Principio de Imputación Suficiente en Delitos Sexuales. Exigencia Mínima en La Relación de Hechos. Limite Temporal

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Visto lo anterior, el punto 

de partida para la reflexión acerca del tema planteado debe ser,


necesariamente, lo establecido en la Convención Americana de Derechos
Humanos sobre el derecho de  imputación (también denominado como principio o
garantía de imputación, en la doctrina y la jurisprudencia) y
acerca del derecho de defensa en el proceso penal. Al respecto el artículo 8 del
Pacto de San José indica, en lo conducente, lo siguiente: “ Garantías Judiciales. 1. Toda
persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo
razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con
anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada
contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones  de  orden civil,
laboral, fiscal o  de  cualquier otro carácter. 2. Toda persona inculpada de delito tiene
derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su
culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene derecho, en plena igualdad, a las
siguientes garantías mínimas: (...) b. comunicación previa y detallada al inculpado  de  la
acusación formulada ” (la negrilla no está en el original) .  En esta misma línea, el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en lo que resulta relevante, establece en su
numeral 14: “ (...) 3. Durante el proceso, toda persona acusada de un delito tendrá
derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas: a) A ser informada sin
demora, en un idioma que comprenda y en forma detallada, de la naturaleza y
causas  de la acusación formulada contra ella (...)” (la negrilla se adiciona). Por otra
parte, ya desde la conocida (¡y tantas veces olvidada!) sentencia 1739-92 de la Sala
Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica, se tuvo la precisión y la
claridad para enfatizar una sutil pero trascendental distinción: las personas acusadas en un
proceso penal tienen el derecho de ser informadas de los cargos que pesan en su contra
pero, además, se les debe garantizar que la imputación de esos cargos se realice
mediante una acusación que cumpla con una serie de requisitos formales
mínimos. Estos requisitos tienen una relevancia capital porque, como se verá, en
virtud del cumplimiento o incumplimiento de los mismos, se posibilita o imposibilita el
ejercicio efectivo del derecho de defensa. Bajo la redacción del magistrado Piza Escalante,
el voto aludido explica esos aspectos como componentes del Debido Proceso: “D) LOS
DERECHOS DE AUDIENCIA Y DEFENSA: En el lenguaje escueto de nuestra
Constitución, el derecho general a la defensa, y tanto en lo penal como, en general, en
toda materia sancionadora o que pueda desembocar en la supresión o
restricción de derechos subjetivos de las personas, está también consagrado en el artículo
39 de la Constitución, y se desarrolla, además, extensamente en el Código Procesal Penal
y en el artículo 8  de  la Convención Americana sobre Derechos Humanos, este último en
sus párrafos 1, para todo proceso, y 2 a 5 específicamente para el proceso penal. El
derecho general de defensa implica otros, particularmente el de audiencia y los
principios de imputación e intimación , así como el derecho a la motivación o
fundamentación debida de toda resolución procesal.  De conformidad con lo expuesto,
comprende: a) El principio  de  intimación: Es el que  de  lugar al derecho de todo
imputado a ser instruido de cargos, es decir, puesto en conocimiento de la acusación,
desde el primer momento -incluso antes de la iniciación del proceso contra él, por
ejemplo por parte  del Ministerio Público-. Es obligación  de  todas las autoridades que
intervienen en el proceso, del juez principalmente, instruir de cargos y advertir  de  sus
derechos constitucionales a todo imputado, mediante una relación oportuna, expresa,
precisa, clara y circunstanciada de  los hechos y sus consecuencias legales; y esto sólo
puede lograrse plenamente en presencia personal del mismo reo, con su defensor.
b) El principio de imputación :  Es el derecho a una acusación formal. Necesariamente
debe cumplirse a cualquiera que se pretenda someter a un proceso. Es, pues, deber del
Ministerio Público, aún inicialmente, y, después,  de  éste y del juez, y comprende
los de individualizar al imputado, describir detallada, precisa y claramente el
hecho de que se le acusa, y hacer una clara calificación legal del hecho, señalando los
fundamentos de derecho de la acusación y concreta pretensión punitiva (...)” (Sentencia
1739-92, dictada por la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia a las once
horas cuarenta y cinco minutos del primero de julio de mil novecientos noventa y dos). En
la doctrina el tema ha sido expuesto por el ilustre jurista italiano Luigi Ferrajoli, cuando
indica que el axioma del nullum iudicium sine accusatione, como garantía procesal, puede
desglosarse en una serie de reglas fundamentales, cuyo objetivo común es limitar, precisar
y determinar claramente el objeto sobre el que versará la etapa plenaria y,
consecuentemente, la sentencia. En palabras del profesor de Roma: “ Sobre todo (…) la
acusación debe formularse en términos unívocos y precisos, idóneos para denotar
exactamente el hecho atribuido y para circunscribir el objeto del juicio y  de  la sentencia
que le pondrá fin, por contraste con la indeterminación del antiguo proceso
inquisitivo . En segundo lugar, la acusación debe contar con el apoyo de adecuados
indicios de culpabilidad: en efecto, la acusación, como dice Carrara, si es un «teorema»
para el acusador, es un «problema» para todos los demás y se justifica, por tanto, si no
con la prueba, necesaria para la condena, al menos con la probabilidad»  de  la
culpabilidad del acusado. En tercer lugar, debe ser completa, es decir, integrada por la
información de todos los indicios que la justifican, de forma que el imputado tenga la
posibilidad de refutarlos y nada le sea «escondido de cuanto se prepare para su daño
o de cuanto se hace, o se hará, para reforzar el preconcepto  de  su culpabilidad y destruir
la presunción de inocencia, que siempre le asiste». En cuarto lugar, debe ser oportuna, es
decir, debe dejar al imputado el tiempo necesario para organizar su defensa y a la vez
proveer a cualquier otro acto instructorio de su interés. Por último, la notificación de la
acusación ha de ser, además de expresa y formal, sometida a refutación desde el primer
acto  del  juicio oral que es el interrogatorio del imputado.” (Así: Ferrajoli, Luigi. Derecho
y Razón, Madrid, Trotta, 1995, pp. 606-607. La negrilla se adiciona.) Haciendo eco de esta
posición, el procesalista argentino Julio Maier ha indicado lo
siguiente:  (…) La imputación correctamente formulada es la llave que abre la
"

puerta de la posibilidad  de  defenderse eficientemente, pues permite negar todos o


alguno  de sus elementos para evitar o aminorar la consecuencia jurídico-penal a la que,
se pretende, conduce o, de otra manera, agregar los elementos que, combinados con los
que son afirmados, guían también a evitar la consecuencia o a reducirla. Pero, para que
la posibilidad de ser oído sea un medio eficiente de ejercitar la defensa, ella no puede
reposar en una atribución más o menos vaga o confusa de malicia o enemistad con el
orden jurídico, esto es, en un relato impreciso y desordenado de la acción u omisión que
se pone a cargo del imputado, y mucho menos en una abstracción (cometió homicidio o
usurpación), acudiendo al nombre  de  la infracción, sino que, por el contrario, debe tener
como presupuesto la afirmación clara, precisa y circunstanciada de un hecho concreto,
singular, de la vida de una persona. Ello significa describir un acontecimiento -que se
supone real-  con todas las circunstancias de modo, tiempo y lugar que lo ubiquen en el
mundo de los hechos (temporal y espacialmente) y le proporcionen su materialidad
concreta…" (MAIER, Julio, Derecho Procesal Penal, Tomo I, Editores del Puerto S.R.L.,
2ª edición, Buenos, Aires, 2002, p. 553; según cita de la propia Sala Tercera de Casación
Penal de la Corte Suprema de Justicia en su sentencia 1262-2008 de las nueve horas y
cincuenta y cuatro minutos del 29 de octubre de 2008. En similar sentido se pronuncia
Cafferata Nores, José. Proceso Penal y Derechos Humanos, Buenos Aires, 2000,
editores del Puerto, p.138). Para el desarrollo de aquellos preceptos del derecho
internacional de los derechos humanos, en el ordenamiento jurídico costarricense se han
positivizado, inequívocamente, algunos requisitos mínimos con los que debe
contar una requisitoria fiscal. En ese sentido, como bien se sabe, el artículo 303 del Código
Procesal Penal estipula, para lo que resulta relevante, que: “Cuando el Ministerio Público
estime que la investigación proporciona fundamento para someter a juicio público al
imputado, presentará la acusación requiriendo la apertura a juicio. La acusación deberá
contener: (…) b) La relación precisa y circunstanciada  del hecho punible que se
atribuya (...)”.  En la norma de ley referida se recoge y desarrolla
aquella garantía de imputación (la cual forma parte del Debido Proceso), en el
sentido de que deben precisarse las circunstancias de modo, tiempo y lugar en que la
conducta ilícita, atribuida al encartado, supuestamente fue ejecutada. En esta línea, la
propia jurisprudencia de la Sala Tercera ha tomado posición acerca de la importancia
capital que tiene la imputación formal de cargos para el ejercicio del derecho defensa,
cuando ha indicado que: "Toda persona a quien se le atribuya un delito tiene derecho a
conocer  de forma previa y detallada los hechos por los cuales se le imputa el mismo
(artículo 8:2:b de la Convención Americana sobre Derechos Humanos). Adviértase
entonces que se está ante una garantía fundamental prevista a favor de todo ser humano
(respaldada en el numeral 14:3:a del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
en el artículo 39 de la Constitución Política y en los artículos 1, 303, 326 y 365 del
Código Procesal Penal). Es una exigencia del ordenamiento jurídico (véase
especialmente el artículo 303:b del Código Procesal Penal) el que se detalle precisa y
circunstanciadamente el hecho por el cual se acusa a una persona. Otra cosa es la
prevista en el numeral 303:c  del texto legal de cita, relativa a la fundamentación de la
pieza acusatoria (norma esta que es aplicable a la querella, según lo dispuesto en el
artículo 76 del Código Procesal Penal). Tratándose de la acusación o la querella, la
descripción precisa y circunstanciada del hecho es precisamente sentar la base fáctica
esencial sobre la que se discutirá la responsabilidad penal del acusado. Siempre en
relación con el requerimiento del acusador o del querellante, la fundamentación es el
razonamiento expreso sobre por qué se considera que se dan los hechos atribuidos al
imputado y sobre por qué los mismos acarrearían la condena de éste. Se trata de una
carga mínima para quien ejerce la acción penal y esta resulta esencial para que el proceso
se ajuste a las exigencias derivadas  del derecho internacional de los derechos humanos.
Lo que sucede es que la garantía  de  comentario devendría ilusoria si el hecho acusado
fuese factible extraerlo de una lectura de toda la pieza requisitoria,  como lo pretende el
recurrente. Si esto fuera así, entonces carecería  de  sentido la obligación  de  que
la  imputación de cargos sea precisa y circunstanciada, pues dependería de quien lea o
escuche la acusación descifrar qué es lo que se está atribuyendo al encartado, lo cual
significaría incurrir en la arbitrariedad que se trata de evitar con la regla dicha. Así, se
está en presencia de una forma (no un formalismo) esencial de presentar la acusación
y esta consiste en describir  de  manera específica, precisa, clara y contextualizada en las
respectivas circunstancias conexas, los hechos por los cuales se estima que una persona
ha cometido un delito. Si esto no se cumple, se ha incurrido en un defecto absoluto por
tratarse de una violación del Debido Proceso, el cual, por acreditarse en juicio en este
caso, obliga a la absolución del encartado, pues ciertamente en sentencia no pueden
acreditarse otros hechos que los acusados (artículo 365 del Código Procesal Penal) y si
estos no describen un ilícito penal, pues debe absolverse al imputado, como bien lo hizo el
a quo en aplicación estricta –como corresponde- de una garantía procesal.” (Sala
Tercera, N° 2005-1115, de las 16:00 horas del 29 de setiembre de 2005). Ahora bien, esta
Cámara de Apelación de Sentencia no ignora la manera en que en algunas de sus
resoluciones, en las de otros Tribunales de Impugnación de la República, e incluso en la
propia Jurisprudencia de la Sala Tercera, se han venido tratando estas exigencias para el
caso de las acusaciones y de la fundamentación fáctica de las sentencias emitidas en delitos
sexuales : para esta clase de ilicitudes -y así se ha dicho expresamente- se admite una
ubicación temporal de los hechos mediante lapsos o rangos de tiempo, cuando no se pueden
establecer fechas específicas sobre su comisión (para el ejemplo, votos 324-2002, y 1159-
2002 de la Sala Tercera de Casación Penal). Según considera este Tribunal de Apelación,
éste último criterio puede aceptarse siempre y cuando su implementación no implique que,
en la persecución penal de esta clase de ilicitudes, se excepcione o anule
el principio de imputación de modo que eso conlleve una afectación del núcleo duro o
contenido esencial del derecho de defensa, es decir, generando una imposibilidad para el
ejercicio efectivo de ese derecho fundamental. La acusación de delitos sexuales mediante
lapsos no debe ser un mecanismo para excepcionar la garantía o principio de imputación y
el derecho de defensa. Aquel criterio, si bien puede compartirse, debe tener algunas
limitaciones, en aras de no comprometer u horadar en su contenido esencial dicha
garantía de imputación, ni el correlativo derecho de defensa, con los que deben contar
absolutamente todas las personas acusadas en un proceso penal. Si se parte de que las
exigencias para la imputación formal de cargos penales se vinculan directamente con
derechos, principios y garantías fundamentales con rango constitucional, resulta ser
entonces que aquellas no pueden reducirse o limitarse sino en la medida en que lo permiten
las denominadas garantías conceptuales para la interpretación de los derechos
fundamentales. La existencia de estas garantías para la interpretación y limitación de los
derechos fundamentales tiene incidencia directa en el tema que se analiza en esta
resolución. A partir del  principio de reserva  de  ley, puede concluirse que cualquier
intento por excepcionar de  facto la garantía de imputación formal, o los requerimientos que
ella conlleva, y de afectar de esa manera el derecho de defensa, implicaría una franca
violación del principio aludido, ya que no existe ninguna ley de la República que autorice la
eliminación de aquellos derechos y garantías, por ejemplo, para el caso de presuntos
autores de delitos de índole sexual; y más aún: avanzando incluso en el escenario
hipotético de una ley que autorizara tal excepción, la misma generaría una vulneración
del principio de igualdad, ya que los derechos y garantías aludidos, y todos aquellos
otros de índole procesal y material previstos para la persecución penal, tienen como su
titular a toda persona humana, sin excepción. Para no caer en ese extremo entonces, las
acusaciones basadas en una circunstanciación temporal mediante lapsos, no deben ser el
mecanismo empleado de facto para eliminar aquellos derechos y garantías, sino que deben
implementarse como un instrumento idóneo para la persecución penal, que a la vez permita
la consecución de los objetivos finales asociados a la garantía de imputación, así como
también el derecho de defensa. En la ponderación requerida al efecto
( análisis de proporcionalidad ), la acusación en delitos sexuales no debe estar sometida a
exigencias que anulen la posibilidad de persecusión penal y generen impunidad, pero
tampoco debe estar abandonada a una laxitud en virtud de la cual, en la práctica, ya no se
requiera que tales requisitorias sirvan a los objetivos asignados a la garantía de imputación,
permitiendo así que sean utilizadas para la anulación del derecho de defensa en
su contenido esencial . En consecuencia, atendiendo a la naturaleza de los delitos de índole
sexual, y con el fin de evitar una indeseable impunidad para sus autores, resulta aceptable la
tesis según la cual es idóneo y necesario que, en la imputación de aquellas ilicitudes a un
sujeto concreto, no se exija la determinación de horas o días exactos, y se acepte su
ubicación temporal mediante lapsos. Sin embargo, esta manera de atribuirle a alguien un
injusto penal, también debe estar sometida a un parámetro de razonabilidad que asegure,
por un lado, que las acusaciones formuladas de esa manera permitan lograr los objetivos
buscados con la garantía de imputación, pero también, por otro lado, que posibiliten que se
realice un ejercicio efectivo del derecho de defensa. En este punto se debe recapitular lo
expuesto con anterioridad. Del marco jurídico aportado por el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos, por la jurisprudencia constitucional y también por la jurisprudencia
ordinaria de la Sala Tercera, por la doctrina más autorizada, así como por preceptos legales
plenamente vigentes, se debe inferir que: 1.- Las acusaciones de delitos sexuales, basadas
en lapsos de tiempo, también deben servir para cumplir con la finalidad de limitar, precisar,
y determinar el objeto sobre el que versará el juicio y la sentencia que se dicta como
consecuencia del mismo. 2.- Para poder cumplir con ese objetivo, en caso de que se les
utilice, los lapsos de una acusación deben tener un sentido unívoco, preciso e idóneo para
denotar la ubicación temporal del hecho atribuido. 3.- Solamente acusaciones formuladas
correctamente, de esa manera, permiten un ejercicio de defensa eficiente. La defensa no
puede ser eficiente si se basa en, o responde a, una imputación de cargos vaga o confusa,
con un relato impreciso, debido, por ejemplo, a una también imprecisa ubicación
temporal de los hechos. La circunstanciación del acontecimiento acusado debe permitir que
este se ubique en el universo de los hechos reales, es decir, tal como estos serían
vivenciados y percibidos en la cotidianeidad por los seres humanos. Como ya se ha dicho,
estos requisitos no constituyen ritualidades con una razón de ser que se agota en sí misma,
sino que tienen un fin ulterior: pretenden que aquello sobre lo que versará el debate y sobre
lo que se emitirá la sentencia (el marco fáctico) esté reducido a ciertos límites, en este
caso de tiempo, que permitan el ejercicio del derecho de defensa. Sin esta delimitación, los
derechos y garantías aludidos no trascienden el nivel de la mera enunciación formal, y no
pasan de ser meros fraudes de etiquetas. Expuesto en otros términos, haciendo énfasis en el
tema en estudio, una de las maneras de circunscribir (es decir, de delimitar) el objeto del
debate y de la resolución que se emite como su consecuencia (¡y de superar la
indeterminación del modelo inquisitivo que tantas veces se afirma como parte del pasado!),
se logra mediante una ubicación temporal precisa, puntual y determinada de los hechos.
Dicho en términos claros, la requisitoria fiscal, y la sentencia final en que se tiene por
constatada la hipótesis acusatoria, deben indicar de manera precisa cuándo sucedieron los
hechos, por un lado, con el fin de delimitar tanto el marco de imputación fáctica (de la
acusación) como también el sustrato de fundamentación fáctica (de la sentencia), es decir,
para indicar claramente aquél hecho concreto por el cual está siendo perseguido alguien y,
eventualmente, por el cual puede ser condenado o absuelto; y por otro lado, para que con
base en esa delimitación el acusado tenga al menos la posibilidad de refutar (en caso de que
así corresponda) aquellos hechos ilícitos que se le atribuyen, mediante cualquiera de los
medios y argumentos legítimos que le confiere el ordenamiento jurídico. Según lo
considera esta Cámara de Apelación de sentencia -y con ello se quiere evidenciar un
cambio de criterio en relación con resoluciones precedentes-, las acusaciones formuladas,
sin más, exclusivamente mediante lapsos o rangos de tiempo muy amplios -dicho sea
francamente- no se adecuan a los parámetros del ordenamiento jurídico (constitucional y
ordinario), por dos razones esenciales: 1.- No permiten lograr los objetivos de delimitación
o circunscripción asociados a la garantía de imputación porque carecen de univocidad y
precisión para denotar la ubicación temporal del hecho ilícito atribuido a una persona. Esta
manera de acusar tiene un grado de vaguedad e imprecisión que logra que el
marco de imputación fáctica de dichas requisitorias se separe incluso de la manera en que
los seres humanos adultos perciben y recuerdan los acontecimientos (incluso los hechos
ilícitos) en el tiempo, en su vida real (¿cuál ser humano puede sostener, razonablemente,
que recuerda cada una de las actividades que realizó, por ejemplo, durante 180 días, o
percibe y explica sus vivencias en lapsos, por ejemplo, de 730 días de amplitud?) Tales
formas de imputación, acarrean un nivel de abstracción que separa aquello que ha sido
acusado, de cualquier hecho concreto de la vida de un ser humano de carne y hueso, es
decir, impiden la ubicación de aquella hipótesis fáctica, en el universo de los hechos reales
concretos que las personas viven y perciben en su vida cotidiana. A esto cabe agregar
que  si se acepta que la construcción de la verdad procesal es de carácter idiográfíco, es
decir, se trata de una verdad construida con base en pruebas para un caso concreto, y
no de una verdad generalizable (como sucede para el caso de las ciencias duras), puede
concluirse entonces que resulta un contrasentido aquella manera de proceder, que recurre a
una generalización temporal amplia, que impide la concretización de la que debe partir la
construcción de aquella verdad procesal. 2.- Esa forma de acusar afecta el contenido
esencial del derecho de defensa ya que frente a una amplitud temporal de imputación de tal
grado, sin limitaciones, todo argumento defensivo estaría destinado a fracasar,
independientemente de su coherencia, solidez, e incluso independientemente de que contara
con una sólida base probatoria. Piénsese, a manera de ejemplo, en la hipotética
argumentación de defensa de que la persona imputada no estaba cerca del lugar de los
hechos, acreditada mediante elementos técnicos como un vídeo tomado a quinientos
kilómetros de aquel lugar (la denominada Alibi técnica, de la que da cuenta la doctrina
anglosajona y alemana sobre teoría de la prueba). Esgrimido para un día, con una acusación
basada en un lapso de 730 días por ejemplo, tal alegato sería rechazado indicando que el
acrimininado pudo haber estado en el lugar de comisión del ilícito en cualquiera de los
restantes 729 días comprendidos en la acusación. Y si aquel argumento defensivo se
planteara para 20, o 30, 0 40 o más días, también estaría destinado siempre a fracasar, pues
“quedarían” 600 o más días para desecharlo. Independientemente del ejemplo, lo cierto es
que acusaciones formuladas de la manera analizada, ni permiten alcanzar los
objetivos de circunscripción o delimitación asociados a la garantía de imputación, por
carecer de univocidad y precisión para ubicar temporalmente un hecho; ni tampoco
posibilitan un efectivo ejercicio del derecho de defensa para nadie. En esta dirección, esta
Cámara de Impugnación entiende que la jurisprudencia patria sobre el tema, ha sido
demasiado laxa y ha caído en el exceso de tolerar acusaciones cimentadas en lapsos en que
el grado de indeterminación temporal del ilícito imputado a alguien no solo transluce un
claro resabio del la cultura inquisitorial, sino que también convierten el
derecho de imputación y de defensa en meros derechos de papel, es decir, en derechos
muertos, no vivientes, impracticables. De manera que, para los hechos ilícitos de carácter
sexual en que no se puedan establecer fechas exactas para su comisión, las garantías
conceptuales de interpretación de los derechos fundamentales, deben servir para imponer
límites de razonabilidad a la actividad acusatoria del Ministerio Público y al
ejercicio de fundamentación fáctica que se exige para cualquier sentencia penal. Siendo así,
se impone aceptar la redacción de acusaciones mediante lapsos en delitos sexuales, con el
fin de impedir una indeseable impunidad en esta clase de ilicitudes, pero esta
manera de proceder debe estar sometida a un criterio de razonabilidad, con el fin de no
tornar en meros eufemismos o ficciones los derechos y garantías estudiados. Este Tribunal
considera al efecto, que corresponde aplicar el mismo criterio que se evidencia en el
trasfondo de algunas de las resoluciones de la Sala Tercera sobre el tema, es decir, el de la
utilización de algún punto de referencia para ubicar temporalmente los hechos ilícitos
acusados cuando se recurre a imputaciones fácticas mediante lapsos. Un punto intermedio
razonable, perfectamente realizable mediante investigaciones fiscales responsablemente
desarrolladas, se encuentra en el requerimiento de que, indefectiblemente, las
circunstanciaciones temporales mediante lapsos se encuentren asociadas
a puntos de referencia temporal, es decir a eventos, situaciones, momentos o
épocas de conocimiento común, perceptibles por los seres humanos en su cotidianidad
(vbgr. en la primera mitad del año, cerca del inicio de clases; a mediados de año,
cerca de las vacaciones escolares de medio período; en la segunda mitad del año,
cerca de la navidad, etc). La necesidad de proceder de esta manera con las acusaciones se
sustenta también en el particular grado de desarrollo cognitivo que normalmente tienen los
y las personas menores de edad que pueden figurar como víctimas en delitos sexuales, cuya
capacidad de abstracción temporal no está plenamente desarrollada y, por ello, usualmente
vinculan sus recuerdos mediante mecanismos del pensamiento concreto, es decir, asociando
aquellos eventos de naturaleza ilícita a otras situaciones particulares de su vida diaria, como
las anteriormente referidas (inicio de clases, cumpleaños, festividades, etc.) Lo propio cabe
apuntar respecto de personas con algún grado de retardo mental, de retardo en la
evolución de sus capacidades cognitivas, quienes, precisamente, no han alcanzado una
capacidad de razonamiento lógico formal abstracto y razonan mediante
mecanismos del pensamiento concreto como los referidos. Pero además, la
constatación de puntos de referencia temporal resulta absolutamente necesaria si, como se
ha dicho, se quieren mantener la garantía de imputación y el derecho
defensa como parte de un Debido Proceso vivo, realmente practicable. Derechos y
garantías de esta naturaleza forman parte del Debido Proceso, por lo que su aseguramiento
o la declaratoria de su vulneración no requieren ni de un alegato, ni de una
verificación de agravios específica ya que - para citar de nuevo la jurisprudencia del alto
Tribunal de Casación Penal de Costa Rica-: “ (…) se está en presencia de una forma (no
un formalismo) esencial de presentar la acusación y esta consiste en describir de manera
específica, precisa, clara y contextualizada en las respectivas circunstancias conexas, los
hechos por los cuales se estima que una persona ha cometido un delito. Si esto no se
cumple, se ha incurrido en un defecto absoluto por tratarse  de  una violación del Debido
Proceso, el cual, por acreditarse en juicio en este caso, obliga a la absolución del
encartado (...) en aplicación estricta –como corresponde- de una garantía
procesal.” (Sala Tercera, N° 2005-1115, de las 16:00 horas del 29 de setiembre de 2005.
La negrilla se adiciona). En el presente caso, se ha podido constatar que las acusaciones y la
fundamentación fáctica de la sentencia, cuestionadas por la defensa técnica, se basan en
lapsos que van desde los seis meses, pasando por un año, llegando incluso hasta un
rango de tiempo de dos años para una de las ilicitudes acusadas (lapso que obtuvo el a
quo al sumar los rangos temporales de dos delitos idénticos que, según se acusó,
acontecieron en dos años distintos), sin realizar absolutamente ninguna vinculación con un
punto de referencia temporal concreto para los mismos. Estas atribuciones de cargos, por lo
tanto, no permiten alcanzar los objetivos de circunscripción y delimitación temporal
unívoca asociados a la garantía de imputación y, por su propia naturaleza, afectan el
ejercicio efectivo del derecho de defensa. En consecuencia, lo que corresponde es declarar
la existencia de un defecto absoluto de la acusación y de la sentencia que se emitió con base
en ella, por tratarse de la afectación de garantías y derechos fundamentales; así como
ordenar la ineficacia de la sentencia recurrida, absolviendo al imputado.

Cfr. Tribunal de Apelación de Sentencia Penal de Cartago


Resolución Nº 00311 - 2014
Fecha de la Resolución: 16 de Julio del 2014 a las 11:15 a. m.
Expediente: 09-000626-0345-PE
Disponible en: https://nexuspj.poder-judicial.go.cr/document/sen-1-0034-616363

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