Lírica Romantica

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 13

1.

La Lírica Romántica

El Romanticismo es un arte de sentimiento, arrebatado y fogoso, lleno de fuerza


y libertad. Los artistas reivindican la libre creación sin someterse a normas. La
pasión se expresa con violencia, se busca el movimiento desenfrenado. Frente
a la razón predominante en el Neoclasicismo, el Romanticismo se opone ahora
el sentimiento.

La poesía romántica formó parte del movimiento romántico dentro de la literatura


europea durante los siglos XVIII y XIX. Esta poesía aboga por un regreso del
hombre a la naturaleza. Cansados de la lucha por la razón y la búsqueda de la
verdad, los románticos decidieron desechar la razón y abrazar a la belleza.
Expresó la subjetividad, el amor y la angustia de nuestra existencia, además
rechazó todas las normas y cambió formas clásicas, como el soneto y la égloga,
por otras estructuras menos estrictas.

La poesía romántica se desarrolla en dos direcciones: la primera es la poesía


narrativa y la otra, la lírica. La primera trata de poemas que sientan sus bases en
la épica medieval, el romancero y las leyendas de transmisión oral. La segunda
trata del expresionismo y la concepción del amor como una fuente de dolor y
desengaño.

La lírica romántica se utiliza para transmitir un sentimiento intenso, el resultado de


una reflexión profunda o la manifestación de cualquier tipo de experiencia del autor
como el “yo” protagonista de su propia obra. La oposición a las normas, un rasgo
principal de los románticos, se extendió a la producción literaria. No respetaban los
límites de géneros y mezclaban lo trágico con lo cómico y el verso con la prosa. En
la lírica se presenta la polimetría y la musicalidad. En cuanto al lenguaje, los poetas
románticos muestran una clara preferencia por los sustantivos procedentes de los
campos semánticos del sentimiento, dolor, la insatisfacción, la muerte, entre otros.
2. Temas en la lírica romántica

• La reivindicación de la libertad
• El amor
• La subjetividad
• La exaltación del individuo (yo)
• El ansia de realización personal
• La ruptura con la sociedad burguesa (manifiesta en las normas, el dinero y las
clases sociales)
• El desprecio por la norma
• La generosidad

De esta manera, el contenido de la lírica romántica deja de ser una simple narración
o descripción de un paisaje y pasa a convertirse en la descripción detallada de las
emociones del autor. Por este motivo, casi siempre las obras que se incluyen dentro
de este tipo de literatura son desmedidas, misteriosas y apasionadas. En España,
los principales representantes de esta corriente fueron: Rosalía De Castro, José De
Espronceda, Mariano José de Larra y Gustavo Adolfo Bécquer.

En Latinoamérica destacaron escritores como los argentinos Esteban Echeverría y


José Mármol; los colombianos Rafael Pombo y José Asunción Silva; el peruano
Carlos Augusto Salaverry; el uruguayo Juan Zorrilla de San Martín; y en Chile
destacaron Eusebio Lillo y Eduardo de la Barra.

En Venezuela tuvimos poetas como José Antonio Maitín y Abigaíl Lozano, quienes
no tenían grandes conocimientos de versificación castellana y tomaron como
modelos a los poetas españoles (Campoamor o Zorrilla). Sin embargo, en opinión
de los críticos, Juan Antonio Pérez Bonalde es el poeta más interesante y
representativo de este movimiento.
3. La Poesía de Juan Antonio Pérez Bonalde

Pérez Bonalde nació en Venezuela el 30 de enero de 1846, cuando en


Latinoamérica aún se vivía la etapa post independentista. Una de las primeras
influencias en el escritor fue la vivencia en un país hostil marcado por la Guerra
Federal, razón que obligó a su familia a establecerse en Puerto Rico. Allí, el poeta
se desempeñó como profesor hasta que la situación en Venezuela les permitió
regresar en 1864.

Una serie de eventos llenaron de amargura la vida del escritor: la muerte de su


padre, Juan Antonio; su exilio a Nueva York, en 1870, motivado por su militancia en
la causa liberal, opositora al gobierno de Antonio Guzmán Blanco; la muerte de
Gregoria Pereyra, su madre; un matrimonio tormentoso con Amanda Schonmaker,
del que nació su hija Flor; y luego, la muerte de Flor a muy corta edad.

Juan Antonio Pérez Bonalde es considerado por la crítica como el máximo


exponente de la poesía lírica venezolana, correspondiente al Romanticismo, y uno
de los precursores del movimiento posterior conocido como el Modernismo. En
consecuencia, fue un poeta de transición entre los corrientes. Se dedicó con pasión
a las letras y adquirió un profundo dominio de varios idiomas. Visitó Europa, Asia,
el Medio Oriente y Latinoamérica.

Pertenece a la llamada segunda generación del Romanticismo en Venezuela y es


considerado precursor del Modernismo por haber traducido obras de Heinrich Heine
(alemán) y Edgar Allan Poe (norteamericano). Fue uno de los primeros escritores
en incorporar manifestaciones parnasianas y naturalistas a la poesía
latinoamericana.

La obra poética original de Pérez Bonalde está representada por dos poemarios:
Estrofas (1877) y Ritmos (1880). Sus traducciones de mayor importancia son El
Cancionero (1885) de Heine, y El cuervo (1887) de Allan Poe. En sus libros
originales, Estrofas y Ritmos, reúne poemas escritos en diversos lugares. En ambas
obras, se percibe la huella de un poeta intimista, sincero, que no imita a los maestros
del romanticismo europeo, sino que extrae los temas de su propia experiencia y
vivencia. Vuelta a la Patria, El Poema del Niágara y Flor son sin duda sus obras
más conocidas.

4. “Vuelta a la Patria”

Es un poema de cierta extensión que está estructurado en dos partes, muy bien
definidas por los motivos que la inspiran. La primera parte es el poema del amor a
la patria. El poema comienza cuando el poeta viene de regreso, luego de su exilio,
y el barco se acerca a las riberas de la tierra natal. Poco a poco los elementos del
paisaje se van haciendo presentes y traen a la memoria los recuerdos más felices
de su infancia.

(Fragmento)
¡Tierra! grita en la prora el navegante
y confusa y distante,
una línea indecisa
entre brumas y ondas se divisa;
Poco a poco del seno
destacándose va del horizonte,
sobre el éter sereno
la cumbre azul de un monte;
y así como el bajel se va acercando,
va extendiéndose el cerro
y unas formas extrañas va tomando;
formas que he visto cuando
soñaba con la dicha en mi destierro.
Ya la vista columbra
las riberas bordadas de palmeras,
y una brisa cargada con la esencia
de violetas silvestres y azahares,
en mi memoria alumbra
el recuerdo feliz de mi inocencia,

La segunda parte tiene como motivo fundamental el dolor que el poeta siente por la
pérdida de su madre, quien murió en la ausencia de éste. Esta parte del poema
tiene las características de una Elegía. A través de sus versos, Pérez Bonalde nos
va presentando los diferentes estados de ánimo que van invadiendo su mente
mientras se desahoga ante la tumba de su madre.

II
(Fragmento)
Madre, aquí estoy; de mi destierro vengo
a darte con el alma el mudo abrazo
que no te pude dar en tu agonía;
a desahogar en tu glacial regazo
la pena aguda que en el pecho tengo
y a darte cuenta de la ausencia mía.
Madre, aquí estoy; en alas del destino
me alejé de tu lado una mañana
en pos de la fortuna
que para ti soñé desde la cuna;
mas, ¡oh suerte inhumana!
Hoy vuelvo, fatigado peregrino,
y sólo traigo que ofrecerte pueda
esta flor amarilla del camino
y este resto de llanto que me queda.
Bien recuerdo aquel día,
que el tiempo en mi memoria no ha borrado;
era de marzo una mañana fría
y cerraba los cielos el nublado.
Tú en el lecho aún estabas,
triste y enferma y sumergida en duelo,
que con alma de madre contemplabas
el hondo desconsuelo
de verme separar de tu regazo.
Llegó la hora despiadada y fiera,
y con el pecho herido
por dolor hasta entonces no sentido,
fui a darte, madre, mi postrer abrazo
y a recibir tu bendición postrera.
¡Quién entonces pensara
que aquella voz angélica en mi oído
nunca más resonara!
Tú, dulce madre, tú, cuando infelice,
dijiste al estrecharme contra el pecho:
“Tengo un presentimiento que me dice
que no he de verte más bajo este techo”.

5. “Poema del Niágara”

Fue publicado por primera vez en 1880 y forma parte del libro Ritmos. En esta obra
se observa la presencia de rasgos característicos del Romanticismo y algunos del
movimiento modernista. El motivo de inspiración de este poema es el Niágara, río
de América del Norte que separa a Canadá de los Estados Unidos. Los poetas
románticos encontraron en este caudaloso río y en sus magníficas cataratas
razones para crear poesía, por eso hay tres cantos destinados a exaltarlo: el poema
titulado “Niágara” del cubano José María Heredia, publicado en 1824; “En el
Niágara”, poema que escribió el colombiano Rafael Pombo en 1863 y el escrito por
el venezolano Juan Antonio Pérez Bonalde “Poema del Niágara”, con quien el tema
alcanza categoría superior.

El poema de Pérez Bonalde está estructurado en nueve cantos o poemas menores,


a través de los cuales se desarrollan diversos temas; pero todo él guarda una
perfecta unidad lírica cuyo eje ordenador es el misterio que guarda la naturaleza
ante el hombre, el problema del ser.

III
El Torrente
¡Oh espectáculo inmenso! ¡oh sorprendente
panorama de horror y hermosura!
¡oh inenarrable escena peregrina
que a un tiempo el llanto y la sonrisa arranca!
Falta al pecho el aliento; la luz pura
falta a los ojos por exceso de ella,
y la sangre se estanca
y al corazón se agolpa y lo atropella …
¡Oh! ¡Qué sublime horror! El ancho río,
desde escarpada, gigantesca altura,
en toda la extensión de su pujanza,
de súbito se lanza
en el abismo fragoso y frío.
¡Paso!, ¡paso al coloso!
la amedrentada tierra
gime bajo su peso; el poderoso
raudal se precipita,
y tras breve batalla,
cuanto su marcha cierra,
cuanto a sus pies palpita,
colinas, valles, árboles, peñones,
rompe, tala, avasalla,
y triunfador altivo, sus blasones
despliega al orbe que, agitado y mudo
de admiración lo acata;
¡digno blasón de su glorioso escudo:
en campo azul, vorágine de plata!
Ved como tiembla la humillada roca
y el combatido centro del abismo
cuando su seno toca
con el rudo fragor de cataclismo
la desprendida mole del torrente
lago de espuma hirviente,
como vasto incensario,
alza eterno plumaje
de flotante y fúlgidos vapores,
en severo homenaje
a la deidad terrible del santuario:
al dios de los abismos bramadores,
al númen dueño del cerrado arcano
que guardan en su seno oscuro y frío
las simas y los antros, y el océano,
las sombras y el vacío.
¿Do te ocultas deidad atronadora?
¿en qué confín perdido del torrente
tienes tu húmedo lecho,
para volar ansioso y diligente
a tu encuentro feliz? Sí, ya la hora
sonó de interrogarte frente a frente;
Sí, yo tengo el derecho,
Como cantor, como hombre,
De venir a tu lóbrego palacio,
de la verdad en nombre ,
a pedirte el secreto del abismo,
ese enigma profundo
que debe ser el mismo
que, no resuelto aún, lleva en el pecho
el mísero mortal en este mundo:
la rebelión, la duda, la agonía
del corazón en lágrimas deshecho …

6. “Flor”

En 1883 muere su pequeña hija Flor, quien apenas alcanzaba tres años de edad.
Conmovido, el escritor venezolano escribe "Flor", un hermosísimo y trágico poema
que refleja el sincero dolor que le causó tal pérdida. Esta obra es considerada como
la elegía más sentida y lograda de la poesía venezolana.

(Fragmento)
I
Flor se llamaba, flor era ella,
flor de los valles en una palma,
flor de los cielos en una estrella,
flor de mi vida, flor de mi alma.
Era más suave que blanda arena,
era más pura que albor de luna,
y más amante que una paloma,
y más querida que la fortuna.
Eran sus ojos luz de mi idea,
su frente lecho de mis amores,
sus besos eran dulzura hiblea,
y sus abrazos collar de flores.
Era al dormirse tarde serena,
al despertarse rayo del alba,
cuando lloraba limbo de pena,
cuando reía cielo que salva.
La de los héroes ansiada palma,
de los que sufren el bien no visto,
la gloria misma que sueña el alma
de los que esperan en Jesucristo.
Era a mis ojos condena odiosa
si comparada con la alegría,
de ser el vaso de aquella rosa,
de ser el padre de la hija mía.

La muerte de Flor trajo una profunda tristeza en su vida y comenzó un proceso de


autodestrucción que lo llevaría a un final prematuro. Ella también truncó su actividad
creadora, aunque posterior a este suceso realizó algunas traducciones, gracias a sus
competencias como políglota. Pérez Bonalde tradujo con gran maestría obras de
poetas alemanes, portugueses, franceses, anglosajones y clásicos grecolatinos.

7. Elementos Premodernistas en la poesía de Pérez Bonalde

El premodernismo es un período de transición entre 1880 y 1890 en el que comienza


a mostrarse el reemplazo, la superación y la desaparición de los temas gastados
del Romanticismo, producto de lo puramente sensorial y bello. Aunque los poetas
siguen siendo románticos, sienten la necesidad de una renovación inmediata, de un
cambio de actitud poética.
Los autores, influidos o formados, siguiendo las corrientes literarias francesas,
empiezan a darle a la literatura en lengua castellana nuevos temas y nuevas formas.
Un rasgo importante de estos premodernistas es que todos son muy distintos, pero
lo común entre todos ellos parece ser el resentimiento contra las condiciones de
vida social inmediata.

En las obras de esta generación encontraremos las más variadas oposiciones: lo


viejo frente a lo nuevo; lo exótico frente a lo conocido; el campo frente a la ciudad;
los buenos frente a los malos; lo grotesco y lo truculento, frente a lo sublime y lo
bello; lo tradicional, frente a lo moderno; y por supuesto, un gran culto a la belleza,
la armonía, la naturaleza y sus poderes. El culto esteticista que tanto caracterizaría
al Modernismo.

En Venezuela va a ser Juan Antonio Pérez Bonalde la figura representativa de este


momento poético, especialmente en su “Poema del Niágara”, en el cual se
manifiestan algunas características Premodernistas como las que se mencionan a
continuación:

• La evasión modernista: los poetas modernistas constantemente evaden la


realidad y se remontan a países y culturas lejanas, ya sea mediante imágenes
comparativas o referencias concretas a los mismos. En el Poema del Niágara
están presentes las alusiones a Virgilio, a Dante, al monte Sinaí y a Oreb.
• Presencia de elementos cromáticos: el Modernismo introdujo en la poesía
y en la prosa el uso abundante de los colores para conseguir “el efecto plástico
de luminosidad y a la vez de deslumbramiento”. En el Poema del Niágara los
colores también contribuyen a la plasticidad del paisaje: ondas de plata,
blancas naves, cárdenos reflejos, blanco vapor, campo azul, vorágine de plata.
• Ampliación de la realidad sensorial: los modernistas no sólo fueron atraídos
por el mundo de los colores; también ampliaron los demás campos del mundo
sensorial: visual, auditivo, olfativo, gustativo y táctil. Y lo más importante fue
que combinaron imágenes de distintos campos dando origen a las imágenes
sinestésicas. En el Poema del Niágara encontramos profusión de este tipo de
imágenes lo que contribuye a una mayor extensión del mundo poético o
figurado.
• Preocupación por el ritmo y la musicalidad: uno de los grandes logros de
la poesía modernista fue la musicalidad alcanzada tanto en el verso como en
la prosa. Los poetas, mediante la distribución de los acentos y la repetición de
frases y palabras producen un efecto rítmico. En el Poema del Niágara,
cuando se describe el torrente, se persigue con el ritmo dar la sensación de
tenerlo delante y se logra de tal manera que el crítico literario Pedro Pablo
Paredes afirma lo siguiente: “los endecasílabos remedan, en lentitud, en
sonoridad, en potencia la marcha del agua; el heptasílabo, repentino, dando
sensación de caída, corta la respiración; el otro endecasílabo, luego, erizado
de fonemas fricativos nos da la imagen, musical y térmica, de las cataratas”.
• Presencia del elemento simbolista: los modernistas incluyen con frecuencia
en sus poemas elementos de carácter simbólico. No debemos olvidar la
importancia del Pavo Real, el Cisne o la Flor de Lis en la poesía de Rubén
Darío como representación de la belleza y la perfección. En el Poema del
Niágara observamos el elemento simbólico en la manera como el poeta
transforma el monumento natural, la cascada, en un símbolo. Pérez Bonalde
la corporiza.

Fuentes consultadas

Apuntes selectividad. (Sin Fecha). Romanticismo, lírica romántica y sus autores.


Recuperado de: http://www.apuntes-selectividad.com/lengua-y-
literatura/Romanticismo-lirica-romantica-y-sus-autores/
Daniel Ramón. (2013). Lírica romántica y Premodernistas y características.
Recuperado de: http://danielbarbara5tocs.blogspot.com/2013/04/lirica-
romantica-y-premodernista-y.html

El Nacional (2016). Pérez Bonalde: Ese poeta nihilista. Recuperado de:


http://www.el-nacional.com/noticias/historico/perez-bonalde-ese-poeta-
nihilista_57569

La prosa modernista (Sin Fecha) Acerca de la prosa modernista. Recuperado de:


http://www.prosamodernista.com/prosa-premodernista

Minci (2014) Los vaivenes del alma romántica en la obra de Pérez Bonalde.
Recuperado de: http://minci.gob.ve/2014/10/los-vaivenes-del-alma-romantica-
en-la-obra-de-perez-bonalde/

Peña Hurtado, Raúl. (1989). Lengua y Literatura. 2° Año Ciclo Diversificado.


Caracas, Venezuela: Distribuidora Escolar, S. A.

Vásquez, Mireya (2010). Poemas de Juan Antonio Pérez Bonalde. Recuperado de:
http://mireyavasquez.blogspot.com/2010/05/poemas-de-juan-antonio-perez-
bonalde.html

También podría gustarte