El Cerebro y Las Emociones

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UNIVERSIDAD TECNICA ESTATAL DE QUEVEDO

UNIDAD DE POSGRADO

MAESTRÍA EN EDUCACIÓN

MENSIÓN: ORIENTACIÓN EDUCATIVA

MAESTRANTE:

NOHELY GISSEL VALENCIA MONTES

ACTIVIDAD EXTRACURRICULAR

Tema:
 INVESTIGAR SOBRE LA RELACIÓN ENTRE CEREBRO
Y EMOCIONES

Bloque Curricular:
EDUCACIÓN DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL -
MAESEDUC - D - [3ER NIVEL] | CORTE 1

Docente:

LCDO. MANUEL LIBORIO CHONG CRUZ MSc.

Año lectivo:

2021-2022
EL CEREBRO Y LAS EMOCIONES

El cerebro humano es el órgano que genera, interpreta e integra las emociones. De las
más de 80,000 millones de neuronas que tenemos, no todas se encuentran involucradas
con procesos emotivos, pero sí muchas de ellas. El cerebro tiene módulos específicos
para iniciar, entender, categorizar, memorizar y atender a una emoción. Las emociones
tienen un papel fundamental en la vida: con ellas identificamos detonantes para actuar
rápidamente ante un estímulo, amplifican la memoria, modifican el estado de alerta y
generan conductas para motivar la atención y la comprensión social de nuestro estado
de ánimo (Calixto, 2018).

Solo en tiempos más recientes y gracias a las influyentes aportaciones de científicos y


neurólogos como Joseph LeDoux y Antonio Damasio, se ha aceptado considerar que la
consciencia no es el único elemento que ocupa la mente o, dicho de otro modo, que el
cerebro, cuya operación produce lo que llamamos el pensamiento consciente, es
igualmente el origen de las emociones. Aunque a primera vista pueda parecer que, en el
caso de la cognición, el soporte físico del cuerpo es irrelevante, mientras que resulta
fundamental para las emociones , cada vez se acepta más la interpretación de que tanto
en la emoción como en la cognición, tras los componentes conscientes subyacen e
interaccionan toda una serie de mecanismos cerebrales no conscientes (lo que Freud
llamó premonitoriamente ‘el inconsciente’), que determinan de manera decisiva las
características conscientes del pensamiento y la emoción (Belmonte, 2007).

En el estudio de las bases científicas de las emociones conviene recordar algunos


principios, enunciados por LeDoux que sirven para centrar el problema en términos
abordables por la ciencia actual. El primero es que lo que llamamos coloquialmente
‘emoción’ no se corresponde con un proceso cerebral separado e independiente, sino el
resultado de múltiples mecanismos cerebrales que pueden ser distintos en emociones
diferentes (Belmonte, 2007). Algo análogo a lo que ocurre con ‘la memoria’ o ‘la
inteligencia’. En tal sentido debe tenerse en cuenta también que los componentes
conscientes de las emociones, que denominamos ‘sentimientos’, como la alegría, el
miedo o el amor, no son cualitativamente diferentes de las percepciones cognitivas
como podrían ser la resolución de un problema matemático o la percepción de que el
objeto en el que viajamos es un automóvil (Belmonte, 2007). Los mecanismos de
procesamiento inconsciente que subyacen en ambos casos son diferentes, pero en los
dos, la consciencia se produce cuando el mecanismo cerebral general del conocimiento
consciente los capta e incluye en su función. Un segundo principio importante es que
los mecanismos cerebrales de conducta emocional, tales como los que se ponen en
marcha durante el miedo, la búsqueda de alimento o el deseo sexual, aparecieron ya en
estadíos muy primitivos de la evolución animal y se han conservado en gran medida
durante la evolución de los vertebrados, entre los que se cuenta el hombre (Belmonte,
2007). Las emociones conscientes se darían en aquellas especies animales que poseen
consciencia. No es posible inferir si la emoción consciente que provoca una situación de
miedo es percibida de modo igual por el hombre y un animal. No obstante, si los
patrones de conducta que se evocan en tal situación, en el hombre y en la otra especie
animal son iguales o muy semejantes, podemos asumir que una parte importante de los
procesos cerebrales que determinan tal conducta son iguales en ambas especies. La
mayoría de los componentes de las respuestas emocionales se ponen en marcha de
manera no consciente (Belmonte, 2007).

Como especuló acertadamente Freud, la consciencia es solo la parte final de un sistema


de operaciones cerebrales mucho más amplio. Hay que señalar, además, que, al ser los
mecanismos neurales de las emociones evolutivamente más primitivos que los de los
procesos cognitivos, se ponen en marcha de manera inconsciente de un modo más
inmediato que éstos (Belmonte, 2007). De ahí que los procesos cognitivos estén más
sometidos a las emociones que a la inversa y que puedan, en determinadas
circunstancias, verse avasallados por éstas. Las emociones juegan, además, un papel
importante en la determinación de conductas futuras y sus trastornos pueden dar lugar a
graves alteraciones del comportamiento, de carácter patológico (Belmonte, 2007).

Finalmente, no hay razón para asumir a priori que los componentes conscientes de las
emociones son más importantes que los inconscientes, para lo que parece es el objetivo,
en términos de la evolución de los seres vivos, de la aparición de los mecanismos
cerebrales de las emociones, y que no es sino la supervivencia de la especie a través de
la evitación del peligro de lesión corporal o muerte, la consecución del alimento y la
reproducción sexual (Belmonte, 2007). En tal dirección, tan importante o más son la
taquicardia o las actitudes motoras defensivas que se ponen en marcha con la emoción
de manera automática, y que ayudan decisivamente a la huida o la lucha del animal,
como las percepciones conscientes de miedo. Por ello, el uso de modelos animales
puede ser de gran utilidad para comprender como funcionan los mecanismos cerebrales
de las emociones en el hombre, puesto que en una parte muy importante de sus bases
cerebrales, no parecen existir diferencias cualitativas esenciales entre un caso u otro
(Belmonte, 2007).

LA ANATOMÍA Y EL CIRCUITO FISIOLÓGICO Y NEUROQUÍMICO QUE


GENERA LAS EMOCIONES

Gracias al avance técnico en la obtención de imágenes cerebrales y al análisis de


algunos estudios especializados, como las tomografías, actualmente podemos conocer el
circuito neuronal y fisiológico de las emociones. Enojarnos, llorar, sentir asco o reírnos
son respuestas que se inician en el sistema límbico, se mantienen por reverberancia de la
información en estructuras neuronales cruciales para la memoria y el aprendizaje (en los
ganglios basales, el hipocampo y el cerebelo) para posteriormente interpretarse (en el
giro del cíngulo), y proyectarse en regiones neuronales relacionadas con la parte
ejecutiva superior del cerebro (la corteza prefrontal, parietal y temporal) (Calixto,
2018).

En términos generales y sin llegar a determinismos biológicos, las estructuras cerebrales


en las que se inician las emociones están involucradas con otras actividades y funciones
básicas del sistema nervioso central. Una de las estructuras más importantes del sistema
límbico, la amígdala cerebral, genera o inicia un proceso emotivo en forma inmediata
(300 milisegundos). Este núcleo no tiene mucha memoria; en contraste, genera la
conducta de recibir atención o manifestar enojo o asco. En paralelo se activan áreas
cerebrales relacionadas con la liberación de la dopamina, el neurotransmisor más
importante para generar una emoción; estas áreas son dos núcleos cerebrales: el área
tegmental ventral y el núcleo accumbens. Si la liberación de dopamina sucede de forma
abrupta, la conducta está relacionada con procesos negativos como ira, enojo o furia; en
cambio, si la liberación de dopamina es lenta, gradual y desarrollada con niveles de
expectativas muy altos, entonces las emociones que se generan están en función de
obtener una recompensa, una motivación, felicidad o incluso el llanto. Es decir, que, en
su origen, las emociones comparten áreas cerebrales y el componente neuroquímico
(Calixto, 2018).
Cuando la secuencia de activación llega al hipocampo, se desarrolla una actividad
eléctrica neuronal, en trenes de frecuencia, que permite incrementar la memoria y el
aprendizaje; de esta manera, la emoción incrementa la atención y la cognición, que nos
permite capturar detalles de nuestro entorno que difícilmente se olvidan. Cuanto más
emocionado se está, más se favorecen los procesos cognitivos de corto plazo. Menos de
cinco segundos después de haberse iniciado, la emoción atrapa al cerebro, el incremento
de la actividad de las estructuras límbicas va disminuyendo la lógica, la congruencia y
los frenos sociales que se encuentran en la corteza prefrontal; la dopamina, que
incrementa la actividad límbica, al mismo tiempo disminuye la función de la parte más
inteligente de nuestro cerebro. Esta paradoja fisiológica neuronal explica por qué,
conforme más emocionados estamos, somos menos racionales, obedecemos cada vez
menos las reglas sociales y nos convertimos en individuos irreflexivos (Calixto, 2018).

Una emoción puede darnos vueltas en la cabeza (procesos de interpretación de palabras,


integración de recuerdos y proyección de algunos eventos sociales) porque se quedan
atrapadas en los ganglios basales y el cerebelo, estructuras cerebrales especializadas en
reverberar información, la cual hace que el proceso emocional en las primeras cuatro
horas se quede en nuestras neuronas para activar atención y, en ocasiones, obsesión
(Calixto, 2018).

La interpretación de las emociones tanto propias como ajenas se da por la activación de


neuronas que se encuentran en el giro del cíngulo; ahí la emoción se etiqueta y se
proyecta a las regiones superiores. Etiquetar una emoción es una de las propiedades más
exquisitas y selectivas que tiene nuestro cerebro; esta definición se realiza en menos de
ocho segundos después de haber aparecido el detonante emotivo. Podemos copiar
conductas y emociones (risa o sorpresa), entenderlas (llanto, asco o enojo) en forma
inmediata, ya sea para tener actividad prosocial o para alejarnos de aquellas que nos
generan incomodidad: las neuronas espejo que se encuentran en el giro del cíngulo en la
corteza cerebral, ayudan a identificar con gran precisión estos procesos. Entre más
emocionados estamos suele activarse más el hemisferio cerebral izquierdo, hay un
aumento en la frecuencia cardiaca y la presión arterial. En contraste, quien ve nuestra
emoción puede activar inicialmente más el hemisferio cerebral derecho (Calixto, 2018).

La emoción perdura si otros neurotransmisores se involucran en el proceso emocional


que la dopamina inició: la noradrenalina incrementa la atención, la serotonina favorece
la obsesión e incrementa la funcionalidad de las neuronas espejo, la b-endorfina
favorece procesos adictivos y placenteros, y la acetilcolina favorece el aprendizaje, el
factor de crecimiento neuronal derivado del cerebro (BDNF, por sus siglas en inglés) e
incrementa la arborización dendrítica y proyecciones neuronales (Calixto, 2018). Al
mismo tiempo, algunas hormonas pueden estar involucradas en los eventos emotivos;
por ejemplo, los estrógenos (hormonas femeninas) incrementan la liberación de
dopamina y al mismo tiempo favorecen la comunicación neuronal; en contraparte, la
testosterona (hormona masculina) reduce la comunicación neuronal favoreciendo la
activación de la amígdala cerebral, de ahí que los varones tengan un proceso fisiológico
más relacionado con la
actividad agresiva y competitiva que involucra muchas de sus conductas cotidianas
(Calixto, 2018). La hormona del crecimiento favorece una mayor comunicación
neuronal, por lo que dormir tiene un impacto positivo en el proceso de la cognición de
las emociones. Hormonas como la leptina y las orexinas están involucradas en los
procesos fisiológicos de hambre y saciedad, por lo que, en la secuencia conductual del
hambre, que involucra un incremento de orexinas, hace al cerebro más irritable y con
una mayor facilidad de enojo: un cerebro con hambre discute con más furia. El cortisol,
hormona relacionada con el estrés y la ansiedad, incrementa la función del hipocampo y
del sistema límbico, favorece la sensación de peligro y aumenta las posibilidades de
conductas asociadas con la ira, el enojo y el llanto; de esta manera, en el estrés crónico
cambia la percepción de muchos detonantes de enojo, tristeza o alegría.

EMOCIONES: ¿POR QUÉ Y PARA QUÉ?

Las emociones son importantes en la percepción del tiempo; por ejemplo, cuando nos
encontramos en situaciones de estrés, contingencia o huida, las neuronas del hipotálamo
se sobreactivan, promoviendo a su vez el incremento de la expresión de genes reloj, que
nos ayudan a percibir el tiempo, modificando la sensación del hambre, la saciedad, el
deseo sexual y el control hormonal de la actividad cardiovascular, entre muchas otras
cosas, acelerando la interpretación de los estímulos para que reaccionemos con mayor
rapidez; esto también nos permite liberar oxitocina, una hormona peptídica asociada con
los procesos de empatía y apego para que el cerebro desarrolle con mayor rapidez
actividades prosociales, empatía, solidaridad y de cooperación: de esta manera las
emociones aseguran la supervivencia. En contraste, la tristeza puede generar la
sensación de que el tiempo pasa muy rápido y, en forma crónica, la melancolía nos
puede hacer sentir que el tiempo se detiene. En la interacción social, cuando tenemos
relojes biológicos sincronizados, favorecemos espectros de distorsión temporal
semejante, compartimos las emociones con mayor eficiencia (Calixto, 2018).

No todas las emociones gastan la misma energía; por ejemplo, estar tristes o llorar
incrementan el consumo de glucosa y oxígeno en el cerebro, las neuronas gastan más
ATP; de ahí que cuando lloramos incrementamos la frecuencia respiratoria, por lo que
es ésta la emoción que más rápido se autolimita (diez minutos de llanto cansan mucho al
cerebro) (Calixto, 2018). Cuando esto sucede nos tranquilizamos y, como efecto
secundario, suele darnos más hambre. Al llorar, el giro del cíngulo interpreta con mayor
velocidad los estímulos agresivos; el hipocampo la registra con mayor velocidad, la
corteza prefrontal le otorga un componente proyectivo y prosocial, disminuyendo el
enojo y la furia de quienes son testigos del llanto. Llorar nos hace humanos: somos la
única especie capaz de interpretar el llanto de manera proyectiva y lo hemos adaptado
para un aprendizaje social y psicológico (Calixto, 2018).

De la misma manera en que las emociones pueden cambiar la fisiología, el control


consciente de la fisiología puede modificar algunas emociones, por ejemplo: la
relajación puede llegar si se controla la respiración. Si somos más conscientes del
proceso emocional lo adaptamos más rápido. Cuando descansamos después de una
discusión sentimos alivio (Calixto, 2018).

El humor o la risa ayudan a disminuir una tensión. Un abrazo sincero de contención


puede disminuir o aliviar la tristeza o el llanto. Las emociones y la ingesta de comida,
en especial los carbohidratos, favorecen un incremento en la liberación de endorfinas,
serotonina y dopamina en el núcleo accumbens y el área tegmental ventral, y
disminuyen la producción
de cortisol. El placer está directamente relacionado con alimentos apetecibles, que
además pueden disminuir la ira y favorecer que una persona se tranquilice (Calixto,
2018).

Una buena comida puede incrementar la sensación de placer ante una compañía.
Muchas personas asocian la relación de comida con la felicidad; de esta forma, un
chocolate puede ser uno de los grandes estimuladores en el éxito, o bien uno de los
mejores consuelos cuando las cosas no salen bien. Entender las emociones es
fundamental en los procesos sociales. El cerebro de una persona se siente más
reconfortado cuando alguien le sonríe a esta, cuando sus compañeros de trabajo
intercambian ideas y experiencias o cuando recibe consejos; las redes sociales se
construyen mejor en un marco de emociones positivas. De la misma forma, en
situaciones de estrés el ser humano disminuye la percepción de la tristeza y el llanto; en
otras palabras, un cerebro estresado y con ansiedad se puede desensibilizar a las
manifestaciones de tristeza de otras personas, disminuyendo sus conductas prosociales
(Calixto, 2018).

Las emociones también pueden ser el marcador de algunas patologías en los trastornos
de personalidad; en las fobias el miedo es des proporcionado. En los estados de
ansiedad el
asco es un marcador importante. La búsqueda de la felicidad es uno de los elementos
esenciales del cerebro humano, sin embargo, sus prejuicios y experiencias pueden ser
los primeros obstáculos para llegar a ella (Calixto, 2018). Las emociones positivas
contribuyen a provocar un mejor estado de salud, ayudan a soportar los procesos
dolorosos, a controlar mejor el miedo, y las personas se vuelven más refractarias a la
depresión y el estrés. Se subestima la importancia de la felicidad para la sobrevivencia;
sin embargo, es muy importante señalar que las emociones positivas disminuyen la
probabilidad de adicciones, la gravedad de las enfermedades infecciosas, la probabilidad
de infarto y, por otra parte, diversas evidencias han mostrado que las personas felices
pueden vivir más tiempo (Calixto, 2018).

El cerebro tiene una etapa crítica para conectar los sitios anatómicos que inician y
mantienen las emociones: entre los 8 y los 12 años de edad la amígdala cerebral, el giro
del cíngulo y el hipocampo se conectan de una manera dinámica, por lo que si a esa
edad una persona experimenta violencia, agresión, humillaciones y abandono, las
conexiones neuronales se llevarán a cabo de manera errónea, de tal manera que los
procesos negativos de la sociedad condicionan al cerebro y sus neuronas a normalizar
de una manera muy rápida la violencia y las conductas negativas (Calixto, 2018). En
consecuencia, los algoritmos fisiológicos ayudan a repetir abandono, ira y ansiedad en
la etapa adulta, por lo que se replicarán muchos de los procesos de violencia aprendidos
en la infancia y la adolescencia. En contraparte, si a esa edad las personas experimentan
emociones de manera saludable, los cerebros suelen funcionar mejor socialmente y
tener mayor estabilidad emocional, aun en las sociedades más convulsas (Calixto,
2018).
¿SABÍAS QUÉ?
DATO CURIOSO:
El cerebro envía mensajes a 360 km/h. EL CEREBRO EL 60% del cerebro es grasa.
Posee 100 billones de neuronas.
Controla funciones vitales.
Es responsable de nuestras emociones y
LÓBULO FRONTAL LÓBULO OCCIPITAL conducta.
Controla funciones cognitivas.
Funciones cognitivas y Responsable de la
control de actividad o visión.
movimiento Procesa
voluntario. información sobre
LÓBULO PARIETAL
temperatura, el
CEREBRO RACIONAL gusto, el tacto y el
/NEOCORTEX movimiento.
Lenguaje, creatividad, moralidad,
planificació n y cá lculo. Descartes decía que
GLÁNDULA esta glándula era el
CEREBRO EMOCIONAL/LÍMBICO “asiento” del alma y
PINEAL el núcleo donde se
Emociones y efectividad
Aprendizaje y memoria están nuestros
pensamientos.

CEREBRO LÓBULO Tareas visuales.


RECTILIANO/PRIMITIVO Controla el
Instintos bá sicos de
TEMPORAL lenguaje.
supervivencia. Decodifica
Conductas automá ticas y información.
programadas
PIENSO SIENTO ACTUO
O Siempre se ha asociado al
CEREBELO cerebelo con el movimiento,
pero a finales de los 60 del siglo
AMIGDALA XX comenzó el interés de los
HIPOTALAMO GLÁNDULA HIPOCAMPO científicos por el papel del
cerebelo en el aprendizaje de
PITUITARIA ¡SABÍAS QUÉ! actividades motoras.
La amígdala
Forma parte del ¿Relación del hipocampo controla la
sistema Límbico "Glándula de control y la memoria? satisfacción y el
relacionado maestro". Procesa y recupera 2 miedo, si se
directamente con Produce hormonas tipos de memoria, las extirpa daría
las emociones. del crecimiento. declarativas y las lugar a la pérdida
relaciones espaciales. del miedo.
BIBLIOGRAFIA

 Belmonte, C. (2007). Emociones y cerebro. Real Academia de Ciencias


Exactas, Físicas y Naturales. Instituto de Neurociencias., 101(1), 59-68.
Retrieved Agosto 11, 2022, from https://rac.es/ficheros/doc/00472.pdf

 Calixto, E. (2018, Abril). Emociones en el cerebro. Revista de la Universidad de


Mexico, 128-132. Retrieved Agosto 11, 2022, from
https://www.revistadelauniversidad.mx/download/6fdd060a-5a2f-4cb5-87c5-
f0ab5b025d47?filename=emociones-en-el-cerebro

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