Clacso Nuevos Actores y Cambio Social en America Latina
Clacso Nuevos Actores y Cambio Social en America Latina
Clacso Nuevos Actores y Cambio Social en America Latina
Esteban Torres
José Maurício Domingues
[Eds.]
NUEVOS ACTORES Y
CAMBIO SOCIAL
EN AMÉRICA LATINA
Nuevos actores y cambio social en América Latina / Enrique de la Garza
Toledo... [et al.]; editado por Esteban Torres; José Mauricio Domingues - 1a
ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: CLACSO, 2022.
Libro digital, PDF - (Grupos de trabajo de CLACSO)
Los trabajos que integran este libro fueron sometidos a una evaluación por pares.
NUEVOS ACTORES Y
CAMBIO SOCIAL
EN AMÉRICA LATINA
Esteban Torres
José Maurício Domingues
(Eds.)
Área de investigación
Natalia Gianatelli - Coordinadora de Investigación
Cecilia Gofman, Marta Paredes, Rodolfo Gómez, Sofía Torres, Teresa Arteaga y Ulises Rubinschik -
Equipo de Gestión Académica
Los libros de CLACSO pueden descargarse libremente en formato digital o adquirirse en versión
impresa desde cualquier lugar del mundo ingresando a www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana
1ª edición: Nuevos actores y cambio social en América Latina (Buenos Aires: CLACSO, junio de 2022).
ISBN 978-987-813-194-8
CC BY-NC-ND 4.0
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Aldo Mascareño
Netdoms digitales. Un nuevo actor en América Latina | 95
Héctor Ríos-Jara
El Estado neoliberal en la pandemia. Intervencionismo
y distopía en Chile 2020 | 137
Jacinta Gorriti
Las GAFAM como actores económicos mundiales:
límites, desafíos y posibilidades para América Latina | 161
Fernando Peirone
Los iguales. Aproximación teórica a la emergencia
de un nuevo sujeto histórico | 185
Mariana Fry
Los movimientos sociales y sus desafíos.
Producción de sentidos, límites y posibilidades | 209
Esteban Torres
La clase dependiente del delito: de los márgenes
al epicentro de la sociedad mundial | 229
Viviane Brachet-Márquez
Los procesos sociales: propuesta por una epistemología híbrida | 281
Kathya Araujo
Condición histórica y renovación de la noción de autoridad | 305
Santiago Roggerone
¿Qué es esto? Neoliberalismo, fascismo y estrategias
de subjetivación política | 375
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Esteban Torres y José Maurício Domingues
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Introducción
1 Ver http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20200423102224/Hacia-la-renova-
cion.pdf [Nota de los editores].
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PARTE 1
APROXIMACIÓN
PANORÁMICA
LOS ACTORES Y EL CAMBIO SOCIAL
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3 Al parecer el lema se formaliza por primera vez en 1790, en un discurso que ofre-
ció Robespierre sobre la organización de las milicias nacionales.
4 En el marco del proceso revolucionario, el reclamo de igualdad de la burguesía
francesa se limitaba a una noción de igualdad ante la ley, con la pretensión de cir-
cunscribir la consigna a la liquidación de los privilegios legales estamentales. Los
grupos más radicalizados, en cambio, insistían en la conquista de una igualdad so-
cial que permitiera disminuir las enormes diferencias económicas generadas por di-
chos privilegios estamentales y por la progresión de la economía capitalista.
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6 Las obras de autores como Gabriel Tarde y George Simmel, ambos contempo-
ráneos a los sociólogos clásicos, quedaron encapsuladas en un pasado egocéntrico,
en un mundo de leyes individuales ligado al momento de transición crítica de Kant
a Comte. Si Kant prestó un servicio inconmensurable a la humanidad al pretender
emancipar a los individuos de la tutela de los dioses, el liberalismo monadológico
de Tarde (1983) y el individualismo formalista del primer Simmel (filósofo) fueron
empréstitos reactivos, centrados en el cuestionamiento del nuevo compromiso de la
sociología clásica con una identidad colectiva. El Simmel tardío luego corrige leve-
mente sus posiciones atomísticas y sus totalizaciones psicosociales en el momento en
que se consuma su paso titubeante a la sociología (Simmel, 1917).
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Lane, 2017 y Mendes-Quezado Fernández, 2018. Para el caso de Durkheim, ver Her-
zog, 2018 y Schoenfeld y Meštrović, 1989.
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10 Tal como vengo indicando, hay que tener en cuenta que la sociología latinoame-
ricana integra en un mismo proyecto intelectual tanto a Marx como a Weber. Hay
primacía de la apropiación de Weber en el proyecto de la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL, ONU), y luego hay preponderancia de la apropia-
ción de Marx en las teorías heterodoxas de la dependencia. Pero no sucedió lo mismo
con Lenin y Parsons. Salvo excepciones, quien incluye a uno de estos últimos excluye
al otro. Las teorías marxistas de la dependencia excluyen tanto a Weber como a Par-
sons, por carecer ambos de un horizonte poscapitalista.
11 La dictadura en Chile, comandada desde 1973 por Augusto Pinochet, es la única
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14 Entre otras cosas, Touraine dirá, discutiendo con el marxismo, que “el planeta no
se haya más dominado por una burguesía que controla el Estado sino por el ascenso
de los Estados industrializadores y autoritarios, comunistas o nacionalistas” (1984,
p. 25). Esos “Estados todopoderosos” de Touraine, que nunca lo fueron en América
Latina a lo largo de su historia, desde hace tiempo no existen más en los países cen-
trales de Europa. Fueron producto de las transformaciones de la llamada “edad de
oro del capitalismo” (Hobsbawm, 1995), que es el período corto que transcurre desde
el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta mediados-fines de la década del setenta.
Lo que sí hubo en América Latina, efectivamente, fueron Estados autoritarios, pero
tal autoritarismo se expresa a partir de una forma estatal periférica, preferentemente
militar, activada a partir de una disposición vasalla. Me refiero a regímenes infra-es-
tructurales, cuya base de poder principal reside en otros Estados céntricos y por lo
tanto cuentan con muy poco poder propio (Torres, 2020a, 2020b). Son formas estata-
les que se legitiman hacia arriba antes que en relación a sus propias sociedades terri-
toriales. Tal sostenimiento simbólico desde arriba explica también la inclinación a la
represión desmedida de los Estados periféricos autoritarios. A partir del giro neolibe-
ral, que se inicia en 1973 con la caída de Allende y se expande en la sociedad mundial
a partir de los triunfos de Thatcher en Inglaterra y de Reagan en Estados Unidos, se
invierte una vez más esa relación de poder entre los actores de la economía de mer-
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cado y los Estados nacionales, a favor de los primeros. El sociólogo francés recono-
cerá que el hecho social que legitimaba a la sociología clásica es la existencia de una
escasa autonomía del Estado respecto a las élites económicas: “La sociología clásica
estudiaba sociedades capitalistas donde el Estado tenía muy poca autonomía” (Tou-
raine, 1984, p. 30). Y esto es, exactamente, lo que está volviendo a pasar en Europa
desde los prolegómenos de la llamada “crisis del capitalismo democrático” (Streeck,
2014). De esta manera, desde hace tiempo se pulverizó la base sociomaterial que, en
los términos de Touraine, haría posible su programa de renovación sociológica. Si-
guiendo su argumento, el mismo hecho histórico que emplea el autor para descartar
la sociología clásica sería el que hoy habilitaría su recuperación. Si actualizamos el
diagnóstico de defunción de Touraine, podríamos afirmar que, en la actualidad, más
que nunca, resulta válida la recuperación de coordenadas clásicas. Es precisamente
a partir de la precipitación de la oleada neoliberal que comienza a revertirse la ecua-
ción estructural que tiene su punto de máxima realización a mediados del siglo XX.
En cualquier caso, el argumento de Touraine respecto al macropoder de los Estados
muestra su determinismo ideológico y su falta de consistencia analítica desde el mo-
mento que lo suplanta por otro bien distinto para así poder sostener de un modo
inalterado el postulado del fin de la sociedad.
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que incluye las igualdades, las justicias sociales y las libertades. Si bien
la enorme mayoría de los seres humanos suele caer en la tentación
de considerarse hipersingulares y únicos en relación a los demás, se
trata de una ficción insostenible. Mal que nos pese, es bastante sen-
cillo demostrar que somos mucho menos únicos e irrepetibles que lo
que a priori suponemos y eventualmente deseamos. Y no solo porque
somos parte de una misma especie biológica sino porque existe lo que
llamamos comportamiento social o conducta colectiva. Siempre habrá
brillos individuales en las situaciones observadas, pero eso a la sociolo-
gía latinoamericana le tendría que importar poco. Solo debería aceptar
detenerse en la unidad individual si los impulsos que esta produce pue-
de traer consecuencias para el destino de las mayorías sociales. En ese
sentido comparte la preocupación que subyace a la idea de carisma de
Weber o a las agudas disquisiciones psicologistas sobre el zar Nicolás
II que ofreció Trotsky en su Historia de la revolución rusa (1932).
El presente libro, que lleva por título Nuevos actores y cambio so-
cial en América Latina, es un producto colectivo que pretende transitar
el sendero de la recreación latinoamericana que venimos insinuando.
Antes que una iniciativa incipiente, este producto editorial es la manifes-
tación de un continuum productivo que explica la existencia de nuestro
grupo de trabajo en CLACSO. En este libro ofrecemos diferentes apro-
ximaciones a los nuevos actores y a los procesos sociales emergentes en
América Latina, con la esperanza de aportar nuevos insumos para la
construcción teórica de una ciencia social unificada, autónoma y uni-
versalista, al servicio de la acción colectiva. Se trata de un proyecto co-
lectivo que, por la envergadura de sus interrogantes y de su compromiso
intelectual, pretende dejar atrás de una vez por todas el escepticismo
científico y político que persiste en la región. En cualquier caso, somos
conscientes que la búsqueda de reinstalar en el centro de la teoría social
y de las ciencias sociales la preocupación por el futuro latinoamericano,
y por lo tanto la voluntad de desarrollar unas ciencias sociales para el
porvenir regional, no está desprovista de profundas resistencias. A partir
de imaginar un universo minúsculo, Foucault (1976) propuso una ley
del poder que luego se expandió por el planeta occidental: “donde hay
poder, hay resistencias”. Por mi parte, apelando a la restitución de un
horizonte latinoamericano, propongo la siguiente reformulación: “don-
de hay cambio social, hay resistencias”. Esta premisa podría ser una ley
del cambio social o su ley primera. Tal como analicé arriba, las resisten-
cias provienen centralmente del orden intelectual instituido, mientras
que las presiones positivas se activan en múltiples puntos a partir de las
grandes transformaciones materiales de la región y del conjunto de la
sociedad mundial. Incluso, quienes decidan leer el presente libro, po-
drán corroborar cómo los propios actores que se construyen analítica-
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PARTE 2
LOS NUEVOS
ACTORES SOCIALES
¿ANTIGUOS O NUEVOS SUJETOS?
EL SINDICALISMO DE MOVIMIENTO
SOCIAL EN MÉXICO
INTRODUCCIÓN
Desde los años setenta del siglo XX se abrió el debate acerca de los
Nuevos Movimientos Sociales, entendidos como sujetos colectivos sin
relación con el concepto de clase social, ni definidos por su situación
en determinadas estructuras. Este debate tendía, ciertamente, a darle
el adiós al proletariado, en el sentido clásico (Gorz, 1982). Es decir,
a los movimientos de los vendedores de fuerza de trabajo al capital,
que trabajan en espacios cerrados, con segmentación del espacio y de
tiempo de trabajo con respectos de otros espacios y tiempos de vida.
Es decir, específicamente, le estaba diciendo adiós al proletariado in-
dustrial como sujeto obrero privilegiado por el marxismo clásico. No
obstante, este relevo del obrero de fábrica por los nuevos movimientos
sociales en dicha década no era tan evidente. Por el contrario, se vivió
la última gran oleada del movimiento obrero, en sentido restringido,
tanto en los países desarrollados (Pizzorno, 1991; Daugaureilh, 2010;
Hyman, 1996) como en muchos subdesarrollados, y fue particular-
mente notable en América Latina (Cornfield y Randy, 2002).
Esta ofensiva ideológica en contra de las potencialidades del
movimiento obrero de fábrica tenía detrás trayectorias objetivas de
la composición de la fuerza de trabajo en el mundo: desde los años
cincuenta, el predominio de los trabajadores de los servicios, aunque
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resultado, sus intereses van más allá del lugar de trabajo e incluyen de la
esfera de la reproducción. (P. 38)
De manera similar pensaba Von Holdt (2002, 2003) que, para interve-
nir en el debate, realizó un estudio del Sindicato Nacional de Traba-
jadores Metalúrgicos de Sudáfrica (NUMSA, por sus siglas en inglés)
integrado al COSATU. El NUMSA aglutinaba a trabajadores negros
que sufrían la doble explotación de clase y raza bajo el apartheid. El
autor africano describió a dicho sindicato como uno que encabezó
fuertes revueltas que no solamente buscaban mejores condiciones de
trabajo en la fábrica (en la que el apartheid era riguroso y ayudaba a la
acumulación de capital gracias a la mayor explotación de los negros)
sino que propugnaban por la caída del conjunto del régimen social.
Entonces, la definición que elaboró del SMU, en contacto con el sindi-
calismo desplegado por NUMSA, fue la siguiente:
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2 Es posible pensar a cierto sindicalismo que floreció entre 1969 y 1976 en los
centros fabriles de Argentina, en donde organismos obreros tendieron a disputar
radicalmente el control de la gerencia en los lugares de trabajo, como un ejemplo de
esta forma de aumentar las críticas a la totalidad capitalista (Casco Peebles, 2016).
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La democracia en México no existe, puesto que hay en las calles de las ciu-
dades y en las comunidades gente que muere de enfermedades comunes
(gripe, diarrea, etc.) mientras que pocos viven en la opulencia. La demo-
cracia fue traicionada desde hace mucho tiempo por los gobiernos serviles
pro-yanquis que representan únicamente los intereses de la burguesía. No
es posible concebir que la democracia se base solamente en unas elec-
ciones que cada tres y seis años nos dan la oportunidad de elegir a los
imbéciles que nos van a mal gobernar. Ante este panorama desolador los
padres de familia y el pueblo en general debemos cobrar conciencia. (21
de mayo de 2015)
En el marco del boicot a la farsa electoral se han tomado los once distritos
electorales [del Estado de Oaxaca], se han tomado gasolineras, las instala-
ciones de Pemex, se ha bloqueado el aeropuerto [de la Ciudad de Oaxaca],
se han bloqueado las oficinas del Sistema de Administración Tributaria de
la Secretaría de Hacienda. (…) Para contrarrestar la propaganda avasalla-
dora del Estado en contra del movimiento magisterial, se decidió realizar
visitas de propaganda a todas las radiodifusoras comerciales del Estado.
(…) Está tomada la refinería ubicada en Salina Cruz y se ha quemado pa-
pelería electoral. (…) Está tomada la hidroeléctrica de Temazcal, la caseta
de Xochixtlahuaca y Coixtlahuaca; (…) están bloqueadas las tres entradas
principales de la ciudad de Huajuapam de León y tiendas trasnacionales.
(…) y se tomó las instalaciones de [la empresa] Autobuses del Oriente
(ADO). (5 de junio de 2015)
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CONCLUSIONES
Aunque hay clara evidencia empírica del debilitamiento de la movi-
lización del movimiento obrero entre fines del siglo XX e inicios del
XXI, uno de los sectores que escapó a esa tendencia fue el de los tra-
bajadores de la educación, primariamente de aquellos organizados
sindicalmente. Ellos estuvieron entre los sectores más movilizados
en las últimas décadas. Por ejemplo, en el estudio estadístico de Sil-
ver (2005), desplegado a escala mundial, estos se convirtieron en el
principal grupo de trabajadores movilizados. Otros estudios, también
estadísticos, confirmaron esa tendencia para el continente latinoame-
ricano. Es decir, mientras que la mayoría de los sindicatos vieron redu-
cida, de diversas maneras, su presencia social, se puede afirmar que,
en términos generales, a los sindicatos docentes no les pasó lo mismo.
El caso de la CNTE, en este sentido, es ejemplar. La vida de lucha de la
CNTE en los últimos cuarenta años —que apenas esbozamos algunos
rasgos— es un caso con una relevancia que difícilmente sea exagerada
y que se suma a otros casos relevantes en distintas partes del mundo:
Corea del Sur, Australia, Chicago (Estados Unidos), Brasil, Colombia,
Bolivia y Argentina. Los casos identificados en estas localizaciones
evidencian la relevancia actual del sindicalismo docente. Insistimos
en que dicha importancia no puede ser reducida a una mera rémora
del pasado, sino que expresan parte del presente y, potencialmente,
del futuro. Es decir, este sindicalismo de movimiento social en Oaxaca
implica la definición de un tipo de sujeto, que no es el obrero de fábri-
ca, pero que es nuevo, en tanto ha sabido articular la democracia de
base, el movimientismo, con los vínculos con las comunidades, sobre
todo indígenas, en una lucha anticapitalista. Este sujeto, en el caso
que lo ilustra, ha tenido su centro en el magisterio, pero forman parte
del mismo toda la configuración de movimientos sociales aglutinados
en torno a las luchas indicadas. De la misma forma, el sujeto sindical
de movimiento social oaxaqueño no es igual a un simple movimiento
social, en tanto se realiza ligado a determinadas estructuras, tanto del
sindicato y de las leyes laborales, como sociales, étnicas y económicas.
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NETDOMS DIGITALES. UN NUEVO ACTOR
EN AMÉRICA LATINA
Aldo Mascareño
INTRODUCCIÓN
La pregunta por la emergencia de nuevos actores es tan antigua como
la sociología. Desde que Max Weber (1992) nos brindó el extraordina-
rio ejemplo de los ciclistas que chocan sin advertirse (o que tratan de
evitarse, riñen o conversan) para distinguir entre contacto y acción
social con sentido, los radares sociológicos para encontrar y, en oca-
siones, construir actores sociales se han agudizado.
En el caso latinoamericano, la fiebre del actor vino de la mano de
los escritos de Alain Touraine desde la década del sesenta (Touraine y
Germani, 1965; Touraine, 1987). La pregunta por las transformacio-
nes del movimiento obrero, por los sindicatos, por los nacientes mo-
vimientos indígenas en un mundo que empezaba a decolonializarse,
llenaron la agenda de la acción colectiva latinoamericana. Eventos
críticos relacionados con la contaminación urbana, los riesgos de la
energía nuclear y la alta tecnología en Europa repercutieron en Amé-
rica Latina en forma de una ecología política, especialmente apta para
acoger a varios descolgados del fin de los “socialismos reales”. Desde
la década mencionada, la juventud ilustrada (generalmente universi-
taria) parecía estar siempre en la agenda de los nuevos movimientos
sociales. Mientras una generación protestaba contra las dictaduras
latinoamericanas y luego de su triunfo “maduraba” y se privatizaba
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Weber escribe esto en las primeras décadas del siglo XX (el original
póstumo de Economía y sociedad es de 1922). Gabriel Tarde había pu-
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Sostengo que la relación entre esas dos personas [quienquiera que ellas
sean] es el elemento único y necesario de la vida social, y que este consiste
siempre, originariamente, en una imitación de uno por el otro (…) la ca-
racterística constante de cualquier hecho social es ser imitativo. Y esa ca-
racterística es exclusivamente propia de los hechos sociales. (2013, 57-58)
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Sean lo que sean, existirían pues los verdaderos agentes, esos pequeños se-
res de los que decimos son infinitesimales, existirían las verdades acciones,
esas pequeñas variaciones de las que decimos son infinitesimales. (…) De
lo que precede parece aún resultar que esos agentes son autónomos, que
esas variaciones tropiezan y se ponen trabas tanto como se prestan ayuda.
Si todo parte de lo infinitesimal, es que un elemento, un único elemento,
tiene la iniciativa de un cambio cualquiera, movimiento, evolución vital,
transformación mental o social. (P. 32)
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ANÁLISIS: EL RENDIMIENTO DE
LOS NETDOMS DIGITALES LATINOAMERICANOS
Si bien plataformas como Zoom, Meet, Teams, Slack, Skype, entre
otras, existían con anterioridad a la pandemia, su incorporación
masiva como miembros de la red de operación social aconteció en
2020. Ante el isomorfismo de las condiciones de lockdown global —
distanciamiento físico de personas, restricciones a la movilidad y a
los encuentros públicos, cuarentenas, cierre de fronteras (Basaure et
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CONCLUSIONES
Durante todo el siglo XXI, pero especialmente desde el año 2020 en
adelante, la interacción digital se ha vuelto un estándar global y ha
alcanzado también altos niveles en América Latina. Los netdoms di-
gitales —como los he denominado— se han transformado en la cons-
telación sociotécnica que ha sostenido el funcionamiento sistémico
en América Latina. Son, en este sentido, un equivalente funcional del
actor clásico, del proletariado, de la élite, de los movimientos sociales,
en tanto figuras organizadoras de la dinámica sociopolítica en distin-
tos momentos de la historia latinoamericana.
Los netdoms digitales no son actores en sentido tradicional. Se
trata más bien de articulaciones de red significativas y materiales que
conectan personas, sistemas sociales y sistemas técnicos. Latour po-
dría denominarles actantes, aunque la denominación netdom de Ha-
rrison White parece más apropiada y elegante. La tradición teórica en
la que se inscriben no es la de la teoría clásica de la acción iniciada
por Weber, sino la de la teoría de redes y sistemas, iniciada con Tarde
a fines del siglo XXI, y continuada en el siglo XX por White, Parsons,
Luhmann y Latour, una tradición no antropocéntrica, no humanista y
ontológicamente relacional.
Los rendimientos del netdom digital han sido variados en el caso
latinoamericano. Por un lado, han sostenido y suplementado la ope-
ración de distintos sistemas funcionales, redes y organizaciones, pero,
por otro han reproducido desigualdades de base mediante diferencias
en conectividad, como en el caso de la educación especialmente. Han
logrado mantener la comunicación política al punto que importantes
procesos electorales en países como Uruguay, Bolivia y Chile han sido
organizados e informados en alta medida a través de netdoms digitales
políticos, y han mostrado asimismo una alta participación ciudadana.
En el caso del teletrabajo y de la gig economy en América Latina, son
más utilizados por trabajos intensivos en la producción y uso del co-
nocimiento. En tales situaciones, los netdoms digitales han sostenido
las operaciones sistémicas en un alto porcentaje, aunque la demanda
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POLÍTICO, ESTADO Y ACTORES 1
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EL ESTADO NEOLIBERAL EN
LA PANDEMIA. INTERVENCIONISMO Y
DISTOPÍA EN CHILE 2020
Héctor Ríos-Jara
INTRODUCCIÓN
La pandemia constituye una experiencia de crisis global que ha
abierto un intenso debate respecto a las continuidades y disconti-
nuidades del neoliberalismo. Si bien a partir de la ola de gobiernos
progresistas en Latinoamérica (2000-2010) y de la crisis del 2008 ya
se había abierto el debate sobre el fin y la superación del neolibera-
lismo, la pandemia ha representado un shock existencial de carácter
global que expande el campo de cuestionamientos y de posibilida-
des de cambio social. Varios autores han planteado tempranamente
que la pandemia representaría el fin del neoliberalismo y la oportu-
nidad para transformar la sociedad (Žižek, 2020). Sin embargo, no
existe claridad al respecto, como tampoco que utopías y distopías se
proyectan tras la crisis (Borón, 2020; Lapavitsas, 2020; Saad-Filho,
2020). El destino de la sociedad y la salida del neoliberalismo perma-
necen como un interrogante.
De particular interés en este debate es el giro intervencionista
del Estado en las economías nacionales, y el cambio en la agenda de
los estados mínimos durante la pandemia. La mayoría de los países
ha adoptado políticas heterodoxas o keynesianas para sostener las
economías nacionales durante la crisis (Šumonja, 2020). La mayoría
de las medidas se han concentrado en aumentar el gasto público du-
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NEOLIBERALISMO EN LA PANDEMIA
Durante la pandemia las tendencias distintivas del neoliberalismo han
tendido a agudizarse a nivel global, pero han tenido un impacto más
profundo en Latinoamérica. Desde el punto de vista del crecimiento
económico, las economías a nivel global contrajeron su PIB alrededor
de un 4,4% (FMI, 2020). Latinoamérica sufrió una caída del 9,1% del
PIB, la más grande registrada en la región desde el siglo XX. El FMI
estima que el crecimiento se recuperará a nivel global el 2021, con
proyecciones que rondan el 5,5% en 2021 y el 4,2% en 2022 (FMI,
2020, 2021). Sin embargo, Latinoamérica lo haría hacia fines de 2022
(CEPAL, 2021). Esto implicaría que la región sería una de las más
afectadas y de más lenta recuperación a nivel mundial.
La pandemia también ha tenido un impacto profundo en los in-
gresos de la población, en el desempleo y en la desigualdad (CEPAL,
2020, 2021). La tasa de ocupación se redujo alrededor del 10%, con
una pérdida estimada de 47 millones de empleos. La mayoría de ellos
concentrados en el grupo de trabajadores asalariados del sector priva-
do. La encuesta a empresas realizada por la CEPAL y la OIT (2020) se-
ñala que en Chile cerca del 70% de las empresas encuestadas sufrieron
una baja en sus ingresos, producto de la baja de sus ventas, y cerca del
20% cerraron o se encontraban en proceso de cierre. De estas empre-
sas solo el 35% pudo traspasar sus actividades a teletrabajo y el 20%
despidieron personal durante la pandemia.
Desde el punto de vista de la deuda, gran parte de los paquetes de
salvataje en la región han sido financiados mediante aumentos de la
deuda pública. En 2020, se estimó que los déficits públicos subieron
en promedio un 9% del PIB y, según proyecciones, la deuda pública se
aproximaría al 100% del PIB global (FMI, 2020). La región latinoame-
ricana ha concentrado un 63% del total de préstamos emitidos por el
FMI en 2020 (66.500 millones de dólares). El uso de estos préstamos
también ha derivado en la entrega de sistemas de créditos a empresas
y ciudadanos, con lo cual es esperable que los montos de deuda públi-
ca y privada se disparen y agudicen la crisis de la deuda en la región.
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Tabla 1
Ayudas gubernamentales durante la pandemia. Chile 2020
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Gráfico 1
Gasto adicional de gobiernos en ingresos no retornables. Países OCDE
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Tabla 2
Sistema de ayuda económica a familias y empresas. Chile 2020
Fuente: Elaboración propia, según triangulación de datos de Ministerio de Hacienda (2021), Banco Central (2020a; 2020b),
Superintendencia de pensiones (2021).
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LAS GAFAM COMO ACTORES
ECONÓMICOS MUNDIALES
Jacinta Gorriti
INTRODUCCIÓN
Teletrabajo, clases virtuales, videollamadas, posteos, mails, comercio
online, etc.: el encierro mediado por tecnologías digitales en el que
gran parte del mundo se encuentra a raíz de la pandemia de Covid-19
ha acelerado un proceso de expansión que lleva décadas. La extensión
del capitalismo de plataformas, como denomina Nick Srnicek (2018)
al nuevo modelo de negocios basado en la extracción, procesamiento
y almacenamiento masivo de datos que, surgido a comienzos del si-
glo XXI, llegó para dinamizar un contexto económico largamente es-
tancado. Las grandes firmas tecnológicas estadounidenses —Google,1
Apple, Facebook, Amazon y Microsoft (o las GAFAM)— han sido ac-
tores clave en las transformaciones mundiales del capitalismo en las
últimas décadas. El modelo de plataformas digitales que estas popu-
larizaron ha permeado el funcionamiento de numerosas instituciones
y prácticas sociales llevando a Estados en todo el mundo a ajustar
sus estructuras legales, democráticas y fiscales (Van Dijck, 2016; Van
Dijck et al., 2018). Ahora bien, como sostiene Shoshana Zuboff (2019),
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6 Que duplicó sus ingresos en 2020, obteniendo una ganancia de 89,3 millones de
dólares, dado el aumento en el comercio electrónico por las restricciones durante las
fases más estrictas de cuarentena (Lafuente, 2020).
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Las GAFAM como actores económicos mundiales
7 Una tendencia que se replica en todo el mundo, empezando por las economías
avanzadas. En Estados Unidos, por ejemplo, se calcula que Amazon ha recibido más
de 3 billones de dólares en subsidios estatales durante las dos últimas décadas (Good
Jobs First, s/f).
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8 Como se desprende de los datos otorgados por las propias compañías: Google
Cloud (s/f), Amazon Web Services (s/f), Microsoft Azure (s/f).
9 Un dato relevante es que el director de Google Ideas (y Jigsaw), Jared Cohen,
trabajó hasta 2010 (cuando ingresó en Google) en el Departamento de Estado norte-
americano. Bajo el liderazgo de Cohen, Google Ideas tuvo un rol activo en los asuntos
de la política exterior de Estados Unidos, coordinando con la administración esta-
dounidense proyectos relacionados con la expansión de Internet en todo el mundo.
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10 Raúl Katz señala que en América Latina “el despliegue de cables submarinos se
encuentra orientado principalmente a apoyar el tráfico hacia y desde Estados Uni-
dos, postergando otras regiones como Europa o Asia” (2015, p. 272).
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Las GAFAM como actores económicos mundiales
CONSIDERACIONES FINALES
La pandemia de Covid-19 terminó de poner de manifiesto algo que,
décadas atrás, la construcción de sistemas financieros de extraterri-
torialidad y la expansión global de las tecnologías digitales ya habían
demostrado: que las ciencias sociales necesitan marcos de observa-
ción mundiales de los fenómenos sociales. Es decir, que se vuelve im-
prescindible adoptar una perspectiva que inscriba los actores de re-
ferencia de nuestras investigaciones en movimientos sociohistóricos
que exceden los campos nacionales y regionales. Esto no significa que
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Jacinta Gorriti
178
Las GAFAM como actores económicos mundiales
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LOS IGUALES. APROXIMACIÓN TEÓRICA
A LA EMERGENCIA DE UN NUEVO SUJETO
HISTÓRICO
Fernando Peirone
INTRODUCCIÓN
Este trabajo forma parte de un estudio de largo aliento sobre la cons-
trucción social de Internet. El abordaje es realizado desde una pers-
pectiva de análisis socio-técnico (Bijker y Pinch, 1987; Thomas y Buch,
2013), que permite analizar a Internet como una producción cultural
(Castells, 2003) y tomar distancia de aquellas visiones que la entien-
den como una tecnología o como un protocolo de comunicación. En
este sentido, el trabajo de base aborda los trayectos socio-técnicos y
los grupos sociales relevantes que formaron parte del desarrollo de
la llamada “red de redes” y generaron sus usos y sentidos dominan-
tes. Para el análisis de los trayectos socio-técnicos se tomaron tres
períodos: 1) el exploratorio, que se inicia en 1969, cuando se produ-
jo el primer enlace con transferencia de paquetes de datos entre las
universidades de UCLA y Stanford, ya que fue el momento en que el
dominio de Internet pasó del Departamento de Estado de los Estados
Unidos, su impulsor original, a los centros de investigación universi-
tarios, donde los intereses trascendían su valor estratégico-militar y
se diversificaban dando lugar a lo que más tarde se conocería como la
“red de redes”; 2) el hipertextual, que surge en 1990 con la aparición
de la World Wide Web, dando inicio a la hipertextualidad; y 3) el inte-
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Fernando Peirone
roperativo, que inicia con lo que se conoce como Web 2.0, por el salto
cualitativo que se abre con la interacción, la producción de contenidos
y el intercambio “peer to peer”. Para el análisis de los actores o grupos
sociales relevantes que participaron y participan en la construcción
social de Internet, se abordaron cinco comunidades que, por distintas
razones, tuvieron un rol determinante en lo que hoy nos representa-
mos cuando pensamos en Internet. Las tres primeras son más conoci-
das y gozan de un consenso general. Son: 1) la cultura científica, 2) la
cultura hacker y 3) el movimiento por el software libre. Los otros dos
grupos sociales, aunque consideramos que son igualmente relevantes
y significativos, no son reconocidos ni están visibilizados de la mis-
ma manera. Ellos son, 4) la comunidad de gamers —que integra a los
jugadores de videojuegos, juegos online y juegos interactivos; y 5) los
iguales, sobre cuya composición, rol y dinámica nos concentraremos
a lo largo de este artículo.
Hecha esta primera presentación, es preciso aclarar que el apela-
tivo “los iguales” que usaremos a lo largo de este trabajo, no tiene una
pretensión nominativa ni fundacional, ya que solo busca distinguir y
reconocer un actor fundamental de nuestro tiempo que a esta altura
trasciende largamente su vínculo con Internet y que, llamativamente,
aún no ha sido considerado ni estudiado de acuerdo a su gravitación.
Asimismo, es pertinente decir que el artículo “los” delante de la pa-
labra “iguales” expresa un sesgo de género que atenta contra la re-
presentación universal que porta y queremos darle a este emergente
social —lo mismo ocurre cuando decimos “los muchos”, “los videoga-
mers”, “los dioses”, “los indignados”, “los hijos de Dios”, “los bárba-
ros”, “actor histórico”, etc.—; por lo cual, es importante informar que
cada vez que en este trabajo hagamos uso del condicionante de género
masculino delante de la palabra “iguales”, será reconociendo el equí-
voco y entendiendo que forma parte del sexismo que subyace en las
lenguas como “el eco de un ordenamiento social ancestral de corte
patriarcal” (Kalinowski, 2020a, 2020b; Sarlo y Kalinowski, 2019); re-
conociendo, a su vez, que las ciencias sociales necesitan seguir deba-
tiendo, explorando y escuchando, hasta encontrar formas apropiadas
y consensuadas de un uso más justo e inclusivo del lenguaje.
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Los iguales. Aproximación teórica a la emergencia de un nuevo sujeto histórico
187
Fernando Peirone
3 El filósofo argentino Conrado Eggers Lan, al igual que Rancière, investigó los
cabildeos que transitaron los griegos en el siglo VI a.C., cuando decidieron distribuir
los derechos y obligaciones de los ciudadanos en base a una categoría universal que
hasta ese momento nadie había necesitado ni pensado para ser aplicada a un sistema
de gobierno. Ese momento es el más seguro comienzo de la polis que se conozca, dice
Eggers Lan, y cuenta que quien primero asumió la tarea de esa reforma fundante
—porque hasta ese momento el gobierno era ejercido por diferentes aristocracias—,
fue paradójicamente un comerciante: Solón. Para ampliar, ver Eggers Lan (1997),
Peirone (2014d), Jaeger (1993).
4 La presunción de igualdad cognoscitiva de Rancière, de algún modo ya había
sido homologada por la teoría constructivista cuando demostró que todos los seres
humanos producimos y adquirimos conocimiento de la misma manera: ensayando
estrategias, construyendo hipótesis, y evaluando resultados a partir de nuestros vín-
culos con los demás y con el mundo (Piaget, 2003; Vygotski, 2009; Ferreiro, 2014).
Esto último incluye, por supuesto, a los objetos técnicos y a sus mediaciones (Stie-
gler, 2002a; Latour, 2008; Simondon, 2017).
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Los iguales. Aproximación teórica a la emergencia de un nuevo sujeto histórico
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Los iguales. Aproximación teórica a la emergencia de un nuevo sujeto histórico
Hay muchos espacios en los que la gente ha empezado a escribir una Carta
Magna, una propuesta de derechos para la red. ¿Qué tal si hacemos eso?
¿Qué tal si decidimos que esa carta se convierta en los derechos fundamen-
tales, el derecho a comunicarnos con quien queramos? (…) Hagamos entre
todos una Carta Magna para la red. (Pp. 5-50)
geniero Fernando Flores, quien convocó al cibernético británico Stafford Beer para
organizar un proyecto que, bajo una estructura conceptual e ideológica de gestión y
control de la información, 1) optimice la gestión de las empresas de todo Chile, y 2)
empodere al “pueblo” mediante el control y la transparencia de todos los organismos
del Estado. Lamentablemente, tras al golpe militar el proyecto fue abortado irrevo-
cablemente, “frustrando uno de los proyectos políticos y cibernéticos más avanzados
de la época en el mundo.” Para ampliar, ver en nuestra bibliografía: Or_am, 2006;
Baradit, 2017.
9 Ver http://www.internetlab.org.br/en/.
10 Ver https://www.article19.org/what-we-do/.
11 Para una ampliación de la noticia, ver https://bit.ly/3g0Pyqp.
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Fernando Peirone
12 Ver también “Contrato para la web: Un plan de acción global para que nuestro
mundo en línea sea seguro y empoderador para todos y todas”, https://contractfor-
theweb.org/.
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Los iguales. Aproximación teórica a la emergencia de un nuevo sujeto histórico
LOS MUCHOS
El célebre Discurso sobre la servidumbre voluntaria (DSV) de Étien-
ne de La Boétie, también llamado “Contra el Uno”, comienza con
una alusión a la “soberanía de muchos” que toma de la Ilíada, como
parte de su admiración por la tradición griega. Antes de analizar el
significado de estos muchos, recordemos que La Boétie escribió las
dieciocho páginas del famoso libelo en 1548, durante el inicio de las
grandes monarquías absolutistas, cuando apenas tenía 18 años —por
esa juventud, en el siglo XX, algunos lo llamarían el “Rimbaud del
pensamiento”—; y que fue publicado recién en 1572, a instancia de
su amigo Michel de Montaigne, casi diez años después de su muerte
13 Ver https://bit.ly/3gcjChG.
14 Ver Ramiiii Freestyle, Rap en Marcos Paz, https://youtu.be/qDSuqI4GlfU.
15 Ver https://open.spotify.com/album/4wM1Cneh8ffWtINpz1BZBf.
16 Ver https://bit.ly/3z55Iq6 y https://bit.ly/34Vh5TH.
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Fernando Peirone
17 En francés, de la versión original: “Il n’est pas bon d’avoir plusieurs maîtres; n’en
ayons qu’un seul; Qu’un seul soit le maître, qu’un seul soit le roi”, https://bit.ly/34U1e7I.
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Los iguales. Aproximación teórica a la emergencia de un nuevo sujeto histórico
tismo de los pocos. Por lo tanto, más que una omisión, se trató de un
sesgo aplicado a una declamación que, en el relato homérico, Ulises
pronuncia frente a una asamblea de reyes —no de ciudadanos, ni si-
quiera de guerreros—: reyes, cuya “honra” procedía “de Zeus”. Es de-
cir, sujetos políticos que estaban muy lejos de ser una representación
popular y muy lejos a su vez de ser un ejemplo de servidumbre volun-
taria, sobre todo si tenemos en cuenta que se trataba de una moción
de orden en un debate de primus inter pares, cuya autoridad —atri-
buida a Zeus— era un ascendiente social que habían heredado todos
los presentes por ser miembros de la aristocracia terrateniente. Si nos
atenemos a la cita completa de Homero, podemos comprobar que La
Boétie difícilmente podía ser utilizada como una máxima orientada a
ponderar la rebeldía y la libertad de los muchos, si no era cambiándole
el sentido original y manipulándolo con fines panfletarios, no necesa-
riamente cuestionable si tenemos en cuenta que su propósito no era
precisamente la verdad ni la fidelidad. Y lo mismo cabe para Ulises,
que tampoco perseguía la verdad, sino un fin político y estratégico
fundamental, como era ganar la batalla de Troya: “De ninguna ma-
nera seremos reyes aquí todos los aqueos. No es bueno el caudillaje de
muchos; sea uno solo el caudillo, uno solo el rey, a quien ha otorgado el
taimado hijo de Cronos el cetro y las leyes, para decidir con ellos en el
consejo” (Homero, II, pp. 203-206).
Como se desprende de la cita, los muchos que refiere Ulises están
muy lejos de ser los “muchos hombres, muchas aldeas, muchas ciu-
dades, [y] muchas naciones [que] sufren a veces bajo un solo tirano”
aludidos por La Boétie (2008, p. 44). Ulises, era un caudillo que llama-
ba a la sensatez de los demás caudillos: aunque seamos todos reyes,
alguien (Uno) tiene que conducir, porque no podemos gobernar todos,
en el mismo sentido la recupera Aristóteles en Política. Lo cual ubica
a Ulises y al resto de los terratenientes de un modo palmario en el otro
extremo de los muchos a los que La Boétie quiere acicatear recor-
dándoles que cuentan con las condiciones apropiadas para definir la
vida en común y desafiar o desobedecer el poder de los pocos. En este
sentido, los muchos comparten con los iguales el hecho de ser sectores
invisibilizados, solo que en el caso del DSV son evaluados de manera
potencial y no efectiva; mientras que en el caso de los iguales su peso
es elocuente y gravitante, tanto en la construcción social de Internet
como —consecuentemente— en la generación de acciones culturales,
de grupos sociales relevantes y de hechos trascendentales.
MULTITUD
Michael Hardt y Toni Negri (2005) presentan a la multitud como un
concepto surgido en la tradición spinoziana, más específicamente en
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Los iguales. Aproximación teórica a la emergencia de un nuevo sujeto histórico
MULTITUDES INTELIGENTES
Rheingold vio en las Multitudes inteligentes (2004) la posibilidad de
darle entidad a una voluntad social que ya había empezado a reseñar
en su libro La comunidad virtual. Una sociedad sin fronteras (2012
[2000]), en el cual decía que existe algo así como un instinto de abeja
que, entre los humanos, cuando tiene la posibilidad de ser expresado,
tiende a la cooperación en pos de objetivos comunes, en franca opo-
sición a lo que plantea “la tragedia de los comunes”.18 Esta voluntad,
en su opinión, nunca antes había tenido la posibilidad de hacerse tan
visible y factible como a partir del empoderamiento que experimenta-
ron millones de personas de todos los continentes a través de Internet
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Los iguales. Aproximación teórica a la emergencia de un nuevo sujeto histórico
Por todo esto, aunque el recorrido que hace Rheingold sobre las
“comunidades virtuales” y las “multitudes inteligentes” guarda rela-
ción con el proceso en el que surgen y se conforman los iguales; y
aunque tengan la misma composición heterogénea; se trata de actores
que —como la “multitud” de Hardt y Negri— están marcados por una
fuerte impronta teleológica —aun cuando no tengan fines prexisten-
tes—, que los vuelve más activistas que constructivistas.
LOS BÁRBAROS
Alessandro Baricco, que es un fino y dedicado observador de las ma-
reas culturales, fue uno de los primeros en reparar en el hondo calado
de los cambios que sobrevinieron con el segundo milenio. Sus per-
cepciones las volcó en Los bárbaros. Ensayo sobre la mutación (2008),
un trabajo minucioso donde describe y demuestra con ejemplos co-
tidianos el carácter cognitivo de esos cambios culturales. Allí conclu-
ye que estamos frente una invasión bárbara que está socavando los
cimientos de la civilización occidental. Fue una hipótesis fuerte, que
no cosecho detractores —más bien todo lo contrario—, pero tampoco
generó discusiones o investigaciones que estuvieran a la altura de su
polémico planteo ni de su alcance epistémico, con la posible excep-
ción de la continuidad que Nicolas Bourriaud (2009), sin declararlo,
le dio en Radicante.
Con estilo coloquial y estéticamente cuidado, Baricco (2008) sale
al cruce de quienes dicen que estamos frente a cambios de conducta, y
redobla la apuesta diciendo que en realidad estamos ante la emergen-
cia de un estadio cultural divergente, “como si los cerebros hubieran
comenzado a pensar de otro modo” (p. 110). Para Baricco, quienes
protagonizan ese cambio cultural son los bárbaros, un arcano tan di-
fícil de asir como un animal salvaje. En su descripción, los bárbaros
no son confrontativos sino desconcertantes, fundamentalmente por
el modo provocador en que decidieron renunciar unilateralmente a
las formas reificadas de la cultura moderna y a todos sus requisitos
de pertenencia, para reconocerse solo en su propia cultura; esto es,
en una cultura que adoptó la lengua del mundo actual, o de Internet:
múltiple, polisémica, pluriautoral, ligera, de saberes efímeros cuyo
valor principal no está dado por su relación con la “verdad”, sino por
las conexiones y las trayectorias que habilita.20 En este sentido, los
bárbaros conforman una nueva manera de habitar el mundo que se
20 Para ampliar ver los capítulos “IX. Un mundo bárbaro” y “X. Otro modo de pen-
sar” de Mundo extenso. Ensayo sobre la mutación política global (Peirone, 2012b), allí
se presenta una genealogía de “los bárbaros”, de su impacto en la cultura moderna y
de su proyección en la sociedad informacional.
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Fernando Peirone
CREATIVE COMMONS
En otro registro, porque no se trata de un actor social, el Creative
Commons (CC) es un movimiento que presenta algunas analogías con
los iguales y que, en virtud de nuestra conceptualización, es impor-
tante contrastar. El movimiento CC fue fundado en 200122 por cua-
tro abogados especialistas en derecho informático y copyright: James
Boyle, Michael Carroll, Lawrence Lessig y Eric Saltzman. Este movi-
miento se define a sí mismo como una organización sin fines de lucro
que promueve el intercambio y la utilización legal de contenidos, con
el fin de abandonar posturas privatistas extremas, como la que sostie-
ne que “Todos los derechos [son] reservados”; y tender hacia posturas
más flexibles y enriquecedoras, como “Algunos derechos reservados”,
o bien definitivamente abiertas, como la que reza “Sin derechos reser-
vados” (Copyleft). Su idea era, siguiendo el modelo del movimiento de
software libre, desarrollar licencias abiertas y aplicables a todo tipo
de obras culturales, pero sin perder su solidez jurídica. Generar una
normativa que resulte comprensible para los legos, que no están inte-
riorizados de los pormenores legales; que sea legible por máquinas y
no solo por humanos (Lorente, 2020). Una vívida y elocuente aplica-
ción social de la perspectiva socio-técnica, en este caso dirigida a los
emergentes que la sociedad informacional genera en el terreno de la
producción científica y la disponibilidad de sus beneficios.
A diferencia de los casos anteriores, el movimiento CC está com-
puesto por personas físicas (identificables) que asumen una misión
social muy concreta: flexibilizar las condiciones restrictivas que pesan
sobre los contenidos de autor y ponerlos a disposición de la humani-
dad para su libre circulación, intercambio y resignificación. En este
marco, el movimiento de CC encontró en Internet a una de sus razo-
200
Los iguales. Aproximación teórica a la emergencia de un nuevo sujeto histórico
nes fundamentales, porque fue a partir de la red de redes que los flujos
de circulación del conocimiento se aceleraron, y porque devino en un
gran medio de acceso público, quizás el más democrático que se podía
imaginar para la circulación de los bienes culturales y la interpelación
que cotidianamente hace el movimiento CC de las restricciones que
pesan para acceder al conocimiento humano. Por todo esto, el mo-
vimiento CC es una de las pocas organizaciones que sin nombrarlos,
defiende a los iguales.23 De hecho, se podría decir que cada vez que el
movimiento CC promueve el libre acceso e intercambio de la cultura
como bien público, está reconociendo la potestad de los iguales en la
producción de ese capital común; pero, paradójicamente, lo hace sin
reconocerles entidad. Como si el movimiento CC asumiera la repre-
sentación legal de los iguales, en la medida que son sus beneficiarios
directos y principales, pero por default y no apoyados en el recono-
cimiento de su entidad y, por lo tanto, en la necesidad de otorgarles
una representación. Porque convengamos que no solo defienden el
derecho humano a los bienes culturales; también están defendiendo a
sus productores, es decir, a un sujeto social concreto. No identificarlo
como un actor, es no reconocerlo como un interlocutor válido y gravi-
tante, con el que podría interactuar y acordar estrategias que visibili-
cen sus derechos, sus tareas y su producción. En este sentido, resulta
evidente que el movimiento CC tiene una misión político-legislativa
frente a los iguales, ya que es —tal vez— quien mejor puede asumir ese
rol y esa representación.
WIKIPEDIA
Por último, una breve mención sobre Wikipedia. Sin ser los iguales,
se podría decir que Wikipedia es la expresión más elocuente de lo que
pueden los iguales o de los cualquiera —como los llaman algunos ac-
tivistas de la cultura wiki (Moreno-Caballud, 2017; Lorente, 2020)—,
utilizando una expresión más cercana a la ciudadanía de a pie que a
lo que nosotros llamamos los iguales, pero igualmente efectiva a la
hora de poner en valor la producción social del conocimiento. En este
sentido, el llamado método wiki: “reúne el saber universal y la posibi-
lidad para todas las personas de participar de ese saber, como emisores
y como receptores” (Lorente, 2020, p. 20). Sin embargo —coincidiendo
con lo que decíamos más arriba sobre el movimiento CC—, Lorente
dice que no será efectivo hasta que no sea acompañado por “La demo-
cratización del conocimiento, la construcción colectiva, un derecho
23 No les da entidad nominal porque no hay acuerdo sobre sus modos de existencia,
pero les da entidad de hecho.
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Fernando Peirone
LOS IGUALES
Después de presentar el fundamento teórico, la trayectoria, las analo-
gías y las vecindades de los iguales, los definimos como un colectivo
dinámico, heterogéneo y socialmente representativo que produce y
desarrolla bienes tecnosociales públicos. Hablamos, pues, de un co-
lectivo transversal que, así como entre los griegos fue constituido con
arreglo a la representación universal de la res publica; actualmente,
podría ser reconocido con arreglo a una nueva representación uni-
versal, esta vez de la sociedad informacional y en el contexto de lo
que podríamos llamar una reformulación del contrato social. Sobre
todo si tenemos en cuenta que hoy, los bienes tecnosociales públicos
gravitan en la construcción del orden social emergente y constituyen
los cimientos de una economía y de una cultura que está basada en el
excedente cognitivo generado por los iguales (Shirky, 2012; Vercellone
y Fumagalli, 2020). Es decir, de un capital intangible y codiciado que,
en la actualidad, entre otras cosas, representa el principal factor de
crecimiento e innovación de las economías basadas en el conocimien-
to; lo cual revierte la dinámica tradicional donde el capital material
constituía el factor determinante del sistema productivo y de las rela-
ciones de poder. En palabras de los economistas y teóricos del capi-
talismo cognitivo, Carlo Vercellone y Andrea Fumagalli (2020, s. 2.1):
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Los iguales. Aproximación teórica a la emergencia de un nuevo sujeto histórico
BIBLIOGRAFÍA
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LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
Y SUS DESAFÍOS
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INTRODUCCIÓN
En los últimos lustros han emergido en América Latina un conjunto
de formas de movilización novedosas, capaces de politizar nuevos te-
mas y problemas. Si se analiza específicamente el caso de Uruguay,
puede observarse la aparición de nuevos movimientos y ejes de con-
flictos, como es el caso de los movimientos feministas, los movimien-
tos LGBTI y las acciones colectivas en defensa del ambiente y los bie-
nes comunes. Muchos de estos no son nuevos, pero han resurgido con
una particular fuerza en los últimos años.
¿Qué tienen en común? ¿Qué los distingue de los que protagoni-
zaron la escena política en décadas anteriores? Para construir estas
respuestas es necesario pensar con perspectiva histórica. En Uruguay,
puede identificarse un ciclo de luchas contra la dictadura asociado
al período de reapertura democrática en la década de los ochenta,
signado por la organización de redes a nivel urbano que buscaron dar
respuesta a necesidades como la alimentación y la salud, el surgimien-
to de movimientos de mujeres, movimiento cooperativista de vivienda
y de derechos humanos, entre otros. En la década de los noventa se
registró un nuevo ciclo de luchas centrado en la resistencia al neolibe-
ralismo, que tuvo entre sus características centrales la realización de
consultas populares (referéndums y plebiscitos) contra procesos pri-
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Mariana Fry
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Sistematización de trabajos realizados en los últimos diez años.
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LA CLASE DEPENDIENTE DEL DELITO:
DE LOS MÁRGENES AL EPICENTRO DE LA
SOCIEDAD MUNDIAL
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3 A modo de ejemplo, para ver el modo en que el “efecto globo” opera en relación
con la economía de la droga, ver Bagley (2010).
4 Contra la apreciación liberal dominante, la corrupción no se circunscribe ex-
clusivamente a la corrupción política, sino que alude también a las corrupciones
financiera y criminal.
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8 Se entiende por flujo financiero ilícito aquel dinero ganado, transferido o utiliza-
do por medios ilegales.
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nes. Para Estados Unidos, México y Canadá, los países que integran
el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, se estima que el
dinero criminal representa una media anual del 6,3% del Producto
Interior Bruto (CESOP, 2017). Según los cálculos de la UNODC, la
Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, en 2015 el
negocio de la droga movilizó alrededor de USD 320.000 millones en
la sociedad mundial.11 Esto lo convierte en el principal y más renta-
ble rubro de la economía criminal, con montos diez veces superiores
al correspondiente al tráfico de personas —la segunda—, que suma
aproximadamente USD 31.600 millones (UNODC, 2015; Haken, 2011;
Ponton, 2013). La ONU estima que en los países americanos los ingre-
sos anuales provenientes de las drogas rondan los USD 150.000 millo-
nes —poco menos de la mitad del volumen mundial—, aunque otras
estimaciones apuntan a un número más bajo. Si bien Estados Unidos
representa actualmente la principal proporción de ese total hemisfé-
rico (OEA, 2013), comienza a ser significativa la expansión registrada
en algunos países del Cono Sur.12 Junto a ello, la investigación dispo-
nible señala un crecimiento de aproximadamente el 50% en las ventas
de drogas entre octubre de 2013 y enero de 2016 (UNODC, 2019), en
el marco de una expansión sostenida de los mercados domésticos de
estupefacientes (Bergman, 2016). De este modo, la configuración de
la CDD, y en particular la fracción que se recrea a partir del tráfico de
drogas, se produce en el marco de una creciente “globalización del
consumo de drogas” (Bagley, 2012). En América Latina, la expansión
del consumo creció de modo significativo en las últimas dos décadas.
El crecimiento del mercado de consumo de drogas en la región signi-
fica que también crece el comercio minorista (dealers).
En concreto, la CDD asociada al narcotráfico se compone de la
totalidad de los individuos que tienen como fuente de ingreso princi-
pal una actividad económica relacionada con el negocio de la droga.
Esta clase de individuos, que se reparte en diferentes estratos, está
compuesta centralmente por cultivadores, procesadores, traficantes,
11 Las cuatro drogas que movilizan los mayores volúmenes de dinero son el canna-
bis (marihuana y hachís), la coca y sus derivados (cocaína, pasta base, crack), el opio
(heroína) y las drogas sintéticas (anfetaminas, metanfetaminas, éxtasis, cristales).
Todas se producen en América Latina. Para el caso de la coca, nuestra región es la
única productora mundial (Bergman, 2016).
12 El caso más gravitante es el de Colombia. Según la CEPAL, en 2017 el PIB de
dicho país fue de USD 313.901 millones, mientras que el narcotráfico generó al me-
nos USD 15.000 millones. Por lo tanto, generó muchos más ingresos que el sector
cafetero (1% del PIB). Y lo más significativo es que en ese mismo año el incremento
de los ingresos provenientes del narcotráfico fue del 150% respecto de 2016 (CE-
PAL, 2017).
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13 Toda la cocaína del mundo proviene de tres países: Bolivia, Perú y Colombia.
Luego, México, Colombia y Paraguay producen grandes cantidades de marihuana
para exportación. Junto a ello, en los últimos años, se observa en la región una pro-
ducción creciente de las llamadas drogas sintéticas (cristales, éxtasis, etc.), que se
realizan con precursores químicos importados de Oriente (Bergman, 2016).
14 En comparación con los traficantes, los ingresos percibidos por los campesinos
son ínfimos. Pero si se considera las restantes posibilidades de lucro de estos últimos,
el cultivo de droga resulta ventajoso. En las últimas décadas, se ha trastocado el
negocio para los individuos dependientes de dicho cultivo. Si antes dependían en su
mayoría del terrateniente, desde un tiempo a esta parte pasaron a depender en mayor
medida del narcocapital extrarregional (Hardinghaus, 1995).
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17 Si bien los autores citados en este punto conciben la corrupción como exclusiva-
mente política, dejando de lado la corrupción financiera y la criminal, las caracteri-
zaciones que ofrecen conservan su pertinencia para definir a la corrupción política
como tipo específico. En cualquier caso, es evidente que la agenda de investigación
sobre corrupción, desde sus orígenes, tiende a circunscribirse a la esfera estatal (Ho-
dgson y Jiang, 2007; Astarita, 2014).
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NOTAS FINALES
Tal como señalé, el movimiento actual de integración material en las
diferentes esferas nacionales se asocia en gran medida al advenimien-
to de una nueva estructura de clases moleculares. Estamos frente a
una nueva estructura de clases correspondiente a sociedades de con-
sumo y no de producción. Si algo sabemos hoy es que vivimos en
sociedades crecientemente mercantilizadas, en las cuales el consumo
como fenómeno material y cultural es cada vez más preponderante.
Una de las novedades que trae aparejada la constelación molecular
señalada es la proliferación de una clase social dependiente del delito
(CDD). Tal como vimos, esta clase de individuos atraviesa y compone
el conjunto de los estratos de clase, tanto de las sociedades céntricas
como periféricas. Al parecer el delito se expande sobre todo en los
estratos de élite y en los estratos inferiores del campo popular. Y este
avance se produce, tal como vimos, porque hay condiciones sociales
más favorables para ello. Ahora bien, la percepción social de la co-
rrupción, de sus causas y de su impacto en las sociedades no guarda
correspondencia con el modo en que se viene desarrollando el delito
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real. Por lo pronto, el delito financiero es por lejos el tipo más determi-
nante de corrupción de las sociedades contemporáneas, mientras que
en los imaginarios colectivos este tipo de prácticas ilegales se desco-
nocen o bien se minimizan al extremo. De hecho, los individuos que
componen la supra-élite, y que programan en gran medida el futuro
de la sociedad mundial, pertenecen en buena medida a una clase de-
pendiente de los delitos financieros. Los delitos políticos, por su parte,
experimentan una desvirtuación en sentido inverso. El político profe-
sional, así como el aparato estatal que lo cobija, se han convertido en
la personificación por antonomasia de la corrupción en la sociedad.
Ahora bien, si los delitos financiero y criminal avanzan a partir de
un proceso de reclasificación a gran escala, no hay registros tan con-
cluyentes de la expansión de la clase de individuos dependientes del
delito político.
En cualquier caso, más allá de su impacto económico secundario,
para los movimientos de izquierdas resulta completamente central
poder dimensionar cuales son las variables centrales intervinientes
en la progresión de la corrupción política. En sentido exacto, cuando
hablamos del incremento de este tipo de corrupción en las últimas
décadas nos estamos refiriendo al crecimiento exponencial de un tipo
de macrocorrupción percibida que se alimenta de nuevas prácticas
de macrocorrupción real e inventada. Ahora bien, el aumento de la
percepción de la corrupción política, incluso el mayor reconocimien-
to de la corrupción como un problema central de las sociedades,27 no
necesariamente conlleva un incremento de la sanción social. El modo
en que se manifiesta la sanción moral frente a la corrupción política
es una incógnita, desde el momento que buena parte de la crítica con-
temporánea a la corrupción se efectúa desde una cultura histórica del
delito y no en oposición a ella. No hay indicios convincentes de que
las mayorías sociales se indignen en mayor medida que antes frente
a la corrupción, ni que aquellos individuos de los estratos medios y
bajos que lo hacen no incurran ellos mismos en prácticas cotidianas
de micro y mesocorrupción, sean de tipo políticas o de las restantes.
Tampoco hay claridad respecto al modo en que las masas de indivi-
duos resuelven la relación entre la microcorrupción real y la macro-
corrupción percibida. En la actualidad, el macrodelito político perci-
bido, ¿activa una cultura general del delito o más bien la reproduce?
¿Hasta qué punto las prácticas macropolíticas no constituyen una ex-
presión de la cultura general de la corrupción de cada sociedad? ¿Por
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La clase dependiente del delito: De los márgenes al epicentro de la sociedad mundial
BIBLIOGRAFÍA
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28 Algo similar sostiene Bailey, al señalar que la “corrupción de alto nivel” incre-
menta “la percepción de desigualdad”, lo cual disminuye los niveles de confianza en
los gobiernos (Bailey, 2009, p. 461).
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PARTE 3
LOS PROCESOS Y
SISTEMAS SOCIALES
CONTEMPORÁNEOS
CICLOS POLÍTICOS: SU
CONCEPTUALIZACIÓN Y LA AMÉRICA
LATINA CONTEMPORÁNEA
Breno Bringel
José Maurício Domingues
INTRODUCCIÓN
La idea de ciclo político ha sido recurrente en las últimas décadas
en el debate latinoamericano. Entre 1970 y 1980, los nuevos aires
democratizadores arrojados por las luchas sociales y políticas contra
las dictaduras inspiraron la llegada de un “nuevo ciclo” que, a pesar
de las especificidades nacionales, recorrería la región. La idea rea-
pareció con fuerza, una vez más, en el cambio de siglo debido a la
emergencia de protestas de alta intensidad, seguidas de la ascensión
casi simultánea, en varios países, de agrupaciones progresistas y/o de
izquierda. Es lo que se suele llamar en el debate académico y político
como “ciclo progresista”.
Aunque visiblemente agotado, no hay consenso hoy sobre qué
emergería tras dicho ciclo. Para muchos, estaríamos frente al inicio de
un nuevo tiempo, dominado por las derechas tanto en los gobiernos
(con expresiones diferentes como Jair Bolsonaro, Mario Abdo, Luis
Lacalle Pou, Sebastián Piñeira, Guillermo Lasso o Iván Duque) como
en sus anclajes culturales y societales. Para otros, el “ciclo progresista”
no habría terminado, sino que estaría regresando, debido al “retorno”
entre 2018 y 2021 de muchos gobiernos que estarían supuestamen-
te alineados con los progresismos en la región, como Andrés Manuel
López Obrador, Alberto Fernández, Luis Arce o Pedro Castillo (con
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Ciclos políticos: su conceptualización y la América Latina contemporánea
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1 Curiosamente, Charles Tilly, otro de los autores que durante décadas trabajó con
la idea de ciclos y tiene una larga obra dedicada a la acción colectiva, en sus últimos
trabajos sobre democracia abandonó dicha idea para examinar más bien los mecanis-
mos y procesos generales que llevan a la democratización y a la desdemocratización
(Tilly, 2007). Más raro aun es que no haya a incluido Estados Unidos en su análisis.
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lítica social. Los límites de este proceso de inclusión social vía consu-
mo, altamente problemático también por su matriz neoextractivista y
depredadora, pronto se volvieron claros y el impulso se perdió.
Pero, como decíamos, hoy América Latina es contemporánea de
este mundo. La democracia liberal es siempre una mezcla de elemen-
tos democráticos (participación, debate público, elecciones) y oligár-
quicos. La rigidez de estos elementos oligárquicos en América Latina
es hoy más fuerte incluso en las fuerzas progresistas que ascendieron
al poder en los 2000 y que muy rápidamente se mezclaron, hicieron
suyos o crearon nuevos sistemas políticos con fuerte núcleo oligárqui-
co, siendo el correísmo uno de los casos emblemáticos. Por supuesto,
las ideologías están ahí para ocultar los elementos de poder desigual
que existen en la sociedad, en el interés de los que están mejor posi-
cionados sea en la economía, la familia, los sistemas políticos. Lo que
no nos autoriza a desconocer, como científicos sociales críticos, estos
diferenciales de poder (Domingues, 2019, cap. 8).
De hecho, nos parece que en todo el mundo, desde la Primavera
Árabe, pasando por las crisis española y griega, llegando a Estados
Unidos, Brasil y Chile, así como parcialmente en otros países latinoa-
mericanos, las tensiones internas de la democracia liberal se vuelven
muy claras, con la emergencia de una “indignación global” y movili-
zaciones en muchos países y continentes. Es lo que verificamos con
otros investigadores de varias partes del mundo ya hace algunos años
(Bringel y Domingues, 2015). Eso resulta, en buena medida, de un re-
chazo de los ciudadanos a tomar como obvios y naturales aquellos ele-
mentos y dinámica oligárquica, que restringen, por veces gravemente,
la democracia. Esto es algo que parte de la izquierda todavía resiste
en comprender, una vez que quiere —por veces debido a sus propios
intereses en llegar al poder y mantenerlo— desconsiderar fenómenos
eminente y largamente de carácter político, con cariz democrático.
Como sugerimos arriba, sin embargo, es probable que estas con-
tradicciones se vuelvan centrales, aunque no necesariamente exclusi-
vas, en el ciclo latinoamericano que debe abrirse en los próximos años
coincidiendo con el escenario pospandémico. Por supuesto, en cada
país hay temas, dinámicas y soluciones específicas, pero la región
también comparte perspectivas con otras regiones del mundo en este
momento de reorganización global. Algunos desafíos de años atrás
siguen presentes, como la necesidad de recomponer las mediaciones
políticas (o las relaciones entre el sistema político estatal y societal)
y de generar más diálogos intergeneracionales, campo/ciudad y entre
luchas históricas y otras emergentes. La resolución creativa de estos
diálogos es central a la hora de dar respuestas a la crisis ecológica, al
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Breno Bringel y José Maurício Domingues
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LOS PROCESOS SOCIALES: PROPUESTA
POR UNA EPISTEMOLOGÍA HÍBRIDA
Viviane Brachet-Márquez
INTRODUCCIÓN
En el análisis social contemporáneo del Norte Global, particularmen-
te el sociológico, y mayormente en los Estados Unidos, el establish-
ment académico y sus revistas estelares han mantenido una postura
explícita o implícitamente neopositivista (Steinmetz, 2005), aparente-
mente haciendo poco caso de las críticas a estos planteamientos (por
autores como Jean François Liotard, Jacques Derrida, Michel Fou-
cault, Boaventura de Sousa Santos), o de las epistemologías alterna-
tivas que se han propuesto (Reed, 2011, 2020; Emirbayer, 1997; de
Souza Santos, 2009, 2010). Como resultado, existe hoy, en esta década
del dos mil veinte, una suerte de pluralismo epistémico en el que las
ontologías y epistemologías minoritarias ocupan lugares marginales
pero respetados, porque se entienden como tendencias y programas
de investigación particulares. A fortiori tales planteamientos son aun
más marginados si provienen de centros académicos de la periferia,
pero aun estos se mantienen dentro de espacios académicos reducidos
pero reconocidos, aunque considerados exclusivamente validables en
dicha periferia, mientras que solo desde el centro puede pretenderse
hablar en términos universalistas.
Pero esta suerte de reparto de los espacios interdisciplinarios e
interterritoriales no ha sido perfecto, de manera que algunos traslapes
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Viviane Brachet-Márquez
EL PROBLEMA
El concepto de proceso es ubicuo en toda la teoría y la investigación
social, pese a que la dimensión del tiempo, que incorpora en principio,
mayormente no se ha integrado como un elemento teórico o empíri-
co esencial en el análisis sociológico contemporáneo (Abbott, 2001,
2016; Elías, 1989). En el presente trabajo, presentaré y compararé las
distintas conceptuaciones de este término, y de ahí las epistemologías
y métodos de medición que les han sido asociadas, ejemplificando este
ejercicio con el proceso de formación del estado-en-la sociedad.1 El ar-
gumento central del trabajo es que a cada visión de la realidad social
le corresponde una definición y utilización particular de la noción de
proceso y de su uso metodológico, pero ninguna puede considerarse
como satisfactoria porque siempre tendrá lagunas de las que los inves-
tigadores hacen caso omiso en la práctica.
La noción de proceso es generalmente reconocida en todas las
orientaciones epistemológicas como una secuencia temporal de hechos
que representan la evolución en el tiempo, ya sea de un fenómeno
estrechamente definido, como la urbanización o la inmigración, o de
uno más amplio y complejo, como la modernización o la democrati-
zación. Aparecen ambigüedades y disensos a la hora de escrudiñar el
uso que se da, en la práctica, de la noción de proceso, y las bases meto-
dológicas sobre las cuales descansa. Propongo que examinemos en el
presente trabajo las fuerzas y las debilidades de la narrativa, los casos
patrones (patterned cases) y el análisis multivariado, entendidos como
modos epistemológicos centrales en el análisis de los procesos socio-
históricos, a fin de reflexionar sobre las posibilidades de combinar las
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Los procesos sociales: propuesta por una epistemología híbrida
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Viviane Brachet-Márquez
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Los procesos sociales: propuesta por una epistemología híbrida
que participaron en estas historias. Pero al igual que todas las demás
tramas, las teorías no tienen la capacidad de nulificarse mutuamente.
En consecuencia, suelen seguir discursos paralelos que solo pueden
ponerse a prueba dentro de sus propios términos. Las narraciones
extrínsecas, en cambio, permiten tratar como objeto de estudio a los
sentidos de la realidad que tienen los actores. En resumen, las tramas
detrás de las narrativas pueden ser intrínsecamente atractivas, pero
no pueden pretender revelar “la verdad” detrás de los hechos.
Hall se posiciona sobre la cuestión de la veracidad de la narrati-
va afirmando que existen, efectivamente, tantas historias y enfoques
analíticos como lentes a través de los cuales mirar los hechos. Por tan-
to, no hay fórmulas epistemológicas o teóricas incontestables con las
cuales interpretar la realidad que percibimos, de la que oímos hablar,
o aquella que leemos. En consecuencia, todas las tramas son válidas,
en principio, en tanto que aportan claves interpretativas alternativas
a determinados eventos registrados. En esto, Hall está de acuerdo
con Arthur Stinchcombe (1978, p. 8) quien ha comparado las narra-
tivas propuestas por Karl Marx y Bertrand de Jouvenal para explicar
el cambio histórico acontecido desde la Revolución Francesa hasta
los tiempos modernos. Stinchcombe apunta que no hay desacuerdo
entre dichos autores respecto a los hechos históricos enumerados; en
lo que difieren es sobre los hechos considerados significantes, cómo
estos se interpretan, y qué consecuencias tuvieron. Lo expresó del si-
guiente modo: hay un sinnúmero de maneras de utilizar hechos histó-
ricos para contestar la pregunta de “qué es lo que principalmente está
pasando aquí?”. Por ello, es casi imposible que una narración dada
nulifique otra, aunque criterios como la exhaustividad empírica, la
precisión y la coherencia interna pueden contribuir a que una inter-
pretación sea más fehaciente que otra. En la opinión meticulosamente
argumentada y documentada de John Hall, solo hay “discursos epis-
temológicos” que por fuerza deben usarse en la investigación, pero
reconociendo sus limitaciones.
En el proceso de formación del Estado, los significados intrínse-
cos de los actores acerca de la realidad que los rodea se deben con-
siderar componentes principales de los procesos políticos que, día
tras día, reproducen o cuestionan las reglas de los órdenes sociales.
Estos significados, o esquemas, también tiene sentido teóricamente,
es decir extrínsecamente, en tanto que son parte, en términos teóri-
cos genéricos, del proceso mediante el cual los actores institucionales
compiten por la hegemonía a la hora de dictar reglas, normas y pro-
mover símbolos sociales. Tales conjuntos de reglas hegemónicas son,
a su vez, intrínsecamente significativos para algunos (pero no para
todos) los actores en la sociedad. Por ello, su aceptación por parte
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Viviane Brachet-Márquez
2 Por ejemplo, la crisis china esperó treinta años para que irrumpa una revolución.
Lo mismo puede decirse de la crisis del antiguo régimen en Francia que fue identi-
ficada desde el principio del reino de Luis XV en 1715, pero espero hasta 1789 para
estallar.
3 Luis XV perdió la Guerra de los Siete Años en 1763 y con ello la soberanía sobre
Canadá, pero en el acuerdo en 1733 de la Guerra de Sucesión polaca, Francia debía
recuperar Alsacia y Lorena (conquistadas por Luis XIV y peleadas durante el reinado
de Luis XV) a la muerte del heredero de Francisco III, duque de Lorena. En 1745,
Francia ocupó lo que hoy es la Bélgica Walona a raíz de la victoria de Fontenoy, pero
la devolvió en 1748 para poner fin a una guerra que se prolongaba demasiado mien-
tras la crisis fiscal seguía creciendo.
4 Si bien los campesinos franceses ya no eran completamente serviles en 1789
(gracias a las reformas de Luis XVI), sí seguirían dependiendo, para el uso de la
tierra, de los terratenientes que recientemente habían vuelto a exigir algunos de las
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6 Tampoco la hay en las ciencias duras. Pero en estas, los científicos pueden repe-
tir, mediante instrumentos, los fenómenos bajo estudio. En otras palabras, pueden
reproducir los “eventos” y averiguar su concatenación en condiciones controladas.
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7 El más conocido entre estos siendo el tipo legal-racional que, según Weber, carac-
terizaba a la burocracia y fue al origen del desarrollo del capitalismo en Europa.
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8 Más tarde, los estudios de geriatría social de Peter Townsend (1967) revelarían
que las mujeres, en edad avanzada, nunca dejan de ser activas en su casa ni con su
familia, mientras que los hombres se desconectan de toda actividad casera, y tienden
a padecer depresión como consecuencia.
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Viviane Brachet-Márquez
preguntas de por qué ocurrió E (el evento final). Al final, lo que hace
el programa es buscar la más coherente entre una variedad de tramas
alternativas mediante las cuales se generan narrativas que tienen el
evento como final esperable. Por tanto, este tipo de análisis sigue es-
tando dentro de una lógica narrativa, con probabilidades atribuidas
con base en las impresiones editadas y reflexionadas del usuario del
programa. Los procesos generativos (Cederman, 2005), en cambio, in-
tentan modelar matemáticamente secuencias de eventos a fin de pre-
ver eventos futuros, pero tal modelación se vuelve prácticamente inal-
canzable tratándose de sistemas complejos, como los sociales, que se
caracterizan por altos números de variables con interrelaciones poco
previsibles, condición que incrementa la probabilidad de bifurcacio-
nes en las trayectorias procesales (Mahoney, 2000; Goldstone, 1998).
Al final de cuenta, llegamos a la conclusión de que el método de
análisis basado en las variables no es epistemológicamente autosus-
tentable, por lo que busca respaldarse soto voce con argumentos de
carácter narrativo que son contrarios a su lógica.9 Sin embargo, en
esto no difiere de las demás alternativas epistemológicas que tampo-
co, como vimos, pueden garantizar la veracidad de los hechos ni la
solidez de sus explicaciones e interpretaciones. En la práctica, los ana-
listas optan por ignorar las debilidades de los métodos que utilizan,
así como las contradicciones epistemológicas reflejadas en el uso que
hacen de estos.
¿QUÉ HACER?
Un primer paso para encontrar una salida a este estado de anomia
metodológica es descartar la práctica, que todavía vertebra los traba-
jos de tendencia neopositivista, de utilizar las variables para estable-
cer relaciones causales basadas en covariaciones empíricas no teori-
zadas (lo que Mills ha denominado el “empirismo abstracto”). Dicho
de otra manera, podríamos empezar por demoler el principio según
el cual las correlaciones que resisten a los controles estadísticos pue-
den interpretarse como no espurias, y por tanto causales, a menos de
poder demostrar factualmente la realidad de un proceso mediatizador
que se refleja en dicha correlación. Por ejemplo, podríamos encontrar
que los católicos son estadísticamente menos sujetos a angustias y
depresiones que los protestantes, y apoyarnos, para calificar de causal
9 De igual manera, a raíz de críticas acertadas por parte de los comparativos histó-
ricos (Somers, 1998; Goldstone, 1998), los adeptos de la elección racional han plan-
teado que las decisiones individuales, en algunos casos, se apartan de los intereses
objetivos de los individuos, porque dependen parcialmente del contexto en el que se
llevan a cabo (Kiser y Hechter, 1998), lo cual contradice rotundamente los principios
del individualismo metodológico que defienden.
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¿QUÉ SE HA GANADO?
En los apartados anteriores, se ha argumentado a favor de crear una
epistemología híbrida para estudiar los procesos histórico-sociales,
combinando la narrativa con los casos patrón y las variables analíti-
cas. Faltaría ahora argumentar qué ventajas representa esta fórmula
epistemológica mixta en las bases factuales y la robustez de las infe-
rencias que tendrían los estudiosos que la adoptarían.
Resalta de esta exposición que resulta infructuoso representar la
noción misma de proceso social como una concatenación narrativa
causalmente veraz de los eventos transcurridos durante un lapso tem-
poral determinado, dado que todas las narrativas son “tramadas”, y
por tanto teleológicas, y que no existen criterios para calificar una tra-
ma como más veraz que otras. Es, además, patente que la historia no
camina con base en tramas, etapas ni proyectos que tiendan hacia un
final esperado o ya registrado (como en el estudio de las revoluciones),
y congelan la historia en puntos finales que sesgan la interpretación
de los eventos en términos finalistas. Por consiguiente, la búsqueda de
la causalidad entre eventos exclusivamente por medio de la narrativa
tiene debilidades insuperables dentro de su lógica propia.
La alternativa a la narrativa por la que ha optado la mayoría de
los científicos sociales a partir de los años cuarenta ha sido el modelo
monotético que relaciona, bajo la fórmula hipotético-deductiva, as-
pectos analíticos de una realidad concebida como preconstituida y
estable en el tiempo. Con el tiempo, a la noción de causalidad se ha
sustituido la de estimación probabilística de covariaciones. Sin em-
bargo, ha subsistido la busca neopositivista de “leyes”, ahora en sus
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CONDICIÓN HISTÓRICA Y RENOVACIÓN
DE LA NOCIÓN DE AUTORIDAD 1
Kathya Araujo
INTRODUCCIÓN
La autoridad es una forma de ejercicio de poder que se distingue de
otras porque implica anuencia, ausencia de forzamiento físico y se da
sin oposición activa de aquellos sobre los que se ejerce, a pesar de que
la posibilidad de que ello ocurriese exista (Weber, 1964; Arendt, 1996;
Kojève, 2005; Gadamer, 1997). Se expresa en situaciones en las que al-
guien es capaz de impactar en la orientación de las conductas, juicios
o incluso valoraciones de otro u otros, pero en las que, a diferencia de
aquellas de manipulación o alienación, quien es impactado por esta
intervención la percibe y la admite como un efecto ejercido sobre él
por parte del primero, reconociendo con ello una superioridad o je-
rarquía. En esta medida, es un componente central de las maneras en
que las sociedades enfrentan el espinoso problema del poder y de la
regulación social.
Este artículo, partiendo del carácter histórico de este fenómeno,
tempranamente reconocido por autores clásicos como Max Weber o
Hannah Arendt, y a la luz de las transformaciones de las sociedades
actuales, sugiere revisar tres aristas de los destinos de su conceptua-
1 Este texto retoma, resume o desarrolla una parte de las ideas discutidas en el
libro ¿Cómo estudiar la autoridad? (Araujo, 2021).
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Condición histórica y renovación de la noción de autoridad
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Condición histórica y renovación de la noción de autoridad
la estela de los aportes teóricos que hiciera Max Weber para el estudio
de la autoridad a inicios del siglo XX. A pesar de que se han realiza-
do precisiones y variaciones, el corazón de estos abordajes, como lo
han subrayado diferentes teóricos sociales (Sennett, 1982; Eisensatdt,
1992; Lukes, 1978), continúa siendo la teoría de la autoridad por legi-
timidad. Dado el carácter histórico de la autoridad, reconocido por el
mismo Weber, es más que previsible que existan desfases conceptua-
les, y que las transformaciones sufridas por las sociedades impliquen
ciertas limitaciones del propio edificio teórico. En lo que sigue nos de-
tendremos brevemente en un conjunto de presupuestos que han guar-
dado su vigencia y preguntarse en qué medida ellos mantienen o no su
capacidad heurística cuando se trata de abordar el estudio de nuestras
sociedades actuales. Para ello revisaremos crítica y propositivamente
tres aristas de las formas de su conceptualización: su relación con las
nociones de poder y dominación; la concepción de jerarquía subya-
cente; y el carácter compacto y homogéneo que se la ha atribuido, esto
es, su compacidad.
PODER Y DOMINACIÓN
Las discusiones sobre el poder y su capacidad para moldear nuestros
actos fueron ganando cada vez más importancia a lo largo del siglo
XX. Sin embargo, en esta discusión la cuestión del poder (y, por ende,
la autoridad) fue con frecuencia asociado con coerción y dominación
(Bendix, 2017). Esto incluye tanto a representantes de las teorías del
conflicto estadounidense, que ponen en cuestión a las teorías de la
integración (Dahrendorf, 1958; Adams, 1966), como también, luego, y
con perspectivas epistémicas muy diferentes, al debate europeo.
Este último será especialmente influyente en una vasta produc-
ción que recoge sus influencias del conjunto de la obra de Michel Fou-
cault, así como de los aportes de Althusser (1992), Castoriadis (1975)
o Butler (1997), entre otros. Estos trabajos pusieron el acento en la
capacidad del poder para influir en nuestras conductas y en las formas
de presentarnos. No se detuvieron de manera especial en el fenóme-
no de la autoridad en sí, es decir en esta particular modalidad del
ejercicio del poder. La autoridad, entonces, en cuanto no distinguida
del problema general del poder, terminó siendo asociada de manera
directa y unilateral a la cuestión de la dominación, al mismo tiempo
abordada de manera indirecta, implícita y con frecuencia inadvertida
en una cantidad muy importante de trabajos. Un buen y paradigmáti-
co ejemplo lo ofrecen los aportes de Foucault. Este autor, sin duda, ge-
neró una vital contribución a la teoría del poder, en la medida en que
rompió con la idea de su compacidad, de su dirección de arriba hacia
abajo, así como de su localización delimitada (no es una estructura,
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Condición histórica y renovación de la noción de autoridad
JERARQUÍAS
En el contexto histórico que nos encontramos, caracterizado por
corrientes que parecen poner en cuestión de manera central las je-
rarquías, un aspecto a considerar es la conceptualización de la je-
rarquía en el contexto de la reflexión sobre la noción de autoridad.
El desafío consiste en concebir la autoridad de manera que pueda
dar cuenta de los problemas y fenómenos que enfrentamos en socie-
dades crecientemente permeadas por un debilitamiento de los fun-
damentos, altas aspiraciones igualitarias, fuertemente individuali-
zadas y conmovidas por las transformaciones en las atribuciones de
poder a distintos actores.
Weber comprendió, es cierto, el cambio que introduce el adveni-
miento de la modernidad (o la revolución democrática), y la ruptura
que implica el “desencantamiento del mundo”. Una ruptura a partir
de la cual la autoridad deja de ser una evidencia cotidiana garantizada
por el peso de la tradición, el valor de los ancestros y, en última instan-
cia, un garante de orden religioso y ultra-mundano. Es decir, recogió
las exigencias de pensar la autoridad fuera de un mundo organizado
a partir de fundamentos sólidos y estables de las jerarquías y el poder.
Sin embargo, su propuesta del tipo ideal de dominio que le continua-
ría, el de la racionalidad-legal (una mezcla entre procedimientos ju-
rídicos y legales, por un lado, y de consideraciones técnico-científicas
por el otro), ha sido considerada insuficiente para dar cuenta de una
autoridad propiamente democrática (Aron, 1985), o sea, horizontal y
crítica entre ciudadanos iguales y libres.
Estos límites pueden entenderse, al menos parcialmente, como
resultado del tipo de conceptualización de la jerarquía que moviliza
no solo Weber sino un conjunto de autores que han trabajado sobre
ella al entender la escena de la autoridad.
Esta dificultad se vincula, al menos parcialmente, con el tipo de
comprensión de la jerarquía que se movilizó en la conceptualización
de la autoridad. El carácter consustacialmente jerárquico de la auto-
ridad ha sido reconocido por los diferentes autores desde Weber en
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COMPACIDAD
Esta dimensión es especialmente relevante para quienes desarrollamos
un trabajo situado en sociedades ya sea periféricas o semi-periféricas,
como es el caso de América Latina. En la discusión sobre autoridad se
encuentra muy tempranamente un reconocimiento de la variabilidad
histórica de las formas que toma la autoridad. Se ha distinguió la autori-
dad en sociedades modernas o tradicionales, como en el caso de Weber
(1964), o aquella vinculada a la antigüedad grecorromana de aquella
presente en nuestros días, como en Arendt (1996), una tendencia que se
encuentra en otros autores más contemporáneos (Revault, 2006; Men-
del, 2011). Sin embargo, y al mismo tiempo, se ha tendido a restringir la
variabilidad de la autoridad solo a sus formas históricas. La preeminen-
cia del modelo de autoridad por legitimidad, así como una construcción
de la autoridad a partir de tipos ideales como la propuesta por Weber o
tipos-puros (Kojève, 2005), potenciado por la hegemonía de este tipo de
teorías más allá de sus regiones de producción, ha tenido como efecto
haber impulsado la conclusión implícita de que el modelo hegemónico
de autoridad en un momento histórico sería compacto y homogéneo en
todas las sociedades (por supuesto, al interior de una sociedad).
Son diversos los afluentes que aconsejan poner en cuestión esta
conclusión. Por un lado, la creciente conciencia de la pluralidad de las
soluciones que encuentran las diversas sociedades a los desafíos que
se les presentan. Luego, la creciente especificación de dominios socia-
les y autonomización de las lógicas que las gobiernan. En tercer lugar,
las advertencias acerca de los resguardos que se deben poner ante
las derivas eurocéntricas u occidentalocéntricas devenidas de la poca
vigilancia sobre los alcances reales de las teorías producidas en países
centrales para aportar a la comprensión de otras sociedades (Chakra-
barty, 2007). Finalmente, los resultados de investigación empírica.
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Condición histórica y renovación de la noción de autoridad
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Kathya Araujo
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Condición histórica y renovación de la noción de autoridad
CONCLUSIONES
A manera de conclusión, procuraremos volver sobre los pasos argu-
mentativos que hemos dado a lo largo de este texto para subrayar las
ideas centrales que de él derivan. Hemos sostenido:
1. Que el momento histórico actual está caracterizado por una
puesta en cuestión de las jerarquías en la que participa, al me-
nos, la quíntuple acción combinada de los procesos de destra-
dicionalización y secularización; las transformaciones norma-
tivas impulsadas por el imaginario moderno; la recomposición
de las atribuciones estatutarias, los aguzados impulsos a la
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Kathya Araujo
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Condición histórica y renovación de la noción de autoridad
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Condición histórica y renovación de la noción de autoridad
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UNA PROPUESTA DE
RECONCEPTUALIZACIÓN DEL
“COLONIALISMO INTERNO”
INTRODUCCIÓN1
En las siguientes reflexiones partimos de la premisa de que nuestra
sociedad tiene un alcance global y mundial, por lo que la diferencia-
ción y/o jerarquización de espacios sociales regionales y nacionales
no puede concebirse como una distinción entre “sociedades”. De este
modo, si se quiere entender el funcionamiento de las regiones y la
relación que se teje entre ellas debe hacerse desde la perspectiva de un
único sistema mundial. Adicionalmente, se ha coincidido en recono-
cer que la estructura de esta sociedad mundial no puede encontrarse,
al menos primariamente, en una estratificación político-regional, ya
que ella se organiza como una “economía-mundo” (Wallerstein, 1988)
o bajo la lógica de la “diferenciación funcional” (Luhmann, 2007). De
ninguna manera esto implica restarle importancia a la gravitación
que poseen las dinámicas interregionales y sus asimetrías; solo advier-
te acerca de la necesidad de inscribirlas en un horizonte más amplio
en el que ellas se desarrollan, reproducen y modifican. En cualquier
caso, la conformación de regiones involucra la separación de espacios
sociales que operan a pesar y/o más allá de la estructura principal de
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Juan Pablo Gonnet
2 Aquí excluimos aquellos análisis que identifican ambos lados. Es decir, que asu-
men que lo interno es externo o viceversa.
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Una propuesta de reconceptualización del “colonialismo interno”
EL COLONIALISMO INTERNO EN LA
PERSPECTIVA DE GONZÁLEZ CASANOVA
González Casanova ha aportado a la discusión de la temática del CI
desde comienzos de la década de sesenta del siglo pasado, y la mis-
ma ha constituido una cuestión recurrente a lo largo de su obra.3 En
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10 Como explica Rouquié (1994, p. 27), no resulta casual que se haga constatable
esta cuestión en nuestra región dada la amplitud de contrastes entre los centros opu-
lentos y sus periferias marginales.
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Una propuesta de reconceptualización del “colonialismo interno”
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Una propuesta de reconceptualización del “colonialismo interno”
UN BALANCE DE LA CATEGORÍA
Pese a que en los últimos años ha habido intentos de recuperación de
la categoría del CI (Gandarilla, 2018; Martins, 2018; Roitman, 2015;
Torres Guillén, 2014, 2017), su apropiación ha sido más bien esquiva.
El mismo González Casanova (2006a) reconoció esta situación y la
atribuyó a cuestiones ideológicas:
El colonialismo interno ha sido una categoría tabú para muy distintas co-
rrientes ideológicas. Para los ideólogos del imperialismo, porque no pue-
den concebir que se den relaciones de comercio inequitativo —desigualdad
y explotación— ni en un plano internacional ni a nivel interno. Para los
ideólogos que luchan con los movimientos de liberación nacional o por el
socialismo, porque, una vez en el poder, dejan a un lado el pensamiento
dialéctico y no aceptan reconocer que el Estado-nación que dirigen, o al
que sirven, mantiene y renueva muchas de las estructuras coloniales inter-
nas que prevalecían durante el dominio colonial o burgués. Aún más, estos
ideólogos advierten con razón cómo el imperialismo o la burguesía apro-
vechan las contradicciones entre el gobierno nacional y las nacionalidades
neocolonizadas para debilitar y desestabilizar cada vez que pueden a los
estados surgidos de la revolución o las luchas de liberación, y esos argu-
mentos, que son válidos, les sirven también como pretexto para oponerse
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Una propuesta de reconceptualización del “colonialismo interno”
15 Esta última ha sido una crítica habitual a la teoría del CI de González Casanova,
ver por ejemplo, los planteos de Gunder Frank (1973, p. 222), Stavenhagen (1981, pp.
17 y ss.) y Quijano (2014, p. 285).
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Esquema 1
Esquema 2
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Esquema 3
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Una propuesta de reconceptualización del “colonialismo interno”
19 “Los indios ladinizados o cholos (es decir, los asimilados en su versión mesoame-
ricana o peruana) dicen del bienhechor que les enseñó el español y las costumbres
civilizadas que nos hizo gente” (Rouquié, 1994, p. 82).
20 Concepto que usa González Casanova (2016) en un pequeño artículo sobre la
participación política y que en este contexto nos parece significativo retomar. “En-
focado originalmente como “simulación política” —simulación de derechos, ciu-
dadanía, democracia—, este es un fenómeno bastante contradictorio, relacionado
con los valores de la sociedad moderna; con la “ciudadanía ideal”. Dos funciones
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Juan Pablo Gonnet
CONCLUSIÓN
En un contexto global en el que no dejan de tener gravitación las
desigualdades entre estados y regiones, los fenómenos del “colonia-
lismo” y la dependencia mantienen una vigencia que difícilmente
pueda ser discutida. Sin embargo, poco a poco se han transformado
en presupuestos del análisis sociológico más que en hechos a ser
principales parecen estar conectadas con la simulación política: una de ellas es una
función programática, aspiracional, de “ciudadanía ideal”; la otra es una función
simbólica, ritual, en la que tanto los ciudadanos como los funcionarios proceden
como si estuviesen actuando en una forma democrática, “como si fueran ciudada-
nos”, aunque de hecho haya una distancia considerable entre lo que dicen y hacen.
Un problema general de distancia política parece característico de la simulación:
“la distancia de la élite” frente al hombre común: distancia entre la expresión pú-
blica y privada de las ideas; entre las sedicentes, información, influencia, etcéte-
ra, y las condiciones personales o sociales reales. Como carencia de participación
efectiva, la simulación también parece estar relacionada con la violencia; lo mismo
ocurre con los actos primitivos de anti-simulación, las “vejaciones”. De cualquier
manera, este es un tema importante que hay que estudiar, en sus funciones públi-
cas utópicas, ensoñadoras, morales, de teatralidad, de engaño, para ver cuándo
prevalece una de estas funciones, y en qué forma cambia, aumenta o desaparece la
simulación” (p. 159).
21 Momento en el que también se habría consolidado el colonialismo intra-nacional
e intra-regional en nuestra región.
22 Cabría preguntarse si el colonialismo externo no encuentra en esto su forma más
efectiva de control.
346
Una propuesta de reconceptualización del “colonialismo interno”
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Una propuesta de reconceptualización del “colonialismo interno”
349
Juan Pablo Gonnet
350
LOS SISTEMAS TRIBUTARIOS EN AMÉRICA
LATINA: UNA PROPUESTA ANALÍTICA
DESDE LA SOCIOLOGÍA FISCAL
INTRODUCCIÓN
El objetivo de este artículo es avanzar una propuesta analítica para el
estudio de los sistemas tributarios latinoamericanos, desde una pers-
pectiva sociológica. Los análisis sobre las finanzas públicas usualmen-
te privilegian enfoques económicos o políticos, pero en las últimas
décadas vienen ganando espacio reflexiones desde la sociología fiscal.1
Estas reflexiones parten de la noción de que una serie de factores so-
ciales influyen en la fiscalidad de un país, y buscan comprender cómo
las interacciones sociales y los contextos institucionales e históricos
que vinculan al Estado y la sociedad influyen en las políticas fiscales
(Campbell, 1993). Si bien las características de los sistemas tributa-
rios están relacionadas con las estructuras económicas y políticas de
un país, estas también reflejan las relaciones entre el Estado y los dife-
rentes grupos de la sociedad. Por tanto, para un abordaje exhaustivo
de la tributación, es fundamental explorar las relaciones sociales que
351
Alice Soares Guimarães
sostienen y son creadas por los diferentes arreglos fiscales (Atria et al.,
2019).
Reconocer la centralidad de las relaciones entre Estado y socie-
dad en la conformación de los sistemas tributarios implica, a mi ver,
que los agentes involucrados en estas relaciones deben estar en el cen-
tro del análisis sociológico de la tributación. Consiguientemente, mi
principal objetivo en el presente texto es desarrollar una “cartografía”
de los agentes, que sirva como guía para trabajos empíricos futuros.
Asimismo, busco establecer algunos ejes para el estudio de tales agen-
tes, así como de la relación fiscal entre Estado y sociedad. Finalmente,
sugiero algunas estrategias metodológicas para operacionalizar las
reflexiones sociológicas sobre la tributación.
En lo que se refiere a los ejes de análisis, para cada caso concreto
es necesario explorar los intereses, las percepciones y las preferencias
tributarias de los agentes. Tales aspectos no deben darse por sentados.
Es necesario investigar los procesos por los cuales los agentes recono-
cen sus intereses y toman decisiones, en los que la dimensión inter-
subjetiva y las ideas, normas y valores son elementos fundamentales.
Lejos de constituir elecciones racionales resultantes de cálculos es-
tratégicos de costo-beneficio/medios-fines, las preferencias tributarias
de los agentes reflejan percepciones societales sobre la tributación, las
cuales se construyen en el contexto de las relaciones sociales en que
están involucrados. Como argumentaré, identificar estas percepciones
y los procesos sociales mediante los cuales estas se instituyen debe ser
un objetivo fundamental de los análisis sociológicos de la tributación.
El segundo eje de análisis que propongo nos traslada desde la
percepción hacia la acción de los agentes. En esta dimensión, es ne-
cesario identificar las diferentes estrategias adoptadas para influir en
las políticas tributarias y los factores que contribuyen a su mayor o
menor éxito. Aquí, la estructura de oportunidades políticas y los re-
cursos que los diferentes agentes logran movilizar son los aspectos
fundamentales por considerar. Así, si bien mi propuesta se centra en
los agentes, los interpela en el marco de los contextos estructurales
más amplios en los que operan.
Finalmente, defiendo que una reflexión sociológica sobre la tribu-
tación debe adoptar un enfoque trans y multiescalar. Aunque el siste-
ma tributario es, en teoría, una política soberana de cada Estado, en
la actual fase de la modernidad, marcada por la intensificación de la
globalización, la financiarización del capital, y los procesos de inte-
gración regional y de descentralización política, es fundamental con-
siderar no solo agentes y dinámicas nacionales sino también transna-
cionales, regionales y subnacionales.
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Los sistemas tributarios en América Latina: una propuesta analítica desde la sociología fiscal
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Los sistemas tributarios en América Latina: una propuesta analítica desde la sociología fiscal
atención a dos casos, Bolivia y Chile, que contradicen la noción de que la ideología
partidaria determinaría la direccionalidad de las reformas tributarias. En Bolivia,
durante el gobierno de izquierda del Movimiento al Socialismo, no hubo una re-
forma fiscal en una dirección progresiva, mientras bajo la derecha en Chile sí lo
hubo. Como indica la autora, “cabría esperar que un gobierno de izquierda con un
programa de desarrollo heterodoxo promoviera la tributación progresiva como her-
ramienta redistributiva, pero los impuestos sobre la renta y la riqueza no formaban
parte de la agenda del presidente Morales (2006-2019) en Bolivia. Mientras tanto,
el ascenso de la coalición de derecha de Chile a la presidencia generó expectativas
de una continua ausencia de reforma tributaria directa. Sin embargo, el presidente
Piñera (2010-2013) legisló el mayor aumento de impuestos corporativos de Chile
desde 1990” (Fairfield, 2015, p. 260).
6 Para ejemplos de diferentes usos de estas estrategias en países de la región, ver
Santana (2012), Rojas (2019) y González Bustamante (2013), entre otros.
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Los sistemas tributarios en América Latina: una propuesta analítica desde la sociología fiscal
en el contexto de los préstamos del FMI. Con base en el análisis de 490 cartas de 95
países, las autoras encuentran que 470 hacen referencia a reformas tributarias.
9 Cabe notar que, al parecer, las condicionalidades tributarias establecidas por las
IFI no fueron efectivamente impuestas. En su análisis de las cartas de intenciones al
FMI de diversos países, Stewart y Jogarajan (2004, p. 160) encuentran que muchos
de los criterios tributarios no se cumplen, volviendo a ser referidos en cartas poste-
riores. Asimismo, muchas de las reformas tributarias propuestas no se incluyen en
los criterios de desempeño.
10 Tanto el FMI como el BM se dedican intensamente a la investigación y publica-
ción sobre temas tributarios, con una producción voluminosa que es ampliamen-
te leída y citada. Además, son la principal fuente de datos tributarios de los países
miembros. Los recursos humanos y financieros dedicados por el BM y el FMI a la
investigación eclipsan a los de cualquier departamento universitario o institución de
investigación (Stern y Ferreira, 1997, p. 585).
357
Alice Soares Guimarães
11 Como indica Chwieroth (2007, p. 10): “Una extensa literatura sugiere que la for-
mación profesional (…) puede actuar como un poderoso mecanismo de socialización
y, a menudo, sirve como una fuente crítica de las ideas económicas de un individuo”.
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Los sistemas tributarios en América Latina: una propuesta analítica desde la sociología fiscal
16 Para una revisión sintética del debate sobre descentralización fiscal, ver Guima-
rães y Chilenga (2018).
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país. Así, para pensar la relación entre el Estado y las élites económi-
cas hay que identificar las variaciones que existen entre los niveles de
gobierno (central, departamental, municipal) y de acción de las élites
(locales, regionales, nacionales). Asimismo, en diversos países asis-
timos a dinámicas cambiantes de acercamiento y de conflicto entre
élites económicas que actúan en diferentes niveles del Estado.17 Por lo
tanto, es necesario tener en cuenta los conflictos y las negociaciones
entre las élites nacionales y subnacionales (regionales o locales), así
como las correlaciones de fuerza entre ellas, es decir, las luchas tribu-
tarias intra-élite.
También es fundamental discutir el papel de las élites económicas
globales. Como resultado de cambios tecnológicos y los procesos de
liberalización y financiarización ocurridos desde los años setenta, la
fase actual del capitalismo se caracteriza por un alto grado de movili-
dad del capital. Esto genera nuevos desafíos a las políticas tributarias,
y confiere a su dimensión internacional relevancia central: actualmen-
te, las “luchas tributarias” se han transnacionalizado.
El aumento de la internacionalización de la economía volvió a
los estados vulnerables a la competencia tributaria internacional. Dado
que las empresas transnacionales pueden elegir más fácilmente donde
operar y, por tanto, tributar según las condiciones fiscales ofertadas,
logran presionar a los gobiernos para que el sistema tributario refleje
sus intereses y preferencias. Como resultado muchos gobiernos, espe-
cialmente en los países en desarrollo, se lanzaron a una competencia
fiscal para atraer inversiones extranjeras directas, adoptando exen-
ciones o reduciendo las tasas impositivas a ganancias corporativas
(Christensen et al., 2005, p. 69). La actual fase del capitalismo también
se caracteriza por el crecimiento exponencial de la industria global de
evasión fiscal. La mayor movilidad del capital facilita a que las élites
económicas (tanto nacionales como transnacionales) evadan la tribu-
tación mediante diferentes estrategias, tal como utilizan los paraísos
fiscales.
Para muchos países el efecto combinado de la competencia tri-
butaria y la evasión fiscal fue una reducción neta de recursos. En res-
puesta a las crecientes presiones fiscales, los gobiernos cada vez más
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Los sistemas tributarios en América Latina: una propuesta analítica desde la sociología fiscal
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Los sistemas tributarios en América Latina: una propuesta analítica desde la sociología fiscal
20 Para una revisión de los debates sobre la moralidad fiscal y sus determinantes,
ver Guimarães et al. (2018).
21 Para un análisis más detallado de los movimientos sociales por la justicia fiscal,
con especial atención a los casos de América Latina y África Subsahariana, ver Gui-
marães y Duca (2020). Algunas de las ideas presentadas en esta sesión fueron desar-
rolladas inicialmente en tal trabajo.
22 Como destaca Tarrow (2005, p. 19), la internacionalización limita, pero también
crea oportunidades para que los ciudadanos participen en acciones colectivas. Fac-
tores como la comunicación electrónica rápida, viajes internacionales más económi-
cos, la difusión del idioma inglés y la propagación del “guion de la modernidad” han
facilitado el activismo transnacional.
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Los sistemas tributarios en América Latina: una propuesta analítica desde la sociología fiscal
26 Ver https://www.justiciafiscal.org/2015/09/declaracion-de-guatemala-de-la-red-de-justi-
cia-fiscal-de-america-latina-y-el-caribe/.
27 Ver https://www.justiciafiscal.org/acerca-de-la-red/quienes-somos/.
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CONCLUSIONES
Mi objetivo en este artículo fue desarrollar una propuesta para el aná-
lisis sociológico de los sistemas tributarios latinoamericanos. Partien-
do de la noción de que las relaciones entre Estado y sociedad son
fundamentales para la conformación de tales sistemas, me centré en
los diferentes agentes involucrados en estas relaciones y que, poten-
cialmente, influyen en la tributación, desarrollando una “cartografía”
de los mismos. Cabe notar que el objetivo de tal mapeo es servir como
guía para investigaciones futuras, no se trata de un listado cerrado o
exhaustivo. Para cada contexto empírico hay que tener en cuenta las
posibles variaciones —en el tiempo y en el espacio—, con la inclusión
de otros agentes que no han sido incorporados y/o la exclusión de al-
gunos contemplados. Además, no hay que perder de vista la multipo-
sicionalidad de algunos actores que se ubican simultáneamente en di-
ferentes campos elitarios y/o participan en diversos grupos de interés.
Aunque mi propuesta se centra en los agentes, propongo que el
examen de los mismos debe tener en cuenta los contextos interactivos
y estructurales en los que actúan. En este sentido, un primer eje de
análisis fundamental es identificar las percepciones societales de los di-
ferentes agentes sobre la tributación, las que se constituyen en el con-
texto de las relaciones sociales en que participan. Como vimos, como
resultado de un “notable consenso” global sobre cuestiones fiscales,
“gran parte de la reforma tributaria pasa como modernización ne-
cesaria de carácter esencialmente técnico” (Fjeldstad y Moore, 2008,
p. 240). Pero pese a la pretensión de neutralidad de los economistas,
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Los sistemas tributarios en América Latina: una propuesta analítica desde la sociología fiscal
mensaje discierne aquí el tronar de la historia del mundo con más cla-
ridad que en ninguna otra parte”. Así, espero que la contribución del
modelo de análisis propuesto no se limite al estudio de la tributación,
no obstante ser este su principal objetivo.
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373
Alice Soares Guimarães
374
¿QUÉ ES ESTO? NEOLIBERALISMO,
FASCISMO Y ESTRATEGIAS DE
SUBJETIVACIÓN POLÍTICA
Santiago Roggerone
INTRODUCCIÓN
Un interrogante que desde hace algunos años acosa a politólogos y
teóricos políticos atentos a las especificidades de la realidad latinoa-
mericana es el de cómo caracterizar y/o conceptualizar los liderazgos
que, por derecha, han surgido o se han consolidado en la región. En
efecto, ¿qué es esto? ¿Nos hallamos ante nuevas formas del autorita-
rismo, fascismos a secas, populismos retrógrados, democracias anti-
liberales, (neo)liberalismos antidemocráticos o plutocracias de dere-
chas? El contexto en el que se emplaza esta legítima inquietud es, por
supuesto, el del agotamiento del ciclo de populismos de izquierdas
que inició con el nuevo milenio en Sudamérica, y, más específicamen-
te aún, el del trágico rumbo que ha tomado la experiencia chavista; la
victoria de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales de 2015
en la Argentina; la destitución de Dilma Rousseff, la proscripción y
encarcelamiento de Luiz Inácio Lula da Silva y el eventual triunfo
electoral de Jair Messias Bolsonaro en el Brasil; los estallidos sociales
ocurridos en Ecuador, Chile, Colombia y, más recientemente, Perú; el
intento de establecer un gobierno paralelo en Venezuela, el golpe de
Estado en Bolivia, y la más general persecución mediática y judicial
—denominada también lawfare— desatada contra dirigentes y fuerzas
políticas a los que mayoritariamente se acusa de corrupción.
375
Santiago Roggerone
376
¿Qué es esto? Neoliberalismo, fascismo y estrategias de subjetivación política
3 Para una teoría general del fascismo que tenga en cuenta y sopese las continui-
dades que se plantean entre sus versiones históricas y contemporáneas, ver Palheta
(2018).
377
Santiago Roggerone
propuesta por Enzo Traverso (2018) a los fines de tematizar los rostros
que hoy adoptan las derechas en Europa —Francia, más que nada— y
los Estados Unidos como parte de una tendencia antisistémica más
general contra ciertos efectos de la globalización neoliberal. No me
convence del todo, finalmente, que para hablar de ellos pueda echarse
mano sin más a la categoría de “fascismo democrático”, una deno-
minación del filósofo Alain Badiou (2020, pp. 33-34), por medio de la
cual se daría cuenta de “una novedad artificial, un lenguaje diferente
de promesas violentas, que es interno a las prácticas parlamentarias
de la ‘democracia’ capitalista moderna, pero a la vez, externo”.
La alternativa lógica, por consiguiente, sería rotular estos lideraz-
gos como variantes del populismo reaccionario que desafía por dere-
cha al orden social institucionalizado capitalista en su fase neoliberal.
Entiendo, sin embargo, que recurrir a dicha alternativa tampoco es
del todo posible: a diferencia de lo que sucede con las nuevas fuerzas
de derechas ascendentes en el Norte Global, Bolsonaro, Áñez y otros,
no están reactivamente emparentados con una pérdida de la sobera-
nía y/o un cierto declive imperial de sus países. Sus nacionalismos no
tienen absolutamente nada en contra del libre mercado y el capital
extranjero. Si son populistas, los suyos son populismos entreguistas,
supinos, perfectamente dispuestos a ceder los activos nacionales a los
bancos y a las corporaciones globales.4
El interrogante sobre la naturaleza de lo que se yergue ante noso-
tros persiste. Con la finalidad de efectuar una correcta caracterización
teórica de los nuevos liderazgos de derechas de la región, querría pro-
poner aquí la hipótesis de que tras el rechazo a aceptar que Bolsonaro
o Áñez encarnen versiones contemporáneas del fascismo —e incluso,
en un punto, tras el hecho de que lo que personifican no se amolde a
las ideas de posfascismo, fascismo democrático o populismo reacciona-
rio— hay una mala conceptualización del neoliberalismo.5 De esto se
desprende que un acercamiento apropiado a la naturaleza del mismo
4 Este concepto surge en 1938, en el marco del Coloquio Walter Lippmann de Pa-
rís, en el que se sentaron las bases de la futura Sociedad Mont Pélerin. He discutido
extensamente en otros sitios sobre la no utilidad de las nociones aludidas para dar
cuenta de las periferias en general y América Latina en particular; véase, por ejem-
plo, Roggerone (2020a).
5 En lo que sigue privilegiaré un acercamiento teórico-conceptual, evitando por
ende lo más posible referirme al neoliberalismo en términos históricos. Una aproxi-
mación de tal naturaleza puede encontrarse, por ejemplo, en David Harvey (2007).
Para un análisis de cómo el neoliberalismo pasó de ser una teoría marginal a con-
vertirse en el proyecto hegemónico más exitoso de los últimos tiempos, ver Srnicek
y Williams (2016, pp. 77-100).icek y Williams (2016, pp. 77-100). trabajo de David
Harvey (200
378
¿Qué es esto? Neoliberalismo, fascismo y estrategias de subjetivación política
I
Quisiera partir entonces de que es incorrecto entender al neoliberalis-
mo únicamente —y subrayo este únicamente— como una revolución
que, a partir de algún momento de la década del setenta, habría impli-
cado la adopción de un nuevo espíritu ideológico justificador por parte
del capitalismo y que habría conllevado para este, en cuanto tal, una
victoria pírrica. Luc Boltanski y Ève Chiapello (2002), Martin Hart-
mann y Axel Honneth (2009), Christian Laval y Pierre Dardot (2013)
y hasta en un cierto punto Wolfgang Streeck (2016), se encuentran
6 Siguiendo lo que Fredric Jameson alguna vez planteara, podría decirse incluso
que, en el contexto histórico del capitalismo neoliberal, “las profecías de Theodor W.
Adorno sobre el ‘sistema total’ se vuelven realidad” (Jameson, 2010, p. 21). La idea de
que Adorno haya sido “el analista de nuestro propio período”, un período, obviamen-
te, que él “no vivió para ver, y en el cual el capitalismo tardío casi ha logrado eliminar
los últimos nichos de naturaleza y de inconsciente, de subversión y de estética, del
individuo y de la praxis por igual”, suprimiendo asimismo “toda traza de memoria
(…) de lo que dejó de existir” (Jameson, 2010, p. 21)— es por supuesto muy potente.
Con ella, sin embargo, se corre el riesgo de que el fascismo —Jameson habla de siste-
ma total, pero la conjetura es igualmente válida— lo sea todo y, por lo tanto, a la vez
nada. En ocasiones, en efecto, correr ese riesgo ha conducido a sostener cosas insos-
tenibles. Pienso, por ejemplo, en el también frankfurtiano Jürgen Habermas, quien
alguna vez acusó al movimiento estudiantil alemán por su “fascismo de izquierda”
(Wiggershaus, 2010, pp. 771-772). Efectúo esta observación no por un desmedido
afán filológico sino para advertir al lector sobre el alcance de los supuestos de la
hipótesis recién formulada.
379
Santiago Roggerone
380
¿Qué es esto? Neoliberalismo, fascismo y estrategias de subjetivación política
7 Para Tariq Ali (2015), tal crisis orgánica habría agrietado lo que denomina “extre-
mo centro”.
8 Hartmann y Honneth subsumen estas medidas a lo que denominan “revolución
neoliberal” —un conjunto de “evoluciones económicas (…) que han contribuido a
deslegitimar el capitalismo regulado por el Estado en sus diversas funciones inte-
gradoras” (Hartmann y Honneth, 2009, p. 396). Identifican tres procesos interrela-
cionados clave: el debilitamiento de las actividades de conducción del Estado, la
ampliación de la dirección empresarial orientada por los accionistas y, quizá lo más
importante de todo, la motivación de la fuerza de trabajo para que emplee “con res-
ponsabilidad propia las competencias y los recursos emocionales propios al servicio
de proyectos individualizados” (Hartmann y Honneth, 2009, pp. 397-398).
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Santiago Roggerone
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¿Qué es esto? Neoliberalismo, fascismo y estrategias de subjetivación política
11 Brown, asimilando la visión de Foucault, señala que para este último el neolibe-
ralismo entrañaba una “reprogramación de la gubermentalidad liberal” e, inclusive,
del “liberalismo” en cuanto tal (Brown, 2016, pp. 60, 69).
12 Es sumamente interesante el contraste existente entre la lectura de matriz fou-
caultiana de Brown y la interpretación de cariz socioeconómico propuesta por Stre-
eck. Este último habla de una “desdemocratización de la economía” y una “deseco-
nomización de la democracia” (Streeck, 2016, p. 104). En sus trabajos, el pensador
alemán defiende la tesis de que el actual es un modo de producción histórico que aca-
bará más temprano que tarde. Su final, sin embargo, sería no un colapso sino un pro-
longado, declinante y tumultuoso proceso causado por las propias contradicciones
del sistema. Lo que Streeck advierte es que, para sobrevivir, el capitalismo occidental
requirió —al menos desde la segunda posguerra del siglo XX— salvatajes políticos
cada vez más decididos, circunstancia esta a partir de la cual habría surgido una fusi-
ón inextricable entre él y la democracia formal burguesa. Ahora bien, ello no implicó
que el capitalismo funcionara keynesianamente de manera indefinida, de forma tal
que la naturaleza de sus crisis pudiera ser solamente de legitimación. Para sorpresa
de muchos, dice Streeck (2017), el capitalismo democrático que tuvo lugar en los
países centrales durante los llamados trente glorieuses, llegaría a su fin a mediados de
los años setenta, cuando las reformas neoliberales empezaron a ser implementadas a
escala global. El punto es que, en última instancia, esto habría conllevado “una victo-
ria pírrica” (p. 82) que resignificaría el famoso lema de Thatcher —TINA, there is no
alternative—, pues, en su última gran metamorfosis, el capitalismo habría terminado
devorando las instituciones que hacían las veces de cortapisas, protegiéndolo de sus
propios excesos. Fue así que el estallido de una crisis terminal e irreversible quedó
pospuesto. Los gobiernos de los capitalismos centrales se dedicaban a comprar tiem-
po mediante la inflación de la provisión de moneda, la acumulación de deuda pública
y, last but not least, un abundante crédito para los hogares privados (2016, p. 19).
Lo acontecido en 2008, cuando estalló una triple crisis (…) bancaria, de las finanzas
públicas y de la economía real (p. 21), habría significado la culminación de esa pos-
posición y, por añadidura, el inicio del final propiamente dicho del capitalismo como
formación histórica.
13 En este punto, desacuerdo por tanto con Adrián Piva (2020), quien en un reciente
y por demás interesante artículo ha dado tres definiciones del neoliberalismo que
guardan cierta similitud con los niveles analíticos que acabo de distinguir, pero re-
conociendo que entre sí resultan incompatibles y en consecuencia imposibles de ser
integradas.
383
Santiago Roggerone
II
Vimos que en el caso de Nancy Fraser hay en juego un olvido que
supone, en última instancia, una rígida diferenciación respecto al au-
toritarismo y, más en general, el fascismo en cuanto tal.15 Lo mismo
podría decirse de Wendy Brown (2016), quien al situarse en un nivel
analítico diferente al de la racionalidad neoliberal, acabó paradóji-
camente reflejando ciertos aspectos del fascismo, reconociendo de
forma tácita que se trata de dos cosas distintas. Efectivamente: las
“convergencias entre algunos elementos del fascismo del siglo XX y
los efectos imprevistos de la racionalidad neoliberal en la actualidad”
(pp. 306-307) no implican, para la autora de El pueblo sin atributos:
La secreta revolución del neoliberalismo, que esta racionalidad sea una
extensión lógica de aquel. En su último trabajo, En las ruinas del neo-
liberalismo. El ascenso de las políticas antidemocráticas en Occidente
(2020), Brown ha revisado parte de sus planteos. Su tesis ahora pare-
cería ser que “la racionalidad neoliberal [sí] preparó el terreno para
la movilización y la legitimación de fuerzas antidemocráticas feroces
en la segunda década del siglo XXI” (pp. 23-24), cosa que, en lo fun-
damental, no habría sido algo pretendido sino una consecuencia no
buscada y de naturaleza aberrante. No obstante, la principal redefi-
nición que la autora propone toca al neoliberalismo en cuanto tal,
pues apoyándose en perspectivas como la de Melinda Cooper (2017),
y efectuando una lectura a contrapelo de pensadores como Hayek,
tematiza a aquel no como una “economización de todo” —justamente
lo que había hecho en El pueblo sin atributos— sino como “un proyec-
to moral-político que intenta proteger las jerarquías tradicionales al
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¿Qué es esto? Neoliberalismo, fascismo y estrategias de subjetivación política
Con este giro significativo, a partir del cual el nihilismo se intersecta con
el neoliberalismo, la libertad es arrancada del habitus de valores tradicio-
nales. La combinación del desprecio neoliberal respecto a lo político y lo
social, y una masculinidad herida desublimada, generan una libertad des-
inhibida, que es el síntoma de la destitución ética, aunque por lo general
aquella se disfrace de virtud religiosa o de melancolía conservadora respec-
to a un pasado fantasmático. (P. 197)
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Santiago Roggerone
17 Para ampliar sobre este punto, ver Roggerone (2020b, pp. 121-131).
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¿Qué es esto? Neoliberalismo, fascismo y estrategias de subjetivación política
18 Hay que estudiar con seriedad de qué forma y hasta qué punto el comportamien-
to errático y vacilante del progresismo reformista que Alberto Fernández encarna
está favoreciendo una agudización de la torsión (neo)fascista del capitalismo neoli-
beral anteriormente referida. El copamiento de las calles por parte de las derechas y
las sucesivas manifestaciones anticuarentena que ocurrieron durante 2020 son ele-
mentos centrales a tener en cuenta.
387
Santiago Roggerone
Al respecto, el caso brasileño es, por supuesto, aun más nítido. Él re-
vela “la incompatibilidad radical del reformismo con el neoliberalis-
mo” (Lazzarato, 2020, p. 27). Y esto se debe a que el primero tiene
verdaderamente lugar cuando el capitalismo se encuentra amenazado
por una revolución —cosa que, desde ya, en tiempos recientes no ha
sucedido ni en América Latina ni en ningún otro sitio del planeta— y
que el segundo ha sido una reacción ideológica al mundo westfaliano
que se configuró en Bretton Woods cuando sí existía un peligro real.
A nivel económico pero también subjetivo, las consecuencias de los
gobiernos del PT fueron el endeudamiento, la individualización y la
despolitización. Si bien Lula llegó al poder en 2003 con un PT ya do-
mesticado —las concesiones, alianzas, compromisos y el abandono de
ciertos preceptos programáticos comienzan ya en los años ochenta—,
su gestión cambiaría al Brasil drásticamente, transformando las rela-
ciones de clase y ampliando derechos de forma significativa. Lejos de
poner fin al neoliberalismo, apostó por el desarrollo de un capitalismo
que quedó herido de muerte por el colapso financiero de 2008 y la
caída del precio internacional de los commodities del que el modelo
extractivista tanto dependía.19 Las protestas de 2013 marcaron un vi-
raje, ya que el PT comenzó a perder apoyo popular y una nueva alian-
za neoliberal entre las finanzas, los terratenientes del agronegocio,
los militares y los evangelistas neopentecostales ultraconservadores
empezó a tomar forma. Esa nueva alianza encontraría expresión en el
impeachment de Dilma, la llegada de Temer al poder y, enseguida, la
proscripción de Lula y el fortalecimiento de una figura política hasta
el momento marginal y excéntrica, caracterizada por una profunda
misoginia, homofobia, racismo, xenofobia y macartismo, admiradora
del imperialismo yanqui y cultora del nacionalismo, el militarismo, el
ruralismo, el anticientificismo, el antiintelectualismo, el consumismo
y el mesianismo religioso. Me refiero, por supuesto, a Bolsonaro, ex
militar, ex diputado federal y actual presidente del gigante sudameri-
cano, que encarna a la perfección la intolerancia y la agresividad ges-
tadas a contracorriente durante el período anterior contra los negros,
los indígenas, los pobres, las disidencias sexogenéricas a la hetero-
norma patriarcal, las feministas e incluso los ecologistas, y cuyo ob-
jetivo último —puede presumirse— es la realización de un autogolpe
mediante el cual se instale un régimen bonapartista y autoritario que
ponga fin al semipresidencialismo brasileño.
Giuseppe Cocco (2019) apela a los significantes cinismo y fascis-
mo para dar cuenta de todo este proceso a través del cual el capital
brasileño ha encontrado en Bolsonaro una salida, y el neoliberalismo,
19 Para un balance más amplio de la trayectoria del PT, ver Secco (2021).
388
¿Qué es esto? Neoliberalismo, fascismo y estrategias de subjetivación política
III
Bolsonaro, Áñez, Macri y Guaidó no cayeron del cielo. Si aún vale la
pena emplear la palabra fascismo para referirse a ellos —concedien-
do, por supuesto, que nada es lo que tienen que ver con los fascismos
históricos—, lo vale en tanto por él se entienda guerra civil o contra
las poblaciones. En el capitalismo contemporáneo, la guerra siempre
es una máquina puesta a andar mediante otras máquinas técnicas.
Más allá de la jerga deleuzeana a través de la que se expresa, esta tesis
de Maurizio Lazzarato reviste extrema importancia, ya que permite
echar por tierra el mito del emprendedor genial e innovador del garaje
a través del que el capitalismo neoliberal se presenta a sí mismo. “Si-
licon Valley”, escribe el filósofo francoitaliano,
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¿Qué es esto? Neoliberalismo, fascismo y estrategias de subjetivación política
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Santiago Roggerone
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LA SOCIEDAD DE LA DESACELERACIÓN.
REFLEXIONES SOCIOLÓGICO-POLÍTICAS A
PARTIR DE LA PANDEMIA 1
Alexis Gros
Felipe Torres
INTRODUCCIÓN
Como consecuencia de la pandemia del Covid-19 y de las medidas
de distanciamiento y confinamiento tomadas en todo el mundo para
combatirla, en el último año han proliferado los discursos acerca de
la “desaceleración” de la vida social. Tanto en el Sur como en el Norte
Global se habla de una ralentización abrupta de las actividades so-
cioeconómicas provocada por el coronavirus y se discute acerca de las
consecuencias negativas y/o positivas de la misma. Este tópico apare-
ce recursivamente no solo en conversaciones cotidianas, sino también
en los medios masivos de comunicación y en los ámbitos de la ciencia,
el deporte, el arte y la política. Algunos ejemplos pueden servir para
ilustrar esto.
Comencemos por la esfera económica. En abril de 2020, el Fondo
Monetario Internacional (FMI) publicó un informe titulado “El gran
confinamiento: la peor desaceleración económica desde la Gran De-
presión”. Allí se afirma que las medidas de lockdown tomadas como
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La sociedad de la desaceleración. Reflexiones sociológico-políticas a partir de la pandemia
2 Rosa (2021, p. 22) brinda varios datos empíricos cuantitativos que permiten sus-
tentar la hipótesis de una “desaceleración forzada” [Zwangsentschleunigung] de la
vida socioeconómica, al menos de carácter parcial, durante la pandemia del corona-
virus. Por ejemplo afirma que, a inicios de 2020, el “85% de los vuelos ha[bía]n sido
cancelados” (p. 22).
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La sociedad de la desaceleración. Reflexiones sociológico-políticas a partir de la pandemia
Sobre este trasfondo, Rosa (2005, pp. 462 y ss.) define la aceleración
moderna como un proceso de dinamización exponencial de prácti-
camente todos los ámbitos de existencia social. Para ponerlo en tér-
minos más precisos, se trata de un progresivo “aumento de la canti-
dad (Mengezunahme)” de operaciones y actividades sociales —bienes
producidos, signos comunicados, tareas realizadas, vivencias expe-
rimentadas, etc.— efectuadas “por unidad de tiempo” (p. 115). Este
proceso incremental se radicaliza y/o acentúa en la Tardomodernidad
como consecuencia, entre otras cosas, de la desregulación de la lógi-
ca competitivo-acumulativa del capitalismo (ver, por ejemplo, Rosa
et al., 2007, pp. 23 y ss.). El concepto de aceleración es empleado por
muchos investigadores sociales de manera poco rigurosa. Sin dudas,
uno de los méritos principales de Rosa (2005, pp. 112 y ss.) es haber
diferenciado tres aristas o dimensiones de la aceleración social que la
literatura especializada suele mezclar y/o confundir: a) la “aceleración
técnica”, b) la “aceleración del cambio social” y c) la “aceleración del
ritmo de vida” (p. 462, 2009, p. 81). En el presente contexto, solo pode-
mos mencionar algunas de las características principales de estas tres
modalidades de aceleración:
1. La aceleración técnica implica un aumento exponencial de la
velocidad de los “procesos intencionales de transporte, comu-
nicación y producción” posibilitada por los constantes desarro-
llos tecnológicos (2009, p. 82, 2005, p. 462). Es indudable que
desde el siglo XIX hasta la actualidad, se constata un “mejora-
miento” progresivo de la eficacia y rapidez de los medios téc-
nicos de producción, locomoción y comunicación. Para decirlo
de otro modo, gracias a los avances de la tecnología, aumenta
exponencialmente la cantidad de bienes producidos, distan-
cias recorridas y mensajes enviados y recibidos por unidad de
tiempo (2005, p. 115). Un buen ejemplo de esta tendencia es la
aceleración progresiva de las comunicaciones que tuvo lugar
en las últimas dos décadas como consecuencia de desarrollos
técnicos ligados a Internet y la telefonía celular.
2. La aceleración del cambio social es definida por Rosa (2005, pp.
113 y ss., 462) como un incremento constante de las “tasas de
cambio social” (Veränderungsraten), es decir, de la velocidad en
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Rosa (2021, pp. 23 y ss.) sustenta este diagnóstico en datos “duros” in-
negables: el decrecimiento del tráfico aéreo en un 85% al comienzo de
la pandemia, la disminución de la producción de dióxido de carbono
en un 17%, la suspensión de clases en escuelas y universidades, y la
cancelación masiva de eventos culturales. A esta lista cabría agregar
la antes mencionada “desaceleración” de la producción y el comercio
que, según el FMI (2020), alcanzaría un 3% en términos globales.
Sin embargo, el propio Rosa (2021, p. 21) advierte con razón que
no todo se desacelera en tiempos de coronavirus. Muchas actividades
sociales permanecen a la misma velocidad, y otras incluso se aceleran
más que antes de la pandemia. Por ejemplo, el trabajo en las terapias
intensivas de los hospitales ha acrecentado su ritmo considerable-
mente como producto de la pandemia. Y lo propio ocurre en las agen-
cias estatales ocupadas de gestionar la compleja emergencia sanitaria,
en los centros de investigación científica dedicados al desarrollo de la
vacuna y en las fábricas ocupadas de su producción masiva.
Además, Rosa afirma que la crisis del coronavirus produjo un
desplazamiento de la aceleración social del plano “real” al “virtual”.
Es cierto que el número de encuentros y eventos sociales “reales”, o
face-to-face, han disminuido y los mismos parecen haberse trasladado
a la esfera de la virtualidad. Hoy tenemos cada vez más reuniones de
trabajo, conferencias e incluso fiestas de cumpleaños vía Zoom o Sky-
pe. En una palabra, nosotros ya no nos movemos tanto, pero “la ve-
locidad de las corrientes digitales aumenta progresivamente” (p. 21):
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Figura 1
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INSUMOS ANALÍTICOS PARA AMÉRICA
LATINA
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2 Ello se puede observar, por ejemplo, en los cursos de Pierre Bourdieu (2015) en
el Collège de France sobre el Estado de comienzos de la década del noventa. Allí se
observa el repaso de una extensa gama de autores y dimensiones pero se aprecia
poco o nada la fase represiva del Estado.
3 Por ejemplo, ahora se pueden observar procesos por los cuales son los propios
Estados-nación que contribuyen a su desnacionalización en función de ensamblajes
globales (Sassen, 2010).
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4 Hay que recordar que en Brasil el golpe ocurrió en 1964 y que en Uruguay hubo
un período de “autoritarismo constitucional” predictadura ya desde 1968.
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con los llamados “gobiernos K”, también el impulso y los avances son
mucho más significativos.
Como ya se ha mencionado, no es posible soslayar el impulso del
tema durante el primer gobierno del Frente Amplio. El día de asun-
ción de la primera presidencia de Tabaré Vázquez (1º de marzo de
2005), el mandatario anuncia que sus equipos técnicos ingresarán a
los cuarteles con el fin de establecer si existen restos de desaparecidos
enterrados en dichas instalaciones (recordar que en todo el período
anterior las demandas no traspasaban las puertas de los cuarteles). El
comienzo de esta etapa está pautada por una sucesión de eventos en
donde se expresan las tensiones generadas por las distintas relaciones
de fuerza que conforman al Estado.
Las medidas tomadas por el gobierno implicaron cuestiona-
mientos por parte del Ejército. A dos días de la asunción de Tabaré
Vázquez, jerarcas de la fuerza hicieron declaraciones en la prensa
indicando que el grupo de técnicos que ingresarían a los cuarteles
militares no debían ser de la Universidad de la República. Los moti-
vos esgrimidos eran que estos no daban garantías de imparcialidad
y que por lo tanto era necesario traer expertos de la Unión Europea.
Luego irán apareciendo otros “malestares” militares y —como ya se
mencionó— la constatación que muchas veces la información pro-
porcionada era falsa.
En esta situación es donde el arco de organizaciones sociales que
confluyen en el movimiento decidió convocar a una concentración en
apoyo y reconocimiento a las medidas tomadas por el Gobierno en
la búsqueda de verdad sobre los desaparecidos. En este contexto se
puede ver una relación de mutuo apoyo entre movimiento y gobierno.
Sin embargo, no puede hablarse aquí ni de “institucionalización” ni
de cooptación, sino de una confluencia con un horizonte compartido,
con beneficios mutuos. Finalmente, el 29 de noviembre de 2005 se
encuentran los primeros restos de detenidos desaparecidos. El hallaz-
go tuvo un fuerte impacto en la medida que permitió avanzar en la
recuperación de la verdad histórica, y poner de manifiesto que existió
tortura, desaparición forzada y asesinato a sangre fría. El lado coac-
tivo del Estado quedaba al descubierto. Pero ese inicial alineamiento
no duró mucho. De hecho, el accionar del gobierno tomó otros rum-
bos, que se llegaron a expresar como contradicciones notorias con el
movimiento. Uno de los eventos en tal sentido fue la propuesta del
presidente de conmemorar un día de “Nunca Más”, entendido como
una suerte de reconciliación de la nación tras las heridas del pasado
reciente. Una referente histórica del tema lo sintetizaba de esta forma:
“El gobierno dice que terminó una etapa, pero la cierra con algo con
lo que no estamos de acuerdo (…) el “nunca más” va a estar cuando
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Hace 30 años que tuvo lugar en la Argentina el golpe de Estado que instau-
ró la dictadura militar más sangrienta de la historia del país, han pasado
desde entonces dos generaciones que no tenían 10 años o no habían nacido
cuando se produjo y los familiares de los desaparecidos y buena parte de
la sociedad civil siguen exigiendo verdad, justicia y un lugar para enterrar
a sus muertos. ¿Al vicepresidente Nin Novoa le parece mal que se recuerde
ese “dolor tan antiguo”? ¿Y la matanza de estudiantes en la Ciudad de Mé-
xico, que se remonta a 1968, sería la Edad Media según sus parámetros?
¿Y qué decir de Hiroshima y Nagasaki, que ocurrieron en un lugar del
calendario tan lejano como 1945? ¿O de la Shoá, que comenzó hace la eter-
nidad de 70 años o más? ¿El vicepresidente Nin Novoa no está de acuerdo
en que se rememoren esos dolores para él sin duda antiquísimos, remotos,
ya perdidos en el fondo de los tiempos? ¿Piensa que los 200 desaparecidos
uruguayos se desvanecen comparados con los 30 mil de la Argentina o con
los 300 mil que mató el primer estallido atómico del planeta, o con los 6
millones devorados por las fauces del nazismo? ¿Cree que la vida humana
es una cuestión de cantidad? ¿Le parece que un uruguayo vale menos que
un japonés, un argentino, un mexicano o un judío? (Gelman, 2005)
Tampoco se puede pasar por alto que cuando las vías para conseguir
la anulación de la ley de caducidad se vieron frustradas tanto por el
plebiscito como por la vía parlamentaria, la demanda que Macarena
Gelman presentó ante la Comisión Interamericana de Derechos Hu-
manos (CIDH) de la OEA fue un elemento sustancial para avanzar en
este campo. A partir del fallo, el Estado uruguayo tuvo que asumir en
forma pública su responsabilidad en el caso Gelman y en el resto de
los hechos de este tipo durante la dictadura. Pero también ello fue un
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poner reversa en tema Caducidad. El Observador, 3.
El Observador (2011, 20 de mayo). Amarga derrota para el Frente
significa oxígeno para Mujica. El Observador, 3.
El Observador (2011, 25 de octubre). Hallazgo de restos también será
parte del debate por Caducidad. El Observador, 4.
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447
PARTE 4
REFLEXIONES FINALES
PLURALIDAD Y CONTEMPORANEIDAD EN
LA TEORÍA SOCIAL LATINOAMERICANA
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José Maurício Domingues
452
Pluralidad y contemporaneidad en la teoría social latinoamericana
453
SOBRE LAS AUTORAS Y LOS AUTORES
ARAUJO, KATHYA
Doctora en Estudios Americanos. Profesora e investigadora del Insti-
tuto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago de
Chile. Directora del Centro Núcleo Milenio Autoridad y Asimetrías de
Poder. Ha sido profesora e investigadora invitada en diversas universi-
dades de América del Norte, del Sur y Europa. Ha publicado alrededor
de veinte libros, entre los últimos como editora Hilos Tensados. Para
leer el octubre chileno (USACH/ColecciónIDEA, 2019) y Las Calles. Un
estudio sobre Santiago de Chile (LOM, 2019); y como autora, El miedo
a los subordinados. Una teoría de la autoridad (LOM, 2016), y ¿Cómo
estudiar la autoridad? (Usach, 2021).
Contacto: [email protected]
BRACHET-MÁRQUEZ, VIVIANE
Socióloga (doctorada de la Universidad de Wisconsin), profesora-in-
vestigadora emérita de El Colegio de México y del Sistema Nacional
de Investigadores de México. En los últimos diez años sus publicacio-
nes se han concentrado en la teorización y el estudio empírico de la
formación del Estado en América Latina.
Contacto: [email protected]
455
Sobre las autoras y los autores
BRINGEL, BRENO
Catedrático de Sociología del Instituto de Estudios Políticos y Sociales
de la Universidad Estadual de Río de Janeiro (IESP-UERJ) e investi-
gador del Consejo Brasileño de Investigaciones (CNPq). Presidente del
Comité de Investigación de Movimientos Sociales (RC47) de la Aso-
ciación Sociológica Internacional (ISA) para el período 2018-2022 y
director de la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS) para
el período 2019-2021. Fundador y editor (con Geoffrey Pleyers) de
Open Mouvements/Open Democracy y editor asociado de Dados. Su
investigación actual aborda dos temas principales: la reconfiguración
del activismo, los movimientos sociales y el internacionalismo con-
temporáneo; y la construcción geopolítica y teórica del pensamiento
latinoamericano.
Contacto: [email protected]
COCA, GERMAN
Licenciado en Sociología, maestrando en Estudios Contemporáneos
de América Latina, Facultad de Ciencias Sociales Universidad de la
República, Uruguay. Realiza tareas de investigación en proyectos
de los departamentos de Sociología y de Ciencia Política en la mis-
ma universidad, entre los que se mencionan “Conflictos sociales en
el Uruguay Progresista. Hacia un cuadro general de análisis” (2019-
2021) y “Definiendo el interés nacional: actores y posiciones en torno
a los TLC” (2020-2021).
Contacto: [email protected]
456
Sobre las autoras y los autores
FALERO, ALFREDO
Doctor en Ciencias Sociales, especialización en Sociología, Univer-
sidad de la República, Uruguay, integrante del Sistema Nacional de
Investigadores. Autor de numerosas publicaciones, sus líneas de in-
vestigación son teoría social y pensamiento latinoamericano, globa-
lización y transformaciones territoriales y movimientos sociales en
América Latina. Coordinador del proyecto “Conflictos sociales en el
Uruguay Progresista. Hacia un cuadro general de análisis”.
Contacto: [email protected]
GROS, ALEXIS
Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Buenos
Aires (UBA). Se desempeña como investigador asistente del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, profesor adjunto
de Sociología en la Universidad de Belgrano y docente en la UBA.
Ha realizado varias estancias de investigación en Alemania financia-
das por el DAAD y el Coimbra Group, y publicado múltiples artícu-
los en revistas académicas internacionales. Desde 2019 trabaja en la
Friedrich-Schiller-Universität Jena como Fellow de la Alexander-von-
Humboldt-Stiftung.
Contacto: [email protected]
FRY, MARIANA
Socióloga, magíster en Sociología y doctoranda por el Programa de
Doctorado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la
República. Se desempeña como docente e investigadora en el Depar-
tamento de Sociología de la misma institución. Se dedica al estudio de
457
Sobre las autoras y los autores
GORRITI, JACINTA
Licenciada en Filosofía (FFyH-UNC), doctoranda en Estudios Sociales
de América Latina (CEA-UNC) y becaria doctoral del Consejo Nacio-
nal de Investigaciones Científicas y Técnicas. Integrante del Programa
Cambio Social Mundial (CIECS-UNC). Ha publicado Estado, clases
sociales y democracia. Un estudio crítico del pensamiento de Nicos Pou-
lantzas (Estudios Sociológicos Editora, 2018) y Nicos Poulantzas. Una
teoría materialista del Estado (Doble Ciencia, 2020).
Contacto: [email protected]
MASCAREÑO, ALDO
Investigador senior del Centro de Estudios Públicos y editor gene-
ral de la revista Estudios Públicos desde 2019. Es también profesor
de Sociología de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo
Ibáñez. Sus líneas de investigación son teoría sociológica y teorías
de la complejidad, sistemas socionaturales, sociología del derecho,
sociología de América Latina, áreas en las que ha publicado varios
libros y artículos. Es principalmente conocido por sus escritos sobre
teoría de sistemas y el pensamiento de Niklas Luhmann. Antropó-
logo social, Universidad Austral de Chile. Magíster en Sociología,
Universidad Católica de Chile. PhD en Sociología, Universidad de
Bielefeld, Alemania.
Contacto: [email protected]
PEIRONE, FERNANDO
Doctorando del Doctorado en Estudios Sociales de América Latina,
CEA, Universidad Nacional de Córdoba. Director del Observatorio
Interuniversitario de Sociedad, Tecnología y Educación (UNSAM-
UNPAZ-UNIPE). Director del Programa de Saber Juvenil Aplicado
458
Sobre las autoras y los autores
ROGGERONE, SANTIAGO
Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Buenos
Aires, se desempeña como investigador del Consejo Nacional de Inves-
tigaciones Científicas y Técnicas en el Centro de Historia Intelectual
de la Universidad Nacional de Quilmes y ejerce la docencia universita-
ria a nivel de grado y posgrado. Su trabajo se centra en la teoría social
contemporánea, las teorías críticas de la sociedad, los marxismos y el
problema de la justicia.
Contacto: [email protected]
RÍOS-JARA, HÉCTOR
Cientista Social. Magíster en Metodología de la investigación socio-
lógica, University of Bristol. Doctorando en Ciencia Social, Univer-
sity College of London, Reino Unido. Miembro del Grupo de Trabajo
CLACSO “Teoría social y realidad latinoamericana”. Estudiante pa-
trocinado Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES).
Becario Programa Becas Chile para posgrados en el extranjero.
Contacto: [email protected]
459
Sobre las autoras y los autores
TORRES, FELIPE
Profesor asistente de Teoría Sociológica en el Instituto de Sociología,
Pontificia Universidad Católica de Chile. Doctor en Sociología por el
Centro Max Weber de la Universidad de Erfurt (Alemania). Autor de
Temporal Regimes: Materiality, Politics, Technology (Routledge, 2021).
Investiga sobre teoría de la aceleración, conceptos sociopolíticos tem-
porales, teoría social e historia conceptual. Tradujo Aceleración. Las
transformaciones de las estructuras temporales en la modernidad, de
Hartmut Rosa (en prensa, Herder, 2021). Miembro del Grupo de Tra-
bajo CLACSO “Teoría social y realidad latinoamericana”, desde 2019.
Contacto: [email protected]
TORRES, ESTEBAN
Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas de Argentina y director del Programa “Cambio Social Mun-
dial” en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Socie-
dad de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Profesor a cargo
de la cátedra “Teorías y procesos de cambio social” de la Facultad de
Ciencias Sociales de la UNC, y de la cátedra “Sociología” de la Escuela
de Historia de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la misma
universidad. Coordinador del Grupo de trabajo de CLACSO “Teoría
social y realidad latinoamericana”. En los últimos años, ha sido pro-
fesor visitante en los departamentos de sociología de varias universi-
dades, entre ellas la New York University y University of Wisconsin/
Madison (Estados Unidos), la University of Cambridge (Reino Unido)
y la Friedrich Schiller Universität Jena (Alemania). Sus últimos libros
publicados por CLACSO son Hacia la renovación de la teoría social
latinoamericana (2020), Marx 200: presente, pasado y futuro (2020), La
gran transformación de la sociología (2021) y Hacia una nueva sociolo-
gía del capitalismo (2022).
Contacto: [email protected]
460
C O L E C C I Ó N G R U P O S D E T R A B A J O
De la Introducción.