Gramática Del Náhuatl
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Árbol sintáctico, para una oración simple ( Motēuczōma ōquīmmictih 'Moctezuma los mató', en
orden SOV).
Árbol sintáctico, para una oración simple (Ōquīmmictih Motēuczōma 'Los mató Moctezuma', en
orden OVS).
El náhuatl o idioma mexicano es una lengua aglutinante, formada por raíces normalmente
monosílabas o bisílabas (raramente más largas), que se combinan en expresiones largas. Su
gramática es similar a la de otras lenguas utoaztecas meridionales. Tipológicamente es, además,
una lengua de núcleo final, en el que el modificador suele preceder al núcleo modificado.
Índice
1.2 La analogía
3 Fonética y escritura
3.1 La ortografía
3.2 Vocales
3.3 Consonantes
3.4 Modificación de las raíces de las palabras
3.5 La sílaba
4 Partes de la oración
5 Sintaxis
5.4 Tematización
5.5 La aposición
6 Los determinantes
7.1 Los pronombres demostrativos éste, ese, aquel (yehhuatl in, yehhuatl on, yehhuatl)[33]
8 El verbo
9 Adverbios
11 El adjetivo
11.4 Adjetivos en ic
12 El participio
13 Morfología nominal
13.8.1 Formación
17.1.3 El superlativo
18 Estilística
18.1.2.1 El saludo
20 Referencia
21 Bibliografía
21.4 Estudios
Características generales
El náhuatl es una lengua aglutinante, flexiva —las raíces reciben prefijos y sufijos—, polisilábico y
polisintético. Tipológicamente presenta rasgos típicos de lenguas núcleo final como tener:
Estos ragos son típicos también de otras lenguas utoaztecas. Se considera que, dentro de las
lenguas utoaztecas, el huichol y el cora son las lenguas más cercanas al náhuatl, aparte del extinto
pochuteco. Las lenguas más cercanas al náhuatl en la flexión verbal serían el mayo o el pima, ya
que el cora y el huichol han innovado mucho en la flexión verbal.
Además, el náhuatl presenta innovaciones más recientes respecto a otras lenguas utoaztecas de
más al norte, que lo acercan en parte a lenguas de núcleo inicial, esto se debería a la influencia de
otras lenguas mesoamericanas (presumiblemente las lenguas otomangue o las totonaco-tepehua).
La flexión nominal es bastante simple, aunque la conjugación verbal es bastante más compleja
debido a la cantidad de morfemas aspectuales, modales, temporales, de sujeto, de objeto,
direccionales, de número e incluso los elementos incorporados que puede llegar a tener. No existe
una diferencia entre los verbos estativos y los adjetivos, e incluso puede afirmarse que no existe
diferencia formal entre nombres y verbos, ya que la mayoría de las formas nominales pueden
tomar varios morfemas verbales.
La analogía
El náhuatl recurre a la composición de sustantivos con otras palabras para obtener nuevos
vocablos, nuevos sustantivos que designan aves, plantas, personas u objetos.
La relación entre el género y la especie, la relación entre la parte y el todo, la relación entre una
especie y otra se basan en la analogía.
Así de palabras compuestas como «xopantototl», que quiere decir «ave de la época de lluvias» y
que designa a cierto pajarillo,1 o de «tochcalli», que quiere decir «conejera», se extrae una regla
general según la cual el sustantivo que va pospuesto nos indica que hablamos de un «tototl» (ave)
o de una «calli» (casa). Si el nombre simple designa a una categoría amplia —o género—, el
nombre compuesto designa una subcategoría —o especie—.
Tepetl (montaña, monte, cerro) —género— → Tletepetl (volcán, montaña de fuego) —especie—.
En atención a lo dicho, algunos autores dicen que el náhuatl es una lengua de núcleo final. Para
ellos el núcleo es el sustantivo pospuesto. El «xalmichin» es un pez y el «huitzquilitl» es un quelite,
una hortaliza.
In popoca (que humea) —oración relativa— → In popoca tepetl (cerro que humea) —nombre
propio que designa cierto volcán—.
Iztac (blanca) —adjetivo— → Iztac cihuatl (mujer blanca) —nombre propio que designa por
metáfora a cierto volcán—
Pero otras veces ocurre lo contrario, un segundo tipo de construcciones compuestas en que la
parte designa al todo —figura retórica que se conoce como «sinécdoque»— y el núcleo antecede.
El término que antecede suele ser una «parte» del cuerpo.
Yacatl (nariz) → Yacapatlahuac → De pico ancho o «Pico Ancho», nombre común que designa a
cierta ave que habita en el agua 1
Tzontli (pelo, por extensión cabeza) → Tzonyahyauhqui → De cabeza negra o «Cabeza Negra»,
nombre común que designa a cierta ave que habita en el agua 1
Los epítetos son adjetivos que designan personas, objetos o plantas —funcionando como nombres
—. Encontramos en el clásico muchos de ellos para dar nombre a multitud de cosas.
E incluso hay un tercer tipo de construcciones compuestas. Puede ocurrir que un nombre común
—que hace de núcleo de la palabra compuesta— admita un vocablo pospuesto. Son
construcciones que se basan en la analogía.
Xoxocoyolli (cierta acedera, una planta) —una especie perteneciente al género «rumex»— →
Xoxocoyolpapatlac6 (otra acedera que se hace ancha), cierta planta. 1 —otra especie distinta,
quizá perteneciente al mismo género—.
La determinación de cuál es el núcleo de una palabra compuesta y su posición varía en las tres
construcciones compuestas y depende del tipo de palabra concreta a que estemos haciendo
referencia.
Es característico de la lengua el uso de recursos retóricos, como la metonimia, la sinécdoque, el
símil o la metáfora.
En la metáfora se designa una cosa con el nombre de otra con la que se compara.
En el último ejemplo no estamos ante una flor sino ante un árbol, por mucho que el núcleo de la
palabra sea el término «flor».
La terminación -tic indica semejanza. Dicho sufijo puede ir pospuesto a los dos términos de la
palabra compuesta o solo a uno.
Xoxocoyolli6 (cierta acedera) → Xoxocoyolpapatlac6 (otra acedera que se hace ancha), cierta
planta. 1
Mazatl (felino, término de comparación) → Mazamiztli (cierto felino que se asemeja al «mazatl»).3
El mazamiztli es un felino que se asemeja al venado o al ciervo, porque sus orejas puntiagudas se
asemejan a los cuernos de estos. Quizá sea un lince o un felino parecido al lince canadiense.
Del mismo modo que en castellano denominamos «león» al «león marino» y «vaquita» a la
«vaquita marina», en náhuatl encontramos los términos como el que sigue.
Cuitlamiztli (cierto lobo).3
En el náhuatl clásico encontramos los siguientes nombres propios, que constituyen metáforas.
Xochitl (Flor).
Ello es posible porque la lengua distingue con claridad entre nombres propios y nombres
comunes. Los primeros se aplican a individuos o entes individuales dentro de una clase. Los
segundos designan a una clase o categoría.
Otros ejemplos de metonimia, entendida en un sentido amplio como la designación de una cosa
con el nombre de otra.
Ilhuitl (día) —causa— → Ilhuitl (fiesta, festividad) —efecto— <Iilhuiuh in Tonatiuh → El día
dedicado al Sol, la festividad del Sol>.
Tonalli (calor) —efecto— → Tonalli (sol) —causa— <Onechihtlacoh in tonalli → Me hizo daño el
calor, el sol>.
Tonalli (sol) —causa— → Tonalli (día) —efecto— <Ihcoac oquiz in tonalli → Cuando salió el sol, el
día>.
Tonalli (día, signo calendárico )—causa— → Tonalli (porvenir, destino, futuro) —efecto— <Nicpiya
ce cualli tonalli → Tengo un buen día, tengo un buen porvenir>.
Beber una copa → Beber vino (metonimia —relación entre contenedor y contenido—).
Esto es importante, porque las palabras «ilhuitl» y «tonalli» no son siempre intercambiables, no
son sinónimos.
A veces, por la profusión de figuras retóricas, es muy difícil encontrar el sentido exacto de un
término y la determinación de cuál es el núcleo.
Coztli (Cosa amarilla) → Coztic (amarillo claro) → Ixcoztic (ojiazul, de ojos claros).
Toztli (amarillo muy vivo) → Toztli.13 (cierto papagayo de plumas muy amarillas).
Chacha, chuchu, chala... (canto de cierta ave) → Chalalactli (nombre de cierta ave)
Por tal razón, los aprendices de la lengua suelen decir que los cognados se extienden en exceso. Es
una consecuencia de la abundancia de figuras retóricas.
La gramática se ocupa, entre otras cosas, de deslindar cuál es la categoría gramatical de las
palabras, atendiendo a su composición, estructura, etimología y en función de los recursos
retóricos que concurren.
Las lenguas prepositivas, aquellas que utilizan preposiciones. Es el caso de las lenguas romances,
como el castellano. Se considera «anfibología» —falta de claridad— la supresión de la preposición
de la preposición en expresiones como la que sigue:
«el ratón muerde el gato» —por «el ratón muerde al gato»—. Las preposiciones ayudan a
reconocer qué palabra designa al sujeto y cuál al complemento.
Las lenguas declinativas, aquellas que suplen las preposiciones utilizando casos mediante los
cuales declinan los sustantivos. Ocurre así en el alemán o en el latín. El sujeto y el atributo se
expresan en caso nominativo. El complemento directo normalmente en caso acusativo. El
complemento indirecto normalmente en caso dativo. Los complementos circunstanciales en caso
ablativo, dativo o acusativo.
Las lenguas pronominales, aquellas que suplen las preposiciones y/o las declinaciones con los
pronombres. Es el caso del náhuatl. En este caso, la originalidad del náhuatl es espléndida.
Los complementos directos e indirectos también se expresan mediante giros pronominales (giros
de aposición). Realmente los complementos directos e indirectos son prefijos verbales
pronominales y su complementos van en aposición.
En náhuatl puede ocurrir como en castellano lo que se conoce como «pleonasmo» —figura
retórica en que se repite enfáticamente un término— sin que el pronombre vaya precedido de
preposición ni en caso acusativo.
Y también hay pleonasmo cuando se expresa el pronombre sujeto para añadirle complementos en
aposición para evitar la anfibología.
Yeh in quimichin quiquetzoma in mitzin → Es él, el ratón, quien muerde al gato → el ratón muerde
al gato.
En cierto sentido podemos afirmar que la aposición y el énfasis son figuras retóricas que hacen uso
del giro pronominal.
Si consideramos al verbo como un núcleo oracional que recibe distintos complementos —el
complemento sujeto, el complemento objeto directo, el complemento objeto indirecto—
podemos concluir la oración tiene distintos elementos que giran en torno al nexo verbal. La
sintaxis es aquella parte de la gramática que se ocupa precisamente de cómo se estructura esa
relación. El náhuatl, basado en giros pronominales, tiene una sintaxis propia, una gramática
propia.
Las lenguas no tienen normalmente un orden sintáctico sino varios, el natural y el figurado. Y
frente a un concreto orden sintáctico natural hay figuras retóricas que lo alteran, como la
hipérbaton o la anástrofe.
Nimitzitta (yo te veo). Aquí el orden natural es sujeto, objeto y radical verbal.
Nechtequipachoa aquin oquichiuh (me importa —me preocupa— quién lo hizo). Aquí el orden es
objeto indirecto, radical verbal y sujeto —hipérbaton—.
En el náhuatl clásico el orden natural es aquel en que el sujeto precede al verbo y a los
complementos.
Los pronombres que van prefijados a la raíz verbal indican cuál es el orden sintáctico natural. Pero
si dichos prefijos reciben complementos de forma expresa, se abre la posibilidad de una alteración
del orden sintáctico (hipérbaton).
Nehhuatl nimitzitta in tehhuatl (yo te veo a ti) —orden natural» → In tehhuatl nimitzitta nehhuatl
(a ti te veo yo) —hipérbaton—.
Aquin oquichiuh nechzonehua in nehhuatl (quién lo hizo me importa —me afecta, me altera, me
enoja— a mí)—orden natural— → In nehhuatl nechzonehua aquin oquichiuh (a mí me importa
quién lo hizo) —hipérbaton—.
Hay varias figuras retóricas, propias de la sintaxis figurada, que alteran el orden sintáctico.
La tematización es algo un poco diferente a la hipérbaton. Es una alteración sintáctica que no
afecta al orden natural sintáctico. Ocurre cuando el verbo se vuelve sujeto y el sujeto se vuelve
verbo.
In conetl cuica (el niño canta) → Aquin cuica in conetl (quien canta es el niño). Vemos que en
ambos casos se respeta el orden sintáctico natural, porque el sujeto precede al predicado.
No es lo mismo tematización que focalización o énfasis. Porque el sujeto en énfasis no lleva nunca
las marcas temporales del verbo. Si las llevara dejaría de ser sujeto. Podemos tematizar cualquier
verbo, pero no el verbo «ser». Porque el giro de énfasis lo impide.
La alteración del orden sintáctico puede ocurrir de muchas formas. La «anástrofe» es una figura
retórica que pospone la preposición o la locución preposicional. Así sucede cuando en castellano
décimos «Dios mediante».
A veces el orden sintáctico natural tiene singularidades por figuras de especial relevancia en la
lengua náhuatl como el difrasismo o el paralelismo.
En el difrasismo, pudiera parecer que hay dos sujetos, dos complementos sujetos, pero en realidad
nos referimos por metáfora a la mujer, a un único sujeto. No hay solecismo, no se cae en la
silepsis, porque aunque hay dos sujetos —blusa y falda—, el verbo coordina en singular ya que los
sustantivos inanimados carecen de plural en la expresión gramatical.
En el paralelismo se repiten estructuras sintácticas, se usan verbos en algún sentido sinónimos...
etc., para crear un ritmo, una cadencia. Todo ello con múltiples fines (poéticos, aclaratorios del
sentido, rítmicos en la danza).
La hipérbaton permite posponer el verbo u otras palabras de modo que el verso nahua tiene rima
asonante y rima consonante, además de métrica.
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El náhuatl clásico hablado en el siglo xvi del centro de México es una lengua en la que el acento
principal va fijo en la penúltima sílaba, regla que solo se cambia al final en el caso vocativo -é,
aunque en los modernos dialectos existen pequeñas diferencias de acentuación.
Como en toda lengua, sobre todo en las palabras extensas, puede haber un acento principal y
otros secundarios, donde las formas aglutinadas conservan cierta individualidad (en las que el
acento va en la penúltima sílaba también):
Por náhuatl clásico o mexicano clásico entendemos una lengua que surge de los hablantes,
aplicando las reglas del idioma tal y como se hablaba antes de la conquista e inmediatamente
después de la misma. Es una lengua que se adapta a las realidades actuales. Cuando los españoles
llegan a México encuentran una lengua que tiene una fuerte implantación. Tanto es así que, en
1570, el rey Felipe II de España decretó que el náhuatl debía reconocerse como lengua oficial en la
Nueva España con el propósito de facilitar la comunicación entre los españoles y los nativos del
virreinato.15 Durante este período la Corona española permite un alto grado de autonomía en la
administración local de los pueblos indígenas, y en muchos pueblos la lengua náhuatl era la oficial
de hecho, tanto escrita como hablada.
Por lengua muerta entendemos aquella que ha perdido a todos sus hablantes. La causa por la que
una lengua muere es normalmente porque se pierden las reglas gramaticales y el vocabulario. Ello
sucede la mayor parte de las veces cuando no hay constancia escrita o esta es insuficiente.
Algunos lingüistas entienden que una lengua muere cuando no quedan hablantes nativos, cuando
no se aprende como lengua materna. Esto es discutible, porque puede rescatarse y transmitirse a
las generaciones futuras. En este sentido, Miguel León-Portilla19 cita el hebreo. El náhuatl clásico
cuenta con hablantes vivos, muchas veces enfrentados con los nativos que patrimonializan los
dialectos, esgrimiendo una visión étnica de la lengua, a la que consideran «su patrimonio
materno».
La razón por la que hay hablantes de la lengua clásica es que se trata de una variante que fue
registrada durante siglos como la forma culta del idioma, ya que cuenta con un acervo muy rico. La
UNESCO ha reconocido dicho patrimonio cultural de la humanidad.20 La realidad es que la
mayoría de las variantes más habladas en la actualidad se encuentran alejadas con respecto al
clásico. Solo algunas se encuentran muy próximas, aunque con pocos hablantes, pero ello nos
permite especialmente hablar todavía del náhuatl clásico como una lengua viva.
Lengua culta
El término «náhuatl» quiere decir claro, inteligible, nítido, preciso. No se puede reducir su
traducción a «que suena bien». Es una expresión que tiene un sentido gramatical, cultural y
político. Los hablantes de dicha lengua, denominados «nahuatlahtolehqueh»,21 distinguen, como
se ha dicho más arriba, entre nombres propios y comunes, entre epítetos y sustantivos, entre
sinécdoque y metonimia.
Precisamente porque la lengua náhuatl es una lengua vehicular, resulta especialmente vulnerable
ante el influjo del español. Hay muchas lenguas que han sentido el empuje del castellano a lo largo
de la historia. El maya, el quechua, el tagalo, el cebuano, el euskera por citar algunas. Muchas de
ellas cuentan hoy con numerosos hablantes. El quechua, por ejemplo, lo hablan más de 12
millones de personas. El tagalo lo hablan 22 millones —y eso que el español fue la lengua oficial
durante más de tres siglos—. El cebuano lo hablan 20 millones.
Pero si hay un pueblo que ha abandonado su lengua más que ningún otro es el mexicano —casi
desaparecido en lo que fue Tenochtitlan—. Quiere decir ello que su abandono resulta
especialmente dramático y hay que buscar razones más allá de la imposición del castellano. Una
de esas razones es que el castellano se percibe como lengua más culta, más elitista, si se compara
con los dialectos nahuas actuales.
a)
El «macehualli» es el sujeto de derechos lingüísticos. Puede ser minoría dentro de un Estado, pero
sigue teniendo derechos lingüísticos reconocidos por los textos internacionales. Un ejemplo es la
lengua náhuatl.
c)
Calpollahtolli → Lengua de la comunidad, del barrio, del clan, del gremio; dialecto.[cita requerida]
Y esto es importante porque cuando un Estado no tiene claro —o no está interesado en saber—
qué grupos lingüísticos son simples «calpolli» y cuáles son «macehualli» puede infringir los
tratados internacionales. Un Estado puede estar concediendo derechos lingüísticos a una
comunidad y al mismo tiempo con ello infringiendo los derechos lingüísticos de una minoría a la
que dicha comunidad pertenece. Así dicho Estado parece ser defensor de las minorías lingüísticas,
pero en realidad las persigue.
La familia como tal no es sujeto de derechos lingüísticos colectivos sino que sus derechos derivan
de los derechos humanos individuales. La familia ejerce derechos lingüísticos individuales de
forma colectiva. En cambio la minoría lingüística ejerce derechos humanos colectivos. Lo es la
minoría lingüística en tanto es un pueblo (un colectivo) dentro de un Estado con otra lengua, la
mayoritaria. Las lenguas maternas son protegidas en tanto son lenguas de un pueblo, de una
minoría étnica reconocidas como tal por una convención internacional.
El Dr. Miguel León-Portilla decía que toda lengua es una ventana para asomarse al mundo. Las
categorías lingüísticas nos dicen mucho de lo que pensaban los hablantes, de su modo de
entender la vida, de sus conceptos. Así el mexicano decía de sí mismo «nimacehualli» (soy pueblo,
soy plebeyo). El verbo «mahcehua, nitla-» significa «merecer algo», «tener derecho a algo». El
«macehualli» es el sujeto de derecho, el pueblo. Tenía idea de pertenencia a una etnia. Porque no
decía «nicalpolli» (soy tribu).
Las comunidades vecinales, los gremios, los clanes, las tribus, tienen peculiaridades lingüísticas
excluyentes, que les diferencian de otros. En cambio las minorías lingüísticas son inclusivas e
integradoras de los miembros de su comunidad. El término «macehualli» significa tanto pueblo,
plebe, como plebeyo. No es una sinécdoque, figura que consiste en designar al todo por la parte o
viceversa. Sino una metonimia. Figura que consiste en designar con la misma palabra el continente
y el contenido. Porque el plebeyo es parte de la plebe.
En cambio, los gentilicios tienen mucho que ver con los gremios. Los «toltecah» (habitantes de
Tollan o «toltecas») son los constructores. Los «michhuahqueh» (michoacanos) son los del gremio
de los pescados, la gente de los pescados. Los tlaxcaltecas son la gente de las «tlaxcalli» (o tortillas
de maíz»). Los «xochimilcah» («xochimilcas») son la «gente de las milpas de flores».
La ciudad Tenochtitlan estaba dividida en «capoltin» (barrios) donde la identidad gremial era
importante. Había un gremio de artesanos («amantecah»), por ejemplo. Los nombres de los
gremios en náhuatl recibe los mismos sufijos que los gentilicios. Así el sufijo «-tecatl» que
encontramos en «amantecatl» (artesano), «toltecatl» (constructor).
Los «mexihcah» tenían bastante clara la distinción entre «etnia» y «comunidad». Tenían
conciencia étnica. Pero el Estado moderno trata de reducirlos a una tribu hegemónica. Por
ejemplo cuando se aborda la poesía, se afronta como una actividad de la élite. Gran parte de los
poemas se atribuyen a «Nezahualcoyotl», soberano de los «acolhuah». De alguna manera se trata
de dar la imagen de que el náhuatl era el patrimonio cultural de la élite y no de los «macehualtin»
(plebeyos). Incluso se llega a cuestionar por algunos que el náhuatl fuera la lengua de los
«mexihcah». Por ejemplo Kaufman y Davies afirman que aunque se ha creído que los mexicas
siempre hablaron el náhuatl, es posible que también lo hayan adoptado.22
Fonética y escritura
La escritura del idioma nahuatl por lo general ha estado bajo la sombra del español, desde la
llegada de los castellanos comenzó a escribirse con caracteres latinos, que conforme como
evolucionó el español, fue cambiando así mismo la escritura del nahuatlahtolli.
Los fonemas propios de esta lengua únicamente han sido valorizados hasta finales del siglo
pasado, lo cual desglosaremos más abajo. Es bastante común que se pronuncie esta lengua como
si fuera castellano, gran en error de quienes pretender simplificar la asimilación de otra lengua por
medio de la propia, sin tomar en cuenta que los primeros misioneros se enfrentaron a un idioma
con sonidos inexistentes en el suyo propio, por lo que recurrieron a utilizar lo que tenían, con lo
que llegaron a representar sonidos por medio de grafemas dobles (ch, hu, cu, tl, tz), que mientras
en español son dos letras, en nahuatlahtolli es una sola. La variación de la pronunciación a través
del tiempo nos muestra como algunos sonidos evolucionaron para dar forma a las variantes
dialectales actuales.
En este sentido también los estudios filológicos de la evolución del Yuto-nahua y el Proto-nahua
(Dakin, 1982) nos ayudan a comprender la estructuración y composición de sílabas y su
pronunciación, sin dejar de lado los estudios lingüísticos del habla moderna. Ciertamente la
pronunciación correcta requiere estudios más cuidadosos.
La ortografía
Los españoles en su intento de sistematizar la escritura del nahuatl siguieron las reglas que ellos
tenían para su propio idioma, el cual de hecho no estaba regulado, pues cada autor escribía como
quería o podía; era común en el siglo xvi no utilizar signos de puntuación, cambiar la letra “i” por
“y” o a la inversa (qujtoaia – quitoaya), el uso de “q“ por “c” (quauhtli – cuauhtli), en ocasiones
escribían “h” antes de “u” y en veces la omitían (tetzaujtl – tetzahuitl).23
Durante el siglo xx gran parte de la documentación nahua se ha transliterado a las normas de
escritura moderna del español, dándolo así a conocer al público en general, el cual cree que
‘siempre’ se ha escrito así, lo cual como lo vemos, es un error. Algunos estudiosos dicen que no
tiene propiamente un alfabeto o abecedario, por carecer de algunas letras, entre ellas la «be» y la
«de», de ahí que se usa el término «gramario» que viene de la palabra griega «gramma» (letra),
para nombrar al conjunto de letras usadas. Los esfuerzos por una sistematización desde el
enfoque nativo han llevado a nuevas propuestas de escritura, sobre todo para las variantes
sobrevivientes del nahuatl; desde 2018 el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) en
conjunto y apoyando a los hablantes nativos, está promoviendo una unificación de la escritura del
idioma a nivel nacional, llevando a cabo reuniones en las comunidades para su pronta
instauración. El alfabeto propuesto por ellos incluye la sustitución de los grafemas “c”, “q”, “u”, “z”
y la “h” muda, utilizando solo una “h” con sonido. Un gramario similar ha sido difundido por
grupos mexicanistas desde hace 50 años, quienes usan las letras “k” y “w” en sus escritos y
estudios del “nawatl mexihkatlahtolli” (nahuatl clásico).
Una rama más crítica, en oposición por ejemplo al Gran Diccionario del Nahuatl presentado por la
UNAM, es aquella de investigadores que ponen de manifiesto la relevancia de la consonante “h”,
la cual tiene un valor y no debe confundirse con un mero acento; así, aunque Launey (1992) lo
representa por medio de dos diacríticos diferentes, sería más sencillo y claro si lo escribiera con la
‘hache’, como así lo hacen Karttunen (1983) y Alexis Wimmer en su diccionario en línea.
Vocales
Además podemos considerar otras dos vocales24 con una pronunciación intermedia, la más
común es un sonido entre u y o, que debería escribirse con o; como ejemplo se llega a pronunciar
‘tultecatl’, pero el valor vocálico es ‘toltecatl’. El otro sonido es entre e e i; ihtetl en ocasiones se
escribe ihtitl. Ortiz de Montellano (1990: 19-20) las denomina como vocales “oscuras” u
“oscilantes”.
A las vocales largas en general se les ha puesto poca atención. Pocos documentos anteriores al
año 1645 marcan una diferencia vocálica, no siendo constantes en ello, sin embargo, en ese año se
publica una gramática escrita por el jesuita Horacio Carochi, que con un agudo oído nota que la
pronunciación fluida de la lengua en su mayoría produce vocales breves, diferentes a las del
español que son largas, encontrando que en algunas sílabas las vocales se pronunciaban como en
español. Su agudeza lo lleva incluso a considerar tres longitudes vocálicas, lo cual ya no pudo ser
corroborado por las variantes actuales, donde sobrevive la distinción entre ‘cortas’ y ‘largas’. Con
los estudios filológicos y lexicográficos durante los sesenta se pone más atención a la longitud y
comienza a registrarse en las variantes modernas, para finales de los setenta ya había un corpus
amplio para analizar estas vocales, de ese material resultó el trabajo que realizó Frances Karttunen
y cuya obra publicó en 1983: An Analytical Dictionary of Nahuatl, que viene a ser el punto de
referencia para futuras revisiones, pues persiste la duda de la longitud en algunos vocablos,
quedando a debate al igual que otras cuestiones de la lengua nahuatl.
Ante la poca utilidad en cuestiones literarias (no así del habla) la mayoría de los autores optan por
no marcar las vocales largas, en oposición, para los lingüistas es indispensable conocerlas y
emplearlas para un registro fiel y ver los cambios del lenguaje con el tiempo.
La vocal de apoyo es aquella que facilita la pronunciación, por ejemplo, cuando una palabra
termina en doble consonante, recibe una i final que forma sílaba con la última consonante. Por
ejemplo, el sufijo -tl(i) tiene una vocal de apoyo. Esta misma letra puede ser considerada una vocal
débil.
La vocal es débil cuando tiende a desaparecer al entrar en composición el sustantivo con los
posesivos. Además de la “i”, suele desaparecer la “a” de la última sílaba.
2) Hiatos y diptongos.
Sílaba es el sonido de una o varias letras que se pronuncian en una sola emisión de voz. Cuando
dos vocales se pronuncian en una misma emisión de voz, su sonido forma una única sílaba y
décimos que ocurre diptongo. Si su sonido se pronuncia en dos emisiones de voz, ocurre hiato. En
castellano los diptongos suelen ocurrir cuando concurren dos vocales y una de ellas, al menos, es
cerrada. Son cerradas las vocales «u» e «i».
En náhuatl se marca una estructura silábica simple que trata de evitar los diptongos, por lo que
tendremos hiatos. Todas las sílabas en nahuatlahtolli se agrupan en una de cuatro
posibilidades: /V/, /VC/, /CV/, /CVC/ (véase abajo apartado sobre las sílabas).
Vistos desde la óptica castellana muchas palabras parecen poseer diptongos, triptongos y hasta
incluso pentátongos (cosa que no existe en español), pero por lo general esta apreciación deriva
de una incomprensión del valor de las letras mismas. El hiato más común se presenta en los
verbos, que suelen tener una terminación en -ia u -oa, como tlalia (tla-li-a), o como tlaloa (tla-lo-a).
Por la deficiente escritura durante la época colonial del nahuatlahtolli, aunado a la incomprensión
del fonema /w/, el cual se escribía como “hu”, “uh”, o simplemente como “u”, visto desde la
óptica europea parece que la “u” vocálica tiene valor consonántico; como ejemplo tomemos la
palabra vista más arriba: tetzauitl (portento).
Desde la interpretación castellana tenemos: C-V-C-C-V-V-V-C-C. El primer acomodo por sílabas nos
da: *CV-CV-(hiato)-V-(hiato)-VC, ya tomando en cuenta que la -tz- y la -tl- representan una sola
consonante (véase más abajo estas letras); pero lo anterior es un error, ya que no existe la “u”
como vocal, en realidad es la semiconsonante /w/, por lo que el verdadero orden silábico es: CV-
CV-CVC (te-tza-uitl = te-tza-huitl).
Consonantes
Las letras escogidas para representar las consonantes del nahuatl colonial son: c, ch, cu, h, hu, l, m,
n, p, q, t, tl, tz, x, y, z.
Como ya se mencionó, esta forma de escribir deriva por completo de la ortografía del español, por
lo que las reglas del castellano se aplican para el nahuatl. Tal es el caso del fonema /k/, que para
articularse con las vocales se emplea la letra “c”: ca- /ka-/, co- /ko-/. Sin embargo, falla ante las
vocales -i- y -e-, pues tenemos la pronunciación ci- y ce-. Por lo que igual que en español para
realizar el sonido /k/ se utiliza la letra -q- que utiliza una “u” muda, teniendo que- /ke-/ y qui- /ki-/.
Mismo caso sabemos que pasa entre las letras “c” y “z” para el sonido /s/. Es debido a esta serie
de reglas que diversos grupos e investigadores propugnan por una escritura más simple, donde
cada fonema sea representado inequívocamente por una sola letra, siendo más práctico usar ka,
ke, ki, ko y za, ze, zi, zo (o: sa, se, si, so).
Al igual que en cualquier otro idioma, en nahuatlahtolli se presentan una serie de cambios
morfofonémicos, ya sea que las palabras entren en aglutinación o pierda la terminación por
formación del posesivo, la mayoría de las consonantes presentan alófonos o en algunos casos un
simple ensordecimiento.
Un caso bastante especial es la consonante ‘cu’, la cual no existe en español, es clasificada como
oclusiva labiovelar, también denominada “oclusiva velar labializada”. Esta consonante no presenta
problema al ser seguida por una vocal; cua-, cue-, cui-. El problema es cuando se encuentra al final
de sílaba, donde debe pronunciarse simultáneamente la “u” y la “c” sin separarlas. En la época
colonial algunos autores, instintivamente, decidieron agregarle una “h”, pues veían una “u” al final
de sílaba: tecu-tli → tecuh-tli, siendo esto un error garrafal, pues rompe reglas ortográficas y
fonéticas, no debe pronunciarse la “u” como vocal. Por fortuna, durante la misma etapa colonial,
otros autores sí tuvieron cuidado al registrar este sonido correctamente como teuctli (señor), esta
es la forma estándar de escribirla al final de sílaba que le corresponde. A veces esta consonante se
asimila en su alófono, la oclusiva velar sorda /k/, como en tecpan (palacio; resultado de aglutinar
teuc-tli + -pan).
Uno de los problemas mayores tanto para la escritura como para la pronunciación, es la
consonante oclusiva glotal sorda /ʔ/, que en idioma nahuatl se ha optado por escribirlo con el
grafema -h-. Esta decisión no está exenta de cuestionamientos. Al igual que las vocales largas,
durante la etapa colonial no tuvo un registro sistemático, muy pocos la registraron; también fue
Horacio Carochi quien dio mayores luces de en qué palabras aparecía, así mismo las
investigaciones lingüísticas en nuestros días también aclaran su uso.
Es lo que algunos llaman saltillo, reparo o singulto. Carochi lo representó con un acento apóstrofo
inverso (à) también llamado “grave”, varios autores actuales lo usan recto (a’), además Carochi
marca el saltillo al final de palabra con un acento circunflejo (â). El marcarlo con diacríticos suele
confundir pues se llega a considerar que es “sólo una variación de la vocal”, es decir, un acento de
ella, lo que es un error. Su ubicación más común es con las estructuras que marcan el tiempo
pasado y los sufijos plurales:
Otro de los problemas de esta consonante es que al usar la -h- con sonido, esta se opone a la -h-
muda que acompaña al fonema /w/. Así, usualmente el pronombre personal ‘yo’ se escribe
‘nehuatl’, pero debe pronunciarse /neʔ-waʈ ͜ɬ/, con saltillo después de la vocal ‘e’, por lo que se
recomienda en estos casos, siendo ortográficamente correctos, escribirlo mejor como “nehhuatl”.
De lo contrario continuaría la ambigüedad en palabras como la mismísima ‘nahuatl’,
preguntándonos si la hache es sonora o muda.
La consonante africada lateral alveolar sorda, usualmente representada por el dígrafo -tl-, en el
Alfabeto Fonético Internacional es /ʈ͡ɬ/ y en su versión antigua se usaba /ʎ/, en sí mismo es un
sonido que era inexistente en el español del siglo xvi, hoy en nuestros días es únicamente por
substrato del nahuatlahtolli que se utiliza en nuestro idioma, siendo en su lengua natal uno de los
sonidos más comunes. Su pronunciación cuando va seguida de vocal no representa ninguna
dificultad, tla-, tle-, tli-, tlo-; suele complicarse cuando va al final de sílaba, -atl, -etl, -itl, -otl; nunca
debe separarse la t y la l, en este caso es recomendable escuchar a los hablantes nativos para
percibir correctamente su pronunciación.
La consonante africada alveolar sorda /ʈ͡s/, que en nahuatlahtolli se escribe con el dígrafo -tz-, la
encontramos en palabras como tzinacan (murciélago) o tzapatl (enano). Al igual que las
consonantes -cu-, -tl-, e incluso el común sonido de la ‘che’ (-ch-) en español, no son sonidos
dobles, son sonidos que se emiten en una sola emisión de aire, nunca está de más recordar que
estas consonantes o son poco comunes en español o de plano inexistentes, siendo esto el motivo
de que se hayan creado por medio de combinar dos letras.
La letra ‘equis’ (-x-) en el español de México tiene una pronunciación muy variada, en el caso del
nahuatl representa un único valor, que a nivel fonético es una africada postalveolar sorda /ʃ/ que
usualmente es más fácil asociar al sonido sh del inglés. Lo encontramos en xochitl (flor) o en
xonacatl (cebolla). Puede ir al final de sílaba, como en cuitlaxcolli (tripas).
Muchas lenguas en el mundo presentan procesos alofónicos, es decir, sustituyen ciertos sonidos
por otros equivalentes. Así por ejemplo, tanto en inglés como en francés ciertas consonantes
suelen pronunciarse más débiles al final de palabra, también en estas lenguas aparecen letras
mudas. El nahuatlahtolli presenta variaciones similares; varios autores lo entienden desde
perspectivas personales y lo nombran según su criterio, por ejemplo, Michel Launey (1992: 16)
habla de un “debilitamiento de consonantes”, por su parte Ortiz de Montellano (1990: 19-20) las
nombra “oscilantes”. Desde la perspectiva lingüística, como ya se dijo, son parte de los procesos
de sonorización y ensordecimiento.
Se asimila la -uh ante m produciendo una doble m: cuauh- + maitl = cuammaitl (rama).25
A la inversa la consonante n se ensordece y produce el sonido m ante vocal o las letras m o p: cen
+ ilhuitl = cemilhuitl (un día).
La consonante t se transforma en saltillo cuando queda a final de palabra, también a la inversa una
“h” sonora puede transformarse en “t”: nicah (estoy) → ticateh (estamos). Nitlamati (sé) →
onitlamah (supe).
Otros de los cambios alofónicos por ensordecimiento que son bastante comunes, son los de la “l”
y “n” final: nocal - mi casa; se llega a pronunciar “nocaɭ” /nokaɩ ̥/, es decir, se cambia de un sonido
‘sonoro’ a uno ‘sordo’. Tlalpan - en la tierra / ʈ ͡ɬalpan̥ /; su ensordecimiento también produjo que
en los documentos coloniales muchas veces se omitiera su escritura, como Tlalpa → Talpa (Talpa
de Allende, Jalisco).
Además la letra “n” tiende a desaparecer o a duplicar las siguientes consonantes, x, c, z, tz e y.
La unión de consonantes africadas suele articularse de tal manera que se simplifica y únicamente
se pronuncia la última consonante, esto es cuando tenemos -tzch-, -chtz-, -tztz-, -chch-.