Contextualización de El Cuarto de Atrás e Historia de Una Escalera

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CONTEXTUALIZACIÓN DE EL CUARTO DE ATRÁS E HISTORIA DE UNA ESCALERA

Ambas obras comparten años comunes: El cuarto de atrás recoge la vida de Martín Gaite desde
1925, fecha de su nacimiento, hasta la muerte de Franco, 1975; e Historia de una escalera sitúa
sus tres actos en 1919, 1929 y 1949. Las dos comparten tres décadas de la historia de España -
los años 20, 30 y 40- que se amplía otras tres décadas más -los 50, 60 y 70- en la novela de Martín
Gaite.

1. DE 1919 a 1939:
CONTEXTO HISTÓRICO, ECONÓMICO Y SOCIAL

A partir de 1917 España vive una crisis de la monarquía parlamentaria con inestabilidad social
(huelgas) y política, ello se intenta remediar con gobiernos de concentración que reúnen a políticos
notables de diferentes tendencias. Entre 1917 y 1923 hubo trece cambios de gobierno. A partir del
19 aumentó la conflictividad social con el desarrollo de huelgas y aparecieron los atentados. La
oposición entre patronos y anarquistas se recrudece y la Revolución rusa del 17 trae como
consecuencia su influencia en un sector del PSOE, que se escindió en 1921 y dio lugar al Partido
Comunista de España. En ese año el desastre militar de la guerra de Marruecos (más de 12 mil
muertos) provoca el descontento del pueblo y de sectores militares contra el rey. En 1923 el general
Primo de Rivera da un golpe de estado y suspende la Constitución del 76, es ampliamente
apoyado por atajar el problema del terrorismo y Marruecos, pero suspende los partidos políticos y
la libertad de prensa. Sus años de gobierno coincidieron con una coyuntura económica mundial
buena y se favoreció el desarrollo industrial del país, se avanzó en la construcción de vías de
comunicación y electrificación. El rey apoyó el golpe y durante varios años hubo paz social; pero
intelectuales y estudiantes se oponen y piden la apertura de las Cortes. La crisis política, unida a la
crisis del 29, hace que el dictador dimita en 1930. Tras un periodo de transición, en las elecciones
municipales de 1931 ganan republicanos y socialistas en las grandes ciudades y el rey abandona
inmediatamente España y se nombra la Segunda República (1931-32). Entre sus aciertos estuvo
el tratamiento del problema catalán mediante un estatuto en el año 32 y la mejora de las clases
trabajadoras; entre sus problemas, el tratamiento de lo religioso, que hirió a los católicos y el fracaso
de la reforma agraria. Ello exaltó tanto a la extrema izquierda como derecha y la inestabilidad forzó
unas elecciones en el 33 que ganaron los partidos de centro y derecha, pero que no lograron una
colaboración estable y con la oposición de socialistas y autonomistas se produjo una gran tensión
izquierdas-derechas y graves altercados (proclamación de la república en Cataluña, revolución en
Asturias) que aumentaron la influencia de la extrema derecha -Falange Española de Primo de
Rivera-.

En las elecciones de febrero del 36 ganó el Frente Popular, coalición de izquierdas -socialistas,
comunistas, nacionalistas y republicanos-; pero muy igualado con los partidos de derechas, más
desunidos. La tensión en el Parlamento pasó a la calle y se produjeron enfrentamientos entre
pistoleros falangistas y grupos violentos de izquierdas, con asesinatos en facciones. Los
desórdenes populares inclinaron a la derecha moderada a la sublevación, que dio paso a la Guerra
(1936-1939), una cruel contienda marcada por el terror generalizado, por la voluntad de exterminar
al contrario (los sublevados ejecutaron a adversarios, masones, maestros y profesores
universitarios; los del Frente Popular, a políticos y militares de derechas, patronos y sacerdotes)

2. LA POSGUERRA:

CONTEXTO HISTÓRICO Y ECONÓMICO

La victoria del general Franco en la Guerra Civil dio paso a la creación de un régimen dictatorial,
liderado por él hasta 1975. Su mantenimiento fue posible por la constante represión de los
opositores del régimen, por los apoyos de las clases dirigentes españolas y por la complicidad de
las potencias occidentales. El franquismo se caracterizó por la concentración de poderes en el
dictador, en un régimen totalitario que ejerció una represión sistemática planificada contra vencidos
y oposición. El régimen se apoyó en el ejército, en el único partido existente, Falange Española
Tradicionalista y de la JONS, que controlaba los medios y la propaganda y en la Iglesia católica.

En 1939, España era un país arruinado. Diezmada demográficamente, el hambre y la extrema


necesidad eran la realidad cotidiana de una gran parte de la población. La solución que dio el
régimen franquista a la penuria económica estuvo marcada por el modelo creado en la Italia
mussoliniana y consolidado en la Alemania de Hitler: la autarquía, una política económica basada
en la búsqueda de la autosuficiencia económica y la intervención del estado.

Además de la destrucción de infraestructuras y del desabastecimiento de productos agrícolas,


ganaderos e industriales provocado por una economía paralizada por tres años de guerra, se
impuso una rígida reglamentación económica controlada por el Estado: los productores vendían a
la administración en un precio tasado y esta lo vendía al consumidor a un precio regulado y
racionando los productos de primera necesidad mediante la cartilla de racionamiento. El bajo precio
hacía que los productores se quedaran con parte de lo producido para venderlo en el mercado
negro, el estraperlo, y obtener ganancias mayores, gracias a la tolerancia y corrupción de muchas
autoridades.

Los años de la posguerra marcaron una tremenda regresión en el terreno económico. El


hundimiento de la producción agrícola e industrial fue acompañado de una vuelta atrás histórica: el
sector primario volvió a superar el 50 por ciento de la renta nacional. Los 40 son años de miseria:
sueldos bajos, escasez de productos y precios altos. El hambre provocó que enfermedades ya
erradicadas aflorasen, como la tuberculosis. A principios de los 40 la esperanza de vida de los
hombres españoles no llegaba a los 45 años de media.

Respecto a la Segunda Guerra Mundial, Franco se mantuvo neutral al comienzo, pero cuando vio
cercana la victoria del Eje en 1940 intentó entrar en guerra para conseguir compensaciones en
África, pero Hitler no lo apoyó para no enfrentarse a Francia. El papel español se limitó al apoyo
ideológico y solo participó como ayuda a los submarinos alemanes y el envío de la División Azul a
Rusia.

En los años 50 se produjo una normalización de España en el exterior, en 1953 se firma un


concordato con la Santa Sede y pactos con EEUU, con la apertura de cuatro bases militares al
sistema defensivo occidental (por el anticomunismo americano en la Guerra fría ). A mediados de
esta década se produjo un gran desarrollo industrial gracias a la ayuda americana, al turismo, a las
inversiones extranjeras y a la emigración; ello llevó al ascenso de la clase media. La escasa
apertura política se materializó en la Ley de Prensa del 66 y en el nombramiento de Juan Carlos de
Borbón como sucesor de Franco en el 69, clave para el desarrollo posterior de la democracia. El
periodo entre 1965 y 75 fue clave para esta transición, ya que se gestó una oposición de estudiantes
católicos (cambio social de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II) y de fuerzas sindicalistas como
Comisiones Obreras con la convocatoria de numerosas huelgas. El final del franquismo se
acompañó de problemas internos -asesinato de Carrero Blanco, ejecución sin garantías de
acusados de terrorismo- y externos -crisis del petróleo, problemas con Marruecos-, y la muerte del
dictador tuvo lugar en un ambiente donde los cambios económicos y sociales favorecieron su
evolución hacia una democracia en consonancia con la tendencia de la sociedad europea de la
época.

CONTEXTO SOCIAL
Las actitudes sociales ante el régimen franquista fueron tres: apoyo, pasividad y rechazo. Fue
apoyada por las clases altas (grandes empresarios, banqueros, comerciantes…); las clases
medias, de mayor tradición democrática, debido al trauma de la guerra desarrolló una actitud
pasiva. La mayor parte de los sectores populares se consideraron perdedores y sometidos. La
Iglesia influyó mucho en la vida política del régimen, incluso falangistas y católicos rivalizaron por
su influencia.

Los represaliados fueron muchísimos: 50.000 personas fueron ejecutadas en la posguerra y se


habilitaron campos de concentración para miles de presos políticos. Los presos, hacinados en
cárceles, vivían en condiciones higiénicas y alimentarias pésimas que elevaron la mortalidad. Los
primeros años fueron de una represión especialmente dura sobre los vencidos. En 1940
permanecían en las cárceles españolas unos 300.000 presos políticos. Las universidades, la
enseñanza, la administración pública y las grandes empresas privadas fueron depuradas de las
personas sospechosas de haber sido adictas a la república o a los partidos y sindicatos obreros.

A lo largo de los 50 Franco adopta una posición más alejada del fascismo y, pese a la escasa
apertura política, normaliza su imagen en el exterior. Pero en los años 60 se produjo un cambio
social espectacular a causa del despegue de la industria, en esta década la renta nacional se
duplicó a pesar de las desigualdades regionales que favorecieron la emigración tanto hacia el
exterior como a las ciudades. La sociedad se fue convirtiendo en urbana: en 1960 la población
agraria activa era del 42%; en 1970, solo un 25%; nace así la sociedad de consumo que traerá el
cambio de una sociedad tradicional a otra más moderna con la incorporación de la mujer al mundo
laboral y a la universidad, la disminución de la influencia religiosa, el aumento de las ideas europeas
y americanas (relajación de la censura y llegada de turistas extranjeros).

CONTEXTO CULTURAL

En la dictadura se produjo un adoctrinamiento de la sociedad, especialmente vigilante con los


jóvenes y las mujeres a los que se pretendió imponer sus valores ideológicos y morales. Así se
impuso el culto a Franco y se difundieron las formas de comportamiento de la moral católica
tradicional. Las buenas costumbres obligaban a vestir con recato. El sometimiento de la mujer por
un sistema de valores machista las retorna al hogar y las considera inferiores.

La educación fue un importante medio de adoctrinamiento político y religioso. La enseñanza


primaria y media quedaron mayoritariamente en manos de la Iglesia y se impuso la obligatoriedad
de la religión y la Formación del Espíritu Nacional (enseñanza de los principios básicos del
Falangismo).

El exilio mermó la población (400.000 exiliados), lo que supuso una pérdida de importantes del
ámbito intelectual, artístico y científico; de ahí, el bajo nivel de producción cultural de la posguerra.

A partir de los años 50 los máximos exponentes de la cultura española no van a ser afines al
régimen, sino que viven en una especie de “exilio interior”; el régimen aceptaba las manifestaciones
artísticas que no mantuviesen un desafío directo de oposición y la censura fue religiosa, ideológica
y moral y de un aparato de propaganda que utilizó de forma eficaz los modernos medios de
comunicación de masas (NO-DO, Prensa del Movimiento, el control estricto de las emisoras de
radio y desde 1956 la televisión).
Con la apertura económica de los 50 y 60 entran influencias de la cultura europea y americana y el
panorama cultural se nutre de los cambios sociales.

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