Lírica Romantica
Lírica Romantica
Lírica Romantica
La Lírica Romántica
• La reivindicación de la libertad
• El amor
• La subjetividad
• La exaltación del individuo (yo)
• El ansia de realización personal
• La ruptura con la sociedad burguesa (manifiesta en las normas, el dinero y las
clases sociales)
• El desprecio por la norma
• La generosidad
De esta manera, el contenido de la lírica romántica deja de ser una simple narración
o descripción de un paisaje y pasa a convertirse en la descripción detallada de las
emociones del autor. Por este motivo, casi siempre las obras que se incluyen dentro
de este tipo de literatura son desmedidas, misteriosas y apasionadas. En España,
los principales representantes de esta corriente fueron: Rosalía De Castro, José De
Espronceda, Mariano José de Larra y Gustavo Adolfo Bécquer.
En Venezuela tuvimos poetas como José Antonio Maitín y Abigaíl Lozano, quienes
no tenían grandes conocimientos de versificación castellana y tomaron como
modelos a los poetas españoles (Campoamor o Zorrilla). Sin embargo, en opinión
de los críticos, Juan Antonio Pérez Bonalde es el poeta más interesante y
representativo de este movimiento.
3. La Poesía de Juan Antonio Pérez Bonalde
La obra poética original de Pérez Bonalde está representada por dos poemarios:
Estrofas (1877) y Ritmos (1880). Sus traducciones de mayor importancia son El
Cancionero (1885) de Heine, y El cuervo (1887) de Allan Poe. En sus libros
originales, Estrofas y Ritmos, reúne poemas escritos en diversos lugares. En ambas
obras, se percibe la huella de un poeta intimista, sincero, que no imita a los maestros
del romanticismo europeo, sino que extrae los temas de su propia experiencia y
vivencia. Vuelta a la Patria, El Poema del Niágara y Flor son sin duda sus obras
más conocidas.
4. “Vuelta a la Patria”
Es un poema de cierta extensión que está estructurado en dos partes, muy bien
definidas por los motivos que la inspiran. La primera parte es el poema del amor a
la patria. El poema comienza cuando el poeta viene de regreso, luego de su exilio,
y el barco se acerca a las riberas de la tierra natal. Poco a poco los elementos del
paisaje se van haciendo presentes y traen a la memoria los recuerdos más felices
de su infancia.
(Fragmento)
¡Tierra! grita en la prora el navegante
y confusa y distante,
una línea indecisa
entre brumas y ondas se divisa;
Poco a poco del seno
destacándose va del horizonte,
sobre el éter sereno
la cumbre azul de un monte;
y así como el bajel se va acercando,
va extendiéndose el cerro
y unas formas extrañas va tomando;
formas que he visto cuando
soñaba con la dicha en mi destierro.
Ya la vista columbra
las riberas bordadas de palmeras,
y una brisa cargada con la esencia
de violetas silvestres y azahares,
en mi memoria alumbra
el recuerdo feliz de mi inocencia,
La segunda parte tiene como motivo fundamental el dolor que el poeta siente por la
pérdida de su madre, quien murió en la ausencia de éste. Esta parte del poema
tiene las características de una Elegía. A través de sus versos, Pérez Bonalde nos
va presentando los diferentes estados de ánimo que van invadiendo su mente
mientras se desahoga ante la tumba de su madre.
II
(Fragmento)
Madre, aquí estoy; de mi destierro vengo
a darte con el alma el mudo abrazo
que no te pude dar en tu agonía;
a desahogar en tu glacial regazo
la pena aguda que en el pecho tengo
y a darte cuenta de la ausencia mía.
Madre, aquí estoy; en alas del destino
me alejé de tu lado una mañana
en pos de la fortuna
que para ti soñé desde la cuna;
mas, ¡oh suerte inhumana!
Hoy vuelvo, fatigado peregrino,
y sólo traigo que ofrecerte pueda
esta flor amarilla del camino
y este resto de llanto que me queda.
Bien recuerdo aquel día,
que el tiempo en mi memoria no ha borrado;
era de marzo una mañana fría
y cerraba los cielos el nublado.
Tú en el lecho aún estabas,
triste y enferma y sumergida en duelo,
que con alma de madre contemplabas
el hondo desconsuelo
de verme separar de tu regazo.
Llegó la hora despiadada y fiera,
y con el pecho herido
por dolor hasta entonces no sentido,
fui a darte, madre, mi postrer abrazo
y a recibir tu bendición postrera.
¡Quién entonces pensara
que aquella voz angélica en mi oído
nunca más resonara!
Tú, dulce madre, tú, cuando infelice,
dijiste al estrecharme contra el pecho:
“Tengo un presentimiento que me dice
que no he de verte más bajo este techo”.
Fue publicado por primera vez en 1880 y forma parte del libro Ritmos. En esta obra
se observa la presencia de rasgos característicos del Romanticismo y algunos del
movimiento modernista. El motivo de inspiración de este poema es el Niágara, río
de América del Norte que separa a Canadá de los Estados Unidos. Los poetas
románticos encontraron en este caudaloso río y en sus magníficas cataratas
razones para crear poesía, por eso hay tres cantos destinados a exaltarlo: el poema
titulado “Niágara” del cubano José María Heredia, publicado en 1824; “En el
Niágara”, poema que escribió el colombiano Rafael Pombo en 1863 y el escrito por
el venezolano Juan Antonio Pérez Bonalde “Poema del Niágara”, con quien el tema
alcanza categoría superior.
III
El Torrente
¡Oh espectáculo inmenso! ¡oh sorprendente
panorama de horror y hermosura!
¡oh inenarrable escena peregrina
que a un tiempo el llanto y la sonrisa arranca!
Falta al pecho el aliento; la luz pura
falta a los ojos por exceso de ella,
y la sangre se estanca
y al corazón se agolpa y lo atropella …
¡Oh! ¡Qué sublime horror! El ancho río,
desde escarpada, gigantesca altura,
en toda la extensión de su pujanza,
de súbito se lanza
en el abismo fragoso y frío.
¡Paso!, ¡paso al coloso!
la amedrentada tierra
gime bajo su peso; el poderoso
raudal se precipita,
y tras breve batalla,
cuanto su marcha cierra,
cuanto a sus pies palpita,
colinas, valles, árboles, peñones,
rompe, tala, avasalla,
y triunfador altivo, sus blasones
despliega al orbe que, agitado y mudo
de admiración lo acata;
¡digno blasón de su glorioso escudo:
en campo azul, vorágine de plata!
Ved como tiembla la humillada roca
y el combatido centro del abismo
cuando su seno toca
con el rudo fragor de cataclismo
la desprendida mole del torrente
lago de espuma hirviente,
como vasto incensario,
alza eterno plumaje
de flotante y fúlgidos vapores,
en severo homenaje
a la deidad terrible del santuario:
al dios de los abismos bramadores,
al númen dueño del cerrado arcano
que guardan en su seno oscuro y frío
las simas y los antros, y el océano,
las sombras y el vacío.
¿Do te ocultas deidad atronadora?
¿en qué confín perdido del torrente
tienes tu húmedo lecho,
para volar ansioso y diligente
a tu encuentro feliz? Sí, ya la hora
sonó de interrogarte frente a frente;
Sí, yo tengo el derecho,
Como cantor, como hombre,
De venir a tu lóbrego palacio,
de la verdad en nombre ,
a pedirte el secreto del abismo,
ese enigma profundo
que debe ser el mismo
que, no resuelto aún, lleva en el pecho
el mísero mortal en este mundo:
la rebelión, la duda, la agonía
del corazón en lágrimas deshecho …
6. “Flor”
En 1883 muere su pequeña hija Flor, quien apenas alcanzaba tres años de edad.
Conmovido, el escritor venezolano escribe "Flor", un hermosísimo y trágico poema
que refleja el sincero dolor que le causó tal pérdida. Esta obra es considerada como
la elegía más sentida y lograda de la poesía venezolana.
(Fragmento)
I
Flor se llamaba, flor era ella,
flor de los valles en una palma,
flor de los cielos en una estrella,
flor de mi vida, flor de mi alma.
Era más suave que blanda arena,
era más pura que albor de luna,
y más amante que una paloma,
y más querida que la fortuna.
Eran sus ojos luz de mi idea,
su frente lecho de mis amores,
sus besos eran dulzura hiblea,
y sus abrazos collar de flores.
Era al dormirse tarde serena,
al despertarse rayo del alba,
cuando lloraba limbo de pena,
cuando reía cielo que salva.
La de los héroes ansiada palma,
de los que sufren el bien no visto,
la gloria misma que sueña el alma
de los que esperan en Jesucristo.
Era a mis ojos condena odiosa
si comparada con la alegría,
de ser el vaso de aquella rosa,
de ser el padre de la hija mía.
Fuentes consultadas
Minci (2014) Los vaivenes del alma romántica en la obra de Pérez Bonalde.
Recuperado de: http://minci.gob.ve/2014/10/los-vaivenes-del-alma-romantica-
en-la-obra-de-perez-bonalde/
Vásquez, Mireya (2010). Poemas de Juan Antonio Pérez Bonalde. Recuperado de:
http://mireyavasquez.blogspot.com/2010/05/poemas-de-juan-antonio-perez-
bonalde.html