Cambio de Roles

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 3

Cambio de roles

Los clubes holandeses no se concentran en entrenar a los jugadores

para cambiar de rol al perder la posesión. A los delanteros les puede

resultar difícil porque centran su atención en el balón. Durante mi

primer año como delantero en el Milan, siempre que perdía una

oportunidad me quedaba donde estaba, asimilando la decepción o

tomándome un respiro. Para corregir esta actitud tuve que decirme a mí

mismo: «Ruud, primero vuelve a tu posición, y luego reflexionas o

descansas». En el Milan, los jugadores como Sacchi, Ancelotti y Baresi no tardaban en devolverte a
la realidad si te quedabas en Babia y

olvidabas tu lugar dentro de la organización del conjunto.

Quedarse quieto tras un ataque resulta letal para un equipo. Algunos

jugadores agachan la cabeza de vergüenza después de fallar una

ocasión y retroceden. En vez de eso, lo que hay que hacer es mirar

hacia arriba y volver corriendo a tu posición, porque si no el portero

lanzará la pelota por encima de tu cabeza hacia la derecha o a la

izquierda, y el contrario tendrá todo el tiempo del mundo para iniciar un contraataque. En el
Milan, todos los jugadores cambiaban de rol

automáticamente después de perder la posesión. Si no lo hacías, no te

seleccionaban y punto. Al jugar con disciplina, anulábamos todas las

sorpresas que pudiera prepararnos el otro equipo. Estábamos tan bien

organizados que era imposible sorprendernos. Hacían falta jugadores

realmente excepcionales, como Maradona, Zola, Careca, Zico o

Klinsmann, para ponernos contra las cuerdas con sus impresionantes

destrezas individuales.

Presión

Con nuestra férrea defensa, primero les dejábamos margen a nuestros

rivales para que actuaran. Al forzarlos a jugar por la banda, los

obligábamos a elaborar los ataques desde su defensa derecha o


izquierda. Así, cuando pasaban la pelota al medio campo, los diez

estábamos listos para saltar y recuperar la posesión. De alguna manera, fuimos el precedente del
Barcelona actual. Hacen

exactamente lo mismo que hacíamos nosotros. De hecho, penetran

incluso más rápido y más lejos para presionar al contrario. Uno de los

motivos principales por los que le dábamos espacio al rival era porque, si atacábamos demasiado
pronto, el balón iba directo al portero. Por lo

tanto, no tenía mucho sentido ejercer una presión excesiva sobre el

contrario demasiado pronto. En aquellos tiempos, los porteros aún

podían recoger el balón con las manos después de una cesión. La regla del pase hacia atrás no
cambió hasta 1992. La nueva regla hace que sea más fácil presionar al rival. Te puedes

acercar a unos veinte o treinta metros de la meta contraria, lo que le

deja al contrincante mucho menos espacio para maniobrar. Y cuanto

antes recuperes la posesión, más cerca estarás de la portería y menos

distancia necesitarás para concretar la jugada.

Cómo romper la barrera

En aquel momento, no había ningún equipo fuera de Italia que supiera

hacer frente a nuestra manera de presionar. Hasta los buenos jugadores

cometen errores bajo presión. En las sesiones de entrenamiento

practicábamos tácticas de presión y formación unida (a cinco metros

unos de los otros) para perfeccionar nuestra técnica.

Practicábamos jugadas fuera de juego, con once hombres contra

siete defensas. Los siete eran el portero, Sebastiano Rossi, los cuatro

defensas, Franco Baresi, Filippo Galli (más adelante Alessandro

Costacurta), Paolo Maldini y Mauro Tassotti, más dos centrocampistas,

Carlo Ancelotti y Frank Rijkaard. Yo me situaba a la derecha frente a

Maldini. Nos dejábamos la piel, pero no llegamos a superarlos ni una

sola vez, ni siquiera con tiros desde lejos.


Luego jugábamos siete contra cinco defensas, incluido el portero, e

incluso así resultaba imposible burlar a la defensa, ni con balones al

hueco.

Cuando alcanzamos nuestro mejor momento, entrenábamos once

contra once en una cancha de la mitad del tamaño reglamentario, no

más ancha que el área de dieciséis metros. Así no hay más remedio que

hacer combinaciones, porque regatear es imposible. A veces no era

muy divertido, pero te obligaba a tomar decisiones rápidas.

También podría gustarte