Silber, Julia - Intervención y Acción Pedagógicas
Silber, Julia - Intervención y Acción Pedagógicas
Silber, Julia - Intervención y Acción Pedagógicas
Julia Silber
2005
Introducción
Una interesante cuestión plantea Furlán cuando reflexiona sobre "intervenir sobre la
práctica": ¿acaso la práctica no está intervenida a través de dispositivos de estructuración y
vigilancia? ¿no se trata más bien de una intervención sobre la intervención?. En este sentido lo
dice Furlán cuando entiende lo pedagógico como un esfuerzo de racionalización de lo
educativo que prevalece sobre otras prácticas instituidas. Y define al pedagogo siguiendo a
Snyders "como un custodio del buen fin y de la acción conciente en relación a ese fin incitador
del consenso" ((idem, 76).
No es por lo tanto igual intervención que práctica: intervención es el intento de
modificación de la práctica desde una acción consciente, de la que puede o no resultar
modificada la práctica y, de serlo, no necesariamente en el sentido esperado. Tiene que ver con
el sentido de educación dado por Benner, diferenciado de formación (praxis).
Por su parte, Fernández Pérez señala: "Sólo después de habernos acercado con la
mayor precisión posible a la realidad (lo que acontece cuando enseñamos, cuando digerimos,
etc.) de los procesos implicados en la función de que se trate, la educativa en nuestro caso, a
través de los correspondientes análisis de nuestra práctica escolar, sólo después, podremos
hablar de nivel científico de nuestra intervención técnico-pedagógica: lo demás es rutina trivial
o charlatanería" (p. 65). No estará de acuerdo Cornu con esta postura, como veremos luego.
¿Cómo intervenir?...
A manera de ejemplos de posturas intervencionistas podemos citar a dos autores: el
estadounidense Shapiro y el español Pérez Gómez.
Shapiro, desde una posición posmarxista y en base a los aportes de Mouffe y Laclau,
realiza un interesante análisis de problemas clave a los que se enfrentan individuos y sociedades
dentro de los esquemas neoliberales. Enfrentando a una racionalidad individual-adaptativa,
propone una pedagogía social-intervencionista que contiene las dos caras de una moneda: una
analítica y contrastadora y otra creadora, imaginativa y esperanzadora.
Pérez Gómez, dentro de las funciones de humanización que debe cumplir la escuela,
plantea dos ejes de intervención: 1-el desarrollo radical de la función compensatoria, mediante
la atención y el respeto a la diversidad, reconociendo su efecto paliativo y no anulativo de la
discriminación; sostiene la necesidad de una didáctica flexible y plural que sustituya la lógica de
la homogeneidad. 2- la reconstrucción del conocimiento y de la experiencia. Los
conocimientos, actitudes, creencias, adquiridas fuera de la escuela van creando arraigadas
concepciones ideológicas a través de las cuales los individuos interpretan la realidad. Por esta
razón la escuela, más que transmitir información debería organizar racionalmente la
información fragmentada que traen los alumnos y crear la vivencia de relaciones sociales
democráticas que requieren participación activa y crítica (colaboración, solidaridad, debate).
Furlán y Pasillas dicen que “Lo específico de la pedagogía es armonizar saberes
abocados a definir la importancia de formar determinado tipo de hombre y proponer los
dispositivos de intervención, de una manera convincente, racional, involucrando los
conocimientos de mayor legitimidad social; para hacerlo reúne los saberes socialmente
disponibles que garanticen la tarea de racionalizar la educación” (“Intervención y campo
pedagógico” p. 19).
Veamos la diferencia con lo que Gimeno Sacristán define como “acción educativa”.
Nos parece interesante el análisis que realiza Gimeno Sacristán cuando considera “que el
sentido más genuino de la educación se ocupa con las acciones de los docentes que tienen como destinatario a los
estudiantes... Para comprender lo que ocurre en el que llama “teatro de operaciones” que son las
prácticas educativas, toma la acción como unidad de análisis “En el despliegue de este guión se nos
mostrará la continuidad entre lo individual y lo social o institucional, entre el sujeto y la cultura, entre el
conocimiento y la práctica” (Gimeno Sacristán:1998:34-36).
Para Gimeno Sacristán el problema de la relación teoría-práctica es complejo, pero se
entiende mejor incorporando el concepto de acción: actividad que desarrollan los agentes
personales dando contenido a la experiencia de enseñar y educar (idem, p 35). Dice que la
acción no es definible: es poner algo en movimiento, conducir, dar lugar a que algo comience,
es personal, define la condición humana.
Detrás de la acción está el cuerpo, la inteligencia, los sentimientos, las aspiraciones, los
modos de entender el mundo (p. 37). Entra en juego toda nuestra personalidad: afectos,
creencias, expectativas. Por muy tecnificado que quiera hacer su oficio, el educador actúa como
ser humano. Las acciones reflejan la singularidad de quienes la realizan, se entrelazan y
conforman un proyecto colectivo que suma esfuerzos particulares.
La conciencia de las posibilidades y riesgos de la acción educativa, crean
responsabilidad (p.38) porque se lleva a cabo con una intención que le da sentido, deseos,
valores: ¿a qué conduce mi acción? (p.39-40). Estos planos normativo y personal hacen a la
profesionalidad: a mayor conciencia, mejor acción, que no asegura coherencias ni elimina
contradicciones. Pero fundamentalmente destaca las ganas, la necesidad, la voluntad de querer
realizar una buena acción. (idem.42)
Una actitud positiva que se inserta en un valor ético, y que está contenida en el “qué nos
mueve” por el que se interroga Gimeno Sacristán, es sostenida por Laurence Cornu. La autora
francesa afirma que deberíamos tener prácticas escolares que logren una relación de
correspondencia entre los saberes y la tarea diaria. Como forma de pensar otras teorías y otras
prácticas, incorpora la idea de que el desarrollo del espíritu crítico más ligado al ejercicio de la
razón, debe ser acompañado por la confianza, más ligada a las emociones. Dice: “Si uno busca en
la relación de enseñanza aprendizaje algo de una relación ética, lo primero que se debe hacer es no encerrar al
otro en una categoría”. “En ciencia se prueba, se verifica y después se actúa. En un acto de confianza, uno
arriesga algo y la prueba de que uno estaba acertado viene después.... La confianza es creadora y es lo que
permite una historia... permite romper con el encapsulamiento que significa rotular al otro y limitarle el futuro”
Bibliografía: