Kant Con Sade Clase 1
Kant Con Sade Clase 1
Kant Con Sade Clase 1
ROLANDO KAROTHY
Trataré de hacer una puntuación de los párrafos de este texto, y digo los párrafos
porque voy a seguirlo casi línea por línea, pero en la clase de hoy porque voy a dar
una visión más general de la ubicación de este escrito en el conjunto de la obra de
Lacan; pero posteriormente voy a trabajar lo más puntualmente posible el texto,
diría línea por línea, casi a veces palabra por palabra.
En síntesis, el texto empieza con la mención de tres grandes escuelas, con tres de las
grandes escuelas de la tradición filosófica griega y termina con Luis Buñuel,
pasando por todos los autores mencionados. Un trabajo que se podría realizar, una
de las líneas que se podrían seguir sería analizar el por qué de estas referencias tan
variadas en este texto. Quiero decir, es un trabajo por realizar, por ejemplo, sostener
la pregunta de por qué aparecen las referencias a estos autores tan variados en este
texto. Daría seguramente para un trabajo bastante prolongado pensar la ubicación de
todas estas referencias en el texto. Algunas reflexiones de por qué aparecen estos
autores vamos a tratar de hacer.
Decía recién que mi intención es, en primer lugar, en la clase de hoy, hacer una
división en tres partes. La primera, ubicar este texto en el conjunto de la obra de
Lacan. La segunda, hacer algunas referencias a la importancia de este texto en
relación a la subversión ética que producen la obra de Freud y posteriormente la de
Lacan. Y en tercer lugar empezar con algunas puntuaciones referidas a la ética de
Kant. Si podemos, entonces la próxima comenzaríamos ya puntualmente la
selección e interpretación de los distintos párrafos del texto.
Otro aspecto que es necesario mencionar es cómo se ubica la relación entre Kant
con Sade de un modo muy original en este texto porque Lacan se diferencia
claramente de la forma particular en que pensó toda la tradición -tanto desde la
perspectiva filosófica como psiquiátrica, inclusive desde la perspectiva de los
interpretadores más inteligentes de la obra del Marqués de Sade. Lacan se aparta
absolutamente de todas esas formulaciones. Veamos como empieza el texto: "Que
la obra de Sade se adelanta a Freud aunque sea respecto del catálogo de las
perversiones es una tontería, que se repite en las letras, la culpa de la cual, como
siempre, corresponde a los especialistas".
Sobre la obra del Marqués de Sade hay múltiples textos, algunos buenos, otros
regulares, otros malos como sucede con cualquier cosa. Hay un texto muy útil de
Françoise Laugaa-Traut, que se llama Lectures de Sade, de la Editorial Colin. No es
un texto tan fundamental en términos del contenido interpretativo sino por el
ordenamiento, porque es una especie de antología donde trabaja las distintas
interpretaciones que se han dado del Marqués de Sade; ese es el valor que tiene este
libro; no tanto por las argumentaciones sino porque se tomó el trabajo de estudiar a
todos los que estudiaron la obra de Lacan y mencionarlos. Es una especie de
antología, hay fragmentos de los distintos autores que trabajaron la obra del
Marqués de Sade, algunos que no son tan fáciles de encontrar y que incluso
menciona Lacan, como por ejemplo textos contemporáneos del Marqués de Sade,
de la época del Marqués de Sade, de psiquiatras, de filósofos y de escritores de la
época. Por ejemplo Jules Janin es un autor que publicó poco después de la muerte
del Marqués de Sade. La interpretación más común que incluso puede encontrarse
todavía en la actualidad es considerar a Sade como un escritor libertino,
pornográfico, secundario, etc. o un autor que tenía una patología tal que lo llevaba
entonces a escribir tales cosas. Los psiquiatras de la época, el mismo Royer Collard
por ejemplo, consideraban que no tenía que ser internado, como sucedió en la
última época en el hospicio de Charenton, sino que debía estar directamente preso.
Ahí es donde también el discurso psiquiátrico llevaba a considerar que no era en
realidad un enfermo sino un delincuente. Después empezó a existir una
revalorización del pensamiento de Sade. Una revalorización que comienza -este
autor menciona algunos de esos escritores- en la época del surrealismo. Se
pueden mencionar cuatro porque son interesantes. Primero Guillaume
Apollinaire, que tiene un libro sobre el Marqués de Sade. Después cita al conjunto
de autores del surrealismo, Breton en particular -el padre del surrealismo-, y otros,
como por ejemplo Luis Aragón, René Char, Dalí mismo citó algunas cosas en su
período surrealista, etc. Maurice Heine tiene también un libro clásico y Gilbert Lely
que escribió una de las biografías clásicas del Marqués de Sade. Todos estos tienen
algo en común. ¿Qué tienen en común? Que valorizan al Marqués de Sade, lo
consideran alguien que ha podido desplegar libremente sus ideas -recuerden
las ideas del automatismo de Breton-, revalorizan esta posibilidad de expresar
lo más libremente posible ciertas fantasías. Aparece como un precursor del
surrealismo, para decirlo de algún modo. Dentro de estos autores, Apollinaire
considera que el Marqués de Sade se adelanta a las clasificaciones psiquiátricas de
fin de siglo que efectúan un catálogo de las perversiones. Lacan en realidad dice que
esto último es una tontería.
Las primeras biografías importantes todavía son obras de consulta muy interesantes
-como la de Gilbert Lely y la de Heine son las dos obras clásicas para estudiar la
biografía del Marqués de Sade-. Pero considerar que la obra de Sade se adelanta a
Freud es aparentemente en principio algo mejor que decir que el Marqués de Sade
debía estar preso o bien era necesario matarlo. Pero en realidad, desde el punto de
vista de la argumentación teórica es una tontería. Ahí es donde encontramos el
punto interesante y es justamente que la argumentación de Lacan apunta a
considerar que el problema del Marqués de Sade es exactamente otro. El Marqués
de Sade no es simplemente alguien que se adelanta a la obra de un gran creador
como Freud y que ya enunció el catálogo de las perversiones y que ya pudo decir lo
que después dijeron otros en la psiquiatría y Freud luego, sino que está diciendo que
el tocador sadiano - recuerden la famosa obra La filosofía en el tocador - tiene el
mismo valor que la Academia, el Liceo o la Stoa. O, para decirlo de otro modo, que
el tocador sadiano como lugar de reflexión del Marqués de Sade, tiene el mismo
valor que esos lugares que han quedado marcados para siempre en la historia de la
filosofía occidental como lugares esenciales de renovación y de creación del
pensamiento. Desde esta perspectiva aparece esta frase de Lacan, la segunda del
texto: "en cambio consideramos que el tocador sadiano se iguala a aquellos lugares
de los que las escuelas de la filosofía antigua tomaron sus nombres: Academia,
Liceo, Stoa". El tocador sadiano tiene el mismo valor que el Liceo, la Academia o la
Stoa. La Stoa era - Stoa quiere decir pórtico - el lugar donde reflexionaban los que
se denominaron por eso "estoicos". Entonces en principio Lacan plantea que la
reflexión del Marqués de Sade tiene el mismo valor que la reflexión de Aristóteles,
Platón o los estoicos en general. Esto es mucho más fuerte que decir que se adelanta
a Freud, lo cual ya está calificado como una tontería. Pero Lacan da un paso más, el
paso que da es que en realidad el Marqués de Sade rectifica la posición de la ética.
Aquí como allá, en estos tres lugares: Academia, Liceo, Stoa y en el tocador sadiano
se prepara la ciencia rectificando la posición de la ética. En esta época, Lacan no
hace una oposición entre la ciencia y la ética. En un texto posterior, reafirmando
esta misma idea, Lacan va a decir: "el pensar no procede más que por la vía ética".
El párrafo siguiente avanza un poco más y dice: "en esto sí se opera el
despejamiento que debe caminar cien años en las profundidades del gusto para que
la vía de Freud sea practicable. Cuenten otros sesenta años más para que se diga
todo esto" (evidentemente se estaba refiriendo a sí mismo). La cuestión en este
párrafo es tratar de ver que si la obra del Marqués de Sade no tiene valor porque se
adelanta a Freud sino porque rectifica la posición de la ética y tiene el mismo valor
el tocador sadiano que la Academia, el Liceo o la Stoa, el paso inmediatamente
posterior es ver en qué sentido la posición del Marqués de Sade rectifica la posición
de la ética. Todavía -hemos leído dos párrafos- Lacan no mencionó a Kant.
Kant va a aparecer mencionado dos párrafos después, para mostrar que el punto
clave, y acá esta la máxima originalidad de Lacan -nunca se había dicho
absolutamente nada parecido a esta formulación -, es esta articulación de Kant con
Sade.
Avanza en el párrafo siguiente y dice: "si Freud pudo enunciar su principio del
placer sin tener siquiera que señalar lo que lo distingue de su función en la ética
tradicional; sin correr ya el riesgo de que fuese entendido, haciendo eco al prejuicio
introvertido de dos milenios para recordar la atracción que preordena a la criatura
para su bien con la psicología que se inscribe en diversos ritos de benevolencia, no
podemos por menos de rendir por ello homenaje a la subida insinuante a través del
siglo XIX del tema de la felicidad en el mal".
Freud está planteado, por parte de Lacan, como alguien que enuncia su principio del
placer que no es el sentido tradicional de la ubicación del placer y la felicidad en la
ética aristotélica. Entonces, esta subida insinuante a través del siglo XIX del tema
de la felicidad en el mal -que va a aparecer comentado unos párrafos más adelante
nuevamente-, es algo que prefigura pero de otro modo la obra de Freud. Prefigura
no en el sentido de haber hecho un catálogo de las perversiones, como si el Marqués
de Sade hubiera hecho un catálogo de las perversiones; sino en el sentido en que
plantea una reformulación de la ética. Para decirlo de otro modo: se podría decir que
en toda la historia occidental Kant y Sade o Kant con Sade, posibilitan el despliegue
posterior de la obra freudiana en tanto ahí se produce el primer giro fuerte en toda la
historia del pensamiento occidental respecto de la ética de Aristóteles. El planteo
esencial está dado por el modo en que se establece la reformulación de la ética
clásica, la ética aristotélica.
Acá están los grandes principios que inclusive todavía producen sus efectos en la
actualidad pero empiezan a existir en relación a ellos algunas crisis fuertes a lo largo
de la historia hasta que la máxima crisis se consuma con Kant y Sade.
Esta última expresión, dicha así tal cual, es de Hegel; pero la idea de algún modo
está lanzada primero por Descartes. Por una razón muy sencilla: el método
cartesiano consiste en la duda hipertrofiada, el pleonasmo de la duda, la exageración
de la duda, consiste en última instancia en llegar a un punto último en el cual se
adquiere una certeza que no es la certeza de un contenido determinado, es la certeza
de la duda - yo puedo dudar de todo, puedo dudar de mis pensamientos, de mi
historia, de mi vida, de mis sentimientos, etc. etc., pero de lo que no puedo dudar es
del hecho de que estoy dudando -. Entonces se adquiere una única certeza que es la
certeza de la duda, y por eso Lacan dice que ese es el sujeto de la certeza.
Esto le permite desprenderse de la certeza que viene de Dios. Pero necesita igual
inventar un dios no engañador, un dios de los filósofos, el dios de este filósofo -
Descartes en particular-, que le permite decir que ahí en ese punto no lo puede
engañar porque sino caería en el mismo punto en el cual ya habían llegado los
escépticos griegos. Sexto Empírico y Pirrón de Elis ya habían dicho que se puede
dudar de todo y entonces ya más de ahí no se puede avanzar.
Lacan afirma que en La filosofía del tocador, que es un texto de 1796, se le aporta
algo al clásico texto de Kant Crítica de la razón práctica, que es de 1788. Por eso
dice: La filosofía en el tocador viene ocho años después de la Crítica de la razón
práctica. "La crítica de la razón práctica es de 1788, La filosofía en el tocador es de
1796. Si después de haber visto que concuerda con ella, demostramos que la
completa, diremos que da la verdad de la crítica". Entonces dice: el texto clave del
Marqués de Sade concuerda con el texto básico de la reformulación ética de Kant.
Concuerdan. Pero el dice algo más: el texto de Sade completa la Crítica de la razón
práctica y agrega, como una especificación, que da la verdad de la crítica.
Concuerda, completa y da la verdad.
¿Qué quiere decir: concuerda, completa (es una especificación aún mayor), da la
verdad? Creo que indica que La filosofía en el tocador del Marqués de Sade, aporta
algo así como la llave y la clave que permite abrir aquello sobre lo que la Crítica de
la razón práctica se cierra. Una vez que el Marqués de Sade, con este texto, abre
gracias a esa llave sadiana la caja fuerte de los postulados que Kant formula,
entonces nosotros podemos encontrar algo así como la joya, el diamante oculto en
esa caja fuerte, en ese cofre. La frase siguiente de Lacan, en relación a los
postulados en que acaba la Crítica de la razón práctica, dice: "la coartada de la
inmortalidad adonde rechaza progreso, santidad y aun amor. Todo lo que podría
provenir de satisfactorio de la ley, la garantía que necesita de una voluntad para
quien el sujeto al que se refiere la ley fuese inteligible, perdiendo incluso el chato
apoyo de la función de utilidad en que Kant los confinaba, devuelven la obra a su
diamante de subversión". Estas últimas palabras: "diamante de subversión" me
permite entender que lo que está formulando Lacan es que efectivamente la llave
del tocador sadiano le permite abrir algo en relación a lo que Kant cerraba en sus
postulados de la Crítica de la razón práctica. La cuestión es pensar por qué estos
postulados de la razón práctica van a permitir establecer la clave del fantasma
sadiano -no sádico sino sadiano- y, por otro lado, determinar una ética, es decir, una
reformulación de la ley que, a su vez, posibilitará que se piense de otro modo la
ética freudiana, es decir, la ética del psicoanálisis en general.
Por eso es importante, para entender esta última frase, ir a los postulados que
aparecen en la ética de Kant. Aparecen algunos términos que son importantes en
Kant: inmortalidad, progreso, santidad, amor, satisfacción de la ley, y luego
voluntad del sujeto y la función de utilidad.
Vuelvo a lo que decía recién: con la llave del tocador sadiano se pone al desnudo la
subversión que se encontraba de un modo u otro reprimida por una cierta necesidad
ideológica de cerrar el discurso sobre las máximas que se escribían en el campo
moral del tiempo de Kant.
Veamos un poco como se ubica la ética de Kant a partir de lo que dice Lacan en este
párrafo.
Sólo efectuaré algunas consideraciones generales para no aburrirlos mucho con las
formulaciones de Kant. Una de las cuestiones importantes de la ética de Kant parte
de la división que realiza entre sensibilidad y razón. Para Kant, el objeto del deseo y
todo lo que gira en torno a la felicidad no pueden constituirse como un imperativo
moral. La única posibilidad de que el objeto del deseo y la felicidad lleven a una
formulación ética es a partir de ciertas máximas pero éstas no llevan, no dan como
resultado lo que le interesa a Kant, que es la universalidad, porque esas máximas
son subjetivas. Para decirlo de algún modo: si seguimos la ética de Aristóteles,
según la cual lo principal es lograr la felicidad, el bienestar, donde el bien se
confunde con el bienestar o el bien es idéntico al bienestar, entonces no podemos
constituir una universalidad porque lo que es objeto de bienestar para uno puede no
serlo para otros. Más aún cuando se sigue la lógica de la felicidad en el mal, cuando
no sólo el problema es que lo que es objeto de bienestar para uno puede no serlo
para otro sino que también se puede estar bien en el mal o mal en el bien. Esto es lo
que más adelante va a aparecer en esta frase que Lacan menciona de Kant: "man
fühlt sich wohl im Guten" (se puede estar bien en el bien, o se siente uno bien en el
bien). Evidentemente esta es la formulación de Kant. Pero de todas maneras la
subversión ética de Kant, preparada por la argumentación de Descartes, es la
separación especial entre el bien y el bienestar. Se podría resumir toda la
subversión ética de Kant en esa separación entre el bien y el bienestar.
La ética kantiana es una ética sacrificial pues se desarrolla sacrificando todos los
objetos que Kant llamaba, de un modo muy interesante para nosotros, "objetos
patológicos", es decir los objetos del bienestar. Sacrificando todos los objetos del
bienestar uno está entonces solo frente a la ley, no a los contenidos de una ley sino a
la forma de una ley. Una acción se define como una acción ética no porque se
cumple un mandato que se puede formular en términos de un contenido de la ley
(por ejemplo: salvar a alguien que se está ahogando porque uno lo quiere, o porque
a uno le van a dar un premio, o porque es un familiar, un amigo o lo que fuere), sino
que se trata de salvarlo porque hay que salvarlo; o la inversa: no salvarlo porque no
hay que salvarlo. Según lo que diga la forma de la ley, no importa el contenido de la
ley, sino simplemente cumplir con lo que la ley ordena. Con lo cual vemos que la
pretensión de Kant de borrar todos los objetos, en tanto objetos de bienestar, lo
dejan sometido, mal que le pese a Kant, a un único objeto, mucho más terrible, que
es la voz del super yo. Cuando se sacrifican todos los objetos de bienestar en esta
ética derivada del pietismo, una concepción protestante, la concepción protestante
de Kant, se lo deja al sujeto solo y enfrentado a la voz del super yo. No es
casualidad que Freud identificar el super yo con este término kantiano, imperativo
categórico.
Creo que prácticamente esta ética preanuncia la ética del discurso capitalista, es
decir cada uno solo con la ley. En realidad en el discurso capitalista es cada uno
solo con su plus de gozar. Acá es cada uno solo con la ley, con la forma de la ley;
como si no hiciera lazo social este modo de pensar la ética.
Entonces cada uno encontraría prêt-â-porté, listos para su uso, los objetos de goce
en el mercado. Por eso Lacan dice: se trata de la proletarización de los sujetos que
quedan convertidos así en individuos -en Televisión es una de las pocas veces que
Lacan utiliza el término individuo-. Dice: se transforma en individuo, es decir,
sometido a esta estructura en la cual cada uno queda en esta colectivización, en esta
uniformización de las condiciones de goce, solo con su plus de gozar. Es esta
paradoja de la doble cara de la colectivización y del individualismo. La
colectivización y la uniformización en relación al mercado genera este
individualismo. Lacan dice: todos proletarios, es decir, es la proletarización del
sujeto cuando se convierte en individuo sometido al mercado, pero es claro que,
como algunos pueden consumir más que otros, entonces no son todos iguales.
Efectivamente hay diferencia, pero en donde no hay diferencia es en la
proletarización. Es decir, la opción ahora parecería no ser pensar la estructura social
sólo en términos de explotadores y explotados, sino en términos de las diferencias
de la uniformización en tanto proletarización de todos los sujetos.
Unas últimas palabras sobre algunas diferencias que me parecen interesantes para ir
pensando algunos puntos del Marqués de Sade en particular.
La idea de Lacan es que el Marqués de Sade mantiene una ética libertina que es la
otra cara de la ética de Kant y que tiene raigambre iluminista o racionalista. El tema
principal del Marqués de Sade se juega en términos de la libertad sin límites de la
razón humana. En este sentido la argumentación de Lacan es muy distinta a las de
los interpretadores del Marqués de Sade que lo consideraban simplemente como un
libertino en el sentido de un irracionalista, si quieren con todos los términos
agregados despectivos como perverso, criminal, loco o lo que quieran. Ya hablamos
hace un rato de las diferencias que podría haber en el discurso psiquiátrico o en el
discurso de otros autores de la época del Marqués de Sade.
Unas de las cuestiones que voy a tratar de desarrollar también es como se pueden
pensar -eso lo anuncié un poco en el texto que presenté en el correo-, las diferencias
entre el Marqués de Sade y Sacher-Masoch. Es decir, la diferencia que puede haber
en realidad entre un autor que se ubicaría dentro del racionalismo, del iluminismo
como el Marqués de Sade y un romántico, como es Sacher-Masoch. Ahí hay un
paso que también tiene que ver con lo que dice Lacan, en relación a los cien años en
las profundidades del gusto. Un paso que es eso: nada más que un paso, pero
suficiente como para distinguir todo lo que significaría el drama libertino planteado
por el Marqués de Sade de una trama romántica como la que despliega Sacher-
Masoch.
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Mariana Trocca:- Te quería preguntar algo en lo que me quedé pensando: vos dijiste
en un momento que la ética kantiana es sacrificial, no?; y que sacrificaba los objetos
patológicos, del bienestar. ¿Eso qué quiere decir?
Participante: -¿Pero Kant no agrega además a esta cuestión que ningún hombre
puede ser usado como medio por otro, además de proponer de ejemplo su sistema
en concepto de libertad.
Si, esa relación que efectúa H. Arendt es forzar un aspecto de la ética de Kant. Un
aspecto que está en la ética de Kant. Ahora bien, no se puede reducir todo a eso y
descalificar la obra de Kant por eso ni mucho menos. Pero eso es un poco lo que
pasa con muchos autores: de Hegel se desprende la derecha y la izquierda, eso ya lo
sabemos, según lo que se acentúe y lo que se siga pensando a partir de una línea u
otra. Me parece que lo que ella quiere plantear es que si acentuamos una
determinada línea y no otras, y le agregamos otras y las transformamos un poquito,
se va para ese lado. Me parece que la idea es esa.
Osvaldo Couso:- ¿Rolando, como relacionarías esa idea del imperativo categórico
kantiano con ese aforismo que dice que la ley es el deseo del padre?
Me parece que la fórmula del imperativo categórico anuncia que se trata del
cumplimiento ciego a una orden. Entonces, cuando quedan vaciados todos los
objetos patológicos, u objetos de bienestar, entonces se produce solamente la
relación con una ley que ordena el cumplimiento ciego. Es la misma idea si uno
plantea la función del padre en su vertiente superyoica, que es uno de los modos de
entender esa frase. Ahí estamos siempre con el problema en relación al término ley,
porque ya sabemos que la ley tiene ese doble matiz: la ley reguladora y la ley
superyoica. Me parece que esa frase apunta más a la ley superyoica. Me parece que
es a donde apunta, no sé como lo pensás vos, pero creo que apunta a la ley
superyoica que en ultima instancia es el único sentido de la ley en Kant, ese es el
asunto. La variante que después plantea Lacan al respecto es que esa no es la única
función de la ley y que en todo caso esa es la función superyoica y que la ética no se
basa en la función superyoica. Por eso comentaba que en ese período entre el '59 y
el '66, donde Lacan retoma algunas preguntas de Freud, intenta cambiar también sus
respuestas y ya no sólo lee las respuestas, sino que intenta cambiar también las
respuestas y dice: no, yo no estoy de acuerdo con el superyo como heredero del
complejo de Edipo y que la ética se sostenga en la idea del complejo de Edipo. La
ética no es la ética del superyo.
Hay una frase, a la que yo creo que llegaré la próxima porque está muy cerca de la
frase que leí antes, que tiene una retórica que sorprende -a veces Lacan tiene esa
retórica -, pero siempre conviene preguntarse por qué le da esa vuelta, por qué esa
retórica un tanto extraña, complicada a veces, no siempre oscura pero si
complicada. Habla de la ley kantiana y en última instancia también sadiana, que es
su otra cara, habla de la universalidad de la ley.(Kant diferencia las máximas de la
ley: la máxima es subjetiva por lo tanto no es universal. Lacan va a enunciar él - el
Marqués de Sade nunca la enunció-, la máxima sadiana. Pero acá está hablando de
la ley kantiana que es universal, no puede ser de otro modo). El modo en que Lacan
comenta esta universalidad de la ley kantiana es este: "para que esa máxima haga la
ley es preciso y suficiente que ante la prueba de tal razón pueda retenerse como
universal por derecho lógico". Y acá viene el párrafo: "Lo cual, recordémoslo, de
ese derecho no quiere decir que se imponga a todos, sino que valga para todos los
casos; o mejor dicho, que no valga en ningún caso sino vale en todo caso". No
quiere decir que se impone a todo, la universalidad no es que se impone a todo, sino
que vale en todos los casos. Pero dice: "o mejor dicho", no vale en ningún caso si no
vale en todo caso. Pero ahí produce un giro retórico extraño que es el "ningún caso".
El "ningún caso" tiene que ver con la excepción.
Se trata de leer a Kant con Peirce. Ya no es Kant con Peirce en el sentido de Kant
con Sade, sino Kant criticado a través de Peirce. Porque esto es contemporáneo -son
unos pocos meses de diferencia-, del trabajo que hace Lacan en el Seminario de la
identificación. Me parece que esta frase hay que leerla a través del cuadrángulo de
Pierce donde introduce por primera vez la idea de la excepción -que es a su vez una
crítica al universal aristotélico y kantiano-.
José Zuberman: - Por el peso que tiene la confusión en torno a la ley en Freud es
que aparece la confusión de ley con superyo, que se extiende en los post-freudianos.
En la psicología norteamericana ley y super yo están del mismo lado. A mi me
parece que en la primera época Lacan empieza a despegarse del lugar donde Kant le
pega a Freud, del imperativo categórico, del super yo; que en el símbolo separa
ideal de yo del super yo; es un intento de decir: para la ley es lo simbólico y el super
yo es donde no hay ley.
Osvaldo Couso: -Está bien, pero sin embargo hay un punto en el cual la ley tiene
algo, algo que no tiene que ver con los bienes ni con el bien. Tiene algo del
imperativo categórico, no en el sentido superyoico del término, pero si en el sentido
que no admite lectura alguna de que sea [...] Tiene un punto donde es así.
Osvaldo Couso: -No, no, no, el imperativo categórico para mi depende de la orden,
tiene que ver con: hay que cumplirla. No porque ello te vaya a premiar.
Participante: -Primero elegís entre el bien y el mal. Pero con el bien es universal,
una vez que vos elegiste el bien, ahí te ubicaste en torno al imperativo categórico.
Pero la cuestión del bien y el mal, si yo entiendo bien, está presente en el principio,
y a partir de ahí impera. Cada acto tuyo determina todos tus actos y el futuro de la
humanidad.
Participante: -Pero, ¿quién determina el bien y el mal? Porque se nos hace como el
huevo y la gallina. ¿De dónde surgió la primera diferencia del bien y el mal?
José Zuberman: -No, pero si él es cristiano, vos tenés que elegir entre el bien y el
mal y partir de ahí, a partir de tu elección se te establece el imperativo categórico.
Lo cual es distinto que la ley de la estructura. La ley del bien y el mal es diferente
que la ley de la estructura. Por eso el imperativo categórico está bien, es del super
yo, no es de la ley, no es de la prohibición del incesto. Esto funciona; la castración
funciona inexorablemente, siempre hay algo que cae; pero el imperativo categórico
es una obligación que vos te imponés de coherencia de tus actos a partir de una
elección trascendente que hacés, y que se relaciona a la elección que te plantea Dios
mismo, entre el bien y el mal. Porque ahí hay [......] ¿Cómo se llama eso de la
libertad de cada hombre?
El libre albedrío.
José Zuberman: -A partir del libre albedrío se constituye entonces una elección y
ahí el imperativo categórico.
¿Qué decías.
Osvaldo Couso: -Yo me pregunto así: ¿por qué motivo hay que obedecer a Dios?
Si, si, eso si, pero me parece que el punto de discusión era otro. El punto de clivaje.
Una cosa es que en el origen -no sé si sobre eso también hay discusión-, pero una
cosa es que en el origen del super yo se requiere la existencia misma de la ley en
tanto el super yo se origina ahí en la falla misma de la ley y el super yo es
correlativo a la castración, Pero, otra cosa es plantear -me parece que ese es el punto
de polémica -, si hay una separación tajante más allá que se requiera en su
constitución, o la separación no es tan tajante; me parece que esa es la discusión.
Entre la ley y el super yo. Si la ley no tiene también alguna dimensión superyoica,
eso es lo que decía Osvaldo.
Osvaldo Couso: -Claro, porque me tomaba de lo que vos decías. Vos decías que
Kant establece una diferenciación entre bien y bienestar. Establece un clivaje.
Entonces, yo debo tender al bien porque así está ordenado, no porque vaya a ser mi
bienestar. Esto es el imperativo categórico. Dios dice: vos tenés que hacer esto. [...].
Soy el que soy [....]
José Zuberman: -Te digo como me parece, que por ahí surge alguna cosa que lo
supere. Digamos, por qué hay que obedecer a Dios: hay razones, obviamente hay
razones. Pero también existe la posibilidad de desobedecer a Dios. Entonces
justamente en la ley de la religión es donde se mezcla legalidad con super yo. En los
diez mandamientos es donde está recontramezclado algo que es del orden de la ley
del incesto con algo que es del orden del capricho de Jehová. Ahí está recontra
mezclado. En el super yo freudiano también está recontramezclado. Me parece que
Lacan abre la posibilidad de decir: donde hay super ya no hay ley. Porque de hecho
esto se discute filosóficamente también en la misma discusión clínica. Cuando se
dice que la psicosis y la perversión tienen el ello a cielo abierto y que no hay super
yo, Freud dice lo contrario: Schreber tiene un super yo sádico, el super yo más
terrible es el de los catatónicos. Todo super yo y nada de ley, ¿cierto? Entonces me
parece que la cuestión de la mezcla de super yo con lo que nosotros llamamos Ley
con mayúscula, está en los diez mandamientos, en el super yo freudiano, en todo el
post-freudismo, y que en Lacan es todo un intento de despegar super yo de ley. Así
me parece. Ahora, lo que vos decís: ley como deseo del padre, diría cuando se hace
de lo simbólico todo, es así; pero cuando se hace de lo simbólico todo la estructura
es superyoica. Cuando el Edipo es todo, no hay otra manera de arreglárselas que
superyoicamente. Ahora, cuando además de lo simbólico del Edipo, están lo real y
lo imaginario, ya la mano es otra.
Osvaldo Couso: -No, no, pero dice deseo no goce del padre.
José Zuberman: - La ley es el deseo del padre porque justamente es todo simbólico.
La ley es el deseo del padre está bien. Pero justamente ley en lo simbólico, deseo de
lo simbólico, entonces me parece que la ley es el deseo del padre puede ser.
José Zuberman: -No, no, pero justamente el problema es que el deseo son
significantes.
José Zuberman:- Bueno, también. Pero ley, simbólico, deseo, Edipo es equiparado a
estructura, y el objeto a causa el deseo, que es real, que determina, que se anuda y
todo eso, estoy de acuerdo. No estoy diciendo que la ley , en especial lo simbólico,
es el todo. Digo que cuando se equipara simbólico a todo, el derivado es
necesariamente superyoico. Pero que en un momento de Lacan es así.
Participante:- Pero es que también podríamos decir que [.....] el deseo es simbólico y
en todo caso, en ese último caso lo agujerea, agujerea lo simbólico.
José Zuberman: -Pero cuando el deseo es todo es superyoico. Cuando algo lo agujerea ya
estamos en otra cosa.