Arte Carolingio
Arte Carolingio
Arte Carolingio
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Carlomagno no pretendía ser un emperador como Augusto sino que su modelo era
Constantino, el emperador cristiano. La roma cristianizada era su modelo, a quien copiaron
en zonas más al norte. También otras ciudades de Italia como Rávena, que sirvió de modelo.
Se conocen bastantes cosas del imperio carolingio porque se conservan bastantes fuentes e
incluso se conserva una fuente importante, la biografía de Carlomagno de Eginardo, que es
laudatoria. La producción artística de alto nivel estaba promocionada por el emperador, su
corte, los obispos, nobles y abades. Muchos de los edificios y elementos ornamentales se
hacían a la manera de los modelos antiguos (basílicas, grandes espacios de reunión, Aulas
Regias que se veían en Roma). Este arte anterior era cotidiano en la época del imperio.
Arquitectura.
Palacio de Ingelheim, año 777, terminado por Ludovico Pío y ampliado por los Otones
Está colocado sobre una villa bajo romana
cerca del Rin, del pórtico de Lorsch En una zona muy
romanizada. Se conserva muy poco, pero su planta
estaría compuesta por una Aula Regia a modo de
basílica romana con una exedra, una gran sala de
reunión y después, en torno a dos patios con sus cuatro
lados porticados y comunicado para posibilitar el paso
de unas estancias a otras, como las calles porticadas
griegas o romanas, a los que daban las dependencias
más importantes. La terminación en exedra a modo de
templete clásico que ya se ve en Sanat Prudenciana de Roma, en la representación del
Jerusalén celeste en su decoración. Son modelos paradigmáticos antiguos que se recuperan.
Estaba cerrado al exterior para su mejor defensa, con torres donde se mezclan las plantas
circulares y cuadrangulares. Las cubiertas eran a dos aguas, techumbres muchas de madera
a excepción de las bóvedas de horno de las exedras. Los muros estaban encalados, algunos
con ornamentación, pero la decoración más interesante era interior.
Los espacios de Aquisgrán e Ingelheim no estaban urbanizados y las ciudades que
actualmente ocupan los emplazamientos de las residencias reales son posteriores al período
carolingio. Los primeros carolingios preferían estas villas o aldeas reales a palacios urbanos.
Estos conjuntos todavía eran del tipo de pabellones más o menos agrupados alrededor de
patios, como en otras residencias teutonas. De las descripciones de los poetas cortesanos se
desprende que debía haber un edificio o hall monumental para que una corte numerosa
circulase por sus salas y dependencias.
Parece que tomaron como referencia las villas romanas que se conservaban, con sus
pórticos, para articular los corredores porticados de los palacios carolingios.
Palacio de Aquisgrán.
Es lo mismo que hace Carlomagno en Aquisgrán (aquae grani, un lugar de aguas
granuladas, donde había unas termas que ya los Merovingios habían utilizado en épocas de
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invierno). Se utiliza desde el mundo prerromano, en el mundo romano como termas
naturales, un lugar agradable para pasar el invierno y para los momentos en los que la Corte
no se desplazaba.
Hace una organización de los espacios como quiere y como sus consejeros le
ayudan a decidir. Para la gran capilla palatina cuenta con el arquitecto de Eudes de Metz,
que puede que fuera del norte de Francia pero no se sabe mucho de él, a parte de que fue
capaz de hacer una estructura de templo centralizado, copiando quizá un poco San Vital de
Rávena.
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Sobre el deambulatorio aparece la tribuna superior que ocupa las mismas dimensiones que
el piso inferior. Los modelos de San Vital y de los Santos Sergio y Baco pueden estar
presentes en esta planificación que hace Eudes de Metz para esta capilla. En el
deambulatorio, sobre la zona de entrada, en el piso alto se colocó el trono pétreo del
emperador, que le permití asistir a la liturgia y visualizar el altar y los oficiantes. Además,
las representaciones en mosaico en la bóveda de paños en relación al Cristo en majestad, el
tetramorfos, los apóstoles y otras figuras importantes del cristianismo.
La elevación de los muros se soluciona con un deambulatorio abierto totalmente al
interior por medio de arcos de medio punto y después la tribuna que se abre a doble nivel,
uno inferior de arquería triple sobre la que aparece en un segundo nivel dobles columnas
que están debajo de una única arquería que enmarca todo. Los fustes y capiteles son en
muchos casos de acarreo, incluso puede que venidas de Italia porque el Papa le dio permiso
para coger piezas de los Estados Pontificios. Los fustes eran de colores, contrastando con
los capiteles blancos. En la parte baja de la tribuna, se cerraba todo con balaustres de
bronce que imitaban los clásicos romanos, con formas caladas. Es muy posible que también
aquí, habiendo tenido ejercicios de recuperación en el mundo merovingio del trabajo del
bronce, se volvieran a hacer cosas a la manera antigua.
Los muros interiores se decoran, hasta unas líneas de imposta, con contraplacados
de mármol clásico, los arcos con bicromía en el piso
inferior del deambulatorio y el superior de la tribuna,
también presente en el intradós de los arcos, hecho con
intencionalidad. En las enjutas, aparecen mármoles y sobre
las arquerías inferiores, una inscripción muy desarrollada
en latín que habla de la intención de Carlomagno. Aunque
no sea antigua, es importante la lámpara que cuelga del
centro de la cúpula, hecha en bronce, imitando la
fortificación de una ciudad que también aparece en otro de
los centros más importantes del alto medievo alemán
Hildesheim, con un monasterio y un taller de bronce muy
importante. Es un trabajo de orfebrería que usa el bronce
dorado, plata dorada y otros materiales más oscuros.
Las puertas eran de bronce y sus aldabones estaban colocados en fauces de leones
igual que se pueden encontrar en Roma, copiando literalmente modelos antiguos, como el
perlado, los enmarques, la cabeza de león enmarcada en un tondo vegetal, etc. Los maestros
dominan la técnica del bronce y de la cera perdida.
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Este sería un modelo particular de templo, con planta centralizada. Es un modelo de
capilla particular escogido por el emperador. No es para recibir a todo el mundo, está
dedicado a la Virgen y sería dedicado a algún santo del que tenían reliquias. Aquisgrán es
Aix-la-chapelle en francés y Achen en alemán. Esta manera de construir una capilla es
particular, aunque se harán algunas más imitándola posteriormente. Generalmente lo que se
va a construir en los centro catedralicios y monásticos serán edificios longitudinales donde
el modelo de basílica se va a complicar con un macizo occidental y otro oriental.
Al exterior, todo el conjunto estaba enfoscado y terminado con un recubrimiento
pictórico de tonalidades rosáceas. Los muros son de mampostería con hiladas de piedra en
las esquinas y lugares más deteriorables. Está hecho con sillarejo en su mayor parte.
Una de las grandes aportaciones del mundo carolingio en las basílicas es la
aparición de un edificio monumental y dos monumentales macizos que en alemán se llaman
west-werk osten-bau, que son característicos de Centroeuropa y se ven en el mundo
otomano y románico posteriores. Se desarrollan mucho también las criptas situadas
generalmente bajo el macizo oriental. Son cada vez más complejas y llaman la atención por
ser llamadas minas. Se multiplican los espacios subterráneos subdivididos por pasillos raros,
soportes extraños, con bastante desorden. (San Germain de Auxerre) Se hacen en torno a
la figura de un mártir y donde también se guardaban restos de santos y mártires, junto a las
reliquias.
De los macizo a los pies de las basílicas el que mejor se conserva es la de la Abadía
de Corvey, en Alemania. Fue fundada por un monje francés. El macizo occidental se
conserva en muy buenas condiciones. La iglesia en general se sabe que se hizo en la
primera mitad del siglo IX, pero el macizo ya es de la segunda mitad del IX. Se trata de una
gran fachada monumental con torres que se extiende en altura con pisos sucesivos que
terminan en campanarios. Los materiales de construcción son piezas de piedra pequeñas, no
perfectamente estructurado. La zona central del imafronte se adelanta ligeramente sobre el
resto del muro que continúa en dos y tres pisos hacia arriba, con un tejadillo. La utilización
de los arcos de medio punto en todos los casos (vanos y puerta) y geminaciones en los
vanos sustentados por una columna. Estructuralmente, solo se utilizan pequeñas saeteras
para iluminar las escaleras de las torres. En la zona que se necesita más iluminación, los
vanos son mayores. El muro estaría recubierto con enfoscado.
En el nártex interior, está subdividido en espacios cuadrangulares cubiertos por
bóvedas de arista. Las columnas tienen capiteles que imitan el estilo clásico, elevados
mediante grandes cimacios. En el nártex aparece un cuadrado en el segundo piso donde se
hacía una liturgia con una tribuna alrededor. En los muros no solo había pintura sino
también estucos hechos en relieve que representaban a santos en las arbanegas o enjutas. El
resto del muro, la decoración era sobretodo de formas vegetales, conformando los modelos
habituales a lo largo del espacio.
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Germigny-dès-Prés
Parece que se trata de un fundación de Teodulfo de
Orleans, un abad de San Benito del Loira, obispo de Orleans y
perteneciente a la corte de Carlomagno. Este hombre, que parece
que mantenía una cierta prudencia con la decoración figurada
dentro de los edificios religiosos (en relación a la lucha
iconoclasta de Bizancio), dejó una de las mejores obras de
decoración en mosaico del mundo carolingio.
Se trata de una planta centralizada que en el centro tuvo
un cimborrio cuadrangular. Es posible que desde el inicio, este
centro proviniese de una torre romana. Actualmente está
ampliada con una estructura longitudinal, que es posterior. Lo
original es una planta centralizada cuadrada con exedras en el lado norte, sur, a los pies y en
la cabecera hubo tres, señalando la importancia de esta parte. La puerta estaría por el lateral
norte. Este cuadrado subdividido puede recordar a las edificaciones hispanas de la alta edad
media, a alguna edificación musulmana. Además, como el ábside es una forma en herradura,
puede ser por influencia hispana.
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hojas de acanto sin rizar y volutas degeneradas. Además, los arcos son de herradura
visigóticos.
Abadía de Saint-Riquier
Para la ordenación de este gran monasterio se pone el
claustro como foco central al que se adosan las demás
dependencias. Este claustro más o menos organizado, con
forma triangular en dos de sus lados, pues este monasterio
estaba dedicado a la trinidad. En su macizo oriental había una
cripta. Junto a estos había una iglesia no muy grande dedicada a
San Benito y luego otra iglesia con planta central y longitudinal
dedicada a la Virgen. Por medio de pasillos porticados, se
organizaban las dependencias del monasterio.
Se ha conservado una vista panorámica del monasterio
en la época carolingia, encontrada en una miniatura de un
manuscrito que fue pasada a grabado posteriormente. La iglesia tenía torres-campanario
cilíndricas, cuya parte de arriba sería probablemente de madera. La basílica, con sus tres
naves de diversas alturas y sus vastas proporciones, exigía muros de piedra. Tenía poca
decoración exterior y las ventanas se ven sin molduras ni adornos. La iglesia iba precedida
de un patio cuadrado y de un gran atrio o nártex que, por su aspecto exterior, parece que
debía de tener capillas laterales en la planta baja y dependencias en los pisos altos.
Abadía de Saint-Gall
Ya está organizada de forma perfecta. La obra se
dedica al abad Gozberg de Saint Gall por un monje que le
llama “mi hijo”, posiblemente otro monje con el que tiene
relaciones. Gozberg fue abad aquí desde 826-836. Se
conservan los planos en el Museo de Saint-Gall. Se
representa la planta típica de los monasterios de la Edad
Media. Está ordenada en cuadrícula y con un foco central:
el claustro y la iglesia. Normalmente, la iglesia se sitúa en
el lado norte del claustro. En torno al claustro, para uso de
los monjes, en el lado este se encontraba el dormitorio, en
el lado meridional, el refectorio y en el lado occidental, la
cillería (bodega). Esto es común a todos los monasterios
benedictinos. La hostelería y otro palacete de huéspedes
suelen estar próximos a la puerta de los pies. El abad tiene
siempre un palacio independiente, en este caso al lado norte. En torno a otra iglesia menor,
se encuentra el noviciado y la enfermería. El médico también tenía su propia casa. Se
encuentra también un huerto y un cementerio, un corral, granero, talleres, panadería y los
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establos. Recuerda a una pequeña villa que suele estar cercada y aislada del mundo exterior
excepto por unas puertas. La idea es reproducir como un campamento romano.
JOSÉ PIJOÁN, “Arte bárbaro y prerrománico”, Summa Artis, Madrid, p. 290.
La iglesia es una basílica de tres naves, con ábside en cada extremo. En uno de ellos se ven
las escaleras para bajar a la cripta donde estaba el cuerpo de San Gal, fundador del
monasterio. Se ve en el plano el sitio que debieron de ocupar dos torres, redondas como las
de Saint-Riquier, con círculos concéntricos que parecen significar seis pisos, reduciéndose
su diámetro con la altura; la escuela, con diez aulas, está entre la casa del abad y la
hospedería.
Pórtico de Lorsch.
Se trata de un resto de un monasterio de época
carolingia que pertenecía a un gran centro monástico,
muy importante en la época. El tejado ha sido restituido,
pero se conserva la fachada. Puede que se tratara de la
entrada monumental al monasterio, aunque no se sabe
con seguridad. Tiene planta rectangular con dos
husillos a los lados, dos plantas casi circulares con una
escalera interior. Parece que en la planta alta el abad
recibía a las grandes personalidades que visitaban el
monasterio. Tres grandes arquerías conducen al
interior y sobre ellas, unas subdivisiones en los muros
con capiteles clasicistas. En las enjutas, hay sillares colocados de forma cuadrangular, de
rombo y poligonales como se había visto en la cripta de ¿?. Buscaban la bicromía y el juego
de contrastes.
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sobre estas. Los influjos del mundo anterior romano están muy presentes en esta
construcción. Para hacerlo debieron inspirarse en alguna logia de los grandes espacios que
se conservaban en Roma, utilizados por los papas.
S. Juan de Müstair (Suiza)
Se trata de un edificio menor porque es un monasterio suizo aislado de unas
dimensiones no tan grandes. Hay un templo que en origen tuvo una sola nave y tres ábsides
semicirculares. Alrededor de este, se sabe que había unos pórticos adosados a los muros
laterales. La estructura sencilla, con cubierta de madera en el cuerpo y bóvedas de horno en
los ábsides, tenía alrededor las dependencias organizadas en torno a un claustro.
Se conserva en el interior del edificio una
pintura mural, aunque deteriorada, con el muro
subdividido en franjas y enmarques donde se
representan escenas del Antiguo (prefiguraciones)
y Nuevo Testamento en los muros laterales y en
los ábsides, el Cristo en majestad, escenas
solemnes alrededor de la idea del Cristo redentor.
A los pies se encontraba la representación de un
Juicio Final. Esta ordenación de la iconografía
surgió ya en época paleocristiana. Todas las
pinturas están muy restauradas y se ha visto que hay partes que están retocadas en el siglo
XII. La iglesia sin embargo, es de siglo IX y se decoró en época del Imperio carolingio.
Escultura.
Escultura ecuestre de Carlomagno
Es la única que se conserva de bulto redondo de esta época.
Hay restos de trabajos en relieve sobre piedra para hacer también
canceles, piezas con la típica iconografía, que se encuentran casi
siempre fuera de su contexto.
Esta figura solo mide 24 cm de altura y está en el Museo
del Louvre, hecha en bronce con la técnica de la cera perdida. Está
también retocada y restaurada en el siglo XIX. Algunos detalles
como los lazos de los pies son detalles posteriores. Lo interesante
es cómo se vuelve a la idea antigua del emperador a caballo. Esta
idea estaba presente en Roma y que lo relacionaban
incorrectamente a la estatua de Marco Aurelio que creían que era
Constantino. Se representa a Carlomagno como la reencarnación
de Constantino, imitando la postura de esta escultura romana. El
emperador aparece sobre un caballo en movimiento con el
emperador muy recto sobre él, de proporciones un poco más grande de lo natural. Hay un
intento de representar la figura con volumen y corporeidad con una proporcionalidad
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bastante correcta. La cabeza no está colocada de manera muy realista sobre el cuello corto.
Parece que tiene unos rasgos bien definidos, parecidos a cómo describe Eginardo al
Emperador, coronado, con la bola del mundo en una mano y un cetro o espada en la otra
mano, perdida. El trabajo de los paños está bastante bien conseguido en sus pliegues, atado
con una fíbula que se ven tanto en la Alta Edad Media entre los germanos. El caballo tiene
un poco de microcefalia, muy robusto, como su fuera de guerra, pero se consigue el
movimiento levantando una pata. Hay un trabajo de pulido que da sensaciones de luces y
sombras bastante complejas.
Miniatura.
En el mundo carolingio, se copiaron en talleres episcopales, imperiales y monásticos
gran cantidad de manuscritos que recopilaron, no solo textos sagrados, sino textos literarios,
científicos y jurídicos que ayudaban a recuperar la antigüedad casi perdida. Se orgizaron
muchos scriptoria que fueron muy famosos, no solo el de Aquisgrán, también Orleans,
Saint-Gall, Reims, etc. La nobleza eclesiástica y civil y el círculo imperial promovieron
mucho la copia de manuscritos que en muchos casos estaban miniados, reproduciendo las
tradiciones irlandesas instaladas en monasterios continentales, como tradiciones
mediterráneas por la influencia hispana, romana, raveniense, gala, etc. Y además, en cuanto
se desencadenó la guerra iconoclasta llegaorn manuscritos bizantinos para intentar salvarlos
de la destrucción. Este es el caldo de cultivo ideal para que se recupere este arte.
Los libros no solo se copiaban con la letra carolina fácil de leer, sobre pergamino
donde ya se tiñe con ciertos tintes que a veces recuerdan el mundo bizantino de la púrpura y
se enriquecen los libros en las páginas principales y de explicación. Tanto Carlomagno
como Carlos el Calvo fueron los principales promotores de manuscritos miniados.
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cabujones que parecen germánicos, indican la mezcla de elementos, pero está de todas
formas apegado a la tradición centroeuropea.
Evangeliario de Ebo 823.
Se representa a San Lucas, identificado con la figura de
un toro. Está casi de perfil, con un atril en perspectiva volcada,
con el cuerno y la penna de escribir en la mano y con una
túnica muy plegada como si fuera de un material muy fino,
sentado sobre una silla con patas de león características del
mundo romano, os pies sobre un escabel y la insinuación de un
paisaje natural con pincelada suelta casi impresionista. La
expresión de su rostro parece que quiere buscar inspiración en
el cielo. El artista hace unas formas muy movidas.
Pertenece a la Escuela de Reims. Este códice debió de
ejecutarse entre los años 815 y 835. Las miniaturas se destacan
sobre fondo generalmente blanco, sin la preparación de teñir le pergamino de púrpura como
se hacía en otras escuelas. Muestra algunas similitudes con el estilo de la Escuela de
Palacio, como la representación de los evangelistas simplemente vestidos con mantos
blancos, y a menudo en actitud de escribir al aire libre, sin edículo-quiosco. Los bordes son
simples marcos de poca decoración. Lo más interesante es la extraña agitación que tienen
las figuras y hasta las cosas inanimadas: muebles, telas y el paisaje. Los pliegues de los
vestidos de los evangelistas parecen estremecerse como si el frenesí que embarga a las
personas se comunicara a los ropajes que les cubre. Las miniaturas de la escuela de Reims
revelan un mundo sensitivo, casi epiléptico, de un dinamismo alocado. Pero las miniaturas
carecen del optimismo de las de la Escuela de Palacio. Las figuras parecen tener conciencia
del fracaso del esfuerzo de Carlomagno y sus colaboradores. Mientras los evangelistas de
las miniaturas de la Escuela de Palacio estaban tranquilos, absorbidos en su trabajo, sus
sucesores de Reims se comportan como poseídos; escriben furiosamente o miran con
intensidad, escrutando con impaciencia el horizonte, como sufriendo angustias indecibles
por tener que esperar la divina inspiración. Pliegan las manos para esforzarse, meditando;
los dedos de sus pies se encogen, manifiestan el dolor que les produce su limitación del
conocer, como hace el Pensador de Rodin. Los miniaturistas de la escuela de Reims
emplean pocos tonos de color, el ajuar de los evangelistas escritores es también pobrísimo.
Martirologio de Lorsch, s. IX
El pergamino en su color se decora con
dibujos sin color, muy caligráficos, como el texto.
Los personajes, los santos de la Iglesia, como
antiguos patricios, con vestimentas con tanto
volumen y pliegues y los rollos en sus manos, están
representados a la manera romana.
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Códice Áureo de Lorsch, s. IX
La decoración es muy rica, sobre el fondo de pergamino
en su color. Se representa a San Mateo dentro de una arquería
enriquecida con mármoles de colores, con las enjutas decoradas
con motivos vegetales, un fondo arquitectónico. El personaje
está en posición de escribir el evangelio, con colores
contrastados, la perspectiva en su asiento y en el escabel,
aunque en perspectiva volcada. Es de tradición mediterránea
muy clara, incluso la arquitectura del fondo con la alusión a
ventanas u hornacinas con arcos de medio punto que se
relaciona con las producciones bizantinas del siglo VI y del
mundo sirio donde la riqueza en la decoración arquitectónica y
su detalle en la representación naturalista están muy presentes.
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enmarque de la obra de pergamino parece hecho con metal y piedras den cabujón,
reproduciendo miméticamente los trabajos en orfebrería de este momento.
Pertenece a la Escuela de Palacio. Se encuentran los cuatro Evangelistas vestidos de blanco
y repartidos entre las lomas de un paisaje, que ya parece de la región del Rin. Los cuatro
símbolos flotan en el aire, sin que se aperciban de ellos los evangelistas. El marco es una
tira de oro entre dos bandas azules. Las miniaturas de esta escuela representan lo más
clásico dentro del espíritu de restauración de la antigüedad, que hemos descubierto estaba
capitaneado por Eginardo y centrifugado en Aquisgrán.
Los manuscritos atribuidos a la Escuela de Aquisgrán eran textos de evangelios, sin
más ilustración que los retratos de sus autores. Estos iban uniformemente vestidos de manto
blanco, como filósofos antiguos, escribiendo al aire libre, en paisajes rocosos con poca
vegetación. Así estaban los evangelistas representados en manuscritos sirios del siglo V y
en mosaicos del siglo VI. Los modelos que copiaron los miniaturistas de la supuesta
escuela de Aquisgrán debían de ser, pues, manuscritos cristianos muy antiguos que
importarían Alcuino y Eginardo del Oriente, o que encontrarían en las abadías francesas y
de la región del Rin. Recuérdese que el monasticismo llegó a las Galias directamente del
Oriente; los monjes coptos y sirios que fundaron los primeros cenobios en Tours y Lerins
debían forzosamente de llegar con libros.
Escuela de Metz.
Aquí había un scriptorium importante y realizaban letras capitales con escenas,
como por ejemplo, la ascensión de Cristo a los cielos, en una composición muy elaborada,
con movimiento, en forma de triángulo, con un trabajo de gestualidad muy marcada, diseño
de los personajes incluso de espaldas como la Virgen. Hay un dominio de la técnica muy
claro que tiene grandes influencias de las miniaturas mediterráneas de Siria del siglo VI. La
letra capital está decorada como con calados, como si fuera un trabajo de orfebrería en oro,
sobre el fondo del pergamino en su color.
Biblia de Carlos el Calvo, 840 y Pentateuco de Ashbumham, quizá procedente de
Tours
Se ha dicho que quizá era
del mundo italiano, de cerca de
Tours o del mundo hispano quizá,
pero no se sabe. Esta forma de
tratar una página entera con un
enmarque subdividido en franjas
de colores muy diferentes,
colocando las escenas sobre ellos,
estaba presente antes de que se
desarrollara la miniatura hispana
del siglo X. En el segundo caso,
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las escenas tienen que ver con la expulsión del paraíso de Adán y Eva y el asesinato de Caín
y Abel, colocados sobre los fondos de color más llamativos y fuertes, menos naturalistas,
con escenas muy gestuales, una proporcionalidad de las figuras no del todo correctas por la
macrocefalia, con los desnudos hechos de manera aproximativa y gran dificultad para crear
una tercera dimensión y la colocación de las escenas no tan ordenado como en la Biblia de
Carlos el Calvo donde se intenta hacer una mímesis más clásica, con una perspectiva mejor
lograda y mayor calidad técnica.
Las encuadernaciones de los libros a veces llevaban placas de marfil, que en Rávena
tal vez por influencia de Bizancio ya estaban presentes en los dípticos peninsulares. Estos
trabajos de gran calidad representan figuras santas como los apóstoles o los escritores del
mundo cristiano primitivo, rodeados por arquitecturas, marcos vegetales, arcos de medio
punto, cortinajes, etc. Ya no es un trabajo a bisel en dos planos, sino que hay más búsqueda
de detalle y realismo.
Artes suntuarias y orfebrería.
Tapa del Evangeliario de Lorsch
Se parece esta talla a lo que se hace en Bizancio, de
manera más plana. Los santos y sus mantos, con el tondo
donde aparece Cristo de tradición oriental, pueden indicar
que sena piezas orientales importadas en occidente. En la
placa inferior, donde aparece una representación del
nacimiento de Cristo a la manera oriental, con un edificio de
planta centralizada y la forma de representar a los ángeles,
recuerdan más al mundo oriental.
Relicario de Pipino
Las piedras en cabujón, a
veces en talles antiguos
reutilizados, están muy presentes en esta pieza. Las piedras
preciosas y semipreciosas se alternan con perlas, rodeadas por
motivos en filigrana vegetales y repujados como dos aves con las
alas decoradas con esmaltes cloisonnées para hacerlas más ricas.
El fondo de la tapa, de estructura como una cubierta tronco
piramidal, donde se encuentran las aves, está repujado en
cuadrícula para resaltar. Tiene un alma de madera y todo el metal
sobre ella se clava a la manera.
Algunos de los talles no solo tienen imágenes de dioses antiguos sino inscripciones
latinas. En la Alta Edad Media no había talleres que pudieran realizar este tipo de piezas.
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La cara delantera se divide en tres hornacinas, con enmarques, donde quizá había péquelas
esculturas.
Códice Áureo de Carlos el Calvo.
Los libros también podía recubrirse con piedras en
cabujón y formas repujadas. En el centro de representa a Cristo
en Majestad y las demás escenas en torno a los apóstoles, indican
la delicadeza del trabajo.
San Ambrosio de Milán.
Se conserva un frontal de altar original del siglo IX
aunque modificado y restaurado. Está hecho con las mismas
técnicas de orfebrería que las piezas anteriores. El esquema
ornamental de todo el frontal podría copiar el esquema de las
pastas de un libro. El centro está articulado como una cruz con
Cristo en el centro. En las partes laterales, más sencillas, se divide el espacio en 6
cuadrados. Todas las escenas se enmarcan con piedras rojas y azules, las escenas repujadas,
Cristo en majestad con un fondo de estrellas y el tetramorfo. En uno de los tondos aparece
un personaje que se dirige a otro de pie pero gracias a la inscripción se sabe que el que está
de pie con halo es San Ambrosio
y el que se dirige a él es el artista.
Gracias a la inscripción, que es la
firma del artista, se sabe su
nombre: Volvinius.
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