Tarea
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y tiene costas tanto en el océano Pacífico como en el mar Caribe. Por lo tanto, el
propósito de este trabajo es establecer la idoneidad de los mecanismos
disponibles en la legislación hondureña para la deducción de la responsabilidad
civil por daños transfronterizos al ambiente, atendiendo las exigencias que
plantea el Derecho ambiental para la tutela estos intereses, sean estos
individuales, colectivos o difusos. Para esto es necesario abordar los tres
elementos que entran en juego. Inicialmente explicaré cómo la definición de
«daño ambiental» puede suponer un problema, por no coincidir necesariamente
con las características que tradicionalmente el Derecho civil ha establecido para
configurar el concepto de «daño» (Egea Fernández, 2006, pág. 397). He incluido
en ese apartado el caso de las inmisiones como una posibilidad adicional que
merece ser tomada en cuenta2 . Continúo abordando el instituto de la
responsabilidad civil, ya que es necesario comprender las particularidades de la el
tipo aquiliano específicamente (Cabanillas Sánchez, 2001, pág. 1149).
Todo lo anterior sirve como especie de preámbulo para poder comprender cómo
el Derecho internacional, particularmente el privado3 , ha abordado esta temática,
y cuáles son las soluciones de las que dispone en el contexto hondureño,
haciendo énfasis en los problemas tradicionales que esta rama jurídica intenta
resolver: la competencia judicial internacional (Esplugues Mota & Iglesias
Buhigues, 2011, pág. 92) y la ley aplicable (González Campos, 1991, págs. 292-
293).
El tratado de derecho civil de 1889 rige la capacidad de las personas por la ley
de su domicilio. El tratado de 1940 adiciona el anterior en el sentido de que esa
ley del domicilio debe regir no sólo la capacidad sino también el estado civil de las
personas. Son muchos y de reconocida valía los jurisconsultos que en América
adhieren al sistema del domicilio preconizando que alrededor de este sería
laudable realizar la unidad jurídica del continente. Porque estiman que el domicilio
es un elemento menos variable que la simple residencia, y que el extranjero que
se domicilia en un país se vincula estrechamente a éste, de tal modo que no le
son extrañas ni sus instituciones ni sus costumbres. El del domicilio lo consideran
un sistema más jurídico que el de la nacionalidad, que no examina cuál es la
vinculación real del individuo en el momento en que se va a regir una relación
jurídica en que figura. Es más estable que la na- - 111 - cionalidad, que puede
fallar en el caso de doble nacionalidad o de nacionalidad desconocida, mientras
que para el domicilio In ordinario es que haya elementos de hecho que permitan
determinarlo fácil y claramente. Con razón se ha dicho que "la ley del domicilio,
colocando a todos los habitantes bajo el imperio de una regla común, robustece la
cohesión de las agrupaciones sociales, facilita el desarrollo de los negocios al
amparo de una ley igual para todos, no ofrece el peligro de hallarse sin ley o de
tropezarse con una doble ley aplicable a la capacidad individual y respeta la
autonomía de las personas, de cuya voluntad depende la fijación del domicilio
adecuado para el ejercicio de sus derechos civiles". Esto en el análisis
estrictamente jurídico. En cuanto a las conveniencias americanas, el sistema que
mejor las sirve es el del domicilio, porque no hay que olvidar que los pueblos de
América reciben y están llamados a recibir en mayor grado en el futuro corrientes
de inmigración e inversiones de cap ita 1 éXtraño. En consecuencia, el sistema
más conveniente será el que dé preferencia a las leyes con las cuales tengan
esas personas y capitales una vinculación más efectiva, que no son otras que las
del domicilio. Es sabido que el derecho no es una simple abstracción; el derecho
marcha paralelo con los hechos sociales. Por otra parte, países como el Brasil,
que habían sido abanderados de la ley nacional, han modificado su legislación. El
decreto-ley de 1942, reformatorio del código civil de 1916, prohija la ley del
domicilio para regir el comienzo y fin de la personalidad, el nombre y la capacidad
y los derechos de familia. Por lo que hace al Restatement norteamericano,
distingue en materia de capacidad y estado de las personas: a la primera aplica la
ley local, al segundo la del domicilio. Para explicar esta segunda regla los
redactores del Restatement dicen que ningún soberano tiene jurisdicción sobre
una cosa intangible puesto que ésta no ocupa ninguna posición en el espacio.
Ahora el estado de las personas es una creación artificial de la ley, porque si la
familia es un hecho natural, la agrupación civil es un hecho legal. Por eso
entonces prevalece el derecho del domicilio y no el territorial.