Issac Newton
Issac Newton
Issac Newton
Isaac Newton
Tal vez fue el mayor portento intelectual que ha pisado este planeta. Una singular amalgama de
religión, lo oculto y las ciencias duras.
Primero, respecto a la religión, era un devoto hijo de padres puritanos que a los 19 años hizo
una lista de sus 57 peores pecados; se volvió seguidor del arrianismo que negaba la existencia
de la santísima trinidad; se negó a tomar las órdenes de la iglesia de Inglaterra; estimó la fecha
de la creación en el año 4000 antes de Cristo.
Estudió y escribió extensamente sobre el templo de Jerusalén, convencido de que la sabiduría
sagrada de las antiguas figuras bíblicas se escondía no sólo en sus textos, sino también en su
arquitectura.
Con respecto a la ciencia, si abrimos alguna página al azar de un diccionario científico y algo
llevará su nombre. Describió la ley de gravitación universal y demostró que las leyes físicas
terrestres son las mismas que gobiernan los cuerpos celestes. Definió las bases de la mecánica
clásica mediante sus célebres tres leyes. En óptica, descubrió que el color es una propiedad
intrínseca de la luz y construyó el primer telescopio reflector de la historia. Determinó la ley de
convección térmica y colonizó el terreno de la mecánica de fluidos estableciendo la ley de
viscosidad. Hasta predijo que, debido a las fuerzas centrífuga ejercida por el movimiento de
rotación, la tierra no es una esfera perfecta, sino que es achatada en los polos.
Buena parte del período más productivo de Newton fueron los dos años que estuvo enclaustrado
en Wistor mientras la universidad de cambridge estaba cerrada por la gran plaga de 1665. Es
también en estos días cuando, según él mismo relato varias veces vio caer la famosa manzana
que tanto lo inspiró sobre gravitación, pero que para decepción de la afición, jamás cayó sobre
su cabeza.
Para avanzar en las ligues gravitacionales durante la cuarentena Newton se encontró con que las
matemáticas le quedaban chicas, así que con veintitrés años de edad, llenó el vacío que echaba
en falta y sentó las bases del cálculo diferencial e integral.
En 1667 Newton retornó a Cambridge. Siguió dando rienda suelta a su hambre intelectual,
tratando a su cuerpo como una extensión del laboratorio. Probaba químicos con su propia
lengua y sabemos de 108 experimentos documentados con metales.
Hoy sabemos que su cabello contiene cuatro veces más plomo, arsénico y antimonio, y 15 veces
más mercurio que lo normal. Es probable que este envenenamiento progresivo explique el
colapso de 1692 un período en que parecía de insomnio severo, delirios de persecución y signos
de irracionalidad en otra ocasión.
La envergadura de esta cabezota operó como último recurso para un trío de pensadores que en
1684 requería zanjar una apuesta. El primero Robert hook. El segundo, Christopher Rene. Y el
tercero Edmund Halley.
Halley resolvió sólo parte del problema. Y decidió entonces consultar el resto con el gran Isaac
Newton, sin embargo, lo sorprendió contándole que él ya había resuelto el temita algún tiempo
atrás.
Su secretario y copista relata que durante este período. Se olvidaba de comer o de dormir o de
cambiarse de ropa. Si caminando por el jardín, se le venía una idea a la cabeza y corría a
escribirla sin siquiera darse el tiempo de sentarse. Tan absorto lo mantenían estos menesteres
que hasta sus cuadernos de alquimia luz en vacíos durante esos meses. Siguió con este ritmo
hasta que parió su obra cumbre: El “principia matemática” es quizás el libro más formidable de
la historia de la ciencia.
En 1696 Newton fue nombrado alcaide de la casa de la moneda y más tarde su director. Se
suponía que el puesto sería una sine cura, es decir, un empleo con buen salario y casi sin
responsabilidades. Pero Newton siendo Newton, se lo tomó en serio. En las noches merodeada
por bares y tabernas de las zonas más sórdidas de Londres reuniendo pruebas contra los
falsificadores de monedas. La falsificación se consideraba alta traición y se castigaba con la
vieja costumbre de ahorcado arrastrado y descuartizado. El caso más famoso fue el del
escurridizo William chaloner, quien falsificó cuántas monedas puede usted imaginar. Y vendió
consoladores para los aventureros de la sexualidad y trabajó como curandero, adivino y falso
agente provocador anti-jacobita para cobrar recompensas del gobierno.
Cuando Newton por fin logró apresarlo, chaloner imploró clemencia en una sentida carta, pero
no le iba a resultar con el religioso de Isaac. Luego de ser ahorcado, fue públicamente
destripado.
Ahora, no se vaya a creer que por desempeñarse en la casa de la moneda, su potencial mental
iba a decaer. Poco tiempo después de ello, el matemático y médico suizo Bernoulli lanzó como
desafío dos problemas matemáticos aún sin solución. En eso, Halley se percató de que el
problema no había llegado a manos del viejo Isaac y se lo envió. Ya había transcurrido un año
desde que Bernoulli lanzara el desafío y ya al día siguiente, antes de partir al combate de la
falsificación, Newton había inventado una nueva rama de la matemática llamada el “cálculo de
variaciones” y había enviado en forma anónima la respuesta a ambos problemas.
Pesa que su nombre no figuraba en la solución. Bernoulli declaró vencedor a Newton. Cuando
le preguntaron cómo había reconocido la autoridad, le bastó con decir “por sus garras se conoce
al león”. No podía ser otro que Newton
Fue en ese período de su vida, que publicó óptics, otro de los libros más influyentes de la
historia de las ciencias.
La muerte de Isaac Newton en Londres a los 84 años virgen, casi con seguridad, 84 años de vida
en los que nunca salió del triángulo formado por la capital, cambridge y su natal Woolsthorpe.
El hombre que explicó las mareas nunca vio el mar. Recibió un funeral digno de un rey en la
abadía de westminster y fue enterrado ahí.
Hoy le hacen compañía a pocos metros figuras como Charles Darwin y Stephens Hawking.