Historia de Los Vectores

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CAPITULO 1.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA NOCIÓN

MATEMÁTICA DE VECTOR

La construcción de la noción de vector y su adopción como objeto matemático,

fue el resultado de varios siglos de discusión y del rompimiento con viejas tradiciones en

relación con las operaciones aritméticas que desde la época de los griegos habían venido

influenciando los desarrollos en las ciencias matemáticas y físicas. Se buscará en este

primer capítulo, reconocer y describir algunos de los hechos más relevantes que

influenciaron el desarrollo de esta noción, tomando como base el estudio de fenómenos

como el movimiento, la caída de los cuerpos, entre otros.

1.1 Las primeras huellas de vectores en el desarrollo de

las matemáticas.

En la antigüedad, algunas culturas humanas como los egipcios y

babilonios, desarrollaron técnicas para medir y contar. Aunque en principio estas

se relacionaron con la geometría y la aritmética, con el correr del tiempo se fueron

convirtiendo en una ciencia cuyos estudios evolucionaron hasta llevarnos al

desarrollo del álgebra o el cálculo entre los siglos XVI y XVII. A pesar de que

antiguamente se consideraba la aritmética como la ciencia de los números y la

geometría como la ciencia de las magnitudes, esta distinción se ha ido

desvaneciendo debido a la evolución de las teorías matemáticas que han tendido

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a unir estas dos campos de estudio, estableciendo así, una síntesis entre ellas, para

dar paso a la emergencia de nuevas nociones y conceptos.

Gracias a los estudios realizados por Rene Descartes (1596-1650) los

cuales abrieron el camino hacia al desarrollo de la geometría analítica, se

ampliaron los sistemas numéricos y se dio paso al surgimiento de una nueva

concepción de álgebra que cumplía con las operaciones de la aritmética básica; a

pesar de estos avances, para matemáticos como Gottfried Leibniz (1646-1716) el

álgebra y los ejercicios que esta rama de estudio planteaba, solo representaban

símbolos sin ningún tipo de información que pudiera brindar alguna utilidad más

allá del uso de sus métodos operacionales. En este sentido, Leibniz proponía que

el álgebra evolucionara, no solo en aspectos de la representación simbólica, sino

también como herramienta para modelar algunos fenómenos físicos; aunque él

enfoca sus estudios matemáticos desde esta perspectiva, no logra construir un

método algebraico que permita llevar a cabo un análisis geométrico de dichos

fenómenos, pero deja sentadas las bases para realizar investigaciones en esta

dirección (Rosales, 2009).

Algunos fenómenos de la naturaleza tales como el movimiento o el estudio

del calor, planteaban cuestiones que abrían el camino para introducir un método

analítico que diera cuenta de estos fenómenos; es así como nuevos desarrollos

matemáticos emergieron en el intento por modelar problemas propios de la rama

de la física, ayudando a ampliar el campo de estudio de ambas ciencias y

conllevando a la formulación de nuevas teorías, además de generar nuevas

cuestiones debido al tipo de operaciones que aparecían y que en ocasiones no

cumplían, por ejemplo, con el principio de permanencia, según el cual, “no es

posible que un álgebra entre objetos matemáticos no cumpla con las propiedades

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del álgebra simbólica” (Monroy, 2011, p. 18), en casos como de la ley

conmutativa para el producto.

Los matemáticos de la época cambiaron la tradición en cuanto a sus

investigaciones ligadas al uso de la geometría, para dar paso a estudios a través de

procesos algebraicos derivados de la recién surgida teoría de ecuaciones. Otro

campo que había emergido era el estudio de los números complejos y aunque estos

números “aparecieron en el álgebra en la solución de ecuaciones, los procesos en

su tratamiento no se dieron en el álgebra, sino bajo las necesidades imperiosas del

análisis matemático” (Zea, 2012, p.33).

Con la ampliación de las ramas de investigación en matemáticas y física,

nos acercamos a las ideas de Leibniz en cuanto a la construcción de una

herramienta matemática que, a partir de su representación geométrica o por medio

de símbolos, brinde la posibilidad de hacer una descripción analítica de un

fenómeno de la naturaleza, como por ejemplo, el movimiento. Estos símbolos

serán llamados vectores, y serán conocidos gracias al uso del álgebra con objetos

de características no necesariamente numéricas y la formalización matemática de

algunos fenómenos físicos.

La emergencia histórica de la noción de vector estuvo ligada a la relación

entre número, magnitud y dirección, relaciones que desde la antigüedad habían

estado enmarcadas por diversas cuestiones filosóficas y cuyo modo de operar se

basaba en el uso de la geometría euclidiana. Por otro lado, los desarrollos teóricos

estuvieron fuertemente influenciados por la incorporación del concepto de

segmento dirigido y la representación geométrica de los números complejos.

En la búsqueda por ampliar los horizontes del algebra en relación con el

estudio de las operaciones con números complejos, William R. Hamilton (1805-

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1865) presenta el primer trabajo original sobre álgebra de estos números en el que,

como lo indica González (2008), estableció el primer desarrollo original en

relación con los números complejos, los cuales relaciona con un producto entre

magnitudes orientadas en el plano, tomando como base las operaciones conocidas

con parejas de números reales.2 En Arenzana (1997), también se menciona que en

estos desarrollos Hamilton define un producto en el que intervendrá una rotación

y se plantea el problema de ampliar esta operación al espacio. Dichas operaciones

serán extendidas a unos nuevos objetos llamados cuaterniones que se convertirían

en el vehículo que posibilitó la emergencia de los vectores, conocidos en principio

por su modo de operar, a pesar de no estar definida formalmente la noción de

vector.

Las operaciones con cuaterniones cumplen con algunas propiedades

operativas similares a las propiedades de las operaciones aritméticas, pero difieren

en algunos aspectos como por ejemplo:

 La ley conmutativa no se cumple

 El producto entre dos vectores distintos de cero puede ser cero

 El producto entre dos vectores no necesariamente es un vector

Con estos estudios, Hamilton introduce una primera idea de lo que será un vector,

relacionándolo con un segmento de línea en una dirección y aplica las operaciones

algebraicas para trabajar con este nuevo objeto, dando inicio al estudio del cálculo

vectorial a partir de dichas operaciones y posteriormente realizar una

generalización que ayude modelar matemáticamente los fenómenos observados

2
Se hace mención números reales en relación a la cita del autor, puesto que estos solo serán definidos
a finales del siglo XIX.

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en el mundo tridimensional, distinta a la modelación a través del análisis

cartesiano.

1.2 La evolución histórica de la noción de vector por la

vía de la física.

Históricamente la física ha sido la ciencia que se ha encargado de estudiar los

fenómenos de la naturaleza; en el intento por comprender estos fenómenos, ha

encontrado en la matemática el vehículo que le permite desarrollar modelos teóricos

para dar una explicación racional del mundo fenomenológico con el que el hombre

convive.

Así como la física se ha valido de la matemática en sus desarrollos, esta última

le debe a la física gran parte de su evolución puesto que, las nociones matemáticas

que han ayudado a modelar los fenómenos de la naturaleza no siempre estuvieron

presentes para ser utilizadas; al tratar de dar respuesta a las preguntas formuladas

desde la física en relación con fenómenos como el movimiento, los matemáticos de

la época debieron considerar elementos que no habían sido tenidos en cuenta y romper

con obstáculos, como el ya mencionado obstáculo de permanencia, descubriendo así

nuevos campos de estudio y construyendo nuevas nociones que posiblemente no

abrían emergido si no se hubiese intentado explicar analíticamente dichos fenómenos.

Aunque actualmente la relación entre estas dos ciencias es indiscutible, no fue

así en la antigüedad; desde los griegos, los desarrollos matemáticos y físicos se dieron

de forma independiente, siguiendo la tradición aristotélica para la cual los fenómenos

de la naturaleza no podían ser interpretados desde una concepción puramente

matemática, puesto que los objetos matemáticos no hacen parte del mundo

fenomenológico sino del mundo de la abstracción. Ya en el siglo XVII, Galileo Galilei

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(1564-1642) trata de romper con esta tradición y encuentra en la matemática el

vehículo a través del cual se podrán describir por ejemplo, el movimiento de un cuerpo

que cae de una mesa describiendo un movimiento parabólico. En este sentido galileo

escribe:

La filosofía está escrita en ese grandioso libro que está continuamente


abierto ante nuestros ojos (lo llamó universo). Pero no se puede descifrar
si antes no se comprende el lenguaje y se conocen en él los caracteres en
que está escrito. Está escrito en lenguaje matemático, siendo sus caracteres
triángulos, círculos y figuras geométricas. Sin estos medios es
humanamente imposible comprender una palabra; sin ellos, deambulamos
vanamente por un oscuro laberinto. (Galileo, 1981)

El método de Galileo consistió en eliminar del fenómeno las cualidades

sensibles para dar un tratamiento estrictamente matemático. Desde este momento se

da una nueva relación en la cual los problemas de la física comienzan a jugar un papel

relevante en los desarrollos conceptuales de las matemáticas. Así Galileo intentaba

“reducir las cualidades a términos cuantitativos, percibiendo una cierta analogía entre

el espacio físico y el tipo de espacio manejado en los Elementos de Euclides. Es decir,

interpretar los fenómenos de la naturaleza según las leyes de las matemáticas” (Zea,

2012, p. 54).

Uno de los problemas abordados por Galileo, es el problema del movimiento

de un cuerpo que cae de una mesa; para este caso particular él supone que el

movimiento se da en dos direcciones en las que aparecerá una velocidad horizontal y

una velocidad vertical. Se evidencia aquí que Galileo da el mismo manejo vectorial

que damos hoy en día a este tipo de movimiento; por supuesto que su descripción no

la hace precisamente desde el álgebra vectorial dado que no se había desarrollado,

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pero sin duda alguna esta noción está implícita en su descripción analítica del

fenómeno.

Isaac Newton (1642-1727) trató de encontrar métodos que le ayudaran a

describir algunos fenómenos como el de la luz, las fuerzas que actúan sobre un cuerpo,

entre otros. Uno de sus estudios se da en el intento por matematizar la fuerza total que

siente un cuerpo cuando sobre este actúa más de una fuerza; así para el problema en

el cual se aplican dos fuerzas a un mismo cuerpo, presenta una solución a través de la

representación de un paralelogramo de fuerzas donde se incluía el sentido en el que

actuaba la fuerza sobre una misma línea y que daría paso a la formulación de la

segunda ley de Newton que en la actualidad definimos como “la fuerza total ejercida

sobre un cuerpo es igual al producto de la masa por la aceleración” (Kittel, Knigth &

Ruderman, 1968, p. 55).

Sus ideas tendrían gran influencia en las representaciones geométricas de los

vectores, puesto que el paralelogramo de fuerzas es la forma usada en el análisis

vectorial para describir la suma entre vectores cuando sobre un cuerpo actúan dos

fuerzas. Newton desarrollo métodos matemáticos que fueron apareciendo

posteriormente en el álgebra vectorial; sus trabajos junto con los trabajos de Leibniz

en relación con la descripción del movimiento y otros fenómenos de la naturaleza,

llevaron a la creación de una nueva rama de estudio de las matemáticas conocida

como cálculo diferencial e integral.

Otro de los fenómenos que se trató de abordar desde la física y que a la larga

tendría mayor relevancia en las futuras investigaciones en matemáticas en relación

con el análisis vectorial, fue el tratamiento del fenómeno del calor. En el siglo XVIII,

los físicos coincidían en tratar el calor como un tipo de movimiento interno de los

cuerpos; una de las experiencias más reconocidas, fueron las realizadas por William

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Thompson (1753-1814), quien mostro que al taladrar cañones con brocas romas se

generaba mucho calor y éste era proporcional al trabajo realizado; hasta este

momento, las descripciones de este tipo de problemas eran tratadas con métodos de

la mecánica analítica desarrollada por Newton.

En la evolución del estudio del fenómeno del calor, el físico Jean-Baptiste J.

Fourier (1768-1830), mostro su interés y trató de entender como ocurre la

transmisión de calor en un cuerpo continuo al que se le quiere determinar la

temperatura en un punto específico y en un tiempo determinado. Antes de la

aparición de Fourier los métodos analíticos para describir fenómenos naturales

estaban ligados a las descripciones netamente algebraicas; en el intento por dar una

explicación analítica, él establece un método de trabajo con el que espera obtener

resultados coherentes que permitan interpretar un fenómeno natural. Dicho método

plantea lo siguiente:

El primero es el momento de la observación empírica. El segundo, todavía


en estrecha relación con el primero, en el del análisis matemático (según
lo que era entendido por análisis para esa época), su propósito es establecer
las relaciones cuantitativas existentes entre las cualidades específicas del
fenómeno. El tercer momento es el del análisis especial al que Fourier le
da un carácter netamente matemático; se trata aquí de aplicar la teoría y de
suministrar los medios para analizar fenómenos compuestos que no se
pueden reducir directamente de las leyes generales. En el cuarto momento
de las observaciones exactas, las relaciones establecidas por el análisis
matemático y el especial se someten a verificación experimental.
(Bobadilla, 2001, p.14)

Basado en dicho método, Fourier realiza sus investigaciones con respecto a la

transmisión del calor, llegando a desarrollar un tratamiento a través de un análisis de

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ecuaciones diferenciales parciales asociadas con este fenómeno. A partir de este

trabajo, lo que él plantea visto desde nuestro contexto es una función del tipo

𝛼: ℝ2 → ℝ
(𝑥, 𝑡) → (𝑦)

En este momento, un nuevo campo de estudio llamado Análisis comienza a

cobrar vida y tomará un camino independiente de los procesos algebraicos. Aunque

Fourier no es consciente, está dando paso a un nuevo modelo matemático que será

usado años después por James C. Maxwell (1831-1879) en la descripción analítica de

la teoría electromagnética haciendo uso de la noción de campo vectorial.

Otro tipo de trabajos que influenciarían el desarrollo de los vectores y el

establecimiento del cálculo vectorial, emergen en el sentido de encontrar métodos

matemáticos que permitan representar figuras y movimientos por medio de símbolos,

de la misma forma en que el álgebra representaba números o cantidades; Hamilton

desarrolla su teoría de los cuaterniones, convirtiéndose en un instrumento que abriría

nuevos horizontes para las investigaciones en física. Maxwell en sus trabajo en física

reivindica el deseo de Leibniz de poder describir un fenómeno a través de su

visualización geométrica y encuentra en los vectores, el aparato teórico buscado por

esta ciencia, cuyo tratamiento lo aplica en el estudio de la teoría electromagnética

haciendo uso de campos escalares y campos vectoriales los cuales constituyen la

noción de función vectorial; este estudio que será revisado y ampliado posteriormente

por Oliver Heaviside (1850-1925), uno de los precursores del análisis vectorial que

conocemos en la actualidad.

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