La Consagracion en La Espiritualidad de San Luis María de Montfort

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Libro de Oro de la Espiritualidad Montfortiana

2. LA CONSAGRACIÓN TOTAL A JESÚS POR MARÍA EN


LA ESPIRITUALIDAD DE SAN LUIS MARÍA DE MONTFORT

2.1 La palabra misma de san Luis María

2.1.1 Consagración total a Jesucristo.


San Luis María está plenamente convencido que “la plenitud de
nuestra perfección –y por tanto de nuestra vocación– consiste en
asemejarnos, vivir unidos y consagrados a Jesucristo” (VD 120;
ver VD 61-62). Porque, añade, “efectivamente, sólo en Cristo
habita realmente la plenitud total de la divinidad (Col 2,9) y
todas las demás plenitudes de gracia, virtud y perfección. Sólo
en Cristo hemos sido bendecidos con toda bendición del Espíritu
(Ef 1,3). (Ver VD 61).

“Todo edificio que no esté construido sobre esta roca firme, se


apoya en arena movediza, y se derrumbará infaliblemente tarde
o temprano. Quien no esté unido a Cristo como el sarmiento a
la vid, caerá, se secará y lo echarán al fuego (ver Jn 15,6)” (VD
61). Y después de esta profesión de fe, precisa: “Por tanto, si
establecemos la sólida devoción a la Santísima Virgen, es sólo
para establecer más perfectamente la de Jesucristo y ofrecer un
medio fácil y seguro para encontrar el Señor” (VD 62).14

2.1.2 La esclavitud mariana.


La perfecta devoción a María que nos propone san Luis María
de Montfort es una Consagración radical. Consiste en una
“Consagración total a Ella (la Madre de Jesús) y a Jesucristo
por medio de María, en calidad de esclavos (esclavos por amor),
haciéndole entrega total y perpetua del propio cuerpo, alma,
bienes interiores y exteriores, satisfacciones y méritos de las
buenas obras... en fin, de todos los bienes recibidos en el pasado,
de los que se poseen al presente y se poseerán en el futuro” (ASE
219).

A esta entrega y dependencia total, san Luis María la llama


esclavitud de la Santísima Virgen. Para ser más precisos, como

14. LG 66

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lo aclara él mismo, vale más decir, “la esclavitud de Jesucristo M


en María y llamarse esclavo de Jesucristo en María, tomando el A
N
nombre de esta devoción de su fin último que es Jesucristo, y no U
A
de María que es el camino y el medio para llegar a la meta” (VD L
245). Se trata, pues, de una donación total de la persona misma por D
el tiempo y la eternidad. E
L
C
Este concepto de esclavitud, que suena chocante a los oídos O
actuales que pregonan la libertad total –aunque en realidad hay N
S
tantos esclavos de la moda, del placer, del juego, de algún vicio, A
G
de una máquina, en fin, de algunos ídolos– no quiere significar R
opresión o servilismo, sino pertenencia y dedicación a través A
D
de una entrega de amor libre y total, en correspondencia al O
amor libre y total que Dios nos ha manifestado en Jesucristo y
en María, o mejor en Jesús que vive y reina en María. Es una
esclavitud de amor. Es una conclusión práctica y radical del
principio fundamental que coloca al comienzo del Tratado de la
VD: “Por medio de la Santísima Virgen María, vino Jesucristo al
mundo, y por medio de ella debe también reinar en el mundo”
(VD 1).15

La expresión esclavitud se equipara en este caso al “affidamento”


–en italiano– empleado por el Santo Padre al renovar la
Consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María.
“Affidare” es confiar algo a alguien con plena seguridad de que
la persona a quien se le confía es digna de toda confianza y se
hace garante de lo que se le confía. Así Cristo desde la Cruz
confía Juan a María y le pide a Juan que se abandone a Ella.
No olvidemos que el primero en confiar en María ha sido Dios
Padre quien le confió a su Hijo eterno. Precisamente, nos dice san
Luis María que esta “entrega total a la Santísima Virgen, para
pertenecer por medio de ella totalmente a Jesucristo” (VD 120)

15. Es el tema que desarrolla a través de toda su obra; ver nn. 13.2.49.158.217.262; ver SM
58. PABLO VI (21-12-1966) expresaba el mismo pensamiento: “Si nos preguntamos cuál
es el camino real y directo de nuestro mundo terreno, que nos conduce a la humanidad
de Jesucristo –en la cual encontramos la revelación de Dios y nuestra propia salvación–,
la respuesta es inmediata y bellísima: ese camino es la Virgen, es María Santísima, es
la Madre de Cristo, y, por tanto, Madre de Dios y madre nuestra..., portadora de Cristo,
la que lleva Cristo al mundo”. (NB No 1 VD, B.A.C., 451 OC).

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es: “1) para honrar e imitar la dependencia inefable que Dios Hijo
quiso tener respecto a María para gloria del Padre y para nuestra
salvación. Dependencia que se manifiesta de modo especial en
este misterio –de la Encarnación–, en el que Jesucristo se halla
prisionero y esclavo en el seno de la excelsa María, en donde
depende de Ella en todo y para todo; 2) para agradecer a Dios
las gracias incomparables que otorgó a María, y especialmente
el haberla escogido por su dignísima Madre; elección realizada
precisamente en este misterio. Estos son los fines principales de
la esclavitud de Jesús en María.

Se trata, pues, de una “donación total”, de una “dependencia


plena” de una “obediencia total”, de un “filial abandono”, de
una “consagración”. San Luis María propone llevar al cuello, en
el brazo, el pie o la cintura una cadena o la cadenilla bendita.
Con ello se quiere expresar que he roto las cadenas infames que
me ataban al pecado y al demonio y que ahora estoy encadenado
con ataduras de amor a Jesús y a María (Ver SM 65; VD 236-242).
Firmaba sus cartas colocando después de su nombre las palabras
“sacerdote, indigno esclavo de Jesús en María”.16

Profundización:

1. ¿En qué consiste la Consagración o esclavitud de amor a Jesús por


María?
2. ¿Cuáles son los fines principales de la Consagración?

2.1.3 No son dos sino una sola Consagración.


San Luis María nos dice claramente que no se trata de dos
consagraciones: una a María y otra a Jesucristo, sino de una
única consagración total. “Esta devoción nos consagra, al mismo
tiempo, a la Santísima Virgen y a Jesucristo. A la Santísima
Virgen como el medio perfecto escogido por Jesucristo para
unirse a nosotros y a nosotros con Él, (notar el doble movimiento
descendente y ascendente característico de toda la espiritualidad
montfortiana) a Nuestro Señor, como a nuestra meta final, a quien

16. Carta 5 a Lechassier, B.A.C., 451, p.75 ver. P.78, 81, 83, 85, 89.

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debemos todo lo que somos, ya que es nuestro Dios y Redentor” M


(VD 125). Esta Consagración como lo anota el P. Giandomenico A
N
Mucci s.j., es de carácter sacramental y místico17, ya que el amor U
A
genera la voluntad de unión íntima, de pertenencia total y de L
total interdependencia y servicio. D
E
L
2.1.4 Perfecta renovación de la Consagración Bautismal.
C
Las palabras de san Luis María son muy claras al respecto. “La O
plenitud de nuestra perfección consiste en asemejarnos, vivir N
S
unidos y consagrados a Jesucristo.18 Por consiguiente, la más A
G
perfecta de todas las devociones es, sin duda alguna, la que R
nos asemeja, une y consagra más perfectamente a Jesucristo. A
D
Ahora bien, María es la criatura más semejante a Jesucristo. O
Por consiguiente, la devoción que mejor nos consagra y hace
semejantes a Nuestro Señor es la devoción a su santísima
Madre. Y cuanto más te consagres a María, tanto más te unirás
a Jesucristo. La perfecta Consagración a Jesucristo es, por lo
mismo, una perfecta y total Consagración de sí mismo a la
Santísima Virgen. Esta es la devoción que yo enseño, y que
consiste –en otras palabras– en una perfecta renovación de los
votos y promesas bautismales”.19 (VD120)

Así pues, la radicalidad de la Consagración total a Jesús por


María, propuesta por el P. de Montfort, va exigida por la totalidad
radical de la elección y entrega incondicional a Jesucristo
realizada en la Alianza Bautismal.20 De esta manera, san Luis
María, el Misionero Apostólico, que se sentía llamado por Dios
para renovar la Iglesia haciendo conocer y amar a Jesucristo,
enseñando el catecismo a los pobres y la Consagración Total,
logra lo que hoy se llamaría re-fundar el cristianismo sobre la
base sólida de la vocación cristiana, de la nueva y eterna Alianza
sellada en el Bautismo y de un cristianismo vivido como opción

17. GIANDOMENICO MUCCI S.J, SanLuigi Maria di Montfort, la dottrina cristologico-


mariana, Civiltà Cattolica, 3 feb-2001; anno 152, 3615; pp256-265.
18. Ver VD 61-62.
19. La consagración que el P. DE MONTFORT propone como pertenencia total a Jesús por
María es una perfecta renovación de la consagración bautismal (VD 126ss).
20. Ver Pío Suárez, o.c. pág. 363

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de vida personal y responsable en cuanto discípulos de Cristo en


la escuela de María.

Profundización:

1. ¿Por qué se afirma que la Consagración total es una sola y nos dos
consagraciones diferentes?
2. ¿Por qué esta Consagración a Jesús por María es una perfecta renovación
de las promesas bautismales?

2.1.5 Carácter eclesial y apostólico.


La Consagración total a Jesús por María, como toda Consagración
en la Biblia y en la Iglesia tiene un carácter apostólico y eclesial.
Dios consagra siempre para una misión salvadora en favor de
su pueblo. Por el Bautismo somos insertados en la Iglesia y
nos comprometemos a ser “sal de la tierra y luz del mundo”.
La palabra más acertada al respecto, es la misma vida de san
Luis María. El realizó su vocación de “Misionero Apostólico”
ratificada por el santo Padre Clemente XI cuando le visitó como
peregrino en Roma el 6 de junio de 1706. Su trabajo fue siempre
un trabajo de Iglesia en plena sumisión a los Obispos y a los
Párrocos en donde predicó las misiones o retiros, aún en medio
de incomprensiones y persecuciones.

Fue promotor de la formación de los laicos para que fueran


realmente piedras vivas21 en la Iglesia y vivieran en grupos o
asociaciones con características peculiares. Por ello, quien busca
vivir la espiritualidad del padre de Montfort está llamado a
comprometerse más apostólicamente en la parroquia y en la
diócesis en donde vive o trabaja y a abrirse a las necesidades de
la Iglesia según sus propios carismas. El sueño de Montfort es
formar apóstoles de fuego, hombres y mujeres, para renovar la
Iglesia.

2.1.6 Camino de santidad.


San Luis María de Montfort, en todos sus escritos, en sus oraciones
y misiones, parte siempre de una convicción fundamental:

21. Ver, Montfort, Carta Amigos de la Cruz, 28.

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“la vocación para la cual Dios nos ha creado es la santidad. M


Escuchemos sus palabras vehementes: “Alma, tú que eres A
N
imagen viviente de Dios (Gén 1,26) y has sido rescatada con la U
A
sangre preciosa de Jesucristo (1Pe 1,19), Dios quiere que te hagas L
santa como Él (Mt 5,48) en esta vida y que participes en su gloria D
por la eternidad. Tu verdadera vocación consiste en adquirir la E
L
santidad de Dios.22 A ello debes orientar todos tus pensamientos,
C
palabras y acciones, tus sufrimientos y las aspiraciones todas de O
tu vida. De lo contrario, haces resistencia a Dios, por no realizar N
S
aquello para lo cual te ha creado y te conserva la vida. A
G
R
¡Oh! ¡Qué obra tan maravillosa! ¡El polvo se vuelve luz, la fealdad A
D
resplandor, el pecado santidad, la criatura se transforma en su O
Creador y el hombre en Dios! ¡Sí, qué obra tan maravillosa!,
lo repito. Pero difícil en sí. Más aún, imposible al ser humano
abandonado a sus fuerzas. Sólo Dios con su gracia, y gracia
abundante y extraordinaria, puede realizar con éxito semejante
empresa; la creación del universo no es una obra maestra tan
excelente como ésta” ... (SM 3).

Convencido de esta vocación cristiana, nos presenta la esclavitud


mariana como el camino fácil, corto, seguro y perfecto23 para
lograrla. Pues “María no es como las demás criaturas, que, si
nos apegamos a ellas, pueden separarnos de Dios en lugar de
acercarnos a Él. La tendencia más fuerte de María es la de unirnos
a Jesucristo (ver VD 164) su Hijo, y la más viva tendencia del Hijo
es que vayamos a Él por medio de su Santísima Madre” (VD 75).
El sueño de Montfort es “la formación de un gran escuadrón de
aguerridos y valientes soldados de Jesús y de María, de uno y
otro sexo...” (VD 114), consagrados a Jesucristo por medio de
María (VD 55), que “prenderán en todas partes el fuego del amor
divino” (VD 56), que se dejarán empujar y guiar por “el menor
soplo del Espíritu Santo” (VD 57) que “llevarán en su boca la

22. EL CONCILIO VATICANO II, recordando la “vocación universal a la santidad en la


Iglesia”, concluye: “Todos los fieles, de cualquier estado o condición, están llamados a
la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (LG 40). La vocación de
todos los cristianos es ciertamente una y única: vivir en Cristo con la fuerza del Espíritu.
23. Ver VD 55 ; 152-168

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espada de dos filos de la Palabra de Dios; sobre sus hombros


el estandarte ensangrentado de la cruz; en la mano derecha el
crucifijo; el rosario en la izquierda; los sagrados nombres de
Jesús y de María en su corazón...” (VD 59) para “volar con la pura
intención de la gloria de Dios y de la salvación de los hombres a
donde los llame el Espíritu Santo” (VD 58).

2.1.7 El reinado de Jesús por el reinado de María.


Lo que en definitiva busca el P. de Montfort con la Consagración
Total es establecer en el mundo y particularmente en los
corazones el Reinado de Jesús por medio del reinado de María.
El título de su famoso Tratado de la Verdadera Devoción, no
es de él. Lo que Montfort busca es el Reinado de Jesucristo por
medio del Reinado de María (Ver VD 1. 13. 38. 133. 227).

Profundización:

1. ¿Por qué esta Consagración conduce a ser misionero en la iglesia


hoy?
2. Escriba dos razones por las cuales esta Consagración te lleva a la
santidad.
3. ¿Por qué el consagrado busca el Reinado de María?

En conclusión:

1. La Consagración Total tiene unos fundamentos tan sólidos que San


Luis María llega a decir que “no se la podrá condenar sin trastornar
los fundamentos del cristianismo” (VD 163; ver VD 180).24

2. La Consagración Total o esclavitud mariana, no puede reducirse


a unas devociones a la Virgen, sino que significa toda una vida
cristiana de renuncia y donación total a Cristo y su obra, en sintonía
con María. María es el eje transversal de la toda vida del consagrado.

24. Ver GAFFNEY P., Consagración, Diccionario de Espiritualidad Monfortiana, Centro


Mariano Monfortiano, Bogotá, 1998, p. 270

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3. Hay que recuperar en la pastoral y espiritualidad de la Iglesia el M


sentido profundo y fecundo de la Consagración bautismal y de las A
N
diversas consagraciones, expresado en la Biblia y en la Magisterio U
A
de la Iglesia. El Totus Tuus o ser esclavo de Jesús en María, es un L
camino para lograrlo. D
E
L
“¿Cuándo llegará ese tiempo dichoso
C
en que la excelsa María sea establecida O
como Señora y Soberana en los corazones, N
S
para someterlos plenamente A
G
al imperio de su excelso y único Jesús? R
¿Cuándo respirarán las almas a María A
D
como los cuerpos respiran el aire? O
Cosas maravillosas sucederán entonces en la tierra,
donde el Espíritu Santo
–al encontrar a su querida Esposa
como reproducida en las almas–
vendrá a ellas con la abundancia de sus dones
y las llenará de gracia.
¿Cuándo llegará, hermano mío, ese tiempo dichoso,
ese siglo de María, en el que muchas almas
escogidas y obtenidas del Altísimo por María,
perdiéndose ellas mismas en el abismo de su interior,
se transformen en copias vivientes
de la Santísima Virgen
para amar y glorificar a Jesucristo?
Ese tiempo sólo llegará cuando se conozca y viva
la devoción que yo enseño:
“¡Señor, para que venga tu reino, venga el reino de María!” (VD
217).

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