Archel, P. (2014) - Conferencia Final UNC
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Resumen
El presente trabajo realiza una revisión de la literatura más reciente en
contabilidad crítica con el fin de mostrar el estado actual de nuestra disciplina,
los problemas detectados, las metodologías de investigación utilizadas y las
respuestas, no siempre en forma de soluciones, que se han dado a los mismos. No
obstante, dado el papel jugado por la investigación en contabilidad social y
medioambiental como supuesto potencial desencadenante de cambios sociales, la
revisión efectuada cubre también un amplio espectro de investigación sobre el
campo del social and environmental reporting (SER). La revisión efectuada destaca
la captura de la agenda de la sostenibilidad por los intereses empresariales
mediante la emisión de discursos que, si bien responden a las demandas
democráticas, no llegan a plantear, por lo general, cambios estructurales de fondo.
Por este motivo, la investigación crítica tiene ante sí el reto de urdir una contabilidad
social que sirva a la ciudadanía y a los movimientos sociales con el fin de
suministrar nuevas visibilidades que permitan habilitar espacios para un contra-poder
reequilibrador.
1
1.- Introducción
Una de las peculiaridades del universo contable viene dada por la existencia de varias
definiciones de contabilidad que se han ido moldeando a medida que se modificaban
los objetivos de la misma. Con carácter general, las primeras declaraciones ofrecidas
por los organismos contables han venido poniendo el énfasis en la identificación,
medición y comunicación de información económica para ser ofrecida al conjunto de
usuarios de la misma. Pero los objetivos de la contabilidad han variado con el
transcurso del tiempo fruto, sin duda, de la existencia de diferentes enfoques
conceptuales. Ya Hendriksen (1970), en su Teoría de la Contabilidad, nos advertía que
no es lo mismo que el objetivo de la contabilidad sea la presentación de
informes financieros a los accionistas, inversores y acreedores con base a los
mecanismos de mercado, que tener como objetivo la medición del resultado social de
la firma ante un público más amplio que el anterior incluyendo beneficios y costes
sociales no medidos directamente por el mercado. Por lo tanto, como recoge Tua
Pereda (1988), la existencia de distintos enfoques desde los que acercarse a
nuestra disciplina, no es sino una muestra de la naturaleza multiparadigmática de
la misma, “a la que puede accederse desde puntos de vista dispares que responden
al programa de investigación u orientación en que se milite” (Tua, 1988, pág. 949).
Así pues, la existencia de perspectivas diferentes ̶sin duda condicionadas por los
valores del investigador ̶ acerca del papel de la contabilidad y del objetivo central
de la misma podrían ayudarnos a comprender la coexistencia de teorías diferentes a la
hora de explicar los fundamentos contables básicos y la relación de la contabilidad con
el entorno social en el que la misma se desenvuelve.
5
FIGURA 1
Systems-based-theories of CSR
Clasical
Political Legitimacy
Economy theory
(Marx) (of the system)
Stakeholder
Stakeholder theory theory
(organisation-centred)
(of the
organisation)
La teoría de los stakeholers nace como una alternativa a la visión tradicional encarnada
en las ideas de Friedman (1962) que posiciona la maximización de la riqueza de
los accionistas como la única responsabilidad de la firma. La consideración de
otros stakeholder diferentes a los accionistas supone reconocer que una organización
es un mecanismo de coordinación de los intereses de los stakeholders donde el
gestor ostenta el rol principal al ser el agente que debe valorar la mejor forma de
satisfacer las demandas de todos ellos. El gestor, por tanto, desempeña la función
de nexo de unión entre la organización y los diferentes grupos sociales. Su
principal responsabilidad es la de conciliar estratégicamente los intereses de los
diferentes stakeholders a través del proceso de toma de decisiones y la subsiguiente
asignación de recursos (Donaldson y Preston, 1995). Existen dos variantes de la
teoría de los stakeholders (ver figura 1): la primera de ellas hace referencia a la
versión ética o normativa, mientras que la segunda entroncaría con una visión
centrada en la organización misma (Gray, Owen y Adams, 1996).
Sin embargo, una de las carencias que presenta la teoría de los stakeholders es
la ausencia de un marco teórico robusto que explique esta interacción entre la firma
y sus stakeholders. La constatación de este vacío teórico motivó la investigación
de Ullmann (1985) consistente en la formulación de un modelo predictivo en torno a
lo que él denominó tres dimensiones: el poder de los stakeholders, la postura
estratégica de las empresas y su resultado económico, de forma que se podría
predecir el comportamiento social y la divulgación de información social de las
empresas a través del análisis simultáneo de la capacidad de los stakeholders para
controlar recursos valiosos para las organizaciones, la postura estratégica de los
gestores (activa o reactiva ante las demandas sociales) y los beneficios
económicos obtenidos por las empresas. Años después, Husillos y Álvarez (2008)
replicaron el modelo de Ullmann para una muestra de pequeñas y medianas
empresas españolas encontrando que las variables explicativas propuestas por
Ullmann no predicen del todo el comportamiento medioambiental de la firma3.
La teoría de la legitimidad
3
Claro que el trabajo de Husillos y Álvarez tomó como base pequeñas empresas españolas, mientras
que Ullmann tomó grandes empresas USA. El resultado de la investigación hay que verlo, “no tanto
como una refutación del modelo de Ullmann, sino como un ensanchamiento del mismo” (Husillos y
Álvarez (2008, pág. 146).
8
existiendo si la sociedad en la que desarrolla sus operaciones percibe que la
organización opera en un sistema de valores acorde a los de la propia sociedad (Gray,
Owen y Adams, 1996, pág. 46). Por lo tanto, si la condición de legitimidad de
una organización está amenazada, ésta adoptará un comportamiento estratégico
que mejore, mantenga o repare dicho status si no quiere ver peligrar su
supervivencia (O’Donovan, 2002).
9
acerca de los sesgos de la información revelada únicamente bajo la responsabilidad de
los manager”.
Como acabamos de señalar, son varias las críticas que se formulan a los marcos
teóricos adoptados por los enfoques anteriores, algunas de las cuales tienen que ver
con planteamientos conceptuales, mientras que otras ponen el foco en las
metodologías de investigación adoptadas. Por un lado, los enfoques teóricos que
brevemente se han expuesto en el epígrafe anterior se centran en el papel de la
información contable en el nivel micro, es decir, relaciones de la firma con su entorno
donde, por ejemplo, las estrategias de legitimación se presentan desde una
perspectiva individual, de cada organización por separado, sin conexión con el
resto del sistema. Así, tanto la teoría de la legitimidad como la teoría de los
stakeholder encuentran su razón de ser en la percepción de los actores que
deben tomar las decisiones en torno a la revelación, por parte de la firma, de
información social y
10
medioambiental. Este limitado campo de investigación, muy centrado en el análisis de
los factores externos a la firma (tamaño, sector, nacionalidad, etc.), hace que queden
fuera del estudio aspectos internos de la firma como las opiniones y actitudes de los
agentes que intervienen en el proceso de divulgación de la información. Por otro lado,
el uso mayoritario de metodologías cuantitativas de investigación, en las que el
investigador analiza los datos guardando una considerable distancia con los
actores investigados, limita considerablemente el alcance de las investigaciones
realizadas. Por este motivo, son varios los autores que, ante el limitado poder
explicativo mostrado por las teorías y metodologías anteriores, vienen reclamando la
necesidad de ampliar los marcos teóricos utilizados hasta el momento, al tiempo que
proponen el recurso a metodologías cualitativas de investigación mediante la
realización de estudios de campo en colaboración con las organizaciones, con el
fin de enriquecer nuestro conocimiento en torno al proceso de la revelación de
información de contenido social y medioambiental (Adams, 2002; Gray, 2002;
O’Dwyer, 2002; 2004; Parker, 2005; Spence y Gray, 2007).
11
expresiones como “eficiencia”, “liderazgo” o “responsabilidad”, muy apreciados por la
sociedad colombiana, una vez culminado el proceso de privatización de la firma.
Otros autores han recurrido al análisis longitudinal de los informes contables a lo largo
de un periodo de tiempo para fundamentar sus conclusiones. Así, por ejemplo, Laine
(2009) concluyó que la revelación de información medioambiental se acomodaba a los
cambios sociales que se iban produciendo a lo largo del tiempo en respuesta a
condicionantes coercitivos y presiones miméticas. Para ello analizó los informes
anuales a lo largo de 37 años de una gran industria perteneciente al sector papelero de
Finlandia. Por su parte, Adams (2002), tras entrevistar a una serie de directivos
de firmas británicas y alemanas, muestra sus dudas acerca del poder explicativo
de las teorías utilizadas hasta el momento en este campo (legitimidad, stakeholder y
teoría de la economía política). Por este motivo, lo que la teoría institucional nos
muestra es que factores relacionados con el proceso de divulgación de
información social y medioambiental no tenidos en cuenta por las anteriores
teorías, así como las actitudes, valores y motivaciones de los agentes -igualmente
ignorados por los anteriores marcos conceptuales- podrían ser determinantes
tanto en la cantidad y calidad de información divulgada como en el alcance de la
misma. Similares conclusiones se desprende del trabajo de Husillos et al (2011)
quienes, tras entrevistar a 30 altos directivos de firmas españolas, concluyeron que
eran factores institucionales (comportamiento de otras firmas, opinión de expertos,
etc.), organizativos (valores de la firma, recursos y capacidades de la organización,
etc.) y factores individuales (valores éticos y morales, actitud proactiva, etc.) los que
motivaban la divulgación de información social y medioambiental.
El esquema de la figura 1 nos muestra que tanto la teoría de los stakeholders como la
teoría de la legitimidad derivan de la rama burguesa de la TEP, asumiendo una
concepción pluralista de la sociedad, caracterizada por un reparto igualitario de
derechos y oportunidades entre la misma. Sin embargo, en contraste con quienes
sostienen el carácter pluralista de la sociedad, la teoría clásica de la economía política
argumenta que la mayor parte de estos derechos y oportunidades (en definitiva
el poder) se localiza en unas reducidas élites. En este contexto social, la contabilidad es
un mecanismo disciplinario y de control que contribuye al mantenimiento y
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reproducción del status quo (Dillard, 1991). Dado que la práctica de la
contabilidad está en manos de las propias entidades informantes y de que la
regulación contable está dirigida por gobiernos y organismos reguladores, en
muchos casos de clara orientación privada (Chiapello y Medjad, 2009), la información
contable nunca actuará de forma diferente que no sea sostener el actual sistema
social. El reconocimiento de esta situación implica asumir la no neutralidad de la
contabilidad y la existencia de conflicto tanto dentro como fuera de las
organizaciones (Tinker et al, 1991). Desde esta perspectiva, la información
contable sería un recurso del sistema para perpetuarse ante la amenaza que
suponen las contradicciones internas (Lehman, 1992). A partir de estas
asunciones, la divulgación de información contable no solamente tiene la
finalidad de legitimar la firma ante sus stakeholder, sino que cumple el papel de
legitimar el sistema social, político y económico en su conjunto. Lo anterior constituye
uno de los elementos clave separador entre las variantes clásica y burguesa de la TEP.
En lo sucesivo, cuando hablemos de TEP nos estamos refiriendo a este enfoque.
No es de extrañar, por tanto, que sean autores de inspiración marxista -para quienes la
sociedad se caracteriza por la existencia de un conflicto social, estructural e inherente
al sistema capitalista- quienes con mayor contundencia hayan criticado la investigación
mayoritaria sobre revelación de información social y medioambiental brevemente
presentada en los epígrafes anteriores. Así por ejemplo, para autores como
Tinker,
Lehman y Neimark (1991), la investigación sobre contabilidad social mayoritariamente
desarrollada conforme a las pautas señaladas por Gray, Owen y Maunders (1988) en el
número inaugural de Accounting, Auditing and Accountability Journal -donde
reivindican el amplio espacio del “middle of the road” que representa los
informes sobre responsabilidad social- falla a la hora de examinar las contradicciones
básicas del sistema social, por lo que les acusan de un cierto “quietismo político”
(Tinker, Lehman y Neimark, 1991, pág. 29) que siempre beneficia a la clase
capitalista. Predicando el consenso, la moderación y la conformidad, señalan Tinker
et al (1991, pág. 29), el pensamiento del “middle of the road” defiende el status
quo. En parecidos términos se muestra Puxti (1991) cuando califica de vacuos,
irrelevantes y “provincianos” los esfuerzos desplegados desde la contabilidad social
como herramienta con elevado potencial de cambio, por lo que los intentos de
resolver aspectos técnicos (como por ejemplo la contabilización de las externalidades
medioambientales o la regulación de los mercados), sin considerar las desigualdades
estructurales, serían incompletos dada la acrítica aceptación del marco general, que es
parte del problema (Cooper y Sherer, 1984; Tinker et al, 1991).
13
anual no es un elemento pasivo que describe una realidad objetiva, sino más bien una
poderosa herramienta utilizada “para construir, sostener y legitimar disposiciones
políticas y económicas en el marco ideológico e institucional que contribuyen a
los intereses privados de la organización” (Guthrie y Parker, 1990, p. 166),
realzando la desigual distribución de la riqueza y el poder de los grupos más
privilegiados de la sociedad (Spence, 2009; Archel et al, 2009).
La primera señal de que algo se estaba moviendo tal vez lo constituya el trabajo
conjunto de dos de los representantes más genuinos de cada una de las corrientes de
investigación reconocidas por la TEP. En efecto, Rob Gray, probablemente el mayor
impulsor del proyecto de contabilidad social y medioambiental, y Toni Tinker, uno de
los mayores críticos con sus postulados, firmaron un trabajo conjunto (Tinker y Gray,
2003) en el que denunciaban que muchas de las iniciativas desarrolladas por la agenda
de la contabilidad social y medioambiental habían sido capturadas por los intereses de
la firma, sirviendo al único interés de la continua acumulación de riqueza por las más
poderosas compañías. Investigadores como Owen (2008) o Deegan y Unerman (2006),
han interpretado este acercamiento como la necesidad de combinar las perspectivas
críticas de investigación con el fundamento moral y la propuesta reguladora de la
investigación en contabilidad social y medioambiental.
14
2006a, 2006b, 2010, Milne, Tregidga y Walton, 2009), constatando que la información
contenida en los informes, más que representar la posición de la firma con relación a la
sostenibilidad vendría a representar la manera en que a la firma le gustaría ser vista.
Así por ejemplo, el trabajo de Milne, Tregidga y Walton (2009) no ahorra críticas a la
hora de censurar las estrategias de comunicación adoptadas por determinados lobbys y
asociaciones empresariales que, con el discurso del “middle-way”, producen unos
informes que presentan como algo perfectamente natural la compatibilidad entre
crecimiento económico y sostenibilidad ignorando las posibles contradicciones de tal
asunción. Este mismo escepticismo se aprecia en Gray (2006b) donde, en un artículo
con un título provocador4, se muestra la transformación que ha experimentado el
concepto de sostenibilidad, de forma que ya no se habla de sostenibilidad planetaria,
sino que se acuñan términos como sostenibilidad empresarial, sostenibilidad de
las finanzas o “negocios sostenibles”, de manera que “cubriendo un par de
aspectos, se oculta la contribución de la firma a la (in)sostenibilidad” (Gray,
2006b, pág. 75)., escepticismo hacia este tipo de informes de sostenibilidad llega a tal
punto que Milne y Gray (2007) concluyen que “la lectura de [estos] informes de
sostenibilidad realmente nos enseña poco acerca de la contribución (o detracción) a la
sostenibilidad por parte de la firma” (pág. 199). Por este motivo, Gray (2006a) sugiere
pasar de unos informes sobre la sostenibilidad de la firma a unos documentos más
ambiciosos que informen de la sostenibilidad del planeta, aunque para ello sería
preciso dotar de nuevos significados a términos contables que permitan superar el
limitado concepto de “valor para el accionista”, inaugurando un nuevo concepto que
permita hablar de “valor para la sociedad en su conjunto” (Gray, 2006a, pág. 809).
No obstante, a pesar del escepticismo que los autores parecen mostrar ante algunos
aspectos del reporting social y medioambiental, buena parte de los mismos
siguen abrigando esperanzas de que la introducción de reformas en la legislación,
la implementación de sistemas más completos de rendición de cuentas y cambios
radicales en la cuestión del poder y la toma de decisiones, “permitirá colocar los
ecosistemas en una perspectiva amplia de sistemas que fortalecerá la democracia,
devolverá el control a la humanidad y nos situará en el camino de la comprensión, la
armonía y la sensibilidad” (Milne y Gray, 2007, pág. 200). Sin embargo, desde el campo
de la investigación crítica se cuestiona si el proyecto de la contabilidad social
(Gray, 2002) no debería abandonar la rendición de cuentas como una demanda
deseable y abrazar demandas más políticas que vayan más allá de la mera forma en
que informan las organizaciones (Cooper et al, 2005; Spence, 2009; Spence et al,
2010). Una vez más, el dilema parece plantearse en los términos del viejo debate
sobre reforma o revolución. El siguiente apartado aborda los planteamientos
teóricos y prácticos de algunas de las investigaciones más recientes que se posicionan
en este debate.
4
Does sustainability reporting improve corporate behavior?
15
Este apartado pretende recoger, agrupadas por áreas temáticas, algunas de las
aportaciones más relevantes efectuadas en los últimos años desde el campo de
la investigación crítica en contabilidad. Dado que uno de los elementos que
marcan la separación entre las rama burguesa y crítica de la teoría de la economía
política es la concepción pluralista de la sociedad y el papel del Estado, recogemos en
primer lugar el relato formado con las aportaciones de investigaciones que han
explicitado las anteriores asunciones. En segundo lugar, y desarrollado con algo
más de extensión dada la naturaleza misma de la contabilidad como herramienta
de comunicación, damos cuenta de trabajos que se han centrado en destacar el papel
del lenguaje en el afianzamiento de las estructuras de poder. Por último, en tercer
lugar, presentamos algunas investigaciones más recientes que muestran, de forma
crítica, los matices y diferencias entre investigación en contabilidad social e
investigación sobre Corporate Social Accounting, muy centrada en el reporting.
16
selectivamente a aquellos grupos cuya aquiescencia y apoyo son cruciales para
una tranquila continuidad del orden existente: el capital oligopolista y las
organizaciones laborales. Por lo tanto, el Estado, en su tentativa por mantener
los arreglos institucionales existentes, tenderá a favorecer un compromiso entre
los intereses poderosos establecidos, a expensas muchas veces de los grupos
sociales más vulnerables (Offe, 1994).
17
al tiempo que de legitimidad, mostrando la debilidad de los actores secundarios y el
realineamiento de algunos tradicionales aliados de clase (sindicatos) que abandonan el
discurso herético para adoptar un discurso dominante, más propio de las
multinacionales y agencias de consultoría.
Las anteriores evidencias tendrían dos implicaciones importantes. Por un lado, habría
que repensar la asunción por la que las empresas desarrollan sus actividades en
un entorno pluralista y, en segundo lugar, habría que profundizar acerca del
papel mediador del estado en la resolución de conflictos. De forma adicional,
para comprender mejor el papel del Estado frente a los intereses corporativos
deberíamos también considerar cómo la legitimidad alcanzada a nivel micro (de
la empresa) se entrelaza con la legitimidad a nivel macro (del sistema
socio-económico en su conjunto).
Pero es que incluso las mismas palabras pueden tener significados diferentes
para interlocutores con intereses contrapuestos. La expresión valor puede
representar los flujos de caja descontados, si el que habla en un representante de una
firma industrial, o puede representar el aprecio por la tierra que te ha visto
nacer, si nuestro interlocutor es un poblador de unas tierras en riesgo ambiental.
Este matiz nos lo presenta de forma excelente la investigación de Killian (2010)
cuando, a partir de datos extraídos de entrevistas semiestructuradas entre diversos
actores afectados por las actividades de la petrolera Shell en Irlanda, los diversos
actores interpretan de manera diferente expresiones contables como valor, beneficio o
inversión debido, en parte, a profundas diferencias culturales entre los mismos que
les confieren valores también diferentes. Si la contabilidad prima el lenguaje de
los negocios haciendo invisible la perspectiva de las partes más débiles, entonces la
contabilidad no sería neutral y no cumpliría su cometido al ser incapaz de reducir el
nivel de incomprensión para gentes que provienen de culturas diferentes y que son
portadoras de diferentes valores.
A este respecto, son varios los trabajos que ha producido la investigación crítica
en contabilidad que, desde diversos enfoques y metodologías, muestran la brecha
entre información reportada y realidad social tratando de mostrar la esterilidad
de una investigación centrada en la información divulgada de forma voluntaria
por la compañía. Así, por ejemplo el trabajo de Adams (2004), llevado a cabo a partir
de los informes sobre responsabilidad social de una firma multinacional del sector
farmaceútico, constató el gap existente entre el informe de RSC elaborado por la firma
y la visión que, recurriendo a otras fuentes, se tiene de dicha firma en asuntos
concernientes a la ética y cuestiones sociales y medioambientales. El trabajo muestra
los silencios sobre temas como muertes por insecticidas, acusaciones sobre
manipulación de precios, multas y temas relativos a derechos humanos, a pesar de que
todos esos asuntos fueron recogidos de manera exhaustiva por diversos medios
escritos y páginas de internet. En la siguiente sección analizamos con más detalle
el gap de información al que estamos aludiendo.
La lista de investigaciones que critican la escasa validez del reporting social es extensa
(Livesey, 2002; Tregigda y Milne, 2006; Spence, 2007, 2009; Laine, 2009, 2010; Killian,
2010; Spence et al, 2010; Sikka, 2011, Tregigda et al, 2013), siendo uno de los
elementos comunes a los mismos el intento de capturar la agenda de la sostenibilidad,
encapsulándola en un discurso que no desafíe, que no cuestione los pilares
fundamentales del business as usual. La investigación de Livesey (2002), por ejemplo,
elaborada a partir del primer informe social de la compañía Shell, elaborado con
el asesoramiento del destacado consultor medioambiental Elkington, narra el intento
de la firma de hegemonizar un discurso sobre los pilares que configuran el Triple
Bottom Line que permita reinstaurar y definir un conjunto de normas sobre el medio
ambiente
20
y la justicia social en un momento en que se producía un despertar social de las
presiones sociales y medioambientalistas. La investigación de Livesey pone de
manifiesto, no solamente el intento de legitimar la firma a través de la opinión
de expertos, que le confieren autoridad, marginalizando otras formas de conocimiento
en organizaciones y movimientos sociales alternativos (sobre el partisano papel
de los expertos, ver también Archel et al, 2011), sino también el sesgo
económico del concepto de desarrollo creado por la firma, “que no desafía ninguna
de las verdades dadas por sentado acerca del funcionamiento de los mercados, la
competencia y los actores económicos” (Livesey, 2002, pág. 339).
Por otra parte, tampoco está muy claro el origen de las teorías que parecen soportar la
investigación sobre revelación de información social y medioambiental. A este
respecto, el trabajo de Spence et al (2010) ironiza con el seguidismo que parece existir
entre la comunidad investigadora que adopta perspectivas de investigación (se refiere
a las teorías de stakeholder, legitimidad y TEP) “elaboradas de forma aislada y en
abierta contradicción con otras literaturas organizacionales” (pág. 76)6. En este mismo
sentido, la investigación de Sikka (2011) nos alerta sobre la incapacidad de los informes
contables para dar cuenta de las afecciones que sobre los derechos humanos
tienen las actividades empresariales. Nuevamente son compañías petroleras las que
sirven los datos para el estudio de caso, en esta ocasión centrado en el papel
jugado por gobiernos de dos países africanos, instituciones económicas
supranacionales como el Banco Mundial y la compañía Exxon Mobile. Sikka (2011)
estudia los efectos que sobre los derechos humanos de las poblaciones locales acarrea
la firma de los acuerdos de inversión entre los gobiernos de Camerún y Chad con
la firma Exxon Mobile para la construcción de un oleoducto que atravesaría
amplias zonas de los dos países. En particular, al autor se refiere a las “cláusulas
de estabilización” que comprometen la capacidad de proteger y desarrollar los
derechos humanos de las poblaciones locales. La investigación muestra que mientras
que los informes anuales ni siquiera aluden a la expresión derechos humanos, “los
informes medioambientales de la firma evitan hablar del contenido de las cláusulas
de estabilización en los acuerdos de inversión y de su impacto en las mencionadas
poblaciones locales” (Sikka, 2011, pág. 822). Todo lo cual debería hacernos
reflexionar acerca de la conveniencia de que la investigación basada en la
revelación de información social rompa con los estrechos corsés que la atenazan
para abrazar demandas políticas capaces de desafiar no tanto la forma en
6
El seguidismo que existe hacia las teorías que dan soporte a la revelación de información social y
medioambiental se asemejaría al que profesaban los habitantes de las Islas del Sur (en el Pacífico
Austral) cuando se extrañaban por las extrañas mercancías que traían los soldados, japoneses primero y
americanos después, durante la Segunda Guerra Mundial. Los nativos veían que tras hablar por radio,
llegaba un cargamento de provisiones (cargo), por lo que comenzaron a imitar esos objetos que se
convirtieron en los nuevos dioses. Sin embargo, cuando la guerra terminó, los soldados se fueron,
llevándose consigo sus cargos. Como el aprendizaje humano se da por observación e imitación, los
nativos comenzaron a imitar los ritos de los blancos para recibir los regalos del cielo. Pintaron sus
cuerpos, desfilaron con fusiles de madera, construyeron radios con corteza de coco e, incluso,
levantaron torres de control de madera. En vano. Lo mismo sucede con las teorías sobre la divulgación de
información social. Nadie conoce su origen, pero todos las imitan confiando en la resolución de los
problemas sociales.
21
que se comportan las organizaciones, como alinearse con las demandas de las
organizaciones sociales.
En definitiva, el mensaje que nos transmiten los autores firmantes de las
anteriores investigaciones pone de manifiesto la discrecionalidad de la
información social y medioambiental revelada por las organizaciones, siempre a
criterio del mánager, y orientada por los principios del business case que, en
ningún caso, disuelven las contradicciones estructurales sistémicas del
capitalismo7. Por el contrario, la política de revelación de información social y
medioambiental de muchas de las firmas más determinantes tienen el poder de dar
forma al dominio discursivo y fortalecer el poder de algunos expertos que privilegian
algunos intereses a costa de marginalizar otros (Livesey, 2002). Habría que ir más
allá del mero contenido de los informes sociales y medioambientales, imaginando
nuevas contabilidades. Si, como señaló Puxti (1991) y nos lo recuerdan las
investigaciones más recientes (Cooper et al, 2005; Laine, 2009; Spence et al, 2010;
Sikka, 2011), depositar cualquier expectativa acerca del papel emancipador de la
contabilidad es, cuando menos, ilusorio, tendríamos que preguntarnos qué
alternativa existe, por dónde pasa la misma, con qué aliados contamos y cómo se
implementa. El siguiente epígrafe discute acerca de los elementos anteriores con base
en las aportaciones de los últimos desarrollos en investigación crítica en
contabilidad.
7
Desde una óptica Gramsciana, la contabilidad social y medioambiental es un campo discursivo que
puede ser interpretado en términos de base y superestructura (Cooper, 1995). La base económica,
siendo el capitalismo el modo de producción, existe en relación con las superestructuras tales como la ley,
la cultura, la ideología, siendo la contabilidad un elemento de esta superestructura. El enfoque de la
economía política reconoce que la superestructura es esencial a la hora de proteger, legitimar y
perpetuar la base económica. El asunto está en dilucidar si la base determina la superestructura o si la
última determina la primera. La posición adoptada por algunos teóricos (Cooper, 1995) muestra la
existencia de una relación dialéctica entre la base económica de la sociedad y su superestructura, de
forma que se influencian recíprocamente, aunque se destaca la “remota posibilidad de que la
contabilidad pueda tener un papel revolucionario” (Cooper, 1995, pág. 176).
22
tipo de información a divulgar como forma de limitar la brecha entre información
reportada y realidad de la firma (perfomance) (Deegan y Rankin, 1996; Deegan et al,
2002; Adams, 2004; Gray et al, 1988; Gray, 2002; Gray, 2006a). La evidencia empírica
encontrada no presenta una posición unánime, existiendo resultados que
muestran tanto un mayor grado de información reportada con la entrada en
vigor de la regulación (Bebbington, 1999), como la persistencia de
incumplimientos (non disclosure) con relación a información requerida por ley
(Day y Woodward, 2004; Larrinaga et al, 2002). Finalmente, el trabajo de Criado
et al (2008) muestra que, si bien la regulación puede incrementar la cantidad y
calidad de la información divulgada
en los informes anuales, subsisten algunos de los problemas asociados a la divulgación
de información voluntaria que se divulgaría de forma ritual, manipulando la
percepción del público con relación a la información medioambiental divulgada y
dando preferencia a la divulgación de buenas noticias en detrimento de las
malas.
Existe, por tanto, una importante avenida de investigación que aporte nuevas
evidencias acerca de los efectos de la misma tanto sobre la calidad de la información
revelada, como sobre la capacidad de promover el cambio organizativo.
23
responsables, sí al menos transparentes acerca de su propia irresponsabilidad”
(Spence et al, 2010, pág. 78).
En definitiva, lo que la mayor parte de las investigaciones académicas
referenciadas más arriba nos transmiten es la escasa capacidad de la contabilidad para
promover el cambio. Si la base económica determina todas las cosas, incluida la
contabilidad, entonces la contabilidad, por sí sola, no podrá cambiar la sociedad
(Cooper, 1995). El reporting social se ha utilizado no para denunciar el conflicto, la
injusticia y la desigual distribución del poder, sino para enmascararlo y buscar
legitimidad tanto para la firma como para el sostenimiento de las estructuras sociales.
La contabilidad social, o como matiza Spence (2010, p. 206) “la contabilidad social
corporativa”, cumple un papel regresivo ya que está fundamentada sobre la base
económica de la sociedad. Desde esta perspectiva, el reporting social tendría la
misión de atemperar los conflictos sociales manteniendo las asimetrías de poder y
sin posibilidad de cambiar las superestructuras, de forma que más que hacer
visibles las contradicciones del capitalismo, la contabilidad social corporativa
contribuye a crear una mayor confusión. Resulta procedente preguntarse, por tanto si,
en ausencia de una información sobre el desempeño social y medioambiental creíble
y con capacidad de activar el cambio social, cabría el recurso a otras fuentes
alternativas de información que palíen las carencias de la información convencional.
Una de las investigaciones más conocidas en el ámbito del silent account es la llevada a
cabo por Gray (1997) a partir de información de la farmacéutica Glaxo correspondiente
a 1994. Con base en la información contenida en el informe anual de la
compañía, pero no oficializada en el informe de sostenibilidad, Gray recompuso
un nuevo documento con mayor poder explicativo. Sin embargo, se trata de una
información elaborada a partir de datos ofrecidos por la propia compañía, sometida a
las rigideces del reporting convencional, lo que le resta potencial emancipador. Tal
vez por este motivo, pasados unos años, este trabajo fue objeto de una profunda
revisión incorporando información extraída de fuentes externas a la compañía (Dey,
2007).
24
Más posibilidades, sin embargo, parecen albergar los informes externos,
cualquiera que sea la denominación con que se conozcan (auditoría social,
contra-cuentas, cuentas sombra, etc.), elaborados con la intención de criticar o
problematizar conductas desde la perspectiva de ecosistemas amenazados o
grupos sociales desfavorecidos. Utilizando denominaciones diferentes como
reporting-perfomance portrayal gap (Adams, 2004), gap de legitimidad (Moerman
y van der Laan, 2005) o gap de credibilidad (Dando y Swift, 2003), los autores se
refieren al intento de medir, hacer visible, representar y comunicar las evidencias que
se presentan en un espacio problemático con el fin de actuar como catalizador del
cambio (Thomson, Dey y Russell, 2010). Una cuenta sombra está formada por
información disponible al público, pero producida de forma independiente a la
organización y publicada en canales externos a los de la firma. Si la contabilidad
social es algo más que la simple autoproducción de información de las empresas
sobre sí mismas, operando en un ámbito que no esté siempre determinado por la
base económica, entonces se atisbaría un espacio para una contabilidad social con
potencial emancipador.
Algunos de los informes elaborados por ONGs como “Christian Aid and Friends of the
Earth”, han mostrado tener un gran impacto al haber producido cuentas alternativas a
las de las petroleras Shell y Exxon, donde dan cuenta de afecciones en las comunidades
por las actividades de las petroleras a lo largo de todo el mundo. En este mismo
sentido, son de gran interés los informes que periódicamente presenta Oxfam con
denuncias a firmas textiles por las precarias condiciones de trabajo y la vulneración de
derechos humanos, como por ejemplo, el informe publicado en 2006, en vísperas de la
celebración del Mundial de Futbol de Alemania. Con el sugerente título de “Fuera de
Juego”, el informe denunciaba las prácticas de marcas como FILA, Adidas, Puma o Nike
por vulneración de derechos sindicales y continuaos abusos laborales8. También Oxfam
internacional es autora de otro informe sobre el trabajo precario de las mujeres en las
cadenas de producción globalizada (Oxfam, 2004). Con el título de “Más por menos” el
8
Puede verse el informe completo en www.oxfam.org.au/campaigns/labour/06report
25
trabajo pone de manifiesto el fortalecimiento de los derechos jurídicos de las
entidades corporativas, vehiculizados a través de organismos como la Organización
Mundial del Comercio (OMC), al tiempo que los derechos de los trabajadores
han evolucionado en sentido contrario. El informe, centrado en las prácticas laborales
de 12 países entre ellos Colombia, narra, de la mano de la ONG local Corporación
Cactus,
el caso de las cortadores de flor en Colombia expuestas a alargamientos de jornada,
supresión de pagas extras y reducción de la indemnización por despido y precariedad
laboral, tal y como de forma crítica lo presentan los profesores Valero y
Camacho (2006).
26
En definitiva, no es que no exista espacio para la contabilidad social, sino todo
lo contrario. La contabilidad social puede llegar a una práctica clave en la agitación de
la sociedad civil y en el intento de fomentar espacios de contra-poder que reequilibren
la sociedad. En este sentido, el pujante movimiento ciudadano que parece haber
despertado en varios países ante la sucesión de escándalos de corrupción y la
creciente desigualdad a consecuencia de la crisis financiera, económica y social puede
jugar un papel en el balanceo de las asimetrías de poder. Pero también, en este
empreño debe implicarse la comunidad académica, colaborando con la sociedad civil y
tejiendo alianzas que enriquezcan las posibilidades de un cambio emancipatorio
(Bebbington y Gray, 2001; Lehman, 2002; Spence, 2009; Sikka, 2011).
27
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