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Ensayo

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El Psicólogo Clínico en la Post-pandemia

Viena Gabriela Parra Rueda


Kevin Alonso Rincón Sanchez

Sandra Milena Blanquicett Arango


Docente

Facultad de Psicología y Ciencias Sociales

Universidad Católica Luis Amigó

Psicología

2022
Introducción

El estado de emergencia por COVID-19 durante los últimos 2 años a pesar de ser una
patología biológica, ocasionó no solo consecuencias en la salud física de todos aquellos que
se contagiaron, sino, además se evidenció una crisis económica, el flujo de personas por las
calles y en plantas físicas se vió detenido por mucho tiempo y restringido o limitado por más
tiempo aún, lo que cambia por completo el ritmo cotidiano de todo, cambia nuestras rutinas y
zonas de confort. Para muchos fue provechoso poder estar un tiempo en casa, y contaban con
las herramientas para poder seguir con un ritmo aunque diferente, estable, pero para muchas
otras personas, esto también significó el dejar de lado muchos entornos protectores y
contextos que aportan para su bienestar y salud psíquica, por lo cual además de los
contagiados, alrededor de la población se comenzó a distinguir una serie de síntomas
negativos en las esferas psíquicas de las personas a nivel global debido al confinamiento y las
estrategias de afrontamiento para asimilar la nueva realidad social y los muchos duelos por la
pérdida de seres queridos sin poder realizar los ritos que acompañan esa despedida simbólica
que de forma cultural podíamos realizar pero por el estado de contingencia no era posible y
entre tantos, la hipocondría, o como se nombra en el DSM-V “Trastorno de ansiedad por
enfermedad” experimentada como miedo a padecer una enfermedad severa, principalmente
diagnosticada en niños, que se profundizará en el presente ensayo y enfatizando en el rol del
psicólogo clínico como parte de una intervención flexible y dinámica para promulgar la salud
mental en pacientes hipocondriacos.

Tesis
La hipocondría como trastorno desencadenante durante la pandemia en los niños y el
rol del psicólogo clínico.

En la post pandemia se evidenció en dos estudios diferentes en la revisión de Raony et


al. (2020) existe una prevalencia del 96,2% de los síntomas de TEPT en 714 pacientes con
COVID-19 durante la fase aguda, y una prevalencia de 34,72% y 28,47% de síntomas de
ansiedad y depresión, respectivamente, en 144 pacientes con COVID-19.
Otro estudio realizado por Xiangyu Kong et. al (2020) se basaron en una población de
supervivientes de la COVID-19 comunicó tasas del 20% para síntomas obsesivo-compulsivos
y 40% para insomnio. En efecto los síntomas de TEPT están relacionados en el desarrollo de
la hipocondría en la generación de ideas perturbadoras acerca de la salud en tiempos de
pandemia que generaban algunos integrantes de familias que presentaban algún familiar
cercano contagiado.
En síntesis cabe destacar según Gómez (2018) estudiaron una cohorte
de niños en Copenhague entre 5 y 7 años. Según sus resultados, el 17.6% de los niños
presentaban ansiedad por enfermedad y el 2.4% de la cohorte presentaba ansiedad
por enfermedad “severa”. Esto se da porque los niños aún no tienen un pensamiento abstracto
que les permita comprender la manera en que se contagia, se previene y se manifiesta
síntomas del covid 19, sin embargo no se tienen en cuenta las complicaciones psicosociales
que conlleva la crisis sanitaria, creando en los niños pensamientos obsesivos acerca de lo que
según el DSM 5 (APA, 2014) describe el Trastorno de ansiedad por enfermedad
(hipocondría) como “La preocupación por el miedo a tener, o la convicción de padecer, una
enfermedad grave a partir de la interpretación personal de síntomas somáticos” (Criterio A).
El Criterio B se refiere a que “la preocupación persiste a pesar de las exploraciones y
explicaciones médicas apropiadas”.
Agregando a lo anterior los niños tuvieron dificultades en la implementación de
acciones de autocuidado como el lavado frecuente de manos, el uso de tapabocas , estornudar
cubriéndose con el codo; disminuyendo así mismo sus actividades diarias como el sueño, el
juego, y la sociabilidad en que se desempeñaba antes del confinamiento; teniendo como
efecto una conducta evitativa, pensamientos de enfermedad hacia ellos mismos, influenciados
del mismo modo por sus padres o parientes cercanos y biológicos generando sensaciones
físicas, interpretadas como señales de enfermedad.
En consecuencia, la intervención psicoterapéutica debe ser lo más integradora e
interdisciplinar posible para descartar patologías físicas, asegurando una apropiada
coordinación entre los profesionales de atención primaria , los de salud mental así como la
familia u otros dispositivos de apoyo del menor. El psicólogo clínico tuvo la tarea de
anticiparse a demandas en las cuales la familia de los menores hayan podido sufrir efectos
directos del COVID-19, que hayan experimentado casos cercanos de contagio y/o
hospitalización o de duelo por el fallecimiento de personas allegadas; pero también por
afectaciones de tipo inespecífico o multiproblemáticas, ante las que no es posible identificar
un único estímulo desencadenante, más que el conjunto de cambios contextuales derivados de
la pandemia y del confinamiento.
Entonces vemos en el rol del psicólogo clínico una figura que promueve el
conocimiento que busca preservar nuestra salud mental frente a las consecuencias que deja
esta pandemia, pero sobre todo que ingresa por medio de la intervención clínica para actuar
por medio de tratamientos y poder brindar a la población afectada la orientación necesaria
para poder mitigar la afectación en su esfera biopsicosocial. En el caso de la hipocondría, es
común que se use como herramienta la corriente cognitivo conductual según Juangarcía et al.
(2016) un equipo que presenta un caso clínico de hipocondría en el cual logran grandes
resultados por medio de la terapia cognitivo conductual, expresandola como “un tratamiento
eficaz para el abordaje de esta patología” consiguiendo de manera eficiente resultados
notables en la calidad de vida del paciente. De esta misma manera el psicólogo tiene una gran
responsabilidad en el tratamiento de esta problemática que elegimos para abordar como
consecuencia de la pandemia.
Por otro lado cabe destacar que el psicólogo clínico tuvo como obstáculo la
virtualidad, que tuvo que implementar estrategias adaptativas en sus pacientes para brindar
psicoterapia sin incumplir su código deontológico.

Conclusiones

A modo resultado es importante destacar que la salud mental estuvo implicada por
factores de riesgo como el confinamiento, la economía, relaciones sociales, síntomas
asociados al covid-19 , estrategias de afrontamiento; todo esto desencadenó que la mayoría de
los niños generaron síntomas y signos hipocondriacos y en adultos el trastorno de estrés post
traumático, en consecuencia existían factores protectores externos de bioseguridad que
mitigaba el contagio del covid-19 , sin embargo las secuelas emocionales en la población
infantil generó que los niños asistieron a terapia.

El rol del psicólogo clínico tiene aún un reto para promover el conocimiento sobre
esta patología, permitiendo que sea identificada y posteriormente ser tratada. El psicólogo
clínico tuvo como obstáculo la no presencialidad, por lo que tuvo que implementar estrategias
adaptativas en sus pacientes para brindar psicoterapia sin incumplir su código deontológico,
pero hoy en día se vuelve una extensión de su alcance y un medio que puede permitir la
divulgación de prácticas que puedan permitir tanto a la población infantil, adolecente y adulta
volver a vivir su vida en esta post-pandemia, dejando de lado sus limitaciones y
problemáticas psicosociales que impiden recuperar esa calidad de vida que gozaban
anteriormente.
Referencias

American Psychiatric Association - APA. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los


trastornos mentales DSM-5 (5a. ed. --.). Madrid: Editorial Médica Panamericana.
Gómez Vallejo, S., Alonso González, I. M., Pérez Moreno, R., & Moreno Pardillo, D. M.
(2018). Hipocondría en la infancia y adolescencia. Revisión bibliográfica. Revista de
Psiquiatría Infanto-Juvenil, 7–16. https://doi.org/10.31766/revpsij.v35n1a1
Juangarcía, C. I. L., Leiva, F. J. D., & Elcid, A. M. A. (2016). Tratamiento cognitivo
conductual en un caso de trastorno hipocondriaco severo. Revista de Casos Clínicos
en Salud Mental, 4(2), 79-99.
Raony, Í., de Figueiredo, C. S., Pandolfo, P., Giestal-de-Araujo, E., Oliveira-Silva Bomfim,
P., & Savino, W. (2020). Psycho-neuroendocrine-immune interactions in COVID-19:
potential impacts on mental health. Frontiers in Immunology, 11, 1170.
Xiong, J., Lipsitz, O., Nasri, F., Lui, L. M., Gill, H., Phan, L., ... & McIntyre, R. S. (2020).
Impact of COVID-19 pandemic on mental health in the general population: A
systematic review. Journal of affective disorders, 277, 55-64.

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