Acepciones de La Palabra Huaca
Acepciones de La Palabra Huaca
Acepciones de La Palabra Huaca
El término huaca -o guaca- tiene múltiples significados, pero todos pueden reducirse a un
núcleo originario: su relación, como lugar, con lo sagrado, y por ende con el culto y las
ofrendas.
Duviols nos explica que la palabra huaca llegó a significar entre los españoles "adoratorio"
donde se encontraban los "ídolos de oro y plata “.
TESORO DE LA SEPULTURA
Fueron los tesoros de las sepulturas los primeros que despertaron la codicia de los
españoles. «Por esta orden era inmenso el tesoro que en el Perú había, procurando cada uno
de los Incas aventajar su casa y tesoro al de sus antecesores». El frenesí de la búsqueda de
tesoros se apoderó de los españoles, que realizaron excavaciones por todas partes. Muchos
de ellos se enriquecieron, también muchos se arruinaron por una búsqueda infructuosa y los
gastos que demandaba la búsqueda de tesoros.
Tanto seglares como eclesiásticos se lanzaron a la búsqueda del "tesoro de los incas" con tal
tesón que algunos franciscanos casi derrumbaron su convento por tantas excavaciones que
realizaron, los visitadores civiles buscaban también los tesoros de las huacas.
LA POSICIÓN LASCASIANA
Orden de Predicadores del Perú, apoyados por Las Casas, levantaron sus protestas contra
esos pillajes. Las Casas afirmaba que los tesoros de las huacas pertenecían a los descendientes
de los notables enterrados, y que nadie, aunque fuera el rey, podía apoderarse de ellos sin
pecar mortalmente.
REACCIÓN TOLEDANA
los antilascasianos es decir, la mayoría de los colonos, de los altos funcionarios y un grupo cada
vez más numeroso de la Iglesia- lesionados en sus intereses, no lo entendían así.
Pronto descubrirá Toledo que la ganancia puede ser enorme, y se esfuerza en convencer al rey
entonces el primero de marzo de 1572, presenta al rey un resumen de sus conclusiones:
Todo esto con la intensión de los nativos respeten a las autoridades españolas.
A PARTIR DE 1610
No es tarea fácil determinar la importancia real de esos descuentos, aun ateniéndonos a los
pesos declarados. Nos limitaremos a citar el inventario de la visita de Recuay, en 1622, que
enumera los objetos confiscados. El total se eleva a 7 marcos y 5 onzas de plata, y un poco más
de una libra de oro, que en esa ocasión no fueron enviados al fisco, sino al padre Jaime
Dorado, Los documentos oficiales prueban también que la reglamentación estaba sujeta a
ciertas interpretaciones de los visitadores, que se permitían algunas libertades. Po un presente
que consistía en "... una tembladera, cuchara de plata que pesa cerca de un marco, procedente
de una huaca y un mondadientes de oro." 41 En este caso se trata de un presente de carácter
simbólico.
Los cronistas nos hacen saber que en el Tahuantinsuyo las tierras estaban divididas en tres
partes: las del inca, las del sol o la religión y las del pueblo. Es probable que las de la religión
ocuparan una superficie relativamente importante, dada la multiplicidad de las divinidades,
que en todas partes estaban dotadas de campos o de pastizales.
A los santuarios estaban dedicados los rebaños de auquénidos que requerían los sacrificios y la
subsistencia de los sacerdotes. También las llamas y sus pastores estaban consagrados a los
muertos de alto rango, es decir, los incas y curacas, que eran considerados dentro de la
acepción general del término, como huacas. La utilización de todo este ganado sagrado estaba
sometida a mecanismos de distribución, tributos y herencia.
FINANCIAMIENTO DE LA EXTIRPACION
Los visitadores de las idolatrías siempre se quejaron de trabajar gratis pro Deo.
En los que contiene al Colegio del Príncipe que así se llamaba como homenaje al virrey príncipe
de Esquilache- se estableció que los gastos serían de 2 reales y medio diarios por cada
pensionista y que el total anual no debía sobrepasar la cantidad de 115 patacones. Se concedió
también una indemnización de 600 pesos de a nueve, por un padre y dos hermanos en-
cargados de la educación o de la supervigilancia, aparte de los otros gastos. Estos gastos
fueron juzgados excesivos sin duda, o al menos las entradas fueron consideradas insuficientes,
porque Arriaga, recurriendo por propia iniciativa a una proposición del Memorial de 1615,
ordenó que se instalaran telares en la prisión y que los hechiceros hilaran la lana bruta
destinada a los talleres reales.
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