El ENFOQUE HUMANISTA EN LA NEM

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El enfoque humanista en la NEM

Por Avance Magisterial

Enfoque humanista

"La educación tendrá un enfoque de derechos humanos y se basará en el respeto


a la dignidad de las personas y en la igualdad sustantiva."

"El Estado priorizará el interés superior de niñas, niños y adolescentes y jóvenes en


el acceso, permanencia y participación en los servicios educativos."

"Los planes y programas de estudios tendrán perspectiva de género y una


orientación integral por lo que se incluirá el conocimiento de las ciencias y
humanidades: matemáticas, lectoescritura, historia, geografía, civismo, filosofía,
tecnología, innovación, lenguas indígenas, lenguas extranjeras, educación física,
deporte, artes en especial la música-estilos de vida saludables, educación sexual y
reproductiva y cuidado del medio ambiente.

La NEM asume la educación desde el humanismo, base filosófica


paradigma de nuevo humanismo, postula a la persona como el eje central del
modelo educativo. Dentro de esta perspectiva las y los estudiantes son vistos de
manera integral, como una totalidad, con una personalidad en permanente
cambio y constante desarrollo e imbuidos en un contexto interpersonal.

La orientación humanista hace hincapié en que todas y todos formamos una


comunidad de seres humanos que se vinculan entre sí; mediante el
reconocimiento de su existencia, de su coexistencia y la igualdad con todos los
demás.

Insta a que todo estudiante sea capaz de participar auténticamente en los


diversos contextos en los que interactúa. Al mismo tiempo, las orientaciones
educativas fortalecen el acercamiento de los alumnos a la realidad cotidiana para
afrontar en lo colectivo los problemas que se viven
la educación en todas sus manifestaciones es la vía por excelencia de la
socialización humana, es decir, la vía de su conversión en un ser social.

Organizan las actividades escolares desde una visión humanística, científica,


artística, lúdica y crítica, de acuerdo a cada nivel, tipo y modalidad educativa.

Requieren que la enseñanza y el aprendizaje, la planeación y la evaluación se


realicen con miras a fomentar las potencialidades. Que los acompañan
cotidianamente en sus trayectorias formativas para favorecer aprendizajes
humanísticos, tecnológicos, científicos, artísticos, históricos, biológicos y
plurilingües.

Orientaciones pedagógicas de la NEM

2. La práctica educativa en el día a día


La labor docente del día a día se fundamenta en los siguientes principios
orientadores:

● Las niñas, niños, adolescentes y jóvenes a la educación significa que son


sujetos activos en el desarrollo de sus potencialidades.

● El interés, la actividad, la detección de necesidades y las potencialidades de


las y los estudiantes, así como los desafíos de su contexto y de la
humanidad en su conjunto, son ejes reguladores de la actividad en el salón
de clase.

● Niñas, niños, adolescentes y jóvenes son considerados en igualdad de


capacidades y disposiciones para aprender.

● Atención a la diversidad cultural, lingüística, de género, de aprendizaje.

● Promoción del trabajo colaborativo a partir de la participación de las y los


estudiantes en las actividades que fomenten la cultura física, el apoyo
emocional, el desarrollo intelectual, y una cultura de paz.

● Organización y uso de información, estrategias, recursos, materiales para


enriquecer las actividades escolares.

● Coherencia entre los valores y las propuestas, los objetivos y las estrategias,
el discurso y la práctica, el contenido y la forma, en que se ejerce la función
docente y directiva.

● Vinculación con la comunidad inmediata para enriquecer la labor de la


escuela.

DOCENCIA
Augusto Hortal

Enseñar al que no se sabe era una actividad en la que no se necesitaba título,


pero como otras tantas, ha pasado a institucionalizarse y a quedar a encomienda
de un cuerpo de profesionales: los docentes. La docencia es una de las más
activas ocupaciones que tienen todas las características de una profesión. Esta no
siempre ha existido ni siempre ha presentado los perfiles de su configuración
actual. Nace en determinada sociedad y está en función de esa sociedad.

La docencia profesionalmente ejercida tiene una enorme importancia educativa,


porque se ejerce en un contexto que no puede dejar de ser educativo. Transmitir
los conocimientos, estimular el aprendizaje y las capacidades cognitivas de los
alumnos, ser acompañantes y guías de la adquisición de habilidades, métodos y
actitudes, son características de ella. Los profesores además de enseñar lo que
deben, han de implicarse como personas en la formación de personas de
alumnos.

Coordenadas éticas de la profesión docente:


El profesorado tanto por la instrucción que suministra como por la disciplina que
impone, hace a sus alumnos capaces de adaptarse a cualquier ocupación de un
modo más efectivo para obtener provecho de subsistencia y mejoras de vida:

A. Principio de beneficencia: un profesional ético es aquel que hace bien su


profesión haciendo bien su profesión, esto es, hacer lo que se tiene que
hacer. El bien intrínseco en la práctica de la docencia es hacer que los
alumnos aprendan. La enseñanza no separa el bien del maestro, es el bien
del que aprende. Enseñar es saber y estar al día en la materia que se
enseña; sin embargo no todo sabio es un buen profesor. Saber enseñar
requiere saber hacerse entender, saber abrir horizontes, estimular ayudar a
ser buen estudiante suscitar y alimentar las ganas de aprender. También es
responsabilidad del docente evaluar con justicia.

B. El principio de autonomía: el principio de beneficencia lleva consigo una


evidente falta de simetría en la relación profesor–alumno. Uno sabe y el
otro ignora, uno enseña y el otro aprende. La falta de simetría se traduce en
una relación de dependencia que conviene no prolongar más allá de lo
debido y tratando de evitar cualquier abuso de poder. La posición de
superioridad inicial (en edad, experiencia, saber) no debe servir para
intentar ejercer una influencia ideológica, explotación, manipulación o
abuso. El abuso no es un mero receptor de la docencia, sino de alguien que
progresivamente no participa activa y responsablemente en el proceso de
aprender. El principio de autonomía se articula mediante el diálogo y
colaboración entre el profesor y los alumnos en beneficio de una mejora de
la caridad docente.
C. El principio de justicia: la ética profesional no se agota en las relaciones
bilaterales entre los profesores y alumnos. Los primeros no pueden
configurar o actuar como les plazca, pues se encuentran en un marco
institucional de un centro de enseñanza, donde ambos tienen que actuar
en el marco de sus competencias en aquello que les competa.
Los maestros no son los últimos ni los primeros responsables de la enseñanza, ni
de la estructura del sistema educativo, ni de 215 cómo son los alumnos. El
progreso y desarrollo no está en manos sólo de profesores ni de su mención
profesional para la creación de una sociedad justa y libre.

Para ello ha de establecerse un fecundo diálogo entre los afectados (alumnos, y


padres) los expertos (docentes y pedagogos) y los responsables políticos, donde
se articulen las múltiples necesidades e intereses, con las responsabilidades y
recursos disponibles en una sociedad conforme a criterios de justicia. Profesión y
vocación: una de las razones fundamentales del malestar de los profesores radica
en el desajuste que se produce entre una formación inicial sobrecargada de
idealismo y una realidad social y escolar cambiante que hace imposible la
realización de esos ideales.

Existe cierta desmoralización de los profesores por la falta de autoridad


reconocida y apoyada, y por la falta de cohesión de todas las instancias que
intervienen en los procesos formativos. La profesión docente necesita de
motivación y de un horizonte compartido, y está sobrada de retórica pedagógica.
La profesión puede ser vivida como vocación cuando se convierte en una parte
central de nuestras vidas. No es posible ser buena persona sino se ejerce bien,
competente y honestamente, la profesión que se tiene o el profesional que se es.

CONSTITUCIÓN DE LA IDENTIDAD DOCENTE


Víctor Gerardo González

La ausencia de la identidad atormenta, desasosiega; alcanzarla es, en cambio,


prenda de paz y seguridad interior. El ejercicio de la profesión docente no deja de
ser paradójico; existe un lento proceso de transformación en los ámbitos laboral,
profesional y administrativo, y una paulatina cultura a la evaluación, un cambio en
la significación social del ser maestro.

La identidad como el núcleo de la acción y el sentido:


Identidad es una estructura de conocimiento sobre sí mismo que supone unidad,
totalidad y continuidad. Esta continuidad se forja en el trascurrir de la vida
cotidiana, en el constante desempeño de roles, en el interminable proceso
comunicativo. Es un constructo que nos permite referirnos a la continuidad de la
experiencia de nosotros mismos. Es decir, la identidad es aquello que los organiza
y los integra, en ese sentido alude a un núcleo. La perdida de la identidad supone
la ausencia del núcleo que permite integración y coherencia en las propias
acciones, en las decisiones y en la valoración de la experiencia.

Construcción social de la identidad:


La formación de sí mismo (la identidad) su estructura y su contenido, varían
histórica y culturalmente. La construcción social de la identidad hace referencia a
la diversidad de formas que puede asumir el sí mismo en función de los
instrumentos socioculturales disponibles. El sí mismo más que una imagen es
una acción. ¿Cómo se está construyendo la identidad del maestro? La
preocupación por el conocimiento de sí mismo docente es un intento por
comprender la lógica de la lección cotidiana y la construcción de los criterios para
los aciertos que subyacen a la toma de decisiones de los maestros.

La identidad docente. Paradojas y contradicciones:


a) La profesión docente enfrenta un momento de cambio, una clara tendencia
profesionalizante, pues esta ha pasado a ser un elemento para la propia
supervivencia y desarrollo de los educandos, de sus organizadores y de la
enseñanza como profesión.
b) Además, algunas investigaciones al respecto señalan que el magisterio parecía
una semiprofesión por no tener la necesidad de conocimientos especializados, ni
de constante actualización.
c) El maestro es una persona con la capacidad y la responsabilidad para tomar
decisiones, caracterizado por la prudencia. A pesar de ello los márgenes reales
para que el profesor tome decisiones cruciales en la orientación de su acción
pedagógica son aún muy limitados. d) Existe una fuerte desvalorización social del
maestro, resultado de una multicapacidad de factores, entre los que destaca: la
accesibilidad a la información, la tecnología, los medios masivos de comunicación,
la desvinculación escuela-comunidad, el deterioro salarial, entre otros.
e) El contexto que hace la función docente tiene una tendencia hacia la
conservación de formas tradicionales y se ha mostrado sumamente resistencia al
cambio.

En suma, el maestro empieza a vincularse con su trabajo más por satisfacción que
por presiones sociales externas. La identidad docente es sumamente compleja,
incluye la recepción e identificación con una tradición que es significada en
función en las nuevas realidades.

DESARROLLO DE LA COMPETENCIA SOCIAL Y EMOCIONAL DEL


PROFESORADO: UNA APROXIMACIÓN DESDE LA PSICOLOGÍA HUMANISTA
Pablo Palomero Fernández

Competencia social y emocional:

En una sociedad caracterizada por el dinamismo, por las nuevas tecnologías y por
la eclosión de la información, nuestros docentes se enfrentan ante un reto que
tiene que ver con la consideración del hecho de enseñar y aprender, un acto que
cobra sentido y relación en el contacto humano, y que tiene que ver con cómo se
articula dicha relación dentro del aula. Ciertas cualidades personales determinan
el ejercicio docente, esto es, el cómo sea una persona: muy autoritaria, poco
autoritaria, muy próxima o no, son cuestiones personales que afectan mucho el
tipo de trabajo que uno puede hacer.
La formación inicial de los docentes para el desarrollo de competencias sociales y
emocionales es insuficiente y precaria, por ello se pierde constantemente el
control de la clase. Estos necesitan más que un conjunto de teorías, métodos y
técnicas científicas, sino además requieren conocimientos que fortalezcan su
condición de ser, social y emocional. Estas competencias, durante los años de
socialización en una familia, se aprenden tanto a reconocer las emociones, como
a tratar de ocultarlas, regularlas o reprimirlas.

Estos aprendizajes son los que el profesorado va a poner en juego cuando entra
en relación con sus alumnos. Las carencias que se presentan son debidas
fundamentalmente a la precariedad o ausencia de una formación específica en el
terreno de las inteligencias intrapersonal e interpersonales. Desde una
perspectiva humanista, la competencia social y emocional, se relacionan en
espacios seguros en lo que se pueda compartir la propia experiencia relacional y
emocional, para tomar conciencia de ella y generar los procesos de cambio que
libremente se elijan. La educación de las emociones habría de servir de puente
para unir lo que somos desde un punto de vista biológico y lo que queremos ser
desde un punto de vista ético. En la práctica, la creación de un marco formativo
que resalte las diferencias entre experto (maestro) e ignorantes (alumnos), es
especialmente peligrosa cuando estamos formando actitudes.

Una experiencia de formación desde la perspectiva humana:

La inteligencia intrapersonal y la inteligencia interpersonal descritas por Howard


Gardner se mueve en un nivel más fundamental que otras inteligencias, esto hace
que el desarrollo de las competencias sociales y emocionales tengan un mayor
nivel de complejidad. La propuesta para la formación del profesorado hunde sus
raíces en las aportaciones de la psicología humanista. Para la formación de
competencias docentes, la propuesta se divide en tres contenidos:

1. Teóricos: permiten integrar y dar sentido a las propias competencias sociales y


emocionales.
2. Prácticos: hacen referencia a la adquisición de técnicas y estrategias específicas
para facilitar el desarrollo de las competencias sociales y emocionales de su
alumnado.
3. Actitudinales: aluden a la formación de los docentes, de sus cualidades éticas y
afectivas, entendiendo que en último momento el docente trasmite valores y
actitudes a través de su forma de estar con los alumnos.

Actitudes necesarias para que el docente amplié sus competencias social y


emocional:

Disposición fenomenológica:
El desarrollo de la capacidad para percibir el propio mundo cognitivo, emocional y
comportamental, es uno de los pilares fundamentales de cualquier formación de
corte humanista, esto es, posicionarse ante la experiencia y reconocer lo que es, y
describir simplemente lo que está sucediendo con sinceridad, pues las
competencias sociales y emocionales están directamente relacionadas con el
grado de autoconciencia del sujeto. El célebre efecto Pigmalión no se puede
corregir si no tomamos conciencia de cuáles son nuestras expectativas y cómo
actuamos en base a ellas.

Autonomía:
Hace referencia a la capacidad del docente para dirigir su propio comportamiento
en el aula y en el centro educativo. Consiste precisamente en crear las
condiciones para que estos busquen sus propias soluciones a los problemas que
encuentran en su práctica profesional.

Responsabilidad:
Es la capacidad del docente para responder a sus propios sentimientos,
pensamientos y comportamientos.

Independencia de criterio:
Capacidad para construir su identidad profesional a partir de su personalidad,
experiencia y formación. Se pretende que cada docente conozca sus puntos
fuertes y puntos débiles, que explore los límites de lo que es capaz de hacer y se
haga responsable de sus decisiones.

Disposición cooperadora:
Que el docente tome conciencia de su pertenencia al grupo, de los valores y
objetivos que comparte con el resto del equipo, y reflexione en qué medida
contribuye a que el equipo funcione.

SOBRE EL PROFESORADO
Martínez Martin Miguel

Las concepciones ingenuas sobre lo que es y hace el profesorado, son resistentes


al olvido, son tozudas y contribuyen en cada persona a elaborar determinadas
percepciones sobre el que ejerce de docente. Dichas concepciones son diferentes,
pues infravaloran la función del profesorado en las primeras etapas del sistema
educativo, y progresivamente le van concediendo validez y competencia a su
función conforme ejerce en los tramos superiores. La excelencia es imposible sin
vocación, pero la vocación por sí misma no genera buenos profesionales.

Es necesario, además de la experiencia, el dominio de un conjunto de


conocimientos, habilidades y actitudes. La función de la escuela tiene por objeto
la formación de sujetos y la educación de personas como ciudadanos, la
incorporación de las generaciones en el ejercicio pleno de sus derechos en el
proceso de construcción activa del bien común, a sí mismo, el procurar formar
personas capaces de construir sus diferentes identidades personales y colectivas,
capaces de vivir juntas solidarias y con tolerancia hacia otras identidades.

En este sentido, urge una nueva escuela que sea garantía de la reproducción
cultural, de construcción de valores, de gestión de la información, de producción
del conocimiento y desarrollo personal y colectivo. A pesar de los numerosos
estudios que han abordado sobre la acción pedagógica y de la educación, parece
como si no fuéramos capaces de integrar esto en la formación inicial y
permanente como recomendaciones. Probablemente el profesor será una
persona culta y sabia, o no lo será; por ello defendemos la promoción de una
mayor dimensión pedagógica y profesional ya que, además, la sociedad no ha
sido
justa en el reconocimiento social y cultural del sector de la población que ejerce la
docencia.

El problema fundamental que se plantea hoy la escuela, es el de la aptitud del


profesorado en el ejercicio de su función en una sociedad que cambia
rápidamente. Este problema viene acompañado de falta de motivación e
incentivos para el aprendizaje y el desarrollo personal del profesor. El antiguo
contrato moral, latente en las relaciones laborales, que consistía en intercambiar
seguridad por lealtad y obediencia, hoy es obsoleto. En el ámbito de las empresas
que pretenden incrementar su calidad, las propuestas a favor de un nuevo
contrato moral aboga por sustituir la seguridad de empleo, como primer objetivo,
por la aptitud para el empleo.

Se trata de entender que las habilidades que ayer eran consideradas necesarias,
mañana pueden ser obstáculo para la renovación y para alcanzar los logros. Es
necesario que entendamos que la calidad no vendrá garantizada por los
responsables de la administración de instituciones educativas, sino que requiere
principalmente una renovación en las habilidades de los profesores, y sobre todo
disponibilidad al cambio y renovación como actitud básica para afrontar la
función docente de forma eficaz. En segunda instancia, se responsabiliza a la
estructura gubernamental y a la sociedad si no asume su apoyo externo.

Garantizar protección y aptitudes a través del fomento de aprendizajes y el


desarrollo personal del profesorado, se convierte en la primera responsabilidad de
las administraciones educativas después de haber alcanzado los mínimos
económicos laborales y de apoyo antes mencionados. Aquella sociedad que no lo
entienda así, estarán dificultando de forma grave el progreso personal de los
profesionales y también el de la sociedad en la que esta escuela está inserta.

Algunos indicadores socioculturales:

● El cambio social y los desarrollos humanos, en el dominio de las


tecnologías, están incidiendo a una velocidad muy superior a la del cambio
en los currículos educativos y en las formas de hacer pedagogía. Esta
rigidez de la administración y la lentitud en la puesta en práctica de
innovaciones pedagógicas son obstáculos que dificultan la educación de la
escuela al cambio social y tecnológico. Por ello es necesario desarrollar y
anticipar acciones de formación y de intervenir oportunamente ante tal
problema.

● La dimensión social de las formas actuales de la vida cotidiana y los


cambios en el ámbito de las relaciones efectivas y de la vida en pareja,
plantean nuevas situaciones de riesgo en sus ámbitos familiares en la
infancia como en la adolescencia y, restándoles a los alumnos, esquemas
de referencia. Esta situación se encuentra agravada por el bajo índice de
desempeño en los sectores más pobres de nuestra sociedad.

● La falta de respeto a la diferencia, a la tolerancia y a la solidaridad, han


aumentado los índices de dominio y/o sumisión en función del poder
económico, psicológico, social e intelectual de unos sobre otros. Este hecho
requiere planteamientos pedagógicos más profundos que permitan la
creación y desarrollo de un tipo de mentalidad cultura y un estilo de vida
más acorde con la sociedad actual y la preservación de la futura.

● La progresiva concentración de poder en los medios de comunicación han


tenido una incidencia social homogeneizadora, cultural y conductiva. En
este sentido, es preciso promover acciones críticas y de liberación ante los
sistemas ideológicos de diferentes signos que inciden de forma eficaz en el
modelamiento de costumbres, actitudes y valores de nuestra sociedad.

Por lo anterior creemos social y pedagógicamente abordar dos cuestiones claves:


el análisis y la evaluación de la institución, y el abordaje del diseño y desarrollo de
los planes de acción. Estos objetivos deben contribuir a mejorar la calidad de vida
y el desarrollo humano y educativo que conduzca a su autodeterminación y
liberación. Para ello es necesario que la acción pedagógica, tanto escolar como
social, incide sobre la persona y fundamentalmente sobre el entorno que colabora
en su formación y educación.

A sí mismo, es necesario un auténtico cambio de mentalidad que suponga


aceptar formas de realización personal dignas, que conformen grados de
autoestima y valoración de uno mismo, y no ligadas de forma exclusiva al trabajo
productivo. La escuela debe ir asumiendo el desarrollo de técnicas y métodos de
autocontrol y el dominio del bagaje de conocimientos y destrezas que faciliten el
desarrollo de las dimensiones afectivas, volitivas, expresivas y psicomotoras del
alumno al igual que las de carácter cognoscitivo.

Este cambio supone que el profesor sea cada vez más un gestor de conocimiento
y un mediador de conflictos, que un instructor y transmisor de conocimientos,
para fomentar de esta manera el conocimiento y la conservación de valores en
sus alumnos, poniendo a su disposición recursos para gestionar la información y
dotarla de significado y recursos para vivir los conflictos, y construir nuevas
matrices de valores.

Sobre las competencias docentes:

El éxito profesional no se basa solamente en las habilidades comunicativas


verbales, escritos y orales, o en los no verbales, sino además en el conocimiento de
nuevos códigos y nuevas posibilidades de sistemas de comunicación, en el
conocimiento de aquellos procedimientos y actitudes que permiten superar las
fronteras del espacio físico y cultural, y en conservar la información transmitida,
seleccionar, organizar y crear nueva información de forma transversal.

Ante este panorama el profesorado ha de ser experto en cuestiones transversales,


por lo que requiere un elevado nivel de cultura general y de interés ante lo nuevo.
Debe ser capaz de seleccionar aquel conjunto de conocimientos y habilidades
que por su relevancia sea más significativo; lo importantes es cómo lo hacen en el
proceso. La función de los docentes es la de gestor de los conocimientos, saber
cómo gestionar el conocimiento disponible en contextos informativos cada vez
más complejos e inabarcables.

Es decir, se debe enfatizar más en el proceso de aprendizaje en la educación


formal y la no formal, presentes en las situaciones cotidianas de las que participan
los educandos en la escuela y fuera de ella. Su función no puede limitarse a las
dimensiones de la escuela, debe abarcar las relaciones con las familias, la acción
tutorial y la atención a las dimensiones afectivas, volitivas y sentimentales.
Además, el desarrollo de personas capaces de convivir en una sociedad pluralista
y democrática, reclama atención a la sociedad moral, supone acciones
pedagógicas orientadas a la construcción de una moral autónoma, centrada en el
desarrollo del juicio moral y en la construcción personal de valores, que permitan
manifestar conductas autorreguladas a los principios y normas vigentes de
nuestro contexto social.

El ejercicio del profesorado es difícil. La historia de la practica pedagógica y del


magisterio nos permite afirmar que la sociedad no ha sido consecuente con las
exigencias de calidad de este profesional, es decir, la función docente ha
cambiado, por tanto, los sistemas de selección deben cambiar. La imagen social
del docente percibida a través de las familias no es siempre la más adecuada en
función de la valoración he importancia que su función posee.

La imagen del profesorado es uno de los temas que ocupa al sector de


investigación y pedagogía, preocupados por la mejora de la calidad de la
educación. El malestar docente, la salud mental, el acoso social y el cansancio que
la profesión supone, se exhibe y se expone en la familia del alumno, por medio de
entrevistas con el docente, por lo que éste al dialogar con ellos, debe dominar
dicha técnica, de entrevista, con soltura y naturalidad.

El profesor debe ser experto en los siguientes ámbitos:


● Contenidos y recursos necesarios para facilitar y activar los aprendizajes.
● Tecnología de la información integrada a la dinámica escolar.
● Contenidos y recursos necesarios para conducir programas de educación
en valores. Técnicas que contrarrestan los efectos psicológicos que afectan
su salud mental.

Así pues, se requiere un perfil de personalidad que evidencie una capacidad de


liderazgo, trabajo en equipo, equilibrio afectivo, grado de autoestima y sentido de
humor notable para hacer más cómoda y eficaz esa tarea. La incidencia de las
nuevas tecnologías en la dinámica social y en la creación cultural, requiere un
análisis de mayor alcance. Por ello se exponen dos dimensiones sobre las TIC:

1. La primera muestra las influencias de las nuevas tecnologías en la lectura y


escritura y la función de la voluntad y el cultivo del esfuerzo como valor
pedagógico en un momento sociocultural, sólo aprovechable por personas con
alto nivel de constancia.

2. La segunda consideración trata de las implicaciones formadoras que el


dominio de las nuevas tecnologías, procesos y actitudinales exige.

En lo referente a la primera, se expone la progresión geométrica que caracteriza


el desarrollo tecnológico en los ámbitos de información y comunicación, como
una pérdida de la lectura, el empobrecimiento del vocabulario y un elevado
número de palabras que no escriben. Se piensa así que la interactividad de las
nuevas tecnologías no supera las que el libro o novela generan en el lector. En
contraste, los comentarios positivos creen que a pesar de las nuevas tecnologías,
el libro impreso continuará, y las personas con cerebro e imaginación siempre
leerán, porque están deseosas de conocimientos y ansiedad activa mental.

Se considera, además, que la multimedia supera las posibilidades del libro, pues
se puede acceder a información complementaria sobre determinados aspectos
del contenido de la obra, como datos históricos, geográficos del autor etc. Sin
duda los cambios tecnológicos afectan y continuarán afectando a los contenidos
de nuestra lectura y los estilos de escritura. En el ámbito de la información de la
comunicación una persona estará educada, si además de estar alfabetizada
informativamente, lo está procedimental y actitudinalmente, tanto en el dominio
de las TIC, como en las no tan nuevas pero sí necesarias, como la lectura, escritura
y expresión oral.

La transformación de la información en conocimiento y de las tecnologías en


medios para la optimización de las comunicaciones humanas tanto individuales
como grupales, requieren nuestra interacción y actividad, que no se improvisan
sin un cultivo de esfuerzo y voluntad. En lo concerniente a la segunda, se expresa
que los ámbitos de las TIC atraviesan al conjunto de la sociedad y el logro de
niveles progresivos de formación que suponen también niveles en todo momento
de formación; es partir del conocimiento que se trata de una externalidad positiva
porque tiene un valor añadido que contribuye al bien común del resto de los
miembros de la sociedad.

Dicha externalidad positiva es un indicador central de bienestar, es una de las


razones que permite entender a la educación en su dimensión pública como una
investigación y no como un gasto. Es decir, el nivel de bienestar o de renta está en
función de la calidad promedio de las diferentes tareas que componen en trabajo
elevado a un exponente proporcional al número de tareas que lo conforman.

En consecuencia, el nivel de formación de los que trabajamos al margen de la


importancia social de nuestra tarea, es muy importante. Una formación adecuada
y completa en el proceder ante situaciones de selección, conservación y
organización de información, induce sin duda procesos de aprendizaje favorables
a la mejora de la calidad en el desempeño de las tareas que contribuyen a
mejorar la eficacia de nuestras acciones. La carrera por la competitividad no tiene
sentido si no es traducible en una carrera por la calidad, que supone intervenir en
formación, más, sobre procedimientos. Las TIC contribuyen a una mejora de las
condiciones del que enseña y del que aprende, para resolver problemas y elevar
estrategias con menos riesgo de error.

LA EDUCACIÓN MORAL
Buxarral, Rosa María

El objetivo de la educación moral es conseguir que la formación moral tenga un


papel relevante en el conjunto de actividades educativas de nuestra escuela, a fin
de convertirla en uno de los pilares de la educación. Pues la necesidad es
asegurar el desarrollo integral de los alumnos en esta etapa y no restringir un
currículo que se limite a la adquisición de conceptos y conocimientos, sino que
incluya aspectos que contribuyan al desarrollo de las personas, como son las
habilidades, practicas, actitudes y valores, con la intención de permitir a los
alumnos actuar con conocimientos responsables dentro de la sociedad actual y
del futuro pluralista.

La educación moral se operativisa con los temas transversales de todas las áreas
curriculares por ejemplo la educación moral y cívica, la educación para la paz,
para la igualdad de oportunidades entre ambos sexos, la educación ambiental, la
educación del consumidor y la educación intercultural, son las que se hacen
referencia.

La educación moral en una escuela democrática:


La educación moral es un ámbito que permite elaborar racional y
autónomamente principios generales de valor, que sirvan para enfrentarse
éticamente a la realidad, aproximar a los jóvenes a conductas y hábitos más
coherentes, y formar criterios de convivencia que refuercen valores como la
justicia, la solidaridad, la cooperación o el cuidado de los demás.

En estos contextos sociales complejos exige de cada sujeto un esfuerzo de


construcción de criterios morales propios, razonados, solidarios y no sujetos a
exigencias heterónomas, pues los problemas más importantes son situaciones
que reclaman una reorientación ética, por lo tanto, la educación moral puede
sintetizarse en la necesidad de apreciar, mantener y profundizar en la
democracia, así como de incorporar a los propios hábitos personales de
interrelación.

La educación moral pretende colaborar con los jóvenes para facilitarles el


desarrollo y la formación de todas aquellas capacidades en las que intervienen el
sujeto y la acción moral, a fin de que sean capaces de orientarse de modo racional
y autónomo en aquellas situaciones que les planteen un conflicto de valores: se
debe considerar como, lugar de entendimiento y de creatividad colectiva, es decir,
un lugar de diálogo y de acuerdos de personas. La educación moral implica tomar
la decisión consistente de cambiar el curso de los acontecimientos, implica la
propia historia personal y colectiva.

Los modelos de educación moral: Valores absolutos: permite derivar valores


indiscutibles e inmodificables, valores que suelen imponerse con ayuda de algún
poder autoritario y que regulan minuciosamente, mediante normas y
costumbres, todos los procesos de las vidas personales y sociales. Valores
relativistas: esta posición se fundamenta en la convicción de que el acuerdo en un
tema, como el de los valores, es una cuestión casual, ya que todo depende de las
circunstancias, condiciones y momentos que cada cual a de situarse.

CONDICIONES PARA LA CONSTRUCCIÓN DE VALORES EN LA ESCUELA


Miguel Martínez Martín

Para que las transformaciones educativas sean eficaces deben producirse


además otras transformaciones socioculturales, políticas y económicas, que son
las que harán viable o no las primeras. Así pues, se entiende por mutaciones
pedagógicas a las transformaciones pedagógicas orientadas al logro,
conservación y/o profundización de los sistemas de vida democráticos en
nuestras sociedades y espacios vitales, tanto íntimos como institucionales. Por
tanto, la educación en valores y las contribuciones al desarrollo moral de las
personas y los grupos humanos no son cuestión estrictamente pedagógicas, sino
especialmente sociales y políticas porque afectan al conjunto de escenarios en el
que crecemos, nos construimos y somos personas.
La educación en valores debe procurar un deuterio aprendizaje, un aprender a
aprender; educar en valores es ante todo proveer de condiciones, generar climas y
ayudar a recrear valores y a regenerar los ya existentes, crear nuevas formas de
vida y orientar para que el que aprende sea capaz no sólo de encontrar su lugar
en el mundo sino además ser autor de sus actos, para poder vivir en esta sociedad
pluralista y democrática.

La construcción de conocimientos en torno a la persona y su deducibilidad, se


comprende dentro del marco de una perspectiva sistemática, cibernética y
comunicativa, por ello no podemos olvidar que la persona es un sujeto
cognitivo-racional, afectivo, emocional y volitivo, y conductual. Es decir, en el
ámbito de la educación en valores debemos ser capaces de integrar diferentes
perspectivas, aprovechar las potencialidades de cada uno para el logro de nuestro
objetivo que es conseguir que las personas estén en condiciones de apreciar
valores y construirse así mismas social y axiológicamente.

Las dimensiones de la persona en su proceso de construcción, suponen por su


complejidad, diferentes familias de capacidades, procedimientos y valores
humanos susceptibles de ser potenciados en las interacciones sujeto-medio
interno y externo. A continuación se describen las cuatro dimensiones como
optimización:

1. La optimización codificada: hace referencia a nuestras capacidades para captar


la información, entender los contenidos informativos en su sentido más estricto y
los sentidos conceptuales más elementales.

2. La dimensión adaptativa: hace referencia a las conductas y formas de proceder


a aquello que permite que la persona sea capaz de autorregular su
comportamiento o forma de proceder de cualquier tipo, para adaptarse a
patrones ya establecidos.

3. La dimensión proyectiva: es la que permite, además de adaptarse a estas


normas externas, que la persona sea capaz de crear sus propias normas y actuar
en función a éstas, lo que implica la capacidad de crear un orden en nuestro
entorno, con el fin de hacer significativa la información, construir nuevos
esquemas de acción y dotar de significados al proceso de selección y
procesamiento de informaciones nuevas.

4. Dimensión introyectiva: es la que hace y permite ser consciente, es la condición


necesaria para que puedan iniciarse procesos de autodeterminación personal y
de liberación.

El actual problema de la educación en valores no es únicamente de carácter


informativo, sino fundamentalmente actitudinal y conductual, por lo tanto, el
trabajo pedagógico no debe limitarse a la incorporación de contenidos
informativos, sino que debe centrarse fundamentalmente en el trabajo sobre
actitudes y procedimientos, sin olvidar los primeros.

Por lo anterior, es urgente apostar por modelos de educación que procuren


potenciar todas las dimensiones de la persona y, por lo tanto, que presenten un
interés a las dimensiones menos contempladas, puesto que las dimensiones
proyectivas e introproyectivas están impregnadas de valores: la primera porque es
la capacidad para crear patrones y organizar nuestro entorno; la segunda porque
es la capacidad para ser consciente de que nosotros creamos los patrones.

Para ello es necesario un cambio en las formas de abordar la educación y en las


condiciones que hace posible y eficaz la función de las escuelas en la sociedad de
la información y la comunicación de tecnologías como la nuestra. La opción es
clara: una educación para todos y todas, que desarrolle al máximo sus
capacidades, siendo las tecnologías un factor de desarrollo y comunicación para
todos, y teniendo una sociedad elitista, donde sólo los mejores sean capaces de
transformar información en conocimiento, así mismo, es requisito incrementar la
inversión en educación y mejorar la autoestima del profesor.

En este tenor, los profesores a través del ejercicio de su función, deben propiciar
condiciones para apreciar valores, gestionar el conocimiento, mediar en los
conflictos, catalizar positivamente la expresividad humana tanta física,
sentimental, afectiva, como artísticas. Resultando necesario que la escuela esté
impregnada de los valores que se pretende que aprecien y que el perfil del
docente sea de vocación, pues lo que realmente se aprende es lo que se vive.

Nuestra propuesta de educación en valores supone la promoción, defensa y


recuperación de una educación en valores mínimos, entendidos como garantía
de convivencias en sociedades pluralistas y democráticas. De esta manera se
garantizará la construcción autónoma, en situaciones de interacción social, de
personalidades que aprenden en la escuela, porque mañana serán ciudadanos
que buscarán niveles progresivos de justicia, solidaridad y equidad, además
conseguirán ser promotores de la dignidad y el reconocimiento en condiciones
de igualdad de las personas que conforman la sociedad.

Estos valores morales son la libertad, la justicia, la solidaridad, la igualdad y la


honestidad. Son tres los criterios fundamentales en sociedades pluralistas y
democráticas: El cultivo de la autonomía personal y de todas las capacidades de
la persona. La disponibilidad hacia el diálogo como la mejor forma de abordar
conflictos y diferencias.

El cultivo de cuestiones volitivas y emocionales que permitan ponerse en el lugar


del otro, así como perseverar a través de la constancia y el esfuerzo. La
construcción de personas felices que entiendan la dignidad humana, como el
valor guía o principal que dota de significación a todos los demás, es una
contribución indispensable, ya que esto garantiza la convivencia y las condiciones
anteriormente citadas.

PROYECTO EDUCATIVO, EDUCACIÓN EN VALORES Y DESARROLLO MORAL


Miguel Martínez Martín

Sobre el modelo de ciudadanía y educación: Los cambios que el desarrollo


científico y tecnológico produce en los contextos humanos exigen de todos
nosotros más capacidad de decisión y de opción que en tiempos pasados. Las
posibilidades de consumo de estos dos aspectos presuponen, además, que
seleccionemos y ordenemos las prioridades en función de nuestro interés.

Por ello, las sociedades desarrolladas pueden anular con mayor facilidad la
singularidad que caracteriza la persona y que debemos ser capaces de mantener;
a esta razón de limitaciones en insuficiencias es que se deben guiar los procesos
formativos de las generaciones más jóvenes, mediante un eficaz entrenamiento
en aquellas habilidades personales y actitudes; esto permitirá que un medio
social, informativo y cultural sea realmente un catalizador positivo para la
construcción de la personalidad.

La propuesta de educación en valores pretende contribuir a que la persona que


se está educando sea capaz de optar y elegir entre múltiples posibilidades de
conducta que el mundo le va a ofrecer, asumiendo de forma consiente basarse
en una moral legítima, que tenga coherencia con su juicio y acciones. Esta
propuesta requiere ser transversal para que afecte al conjunto de áreas
curriculares y de la vida de la institución, además de comportar los tres tipos de
contenidos de aprendizaje que permitan saber, hacer, ser y vivir en sociedad.

Esta educación moral debe orientar a la construcción de personas competentes,


en su forma de ser y vivir, guiados por el respeto, solidaridad, justicia y
comprensión. Argumentos a favor de la necesidad de la educación en valores y de
la acción pedagógica sobre el desarrollo moral de la persona:

La educación moral es un objetivo y un pretexto para luchar por una sociedad


que sea capaz de construir un mundo después del mundo que ha protagonizado
el fin de la naturaleza y de la tradición.

Es una de las vías para dar respuesta a alguna de los temas que han sido
identificaos como factores de malestar en las sociedades modernas.

Factores de malestar en la modernidad:

a) Exceso de individualismo: deberíamos ser capaces de protegernos del


solipsismo que caracteriza nuestro momento sociocultural; también de
implicarse en proyectos y buscar bienes que superen e integren los intereses
individuales.

b) Racionalidad instrumental: la primicia de la razón instrumental, centrada en el


análisis exclusivo de las acciones humanas a partir del esquema costobeneficio o
de la consideración como que sólo están al servicio personal, es un autentico
obstáculo para el progreso humano, por tanto se debe contribuir a través de la
educación formal e informal a generar aprendizajes que doten el bagaje de
procedimientos, actitudes y valores necesarios para ser capaces de actuar a favor
del desarrollo social y económico orientado al progreso personal y colectivo.

c) Confianza excesiva en el papel tutelar del Estado: este exceso de confianza


conduce a entender a la democracia como meramente frontal. La participación
se confunde con la participación electoral y la bondad de las mayorías, y no en
función de la voluntad de las minorías y de los interese de todos los implicados.
Esta democracia es escasamente ética.

Estas tres formas de malestar de la modernidad vienen a acompañadas por un


conjunto de efectos derivadas de la maduración de las instituciones modernas y
de las transformaciones sociales. Citemos, entre otras, los riesgos medio
ambientales, las dificultades para atender las necesidades de alimentación y
sanitarias de la población mundial, o una incorrecta distribución de la riqueza.

Por tanto, la formación de la persona debería orientarse a ser capaz de responder


con nuevas actividades e ir construyendo nuevas matrices de valores, y a orientar
nuestros comportamientos individuales y colectivos de acuerdo con normas que
garanticen más éxito. Integrar acciones sistemáticas de educación moral, en el
currículo, ha de incidir sobre la personalidad moral del profesor, tanto en la
conciencia como en su conducta y acción. Giddens señala cuatro hechos que
afectan especialmente a los países desarrollados que producen impacto a nivel
mundial.

Estos cuatro vectores son:

a) Universalización: se puede entender a la relación con las transformaciones de


espacio y del tiempo surgidas del desarrollo de las tecnologías y las
comunicaciones, transformando los contextos personales y grupales, de
experiencia y de vida, social y cultural.

b) La homogeneización en las costumbres, en los estilos de vida y en el consumo,


son indicadores de influencias universalizadoras; son a la vez promotores del valor
singular de la diferencia y de la importancia de su conservación, son factores de
las identidades más locales y de generar un nuevo escenario social y cultural.
c) Tradición: la tradición adquiere un nuevo sentido, debe someterse a preguntas,
cuestionarse y ser explicadas. En esta defensa de la tradición, el modo tradicional
es la base de los fundamentos y la negociación del diálogo. Además está presente
en un mundo universalizado y supone rechazar comportamientos violentos que
surgen en consecuencia.

d) Incertidumbre: nuestras vidas están cada vez más en función de nuestras


decisiones que de nuestro conocimiento. El grado de incertidumbre no es fruto
de nuestro escaso conocimiento sino de un receso de fabricación al que nos ha
conducido el desarrollo en la sociedad moderna; este grado exige una capacidad
de reflexión no sólo individual sino compartida y extendida socialmente, puesto
que una sociedad con un nivel de reflexión elevada puede conducir a una mayor
autonomía de acción.

Los fenómenos de integración de la economía mundial y los efectos sociales en el


mundo productivo y laboral del desarrollo tecnológico y de la informática, pueden
generar un principio de desigualdad generador y ajusticiador de desigualdades
crecientes, pues la existencia de cualificación del trabajo han aumentado.

La conjugación entre lo político, lo social y lo económico no es factible sin un


elevado grado de homogeneidad entre los que participan en la elección del
marco de convivencia, es decir, que las personas seamos capaces de atajar
nuestras diferencias, especialmente derivadas de las diferentes concepciones del
mundo que podamos tener y de construir una propuesta estrictamente política
que permita la convivencia justa y la justicia en las sociedades complejas y
plurales.

Sin un esfuerzo notable en torno a potenciar la tolerancia será difícil evitar que
alguien quiera imponer su verdad o imponga fines contrarios a la convivencia y a
la justicia, puesto que el ejercicio real de la democracia reduce miméticamente la
voluntad de la mayoría y en ocasiones está presidida por una escasa información
de los que participan en la toma de decisiones.

Es necesario entonces un sistema de valores enraizados y reconocidos como


referentes colectivos. sólo así seremos capaces de construir nuestra forma
singular de entender la vida y de estar en condiciones para crear una democracia
dialogante orientada a la tolerancia y la responsabilidad.

Algunas pautas para integrar la educación en valores morales en la práctica: La


educación moral debe integrarse en el currículo como algo vivo que impregna el
conjunto de la vida escolar y que afecta, por tanto, a la vida en general. Debe ser
entendida desde la perspectiva constructivista como la propiciada, por un
conjunto de situaciones naturales y escenarios escolares, asistidos por la
experiencia, y el saber hacer del profesorado, que permite que los alumnos
aprendices construyan su personalidad moral en interacción con sus iguales, con
el profesorado y con el contexto social cultural. A través de la integración y de
articulación de una serie de acciones, debates y reflexiones entre los profesores de
una institución, es posible crear el clima propicio para elaborar un proyecto en el
ámbito de la construcción de la personalidad moral.

El problema está en si sabemos cómo regular y sistematizar nuestros


comportamientos, nuestros conocimientos y que nuestra intervención sea eficaz.
Esto es, diagnosticar el estado que tal integración presenta en un momento dado
y conducir hacia un estado mejor, a demás de definir el estado ideal al que se
quiera llegar.

Fases para conformar el proceso de formación y el programa de trabajo de


educación en valores: Consideraciones previas: Entendiendo la educación moral
como un tipo de relación comunicativa que optimiza a la personal, tal
optimización es posible a través de dos vías, una propiamente comunicativa y otra
meta-comunicativa que muestra aquellas estructuras del discurso en las que el
mensaje adquiere significado. El progreso moral es más fácil a partir de conflictos
y del ruido, que de lo único y lo homogéneo. También son de fundamental
trascendencia las dimensiones emocionales y volitivas de las personas.

Las fases son:

a) Modelo de ciudadanía y de educación: el trabajo en equipo del profesorado


debe favorecer el debate abierto y la reflexión compartida sobre cuestiones de
carácter sociocultural, por ejemplo el desarrollo científico, los medios de
comunicación social, las leyes y costumbres, la distribución de la riqueza, la
democracia, la participación social, la violencia… Causas y argumentos para la
educación en valores: los efectos homogeneizadores de los medios de
comunicación social producen efectos contrarios al desarrollo espontaneo y
natural de nuestras singularidades; nuestra sociedad con su sistema legal
favorece a las mayorías, por ejemplo el tema del aborto, la eutanasia entre otros y
la inadecuada distribución de la riqueza y los recursos en el mundo creando
desigualdad y falta de equidad por mencionar algunos.

Ante esto conviene reflexionar y actuar consecuentemente, guiados por


principios basados en la dignidad de la persona, cultivar la autonomía y conservar
las diferencias que nos caracterizan, propiciar las condiciones de vida más
acordes con sus principios personales, con principios morales de validez universal
y, además, abordar los problemas mediante el diálogo. Nuestros contextos
culturales son ricos en tradiciones y variedad, son biodiversos: entender a las
diferencias y su conservación no sólo es un bien, es además, propiciar un
equilibrio y evolución global del medio natural y la vida en el planeta. El ejemplo
de la actuación de los adultos se debe analizar pedagógicamente para someterlo
a crítica de los que aprenden, tanto si es bueno para su apropiación, como si es
malo para identificarlo y proponer mejoras. Conviene aprovechar los sentimientos
humanos y los sentimientos morales, como el sentirse indignado, sentir dolor o
injusticia, puesto que ello tiene potencia pedagógica para sentirnos vivos,
autoconocernos mejor y expresarnos más completamente, a demás de permitir
momentos de diagnostico de situaciones y críticas, para conocernos más como
personas sensibles y vulnerables.

Esto puede ser fuente de aprendizaje moral y de crecimiento personal, para


iniciar un proceso de autoregulación y autocontrol de carácter autónomo. La
educación en valores debe contribuir a que la voluntad y las acciones tengan
coherencia entre lo que decimos y hacemos. Para ello es necesaria una educación
que no evite las pequeñas frustraciones y contrariedades porque la vida está llena
de ellas. Para de esta manera aceptar que nuestra razón y verdad, no tienen por
qué ser las únicas o las mejores. El profesorado de la educación debe aprender a
no desanimarse ni a dimitir de su tarea por el simple hecho de que la sociedad
exhibe modelos de moralidad negativa.

b) Sobre el modelo educativo en valores: la vida cotidiana de la escuela está


impregnada de valores, que van conformando el aprendizaje y la construcción de
la personalidad de los que conviven en ella, y en especial de los educandos. A
partir de él se puede iniciarse una propuesta de un modelo basado en la
construcción racional de valores en situaciones de interacción social, el cual
aborde el aprendizaje y la promoción de determinadas dimensiones de la
personalidad moral en los educandos.

La educación moral tiene por objeto la formación de personas autónomas y


dialogantes, dispuestas a implicarse y comprometerse en una relación personal y
una participación social basada en el uso crítico de la razón, la apertura de los
demás y el respeto a los derechos humanos. El estado ideal hacia el que se
pretende orientar el proyecto educativo es el propio de una democracia
dialogante, en el que la confianza y la reducción de formas de violencia
favorezcan tendencias a actuar acordes con la tolerancia y la no discriminación.

La democracia dialogante es una forma de vida basada en la tolerancia mutua y


en la confianza activa que genera el diálogo, al ser éste un medio para aceptar la
integridad del otro y apreciarla en igualdad de condiciones. Para alcanzar esta
realidad es necesario establecer otros vectores pedagógicos, esto es, criterios para
educar en una sociedad pluralista a partir del modelo de educación social. Estos
son tres; cultivo y promoción de la autonomía de la persona; del dialogo; y de la
aceptación de las diferencias y contrariedades.

Se trata de abordar la integración para aprovechar lo que ya somos,


seleccionando lo que tenemos ya conocido, y aplicándolo con un fin específico e
innovador. Se debe cuidar la aplicación de las diferentes estrategias para
promover el desarrollo moral. Conocer la potencialidad de cada una de acuerdo a
las características del grupo. A partir de ello será posible abordar la evaluación de
los logros, tanto individuales como a nivel grupal. c) Sobre el contrato moral del
profesorado: todo lo anterior no es suficiente si el clima moral de la institución
educativa y el estilo del profesorado no se ajusta a unos patrones mínimos que
garanticen un modelo de convivencia y un ejemplo de la relación entre el
profesorado y el alumnado. Este nuevo contrato no sólo es legal, si no moral; se
debe basar en la construcción de un nuevo modelo de escuela que permita
realmente una educación moral de calidad integrada y transversal.

El reconocimiento de la formación continua como ejercicio de aprendizaje


personal, la posibilidad de ejercer su función en diferentes cometidos y la
participación en la toma de decisiones para mejorar la eficiencia de la educación,
son una mejor autoimagen, de mayor seguridad de habilidades practicas para
afrontar situaciones nuevas y superar dificultades.

La ética aplicada a la educación en sociedades plurales y democráticas deberá


tener en cuenta el mundo de la vida y el de los contenidos morales que hacen
posible la convivencia entre personas que, con distintas morales religiosos o no,
comparten unos mínimos axiológicos y normativos. Un contrato moral es un
compromiso entre los implicados y promoción de un estilo de vida basado en la
confianza, donde las relaciones interpersonales de cada institución educativa y los
indicadores de carácter social, económico y cultural deben ser rasgos a tener en
cuenta para la elaboración de tales códigos del propio contrato.

No se debe olvidar que si no somos capaces de convivir, como profesionales y


adultos en democracia y pluralismo, menos seremos capaces de mostrar modelos
susceptibles de aprendizaje social. El clima moral de una institución no será el
que decidan la titularidad pública o privada, sino el que practique cada día y de
forma significativa el equipo de profesores para regular la vida pedagógica e
informal de la institución. Serán valores deseables aquellos que garanticen un
clima democrático en la institución, así como el logro de mayores niveles de
justicia y libertad, como la tolerancia, el pluralismo, la participación responsable y
la renuncia a la violencia.

La integración de la educación moral en el currículo deberá completar en cada


institución la actitud de valores deseables para que los alumnos conozcan,
aprendan y asuman los contravalores y los rechacen, para ello el profesorado
deberá actuar guiado por criterios de precisión, imparcialidad, responsabilidad y
modestia, veracidad y pertinen

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