El Cerebro y Las Emociones
El Cerebro y Las Emociones
El Cerebro y Las Emociones
UNIDAD DE POSGRADO
MAESTRÍA EN EDUCACIÓN
MAESTRANTE:
ACTIVIDAD EXTRACURRICULAR
Tema:
INVESTIGAR SOBRE LA RELACIÓN ENTRE CEREBRO
Y EMOCIONES
Bloque Curricular:
EDUCACIÓN DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL -
MAESEDUC - D - [3ER NIVEL] | CORTE 1
Docente:
Año lectivo:
2021-2022
EL CEREBRO Y LAS EMOCIONES
El cerebro humano es el órgano que genera, interpreta e integra las emociones. De las
más de 80,000 millones de neuronas que tenemos, no todas se encuentran involucradas
con procesos emotivos, pero sí muchas de ellas. El cerebro tiene módulos específicos
para iniciar, entender, categorizar, memorizar y atender a una emoción. Las emociones
tienen un papel fundamental en la vida: con ellas identificamos detonantes para actuar
rápidamente ante un estímulo, amplifican la memoria, modifican el estado de alerta y
generan conductas para motivar la atención y la comprensión social de nuestro estado
de ánimo (Calixto, 2018).
Finalmente, no hay razón para asumir a priori que los componentes conscientes de las
emociones son más importantes que los inconscientes, para lo que parece es el objetivo,
en términos de la evolución de los seres vivos, de la aparición de los mecanismos
cerebrales de las emociones, y que no es sino la supervivencia de la especie a través de
la evitación del peligro de lesión corporal o muerte, la consecución del alimento y la
reproducción sexual (Belmonte, 2007). En tal dirección, tan importante o más son la
taquicardia o las actitudes motoras defensivas que se ponen en marcha con la emoción
de manera automática, y que ayudan decisivamente a la huida o la lucha del animal,
como las percepciones conscientes de miedo. Por ello, el uso de modelos animales
puede ser de gran utilidad para comprender como funcionan los mecanismos cerebrales
de las emociones en el hombre, puesto que en una parte muy importante de sus bases
cerebrales, no parecen existir diferencias cualitativas esenciales entre un caso u otro
(Belmonte, 2007).
Las emociones son importantes en la percepción del tiempo; por ejemplo, cuando nos
encontramos en situaciones de estrés, contingencia o huida, las neuronas del hipotálamo
se sobreactivan, promoviendo a su vez el incremento de la expresión de genes reloj, que
nos ayudan a percibir el tiempo, modificando la sensación del hambre, la saciedad, el
deseo sexual y el control hormonal de la actividad cardiovascular, entre muchas otras
cosas, acelerando la interpretación de los estímulos para que reaccionemos con mayor
rapidez; esto también nos permite liberar oxitocina, una hormona peptídica asociada con
los procesos de empatía y apego para que el cerebro desarrolle con mayor rapidez
actividades prosociales, empatía, solidaridad y de cooperación: de esta manera las
emociones aseguran la supervivencia. En contraste, la tristeza puede generar la
sensación de que el tiempo pasa muy rápido y, en forma crónica, la melancolía nos
puede hacer sentir que el tiempo se detiene. En la interacción social, cuando tenemos
relojes biológicos sincronizados, favorecemos espectros de distorsión temporal
semejante, compartimos las emociones con mayor eficiencia (Calixto, 2018).
No todas las emociones gastan la misma energía; por ejemplo, estar tristes o llorar
incrementan el consumo de glucosa y oxígeno en el cerebro, las neuronas gastan más
ATP; de ahí que cuando lloramos incrementamos la frecuencia respiratoria, por lo que
es ésta la emoción que más rápido se autolimita (diez minutos de llanto cansan mucho al
cerebro) (Calixto, 2018). Cuando esto sucede nos tranquilizamos y, como efecto
secundario, suele darnos más hambre. Al llorar, el giro del cíngulo interpreta con mayor
velocidad los estímulos agresivos; el hipocampo la registra con mayor velocidad, la
corteza prefrontal le otorga un componente proyectivo y prosocial, disminuyendo el
enojo y la furia de quienes son testigos del llanto. Llorar nos hace humanos: somos la
única especie capaz de interpretar el llanto de manera proyectiva y lo hemos adaptado
para un aprendizaje social y psicológico (Calixto, 2018).
Una buena comida puede incrementar la sensación de placer ante una compañía.
Muchas personas asocian la relación de comida con la felicidad; de esta forma, un
chocolate puede ser uno de los grandes estimuladores en el éxito, o bien uno de los
mejores consuelos cuando las cosas no salen bien. Entender las emociones es
fundamental en los procesos sociales. El cerebro de una persona se siente más
reconfortado cuando alguien le sonríe a esta, cuando sus compañeros de trabajo
intercambian ideas y experiencias o cuando recibe consejos; las redes sociales se
construyen mejor en un marco de emociones positivas. De la misma forma, en
situaciones de estrés el ser humano disminuye la percepción de la tristeza y el llanto; en
otras palabras, un cerebro estresado y con ansiedad se puede desensibilizar a las
manifestaciones de tristeza de otras personas, disminuyendo sus conductas prosociales
(Calixto, 2018).
Las emociones también pueden ser el marcador de algunas patologías en los trastornos
de personalidad; en las fobias el miedo es des proporcionado. En los estados de
ansiedad el
asco es un marcador importante. La búsqueda de la felicidad es uno de los elementos
esenciales del cerebro humano, sin embargo, sus prejuicios y experiencias pueden ser
los primeros obstáculos para llegar a ella (Calixto, 2018). Las emociones positivas
contribuyen a provocar un mejor estado de salud, ayudan a soportar los procesos
dolorosos, a controlar mejor el miedo, y las personas se vuelven más refractarias a la
depresión y el estrés. Se subestima la importancia de la felicidad para la sobrevivencia;
sin embargo, es muy importante señalar que las emociones positivas disminuyen la
probabilidad de adicciones, la gravedad de las enfermedades infecciosas, la probabilidad
de infarto y, por otra parte, diversas evidencias han mostrado que las personas felices
pueden vivir más tiempo (Calixto, 2018).
El cerebro tiene una etapa crítica para conectar los sitios anatómicos que inician y
mantienen las emociones: entre los 8 y los 12 años de edad la amígdala cerebral, el giro
del cíngulo y el hipocampo se conectan de una manera dinámica, por lo que si a esa
edad una persona experimenta violencia, agresión, humillaciones y abandono, las
conexiones neuronales se llevarán a cabo de manera errónea, de tal manera que los
procesos negativos de la sociedad condicionan al cerebro y sus neuronas a normalizar
de una manera muy rápida la violencia y las conductas negativas (Calixto, 2018). En
consecuencia, los algoritmos fisiológicos ayudan a repetir abandono, ira y ansiedad en
la etapa adulta, por lo que se replicarán muchos de los procesos de violencia aprendidos
en la infancia y la adolescencia. En contraparte, si a esa edad las personas experimentan
emociones de manera saludable, los cerebros suelen funcionar mejor socialmente y
tener mayor estabilidad emocional, aun en las sociedades más convulsas (Calixto,
2018).
¿SABÍAS QUÉ?
DATO CURIOSO:
El cerebro envía mensajes a 360 km/h. EL CEREBRO EL 60% del cerebro es grasa.
Posee 100 billones de neuronas.
Controla funciones vitales.
Es responsable de nuestras emociones y
LÓBULO FRONTAL LÓBULO OCCIPITAL conducta.
Controla funciones cognitivas.
Funciones cognitivas y Responsable de la
control de actividad o visión.
movimiento Procesa
voluntario. información sobre
LÓBULO PARIETAL
temperatura, el
CEREBRO RACIONAL gusto, el tacto y el
/NEOCORTEX movimiento.
Lenguaje, creatividad, moralidad,
planificació n y cá lculo. Descartes decía que
GLÁNDULA esta glándula era el
CEREBRO EMOCIONAL/LÍMBICO “asiento” del alma y
PINEAL el núcleo donde se
Emociones y efectividad
Aprendizaje y memoria están nuestros
pensamientos.