o conductas
de las personas, que sólo desean y obtienen placer por conseguir o realizar la cosa
deseada. Para satisfacer este deseo, los adictos pueden cometer ilícitos, distanciarse de
sus seres queridos y poner en riesgo su propia integridad, ya que pierden noción de una
realidad mayor.
La palabra adicto parece venir del latín "addictus", que significa "adjudicado" o
"heredado". Después de una guerra, los romanos hacían una "subasta" donde regalaban
esclavos a los soldados que pelearon bien. Esos esclavos eran conocidos como addictus.
Por otra parte, los plebeyos, empobrecidos a causa de las guerras, contraían deu-
das que difícilmente lograban pagar y como la ley no establecía un límite a la tasa de
interés, la situación se convertía en un verdadero abuso por parte de los patricios pres-
tamistas. Lo que sí estaba establecido por ley eran las consecuencias que sufriría el deu-
dor si no cumplía con el vencimiento de su deuda.
Dicha ley ordenaba que si el deudor no pagaba a tiempo sería adjudicado (ad-
dictus) a su acreedor y reducido a servidumbre, perdiendo su libertad. Aquí es donde la
ley utiliza el término addictus para referirse, justamente, al deudor que -por incumpli-
miento- era entregado como esclavo a su acreedor. Si entre ellos no llegaban a un
acuerdo, el acreedor podía encadenarlo durante sesenta días y alimentarlo con un mí-
nimo de 450 gramos diarios de pan. Durante este tiempo se lo llevaría a tres mercados,
donde intentaría venderlo como esclavo. Si en el tercer mercado no se lograba la venta,
entonces lo vendería en el extranjero121.
Una persona adicta es, pues, una persona dependiente, esclavizada, no libre.

2.- Es conveniente comenzar a delimitar algunos conceptos que a veces se asumen


como sinónimos. Conviene advertir la diferencia entre: a) el objeto o sustancia a la que
una persona adhiere y de la que queda esclavizada, b) de la conducta adictiva. En estas
páginas, nos referiremos principalmente a la adicción entendida como una conducta
adictiva, que es lo que nos importa desde la perspectiva educativa; y haremos, en el
anexo, algunas indicaciones sobre las drogas adictivas.
Actualmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define "droga" como
toda sustancia que, introducida en el organismo por cualquier vía de administración,
produce una alteración de algún modo, del natural funcionamiento del sistema nervioso

121
Cfr. Adicción en http://brendayenerich.escritoresdepinamar.com/etimologia-adicto/

78
central del individuo y es, además, susceptible de crear dependencia, ya sea psicológica,
física o ambas122.
La drogadicción se sustenta en una sustancia; pero existen adicciones o depen-
dencias que no son producidas por drogas.
La adicción, entonces, puede ser definida como un empuje -generado por [o en]
el ser humano, lo que lo distingue de un instinto (pulsión123, impulso, compulsión)- a
continuar reiterando una conducta seductora por lo que se genera una repetición cre-
cientemente inmanejable de ese hábito, produciendo una dependencia psíquica (y gene-
ralmente físico-química, generando ella misma la química de la adicción: dopamina,
serotonina, adrenalina, etc.) de los efectos, con consecuencias perjudiciales para el indi-
viduo y la sociedad124.
Se estima que un 25% de la población latinoamericana tiene algún problema de
adicción, lo cual es un indicador de un serio problema personal y social.
El empuje (pulsión, impulso o compulsión) indica el inicio interior de un acto en
el sujeto que realizará una acción. La dependencia indica más bien el término de la ac-
ción realizada y que ha quedado encadenada a esa realización (adicciones de conductas)
o a un objeto o droga (drogadicción). Algunos autores prefieren el término adicción al
término dependencia –siendo éste un término farmacológico– que describe solo uno de
los varios tipos de adaptación a la exposición a las drogas, comprendidos en la adicción.
Dependencia se refiere a la adaptación inducida por la droga para compensar la exposi-
ción a la misma, que se expresa por una variedad de síntomas de abstinencia cuando
cesa dicho consumo.

―Aunque las adicciones psicológicas son muy distintas unas de otras, todas
tienen un elemento común, la pérdida de control sin la presencia de una sus-
tancia química adictiva. El tratamiento psicológico aborda el buen uso de las
nuevas tecnologías, haciendo hincapié en primer lugar al tipo y naturaleza del
contenido del que se abusa, y en segundo lugar, si ese contenido se utiliza de
forma abusiva. La intervención iría destinada a factores de protección como fo-
mentar la capacidad de resolución de problemas, la autoestima, mejora de habi-
lidades sociales y el buen uso del tiempo libre‖125.

En la adicción, se alteran en el sujeto los mecanismos de regulación de las con-


ductas, especialmente aquellos que controlan las motivaciones y las emociones. La mo-
tivación representa el motor o impulso para realizar una determinada acción que, en el
caso de los adictos, no puede dejar de estimular y que se vuelve inmanejable para el
sujeto.
Ser adicto significa: no puedo parar de... dejar el cigarrillo, el café, el sexo, el
trabajo, etc. Cualquier conducta que consideremos normal y placentera podría conver-
122
Cfr. La Organización Mundial de la Salud (OMS) en http://www.oocities.org/marcelah_arg/qdroga.pdf. Cfr. Verdura E..J., Ponce
G. y Rubio G. ―Adicciones sin sustancia: juego patológico, adicción a nuevas tecnologías, adicción al sexo” en Medicine, 2011,
Vol. 10, pp. 2-8.
Droga es una voz de origen incierto, probablemente préstamo (s. xv) del francés drogue y este quizá del neerlandés drogue va-
te ‗toneles secos‘; de este, por metonimia, droga designó los productos secos contenidos en toneles. Recientemente, ha sufrido una
especialización de significado refiriéndose únicamente a los estupefacientes.
123
―En lengua alemana existen las dos palabras Instinkt y Trieb. El término Trieb es de raíz germánica, se utiliza desde muy antiguo
y sigue conservando el matiz de empuje (treiben = empujar); el acento recae menos en una finalidad precisa que en una orientación
general, y subraya el carácter irreprensible del empuje más que la fijeza del fin y del objeto. Algunos autores emplean, al parecer,
indistintamente los términos Instinkt y Trieb; otros parecen efectuar una distinción implícita, reservando Instinkt para designar, por
ejemplo en zoología, un comportamiento hereditariamente fijado y que aparece en una forma casi idéntica en todos los individuos
de una misma especie‖ (Laplanche, J. – Pontalis, J. Diccionario de psicoanálisis. Buenos Aires, Paidós, 2004, pág. 324).
124
Ver Anexo I.
125
Arias Rodríguez, Olga; Gallego Pañeda, Vanessa; Rodríguez Nistal, María José y del Pozo López, María Ángeles. ―Adicción a
las nuevas tecnologías” en Psicología de las Adicciones, Vol. 1, 2012, p. 4, en
http://www.unioviedo.es/gca/uploads/pdf/Psicologia%20de%20las%20Adicciones,%20vol.1,%202012.pdf#page=5

79
tirse en una conducta adictiva dependiendo de la intensidad, frecuencia o cantidad de
pérdida de dominio de sí.
Los elementos característicos de una adicción son:
a) La pulsión o imponente deseo o sentimiento de compulsión para obtener
placer llevando a cabo una conducta particular, sobre todo cuando la opor-
tunidad para realizar la conducta no está disponible.
b) Deterioro en la capacidad para controlar dicha conducta, especialmente en
su comienzo, mantenimiento o nivel en que ocurre.
c) Sensación de malestar y alteración del estado de ánimo cuando cesa la con-
ducta o no es posible realizarla.
d) Mantenimiento de la conducta placentera, a pesar de la evidencia clara de
graves consecuencias indeseadas126.

El consumo ilimitado de drogas (como la nicotina, el alcohol, la cocaína, la anfe-


tamina y los opiáceos) conduce fácilmente el circuito de recompensa a un ciclo adicti-
vo porque liberan directamente dopamina o prolongan su presencia en las sinapsis. Va-
rios circuitos en el sistema de recompensa se adaptan a estos medicamentos y exigen
dosis más altas127. En las adicciones a conductas, las satisfacciones que estas comportan
llevan a intensificarlas repitiéndolas: se satisface momentáneamente lo deseado pero
luego de cierto tiempo, reaparece la necesidad de repetirlas compulsivamente.
Los investigadores de la adicción ahora reconocen que el consumo compulsivo
de alimentos ricos y drogas elevadoras de dopamina comparten los mismos circuitos y
crece la sospecha de que lo mismo ocurre con otros comportamientos compulsivos (co-
mo la adicción al juego, la pornografía y las compras).
Las personas que pueden ejercer sus diversas habilidades, especialmente aque-
llas para las que tienen un talento innato, tienen más probabilidades de obtener recom-
pensas suficientes de forma natural y, por lo tanto, evitan quedar atrapadas en conduc-
tas adictivas.
Antes se pensaba que la experiencia del placer era suficiente para inducir a la
gente a seguir buscando una sustancia adictiva. Pero nuevas investigaciones sugieren
que la situación es más compleja. La dopamina no solo contribuye a la experiencia del
placer, sino que también desempeña un papel en el aprendizaje y la memoria -dos ele-
mentos claves en la transición de consumir algo a convertirse en adicto-128.
La vulnerabilidad genética contribuye al riesgo de desarrollar una adicción. Los
estudios de gemelos y adopción muestran que alrededor del 40% al 60% de la suscepti-
bilidad a la adicción es hereditaria. Pero el comportamiento juega un papel clave, espe-
cialmente cuando se trata de reforzar un hábito. Cada uno de nosotros tiene que tomar
decisiones acerca de si realizamos algo que queremos hacer o no (por ejemplo, desear
comer un chocolate pero no hacerlo para evitar consecuencias negativas en el mediano
plazo). A veces, esto no se puede controlar, pero son más las veces que uno puede. En
las personas que son adictas este control es muy difícil. En los comportamientos com-
pulsivos fallan los frenos del cerebro, aquellos que deberían ejercer el control cogni-
tivo129.
Las estructuras neuroanatómicas que rigen el comportamiento motivado y que se
afectan con el uso de drogas, se agrupan en el denominado sistema límbico, y participan
tanto en el procesamiento de los fenómenos agudos de recompensa que las drogas acti-
126
Cfr. Ortiz-Tallo, Margarita. Psicopatología clínica. Adaptado al DSM-5. Madrid, Pirámide, 2013, p. 133.
127
Cfr. Sterling, Peter. ―Otra forma de pensar las enfermedades prevalentes‖ en IntraMed,
https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoid=94229
128
Cfr. Manes, Facundo. Usar el cerebro. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Planeta, 2014, p. 183
129
Ídem, p. 184.

80
van, como en los fenómenos de neuroplasticidad y aprendizaje que el uso crónico pro-
voca130.
Las drogas son sustancias activadores de circuitos que procesan la motivación
sobre la base de expectativas; son estimulantes del comportamiento para la resolución
de una necesidad, emoción, que ha desequilibrado la homeostasis emocional. En este
sentido, la expectativa de premio de un ludópata, por ejemplo, no se diferenciaría de la
gratificación dopaminérgica inducida químicamente por la cocaína. Específicamente, la
ludopatía produciría cambios en las mismas regiones frontales y límbicas del cerebro
que en el caso de los cocainómanos. En el caso de la compulsión a la comida, se ha ob-
servado un déficit de dopamina en individuos obesos que puede perpetuar patológica-
mente la tendencia a comer en exceso como medio de compensar la decreciente activa-
ción de estos circuitos131. Cuando hablamos de compra compulsiva, se ha observado
que el comportamiento cerebral es similar al de la ludopatía y cocainómanos. En la de-
nominada adicción al sexo o donjuanismo, el mecanismo neurobiológico es muy similar
al de los cocainómanos, comparten el mismo circuito y, por lo tanto, el mismo déficit
inhibitorio conductual132.
La frecuencia adecuada de las relaciones sexuales no las marca nadie más que la
pareja. Lo que sí está claro es que, cuando el deseo de mantener relaciones sexuales es
demasiado frecuente y la búsqueda de satisfacción del mismo ocupa gran parte del día a
día, o interfiere de forma significativa trayendo consigo consecuencias negativas, es
muy probable que hablemos de adicción al sexo. El perfil de la persona adicta al sexo se
define por su comportamiento, el cual es fruto de sus deseos. De forma general, la per-
sona adicta al sexo mantiene una actividad sexual excesiva, habitualmente promiscua e
incontrolada, lo que sucede más frecuentemente en los varones: en éstos, el sexo se
desea primero y el afecto se logra después; lo contrario de lo que suele suceder en las
mujeres.
Además, la adicción al sexo suele presentar las siguientes características: Varón
joven (en el caso de las mujeres recibe el nombre de ‗ninfomanía‘); aparecen problemas
de control de impulsos, falta de concentración, etcétera. La satisfacción o placer sólo la
obtiene el adicto en el momento, sintiéndose posteriormente culpables por haber mante-
nido la relación persistente en su conducta a pesar de las consecuencias negativas. Tiene
pensamientos sobre temas sexuales casi de forma constante y de manera intrusiva. No es
capaz de controlar su impulso sexual. Promiscuo, su conducta sexual es ocultada me-
diante engaños, mentiras. Frecuentemente recurre a la masturbación, encuentros con
desconocidos, cibersexo, pornografía, prostitución. El tiempo dedicado a la búsqueda de
sexo le puede llevar al aislamiento, además de traerle problemas económicos y familia-
res. Suele tener baja autoestima. Presenta malestar similar al síndrome de abstinen-
cia cuando no consigue mantener relaciones sexuales.

130
Cfr. Pereira, Teresa. Neurobiología de la adicción. Revista de Psiquiatría del Uruguay, Agosto 2009, Vol. 73, Nº 1, pp. 11-12.
131
Actualmente se ha comenzado a considerar que es un paso importante empezar a considerar a la obesidad como una adicción,
aunque es interesante variar el foco de esa adicción y considerar a la obesidad no tan sólo como una adicción a la comida, sino como
una adicción al exceso de comida. Entonces pasaríamos de considerarla una adicción a una sustancia (la comida) a considerarla una
adicción a un acto, a una conducta (el excederse en la comida).
132
El adicto al sexo, para Griffin-Shelley, habría perdido su capacidad de elección o libertad. Su experiencia se convierte para
muchos de ellos en obsesiva. Este autor considera que dentro del sexo y el amor habría unas personas que tienen un gran miedo y
evitación a los encuentros románticos y/o sexuales, mientras que otros, por el contrario, estarían muy preocupados por la sexualidad
y/o el amor. Esto implicaría que para cualquier conducta habría un estado normal o social, un estado inexistente o de evitación y un
estado de alta implicación que acarrearía problemas, en cuyo nivel extremo puede llegar a arruinar la vida del sujeto. Cfr. Griffin-
Shelley, E. (Ed.). Outpatient treatment of sex and love addicts. Westport, CO/Londres, Reino Unido, Praeger, 1993.
Cfr. De Sola Gutiérrez, José; Rubio Valladolid, Gabriel; Rodríguez de Fonseca, Fernando. ―La impulsividad: ¿Antesala de las
adicciones comportamentales?‖ en Salud y drogas, 2013, vol. 13, núm. 2, p. 149. Sánchez Zaldívar, Silvia - Iruarrizaga Díez, Itziar.
―Nuevas Dimensiones, Nuevas adicciones: La Adicción al Sexo en Internet‖ en Psychosocial Intervention, vol. 18, núm. 3, diciem-
bre, 2009, pp. 255-268.

81
3.- Las adicciones son un síndrome constituido por un conjunto de signos y sínto-
mas característicos. El origen de las mismas es multifactorial, entre los que podemos
mencionar factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales.
Algunos síntomas característicos de las conductas adictivas son:
a.- Daño o deterioro progresivo de la calidad de vida de la persona, debido a las
consecuencias negativas de la práctica de la conducta adictiva.
b.- Pérdida de control caracterizada por la práctica compulsiva de la conducta
adictiva.

―Hay que señalar que mientras las impulsiones se guían más por estímulos ex-
ternos, es decir, el ambiente tiene una gran influencia en la conducta del sujeto;
en las compulsiones la conducta responde más a estímulos internos, como la
ansiedad o los pensamientos obsesivos. Por eso, en las conductas impulsivas
son eficaces las terapias basadas en el control estimular: los sujetos suelen fun-
cionar bien en centros aislados donde no están expuestos a situaciones relacio-
nadas con el consumo y en general se les recomienda que eviten situaciones de
riesgo como forma de prevenir las recaídas. En cambio en las conductas com-
pulsivas (como sucede en el trastorno obsesivo-compulsivo) el control estimu-
lar resulta más complicado, precisamente porque estos sujetos responden a es-
tímulos internos, como la inquietud por el deseo de consumir para huir del dis-
placer‖133.

c.- Negación o autoengaño que se presenta como una dificultad para percibir la
relación entre la conducta adictiva y el deterioro personal.
d.- Uso a pesar del daño, lo cual se manifiesta como la práctica continuada de la
conducta adictiva. Este daño es tanto para la persona como para los familiares.

Dado que una adicción suele generar (sobre todo al inicio) un aumento de placer
o satisfacción en el adicto, y no un dolor o malestar como sucede con las enfermedades,
se discute frecuentemente acerca de si se puede llamar enfermedad a una adicción. Aho-
ra bien, si por enfermedad entendemos etimológicamente (in-firmitas) la pérdida de la
firmeza (física, o psicológica o moral) de una persona por la falta de dominio sobre sus
conductas, entonces una persona adicta podría llamarse enferma.
Estudios demuestran que existen cambios neuroquímicos involucrados en las
personas con desordenes adictivos y que, además, es posible que exista predisposición
biogenética a desarrollar estas enfermedades.
Puede desarrollarse adicciones tanto a sustancias psicotrópicas como a activida-
des y hasta relaciones, generándose, como hemos dicho, conductas adictivas. Algunos
casos de adicciones que podemos mencionar son causadas por sustancias psicotrópicas,
como el alcohol, la cafeína, la nicotina y diferentes tipos de drogas, ciertos alimentos o
componentes comestibles; y de conductas adictivas a los juegos de azar, al trabajo, a las
relaciones interpersonales, por ejemplo en ciertas relaciones de pareja, al sexo (ninfo-
manías, andromanía, etc.), al maquillaje, a la velocidad, al riesgo, al pensamiento, a las
compras, a la televisión, a los videojuegos, al celular, al ordenador, a Internet, a los telé-
fonos móviles, a la religión y sectas, etc.134
La adicción a lo religioso, de lo cual se obtiene dolor (por los sacrificios realiza-
dos) y placer (o recompensas para el otro mundo), también es posible y tiene la ventaja
133
Pedrero Pérez, Eduardo J. Neurociencia y adicción. Madrid, Sociedad Española de Toxicomanías, 2011, P. 52.
134
Cfr. Gonzáles, Matías; Guadagna, Maximiliano; París, Tomás; Parra, Sol. ―Adicciones‖. Disponible en:
http://www.monografias.com/trabajos12/adicci/adicci3.shtml. Nizama Valladolid, Martín. ―Innovación conceptual en adicciones.
(Primera parte)‖. Revista de Neuro-Psiquiatría, vol. 78, núm. 1, 2015, pp. 22-29 Universidad Peruana Cayetano Heredia Lima, Perú.

82
de que raramente se la vería como socialmente inaceptable. Algunas personas religiosas
pueden llegar a ser notablemente despreciadoras de la vida, fanáticas, fundamentalistas,
psicópatas135.
El papel de tres neurotransmisores se activan cuando hay dolor o placer impli-
cado: las endorfinas, la serotonina y la dopamina. La participación de la serotonina y la
noradrenalina en el dolor es bien conocida y también se ha demostrado el papel funda-
mental de la dopamina en este proceso, aunque no son sus únicas funciones. La seroto-
nina juega un papel muy importante en el humor, ansiedad, sueño, conducta alimentaria
y sexual, entre otras. La dopamina, por su parte, media el placer y la motivación en el
cerebro. Por su parte, las beta-endorfinas son neuropéptidos involucrados en el manejo
del dolor, con efectos parecidos a la morfina y también se involucran en los circuitos de
recompensa en la alimentación, bebidas, sexo y comportamiento materno.
Lo importante es que las tres, dopamina, endorfina y serotonina, están además
vinculadas con la experiencia religiosa. En su artículo ―‗Espiritería‘: Cómo produce el
cerebro experiencias religiosas y místicas‖, el catedrático español Francisco Rubia re-
fiere:

―El neurocientífico estadounidense Arnold Mandell, actualmente profesor emé-


rito de psiquiatría de la Universidad de California en San Diego, publicó un libro
titulado Toward a Psychobiology of Trascendence (Hacia una psicobiología de
la trascendencia), en el que decía que tanto las anfetaminas, como la cocaína y
otras drogas alucinógenas constituían un puente farmacológico hacia la trascen-
dencia, porque disminuían la síntesis de serotonina, un neurotransmisor cerebral
que inhibe las estructuras límbicas del lóbulo temporal con la consecuente hiper-
actividad por desinhibición de esas estructuras que producen las experiencias es-
pirituales, numinosas, divinas místicas o de trascendencia‖.
Y agrega: ―La serotonina inhibe las neuronas que contienen dopamina, otro
neurotransmisor cerebral implicado en estas experiencias, por lo que una reduc-
ción de la actividad de la serotonina aumenta por desinhibición la descarga de
las células que contienen dopamina‖136.

Como se dijo, la dopamina está implicada en la experiencia religiosa y hay estu-


dios que lo certifican. Un gen receptor de la dopamina, el DRD4, se asocia de manera
significativa a medidas de espiritualidad y auto-trascendencia; además, pacientes con un
exceso de esta hormona tienen un aumento de su espiritualidad y religiosidad. Y los
fármacos que la bloquean disminuyen estas creencias.
En tanto, las endorfinas son elaboradas por el cerebro en situaciones de estrés o
de riesgo extremo, ya que sus efectos son sedantes e inhibitorios de las fibras que
transmiten el dolor, por lo que crean una sensación de bienestar. También provocan
euforia y estados placenteros alterados de conciencia137. La humanidad ha usado sustan-
cias psicoactivas desde sus inicios y muchas de ellas son de origen vegetal, de las que se
abusa, como el alcohol, que es un derivado natural de la descomposición de material

135
Cano Roncagliolo, Gonzalo. Del uso de la religión para la perversión: una mirada psicoanalítica al caso de Marcial Maciel.
Lima, PUCP, Perú 2014, en: http://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/handle/123456789/5676. Se suele definir a la conducta psicópata
con las siguientes características: los psicópatas se presentan como personas encantadoras y con gran carisma, pero que utilizan ese
encanto para seducir y atraer a sus víctimas. Personas que a través del sexo, la violencia y el poder (premios y castigos) controlan a
los demás para así satisfacer sus propias necesidades ególatras. Los psicópatas carecen de conciencia y empatía, es decir, son inca-
paces de ponerse en los zapatos del otro, toman lo que quieren y hacen lo que les place, violando las normas sociales sin culpa o
remordimiento alguno, faltándoles las cualidades que les permiten a las personas vivir en armonía con sus semejantes (Estrada
Loyo, Eduardo. Ciencia UANL / AÑO 15, No. 58, Abril - Junio 2012, p. 90).
136
Rubia, Francisco. La conexión divina. La experiencia mística y la neurociencia. Madrid, Crítica, 2002, p. 123.
137
Cfr. Mena, Patricia Arca y Massutti Llach. Gustavo. ―Posible explicación neurocientífica a los tatuajes religiosos‖ en
http://www.tendencias21.net/Posible-explicacion-neurocientifica-a-los-tatuajes-religiosos_a42198.html

83
orgánico como son las frutas y los granos; pero las conductas adictivas son menos per-
cibidas, al no conllevar un objeto material que las identifique.

4.- Entendemos por conductas adictivas solo aquellas que en el sentido clínico cum-
plen los criterios comentados y que motivan al sujeto a buscar tratamiento por la inca-
pacidad que ello les produce en su vida cotidiana138.
Los humanos pueden generar adicciones, y quedar adictos, prácticamente a casi
todo objeto o conducta. Freud, por ejemplo, afirmaba poseer dos tipos de adicciones:
una al cigarrillo; y otra, contraída después de la muerte de su padre, a coleccionar es-
culturas de todo tipo. En este caso, la adicción parece manifestar el placer, o el placer y
dolor, que reemplaza o transforma una ausencia que se necesita139.
Junto a 1) los efectos intrínsecos de la droga y los cambios neuroadaptativos que
produce en la biología del sujeto; 2) las características ambientales en que viven el su-
jeto a la adicción, se agregan 3) factores propios de cada paciente que hacen posible
tanto el proceso hacia la dependencia como las recaídas. Los tres factores interactúan y
se retroalimentan, aunque en las conductas adictivas, (brevemente dicho, adicciones),
falte el integrante sustancia-droga.

―Todos estos fenómenos neurobiológicos permiten comenzar a comprender


la adicción como pérdida de libertad y también como producto de la interac-
ción entre genes y ambiente. Dicha interacción provoca cambios cerebrales
neuroadaptativos, responsables de las conductas adictivas. No se nos escapa
que la complejidad del fenómeno de la adicción hace que su comprensión inte-
gral requiera la complementariedad rigurosa de múltiples disciplinas y modelos
explicativos‖140.

Las adicciones implican pues interacciones entre: a) lo psicológico: la libertad de


las personas, b) lo biológico: sus genes (genética y epigenética), y c) lo social: el am-
biente social.

5.- No obstante, parece constatarse que las causas que promueven los primeros con-
sumos difieren de las que determinan el mantenimiento de la administración de la droga
o repetición de una conducta. Aunque la realización de una conducta o el consumo ini-
cial y recreacional puede ser voluntario y libre (querido y elegido), cuando la adicción
se desarrolla, esta capacidad de elección y control se interrumpe marcadamente.
En estas páginas queremos detenernos más bien en los aspectos que refieren al
sujeto de las adicciones, al problema de la educación y al dominio del sí mismo. El pro-
blema de las adicciones es, en efecto, un problema mucho más amplio y sutil que el del
marcado por lo biológico y la drogadicción. Se trata también de un proceso de aprendi-
zaje y desaprendizaje individual y social, una deficiencia en el proceso educativo, si por
educación entendemos el logro de la libertad (autodeterminación) y responsabilidad
sobre los propios actos, en una convivencia social.

138
Fernández-Montalvo, Javier. ―Adicciones sin drogas: características y vías de intervención‖ en:
http://www.researchgate.net/publication/242573131_adicciones_sin_drogas_caracteristicas_y_vias_de_intervencion
139
Cfr. Vázquez Barrile, Liliana y Donghi Alicia. La relación de Freud con las drogas. Disponible en:
www.sexovida.com/psicologia/freud2.htm
140
Pereira, Teresa. Neurobiología de la adicción. Revista de Psiquiatría del Uruguay, Agosto 2009, Vol. 73, Nº 1, p. 21-22.

84
Realidad socio-política

Interacción Drogas-sustancias:
Sujetos de Obje-
Adicción: compulsión, drogadicción.
adicciones: tos
seductora e inmanejable,
Personas de
a continuar reiterando Conductas (o com-
individuales adic-
una conducta lo que portamientos) que
en la socie- ciones.
genera dependencia y se vuelven adicti-
dad.
falta de control. vas.

Realidad biológica y psicológica

6.- La adicción es una conducta (una forma de conducirse de la persona) que tiene
como característica común y central la pérdida de control y de dominio sobre esa con-
ducta. Ahora bien, si definimos a la persona educada (entre otras cosas) por su capaci-
dad de autonomía y control de sí misma, entonces estaremos de acuerdo en que las adic-
ciones son indicadoras de una carencia en el proceso continuo de educarnos.
El proceso de educarnos está fuertemente ligado al proceso de liberarnos de las
adicciones.
La persona con un comportamiento o una conducta adictiva no tiene control so-
bre esa conducta, además de que la misma le produce, seductoramente, dependencia,
síndrome de abstinencia y una incidencia negativa muy importante en su vida, que va a
ser, en muchos casos, la causa de que acuda en busca de tratamiento o le fuercen a bus-
carlo.
Se definió como elementos característicos de una adicción:

1)- Una carencia de placer y un fuerte deseo o un sentimiento de compulsión pa-


ra llevar a cabo la conducta particular (especialmente cuando la oportunidad de
llevar a cabo tal conducta no está disponible) para cubrir esa carencia;
2)- la capacidad deteriorada para controlar la conducta (especialmente, en térmi-
nos de controlar su comienzo, mantenimiento o nivel en el que ocurre);
3)- malestar y estado de ánimo alterado cuando la conducta es impedida o la deja
de hacer; y
4)- persistir en la conducta a pesar de la clara evidencia de que le está produ-
ciendo graves consecuencias al individuo141.

La mayoría de los autores que tratan estos temas están contestes en caracterizar
las conductas adictivas como:
a).- Consistentes en un impulso cuya expresión explícita se concreta en un acto
de comportamiento que no se puede controlar, e implica cuatro componentes
básicos de la impulsividad: 1) incapacidad de planificación y previsión, 2) baja
capacidad de control ante la frustración y perseverancia en el placer, 3) bús-
queda de nuevas y constantes experiencias y 4) urgencia, entendida como la

141
Becoña Iglesias, Elisardo y Cortés Tomás, Maite [Coordinadores]. Manual de adicciones para psicólogos especialistas en psico-
logía clínica en formación. Valencia (España), Socidrogalcohol, 2011, p. 15.

85
tendencia a actuar a consecuencia de estados emocionales intensos positivos o
negativos142.
b).- Conductas que se repiten a intervalos temporales más o menos espaciados,
c).- que se originan o se acompañan de trastornos y alteraciones funcionales o
somáticas del sujeto que las padece,
d).- con una clara repercusión en el contexto o entorno en el que desarrolla su
vida, siendo particularmente importantes los efectos sobre la estabilidad fami-
liar y laboral del sujeto adicto.

Cuando diversas neuronas se activan al mismo tiempo en respuesta a una expe-


riencia, acaban conectadas entre sí formando una red. Y cuando una experiencia se re-
pite una y otra vez, intensifica y refuerza las conexiones entre estas neuronas. Por eso, si
se activan juntas, acaban conectadas.
Lo que podemos hacer es ayudar a nuestros hijos a dotar de sentido a sus viven-
cias para que estos retos tengan más probabilidades de ser codificados conscientemente
en el cerebro como «experiencias de aprendizaje», más que como asociaciones incons-
cientes o incluso traumas que los limiten en el futuro. Cuando los padres analizan expe-
riencias y recuerdos con sus hijos, estos suelen acceder mejor a los recuerdos de los
episodios.
Los niños cuyos padres les hablan de sus sentimientos también desarrollan una
inteligencia emocional más sólida, por lo que tienen más facilidad para percibir y com-
prender sus propios sentimientos y los de los demás. Las neuronas que se activan juntas
permanecen conectadas, cambiando el cerebro cambiable.

7.- Toda adicción da lugar a una alteración existencial generalizada que se caracte-
riza por la presentación de una importante preocupación ansiogénica del sujeto para
alcanzar la meta o conseguir la sustancia o el objeto adictivo, lo que le promete pla-
cer. Practicar una actividad o conducta adictiva es una forma de adquirir seguridad, de
evadir problemas, de evacuar frustraciones, problemas personales o estados emociona-
les (tristeza, ansiedad, depresión, alegría, euforia).
Una gran mayoría de consumidores manifiesta tener control sobre el ejercicio de
sus adicciones. Ellos dicen que las pueden dejar cuando quieran; sin embargo, cuando
desean salir de ellas, se dan cuenta de que se hallan atrapados y que requieren ayuda
profesional.
Podríamos, entonces, descomponer el proceso motivacional de la conducta adic-
tiva en dos secuencias básicas, que son: primera, la tensión ansiogénica (fase apetitiva)
y, segunda, el placer, la sensación inicialmente agradable cuya cuantificación es ilimi-
tada (con sumatoria nunca alcanzable totalmente) y termina siendo esclavizante.
Ambas fases convergen en un común denominador que es el objeto o alimento
adictivo, que opera en la praxis como un objeto cognoscitivo, primeramente enigmático,
seductor; pero que, luego, toma el poder de la voluntad que era libre y ese objeto (que
no es siempre una droga o sustancia; sino que puede ser una cierta imagen, idea o con-
ducta deseada) se hace autoritario, prepotente y totalitario. Esto convierte al sujeto que

142
Ídem, p. 146. Hogart L. (2011). The role of impulsivity in the aetiology of drug dependence: reward sensivity versus automaticity
en Psichopharmacology. 2011, Vol. 215, 567-580.
―Dentro del espectro impulsivo hay una serie de trastornos asociados a delitos: la ludopatía (vinculada a robos, hurtos y estafas), el
trastorno explosivo intermitente (con implicación principalmente en lesiones), la cleptomanía (relacionada con hurtos) y la piroma-
nía (incendios). Como norma general, dejando de lado comorbilidades y/o la patología dual, los trastornos del control de los impul-
sos no suponen una afectación de las capacidades cognitivas y volitivas, por lo que el sujeto es plenamente imputable. Sólo en casos
de elevada gravedad, en trastornos como la ludopatía. la cleptomanía y la piromanía, puede llegar a verse afectada la capacidad de
dirigir la conducta conforme a la norma, por lo que se pueden apreciar disminuciones de la imputabilidad‖. Ortiz-Tallo, Margarita.
Psicopatología clínica. Adaptado al DSM-5. Madrid, Pirámide, 2013, p. 176.

86
buscaba placer y que ahora padece en un auténtico servidor, hasta tal punto que las pro-
pias preocupaciones, ideas, juicios, razonamientos y fantasías se subordinan a este ele-
mento de enganche143.
Mas no se debería confundir placer con felicidad:

Placer Felicidad
Es de corta duración Es de larga duración
Visceral y localizable Etérea y global
El placer se toma La felicidad se da con los otros
Puede obtenerse con sustancias No puede obtenerse en sustancias
Puede experimentarse en soledad Sólo se obtiene con los otros
Esto se siente bien: quiero más Esto se siente bien: no necesito da más
En grado extremo produce adicción No hay exceso ni adicción
Mucho estímulo: produce adicción La carencia produce depresión
Mediada por la Dopamina Mediada por la Serotonina

8.- El estudio de la adicción no es una cuestión solamente médica (o farmacoló-


gica), o solamente psicológica, sino pluricausal, también filosófica en cuanto afecta al
ser humano en su dimensión personal y social.
En una adicción lo que falla es la libertad de acción, entendida como el poder de
decidir y actuar (o de no actuar) de acuerdo con las determinaciones de la voluntad no
necesitada, por lo que es el sujeto el que debe decidir.
En el proceso de adicción, el deseo se agiganta y se convierte en un ansia incon-
trolable, irrefrenable e incontenible y que se lleva a cabo en forma de acto impulsivo sin
contar con el poder de la libertad del sujeto ante sí mismo, que es lo que constituye la
matriz psicológica de las enfermedades denominadas adicciones.
Como dijimos, el radical básico de las adicciones consiste en un impulso invo-
luntario que no se puede controlar, que se repite con intervalos no muy largos y que se
acompaña de efectos nocivos sobre la vida personal o sobre el entorno familiar y labo-
ral.
Mas la libertad de decisión se da en un contexto social y en una persona con
condicionamientos y transformaciones biológicas inconscientes. No solo aprende el ser
humano consciente, sino también las neuronas aprenden inconscientemente y las neuro-
nas espejo responden espontáneamente ante lo ya visto o vivido. Hasta las bacterias
aprenden y se comunican información de modo que algunas de ellas pueden resistir a
los efectos delos antibióticos144. Es, pues, un simplismo estimar que la persona dejará la
adicción libremente adquirida cuando consciente y simplemente quiera hacerlo (volun-
tarismo).

―Las neuronas dopaminérgicas pueden detectar una gratificación y aprenden


a repetir futuras experiencias de gratificación por la memoria y el condiciona-
miento generado en el momento en que se transitó el consumo.
Puede así utilizar la experiencia vivida para seleccionar, preparar y ejecutar
conductas dirigidas a concretar metas relacionadas con la producción de pla-

143
Cfr. Gómez Jarabo, Gregorio - Alonso Fernández, Francisco. ―Consideraciones psicobiológicas sobre las adicciones alimenta-
rias‖ en Salud Mental, vol. 24, núm. 2, abril, 2001, pp. 16-17.
144
―Una parte de este proyecto tiene que ver con aislar nuevos antibióticos, ya que hoy en día estamos en una crisis de los antibióti-
cos. Los que hemos desarrollado a lo largo de estos últimos años ya no son efectivos, porque las bacterias aprenden a sobrevivir a
esos antibióticos y se traspasan información genética que les permite resistir‖ (Harry Díaz. ―Recorriendo la península Antártica‖
Boletín antártico chileno 36 / 1 , p. 13).

87
cer‖145.

9.- Las adicciones son conocidas también como enfermedades de la negación. Esto
se debe a que el sujeto adicto tarda largo tiempo en admitir que ya no es libre; sino que
está afectado por una patología. Las adicciones son, primeramente, experimentadas por
el propio sujeto como un fenómeno de autorrealización; como algo, por lo tanto, que si
bien se inicia como una seducción, se desarrolla en su propio interior, como algo propio.
Tener una adicción implica tener una la conducta dependiente del adicto a una
variable estimulatoria independiente, como, por ejemplo, a un fármaco, a un alcaloide o
a una droga, o a una actividad, legal o ilegal, como la alimentación, la televisión, el ro-
bo, uso del celular, el impulso a incendiar, a tener sexo, etc. Tanto desde el origen latino
de la palabra, como desde el término inglés actual addiction, (que significa sumisión a
alguien, o sea, entrega a un amo), se pasa hoy a designar la adicción como la conducta
impulsiva incontrolable (coacción, apremio), dirigida hacia un objeto o conducta deter-
minados, que se repite con intervalos más o menos prolongados.
El proceso de educación consiste precisamente en el control de los impulsos y en
el dominio de nosotros mismos. Las instituciones educativas (familia, escuelas, socie-
dades deportivas, etc.) solicitan y requieren una convivencia donde cada socio sepa con-
trolarse y colaborar con los demás. Esperar, pensar, decidir después de reflexionar (co-
mo lo exige, por ejemplo, la lectura y la compresión) es lo que se va logrando en esas
instituciones y lo logra no por una imposición irracional, sino por convencimiento, pu-
diendo resistir la seducción de un placer inmediato y fácil de lograr, para obtener luego,
mediante el proceso de educación, una satisfacción a más largo plazo y más beneficiosa.
El proceso educativo no implica rechazar el placer inmediato por nada a cambio: no es
una tortura, una exigencia absurda, sino una autoexigencia inteligente.

10.- Parece difícil comprender que, en una época en que se aprecia tanto la libertad,
las personas lleguen lenta y conscientemente a perderla, intercambiando menos libertad
por más placer, más acelerado, más frenético y masivo.
En la balanza de valores, el placer básicamente físico es apreciado más que los
placeres psicológicos, afectivos o espirituales. De todos modos, la adicción es el sín-
toma de una necesidad profunda y -casi siempre- oculta, de una carencia, de un vacío
en la vida cotidiana, tan seductor que, una vez probado y reiterado, resulta ser difícil
suprimirse (dado que se generan los químicos del placer); más aún cuando no existe
otro valor superior en la vida del adicto que justifique cambiar un placer al que se está
adicto por otro que se pueda dominar. El objeto de la adicción (droga, juego, comida,
compras, deporte, trabajo, sexo, tecnologías, depresión, deseo exorbitado de inmortali-
dad capaz de herir a otros, etc.) es un problema secundario con relación al sujeto cuya
voluntad libre corre el riesgo de quedar placenteramente atrapada.

11.- Entonces entendemos que el "adicto" es un "esclavo" de hábitos que lo dañan


como persona y como ciudadano. Al ser un hábito es algo adquirido, y no innato e
inevitable.
Las conductas adictivas son esclavizantes. Se caracterizan por la capacidad que
tienen para producir gratificación inmediata o alivio de algún malestar. Por esto, es fácil
que terminen por generar dependencia, es decir, un patrón de comportamiento desadap-
tativo, que conduce a un deterioro global y esclavizante de la persona146.
145
Pereira, Teresa. Neurobiología de la adicción. Revista de Psiquiatría del Uruguay, Agosto 2009, Vol. 73, Nº 1, p. 17. Alvano S,
Zieher LM. Cambios Adaptativos Neuronales. Adicción a drogas. En: Psiconeurofarmacología Clínica y sus bases neurocientíficas.
Buenos Aires: Gráfica Siltor, 2003, 3ª edición.
146
―¿Qué se entiende por conducta adictiva?‖ en: http://vivirsinadiccioneshgo.blogspot.com.ar/2010/10/sabias-que-se-entiende-por-

88
Pero ¿puede haber adicciones positivas? Si consideramos la adicción como "afi-
ción" a algo gratificante y no esclavizante; y la persona no se ve obligada por ello a re-
nunciar a otras formas de obtener placer, el amor (deseo, dopamina y recompensa, eufo-
ria, obsesión, etc.; o abatimiento, y su opuesto el odio), el ejercicio físico o el deporte,
por ejemplo, podrían ser consideradas como hábitos o adicciones positivas; pero esta
acepción nos llevaría a confundir las conductas. Aún así, por ejemplo, también se ha
descrito la vigorexia, como una forma de dependencia del gimnasio. Todo lo que genera
dependencia suprime o limita compulsivamente la libertad; y no genera, en consecuen-
cia, una conducta humana deseable147.
Un sujeto con dependencia presenta un patrón de consumo caracterizado por un
deseo intenso de emplear la sustancia o repetir ciertas acciones y la incapacidad de sus-
pender o moderar su uso, tolerancia, abstinencia, abandono de otras fuentes de placer,
incremento en el tiempo dedicado al consumo de la droga, o a recuperarse de sus efec-
tos, así como el empleo persistente de la sustancia a pesar de las consecuencias que tie-
ne sobre su salud y sobre el deterioro en su funcionamiento.
Cuando no se puede parar de realizar una conducta; cuando no se la puede dejar
de repetir y suprime o aminora la dependencia de la libertad nos hallamos ante una per-
sona adicta, aunque socialmente no parezca dañosa para los demás, y por esto se la lla-
me a veces adicción positiva. La persona que vive angustiada por la inmortalidad, por el
temor al fin de la vida y realiza conductas neuróticas (cumplir angustiada y ritualmente
ciertas conductas religiosas, tratar de imponer a otros ese mismo estilo de vida, bajo
pena de vérselas con la culpa, etc.) no puede considerarse una conducta positiva. Luego
volveremos sobre este escurridizo tema.
Es cierto que hay personas que prefieren el placer a la libertad; que eligen una
esclavitud cómoda ante que decisiones riesgosas. Hay personas que sólo encuentran
placer en el menor esfuerzo, o en estómago lleno, como si hubiesen nacido para ser es-
clavos obsequiosos que no conocen el gozo de la libertad y del esfuerzo.
Sólo se puede combatir a las drogas (que son esclavizantes) si se tiene a la liber-
tad como al primer valor humano.

12.- En este contexto se advierte que, como mantener la libertad implica esfuerzo
constante, las personas pueden desfallecer ante esta exigencia de esfuerzo y ceder parte
de su libertad, para obtener seguridad o descanso y felicidad.
Como los seres humanos somos débiles, es admisible que, posiblemente, todas
las personas, tengamos algún tipo de adicción a lo que nos hace la vida más agradable,
aunque sea por poco tiempo. En este sentido amplio, existe todo tipo de adicciones:
adictos al trabajo (lo que hace olvidar otras preocupaciones y sentirse placenteramente
productivo y esperanzado en un futuro mejor); adictos al razonar, a creer en la razón, en
la verdad fanáticamente148, en la causalidad (hábito que traemos desde nuestra infancia

conducta.html
147
―Las drogas psicoestimulantes son sustancias capaces de reducir los umbrales de alerta o de vigilia e inducen dependencia.
Incluyen anfetamínicos, alcaloides naturales como la cocaína y las metilxantinas. La dependencia se manifiesta por fenómenos de
base neurobiológica como son la sensibilización y la tolerancia. La neurobiología de la sensibilización se conoce con más detalle e
incluye dos fases: una de inducción inicial y otra de consolidación o expresión. En la fase de inducción desempeñan un papel crítico
el circuito mesocorticolímbico dopaminérgico y la neurotransmisión dopaminérgica y de glutamato en el tegmento ventral. Los
psicoestimulantes inducen un incremento en la actividad de dopamina en el tegmento ventral del mesencéfalo, facilitada por despo-
larización neuronal, y estimulan receptores D1 presinápticos que ocasionan una mayor liberación local de glutamato, lo que a su vez
estimula aún más las neuronas de dopamina del área tegmental ventral (ATV), constituyendo estos hechos un ciclo fundamental en
la inducción de la sensibilización. En la fase de expresión se crean hábitos adictivos de conducta por cambios permanentes en el
bucle corticoestriatoamigdalino. Todo ello lleva a una adicción consolidada, considerada una forma de aprendizaje anómalo, y a
una pérdida de control sobre la conducta por parte del adicto. La transición desde el consumo controlado de droga hasta el hábito
compulsivo depende de modo crítico de la pérdida del control ejecutivo de la corteza prefrontal sobre el estriado dorsal‖. Fernández-
Espejo, E. ―Neurobiología de la adicción a psicoestimulantes‖ en http://www.neurologia.com/pdf/Web/4303/w030147.pdf
148
La adicción a la verdad no permite ser crítico. Ser crítico trae consecuencias. Las personas críticas pueden quedar solas o ser
maltratadas, denigradas: los fanáticos no se unen a quienes piensan de manera diferente. Cuando piensas como ellos, los fanáticos

89
y nos posibilita dar sentido a las cosas y acontecimientos); adictos al amor, al sexo, a
diversas comidas, al teléfono móvil (no-mo-fobia), adicto a la vida inmortal (fama per-
manente), etc.
La notoriedad de la drogadicción no nos deja ver, a veces, otros tipos de adiccio-
nes, que también quitan o disminuyen la libertad de las personas, pero como presentan
un aspecto positivo, altruista, no parecen dañosas. La adicción al amor o al trabajo ra-
ramente se verá como algo negativo y supresor de la libertad de las personas adictas a
ellos.
José Ortega y Gasset149 (1927) señala que el amor es sentirse encantado por otro
ser que nos produce una ilusión íntegra y el sentirnos absorbidos por ella hasta la raíz de
nuestra persona, como si nos hubieran arrancado de nuestro propio fondo vital y vinié-
semos trasplantados a él, con nuestras raíces vitales en él. El amor es un sentimiento de
agrado hacia otra persona que se manifiesta por la comprensión, la complicidad, el en-
tendimiento, la pasión; en definitiva, por las habilidades de convivencia.
Algunos estudiosos se preguntan si el amor puede llegar a causar adicción, y la
respuesta más clara es que constituye un vehículo ideal para la adicción porque puede
demandar la conciencia de una persona, sus emociones, pensamientos y voluntad libre.
Así, una relación es adictiva cuando produce daño y perjudica la salud física y emocio-
nal sin que sea posible librarse de ella. Así como el adicto a una sustancia tóxica nece-
sita y tolera cada vez más esa sustancia para poder funcionar, las personas ―adictas al
amor‖ soportan cantidades increíbles de sufrimiento en las relaciones que establecen,
intentando evadir la sensación de sentirse solas. Cuando una persona ve a otra con el
objetivo de llenar un vacío, la relación rápidamente se vuelve el centro de su vida. Ello
le ofrece un consuelo que contrasta agudamente con su experiencia del momento, por lo
que la busca cada vez más, hasta el punto de necesitarla a cada momento. Cuando una
exposición constante es necesaria para hacer la vida soportable, se ha creado una adic-
ción. Los adictos al amor son aquellas personas para quienes el afecto desempeña el
mismo papel que los sedantes o los estimulantes. Son incapaces de retribuir amor y sólo
experimentan una apremiante necesidad de ser amados. El adicto al amor sufre la ab-
sorción por su pareja la mayor parte de su vida; se distancia de sus amigos y familiares
y hasta puede descuidar sus responsabilidades laborales por intentar permanecer junto al
otro, a quien idealiza, disculpándole y justificándole pese a que atenta reiteradamente

(que, por ejemplo, se aferran a un texto sagrado) te consideran su hermano; cuando tienes otra forma de pensar, te consideran un
renegado. El fanatismo brota en la tierra de la soberbia de creerse moralmente superior a los demás o elegido más que los demás,
poseedor de la verdad única, temeroso de que le quiten su seguridad, empeñado en defender a su dios indefenso148.
El fanatismo es un intento compulsivo, ciego por escapar de la soledad, el deseo de establecer vínculos afectivos con
otras personas que creen sus iguales, disminuyendo así el miedo a la libertad y la soledad a la vez. La persona fanática no duda ni un
momento en ostentar la verdad en su poder y no necesita cuestionársela. No le importan las críticas, simplemente no le interesan. Se
une al grupo creyente al cual pertenece, se encierra en su mundo y lo demás le tiene sin cuidado. La palabra fanático proviene
etimológicamente del latín ―fanum” un término que hace referencia a un templo o lugar sagrado, dentro del mismo contexto religio-
so fanaticum se refiere a alguna persona exaltada, una atribución que afecta a cualquier persona poseída por alguna inspiración
divina.
El fanatismo es, básicamente, un ahorro de energía psicológica. Para entenderlo hay que analizar las sensaciones que
producen las dudas. Una persona que experimenta dudas en una situación determinada (por ejemplo, al razonar) se encuentra en la
necesidad de realizar una elaboración compleja; debe buscar las distintas posibilidades, estudiarlas, medirlas, sopesar los factores
que pueden intervenir, observar el problema desde distintos puntos de vista, calcular las posibilidades de triunfar o fracasar. Durante
ese proceso la psique trabaja mucho, se experimenta una sensación de inseguridad, las acciones son más lentas y la incertidumbre
produce cierto temor. Da igual de qué duda se esté hablando, desde la más compleja, a la más simple. Como es lógico, a mayor
trascendencia de la duda mayor es la tensión que se produce y más fuertes son las sensaciones de incertidumbre, inseguridad, lenti-
tud de las acciones y temor.
El fanatismo ahorra todo esto, propone al psiquismo una solución rápida, contundente, eficaz. El fanatismo elimina la in-
certidumbre en su totalidad. Como consecuencia produce una idea de unidad, de coherencia personal que refuerza el mecanismo; el
fanático se siente seguro y su seguridad refuerza el fanatismo (retroalimentación); además este sentimiento le ayuda a integrarse en
un grupo con el que se identifica y que le acoge con entusiasmo. En síntesis, desde un punto de vista psicológico el fanatismo supo-
ne un gran ahorro de tiempo y energías. Cfr. Rogeli Armengol Millans. “El fanatismo, una perversión del narcisismo. Sobre el
origen y la acción del superyó, reflexiones morales‖, Psicoanálisis XX (1); 11-36, 2008.
149
Ortega y Gasset, J. (1927). ―La elección del amor‖. En Obras Completas, V. Madrid, Revista de Occidente, 1927, pp. 591- 602.

90
contra su dignidad150.
El deseo de la inmortalidad puede convertirse también en la adicción a la inmor-
talidad originada en el placer de vivir, y fortificada con la reiteración de ese placer, hace
inaceptable la sola idea de la mortalidad como característica típica de los seres huma-
nos. Sólo una persona que no sienta el placer y la urgencia de vivir, ni la esperanza ur-
gente de poder obtenerlo, de alguna forma, en el futuro, no se vuelve adicta la idea de
inmortalidad. El adicto a la inmortalidad se enfurece contra todo el que sostenga una
idea contraria, como a todo adicto que se le quita una droga, se volverá agresivo inte-
lectual, moral o físicamente151.
Además de los temores típicamente humanos en todos los tiempos, se dan adic-
ciones temporales y locales, propias del medio con el que interactúan las personas. En
tiempos con poca movilidad y comercio, el opio fue una adicción posible sólo en lugar
donde existía esta sustancia.
Si distinguimos y calificamos a las adicciones: a) como negativas a aquellas que
resultan ser destructivas (física, intelectual o moralmente) para las personas; y b) como
―positivas” a aquellas que aparecen como promovedoras de beneficios sociales e indi-
viduales, entonces, las adicciones más peligrosas podrían ser las adicciones positivas.
Las adicciones negativas se manifiestan prontamente y terminan destruyendo a quienes
las tienen y a su entorno del cual viven; pero las adicciones con manifestaciones positi-
vas, no aparentemente destructivas en primera instancia, pueden dañar por largo tiempo
a las personas portadoras y a su entorno, antes de ser detectadas. Los adictos al pensa-
miento (personas que lo racionalizan todo, lo categorizan todo, reprimiendo el ámbito de
las emociones), los adictos a cierto estilo de amor, (por ejemplo, que creen que la feli-
cidad solo puede alcanzarse junto con la otra persona, por lo cual se ilusionan y pro-
yectan futuros) se muestran como personas con conductas deseables y socialmente be-
neficiosas. El proceso de enamoramiento en estos casos generalmente ocurre muy rá-
pido, como un ―flechazo amoroso‖. Los adictos, en este caso, confunden deseo y amor
con dependencia y adicción152.
El problema radica en que el adicto, al ser capaz de entregar todo por la otra per-
sona, niega sus propias necesidades y deseos. Asimismo, oculta sus sentimientos de
dolor, rabia o sufrimiento por ser considerados como una posible causa de perder a su
pareja. Es por eso que, aún en situaciones de violencia o de conflictos, los adictos al
amor hacen todo lo posible para mantener la paz y evitan la confrontación.
El mayor miedo es el miedo al abandono, así como también el miedo a ser inde-
pendientes. El adicto siempre tiene una carencia que no logra dominar. La propia repre-

150
Retana Franco, Blanca Estela; Sánchez Aragón, Rozzana. ―Construcción y validación de una escala para medir adicción al amor
en adolescentes‖ en Enseñanza e Investigación en Psicología, vol. 10, núm. 1, enero-junio, 2005, pp. 131.
151
La posición filosófica de Pomponazzi que no admitía la inmortalidad del alma intelectiva humana fue condenada por la Iglesia,
en 1513 (Concilio Ecuménico XVIII, Lateranense V): ―Approbante Concilio, damnamus et reprobamos omnes asserentes, animam
intellectivam mortalem esse, aut unicam in cunctis hominibus…‖: ―Aprobándolo el Concilio, condenamos y reprobamos a todos los
que afirman que el alma intelectiva es mortal, o la única en todos los hombres juntos‖. DENZINGER. Enchiridion Symbolorum,
definitionum et Declarationum de rebus fidei et morum. Barcelona, Herder, 1997, p. 357.
152
Retana Franco, Blanca Estela; Sánchez Aragón, Rozzana. ―Construcción y validación de una escala para medir adicción al amor
en adolescentes‖ en Enseñanza e Investigación en Psicología, vol. 10, núm. 1, enero-junio, 2005, pp. 127-141. ―La adición al amor
es un sentimiento de fragmentación, vacío, desesperación, tristeza y extravío que la persona cree que sólo puede remediar a través
de su conexión con algo o alguien fuera de sí. La dimensión de alivio alude a la tranquilidad y confort experimentado al tener cerca
al ser amado. La persona, para vivir, requiere el consuelo como algo esencial y deshacerse así de cualquier malestar. Al igual que en
las adicciones a sustancias químicas, se observan síntomas psíquicos y físicos que sólo se alivian cuando se restablece el contacto
con el ser amado (adictos al contacto). Por su parte, el factor celos tiene que ver con el temor de que el ser amado pueda preferir a
otra persona, llegándose a sentir un profundo dolor si eso sucediera. Debido a ese temor, la persona siente una pérdida de control y
deseos continuos de vigilar al otro‖ (p.139).
Los aspectos no adictivos de una relación aborda cuestiones de independencia emocional respecto del ser amado. Fromm, escri-
biendo sobre el arte de amar, indica que una relación saludable y amorosa no debe basarse en una necesidad imperiosa por el otro
sino en el crecimiento constante, que no quebranta a las personas implicadas ni la relación, y que respeta los intereses personales sin
obligar a un acercamiento frenético. Cfr. Alberoni, F. El primer amor. Barcelona, Gedisa, 2007. Gaja, R. El síndrome del amor.
Barcelona, Planeta, 2010. Schaeffer, B. ¿Es amor o es adicción? México: Promexa, 2014.

91
sión de sentimientos conlleva a la necesidad de vivir a través de los sentimientos del
otro. Sin embargo, los adictos nunca se sienten satisfechos con la devolución de amor;
constantemente desean y piden más. Como viven a través de la vida de su pareja, creen
que poseen control sobre ella e intentan perfeccionarla153.
Por debajo de las adicciones siempre subyace la difícil tarea de ser una persona
feliz, sin egoísmos y sin altruismos que la dominen. El dominio de sí (dominus actuum
suorum) es, en nuestro modo de pensar, lo que caracteriza a una persona humana y la
distingue de un individuo y de una bestia.

13.- ¿Cuándo puede considerarse que una conducta ha generado una adicción?
Si admitimos la hipótesis que las acciones humanas son causadas por necesida-
des, por carencias insatisfechas, reales o ficticias, entonces encontramos la gran fuente
de adicciones: el temor compulsivo a perder lo que se tiene y que otorga placer o tran-
quilidad; o el temor compulsivo a no lograr lo que no se tiene pero que se desea poseer.
Las personas desapegadas de los bienes materiales no parecen tener adicciones a sustan-
cias materiales, aunque esto no asegura que no puedan ser adictas a ciertas creencias y
rituales que les aseguran el logro de la felicidad última (nirvana, extinción, cielo, etc.).
Las adicciones se inician como conductas placenteras (porque inicialmente ale-
jan de un dolor o prometen un placer, incluso en las situaciones sadomasoquistas); pero
posteriormente, en un plazo variable para cada una de ellas, esclavizan al sujeto, que se
siente obligado a repetirlas, a pesar del malestar posterior que les están ocasionando.
Se habla de adicción cuando la conducta implica tanto al sujeto (al que conduce
a la dependencia) como a la presencia de un objeto (físico, social, conductal) que seduce
compulsivamente. En esa situación, la persona reduce progresivamente su campo de
intereses y sus obligaciones, de manera que la conducta adictiva termina por acaparar su
vida. La adicción -por definición- implica la pérdida de la libertad, por lo que la adic-
ción adquiere un carácter pernicioso.

14.- Como ya dijimos, existen datos específicos que caracterizan la dependencia para
cada conducta adictiva, ya sea a sustancias (drogas) o al resto de comportamientos. Más
el perfil del adicto tiene un círculo vicioso común a todas ellas, integrado con la si-
guiente secuencia:

. Primera fase: Aparece el impulso apetitivo, que se refleja en el ansia por conseguir
un objeto o conducta. El comportamiento está subordinado al objeto adictivo; es
el deseo.
. Segunda fase: Es la clave para definir la adicción, y se caracteriza por la compulsión
o tensión creciente y la ansiedad generada, hasta que aparece la conducta consu-
matoria.
. Tercera fase: Se integra con la anterior y la complementa, puesto que se caracteriza
por la recompensa y el refuerzo. Esta fase es, claramente, la de instauración, como
se ve por los mecanismos nerviosos que moviliza. Implica reacciones interactivas
tanto físico-químicas (dopamina, serotonina, adrenalina), como psicológicas (re-
cuerdos, creencias, fantasías, etc.).
. Cuarta fase: Se caracteriza por el sentimiento de culpa y de remordimiento, y podría
coincidir con la depleción o el descenso de la liberación de dopamina en el meca-
nismo de refuerzo. Esta fase se atenúa cuando la conducta adictiva se realiza en

153
Cfr. Fundación Manantiales. http://www.manantiales.org/otras_adicciones_al_amor.php

92
grupo o masa o manada, en el que aparece un pseudo altruismo154.
. Quinta fase: Reaparece la compulsión adictiva en función del tiempo. A partir de
entonces, las siguientes fases son: la aparición de los efectos nocivos, la salida fa-
cilitada por la terapia y las posibles recaídas.

15.- Sin admitir totalmente la concepción del positivismo conductista, las adicciones
pueden explicarse, en buena parte, mediante la concepción que B. F. Skinner da para
entender el origen, el fortalecimiento y la conducción (conductismo) de las conductas
humanas. Según Skinner, el hombre es un organismo, como el animal, pero desarrolla
conductas -el pensar, por ejemplo- que son distintas de las del animal, por lo que resulta
tan peligroso inventar el concepto de mente para explicar este desarrollo como querer
identificar al nombre con el animal. El pensamiento es explicado por Skinner (sin negar
necesariamente los conceptos metafísicos o interiores del hombre), con un recurso a los
reforzadores de las respuestas del hombre.
Todo lo que sea una actividad aparentemente personal (pensar, querer, ser libre)
puede concebirse como independiente del ambiente que refuerza una conducta. Al no
verse el estímulo exterior y concreto que refuerza una conducta como es el pensar, la
gente cree que es libre de pensar o de querer. ―La aparente falta de causa inmediata en el
comportamiento operante ha llevado a la invención de un hecho iniciador. Se dice que
el comportamiento empieza cuando la persona desea actuar‖155. El conocimiento (por
ejemplo, la formación de un concepto universal) se explica relacionándolo no con el
hombre considerado como una causa interior libre que capta lo esencial o común de la
cosa y deja o prescinde de lo accidental. No es el hombre la causa eficiente de la discri-
minación entre lo esencial y lo accidental, sino el ambiente es el que con sus contingen-
cias reforzadoras premia con el éxito y con la utilidad, o con el fracaso, las conductas de
los que advierten o dejan de advertir los aspectos comunes de los refuerzos.

16.- El ambiente, con sus refuerzos positivos o negativos (premios o castigos; utilida-
des o desventajas), nos enseña a discriminar, a pensar, a elegir. Por esto mismo, el
aprendizaje también depende del ambiente y no solo del hombre interior o autónomo.
Aprender es, ante todo, la conducta que el ambiente genera y que consiste en volver a
emplear las conductas que en el pasado fueron premiadas con el éxito por las conse-
cuencias que le siguieron.
El concepto de motivación se refiere a la cantidad de trabajo que un sujeto reali-
za para obtener un reforzador. La recompensa es la sensación gratificante que se presen-
ta una vez alcanzada la meta establecida (reforzador). Por lo mismo, el nivel de motiva-
ción que un sujeto exhibe es proporcional a la potencial recompensa que el individuo
predice que obtendrá.
La selección de una conducta para obtener un reforzador que restituya la ho-
meostasis del organismo está matizada por el valor que tiene el reforzador (sistema de la

154
Ya Le Bon y S. Freud marcaron este hecho al hablar de la psicología de las masas. ―El individuo integrado en una multitud,
adquiere, por el simple hecho del número, un sentimiento de potencia invencible, merced al cual puede permitirse ceder a instintos
que, antes, como individuo aislado, hubiera refrenado forzosamente. Y se abandonará tanto más gustoso a tales instintos cuanto que
por ser la multitud anónima, y en consecuencia, irresponsable, desaparecerá para él el sentimiento de la responsabilidad, poderoso
y constante freno de los impulsos individuales… Dentro de una multitud, todo sentimiento y todo acto son contagiosos, hasta el
punto de que el individuo sacrifica muy fácilmente su interés personal al interés colectivo, actitud contraria a su naturaleza y de la
que el hombre sólo se hace susceptible cuando forma parte de una multitud…
Así, pues, la desaparición de la personalidad consciente, el predominio de la personalidad inconsciente, la orientación de los
sentimientos y de las ideas en igual sentido, por sugestión y contagio, y la tendencia a transformar inmediatamente en actos las ideas
sugeridas, son los principales caracteres del individuo integrado en una multitud. Perdidos todos sus rasgos personales, pasa a
convertirse en un autómata sin voluntad‖ (Freud, Sigmund. Psicología de las masas y análisis del yo. www.elortiba.org, Pág. 3 y 4).
155
Skinner, B. About Behaviorism. New York, Knorph, 1974. Hay edición castellana (Barcelona, Fontanella, 1977,), pp. 57, 202-
203. Cfr. Daros, W. R. ―La educación o la conducta científica y heterónoma del hombre, según el pensamiento de B. Skinner‖ en
Revista Española de Pedagogía. Año XLIV, nº 173, julio-septiembre 1986. Disponible en: www.williamdaros.wordpress.com

93
recompensa) y la aversión y ansiedad que produce el no obtener el reforzador (sistema
de defensa). El valor reforzante del estímulo dependerá de las necesidades internas del
organismo; por ejemplo, el hambre aumenta el valor reforzante de los alimentos. Así, el
reforzador que aumenta la probabilidad de que el sujeto exhiba la conducta que le per-
mitirá obtener dicho reforzador es un reforzador positivo, mientras que el que aumenta
la ocurrencia de una conducta que lo aleja del reforzador es un reforzador negativo. La
llamada ―ley del efecto‖ indica que la probabilidad de que una conducta ocurra depende
de sus consecuencias.
Las drogas de abuso ejercen sus efectos reforzantes debido a que estimulan el
sistema de recompensa. En animales de experimentación se ha observado que la admi-
nistración de diversas drogas aumenta los niveles de dopamina. Este efecto reforzador o
placentero deriva en que el sujeto perpetúe aquellas conductas dirigidas a continuar con
la administración de la sustancia. La anticipación de la recompensa asociada a la droga
conduce a una estado de ―apetencia‖ o ―síndrome de carencia‖, consistente en un deseo
intenso por emplear la sustancia en cuestión. Eventualmente la exposición repetida con-
duce a cambios en el funcionamiento del sistema nervioso central.
Las drogas de abuso actúan sobre el ―sistema de recompensa‖ e inducen la libe-
ración de dopamina, mecanismo que contribuye a la sensación de placer que se presenta
después de su consumo.
El fenómeno de tolerancia es una adaptación que presenta el cerebro ante la pre-
sencia repetida de una droga. Se asocia con la reducción de receptores en algunas áreas
y cambios fisiológicos en los circuitos cerebrales, de forma que el cerebro ya no res-
ponde a la administración de una sustancia como lo hizo la primera vez. Cuando se
desarrolla tolerancia, el sujeto incrementa la administración de la sustancia, de forma
que hay un escalamiento en la dosis requerida para provocar el efecto deseado.
Eventualmente el cerebro se adapta a funcionar en presencia de la droga, y la au-
sencia de la misma conduce a un estado de abstinencia que se caracteriza por la presen-
cia de ansiedad y diversos síntomas físicos, por lo que el sujeto experimenta un estado
adverso que lo lleva a consumir nuevamente la sustancia156.
Por desgracia, el estudiante no aprende con el sólo hecho de que se le muestren o
se le digan las cosas. Algo que es esencial a su curiosidad natural o ansia de aprender se
está echando de menos en las escuelas: lo que, hablando técnicamente, se llama "refor-
zamiento positivo". En la vida diaria, el estudiante mira, escucha y retiene cosas en su
memoria porque de ello se siguen ciertas consecuencias. Aprende a mirar y a escuchar
de unos modos especiales que facilitan la recordación porque es reforzado para retener
lo que ha visto y oído exactamente igual que el reportero de un periódico anota y re-
cuerda lo que ve y oye porque le pagan para informar de esas cosas 157. En esta concep-
ción del hombre, la educación no consiste en una actividad autónomamente lograda y
estructurada por el sujeto, utópicamente libre, como agente principal de su aprendizaje.
En la concepción skinneriana, la educación es fundamentalmente una conducción hete-
rónoma, controlada y exterior, que por la cultura y también por la enseñanza específica,
gradualmente y con reforzadores apropiados, refuerzan las conductas que el alumno
aprende y que se convertirán en adicciones si generan un placer luego incontrolable, y
que después, aunque se desee (o le cause dolor) no podrá abandonar fácilmente, por lo
que seguirá intentando aprender.

17.- La educación en general y la adicción en particular son aquí procesos neta y to-

156
Cfr. De la Fuente, Juan Ramón. Marihuana y salud. México, FCE, 2015, pp. 92-93.
157
Skinner, B. (1968) The Technology of Teaching. New York, Appleton, 1968. Hay edición castellana: 1973, Barcelona, Labor, p.
114.

94
talmente heteroestructurantes, que no pasan primeramente a través de una actividad au-
tónoma causada por la persona que aprende, sino a través de una enseñanza social con la
que el ambiente seduce, conduce y controla, con refuerzos apropiados, la conducta de
los seres humanos. Ese ―ambiente‖ no es algo neutro (simplemente ―la cultura‖), ni una
mano invisible que quiere el bien de todos, sino que está constituido por personas con-
cretas socialmente interesadas en conducir a las demás personas de una u otra manera
(recuérdese lo dicho sobre el proceso ideologizador).
Skinner advierte que el sujeto interior (la libertad espiritual) -aunque exista- no
es controlable. Lo controlable son las respuestas de los sujetos en relación con los ob-
jetos o con el medio que los condicionan y terminan determinando sus respuestas me-
diante refuerzos que los sujetos reciben del ambiente. El hombre es, pues, un individuo
que posee una herencia biológica que lo hace activo dentro de su especie; y es influen-
ciado, seducido y controlado por medio del ambiente (sociopolíticamente organizado)
que gratifica o frustra las respuestas o conductas.
Existe entonces:

1.°) Un condicionamiento biológico incondicionado o innato, y


2.°) Un condicionamiento condicionado; éste, a su vez, puede ser:
a) operante que actúa sobre la voluntad consciente del individuo en forma posi-
tiva (reforzando y gratificando las acciones del individuo que la sociedad desea
que se reproduzcan), o en forma negativa (castigando las acciones indeseables
del individuo);
b) reflejo o involuntario, del cual hablaron los primeros conductistas (al ver un
alimento que fue delicioso en el pasado, espontáneamente lo deseamos).

Los individuos pueden ser conducidos individualmente de compañero a compa-


ñero, de amigo a amigo; o bien masivamente como puede suceder en los encuentros
masivos, con slogan adecuados, con música seductora, y biológicamente con la ayuda
de neuronas espejo que llevan espontáneamente a reproducir lo que se ve u oye.
Las adicciones proceden por seducción, esto es, por un refuerzo positivo ini-
cialmente placentero sobre ciertas conductas que luego se volverán incontrolables,
compulsivas, quedando cautiva la voluntad libre.

―El reforzamiento positivo es una amenaza especial. Las técnicas aversivas son
toleradas, en parte, porque al fin de cuentas fallan, tomando su fracaso la recon-
fortante forma de resistencia y rebeldía. Podemos justificar la coerción ejercida
sobre un estudiante porque él tiene derecho a resistirse y rebelarse contra ella. En
cambio, el conducirle a estudiar a base de medidas positivas parece ser especial-
mente insidioso, pues así no es posible que se rebele... `No hay sojuzgación tan
perfecta -decía Rousseau- como la que conserva la apariencia de la libertad, pues
de este modo se hace cautiva a la volición misma... La ocupación del niño, su jue-
go, sus placeres, sus penas, ¿no están estas cosas en vuestras manos y sin que él lo
sepa? Indudablemente, él ha de hacer sólo lo que quiera, pero habrá de querer ha-
cer solamente lo que vos queráis que haga: no dará un paso que no hayáis pre-
visto; no abrirá la boca sin que sepáis lo que va a decir´‖158.

Debemos recordar que las acciones humanas -incluidas las adicciones- tienen
una triple faz: a) el sujeto, b) las acciones y c) los objetos de las acciones. Ninguna de
estas tres fases, por si solas, explica las acciones humanas ni las adicciones. Las adic-
158
Skinner, B. The Technology of Teaching, p. 256.

95
ciones son acciones esclavizantes, compulsivas, que pueden comenzar a generase tanto
por el impacto de los objetos (consumidos o vistos), como por la debilidad de los suje-
tos humanos que ceden ante la seducción, curiosidad o placer (individual o socialmente
relevante, prestigioso, completante de carencias, prometedor de placer) que generan las
conductas vistas y seductoras; y, que una vez practicadas en forma reiterada, resultan
ser placenteramente inmanejables para los sujetos.

¿Qué tipos de adicciones existen?

18.- Según Martín Nizama Valladolid,

―La adicción es una enfermedad única y presenta cuatro tipos:


1.- Química.
a) Sustancias legales: alcohol, nicotina, psicofármacos, ketamina, cafeína, etc.
La ―teoría de la puerta de entrada‖ postula que el empleo de sustancias sigue
un orden jerárquico, en el cual las primeras drogas que se consumen son el al-
cohol y el tabaco, a las que se agrega el consumo de marihuana y después el
de otras drogas ilegales.
b) Sustancias ilegales: pasta básica de cocaína (PBC), cocaína, crack, ma-
rihuana, opio, heroína, éxtasis, gammahidroxibutirato (GHB), dietilamida de
ácido lisérgico (LSD), etc. Tanto a nivel mundial como en América y el Cari-
be, la marihuana es la sustancia ilícita que se consume con mayor frecuen-
cia159.
c) Sustancias industriales: inhalables (solventes, pegamentos, combustibles).
d) Sustancias folklóricas: San Pedro, ayahuasca, floripondio, etc.

2.- Conectiva: videojuegos, redes sociales, navegación en Internet, etc.


3.- Lúdica: juego de apuestas o de azar: casinos, tragamonedas, máquinas chi-
nas, bingo, hípica, billar, etc.
4.- Social: teleadicción, adicción a la velocidad (vehículos), a robar (cleptoma-
nía), a la música estridente, a mentir (mitomanía), al trabajo, al poder, a la
pareja, al sexo (ninfomanía); la obsesión y adicción a la búsqueda de la per-
fección personal (santidad), de la fama, de la imagen del propio cuerpo, al
dinero y actividades de alto riesgo‖160, vigorexia, ortorexia, etc.

―La ortorexia es un cuadro obsesivo-compulsivo caracterizado por una


extremada apetencia y selección de alimentos considerados saludables. Este
ritual conduce con frecuencia a una dieta restrictiva y un aislamiento social
compensatorio. Las personas adscritas a esta tendencia evitan obsesiva-
mente los alimentos que contienen o podrían tener colorantes, conservantes,
pesticidas, ingredientes genéticamente modificados, grasas poco saludables
o contenidos excesivos en sal, azúcares y otros componentes. La forma de
preparación de los alimentos y los materiales utilizados para ello también
son parte del ritual obsesivo. Las personas con tendencia ortoréxica a me-
nudo tienen antecedentes o rasgos comunes con los pacientes que padecen
anorexia. Son personas meticulosas, ordenadas, con una exagerada necesi-

159
De la Fuente, Juan Ramón. Marihuana y salud. México, FCE, 2015, p. 62.
Nizama Valladolid, Martín. ―Innovación conceptual en adicciones. (Primera parte)‖ en Revista de Neuro-Psiquiatría, vol. 78,
160

núm. 1, 2015, pp. 22-29 Universidad Peruana Cayetano Heredia Lima, Perú.

96
dad de autocuidado y protección‖161.

Nosotros hemos reducido, por razones didácticas, estas cuatro categorías a dos,
como mencionamos arriba: adicciones químicas y adicciones sociales.
Las adicciones son conductas impulsivas adquiridas de las personas hacia un ob-
jeto placentero que las seduce y las hace dependientes. El objeto que las seduce no es
siempre una sustancia o droga (drogadicción); sino que -hoy se advierte- es también y
frecuentemente un objeto psicológico y/o social (tener una determinada conducta que
produce primeramente placer, que incluso puede ser masoquista, como en la depresión
adictiva), sin un objeto químico externo. En estos casos, la química (dopamina, seroto-
nina, adrenalina) que produce el placer, y la adicción por el refuerzo, la genera el mismo
sujeto, quedando el sujeto atado en su propia telaraña, en un círculo vicioso.
Resumiendo nuevamente, se dan, pues, como mencionamos y simplificando las
cosas, adicciones químicas legales como adicciones al alcohol, al tabaco, al café, a los
fármacos, al azúcar (que está generando la epidemia de diabetes tipo II162) etc.; e ilega-
les: al opio, al cannabis, a la cocaína, etc., que genera adictos por herencia biológica163;
y adicciones sociales legalmente no prohibidas: a la alimentación, al sexo en un con-
texto legítimo, a las compras, a la vida eterna, a las tecnologías164, etc.; e ilegales: al
robo, al incendio, al estupro, a la paidofilia, al jaqueo en Internet, etc.
Dado que la raíz de las adicciones, salvados los factores hereditarios y sociales,
se halla en a) en un déficit de dominio de la voluntad libre sobre sí mismo, b) ante un
placer seductor, repetido y reforzado por el estímulo placentero, algunas de las adiccio-
nes sociales tienen una particular afinidad por asociarse con las adicciones químicas. Y
viceversa: éstas una vez instaladas generan su nicho social, como sucede en las adiccio-
nes al juego, al trabajo, al robo. Se da el caso de personas que, sin tener necesidades
económicas, no obstante, no resisten ser adictas al placer que el juego, el trabajo o el
robo les producen. Por otra parte, las adicciones sociales se generan con particular faci-
lidad sobre el terreno de un trastorno limítrofe de la personalidad que no teniendo un
proyecto de vida claro, atractivo, deja a la persona a la deriva de los vendavales de los
placeres.
La actividad normalizada (lo convertido en norma) es uno de los máximos expo-
nentes de riesgos de la psicopatología moderna y postmoderna pues fácilmente se puede
pasar del uso al abuso. Sobre todo, el alimento (azúcar, chocolate165, etc.), el sexo, las
161
Aranceta Bartrina, Javier. ―Ortorexia o la obsesión por la dieta saludable‖ en Archivos latinoamericanos de nutrición. Órgano
Oficial de la Sociedad Latinoamericana de Nutrición. 2007, Vol. 57, Nº 4, p.313.
162
Cfr. Escobedo-de la Peña, Jorge; Buitrón-Granados, Luisa Virginia; Ramírez-Martínez, Jesús Cenobio; Chavira-Mejía, Raymun-
do; Schargrodsky, Herman; Marcet Champagne, Beatriz. ―Diabetes en México‖. Estudio CARMELA Cirugía y Cirujanos, vol. 79,
núm. 5, septiembre-octubre, 2011, pp. 424-431 Academia Mexicana de Cirugía, A.C.
163
―Tiene muy poco de haber nacido. Pero su cuerpo está temblando a un ritmo desesperado y no puede evitarlo. Está luchando
contra una necesidad que su propio organismo le pide… Es un bebé. Y es un adicto a las drogas… Por increíble que pare z-
ca, cada 19 minutos nace un niño adicto a los opiáceos en Estados Unidos, según reporta el diario Daily Mail. Es una dura
realidad que enfrentan estos pequeños, por una dependencia a las drogas heredada a través del út ero de sus madres‖. Abraham
Monterrosas Vigueras (11 de diciembre de 2015) https://es.vida-estilo.yahoo.com/post/134998478118/acaban-de-nacer-y-ya-son-
adictos-a-las-drogas
164
Las tecnoadicciones (o ciberadicciones) incluyen todos aquellos fenómenos o problemas de abuso de las NTICs, y se refieren
frecuentemente a la adicción a Internet, adicción a los teléfonos móviles (incluyendo p. ej. la adicción a los SMSs) y a la adicción a
los videojuegos (incluyendo cada vez más los videojuegos online).
165
―Los científicos han mostrado que el chocolate posee sustancias que mejoran el estado de ánimo con propiedades antidepresivas,
desencadenando una sustancia química que produce placer en el cerebro, la serotonina, como la feniletilamina (FEA). FEA es una
de las tres sustancias en el organismo que produce atracción sexual, las otras dos son la dopamina y la norepinefrina. Las tres juntas
producen sensación de euforia e inseguridad, luego, deseo. Los científicos especulan que la depresión post-ingesta puede deberse a
que FEA deja el organismo, por ello, la ―necesidad‖ de seguir consumiéndolo. Un estudio publicado en un Journal de la Asociación
Americana de Dietética, `Chocolate: ¿Alimento o Droga?´ (1999) mostró que, a pesar de que las conductas adictivas son general-
mente asociadas con el abuso de drogas o alcohol o actividad sexual compulsiva, el chocolate puede evocar similares reacciones
psico farmacológicas y conductuales en personas susceptibles. Una revisión de la literatura sobre la compulsión al chocolate indica
que la atracción hedónica hacia este alimento (grasas, azúcar, textura, aroma) sea el factor predominante en tales adicciones... La
ambivalencia acerca del chocolate surge de la actitud de que es altamente palatable pero debería ser consumido con moderación. Los
intentos por disminuir el consumo, sin embargo, causan más deseos; experiencia rotulada como ―craving‖. Esto, junto con la necesi-

97
compras, el juego, el trabajo, la televisión y el ordenador son elementos legalizados por
la sociedad que, en ocasiones, con una frecuencia desigual, dejan de cumplir su función
de ser herramientas de uso, para esclavizar seductoramente al ser humano. A estos po-
drían agregarse el ejercicio físico, el teléfono móvil, la Internet, etc.

19.- En este contexto, cabe preguntarse sobre el impacto que las nuevas tecnologías
tienen sobre las adicciones.
Las tecnologías actuales, al igual que la mayor parte de los adelantos científicos,
no tienen en sí mismas un carácter nocivo o beneficioso desde el punto de vista de la
salud mental, sino que éste depende del uso que se haga de ellas. No obstante, se ha
descrito un grupo de adicciones estrechamente relacionadas con las nuevas tecnologías:
tv, Internet, uso de teléfonos móviles, Chats, WhatsApp, Facebook, Twitter, entre otros.
Su poder adictivo radica en que, por una parte, permiten obtener una gratificación in-
mediata como contactar con personas sin salir de casa, obtener información o entrete-
nimiento sin límites; y por otra, alivian el malestar, derivado de la soledad o de una baja
autoestima, recuperándola por ejemplo con la posibilidad de mentir y ofrecer una ima-
gen idealizada a través del chat.

20.- ¿Qué adicciones son las que, resultan más peligrosas? Entre la más peligrosa se
encuentran las de mayor poder dependígeno: opiáceos, cocaína y drogas de diseño.
Mención especial merece el alcohol, que siendo una sustancia institucionalizada, pro-
duce unas complicaciones sociofamiliares como accidentabilidad, maltrato, ausentismo,
etc.; y sanitarias: enfermedades y muertes con gastos directos e indirectos cuantiosísi-
mos, muy superiores al del resto de las otras dependencias.
Podemos decir que cualquier conducta adictiva o dependencia compulsiva, si se
deja evolucionar de forma natural, termina por deteriorar a la persona, ya sea en sus
relaciones con los demás, en el trabajo o estudios, en la economía o en su salud física y
psíquica.
Algunas adicciones resultan ser más difíciles de percibir pues se manifiestan
como compulsivamente positivas, como ya se ha dicho.

21.- Los trastornos adictivos (químicos y psicológicos) cuentan con dos componentes
fundamentales: falta de control y dependencia. Existen hábitos de conducta en aparien-
cia inofensivos que se convierten en adictivos. Ciertas conductas problemáticas pueden
considerarse psicopatologías similares a las que sufren los farmacodependientes. Es
decir, los síntomas de adicción psicológica son similares a los de las adicciones quími-
cas.
El ser humano necesita una satisfacción global repartida en diversas actividades.
Si es incapaz de repartir su tiempo en diversas actividades, puede centrarse en una sola.
Cualquier conducta, ya sea normal o placentera, es susceptible de adicción. Las con-
ductas adictivas están controladas en un principio por reforzadores positivos, pero des-
pués terminan por ser controladas por reforzadores negativos.

dad de buscar una razón del porque es tan difícil resistirse al chocolate puede conducir a hablar en términos de adicción (―chocoho-
lism‖ o ―chocolatismo‖). La sensación de querer más ocurre más frecuentemente durante, que antes de un episodio y es experimen-
tado cuando el comensal intenta limitar su consumo antes de que el apetito por el alimento se haya saciado‖. Viviant, Viviana.
Chocolate: sus mitos y verdades. Pág. 12 y 13. http://www.nutrinfo.com/biblioteca/monografias/gen04-01.pdf

98
La adicción está determinada en función
del grado de interferencia de relaciones. Seguido
a esto, las adicciones psicológicas como por
ejemplo el juego patológico, las compras impul-
sivas, el sexo y el trabajo impulsivos son enton-
ces, conductas repetitivas que resultan placenteras
y que generan una pérdida de control en el suje-
to166, con consecuencias desastrosas. Veamos un
ejemplo.

―Los oficiales decidieron publicar en su perfil


de la red social una foto de un hombre y una
mujer que habían consumido heroína en su co-
che y que habían perdido la consciencia, mien-
tras un niño se encontraba en la parte de
atrás, sentado y sujeto por el cinturón de seguri-
dad. Una imagen de pesadilla…‖167

22.- ¿Qué deben saber las personas en cuanto a


las adicciones? Todos y también los jóvenes de-
ben tener una buena formación en este campo, un
conocimiento objetivo y veraz sobre los efectos
de las drogas; tener en cuenta que éstas proporcionan unos efectos placenteros rápidos
como desinhibición en las relaciones; pero que es fácil que puedan desarrollar una de-
pendencia, con todo lo que esto conlleva. Sin duda, la educación es lo fundamental (res-
ponsabilidad de padres, profesores y de todos los estamentos sociales y políticos rela-
cionados) para informar acerca de los riesgos que se corre en las adicciones. Y a la edu-
cación se le debería unir la prevención, como medidas más acertadas, para que los jóve-
nes aprendan a adquirir conductas responsables.
¿Existen factores de riesgo que predispongan a una persona hacia las conductas
adictivas? Podemos encontrarlos en las personas (personalidad inmadura, necesidad de
buscar sensaciones intensas, incapacidad para tolerar la frustración y demorar las gra-
tificaciones, ausencia de proyecto de vida o de valores sólidos, problemas de ansiedad o
depresivos) o bien en el ambiente (falta de alternativas al ocio, marginación, paro, etc.).
La falta de resistencia a la frustración ha sido fomentada por algunos docentes y
padres que se no toleran enfrentar a los niños y jóvenes a situaciones de fracasos. Con-
sideran que todo tiene que ser divertido: las clases deben ser divertidas, las lecturas, las
tareas deben ser divertidas. Sucede luego que, en la vida del trabajo, estos jóvenes fra-
casan pues no están preparados para enfrentarse a frustraciones laborales (exigencias
de puntualidad, aceptación de órdenes sin conocer las razones de lo que se debe hacer,
trabajo monótono, etc.).
La drogadicción es solo un tipo de adicción fácilmente clasificable pues implica
una sustancia que la sustenta. ―El consumo de drogas desencadena cambios neuropsi-
cológicos y neuroanatómicos que a su vez producen una neuroadaptación funcional en
las funciones cognitivas, motivacionales, conductuales y emocionales que influyen fi-
nalmente en el funcionamiento psicosocial diario y calidad de vida de las personas de-
pendientes de sustancias. Estas funciones alteradas tienen que ver con la capacidad de
166
―Definen la adicción al trabajo como la dedicación permanente no solo a nivel laboral sino también mental dejando de lado todo
lo demás‖. Cfr. Japcy Margarita Quiceno, Stefano Vinaccia Alpi. ―La adicción al trabajo "workaholism"‖ en Revista Argentina de
Clínica Psicológica, vol. XVI, núm. 2, agosto, 2007, p. 135.
167
Cfr. https://es.noticias.yahoo.com/la-terrible-historia-que-hay-detr%C3%A1s-de-la-foto-de-120123565.html (12-09-16)

99
atención, concentración, integración, procesamiento de la información y ejecución de
planes de acción. Además, estas modificaciones actuarían como variables mantenedoras
dentro de un modelo explicativo biopsicosocial más amplio e ideográfico de la adic-
ción‖168.
Las adicciones sociales, en cambio, no se apoyan tanto en un objeto como en
una hábito adicto, esclavizante. El concepto básico en el que podemos asentar las adic-
ciones sociales, y por lo tanto, la alimentaria, consiste en un impulso cuya expresión
explícita se concreta en un acto de comportamiento que no se puede controlar y que,
además, se repite a intervalos temporales más o menos espaciados, que originan o se
acompañan de trastornos y alteraciones funcionales o somáticas del sujeto que las pa-
dece, con una clara repercusión en el contexto o entorno en el que desarrolla su vida,
siendo particularmente importantes los efectos sobre la estabilidad familiar y laboral del
sujeto adicto. Ante esta situación podríamos descomponer la conducta adictiva en dos
secuencias básicas, que son: primera, la tensión ansiogénica; y, segunda, el placer, la
sensación agradable cuya cuantificación es ilimitada y que desde el análisis de alguien
que no sea adicto se hace inconcebible169. La adicción a reflexionar -sobre todo y todo
el tiempo-, propia de los intelectuales teóricos, por ejemplo, no ha sido aún casi mencio-
nada y menos aún estudiada.

¿Cuál es el origen de las adicciones?

23.- El tema del origen de las adicciones puede ser estudiado de muy diversos aspec-
tos: el económico, el social, el biológico, etc.
Aquí nos interesa ahora centrarnos preferentemente en el aspecto psicológico de
esta cuestión.

―Cualquier conducta gratificante es potencialmente generadora de adicción, pe-


ro es el cerebro el que finalmente controla o se ve desbordado por las exigencias
de cada actividad. El cerebro será tanto más vulnerable cuanto más deficiente
haya sido su proceso de desarrollo, y éste depende de cuestiones tan variadas
como la carga genética, los procesos de socialización primaria y secundaria, la
sensibilidad al estrés, el aprendizaje de estrategias, etc. Todos ellos (entre otros
muchos) suponen lo que se ha denominado factores de riesgo y de protección pa-
ra la adicción, y son elementos a considerar ineludiblemente por los programas
de prevención‖170.

Mucho se ha discutido acerca de si una adicción debe ser considerada o no, una
enfermedad, dado que es un hábito que se contrae libremente.
Como ya lo mencionamos, el término enfermedad proviene del la-
tín infirmitas que significa “falto de firmeza” y consiste en un proceso que acaece a un
ser vivo y altera su estado normalmente esperado en la calidad de vida de las personas
saludables.
En el lenguaje cotidiano, la enfermedad es entendida como una idea opuesta al
concepto de salud: es aquello que origina una alteración o rompe la armonía en un indi-
viduo, ya sea en la escala molecular, corporal, mental, emocional o espiritual.
Ante la dificultad para definir en concreto qué es una enfermedad (dado que ca-

168
Fernández, Gloria García; García Rodríguez, Olaya; Secades Villa, Roberto. ―Neuropsicología y adicción a drogas‖ en Papeles
del Psicólogo, vol. 32, núm. 2, mayo-agosto, 2011, pp. 160.
169
Cfr. Gómez Jarabo, Gregorio; Alonso Fernández, Francisco. ―Consideraciones psicobiológicas sobre las adicciones alimentarias‖
en Salud Mental, vol. 24, núm. 2, abril, 2001, pp. 16-24. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=58222404
170
Pedrero Pérez, Eduardo J. Neurociencia y adicción. Madrid, Sociedad Española de Toxicomanías, 2011, p. 419.

100
da individuo lo hace de acuerdo a sus propias vivencias), existen varios conceptos que
pueden ser utilizados, de acuerdo al contexto, como sinónimo: patología, dolencia, pa-
decimiento, anormalidad, trastorno, desorden, desequilibrio, alteración, y de otras for-
mas.
Todas estas denominaciones tienen en común la mención a una carencia (de una
sustancia o de una conducta psicológica o moral), con relación a una situación, previa o
posible, estimada mejor. En este sentido amplio, las adicciones pueden ser consideradas
como enfermedades. Dentro de las adicciones, la drogadicción al tabaco es una de las
mayores causas de muerte en Argentina171. Si nadie dudaría en llamar enfermedad a lo
que mata a una persona por una causa no natural (como podría ser por envejecimiento),
entonces las adicciones pueden ser llamadas enfermedades, aunque no siempre sean
causadas por una sustancia como en los casos de drogadicción. No siempre las enferme-
dades proceden de una causa ignorada o externa a la persona afectada. Algunas enfer-
medades son contraídas conscientes y libremente y no por ello dejan de ser enfermedad;
y no por ello dejan de necesitar ayuda médica y social.
Se ha exagerado la creencia según la cual quien conoce lo que es una droga la
evitará. Es necesario conocer la peligrosidad de las dependencias; pero esto es necesario
mas no suficiente. La introducción al ámbito de la dependencia implica una carencia,
sobre todo afectiva y ésta es quizás la causa principal del acercamiento a sustancias o
conductas adictivas que, al menos por unos momentos parece llevarles al éxtasis, a salir
de sí y sentirse llenos, contentos felices.
La relación con la dependencia no es solo un tema de conocimiento acerca de
esa dependencia, sino sobre todo, es un tema afectivo. Los jóvenes -y en particular los
adolescentes- se sienten psicológicamente impotentes ante el mundo de los mayores y
tratan de llenarla con la omnipotencia que promete el placer reforzante que generará la
dependencia. Nuestras sociedades familiares y grupales deberían ser más equilibrada-
mente afectivas, lo cual ayudará quitar los miedos a la ausencia de motivaciones en la
vida de los adolescentes.

24.- Una adicción puede ser considerada, entonces, como una enfermedad física, psi-
coemocional y social, como lo ha hecho la Organización Mundial de la Salud172. En
el sentido tradicional, es una dependencia hacia una sustancia, actividad o relación (co-
dependencia).
Una adicción está guiada por los deseos que consumen los pensamientos y com-
portamientos (síndrome de abstinencia) del adicto, y éstos actúan en aquellas activida-
des diseñadas para conseguir la sensación o efecto deseado y/o para comprometerse en
la actividad deseada (comportamientos adictivos).
A diferencia de los simples hábitos o influencias consumistas, las adicciones son
―dependencias‖ que traen consigo graves consecuencias en la vida real que deterioran,
afectan negativamente, y destruyen relaciones, la salud (física y mental), además de la
capacidad de funcionar de manera efectiva. En la actualidad, se acepta como adicción,
cualquier actividad que el individuo no sea capaz de controlar, que lo lleve a conductas
compulsivas173 y perjudique su calidad de vida, como por ejemplo puede exis-
171
Cfr. La adicción como enfermedad en http://sinaddictus.com/que-es-una-adiccion/la-adiccion-como-enfermedad/
―El tabaco mata más gente que el SIDA y los accidentes; es la principal causa de muerte evitable en el mundo. Las enfermedades
vinculadas con el tabaquismo representan el 54% de la carga total de enfermedad en América. Sólo en Argentina, 39.000 personas
mueren todos los años por el tabaco‖. Ministerio de Salud de la Nación. Programa Nacional de Prevención y Control del Tabaquis-
mo. Argentina, 2003.
172
Cfr. OPS http://publicaciones.ops.org.ar/publicaciones/cdsMCS/05/Porfolio/12%20Adicciones.pdf. Organización Mundial de la
Salud. (2,013) Informe OMS Sobre la epidemia mundial de tabaquismo, 2013. Hacer cumplir las prohibiciones sobre publicidad,
promoción y patrocinio del tabaco. Ginebra, Suiza, Servicio de Producción de Documentos de la OMS.
173
―La compulsividad puede definirse como la «pérdida de la capacidad para decidir parar o seguir con algo libremente». Aunque la
conducta compulsiva no siempre implica adicción, cuando este tipo de conducta persiste pese a las consecuencias graves y adversas

101
tir: adicción a drogas, a bebidas alcohólicas, al juego (ludopatía), a la pornografía, a
la televisión, al trabajo, al sexo, a las nuevas tecnologías (tecno-filia), etc.
La persona adicta, desprovista, además, del baluarte defensivo que le proporcio-
naban los valores morales y los principios de solidaridad, se convierte en una fácil presa
para quedar enganchada por un deseo o una afición que se transforma en una necesidad
absoluta que se le impone en forma de un impulso incontrolable y avasallador que va a
cubrir un ciclo indefinido de repeticiones.

25.- Como ya se ha afirmado, la adicción, entonces, puede ser definida como una
compulsión a continuar reiterando una conducta, causada por la repetición o hábito,
crecientemente inmanejable, por el sujeto, produciéndose una dependencia psíquica, y
generalmente físico-química (generando ella misma la química de la adicción: dopa-
mina, serotonina, adrenalina, etc.), de los efectos, con consecuencias perjudiciales para
el individuo y la sociedad.
Si se admite esto, se puede comprender que los seres humanos pueden crear casi
todo tipo de adicciones174. Siempre que se dé un hábito placentero (no importa cuál sea
el objeto sobre el cual recaen las acciones repetidas y placenteras), el ser humano -tanto
en el organismo y en su base físico-química, como en la esfera de lo psicológico- será
inclinado a seguir repitiendo ese hábito placentero y generará adicción -impulso, pér-
dida de control- de la que no podrá despegarse fácilmente. Solamente de quien tenga
suficiente fuerza de voluntad y acompañamiento como para resistir a la frustración de
no seguir sintiendo placer (en los objetos, acciones, acontecimientos que lo seducen) y
posponer ese placer por otra opción (placentera o dolorosa) para lograr una finalidad,
puede decirse que no es un adicto. Esta ruptura del hábito aditivo puede lograrse más
fácilmente con ayuda externa, terapéutica, etc.
Lamentablemente, las instituciones (políticas, religiosas, etc.) piensan ante todo
en restaurar la imagen de las instituciones que en ayudar a las personas, a las cuales se
les pide un esfuerzo de voluntad y les ofrece persecución como en la Edad Media: esto
indica que una persona saludable no entiende lo que es una adicción y una enfermedad.
¿Qué lograría de alguien adicto, por ejemplo al alcohol o al tabaco, diciéndole: ―deja de
beber o de fumar‖? Posiblemente lo insulten y seguirán con su enfermedad y debilidad.

―…El Papa calificó este viernes ante la Curia Romana a los curas abusadores
sexuales de niños y menores de `lobos atroces´ y los intimó: `Conviértanse y en-
tréguense a la justicia humana y prepárense a la justicia divina´‖175.

que provoca, entonces sí podemos hablar de adicción‖. Roldán Franco, M. Trastornos psicológicos en el siglo XXI. Madrid, Uni-
versidad de comillas, 2015, P. 91.
174
―Se ha propuesto el trastorno de hipersexualidad como una nueva categoría diagnóstica para el DSM-V. Este trastorno se caracte-
riza por la frecuencia y la intensidad de las fantasías sexuales, la activación psicofisiológica, el ansia y las conductas sexuales, todo
ello asociado a un componente de impulsividad. Las conductas excesivas de tipo apetitivo, incluyendo la hipersexualidad, pueden
considerarse como adicciones conductuales. La adicción al sexo se aplica a personas que muestran conductas parafílicas o no parafí-
licas relacionadas con situaciones de riesgo, con una escalada en el tipo de conductas sexuales (tolerancia), con una pérdida de
control y con una consecuencias psicosociales negativas, tales como embarazos no deseados, ruptura de pareja, problemas económi-
cos/laborales y enfermedades de transmisión sexual, incluyendo el sida‖. Echeburúa, Enrique. ―¿Existe realmente la adicción al
sexo?‖ en Adicciones, vol. 24, núm. 4, 2012, pp. 281-285. Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholis-
mo y las otras Toxicomanías. Cfr. Kafka, M. P. (2010). ―Hypersexual disorder: A proposed diagnosis for DSM-V‖ en Archives of
Sexual Behavior, 39, 377-400.
La adicción al sexo, mientras se desarrolla en el ámbito de la pareja, suele pasar socialmente desapercibida. No obstante, pudo
haber sido la adicción más extendida y naturalizada, incluso sacralizada y justificada como si fuese la voluntad de Dios. Hasta casi
el final de la modernidad, las familias tradicionalmente bien consideradas solían tener veinte o veinticinco hijos (de los cuales sólo
llegaban a la edad adulta ocho o diez, dada la falta de higiene, de medicamentos y conocimientos médicos). En la posmodernidad
esta adicción es compartida masivamente con otras (adicción a drogas, y a otras más light como a la música, al celular, etc.).
Es sabido que hay adicción naturalizadas o socialmente aceptadas, por más de cinco siglos, sobre todo si parecen llevar a una
mejor situación social o novedosa, como lo fue el fumar tabaco en América o bien el opio en Oriente.
175
Cfr. 21/12/2018 - 12:37 - Clarin - https://www.clarin.com/mundo/fotogalerias-entreguense-justicia-urgente-llamado-papa-
francisco-abusadores-pedofilos-iglesia-vaticano_5_QxvfktO3e.html

102
La adicción puede darse acompañada de una droga externa (drogadicción) o sin
ella, pues es la persona la que sentirá placer (de una u otra manera) y generará el hábito
adictivo que influirá, a su vez, también sobre su organismo físico-químico y psicológi-
co, generándose el círculo vicioso.

26.- Se dan veces en que la adicción se instala en un sector productivo y apreciado


por la sociedad, pero no por ello deja de ser una adicción que termina dañando la vida
humana saludable. Por ejemplo, el equilibrio entre las horas de trabajo, ocio y descanso
resulta determinante para el bienestar personal. Pero sin embargo, la sociedad actual de
―consumo‖, fomenta y estimula el trabajo que haga aumentar las ganancias y a la vez el
mismo consumo, a cambio del descanso, el tiempo libre y la vida familiar. Es en este
contexto donde se ha comenzado a estudiar un ―nuevo‖ trastorno psicológico que se
caracteriza por la pérdida de control en la actividad laboral: la adicción al trabajo176.
En relación a la adicción al trabajo la sintomatología se puede dar en todos los
niveles. En el fisiológico, hay estrés y cansancio crónico, trastornos sexuales, insomnio
y trastornos psicosomáticos, como las molestias gastrointestinales o la hipertensión arte-
rial. En el nivel cognitivo-emocional, la adicción puede manifestarse como ansiedad,
depresión, problemas y necesidad de control, carencia o pérdida del sentido del humor,
rigidez de pensamiento, miedo al fracaso, perfeccionismo, intolerancia, impaciencia e
irritabilidad, pérdidas parciales de memoria, baja autoestima, necesidad de logro. En el
nivel comportamental, la adicción al trabajo se refleja principalmente en disminución
del rendimiento laboral, debido al cansancio tanto físico como emocional, desarrollo de
otras conductas adictivas, ya sea al alcohol, el sexo, el consumo de fármacos y otras
drogas. Se puede manifestar también con conductas como prisa constante y obsesión
por hacer, urgencia de tiempo, necesidad de hacer varias tareas simultáneamente, difi-
cultad para delegar tareas, dificultad para relajarse, mayor incapacidad para solucionar
problemas de forma efectiva, desinterés por las relaciones interpersonales consideradas
por el sujeto como ―no productivas‖, aislamiento social y deterioro del núcleo fami-
liar177.

―La adicción al trabajo (también denominada con el término anglosa-


jón workaholics o trabajólicos) se caracteriza por una necesidad excesiva e in-
controlable de trabajar de forma constante. Este comportamiento puede interferir
en nuestra salud física y emocional, así como en nuestras relaciones sociales. Las
personas con adicción al trabajo suelen trabajar ―sin obligación‖ explícita ni im-
plícita fuera de horas, dedicando un tiempo excesivo a su labor profesional y sin-
tiéndose mal si no lo hacen. Este hecho hace que muestren desinterés por otras fa-
cetas de su vida como hobbies o relaciones personales178.

De una revisión de las definiciones propuestas por diversos autores, se puede es-
tablecer que el adicto al trabajo se caracteriza por una excesiva dedicación laboral, sa-
cralizando la actividad laboral como el único fin de su vida, con desinterés por todo lo
que no sea su trabajo e incapacidad para dejar de trabajar, siendo los criterios que lo
definen los siguientes:

176
Japcy Margarita Quiceno, Stefano Vinaccia Alpi. ―La adicción al trabajo `workaholism´‖, en Revista Argentina de Clínica Psico-
lógica, vol. XVI, núm. 2, agosto, 2007, p. 135.
177
Cfr. Moreno, B., Gálvez, M., Garrosa, E. y Rodríguez, R. ―La adicción al trabajo‖ en Psicología Conductual, 2005, nº 13, 417-
428.
178
Fernández López, Vanesa. ―Workaholics, adictos al trabajo‖ en http://www.webconsultas.com/belleza-y-bienestar/salud-y-
mente/workaholics-adictos-al-trabajo-5627

103
1. Extrema actitud laboral.
2. Dedicación excesiva en tiempo y esfuerzo.
3. Un cierto trastorno compulsivo e involuntario a continuar trabajando (criterios
inclusivos).
4. Un desinterés general por cualquier otra actividad (ocio, familia, deportes, amis-
tades, etc.), que no sea la estrictamente laboral (criterio exclusivo).

Las características más destacables son:

 Sentir preocupaciones agobiantes durante el fin de semana.


 Incapacidad para tomarse vacaciones o descansar.
 Imposibilidad de abandonar al final de la jornada un trabajo inacabado.
 Ponerse nuevos trabajos para realizar en los periodos de descanso.
 Ser incapaz de rechazar ofertas de trabajo adicional.
 Experimentar que el tiempo pasa muy rápido cuando se trabaja.
 Ser competitivo en cualquier actividad.
 Mirar impaciente el reloj.
 Ser acusado por los familiares y amigos de que dedica más tiempo al trabajo que
a ellos.
 Experimentar cansancio e irritabilidad si no se trabaja durante los fines de se-
mana.
 Quedarse el último en la empresa.
 Evitar la delegación.
 Limitar las lecturas a temas laborales.
 Tener problemas para relajarse.
 Trabajar con tensión.
 Comunicarse mejor en la empresa que fuera de ella179.

Otra adicción en aumento, al parecer socialmente positiva y aceptada, es la a la


búsqueda de belleza. Existe la convicción de que se pueden mejorar ciertos aspectos de
la vida humana si se coloca esfuerzo en ello. Quienes se esfuerzan más en desarrollar
ciertas capacidades cognitivas (de memoria, de razonamiento, etc.) logran mejores re-
sultados. Esto, válido en numerosos aspectos, ha llevado a la generalización de que el
propio perfeccionamiento es intrínsecamente bueno; pero esto tiene un límite. La bús-
queda de la belleza corporal llega un alto riesgo de generar ansiedad y adicción por la
misma.

Existe la posibilidad de que una persona se haga adicta a las cirugías estéticas y
a otros procedimientos cosméticos no quirúrgicos, en el mismo grado que al-
guien puede ser dependiente de la comida, del alcohol o del juego. A veces, se
trata de un cuadro psiquiátrico denominado dismorfofobia.
Si una persona está satisfecha después de realizarse una o dos cirugías, es nor-
mal. Hay mucha gente que tiene imágenes pobres de sí mismas o falta de auto-
estima. Sin embargo, se convierte en una adicción si se dispone a los procedi-
mientos de la cirugía plástica una y otra vez, a menudo hasta el punto de verse
peor en lugar de mejorar. Y una vez dentro de esta dinámica es muy difícil parar
la rueda, siempre se quiere un arreglo más. Hablamos de esteticohólicos: adictos
a la cirugía global.

179
Sanz, Luis Aparicio. “Adicción al trabajo‖ (2010) en: http://medicablogs.diariomedico.com/reflepsiones/tag/obsesion/

104
La gran cantidad de tratamientos de belleza y cirugía estética que ayudan a me-
jorar el aspecto físico crea un tipo de adicción entre principalmente las mujeres
(y algunos hombres, pero en mucha menos proporción) creando una dependencia
total a los cambios estéticos.
Podemos hablar del síndrome de la mujer ‗fashion‘, que afecta a un tipo de mu-
jer adicta a todo tipo de cambio (uso de Botox, rellenos, tratamientos de ‗pee-
ling‘, etcétera), que acaban teniendo la piel politraumatizada.
El uso indiscriminado de esta búsqueda se ha llegado a comparar con la depen-
dencia a los estupefacientes. Porque para muchas mujeres se ha convertido en
una droga para sus caras y siempre quieren más, hasta dejarse unos rostros irre-
conocibles e inmóviles, que empeoran con cada sesión con un resultado de ros-
tros que provocan más miedo que atracción.
El conocido director de cine Martín Scorsese ha declarado que es difícil en-
contrar actrices capaces de expresar sus emociones de manera no verbal por cul-
pa del Botox y los liftings.
Sociólogos, psicólogos y cirujanos están de acuerdo en que la obsesión por no
envejecer (anti-age) se está convirtiendo en algo patológico en muchas personas
y es una tendencia que afecta a todo el planeta180.

27.- Como lo hemos mencionado, los trastornos adictivos (químicos y psicológicos)


cuentan con dos componentes fundamentales: falta de control y dependencia. Existen
hábitos de conducta en apariencia inofensivos que se convierten en adictivos. Ciertas
conductas problemáticas pueden considerarse psicopatologías similares a las que sufren
los farmacodependientes. Es decir, los síntomas de adicción psicológica son similares a
los de las adicciones químicas. El ser humano necesita una satisfacción global repartida
en diversas actividades. Si es incapaz de repartir su tiempo en diversas actividades, pue-
de centrarse en una sola. Cualquier conducta, ya sea normal o placentera, es susceptible
de adicción. Las conductas adictivas están controladas en un principio por reforzadores
positivos, pero después terminan por ser controladas por reforzadores negativos.
La adicción está determinada en función del grado de interferencia de relaciones.
Seguido a esto, las adicciones psicológicas como por ejemplo el juego patológico, las
compras, el sexo y el trabajo son entonces, conductas repetitivas que resultan placente-
ras y que generan una pérdida de control en el sujeto181.
Siempre habrá excusas para posponer dejar lo que nos da placer y nos seduce
dulcemente, placenteramente al inicio; pero tiránicamente luego. ¿Y quién se opondrá a
un tirano que nos da placer? ¿No parece una contradicción: si da placer, si seduce ya no
es tirano, sino que somos nosotros mismos quien consentimos que el placer nos siga
acariciando, aunque sepamos que, con esa caricia, nos está matando?
Repitamos lo que se afirmó al inicio, pero que encierra una gran sabiduría hu-
mana:

a).- No resulta fácil liberarse de toda adicción182.


b).- Las acciones repetidas generan hábitos y, si son placenteros, nuestro organismo
biológico y psicológico genera lo que (dopamina, serotonina, adrenalina) nos puede

180
―El dolor de ansiar la hermosura‖ en Cerebro y mente. Julio-Agosto, 2015, nº 73, p. 4.
181
Japcy Margarita Quiceno, Stefano Vinaccia Alpi. O. Cit., p.137.
182
―Desde tiempos muy remotos existe la discusión en torno a si el problema de las toxicomanías es debido a la toxicidad de las
sustancias o al sujeto que las consume. He podido indicar en su momento, como en determinados casos cualquier sustancia puede
transformarse en tóxica a partir de la insistencia pulsional‖. Naparstek, Fabián Abraham. ―La masturbación como adicción primor-
dial: la toxicidad del síntoma‖ en Anuario de Investigaciones, Vol.16 Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ene./dic. 2009.

105
hacer adictos al placer: el placer de vivir genera la positiva adicción incontrolable a
desear seguir viviendo.
c).- Si es casi inevitable no hacernos adictos, evitemos la adicción a los placeres fá-
ciles, y prefiramos ser buscadores del placer de vivir serenamente que se sigue del
esfuerzo prolongado y altruista183.
d).- Enseñemos esto, con los hechos, a nuestros hijos, y tratemos de lograr que sean
deseosos de este placer. Será la mejor herencia que les habremos dejado.

28.- En el mismo plano de las adicciones, se encuentra el alcoholismo, la farmacode-


pendencia y la adicción a las sustancias psicoactivas, que es un estado psicofísiológico
causado por la interacción de un organismo vivo con un fármaco o sustancia, caracteri-
zado por la modificación del comportamiento, a causa de un impulso irreprimible por
consumir una droga o sustancia: no obstante esta es la definición puramente bioquímica.
Como se dijo, la droga dependencia es un tipo de adicción, pero no la única.
El origen de las adicciones es muy complejo ya que son muchos los factores de
riesgo que conllevan a desarrollarlas. El problema del consumo de drogas no es fácil de
analizar, pues puede originarse por diferentes factores psicosociales, que pueden ser:
individuales, familiares, sociales, culturales, publicitarios y hasta políticos o religiosos.
Los problemas de origen individual, están determinados por aspectos emocionales, por
la personalidad y hasta por la cultura y educación, porque el modo de actuar de cada
persona depende no solamente de cómo nos sentimos, sino también de la jerarquía de
valores que tenemos.

Causales de las adicciones

29.- Se debe tratar de conocer cuál es la función que cumple la gestación de adiccio-
nes en la vida de un adicto, el ―para qué genera adicciones a ciertas conductas o sustan-
cias‖ y la relación de dicha adicción o consumo con la psicopatología que puede pre-
sentar el paciente. Toda esta información nos ayudará a construir hipótesis funcionales
que se irán modificando a medida que avance la intervención, por lo que el procedi-
miento clave es la realización del análisis funcional que es una herramienta fundamen-
tal dentro de la evaluación psicológica para la realización de un correcto diseño de la
intervención. En él, se debe señalar la relación entre la adicción y la totalidad de los
problemas y recursos que tiene la persona.
Entre los factores de riesgo individual pueden mencionarse dos grandes líneas:
aquellas que se centran primeramente en lo positivo de la seducción y del placer; y
aquellas que se generan más bien sobre el miedo a una carencia.
Las adicciones implican un uso y un abuso de rituales y conductas (adicciones
sin droga dependencia) y otras implican, además, drogas de abuso (drogadicción, lega-
les como el tabaco o ciertas bebidas, o ilegales) pueden inducir placer las primeras ve-
ces que se las consume, produciendo sensaciones de calidez, lucidez, y sensaciones di-
ferentes de las normales. Por un breve período de tiempo todo funciona, pero algo está
sucediendo dentro del cerebro de ese individuo, y algo peor va a ocurrir con el consumo
repetido, independientemente del tipo de droga que sea.
La dosis que en un primer momento producía placer, dejará de tener su efecto y
se necesitará una dosis mayor para conseguir el efecto deseado. El consumo reiterado de
drogas cambia la homeostasis del organismo, y cuando el consumo disminuye produce

183
Si no se llega a vivir serenamente, sino compulsivamente, la adicción a vivir genera el mito de la inmortalidad. La angustia por el
final de vida, el terror a la desaparición completa, y la adicción a la vida llevan a prolongarla de cualquier manera y a cualquier
costo.

106
que el individuo se deprima, se vuelva irritable y físicamente enfermo. En este punto, el
individuo puede volverse adicto, generando la búsqueda desesperada de la droga, po-
niendo en riesgo su salud, su economía, y sus relaciones personales. Las drogas de abu-
so activan una serie de estructuras cerebrales que componen el circuito denominado ―vía
de la recompensa‖. Naturalmente, las estructuras de esta vía se activan en el caso de
consumar las dos funciones más placenteras de los animales, comer/beber y copular.
Estos actos están relacionados con la supervivencia del individuo y de la especie.
Recientemente, se ha encontrado que la ingesta está regulada por péptidos hipo-
talámicos como la galanina y la orexina, los cuales están relacionados con ciertas adic-
ciones. El hecho de que estas dos funciones primordiales provoquen placer/recompensa
está aparentemente relacionado con la tendencia a repetirlas. Como una simple aproxi-
mación, se puede decir que las repeticiones de acciones placenteras (acompañadas o no
con drogas) producen adicción mediante la estimulación de esta vía de la recompensa.
La estimulación de esta vía produce placer en un principio, pero también induce un des-
equilibrio en un sistema que normalmente está equilibrado o en homeostasis.

30.- En El malestar en la cultura (1930), Freud184, al preguntarse por la posibilidad


de alcanzar la felicidad o evitar el dolor para el hombre y los obstáculos y recursos con
los que el ser humano se encuentra en esta tarea, hizo una precisa referencia al uso de
sustancias químicas a las que define como el método más tosco, pero también el más
eficaz al que se puede recurrir, ya que la presencia de las sustancias extrañas al cuerpo
procuran sensaciones de placer y generan las condiciones para no percibir el displacer.
Más precisamente, en relación con el miedo, cabe recordar que:
- El miedo generado en un entorno (familiar, grupal) que, por falta de estabilidad
(económica o emocional) no posibilita la contención y la elaboración de una com-
prensión de lo que genera ese miedo y suele llevar a situaciones de riesgo.
- El miedo baja autoestima, dada la no eficiente elaboración de un yo equilibrado
entre las aspiraciones y las realizaciones posibles.
- El miedo acentúa el sentido de invulnerabilidad, de riesgo, de indefensión ante pe-
ligros reales o creídos como tales.
- El miedo produce también retraimiento, aislamiento, ausencia de personas en
quienes confiar o sentirse aceptadas y lleva a la búsqueda riesgosa de sentir placer
por ser alguien.
- El miedo, dada la inseguridad y las carencias afectivas, hace recurrir a reasegura-
mientos de una porción de placer185.

Otros factores personales de adicción pueden encontrarse en:


- La sensación de indefensión por la falta de un yo estructurado, condición a veces
llamada ―madurez‖ de la persona, capaz de resistir a la frustración de gozar ya, para
someterse al logro de un gozo a más largo plazo y condicionado a la realización de
tareas en el presente.
- La curiosidad imprudente, desproporcionada entre el sano deseo de saber y ensa-
yar, y el riesgo que esas conductas pueden producir186.
- La no autoaceptación de cómo se es; y la aceptación excesiva de la forma de ser
de los demás (atracción por los ídolos o líderes, por los ricos, por los genios, etc.).

184
Freud, S. ―El malestar en la cultura‖ en Obras Completas (2ª Ed.), Tomo XXI. Buenos Aires, Amorrortu Editores, p. 77.
185
―En general, la insatisfacción, las carencias afectivas y las sustancias adictivas (alcohol y cocaína) están detrás de un síndrome
capaz de destruir a quien lo padece‖. Echeburúa, Enrique. ¿Existe realmente la adicción al sexo? En Adicciones, vol. 24, núm. 4,
2012, pp. 281-285.
186
García del Castillo, J.A. ―Concepto de percepción de riesgo y su repercusión en las adicciones‖ en Health and Addictions/Salud y
Drogas, 2012, Vol. 12(2), pp. 133-151.

107
- La forma de enfrentar los problemas personales y de manejar la tristeza, la deses-
peranza, la frustración, la desesperación, la soledad, las críticas, los errores, las en-
fermedades, los duelos y los retos.

Entre los factores familiares de riesgo están:


- El ejemplo, si alguno de los progenitores o familiares son consumidores de al-
guna droga.
- La desintegración familiar y la ausencia de contención y elaboración dialogada
de los problemas.
- El manejo inadecuado de los problemas cotidianos y la frustración que ello ge-
nera.
- La falta de reconocimiento, aceptación, identificación, comprensión y orienta-
ción familiar187.

―La investigación en familias de usuarios se ha centrado en caracterizarlas. Se


ha asociado el consumo con estilos de comunicación defectuosa y triangu-
lada, la existencia de familias multiproblemáticas, conflictos maritales, falta de
acuerdos comunes, conflictos y pugnas entre padres e hijos, la existencia de
alianzas y coaliciones intergeneracionales, la existencia de violencia intrafami-
liar, patrones familiares repetitivos que perpetúan y mantienen la adicción, co-
mo por ejemplo, la existencia de un miembro que usa drogas, el ambiente y la
atmósfera familiar en la que se priva de manifestaciones de afecto y recono-
cimiento a cada uno de los integrantes, patrones ineficaces y estereotipados pa-
ra resolver con las mismas estrategias cualquier problema, la baja satisfacción
familiar, la percepción familiar tendiente a aspectos negativos, la ruptura fami-
liar y la práctica religiosa‖188.

Entre los factores políticos de riesgo están:


- La venta de drogas. Entre la oferta inicial y la posterior demanda se genera un
círculo vicioso que refuerza tanto la venta como la demanda.
- El dinero proveniente de la droga que manejan los bancos y las dinastías de
banqueros no estimula la supresión.
- Los beneficios que el dinero de la droga otorga a numerosos políticos y campa-
ñas políticas.

Entre los factores sociales, proclives a generar masivamente adicciones, se dan


por una doble vía:

- a) La proliferación del estrés, el vacío y el aburrimiento,


- b) y la tendencia a la inmediata gratificación, y que facilita los instrumentos para
ello, y que bien merece la denominación de civilización adictiva.

31.- En el modo de vivir propio de la civilización adictiva, la sustitución del cultivo


de la personalidad con sentido está siendo reemplazada por la necesidad de obtener gra-
tificaciones. Aparte de los factores generales presentes en las sociedades occidentales
contemporáneas, que estimulan de un modo indirecto la incidencia del género de las

187
Cfr. Adicciones en http://es.scribd.com/doc/220847961/adicciones
188
Bertha Lidia Nuño-Gutiérrez. ―La representación social que orienta las decisiones paternas al afrontar el consumo de drogas de
sus hijos‖ en Salud pública México, vol.46, n.2, Cuernavaca, Apr. 2004. http://www.scielosp.org/scielo.php?pid=S0036-
36342004000200006&script=sci_arttext&tlng=es

108
adicciones sociales o comportamentales, operan factores sociales que son responsables
directos de la creciente extensión de un tipo determinado de adicción.
Entre estos factores adictógenos específicos sobresalen los cuatro siguientes:
. El acoso publicitario y organizativo de las distintas formas de juego de azar (adic-
ción a los juegos), a las noticias para no sentirse aislado.
. El sistema de venta en grandes superficies, extendido desde la colocación selectiva
de los objetos a distintas alturas, hasta el paso final por la caja, son maniobras que
transforman al comprador en un consumópata en riesgo de volverse adicto a la com-
pra (adicción al consumo, a las compras).
. La política seguida por algunas empresas de estimular la actividad competitiva con
objeto de elevar la productividad, crea un ambiente propicio para el surgimiento de la
adicción al trabajo.
. La seducción por los alimentos y bebidas azucarados. Nunca hubo tantos alimentos
con azúcares y tan a la mano, como en nuestro siglo, sostenidos por empresas multi-
nacionales poderosas, capaces de orientar las investigaciones en un sentido favorable
a ella, incluso con la sugerencia atractiva de ser light. Desde la niñez se ha naturali-
zado el ingerir azúcar: la gestación de diabetes tipo II, antes reservadas a las personas
mayores, está apareciendo en edad temprana. Todo esto, además favorece tanto la
generación de sobrepeso u obesidad masivas en numerosos países (que consumen
preferentemente carbohidratos económicos), como la anorexia y bulimia (con el de-
seo de ser una persona delgada, y por lo tanto atractiva). Son ellas enfermedades y
adicciones de ricos y de pobres, con un sustrato de soledad, adecuados a la era pos-
moderna que se vive189.

32.- En cualquier problema dietético, se da la capacidad de aprendizaje y la presión


social, las instancias que determinen las nuevas aceptaciones alimentarias, guiadas por
el entorno y la imitación, la repetida exposición de los alimentos y, sobre todo, de las
indicaciones de educadores y padres, todo ello enmarcado en los mecanismos de identi-
ficación, frecuentemente sesgados. La neofobia se elimina cuando se aprende que ese
nuevo alimento es seguro para la salud y además cubre las necesidades energéticas y
nutricionales. El mecanismo básico del aprendizaje y su condicionamiento es la estrate-
gia más importante para el establecimiento de las aversiones.
Al sustrato biológico se une, pues, ahora el psicosocial. Lo que ahora subyace en
la definición de la adicción alimentaria es un importante componente psicobiosocial
con la participación de neurotransmisores, neuromoduladores y vías nerviosas, en las
que el componente más importante queda definido por la liberación de opiáceos endó-
genos y de dopamina. Es, pues, un condicionante biológico muy similar al que aparece
en una drogodependencia o toxicomanía, como ya habíamos mencionado anteriormente.

33.- Por lo tanto, a las dotes congénitas se incorpora la capacidad de aprendizaje,


proceso por el cual cada uno llega a beneficiarse de la propia experiencia, lo que sirve
para elaborar nuevas o mejores respuestas para un mismo hecho. Cuando el resultado o
consecuencia de este comportamiento es adaptativo o positivo, los mecanismos cere-
brales de refuerzo se activan y facilitan la plasticidad neuronal190.
En el caso de la alimentación, también nos encontramos con una respuesta in-
condicionada de nuestro sistema nervioso, con el alimento como estímulo neutro, que es
la importante e instantánea liberación de insulina, la cual produce una importante dis-
189
Cfr. Pretlow R. A. ―Addiction to Highly Pleasurable food as a cause of the Childhood Obsesity Epidemic: A Qualitative Internet
Study‖ en Eating Disorders. 2011, Vol. 19, pp. 295-307.
190
Seguimos en este punto, por su enfoque humanista, el interesante estudio de Gómez Jarabo, Gregorio; Alonso Fernández, Fran-
cisco. Op. Cit., p. 20.

109
minución de la glucosa circulante, y constituye ahora un estímulo condicionado para
que aparezca la liberación de la glucosa en cantidades equivalentes a las que ha movili-
zado la insulina. Con el estímulo condicionado aparece una respuesta de liberación de la
glucosa como el mecanismo más importante de saciedad, que tiene unas consecuencias
opiáceas sobre el funcionamiento de nuestro cerebro, de tal manera que se produce la
liberación de las encefalinas con la consecuencia inmediata de la saciedad.
Los mecanismos de asociación y de interacción ambiental, así como las condi-
ciones personales y psicológicas que configuran nuestra personalidad también desem-
peñan un papel muy importante en la expresión de esta conducta. Una vez que instau-
ramos los mecanismos de refuerzo, éstos incitan a la repetición de la conducta y, por lo
tanto, establecen la dependencia psicológica con base en la satisfacción y el placer.
Las adicciones nos hacen ver las limitaciones que tenemos los seres humanos,
pues ellas afectan no solo a la inteligencia, sino a todo el ser humano191.

34.- Naturalmente, tenemos también que considerar el papel que desempeñan los
propios alimentos en la instauración de los mecanismos de refuerzo. El refuerzo es pro-
ducido por la capacidad que tiene el placer para modular los circuitos de recompensa
endógenos.
Se denomina refuerzo positivo a cualquier estímulo (interno o externo) que pro-
voca un aumento de la frecuencia del comportamiento, que tiende a una nueva aplica-
ción de ese estímulo192.
¿Cuáles son los alimentos que originan más fácilmente estos mecanismos?
Aquellos que aparecen congruentemente ligados a nuestras preferencias básicas y a la
presión o participación social. Por lo tanto, los dulces y, en concreto, el chocolate, es
uno de los alimentos más adictivos al que nos podemos enfrentar dada la presión social.
También el gusto por lo amargo, como el café, por lo ácido, como el alcohol, o por lo
picante y lo abrasivo, como la pimienta, pueden adquirir el rango de adictivos cuando el
aprendizaje y el condicionamiento nos han llevado a ellos. El sustrato neurobiológico no
se diferencia sustancialmente del adicto al chocolate, al café, al alcohol o a la pimienta.
Aparece una obesidad psicosomática característica de la ingestión desmesurada
de productos lácteos y de cereales. Es posible que en esta ingestión selectiva, el paciente
busque administrarse endorfinas; de hecho, podríamos denominarlos como buscadores
de endorfinas, pues su comportamiento es el de un adicto con una motivación selectiva.
Se produce una importante adicción selectiva a los hidratos de carbono de rápida
metabolización y liberación de glucosa, como el azúcar, las galletas, los bollos, etc. Al
igual que en el caso anterior, podemos decir que este importante incremento en la in-
gestión de estos alimentos está dirigido a conseguir administrarse los aminoácidos esen-
ciales, como el triptófano, que es un precursor de la serotonina. A estos pacientes po-
dríamos denominarlos buscadores de serotonina.
Mas también se dan adicciones específicas, como la adicción por lo salado, así
como la anemia microcítica causada por deficiencia de hierro. La adicción a la zanaho-
ria se ha descrito en varios casos como muy similar a la del tabaco, y en el síndrome de
abstinencia aparece irritabilidad, nerviosismo, ansiedad e insomnio. La ingestión exa-
cerbada de jitomate se ha asociado con la anemia ferropénica, y la de chocolate con la
deficiencia de magnesio.
Una adecuada defensa contra las adiciones alimentarias requiere (además de co-
nocimientos, contensión y base económica suficiente) una voluntad lo suficientemente
fuerte como para optar por dietas variadas y moderadas.

191
Cfr. Kendler KS. ―Hacia una estructura filosófica de la psiquiatría‖ en Am J Psychiatry (Ed Esp.) 2005, Vol. 8, pp. 321-328.
192
Cfr. Pereira, Teresa. Neurobiología de la adicción. Revista de Psiquiatría del Uruguay, Agosto 2009, Vol. 73, Nº 1, pp. 12.

110
35.- Pero las causales de las adicciones no son sola ni principalmente individuales,
sino socioculturales. Esto las hace que para las personas individuales sea más difícil
liberarse de ellas. Las adicciones están en todas partes y están adquiriendo carta de ciu-
dadanía.
¿Por qué el uso de las drogas configura hoy un síntoma social?
Si las instituciones burguesas de la modernidad -escuela, familia, trabajo, Es-
tado, Nación- configuraron las coordenadas que regulaban los intercambios simbólicos
entre los sujetos, hoy, por el contrario, en la época del capitalismo tardío, transitamos
escenarios marcados por la disolución del lazo social y el retiro de la metáfora a favor
de una metonimia vertiginosa de imágenes, signos y proliferación de objetos ofertados
en forma incesante por el Mercado. El desamparo subjetivo se cierne sobre los colecti-
vos sociales.
La más perturbadora de las transformaciones en el siglo XX es la desintegración
de las antiguas pautas por las que se regían las relaciones sociales entre los seres huma-
nos y, con ella la ruptura de los vínculos entre las generaciones, es decir, entre pasado y
presente... un mundo en el que el pasado ha perdido su función. Se ha producido la des-
afiliación de la cadena generacional de transmisión de saberes, costumbres, valores e
ideales, donde el otro importa cada vez menos.

36.- El Capitalismo ha sido revolucionario en su inicio. La burguesía ha destruido de


manera implacable los numerosos lazos feudales que ligaban al hombre con sus ―su-
periores naturales‖ que otorgaban bienes comunes y nos hacían iguales (hermanos) de
algún modo; pero ya no queda otro nexo de unión entre los hombres que el mero interés
personal.
La hegemonía del mercado y el discurso científico técnico, vía el predominio de
los dispositivos mediáticos, configuran una civilización cuyo imperativo categórico es
el empuje al consumo que conmina a gozar ya -y sin restricción del consumo- de todo
tipo de objetos, productos, sustancias e imágenes y estilos de vida.
La caída de la función de transmisión generacional, tributaria de la declinación
del Nombre del Padre, función simbólica reguladora del goce, precipita a los individuos
en un vacío innombrable, empuja a un individualismo asocial de nuevo cuño bajo el
modo de una apropiación autista de goce.
Vivimos un tiempo de vértigo, instantaneidad y actualidad extrema. Se ha insta-
lado la ilusión contemporánea de acceder a lo real en tiempo real, sin mediación del
intervalo.
La Posmodernidad es una época sin brújulas, de pluralización de los nombres del
padre o dioses protectores, reveladora de la caída de ideales herederos de la moral victo-
riana. Los individuos están a la deriva, indiferentes o anestesiados en búsqueda de un
recurso, respuesta o solución inmediata193.

37.- La pasión por el ser se cristaliza bajo la égida del Mercado y la identidad se
construye por el consumo de productos, objetos, e imágenes conformando un universo
de consumidores disciplinados y homogeneizados, entre los cuales, descolla una figura
paradigmática encarnada bajo la nominación «soy adicto».
Ha cambiado la época, han cambiado las modalidades de gozar en la cultura. Es-
tamos frente a nuevas formas del síntoma que constituyen prácticas de goce al margen
del lenguaje. Las drogas configuran una respuesta técnica de la ciencia que anula el pa-

193
Ehrenberg, Alain (Compil.). «Un mundo de funámbulos». En: Individuos bajo Influencia. Bs. As., Nueva Visión, 2010, p. 13. Le
Poulichet, Sylvie. Toxicomanías y Psicoanálisis. Las narcosis del deseo. Bsa. As., Amorrortu, 2011, p. 17.

111
sado y el futuro; se trata de la soldadura del individuo con el goce, con aparente prescin-
dencia del Otro.

38.- Volvamos sobre la cuestión de las motivaciones: ¿por qué y para qué se consu-
men drogas?
Para el adolescente, la droga representa un medio de conseguir algo, comunión
con los demás, deseo de aislarse o confundirse con los otros: crea un nuevo mundo con
sus reglas a partir de la desorganización que lleva consigo: búsqueda del tóxico, prepa-
ración y erotización de la inyección. Llega a convertirse en un sujeto dependiente a cau-
sa de su estado de necesidad, se establecen nuevas relaciones con una ambigüedad equi-
valente a la que existe entre el dueño y el esclavo. Las primeras relaciones con la droga
son diversas: curiosidad, protesta contra el mundo o la familia, trasgresión de lo prohi-
bido, la necesidad de una satisfacción inmediata.
De chico, el lema es ―la droga que hay es para compartir entre todos‖, de grande,
el lema es ―abusarse de la gente y salir a robar‖.
La droga para el adicto parece ser una solución o simplificación frente al camino
angustiante; para el impulso, la droga es el único momento de paz; para la posesión,
para la carencia, para el montón de diálogos no sostenidos, interrumpidos, para lo no
dicho, la droga es el relleno del vacío, es la anulación del agujero negro; es la anulación
del tiempo y el mantenimiento de la suspensión del reloj ante la ansiedad de un mañana
que pudiera repetir la carencia. Es la desaparición de la orfandad y la demostración del
poder absoluto de decidir. Porque el adicto adquiere una personalidad que:
- Vive la realidad como la siente.
- Se siente insatisfecho.
- Muestra diferencia entre el desarrollo de la inteligencia y la madurez afec-
tiva.
- No tolera la frustración.
- La droga es el paliativo al dolor en forma absoluta e inmediata.
- No tolera la espera.

Todo lo dicho se podría resumir afirmando que, en los drogadictos, la educación,


entendida, como un dominio de sí, en el nivel individual y social, no se ha logrado.

39.- El proceso de adquisición de una conducta adicta implica un accionar habitual.


Este accionar tiene un sujeto de las acciones y un objeto a lograr o que ya posee y que
seduce al sujeto. El logro de la finalidad de estas acciones primeramente produce placer
y gozo, pero luego éstos se van convirtiendo en una exigencia tiránica que subyuga al
sujeto, el cual comienza ahora a sufrir, tras un breve momento de gozo.
El momento de gozo es aumentado imaginativamente con la abstinencia. El ob-
jeto que hace adicto al sujeto opera, en la praxis, como un objeto cognoscitivo autorita-
rio, prepotente y totalitario, que hace del sujeto que la padece un auténtico servidor,
hasta tal punto que las propias preocupaciones, ideas, juicios, razonamientos y fantasías
se subordinan a este elemento de enganche.
Ante esta situación, se cree que el sujeto adicto ha perdido su capacidad volitiva,
es decir, que carece de voluntad, concepto utilizado en los planteamientos sanitarios
para describir el problema, por lo que en la OMS, se analizan las condiciones del adicto
desde el planteamiento de la falta de voluntad. En realidad, el sujeto adicto no carece de
voluntad, sino de la libertad de la voluntad. El adicto sigue queriendo porque sigue te-
niendo voluntad; pero ésta está fijada en el objeto o conducta que lo seduce.

112
40.- Desde una visión más global del problema de las adicciones, en el adicto, condi-
cionado por la experiencia vivida y pasada, y por reforzadores del entorno social que
aprecia y estima, sobrepasan los niveles de libre voluntad, de libre elección y decisión.
Su estudio fenomenológico nos permite precisar que lo que falla es la libertad
de acción, entendida, como el poder de actuar o de no actuar de acuerdo con las deter-
minaciones de la persona y de su voluntad. Pero es necesario advertir que la voluntad no
opera sobre lo desconocido. En el ser humano, la voluntad, la inteligencia y el deseo (o
efecto de aceptación o rechazo, derivado de lo obrado), obran en forma conjunta e inter-
activa. No se puede querer algo más que otra cosa si primero no se hace incrementar el
aprecio por lo que se conoce y desea. Cuando la armonía entre estas tres facultades (co-
nocer, desear poseer, elegir) se rompe, y toma ventaja el deseo del placer experimenta-
do, entonces la inteligencia pierde su ―sano juicio‖, trastoca lo que vale más o menos
objetivamente y toma preferencia la experiencia del placer del sujeto.
Así tenemos que el deseo se agiganta y se convierte en un ansia incontrolable,
irrefrenable e incontenible, y que se lleva a cabo en forma de acto impulsivo sin contar
con el poder objetivo de la inteligencia y de la libertad del sujeto para elegir lo más sa-
ludable ante sí mismo. Esta falta de dominio de sí es lo que constituye la matriz psico-
lógica de las enfermedades denominadas adicciones; pero, como puede advertirse, no es
una falta de dominio de la sola voluntad, sino del accionar integrado de la persona.

41.- Si fuésemos voluntaristas, esto es, si estimásemos que con la sola voluntad los
seres humanos pueden lograr todo, entonces podríamos reducir todas las causas de las
adicciones a la falta de dominio de la propia voluntad. Si así fuese, la educación de la
voluntad sería un arma poderosa para la supresión de las adicciones. En el período ilu-
minista se creyó que la razón era una diosa que con su luz barría las tinieblas del error, y
que una persona ilustrada podía decidir y hacer lo que quisiera. Más los seres humanos
somos más complejos. Pablo de Tarso, en el ámbito religioso, se animó a romper con la
tradición, en cierto modo socrática, según la cual quien cometía una injustica se debía a
la falta de conocimiento; no se debía a una falta de voluntad. De otro modo, un hombre
sabio sería necesariamente un hombre bueno. Pablo describe su situación entre lo que se
debe hacer (lo mandado o ley) y el deseo generado en él: ―No entiendo lo que me pasa,
pues no hago lo que quiero, y en cambio aquello que odio es precisamente lo que hago‖
(Romanos, 7,15).
Mas al referirnos a las conductas aditivas hay que tener presente que también
influyen en el proceso aditivos factores genéticos y epigenéticos (esto es, alteraciones
reversibles en los cromosomas debido a la experiencia) y factores psicológicos y del
entorno (históricos, ambientales, educacionales, etc.). Uno de los factores que ha llama-
do más la atención para ser considerado de riesgo para pasar de un uso ocasional al abu-
so de drogas o a la dependencia es el genotipo de cada individuo. En el caso de la nico-
tina, por ejemplo, varios estudios en humanos han encontrado variantes alélicas asocia-
das al consumo compulsivo de tabaco, focalizándose -principalmente- en los receptores
nicotínicos y en las enzimas responsables del metabolismo de la nicotina. La recaída
dependerá de varios factores en la lucha entre los condicionantes genéticos, los epige-
néticos y los demás194.

42.- En el ámbito de las conductas psicológicas, bajo el efecto de la adicción, se ter-


mina seducido de modo que se hace lo que objetivamente se advierte como dañoso; por
194
Cfr. Ahmed SH. ―The science of making drug-addicted animals‖ en Neuroscience, 2012, Vol. 211, pp. 107-125. Benowitz NL.
―Nicotine addiction‖ en The New England Journal of Medecine, 2010, Vol. 362, pp. 2295-303. Mackowick KM, Lynch MJ, Wein-
berger AH, George TP. ―Treatment of tobacco dependence in people with mental health and addictive disorders‖ en Current Psy-
chiatry Reports, 2012, Vol. 14, pp. 478-85.

113
ejemplo, los fumadores conocen los efectos dañinos del tabaco, pero igualmente siguen
fumando. Se llega entonces a cosificar el objeto (ahora más robustecido con la absti-
nencia, inflado con la imaginación, fortalecido con las experiencia placenteras pasadas)
al cual una persona se hace adicto, como si toda la responsabilidad cayese sobre ese
objeto, negándose a reconocer que es el sujeto el que tiene el defecto de no poder ya
dominarse, aunque al inicio lo hubiese podido hacer. Se habla entonces de compulsión,
o de acciones compulsivas, como si existiese un objeto externo que presionase al sujeto
para que obrase contra su voluntad. En realidad, el adicto tiene ya el problema dentro de
su psiquismo y organismo.
La nicotina es una de las drogas más consumidas en todo el mundo y se considera
que es el principal componente psicoactivo del tabaco, responsable de su poder adictivo
y de la alta tasa de recaída que genera. El síndrome de abstinencia al consumo de nico-
tina provoca alteraciones conductuales que pueden ser estudiadas también en los mo-
delos animales. Entre las más notorias manifestaciones de la deprivación a la nicotina se
encuentran: la irritabilidad, los problemas de sueño, las náuseas, los estados depresivos
y la ansiedad.
El poder mortal de la adicción que la nicotina produce no se halla en la cant i-
dad de placer (o recompensa) que causa sino su refuerzo, es decir, la cantidad que
lleva a las personas a seguir usándola.
La nicotina no produce el tipo de euforia o deterioro que muchas otras drogas
como los opioides y la marihuana producen. Las personas no se drogan por fumar
cigarrillos o vapear. Sin embargo, la poderosa capacidad de la nicotina para reforzar
sus recompensas relativamente leves da como resultado 480,000 muertes al año
sólo en EE.UU.
Probablemente hay varias razones por las que la nicotina es tan poderosa, i n-
cluso si no es tan intensamente gratificante como otras drogas. La nicotina estimula
la liberación de dopamina en las neuronas de ciertas regiones del cerebro; esta señal
de dopamina "enseña" al cerebro a repetir el comportamiento de tomar la droga.
La cantidad de dopamina liberada con cualquier bocanada de cigarrillo no es
tan buena en comparación con otras drogas, pero el hecho de que la actividad se
repita con tanta frecuencia y, junto con tantas otras actividades, vincula fuertemente
las recompensas de la nicotina con muchas conductas que se realizan a diario, m e-
jorando el placer y la motivación que obtenemos de ellas. Los cerebros de los f u-
madores han aprendido. Fumar, al igual que aprender a andar en una bicicleta, es
increíblemente difícil de desaprender. Ese simple y gratificante comportamiento de
encender un cigarrillo queda grabado.
De hecho la nicotina es la puerta de entrada a otras adicciones; es un estímulo
muy importante; y provoca alteraciones en el cerebro
El tabaco sigue siendo la droga más mortal debido a la gran cantidad de vidas
perdidas por el cáncer de pulmón y otras afecciones prevenibles relacionadas con
los pulmones y el corazón, causadas por la adicción a la nicotina.
Hoy existe acuerdo en que el efecto adictivo de la nicotina es mediado fundamen-
talmente por la activación de receptores colinérgicos nicotínicos (nAChRs), en las neu-
ronas dopaminérgicas del ATV y en otras estructuras cerebrales. Como ya lo hemos
mencionado,

―las neuronas dopaminérgicas pueden detectar una gratificación y aprenden a


redecir futuras experiencias de gratificación por la memoria y el condicionamiento
generado en el momento en que se transitó el consumo.
Pueden así utilizar la experiencia vivida para seleccionar, preparar y ejecutar

114
conductas dirigidas a concretar metas relacionadas con la producción de pla-
cer‖195.

Cabe distinguir tres términos que se confunden frecuentemente, sobre todo


cuando se halla del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC).
El término obsesión tiene que ver con un ―pensamiento-sentimiento‖ fijo que
aparece dominándola constantemente en la mente de quien la padece, mientras que
la compulsión tiene que ver con otro pensamiento-sentimiento-acto también indomable
que se estima cortará el ―pensamiento-sentimiento‖ anterior. Por ejemplo: ―Me siento
sucio‖ (obsesión), ―Me lavo las manos‖ (compulsión).
Si pasamos al lenguaje coloquial y en relación al tema planteado como princi-
pal la adicción, entenderemos que la relación se establece entre una necesidad fija y
constante (obsesión) de repetir imperiosamente (compulsión) una conducta o de ingerir
una sustancia que da placer para que la abstinencia, (que produce displacer) al no repe-
tir esa conducta que me da placer y a la que estoy esclavizado (adicción), desaparezca al
menos temporalmente.
Se podría hablar de la adicción a sustancias o conductas como un tipo de TOC si
lo analizamos como secuencia conductual. Ambos comparten196:
1.- El sentir que si no se realiza una determinada conducta, lo pasaremos muy
mal.
2.- El sufrir síntomas de ansiedad que entendemos solo desaparecerán con la rea-
lización de la conducta: tomar algo, hacer algo (compulsión).
3.- El hecho de que el realizar la conducta (compulsión) nos desaparece el ma-
lestar y quizás obtengamos bienestar.
4.- El hecho de que el bienestar o la desaparición de la ansiedad conseguido, es
efímero en relación al tiempo y, por tanto reaparece de nuevo.
5.- El hecho de que cada vez se repite en menor tiempo la aparición de la ansie-
dad (abstinencia u obsesión) y cada vez necesitamos más del reparo: consumo o
conducta compulsiva.
6.- El hecho de que el control del bienestar ocupe la mayor parte de nuestra vida
y sea el objetivo predominante.
7.- El hecho de que la extinción de la conducta exija esfuerzos increíbles para
quien la padece y su tendencia a repetirse cuando el control desaparece.

43.- La obsesión-compulsión tiene además un aditamento mental, por lo general una


representación que se vive como algo extraño o ajeno a uno, lo cual está en franca con-
tradicción con la otra adicción: la desarrollada en torno a la vivencia de autorrealiza-
ción197.

195
Pereira, Teresa. Neurobiología de la adicción. Revista de Psiquiatría del Uruguay, Agosto 2009, Vol. 73, Nº 1, p. 17. Cfr. Alvano
S, Zieher, L M. Cambios Adaptativos Neuronales. Adicción a drogas. En: Psiconeurofarmacología Clínica y sus bases neurocientí-
ficas. 3ª edición. Buenos Aires, Gráfica Siltor, 2003.
196
Peris Roig , Jacint. ―Adicción y obsesiones compulsivas‖ en: http://projecteoriol.blogspot.com.ar/2012/03/adiccion-y-
obsesiones-compulsivas.html.
197
Gómez Jarabo, Gregorio; Alonso Fernández, Francisco. ―Consideraciones psicobiológicas sobre las adicciones alimentarias‖ en
Salud Mental, vol. 24, núm. 2, abril, 2001, p. 17. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=58222404

115
Se genera, entonces, un vicio en forma circular (círculo vicioso): el adicto se
centra en lo deseado (sustancia, conducta u objeto fantaseado), se genera luego una fase
apetitiva, después ansiedad cada vez más intensa cuanto mayor sea la abstinencia; ésta
lleva a consumar el acto que genera un momentáneo placer, para volverse después nue-
vamente a centrarse en lo deseado, cada vez más robustecido.
Para que una experiencia única quede en la memoria debe ser intensa; de lo con-
trario, debe ser lo suficientemente repetida en lo real o en lo virtual (evocación ima-
ginaria).
Para que se formen esas memorias se tienen que producir fenómenos de plastici-
dad sináptica, dependientes de la llamada potenciación a largo plazo (LTP). Estos fe-
nómenos son inducidos por las sustancias de abuso y la repetición de conductas a partir
de los cambios moleculares que promueven.
Estos cambios genómicos (nivel celular) se expresan fenotípicamente (nivel con-
ductual) como: drug craving behaviour (anhelo de droga), drug-wanting behaviour (ne-
cesidad), drug seeking behaviour (búsqueda) y finalmente, drug taking behaviour (in-
gesta voraz).
La repetición misma de estas secuencias formaliza memorias o engramas que
luego se repiten automatizadamente198.

44.- Resumiendo, cabe reiterar que se puede definir a la adicción como la conducta
dependiente del adicto a una variable estimulatoria independiente, como, por ejemplo, a
un nutriente, a un fármaco, a un alcaloide o a una droga, o a una actividad o conducta,
legal o ilegal, como la alimentación, la televisión, el robo, el incendio, etc. El término
adicción que originariamente significaba sumisión a alguien, o sea, entrega a un amo,
pasamos a designarla como dependencia, como la conducta impulsiva y/o compulsiva
incontrolable, dirigida hacia un objeto o conducta determinada de la que depende, que
se repite con intervalos más o menos prolongados.
Por esto cabe decir que las conductas humanas adictivas no parecen tener una
sola causa; sino múltiples y, frecuentemente, cruzadas, sobrepuestas, intensificadas.

Criterios comunes y características mentales de los adictos

45.- No obstante, se está buscando si existen criterios comunes para detectar las adic-
ciones tanto químicas como conductuales. Estos criterios parece que pueden sintetizarse
en los siguientes parámetros:

Saliencia: Cuando una actividad particular se convierte en la más importante en la


vida de la persona, dominando sus pensamientos, sentimientos y conductas. Un
ejemplo orientado a la adicción de las redes sociales: ―Me paso la mayor parte del
tiempo observando lo que hacen los demás en las redes sociales (o pensando en ha-
cerlo)‖.
Cambios de humor: Experiencia subjetiva que relatan las personas al implicarse en
una actividad particular. Se puede expresar como ―sentir un subidón‖, sentimientos
desestresantes o tranquilizantes de escape, disforia. Un ejemplo orientado a la adic-
ción de las redes sociales: Cuando estoy participando activamente en las redes so-
ciales me olvido completamente de todos mis problemas.
Tolerancia: aumento necesario de cualquier cosa, para llegar a sentir los mismos
efectos que al principio. Un ejemplo orientado a la adicción de las redes sociales:
Cada vez paso más tiempo jugando en las redes sociales para sentirme bien.
198
Pereira, Teresa. Neurobiología de la adicción. Op. Cit., p. 20.

116
Síndrome de abstinencia: Sentimientos de incomodidad o estado físico, psicológico,
social desagradable cuando una actividad se reduce de forma súbita. Un ejemplo
orientado a la adicción de las redes sociales: Me siento muy mal, si por algún motivo
no puedo dedicar mi tiempo a participar activamente en las redes sociales.
Conflicto: Conflictos interpersonales o consigo mismo (intra-psíquico). Son cons-
cientes de que tienen un problema, pero no lo pueden controlar (experiencia subjetiva
de pérdida de control). Un ejemplo orientado a la adicción de las redes sociales: Por
pasar demasiado tiempo participando activamente en las redes sociales he tenido
problemas con mis mejores amigos.
Recaída: Después del sentimiento de culpa y remordimiento inicial, aparece el im-
pulso aditivo, la tendencia a volver a los patrones originales de la actividad después
de un período de abstinencia. Se da la fase de instauración de la adicción. Un ejem-
plo orientado a la adicción de las redes sociales: Si paso algún tiempo sin conectarme
a las redes sociales cuando lo vuelvo a hacer mi actividad sigue siendo la misma199.
Cambios en la conducta tales como: apatía prolongada, mentiras reiteradas, ausen-
cia de proyectos, intolerancia a la frustración, fracasos escolares, fracasos laborales,
cambio de amigos, robo, promiscuidad, problemas legales.

46.- Desde el punto de vista de las características mentales que padecen los adictos,
éstas suelen manifestarse, según expresiones de los adictos (en especial al alcohol), co-
mo200:
§ Pensamientos y comportamientos contradictorios: muchas veces pensamos una
cosa, decimos otra y hacemos otra. Por ejemplo, decimos amar a los nuestros, y
los humillamos. Decimos que nos importan nuestras familias pero las abandona-
mos constantemente por el consumo. Muchas familias no entienden como noso-
tros somos buenos un día, y cambiamos radicalmente bajo la influencia del al-
cohol. Saben que tenemos inteligencia para otras cosas, pero no entienden porque
no podemos parar de beber ni controlar nuestra naturaleza emocional.
§ Pensamientos distorsionados: si algo pasa en nuestras relaciones interpersonales,
solemos pensar ilógicamente. Por ejemplo, ―me miró mal, seguro le caigo mal o
me odia;‖ si alguien del sexo opuesto nos sonríe, podemos pensar automática-
mente que le gustamos, o si nuestra pareja sentimental saluda a alguien del sexo
opuesto, podemos pensar que tienen una relación sentimental sin tener más evi-
dencias. Si tenemos conflictos con alguien, pensamos que nos tienen envidia u
otra cosa. Casi pocas veces analizamos con lógica las situaciones que se nos pre-
sentan en nuestro diario vivir lo que nos hace celosos, desconfiados, intolerantes
y difíciles de convivir. Somos muy irracionales.
§ Racionamiento emocional: Esta característica es muy común en las personas
emocionalmente inmaduras; se caracteriza por percibir la realidad de acuerdo al
estado emocional en un determinado momento, haciéndonos extremadamente vo-
lubles en comportamiento y emociones. Por ejemplo, ―siento que no me van a
contratar en esa empresa, así que no voy a pedir trabajo;‖ o ―siento que le caigo
mal a eso persona, seguro si le caigo mal porque lo estoy siendo.‖ También, si
me siento alegre en la mañana o durante el día, pienso que la vida es alegre y lle-
na de oportunidades, pero si estoy triste en la tarde del mismo día o al otro día,
199
Griffiths, M.D. A ‗components‘ model of addiction within a biopsychosocial framework. In: Journal of Substance Use, (2005),
10(4), 191–197.
200
Andujo Carrillo, Jorge Armando. ―Tipología del pensamiento y personalidad adictiva‖ en JAA Carrillo - icade.com.mx

117
pienso que la vida es gris, cruel, y triste actuando en acuerdo con mis emociones
y no por las evidencias de la realidad. Nunca nos ponemos a pensar que podemos
sentirnos mal en algún determinado momento pero esto no significa que nuestra
vida sea una tragedia. Nuestra percepción de la vida cambia con nuestras emo-
ciones del momento, haciéndonos muy inestables y que ignoremos muchas cosas
que son parte de la realidad. Actúo como me siento y no como debiera.
§ Comportamiento y pensamientos obseso-compulsivos: cuando bebíamos no po-
díamos de dejar de pensar obsesivamente en el alcohol, y actuábamos compulsi-
vamente al tomar sin importar las consecuencias. Solo queríamos alimentar nues-
tra obsesión. También esto se manifiesta en nuestros resentimientos y problemas
de otra índole ya que continuamente nos obsesionamos con los resentimientos y
problemas y no podemos dejar de pensar en ellos. Actuamos muchas veces como
nos sentimos, y no como debiéramos actuar.
§ Tratar de controlar la adicción: Los alcohólicos como no podemos parar de be-
ber buscamos la manera de seguir bebiendo y evitar las consecuencias negativas.
§ Confusión de las causas y los efectos: Tomo porque tengo problemas, y tengo
problemas porque tomo se mezclan a nuestra conveniencia. Por ejemplo, dice un
alcohólico, ―tomo porque mi mujer se la pasa quejándose de mí y reganándome
todo el tiempo -otro le pregunta, y porque se queja tanto y te regaña?- contes-
tando el alcohólico, pues porque tomo.‖ Esto también es cierto en otras instancias
y situaciones de nuestras vidas sin necesidad que andemos tomando.
§ Tendencias al autoengaño: ―yo no dejo de beber porque yo no soy hipócrita!‖
―Bebo porque me da la gana;‖ ―le pegué a mi esposa porque ella se lo buscó.‖
―Me corrieron de mi trabajo, porque el patrón tenía celos de mi capacidad,‖ y así
ad infinitum.
§ Baja autoestima: casi sin excepción los alcohólicos sufrimos de baja autoestima.
Pensamos en secreto que somos menos que los demás y morbosamente nos com-
paramos con los demás siempre sintiéndonos en desventaja con otros. Muchos de
nosotros tomamos para sentirnos normales entre la gente y no sentirnos menos
que los demás. La baja autoestima nos causó muchos problemas especialmente
en nuestra habilidad para relacionarnos con otros.
§ Hipersensibilidad: casi todos nosotros los alcohólicos somos hipersensibles; si al-
guien nos lastima con o sin intención, sentimos mucho dolor emocional acen-
tuando nuestros resentimientos y aislamiento social. Como emocional y mental-
mente carecemos de defensas psicológicas saludables, todas las interacciones
normales con otras gentes nos causan más dolor emocional que a las personas
normales. Nos enamoramos más de la cuenta, y odiamos más de lo necesario.
Muchos de nosotros evitamos a la gente y a la sociedad para evitar el dolor emo-
cional que experimentamos en nuestras relaciones con los demás.
§ Tendencia a sentirse víctima o auto victimización: Nuestra hipersensibilidad nos
ha cegado a muchos de nosotros los alcohólicos sobre la realidad entre la balanza
de los daños que hemos hecho a otros y los daños que otros nos han hecho a no-
sotros, haciéndonos sentir siempre las víctimas de los demás, las circunstancias,
y hasta del mismo Dios. Para nosotros la gente siempre fue injusta y mala con
nosotros, pero nosotros no. Concluimos injustamente que solo otros hacen daño y
que solo a nosotros nos pasan cosas malas en la vida. Hay una tendencia a dra-
matizar la vida generando estados permanentes de conmiseración. Por ejemplo si

118
un día nos levantamos y miramos nuestra llanta pinchada antes de ir a trabajar,
pensamos, ―hay Dios mío todo me pasa a mí, solo a mí! Dios ya agárrate a otro.
Porque solo a mí me pasan estas cosas?‖ O ―Nadie me entiende, ni sabe lo que
yo sufro!‖
§ Inhabilidad para admitir errores: casi a todos los alcohólicos nos cuesta trabajo
aceptar que nos hemos equivocado. Tal vez esto sea el resultado de nuestra casi
innata baja autoestima aunado a nuestra hipersensibilidad que hace que no so-
portemos la crítica de ninguna índole. Esto hace que nos convirtamos en maes-
tros de las escusas y las mentiras racionalizándolo todo. Siempre tenemos una ra-
zón del porque hicimos esto o lo otro mal.
§ Omnipotencia e impotencia: otra característica mental de nosotros los alcohólicos
es el sentirnos en los extremos según las circunstancias. Nos sentimos omnipo-
tentes y poderosos cuando todo va bien, pero nos sentimos impotentes y frágiles
cuando todo va mal. Oscilamos entre ser dioses a sentirnos los diablos, nunca se
nos ha ocurrido ser simplemente humanos. Hablamos de nuestras supuestas
grandezas, pero nos sentimos menos que los demás. Esto nos hace narcisistas y
poco empáticos sobre las necesidades de los demás, tratando de opacar a los de-
más por miedo a aparecer pequeños. Hay una necesidad de admiración enfer-
miza.
§ Culpabilidad y vergüenza: nosotros los alcohólicos sufrimos más de vergüenza
toxica que de culpabilidad. Si cometemos un error, no decimos ―cometí un
error,‖ pensamos ―que estúpido soy.‖ La vergüenza toxica hace que en lugar de
sentirnos culpables por un error, hace que nos sintamos que nosotros somos el
error. En otras palabras nos cuesta amarnos y aceptarnos honestamente a noso-
tros mismos.
§ Expectativas mórbidas: casi todos los alcohólicos tenemos el extraños deporte de
esperar lo peor todo el tiempo. Cuando se nos presente un problema, tendemos a
pensar casi automática y catastróficamente. Si nos regañan en el trabajo, nos ve-
mos a nosotros mismos perdiendo el trabajo, y viviendo en la calle. Y si hay un
tiempo que todo sale bien, esto nos puede asustar pensando que algo anda mal
porque todo está bien. Tendemos al pesimismo crónico. Algunos hasta nos sa-
boteamos la felicidad y el progreso por miedo a perderlos aunque suene ilógico.
§ Negación: casi todos los alcohólicos nos cuesta trabajo darnos cuenta de nuestra
realidad, y no necesariamente que simplemente ignoremos la realidad, sino que
realmente no nos damos cuenta de nuestra realidad. Nuestra conducta autodes-
tructiva puede ser obvia a otras personas, pero por alguna razón nosotros no po-
demos darnos cuenta de nuestra realidad. Por eso no se enojen cuando no nos
damos cuenta de lo irracionales que somos, realmente estamos en negación un
sofisticado mecanismo de defensa emocional que nos protege de la realidad pero
que a los alcohólicos no nos funciona bien.
§ Miedo al cambio personal, pero no al de otros: A los alcohólicos nos gusta que
todo mundo cambie menos nosotros mismos. Queremos que cambie la esposa,
los hijos, el patrón, el país, toda la gente, pero paradójicamente nosotros no que-
remos cambiar.
§ Egoísmo: en la cúspide de nuestra enfermedad mental a menudo solamente pen-
samos en satisfacer nuestras necesidades emocionales, mentales, y físicas igno-
rando muy a menudo las necesidades de otros; entre más enfermos estamos, más

119
egoístas somos. Esto aunado a las otras formas de pensar y actuar nos hace muy
infantiles. Por eso nos acoplamos perfectamente con las personas codependien-
tes.
§ Conflicto: por razones que ya hemos enumerado anteriormente, los alcohólicos te-
nemos dificultad para manejar los conflictos con otras personas. No es sorpren-
dente que estos conflictos a menudo nos depriman, o que nos causen que explo-
temos en arranques de ira inapropiada causando daños a los que nos rodean o a la
sociedad. En algunos casos nuestra inhabilidad para manejar los conflictos nos
han llevado a tener problemas legales y algunos hemos tenido que estar en la cár-
cel.
§ Depresión alcohólica: esta no es una depresión descrita en el DSM-IV201 la biblia
de los psiquiatras; es más bien un sentimiento de aburrimiento, tristeza, desola-
ción, y que la vida es gris e insípida que experimentamos los alcohólicos casi de
manera crónica. Es un estado casi depresivo que solo desaparece cuando estamos
tomando, dándonos una extraña sensación de alegría ficticia. O como lo describe
un alcohólico, ―es como si la vida no tuviera colores y todo fuera gris; el alcohol
me hacía ver todo de colores‖. Esta falta de alegría natural es recuperada en so-
briedad cuando se practica el programa de recuperación, pero si continúa la sen-
sación, entonces es recomendable ver un profesional.
Ésta es solo una lista descriptiva de algunas de las características mentales de
nosotros los alcohólicos recopilados del libro del Dr. Abraham J. Twerski202 y de otras
experiencias. Con los cambios culturales y conforme avance la medicina, estos para-
digmas y creencias cambiarán también. No obstante ayudan en algo a comprender el
porqué del comportamiento anormal y autodestructivo de los adictos.

47.- La forma de pensar del adicto implica la negación, el autoengaño y las distorsio-
nes del pensamiento típicas de la adicción, conforman un sistema delusional bien nu-
trido que atrapa al adicto en un círculo de deterioro progresivo.
Este sistema se compone de una serie de creencias, mecanismos de defensa, ne-
gación, autoengaño y otras distorsiones del pensamiento que en conjunto son conocidas
como el pensamiento adictivo.
La negación o autoengaño es una estrategia psicológica que tiene la función de
separar al adicto de la conciencia que las consecuencias que la adicción tiene en su vida.
De esta manera se reduce la ansiedad y además se protege el sistema adictivo, es-
tableciéndose un equilibrio enfermo, del cual el adicto se mantiene atrapado, y que
además es la razón por la que el adicto insiste en volver a usar aún luego de una crisis.
Resumamos los aspectos de esta manera de pensar:
- Negación: La negación simple de las situaciones negativas producto de la adicción.
- Minimización: Restarle importancia o significado a los eventos relacionados con
las consecuencias de la adicción.
- Racionalización: Asignar una razón lógica a algo que no la tiene o que es por natu-
raleza irrazonable.
- Justificación: Justificar el uso en virtud de algo que ocurrió en el pasado o por la
forma en que lo tratan o por cualquier otra condición existente en la vida del
adicto

201
Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (en inglés Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disor-
ders, DSM)
202
Cfr. Twerski, A. J. El pensamiento adictivo. México, Grupo Editorial Patria, 2007.

120
- Proyección: Ver en los demás los problemas que el adicto está pasando en su pro-
pia realidad, de modo que puede culpabilizar a otros de su problema.
- Futurización: Salirse de la realidad presente y vivir en el futuro como una manera
de no ponerse en contacto con su realidad presente.

48.- Las distorsiones del pensamiento propias de la adicción son generadas por las
creencias adictivas. La función de estas distorsiones es producir sufrimiento de modo
que se justifique el uso de sustancias o conductas adictivas para "aliviar" ese dolor de
manera enferma. Sumadas a la negación y el autoengaño, estas distorsiones tienden a
facilitar el proceso adictivo y despegan al adicto de la realidad de su enfermedad.
Catastrofización: Asignarle una categoría de catástrofe aún al más leve inconveniente
de la vida personal. Es una manera de auto-sabotearse el crecimiento con el fin de justi-
ficar finalmente el consumo. El adicto desarrolla una visión catastrófica que lo coloca
en una actitud de víctima frente al mundo.
Mortificación: La preocupación constante ante cualquier problema hace de la vida co-
tidiana, una constante ansiedad y sufrimiento que se usan como justificativo para conti-
nuar el consumo.
Rigidez: Dificultad para abrir la mente y considerar otros puntos de vista. El adicto se
aferra a sus percepciones con una fuerza tal, que puede hacer la comunicación muy difí-
cil, sobre todo en el área del consumo y el comportamiento adictivo.
Control: El miedo es la emoción fundamental en la personalidad del adicto y para ma-
nejar ese miedo, que muchas veces es desproporcionado, el adicto desarrolla relaciones
basadas en el control interpersonal. Esto causa dolor en las relaciones y muchas veces
termina produciendo violencia.
Pensamiento Blanco y Negro: La incapacidad para ver los grises es muchas veces un
fuerte componente de la mentalidad adictiva, dificultando la comprensión mutua y ani-
mando a los juicios severos.
Impaciencia e Intolerancia: El adicto desarrolla una intolerancia marcada por situa-
ciones que involucra incomodidad o es y más bien actúa por impulsividad siguiendo la
regla de "quiero lo que quiero, cuando lo quiero y como lo quiero"
Soberbia y grandiosidad: La personalidad del adicto regresión a en cierta manera a la
adolescencia, aflorando muchas veces conflictos no resueltos con la autoridad y, con-
ductas de reto permanente. Esto se debe a una hipertrofia del ego como compensación al
deterioro en la autoimagen que se produce por el impacto de la adicción en la vida de la
persona.
Todas estas distorsiones provienen del sistema de creencias adictivo que con-
forman la raíz del desorden adictivo en el plano mental. Para poder recuperarse de la
adicción es necesario detectar y cambiar dichas creencias adictivas.
49.- La mayoría de los especialistas que tratan a personas con problemas de adiccio-
nes prefieren no encasillar a estas personas a ciertos rasgos, pero sí hay estudios donde
se ha demostrado que hay un cierto patrón en las personas que han desarrollado depen-
dencia a algún tipo de sustancia. Los rasgos de la personalidad más presentes en la
personalidad adictiva son:
a.- Ser perfeccionista, es decir asegurarte del poder a todo costo, conseguir inmedia-
tamente lo que quieres.

121
b.- Dificultades para expresar los sentimientos, sentimientos de soledad y pertenen-
cia. Los sentimientos de aislamiento y de falta de intimidad hacen a estas personas
volverse a las drogas al alcohol o a cualquier otro tipo de adicción como un susti-
tuto a su soledad y a su inhabilidad de compartir con otros en situaciones sociales.
c.- Dificultad de mantener metas a largo plazo, más enfocados en metas de corto pla-
zo, comportamientos impulsivos para resolver los problemas de la vida de una
manera fácil y generalmente buscan la solución en las drogas y el alcohol.
d.- Al estar en constante estrés, la persona se vuelva al alcohol o a las drogas para po-
der manejar sus emociones de una ―manera más fácil‖ o para escapar de los pro-
blemas y de la realidad en la que viven.
e.- El sentimiento de un vacío interior.
f.- Comportamiento compulsivo y extremista. Ven las cosas o blanco o negro y no
tienen el concepto de término medio. Usan la filosofía de ―o todo o nada‖ para re-
solver sus situaciones en la vida. O se sienten perfectos o se sienten un fracaso. Se
sienten incapaces de parar de usar cualquier tipo de droga o bebidas alcohólicas.

50.- Una civilización que facilita la producción de adicciones por este doble meca-
nismo: la proliferación del estrés, el vacío y el aburrimiento, y la tendencia a la inme-
diata gratificación; y que facilita los instrumentos para ello, bien merece la denomina-
ción de civilización adictiva. En el modo de vivir propio de la civilización adictiva, la
sustitución del cultivo de la personalidad con sentido está siendo reemplazada por la
necesidad de obtener gratificaciones.
Aparte de los factores generales presentes en las sociedades occidentales con-
temporáneas, que estimulan de un modo indirecto la incidencia del género de las adic-
ciones sociales o comportamentales, operan factores sociales que son responsables di-
rectos de la creciente extensión de a las adicciones. La anomia es el cáncer de la entraña
nacional, endemia consolidada por dos actitudes: desde abajo, el hombre de a pie, in-
cumple la ley; desde arriba, los Gobiernos no la aplican.

51.- Se podría decir que, prácticamente, todos los adolescentes están expuestos en
alguna medida a las adicciones; sin embargo, algunos jóvenes en virtud de la genética,
las circunstancias familiares, las relaciones con sus pares, los rasgos de personalidad
individuales, tienen mayor peligro de abuso y/o adicción. Estas características se deno-
minan factores de riesgo y, entre ellos, se pueden mencionar:
- Padres alcohólicos.
- Falta de participación de la madre.
- Conducta antisocial.
- Jóvenes hiperactivos.
- Mal rendimiento académico.
- Poca habilidad verbal y de resolución de problemas.
- Niveles altos de conflicto familiar.
- Amigos consumidores.
- Angustia interna, enfermedad psiquiátrica, infelicidad, inflexibilidad.
- Alteraciones en la alimentación y en el patrón del sueño.
- Inicio de relaciones sexuales precoces.
- Autoestima inadecuada.
- Abuso físico o sexual durante la primera o segunda infancia.
- Escolaridad incompleta.
- Hijo no deseado203.
203
Cfr. Pasqualini, D. – Llorens, A. (Comp.). Salud y Bienestar de Adolescentes y Jóvenes, p. 561.

122
Hay que tener capacidad para resistir la frustración de dejar un placer inme-
diato y proponerse metas a más largo plazo, sin ser esclavizado por el placer inmediato,
o por una ansiedad, por un aburrimiento que nos genera estrés. Para resolver el pro-
blema de una adicción se debe buscar las causas de la misma que suelen ser la falta de
dominio de nosotros mismos ante una ansiedad y la frustración, el entorno social poco
contenedor, y posibles herencias genéticas.

¿Las adicciones tienen género?

52.- El contorno social no determina (no suprime) la libertad de las personas, pero las
condiciona. Esto ha generado una situación nueva en el pasaje de la modernidad a la
posmodernidad.
Si nos atenemos a los estudios realizados al respecto 204, las mujeres representan
en conjunto aproximadamente el 20-25%, de toda la actividad asistencial en adicciones;
es decir, hay entre cuatro y cinco hombres adictos por cada mujer. Aunque ambos pa-
dezcan la misma problemática, la mujer tiene unos problemas específicos, distintos, que
no suele presentar el hombre. La cuestión cambia según se trate o no de drogas ilegales.
Por lo general, la proporción de mujeres usuarias de drogas legales (tabaco, alcohol,
psicofármacos) y de adicciones no químicas (a compras, juego, televisión) es mucho
más elevada que la de mujeres adictas a drogas ilegales. Una tendencia inversa -que
luego ratificaremos- se da en los varones.
La prevalencia de consumo de marihuana es mayor entre los hombres que entre
las mujeres: de siete a tres hombres por cada mujer, dependiendo de la población y gru-
po etario205.
En sustancias como el alcohol o el tabaco parece que el inicio del consumo es
más precoz e incluso cuantitativamente mayor en la mujer. Con drogas como la cocaína
o el cannabis, el varón es quien claramente empieza antes y en un porcentaje mucho
mayor206.

53.- Hace apenas diez años el hombre predominaba en todos los ámbitos de con-
sumo, advirtiéndose -no obstante- una aproximación estadística de la mujer, salvo en lo
referido a drogas ilegales, revelando que algo está cambiando en los usos y costumbres
sociales.
El fenómeno de las adicciones, al igual que el resto de fenómenos sociales, re-
quiere un abordaje desde la perspectiva de género si no queremos dejar fuera de él a un
importante sector compuesto por mujeres adictas. Hasta la fecha, dado que el colectivo
de varones adictos casi quintuplica al de mujeres, la situación de éstas dentro del espa-
cio asistencial ha sido precaria ya que los dispositivos que lo conformaban estaban fun-
cionalmente connotados por el predominio masculino. No es que sean dispositivos para
varones, sino que el enorme predominio de éstos hace que intrínsecamente vengan de-
terminados por el estilo que aquellos marcan.
Existen semejanzas y diferencias. Muchas mujeres no buscan tratamiento porque
tienen miedo, por ejemplo, de no poder cuidar a sus hijos, de las represalias de sus pa-

204
Cfr. Blanco Zamora, Pilar; Sirvent Ruiz, Carlos; Palacios Ajuria, Leandro. ―Diferencias de género en la adicción e implicaciones
terapéuticas‖ en Salud y drogas, vol. 5, núm. 2, diciembre, 2005, pp. 81-97. Rodríguez, F.J.; Ovejero, A.; Villa, M. y Sirvent, C.
(2004). ―Consumo de sustancias psicoactivas, género e identidad psicosocial: análisis de las diferencias intergénero en las actitudes
juveniles ante el uso de alcohol‖ en Revista española de drogodependencias, 3 (4), 167-187.
205
Cfr. De La Fuente, Juan Ramón. Marihuana y salud. México, FCE, 2015, p. 65.
206
Cfr. Pastor, Verónica; Vázquez, Pablo; Corapi, Enrique; Bernabeu, Ramon. ―La adicción a la nicotina: vulnerabilidad, epigénesis
y modelos animales de estudio‖ en Revista Argentina de Ciencias del Comportamiento, 2013, vol. 5, núm. 2, pp. 61-73. Cfr. De La
Fuente, Juan Ramón. Marihuana y salud. México, FCE, 2015, p. 80.

123
rejas, del castigo de las autoridades, etc. En no pocos casos, afirman que sus compañe-
ros drogodependientes las iniciaron en esa práctica. Además, la investigación indica que
la mujer adicta tiene enorme dificultad para mantener tratamiento cuando el estilo de
vida de su compañero facilita el uso de drogas. Así pues, aun cuando en principio la
adicción no tiene género, el género influye en la adicción y la adicción influye en el
género. El adicto varón suele estar más socializado cualquiera que sea el tipo de drogo-
dependencia. Por el contrario, la mujer drogodependiente suele hacer una vida más so-
litaria, siendo sus consumos en mayor medida privados y tormentosos en general.

54.- A pesar de los cambios mencionados en la concepción de género, la sociedad, en


general, valora en el adolescente varón el inicio temprano de las relaciones sexuales, y
hay fuertes presiones para que sea heterosexual e independiente. Y, si bien se aprecia la
educación de la mujer casi tanto como la del hombre, se espera de ella mayor pasividad
y disponibilidad para otorgar placer207.
Entre las diferencias psicológicas y psicopatológicas, se advierte la presencia de
dependencias relacionales más frecuentes. También es mucho más frecuente, incluso
típica, en la mujer, la tríada psicopatológica: baja autoestima, soledad y vacío existen-
cial. La mujer presenta mayores índices de maltrato, sojuzgamiento y abusos sexuales.
La violación no es un hecho excepcional ni mucho menos, sobre todo en mujeres depen-
dientes de drogas ilegales. Pese a su aparente mayor locuacidad, las mujeres tienen tan-
tas dificultades como los varones para expresar sus planos íntimos personológicos. La
minusvaloración sistemática de sus capacidades redunda en un déficit crónico de la au-
toestima. El autoconcepto de muchas drogodependientes dibuja un sombrío autorretrato
de infravaloración, sentimiento de incapacidad, autopercepción de vicio y tendencia a
perpetuar una situación que ellas mismas consideran irresoluble.
Las mujeres manifiestan tener menor capacidad de autonomía (por tender a de-
pender frecuentemente de alguien) a la hora de tomar decisiones. En muchas ocasiones
la mujer vive sintiéndose inferior. Esta situación las lleva a estar bajo la "tutela" o cui-
dado de otros, cualquiera que sea la edad que tengan. Frecuentemente piensan que van a
equivocarse si deciden por ellas mismas.

55.- Según los datos de que se disponen, el retrato de la mujer alcohólica podría ser
el siguiente: entre 35 y 45 años de edad, bebe en solitario (por ejemplo, vino en la co-
cina) de forma atormentada y autodestructiva. Procura ocultar su adicción incluso a los
más allegados pero, una vez reconocido el problema, tarda menos que el hombre en
buscar solución. Por término medio su alcoholismo dura unos 7 años.
De igual manera, el hombre alcohólico tendría entre 42 a 60 años y bebería so-
cialmente aunque completando su ingesta en solitario. Como la mayor parte de adictos,
tarda en reconocer el problema, aunque éste es el caso de reconocimiento más tardío:
unos 15 años por término medio.
El retrato de la mujer adicta a drogas ilegales tendría entre 28 y 42 años (adviér-
tase el paulatino envejecimiento de esta población), consumidora compulsiva sobre todo
de heroína y cocaína (en menor medida), con antecedentes de maltrato y patología so-
mática asociada con mayor frecuencia que el varón. Tarda mucho en solicitar trata-
miento, sobre 6 años (por los 4 que tarda el varón) y discrimina menos el tipo de centro
demandado (le da igual).
El retrato del hombre adicto a drogas ilegales tendría entre 25 y 45 años y con-
sumiría fundamentalmente cocaína. También tarda en reconocer el problema o lo mini-
miza, pero solicita tratamiento antes que la mujer adicta; por término medio en unos 4
207
Cfr. Daros, W. R. La mujer posmoderna y el Machismo, en Franciscanum 162, Vol. LVI, 2014, pp. 107-129.

124
años desde que se enganchó. Con mayor frecuencia presenta comorbilidad psiquiátrica
asociada o -si se prefiere- mayor psicopatología que la mujer, aunque suele disfrutar de
un menor deterioro físico.

Vigorexia, una adicción sin drogas

56.- Si bien la sociedad ha ido evolucionando de forma paulatina a lo largo de la his-


toria, la actual sufre tal influencia de los medios de comunicación, que cualquier patrón
social puede haberse extendido a todos los estratos de la sociedad en un breve período
de tiempo208.
Entre estos rápidos cambios, interesa en este trabajo destacar la gran prolifera-
ción, sobre todo en las sociedades más avanzadas, de las denominadas nuevas adiccio-
nes. Estas ―adicciones sin droga‖ surgen como una actividad, aparentemente inocua, que
realiza el sujeto de manera repetitiva y que le produce satisfacción, consecución de al-
gún objetivo y una gran sensación de control. Pero la adicción aparece cuando esta acti-
vidad se vuelve compulsiva y el sujeto pierde el dominio de sí mismo para dominar esta
compulsión.
Además, en la vigorexia es de destacar la existencia de un culto excesivo a la
belleza corporal y una obsesión por la salud entendida como perfección. El cuerpo se ha
convertido para muchas personas en el referente más importante de la propia identidad
que homogeneiza valores a falta de otros de diferente naturaleza. Los medios de comu-
nicación a través de películas y publicidad, relacionan la felicidad con la imagen del
cuerpo, asociando entre los conceptos de hermosura, bienestar y salud. Mas el concepto
de lo grotesco, paralelo al de hermosura, también va cambiando y se advierte en los
tatuajes con diversidad de piercings y de colores e interpretaciones. Una posible inter-
pretación, cuando el caso es reiterativo, podría hallarse en la adicción a ser diferente y
ser reconocido como tal.

Algunos estudios indican que, en 2004, la mayoría de los norteamericanos esta-


ban descontentos con su cuerpo y esto genera riesgo de baja autoestima, de consumo de
sustancias peligrosas, de alteraciones de la alimentación y de depresión. La necesidad de
un cuerpo o una imagen perfectos resultaban muchas veces en diversos trastornos psi-
cológicos209.

57.- Las primeras anotaciones sobre la dependencia al ejercicio aparecen en 1970. Se


estudiaba entonces el efecto que la privación del ejercicio producía en los patrones del
sueño, se acuñó el término ―adicción al correr‖; pero es en los años noventa cuando se

208
Cfr. Rodríguez Molina, José Miguel. ―Vigorexia: adicción, obsesión o dismorfia; un intento de aproximación‖ en Salud y dro-
gas, vol. 7, núm. 2, 2007, pp. 289-308. Baile, J. I. Vigorexia: Cómo reconocerla y evitarla. Madrid, Síntesis, 2014.
209
De la Serna, I. ―Alteraciones de la imagen corporal: Anorexia, Vigorexia, Bulimia, Dismorfofobia y cuadros relacionados‖ en
Monografías de Psiquiatría, 2004, 2 (16), pp. 32-40.

125
comienza a estudiar el fenómeno por el cual la práctica deportiva se convierte en una
―obsesión‖.
Inicialmente se consideró a esta obsesión como a una forma de psicosis y se la
denominó ―Anorexia Nerviosa Inversa‖ (Reverse Anorexia) o in-
cluso ―Big-orexia‖ y ha evolucionado hasta el término más actual
de ―Dismorfia Muscular‖ o ―dismorfofobia‖. También a veces se
la llamó ―Complejo de Adonis‖. En la actualidad se denomina
sobre todo ―Vigorexia‖.
Actualmente se estima que son indicadores de personas con
vigorexia:
1. Las que hacen mucho ejercicio físico, con el objetivo declarado
de alcanzar una determinada masa muscular mayor que la que po-
seen.
2. La cantidad de tiempo que dedican al ejercicio (hacerlo o pensar
en hacerlo) entorpece su adaptación social, laboral, académica e incluso familiar y de
pareja.
3. Los afectados presentan una alteración de la imagen corporal, por lo que se creen más
débiles y delgados de lo que son.
4. La mayoría son hombres de edades entre los 18 y los 25 años.
5. Con una frecuencia mayor que en la población general, aparecen otras conductas
desadaptativas, como una alimentación inadecuada o consumo de fármacos peligrosos
para la salud210.

58.- Algunos estudiosos asocian las conductas de los sujetos vigoréxicos con las
adicciones no químicas como juego, dinero, poder, trabajo, comida, sexo o deporte. La
práctica compulsiva del deporte proporciona placer, es decir, ejerce un papel de re-
fuerzo. Disminuye la ansiedad y el estrés, aumenta la autoestima y mejora las relaciones
en el trabajo.
Los sentimientos negativos que perciben los adictos al deporte cuando no pue-
den practicarlo resultan similares a los de abstinencia. Las investigaciones que se han
realizado sobre los síntomas de retirada del ejercicio, expresados por personas que prac-
tican ejercicio excesivo con regularidad cuando se ven privadas del mismo, ha propor-
cionado un apoyo sustancial al concepto de que la práctica de ejercicio es un proceso
potencialmente adictivo. Los investigadores han informado de que tanto en las investi-
gaciones anecdóticas como en las empíricas, los individuos dependientes del ejercicio
han notificado síntomas de retirada cuando no han podido hacer ejercicio, similares a
los síntomas explicados por otras personas con
otros tipos de adicción.
Por tanto, la vigorexia sería adicción al
ejercicio. Pero los vigoréxicos muestran diferen-
cias con los adictos al ejercicio. Los adictos rea-
lizan ejercicio buscando no solo disminuir un
estado previo desagradable (por ejemplo la abs-
tinencia); sino intentando conseguir un estado
interno agradable. La práctica produce un efecto

210
Cfr. O.M.S. Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas Relacionados con la Salud, CIE-10. Madrid:
Meditor, 2004. Pope, H. G. Adonis Complex: How to Identify, Treat and Prevent Body Obsession in Men and Boys. Boston: Tou-
chstone Books, 2002. Martell, C. A. ―Vigorexia: enfermedad o adaptación‖ en Revista Digital de Deportes, (2006).año 11, nº 99.
Artículo disponible en URL: http://www.efdeportes.com/ Andrade Salazar, José Alonso; García Castro, Stefanía; Remicio Zam-
brano, Camila; Villamil Buitrago, Stywear. ―Niveles de adicción al ejercicio corporal en personas fisioculturistas‖ en Revista ibe-
roamericana de psicología del ejercicio y el deporte. 2012, Vol.7, nº 2 pp. 1886-8576.

126
placentero, esto es, hay un proceso de reforzamiento positivo. Este reforzamiento posi-
tivo no parece darse en los vigoréxicos: verdaderamente no disfrutan haciendo ejercicio,
solo evitan el malestar que le produce no hacerlo. El adicto al ejercicio o a la práctica
deportiva sería aquel que se encontraría a gusto mientras realizase sus ejercicios, mien-
tras que lo consideraríamos un adicto en tanto dedicase tanto tiempo a hacerlo que per-
judicase su adaptación psicológica, social y laboral.

59.- Las variables socioculturales pueden tener un papel fundamental como desenca-
denante. Por ejemplo, la influencia de los medios de comunicación, (anuncios, series de
televisión, concursos, revistas,...), fomentan unos valores sobre el físico, que van influ-
yendo desde una temprana edad y se inculca la relación entre el aspecto y el éxito, las
chicas guapas, el trabajo, el coche que quieren. Para conseguir todo esto, es imprescin-
dible tener un cuerpo fornido y musculado, que además ―es fácil de conseguir en el
gimnasio‖.
Una vez que llegan a este, se dan cuenta de que no es tán fácil cómo se lo ven-
dieron, pero sí que hay productos que lo harán más fácil o rápido, o por lo menos le
animará a entrenar todo el tiempo que sea necesario, (normalmente excesivo), poniendo
en muchas ocasiones en peligro el resto de sus responsabilidades y la vida que tiene
fuera del gimnasio, cada vez más reducida.
Sin embargo, el deseo de tener un cuerpo perfecto, no es una explicación sufi-
ciente, porque no hace que todos los sujetos terminen siendo vigoréxicos: hay gente que
hace mucho ejercicio o que toma batidos de proteínas, sin por ello desarrollar este tras-
torno, por ejemplo sin que su vida privada se vea afectada, por lo que, según algunos
estudiosos, la vigorexia no debería ser considerada una adicción.

La nomofobia: una adicción creciente

60.- El flagelo de las adicciones ha penetrado profundamente en nuestras sociedades


modificando las relaciones familiares, educativas y comunitarias de manera contundente
y contribuyendo al acusado deterioro del tejido social. Es un proceso que no ha cesado
de crecer, ingobernable hasta hoy, inficionando todos los espacios de los países: el co-
municacional, el judicial, el policial, el político, el educativo. En todos estos ámbitos se
percibe a las personas adictas a los celulares. Los policías, los empleados, los obreros,
los viajeros se hallan enfocados hacia la pantalla de los celulares, desconectados se sus
entorno. Se trata de un hecho social gravísimo porque afecta en especial manera a nues-
tros jóvenes y adolescentes, lo que es decir, hipoteca el futuro de la nación211.
Las adicciones no son entidades abstractas o conceptos; son conductas humanas
que sólo con posterioridad las categorizamos y clasificamos como generadoras de de-
pendencia y paralelamente suprimidoras de ciertos sectores de libertad. Este proceso
social de categorización se da más rápidamente cuanto más rápidamente, como una epi-
demia, genera un malestar individual o generalizado socialmente.
Los teléfonos móviles y diversos sistemas de comunicación celular, por ejemplo,
según numerosos estudios lo están confirmando, generan una dependencia de estos ter-
minales en ciertos usuarios, poniendo de manifiesto que la adicción al teléfono móvil o
celular es algo cada vez más habitual. Estar constantemente comprobando las notifica-
ciones en pantalla, iniciar o mantener conversaciones mientras estamos reunidos con
otras personas, o incluso, sentir la vibración del teléfono móvil aunque no se haya pro-
ducido suelen ser síntomas de un posible problema que deberíamos controlar antes de
que vaya a más, ya que a la larga podría generar irritabilidad, falta de apetito, estrés o
211
Cfr. Barcia, Pedro Luis. ―La prevención educativa de adicciones‖ en Inmanencia 2017; 6(1): 42-45.

127
bajo rendimiento laboral o académico, entre otros problemas212.
Este mismo hecho genera, además, una concepción de la realidad ceñida a las
pantallas, a una cultura visiva. Se trata de un trastorno de ansiedad que los especialistas
sintetizaron en la sigla en inglés FOMO (Fear of Missing Out, o Miedo a perderse algo,
en castellano). Es el temor a no estar informado sobre actividades que se desarrollan en
los escenarios virtuales donde habitualmente nos movemos, y a los que no podemos
asistir, por ejemplo, por estar trabajando o durmiendo.
Hay algunas características comunes entre quienes hacen un uso excesivo de las
redes sociales y suelen presentar FOMO:
• Lo primero que hacen al levantarse y antes de ir a dormir es consultar las redes so-
ciales.
• Pierden horas de descanso por estar conectados.
• Se sienten frustrados si no reciben likes en sus publicaciones.
• Están pendientes de las actualizaciones de estado de sus amigos.
• Se conectan a las redes aun cuando están en un evento social o reunidos con amigos.
• Tienen necesidad de fotografiar y publicar todo lo que ven o hacen.
• Experimentan cambios de ánimo frente a las publicaciones que ven en las redes so-
ciales.
• No dejan de pensar en las redes cuando no están conectados.

El miedo a perderse algo puede llevar a que la persona empiece a su-


frir nomofobia (del inglés no-mobile-phone-phobia), que es el temor excesivo a que-
darse sin conexión a Internet, por lo que deben asegurarse tener batería, crédito o wi fi
de manera constante. Presentar sudor, mareos y falta de aire pueden ser algunos de los
síntomas comunes en estos casos. Otras conductas que pueden asociarse al temor a per-
derse de algo tienen que ver con la incapacidad de concentrarse en una actividad por
mucho tiempo sin ser interrumpidos por la navegación en las redes, interfiriendo en el
rendimiento escolar o el desempeño laboral.
Algunos consejos para manejar el FOMO son los siguientes:
• Vivir el aquí y ahora. Aceptar que siempre va a haber algo que te estás perdiendo.
Aprender a relajarse y disfrutar lo que se tiene en el momento presente es el desafío
de la modernidad.
• Desconectarse. Elegí no estar conectado algunos días a las redes sociales, para expe-
rimentar cómo esto impacta en tu estado de ánimo y calidad de vida.
• Usar la tecnología a tu favor. Hay gran cantidad de aplicaciones que puedes bajar a
tu celular para controlar el uso excesivo de las redes sociales, o bien decidir eliminar
estas aplicaciones de tu móvil y conectarte únicamente por la computadora.
• Ser realista. Lo que se refleja en las redes sociales no siempre es la realidad. Compa-
rar tu vida con esa ―vida perfecta‖ puede afectar tu autoestima y alterar tu bienestar
emocional.
• Abandonar las comparaciones. Centrarte en tus proyectos y la forma de alcanzarlos
suele ser más útil que sentirte mal por los logros ajenos.
• No vivir para tus redes. Estar más preocupado por subir una foto de un evento que de
disfrutarlo puede ser una señal de que es mejor desintoxicarte de las redes.
• Buscar ayuda. Aquellas personas que vean sus vidas gravemente afectadas pueden
212
Cfr. García del Castillo, José A. ―Adicciones tecnológicas: el auge de las redes sociales‖ en Salud y drogas, vol. 13, núm. 1, -,
2013, pp. 5-13. Griffiths, M.D. ―Facebook addiction: concerns, criticism, and recommendations -a response to Andreassen and
colleagues‖ en Psychological Reports, 2012, 110(2), 518-520. Vega, A. y Moyano, E. Adicción al trabajo, satisfacción laboral y
familiar en académicos de una universidad estatal chilena. Revista Salud y Sociedad, 2010, 1(3), 222-232. Viñas, F. ―Uso autoin-
formado de Internet en adolescentes: perfil psicológico de un uso elevado de la red‖ en International Journal of Psychology and
Psychological Therapy, 2009, 9, pp. 109-122. ―Uso excesivo del móvil: aislamiento social y peor adaptación psicológica‖ en Intra-
med, 1º-04-2019, https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoid=94050

128
realizar Terapia Cognitivo Conductual buscando modificar los pensamientos y las
conductas adictas al uso excesivo de Internet, así como los síntomas ansiosos y de-
presivos.

61.- Lo que fue inicialmente un hábito en adolescentes, justificado como una diver-
sión; o en ejecutivos, justificados por una necesidad laboral, se está generalizando hasta
en los ancianos.
En los últimos tiempos, se habrá ob-
servado cómo, cada vez un mayor nú-
mero de personas, tienen un smartp-
hone y parecen utilizarlo a todas horas.
De hecho, situaciones como la de la
imagen son cada vez de lo más co-
rrientes, siendo posible observar en
cualquier restaurante grupos de amigos
dedicándose tan solo a mirar la panta-
lla de su teléfono.
¿Qué está pasando para que ocurran situaciones como ésta? ¿Es culpa o respon-
sabilidad de los smartphones? ¿Los adictos a la lectura se deben a la existencia de li-
bros? El problema no es culpa de este tipo de teléfonos, sino de los usuarios. La princi-
pal utilidad de un teléfono inteligente es ofrecernos, por un lado, un acceso inmediato a
Internet y facilitar nuestra comunicación con los demás; pero nos aísla de los presentes:
nos aísla de los cercanos y nos acerca a los lejanos, con la posibilidad light de cortar
nuestra relación en cualquier momento. El consumo narcisista toma bríos.
El problema radica en el modo en que el usuario utiliza su teléfono, otorgándole
una relevancia excesiva y haciendo que pase de ser un instrumento realmente útil, a
convertirlo en un producto que tan solo influye de forma negativa y adictiva en nuestras
relaciones con los demás213. No pueden dejar de relacionarse, mediante las redes socia-
les y el lejano se hace cercano y el cercano (que fue el prójimo) se vuelve lejano.

62.- Toda adicción requiere desconectarnos del entorno social, para conectar con el
objeto adictivo.
Volviendo a la situación en la que una pareja
o grupo de amigos esté cenando en un restaurante
mientras ignoran a las personas con las que compar-
ten mesa por culpa del teléfono, muchos nos pre-
guntamos qué hay tan importante que no pueda espe-
rar hasta que salgas del restaurante o llegues a ca-
sa. Lo más probable es que lo que tus contactos de
WhatsApp y otros tengan que decirte pueda esperar.
Comprobar tu correo electrónico tampoco es que sea
algo vital. Además de reflejar una mala educación
(una falta de dominio personal), para con la otra per-
sona, es algo irritante que constantemente estés com-
probando tu teléfono, y realmente, este comportamiento se vuelva inmanejable para el
adicto. Aún así, lo cierto es que cada vez más, las conversaciones se están viendo afec-
tadas por culpa del mal uso o adicción a estos dispositivos.

213
Beranuy Fargues, Marta y otros. ―Validación de dos escalas breves para evaluar la adicción a Internet y el abuso de móvil‖ en
Psicothema 2009. Vol. 21, nº 3, pp. 480-485.

129
63.- Vivimos en una sociedad que cada vez está más conectada, pero paradójica-
mente, esto nos hace vivir más aislados y alejados de los demás. Pasamos más tiempo
manteniendo conversaciones con personas que pueden estar a decenas o cientos de ki-
lómetros mientras nos evadimos de la gente que tenemos a nuestro alrededor, con los
problemas que ello conlleva. No hay nada de malo en pasar un rato hablando con los
contactos de nuestras redes sociales y poniéndonos al día, pero como siempre, hay un
momento para todo, y quizá deberíamos acordarnos más a menudo de desconectar de
nuestro teléfono móvil para poder conectar o ligar con quien tenemos a nuestro alrede-
dor. Es probable que de no hacerlo, estemos renunciando a muchas vivencias y mo-
mentos que no volverán a ocurrir214.
Sorprendentemente, la mayoría de los gurús tecnológicos limitan su acceso a los
pequeños. "Es porque hemos visto de primera mano los peligros de la tecnología. Lo he
visto en mí mismo". Según algunos estudios, los niños menores de 10 años parecen ser
más susceptibles a convertirse en adictos a la tecnología.
Internet favorece la aparición de un modelo social de relación que se podría de-
nominar individualismo en red, es decir, individuos que construyen, en Internet, sus
redes de intereses y afinidades. Este individualismo no sería más que un vivo reflejo del
cambio relacional que se da en nuestra sociedad: las relaciones dejan de basarse en las
estructuras tradicionales como la familia, la comunidad o el trabajo y se personalizan al
máximo, estableciendo comunidades construidas en torno a intereses concretos y en las
que la distancia no tiene por qué ser un factor determinante. La telefonía móvil es otra
TIC que ha sufrido un desarrollo espectacular, con una tasa de penetración superior al
100%. El teléfono móvil se ha convertido en un objeto social, dominante y personal. Se
utiliza para hablar, enviar mensajes, escuchar música y filmar en contextos profesiona-
les, culturales, relacionales y recreacionales. Todo ello nos lleva a pensar que la telefo-
nía móvil e Internet son elementos clave de la revolución social que se está pro ducien-
do215.

64.- El uso de estos dispositivos en el aula genera diversas opiniones desde el punto
de vista didáctico. Si se admite que el aula es una sociedad de aprendizaje, en conse-
cuencia, todo lo que lleva a facilitar aprender debería ser bienvenido; pero si no cumple
con esta finalidad debería ser excluido del aula. Lo importante no se halla en acceder a
la información (si desde un libro o desde un celular o móvil); sino en conocer el valor
que tiene esa información y ver qué se hace luego con esa información en función de
lograr un aprendizaje. No todo lo que está en Internet es sin más epistemológica y di-
dácticamente valioso.
Marc Masip, psicólogo especializado en adicciones y conductas de riesgo a pro-
pósito de un estudio realizado en Reino Unido (en 2011) que pretendía plasmar la an-
siedad que sentían algunos de los usuarios de teléfonos móviles por salir de casa sin su
dispositivo móvil y temer que se les agotara la batería o a quedarse sin cobertura o sal-
do. Y los resultados ya mostraron un escenario nada prometedor: alrededor del 58% de
los hombres y del 48% de las mujeres sufría este trastorno, un 9% adicional se sentía
estresado cuando tenía el móvil apagado y más de la mitad de los participantes (55%)
describieron que el hecho de sentirse aislado les causaba ansiedad216.

214
Cfr. Asenjo Sergio. ―La adicción al celular‖ en http://managersmagazine.com/index.php/2014/02/la-adiccion-al-telefono-movil/
215
Tenemos presente aquí el texto de Xavier Sánchez-Carbonell, Marta Beranuy, Montserrat Castellana, Ander Chamarro, Ursula
Oberst. ―La adicción a Internet y al móvil: ¿moda o trastorno?‖ en Adicciones, vol. 20, núm. 2, 2008, pp. 149-159
216
Masip Marc. ―Nomofobia: pánico a estar sin móvil‖ en ttp://rincondelbibliotecario.blogspot.com.ar/2013/09/nomofobia-panico-
estar-sin-movil.html

130
65.- En España, un estudio realizado recientemente en la Universidad de Granada
señala que el 8% de los universitarios sufre un miedo irracional a no llevar el móvil
encima, derivado de un uso patológico de la telefonía móvil.
Para Marc Masip, los adolescentes, sobre todo de los 12 a los 17 años, son los
más expuestos a sufrir nomofobia. Las campañas de marketing, las aplicaciones y los
diferentes elementos adictivos del propio teléfono móvil van destinados a ellos. Para él,
quien sufre nomofobia es una persona introvertida, con baja autoestima y con carencia
de habilidades sociales y de resolución de conflictos, que en su tiempo de ocio solo usa
el móvil y parece incapaz de disfrutar sin él. No obstante, a pesar de que los más pro-
pensos sean los niños y adolescentes, la población adulta no queda al margen de esta
adicción.
Son señales de alerta de adicción, en un joven, a las actuales tecnologías: el pa-
sar largos tiempos encerrado en su cuarto con conexión a Internet, el utilizar el móvil en
lugares y horas inadecuados; el no relacionarse demasiado con la familia; la baja su ren-
dimiento escolar por este motivo; pensar en la red constantemente, incluso cuando no se
está conectado a ella y sentirse irritado excesivamente cuando la conexión falla o resulta
muy lenta; intentar limitar el tiempo de conexión, pero sin conseguirlo, y perder la no-
ción del tiempo; mentir sobre el tiempo real que se está conectado o jugando a un vi-
deojuego; sentir una euforia y activación anómalas cuando se está delante del ordena-
dor217.
En estos casos, los progenitores deberían sospechar que hay un problema. Otros
síntomas de alerta son sufrir ansiedad por no obtener una contestación rápida de los
mensajes o creer que el móvil suena y no ser así.
El especialista Masip asegura que la experiencia ha mostrado dos síntomas cla-
ros de nomofobia: el joven se irrita, por llamarle la atención o restringirle el uso del
móvil, y cuando se le habla, hay que repetirle la oración porque no presta atención a lo
que oye, sino a lo que hace con su teléfono.

66.- El atractivo de Internet y del móvil podría compararse con las propiedades re-
forzadoras de las sustancias adictivas. Internet, por ejemplo, aporta elementos como la
sincronía, el anonimato, la capacidad de socializar y sentirse miembro de un grupo, la
construcción de identidades, los juegos sexuales y de galanteo, el bienestar psicológico,
la inmediatez, la accesibilidad y la comunicación mediante la escritura, menos estre-
sante que el ‗cara a cara‘.
Por otra parte, el móvil brinda la oportunidad de estar en contacto permanente-
mente, de socializarse, de disfrutar del ocio, de generar seguridad y una sensación de
control en pares y parejas, de asumir autonomía, de proporcionar intimidad, de favore-
cer la conciliación familiar, de facilitar la gestión del tiempo y de la información, de
expresar sentimientos y, además, de combinar dos tipos de comunicación, la sincrónica
(oral) y la asincrónica (sms).
De acuerdo con esto, es lógico considerar necesario contribuir a determinar si el
término adicción se utiliza con propiedad, cuando se aplica a Internet y al móvil. Por
ello, en este trabajo se pretende revisar de forma crítica los aspectos que determinan la
existencia de la adicción a Internet y al móvil: la sintomatología, prevalencia y grupos
de riesgo.
De hecho, en los artículos científicos, se encuentran, sólo en lengua inglesa, tér-
minos como internet addiction (IA), internet addiction disorder (IAD), computer ad-
diction, compulsive internet use (CIU), pathological internet use o problematic internet

Cfr. Echeburúa, Enrique - Paz de Corral ―Adicción a las nuevas tecnologías y a las redes sociales en jóvenes: un nuevo reto‖ en
217

Adicciones, 2010 · vol. 22 núm. 2, págs. 93.

131
use (PIU).

67.- Los elementos de diagnósticos esenciales de las adicciones son: a) la dependen-


cia psicológica y b) los efectos perjudiciales.
a) La dependencia psicológica incluye el deseo, ansia o pulsión irresistible
(craving)218, la polarización o focalización atencional, la modificación del estado de
ánimo (sensación creciente de tensión que precede inmediatamente el inicio de la con-
ducta; placer o alivio o incluso euforia mientras se realiza la conducta; agitación o irri-
tabilidad si no es posible realizar la conducta) y la incapacidad de control e impotencia.
b) Los efectos perjudiciales tienen que ser graves y alterar tanto el ámbito intra-
personal (experimentación subjetiva de malestar) como el interpersonal (trabajo, estu-
dio, finanzas, ocio, relaciones sociales, problemas legales, etc.). Los síntomas deben
estar presentes durante un período de tiempo continuado. En algunos digestos de salud
mental, la duración mínima para establecer un diagnóstico de dependencia de sustancias
es de 12 meses. En el caso de Internet y móvil es muy frecuente el efecto novedad, gra-
cias al cual una conducta se realiza intensamente durante un período limitado de tiempo,
pero de forma espontánea se reduce su ejecución. Esto es lo que puede pasar con una
persona ingenua en el uso de alguna de las aplicaciones de Internet o de móvil.
De todas formas, hay que recordar que no es posible establecer un límite de
tiempo que diferencie el uso adaptado del uso adictivo, porque depende del tipo de
aplicación utilizado y del objetivo de la conexión (laboral, académico o, por el contra-
rio, juego de rol y chat erótico-sexual).

68.- En una adicción pueden existir otros síntomas no esenciales como la tolerancia y
la abstinencia, la negación, la ocultación y/o minimización del problema, el sentimiento
de culpa, la disminución de la autoestima y el riesgo de recaída y de reinstauración de la
adicción. A continuación, usando los criterios arriba comentados, se analiza si los fe-
nómenos psicológicos y físicos descritos en la literatura científica en relación al uso
desadaptativo de Internet y móvil permiten clasificar el cuadro como un adicción.
Parece que nada es posible sin Internet y todo gira en torno a ella. Aparece preo-
cupación por Internet cuando no se está conectado, así como un impulso irresistible a
realizar la conducta. Paralelamente, se limitan las formas de diversión, se reducen las
relaciones sociales y la actividad física. Las amistades y el ocio giran exclusivamente en
torno a Internet. Este aislamiento, unido a que se siente una intensa intimidad en línea,
posibilita la experiencia de satisfacción inmediata y huida de los problemas. El estado
de ánimo se modifica y se produce una sensación creciente de tensión que precede in-
218
―La definición de craving más aceptada es la de ―deseo de experimentar los efectos de una sustancia psicoactiva que ha sido
probada previamente‖…. Los autores señalan que dicho concepto se define en función de tres características, siendo un proceso:
 Subjetivo: sólo podemos conocerlo a partir de la definición que hace cada sujeto.
 Motivacional: mueve a realizar una conducta.
 Prospectivo: implica anticipar la obtención de unos resultados positivos.
Sobre lo que sí existe un amplio consenso es en considerar el craving como un componente importante de la dependencia de
drogas, puesto que parece clara su implicación de forma bastante generalizada en las recaídas y la continuidad del consumo poste-
rior, bien tras largos períodos de abstinencia como durante el tratamiento‖. Valverde, Olga; Maldonado, Rafael. ―Neurobiología de
la adicción a opiáceos‖ en Adicciones, vol. 17, núm. 2, 2005, pp. 44.
Para otros autores, craving es una respuesta condicionada, y explicada mediante diversas teorías.
―Para los modelos de condicionamiento, que consideran que el craving es una respuesta condicionada que se genera de una manera
relativamente automática en respuesta al contacto con la droga de consumo o la exposición a estímulos previamente asociados con
la misma; los modelos cognitivos, consideran que el craving es producto de alteraciones en los sistemas de procesamiento de la
información; los modelos psicobiológicos, consideran que el craving es resultado de neuroadaptaciones en los sistemas neuroquími-
cos que regulan el procesamiento de recompensas (principalmente el sistema dopaminérgico); y los modelos motivacionales, consi-
deran que el craving es un componente de activación que contribuye a sesgar los procesos de toma de decisiones hacia el estímulo
deseado (Skinner y Aubin, 2010). Este trabajo pretende profundizar en el estudio del craving desde el modelo cognitivo, más espe-
cíficamente desde el modelo de Beck, que concibe el craving como manifestación de la existencia de pensamientos y creencias
disfuncionales inherentes al proceso adictivo‖. Martínez González, José Miguel y Verdejo García, Antonio. ―Creencias básicas
adictivas y craving‖ en Adicciones, vol. 23, núm. 1, 2011, pp. 45.

132
mediatamente al inicio de la conducta; la persona afectada experimenta placer o alivio
mientras se realiza la conducta, y agitación o irritabilidad si no es posible realizarla. La
conducta se ejecuta pese al intento de controlarla y/o no se puede detener una vez ini-
ciada. Se permanece muchas horas conectado y/o se pierde la noción del tiempo. La
persona es incapaz de interrumpir la conexión
La construcción social de las adicciones tecnológicas podría compararse a lo
ocurrido con la aparición de la televisión, del teléfono o incluso de la radio. Un psicó-
logo tan prestigioso como Gordon Allport estaba preocupado por la forma en que las
personas usaban la radio en los años treinta. Es cierto que en la sociedad moderna la
familia cede, en gran medida, su papel de agente socializador a los medios de comuni-
cación; un proceso que empezó en los años treinta con la radio y en los cincuenta con la
televisión.
El uso de las nuevas tecnologías introduce formas de comunicación menos con-
troladas, más frías, solitarias y distantes. Es posible que sea necesario un período de
adaptación a la nueva tecnología tanto para los nuevos usuarios como para los no practi-
cantes que también necesitan incorporar las nuevas actitudes y comportamientos que el
uso de la misma conlleva.

―Los avances tecnológicos facilitan la vida cotidiana de la población pero


cuando su uso se convierte en una conducta abusiva se habla de la adicción (ac-
tiva o pasiva) a las nuevas tecnologías: adicción a internet, móvil, chats, vi-
deojuegos, etcétera. Éstas afectan a toda la población general pero son los ado-
lescentes los que poseen mayor probabilidad de riesgo para desarrollarla debi-
do al gran atractivo que desprenden. Así como las facilidades que proporcionan
(los sujetos se desinhiben en las redes sociales, los videojuegos dan libertad…),
también provocan alteraciones en el contexto biológico, psicológico y social de
la persona afectando al bienestar de su vida (el sistema inmune se debilita, ma-
lestar psicológico en la restricción de su adicción, rendimiento académico y la-
boral bajo, pérdida de relaciones interpersonales, hurtos, delitos, etcétera.)‖219.

69.- En la mayoría de los casos, el uso excesivo de Internet no merece el rango de


trastorno psicopatológico aunque ocasione consecuencias negativas en el ámbito aca-
démico o familiar. Sin embargo, la existencia de casos clínicos sugiere que el uso
desadaptativo de Internet es un problema real que afecta gravemente a algunas personas.
Esta adicción comparte los elementos clave de las adicciones como son la pérdida de
control, el craving (deseo irresistible de volver a experimentar los efectos de una acción
adictiva), la modificación del estado de ánimo, la polarización atencional, la pérdida de
control y las consecuencias negativas. Y eso es así a pesar de que la sociedad se ha ade-
lantado a construir el trastorno y a qué en muchas ocasiones se confunde el trastorno
mental con la necesidad de una tecnología.
Hasta el momento, existen dos tendencias a la hora de clasificar este uso
desadaptativo, considerarlo un trastorno del control de impulsos o una conducta adic-
tiva. En nuestra opinión se trata de un trastorno de la familia -o grupo de convivencia-
de las adicciones (al igual que el juego patológico). Quedará por ver, y esto solo será
posible con el estudio de la evolución de casos, si la duración de los síntomas, su inten-
sidad y la afectación de la personalidad serán similares a los de las adicciones a sustan-
cias.
En el caso de la adicción al móvil, es válida la mayoría de las consideraciones
críticas que se han hecho sobre Internet pero, a diferencia de ésta, el móvil no provoca
219
Arias Rodríguez, Olga y otros. ―Adicción a las nuevas tecnologías”. Op. Cit., p. 5.

133
un estado de trance, no permite el juego de identidades, no es disociativo, difícilmente
se utiliza para conocer personas nuevas y las redes sociales que se establecen necesitan
del contacto cara a cara para pervivir. Es decir, la comunicación a través del móvil no
tiene la capacidad reforzante de Internet. De hecho, hay mucha menos literatura cientí-
fica sobre adicción al móvil que sobre adicción a Internet. Aunque la prensa ha difun-
dido casos de adolescentes con un uso desadaptativo del móvil, éstos parecen circuns-
critos a una casuística con una patología de personalidad severa. Por tanto, nuestra opi-
nión, hasta hace unas décadas, se podía abusar del móvil pero difícilmente ser un adicto
al móvil; más ahora que el teléfono móvil es también una pantalla unida a Internet, las
cosas han cambiado. Estas conductas podían llegar a modificar la vida diaria de jóvenes
y adolescentes pero, ahora se trata de una conducta menos modificable mediante las
pautas educativas adecuadas220.
La Posmodernidad se rige por tres lógicas fundamentales, por tres formas de
funcionar que se influyen: a) la lógica del mercado (que genera el consumismo), b) de la
tecnociencia (que hace de nuestro mundo una pantalla: cine, televisión, celular), y c) de
la cultura individualista democrática221.

70.- Hace muchos años circuló como mito urbano la historia de un alto directivo de
la marca Coca Cola que tenía terminantemente prohibido que sus hijos consumieran en
casa el famoso refresco. En lugar de ello, mucha agua y zumos naturales…
Pues resulta que algo similar parece que ocurrió en su momento dentro de las pa-
redes de la residencia del visionario Steve Jobs, el fundador de Apple, el magnate de la
industria tecnológica, uno de los hombres más importantes de finales de siglo XX e
inicios del XXI, al menos en lo que a avances tecnológicos respecta.
De acuerdo con un artículo escrito por Nick Bilton para el New York Times, el
periodista rememora la ocasión, a finales de 2010, en que supuso delante de Jobs que
los hijos de este adorarían el iPad. Pero cuál sería su sorpresa cuando supo de muy bue-
na fuente que la familia Jobs, con cuatro hijos nacidos entre 1978 y 1998, regulaba el
acceso de sus vástagos a la tecnología. Y como Steve Jobs falleció en octubre de 2011
sin que Nick Bilton le hiciera la segunda parte de la pregunta, a este no le quedó más
remedio que acercarse a Walter Isaacson, el biógrafo del genio de Palo Alto: ―¿Qué
hacían los hijos de Jobs cuando estaban en casa?‖

―Todas las noches -relató el amigo del genio-, Steve se reunía a cenar con su
familia en la larga mesa de la cocina, y allí conversaban sobre libros, sobre his-
toria y muchas cosas más. Nunca nadie sacó un iPad o una computadora. Y sus
hijos no parecían en lo absoluto adictos a esos dispositivos.‖

71.- Uno de estos padres restrictivos es Chris Anderson, ex editor de Wired y luego
Director Ejecutivo de 3D Robotics, un fabricante de aviones no tripulados, quien ha
establecido controles parentales para todos los dispositivos tecnológicos de su hogar.
"Mis hijos nos acusan, a mí y a mi esposa, de ser unos fascistas -ha confesado
Anderson-, excesivamente preocupados por la tecnología; dicen que ninguno de sus
amigos sigue en sus casas las mismas reglas".
Sus palabras se muestran más graves cuando admite: "Es porque hemos visto de
220
Cfr. Potenza, M. N. Should addictive disorders include non-substance- related conditions? Addiction, 2006, 101 (Suppl. 1), 142-
151.
Protégeles. Seguridad infantil y costumbres de los menores en el empleo de la telefonía móvil. Protégeles y Defensor del Menor.
Recuperado el 6 de mayo de 2007 de: http://www.protegeles.com/telefonia.doc. Sánchez-Carbonell, X. y Beranuy, M. La adicción a
Internet como sobreadaptación social. En A. Talarn (Ed.), Globalización y salud mental. (pp.341-367). Barcelona: Herder, 2014.
Sandoz, J. Internet Addiction. Annals of the American Psychotherapy Association, 2004, 7, 34.
221
Cfr. Ganito, Carla – Maurício Ana. ―Entrevista a Gilles Lipovetsky” en Comunicaçâo e Cultura, 2010, nº 9, p. 155.

134
primera mano los peligros de la tecnología. Lo he visto en mí mismo, no quiero ver que
eso suceda a mis hijos", recalcó.
Por su parte, Evan Williams, fundador de Blogger, Twitter y Media, y su esposa,
Sara Williams, no esconden que, en lugar de iPads, sus dos hijos tienen cientos de li-
bros ―que se pueden tomar y leer en cualquier momento‖222.
Según algunos estudios, los niños menores de 10 años parecen ser más suscepti-
bles a convertirse en adictos a la tecnología, por lo que los padres más atentos a este
problema reducen a cero su uso durante los días de estudio. Y luego, durante el fin de
semana, el acceso al iPad y a los teléfonos inteligentes puede ir de los treinta minutos a
las dos horas… Para los niños entre 10 y 14 años, el uso de la computadora estaría auto-
rizado durante la semana, pero solo si se trata de hacer los deberes escolares.
Las adicciones a los recursos sociológicos son sin embargo, generalmente, de
manejo personal. Otras adicciones se dan en ámbitos más socializados y numerosos, los
cuales confirman y naturalizan el hecho adictivo (si todos lo hacen, es normal hacerlo).

―El `botellón´ se podría categorizar como una actividad de ocio desestructu-


rada, caracterizada por desarrollarse en un contexto grupal compuesto por jó-
venes, donde la supervisión adulta es inexistente y donde las limitaciones im-
puestas a las conductas son mínimas. A esto añadiríamos que los jóvenes que
acuden a estas concentraciones comparten entre sí unas actitudes favorables
hacia el consumo de sustancias… Se podría decir entonces que este fenómeno
consta de cuatro grandes áreas, que definiremos a continuación: a) consumo de
alcohol b) por parte de jóvenes c) que consumen en grupo d) y en un espacio
público‖223.

La confirmación de la adicción

72.- Recientemente, numerosos estudios han confirmado la existencia de un nuevo


trastorno psicológico conocido, como hemos mencionado, como nomofobia, que refuer-
za la existencia de la adicción a los móviles y demuestra que muchas personas sienten
incluso miedo al salir a la calle sin su teléfono. El término procede del inglés “no-
mobile-phone phobia” y fue descubierto tras un estudio realizado en Reino Unido en el
que, con una muestra de más de 2.000 personas, casi el 53% de las mismas sentían una
fuerte ansiedad al salir de casa sin el teléfono móvil o cuando se quedaban sin batería
mientras estaban en la calle. Otros tantos sentían también un fuerte estrés por mantener
el teléfono apagado durante algún tiempo, excusándose con el hecho de sentirse aislados
de las posibles llamadas o mensajes de sus familiares o amigos224.

73.- Diferentes autores consideran la dependencia psicológica como uno de los sínto-
mas más importantes en las personas adictas a Internet225. La actividad se convierte en
la más importante al dominar pensamientos y sentimientos, de modo que cuando no se
está conectado, se piensa en qué se debe hacer para conseguir una conexión o en qué se
hará durante la próxima conexión.
Parece que nada es posible sin Internet y todo gira en torno a ella. Aparece preo-
cupación por Internet cuando no se está conectado, así como un impulso irresistible a

222
Evan Williams habla durante una conferencia en San Francisco, en 2012 -REUTERS/Stephen Lam.
223
Álvarez Gil, Daniel; Cueto Marcos, David; García Zuazua, Laura. ―El fenómeno del botellón‖. Psicología de las Adicciones. Vol
1, 2012, pp. 46.
224
Cfr. Fuente:http://managersmagazine.com/index.php/2014/02/la-adiccion-al-telefono-movil/
225
Cfr. Sánchez-Carbonell, Xavier; Beranuy, Marta; Castellana, Montserrat; Chamarro, Ander; Oberst, Ursula. ―La adicción a
Internet y al móvil: ¿moda o trastorno?‖ en Adicciones, vol. 20, núm. 2, 2008, pp. 149-159.

135
realizar la conducta. Paralelamente, se limitan las formas de diversión, se reducen las
relaciones sociales y la actividad física. Las amistades y el ocio giran exclusivamente en
torno a Internet. Este aislamiento, unido a que se siente una intensa intimidad en línea,
posibilita la experiencia de satisfacción inmediata y huida de los problemas.
El estado de ánimo se modifica y se produce una sensación creciente de tensión
que precede inmediatamente al inicio de la conducta; la persona afectada experimenta
placer o alivio mientras se realiza la conducta, y agitación o irritabilidad si no es posible
realizarla. La conducta se ejecuta pese al intento de controlarla y/o no se puede detener
una vez iniciada. Se permanece muchas horas conectado y/o se pierde la noción del
tiempo. La persona es incapaz de interrumpir la conexión -„un minuto más‟, „ahora
voy‟- y se conecta, pese a no pretenderlo, arguyéndose diferentes excusas -comproba-
ción compulsiva de mensajes-, o se conecta antes y durante más tiempo.

74.- Es característico que la intensidad de los síntomas aumente gradualmente.


Las principales señales de alarma que denotan una dependencia a las TIC o a las
redes sociales y que pueden ser un reflejo de la conversión de una afición en una adic-
ción son las siguientes:
a. Privarse de sueño (<5 horas) para estar conectado a la red, a la que se dedica
unos tiempos de conexión anormalmente altos.
b. Descuidar otras actividades importantes, como el contacto con la familia, las
relaciones sociales, el estudio o el cuidado de la salud.
c. Recibir quejas en relación con el uso de la red de alguien cercano, como los
padres o los hermanos.
d. Pensar en la red constantemente, incluso cuando no se está conectado a ella y
sentirse irritado excesivamente cuando la conexión falla o resulta muy lenta.
e. Intentar limitar el tiempo de conexión, pero sin conseguirlo, y perder la noción
del tiempo.
f. Mentir sobre el tiempo real que se está conectado o jugando a un videojuego.
g. Aislarse socialmente, mostrarse irritable y bajar el rendimiento en los estu-
dios.
h. Sentir una euforia y activación anómalas cuando se está delante del ordena-
dor.

De este modo, conectarse al ordenador nada más llegar a casa, meterse en Inter-
net nada más levantarse y ser lo último que se hace antes de acostarse, así como reducir
el tiempo de las tareas cotidianas, tales como comer, dormir, estudiar o charlar con la
familia, configuran el perfil de un adicto a Internet. Más que el número de horas conec-
tado a la red, lo determinante es el grado de interferencia en la vida cotidiana.
En definitiva, la dependencia a Internet o a las redes sociales está ya instalada
cuando hay un uso excesivo asociado a una pérdida de control, aparecen síntomas de
abstinencia (ansiedad, depresión, irritabilidad) ante la imposibilidad temporal de acce-
der a la Red, se establece la tolerancia (es decir, la necesidad creciente de aumentar el
tiempo de conexión a Internet para sentirse satisfecho) y se producen repercusiones ne-
gativas en la vida cotidiana. En estos casos engancharse a una pantalla supone una fo-
calización atencional, reduce la actividad física, impide diversificar el tiempo y anula
las posibilidades de interesarse por otros temas226.

75.- Se da luego una modificación del estado de ánimo. Aparecen sentimientos de

226
Echeburúa, Enrique y de Corra, Paz. ―Adicción a las nuevas tecnologías y a las redes sociales en jóvenes: un nuevo reto‖ en
Adicciones, 2010 · Vol. 22 Núm. 2 · Págs. 93. Cfr. http://www.adicciones.es/index.php/adicciones/article/view/196/186

136
culpa y de disminución de la auto-estima. Se busca euforia a través de la Red. Como
todo gira en torno a la realidad virtual, en algunos casos no se distingue entre el mundo
real y el virtual -estados disociativos-, convirtiendo el ciberespacio en un mundo en sí
mismo. El mundo virtual interfiere en la habilidad para funcionar en el mundo real. La
persona afectada cree que Internet es el único lugar donde puede sentirse bien, pero a la
larga aparece soledad, depresión y reducción del bienestar psicológico.
Siguen como consecuencia efectos perjudiciales graves de orden laboral -faltas
injustificadas, bajo rendimiento, „estoy una semana de baja cuando sale un juego nue-
vo‟-, académico -fracaso escolar, abandono de estudios y financiero- compras de ele-
mentos y créditos para aumentar las posibilidades de juegos. Se limitan las formas de
diversión a una sola, se reducen las relaciones sociales y aumenta el aislamiento social.
Se puede llegar a descuidar el cuidado de los hijos. Las discusiones y problemas de pa-
reja aparecen, debido al tiempo que se permanece conectado, a la polarización, a la re-
ducción de otras actividades, etc. y a que Internet puede usarse para establecer romances
virtuales y relaciones sexuales virtuales o reales.
Además, una persona que pasa muchas horas delante de una pantalla de ordena-
dor es propensa a una serie de trastornos fisiológicos como cervialgias, tendinitis, sín-
drome del túnel carpiano y alteraciones de la visión. Se descuida el aspecto personal, se
pierden horas de sueño y se alteran los hábitos de alimentación.

76.- Se observan luego síntomas de abstinencia físicos y psicológicos -alteraciones


del humor, irritabilidad, impaciencia, inquietud, tristeza, ansiedad-, en caso de verse
obligados a interrumpir la conexión, a no poder llevarla a cabo o a la lentitud de la co-
nexión.
Para conseguir la excitación inicial, decaída por el efecto de la tolerancia, se re-
curre a trucos como aumentar el número de conversaciones abiertas en un chat. Tam-
bién se produce agitación o irritabilidad si no es posible realizar la conducta llegando en
algunos casos a la cibercrisis: agitación y mecanografiar pese a no estar delante del or-
denador. Al igual que sucede con la adicción al juego, la tolerancia y la abstinencia son
difíciles de evaluar.
Otros elementos diagnósticos a tener en cuenta son: a) distorsiones cognitivas
como la negación, ocultación y/o minimización de la duración de la conexión y la mag-
nitud de los efectos perjudiciales; y b) riesgo de recaída y de reinstauración de la adic-
ción227.
En el caso de la adicción, cuando nos referimos a ―falta de conciencia‖ nos refe-
rimos a aspectos como el insight sobre los déficits cognitivos asociados al consumo de
drogas, pero también a la conciencia misma sobre tener el trastorno o la enfermedad.
Esta última estaría más relacionada con el concepto de autoconciencia y de concepción
del yo, que utiliza mecanismos de defensa o autoprotección para eludir las consecuen-
cias emocionales que conlleva la aceptación de ser sujeto afectado por una patología.
La autoconciencia como un atributo humano no solamente permite la conciencia
de uno mismo sino que también permite captar la posición de uno mismo en su entorno
social. En una organización jerárquica de las funciones mentales, esta autoconciencia o
autoanálisis se encontraría en el vértice de la pirámide ya que su cometido será controlar
la propia actividad mental, representar las experiencias actuales en relación a las pre-
vias, utilizar el conocimiento adquirido para resolver situaciones novedosas o guiar la
toma de decisiones para el futuro. La autoconciencia es la capacidad de percibirse a uno
mismo en ―términos relativamente objetivos manteniendo un sentido de subjetividad‖.

227
Sánchez-Hervás, Emilio - Llorente del Pozo, Juan Miguel. ―Recaídas en la adicción a cocaína: una revisión‖ en Adicciones, vol.
24, núm. 3, julio-septiembre, 2012, pp. 269-279.

137
Este aspecto de la autoconciencia implica un proceso cognitivo a la vez que un estado
emocional228.
El fenómeno de la minimización de la conciencia se caracteriza porque el pa-
ciente no puede comprender o abstraer de la información sus consecuencias y/o impli-
caciones. A nivel emocional se caracteriza porque el paciente conoce, pero no soporta,
el impacto de la información, por lo que la ―reduce‖ a niveles de tolerancia. Finalmente,
en el caso de la negación el paciente tiene conocimiento implícito sobre el problema,
pero no puede creer la información, es demasiado estresante y la expulsa de su expe-
riencia consciente.
―Mentira‖ no sólo hace referencia a lo tocante al consumo de tóxicos; el engaño
va más allá para introducirse en el mundo de la percepción del problema. De hecho,
sorprende que un paciente niegue tener problemas con su pareja, con sus hijos o en su
actividad laboral debido al consumo de alcohol (alteración de la conciencia central), y
todavía sorprende más que llegue a crear una historia autobiográfica particular e irreal
donde no parece existir problema alguno (alteración de la conciencia extendida). En la
intervención terapéutica resulta frecuente encontrarse con pacientes que engañan o
mienten. La psicología cognitiva plantea que un pilar básico para el tratamiento de los
drogodependientes es que anticipen las consecuencias de su conducta, para que así ac-
túen en consecuencia: con la mentira se evita enfrentar el problema.

Supresión de la adicción

77.- Dado que las adicciones tienen numerosas causas, la supresión de las mismas
suele estar condicionada a diversos factores, tanto biológicos, como psicológicos y so-
ciales, interactuando en forma gradual y coordinada.
Sobre los condicionamientos biológicos neuronales se han realizado adelantos
notables, aunque éstos requieren un acompañamiento de factores psicosociales.

―El análisis conceptual de este trabajo y las múltiples pruebas psicofisiológicas


y neurológicas mantienen y confirman el papel central de la dopamina tegmental
en el refuerzo, de tal manera que tampoco es difícil entender cómo podemos blo-
quear un comportamiento de este tipo ante la acción farmacológica de los neuro-
lépticos; de hecho, los antagonistas dopaminérgicos, como el haloperidol y la pi-
mozida, que presentan una afinidad preferencial sobre los receptores D2 de la do-
pamina, son potentes bloqueadores del refuerzo adictivo a poderosos estimulantes,
como la anfetamina y la cocaína, medido tanto por la autoadministración como
por el condicionamiento. El estímulo reforzante, que en nuestro caso no sería otro
que un estímulo alimentario (olor, sabor, textura, aroma, presentación...), genera-
ría una conducta apetitiva, con un mecanismo de refuerzo‖229.

78.- En el caso de la alimentación también nos encontramos con una respuesta in-
condicionada de nuestro sistema nervioso, con el alimento como estímulo neutro, que es
la importante e instantánea liberación de insulina, la cual produce una importante dis-
minución de la glucosa circulante y constituye ahora un estímulo condicionado para que
aparezca la liberación de la glucosa en cantidades equivalentes a las que han movilizado
la insulina. Con el estímulo condicionado aparece una respuesta de liberación de la glu-
cosa como el mecanismo más importante de saciedad, que tiene unas consecuencias

228
Cfr. Pedrero Pérez, Eduardo J. Neurociencia y adicción. Madrid, Sociedad Española de Toxicomanías, 2011, P. 380.
229
Gómez Jarabo, Gregorio; Alonso Fernández, Francisco. ―Consideraciones psicobiológicas sobre las adicciones alimentarias‖ en
Salud Mental, vol. 24, núm. 2, abril, 2001, p. 21. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=58222404

138
opiáceas sobre el funcionamiento de nuestro cerebro, de tal manera que se produce la
liberación de las encefalinas con la consecuencia inmediata de la saciedad cuando se
estimulan receptores μ de la formación reticular mesencefálica.
En este punto también hay una conexión con otras drogas y con otros compor-
tamientos, como puede ser el de la participación de la sustancia gris periacueductal, que
no solamente producirá una importante analgesia, sino que también inhibe la actividad
del córtex prefrontal.
Muchas de las alteraciones cerebrales vinculadas a la adicción, que se postulan
como avales del concepto de enfermedad cerebral, no son debidas a efectos de la sus-
tancia sino a condiciones ambientales asociadas (p. e., mala alimentación o pobre esti-
mulación) y se producen también en las adicciones sin drogas. De este modo, la adic-
ción puede ser considerada como una alteración del funcionamiento cerebral en gran
medida reversible, y el uso de técnicas de rehabilitación neuropsicológica puede acele-
rar el proceso de recuperación.
Indiscutiblemente, todo proceso educacional del ser humano es complejo: posee
aspectos físico-biológicos, de sociales, de psicología individual y creativa.
En el ser humano funcionan el paleo-córtex, el meso-córtex y el neo-córtex; el
primero de los cerebros ata al presente mediante sensaciones, percepciones y respuestas;
el meso-córtex vincula al pretérito del pasado individual y social, a la cultura en el caso
antropológico, a través de la memoria y por último, el neo-córtex lanza hacia el futuro
valiéndose de la imaginación y de la voluntad. El cerebro no intelige, no tiene senti-
mientos, ni decide, sino que coloca al hombre en la situación de tener que hacerlo. Las
acciones se atribuyen a la persona en su totalidad, aunque las diferenciemos por las fa-
cultades específicas.
La herencia genética programa al cerebro, y éste pone en funcionamiento a las
glándulas endocrinas, que segregan hormonas o sustancias químicas que cumplen diver-
sas funciones como estimular órganos, excitar ritmos funcionales, conmover la vida
instintiva y también modular o condicionar los procesos psíquicos y sociales; y éstos
pueden condicionar la vida instintiva. El hombre es, además de un ser biológico, un ser
cultural que tiene que relacionarse con todo lo que el hombre ha producido: lenguajes,
símbolos, ritos, interpretaciones. La cultura nos facilita la vida humana, pero también la
condiciona: somos lo que somos y lo que nos hacemos a partir de lo que los otros hicie-
ron con nosotros. L historia humana, individual y social, no nos es indiferente, incluso
aunque no la conozcamos. Los seres humanos viven en el mundo que los circundan y
con el que interactúan, pero desde sí mismos.
Los humanos vivimos en un mundo complejo, que exige años de aprendizaje pa-
ra poder manejarnos en él. Tenemos el lenguaje proposicional, exclusivo del hombre, y
lenguaje emotivo, que seres humanos y bestias tenemos en común. El primero es un
lenguaje objetivo, mientras el segundo es afectivo. Vivimos ante todo afectivamente,
pero cuando es necesario comunicarnos, recurrimos al lenguaje objetivo.
El hombre ha dejado de vivir en un mundo material (aunque sigue siendo su in-
fraestructura condicionante) y se ha puesto a vivir en un mundo simbólico. El lenguaje,
el mito, el arte y la religión son elementos de este universo230.

79.- Otros estudiosos han acentuado una u otra causa a la adicción y, por consi-
guiente, a la curación: la voluntad y la libertad, la emoción, lo biológico e instintivo.
Pero estamos presentes ante un fenómeno pluricausal. Lenguaje, cultura, símbolo y
hermenéutica constituyen hechos interrelacionados, formando una de las esferas de la
civilidad que se distingue de las técnicas y de las instituciones.
230
Cfr. Cassirer E. Essai sur l‟homme. Paris, Editions de Minuit, 2015, p. 43.

139
Para suprimir o atenuar una adicción, no es, por lo tanto, suficiente una técnica
(médica o psicológica) o una institución que cambie el hábito y el ámbito en que vive
un adicto.
En el siglo XVIII, Kant trata de la persona en más de un libro; en Fundamentos
de la metafísica de las costumbres (capítulo II) sostiene que las personas son fines en sí
mismas, contrariamente a lo que acontece con los seres de la naturaleza. Y en Metafísi-
ca de las costumbres escribe: ―Una persona no puede quedar sometida a otras leyes que
a aquellas que ella se da a sí misma‖231. Por ello, para cambiar, la persona misma debe
proponérselo y esforzarse.
Para quienes consideran al adicto un "enfermo moral", el toxicómano es un vi-
cioso, un degenerado que padece las consecuencias de un vicio irrefrenable, cuya cura-
ción, siempre difícil, pasa por el arrepentimiento y el proselitismo de la abstinencia.
Los que lo ven como un "enfermo social" estiman que la dependencia y el abuso
de drogas son una expresión del malestar de los jóvenes ante una sociedad consumista,
volcada en el individualismo, que brinda muy pocas oportunidades a los más desfavore-
cidos y que no ofrece alternativas ni alicientes. La curación requiere de la movilización
social, de la participación ciudadana para conseguir un entorno más humanizado que
además proporcione comprensión, un nuevo proyecto de vida, apoyo y acompañamiento
al droga-dependiente en su proceso de recuperación, para liberarlo de su adicción a sus-
tancias o a conductas adictivas232. El ser humano es complejo, condicionado y movido
de manera pluricausal: emocional y racional, social e individual, cultural y biológico.

―Recuperarse comienza con reconocer la necesidad de cambiar, y requiere un


enfoque holístico que abarca la salud física, mental y espiritual. La recuperación
debe realizarse dentro del contexto de la propia cultura e implica un sentimiento
de esperanza y compromiso con un futuro éxito educativo, ocupacional y profe-
sional233.

El uso de las TIC y de las redes sociales, por ejemplo, impone a los adolescentes
y adultos una responsabilidad de doble dirección: los jóvenes pueden adiestrar a los
padres en el uso de las nuevas tecnologías, de su lenguaje y sus posibilidades; los pa-
dres, a su vez, deben enseñar a los jóvenes a usarlas en su justa medida, que no los dañe.
Los padres y educadores deben ayudar a los adolescentes a desarrollar la habilidad de
la comunicación cara a cara, lo que, entre otras cosas, supone:
a. Limitar el uso de aparatos y pactar las horas de uso del ordenador.
b. Fomentar la relación social, afectiva e intelectiva con otras personas.
c. Potenciar aficiones tales como la lectura, el cine y otras actividades culturales.
d. Estimular el deporte y las actividades en equipo.
e. Desarrollar actividades grupales, como las vinculadas al voluntariado y con ejem-
plos de generosidad.
f. Estimular la comunicación y el diálogo en la propia familia. La limitación del
tiempo de conexión a la red en la infancia y adolescencia (no más de 1,5-2 horas diarias,
con la excepción de los fines de semana), así como la ubicación de los ordenadores en
lugares comunes (el salón, por ejemplo) y el control de los contenidos, constituyen es-
trategias de interés234.

231
Cfr. Kant, E. Métaphysique des mœurs. Paris, Vrin, p. 98.
232
Cfr. González Pedro. ―Es posible un tratamiento diferente de las adicciones” en Revista de la Asociación Española de Neuropsi-
quiatría, vol. XXI, núm. 79, septiembre, 2001, pp. 10.
233
Mc Bride, Duane. ―Adicción y abuso de sustancias‖ en Diálogo, 2018, nº 30, 2, p. 9.
234
Echeburúa, Enrique y de Corra, Paz. Op. Cit, Pág. 84.

140
80.- Para atender a esta realidad variada y compleja de la adicción, es necesario inno-
var la conceptualización y organización de la asistencia a los trastornos por uso de dro-
gas, observando, según los especialistas, los siguientes principios:

1. Toda persona droga-dependiente tiene derecho a asistencia, a recibir toda la ayuda


que sea posible cuando sea preciso.
2. La asistencia, el tratamiento y las intervenciones de apoyo terapéutico deben reali-
zarse desde la corresponsabilidad, eligiendo para cada caso el abordaje más apro-
piado, teniendo en cuenta la opinión del toxicómano acerca de su problema y la ma-
nera de resolverlo, así como los condicionantes involuntarios, el contexto y el mo-
mento del paciente en el ciclo de cambio235.
3. La corresponsabilidad supone que el tratamiento debe contar con la libertad y el
compromiso del sujeto, salvo circunstancias que lo impidan, e irá dirigido a alcanzar
los objetivos acordados con el paciente.
4. Los objetivos de la asistencia irán encaminados a mejorar la salud y calidad de vida
del paciente, siendo atendido y tratado con arreglo a las mismas normas aplicadas a
los demás enfermos.

81.- Para trabajar con estos principios es necesario reorganizar la red de recursos de
asistencia, poniendo en juego los medios necesarios para convertirla en una red desti-
nada a estabilizar, prestar apoyo en los procesos de recuperación y rehabilitación y pro-
porcionar soporte en las recaídas. Una red flexible, reutilizable, que aproveche los re-
cursos existentes, que tenga en cuenta los costes sociales de su presencia y con capaci-
dad de dar respuesta a las manifestaciones cambiantes del problema. En definitiva, una
red con las siguientes características:

- 1.- Normalizada, de manera que el consumo problemático de drogas sea visto como
una expresión más del malestar del sujeto en su contexto biopsicosocial y los adictos
puedan recibir asistencia en los mismos lugares que el resto de los ciudadanos con
problemas o necesidades de similar naturaleza, sin detrimento de la existencia de lu-
gares específicos para determinadas actividades o la atención a personas con proble-
mas especiales.
-2.- Profesionalizada. El tratamiento de los trastornos por uso de drogas requiere de una
formación y entrenamiento pormenorizado en los ámbitos de la medicina y la psico-
patología de las drogas, por tanto las indicaciones terapéuticas deben ser hechas ex-
clusivamente por profesionales titulados y formados en estos ámbitos, responsables
últimos de las consecuencias de sus decisiones ante el paciente, su familia y la socie-
dad. La Psiquiatría reclama el campo clínico del alcoholismo y otras drogodependen-
cias como suyo propio.
-3.- Suficiente, es decir, capaz de dar la atención precisa al paciente que lo necesite y de
adaptarse a las necesidades de los pacientes, y no a la inversa.

82.- Al igual que el tratamiento ha evolucionado, y del mismo modo que la abstinen-
cia ha sido considerada un fin y hoy uno de los medios, la integración ya no es la última
etapa en el tratamiento, sino un estadio que debe de ser trabajado desde el momento en
que la persona libre de drogas o en mantenimiento con otras sustancias desea cambiar su
comportamiento, y su objetivo será la integración, no sólo laboral sino también en los

235
Cfr. Sánchez Hervás, Emilio – Gradolí, Vicente Tomás. ―Terapia breve en la adicción a drogas‖ en Papeles del Psicólogo, núm.
83, 2002, pp. 49-54.

141
ámbitos del ocio, cultura, etc.236
Desde un enfoque cognitivo-conductual, la conducta adictiva presenta dos ca-
racterísticas fundamentales: 1) Es una conducta aprendida. La conducta de ser adicto se
aprende. La mejor manera de comprender la cuestión de la dependencia como fenómeno
de conducta, es estudiar cómo se adquiere y se mantiene esa conducta; 2) Es una con-
ducta que comporta recaídas. El adicto en el proceso de su adicción y en diversas oca-
siones, intenta justificarse como ―no adicto‖. Esta actitud le lleva a realizar diversos
intentos de autocontrol en la abstinencia del consumo de la sustancia. En la mayoría de
los casos reinicia el consumo y desarrolla rápidamente tolerancia, dependencia y los
mecanismos propios de la adicción.
La intervención debe, pues, englobarse en el marco general de la prevención de
recaídas, teniendo como objetivos: a) la modificación de las actitudes hacia el consumo
y sus efectos, a través de la abstinencia y; b) establecimiento de un proyecto global de
cambio en el estilo de vida del sujeto, facilitando los mecanismos y habilidades perso-
nales necesarias para que se produzca ese cambio237.
Las conductas de los individuos se llevan a cabo en base a la información
(creencias, opiniones, ideas, etc.) que éste posee, así como por la consideración de las
implicaciones de dicha conducta (los ―pros‖ y los ―contra‖), lo cual indica la estrecha
relación que existe entre creencias y conducta. El abandono de las adicciones implica,
por una parte, una acción razonada, con el terapeuta a fin de lograr la convicción de lo
favorable que es un cambio de conducta, mediante la modificación de las creencias o
base informativa, que subyace a las actitudes y normas subjetivas, que condicionan y
determinan la intención de conducta y la conducta misma.

83.- Un programa razonado de prevención de recaídas, proporciona a los pacientes


un programa de autocontrol, con el fin de que éstos afronten los problemas de recaída
que se dan en los procesos de cambio y, que impiden avanzar de un estadio a otro. Los
pacientes tienen la oportunidad de aprender respuestas de afrontamiento adecuadas y
aumentar su autoeficacia, modificando aquellas actitudes que impiden el adecuado pro-
ceso de cambio de su conducta adictiva (actitudes de recaída). La dirección de la acción
del sujeto que atraviesa por un período de deshabituación se orienta entonces, hacia una
progresión a través de los estadios de cambio; de manera que se reducen las probabili-
dades de volver a un estadio de cambio anterior. Este hecho permite prolongar la situa-
ción de abstinencia de las personas en tratamiento que, progresivamente, consolidan sus
logros manifiestos y significativos alcanzados, previniendo una posible recaída en su
conducta adictiva238.

Utilidad de las normas morales como protección ante las adicciones

84.- Ante todo se debería erradicar la idea de que la adicción es un problema que

236
López y Segarra, José Francisco. ―Abordaje teórico/práctico de la integración sociolaboral en adicciones‖ en Salud y drogas, vol.
5, núm. 1, 2005, pp. 59.
237
Cfr. Sánchez Hervás, Emilio – Gradolí, Vicente Tomás. Op. Cit., p. 50. García del Castillo, José A.; García del Castillo-López,
Álvaro; Gázquez Pertusa, Mónica; Marzo Campos, Juan Carlos. ―La Inteligencia Emocional como estrategia de prevención de las
adicciones‖ en Salud y drogas, vol. 13, núm. 2, 2013, pp. 89-97, Instituto de Investigación de Drogodependencias Alicante, España.
Retana Franco, Blanca Estela; Sánchez Aragón, Rozzana. ―Construcción y validación de una escala para medir adicción al amor en
adolescentes‖, Enseñanza e Investigación en Psicología, vol. 10, núm. 1, enero-junio, 2005, pp. 127-141. Ballester Arnal, Rafael;
Dolores Gil Llario, Mª; Gómez Martínez, Sandra; Gil Juliá, Beatriz. ―Propiedades psicométricas de un instrumento de evaluación de
la adicción al cibersexo‖ en Psicothema, vol. 22, núm. 4, 2010, pp. 1048-1053, Universidad de Oviedo, Oviedo, España. Frankl, V.
E. El hombre en busca de sentido, Barcelona, Herder, 2014. Freire, P. La educación como práctica de la libertad, Madrid, Siglo
XXI, 1999.
238
Hernández, Delia Cristina. ―Tratamiento de adicciones en Colombia‖ en Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. 39, 2010, pp.
153 -170. Cfr. Aguilar Bustos, Octavio Enrique. ―Algunos factores relacionados con las adicciones‖ en Revista de Especialidades
Médico-Quirúrgicas, vol. 17, núm. 2, abril-junio, 2012, pp. 69-70

142
depende sólo de la voluntad del adicto. El Estado y la sociedad (sobre todo latinoameri-
cana) rehúyen el problema por prejuicios y tabúes, en lugar de implementar la ayuda
médica necesaria. Existe una percepción banal de la adicción, valorada de manera mo-
ralista como un vicio y no como una enfermedad que requiere atención médica especia-
lizada de cobertura masiva. Actualmente, existen países con millones de adictos, la ma-
yoría sin tratamiento.
Por otra parte, la clase política, y los medios de comunicación, desconocen que
el adicto carece de conciencia de enfermedad y que se encuentra enfermo de la volun-
tad. Más del 98% de adictos rechazan cualquier forma de tratamiento; es decir, menos
del 2% acepta ayuda voluntariamente. Más aun, el adicto arruina la vida de su familia,
principal víctima de la adicción. Sin embargo, se piensa que el adicto debe poner su
voluntad, que no es un problema familiar o que la adicción no tiene curación239.
Si bien las adicciones de conductas constituyen radicalmente una enfermedad
mental, lo mismo que las adicciones a las drogas, ambas se caracterizan por terminar
ocasionando graves implicaciones sociales, económicas y de salud de los individuos que
la padecen.

85.- La exposición aguda a las drogas de abuso provoca alteraciones moleculares y


celulares en el Sistema Nervioso Central que ocasionan una vulnerabilidad para sufrir
adicción a subsecuentes exposiciones a sustancias de abuso diferentes, a las que la ge-
nómica y la proteómica se dedican a estudiar. Las alteraciones inducidas por las drogas
producen cambios en la transcripción de genes que resultan en la síntesis de nuevas pro-
teínas. Todo ello sugiere que para protección contra las adicciones debería ser enfocado
como un problema multidisciplinario: ni solamente médico, ni solamente psicológico,
político, moral o social240.
Ya desde las primeras décadas del siglo XX, se comenzó a percibir al hombre
desde la perspectiva de valoración sociocultural, con una jerarquización de los valores
implicados.
Se podría afirmar que la valoración es propia de cada individuo, dentro de un
sistema sociocultural y económico que establece su propio patrón de comparación. Es
una herramienta imprescindible que cada individuo le otorgue un valor a cada acto hu-
mano, a cada acción relacionada con la cultura, lo económico y lo social y le asigne una
prioridad dentro de las actividades prácticas.

86.- Este análisis de la valoración es muy importante conocerlo y tenerlo presente al


abordar el problema de la adicción, ya que cada individuo hace un juicio de valor que le
es propio, otorgándole una jerarquía a sus valores y cuando no ve la solución a sus pro-
blemas, a corto alcance encuentra en las drogas la manera de evadírselos y enajenarse.
Los valores además de ser propios de cada individuo, familia y sociedad, están
en constante cambio, debido a los cambios propios de la sociedad. En períodos de tran-
sición de la sociedad pueden ocurrir crisis de valores que conducen a cambios que pue-
den ser progresivos, de reacomodamiento o regresivos dentro de la sociedad. Cada indi-

239
Nizama-Vía, Ayar; Nizama-Valladolid, Martín. ―Manejo empírico de las adicciones en el Perú‖ en Revista Peruana de Medicina
Experimental y Salud Pública, vol. 29, núm. 1, 2012, p. 167. ―Los opiáceos son compuestos que poseen propiedades farmacológicas
de un alto interés terapéutico y han sido ampliamente utilizados en clínica sobre todo por sus efectos analgésicos. Sin embargo, estas
sustancias tienen una gran capacidad adictiva y su administración incontrolada produce una serie de modificaciones en el organis-
mo que origina la aparición de un cuadro de dependencia. Estos procesos se desarrollan como consecuencia de los cambios adapta-
tivos a nivel celular y molecular que se producen en diversos sistemas neuroquímicos a nivel del sistema nervioso central en res-
puesta a la presencia repetida de la droga, y que persisten durante un largo período de tiempo incluso después que la administración
del opioide es interrumpida‖ (Valverde, Olga; Maldonado, Rafael. ―Neurobiología de la adicción a opiáceos‖ en Adicciones, vol. 17,
núm. 2, 2005, pp. 42).
240
Cfr. Maura Epifanía Matus Ortega, et al. ―Las adicciones, la genómica y la proteómica‖ en Salud Mental, vol. 35, núm. 2, marzo-
abril, 2012, pp. 137-145.

143
viduo, familia y sociedad posee maneras diferentes de aceptar o rechazar esos nuevos
valores que han surgido, por lo que algunos individuos encuentran la salida en las dro-
gas.
Estas crisis de valores producen cambios en la sociedad que les observa me-
diante los síntomas que ella presenta y que se deben tener en cuenta, ya que de acuerdo
a la valoración que cada individuo adopte, se producirá una nueva crisis social. Estos
síntomas son: perplejidad e inseguridad, qué es lo valioso y lo antivalioso, y el cambio
de lugar de los valores en el sistema jurídico objetivo.
Este análisis axiológico se encuentra directamente relacionado con el análisis
ético, es decir con la ética médica, o la ética de la relación médico-paciente, parte tam-
bién componente de la bioética. La ética médica rige los principios morales y la con-
ducta de los trabajadores de la salud en relación con el hombre sano o enfermo, entre sí
y con la sociedad.
Podría definirse a la bioética como el nuevo paradigma de la ética médica, don-
de intervienen el individuo, la familia y la sociedad, es el estudio sistemático de la con-
ducta humana en el proceso salud-enfermedad, visto a través de los principios morales
del equipo de salud centrados en el individuo, familia y sociedad, desde lo social, espi-
ritual, mental y biológico.
En esta relación, equipo de salud-individuo (paciente), debe tenerse presente los
siguientes principios éticos: autonomía, beneficencia y justicia de ambas partes para que
ninguna prime sobre el otro, a fin de llegar al consentimiento y reconocimiento de los
derechos del paciente.

87.- No se debería entender las normas morales como un conjunto de pautas dadas
por otros y ajenas al adicto.
En el enfrentamiento a los problemas adictivos, además de estos principios, se
debe mantener presente el problema del sentido de la vida, dado que es de vital impor-
tancia, ya que una de las características esenciales para la vida de estos individuos está
ausente o escasamente presente.
Al ser humano le compete planificar su vida; cuando más tarde se da cuenta de
lo que le sucede, le es dificultoso tomar las medidas y subsanar los errores cometidos.
Por lo cual es imprescindible analizar el sentido de la vida desde la prevención, a fin de
proporcionarle herramientas para que la falta de éste no lo lleve a cometer desaciertos
en lo individual, familiar, social e incluso en la comunidad241.
Este problema ha constituido una exigencia en los análisis del desarrollo social y
el lugar que ocupa el hombre en ese sentido. En la actualidad, para los psicólogos, so-
ciólogos, equipos de salud, educadores en general y el sistema educativo, es un reto que
hace modificar algunos esquemas tradicionales, para que los jóvenes se encuentren con-
sigo mismo y lleguen a ser personas activas, creadoras, responsables, no desviadas por
factores económicos, sociales, políticos y religiosos de la época.
El sentido de la vida está muy ligado a la conducta del hombre, a sus actos, y a
su responsabilidad ante ellos, al sistema de valores que motivan su conducta individual
y colectiva, así también la cosmovisión del mundo y como se nutre su propia conducta,
las aspiraciones, los objetivos que persigue242.

La familia y la insuficiencia de la voluntad

241
Cfr. Álvarez Aguirre, Alicia et. Al. ―La prevención de adicciones desde el análisis evolucionario de Rodgers‖ en Ciencia Ergo
Sum, vol. 17, núm. 3, noviembre-febrero, 2010, pp. 253-257.
242
Cfr. Gutiérrez Raina, Daniel y Hernández Meléndez, Edelsys. ―Implicación de los valores éticos y morales en el enfrentamiento
de las adicciones en jóvenes‖ en Revista Cubana de Salud Pública, vol. 34, núm. 4, diciembre, 2008, pp. 1-13,

144
88.- La adicción no es problema solamente individual que puede superarse solamente
con la buena voluntad y el esfuerzo firme.
Algunos estudios han propuesto que la adicción brota como consecuencia de
disfunciones familiares y se les ha conceptualizado como familias multiproblemáti-
cas. En este estudio, en efecto, observamos algunas disfunciones, pero las condiciones
generadoras de estrés no sólo se ubican en el medio familiar.
La representación del mundo mejor es eminentemente social, pues se encuentra
anclado en la figura de ser buenos padres al intentar materializar un mundo mejor para
los hijos y se esfuerzan como si el propósito dependiera sólo de la voluntad al tratar a
toda costa de materializarlo sólo en el interior de la familia al hacer un recorte con el
resto del mundo, ignorando, por ejemplo, la influencia del contexto social.
En parte, este pensamiento subyace en dos creencias: a) la cuestión de la invul-
nerabilidad al creer que "a mí no me va a pasar, mi hijo no va a ser un adicto", en todo
caso, creen que va a aprender de los errores, a pesar del modelamiento que ocurre en su
interior, y b) la creencia querer es poder, en donde pareciera que basta el deseo de que el
hijo deje las drogas para resolver su consumo.
Desde este marco, las disfunciones no son movimientos arbitrarios, sino pro-
ductos de razonamientos de sentido común que cumplen una función. Se ha señalado
que la familia emprende patrones ineficaces y estereotipados para resolver con las mis-
mas estrategias sus problemas, lo que mantiene la adicción. La familia actúa así porque
necesita buscar un equilibrio para sobrevivir emocionalmente, y entonces, se vuelve
tolerante e ineficiente, pero esta ineficacia es tal porque los padres no están en condi-
ciones de hacer algo más; el impacto y el choque emocional de tener un hijo adicto no
les permite hacer nada más. Nadie está preparado para tener un hijo/a adicto. Pero por
otro lado, se tiene presente la presión cultural del contexto inmediato, que tiende a re-
chazar y a segregar a los usuarios, entonces, la familia se perfila como el único ambiente
disponible que puede protegerlos ante esa amenaza, lo que crea un círculo vicioso que
frena la proyección de una solución exitosa.
De ello resulta una tipología de padres en el interior: los sobreprotectores y los
periféricos. Se trata de una relación dialógica, que desde el punto de vista sistémico,
cumple una función compensatoria de género; mientras el padre se comporta de manera
periférica porque su rol le exige ser un buen proveedor, la madre compensa su función
con estrategias de tipo sobreprotector para guiar al hijo a ese mundo prometido. Sin em-
bargo, cuando se hace obvio el fracaso de la madre para guiar al hijo a ese mundo, el
padre retoma su autoridad como jefe de familia para tratar de resolver, desde otra estra-
tegia aparentemente diferente, su consumo.

89.- Según las diferentes culturas parentales, se busca en una u otra persona del gru-
po familiar el causante de tener un adicto en la familia. En las culturas machistas, si
alguien era culpable, era la mamá. Primero, porque culturalmente su rol ha sido definido
como el de cuidadora y educadora de los hijos, y segundo, porque como algunos papás
mexicanos, éstos ocupaban un rol periférico. El rol de proveedor no exige un cuidado
afectivo y cercano, entonces, el descuido era de la mamá, quien fue percibida como in-
eficiente e incapaz. Esta imagen de la madre ineficiente y culpable fue compartida y
aceptada por ellas mismas. Esta aceptación se observó de manera más consensuada en el
caso de las mamás, pues tradicionalmente se espera que ellas estén más vinculadas a su
familia y se preparen para el oficio de madre. En cambio, en el caso de los hombres,
hubo divergencias pues algunas no aceptaban ser las responsables y la culpa fue atribui-
da a las "malas compañías", en las que se develó a un mal amigo que presionó y a un
hijo víctima en el que minimizaron su voluntad propia.

145
Una vez que los padres conocieron abiertamente el consumo del hijo/a, y que
habían superado la crisis inmediata del impacto emocional, emprendieron dos movi-
mientos: el involucramiento afectivo del papá y la búsqueda del juramento del hijo/a.
Hasta esta etapa, el papá había asumido un rol periférico, pero como la madre resultó
incompetente, el papá se vio obligado a adoptar este nuevo rol para imponer su autori-
dad como jefe de familia.
El segundo movimiento corresponde a la búsqueda de una promesa o juramento
del hijo/a para que deje las drogas, que se encontró anclado en la creencia querer es
poder. Por consecuencia, no está disponible la opción de acudir a los servicios de salud.
En parte, porque el querer es poder absorbe toda su creatividad para la búsqueda de
otras estrategias fincando su eficacia en la propia voluntad, pero por otro lado, porque
acudir a los servicios de salud significa reconocer públicamente al hijo como adicto-
vicioso, lo que se traduce en la exclusión de los grupos sociales. Al no exponerlo a ese
reconocimiento, no se posibilita la estigmatización social y se da cobijo emocional.

90.- Estos movimientos centrados en la idea de que querer es poder y que todo de-
pende la buena voluntad del adicto, suelen ser recurrentes y crean un primer círculo
vicioso que detiene la evolución natural del problema al paralizar el proceso creativo de
la búsqueda de solución del conflicto, pues aunque se reconoce que existe un problema
que amerita atención no se percibe que es lo suficientemente grave como para buscar
alternativas fuera de ellos mismos, y prosigue su esfuerzo mediante acciones de rutina.
Esta suele ser la etapa más prolongada y desgastante para padres y adolescentes, por la
cantidad de recursos psico-emocionales y afectivos invertidos. Su duración oscila entre
12 meses y 6 años.
Cuando nuevamente estos intentos no surten los efectos esperados se instauran,
con mayor intensidad en la madre, sensaciones de frustración, tensión y desaliento que
provocan una desactivación del nivel óptimo de motivación que paraliza el segundo
proceso natural de evolución del problema: el proceso cooperativo. El papá, vuelve a la
periferia para disminuir la tensión y la angustia generada, y la madre, se deja envolver
por la rutina cotidiana de tolerancia. Estas nuevas conductas perfilan un ambiente fami-
liar y estados emotivos poco óptimos para la familia, el alto grado de estrés y los nuevos
conflictos que aparecen, caracterizan lo que ellos llaman la destrucción familiar. Desde
el sentido común, que opera bajo reglas ingenuas y reduccionistas, la destrucción fami-
liar es explicada por una causa: el consumo de drogas. Desde este razonamiento, una
vez que el hijo/a dejara de consumir, la familia volvería a ser lo que fue.

91.- Con este choque de creencias y ante la impotencia, sufrimiento, cansancio e in-
capacidad para controlar el consumo del hijo/a, se suele considerar la posibilidad de
buscar ayuda fuera de la familia.
Esta nueva concepción implicaba reconocer socialmente al hijo como adicto, pe-
ro se re-definió como un adicto-enfermo, que implicaba su aceptación y la posibilidad
de darle cobijo emocional, pues a los enfermos no se les excluye de los grupos sociales,
se les quiere y atiende para que se recuperen. Desde este razonamiento surge la concep-
ción del ingreso a las drogas por error. Un error que sería enmendado por la rehabilita-
ción. Este nuevo razonamiento conduce a un nuevo movimiento: ofrecerle al hijo buscar
ayuda especializada, con la promesa de encontrar un mundo liberado de las drogas.
Esta búsqueda de servicios de salud se caracteriza por el pensamiento de la úl-
tima esperanza, en el que depositan la expectativa de que el síntoma va a desaparecer
una vez iniciado el tratamiento. Se observa a una madre con nuevas motivaciones y una
mayor aceptación del hijo/a como usuario bajo la concepción de enfermo con posibili-

146
dades de rehabilitación.
Sin embargo, sus expectativas se ven frustradas porque conforme avanzaban
en las citas no observan cambios; el consumo y las conductas asociadas siguen, lo que
provoca sensaciones de desesperanza y mayor frustración. En esta última etapa, el pen-
samiento de los padres era pesimista al definir a la adicción como un problema sin sa-
lida. Se observa a una madre agotada, depresiva, con poco aliento para continuar reali-
zando inversiones, y a un papá que se mantiene en la periferia. Terapéuticamente ha-
blando, una familia vulnerable para un segundo brote o la aparición de otras conductas
autodestructivas en el hijo/a activo/a o en algún otro miembro de la familia.
Además de la terapia profesional, sería oportuno trabajar en grupos psico-
educativos con los padres, para atender su estado emocional, fortalecer habilidades pa-
rentales, orientarlos sobre el proceso y la conducta adictiva y trabajar en las creencias
que obstaculizan el curso del conflicto. Los profesionales han reportado que estos pro-
gramas proveen modelos de roles para la conducta en salud, impactan positivamente en
la reducción de barreras cognitivas, en la utilización adecuada de respuestas parentales,
en la moderación del consumo e indican que se promueve una red de apoyo y cohesión
que a largo plazo es la más importante para mantenerse sin consumo243.

243
Bertha Lidia Nuño-Gutiérrez. ―La representación social que orienta las decisiones paternas al afrontar el consumo de drogas de
sus hijos‖ en Salud pública México, vol.46, n.2, Cuernavaca, Apr. 2004. http://www.scielosp.org/scielo.php?pid=S0036-
36342004000200006&script=sci_arttext&tlng=es

147
CAPÍTULO IV

EDUCACIÓN Y ADICCIÓN

―Hay dos cosas infinitas:


el Universo y la estupidez humana.
Y del Universo no estoy seguro‖.
Albert Einstein

―Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano‖.


Johann Goethe

Todos los cerebros del mundo son impotentes


contra cualquier estupidez que esté de moda.
Jean de La Fontaine

Aprender y vivir en un grupo

1.- La estupidez (del latín stupere: estar aturdido; estupefacto: hecho estúpido) se
genera del estupor por estar aturdido por el entorno; y el entorno social, más que en
otras épocas lo posibilita y nos aturde, y no deja espacio para la concentración, dominio
de sí mismo y la elección lúcida.
En un clima de estupidez es difícil lograr una educación humana. Hemos defini-
do al proceso educativo como un proceso de aprendizaje, personal y social, crecien-
temente autodeterminado, y su logro o resultado relativo (no definitivo, sino perfectible)
y habitual de una forma de vivir siendo dueños de sí mismos, creativa, humana (de co-
nocer y construir críticamente conocimientos, de ser crítico -con criterio propio-, de
querer, ser afectivo o sentir, comportarse autónomamente) y de una forma humana de
hacer, personalizada (con un carácter propio, donde no interesa solo la inteligencia o
sólo algún aspecto de la persona) y socializada (convivir con justicia), diversa según los
tiempos y países.
Remarquemos el aspecto personal y el social. El proceso educación es el resul-
tado de numerosos factores: la voluntad libre, es sólo un aspecto; porque es también un
proceso social, para la adquisición del dominio de sí mismo en el contexto de un pro-
yecto de vida. Las personas no son islas; la sociedad tampoco es una entidad abstracta,
sino que es el resultado de la interrelación entre personas que establecen un pacto o con-
trato social. El proceso de educación es, pues, importante; pero no es absoluto. Ni la
educación individual ni la sociedad y sus estructuras son suficientes por sí solas. Se re-
quiere una compleja y constante interacción entre ellas.
Si se admite esto, se derivan dos aspectos muy importantes para la educación y
prevención de las adicciones.
El primer aspecto nos dice que nadie es absolutamente libre, sino que todos (mu-
jeres y hombres, niños, adultos y adultos mayores; gobernantes y gobernados, sanos y
enfermos) vivimos en libertad condicional. Importa, pues saber cuidar nuestro margen

148
de libertad y no esclavizarnos con una adicción (porque toda adicción es una esclavitud,
un sometimiento inmanejable).
El segundo aspecto se halla en advertir que, dado que vivimos en sociedad (lo
cual es bueno y nos humaniza, dándonos un lenguaje y diversos tipos de ayudas) y so-
mos socios, debemos saber elegir nuestras amistades, nuestros socios. La familia debe-
ría ser nuestra primera sociedad y hallar en ella a nuestros mejores socios; pero luego
ampliar nuestra sociedad en las instituciones educativas, en el municipio, en la nación,
etc. Si sabes elegir buenos amigos, es más fácil recorrer el camino de la vida social.
Actualmente vivimos en megaciudades, con padres atareados, o ausentes o
egoístas o totalmente permisivos y esto nos pone en una situación potencialmente ries-
gosa. Las ciudades están siendo desbordadas por un crecimiento explosivo, ya preanun-
ciado hace más de medio siglo y con ofrecimientos masivos de diversión, a veces estri-
dente.
Este desbordamiento en diversos aspectos (faltan escuelas, faltan cárceles, falta
una distribución de alimentos, de trabajo, de fuerzas de seguridad), hacen de las grandes
ciudades lugares cada vez más riesgosos. Si como ciudadanos no cuidamos nuestras
libertades y responsabilidades, no está asegurado que no haya un regreso de los bárba-
ros, esto es, de los que suprimen la libertad244. Pero también se debe estar atento para
que nuestra civilización no atente contra los derechos de otros ciudadanos 245; una civili-
zación implica vivir y convivir en una misma ciudad (civitas), respetando derechos y
deberes fundamentales, aunque algunos de esos ciudadanos nos sean extraños246.

2.- El terruño, la lengua, la cosmovisión y las condiciones de vida, la historia gru-


pal, los lazos comunitarios, la familia en sí -sus vínculos, los roles, las funciones- se
constituyen en variables que intervienen en la configuración tanto del mundo interno del
sujeto, como de los proyectos de vida socialmente aceptados.
La necesidad de estudiar, de aprender, de aceptar una u otra forma de vida, se
genera y transmite en la cotidianidad. Los lazos afectivos primarios, los modos de ex-
presar el afecto, la vivencia del tiempo, la noción de felicidad, todo ello contribuye a la
aceptación o negación de ciertas conductas sociales que pueden hacernos perder nuestra
autonomía, como pueden ser el fumar, tomar bebidas alcohólicas o drogarse.

3.- La organización familiar ha tenido el objetivo de preservar a sus miembros, sus


bienes, y a su cultura, y preparar a los descendientes para continuar y reproducir inno-
vadoramente ese sistema. Lo hace asignando roles y espacios, y determinando valores y
conductas247. La sociedad, como el cerebro, no busca la verdad sino sobrevivir.
Ahora bien, los niños aprenden no solo una lengua en su grupo primario, sino
que internalizan el sistema de relaciones, valores y pautas que constituyen la identidad
individual y social. Las personas nacen y se hacen en el nicho de una familia o grupo
familiar. Si las familias están ausentes o desorganizadas, las personas y la sociedad esta-
rán en riesgo.
Se aprende y nos educamos, mirando a los otros, viviendo con los otros en un
grupo. Pero cuando los niños, jóvenes y adultos entran en relación con otras costum-
bres, se requiere responder a nuevas y desconocidas conductas, si se desea que el grupo
los acepte. En estas circunstancias, tememos por nuestra identidad; o somos seducidos
por nuevos proyectos de vida, por nuevas formas de vivir placenteramente la vida, o

244
Cfr. Todovov, Tzvetan. El miedo a los bárbaros. Más allá del choque de civilizaciones. Barcelona, Galaxia Gutenberg - Círculo
de Lectores, 2008. Bauman, Zygmunt. Múltiples culturas, una sola humanidad. Buenos Aires, Katz Barpal, 2008.
245
―No hay civilización que no sea también barbarie‖. Benjamin Walter. Oeuvres. Paris, Denoël, 1971, Vol. 1, p. 281.
246
Cfr. Seabright, Paul. The Company of Strangers. A natural History of Economic Life. Princeton, University Press, 2010.
247
Cfr. Verruno, Camilo. Prevención de adicciones. Buenos, Aires, Conicet, 2009, p. 21.

149
podemos ser absorbidos por los sufrimientos, la soledad, el desarraigo, transformaciones
de valores, de las ciencias, de las tecnologías.
En este contexto, se rompen los órdenes y valores. Surgen preguntas como ¿para
qué las familias, la escuela, los estudios, el aprendizaje, o la educación? ¿Qué se puede
hacer por los adolescentes en sociedades en las que crecen los derechos y se invisibili-
zan los deberes248? ¿Qué pueden ofrecer los adultos? ¿Qué instituciones deben hacerse
cargo de las generaciones siguientes: los científicos, los gobernantes, las familias?

La falta de dominio de sí, la seducción y el deseo impulsivo de placer inmediato

4.- Las acciones las realizan las personas, y califican a las personas según sus ac-
ciones (buenas personas, persona inteligente, persona generosa, etc.). Esto significa que
las personas son responsables de sus acciones: son o deberían ser dueños de sus actos
(internos) y acciones (externas). Pero llegar a dominarse implica que esto sea algo va-
lioso, y requiere, además, tiempo y aprendizaje personal con apoyo social favorable.
Vuelve a ser importante conocerse a sí mismo. Ser dueño de sí mismo, en tanto
personas y en tanto ciudadanos. Pero esto no es percibido suficientemente en el clima
posmoderno en que vivimos.
En la posmodernidad, la racionalidad no es un valor supremo, como lo fuera en
buena parte de la Modernidad, la cual sin embargo sobrevaloró el pensamiento raciona-
lista, estimando que el hombre es humano porque piensa. Pero los griegos tuvieron una
visión más amplia.
La acción humana, creen Aristóteles y también los estoicos, no puede ser expli-
cada únicamente desde un punto de vista puramente intelectual, sino que la explicación
adecuada surge de la conjunción de elementos intelectuales, emocionales, desiderativos,
personales y sociales249. En este contexto, se puede conocer el bien objetivo y universal
y, sin embargo, no elegirlo ni sentirnos obligado por él. Los seres humanos no actuamos
racional y socialmente sino cuando tenemos que buscar soluciones a determinados pro-
blemas.
Los escritos sociológicos de G. Lipovetsky como veremos más adelante, parecen
sugerir que los seres humanos nos movemos por el deseo de: a) poseer algo o b) de evi-
tar algo, por el temor; pero este deseo es una condición necesaria para obrar, pero no es
suficiente para obrar racional y socialmente. Pero ya Aristóteles advertía que el deseo
no es suficiente para dar cuenta del movimiento, que se traduce en una acción, porque
los capaces de dominarse, aunque deseen o apetezcan o teman algo, no llevan a cabo
aquellos actos que simplemente desean; sino que siguen también a su intelecto (Aristó-
teles. De anima, 433a6-9).
Cuando obramos inmediatamente tras los deseos de esto o aquello, no se da una
consideración racional universal acerca de lo que está bien desear. Entonces tampoco
hay deberes universales.
La lógica del consumo socializa en cuanto exige estar constantemente infor-
mado; pero, por otro lado, individualiza dando una aparente libertad de elección: hay
una coexistencia pacífica de los contrarios. Por un lado, el posmoderno es cuidadoso
con su cuerpo, pero por otro, lo arriesga corriendo en las autopistas y adhiriendo a las
drogas. El joven posmoderno está más informado en los adelantos de la ciencia que en
tiempos anteriores; pero es permeable al esoterismo y la parapsicología; alérgico al es-
fuerzo, y esforzado con los regímenes para adelgazar. El posmoderno es un individuo
248
Cfr. Daros, W. R. La invisibilidad de los deberes humanos universales en Enfoques. 2013, XXV, nº 2, pp. 9-31.
249
Cfr. Boeri Marcelo D. ―Sócrates y Aristóteles en el examen estoico de la incontinencia‖ en:
http://dadun.unav.edu/bitstream/10171/2352/1/08.%20Marcelo%20D.%20Boeri%2c%20S%C3%B3crates%20y%20Arist%C3%B3t
eles%20en%20el%20examen%20estoico%20de%20la%20incontinencia.pdf

150
que es seducido por lógicas múltiples de lo inmediato, a la manera de yuxtaposiciones.
El joven posmoderno banaliza la originalidad: pone en el reino indiferente de la
igualdad a todos los individuos. Denuncia como imperialismo a lo verdadero (la verdad
le parece una violencia), afirma el derecho a las diferencias e invisibiliza los deberes.
Aligera toda autoridad suprema, y toda referencia a la realidad; liberaliza las costum-
bres, desestandariza la moda, licua lo verdadero, termina con la edad disciplinaria250.

5.- El ideal de los derechos, de la autonomía individual y del goce son primordiales.
Por ello, al menos en un grupo selecto, también se admite la necesidad del esfuerzo li-
bremente asumido, como puede verse en el deporte que es, a la vez, ocio, esfuerzo y
esparcimiento. Se trata de un constructivismo hedonista que aspira a un nivel medio de
éxito, sin entrenamientos intensivos. ―Con el esfuerzo deportivo, el individuo se auto-
construye a la carta‖251. Sin embargo, en todo esfuerzo deportivo hay algo de voluntad
de poder, un estilo superior de dominio, que suscita la emoción del público. Pero ello
debe lograrse con libertad y dignidad donde no cabe el doping que es sinónimo de des-
lealtad y de negación de la igualdad de oportunidades y posibilidades ante los adversa-
rios.
La Posmodernidad es a la vez sincrética, convivencial y vacía. Placer, paz inte-
rior, perversión, coexisten sin contradicción. Hay un eclecticismo cultural relativo y la
mayoría se hace adicta a algo que elige252.

6.- La adicción indica, entre otros factores, una falta de dominio de sí en medio de
las circunstancias que le toca vivir a cada uno.
La adicción hace presa más fácilmente en las personas con un comportamiento
generalmente débiles; no resisten por mucho tiempo la frustración ante lo que otras per-
sonas poseen, y buscan una posesión de placer de manera rápida, gratificante y sin es-
fuerzo.
Si bien la educación entendida como producción individualista genera un culto
al joven, la adicción entendida como una conducta psicótica, desmantela la persona-
lidad, y el narcisismo se vuelve violento en un yo flotante, sin estructura ni voluntad: un
yo lábil. La frustración de no tener todo ya, genera un híbrido que toma tranquilizantes,
pero también se vuelve avasallador. En un adicto el crimen puede llegar a realizarse a la
luz del día, sin sentido, indiferente al anonimato, lugares y horas. La violencia contra sí
mismo se manifiesta también en el creciente suicido joven. Antes la violencia era contra
el Estado o la clase social, hoy lo es contra el individuo.
Como en otros ámbitos, para el sociólogo Lipovetsky, la educación, en la Pos-
modernidad, se halla en la balanza. Si bien, por un lado, la cultura de la pantalla y la
emoción sustituyen a la reflexión, y el espectáculo y la estupidez a la lectura, lo
desechable a lo duradero, por otra parte, no desparecen las críticas a la educación y a la
televisión. O sea, el hombre posmoderno ha perdido la fe en el poder de la educación,
aunque a veces ésta tome otras formas: se cuelga un blog cada segundo, se generan fo-
ros de debate en red, filocafés, etc.

―El papel de la escuela será primordial para aprender a situarse en la hipertrofia


informativa. Uno de los grandes desafíos del siglo XXI será inventar nuevos sis-
temas de información intelectual, una escuela posdisciplinal, pero también poshe-
donista... Casi todo está por pensarse y acometer‖253.
250
Cfr. Vattimo, Gianni. Addio alla verità. Roma, Ed. Meltemi, 2009.
251
Lipovetsky, G. El crepúsculo del deber… Op. Cit., p. 113.
252
Cfr. Lipovetsky, G. La Cultura-Mundo: Respuesta a una Sociedad Desorientada. Barcelona, Anagrama, 1999.
253
Lipovetsky, Gilles. La sociedad de la decepción. Barcelona, Anagrama, 2008, p. 92.

151
7.- Aunque el espíritu de la ciencia fomente la duda, no podría sustituir a las huma-
nidades que presentan referentes de sentido y marcos históricos de inteligibilidad irrem-
plazables para ubicarse en una sociedad. Las ciencias y las humanidades se necesitan
mutuamente.
El hombre no es solo comprador y consumidor; además, siente, piensa, lucha,
construye. Debería proponerse la norma de obrar de tal modo que el consumo no sea
omnipresente o hegemónico en su propia vida y en la de los demás254.

―También es necesario, mediante una auténtica formación, ofrecerles horizontes


vitales más variados, en el deporte, el trabajo, la cultura, la ciencia, el arte o la
música. Lo importante es que, con estas pasiones, pueda el individuo relativizar el
mundo del consumo, encontrar el sentido de la vida al margen de la adquisición de
bienes incesantemente renovados‖255.

Una gran pasión motiva y carga de energía una vida, más que los goces del con-
sumo. El goce no es el único principio y fin de toda una vida humana; sin embargo, se
advierte que sociológicamente aumenta en número de los adolescentes adultos, hijos de
las clases medias y altas, eternos hedonistas, adictos al confort, incapaces de sostener un
compromiso y resistir las frustraciones. A la hora de abandonar el nido, los hombres se
muestran más reticentes que las mujeres. Es más frecuente encontrar mujeres jóvenes
que vivan por su cuenta sin estar casadas que varones. La salida del hogar de ellos, adic-
tos al confort, parece estar más vinculada a la convivencia en pareja que no pueden sos-
tener y a una seguridad económica que no pueden lograr en los primeros años de vida
laboral.

El placer inmediato, la libertad y la adicción: la perspectiva freudiana

8.- El concepto fundamental en que se basa la concepción del aparato o estructura


psíquica, según Freud, es el concepto de libido256. Libido es una palabra latina que sig-
nifica deseo, inclinación, voluntad, apetito, pasión, antojo, sensualidad.
Freud le dio a esta palabra un significado muy amplio. Libido, en los escritos de
Freud -y hablando en general-, en la vida misma del ser humano es lo que se manifiesta
como una fuerza-función general del ser humano para obtener placer.
Según Freud, hay que pensar el aparato psíquico del ser humano como regido por un
principio fundamental: el ser humano tiene como meta el placer (este placer, claro está, no
se refiere solo a lo toscamente sensible, sino que en el hombre es sublimado y alcanza fines
superiores). Ya desde su primitiva base instintiva, el hombre tiende al placer y no al dolor.
Como al ser humano está regido por el principio de la búsqueda del placer, por la li-
bido, hay que tener presente que, en Freud, el vocablo sexualidad tiene entonces un signifi-
cado mucho más amplio del que vulgarmente se le atribuye. Sexualidad, en Freud, es mu-
chísimas veces sinónimo de libido, de función general para obtener placer. No hay que con-
fundir, pues, sexualidad con genitalidad. Lo genital es sexual, pero no todo lo sexual es
genital.

9.- La primera elaboración de la realidad se da en imágenes: es el proceso primario, un


proceso que la conciencia no puede controlar. En el preconsciente se da una elaboración

254
Lipovetsky, Gilles. Ídem, p. 123.
255
Lipovetsky, Gilles. Ídem, pp. 124-125.
256
Cfr. Daros, W. R. El problema de la libertad en la teoría psicoanalítica freudiana. Observaciones rosminianas, en Rivista Ros-
miniana, 1979, F. III, p. 249-272. Disponible en: www.williamdaros.wordpress.com

152
más perfecta del deseo perfeccionando su presentación en imágenes tolerables para la con-
ciencia: el proceso que se elabora en el preconsciente tampoco es captado por la conciencia
directamente y se llama proceso secundario.
Hay también sueños diurnos, fantaseos, que han sido largamente elaborados por el
preconsciente, y presentan por lo tanto mayor sucesión y coherencia que los sueños.
El consciente, el yo, es la «zona» más permeable a los estímulos externos del indivi-
duo. Es la «zona» límite entre lo interno y lo externo. El consciente es el dispositivo que
detecta y amortigua los estímulos exteriores, manteniendo un equilibrio en el individuo
entre las exigencias exteriores y las interiores.

10.- Según Freud, nuestros conocimientos conscientes, nuestra conciencia, es solo una
«parte» de nuestro ser y está condicionada tanto por la realidad exterior como por lo interior
preconsciente e inconsciente.
Vemos que los actos libres y conscientes se dan en esta «zona» del psiquismo hu-
mano y están condicionados (aunque no determinados) por lo externo y por lo interno.
Según Freud, las instancias del aparato psíquico son tres: el ello, el yo y el súper-yo.
Se llaman instancias porque son lo que mueven (instan, empujan) nuestro psiquismo. Son la
libido (la búsqueda de placer) en movimiento.

―El instinto (pulsión, empuje) no actúa nunca como una fuerza de impacto mo-
mentánea, sino siempre como una fuerza constante. No procediendo del mundo
exterior, sino del interior del cuerpo, la fuga es ineficaz contra él. Al estímulo ins-
tintivo lo denominaremos mejor necesidad, y lo que suprime esta necesidad es la
satisfacción”257.
Si el instinto o la pulsión alcanzan su objeto se satisfacen; se suprime por un tiempo
la excitación y la necesidad que los urgía. El instinto tiende a un objeto (la necesidad de
comer nos lleva al alimento, pero al alimento en general y no a un alimento particularizado).
El objeto concreto del instinto puede variar. El objeto del instinto de vida (amor) puede ser
otra persona (de igual o distinto sexo) o puede ser uno mismo (narcisismo).

11.- Aquí se da el primer grado de la libertad psíquica: en la no determinación del ob-


jeto concreto de los instintos. En la relación impulso-objeto del instinto se da la relación
necesidad-libertad: hay necesidad en el impulso; pero hay, además, cierta libertad o inde-
terminación respecto del objeto concreto del instinto.
La pérdida efectiva de la libertad significa psicoanalíticamente la pérdida de la po-
sibilidad de cambiar efectivamente el objeto de la pulsión, lo que constituye una fijación. La
búsqueda de placer -libido- queda fijada en un objeto que el individuo al crecer debería
cambiar por otro.
Se pierde la libertad efectiva cuando se pierde la posibilidad efectiva de cambiar los
objetos de nuestras pulsiones. Mas, por otra parte, no se quiere decir con esto que para ser
libres se necesita cambiar continuamente el objeto concreto de nuestra pulsión libidinal.

12. Las adicciones son fijaciones. Las perversiones son fijaciones no socialmente
toleradas. Un individuo pervertido es el que no ha evolucionado en su libido: ha que-
dado fijado a los objetos propios de los estados primarios de su infancia y que toda per-
sona atraviesa si es sana. Si la pulsión es tan fuerte como para superar las fuerzas repre-
sivas del súper-yo y alcanza satisfacción en el objeto de la primera infancia, tenemos
entonces una acción perversa. Por ejemplo, la relación genital de la hija con el padre.
Si, en cambio, el individuo sigue ligado al objeto libidinoso de su primera infancia, pero

257
Freud, S. Obras Completas. Lo inconsciente. Madrid, Biblioteca Nueva, 1973. Los instintos y sus destinos, vol. II, p. 2040.

153
logra reprimir el impulso instintivo, la acción será patológica. Por ejemplo, la esposa
que inconscientemente ama el padre en su esposo. Si, finalmente, el individuo logra
dirigir su impulso instintivo al objeto correspondiente a su edad, o sublimarlo (sustitu-
yéndolo con otros objetos admisibles: «casarse con la ciencia») la acción se considerará
sana.
El individuo, debilitando esta libertad para cambiar el objeto de sus instintos, no
evoluciona, sino que involuciona. La debilidad de la libertad se manifiesta, pues, como
una pérdida en el desarrollo de la persona.

13 Se puede advertir que Freud no ha negado la libertad humana. Al contrario, ha


luchado para que el hombre sea psicológicamente libre en la forma efectiva.
Freud supone que todo individuo es una organización coherente de sus procesos
psíquicos, a la cual considera como su yo.
El yo es consciente, preconsciente e inconsciente.
El yo es una instancia que procede del ello: es el ello modificado por la influen-
cia del mundo exterior (principio de la realidad). El yo se encuentra originariamente, al
principio de la vida anímica, formando una sola cosa con el ello, revestido de instintos y
es capaz, en parte, de satisfacer sus instintos en sí mismo (narcisismo). El mundo exte-
rior no es el origen de las satisfacciones en esta primera época: es un mundo indiferente.
Pero luego, dadas las necesidades del instinto de conservación (sentir hambre), siente a
sus instintos como no placenteros. Entonces por el principio del placer (libido) se vuel-
ve a los objetos exteriores que lo satisfacen y los introyecta.
Se hallan así, dentro del yo, lo bueno (fuente de placer introyectada) y lo malo
(la fuente de displacer que trata de reprimir).

14.- El yo, es, pues, una “zona” intermedia entre el ello y el mundo exterior (el
mundo exterior introyectado constituirá el superyó).
El yo, entonces, según la teoría psicoanalista es una estructura compleja. El yo
abarca el sistema consciente, el preconsciente y el inconsciente. El yo, además, surge
del ello y, por la oposición de las fuerzas del ello con la realidad exterior (y el superyó),
toma una cierta autonomía tanto del ello como del mundo exterior y del superyó.
El yo no tiene una energía propia primeramente. Por esto, para oponerse al ello y
modificándolo constituirse en una instancia autónoma, debe robustecerse con las cargas
de libido que surgen a partir de los objetos258. Los objetos robustecen al yo; es por esto
que cuando debe abandonarlo se produce aquel sentimiento que llamamos melancolía, y
es como una reconstrucción interior del objeto dejado259.

15.- El yo solo tiene capacidad para decidir eficazmente contra las pulsiones o los
instintos (que son la fuerza primera y fundamental del ser humano) creando con oportu-
nismo una fuerza proporcionada. Solo ante dos fuerzas relativamente proporcionadas la
libertad, el poder de elección y decisión, es efectivo. En caso contrario es solo un poder
formal.

258
«Por lo que respecta a la acción, se halla el yo en una situación semejante a la de un monarca constitucional, sin cuya sanción no
puede legislarse nada, pero que reflexionará mucho antes de oponer su veto a una propuesta del Parlamento» (Freud, S. El «yo» y el
«ello», e.c., vol. III, p. 2726).
259
«Mas, por otra parte, se nos muestra el yo como una pobre cosa sometida a tres distintas servidumbres y amenazada por tres
diversos peligros, emanados, respectivamente, del mundo exterior, de la libido del yo y del rigor del súper-yo. Tres clases de angus-
tias responden a estos tres peligros [...]. Pero su situación de mediador le hace también sucumbir, a veces, a la tentación de mostrarse
oficioso, oportunista y falso, como el estadista que sacrifica sus principios al deseo de conquistarse la opinión pública. El yo no se
conduce imparcialmente con respecto a las dos clases de instintos. Mediante su labor de identificación y sublimación auxilia a los
instintos de muerte del ello en el sojuzgamiento de la libido, pero al obrar así se expone al peligro de ser tomado como objeto de
tales instintos y sucumbir víctima de ellos. Ahora bien: para poder dar tal auxilio ha tenido que colmarse de libido, constituyéndose
así en representante del Eros, y aspira entonces a vivir y ser amado» (Ibídem, 2726).

154
Debemos, pues, distinguir, según Freud, una:
a) Libertad formal, un poder de decisión ineficaz del yo. Este poder existe desde que
existe el discernimiento. El discernimiento es una ―instancia imparcial‖260, una propues-
ta para decidir si una representación determinada es verdadera o falsa, esto es, sí se
halla o no de acuerdo con la realidad.
b) Libertad efectiva. Cuando se instaura el principio de la realidad, queda libre cierta
actividad mental respecto a la confrontación de la realidad, y que antes estaba sometida
exclusivamente al principio del placer. Se ha instaurado ahora la posibilidad de una vi-
sión objetiva, imparcial, de las cosas: he aquí la base de un juicio libre, no sólo para
juzgar sino también para hacer.

16.- El yo sometido al principio del placer no puede hacer más que desear, buscar el
placer y evitar el displacer: este es su modo espontáneo y necesario de obrar. El yo, re-
gido por el principio de realidad, puede ahora asegurarse contra todo daño, renunciar al
placer momentáneo por un placer ulterior seguro. El ejercicio de la libertad implica te-
ner suficientes fuerzas como para resistir al sentimiento de frustración.
No basta elegir y decidir para obrar libremente. La decisión es un acto formal.
Para que las decisiones del yo se cumplan se necesita fuerzas, el apoyo del parlamento.
El yo es una organización, una parte organizada del ello y del mundo exterior
(internalizado en el ideal del yo y en el súper-yo). El yo, pues, como un soberano cons-
titucional, es libre en sus decisiones (formalmente) pero deberá comerciar con todos los
componentes del parlamento tratando de imponer su parecer en un juego de recíproco
influjo a fin de obtener la fuerza que el yo, por sí solo, no tiene. De la piel para dentro
empieza mi exclusiva jurisdicción. Elijo yo aquello que puede o no cruzar esa frontera.
Soy un estado soberano, y las lindes de mi piel me resultan mucho más sagradas que los
confines políticos de cualquier país261.
En resumen, hay que distinguir, pues, una libertad de decisión (formal) y una li-
bertad efectiva.

17.- El yo es como un jinete -dice Freud- que debe dominar las fuerzas superiores del
caballo (que es ello). Pero hay una diferencia: el yo no tiene fuerzas propias como el
jinete. El yo debe usar las fuerzas del principio de realidad (el medio ambiente y las
prohibiciones del súper-yo) para contrarrestar las fuerzas del principio de placer (ello).
La libertad psicológica efectiva, pues, no es igual en todas las personas, sino que
depende de la mayor o menor estructuración del yo y del súper-yo. El yo no puede deci-
dirse libremente contra el deseo de la pulsión o instinto si no dispone de una fuerza pro-
porcional que le viene del súper-yo bien estructurado y de un yo armónico, por lo que
puede contrarrestar la fuerza espontánea y perentoria del instinto. El súper-yo observa,
guía, censura, amenaza como antes lo hacían los padres con el niño.
El súper-yo es una fuerza (procedente del principio de realidad) que condiciona
al yo, pero no lo determina. El yo puede obrar contra las normas del súper-yo, pero en-
tonces aparece el remordimiento. Si el yo sigue los impulsos del súper-yo se siente
―bueno‖, de lo contrario se siente ―malo‖.
Por el súper-yo, el individuo llega a ser un ser social. El súper-yo es el conjunto
de normas sociales introyectadas que le sirven al individuo de criterio para su conducta:
si las sigue se sentirá integrado con su medio social, aunque en oposición con sus de-
seos instintivos agresivos.
260
Freud, S. Los dos principios del funcionamiento mental, o. c., vol. II, p.1639.
261
Cfr. Escohotado Antonio (2019). Aprendiendo de las drogas usos y abusos, prejuicios y desafíos. En:
https://drive.google.com/drive/folders/0B799SaqZmb4Sd3JNMXZPdWZqLWM?fbclid=IwAR0pE3qRyt0gpnLVkNWBL5n1FcM
MSwbXtt0cB1ToNGkRukGQK0QuAodCCWo

155
18.- Una vez que se es libre de las necesidades y se admite la existencia de la libertad,
allí comienza otra gran pregunta: ¿somos libres para qué? Ahora bien, según Freud, todo
nuestro psiquismo busca el placer. No puede ser otra la finalidad de nuestra libertad: somos
libres de las necesidades para obtener, en última instancia, un placer mayor. Tal parece ser
la ―astucia‖ de la libido.
Mas el placer, en una persona libre, puede ser encauzado de modos y maneras varia-
das y socializadas, no autodestructivas. El adicto, por su parte, al quedar esclavizado a su
objeto aditivo, encadenante, pierde lo más significativo de la persona humana: su libertad,
su capacidad efectiva de decidir.

Nuevo Estado (debilitado) y nuevas ofertas posmodernas generalizadas

19.- El efecto más importante y evidente del retroceso o autolimitación del Estado
Liberal es la mayor exposición de los electores al impacto coercitivo (la agenda) y doc-
trinario (el código) causado por fuerzas esencialmente no políticas, en particular fuerzas
asociadas con mercados financieros y de productos.
La tendencia más marcada de nuestra época es la separación del poder y la polí-
tica: el verdadero poder -que es capaz de determinar el alcance de las elecciones prácti-
cas- fluye, gracias a su movilidad -nunca tan irrestricta- que es virtualmente global o
extraterritorial. Todas las instituciones políticas existentes (elegibles, representativas)
son hasta ahora estrictamente locales. El núcleo de la actual crisis radica en la ausencia
de una agencia suficientemente efectiva como para legitimar, promover, instalar y cum-
plir cualquier conjunto de valores, o cualquier agenda de opciones consistente y cohe-
siva.
El rol tradicional desempeñado por el Estado político, en cuanto al estableci-
miento de una agenda, se reduce cada vez más al control directo de ciertas categorías
sociales que de ninguna manera están expuestas, ni son sensibles a las presiones del
mercado y a las que, por lo tanto, se quiere obligar a funcionar dentro de las opciones de
la agenda que esas presiones sostienen. Desde el punto de vista de las autoridades polí-
ticas, son categorías autorreguladas.
Estas categorías educativas sociales incluyen especialmente a los pobres posmo-
dernos redefinidos como consumidores defectuosos y, de modo más general, a todas las
clases sociales peligrosas (potencialmente criminales) que, al quedar excluidas de la
agenda establecida por el mercado, recurren presumiblemente a alternativas que dicha
agenda deja afuera262.

20.- En la edad dorada de la sociedad de productores, la ética del trabajo conformaba


el ideal de una sociedad justa, todavía por alcanzar: servía como horizonte. La condi-
ción de pleno empleo a la que se aspiraba encarnaba la idea de una sociedad integrada
únicamente por gente de trabajo (y sus valores).
La normalidad del pleno empleo, era aceptada por todos los miembros de la so-
ciedad, y por definición, quienes estaban ―fuera de la norma‖, reflejaban solo dos op-
ciones: la falta de trabajo (algo no está bien) o falta de disposición al trabajo (anomalía
personal).
Los ricos, aquellos que -en la era de los productores- eran considerados como
triunfadores por su propio esfuerzo, eran ejemplo vivo de una vida de trabajo; eran reve-
renciados como verdaderos héroes, modelos sociales.
Por el contrario, en la Posmodernidad, la riqueza y la acumulación de riquezas

262
Cfr. Bauman, Zygmunt. En busca de la política, p. 83.

156
son objeto de adoración por si misma263; pero para seguir creciendo necesitan promover
una sociedad de consumidores. Quien no es un consumidor está al margen de la ley del
consumo y tiende a ser un subversivo.
En este contexto, Bauman advierte que la finalidad de proceso educativo de la
sociedad líquida se está convirtiendo, lamentablemente, en ―ejercitar (a los jóvenes)
para que se conviertan en consumidores‖264. El proceso educativo ha dejado los grandes
ideales de la generación de un hombre nuevo, propuesto por la Modernidad, bajo los
ideales de la libertad, la fraternidad y la libertad, para integrarse en la Posmodernidad
con las nuevas estrategias de la reproducción de sometimiento social, a los dueños de
las grandes y masivas tecnologías, generando un sometimiento manso y cautivador de
las conciencias265,

21.- En este clima, tendremos para largo tiempo un Capitalismo avanzado o tardío,
líquido, posmoderno, pero no menos urgido por la necesidad del vender y por la obso-
lescencia programada.

―Es lógico que los jóvenes estén desencantados ante la situación política ac-
tual: han perdido confianza en nuestros políticos y no sienten ilusión ni viven
con ideales. Los licenciados universitarios de hace tres o cuatro años ven que
han trabajado duro para formarse y no encuentran un trabajo que les permita
desarrollar una profesión. Antes, los jóvenes veían que la situación de sus padres
era el punto de partida del que ellos arrancarían para progresar, porque iban a
ir a mejor con toda seguridad. Ahora no ocurre eso, los jóvenes están preocupa-
dos por mantener la posición heredada de sus padres y dudan poder mejorarla,
más bien todo lo contrario, ya que sospechan que les irá peor. Esto es desalenta-
dor para ellos. Es la primera vez que esto ocurre desde la Segunda Guerra Mun-
dial. Los jóvenes han perdido la confianza en el sistema político heredado y con
toda la razón, porque no creen que los gobiernos de los países puedan cumplir
sus promesas porque están sometidos a distintas presiones: la de los electores
que los han votado y la del FMI, del Banco Mundial y de la Bolsa, organismos
que sólo se preocupan de rendimientos y resultados y no de ideales políticos‖266.

Antes decíamos que el Capitalismo era alienante: otros decidían por nosotros los
jóvenes; y nos dábamos cuenta y protestábamos. Hoy siguen decidiendo por la mayoría
de las personas en nuestro planeta; pero no se dan cuenta, no son conscientes; y si lo
llegan a ser nos les interesa mayormente; porque se sienten bien con lo que se les ofre-
ce, en cuanto a estar con ―buena‖ música reciente (la que siempre oyen: los clásicos son
aburridos); en cuanto a estar en red con sus amigos que les cuentan cuál es la última
onda por lo que a calzado se refiere; o qué remera usar, o qué piercing. El Capitalismo
se basa en esto, ―en deshacernos de lo que tenemos, aunque funcione perfectamente,
para demostrar a los que nos rodean que tenemos el último modelo. Así es que tenemos
Capitalismo para rato‖267.

Estrategias de dominación

263
Bauman, Z. Trabajo, consumismo y nuevos pobres. Op. Cit., p. 62, 63.
264
Bauman, Z. Sobre la educación en el mundo líquido. Bs. As., Paidós, 2013, p. 65.
265
Cfr. Bourdieu, Pierre. Las estrategias de la reproducción social. Bs. As., S. XXI, 2013.
266
Bauman, Z. [Entrevista] ―Durante treinta años hemos vivido en un mundo de ilusión‖, disponible en Publicado por @admin El
jueves 20 de marzo de 2014. Cfr. http://www.politicaysociedad.net/author/admin/
267
Ídem.

157
22.- Las estrategias de dominación, en el nivel mundial, son evidentes; pero conviene
resumirlas:
a.- Se desea tener una economía previsible, predecible y manipulable. Las clases
inferiores de la sociedad deben ser llevados a un control total: llevados a las calles, em-
pleados en y con un trabajo precario y rutinario, antes de que comiencen a pensar por sí
mismas.
b.- Se trata de generar nuevas armas silenciosas para las nuevas guerras sociales.
Se requiere personas atadas rápidamente a una tarea social sin mucho sentido.
c.- La célula inferior de la sociedad -la familia- debe ser desintegrada, aumen-
tando las preocupaciones en los padres para que queden preocupados por lo inmediato.
d.- La clase de educación de las clases inferiores debe ser la mínima, para que
les resulte incomprensible la educación de la clase superior.
e.- Se requiere mantener al público ignorante de los sistemas: solo presentar no-
ticias, sin tiempo para realizar análisis y ver las causas y las consecuencias.
f.- Ya desde el tiempo del imperio romano, se sabía que lo que se requiere para
mantenerse en el poder era la distracción masiva con algo para comer: circo para todos
y un plato de porotos o trigo.
e.- La vida tiene que ser divertida. Por ello, si la escuela no entretiene, parece
desactualizada. Entretener lleva a presentar programas educativos de baja calidad en
lógica, matemática, historia, diseño de sistema, economía y creatividad.
g.- Los gobernantes deben comprometer las emociones de las masas populares,
aumentando su egocentrismo. El egoísmo es una conducta moral y exige esfuerzos; el
egocentrismo, por el contrario, es casi natural; es la centración en sí mismo de manera
espontánea: es suficiente con mirarse en la propia imagen (selfie o autorretrato).
h.- Lo que no es visto no existe. Los ataques violentos deben canalizarse en los
medios de comunicación, virtualizándose la violencia antes de que explote realmente la
violación mental y el impacto emocional.
i.- Ante las frustraciones, corresponde hacer creer que cada uno es el único cul-
pable, para que inhiba las acciones de crítica social y no reaccione.
j.- Es oportuno que las masas populares se acostumbren a las situaciones econó-
micamente críticas. Cuando se puede aumentar impuestos sin que se quejen, se puede
pasar a la esclavitud legal.

23.- Con estas estrategias se logra mantener un orden social y pacífico para las clases
dirigentes, mientras las masas populares tienen diversión gratuita (música a todo volu-
men y en lengua extranjera), y están distraídas con programas (como el Gran Hermano)
sin importancia real, donde se premia la competencia desleal.
La diversión debe ser preparada como para el nivel inferior al de un chico menor
de 6º grado: simple, tosca, algo grosera y casi desnuda.
Diferir las medidas futuras es una buena estrategia política de sometimiento: las
crecientes necesidades harán que parezca que las medidas de ajuste lo solicita la gente,
como si fuese un mal menor y la única manera de solucionar las cosas.
Es estratégico también, eliminar el pensamiento crítico y satisfacer al mercado.
Unir lo que se quiere vender con una sensación agradable o de alivio: en otras palabras,
seducir.

24.- Se requiere, además, alejar la soberanía personal (aunque la mayoría debe tener
la sensación que es ella la que decide); alejar el conócete a ti mismo, el pensar por la
propia mente, el tomar las riendas de sí mismo. Quien conoce a sus enemigos y se co-
noce a sí mismo, ganará, en efecto, todas las batallas.

158
Otra estrategia de dominación masiva se halla en mantener a la gente ocupada,
sin tiempo para pensar lo que le pasa.
Mantener a las masas en el infantilismo: perpetuar un ángel de la guardia, un Es-
tado-papá, que nos diga que todo irá bien: todos los derechos sin deberes y sin respon-
sabilidad, pues papá se encarga. Mientras tanto, los gobernantes harán leyes según las
cuales los dirigentes no pagarán por sus decisiones, ni devolverán lo mal habido (co-
rrupción, Estado irresponsable).
Mantener a las masas en estado de esclavitud, pues es esclavo quien espera que
otro lo libere.
Los gobernantes deben saber que la demanda del pueblo es increíble; y deben
responderle al pueblo con soluciones increíbles.
Alejar la idea de que todo ciudadano tiene obligación de trabajar y de que si no
lo hace está robando. Lo que hoy se solicita es que sea lo que fuere el trabajo debe ser
divertido.
La mayoría quiere matar a quien la molesta: pero asignan este trabajo a otros,
para quedar tranquilos. Se desea ser libre pero se tiene miedo al fracaso, por la irrespon-
sabilidad con la que se vive.
En fin, dejar que los del pueblo se maten entre ellos, o manejarlo con seducción
y con la droga, porque todos tendemos a quedar adictos a lo que nos seduce y gratifica.

Dos ausentes: la falta de sentido en la vida y del dominio del yo

25.- El sentido de la vida se construye socialmente y se configura por anticipado.


Una acción concluida tiene sentido de un modo retrospectivo. Una acción con sentido es
guiada por una perspectiva determinada hacia un fin preconcebido. Este diseño es una
utopía en la que el actor anticipa una condición futura, evalúa su deseabilidad y su ur-
gencia y considera los pasos que habrán de hacerla posible en la medida en que el pro-
ceso, a través de acciones similares previas, no sea familiar y no se haya convertido en
una conducta habitual, rutinaria. Lo opuesto podría llamarse estupidez: dificul-
tad, gran lentitud para comprender las cosas; cretinismo, imbecilidad, idiotez.
El sentido de las acciones, ―en el acto‖, se configura: a) por su relación con el
propósito. La acción concluida, ya sea exitosa o no -pero también la acción proyectada
como algo concluido-, puede compararse con otras acciones, ser entendida como el
cumplimiento de máximas y explicada; y b) justificada como la ejecución de normas,
como esfuerzo y desafío a una norma, negada a otros y, en última instancia, a uno mis-
mo. Ese carácter dual del sentido, así como la compleja estructura del sentido, están
presentes en toda acción; pero en la rutina diaria puede ocurrir que esas características
aparezcan borrosas.
En particular, el sentido del tiempo otorga sentido a la vida humana: el presente
toma sentido a partir del pasado y lo proyecta en el futuro. La carencia de raíces históri-
cas y culturales hace absurda la vida de los individuos, de los grupos y naciones. Cuan-
do no hay raíces hay superficialidad, rastrerismo. Nuestra época posmoderna tiene que
soportar ese resultado de haber olvidado la historia, de haberla suprimido de las institu-
ciones educativas como cosa del pasado; pero corre el riesgo de repetir los desastres de
ese pasado.
Por otro lado, la conciencia de que nada tiene sentido, nos libera de los absolutos
y nos deprime con la falta de sentidos consistentes.

26.- Desde luego que la acción social comparte esa estructura del sentido, pero asu-
me también otras dimensiones: puede ser indirecta o directa, puede ser mutua o uni-

159
lateral. La acción social puede ir dirigida hacia otras personas, presentes o ausentes,
muertas o aún por nacer. Puede que busque dirigirse a ellas en su individualidad, o pura
y simplemente en tanto categoría social. Puede orientarse a conseguir una respuesta o no
-y puede haber o no una respuesta. Puede ser concebida como única o puede que busque
convertirse en una reiteración habitual, o prolongarse en el tiempo.
El complejo sentido de la acción social y de las relaciones sociales se construye
en estas diferentes dimensiones del sentido. Al referirnos a la manera en que se consti-
tuye el sentido en la conciencia del individuo quedó claro desde ya que esto no podía
aludir al sujeto aislado, a la mónada incomunicada.
Una vida diaria con sentido está llena de secuencias de acción social y la identi-
dad del individuo se forma tan sólo en dicha acción. Requiere intencionalidad o propó-
sito al hacer algo y esfuerzo o desafío. Lamentablemente, la cultura posmoderna no pa-
rece favorecer estas dos exigencias y las personas no parecen encontrar sentido a sus vi-
das, ni preocuparse por ello.
En la Edad Media, la búsqueda de sentido hizo potenciar la presencia de la reli-
gión. Luego, en la Edad Moderna, la ciencia (querer saber) y el poder (querer dominar)
cubrieron la carencia de sentido religioso. En la Edad Posmoderna, en la que vivimos,
simplemente se está en un cóctel de contradicciones, sin apocalipsis ni dramas.

27.- Las aprehensiones puramente subjetivas son el fundamento de la constitución de


sentido: los estratos más simples del sentido pueden crearse en la experiencia subjetiva
de una persona. Los estratos superiores y una estructura más compleja del mismo de-
penden de la objetivación del sentido subjetivo en la acción social. El individuo puede
hacer complicadas conexiones lógicas e iniciar y controlar secuencias diferenciadas de
acción, sólo si él o ella es capaz de hacer uso del acervo de experiencia disponible en el
contexto social.
De hecho, elementos del sentido modelados por antiguas vertientes de la acción
social (las ―tradiciones‖) fluyen incluso en los niveles más bajos del sentido de la expe-
riencia individual. La tipificación, la clasificación, los patrones experienciales y los es-
quemas de acción son elementos de las reservas subjetivas de conocimiento, tomados en
buena medida de las reservas sociales de conocimiento. Queda un resto de conocimiento
científico popularizada que funciona como control remoto de sentido para las masas,
ocupadas en lo diario y preocupadas por el fin de semana.
Por cierto que la constitución subjetiva del sentido será luego el origen de todas
las reservas sociales de conocimiento, los depósitos históricos de sentido en que pueden
apoyarse las personas nacidas en una sociedad y en épocas particulares. El sentido de
una experiencia de acción cualquiera surge ―en alguna parte‖, ―en algún momento‖,
como la acción consciente de un individuo ―para resolver un problema‖ en relación con
su medio ambiente natural o social. La despreocupación de los individuos por el largo
plazo generará también una sociedad, una tradición y una civilización despreocupada
por el sentido en el largo plazo.
No obstante, puesto que la mayoría de los problemas a los que se ve enfrentado
el individuo afloran a la vez en las vidas de otras personas, las soluciones a esos pro-
blemas no son sólo subjetivamente sino que también intersubjetivamente relevantes.
Los problemas afloran, a la vez, de la acción social interactiva, de modo que las solu-
ciones deben encontrarse también en común. Tales soluciones pueden objetivarse en
alguna de un cierto número de formas posibles, a través de señales, instrumentos, elabo-

160
raciones, pero sobre todo a través de las formas comunicativas de un idioma, quedando
así disponibles para otros268.
Si no se da una visión de sentido a mediano y largo plazo, se vive al día y esto
funciona mientras se deben cubrir las necesidades básicas del día; pero cuando se supe-
ran estas necesidades básicas comienza a surgir el malestar por no tener nada que hacer,
por no saber qué hacer, por el aburrimiento (que es aborrecimiento) individual y social.
Se requieren entonces estrategias de diversión.

28.- La seducción en lugar de la libertad es una estrategia que no nos hace esforzar-
nos mucho ni nos quita la idea de que seguimos siendo libres269.
La seducción nos atrae y nos arrastra interiormente sin atropellarnos. En el pro-
ceso de seducción seguimos creyendo que somos nosotros los que libremente decidi-
mos.
Como todos los humanos tenemos alguna debilidad, el enfrentarnos a ella nos
humilla. El objeto (persona, acontecimiento) que nos seduce no nos enfrenta: simple-
mente está allá y parece que nos sonríe y nos llama, sin quitarnos la libertad.
La Modernidad, especialmente desde la Revolución Francesa, estuvo socialmen-
te ebria de libertad: ella parecía ser el valor supremo de las culturas occidentales moder-
nas. Pero cabría preguntarnos: ¿libertad para qué? Esta pregunta y el enfrentarse con
esta cuestión generan angustia. Somos capaces de luchar por la libertad, pero luego so-
breviene el segundo problema: ¿Libertad para qué? ¿Qué hago ahora con mi libertad?
Muchos africanos, en la posguerra de la liberación de los esclavos en los Estados Uni-
dos, lamentaron la liberación de su situación como esclavos. Porque a los negros, como
esclavos, se los golpeaba pero no se los mataba. Luego ya no interesaba la vida de un
negro africano: ignorante, maloliente, resultaba ser una carga social que había que apar-
tar (asientos para blancos, baños para blancos, separados de los negros). Después de la
esclavitud, surgió naturalmente el racismo.

29.- El yo (el sujeto humano) puede dejarse seducir y vencer por el placer reservado
en el ello, según la teoría psicoanalítica freudiana270.
El yo, como ya mencionamos, es como un jinete -escribe Freud- que debe do-
minar las fuerzas superiores del caballo (que es ello). Pero hay una dife rencia: el
yo no tiene fuerzas propias como la puede tener un jinete. El yo debe usar, enton-
ces, las fuerzas del principio de realidad (el medio ambiente y las prohibiciones
del súper-yo) para contrarrestar las fuerzas del principio de placer (ello)271.
La libertad psicológica efectiva, pues, no es igual en todas las personas, sino
que depende de la mayor o menor estructuración del yo y del súper-yo. El yo no
puede decidirse libremente contra el deseo del instinto si no dispone de una
fuerza proporcional que le viene del súper-yo bien estructurado (esto, de normas
sociales estables y con sentido coherente) y de un yo armónico, por lo que puede
contrarrestar la fuerza espontánea y perentoria del instinto o de las pulsiones que
exigen inmediata satisfacción. El súper-yo observa, guía, censura, amenaza como
antes lo hacían los padres con el niño; el ello trata de seducir al yo con el placer; el

268
Berger Peter L. y Luckmann Thomas. ―Modernidad, pluralismo y crisis de sentido. ¿Qué necesidades humanas básicas de orien-
tación deben ser satisfechas?‖ En Estudios Públicos, 63 (1996). pp. 5-6.
269
―En las sociedades liberales la seducción no está simplemente permitida, sino que es positivamente valorada como una señal de
la libertad individual‖ ( Zizek, Slavoj. ―Viviendo en el final de los tiempos‖.
https://books.google.com.ar/books?isbn=8446036525, 2012, p. 49.
270
Cfr. Daros, W. R. El problema de la libertad en la teoría psicoanalítica freudiana. Observaciones rosminianas, en Rivista Ros-
miniana, 1979, F. III, p. 249-272.
271
Cfr. Freud, S. Obras Completas. Madrid, Biblioteca Nueva, 1973. El «yo» y el «ello», vol. III, p. 2708.

161
yo debe elegir: un yo capaz de elegir y decidir es lo que puede llamarse un yo edu-
cado, armónico en sí mismo y armonizado con los demás.
El súper-yo es una fuerza (que proviene del principio de realidad) que condi-
ciona al yo, pero no lo determina. El yo puede obrar contra las normas del súper-
yo (lo introyectado de las normas, los padres y de la sociedad); pero entonces
aparece el remordimiento (la advertencia de la contradicción entre lo que se hace
y lo que se debería hacer). Si el yo, luego de razonar y considerar la situación,
sigue conscientemente los indicaciones del súper-yo (las normas) se siente
«bueno»; de lo contrario se sentirá «malo»; al menos hasta tanto no cambie las nor-
mas del súper-yo.
Por el súper-yo (principio de la realidad social), el individuo llega a ser un ser
social si lo asume y respeta, integrándose con los demás, al seguir las normas acepta-
das por el grupo social. El súper-yo es el conjunto de normas sociales introyectadas
que le sirven al individuo de criterio para su conducta: si el yo las sigue se sentirá
fortalecido e integrado con su medio social, aunque en oposición con sus deseos
instintivos agresivos. Lamentablemente el siglo XX ha sido un siglo de fuertes
dictaduras y de fuertes rechazos a las mismas. Esas reacciones, frecuentemente,
fueron exageradas y, en nombre de la libertad, nos quedamos sin normas y sin
previsibilidad.

―La escuela tenía bien claro -y así lo transmitía- qué se podía hacer o decir en
ella y qué no, cómo había que ir vestido en clase. En ese modo todos sabíamos
a qué jugábamos. Como sucede desde que existe la vida en sociedad, en ese
mundo también había transgresiones que eran parte de ese escenario y, en cier-
to modo, lo confirmaban. En mi escuela no se podía fumar, pero todos sa-
bíamos que en el baño del segundo piso se fumaba y que al que encontraban lo
sancionaban en la escuela y después, en casa…
Un día los adultos ya no pudimos sostener ese rol, no soportamos apoyar a la
escuela porque no estábamos de acuerdo con lo que hace y lo consideramos in-
justo. Ni siquiera podíamos apoyarnos entre nosotros en los problemas que te-
níamos en casa… Decíamos y hacíamos aquello que sentíamos, lo que que-
ríamos, lo que nos parecía. Y en esa condición, dejamos de ser previsibles,
confiables, dejamos de ser el grupo de referencia…
El resultado fue que nos quedamos sin esas pautas que nos daban previsibili-
dad, estamos más solos con nuestras opiniones e ideas… Se planteaban nuevas
ideas, pero sin poder nunca acordar una posición compartida, y algunas deci-
siones en el aula, como corregir o no la ortografía, o aplicar una sanción cuan-
do algo ocurre, pasaron a ser una cuestión de criterio personal de cada docente.
Así, en Argentina, terminamos discutiendo si un chico que no sabe tiene que
aprobar o reprobar, si repetir le hace bien, si lo ayuda o si va contra sus de-
rechos…
Nos llevamos todo por delante y no buscamos una alternativa solo para aque-
llo que no cerraba… Nosotros no teníamos pautas claras y los dejamos a ellos
usar las que se les ocurrían…
Son los adultos los responsables de tener una posición, de darles credibilidad
a las normas, a las pautas, a la comunidad que debe convivir alrededor de esos
acuerdos‖272.

Las adicciones significan justamente el sojuzgamiento del yo en aras de quien


272
Iaies, Gustavo. Volver a enseñar. Padres y maestros ante un desafío urgente. Buenos Aires, Paidós, 1916, p. 86-89.

162
lo domina (drogas, otras conductas) mediante la seducción que ofrece placer.
La cultura, las leyes, las conductas socialmente aceptables, exigen esfuerzo al
precio de una disminución del placer seductor e instintivo del ello.
―¿Qué ha sucedido para que los deseos agresivos se tornaran innocuos?
Algo sumamente curioso, que nunca habríamos sospechado y que, sin embargo,
es natural. La agresión es introyectada, internalizada, devuelta en realidad al lu-
gar de donde procede: es dirigida contra el propio yo, incorporándose a una
parte de éste, que en calidad de súper-yo se opone a la parte restante, y
asumiendo la función de "conciencia" (moral), despliega frente al yo la
misma dura agresividad que el yo, de buen grado, habría satisfecho en indi-
viduos extraños. La tensión creada entre el severo súper-yo y el yo subordi-
nado al mismo la calificamos de sentimiento de culpabilidad: se manifiesta ba-
jo la forma de necesidad de castigo. Por consiguiente, la cultura domina la pe-
ligrosa inclinación agresiva del individuo debilitando a éste, desarmándolo y
haciéndolo vigilar por una instancia alojada en su interior como una guarn i-
ción militar en la ciudad conquistada‖273.

30.- El súper-yo puede ser más o menos fuerte y rígido. En algunos in-
dividuos el súper-yo es muy rígido y atormenta al yo con sus imposiciones con-
tra el principio de placer: surge entonces la neurosis obsesiva (el individuo se
siente obligado, fijado en cierto ritual para no sentirse culpable) o la melanco-
lía. Entonces lo que reina en el súper-yo es como un puro instinto de muerte
y puede llevar al individuo a suprimir su vida o la de los demás.
Una de las finalidades del psicoanálisis es hacer ver existencialmente al indi-
viduo la rigidez de su súper-yo, y cómo el súper-yo puede modificar sus normas
demasiado rígidas: de este modo se consigue equilibrar las fuerzas del súper-yo y
las del ello y el individuo adquiere una efectiva libertad.
En el caso de un individuo pervertido (donde los instintos logran sus ob-
jetos y la satisfacción porque el yo no puede oponerse efectivamente al ello que lo
seduce, dado que el súper-yo es demasiado débil), el psicoanálisis tratará de refor-
zar las fuerzas del principio de realidad; tratará de que el individuo reestructure las
normas éticas del súper-yo encausando socialmente la consecución del placer, en
el contexto de su proyecto de vida, socialmente aceptable. Cuando el ello se im-
pone al súper-yo, el yo o sujeto es seducido por el ello, por las pulsiones a las
que no puede resistir más.
La libertad no es, entonces, en fin en sí misma (como si no necesitaría de otro fin
superior a ella). La libertad es, por el contrario, un medio para lograr una finalidad. A
esta finalidad la podemos llamar ―el proyecto de vida de cada cual‖ que es el dador del
sentido social; y según el cual el yo estima logar la felicidad o el placer en un contexto
aceptado por los demás.
La felicidad implica la plenitud de bienes; pero esto implica a su vez un proceso
vital en el cual la idea de plenitud va cambiando. Si eres un esclavo, la felicidad será
obtener la libertad; si eres libre pero no tienes seguridad, entonces la felicidad se hallará
en tener seguridad. Si tenías seguridad, pero no tenías bienes materiales, la felicidad se
concentrará en tener esos bienes. Si eres marginado, no querido, la felicidad consistirá
en ser amado; si eres feo, la felicidad se enfocará en hacerse bello, etc.

31.- Las instancias del superyó, por otra parte, ya no son monolíticas. La diversidad
cultural, la fragmentación o casi extinción de las familias, la inmadurez de los padres

273
Freud, S. Op. Cit., El malestar en la cultura, vol. III, p. 3053.

163
que no terminan de elaborar su adolescencia, los cambios científicos y tecnológicos,
hacen que las normas sociales de los adultos se vuelvan obsoletas o ridículas.
Estamos, por primera vez, en la historia humana, ante generaciones de hijos que
conocen más que sus padres el uso de las tecnologías. También es la primera vez que lo
que importa es el presente con prescindencia del pasado histórico. Todo ello causa una
aceleración de los tiempos y una obsolescencia de las normas culturales, que antes te-
nían una vigencia centenaria.
La pluralidad cultural y la desintegración de los grupos primarios dejan indefen-
sos a los adolescentes (que hoy se prolonga hasta los 30 años). No es sorprendente, en-
tonces, que una gran parte de esos adolescentes se deje seducir por otros modelos o esti-
los de vida, fogoneados por un capitalismo que necesita vender y cambiar para volver a
vender y capitalizar. Entonces, se es buen ciudadano y la vida tiene sentido si se puede
consumir.

La terapia como educación y la posibilidad de la recuperación del dominio de sí


mismo del adicto, en un contexto social

32.- Se dieron pasos fundamentales para contemplar al consumidor de drogas como


un sujeto con un trastorno íntimamente relacionado con la enfermedad mental que pasa
por momentos distintos en relación a su capacidad y deseo de cambio274.
Una nueva perspectiva descubre al toxicómano como un enfermo con un grave
problema invalidante, la dependencia, que ha encontrado en las drogas la esencia, el
alivio de las frustraciones, las ansiedades, la agresividad, la tristeza, las vivencias des-
personalizadoras, y otras causas de malestar subjetivo.
Hoy se estima que el proceso de educación informal realizado por los grupos
primarios (familiares) que lo rodean (y por profesionales de la salud psíquica, cando es
necesario) deben advertir que existe un derecho y un deber para con la propia calidad de
vida de los que ingresan en una sociedad.
La asistencia, el tratamiento y las intervenciones de apoyo terapéutico deben rea-
lizarse desde la corresponsabilidad (derecho-deber), eligiendo para cada caso el aborda-
je más apropiado, teniendo en cuenta la opinión del toxicómano acerca de su problema
y la manera de resolverlo, así como los condicionantes involuntarios, el contexto y el
momento del paciente en el ciclo de cambio.
La corresponsabilidad supone que el tratamiento debe contar con la libertad y el
compromiso del sujeto, salvo circunstancias que lo impidan, e irá dirigido a alcanzar los
objetivos acordados con el paciente, en un entorno social favorable. Las palabras mue-
ven, pero los ejemplos arrastran: es importante que los jóvenes vean que ser una buena
persona es algo valioso en sí mismo. Hay un gran desamparo en este tipo de valores
vividos y una gran oferta de mercado de consumo fácil y rápido de sensaciones placen-
teras. La grandeza humana nos viene de los grandes ideales en bien de todos, que moti-
van a las personas a grandes sacrificios personales para lograrlos, aunque casi siempre
tengan también algún defecto o debilidad, algo propio de los humanos. Es importante,
no obstante que, sobre todo los jóvenes, conozcan a estas personas, sea directamente,
sea leyendo sus biografías o viendo películas biográficas. Convivimos con un gran nú-
mero de personas mediocres, con algunas perversas, pero también con un buen número
de personas capaces de grandes sacrificios silenciosos; personas en pro de los demás,
aunque lleven una vida cotidiana humilde, callada, laboriosa.

274
González, p. ―¿Es posible un tratamiento diferente de las adicciones?‖ en Revista de la Asociación Española de Neuropsiquia-
tría, p. 1274. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=265019672002

164
33.- Se podría afirmar que la valoración es propia de cada individuo, dentro de un
sistema sociocultural y económico que establece su propio patrón de comparación. Es
una herramienta imprescindible que cada individuo le otorgue un valor a cada acto hu-
mano, a cada acción relacionada con la cultura, lo económico y lo social y le asigne una
prioridad dentro de las actividades prácticas.
Es muy importante realzar y conocer este análisis de la valoración y tenerlo pre-
sente al abordar el problema de la adicción, ya que cada individuo hace un juicio de
valor que le es propio, otorgándole una jerarquía a sus valores; y, cuando no ve la solu-
ción a sus problemas a corto alcance, puede encontrarse indefenso ante las drogas que lo
seducen y enajenan.
Los valores además de ser propios de cada individuo, familia y sociedad, están
en constante cambio, debido a los cambios propios de la sociedad. En períodos de tran-
sición de la sociedad pueden ocurrir crisis de valores que conducen a cambios que pue-
den ser progresivos, de reacomodamiento o regresivos dentro de la sociedad. Cada indi-
viduo, familia y sociedad posee maneras diferentes de aceptar o rechazar esos nuevos
valores que han surgido, por lo que algunos individuos encuentran la salida en las adic-
ciones.
Estas crisis de valores producen cambios en la sociedad que les observa me-
diante los síntomas que ella presenta y que se deben tener en cuenta, ya que de acuerdo
a la valoración que cada individuo adopte, se producirá una nueva crisis social. Estos
síntomas son: perplejidad e inseguridad, qué es lo valioso y lo antivalioso; y pueden lle-
gar a generar un cambio en el lugar jerárquico de los valores en el sistema jurídico obje-
tivo.
Este análisis axiológico se encuentra directamente relacionado con el análisis
ético, es decir con la ética médica, o la ética de la relación médico-paciente, parte tam-
bién componente de la bioética. La ética médica rige los principios morales y la con-
ducta de los trabajadores de la salud en relación con el hombre sano o enfermo, entre si
y con la sociedad.
Podría definirse a la bioética como el nuevo paradigma de la ética médica, don-
de intervienen el individuo, la familia y la sociedad. Es el estudio sistemático de la con-
ducta humana en el proceso salud-enfermedad, visto a través de los principios morales
del equipo de salud centrados en el individuo, familia y sociedad, desde lo social, espi-
ritual, mental y biológico275.

34.- En el enfrentamiento a los problemas adictivos además de estos principios se


debe mantener presente el problema del sentido de la vida, dado que es de vital impor-
tancia, ya que una de las características esenciales para la vida de estos individuos se
halla en que el sentido de la vida está ausente o escasamente presente.
Al ser humano le compete planificar su vida. Cuanto más tarde se da cuenta de
lo que le sucede, le es más dificultoso tomar las medidas y subsanar los errores cometi-
dos. Por lo cual es imprescindible analizar el sentido de la vida, desde la prevención a
fin de proporcionarle herramientas para que la falta de éste no lo lleve a cometer desa-
ciertos en lo individual, familiar, social e incluso en la comunidad.
Este problema ha constituido una exigencia en los análisis del desarrollo social y
el lugar que ocupa el hombre en ese sentido. En la actualidad, para los psicólogos, so-
ciólogos, equipos de salud, educadores en general y el sistema educativo, es un reto que
hace modificar algunos esquemas tradicionales, para que los jóvenes se encuentren con-

275
Cfr. Gutiérrez Raina, Daniel; Hernández Meléndez, Edelsys. ―Implicación de los valores éticos y morales en el enfrentamiento de
las adicciones en jóvenes‖ en Revista Cubana de Salud Pública, vol. 34, núm. 4, diciembre, 2008, p. 7.

165
sigo mismo y lleguen a ser personas activas, creadoras, responsables, no desviadas de
los grandes ideales por factores económicos, sociales, políticos y religiosos de la época.
Los seres humanos nos diferenciamos de las bestias, entre otras cosas, por la ca-
pacidad de tener ideales, grandes ideas motoras de nuestras conductas que jerarquizan y
organizan nuestras vidas individuales y sociales.
El sentido de la vida está muy ligado a la conducta del hombre, sus actos, su dis-
ciplina personal y su responsabilidad ante ellos, el sistema de valores que motivan su
conducta individual y colectiva, así también la cosmovisión del mundo y como se nutre
su propia conducta, las aspiraciones, los objetivos que persigue276.
La disciplina personal es la capacidad de dominio de sí que se tiene para tomar
acción independientemente de tu estado emocional. Así como se necesita músculo para
construir más músculo, se necesita disciplina para construir una mayor disciplina per-
sonal.
―La disciplina personal juega un papel fundamental en el rumbo que toma la
vida de una persona, ya que le permite realizar de forma consistente, acciones
positivas que pueden ser discretas en principio pero que, en el largo plazo,
arrojan resultados fantásticos. Por ejemplo, en un momento dado, puede pare-
cer bastante trivial tomar un desayuno bien balanceado en un horario estableci-
do y con las condiciones de higiene adecuadas. Sin embargo, los resultados de
realizar esta simple actividad de forma diaria durante 20 años pueden ser extra-
ordinarios para la salud, la apariencia, la autoestima, las relaciones y las finan-
zas personales. No se necesita un coeficiente intelectual muy elevado para pre-
parar y consumir alimentos saludables; sólo se requiere contar con el nivel de
disciplina suficiente para adquirir, preparar y consumir los productos que cons-
tituyen una dieta bien balanceada‖277.

35.- Ser educado supone aprender y aprender supone construirse una autodisciplina,
proponiéndose metas, conociendo la realidad de la situación en la que inicialmente nos
encontramos, con fuerza de voluntad.
La aplicación de la fuerza de voluntad incluye los siguientes pasos:
1. Elije tu objetivo.
2. Crea un plan de logro.
3. Ejecuta el plan, con trabajo duro y dedicación en el tiempo, siguiendo ade-
lante con persistencia, pero sin necedad.

Los adolescentes precisan confrontar con los adultos que los rodean a fin de cre-
cer y desarrollarse autónomamente. A pesar de que cuestionan el orden preestablecido,
circunstancia frente a la cual los padres pueden no estar preparados, los límites son
esenciales. La cordialidad en el diálogo y la claridad en la puesta de límites actúan de
contención para lograr desprenderse.
El desprendimiento de los padres exige la búsqueda de nuevos modelos. El gru-
po de pares adquiere relevancia. El ensayo de roles, la vestimenta, el lenguaje y los ges-
tos en común con el grupo, son necesarios para afianzarse. A veces, es más importante
para los y las adolescentes lo que los demás piensan que son, que lo que ellos y ellas
sienten. Luego adquieren la noción de adónde van y el reconocimiento de lo que real-
mente valen.
Las instituciones en donde pasan mucho tiempo (escuela, club, iglesia y aún la
misma calle) dejan su impronta favoreciendo o deteriorando el desarrollo individual.

276
Ídem, p. 11.
277
Steve, Paulina - Guerrero Jiménez, Jesús. Desarrolla tu Disciplina Personal. Publicado por WNegocios.com

166
Las oportunidades de participación e inserción social contribuyen al desarrollo del sen-
tido de la vida.
La escuela debería colaborar en el desarrollo de la autoestima y de la autonomía.
La reflexión sobre desarrollo humano, relaciones interpersonales, organización social,
valores religiosos, oportunidades para el futuro, orientación vocacional, ecología, se-
xualidad y adicciones contribuirían a construir una filosofía de vida. Lamentablemente,
en muchas oportunidades se premian la docilidad y la sumisión, y no se aceptan pre-
guntas y cuestionamientos. La búsqueda de la libertad y la expresión de descontento y
de inquietud no suelen ser valoradas.

36.- Todos los hechos sociales son complejos y resulta difícil hablar de ellos, sin
traer contraejemplos que desdicen lo dicho. La brecha entre ricos y pobres, entre la me-
trópolis y el interior, es notable, y se ponen en evidencia las múltiples adolescencias en
los diferentes contextos sociales. No obstante, hablando en general, se puede afirmar
que hay familias, que por su estilo de vida, promueven una maternidad temprana, mien-
tras que otras esperan que sus hijos e hijas terminen los estudios, se instalen en sus tra-
bajos y, recién después, que planeen la conformación de una familia o pareja estable.
Se ha observado, que la carencia de diálogo en el hogar y la violencia se aso-
cian a mayor depresión, baja autoestima, falta de proyectos en la adolescencia y, por lo
tanto, a mayor probabilidad de comportamiento de riesgo y malestar psíquico. Entre
los y las adolescentes, hay quienes se sienten identificados con sus familiares; otros, por
el contario, son extranjeros en su propia casa y crecen en un mundo mucho más compli-
cado que el de sus abuelos, un mundo en el que las oportunidades de contacto, constan-
cia y permanencia resultan poco frecuentes.

37.- Si bien el adolescente requiere desprenderse de los padres, también necesita ha-
cerlo adecuada y gradualmente. La familia o grupo familiar es un factor importante en
el logro del dominio de sí mismo por parte del adolescente.
La transmisión de ideales, emblemas, significaciones y sentidos es difícil cuando
la familia está en crisis, con crisis sobre sí mismos, sobre su lugar en el mundo, sobre la
posibilidad de hacerse cargo de las funciones de protección material, de la transmisión
de valores y modelos que ya no son reconocidos por la sociedad y la cultura, y en donde
ya no se sienten reconocidos.
La falta de trabajo del padre o del que cumple ese rol y la pérdida del lugar de
proveedor en la familia se acompaña de la pérdida del valor de la palabra, de crisis en la
familia y de crisis en el adolescente. Esto genera un malestar que los miembros de la
familia expresarán de diferente manera: ansiedad, depresión, somatizaciones, violencia,
desesperanza. Si el adolescente siente que la incertidumbre con respecto al futuro lo
paraliza no podrá desarrollarse adecuadamente. Hay que aclarar que los lazos familiares
y las redes de apoyo social pueden ejercer una fuerte influencia para hallar nuevas es-
trategias de supervivencia y de desarrollo emocional y social.
Los modelos contemporáneos de adicción proporcionan una visión neuroevolu-
tiva, dimensional y cambiante de la naturaleza del trastorno. Los factores genéticos,
temperamentales y las variaciones inter-individuales en la maduración cerebral y el
desarrollo cognitivo y socio-afectivo pueden generar en determinados individuos una
mayor susceptibilidad al inicio del consumo, que se plasma en un mal funcionamiento
de los procesos de control inhibitorio y toma de decisiones. Una vez iniciado el con-
sumo, la sensibilización de los sistemas interoceptivos, motivacionales y de estrés, y la
exacerbación de los déficits de flexibilidad y toma de decisiones pueden tornar la con-

167
ducta adictiva en habitual e inflexible, maximizando las dificultades para aprender de
los errores y acometer decisiones más adaptativas278.
Cuando comienza el proceso adictivo, se inicia en el cerebro humano una neuro-
adaptación bioquímica y neuronal. Es muy probable, por tanto, que el cerebro adquiera
una neuroadaptación funcional en la dinámica integradora de sus funciones cognitivas y
ejecutivas o volitivas. Estas funciones tienen que ver con la capacidad de atención, con-
centración, integración, procesamiento de la información y ejecución de planes de ac-
ción consecuentes con dicha información.
Varios autores relacionan la escasa conciencia del déficit con disfunción del ló-
bulo frontal y sugieren un modelo teórico de funcionamiento cerebral en el que la fun-
ción ejecutiva o de control depende del lóbulo frontal, explorando y seleccionando acti-
vidades educativas de reorganización de la adaptación cerebral acorde a nuevos valores.

¿Se debe despenalizar el consumo de drogas?

38.- Desde el momento que la utilización de una droga resulta dañina para la salud de
una persona, parece aceptable admitir que una persona, en el dominio racional de su li-
bertad, debería abandonarla. Las personas tienen el deber para consigo mismas de cui-
dar de su salud: se trata de un deber moral, de una exigencia si se desea llevar una vida
coherente entre el valor supremo de apreciar la vida y las acciones que se realizan.
Existe un deber (una obligación moral) de la persona cuando existe un ser de la
persona (de toda persona) que impone, ante la misma persona, el tener que cuidar de ese
ser que se es y que se desarrolla. Mas el concepto mismo de deber está desapareciendo,
porque el mismo concepto de ser (ser con identidad, sin contradicciones) está social-
mente desapareciendo279. Con él desaparece el deber del autocuidado.
Por otra parte, el deber supone el derecho de poder hacer aquello de lo que se
tiene deber. Si el autocuidado es un deber natural, entonces parece existir el derecho
natural al autocuidado.
Los derechos naturales son derechos morales de las personas; no son derechos
jurídicos otorgados por el Estado nacional, por el poder sociopolítico.
Si el ingerir drogas nos hiciese sentirnos felices o nos aliviase los dolores, no
parecería que en esto debiera intervenir el poder del Estado, para penalizar o despenali-
zar las drogas. ¿No existe en esta concepción del Estado una cierta visión de naturaleza
esencialmente religiosa, redentora, una ―santa utopía‖, una idea de rectitud del Estado
en un mundo liberado de drogas peligrosas, que se desea imponer, como lo haría un
padre para con sus hijos menores de edad e irresponsables?

―Aunque el término abuso de drogas es vago y su definición variable, es el


nombre genérico que damos a la automedicación con cualquier substancia in-
teresante y desaprobada socialmente. ¿Por qué es un problema la automedica-
ción?...
―Todos desean ser protegidos, en sus personas y propiedades, contra la agre-
sión de otros hombres. Pero nadie desea ser protegido, ni en su persona ni en sus
propiedades, contra sí mismo; porque es contrario a las leyes fundamentales de
la misma naturaleza humana que un hombre desee hacerse daño a sí mismo. Só-
lo desea promover su propia felicidad, y ser su propio juez en cuanto a cómo

278
Pedrero Pérez, Eduardo J. Neurociencia y adicción. Madrid, Sociedad Española de Toxicomanías, 2011, p. 63.
279
Cfr. Daros, W. R. La invisibilidad de los deberes humanos universales en Enfoques. 2013, XXV, nº 2, pp. 9-31. Foucault, M. El
gobierno de sí y de los otros. Bs. As., FCE, 2010.

168
promoverá, y cómo promueve, su propia felicidad. Esto es lo que cada uno
desea, y tiene derecho a desear, en tanto que ser humano‖280.

Con facilidad consideramos la ficción del autogobierno como un derecho polí-


tico sagrado y la realidad de la automedicación como una enfermedad maldita.
Hipnotizados por los peligros mortales de nuevas enfermedades, como ―depen-
dencia química‖ y ―abuso de substancias‖, hemos llegado a apartar nuestra atención de
los peligros políticos de nuestros esfuerzos totalitario-terapéuticos orientados a la auto-
protección colectiva.
Hemos tratado de resolver nuestro problema con las drogas prohibiendo las dro-
gas «problema»; encarcelando a las personas que comercian, venden o usan tales dro-
gas; definiendo el uso de tales drogas como enfermedades; y obligando a sus consumi-
dores a ser sometidos a tratamiento (siendo necesaria la coacción porque los consumido-
res de drogas desean drogas, no tratamiento). Ninguna de estas medidas ha funcionado.
Algunos sospechan que tales medidas han agravado el problema.
¿Por qué deseamos drogas? Básicamente por las mismas razones por las que
deseamos otros bienes. Deseamos drogas para mitigar nuestros dolores, curar nuestras
enfermedades, acrecentar nuestra resistencia, cambiar nuestro ánimo, colocarnos en
situación de dormir, o simplemente sentirnos mejor, de la misma manera que deseamos
bicicletas y automóviles, camiones y tractores, escaleras y motosierras, esquíes y co-
lumpios, para hacer nuestras vidas más productivas y más agradables. Cada año, dece-
nas o miles de personas resultan heridas y muertas a consecuencia de accidentes asocia-
dos con el uso de tales artefactos. ¿Por qué no hablamos de «abuso del esquí» o de un
«problema con las motosierras»? Porque esperamos que quienes usan dichos equipos se
familiarizarán por sí mismos con su uso y evitarán herirse, a sí mismos o a otros. Si se
lastiman a sí mismos asumimos que lo hacen accidentalmente, y tratamos de curar sus
heridas. Si lastiman a otros por negligencia los castigamos mediante sanciones tanto
civiles como penales.
Lo que llamamos ―problema con las drogas‖ es un complejo grupo de fenóme-
nos interrelacionados, producidos por la tentación, la elección y la responsabilidad per-
sonal, combinadas con un conjunto de leyes y políticas sociales que genera nuestra re-
nuencia a encarar este hecho de una manera franca y directa. Que las drogas, como los
diamantes o los perros, son una forma de propiedad nadie puede negarlo. De acuerdo
con ello, se pregunta Thomas Szasz, debemos ahora preguntarnos por qué el título de
propiedad privada sobre drogas no debe ser exactamente tan legal como el título de pro-
piedad privada sobre diamantes o perros.
La función del Estado se funda en un pacto social, con el cual los socios se po-
nen de acuerdo y legislan (mediante sus representantes) qué conductas son mutuamente
aceptables y cuales no lo son. En principio, la legitimidad para legislar era, y aún lo es,
sólo limitada. Así sucede porque se da por supuesto que el gobierno de los países es el
sirviente de los socios o ciudadanos, no nuestro amo; porque se espera de él que nos
trate como agentes morales adultos, no como niños irresponsables o pacientes mentales
incapacitados; y porque poseemos nuestros derechos inalienables en tanto que personas,
no en tanto que beneficiarios de un Estado magnánimo. Como el Estado no posee dere-
chos, no puede otorgárnoslos, ni «legalizar» cualesquiera actos personales que no ten-
gan consecuencias sociales, bien fuere el de practicar una religión errónea o el de utili-
zar una droga peligrosa. De hecho, algunas drogas son benéficas: la marihuana podría
representar la primera medida clínica verdaderamente útil y económica en pacientes

280
Thomas Szasz. Nuestro derecho a las drogas. En defensa de un mercado libre. Barcelona, Anagrama, 2001. Pág. 105.

169
adultos en fase terminal. Mejorar la calidad de vida, aliviando el sufrimiento innecesa-
rio, es uno de los grandes compromisos de la buena medicina.
Mas resulta ser que la droga una vez probada, genera una adicción química que
puede escapar al control de las personas que, con una falta de dominio ante las frustra-
ciones de placer, han recurrido a ella, y puede generar consecuencias sociales indesea-
bles para los demás socios o ciudadanos. Parece sensato, en este caso, que si las perso-
nas individuales no pueden abandonar las drogas y ellas solicitan ayuda, que el Estado
se haga cargo de ayudar a esas personas. Pero ¿qué actitud tomar ante los adictos que no
tienen interés en ser curados de un hábito que no desean dejar?
Incluso las adicciones, al parecer más inofensivas, afectan el proceso del apren-
dizaje humano continuo. Por lo general, la adicción a drogas tiene consecuencias que
escapan al individuo que libremente la inició. Las consecuencias neuropsicológicas son
muy diversas en función del tipo de adicción social a la que estamos también haciendo
referencia. Los principales daños afectan a la memoria, la atención y las funciones eje-
cutivas relacionadas con la planificación, la autorregulación, el control de impulsos y la
toma de decisiones: si esto sólo fuese una consecuencia que permanece en cada persona
que usa o abusa de drogas, el Estado no debería intervenir, aunque tenga que lamentar la
muerte o alejamiento de un socio.
El Estado (dentro de la teoría liberal, según la cual la libertad es el valor su-
premo) no tiene el deber de hacer felices a los ciudadanos; sino el deber de cuidar que
no les impidan serlo. Pero, por otro lado, al ser el cerebro de las personas el que regula
normalmente las emociones, también se ve afectado presentando sensaciones de angus-
tia incontrolables. Usualmente, los adictos crónicos o aquellos que llevan varios meses
con ingesta de relevante cantidad y de forma continuada, sufren patologías mentales
graves y crónicas como demencia o paranoia. Las lesiones en el cerebro son irreversi-
bles, algunas capacidades nunca retornan a niveles normales.
Por todo ello, podemos concluir afirmando que tomar drogas no es inocuo ni
inofensivo, dejando una clara huella en el cerebro281; pero también es necesario recordar
que nuestra sociedad es hipócrita en muchos casos, cuando no quiere advertir que fumar
cigarrillos es causa de más muertes prematuras que todas las causas siguientes juntas:
síndrome de inmunodeficiencia adquirida, heroína, alcohol, fuego, accidentes de auto-
móvil, homicidio y suicidio282.
Los intentos por despenalizar la droga tienen, en los Estados, una finalidad
pragmática para posibilitar la convivencia de los socios; pero a veces es la misma prohi-
bición la que acentúa esos conflictos, con la presencia de los narcotraficantes283.
En 1976, la ley holandesa284 del opio, que regula las drogas psicotrópicas, tuvo
un cambio profundo al establecer una diferencia entre drogas de riesgo inaceptable o
―drogas duras‖ como la heroína, el éxtasis, la cocaína, el opio, las anfetaminas y el LSD,
y ―drogas blandas‖, como el cannabis (hierba y resina), los hongos alucinógenos y las
sedativas (valium o seresta). La diferencia está basada en el grado en que la droga cam-
bia la personalidad del consumidor; los daños de salud que causa; y los costos que gene-
ra a la sociedad.

281
Cfr. Bausela Herreras, Esperanza. ―Neuropsicología y adicciones‖ en Revista Chilena de Neuropsicología, 2008, vol. 3, núm. 2,
pp. 1-3,
282
Cfr. Warner, K. E., ―Health and economic implications of a tobacco-free society‖,en J o u r n a l o f t h e Ame r i c a n Me d i c
a l Association 258 (16 de octubre de 1987); 2080-86; cita en la p. 2080.
283
Cfr. Andrés Di Leo Razuk (Et al.). Pensar el fenómeno narco: el narcotráfico en los discursos audiovisuales, 2010-2015. Banfi-
eld, Andrés Di Leo Razuk, 2018.
284
Gobierno de Holanda. http://www.government.nl/issues/alcohol-and-drugs/drugs y http://www.government.nl/documents-and-
publications/press-releases/2011/05/27/the-dutch-cabinet-coffeeshop-to-be-a-private-club-for-the-local-market.html. Consultado el
15 de marzo de 2013. Cfr. Time. “Two U.S. States Become First to Legalize Marijuana‖. 7 de noviembre de 2012.
http://healthland.time.com/2012/11/07/two-u-s-states-become-first-to-legalize-marijuana/

170
Aunque la producción, el tráfico, la venta y la posesión de cualquier droga es un
acto punible, el gobierno holandés considera el consumo del cannabis y otras drogas
blandas menos perjudicial para la salud y la sociedad. A partir de esta diferencia se es-
tableció una política de tolerancia que valora la posesión y el uso de máximo cinco
gramos de drogas blandas y máximo medio gramo de drogas duras como un delito me-
nor que no se persigue.
De esta manera, el gobierno logró separar el mercado de drogas blandas del de
drogas duras. El ejemplo más claro de esa política son los llamados coffee shops, en
donde están permitidos la venta y el consumo de máximo cinco gramos de cannabis por
persona. La idea es que los consumidores no tengan contacto con los vendedores ilega-
les, porque se supone que eso aumentaría la posibilidad de entrar en contacto con las
drogas duras. Los coffee shops son una solución pragmática mediante la que el gobierno
busca reducir el daño causado por el consumo. Sin embargo, muchos se han cerrado por
violaciones a los criterios de venta establecidos285.
En la República del Uruguay, el presidente Mujica ha llevado a cabo un intento
semejante286: pasar lentamente de la penalización a la regulación de las drogas.
El enfoque actual es una guerra en contra de las drogas, lo que i mplica en-
frentamientos y persecución de cárteles, narcotraficantes, narcomenudistas y todas
las redes de protección, corrupción e impunidad que se generan alrededor de esta
guerra, y que ha dado como consecuencia víctimas mortales 287.
Y ahí no se puede dejar de lado a las otras víctimas que ni siquiera eran to -
madas en cuenta: las mujeres, hombres y niños enfermos por el consumo de dro-
gas; sí, enfermos, pero que no se les veía de esa manera, en el sistema de salud no
se les veía ni oía y menos se les atendía.
A partir de la asamblea de la ONU (2016) serán reconocidos como enfer -
mos, por lo que el protocolo de salud va a cambiar. También cambia el eje de la
lucha contra los cárteles: ahora se les deberá combatir con inteligencia y siguiendo
la ruta del dinero. Esto implica que, como en Estados Unidos, se deberá ir libe -
rando poco a poco, y en ciertos niveles controlados, el consumo médico y hasta
recreativo personal de ciertas drogas como la marihuana.
Este cambio es verdaderamente esencial en la vida social, política y econó-
mica del hemisferio. Los estadounidenses ya tomaron la primera parte con las des -
regulación; Uruguay va por el mismo camino, y ahora, con el apoyo de Guatemala
y Colombia, México impulsa su cambio, lo que de alguna manera repercutirá en
toda la región.
El cambio será muy lento. Estamos hablando de cambiar las políticas públi -
cas en temas legales, de justicia, de seguridad penal, de salud y comerciales, entre
otros.
También cambiará el enfrentamiento frontal con los narcos, y en algún mo-
mento hasta bajará el número de muertos. Esto no quiere decir que dejará de ser
delito, pero ya no se combatirá de frente.
La sociedad podrá llevar a una clínica a sus familiares con problemas de es-
ta naturaleza, y no serán vistos más como delincuentes, sino como enfermos. El

285
José Carlos Campero De la represión a la regulación: propuestas para reformar las políticas contra las drogas. Bogotá, Frie-
drich Ebert Stiftung (FES), Programa de Cooperación en Seguridad Regional, 2013, p. 31. Cfr. Barriuso Alonso, Martín. ―Los
Clubes Sociales de Cannabis en la encrucijada. Entre la autogestión y la mercantilización‖. 13 de agosto de 2012. Disponible en
http://www.tni.org/es/article/los-clubes-sociales-de-cannabis-en-la-encrucijada.
286
Calzada, Julio. ―Una nueva política de drogas es posible. Realidades y desafíos del caso de Uruguay‖. Programa de Cooperación
en Seguridad Regional en América Latina y el Caribe de la Fundación Friedrich Ebert. 2012. Disponible en http://library.fes.de/pdf-
files/bueros/kolumbien/09304.pdf
287
Cfr. Herrera, Marcos. http://www.brieffy.com/opinion-brieffy/2016/4/11/cambio-de-paradigma-en-la-lucha-contra-las-drogas

171
ámbito donde el hombre actualiza su libertad no es la naturaleza, sino la cultura 288. Al
alejarse de sus impulsos primitivos, el ser humano va construyendo un mundo donde la
subsistencia deja de ser el móvil principal de sus acciones y pensamientos. Incluso, en
ciertas ocasiones, llega a atentar contra su vida, como ocurre cuando elige ingerir sus-
tancias tóxicas o embarcarse en acciones arriesgadas para su integridad física. El ámbito
de la cultura lo desliga de esa base instintiva y repetitiva que lo iguala a los animales,
produciendo infinidad de submundos donde el hombre puede habitar de manera plena.
Así, mientras que el orden natural determina, el mundo de la cultura libera.
El narcotraficante y el adicto no están al margen de cultura. No solo no son
sombras indefinidas que jamás se presentan en sociedad sino que su mundo está envuel-
to de un entramado completo de pautas, valores, música, fiestas, filmes, religiosidad,
vestimenta y modos de lenguaje.
A este universo suele describírselo con el término ―narcocultura‖.
Un cambio radical, que tardará varios años en dar verdaderos resultados, p e-
ro había que empezar en algún momento.
Es interesante cómo México sigue cambiando y proponiendo cosas intere-
santes en el concierto internacional. Ahora viene lo difícil: cambiar una práctica de
35 años en todos los ámbitos de las políticas públicas. Deberán verlo como un t e-
ma multifactorial en todos sus ámbitos legales y normativos; en las prácticas de las
autoridades, de la delincuencia y, obviamente, de la sociedad, que al final del día
es la que lidia a diario con el delito, la enfermedad y las consecuencias de toda esta
línea delincuencial.
Aunque a largo plazo, esto da esperanza a las próximas generaciones de una
nueva forma de enfrentar un añejo problema.

39.- Un defensor de despenalización de las drogas y del pleno ejercicio del amor pro-
pio y de la propia felicidad es el filósofo español Fernando Savater289. Para él, el Bien
común es un supuesto que se reduce a mero egoísmo de la mayoría.
Toda persona es un ego y no es posible evadirse de él: el amor propio es la me-
dida para todo otro tipo de trato: ama a tu prójimo como a ti mismo.
Siguiendo a Michel Foucault, considera Savater que el Estado de bienestar se es-
tá convirtiendo en un ―Estado Clínico‖ o en un ―Estado Pastor‖ que, bajo el pretexto de
cuidarlo, el Estado le niega la libertad al individuo para decidir por el mismo sobre sí
mismo, como un gran padre que no desea que sus hijos abandonen sus nidos, o piensen
en forma distinta a como él lo hace.
Según Savater, el lema de ―salud pública‖ es la legitimación que utilizan los go-
biernos para ―imponer‖ normas de conducta. Ello se pone de relieve en asuntos tan va-
riopintos como el consumo de ―drogas‖, la ―automedicación‖, o el consumo de tabaco,
la ―homosexualidad‖, la ―despenalización del aborto‖, la ―libertad de expresión‖. A jui-
cio de Savater, semejante pretensión constituye una injerencia inmoral, pues esas cues-
tiones dependen de la voluntad individual.
El caso paradigmático que aduce Savater para mostrar lo que es el Estado Clí-
nico es la resistencia a despenalizar el consumo de droga.

―Prohibir la droga en una sociedad democrática -dice Savater- es algo tan


injusto como prohibir la pornografía, la heterodoxia religiosa o política, la

288
Cfr. Di Leo Razuk, Andrés (Et al.). Pensar el fenómeno narco: el narcotráfico en los discursos audiovisuales, 2010-2015. Banfi-
eld, Andrés Di Leo Razuk, 2018, 83.
289
Cfr. Savater, F. Ética como amor propio. México, Mondadori, 1998. Pp. 36-39. Penalva Buitrago, José. Supuestos antropológi-
cos de la ética de Fernando Savater. Pág. 13. Disponible en: http://aafi.filosofia.net/ALFA/alfa10/alfa1006.htm. Cfr. Szasz, Tho-
mas. Nuestro derecho a las drogas. En defensa de un mercado libre. Barcelona, Anagrama, 2001.

172
divergencia erótica, los gustos dietéticos‖290.

40.- La razón última por la que Savater propone la despenalización de la droga no es


sólo porque supondría eliminar sus males colaterales (muerte por dosis adulteradas, en-
riquecimiento ilegal por el tráfico, delincuencia, desinformación...); sino, primordial-
mente, porque afirma la libertad absoluta del individuo. Porque ―esta gente (los consu-
midores de droga) no tiene -no tenemos- (sostiene Savater) ningún afán suicida (...) Y
quien tenga ganas de suicidarse, es problema suyo; si comete algún delito contra los
demás, que sea castigado; pero en otro caso que le dejen vivir en paz pues nadie puede
cometer un delito contra sí mismo en un estado libre”; aunque muera por el consumo de
la droga, ―la vida que pierden es suya, no del Estado o de la comunidad‖291.
El paciente del Estado Clínico -agrega este filósofo- tiene este credo: ―Quiere ser
libre, verdaderamente libre, y que además nunca pueda pasarle nada malo por serlo‖;
porque libertad implica riesgo, incertidumbre ante las nuevas experiencias; y ―puede
traer buenas o malas consecuencias, de otro modo no es libertad‖. Por tanto, ―que no se
diga pues que si utilizo mi libertad para beberme una botella de coñac todas las tardes
pierdo mi libertad porque me vuelvo alcohólico… Lo que me la quitaría por completo
sería que se me prohibiera e impidiera beber‖.
Además sostiene que el individuo tiene derecho a que el Estado o la comunidad
ayude a pagar las consecuencias del ejercicio incontrolado de la libertad, si desea aban-
donar la droga:

―Los drogadictos que quieran abandonar su manía (...) tienen obviamente dere-
cho a ser ayudados por la sociedad a ello, tal como el que desea divorciarse, cam-
biar de religión, modificar su sexo o renunciar al terrorismo‖.
―Es la educación, la inquietud y el proyecto vital de cada individuo el que puede
decidir cuál droga usar y cómo hacerlo. El papel del Estado no puede ser sino in-
formar lo más completa y razonadamente posible sobre cada uno de los productos,
controlar su elaboración y su calidad, ayudar a quienes lo deseen o se vean damni-
ficados por esta libertad social‖292.

41.- Savater toma la libertad como un derecho absoluto, sin restricción mientras no
se dañe a otro ciudadano.
Esto puede ser discutido. La libertad en abstracto se reduce, en concreto, al ejer-
cicio de los actos conscientes y libres de los seres humanos en un contexto social. Indu-
dablemente que ese ejercicio es un bien en sí mismo; pero el acto libre que ejerce se
califica también por el objeto que elige. Si lo que el ser humano elige tiene dañosas con-
secuencias para él mismo, entonces el ejercicio de su libertad se convierte en un mal uso
de su libertad.
Las acciones, incluso indiferentes en sí mismas, se califican por el objeto que
eligen o por la finalidad con la que se eligen. Las acciones malas por su intención o con-
secuencias, o las acciones buenas por lo mismo, califican a la potencia de la libertad y al
sujeto que realiza esas acciones. Una persona es buena porque realiza buenas acciones.
En este contexto, la libertad no es buena en absoluto, o sea, sin relación a las
consecuencias, y a la finalidad con la que se las realiza en un contexto social. Todos
estamos en libertad condicional: somos libres dentro de ciertas condiciones, y responsa-

290
Savater, F. Ética como amor propio. Op. Cit., 289. Cfr. Campero, José. De la represión a la regulación: propuestas para refor-
mar las políticas contra las drogas. Bogotá, Programa de Cooperación en Seguridad Regional, 2013.
291
Savater, F. Ídem, p. 290.
292
Ídem, p. 290 y294.

173
bles de nuestras acciones libres y conscientes. Desde que nacemos de una madre todos
somos constitutivamente seres sociales: la sociedad no es un accidente.
Nuestros condicionamientos sociales son también posibilidades sociales e indi-
viduales. Si no hubiese objetos para elegir, no podríamos ser libres; sino no conociéra-
mos la existencia de esos objetos tampoco podríamos elegirlos; y si no los deseáramos
tampoco podríamos elegirlos; sólo cuando los deseáramos y no podríamos tenerlos to-
dos al mismo tiempo, deberíamos elegir, ejercer nuestra libertad.
El dañarse a sí mismo, mediante adicciones, no parece ser un ideal digno de ser
promovido; pero, por otra parte, nuestro deseo de cuidar a otra persona no nos da el de-
recho de quitarle el uso de su libertad, incluso cuando el adicto, adulto libre y cons-
ciente, terminará dañándose; pero sí tenemos derecho a la propia defensa ante un adicto
que nos hiere. Mas. ¿cómo liberar a un adicto o esclavo que desea serlo y gusta de lo
que hace o le hacen? Y esto es lo que logra la seducción. La esclavitud no ha terminado;
por el contrario, ha crecido mediante la seducción.
La sociedad de consumo utiliza la lógica de la seducción, haciendo que el sedu-
cido se sienta importante, como si él se eligiese y se condujese con plena libertad (se-
ducere: conducirse a sí mismo) ofreciéndole cada vez más opciones y combinaciones a
su medida.
La cultura de la seducción deja las relaciones autoritarias y dirigistas, y privile-
gia la pluralidad y diversidad de opciones, y la realización de los deseos desoyendo los
llamados a la austeridad.
Mientras se esté en el consumo, no importa luego las formas, porque el seducido
es finalmente un cliente cautivo por el monopolio de la seducción, a la que condes-
ciende creyéndose protagonista293. Más si en un determinado momento el adicto se sin-
tiese con deseos de dejar su adicción y no lo pudiese hacer por sí solo, entonces la so-
ciedad debería prestarle ayuda. Una sociedad implica ciudadanos libres, responsables y
solidarios. La solidaridad de los demás no desaparece ante quienes han perdido, inclu-
sos responsablemente, sus libertades.
El adicto no es ya libre de sus actos, sino esclavos de sus hábitos. Mientras haya
adictos que terminan matando a otros con tal de robarles algo para adquirir drogas, no es
pensable una sociedad que no imponga limitaciones a lo que lleva a suprimir a ciudada-
nos inocentes. Y no se debe esperar que algún drogadicto mate a alguien para encarce-
larlo, sino que debe ser penalizado por la sociedad en su accionar desde el principio:
desde que comienza a consumir drogas adictivas que generan hábitos incontrolables.
La vida no es intrínsecamente valiosa: su valor depende de cómo sea, de su cali-
dad de vida. No es exactamente la idea de calidad de vida sino se trata de considerar que
es el valor de la vida humana lo que le concede dignidad, es la capacidad de elegir y
perseguir nuestra propia concepción en una sociedad sobre lo que consideramos que
hace la vida algo que vale la pena vivirse, aquello por lo cual consideramos que nuestra
existencia tiene valor o importancia para nosotros294. Quien ha perdido conscientemente
estas capacidades ha perdido el valor de su vida personal y social: ha perdido el derecho
a ser considerada una persona humana y a ser protegida; sólo cabe que nos resguarde-
mos de ella.
Las formas de gobierno; aristocracia, monarquía y república dependen comple-
tamente del respeto al imperio de la ley, y sus deformaciones; oligarquía, tiranía y de-
magogia dependen del quebranto de la ley, de su mala aplicación o de la impunidad.

293
Cfr. Lipovetsky, Gilles. La felicidad paradójica: Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo. Barcelona, Anagrama, 2007, pág.
7. Lipovetsky, G. El imperio de lo efímero: La moda y su destino en las sociedades modernas. Barcelona, Anagrama, 2007
294
Cfr. Gardea Pichardo, Jorge L. Ciudadanía: Una lectura filosófica. México, UNAM, 2018, p. 204. Cfr. Warnock, M. Guía ética
para personas inteligentes. México/España, Fondo de Cultura Económica, 2002, p. 55. Griffin, J. On Human Rights. United King-
dom: Oxford University Press, 2011, p. 44.

174
Mirar sólo por uno mismo y olvidar el bien de la comunidad es un rasgo inequívoco de
injustica.
En una sociedad, todos sus ciudadanos son -en parte, pero no igualmente- libres
y responsables de lo que sucede en ella. Junto a la química está el ceremonial de la adic-
ción a sustancias, y junto al ceremonial están las circunstancias que caracterizan a cada
territorio en cada momento de su historia. El uso de drogas depende de lo que química y
biológicamente ofrecen, y también de lo que representan como pretextos para minorías
y mayorías. Son substancias determinadas, pero las pautas de administración dependen
enormemente de lo que piensa sobre ellas cada tiempo y lugar. En concreto, las condi-
ciones de acceso a su consumo son al menos tan decisivas como lo consumido295.
En una adicción, lo invencible no es un deseo u otro sino la pasividad de nuestra
vida psíquica, que determina el cotidiano imperio de algún hábito o rutina gratificadora.
En una conducta adictiva, por orden descendente de importancia, sus elementos princi-
pales son: a) el esfuerzo o premio que el hábito mismo proporciona; b) el vacío o defi-
ciencia del que es síntoma; c) las incomodidades concretas que se derivan de interrum-
pirlo.
La conducta de consumo se ha convertido en la adicción más vigente y universa-
lizada en buena parte del mundo. En el mundo del consumo, lo que principalmente se
consumen son signos cuya obsolescencia está previamente programada. En ello trabajan
a diario el marketing y la publicidad, que interpelan a los sujetos como consumidores y
los compelen a reiterar a diario este acto sin fin. De ahí que lo que impere bajo estas
condiciones sea una presión adictiva para el consumo que termina generando un nuevo
tipo de servidumbre, a saber una adicción: la del individuo en cuanto necesidad irracio-
nal de consumo. Se trata de un individuo que, no obstante, subjetiva su condición en
términos de opción, es decir, como libertad de consumir, de manera semejante a como
el trabajador de la etapa productiva del capitalismo lo hacía respecto de la libertad de
trabajar. El individuo moderno emancipado ya no es esclavo o siervo de la gleba sino
que dispone de la opción de vender su fuerza de trabajo; de igual manera, el individuo
contemporáneo cuenta con la adicción (camuflada de opción) de consumir.
En la sociedad de consumo, consumir es necesario; lo que se consume, es secun-
dario. Esto se pone en evidencia con el caso de la moda: ―la moda fabrica continuamen-
te lo ‗bello‘ a partir de una denegación radical de la belleza, a partir de una equivalencia
lógica de lo bello y lo feo. Puede imponer como eminentemente distintivos los rasgos
más excéntricos, más disfuncionales, más ridículos. Es ahí donde triunfa, imponiendo y
legitimando lo irracional según una lógica más profunda que la de la racionalidad‖296.
Se borra la línea que separa el estar libre y el sentirse gozosamente seducido.
En un mundo donde todos los ciudadanos tuviesen una conducta libre y respon-
sable de sus actos, no habría necesidad de prohibir ciertas drogas y conductas dañinas;
pero en tanto algunos ciudadanos no son libres y responsables, cabe que los demás se
cuiden de estos ciudadanos irresponsables y prohíban ciertas drogas. La libertad de la
mayoría debe ser cuidada ante los irresponsables, aunque esto requiera prohibir ciertas
conductas para con aquellos que no saben o no pueden dominarse a sí mismos. Quienes
saben dominarse a sí mismos no requieren de otros para controlarse a sí mismos y no
dañar a los demás. Un Estado (sus leyes) no es paternalista si se cuida de los irresponsa-
bles: es simplemente responsable.

295
Cfr. Escohotado Antonio. Aprendiendo de las drogas usos y abusos, prejuicios y desafíos. (2019, p. 13) en:
https://drive.google.com/drive/folders/0B799SaqZmb4Sd3JNMXZPdWZqLWM?fbclid=IwAR0pE3qRyt0gpnLVkNWBL5n1FcM
MSwbXtt0cB1ToNGkRukGQK0QuAodCCWo
296
Cfr. Baudrillard, J. La génesis ideológica de las necesidades. Barcelona, Anagrama, 1976, p. 63. Di Leo Razuk, Andrés (Et al.).
Pensar el fenómeno narco: el narcotráfico en los discursos audiovisuales, 2010-2015. Banfield, Andrés Di Leo Razuk, 2018, p.
118.

175
42.- Nuestra libertad, entonces, si bien en sí misma es una buena facultad humana (la
más sublime); se califica no solamente por su mero ejercicio; sino también por el objeto
que elige, el cual puede ser bueno y saludable para el sujeto que elige, o bien dañoso y
razonablemente inaceptable.
No sólo existen nuestros derechos morales justos; también existen nuestros de-
beres morales de seguir lo justo y provechoso, y evitar lo dañoso y no saludable para
otros socios. Lamentablemente hemos perdido el sentido del deber, incluso para con
nosotros mismos.
Para muchas personas, invisibilizada la idea de Dios, también se ha invisibili-
zado y perdido la idea del deber ante lo justo y correcto, en las personas individuales y
para con ellas mismas, no solo para con los demás.
Glorificada la subjetividad, falsamente se cree que las personas son libres mien-
tras no se dañe a las demás personas. Se tiene, en este caso, sólo una idea sociológica
del deber. Si bien, la construcción de una sociedad implica, con anterioridad, la admi-
sión de una ética, de una cierta idea de justicia; esta idea pertenece a las personas indi-
viduales, de modo que todos deben (deberes universales) realizar lo justo incluso ante sí
mismos, para sí mismos y no sólo para sí mismos297.
La sociedad de consumo alardea de ser la sociedad más libre de las que han exis-
tido pero en realidad el consumo es sólo un simulacro de libertad, porque es una socie-
dad adicta al consumo. La sociedad de consumo esconde su naturaleza totalitaria bajo el
disfraz del ―todo está a tu servicio‖. Hasta el más insignificante jabón de tocador se
ofrece a las masas como el fruto de la reflexión de todo un concilio de expertos inclina-
dos durante meses sobre el terciopelo de tu piel, produciendo lo mejor (que es hacerte
comprar). La seducción es embrujar: para que se cumpla, es necesario que toda la liber-
tad esté ahí, pero también toda ella encaminada hacia su pérdida como sonámbula.
Las personas viven en sociedades y, generalmente, dependen de otras o dañan a
otras. Con frecuencia un adicto pierde el dominio sobre la idea del placer experimentado
y es arrastrado a suprimir todo el que se interponga en la realización de ese placer al que
ha quedado adicto. Un hijo puede llegar a matar a su madre, con reiteradas puñaladas, si
ella se interpone entre el adicto y el logro de posesión de su objeto adictivo.
Se debe recordar también que el adicto no es una persona plena y feliz, sino un
ser carente que procura compensar su carencia con el placer resultante del objeto o de la
conducta a la que es adicta, de la que es cautiva. Las adicciones tienen co-morbilidad.
Hay estudios que indican que el 13% al 45% de las personas que abusan de sustancias
psicoactivas tienen una enfermedad mental. Del 15% al 50% de pacientes con esquizo-
frenia abusará de la cocaína alguna vez en la vida, del 53% al 100% de las personas con
abuso de sustancias psicoactivas tiene un trastorno de personalidad.
¿Qué se podría hacer con una persona que no reconoce su enfermedad y mien-
tras tanto se coloca en condiciones de no poder manejar ya su vida y de hacer peligrar la
de los otros? ¿Qué se hace con un conductor de automóvil en estado de ebriedad?
Los pacientes bipolares son más propensos a desarrollar dependencia del alcohol
y consumo de sustancias psicoactivas que la población general. De acuerdo con dife-
rentes estudios con muestras poblacionales grandes, la prevalencia de trastornos por
consumo de alcohol en pacientes con trastorno bipolar tipo I oscila entre el 36% y el
61,9%, y del 4% al 46%, para trastornos asociados al consumo de otras sustancias, don-
de los mayores porcentajes están a cargo de la marihuana seguida por la cocaína y los
opioides (19-25). Se estima sensatamente que los pacientes con trastorno afectivo bipo-
lar deben ser advertidos sobre el riesgo de desarrollar trastornos por uso de sustan-
297
Daros, W. R. ―La invisibilidad de los deberes humanos universales” en Enfoques. 2013, XXV, nº 2, pp. 9-31.

176
cias298.

43.- El Estado no debería legislar caprichosamente, ni siquiera por fuerza de una ma-
yoría que toma decisiones injustas (dictadura de la mayoría). El Estado legisla a pedido
de sus socios, tras la correspondiente discusión y análisis acerca de si la ley que va a
formalizar es justa o injusta, beneficiosa o dañosa para los socios en la vida pública.
Es el razonamiento moral en que, en una democracia, fundamenta las decisiones
políticas (poder legislativo y judicial). El poder no debería ser ni paternalista ni despó-
tico ni arbitrario.
La idea de que los Estados se rigen por la ley del poder (y, en última instancia,
por la mayor fuerza) es una idea ya discutida e invalidada por Platón, en el primer libro
de La República.
Michel Foucault ha preferido elegir la concepción política de Thomas Hobbes,
según el cual el poder es lo que todos los seres humanos desean y es lo único que se
justifica por sí mismo299. Esta tesis solo puede sostenerse reduciendo a los seres huma-
nos a las bestias, sin ninguna consideración por el valor de la racionalidad que sirve de
guía (sin determinarla) a la buena voluntad libre.

44.- Fernando Savater ha hecho suya la posición de Foucault.


La despenalización de las drogas dañosas para los seres humanos podría soste-
nerse si las personas fuesen dueñas de sí mismas y responsables de sus actos. En caso
contrario, y mientras tanto, se deberá proponer estas exigencias como un ideal para un
futuro más libre y responsable, e ir buscando medios para que esas exigencias se hagan
realidad. Mas, si las personas fuesen dueñas de sí (capaz de resistir las frustraciones y la
ausencia de un placer ya gozado) y responsables de sus actos, entonces muy pocos que-
darán atados, adictos, al placer que producen las conductas, los objetos placenteros, y
las drogas que hacen adictos.
Desde el momento en que alguien no es plenamente responsable de los actos
humanos, tampoco puede pretender que lo dejen obrar plena y libremente, porque de
hecho no lo es.
No obstante, algunos países consideran que es un mal menor la despenalización
de la marihuana300 (pues se la considera solo tan aditiva como el tabaco) para uso perso-
nal, sin dejar de considerar el consumo de drogas aditivas como una cuestión de Salud
Pública, reduciendo el consumo mediante acciones de información y prevención y foca-
lizar la represión sobre el crimen organizado, como lo aconseja La Comisión Latinoa-
mericana sobre Drogas y Democracia301.

45.- Los pensadores que promueven el libre derecho a las drogas y adicciones, sostie-
nen

298
Cfr. Hernández, Delia Cristina. ―Tratamiento de adicciones en Colombia‖ en Revista Colombiana de Psiquiatría, vol. 39, 2010,
pp. 156-157.
299
Cfr. Foucault, Michel. Nacimiento de la biopolítica. Bs. As., FCE, 2007. Guido, I. El yo minimalista y otras conversaciones. Mi
Foucault. Bs. As., Biblioteca de la Mirada, 2013. Ball, Stephen: ―Foucault y la Educación. Disciplinas y saber.‖ Cáp. 8, La gestión
como tecnología moral: un análisis ludista. Editorial Morata, Madrid. 1993
300
Junto con la euforia, otro efecto reportado frecuentemente en los estudios en seres humanos es el sentirse relajado. Otros efectos,
que varían considerablemente entre los distintos usuarios incluyen aumento en la percepción sensorial (por ejemplo, los colores se
ven más brillantes), risa, percepción alterada del tiempo y aumento en el apetito. La euforia pasa después de un tiempo y el usuario
puede sentir sueño o depresión. A veces, el consumo de marihuana produce ansiedad, temor, desconfianza o pánico. Cfr.
http://www.drugabuse.gov/es/publicaciones/abuso-de-la-marihuana/como-afecta-la-marihuana-al-cerebro-y-al-resto-del-cuerpo
301
La Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia es una iniciativa de los ex presidentes Fernando Henrique Cardoso,
de Brasil, César Gaviria, de Colombia, y Ernesto Zedillo, de México, en respuesta a las preocupaciones relacionadas con la proble-
mática del consumo y tráfico de drogas en América Latina. Marzo 2008-2009. Véase también el Informe Mundial sobre drogas:
http://www.unaids.org/es/resources/presscentre/featurestories/2014/june/20140626worlddrugreport/

177
…―una libertad frente a las drogas semejante a la que gozamos frente a comida o
religión. Aunque privados de las drogas útiles para suicidarnos, continuamos man-
teniendo la esperanza de recibir las drogas que precisemos para acabar la vida con
una muerte indolora cuando nos encontremos en una situación de enfermedad
terminal. El resultado es que ahora abrigamos seriamente la idea de otorgar a mé-
dicos y jueces el derecho a matarnos. Teniendo en cuenta nuestras falsas premisas,
la pasmosa conclusión de que la «eutanasia médica» es preferible a un libre mer-
cado de drogas es completamente lógica: aborrecemos y rechazamos la idea de
permitir legalmente a los adultos un acceso sin trabas a las drogas adecuadas para
el suicidio; consideramos el deseo de morir como un síntoma de enfermedad men-
tal; interpretamos virtualmente todo suicidio como una tragedia que debiera ha-
berse evitado; y olvidamos que la eutanasia, compasivamente administrada por
médicos «éticos», es un obsequio particularmente siniestro que los gobiernos to-
talitarios han regalado al hombre moderno. En pocas palabras, creo que una de las
principales razones para rechazar un libre mercado de drogas es que tememos po-
der matamos sin trabas (cosa necesariamente implicada en un libre mercado de
drogas), y esperamos que una gran alianza entre la medicina y el Estado resuelva
por nosotros la tarea existencial de vivir y morir‖302.

Los defensores de la no prohibición o despenalización del consumo de drogas


estiman que las personas deben hacerse cargo de sus responsabilidades y consecuencias
ante el consumo. Ellos creen que la prohibición del consumo se debe a dos temores: que
las personas se hagan parásitos o criminales.

¿Por qué nos atemoriza tanto un libre mercado de drogas? Por muchas razones,
entre las cuales las dos más evidentes son que la gente cree y teme que más perso-
nas escogerían una cómoda vida parasitaria en vez de una vida dura de producti-
vidad, y que más personas `fliparían con las drogas´ y cometerían por ello actos
criminales.
Baste aquí decir que el problema de la productividad económica -crucial para la
prosperidad y la mera supervivencia de toda sociedad- no tiene relación con las
drogas, sino esencialmente con la estabilidad familiar, valores culturales, educa-
ción y política social.
El segundo miedo está igualmente fuera de lugar. El criminal «flipado [afectado]
con las drogas» es una figura de la ficción psiquiátrica. La idea que esta imagen
engendra no es totalmente incorrecta, sino que está invertida: las drogas no indu-
cen al crimen; la prohibición de las drogas, sí. En lugar de estas inquietudes mal
dirigidas quiero examinar una razón de nuestro miedo a un libre mercado de dro-
gas que ignoramos sistemáticamente, pero que a mi juicio nos inclina poderosa-
mente hacia la prohibición.
A diferencia de los dos miedos antes mencionados, éste entraña una conexión
muy real entre determinadas drogas y una forma de conducta prohibida durante
mucho tiempo por los códigos de conducta religiosos, legales y psiquiátricos; a
saber: el suicidio. Aunque un libre mercado de las drogas no convertiría necesa-
riamente a las personas en parásitos o en criminales, sí haría que les fuese fácil
suicidarse‖303.

Los que optan consciente y libremente por consumir drogas, en consecuencia, lo

302
Szasz, Thomas. Nuestro derecho a las drogas. Madrid, Anagrama, 2001, p. 207.
303
Ídem, p. 206.

178
podrían hacer, pues es una acción que, si bien no es un ideal moral, no daña a otros. En
este sentido, al no ser un bien moral (por el daño que causan las drogas), tampoco cons-
tituyen un derecho; pues el derecho a algo implica el poder hacer algo bueno que, al no
causar daño a otros, no puede ser impedido por los demás. En el caso de la no prohibi-
ción a la compra de drogas, los drogadictos se deben hacer cargo de sus actos libres,
pero no podrán afirmar que tienen un derecho a drogarse, aunque tampoco -al no co-
meter un delito contra los demás- podría prohibírseles por ley el hacerlo.
Si un Estado -esto es, los legisladores que representan a la mayoría de los votan-
tes-, a través de sus leyes, asume la tarea de hacer buenos moralmente a los ciudadanos,
entonces asume una tarea divina que nadie le ha otorgado, limitando las acciones priva-
das e individuales de los ciudadanos que no dañan a otros. Con esa mentalidad no te-
merá avasallar luego otras libertades individuales. Dentro de esa mentalidad, L. von
Mises escribió:

―El opio y la morfina son ciertamente drogas peligrosas, que causan hábito. Pero
una vez admitido el principio de que el gobierno debe proteger a los individuos de
su propia necedad, no cabe proponer ninguna objeción seria ante nuevas intromi-
siones...
¿Por qué limitar la previsión benevolente del gobierno tan sólo a la protección
del cuerpo del individuo?... El daño causado por las malas ideologías es, de se-
guro, mucho más pernicioso, tanto para el individuo como para la sociedad entera,
que el causado por las drogas narcóticas‖304.

Nuestro problema -suponiendo que nosotros consideremos que el comercio o el


consumo de otras personas constituye un problema (el traficante tiene un negocio, el
consumidor un hábito)- es que también tenemos un hábito: a saber, preferir una econo-
mía de control sobre las drogas a un libre mercado de ciertas drogas.
Para cortar este hábito, tenemos que invertir nuestras preferencias morales y
volver a adoptar las bases verdaderas de un orden social con libertades individuales; lo
cual significa que deberíamos valorar más el ideal de la cooperación que el de la coac-
ción, más el autocontrol y la automedicación que la intromisión y la ―terapia‖ obligato-
ria, más un libre mercado de drogas que una prohibición de las drogas. Esto supone en-
tender que el Estado está para proteger el máximo uso de la libertad de los individuos y
para impedir que esas libertades individuales dañen a otros. Ese uso de la libertad indi-
vidual tiene, como contrapartida, la responsabilidad individual ante su vida y ante la de
los demás; pero el ejercicio de la libertad incluye que no podamos impedir las acciones
individuales y libres (incluso el suicidio) de los que no piensan ni actúan como nosotros
y sus acciones no nos dañan ni limitan el uso de la nuestra.

Ayuda grupal e integral

46.- La educación social está sujeta a los cambios sociales; de la misma forma ocurre
con el campo de las adicciones: es cambiante y evoluciona con la sociedad, ya sea con
el consumo de nuevas sustancias o con los hábitos de consumo. No obstante, hay algo
que no podemos dejar de tener en cuenta y es que, los factores que llevan a una persona
a la adicción están en concordancia con el contexto y con el individuo, además de con la
hábitos culturales.
En este contexto, cabe señalar diferentes aspectos relevantes: En primer lugar,
resulta necesaria la aplicación del modelo biopsicosocial en lugar de un modelo biomé-
304
Von Mises, L. Human Action. New Haven, Connecticut, Yale University Press, 1949, pp. 728-729.

179
dico, ya que si las conductas adictivas solo se abordan desde lo biológico, no se estarán
trabajando todos los aspectos que inciden en estas conductas. El aspecto social actúa de
forma decisiva tanto en los factores de riesgo, como en los factores de protección, y es
por ello que debería otorgársele la misma importancia tanto en el trabajo preventivo,
como en el de intervención en conductas adictivas. Esto nos lleva a reivindicar el papel
profesional del Educador Social en el trabajo con adicciones. Si, tal y como se señala, el
contexto y el individuo se encuentran en relación directa con la situació cultural en que
se vive, el papel profesional del Educador Social responde a la necesidad social existen-
te. Un Educador Social es un agente de cambio social, dinamizador de grupos sociales a
través de estrategias educativas que ayudan a los sujetos a comprender su entorno so-
cial, político, económico y cultural y a integrarse adecuadamente305.
Dado que, en gran parte, el recurso a las adicciones se debe a la carencia de algo,
las buenas compañías y los dispositivos grupales son importantes para ayudar a las per-
sonas que deseen dejar las adicciones.
El trabajo en los dispositivos grupales se despliega en dos niveles:
1) Generar una estructura de sostén que, de alguna manera, brinde cierto soporte sim-
bólico y lazo social; la apuesta radica en establecer una relación diferente de la que
tenían con el tóxico, una relación estable con otros.
2) El proceso de deconstrucción de los mitos, prejuicios y creencias segregativas acer-
ca de las drogas, pone en cuestión el poder omnímodo otorgado a las sustancias y fa-
vorece la implicación subjetiva en la asunción de sus actos y, por ende, la adopción
de prácticas de disminución de riesgos.
No obstante, la evaluación psicológica e integral es fundamental dentro del cam-
po de las adicciones para determinar el diseño de la intervención, monitorizar la evolu-
ción del sujeto en el tratamiento y los resultados del mismo. La persona que demanda
tratamiento por problemas con el consumo de drogas manifiesta un cierto nivel de ma-
lestar. Por ello es preciso realizar una evaluación de la persona en su totalidad (no sólo
del problema objeto de demanda) con el objetivo de identificar qué función cumple el
consumo de drogas en su vida. Al psicólogo no le interesa, como prioridad, hacer diag-
nósticos, sino hipótesis diagnósticas que pueden ser modificadas al hilo del análisis fun-
cional de la conducta. Las conductas adictivas suelen ser pluricausales: el consumo de
sustancias (drogas, alcohol, tabaco, etc.) es una conducta que se describe en función de
todas las conductas adictivas que presenta el individuo306.
La evaluación al inicio del tratamiento abarca tres áreas: evaluar el problema por
el que demanda tratamiento, evaluar otros problemas que pueden interferir con el trata-
miento y determinar cuáles son los recursos de recuperación que tiene el sujeto. Las
personas que presentan problemas con el consumo de drogas es frecuente que presenten
además otros problemas psicopatológicos: problemas a nivel económico, social y/o
familiar, déficits en determinadas habilidades necesarias para el funcionamiento coti-
diano, problemas de atención y memoria (déficits cognitivos) y trastornos en el nivel
físico307.
La evaluación de la personalidad de los adictos suele llevarse en diversos niveles
o patrones; clínicos de personalidad: esquizoide, evitativo, depresivo, dependiente, his-
triónico, narcisista, antisocial, agresivo (sádico), compulsivo, negativista (pasivo-agre-
sivo) y autodestructivo; y tres patrones graves de personalidad: esquizotípico, límite y
paranoide.

305
Carracedo Rubio Mª Estela. ―Inteligencia emocional y adicciones. apuntes para un programa de prevención‖ (2018, p. 41) en
http://uvadoc.uva.es/bitstream/10324/32470/1/TFG-G3206.pdf
306
Vega-Almeida, Rosa Lidia - Ricardo Arencibia, Jorge. ―El lado oscuro de Internet: un estudio bibliométrico de la literatura sobre
comportamientos adictivos en línea‖ en Revista Española de Documentación Científica 42(4), oct-dic. 2019, e251, pp. 1-9.
307
Cfr. Pedrero Pérez, Eduardo J. Neurociencia y adicción. Madrid, Sociedad Española de Toxicomanías, 2011, P. 105.

180
La adicción ideológica moderna a capitalizar

47.- El concepto de ideología tiene diversas acepciones. Carlos Marx creía, nos re-
cuerda A. Álvarez-Solís, para resumir, que el capitalismo generaba una alienación que
ofuscaba la razón individual hasta el punto de que el trabajador que contraía la «dolen-
cia» llegaba a cavar su propia sepultura social. Era un trabajador que dependía de un
consumo de ideas que le liberaba de verse así mismo tal como miserablemente exis-
tía308. El capitalizar causa placer, da una cierta libertad de poseer y libertad para gozar.
Como toda fuente de placer reforzada termina generando seducción y adicción.
Pienso que desde Marx a nuestros días este tipo de afección no sólo no ha desa-
parecido sino que se ha agravado con un ritmo exponencial. El trabajador actual, que ha
perdido la práctica de la dialéctica, tiende a permanecer seducido y drogado por sus
explotadores las veinticuatro horas del día. La droga que ingiere cotidianamente es lo
que denominamos sistema de capitalización, una droga psicológica pero efectiva eco-
nómicamente, a la que se puede calificar de diseño.

48.- El capitalismo opera como un dogma, esto es, se ha instalado en una credibilidad
acrítica merced al brillo que muestra su elevado escenario social y a la oferta fácil de
sus dos principales productos, uno individual; el otro, colectivo. El individual sostiene
que el triunfo es únicamente fruto del propio esfuerzo. El colectivo asegura que sólo en
el seno del Sistema se genera la energía que abastece de riqueza a las sociedades. Es
más, como todos esos dogmas que atraen con su fulgor, el capitalismo siempre se mues-
tra como un fruto maduro en sí mismo y rehúye la explicación de su proceso histórico.
Según sus creyentes no hay un proceso inhumano del capitalismo sino un puro aconte-
cimiento de parto con las lógicas e inevitables molestias del hecho. Más aún, se ha ex-
pandido la sospecha de que los individuos condenados a tirar del vehículo capitalista no
son víctimas sino gente con una dimensión intelectual naturalmente escasa o gente que
no ha querido arriesgar mayor esfuerzo en la contienda social. Este discurso suele redi-
mir al capitalismo de su sustancia moral explotadora, que es negada siempre.
El capitalismo es, por lo que acabamos de indicar, profundamente adictivo. La
adhesión al mismo dimana de su consumo masivo durante una larga serie de años, en
torno a los dos siglos y medio, durante los cuales se ha perfeccionado hasta el fascismo.
Una parte sustancial de los trabajadores ha decidido consumir capitalismo acuciados por
una sensación de irremediabilidad y de liberación de todo esfuerzo crítico. En el marco
del consumismo desaforado que nos destroza, el consumo ideológico de capitalismo es
quizá el más importante.

―Se tiende a creer `que todo incremento del poder constituye sin más un pro-
greso, un aumento de seguridad, de utilidad, de bienestar, de energía vital, de ple-
nitud de los valores´309, como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontá-
neamente del mismo poder tecnológico y económico. El hecho es que `el hombre
moderno no está preparado para utilizar el poder con acierto´, porque el inmenso
crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano
en responsabilidad, valores, conciencia. Cada época tiende a desarrollar una esca-
sa autoconciencia de sus propios límites. Por eso es posible que hoy la humanidad
no advierta la seriedad de los desafíos que se presentan, y `la posibilidad de que el
hombre utilice mal el poder que crece constantemente´ cuando no está `sometido a

308
Álvarez-Solís, Antonio. ―Las adicciones‖ en: http://gara.naiz.eus/paperezkoa/20131014/427487/es/Las-adicciones
309
Guardini, Romano. Das Ende der Neuzeit, Würzburg 19659, 87 (Ed. esp.: El ocaso de la Edad Moderna, Madrid 1958, 111-112).

181
norma alguna reguladora de la libertad, sino únicamente a los supuestos imperati-
vos de la utilidad y de la seguridad´310. El ser humano no es plenamente autóno-
mo. Su libertad se enferma cuando se entrega a las fuerzas ciegas del inconsciente,
de las necesidades inmediatas, del egoísmo, de la violencia. En ese sentido, está
desnudo y expuesto frente a su propio poder, que sigue creciendo, sin tener los
elementos para controlarlo. Puede disponer de mecanismos superficiales, pero po-
demos sostener que le falta una ética sólida, una cultura y una espiritualidad que
realmente lo limiten y lo contengan en una lúcida abnegación‖311.

49.- Para muchos trabajadores, el capitalismo encierra una evidente comodidad inte-
lectual y, por ello, sólo se limitan a reclamar de sus dirigentes una serie de mejoras epi-
dérmicas del Sistema. Algo así como un tratamiento temporal de sus excesos. En conse-
cuencia, sus protestas suelen ser limitadas en el tiempo y el espacio. De acuerdo con
este panorama, los narcotraficantes del capitalismo convierten esos excesos suyos en un
trastorno puramente limitado del Sistema y en consonancia con esta postura disponen
sus medidas correctoras, a las que con tono doliente califican de audaces y trans-
parentes. Todavía más, ante este clamor de los trabajadores incluso proceden, si el
murmullo de la queja es ya muy audible, a la sanción de los infractores del orden capi-
talista. Con ello, la calle suele retornarles su confianza y la máquina sigue funcionando.
Las adicciones de este carácter colectivo se parecen a las adicciones individuales
en que producen una gratificación anestesiante. Incluso refuerzan en el fondo de la so-
ciedad maltratada un orgullo bastante intenso de pertenecer a un colectivo brillante y
eficaz. Como sucede a los drogadictos, los trabajadores sumidos en el capitalismo y
muy afectados ya por la impotencia correspondiente, no se detienen ante el espejo para
juzgarse a sí mismos.

50.- En los últimos años se ha llegado en los ciudadanos, descabalgados de toda justi-
cia social, a protagonizar un constante menosprecio de los llamados «rojos», que tratan
de redimirlos312. Es obvio que en el adormecimiento de la sociedad ha jugado un papel
decisivo una espesa capa formada por políticos mecánicos, por educadores y enseñantes
sin capacidad alguna de pensamiento, por conglomerados de la información, por pre-
bostes de las distintas iglesias, por divinizados conductores de las nuevas tecnologías,
por colectivos de la ciencia contaminada por el dinero, por deportistas reducidos a mer-
cancía de lujo y por todos aquellos que, con renuncia de la libertad y de la democracia,
se han acomodado en el seno caliente que ha fabricado el Sistema. El resultado es una
sociedad tonta y con una triste entrega a quienes proceden al abuso perverso de las me-
jores dimensiones humanas.
Pero de ahí va a surgir el remedio a tan lamentable período histórico. Como en la
historia de todos los drogadictos hay una hora en que el alienado entrevé su propia vida
destruida. Y hay que aprovechar esa hora antes de que el intoxicado regrese a su antro
interno.
Situados ya ante esa oportunidad conviene cavilar sobre el papel que han de ju-
gar las vanguardias que reclaman una renovación total de la sociedad. El Sistema trata
de deteriorar constantemente y con toda energía la imagen de las vanguardias presen-
tándolas como un sector político de alumbrados que está elaborando su propio mercadi-
llo. Los alienados también arrojan leña a esa hoguera. Pero existe una evidencia histó-

310
Ibíd., 87-88 (ed. esp.: 112).
311
Francisco Papa. Encíclica Laudato Si. Vaticano, 2015, nº 105.
312
Cfr. http://gara.naiz.eus/paperezkoa/20131014/427487/es/Las-adicciones

182
rica a la que hay que entregarse con todos los riesgos imaginados: sin vanguardias no
hay revolución y se convierte en imposible la edificación de lo «otro».
El Sistema ha movilizado todos los medios de coacción, engaño y destrucción de
esas vanguardias. De ellas se ha predicado la marginalidad, la absurda egolatría, los
excesos radicales, la ausencia de visión respecto a la realidad. La habilitación masiva
del concepto de terrorismo tiene evidentemente este propósito de aniquilación de las
vanguardias.

Síndrome del poder y la adicción crónica al dinero

51.- Hay enfermedades que, de tan comunes e históricamente visibles, pasan desa-
percibidas. Una de ellas es el síndrome del poder o la adicción al dinero, que ni siquiera
la han sabido detectar y clasificar médicamente ni psiquiatras ni psicólogos313.
El planteo es muy simple. ¿Para qué puede necesitar alguien una fortuna supe-
rior a los mil millones de dólares? Si ya con una décima parte (cien millones) toda una
numerosa familia puede vivir lujosamente el resto de sus vidas.
Si esas fortunas fueran empleadas en crear nuevas fuentes de empleo legítimas,
en investigación de productos nobles y altruistas, o simplemente en paliar las necesida-
des básicas de millones de carenciados del planeta, puede comprenderse. Pero cuando se
las acumula para adquirir cada vez más y más poder económico, algo no les funciona
bien a esas personas; padecen el síndrome del poder que se refleja en una severa adic-
ción a acumular fortuna.
El mismo sistema parece llevar a que si no se avanza capitalizando se retrocede.
Lo grave de esta enfermedad es que obnubila y desespera de modo muy semejante al de
un adicto a drogas, que es incapaz de contenerse y reparar en medios y riesgos para ob-
tener droga/dinero. No vacilan en sobornar, corromper, contaminar, explotar al prójimo
y hasta asesinar a quien se interponga en su camino o pueda hacer peligrar su despo-
tismo cada vez mayor.
Cuanto más fortuna o poder económico logran, más dañinos e inescrupulosos se
vuelven, más ciegos/drogados incontrolables por acumular más y más poder. ¿Acaso no
hubo escándalos de sobornos multimillonarios como el caso de IBM y el Banco Nación
de la Argentina, de Odebrecht en Brasil? Hasta presidentes de gobiernos son sobornados
(o tentados) para lograr despotismo absoluto sobre poblaciones enteras de países.
El dinero es solo un medio para vivir y necesario. El dinero en sí no constituye
un mal ni siquiera la raíz de todos los males como socialmente está instaurado. Todo lo
contrario, la obtención de cierto tipo de riquezas incluidas el dinero puedo utilizarlo de
puente para un crecimiento físico, mental y espiritual, lo cual nos permitiría desarrollar
nos personalmente y ayudar a que otros lo hagan. Pero como en toda droga, el acumular
dinero da poder y placer, y esto se vuelto adictivo para el imaginario de gran parte de las
personas.

52.- El primer ejercicio de reconocimiento de la adicción implica poner nombre a lo


que ha significado este ―modus vivendi‖ en la propia existencia, así como visibilizar los
efectos que ha tenido en la vida de otros. El discurso del desarrollo sustenta una praxis
muy específica que se ha ido consolidando y construyendo a través del tiempo, por tanto
es indispensable rastrear el origen, proceso, y las consecuencias de dicho discurso en
detrimento de la vida de las mayorías más lastimadas que no pueden hacerse sujeto a la
sombra del modelo capitalista que no percibe la dureza de la vida, ni la situación de los

313
Cfr. ―Síndrome del poder o la adicción al dinero‖ en http://centaurea.cultureforum.net/t2122-sindrome-del-poder-o-la-adiccion-
al-dinero

183
que en esta sociedad y en nuestro mundo apenas alcanzan la categoría de seres huma-
nos314.
La adicción es, incorporando la visión de Bourdieu, algo adquirido, un hábito
socialmente condicionado, que se ha encarnado en el sujeto en forma de expresiones y
actitudes permanentes: ―El habitus es un producto de los condicionamientos que tiende
a reproducir la lógica objetiva de dichos condicionamientos, pero sometiéndola a una
transformación‖315.
La adicción del capitalismo es, por tanto, una especie de ―habitus‖ contagioso
por el profundo influjo estructural y simbólico del mercado globalizador, que ha deve-
nido en la conquista de las conciencias, en el condicionamiento de las respuestas y an-
helos en función del modelo de acumulación, y en la aspiración a una felicidad mani-
quea centrada en lo individual. El Socialismo extremo es la cara opuesta, centrada en lo
colectivo.
Esta manipulación masiva se ha salido de control, por lo tanto es necesaria una
revolución de humildad interior en los poseedores de esta adicción, como única salida
para emprender el camino hacia la reconstrucción existencial, buscando nuevas y dife-
rentes alternativas, seguramente opuestas, a la idea de una acumulación absurda en ma-
nos de unos pocos316, o sólo bajo el sólo control estatal que se asume como el represen-
tante de lo colectivo.

314
Cfr. López Oropeza, Mauricio. El discurso y la praxis del desarrollo capitalista: ¿una adicción crónica irreversible? Nómadas.
Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas, 2009, Vol. 23, nº 3. Publicación Electrónica de la Universidad Complutense. En:
http://pendientedemigracion.ucm.es/info/nomadas/23/mauriciolopezoropeza.pdf
315
Pierre Bourdieu. Sociología y cultura, México, Grijalbo, 1990, p. 155.
316
Cfr. López Oropeza, Mauricio. ―El discurso y la praxis del desarrollo capitalista ¿una adicción crónica irreversible? Nómadas.
Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas, 2009, Vol. 23, nº 3.

184
CAPÍTULO V

LA TAREA DE LA ESCOLARIDAD: POSIBILITAR UN FUTURO HUMANO

La persona que dice que no se puede


no debería interrumpir a
la persona que ya lo está haciendo.

Desde el pasado, en el presente, preparar el futuro

1.- Dice un refrán irlandés: ―Cuando todo lo demás está perdido, todavía queda el
futuro‖; y, en Argentina, Domingo Faustino Sarmiento insistía en que había que educar
a todos los ciudadanos; y si no se lo quería hacer por amor, se lo hiciera por temor;
pues, si no se lo hace, la vida no será más digna de ser vivida. Hoy sabemos que el
avance de los bárbaros no es un suceso irrepetible del pasado. Si ser bárbaro es no en-
tender ni interesarse en el bien del otro, el retorno de los bárbaros siempre es posible.
Las dos guerras mundiales del siglo XX nos pueden hacer pensar que es posible
el retorno de nuevas y más sutiles formas de dominación masiva e inhumana, incluso en
naciones cultas como Alemania y Japón. La tecnología incluso puede convertirse en
otra forma seductora y atractiva de no pensar más que como nos vienen dadas las noti-
cias; de no obrar más que como nos viene presentada la moda o la tilinguería de la fa-
rándula.

2.- Existen no sólo derechos humanos universales, sino también deberes humanos
universales. Uno de ellos consiste en el deber de amar la vida humana y la calidad me-
jorable de las vidas humanas.
Lamentablemente, los encargados de la educación han exagerado los derechos
universales, enfocados en la Modernidad de la Revolución Francesa, pero se olvidan de
los deberes y obligaciones que generan los derechos. El goce de mi derecho me genera
la obligación del respeto del derecho de los demás. Todo derecho (poder hacer lo justo
sin que los demás me lo impidan, precisamente porque lo que hago es justo) tiene su
límite: no puedo y no debo hacer lo injusto.
Demos un ejemplo: la última ley nacional de educación, en Argentina, 2006,
menciona más de cincuenta veces la palabra derecho, y sólo siete veces habla de obli-
gaciones317. Subyace aquí y se fomenta una concepción éticamente egocéntrica. No hay
prioridad por el otro, ni siquiera igualdad en el trato. Somos mandadores de todo y res-
ponsables de nada. Si las normas y las sanciones no son claras, en trato es una constante
negociación relativa a tiempos y lugares, entre ciudadanos, entre padres e hijos, entre
docentes y alumnos, etc. Una sociedad (familiar, escolar, social) requiere generar acuer-
dos y pautas comunes, conductas esperables, de las que seamos autores y responsables.
¿Cómo se puede vivir juntos si cada uno hace lo que quiere y cuando quiere. La auto-
nomía en extremo nos ha dejado muy solos y la heteronomía en extremo no genera res-

317
Cfr. Iaies, G. Volver a enseñar. Buenos Aires, Piados, 2016, p. 36.

185
ponsabilidad moral personal. Como socios, necesitamos ordenarnos y generar una segu-
ridad social mutua, previsible y responsable, aunque sea provisoria.
En este contexto, existe el deber y la responsabilidad social colectiva de preocu-
parnos por el deterioro de la forma de vida humana que, lentamente, se puede estar im-
poniendo y que lleva, primero, al deterioro de las vidas humanas; y, luego, a la supre-
sión de las vidas humanas, por ejemplo, con el abuso de sustancias peligrosas que aten-
tan contra la calidad de la vida humana.

3.- El futuro está abierto y no es monopolio de nadie. En nombre de la libertad no es


éticamente admisible suprimirla para imponer violentamente una presunta verdad (indi-
vidual, o divina, o popular). En este contexto, sólo nos queda dialogar y operar demo-
cráticamente en vistas a un posible futuro para todos, o para una mayoría que desee
compartir los esfuerzos y no sólo los resultados.
Urge crear, ante todo, un clima de confianza en lo que se puede esperar, hacer y
sostener en un futuro de corto, mediano y largo plazo. El real desinterés que existe en la
sociedad tiene una de sus bases en el demoledor trabajo de quiebre de las instituciones,
realizado por políticos mezquinos y corruptos; y en la tendencia generalizada al bienes-
tar logrado sin esfuerzo. ¿En quién podrá alguien confiar cuando, no obstante tantas
promesas, las personas no pueden confiar en las promesas de los economistas, de la po-
licía, de los bancos, de los patrones, de las ciudades y Estados que se cierran en sí mis-
mos, de los docentes que afirman que nada se puede hacer?

4.- Se requiere, por parte de todos; pero, en particular, de los docentes, regenerar
una sociedad con sensibilidad humana, inclusiva, trabajadora, optimista respecto de las
posibilidades que tienen los seres humanos para extirpar los centros de corrupción y de
adicción que mantienen la dependencia y limitan el ejercicio de la libertad, radicado en
un dominio de sí mismo responsable de sus actos.

El ámbito familiar y escolar: para la construcción de un yo responsable

5.- Las personas humanas llegan a ser personas, precisamente porque son, desde su
concepción, seres relacionables: necesitan relacionarse, establecer vínculos, pero con-
servando cada uno su ―yo‖, su ámbito propio de sentir, pensar, actuar.
Necesitan cambiar, pero también permanecer siendo en parte las mismas. Las
personas van cambiando, pero necesitan también tener puntos firmes de referencia, por
los cuales siguen siendo unas únicas y mismas personas en medio de los cambios cons-
tantes.
La identidad (ídem: lo mismo, ser el mismo) necesita de la memoria de su per-
manencia (igualitas), para ser igual, en medio del cambio (lo desigual). La igualdad
implica la diferencia: la conservación de algo y el abandono o pérdida de otras adquisi-
ciones pasadas.
Desde el nacimiento se va dando un proceso de cambio y lenta permanencia de
la memoria. Incluso sin memoria, se establecen los primeros lazos o vínculos (víncula:
cadenas) que nos atan a los demás. Si estas cadenas son demasiado flojas, se rompen y
no se logra una identidad para un yo; si son muy rígidas, no se posibilita crecer, esto es,
asimilar algunas experiencias y abandonar otras.
Cada ser humano responde diversamente a esta necesidad de construirnos un yo.
Con la ayuda de personas estables (padres, docentes, personajes), resulta ser más fácil
lograr una referencia permanente, un yo; pero si esa referencia es autoritaria, excesiva,
se contribuirá a generar personas, obsesivas, minuciosas, temerosas de no ser perfectas,

186
autoinhibidas en sus posibilidades.
El ámbito más propicio para dejarse seducir y generar adicciones requiere de
personas, de yoes no formados adecuadamente en el manejo de los vínculos personales
y sociales. Si bien las causas de las adicciones pueden ser múltiples, casi todas suelen
tener, como denominador común, el hecho que el yo, que va a generar una adicción,
siente la insatisfacción por el abandono emocional, temporario o permanente, y aparece
la posibilidad de probar algo nuevo, de lo cual carece frente a otro e imagina poder lo-
grar.

6.- Un yo formado sabe qué necesita; pero también puede dominarse y sabe cuándo
y cómo lo necesita; o puede prescindir incluso de lo actualmente sentido como necesa-
rio en vistas a un logro futuro más prometedor. El yo camino a una adicción es un yo
inseguro, carente, temeroso en el manejo de sus vínculos con los demás. En buena par-
te, falta otro yo formado, seguro de lo que quiere ser con el cual dialogar para generar
cambios y permanencia, dentro de un esbozo de proyecto de vida (de una cierta idea de
lo que se quiere ser, de lo que se puede permitir).
Nuestras instituciones educativas o escolares están destinadas principalmente a
favorecer el desarrollo intelectual de las personas. Si bien la inteligencia es la herra-
mienta utilísima para utilizar las otras herramientas; no obstante, el desarrollo solamente
intelectual no es humanamente suficiente. La educación (el desarrollo) implica un pro-
ceso integral de las posibilidades humanas318.
Los procesos educativos se han centrado demasiado exclusivamente en el desa-
rrollo de las inteligencias de los jóvenes y se ha descuidado el desarrollo afectivo y el
de la voluntad libre. Se estima que desarrollando la inteligencia, casi mágicamente, se
desarrollará la persona humana en su integralidad. Mas, si bien, la inteligencia, la afec-
tividad y la voluntad son igualmente potencias o poderes de la persona humana, tienen
sin embargo una relativa autonomía. El desarrollo de la voluntad libre requiere de la
inteligencia y de una afectividad armonizada; pero es la voluntad la que quiere y la li-
bertad la que elige y, en última instancia, constituye a la persona y a su responsabilidad
para con ella misma y para con los demás.
No es de extrañar que numerosos jóvenes inteligentes, procedentes de familias
aparentemente ordenadas, tengan hijos que no se han formado un yo armónico (inte-
grado) y responsable. Las instituciones educativas, comenzando desde las familias, han
descuidado el desarrollo de la voluntad y de la libertad de los jóvenes. Han pensado a
las escuelas como un paso para llegar a la universidad y ser un profesional exitoso. Pe-
ro, por una parte, de cien estudiantes que ingresan a la universidad argentina (2013)319,
solo el diez por ciento se gradúa; y por otra parte, se debe preparar para la vida integral
y no para la escuela.
Erróneamente se teme exigir el deber de ser responsables de los propios actos320.
Sin cumplir con esta exigencia, no se pasa de la animalidad a la humanidad. Ser perso-
nas implica ser responsables de sus actos y, para esto, no es suficiente ser afectivos o
inteligentes. En gran parte, el modo de ser de los argentinos y de los gobiernos argenti-
nos manifiesta históricamente esta deficiencia321.

318
Cfr. Daros, W. R. La autoeducación del hombre en la filosofía de la integralidad, en Revista Española de Pedagogía, Depen-
diente del Consejo Superior de Investigaciones científicas (CSIC), 1997, n. 207, p. 249-278. Daros, W. R. La filosofía de la educa-
ción integral en el pensamiento de M. F. Sciacca. Rosario, CONICET-CERIDER, 1998.
319
Cfr. Anuario de Estadíst Universit – Arg. 2013. http://informacionpresupuestaria.siu.edu.ar/DocumentosSPU/Anuario_2013.pdf
320
Cfr. Daros, W. R. La invisibilidad de los deberes humanos universales en Enfoques. 2013, XXV, nº 2, pp. 9-31. Disponible en:
www.willliamdaros.wordpress.com
321
Cfr. Daros, W. R. Argentina: Argenti philosophia (Argentina y la preocupación por la plata) en Enfoques, 2004 Vol. XVI, nº 1,
pp. 31-46. Daros, W. R. ¿Cómo somos los argentinos? para revista Thèmes (Burdeos, Francia). Revista on line:
http://www.philosophiedudroit.org/ Année 2002, VII.

187
7.- La humanización de nuestra especie comienza con el encuentro entre dos dife-
rentes códigos:
- El del hijo, con los ritmos propios de su disposición genética y constitucio-
nal.
- El del ambiente humano, que lo espera asignándole un lugar.
Este inicio, y hasta el arribo a lo que solemos llamar adultez o autonomía, se da
en condiciones de asimetría: si el adulto claudicara, el menor quedaría en situación de
desamparo. Niño o adolescente, por un lado, y adulto, por el otro, no tienen la misma
posibilidad de desvincularse.
Para el niño, esconderse es un placer, no ser encontrado es una catástrofe, lo que
ilustra la vivencia infantil de dicha asimetría.
El adulto, para protegerlo, le impone sus condiciones y significados al darle los
cuidados, indudablemente, necesarios. Dicha protección, no por ser imprescindible, deja
de ser una imposición. Le llamamos violencia primaria necesaria. Y cabe hacer una
interesante diferenciación de la imposición excesiva, inadecuada y generadora de pato-
logía, que denomina simplemente violencia secundaria.

8.- Una familia implica la existencia de uno o dos adultos que críen y eduquen un
hijo/a, para abarcar así todas las variantes, desde la familia tradicional hasta todas las
otras nuevas o no tan nuevas formas de familia. Recordando las no tradicionales: mono-
parentales, homosexuales, por adopción, por fecundación in vitro, alquiler de vientre y
no es difícil imaginar el surgimiento de más variantes.
La condición de adultez de las figuras materna y paterna, o por lo menos, el ejer-
cicio de la función materna o de sostén y paterna o de corte, depende de haber podido
hacer la salida exogámica de su familia de origen, que conlleva definiciones sobre la
identidad, autonomía, responsabilidad económica.
Cuando este paso no fue dado, por tratarse de padres adolescentes o por entorpe-
cimiento en la maduración de esas personas, es muy difícil que puedan tomar posiciones
parentales adecuadas y pueden quedar en manos de abuelos u otros adultos, o no satis-
fechas. Y, aquí, ya podemos puntualizar una forma de violencia común cuando la joven
madre o el inexperto padre en vez de ser ayudados y estimulados a poder madurar sus
potencialidades paternales son desautorizados, dejando al hijo en medio de un cuadro
familiar confuso, tratados como hijo de sus abuelos, caldo de cultivo para un mal víncu-
lo paterno filial, que puede tomar formas violentas o de abandono. Esta dinámica fami-
liar se puede dar también en padres de mayor edad, pero que no han llegado a un fun-
cionamiento adulto.

9.- Cuando se da el desprendimiento exogámico y se constituye una pareja con pro-


yecto propio y con deseos de transformarse en familia, sea ésta con estabilidad y per-
manencia, o, por elección, constituir una familia monoparental, se da el primer paso
hacia la filiación, que parte de una fantasía que va generando un lugar emocional im-
prescindible.
Aquí podemos recorrer el camino que comienza con el deseo de hijo; cuando és-
te precede al acto del embarazo estamos en condiciones óptimas, pero también puede
generarse la aceptación de este hijo en el camino de la gestación, y así, como sorteando
obstáculos, puede ir surgiendo un genuino deseo. En cambio, el hijo que en el ámbito
emocional de los padres quedó inscripto como «hijo no deseado» es fuente de malestar
y, fácilmente, resulta blanco de alguna forma de violencia de no elaborarse este con-
flicto.

188
La conflictividad violenta en el vínculo con los hijos puede reflejar la conflicti-
vidad de la pareja conyugal, encubierta o no reconocida, ―enfermando‖ al hijo. Otra
fuente de vínculo violento puede ser la transmisión transgeneracional. Se trata de pro-
blemáticas graves que ocurrieron en la segunda o en la tercera generación, que no fue-
ron resueltas adecuadamente y reaparecen en la joven generación322. En Argentina se
tiene hasta tres generaciones de personas que -sin trabajar o sin obtener o querer un em-
pleo digno- viven del subsidio estatal, perdiéndose la cultura del trabajo.

10.- El concepto de ambiente familiar es amplio y merece reconocer, en primer tér-


mino, a la madre y la dependencia absoluta que de ella tiene la criatura humana. Ella es
la que lleva a cabo la adaptación activa a las necesidades de éste y que disminuye poco
a poco, según la creciente capacidad del niño para hacer frente al fracaso en materia de
adaptación y para tolerar los resultados de la frustración.
Lo más probable es que su propia madre sea mejor que cualquier otra persona,
ya que dicha adaptación activa exige una preocupación tranquila y tolerada respecto del
bebé; en rigor, el éxito en el cuidado de éste, depende de la devoción, no de la inteligen-
cia o de la ilustración intelectual de la madre.

11.- No existe discontinuidad entre este primer vínculo, el entorno familiar y el con-
texto social. Por el contrario, se concibe la humanización, como una inmersión en la
cultura y en todos sus estímulos.
La noción de red vincular, que abarca lo familiar y lo social como red y no como
estructuras totalmente diferenciadas. Esta manera de concebir lo familiar reconoce y
valoriza lo que proviene de la estructura familiar de origen con los vínculos consanguí-
neos (padres, abuelos, tíos, hermanos), por otra parte, lo que puede originar de nove-
doso el vínculo de alianza matrimonial y, así, se conjuga la historia familiar.
Los modos de funcionar y de actuar de la familia hacia su interior, así como ha-
cia afuera, están regidos por pactos y acuerdos inconscientes, es decir, no reconocidos
por sus actores, pero de un gran vigor.
De este modo, la familia y luego la escolarización preparan a los futuros ciuda-
danos, esto es, a los que se van a integrar con los demás socios a través de un pacto so-
cial implícito en nuestras formas sociales de vida. El pacto social -incluso el constitu-
cional- no es irreformable: lo hicieron los ―padres fundadores‖ y lo pueden reformular
los socios actuales.
Así como la pareja matrimonial tiene carácter de novedad (no determinada pre-
viamente), hay variados acontecimientos azarosos que pueden inducir cambios, favora-
bles o desfavorables, en el curso de la historia de una familia, de las organizaciones es-
colares.

12.- Esta mirada intenta ser amplia y no prejuiciosa respecto de las formas diferentes
a la familia tradicional, como son: hijos por adopción, familias monoparentales, parejas
homosexuales con hijos, grupo de hermanos que logran aliarse protegiéndose ante la
pérdida de los padres, procreación asistida.
Es ya naturalizado el concebir a la familia, ligada e incluida en el entorno social,
formando una red con múltiples intersecciones. Esta complejización trae muchas posi-
bilidades al individuo a lo largo de toda la vida, y no solo en la infancia. La posibilidad
de que lo marcado por las características de su familia de origen no selle definitiva-
mente su personalidad y destino, sino que quede abierto a cambios e influencias creati-

322
Cfr. Gomel, S. Transmisión generacional, familia y subjetividad. Buenos Aires, Lugar Editorial, 1997. Kancyper, L. La confron-
tación generacional. Buenos Aires, Lumen, 2003.

189
vas y enriquecedoras, en el mejor de los casos.
Desde este enfoque de mayor complejidad de estas diversas configuraciones
vinculares no tradicionales, se pueden apuntalar las condiciones adecuadas para la mejor
evolución posible de niños y adolescentes, reconociéndolas como red vincular y no co-
mo familia incompleta o carente. También los prepara para los constantes cambios so-
ciales que se generan en las complejas sociedades modernas323.

Preparar para la ciudadanía responsable

13.- Quien tiene sentido de la responsabilidad puede pensar en el otro y en el futuro.


Puede decirse que la preocupación por el otro está en la base de la familia, cuando los
progenitores en su relación sexual, más allá de su placer, asumen la responsabilidad por
el resultado: los hijos y su posible futuro social; y, en la sociedad, esto se da cuando los
políticos planifican para un más allá de la propia ganancia de votos en el presente.
Escuchamos hablar de políticas que favorecen la participación de adolescentes y
jóvenes, pero si deseamos que ellos participen, tenemos que considerar que ―formar
para la participación‖ implica: sensibilizar para querer participar, aprender para saber
participar y, finalmente -sólo finalmente-, organizarse para poder participar. No se cons-
tituye en ciudadano de la polis, como pensaban los griegos, quien no se ha vinculado
con los vecinos de su aldea.
El principio base es la solidaridad y es, en esencia, participativa, no sólo en el
aspecto ejecutivo, sino en aquellos procesos que hacen al análisis y a la toma de deci-
siones.
Abrir ámbitos de participación genera compromiso, despierta la conciencia de
que existen posibilidades de acción al crear espacios abiertos, sujetos a mutuo debate
crítico, respetuoso y no excluyente.

14.- Plantear como primer objetivo la construcción de la ciudadanía es pretender que


el adolescente se organice para participar, sin saber cómo participar y, lo que es peor,
sin preguntarle si quiere. La participación juvenil deviene en ciudadanía si realmente se
facilita la inserción social de adolescentes y jóvenes como verdaderos actores estratégi-
cos del desarrollo, y no se los considera, solamente, receptores del proyecto de los ma-
yores.
Como facilitadores, entendemos que al empoderar a los adolescentes, recono-
ciendo sus derechos y capacidades, aceptando sus aportes y auspiciando la toma de de-
cisiones, se favorece el autocuidado, y que es posible una promoción de la salud eficaz
que ofrece oportunidades prácticas de fortalecer habilidades y capacidades individuales
y comunitarias.
Nuestro objetivo es contribuir a la formulación de propuestas de participación
social con los adolescentes y jóvenes a través del voluntariado. Participación es coope-
ración, implicación responsable, directa, activa y efectiva, que repercute en la cohesión
social, impulsando el intercambio de conocimientos y de destrezas.

15.- Para que adolescentes y jóvenes aumenten su capacidad de participación prota-


gónica en las comunidades de las que provienen, necesitamos y evitar la delincuencia:
- Promover diferentes estrategias con el objeto de mejorar y/o fortalecer la socializa-
ción, generando un sistema de apoyo básico, con espacios de orientación y capacitación
323
Cfr. Pasqualini, D. – Llorens, A. (Comp.). Salud y Bienestar de Adolescentes y Jóvenes. Op. Cit., p . 62ss. Castoriadis-Aulagnier,
P. La violencia de la interpretación: El estado de encuentro y el concepto de violencia. Buenos Aires, Amorrortu Editores, 2011, p.
30. Fize, M. ¿Adolescencia en crisis? Por el derecho al reconocimiento social. Buenos Aires, Siglo XXI, 2001. Kancyper, L. La
confrontación generacional. Buenos Aires, Lumen, 2003.

190
en diferentes áreas de formación, y oportunidades desde el punto de vista, social, cultu-
ral y educativo.
- Brindar herramientas de capacitación sostenidas en la diversidad, la solidaridad y el
aprendizaje para la participación de adolescentes y jóvenes en la comunidad, contribu-
yendo a su integración social.
- Apoyar y promover iniciativas de adolescentes y jóvenes; de esta manera, ellos ad-
quieren experiencia y confianza en sí mismos, mientras que las organizaciones adquie-
ren una perspectiva actual en cuanto a la cultura joven.
- ¿Qué puede añadir a estos mecanismos tradicionales la aplicación de tratamientos es-
pecializados? En su concepción moderna, el tratamiento especializado de los delincuen-
tes intenta influir sobre algunos factores personales que, como la falta de competencia
interpersonal, las actitudes y creencias favorables a la violencia o el consumo de drogas,
se consideran directamente relacionados con su conducta delictiva.
- La práctica actual del tratamiento de los delincuentes suele consistir en educación y
entrenamiento, intensivos y sistemáticos, en habilidades de comunicación, rutinas de
vida prosocial, control de emociones de ira y agresión y desarrollo de actitudes y valo-
res no violentos, con el objetivo de mejorar sus competencias y su disposición para la
vida social y de reducir sus carencias personales más relacionadas con la comisión de
los delitos. Así, el tratamiento intenta entrenar a los delincuentes en habilidades especí-
ficas como las siguientes: comunicación no violenta con otras personas, planificación
horaria y organización vital, búsqueda y mantenimiento de un empleo, resolución de
conflictos interpersonales, toma en consideración, antes de actuar, de las consecuencias
y posibles daños que puede producir la propia conducta sobre otras personas, autocon-
trol de las explosiones de enfado e ira, ampliación y mejora de sus vínculos afectivos y
otras habilidades de semejante valor social. Atendido lo anterior, algunos términos que
guardan estrecha relación con el de tratamiento, para el caso de los delincuentes, son los
de educación, en cuanto enseñanza de conocimientos y facilitación de información, en-
trenamiento, en cuanto práctica de habilidades, y terapia324.
- Promover alternativas de uso del tiempo libre.
Para esto puede ser de utilidad generar espacios de salida a la comunidad a tra-
vés de actividades diseñadas y ejecutadas por los propios adolescentes y jóvenes con el
apoyo de adultos como referentes, por ejemplo: muestras artísticas, actividades de difu-
sión en medios de comunicación, actividades que fomentan el voluntariado, ferias de
proyectos juveniles, foros, talleres entre pares325.

Trabajo y ocio

16.- La prevención de las adicciones es pluricausal: a) existen factores o característi-


cas personales; b) otros debidos a la motivación actual, y c) debidos a factores de opor-
tunidad.
Los factores a) estarían integrados por las características personales del indivi-
duo (como alta impulsividad, labilidad para la ira, etc.) en combinación con sus expe-
riencias y aprendizajes (abandono infantil, crianza punitiva, modelos delictivos, defini-
ciones favorables a la delincuencia que se han tenido, traumatismos craneales infantiles,
etc.). Este cluster personal/experiencial constituye el punto de arranque del riesgo delic-
tivo. En el núcleo interior, más profundo, se encuentran los factores psicobiológicos y
de personalidad del individuo, tales como sus características neuronales y endocrinas,
324
Cfr. Redondo Illescas, Santiago. Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes Madrid, Pirámide, 2015, p.39.
325
Cfr. Pasqualini, D. – Llorens, A. (Comp.). Salud y Bienestar de Adolescentes y Jóvenes. Op. Cit., p . 91. Comas Arnau, D. La
evaluación de programas de ocio alternativo de fin de semana. Madrid, Instituto de la Juventud, 2001. Cuenca Cabeza, M. Temas
de pedagogía del Ocio. Bilbao, Editorial Universidad de Deusto, 1995.

191
que confieren al sujeto una mayor o menor labilidad emocional, impulsividad, capaci-
dad de aprendizaje, etc. Se trata de condiciones y rasgos personales profundos y esen-
cialmente estables a lo largo de la vida. En el círculo intermedio de la figura se encuen-
tran los factores cognitivos y emocionales, que incluyen las creencias y estructuras de
pensamiento, justificaciones, aficiones, deseos y afectos que un sujeto posee en la actua-
lidad.
Los factores a), personales y experienciales, constituyen los objetivos adecuados
de la prevención primaria y secundaria. Las prevenciones primaria y secundaria suelen
consistir en programas de apoyo social a los ciudadanos y a los grupos sociales para
permitir un desarrollo individual y colectivo adecuados y la reducción de toda suerte de
factores de riesgo. Muchas condiciones neurológicas y estructuras profundas de perso-
nalidad no pueden ser sustancialmente cambiadas, pero sí que pueden modificarse, aun-
que sea parcialmente, los hábitos delictivos y los pensamientos y emociones que los
acompañan. Toda educación y toda socialización implican, en efecto, un cierto cambio
que se pretende que sea en dirección al crecimiento y la mejora personales y sociales.
Los factores b) serían aquí aquellos directamente relacionados con la motivación
actual de un sujeto para el delito, y se han denominado internacionalmente factores de
―necesidad criminogénica‖. Entre ellos, de acuerdo con la investigación, destacarían: la
fuerza de los hábitos delictivos, las creencias favorables al delito, las adicciones, la ca-
rencia de vínculos y habilidades prosociales (educativas, laborales, relación de pareja,
etc.), el bajo control informal y las experiencias de tensión excesiva vividas por el suje-
to.
Estos factores dinámicos son moldeables, o al menos parcialmente moldeables,
tales como las creencias, los hábitos, las habilidades o el autocontrol emocional. Tales
factores constituyen el campo de acción más directo y genuino del tratamiento que, me-
diante educación intensiva, puede ayudar a reorientar estos factores personales. La pre-
vención y el tratamiento de la delincuencia constituyen alternativas al castigo, que es lo
que representan las penas privativas de libertad. Los tratamientos, cuando se aplican,
logran mejoras personales notables, que se traducen en reducciones significativas (de en
torno a 1/3) de las tasas de reincidencia delictiva.
Por último se dan los factores c). Estos son, por último, desde una perspectiva
ecológica, las oportunidades (o tentaciones) para el delito, que también influyen sobre
la incidencia y prevalencia delictivas. En un período inicial, el desempleo (de personas
en que confluyen diversos factores de riesgo de delincuencia, no sólo desempleo) puede
relacionarse con menor tasa delictiva. Cuando se pierde el trabajo suele contarse, en un
primer momento, con los ahorros personales o con la ayuda familiar necesarios para
hacer frente a la situación de desempleo (es decir, no necesariamente aumentaría la mo-
tivación delictiva), y además las oportunidades delictivas pueden verse reducidas, en la
medida en que el individuo, al no desplazarse al trabajo, podría salir menos a la calle y
verse menos expuesto a situaciones y estímulos criminógenos. Sin embargo, si el des-
empleo se prolongara, podría acabar asociándose a un incremento de la tasa delictiva, ya
que la motivación y la exposición a oportunidades delictivas podrían entonces aumen-
tar326.
Ser ciudadano es ser parte de la civitas (ciudad) o polis (política, gestión de la
polis). Una persona adulta es un ciudadano político; si no lo era, según Aristóteles, era o
un dios o una bestia.
El ciudadano debía haber nacido de madre griega y tener alguna propiedad; y, en
consecuencia, debía prepararse para defender sus derechos (a la propiedad, al comercio,
a generar o cambiar leyes, etc.). El trabajo físico o manual era el propio de los esclavos;
326
Cfr. Redondo Illescas, Santiago. Manual para el tratamiento psicológico de los delincuentes. Op. Cit. p. 44.

192
y se era esclavo o porque no podía disponer de sus bienes, su tiempo (neg-otiun: no ocio
o tiempo libre) y no podía gobernarse a sí mismo (falto de inteligencia y voluntad), o
porque se lo había esclavizado en una guerra y hecho propiedad del amo.
El tiempo libre era pues, el tiempo de las personas libres327. Ser libre, hasta hace
poco, consistía en poder disponer del tiempo (cosa que los pobres podían hacer solo en
vacaciones) y tomar Sol; hoy, para los ricos, el tiempo es oro y también ellos están, con
frecuencia, muy atareados, aunque los jóvenes ricos procuran aparecer bronceados (ser
blancos pero, momentáneamente, parecer bronceados por el Sol). Ser de piel negra no
fue muy aceptado en los ricos países nórdicos; pero ser rubio bronceado era otra cosa:
un indicador de status.

17.- Para algunos autores, el ocio es caracterizado como un residuo del tiempo labo-
ral sin significado propio. Para otros, es fuente de libertad, de goce, de felicidad y, por
ende, tenido en alta estima por los valores que representa. Frente a la cultura de la re-
volución industrial y de la acumulación capitalista, aparece la cultura del ocio como la
superación humanizante que compensa la obligación y la rutina.
La mayoría de los autores contemporáneos, cualquiera sea el punto de partida
ideológico o político en el que se basan, plantean la necesidad de generar una sociedad
más humana a partir de convertir el tiempo libre en ocio (o el ocio, en tiempo libre).
Como se dijo, existen diferencias entre ambos conceptos, pero se acuerda que la pro-
blemática pasa, centralmente, por la supuesta oposición (o complementariedad) entre el
trabajo y el ocio o, entre el tiempo de trabajo (o de obligaciones) y el tiempo libre. Por
sus características, el tiempo libre suele ser más valorado.
En las sociedades posindustriales, el ocio se vio reducido a un simple meca-
nismo de adaptación a una sociedad de consumo forzoso, dirigida y manipulada por los
medios de comunicación de masas. La proliferación de estas nuevas industrias del ocio:
clubes de vacaciones y empresas dedicadas al entretenimiento, se fueron amparando en
el conformismo de la masa social para mantenerse y poder imponer al individuo pro-
ductos y situaciones con los cuales dejarlo ocupado.
Es parte de la estrategia de la sociedad capitalista de consumo el ―entre-tener‖ a
las masas, sobre todo de jóvenes que no trabajan ni estudian ni desean hacerlo. Buena
parte de la generación touch vegeta siendo entretenida con la tecnología de la comuni-
cación.

18.- Paradójicamente, el ocio se convierte en una negación de la libertad y de la es-


pontaneidad, lograda sobre la base de subproductos culturales para todos los públicos
sin otro aliciente que consumirlos. El tiempo libro, para quien no tiene nada importante
que hacer, se convierte en un problema: ¿Cómo me voy a divertir? ¿Qué hacer para no
aburrirse (ab-horrere: aborrecer no tener nada interesante, divertido que hacer?
Por esto mismo, hoy en día, el problema de fondo sigue siendo cómo llenar de
contenido, adecuadamente, ese espacio de tiempo libre con un ocio realizador de la per-
sona.
En un contexto educativo, los educadores, profesionales de salud y todo media-
dor social, estiman que deben estimular una mejor calidad de vida y el disfrute igualita-
rio del tiempo libre, como espacio dedicado a la información, a la formación científica,
la reflexión, la crítica, la contemplación artística, el desarrollo cultural, las relaciones
humanas y al ejercicio de la democracia

327
Cfr. Waichman, P. Tiempo libre y recreación. Un desafío pedagógico. Buenos Aires, Ed. Pablo Waichman, 2013. WEBER, E. El
problema del tiempo libre. Madrid, Editora Nacional, 2009.

193
19.- Con la adolescencia, la escuela y la familia dejan de ser los ejes fundamentales
de la vida de los chicos y las chicas, para empezar a serlos el tiempo libre y el grupo de
amigos. El deseo de libertad, de autonomía, de escapar del control de los padres, de
probar y conocer los límites de las cosas, de pasar rápidamente por todo tipo de viven-
cias, de interaccionar con sus iguales, y de buscar signos de identificación en el mundo
exterior, son algunas de las principales características del tiempo libre juvenil. Sin em-
bargo, la familia no deja de tener un importante papel en el acompañamiento y forma-
ción; así como en la detección de conductas de riesgo que puedan aparecer.
Las normas en la educación de los hijos adolescentes son de vital importancia.
Una de las características esenciales de la adolescencia es el enfrentamiento a la norma
y el inconformismo. El niño obedecía la norma porque sus padres así lo mandaban; aho-
ra la norma se discute, se argumenta. Solo en la medida en que los padres hayan sido
capaces de transmitir durante la infancia un marco normativo claro y razonable, tendrán,
ahora, posibilidades de mantenerlo. Las normas fundamentales para un adolescente
deben recoger las exigencias mínimas e incuestionables, deben ser poco numerosas,
realmente importantes, razonables y basadas en una necesidad evidente.

20.- Toda vida normal tiene estos dos aspectos: trabajo (esfuerzos) y ocio (diversio-
nes) que pueden coexistir, sin oponerse necesariamente. También en la infancia y en la
adolescencia debe haber tiempos de trabajo (estudio responsable, realización de ayuda
familiar, con esfuerzo y constancia) y de ocio (recreación creativa; diversión que si bien
exige empeño no cansa). La responsabilidad ante una tarea refuerza la autoestimación
que es necesaria para seguir esforzándose. La responsabilidad (responder, dar razones
de lo que se hace) debe comenzar desde la infancia.
El ciudadano comienza a formarse desde la familia. Cuando no hay familia real,
presente, estamos en un grave problema con serias consecuencias para la vida social. Un
adolescente no socializado será como un polizón (anti-social, delincuente) que aprove-
chará deslealmente todo lo que pueda obtener de la sociedad, sin querer ser socio y co-
laborar responsablemente en lo que pueda. Los niños y jóvenes imitan: si desde peque-
ños ven a padres que leen, apreciarán la lectura; si ven a padres que trabajan, apreciarán
el trabajo. Si ven desgano, apatía, desorden, eso es lo que vivirán y practicarán. En Ar-
gentina, en la segunda década del siglo XXI, aparece la tercera generación de familias
cuyos padres no trabajan y viven de subsidios; con ello se pierde la cultura del trabajo y
del esfuerzo.
La personalidad social básica se aprende por imitación osmótica en los primeros
años de vida. Ella está constituida por el conjunto de rasgos, actitudes y valores que
juntos forman un sistema de respuestas, distinto a los sistemas de respuestas de los de-
más, y que adquiere rasgos cambiantes según el medio y el tiempo.

21.- La coherencia que muestran los padres entre los mensajes que dirigen a los hijos
sobre la ocupación del ocio y la conducta que manifiesten, debe ser siempre completa.
No se puede pretender que los hijos desarrollen hábitos adecuados en la ocupación del
tiempo libre, si en la familia, lo que se aprende son hábitos inadecuados: abuso de tele-
visión, falta de hábitos de trabajo, desprecio del tiempo, de actividades productivas,
deportivas o culturales, etc. Padres egoístas generan hijos egoístas; padres irresponsa-
bles generan hijos semejantes.
Una vez más, se pone de manifiesto el importantísimo papel de la familia y de
los padres como modelos de imitación de comportamientos por parte de los hijos y, por
lo tanto, su papel preventivo.
La familia es una condición necesaria pero no suficiente en el proceso educativo.

194
No hay que olvidar que también el grupo etario ofrece al adolescente el apoyo necesario
para enfrentarse al mundo, le da una posición y un papel relativamente estable. Asi-
mismo, la cohesión al grupo se logra sobre la base de renunciar en parte a la propia in-
dividualidad, exigiendo a cada uno de sus miembros una enorme conformidad con la
cultura y las normas de dicho grupo. El grupo marca cómo hay que vestir, cómo hay
que actuar y cómo hay que pensar. Hay, por tanto, objetivos importantes para el adoles-
cente como la socialización y la necesidad de pertenencia al grupo de amigos.
Así, el tiempo libre de la adolescencia, difícilmente es un tiempo personal para
uno mismo; más bien al contrario, se trata de un tiempo libre vivido como ocio colec-
tivo y superficial, en el cual todos proyectan las mismas expectativas, muestran las
mismas adicciones, repiten las mismas actividades, y por supuesto, se aburren de forma
conjunta328.

Posibilitar esperar en el futuro, generando un proyecto tentativo de vida

22.- En el análisis funcional de la conducta de las adicciones se advierte, por lo gene-


ral,
— Una gran fuerza actual de sus hábitos antisociales, debido a las muchas experiencias
previas que han sido reforzadas, experiencia repetida y con un cierto grado de satisfac-
ción inicial.
— Precipitación de ansiedad en situaciones de interacción social, debido a que no se ve
capaz de resolverlas adecuadamente.
— Interpretación sesgada (como amenazas) de lo que dicen y hacen otras personas.
— Modelado de amigos adictos.
— Incitación de los modelos para cometer delitos y consumir drogas.
— Contextos físicos de encuentro con los amigos (bares habituales, plaza del barrio,
etcétera).
— Carencia de dinero.
— Multitud de ―definiciones‖ de conducta favorables a la adicción y al consumo de
drogas (que incitan a cometer delitos, ser violento y consumir drogas) y contrarias a los
estilos de vida prosociales.
Como consecuencia, esto suele
— Llevar a una vida «fácil», generalmente sin obligaciones.
— Obtención de dinero rápido y fácil.
— En algunos casos lleva a evitar el esfuerzo del trabajo, los horarios, las obligaciones
domésticas, etc.; o bien a reforzarlos para encontrar placer en ello.
— Buscar a veces efectos psicofarmacológicos ―graficantes‖.
— Reducción de tensión acumulada.
— Vengarse de los ―enemigos‖.
— Reforzamiento social de los amigos y colegas.
— ―Coherencia‖ con las propias ―definiciones‖ normativas sobre la conducta y sobre la
conducta de los otros: autorreforzamiento.
Los jóvenes viven, en su mayoría, en el presente cambiante, ignoran casi total-
mente el pasado y no pueden hacerse una idea del fututo.
Un sentimiento juvenil de escepticismo sobre un futuro que valga la pena ser vi-
vido, convive con energías vitales, fermentos creativos, demandas e interpelación a los
adultos. Junto con ello, la exclusión de ingentes sectores juveniles, signos de violencia
social creciente, el descreimiento colectivo en la justicia de los hombres, el adelgaza-
miento de la perspectiva solidaria y un consumismo exacerbado, como razón social he-
328
Cfr. Pasqualini, D. – Llorens, A. (Comp.). Salud y Bienestar de Adolescentes y Jóvenes. Op. Cit., p. 74.

195
gemónica condiciona la conducta adolescente. Miles y miles de adolescentes (adoles-
cencia que dura hasta los 30 a más años) contornean sus cuerpos toda la noche ante una
música frenética en un idioma que no entienden, propensos a libar todo tipo de drogas.
Pese a esta realidad, una visión demasiado negativa del presente puede llevar a
un sentimiento de temor a dejar la vida adolescente. Sin embargo, todos sabemos que no
existe una vida humana sin problemas y que las dificultades son también oportunidades
para un nuevo intento. Antes se hablaba de resistencia a la frustración, hoy se habla de
resiliencia como de la capacidad universal de todo ser humano de resistir ante condicio-
nes adversas y recuperarse, desarrollando, paulatinamente, respuestas orientadas hacia
la construcción de un ajuste psicosocial positivo al entorno, a pesar de la existencia si-
multánea de dolor y conflicto intrapsíquico.
Un enfoque completo de la resiliencia debe incluir el reconocimiento de que los
conflictos son parte del desarrollo y de que todo ser humano los atraviesa en diversos
puntos de su vida.

23.- La independencia ―de‖ las figuras paternas se va completando con una indepen-
dencia ―para‖, en la medida en que el adolescente va imaginando una situación personal
en un futuro, una ocupación laboral, una vocación o una idea acerca de su inserción en
el medio. En esta etapa es en la que se vislumbra el futuro que los jóvenes se represen-
tan y hacia el cual tienden. Esta capacidad de proponerse una meta y de diseñar caminos
para alcanzarla es uno de los pilares para el desarrollo de la resiliencia.
Evidentemente la ayuda del Estado en la posibilidad de generar un clima de edu-
cación, de salud, de capacitación y trabajo no puede faltar. La ausencia de trabajo des-
troza a las familias.
El proyecto de vida ha sido definido como la acción siempre abierta y renovada
de superar el presente y abrirse camino hacia el futuro. Es una formulación simbólica y
cognitiva. El proyecto de vida es un proceso constructivo realizado por el joven que
utiliza, oportunamente, las experiencias anteriores, sus posibilidades y las alternativas
concretas que le ofrece el ambiente en una cierta etapa.

24.- El pensar un proyecto de vida puede estar facilitado en aquellas comunidades en


las que el pasaje de la infancia a la vida adulta es más gradual y el joven encuentra un
lugar de inserción social y laboral.
El sentido de la vida no es una respuesta meramente intelectual, sino que tiene
un alto contenido social, afectivo y espiritual que nos conduce a abrirnos a la realidad
positiva que es la vida.
El descubrirle un sentido a la vida significa la posibilidad de elaborar nuestro
propio proyecto de vida.
En los estudios de prevención de las conductas de riesgo en los adolescentes, en
especial, para evitar el consumo de sustancias, se ha encontrado que aquellos adoles-
centes que tienen un proyecto de vida, tienen una mayor posibilidad de no caer en el
consumo de sustancias, que los que no han desarrollado dicho proyecto, aunque vivan
en el mismo medio social.
La capacidad de darle a la vida un sentido y propósito de futuro está relacionada
con el sentido de autonomía y de la propia eficacia, así, como con la confianza en que
uno puede tener cierto grado de control sobre el ambiente. Dentro de esta categoría,
entran varias cualidades repetidamente identificadas en la literatura como factores pro-
tectores: expectativas saludables, dirección hacia objetivos, orientación hacia la su con-
secución (éxito en lo que emprenda), motivación para los logros, fe en un futuro mejor,
y sentido de la anticipación y de la coherencia, trabajo socialmente reconocido.

196
25.- El descubrirle un sentido a la vida significa la posibilidad de elaborar nuestro
propio proyecto de vida.
En los estudios de prevención de las conductas de riesgo en los adolescentes, en
especial, para evitar el consumo de sustancias, se ha encontrado que aquellos adoles-
centes que asumen un proyecto de vida, tienen una mayor posibilidad de no caer en el
consumo de sustancias, que los que no han desarrollado dicho proyecto, aunque vivan
en el mismo medio social.
La capacidad de darle a la vida un sentido y propósito de futuro está relacionada
con el sentido de autonomía y de la propia eficacia, así, como con la confianza en que
uno puede tener cierto grado de control sobre el ambiente329.

26.- Se trata de un logro en el que media un largo proceso que requiere acompaña-
miento.
El adolescente realiza un trabajo de duelo por los padres de la infancia lo cual
implica desidealizarlos y producir modificaciones en el ideal del yo (los padres ya no
son garantes de su realización futura) y en las identificaciones, con lo cual deben ser
suplantados por otro sostén identificatorio: grupo de pares, modelos en el deporte, mú-
sica, etcétera.
El adolescente normal articula las primeras relaciones objetales, identificaciones
precoces y fantasías inconscientes con las experiencias objetales actuales determinadas
por las significaciones genitales y con las representaciones culturales que permiten in-
tercambios proyectivos e introyectivos con el mundo exterior y los nuevos objetos, lo
que conlleva un sentimiento de sí mismo modificado y aumentado, heredero de la ado-
lescencia normal. Esta tarea solo es posible si el yo mantiene posibilidades de elabora-
ción y de control con mecanismos de defensa adecuados y, si la regresión y la actividad
pulsional no suscitan una fantasmática arcaica, excesivamente angustiosa.

27.- De ocurrir tal cosa, surgen las inhibiciones, como consecuencia de la retirada de
las actitudes objetales: aparecen ciertas formas pobres de conductas, sentimientos de
vacío, irrealidad o futilidad. En muchos casos, como contra actitud de las fantasías, apa-
recen defensas rígidas (clivaje, proyección, negación omnipotente, aislamiento) que
implican una gran fragilidad narcisista. Todo este proceso muestra la característica fra-
gilidad narcisista del adolescente y los sentimientos de depresión por la pérdida de los
modelos idealizados de la infancia que les otorgaban poder y autonomía.
A lo largo del período de latencia, los padres y todo el grupo familiar cumplen
alguna función de apuntalamiento narcisista, de yo auxiliar, de continente, función que
cada vez es más difícil de mantener; de ahí la búsqueda de una persona o grupo susti-
tuto. La distancia entre algunas realizaciones de ellos, más o menos megalomaníacas, y
la percepción desengañada alimentan las diversas formas de la depresión por inferiori-
dad y las diversas formas de fracaso en los sentimientos de autonomía y de identidad.
Es decir, la visión de los padres de la infancia, de características omnipotentes y
omniscientes, cambia por la de los padres reales con sus dificultades e inhibiciones.
Esto produce sentimientos de depresión y la necesidad de buscar nuevos modelos iden-
tificatorios (amigos, figuras del deporte, ídolos de la música, de la política).
La posibilidad de confrontar con los padres es lo que posibilita la progresión de
la civilización. Es importante diferenciar distintos tipos de confrontación: las que posi-

329
Cfr. Pasqualini, D. – Llorens, A. (Comp.). Salud y Bienestar de Adolescentes y Jóvenes. Op. Cit., p. 170. Grotberg, E. La resi-
liencia en el mundo de hoy. Barcelona: Editorial Gedisa, 2006. Manciaux, M. La Resiliencia: resistir y rehacerse. Barcelona: Gedi-
sa, 2003. Mercado, L. C. Posmodernismo y Resiliencia Juvenil. Córdoba. Editorial de la Universidad Católica de Córdoba. 2007.

197
bilitan el crecimiento, las que surgen por necesidad de diferenciarse de padres muy in-
vasivos, como trasgresión a las normas y como ruptura con la realidad.
Es una función de la vida adulta poder contener y enfrentar el desafío que nos
plantean los adolescentes tanto a padres, como a docentes, profesionales de la salud y
toda institución que trabaje con ellos330.

Hacia una adolescencia saludable

28.- No siempre existió la adolescencia, como un período generalizado de vida, como


se lo vive actualmente. En la era preindustrial, los niños y jóvenes varones acompaña-
ban al padre que, con autoridad indiscutible, le indicaba lo que debían hacer. Las niñas y
jóvenes acompañaban a la madre iniciándose en las tareas propias de las mujeres y futu-
ras madres.
La era industrial requirió competencias especializadas que exigían a los jóvenes
una preparación primeramente general (de lectoescritura y cálculos) y luego laboral. En
la época actual, el período de preparación para la vida adulta y laboral implica un pro-
medio que va de los 12 años a los 17 años de escolaridad. Más luego, salir de la adoles-
cencia supone poder trabajar efectivamente y amar; y esto no depende de la sola volun-
tad individual, sino, además, de los condicionamientos sociales.
Adolescencia es un concepto moderno. Fue definida como una fase específica en
el ciclo de la vida humana a partir de la segunda mitad del siglo XIX estando ligado a
los cambios económicos, culturales, al desarrollo industrial, educacional y al papel de la
mujer, también al enfoque de género en correspondencia con la significación que es-
te grupo tiene para el proceso económico-social. Como actualmente el ingreso al ámbito
laboral exige estudios universitarios, la adolescencia (o juventud) se prolonga hasta los
veinticinco o treinta años331.

29.- La acción es una característica de la adolescencia normal; si está al servicio del


pensamiento, habrá de convertirse en experiencia no repetitiva, que hecha recuerdo,
pasa a integrar el universo de los conceptos y a enriquecer la capacidad de percepción,
evaluación y expresión del joven. La acción también aparece como protección de la
estructura mental frente a una carga excesiva.
La posibilidad de historiar provee representaciones que abonan la capacidad de
pensar y de transformar en recuerdo aquello que era acción; por lo tanto, cuando la ac-
ción se torna excesiva, como mecanismo habitual de la adolescencia, y conforma sínto-
mas que perturban o entorpecen la vida de relación o académica, es la palabra en térmi-
nos psicoterapéuticos una indicación adecuada.
En los varones, el accionar se manifiesta por la descarga motriz (trastornos de
conducta en el colegio con las autoridades, en las salidas con sus amigos, peleas calleje-
ras, alcoholización habitual, etcétera); en las mujeres, la acción suele desarrollarse en la
actividad sexual.

30.- La conducta antisocial de los adolescentes implica un crecimiento mental que se


deteriora cuando está dedicado a satisfacer deseos vengativos, sobre todo a través de la
acción (historia con situaciones de vida traumáticas).
Las conductas antisociales son fruto de una deprivación que el joven repite de
manera invertida, por sentimientos de venganza que no lograron una integración y una
elaboración.

330
Cfr. Pasqualini, D. – Llorens, A. (Comp.). Salud y Bienestar de Adolescentes y Jóvenes. Op. Cit., p. 530.
331
Yarisa Domínguez Ayllón. Adolescencia en: http://www.monografias.com/trabajos13/adosa/adosa.shtml

198
La adolescencia es vivida por estos jóvenes como una etapa de cambios caóticos
llena de miedos incontrolados, ante lo cual, se fortifica la modalidad omnipotente. Tam-
bién se utiliza la acción como respuesta a los cambios. Sus síntomas suelen ser: impul-
sividad, control y juicio deficientes, falta de previsión, afectividad superficial, ambición
de poderío, falta de respeto por los derechos ajenos.

31.- En todos los adolescentes, se puede observar la presencia transitoria de fenóme-


nos de desequilibrio en su integridad psíquica que se parecen a los descriptos en los
trastornos límites o psicóticos.
Las nuevas identificaciones producen ansiedad, angustia y dudas. Esa angustia
es constitutiva y no se manifiesta como desorganizaciones importantes del aparato psí-
quico. Sabemos de la activación de estos mecanismos desorganizadores en la adoles-
cencia, como fenómeno normal. Uno de los grandes problemas de la adolescencia son
las evoluciones psicóticas y su límite con las simples crisis de desarrollo. El pensa-
miento y las conductas psicóticas no son raras en la adolescencia como vivencias pasa-
jeras o circunstanciales; por ejemplo, las ansiedades experimentadas en un joven que
sufre temores frente a situaciones específicas (frente a impulsos sexuales) son, en oca-
siones, momentos psicóticos, lo cual no quiere decir que se trate de una estructura psi-
cótica332.

32.- Cuando un adolescente no aprende, es necesario evaluar procesos de orden cog-


nitivo y emocional; y, también, tener en cuenta el contexto en que se desarrolla su
aprendizaje.
Las características socioculturales y económicas acompañan a nuestros jóvenes
dando un sesgo diferencial a su devenir y también, a su forma de aprender. Como adul-
tos, docentes o formadores, es imprescindible que reflexionemos sobre ello para poder
potencializar sus recursos y acompañarlos en su desarrollo.
En relación con lo emocional y lo cognitivo, uno de los aspectos por considerar
está relacionado con los cambios. Desde la pubertad, comienza a llevarse a cabo una
modificación crucial en el proceso intelectual.
El niño, como sabemos, tiene desde pequeño, una actitud de espera muy intensa
hacia los adultos. Necesita ser sostenido por ellos y los constituye con el poder de en-
tender y de responder a todas sus dudas y preguntas. Son, en esta etapa, su aporte privi-
legiado y absoluto de saber.
En la pubertad y, más adelante, en la adolescencia, cambia esta manera de rela-
cionarse con el saber. Esta posición de devoción y respeto hacia los adultos, esta posi-
ción de ubicarlos como garantía de saber, se modifica dando lugar a actitudes de des-
creimiento, cinismo y rebeldía. Estos cambios relacionados con el proceso de creci-
miento posibilitarán, paulatinamente, el desprendimiento del lazo parental. Este proceso
en sí mismo es muy doloroso, pero a la vez necesario. Es un hito fundamental que le
permitirá posicionarse en el futuro como adulto y, a la vez, será de gran ayuda a la hora
de armar un proyecto de vida propio.
La transformación en la capacidad de pensar va a intervenir, en la forma en que
ese sujeto accederá a una posición autónoma, en el tipo de relaciones sociales que esta-
blecerá y estará, asimismo, presente a la hora de definir su proyecto de futuro.

33.- Los jóvenes son discutidores por definición y el discutir es una puesta en acción
de su capacidad de ejercitarse en suposiciones y argumentaciones. Tienen y, progresi-

332
Cfr. Esrubilsky, Valentina - Kunst, Gabriel. Motivos psicológicos de consulta frecuente. En Pasqualini, D. – Llorens, A. (Comp.).
Salud y Bienestar de Adolescentes y Jóvenes. Op. Cit., p. 237.

199
vamente, toman conciencia de sus propios pensamientos, reflexionan sobre ellos para
dar una justificación lógica.
El lenguaje es, en este proceso, el vehículo privilegiado y posibilitador de estos
procesos. Pasará por momentos de gran egocentrismo, logrando, con el tiempo, descen-
trarse progresivamente.
La vida social es fuente de descentración intelectual. Los adolescentes, poco a
poco, cotejando su pensamiento con el de otros, podrán tener en cuenta al mundo en su
complejidad y, también, llegarán a adquirir posibilidades de producir, las que los lleva-
rán a tener mejores competencias para insertarse en el mundo adulto.
Esa transición entre el niño y la entrada del joven a la vida social de los adultos
requiere:
- Estructura y dinámica familiar que satisface los procesos físicos y funcio-
nes de la familia.
- Políticas sociales con objetivos dirigidos a la atención de la niñez y la ado-
lescencia con acciones específicas que permiten la salud integral, el desa-
rrollo y el bienestar social.
- Desarrollo de medio ambiente saludables y seguros para ambos sexos.
- Promoción del auto-cuidado en los dos sexos en relación con la salud repro-
ductiva.
- Autoestima y sentido de pertenencia familiar y social.
- Posibilidades de elaborar proyectos de vida asequibles en congruencia con
la escala de valores sociales morales apropiados.
- Promoción de mecanismos que permitan la identificación y refuerzo de la
defensa endógenas frente a situaciones traumáticas y de estrés (resiliencia)
conociendo la capacidad de recuperación ante condiciones adversas que po-
seen los niños y adolescentes.

Si se desea alcanzar un futuro saludable se hace imprescindible el desarrollo de


los factores protectores (no hiperprotectores), empeño en el cual es fundamental el papel
de los adultos y de acciones colectivas de promoción y prevención de salud, para otor-
garle a este grupo una participación social más activa y protagónica, es decir, abrirle el
espacio como verdaderos actores sociales, creativos y productivos333.

34.- La educación formal escolarizada puede ayudar a las dificultades para organi-
zarse y monitorear la actividad cognitiva en general que deben enfrentar los adolescen-
tes. Se detectan, frecuentemente, en ellos, conflictos en la anticipación y el estableci-
miento de metas y planes, ausencia o déficit en el monitoreo de tareas, atención a as-
pectos irrelevantes de ésta, dificultad en la organización en el tiempo y en el espacio.
La ausencia de una metodología de estudio propia lleva, muchas veces, a la ne-
cesidad, durante el trabajo psicopedagógico, de revisar los diferentes pasos y modalida-
des del proceso de estudio. Suele encontrarse dificultad en los pasos de exploración y
selección del material; en la definición de lo que se debe memorizar; en el proceso de
memorización o en la forma de comunicación de la respuesta.
En cuanto a la comprensión de textos, el déficit de interacción con el material
lecto-escrito tradicional genera que esta habilidad deba ser enseñada, no debemos dar
por supuesto que esta competencia se adquiere automáticamente.
Las mediaciones que los adultos realicemos permitirán, progresivamente, apren-
der a extraer la información relevante, sintetizarla, organizarla de manera apropiada y
establecer relaciones entre contenidos.
333
Cfr. Yarisa Domínguez Ayllón. Adolescencia. Op. Cit.

200
Necesidad e insuficiencia de la escolaridad

35.- Para el joven, la escuela es el lugar fundamental de salida al mundo. A veces, las
instituciones educativas formales y el sistema escolar, requieren una alta exigencia de
esfuerzo. Sabemos que esta situación no siempre es buena para el psiquismo.
Lo lúdico/expresivo es fundamental para metabolizar todo lo que nos pasa. Si los
jóvenes están abrumados por exigencias excesivas, a veces, se rebelan o enferman.
Un buen colegio es aquél en donde cada sujeto puede desarrollarse y, no necesa-
riamente, es el mismo para todos los jóvenes. Es importante respetar intereses y modali-
dad de cada uno en la elección.
Los dos extremos deberían ser evitados en las buenas instituciones educativas: el
facilismo y el abrumar constantemente. Los jóvenes van a las instituciones educativas
para aprender con creatividad la cultura de su tiempo; y para educarse (formarse una
personalidad apta para convivir con los demás en un determinado tiempo y lugar, con
un pasado, un presente y un proyecto de futuro). Si todo es demasiado fácil o demasiado
exigente, entonces los aprendices se aburren o se desaniman. Ahí aparece, con esplen-
dor, la figura y la tarea del docente: él es un facilitador sin facilismo para adquirir la
cultura de su tiempo (primero en forma inicial y general, y luego con profesiones espe-
cializadas).

36.- Aprender formalmente es el trabajo del aprendiz en las instituciones educativas


y esto exige esfuerzo, y ocho horas de estudio y trabajo; y el esfuerzo sólo se justifica si
existe motivación; y la motivación se da si se da la atracción por el logro de una finali-
dad en la vida.
El proceso de educación tiene pues al menos dos vertientes fundamentales: 1) la
social (una familia que apoya afectivamente y nutricionalmente; y una sociedad que
prolonga esos soportes); 2) la persona individual que percibe metas posibles, o que se
las propone poniendo esfuerzo y sacrificando otras satisfacciones más inmediatas y fá-
ciles; o las asume al advertirlas en otros por el ejemplo.
Creer que la escuela enseña todo el tiempo jugando es engañar a los jóvenes y
no prepararlos para un mundo adulto que requiere paciencia, esfuerzo, trabajo, resisten-
cia a la frustraciones, reales responsabilidades; y en el que el juego se da sólo en algu-
nos momentos.
En la actualidad, observamos fenómenos diferentes en cuanto a la inserción de
los adolescentes en el sistema educativo. Cada vez es más frecuente la consulta por estar
por fuera del sistema. En un primer momento, los jóvenes en esta situación provenían
de un nivel socioeconómico bajo; en la actualidad, este fenómeno se ha extendido a los
niveles medios y altos, siendo muchas las familias que consultan porque sus hijos que-
dan fuera del sistema educativo formal, a veces, cursando su escolaridad por Internet
desde su hogar.
Otros consultan por jóvenes en riesgo de perder su escolaridad y es un gran tra-
bajo mantenerlos en el sistema. En particular se requiere mucha paciencia, ayuda y re-
cursos para educar a las personas (jóvenes o adultos) que son objeto de adicciones (no
solo de drogadicción). El adicto no se sentirá satisfecho, feliz, sino cuando ejerce su
dosis de adicción: el adicto al trabajo no se sentirá feliz si no puede pensar todo el tiem-
po en su trabajo, abandonando incluso a sus seres queridos, atrofiando su afectividad y
sociabilidad.
Uno de los grandes problemas de las instituciones, en la actualidad, se halla en
retener a los jóvenes dentro de los muros de las instituciones educativas. Las escuelas se

201
convierten en guarderías, para que los jóvenes agresivos (bulling) no caminen en las
calles drogándose o delinquiendo334. Esto indica que las escuelas son necesarias; pero
también son insuficientes a fin de preparar a la juventud para ingresar productivamente
a la sociedad contemporánea. Cuatro horas diarias de escolaridad no son suficientes,
frente a las horas restantes del día, para analizar metódicamente; para crear hábitos que
exigen esfuerzo; para elegir fundadamente; para criticar razonablemente las situaciones
de la cultura en la que se vive.
Las instituciones educativas no son la única causa de los males sociales ni las
únicas responsables de lo que sucede en una sociedad. Estas instituciones tienen su par-
te de responsabilidad en la preparación del futuro ciudadano; pero los padres, las autori-
dades civiles, políticas y culturales también tienen su parte.
No se puede esperar todo de las escuelas; pero tampoco se puede prescindir de
ellas. Y si son ineficientes solo cabe mejorarlas, pero no suprimirlas. No se nos ocurre
suprimir un hospital por su mala praxis, sino sólo castigar a los responsables y mejorar
su funcionamiento.

37.- Lo más importante es que las personas aprendan a aprender, desarrollando su


propia capacidad de deducir, relacionar, elaborar conciencia crítica, alejándose cada vez
más de la conciencia ingenua dependiente de las adicciones, por ejemplo de la nicotina
o del alcohol. Se trata de crear las condiciones necesarias para ejercer el raciocinio de
mujeres y hombres que les eviten ser solamente capaces de percibir su entorno inme-
diato y contingente; sino también de crear proyectos a largo plazo.
La estructura y contenido de la norma debe lograr cambiar a la persona acrítica
(pasiva, conformista, fatalista, individual y egoísta) por la persona crítica (consciente de
su propia habilidad creativa, de su valor intrínseco individual y de su protagonismo so-
lidario en la sociedad). Asimismo, la norma debe contribuir a formar al ciudadano capaz
de identificar y eliminar los factores de riesgo que dañan su salud: el mayor recurso que
posee para disfrutar plenamente su propia vida y bienestar somático, psíquico y social.
Los mecanismos de manipulación asociados a la adopción de tecnologías para
acondicionar conductas dependientes de sustancias psicoactivas solamente podrán ser
contrarrestados si se crea un recipiente ambiental de apoyo social, político y financiero
con bases jurídicas sólidas. Esto requiere una perspectiva completamente nueva en rela-
ción con las sustancias psicoactivas, que enfoque su manejo integral con la máxima de-
cisión política en todos los estratos sociales.

38.- Los cambios que ocurren en la vida de millones de personas en el campo de las
adicciones a sustancias psicoactivas deberían analizarse en las instituciones educativas.
Cotidianamente vivimos con las más diversas formas y expresiones de la informática,
por lo que en la mayoría de las instituciones educativas se deberían desarrollar progra-
mas que acerquen la realidad de la salud individual y colectiva a los educandos y sus
familiares.
La primera instancia para la educación formalizada son los maestros, tutores,
asesores o facilitadores del proceso educativo para plantear, describir, explicar y prede-
cir (de ser posible) el problema de las adicciones, su relación con la alfabetización cien-
tífica y tecnológica, así como su posible solución en tanto daño a la salud en nuestra
sociedad. Esa primera instancia es el mayor recurso para analizar, comprender y expre-
sar la información disponible, usando el lenguaje preciso de la comunicación. Commu-
334
―El bullying afecta a casi un 19 % de los estudiantes en todo el mundo, según revela el último informe del Programa PISA,
presentado hoy a nivel mundial. Los datos surgen de encuestas realizadas en 2015 a 540.000 chicos de 15 años en colegios de 72
países‖. Diario Clarin. El drama del acoso escolar,19/04/2017.

202
nis: poner en común algo de una persona con otra, es la misma raíz de comunidad, de
comunión; algo que se comparte, que se tiene o se vive en común. No confundir medio
de difusión con medio de comunicación. Sólo hay comunicación cuando existe un inter-
cambio de mensajes en un ciclo bidireccional y permanente, entre el emisor y el recep-
tor, actuando ambos alternadamente.
Los efectos y alcances de la información y la comunicación deben ser iniciados
para provocar y conseguir cambios en la estructura y en la situación económica, laboral,
jurídica y política de la sociedad. La información centrada únicamente en la captación
de mensajes educativos es insuficiente. Lo verdaderamente significativo es que el con-
tenido de la información almacene y distribuya los mensajes sustantivos para transfor-
mar el comportamiento a favor del mayor recurso para la vida libre y consciente y para
el bienestar individual y colectivo: la salud integral335.

39.- Es interesante poder pensar cómo la escuela aborda los cambios culturales que
se han ido operando, velozmente, en los últimos años. Estos cambios pueden dar algu-
nos indicios para poder pensar los fenómenos enunciados anteriormente.
La escuela debe dialogar con los ―nuevos‖ lenguajes. Poder descentrarse de ese
lugar exclusivo de la cultura letrada y tener en cuenta las diferentes manifestaciones
culturales del contexto: imágenes, Internet Facebook, Twitter, WhatsApp, etc.
Los actuales códigos de comunicación (chateo, mensaje de texto, Facebook, et-
cétera) son fundamentales para la evolución de los jóvenes y para la socialización: bue-
na parte de ellos relacionados con la lecto-escritura.
Es interesante ver que no siempre se incluyen dentro de la modalidad de enseñar,
recursos y estrategias que motivan a los jóvenes.

40.- Internet ha generado la posibilidad de acceso masivo a todo tipo de información


y de esta manera achica las diferencias económicas en cuanto a la posibilidad de acceso.
Autores clásicos, cuentos, información científica, todo está accesible a través de la red,
y debería incentivarse su uso y aprovecharse dentro de la escolaridad.
Sin embargo, en la primera década del Siglo XXI, algunos Ministerios de Edu-
cación prohibieron su uso en las aulas. Antes los docentes mandaban a los alumnos a las
bibliotecas para que tuviesen acceso de primera mano con los autores estudiados, o para
hallar nueva y pertinente información sobre un tema histórico o actual. Hoy las bibliote-
cas están a la mano de todos los conectados a las redes virtuales. Lamentablemente,
muchos docentes de este nivel no están aún familiarizados con lo que posibilitan las
conexiones a través de Internet.
Por otro lado, es frecuente escuchar que los jóvenes no leen y escriben como an-
tes. Es cierto: no leen y escriben como antes, pero sí leen y escriben espontáneamente,
diariamente, y, muchas veces, durante muchas horas en las redes virtuales336.
Como adultos, nos vemos sorprendidos por las nuevas generaciones y debería-
mos repensar nuestros prejuicios. Los adultos pasaron de escribir con lápices y plumas a
escribir a máquina (con la QWERTY). Todos estos nuevos soportes estimulan una nue-
va manera de interacción social e incluyen diferentes modalidades de diálogo escrito,
que varían según los diferentes interlocutores o destinatarios.

41.- De hecho, los niños actuales son más lúcidos para resolver problemas que por
ejemplo los hijos de Piaget. Si se siguen las preguntas que Piaget hacía a sus hijos, y la
335
Cfr. García del Castillo, José A.; García del Castillo-López, Álvaro; Gázquez Pertusa, Mónica; Marzo Campos, Juan Carlos. ―La
Inteligencia Emocional como estrategia de prevención de las adicciones‖ en Salud y drogas, vol. 13, núm. 2, 2013, pp. 89-97
336
Cfr. Caballero, Marta. ―Cuando el aprendizaje se transforma en una dificultad‖, en Pasqualini, D. – Llorens, A. (Comp.). Salud y
Bienestar de Adolescentes y Jóvenes. Op. Cit., p. 544.

203
edad en años, meses y días que figuran en sus libros; y realiza esas mismas preguntas a
los niños actuales, se verá un adelanto de varios años en sus respuestas.
Será necesario repensar conceptos. Sabemos ya que no hay relación negativa
entre éxito escolar y juegos o entre el uso de la computadora y el rendimiento escolar.
Por ejemplo, muchos de los juegos informáticos son entrenamiento intelectual espontá-
neo que ponen en juego operaciones lógicas, estrategias, planeamiento. Hoy, potenciali-
zan la lecto-escritura en diferentes códigos y también la lectura rápida. Estimulan otras
áreas del cerebro más relacionadas con las formas de procesamiento del hemisferio de-
recho.

42.- Mas los recursos, en sí mismos no son suficientes para educar completamente.
La educación implica un proceso lento y complejo, en interacción con el medio social.
Se requiere una visión integral e integradora de los procesos mentales y conductales
(sociales, morales) de las diversas personas337.
El aprendizaje centrado en un solo aspecto o en una sola disciplina (o en lo afec-
tivo, o sólo en lo intelectivo o volitivo; o solo en lo social o en lo individual, etc.) ge-
nera parcialidad. En el uso del sistema informático, por ejemplo, prima el pensamiento
basado en la percepción que posee una eficacia operatoria y que no requiere de la con-
ciencia. Opera en la velocidad. Hay mayor procesamiento del hemisferio derecho: mo-
dalidad holística, intuitiva, analógica, simultánea.
Es necesario aclarar que el sistema educativo apoya su enseñanza, predominan-
temente, en formas de procesamiento del hemisferio izquierdo: lingüístico y lógico. Mas
estos dos tipos de operatorias, que no se cruzan casi nada, no se transfieren entre ellas.
El sistema educativo no logra adecuar y aprovechar estos recursos de los jóve-
nes. Es necesario que el adulto intervenga para mediatizar y enseñar las operaciones
necesarias que se deben realizar sobre el monto excesivo de información disponible.

Miedo de y a los jóvenes

43.- Las culturas complejas generan tensión por estar al día, por no quedar marginado
de las crecientes tecnologías sociales.
En este contexto, los jóvenes han concitado la atención de la investigación so-
cial; se han constituido en objeto de investigación no hace mucho tiempo, aunque arras-
trando, durante largos períodos, la miope y simplificada visión de asociarlos a amenaza
social y a violencia. Esa mirada sesgada ha consistido en mirar el fenómeno ―jóvenes‖
solo desde el punto de vista de los violentos, de los delincuentes, de los rebeldes o, me-
jor, de los desviados sociales, esto es, a criminalizar la figura social de la juventud.
La estructuración de los miedos que la sociedad experimenta ante los jóvenes,
pero, particularmente, jóvenes procedentes de ámbitos populares (precisamente, el aná-
lisis estará predominantemente centrado en ellos, dada la tendencia a la criminalización
de la pobreza), reconoce su vigencia en la intervención de diferentes sectores de intere-
ses que han logrado posicionar el ser joven en el rol del enemigo interno al cual hay que
combatir.
Sin embargo, la focalización de la violencia, solo ligada a grupos juveniles, tien-
de a minimizar la dimensión histórica de fenómenos que tienen un carácter estructural.
El tratamiento de la conflictividad o de las violencias pensadas como emergencias so-

337
Ya hace algunos años he tratado más ampliamente estos temas. Véase en www.williamdaros.wordpress.com los siguientes libros:
Daros, W. El entorno social y la escuela. Rosario, Artemisa, 1997. Daros, W. La filosofía de la educación integral en el pensamien-
to de M. F. Sciacca. Rosario, CONICET-CERIDER, 1998. Daros, W. La filosofía posmoderna. ¿Buscar sentido hoy? Rosario,
CONICET-CERIDER, 1999. Daros, W. R. La construcción de los conocimientos. Con prólogo del Dr. Ricardo P. Sánchez (Méxi-
co). Rosario, UCEL, 2001.

204
ciales, muestra su profunda limitación, porque simplifica los hechos descuidando la
problematización que es necesario establecer en torno a las razones complejas, no li-
neales ni mecánicas, que han producido estos hechos sociales y políticos.

44.- La banalización de los análisis mediáticos y de otros grupos de interés refuerzan,


en la opinión pública, el apoyo de medidas represivas para terminar con la ―delincuencia
juvenil‖, considerándola como algo fáctico o natural y no como consecuencia de facto-
res generales problemáticos. En ese sentido, es necesario reflexionar, críticamente, so-
bre los modelos estereotipados que enfocan la violencia como resultado de lo anormal
de la estratificación social creada o de la desviación social, para poder, entonces, centrar
el abordaje en las raíces de la conflictividad, no solamente en las personas individuales.
En primer lugar, un modo de deconstruir ciertos estereotipos es aclarar que no se
puede hablar de juventud, sino de jóvenes con variadas formas de adscripción atravesa-
das por dimensiones de edad, corporales, género, nacionalidad, clase.
Un grosero esquema bipolar sirve para ilustrar lo mencionado: en un extremo de
la pirámide social podemos situar a jóvenes de clase alta o media alta, que son quienes
mejor exteriorizan las profundas transformaciones de un orden globalizado. Jóvenes que
viven imaginarios mundializados, una memoria internacional popular, un archivo de
datos comunes entre sectores sociales planetarizados, en el contexto de la sociedad de
consumo. Esa memoria es sostenida por una información compartida, y por un conjunto
de referencias culturales que traspasan las fronteras, que aproximan a los jóvenes más
allá del territorio donde se encuentran: zapatillas Nike, rock, ídolos deportivos o de la
música pop, afiches de artistas, modelizan las identidades y los imaginarios, hacen que
un joven urbano de las clases más favorecidas, probablemente, tenga más afinidades con
un joven europeo de la misma extracción social que con un compatriota que viva en una
zona rural.

45.- En el otro extremo de la escala social, están los jóvenes de las clases más desfa-
vorecidas, aquellos ―cazadores y recolectores urbanos‖ (cartoneros, vidrieros, etc.), pues
han desarrollado las destrezas de vivir en y de los márgenes de la sociedad, aquellos que
no pueden planificar su destino, pues la vulnerabilidad y la inestabilidad son las marcas
de su existencia y, la caza de oportunidades en los intersticios de las instituciones socia-
les, las únicas oportunidades de sobrevivencia.
El imaginario de la violencia urbana juvenil está firmemente adosado a dichos
sectores338. Asimismo, ni la llamada moratoria social ni la moratoria vital son similares
entre los sectores sociales mencionados. La moratoria social, esa especie de período de
latencia que demora el ingreso del joven a las responsabilidades socialmente estableci-
das como pertenecientes al mundo adulto (período, por ejemplo, destinado a estudiar, a
perfeccionarse), necesita un marco de contención familiar, económica y cultural de los
que no disponen los sectores populares. Por otra parte, la llamada moratoria vital, que es
como un excedente de tiempo, un crédito del que disponen los jóvenes y que se puede
gastar (de allí la vivencia de inmortalidad que caracteriza la condición juvenil), la per-
cepción del mundo como algo novedoso y la sensación de lejanía con la muerte, tam-
bién tiene un clivaje de clase. Esta experiencia es totalmente diferente entre un joven de
clase media y un joven de sectores excluidos, cuya cotidianidad limita con los peligros
de la droga, el HIV o la violencia policial, es decir, jóvenes cuya moratoria vital tiene
las limitaciones de un presente asfixiante que ahoga las posibilidades de imaginar un

338
Cfr. Margulis, M. La juventud es más que una palabra. Buenos Aires, Editorial Biblós, 2016. Míguez, D. Los pibes chorros.
Estigma y marginación. Buenos Aires, Editorial Capital Intelectual, 2014. Reguillo Cruz, R. Emergencia de culturas juveniles.
Estrategias del desencanto. Buenos Aires, Norma Editorial, 2016.

205
futuro339.

46.- En segundo lugar, es preciso señalar que una modalidad común para explicar la
conducta violenta juvenil es ligarla a la desarticulación familiar. Habitualmente, se des-
taca que las conductas violentas o rebeldes se deben a un ambiente familiar disfuncional
o caracterizado por una violencia interior. Sin embargo, se soslaya que la crisis de la
familia puede considerarse, antes que como la causa, como uno de los efectos de la mo-
dernidad, ya sea que se piense, por ejemplo, en la redefinición de los tradicionales roles
de género o en las profundas modificaciones que padece la metáfora paterna hoy en día
como elemento vertebrador del orden simbólico de la ley.
En relación con lo mencionado, no se puede dejar de destacar que el desempleo
alteró los roles clásicos dentro de la estructura familiar. La figura del macho proveedor
se modificó como consecuencia de los procesos de precarización e informalidad laboral,
lo cual, en el contexto de familias que adherían al modelo cultural, de fuerte compo-
nente patriarcal, produjo frecuentes crisis en las estructuras familiares.
Otra variante explicativa es el discurso frecuente que atribuye la conflictividad
juvenil a la pérdida de valores tradicionales o a su deterioro (discurso que, habitualmen-
te, se emplea para explicar ciertas conductas disruptivas en sectores medios o altos). Al
respecto, a la sociedad le preocupa el desajuste de los jóvenes con las instituciones edu-
cativas y familiares, lo cual se resume en la obsesión de que estaríamos ante una gene-
ración sin valores, una preocupación de signo moralista incapaz de comprender las
transformaciones que los valores están atravesando: por qué hay valores que se pierden
y cuáles son los que se ganan, los que se han gastado y los que se recrean. Porque en
todo caso, donde se están acabando los valores no es entre los jóvenes: ellos están ha-
ciendo visible lo que desde hace tiempo se ha venido pudriendo en la familia, en la es-
cuela y en la política. De tal manera, que identificar a la juventud con la ausencia de
valores puede ser otro gesto más de hipocresía de la sociedad.
Pero uno de los estereotipos más frecuentemente utilizados para la comprensión
del fenómeno que abordamos es lo que puede llamarse la criminalización de la pobreza.
A pesar de la larga tradición de estudios sociológicos existentes, es posible decir que la
complejidad de la relación entre pobreza, desempleo, desigualdad y violencia no per-
mite llegar a conclusiones definitivas.

De la preparación del ciudadano a la defensa del consumidor

47- En el surgimiento de la Modernidad, el proceso de educación institucionalizado


tenía por finalidad preparar al ciudadano: que supiera leer y escribir, elegir a las autori-
dades, conocer un oficio o profesión.
Mas las sociedades como las ciudades están constantemente, destruyendo lo vie-
jo para construir sobre ello lo nuevo. Vivimos en un mundo en constante transformación
y donde muchas de nuestras viejas certezas se han esfumado. Tiempos de notables mu-
taciones en todos los planos, cambios económicos, sociales, políticos, culturales que
obligan al desafío de intentar nuevas definiciones y abordajes frente a nudos problemá-
ticos que desnudan la incapacidad de los viejos saberes para ofrecer cierto grado de in-
teligibilidad sobre un mundo en cambio.

48. Un primer esfuerzo de comprensión sobre la realidad que nos toca vivir consiste
en escribir de qué sociedad hablamos cuando nos referimos a la sociedad actual.

339
Cfr. Pasqualini, D. – Llorens, A. (Comp.). Salud y Bienestar de Adolescentes y Jóvenes. Op. Cit., Cap. 50. Valiente. Enrique. La
violencia en nuestra sociedad: Violencia juvenil y jóvenes víctimas de violencia. Pág. 597.

206
Dos tipos sociedades confluyen y se superponen de manera diferente y compleja,
según qué sociedad analizamos: uno de ellos es lo que podría llamarse la sociedad in-
dustrial del Estado nacional, y el otro, la sociedad postindustrial globalizada.
De manera muy esquemática, el primer modelo societal ha sido dominante en
Occidente en los dos últimos siglos340. Su rasgo principal es la correspondencia en un
mismo territorio de la organización de la producción y el trabajo, es decir, la economía,
y de una determinada organización del Estado, la política. En torno a dicha correspon-
dencia, se constituyen los actores sociales principales, como las clases sociales (trabaja-
dores, obreros, burguesía), los partidos políticos, sindicatos, etcétera. En este modelo
societal, hay un centro de toma de decisiones (sociedad-polis) y la relación entre el Es-
tado y la sociedad es la política.
Uno de los rasgos principales, distintivo de la sociedad de Estado nacional, es
que se trata de una sociedad de instituciones. Y, por lo tanto, existe la correspondencia
en un espacio territorial de ciertos principios constitutivos y ciertas instituciones: si uno
se refiere al principio de ciudadanía, dice votos, partidos políticos, parlamento. Si uno
dice educación, habla de determinadas instituciones culturales (escuelas, colegios, li-
ceos), donde se prepara para el trabajo y la ciudadanía. Precisamente, el ciudadano «es
el sujeto instituido por las prácticas propias de los Estados nacionales: escolares, electo-
rales, de comunicación. El ciudadano, entonces, se establece como el soporte subjetivo
de los Estados nacionales.

49.- El otro modelo de sociedad está caracterizado (siempre teniendo en cuenta que
se habla de modelos de referencia) en que la organización se hace en torno al consumo
y a la comunicación, lo social y lo cultural, a diferencia de la sociedad de Estado nacio-
nal cuya organización giraba en torno a la economía y a la política.
Los actores principales de este tipo de sociedad son los públicos o audiencias,
los poderes fácticos (desde las corporaciones trasnacionales a la mafia internacional,
etcétera) y las redes reales o virtuales, muchas de ellas desterritorializadas, es decir,
cuyos alcances traspasan los límites de las naciones. Las instituciones paradigmáticas de
la sociedad de Estado nacional han perdido legitimidad social o no pueden adecuarse a
los nuevos tiempos (escuela, familia, fábrica, etcétera).
Lo que ahora domina son las pantallas (desde el cine, a la Tv, a los tablets, al
selfie, etc.). La preparación es para ser consumidor.
En este segundo tipo de sociedad, ya no hay correspondencia entre determinados
principios y ciertas instituciones. Por ejemplo, la familia deja de ser el único lugar don-
de se expresa y referencia el amor o la reproducción.
La educación formal deja de ser la única modalidad de transmisión de la heren-
cia cultural o donde se forma la gente para el trabajo y la ciudadanía. Se está dando una
profunda reorganización en los modelos de socialización: ni los padres constituyen el
patrón eje de las conductas, ni la escuela es el único lugar legitimado del saber, ni el
libro es el centro que articula la cultura. Entonces, para decirlo de forma condensada: la
debilidad hoy de la figura del Estado Nación y de las instituciones que la caracterizaron,
han originado profundas transformaciones en la relación del Estado con la sociedad, en
el tipo de lazo social dominante y en las formas de subjetivación que son producto de
las condiciones sociales y culturales contemporáneas.

50.- El Estado actual no se define ya como nacional (modelo hegemónico durante

340
Cfr. Garretón, M. A. La sociedad en que vivi (re) mos. Santiago de Chile: Lom Ediciones, 2012. Duschatzky, S. y Corea, C..
Chicos en banda. Los caminos de la subjetividad en el declive de las instituciones. Buenos Aires: Paidós, 2012.

207
ciento cincuenta años), sino como tecno-burocrático. Si la nación es la coexistencia de
una identidad cultural en el marco del desarrollo del capitalismo dentro de cierto territo-
rio, en el contexto actual, cuando el mercado atraviesa las fronteras nacionales y los
bloques supranacionales instituyen, progresivamente, un nuevo orden internacional, el
Estado Nación es un obstáculo para la reproducción ampliada del capital.
La hegemonía del Estado es sustituida, paulatinamente, por el dominio del mer-
cado; y, por lo tanto, en la actualidad, el ciudadano empieza a difuminarse como soporte
subjetivo del Estado: la eficacia de un Estado tecno-burocrático o tecno-administrativo
se apoya en la consolidación de otra figura subjetiva, la figura del consumidor.
La figura del ciudadano fue forjada en el marco de lo que Foucault llamó socie-
dades disciplinarias, sociedades de normalización. Allí las instituciones panópticas (ins-
tituciones de vigilancia, control y corrección: fábrica, escuela, hospitales, cárcel, entre
otras) forjaron conductas ceñidas a la norma (con la finalidad de la incorporación del
individuo al modo de producción vigente, esto es, el capitalismo) y establecieron la san-
ción para los que observaban conductas anómicas (ya sea un escolar, un obrero o un
paciente).

51.- Ahora bien, a diferencia del Estado, el mercado ya no puede (ni debe, no le co-
rresponde) imponer un orden simbólico articulador, es decir, un orden normativo que
involucre a todos. La figura del consumidor no se construye detrás de la norma, pues si
algo se necesita para instituir dicha figura es la libertad de elección, la capacidad de
poder decidir, la voluntad de dejarse seducir por las más variadas oportunidades del
mercado. Las conductas monótonas, repetitivas, disciplinadas (el orden pedagógico o el
orden fabril), que cimentaron la fuerza de trabajo del capitalismo de producción (en el
contexto de la llamada sociedad del trabajo y en el marco de la organización de los Es-
tados nacionales, o sea en términos cronológicos, siglo XIX y gran parte del Siglo XX),
son altamente disfuncionales para la sociedad de consumo.
Para el mercado, solo existen los derechos del consumidor, la ley (como orden
normativo) y los Otros (el semejante) pierden significación, pues en el consumo hay
relación con objetos no con otros sujetos.

52.- En ese contexto, hay también una notable transformación de lo que fuera el con-
trato o pacto social dominante.
Si actualmente el lazo social es la ficción eficaz de discurso que hace que los in-
dividuos constituyan una sociedad, esta situación se ha resquebrajado. La violencia tal
como aparece en el discurso mediático parece ser una guerra de todos contra todos, una
violencia que no puede ser categorizada en términos tradicionales (por ejemplo, no es
una resistencia política), pareciera que a estas formas de violencia les falta algo que
estuvo presente en otros contextos históricos.
Desde un punto de vista tradicional, pareciera que la violencia actual, dentro de
la que se inscribe la violencia juvenil, carece de estatuto, no hay proclamas ni consignas
claras, no hay justificación ostensible ni sentido discursivo. Pareciera que hoy la violen-
cia aparece como sin más sentido que la ley del más fuerte.
La violencia, entonces, adquiere otro estatuto: es la voz de los que ya no tienen
voz, es una forma de discurso que dice lo que ya no puede ser dicho de otro modo.
La violencia es una nueva forma de relación que asoma en una época donde se
han deslegitimado los discursos de autoridad y las instituciones educativa y familiar que
forjaron las conductas en tiempos modernos. Y en un contexto donde los derechos de
ciudadanía fueron reemplazados por la violencia del mercado. Violencia en el sentido
del espejismo de un orden que convoca el deseo de todos, pero que se encarga de de-

208
mostrar por las vías más crueles y directas que el mercado no es para todos (no es un
orden inclusivo), que la igualdad de oportunidades es una ficción que día a día pierde
vigencia, que llegan unos pocos, que como nunca hay pocos ganadores y muchos per-
dedores341.

Del interés por el contrato social al interés por el cóctel de la grupalidad tribal o
manada

53.- La responsabilidad se deposita ahora despreocupadamente en el grupo sin la


intermediación de adultos o instituciones formales (formándose bandas, las barras de la
esquina, tribus, manada).
Mientras la sociedad moderna extendió a límites insospechados los valores del
individualismo y del éxito del individuo, favoreció el aislamiento progresivo del mismo
individuo. Este individualismo aislante -en el contexto de relaciones sociales enmarca-
das en la sociedad de mercado, cuando el lazo social se ha debilitado profundamente,
con instituciones tradicionales que se han desdibujado como marco de referencia y auto-
ridad- ha posibilitado la incertidumbre, la angustia, el vacío de sentido que son las cla-
ves constitutivas de la tribalización de las culturas juveniles.
En correspondencia con lo señalado, R. Castel342 distingue entre un individua-
lismo positivo y uno negativo. El primero se refiere a la creciente autonomía del sujeto
en las sociedades modernas. El segundo es el individualismo coercitivo, aquel que su-
fren los sectores más vulnerables, obligados a bastarse a sí mismos en un marco de des-
protección material y simbólica.

54.- La influencia del grupo de pares en la expresión de diversas formas de violencia


reconoce una larga tradición en la sociología del delito. El lugar del grupo de pares co-
mo orientadores de novedosas formas de violencia juvenil se conforma por tres diná-
micas que se refuerzan: 1) el déficit de los marcos integradores que proponían la es-
cuela, familia y comunidad local; 2) frente a esto adquieren más relevancia la influencia
de los grupos de pares como orientadores de la acción; 3) creciente segregación inter- e
intra-clase.
La fraternidad entre pares asoma como la salida cuando no hay otros marcos de
referencia y, entonces, se afirman nuevas formas de sociabilidad juvenil en las que la
violencia juega un papel importante como condición cotidiana, como nueva forma de
socialización, como forma de ―estar‖ en el mundo y de tener algún grado de visibilidad.
Las demandas de consumo de jóvenes de sectores populares son similares a las
de las clases superiores. La jaula de hierro del deseo es una prisión que asfixia a todos
por igual, nadie queda a la intemperie. Los medios masivos de comunicación han uni-
versalizado el espejismo de un mundo de maravillas, pero como todo espejismo es lógi-
camente inaccesible (sobre todo para las mayorías). Se puede hablar, entonces, de una
notable desproporción entre consumo simbólico (una red que se despliega sobre todos)
y consumo material (para unos pocos).

55.- Muchas formas de violencia (por ejemplo, delitos contra la propiedad) muestran
en jóvenes de sectores populares una falta de planificación, inmediatismo, acciones no
guiadas por un cálculo costo-beneficios.
La calle es el escenario principal de este tipo de violencia y, en ella, se ponen en

341
Reguillo Cruz, R. Emergencia de culturas juveniles. Estrategias del desencanto. Buenos Aires, Norma Editorial, 2016. Saintout,
F. Jóvenes: el futuro llegó hace rato. La Plata, Facultad de Periodismo y Comunicación, Universidad Nacional de La Plata, 2006.
342
Cfr. Castel, R. Les metamorphoses de la question sociale. Une chronique du salariat. Paris, Fayard, 2014.

209
práctica ciertas lógicas de acción: la de la necesidad, del ventajeo y del aguante. En es-
tos casos, si bien el ventajeo y el aguante son modalidades para satisfacer el consumo
adolescente, implican, probablemente, búsquedas vinculadas a la conquista de un lugar
en el grupo y de un sistema referencial que organice de algún modo el caos de la expe-
riencia: adónde pertenezco, en qué sistema de valoraciones me incluyo, cuáles son las
ventajas de pertenecer al grupo. En ese sentido, el robo, el ventajeo son el suelo de so-
cialización de niños y jóvenes asentados sobre la grupalidad, cuando en la matriz socie-
tal otras ofertas asociativas desaparecieron.
Niños y jóvenes de sectores populares, que viven en condiciones de marginali-
dad, construyen su subjetividad en situación y, particularmente, en situaciones donde la
violencia es un modo de socialización y donde el semejante ya no cuenta.
Lejos de las oportunidades socialmente autorizadas de la competitividad, propias
de la Modernidad; y excluidos de las estrategias exitosas que promete la globalización,
estos jóvenes tribales se refugian en las fuentes alternativas de autoestima que encuen-
tran a su disposición: el riesgo no organizado, la inseguridad.
Actualmente la inseguridad requiere extender sus límites más allá de lo fijado en
términos mediáticos o de los sistemas represivos, para considerar la inseguridad ali-
mentaria, laboral, en salud, habitacional.
Miles de jóvenes, hoy, son ya las primeras generaciones descendientes de padres
que no tuvieron acceso a la educación formal ni a un empleo estable, razón por la cual
no hay memoria acumulada de pertenencia a ningún circuito de institucionalidad for-
mal. El descrédito de las instituciones y los actores tradicionales, la fuerza incontenible
de los procesos globalizadores, la inmigración de países limítrofes y las migraciones
internas, el narcotráfico y el crimen organizado, la corrupción generalizada, el delito de
guantes blancos (el gran delito, la violencia estructural y la impunidad), constituyen el
entramado sobre cuyo trasfondo los jóvenes intentan conformarse como actores socia-
les. A ello, hay que agregarle el vacío de lo colectivo y la hegemonía del mercado como
la malla que entreteje la expropiación de la condición de ciudadanía a millones de niños
y jóvenes343.

Instituciones educativas en el contexto social: ser y presentar modelos superadores

56.- La tenacidad disciplinaria inscripta en aquellos reglamentos escolares -cuyo de-


tallismo hoy puede resultarnos un tanto descabellado-, en tiempos no tan distantes, eran
internalizados en las profundidades del alma y se respetaban por considerarse ―lo co-
rrecto‖. Sus dictámenes se cumplían de manera cotidiana, porque se creía firmemente
que así debía ser, sin mayores rebeldías ni impertinencias, no solo porque se estaba bajo
estricta vigilancia y su incumplimiento desembocaría en castigos más o menos penosos,
sino porque era así como la máquina funcionaba, y así debía ser. De ahí el poderoso
efecto moralizador de las amonestaciones, suspensiones y todo el conjunto de sanciones
constantes en los códigos y estatutos, y de ahí también su eficacia funcional.
Pero el mundo ha cambiado mucho desde la época en que esa institución fue
idealizada por su utilidad para perpetrar las metas políticas, económicas y sociocultura-
les que se suponía nos guiarían rumbo al desarrollo de la humanidad. Ahora, en cambio,
al despuntar el globalizado y multicultural siglo XXI, son otros los valores reverencia-
dos entre nosotros, tanto dentro como fuera de los muros escolares. Y, por ende, no
puede sorprendernos que el edificio entero amenace con desplomarse344.

343
Cfr. Pasqualini, D. – Llorens, A. (Comp.). Salud y Bienestar de Adolescentes y Jóvenes. Op. Cit., p. 605.
344
Cfr. Sibilia, Paula, ―La escuela en un mundo hiperconectado: ¿redes en vez de muros?‖, Revista Educación y Pedagogía, Mede-
llín, Universidad de Antioquia, Facultad de Educación, vol. 24, núm. 62, enero-abril, 2012, p. 141.

210
Del contexto cerrado de las instituciones educativas (familias, escuelas, univer-
sidades, etc.) se vuelve hoy, por un lado, imprescindible resistirse a la invasión de exi-
gencias externas invasoras, so pena de perder el sentido de su propia existencia; pero se
requiere, sin embargo, mantener la comunicación con el contexto y atender, incluso,
otras demandas de la sociedad que no sean las tradicionales (en especial, la de preparar
a nuestros jóvenes para estudios posteriores o para el trabajo y para una vida serena),
pues la sociedad hoy no encuentra respuesta a muchas de sus necesidades en otras ins-
tituciones y viene a plantearlas a la escuela y canalizarlas por medio de ella. Esto mismo
pasa, también, en los hospitales.
De este modo, al trabajo estrictamente pedagógico (enseñar a aprender) se le
suma el trabajo asistencial; y, para vehiculizar esas demandas, la escuela no puede estar
cerrada sobre sí misma, sino que debe trabajar en red con otras instituciones, entre ellas:
el hospital de su zona de residencia; el Centro de Gestión y Participación (CGP); la De-
fensoría del Pueblo; la Defensoría de Niños, Niñas y Adolescentes; el Centro Nacional
de Reeducación Social (CENARESO); el centro de salud mental de su zona; las ONG;
etcétera.
También es diferente la educación en la escuela: antes se la podía ―administrar‖,
hoy, hay que proponer una conducción eficaz que apunte al mejoramiento de la calidad
del servicio que brinda345.

57.- Tanto en educación como en salud, se debe hablar de la calidad del servicio que
se brinda, pero nunca lo podemos medir solo por los resultados finales, porque en am-
bas áreas contamos con la voluntad del sujeto, y tanto el sujeto que aprende como el
sujeto que padece pueden no tener voluntad de aprender o de curarse; y, por mucho que
hagamos los agentes de la educación o de la salud, si el sujeto no nos acompaña, el re-
sultado no va a ser el deseado. Y, muchas veces, tampoco nos acompaña la familia y el
contexto social.
Las escuelas fueron pensadas para satisfacer las necesidades sociales de la Mo-
dernidad y hoy en la Posmodernidad, tenemos nuevas exigencias, deseos, metas.
Esto no significa que no se pueda evaluar la calidad346, pero deberemos redefinir
este concepto para el ámbito específico de aplicación y encontrar los métodos evaluati-
vos apropiados para el proceso educativo, para su seguimiento, control, modificación y
revisión.
La educación como valor se ha depreciado porque la crisis ha demostrado que no
siempre es motor de la movilidad social, y la cultura light de la posmodernidad ha plan-
teado contravalores facilistas y exitistas que no se condicen con los valores modernos.
En esa encrucijada, se encuentra la escuela, requerida y demandada, pero, a la
vez, desvalorizada por el discurso oficial que apunta, muchas veces, a que los chicos no
aprenden porque los docentes no enseñan o no están capacitados. Pero no se dice la ver-
dad, no se dice que el chico no aprende porque vive situaciones de violencia social co-
mo el desempleo o la subocupación de sus padres; porque ha perdido calidad de vida;
porque es sometido a situaciones de violencia familiar; manipulado por los medios de
comunicación; encandilado por la cultura de la imagen o conectado a la cultura virtual
que le entrega todo servido y no le impone el esfuerzo y la disciplina intelectual como
medios de superación de las propias limitaciones; o está sumergido en el consumo de
alcohol y drogas como medio de escape de la propia realidad y con el engaño de lograr,
así, una liberación que se convierte en una de las peores esclavitudes actuales. No se
345
Ídem, p. 612. Cfr. Popham, W. James. Evaluación trans-formativa. El poder transformador de la evaluación formativa. Madrid,
Narcea, 2013. Blase, Joseph y Kirby, Peggy C. Estrategias para una dirección escolar eficaz. Cómo motivar, inspirar y liderar.
Madrid, Narcea, 2016.
346
Cfr. Daros, W. R. Calidad académica, disponible en: www.williamdaros.wordpress.com

211
dice que, muchas veces, ese chico no aprende porque no estudia y no estudia porque le
han desdibujado el futuro y... ―¿para qué va a estudiar? si total da igual, nada va a cam-
biar‖.
En ese contexto, la escuela tiene que remar contra la corriente, tiene que apelar a
la creatividad, la innovación y a la solidaridad como caminos para poder rescatar al ado-
lescente de la calle, de la desesperanza y de la depresión del consumismo que, muchas
veces, está encubierta y que lleva al sujeto a recurrir a la violencia como defensa347.

58.- Puede entenderse por ―situaciones de violencia‖ a aquellas situaciones en las que
un individuo o grupo actúa respecto de otro, individuo o grupo, utilizando el poder que
detenta, con el fin de vencer o alienar su voluntad, borrar la legalidad propia en que se
funda la autonomía del otro.
En algunos casos, resulta difícil negar que estemos en medio de una situación
que expresa la violencia. Pero, otras veces, es más difícil advertirlo porque sus gestores
tienen, también, en su poder los medios para disfrazarla con racionalizaciones y lograr,
así, que sus destinatarios la naturalicen y justifiquen.
Pero más allá del modo como aparezca la violencia, su génesis es siempre com-
pleja y confusa y, ese aspecto, debe ser tenido en cuenta para lograr entenderla, para
poder prevenir situaciones violentas y no tener que actuar en estado de emergencia, pues
no estamos siempre en condiciones de obtener éxito.
La escuela (y en concreto, los docentes) tiene la obligación ética de anticiparse
y, por ende, prevenir; y prevenir, en el ámbito escolar, es desarrollar las prácticas que
tiendan a un mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad educativa y de los
objetivos institucionales.
Las instituciones educativas deben contar con un sistema normativo claro, pre-
ciso y conocido por toda la comunidad educativa. Esas normas deben ser consideradas
justas, apropiadas y aplicables, y estar en relación estrecha con la convivencia y con la
tarea. Deben estar basadas en el respeto de los valores que, consensuadamente, padres,
alumnos y docentes estemos dispuestos a defender por considerarlos necesarios para la
vida. Mas, para ser realistas, se requiere, como política de Estado, la preparación exi-
gente de los docentes, una exigente selección académica y humana de los mismos, y una
alta remuneración económica por su tarea. Existe una fragante contradicción entre las
alabanzas teóricas y retóricas hacia los docentes y su pobre reconocimiento de hecho.

59.- La violencia tiene sentido y lugar en ámbitos en donde los integrantes no tienen
interés en convivir con los demás.
En buena parte, las instituciones educativas se han vuelto masivas. El anoni-
mato, o sea, la falta de conocimiento por parte de alumnos y docentes, tanto del nombre
y apellido de un alumno, como de sus características personales es frecuente.
O bien, el alumno es rotulado: el rótulo funciona como un documento de identi-
dad y puede ser producto, incluso, de pertenecer a una familia ya conocida por la insti-
tución e impide que se pueda descubrir a la persona que está detrás de él.
Otros factores de violencia se anidan en la profecía autocumplida: si los docen-
tes tienen la certeza de que no se puede esperar nada de los alumnos, nunca lograrán
nada y los condenarán al fracaso logrando solo aquello que predijeron.

347
Gerpe, Adriana Beatriz. ―Los adolescentes como blanco de la violencia social e institucional: la violencia escolar‖ en Pasqualini,
D. – Llorens, A. (Comp.). Salud y Bienestar de Adolescentes y Jóvenes. Op. Cit., pp. 612-13. Cfr. David T. Hansen. El profesor
cosmopolita en un mundo global. Buscando el equilibrio entre la apertura lo nuevo y la lealtad a lo conocido. Narcea, Madrid,
2014. Patrucci, Armando. Escrituras últimas. Ideología de la muerte y estrategias de lo escrito en el mundo occidental. Ciudad de
Buenos Aires, Ediciones Ampersand, 2014. Onetto, Fernando. La escuela tiene sentido. Convivir con extraños: la socialización en
la cultura del disenso. Bs. As., Noveduc, 2013.

212
La arbitrariedad e impunidad en el trato cuotidiano suele ser expresión de la ca-
rencia de normas claras, su falta de explicitación, las arbitrariedades respecto de su
cumplimiento y el no cumplimiento de las sanciones previstas, favorece la aparición de
hechos de violencia.
También el pasar por alto las dificultades que pueden aparecer en el sector do-
cente para trabajar en equipo puede originar tensión entre directivos y docentes y entre
docentes provocar desgaste; se pierden de vista los objetivos institucionales y se los
reemplaza por los personales y la institución se ve, así, debilitada para enfrentar, cohe-
rentemente, las dificultades, y esto va en desmedro del logro de los objetivos pedagógi-
cos.

60.- Las instituciones educativas deben prever las dificultades para producir los cam-
bios necesarios para resolver las crisis.
La simetría en las relaciones alumno-docente, esto es, las situaciones en las que
no se establece una clara diferencia de roles y funciones de unos y otros lleva a generar
confusión. Cuando no hay uno que enseña y otro que aprende, o no hay un adulto que
guíe y que contenga, se está favoreciendo la creación de un clima de confusión y de no
reconocimiento de la autoridad. La familiaridad en el trato entre alumnos y docentes no
es una excusa para faltas de respeto y nivelación del docente. Expresiones como ―Che
seño‖, ―¿Qué te pasa hoy‖ son indicadoras de la nivelación arbitraria de los alumnos y
el desconocimiento del lugar que cada uno ocupa.
El bajo nivel de implicancia del personal docente y no docente conduce a permi-
tir la generación de conductas no formadoras del sentido de la responsabilidad.

61.- La aceptación naturalizada del mal trato hace surgir un niño o un docente que es
hostigado y son personas en riesgo grave. Un niño o un docente que son hostigadores
son también personas en riesgo grave. Una sociedad que acepta, en silencio, una rela-
ción hostigador-hostigado es una sociedad en riesgo muy grave.
Sospecha de la existencia de drogas en la escuela y no hacer nada en consecuen-
cia por desconocimiento, temor o por falta de compromiso, generará situaciones socia-
les futuras de riesgo social. Esto provoca un clima de descreimiento hacia quienes ejer-
cen la autoridad en la escuela; un clima de impunidad y de confusión348. Todo ello con-
ducirá a crear un clima light a corto plazo; pero irresponsable en mediano y largo plazo.
Las instituciones educativas se convierten en otras de las tantas instituciones modernas
en las cuales ya no parece que se pueda confiar.
No obstante, un mal hospital o una mala escuela no se arreglan suprimiéndolos,
sino mejorándolo en sus funciones, adecuándolo a los fines que se desean alcanzar de
acuerdo al proyecto de vida social que tienen las sociedades para subsistir y, en lo posi-
ble, para mejorar la condición de sus miembros.

62.- Los docentes, sin ser perfectos, deberían dar el ejemplo de cómo es una buena
vida. Esa forma de vida, esforzada, altruista, constante, en la que la serenidad se une a la
constancia y a una alegría por el deber cumplido tras una meta, se puede fácilmente
convertir en un modelo para numerosos alumnos.
Las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran. El ejemplo afecta no solo a la
inteligencia, sino también a la afectividad y a la efectividad de lo posible y realizable.
En numerosas familias no se dan ejemplos que muevan a valores superiores a la medio-
cridad reinantes. Repitámoslo: sólo las grandes personas posibilitan el surgimiento de

Gerpe, Adriana Beatriz. ―Los adolescentes como blanco de la violencia social e institucional: la violencia escolar‖ Op. Cit., p.
348

615.

213
grandes personas.
Si las identidades modernas eran territoriales y monolingüísticas, las identidades
posmodernas son preferentemente transterritoriales y multilingüísticas. En consecuen-
cia, la identidad como acto de apropiación simbólica, abandona el domino territorial
para situarse en una dimensión más amplia; pero las propuestas del consumo universali-
zado también expande las pretensiones de dominación.
En este marco, los medios de comunicación audiovisual son las nuevas megaes-
trellas, en matrimonio con la publicidad, el estímulo al consumo, a las marcas, a los
emblemas. Pensemos en las horas de pantallas que consumen los niños y los adoles-
centes y advertiremos que ésta se ha convertido en una principal fuente de experiencias
e información para organizar su mundo.

63.- No puede faltar en el análisis de época, la clave posmoderna, expresada en la


caída de los grandes ideales, lamentablemente convertidos en grandes relatos embauca-
dores, que organizaban la racionalidad histórica moderna alrededor
de proyectos políticos generacionales que eran marcas de época y aportaban una visión
de totalidad dadora de sentido a cada experiencia particular. Hoy, en todo caso, el único
gran relato que permanece parece ser el del mercado -y si es global mejor- y este hecho
alienta una gran insuficiencia, ya que, entre otras cosas, en el mercado no están todos, y,
entre los que están, suele haber una fuerte desigualdad. Si somos iguales en tanto ciuda-
danos -un hombre, un voto-, no lo somos en tanto consumidores.
Este modelo orienta hacia la instrumentalización de la vida, hacia un mundo de
valores definido por la "utilidad" y "practicidad" de los bienes, ya sean materiales o sim-
bólicos, culturales. Así, los "bienes culturales" pasan por un tamiz ideológico -
la ideología mercadista- que los convierte en "bienes de mercado", generándose una
"industria cultural" que pierde autonomía respecto al orden de la producción o, en el
mejor de los casos, se reconstruye bajo otro concepto. En este sentido, el
"paradigma eficientista", pasa a ser el valor dominante por el que se miden todas las
cosas.
Así, finalmente, las personas terminan pudiéndose clasificar en dos categorías
básicas: los ganadores, los que existen, y los perdedores, los que "no existen", los invi-
sibilizados, los que no tienen derechos como los otros asumen que no tienen deberes349.

Concluyendo

64.- En resumen, los desafíos para los docentes y educadores, en la actualidad, y en-
vista de la preparación del futuro, son:
- Ayudar a al surgimiento de familias o grupos parentales estables, con proyectos de
vida a largo plazo. La deprivación material y simbólica hacen que la crueldad sea natu-
ralizada y considerada como un matiz más de la realidad en dichos grupos carenciados.
- Ayudar a los jóvenes a posicionarse para la incorporación acelerada de innovaciones
tecnológicas (técnicas y lógicas).
- Enseñarles a no acumular información (mucha de ésta es descartable). Ayudarlos a
posicionarse frente a la información para lograr no sólo una continua actualización;
sino, además, una continua formación de la personalidad. Se requiere también trabajar
con los procesos de selección y análisis valorativo, histórico y social, frente al exceso de
datos, fenómenos, hechos, noticias.
- Fomentar la selección de la información en relación con los fines para los que la nece-

349
Cfr. Balardini, Sergio Alejandro. Adolescencia y modelos de identificación (2018) en
https://www.monografias.com/trabajos/adolmodin/adolmodin.shtml

214
sita. No existen sólo hechos sin interpretaciones: son éstas las que generalmente e ideo-
lógicamente son ocultadas, pretendiendo generar un sometimiento automático ante las
noticias o datos.
- Se requiere, pues, que las instituciones educativas (y no sólo de enseñanza) dediquen
tiempo con los aprendices para valorizar y activar los conocimientos previos (y los pre-
juicios, costumbres y valores existentes en una cultura o comunidad) como forma de
incorporar críticamente los nuevos aprendizajes, tanto del mundo laboral, como del so-
cial y moral.
- Educarse -y no sólo instruirse o ser enseñado- requiere llegar a actividades de autorre-
gulación y monitorización, elaborando juicios críticos, inferencias, conciencia humana
social y moral. Trabajar con la flexibilidad de recursos de pensamiento y acción.
- Además, es necesario rescatar que, en el aprendizaje (que es la adquisición de una
forma habitual y adquirida de ser, vivir, conocer, amar, hacer), el éxito se vincula con el
esfuerzo350.
- Los encargados de la educación (padres, docentes, etc.) deben prepararse para ayudar
conscientemente a aprender a liberarse de las adicciones. Las adicciones constituyen
una amenaza para el ejercicio de la libertad humana.
- No sobrevalorar ni despreciar las nuevas tecnologías.

―Cabe deducir que la vigilancia, el encierro y las pequeñas sanciones que re-
gían en las instituciones típicas de los siglos XIX y XX, como la escuela, la fá-
brica y la cárcel, ya no son más necesarios para transformarnos en cuerpos ―dó-
ciles y útiles‖, para hacer de todos nosotros subjetividades compatibles con los
ritmos del mundo actual. En contraste con esos anquilosados instrumentos, son
mucho más eficaces las nuevas formas de atarnos a los circuitos integrados del
universo contemporáneo: ahora estamos todos ―libremente‖ conectados, no solo
a las redes sociales, al correo electrónico y al teléfono portátil, sino también a
otros dispositivos de rastreo, como los sistemas de geolocalización, las tarjetas
de crédito y los programas de fidelidad empresarial. Y lo hacemos con cotidiana
devoción, todo el tiempo, porque queremos y nos gusta. Los niños y los más jó-
venes parecen disfrutarlo especialmente, haciéndolo cada vez más, a todo mo-
mento y en cualquier lugar, incluso para sobrevivir al hastío que implica tener
que pasar buena parte de sus días encerrados en escuelas; más desesperadamente
desconectados que disciplinadamente confinados‖351.

65.- En este contexto, es importante tener en cuenta el concepto de resiliencia. Este


concepto refiere a la capacidad de saber sacar fuerzas positivas incluso de las debilida-
des existentes y se emplea para definir tres clases de fenómenos:

1) Los resultados positivos que se observan en el desarrollo de niños que viven en


contextos de alto riesgo.
2) El mantenimiento de las capacidades personales en condiciones de estrés prolon-
gado.
3) La posibilidad de recuperación de un trauma.

La mayoría de los estudios longitudinales de niños resilientes indica que a éstos


les gusta la escuela, ya sea en el nivel preescolar, primario o secundario, y la convierten
350
Cfr. García Longares et ál. El fracaso en el aprendizaje escolar. Madrid, El Aljibe, 2017. García Madruga. Comprensión lectora
y memoria operativa. Madrid, Editorial Paidós, 2011.
351
Sibilia, Paula, ―La escuela en un mundo hiperconectado: ¿redes en vez de muros?‖, Revista Educación y Pedagogía, Medellín,
Universidad de Antioquia, Facultad de Educación, vol. 24, núm. 62, enero-abril, 2012, pp. 143.

215
en su ―hogar fuera del hogar‖, en un refugio de su ámbito familiar disfuncional. Las
escuelas urbanas más exitosas tienden a mantener estándares académicos elevados, a
suministrar retroalimentación eficaz encomiando a los jóvenes y a ofrecer posiciones de
confianza y responsabilidad a sus alumnos. Este apoyo estructural parece ser un factor
protector muy potente para los niños provenientes de hogares o de situaciones sociales
conflictivos.
No debemos detenernos solo en lo negativo, sino que debemos apuntar a una
perspectiva más positiva y, no por ello, ingenua: se requiere centrarnos en los puntos
fuertes y así podremos, no solo ver lo que está bien en la vida de las personas que com-
parten el ámbito escolar, sino que, lo que es más importante, podremos tener más en
claro qué debe ocurrir en las instituciones educativas para que crezca la resiliencia, tanto
en los alumnos como en los docentes. Cada época tuvo que enfrentarse a las nuevas
tecnologías de su tiempo y lo mejor ha sido utilizarlas haciéndolas agradables, para pre-
parar a las nuevas generaciones para integrarlas a la sociedad de su tiempo. Ninguna
tarea se vuelve odiosa si uno hace lo que le gusta; y estas nuevas maneras de hacer
siempre han exigido lo mismo: cultivo de la voluntad mediante el dominio del tiempo y
la constancia, cierta reflexión, sociabilidad y empatía. Mas las generaciones mayores
deben estar dispuestas a perder algo que fue precioso para ellas, como el cultivo de la
memoria, de las jerarquías y la visión del futuro. Hoy se vive en el presente y con un
futuro incierto y abierto; la memoria está en la prolongación de la mano (teléfonos mó-
viles, redes, etc.); el cultivo de lo afectivo es también incierto y costoso, por lo que no
será una prioridad. Importante se vuelve el presentar la propia imagen en un mundo-
pantalla.
El modelo de la resiliencia ofrece dos mensajes importantes: que la adversidad
no conduce automáticamente a la disfunción, sino que puede tener diversos resultados
para el individuo que la sufre, y que hasta una reacción inicial disfuncional puede mejo-
rar con el tiempo y, para esto, el ambiente en el que se desarrolla es muy importante y la
escuela puede proporcionarle un ambiente protector, en ese sentido352. En este ambiente
es posible instalar la idea de que los adictos pueden dejar su adicción si se lo proponen y
si recurren a ayudas institucionales.

“Entiendo que haya gente que no está preparada o aún no lo está para entender
este libro globalmente (eso sí, no me considero ni mejor ni peor que nadie por ha-
ber despertado, solo actúo en una frecuencia distinta a esas personas y soy sensi-
ble a cosas que ellas no). Hace unos años incluso yo, con toda la buena vo-
luntad que hubiera puesto en leer el libro, no habría estado preparado
para entenderlo o para ni tan siquiera saber de qué estaba tratando
realmente… lo hubiera leído posiblemente sin sentir ni padecer y mi ego quizás
me hubiera convencido de que no era interesante, o reaccionado más agresiva-
mente contra el libro si hubiera visto que yo encontraba durante su lectura algo
de luz, algo que me comenzara a hacer pensar y ver que quizás mi ego no soy yo”.

Pedro Jara Vera. Adicción al pensamiento.


http://habilidademocional.com/2011/07/09/adiccion-al-pensamiento/

352
Cfr. Zaldúa, G. y Pérez Cháves, K. Violencia y psicología. Contextos Violentos, vulnerabilidad y resiliencia. Buenos Aires,
Eudeba, 2009.

216
217
ANEXO I

FACTORES DE RIESGO Y PROTECCIÓN PARA EL CONSUMO


DE DROGAS

Esquema propuesto por Becoña Iglesias, Elisardo y Cortés Tomás, Maite [Coordinado-
res]. Manual de adicciones para psicólogos especialistas en psicología clínica en for-
mación. Valencia (España), Socidrogalcohol, 2015, p. 49-50.

1. Factores familiares
1.1 Factores de riesgo • Consumo de alcohol y drogas por parte de los padres. • Baja
supervisión familiar. • Baja disciplina familiar. • Conflicto familiar. • Historia familiar
de conducta antisocial. • Actitudes parentales favorables hacia la conducta antisocial. •
Actitudes parentales favorables hacia el consumo de sustancias. • Bajas expectativas
para los niños o para el éxito. • Abuso físico.
1.2 Factores de protección • Apego familiar. • Oportunidades para la implicación en la
familia. • Creencias saludables y claros estándares de conducta. • Altas expectativas
parentales. • Un sentido de confianza positivo. • Dinámica familiar positiva.

2. Factores comunitarios
2.1 Factores de riesgo • Deprivación económica y social. • Desorganización comunita-
ria. • Cambios y movilidad de lugar. • Las creencias, normas y leyes de la comunidad
favorables al consumo de sustancias. • La disponibilidad y accesibilidad a las drogas. •
La baja percepción social de riesgo de cada sustancia.
2.2 Factores de protección • Sistema de apoyo externo positivo. • Oportunidades para
participar como un miembro activo de la comunidad. • Descenso de la accesibilidad de
la sustancia. • Normas culturales que proporcionan altas expectativas para los jóvenes. •
Redes sociales y sistemas de apoyo dentro de la comunidad.

3. Factores de los compañeros e iguales


3.1 Factores de riesgo • Actitudes favorables de los compañeros hacia el consumo de
drogas. • Compañeros consumidores. • Conducta antisocial o delincuencia temprana. •
Rechazo por parte de los iguales.
3.2 Factores de protección • Apego a los iguales no consumidores. • Asociación con
iguales implicados en actividades organizadas por la escuela, recreativas, de ayuda, reli-
giosas u otras. • Resistencia a la presión de los iguales, especialmente a las negativas. •
No ser fácilmente influenciable por los iguales.

4. Factores escolares
4.1 Factores de riesgo • Bajo rendimiento académico. • Bajo apego a la escuela. • Tipo
y tamaño de la escuela (grande). • Conducta antisocial en la escuela.
4.2 Factores de protección • Escuela de calidad. • Oportunidades para la implicación
prosocial. • Refuerzos/reconocimiento para la implicación prosocial. • Creencias salu-
dables y claros estándares de conducta. • Cuidado y apoyo de los profesores y del per-
sonal del centro. • Clima institucional positivo.

218
5. Factores individuales
5.1 Factores de riesgo • Biológicos. • Psicológicos y conductuales. • Rasgos de perso-
nalidad.
5.2 Factores de protección • Religiosidad. • Creencia en el orden social. • Desarrollo de
las habilidades sociales. • Creencia en la propia autoeficacia. • Habilidades para adap-
tarse a las circunstancias cambiantes. • Orientación social positiva. • Poseer aspiraciones
de futuro. • Buen rendimiento académico e inteligencia. • Resiliencia.

Drogadicción, tipos de drogas y su tratamiento médico

El lector debe recordar que la drogadicción es sólo una parte de las adicciones
humanas y quizás la más visible. El proceso de educación debería tender a la raíz de
todas las adicciones en cuanto implican una pérdida de la libertad y de las relaciones
afectivas y sociales que complementan sanamente a los humanos, en la elaboración de
un proyecto de vida pleno de sentido humano.

Drogas empleadas en el abuso de sustancias353


Drogas legales
Alcohol
- Derivado de la descomposición de carbohidratos de vegetales.
- Efecto buscado: Euforia inicial y depresión del sensorio posterior.
- Efecto depresor del SNC.
- Crea tolerancia, dependencia y abstinencia.
- Inductor enzimático: Interacciones con fármacos, testosterona y alteración
del metabolismo de la vitamina A.

Clínica de la intoxicación aguda: Tres fases: excitación, embriaguez y coma.

En la experimentación juvenil con alcohol subyacen multitud de condicionantes


de índole psicosocial, tales como deseos de integración grupal e intentos de evitación
del rechazo, déficits de habilidades interpersonales ante presiones grupales, elicitaciones
(una técnica usada para conseguir información de forma discreta, sin que la persona se
entere) de liderazgo grupal, así como procesos de modelamiento simbólico354.
El efecto depende de la graduación alcohólica de la bebida, de la sensibilidad
del joven al alcohol y de ciertas características circunstanciales; por ejemplo: el efecto
es más rápido con el estómago vacío y con el uso de ciertas drogas. En un primer mo-
mento y a dosis baja, produce relajación, euforia, desinhibición. Al aumentar la ingesta
puede aparecer incoordinación motora, ataxia, alteraciones del habla (disartria), nistag-
mus y, además, incapacidad para discernir y labilidad emocional. En la última etapa,
coma por hipoglucemia y falla respiratoria.
La gastritis es un síntoma frecuente que puede acompañarse de vómitos, deshi-
dratación, hipotensión, hipocalcemia, bradicardia. Pueden, además, presentarse cefaleas
y mialgias. Hay una pobre correlación entre el nivel en sangre y la alteración de la con-

353
Anexo tomado de Marta Braschi. Abordaje clínico y toxicológico del consumo de drogas en Pasqualini, D. – Llorens, A.
(Comp.). Salud y Bienestar de Adolescentes y Jóvenes: Una Mirada Integral. Buenos Aires, OPS, 2010, p. 564 ss.
354
Jiménez, María de la Villa Moral y otros. ―Cambios actitudinales y reducción del consumo de alcohol en adolescentes a partir de
un programa de intervención psicosocial‖ en Adicciones, 2009 · Vol. 21 Núm. 3, pp. 207-220 P. 208, Disponible en
http://www.adicciones.es/index.php/adicciones/article/viewFile/231/222

219
ducta.
Las complicaciones más frecuentes en el alcoholismo crónico son: Miocardio-
patía alcohólica, arritmias, muerte súbita, ACV, HTA, IAM, síndrome de W. Korsakoff,
degeneración cerebelosa, ambliopía, pelagra, Marchiafa Bignani, mielinosis central pro-
tuberancial, demencia alcolhólica, polineuropatía alcohólica, disautonomía alcohólica.

Abordaje de la problemática vinculada con el consumo de drogas

Pueden agregarse lesiones del aparato digestivo.


- Hepatopatía: Esteatosis, hepatitis, cirrosis.
- Esófago: Lesiones precancerosas.
- Estómago: Gastritis aguda erosiva o gastritis crónica atrófica.
- Intestino: Diarrea y déficit de vitaminas A, D, E y K, tiamina y ácido fólico.
- Pancreatitis.
- Miopatía aguda, con aumento de CPK o rabdomiolisis; crónica, secundaria a
polineuritis.
- Miocardiopatía crónica por disminución de Mg tisular, déficit de tiamina y
exceso de cobalto.
- Hematopoyesis: Anemia megaloblástica, VCM elevado, linfocitos T y pla-
quetas disminuidas.
- Déficit de factores de coagulación.
- Hiperplaquetosis reactiva del Síndrome de Abstinencia.
- Alteraciones hormonales: Hipotiroidismo, hipogonadismo, hiperestroge-
nismo por lesión hepática, hiperprolactinemia, seudocushing, desnutrición.
- Detección por criterio enzimático: Aumento de GGTP, CPK, GOAT.
- Detección por criterio no enzimático: Aumento de VCM, triglicéridos, ácido
úrico.

Síndrome de abstinencia
- Temblores.
- Alucinaciones.
- Convulsiones.
- Delirium Tremens.

Tratamiento: Sintomático de sostén en agudos, interdisciplinario en crónicos.

Tabaco
- Fuente: Nicotiana tabacum.
- Formas de uso: Cigarrillo, pipa, tabaco de mascar, cigarro.
- Principios activos: Nicotina, carcinógenos (hidrocarburos, nitrosaminas, ar-
sénico, cromo, formaldehído, etcétera), CO, irritantes (óxido nitroso, acido
cianhídrico, acroleínas, acido fórmico, fenoles, NH3, otros).
- Nicotina: Amina terciaria, hidrosoluble.
- Absorción: Vía bucal, digestiva, cutánea.
- Tiempo de efecto: Inhalada llega a SNC en 8 segundos.
- Redistribución: Placenta y leche materna.
- Metabolismo: Hepático, renal y pulmonar. Vida media de 1 a 4 h. Elimina-
ción: Urinaria.
- Mecanismo de acción: Unión a receptores colinérgicos en SNC, ganglios au-
tonómicos, placa mioneural, médula adrenal y quimiorreceptores carotídeos

220
y aórticos.
- Efectos a dosis habituales: Efectos (+) en el sistema reticular ascendente: au-
menta el estado de alerta, facilita la memoria y atención, disminuye la agre-
sión e irritabilidad.
- Mecanismos de adicción: Propiedad reforzadora positiva que genera au-
mento de la frecuencia de comportamientos que tienden a repetirlo.
- Estimulante de corteza a través de Locus coeruleus (dosis baja).
- Efecto de recompensa en el sistema límbico: dopamina (dosis altas).
- Estimula la liberación de dopamina (acción reforzadora) y serotonina (res-
ponsable de la abstinencia)355.
- Provoca tolerancia, abstinencia, dependencia.
- Factores genéticos: Metabolizadores ultrarrápidos.
- Clínica: Fasciculaciones y temblores, náuseas, vómitos, diarrea, + ADH.
- Laboratorio: Produce aumento de prolactina, hormona de crecimiento,
ACTH, cortisol y betaendorfinas y disminución de estrógenos: osteoporosis.
- Aumenta el gasto basal de energía.
- Asociación a enfermedades sistémicas: EPOC, bronquitis crónica, enfisema,
cáncer, ACV, IAM, enfermedad vascular periférica.
- Fumador Pasivo: 25% riesgo muerte súbita, bajo peso al nacer, mayor riesgo
de morbimortalidad neonatal, BOR, 25% riesgo CA pulmón.

Drogas de abuso

Heroína
- Jerga: Polvo milagroso, caballo, uña de dragón, azúcar marrón.
- Efecto farmacológico: Droga derivada del opio (papaver somniferum) al
igual que la morfina, metadona, meperidina, buprenorfina, etcétera, cuyo
efecto se produce por la interacción con los receptores opiáceos.
- Efecto buscado: En forma inyectable, lo que se busca es el pico o flash, sen-
sación símil al orgasmo, vuelo, euforia, somnolencia, sensación de bienestar.
- Clínica de la intoxicación aguda: Excitabilidad, sedación, depresión del sis-
tema nervioso y respiratorio, cianosis, edema pulmonar, convulsiones, mio-

355
―La gran mayoría de los fumadores hemos intentado dejar el hábito en algún momento. Y muchos no lo hemos conseguido, y
hemos recaído. Entre aquellos que utilizan tratamientos sustitutivos – es decir, algo más que la fuerza de voluntad – entre el 80-90%
recaemos. Ahora, en un artículo recién publicado, proponen un método que acabaría con esto. La idea es muy simple. Las recaídas
tienen lugar por una razón bastante simple: en el momento en que fumas un cigarrillo, recibes una dosis de nicotina que te quita ―el
mono‖. Es decir, percibes una ―recompensa‖ química. Te sientes más a gusto, vaya. Es lo que tienen las adicciones. Así que la
solución pasaría por evitar esa ―recompensa‖. ¿Cómo? Consiguiendo que la nicotina no llegue al cerebro. De esta manera fumar
sólo trae la parte negativa, y no la ―positiva‖ de paliar la adicción. Sencillo de entender pero hasta ahora no se había dado con la
sustancia ―mágica‖ que bloquease la nicotina, la sustancia a la que somos adictos los fumadores. Aunque ya no es así, al menos no
del todo. Un equipo de investigación ha dado con una sustancia que resulta bastante prometedora en este sentido. Se trata de una
vieja conocida, una enzima denominada NicA2, que se encarga de metabolizar y dejar ―inservible‖ la nicotina. Esta enzima la
producen unas bacterias, Pseudomonas putida, que se encontraron por primera vez en campos de cultivo de tabaco. Estos microor-
ganismos se alimentan en exclusiva de nicotina, gracias a la NicA2 que se encarga de degradarla.
Claro, que una cosa es que exista la enzima, y otra que se pueda usar como medicamento. De momento, las pruebas son
prometedoras. Después de manipular la enzima, proceso que resulta necesario para evitar alergias y reacciones adversas, el tiempo
que dura la nicotina es mucho menor.
La prueba se ha realizado en suero sanguíneo de ratón, al que se sumó la cantidad de nicotina que contiene un cigarrillo.
Normalmente, el tiempo de vida medio -el lapso de tiempo necesario para que la mitad de una sustancia desaparezca- es de dos a
tres horas. Con la enzima, se redujo a 9-15 minutos. Con estos tiempos, aún llegaría nicotina al cerebro. Pero se trata sólo de la
primera fase de desarrollo del medicamento. Si se consigue reducir aún más el tiempo de vida medio, y se demuestra que no tiene
efectos secundarios, que de momento no han aparecido, ni produce alergias, que tampoco se han visto, la cosa promete. Aún queda
mucho desarrollo para que este medicamento sea una realidad. Pero dado que el consumo de tabaco provoca graves problemas de
salud -y tiene un alto coste sanitario- parece una idea de la que se estar pendiente‖
La idea de una vacuna para dejar el tabaco no es tan descabellada. Investigadores de la Universidad de California en San
Francisco y de otras ocho instituciones iniciaron un amplio estudio sobre una vacuna que pretende bloquear las sensaciones de
placer que produce la nicotina en los adictos. La vacuna podría estimular la producción de anticuerpos que capten las moléculas de
nicotina y les impidan llegar al cerebro. Cfr. http://www.lasdrogas.info/core/noticias/25165/index.html

221
sis puntiforme, hiporreflexia, constipación, shock, bradicardia, hipotensión,
efecto antidiurético, rabdomiolisis.
- Produce dependencia física, psíquica, tolerancia y síndrome de abstinencia.
- Duración de efecto: El flash dura alrededor de 45‘ a 1 hora, la eliminación,
de 3 a 5 horas.
- Modo de uso: Endovenoso.
- Antídoto: Naloxona.
- Tratamiento de la intoxicación aguda: Sostén clínico y métodos de elimina-
ción.
- En el adicto, se debe realizar la deshabituación con metadona (opioide de vi-
da media larga que evita el síndrome de abstinencia).

M.F.T.P.
- Jerga: China white.
- Opioide de origen sintético, análogo de la meperidina de venta callejera.
- Efecto farmacológico: IMAO que destruye la sustancia nigra y el cuerpo es-
triado por inhibición de la respiración celular.
- Efecto buscado: Por vía endovenosa sensación de quemadura o fuego asociado
a disforia.
- Cuadro clínico: Parkinsonismo: dificultad para el habla y el movimiento, pos-
tura de flexión, babeo continuo, aumento del tono muscular, signo de rueda
dentada, temblor postural de los músculos proximales de las extremidades. El
uso durante una semana produce sacudidas bruscas y súbitas de las extremida-
des con posterior bradicinesia e inmovilidad: adicto congelado.
- Antídoto: Naloxona.
- Tratamiento de la intoxicación aguda: Métodos de eliminación y sostén. Igua-
les controles que la heroína, morfina y derivados.

Cocaína
- Jerga: Vitamina, dama blanca, merca, nieve, perico, champagne, polvo do-
rado, crack, hierba diabólica, blanca, saque, sustancia blanca, frula, tiza, bol-
sita, papel, raviol.
- Forma inyectable diluida en agua: caldo, sopita.
- Cigarrillo: cacho.
- Se extrae de las hojas del arbusto de Erytroxylon coca y se encuentra en el
mercado en distintas formas: cocaína base o bazuco, base libre purificada o
crack y clorhidrato de cocaína.
- Efectos buscados: Euforia, aumento de la autovaloración y autoconfianza,
vivencia de descontrol, mambo y flashes (E.V.), aumento de la resistencia fí-
sica (estar «pila»), sensación de bienestar, disminuye el apetito. Corta dura-
ción por su rápida metabolización.
- Etapas del consumo endovenoso: preparación, locura, bajón, fisura.
- Efecto farmacológico: Simpático mimético: inhibe la recaptación de noradre-
nalina, aumenta la liberación de dopamina y aumenta la liberación y dismi-
nuye la recaptación de serotonina en la brecha sináptica.
- Clínica de intoxicación aguda: Taquiarritmias (prolonga el QT), aumento de
presión arterial, vasoconstricción, midriasis, fotofobia, sequedad bucal, in-
farto agudo de miocardio, precordalgia, polipnea, náuseas, vómitos. Euforia,
inquietud, locuacidad, ansiedad, reacciones distónicas, aumento de agresivi-
dad, delirio persecutorio, convulsiones, pérdida de la conciencia, coma, he-

222
morragias cerebrales, paro respiratorio, priapismo, hepatotoxicidad, disfun-
ción sexual, hipertermia maligna. Según el grado de pureza y los adulteran-
tes utilizados (cal, benceno, ácidos etcétera), se presentan, más frecuente-
mente, otros síntomas acompañantes y complicaciones.
- Genera dependencia psíquica.
- Vida media: 45 a 60 minutos. Se elimina por orina en forma de metabolitos
hasta 22 días en consumidores crónicos.
- Modos de uso: vía oral: Té de coca, coqueo, ingesta, rectal, inhalatoria, en-
dovenosa, vaginal según sus formas de presentación.

PACO: Pasta de cocaína


- Jerga: Pasta, basuco, paco, bajo, pipa, pipazo.
- Residuo de síntesis de sulfato de cocaína. Componentes: Sulfato de cocaína,
ácido benzoico, metanol, querosén, carbonato de calcio, benceno, hidróxido
de sodio y sustancias adulterantes inertes para aumentar el volumen.
- Neurotóxico y cardiotóxico.
- Cuadro clínico de intoxicación aguda: Estado de angustia o disforia, fenóme-
nos compulsivos, anorexia, insomnio, verborragia, agresividad, paranoia.
- Uso crónico: Cuatro fases: euforia, disforia, alucinación, psicosis.
- Modo de uso: Se fuma en pipa o cigarrillo.
- Antídoto: No posee.
- Tratamiento de la intoxicación aguda: Métodos de eliminación según la vía,
forzar diuresis y, en casos de hiperkalemia o hipertermia o aumento de CPK,
alcalinizar la orina, y sintomático: Benzodiacepinas, fenitoína, labetalol. NO
usar Beta bloqueantes porque liberan el efecto alfa adrenérgico aumentando
la presión arterial. No usar neurolépticos cuando hay hipertermia.
- Dosis letal: 1 gramo por vía endovenosa da toxicidad directa sobre el mio-
cardio o paro respiratorio en adictos, en no consumidores, mucho menor.

Éxtasis y ICE: Metanfetaminas (mdma, mda)


- Jerga: BICHO, nexus, anfetaminas, velocidad, cristal, cruces blancas, belle-
zas negras, benzedrina, dexedrina, dexies, sal, adam, doctor, droga del amor,
pasta, pastillas, pastillas creativas, speed, crank, droga de la felicidad.
- Efecto farmacológico: Anfetaminas de origen sintético con efecto anoréxi-
geno estimulante y alucinógeno.
- Actúan inhibiendo la recaptación de noradrenalina, agonista serotoninérgico,
IMAO.
- Efectos buscados: Alucinógeno, estimulante, aumento del rendimiento fí-
sico, aumento de la sensopercepción, insomnio, disminución del apetito.
Rush y crash.
- Cuadro clínico: Hipertensión arterial, aumento de frecuencia cardíaca, mi-
driasis, bruxismo (patognomónico), trismus, aumenta reflejos, temblor. Ideas
suicidas. Psicosis tóxica. Genera tolerancia y dependencia mixta, flashback.
Coagulación intravascular diseminada, neurotoxicidad con pérdida de las
neuronas serotoninérgicas lo que lleva a depresión crónica (que no responde
a tratamientos convencionales y es independiente del número de dosis), con-
vulsiones, rabdomiolisis, hipertermia, hipertermia maligna. Mal viaje (crisis
de pánico).
- Duración del efecto: 5 horas, el éxtasis 12 h. En los RAVES se consumen to-
das sin poder discriminarlas lo que genera intoxicaciones graves por sobre-

223
dosis. Para evitar las lesiones neuronales, suelen asociar a estas drogas
fluoxetina previo a su consumo.
- Modos de uso: Vía oral, inhalatoria por aspiración y fumable (ice), EV.
- Tratamiento: Lavado gástrico, carbón activado, forzar diuresis y, en casos de
hipertermia, hiperkalemia o aumento de la CPK, alcalinizar la orina, beta
bloqueantes para las arritmias, medios físicos en el tratamiento de la hiper-
termia, no usar IMAO.
- Dosis letal: 20 mg/kg.

Marihuana
- Jerga: Yerba, caño, churro, chala, pasto, doga, yuyo, hashis o seda para-
guaya, porro, sustancia verde, faso, María, Maríajuana etcétera.
- Efectos buscados: Aumenta el apetito, analgésico, broncodilatador, lactogé-
nico, antiparasitario, antimigrañoso.
- Clínica en intoxicación aguda: Inyección conjuntival, midriasis, sequedad de
mucosa, náuseas, vómitos, aumento de la frecuencia cardíaca, retención uri-
naria, psicosis tóxicas, crisis de pánico, síndrome amotivacional, hipotensión
ortostática, desintegración temporal, depresión, puede desencadenar el pri-
mer brote de esquizofrenia en brotes en patologías ya instaladas empeorando
su respuesta al tratamiento, personalidades lábiles y flash back.
- En uso crónico: Alteración de memoria, aprendizaje, disminución de LH,
FSH, Estrógenos, progesterona, T3, T4, TSH, alteración de la prolactina.
Aumento de corticoides. Alteración del sistema inmunitario.
- Vida media: 45 minutos por vía inhalatoria, 3 horas por vía oral. Duración
del efecto: 4 a 8 h. Metabolitos en orina durante 8 días.
- Modo de uso: Inhalatoria, vía oral (alimentos), EV.
- Antídoto: No posee.
- El tratamiento de la intoxicación aguda: Métodos de eliminación y el sostén
clínico.
- Los componentes químicos de la marihuana actúan directamente sobre el sis-
tema nervioso central y afectan al mismo tiempo el funcionamiento de diver-
sos aparatos y sistemas. Los efectos de la marihuana (en especial del Δ9-
THC, su componente psicoactivo más poderoso) se caracterizan por euforia,
relajación, e intensificación de las experiencias sensoriales ordinarias, altera-
ciones que guardan relación con la dosis recibida y con la variedad de Can-
nabis sativa utilizada en su preparación; en dosis altas produce un cuadro de
intoxicación que puede ser severo; sin embargo no se ha informado de muer-
te asociadas con sobredosis de marihuana.

LSD (Ácido Lisérgico)


- Jerga: Pepa, tripi, ácido, estrellita roja, secante, trip, tripa, Alicia en el país
de las maravillas, pepa, centenario, bicicleta, doble gota, Bart Simpson.
- Efectos farmacológicos: Derivado del ergot, tiene tanto simpaticomiméticos
como parasimpaticomiméticos.
- Efectos buscados: Buen viaje (euforia, ensoñación, libertad del pensamiento)
alucinaciones visuales, auditivas, táctiles, ilusiones, confusión mental. Ex-
ploración personal, espiritualidad.
- Clínica de intoxicación aguda: Midriasis, hiper- o hipotensión, taquicardia,
hipertermia, hiperglucemia, sialorrea, lagrimeo, náuseas, vómitos, piloerec-
ción, ataxia, hiperreflexia, convulsiones, coma, compromiso renal, rabdomi-

224
lisis, coagulopatía y depresión respiratoria. Psicosis aguda. Mal viaje: crisis
de pánico y síntomas parasimpaticomiméticos, conductas suicidas. Flash-
back y tolerancia.
- Vida media: 8 a 12 horas. Eliminación en orina por 5 días.
- Vía de administración: Sublingual, conjuntival, transcutánea, inhalatoria y
endovenosa.
- Antídoto: No tiene.
- Tratamiento de la intoxicación aguda: Métodos de eliminación y sintomá-
tico: Diazepan, haloperidol, para el tratamiento de las convulsiones y psico-
sis tóxica. No usar fenotiacinas por su efecto anticolinérgico.
- Dosis letal: 1 mg/kg.

Las personas que toman LSD sienten que se hacen uno con el mundo. Imáge-
nes de resonancia magnética tomadas por investigadores de Países Bajos y Reino
Unido han observado los efectos en el cerebro de tomar esta droga psicodélica,
que son básicamente una mayor conectividad en las zonas de la cognición supe-
rior, es decir, las que tienen que ver con la autoconciencia.

Resonancia magnética funcional de cerebros bajo el efecto de LSD. Imagen:


Carhart Harris et al. Fuente: Sinc.

Cuando la gente toma la droga psicodélica LSD, a veces sienten como si la


frontera que los separa del resto del mundo se disolviera. Ahora, las primeras
imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) de los cerebros de personas
bajo el efecto de LSD ayuda a explicar este fenómeno conocido como "disolu-
ción del ego."
Como informan los investigadores en la revista Current Biology, de Cell Press,
estas imágenes sugieren que la disolución del ego se produce a medida que las
regiones del cerebro implicadas en la cognición superior se vuelven sobre-co-
nectadas. Los hallazgos sugieren que los estudios de LSD y otras drogas psico-
délicas pueden producir importantes conocimientos sobre el cerebro. También
pueden dar una visión biológica intrigante sobre preguntas filosóficas sobre la
naturaleza misma de la realidad, dicen los investigadores.
"Hay una realidad objetiva y luego está nuestra realidad", dice Enzo Tagliazu-
cchi, de la Real Academia Holandesa de Artes y Ciencias (Ámsterdam). "Las
drogas psicodélicas pueden distorsionar nuestra realidad y dan lugar a ilusiones
perceptivas. Pero la realidad que experimentamos durante la vigilia ordinaria es
también, en gran medida, una ilusión"356.

Tagliazucchi y Roseman et al.: ―Increased Global Functional Connectivity Correlates with LSD-Induced Ego Dissolution‖ en
356

Current Biology (2016). DOI: 10.1016/j.cub.2016.02.010


Robin Carhart-Harris et al.: ―Neural correlates of the LSD experience revealed by multimodal neuroimaging‖ en PNAS(2016).
DOI: 10.1073/pnas.151837711.

225
Fenciclidina
- Jerga: PCP, polvo de ángel, pipericilina, hog, cristal.
- Efectos buscados: Delirio, desorientación, anestesia, analgesia.
- Clínica: nistagmus, hipertensión, alteración de conciencia, depresión del sis-
tema nervioso central.
- Intoxicación aguda: Trastornos de conducta, amnesia, pensamiento desorga-
nizado, conducta violenta irracional, sentimiento de invulnerabilidad, rigidez
muscular, sialorrea, vómitos, hipertensión, psicosis, catatonía, convulsiones,
fiebre, paro respiratorio, colapso cardiovascular.
- Duración de efecto: 3 horas. Eliminación: 7 a 72 horas.
- Modo de uso: Vía oral, nasal, endovenosa.
- Antídoto no posee.
- Tratamiento: Lavado gástrico, carbón activado, purgante salino, forzar diure-
sis y en casos de rabdomiólisis, alcalinizar la orina.
- Dosis letal: 1mg/kg.

12.3. Combinaciones

Speed-ball: Mezcla de heroína y cocaína intrauretral para mejorar la actividad sexual.


Produce euforia, priapismo y Coagulación Intravascular Diseminada.
Fasos Nevados, mixto, free way: Cigarrillos de marihuana mezclados con cocaína, con
esta combinación el adicto atraviesa cuatro etapas diferentes: 1.º: Euforia, hiperse-
xualidad, hiperactividad y anorexia; 2.º: Disforia, angustia, agresividad, tristeza y
afán de fumar más; 3.º: Alucinaciones, tendencia a la huida, indiferencia sexual; 4.º:
Psicosis.
Porro africano: marihuana con cáscara de banana.
Picazzo Colombiano: marihuana + Floripondio.
Combo Fumé: PACO + Faso Bob Marley.
Coca Chorra: Mezcla de pastillas estimulantes.
Cocaína y alcohol: Se utilizan para disminuir el bajón postcocaína, disminuyen los
efectos depresores del alcohol y se pierde el control de la embriaguez llevando al
coma.
Balde: Mezcla de todo tipo de bebidas alcohólicas.
La jarra loca: Mezcla de bebidas alcohólicas con flunitrazepán.
Melón medicado: Sidra, vino, granadina, con BZP.
Lata: Mezcla de todo tipo de drogas.
Bebida energizante: Cafeína con taurina y con alcohol: Efecto símil éxtasis después
del tercer vaso.
El policonsumo es el resultado de intentar paliar los síntomas del uso de la droga to-
mada como eje.

Formas no convencionales de drogadicción

Medicamentos: Jerga: pasta, pastillas.

Barbitúricos
- Actúan aumentando el tiempo de la apertura de los canales de cloro de los
receptores del GABA.
- Efecto buscado: depresor del sistema nervioso central.
- Cuadro clínico: Somnolencia, confusión, nistagmus, ataxia, disartria, hipo-

226
termia, depresión del sensorio y del centro respiratorio, convulsiones, coma.
Colapso vascular, edema pulmonar, rabdomiólisis.
- Vida Media: variable de acuerdo con el fármaco.
- Modo de uso: Vía oral, intramuscular y endovenoso.
- Antídoto: No posee.
- Tratamiento de la intoxicación aguda: Métodos de rescate y eliminación.
Forzar diuresis alcalina.
- Sostén clínico.

Opioides
- Agonistas y antagonistas de los receptores endorfínicos.
- Efectos buscados: Euforizante, analgésica, sedación, ansiolítica, relajante,
alucinaciones.
- Cuadro clínico: Miosis, rubefacción en cara, cuello y tercio superior del
tronco, sudoración, depresión respiratoria y depresión del sensorio, alucina-
ciones, delirio, coma, convulsiones, náuseas, disforia, edema pulmonar,
constipación, cólico biliar que revierte con atropina, exacerba las infeccio-
nes, rigidez muscular, hipotensión, arritmias, retención urinaria y antidiure-
sis.
- Síndrome de abstinencia, tolerancia, dependencia física y psíquica.
- Duración del efecto: Hasta 6 h según vía de administración. Pasaje barrera
placentaria y mamaria con síndrome de abstinencia en el lactante.
- Modo de uso: Vía oral, EV, IM.
- Antídoto: Naloxona. Uso en primera instancia. ¡Ojo!, vida media menor a
los fármacos.
- Tratamiento de la intoxicación aguda: Métodos de rescate y eliminación,
sostén clínico. No usar fenotiazinas.
- Causa de muerte: Por paro respiratorio.

Antihistamínicos
- Efecto buscado: Sedación, alucinaciones.
- Clínica: Sequedad de piel y mucosas, taquicardia, hipotensión, fiebre, mi-
driasis, euforia somnolencia.
- Mareos, temblores, tinnitus, convulsiones, nistagmus, lasitud, incoordina-
ción, visión borrosa, diplopía, anorexia, náuseas, retención urinaria, arritmias
cardíacas.
- Duración de acción: De 3 a 24 h, según el fármaco.
- Antídoto: No posee.
- Tratamiento de la Intoxicación aguda: Métodos de rescate y eliminación,
sostén clínico.

Ketamina
- Jerga: keta, ketado, kitty.
- Anestésico de acción corta, disociativo sin depresión del centro respiratorio
ni cardiovascular derivada de al fenciclidina.
- Efecto buscado: hipnoanalgesia con disociación de la propia imagen, sueños,
ilusiones, alteraciones del humor.
- Cuadro clínico: HTA, taquicardia, delirios, disnea, movimientos descontrola-
dos musculares, aumento de las secreciones.
- Modo de Uso: IM, EV.

227
- Duración del efecto: De 7 a 11 minutos. Eliminación: 3 h.
- Tratamiento de la intoxicación aguda: Forzar diuresis, sostén clínico.
- Forma parte de las drogas de violación.

Nitrito de amilo
- Jerga: Poppers.
- Nitrito volátil utilizado como tratamiento en la intoxicación por cianuro y
derivados, en el tratamiento de la angina de pecho y medicina homeopática.
- Efecto buscado: Expansor de la creatividad, intensifica las experiencias se-
xuales, aumenta la sensibilidad en la apreciación por la música, y la sensa-
ción de «entrega» a la danza.
- Cuadro Clínico: Taquicardia, cefaleas, flushing, hipotensión, síncope, hiper-
tensión ocular, disquinesias, psicosis aguda, hemiparesia, metahemo-
globinemia, anemia hemolítica, coma y, raramente, muerte súbita. Dermatitis
por contacto en el uso inhalatorio prolongado.
- Sobredosis: Cianosis, síncope, disnea, temblores musculares.
- Modo de uso: Inhalatoria.
- Duración del efecto: 30 segundos.
- Tratamiento de la intoxicación aguda: Tratamiento sintomático y vitamina C
en caso de presentar metahemoglobinemia.

G.H.B. (Gammahidroxibutirato)
- Jerga: Éxtasis líquido, GH.
- Coadyuvante anestésico, análogo del GABA.
- Efecto buscado: Agradable excitación, alucinaciones, delirio, euforia.
- Cuadro clínico: Depresor del SCN., somnolencia, hipotonía, cefalea, confusión,
coma, depresión respiratoria y muerte. Aumenta la secreción de hormona de cre-
cimiento, muy adictivo.
- Forma parte de las drogas enteógenas y de las drogas de violación de cita.

Antiparkinsonianos
- Jerga: Pastillas del abuelo.
- Efecto buscado: Desorientación, alucinaciones.
- Efecto farmacológico: Anticolinérgico.
- Modo de uso: Vía oral.
- Duración del efecto: De 20 a 40 h.
- Clínica: Taquicardia, rigidez, rubicundez, HTA, desorientación, alucinacio-
nes, sequedad de mucosas.
- Tratamiento de la intoxicación aguda: Métodos de eliminación y rescate,
sostén clínico.
- Antídoto: Fisostigmina.

Hongos:
Cucumello
- Hongo alucinógeno. Crece en las deposiciones del cebú.
- Principio activo: Pscilocibina.
- Efecto buscado: Alucinógeno.
- Cuadro clínico: Psicosis tóxica, dependencia psíquica y tolerancia.
- Modo de uso: Vía oral acompañado con jugo de naranja por su sabor amar-
go.

228
- Tratamiento de la intoxicación aguda: Métodos de rescate, eliminación y
sostén clínico.

Amanita Muscaria Panterina


- Principio activo: Muscimol.
- Efecto Farmacológico: Símil GABA.
- Efecto buscado: Alucinógeno, euforia, excitación, confusión, manía, altera-
ción en la percepción de la forma, el color y tamaño de objetos.
- Cuadro clínico: Cefaleas, hiperkinesia, HTA, taquicardia, convulsiones, co-
ma, muerte.
- Duración del efecto: 6 h.
- Tratamiento de la Intoxicación aguda: Métodos de eliminación y sostén clí-
nico. No atropina.

Plantas:
Chamico: Datura estramonio.
- Principio activo: Escopolamina: sustancia que se encuentra en diferentes
plantas.
- Efecto farmacológico: Anticolinérgico.
- Efectos buscados: Alucinaciones auditivas y visuales, somnolencia, euforia,
antiespasmódico, sueño con amnesia del episodio (delictivo).
- Cuadro clínico: Midriasis, visión borrosa, taquicardia, hipertensión, alucina-
ciones, irritabilidad, retención urinaria, fiebre, disartria, psicosis, amnesia,
agresión, desorientación temporo-espacial, coma, convulsiones.
- Modo de uso: Vía oral, en forma de infusiones, cigarrillos antiasmáticos,
enemas.
- Antídoto: En casos graves, fisostigmina.
- Tratamiento de la intoxicación aguda: Métodos de eliminación y sostén clí-
nico.
Floripón: Brugmansia cándida. Datura arborea. Floripondio.
- Planta ornamental.
- Efecto farmacológico: Anticolinérgico.
- Efecto buscado: Alucinógeno, excitación o depresión del SNC.
- Cuadro clínico: Alucinaciones, delirio, midriasis, sequedad de piel y muco-
sas, rash, taquicardia, cefalea, fiebre, coma convulsivo, diarrea sanguino-
lenta.
- Modo de uso: en infusión.
- Antídoto: En casos severos, fisostigmina.
- Tratamiento de la intoxicación aguda: Métodos de eliminación y sostén.
Peyote y San Pedro: Cactus.
- Principio activo: Mescalina.
- Efecto farmacológico: Estimula los receptores serotoninérgicos y dopami-
nérgicos. Anfetamina, alucinógena, Simpático mimético.
- Efecto buscado: Alucinógeno, estimulante del SNC, alteración temporo-
espacial, euforia.
- Cuadro clínico: Midriasis, mareos, visión borrosa, ataxia, psicosis tóxica,
sudoración a dosis elevadas bradicardia, hipotensión, vasodilatación y depre-
sión respiratoria. Tolerancia.
- Duración del efecto: 15 h.

229
- Tratamiento de la intoxicación aguda: Métodos de eliminación, forzar diure-
sis y, en casos de hipertermia o aumento de la CPK, alcalinizar la orina, tra-
tamiento sintomático.
Ipomea y Olaliuqui
- Jerga: gloria matinal.
- Principio activo: Amidas del ácido lisérgico.
- Efecto farmacológico: Antagonista serotoninérgico, derivado del ergot, esti-
mulante del SNC.
- Efecto buscado: Alucinógeno, estimulante.
- Cuadro clínico: Alucinaciones, excitación psicomotriz. Dependencia psí-
quica.
- Modo de uso: Vía oral, ingestión de semillas
- Tratamiento de la Intoxicación aguda: Métodos de rescate y eliminación,
sostén clínico.
Nuez moscada
- Principios activos: Myristicina, aceites volátiles.
- Efecto farmacológico: Atropínico.
- Efecto buscado: Estimulante del SNC, alucinógeno (musicales, ópticas) eu-
foria, pérdida del sentido de la realidad con desorientación temporo-espacial.
- Cuadro clínico: Despersonalización, miosis o midriasis, diplopía, fragilidad
emotiva, llanto, taquicardia, TA fluctuante, sequedad de mucosas o saliva-
ción, irritante digestivo, náuseas, vómitos, rubicundez, somnolencia, coma.
- Duración del cuadro: Hasta 10 días.
- Modo de uso: Inhalaciones y vía oral
- Tratamiento de la intoxicación aguda: Métodos de eliminación, sostén.

Solventes volátiles:
Hidrocarburos: Naftas, solventes, pegamentos, líquidos refrigerantes.
- Jerga: Jalar poxi.
- Efectos buscados: Euforia, excitación psicomotriz, alucinógeno.
- Clínica de intoxicación aguda: Irritación de mucosas, arritmias secundaria al
aumento, a la sensibilidad, a las catecolaminas, dermatitis, aplasia medular,
insuficiencia renal y hepática, neuropatía periférica, atrofia cerebelosa (cró-
nica), neumonitis química, trastornos de conducta, hipotensión.
- Modo de uso: Inhalatoria: Huffing, bugging (jalar la bolsita), sniffing.
- Causa de muerte: Arritmias cardíacas, neumonía aspirativa, coma por depre-
sión respiratoria.
- Antídoto: No posee.
- Tratamiento de la intoxicación aguda: Medidas generales de sostén.

230
ANEXO II:

LEYES ARGENTINAS REFERIDAS A NIÑEZ Y JUVENTUD

Ley N.° 23.849: Ley que aprueba la Convención sobre los Derechos de los Niños. In-
corporada a la Constitución del año 1994. Publicada en el Boletín Oficial el
22/10/90.
Ley N.° 26.061: Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Ado-
lescentes. Código Civil. Publicada en el Boletín Oficial el 26/10/2005.
Ley N.° 25.673: Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable. Publi-
cada en el Boletín Oficial el 22/11/2002.
Ley N.° 26.150: Programa Nacional de Educación Sexual Integral. Publicada en el Bo-
letín Oficial el 24/10/2006.
Ley N.° 26.206: Ley de Educación Nacional. Sancionada en el año 2006.
Ley N.° 26.390: Ley de Contrato de Trabajo. Prohibición del trabajo infantil y protec-
ción del trabajo adolescente. Publicada en el Boletín Oficial el 25/06/2008.

El actual sistema penal de menores en la República Argentina, se encuentra conformado


por:

a) La Ley del Patronato de Menores (Ley N.° 10.903); b) el Régimen Penal de la Mino-
ridad
(Leyes N.° 22.278 y N.° 22.803), y c) por el Código Procesal Penal de la Nación, en sus
Artículos N.° 28 (competencia del tribunal de menores para aquellos hechos que es-
tén reprimidos con pena privativa de la libertad mayor de tres años), N.° 29 inciso
1.o (competencia del Juez de menores de instrucción) y por todos los artículos que
integran el Capítulo II, del Título II del Libro III (artículos N.° 410 al N.° 414) (Gui-
llermo Enrique Friele).
Ley N.° 22.278: Régimen Penal de la Minoridad. Publicada en el Boletín Oficial el
28/8/1980.
En revisión. Las comisiones de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia y de Presupuesto
y Hacienda, crea el Consejo Federal de Juventud en la órbita del Ministerio de Desa-
rrollo Social de la Nación, expediente 876-D. - 2006.
Ley N.° 26.485: Ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Vio-
lencia contra las Mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones inter-
personales. Publicada en el Boletín Oficial el 14/04/2009.
Ley N.° 24.417. Protección contra la violencia familiar. Publicada en el Boletín Oficial
el 3/01/1995. Reglamentada el 7/03/1996.
En el 2.005, queda promulgada de hecho la Ley Nacional de Protección Integral de los
Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes N° 26.061, la que fue publicada en el
Boletín Oficial el 26/10/05; derogando expresamente el anterior régimen legal de
minoridad.
La nueva Ley en su art. 39, 40 y 41, otorga facultades el órgano administrativo para
adoptar Medidas Excepcionales en resguardo de su interés superior, consistiendo las
mismas en separación de los niños de su grupo familiar y la incorporación de éstos
en ámbitos familiares alternativos (familia ampliada, sustituta o institutos de meno-

231
res), las que serán limitadas en el tiempo y sólo pueden prorrogarse mientras persis-
tan las causas que les dieron origen. El Dec. 415//06, al reglamentar el art. 39 pres-
cribe: ―Se entenderá que el interés superior del niño exige su separación o no perma-
nencia en el medio familiar cuando medien circunstancias graves que amenacen o
causen perjuicio a la salud física o mental de la niña, niño u adolescente y/o cuando
el mismo fuera víctima de abuso o maltrato por parte de sus padres o convivientes y
no resultare posible o procedente la exclusión del hogar de aquella persona que cau-
sare el daño‖.

232
ANEXO III

Ministerio de Educación – Presidencia de la nación.

EDUCACIÓN Y PREVENCIÓN SOBRE LAS ADICCIONES Y EL CONSUMO


INDEBIDO DE DROGAS. HERRAMIENTAS PARA LA ESCUELA

Cuando nos proponemos trabajar la problemática de las adicciones, lo primero


que hacemos es invitarlos a repensar todos aquellos saberes, ideas, imágenes con los
que nos manejamos a diario en relación con el consumo de sustancias. Tenemos que
comenzar entonces por un recorrido necesario: incluir todo tipo de problemática de con-
sumo en el marco más amplio de una sociedad que ha exacerbado la adquisición y goce
de todo tipo de objetos. A partir de esa precisión, cuando pensemos la Escuela y los
problemas que en ella se presentan (entre ellos los problemas de consumo de sustan-
cias), lo deberemos hacer desde ese marco. Proponemos trabajar el cuidado de nuestros
chicos y jóvenes y por lo tanto los invitamos a repensar juntos con quiénes nos encon-
tramos todos los días en las aulas. Los adolescentes no son todos iguales, pero la ado-
lescencia es un proceso de desarrollo que todos transitan. Trabajar la prevención en re-
lación con la problemática del consumo de drogas nos va a exigir revisar todo aquello
que hacemos: en las aulas, en los distintos espacios institucionales, cuando pensamos
los proyectos educativos, en la tarea diaria con los chicos, etc.
El TOD (el trastorno de oposicionismo desafiante) es una forma moderadamente
severa de trastorno disruptivo que se refiere a un patrón recurrente de conductas negati-
vas, desafiantes, desobedientes y hostiles contra las figuras de autoridad. Los menores
que lo padecen son muy beligerantes, tercos, discutidores, no aceptan ordenes, tienen
una actitud desafiante y hacen con frecuencia lo contrario de lo que se les manda, pero
sin llegar a violaciones serias de los derechos de otros ni de las normas sociales que
luego veremos en el trastorno de conducta. No ceden ni negocian con adultos y compa-
ñeros, ignoran ordenes, se muestran hostiles con ellos, hasta el punto de llegar a agredir
verbalmente mediante insultos, preferentemente en el ambiente familiar y escolar, a las
personas más conocidas y cercanas. En relación con este tipo de problema de no acepta-
ción de normas, con frecuencia este comportamiento oposicionista se mantiene aunque
sea en perjuicio propio (prefieren salir perdiendo a ceder o pedir perdón). Estos niños y
niñas tienen enfados explosivos, riñas frecuentes con adultos (no solo con familiares,
también con profesores u otros adultos), desafían las reglas, molestan a los demás inten-
cionadamente, culpan a los otros de sus errores, son muy sensibles a los comentarios
ajenos y pueden ser muy resentidos, rencorosos y vengativos.
Durante la etapa adolescente son normales muchas de estas conductas, siendo
frecuentes los roces más o menos intensos con los padres sobre la manera de vestir, la
hora de volver a casa, los amigos con los que ir, e incluso sobre valores morales o reli-
giosos e ideas políticas. En los casos menos problemáticos, estas actitudes rebeldes tie-
nen más que ver con la afirmación de su identidad personal que con rasgos psicopatoló-
gicos. En otros casos, también en la pubertad y adolescencia estos problemas oposicio-
nistas están muy relacionados con el abuso de alcohol o drogas, principalmente ma-

233
rihuana357.
Este texto pretende ofrecer herramientas para sistematizar las acciones que se
llevan a cabo día a día a partir del desarrollo del concepto de prevención integral.
Avanzaremos en estos tres ejes:
 Cultura de consumo y cultura social
 Las particularidades del desarrollo adolescente
 La prevención integral en relación con el consumo de sustancias
¿Cómo entendemos el problema? Es un insumo fundamental, al momento de in-
tervenir en cualquier campo, la forma en que conceptualizamos un problema, como es-
tablecemos las causas, que es lo que producen. La problemática de las adicciones no
escapa a esta lógica, es más, a ella se le suma la dificultad y resistencia social para ha-
blar de este tema. Cuando hablamos de su complejidad lo hacemos reconociendo todas
las aristas que el mismo tiene. Debemos tomar una dimensión sanitaria, en tanto aquella
persona que padece de un consumo problemático de drogas debe ser asistido y recupe-
rado en su afectación orgánica y en su salud mental; hay una dimensión jurídica insos-
layable en tanto hay determinadas drogas que son ilegales, y hay una dimensión social,
en tanto toda intervención preventiva y asistencial tiene que tener como marco la posi-
bilidad de que el sujeto pueda construir un proyecto personal que sea un bien para si y
para los otros y hábitos de vida más saludables. Empecemos entonces pensando que son
las adicciones. Las Adicciones. Cultura del Consumo- Cultura Social.

Podemos empezar a pensar este tema haciéndonos algunas preguntas, ¿Cuál es


el vínculo, la relación, entre el consumo de sustancias y la cultura social?, ¿Debemos
pensar, necesariamente, en la existencia de una ―cultura social‖ versus una ―cultura del
consumo‖?. Como primera respuesta diremos que no existe una cultura del consumo
diferenciada de una cultura social., no existe un niño problema, o una escuela problema
por fuera de lo que pasa en una comunidad o en una familia. De manera similar a como
conceptualizamos los conflictos sociales, entendemos la problemática del consumo de
sustancias como un síntoma social, que está íntimamente relacionada con el malestar en
el vivir. Es imposible escindir lo que sucede en cualquier institución del estado, ya sea
educativa, de salud, de desarrollo social o justicia de lo que pasa en la comunidad toda.
Abordar ese malestar en términos sociales y educativos es, justamente, tener en cuenta
la construcción de lazos sociales y las herramientas existentes en una comunidad cuando
se pone en marcha, cuando se pone en funcionamiento, en disposición, la relación con
los otros. En este pensar incluimos a cada individuo en relación con su entorno, su fa-
milia, su primera red existente, su barrio, sus amigos, las instituciones donde circula
entre ellas la escuela.
Esta definición primaria y principal da cuenta de cómo entendemos el rol de la
educación como parte de la cultura de una sociedad, un barrio y también da cuenta de
que pensamos los problemas de un modo más integral. La problemática del consumo
exige una mirada integral y por tanto su intervención también lo debe ser. Tiene una
dimensión jurídica en tanto hay un marco legal que prohíbe la venta y circulación de
determinadas drogas; tiene una dimensión médico sanitaria ya que una persona que su-
fre una adicción debe ser recuperada tanto física como psíquicamente; tiene, por último,
una dimensión social en tanto cuando hablamos de recuperación pensamos en brindarle
a la persona que padece una adicción, herramientas necesarias para que pueda construir
un proyecto de vida. Por último si pensamos en una articulación necesaria entre Salud y
Educación en la prevención y asistencia de un consumo problemático y las adicciones,
357
Cfr. López Soler, Concepción y Romero Medina, Agustín. TDAH y trastornos del comportamiento en la infancia y la adoles-
cencia. Clínica, diagnóstico, evaluación y tratamiento. Madrid, Ed. Pirámide, 2014, p. 27.

234
lo hacemos desde el lugar de reconocer a la Escuela como un espacio de producción y
organización privilegiado del lazo social, del encuentro con el otro, de facilitador de los
deseos, de la posibilidad que brinda, a quien asiste y a través de los saberes que pro-
mueve, de proyectarse en un futuro.
El consumo de sustancias en nuestro tiempo Ahora bien, sabemos que el con-
sumo de sustancias que produce alteraciones sobre el sistema nervioso central y en la
senso-percepción no es un hecho privativo de nuestra época, están ampliamente estu-
diados y documentados los distintos usos que se le han dado a las sustancias: formar
parte esencial de rituales y actos, usos curativos, hasta aquellos consumos que tienen
por finalidad, solamente, experimentar distintos efectos en el cuerpo y la percepción.
Desde este punto de partida es imposible escindir los efectos objetivos que las sustan-
cias producen (alucinógenas, estimulantes, depresoras, etc) del contexto histórico, cultu-
ral en que estas son consumidas. Es recién a finales del siglo XIX y más claramente
durante el siglo XX que el consumo de drogas se construye como problema social y tal
cual lo observamos hoy, coincidió con la afirmación de los Estados modernos y la con-
solidación del sistema capitalista, más precisamente en su etapa de sociedad de con-
sumo.
Ahora bien, si pensamos en nuestros jóvenes, en nuestros alumnos, es claro ob-
servar como el consumo de determinados bienes simbólicos y materiales tiene un pro-
fundo impacto en la 3 construcción de su identidad. El consumo de bienes culturales no
son solamente vehículos para la expresión de identidades juveniles, sino una dimensión
constitutiva de ellas Mas que la función de un producto, las empresas buscan crear y
sostener estilos de vida; ―hacer existir el cuerpo juvenil a través del acceso a ciertas
mercancías‖ (Cruz, R 2000). Para comprender la relación entre los jóvenes y el con-
sumo, es necesario tener presente el modelo económico y cultural de la época. En el
marco de la sociedad de consumo, los sujetos se encuentran atravesados por una lógica
que los seduce a consumir como medio de alcanzar el éxito.
El consumo se constituye como la vía preponderante para el desarrollo humano,
como factor de inclusión social. Como contrapartida, esta lógica rechaza y excluye a
aquellos que no cumplen con las expectativas de consumo. La exigencia se les presenta
también a los jóvenes. El mercado, que erige la vitalidad, el estilo y el éxito asociados a
la juventud (como condición), como modelo a seguir, configura a la vez que reclama
una determinada forma de ser joven. Es necesario señalar que en función de su repro-
ducción, una sociedad de consumidores solo se sostiene haciendo de todos los sujetos
un consumidor. Este proceso es particularmente visible en los jóvenes y adolescentes
que han sido ubicados como objetos de consumo privilegiados. Todo debe ser consu-
mido, una gran cantidad de objetos estarán en el lugar de construir una identidad, una
pertenencia de grupo: ídolos musicales, ropa, tecnología que amplifica los mensajes y
permite una comunicación continua y también determinadas sustancias. Las publicida-
des de venta de bebidas alcohólicas, cada vez más, apuntan a un público juvenil, y todas
sostienen el mismo mensaje: el alcohol se asocia a pasarla bien, a la diversión y al éxito,
y al encuentro con el otro. En todas se soslaya hábilmente, que el consumo de alcohol
excesivo puede transformarse en un consumo problemático, en una adicción. Impor-
tante: Los adolescentes como sujetos privilegiados de consumo. Determinados objetos
de consumo adolescente son fundamentales para la constitución de la identidad y la per-
tenencia social.
El consumo de drogas en nuestra sociedad tiene una dimensión más, aquella que
corresponde a su versión de adormecimiento, de evasión de la realidad. Es aquí donde
podemos ubicar que muchas veces, más allá de lo que el consumo aporta en su vertiente
de construcción de identidad, de ser parte, también se comporta resolviendo el malestar

235
inherente a lo cotidiano de la vida. Malestar en la cultura que es inseparable del vivir.
Freud señalaba al respecto en uno de sus últimos textos: "la vida, como nos es impuesta,
resulta gravosa: nos trae hartos dolores, desengaños, tareas insolubles. Para soportarla
no podemos prescindir de calmantes...
Los hay, quizá, de tres clases: poderosas distracciones, que nos hagan valuar en
poco nuestra miseria; satisfacciones sustitutivas, que la reduzcan, y sustancias embria-
gadoras, que nos vuelvan insensibles a ellas. Algo de este tipo es indispensable.
Importante: el consumo de drogas como paliativo del malestar inherente al vi-
vir. Ahora bien, ese malestar en la cultura es impensable en nuestro país sin tener en
cuenta largos años de políticas que han producido profundas transformaciones sociales,
que han llevado a la exclusión, la miseria, a la fragmentación social, a la imposibilidad
de que muchos compatriotas no tengan la oportunidad de pensarse a futuro en un pro-
yecto de vida. Signos de un padecimiento ante la falta de espacios de socialización y de
construcción de sentidos compartidos que imposibilitan la construcción del lazo social.
En este marco el consumo del objeto droga no solo debe ser pensado en su vertiente del
uso de sustancias como paliativo al sufrimiento social, sino también como objeto privi-
legiado en su dimensión política.
Aquella que ha construido al que consume en un delincuente y ha ofrecido su
cuerpo a la tutela jurídicoestatal. En tanto crea el estereotipo social de drogadicto-joven-
peligroso ha transformado a la 4 sustancia droga en un objeto de dominación, por las
relaciones sociales y explicaciones socioculturales que genera (Carballeda. A, 2008).
Importante: el objeto droga en su dimensión política-disciplinaria En síntesis, tomamos
el consumo de sustancias en un marco más amplio, llegando a decir que el mismo es
solo una de las formas que toma la problemática de consumo en nuestra época. Poste-
riormente realizamos un análisis de la relación que tiene el consumo con determinadas
condiciones de existencia, en su vertiente social hablamos de construcción de identidad,
del consumo de drogas en su dimensión de evasión y escape de la realidad y de su signi-
ficación política. Avancemos un poco más con la idea de realizar un análisis más ex-
haustivo de la problemática del consumo de drogas y de lo que puede producir. Según la
Organización Mundial de la Salud droga ―es toda sustancia que, introducida en el orga-
nismo, produce modificaciones en una o más funciones de éste‖. Vemos entonces el
conjunto amplísimo de sustancias que se consumen que ingresan dentro de este enun-
ciado. Avancemos en las distintas clasificaciones que se pueden hacer de las drogas:
legales e ilegales y por los efectos que tienen en el cuerpo y en la senso-percepción. En
principio hay que reconocer que la clasificación en relación con un criterio jurídico,
legalidad-ilegalidad, es válido solo para nuestra cultura y en este momento histórico.
No todas las culturas prohíben y autorizan el consumo de las mismas sustancias.
 Drogas legales: son aquellas cuya producción, distribución y comercializa-
ción se da dentro del circuito legal. Son ejemplos de estas el alcohol, el tabaco, las bebi-
das energizantes. Dentro de este grupo también se incluyen aquellas llamadas sustancias
legales reguladas, dentro de estas distinguimos claramente los ―medicamentos‖. Se lla-
man legales reguladas porque se consumen como parte de un tratamiento médico, están
sujetas a una dosis terapéutica y un porcentaje grande de ellas son comercializadas bajo
prescripción médica.
 Drogas ilegales: Son aquellas cuya producción, distribución y comercializa-
ción están jurídicamente tipificadas como delito; por tanto se obtienen en el circuito
ilegal. En nuestra cultura son ilegales la marihuana, el paco, la cocaína, el LSD y otras.
Otra clasificación posible es aquella que toma un criterio médico-científico, se cons-
truye estableciendo diferentes clases a partir de los efectos que las sustancias producen

236
en el cuerpo al ser consumidas. Importante: todas las sustancias psicoactivas tiene efec-
tos sobre el organismo independientemente de que sean legales o ilegales:
 Depresoras: Son sustancias que deprimen el sistema nervioso central, lo se-
dan, lo lentifican, provocan sueño. Ejemplo: el alcohol (legal), tranquilizantes, ansiolíti-
cos (legal regulada) y opio (ilegal)
 Estimulantes: Son sustancias que aceleran al sistema nervioso central. Provo-
can excitación y euforia. Ejemplo: Bebidas energizantes (legal), anfetaminas (legal re-
gulada), paco o pasta base de cocaína (ilegal)
 Alucinógenas: Son sustancias que provocan alteraciones en la senso- percep-
ción. Ejemplo: LSD (ilegal)
 Cannabinoides: Se encuentran a medio camino entre los efectos de las depre-
soras como el alcohol y aquellas sustancias que provocan alteraciones en la senso-per-
cepción. Ejemplo: Marihuana, hachis (ilegales) Ahora bien, existen distintos niveles de
consumo de acuerdo al vínculo que establece la persona con la sustancia
 Uso: El consumo de alguna droga es un hecho que nos incluye a todos: cuan-
do tomamos alguna infusión como por ejemplo te, café, mate; cuando tomamos algún
medicamento necesario para un tratamiento o cuando tomamos alguna copa de una be-
bida que tiene alcohol. El uso se define por ser de característica esporádica y ocasional,
nada tiene que ver con su componente jurídico.
 Abuso: Este tipo de vínculo con las sustancias se caracteriza por la intencio-
nalidad del consumo. Se configura un hábito de consumo que está situado en tiempo y
lugar y que persigue un fin, o está justificado por el usuario. Ejemplos de esto son aque-
llos que toman algunas copas para animarse en determinados contextos sociales; o el
consumo de bebidas energizantes porque ―te ponen pilas‖; o el muy común entre los
adultos, no poder conciliar el sueño sin tomar alguna pastilla, en general ansiolíticos.
Por último es necesario aclarar que, en muchos casos, un sujeto haga abuso de una sus-
tancia si tener conciencia de ello.
 Adicción: Está relacionado con la compulsión a la ingesta de determinada sus-
tancia, cuando se vive para el consumo, cuando se ha creado con la misma una de-
pendencia física y/o psíquica, siendo la misma un estado de necesidad indispensable
para vivir o mejor dicho para evitar el padecimiento de su ausencia. El padecimiento de
su ausencia tiene que ver con el síndrome de abstinencia, que son un conjunto de tras-
tornos psíquicos y físicos que surgen en el sujeto adicto cuando se interrumpe la ingesta
de determinada sustancia. En estos casos todas las áreas vitales del sujeto son afectadas:
física, psíquica, familiar, laboral-profesional. Importante: diferenciar uso, abuso y adic-
ción como tres niveles de consumo que la persona establece con la sustancia Es necesa-
rio aclarar que estos niveles de consumo que se establecen en relación al vínculo que el
sujeto establezca con el consumo no son pasos necesarios a recorrer. Siguiendo la lógica
que venimos planteando donde le damos preeminencia a las personas y no a la sustan-
cia, podemos asegurar que quien usa determinada droga no va a establecer con ella una
vinculación encuadrada en el abuso, ni tampoco una adicción. Aunque es válido decir
que quien padece de una adicción a una droga, primero fue usuario, y luego hizo abuso
de la misma.
En síntesis, la definición de drogas incluye una gran cantidad de sustancias, mu-
chas de ellas son consumidas de manera prácticamente habitual, forman parte de nuestra
vida cotidiana. A partir de reconocer esta característica realizamos un repaso acerca de
la clasificación jurídica-legal de las mismas y otra, que incluye criterios médico-fisioló-
gicos. Por ultimo abrimos el concepto, muy general, de consumo, en tres niveles: uso,
abuso y adicción. Tenemos entonces las herramientas necesarias para repensar acerca de
la complejidad del abordaje del consumo problemático de sustancias comenzando por

237
poner en suspenso el significado social que se utiliza para nombrar a aquel que consume
una droga ilegal: adicto o drogadicto. No todo aquel que consume una droga de esta
clase es un adicto, tal cual vimos hay diferentes formas de vincularse con las sustancia y
no todas ellas entran dentro de la característica de la adicción.
De la misma manera, casi como el anverso de la otra, no todo consumo de dro-
gas legales tiene que ver con la salud, el placer y el buen vivir. Se puede establecer rela-
ciones con estas sustancias de características adictivas (al tabaco, al alcohol, a los psico-
fármacos). En conclusión para que un consumo se transforme en nocivo para alguien lo
primero que hay que analizar es que tipo de vínculo establece el sujeto con la sustancia.
El problema del consumo no es un tema de la droga-sustancia en sí, es un problema de
la persona, que consume determinada sustancia, en un particular momento de su vida y
en un entorno específico. Entonces ponemos en relación estos tres términos: sustancia-
persona-contexto.
En el complejo asunto de las drogas debemos tener en cuenta cuatro factores
que necesariamente se articulan en la configuración del problema:
Que se consume: nos lleva a preguntarnos acerca de cuál es la procedencia de la
sustancia, su calidad, pureza y grado de nocividad, su estatuto legal.
Quien la consume: nos remite al conocimiento del sujeto y sus circunstancias:
edad, género, posición en la estructura social y sobre todo, el sentido y el lugar que tiene
el consumo en su historia singular.
Como se consume: implica indagar la dosis, frecuencia de consumo, vía de ad-
ministración, motivación.
Como y cuando se consume: requiere pensar en los escenarios del consumo; no
es lo mismo consumir solo que acompañado, en tanto es necesario diferenciar si un con-
sumo está relacionado con cierta forma de encuentro en los grupos de pertenencia
(ejemplo: la previa en los adolescentes o el consumo de alcohol en adultos en contextos
festivos) o el mismo se da por fuera de una relación con otros (en soledad, donde tiene
preeminencia para la persona los efectos que produce la sustancia en el organismo).
También será necesario tener en cuenta si es en el ámbito público o privado.
Las leyes, las normas y valores, el contexto social y económico operan clara-
mente sobre este factor.
El consumo de drogas puede ser problemático para una persona cuando afecta
negativamente, en forma ocasional o crónica, una o más áreas vitales del individuo co-
mo por ejemplo:
 Su salud física o mental
 sus relaciones sociales primarias (familia, pareja, amigos)
 sus relaciones sociales secundarias (trabajo o estudio)
 sus relaciones con las normativas sociales vigentes Los consumos problemá-
ticos de sustancias pueden ser de tres tipos:
 Las intoxicaciones agudas: las personas que pueden padecer una intoxicación
aguda no necesariamente son consumidoras de sustancias habitualmente. Dentro de este
grupo podemos encontrar los llamados consumos episódicos excesivos, generalmente
de alcohol. Un ejemplo de esto son las intoxicaciones que se dan en la población juve-
nil, principalmente los fines de semana y en el marco de lo que socialmente ya se reco-
noce como la previa. Se producen situaciones de riego para la salud sin que esté pre-
sente el suceso adictivo.
 Los usos regulares crónicos: Aquí ubicamos a aquellos que consumen sustan-
cias habitualmente, es decir que el consumo se constituye en un hábito asociado a de-
terminadas situaciones y justificado acríticamente por el usuario. Esta forma de con-

238
sumo es suficiente como para suscitar problemas de salud psico-física o en las relacio-
nes con los otros.
 Las adicciones: Son consumos problemáticos que interfieren claramente en la
vida de quien los padece. La dificultad radica más allá del deterioro físico que pueden
producir, en el deterioro de todas las áreas de su vida, interfiere en sus relaciones socia-
les primarias y secundarias. Al tener casi como único interés el consumo de sustancias
le resulta imposible llevar adelante un proyecto de vida familiar, laboral-profesional,
social.

Las adicciones son siempre consumos problemáticos, su potencial de deterioro


psicofísico y social es muy importante. Requieren de una intervención profesional in-
terdisciplinaria que recupere a quien la padece en todas las áreas comprometidas. Aten-
ción médico-psicológica y recuperación de espacios sociales, profesionales, producti-
vos. Utilizar el término consumo problemático de sustancias y particularmente la adic-
ción, en su dimensión psico-social, posibilita correr el eje del objeto droga y entonces
incluir, en su análisis y atención, la situación problema para alguien, en algún momento
de su vida, tomando en cuenta sus circunstancias sociales. Si, como vimos, no es la le-
galidad o ilegalidad de la droga la que produce el daño y el padecimiento subjetivo sino
la vinculación que la persona hace con ella, el consumo problemático nos permite un
abordaje integral que centrará su intervención no solo en la sustancia, sino también, en
quien la consume y en qué condiciones sociales se encuentra.
En síntesis hemos desarrollado en este texto el concepto de consumo problemá-
tico de sustancias, diferenciándolo claramente de las construcciones sociales que fun-
cionan como obstáculo para intervenir con este problema. Fue necesario para ello ubicar
el consumo de drogas en el marco de esta cultura y relacionarlo con el concepto más
amplio de consumo de objetos y su relación con la constitución subjetiva. Por último
pusimos en relación esto con un periodo particular del desarrollo humano, la adolescen-
cia, especialmente vulnerable por ser un tiempo de grandes cambios psico-físicos y de
pertenencia etárea y social.
Terminamos poniendo en relación estos conceptos con el consumo de drogas en
jóvenes, su vertiente política, aquella que sostiene estereotipos que los estigmatizan, que
los produce ante la mirada del otro como sujetos peligrosos y posibilita sobre ellos, ac-
tos de segregación, expulsión de espacios sociales y control social.
¿Con quiénes nos encontramos todos los días? Retomemos lo dicho en relación
con la importancia de conceptualizar correctamente el problema como instancia funda-
mental para una intervención exitosa. En este marco creemos necesario que debemos
incluir una característica fundamental de aquellos con los que trabajamos todos los días,
los adolescentes. Adolescencia. Etapa del desarrollo vital. Cuando pensamos en la com-
plejidad del tema del consumo de drogas hicimos hincapié en las características que
tiene ese consumo en la época actual. Lo pusimos en relación con una cultura social que
lo enmarca y que lo incluye como parte de una sociedad que exacerba el consumo y
goce de todos los objetos. En ese marco ubicamos la característica de los adolescentes
como sujetos privilegiados de consumo y la importancia que tienen determinados obje-
tos en la constitución de su identidad y sus espacios de socialización.
Vamos a detenernos y examinar, de manera más detallada, que es lo que sucede
en ese periodo del desarrollo humano llamado adolescencia. Esto será de vital impor-
tancia ya que con ellos trabajamos todos los días, esta relación cotidiana muchas veces
hace que nos configuremos para ellos como figuras adultas muy importantes, verdade-
ros referentes, y que muchas de las cosas que a ellos les sucedan estén en función de
este lazo afectivo que establecen con los adultos educadores. Para empezar tenemos que

239
señalar un dato que no es menor: la adolescencia es una etapa de crisis, de profundos
cambios psíquicos, físicos, de roles sociales, de vida. La adolescencia es una etapa crí-
tica de la vida, signada por profundas transiciones en todos los ámbitos, en donde el
mundo exterior y la sociedad aportan factores que influyen en el proceso de transforma-
ción de la personalidad. La adolescencia como construcción histórico-social.
La adolescencia es una categoría social relativamente reciente y propia de la
cultura occidental. Tiene su origen en cambios históricos ligados a la industrialización
de las sociedades. Unas condiciones de producción nuevas y más complejas requirieron
de saberes y competencias laborales específicas en las que los ingresantes al mundo del
trabajo necesitaban formarse. La escuela y su difusión es, en parte, un producto de estas
nuevas necesidades.
La formación que impartirá en los jóvenes las instituciones educativas les abrirá
perspectivas de autonomía e independencia respecto del medio familiar, configurándo-
los como un grupo social específico, y su inclusión dentro de una clara organización de
tiempos, tareas, de lugares específicos a ocupar en el espacio físico, ira domesticando el
cuerpo para la inserción dentro del mundo del trabajo. Se marca el inicio de la adoles-
cencia a partir de ciertos cambios físicos, pero el momento de su finalización es incierto,
no se corresponde con una edad preestablecida. Como etapa vital, funciona como un
prolongado pasaje, una transición, entre el universo infantil y el mundo adulto, caracte-
rizado por la independencia familiar, la formación de un nuevo hogar y la independen-
cia económica.
La idea de pasaje, transito, que enmarca este proceso de evolución psicofísica
atraviesa a la adolescencia y la juventud y hace que no resulte demasiado útil ni viable
establecer límites taxativos entre ambas categorías. Desde la perspectiva de la clasifica-
ción etárea, se define como jóvenes a todas aquellas personas que tienen entre 15 y 24
años. Esta definición fue acuñada por la Organización de las Naciones Unidas en 1983 y
aceptada universalmente. La terminación de este ciclo coincide con la inserción en el
mundo adulto, ya sea a través de quienes adquieren un trabajo estable o constituyen una
familia. Esta etapa es la que los científicos de la conducta llaman "moratoria social", es
decir, aquí el joven es considerado como una persona en preparación, en espera, para
asumir "los roles del adulto‖. Pero pensar la juventud solo como condición etárea im-
plica el riesgo de no considerar la realidad en la que se desarrolla el sujeto.
En este sentido pensar la noción de juventud como construcción histórica y so-
cial implica romper la pretensión de presentar una forma única, inmutable, permanente
de ser joven. Así el termino se presenta cargado de representaciones y significados que
le asignan características que tienden a desconocer la heterogeneidad social y las dis-
tintas formas que asume la condición juvenil según la época, la cultura dominante y el
sector social al cual cada joven pertenezca. Los jóvenes no son todos iguales. Distintos
factores culturales y sociales condicionan las maneras de ser joven y en tal sentido hay
diversas formas de experimentar esa etapa vital. Para muchos jóvenes resulta casi im-
perceptible, para otros es efímera y para otros prolongada indefinidamente. Así, la idea
misma de ―moratoria social‖ que habilitaría la posibilidad de diferir el momento de
asumir responsabilidades y compromisos y justificaría ciertos "ritos sociales" desde el
presupuesto de que el joven debe estudiar, divertirse y prepararse para algo se relativiza.
No es lo mismo un joven de 17 años padre de familia que trabaja hace tiempo, que un
joven que estudia con 24 años sostenido económicamente por sus padres. En este sen-
tido, consideramos al adolescente como miembro de un sistema familiar y social que lo
condiciona (pero no lo determina) en su proceso de socialización, permitiéndole incor-
porar valores, creencias y patrones de conductas, a partir de las cuales, va a construir su
subjetividad. Entonces bien, reconocemos que no todos los adolescentes son iguales,

240
que no atraviesan todos de la misma manera este periodo de la vida, que su duración y
características estarán relacionadas con condiciones de existencia, subjetivas, factores
sociales, culturales, que van a imprimirle a cada joven una determinada forma.
Lo que es un hecho innegable, que posee en nuestra cultura características de
universal, es que es un proceso que todos los sujetos lo atraviesan. La adolescencia co-
mo etapa del desarrollo físico y psíquico La adolescencia es un proceso de desarrollo
psíquico normal. Forma parte de un proceso más amplio donde también se incluyen
cambios físicos, desarrollo de los caracteres sexuales secundarios, que van haciendo la
transición de un cuerpo de niño hacia un cuerpo adulto.
Freud nombraba esta etapa como pubertad y señalaba ―Con el advenimiento de
la pubertad se introducen los cambios que llevan la vida sexual infantil a su conforma-
ción definitiva‖. La característica adolescente de rebeldía, enfrentamiento con los padres
y los adultos, la constitución del grupo de pares, los procesos que se dan allí tan necesa-
rios para la construcción de la identidad, solo pueden ser entendidos y soportados en su
justa medida si se tiene en cuenta que forman parte del pasaje de un niño a la adultez.
La adolescencia comienza sobre esta base puberal, un empuje hormonal muy fuerte que
comienza a transformar el cuerpo del niño y lo prepara para la adultez.
Hablar de adolescencia es situar al sujeto en un tiempo de cambio en la estruc-
tura de su personalidad. Los cambios, que a nivel de las estructuras psíquicas se van
gestando, tienen su apoyatura en toda una serie de transformaciones a las que el indivi-
duo no puede rehusarse y solo debe contentarse con esperar a que todo ello pase. La
adolescencia como proceso psíquico comienza con la imposibilidad, vía la represión del
complejo de Edipo y la instauración de la prohibición del incesto, de tomar a los padres
como objeto de amor.
El sujeto adolescente tiene entonces que redirigir su libido hacia objetos que es-
tén por fuera del núcleo familiar. Este proceso se da a partir de la desidealización de los
padres. Este fenómeno se observa, acaso, en la que es la característica más saliente de la
adolescencia, el enfrentamiento bien marcado con las figuras adultas. Y es el sustento
de la idealización del amigo, del grupo de pares, de los objetos simbólicos adolescentes,
de la caída de los valores del mundo adulto y del apego de nuevos valores.
La adolescencia es un trabajo de ruptura y separación absolutamente necesario
para el acceso de cada sujeto a la vida adulta. Hemos trabajado hasta aquí a la adoles-
cencia como una construcción histórica social y puesto en cuestión la homogenización
del fenómeno adolescente en tanto está atravesado por variables culturales y sociales
que hacen que no todos los adolescentes atraviesen, ni de la misma manera ni en el
mismo tiempo, este periodo. Posteriormente desarrollamos los conceptos de pubertad y
adolescencia, diferenciándolos, al primero como un proceso que tiene una marca clara-
mente biológica y el segundo, apoyado sobre el primero, un proceso psíquico.
Dimos cuenta de la adolescencia como un proceso necesario. Por último es ne-
cesario señalar que ese complejo camino que recorrerá el adolescente, que no será sin
ese otro adulto en sus distintas versiones, padres, maestros y profesores, directivos, etc.,
no parte desde cero. Arranca desde una matriz de relación al otro que ya está configu-
rada desde niño. Los niños toman de los adultos los rasgos a partir de los cuales cons-
truyen su propia identidad. La primera manera de ser uno mismo es deseando parecerse
al otro. Los adultos sirven como modelos de referencia. Es una experiencia sencilla de
ver cuánto se parecen en sus gestos, sus modos de hablar, las cosas que dicen los niños a
sus padres. Una influencia muy importante de los adultos en la construcción de la sub-
jetividad y socialización de los niños tiene que ver con la transmisión de las normas y
valores sociales.

241
Mientras las normas establecen los marcos de acción individual en relación con
la buena convivencia social, los valores son el conjunto de cosas que nos parecen im-
portantes, relevantes, que tienen que ver con lo bueno, organizan nuestros actos y pro-
yectos. (Rovira Puig, 1996). Sobre esta matriz de relación identificatoria, de ordenación
del mundo simbólico, volitivo y afectivo en los niños, se dará el acontecimiento adoles-
cente. No todo esto, afortunadamente, saldrá ileso, este momento del desarrollo humano
no solo será ruptura, también será continuidad.
Si los padres son parte esencial de esa escena adolescente, si los adultos (por
ejemplo maestros y directivos) toman el relevo de esas figuras parentales en el ámbito
escolar, si esta presencia es fundamental para la construcción subjetiva y la constitución
de la identidad será necesario pensar cual será la mejor forma de sostenerlos, acompa-
ñarlos, posibilitarles de la mejor manera el paso por esta etapa vital. La dificultad del rol
de los adultos Ahora bien, es necesario señalar que para los adultos de hoy resulta su-
mamente dificultoso poder ubicarse en ese lugar de acompañamiento y sostén del pasaje
adolescente. Las transformaciones sociales y económicas operadas en nuestro país du-
rante la década de los noventa: pérdida de empleo, flexibilidad laboral, precarización,
pérdida del trabajo como eje organizador de la vida social, menoscabo de la experiencia
como fuente de saber, ruptura de las asimetrías generacionales, incertidumbre sobre el
futuro…configuraron un proceso de fragilización del mundo adulto.
La imagen del adulto como una persona con las cosas claras, la vida resuelta,
estable en sus vínculos y sólido para resolver los problemas que presenta la vida se
agrieta frente a los adolescentes. Surge entonces la pérdida de autoridad y la incapaci-
dad de ofrecer cuidados como síntomas inevitables en la relación de los adultos con los
adolescentes. Esta crisis de autoridad y de capacidad de protección por parte de los
adultos se traduce muchas veces en sentimientos de perplejidad, impotencia, confusión,
incomprensión, reproche, censura y rechazo hacia conductas ejecutadas por parte de los
adolescentes que no podemos comprender ni aceptar.
Esta caracterización del mundo adulto exige repensar la mejor forma de acom-
pañar este proceso en los distintos ámbitos de circulación de los adolescentes. Como es
la relación con las normas sociales, institucionales del mundo de los adultos y la cons-
titución de un modo de relación particular de los adolescentes con los otros, adultos y
pares. La configuración de un espacio subjetivo propio a partir de los lugares comparti-
dos. En síntesis, compañía, sostén, ayuda, guía, como tarea que va a posibilitar a los
jóvenes el acceso a la vida adulta a partir del fomento de espacios propios, de novedosas
formas de lazos sociales, de propios y singulares proyectos de vida.
Pensemos en la frase siguiente: ―El recorrido del viaje adolescente se organiza
desde la imprevisibiidad. Pero no desde la imprevisibilidad absoluta. Este recorrido va
configurando los modos en que se construye su espacio subjetivo, para lo que son nece-
sarios algunos mojones, algunas guías que permitan trazar el territorio de cada uno.
Esos mojones pueden ser monumentos infranqueables y enceguecedores o luces claras
que orientan. Puede ser la rigidez, el autoritarismo y la represión que bloquean y hasta
cierra los espacios o la voz firme, segura, pero al mismo tiempo autorizadora que ayuda
a trazar el camino. Esos mojones, esas guías, esas voces, los pueden encarnar adultos
conscientes y responsables‖ (Efrón, R, 1996).
Esta posibilidad de acompañar responsablemente y de la mejor manera a los
adolescentes también se apoya sobre determinadas condiciones de posibilidad, sobre
determinadas significaciones sociales que muchas veces funcionan como obstáculos.
Hay una mirada predominantemente estigmatizante hacia la juventud que necesaria-
mente tiende a asociarse a la idea de crisis, de rebeldía, de ruptura y finalmente de peli-
grosidad. En algún sentido la juventud es un sector sobre el que se cargan fenómenos

242
con los que la sociedad no sabe qué hacer. En el contexto de lo planteado, el consumo
de sustancias se convirtió en uno de los principales ejes en el proceso de estigmatización
y criminalización de la población juvenil que, como uno de los sectores donde más im-
pactaron los modelos de desarrollo injustos y excluyentes, es vista como una virtual
amenaza al orden público.
El discurso social que predomina respecto del consumo de drogas está asociado
a ciertos estereotipos como consumo de drogas = delincuencia, consumo de drogas =
marginalidad.
Hemos trabajado la importancia que tiene el consumo en la sociedad actual,
como en los jóvenes de manera especial, la adquisición y goce de ciertos objetos, tanto
materiales como simbólicos, los producen en relación al otro, son un sostén esencial en
la construcción de su identidad, los habilita a la circulación en determinados ámbitos
sociales, en la constitución del grupo de pares. La ropa, las distintas ―ondas‖, ac-
cesorios, grupos musicales, revistas, etc., son objetos que construyen un ―nosotros‖ y
habilitan distintos espacios de circulación y apropiación.
El mercado se ha encargado de hacer de los jóvenes sujetos de consumo privile-
giados. El consumo de sustancias psicoactivas en los adolescentes no escapa a esta ló-
gica que señalamos donde determinados objetos, su consumo, forma parte de los proce-
sos de construcción de identidad y relación social. Un claro ejemplo de esto es lo que se
ha dado en llamar ―la previa‖ o pre-boliche. Es una práctica ampliamente difundida en-
tre los adolescentes de hoy, se da principalmente los fines de semana por la noche y
consiste en el encuentro de los jóvenes a beber alcohol, casi siempre antes de ir a bailar
o salir. Si la pensamos como una práctica habitual, y logramos corrernos de los efectos
preocupantes que muchas veces causa, en relación a ser un ámbito para el consumo ex-
cesivo de alcohol, en lo que queremos detenernos ahora es en su valor social. La previa
es uno de los modos de relación de los adolescentes, es una matriz relacional, es el lugar
donde se encuentran y se producen como paso necesario para el encuentro con el otro.
Alejados de la mirada estigmatizante y atemorizadora de los medios que los
producen a los ojos adultos como en riesgo y riesgosos, tomamos la previa en tanto, al
configurarse alrededor del consumo de alcohol, nos muestra claramente el valor funda-
mental que tiene en nuestra sociedad el consumo de determinados objetos. Retomamos
entonces lo que señalamos anteriormente, no hay una cultura del consumo de sustancias
por fuera de una cultura social que ha elevado el consumo a un lugar fundante de la sub-
jetividad. El adolescente no está por fuera de esta lógica, mas por el contrario deter-
minados objetos les resultan absolutamente imprescindibles para transitar el camino
hacia la adultez, les permiten circular en determinados grupos de pertenencia social.
En síntesis es entonces necesario, para quien trabaja con los jóvenes hoy, ubicar
la complejidad de esta etapa en su justa medida. Cuando abordamos la prevención en el
ámbito educativo lo hacemos pensando en que la Escuela puede ser un ámbito privile-
giado para promover el cuidado de los jóvenes, sabiendo que es un lugar en que ellos
pasan una gran parte del día, un espacio en donde se vinculan socialmente con su grupo
de pares y también con los adultos; es el relevo del espacio intrafamiliar y la apertura
hacia la independencia; es el lugar donde se oferta conocimiento y donde se opera una
apertura a la dimensión del deseo de saber; es, en síntesis, ese ámbito en que cada ado-
lescente puede empezar a construir su proyecto de vida. ―…Toda política para adoles-
centes se inicia con su reconocimiento, por la aceptación incondicional por el esfuerzo
de renacer y ser otro, conservando la memoria del que fue niño. Muchas adolescencias
en la Argentina de hoy sencillamente no son reconocidas y los jóvenes atraviesan vidas
devaluadas porque nadie los ve, nadie los inscribe y les hace pertenecer a un nosotros
diverso y plural (…) la adolescencia es un sistema complejo de adioses, de dolorosas

243
despedidas (…) los adolescentes recorren angustiantes corredores de un laberinto en el
que, muchas veces, están absolutamente solos (…) un adiós que conoce, una despedida
fundada en el conocimiento, solo es posible cuando aquel/aquello de quien nos separa-
mos fue en su momento bienvenido‖358.
¿Qué hacemos para prevenir el consumo problemático de drogas? Hasta aquí
hemos visto como la problemática del consumo de drogas es impensable por fuera de
una sociedad que exacerba el consumo y goce de todo tipo de objetos. Ubicamos así las
adicciones en un marco más amplio, como un modo del padecimiento subjetivo propio
de la sociedad de consumo Cuando vimos específicamente el consumo de drogas lo
pensamos en por lo menos tres dimensiones, jurídica, sanitaria y social. Luego nos de-
tuvimos y desarrollamos una dificultad más para pensar la prevención y el cuidado en la
Escuela: la adolescencia como etapa del desarrollo físico y psico-social.
Es momento de empezar a pensar que es lo que podemos hacer para fomentar
estilos de vida saludables y para que un consumo de drogas no se transforme en un obs-
táculo para el inicio, continuidad y finalización de las trayectorias escolares de ningún
chico.
La Prevención del Consumo problemático de drogas.
Como ya hemos señalado en el texto ―Las Adicciones‖ la problemática del con-
sumo de drogas no tiene que ver con la sustancia en si sino con la relación que cada
persona establece con ellas, recordemos entonces esa diferenciación que realizamos
entre una relación de uso, de abuso y de adicción.
El modo en que conceptualicemos un problema estará directamente relacionado
con la forma en que ese problema será abordado. Las acciones instrumentadas en rela-
ción con la atención y prevención de las adicciones se han enmarcado en determinados
posicionamientos ideológicos que brindaron un sustento teórico y justificaron determi-
nadas prácticas. La conceptualización y las prácticas que de ellas se desprendieron con-
figuraron distintos modelos de intervención. En todos ellos veremos que están presentes
estos tres componentes (sustancia-persona-contexto), y que un modelo se diferenciará
de los otros en relación a cuál de estos términos es tomado como el preponderante o
como causa principal del problema.
Empecemos definiendo que es la prevención: La prevención es la preparación y
disposición que se hace anticipadamente para evitar un riesgo; es anticiparse a la apari-
ción de un fenómeno por medio de la intervención sobre sus causas. De esta definición,
en principio, debemos tomar dos términos que resultan fundamentales para abordar la
prevención. El primero tiene que ver con la ―anticipación‖, entonces se debe pensar a la
prevención como un actuar antes de que un fenómeno o episodio se produzca con la
intención de evitar un riesgo o daño. El segundo concepto a tener en cuenta es el de las
―causas‖. Como señalamos anteriormente, la manera en que sea conceptualizada la cau-
sa del problema a prevenir va a determinar las acciones a realizar, dando sustento a dife-
rentes programas y modelos preventivos.

Los modelos preventivos: En 1975 la UNESCO presentaba un trabajo (Nowlis,


1975) que reconocía cuatro distintas conceptualizaciones de la problemática del con-
sumo de drogas. Haciendo hincapié en la interacción entre los conceptos de individuo-
persona-contexto cada modelo se define por la particularidad en que ordena estos térmi-
nos.
Modelo Ético-Jurídico. El modelo ético-jurídico atribuye un papel preponde-
rante a la sustancia. Reconoce solo como drogas a las sustancias ilegales (recordemos la

Umbría Acosta, Luis. ―Juventud y drogas. Extremos de una relación distorsionada‖. Revista Nueva Sociedad Nº 117. Bs. As.
358

1992, 13.

244
clasificación realizada en la primera clase) a la que les asigna el lugar de causa de las
adicciones, se les atribuye el poder de capturar a la persona que las consume, es el sus-
tento de campañas y mensajes preventivos del orden de ―no te dejes atrapar por la dro-
ga‖. Pensado de esta manera las acciones preventivas van a estar orientadas al control
de la sustancias como agentes causales del problema. La persona es colocada en un
plano secundario, según entre o no en contacto con la sustancia. El contexto, lo social,
se equipara al ámbito de la norma jurídica y moral. A partir de esta mirada el consumo
de drogas se entiende desde la categoría de delito y vicio, por lo tanto el consumidor es
visto como un delincuente. Este modelo determina acciones en el marco del campo del
Derecho Penal y por lo tanto la prevención se orienta a evitar el consumo de drogas
prohibidas brindando información acerca de las sanciones jurídicas y morales.
Modelo médico-sanitario. Como el anterior pone el acento sobre la sustancia pe-
ro esta vez como agente causal de una enfermedad. La sustancia ya no es tomada en su
valor normativo sino en función de su potencial adictivo. Otra diferencia es que toma a
todas las sustancias psicoactivas y no solo aquellas ilegales, por lo tanto incluye el al-
cohol, el tabaco y los productos farmacéuticos. Se diferencian las ―drogas duras‖ de las
―blandas‖ en tanto la importancia del análisis recae sobre los efectos que produce las
sustancias. En relación con la persona le interesa determinar los grados de vulnerabili-
dad. Por lo cual se introduce el análisis de los factores de riesgo y se identifican pobla-
ciones de riesgo (ejemplo los niños y los jóvenes). En relación con el contexto se busca
reconocer la contaminación del medio en tanto tolerancia social y accesibilidad a las
sustancias. Las acciones preventivas se inscriben en el ámbito de salud pública y su in-
tención es evitar los consumos vía el temor, ahora no a la sanción penal, sino a los efec-
tos que produce la droga sobre el organismo. Por lo tanto se trabaja para que las perso-
nas reconozcan las sustancias y sus efectos.
Modelo psico-social. En este modelo, a diferencia de los otros dos, el eje del
análisis se corre desde la sustancia hacia la persona, hacia el sujeto que consume. Lo
importante para este modelo es el tipo de relación que la persona establece con la sus-
tancia por lo tanto se comienza a tomar en cuenta los conceptos de uso, abuso y adic-
ción. Si bien comparte con el modelo medico sanitario la categoría de enfermo para el
abuso y la compulsión al consumo, se diferencia de aquel en no poner el acento en los
efectos de las sustancia; la enfermedad es previa al consumo de drogas. El consumo será
leído como un síntoma de una enfermedad previa. La adicción no será otra cosa más que
la manifestación sintomática de un trastorno psíquico. Ahora bien las causas de este
trastorno deben ser leídas a partir de la existencia de conflictos del sujeto con su medio
micro social, su familia y su grupo de pares.
Los factores que destacaron a nivel individual, en el uso problemático de sustan-
cias, fueron el abandono emocional materno a edades tempranas, el antecedente de mal-
trato infantil, una disminución en las habilidades cognitivas no verbales durante la in-
fancia, problemas por uso de marihuana a edad temprana, uso de tabaco a una edad
temprana, ausentismo laboral, la edad (adolescencia, juventud), la presencia de síntomas
de depresión y ansiedad, trastornos psiquiátricos, como el trastorno por estrés postrau-
mático, trastornos de la personalidad y trastornos del afecto, baja resiliencia y control
yoicos y problemas externalizados -tales como un bajo control conductual-, discusiones
con la pareja y el antecedente de conductas violentas hacia terceros.
La dependencia a la marihuana se asoció significativamente con mantener rela-
ción con pares consumidores, la jefatura familiar única y el tener padres con una historia
de trastornos por uso de sustancias359.
El contexto quedará subsumido a esta matriz de relación con la cual el sujeto es-
359
Cfr. De la Fuente, Juan. Marihuana y salud. O. c., pp. 82-83.

245
tablece una relación conflictiva. A parir de lo dicho la prevención ya no apuntará estric-
tamente a evitar el consumo de drogas como en los modelos anteriores, tendrá caracte-
rísticas más inespecíficas que incluirá acciones que posibiliten una mejora en sus rela-
ciones interpersonales. La prevención se va a inscribir en el ámbito de la salud mental.
Modelo socio-cultural. Este modelo prioriza el contexto como eje de análisis del
problema del consumo de drogas. Es en la sociedad, en sus condiciones materiales,
donde se debe buscar las causas del consumo. Determinadas condiciones culturales y
socio económicas imponen condiciones de vida que algunos sujetos solo pueden sopor-
tar a través del consumo. Aquí aparece la versión del uso de drogas para evadirse de una
realidad que se juzga insoportable. El uso de drogas sigue siendo caracterizado como
síntoma pero ya no en su versión psicopatológica sino como síntoma social. La preven-
ción apuntará a acciones que tiendan a mejorar las condiciones de vida de las personas
desde una perspectiva macro-social a partir del acceso de las personas al goce de dere-
chos ciudadanos básicos tales como vivienda, trabajo, salud y educación. Modelo mul-
tidimensional Vimos las características de cada modelo, analizamos como reflejan una
mirada parcial de las causas del consumo de drogas, desde aquellos que hacen hincapié
en la sustancia, como en el sujeto y en el contexto social. En este sentido el modelo
multidimensional resulta superador de los cuatro modelos clásicos al plantear que en
cualquier uso de drogas se produce una interacción entre tres subsistemas: La sustancia
como elemento material Una estructura y disposición subjetiva determinada Una orga-
nización social ―Desde este modelo podemos observar como los efectos de una sustan-
cia no tendrán que ver únicamente con sus características farmacológicas, sino también
con las características del sujeto que la consume, el contexto en el que se produce esta
relación entre el sujeto y la sustancia y el momento histórico en el que acontece la inter-
acción (Comas, D y Arza, J 2000)‖. Desde esta perspectiva la prevención será pensada
como promoción de espacios y estilos de vida saludables a través del fortalecimiento de
redes sociales y espacios de participación de la comunidad. Si la idea es desalentar
cualquier tipo de consumo esta propuesta de prevención se distingue porque su objetivo
principal es la promoción de la salud, el cuidado y la construcción de proyectos de vida
significativos. La idea de prevención se amplía con el concepto de educación preven-
tiva, que incluye la prevención inespecífica como promoción comunitaria. Como de-
cíamos anteriormente al referirnos al termino prevención podemos concebirlo desde una
lógica de anticipación para reducir riesgos, en este caso prevenir significa generar ac-
ciones de algún tipo para que un suceso no se genere, o que, en el caso de aparecer, el
problema, el número de casos sea el menor posible.
¿Qué se entiende por prevención específica e inespecífica? La prevención ines-
pecífica se centra en la promoción de espacios y estilos de vida saludables, alternativas
del ocio y tiempo libre, del fomento de la participación social y comunitaria, el com-
promiso ético, la construcción de un proyecto personal articulado en lo grupal y social
etc. Se espera potenciar actividades y participación de las personas en propuestas que
son buenas en sí mismas y que puedan llevar a fortalecer ideas, conceptos, valores y
acciones que tiendan al buen vivir. La prevención especifica está conformada por un
conjunto de estrategias que se enfocan directamente a la causas del problema. Si bien
resaltamos la importancia del abordaje preventivo en el caso del consumo de sustancias
a partir estrategias de intervención inespecíficas es importante también llevar adelante
acciones más específicas por varias razones: El interés social que suscita el tema: hablar
de drogas se convierte en una demanda específica por parte de muchos colectivos (aso-
ciaciones de padres, diferentes instituciones sociales, miembros de la comunidad, etc.)
Reformular dicha demanda puede dar pie al tratamiento de otras cuestiones más
generales e inespecíficas: educación de los hijos, comunicación entre éstos y los padres,

246
etc. Es también conveniente la especificidad del tema del consumo en función de disipar
estereotipos, prejuicios, información errónea o insuficiente que pueda provocar actos de
segregación, exclusión o discriminación de personas con problemas de consumo. Nive-
les de prevención Ahora bien, según la evaluación que se hace de la problemática y los
objetivos que se busque alcanzar, se pueden establecer 3 niveles de prevención: Preven-
ción primaria: tiene que ver con todas las acciones que se llevan adelante para evitar que
un evento se produzca, busca evitar la aparición o minimizar los daños producidos. En
el caso del consumo de drogas son acciones de prevención primaria específicas en el
ámbito educativo las charlas que dan información acerca del daño o las consecuencias
que produce el consumo de drogas.
La prevención primaria inespecífica en el ámbito educativo es parte del día a día
en la Escuela, desde el momento en que se pone en práctica la construcción conjunta del
saber, espacios donde la palabra de los chicos es tenida en cuenta, en el fomento de la
autonomía y la toma de decisiones responsables, en el fortalecimiento de la construc-
ción colectiva y la circulación democrática de la palabra. La prevención pensada en esta
dimensión tiene que ver con la posibilidad de fortalecer la autonomía de los chicos de
tal forma que, se encuentren con mayor cantidad de herramientas al momento de elegir.
No se tratará de asustar o atemorizar acerca de lo que los consumos producen sino de
ayudarlos a decidir con responsabilidad.
Prevención secundaria: se pone en práctica en el momento en que se han produ-
cido algunos casos de consumo. Tiene que ver con la detección precoz y la evaluación
del problema, está en función de actuar con la mayor celeridad posible para evitar una
problemática mayor. Cuando los docentes y directivos tienen un registro de lo que les
sucede a los alumnos, cuando empiezan a notar dificultades en alguno de ellos que pue-
de evidenciar un consumo de sustancias (en la convivencia escolar, en la asistencia, en
el rendimiento pedagógico), cuando el gabinete o los equipos de apoyo realizan una
intervención y detección temprana, se están realizando acciones de prevención secunda-
ria. La Escuela debe tener bien en claro, para evitar que el problema se agrave, los dis-
tintos efectores de salud que puedan atender un problema de consumo y brindar un tra-
tamiento adecuado.
La Escuela tiene muchas herramientas para intervenir en los niveles de preven-
ción primaria y secundaria. Prevención terciaria: es el nivel de prevención donde se po-
ne en marcha la atención y el tratamiento adecuado para la problemática. Sus acciones
no están enmarcadas en el ámbito escolar. En el caso de la problemática del consumo y
de acuerdo a la Ley de Salud Mental y Adicciones, el tratamiento estará en función de
una adecuada evaluación profesional y a partir de ello, en la atención en dispositivos
específicos. Estos pueden ser de características ambulatorias o internativas, reservando
esta última opción para un momento clínico particular.
Después de todo lo que vimos ¿Quiénes deben hacer prevención en el consumo
de drogas? La única respuesta es Todos. Si retomamos el concepto de Salud Comunita-
ria, en donde la salud pública, la participación comunitaria y el contexto cultural con-
fluyen en la creación de un modelo de atención primaria, la prevención es tarea de to-
dos, con los diferentes niveles de responsabilidad social que cada uno tiene. En este
sentido es fundamental recuperar conceptos de educación, restauración, sensibilización,
cuidado, protección, en donde la salud es un derecho a ser ejercido en todo momento y
no solo en la instancia de la enfermedad. Para las situaciones de consumos problemáti-
cos de drogas es necesario pensar la importancia fundamental que tiene, en una instan-
cia de tratamiento y rehabilitación, restablecer la red de vínculos que puedan tener las
personas ya sea familiares (sus entornos más próximos), laborales y o escolares, de mo-
do de estabilizar su red de contención. Es decir, lo importante es sostener al individuo,

247
acompañarlo para que no persista esa condición de padecimiento, para que vuelva a ser
un sujeto capaz de tomar sus propias decisiones en su beneficio y para su propio bie-
nestar.
Las familias cumplen o están llamadas a cumplir funciones de socialización de
sus miembros y se constituyen así en generadoras del lazo social, en tanto siguen con-
formando el vínculo que entrama la transmisión cultural primaria de un humano a otro
semejante, tarea en la que aporta amor, deseo y goce, lo que es determinante en la sub-
jetividad.
Tengamos presente que ni las sustancias por sí mismas, ni las personas que con-
sumen problemáticamente, ni las familias poco o excesivamente contenedoras, ni los
contextos de profundas injusticias sociales o riquezas desmedidas, ni sociedades plena-
mente desarrolladas o tremendamente quebradas y sumidas en la anomia, son por sepa-
rado, las causantes de la circunstancia dolorosa de las adicciones. Todo conjuntamente,
conforma este universo de excesos y carencias que deviene, entre otras circunstancias,
en consumos problemáticos o adicciones. La participación en los espacios sociales ge-
nera pertenecía y la pertenencia, el hacer con otros nos favorece la conformación de
proyectos vitales y nos ayuda a determinar el sentido de nuestra vida, es decir es saluda-
ble para todos.
Es importante entonces propiciar y promover la participación social, establecer
las vinculaciones necesarias para pertenecer a un espacio, a un club de barrio, a un gru-
po de amigos, de trabajo, la cooperativa, la asociación del barrio, el centro cultural, re-
conocer que hay otros a quienes les suceden cosas similares. Una institución como la
escuela, con la impronta de la educación pública y universal, accesible a la gran mayoría
de nuestra población, ofrece un escenario privilegiado para educar a los jóvenes en una
construcción común (la del aprendizaje y el intercambio), la que no elude el conflicto
sino que lo asume como parte de la vida misma, como motor del cambio.
Desde esta perspectiva las políticas preventivas alcanzan un enfoque de integra-
lidad, que ligan el consumo a otras problemáticas sociales complejas, evitando la esci-
sión sujeto-consumo. Estas modificaciones intentan alejarse de la propuesta, aún vigen-
te en determinados 18 sectores sociales, basado en la corriente abstencionista, es decir
en desaprobar cualquier tipo de consumo desde un discurso atemorizante y sostenido en
los efectos negativos y mortíferos de la sustancia.
Desde esta manera de ver la situación se prevenía de ―algo‖ que no tenía re-
torno, de allí la nominación de muchos programas preventivos y asistenciales que refie-
ren a los consumos como un ―viaje de ida‖. Desde esta nueva mirada del Estado, pre-
vención implica intervenir en los nuevos padecimientos epocales, en donde el uso pro-
blemático de sustancias es una de las expresiones del malestar. La intervención deberá
centrarse entonces sobre las cuestiones que causan estos malestares.
El Estado asumiendo el rol de garante del bienestar general y como actor prin-
cipal en relación con el desarrollo con equidad y justicia. Un Estado que interviene en la
transformación de las condiciones de vida de todos los ciudadanos.
La Escuela como ámbito privilegiado de prevención. El final de este recorrido
nos va a encontrar pensando todo lo que vimos hasta ahora a la luz de nuestro trabajo
cotidiano. La ley 26.586 que crea el Programa de Educación y Prevención Sobre las
Adicciones y el Consumo Indebido de Drogas reconoce en su letra el valor de la Es-
cuela en la constitución de estilos de vida saludables y una cultura del cuidado, y se
enmarca en un proceso de transformación social donde el Estado recupera el rol funda-
mental de garante del bienestar general y del desarrollo con equidad e igualdad de opor-
tunidades.

248
Esto se debe al reconocimiento de que la problemática de drogas tiene una ver-
tiente de abordaje psico-social, que asista, atienda y recupere a quien padece un con-
sumo problemático de sustancias a partir de un abordaje integral. Un abordaje integral
que establezca acciones, programas y dispositivos de trabajo en conjunto con las áreas
de Salud, Educación, Trabajo, Desarrollo Social, Seguridad con el objetivo de la inclu-
sión social, el reconocimiento de derechos y la posibilidad de construcción de un pro-
yecto de vida singular y colectivo.
Este breve recorrido nos muestra que este proceso histórico político avanza so-
bre el reconocimiento de derechos ciudadanos hasta este momento negados, y restituye
a las instituciones del estado su valor de garantes y promotoras del bien social. Si el
objetivo es el desarrollo con equidad, inclusión y justicia social esto solo es posible a
partir de una intervención sobre las condiciones materiales de vida, que logre volver a
anudar aquello que la omnipotencia del mercado destruyó.
En este marco la Educación es concebida como factor de inclusión y cohesión
social sobre la base de generar igualdad de posibilidades educativas para todos los ar-
gentinos independientemente de su condición social o pertenencia regional. En el con-
texto de una sociedad empobrecida y fragmentada, producto de las políticas implemen-
tadas en la década del noventa, se desarrolló un esfuerzo importante por integrar a los
niños y adolescentes al sistema educativo.
La ley Nacional de Educación consagra el carácter público del conocimiento y
la igualdad de posibilidades de acceso y apropiación de una Educación de calidad para
todos. Esta concepción impulsa a los distintos actores del sistema educativo a la necesi-
dad de construir estrategias institucionales capaces de abordar la problemática del con-
sumo de drogas en la escuela con el objetivo de que el mismo no se transforme en un
obstáculo para el inicio, continuidad y finalización de las trayectorias escolares de nin-
gún chico. El paradigma que definía a la salud solamente como ausencia de enfermedad
y que consideraba a ambas (la salud y la enfermedad) como entidades abstractas, defini-
das solo por criterios biológicos y que, por lo tanto, soslayaba la determinación de com-
ponentes sociales, culturales e institucionales ha sido puesto en cuestión.
A partir de esto se comenzó a tomar al proceso de salud-enfermedad como un
hecho social tanto como biológico, por lo tanto se debe pensar que toda intervención en
este campo, ya sea a partir de la prevención y la asistencia, debe contemplar todas estas
dimensiones del problema. En el preámbulo de la constitución de la Organización mun-
dial de la salud (OMS) se define así ―Salud es el completo estado de bienestar físico,
mental y social y no solamente la ausencia de enfermedad‖.
Dicha declaración de principios si bien reconoce las dimensiones mentales y so-
ciales y no solamente la ausencia de enfermedad física como parte de la salud, aun la
establece como estado, como un momento de equilibrio en la vida. La salud planteada
como proceso incorpora a lo dicho, la presencia de conflictos personales y sociales y la
posibilidad de resolverlos. Según Floreal Ferrara la salud se define ―como una búsqueda
incesante de la sociedad, como apelación constante a la solución de los conflictos que
plantea la existencia (…) Es oportuno remarcar el error generalizado de quienes no ad-
vierten que la adaptación completa, en cuanto equivale a la renuncia a la creación indi-
vidual y social y al enfrentamiento de nuevos conflictos, es por ello una forma clara de
enfermedad. No es el conflicto lo que define lo patológico, sino que es el bloqueo de los
conflictos y la imposibilidad de resolver ese conflicto, físico, mental o social, lo que
certifica la idea de enfermedad‖ (Ferrara, 1985).
Si la salud es un proceso determinado socio históricamente entonces diremos
que son comportamientos saludables aquellos que favorezcan el crecimiento de la per-
sona, el cumplimiento de las metas del grupo y que produzcan más bienestar. Este nue-

249
vo paradigma acerca de la salud como proceso, dio lugar a la promoción de la salud
como una nueva concepción de la salud pública, que reconoce tres ejes de intervención:
Informativo: se basa en brindar información confiable, validada científicamente
acerca de los riesgos para la salud que implican determinadas prácticas y conductas.
Empoderamiento: promueve que las personas distingan, evalúen e intervengan
sobre los procesos de salud-enfermedad a partir de sus propias capacidades y posibili-
dades.
Comunitario: que piensa a la salud en base a los cambios producidos por la co-
munidad a partir de la organización de acciones colectivas llevadas adelante para tal fin.
Ahora bien, la escuela es un ámbito propicio para la prevención del consumo problemá-
tico de drogas y la promoción de la salud en tanto:
 Es parte, junto a las familias, del proceso de socialización de niños, niñas y
adolescentes. Y porque a través de ellos ejerce influencias insoslayables en la familia y
la comunidad.
 Se constituye al adulto educador como un referente significativo para los ni-
ños, por lo tanto su influencia sobre los alumnos será muy importante.
 Los chicos pasan mucho tiempo, cada vez más, en la escuela. Por lo tanto es-
tablece relaciones afectivas y de transmisión de saberes y conocimientos más profundos.
 La escuela en su función de transmisora de conocimientos es capaz de produ-
cir algo novedoso para una institución del estado. Tiene la posibilidad de despertar en
alguien un deseo, de saber, de construir un proyecto para su vida.
 En su versión de universal y obligatoria, garantiza que todo trabajo preventivo
llegue a la mayor cantidad de personas El Lugar de la Escuela en la prevención. En su
proceso de crecimiento y transición entre el mundo infantil y la adultez el adolescente
necesita que los adultos puedan protegerlo, contenerlo, sostenerlo en la construcción de
un proyecto de vida.
Las transformaciones económicas y sociales operadas en la década del noventa
y sus consecuencias: precariedad, pobreza, fragmentación, desigualdad no solo impacta-
ron en las condiciones de vida y la subjetividad de los niños y adolescente sino también
en los adultos produciendo sentimientos de inestabilidad, inseguridad, fragilidad en los
miembros de los dispositivos tradicionales de protección y socialización, especialmente
en la familia. Esta situación sin dudas repercute en la escuela ya que implica asumir
―problemáticas que, sin gestarse específicamente dentro del sistema se expresan en él,
trascendiendo lo estrictamente pedagógico, apelando a la mirada interdisciplina-
ria…exigencias que trascienden la especificidad institucional, superan las formaciones
de los operadores y exigen una especie de sustitución del rol materno y paterno…
En este complejo entramado de vínculos cargados de demandas, reproches y
proyecciones de la impotencia, la alianza familia-institución-educando en que tradicio-
nalmente se apoyaron los proyectos educativos se resquebraja y el docente queda solo,
sin respuestas ante un adolescente que exige y pone poco de sí y adultos ausentes y des-
bordados no solo como padres sino como personas‖. Estas situaciones interpelan a las
instituciones y generan un sensación de malestar en sus agentes que puede ser resulto de
distintas maneras.
Tomando las categorías que nos ofrecen Corea y Duschavzcky podemos decir
que existen distintas modalidades para asumir estas situaciones novedosas y conflictivas
que nos proponen los alumnos:
Desubjetivizacion: Hace referencia a una posición de impotencia, a la percep-
ción de no poder hacer nada con lo que se presenta. Los alumnos son descriptos me-
diante atributos de imposibilidad que despoja a todos los actores de la posibilidad de
decisión y responsabilidad.

250
Resistencia: Expresa cierta actitud de defensa, algo así como un modo de abro-
quelarse para protegerse de lo nuevo percibido como peligroso. Se traduce en la preten-
sión de sostener un encuadre institucional que presupone alumnos ―naturalmente‖ res-
petuosos, disciplinados, estudiosos, sumisos y obedientes.
Invención: Pone en relieve la producción de recursos para habitar la situación.
Se trata de hacer algo con lo real. Exige comprender a los alumnos dentro de sus redes
vinculares e impregnados por su cultura. Presencia, cercanía, respeto, confianza, limite,
acogimiento, transmisión de valores son algunas de las claves para operar procesos de
invención. Para asumir un lugar de prevención respecto del consumo problemático de
drogas ―se hace necesario incorporar nuevos conocimientos pero no como recetas sal-
vadoras sino hacerlos converger en el análisis de nuestras prácticas personales, colecti-
vas e institucionales. Las nuevas realidades nos ponen ante un punto de invención y
reinvención. Reinventar formas de relación con los alumnos desde el lugar adulto‖.
Retomando lo que trabajamos en relación con la adolescencia como etapa del
desarrollo humano, es importante recordar que el periodo en que transcurre la educación
media constituye una fase vital en el proceso de maduración y es el más importante en
la formación de la personalidad. Por esto, la influencia de los adultos tiene gran inciden-
cia, sobre todo de aquellos que en su función educativa comparten su cotidianeidad y
operan como referencias de autoridad y modelos sociales. En este sentido es necesario
estar continuamente replanteándonos el rol del adulto y, en nuestro caso, el del docente
en particular, con el fin de promover una efectiva escucha y el abordaje de emergentes
que portan los adolescentes fuera de los contenidos curriculares. Para ello es imprescin-
dible que podamos despojarnos de preconceptos, prejuicios y representaciones respecto
de la temática que se traducen en actitudes de rechazo, descalificación y estigmatiza-
ción. Crear espacios de participación y reflexión, promover las discusiones grupales,
dejar entrar la vida de los jóvenes a la escuela, saber que piensan, que sienten, como son
sus relaciones familiares y sociales, que les gusta hacer, que hacen los fines de semana,
etc., permite establecer una relación de respeto y confianza que habilita la posibilidad de
articular un discurso preventivo.
En relación con los jóvenes, la estrategia de salud pública denominada promo-
ción de la salud apunta a trabajar sobre el autocuidado, reconociendo las conductas de
riesgo para la salud ; incrementar la participación en ámbitos colectivos significativos
para los jóvenes; valorizar y cuidar los ambientes sociales donde inscriben sus prácticas,
la familia, la escuela, los lugares de recreación y esparcimiento; promover estilos de
vida saludables y la promoción de participar activamente en proyectos colectivos signi-
ficativos.
El lector estará en condiciones de observar que los objetivos de la promoción de
la salud en relación con los jóvenes se inscriben en el marco de las acciones preventivas
inespecíficas que desarrollamos en el texto la ―Prevención del consumo problemático de
drogas‖.
Vamos a dar un paso más y ver de qué hablamos cuando hablamos de preven-
ción integral como el concepto clave para pensar el rol de la escuela y del adulto educa-
dor en el cuidado de los chicos en relación con el consumo problemático de drogas. La
prevención integral no solamente propone un abordaje basado en la actualización de la
información acerca de las drogas, de los efectos de la sustancias y su consumo, apunta a
trabajar sobre la salud a partir de la reflexión conjunta de lo que les pasa a las personas,
establecer espacios de discusión que trabajen para la constitución de una cultura del
cuidado, teniendo en cuenta que todos los saberes tienen valor y que la construcción de
estrategias y acciones que fomenten estilos de vida saludables se basa en una construc-
ción colectiva, para ello en la escuela será necesario:

251
 Conocer la problemática de las drogas.
 Hablar del tema con los alumnos con información confiable y veraz, será
contraproducente dar información que tenga por objetivo infundir el miedo si esta no
refleja la realidad de la problemática.
 Asumir y fomentar la asunción de un verdadero protagonismo en nuestros
alumnos.
 Fomentar en los jóvenes la autodeterminación, la responsabilidad, la partici-
pación y la confianza en sí mismos.
 Ayudar a que desarrollen valores firmes y positivos.
 Ofrecerles modelos saludables.
 Fomentar que adultos y jóvenes formen parte del proceso de toma de decisio-
nes.
En síntesis, se trata de acciones de prevención especifica e inespecífica que
promuevan hábitos y conductas saludables a partir de ser protagonistas centrales en la
comprensión de los problemas y en las estrategias para sortearlos, en el desarrollo de la
autonomía que posibilitará la toma de decisiones de cada persona como base esencial
para la construcción de un proyecto de vida.
La prevención integral es la promoción de mejores condiciones de vida para los
individuos y los grupos a que pertenecen, es la apertura de espacios de participación
política y social. El fortalecimiento de las potencialidades individuales y colectivas para
la promoción de valores que regulen la convivencia ciudadana. Es necesario entender la
prevención integral como el hecho de movilizar a la población en torno a la construc-
ción de propósitos culturales positivos (valores de desarrollo personal y grupal como la
amistad, la solidaridad y el dialogo) que ayuden al convivir cotidiano. (Ministerio de
Comunicaciones de Colombia. 1995).
A menudo, los niños y adolescente expresan en el ámbito del aula sus interro-
gantes o experiencias personales respecto del consumo de drogas y es primordial que el
docente cuente con herramientas para intervenir de forma adecuada y precisa para que
esa situación no se constituya en una oportunidad perdida. Pero la prevención no solo
puede quedar en el espacio del aula y depositada en la figura del docente sino que debe
ser la escuela la que se asuma como actor de la prevención promoviendo el diseño de un
proyecto preventivo integrado a la vida escolar que permita unificar criterios, coordinar
estrategias dentro de la Comunidad Educativa y sobre todo, integrar estas acciones con
otras instituciones de la comunidad. Es necesario que las respuestas frente a situaciones
de consumo sean institucionales y que incorporen una lógica territorial.
El objetivo será, a partir de la estrategia de prevención integral en la escuela,
instrumentar espacios para la construcción de saberes necesarios para la promoción de
la salud y la prevención del consumo de drogas en los adolescentes. Norberto Boggino
(2005) reconoce el valor de los proyecto educativos institucionales, como el documento
donde se establecen los objetivos pedagógicos institucionales, como un lugar funda-
mental para repensar e instrumentar estrategias pedagógicas, espacios de intercambio,
lugares y dispositivos institucionales capaces de llevar adelante la estrategia de educa-
ción para la salud, al respecto señala la importancia de:
 Abordaje de la problemática de drogas a partir de temas transversales tales
como el trabajo en conjunto y la cooperación, la participación y la responsabilidad so-
cial, los valores sociales, la autonomía, información acerca de la salud, etc.
 La implementación de tutorías en tanto espacios de acompañamiento y comu-
nicación más cercano entre los jóvenes.
 Asambleas de alumnos donde los jóvenes puedan discutir, problematizar,
asumir sus propias palabras y puntos de vista y a partir de ellos expresar sus acuerdos y

252
disidencias. Fomentar una práctica donde la palabra de los alumnos circule con libertad
y sea tenida en cuenta por todos.
 Talleres de reflexión sobre la propia práctica docente que posibilite espacios
de discusión y abordajes de las problemáticas del consumo, teniendo en cuenta las ca-
racterísticas específicas de la escuela.
 Aumentar la participación de los jóvenes en el proceso de aprendizaje a partir
de instrumentar proyectos de aula como estrategia pedagógica y el fomento del armado
de proyectos de investigación que posibiliten en los alumnos la participación activa en
la construcción de conocimiento.
 Fomentar todo espacio y dispositivo institucional que permita la construcción
de saberes y la apropiación de los mismos por parte de todos los involucrados en el pro-
ceso educativo. (…) es fundamental que seamos capaces de construir marcos comunes a
partir de los cuales el proceso educativo pueda tener lugar y, de este modo, todos nues-
tros niños y jóvenes puedan participar de una educación que les permita adquirir y vi-
venciar un conjunto de saberes y experiencias cuyo sentido pedagógico y político sea
significativo para su participación ciudadana y para su integración a la vida cultural y
productiva, y esa es una responsabilidad que nos compete a los adultos. (…) se trata de
generar una relación de ida y vuelta en donde podamos preguntarnos qué pueden hacer
las familias y la comunidad por la escuela, pero también, qué puede hacer la escuela por
las familias y la comunidad a la que pertenece. (…) de ahí la importancia de generar
espacios de diálogo e intercambio en los cuales cada uno de nosotros pueda aportar sus
conocimientos y sus experiencias para que, de esta manera, podamos asumir en forma
colectiva un compromiso con el cuidado de los niños y los jóvenes. (…).
El desafío es entonces aceptar que, como adultos, también tenemos dudas e in-
certidumbres, sin que esto nos paralice. Porque cuando esto sucede los que se perjudi-
can son nuestros niños y jóvenes, que quedan librados a sus propios recursos porque no
podemos proveerles los marcos de referencia necesarios para su paulatina integración en
la vida social. (Ministerio de Educación de la Nación, 2007).
Un consumo problemático de drogas exige un abordaje integral a partir de reco-
nocer la complejidad que conlleva. Es un problema de salud mental y por lo tanto de-
manda asistencia médico-psicológica. Es un problema social, que convoca a reconstruir
o fortalecer la inclusión de la persona dentro de un espacio colectivo; restituir lazos so-
ciales, entendidos como espacios de producción, de encuentro con el otro, que posibili-
ten su inscripción en un colectivo social y la posibilidad de construir un proyecto de
vida.
Es en esa estrategia preventiva integral donde los Equipos de Apoyo y Orienta-
ción se convierten en actores institucionales fundamentales en tanto tienen una función
clave en el abordaje integral e interdisciplinario de situaciones que involucran a los su-
jetos que aprenden y enseñan, sus lazos entre sí y con los procesos de conocimiento, así
como en la reconfiguración de vínculos sociales. Las líneas y modalidades de interven-
ción de estos equipos son múltiples: asesorar a docentes y directivos, establecer puentes
entre las familias y las escuelas, mirar y orientar acerca de los estudiantes y sus dificul-
tades, intermediar entre adultos de la escuela, generar condiciones institucionales para
que la enseñanza sea posible (abrir espacios de reflexión entre docentes y directivos, de
articulación entre niveles o instancias diferentes, de implementación de proyectos), fa-
vorecer las posibilidades de aprendizaje (abrir espacios que potencien las capacidades
de aprender de todos los alumnos, que promuevan una convivencia escolar democrática,
etc.), establecer lazos con otras instituciones del campo de la salud, la acción social, la
justicia.
En línea con los requerimientos sociales e institucionales actuales, los Equipos

253
de apoyo y orientación son convocados al espacio escolar para dilucidar y dar respuesta
a situaciones propias de las instituciones educativas contemporáneas, así como de los
sujetos singulares insertos en ellas. Se apela a sus miradas disciplinares –psicológicas,
psicopedagógicas, sociológicas, propias del trabajo social, etc.- a fin de comprender a
los sujetos y las instituciones de hoy tanto como sus complejas relaciones, acompañar y
sostener trayectorias, generar y favorecer condiciones para enseñar y aprender. Es así
que sus intervenciones se alejan, cada vez más, de las perspectivas individualizadoras de
problemas, patologizantes y rotuladoras de los sujetos, para enfatizar la necesidad de
repensar las formas organizacionales y los vínculos intersubjetivos que favorecen el
enseñar y el aprender. En este marco, frente a presuntas situaciones de consumo que
puedan presentar los alumnos es importante que podamos intervenir tempranamente
desde una postura comprensiva y respetuosa considerando al alumno como sujeto de
derecho.
El rendimiento académico, la convivencia escolar y la regularidad en la cursada
aparecen como posibles indicadores de consumo problemático y vías de intervención en
torno al problema. Las intervenciones individuales que puedan llevarse a cabo en rela-
ción a la existencia de consumo problemático por parte de un alumno deben sustentarse
en información confiable y certera, no en trascendidos o inferencias. Los indicios o evi-
dencias deben servir a efectos de profundizar la propia mirada y el vínculo con el joven.
Frente a una situación donde se infiera la existencia de consumo problemático
por parte de un alumno lo primero es intentar crear un espacio de diálogo sobre el tema
que permita ofrecerle ayuda y acompañamiento En caso de evaluarse la necesidad de
comunicación con los padres o adultos responsables y ésta resultara imposibilitada, de-
berá darse intervención a la autoridad administrativa de protección de derechos de ni-
ñas, niños y adolescentes correspondiente al ámbito local. Es un insumo importante que
la Escuela tenga armado un modelo o protocolo de intervención donde conste teléfonos,
dirección, responsables de las distintas áreas del Estado que tienen incumbencia en el
abordaje de esta problemática, ante la posible necesidad de evaluación, derivación y
tratamiento.
Retomemos entonces lo que señalamos al comienzo del texto, la necesidad de
trabajo en conjunto en virtud de reconocer la estrecha relación entre salud y Educación
no nos debe hacer perder de vista los espacios y modalidades de intervención específi-
cos en relación con el consumo de drogas que tiene cada institución. La de la Escuela
será la de que los chicos reconozcan la importancia de la salud, del respeto hacia el otro,
de la construcción de saberes compartidos, de que la gestión del tiempo libre y el ocio
tenga que ver con proyectos significativos y el buen vivir, de la instauración de acciones
y estilos de vida saludables; en síntesis, del fomento de una cultura del cuidado que nos
permita acompañarlos de la mejor manera y prepararlos para que sean adultos que pue-
dan desarrollarse a partir de un proyecto de vida propio, anudado a lo colectivo.

254
Fuente: Germán Adolfo Seelbach González. Bases biológicas de la conducta. México, 2012.

255
ANEXO IV:
PARA PENSAR LA ADICCIÓN CON IMÁGENES

¿Adicto a la notebook? ¿Adicto al celular?

Esta adicción cancerígena te explotará Te puedo ayudar… Tómalo con calma

¿Dejarás la adicción cuando quieras? Un poco más y charlamos

256
Donde está tu tesoro allí está tu corazón ¡Lo tengo todo: fritas, coca y tv!
¡Cómo lo quiero… a mi celular!

No puedo pensar en otra cosa… Torre de adicción – El lunes comienzo la dieta

257
¡¡Me encanta comer y comprar!!

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Cada uno a lo suyo…
Compulsión: continuar reiterando una conducta por lo que se genera una repetición
crecientemente inmanejable de ese hábito.

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263
No puedo dejar de beber… Debo reconocer que tengo un problema

264
Y ¿qué?

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El autor

W. R. Daros es profesor en Letras (Córdoba), licenciado y doctorado en Filosofía


(Rosario). Ha cursado además, durante varios años, y se ha graduado también en Ita-
lia (Roma), donde ha realizado y presentado trabajos de investigación filosófica
(Stresa).
Se ha desempeñado como docente de filosofía, e investigador principal, -con sede
en la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano (UCEL)-, del Consejo Na-
cional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), aplicando sus investi-
gaciones preferentemente al ámbito de la filosofía de la educación. Forma parte,
además, del Comité de Pares de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación
Universitaria (CONEAU) y de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tec-
nológica (ANPCyT), Ministerio de Cultura y Educación. Ha publicado numerosos
artículos sobre filosofía y educación en revistas especializadas de América y Europa.
En mérito a sus escritos ha recibido Medalla de Oro de la Universidad Estatal de Gé-
nova (DI.S.S.P.E). Ha dictado, como profesor invitado, cursos y conferencias en di-
versos países de América y de Europa. Sus obras pueden consultarse en el blog per-
sonal: www.williamdaros.wordpress.com

Libros del mismo autor:

El principio gnoseológico en la filosofía de A. Rosmini, 1979. Racionalidad, ciencia


y relativismo, 1980. Epistemología y didáctica, 1983. Razón e inteligencia, 1984.
Educación y cultura crítica, 1986. Individuo, sociedad y educación, 19881, 2.0002.
Teoría del aprendizaje reflexivo, 1992. Introducción crítica a la concepción piage-
tiana del aprendizaje, 1992. Fundamentos antropológico-sociales de la educación,
1994. Verdad, error y aprendizaje, 1994. Introducción a la epistemología popperiana,
19961, 19982. La autonomía y los fines de la educación, 1996. El entorno social y la
escuela, 1997. Filosofía de la educación integral, 1998. La filosofía posmoderna
¿Buscar sentido hoy? 1999. La construcción de los conocimientos. 2001. Filosofía de
una teoría curricular. 20011, 20042. Problemática sobre la objetividad, la verdad y el
relativismo. 2002. La primacía de tu rostro inaprensible. La perspectiva ética de E.
Lévinas. 2003. La epistemología de la filosofía de la teológica. 2004. Protestantismo,
Capitalismo y Sociedad Moderna, 2005. En búsqueda de la identidad personal, 2006.
Enfoque filosófico sobre el contrato social, los derechos privados y la educación en
la Modernidad, 2008. La libertad y la igualdad como desafíos para la democracia,
2011. Ensayo sobre la educación en Argentina, 2014. Tres enfoques en el pasaje de
la Modernidad a la Posmodernidad, 2016. Vida serena, ancianidad y fin de vida,
2017. Filosofía para la búsqueda de la convivencia, 2018.

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