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El documento propone un código deontológico periodístico para Argentina. Actualmente, el periodismo argentino carece de una normativa de autorregulación clara. El código busca establecer pautas éticas que guíen el quehacer periodístico y mejoren la calidad informativa. Entre los temas que abordaría se encuentran la veracidad de la información, la libertad de expresión, la objetividad y la distinción entre hechos y opiniones. El código también regularía aspectos como el tratamiento de fuentes, la rectific
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El documento propone un código deontológico periodístico para Argentina. Actualmente, el periodismo argentino carece de una normativa de autorregulación clara. El código busca establecer pautas éticas que guíen el quehacer periodístico y mejoren la calidad informativa. Entre los temas que abordaría se encuentran la veracidad de la información, la libertad de expresión, la objetividad y la distinción entre hechos y opiniones. El código también regularía aspectos como el tratamiento de fuentes, la rectific
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UNA PROPUESTA DE CÓDIGO DEONTOLÓGICO

PERIODÍSTICO PARA LA ARGENTINA

Jerónimo Biderman Núñez

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Departament de Mitjans, Comunicació i Cultura
Facultat de Ciències de la Comunicació

TESIS DOCTORAL

UNA PROPUESTA DE CÓDIGO DEONTOLÓGICO


PERIODÍSTICO PARA LA ARGENTINA

Autor: Jerónimo Biderman Núñez


Directora: Dra. Carme Ferré Pavia

2019
AGRADECIMIENTOS

A la meva directora Carme Ferré Pavia. Gràcies per ser una mestra pacient. Gràcies per
la seva saviesa i per guiar-me en cada trajecte d'aquest treball.

Al Departament de Mitjans, Comunicació i Cultura de la Universitat Autònoma de


Barcelona. M'han acompanyat sempre amb bona voluntat i amabilitat.

A les meves amigues i amics de Catalunya. Gràcies per rebre'm i fer-ho sempre amb
alegria.

A las autoridades y al equipo académico de la Universidad de San Isidro. Sin su apoyo


incondicional, llegar al final de este camino no hubiera sido posible.

A Sole Lohlé, Trini Llambías, Luis Enrique Garibotti, Nicolás Cha y al equipo de Demos
Consulting. Gracias por colaborar con la realización de este proyecto.

A mi familia. A mis amigas y amigos. Gracias por estar siempre.

A Florencia, por el impulso, la ayuda, el aliento y la alegría de los últimos meses de


trabajo.

Dedico esta tesis a mis hijas Manuela, Juana e Inés, y a su mamá Paca García Haymes,
por su amor, su amistad y el apoyo incondicional de tantos años.

2
ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN ............................................................................................................ 9
1.1 Objetivo general de la investigación....................................................................... 9
1.2 Justificación ........................................................................................................... 10
1.3 Organización de la investigación .......................................................................... 11

2. MARCO TEÓRICO-CONCEPTUAL ................................................................................ 12


2.1 La deontología de los periodistas ......................................................................... 12
2.2 Diez debates fundamentales sobre la cuestión deontológica .............................. 15
2.2.1 El desafío de la autorregulación..................................................................... 17
2.2.2 El periodismo, del oficio a la profesión .......................................................... 24
2.2.3 Exigencia o no de la titulación universitaria ................................................. 30
2.2.4 La pertinencia de la colegiación ..................................................................... 36
2.2.5 Naturaleza y utilidad de los códigos deontológicos....................................... 43
2.2.6 Ética y empresa periodística .......................................................................... 55
2.2.7 El Defensor del Público (ombudsman) ........................................................... 71
2.2.8 El consejo de prensa ...................................................................................... 78
2.2.9 Los sellos de calidad ....................................................................................... 88
2.2.10 Los foros de opinión en la prensa digital ..................................................... 94
2.3 Otras discusiones deontológicas .......................................................................... 97
2.3.1 El problema de la objetividad ........................................................................ 97
2.3.2 El tratamiento de las fuentes de información ............................................. 101
2.3.3 Derecho a réplica y rectificación en perspectiva deontológica ................... 108
2.3.4 La cláusula de conciencia ............................................................................. 115
2.3.5 Grabaciones ocultas y escuchas telefónicas ................................................ 121
2.4 La deontología en el periodismo digital ............................................................. 130
2.4.1 ¿Quién es periodista, hoy?........................................................................... 130
2.4.2 El estatus normativo del periodismo digital y ciudadano ............................ 137

3
3. MARCO REFERENCIAL: EL CASO ARGENTINO ......................................................... 140
3.1 Una profesión en debate .................................................................................... 140
3.1.1 La LSCA ......................................................................................................... 140
3.1.2 La grieta y el surgimiento del periodismo militante .................................... 150
3.1.3 Periodistas argentinos: estado de situación ................................................ 152
3.2 Veinte desafíos deontológicos para el caso argentino ....................................... 155
3.2.1 El tratamiento de los pueblos originarios .................................................... 157
3.2.2 El abordaje mediático de la violencia contra la mujer ................................. 161

4. DISEÑO METODOLÓGICO ........................................................................................ 169


4.1 Objetivos de investigación .................................................................................. 169
4.1.1 Objetivo general ........................................................................................... 169
4.1.2 Objetivos específicos.................................................................................... 169
4.2 Tipo de investigación .......................................................................................... 170
4.3 Diseño para la etapa documental-analítica ........................................................ 171
4.4 Diseño para la investigación empírica ................................................................ 176
4.4.1 Trabajo de campo I: La credibilidad del periodismo en la Argentina .......... 177
4.4.2 Trabajo de campo II: Los periodistas argentinos y su percepción sobre la
deontología. .............................................................................................. 178
4.4.3 Trabajo de campo III: La deontología en la mirada de editores y propietarios
de medios argentinos................................................................................ 181
4.5 Diseño para la investigación aplicada ................................................................. 182
4.5.1 Elaboración del código deontológico ........................................................... 182

5. RESULTADOS ............................................................................................................ 184


5.1 Los códigos latinoamericanos ............................................................................. 184
5.1.1 Tipología de códigos en América Latina ...................................................... 185
5.1.2 Categorías deontológicas en los códigos latinoamericanos ........................ 188
5.1.3 Análisis de las 25 categorías más relevantes para la región ........................ 190
a) Principio de veracidad ................................................................................... 190
b) Libertad de expresión y de prensa ................................................................ 193
c) La objetividad................................................................................................. 198

4
d) Distinción de hechos y opiniones .................................................................. 200
e) Separación de información y publicidad o propaganda................................ 202
f) El tratamiento de las fuentes de información ............................................... 205
g) Cláusula de conciencia................................................................................... 210
h) Presunción de inocencia................................................................................ 214
i) Rectificación y derecho a réplica .................................................................... 216
j) El periodista y la venta de publicidad ............................................................. 219
k) El código y la empresa periodística ............................................................... 221
l) Salario digno del periodista ............................................................................ 223
m) Derechos del niño ........................................................................................ 226
n) Respeto por la vida privada ........................................................................... 230
o) El rumor ......................................................................................................... 234
p) El problema de la corrupción ........................................................................ 236
q) Retribuciones y gratificaciones ..................................................................... 238
r) El plagio .......................................................................................................... 241
s) El intrusismo .................................................................................................. 244
t) Periodismo digital y redes sociales ................................................................ 245
u) El nacionalismo .............................................................................................. 247
v) Racismo/Xenofobia........................................................................................ 249
w) Los pueblos originarios ................................................................................. 252
x) Violencia machista contra las mujeres y perspectiva de género .................. 254
y) Tribunal de Ética/Aplicación del código ........................................................ 255
5.2 La credibilidad del periodismo en la Argentina .................................................. 260
5.2.1 Análisis de los resultados sobre la credibilidad de la prensa argentina ...... 270
5.3 La percepción de la deontología en la profesión periodística argentina ........... 273
5.3.1 Los periodistas argentinos y su percepción sobre la deontología ............... 276
5.3.2 La deontología en la mirada de editores y propietarios de medios de
comunicación argentinos .......................................................................... 303
5.3.3 Análisis de la percepción deontológica argentina en perspectiva comparada
................................................................................................................... 340

5
6. UN CÓDIGO DEONTOLÓGICO PARA LA ARGENTINA .............................................. 354
6.1 Hacia un nuevo modelo de código deontológico ............................................... 354
6.1.1 Preámbulo .................................................................................................... 355
6.1.2 Principios fundamentales de la profesión periodística................................ 356
6.1.3 Desafíos deontológicos para el ejercicio del periodismo en el siglo XXI ..... 358
6.2 Código deontológico de la profesión periodística de la república argentina ..... 360

7. CONCLUSIONES ........................................................................................................ 416


7.1 Aportaciones al campo teórico-conceptual de la deontología periodística ....... 416
7.2 Aportaciones al caso argentino .......................................................................... 422
7.3 Aportaciones metodológicas de la codificación deontológica de Latinoamérica y
del análisis de los códigos en perspectiva comparada ............................................. 424
7.4 Aportaciones de la investigación empírica ......................................................... 426
7.5 Aportaciones de la propuesta aplicada .............................................................. 430
7.6 Divulgación del producto de la investigación ..................................................... 433
7.7 Líneas de investigación ....................................................................................... 437

8. REFERENCIAS ............................................................................................................ 442

6
ÍNDICE DE TABLAS, GRÁFICOS E IMÁGENES
TABLAS

Tabla 1. Diferencias conceptuales entre ética y deontología………………………………….. 15


Tabla 2. Diez debates fundamentales vinculados a la cuestión deontológica…………. 16
Tabla 3. Diferencias entre códigos penales y códigos deontológicos………………………. 45
Tabla 4. Principios compartidos de la profesión periodística………………………………… 174
Tabla 5. Problemáticas y debates tradicionales de la actividad………………………………174
Tabla 6. Dilemas sobre la praxis actual del periodismo…………………………………….….. 175
Tabla 7. Cuestiones vinculadas a la diversidad y a la dignidad humana….…….…….….175
Tabla 8. Códigos latinoamericanos e internacionales seleccionados………………………187
Tabla 9. Categorías deontológicas en los códigos latinoamericanos……………………...189
Tabla 10. Índice de Percepción sobre la Corrupción 2017……………………………………...237
Tabla 11. Desafíos deontológicos para el ejercicio del periodismo en el siglo XXI....358

GRÁFICOS

Gráfico 1. Organización de la investigación……………………………………………………………. 11


Gráfico 2. Técnica de bola de nieve-discriminatoria exponencial………………………..…180
Gráficos 3 a 20. La credibilidad del periodismo en la Argentina……………………...261-269
Gráficos 21 a 68. Los periodistas argentinos y su percepción sobre la
deontología…………………………………………………………………………………………………….277-302
Gráficos 69 a 136. La deontología en la mirada de editores y propietarios de medios
de comunicación argentinos…………………………………………………………………………..304-339
Gráficos 137. Periodistas y editores/dueños que no cuentan con un código
deontológico………………………………………………………………………………………………………….340
Gráfico 138. Ofertas y/o presiones recibidas por periodistas y editores/dueños…...344
Gráfico 139. Principales problemáticas percibidas por los periodistas para el ejercicio
de su profesión………………………………………………………………………………………………………345
Gráfico 140. Principales problemáticas percibidas por los editores para el ejercicio del
periodismo profesional……………………………………………………………………………………….…346

7
Gráfico 141. Principales problemáticas percibidas por los dueños de medios para el
ejercicio del periodismo profesional………………………………………………………………………347
Gráfico 142. Principales problemáticas para el ejercicio del periodismo profesional en
perspectiva comparada………………………………………………………………………………………….347
Gráfico 143. Influencias sobre el sistema de medios y sobre la praxis periodística…350
Gráficos 144 y 145. Actitud de las empresas frente a la creación y aplicación de un
código deontológico……………………………………………………………………………………….351-352

IMÁGENES

Imágenes 1 a 4. Infobae, 30 de agosto de 2018………………………………………………….57-59


Imágenes 5 a 7. La Nación, Edición digital, 30 de agosto de 2018……………………….60-61
Imágenes 8 y 9. La Nación, Edición impresa, 2 de septiembre de 2018…………..….63-64
Imagen 10. Clarín, 17 de junio de 2017……………………………………………………………………65
Imagen 11. Twitter oficial de Clarín, 17 de junio de 2017…………………………………………65
Imagen 12. Perfil, Edición digital, publicada el 2 de abril de 2018………………………….126
Imagen 13. Clarín, Edición digital, publicada el 6 de marzo de 2018……………………...126
Imagen 14. Infobae, 1º de abril de 2018……………………………………………………………..…127
Imagen 15. La Nación, Edición digital, publicada el 19 de febrero de 2018…………….127
Imagen 16. La Nación, Edición digital, publicada el 21 de octubre de 2018……………129
Imagen 17. Clarín, Edición digital, 4 de septiembre de 2018………………………………….159
Imagen 18. Violentómetro. CNDH, Unidad de Igualdad de Género, México…………..166

8
1. INTRODUCCIÓN

Esta es una investigación que nació con un propósito específico: elaborar un código
deontológico periodístico para la Argentina. La necesidad de este trabajo está
justificada por la ausencia de herramientas de autorregulación para un periodismo
profesional que, en la Argentina, transita por un escenario de crisis integral. La caída
en los índices de confianza de una sociedad que, mayoritariamente, ya no les cree a
sus medios y a sus periodistas, y el estado de precariedad en que los profesionales
desarrollan cotidianamente su tarea, exhortan a la profesión a iniciar un proceso de
revisión profunda. Como demostraremos en nuestro estudio, el epicentro de la crisis
está dado, en buena medida, por la “inexistencia de marcos éticos comunes” (Amado
Suárez, 2016, p. 25) que han llevado a los periodistas argentinos a una situación de
orfandad y desconcierto. La ausencia de un código deontológico que cuente con el
reconocimiento de los profesionales permite visibilizar esa situación. Esta tesis
doctoral apuesta a corregir ese déficit.
Por otro lado, este trabajo también aporta un análisis general sobre la codificación
deontológica en Latinoamérica, en donde, como evidenciaremos, predominan
instrumentos anticuados, que no responden a las necesidades ni a las problemáticas
del ejercicio del periodismo en la actualidad. En consecuencia, nuestra investigación
está organizada a partir de un objetivo fundamental y de un conjunto de objetivos
complementarios, con los que también nos orientamos a realizar un aporte al universo
de la deontología periodística en general y de la codificación latinoamericana en
particular.

1.1 Objetivo general de la investigación

El objetivo fundamental de esta investigación está dado por la elaboración de un


código deontológico periodístico para la Argentina, que responda tanto a las
problemáticas tradicionales como a las originadas en las transformaciones sociales y
tecnológicas que hoy se les presentan a los profesionales en su praxis cotidiana.

9
1.2 Justificación

Como dijimos más arriba, el periodismo profesional en la Argentina se encuentra en un


contexto de crisis general, en donde la pérdida de credibilidad y las dificultades para
garantizar la subsistencia económica aparecen como los deterioros más ostensibles.
Nuestro trabajo de campo demostrará que, a la hora de examinar las causas, los
periodistas mencionan a la falta de ética como el problema más significativo.
El ejercicio profesional alejado de sus principios también es expuesto por Oller y
Amado (2016), quienes a partir de un estudio sobre el terreno evidencian que ocho de
cada diez periodistas argentinos consideran “influyente” o “muy influyente” la “falta
de ética”, hecho que se agrava porque, además

(…) la importancia de la ética en la Argentina no tiene un correlato en manuales de estilo,


que son casi inexistentes en el país. Solo muy pocos medios cuentan con alguna guía ética
y, aun en esos casos, sin uso práctico (…) A falta de marcos deontológicos, las decisiones
quedan libradas al criterio personal. (p. 84)

En este contexto, la ausencia de un código deontológico aparece como una


carencia destacable que es señalada por los propios periodistas y que se agrava por el
hecho de que los manuales de estilo tampoco forman parte de su labor cotidiana. En
esta línea, Ruiz (2016) afirma:

En una encuesta de 2005, alrededor del 80% [de los periodistas] pidió “un marco
referencial” para orientar la actividad, que puede ser un código de ética o una declaración
de principios. La posibilidad de instalar alguna especie de consejo de ética podría ser una
forma de estimular en los periodistas el uso de la libertad disponible. La falta de
formalización funciona entonces no solo como una falta de guía ética, o procedimental,
sino también como un factor que contribuye a cristalizar un uso limitado de la libertad
disponible. Esta sería una relación directa entre la existencia de códigos escritos y la
libertad periodística. (p.75)

10
En nuestro trabajo de campo presentaremos tres datos que comprueban la
necesidad de construir un marco de referencia deontológico:

i. El 96% de los periodistas indican que la falta de ética es el problema


más importante que aqueja a la profesión.
ii. El 79% de los periodistas consideran útiles a los códigos
deontológicos.
iii. Sólo el 4,8% cuenta con un código para su praxis cotidiana.

En síntesis: la falta de un código deontológico que actúe como marco ético de


referencia y como guía de conducta para el ejercicio del periodismo en la Argentina
representa un déficit reconocido y destacado por los propios profesionales de la
comunicación. En esa ausencia, entendemos, queda demostrada la pertinencia de
nuestra investigación.

1.3 Organización de la investigación

Gráfico 1. Organización de la investigación

11
2. MARCO TEÓRICO-CONCEPTUAL

2.1 La deontología de los periodistas

Si bien está focalizada en el caso argentino, esta tesis doctoral constituye un estudio
integral acerca de la deontología periodística. En este capítulo, la investigación
propone recorrer los aportes fundamentales que distintos autores han hecho acerca
de nuestro objeto de estudio. Para ello, decidimos elaborar un esquema de análisis
sobre los diez principales debates que hoy presenta el campo de la deontología
periodística. Además, nuestro trayecto nos llevará a discutir otras temáticas que
afectan al ejercicio cotidiano del periodismo profesional en la actualidad y que
aparecen estrechamente vinculadas con la cuestión deontológica. Siendo esta tesis
una investigación de carácter aplicado, nos fue indispensable inscribir nuestro aporte
en cada una de las líneas, miradas y discusiones. Así, este marco teórico se erige como
el edificio conceptual de nuestra propuesta.
La noción de deontología, empleada por primera vez por Jeremy Bentham en
1832, se desprende del campo de la ética profesional. Aunque frecuentemente ambos
conceptos son tomados como sinónimos, no son lo mismo. Mientras que la ética
profesional hace referencia a la conciencia personal de aquel ser humano que ejerce
una actividad, es decir, al “deber ser” de ese individuo (Herrán y Restrepo, 1992, p.
18), la deontología se constituye en un modelo de actuación para un conjunto de
profesionales. Así, mientras “el discurso de la ética profesional se centra en decir en
qué consiste una buena actuación, el de la deontología formula los deberes y las
obligaciones del profesional que se inscriben en un código que avala ese gremio”
(García Benítez y Cerón Martínez, 2005, p.3). En esta línea, que postula una distancia
entre ambos conceptos, Hortal (2003) afirma que “para configurar el buen ejercicio
profesional es aconsejable combinar las referencias éticas con las normas
deontológicas, y a la vez, situar las normas deontológicas en el horizonte de las
aspiraciones éticas” (p. 191).

12
También Casasús (2011) distingue los conceptos, cuando enuncia:

Con el término deontología, derivado del griego déon (el deber, lo que hay que hacer),
nos referimos al estudio y al tratamiento de los derechos y deberes específicos del
ejercicio de una profesión, y en definitiva, a la ética aplicada al ámbito de la actividad
afectada por una práctica facultativa determinada. Con la palabra ética, derivada del
griego ethos (doctrina de las costumbres), invocamos a la ciencia filosófica que investiga y
estudia los valores, la vida y la conducta humanas, tanto en su dimensión pública como en
la social. (pp. 10-11, traducción propia)

Para García Fernández (2007), la ética “es plenamente individual, (…) No está
programada, es una creación constante (del individuo) ante la multiplicidad de
situaciones de la vida. Por ello, no puede plantear situaciones y soluciones
sistemáticas” (pp. 69-70). En cambio, para el mismo autor, la deontología

(…) Se caracteriza por considerar los contenidos éticos desde un punto de vista normativo,
e incluso descriptivo y prescriptivo (…) Es un intento de conciliar lo formal, las
generalidades modelizadas de una profesión, y lo vital, las situaciones concretas de cada
uno de los miembros pertenecientes a dicha profesión, llevando así los presupuestos de la
ética individual a una colectiva. Ética colectiva en la que hay un bien definido por medio
de unos valores propuestos y consensuados, de los que se deducirán las normas
fundamentales de la actividad laboral, asumidas como deber profesional. (p. 72)

Para Vidal Casero (2003), “la deontología es el conjunto de principios y reglas que
han de guiar una conducta profesional” (p. 1). Barroso Asenjo (2011) sostiene que “la
deontología concretiza hoy la generalidad de la perspectiva ética refiriéndola a los
deberes, reglas y normas de una profesión” (p. 142). Aznar (1999b), en tanto, postula
una relación muy cercana entre las nociones de deontología y la de autorregulación,
cuestión que retomaremos más adelante:

La autorregulación coincide básicamente con la deontología profesional, si bien ambas


cosas no son lo mismo. La deontología se encarga de reflexionar sobre la dimensión moral
de una determinada actividad y de precisar las normas éticas que deben guiarla. Pero la

13
deontología como tal no tiene más efectividad que la derivada de la persuasión y el
compromiso que pueda suscitar en las conciencias. Es la autorregulación la encargada de
dar efectividad a la deontología. (p. 12)

Ya en el camino de aplicar la noción de deontología al caso periodístico, Casasús


(2011) sostiene que “la deontología periodística está integrada por un conjunto
invertebrado e inconexo de principios, criterios, normas y recomendaciones
formuladas en documentos de diversa categoría y alcance. Para que ese conjunto sea
operativo (…), es oportuno someterlo a una prueba de ordenación general
sistemática”, como lo son los códigos deontológicos que están estrechamente
vinculados con el campo del derecho (p.10).
Suárez Villegas (2013a) avanza, tras destacar el carácter voluntario de las pautas
de conducta que son asumidas por los profesionales de una actividad, en postular los
que considera “dos objetivos fundamentales” que se propone lograr la deontología:

i. Asegurar los fines de la actividad, lo que significa adoptar como principio de


actuación la tutela de los derechos de los administrados (…)
ii. Reforzar los acuerdos internos y establecer deberes y derechos entre los
profesionales. (pp. 807-808).

Así pues, la deontología de una profesión está cimentada en parámetros éticos,


que son de carácter individual. Y a través de la deontología los valores de una actividad
se transforman en modelos de conducta para los profesionales. Para Restrepo (2004),
la ética “es una utopía, una meta alta, recordada por los códigos que los periodistas
adoptan voluntaria y libremente (…) Es el sueño de cada uno. Hablar de utopía ética es
hablar de excelencia profesional” (p. 24).
Desde nuestra mirada, la deontología periodística es el conjunto de normas y
modelos de conducta para el ejercicio de una profesión, que incluyen tanto los
derechos individuales y colectivos de los periodistas, así como sus responsabilidades y
obligaciones para con la sociedad en la que se desempeñan. La deontología
periodística, por lo tanto, requiere de un universo normativo que la estructure y de un
consenso de los profesionales para que, a través de mecanismos de autorregulación,

14
se concrete su cumplimiento. En ese marco, se encuentran los códigos deontológicos.
Entendemos, entonces, que es a través de los códigos deontológicos la manera en que
los valores éticos de la profesión se transforman en efectivos modelos de conducta
para los periodistas.

Tabla 1. Diferencias conceptuales entre ética y deontología1

ÉTICA PROFESIONAL DEONTOLOGÍA PROFESIONAL


Es de carácter individual Es de carácter colectivo
Se basa en valores vinculados al “bien”, a las
Postula modelos y normas de conducta para
“buenas actuaciones” y al “deber ser” los profesionales de una actividad
No se estructura en universos normativos Propone códigos y reglamentos con
sino en la conciencia de las personas derechos, deberes y obligaciones para el
ejercicio de una profesión
No depende del vínculo ni del acuerdo entre Requiere de un consenso entre quienes
profesionales ejercen una profesión

2.2 Diez debates fundamentales sobre la cuestión deontológica

En las últimas tres décadas, el paradigma de las comunicaciones de masas en


Occidente reconfiguró su esqueleto a la luz de trasformaciones sustanciales como el
proceso de digitalización y la irrupción de las redes sociales. El sistema de medios, y
con él el trabajo de los periodistas, vivieron su propia metamorfosis. Desde principios
de los años noventa, el campo de la deontología periodística transitó diversas
discusiones que fueron evolucionando con los cambios que afectaron a la profesión.
Algunos de los debates pertenecen a las antiguas tradiciones del periodismo
profesional, pero otros son reflejo de los desafíos que se fueron presentando a
trabajadores y empresas de comunicación. Nuestra investigación estructura estas
discusiones en diez debates fundamentales que parten desde la pregunta sobre la
pertinencia de la autorregulación y llegan hasta la naturaleza de los foros de opinión
de los lectores en el periodismo digital.

1
Todos los gráficos y tablas de esta tesis son de elaboración propia 2018, salvo que se indique lo
contrario.

15
Tabla 2. Diez debates fundamentales vinculados a la cuestión deontológica

16
2.2.1 El desafío de la autorregulación

Al debate sobre la autorregulación de la prensa le subyace una discusión que parte


de una pregunta: ¿debe el periodismo profesional estar sujeto a la regulación estatal?
¿O, por el contrario y en nombre de las libertades de prensa y expresión, el sistema de
medios de comunicación debe actuar sin la vara escrutadora del Estado?
Quienes se orientan por la construcción de esquemas regulatorios oficiales de la
profesión periodística, lo hacen basados en la teoría de la responsabilidad social de los
medios de comunicación, a partir de la cual el Estado está habilitado a intervenir
creando órganos de regulación de la prensa “para proteger la libertad de los
ciudadanos” (Jiménez Gómez, 2011, p. 144). En cambio, los partidarios de la
autorregulación, apoyados en una teoría liberal de la actividad periodística, consideran
que cualquier tipo de regulación estatal terminaría, indefectiblemente, dañando la
libertad de prensa y el derecho a la información.
Sin embargo, a estas dos opciones —regulación estatal o autorregulación—
aparentemente dicotómicas, debemos sumarle una tercera alternativa que quizá es la
que ostenta el predominio dentro del sistema de medios de comunicación en las tres
últimas décadas: la inexistencia de regulación. O dicho de otro modo: que la hipotética
regulación la genere el mercado.
De este modo, observamos que existe una mirada explícita a favor de una amplia
regulación estatal que, en general, está impulsada por espacios políticos con voluntad
de controlar los flujos de información y opinión. Mientras, otra se inclina por un tipo
de regulación que se originaría en aquella mano invisible del mercado y que rechaza
cualquier normativa directa del Estado que pudiera afectar la independencia de
medios y periodistas. Esta última alternativa es defendida, en nombre de las libertades
de prensa y expresión, por las empresas periodísticas y, especialmente, por los grupos
de medios concentrados.
Sobre este debate, y en aras de inscribir a nuestra investigación en una línea de
pensamiento que sustente nuestra propuesta aplicada, nos es particularmente útil
acudir a la perspectiva de autores como Puddephatt (2011) y Aznar (1998a). El primero
se orienta a favor de la intervención estatal como agente regulador del sistema de

17
medios y rechaza la postura que sostiene que la sola presencia del Estado implica una
afectación a la libertad de prensa.
Así, este autor afirma que “la simple ausencia de la interferencia del Estado no
garantiza un mejor y más rico ambiente para los medios. Al contrario: para promover
la diversidad y el pluralismo, la presencia del Estado es necesaria” (Puddephatt, 2011,
p.10, traducción propia). Y, al definir las funciones que debe asumir el Estado en
relación con los medios, dice:

Es preciso generar condiciones para la creación de emisoras de radiodifusión pública y


comercial, para la prensa escrita y para medios comunitarios. También es necesario
promover y capacitar a los recursos humanos, especialmente periodistas y editores, a
través de la formación académica y profesional, así como crear programas de
perfeccionamiento, además de incentivar el desenvolvimiento de asociaciones de
profesionales del sector de los medios. (pp. 10-11)

Hasta aquí, Puddephatt no hace más que otorgarle al Estado un rol activo en el
sistema de medios de comunicación, en tanto garante de la pluralidad, la diversidad, la
existencia de medios comunitarios y el desarrollo de esquemas de mejoramiento
profesional de los periodistas. Esta mirada es, salvo excepciones, compartida por
buena parte de los autores que abordan el tema. Pero más adelante observamos que
Puddephatt avanza sobre su análisis y presenta una postura más arriesgada:

Tal vez, el Estado tenga que aplicar leyes de defensa de la competencia para evitar la
formación de monopolios (…) El Estado desempeña también un papel en el ámbito jurídico,
regulando el contenido de los medios en algunas circunstancias limitadas. La libertad de
expresión no es un derecho absoluto y puede ser acotado para protegido los derechos de
otros. Por ejemplo, un discurso que incite a la violencia u odio contra un grupo racial
específico puede ser prohibido. (p. 11)

Puddephatt, entendemos, se introduce en un campo controvertido al concederle al


Estado el rol de órgano regulador del sistema de medios. Es decir, abre la puerta a que
sea el propio Estado, a través de algún mecanismo de control, quien decida cuándo
debe ser limitado el crecimiento de una empresa periodística e incluso cuándo puede

18
ser regulado el contenido de los medios de comunicación. En este tipo de propuestas
que desconfían de la autorregulación de la prensa se apoyó la denominada Ley de
Servicios de Comunicación Audiovisual, también conocida como Ley de Medios, que
intentó aplicarse en la Argentina en la década pasada y sobre la que nos ocuparemos
más adelante.
A su vez, Puddephatt aporta un matiz que le permite compatibilizar la regulación
estatal, incluso de algunos contenidos de los medios, con la autorregulación. Sobre
esta última, afirma que se trata de “una combinación de patrones y códigos de
prácticas adecuadas, que son necesarios para apoyar la libertad de expresión” (p.12). Y
de esta forma define sus ventajas:

Ella [la autorregulación] preserva la independencia de los medios y la protege contra la


interferencia política de los gobiernos. Podría ser más eficiente que un sistema de
regulación gubernamental porque los medios entienden mejor su ambiente que los
gobiernos (…) La autorregulación puede funcionar como incentivo de las buenas prácticas
e incentivar a la mejora de los estándares profesionales. (p. 13)

A nuestro modo de ver, el intento de Puddephatt de amalgamar la


autorregulación de la prensa con un sistema de control estatal de los medios resulta
forzado e incluso riesgoso. Entendemos que para que esta perspectiva fuera exitosa,
dependería de la presencia de un gobierno con un papel decididamente autolimitante
y que antepusiera el respeto a la libertad de prensa por sobre su interés político
particular. La tradición muestra que para los casos latinoamericano en general y
argentino en particular, la “opción Puddephatt” se presenta como una utopía.
Aznar, en cambio, ofrece un paisaje conceptual mucho más favorable a la
autorregulación como epicentro del periodismo profesional y menos propenso a los
controles de tipo estatal o a la ausencia de regulación, que surgiría de la libertad
absoluta de mercado. Este autor, uno de los máximos referentes en la teoría de la
autorregulación, se ocupa de ella particularmente en cuatro textos (1998a, 1999a,
1999b y 1999c). Allí, deja clara su postura al responder a la pregunta sobre quién debe
regular a los medios: “Ni el mercado ni el Estado” (1998a).

19
Al rechazar la regulación del mercado, Aznar afirma que quienes defienden este
esquema lo hacen basados en que “es el más democrático posible” porque
presuntamente “si el medio tiene éxito, es porque satisface la demanda de la
sociedad”. Sin embargo, el autor impugna este pensamiento al considerar que está
amparado en “un discurso que consagra los criterios de mercado como los únicos
válidos (…), convirtiendo los medios en un negocio más y sus contenidos en una
mercancía como otra cualquiera” (1998a).
Cuando se acude a un tipo de regulación única del mercado, dice Aznar, el
ciudadano deja de ser tomado como “público” y pasa a ser sólo un “cliente” al que hay
que satisfacer. Por lo tanto, concluye, “la insuficiencia del mercado como mecanismo
regulador del funcionamiento de los medios es evidente” (1998a). Pero tampoco el
Estado aparece, en la percepción de Aznar, como un actor conveniente a la hora de
pensar quién regula a los medios. Así lo dice:

Es importante destacar que el control público de los medios tampoco da ni mucho menos
los resultados que prometen sus defensores. En unos casos (como ocurre con las cadenas
de televisión públicas en algunos países europeos) porque no representan una verdadera
alternativa a los medios privados: ni ofrecen contenidos ni dan acceso a voces y mensajes
diferentes. En otros casos (como suele ocurrir con las cadenas de televisión públicas de
EE.UU.) porque aunque presentan una oferta de contenidos diferenciada no consiguen
pasar de una cuota minoritaria de público, con lo que su influencia apenas se percibe en
el entorno (…) Por lo demás, lamentablemente resulta demasiado frecuente la tendencia
del poder político a querer controlar los medios públicos y convertirlos en mecanismos
más o menos encubiertos de propaganda de sus intereses partidistas o gubernamentales,
financiados, eso sí, con fondos públicos. (1998a)

Si, como afirma Aznar, ni el mercado ni el Estado son protagonistas adecuados


para ejercer la regulación del sistema de medios de comunicación, lo que queda es la
autorregulación:

Bajo el concepto de autorregulación de la comunicación se agrupan toda una serie de


mecanismos e instrumentos relacionados con la actividad de los medios que comparten el
objetivo de garantizar que su actuación se ajuste a los valores y normas de dicha

20
actividad. Lo distintivo de la autorregulación es que tanto su puesta en marcha, como su
funcionamiento y su efectividad dependen de la libre iniciativa y el compromiso
voluntario de los tres sujetos de la comunicación: los propietarios y gestores de las
empresas de comunicación (tanto públicas como privadas), los profesionales que realizan
los medios y el público que los recibe o protagoniza. La autorregulación supone así un
importante desplazamiento del ajuste normativo del funcionamiento de los medios desde
el Estado -y su regulación jurídico-administrativa- y/o el mercado -y su regulación
económica- a la sociedad civil y su regulación ética. (1998a)

En la perspectiva de Aznar, los mecanismos de autorregulación “poseen dos rasgos


comunes: el objetivo de hacer efectiva la deontología de una actividad (…) y que
quienes los crean y dan continuidad son los mismos agentes que llegan a cabo dicha
actividad” (1999b, p. 12). De este modo, son funciones de la autorregulación:

i. Formular públicamente las normas éticas que deben guiar la actividad de


los medios.
ii. Contribuir a que se den las condiciones laborales, profesionales y sociales
que hagan posible el cumplimiento normal de las exigencias éticas y
deontológicas de la comunicación.
iii. Examinar, juzgar y poner en conocimiento de la opinión pública aquellos
casos en los que no se produzca el cumplimiento de los criterios éticos de la
profesión. Esta función debe permitir denunciar las faltas y corregir los
errores, evitando así en lo posible que vuelvan a repetirse en el futuro.
iv. Socializar los procesos de toma de decisión en los medios y el conocimiento
que deriva del diálogo ético de los periodistas. (1999a, pp. 42-46)

Está claro que la autorregulación, concluye Aznar, “no tiene como tarea suplantar
los papeles respectivos del estado y del mercado, sino compensar sus insuficiencias y
sus limitaciones, favoreciendo así que la actividad de los medios se ajuste a sus propios
valores y normas” (1998a).
Otro aporte sobre la autorregulación es el que plantea Exeni (1998). Este autor
propone identificar al concepto “en dos sentidos: por su alcance, [ya que] no tiene
efectos jurídicos para su cumplimiento (su campo de acción es voluntario); y por su

21
fuente, es el resultado de una autoimposición (no viene impuesta desde fuera del
gremio)” (pp. 48-49, los paréntesis son del autor).
La Unesco (2018), en tanto, pregona que la autorregulación “no puede ser
impuesta, [sino que] debe ser consensuada con las partes interesadas pertinentes”. Y
Carrillo (1986a) considera que

[La autorregulación] deviene necesaria ya que puede facilitar las condiciones precisas para
que el profesional de la información goce de libertad intelectual para desempeñar su
labor y, asimismo, procurar para las empresas editoriales el respeto y promoción de
aquellas necesidades que la ayuden a desenvolverse en la perspectiva de ofrecer una
información veraz y objetiva sin subordinar estos objetivos a la rentabilidad económica de
la publicación. (p. 84)

Es interesante también el aporte que hace Suárez Villegas (2015b) sobre el


concepto de autorregulación y su conexión con los principios de libertad y democracia:
“La autorregulación de la actividad informativa es una de las señas de identidad de una
sociedad democrática” (p. 136).
Por último, Ferré Pavia (2008, traducción propia) otorga a la autorregulación un
papel decisivo, que se ubica incluso por encima de la propia línea editorial de un medio
de comunicación. En el Llibre d´estil de Barcelona Televisió, la autora señala:

(…) la línea editorial de Barcelona Televisió dará cabida al intercambio plural de las
opiniones, defenderá la diversidad cultural, étnica, religiosa y lingüística (…) siempre que
la investigación de los reporteros no vulnere los códigos deontológicos que la profesión
periodístico haya decidido imponerse en su autorregulación. (p. 22)

Es decir: para Ferré Pavia, la normativa deontológica, surgida de la autorregulación


de la profesión, debe prevalecer si ésta entra en conflicto con la línea editorial de un
medio de comunicación.
Nuestra tesis se afirma sobre la postura que presenta a la autorregulación como el
mejor mecanismo para lograr un periodismo más profesional, más sustentable y por lo
tanto más independiente y menos sujeto a presiones, tanto del mercado como del
poder político.
22
Para nuestra investigación, los esquemas de regulación estatal deben focalizarse
en el ordenamiento de las frecuencias públicas audiovisuales y, en todo caso, en
impedir que estructuras monopólicas dañen el sistema. En términos del contenido de
los medios, no consideramos legítimo que un Estado democrático ejerza un control de
la información o de la opinión de los periodistas2. No debe hacerlo ni por la vía de la
acción directa de control o sanción, ni tampoco a través de dispositivos de premios y
castigos económico-publicitarios. Por el contrario, el desafío de un Estado democrático
consiste en generar un clima de oportunidad y libertad que garantice la diversidad y la
pluralidad de voces, tanto en los medios públicos como en el terreno privado.
Desconfiamos, al mismo tiempo, de la regulación invisible del mercado. Ésta
apenas se concentra en intentar satisfacer aquellas necesidades que la audiencia y la
plaza publicitaria le imponen, involucrando y afectando la calidad de la información.
Esto es contradictorio con la esencia del periodismo en tanto “servidor del interés
general (…) [y que posee] “un compromiso indeclinable con la comunidad” (Herrán y
Restrepo, 1992, p. 88).
Como afirma Aznar, ni el Estado ni el mercado son actores pertinentes para
ejercer una regulación eficiente sobre la profesión periodística. Son los propios
periodistas los que deben autorregularse. Esa autorregulación, entendemos, debe
estructurarse a partir de unos parámetros éticos comunes para la profesión,
concentrados en un código deontológico. Contar con ese universo normativo,
permitirá neutralizar los esquemas de regulación estatal forzosa, o los sistemas de no
regulación —ni deontológica ni de calidad profesional— del mercado.
Cimentado en la autorregulación, el periodismo estará más cerca no sólo de
garantizar su propia independencia y su derecho a la libre expresión, sino,
esencialmente, el derecho del público a recibir información, que “constituye uno de los
pilares básicos en donde se asienta el funcionamiento de la sociedad democrática”

2
La excepción a esta conclusión pasa, quizá, por asumir como legítima la existencia de algún tipo de
regulación estatal sobre los contenidos dirigidos a los menores. Un buen ejemplo de amalgama entre un
control con estas características y la libertad de expresión se observa en el sistema regulador sueco, que
data de 1911. Este sistema “está destinado a proteger y promover los derechos de niños, niñas y
adolescentes con relación a la actuación de los medios de comunicación En estos casi 100 años, Suecia
ha desarrollado un marco legal que pretende aunar un estímulo a los contenidos positivos,
fundamentalmente por medio de las exigencias que se le hacen al poderoso sistema de radiodifusión
pública, y las restricciones planteadas a los contenidos potencialmente dañinos” (Canela, 2010, p.10).

23
(Porto, 1991, p. 47). En esencia, hacia allí se dirige el conjunto de “mecanismos de
autorregulación periodística [que] se traducen en modos de ejercer la responsabilidad
social de los medios para asegurar que ni periodistas ni empresarios vulneren el
derecho a la información de la sociedad” (González Esteban, García Avilés, Karmasin y
Kaltenbrunner, 2011, p. 427). Ese derecho, consagrado ya en la Declaración de los
Derechos del Hombre de las Naciones Unidas (ONU, 1948)3, “supone la libertad de
información, la cual exige la libertad de medios de comunicación frente al Estado, y por
consiguiente, el pluralismo” (Herrán y Restrepo, 1992, p. 104).

2.2.2 El periodismo, del oficio a la profesión

La disyuntiva acerca de si el periodismo es considerado, tanto por el sistema de


empresas periodísticas como por los organismos oficiales, como un oficio o una
profesión es una discusión estrechamente vinculada a la deontología. Para avanzar en
el análisis, nos es imprescindible contextualizar el debate.
En el hemisferio norte, particularmente en Estados Unidos y en casi la totalidad de
los países de Europa, el periodismo es valorado como una profesión y, en
consecuencia, dimensionado como tal. Los profesionales que ejercen la actividad
están, en su mayoría, colegiados. Casi todos poseen un título otorgado por una
universidad o un instituto oficial de formación superior. Por último, en buena parte de
los países del norte existe un estatuto u otra normativa autorregulatoria que pone a
los periodistas en una situación de paridad con el resto de las profesiones.
Sin embargo, en América Latina, no ocurre lo mismo. Al ser, en la mayoría de los
países de la región, considerado el periodismo mucho más como un oficio que como
una profesión, el paso de los periodistas por una universidad no representa una
obligatoriedad ni una necesidad para ejercer la actividad. Tampoco la profesión está
colegiada y no existen más parámetros autorregulatorios que los que las empresas

3
El artículo 19 de la Declaración de la Declaración de los Derechos del Hombre sostiene: “Todo individuo
tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el no ser molestado a causa
de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación
de fronteras, por cualquier medio de expresión” (ONU, 1948).

24
periodísticas se puedan imponer a sí mismas. Como comprobaremos más adelante,
esta situación se observa con especial intensidad en la Argentina.
Pero, en concreto, la pregunta que motoriza este inciso en nuestro trabajo es:
¿qué consecuencias se registran, en la prensa y en la sociedad, cuando el periodismo
es tomado como un oficio y no como una profesión?
Ante todo, es necesario analizar la naturaleza de los conceptos para luego
establecer una vinculación con la actividad periodística. Díaz Piña (2013) propone
comprender el significado profundo de ambos términos para, así, establecer sus
diferencias. Sobre la idea de oficio, este autor afirma:

La definición de oficio hace énfasis en la permanencia dentro de la misma actividad, en la


sensibilidad que el oficial, artesano y aprendiz deben emplear para realizar su actividad,
en la mayor proporción de esfuerzo físico y sobre la cantidad del esfuerzo mental
requerido para efectuarla, así como en la forma empleada para adquirir tales habilidades
o destrezas, que normalmente consiste en la observación y la práctica, sin descartar
completamente en la actualidad el estudio informal. (p. 238)

Respecto del concepto de profesión, sostiene:

La profesión resulta entonces una forma dentro de la estructura social reconocida por el
Estado y sujeta a normas jurídicas que regulan y sancionan su ejercicio; un área del
conocimiento transmitida mediante la educación; una actividad caracterizada por el
predominio del esfuerzo racional, y un producto de la investigación y la interacción de los
profesionales con las exigencias de desarrollo que genera su entorno social, económico y
político. (p. 242)

La conceptualización que presenta Díaz Piña hace hincapié en tres grandes


diferencias:

i. Una profesión está sujeta a algún tipo de regulación.


ii. Una profesión está edificada sobre un área de estudio que la
sustenta.

25
iii. Un oficio requiere del ejercicio de habilidades y destrezas que se
recogen, fundamentalmente, con la observación y la práctica.

Las diferencias terminológicas que presenta este autor se repiten en otros. Aznar
(2003) considera que “la existencia de una profesión descansa en varios factores, pero
probablemente uno de los más relevantes sea el reconocimiento de cierta capacitación
técnica y académica por parte de quienes la ejercen” (p.44).
Así, podemos concluir que “toda profesión es [a su vez] un oficio” (Soto, 2012,
p.263), porque el ejercicio de ésta requiere del domino y del conocimiento de una
determinada actividad laboral. Pero, en cambio, no todo oficio es una profesión,
puesto que éste no exige, para el buen desempeño de una actividad laboral, algún tipo
de capacitación formal y/o académica, como sí requiere una profesión.
Pero no sólo el tránsito formativo distingue a una profesión de un oficio. En la
primera, existe una conciencia asociativa entre quienes la ejercen, que incluye una
estructura de conocimiento universal e intangible sobre la tarea que se realiza. Así lo
define Fernández Pérez (2001):

[El concepto de] profesión puede definirse como una actividad permanente que sirve de
medio de vida y que determina el ingreso a un grupo profesional determinado. En
términos generales, se ha definido la profesión como una ocupación que monopoliza una
serie de actividades privadas sobre la base de un gran acervo de conocimiento abstracto,
que permite a quien lo desempeña una considerable libertad de acción y que tiene
importantes consecuencias sociales. (p. 24)

Esta “libertad de acción” que menciona Fernández Pérez es un factor esencial a la


hora de desarrollar una profesión, y que, como veremos más adelante, retomarán
otros autores bajo la noción de “autonomía”.
Larson (1977) coincide con Fernández Pérez en la dinámica asociativa que
enmarca a las profesiones, que “tienden a convertirse en comunidades reales, cuyos
miembros comparten una afiliación relativamente permanente, una identidad, un
compromiso personal, unos intereses específicos y unas lealtades generales” (p. 10).

26
Para Oller y Chavero (2014), un oficio pasa a ser una profesión cuando adquiere
una estructura “basada en unas reglas o normas estipuladas deontológica y
legalmente” (p. 24). Los mismos autores analizaron la cuestión a la luz del caso
latinoamericano, concluyeron:

En América Latina, resulta imposible hablar del periodismo como una actividad
profesional homogénea y unificada debido a las múltiples influencias y variables que la
definen. Esta diversificación y pluralidad de tareas provoca que sea muy difícil definir el
periodismo y, por lo tanto, puedan trazarse los límites que definen. (pp. 24-25)

También Bonete (1995) pone en contacto a la idea de profesión con la dimensión


deontológica, e incluso la vincula con la existencia de un código: “(…) nos encontramos
ante una profesión siempre y cuando cuente con un código moral propio que la
respalde y la presente como digna socialmente” (p. 48). Y para Micó et al. (2008), al
analizar la singularidad del periodismo profesional por sobre el amateur que proviene
del mundo de los blogs y redes sociales, “el gran criterio de diferenciación será una
práctica periodística basada en los principios éticos y el rigor, alejada de banalidades,
urgencias, rumores y partidismo” (p. 30).
A los ojos de esta investigación, existe una visible necesidad de que, en América
Latina en general y en la Argentina en particular, el periodismo ponga en marcha un
proceso estructural y definitivo de profesionalización. Esto, entendemos, es
imprescindible para que la prensa eleve sus estándares deontológicos y recupere
credibilidad. Si bien es cierto que ese proceso pareciera estar comenzando ya al calor
del recambio generacional del conjunto de los actores de la prensa, resta un largo
camino por transitar que incluye la profundización en tres dimensiones:

i. La autonomía profesional de los trabajadores del periodismo.


ii. Las normas o reglas que determinan los modos de actuación
profesionales con base en los códigos éticos y deontológicos.
iii. La idea de servicio público de la comunicación y de la profesión
periodística.

27
La primera de estas tres dimensiones, postuladas por Hallin y Mancini (2004),
nos permite introducirnos en un aspecto esencial. Se trata de unos principios mínimos
de libertad e independencia que debe poder ejercer cualquier trabajador de una
actividad que sea reconocida como una profesión, como por ejemplo, el periodismo.
Sostiene Aznar (2003):

No cabe una verdadera profesión periodística si ésta no puede establecer las garantías
de una mínima autonomía en el seno de la empresa. Y esta autonomía pasa
necesariamente por el logro de determinadas condiciones laborales, salariales y
profesionales, especialmente por lo que se refiere a la estabilidad y seguridad en el
puesto de trabajo. Lo que a su vez requiere una mayor unión y organización de los
profesionales en defensa de sus legítimos intereses colectivos (p. 47)

Esta idea de autonomía como principio fundamental de un periodismo


profesional no sólo es presentada y entendida como un espacio que beneficia al
trabajador de la prensa, sino que el público tiende a destacarla como un elemento
positivo. En diversos estudios realizados sobre la audiencia, valores como los de
“neutralidad”, “imparcialidad” y “credibilidad” aparecen vinculados al principio de
autonomía de los periodistas (Lamuedra, 2012, p. 196). En otras palabras: cuando los
periodistas poseen mayor autonomía, es decir, cuando ejercen su tarea en un marco
de profesionalismo y libertad, el público los considera más creíbles.
En el mismo camino avanza Ruiz (2016), cuando propone distinguir la noción
clásica de libertad de prensa con la idea de libertad periodística:

Preferimos hablar de libertad periodística, en vez de libertad de prensa. Este último


concepto lo consideramos como la libertad de acción que tienen los dueños de medios,
mientras que libertad periodística se refiere a la libertad real que tiene el periodista que
trabaja en un medio, o también si lo hace en forma independiente. Puede haber
situaciones en las cuales exista una amplia libertad de prensa pero que, a la vez, estén
muy coaccionados los periodistas por decisiones de los directivos. Por eso, aquí
planteamos el concepto de libertad periodística como la posibilidad de los reporteros de
desplegar sus competencias profesionales con el menor límite posible. (p. 63)

28
Ruiz da cuenta de que, aún en un marco de libertad de prensa, el trabajo de los
periodistas podría sufrir presiones que lo conduzcan a apartarse de los principios
vitales de la actividad y de su deontología, lo cual redundaría en un periodismo menos
profesional. He allí la importancia de la autonomía del comunicador como un elemento
distintivo del periodismo entendido como una profesión.
Al comienzo de este apartado, advertimos que en Latinoamérica y especialmente
en la Argentina, el ejercicio de la actividad periodística responde a la naturaleza de los
oficios y no de las profesiones. Podemos estructurar nuestro argumento a partir de
cinco razones:

i. La capacitación o educación formal en el nivel superior no constituye


una exigencia de ningún tipo para ejercer el periodismo.
ii. Una mayoría de las redacciones y sitios de trabajo de los periodistas
continúan privilegiando el aprendizaje práctico y el que se obtiene
“en la trinchera” por sobre la formación académica.
iii. No existe un esquema de asociación profesional que configure
consensos sobre derechos y responsabilidades de los periodistas.
iv. No se registran dispositivos deontológicos generales orientados al
cumplimiento de la responsabilidad social del periodismo y a
garantizar la autonomía del periodista.
v. No existe una regulación de tipo estatal que reconozca al periodista
como profesional y lo distinga, a través de alguna clase de distintivo,
carnet o credencial, de aquel que no lo es y ejerce la actividad de
forma amateur.

Tanto la recorrida conceptual que hemos presentado como las conclusiones que
acabamos de exponer nos llevan a plantear la necesidad de que la actividad
periodística en la Argentina, y también en Latinoamérica, comiencen a transitar un
proceso de profesionalización. Esa situación se vivió ya tanto en Europa como en
Estados Unidos, puesto que el periodismo “no inició siendo una profesión sino un
oficio (…) [Pero] Ya para la década de los sesenta, las facultades de periodismo
experimentaron un rápido crecimiento y se registró un incremento en su demanda. El

29
estudiante egresado recibía una formación académica respaldada por la licencia
universitaria” (García Benítez y Cerón Martínez, 2005, p. 4). Ése fue el inicio de un
proceso que concluyó con el desarrollo de distintas herramientas de autorregulación
que terminaron de profesionalizar la actividad laboral de los periodistas.
Pues bien. Ese proceso aún no se consolidó ni en la Argentina ni en el conjunto de
los países de la región. Por el contrario, el periodismo sigue siendo valorado como un
oficio. Desde nuestra perspectiva, se trata de un proceso que la actividad debe
transitar en aras de garantizar estándares profesionales de calidad que lo acerquen a
sus principios fundamentales y a recuperar su vínculo de confianza con la sociedad. Al
fin de cuentas, “la crisis del periodismo es pues una crisis eminentemente de valores”
(Almirón Roig, 2006, p. 5). Hacia allí se dirige la propuesta aplicada de nuestra
investigación.

2.2.3 Exigencia o no de la titulación universitaria

La cuestión sobre si el sistema de medios de comunicación debe exigir a los


periodistas una titulación universitaria como condición necesaria para ser contratados
está íntimamente relacionada con el debate oficio o profesión. De hecho, como
expusimos en el apartado anterior, el hecho de transitar por un esquema de formación
universitaria constituye uno de los principios que diferencia a una profesión de un
oficio. Sin embargo, la complejidad de los casos argentino y latinoamericano en
relación a sus estructuras universitarias hace que esta cuestión deba ser analizada con
un ojo regional.
En la tradición argentina, el periodismo se desarrolló como un oficio al que
históricamente arribaron profesionales de otras áreas, especialmente abogados,
filósofos, literatos e historiadores. Los periódicos recién se popularizaron al calor de los
avances de la alfabetización y de la reducción de costos y distancias, en las dos
primeras décadas del siglo veinte, “cuando los avances informáticos simplificaron y
mejoraron los procesos de composición, armado e impresión” (De Marco, 2006, p. 10).
Con el florecimiento de las clases medias y su vocación por el acceso a la
educación superior, “a principios del siglo XX se crearon las dos primeras escuelas de

30
periodismo” (López García, 2010, p. 233). En la década de 1950, proliferaron los
institutos terciarios de enseñanza. Es decir, escuelas de periodismo, algunas con
reconocimiento oficial y otras no, muchas de las cuales se mantienen vigentes en la
actualidad. En ellas, se privilegia la capacitación práctica y se forma a futuros
periodistas para la trinchera de las redacciones y los estudios. Sin embargo, por
eficientes que pudieran ser algunas de estas escuelas en el arte de preparar cronistas,
no se trata de una formación universitaria que entiende a la comunicación como una
ciencia social estratégica para el desarrollo de la comunidad. Tampoco poseen
estándares de exigencia académica que concluyan en licenciaturas para los
estudiantes. En definitiva: estas escuelas preparan a sus alumnos para ejercer un oficio
y no una profesión.
Esta situación comenzó a modificarse recién en 1986 con la creación de la carrera
de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires (Sternik, 2006). Para
la misma época, otras universidades del país crearon sus propias licenciaturas en
Comunicación y, para la década del noventa, la carrera vivió su máximo esplendor. No
obstante, la presencia de licenciados en Comunicación Social no se hizo palpable en las
redacciones y estudios hasta comienzos de los años 2000. Incluso hoy, la presencia de
licenciados en los medios es relativamente baja. En el trabajo de campo sobre los
periodistas que presentaremos más adelante, se observa que sólo 3 de cada 10
periodistas argentinos encuestados posee la licenciatura en Comunicación Social. El
resto, o bien tiene formación no universitaria en periodismo o directamente proviene
de otras áreas.
En este contexto, que no hace más que consolidar la idea de un periodismo
argentino que es reconocido como un oficio, la exigencia de titulación universitaria
aparece como un desafío de largo plazo. Pero, independientemente del caso argentino
¿existe un consenso entre los autores que se han ocupado del tema sobre que, cuando
se exige título universitario, se consigue un mejor periodismo?
Una forma posible pero poco habitual de abordar esta discusión es desde el
derecho a la libertad de expresión de los periodistas. En el marco de la creación de un
“cuerpo de derechos de los periodistas cobijados por el marco Jurídico Interamericano
sobre el Derecho a la libertad de Expresión”, Gómez Mallea (2013) postula la siguiente
obligación para los estados:

31
Prohibición de exigencia de títulos o la colegiatura obligatoria para el ejercicio de la
profesión de periodista, porque hay un vínculo directo con la libertad de expresión que
diferencia al periodismo de otras profesiones y la colegiatura puede asimilarse a un
control directo o indirecto. (p. 48)

Sobre la cuestión de la colegiatura nos ocuparemos en el próximo inciso. Pero,


respecto de la prohibición de la exigencia de títulos, en modo alguno nos parece que
se trate de un impedimento para el ejercicio de la libertad de expresión. La discusión
que nos convoca refiere, únicamente, al periodismo profesional. Éste, como ocurre con
diversas profesiones de una sociedad democrática, debe aspirar a tener elevados
estándares de calidad, y eso incluye al universo académico como actor fundamental en
el proceso de formación de los profesionales.
Otro camino de abordaje de la conveniencia o no de la exigencia de titulación
universitaria para los periodistas es el que proviene del propio corazón de la profesión.
Una mirada interesante la aporta Davenport (1990), quien no sólo vincula a la
formación universitaria del comunicador con un periodismo más profesional, sino que
introduce a la cuestión deontológica como parte de la discusión. Para esta autora, es la
dimensión deontológica la que puede distinguir a un periodista profesional de un
reportero “vocacional” (Davenport, 1990, p. 81, traducción propia). Y esa dimensión
ética, dice Davenport, se adquiere en las universidades:

La ética proporcionará pautas sobre cómo y dónde deben educarse los periodistas. La
formación ética de los futuros periodistas, editores y gerentes de medios debe basarse en
los planes de estudio de las universidades (…) Vivimos en un mundo complejo donde cada
evento o problema tiene distintos costados e implicaciones. Gran parte de lo que la gente
sabe de las empresas, del gobierno y de la sociedad, en general, proviene de historias
contadas por periodistas, a partir de imágenes de la realidad construidas por esos mismos
periodistas. Dado que esas imágenes tienen una influencia significativa en nuestro
comportamiento y creencias, su construcción es una tarea que no deben realizar técnicos,
incluso aquellos que están bien capacitados pero que todavía son únicamente técnicos.
(p. 81)

32
Para Davenport, los técnicos, es decir, los periodistas formados en escuelas no
universitarias, no cuentan con cualidades deontológicas para ejercer la responsabilidad
de transmitir las imágenes de realidad a la comunidad. El periodista profesional se
distingue del vocacional porque cuenta con un corpus de conocimientos y una
conciencia ética que sólo puede adquirirse en las universidades. Y concluye:

Un periodista competente no sólo debe aprender a formatear varios tipos de noticias,


sino también debe determinar el significado, el impacto de esas historias, las
implicaciones del contenido. Un trasfondo de artes liberales [es decir, una formación en
académica la universidad] prepara al periodista para emitir juicios y decisiones
responsables (…) Las cualidades fundamentales de los profesores, y por lo tanto de los
periodistas con formación universitaria, son la capacidad de investigación crítica, una
comprensión directa del tema, un deseo de compartirlo, habilidades comunicativas y una
sensibilidad hacia el público. Son los periodistas que poseen títulos universitarios los que
tienden a pensar y comportarse de acuerdo con los estándares éticos (…) Los periodistas
que no cumplen con tales criterios no pueden clasificarse como profesionales. (p. 82-84)

Por lo tanto, para Davenport, la titulación universitaria es un requisito definitorio


para el ejercicio del periodismo profesional. Y quien no posea tal título, no puede ser
considerado profesional. El argumento más importante pasa por considerar a la
educación universitaria como la única que, hoy, posee la capacidad de aportarle al
estudiante una formación combinada y multidisciplinaria que interrelaciona
“competencias analíticas (…) un fuerte sentido ético en el desempeño y la necesaria
especialización en contenidos” (Sendín Gutiérrez y Torregrosa Carmona, 2015, pp.
1034-1035).
Otros autores comparten, aunque con matices, esta perspectiva. Para Aznar, “la
formación universitaria supone el mejor aval” para la existencia de un periodismo
profesional (Aznar, 2003, p. 44). Sin embargo, no avala un tipo de exigencia legal de
titulación puesto que, mal aplicada, conllevaría el riesgo de que se restringieran “la
riqueza, multiplicidad y pluralidad de voces” (Aznar, 1999b, p. 113).
Para Ferré Pavia (2009), aunque todavía resultan insuficientes, formación
deontológica y criterios compartidos por la profesión son igualmente necesarios:

33
La formación ética de un periodista pasa por una mirada sucinta en la universidad (en
asignaturas de deontología, edición y derecho de la información) y sobre todo por la
asunción de los criterios que cada comunidad periodística, a través de sus colegios,
consejos reguladores, grupos profesionales y encuentros académicos, vaya tomando.
(Cap. VIII, p.1)4

López García (2010) dice que “la apuesta por la formación del Periodismo en la
Universidad está consolidada” (p. 236), aunque requiere de una actualización
permanente de los planes de estudios por los desafíos tecnológicos de los “nuevos
tiempos” (p. 235). Fernández Areal (2010) observa en la titulación universitaria no una
herramienta a exigir, sino un camino a la creación de un Colegio de Profesionales que
profundice la profesionalización de la actividad “(…) ya que, sin titulación, no se puede
hablar propiamente de colegio” (p. 3).
En España, en donde “más del 80%” de los periodistas tiene titulación
universitaria” (Humanes y Roses, 2014, p. 182), el combate contra el “intrusismo” de
quienes trabajan en los medios de comunicación y no poseen título de grado se
encuentra en plena vigencia. En junio de 2018, “los Colegios Profesionales de
Periodistas de toda España han ido al Congreso de los Diputados para solicitar a los
partidos políticos la promulgación urgente de la Ley de Creación del Consejo General
de Colegios Profesionales de Periodistas, como órgano superior de representación de
la profesión y defensa de las obligaciones deontológicas que ponga fin al intrusismo,
haciendo obligatorio contar con la correspondiente titulación para el ejercicio de la
profesión y proteger el derecho a una información de calidad a la ciudadanía” (MAC,
2018).
La situación en España es particularmente interesante de analizar porque, a la par
de tener un elevadísimo nivel de titulación universitaria, el intrusismo es un problema
activo para la profesión y, además, el nivel de profesionalidad de la prensa es calificado
como bajo (Aznar, 2003). O sea: tanto los periodistas españoles como la percepción
ciudadana consideran escaso el nivel de profesionalismo de los periodistas, pese a que

4
Las referencias a Ferré Pavia (2009) corresponden a una edición digital de la obra, cuya organización no
está dispuesta en número de página de principio a fin, sino por capítulos con numeración
independiente. Por esta razón, acompañamos cada cita con capítulo/número de página del capítulo
para que el lector pueda acceder a la referencia.

34
ocho de cada diez trabajadores de la prensa poseen titulación. De este modo, aparece
como evidente que “la existencia de una profesión no se mide sólo por el nivel de
capacitación técnica o por el hecho de que sus miembros posean titulación
universitaria”, por lo tanto, “la plena profesionalización del periodismo (…) no puede
derivar únicamente del requisito de titulación universitaria para ejercer” (p. 47).
Nuestra investigación se inscribe en la línea de análisis que ve como conveniente
una exigencia de titulación, pero con la prevención de que ésta no se origine en una
disposición de carácter estatal o legal sino en el propio sistema de medios. Para
nosotros, el paso de los periodistas por la formación universitaria, junto con su
correspondiente titulación, es una condición necesaria pero no suficiente para la
existencia de un periodismo profesional. Compartimos con Davenport el hecho de que
el tránsito por la universidad proporciona a los futuros periodistas una sofisticada
conciencia deontológica que difícilmente pueda ser obtenida en la trinchera. Pero, en
nuestra mirada, es en el campo de batalla en donde los periodistas deben consolidar
su profesionalismo, fundamentalmente a través de dos carreteras: un férreo
compromiso deontológico, materializado a través de dispositivos de autorregulación; y
la capacidad de asociación para garantizar la autonomía del periodista, así como el
resto de sus derechos laborales.
Como señala Aznar (1999b), la exigencia legal de titulación no es conveniente por
el riesgo que ello conlleva en términos de un posible corporativismo o
instrumentalización política de esa obligatoriedad. Pero sí, en cambio, compartimos
con este autor que:

(…) ese riesgo [corporativismo o instrumentalización] disminuiría enormemente si la


exigencia de titulación se mantuviera a nivel social. La presión social podría favorecer que
la mayoría de profesionales de los grandes medios contase con una titulación adecuada.
Al mismo tiempo, al no existir una ley exigiendo a todos la titulación, quedaría abierta la
puerta para que surgieran libremente cualesquiera formas y medios de comunicación más
o menos especializados, minoritarios o alternativos (…). (p. 113)

Para el caso argentino, estamos de acuerdo en que debe profundizarse el proceso


de profesionalización de los periodistas. Y uno de los caminos consiste en avanzar

35
gradualmente hacia la exigencia de titulación universitaria por parte de los medios
profesionales para desempeñarse como periodista en los medios de comunicación.
Pero, por sí solo, eso no bastará. Será necesario avanzar en un compromiso
deontológico por parte de los periodistas, a fin de recuperar la credibilidad y la
confianza de la ciudadanía, lo cual dotará de mayor sustentabilidad a la profesión.

2.2.4 La pertinencia de la colegiación

Encadenado a la discusión sobre la valoración del periodismo como oficio o


profesión y a la disyuntiva sobre la exigencia de la titulación universitaria, se nos
presenta el debate sobre la pertinencia de la colegiación. En primer lugar, para poder
postular la conveniencia de un Colegio de Periodistas profesionales, es necesario
determinar a quién se va a considerar periodista profesional. Ya hemos visto que, para
Fernández Areal (2010), sólo puede haber Colegio si, primero, existe una exigencia de
titulación. En cambio, otra mirada sostiene que, aún sin titulación obligatoria, un grupo
de profesionales puede congregarse en un Colegio, siempre que compartan un
conjunto de saberes y compromisos del quehacer de esa actividad.
La colegiación, ante todo, constituye un beneficio para los periodistas
profesionales. En tiempos de precariedad laboral creciente, como ocurre en buena
parte de los países de Occidente, “la mejora de la situación laboral y profesional de los
periodistas depende en gran medida de la existencia de organizaciones profesionales
fuertes” (Aznar, 1999b, p. 118). Esta colegiación, entendemos, debe actuar en sintonía
con sindicatos de trabajadores de prensa, cuyos objetivos se orientan,
específicamente, a obtener reivindicaciones laborales para los periodistas.
Las metas de un Colegio de Periodistas profesionales, por supuesto, van más allá
de conseguir mejoras en las condiciones de empleo. Sin embargo, no debe olvidarse de
ellas. Aznar plantea el desafío que tienen las organizaciones de profesionales para ser
efectivos en la defensa de la cotidianeidad laboral de los periodistas, puesto que
suelen tener “dificultades para llevar a cabo una labor reivindicativa concreta” (p. 121).
No obstante, las funciones que este autor propone para la constitución de una
organización de periodistas profesionales con capacidad de acción y transformación

36
están en línea, para nosotros, con el papel que debe cumplir un Colegio de Periodistas
profesionales. En modo alguno observamos una contradicción entre las funciones
propuestas por Aznar5 y los objetivos que debe tener cualquier Colegio de Periodistas
que pretenda conseguir influencia operativa real para enriquecer en forma integral la
tarea de los profesionales. Estas funciones son:

a. La retribución justa de los periodistas.


b. La mejora de las condiciones de trabajo.
c. Las prestaciones complementarias y de futuro.
d. La preparación y seguimiento de los profesionales en situaciones de riesgo.
e. La defensa de la libertad de expresión y la pluralidad informativa frente a
cualquier amenaza, ya proviniera del Estado, la política o la economía, los
procesos de concentración, de globalización, etc.
f. La ordenación y regulación de la profesión, participando en los procesos
legislativos que le afectasen.
g. La vertebración y colaboración de los periodistas, más allá de la
competencia entre empresas, las simpatías ideológicas o incluso las
rivalidades personales.
h. La denuncia de las incompatibilidades que pudieran repercutir en la labor
ética de un profesional o en la credibilidad colectiva de la profesión.
i. La promoción de la cualificación de los profesionales, desarrollando una
política de formación permanente entre sus miembros.
j. La promoción de la investigación para evaluar y hacer frente a las
novedades tecnológicas, mediáticas, comunicativas, etc., que pudieran
afectar a la actividad profesional.
k. El fomento del diálogo y la colaboración con los centros universitarios
ocupados de formar futuros periodistas.

5
Puesto que, en aquel texto de 1999, Aznar desconfiaba de la capacidad real de acción de los Colegios
Profesionales, postulaba como deseable la conformación de “asociaciones de prensa”. Esto es, de “una
organización colectiva con capacidad de asumir tanto las reivindicaciones de carácter salaria y laboral,
como también una gama más amplia de objetivos acordes con el papel que el periodismo y los medios
tienen en nuestras sociedad” (Aznar, 1999b, p. 122). Con el avance de la profesionalización,
especialmente en Europa y Estados Unidos, los Colegios han ganado reconocimiento, pero, al igual que
los sindicatos, no han resultado efectivos a la hora de evitar el proceso de precarización que, hoy, afecta
a la actividad.

37
l. La elaboración de códigos deontológicos y la promoción de mecanismos de
autorregulación tanto dentro como fuera de los medios.
m. La promoción de la solidaridad con compañeros en situaciones o lugares
donde la libertad de expresión, el derecho a la información y su propia vida
estén amenazados.
n. La colaboración con los foros y organizaciones internacionales que
compartan esos objetivos. (p. 122-123)

Las funciones que van desde “a” hasta “d” están vinculadas a los derechos
laborales y, por tanto, son objetivos de tipo gremial. Aquellas que van desde “e” hasta
“n”, tienen que ver con los valores profundos de la profesión periodística.
Independientemente del orden de prioridades que se establezca, pensamos que el
conjunto de las funciones desarrolladas por el autor pueden constituir el núcleo
estructural de las metas de un Colegio de Periodistas profesionales.
Para nuestra investigación, un Colegio debe generar, a través del consenso de los
profesionales, un esquema de autorregulación deontológica que el conjunto de los
trabajadores se comprometa a respetar. Además, al definir los derechos y
responsabilidades de quienes ejercen la profesión, el Colegio pasará a actuar como una
estructura de apoyo y protección de la autonomía del periodista. En la tipificación de
esos principios, pensamos, adecuados al contexto histórico y geográfico, debe basarse
el preámbulo estatutario de cualquier Colegio de periodistas profesionales.
Sin bien la colegiación, para que su actuación sea efectiva, debe tener un carácter
local, vemos en la declaración de principios de la Federación Internacional de
Periodistas (FIP) un esquema que puede operar como punto de partida para la
confección de los deberes y responsabilidad que todo periodista profesional debiera
respetar. Los principios propuestos por la FIP son:

1. Respetar la verdad y el derecho que tiene el público a conocerla constituye


el deber primordial del periodista.
2. De acuerdo con este deber, el periodista defenderá, en toda ocasión, el
doble principio de la libertad de investigar y de publicar con honestidad la
información, la libertad del comentario y de la crítica, así como el derecho a
comentar equitativamente y a criticar con lealtad.

38
3. El periodista no informará sino sobre hechos de los cuales él/ella conoce el
origen, no suprimirá informaciones esenciales y no falsificará documentos.
4. El periodista no recurrirá sino a medidos equitativos para conseguir
informaciones, fotografías y documentos.
5. El periodista se esforzará con todos los medios por rectificar cualquier
información publicada y revelada inexacta y perjudicial.
6. El periodista guardará el secreto profesional acerca de la fuente de las
informaciones obtenidas confidencialmente.
7. El periodista se cuidará de los riesgos de una discriminación propagada por
los medios de comunicación y hará lo posible para evitar que se facilite tal
discriminación, fundamentada especialmente en la raza, el sexo, la moral
sexual, la lengua, la religión, las opiniones políticas y demás, así como el
origen nacional o social.
8. El periodista considerará como faltas profesionales graves: el plagio; la
distorsión mal intencionada; la calumnia, la maledicencia, la difamación, las
acusaciones sin fundamento; la aceptación de alguna gratificación a
consecuencia de la publicación de una información o de su supresión.
9. Todo periodista digno de llamarse tal se impone el deber de cumplir
estrictamente con los principios enunciados arriba. En el marco del derecho
vigente en cada país, el periodista sólo aceptará, en materia profesional la
jurisdicción de sus iguales, excluyendo cualquier injerencia gubernamental
o de otro tipo. (FIP, 1986)

Este conjunto de principios, nos parece, está estrechamente relacionado con la


cuestión deontológica. En concreto, el repertorio demarca líneas generales de
actuación, orientadas a las buenas prácticas y a entender al periodismo como una
profesión, cuya responsabilidad social es fundamental para la vida de una sociedad
democrática. Entendemos que un conjunto de periodistas profesionales
comprometidos con estas disposiciones y organizados para defenderlas, lograrían un
sustancial avance en términos de autonomía y de ética profesionales. Por otro lado,
resulta previsible que un Colegio que se presente en defensa de estos principios y de
unos periodistas que se comprometen a respetarlos, estaría destinado a colisionar de
forma recurrente con:

39
i. Los dueños y/o responsables de las empresas de comunicación y sus
editores, cuando éstos pretendieran perturbar el trabajo y la
autonomía de los periodistas, en función de otros objetivos que no
fueran los vinculados a la responsabilidad social de la actividad.
ii. Los factores de poder político, incluidos los estatales de todos los
niveles.
iii. Los factores de poder económico.

Para nosotros, la colegiación es un instrumento necesario a la hora de proteger y


potenciar los derechos integrales de los periodistas. Y también lo es función de que el
periodismo sea valorado por el conjunto de los actores de una sociedad como una
profesión y no ya como un mero oficio. En el camino de conseguirlo, un Colegio de
Periodistas puede:

i. Crear dispositivos de autorregulación con mecanismos de


actualización permanentes, que contemplen los desafíos específicos
de su contexto.
ii. Contar con un Código Deontológico como herramienta fundamental,
basado en los principios esenciales de la profesión periodística.
iii. Operar en forma activa y veloz como barrera de contención en
defensa de la autonomía profesional de los periodistas.

Dos ejemplos de Colegios de Periodistas que exponen principios fundamentales


vinculados a los objetivos que arriba describimos son los del Colegio de Periodistas del
Perú (2017) y el Col·legi de Periodistes de Catalunya (2016). El primero, al enumerar
sus funciones primordiales, menciona:

i. Vigilar y defender la libertad de expresión y difusión del pensamiento en


todas sus formas y modalidades.
ii. Ejercer la representación de la profesión dentro y fuera del territorio
nacional.

40
iii. Velar por el cumplimiento de las normas establecidas en su Estatuto,
Código de Ética Profesional y su Reglamento.
iv. Garantizar a sus miembros el correcto ejercicio de su profesión,
prestándoles asistencia y el amparo que requieran.
v. Fomentar la ayuda mutua y la solidaridad entre los colegiados mediante la
creación y funcionamiento de sistemas mutuales.
vi. Promover el intercambio de información entre las facultades de periodismo
y ciencias de la comunicación de las universidades con las empresas de
comunicación social (prensa, radio, televisión, cine, marketing, etc.) con el
objeto de facilitar prácticas a los estudiantes y profesionales.

El Col·legi de Periodistes de Catalunya, en tanto, afirma al comenzar su


declaración de principios:

El profesional del periodismo está comprometido con la búsqueda de la verdad y,


consecuentemente, tiene la obligación de acercarse a la realidad de los acontecimientos
con la máxima fidelidad posible. Los medios deben observar siempre una clara distinción
entre las informaciones y las opiniones, difundir únicamente informaciones contrastadas
con diligencia, y evitar la difusión de conjeturas y rumores como si se tratara de hechos.
(2016)

Tanto en las funciones que presenta el Colegio de Periodistas del Perú, como en el
imperativo profesional que plantea el Col·legi de Catalunya, encontramos argumentos
que sostienen la pertinencia de la colegiación, tanto desde un punto de vista operativo
(el del Perú) como deontológico (el de Catalunya). Desde nuestro punto de vista, y si
bien estamos convencidos de la conveniencia de un Colegio de Periodistas en aras de
un periodismo de mayor calidad, vemos a esta institución como una circunstancia
beneficiosa pero no suficiente. Su principal desafío pasa por obtener una presencia
activa y visible en la sociedad.
Dado que, como ya hemos dicho, no acordamos con un sistema de exigencia de
titulación de tipo legal o estatal para ejercer la profesión periodística, cabe
preguntarnos: ¿quién puede, entonces, integrar un Colegio de Periodistas? ¿Cuáles

41
serán los requisitos que se exigirán para formar parte, sin alterar la esencia de que se
trata de una institución para profesionales y no para aficionados o “intrusos”?
Veamos algunos ejemplos. Para ser aceptado, el Colegio de Periodistas del Perú
exige, como requisito, una titulación oficial de Periodista o de Licenciado en Ciencias
de la Información o Comunicación Social expedido por una universidad. El de Chile, en
cambio, sólo pide el título de Periodista, pero también exige que sea emitido por una
universidad. El de Costa Rica exige título académico oficial en Ciencias de la
Comunicación Colectiva, Periodismo, Relaciones Públicas, Publicidad, Producción
Audiovisual o Multimedia y Diseño Publicitario. El Col·legi de Catalunya, en tanto,
solicita la licenciatura o grado en Periodismo y/o Comunicación. Si el solicitante posee
el título de Comunicación Audiovisual, debe demostrar dos años de ejercicio
profesional. Y si cuenta con una licenciatura o grado de otra especialidad, se debe
demostrar una vinculación laboral específica con el campo periodístico y/o de la
comunicación.
Estos cuatro ejemplos de Colegios profesionales son de carácter restrictivo, puesto
que sostienen la exigencia de la titulación universitaria oficial. Como planteamos más
arriba, esta demanda impide la colegiación de todos aquellos periodistas que ejercen
su profesión sin haber pasado por un esquema de formación universitaria. Y, para el
caso argentino, una exigencia de este tipo sería aún más limitante, dada la baja
cantidad de licenciados que hoy se encuentran ejerciendo la actividad.
Por esta razón, y pensando fundamentalmente en la realidad del caso argentino,
nuestra investigación encuentra más conveniente un escenario de colegiación flexible.
Por ejemplo, quien no cuente con un título universitario vinculado a la comunicación
social y/o al periodismo, debería poder sustituir esta exigencia con un título terciario y
al menos cinco años de demostrado ejercicio de la profesión. A aquellos aspirantes que
no posean tampoco un título terciario en periodismo, se les podría permitir acreditar al
menos diez años como trabajadores de prensa para lograr la colegiación.
Para nosotros, esta flexibilización de la exigencia permitiría incluir en un Colegio a
buena parte de los periodistas que, hoy, están ejerciendo la profesión y que no
cuentan con un título universitario. Y dado el aumento paulatino de trabajadores que
hoy ingresan al sistema de medios con una titulación, es esperable que, al cabo de dos
décadas de recambio laboral y de observarse “una cada vez menor proporción de

42
periodistas empíricos” (Herrán y Restrepo, 1992, p. 38), los integrantes del Colegio
cuenten, en su amplia mayoría, con un título universitario vinculado al periodismo y/o
a la comunicación.

En síntesis, en nuestra investigación:

i. Observamos a la colegiación como un proceso beneficioso, tanto


para los periodistas profesionales como para la profesión periodística
en general.
ii. Consideramos que, en los casos de bajo nivel de titulación
universitaria en el mercado laboral, la colegiación debe ser flexible,
permitiendo el ingreso a los Colegios a aquellos que puedan acreditar
varios años de ejercicio de la profesión.
iii. Entendemos al Colegio de Periodistas profesionales como una
organización de doble función, tanto de enaltecimiento de la
profesión periodística como de defensa de la autonomía y la
cotidianeidad laboral de los trabajadores.
iv. Vemos en el Colegio de Periodistas profesionales a una institución de
carácter eminentemente deontológico, que debe bregar por el
cumplimiento de los principios éticos de la profesión, expresados en
un código deontológico y en otros instrumentos de autorregulación.

2.2.5 Naturaleza y utilidad de los códigos deontológicos

Antes de debatir si los códigos deontológicos son o no útiles para lograr un mejor
ejercicio de la profesión periodística, debemos definir dos cuestiones. Primero, a qué
se llama código deontológico. Y, luego, cuáles son los objetivos de esos compendios
normativos.
El primer ensayo de codificación para la profesión periodística “fue el que resultó en
el Código de Ética de los Periodistas, aprobado por el 1º Congreso Panamericano de
Periodistas, realizado en 1926, en Washington” (Puddephatt, 2011, p. 13). A partir de

43
allí, la conciencia sobre la necesidad de autorregularse fue ganando espacio entre los
periodistas profesionales, especialmente en Estados Unidos. Después de la Segunda
Guerra Mundial, la ola se extendería a Europa, hasta que en 1971 “seis sindicatos de
periodistas europeos adoptaron una Declaración de Deberes y Derechos de los
Periodistas” (Puddephatt, 2011, p. 13), es decir, un intento de codificación formal y
general.
Pero, en concreto: ¿de qué hablamos cuando mencionamos a los códigos
deontológicos? Diversos autores de diferentes áreas de estudio han abordado algún
tipo de definición. Vidal Casero (2003) considera que

(…) en una profesión organizada, es imprescindible formular y aceptar libre y


voluntariamente normas éticas que tengan como efecto la regulación de la actividad
profesional en todos los campos que ésta abarca. El código de deontología es un conjunto
de normas que se aplican a un colectivo de profesionales y que hace las veces de un
prontuario (conjunto de reglas) morales. El código de ética y deontología constituye el
conjunto de preceptos de carácter moral que aseguran una práctica honesta y una
conducta honorable a todos y cada uno de los miembros de la profesión. (p. 1-2)

Para Alsius (2011), los códigos constituyen

(…) la cristalización de un conjunto de principios y experiencias y la plasmación


deontológica de una resultante de fuerzas teóricas y prácticas que interactúan en un
terreno real (…) [y] representan, por lo menos, fotografías bastante precisas de que
aquello que se considera que debería constituir líneas de conductas correctas. (p. 31,
traducción propia)

García Benítez y Cerón Martínez (2005) refuerzan el sentido colectivo de los


códigos, al decir que “responden a la moral interna del gremio que las formula [por]
sobre las aspiraciones individuales” (p. 47). González Esteban et al. (2011) afirman que
un “código deontológico funciona más como una guía de comportamiento que como
mecanismo de coacción” (p. 430). Linde Navas (2009) coincide con este enfoque
contrario a la coacción, tanto interna como externa, cuando sostiene que “las normas
y deberes profesionales recogidos en un código serán morales cuando no constituyan

44
puras imposiciones dictadas desde fuera a los periodistas, sino cuando sean dictadas y
asumidas desde dentro” (p. 43). Desde esta perspectiva, para que un Código goce de
reconocimiento y posea aplicabilidad, debe generarse a partir del consenso de un
colectivo profesional, como una forma de autorregulación.
Para Casasús (2011), los códigos forman parte de una “deontología positiva (…) que
sistematiza los principios doctrinales o naturales” (p. 19). Jane Singer (2006) sostiene
que “los códigos de conducta de las comunidades profesionales permiten explicitar las
responsabilidades de los que forman parte del colectivo respecto de los que están
afuera” (citado en Micó, Canavilhas, Masip y Ruiz, 2008, pp-18-19). Y Navarro
Rodríguez y Casas Herrada (2009) dicen que “podemos definir un código deontológico
como un código de moral en el ámbito de una profesión concreta para que sea
cumplida con el resto de la sociedad por los miembros de esa profesión” (p. 66).
Otro aporta interesante a la conceptualización de la codificación lo plantean Herrán
y Restrepo (1992), cuando establecen diez diferencias entre los códigos deontológicos
y los códigos penales en función de sus implicaciones:

Tabla 3. Diferencias entre códigos penales y códigos deontológicos

CÓDIGOS PENALES CÓDIGOS DEONTOLÓGICOS


Normas dispuestas por el Estado. Cambian Codifica actitudes y tradiciones de carácter
de acuerdo a la evolución de la sociedad. permanente basadas en la naturaleza
humana. Son inmodificables.
Normas impuestas “desde arriba” por la Normas que surgen “desde abajo” a partir
autoridad. de la conciencia de los individuos.
Dependen de la autoridad estatal. Son la expresión de la conciencia humana.
Se obedecen por coacción estatal. Normas de conducta que se imponen por sí
mismas, sin necesidad de coacción.
Leyes positivas. Leyes naturales en acción.
Destinados a resolver problemas de Procuran la armonía del comportamiento
convivencia entre personas. humano con su propia naturaleza individual
y social.
Buscan no contrariar la naturaleza. Armonía de la praxis humana con la
naturaleza.

45
Ámbito restringido a una jurisdicción Ámbito de influencia universal.
determinada (por ejemplo, un Estado).
Plantea exigencia mínimas para conciliar los Exigencias profundas, pues tocan la
intereses de la mayor parte posible de una naturaleza del ser humano y sus
comunidad. obligaciones para consigo mismo y con los
demás.
Tienen un área de acción específica. Van “más allá” de lo que exigen las normas
penales o civiles.
Elaboración propia 2018 a partir de Herrán y Restrepo (1992, p. 28-29)

Otros dos autores que se han ocupado de definir qué entienden por un código
deontológico son Barroso Asenjo (2011) y Aznar. Para el primero, se trata de:

(…) la constelación de criterios y principios o normas y reglas que de forma explícita y


sistematizada un grupo profesional se compromete a respetar y seguir en sus
comportamientos como tales profesionales. Los códigos de ética o principios deontológicos
se consideran un requisito esencial en la configuración de una profesión. Manifiestan la
toma de conciencia de una profesión y el comportamiento debido, para que se considere
una práctica como práctica profesional. Son en todo caso la fuente primaria de toda ética o
deontología profesional. (p. 141).

En la misma línea, Aznar (1997) define:

Los códigos deontológicos (también llamados códigos de conducta, de práctica o de ética


profesional) son documentos que recogen un conjunto más o menos amplio de criterios y
normas de comportamiento de carácter moral que formulan y asumen el compromiso de
seguir quienes llevan adelante una determinada actividad profesional. (p. 125-126)

Y agrega:

(…) los códigos deontológicos abordan los aspectos más sustanciales y fundamentales de
un ejercicio profesional, es decir, aquellos que conforman o entrañan su específica
dimensión ética. Por ello mismo este tipo de códigos son más necesarios en aquellas
actividades sociales y laborales en las que el profesional dispone de un mayor margen de

46
decisión personal al realizar su labor y asume una mayor responsabilidad por la índole de
su cometido y los efectos que éste tiene para otras personas: como en el caso de la
información y la comunicación. (p. 126)

Desde la perspectiva de Aznar, los aspectos más importantes de la naturaleza de


los códigos son dos:

i. Que los propios integrantes de una profesión son quienes deben


formular esos instrumentos.
ii. Que esos mismos profesionales son quienes los asumen y se
comprometen a cumplirlos.

Es decir: no hay espacio, según la definición de este autor, para que sea un órgano
externo a la profesión el que desarrolle un código de conducta, ni tampoco es
admisible que exista un control exógeno para velar por su cumplimiento.
Por otro lado, el periodismo representa con claridad ese tipo de actividad en la que
los códigos deontológicos son más necesarios, puesto que se verifican las dos
condiciones que prevé Aznar: la autonomía del profesional y la implicación social. Pero
veintidós años después del trabajo que estamos citando, nos es posible incorporar un
nuevo argumento, y es el que surge del periodismo de autogestión. Nos referimos a
que, a partir de la revolución digital y del desarrollo tecnológico aplicado al trabajo de
prensa, una enorme cantidad de periodistas profesionales desarrollan sus tareas de
modo independiente o autogestionado.
El hecho de no formar parte de una estructura empresarial en la función de
empleado, ubica al periodista de autogestión en el papel de tener que generar sus
propios ingresos a través de la venta de espacios publicitarios, tanto a empresas
privadas como a organismos estatales. Esta realidad representa un desafío
deontológico decisivo para este tipo de trabajador, para quien la existencia de un
código deontológico que incorpore un abanico de situaciones vinculadas a la ética de
la profesión en tiempos de la explosión digital puede resultar fundamental.

47
Habiendo recorrido el pensamiento de distintos autores acerca de la naturaleza de
los códigos deontológicos, nos resulta útil analizar cuáles son los objetivos de estos
instrumentos. Para Vidal Casero (2003), en orden a sus finalidades, los códigos tienen
que estructurarse a partir de cuatro premisas que toda normativa debe explicitar:

i. Deberes generales y objetivos de la profesión.


ii. Deberes específicos en situaciones especiales dentro de cada
profesión.
iii. Deberes respecto a otros compañeros de profesión.
iv. Prohibiciones y situaciones especiales.

La autora sustenta la pertinencia de estos objetivos, que postulan que la


codificación debe basarse en los “deberes” de los profesionales, en la confianza que la
sociedad deposita en ese colectivo gremial:

Un código de ética indica la aceptación de la responsabilidad y confianza invertidas por la


sociedad en una profesión. Bajo los términos del contrato implícito entre la sociedad y la
profesión la sociedad le otorga a la profesión autonomía y autoridad considerables para
funcionar en el desempeño de sus tareas. El desarrollo de un código de ética es una
actividad esencial de una profesión. (p. 2)

Para Puddephatt (2011), los códigos tienen por objetivo:

(…) poner en foco ciertos principios bien aceptados: el respeto de la verdad y el derecho
público a la verdad; el derecho a las críticas y comentarios justos; información objetiva y
basada en hechos; uso de métodos justos para obtener información; disposición a
corregir errores; respeto de la confidencialidad de las fuentes. (p. 13-14)

Pues bien, y más allá de su naturaleza conceptual y de sus objetivos: ¿son útiles los
códigos deontológicos para el ejercicio de la profesión?
Aznar ha abordado esta cuestión en varios de sus trabajos. Y lo ha hecho a partir
de presentar las que, entiende, constituyen las ventajas de estos instrumentos de

48
autorregulación, a las que pone en debate con las críticas que reciben. Así, este autor
(1999b) presenta cinco ventajas de los códigos deontológicos:

i. Supone el reconocimiento público de la dimensión ética de una profesión o


actividad; hecho además por quienes la llevan a cabo (…) contribuyen a
crear una conciencia moral colectiva en la profesión. (p. 33-34)
ii. Establecen los contenidos morales concretos, las normas y obligaciones que
deben guiar a la actividad. (p. 34-35)
iii. Ayudan a defender los criterios morales internos de una profesión frente a
presiones externas. (p. 36)
iv. Acrecientan el prestigio de una profesión, [convirtiéndose en] una barrera
más contra el intrusismo profesional, contra quienes llegan a una profesión
con el único ánimo de sacar ventaja de ella a cualquier precio. (p. 36-37)
v. Constituyen una fuente de información ética no sólo para el profesional,
sino también para el público (…) cuyos miembros son además los titulares
del derecho a la información, que da su razón de ser al periodismo. (p.37)

En contraposición, este mismo autor detecta cuatro críticas particulares que


suelen recibir los códigos deontológicos:

i. Suponen una restricción a la libertad de expresión de periodistas y medios.


(p. 38-40)
ii. Dado el nivel de generalidad del contenido, acaban sirviendo para poco. (p.
41-42)
iii. Poseen escasa efectividad práctica. (p. 43-44)
iv. Reducen la problemática de la ética de la comunicación sólo a ellos (…)
[suscitando así] una percepción individualista de los problemas éticos de la
comunicación, como si todo fuera cuestión de cómo se comporta cada
profesional. (p. 45-46)

Desde nuestra perspectiva, las críticas “ii” y “iv” son rebatibles de forma
relativamente sencilla. Respecto de la supuesta generalidad del contenido de los
códigos, es evidente que ningún tipo de normativa de conducta de ninguna especie
podría contener la totalidad de las situaciones que se producen en una determinada
49
profesión. Los códigos engloban circunstancias de carácter general y/o habitual del
ejercicio de una actividad, y, a partir de allí, actúan como guías para que los
profesionales resuelvan dilemas de carácter deontológico. Para Aznar (1997):

(…) las circunstancias que rodean a los fenómenos de la comunicación varían en cada caso
y sería absurdo que un código tratara de recogerlas todas (…) La respuesta a este
problema está en el papel que siempre debe jugar la conciencia moral del profesional. (p.
137).

Sobre la cuarta objeción que suelen enfrentar los códigos deontológicos, el que
sostiene que terminan operando como instrumentos que legitiman conductas
inapropiadas de las organizaciones empresarias de medios al reducir la ética al
universo individual del profesional, podemos desarrollar dos respuestas:

i. La dimensión deontológica de la comunicación también debe abarcar


a la empresa periodística, pero el carácter de sus responsabilidades
excede ampliamente al de la conducta del profesional. Por lo tanto,
el que una empresa actúe o no acorde a unos principios
deontológicos vinculados con su responsabilidad social no puede ser
atribuido a la efectividad, o la falta de ella, de un código que nace del
consenso de los profesionales. Como afirma Aznar (1997), no es por
los códigos que existe el peligro de que se pretenda que el problema
de la deontología periodística debe recaer sobre los profesionales,
sino por la “actitud de quienes reducen las cuestiones de la ética de
la comunicación a lo que se dice en ellos” (p. 142). Por el contrario,
los códigos pueden operar como un muro de defensa de los
periodistas y de la ética de la profesión, especialmente cuando los
profesionales se vean impulsados por sus empleadores a actuar de
forma reprochable. El desafío de los periodistas pasa por elaborar
códigos que obtengan, además del acuerdo de los profesionales y del
compromiso voluntario para su cumplimiento, el reconocimiento de
la sociedad en la que se desempeñan.

50
ii. Los códigos, cuando están presentes en la cotidianeidad del ejercicio
de la profesión, tienden a actuar como un combustible que aleja al
periodista de la zona de confort en la que podría instalarse. Las
empresas periodísticas, en el afán de alcanzar sus objetivos y evitarse
problemas, suelen mitigar la inquietud de los profesionales por
remover lo establecido. Con el código en la mano, los periodistas
pueden valerse de él para profundizar sus investigaciones y actuar,
siempre, al servicio del derecho del público a estar informado. De
esta forma, los códigos no actúan de modo alguno como efectos
individualizadores de la ética de la comunicación, poniendo a
salvaguarda a las empresas. Lejos de ello, cuentan con peso
específico como para transformarse en socios de los buenos
periodistas en su aspiración de construir una profesión que se
encuentre más acorde a los principios que justifican su existencia.

Otros autores (Puddephatt 2011, Barroso Asenjo 2011, Navarro Rodríguez y Casas
Herrada 2009, Mayoral Asensio 2011, Meyer 2011, Bertrand 2005, Koylu 2006) se han
sumado a Aznar al recolectar también algunos cuestionamientos a los códigos
deontológicos, fundamentalmente en torno de las críticas que postulan que podrían
constituir un cercenamiento a la libertad de expresión de los profesionales —
transformándose así en vehículos de autocensura— y de su presunta falta de
efectividad.
Abordemos la primera discusión. ¿De qué forma, o en qué casos, un código
deontológico podría representar un elemento que ponga en riesgo la libertad de
expresión? Para nosotros, tratándose los códigos de instrumentos propios de la
autorregulación, y que son formulados por los propios profesionales de una actividad,
su aceptación y cumplimiento poseen una naturaleza exclusivamente voluntaria. Por lo
tanto, carecen de potencia coercitiva, y está bien que así sea, aunque esto dé paso a la
crítica que afirma que no son instrumentos efectivos porque no tienen capacidad de
sanción.
En nuestra mirada, si un órgano externo a los profesionales del periodismo
desarrollara un código deontológico y pretendiera aplicarlo, pues ese código no sería

51
ya una herramienta de autorregulación sino un mecanismo pretendidamente
regulatorio. Y, por ello, no estaríamos ante el mismo instrumento que estamos
analizando en este apartado.
Pongamos un ejemplo: si un gobierno o una corporación empresaria crearan un
código deontológico que no surgiera del consenso de los profesionales y que se
propusiera moldear a los trabajadores de prensa de acuerdo a unos intereses
particulares, los periodistas no tendrían más razón para acatarlo que el propio temor a
sufrir represalias. Meyer (2011) recuerda que “incluso los nazis tenían normativas de
prensa, diseñadas para respaldar su Nuevo Orden, que fueron impuestas después de
que llegaron al poder a través de organizaciones de prensa” (p. 11).
En el ejemplo de Meyer, es evidente que existe una limitación a la libertad de
expresión de los periodistas, sea por la fuerza de la sanción, o sea a través de la
autocensura. Pero, en el caso anterior, ¿estamos hablando de la misma herramienta
que nosotros proponemos para el caso argentino? Entendemos que no, puesto que, en
ese caso, no serían los miembros de una profesión quienes decidieran un camino
normativo para ejercer su autocontrol. Sería un órgano externo —estatal o privado—
quien pretendiera ejecutar esa regulación. De modo que nos parece equivocado el
reproche sobre qué un código deontológico en tanto herramienta de autorregulación
podría operar como un arma contra la libertad de expresión. Se trata, como vimos más
arriba, de un

(…) compromiso libre y voluntario de los propios implicados. Nunca puede tratarse de una
imposición externa —de políticos, empresarios, etc. — destinada a conseguir fines
contrarios a los bienes internos del periodismo (…) [Los códigos son] una clarificación de
las normas que regulan y rigen desde dentro una práctica profesional (…) no son pues una
restricción de libertad sino una manifestación suya. (Aznar, 1999b, p.38-40)

Koylu (2006) coincide con Aznar al destacar que los códigos son dispositivos que,
lejos de coartar la libertad, la impulsan, ya que “en regímenes autoritarios, los códigos
pueden brindar apoyo moral a un periodista bajo presión y puede fomentar la
solidaridad profesional” (p. 19, traducción propia).

52
Por último, nos parece oportuno analizar la crítica que afirma que los códigos
deontológicos no tienen utilidad práctica. El argumento más importante de quienes
sostienen este cuestionamiento pasa por la falta de sanción efectiva para aquel
profesional que incumple la normativa. Barroso Asenjo (2011) hace especial hincapié
en esta cuestión, cuando afirma:

(…) todo parece indicar que los códigos éticos son en realidad un pacto de caballeros. Un
compromiso de comportamiento de unos profesionales que responden sólo ante sí
mismos y ante su conciencia, porque nada más fácil que burlar muchos de los preceptos
que en ellos figuran sin que puedan descubrirlo terceras personas. De ahí que incluso los
periodistas más corruptos se conviertan en público, en algunas ocasiones, en adalides de
los comportamientos más rigurosamente éticos, para sorpresa de quienes les conocen
bien. (p. 175)

En sintonía, Puddephatt expresa (2011):

La limitación de estos códigos de conducta está en la dificultad de hacerse respetar, ya


que son códigos profesionales adoptados voluntariamente por periodistas que no sufren
ninguna sanción si violan alguna regla. Además, la mayoría de los periodistas no tiene
mucho poder en las empresas en las que trabaja (…) En tales circunstancias, un código de
ética de los periodistas tiene relativamente poco poder. (p.13)

Pero, como ya hemos mencionado, no es por la perspectiva de recibir un castigo el


que los periodistas van a comprometerse a respetar un código de conducta. Es por la
identificación que los profesionales sientan por él. De hecho, “los códigos
deontológicos que incluyan sanciones dejan de regirse por las normas éticas o morales
de ese colectivo y se asemejan más a las normas jurídicas” (Navarro Rodríguez y Casas
Herrada, 2009, p. 67). Sobre esto, dice Aznar (1999b):

Es cierto que siempre habrá profesionales que aprovechen esta ausencia de sanciones
formales para enriquecerse o promocionarse rápidamente con impunidad. Pero esa clase
de personas va a existir siempre, existan o no los códigos; incluso existan o no las
sanciones. (p. 45)

53
Además, Aznar expone los riesgos de ejecutar medidas coercitivas para dotar a los
códigos de la supuesta efectividad práctica que les faltaría. Propone una medida
intermedia, por ejemplo, que algún organismo de enjuiciamiento —un Consejo de
Prensa, por ejemplo— exponga a publicidad la existencia de una falta deontológica de
un periodista, quien, tras esta condena de índole moral, se vería impulsado a mejorar
sus prácticas (p.44). De alguna manera, Bertrand (2005) coincide con este enfoque,
que encuentra en la participación del público, incluso desde la elaboración de los
propios códigos, una forma de que éstos obtengan utilidad práctica (p. 11).
Y, más allá de la discusión sobre la no coerción, se ha cuestionado la falta de
practicidad de los códigos por quedar éstos en forma recurrente “desfasados e
inoperantes” por falta de actualización (Mayoral Asensio, 2011, p. 10).
Para nosotros, el que un código constituya una herramienta de autorregulación
práctica y eficaz dependerá de la capacidad de los profesionales que lo formulan para
generar un proceso de actualización continuo de sus contenidos. En esta línea, casi
cuarenta años atrás, Jones (1980) postulaba:

Ningún Código de Ética puede considerarse como definitivo o estático. Un código cambia
como una lengua; los significados cambian, las actitudes cambian. Debe haber alguien o
algún grupo encargado de su revisión regular, de su evaluación y de recomendar la
introducción de nuevas cláusulas para hacer frente a nuevas necesidades. (p. 64)

Es evidente que el vértigo que imprimen las sucesivas revoluciones digitales


(Pérez-Latre, 2015) coloca a la profesión periodística ante el reto de reinventar muchas
de sus prácticas y de incorporar los nuevos desafíos a su universo deontológico. El
código que resultará de esta tesis nace también como producto de esta necesidad.
En otras palabras, consideramos a los códigos deontológicos como instrumentos
de profunda utilidad, tanto para el ejercicio de la profesión periodística como para la
mejora de la ética integral de la comunicación. Esto, por supuesto, no los convierte en
dispositivos suficientes o todopoderosos, y deben coordinarse con otras herramientas
de autorregulación. Para nosotros, su existencia es imprescindible y por ello decidimos
afrontar esta investigación. En síntesis, coincidimos con Aznar (1999b) en que:

54
Los códigos no resuelven por sí solos todos los problemas éticos de la comunicación. Pero
se equivocan quienes los consideran inútiles por ello. Muy al contrario, lo que hay que
hacer es complementarlos con nuevos mecanismos que completen su labor de
autorregulación. Hay que ir más allá de los códigos; pero ciertamente pasando por ellos.
(p. 42-43)

2.2.6 Ética y empresa periodística

Como hemos visto, los códigos deontológicos constituyen un instrumento esencial


para el ejercicio profesional del periodismo. Pero, estos códigos, nacidos de la
voluntad autorregulatoria de los profesionales, ¿deben incluir derechos y obligaciones
para las empresas periodísticas? ¿O éstas deben tener sus propios códigos de buenas
prácticas? Por último, ¿tiene sentido intentar vincular los principios deontológicos de
los profesionales con las responsabilidades de las empresas de medios? ¿O se trata
esto de una utopía?
La mayoría de los autores que estudian al periodismo desde su deontología
coinciden en la necesidad de incorporar a la empresa periodística a la normativa de
conducta y buenas prácticas como paso fundamental para elevar los estándares de
calidad profesional. El denominador común de los planteos dice que, cuando la
empresa hace primar sus intereses particulares a los principios rectores de la
profesión, relegando la independencia del profesional, se daña sustancialmente la
ética periodística.
Goran y Karamarko (2015) ubican en el centro de la discusión a la lucha por la
supervivencia de las empresas periodísticas en la complejidad salvaje del mercado, lo
cual afecta la calidad de la profesión y también la confianza de la sociedad:

Estamos siendo testigos de una disminución drástica de la credibilidad de medios de


comunicación (…) Para sobrevivir en el mercado, el periodismo debe armonizar el aspecto
comercial y el servicio al bien común. Lamentablemente, somos testigos del hecho de
que, en un intento por sobrevivir, no existe una dimensión ética, y por lo tanto, la tarea

55
fundamental de los medios de comunicación (información veraz, precisa, imparcial y
equilibrada) es amenazada. (p. 145-146)

Incluso, señalan los autores, se pueden observar “estrategias de manipulación”


con las que “los medios hacen mal uso de las debilidades e imperfecciones humanas”
(p. 146). Esto, entendemos, demuestra la necesidad de discutir el papel que las
empresas periodísticas tendrán a la hora de establecer parámetros para la profesión.
Para Herrán y Restrepo (1992), amalgamar las exigencias deontológicas de los
profesionales con los de la empresa es un hecho posible y por demás necesario, ya que

(…) la observancia de los principios de ética profesional del periodista compromete tanto
a los trabajadores de la prensa como a los empresarios, directores y editores de los
medios periodísticos: en otras palabras, a todos los que tienen que ver con la empresa
periodística. (p. 40)

El argumento que usan Herrán y Restrepo tiene que ver con que la empresa
periodística “tiene deberes éticos adicionales a los usuales en otros sectores de la
economía, precisamente por el carácter muy peculiar y las consecuencias sociales del
producto, la información” (p. 40). Y transportan esta responsabilidad a los directivos
de esas empresas, al sostener, citando al Código del Círculo de Periodistas de Bogotá
(CPB, 2006), que

(...) los empresarios, los gerentes y los empleados de los departamentos administrativos y
comerciales de los medios de comunicación tienen las mismas responsabilidades éticas
del periodista. Por consiguiente:
1. Están en el deber de evitar todo compromiso u otorgar privilegios que
pongan en duda la independencia informativa del medio.
2. Su participación en juntas directivas, y su vinculación a cargos, asesorías a
empresas distintas, compromete la independencia del respectivo medio de
comunicación.
3. Debe diferenciarse con absoluta claridad todo el material de carácter
publicitario, como el remitido, el publirreportaje, la publicidad política, los
suplementos comerciales especializados, etc. (CPB, 2006)

56
Ilustraremos este último punto con un ejemplo del caso argentino. El portal
Infobae, el sitio web de noticias más leído de la Argentina (Total Medios, 2018), utiliza
con habitualidad el recurso de publicar espacios publicitarios enmascarados de
contenido periodístico, confundiendo así a los lectores. Lejos de tratarse de un error
de concepción en la edición, es un acto deliberado que le permite a la empresa elevar
el valor del espacio publicitario, garantizando dos variables:

i. Mayor cantidad de ingresos para lectura de la nota por parte del


público, que no alcanza a advertir que ése contenido corresponde a
publicidad y no a información.
ii. Mayor impacto del contenido en el público, que tiene a responder en
comentarios y a conceder entidad de información a un espacio
publicitario.

Veamos el ejemplo en las imágenes 1 a 4:

Imagen 1. Infobae, 30 de agosto de 2018

57
Imagen 2. Infobae, 30 de agosto de 2018

Imagen 3. Infobae, 30 de agosto de 2018

58
Imagen 4. Infobae, 30 de agosto de 2018

En la Imagen 1, podemos ver la portada general del sitio, en donde se alcanza el


leer el titular: En la Imagen 2, hacemos un recorte, en donde se advierte que, encima
del titular de la publicidad, se lee: ESPACIO NO EDITORAL. Y en la Imagen 3, mostramos
el interior del artículo, en donde vuelve a leerse “ESPACIO NO EDITORIAL”, esta vez en
forma de volanta. Como se puede ver al final de la Imagen 3, luego de dos párrafos de
supuesto texto periodístico, se visibiliza el nombre del anunciante: Colgate. Y en la
Imagen 4, realizamos un recorte que muestra con mayor amplitud la presencia de la
marca, convocándose allí mismo al lector a visitar su sitio a través de un hipervínculo.
Pero Infobae no es la única empresa periodística que utiliza estas estrategias
comerciales, que, a nuestro parecer, apuestan a la confusión del lector. La Nación, el
periódico con más tradición en la Argentina, cuyo portal digital es el tercero más leído
del país (Total Medios, 2018), viene desarrollando desde 2015 una estrategia
denominada Content LAB. Así presentó el propio medio esta herramienta a la industria
publicitaria:

Content LAB tiene como misión llevar la capacidad de storytelling a las marcas, a través de
una solución de content marketing para que puedan alcanzar a las audiencias
protagonistas con historias de calidad y relevantes. Está compuesto por un equipo
editorial/creativo y desarrollará contenidos con los mismos recursos gráficos y narrativos
a los utilizados por las marcas editoriales de La Nación, distribuyéndolos a través de sus
plataformas y redes. (Dossier, 2015)

59
Es decir: la empresa admite que empleará, al publicar contenido publicitario, los
mismos recursos gráficos y narrativos que utiliza para sus espacios periodísticos.
Podemos verlo en las imágenes 5 a 7:

Imagen 5. La Nación, Edición digital, 30 de agosto de 2018

60
Imagen 6. La Nación, Edición digital, 30 de agosto de 2018

Imagen 7. La Nación, Edición digital, 30 de agosto de 2018

61
En la Imagen 5, vemos la portada del sitio de La Nación, en donde el contenido
publicitario de la marca automotriz BMW aparece camuflada como una noticia más.
Incluso, el medio no hace mención allí a que se trata de la herramienta comercial
Content LAB, generando aún más confusión en el lector. En la Imagen 6, se observa el
interior del material, en donde sí puede verse debajo de la imagen el anuncio de que el
público no está ante contenido periodístico sino ante una publicidad.
Por último, en la Imagen 7, vemos entremezcladas noticias periodísticas con más
elementos publicitarios de Content LAB. Como se ve allí, hay dos títulos de naturaleza
publicitaria de las marcas Supervielle y Nescafé disimuladas entre artículos
periodísticos de lifestyle (“Un grupo de investigadores te quiere pagar para que comas
palta todo el día”) o de carácter médico-climático (“Zonda, el viento que aumenta las
consultas en las guardias y las internaciones”).
Pero La Nación no solamente utiliza la publicidad encubierta en su versión digital.
También lo hace en su tradicional versión de papel, aunque allí propone una leve y casi
imperceptible modificación en la tipografía de la “noticia” que está vinculada a una
marca y que constituye un espacio publicitario. Así se puede ver en las imágenes 8 y 9:

62
Imagen 8. La Nación, Edición impresa, 2 de septiembre de 2018

63
Imagen 9. La Nación, Edición impresa, 2 de septiembre de 2018

En la Imagen 8, podemos ver una página completa de la sección Internacionales,


en donde dos noticias vinculadas al renacimiento callejero de la ultraderecha en
Alemania se mezclan con un contenido publicitario, aunque disfrazado de artículo
periodístico. En la Imagen 9, nos encontramos con un acercamiento del material
comercializado. Con el título “Qué habilidades deben tener los especialistas en
RR.HH.”, La Nación disfraza de nota periodística a una publicidad de la empresa Digital
House, una escuela de marketing digital y cursos afines con pretendida salida laboral
asegurada. El espacio que cobija a este contenido publicitario es el de Content LAB, o
sea, el mismo que utilizan en su espacio digital. Y, como se puede observar en las
imágenes, la empresa periodística no advierte al público en ningún sitio que está ante
un material publicitario, procurando confundir al lector para mejorar así su perspectiva
comercial.
Más delicado aún es el camino tomado por Clarín, el periódico más vendido de la
Argentina y el segundo portal más visitado (Total Medios, 2018), ya que no sólo utiliza

64
la estrategia de disfrazar de información a parte de su contenido publicitario, sino que
lo hace disimulando propaganda política. Bajo el slogan de “contenido patrocinado”,
Clarín disfraza de noticia a una propaganda pagada por un candidato:

Imagen 10. Clarín, 17 de junio de 2017

Imagen 11. Twitter oficial de Clarín, 17 de junio de 2017

65
La Imagen 10 nos muestra el recorte de la portada del sitio digital de Clarín, en
donde se puede leer el titular “Las PASO bonaerenses. Fuerte apoyo del peronismo a
Mario Ishii”. Y en la Imagen 11, observamos la réplica de la propaganda en la cuenta
oficial de Twitter del medio, también disfrazada de noticia. En ambos casos, el medio
coloca la consigna “Contenido patrocinado”, pero utilizando la misma tipografía y
formato que en el resto de las noticias, en una intención manifiesta de que la
propaganda sea confundida por el lector con una información genuina.
En este caso particular, el dirigente político Mario Ishii procuraba instalar su
candidatura a la gobernación bonaerense por una facción del peronismo. Para ello,
compró este espacio de propaganda en Clarín para fraguar un supuesto “fuerte apoyo
del peronismo” a su candidatura, cosa que no sólo no ocurrió, sino que Ishii ni siquiera
alcanzó a presentar su postulación, justamente, por falta de apoyo.
Independientemente de la voluntad e intenciones de un determinado dirigente
político, lo que aquí nos ocupa es que un medio de comunicación —el de mayor
impacto en ventas, el periódico más leído y el segundo portal más visitado— accede a
vender un espacio de propaganda, disfrazándolo de noticia para despistar al lector.
Ahora bien. ¿Por qué observamos una transgresión deontológica en las estrategias
de Infobae, La Nación y Clarín? Porque el intento de engaño al público se hace
evidente al utilizar estos tres medios:

i. La misma tipografía.
ii. El mismo estilo en la elaboración de titulares.
iii. El mismo esquema narrativo.
iv. La misma disposición gráfica.
v. Fotografías de características similares.

Esta clase de contenidos que fusionan información y publicidad o propaganda


provocan un debilitamiento en la calidad periodística de los medios, hipotecan su
credibilidad y defraudan a la audiencia. Con estrategias como “Espacio no editorial” de
Infobae, “Content LAB” de La Nación o “Contenido Patrocinado” de Clarín, estos
medios logran mejorar su capacidad de venta publicitaria, aunque, claramente, buscan
confundir al público. De esta forma, los medios ubican sus intereses comerciales por

66
encima de la responsabilidad social que les corresponde como empresas periodísticas.
Ningún periodista debe prestarse a participar de este tipo de acciones, que constituyen
faltas graves a la ética de la profesión.
No ignoramos las dificultades de monetización que el desafío digital impone a los
medios con vastas estructuras, pero no es concebible ni aceptable que la solución que
las empresas encuentran a esa situación sea la utilización de recursos que sacrifiquen
la calidad y la ética periodísticas.
En España, en tanto, Maciá-Barber (2015) recoge de diversos estudios sobre
profesionales de la prensa una creciente percepción acerca de que existe un

(…) predominio en los medios de los intereses particulares de los poderes económicos
(corporaciones, anunciantes, accionistas…) y las ambiciones propias de la policía
(Gobiernos, partidos políticos…) frente al intereses general de la ciudadanía (…) [lo que
muestra] el desprecio a la autonomía del profesional de la información. (p. 120)

Este autor vincula el problema de la falta de parámetros éticos en la empresa


periodística al “fenómeno de la concentración empresarial en torno a grandes
corporaciones multimedia” y a que “se persigue el máximo rendimiento y el beneficio
a toda costa” (p. 121). Y por ello avanza en la propuesta de instaurar un sello de
calidad o estándar ético en la empresa periodística española, idea que retomaremos y
propondremos para el caso argentino.
Puddephatt (2011) introduce el concepto de “independencia editorial” para
materializar la responsabilidad deontológica de la empresa periodística. Y plantea que,
para que un código de conducta tenga éxito y sea eficiente, debe darse una armónica
conexión deontológica entre profesionales y medios de comunicación. Cuando los
directivos del medio imponen su interés por sobre la autonomía de los profesionales,
sostiene este autor, desaparecen los parámetros de buenas prácticas. Así lo expresa:

Los propietarios de medios pueden utilizar su poder para influir en la forma en que las
noticias son producidas y publicadas, así como pueden establecer las prioridades
editoriales de la organización. En tales circunstancias, un código de ética de los periodistas
tendrá relativamente poco poder. Por lo tanto, además de los códigos de ética

67
profesional, es importante tener garantías de independencia editorial para que los
periodistas puedan actuar libres del control directo de los intereses de los propietarios.
Independencia editorial es la condición que le otorga al periodista el derecho de decidir
qué cubrir, cómo cubrir y cómo publicar en el periódico, revista o programa de TV o radio,
independientemente de las opiniones de los propietarios. (p. 14)

El planteo de Puddephatt es coincidente con el de Guillermoprieto (2004), autora


que postula:

(…) la ética es una técnica y una exigencia profesional. La ética individual en el periodismo
no basta (…) es inútil, no puede sobrevivir mucho tiempo —lo hemos constatado con
dolor una y otra vez— si no está respaldada de manera incondicional por un compromiso
ético del medio. (p. 27)

En la misma línea, que pregona una vinculación estrecha entre la deontología


profesional y la independencia del periodista y la ética del medio de comunicación, se
presentan los resultados de los estudios de Suárez Villegas (2015) sobre colectivos de
trabajadores de prensa de Bélgica, Italia y España:

Los factores percibidos como más condicionantes a la hora de posibilitar o imposibilitar el


ejercicio de un periodismo ético por parte de los profesionales, son el grado de
independencia del medio en el que se trabaja y los valores personales del profesional de
la información (…) los profesionales consultados parecen advertir que la impunidad con la
que un determinado medio puede prescindir del imperativo de realidad en el
cumplimiento de su función, adecuando las prioridades informativas a los intereses
propios, y decidiendo con ese criterio de qué se informa y qué se silencia, atenta contra
los principios éticos del periodismo. (p. 96)

Aznar (1999b) propone un análisis integral del tema, partiendo de la diferencia


existente entre las empresas de comunicación y otro tipo de compañías. Las primeras,
dice el autor, poseen

68
(…) un compromiso moral específico asociado a la naturaleza del bien con el que operan
—la información y la comunicación—. Ese compromiso las debería distinguir del resto de
las empresas, poniendo límites, por ejemplo, a su búsqueda del beneficio o su
competencia agresiva. (p. 75)

Y sigue:

(…) en la medida en que no puede exigirse legalmente (ni, por otra parte, convendría en
absoluto que así fuera), esa limitación de los objetivos patronales se convierte en un
compromiso deontológico que deberían asumir voluntariamente las empresas de
comunicación, reconociéndose a sí mismas —o a los medios que regentean— obligadas a
cumplir ciertas exigencias morales derivadas de su función social. (p. 75)

Para ello, Aznar propone la utilización de mecanismos de autorregulación ética


empresarial, como “principios editoriales, códigos internos y libros de estilo” (p. 75).
En nuestra consideración, los dispositivos de autorregulación para las empresas
que menciona Aznar son útiles pero no suficientes. El principal aporte que las
empresas pueden hacer, en aras de aproximarse a su responsabilidad social, es
respetar el cumplimiento por parte de los periodistas de sus propias herramientas de
autorregulación, entre ellas, de su código deontológico. Está claro que las empresas
poseen objetivos de rentabilidad y, en algunos casos, de otra clase, que deben estar en
equilibrio con la ética de los profesionales. Cuando los intereses patronales entran en
colisión con los principios deontológicos de los periodistas, se ingresa en un laberinto
cuya salida debe estar guiada por la responsabilidad social de la profesión.
Coincidimos en el planteamiento de Aznar en que no es bueno para la profesión el
ejecutar “desde afuera” —es decir, desde el Estado— algún tipo de regulación especial
sobre las empresas periodísticas, con excepción del ordenamiento de las licencias
públicas audiovisuales y de la defensa de la competencia. Regular en exceso la
conducta de las empresas periodísticas podría redundar en un control de contenidos y
en intento de ejercer un dominio de los flujos informativos con fines políticos por parte
de los entes gubernamentales. Ello, por supuesto, constituiría un mal aún mayor que la
tensión que suele acompañar a la relación entre la empresa y los profesionales.

69
Una alternativa todavía muy poco desarrollada en Latinoamérica en general y en
la Argentina en particular es la ejecución de programas de “transparencia informativa”
que las empresas periodísticas pueden llevar a cabo para mejorar sus estándares
deontológicos. ¿De qué se trata este tipo de procesos? Ramón, Mauri de los Ríos y
Alcalá (2016) sostienen que

(…) cuando hablamos de transparencia nos referimos a la necesidad de los medios de


comunicación de proporcionar públicamente información corporativa acerca de sí
mismos, lo que permite a la audiencia comprender los principios y procesos editoriales, la
estructura organizativa y la situación financiera de los medios de comunicación. (p. 103)

Los mismos autores detallan, tras un estudio específico realizado sobre medios de
México, Francia y Estados Unidos, que forman parte de la trasparencia informativa los
siguientes elementos:

 Información sobre la composición del medio, características, modalidades de


suscripción y opciones de participación de los usuarios.
 Cuentas públicas.
 Información de la relación con otras corporaciones empresariales y medios.
 Información detallada y contacto de cada miembro de la redacción y del consejo
de dirección.
 Existencia de espacios donde se expliquen los procesos de producción informativa
y transparencia informativa. (p. 105)

Otros ítems o formatos, claro está, podrían sumarse a los procesos de


transparencia informativa, de acuerdo a las particularidades de cada mercado y
empresa. Por ejemplo, la instauración de “fórmulas que incentivan el contacto directo
con el público para facilitar su participación activa en los procesos de creación
periodística” (Mauri de los Ríos, 2014, p. 23). A nuestro criterio, esta clase de
programas o procesos de autorregulación empresaria, mayormente desconocidos en la
Argentina, podrían redundar en efectos positivos para el sistema de medios y para la
credibilidad del periodismo.

70
En el caso argentino, se ha exacerbado también en el último tiempo el problema
de la concentración de la propiedad de los medios “especialmente a partir de la
autorización en 2018 para que las empresas de telecomunicaciones puedan ofrecer el
servicio de televisión paga y de internet en los hogares, en simultáneo con el
desarrollo de contenidos audiovisuales, gráficos y digitales” (Biderman Núñez, 2018, p.
18). Esta situación, sumado a un intrusismo empresarial de compañías que llegan al
negocio de los medios con un objetivo desvinculado del rol social del periodismo, ha
agravado la crisis deontológica del sector.
Como hemos observado, existe un consenso más o menos general entre los
estudiosos de la cuestión deontológica acerca de que la participación de las empresas
de comunicación en un compromiso ético ligado a su responsabilidad social es
visiblemente necesario para que exista un mejor periodismo. Sin embargo, a nuestro
parecer, los instrumentos de autorregulación de los profesionales de la prensa deben
focalizarse en la tarea y en los valores de los periodistas y no en la gestión empresarial.
En otras palabras: si los periodistas se comprometen a cumplir su código
deontológico y consiguen organizarse en defensa de su autonomía profesional y de su
independencia editorial, las empresas estarán más cerca de respetar los parámetros
éticos que demanda un periodismo de calidad. Los comunicadores, entendemos,
deben poner el foco en sus propias herramientas de autorregulación, que son las que
tienen la capacidad de operar como filtros de calidad para la producción periodística
de las empresas, más allá de los intereses que éstas pretendan representar o
conseguir. En ello, quizá, reside el principal desafío de los periodistas en defensa de su
profesión y en la búsqueda de recrear la credibilidad y la confianza del público.

2.2.7 El Defensor del Público (ombudsman)

En el apartado en donde discutimos acerca de la utilidad de los códigos


deontológicos, concluimos en que estos instrumentos son dispositivos fundamentales
para la autorregulación del periodismo, pero no son los únicos. Su buen desempeño
depende de que actúen en forma combinada con otras herramientas de autocontrol.
Una de ellos es la figura del ombudsman, también llamado Defensor del Público o del

71
Lector, según el sistema o medio en donde se emplee. Se trata de “una persona
contratada específicamente para representar los intereses del público ante un medio y
gestionar sus quejas particulares por coberturas y tratamientos periodísticos
determinados” (Albarrán de Alba, 2002).
Si bien buena parte de la literatura que estudió el papel del ombudsman en el
periodismo remite su origen a Suecia, lo cierto es que, en 1922, el mítico periódico
japonés puso en práctica la figura del Defensor del Lector (García, 2013). Mucho
después, en 1969, el Consejo de Prensa de Suecia presentó en sociedad al ombudsman
de la prensa, un símil del Defensor del Pueblo que ya actuaba en numerosas ciudades
europeas y americanas. Desde ese entonces, el ombudsman sueco “es electo por un
comité formado por un representante del Parlamento, la asociación de abogados y el
Club Nacional de Prensa. Trabaja como una suerte de juez de primera instancia, que
puede actuar de oficio y derivar expedientes al Consejo” (Lacunza, 2013). En la década
siguiente, en Estados Unidos comenzó a utilizarse esta figura como Defensor del Lector
en diversos periódicos, como una estrategia de los medios para enfrentar una
creciente crisis de credibilidad.
En la cotidianeidad de las rutinas productivas de la comunicación, el ombudsman
opera como un instrumento de los medios para crear confianza. Así lo argumenta
Mayes (2006):

El defensor representa una forma de autorregulación que difiere en un aspecto


importante de todas las demás formas relevantes en los medios (…) Es el único tipo de
autorregulación que tiene el efecto de crear confianza entre una empresa de noticias
específica y sus lectores o su audiencia, a través de un manejo sistemático, imparcial y
público de las quejas y a través de debates abiertos sobre los temas planteados por los
lectores relativos al periodismo. (p. 136)

¿Cuál es el rol del ombudsman en un sistema de medios o en un medio


determinado? Vicondoa Álvarez (1995) detecta tres funciones específicas:

A) Defender al lector y favorecer el contacto del lector con el medio (…) Esta
fórmula del ombudsman puede servir para, primero, poner en práctica

72
aquello a lo que tiene derecho el público, a saber, el derecho a exigir
calidad y rigor en la información, y para, en segundo lugar, conseguir
estrechar las distancias entre el lector y el periódico y las personas que lo
hacen, participando en el medio.
B) Controlar la calidad (…) El ombudsman se encargará de que todos los
errores, denunciados o no por el lector, lleguen a oídos del autor, ya que
también actúa por iniciativa propia.
C) Incrementar la credibilidad y el prestigio del medio. Reconocer los errores
públicamente repercute, aunque pueda parecer lo contrario, positivamente
en la credibilidad del medio y en su prestigio porque:
i. Indica un deseo explícito de mejorar y de honradez.
ii. El público sabe que si un medio no publica sus fallos no se debe a que
no se producen sino a que no se reconocen públicamente. (p. 188-
189)

Para la autora, un ombudsman será eficaz si logra cumplir las tres funciones.
Albarrán de Alba dice que, si obtiene autonomía y apoyo por parte del medio, “el
defensor del lector juega un papel determinante como catalizador y árbitro imparcial
de las controversias entre el público y el medio, e incluso de aquellas que surjan entre
los propios periodistas” (Albarrán de Alba, 2002). Y allí está su función.
Arriagada (2012), recuperando en su texto a Clair Balfour, menciona tres funciones
del ombudsman:

i. Mejorar la credibilidad de la publicación.


ii. Evitar que la redacción se dedique a contestar reclamos, lo que, además de
hacer mal, la distrae del trabajo.
iii. Ahorrar dinero en juicios. (p. 86)

Aznar (1999c) considera que la función principal del ombudsman es “recibir y


atender las quejas del público (…), lo que supone una importante compensación del
déficit tradicional de los medios a la hora de prestar su debida atención al público”. Y
divide a esas “quejas” de las que se ocupará el defensor en tres grupos:

73
i. Las relacionadas con erratas, errores e inexactitudes de detalle poco
importantes.
ii. Las que plantean errores más graves y cuestiones polémicas sobre el
tratamiento de las informaciones y otros contenidos del medio.
iii. Las de quienes se han visto afectados por una noticia y no están satisfechos
con ella. (p. 2)

En los dos últimos casos, menciona Aznar, la labor del ombudsman es


especialmente importante, puesto que “garantiza al menos que el público o el
afectado reciban una explicación y, en caso de tener razón, que vean además
reconocido públicamente el error por el propio medio” (p. 2). Respecto de la tarea de
destacar erratas o inexactitudes poco importantes, en nuestra perspectiva, es una
tarea que no corresponde al tipo de Defensor del Público con una función de
autorregulación deontológica, sino a otra figura más vinculada a la corrección de
estilos y formas.
Para Mayes (2006), quien aún hoy trabaja como ombudsman del periódico
británico The Guardian, el defensor termina teniendo otras dos funciones que son
positivas para los medios de comunicación:

I. Reduce entre un 30% y un 50% el número de personas que demandan al


periódico por calumnias y difamaciones.
II. Reduce el número de quejas que se presentan directamente ante el órgano
regulador del sector, en caso de que exista. (p. 142)

Una alternativa al ombudsman la propuso el diario The Washington Post. El


tradicional periódico estadounidense decidió, en 2013, sustituir esa figura con la que
convivió 43 años por la de “Representante del Lector”. El puesto es ocupado desde
entonces por un miembro de la redacción, cuya función consiste, exclusivamente, en
“responder preguntas e inquietudes de los lectores” (Villegas, 2013). La decisión,
entendemos, constituye una rebaja del cargo y de la importancia que se le otorga a la
retroalimentación con el público, a la que apenas se le concede ahora un “ida y vuelta”
sobre preguntas e inquietudes.

74
El ombudsman, en tanto instrumento de autorregulación que trabaja como parte
integral de un medio de comunicación, también está sujeto a críticas. La más
importante consiste en que, siendo la misma empresa la que le pagará el salario y la
que puede disponer de su puesto de trabajo, su capacidad de cuestionamiento estará
atenuada consciente o inconscientemente. Además, al igual que los códigos
deontológicos, recibe el cuestionamiento de que no tiene “capacidad sancionadora” y
que “no suelen ocuparse de juzgar las páginas editoriales o de opinión” (Aznar, 1999c,
p. 4).
Otro reproche de esta figura es planteada por Núñez Encabo (2006), quien pone el
foco en su presunta falta de independencia:

Es un modelo que no es independiente de los propios medios, y por tanto generalmente


ineficaz en la práctica por su falta de credibilidad ya que el medio de comunicación es al
mismo tiempo juez y parte; por tanto, no existe garantía de imparcialidad. Desde este
modelo se entiende la ética de los medios como ética privada basada en la interpretación
subjetiva de cada medio de comunicación o cada periodista y que responde por tanto sólo
ante sí mismo. Es un modelo vinculado más a la autodefensa del propio medio que a la
autorregulación. (p. 71)

Por otro lado, existe una discusión acerca de si es o no conveniente que el


ombudsman sea una persona que integre la redacción del medio en el que trabaja. Y
también se debate si es deseable que ese cargo lo desempeñe un periodista
profesional o si es preferible que lo ocupe una persona que provenga de otra
profesión. En términos generales, existe un consenso entre los autores en que, para
ganar efectividad, el ombudsman debe ser un periodista profesional y no un
profesional de otra área. Y respecto de si el Defensor debe trabajar o no dentro de la
redacción, hay coincidencia en que podría haber algún riesgo de autocensura en la
crítica al tener, en su cotidianeidad, una relación de “cara a cara” con sus compañeros
periodistas. Sin embargo, las ventajas que presenta el hecho de que el ombudsman
conozca “la cocina” de la producción de noticias y las rutinas productivas del medio en
el que se desempeña, nos llevan a inscribirnos en la línea que postula que es preferible
que, de algún modo, forme parte de la redacción.

75
Vicondoa Álvarez (1995) estructura las ventajas de que esto ocurra, cuestión que
compartimos:

i. Conocer mejor la importancia de cada fallo y sus causas, pues dispondrá de


un mayor criterio para valorar los errores cometidos ya que conoce el
proceso de la información y sus dificultades.
ii. Al ser conocido por la redacción, se facilitará la comunicación interna.
iii. Saber que su función tiene un tiempo limitado, marcado en el estatuto.
Esto hace que no pierda la perspectiva del trabajo diario de la información.
iv. Conocer mejor al lector, sus necesidades.
v. Tener más facilidades para investigar y solucionar los problemas que se le
planteen.
vi. Tener mayor contacto con el público. (p. 189-190)

En el fondo, el interrogante que más nos moviliza es resolver si la figura del


ombudsman constituye o no una herramienta autorregulatoria de utilidad para un
ejercicio de la actividad periodística más apegado a sus principios y, por tanto, más
profesional y de mayor calidad.
Para Lacunza, la efectividad del ombudsman no está garantizada por su propia
existencia:

(…) puede ser una herramienta útil, una referencia a tener en cuenta, o un sello de goma
que sirva a alguna empresa, gobierno u ONG para enviar representantes a algún congreso
internacional, recibir subsidios y dictar charlas. La eficiencia del ombudsman dependerá,
más bien, de una cuestión cultural. Aquellos países con democracias más maduras y
audiencias entrenadas en la diversidad informativa serán un campo más propicio para el
ejercicio de un defensor en serio. (2013)

En el mismo sentido, Albarrán de Alba (2002) sostiene que:

En el terreno práctico, el Defensor del Lector no trabaja solo, requiere de la colaboración


de la redacción y de los directivos de su medio, que en todo momento deben respetar la
autonomía de sus juicios y decisiones. Sin esto, el cargo puede ser no solamente

76
nominativo y su imagen un membrete, sino que también puede convertirse en un foco de
conflicto interno por carecer de la indispensable legitimidad para llamar a cuentas a los
periodistas por lo que hacen o no y por lo que escriben o dejan de lado. (2002)

Por lo tanto, para tener efectividad en su tarea, el ombudsman depende del


espacio que decida otorgarle la empresa periodística. En este sentido, Amado Suárez
(2008) juzga como positivo el punto de partida de que un medio de comunicación
decida contar con un Defensor del Público, puesto que le aporta transparencia a su
relación con la ciudadanía. Así lo dice:

Al difundir los principios que orientan la producción de noticias y proporcionar un


interlocutor en condiciones de establecer un diálogo con los lectores o espectadores, el
medio construye su credibilidad y la de sus periodistas a partir de asumir una posición
responsable y abierta. (p. 210)

En nuestra mirada, el ombudsman es un instrumento de utilidad, tanto si se lo


aplica desde un Colegio de Periodistas como si lo dispone un medio en particular, que
debe actuar en forma coordinada con un código deontológico. Como afirma Amado
Suárez, contribuye a que el medio y sus periodistas edifiquen credibilidad y confianza
por parte de la ciudadanía. Pero, por supuesto, debe contar con el apoyo de la
empresa periodística y de la redacción para tener efectividad en su tarea.
Desde nuestra perspectiva, la función primordial del ombudsman pasa por recibir
las quejas y demandas por parte del público para investigarlas y darles respuesta a la
luz del código deontológico de los periodistas profesionales. No es función del
Defensor el actuar como un corrector de estilo o de formas a posteriori de las
publicaciones o emisiones. Debe ser el código de conducta de la profesión —y no la
perspectiva particular de la empresa periodística o del propio Defensor— la
herramienta que guíe su actuación. Para nosotros, el papel del ombudsman encuentra
su razón de ser cuando pone en conocimiento del público aquellas faltas deontológicas
que pudieran haberse cometido al producir y publicar una noticia.
El rol de corrector de estilo o de “fe de erratas” en cuestiones no sustanciales
puede ocuparlo, perfectamente, un profesional ordinario de la propia redacción que

77
incluso tenga otras tareas simultáneas. Pero, a nuestro entender, el papel del
ombudsman debe ocuparlo un periodista profesional con sólida formación y
trayectoria. Idealmente, su lugar de trabajo debe estar estrechamente vinculado a la
redacción. Su relación con los periodistas debe ser exclusivamente profesional, tan
sólo para comunicar sus acciones en favor del público y sus demandas específicas para
los trabajadores de prensa, cuando éstas ameriten alguna intervención de parte de los
periodistas. En particular, encontramos en el ombudsman un personaje útil para
cumplir con un desafío fundamental de estos tiempos: garantizar un tratamiento
informativo vinculado a los principios deontológicos de la profesión.
En síntesis: en nuestra investigación vemos al ombudsman —siempre que éste
consiga actuar de forma independiente, resistiendo en forma paralela a las presiones
de las autoridades de la empresa periodística y a las que pudieran originarse en la
redacción o lugar de trabajo— como un eficaz dispositivo de apoyo para la
herramienta fundacional de autorregulación, que es el código deontológico de la
profesión. Coincidimos, a su vez, con Vicondoa Álvarez (1995) cuando postula que un
medio “que disponga de esta figura no tiene por qué ser más ético u ofrecer más
calidad que otro sin ombudsman. Pero sí es otra fórmula más de la que dispone el
medio para cumplir esa aspiración” (p. 192).

2.2.8 El consejo de prensa

Dentro de los dispositivos de autorregulación, el consejo de prensa es uno de los


más importantes. Se trata de “agrupaciones privadas cuyo objetivo es contribuir a
elevar el nivel ético de la profesión y vigilar los contenidos y las prácticas periodísticas
desde dentro del sector” (Serrano Moreno, 2015, p. 142). Para Aznar (1999b), un
consejo de prensa o de la información es:

(…) un organismo independiente que estudia las quejas que le llegan sobre la actuación de
los medios y que, cuando lo merece el caso, emite una resolución juzgando dicha
actuación desde un punto de vista deontológico. Probablemente sea el mecanismo de
autorregulación más completo (…) [que] requiere igualmente el compromiso
autorregulador de las empresas y los medios de comunicación. (p. 203)

78
A su vez, argumenta Aznar, los consejos requieren también de la participación del
público para su funcionamiento y cuentan con la ventaja de que “no pertenecen a
ningún medio en particular, de modo que las suspicacias respecto a su independencia
están poco justificadas en su caso” (p. 204).
El consejo de prensa es, a la vez que una herramienta de autorregulación, una
barrera de protección para los periodistas y, por lo tanto, para la libertad de expresión.
Como ya veremos, tanto el formato como las funciones específicas de estos consejos
cambian según el país del que se trate, pero todos conservan la esencia de ser un
instrumento de autorregulación deontológica de la prensa.
Una perspectiva interesante la presenta Núñez Encabo (2006), quien basa su
análisis en los documentos generados por el Consejo de Europa. Para este autor, la
actuación central del consejo de prensa está orientada a operar como una suerte de
garantía de cumplimiento de un código deontológico. Un consejo de prensa que se
constituye en observador y garante del acatamiento a un código de conducta se trata
del “mejor modelo para garantizar simultáneamente los dos derechos fundamentales
de emisores y receptores en relación con los contenidos” de los medios (p. 72). Pero
esto sólo ocurrirá cuando:

I. Existan principios éticos hechos públicos por los medios de comunicación


que se someten voluntariamente a principios y valores establecidos por
ellos mismos de un autocontrol ético eficaz.
II. Se establezca la garantía de un compromiso público de respetar los propios
principios éticos admitiendo comisiones de autocontrol independientes de
los propios medios.
III. Todo código deontológico debe tener una garantía de autosanción, que no
consiste en la coacción exterior del derecho, sino en asumir las
consecuencias del no cumplimiento, respetando las resoluciones de las
comisiones independientes. (p. 72)

Y concluye:

79
¿Cuál es la autosanción? Asumir la publicación de esas resoluciones para que así los
ciudadanos conozcan qué medio, o periodista, es ético y cuál no. Estos tres requisitos
concretan la definición de todo código de deontología del periodismo y del auténtico
control ético sin los cuales la ética del periodismo está vacía de contenido y de eficacia,
reduciéndose a un mero nominalismo. (p. 72)

Un costado que genera debate es si los consejos de prensa deben estar integrados
sólo por periodistas o si, por el contrario, debe darse lugar a la participación a
miembros de la sociedad civil. Para Suárez Villegas (2015), la particularidad del consejo
consiste en que se trata de una instancia de autocontrol “matizable, pues la integran
también miembros procedentes de la sociedad” (p. 136). Y profundiza:

Su autonomía como instancia autorreguladora sería el carácter voluntario de la profesión


a aceptar y también a ser ella la que elige sus miembros para preservar por una norma
deontológica que se ha dado por la propia profesión, sin perjuicio de que entre los
miembros de la comisión figuren también personas independientes y ajenas a la comisión.
Pero es la profesión en todo momento que opta por regularse y establecer quienes serán
sus propios jueces deontológicos para dirimir controversias profesionales. (p. 136)

Sin embargo, la mayor parte de los consejos de prensa están integrados con
exclusividad por miembros de la comunidad periodística. Y aunque se otorgue un
espacio para la intervención de otras áreas de la sociedad, el ADN de estos organismos
exige que sean los propios periodistas los que conserven el control para garantizar que
se trata de herramientas de autorregulación y no de fiscalización externa.
Pues bien. ¿Cuáles son las funciones del consejo de prensa? Para examinarlas,
analizaremos dos casos clásicos y que cuentan con reconocimiento internacional. El
primero de ellos es el Consejo de Prensa Británico o British Press Council. Se trata del
consejo “más reconocido y admirado” (Carrillo, 1986a, p. 87) y que “ha servido de
referencia para la creación de consejos similares en otros países” (Aznar, 1999b, p.
205). Este organismo, fundado en 1953 como consecuencia de un debate en la
sociedad británica acerca de presuntos abusos de los periodistas, tiene la
particularidad de que está integrado por periodistas, editores y público, y la sociedad
civil está particularmente representada. Tal es así que:
80
(…) desde 1978, [el British Press Council] presenta la siguiente composición: un presidente
(como persona no relacionada con el mundo de la prensa y que normalmente ostenta la
condición de jurista) y 36 miembros, 18 en representación de editores y periodistas y los
18 restantes en representación del público. Estos últimos son elegidos por cuatro
personalidades de prestigio en el país, pudiendo resultar electos estudiantes, sindicalistas,
clérigos, etc. (p. 91)

Son funciones del Consejo de Prensa Británico:

i. Preservar la libertad, reconocida legalmente, de que disfruta la prensa


británica.
ii. Mantener el prestigio de la prensa británica de conformidad con las más
elevadas normas profesionales y comerciales.
iii. Examinar las denuncias acerca del comportamiento de la prensa o sobre la
conducta de las personas y organizaciones relacionadas con la misma;
resolver tales denuncias de cualquier modo que pueda estimarse práctico y
justo, extendiendo la resolución oportuna.
iv. Mantener vigilancia sobre los acontecimientos susceptibles de limitar el
suministro de la información que sea de público interés e importancia.
v. Informar públicamente de los hechos que pudiesen tender hacia una mayor
concentración o situación de monopolio en la prensa (incluidos los cambios
de propiedad y de control y el desarrollo de las empresas del ramo), así
como publicar informaciones estadísticas relacionadas directamente con
tales fenómenos.
vi. Plantear recomendaciones o alegaciones en las ocasiones apropiadas, ante
el Gobierno, órganos de las Naciones Unidas y empresas periodísticas del
extranjero.
vii. Publicar informes periódicos dando cuenta de las actividades del Consejo y
revisando con la regularidad convenida el desarrollo de la prensa y todos
los factores que le afectan. (Carillo, 2006, p. 92)

El otro caso tradicional que nos parece interesante analizar es el del Consejo de la
Prensa Alemana, nacido en 1956 a la luz del British Press Council. Esta institución fue

81
fundada por cinco periodistas y cinco editores, y aún hoy está integrado sólo por
miembros de la comunidad periodística. O sea, a diferencia del consejo británico, ni el
público ni la sociedad civil tienen un lugar predeterminado en su estructura.
Las funciones del Consejo de la Prensa Alemana son:

i. Defender la libertad de prensa


ii. Defender el libre acceso a las fuentes de información
iii. Defender la reputación de los medios de prensa alemanes
iv. Establecer y actualizar los principios periodísticos, así como las directrices
para el trabajo de redacción (Código de Prensa o deontológico)
v. Eliminar las deficiencias de las que adolece la prensa en general
vi. Procesar las reclamaciones relacionadas con los artículos publicados y el
comportamiento periodístico, basándose en el Código de Prensa
vii. Establecer la autorregulación de la protección de datos periodísticos
viii. Ser el punto de contacto para los lectores, periodistas y editores. (Konrad
Adenauer Stiftung, 2002)

Es beneficioso observar que ambos consejos poseen entre sus funciones el velar
por la defensa de los principios éticos de la profesión y el ocuparse de las denuncias y
quejas del público sobre el accionar de los periodistas. Mientras que el British Press
Council prefiere la publicación de informes en donde pueden detallarse infracciones a
la ética periodística, el Consejo de la Prensa Alemana detalla con precisión los tipos de
sanción que el organismo puede aplicar cuando considere que se han vulnerado el
código de conducta de los periodistas. Éstas son:

i. La reprimenda pública (con obligación de que ésta sea publicada).


ii. La reprimenda no pública (se desiste de su publicación, por ejemplo en el
caso de protección de las víctimas).
iii. La amonestación.
iv. La advertencia. (Konrad Adenauer Stiftung, 2002, p. 6)

La sanción será definida de acuerdo a:

82
(…) la magnitud de la violación, sus consecuencias para los afectados por la publicación, al
igual que las eventuales gestiones emprendidas por el órgano de prensa para paliar dichas
consecuencias y/o para evitar las violaciones repetidas. En cualquier fase del proceso son
viables las advertencias y las recomendaciones que conduzcan a una rectificación
(aclaración), y en consecuencia a un acuerdo válido entre las partes interesadas. La
Comisión de Reclamaciones puede desistir de tomar medidas a pesar de que la
reclamación sea procedente cuando el órgano de prensa implicado ya haya decidido
enmendar la situación, por ejemplo mediante la publicación de una carta de lector o de
una rectificación de la redacción. (Konrad Adenauer Stiftung, 2002, pp. 6-11)

Un caso más cercano en el tiempo, pero igual de atractivo para el análisis, es el del
Consell de la Informació de Catalunya (CIC). Surgido en 1999, el CIC se autodefine
como:

(…) una entidad sin ánimo de lucro constituida por la manifestación de voluntad del
Colegio de Periodistas de Catalunya (CPC), que tiene la finalidad de velar por el
cumplimiento de los principios de ética profesional periodística contenidos en el Código
Deontológico, el cual fue aprobado por la Junta de Gobierno del CPC y por el II Congreso
de Periodistas del año 1992 (…) [Tiene] el objetivo de ser un órgano de arbitraje privado e
independiente. Como tal, ejercerá sus funciones sobre los profesionales y medios que
desarrollen sus actividades informativas en el territorio de la Comunidad Autónoma de
Catalunya. (FCIC, 2018)

En la práctica, el CIC actúa como órgano receptor de quejas, a partir de las cuales
realiza investigaciones sobre presuntas faltas a la ética periodística, promoviendo
resoluciones y arbitrando entre las partes que acepten su mediación. A su vez, el CIC se
reserva el derecho de actuar de oficio ante hechos que considere socialmente
trascendentes. En concreto, este organismo analiza la conducta de medios y
periodistas a la luz del código deontológico del CPC. Pero, en especial, posa su mirada
sobre eventuales infracciones a los doce puntos principales del código, que son:

83
i. Observar siempre una clara distinción entre los hechos y opiniones o
interpretaciones, evitando toda confusión o distorsión deliberada de ambas
cosas.
ii. Difundir únicamente informaciones fundamentadas, evitando afirmaciones
o datos imprecisos que lesionen la dignidad de las personas o provoquen
descrédito.
iii. Rectificar, si procede, con diligencia.
iv. Utilizar métodos dignos para obtener información o imágenes.
v. Respetar el off the record.
vi. Reconocer a las personas individuales y/o jurídicas su derecho a no
proporcionar información ni responder preguntas.
vii. No aceptar nunca retribuciones o gratificaciones de terceros.
viii. No utilizar nunca en provecho propio informaciones privilegiadas.
ix. Respetar el derecho de las personas a su propia intimidad e imagen.
x. Observar escrupulosamente el principio de la presunción de inocencia.
xi. Tratar con especial cuidado toda información que afecte a menores.
xii. Actuar con especial responsabilidad y rigor en el caso de informaciones u
opiniones con contenidos que puedan suscitar discriminaciones por razones
de género, raza, creencias, extracción social y cultural y enfermedad, así
como incitar al uso de la violencia.

En el ejercicio de sus funciones, el CIC aprueba resoluciones que vinculan a las


partes que voluntariamente aceptan su arbitraje. Para recibir el arbitraje del CIC,
cualquier persona o entidad puede presentar una queja por la lesión cometida por
parte de un profesional o medio de comunicación. No obstante, la presidencia del
Patronato o del CIC puede declarar de oficio cualquier asunto que considere de
trascendencia social. Según recoge Jiménez (2016), las finalidades y objetivos del CIC
se resumen en:

i. Velar por el cumplimiento de los principios y criterios de la ética profesional


del periodismo recogidos en el Código deontológico.
ii. Constituirse como órgano de arbitraje privado para llevar a término la
finalidad descrita mediante el Consejo de la Información de Catalunya.
iii. Defender la libertad de expresión y de información.

84
iv. Defender los principios deontológicos del periodismo y sus valores éticos y
profesionales, y dar a conocer públicamente la posición de la Fundación [el
CIC] cuando estos valores y principios se vean afectados.
v. Promover la difusión en la sociedad de los principios y valores de la ética y
la deontología periodística a fin de que los ciudadanos puedan conocerlos y
exigir su cumplimiento. (p. 28-29)

Este último punto, entendemos, constituye un aspecto clave y hasta fundacional


de la tarea de los consejos de prensa: fomentar la participación del público para
mejorar el esquema de autorregulación del periodismo. Si la ciudadanía conoce los
principios deontológicos sobre los que debe desarrollarse la actividad profesional de
los periodistas, estará en condiciones de:

i. Aumentar su exigencia de calidad informativa.


ii. Reclamar activamente el cumplimiento de esos valores.
iii. Formalizar quejas ante los organismos de autorregulación, cuando
entienda que los principios se han vulnerado.

Un último interrogante en torno de estos organismos de autorregulación nos lleva


a plantearnos: ¿son viables los consejos de prensa? En la perspectiva de Carrillo
(1986a)

(…) la viabilidad de los Consejos de Prensa está en función de la concurrencia de una serie
de factores (…): su independencia del poder político; el mantenimiento de una adecuada
relación con el público; en la fuerza exclusivamente moral de sus resoluciones, y en la
defensa de la prensa respecto de todo tipo de presiones, y del público en relación a los
abusos que la prensa pueda cometer en el ejercicio de la libertad de expresión. (p. 90)

Para Toulmin (2006), el desafío principal que enfrentan hoy los consejos de prensa
es obtener un financiamiento que los haga sostenibles. Este autor propone cinco
posibilidades para que estos organismos cuenten con fondos para desarrollar sus
tareas:

85
i. Financiación del Estado
ii. Financiación del propio sector de periódicos y revistas
iii. Financiación de organizaciones no gubernamentales
iv. Cobrar a las personas que utilicen el sistema
v. Una mezcla de las anteriores. (p. 120)

A juicio del autor, la única opción viable y sostenible es que sea el sector de la
prensa el que financie la estructura de autocontrol, puesto que:

a. Si el Estado interviniera realizando aportes, la independencia de la


prensa podría verse alterada.
b. Si se le cobrara al público cada vez que realiza una denuncia o
presenta una queja, se estaría creando un desincentivo importante
que atentaría contra el papel del consejo.
c. La opción de las organizaciones no gubernamentales no es sostenible
en el tiempo.

Por lo tanto, debe ser la industria periodística la que aporte los fondos para
garantizar un funcionamiento eficaz de esta potente herramienta de autorregulación.
Por último, Pinker (2006) sostiene para que un consejo de prensa tenga eficacia,
deben concurrir en forma simultánea una serie de factores:

i. Un estado de derecho en donde la gente está comprometida con los


valores democráticos.
ii. Unos propietarios de medios, editores y periodistas comprometidos con la
misión de que la autorregulación funcione, acordando un código
deontológico y dándole un apoyo total.
iii. Un sistema legal totalmente operativo.
iv. Una industria periodística que proporcione el presupuesto necesario, de
manera que se respete la independencia del consejo.
v. Que los miembros del consejo sean elegidos mediante procedimientos que
protejan su independencia de quienes conceden el presupuesto.

86
Cuando concurran las cinco instancias mencionadas, dice Pinker, “los Consejos
deben tratar de manera eficaz, justa y rápida las quejas que reciban, si desean ganarse
el respeto y la confianza del público general” (p. 151).
Tras haber recorrido las diversas perspectivas de los autores que han estudiado la
temática, nuestra investigación se inscribe en la línea que observa al consejo de prensa
como una herramienta de autorregulación muy beneficiosa en aras de avanzar en un
mayor cumplimiento de los principios deontológicos. A su vez, nos parece pertinente
señalar que:

i. Para lograr un mejor y más efectivo funcionamiento, el consejo debe


estar integrado por periodistas, editores y propietarios de medios de
comunicación, en forma exclusiva, ratificando así la naturaleza
autorregulatoria del organismo.
ii. Tanto el público como representantes de otras áreas de la sociedad
civil pueden formar parte de grupos consultivos de los miembros de
la comunidad periodística, emitiendo opiniones no vinculantes a la
hora de analizar la conducta de medios y/o periodistas.
iii. Las sanciones del consejo de prensa deben estar orientadas a la
reparación del daño por parte de medios y/o periodistas, a través de
procesos de rectificación o derecho a réplica.
iv. En los casos conflictivos, el consejo debe propugnar la mediación
entre medios y/o periodistas y el/los damnificados.
v. Promover la publicación de las eventuales sanciones por parte de los
medios y/o de los periodistas que pudieran haber infringido la
normativa deontológica.
vi. El financiamiento del consejo debe estar a cargo de la industria
periodística, no aceptándose aporte alguno por parte de entes
estatales o partidarios.
vii. El consejo debe constituirse también en un espacio para la recepción
de las distintas problemáticas de la labor periodística, emitiendo
informes evaluatorios sobre la situación de la libertad de prensa y
expresión.

87
Desde nuestra perspectiva, y a partir de estas premisas, el consejo de prensa
aparece como una instancia fundamental de autorregulación, tanto para operar en
defensa de la independencia de los periodistas, como para constituirse en una garantía
de cumplimiento de los principios deontológicos de la profesión.

2.2.9 Los sellos de calidad

Las iniciativas de autorregulación deontológica a menudo suelen tropezar con la


resistencia de la empresa periodística. Es que, como luego podremos observar en el
trabajo de campo sobre editores y dueños de medios, la tendencia a privilegiar el
beneficio económico es el denominador común en la industria de la comunicación de
masas. En la búsqueda de maximizar ganancias, la empresa periodística transforma a la
captación de audiencia en un fin en sí misma, relegando así a la calidad del producto
periodístico.
En este contexto, uno de los caminos que puede tomar el sistema de medios es
participar de un esquema que promueva la propia autorregulación de la empresa
periodística, a partir de un sello de calidad. Un autor que ha trabajo en profundidad
esta cuestión es Maciá-Barber (2015), que considera al sello ético un mecanismo

(…) que acreditará la calidad de la organización y de la producción informativa de medio.


Este modelo es un patrón original apenas implantado todavía que se orienta a someter a
la empresa informativa y sus productos a un compromiso ético público continuado. (p.
121-122)

Este autor acude a relatar la experiencia del sello TAO of Journalism, que en 2010
se puso en práctica en los Estados Unidos, surgido como una iniciativa académica en
Seattle, pero luego promovido por el Consejo de Prensa de Washington. La sigla TAO
(Transparency, Accountability and Openness) hace referencia a los conceptos de:

88
i. Transparencia
ii. Responsabilidad
iii. Apertura

Así lo explica Maciá-Barber (2015):

Los tres puntales en que se asienta este modelo son la transparencia sobre la propiedad
del medio y los intereses que pueda albergar y a los que sirve; la responsabilidad sobre los
resultados de su labor y la rauda rectificación de los errores en que incurra; y su apertura
a la multiplicidad de puntos de vista forjada por una participación activa de las audiencias.
(p. 122)

Y continúa:

La finalidad de este compromiso público es obtener credibilidad y generar confianza


mediante la exhibición del que denominan “sello TAO”, exhibiéndolo en la página,
pantalla y portal web o blog de reporteros, periodistas ciudadanos o bloggers
especializados. (p. 122)

Es decir: el sello TAO es “entregado” por el Consejo de la Prensa de Washington a


los medios de comunicación que no elaboran maniobras para ocultar a sus verdaderos
propietarios ni sus eventuales intereses; responsables a la hora de admitir eventuales
errores para rectificar y reparar los daños; y abiertos a la diversidad de opiniones e
interpretaciones, dando un espacio preponderante a las perspectivas del público. Los
medios que reciben el sello, en tanto, se ganan el derecho a exhibirlo, mostrando así
que se trata de empresas responsables y con un compromiso deontológico activo.
¿Qué pasa, en este caso, con las empresas periodísticas que no están interesadas
en participar de esta revisión de transparencia y que, por lo tanto, no obtienen el sello
de calidad? Pues se autoposicionan en un lugar de cierto oscurantismo para con la
comunidad periodística y, especialmente, con la audiencia. Esta situación, como es
previsible, tiende a reducir la credibilidad de ese medio. De este modo, cuando logra el
reconocimiento del público, el sello de calidad se transforma en un instrumento de

89
presión para que las empresas periodísticas mejores sus estándares de calidad
deontológica para obtener así esta certificación.
La crítica más habitual que recibe este tipo de instrumentos es similar a las que se
formulan sobre los códigos deontológicos: que no cuentan con capacidad coercitiva. Al
no poder, el consejo de prensa o el observatorio académico que lo emitan, ejecutar
acción alguna contra los medios de comunicación que incumplan los principios éticos
de la profesión, el sello podría transformarse en un dispositivo intangible e
intrascendente. Sin embargo, en nuestra mirada, el éxito de un sello de calidad
dependerá de dos variables fundamentales que no tienen que ver con el poder de
sanción:

i. El apoyo y la participación de la ciudadanía.


ii. La credibilidad de la entidad que lo emita.

Para lograr que el público le otorgue sustento a esta certificación, el primer paso
será conseguir una difusión adecuada y argumentada sobre la pertinencia y la
necesidad de instaurar el sello. La ciudadanía debe participar de la idea de que sólo a
través de un periodismo profesional que esté alineado con los principios deontológicos
se podrá hacer efectivo su derecho a la información. Y, el segundo paso, será trabajar
para que las audiencias hagan explícito a sus medios de preferencia, a través de su
participación activa, el apoyo al sello de calidad.
La otra variable imprescindible para que un sello consiga operatividad pasa por la
confianza que el público deposite en la organización que lo produzca y entregue. Esa
entidad debe ser, ante todo, independiente de la industria de la propiedad
periodística. Si, por alguna razón, esa credibilidad se ve dañada, el sello de calidad
perderá sentido y ni los medios de comunicación ni el público estarán interesados en
su existencia. Cuando, al abordar esta temática, nos referimos a la credibilidad de la
entidad que emite el sello, nos referimos a que se debe tratar de un organismo
insospechado de pretender beneficiar a uno o más medios de comunicación con la
entrega del sello, o de perjudicar a otros al negar su otorgamiento. La independencia
será, aquí, el valor fundamental para que un sello de calidad constituya una
herramienta útil de autorregulación de los medios.

90
Si bien esta clase de dispositivos no cuenta con una extensa tradición, pondremos
algunos ejemplos en donde se reconoce su existencia. Basado en la experiencia del
sello TAO, en 2013, el Consell de la Informació de Catalunya creó el Sello de
Compromiso Ético para los medios que aceptaron adherirse al cumplimiento del
código deontológico del CPC. En línea con los principios generales del CIC, el objetivo
del sello consiste en “promover unos niveles deontológicos elevados y precisos en la
práctica del periodismo ciudadano y otras formas emergentes de comunicación
pública” (Jiménez, 2016, p. 28).
Una particularidad del Sello del CIC es que, incluso una vez entregado a un
determinado medio de comunicación, puede ser retirado. Para ello, deben observarse
algunas de las siguientes circunstancias:

i. Infringir dos o más veces durante el año natural el Código Deontológico,


mediando resolución del CIC.
ii. Incumplir alguno de los requisitos adquiridos al recibir el sello.
iii. Que el CIC estime que una determinada actuación del medio ha supuesto
una conducta grave contraria al Código Deontológico que justificaría que se
desposea al medio del sello. (Maciá-Barber, 2015, p. 123)

Esta característica del Sello de Compromiso Ético catalán propone, de alguna


manera, sostener la mirada permanente también sobre las empresas que han
demostrado en el pasado apego a los principios deontológicos. La posibilidad de que el
sello les sea retirado les impone a esos medios el desarrollo de dispositivos de
autocontrol para evitar esa situación. Esto, como es previsible, tiende a elevar los
estándares de calidad.
En Costa Rica, el Colegio de Periodistas (CPCR) creó el Sello de Garantía, al que
define como “una certificación que emite el CPCR a los medios de comunicación
regionales, locales, sectoriales y especializados que, voluntariamente lo solicitan y que
cumplen con los requisitos establecidos” (CPCR, 2018). Esos requisitos son, además de
cumplimentar con algunas formalidades como entregar información al CPCR sobre
contenido noticioso y estructura publicitaria para ser analizada, respetar el “Código de
ética de las y los profesionales en Comunicación”, actualizado en 2012.

91
Según explicita el CPCR, el Sello de Garantía forma parte de un programa integral
que tiene los siguientes objetivos:

i. Coadyuvar en la democratización de la comunicación en aspectos como:


Cobertura geográfica, participación ciudadana (pluralismo y atención de
temas comunales), circulación y espacios de opinión.
ii. Promover la calidad en los medios de comunicación regionales, locales,
sectoriales y especializados, en cuanto a: equilibrio informativo, diversidad
de fuentes, veracidad, fidelidad con el público que se atiende,
profesionalismo en la cobertura de los temas, redacción periodística.
iii. Establecer y aplicar fórmulas de acompañamiento y apoyo, de parte del
Colegio de Periodistas, a los medios que se sumen al Programa.
iv. Monitorear los medios acreditados para garantizar que cumplen con los
compromisos adquiridos al hacerse acreedores del Sello de Garantía. (CPCR,
2018)

Otro ejemplo atrayente para el análisis de esta temática es el Sello de


Comunicación Responsable (SCR) del Colegio Oficial de Periodistas de la Región de
Murcia (COPRM), España. En el desarrollo explicativo que publicita esta institución
para justificar la necesidad del SCR, se manifiestan algunas cuestiones interesantes que
son extrapolables a la problemática general de la deontología periodística. Según el
COPRM, el SCR es:

(…) un distintivo que garantiza que la empresa, institución y/o organización autorizada a
utilizarlo lleva a cabo unas prácticas de comunicación acordes con los principios de
profesionalidad y ética contenidos en el Código Deontológico de la Federación de
Asociaciones de Periodistas de España (FAPE). La adhesión por parte del Colegio de
Periodistas de la Región de Murcia a dicho Código Deontológico garantiza el
cumplimiento, por parte de todos sus colegiados, de los principios allí recogidos que se
basan en el compromiso básico de respeto a la verdad. (COPRM, 2018)

Y sigue:

92
(…) los integrantes del Colegio de Periodistas de Murcia entienden que el ejercicio
profesional de la Comunicación conlleva un importante compromiso social, para hacer
realidad el derecho fundamental de todos los ciudadanos a la información y a la libre
expresión de ideas, sometiéndose a los límites que impidan la vulneración de otros
derechos fundamentales y manteniendo en el ejercicio de su profesión los principios
éticos y deontológicos que le son propios. (COPRM, 2018)

¿Quiénes están en condiciones de solicitar este Sello de Comunicación


Responsable? La particularidad de esta iniciativa murciana es que no sólo los medios
periodísticos pueden acceder a este programa, sino el conjunto de instituciones,
públicas o privadas, que desarrollen acciones específicas vinculadas a la comunicación.
Específicamente, el COPRM determina que:

Podrán obtener autorización para el uso del Sello de Comunicación Responsable (SCR)
aquellas empresas, instituciones y organizaciones que cuenten con Departamentos de
Comunicación internos integrados por profesionales colegiados; o tengan externalizadas
las labores de comunicación– relaciones con medios de comunicación, organización de
actos, labores de protocolo, edición de publicaciones, comunicación interna,
mantenimiento de contenidos en la web, gestión de redes sociales, etc.–, contando, a
través de una relación mercantil o laboral, tanto con profesionales colegiados como con
empresas propiedad de un profesional colegiado. (COPRM, 2018).

Por último, el COPRM sostiene que, en nombre de la transparencia del sello, las
empresas e instituciones que se adhieran al programa del SCR no deben otorgar
ningún tipo de contraprestación económica al colegio.
Como señalamos más arriba, la mirada de nuestra investigación es plenamente
favorable al desarrollo de este tipo de sellos o certificaciones que promueven un
mayor cumplimiento de los principios deontológicos del periodismo. Para el caso en
que, en determinado contexto —como la Argentina—, no exista un colegio de
periodistas con reconocimiento, otra institución puede ocupar el rol de desplegar una
estructura de análisis sobre la ética de los medios.
Como plantearemos al momento de presentar nuestra propuesta aplicada, el
escenario ideal para este desarrollo es la creación de un observatorio sobre ética

93
periodística en el ámbito académico. Al no contar la Argentina con una colegiación
extendida ni reconocida, pensamos que un grupo de investigadores especializados en
ética periodística puede ejecutar la tarea de crear un sello de calidad deontológica a
partir del análisis del contenido de los medios y de la tarea de los periodistas. Para que
el proyecto cobre operatividad, la independencia de la universidad y del observatorio
debe estar fuera de discusión, así como su credibilidad ante la audiencia. De esta
manera, el sello constituirá un aporte real a un mayor cumplimiento de los principios
de la profesión.

2.2.10 Los foros de opinión en la prensa digital

Cerraremos esta primera serie de diez debates que están vinculados en forma
directa a la cuestión deontológica analizando la naturaleza de los foros y/o espacios de
opinión en el periodismo digital. Se trata de una temática compleja porque pone en
discusión un aspecto tan sensible como la libertad de expresión. La pregunta que
dispara la controversia es si los medios de comunicación deben o no regular los
espacios de opinión en sus versiones digitales y, para el caso en se responda
afirmativamente, qué tipo de control se debe ejercer.
García-Avilés (2006), en concreto, se pregunta: “¿Debe un medio de comunicación
abstenerse de publicar comentarios que contengan acusaciones contra figuras
públicas?” (p. 260). Y responde:

Publicar comentarios inapropiados es controvertido. Los editores debaten hasta qué


punto debe permitirse el anonimato y si se deben instalar o no sistemas para filtrar
comentarios perjudiciales. Varios medios de comunicación poseen un moderador para
verificar que los comentarios cumplen con las reglas y requisitos básicos del medio y no
violan los derechos humanos. (p. 266, traducción propia)

Quienes están a favor de no ejercer ningún tipo de regulación a estos espacios,


estructuran su argumento en torno de la libertad de expresión. Es decir: cualquier acto
que pretenda censurar los comentarios emitidos por usuarios en los foros, chats o
espacios para el público constituyen, para ellos, un quebrantamiento al derecho a la

94
libre expresión de los ciudadanos. Esos sitios, desde esta perspectiva, deben asimilarse
a otros espacios de la esfera pública —un bar, por ejemplo—, en donde las personas se
pueden libremente sin temor a ser censurados o sancionados por sus opiniones.
Del otro lado, está la mirada que se inclina por ejercer una regulación sobre los
contenidos que proporcionan los usuarios. La base es la misma que se utiliza para
cuestionar la ausencia de controles de contenido en las redes sociales: el alto riesgo a
que se publiquen injurias o, incluso, a que se incite a la comisión de delitos de odio.
Como ejemplo, y en este sentido,

(…) la Comisión Europea (CE) les pide a las empresas de comunicación y redes sociales que
establezcan normas "fáciles y transparentes para notificar el contenido ilegal", así como
"sistemas de notificación sencillos para los usuarios" y que adopten "salvaguardas" para
proteger los derechos fundamentales, incluidos los chequeos y verificación. (…) los
contenidos ilegales en internet "siguen siendo un problema grave para la seguridad de los
ciudadanos y empresas". (CE, 2018)

A partir de los esquemas que establecen los medios de comunicación que se


inclinan por ejercer algún tipo de control sobre la opinión de los usuarios, observamos
tres tipos de regulación:

i. Regulación baja: el medio de comunicación sólo exige que el usuario


se registre y verifique su “identidad” con una dirección de correo
electrónico. La veracidad de los datos introducidos no se chequea.
Los comentarios no están sujetos ni a un control previo ni posterior
por parte del medio.
ii. Regulación media: además del registro de usuario, el medio de
comunicación dispone un moderador para verificar los comentarios
una vez que ya han sido publicados. Es decir: no hay control previo a
la publicación de las opiniones, pero sí pueden ser retiradas, e incluso
los foristas bloqueados, si han incumplido las normas de conducta del
medio.

95
iii. Regulación alta: el medio de comunicación exige un registro del
usuario y luego se encarga de verificar la veracidad de su identidad.
Además, dispone de un moderador que analiza los comentarios antes
de ser publicados. Y, en caso de que incumplan la normativa del
medio, deniega su publicación.

En América Latina en general, y en la Argentina en particular, casi la totalidad de


los medios de comunicación optan por el sistema de baja regulación. Con apenas
registrarse con un email y un nombre que puede ser de fantasía, el usuario es libre de
publicar sus comentarios. Los casos de regulación media son aquellos en donde el
medio busca evitar que, en su portal, se propaguen calumnias, insultos o delitos de
odio y/o discriminación. Y, para ello, elimina los comentarios injuriosos una vez que
han sido publicados, privilegiando el derecho a la libertad de expresión sin censura
previa pero actuando una vez que se han vulnerado las normas.
Por último, el tipo de regulación alta pone por delante de la libre expresión de los
usuarios a la integridad de las personas o colectivos que podrían ser injuriadas. Este
modelo entiende que, una vez publicados los comentarios ofensivos, el daño ya está
hecho, por más que luego esas opiniones fueran borradas del portal e incluso sus
autores fueran expulsados de la sección. No alcanza, para esta perspectiva, con borrar
los comentarios e identificar y sancionar a sus responsables, puesto que es necesario
evitar que el odio o la injuria se propaguen desde las páginas digitales de un medio de
comunicación.
La mirada de nuestra investigación es favorable al modelo de alta regulación.
Entendemos que la libertad de expresión de los lectores y usuarios de los portales no
es un valor absoluto, sino que debe concatenarse con los principios de una sociedad
democrática, que protegen la integridad de colectivos y personas. Por lo tanto, así
como los periódicos tradicionales evitan publicar cartas de lectores que incitan al odio,
a la discriminación o que constituyen injurias, los portales digitales tienen la misma
responsabilidad de impedir que eso suceda. Para nosotros, no se trata de un hecho
violatorio de la libertad de expresión sino de un acto en nombre de los valores de la
democracia, que, por supuesto, están en línea con los principios deontológicos del
periodismo.

96
En conclusión, moderar los comentarios de los usuarios para evitar la difamación,
el insulto y el odio, bloqueando su publicación, es un imperativo ético de todo medio
de comunicación que pretenda desarrollar su tarea de forma profesional y a partir de
unos estándares elevados de calidad deontológica.

2.3 Otras discusiones deontológicas

A los que, entendemos, son los diez debates fundamentales acerca de la deontología
periodística, añadiremos otras cinco temáticas que nos permitirán ampliar nuestra
perspectiva teórica.

2.3.1 El problema de la objetividad

Desde la expansión del periodismo popular de gran tirada, en las tres últimas
décadas del siglo diecinueve, el concepto de objetividad periodística ha estado en el
centro de la escena. En Estados Unidos, país de producción y exportación de esta
teoría, objetividad y periodismo profesional han sido prácticamente sinónimos. Ya en
el siglo veinte, la objetividad se constituyó en la “piedra angular del periodismo”
(Muñoz Torres, 2012, p. 834) y operó, incluso, como factor de aglutinación de quienes
la rechazaban.
Si bien el propósito de este apartado no es presentar una discusión de fondo sobre
la historia del concepto de objetividad, sí nos interesa plantear algunas aristas
relacionadas con su naturaleza, y que la vinculan estrechamente con el universo
deontológico. En este sentido, acudimos a la visión de algunos autores que nos
presentan disparadores de particular interés. Uno de ellos es Espeche (2012), para
quien es esencial recordar el contexto liberal, anglosajón e histórico en que nació la
objetividad como idea fundamental del periodismo. Ese momento coincidió con:

i. La irrupción de las agencias internacionales de noticias.


ii. La profesionalización del periodismo.

97
iii. Las transformaciones económicas emanadas de los avances técnicos que
permitieron una gran expansión del universo de lectores. (p.4)

Según este autor, la teoría de la objetividad

(…) plantea que la labor informativa debería basarse en los hechos de la realidad y
mantenerse equidistante de los conflictos sociales. Prioriza, de este modo, determinados
factores de noticiabilidad, como actualidad, proximidad, prominencia y curiosidad. La
noticia fue equiparada desde entonces al hecho, y fue separada de la opinión en tanto
géneros diferenciados. (p. 4)

La noción de objetividad, por lo tanto, se definió en oposición a la de opinión y


hasta se emparentó con la idea de verdad. El debate, de este modo, se estructuró en la
dicotomía objetividad-subjetividad. La teoría liberal defendió la idea de la objetividad
como “un método que garantiza la calidad de los mensajes”. Del otro lado, los
subjetivistas la presentaron como “una quimera o un engaño”. Para los primeros, los
imperativos que llevaban a distinguir con claridad hechos de opiniones eran
observados como “procedimientos éticos orientados a reforzar la fiabilidad del
discurso periodístico”. Y, para los segundos, se trataba de un “enmascaramiento de las
intenciones, siempre subjetivas e interesadas” de los periodistas. (Arroyas, 2009, p. 1).
Para Restrepo (2001), la objetividad periodística no es más que una “utopía” y una
“pretensión desmedida” (p. 2). En su argumento, acude a una comparación con
aquella idea de Heráclito sobre que nadie puede bañarse dos veces en el mismo río:

Los hechos de la historia diaria, que son la materia prima de la información periodística,
son tan cambiantes como las aguas de un río. Pretender la objetividad es tanto como
creer que es posible capturar y congelar el instante que huye. (pp. 2-3)

En otro de sus textos, aunque compartido con Herrán (Herrán y Restrepo, 1992),
se define al debate sobre la objetividad como “un circunloquio tan estéril como tratar
de definir el sexo de los ángeles, por tener como punto de referencia conceptos
absolutos”. Y los autores concluyen:

98
Es obvio que nadie puede ser absolutamente objetivo, como tampoco tiene credibilidad
un periodismo absolutamente comprometido, porque pierde como meta la información, y
al obsesionarse con la necesidad de llegar a determinada demostración, se acerca al fuego
de la propaganda. (pp. 136-137)

En nuestra investigación, coincidimos en el carácter poco útil de discutir si existe o


no la objetividad periodística, puesto que se trata de una idea de características
absolutas en un contexto de hechos que son dinámicos, relativos y que dependen de
un contexto determinado y de unos valores específicos de quienes los observan.
Tampoco coincidimos con el postulado categórico que equipara objetividad y verdad, y
que entiende a la objetividad “como el principio fundamental de representación de la
realidad y de la verdad” (Berganza Conde, Oller Alonso y Meyer, 2010, p. 491). En la
misma línea, Muñoz Torres (2012) sostiene que, cuando se aborda un hecho, se ponen
en juego “conceptos previos”, lo que torna imposible la “percepción pura” (p. 841). Y
concluye:

Los “hechos brutos” carecen completamente de sentido si no están conectados -mediante


la subjetividad de la persona- con conceptos y nociones que hacen posible su
interpretación. De ahí que el conocimiento factual no pueda ser disociado de la
percepción subjetiva y, en consecuencia, de la capacidad humana de juzgar (…) es
imposible señalar hechos sin valores. (p.842)

Para nosotros, el desafío más importante que, hoy, tiene por delante el
periodismo profesional es transformar a la objetividad en un método de trabajo
vinculado a principios deontológicos. Hace un siglo, esta idea surgía como una
superación de la objetividad en tanto idea inmaculada. Berganza Conde, Oller Alonso y
Meyer (2010) recuperan aquellas “cinco estrategias” para la práctica periodística de
Gaye Tuchman (1978) que proponen a la objetividad como método profesional:

i. La presentación de diferentes puntos de vista.


ii. Los hechos que apoyan las declaraciones.
iii. La separación clara entre el contenido de la información y la opinión.

99
iv. La estructuración de la noticia siguiendo el principio de la pirámide
invertida.
v. La separación de la información y opinión. (p. 491)

Veinte años después, la misma Tuchman (1998) replantea su propuesta al


recopilar cinco “procedimientos estratégicos” que les permiten a los periodistas
“proclamar su objetividad”. Estos son:

i. Verificar los hechos.


ii. Presentar posibilidades en conflicto.
iii. Presentar evidencia sustentadora.
iv. Uso juicioso de comillas.
v. Estructurar la información en frases apropiadas. (pp. 202-207)

Como se ve, tanto las estrategias como los procedimientos citados por Tuchman
son dispositivos que tienen estrecha vinculación con los principios deontológicos. Y por
ello en esta investigación consideramos a la cuestión de la objetividad como un
problema que forma parte del universo deontológico de la profesión periodística. A
nuestro criterio, el desafío de la profesión pasa por transformar la noción de
objetividad en un método de trabajo, sustentado en los principios deontológicos del
periodismo. Para un periodista profesional, el “ser objetivo” no está relacionado con
disfrazar o encubrir sus convicciones, miradas o incluso intereses sobre los hechos de
la realidad. Por el contrario, es ser consecuente con los principios deontológicos de la
actividad, independientemente del estilo y de la vocación interpretativa o
“subjetivista” que porte el periodista.
La idea de objetividad, aún hoy, es “un marco de referencia que los periodistas
usan para orientarse a sí mismos” (Glasser, 1992, p. 176). Como haremos visible en
nuestra propuesta aplicada, el periodismo tiene por delante la tarea de dotar de
sentido al concepto y de fusionarlo con los principios de la profesión.

100
2.3.2 El tratamiento de las fuentes de información

La temática que involucra al tratamiento de las fuentes de información como


parte de la construcción de la noticia ha sido abordada por numerosos autores, en
general, desde un punto de vista técnico. Así, se han estudiado desde la naturaleza de
las fuentes hasta su tipología. E incluso la cuestión ha sido analizada y discutida desde
una disciplina como el derecho, procurando establecer qué clase de protección tiene el
periodista cuando no está en condiciones de revelar la identidad de una fuente. En
este inciso, nos proponemos aportar otra mirada: establecer y analizar los vasos
comunicantes que existen entre la temática de las fuentes y la deontología
periodística. Para ello, señalaremos algunos aspectos vinculados al denominado
periodismo ciudadano y a las redes sociales entendidas como fuentes de información,
que, pensamos, constituyen desafíos presentes para la actividad de la prensa.
Desde nuestra perspectiva, sin fuentes de información, no hay periodismo. Es que
“a menos que se trate de hechos programados –una sesión parlamentaria, una
competencia deportiva, un espectáculo, etc. –, la mayoría de los periodistas no ha sido
testigo presencial de aquello sobre lo que informa” (Ruiz y Albertini, 2008, p. 14). Por
lo tanto, para los periodistas, las fuentes son imprescindibles. Y en el tratamiento que
éstos hagas de ellas se decide buena parte de la calidad del producto periodístico. En
este sentido, Borrat (1998) afirma:

La potencia informativa del periódico se pone de manifiesto (...) en el número, la calidad y


el pluralismo de sus fuentes de información. Ante un hecho noticiable determinado, el
periódico necesita disponer de varias fuentes contrastables para que su propia versión no
sea mera trascripción o reproducción de la que le ha proporcionado una sola fuente, ni
refleje tan sólo la versión de una de las partes del conflicto. (p. 57)

Si bien Borrat, por el contexto histórico de su texto, focaliza la cuestión en los


periódicos, su mirada nos parece extrapolable a la generalidad de la actividad de la
prensa. La profesionalidad de un medio de comunicación, entonces, está
estrechamente relacionada con las tres variables que menciona el autor:

101
i. Número de fuentes.
ii. Calidad de las fuentes.
iii. Pluralismo de las fuentes.

También Suárez Villegas (2014) otorga una importancia decisiva a las fuentes de
información para la calidad del producto periodístico, a tal punto que establece una
conexión entre fuentes y veracidad. No puede haber veracidad informativa sin
“contraste y pluralidad de fuentes” (p. 5). Y añade:

El periodista debe acudir a fuentes fiables de información para construir la noticia y debe
hacerlo conforme a la legalidad y el respeto a los derechos de las personas. Asimismo, la
heterogeneidad de estas fuentes repercutirá en la calidad del producto final. Ello se
traduce en una noticia en la que quede representada el mayor número posible de
enfoques sobre los hechos, otorgando voz y visibilidad a todos sus actores implicados.
Mediante este procedimiento se evita la difusión de una información sesgada o proclive a
un determinado grupo que pervierta la función social debida de todo proceso
periodístico. (p. 5)

Ferré Pavia y Nogué i Regás (2010, traducción propia), en el Llibre d´estil de


l’Agència Catalana de Notícies, presentan algunas exigencias para el abordaje de las
fuentes de información:

i. Pluralidad. Evitaremos producir un periodismo de declaraciones y


contradeclaraciones en que no intervienen los otros actores sociales, los
sectores implicados en la noticia ni la ciudadanía. Daremos voz a todas las
fuentes implicadas e intentaremos abordar las temáticas desde la
perspectiva que más implique la sociedad. (p. 121)
ii. Atribución precisa de la información y/o declaración que aporta la fuente.
Es fundamental, para no crear confusiones y para que el receptor pueda
localizar bien las fuentes, que las atribuciones de las declaraciones siempre
se hagan correctamente y se revisen. Existe un cierto margen para retocarlo
(acortarlas o corregir errores), pero nunca se sacarán de contexto ni se
variará el sentido. (p. 121)

102
iii. Contrastación. La práctica de la contrastación es una norma básica del
trabajo periodístico. Nos da garantías para no esparcir rumores y favorece
el pluralismo de la información que producimos. Estaremos siempre muy
atentos a no relegar la verificación por la falta de tiempo, especialmente en
asuntos delicados. (p. 122)
iv. Atención cuidadosa al off the record. Se reservará para casos especialmente
delicados por la repercusión que tiene. Si no se presenta una de esas
situaciones, se evitará repetir datos de los que no se pueda citar la fuente.
(p. 123)

Antes de abordar los lazos entre el tratamiento de las fuentes y la deontología,


nos parece pertinente clarificar y clasificar a las fuentes de información según sus
características y naturaleza. Acudiendo a un trabajo de Coca y Diezhandino (1997)
como plataforma, Marauri, Rodríguez y Cantalapiedra (2012) establecen once tipos de
fuentes que suelen ser nominadas por los medios de comunicación:

i. Institucional, cuando las fuentes son o pertenecen a instituciones públicas o


privadas definidas e identificables y hablan en representación o en calidad
de ambas.
ii. No institucional, cuando las fuentes no provienen de institución o de
representante de institución alguna o, si lo son, hablan a título personal.
iii. Ambas, cuando parte de las fuentes principales responden a la primera
variable y parte a la segunda.
iv. Observación directa, cuando la información proviene del testimonio
personal sobre el suceso del propio redactor.
v. No consta, cuando en la unidad redaccional no se citan fuentes o cuando se
utilizan expresiones lo suficientemente ambiguas como para que no sea
posible una determinación exacta, tales como fuentes de la Administración,
fuentes próximas a... o fuentes fiables.
vi. Diarios, cuando se citan textos publicados en otros periódicos o medios
escritos.
vii. Agencias, cuando la fuente principal es el texto elaborado por una agencia
informativa.

103
viii. Institucional, no institucional y observación directa, cuando se produce una
combinación de las tres.
ix. Observación directa y no institucional, para los casos en los que
predominen estos dos tipos de fuentes.
x. Observación directa e institucional, por la misma razón.
xi. Otras, para aquellas que no se puedan englobar en ninguna de las
anteriores. (p. 89)

A esta clasificación de tipo tradicional, le debemos incorporar el universo de las


fuentes que provienen del periodismo ciudadano y de las redes sociales. Por
periodismo ciudadano entendemos “el conjunto de aportaciones que en el ámbito de
la información realizan personas ajenas a la profesión a través de los nuevos medios y
tecnologías” (Salvat y Serrano, 2011, p. 70). Se le conoce también como “periodismo
público, participativo, interactivo, comunitario, alternativo, de fuente abierta, en red,
personal, bidireccional o, incluso, nano periodismo” (Pellegrini-Ripamonti, 2010, p.
272). El ciudadano, al embarcarse en esta dinámica, abandona el rol pasivo que le
estaba reservado en el esquema tradicional y pasa a ser un “prosumer”, es decir,
productor y consumidor de información (Espiritusanto, 2011, p. 5).
Por otro lado, las redes sociales también se han erigido en fuentes de información.
La razón fundamental es que, a través de las redes, la información llega a los
periodistas en forma inmediata desde el mismo lugar en donde se producen los
hechos. Quienes difunden esta información ya no son “periodistas ciudadanos” sino
simples usuarios de las redes sociales. Suárez Villegas y Álvarez (2016) estudiaron este
fenómenos, llegando a la conclusión de que las redes han ganado “especial relevancia
para el proceso informativo que tienen los contenidos noticiosos de última hora” (p.
69). Y así lo argumentan:

Estos contenidos [los de última hora] se difunden con gran rapidez por las redes sociales,
aprovechando la versatilidad tecnológica y la conectividad de los usuarios, especialmente
en aquellas situaciones en las que los periodistas no pueden acceder al lugar de los
hechos de forma inmediata. Por ejemplo, en zonas geográficas aisladas o con dificultad de
acceso por diferentes razones, los medios deben cubrir informativamente el

104
acontecimiento a partir de los testimonios y contenidos remitidos por los propios
ciudadanos. (p. 69)

Tanto en los casos del periodismo ciudadano como en el de los contenidos que
llegan a la prensa a través de las redes sociales, el periodista debe tener especial
cuidado al utilizar a esas publicaciones como fuentes de información. En su estudio,
Suárez Villegas y Álvarez (2016) visibilizan que “casi un 50% de los internautas (…)
habían conocido noticias de actualidad a través de las redes sociales que finalmente
resultaron ser falsas” (p. 70). Y concluyen que, ante el riesgo de que las redes viralicen
información falsa o tergiversada, “el profesional del periodismo necesita nuevas
habilidades en el desempeño de su labor, como saber analizar cuándo un contenido es
real o falso” (p. 71).
Como hemos visto, el periodismo ciudadano y las redes sociales ponen a los
profesionales de la prensa ante el reto de incorporar una nueva dimensión ante el
tratamiento de las fuentes: la capacidad de detectar informaciones falsas, que son
difundidas interesadamente para constituirse en el origen de noticias que luego
publican medios profesionales.
Sin embargo, este desafío no es exclusivo de las dinámicas surgidas con la
digitalización, sino que el interés o la imprecisión de las fuentes han formado parte,
siempre, de la tradición de las rutinas periodísticas. Uno de los fallos habituales de los
profesionales está constituido por tomar por válida a toda información aportada por
una fuente “confiable”, con la que se tiene un vínculo personal, evitando acudir a los
los principios de verificación y contrastación. Esta conducta contradice un principio
básico de la profesión, que es de carácter eminentemente deontológico, como lo es el
del “principio de veracidad”, ya que “la confianza personal no es un grado de solvencia
de la calidad de la fuente informativa” (Suárez Villegas, 2014, p. 7).
También el contar con una presunta información exclusiva que surge de una
determinada fuente puede hacer caer al periodista en el error de saltearse la necesaria
verificación, incumpliendo, otra vez, con el principio de veracidad. Así lo sostiene
Suárez Villegas (2014):

105
El periodista ha de saber que contar con una fuente informativa confidencial no
constituye una garantía de su veracidad, incluso puede ser una argucia por parte de esta
para servirse del periodista para difundir simple rumores infundados y que pueden
ocasionar un daño injustificado a tercero. En otras ocasiones, como ocurre en este caso,
podría responder al propósito de mantener abierta una especulación sensacionalista que
alimenta la malsana curiosidad mediática de convertir un doloroso asunto familiar en una
telenovela infame, en la que se hace partícipe al público para que juzgue las intenciones
de sus protagonistas. (p. 8)

En la misma línea avanza Mayoral (2005), quien expone el poder casi ilimitado que
cobran las fuentes cuando el periodismo profesional no examina ni su rigurosidad ni
sus intereses en profundidad:

Los medios de comunicación parecen haber sucumbido al embrujo y al poder retórico de


las fuentes informativas. El mensaje periodístico, formalmente independiente, está
hipotecado por oscuras servidumbres. Se ha escrito oscuras porque los profesionales de la
información no identifican debidamente a sus fuentes; y servidumbre, porque los
periodistas difunden una versión de la realidad que, con gran frecuencia, es tan solo una
versión interesada —y, por tanto, cabe deducir que deformada— de esa realidad. (p. 93)

O sea: cuando las rutinas periodísticas no tienen incorporado un aceitado sistema


de verificación de la información que proviene de sus fuentes, se daña el principio de
veracidad y, en consecuencia, se daña el derecho a la información. Además, los
intereses pretendidamente ocultos que puede tener una fuente al transmitir una
información deben poner en guardia al periodista para evitar ser engañado. En esta
línea, Joe Lelyveld, célebre director del New York Times en la década de 1990 y
ganador del Premio Pulitzer, exigía que sus periodistas se hicieran una pregunta al
momento de decidir si daban por válida una información proporcionada por una
fuente:

¿Qué motivo, si es que hay alguno, podría tener la fuente para engañarnos o
confundirnos, o para exagerar u ocultar datos importantes que puedan alterar nuestra
impresión de la noticia? (Kovach y Rosenstiel, 2003, p. 126).

106
Al proponer a sus cronistas ese interrogante, Lelyveld los impulsaba a sospechar
de los intereses poco transparentes que, quizá, podían tener sus fuentes. Y, por lo
tanto, a verificar, siempre y en todos los casos, toda información proveniente de una
fuente.
Pues bien. Al comienzo de este apartado manifestamos que, desde nuestro punto
de vista, la cuestión del tratamiento de las fuentes de información se encuentra
atravesada por la deontología. Ese vínculo lo observamos en dos aspectos específicos:

i. El principio de veracidad.
ii. El principio de verificación.

Para nosotros, ambos principios están enlazados, por lo que no puede haber
veracidad sin verificación de la información. Es que, después de todo:

La esencia del periodismo es la disciplina de verificación. A fin de cuentas, el periodismo


se diferencia del entretenimiento, la propaganda, las obras de ficción o el arte por su
disciplina de verificación (…) Únicamente, el periodismo se centra en el relato fidedigno
de los hechos. (Kovach y Rosenstiel, 2003, p. 100-101)

A modo de conclusión, expondremos los cinco principios que, desde nuestro


punto de vista, todo periodista debiera seguir para un tratamiento de las fuentes de
información que esté en consonancia con los valores deontológicos de la profesión.
Estos principios, claro está, formarán parte del espíritu de nuestra propuesta aplicada
para el caso argentino. Y son:

i. Principio de doble verificación. Cuando recibe información de una


fuente, el periodista debe verificar su veracidad con, al menos, dos
fuentes más, que no deben tener vinculación alguna con la fuente
original. Sin la doble verificación, la información no debe ser
publicada.

107
ii. Principio de transparencia sobre la identidad. El periodista no debe
ocultar su identidad a una fuente, bajo ninguna circunstancia.
iii. Principio de honestidad. El periodista no puede pagar, en ningún
caso, a una fuente para recibir información.
iv. Principio de credibilidad con la fuente. El periodista debe respetar
siempre los acuerdos pactados con su fuente, que podrán incluir
anonimato o un determinado tipo de tratamiento de la información.
v. Principio de pluralidad. El periodista debe presentar, en todos los
casos, una voz de contraste a la información original, a los efectos de
que sea el público el que otorgue —o no— credibilidad a esa
información.

2.3.3 Derecho a réplica y rectificación en perspectiva deontológica

Para el universo periodístico, conceptos como los de derecho a réplica y


rectificación están envueltos en un escenario de permanente discusión. El debate
comienza con una pregunta: ¿deben los medios de comunicación y los periodistas
conceder el derecho a réplica o a la rectificación a cualquier persona que manifieste
sentirse agraviada por comentarios o publicaciones de la prensa, en las mismas
condiciones, formatos y espacios en que fueron formulados esos comentarios?
Herrán y Restrepo (1992), quienes, quizá, sean los autores que más han estudiado
esta problemática, proponen una distinción conceptual entre los términos “réplica” y
“rectificación”:

La réplica es la posibilidad que tiene el afectado de presentar su visión de los hechos. En


tanto que exigencia de la ética profesional, es una consecuencia de la necesidad del
equilibrio informativo como elemento esencial de la misión del periodista de informar
verazmente. La réplica es entonces la facultad que tiene el afectado de obtener que se le
dé la oportunidad de defenderse (…) [Mientras que] La rectificación es el resultado
práctico del derecho a réplica, como garantía de que la búsqueda de la verdad es el
primer interés del periodista. (p. 181)

108
Para estos autores, ambos términos, si bien no son sinónimos, avanzan
paralelamente y forman parte de la misma exigencia para los periodistas, sobre la que
profundizaremos más adelante.
Si buceamos los orígenes del concepto, el derecho a réplica —también llamado
derecho de respuesta— encuentra su antecedente más lejano en 1796, cuando el
diputado francés Jacques-Antoine Delaure presentó ante el Parlamento de su país un
proyecto de ley que pretendía

(…) instaurar el derecho de respuesta a favor de los ciudadanos que hubiesen sido
víctimas de difamaciones, con la información de que se les permitiese expresar su punto
de vista y posibilitar que el público pudiese formarse una opinión autónoma. (Terrile,
2001, p. 257)

Si bien ese proyecto no logró transformarse en ley en la Asamblea francesa, operó


como punto de partida para que, a mediados del siglo XIX, la mayoría de los países
europeos consagrara el derecho de respuesta en sus legislaciones.
En Latinoamérica, la mayor parte de los estados tiene incorporados, en sus
respectivas constituciones y legislaciones, artículos que hacen referencia al derecho a
réplica. Veamos, puntualmente, el caso de ocho de los diez países sudamericanos:

i. Bolivia (Artículo 106): El Estado garantiza a las bolivianas y los


bolivianos el derecho a la libertad de expresión, de opinión y de
información, a la rectificación y a la réplica, y el derecho a emitir
libremente las ideas por cualquier medio de difusión, sin censura
previa.
ii. Brasil (Artículo 5): [El ciudadano tiene] Asegurado el derecho de
respuesta, proporcional al agravio más allá de la indemnización por
daño material, moral o de imagen.
iii. Chile (Artículo 19): Toda persona natural o jurídica ofendida o
injustamente aludida por algún medio de comunicación social, tiene
derecho a que su declaración o rectificación sea gratuitamente

109
difundida, en las condiciones que la ley determine, por el medio de
comunicación social en que esa información hubiera sido emitida.
iv. Colombia (Artículo 20): Se garantiza el derecho a la rectificación en
condiciones de equidad.
v. Ecuador (Artículo 66): Se reconoce y garantizará (…) El derecho de
toda persona agraviada por informaciones sin pruebas o inexactas,
emitidas por medios de comunicación social, a la correspondiente
rectificación, réplica o respuesta, en forma inmediata, obligatoria y
gratuita, en el mismo espacio u horario.
vi. Paraguay (Artículo 28): Toda persona afectada por la difusión de una
información falsa, distorsionada o ambigua tiene derecho a exigir su
rectificación o su aclaración por el mismo medio y en las mismas
condiciones que haya sido divulgada, sin perjuicio de los demás
derechos compensatorios.
vii. Perú (Artículo 2): Toda persona afectada por afirmaciones inexactas,
o agraviada en cualquier medio de comunicación social, tiene
derecho a que éste se rectifique en forma gratuita, inmediata y
proporcional, sin perjuicio de las responsabilidades de ley.
viii. Venezuela (Artículo 58): Toda persona tiene derecho a la información
oportuna, veraz e imparcial, sin censura, de acuerdo con los
principios de esta Constitución, así como el derecho de réplica y
rectificación cuando se vean afectados directamente por
informaciones inexactas o agraviantes.

Como se ve, la excepción la presentan los casos de los países del Río de la Plata.
Tanto en la Argentina como en Uruguay, sus constituciones no hacen referencia
expresa al derecho a réplica. Sin embargo, ambas naciones han adherido, y le han
otorgado rango plenamente legal, a la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (CADH), también llamada Pacto de San José de Costa Rica, firmada en 1969.
La Argentina, incluso, le ha concedido status constitucional, primero con la ley 23.054
(1984), y luego haciendo suyo el tratado al incorporarlo a la Constitución Nacional
(1994).

110
Dice, sobre el derecho a réplica, el Artículo 14 de la CADH:

1°. Toda persona afectada por informaciones inexactas o agraviantes


emitidas en su perjuicio a través de medios de difusión legalmente
reglamentados, y que se dirijan al público en general, tiene derecho a
efectuar por el mismo órgano de difusión su rectificación o respuesta en las
condiciones que establezca la ley.
2°. En ningún caso la rectificación o la respuesta eximirán de otras
responsabilidades legales en que se hubiese incurrido.
3°. Para la efectiva protección de la honra y la reputación, toda publicación
o empresa periodística, cinematográfica, de radio o televisión tendrá una
persona responsable que no esté protegida por inmunidades ni disponga de
fuero especial. (Sagüés, 2014, p. 343)

Para la Argentina, además de este imperativo de carácter constitucional, rige una


jurisprudencia específica de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. En 1992, el
máximo tribunal argentino obligó a un periodista televisivo a leer al aire una carta de
desagravio de un espectador que se había sentido ofendido en sus convicciones
religiosas por un diálogo entre el conductor y un invitado. El caso, conocido como
“Ekmekdjian vs. Sofovich”, fue el primero de otros que le siguieron en el mismo
sentido, y que, hoy, constituyen la jurisprudencia sobre el derecho a réplica en la
Argentina.
La doctrina de la Corte destaca tres cuestiones centrales:

i. El derecho de respuesta o rectificación tiene por finalidad la aclaración,


gratuita e inmediata frente a informaciones que causen daño a la dignidad,
honra e intimidad de una persona en los medios de comunicación social
que los difundieron.
ii. Se trata de un derecho subjetivo de carácter especial y reconocimiento
excepcional que requiere, para habilitar su ejercicio, una ofensa de
gravedad sustancial, es decir, no una mera opinión disidente con la
sostenida por el afectado, sino una verdadera ofensa generada en una

111
superficial afirmación sin siquiera razonable apariencia de sustento
argumental.
iii. La respuesta o rectificación no admite su procedencia en los supuestos de
opiniones políticas o electorales. (Scioscioli, 2013, pp. 252-253)

O sea: si bien el Supremo argentino construyó con sus fallos una jurisprudencia
favorable al derecho a réplica, no le otorgó ni un carácter automático —puesto que
depende de que un juez, previamente, determine la gravedad de la ofensa— ni lo
habilitó para opiniones de características políticas.
El recorrido que hemos presentado hasta ahora nos devuelve al interrogante con
el que hemos comenzado este inciso, y lo complejiza aún más: ¿es el derecho a réplica
o de respuesta un dispositivo que restringe la libertad de prensa? Desde nuestro punto
de vista, si ese derecho es exigido por parte del Estado ante un determinado reclamo,
sin el acuerdo del medio o profesional que profesó una crítica o comentario, so pena
de sanción, existe una restricción a la libertad de expresión. En última instancia, el
Estado estaría operando así a favor de la autocensura de medios y periodistas,
quienes, para evitar posibles sanciones o largos y costosos conflictos legales, podrían
verse inducidos a no publicar o comentar determinadas opiniones, noticias o
interpretaciones.
En líneas generales, los distintos colectivos de periodistas profesionales y de
defensa de la libertad de opinión se expresan en el mismo sentido. En México, donde
en 2015 entró en vigor la llamada “Ley del Derecho a Réplica”, la Comisión de
Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) manifestó “no puede haber leyes
como ésta [la que consagra el derecho a réplica] que permitan la censura al
pensamiento e inhiban del ejercicio de la libertad de expresión y a la crítica
periodística” (CDHDF, 2015, p.3). En Colombia, cuando en 1991 se modificó la
Constitución e incorporó el derecho de respuesta, “los directores de los medios de
comunicación privados rechazaron la norma [porque] consideraron que atenta contra
la libertad de prensa y la independencia informativa”. Además, afirmaron que la
regulación “es una camisa de fuerza para los medios, pues cualquiera con deseo de
figurar se puede acoger a la norma” (Periodistas rechazan…, El Tiempo, 1991).

112
En la Argentina, también existe un visible rechazo al derecho a réplica, disparado
por los fallos de la Corte Suprema. En este sentido, un editorial del periódico La Nación
afirma que

(…) imponer a una publicación periodística la obligación de difundir gratuitamente la


réplica de cualquier persona que se considere ofendida por alguna noticia o información
significa vulnerar el derecho de propiedad, violar la garantía constitucional contra la
censura previa y avasallar el derecho de los órganos de prensa a determinar libremente su
línea editorial. (El mal llamado derecho de réplica, La Nación, 1998)

El mismo periódico recuerda que es falaz el argumento que postula que, en caso
de no estar reglamentado el derecho de respuesta, los ciudadanos quedan
desprotegidos ante posibles difamaciones o injurias:

El mal llamado derecho de réplica suele ser presentado como un instrumento para la
defensa de la dignidad o el honor de una persona afectada por una publicación
periodística. Se parte del error de suponer que una persona que ve lesionada su honra no
tiene, en principio, protección jurídica alguna. En realidad, no es así: esa persona está
amparada por el Código Penal, que castiga los delitos contra el honor, y, por lo tanto,
puede accionar criminalmente contra quien haya utilizado la vía periodística para
injuriarla, calumniarla o deshonrarla. (El mal llamado derecho de réplica, La Nación, 1998)

Si bien, en una medida destinada a ampliar el derecho a la libertad de prensa, la


Argentina despenalizó por ley en 2009 las calumnias e injurias para los periodistas,
permanece la vía de castigo civil, además de continuar con rango constitucional el ya
citado artículo de la CADH.
Por ello, nos parece fundamental reorientar la cuestión del derecho a réplica hacia
una perspectiva deontológica. De esta manera, el periodismo profesional podría iniciar
un proceso para apartar esta problemática de la vía judicial, colocándola en el campo
de la ética periodística y de su codificación.
Es decir: si medios y periodistas resultan creíbles respecto del cumplimiento de
una autorregulación de tipo deontológica que consagre, para los casos de errores,
imprecisiones, tergiversaciones u ofensas, la rectificación voluntaria o incluso la

113
respuesta del afectado, la normativa jurídica devendría innecesaria. Ello, desde nuestra
mirada, constituiría un paso fundamental para la libertad de expresión, puesto que
quedaría en el universo de los propios periodistas y de su deontología el conceder la
garantía de respuesta o rectificación cuando un ciudadano manifieste sentirse
afectado por una opinión o información.
Para concretar esta idea, Herrán y Restrepo (1992) presentan un aporte para que
el periodismo lleve adelante la rectificación y réplica cuando éticamente corresponda.
Los autores proponen tres requisitos que son necesarios para que exista validez en el
proceso de rectificación, que es también aplicable para la réplica del afectado:

i. Que sea rápida. Desde el punto de vista ético, desde el mismo instante en
que el periodista se haya percatado de la inexactitud de su información,
debe procurar enmendar su error.
ii. Que se publica en el mismo despliegue. No deben publicarse rectificaciones
en lugares de menor importancia que el texto rectificado.
iii. Que tenga el carácter de rectificación. La reticencia en reconocer que se ha
cometido un error lleva muchas veces a hacer una rectificación a medias,
que desde el punto de vista ético resulta a todas luces insuficiente, porque
no repara el mal. (p. 172-173)

Si bien coincidimos con los requisitos que desarrollan Herrán y Restrepo, nos
parecen insuficientes si éstos no se materializan en el interior de un código
deontológico.
Por otra parte, el proceso de digitalización de la información ha abierto también
un interrogante: ¿deben los portales o medios digitales modificar o eliminar una
información que sea denunciada por un damnificado como errónea o no precisa? Esa
puerta, claro está, no se encuentra abierta para el periodismo tradicional, porque
aquello que se publicó en papel o que se emitió por un medio audiovisual, impreso o
dicho está y es inmodificable. Pero, ¿debe el periodismo digital, ante un pedido de
rectificación, hacer uso de esta posibilidad e intervenir la información a posteriori? En
la región, no existe legislación al respeto. En España, en cambio, sí. El Consell de la
Informació de Catalunya (CIC) recoge un cambio en la ley española de Protección de

114
Datos Personales y Garantía de los Derechos Digitales que, desde 2018, incorpora el
derecho de rectificación, afectando a los medios de comunicación. Sobre ello, el CIC
transmite a los periodistas catalanes que según la modificación legislativa

(…) los medios de comunicación digitales que reciban una solicitud de rectificación por
contenidos que afecten al derecho al honor o la intimidad se verán obligados a atender
estas peticiones. No deberán eliminar la información, pero sí incluir en sus archivos
digitales un aviso aclaratorio que ponga de manifiesto que la noticia original no refleja la
situación actual del individuo. (CIC, 2018)

Para nosotros, la eliminación o modificación de una información por parte del


periodismo digital debe correr por voluntad exclusiva de los profesionales y, en modo
alguno, puede ser obligado un medio o un periodista a efectuar un acto de censura.
Distinto es que tanto el medio como el periodista dispongan el derecho a réplica o
rectificación, pudiendo colocar la posición de las personas afectadas o la aclaratoria
que corresponda en un sitio de paridad con la información original, permitiendo así al
público observar las dos instancias en forma simultánea. Dicho recurso del periodismo
digital representa un avance para el derecho a réplica y rectificación y mejora
sustancialmente la posición de las personas afectadas.
En resumen, consideramos esencial que el periodismo incorpore en sus códigos
deontológicos el imperativo de rectificación y réplica del afectado cuando, después de
un autoexamen, se reconocen errores u ofensas no justificadas. He ahí el espíritu de
nuestro análisis para esta largamente discutida problemática, y que se verá reflejado
en la propuesta de código deontológico para la Argentina que presentaremos al final
de este trabajo.

2.3.4 La cláusula de conciencia

Dentro del campo de estudio del periodismo, entendemos por cláusula de


conciencia a una expresión de carácter legal originada en la conciencia del profesional.
No es, por tanto, un sinónimo de objeción de conciencia. Borgarello (2008) define y
distingue ambos conceptos:

115
La objeción de conciencia hace a un derecho subjetivo, individual personalísimo pudiendo
definirse como toda reacción de la conciencia moral contra el cumplimiento de un acto
impuesto al individuo por la autoridad pública, o las costumbres sociales, en menoscabo
de sus convicciones personales. El derecho a la objeción de conciencia, más que un
derecho activo, es la exención a un deber. (p. 32)

Mientras que la cláusula de conciencia:

(…) es un derecho que se le otorga al profesional de la comunicación en relación de


dependencia, de rescindir el contrato con la empresa o medio de comunicación y ser
indemnizado como si constituyera un despido incausado —conforme la legislación laboral
común— en los casos en que se produzca un cambio sustancial de orientación informativa
o línea ideológica, o se produzca un cambio de dueños en la misma que impliquen la
situación descripta. Lo que se desea proteger es al profesional frente a cambios
ideológicos de la empresa, que atenten contra su integridad ética buscando proteger la
libertad de expresión y el derecho a la información de la sociedad, que tiene derecho a
conocer la verdad sin condicionamientos de ninguna especie. (p. 31)

Entonces:

La cláusula se pone en funcionamiento cuando el profesional de la información decide


alejarse del medio informativo en razón de que el mismo cambia de orientación
ideológica o se vende a otro empresario con una ideología repulsiva para el profesional.
La cláusula de conciencia es un mecanismo que garantiza la realización efectiva del
derecho fundamental a comunicar y recibir información, que tiene por titular a la persona
individual, pero con repercusión en el conjunto del cuerpo social. (p. 29)

En línea, Carrillo (1986b) sostiene que:

La cláusula de conciencia tiene por objeto salvaguardar la conciencia, el derecho de


opinión y la ética profesional del periodista. Es un elemento constitutivo del derecho a la
información en la medida en que se configura como una garantía para su ejercicio
efectivo. El protagonismo que otorga a la persona del periodista puede operar sin duda

116
como un factor positivo para la integridad de la información, dado que objetivamente
limita las posibles arbitrariedades que el empresario puede verse tentado a cometer. (…)
El despido con indemnización de un periodista disidente puede neutralizar cualquier
intento de cambio en la línea editorial de un rotativo. (p. 170)

Respecto de la utilidad de la cláusula, Barroso y López (2008) detectan seis


causales que podrían motivar la activación de la cláusula por parte de los periodistas:

i. Modificación expresa de los principios editoriales.


ii. Cambio en la propiedad de la empresa que redunde en su control por otro
titular de orientación ideológica distinta.
iii. Sustitución de los responsables editoriales por otros de distinta y definida
orientación ideológica o profesional.
iv. Modificación de la personalidad profesional del medio.
v. Traslado del informador dentro del mismo medio o a otro del mismo grupo
editorial con distinta orientación ideológica o profesional.
vi. El periodista no estará obligado a realizar o firmar artículos que vayan
contra su propia conciencia. Del mismo modo, el periodista se podrá negar
a que se ponga su firma en un texto del que es autor y que haya sido
modificado sustancialmente. (p. 127)

Para estos autores, “la cláusula de conciencia no constituye sólo un derecho frente
al empresario, sino que es un método para hacer más eficaz el deber de comunicar
información veraz por parte del profesional” (p. 127).
Capodiferro Cubero (2015), en tanto, vincula a la cláusula de conciencia con la
naturaleza profesional de los periodistas:

(…) en el objeto y en el fundamento del reconocimiento de la cláusula de conciencia


también se integra la libertad de expresión del profesional de la información como sujeto
que realiza una labor intelectual de proyección pública con una clara aportación personal.
Se trata de un trabajo de autor, y obviar la subjetividad que eso implica coloca a quienes
lo llevan a cabo en riesgo de verse reducidos a la posición de simples generadores
anónimos de contenidos noticiosos, en clara desventaja frente a la empresa y vulnerables
ante cualquier imposición ajena al interés general. (p. 229)

117
Bamba Chavarría (2011) bucea en el origen más remoto de la cláusula de
conciencia entendida como legislación estatal, y concluye que:

El precedente (…) se encuentra en Italia, en 1901, a través de una sentencia del Tribunal
civil de Roma, que articula este derecho por vía judicial y años más tarde se desarrollará
por los representantes del sector periodístico mediante su negociación y firma
convencional. (p. 3)

Tras aquel fallo italiano de principios del siglo XX, distintos gremios periodísticos
fueron conformando documentos favorables a la aplicación de la cláusula, pero sería
en Francia, en 1935, cuando se aprobó la primera ley que le otorgó ese status. Un
particular reconocimiento internacional posee la legislación española, que ubica en su
propia Constitución de 1978 a la cláusula de conciencia. En el Artículo 20, inciso D, se
consagra el derecho:

A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La


ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio
de estas libertades. (Constitución española, 1978)

Casi dos décadas después, en 1997, se regularía la Ley Orgánica de la Cláusula de


Conciencia Periodística (LO 2/1997), en donde se reglamenta:

Artículo 1. La cláusula de conciencia es un derecho constitucional de los profesionales de


la información que tiene por objeto garantizar la independencia en el desempeño de su
función profesional.
Artículo 2. 1). En virtud de la cláusula de conciencia los profesionales de la información
tienen derecho a solicitar la rescisión de su relación jurídica con la empresa de
comunicación en la que trabajen: a) Cuando en el medio de comunicación con el que
estén vinculados laboralmente se produzca un cambio sustancial de orientación
informativa o línea ideológica. b) Cuando la empresa les traslade a otro medio del mismo
grupo que por su género o línea suponga una ruptura patente con la orientación
profesional del informador. 2). El ejercicio de este derecho dará lugar a una

118
indemnización, que no será inferior a la pactada contractualmente o, en su defecto, a la
establecida por la Ley para el despido improcedente.
Artículo 3. Los profesionales de la información podrán negarse, motivadamente, a
participar en la elaboración de informaciones contrarias a los principios éticos de la
comunicación, sin que ello pueda suponer sanción o perjuicio.

En la Argentina, existe un proyecto de ley que propone dotar del derecho al


despido con indemnización a los periodistas que entren en conflicto deontológico con
su medio empleador. La cláusula podría ser esgrimida cuando:

i. El empleador periodístico produzca un cambio sustancial de


orientación editorial o una ruptura con los principios deontológicos
de la profesión.
ii. El empleador periodístico traslade al periodista a otro medio del
mismo grupo que por su género o línea editorial o deontológica
suponga una ruptura patente con la orientación profesional del
periodista o con la del medio originario.
iii. Sin su consentimiento, se inserte o retire su firma o autoría o se
atribuyere la autoría de un trabajo propio a otro.
iv. El ejercicio del derecho de cláusula de conciencia dará lugar a la
indemnización prevista por el convenio colectivo que correspondiese.

El proyecto argentino se encuentra en línea con la legislación española. Sin


embargo, al no existir en el país una plataforma deontológica para los periodistas, en
un marco de profunda precariedad laboral y de debilidad para los profesionales, la
cláusula de conciencia corre el riesgo de transformarse en letra muerta. Para evitar
una situación de estas características, Aznar (1998b) sugiere avanzar en una
complementariedad entre el valor legal de la cláusula de conciencia y el campo de la
deontología periodística:

La cláusula de conciencia, en tanto se abre al ámbito de la deontología, ha de buscar


consiguientemente su adecuado complemento en los mecanismos de autorregulación (…)

119
En cierta medida, su efectividad podrá incrementarse con la existencia de garantías
deontológicas y mecanismos de autorregulación que la complementen y refuercen
adecuadamente. (p. 302)

Y continúa:

Se necesitan (…) principios editoriales claramente formulados por los medios, códigos
deontológicos avalados por las organizaciones profesionales, organismos especialmente
capacitados para reconocer cambios en la línea editorial o lesiones a la dignidad de los
profesionales. (p. 302)

De esta forma, Aznar convoca a amalgamar la necesaria naturaleza legislativa de la


cláusula de conciencia con los principios deontológicos de la profesión. Tal como en el
inciso anterior proponíamos deslizar la cuestión del derecho a réplica del ámbito legal
al de la ética de los periodistas, Aznar lo propone para cláusula de conciencia. Y
coincidimos. Es en los códigos deontológicos en donde se deben dar explicitar los
principios para los profesionales vinculados con la cláusula de conciencia. La
protección legal, por supuesto, colabora con la estabilidad de los periodistas, al actuar
como contrapeso de los empleadores. Pero, por sí sola, no es suficiente. Requiere del
acompañamiento de la normativa deontológica de los periodistas para que sea más
efectiva.
Barroso y López (2009) nos presentan conclusiones que avanzan en el mismo sentido:

i. La cláusula ejerce una función institucional, dentro de la relación laboral, y


es la de servir de elemento de resistencia y suponer un límite al abuso del
poder editorial del empresario. Es una cierta garantía para el pluralismo
interno de las redacciones. Al mismo tiempo, permite al informador
salvaguardar su trayectoria profesional y, por tanto, protege su
independencia y dignidad profesional. En definitiva, sirve al derecho a la
información del público armonizando los derechos de informadores y
editores.

120
ii. Es necesario que la cláusula de conciencia esté contemplada en la mayoría
de las legislaciones, estatutos de los periodistas y en los códigos
deontológicos de la información a escala mundial. (pp. 134-135)

Nuestra perspectiva coincide con la necesidad que postulan Barroso y López,


quienes se suman a la de Aznar: la cláusula de conciencia debe observarse, a la par que
como una herramienta legal, con un cristal deontológico, integrándose en la
codificación de los periodistas como un dispositivo más de autorregulación.
Finalmente, se trata de un mecanismo que “cobra una doble dimensión como garantía
individual de carácter ético y una dimensión objetiva supra-individual que alcanza a la
sociedad íntegra” (Borgarello, 2008, p. 35). Por ello, nos parece conveniente que los
códigos deontológicos le dediquen un espacio. Y así lo hará nuestra propuesta aplicada
para el caso argentino.

2.3.5 Grabaciones ocultas y escuchas telefónicas

Con el avance de la tecnología, la práctica periodística —en especial la del género


de investigación— ha ido incorporado instrumentos que le permiten obtener
información, muchos de los cuales suscitan un debate de carácter deontológico. En los
años ´80, se expandió el uso de la cámara oculta y de micrófonos sofisticadamente
dispuestos. Luego, aparecieron las escuchas telefónicas, las imágenes de las cámaras
de seguridad y las intercepciones de correos electrónicos. Y, en los últimos años, los
audios enviados por servicios de mensajería digital han regado las redacciones con
informaciones “inesperadas”. Ante esto, entendemos que el periodismo profesional
debe darse un debate profundo sobre la utilización de estos dispositivos, a la luz de sus
principios deontológicos.
Si bien existe un escaso tratamiento analítico y bibliográfico sobre la mayor parte
de estos instrumentos en las rutinas periodísticas, el de la cámara oculta es el que más
interés ha generado. En general, los autores que han analizado esta temática advierten
sobre los riesgos deontológicos que su utilización conlleva. Entrado el siglo veintiuno,
con el aumento de la competencia y la presión del rating sobre el periodismo

121
televisivo, la utilización de la cámara oculta dista mucho de ser una herramienta
genuina y lícita para la obtención de información. En este sentido, Ferré Pavia (2008,
traducción propia) afirma:

El uso de la cámara oculta se considera una intromisión en la vida privada de los


individuos y una falta de ética profesional. Su utilización únicamente puede ser avalada en
el periodismo de investigación que tenga como finalidad un descubrimiento que pueda
generar un beneficio social en la comunidad. (p. 32)

Para Gilarranz (2016), la cámara oculta:

(…) no se usa, por lo general, como un instrumento auxiliar de la investigación, sino que
ha pasado a ser el factor principal, adquiriendo protagonismo propio. Es en este sentido
por lo que gran parte de la doctrina opina que su objetivo deja de ser avalar la
información, para convertirse en algo muy distinto que es el simple espectáculo. (p. 128)

Otro autor, Suárez Villegas (2011), realiza una advertencia similar:

(…) cabe denunciar aquel otro promocionado por la sociedad del espectáculo como una
forma de voyerismo televisivo que encuentra en los argumentos más escabrosos y
controvertidos una nueva forma de novelar la realidad… la investigación periodística no
puede constituir un pretexto para desarrollar nuevas formas de obscenidad social: la
desnudez del otro en sus intenciones ingenuas y espontáneas exhibidas como atractivo
mediático. (pp. 431- 432)

La espectacularización del periodismo de investigación, con la cámara oculta como


principal aliada, está claro, lo aleja de sus principios y objetivos fundamentales. Esto
ocurre, en buena medida, porque

(…) su práctica es cara para el editor y muy laboriosa para el reportero. Además, ambas
partes –empresa y redacción- quedan expuestas a una serie de riesgos. Las
irregularidades que el periodista descubre y denuncia pueden llevar implícitas
repercusiones económicas y personales: la administración implicada retira su publicidad

122
del medio en cuestión y le niega una licencia radiofónica, o el mafioso denunciado
amenaza la integridad física del reportero y/o su familia. (Chicote Lerena, 2006a, p. 72).

La tentación de utilizar, entonces, la cámara oculta para el ejercicio de un


pseudoperiodismo de entretenimiento basado en la difusión de intimidades de la
farándula, ha ido creciendo al fuego de las exigencias de la competencia multimedia. El
propio Chicote Lerena (2006b), en otro de sus textos, considera que a las cámaras
ocultas “hay que evitarlas porque el periodista ha de ser honesto. Sólo acudiremos a
ellas en virtud de un bien mayor” (p. 170).
Un curso de análisis parecido toman Kovach y Rosenstiel (2003), quienes sólo
justifican la utilización de las cámaras ocultas en función de ese “bien mayor”. Para
ellos, existen tres circunstancias que deben ser tenidas en cuenta:

i. Cuando la información es muy importante o vital para el interés del público.


Sólo en ese caso se justifica el engaño.
ii. Los periodistas no deben recurrir al disfraz a no ser que no haya otro modo
de conseguir información.
iii. Los periodistas deberían aclarar a sus lectores, oyentes o espectadores
todos aquellos casos en que hayan engañado a las fuentes para conseguir
información y explicar los motivos de que lo hayan hecho, incluyendo en
estos por qué esa información justifica el engaño y por qué era éste el único
modo de obtener ls datos que buscaban (p. 116)

En sus Directrices Editoriales, la cadena pública británica BBC (2007) afirma que
“las grabaciones ocultas deben ser un último recurso (…) [ya que] una mala utilización
o su uso excesivo podría desacreditar su impacto o disminuirlo” (p. 56). Y sostiene que
sólo es lícito utilizarlas:

i. Como herramienta de investigación para exponer temas de interés público


cuando: a) Haya una evidencia clara de ese comportamiento o que exista el
propósito de cometer un agravio; b) Quede claro que una aproximación
directa no funcionaría; c) La grabación sea necesaria para demostrar lo
ocurrido.

123
ii. Para conseguir material fuera del Reino Unido si las leyes de ese país hacen
que sea extraordinariamente difícil o imposible.
iii. Como método de investigación del consumo, científica o social que sea de
interés público, si no hay otra manera de obtener de forma normal las
actitudes o comportamientos en cuestión. Los resultados se deben editar
de forma que ofrezcan una muestra respetuosa, exacta y precisa de lo
sucedido, consiguiendo posteriormente el consentimiento, o
distorsionando los rostros de las personas.
iv. Con intención de entretener cuando las grabaciones ocultas y otras formas
de ocultación formen parte integral del programa, y se consiga
posteriormente el consentimiento o se distorsionen los rostros de las
personas. (p. 56)

Suárez Villegas (2011), basado en las mismas directrices de la BBC, recopila las
siete circunstancias en que estaría habilitado el uso de las cámaras y grabaciones
ocultas:

i. Revelar o descubrir un crimen.


ii. Revelar un comportamiento antisocial importante.
iii. Revelar corrupción o injusticia.
iv. Descubrir incompetencia o negligencia.
v. Proteger la salud y seguridad de las personas.
vi. Alertar a las personas del equívoco al que puede llevar una declaración o
acción de un individuo u organización.
vii. Revelar información que permita a las personas tomar una decisión más
fundamentada sobre temas de relevancia pública. (p. 424-425)

Como hemos visto, el debate sobre la utilización de las cámaras ocultas posee,
ante todo, un carácter deontológico. Y, en consecuencia, corresponde a los periodistas
profesionales elaborar las consideraciones éticas que atañen a esta cuestión y
estructurarlas en sus códigos deontológicos. Lo mismo ocurre con los casos de las
escuchas telefónicas, sean éstas o no de origen legal.

124
En las investigaciones criminales, es habitual que los jueces ordenen
intervenciones sobre las comunicaciones de los sospechosos. Y, en buena parte de los
casos de corrupción que se han registrado en Latinoamérica en las tres últimas
décadas, muchas de esas escuchas se han filtrado a la prensa.
Veamos un ejemplo del caso argentino para inspirar el debate: un juez ordena
intervenir los teléfonos de exfuncionario imputado por enriquecimiento ilícito, en
donde aparecen conversaciones privadas que, en muchos casos, insinúan apuntalar las
sospechas sobre esa persona, y en otros, apenas se trata de charlas íntimas con otros
ex partícipes de un gobierno. Luego, el resultado de esas escuchas llega a un periodista
de un popular periódico, quien decide publicarlas y, desde allí, construir una noticia
vinculada a ése y a otros exfuncionarios. No nos proponemos analizar aquí la
pertinencia o veracidad de la prueba judicial, sino la conducta del periodista, quien,
junto al medio en el que trabaja, opta por publicar esa información, nacida de una
escucha legal ordenada por un juez.
¿Qué tenemos aquí? ¿Se trata de una conducta acorde con los principios
deontológicos el publicar el resultado de unas intervenciones sobre conversaciones
privadas, aunque éstas hayan sido decididas por un magistrado competente, y por más
que el periodista no se haya valido de ningún método oscuro para valerse de esas
escuchas? Antes de proponer una respuesta a este interrogante, veamos un ejemplo.
En las imágenes 12, 13, 14 y 15, nos encontraremos con publicaciones de artículos
periodísticos, todos ellos vinculados a causas de corrupción durante los gobiernos
kirchneristas, que tienen como protagonista tanto a la expresidenta Cristina Fernández
de Kirchner como a sus principales colaboradores. Los diarios Perfil, La Nación, Clarín e
Infobae —los cuatro más importantes de la Argentina—, decidieron publicar el
resultado sobre escuchas telefónicas legales, ordenadas por jueces competentes, y que
llegaron a los periodistas a través de fuentes no reveladas:

125
Imagen 12. Perfil, Edición digital, publicada el 2 de abril de 2018

Imagen 13. Clarín, Edición digital, publicada el 6 de marzo de 2018

126
Imagen 14. Infobae, 1º de abril de 2018

Imagen 15. La Nación, Edición digital, publicada el 19 de febrero de 2018

127
Filtraciones como las que aquí presentamos en causas de corrupción se han hecho
habituales en el sistema judicial argentino. Y la prensa suele publicarlas sin que se
produzca debate alguno acerca de la licitud deontológica de la conducta. ¿Cuál es
nuestra mirada acerca de este comportamiento, poco o nada discutido en el universo
académico de la ética de la comunicación? Vamos a estructurarlo en algunos puntos
fundamentales, que resumen nuestra perspectiva:

i. Las informaciones provenientes de la intervención de


comunicaciones que llegan a la prensa y que no hayan sido
ordenadas legalmente por un juez competente, deben ser
descartadas, fuere cual fuere el contenido, e incluso aunque éstas
sirvieran para revelar tramas delictivas de interés público. El
periodismo no debe, bajo ninguna circunstancia, ni promover la
intervención ilegal de comunicaciones privadas, ni publicar la
información que de ellas provenga.
ii. Las informaciones originadas en intervenciones legales, decididas por
el sistema judicial competente y que llegan a un periodista a través
de una fuente genuina, que no haya cobrado por proporcionar esa
información, sólo pueden publicarse cuando:

a. Existe claridad absoluta sobre el interés público de la


información.
b. Sirven para revelar delitos a la opinión pública que no saldrían a
la luz sin esa publicación.
c. Operen como aceleradores de la investigación criminal,
alejando posibles escenarios de impunidad.

iii. En los casos en que, tras un análisis profundo del periodista y los
responsables de la edición, se decida la publicación del contenido de
la intervención de comunicaciones privadas, deben descartarse todas
aquellas cuestiones que no tengan demostrada y explícita relación
con el delito que se investiga. Por ejemplo, si en el resultado de una

128
conversación privada en la que uno o varios investigados confiesan la
comisión de un delito aparecen hechos relacionados con la vida
privada de quienes allí se comunican, esa parte de la información
debe ser descartada, publicándose sólo aquello que está
estrictamente relacionado con la causa judicial.
iv. El periodista, por todos los medios, debe procurar verificar la
información que de las comunicaciones intervenidas se desprenda,
puesto que podría tratarse de engaños destinados a la construcción
de noticias falsas.

En los ejemplos que presentamos más arriba, los cuatro medios de comunicación
más importantes de la Argentina publican conversaciones privadas en donde una
expresidenta habla con quienes fueron sus colaboradores más cercanos. En ninguna de
esas conversaciones, que fueron registradas por orden de un juez competente, existe
información alguna que pueda ser vinculada a casos de corrupción en los que la
exmandataria y sus funcionarios pudieran estar involucrados. Por lo tanto, desde un
punto de vista deontológico, esas conversaciones no debieron haber sido publicadas.
En cambio, presentaremos aquí un ejemplo en donde, a nuestro parecer, la
información obtenida sí ameritaba la publicación:

Imagen 16. La Nación, Edición digital, publicada el 21 de octubre de 2018

129
En la noticia que aquí citamos, se revela el contenido de escuchas telefónicas,
ordenadas por un juez que investiga una causa por asociación ilícita, que involucran a
un líder sindical, que a su vez es vicepresidente de un popular club de fútbol de la
Argentina, e hijo del gremialista más importante del país. Se trata de Pablo Moyano,
hijo de Hugo Moyano, y vicepresidente del club Independiente de Avellaneda. En la
información que publica La Nación, proveniente de una escucha telefónica entre dos
miembros de la denominada barra brava de Independiente, se revela que el
investigado sería responsable de hechos ilícitos con los grupos ultras del club de
Avellaneda, a quienes les proporcionaría costosos tickets y otros beneficios (La Nación,
21 de octubre de 2018). En este caso, consideramos deontológicamente válido que el
periodismo publique una información basada en una intervención telefónica legal,
puesto que colabora con la revelación de un delito de orden público.
En conclusión, pensamos que tanto la información proveniente de cámaras y
grabaciones ocultas, así como del resultado de intervenciones a comunicaciones
privadas, deben ser tratadas por los periodistas y por los medios con el máximo rigor
deontológico. Es deber de la prensa proteger el derecho a la privacidad, que sólo
puede ser afectado en casos en que la publicación de la intervención de las
comunicaciones o de las grabaciones ocultas colabore con el esclarecimiento de
delitos. Y, desde nuestro punto de vista, los códigos deontológicos deben expresarse
con claridad en ese sentido.

2.4 La deontología en el periodismo digital

2.4.1 ¿Quién es periodista, hoy?

La profesión periodística se encuentra en etapa de redefinición. La explosión


generada por el proceso de digitalización ha puesto a prueba a esta “actividad
sociocultural íntimamente vinculada al desarrollo de la civilización” (Salas, 2006).
Como hemos visto en este trabajo, el denominado periodismo ciudadano y el aumento
de los flujos informativos que ubican a las redes sociales en el universo de los medios
masivos de comunicación, también ponen a los profesionales de la prensa ante el reto

130
de afrontar un interrogante: ¿quién es periodista, hoy? La pregunta está originada en
el intento por reconocer

(…) el impacto que Internet y otras tecnologías del conocimiento han hecho en el
ecosistema mediático y periodístico (…) La profesión periodística y los medios de
comunicación son los primeros afectados por estos vertiginosos cambios, incluyendo el
propio concepto de periodismo. (Flores Vivar, 2014, pp. 525-526)

Parés (2006) también aborda la redefinición del concepto de periodista. Y plantea:

El concepto periodista ha entrado en una nueva perspectiva como consecuencia de los


cambios sociales, culturales, tecnológicos y la propia evolución de la comunicación social,
lo cual implica que, en la práctica, algunas de sus funciones son hoy asumidas,
parcialmente o no, por otros profesionales, en especial el de relaciones públicas (…) El
concepto de periodismo va íntimamente ligado al de la información, que es una clara y
fundamental función de servicio público (…) (p. 79)

La interpelación nos lleva, ante todo, a reconstruir los principios que dan sustento
a la profesión periodística. Y, como veremos, nos aproximaremos a una respuesta que
pondrá a la deontología como el valor fundamental que distingue a los periodistas
profesionales de quienes no lo son. Pero el desafío surgido del proceso de
digitalización continua no es el único que enfrentan hoy los periodistas profesionales.
Para Donsbach (2014), el periodista debe, hoy, “hacer frente a varios retos cuya
envergadura sólo es comparable con los que el autoritarismo trajo aparejado para la
libertad de prensa” (p. 33). El mismo autor detecta cuatro “impedimentos” con los que
se encuentra hoy el comunicador en el ejercicio de su profesión:

i. El menguante público destinatario de las noticias. En casi todos los países


desarrollados la audiencia de los medios de comunicación tradicionales está
sufriendo una merma, tendencia que afecta sobre todo a los periódicos y
en particular a los lectores más jóvenes.
ii. Las crecientes presiones del mercado que afectan la toma de decisiones
relativas a las noticias. Los resultados de las investigaciones dan cuenta de

131
varios indicadores que apuntan a una ascendente influencia de los objetivos
comerciales en estas decisiones (…) [Así] la necesidad de atraer a una gran
audiencia afecta la selección y la presentación de los temas, mientras que la
demanda de conseguir anunciantes pone en riesgo la solidez del muro que
separa la sala de redacción del departamento de publicidad.
iii. La menguante reputación de la profesión: los periodistas pierden el apoyo
del público en casi todos los ámbitos.
iv. La pérdida de identidad que afronta la profesión. Las nuevas tecnologías
ponen al alcance de todo el mundo un amplio abanico de herramientas de
comunicación, por lo que ya no se requiere de la participación de los
medios tradicionales para comunicarse con el público. (pp. 33-35)

Donsbach profundiza en esta “pérdida de identidad” que sufre el periodista a


manos de los dispositivos de comunicación surgidos de la revolución tecnológica que
planteamos al principio de este apartado:

Hemos visto que los medios tradicionales están perdiendo público, pero aun más grave es
que en la misma plataforma las organizaciones periodísticas estén cayendo de rodillas
ante sus nuevos competidores (…) la audiencia de los medios no tradicionales —por
ejemplo, los recopiladores de contenidos, blogs, motores de búsqueda, redes sociales y
proveedores de servicios— experimentó un crecimiento considerablemente más
acelerado que el público de los sitios web de los medios tradicionales. Los jóvenes utilizan
con mayor frecuencia los blogs, las salas de chat o las redes sociales como Facebook o
MySpace para recibir lo que consideran “noticias”. Además, ciertas comunicaciones
ingeniosas sobre relaciones públicas, presentadas como artículos periodísticos, terminan
socavando la profesión. (p. 35)

Y concluye:

La propia noción de periodismo y de lo que entraña ser periodista ya no resulta tan nítida
como en el pasado, cuando los periodistas eran reporteros y redactores que trabajaban
para algún periódico, los medios radiotelevisivos o los servicios de teletipo. Así, estamos
siendo testigos de la decreciente valorización de un producto específico. (p. 35)

132
Si pusiéramos al día la perspectiva de Donsbach, veríamos que, hoy, existen
nuevos liderazgos en el campo de las redes sociales vinculadas a la información, como
la expansión de Twitter y de los servicios de mensajería instantánea como Whatsapp y
Telegram (Celaya, An. Chacón, Ai. Chacón y Urritia, 2015, p. 12). Estos comenzaron a
cobrar particular importancia al ser utilizados como medios de comunicación y
transmisión de noticias, a tal punto que Whatsapp alcanzó el primer puesto como
“herramienta de comunicación instantánea” entre el público joven (Rubio-Romero y
Perlado, 2015, p. 91). Además, las formas de transmisión repentinas como Facebook
Live o Instagram Stories permiten a los “periodistas ciudadanos” viralizar sus noticias,
fotos y videos en tiempo real (Madrigal, 2015, p. 3). Las redes, entendidas como
vehículos de información, se afirman “ofreciendo contenidos y eventos muy
especializados para promover una mayor fidelidad de sus diferentes públicos” (Hütt,
2012, p. 124). Este éxito en la generación de fidelidad de las redes sociales golpea,
como señalaba Donsbach más arriba, tanto a los medios de comunicación tradicionales
como a sus versiones digitales. Y, en consecuencia, es la propia identidad del periodista
la que entra en cuestionamiento.
Desde nuestra perspectiva, esta crisis de identidad que viven el periodismo y los
periodistas debe operar en el debate como un disparador para la redefinición del
sentido de la profesión. No se trata más que de reconectar la identidad del periodista
profesional con los principios esenciales de la profesión, que están estrechamente
vinculados a su deontología. Desde allí, se podrá edificar esa respuesta sobre quién es
hoy, realmente, periodista.
En el camino de reconocer a la ética como valor constitutivo del ser periodista, nos
resulta útil acudir a los diez principios sobre la profesión periodística que desarrolló la
UNESCO (1983) en su cruzada deontológica. Estos valores, pensamos, representan al
periodista profesional y constituyen su razón de ser:

i. El derecho del pueblo a una información verídica. El pueblo y las personas


tienen el derecho a recibir una imagen objetiva de la realidad por medio de
una información precisa y completa, y de expresarse libremente a través de
los diversos medios de difusión de la cultura y la comunicación.

133
ii. Adhesión del periodista a la realidad objetiva. La tarea primordial del
periodista es proporcionar una información verídica y auténtica con la
adhesión honesta a la realidad objetiva, situando conscientemente los
hechos en su contexto adecuado (…). La responsabilidad social del
periodista. En el periodismo, la información se comprende como un bien
social y no como un simple producto. Esto significa que el periodista
comparte la responsabilidad de la información transmitida. El periodista es,
por tanto, responsable no sólo frente a los que dominan los medios de
comunicación, sino, en último análisis, frente al gran público, tomando en
cuenta la diversidad de los intereses sociales (…)
iii. La integridad profesional del periodista. El papel social del periodista exige
que la profesión mantenga un alto nivel de integridad. Esto incluye el
derecho del periodista a abstenerse de trabajar en contra de sus
convicciones o de revelar sus fuentes de información, y también el derecho
de participar en la toma de decisiones en los medios de comunicación en
que emplea. La integridad de la profesión prohíbe al periodista el aceptar
cualquier forma de remuneración ilícita, directa o indirecta, y el promover
intereses privados contrarios al bien común (…)
iv. Acceso y participación del público. El carácter de la profesión exige, por otra
parte, que el periodista favorezca el acceso del público a la información y la
participación del público en los "medios", lo cual incluye la obligación de la
corrección o la rectificación y el derecho de respuesta.
v. Respeto de la vida privada y de la dignidad del hombre. El respeto del
derecho de las personas a la vida privada y a la dignidad humana (…) es
parte integrante de las normas profesionales del periodista.
vi. Respeto del interés público. Por lo mismo, las normas profesionales del
periodista prescriben el respeto total de la comunidad nacional, de sus
instituciones democráticas y de la moral pública.
vii. Respeto de los valores universales y la diversidad de las culturas. El
verdadero periodista defiende los valores universales del humanismo, en
particular la paz, la democracia, los derechos del hombre, el progreso social
y la liberación nacional; y respeta el carácter distintivo, el valor y la dignidad
de cada cultura, así como el derecho de cada pueblo a escoger libremente y
desarrollar sus sistemas político, social, económico o cultural (…)

134
viii. La eliminación de la guerra y otras grandes plagas a las que la humanidad
confronta. El compromiso ético por los valores universales del humanismo
previene al periodista contra toda forma de apología o de incitación
favorable a las guerras (…) y a todas las otras formas de violencia, de odio o
de discriminación, en particular el racismo y el apartheid, y le incita a
resistir a la opresión de los regímenes tiránicos, a extirpar el colonialismo y
el neocolonialismo, así como a las otras grandes plagas que afligen a la
humanidad, tales como la miseria, la desnutrición o la enfermedad.
ix. Promoción de un nuevo orden mundial de la información y la
comunicación. En el mundo contemporáneo, el periodista busca el
establecimiento de nuevas relaciones internacionales en general y de un
nuevo orden de la información en particular. Ese nuevo orden, concebido
como parte integrante del nuevo orden económico internacional, se dirige
hacia la descolonización y la democratización en el campo de la información
y de la comunicación (...) (UNESCO, 1983)

Naturalmente, aquella declaración de principios de la UNESCO de 1983 presenta


aspectos discutibles, algunos de las cuales ya hemos debatido aquí, como la cuestión
de la objetividad. Pero nos parece que el texto expone un conjunto de principios
perennes y fundamentales que siempre deben movilizar al periodista en el ejercicio de
su profesión. Sin embargo, a la luz de los desafíos que el siglo XXI le presenta al
comunicador social, estos principios pueden ser sintetizados en cuatro valores
esenciales:

i. Respeto por la verdad.


ii. Responsabilidad social.
iii. Respeto y promoción de la diversidad.
iv. Honestidad profesional.

Esta síntesis de principios que arriba presentamos configura el génesis de la


dimensión deontológica de la profesión periodística. O sea, para que exista periodismo
profesional, deben verificarse un compromiso intelectual y un apego práctico a los

135
valores deontológicos de la actividad. Por lo tanto, y en esto consiste nuestro aporte,
consideramos periodista a aquel que:

i. Desempeña su tarea movilizado por el respeto irrenunciable a la


verdad.
ii. Es consciente de la responsabilidad social de la profesión, que está
constituida por el derecho ciudadano a la información.
iii. Trabaja por el reconocimiento y la celebración de la diversidad en
todas sus formas, y contra toda clase de discriminación.
iv. Desarrolla su profesión de forma honesta, renunciando a percibir
cualquier ingreso económico o beneficio que no provenga de la
actividad.

Algunos autores han vinculado, también, la naturaleza del periodista con la


dimensión deontológica. Para Barragán Solís (2007):

La responsabilidad social del periodista implica un absoluto respeto hacia los receptores
quienes buscan información y opinión de profesionistas, pendientes de que se realice un
trabajo apegado a los lineamientos éticos (…) Los periodistas tienen como principio el
respeto por la verdad y su difusión, pues es un derecho que tiene el público de conocerla.
(p. 39)

Cortina y Conill (2000), en tanto, visibilizan el reconocimiento de la función social


de la profesión para se pueda definir a un periodista:

[El periodismo es] una actividad social cooperativa, cuya meta interna consiste en
proporcionar a la sociedad un bien específico e indispensable para su supervivencia como
sociedad humana, para la cual se precisa en concurso de la comunidad de profesionales
que como tales se identifican ante la sociedad” (p. 15).

En conclusión, la respuesta al interrogante que motivó este inciso se encuentra en


el campo de la deontología, que es el mecanismo que establece una distancia entre

136
quienes ejercen el periodismo basados en los principios de la profesión, y aquellos que
utilizan otras formas para difundir información. Estos últimos, entre quienes incluimos
a los denominados “periodistas ciudadanos”, forman parte de ese amplio
conglomerado de dispositivos a través de los cuales se distribuye y publican
informaciones, pero no se trata de periodistas.
Los periodistas lo son porque siguen un conjunto de rutinas de producción de la
noticia, que están basados en los cuatro valores que tratamos más arriba: verdad,
responsabilidad social, pluralismo (diversidad) y honestidad. Podrá argumentarse, y es
cierto, que existen malos periodistas. Y que algunos —o, incluso, muchos— de ellos no
ejercen su tarea en orden a los principios de la actividad. Pero ello, en modo alguno,
desvanece la genuina identidad de la profesión. Para nosotros, es función de los
propios periodistas debatir sobre la naturaleza de su ser para, desde allí, estructurar su
esencia en normativas deontológicas que reivindiquen el sentido de la profesión.

2.4.2 El estatus normativo del periodismo digital y ciudadano

En el inciso anterior, arribamos a la conclusión de que un ejercicio socialmente


responsable del periodismo requiere de profesionales comprometidos con los
principios deontológicos. Ese compromiso debe abarcar también al periodismo que se
desarrolla de forma exclusivamente digital. En este sentido, Breiner6 afirma que
"cuando te metes en el mundo digital, lo que más distingue a un periodista profesional
de todos los demás es un código de ética" (citado en Meyer, 2011, p. 31). Y, aun sin la
presencia de un instrumento normativo de autorregulación, como ocurre en el caso
argentino, es la conformidad con los principios deontológicos aquello que distingue a
un periodista de quien no lo es.
Para el periodismo puramente digital —aquel que se ejerce en medios de
comunicación que no tienen un anclaje en otras formas tradicionales de periodismo—,
operan los mismos valores y las mismas exigencias deontológicas que rigen para la
prensa tradicional. Por lo tanto, nos parece fundamental que los códigos de ética

6
James Breiner es el creador del primer centro de periodismo digital de América Latina, que opera
desde la Universidad de Guadalajara, México (entrevistado por Meyer, 2011).

137
periodística incorporen en su articulado aquellas problemáticas que se originan en la
singularidad del periodismo digital.
Otro aspecto igualmente importante para abordar esta problemática lo presenta
Ferré Pavia (2009), al introducir la exigencia, para el periodismo digital, de una edición
basada en una “corrección lingüística como base de un comportamiento periodístico
vinculado a la ética” (Cap. IV, p. 11). Y sigue:

Si en los medios impresos tradicionales la figura del editor ha velado, entre otras cosas,
por no dar una imagen de descuido lingüístico, en las webs hemos vivido una etapa de
años de moratorio de la corrección, que no hay que tolerar más. (p. 11)

Respecto del llamado periodismo ciudadano, nos parece deseable y pertinente


que éste se incorpore voluntariamente a las exigencias deontológicas que recaen
sobre los reporteros profesionales, puesto que finalmente, será el público —y su
derecho a la información— quien recibirá el producto de esa actividad. Por este
camino transita el ya célebre OhmyNews, uno de los periódicos digitales y
participativos más populares del mundo. Este sitio de noticias de origen surcoreano,
que cuenta con una edición internacional editada en lengua inglesa, nació como un
proyecto de periodismo ciudadano, y cuenta con el 70% de su contenido producido
por los colaboradores externos y ocasionales, y que no trabajan como periodistas.
OhmyNews, para dotar de credibilidad a su sitio, desarrolló una herramienta
similar a un código de ética para sus periodistas ciudadanos:

1. El reportero ciudadano debe trabajar con el espíritu de que “todos los


ciudadanos son reporteros”, e identificarse claramente como un reportero
ciudadano al cubrir historias.
2. El reportero ciudadano no difunde información falsa. No escribe artículos
basados en suposiciones o predicciones sin fundamento.
3. El reportero ciudadano no usa lenguaje abusivo, vulgar u ofensivo que
constituya un ataque personal.
4. El reportero ciudadano no daña la reputación de los demás al componer
artículos que infringen la privacidad personal.

138
5. El reportero ciudadano utiliza métodos legítimos para recopilar
información, e informa claramente a sus fuentes de la intención de cubrir
una historia.
6. El reportero ciudadano no usa su posición para obtener ganancias
injustas ni busca ganancias personales de ninguna clase.
7. El reportero ciudadano no exagera ni distorsiona los hechos en nombre
propio o de cualquier organización a la que pertenezca.
8. El reportero ciudadano se disculpa por completo y sin demora por una
cobertura incorrecta o inapropiada. (Meyer, 2011, p. 32).

Estos ocho principios que postula OmhyNews forman parte de la esencia


deontológica de la profesión periodística. Por lo tanto, entendemos que, en función
del interés público y del derecho ciudadano a la información, todo producto
periodístico que se publique, sea en formato tradicional o digital, sea con reporteros
profesionales o ciudadanos, debe adecuarse responsablemente a los principios
deontológicos de la actividad. A una conclusión similar arriban Herrán y Restrepo
(1992):

(…) es evidente que los principios éticos cobijan al colaborador ocasional de un periódico,
al que escribe esporádicamente una columna, al locutor que entrevista a un cantante, al
muchacho que redacta un periódico escolar, aunque el derecho positivo no les confiera la
calidad de periodista. (p. 36)

Y finalizan:

Quien ejerza alguna actividad relacionada con el periodismo, con la misión de


proporcionarle información a la comunidad, bien sea esporádica o permanente,
profesional o empíricamente, en forma principal o secundaria, debe comportarse de
acuerdo con los criterios éticos de la profesión. (p. 36)

139
3. MARCO REFERENCIAL: EL CASO ARGENTINO

3.1 Una profesión en debate

El sistema de medios de comunicación de la Argentina, e incluso la naturaleza de la


profesión periodística en el país, se encuentran en pleno debate. El escenario se
encuentra visiblemente afectado por los efectos traumáticos que dejó la batalla por la
Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA), popularmente conocida como
“ley de medios”. En un contexto de alta concentración de la propiedad, la Argentina
tiene pendiente aún un proceso de democratización genuino de su sistema de medios,
que garantice una mayor pluralidad de voces, una participación más intensa de la
sociedad civil y una diversidad en la representación cultural y federal que hoy no
existe.
La LSCA fue una experiencia fallida que, por su utilización como sable político-
partidario, dividió a medios, periodistas y al conjunto de la sociedad en dos facciones.
Se aprobó en 2009 y se la hizo desvanecer en 2015. Nunca llegó a aplicarse con
plenitud y ninguno de sus objetivos declamados llegó a cumplirse. En consecuencia, la
democratización del sistema de medios en la Argentina está pendiente. Los periodistas
profesionales, mientras tanto, se desempeñan en un escenario de precarización,
concentración e intrusismo. Si bien la discusión por la actividad de la prensa no
empezó con la ley de medios, alcanzó con ella su punto cúlmine. Desde nuestra
perspectiva, comprender la estructura periodística argentina, y por lo tanto el
ambiente en donde se desempeñan los periodistas, exige primero examinar qué pasó
durante la contienda que rodeó a la LSCA.

3.1.1 La LSCA

La Argentina posee, aún hoy, una estructura de concesión de licencias de medios


de comunicación audiovisual que data de los tiempos de la última dictadura militar
(1976-1983). En la industria de la comunicación existe un consenso en que el país
requiere de una nueva legislación que modernice y, especialmente, democratice el

140
escenario basada en una “limitación del proceso de concentración y monopolización”
(MacBride, 1980, p. 236). Para avanzar en una democratización profunda y efectiva de
la comunicación, el nuevo esquema debe orientarse en ampliar:

i. Las posibilidades de acceso al consumo de medios y productos


comunicacionales más numerosos y variados y/o a su producción.
ii. Las formas de participación social en un triple nivel: el de la definición de
políticas de radiodifusión, la gestión de sus instituciones y empresas de
radiodifusión, y en la producción de programación propia (…)
iii. El derecho universal a la comunicación como noción que incluye a los
derechos ligados a ésta: a ser informado, a informar y expresarse, a
participar de la comunicación pública sin limitaciones por cualquier medio
(...)
iv. La diversidad de contenidos entendida no sólo como cantidad (pluralidad,
que podría significar muchos operadores con ofertas variadas pero que
pertenecen a pocas manos), sino también diferencia, disparidad, tanto a
nivel interno de cada medio (referida a contenidos, fuentes de información,
modalidades expresivo-culturales que se reproducen); y externa (referida a
los actores que incluye la organización del sistema mediático).
v. La equidad en la circulación de la información entre naciones, regiones de
un país, fuerzas políticas, comunidades culturales, entidades económicas y
grupos sociales (…) (Segura, 2014, p. 5-6).

Además, la legislación debe también:

Buscar y mejorar modelos que aseguren el incremento de la independencia y la


autonomía de los medios de información en lo tocante a su administración y su política
editorial, ya sea privada o pública la propiedad de estos medios (MacBride, 1980, p. 236).

En la Argentina, la discusión acerca de la democratización de la comunicación vio


la luz con el retorno de la democracia, en 1983. Y tuvo su momento crucial con la LSCA.
Marino, Mastrini y Becerra (2010) definen al contexto que dio lugar al debate y

141
posterior la sanción de la LSCM como un “escenario altamente concentrado”, con tres
características fundamentales:

i. El índice de concentración de los principales medios: la alta concentración


de los mercados de los medios de comunicación más masivos (televisión
abierta y por cable, prensa escrita y radio), que exhibe en promedio un
dominio del 78 por ciento en manos de los primeros cuatro operadores de
cada uno de esos mercados.
ii. El tipo de concentración conglomeral: los principales grupos de
comunicación de la Argentina son conglomerales y están presentes en casi
todos los sectores. El grupo Clarín, por ejemplo, cuenta con emisoras de
televisión abierta, señales y empresas prestadoras de servicio de televisión
de pago, estaciones de radio, diarios, portales noticiosos en Internet,
fábrica de papel para diarios, entre otras actividades que controla de modo
directo.
iii. La centralización geográfica de la producción de contenidos: una de las
características del sistema de medios de comunicación en la Argentina es la
hiper centralización geográfica de la producción de los contenidos, que en
los medios audiovisuales se producen en la zona metropolitana de Buenos
Aires y se reproducen en el resto de los medios del país. (p. 15)

El marco normativo anterior a la LSCM remite al año 1980, cuando

(…) la Junta Militar encabezada por Jorge Rafael Videla dictó el decreto-ley 22.285 que
estableció el sistema de medios que estuvo vigente en la Argentina durante los siguientes
veintinueve años. Esta norma configuraba la comunicación como un bien comercial con
control del Estado. (Segura, 2011, p. 126)

Ese decreto “reguló muchos aspectos de la sociedad y diseñó un sistema de


medios centralista y privatista, con muchos sectores excluidos de sus derechos”
(Marino, Mastrini y Becerra, 2010, p.13). Con la recuperación de la democracia y el
impulso de instrumentos que buscaban potenciar la libertad de expresión en todo el
universo cultural, el gobierno radical de Raúl Alfonsín habilitó, por omisión de

142
regulación, el establecimiento de “miles de radios sin licencia en todo el país” (Segura,
2011, p.127). Ello generó un caos en el espectro radiofónico que dejó a las emisoras
comunitarias, regionales e independientes sin protección legal. La consecuencia fue
que esta falta de ordenamiento operó como combustible para la dinamización de un
proceso de concentración que ya había comenzado.
Durante el primer período presidencial del peronista Carlos Menem (1989-1995),
sobrevino un proceso de liberalización integral de las actividades económicas en la
Argentina. Se sancionó la ley 23.696 de Reforma del Estado que “consagró la
desregulación, privatización, desmonopolización para todas las políticas públicas
incluyendo las de las comunicaciones” y flexibilizó las normativas “que imposibilitaban
hasta el momento la constitución legal de conglomerados en forma de multimedios”.
Así, surgieron “dos grandes grupos multimedios: Telefé y Clarín” (Segura, 2011, p.128).
En el segundo gobierno de Menem (1995-1999), arribarían al sector de las
comunicaciones grupos económicos y fondos de inversión, algunos locales y otros
vinculados al capital transnacional, que profundizaron el modelo de “multimedios” que
profundizó definitivamente la concentración. Así, “las políticas en materia de
radiodifusión [durante la administración Menem] habían adquirido una orientación
exclusivamente mercadocéntrica, propiciando la desregulación del mercado
comunicacional y generando su estructuración concentrada y oligopólica” (Córdoba,
2011, p.135).
En el gobierno radical de Fernando De la Rúa (1999-2001) la situación no se
modificó. Por el contrario

(…) la expresión del continuismo se sostuvo en un (nuevo) intento fallido de sancionar una
ley de radiodifusión en democracia, sin aplicar cambios sobre el marco regulatorio más
allá de impedir el control de los medios públicos por parte del Parlamento. (Marino,
Mastrini y Becerra, 2010, p.14)

Por lo tanto, al sostenerse el esquema de “continuidad del liberalismo


comunicacional” (García Leiva, 2005, p.303), la democratización del sistema estaba
pendiente. El gobierno peronista de Eduardo Duhalde (2002-2003), surgido como
consecuencia de la crisis de diciembre de 2001, tampoco abordó esta transformación.

143
En este contexto, sería la sociedad civil la que terminaría impulsando el debate y
presionando por una nueva legislación. En 2004, se constituyó la Coalición por una
Radiodifusión Democrática (CDR), que, tras diversos y multidisciplinares debates en
todo el país, presentó una propuesta de 21 puntos para dar forma a un proyecto de
ley. La CDR estaba compuesta por

(…) universidades, gremios de trabajadores de los medios de comunicación nucleados en


las dos centrales de trabajadores –CGT y CTA-, radios comunitarias y populares, el
movimiento cooperativista, intelectuales, organismos de derechos humanos,
movimientos de trabajadores ocupados y desocupados, músicos independientes,
entidades gestoras de derechos, pueblos originarios, organizaciones de mujeres y otros
movimientos sociales. (Kejval, 2014, p.3)

Así, la CDR

(…) se constituyó como un espacio multiorganizacional que hizo del reclamo por una ley
de comunicación de la democracia una demanda aglutinante, que le permitió desarrollar
acciones colectivas e ir más allá de las diferencias existentes entre algunos de estos
grupos en sus propios ámbitos de reivindicación (…) y se compuso de una trama de
identidades individuales y colectivas muy diversas. (Córdoba, 2011, p. 141).

Su objetivo era el de “constituir una fuerza política capaz de liderar la demanda


por democratizar las comunicaciones y por sancionar una nueva ley de radiodifusión”
(Kejval, 2014, p.3). Ese propósito, sin embargo, chocó en una primera etapa con el
rechazo del gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) —aliado a buena parte de los
conglomerados mediáticos— a impulsar el cambio. E incluso, comenzado en el primer
mandato de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2011), la negativa oficial se sostuvo.
Sería ante su primera crisis de magnitud que la expresidenta cambiaría de parecer para
terminar impulsando la ley de los 21 puntos. El denominado “conflicto con el campo”
encontró al gobierno del lado opuesto de los grandes medios de comunicación, que
apoyaron las reivindicaciones de las patronales agrarias. Tras perder esa batalla, el
gobierno decidió utilizar su mayoría parlamentaria para diseñar una nueva ley de
medios que desarmara el poder de los conglomerados de comunicación:
144
El punto de inflexión para la modificación de esta situación en el discurso público (…) fue
la situación generada alrededor del lock out agrario. (...) Si bien hay actores de la Coalición
que mantuvieron reuniones con la Presidenta y habían obtenido el compromiso de que el
gobierno abordaría la cuestión en esta nueva etapa, recién el 20 de abril de 2008 y en
medio de una situación de alta conflictividad política, la Coalición consiguió su primera
audiencia presidencial. (Córdoba, 2011, p. 151)

Tras ese primer encuentro que describe Córdoba, Cristina Kirchner instruyó a sus
legisladores para que configuraran un proyecto de LSCA, basado en los 21 puntos de la
CDR. El objetivo del gobierno, sin embargo, más que democratizar el espectro de
radiodifusión, era desarticular el poder de un gigante mediático, en “una guerra ajena
para el resto de los mortales” contra el Grupo Clarín (Zunino, 2009, p. 327). El gobierno
tenía poco tiempo para aprobar la ley: el 18 de marzo de 2009 presentó el proyecto.
En octubre habría elecciones y, previsiblemente, el gobierno perdería su mayoría
parlamentaria a partir del 10 de diciembre. Por ello, el kirchnerismo generó un
proyecto que, aunque recogía el espíritu de la CDR, estaba orientado a que el Grupo
Clarín perdiera la mayoría de sus frecuencias e incluso debiera abandonar su negocio
más rentable: el servicio de televisión por cable, en manos de su empresa Cablevisión.
La LSCA que el Congreso Nacional aprobó el 10 de octubre de 2009 tuvo tres “ejes
conceptuales” (Zunino, 2009):

i. La reorganización del mapa de medios audiovisuales en tres partes iguales:


un 33% en manos del Estado y otro tanto para los privados, destinando el
tercio restante a la inédita administración de canales y emisoras
radiofónicas por parte de organizaciones de la sociedad civil.
ii. La limitación en la cantidad de licencias para cada futuro propietario (se
pasó de 24 a 10) y la prohibición de producir contenidos y a la vez
distribuirlos por cable o en forma satelital.
iii. La reafirmación del control gubernamental sobre todo el sistema,
desactivando el COMFER (la autoridad de aplicación) y creando un nuevo
organismo compuesto mayoritariamente por representantes del
oficialismo. (p. 328)

145
Apenas aprobada la ley, el gobierno creó la Autoridad Federal de Servicios de
Comunicación Audiovisual (AFSCA), puso al frente a uno de sus soldados más leales —
Martín Sabbatella— e inició la embestida contra el Grupo Clarín y otros
conglomerados. Las empresas, naturalmente, resistieron la ley denunciando una
violación a las libertades de prensa y expresión, y acudieron a la Justicia. Tras una
batalla legal de casi cuatro años, la Suprema Corte dictó en 2013 la constitucionalidad
de la ley. Sin embargo, la LSCA nunca llegó a desarticular a los pulpos mediáticos
porque nuevos recursos judiciales lo impidieron.
Durante la discusión, el espectro periodístico se dividió entre quienes estaban a
favor de la ley y quienes estaban en contra. Surgió el concepto de “periodismo
militante” para denominar a quienes apoyaban la norma. Casi todos ellos se
desempeñaban en medios públicos o en empresas financiadas por el gobierno
kirchnerista. Del otro lado, el “periodismo independiente” resistió desde su trinchera
ubicada en los medios afectados por la LSCA. Así, una grieta que arrastró a buena parte
de la sociedad civil constituyó el nuevo escenario. Aquella democratización que
proponían los 21 puntos de la CDR nunca se puso en práctica, fundamentalmente por
falta de financiamiento para los medios comunitarios (Zunino, 2009, p. 329).
A favor de la LSCA, Kejval (2014) sostiene que ésta defiende “una política cultural
orientada a democratizar las comunicaciones y a fortalecer los derechos a la expresión
y a la información” (p. 5). Y enumera una serie de transformaciones que sustentan su
mirada positiva sobre una norma que, según la autora, propone el salto evolutivo:

i. De comunicación como mercancía a la comunicación como derecho


humano.
ii. De la concentración a la configuración de un sistema diverso y plural.

Además, la norma defendía:

i. El fortalecimiento de la participación.
ii. El reconocimiento y la protección de los derechos de los pueblos
originarios.

146
iii. Niñas, niños y jóvenes como sujetos de derechos.
iv. El reconocimiento y la protección de los derechos de las mujeres. (p. 5-10)

Para Marino, Mastrini y Becerra (2010), la LSCA

(…) cultiva una raigambre democrática toda vez que garantiza la libertad de expresión,
levanta la veda que existía para que organizaciones no lucrativas puedan participar como
emisores en una sociedad aludida como “de la información”, reduce el poder del Ejecutivo
(que hasta hoy controlaba directamente la autoridad de aplicación de la ley mediante un
interventor), establece mecanismos que dificultan la constitución de oligopolios
altamente concentrados, defiende a las radios y los canales pequeños de localidades de
provincias y exige cuotas de producción local a todos los operadores del sistema. Sus
objetivos proponen avances como: crear una autoridad de aplicación federal, autárquica y
con miembros de las minorías políticas parlamentarias; establecer reglas que impiden la
propiedad cruzada en el mercado audiovisual (TV abierta y de pago), permitiendo así que
nuevos actores se sumen al mercado; y prohibir a las telefónicas detentar licencias de
medios, evitando así la monopolización eventual del sistema por operadores muy
poderosos. La LSCA constituye un importante avance porque vincula el concepto de
libertad de expresión con los derechos humanos. (p.16)

Sin embargo, la mirada favorable que presentan estos autores, basada mucho más
en los objetivos de la CDR que en la LSCA, se contrapone tanto con los propósitos
declarados del gobierno al promover la ley como con las posibilidades reales de que
medios comunitarios pudieran ocupar el 33% del espectro radiofónico sin recibir
financiamiento público ni privado.
Del lado contrario, se manifestaron las organizaciones que representan a la
propiedad de los medios. A nivel local, la poderosa Asociación de Entidades
Periodísticas Argentinas (ADEPA) consideró que se trató de una “ley de corte
decididamente intervencionista” que “no respeta la diversidad ni tampoco los
derechos ni las inversiones de aquellos licenciatarios legales que brindan servicios de
radiodifusión en todo el país” (Fuerte repudio de Adepa a la ley de medios, La Nación,
2009).

147
Para la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), otro grupo patronal, la LSCA
constituyó un “hostigamiento” y un “desprestigio” a los medios de comunicación.
Según esta entidad, que nuclea a una parte importante de las empresas periodísticas
de América Latina, se trató de una ley “revanchista” para “incrementar y acentuar el
control del Estado sobre los medios privados” (La SIP criticó la ley de medios K, El
Cronista Comercial, 2009). Y, más adelante, la SIP rechazó “la aplicación selectiva,
como sistema de premios y castigos, de la ley de servicios de comunicación
audiovisual y otras normas legales, por parte de los funcionarios involucrados” (La SIP
rechazó la aplicación selectiva de la Ley de Medios, Clarín, 2014).
Durante el debate, la Unión Cívica Radical, principal partido de la oposición al
kirchnerismo, también se manifestó contra la LSCA. Su voz la llevó su entonces
presidente, Gerardo Morales, quien sostuvo que

(…) el oficialismo lo único que quiere es controlar a todos los medios de comunicación,
además de la pelea que tiene con el Grupo Clarín. Este proyecto contiene normas que
afectan la seguridad jurídica y la libertad de expresión. (La UCR critica al gobierno por la
ley de medios, La Capital, 2009)

También el PRO, partido que luego llevaría a la presidencia a Mauricio Macri, jugó
su carta en contra de la LSCA, manifestándose incluso a favor del mantenimiento del
conjunto de las licencias por parte del Grupo Clarín.
Cuando Macri asumió el poder, el 10 de diciembre de 2015, aceleró el final de la
ley de medios. Apenas 21 días después de ponerse la banda presidencial, firmó el
decreto 267/2015, que ordenaba la desactivación de la LSCA. Para ello, clausuró el
organismo que funcionaba como autoridad de aplicación (la AFSCA) y creó una nueva
institución —el ENACOM—, que archivó la totalidad de los planes de adecuación que
había ordenado el gobierno kirchnerista. El decreto fue ratificado por el Congreso
Nacional en abril de 2016. De esta manera, el Grupo Clarín y otros conglomerados
mediáticos quedaron a salvo de su desarticulación. Por el contrario, desde 2015 a esta
fecha, el escenario de concentración creció aún más, autorizándose, en 2017, la
participación de las empresas telefónicas en el servicio de cuádruple play (Internet, TV
por cable y telefonías fija y móvil). Incluso, el Grupo Clarín adquirió la opulenta

148
Telecom, dando lugar así a un gigante multimedial que concentra más del 60% de los
accesos a Internet del país. Además, se trata de la única empresa que brinda el servicio
de cuádruple play en la Argentina, mejorando así sus posibilidades de ampliar todavía
más su participación de mercado.
En nuestra mirada, aquellos 21 puntos de la CDR constituyen un punto de partida
para redefinir un escenario que requiere de un moderno esquema regulatorio que:

i. Amplíe el número de competidores.


ii. Clausure el riesgo de conformación de oligopolios en las distintas
regiones del país.
iii. Federalice el espectro de la comunicación.
iv. Ponga límites a gigantes mediáticos que, dando el servicio de TV por
cable y de Internet, ejercen competencia desleal al cerrar el paso a
contenidos producidos por medios de menor tamaño.
v. Financie desde el nivel estatal —nacional, provincial y municipal— la
conformación de medios comunitarios que expresen intensamente la
diversidad etno-cultural de la Argentina.
vi. Incorpore el resultado del proceso de digitalización continua de los
medios de comunicación.

A nuestro criterio, si la LSCA fue un experimento fallido no fue por las falencias
que pudo haber tenido el proyecto fundacional o porque éste no reflejara la
complejidad del universo digital. La ley fracasó porque, en términos políticos, no fue
aprobada ni reglamentada con el objetivo de democratizar la comunicación en la
Argentina. Por el contrario, la LSCA se convirtió en un arma de la que se valió un
gobierno que, tras haber sido aliado durante media década del Grupo Clarín —al que,
incluso, le permitió ampliar sus negocios otorgándole nuevas licencias, ampliándole el
plazo de concesión de las más importantes y autorizando la fusión entre Cablevisión y
Multicanal, que pasó a representa “más de 80 por ciento de los ingresos del
conglomerado” (Becerra y Mastrini, 2016, p. 8)—, un día se propuso desmembrarlo.
Esta refriega desplazó el escenario de discusión desde el sistema de medios de
comunicación hacia el campo de la política partidaria.

149
Así, la hendidura que se abrió en la Argentina en torno de la administración
kirchnerista se llevó consigo la LSCA y, con ella, la esperanza de democratización de los
21 puntos de la CDR. Para los periodistas profesionales, es necesario lograr que se
recupere el debate. El desarrollo de un periodismo más próximo a sus principios
requiere, también, de un esquema de menor concentración y de mayor
democratización. Ello, entendemos, operará a favor de reconstruir los niveles de
confianza entre los periodistas y la sociedad.

3.1.2 La grieta y el surgimiento del periodismo militante

En el inciso anterior presentamos una descripción de las consecuencias que


produjo el combate por la LSCA en la credibilidad del periodismo argentino. Si bien fue
la sociedad en su conjunto la que se dividió a ambos lados de una grieta que separó a
kirchneristas de antikirchneristas, el periodismo fue “actor principal, guionista, director
y crítico” de una película que aún no terminó (Fontevecchia, 2018, p.21). En su
embestida contra los medios opositores, el gobierno de Cristina Kirchner puso sobre la
mesa conceptos como “medios hegemónicos”, “corpo” —por corporación mediática—
y “prensa destituyente”, señalando con el dedo acusador a medios y periodistas que
cuestionaron a su gobierno durante la ya mencionada crisis con el campo, a los que
eligió como contrincantes irreconciliables siguiendo una lógica del tipo “amigo-
enemigo”. Sus rivales preferidos fueron, en primer lugar, los medios del Grupo Clarín.
Pero también el diario La Nación recibió buena parte de la munición oficial.
En paralelo, el kirchnerismo desarrolló un arsenal mediático propio para disputar
la batalla por la opinión pública, irrumpiendo con el concepto de “periodismo
militante”. Creó nuevos medios, cooptó muchos otros a través de la pauta oficial y
utilizó a la televisión y a la radio públicas como arma de combate. Ni los nuevos medios
ni aquellos que fueron colonizados por el kirchnerismo tuvieron índices de audiencia
relevantes. Por el contrario, el público, en términos generales, les dio la espalda. El
producto más significativo del “periodismo militante” fue el programa televisivo “6, 7,
8”, un espacio de defensa explícita de las políticas oficiales y de agresión sin límites a
medios, periodistas, empresarios y dirigentes políticos de la oposición (Oliván y

150
Alabarces, 2010). El programa se emitió por la televisión pública y desapareció cuando
Cristina Kirchner dejó el poder. Nunca consiguió una audiencia de más de 500.000
personas, promediando apenas un cuarto del rating que, en el mismo horario,
conseguían canales de la televisión abierta.
El abusivo uso de la pauta oficial —que sólo en los primeros tres años del
kirchnerismo ya había sido multiplicada por seis— para disciplinar a empresas y
periodistas opositores y para dar aire económico a los medios amigos, que, sin el
auxilio del Estado, no podrían haberse sostenido puesto que no reunían ni audiencia ni
auspiciantes, constituyó otra característica de la ofensiva (O´Donnell, 2007). El
periodismo militante se enroló en la noción de “hechos alternativos” que, años
después, popularizaría la administración de Donald Trump en los Estados Unidos. Y
abrazó la idea de que, lejos de existir un periodismo independiente, todo periodismo
es militante. Cynthia García (2017), una de las espadas periodísticas que se enroló en
esta idea, siendo panelista televisiva y radial de medios y programas sostenidos por la
administración kirchnerista, así lo describe:

El periodismo será militante o no será nada, porque todos estamos apostados por un
interés y todos convivimos con la contradicción de esos intereses. El periodismo liberal
también es militante. Son un montón, tienen los recursos y son los autores de la
posverdad. (García, 2017)

Del otro lado de la grieta, los medios y los periodistas recogieron el guante y se
alistaron para la batalla. Para ellos, la LSCA constituyó una declaración de guerra por
parte del gobierno kirchnerista, que, según entendían, quería verlos desaparecer. Fue
célebre un spot del canal de noticias TN, perteneciente al Grupo Clarín, que apenas fue
sancionada la LSCA tituló: “TN puede desaparecer”.
En el propio diario Clarín, uno de sus periodistas más destacados e influyentes en
la redacción, Julio Blanck (2018), calificó a la situación de “periodismo de guerra”:

[Con la expresión “periodismo de guerra” me refería]… a la necesidad de defendernos, de


sobrevivir a una guerra que nos habían declarado (…) En el diario, los periodistas de Clarín
vimos que era contra nosotros también. Lo ubico en un día preciso: el día en que Néstor

151
Kirchner maltrató a Leonardo Mindez en una conferencia de prensa. Era un cronista
joven, del equipo de redactores. Me acuerdo del impacto en la redacción (…) Ahí cambió
la cabeza de la redacción: era contra los periodistas; no sólo contra los medios. (p. 110)

Incluso, Blanck admite que, como parte de ese “periodismo de guerra”, los valores
de la profesión se vieron alterados:

Fue una situación de excepción en la cual tuvimos que corrernos de algunos de los
parámetros clásicos con los que trabajamos porque, si no, la compañía no sobrevivía. El
que no tenía la misma decisión, se sumaba al kirchnerismo, como muchos compañeros lo
hicieron (…) El periodismo de guerra fue la pérdida de tonos. Era el blanco o el negro. (p.
111)

La grieta entre el periodismo militante y el que se autodefine como periodismo


independiente, si bien se moderó desde la asunción de Mauricio Macri, no terminó. Y
afecta al conjunto de los profesionales de la comunicación que, aunque muchos se
proclamen moderados y escojan el camino de la no confrontación, terminan viéndose
envueltos en la pérdida de confianza por parte de la sociedad.

3.1.3 Periodistas argentinos: estado de situación

La credibilidad del sistema de medios de comunicación de la Argentina está en


crisis. Corroboraremos esto más adelante, cuando presentemos los datos de nuestro
trabajo de campo sobre la confianza de la sociedad en sus medios y en sus periodistas.
Hoy, la tarea del periodista profesional se desarrolla en un marco de precariedad y
pérdida de prestigio originada, en buena medida, en la grieta que planteamos en el
inciso anterior. En esta línea, Luchessi (2016) sostiene:

El estado de duda en relación con las fuentes y sus incidencias respecto de las empresas
periodísticas genera que las audiencias no expresen los mismos grados de confianza de
los que gozó la actividad en tiempos del auge de la objetividad. (p. 41)

152
Amparada en la batahola que se originó con la LSCA y que rodea e involucra a
medios y periodistas, la autocensura aparece con habitualidad en las redacciones. Ruiz
(2016) es, probablemente, el académico que más ha investigado la historia y el
presente del trabajo periodístico en la Argentina. Sobre esta cuestión, considera:

La polarización política de estos últimos años ha sido un evidente factor restrictivo, que
combina tanto factores exógenos como endógenos. La batalla política intensa tiende a
subordinar los criterios profesionales, alinea las redacciones y limita la profesionalidad. La
guerra mediática nacional y las guerras mediáticas locales conducen a las redacciones a
un contexto de libertades sectarias, en el que hay plena libertad de investigar un sector
pero nunca al otro. (p. 74)

Como ya hemos sostenido en este trabajo, la pérdida de confianza de la sociedad


en el periodismo posee una naturaleza esencialmente deontológica, en donde, por
falta de referencias y códigos escritos, la “capacidad de acción” de los periodistas se
reduce. Y, con ella, se debilita la profesionalización y, así, se limita “la libertad
periodística” (Ruiz, 2016, p. 74).
A esta ausencia de valores y de un faro deontológico como factor fundamental, se
suman otros problemas que aquejan a la praxis de la profesión periodística argentina:

i. Precariedad laboral. Esto implica:


a) Salarios bajos.
b) Alto nivel de informalidad laboral.
c) Ausencia de cobertura social y de salud.
d) Desprotección futura por falta de aportes jubilatorios.
ii. Falta de identidad profesional debido a:
a) Ausencia de organizaciones profesionales representativas.
b) Débil defensa sindical.
c) Diversidad de la formación académica o ausencia de formación.
d) Superposición de funciones editoriales y comerciales.
e) Ausencia de mecanismos institucionales de protección al
periodista (Amado Suárez, 2016, p. 25).

153
iii. Profesión subsidiada por una extrema dependencia de los
anunciantes y por la presencia de “constructores de las noticas”
ajenos al periodismo (Amado Suárez, 2016, pp. 25-29).
iv. Elevado porcentaje de “cuentapropismo”. Esto profundiza el
esquema de profesión subsidiada.
v. Intrusismo en sectores como Deportes, Espectáculos, Salud o
Entretenimientos.
vi. Elevadas presiones (corporativas, empresariales y de audiencia) para
el desempeño profesional (Luchessi, 2016, p. 48).
vii. Desfinanciamiento del sistema de medios (Luchessi, 2016, p. 49)
viii. Sistema de medios públicos no profesional, cooptado por
“funcionarios de corte político o estatal” (Schwarz, 2016, p. 60).
ix. Inseguridad pública que afecta la libertad de los periodistas. Existe
una “hostilidad creciente del crimen organizado (…) A esto se suma la
certeza que tienen los periodistas más importantes del país de que
sus comunicaciones son regularmente intervenidas” (Ruiz, 2016, p.
70).
x. Utilización política de la propaganda oficial para obtener el
disciplinamiento de medios y periodistas. La pauta del Estado se
triplicó de 2003 a 2014, y fue convertida en instrumento “para influir
en la línea editorial de los medios” (Dessein, 2016, p. 93).

Nuestro trabajo de campo sobre los periodistas argentinos, que presentaremos


más adelante, refleja buena parte de estas diez problemáticas, aunque naturalmente
está orientado a la cuestión deontológica. Por ello, y para avanzar en la comprensión
del perfil medio del periodista argentino, acudimos al estudio que realizaron Amado y
Bongiovanni (2016). Allí surgen algunos datos de interés:

i. El 58% de los periodistas se dedica a la profesión a tiempo completo.


ii. El 63% no pertenece a ninguna agrupación profesional.
iii. El 20% realiza, en forma paralela, alguna actividad vinculada a la
comunicación y/o a las relaciones públicas.

154
iv. El 43% tiene más de un trabajo
v. Dos tercios de los periodistas ganan menos de US$ 1.000 por mes, o sea, un
25% menos que el promedio de la población (p. 123-128)

En síntesis: el caso argentino se define por un sistema periodístico que está en


crisis de sustentabilidad. Tras la disputa por la LSCA, el periodismo registra niveles de
desconfianza significativos. Además:

i. Los periodistas trabajan en un marco de precariedad.


ii. El nivel de profesionalización del sistema es bajo.
iii. La sombra del intrusismo complejiza aún más el escenario.

Una revitalización de la profesión, entendemos, debe sustentarse en una


revolución deontológica que le devuelva credibilidad y prestigio a los periodistas, y
hacia ello se dirige la propuesta aplicada de nuestra investigación.

3.2 Veinte desafíos deontológicos para el caso argentino

En este último inciso del marco referencial presentaremos un conjunto de


problemáticas deontológicas particulares del caso argentino, pero que también se
pueden extrapolar a muchos otros países de la región. Se trata de veinte desafíos
presentes o futuros que los periodistas deben abordar desde una sólida mirada
deontológica, dado el impacto social que éstos tienen para el desarrollo de una
sociedad democrática.
La mayor parte de las cuestiones son relativamente novedosas para el periodismo
argentino y forman parte de la complejidad creciente de una sociedad global
interconectada, y que los países latinoamericanos recién están explorando. Pero otras
tienen que ver con mitos y prejuicios que forman parte del inconsciente colectivo
nacional, y de las que los medios de comunicación no han sabido o no han tenido
voluntad de escapar.

155
Los veinte desafíos son:

1. Pueblos originarios
2. Violencia contra las mujeres
3. Discriminación
4. Personas afrodescendientes
5. Racismo y microrracismo
6. Xenofobia
7. Antisemitismo
8. Islamofobia
9. Interculturalidad
10. Interreligiosidad
11. Personas privadas de libertad
12. Tráfico y trata de personas
13. Personas con discapacidad
14. Diversidad sexual (lesbianas, gays, travestis, transexuales,
transgénero, bisexuales, intersex y queer)
15. Discriminación socioeconómica
16. Corrupción
17. Adopción de menores
18. Adultos mayores
19. Bullyng, ciberbullyng, grooming y mobbing
20. Personas en situación de alta vulnerabilidad.

Cada uno de estos asuntos representa un desafío deontológico específico para los
periodistas argentinos. Por ello, vemos la necesidad de que sean incorporados al
código que presentaremos al final de esta tesis. En esta parte de la investigación, nos
focalizaremos en el análisis de los que, entendemos, constituyen las materias más
apremiantes para un ejercicio ético del periodismo en la Argentina: la cuestión
vinculada a los pueblos originarios y el desafío de la violencia machista contra la mujer.
Abordaremos el resto de las problemáticas en nuestro código deontológico.

156
3.2.1 El tratamiento de los pueblos originarios

Desde su consolidación como Estado independiente, con la sanción de su


Constitución Nacional en 1853, la Argentina convivió con la construcción de un relato
nacional que se basó en la difusión del mito de la Argentina blanca. En un país
profundamente centralizado y en donde prácticamente la totalidad de la producción
cultural se desarrolla en Buenos Aires, los medios de comunicación y los periodistas
han participado en la consolidación de ese mito, ocultando, denostando e incivilizando
a los pueblos originarios7.
En este sentido, Chamosa (2012) sostiene:

Como todas las sociedades de este hemisferio hay una población de raza blanca
descendientes de los conquistadores e inmigrantes, y otra población de descendientes de
africanos o de indígenas, mezclados. En todos los países de América Latina esas
diferencias son parte del discurso de la nacionalidad. En Argentina, no. En la Argentina el
discurso de la nacionalidad está basado en la idea de que somos todos descendientes de
europeos, salimos de los barcos o somos un crisol de razas, pero crisol de razas dicho
puramente en un sentido europeo. Si bien ha habido personas que explicitaron aquí y allá
la existencia de una población mestiza en la Argentina, la tónica general a lo largo del siglo
XX fue la de negarlo, la de olvidarlo o a no decirlo, sin negarlo abiertamente. De ahí la
indecibilidad como sinónimo de invisibilidad.

Esa “indecibilidad” que presenta el autor se hace visible en la construcción de la


noticia que desarrollan los medios acerca de los pueblos originarios.
Annecchiarico (2013) coincide con Chamosa, al afirmar que “en la Argentina está
vigente la idea de que somos el país blanco de América Latina”, y por ello la
“invisibilización histórica” de los pueblos preexistentes a la colonización española.
Mientras que para Pérez Esquivel (2017):

7
El Estado argentino reconoce jurídicamente la presencia de 36 comunidades organizadas de pueblos
originarios, que alcanzan un total de 955.000 personas (INDEC, Censo 2010), siendo los pueblos
mapuche (205.000), toba (127.000) y guaraní (105.000) los tres más números.

157
Los pueblos originarios soportan desde hace décadas la violencia social y estructural, con
acusaciones de ejercer la violencia [y de estar vinculados] con grupos terroristas (…) y una
campaña de descrédito y mentiras que cuenta con la complicidad de grandes medios de
comunicación.

Ahora bien. ¿Cómo observan y reflejan los medios masivos de comunicación a los
pueblos originarios? Acudiremos a las conclusiones de un estudio que realizó al
Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), titulado
“Buenas Prácticas en la Comunicación Pública”. Allí, el organismo detectó los
siguientes fenómenos:

i. Muchas veces los Pueblos Originarios-Indígenas son retratados como


extraños u opuestos a la cultura argentina o los “intereses nacionales”.
ii. Por lo general, la presencia de pueblos originarios en medios de
comunicación es muy escasa. Aparecen en los medios cuando hay un caso
muy resonante, generalmente ligado a un conflicto de tierras con
terratenientes o empresas que pretenden desalojarlos. En estos casos, no
se contextualiza la problemática con sus derechos ancestrales reconocidos
constitucionalmente.
iii. Muchas veces los Pueblos Indígenas-Originarios aparecen vinculados
con escándalos políticos de clientelismo, compra de votos y punteros
políticos. En estos casos son pueblos que viven en situaciones de extrema
pobreza y son vistos como ingenuos y manipulables. En otras
oportunidades aparecen representados desde lo colorido o pintoresco
(como nota de color) aislando así sus costumbres y cultura de una
continuidad histórica. De esta forma se despolitizan sus reivindicaciones, se
los espectaculariza a costa de borrar sus identidades.
iv. Como consecuencia del despojo de sus tierras y recursos, pobre e indígena
equivocadamente se convirtieron en casi sinónimos con los consiguientes
atributos con los que se estigmatiza a la pobreza: vago, delincuente, ladrón,
ignorante, etc. Los epítetos “cabecita negra” o “negro villero” se relacionan
con la migración interna hacia las ciudades de los miembros que fueron
expulsados de sus tierras. (INADI, 2010, pp. 4-10)

158
Por último, el INADI realiza las siguientes recomendaciones para el tratamiento
periodístico de informaciones relacionados con este colectivo:

i. No desconocer ni descuidar aspectos sociales, culturales y políticos más


amplios en la cobertura de las historias personales.
ii. No producir ni reproducir términos, imágenes y tramas discriminatorias, ya
sea como burla, insulto, menosprecio o condescendencia respecto de un
determinado colectivo.
iii. Evitar el uso, en noticias, relatos o imágenes, de símbolos o elementos
propios de los colectivos en escenas que los muestran como “extraños”,
“problemáticos” o “peligrosos” aunque no se haga referencia directa o
explícita a un determinado colectivo. (INADI, 2010, p. 4)

Pondremos ahora un ejemplo de un tratamiento que, entendemos, es despectivo


hacia el pueblo mapuche:

Imagen 17. Clarín, Edición digital, 4 de septiembre de 2018

159
En esta noticia, publicada por el diario Clarín, podemos leer el siguiente titular:
“Confirman el procesamiento del mapuche de los binoculares y del «Testigo E»”.
Desde nuestra perspectiva, hacer hincapié en la condición de mapuche del ciudadano
procesado, de la forma en que lo señala el periódico, abona a una mirada despectiva
del colectivo. Para comprobarlo, proponemos sustituir el apelativo “mapuche” por
otros que, habitualmente, son sujetos de discriminación, como “judío”, “negro” o
“gay”:

i. “Confirman el procesamiento del judío de los binoculares y del


«Testigo E»”
ii. “Confirman el procesamiento del negro de los binoculares y del
«Testigo E»”
iii. “Confirman el procesamiento del gay de los binoculares y del
«Testigo E»”

Estos ejemplos, nos parece, evidencian que realizar un señalamiento específico de


una condición identitaria puede resultar despectivo en el caso de un colectivo
vulnerable, como en la Argentina lo es el de los pueblos originarios. Sobre esta
cuestión, Ferré Pavia (2009) sostiene:

En lo que respecta al lenguaje, la nacionalidad se debe referir en la información si es


necesario, no como una supuesta causa del problema; (…) debemos estar atentos a no
caer en el tópico de la simplificación o las supuestas características de cada colectivo.
(Cap. VIII, p. 4)

Y la autora pone como ejemplo el siguiente titular, tomado de la edición del 31 de


mayo de 2007 del periódico La voz de Galicia:

“Un rumano mata a golpes a su mujer, de 29 años, y deja huérfanos a sus diez hijos”

160
Y concluye:

Sin que tenga que esconderse la procedencia de la pareja en el texto, la titulación no tiene
por qué destacar que se trata de un inmigrante y de que nacionalidad es. (…) Asimismo,
podemos ver en qué elementos hacen recaer el interés: el número de hijos, los golpes y la
edad de la mujer. (Cap. VIII, p. 4)

En el ejemplo que expone Ferré Pavia, la forma de presentar la noticia puede


inducir al lector a consolidar una mirada generalmente despectiva hacia el colectivo
rumano. Y no sólo por señalar la procedencia del hombre que cometió el femicidio,
sino por destacar, sin sentido, que una mujer de 29 años tenía ya diez hijos, lo que
también puede provocar una reacción negativa por parte del público.
En la Argentina, ejemplos de estas características se presentan también, aunque
con otros grupos de inmigrantes, como bolivianos, paraguayos, chilenos o peruanos.
Pero el epicentro de la problemática se ubica en los pueblos originarios, colectivos
históricamente discriminados e invisibilizados por la prensa y la sociedad argentinas.
Por lo tanto, la de los pueblos originarios es una cuestión decisiva para el proceso
de redefinición de una identidad plurinacional argentina, basada en valores
democráticos. Para ello, los medios de comunicación y los periodistas deben
incorporar a sus rutinas y, por lo tanto, a sus dispositivos de autorregulación, una
mirada deontológica de este trascendental asunto.

3.2.2 El abordaje mediático de la violencia contra la mujer

En 2015, a partir de una serie encadenada de femicidios que impactaron en la


opinión pública, surgió en la Argentina el movimiento denominado Ni una menos, que
luego se extendió a otros países de la región e incluso de Europa. Esta situación puso a
la sociedad argentina, y a sus medios de comunicación, ante la necesidad de realizar
una introspección integral acerca de los patrones culturales que condujeron a la
creciente violencia machista contra la mujer. Para el periodismo profesional, el
movimiento Ni una menos también fue un antes y un después. Medios y periodistas se
lanzaron a una reflexión sobre el uso extendido de un lenguaje machista que abonó —
161
y sigue abonando— la consolidación de una situación de privilegio del hombre sobre la
mujer, que operó y que sigue operando como combustible de la violencia machista.
Tras el estallido de la situación, el INADI (2017) emitió una serie de
recomendaciones a los medios y a los periodistas para abordar la cuestión:

i. Acudir a profesionales y expertos/as para poder cubrir desde distintos


aspectos las noticias sobre violencia contra las mujeres, para lograr una
lectura profunda y fundada de la problemática; y adjuntar siempre
información útil que facilite la denuncia de situaciones de violencia contra
las mujeres (líneas telefónicas, dependencias, etc.)
ii. A modo de ejemplo, recomendar la línea gratuita 144 de orientación,
información y contención para mujeres en situación de violencia del
Ministerio de Desarrollo Social. También se puede sugerir la línea gratuita
del INADI para denunciar discriminación: 0800 999 2345.
iii. Si se menciona algún caso concreto de femicidio, no vincular la denuncia
por agresión como causal del mismo. En ocasiones los medios informan
sobre las denuncias por violencia realizadas por la víctima, dando a
entender que su posterior asesinato es consecuencia directa de la
denuncia. Es importante transmitir con claridad que el único responsable es
el victimario, no la denunciante. De lo contrario, las víctimas de violencia no
se animan a buscar ayuda.
iv. No entronizar el relato del episodio individual, personal y aislado, teñido de
matices sensacionalistas y evitar los detalles escabrosos, las descripciones
morbosas y todo otro tipo de elementos o utilización de recursos que
pudieran configurar un tratamiento sensacionalista, desde la musicalización
hasta las reconstrucciones o infografías.

Otro organismo oficial de la Argentina, la Defensoría del Público (2016), tras


registrar la existencia de una ostensible violencia mediática contra la mujer, configuró
un manual para los medios y los periodistas. Allí, en primer lugar, explicita en qué
consiste la violencia mediática:

162
i. La violencia mediática es un exponente de la violencia simbólica. Esto
significa prestar particular atención en la violencia representada y difundida
en y por los medios de comunicación audiovisual.
ii. Cuando se construyen representaciones que cosifican o estigmatizan a las
personas. En el caso de las mujeres, por ejemplo:
a. Representarla únicamente como objeto sexual de consumo o trofeo.
b. Naturalizar que es la responsable de la limpieza del hogar, la cocina y
crianza de hijos/as.
c. Dar a entender que es una compradora compulsiva.
d. Realizar juicios sobre su modo de vida (con quién sale, cómo se viste,
por dónde circula).
e. Visibilizar un único modelo de belleza deseable (joven, delgada, a la
moda, etc.)
f. Normalizar la división sexual del trabajo. Oficios, profesiones u
ocupaciones exclusivas de mujeres (secretaria / enfermera / maestra
jardinera / ama de casa) o de varones (gerente / médico / profesor /
albañil).
g. Adjudicar características específicas del “ser mujer”: débil,
emocional, manipulable, celosa, histérica, chismosa, irracional,
natural, etc.
h. Revictimizar a la persona que fue víctima de violencia. El discurso que
se pregunta qué hizo la víctima para ser agredida. (p. 2)

Y, luego, el organismo presenta una guía para que medios y periodistas eviten el
sexismo en el lenguaje, que está en el origen de la violencia mediática contra la mujer:

i. Evitar el masculino como valor genérico:


a. El hombre avanza hacia la cura del cáncer / La humanidad avanza
hacia la cura del cáncer.
b. Todos celebramos la democracia / La ciudadanía celebra la
democracia.
c. Los argentinos eligen veranear en el país / La población argentina
elige veranear en el país.
ii. Utilizar el impersonal “se” o “quienes” en vez del artículo masculino “los”:

163
a. Los trabajadores metalúrgicos recibirán un aumento salarial de.... /
Se dará un aumento salarial al sector metalúrgico de....
b. Los que cobren más de... / Quienes cobren más de....
iii. Privilegiar el uso de nominaciones neutras para referirse a grupos
específicos:
a. Los niños son los más afectados por la crisis / La infancia es la más
afectada por la crisis.
b. Cuestionan a los políticos / Cuestionan al sector político.
c. Crece el número de enfermeras en hospitales / Aumenta el personal
de enfermería en hospitales.
iv. La musicalización es fundamental en la construcción del discurso
audiovisual y radiofónico. Se recomienda prestar atención a las
representaciones que construyen las letras de las canciones para no
reproducir estereotipos discriminatorios y evitar musicalizar informes sobre
violencia de género con temas que refuercen la situación dramática.
v. En cuanto al uso de las imágenes, se sugiere visibilizar a las mujeres en
situaciones diversas, que pongan en crisis la representación hegemónica de
un modelo único de ser mujer (ama de casa, madre, sensible, bella, cuerpo-
objeto, etc.).
vi. En caso de femicidios, se desaconseja la exposición reiterada de imágenes
de la víctima. (p. 3)

Ferré Pavia (2009) plantea una serie de consideraciones para abordar, desde la
edición periodística, la temática de la violencia contra la mujer:

i. No hablar de violencia doméstica como eufemismo de violencia machista o


sexista.
ii. No enmascarar esta problemática en secciones como “Sucesos”,
transformando los casos en anécdotas, evitando así otorgar la dimensión y
gravedad adecuadas.
iii. Contextualizar, siempre, los hechos de violencia sexista, recurriendo a
fuentes varias y expertas, para evitar los tópicos y la simplificación. (Cap.
VIII, p. 5-6)

164
La misma autora sintetiza y propone algunas de las recomendaciones coincidentes
con las del Consejo del Audiovisual de Catalunya (CAC, 2009) que deben seguir los
medios de comunicación en la lucha contra el sexismo:

i. La correcta utilización de las formas femeninas de los nombres, carreras,


ocupaciones.
ii. El uso de genéricos sin distinción de género en la medida de lo posible.
iii. El tratamiento igualitario en referencia a la edad, el aspecto físico o
cualquier otra cosa que pueda contener una conducta sexista. Por ejemplo,
comentar la diferencia de edad de una pareja cuando una mujer es más
joven que el hombre, y no al revés.
iv. Estas medidas deben aplicarse tanto a la información como a selección de
las imágenes. (Ferré Pavia, 2008, p. 44)

Por último, vamos a presentar dos ejemplos externos al caso argentino, en donde
se configuran propuestas para un abordaje periodístico responsable de la violencia de
género. En México, el país en donde probablemente mayor repercusión internacional
tuvo el movimiento Ni una menos, la Unidad de Igualdad de Género de la Comisión
Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), desarrolló una herramienta de medición
de la violencia de género, a la que llamó “Violentómetro” (Imagen 18). Si bien el
instrumento fue ideado para operar como una guía de advertencia y acción para las
mujeres en eventual situación de riesgo, también posee utilidad deontológica para los
periodistas.

165
Imagen 18. Violentómetro. CNDH, Unidad de Igualdad de Género, México

166
En Catalunya, en tanto, co-coordinado por Isabel Muntané (2018), se publicó el
pasado año un trabajo realizado por un colectivo de mujeres que sufrieron violencia
sexual y por profesionales del periodismo, destinado a “transformar los discursos de
los medios de comunicación para lograr un cambio del imaginario social de estas
graves violencias machistas” (p. 3). Allí, entre otras cuestiones destinadas al
tratamiento mediático de la violencia contra la mujer, se propone:

i. No revictimizar a la mujer abusando de la palabra "víctima".


ii. Respetar la individualidad de la mujer (no como una mera parte de una
estadística).
iii. No dar detalles morbosos de las agresiones sexuales. Hay que dar detalles
como herramienta de formación y prevención para romper el imaginario
socialmente construido y que no se corresponde con la realidad de las
agresiones.
iv. Visibilizar y dar autoridad a la palabra de las mujeres.
v. No utilizar eufemismos para hablar de agresiones sexuales.
vi. No utilizar condicionales. No abusar de palabras como “supuesta” y
“presunto”.
vii. Una agresión sexual es siempre un delito, independientemente de la
respuesta de quien la ha sufrido.
viii. Las mujeres no tienen que demostrar que han sufrido lesiones físicas ni el
uso de la fuerza. El imaginario colectivo no se corresponde con la realidad:
en la mayoría de las agresiones sexuales no hay heridas físicas ni uso de
fuerza extrema.
ix. Evitar focalizar la información en datos circunstanciales:
a. Había bebido.
b. Se fue con un desconocido.
c. Iba sola.
d. Era de noche.
e. No insistir en estos aspectos (a-d) para cuestionar el comportamiento
y por tanto responsabilizar a la mujer de la agresión. Usarlos sólo
cuando sirvan para demostrar la premeditación y alevosía del
agresor.

167
x. Evitar hacer juicios de valor de las relaciones sexoafectivas entre agresor y
agredida. Las relaciones sexoafectivas que tuvieran o hubieran tenido mujer
y agresor no influencian ni restan importancia a la agresión sexual.
xi. Los únicos responsables de las agresiones sexuales son los hombres
agresores:
a. Todos los agresores son responsables de sus actos.
b. Los factores externos (la presión de grupo, el consumo de alcohol o
drogas) pueden actuar de catalizadores pero no son la causa de las
agresiones.
c. No focalizar la responsabilidad sobre otras personas (madres, padres,
profesionales de la educación...).
d. No difuminar la responsabilidad de los agresores.
xii. No presentar los agresores como hombres no integrados a la sociedad:
a. Los agresores pertenecen a todas las clases sociales y nacionalidades,
y la mayoría tienen una vida cotidiana rutinaria.
b. La mayoría de los agresores son hombres conocidos y de nuestro
entorno de confianza. (p- 4-6)

En conclusión, cuestiones como la violencia de género o la información vinculada a


los pueblos originarios, así como el resto de los desafíos que presentamos en este
apartado, constituyen una prioridad para la reconfiguración de una normativa
deontológica para el periodismo argentino. Nuestra propuesta aplicada avanzará en
ese sentido.

168
4. DISEÑO METODOLÓGICO

4.1 Objetivos de investigación

4.1.1 Objetivo general

Esta tesis nació con un objetivo fundamental: proponer un código deontológico


periodístico para la Argentina. Ello, por un lado, nos condujo a realizar un estudio
integral acerca de la deontología periodística. Pero, por el otro, nos impulsó a analizar
las nuevas problemáticas surgidas de los cambios sociales y tecnológicos que afectan a
la profesión, a fin de elaborar un código que responda a los dilemas actuales del
ejercicio periodístico. Por último, alcanzar nuestro objetivo general nos puso por
delante el desafío de demostrar la utilidad de los códigos, a partir de que éstos sean
concebidos como guías de conducta operativas para los periodistas y no ya como una
mera exhibición de principios.

4.1.2 Objetivos específicos

1. Desarrollar una investigación empírica de alcance nacional sobre


la credibilidad del periodismo en la sociedad argentina.
2. Recoger, a través de un trabajo de campo, la mirada de
periodistas, editores y propietarios de medios de comunicación
acerca de la cuestión deontológica y su disposición a la aplicación
de un código deontológico.
3. Proponer una guía específica de conducta profesional para un
conjunto de temáticas no abordadas habitualmente por los
códigos deontológicos.
4. Proponer un esquema de aplicación del código deontológico que
apueste a visibilizar el aporte de nuestra investigación.

169
4.2 Tipo de investigación

Tanto la complejidad como la amplitud del problema nos llevaron a realizar una
investigación con metodología combinada, que incluye:

a) Una investigación de tipo documental-analítica

Esta fase del trabajo contiene:

i. Un estudio del estado actual del debate acerca de la deontología


periodística.
ii. Un análisis crítico de la situación actual del ejercicio del periodismo
profesional en la Argentina.
iii. Un análisis de los códigos deontológicos latinoamericanos en
perspectiva comparada.

b) Una investigación empírica

Nuestra serie de estudios sobre el terreno abarca:

i. Un trabajo de campo de alcance nacional sobre la credibilidad del


periodismo en la Argentina.
i. Un trabajo de campo sobre los periodistas profesionales argentinos y
su percepción sobre la cuestión deontológica.
ii. Un trabajo de campo sobre la mirada de los editores y dueños de
medios de comunicación de la Argentina acerca de la deontología de
los periodistas.

170
c) Una investigación aplicada

Este tipo de investigación está orientada a generar un cambio


específico en una situación determinada, a partir de una realidad
estudiada. Nuestra propuesta aplicada consiste en la elaboración de
un código deontológico periodístico para la Argentina, que cuente
con un sustento teórico e instrumental que lo encamine a convertirse
en una referencia ética y en una guía de conducta para quienes
ejercen la profesión.

Siendo la nuestra una investigación de naturaleza combinada, utilizamos distintos


instrumentos y metodologías para alcanzar los objetivos que nos propusimos en las
fases documental-analítica y empírica.

4.3 Diseño para la etapa documental-analítica

a) Análisis conceptual

La primera parte de la fase documental-analítica de la investigación nos


llevó a realizar un estudio y análisis crítico de los conceptos más
importantes de la teoría de la deontología periodística. Para ello,
seleccionamos los textos de los autores más significativos de la disciplina,
para elaborar después una estructura de los diez debates más
representativos. Luego, detectamos y analizamos otro conjunto de
problemáticas teóricas necesarias para obtener una comprensión acabada
sobre el universo deontológico de los periodistas.

b) Análisis del caso argentino

Al estar nuestra tesis orientada a la elaboración de un código deontológico


para la Argentina, la investigación nos condujo a realizar primero un

171
análisis integral de las condiciones estructurales y cotidianas del ejercicio
del periodismo en el país. Organizamos el análisis a partir de tres variables:

i. El nuevo escenario que se generó a partir de la malograda Ley de


Servicios de Comunicación Audiovisual.
ii. La discusión acerca del denominado periodismo militante como
alternativa de la idea de independencia periodística.
iii. La coyuntura laboral de los periodistas.

Por último, aportamos al debate una serie de nuevas temáticas orientadas


al caso argentino que, desde nuestra perspectiva, son imprescindibles para
el presente y para el futuro de la ética de la profesión.

c) Análisis de la codificación latinoamericana en perspectiva comparada

Esta fase de la investigación nos llevó a:

i. Diseñar y desarrollar un instrumento de análisis comparado o


tesaurus para el que creamos una estructura de 60 categorías
destinadas a ser aplicadas al conjunto de códigos latinoamericanos,
que previamente seleccionamos y recolectamos de acuerdo a su nivel
de reconocimiento.
ii. Incorporar al tesaurus a un conjunto de problemáticas novedosas
surgidas como consecuencia de las transformaciones sociales y del
progreso tecnológico-digital. Como demostraremos en este trabajo,
se trata de temáticas que representan buena parte de los desafíos
deontológicos que los periodistas deben enfrentar hoy en su práctica
cotidiana. Esas categorías están ausentes en la mayor parte de los
códigos de la región.
iii. Dado que los códigos deontológicos registran estructuras diferentes
vinculadas a las tradiciones y coyunturas de cada uno de los países,
existe cierta limitación para presentar un estudio comparado. Sin

172
embargo, inspirados en los trabajos de Salvador Alsius (1996, 2011),
elaboramos una herramienta de análisis que nos posibilita reflejar
presencias y omisiones de las principales temáticas vinculadas a la
deontología en los códigos seleccionados. Alsius, en el intento de
contar con un dispositivo que le permitiera comparar códigos
deontológicos de cadenas televisivas internacionales, acudió en su
investigación a una herramienta habitual del derecho comparado:

En derecho comparado es usual trabajar con un instrumento


denominado tesaurus, es decir, una relación de los diversos aspectos
que presumiblemente tratarán los textos legales que se pretende
comparar de acuerdo con los conocimientos previos que los
investigadores tienen sobre la materia y con la información primaria
que proporciona una primera lectura de los mismos textos. La
investigación a la que nos estamos refiriendo ha usado este mismo
instrumento —que no es en realidad más que una manera de
concretar la actividad clasificadora propia de cualquier método
comparativo— como principal herramienta metodológica (…) la
comparación de los códigos se hará a partir de un tesaurus creado ad
hoc, que denominaremos tesaurus de la ética periodística. (Alsius,
2011, p. 33, traducción propia)

De esa herramienta que se utiliza habitualmente en el campo del


derecho, Alsius se posiciona a favor de utilizar el aspecto vinculado al
“contenido normativo de los textos” (p. 33), más que de los sujetos
intervinientes, puesto que, en el caso periodístico, los sujetos
destinatarios de las normas son esencialmente los periodistas. El
objetivo de nuestra investigación no pasa por realizar una
comparación minuciosa de los veintidós códigos que seleccionamos
—como sí hizo Alsius con las normativas de las cadenas de TV—, sino
detectar presencias y ausencias de las que, entendemos, constituyen
las problemáticas más representativas para el ejercicio actual y
cotidiano del periodismo latinoamericano. Para ello, desarrollamos

173
nuestro propio tesaurus, que abarca 60 categorías agrupadas en
cuatro temáticas:
1. Principios compartidos de la profesión periodística (13).

Tabla 4. Principios compartidos de la profesión periodística

1. Principio de veracidad
2. Censura
3. Objetividad
4. Libertad de expresión/prensa
5. Neutralidad
6. Distinción de hechos y opiniones
7. Separación de información y publicidad/propaganda
8. Anonimato de las fuentes
9. Comprobación/verificación de información
10. Credibilidad de las fuentes
11. Off the record
12. Secreto profesional
13. Sensacionalismo y especulación

2. Problemáticas y debates tradicionales de la actividad (8)

Tabla 5. Problemáticas y debates tradicionales de la actividad

14. Aplicación del Código/Tribunal de Ética


15. Cláusula de conciencia
16. Rectificación y derecho a réplica
17. El periodista y la sociedad
18. El periodista y el Estado
19. El periodista y sus pares
20. Presunción de inocencia
21. El periodista y la venta de publicidad

174
3. Dilemas sobre la praxis actual del periodismo (17)

Tabla 6. Dilemas sobre la praxis actual del periodismo

22. Aceptar retribuciones o gratificaciones


23. Bullying, cyberbullying y mobbing
24. Cámaras ocultas / Escuchas telefónicas
25. Conflicto de intereses
26. Contextualización de datos
27. El Código y la empresa periodística
28. El problema de la corrupción
29. Invasión a la intimidad
30. Medio ambiente y naturaleza
31. Periodismo digital y redes sociales
32. Plagio
33. Intrusismo
34. Derechos del niño
35. Respeto a la vida privada
36. El rumor
37. Salario digno del periodista
38. Superación / Formación profesional

4. Cuestiones vinculadas a la diversidad y a la dignidad humana (22)

Tabla 7. Cuestiones vinculadas a la diversidad y a la dignidad humana

39. Antisemitismo/Islamofobia
40. Adopción de menores
41. Autodeterminación de los pueblos
42. Difamación
43. Discriminación socioeconómica
44. Diversidad sexual

175
45. Grupos sociales y minorías
46. Identidad lingüística
47. Interculturalidad
48. Interreligiosidad
49. Nacionalismo
50. Personas adultas y adultos mayores
51. Personas afrodescendientes
52. Personas en situación de vulnerabilidad
53. Personas migrantes
54. Personas privadas de la libertad
55. Pueblos originarios
56. Racismo
57. Trabajo sin discriminación / Trabajo esclavo
58. Trata de personas
59. Violencia contra las mujeres
60. Xenofobia

4.4 Diseño para la investigación empírica

Durante el proceso de elaboración de esta tesis, realizamos tres trabajos de


campo. El primero consiste en un estudio sobre la credibilidad del periodismo en la
Argentina, para el que, tras diseñar las características del trabajo y elaborar el
cuestionario, contamos con la asistencia técnica de la consultora Demos Consulting8
para la recolección de datos. Se trata de una encuesta de alcance nacional sin
antecedentes en la última década y que representa un aporte sustancial para la
disciplina. Para los otros estudios, y ante la falta de datos precisos y formales sobre el
cosmos de los periodistas y de los medios de comunicación de la Argentina, debimos
construir nuestros propios universos y muestras. De esta manera, el diseño que
configuramos para las investigaciones fue:

8
Demos Consulting SRL es una de las consultoras de opinión pública más reconocidas de la Argentina.
Habitualmente, realiza trabajos de campo de alcance nacional sobre diversas cuestiones vinculadas a
procesos políticos y sociales de la Argentina: www.demosconsulting.com.ar

176
4.4.1 Trabajo de campo I: La credibilidad del periodismo en la Argentina

i. En esta etapa de la investigación nos propusimos complementar el


análisis del caso argentino con un estudio de alcance nacional acerca
de la credibilidad de los periodistas. Nuestro objetivo primario se
orientó a contar con datos propios e inéditos que le permitieran a
nuestra tesis realizar también un aporte específico en este aspecto.
Ello nos llevó a diseñar un tipo de cuestionario que nos facultara a
indagar y a segmentar los niveles de confianza en los medios
tradicionales y digitales, incorporando además el estrato por edades
y el nivel educativo de la población.
ii. El armado de una muestra nacional y la recolección de datos en todo
el país requiere de una estructura operativa y de una capacidad de
financiamiento que una tesis de estas características difícilmente
pueda afrontar. Por esta razón, y a partir de la difusión de la
investigación que realizamos en distintos eventos académicos y
periodísticos durante el proceso de trabajo, la consultora Demos
Consulting se interesó en aportar su infraestructura técnica para
materializar un estudio como el que nuestra tesis se había propuesto.
Por nuestra cuenta corrió el diseño integral del estudio, la definición
de las áreas de indagación, el armado del cuestionario y el análisis de
los resultados. La consultora aportó sus instrumentos para la
recolección de datos a partir de una muestra de alcance nacional.
iii. Diseño metodológico del estudio:

 Tipo de muestra: Muestreo probabilístico de acuerdo a


cuotas de edad y sexo del universo poblacional
 Ponderación: Datos proporcionales según ámbito
geográfico (provincias)

177
 Universo (Población): Población total del país mayor de
18 años
 Tamaño de la muestra: 800 casos
 Nivel de confianza: 95,5%
 Intervalo de confianza/Margen de error: +3,5%
 Instrumento de recolección: Matriz estructurada y pre-
codificada con entrevista telefónica mediante tecnología
IVR9

4.4.2 Trabajo de campo II: Los periodistas argentinos y su percepción sobre


la deontología.

i. Al momento de iniciar esta etapa de la investigación, nos


enfrentamos a una pregunta: ¿cuántas personas ejercen la profesión
periodística en la Argentina? En otras palabras: ¿cuántos argentinos
tienen al periodismo como principal medio de vida? Por lo tanto,
antes de diseñar una muestra para recolectar los datos, debimos
confeccionar el universo, cuyos detalles acompañaremos junto al
trabajo de campo. Finalmente, optamos por trabajar con el siguiente
diseño metodológico:

 Tipo de muestra: no probabilística combinada por


método de cuotas y bola de nieve-discriminatorio
exponencial.
 Ponderación: Datos cuotificados según ámbito geográfico
(provincias) de los profesionales.
 Universo (Población): 319.775 (trabajadores del campo
profesional de la comunicación de masas).
 Tamaño de la muestra: 542 casos

9
La tecnología IVR es un sistema de automatización de encuestas telefónicas que permite la
construcción de muestras probabilísticas aleatorias con altas tasas de representatividad estadística y
que posibilita cubrir grandes núcleos poblacionales en cortos períodos de tiempo.

178
 Nivel de confianza: 95%
 Intervalo de confianza/Margen de error: +4,2%
 Instrumento de recolección: Método combinado de
entrevista presencial con matriz pre-estructurada y
cuestionario autogestionado.

ii. Optamos por utilizar la metodología de muestreo por cuotas porque


es una técnica en donde la muestra posee la misma proporción de
individuos que la totalidad del universo a estudiar. Para este tipo de
trabajos, en donde el dato fundamental para integrar el universo es
bien preciso —ejercer el periodismo en forma profesional y tenerlo
como principal sustento de vida—, el muestreo por cuotas constituye
la metodología más adecuada.
iii. Para la recolección de datos utilizamos la técnica conocida como
“bola de nieve”, ya que es un dispositivo que permite acceder
cosechar respuestas en universos de difícil acceso o delimitación. En
este caso, nos enfrentamos a la limitación específica de alcanzar con
nuestro estudio a diversos periodistas profesionales en las distintas
provincias del país, no estando la mayor parte de e éstos
sindicalizados ni colegiados. La técnica de bola de nieve nos permitió,
luego de acceder a un grupo primario de periodistas en cada región,
alcanzar el número de respuestas previstas en el diseño. La
subtécnica que utilizamos fue el muestreo “discriminatorio
exponencial”, es decir, cuando desde un sujeto de estudio se accede
a otro, y desde ese otro a otro, y así sucesivamente, con la previsión
discriminatoria de que el siguiente sujeto debe, necesariamente,
integrar el universo delimitado. Veamos un ejemplo tomado de
nuestro trabajo de campo, circunscripto a la provincia de Mendoza
(Gráfico 2):

179
Gráfico 2. Técnica de bola de nieve-discriminatoria exponencial
Ejemplo: Provincia de Mendoza

4 9
3 8
1 6
5 10
2 7

14 19
13 18
11 16
15 20
12 17

a. Cantidad de casos a tomar en provincia de Mendoza: 20


b. Discriminación:
 Gran Mendoza: 10 casos
 San Rafael: 3 casos
 General Alvear y General San Martín: 2 casos
 Tunuyán, Junín y Rivadavia: 1 caso
c. Sujetos identificables: 1 y 11
d. Ubicación geográfica de los sujetos:
 1 al 5 y 11 al 15 Gran Mendoza
 6, 7 y 8 San Rafael
 9 y 19 General Alvear
 16 y 17 General San Martín
 18 Tunuyán
 19 Junín
 20 Rivadavia

180
4.4.3 Trabajo de campo III: La deontología en la mirada de editores y
propietarios de medios argentinos.

i. La dificultad que se nos presentó a la hora de desarrollar esta fase de


investigación fue, nuevamente, la definición del universo, ya que no
existe un registro oficial en la Argentina que aporte datos confiables
sobre la cantidad de medios de comunicación que forman parte de la
industria profesional. Para ello, y como detallaremos en el trabajo de
campo, construimos un universo a partir de un “mapa de medios”
(FOPEA 2018) que concentra la amplia mayoría de la audiencia y del
reparto publicitario. Así, el universo total alcanzó a 786 medios, y
desde allí elaboramos el siguiente diseño:

 Tipo de muestra: No probabilística combinada por cuotas


y muestreo por conveniencia.
 Ponderación: Datos según categorías de tipo de medio de
comunicación y rol del entrevistado (editor o dueño).
 Universo: 786 medios de comunicación con liderazgo de
audiencia y mercado publicitario.
 Tamaño de la muestra: 206 casos
 Construcción del Universo: Elaboración propia sobre
Mapa de Medios FOPEA (2018)
 Nivel de confianza: 95%
 Intervalo de confianza/margen de error: +5,9%
 Instrumento de recolección: Método combinado de
entrevista presencial con matriz pre-estructurada y
cuestionario autogestionado

ii. Decidimos utilizar la técnica de muestreo por conveniencia dado el


alto nivel de accesibilidad del universo, ubicado mayoritariamente en
los grandes centros urbanos del país.

181
4.5 Diseño para la investigación aplicada

Como ya hemos dicho, elaborar un código deontológico periodístico para la


Argentina constituye el objetivo general de esta tesis y el corazón de nuestra
propuesta aplicada. Al mismo tiempo, para que el código se convierta en un
instrumento de utilidad, avanzamos en el desarrollo de distintas estrategias de
visibilización y en la confección de otros dispositivos destinados a sustentar y a
consolidar el producto de este trabajo, que serán presentados en las líneas de
investigación que integran las conclusiones de esta tesis. De esta manera, hemos
planteado el siguiente diseño para nuestra propuesta aplicada:

4.5.1 Elaboración del código deontológico

A la hora de pensar en el carácter aplicado de nuestra investigación,


preparamos un diseño de código deontológico orientado a
constituirse en un instrumento de utilidad para la praxis cotidiana de
los profesionales. El estudio de la codificación latinoamericana nos
llevó a configurar una tipología de los códigos deontológicos, que
presentaremos más adelante (apartado 5.1.1).
Para nuestra investigación, un código funcional y de naturaleza
práctica debe organizarse a partir de un conjunto de premisas
dirigidas a dar respuesta a la coyuntura laboral de los periodistas,
incorporando arquetipos de conducta. En esa línea, presentamos un
diseño de código que incluye:

i. Un conjunto de artículos estrechamente vinculados al ejercicio real


de la profesión periodística en la Argentina, sustentados en:

a. La mirada de los periodistas acerca de las dificultades y desafíos


más frecuentes que viven en las redacciones y lugares de
trabajo, recogidas en nuestro trabajo de campo.

182
b. Un análisis de la singularidad del caso argentino, que incluyó la
percepción de la sociedad acerca de sus periodistas.

ii. Un grupo de artículos pensados y confeccionados para intervenir y


operar como faros deontológicos, que den respuesta a situaciones
habituales en la vida profesional de los periodistas. Esta premisa nos
condujo a elaborar artículos a partir de tres objetivos:

a. Que los artículos sean precisos. O sea, que describan con


exactitud y sin ambigüedades las formas éticas de conducta
profesional ante las distintas problemáticas.
b. Que los artículos sean instructivos. Es decir, que propongan
definiciones formativas y rigurosas sobre los conceptos, a los
fines de que cobren mayor funcionalidad para los periodistas.
c. Que los artículos sean imperativos. Esto es, que delimiten con
exactitud a los periodistas aquellas conductas que contradicen
los principios éticos de la profesión.

iii. Un conjunto de artículos orientados a dar respuesta a las


problemáticas sociales fundamentales de la actualidad y que
requieren de los periodistas un tratamiento particularmente
cuidadoso y vinculado a los principios deontológicos.

183
5. RESULTADOS

5.1 Los códigos latinoamericanos

En el camino hacia la elaboración de un código deontológico periodístico para la


Argentina, decidimos hacer una revisión de las tradiciones normativas
latinoamericanas. Para ello, seleccionamos y analizamos al código deontológico con
mayor grado de reconocimiento de diecinueve países de la región10. Además, optamos
por incluir otros tres códigos que cuentan con legitimidad internacional, y que también
contienen miradas que nos resultan de interés para el abordaje del caso argentino.
Estos son:

i. Código Deontológico Europeo de la Profesión Periodística, aprobado


por la Asamblea del Consejo de Europa en 1993.
ii. Declaración de Principios sobre la Conducta de los Periodistas,
adoptada por el Congreso Mundial de la Federación Internacional de
Periodistas (FIP) en 1954, y actualizada en 1986.
iii. Principios Internacionales de Ética Profesional en el Periodismo,
sancionado por la UNESCO en 1983.

El elemento común que tienen los códigos latinoamericanos es que fueron


generados por organizaciones de periodistas. Ello les otorga una legitimidad que se
ubica por encima de las normativas que cada medio de comunicación pudiera tener o
pretendiera hacer cumplir a sus profesionales.
Por otro lado, la singularidad de cada instrumento nos condujo a proponer una
tipología de códigos deontológicos, con la que buscamos representar los matices y
objetivos de cada compendio normativo.

10
Para acceder a los códigos deontológicos que seleccionamos para nuestra investigación, se puede
acceder al siguiente sitio: https://tesisbiderman.home.blog/2019/03/23/compilado-codigos-
deontologicos-tesis-biderman-nunez/

184
5.1.1 Tipología de códigos en América Latina

Desde nuestra perspectiva, los códigos deontológicos periodísticos pueden ser


agrupados a partir de dos variables de análisis:

a. Su finalidad
b. El tipo de institución u organización que los elabora y promueve

a. Tipos de códigos según su finalidad

i. Códigos basados en los principios fundamentales: están


orientados exclusivamente a enumerar los principios básicos
de la profesión. Operan como manifiestos o declaraciones de
propósitos del rol del periodista ante la sociedad. Se trata de
textos breves que permanecen en el plano abstracto.
ii. Códigos generalistas: además de enumerar los principios
fundamentales, procuran vincular los valores de la profesión a
las distintas áreas de desarrollo de los profesionales,
enunciando deberes y derechos generales de los periodistas,
aunque sin profundizar en las situaciones y complejidades del
trabajo profesional.
iii. Códigos orientados a la praxis: además de enunciar los
principios de la profesión, se presentan como guías de
conducta para la labor cotidiana de los periodistas en las
distintas circunstancias de su praxis, contemplando las
problemáticas y singularidades más importantes del ámbito
social de desempeño del profesional. Además de enumerar
valores, deberes y derechos, estos códigos le proporcionan al
periodista formas deontológicas de actuación estrechamente
vinculadas al rol social que le corresponde ejercer como
comunicador.

185
b. Tipos de códigos según la institución u organización que los elabora y
promueve

i. Códigos de identidad corporativa: desarrollado por una


asociación o colegio de periodistas profesionales.
ii. Códigos de identidad corporativa-sindical: desarrollado por un
sindicato de periodistas.
iii. Códigos de identidad corporativa-estatal: se origina en el
campo laboral de los periodistas, pero se encuentra bajo
control gubernamental.
iv. Códigos de identidad corporativa-internacional: fruto del
consenso de periodistas de diversos países.
v. Códigos internacionales de identidad institucional: desarrollada
por una organización global con reconocimiento transnacional.

En la página siguiente (Tabla 8), detallamos los códigos que seleccionamos para
nuestro análisis, indicando el año en que fueron realizadas sus últimas modificaciones
y el tipo de normativa según nuestro esquema tipológico:

186
Tabla 8. Códigos latinoamericanos e internacionales seleccionados

PAÍS o INSTITUCIÓN CÓDIGO FINALIDAD MODELO AÑO


Código Nacional de Ética
Bolivia Periodística del Tribunal Nacional Principista Corporativo 2009
de Ética de Bolivia
Código de Ética dos Jornalistas
Brasil Brasileiros de la Federação Nacional Generalista Corporativo 2007
dos Jornalistas
Código de Ética: Colegio de
Chile Generalista Corporativo 2015
Periodistas de Chile
Código de Ética: Círculo de
Colombia Generalista Corporativo 2006
Periodistas de Bogotá
Código Deontológico Europeo de la
Consejo de Europa Generalista Institucional 1993
Profesión Periodística

Código de Ética de las y los


Costa Rica Profesionales en Comunicación del Principista Corporativo 2011
Colegio de Periodistas de Costa Rica

Código de Ética del periodista de la


Cuba Generalista Corporativo-Estatal 2013
Unión de Periodistas de Cuba

Código de Ética Profesional del


Ecuador Periodista de la Federación Generalista Corporativo 1980
Nacional de Periodistas del Ecuador

Código de Ética Periodística de El


El Salvador Salvador de la Asociación de Generalista Corporativo 1999
Periodistas de El Salvador
Declaración de principios sobre la
FIP Principista Corporativo-Internacional 1986
conducta de los periodistas
Código de Ética del Periodista y
comunicador de Guatemala de la
Guatemala Generalista Corporativo 2015
Cámara Guatemalteca de
Periodistas
Código de Ética del Colegio de
Honduras Principista Corporativo 1979
Periodistas de Honduras
Código de Ética del periodista
mexicano: FAPERMEX (Federación
México Principista Corporativo 1994
de Asociaciones de Periodistas
Mexicanos)
Código de Ética Profesional de los
Nicaragua Periodistas de Nicaragua de la Generalista Corporativo 1995
Unión de Periodistas de Nicaragua
Código de Ética Periodística de la Corporativo
Fundación Forum de Periodistas de
Panamá Principista 2007
Panamá por las libertades de
Expresión e Información
Código de Ética del Sindicato de
Periodistas del Paraguay del
Paraguay Principista Corporativo-Sindical 1999
Sindicato de Periodistas del
Paraguay
Código de Ética de la Federación de
Perú Orientado a la praxis Corporativo 2001
Periodistas del Perú
Código de Ética de la Asociación de
Puerto Rico Generalista Corporativo 1999
Periodistas de Puerto Rico
Código de Ética del Colegio
República Dominicana Generalista Corporativo 1994
Dominicano de Periodistas
Principios internacionales de ética
UNESCO Principista Institucional 1983
profesional del periodismo
Código de Ética Periodística:
Uruguay Orientado a la praxis Corporativo 2013
Asociación de la Prensa Uruguaya
Código de Ética del Periodista
Venezuela Venezolano del Colegio Nacional de Generalista Corporativo 2013
Periodistas de Venezuela

187
5.1.2 Categorías deontológicas en los códigos latinoamericanos

En la página siguiente, presentamos un cuadro comparativo que visibiliza la


presencia o ausencia de las 60 categorías que incorporamos a nuestro tesaurus en los
22 códigos deontológicos que seleccionamos para el análisis11.

Tabla 9. Categorías deontológicas en los códigos latinoamericanos

11
Para visualizar el cuadro con mayor nitidez y precisión, puede ser descargado desde el siguiente sitio:
https://tesisbidermanhome.files.wordpress.com/2019/03/tesaurus-tesis-biderman-3.xlsx

188
Consejo de República
VARIABLES DE ANÁLISIS Bolivia Brasil Chile Colombia Costa Rica Cuba Ecuador El Salvador FIP Guatemala Honduras México Nicaragua Panamá Paraguay Perú Puerto Rico UNESCO Uruguay Venezuela
Europa Dominicana
Aceptar retribuciones o gratificaciones SÍ NO NO SÍ NO SÍ NO SÍ SÍ SÍ SÍ NO NO SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ
Adopción de menores NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO
Anonimato de las fuentes SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ NO NO NO SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ
Antisemitismo/Islamofobia NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO
Aplicación del Código/Tribunal de Ética SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ NO NO SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ
Autodeterminación de los pueblos NO NO NO NO NO NO SÍ SÍ NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO SÍ SÍ NO SÍ
Bullying, cyberbullying y mobbing NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO
Cámaras ocultas/Escuchas telefónicas NO SÍ NO NO NO NO NO NO NO NO SÍ NO NO NO NO NO NO NO NO NO SÍ NO
Censura SÍ SÍ SÍ NO SÍ NO NO NO NO NO NO NO SÍ SÍ NO NO NO NO SÍ NO SÍ NO
Cláusula de conciencia SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ NO SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ SÍ
Comprobación/Verificación de información SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ NO SÍ NO SÍ NO SÍ SÍ
Conflicto de intereses NO NO SÍ NO NO SÍ NO NO NO NO NO NO NO SÍ NO NO NO NO NO NO SÍ NO
Contextualización de datos SÍ SÍ NO SÍ NO SÍ NO NO NO NO SÍ NO NO NO NO SÍ NO NO NO SÍ SÍ NO
El problema de la corrupción NO SÍ NO SÍ NO NO NO NO NO NO NO NO SÍ SÍ NO NO NO NO NO NO NO NO
Credibilidad de las fuentes SÍ NO SÍ SÍ NO NO NO SÍ SÍ NO SÍ NO SÍ SÍ NO NO NO SÍ SÍ NO SÍ SÍ
Derecho a réplica y rectificación SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ NO NO NO NO SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ
Difamación SÍ NO SÍ NO NO SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ
Discriminación socioeconómica NO SÍ NO NO NO NO NO NO NO NO SÍ NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO SÍ
Distinición hechos y opiniones SÍ NO SÍ SÍ SÍ NO NO NO SÍ NO SÍ NO NO SÍ NO SÍ SÍ NO NO NO SÍ NO
Diversidad sexual SÍ SÍ NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO SÍ NO
El Código y la empresa periodística NO NO NO SÍ SÍ NO NO NO NO NO NO NO NO SI NO NO SÍ NO NO NO SI NO
El periodista y la sociedad SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ SÍ
El periodista y el Estado NO SÍ NO NO SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ NO NO SÍ NO SÍ SÍ NO SÍ
El periodista y la venta de publicidad NO NO NO SÍ NO NO NO NO SÍ NO NO NO NO NO NO SI NO NO NO NO SÍ NO
El periodista y sus pares NO SÍ SÍ NO NO SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ
Grupos sociales y minorías SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ NO NO SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ
Identidad lingüística NO SÍ NO NO NO SÍ NO SÍ NO SÍ NO NO NO NO NO NO SÍ NO SÍ NO SÍ SÍ
Interculturalidad SÍ SÍ NO NO NO NO NO SÍ NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO SÍ SÍ NO NO
Interreligiosidad NO NO NO NO NO NO NO SÍ NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO SÍ SÍ NO NO
Intrusismo NO SI NO NO NO NO NO NO NO SI SI NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO
Invasión a la intimidad SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ NO SÍ NO NO SÍ SÍ NO SÍ NO SÍ NO SÍ SÍ
Libertad de expresión SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ NO SÍ SÍ
Medio ambiente y naturaleza SÍ NO SÍ NO NO SÍ NO SÍ NO NO NO NO NO NO NO NO SÍ NO SÍ NO NO SÍ
Nacionalismo NO SÍ NO NO NO SÍ SÍ SÍ NO NO NO SÍ SÍ NO NO NO SÍ NO SÍ NO NO SÍ
Neutralidad SÍ NO NO SÍ SÍ NO NO SÍ NO NO SÍ SÍ NO NO SÍ NO SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ
Objetividad NO NO SÍ SÍ NO NO NO SÍ SÍ NO NO NO NO NO SÍ NO NO SÍ SÍ SÍ NO NO
Off the record SÍ NO NO NO NO NO SÍ NO SÍ NO SÍ NO NO NO NO NO NO NO SÍ NO NO NO
Periodismo digital y redes sociales NO NO SÍ NO NO NO SÍ NO NO NO SÍ NO NO NO NO NO SÍ SÍ NO NO SÍ SÍ
Personas adultas y adultos mayores NO SÍ NO NO NO SÍ NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO
Personas afrodescendientes NO SÍ NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO
Personas en situación de vulnerabilidad NO NO SÍ NO NO NO NO SÍ NO NO SÍ NO NO NO NO NO NO NO NO NO SÍ NO
Personas migrantes NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO SÍ NO
Personas privadas de la libertad NO NO NO NO NO NO NO NO SÍ NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO
Plagio NO SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ NO NO SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ
Presunción de inocencia SÍ SÍ SÍ NO SÍ NO NO NO SÍ NO SÍ NO NO SÍ NO NO SÍ SÍ NO NO SÍ NO
Principio de veracidad SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ SÍ
Pueblos originarios NO NO NO NO NO NO NO SÍ NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO SÍ NO NO SÍ
Racismo NO SÍ SÍ NO NO NO NO SÍ SÍ SÍ SÍ NO NO NO NO SÍ SÍ SÍ NO NO SÍ NO
Derechos del niño NO SÍ NO NO SÍ SÍ NO NO SÍ NO SÍ NO NO SÍ NO SÍ SÍ SÍ NO NO SÍ NO
Respeto a la vida privada SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ NO SÍ SÍ NO SÍ NO SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ SÍ
El rumor NO NO NO NO SÍ NO NO SÍ NO NO SÍ SÍ NO NO NO NO NO NO SÍ NO SÍ SÍ
Salario digno del periodista NO SÍ NO SÍ SÍ SÍ NO SÍ SÍ NO NO SÍ SÍ SÍ NO NO SÍ NO SÍ NO SÍ SÍ
Secreto profesional SÍ SÍ NO SÍ SÍ NO NO SÍ SÍ SÍ NO SÍ NO SÍ NO SÍ SÍ NO SÍ SÍ SÍ SÍ
Sensacionalismo y especulación SÍ SÍ NO SÍ NO NO NO SÍ NO NO NO NO NO NO NO SÍ SÍ NO SÍ NO SÍ SÍ
Separación de información y publicidad SÍ SÍ SÍ SÍ NO NO SÍ NO SÍ NO NO NO NO SÍ SÍ SÍ SÍ NO SÍ NO SÍ SÍ
Superación/Formación profesional NO NO NO SÍ NO NO SÍ NO NO NO NO NO NO NO SÍ NO NO NO NO NO SÍ NO
Trabajo sin discriminación / Trabajo esclavo SÍ SÍ SÍ NO SÍ NO NO SÍ SÍ SÍ NO NO NO NO NO SÍ NO NO NO SÍ NO SÍ
Trata de personas NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO
Violencia contra mujeres/Perspectiva de género
NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO SÍ NO NO SÍ NO
Xenofobia NO NO NO SI SÍ NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO SÍ NO
5.1.3 Análisis de las 25 categorías más relevantes para la región

Para desarrollar el análisis, hemos seleccionado las que, entendemos, constituyen


las 25 categorías fundamentales para el ejercicio cotidiano del periodismo profesional
en la América Latina. Estos elementos formarán parte, naturalmente, de nuestra
propuesta aplicada para el caso argentino.

a) Principio de veracidad

Es el principio esencial de la profesión periodística. Y, como tal, la mayor parte de


los códigos analizados le otorgan un lugar preponderante. Algunos (10) explicitan ese
rol que da sentido a la actividad:

 Brasil: La producción y la divulgación de la información deben guiarse por


la veracidad de los hechos (Art. 2). El compromiso fundamental del
periodista es con la verdad (Art. 4).
 Chile: En su quehacer profesional, el periodista se regirá por la veracidad
como principio, entendida como la entrega de información responsable de
los hechos (Art. Primero).
 El Salvador: El periodismo y los periodistas deben estar siempre al servicio
de la verdad, la justifica, la dignidad humana, el Estado democrático, la
cultura de la tolerancia, el perfeccionamiento de la sociedad y la
fraternidad entre los pueblos (Art. 2).
 FIP: Respetar la verdad y el derecho que tiene el público a conocerla
constituye el deber primordial del periodista (Art. 1).
 Guatemala: Los periodistas deben cumplir con su obligación ética de
veracidad en el contenido de las informaciones (Introducción). Los
periodistas están al servicio de la verdad (Art. 1).
 México: La verdad está antes y por encima de todo; la primera obligación
del periodista es ser fiel a la verdad, entendiendo que en ella reside
nuestro servicio a la sociedad y la justificación de nuestro quehacer
profesional (Art. 1).
 Nicaragua: La veracidad informativa es el cimiento de la ética profesional
del periodista. La principal misión del periodista y de los propietarios y
funcionarios de los medios de comunicación social es informar con la
verdad (Introducción y Art. 8).
 Panamá: El mayor compromiso del periodista es con la verdad específica
de los hechos (Art. I).
 Unesco: La tarea primordial del periodista es proporcionar una información
verídica y auténtica con la adhesión honesta a la realidad objetiva (...) (Art.
2).
 Venezuela: El periodista tiene la verdad como norma irrenunciable, y como
profesional está obligado a actuar de manera que este principio sea
compartido y aceptado por todos (Art. 4). El periodista está obligado a
respetar y defender la verdad (Art. 5).

Otros ocho códigos presentan al principio de veracidad ya no como el espíritu de


la profesión, sino como una norma de conducta que se ubica en el “deber” del
periodista:

 Bolivia: Los periodistas deben informar con exactitud, equilibrio, veracidad,


oportunismo, pluralismo y contextualizando los contenidos (Art. 1).
 Colombia: La principal obligación del periodista es informar sobre los
hechos de interés público de manera veraz y su única subordinación ética
será para con el público al que sirve (Preámbulo).
 Consejo de Europa: La emisión de noticias debe realizarse con veracidad, a
través de las actividades verificadoras y comprobadoras oportunas y con
imparcialidad en la exposición, descripción y narración de los mismos (Art.
4).
 Cuba: El periodista tiene el deber de informar y expresar sus criterios con
veracidad, agilidad y precisión (Art. 2).

191
 Ecuador: El periodista tiene la obligación de proporcionar a la comunidad
una información objetiva, veraz y oportuna (Cap. I, Art. 1).
 Honduras: Es obligación del periodista informar con exactitud,
imparcialidad y veracidad, sin omitir nada que el público tenga derecho a
conocer (Art. 2).
 Paraguay: El periodista debe transmitir información veraz, ecuánime y
exacta (Art. 1).
 Uruguay: El compromiso con la búsqueda de la verdad debe llevar a los
periodistas a brindar una cobertura de los hechos completa, equilibrada y
contextualizada (Art. 9).

Tres códigos, en cambio, si bien incorporan en su articulado la cuestión de la


veracidad, no le asignan la trascendencia de ser el principio que justifica y da sentido a
la profesión periodística. Por ejemplo, el código de la Federación de Periodistas del
Perú recién introduce la idea de verdad en su VI Capítulo. Incluso, lo ubica por detrás
del imperativo que señala los deberes para con “Dios y la Patria” (Cap. III) que este
código establece para los periodistas. Sobre la verdad, el código peruano dice:

El derecho de la información se ejercita sobre la base de la verdad que hay que


buscar, investigar y encontrar, para asegurarse de ofrecer una versión fidedigna de
los hechos. (Art. 9).

El código del Colegio de Periodistas de República Dominicana posee una referencia


aún más débil al principio de veracidad, cuando lo expone amalgamado a la cuestión
de las fuentes de información y a las nociones de objetividad e interpretación:

Será derecho del periodista luchas por el libre acceso a las fuentes públicas y
privadas de información, para comunicar e interpretar los hechos con objetividad,
verdad y exactitud (Art. 3).

El código de Costa Rica contiene una referencia a la veracidad en medio de una


serie de principios que debe respetar el trabajador de prensa:

192
[El periodista debe] regirse por los valores de libertad, respeto, diálogo,
solidaridad, integridad, justicia, veracidad, lealtad, responsabilidad, transparencia,
equidad, calidad, excelencia y compromiso social (…) (Art. 4)

El código de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico es la excepción porque no


contiene referencias explícitas al principio de veracidad en su articulado. En cambio, sí
hace mención al deber del periodista de presentar información “honesta”, “clara”,
“balanceada” y “objetiva” (Cánones 3 y 4). Se trata de una anomalía en el esquema de
los códigos analizados, ya que, el resto, hace mención explícita al principio de
veracidad.

b) Libertad de expresión y de prensa

Para la mayor parte de los códigos de América Latina, la defensa de la libertad de


expresión forma parte del ideario deontológico de los periodistas. Sólo cuatro de los
códigos analizados no la mencionan. Los otros dieciocho le otorgan un espacio
preponderante y constitutivo para la profesión:

 Bolivia: [Es deber de los periodistas] Respetar el derecho a la información y


la comunicación que sostienen la libertad de expresión y la libertad de
prensa, reconociendo que son condiciones básicas para la vigencia de una
sociedad democrática (…) [E] impedir hechos o violaciones a la libertad de
expresión, que pudieran venir de autoridades y otras entidades y que
disminuyan, restrinjan, dificulten o anulen el ejercicio de la libertad de
prensa, de información y de opinión (Fundamentos).
 Brasil: Es deber del periodista luchar por la libertad de pensamiento y de
expresión (Art. 6).
 Chile: Es deber de los periodistas recurrir a todos los medios legítimos y
necesarios a su alcance, a fin de evitar que se dicten o apliquen
disposiciones que disminuyan, dificulten o anulen el ejercicio de la libertad
de expresión (…) Ningún periodista podrá hacer uso o invocar la aplicación

193
de leyes que lesionen la libertad de expresión e información, ni aun a
pretexto de hacerlo fuera del ejercicio profesional (Art. 4 y 5).
 Colombia: La libertad de prensa es premisa básica para que la sociedad
tenga conocimiento veraz y oportuno de la realidad (…) [y] hace recaer
sobre el periodista la obligación de defenderla y de obrar con los más altos
niveles de responsabilidad y honestidad en el ejercicio de su profesión
(Preámbulo).
 Consejo de Europa: (…) es necesario reforzar las garantías de libertad de
expresión de los periodistas a quienes corresponde en última instancia ser
los emisores finales de la información (…) [Los medios de comunicación
deben] Comprometerse al sometimiento de principios deontológicos
rigurosos que aseguren la libertad de expresión y el derecho fundamental
de los ciudadanos a recibir noticias veraces y opiniones honestas (Art. 14 y
36).
 Costa Rica: Defender la libertad de expresión y el derecho a la
comunicación e información como derechos universales (Art. 21).
 Ecuador: La libertad de expresión del pensamiento es derecho
fundamental del hombre y piedra angular de todas las libertades (…) [ésta]
se plasma esencialmente en la libertad de información y de opinión, a
través de los medios de comunicación social (…) El periodista está obligado
a defender el derecho y el ejercicio de la libertad de expresión de todos los
sectores de la comunidad, especialmente de los marginados de la
comunicación social (Introducción y Art. 7).
 El Salvador: El periodista debe garantizar la libertad de expresión y el
derecho de información inherentes de todo ser humano. Del derecho del
público a conocer los hechos y las opiniones proviene el conjunto de
derechos y deberes del periodista (Art. 3).
 FIP: (…) la democracia depende de la extensión de la libertad de expresión
y (…) de la comprensión del papel especial y particular de los medios de
comunicación en la sociedad democrática (…) los medios deben respetar
los principios profesionales y éticos de la libertad de prensa en los que se
basan la libertad de expresión y de opinión. La libertad de expresión sólo

194
se verifica cuando existe: a) Un medio de comunicación libre,
independiente y que refleje la diversidad de opinión; b) Un flujo libre de
información que permita el intercambio democrático en todas las
comunidades, ya sea que se basen en la geografía, los orígenes étnicos, los
valores compartidos o el lenguaje común; c) La defensa legal y la
protección de los derechos de los ciudadanos a la libertad de información y
el derecho a estar informados; d) Respeto a la condición profesional y a la
independencia de los periodistas (Principios generales).
 Guatemala: La libertad de expresión constituye el derecho fundamental
para el desarrollo de una democracia, tal y como la consigna la Carta de las
Naciones Unidas, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos del
10 de diciembre de 1948 y ratificada por nuestro país (Introducción).
 México: Los periodistas rechazamos las relaciones perversas que se funden
en dádivas, prebendas o canonjías, ya que éstas coartan la libertad de
prensa y expresión y violan elementales principios de convivencia social
(Art. 4).
 Nicaragua: La libertad de opinión, de expresión y de información, como
parte integrante de los derechos humanos y de las libertades
fundamentales, es factor esencial para la convivencia pacífica de la
sociedad (…) es el derecho de la población a ser oportuna y verazmente
informada y a expresar sus opiniones (Introducción y Principios Generales).
 Panamá: Asumo que como periodista estaré al servicio de las libertades de
opinión y de información, derechos fundamentales de toda sociedad libre y
democrática (Texto introductorio).
 Paraguay: El derecho a la información, al igual que la libertad de expresión
y a la crítica, el derecho del público a conocer los hechos y las opiniones,
constituyen las bases de los derechos y deberes de los periodistas
(Introducción).
 República Dominicana: Como el periodismo es un servicio de interés social
y la información un buen común, el periodista asumirá como su primer
deber y derecho la defensa de la libertad de prensa, y se comprometerá a
ejercer la profesión con plena conciencia (Art. 1).

195
 Uruguay: La libertad de expresión y el derecho a la información
constituyen derechos fundamentales reconocidos como tales por la
legislación nacional e internacional vigente, cuyo titular son todas las
personas. Constituye un deber ético del periodismo exigir que se respeten
estos derechos fundamentales y que se garantice el pluralismo, el acceso
equitativo a las frecuencias a través de las cuales se desarrollan los medios
de comunicación, así como las condiciones necesarias para el ejercicio de
la libertad de expresión y el derecho a la información por cualquier medio
y sin censura previa (Art. 1 y 2).
 Venezuela: El periodista concibe la libertad de expresión como un factor de
elevación espiritual, moral y material del hombre (…) El periodista tiene su
origen en la libertad de expresión y el derecho a la información, normas
democráticas consagradas en la Constitución de la República. El periodista
debe luchar por la vigencia y efectividad de tales principios (Exposición de
Motivos y Art. 2).

Un caso particular es el del código de la Federación de Periodistas del Perú. Allí, si


bien se consagran explícitamente la libertad de prensa y de expresión, se les coloca un
límite en el “derecho ajeno”:

Los periodistas (…) [deben] ser dignos de la libertad de prensa, considerando en


ella las libertades de información, opinión, expresión en todas sus formas,
investigación periodística, difusión del pensamiento, fundación de medios de
comunicación social y programas periodísticos. No incurrir en libertinaje. No existe
irrestricta libertad de prensa, su límite natural es el derecho ajeno. (Art. 1)

Los códigos que no hacen mención a las libertades de expresión, prensa u opinión
son:

 Cuba
 Honduras
 Puerto Rico

196
 Unesco

En el código cubano, existe la singularidad de que la Unión de Periodistas de Cuba


se autodefine como heredera de “una tradición profesional en la que confluyen la
vocación patriótica, revolucionaria y socialista” (Introducción). Queda prescripto en el
código, entonces, el imperativo al abrazo del ideario socialista por parte del
conglomerado de periodistas de Cuba, lo cual pareciera contraponerse con el principio
de la libertad de expresión. En otras palabras: el periodista cubano que no se
identifique con la “tradición revolucionaria y socialista” y que, en cambio, oriente su
actividad a partir de otra convicción ideológica, estará contraviniendo el espíritu del
código deontológico.
Pues bien. Como hemos visto, la mayoría de los códigos hacen referencia a la
libertad de expresión, o bien en la parte introductoria, o bien en sus primeros
artículos. Ello denota el carácter esencial que este principio tiene para el ejercicio de la
profesión periodística. Algunos códigos eligen hablar de libertad de prensa (República
Dominicana) y otros de libertad de opinión (Panamá), pero, a nuestro criterio, lo hacen
enmarcados en el concepto de libertad de expresión.
Para nuestra investigación, es fundamental visualizar la esencia del lugar que los
códigos le otorgan a la libertad de expresión, puesto que le asignan al periodista el
deber de actuar decididamente a favor de la defensa de este valor esencial para la vida
democrática. Es decir: las normativas analizadas le asignan al profesional de la
comunicación el imperativo deontológico de defender la libertad de expresión. Para
los periodistas, se trata de un deber, más que de un derecho, porque de él depende el
funcionamiento de este principio constitutivo de la sociedad democrática. En
consecuencia, consideramos que cualquier herramienta ética de autorregulación
periodística, como lo es un código deontológico, debe estar orientada a la defensa de
la libertad de expresión, única garantía del cumplimiento del derecho ciudadano a la
información.

197
c) La objetividad

Como ya hemos visto en este trabajo, el de la objetividad sigue siendo uno de los
problemas más abordados en el universo de la teoría del periodismo. Sin embargo, de
los 22 códigos que aquí analizamos, sólo ocho contienen referencias específicas a la
objetividad:

 Chile: La responsabilidad social del periodista requiere que él o ella actúen,


bajo todas las circunstancias, en conformidad con el sentido ético personal
y asuman el papel que desempeñan en la información transmitida, no
pudiendo escudarse en los criterios impuestos por quienes controlan los
medios cuando no se informa con veracidad y objetividad (Introducción).
 Colombia: Aunque resulten discutibles en términos absolutos, la verdad y
la objetividad en el periodismo son imperativas y no negociable la buena fe
(Art. 1).
 Ecuador: (…) le corresponde al periodista profesional (…) satisfacer el
anhelo comunitario de una información oportuna, veraz y objetiva (…) Es y
debe ser esencialmente objetivo, de manera especial para interpretar los
acontecimientos de la vida diaria y darle a la información la categoría, el
volumen, la importancia y la interpretación que realmente merece. El
periodista tiene la obligación de proporcionar a la comunidad una
información objetiva, veraz y oportuna (Introducción y Art. 1).
 El Salvador: El profesional del periodismo no debe aceptar (…) beneficios
de particulares o grupos cuando directa o indirectamente ello implique
comprometer la independencia u objetividad del trabajo periodístico (Art.
14).
 Panamá: [Yo, periodista] No seré instrumento de intereses políticos,
ideológicos, religiosos o económicos ni permitiré que mis creencias
comprometan la objetividad de la información (Art. 4).
 Puerto Rico: La verdadera objetividad se logra cuando el periodista se
cuida de informar honestamente. Una conciencia bien formada y
respetada es la única garantía efectiva de la objetividad periodística. Un

198
periodista puede ser miembro de cualquier grupo cívico, político o sindical,
o de otra índole, que pueda ser objeto o parte de la discusión pública en
determinado momento, sin perder la objetividad (Cánon 4).
 República Dominicana: Será derecho del periodista luchar por el libre
acceso a las fuentes públicas y privadas de información, para comunicar e
interpretar los hechos con objetividad, veracidad y exactitud (Art. 3).
 Unesco: Adhesión del periodista a la realidad objetiva. La tarea primordial
del periodista es proporcionar una información verídica y auténtica con la
adhesión honesta a la realidad objetiva, situando conscientemente los
hechos en su contexto adecuado, manifestando sus relaciones esenciales -
sin que ello entrañe distorsiones-, y empleando toda la capacidad creativa
del profesional a fin de que el público reciba un material apropiado que le
permita formarse una imagen precisa y coherente del mundo, donde el
origen, naturaleza y esencia de los acontecimientos, procesos y situaciones
sean comprendidos de la manera más objetiva posible (Art. 2).

En esta recorrida, encontramos fundamentalmente referencias abstractas a la idea


de objetividad. En el caso del código colombiano, aparece un reconocimiento explícito
a la dificultad que existe para definir las ideas de verdad y de objetividad, pero
igualmente dicha normativa le impone al periodista el imperativo de respetarlas. Y, en
el caso del código portorriqueño, nos encontramos con la curiosidad de que se intenta
explicar a qué se considera “verdadera objetividad”, vinculándola con el hecho de
informar “honestamente” y a partir de una “conciencia bien formada y respetada”.
Esta definición cuanto menos resulta ambigua y poco útil, ya que al hablar de
“verdadera objetividad” deja a entrever que podría existir una objetividad “no
verdadera”. Y tampoco el código desarrolla a qué se refiere con el hecho de que el
periodista debe tener una “conciencia bien formada y respetada”: ¿formada por
quién? ¿Cómo se forma una conciencia? ¿Respetada por quién? ¿Cómo se obtiene
dicho respeto?
A los ojos de esta investigación, un código deontológico debe estar orientado a
operar como una herramienta concreta de autorregulación, aportando normas
específicas de conducta para los periodistas, especialmente para aquellos que se

199
desempeñan de manera independiente, sin una organización que los cobije.
Abstracciones como las que presentan los ocho códigos mencionados acerca de la idea
de objetividad corren el riesgo de diluirse en el universo de lo teórico, siendo de escasa
utilidad para la praxis del periodismo profesional.

d) Distinción de hechos y opiniones

En 1921, C.P. Scott (2017), el célebre editor del matutino británico The Guardian,
escribía con motivo del centenario del periódico una frase memorable: “Comment is
free, but facts are sacred” (El comentario es libre, pero los hechos son sagrados).
¿Debe el periodismo establecer una separación visible entre hechos y opiniones? ¿Es
necesario que los profesionales de los medios presenten, por un lado, la información
“pura”, sin el tamiz explícito de su interpretación, y, por el otro, la opinión y los
comentarios que se hayan configurado de los hechos? Diez de los 22 códigos que aquí
analizamos disponen como un deber ético para los periodistas el presentar esta
separación.

 Bolivia: [Los periodistas deben] Presentar la información claramente


diferenciada de los comentarios. En ningún caso, la información debe ser
mezclada con opinión (…) (Art. 3).
 Chile: El periodista deberá establecer siempre, al informar, una distinción
clara entre los hechos, las opiniones y las interpretaciones, evitando toda
confusión o distorsión deliberada de éstos (Art. 6).
 Colombia: La noticia debe quedar claramente diferenciada de las
opiniones, comentarios (…). (Art. 1).
 Consejo de Europa: El principio básico de toda consideración ética del
periodismo debe partir de la clara diferenciación, evitando toda confusión,
entre noticias y opiniones. Las noticias son informaciones de hechos y
datos, y las opiniones expresan pensamientos, ideas, creencias o juicios de
valor por parte de los medios de comunicación, editores y periodistas (Art.
3).

200
 El Salvador: El periodista debe observar siempre una clara distinción entre
los hechos y opiniones, evitando toda confusión o distorsión deliberada de
ambas (Art. 5).
 Guatemala: El periodista y comunicador deberá establecer siempre una
distinción entre los hechos, las opiniones y las interpretaciones, evitando
toda confusión o distorsión deliberada de los mismos. Es importante
diferenciar y respetar las especialidades entre Géneros informativos y
Géneros de opinión (Art. 7).
 Nicaragua: El periodista procurará no mezclar la información sobre los
hechos, con sus opiniones personales acerca de los mismos. Tiene derecho
a opinar y a expresar su opinión en las secciones de comentarios (Art. 11).
 Paraguay: En su labor profesional, los periodistas proporcionarán al público
información precisa sobre los contextos de los acontecimientos y los
antecedentes si correspondieren, estableciendo una clara distinción entre
información, opinión y conjeturas (Art. 3).
 Perú: [El periodista debe] asegurarse de ofrecer una versión fidedigna de
los hechos, libre del concepto que pueda tener el periodista sobre ellos (…)
La opinión está reservada a las secciones destinadas a la orientación del
público y al periodismo interpretativo (Art. 9).
 Uruguay: La cobertura realizada por los periodistas debe diferenciar
claramente lo que es información verificada de lo que es opinión (Art. 11).

A nuestro criterio, el código europeo presenta, en el artículo citado, un ejemplo de


lo que, entendemos, debe constituir una normativa de conducta deontológica para los
periodistas. Al postular la necesaria separación entre hechos y opiniones, el código del
Consejo de Europa es:

i. Preciso, porque delimita con exactitud una problemática y la orienta


hacia la praxis del periodista.
ii. Instructivo, porque propone una definición taxativa sobre los
conceptos (noticias y opiniones) que trata el artículo.

201
iii. Imperativo, porque especifica cómo debe hacer el periodista para
actuar acorde a los principios deontológico de la profesión.

En el caso de la separación entre hechos y opiniones, coincidimos con el enfoque


del código europeo. Es decir: aunque reconocemos que la transmisión de información
completamente pura y neutral no forma parte de lo posible en la vida del periodista, sí
vemos como conveniente que, cuando el profesional desee expresar opiniones acerca
de los hechos transmitidos, explicite que se trata de su mirada personal y evite la
confusión por parte del público.

e) Separación de información y publicidad o propaganda

En el inciso anterior, nos ocupamos de una cuestión discutida en el campo del


periodismo: la separación entre información y opinión. Si bien existe un consenso
mayoritario acerca de que el público debe tener claro cuándo el periodista está
narrando hechos y cuándo está aportando su interpretación u opinión, hay otra
mirada. Y es la que postula que, puesto que cada vez que alguien desarrolla un relato,
ya está aportando su propia perspectiva de los hechos, se hace innecesario remarcar
esa separación.
En cambio, en el debate acerca de la separación entre el contenido informativo y
la publicidad o propaganda, pareciera haber un consenso general. Con matices, el
periodismo profesional interpreta que el público debe estar siempre en conocimiento
del momento preciso en que deja de recibir información o contenido periodístico para
estar frente a acciones publicitarias o de propaganda. Sin embargo, como hemos visto
en este trabajo cuando nos referimos a los casos de La Nación, Clarín o Infobae —los
medios gráficos/digitales más populares de la Argentina—, la teoría se encuentra
visiblemente lejos de la praxis.
En consecuencia, entendemos que el código deontológico que propondremos para
la Argentina debe ocuparse con claridad de este asunto. Los periodistas deben contar
con un instructivo categórico que determine que enmascarar el contenido publicitario
y/o propagandístico en los espacios periodísticos de un medio configura una grave

202
falta deontológica. Al respecto, el Consell de la Informació de Catalunya (CIC, 2016) —
que incluso publicó un texto específico al respecto para orientar a los periodistas ante
este conflicto de intereses— afirma que “hay que rechazar las fórmulas de promoción
o publicidad bajo la apariencia deliberada de informaciones periodísticas” (p. 3).
De los 22 códigos que analizamos, sólo 13 se ocupan de esta cuestión:

 Bolivia: En ningún caso, la información debe ser mezclada (…) o


condicionada por publicidad comercial, publicidad o propaganda política o
por cualquier tipo de presión (Art. 3).
 Brasil: El periodista debe informar claramente a la sociedad cuando sus
publicaciones tuvieran carácter publicitario o precedieran de patrocinios o
promociones (Art. 12).
 Chile: El periodista establecerá siempre una distinción clara entre los
mensajes informativos y los publicitarios, evitando toda confusión o
distorsión deliberada de ellos (Art. 19).
 Colombia: [Se debe] Diferenciar con absoluta claridad todo el material
editorial del publicitario, como son los remitidos publirreportajes,
infocomerciales, publicidad política y/o suplementos comerciales
especializados (Art. 9).
 Cuba: En los medios de comunicación, el periodista no debe hacer
publicidad, promoción o propaganda comercial disfrazadas de periodismo
(Art. 26).
 El Salvador: La publicidad, la propaganda (…) publicarse debidamente
identificadas de manera que permita advertirse la diferencia (…) (Art. 6).
 Nicaragua: Presentar como información periodística materiales
propagandísticos, constituye una transgresión a la ética (…) Los
propietarios y funcionarios de los medios de comunicación diferenciarán
claramente la información general de la propaganda comercial o política
(Art. 13 y 24).
 Panamá: Como periodista (…) reconozco una incompatibilidad ética nunca
conciliable entre las profesiones del Periodista y del Relacionista Público o
Publicista. Así, me obligo a comprender con absoluta claridad la separación

203
entre noticias y anuncio, entre información noticiosa y gacetilla de
relaciones públicas (Art. 7).
 Paraguay: El periodista, en orden a salvaguardar su libertad e
independencia, mientras trabaje como tal debe evitar hacer publicidad y
propaganda (Art. 7).
 Perú: Son actos contrarios a la ética que debe tener todo periodista
respecto a su profesión (…) difundir como noticia de interés público lo que
por su naturaleza es material publicitario, salvo en las secciones
identificables que el medio de comunicación social designa ex
profesamente para ello y que el público pueda reconocer como tales. Igual
comportamiento debe haber para los publirreportajes (…) [Los medios
deben] diferenciar los estrictamente periodístico de lo comercial y
publicitario (Art. 4 y 11).
 República Dominicana: El periodista se comprometerá a no difundir como
noticia ningún texto comercial sin su correspondiente identificación (Art.
44).
 Uruguay: Se debilita la credibilidad del periodista cuando se incurre en la
difusión de mensajes publicitarios explícitos o implícitos, ya sea dentro de
los programas periodísticos (publicidad encubierta y no tradicional) o como
parte de campañas publicitarias o propagandísticas (…) (Art. 28).
 Venezuela: El periodista no debe divulgar como información lo que tiene
carácter comercial o publicitario sin identificarlo claramente como tal (Art.
23).

En los trece códigos que hacen mención al deber de separar información de


publicidad o propaganda, los más destacables nos parecen los de Colombia, Perú y
Uruguay, ya que ponen sobre la mesa algunos recursos y conceptos que parecieran
contar con legitimidad en el campo periodístico: infocomerciales, suplementos
comerciales especializados, publirreportajes, publicidad encubierta y no tradicional.
Por otro lado, el código cubano hace un aporte concreto hacia la explicitación de la
infracción a la ética que constituye presentar al contenido publicitario “disfrazado” de
periodismo. En nuestra investigación, preferimos hablar de “enmascarar”, pero el

204
concepto va en la misma línea. Quien “disfraza” o “enmascara” procura engañar. Y el
periodista, bajo ninguna circunstancia, debe pretender confundir al público para que
éste se vincule con material publicitario o propagandístico, creyendo que está frente a
información periodística.

f) El tratamiento de las fuentes de información

En nuestro tesaurus, hemos dedicado cuatro categorías a la temática de las


fuentes de información:

i. Anonimato/confidencialidad de las fuentes


ii. Credibilidad de las fuentes
iii. Off the record
iv. Secreto profesional

Con la única excepción del caso mexicano, la totalidad de los códigos que
estudiamos en nuestra investigación hacen referencia, al menos, a una de las variables:

 Bolivia: [El periodista debe] Usar siempre fuentes reconocidas, idóneas,


apropiadas, confiables y verificadas para obtener noticias, grabaciones,
fotografías, imágenes y documentos; proteger la identidad de las fuentes
confidenciales de información; citar obligatoria y correctamente las
fuentes cuando éstas no sean confidenciales; respetar el embargo
informativo y el “fuera de registro” (off the record) (Art. 4, 5, 6 y 7).
 Brasil: El periodista tiene derecho a resguardar el anonimato de la fuente;
el periodista tiene el deber de no poner en riesgo la seguridad de las
fuentes (Art. 5 y 6).
 Chile: El periodista debe transparentar sus fuentes para legitimar ante la
sociedad la información entregada. Sólo debe silenciarlas si éstas se lo
pidieren, previa confirmación de su idoneidad y confiabilidad, respetando
así la confianza otorgada al entregársele antecedentes reservados. El
periodista no inventará fuentes, encubriéndolas como “un cercano”, “un

205
vocero”, “un alto funcionario de la institución”, etc., resguardando de este
modo la credibilidad y dignidad de la profesión (…). En el caso del
periodismo digital, debiera además, incluir un link o vínculo a la fuente, a
fin de ampliar la información para el lector o lectora, en caso de que lo
necesite (Art. 7).
 Colombia: El periodista debe adoptar una actitud analítica frente a las
fuentes, confrontarlas y comprobar sus afirmaciones. La lealtad del
periodista es con la verdad y con el público, antes que con la fuente; es
aconsejable que el receptor conozca la fuente de las informaciones.
Esto otorga mayor credibilidad y fija una mayor responsabilidad sobre lo
que se afirma. Sin embargo, el periodista puede comprometerse a guardar
sigilo sobre sus fuentes de información, cuando la revelación de su nombre
ponga en riesgo la seguridad personal o laboral de la fuente. En todo caso,
podrá sentirse exonerado de hacerlo cuando: a) Haya sido engañado por la
fuente; b) Ésta, por su propia voluntad, decida darse a conocer en
determinada circunstancia; El secreto profesional o reserva de la fuente,
que es inviolable, tiene por objeto proteger de la exposición pública a la
fuente; en ningún caso deberá amparar la falta de consistencia de la
información ni releva al periodista de su deber de verificar los hechos; En
situación de conflicto, la verificación de fuentes será un trabajo en
equipo entre Editores y/o Jefes de Redacción, periodista y director del
medio, para blindar la verdad; [El periodista no debe] mantener
familiaridad o cercanía con la fuente (Art. 2 y 8).
 Consejo de Europa: Es necesario desarrollar jurídicamente y clarificar (…) el
secreto profesional de las fuentes confidenciales (…) (Art. 14).
 Costa Rica: Es deber de todo profesional de la comunicación indicar la
fuente de donde obtuvo la información y respetar la confidencialidad de
aquella, cuando ésta así lo solicite (Art. 14).
 Cuba: El periodista tiene la obligación de no revelar la identidad de las
fuentes que hayan solicitado permanecer anónimas (Art. 18).
 Ecuador: El periodista guardará estricto secreto en el ejercicio de su
profesión respecto de las fuentes de información; debe verificar sus

206
informaciones y recurrir a fuentes que garanticen una información veraz
(Art. 24 y 25).
 El Salvador: El profesional del periodismo debe apoyar sus informaciones
en datos o fuentes fidedignas que sostengan o comprueben sus
afirmaciones; deberá guardar el secreto profesional y respetar la confianza
que le otorgan al poner en su conocimiento asuntos reservados; respetará
el “off the record” cuando éste haya sido pactado previamente con la
fuente; respetará la fecha y hora de los embargos para publicar
información cuando haya sido entregada bajo esa condición; en ningún
momento el periodista utilizará en provecho propio informaciones
privilegiadas obtenidas de forma confidencial (Art. 17, 19, 20 y 21).
 FIP: No difundir las informaciones recibidas confidencialmente, salvo
permiso expreso o tácito de la fuente (Art. 6).
 Guatemala: El periodista y comunicador difundirá sólo informaciones
fundamentadas, ya sea por la verificación de los hechos en forma directa o
a través de distintas fuentes confiables y representativas que garanticen el
contraste necesario para el balance informativo. Una fuente es
considerada legítima por su conocimiento y experiencia en el tema
tratado; (…) debe citar sus fuentes para el respaldo de la información;
además, el público tiene derecho a conocerlas y evaluar la calidad de las
mismas. Sólo debe omitirlas si las mismas se lo solicitan, pero siempre es
obligado, confirmar la idoneidad de ellas; el periodista que se haya
comprometido con una fuente a mantener la confidencialidad (off the
record) de hechos, informaciones y opiniones, no debe publicarlas ni
difundirlas, a menos que sea autorizado para darlas a conocer. (Art. 2, 9 y
10).
 Honduras: [El periodista tiene prohibido] Violar el secreto profesional o
revelar las fuentes de sus informaciones (Art. 4).
 Nicaragua: Toda información debe basarse en los hechos y respaldarse en
fuentes autorizadas, salvo casos excepcionales en los que la fuente solicita
confidencialidad, y el periodista cuenta con elementos probatorios. El
periodista responderá por lo que publique. Tiene derecho a no revelar su

207
fuente y la obligación de mantener este derecho hasta los límites de la ley
(Art. 9).
 Panamá: [Como periodista] Guardaré confidencialidad de mis fuentes de
información que así lo soliciten (…) (Art. 5).
 Paraguay: Todo periodista tiene el deber y el derecho de guardar el secreto
profesional, respetando las fuentes de información y las confidencias y no
revelando los nombres de sus fuentes ni nada que ellas prohíban
comunicar (Art. 4).
 Perú: [Son actos contrarios a la ética] No guardar el secreto profesional. La
única excepción, singular, en que espontáneamente se puede revelar la
fuente es cuando ésta falta a la verdad con dolo, lo cual produce engaño al
público, haciendo que el periodista ofrezca una información descalificada,
con grave riesgo de su solvencia profesional y ética; revelar la fuente,
datos, referencias, material de trabajo y otros que tengan condición de
reservado (Art. 4 y 8).
 Puerto Rico: Las fuentes, asuntos y otros colegas se deben tratar con
respeto; el o la periodista deberá ser diligente en obtener la mayor
información pertinente a una noticia, sustentada por fuentes que permita
al público juzgar la confiabilidad de la información. Sin embargo, existen
circunstancias en las que no es posible obtener información valiosa o
pertinente que no sea bajo la condición de proteger la identidad de la
fuente. Sería altamente impropio que un periodista traicione la identidad
de dicha fuente aún cuando se lo exija un tribunal de justicia. Esta norma
ética no aplicará al periodista que haya protagonizado o sido testigo ocular
de hechos criminales, en cuyo caso el periodista cumplirá con su
responsabilidad ciudadana (Cánones 5 y 9).
 República Dominicana: El periodista guardará estricto secreto profesional,
sobre sus fuentes de información, cuando no atente contra la integridad
territorial del país. Aun bajo la peor presión, el periodista deberá preservar
la confianza que se le ha concedido para no revelar, pública o
privadamente, hechos de interés.; no deberá invocar el secreto profesional
como pretexto para justificar acciones ilegales o encubrir hechos contrarios

208
al interés colectivo ya la ética periodística; (…) deberá mantener relaciones
con la fuente en un plano estrictamente profesional; deberá recurrir a las
fuentes que merezcan mayor garantía, verificando siempre sus
informaciones, a fin de que éstas sean veraces (Art. 35, 36, 37 y 38).
 Unesco: El papel social del periodista exige que la profesión mantenga un
alto nivel de integridad. Esto incluye el derecho del periodista a abstenerse
de trabajar en contra de sus convicciones o de revelar sus fuentes de
información (Art. 4).
 Uruguay: Los periodistas deben intentar por todos los medios que el
público conozca el origen de la información. Si en algún caso ello no fuera
posible, o causara algún perjuicio a la fuente, se deben aportar al público
los datos que permitan comprender los motivos de tal impedimento.
Deberán evitarse los adjetivos “confiables” o “fidedignas” para calificar a
las fuentes, ya que de lo contrario no deberían ser tales; Asimismo los
periodistas deben respetar el acuerdo de confidencialidad con el
informante. En caso de llegar a un pacto con una fuente para garantizar su
anonimato, éste se deberá mantener en todo momento y lugar, a los
efectos de no debilitar la credibilidad del periodista (Art. 12 y 13).
 Venezuela: El periodista, a quien la fuente haya pedido guardar en secreto
su identidad, no deberá revelarla en ningún caso y respetará la decisión de
la fuente ante cualquier tipo de presión. En ningún caso el periodista debe
revelar el secreto profesional; respetará los acuerdos previos con la fuente
en relación a la hora y fecha de publicación de información adelantada;
debe verificar las informaciones que recibe y recurrir a las fuentes idóneas
que le permitan la información de manera veraz (Art. 18, 19 y 20).

A nuestro criterio, al tratamiento que estos 21 códigos le dan a la problemática de


las fuentes le falta un desarrollo vinculado a la información que proviene del universo
de las redes sociales y de otras fuentes del mundo digital. Un código moderno, nos
parece, debe proporcionar a los periodistas una guía de conducta para conducirse
frente a los contenidos —informaciones, fotografías, videos, audios— que provienen
de ese origen, y así lo presentaremos para el caso argentino.

209
g) Cláusula de conciencia

Once de los códigos analizados explicitan la cuestión de la cláusula de conciencia


como un derecho fundamental para el ejercicio de la profesión periodística, mientras
que otros siete hacen referencia a ella de forma implícita. Por último, cuatro códigos
no contienen mención alguna a este instrumento.
Los códigos con referencia explícita a la cláusula de conciencia son:

 Brasil: La cláusula de conciencia es un derecho del periodista, pudiendo el


profesional negarse a realizar cualquier tarea que esté en desacuerdo con
los principios de este Código de Ética o que agreden sus convicciones. Esta
disposición no puede ser usada como argumento, motivo o excusa para
que el periodista deje de oír a personas con opiniones divergentes de las
suyas (Art. 13).
 Bolivia: Ningún periodista está obligado a expresarse en contra de su
conciencia y sus convicciones. En caso de renuncia por este motivo, tendrá
derecho a una indemnización justa, no inferior a la que establecen las leyes
para los casos de despido (Apartado: Cláusula de Conciencia).
 Chile: En el ejercicio profesional, el o la periodista deberá actuar siempre
de acuerdo con su conciencia y no podrá ser sancionado por ello.
Consecuentemente, deberá luchar por el establecimiento de la cláusula de
conciencia plena en su relación con los empleadores, velando por su
estricto cumplimiento y su permanencia en el tiempo. (Art. 22).
 Colombia: El periodista tiene la obligación moral de actuar de acuerdo con
su conciencia y no puede ser sancionado por ello. Las empresas
periodísticas no podrán aplicar sanción o desmejoramiento laboral por el
cumplimiento de este deber ético en el ejercicio profesional. La cláusula de
conciencia, reconocida internacionalmente, deberá ser incluida en el
derecho laboral colombiano (Art. 10).

210
 Consejo de Europa: Es necesario desarrollar jurídicamente y clarificar las
figuras de cláusula de conciencia y el secreto profesional de las fuentes
confidenciales (…) (Art. 14).
 Costa Rica: El Colegio de Periodistas debe ser fuerte para defender a sus
profesionales y reforzar el principio de cláusula de conciencia, para que los
medios de comunicación tengan conocimiento de que los comunicadores
están protegidos por una cláusula de conciencia, que lo obliga a no aceptar
y a rebelarse sobre aquellas imposiciones de sus jefes en contra de sus
principios morales y éticos (Apartado: Cláusula de Conciencia).
 FIP: Los periodistas tienen derecho a actuar de acuerdo a su conciencia en
el ejercicio del periodismo. En caso de un cambio fundamental en la línea
política, filosófica o religiosa del empleador, un periodista puede poner fin
a su contrato, sin previo aviso, y recibir una compensación equivalente a la
que hubiera recibido en caso de despido (…) Ningún periodista puede ser
sancionado por hacer valer su derecho a actuar acorde a con su conciencia
(Art. 3, Cláusula de Conciencia).
 Perú: Es un acto contrario a la ética no acogerse a la Cláusula de Conciencia
si la empresa periodística o el medio de comunicación social en que se
labora cambia su línea u orientación, con la cual no se coincida. Es ético
mantener su propia convicción, lo contrario es inmoral y atenta contra el
prestigio propio y profesional (Art. 4).
 República Dominicana: El periodista estará en el derecho de abogar por el
establecimiento de cláusulas de conciencia en los acuerdos o contratos de
trabajo con las empresas de comunicación, que le permitan dimitir
voluntariamente de estos centros de trabajo, con todos los derechos
garantizados, cuando ocurran situaciones que impliquen conflictos éticos o
de conciencia.
 Uruguay: Se recomienda desarrollar legalmente las figuras de la cláusula de
conciencia y el secreto profesional de las fuentes confidenciales,
armonizando las disposiciones nacionales sobre estas materias con los
estándares internacionales de Derechos Humanos. Quien ejerce el
periodismo no puede ser obligado a firmar un trabajo profesional que le

211
atribuya opiniones que contradigan sus valores y creencias, ni cuando se
introduzcan en una nota informativa de su autoría cambios que desvirtúen
el sentido de la información. La cláusula de conciencia no debe ser utilizada
como excusa para evitar la cobertura de hechos noticiosos o la difusión de
opiniones de terceros que sean de interés público y con las que el
periodista pueda disentir.
 Venezuela: el periodista debe exigir de parte de la empresa respeto a sus
creencias, ideas y opiniones, así como el material informativo que entrega
como producto de sus esfuerzos y trabajo. Tampoco permitirá que se
cambie el sentido o naturaleza del material informativo elaborado y
entregado bajo su firma. Cláusula de conciencia: El periodista tiene
derecho a retirar su firma en una información, si considera que por la
intervención de sus supervisores han sido puestos en duda la exactitud de
los datos, deformadas declaraciones de terceros, si injustificadamente
fueron realizados cambios sustanciales o si su nombre fue añadido a una
información en cuya elaboración no participó, ello sin perjuicio de sus
condiciones laborales ni de amonestación alguna. El periodista queda
exonerado de cualquier responsabilidad moral y legal del material del que
él haya retirado su firma y podrá aducir, ante las autoridades competentes,
causal de despido indirecto cuando esto sucediere. (Art. 38).

Los siete códigos que abordan de forma tácita la cláusula de conciencia son:

 Ecuador: El periodista exigirá a la empresa respeto para sus creencias


políticas, ideológicas y religiosas. El periodista exigirá a la empresa respeto
a su producción, cuyo sentido no podrá ser cambiado sin su
consentimiento (Art. 37 y 38).
 El Salvador: El periodista debe lealtad a la empresa en al que presta sus
servicios, dentro del marco de los principios esenciales que han de regir su
actuación, en cuanto no sea incompatible con su conciencia profesional (…)
(Art. 32).

212
 Guatemala: En el ejercicio profesional, el periodista y comunicador
deberán actuar siempre de acuerdo con su conciencia, valores y principios
éticos. Así mismo, no podrá ser perseguido y sancionado por ello (Art. 24).
 México: Estamos obligados a la independencia de criterio, que nos dicta la
propia conciencia, por grandes que sean las presiones o amenazas que se
ejerzan para anularla (Art. 11).
 Nicaragua: El periodista tiene derecho a su propia ideología y a ser
contratado exclusivamente por su capacidad profesional. El periodista
tiene la obligación moral de actuar de acuerdo con su conciencia y no
puede ser sancionado por ello. Los propietarios y funcionarios de los
medios de comunicación social no pueden sancionar a los periodistas por
actuar de acuerdo con su conciencia en su ejercicio profesional (Art. 14 y
25).
 Paraguay: El periodista debe reclamar a su empleador respeto a sus
creencias, ideas y opiniones, así como a que la producción que entrega no
sufra deformación o cambios sustanciales injustificados (Art. 10).
 Unesco: El papel social del periodista exige que la profesión mantenga un
alto nivel de integridad. Esto incluye el derecho del periodista a abstenerse
de trabajar en contra de sus convicciones (…) (Art. 4).

Los cinco códigos que no hacen mención, ni explícita ni implícitamente, a la


cláusula de conciencia son:

 Cuba
 Honduras
 Panamá
 Puerto Rico

Estos códigos, si bien explicitan el derecho del periodista a no actuar en contra de


sus convicciones sin ser sancionado por ello, restan intensidad a un instrumento como
la cláusula de conciencia, que es esencial para garantizar la independencia de los
periodistas y la libertad de expresión.

213
Los casos de Chile, República Dominicana y, especialmente, de Colombia, Uruguay
y el Consejo de Europa, nos parecen particularmente interesantes, ya que impulsan al
periodista a hacer efectiva la cláusula de conciencia en su vínculo contractual con su
empleador o, incluso, a reglamentarla legalmente. Esta prerrogativa está orientada a
consolidar el derecho del profesional a no verse obligado a actuar en contra de sus
convicciones o de los principios deontológicos de la actividad. Por lo tanto, nos parece
pertinente el incorporar un artículo de estas características en nuestra propuesta para
el caso argentino.

h) Presunción de inocencia

En el periodismo latinoamericano en general, y en el argentino en particular, es


frecuente que no se respete la presunción de inocencia. De esta forma, los
profesionales de la comunicación abonan a la conformación de prejuicios por parte del
público, que, muchas veces, cuando el acusado es absuelto, se resta credibilidad a la
acción judicial y ya no logra repararse el daño.
Los casos argentinos conocidos como “García Belsunce” (de Souza, 2018) y “Lucila
Frend” (Bauso, 2018), en donde los acusados fueron finalmente absueltos, demuestran
la importancia de que el periodismo profesional sea particularmente cuidadoso con las
causas judiciales, puesto que, cuando se configura públicamente un escenario de
culpabilidad, la “inocencia social” no se reconstruye o es de muy dificultosa
reconstrucción.
En las causas vinculadas a la corrupción política ocurre algo similar, en donde la
presunción de inocencia se suspende o se defiende según las simpatías políticas que el
medio o el periodista depositan en el acusado. Tanto para los casos de delitos
comunes, como para los que se relacionan con la corrupción, nos parece fundamental
que el periodismo profesional incorpore a la presunción de inocencia como un
imperativo deontológico. Una decena de los 22 códigos que analizamos en esta
investigación ponen de manifiesto este planteo:

214
 Bolivia: [Los periodistas deben] Salvaguardar la presunción de inocencia,
promoviendo un tratamiento informativo respetuoso para las personas
involucradas (Art. 10).
 Brasil: La presunción de inocencia es uno de los fundamentos de la
actividad periodística (Art. 9).
 Chile: El periodista debe salvaguardar la presunción jurídica de inocencia,
mientras los tribunales de justicia no resuelvan en contrario (Art. 26).
 Consejo de Europa: En el ejercicio del periodismo, las informaciones y
opiniones deben respetar la presunción de inocencia principalmente en los
temas que permanecen sub judice, excluyendo establecer juicios paralelos
(Art. 22).
 El Salvador: El periodista no prejuzgará un caso llevado ante un tribunal,
tomando partido sobre culpabilidad o inocencia y buscará dar la posición
de las partes en informes o las audiencias de tribunales (Art. 23).
 Guatemala: El periodista y comunicador deben salvaguardar la presunción
de inocencia de los acusados, mientras el tribunal competente no haya
dictado sentencia (Art. 29).
 Nicaragua: El periodista presumirá la inocencia de todo acusado y sólo lo
considerará culpable ante sentencia judicial (Art. 4).
 Perú: [Los periodistas] No somos Jueces. No [debemos] calificar “a priori”
al acusado, solamente la sentencia del juez determina la culpabilidad. Toda
persona tiene derecho a que se le considere inocente hasta que no se le
pruebe lo contrario. No lesionar a nadie con calificativos indecorosos, toda
persona humana tiene derecho a un nombre propio y a que se le llame
como tal. Aún el delincuente sigue siendo persona (Art. 9).
 Puerto Rico: Son altamente impropios los titulares y otras expresiones
infundadas que prejuzguen la culpabilidad de un sospechoso de un crimen
(Cánon 6).
 Uruguay: Es de buena práctica profesional respetar el principio de
inocencia y ser cuidadosos de no consignar a una persona como autor de
algún delito hasta que exista un pronunciamiento judicial en ese sentido. Si

215
finalmente alguien que se informó que era indagado o acusado es
absuelto, se debe informar al respecto (Art. 17).

Los casos de Guatemala y Nicaragua nos parecen claros, concisos y concretos: el


periodista presumirá la inocencia de todo acusado y sólo lo considerará culpable ante
sentencia judicial. Esto cuenta para todos los casos y en todas circunstancias.

i) Rectificación y derecho a réplica

La mayoría de los códigos analizados (16) presentan referencias a la rectificación


y/o al derecho a réplica, para los casos en que los periodistas hayan incurrido en
errores al publicar informaciones falsas o tergiversadas. Las excepciones son los
códigos de Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Paraguay y el código de la FIP. El
resto insta a los periodistas a rectificar las informaciones erróneas y, muchos de ellos,
a dar espacio a la persona que se haya sentido afectada para que pueda presentar su
versión de los hechos:

 Bolivia: El medio debe corregir de inmediato la difusión de cualquier


inexactitud, declaración engañosa o distorsión informativa; en un espacio
similar al que la generó de manera específica para este fin, así como
permitir el derecho de réplica de las personas o instituciones afectadas.
Además, cuando corresponda, debe expresar una disculpa de manera
pública (Apartado Derecho a réplica y rectificación).
 Brasil: [El periodista debe] promover la rectificación de las informaciones
que resulten falsas o inexactas y defender el derecho de respuesta de las
personas u organizaciones implicadas o mencionadas en las publicaciones
de su autoría o por cuya publicación fue el responsable (Art. 12).
 Chile: [El periodista] ejercerá su influencia ante el medio de comunicación
respectivo para que se garantice el derecho legal a rectificación y
enmienda; y que éste se cumpla en los plazos legales y en condiciones
similares, sin modificaciones.

216
 Colombia: Es obligación del periodista y del medio rectificar inmediata y
adecuadamente las informaciones inexactas, erróneas, falsas o
incompletas, así no se haya exigido aclaración por parte del perjudicado, a
quien además se respetará su derecho a la réplica (Art. 6).
 Consejo de Europa: A petición de las personas afectadas, se rectificará por
los medios de comunicación, con el tratamiento informativo adecuado de
manera automática y rápida, las informaciones y las opiniones que sean
falsas o erróneas (…) (Art. 26).
 Cuba: El periodista debe rectificar públicamente los errores difundidos que
así lo requieran y sean imputables a su trabajo (Art. 13).
 Ecuador: El periodista está obligado a rectificar las informaciones probadas
como falsas (Art. 31).
 El Salvador: El periodista debe procurar que se haga efectivo el derecho de
respuesta en condiciones equivalentes de espacio, a aquellos que hubiesen
sufrido acusaciones contra su moralidad o reputación, o se les perjudicare
con una información (Art. 11).
 Nicaragua: [Los medios y los periodistas] (…) publicarán el punto de vista
de quien se sienta afectado por una información anteriormente servida,
como aclaración, rectificación o réplica (Art. 19).
 Panamá: [Como periodista] Rectificaré con la mayor prontitud toda
información inexacta que haya divulgado.
 Perú: [Los medios deben] Reconocer y atender el derecho de quienes se
consideren afectados por alguna publicación y/o transmisión en cualquier
forma o medio de manifestar su respuesta, aclaración o rectificación,
según sea el caso invocado. Si el medio de comunicación social se percata
del error, es honorable la espontánea enmienda (Art. 10).
 Puerto Rico: [El periodista] (…) Admitirá y corregirá errores con prontitud
(Cánon 3).
 República Dominicana: El periodista estará en la obligación de rectificar —
en el plazo legal establecido— las informaciones difundidas, y que la
fuente demuestre que son falsas o inexactas (Art. 39).

217
 Unesco: El carácter de la profesión exige que el periodista favorezca el
acceso del público a la información y la participación del público en los
“medios”, lo cual incluye la obligación de la corrección o la rectificación y el
derecho de respuesta (Art. 5).
 Uruguay: Los periodistas no deben difundir material falso, engañoso o
deformado. Si así lo hiciesen por error, es de buena práctica profesional
rectificar la información con el mismo destaque empleado para su difusión
y pedir disculpas por la equivocación (Art. 10).
 Venezuela: Las informaciones falsas deben ser rectificadas espontánea e
inmediatamente. El periodista no podrá, en ningún momento, evadir el
cumplimiento del artículo 9 de la Ley del Ejercicio del Periodismo, que dice
a la letra: “Toda tergiversación de la información debe ser rectificada
oportuna y eficientemente. EL periodista estará obligado a rectificar y la
empresa deberá dar cabida a tal rectificación y a la aclaratoria que formule
el afectado” (Art. 12 y 13).

Como se ve, los códigos de Chile, República Dominicana y Venezuela hacen


mención a la prescripción legal que rige para el periodismo, de otorgar el derecho a
rectificación y réplica cuando un afectado así lo requiera. Pero, desde nuestro punto
de vista, no es a través de un marco legal, sino de la autorregulación, cómo el
periodismo puede desarrollar mejor y más profesionalmente su tarea.
Los códigos deontológicos, y así lo desarrollaremos en nuestra propuesta aplicada
para el caso argentino, deben impulsar a los periodistas a acudir a la rectificación y al
derecho a réplica en forma inmediata y por propia voluntad, cuando se haya
comprobado el error en la publicación de información. Para nosotros, este derecho no
debe transformarse en un dispositivo de respuesta permanente a las opiniones de los
periodistas, sino que debe quedar reservado para aquello que se ha presentado como
información.

218
j) El periodista y la venta de publicidad

Tradicionalmente, y desde sus comienzos, el profesional de la comunicación se


dedicó exclusivamente a su tarea periodística. Pero, a partir de la explosión
tecnológica y luego de la revolución digital, procesos que abarataron los costos de
producción y publicación de la información, los medios se multiplicaron y, con ellos, la
cantidad de periodistas que de pronto se volvieron sus propios jefes y “propietarios”.
En las últimas dos décadas, con el incremento de la penetración de internet en la
sociedad occidental, los medios digitales pasaron a reproducirse casi cotidianamente.
Esto colocó a muchos periodistas ante el desafío de comercializar ellos mismos sus
sitios. Pero también en el periodismo tradicional se popularizó esta práctica, en
especial, en el mundo de la radiofonía, en donde se pasó de un esquema de
producción empresaria —en donde el periodista era un asalariado— a uno de venta de
espacios radiofónicos para la realización de programas, pasando previamente por una
breve etapa en donde lo más repetido era el sistema de coproducción. Esta realidad
pone al cosmos de la deontología periodística ante el desafío de definir si los
profesionales deben o no estar habilitados a comercializar ellos mismos sus medios y/o
producciones periodísticas.
Desde nuestro punto de vista, no es posible desconocer una situación específica y
que pareciera ser ya difícil de modificar: la precarización laboral del periodismo. Este
escenario provoca que, en numerosísimas ocasiones, el único sustento de los
profesionales provenga de los recursos que ellos mismos pudieran autogenerarse, a
partir de la comercialización de avisos. Pero, aún así, entendemos que los periodistas
que son dueños de sus propios medios, así como los que viven de la coproducción o los
que contratan sus espacios a las empresas, deben generar una estructura comercial,
por pequeña que fuera, a partir de la cual:

i. No sean los propios periodistas quienes se sienten frente a los


auspiciantes para comercializar las pautas.
ii. Los periodistas queden alejados de las negociaciones e incluso del
tipo de contratación publicitaria que un productor comercial pueda
haber generado.

219
Contar con una producción comercial, que incluso puede ser compartida con otros
medios de estatura similar o que no forman parte de los conglomerados de mayor
estructura y tamaño, puede permitirle al periodista evitar conflictos de interés u otras
defecciones deontológicas. De los códigos que integran nuestro tesaurus, sólo cuatro
señalan la incompatibilidad de realizar tareas periodísticas con la venta publicitaria:

 Colombia: [Son prácticas contrarias a la ética] Ejercer actividades de venta


de publicidad, comercialización de programas y de relaciones públicas,
simultáneamente con el desempeño profesional periodístico (Art. 8).
 El Salvador: El periodista no ha de simultanear la labor periodística con
otras actividades incompatibles con la deontología de la información como
la publicidad, las relaciones públicas y la propaganda (Art. 36).
 Paraguay: Es incompatible el ejercicio simultáneo de la labor del periodista
con relaciones públicas, portavoces o asesoría de prensa en el mismo
sector donde se realiza o dirige la cobertura, y la intermediación en
captación de avisos publicitarios (Art. 8).
 Uruguay: La negociación de pautas publicitarias o cualquier otro tipo de
transacción comercial por parte de los periodistas puede afectar la
independencia. En el caso de propietarios de medios o espacios
periodísticos se recomienda derivar tal negociación al área específica del
medio o a una persona ajena a la producción periodística (Art 29).

El código de Puerto Rico, si bien no menciona explícitamente la prohibición de


venta publicitaria por parte del periodista, sí sostiene que el profesional de la
comunicación “no podrá comercializar su imagen de periodista para propósitos ajenos
al periodismo”, en donde, claramente, se ubica la comercialización de avisos (Cánon 7).
Para nosotros, tal cual lo señala el código uruguayo, existe un perceptible riesgo
de que la comercialización publicitaria afecte la independencia de los periodistas. Por
lo tanto, entendemos que es conveniente que los códigos expliciten esta
incompatibilidad, instando a los periodistas que tienen sus propios medios o que
alquilan sus espacios a crear estructuras comerciales que los alejen de las

220
negociaciones y les permitan permanecer ajenos a cualquier tipo de injerencia, latente
o manifiesta, que pudiera afectar su independencia.

k) El código y la empresa periodística

¿Deben los códigos deontológicos periodísticos involucrar a las empresas o


instituciones propietarias de los medios de comunicación? El interrogante forma parte
de un debate recurrente en el campo de la ética periodística. A nuestros ojos, siendo el
código una herramienta de autorregulación de los periodistas profesionales, las
referencias a las empresas nos parecen complementarias pero no decisivas. Es decir: si
el cuerpo de periodistas profesionales se comprometiera en su conjunto a trabajar
respetando unos principios deontológicos consagrados en su código, el margen de
maniobra de las empresas para actuar en contra de esos principios se reduciría
considerablemente.
La regulación de las compañías propietarias de los medios, entendemos, debe ser
efectuada por el Estado a partir de un tipo de legislación que, por una parte, garantice
la libertad de expresión en el máximo de su intensidad, pero que, por el otro,
contemple la tarea de los medios a partir de su responsabilidad social y a la
información como un derecho inalienable de los ciudadanos. De esta forma,
consideramos que los códigos deontológicos, si bien es necesario que destaquen la
función social de la empresa periodística, deben erigirse a partir de principios de
acción para el trabajo de los profesionales de la prensa.
Cinco de los 22 códigos que integran nuestra estructura de análisis vinculan a las
empresas con el cumplimiento de la normativa deontológica de los profesionales:

 Colombia: La naturaleza propia de la empresa periodística y su proyección


social no permiten asimilarla a cualquier otra actividad empresarial. En
consecuencia, tanto la Administración como la Redacción de un medio de
comunicación deben compartir la misma filosofía empresarial y tener las
mismas responsabilidades éticas definidas en este Código (Art. 9).
 Consejo de Europa: Las empresas periodísticas se deben considerar como
empresas especiales socioeconómicas, cuyos objetivos empresariales

221
deben quedar limitados por las condiciones que deben hacer posible la
prestación de un derecho fundamental (Art. 11).
 Nicaragua: Los propietarios y funcionarios de medios de comunicación
social promoverán la observación del Código de Ética Profesional de los
Periodistas (Art. 26).
 Perú: Los medios de comunicación social, las empresas periodísticas (…)
pueden adherirse, por convicción, a lo estipulado en este Código de Ética
Periodística, conscientes de su responsabilidad eminentemente social (…)
[Son deberes de los medios] Respetar la libertad ideológica de su personal.
No competer a las periodistas a investigar, recibir, fotografiar, filmar,
grabar o destacar lo que es moralmente indebido según este Código de
ética periodística y que pueda, además, atentar contra el deber y la
finalidad social de la prensa (Art. 3 y 12).
 Uruguay: En el interior de la empresa informativa, y en relación con la
libertad de expresión, deben coexistir editores y periodistas, teniendo en
consideración que el respeto legítimo de la orientación ideológica de los
editores o propietarios queda limitado por las exigencias inexorables de la
veracidad de las noticias y de la ética de las opiniones, lo que es exigible
por el derecho fundamental a la información que posee la ciudadanía (Art.
4).

El caso de los códigos de Ecuador, El Salvador, República Dominicana y Venezuela


son particulares porque, si bien mencionan a las empresas, las normativas ponen el
foco en los derechos de los periodistas, pero no exigen de las compañías un
cumplimiento específico de los códigos:

 Ecuador: El periodista exigirá a la empresa respeto para sus creencias


políticas ideológicas y religiosas (….). El periodista debe exigir en sus
relaciones con la empresa un tratamiento ajustado a su dignidad y al valor
e importancia que tiene su profesión en la sociedad (Art. 37 y 41).

222
 El Salvador: El periodista debe esforzarse para que la empresa periodística
proporcione las condiciones económicas, sociales laborales adecuadas
para su desempeño profesional (Art. 34).
 República Dominicana: El periodista tendrá el derecho de exigir de la
empresa o institución que le ha contratado respeto a sus opiniones y
creencias políticas, ideológicas, religiosas, etc., así como un tratamiento
ajustado a su dignidad humana y profesional (Art. 25).
 Venezuela: El periodista debe exigir de parte de la empresa respeto a sus
creencias, ideas y opiniones (…) El periodista debe exigir en sus relaciones
con la empresa, un tratamiento ajustado a su dignidad y al valor e
importancia que tiene su profesión en la sociedad (Art. 36 y 41).

En síntesis, nos parece razonable que los códigos citen la importancia de que las
compañías se desempeñen dentro de un esquema deontológico vinculado a la
responsabilidad social empresaria. Sin embargo, las normativas como las que
propondremos en esta investigación para el caso argentino constituyen dispositivos de
autorregulación, orientados desde y para los periodistas profesionales.

l) Salario digno del periodista

Trece de los 22 códigos deontológicos que incluimos en nuestro análisis convocan


a los periodistas, básicamente, a dos cuestiones que están vinculadas con el ámbito
laboral:

i. El trabajo del periodista debe ser, siempre, remunerado a través de la


paga de un salario.
ii. Ese salario debe ser, en todos los casos, “digno”.

Así lo plantean estas normativas:

 Brasil: [El periodista no debe] Aceptar u ofrecer un trabajo remunerado en


desacuerdo con el salario mínimo, las horas de trabajo legales o escala

223
proporcionadas por su asociación profesional, ni contribuir de manera
activa o pasiva a las precarias condiciones de trabajo (Cap. II, Art. 7).
 Colombia: [La empresa periodística debe] Garantizar a sus periodistas un
salario digno y competitivo, condiciones laborales, medios e instrumentos
adecuados, que aseguren la calidad y excelencia de su trabajo profesional,
su independencia y la del propio medio (Art. 9).
 Consejo de Europa: Para asegurar la calidad de trabajo del periodismo y
independencia de los periodistas es necesario garantizar un salario digno y
unas condiciones, medios de trabajo e instrumentos adecuados (Art. 28).
 Costa Rica: Respetar los aranceles mínimos que recomiende el Colegio en
el ejercicio profesional, en aras de proteger la sana competencia y justa
retribución económica (Art. 13).
 Ecuador: El periodista demandará del Estado la defensa de los derechos de
los trabajadores, su capacitación, salarios justos, seguridad social y
estabilidad (…) Al periodista le está prohibido aceptar remuneraciones
inferiores al mínimo establecido por la ley (Art. 13 y 28).
 El Salvador: El periodista no debe aceptar para sí, ni en nombre de otros,
contratos incompatibles con la integridad y la dignidad de la profesión.
Tampoco debe aceptar beneficios de particulares o grupos cuando directa
o indirectamente ello implique comprometer la independencia u
objetividad del trabajo periodístico (…) El periodista debe esforzarse para
que la empresa periodística proporcione las condiciones económicas,
sociales y laborales adecuadas para su desempeño profesional (Art. 14 y
34).
 Honduras: [El periodista tiene derecho a] Percibir honorarios o
emolumentos que le permitan vivir decorosamente (Art. 3).
 México: Defendemos que los periodistas y las empresas de la información,
así como los gobiernos en sus diversos niveles, se comprometan al
constante mejoramiento económico, social y profesional de los periodistas,
como base para fundar una sólida profesionalidad ética del periodista (Art.
13).

224
 Nicaragua: Los propietarios y funcionarios de los medios de comunicación
social, de acuerdo a sus condiciones económicas, procurarán que los
periodistas tengan un salario digno (Art. 27).
 Perú: [EL periodismo no debe] Pactar estipendio o haber inferior a lo
establecido por la ley o al que corresponda por la clase y responsabilidad
profesional de la labor periodística que se desempeñe y cargo que se
ejerza. Esto fomenta la competencia desleal en el competitivo mercado de
trabajo. Y la posibilidad de que personas que fungen de periodistas
cumplan su cometido con algún propósito distinto de la profesión, con
desmedro de ésta, de la calidad del trabajo y del prestigio del medio de
comunicación social (Art. 8).
 República Dominicana: El periodista no deberá pactar por salarios
inferiores a los establecidos en el mercado de trabajo ni fomentar la
competencia desleal. Tampoco podrá atentar contra la calidad del trabajo
profesional y el prestigio del medio donde trabaja (Art. 31).
 Uruguay: Los periodistas no deben aceptar u ofrecer una remuneración por
su trabajo menor a la que haya sido fijada en el último acuerdo de los
consejos de salarios para su sector de actividad. Tampoco deberán
contribuir, de manera activa o pasiva, en la precarización de las
condiciones laborales propias, de sus compañeros de trabajo, de sus
colegas de otros medios o de los trabajadores en general (Art. 23).
 Venezuela: El periodista no podrá aceptar un sueldo salario inferior al
mínimo establecido por el Colegio o en los contratos sindicales laborales
que estén vigentes en la oportunidad de cada caso (Art. 34).

Desde nuestra perspectiva, las cuestiones vinculadas al tipo de contratación de los


periodistas, así como las consideraciones sobre la idea de “dignidad” del salario,
forman parte de un corpus reivindicativo gremial de los profesionales. Los códigos
deontológicos deben operar como guías para la praxis profesional, representando los
principios de la actividad. ¿A partir de cuánto dinero se convierte en “digno” un
salario? El interrogante no tiene respuesta porque depende de diversos factores. Es
cierto, sí, que un periodista profesional no debe aceptar ejercer su trabajo sin percibir

225
una remuneración directa o un ingreso por ello, pero nos parece que el sitio para
ejercer ese tipo de reivindicaciones son los estatutos gremiales de las asociaciones de
periodistas, mucho más que los códigos deontológicos.
¿Configura una infracción a la ética periodística el aceptar trabajar por un salario
que, a juicio de un determinado colegio o federación de profesional, está por debajo
de lo que ellos consideran “digno”? En cualquier caso, nos parece válido que un código
destaque en su preámbulo, introducción o exposición de motivos el rol
eminentemente profesional del periodista, con su consecuente y obvio derecho a
percibir una remuneración por ello. Pero, sin embargo, no vemos necesario incluir esta
cuestión en un articulado que debe estar orientado a la práctica cotidiana del trabajo
profesional.

m) Derechos del niño

Menos de mitad de los códigos analizados poseen artículos vinculados a orientar a


los periodistas en el tratamiento de las noticias que tienen como protagonistas a niñas,
niños, adolescentes y jóvenes. Muchos de ellos postulan algunas generalidades, pero
muy pocos abordan la problemática basándose en la Convención sobre los Derechos
del Niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989 (Unicef,
2014). Son 10 las normativas que hacen referencia al tema:

 Brasil: [Es deber del periodista] Defender los derechos de los ciudadanos,
contribuyendo a la promoción de las garantías individuales y colectivas,
especialmente de los niños, adolescentes, mujeres, ancianos, negros y las
minorías (Art.6).
 Consejo de Europa: Teniendo en cuenta la especial influencia de los medios
de comunicación fundamentalmente la televisión y la sensibilidad de los
niños y los jóvenes, se evitará la difusión de programas, mensajes o
imágenes relativas a la exaltación de la violencia, el sexo y el consumo y el
empleo de un lenguaje deliberadamente inadecuado (Art. 35).
 Costa Rica: [Los periodistas están obligados a] Respetar los derechos de la
infancia, la adolescencia, las mujeres, las personas adultas mayores, las

226
personas con discapacidad, la naturaleza y el pluralismo en todos los
ámbitos de las relaciones humanas (Art. 2).
 El Salvador El periodista debe tratar con especial esmero toda información
relacionada con la infancia y la adolescencia, adecuando su tratamiento a
las normas del carácter formativo y orientador (…) El periodista debe
observar y garantizar el espíritu de la Convención de los Derechos del Niño
y toda legislación internacional reconocida por el Estado Salvadoreño,
además de las leyes nacionales sobre la materia (…) El periodista no
publicará el nombre o imágenes de menores de edad, ni adultos, víctimas
de maltrato y hechos de violencia. Tampoco publicará los nombres de los
padres y toda aquella información que conduzca a identificar a la víctima
(…) El periodista debe abstenerse de presentar imágenes o nombres de
menores en conflicto con la ley, a menos que exista legislación que lo
permita (Art. 25 al 28).
 Guatemala: Las fotografías y gráficas deben ser fieles representaciones de
la realidad, no deben ser manipuladas. Con relación a casos de menores de
edad, se utilizarán recursos técnicos en la presentación de los materiales,
siguiendo todos y cada uno de los puntos que dicta la ley en la materia
(Art. 19).
 Nicaragua: El periodista no identificará por nombres, iniciales o imágenes
de sus rostros, a menores de edad involucrados en asuntos judiciales o en
situaciones de riesgo (Art. 5).
 Paraguay: [Son acciones contrarias a la ética profesional del periodista]
Identificar a las víctimas de delitos sexuales y a los menores de edad que
hayan incurrido en delito o hayan sido víctimas de ellos (Art. 6).
 Perú: [El periodista está obligado a] Ofrecer sin escándalo ni
sensacionalismo la información necesaria sobre hechos trágicos,
desagradables o que puedan lastimar las normales sentimientos humanos,
ser muy cauto con la información relacionada con suicidios, violaciones y
hechos negativos en los que estén involucrados, como víctimas o actores la
mujer, los niños y adolescentes (…) Contribuir a mantener la inocencia de
los niños y evitar difundir hechos que pongan en riesgo la niñez y a la

227
juventud. Si es indispensable informar, hacerlo con la mayor mesura
posible (Art. 9).
 Puerto Rico: Las fuentes, asuntos y otros colegas se deben tratar con
respeto. Especial sensibilidad se debe utilizar en la atención a tragedias,
víctimas de crímenes, menores y marginados (Cánon 5).
 Uruguay: Quienes cumplen funciones periodísticas deben conocer los
convenios, acuerdos internacionales y leyes nacionales que promueven los
derechos de niños, niñas y adolescentes, cuando aborden temas vinculados
a ellos (…) Los periodistas deberán asegurarse que el niño, niña o
adolescente y su tutor, sepan que están hablando con un periodista. Es
necesario explicar el objetivo de la entrevista y el uso que se pretende
darle (…) Se evitará la formulación de preguntas, actitudes o comentarios
que puedan representar un juicio hacia los niños, niñas y adolescentes, que
sean insensibles a sus valores culturales, que los pongan en peligro o los
expongan a una humillación, o que reaviven el dolor y el duelo que sufren
a causa de acontecimientos traumáticos (…) Se evitará identificar
visualmente o de cualquier otra manera a niños, niñas y adolescentes en
conflicto con la ley o que estén en situación vulnerable. En ningún caso
deben proporcionarse sus nombres e imágenes cuando estén involucrados
en actos criminales, ni siquiera por su nombre de pila, alias o apodo, así
como tampoco identificar a víctimas de delitos sexuales cualquiera sea su
edad. También se evitará divulgar datos que puedan comprometer la
seguridad de las personas afectadas (…) Para divulgar imágenes vinculadas
a niños, niñas y adolescentes, que supongan identificar a un niño o un
grupo de ellos en particular, los periodistas deberán obtener antes el
consentimiento de los menores de edad y la persona adulta responsable.
Aun habiendo recogido dicha autorización, se recomienda procurar
asesoramiento respecto a una eventual vulneración de derechos de las
personas involucradas en la información (…) Al informar sobre infancia, los
periodistas deberán prestar atención al derecho de cada niño, niña o
adolescente, a su privacidad, a que se escuchen sus opiniones, a participar
en las decisiones que les afectan y a recibir protección contra cualquier

228
daño (…) Los periodistas no deberán estigmatizar al niño, niña o
adolescente y tendrán especial cuidado al respetar el principio de
inocencia de aquellos que se encuentren en conflicto con la ley. Se evitarán
las categorizaciones o descripciones que los expongan a represalias
negativas –incluidos los daños físicos o psicológicos adicionales- o al abuso,
la discriminación o el rechazo de sus comunidades locales (Art. 38 al 44).

El estatus que le otorga el código uruguayo a la protección de los derechos


integrales del niño nos parece adecuado, puesto que aborda todos los aspectos de esta
problemática con amplitud y profundidad. Como hemos visto, la mayoría de los
códigos que se ocupan de la cuestión, convocan a los periodistas a no revelar la
identidad de los menores en casos de delitos o de violencia, pero poco dicen acerca del
conglomerado de los derechos de niños y adolescentes, que, naturalmente, van mucho
más allá.
Por otro lado, llama la atención el hecho de que ninguno de los códigos analizados
haga referencia al colectivo “joven”. Resulta evidente que, especialmente en el caso de
los jóvenes, “los medios de comunicación intervienen en la construcción de imágenes
sobre la juventud” (Mauri de los Ríos y Figueras, 2012, p. 44). Y de allí la necesidad de
que los periodistas efectúen un tratamiento cuidado y responsable de esta temática.
En este sentido, la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual de
la Argentina hace un llamamiento a los periodistas a

(…) promover la participación de las y los jóvenes en los medios de comunicación


audiovisual [y a] (…) fomentar la creación de espacios mediáticos gestionados, producidos
y protagonizados por jóvenes. (Defensoría del Público, 2014, p. 4)

Desde nuestra perspectiva, los códigos deben proporcionar a los periodistas una
guía de acción deontológica para el tratamiento de la información que involucre a
niñas, niños, adolescentes y también al colectivo “joven”, procurando que se conozca
el conjunto de sus derechos. En esa línea avanzará nuestra propuesta aplicada.

229
n) Respeto por la vida privada

Existe un holgado consenso entre los 17 de los 22 códigos que abordamos en


nuestro tesaurus en que la vida privada de las personas, incluso la de aquellas que
desempeñan cargos públicos, debe ser respetada en todos sus aspectos, con excepción
de aquellas informaciones en que esté involucrado el interés público:

 Bolivia: [Los periodistas deben] Respetar la dignidad, el honor, la intimidad


y la vida privada de todas las personas públicas y privadas (grupos
humanos específicos de mujeres, hombres, niños, niñas y adolescentes,
personas con capacidades diferentes, personas con opción sexual
diferente, etc.). Sólo deben referirse a sucesos o circunstancias de carácter
privado cuando éstos involucren un interés público justificado y
demostrable (Art. 11).
 Brasil: [Es deber del periodista] Respetar el derecho a la privacidad, la
intimidad, el honor y la imagen del ciudadano (Art.6).
 Chile: El o la periodista respetará la dignidad y vida privada de las personas.
En esto se guiará por las definiciones y normas consignadas en la
legislación chilena y los instrumentos internacionales. La excepción a esta
norma se dará cuando la divulgación de actos privados sea necesaria por
razones de interés público. El periodista respetará la intimidad de las
personas en situación de aflicción o dolor, evitando las especulaciones, el
morbo y la intromisión gratuita en sus sentimientos y circunstancias
cuando ello no represente un aporte sustancial a la información (Art. 25).
 Colombia: [El periodista debe] Respetar la vida privada, la dignidad y la
intimidad de las personas y sólo referirse a aquellos sucesos y
circunstancias de carácter privado que adquieren claro interés público (Art.
7).
 Consejo de Europa: Se respetará el derecho de las personas a su propia
vida íntima. Las personas que tienen funciones en la vida pública tienen el
derecho a la protección de su vida privada, salvo en los casos en que ello
pueda tener incidencias sobre la vida pública. El hecho de que una persona

230
ocupe un puesto en la función pública, no le priva del derecho al respeto
de su vida privada (Art. 23).
 Costa Rica: [El periodista debe] Conducirse de manera respetuosa en la
obtención de las informaciones, con respeto al dolor ajeno, la privacidad y
la intimidad (Art. 24).
 Ecuador: [El periodista está obligado a] Respetar los derechos de los demás
y la integridad moral de las personas, especialmente su vida privada, y a
guardar una conducta ejemplar que avalice precisamente su autoridad
para informar, orientar, denunciar o exigir a través de los medios de
comunicación social (Introducción).
 El Salvador: El periodista debe respetar el derecho de las personas a su
propia intimidad o imagen en casos o acontecimientos que generen
situaciones de aflicción o dolor (Art. 22).
 Guatemala: El periodista y comunicador deben respetar la dignidad y vida
privada de las personas, evitando invadir su intimidad con las facilidades
que ofrecen las nuevas tecnologías, exceptuando cuando las acciones allí
reflejadas afecten de manera negativa los intereses de la sociedad. Deben
respetar la intimidad sobre todo en situación de aflicción o dolor de las
personas, evitando las especulaciones y la intromisión gratuita en sus
sentimientos y circunstancias (Art. 27).
 Honduras: [E periodista tiene prohibido] Lesionar la moral e irrespetar la
vida privada de los colegas, funcionarios y particulares en general (Art. 4).
 Nicaragua: El periodista debe tener absoluto respeto a la vida privada y a la
dignidad humana, y al derecho de las personas al honor, la intimidad y a la
integridad de su imagen. La información sobre la vida privada, debe ser en
beneficio del interés común y observando los derechos y la reputación de
las personas. La calumnia, la maledicencia, el libelo y la difamación,
constituyen flagrantes violaciones a la ética. (Art. 3).
 Paraguay: Los periodistas deben respetar la vida privada de las personas, y
no deben publicar noticias sobre la vida íntima de los ciudadanos, salvo
cuando sea de claro y relevante interés público o esté prescrito por la ley
(Art. 9).

231
 Perú: [El periodista está obligado a] Respetar el derecho de toda persona a
su intimidad (Art. 9).
 República Dominicana: [Se considerarán actos violatorios a la ética
profesional] Inmiscuirse en la vida íntima de las personas, salvo en casos de
que se violente el orden público o se trate de hechos noticiosos de interés
(Art. 47).
 UNESCO: El respeto del derecho de las personas a la vida privada y a la
dignidad humana -en conformidad con las disposiciones del derecho
internacional y nacional que conciernen a la protección de los derechos y a
la reputación del otro-, así como las leyes sobre la difamación, la calumnia,
la injuria y la insinuación maliciosa, son parte integrante de las normas
profesionales del periodista (Art. 6).
 Uruguay: [Las recomendaciones de este Código] (…) promueven el respeto
a la privacidad y la dignidad de las personas, sin perjuicio del derecho de
los periodistas a investigar y difundir información de interés público o que
refiera a funcionarios o personas públicas (…) Los periodistas deben
respetar la privacidad de las personas. El derecho a la información de los
ciudadanos prevalecerá sólo cuando se viera afectado un bien de la
comunidad o el interés público por un aspecto relacionado con la intimidad
de una persona involucrada de manera directa en el asunto que es objeto
de la cobertura (Preámbulo y Art. 16).
 Venezuela: El periodista está obligado a respetar y defender la verdad, la
libertad de expresión y el desarrollo autónomo e independiente de nuestro
pueblo. El periodista solo podrá informar, de la vida privada, aquello que
sea de importancia para los intereses de la colectividad; está obligado a
darles el tratamiento ajustado a la dignidad, la discreción y la veracidad
que se merece la vida privada de cualquier ciudadano venezolano (Art. 5).

Cuando hablamos de vida privada, nos estamos refiriendo a los derechos


fundamentales de los ciudadanos, incluyendo el derecho personalísimo a la intimidad.
Un código que, si bien por el alcance de esta investigación no forma parte de nuestro

232
análisis, presenta una mirada singular sobre este asunto es el Código de Conducta de la
Unión Nacional de Periodistas británicos (NUJ, 2013). Allí, se sostiene:

El periodista no debe hacer nada para entrometerse en la vida privada, el dolor o la


angustia de nadie, a menos que esté justificado por una consideración primordial del
interés público. (Art. 6, traducción propia)

El periodismo británico posee una reconocida tradición deontológica y es


particularmente interesante observar que, en el artículo acerca del respeto a la vida
privada, se insta al periodista a no entrometerse con el “dolor” o la “angustia” de los
ciudadanos. Para los periodistas, es fundamental comprender la real dimensión de lo
que significa publicar informaciones sobre la vida privada de las personas. A nuestro
criterio, los términos “dolor” y “angustia” dispuestos en un código deontológico
pueden acercar al periodista a entender y a interpretar la intensidad de una cuestión
tan esencial como la vida privada de los ciudadanos.
En el contexto actual, los periodistas se enfrentan a una pronunciada tentación de
incorporar en sus reportajes distintas informaciones que provienen de grabaciones
ocasionales, cámaras de seguridad, fotos y/o audios que se viralizan, etcétera, en
donde se muestran aspectos de la vida privada de personas públicas. Esa tentación
está motorizada en que su publicación, y esto es evidente, genera mayores niveles de
audiencia. Sin embargo, los periodistas deben estar muy atentos a no infringir el
principio deontológico del respeto a la vida privada, aun cuando se trate de un
personaje involucrado en una causa judicial. Sólo deben difundirse aquellas noticias
que estén estrictamente relacionadas con el interés público y que le permitan a la
sociedad ampliar su derecho a la información. Para el resto de los casos, y esto debe
quedar expreso en los códigos deontológicos, el periodista debe focalizarse en la
protección del derecho a la vida privada de los ciudadanos, aunque por ello resigne
niveles de ventas o audiencia, e incluso aunque se vea presionado por la dirección del
medio de comunicación a infringir este principio esencial de la profesión.

233
o) El rumor

Si bien en la historia del periodismo siempre ha existido la patología del rumor, el


problema se ha acrecentado vertiginosamente en el corriente siglo a partir de dos
variables:

i. El aumento de la competencia ante la aparición constante de nuevos


medios, en un marco de considerable disminución de la torta
publicitaria.
ii. La velocidad de circulación de la información, consecuencia
inevitable de la expansión digital.

Para Martínez Albertos (1999), la competencia por la audiencia llevó a que se


observe una “pérdida progresiva del sentido de la responsabilidad profesional
específica del trabajo periodístico, una pérdida del sentido deontológico” (p. 26). Y,
según este autor, una de las manifestaciones más evidentes del compromiso ético de
los profesionales se da en la presencia permanente del rumor, al que define como
“noticia no verificada. (…) [El rumor] nunca puede ser aceptado como materia prima
válida para el trabajo periodístico” (p. 27).
Cuando se pone la cuestión sobre mesa, existe un consenso entre los periodistas
en que no deben publicarse rumores, pero, sin embargo, existe un cada vez más
extendido uso del también llamado “condicional periodístico”. Se trata de una técnica
para apropiarse del rumor, difundirlo como noticia y habilitar una posible vuelta atrás
con el argumento de que la información nunca se dio como confirmada. Este vericueto
hace que el periodista, entonces, “no se comprometa del todo con la verdad de la
afirmación” (Reyes, 1984, p. 83).
Desde nuestra perspectiva, la difusión del rumor, incluso en la versión de
condicional periodístico, configura una evidente falta deontológica y los códigos así lo
deben expresar. De los 22 que aquí analizamos, sólo siete lo tienen en cuenta:

 Consejo de Europa: La emisión de noticias debe realizarse con veracidad, a


través de las actividades verificadoras y comprobadoras oportunas y con

234
imparcialidad en la exposición, descripción y narración de los mismos. Los
rumores no deben confundirse con las noticias. Los titulares y enunciados
de las noticias deben subrayar lo más fielmente posible el contenido de los
hechos y datos (Art. 4).
 Ecuador: El periodista está obligado a rectificar las informaciones probadas
como falsas. Los rumores y las noticias no confirmadas deben identificarse
y tratarse como tales (Art. 31).
 Guatemala: El periodista y el comunicador deben evitar propagar rumores
o hechos sin fundamento que le hayan informado (Art. 28).
 Honduras: [Los periodistas deben] Usar la forma impersonal y culta sin
perjuicio de la severidad y la fuerza del pensamiento crítico, desechando
los rumores, como “el se dice”, “se asegura” para afirmar únicamente
aquello que tenga la convicción afianzada por pruebas y documentos (Art.
2).
 República Dominicana: [Se considerarán actos violatorios a la ética
profesional] La desinformación premeditada y la difusión de rumores
tendenciosos (Art. 47).
 Uruguay: (…) Los periodistas deben informar sólo sobre hechos de los
cuales conozcan su origen, fundamentar la información contrastando
fuentes, sin omitir informaciones esenciales ni sus antecedentes. Deberán,
por lo tanto, evitar la publicación de rumores (Art. 9).
 Venezuela: Las informaciones falsas deben ser rectificadas espontánea e
inmediatamente. Los rumores y las noticias no confirmadas deberán
identificarse como tales (Art. 12).

En la elaboración de una propuesta de código deontológico para la Argentina


haremos referencia tanto al rumor como al condicional periodístico, convocando a los
profesionales a recuperar aquello que Martínez Albertos (1999) definió como
“compromisos técnicos [que] llevan también un indudable componente ético”.

235
p) El problema de la corrupción

La corrupción constituye el principal déficit político-institucional en Latinoamérica.


Así se desprende de los diversos estudios de calidad democrática y opinión pública
(Transparencia Internacional 2018, Latinobarómetro 2017). En el ranking mundial de
corrupción que realiza la organización Transparencia Internacional, los países de la
región aparecen mal posicionados. Las tres excepciones son Uruguay, Chile y Costa
Rica, que obtienen resultados de transparencia por encima de la media. El índice, que
clasifica a un total de 180 países sobre el nivel de corrupción en el sector público,
emplea una escala de cero a 100, en la cual 0 equivale a muy corrupto y 100 a muy
transparente (Tabla 10).
En la Argentina, el problema es particularmente importante y ha disparado
sucesivas crisis desde el retorno de la democracia, en 1983. Sobre esta cuestión,
Castiñeira (2004) pone como ejemplo la “crisis de corrupción desatada por el corralito
financiero” que provocó una desinversión generalizada en el país. Para este autor, “el
capital ético es uno de los factores clave de la riqueza de las naciones”. La contracara
de ese “capital ético” es la corrupción que, además de constituir “uno de los
fenómenos sociales más ominoso y autodestructivo” (Aguilera y González Cruz, 2010,
p. 133), está estrechamente vinculada al ejercicio de la profesión periodística:

Desde 2012, más de nueve de cada diez periodistas fueron asesinados en países con
puntuaciones de 45 o inferiores. Esto implica que, en promedio, cada semana al menos un
periodista es asesinado en un país con altos niveles de corrupción. Asimismo, uno de cada
cinco periodistas que murieron estaba trabajando en investigaciones sobre corrupción.
(Transparencia Internacional, 2018)

236
Tabla 10. Índice de Percepción sobre la Corrupción 2017
Ranking 2017 País Puntaje 2017 Puntaje 2016 Puntaje 2015 Puntaje 2014 Puntaje 2013 Puntaje 2012
23 Uruguay 70 71 74 73 73 72
26 Chile 67 66 70 73 71 72
38 Costa Rica 59 58 55 54 53 54
62 Cuba 47 47 47 46 46 48
85 Argentina 39 36 32 34 34 35
96 Brasil 37 40 38 43 42 43
96 Panamá 37 38 39 37 35 38
96 Colombia 37 37 37 37 36 36
96 Perú 37 35 36 38 38 38
112 El Salvador 33 36 39 39 38 38
112 Bolivia 33 33 34 35 34 34
117 Ecuador 32 31 32 33 35 32
135 República Dominicana 29 31 33 32 29 32
135 Honduras 29 30 31 29 26 28
135 México 29 30 35 35 34 34
135 Paraguay 29 30 27 24 24 25
143 Guatemala 28 28 28 32 29 33
151 Nicaragua 26 26 27 28 28 29
169 Venezuela 18 17 17 19 20 19
Elaboración propia sobre Índice de Percepción sobre la Corrupción (2017)

En la última década, buena parte del descubrimiento de los hechos más


resonantes de corrupción en Latinoamérica han tenido como principal vehículo de
investigación al periodismo. Casos como los de “Petrolao” y “Lava Jato” en Brasil;
“Caval” en Chile; “La casa blanca” en México; la denominada “Ruta del dinero K” y la
causa de “Los cuadernos” en la Argentina; el escándalo de la defraudación aduanera
que terminó con la renuncia del presidente guatemalteco Otto Pérez Molina en
Guatemala; y, desde fines de 2016, el resonante caso “Odebrecht”, que tiene en la
mira a funcionarios o exfuncionarios de una docena de países latinoamericanos, han
marcado –y marcan- la agenda periodística y social de la región. Sin embargo, los
códigos deontológicos de la región no recogen, salvo excepciones, esta problemática.
En otras palabras: los códigos latinoamericanos no asignan a las temáticas
vinculadas a la corrupción política un status prioritario ni relevante. A la hora de
enfrentarse y dar tratamiento a presuntos hechos de soborno, cohecho o
enriquecimiento ilícito de los funcionarios, los periodistas no cuentan con otra
referencia de conducta deontológica que su propia convicción o intuición, o el interés
del medio en el que se desempeñan. Por ello, nos parece fundamental que nuestra
propuesta aplicada para el caso argentino incorpore la temática de la corrupción como
un hecho relevante sobre el que la conducta de los periodistas se torna fundamental.
De los 22 códigos relevados en nuestra investigación, sólo cuatro mencionan a la
corrupción como problema deontológico para el tratamiento periodístico:

237
 Brasil: Es deber del periodista combatir y denunciar todas las formas de
corrupción, en especial cuando son ejercidas con el objetivo de controlar la
información (Art. 6).
 Colombia: Consciente del poder de la información, el periodista dará las
noticias sobre violencia, corrupción, catástrofes y crisis con el propósito
prioritario de promover soluciones (Art. 11).
 México: Nos pronunciamos por que se corrijan el injusto y turbio tipo de
relaciones que se finque en corrupción, chantaje, difamación, injuria y falta
de respeto a la moral y a la sociedad (Art. 5).
 Nicaragua: El periodista debe denunciar el narcotráfico y la corrupción (Art.
7).

El caso del código mexicano es, quizá, el que le otorga mayor intensidad al
fenómeno de la corrupción, al presentarla como un delito que agrede a la sociedad. En
los tres restantes, apenas se insta al periodista a denunciarla. Sin embargo, ninguno de
los cuatro profundiza en la problemática ni le proporciona al periodista una línea de
conducta específica.
Para nosotros, es esencial que, dado el impacto del fenómeno de la corrupción en
la vida social, política y económica de Latinoamérica en general y de la Argentina en
particular, los códigos deontológicos impulsen a los periodistas a darle tratamiento.

q) Retribuciones y gratificaciones

El hecho de que el periodista reciba retribuciones y/o gratificaciones por parte de


empresas privadas o de instituciones públicas es una práctica habitual en la Argentina
y en el resto de Latinoamérica. En la Argentina, ocurre con motivo del Día del
Periodista, que se celebra el 7 de junio, y en las celebraciones que, cada fin de año,
realizan las organizaciones para “homenajear” a los periodistas. En paralelo, muchas
empresas suelen tener agresivas políticas de “acercamiento” a los profesionales de la
prensa, invitándolos a cubrir eventos en distintos sitios turísticos del país e incluso del
exterior. Sin embargo, buena parte de los periodistas desconoce que, el hecho de

238
aceptar estos “regalos”, constituye una práctica contraria a la ética de la profesión, tal
como documentan quince de los 22 códigos deontológicos de la región:

 Bolivia: [Los periodistas no deben] Recibir remuneración, obsequio o


prebenda alguna de instituciones o personas públicas o privadas que
frecuenten en el ejercicio del periodismo (Art. 8, Prohibiciones).
 Colombia: [Es práctica contraria a la ética] Recibir pagos, regalos o favores
de cualquier índole, incluidos distinciones o premios, otorgados por las
mismas fuentes (Art. 8).
 Costa Rica: No aceptar ni ofrecer retribuciones o gratificaciones de ninguna
especie de personas, empresas o instituciones que comprometan la
independencia profesional (Art. 9).
 Ecuador: Le está prohibido al periodista recibir bienes o valores destinados
a interferir o tergiversar su labor informativa y de opinión (Art. 26).
 El Salvador: El profesional del periodismo no debe aceptar (…) beneficios
de particulares o grupos cuando directa o indirectamente ello implique
comprometer la independencia u objetividad del trabajo periodístico; El
periodista no debe aceptar sobornos, viajes, regalías o cualquier tipo de
favores o privilegios de funcionarios públicos para publicar, suprimir o
alterar parcial o totalmente una información (Art. 14 y 30).
 FIP: No aceptar nunca retribuciones o gratificaciones de terceros para
promover, orientar, influir o publicar informaciones u opiniones (Art. 9).
 Guatemala: El periodista y el comunicador no aceptarán retribuciones o
gratificaciones por la información que posea o por la sugerencia de darle
especial tratamiento a informaciones, datos y circunstancias, producto de
su investigación periodística (Art. 32).
 Nicaragua: El periodista debe abstenerse de recibir dinero, viajes, objetos u
otras regalías o prebendas, a cambio de incidir en el contenido de sus
informaciones u opiniones (Art. 13).
 Panamá: [Como periodista] No buscaré ni aceptaré ventajas ni privilegios
derivados del ejercicio de mi profesión (Art. 10).

239
 Perú: [Son actos contrarios a la ética] Buscar y/o aceptar ventajas a costa
de la profesión de periodista, al margen de las que son propias de su
ejercicio moral; los medios [no deben] recibir remuneración alguna por las
informaciones periodísticas (Art. 4 y 11).
 Puerto Rico: [El periodista] No aceptará regalos de fuentes de información
que esté cubriendo en un momento dado, y cuyo valor excede lo que
razonablemente se pudiese entender como una mera atención social (…)
[Más aún, el periodista no debe] aceptar regalos de índole alguna como
salvaguarda de su integridad y confiabilidad profesional (Cánon 7).
 República Dominicana: El periodista se abstendrá de recibir remuneración
de fuente pública o privada dirigida a silenciar, interferir o privilegiar
informaciones; el periodista sólo acepará premios o galardones cuando
éstos sean otorgados por instituciones reconocidas y calificadas del país o
el exterior (Art. 37 y 45).
 Unesco: La integridad de la profesión prohíbe al periodista el aceptar
cualquier forma de remuneración ilícita, directa o indirecta (Art. 4).
 Uruguay: Es indicado rechazar cualquier tipo de pago, regalo, dádiva o
beneficio adicional al salario derivado del trabajo periodístico, ya sea por
parte de las fuentes, de personas o empresas vinculadas a la información
de marras o a representantes del medio. En caso de que dicho
ofrecimiento ocurriera, se recomienda devolver el presente explicando las
razones de ética periodística por las cuales resulta imposible su aceptación
(…); En caso de coberturas periodísticas dentro o fuera del país, se
recomienda que sólo se realicen aquellos viajes que sean pagados por el
medio en el que se trabaja. En caso de aceptar por razones de importancia
periodística e imposibilidad económica del medio, se debe especificar
claramente el origen de la invitación y su financiamiento para que sea de
conocimiento del público (Art. 31 y 32).
 Venezuela: El periodista rechazará donaciones o contribuciones de origen
público o privado, dirigidas a interferir o influenciar su labor informativa. La
búsqueda de ventajas personales, en perjuicio del interés colectivo, es
incompatible con el ejercicio del periodismo; El periodista no podrá recibir

240
remuneración alguna de entidad pública o privada que deba frecuentar por
razones informativas (Art. 21 y 22).

A nuestro parecer, un código deontológico debe rechazar explícita y


contundentemente la posibilidad de que un periodista reciba ventajas de cualquier
índole por parte de una empresa, persona o institución, tipificando incluso los tipos de
“regalos” más habituales que se dan en el campo de acción de esa normativa. El código
de Puerto Rico, que propone que el periodista defina si la ventaja recibida es una
“mera atención social” para decidir si la rechaza o no, nos parece un camino complejo
que no le sirve al profesional para visibilizar la infracción deontológica. El código
uruguayo, en cambio, presenta una mirada mucho más amplia y explicativa para los
periodistas. Para nosotros, es necesario que el código tipifique que deben ser
rechazados:

i. Regalos y beneficios de cualquier tipo.


ii. Invitaciones o viajes para realizar una cobertura periodística, salvo la
comprobación de que existe un interés público manifiesto que la
justifique, y siempre que el medio de comunicación no esté en
condiciones de afrontar los costos.
iii. Premios otorgados por empresas o instituciones que poseen fines de
lucro y cuya labor no esté relacionada específicamente con la calidad
del trabajo periodístico.

r) El plagio

El respeto por la propiedad intelectual de los periodistas, y más en concreto el


plagio, es un tema que está presente en la mayor parte de los códigos con los que
trabajamos en nuestra investigación. De los 22 que integran nuestro tesaurus, 17
hablan sobre el plagio o sobre el respeto de los derechos de autor de los colegas
profesionales:

241
 Brasil: Respetar los derechos de autor y los derechos intelectuales de los
periodistas en todas sus formas (Art. 6).
 Chile: [Son faltas a la ética profesional] El plagio y el irrespeto a la
propiedad intelectual (Art. 27).
 Colombia: El plagio es una conducta contraria a los principios éticos.
Siempre deberá darse crédito o citar la fuente de donde se tomó la
información, salvo que haya reserva expresa de la fuente (Art. 5, Citas y
transcripciones).
 Costa Rica: [El periodista debe] Acatar las normativas nacionales e
internacionales en materia de propiedad intelectual y los derechos de
autor en el ejercicio profesional (Art. 10).
 Cuba: El periodista incurre en acto de plagio si suscribe, como propios,
aquellos trabajos periodísticos que en todo o en parte hayan sido tomados
de otros colegas o autores en cualquier tipo de medio (Art. 21).
 Ecuador: Al periodista le está prohibido utilizar como suyo material
informativo en cuya elaboración no haya participado, no prestar su
nombre para amparar publicaciones o programas donde no tenga
participación efectiva (Art. 32).
 FIP: El periodista considerará como faltas profesionales graves: el plagio; la
distorsión mal intencionada (…) (Art. 8).
 Guatemala: [Son faltas a la ética profesional] El plagio y el irrespeto a la
propiedad intelectual (Art. 25).
 Nicaragua: El periodista, como autor, aún en condición de asalariado, es
dueño de su obra, sobre la cual tiene derechos morales y pecuniarios, es
decir, derechos de autor. Puede firmar o no sus trabajos periodísticos, y
debe dar el crédito cuando utilice fragmentos de materiales de otros
autores, entre ellos sus colegas. El plagio es una de las faltas más graves a
la ética (Art. 15).
 Panamá: [Como periodista] Consideraré el plagio como una conducta
antiética (Art. 8).
 Paraguay: Son acciones contrarias a la ética profesional del periodista: el
plagio (…) (Art. 6).

242
 Perú: [Es deber del periodista] Respetar el derecho de autoría. Citar las
fuentes, no plagiar (Art. 7).
 Puerto Rico: La firma o crédito del o la periodista debe ser emblema o
marca de garantía de que la noticia, escrita o gráfica, ha sido trabajada con
esmero, honestidad y diligencia. La firma o crédito no debe aparecer, por
lo tanto, cuando el periodista sólo ha editado o ligeramente modificado
una información o fotografía suministrada o cuando el periodista exija que
se suprima su firma. El plagio es inaceptable (Cánon 11).
 República Dominicana: El periodista estará obligado a respetar el derecho
de autoría y, en consecuencia, a citar las fuentes bibliográficas; Se
considerarán actos violatorios a la ética profesional: (…) El irrespeto a la
propiedad intelectual o el plagio (Art. 20 y 47).
 Unesco: El respeto a la propiedad intelectual, sobre todo absteniéndose de
practicar el plagio, pertenece, por lo mismo, al comportamiento ético del
periodista (Art. 4).
 Uruguay: Los periodistas deben respetar la propiedad intelectual. Copiar o
reproducir partes de trabajos existentes sin mencionarlos en forma de citas
constituye plagio y es una falta grave. También lo es no indicar que un
hecho noticioso fue descubierto por otro periodista e informar del hecho
como si fuera un hallazgo propio (Art. 18).
 Venezuela: El periodista tiene prohibido hacer público como suyo material
informativo en cuya elaboración no haya participado. Tampoco debe
prestar su nombre para amparar contenidos en donde no tenga
participación efectiva. En caso de incorporar una cita textual o
parafraseada a su trabajo, debe indicar de dónde la extrajo (Art. 30).

Varios de los códigos hacen hincapié en el respeto que todo periodista les debe a
sus colegas profesionales, a los que debe conceder el crédito cuando han sido otros
quienes han descubierto hechos o desarrollado la producción de una noticia, en todo o
en parte. Se trata de una falta a la ética que, como indica el código uruguayo, es de
gravedad. Pero, desde nuestra perspectiva, cometer plagio no sólo incluye el
reproducir material periodístico producido por otros medios o colegas, sino que

243
involucra a toda información que no haya sido generada por el propio periodista que
publica la noticia. Es decir, material que ha sido recolectado de otras fuentes que
pueden ser: bibliográficas impresas o digitales, artículos académicos, ensayos,
documentos no publicados, archivos, registros audiovisuales, entrevistas o cualquier
información que hayan generado usuarios en redes sociales.
Por otro lado, nos parece importante destacar también —algo que no hacen los
códigos analizados— que, para exista plagio, no es necesario que se registre una
reproducción exacta del todo o de una parte de un material existente, sino que,
cuando un periodista replica o espeja el espíritu de una producción anterior, está
cometiendo plagio. Encontramos necesario que el periodismo profesional advierta la
gravedad de no respetar la propiedad intelectual, pues ello lo distinguirá de
pseudomedios de comunicación que apenas se dedican a replicar lo que otros han
producido antes, sin dar crédito alguno o escondiendo ese crédito, degradando así a la
profesión. Esta cuestión, que es de estricta actualidad en la era de la expansión digital
y de la desaparición de los conceptos de tiempo y distancia en la producción y
publicación de información, debe estar contenida en todo código deontológico que
pretenda operar como guía específica para la praxis del periodista profesional.

s) El intrusismo

La presencia en los medios de comunicación de personas que no pertenecen al


campo del periodismo profesional, pero que reciben una remuneración para ocupar un
espacio en áreas informativas o de opinión, representa una problemática que
profundiza el paisaje de precarización laboral del sector. Se trata del denominado
“intrusismo”. En particular, ocurre en espacios vinculados al periodismo deportivo,
cultural o de espectáculos. Sin embargo, son sólo tres los códigos deontológicos que
ponen de manifiesto esta cuestión:

 Brasil: [El periodista no puede] Permitir el ejercicio de la profesión por


personas no habilitadas (Art. 7).
 FIP: Acceso a la profesión: los equipos de trabajo están restringidos a
periodistas calificados, es decir, personas que tienen calificaciones

244
profesionales mínimas acordadas por los sindicatos de periodistas y las
organizaciones de medios (Art. 2).
 Guatemala: Los profesionales organizados promoverán que los directores,
editores y otros directivos periodísticos de diarios, revistas, agencias de
noticias, estaciones de radio y televisión y demás medios de comunicación,
sean periodistas y profesionales de la comunicación (Art. 4).

Entendemos que los códigos deontológicos deben recoger esta problemática y


ubicarla dentro del corpus ético-normativo, impulsando a los profesionales a elevar la
voz contra este tipo de contrataciones, negándose a participar de programas o
espacios en donde personas que no provienen del campo periodístico ocupen un
espacio que debiera corresponder a un profesional de la comunicación.

t) Periodismo digital y redes sociales

El universo digital ha colocado al periodismo profesional ante un vasto


conglomerado de nuevos desafíos. Y la deontología forma parte de ellos. Los códigos
deontológicos latinoamericanos, muchos de los cuales han tenido escasos niveles de
actualización, no suelen incorporar temáticas relacionadas con el proceso de
digitalización. De los 22 con los que aquí trabajamos, apenas siete prescriben que los
principios desarrollados en sus articulados también rigen para los periodistas que se
desempeñan en el ámbito digital:

 Chile: Las recomendaciones de ética profesional señaladas en este Código


para los profesionales que trabajan en medios tradicionales, son
extensivas a los periodistas que se desempeñan en redes sociales y/o
plataformas tecnológicas de la información (…) El o la periodista que
utilice material informativo desde la Red está obligado a citar el origen del
mismo. Es decir, el periodista debe actuar con el mismo rigor que aplica en
las fuentes de información de otras plataformas (Art. 9 y 10).
 Cuba: En los escenarios mediáticos surgidos con el desarrollo de las
tecnologías de la Información y las Comunicaciones, con mayores

245
posibilidades de generar contenidos, el periodista debe reforzar su
desempeño ético y responsabilidad profesional en la creación, selección y
difusión de los crecientes flujos de información interactiva que circula en
red (Art. 5).
 Guatemala: El presente Código de Ética es de estricta aplicación para
todos los reporteros, personal de salas de redacción, comunicadores y
columnistas guatemaltecos, independientemente del medio en el que los
contenidos sean transmitidos (radio, prensa escrita, televisión, vía internet
y redes sociales) (Aplicación del Código).
 Perú: El incesante adelanto tecnológico (…) justifica suficientemente la
redacción y puesta en vigencia de principios deontológicos inalterables
que ayuden a dilucidar dudas, reconocer y respetar valores y resolver
conflictos de conciencia respecto a lo que se debe hacer frente a hechos y
circunstancias diversos. En especial a lo que atañe a la información, campo
amplísimo y determinante (Exposición de motivos).
 Puerto Rico: El o la periodista verá el medio para el cual trabaja – ya sea
prensa escrita, electrónica o cibernética – como instrumento de mejora
social y no como una mera fuente de ingreso (Cánon 1).
 Uruguay: Los periodistas harán uso de las redes sociales y las nuevas
tecnologías en general con atención a las mismas recomendaciones de
ética profesional enunciadas en el presente código respecto a los medios
tradicionales (Art. 45).
 Venezuela: El Colegio Nacional de Periodistas dicta el Código de Ética
como norma de conducta de los profesionales del periodismo y la
comunicación social que se desempeñan en los medios impresos,
audiovisuales y digitales y que en general procesan la información en
cualquier otra actividad, llama a todos sus miembros a cumplirlo y a vigilar
a su cumplimiento y a los tribunales disciplinarios del CNP a convertirse en
instrumentos activos que garanticen su plena vigencia y respeto
(Exposición de motivos).

246
Desde nuestra perspectiva, es imprescindible que los códigos deontológicos hagan
referencia a que los principios de la profesión rigen, por igual, para el desempeño
profesional en los medios tradicionales como para cualquier vehículo que ya exista o
que pudiera surgir en el campo digital. Allí donde se hace periodismo, allí deben
perseguirse los valores que dan sentido a la profesión.

u) El nacionalismo

La cuestión nacional en tanto fenómeno específico para el tratamiento


periodístico aparece en nueve de los códigos latinoamericanos analizados, puesto que,
en buena parte de los países de la región, el “ser nacional” es, todavía, una cuestión
inconclusa. En países con altos flujos de inmigración ultramarina y con importante
presencia de pueblos originarios, la construcción de la idea de nación, en gran medida,
se ha sustentado en oposición a las otras naciones que pueblan Latinoamérica. De esta
forma, observaremos en diversos códigos llamamientos explícitos a los periodistas
para que se transformen en dispositivos de defensa de la nación o de abstracciones
como “lealtad al interés superior de la nación”, “símbolos de la Patria”, “la integridad
territorial” o “la comunidad nacional”. Algunos, incluso, utilizan a la idea de “Dios”
como factor de unidad patriótica.

 Brasil: [El periodista debe] Defender la soberanía nacional en sus aspectos


políticos, económicos, sociales y culturales (…) Preservar el idioma y la cultura
de Brasil, respetando la diversidad y las identidades culturales (Art. 6 y 12).
 Costa Rica: [Los periodistas tienen la misión de] (…) defender la soberanía
nacional, las instituciones de la Nación.
 Cuba: El periodista contribuye con su trabajo a promover los mejores valores
nacionales, el cabal conocimiento de las leyes y el perfeccionamiento constante
de nuestra sociedad socialista. (Art. 9).
 Ecuador: [El periodista] está obligado a ser leal y consecuente con los principios
y las aspiraciones de su pueblo, de su comunidad y de su familia. El periodista
está obligado a promover el desarrollo integral del país, la educación, la ciencia,
la cultura y a luchar por la liberación del hombre y los pueblos. El periodista

247
está obligado a defender la soberanía y la integridad territorial, sus símbolos
patrios, su historia, su cultura y sus tradiciones (Declaración de Principios y Art.
3 y 11).
 Honduras: [El periodista debe] Dirigir todos sus esfuerzos a la formación de una
verdadera conciencia nacional y superación del pueblo hondureño. [El
periodista tiene prohibida] La sumisión a través de los medios de comunicación
colectiva a intereses ajenos o contrarios a la defensa de la soberanía,
nacionalidad, integridad territorial y a las instituciones democráticas del Estado
(Art. 2 y 4).
 Perú: Es deber del periodista respetar y defender los inter eses nacionales
como bienes inalienables del Perú. Y honrar los símbolos patrios, así como la
memoria de nuestros héroes, próceres y mártires (Art. 6, Deber para con Dios y
la Patria).
 México: [Los periodistas] Debemos nuestra lealtad absoluta a los intereses
superiores de la Nación Mexicana, a su indeclinable soberanía y a su dignidad
en todos los órdenes de la vida colectiva. Apoyamos la lucha del pueblo
mexicano por la libertad política, la democracia, el progreso económico y el
avance social y cultural; nuestra acción profesional rebasará, cuando sea el
caso, los intereses del gobierno de turno (Art. 2 y 18).
 República Dominicana: El periodista tendrá el deber de defender la soberanía
nacional y la integridad territorial. El periodista estará obligado a utilizar
correctamente el idioma español y a respetar los símbolos de la Patria (Art. 14 y
15).
 Venezuela: El periodista está en la obligación de defender la Constitución y
debe ser instrumento para el desarrollo independiente del país, la educación, la
ciencia, la cultura y la comunicación y estar al servicio de los pueblos y de la
humanidad. El periodista tiene el deber insoslayable de defender la Soberanía
Nacional y la integridad territorial. En consecuencia, debe contribuir con su
acción gremial en esta patriótica tarea, oponiéndose a toda prédica o campaña
que contraríe el interés nacional (Art. 7 y Art. 42).

248
A nuestros ojos, incorporar la cuestión nacional al código deontológico de un país,
en los términos en que acabamos de observar, puede promover esquemas de
autocensura y/o disparar miradas inquisitorias sobre periodistas que presentan
interpretaciones u opiniones que, a juicio de otros, podrían ser calificadas como
contrarias a los “intereses de la patria”. El deber del periodista, en función del
desarrollo de una nación, pasa por realizar su aporte a la vida democrática y a la
autodeterminación de los pueblos, asegurando:

i. La diversidad y la pluralidad de voces.


ii. La transmisión de información basada en el principio de veracidad.
iii. El derecho a la libre expresión de la comunidad, con especial énfasis
en las minorías y colectivos vulnerables.
iv. El derecho a la información del conjunto de la sociedad.

Realizar desde un código deontológico un “llamamiento nacional” a los periodistas


basado en deberes, obligaciones y prohibiciones para con “la patria”, nos parece de
escasa utilidad y que, incluso, podría derivar en una afectación de la intensidad de la
libertad de expresión.

v) Racismo/Xenofobia

Problemáticas como las del racismo, la xenofobia o la discriminación de cualquier


tipo forman parte de las preocupaciones más recurrentes para la sociedad moderna.
Se trata de hechos que

(…) no siempre son de gran envergadura (violencia, exterminio, colonialismo) sino


que muchas veces permanecen imperceptibles pero subyacentes en discursos,
instituciones, organizaciones y grupos (…) Los medios de comunicación y los
centros de poder conforman y difunden estos discursos. (Vozzi, 2011, pp. 1-3)

Esta imperceptibilidad y subyacencia de hechos y discursos racistas y/o xenófobos


ubican a los periodistas profesionales ante una situación de extrema responsabilidad

249
en el combate por la construcción o el sostenimiento de una sociedad democrática.
Son los medios de comunicación quienes consolidan y/o legitiman, cuando no los
producen, esos discursos. Si bien son las políticas públicas las que deben liderar la
batalla contra estas problemáticas, también los medios y los periodistas tienen que
desempeñar un papel central. En este sentido, Kraser (2016) afirma:

La gestión de acciones contra la xenofobia requiere el diseño de políticas


adecuadas que garanticen la democracia e igualdad y no sólo como medidas
contingentes. La incorporación de su abordaje desde las instituciones educativas
como una problemática social que debe ser abordada es también necesaria; así
como la comunicación en los medios de difusión escrito, oral o gráfico debe ser
cuidadosa respecto a los mensajes que emite. (p. 5)

Ese “cuidado” en la construcción del discurso del que habla Kraser debe abordarse
desde una perspectiva deontológica de los periodistas profesionales. En otras palabras:
más allá de las políticas públicas que pudieran generarse, e incluso más allá de la
responsabilidad social que pudieran ejercer las empresas periodísticas, los periodistas
profesionales deben incorporar como principio fundamental para su praxis cotidiana
una perspectiva activa en contra de todo discurso que legitime, aunque sea
subrepticiamente, tragedias sociales como el racismo o la xenofobia.
De los 22 códigos analizados, apenas doce hacen referencia a estas problemáticas:

 Bolivia: [Es deber del periodista] Acatar y promover el respeto a la


legislación referida a proteger los derechos de las personas —sin
discriminación alguna— en el marco de la diversidad humana, cultura y
social (Art. 8).
 Brasil: [Es deber del periodista] Combatir la práctica de la persecución o la
discriminación por motivos sociales, económicos, políticos, religiosos, de
género, orientación racial, sexual, condición física o mental, o de cualquier
otra naturaleza (Art 6).
 Chile: El ejercicio del periodismo no propicia ni da cabida a
discriminaciones ideológicas, religiosas, de clase, raza, género,

250
discapacidad en todas sus formas, ni de ningún otro tipo, que lleven a la
ofensa o menoscabo de persona alguna (Art. 1).
 Consejo de Europa: En la sociedad se dan a veces situaciones de tensión y
de conflictos nacidos bajo la presión de factores como el terrorismo, la
discriminación de las minorías, la xenofobia o la guerra. En estas
circunstancias los medios de comunicación tienen la obligación moral de
defender los valores de la democracia, el respeto a la dignidad humana, la
solución de los problemas a través de métodos pacíficos y de tolerancia, y
en consecuencia oponerse a la violencia y al lenguaje del odio y del
enfrentamiento, rechazando toda discriminación por razón de cultura, sexo
o religión (Art. 33).
 Ecuador: El periodista está obligado a respetar la convivencia humana. Le
está prohibido preconizar la lucha racial o religiosa (…) El periodista debe
luchar por la libertad de los pueblos, contra el colonialismo, el
neocolonialismo y toda forma de discriminación ideológica, religiosa y
racista. (Art 6 y 43).
 El Salvador: [El periodista] Actuará con especial responsabilidad y rigor en
el caso de informaciones u opiniones que puedan suscitar discriminaciones
por razones de sexo, raza, nacionalidad, religión, creencia ideológica o que
inciten a la violencia (Art. 15).
 FIP: El periodista se cuidará de los riesgos de una discriminación propagada
por los medios de comunicación y hará lo posible para evitar que se facilite
tal discriminación, fundamentada especialmente en la raza, el sexo, la
moral sexual, la lengua, la religión, las opiniones políticas y demás, así
como el origen nacional o social (Art. 7).
 Guatemala: Los periodistas están al servicio de la verdad, los principios
democráticos y los derechos humanos inherentes. El ejercicio del
periodismo no dará cabida a discriminación ideológica, religiosa, nivel
social, raza, sexo, discapacidad, o de algún otro tipo (Art. 1).
 Paraguay: [Son acciones contrarias a la ética profesional del periodista]
Hacer discriminación de raza, color, sexo, religión, nacionalidad, origen
social u opiniones políticas (Art. 6).

251
 Perú: ¿Etnias o Razas? No tratar de razas al referirse a las personas como
seres humanos con idénticos derechos (Art. 9).
 Puerto Rico: Existen ciertas situaciones cuando la ética profesional dicta y
aconseja la no-divulgación de algunas circunstancias o detalles, como por
ejemplo: (…) La raza, nacionalidad, profesión o afiliación política de una
persona acusada o implicada en un delito, a menos que dicha información
sea realmente parte íntegra e indispensable de la noticia. La descripción
física de un fugitivo de la ley será ejemplo de una situación que justificará
la mención de la raza o nacionalidad del sujeto. El o la periodista serio(a) y
responsable, y con gran sentido de profesionalismo, se cuidará de no
propagar actitudes difamatorias contra grupo étnico ni racial alguno
(Cánon 5).
 Uruguay: Se evitará mencionar cuestiones de religión, etnia, nacionalidad,
orientación sexual, edad, discapacidades físicas de las personas, salvo en
aquellos casos en que resulte indispensable para comprender la
información y dicha referencia no resulte discriminatoria. Esto no significa
que se eludan estos temas como asuntos de interés periodístico. Se
evitarán además generalizaciones que dañen a grupos minoritarios,
demarcaciones sexistas y prejuicios de cualquier tipo (….) Los periodistas
no deben atribuir a personas o comunidades valores o funciones sociales
inferiores (…) (Art. 35 y 37).

Como mencionamos más arriba, nos parece fundamental que todo compendio
deontológico periodístico incorpore un imperativo que explicite la responsabilidad de
los profesionales de la comunicación en la construcción de un discurso democrático
que batalle contra toda forma de discriminación. Nuestra propuesta aplicada para el
caso argentino así lo reflejará.

w) Los pueblos originarios

Como ya hemos presentado en este trabajo, la de los pueblos originarios es una


temática identitaria fundamental en América Latina. Y, en el caso argentino, lo es aún

252
más, ya que el discurso predominante fue —y todavía es— el de la negación de las
tradiciones indigenistas locales en la composición de la población. El mito de la
Argentina blanca, si bien se constituyó antes de la expansión de la prensa de masas,
fue abonado por medios y periodistas, y todavía hoy permanece en el imaginario
colectivo. En consecuencia, nos parece esencial que la codificación deontológica
latinoamericana y argentina de cuenta de la necesidad de evitar la estigmatización de
los pueblos originarios, colocando en el plano de la ética profesional la elaboración de
un alegato democrático, plural e igualitario acerca de estos colectivos.
Siendo Latinoamérica un espacio de amplísima presencia de pueblos originarios,
resulta llamativo que ninguno de los códigos analizados haga referencia a esta cuestión
ni a la interdependencia que existe entre los esquemas culturales dominantes y las
tradiciones preexistentes a la constitución de los estados nacionales. Quizá, la
excepción la presentan los códigos de Ecuador, República Dominicana y Venezuela, en
donde, si bien no se menciona explícitamente la temática de los pueblos originarios, si
se hace referencia a la necesidad de que el periodismo profesional configure discursos
que den cuenta de la pluriculturalidad de cada una de esas sociedades, incluyendo las
lenguas que identifican a las comunidades ancestrales:

 Ecuador: [El periodista] Defenderá la supervivencia de los grupos étnicos y


sus derechos a la integración y al desarrollo del país (…) El periodista tiene
la obligación de utilizar correctamente los idiomas oficiales (Art. 6 y 10).
 República Dominicana: El periodista respetará y defenderá el derecho de
las comunidades nacionales, raciales, religiosas y políticas a la integración y
desarrollo del país (Art. 7).
 Venezuela: El periodista tiene su instrumento fundamental en el idioma,
elemento básico en la consolidación de la nación, que se define en el
preámbulo de la Constitución de 1999 como una “sociedad democrática,
participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural” (Art. 15).

A la hora de elaborar nuestra propuesta aplicada para la Argentina, haremos


referencia al asunto de los pueblos originarios, e intentaremos proporcionar una guía

253
de acción práctica, acorde a los principios deontológicos, para el tratamiento de esta
fundamental cuestión.

x) Violencia machista contra las mujeres y perspectiva de género

La violencia machista contra las mujeres representa una de las tragedias más
repetidas y frecuentes de la sociedad contemporánea. Sólo en el primer semestre de
2018, en la Argentina se cometieron 139 femicidios, es decir, cinco asesinatos de
mujeres por semana (DPN Argentina, 2018). La violencia de género, como ya hemos
tratado en esta investigación, “incluye la violencia simbólica como una manifestación
de la violencia contra las mujeres, y la violencia mediática es una de sus modalidades”
(Justo Von Lurzer, 2017, p. 238). En consecuencia, resulta esencial que el periodismo
trabaje con unos sólidos principios deontológicos que sitúen a esta temática entre sus
prioridades. Desarrollar su praxis profesional cotidiana con perspectiva de género
constituye un desafío sobre el que el periodismo latinoamericano en general, y
argentino en particular, recién están dando sus primeros pasos.
En este contexto, es particularmente alarmante que apenas uno de los 22 códigos
deontológicos analizados haga referencia a la violencia machista contra las mujeres y,
de cierta manera, a la perspectiva de género. Se trata del código del Uruguay, que
postula:

 Género y discriminación. Las coberturas periodísticas deben ser


equilibradas en el tratamiento de género, utilizando lenguaje neutro y no
sexista que evite estereotipos y contemple la diversidad. Esto debe regir
tanto para la cobertura de información como en la producción y
presentación de las noticias (…) Los periodistas identificarán la violencia de
género con exactitud, utilizarán lenguaje preciso y no estereotipado, de
acuerdo a la definición internacional incluida en la Declaración de las
Naciones Unidas de 1993 (Art. 34 y 36).

El código de Perú es particularmente interesante para el análisis. Tratándose de


una normativa extensa, apenas menciona a la mujer en un artículo referido al

254
sensacionalismo, en donde llama al periodismo a ser “cauto” cuando se publican
informaciones en donde las víctimas sean mujeres, niños o adolescentes (Art 9, Inciso
“e”). Pero el mismo código, sin embargo, sí dispone un apartado específico en donde
convoca a “considerar a los animales” y a “fomentar el cuidado de las plantas” (Art. 9,
Inciso “m”).
El código de Puerto Rico, en tanto, insta a los periodistas a “no revelar el nombre
de una mujer que sea víctima de un asalto sexual hasta tanto se ventile el caso en los
tribunales de justicia” (Cánon 5). En el resto de los códigos, no se hace mención de
ninguna clase a la violencia machista contras las mujeres ni a la perspectiva de género.

y) Tribunal de Ética/Aplicación del código

Finalizaremos nuestro análisis comparado observando aquellos códigos que, en


sus articulados, prevén mecanismos de aplicación de las normativas. Varios de ellos
hacen mención a los tribunales de ética que se erigen en los colegios o federaciones de
periodistas. Otros, destacan disposiciones legales que obligan a los periodistas a
respetar los códigos. Y otros, incluso, postulan sanciones específicas para los
profesionales que cometan infracciones deontológicas:

 Bolivia: El TNÉP (Tribunal Nacional de Ética Periodística) tomará


conocimiento de los casos presentados por representantes del Estado,
sociedad civil y población en general, que caigan bajo su competencia, y
convocará a las y los propietarios de los medios públicos y privados,
directores, editores, periodistas, trabajadores que tengan que ver con las
tareas informativas o se involucren con ellas, así como quienes expresen
opiniones a través de los medios a fin de permitirles que presten
declaración en aclaración o defensa de sus actos. Los fallos emitidos por el
TNÉP encuentran su sentido y autoridad en el respeto y protección del
ejercicio ético y responsables del periodismo (Tribunal Nacional de Ética
Periodística).
 Brasil: Los que violen este Código de Ética, serán juzgados por los comités
de ética de los sindicatos y, en segunda instancia, por el Comité Nacional

255
de Ética (…) Los comités de ética son organismos independientes, elegidos
por voto directo, secreto y periodistas universales. Serán elegidos, junto
con las direcciones de los sindicatos y la Federación Nacional de Periodistas
(FENAJ), respectivamente (Cap. V, Art. 19).
 Chile: El cumplimiento de esta normativa será obligatorio para los
periodistas y su resguardo estará a cargo, en primera instancia, de los
Tribunales de Ética y Disciplina de los regionales respectivos y del Tribunal
Nacional de Ética y Disciplina (TRINED), en caso de apelaciones (…) Los
periodistas reconocerán la potestad ética del Colegio de la Orden sobre sus
actuaciones (…) Todo periodista deberá prestar declaración en un sumario
o concurrir a la audiencia a la que sea citado por cualquiera de los
Tribunales de Ética y Disciplina del Colegio de Periodistas de Chile
(Introducción y Art 13).
 Colombia: Para garantizar la actualidad de este Código y su observancia, la
Comisión de Ética asumirá el compromiso de estudiar los cambios que se le
sugieran o que ella misma proponga, e investigará los casos de conflicto
ético que sean sometidos a su consideración (Art. 12).
 Consejo de Europa: [Los medios de comunicación deben] Comprometerse
al sometimiento de principios deontológicos rigurosos que aseguren la
libertad de expresión y el derecho fundamental de los ciudadanos a recibir
noticias veraces y opiniones honestas. Para la vigilancia del cumplimiento
de estos principios deontológicos, deben crearse organismos o
mecanismos de autocontrol, integrados por editores, periodistas y
asociaciones de ciudadanos usuarios de la comunicación, representantes
de la universidad y de los jueces, que emitirán Resoluciones sobre el
cumplimiento de los preceptos deontológicos en el periodismo, con el
compromiso previamente asumido por los medios de comunicación de
publicar tales resoluciones. Tanto por los organismos o mecanismos de
autocontrol como por las asociaciones de los usuarios de la comunicación y
por departamentos universitarios, se podrán publicar anualmente
investigaciones efectuadas a posteriori sobre la veracidad de las noticias
difundidas por los medios de comunicación, contrastando la adecuación o

256
inadecuación de las noticias con la realidad de los hechos. De esta manera
se obtendrá un barómetro de la credibilidad que servirá de guía a los
ciudadanos sobre el valor ético de cada medio de comunicación o de cada
sección o periodista en particular. Las medidas correctivas tomadas en
consecuencia permitirán al mismo tiempo mejorar el ejercicio del
periodismo (Art. 36, 37 y 38).
 Costa Rica: El Tribunal de Honor y Ética calificará las denuncias según su
criterio aplicando al caso las normas de este código que juzgue pertinentes
(Disposición final).
 Cuba: Este Código se complementa con su correspondiente Reglamento,
que norma la estructura y procedimientos de las comisiones de Ética, así
como la aplicación de las medidas disciplinarias (Disposiciones finales).
 Ecuador: El periodista debe cumplir y hacer cumplir este Código, la Ley de
Ejercicio Profesional del Periodista, los Estatutos, Reglamentos, así como
las resoluciones de la Federación Nacional de Periodistas del Ecuador (Art.
19).
 El Salvador: El periodista debe denunciar ante la Comisión de Ética de la
Asociación de Periodistas de El Salvador y hacer del conocimiento público
cualquier intento de soborno u ofrecimiento malicioso de parte de algún
funcionario público o de particulares (…) Las presentes normas éticas son
de aceptación personal, pero se recomienda su cumplimiento a los
miembros de la APES, a quienes ejercen el periodismo profesional o
circunstancial, y a todo aquel que no se encuentre en las anteriores
situaciones, pero que pertenece a la empresa de comunicación y esté en
condiciones de decidir el manejo de la información y los artículos de
opinión. (Art. 31 y 39).
 FIP: Todo periodista digno de llamarse tal se impone el deber de cumplir
estrictamente con los principios enunciados arriba. En el marco del
derecho vigente en cada país, el periodista sólo aceptará, en materia
profesional la jurisdicción de sus iguales, excluyendo cualquier injerencia
gubernamental o de otro tipo (Art. 9).

257
 Guatemala: El presente Código de Ética es de estricta aplicación para todos
los reporteros, personal de salas de redacción, comunicadores y
columnistas guatemaltecos, independientemente del medio en el que los
contenidos sean transmitidos (radio, prensa escrita, televisión, vía internet
y redes sociales) (Aplicación).
 Honduras: El Tribunal de Honor conocerá de las quejas y denuncias contra
los colegiados y señalará a la Junta Directiva, o a la Asamblea General,
según el caso, las sanciones que correspondan de acuerdo con la gravedad
de las faltas (Art. 5).
 Nicaragua: Toda acusación a periodistas, deberá hacerse formalmente y
con pruebas, ante el Tribunal de Honor de las respectivas organizaciones
gremiales (Art. 18).
 Perú: Los periodistas federados de todo el país se hallan sujetos a las
normas de este Código de Ética Periodística. Su infracción será sancionada
conforme a lo previsto en la parte correspondiente al tribunal de Honor
(Art. 2).
 Puerto Rico: Al periodista que se le prueben [prácticas contrarias a la ética]
podrá ser expulsado conforme al Artículo XIV, Sección 1, de este
Reglamento (…) Será deber del o la periodista denunciar prácticas anti
éticas de colegas y medios noticiosos. Será obligación informar a la ASPPRO
cualquier violación a este Código de Ética (Cánones 8 y 12).
 República Dominicana: Corresponderá al Tribunal Disciplinario del Colegio
Dominicano de Periodistas, en función de Tribunal de Honor, vigilar el
cumplimiento de todas las disposiciones del presente Código de Ética,
procediendo conforme con el Reglamento Interno, y aplicar las sanciones
establecidas en la Ley 10-91 (Art. 52).
 Uruguay: Aunque su adopción tiene carácter voluntario, aspiramos a que la
Asamblea General de la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU) lo adopte
[el Código] como de plena observancia por parte del Consejo Directivo y los
periodistas afiliados al sindicato, y que se generen mecanismos de
aplicación de carácter recomendatorio. Este cuerpo de sugerencias éticas
constituye, en definitiva, un mecanismo de autorregulación del

258
periodismo. Aspiramos, por tanto, a que los medios de comunicación que
desarrollan actividades periodísticas también lo adopten como un código
de referencia o, en su caso, hagan públicos los mecanismos de
autorregulación que guían su labor profesional así como los instrumentos
para que el público pueda exigir explicaciones (Preámbulo).
 Venezuela: El cumplimiento de este Código es obligatorio para los
miembros del CNP y corresponderá a los tribunales disciplinarios su
vigilancia y sustanciar las denuncias (Art. 52).

El código colombiano muestra un aspecto interesante que, entendemos, debe


destacarse explícitamente en todos los códigos: su vocación de actualización de la
normativa. Los cambios permanentes y exponenciales que surgen a partir de la
innovación tecnológico-digital ponen a la profesión ante el reto de sostenerse
actualizada también en sus principios deontológicos. El código de Colombia pone en la
Comisión de Ética del Círculo de Periodistas la responsabilidad de estudiar y proponer
los cambios en el código para garantizar su actualidad, evitando transformarse en letra
perecida. A la hora de elaborar nuestra propuesta aplicada, vemos necesario hacer
expresa esa voluntad de actualización en un conjunto de artículos que serán de
revisión permanente.
En síntesis: como ya hemos destacado en el corpus teórico de esta investigación,
entendemos como fundamental que cualquier estructura de aplicación de un código
deontológico se mantenga fronteras adentro de la profesión, y que cualquier sanción
que pudiera aplicarse sobre los periodistas que hayan infringido la normativa no dé
lugar a ningún tipo de limitación de la libertad de expresión ni promueva la
autocensura.
En el caso argentino, al no existir colegiación alguna, pensar en una estructura de
aplicación del código resulta, por ahora, inaplicable. Pero, como propondremos al final
de este trabajo, la creación de un Observatorio en el marco de una universidad, con
informes periódicos sobre el estatus deontológico de medios y periodistas, puede
constituir un primer paso para elevar los estándares éticos de la profesión.

259
5.2 La credibilidad del periodismo en la Argentina

En este inciso, presentamos los resultados del trabajo de campo que realizamos
con el objetivo de contar con datos propios sobre la credibilidad de los periodistas
argentinos. La investigación fue diseñada entre agosto y octubre de 2018, y la toma de
datos se realizó en noviembre del mismo año.

Título del estudio de campo:


La credibilidad del periodismo en la Argentina

Ficha técnica

 Trabajo de campo realizado en noviembre de 2018.


 Ámbito: Estudio nacional (Argentina)
 Diseño metodológico del trabajo: Muestreo probabilístico sobre una muestra
representativa de la población, tomando en cuenta la distribución de los
habitantes y la estructura social del área, considerando además las cuotas
de edad y sexo del universo poblacional.
 Ponderación: Datos cuotificados según ámbito geográfico (provincias).
 Universo (Población): Población total del país mayor de 19 años.
 Tamaño de la muestra: 800 casos
 Nivel de confianza: 95%
 Intervalo de confianza/Margen de error: +3,5%
 Instrumento de recolección: Matriz de entrevista estructurada y pre-codificada.
 Tipo de entrevista: Telefónica mediante sistema IVR, a cargo de la consultora
Demos Consulting SRL.

260
RESPONDEN TODOS LOS ENTREVISTADOS
N= 800*

MANIFIESTE SU GRADO DE ACUERDO O DESACUERDO CON LAS SIGUIENTES AFIRMACIONES (Preguntas 1 y 2).

CONFIANZA

PREGUNTA 1. EL PERIODISMO ES UNA INSTITUCIÓN CONFIABLE

INDEPENDENCIA

PREGUNTA 2. EL PERIODISMO ES UNA INSTITUCIÓN INDEPENDIENTE

*Nota: N es válido para todos los gráficos.

261
PREGUNTA 3. ¿CUÁL DE LOS SIGUIENTES MEDIOS UTILIZA PRINCIPALMENTE UD.
PARA ENTERARSE SOBRE LO QUE PASA EN EL PAÍS? ¿Y CUÁL ES PARA USTED EL MÁS
CONFIABLE?

DESAGREGADO DE PREGUNTA 3

3a. ¿CUÁL ES SU MEDIO PREFERIDO PARA INFORMARSE?

262
3b. ¿Y CUÁL LE PARECE EL MEDIO MÁS CONFIABLE?

MANIFIESTE SU GRADO DE ACUERDO O DESACUERDO CON LAS SIGUIENTES AFIRMACIONES (Preguntas 4 a 15).

VERACIDAD

PREGUNTA 4. CUANDO LEO O ESCUCHO UNA INFORMACIÓN EN LOS MEDIOS EN


GENERAL CREO QUE ES VERDADERA

Muy de acuerdo (6%)


Bastante de acuerdo (17%)
6
Poco de acuerdo (50%)
Nada de acuerdo (25%)
17

50 DESACUERDO
75 %
25

0 10 20 30 40 50 60

263
PREGUNTA 5. LA INFORMACIÓN QUE LLEGA DESDE DISTINTOS MEDIOS PERMITE QUE
LOS CIUDADANOS FORMEN SUS OPINIONES LIBREMENTE

Muy de acuerdo (18%)


Bastante de acuerdo (24%)
18
Poco de acuerdo (27%)
Nada de acuerdo (27%)
24

27 DESACUERDO
54 %
27

0 5 10 15 20 25 30

PREGUNTA 6. LOS MEDIOS RESPETAN LA INDEPENDENCIA DE LOS PERIODISTAS

Muy de acuerdo (7%)


Bastante de acuerdo (17%)
7
Poco de acuerdo (37%)
Nada de acuerdo (35%)
17

37
DESACUERDO
72 %
35

0 10 20 30 40

264
PREGUNTA 7. AL MOMENTO DE DAR INFORMACIÓN LOS PERIODISTAS DICEN LA
VERDAD

Muy de acuerdo (7%)


Bastante de acuerdo (19%)
7
Poco de acuerdo (49%)
Nada de acuerdo (22%)
19

49
DESACUERDO
71 %
22

0 10 20 30 40 50 60

PREGUNTA 8. A LA HORA DE OPINAR LOS PERIODISTAS LO HACEN CON LIBERTAD

Muy de acuerdo (13%)


Bastante de acuerdo (17%)
13
Poco de acuerdo (41%)
Nada de acuerdo (25%)
17

41
DESACUERDO
66 %
25

0 10 20 30 40 50

265
PREGUNTA 9. LOS PERIODISTAS REALIZAN SU TRABAJO CON RESPONSABILIDAD
SOCIAL

Muy de acuerdo (11%)


Bastante de acuerdo (19%)
11
Poco de acuerdo (44%)
Nada de acuerdo (25%)
19

44
DESACUERDO
69 %
25

0 10 20 30 40 50

INFLUENCIA Y
VULNERABILIDAD

PREGUNTA 10. LOS MEDIOS INFORMAN PARA INFLUIR EN LA OPINIÓN DEL PÚBLICO
DE ACUERDO A SUS PROPIOS INTERESES

60 ACUERDO
78 %
18

Muy de acuerdo (60%)


13
Bastante de acuerdo (18%)

8 Poco de acuerdo (13%)


Nada de acuerdo (8%)

0 20 40 60 80

266
PREGUNTA 11. LOS PERIODISTAS SON VULNERABLES ANTE PRESIONES POLÍTICAS

41 ACUERDO
70 %
29

Muy de acuerdo (41%)


20
Bastante de acuerdo (29%)

5 Poco de acuerdo (20%)


Nada de acuerdo (5%)

0 10 20 30 40 50

PREGUNTA 12. LOS PERIODISTAS SON VULNERABLES ANTE PRESIONES ECONÓMICAS

36 ACUERDO
65 %
29

22 Muy de acuerdo (36%)


Bastante de acuerdo (29%)
8 Poco de acuerdo (22%)
Nada de acuerdo (8%)

0 10 20 30 40

267
PREGUNTA 13. LOS PERIODISTAS SON VULNERABLES ANTE PRESIONES DE SUS
EMPLEADORES

44 ACUERDO
70 %
26

16 Muy de acuerdo (44%)


Bastante de acuerdo (26%)
8 Poco de acuerdo (16%)
Nada de acuerdo (8%)

0 10 20 30 40 50

PERIODISMO Y
DEMOCRACIA

PREGUNTA 14. EL PERIODISMO ES UNA INSTITUCIÓN IMPORTANTE PARA ASEGURAR


EL BUEN FUNCIONAMIENTO DE LA DEMOCRACIA

268
INTERESES Y
TRANSPARENCIA

PREGUNTA 15. ESTÁ BIEN QUE LOS MEDIOS Y LOS PERIODISTAS ORIENTEN SU
TRABAJO DE ACUERDO A SUS INTERESES POLÍTICOS O ECONÓMICOS SIEMPRE Y
CUANDO LO DIGAN CLARAMENTE

269
5.2.1 Análisis de los resultados sobre la credibilidad de la prensa argentina

Los datos que obtuvimos en el estudio de campo representan un hallazgo por tres
razones fundamentales:

a. No existen, en la última década, trabajos previos de alcance nacional


que hayan indagado acerca de la credibilidad y la independencia del
periodismo vinculando las respuestas no sólo a los datos etarios y
socioeconómicos de la audiencia, sino también a las diferencias y
singularidades del periodismo tradicional respecto del periodismo
digital.
b. No existen investigaciones anteriores de alcance nacional que
rastreen la mirada de la población respecto de la actuación
deontológica de los periodistas.
c. Los resultados nos permiten ensayar algunas conclusiones acerca de
la credibilidad del periodismo y los medios de preferencia según los
distintos tipos de público, además de aportarnos datos acerca de la
confianza en la información que se origina en las redes sociales.

Las conclusiones más importantes que podemos extraer de la investigación son:

i. La amplia mayoría de los argentinos no les cree a los periodistas.


Apenas 2 de cada 10 personas están de acuerdo en afirmar que la
prensa nacional es una institución confiable. El dato evidencia el
profundo deterioro de la profesión y la necesidad imperiosa de
avanzar en una revolución deontológica que abra el camino a la
reconstrucción de su credibilidad. En el año 2006, poco antes de que
se iniciara la batalla por la Ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual, un estudio del Observatorio de la Deuda Social de la
Universidad Católica Argentina (UCA-ODSA, 2015) señalaba que la
confianza de la sociedad argentina en el periodismo alcanza al 49,1%.

270
Es decir, en apenas 13 años, la credibilidad de la prensa se derrumbó
casi 30 puntos.
ii. En el mismo sentido, sólo el 20% de los argentinos considera al
periodismo una institución independiente. En otras palabras: 8 de
cada 10 argentinos piensan que los periodistas responden a intereses
ajenos a la naturaleza de la profesión.
iii. El 70% de los argentinos considera que los periodistas son
vulnerables a las presiones políticas y a la influencia de sus
empleadores, mientras que el 65% piensa que están sujetos a
presiones económicas. Estos datos nos llevan a concluir que la mayor
parte de la sociedad argentina observa a sus periodistas como
actores que se mueven con un margen acotado de libertades en un
escenario hostil, en donde abundan las tensiones con los distintos
factores de poder (político, económico y de la propiedad de los
medios). De allí, la escasa credibilidad que registra la profesión en el
país. Un periodismo vulnerable a las presiones es un periodismo en
quien la mayoría de la sociedad no deposita su confianza.
iv. La falta de confianza también se visibiliza en el dato que muestra que
casi 8 de cada 10 argentinos (78%) piensa que, al informar, los
medios buscan amoldar la opinión pública a sus propios intereses. Si
a esta conclusión le adjuntamos el hecho de que sólo 1 de cada 4
argentinos opina que los periodistas, cuando informan, dicen la
verdad, nos encontramos con un paisaje de crisis de confianza
absoluta en la institución.
v. Cuando indagamos acerca de la confianza por tipo de medio de
comunicación, encontramos que:

a. A menor nivel educativo y a mayor edad, mayor


confianza en los medios tradicionales (TV, radio y
diarios).
b. A mayor nivel educativo y menor edad, mayor confianza
en los medios digitales.

271
c. El índice de confianza en la información que proviene de
las redes sociales es particularmente bajo: apenas el 7%
las señala como la fuente de información más confiable.
Incluso, si desagregamos por franja etaria, encontramos
que sólo el 22% de quienes tienen menos de 30 años
optan por las redes como “medio” de mayor
credibilidad. Es decir, la mediación del periodismo
profesional sigue apareciendo como una institución
necesaria para el conjunto de la población, incluso para
el público nacido después de 1990.
d. Los medios tradicionales permanecen como los más
confiables frente a los medios digitales (58 a 34%),
aunque la tendencia tiende a revertirse cuando se
observa el desagregado etario: entre los menores de 30
años, la confianza es sustancialmente mayor en los
medios digitales que en los tradicionales (59 a 23%).
e. Los medios tradicionales son aún hoy los más elegidos
para informarse (62 a 37%), pero nuevamente la
tendencia muestra que esta situación va camino a
revertirse, ya que entre quienes tienen menos de 30
años, el 62% elige para informarse a los medios digitales
frente a un 38% que prefiere a los tradicionales. Es
llamativa la paridad en el público que tiene entre 30 y
50 años: la mitad elige a los medios digitales y la mitad a
los tradicionales.

vi. Un último dato registrado en nuestro estudio nos parece


particularmente interesante para el análisis: si bien el 66% de los
argentinos considera al periodismo una institución importante para
asegurar el buen funcionamiento de la democracia, hay un 34% que
no lo considera así. O sea: un tercio de la población de la Argentina
opina que una sociedad puede vivir dentro de un esquema

272
democrático, independientemente del rol que ocupe el periodismo.
Desde nuestro punto de vista, se trata de una conclusión que
demuestra la honda situación de crisis que vive la profesión
periodística en la Argentina, a tal punto que 1 de cada 3 argentinos
piensa que los medios y los periodistas no son una condición
necesaria para la existencia de una sociedad democrática. Revertir
este escenario requiere de un periodismo que tenga amplia
capacidad de resiliencia y que decida reconfigurar sus prácticas a
partir de la recuperación de sus principios deontológicos y de la
actualización de los valores de la profesión a la luz de las
problemáticas más relevantes y acuciantes para la sociedad.

5.3 La percepción de la deontología en la profesión periodística argentina

El objetivo de esta parte de nuestra investigación fue detectar la vinculación existente


entre el conjunto de los actores del periodismo argentino —trabajadores de prensa,
editores y dueños de medios de comunicación— y las cuestiones deontologías, en
función de desarrollar, así, una propuesta aplicada acorde al escenario real de la
actividad. Para ello, decidimos emprender un trabajo de campo que nos permitiera
indagar sobre distintos aspectos de la praxis profesional, en donde, entendemos, se
define la mirada deontológica. Al final de este capítulo, presentaremos un análisis
comparativo y un conjunto de conclusiones.
El primer desafío que se nos planteó fue, ante la falta de datos precisos y oficiales
sobre el número de periodistas profesionales y de medios de comunicación que
existen en la Argentina, el de cómo construir las muestras. Para el estudio sobre los
periodistas, el interrogante fue sobre qué base de profesionales realizaríamos la
investigación. Como antecedentes, examinamos algunos estudios que se hicieron en
otros países, en donde el universo se construyó sobre aquellos periodistas que tenían
registrados los sindicatos o colegios vinculados a la actividad. Sin embargo, el caso
argentino presenta un conjunto de singularidades que nos llevaron a optar por otra
estrategia:

273
i. No existe en la Argentina un colegio de periodistas ni otra institución
que nuclee a los profesionales de la comunicación.
ii. El nivel de densidad sindical en el país es históricamente bajo
(Campos 2014, Marshall y Groisman 2005), por lo que tomar
únicamente a los periodistas sindicalizados no hubiera reflejado la
situación real de la actividad.
iii. El porcentaje de personas que ejercen sus tareas laborales de modo
“cuentapropista”, es decir, no sindicalizado ni agrupado por
actividad, es alto y llega al 30% en la Argentina (Ministerio de
Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Argentina, 2017).
iv. El trabajo no registrado en la Argentina alcanza al 34,4% (INDEC-EPH
2018). Los trabajadores de la prensa que se desempeñan en el
mercado no regular también hubieran quedado fuera del estudio en
la propuesta inicial.
v. No existe una exigencia del Estado para que quien trabaje como
periodista participe de algún tipo de registro obligatorio que le
permita ejercer la profesión.

Las problemáticas mencionadas dificultaban nuestra propuesta de realizar el


trabajo de campo basándonos exclusivamente en los periodistas sindicalizados, puesto
que, entendemos, no hubiéramos logrado reflejar la realidad del ejercicio profesional.
Por ellos, resolvimos acudir al Censo Nacional 2010, el último que se realizó en el país.
Allí, los ciudadanos debían responder sobre su actividad laboral con mayor carga
horaria e ingreso. El total de las personas residentes en la Argentina que manifestaron
desempeñarse en la actividad profesional de la comunicación, tanto en el ámbito
público como privado, en el formal como en el informal, y en forma asalariada o por
cuenta propia, fue de 319.775.
A partir de allí, decidimos construir una muestra no probabilística combinada por
método de cuotas y bola de nieve-discriminatoria exponencial, que nos arrojó la
necesidad de encuestar a 542 periodistas profesionales de todo el país. El trabajo se

274
realizó con un instrumento de recolección que combinó la entrevista presencial y el
cuestionario autogestionado.
Para la investigación sobre editores y dueños, el problema que se nos presentó fue
conocer qué cantidad de medios de comunicación profesionales existen en la
Argentina. Puesto que no existe un organismo oficial en el país que posea un registro
completo y definitivo sobre las empresas periodísticas, acudimos a los estudios más
reconocidos. Diversos observadores sobre la temática han recolectado información y
han construido sus propios mapas de medios. El más difundido en la industria es el del
sitio especializado Medio On Line, que tiene registrados 6.578 medios de
comunicación en la Argentina (Medio On Line 2017).
Sin embargo, y teniendo en cuenta que una cantidad considerable de esos medios
son amateurs, semiprofesionales o poseen niveles de audiencia muy poco
significativos, optamos por concentrarnos en los medios de mayor penetración a
escala nacional. Estos medios, muchos de los cuales forman parte de conglomerados
periodísticos, a la par de que concentran la enorme mayoría de la audiencia, también
registran el universo casi total del reparto de la torta publicitaria (Cámara Argentina de
Agencia de Medios 2017, Total Medios 2017a y b).
El trabajo más actual que permite reconstruir el ecosistema de los medios
profesionales con mayor incidencia en la Argentina es el que elaboró el Foro de
Periodismo Argentino (FOPEA). El estudio, conocido como Mapa de Medios, se
desarrolló entre septiembre de 2017 y marzo de 2018 y contó con el apoyo del Fondo
Canadá para Iniciativas Locales (FOPEA 2018). Allí, se detecta la existencia de 786
medios de comunicación de influencia fundamental, que pertenecen a 679 empresas
propietarias. Para construir la base poblacional de nuestro estudio, tomamos el
número de 786 medios con peso específico real en términos de audiencia y torta
publicitaria, puesto que se trata del número más significativo y actualizado de todos
los trabajos que han abordado esta cuestión.
Siendo, entonces, nuestro universo de 786 medios, tomamos la decisión de
realizar el trabajo empírico a partir de una muestra no probabilística combinada por
cuotas y muestreo por conveniencia.

275
5.3.1 Los periodistas argentinos y su percepción sobre la deontología

Título del estudio:


Los periodistas argentinos y su percepción sobre la deontología

Ficha técnica

 Trabajo de campo realizado entre octubre y diciembre de 2017.


 Ámbito: Estudio nacional (Argentina).
 Diseño metodológico del trabajo: Muestra no probabilística combinada por
método de cuotas y bola de nieve discriminatoria-exponencial.
 Ponderación: Datos cuotificados según ámbito geográfico (provincias) de
los profesionales.
 Universo (Población): 319.775 (trabajadores del campo profesional de la
comunicación de masas).
 Tamaño de la muestra: 542 casos
 Construcción del Universo: Censo 2010, Instituto Nacional de Estadísticas y
Censos (INDEC) acerca de la profesión de la población nacional.
 Nivel de confianza: 95%
 Intervalo de confianza/Margen de error: +4,2%
 Instrumento de recolección: Método combinado de entrevista presencial
con matriz pre-estructurada y cuestionario autogestionado.

276
RESPONDEN TODOS LOS ENTREVISTADOS
N= 542*

PREGUNTA 1. ¿EN QUÉ PROVINCIA SE DESEMPEÑA PROFESIONALMENTE?

¿En qué provincia se desempeña profesionalmente?


40,00% 36,9%

35,00%

30,00% 27,7%

25,00%

20,00%

15,00%

10,00% 7,7%
6,6%

5,00% 3%
7,7% 6,6% 1,5% 1,5% 1,5% 1,1% 1,1% 1,5% 1,1% 1,5%
27,7% 1,5% 1,1% 0,4% 0,7% 0,7% 0,4% 0,7% 0,4%
0,00%
Chubut

San Luis
Jujuy

Misiones
Buenos Aires
Catamarca
Chaco

Córdoba

Neuquén
Corrientes

Salta

Santa Cruz
Santa Fe
Entre Ríos

La Pampa

San Juan
Formosa

La Rioja
Mendoza

Santiago del Estero


Tierra del Fuego
Río Negro

Tucumán
Ciudad de Buenos Aires

*Nota: N es válido para todos los gráficos, excepto cuando se indique una fracción de respuestas (n).

PREGUNTA 2. ¿CUÁL ES SU FORMACIÓN PROFESIONAL?

¿Cuál es su formación profesional?

Periodista (69%)
4,4%

31,4%
Lic. En Comunicación Social (31,4%)

69%

Otros (4,4%)

277
PREGUNTA 3. ¿EN QUÉ TIPO DE MEDIO DE COMUNICACIÓN SE DESEMPEÑA?

¿En qué tipo medio de comunicación se desempeña?

6,3%
Televisión (8,5%)
8,5%
Radio (28%)
28%
Diario (43,3%)
61,3%
Revista (4,1%)

43,2% Medios digitales (61,3%)


4,1%
Otro (6,3%)

PREGUNTA 4. ¿CÓMO DEFINIRÍA SU SITUACIÓN LABORAL? SELECCIONE LA


ACTIVIDAD DE MAYOR DEDICACIÓN

¿Cómo definiría si situación laboral? Seleccione la actividad de mayor


dedicación.

6,6%
8,5%
Empleado Sector Estatal (6,6%)

Empleado Sector Privado (55%)

28% Cuenta propia con empleados a su cargo (1,8%)

55% Cuenta propia sin empleados (28%)

1,8%
Colaborador / Voluntario / Ad honorem (8,5%)

278
PREGUNTA 5. ¿EL MEDIO DE COMUNICACIÓN EN EL QUE SE DESEMPEÑA POSEE
ALGÚN TIPO DE INSTRUMENTO DEONTOLÓGICO DE AUTORREGULACIÓN?

¿El medio de comunicación en el que se desempeña posee algún


tipo de instrumento deontológico de autorregulación?

28%

SÍ (28%) NO (72%)

72%

A PARTIR DE AHORA, RESPONDEN EXCLUSIVAMENTE QUIENES HAYAN CONTESTADO


“SÍ” EN LA PREGUNTA (n=152)

PREGUNTA 6. ¿QUÉ INSTRUMENTO DE AUTORREGULACIÓN DEONTOLÓGICA POSEE


EL MEDIO DE COMUNICACIÓN EN EL QUE SE DESEMPEÑA PROFESIONALMENTE?

¿Qué instrumento de autorregulación deontológica posee el medio


de comunicación en el que se desempeña profesionalmente?

17% Manual de estilo (71,1%)

15,8% Código deontológico (15,8%)

71,1% Otro (17,1%)

279
PREGUNTA 7. AL INGRESAR AL MEDIO DE COMUNICACIÓN EN EL QUE TRABAJA: ¿LE
INFORMARON QUE DICHO INSTRUMENTO EXISTÍA Y QUE USTED SE COMPROMETÍA
A CUMPLIR SUS EXIGENCIAS?

Al ingresar al medio de comunicación en el que trabaja: ¿Le


informaron que dicho instrumento existía y que usted se
comprometía a cumplir sus exigencias?

47,4% Sí (47,4%) No (52,6%)


52,6%

PREGUNTA 8. AL INGRESAR AL MEDIO: ¿DEBIÓ FIRMAR UNA COPIA DE


COMPROMISO DE CUMPLIMIENTO DEL DOCUMENTO DE AUTORREGULACIÓN?

Al ingresar al medio: ¿Debió firmar una copia de compromiso de


cumplimiento del documento de autorregulación?

17,1%

Sí (17,1%) No (82,9%)

82,9%

280
RESPONDEN TODOS LOS ENTREVISTADOS (N=542)

PREGUNTA 9. ¿CONSIDERA DE UTILIDAD PRÁCTICA A LOS CÓDIGOS DEONTOLÓGICOS


PARA EJERCER SU PROFESIÓN?

¿Considera de utilidad práctica a los códigos deontológicos para


ejercer su profesión?

21,1%

SÍ (78,9%) NO (21,1%)

78,9%

281
CONTESTAN QUIENES HAYAN RESPONDIDO “SÍ” EN LA PREGUNTA 9 (n=428)

PREGUNTA 10. ¿POR QUÉ LE PARECEN ÚTILES LOS CÓDIGOS DEONTOLÓGICOS?

¿Por qué le parecen útlies los códigos deontológicos?

Representan los valores profesionales 73,7%

Dan guías de comportamiento 57%

Dan regulaciones para orientar la práctica 39,8%

Dan legitimidad profesional 27,4%

Contienen virtudes profesionales 24,7%

Contienen recomendaciones 22%

Formulan deberes profesionales 21%

Acota las responsabilidades profesionales 18,3%

Contienen la mirada de profesionales


18,3%
experimentados

Contiene medidas disciplinarias 10,2%

Evitan la competencia desleal 5,9%

A los medios independientes nos podría


0,5%
servir mucho para orientar la profesión

Empujan la marca que en el trasfondo refleja


0,5%
la misión y valores de la organización

Sería de mucha ayuda a los periodistas free


0,5%
lance

Ponen barrera frente a Editores 0,5%

282
CONTESTAN QUIENES HAYAN RESPONDIDO “NO” EN LA PREGUNTA 9

N=542 n=113

PREGUNTA 11. ¿POR QUÉ NO LE PARECEN ÚTILES LOS CÓDIGOS DEONTOLÓGICOS?

¿Por qué NO le parecen útlies los códigos


deontológicos?

Las empresas no están interesadas


81,2%
en su aplicación

Promueven la autocensura 37,6%

Limitan la libertad de expresión 16,5%

Es muy difícil lograr consensos para


2,4%
redactarlos

Las empresas sólo lo tienen para


1,2%
decir que lo tienen

Cada periodista debe hacerse


1,2%
responsable de lo que dice/escribe

Los periodistas no están unidos para


1,2%
aplicarlo

Nadie presta atención 1,2%

No se usa nunca 1,2%

Imponen colegiarse 1,2%

Las fallas éticas ya están contenidas


1,2%
en la legislación

283
RESPONDEN TODOS LOS ENTREVISTADOS ( N= 542)

A CONTINUACIÓN, VOY A LEERLE UNA SERIE DE FRASES.


LE PIDO QUE INDIQUE SU GRADO DE ACUERDO O DESACUERDO.

PREGUNTA 12. LA OBJETIVIDAD PERIODÍSTICA NO EXISTE PERO EL COMUNICADOR


PUEDE INTENTAR APROXIMARSE A ELLA

La objetividad periodística no existe pero el comunicador puede


intentar aproximarse a ella.

Muy de acuerdo (28,8%)

14,4%
De acuerdo (35,1%)
28,8%

18,8% Ni acuerdo ni en desacuerdo (3%)

3% En desacuerdo (18,8%)
35,1%
Muy en desacuerdo (14,4%)

PREGUNTA 13. SER OBJETIVO ES POSIBLE Y EL PERIODISTA PROFESIONAL ESTÁ


OBLIGADO A ELLO

Ser objetivo es posible y el periodista profesional está obligado a


ello.

Muy de acuerdo (40,6%)


6,3%

De acuerdo (28,4%)
13,7%
40,6% Ni acuerdo ni en desacuerdo (11,1%)
11,1%
En desacuerdo (13,7%)
28,4%
Muy en desacuerdo (6,3%)

284
PREGUNTA 14. LA FINALIDAD DEL PERIODISMO ES CONTAR LA VERDAD

La finalidad del periodismo es contar la verdad.


1,1%
3% 0,7%
Muy de acuerdo (62,4%)

De acuerdo (32,8%)

32,8% Ni acuerdo ni en desacuerdo (3%)


62,4%
En desacuerdo (1,1%)

Muy en desacuerdo (0,7%)

PREGUNTA 15. LOS PERIODISTAS DEBEN RELATAR LOS HECHOS DE LA FORMA MÁS
CERCANA POSIBLE A COMO HAN OCURRIDO

Los periodistas deben relatar los hechos de la forma más cercana


posible a como han ocurrido.

4,1%
1,5% 0,4% Muy de acuerdo (48,7%)

De acuerdo (45,4%)

Ni acuerdo ni en desacuerdo (1,5%)


48,7%
45,5%
En desacuerdo (4,1%)

Muy en desacuerdo (0,4%)

285
PREGUNTA 16. EL PERIODISTA DEBE EVITAR INFLUENCIAS EXTERNAS QUE PUDIERAN
CONDUCIRLO A DESVIRTUAR LOS HECHOS

El periodista debe evitar influencias externas que pudieran


conducirlo a desvirtuar los hechos.

4,4% Muy de acuerdo (52%)

De acuerdo (34,3%)
9,2%

Ni acuerdo ni en desacuerdo (9,2%)


52%
34,3%
En desacuerdo (4,4%)

Muy en desacuerdo (0%)

PREGUNTA 17. EN LA ACTUALIDAD, LA MAYORÍA DE LOS PERIODISTAS


PROFESIONALES DE LA ARGENTINA SON OBJETIVOS

En la actualidad, la mayoría de los periodistas profesionales de la


Argentina son objetivos.

0,4%
Muy de acuerdo (0,4%)

8,1%
De acuerdo (8,1%)
9,6%

Ni acuerdo ni en desacuerdo (9,6%)


45,8%

En desacuerdo (36,2%)

36,2%
Muy en desacuerdo (45,8%)

286
PREGUNTA 18. LOS PERIODISTAS DEBEN DEMARCAR CLARAMENTE CUANDO ESTÁN
INFORMANDO Y CUANDO ESTÁN OPINANDO

Los periodistas deben demarcar claramente cuando están


informando y cuando están opinando.

Muy de acuerdo (30,6%)

9,6%
De acuerdo (35,8%)
30,6%
12,2%
Ni acuerdo ni en desacuerdo (11,8%)
11,8%

En desacuerdo (12,2%)
35,8%

Muy en desacuerdo (9,6%)

PREGUNTA 19. CONTRASTAR LA INFORMACIÓN ES EL ÚNICO MEDIO CON QUE


CUENTA EL PERIODISTA PARA APROXIMARSE A LA OBJETIVADAD

Contrastar la información es el único medio con que cuenta el


periodista para aproximarse a la objetividad.

Muy de acuerdo (13,3%)

12,2% 13,3%
De acuerdo (36,5%)

21,8% Ni acuerdo ni en desacuerdo (16,2%)

36,5%
En desacuerdo (21,8%)
16,2%
Muy en desacuerdo (12,2%)

287
PREGUNTA 20. LOS TIEMPOS PERIODÍSTICOS ACTUALES IMPIDEN CONTRASTAR LA
INFORMACIÓN

Los tiempos periodísticos actuales impiden contrastar la


información.

7,7% Muy de acuerdo (7,7%)

12,5%
De acuerdo (38%)

Ni acuerdo ni en desacuerdo (4,4%)

37,3% 38%
En desacuerdo (37,3%)

4,4% Muy en desacuerdo (12,5%)

PREGUNTA 21. SI UNA FUENTE ES CONFIABLE, NO ES NECESARIO CONTRASTAR LA


INFORMACIÓN

Si una fuente es confiable, no es necesario contrastar la


información.

Muy de acuerdo (9,6%)


9,6%
15,5%
De acuerdo (15,9%)
15,9%
Ni acuerdo ni en desacuerdo (20,7%)

En desacuerdo (38,4%)
38,4% 20,7%

Muy en desacuerdo (15,5%)

288
PREGUNTA 22. DEVELAR LA FUENTE DE UN OFF THE RECORD SÓLO DEBE HACERSE
ANTE CASOS DE AMENAZAS INSTITUCIONALES O A LA SALUD O SEGURIDAD
PÚBLICAS

Develar la fuente de un off the record sólo debe hacerse ante casos
de amenazas institucionales o a la salud o seguridad públicas.

Muy de acuerdo (8,9%)


8,9%

15,1% De acuerdo (22,1%)

Ni acuerdo ni en desacuerdo (31,7%)


22,1% 22,1%

En desacuerdo (22,1%)
31,7%
Muy en desacuerdo (15,1%)

PREGUNTA 23. LAS FUENTES NUNCA DEBEN IMPONER CONDICIONES A LOS


PERIODISTAS

Las fuentes nunca deben imponer condiciones a los periodistas.

0,7%
Muy de acuerdo (25,1%)

7,4%
De acuerdo (29,9%)
25,1%
Ni acuerdo ni en desacuerdo (36,9%)

36,9%
En desacuerdo (7,4%)
29,9%

Muy en desacuerdo (0,7%)

289
PREGUNTA 24. PAGARLE A UNA FUENTE PARA OBTENER INFORMACIÓN ATENTA
CONTRA LA VERACIDAD Y CONTRA LA OBJETIVIDAD DE LOS PERIODISTAS

Pagarle a una fuente para obtener información atenta contra la


veracidad y contra la objetividad de los periodistas.

Muy de acuerdo (7%)

7%
6,6% De acuerdo (42,1%)

18,1% 42,1% Ni acuerdo ni en desacuerdo (26,2%)

26,6% En desacuerdo (18,1%)

Muy en desacuerdo (6,6%)

PREGUNTA 25. LAS FUENTES SIEMPRE TIENEN DERECHO A EXIGIR ANONIMATO

Las fuentes siempre tienen derecho a exigir anonimato.

Muy de acuerdo (21,8%)

10,7% De acuerdo (19,2%)


21,8%

21,4% Ni acuerdo ni en desacuerdo (26,9%)


19,2%
En desacuerdo (21,4%)
26,9%
Muy en desacuerdo (10,7%)

290
PREGUNTA 26. LA FUENTE TIENE DERECHO A REVISAR LA INFORMACIÓN DE FORMA
PREVIA A SU PUBLICACIÓN

La fuente tiene derecho a revisar la información de forma previa a


su publicación.

Muy de acuerdo (14%)

14% De acuerdo (25,8%)


23,2%
25,8% Ni acuerdo ni en desacuerdo (10,3%)

26,6%
En desacuerdo (26,6%)

10,3%
Muy en desacuerdo (23,2%)

PREGUNTA 27. EN LA ACTUALIDAD, LA MAYORÍA DE LOS PERIODISTAS


PROFESIONALES DE LA ARGENTINA SON SUBJETIVOS

En la actualidad, la mayoría de los periodistas profesionales de la


Argentina son subjetivos.

2,2% Muy de acuerdo (20,7%)


3,7%
De acuerdo (45,4%)
20,7%
28% Ni acuerdo ni en desacuerdo (28%)

45,4% En desacuerdo (2,2%)

Muy en desacuerdo (3,7%)

291
REFLEXIONANDO SU PROPIA PRÁCTICA PROFESIONAL, ¿CUÁN A MENUDO HA
TENIDO QUE PROTAGONIZAR ALGUNA DE LAS SIGUIENTES SITUACIONES?

PREGUNTA 28. RECIBIR OFERTAS DE RÉDITO ECONÓMICO A CAMBIO DE PUBLICAR U


OCULTAR UNA OPINIÓN O INFORMACIÓN

Recibir ofertas de rédito económico a cambio de publicar u ocultar


una opinión o información.

Muchas veces (27,3%)

37,6% 27,3%
Algunas veces (35,1%)

35,1% Ninguna vez (37,6%)

PREGUNTA 29. RECIBIR PROMESAS DE PAUTA PUBLICITARIA PRIVADA A CAMBIO DE


EMITIR U OMITIR UNA OPINIÓN O INFORMACIÓN

Recibir promesas de pauta publicitaria privada a cambio de emitir


u omitir una opinión o información.

Muchas veces (39,9%)

32,5%
39,9%
Algunas veces (27,7%)

27,7% Ninguna vez (32,5%)

292
PREGUNTA 30. RECIBIR PROMESAS DE PAUTA OFICIAL (PUBLICIDAD ESTATAL) A
CAMBIO DE EMITIR U OMITIR UNA OPINIÓN O INFORMACIÓN

Recibir promesas de pauta oficial (publicidad estatal) a cambio de


emitir u omitir una opinión o información.

Muchas veces (22,5%)

22,5%

Algunas veces (35,1%)


42,4%

35,1%

Ninguna vez (42,4%)

PREGUNTA 31. RECIBIR ADVERTENCIAS DE RETIRO DE PAUTA PUBLICITARIA PRIVADA


COMO CONSECUENCIA DE HABER EMITIDO UNA INFORMACIÓN U OPINIÓN

Recibir advertencias de retiro de pauta publicitaria privada como


consecuencia de haber emitido una información u opinión.

Muchas veces (25,1%)

25,1%
36,9%
Algunas veces (38%)

38%
Ninguna vez (36,9%)

293
PREGUNTA 32. RECIBIR ADVERTENCIAS DE RETIRO DE PAUTA OFICIAL (PUBLICIDAD
ESTATAL) COMO CONSECUENCIA DE HABER EMITIDO UNA INFORMACIÓN U
OPINIÓN

Recibir advertencias de retiro de pauta oficial (publicidad estatal)


como consecuencia de haber emitido una información u opinión.

Muchas veces (18,5%)

18,5%

41,3% Algunas veces (40,2%)

40,2%

Ninguna vez (41,3%)

PREGUNTA 33. RECIBIR AMENAZAS Y/O INTIMIDACIONES TRAS HABER INFORMADO


O EMITIDO UNA OPINIÓN SOBRE DETERMINADAS CUESTIONES

Recibir amenazas y/o intimidaciones tras haber informado o


emitido una opinión sobre determinadas cuestiones.

Muchas veces (3%)


3%

26,6%
Algunas veces (26,6%)
70,5%

Ninguna vez (70,5%)

294
¿CUÁN IMPORTANTES LE PARECEN LAS SIGUIENTES PROBLEMÁTICAS VINCUALADAS
AL EJERCICIO DE LA PROFESIÓN?

PREGUNTA 34. PRECARIEDAD LABORAL

Precariedad laboral.

Muy importante (36,2%)

26,6%
36,2%
Algo importante (37,3%)

37,3% Nada importante (26,6%)

PREGUNTA 35. CONCENTRACIÓN DE LA PROPIEDAD DE LOS MEDIOS DE


COMUNICACIÓN

Concentración de la propiedad de los medios de comunicación.

Muy importante (25,8%)


25,8%

35,1% Algo importante (39,1%)

39,1% Nada importante (35,1%)

295
PREGUNTA 36. ÍNDICES DE AUDIENCIA (RATING AUDIOVISUAL, VISITAS EN LÍNEA O
VENTAS DE PUBLICACIÓN GRÁFICA)

Índices de audiencia (rating audiovisual, visitas en línea o ventas de


publicación gráfica).

Muy importante (25,1%)

17%
25,1%
Algo importante (57,9%)

57,9%
Nada importante (17%)

PREGUNTA 37. PRESIONES ECONÓMICAS

Presiones económicas.

Muy importante (28,8%)

25,5%
28,8%
Algo importante (45,8%)

45,8% Nada importante (25,5%)

296
PREGUNTA 38. PRESIONES POLÍTICAS

Presiones políticas.

Muy importante (29,2%)

29,2%
31%
Algo importante (39,9%)

39,9%
Nada importante (31%)

PREGUNTA 39. FALTA DE ÉTICA PROFESIONAL

Falta de ética profesional.

Muy importante (70,1%)


3,3%

26,6% 70,1% Algo importante (26,6%)

Nada importante (3,3%)

297
PREGUNTA 40. FALTA DE COLEGIACIÓN DE LA PROFESIÓN

Falta de colegiación de la profesión.

Muy importante (26,6%)

26,6%
34,3% Algo importante (39,1%)

39,1% Nada importante (34,3%)

PREGUNTA 41. FALTA DE RESPETO A LA AUTONOMÍA PROFESIONAL DE LOS


PERIODISTAS

Falta de respeto a la autonomía profesional de los periodistas.

Muy importante (21%)


21%

29,9%
Algo importante (49,1%)

49,9%
Nada importante (29,9%)

298
PREGUNTA 42. FALTA DE RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LOS PERIODISTAS

Falta de responsabilidad social de los periodistas.

Muy importante (50,2%)


7%

Algo importante (42,8%)


42,8% 50,2%

Nada importante (7%)

¿CUÁN CORRECTAS CONSIDERA A LAS SIGUIENTES ACCIONES VINCULADAS AL


EJERCICIO DE SU PROFESIÓN?

PREGUNTA 43. MODIFICAR INFORMACIÓN U OPINIÓN PARA NO GANARSE


ENEMIGOS

Modificar información u opinión para no ganarse enemigos.

0,7%
Muy correcto (0,7%)

20,7% Algo correcto (24%)


24%

Ni correcta ni incorrecta (31%)

23,6% Incorrecta (23,6%)

31%
Muy incorrecta (20,7%)

299
PREGUNTA 44. ADAPTAR UNA INFORMACIÓN U OPINIÓN PARA NO PERDER PAUTA
PUBLICITARIA

Adaptar una información u opinión para no perder una pauta


publicitaria.

Muy correcto (7,4%)


7,4%
17,7%
Algo correcto (22,5%)
22,5%
Ni correcta ni incorrecta (29,5%)

22,9%
Incorrecta (22,9%)

29,5% Muy incorrecta (17,7%)

PREGUNTA 45. REELABORAR INFORMACIÓN U OPINIONES PARA NO PERDER


AUDIENCIA O VENTAS

Reelaborar información u opiniones para no perder audiencia o


ventas.

Muy correcto (7,7%)


14% 7,7%
Algo correcto (23,6%)
23,6 %
Ni correcta ni incorrecta (28,8%)

25,8%
Incorrecta (25,8%)

28,8% Muy incorrecta (14%)

300
PREGUNTA 46. REFORMULAR SU LÍNEA IDEOLÓGICA PARA GANAR AUDIENCIA O
VENTAS

Reformular su línea ideológica para ganar audiencia o ventas.

0,4%
Muy correcto (0,4%)

21,8%
Algo correcto (21,8%)

28,4%
Ni correcta ni incorrecta (24%)

24%
Incorrecta (25,5%)

25,5% Muy incorrecta (28,4%)

PREGUNTA 47. PUBLICAR LOS CONTENIDOS MÁS ENTRETENIDOS EN DETRIMENTO


DE CONTRASTAR LA INFORMACIÓN

Publicar los contenidos más entretenidos en detrimento de


contrastar la información.

Muy correcto (14,8%)


15,1%

14,8% Algo correcto (19,2%)

19,2 % Ni correcta ni incorrecta (18,1%)

32,8% Incorrecta (32,8%)

18,1%
Muy incorrecta (15,1%)

301
PREGUNTA 48. PUBLICAR INFORMACIÓN U OPINIÓN PRIVILEGIANDO LA VELOCIDAD
DE PUBLICACIÓN AÚN SIN CONTRASTAR LAS FUENTES, A FIN DE TENER UNA
PRIMICIA QUE LE PERMITA GANAR AUDIENCIA O VENTAS

Publicar información u opinión privilegiando la velocidad de


publicación, aún sin contrastar las fuentes, a fin de tener una
primicia que le permita ganar audiencia o ventas.
Muy correcto (11,2%)

14,6% 11,2% Algo correcto (35,7%)

Ni correcta ni incorrecta (8,9%)


35,7%
29,6%
Incorrecta (29,6%)

8,9% Muy incorrecta (14,6%)

302
5.3.2 La deontología en la mirada de editores y propietarios de medios de
comunicación argentinos

Título del estudio:


La deontología en la mirada de editores y propietarios de medios de comunicación
argentinos

Ficha técnica

 Trabajo de campo realizado entre abril y mayo de 2018.


 Ámbito: Estudio nacional (Argentina).
 Diseño metodológico del trabajo: Muestra no probabilística combinada por
cuotas y muestreo por conveniencia.
 Ponderación: Datos cuotificados según tipo de medio de comunicación de
desempeño profesional de la población y según función de desempeño del
profesional.
 Universo: 786 medios de comunicación con liderazgo de audiencia y mercado
publicitario.
 Tamaño de la muestra: 206 casos
 Construcción del Universo: Elaboración propia sobre Mapa de Medios FOPEA
(2018)
 Nivel de confianza: 95%
 Intervalo de confianza/margen de error: +5,9%
 Instrumento de recolección: Método combinado de entrevista presencial con
matriz pre-estructurada y cuestionario autogestionado.

303
RESPONDEN TODOS LOS ENTREVISTADOS
N=206 *

PREGUNTA 1. ¿EN QUÉ PROVINCIA SE DESEMPEÑA PROFESIONALMENTE?

¿En qué provincia se desempeña profesionalmente?


50,00%
45,00% Buenos Aires (45,9)
40,00%
Ciudad de Bs. Aires (34,4)
35,00%
30,00% Córdoba (8,2)
25,00% Entre Ríos (3,3)
20,00%
La Pampa (1,6)
15,00%
10,00% La Rioja (1,6)
5,00% Mendoza (3)
0,00%
Tucumán (1,6)

*Nota: N es válido para todos los gráficos, excepto cuando se indique una fracción de
respuestas (n).

PREGUNTA 2. ¿CUÁL ES SU FORMACIÓN PROFESIONAL?

¿Cuál es su formación profesional?


Periodista
47,5%
Lic. En Comunicación Social 34,4%
Abogado 6,5%
Contador Público 4,8%
Mag. En Administración de Empresas 3,3%
Traductor de Inglés 1,6%
Ingeniero Industrial 1,6%
Sin títutlo 1,6%
Contador/Economista 1,6%
Lic. Administración de Empresas 1,6%
Marketing 1,6%
Lic. Ciencia Política 1,6%
Lic. Filosofía 1,6%

304
PREGUNTA 3. ¿EN QUÉ TIPO DE MEDIO DE COMUNICACIÓN SE DESEMPEÑA?

¿En qué tipo de medio de comunicación se desempeña?

1,6%
9,8% Radio (37,7%)

Televisión (23%)
37,7%
Medio Gráfico (27,9%)
27,9%
Medio Digital (9,8%)

23%
Agencia de Noticias (1,6%)

PREGUNTA 4. ¿CÓMO DEFINIRÍA SU SITUACIÓN LABORAL?

¿Cómo definiría su situación laboral?

Propietario (51%)

Editor (Director, Jefe de Redacción,


49% 51% Secretario de Redacción, Jefe de
Producción, Jefe de Contenidos,
etc.) (49%)

305
PREGUNTA 5. ¿CUÁNTOS PERIODISTAS TIENE A SU CARGO?

¿Cuántos periodistas tiene a su cargo?

1 a 5 (21,3%)
14,8%
21,3%
6 a 10 (29,5%)

34,4% 11 a 50 (34,4%)
29,5%

Más de 50 (14,8%)

PREGUNTA 6. ¿SU EMPRESA PERIODÍSTICA O EL MEDIO EN EL CUAL TRABAJA TIENE


ALGÚN TIPO DE REGULACIÓN DEONTOLÓGICA PARA EJERCER LA PROFESIÓN?

¿Su empresa periodística o el medio en el cual trabaja tiene algún


tipo de regulación deontológica para ejercer la profesión?

37,7%
Sí (37,7%) No (62,3%)

62,3%

306
A PARTIR DE AHORA, RESPONDEN EXCLUSIVAMENTE QUIENES HAYAN CONTESTADO
“SÍ” EN LA PREGUNTA 6 (n= 78)

PREGUNTA 7. ¿QUÉ TIPO INSTRUMENTO DE AUTORREGULACIÓN DEONTOLÓGICA


POSEE SU EMPRESA O MEDIO EN EL QUE SE DESEMPEÑA PROFESIONALMENTE?

¿Qué tipo instrumento de autorregulación deontológica posee


su empresa o medio en el que se desempeña profesionalmente?

Manual de Estilo (69,6%)


4,3%

26,1% Código Deontológico (26,1%)

69,9%

Parámetros no estructurados basados en


usos y costumbres sobre qué es publicable,
elección de imagen, selección de
título no engañoso, etc.(4,3%)

PREGUNTA 8. ¿PARTICIPÓ USTED EN EL DISEÑO DE DICHO INSTRUMENTO?

¿Participó usted en el diseño de dicho instrumento?

30,4%
Sí (30,4%) No (69,6%)

69,6%

307
RESPONDEN SÓLO QUIENES HAYAN CONTESTADO “SÍ” EN LA PREGUNTA 8
(n= 63)

PREGUNTA 9. ¿EN QUÉ SE BASÓ EL DISEÑO DE DICHO INSTRUMENTO DE


AUTORREUGLACIÓN?

¿En qué se basó el diseño de dicho instrumento de


autorregulación?

Otro medio local (28,6%)


28,6%

Otro medio internacional (14,3%)


57,1%

14,3%
No se basó en otro instrumento (57,1%)

RESPONDEN SÓLO QUIENES HAYAN CONTESTADO “SÍ” EN LA PREGUNTA 8.


RESPONDEN SÓLO QUIENES HAYAN CONTESTADO “EN OTRO MEDIO LOCAL” O “EN
OTRO MEDIO INTERNACIONAL” EN LA PREGUNTA 9 (n= 27)

PREGUNTA 10. ¿EN QUÉ MEDIO DE COMUNICACIÓN, NACIONAL O INTERNACIONAL,


SE BASÓ?

¿En qué medio de comunicación, nacional o internacional, se


basó?

Manual de Estilo de La Nación (40%)


20%

40% Ninguno (20%)

20%
NYT (20%)

20%
Clarín (20%)

308
RESPONDEN TODOS LOS ENTREVISTADOS (N= 206)

PREGUNTA 11. ¿CONSIDERA DE UTILIDAD PRÁCTICA A LOS CÓDIGOS


DEONTOLÓGICOS PARA EJERCER SU PROFESIÓN O PARA EL EFICIENTE
FUNCIONAMIENTO DE SU EMPRESA PERIODÍSTICA?

¿Considera de utilidad práctica a los códigos deontológicos para


ejercer su profesión o para el eficiente funcionamiento de su
empresa periodística?

27,9%

Sí (72,1%) No (27,9%)

72,1%

309
CONTESTAN QUIENES HAYAN RESPONDIDO “SÍ” EN LA PREGUNTA 11 (n= 148)

PREGUNTA 12. ¿POR QUÉ LE PARECEN ÚTILES LOS CÓDIGOS DEONTOLÓGICOS?

¿Por qué le parecen útlies los códigos deontológicos?

Dan guías de comportamiento 65,9%

Acotan la conflictividad con los periodistas 63,6%

Representan los valores profesionales 63,6%

Dan regulaciones para orientar la práctica 43,2%

Dan legitimidad profesional 40,9%

Formulan deberes profesionales 40,9%

Contienen virtudes profesionales 34,1%

Contienen medidas disciplinarias 27,3%

Contienen la mirada de profesionales


20,5%
experimentados

Evitan la competencia desleal 13,6%

Reducen la incertidumbre sobre el modo de


2,3%
conducirse de los periodistas

310
CONTESTAN QUIENES HAYAN RESPONDIDO “NO” EN LA PREGUNTA 11 (n= 58)

PREGUNTA 13. ¿POR QUÉ NO LE PARECEN ÚTILES LOS CÓDIGOS DEONTOLÓGICOS?

¿Por qué NO le parecen útlies los códigos deontológicos?

Limitan la libertad de expresión

88,2%

Promueven la autocensura 47,1%

Pueden ser utilizados para presionar a empresas


35,3%
periodísticas

No tienen aplicabilidad real 23,5%

Acotan la libertad empresaria 23,5%

Es muy difícil logral consensos para redactarlos 23,5%

No están pensados para el trabajo del editor 5,9%

311
RESPONDEN TODOS LOS ENTREVISTADOS (N= 206)

A CONTINUACIÓN, VOY A LEERLE UNA SERIE DE FRASES. PARA CADA UNA, VOY A
PEDIRLE QUE INDIQUE SU GRADO DE ACUERDO O DESACUERDO.

PREGUNTA 14. LA OBJETIVIDAD PERIODÍSTICA NO EXISTE PERO EL PERIODISTA


PUEDE INTENTAR APROXIMARSE A ELLA

La objetividad periodística no existe pero el periodista puede


intentar aproximarse a ella.

3,3% Muy de acuerdo (26,2%)


13,1%
De acuerdo (50,8%)
26,2%
6,6%
Ni acuerdo ni en desacuerdo (6,6%)

En desacuerdo (13,1%)
50,8%
Muy en desacuerdo (3,3%)

PREGUNTA 15. SER OBJETIVO ES POSIBLE Y EL PERIODISTA PROFESIONAL ESTÁ


OBLIGADO A ELLO

Ser objetivo es posible y el periodista profesional está obligado a


ello.

Muy de acuerdo (22,9%)


6,6%
De acuerdo (34,4%)
16,4% 22,9%

Ni acuerdo ni en desacuerdo (19,7%)

19,7%
34,4% En desacuerdo (16,4%)

Muy en desacuerdo (6,6%)

312
PREGUNTA 16. LA FINALIDAD DEL PERIODISMO ES CONTAR LA VERDAD

La finalidad del periodismo es contar la verdad.

Muy de acuerdo (63,9%)


1,6%

9,9% De acuerdo (24,6%)

Ni acuerdo ni en desacuerdo (9,9%)


24,6% 63,9%

En desacuerdo (0%)

Muy en desacuerdo (1,6%)

PREGUNTA 17. LOS PERIODISTAS DEBEN RELATAR LOS HECHOS DE LA FORMA MÁS
CERCANA POSIBLE A COMO HAN OCURRIDO

Los periodistas deben relatar los hechos de la forma más cercana


posible a como han ocurrido.

Muy de acuerdo (65,6%)


3,3%
4,9%
De acuerdo (26,2%)

26,2% Ni acuerdo ni en desacuerdo (3,3%)

65,6%
En desacuerdo (4,9%)

Muy en desacuerdo (0%)

313
PREGUNTA 18. EL PERIODISTA DEBE EVITAR INFLUENCIAS EXTERNAS QUE PUDIERAN
CONDUCIRLO A DESVIRTUAR LOS HECHOS

El periodista debe evitar influencias externas que pudieran


conducirlo a desvirtuar los hechos.

Muy de acuerdo (31,2%)


1,6%

De acuerdo (29,5%)
16,4%
31,2%
Ni acuerdo ni en desacuerdo (21,3%)
21,3%
En desacuerdo (16,4%)
29,5%
Muy en desacuerdo (1,6%)

PREGUNTA 19. EN LA ACTUALIDAD, LA MAYORÍA DE LOS PERIODISTAS


PROFESIONALES DE LA ARGENTINA SON OBJETIVOS

En la actualidad, la mayoría de los periodistas profesionales de la


Argentina son objetivos.

1,6% Muy de acuerdo (1,6%)

11,6%
De acuerdo (11,6%)

34,4% Ni acuerdo ni en desacuerdo (34,4%)

En desacuerdo (18%)
34,4%
18%
Muy en desacuerdo (34,4%)

314
PREGUNTA 20. LOS PERIODISTAS DEBEN DEMARCAR CLARAMENTE CUANDO ESTÁN
INFORMANDO Y CUANDO ESTÁN OPINANDO

Los periodistas deben demarcar claramente cuando están


informando y cuando están opinando.

Muy de acuerdo (18%)


3,3%
18%
De acuerdo (45,9%)

21,3%
Ni acuerdo ni en desacuerdo (11,5%)

11,5%
En desacuerdo (21,3%)

45,9%
Muy en desacuerdo (3,3%)

PREGUNTA 21. CONTRASTAR LA INFORMACIÓN ES EL ÚNICO MEDIO CON QUE


CUENTA EL PERIODISTA PARA APROXIMARSE A LA OBJETIVIDAD

Contrastar la información es el único medio con que cuenta el


periodista para aproximarse a la objetividad.

Muy de acuerdo (3,3%)


3,3%
De acuerdo (37,7%)

26,2%
Ni acuerdo ni en desacuerdo (32,8%)
37,7%

32,8% En desacuerdo (26,2%)

Muy en desacuerdo (0%)

315
PREGUNTA 22. LOS TIEMPOS PERIODÍSTICOS ACTUALES IMPIDEN CONTRASTAR LA
INFORMACIÓN

Los tiempos periodísticos actuales impiden contrastar la


información.

3,3% Muy de acuerdo (8,2%)

19,7%
8,2%
De acuerdo (52,4%)

Ni acuerdo ni en desacuerdo (16,4%)

16,4%
En desacuerdo (19,7%)

52,4%
Muy en desacuerdo (3,3%)

PREGUNTA 23. SI UNA FUENTE ES CONFIABLE, NO ES NECESARIO CONTRASTAR LA


INFORMACIÓN

Si una fuente es confiable, no es necesario contrastar la


información.

Muy de acuerdo (21,3%)


1,6%
De acuerdo (31,2%)

27,9% 21,3%
Ni acuerdo ni en desacuerdo (18%)

18% 31,2%
En desacuerdo (27,9%)

Muy en desacuerdo (1,6%)

316
PREGUNTA 24. DEVELAR LA FUENTE DE UN OFF THE RECORD SÓLO DEBE HACERSE
ANTE CASOS DE AMENAZAS INSTITUCIONALES O A LA SALUD O SEGURIDAD
PÚBLICAS

Develar la fuente de un off the record sólo debe hacerse ante


casos de amenazas institucionales o a la salud o seguridad
públicas.
Muy de acuerdo (21,3%)
5%
18% De acuerdo (39,3%)
21,3%

Ni acuerdo ni en desacuerdo (16,4%)


16,4%
En desacuerdo (18%)

39,3%
Muy en desacuerdo (5%)

PREGUNTA 25. LAS FUENTES NUNCA DEBEN IMPONER CONDICIONES A LOS


PERIODISTAS

Las fuentes nunca deben imponer condiciones a los periodistas.

Muy de acuerdo (21,3%)


1,6%

De acuerdo (37,7%)
16,4% 21,3%
Ni acuerdo ni en desacuerdo (23%)
23%
37,7% En desacuerdo (16,4%)

Muy en desacuerdo (1,6%)

317
PREGUNTA 26. PAGARLE A UNA FUENTE PARA OBTENER INFORMACIÓN ATENTA
CONTRA LA VERACIDAD Y CONTRA LA OBJETIVIDAD DE LOS PERIODISTAS

Pagarle a una fuente para obtener información atenta contra la


veracidad y contra la objetividad de los periodistas.

Muy de acuerdo (8,2%)

8,2%
De acuerdo (16,4%)
19,7%
16,4%
Ni acuerdo ni en desacuerdo (26,2%)

29,5%
26,2% En desacuerdo (29,5%)

Muy en desacuerdo (19,7%)

PREGUNTA 27. LAS FUENTES SIEMPRE TIENEN DERECHO A EXIGIR ANONIMATO

Las fuentes siempre tienen derecho a exigir anonimato.

Muy de acuerdo (6,6%)

6,6%
De acuerdo (13,1%)
14,7%
13,1%
Ni acuerdo ni en desacuerdo (27,9%)
37,7% 27,9%
En desacuerdo (37,7%)

Muy en desacuerdo (14,7%)

318
PREGUNTA 28. LA FUENTE TIENE DERECHO A REVISAR LA INFORMACIÓN U OPINIÓN
EN FORMA PREVIA A SU PUBLICACIÓN

La fuente tiene derecho a revisar la información u opinión en


forma previa a su publicación.

Muy de acuerdo (1,6%)


1,6%
9,9%
De acuerdo (9,9%)

23%
36% Ni acuerdo ni en desacuerdo (23%)

En desacuerdo (29,5%)
29,5%

Muy en desacuerdo (36%)

PREGUNTA 29. EN LA ACTUALIDAD, LA MAYORÍA DE LOS PERIODISTAS


PROFESIONALES DE LA ARGENTINA SON SUBJETIVOS

En la actualidad, la mayoría de los periodistas profesionales de la


Argentina son subjetivos.

1,6% Muy de acuerdo (23%)

9,9%
De acuerdo (29,5%)
23%

Ni acuerdo ni en desacuerdo (36%)


36%

29,5% En desacuerdo (9,9%)

Muy en desacuerdo (1,6%)

319
REFLEXIONANDO SU PROPIA PRÁCTICA PROFESIONAL O EMPRESARIA, ¿CUÁN A
MENUDO HA TENIDO QUE PROTAGONIZAR ALGUNA DE LAS SIGUIENTES
SITUACIONES?

PREGUNTA 30. RECIBIR OFERTAS DE RÉDITO ECONÓMICO A CAMBIO DE PUBLICAR U


OCULTAR UNA OPINIÓN O INFORMACIÓN

Recibir ofertas de rédito económico a cambio de publicar u


ocultar una opinión o información.

Muchas veces (42,6%)


8,2%

42,6% Algunas veces (49,2%)

49,2%

Ninguna vez (8,2%)

PREGUNTA 31. RECIBIR PROMESAS DE PAUTA PUBLICITARIA PRIVADA A CAMBIO DE


EMITIR U OMITIR UNA OPINIÓN O INFORMACIÓN

Recibir promesas de pauta publicitaria privada a cambio de emitir


u omitir una opinión o información.

Muchas veces (24,6%)


11,5%

24,6%

Algunas veces (63,9%)

63,9%
Ninguna vez (11,5%)

320
PREGUNTA 32. RECIBIR PROMESAS DE PAUTA OFICIAL (PUBLICIDAD ESTATAL) A
CAMBIO DE EMITIR U OMITIR UNA OPINIÓN O INFORMACIÓN

Recibir promesas de pauta oficial (publicidad estatal) a cambio de


emitir u omitir una opinión o información.

Muchas veces (42,6%)

13,1%

42,6% Algunas veces (44,3%)


44,3%

Ninguna vez (13,1%)

PREGUNTA 33. RECIBIR ADVERTENCIAS DE RETIRO DE PAUTA PUBLICITARIA PRIVADA


COMO CONSECUENCIA DE HABER EMITIDO UNA INFORMACIÓN U OPINIÓN

Recibir advertencias de retiro de pauta publicitaria privada como


consecuencia de haber emitido una información u opinión.

Muchas veces (34,4%)

29,6% 34,4%
Algunas veces (36%)

36% Ninguna vez (29,6%)

321
PREGUNTA 34. RECIBIR ADVERTENCIAS DE RETIRO DE PAUTA OFICIAL (PUBLICIDAD
ESTATAL) COMO CONSECUENCIA DE HABER EMITIDO UNA INFORMACIÓN U
OPINIÓN

Recibir advertencias de retiro de pauta oficial (publicidad estatal)


como consecuencia de haber emitido una información u opinión.

Muchas veces (31,2%)

21,3%
31,2% Algunas veces (47,5%)

47,5%
Ninguna vez (21,3%)

PREGUNTA 35. RECIBIR AMENAZAS Y/O INTIMIDACIONES TRAS HABER INFORMADO


O EMITIDO UNA OPINIÓN SOBRE DETERMINADAS CUESTIONES

Recibir amenzas y/o intimidaciones tras haber informado o


emitido una opinión sobre determinadas cuestiones.

Muchas veces (6,6%)


6,6%

39,3% Algunas veces (39,3%)


54,1%

Ninguna vez (54,1%)

322
¿CUÁN CORRECTAS CONSIDERA A LAS SIGUIENTES ACCIONES VINCULADAS AL
EJERCICIO DEL PERIODISMO PROFESIONAL?

PREGUNTA 36. MODIFICAR INFORMACIÓN U OPINIÓN PARA NO GANARSE


ENEMIGOS

Modificar información u opinión para no ganarse enemigos.

3,3% Muy correcto (3,3%)


4,9%
24,6% Algo incorrecto (42,6%)

Ni correcta ni incorrecta (24,6%)


42,6%
Incorrecta (24,6%)

24,6%
Muy incorrecta (4,9%)

PREGUNTA 37. ADAPTAR UNA INFORMACIÓN U OPINIÓN PARA NO PERDER PAUTA


PUBLICITARIA

Adaptar una información u opinión para no perder una pauta


publicitaria.

4,9% Muy correcto (11,5%)

11,5%
19,7% Algo incorrecto (41%)

Ni correcta ni incorrecta (22,9%)

22,9% 41% Incorrecta (19,7%)

Muy incorrecta (4,9%)

323
PREGUNTA 38. REELABORAR INFORMACIÓN U OPINIONES PARA NO PERDER
AUDIENCIA O VENTAS

Reelaborar información u opiniones para no perder audiencia o


ventas.

Muy correcto (14,8%)

4,9%
Algo incorrecto (41%)
14,8% 14,8%

Ni correcta ni incorrecta (24,5%)


24,5%
Incorrecta (14,8%)

41%
Muy incorrecta (4,9%)

PREGUNTA 39. REFORMULAR SU LÍNEA IDEOLÓGICA PARA GANAR AUDIENCIA O


VENTAS

Reformular línea ideológica para ganar audiencia o ventas.

Muy correcto (8,2%)


8,2%
18% Algo incorrecto (26,2%)
26,2%

Ni correcta ni incorrecta (6,6%)

Incorrecta (41%)
6,6%
41%
Muy incorrecta (18%)

324
PREGUNTA 40. PUBLICAR LOS CONTENIDOS MÁS ENTRETENIDOS EN DETRIMENTO
DE CONTRASTAR LA INFORMACIÓN

Publicar los contenidos más entretenidos en detrimento de


contrastar la información.

Muy correcto (14,8%)


4,9% 14,8 %
Algo incorrecto (29,5%)

31,1% Ni correcta ni incorrecta (19,7%)

29,5% Incorrecta (31,1%)

19,7%
Muy incorrecta (4,9%)

PREGUNTA 41. PUBLICAR INFORMACIÓN U OPINIÓN PRIVILEGIANDO LA VELOCIDAD


DE PUBLICACIÓN, AÚN SIN CONTRASTAR LAS FUENTES, A FIN DE TENER UNA
PRIMICIA QUE LE PERMITA GANAR AUDIENCIA O VENTAS

Publicar información u opinión privilegiando la velocidad de


publicación, aún sin contrastar las fuentes, a fin de tener una
primicia que le permita ganar audiencia o ventas.
4,4% Muy correcto (13,6%)
13,6%
10,1%
Algo correcto (51%)

Ni correcta ni incorrecta (20,9%)

20,9%
51% Incorrecta (10,1%)

Muy incorrecta (4,4%)

325
RESPONDEN SÓLO LOS EDITORES (n= 100)

¿CUÁN IMPORTANTE LE PARECEN LAS SIGUIENTES PROBLEMÁTICAS VINCUALADAS A


LA PROFESIÓN?

PREGUNTA 42. PRECARIEDAD LABORAL DE LOS PERIODISTAS PROFESIONALES

Precariedad laboral de los periodistas profesionales.

Muy importante (40%)


23,3%

40%
Algo importante (36,7%)

36,7% Nada importante (23,3%)

PREGUNTA 43. CONCENTRACIÓN DE LA PROPIEDAD DE LOS MEDIOS DE


COMUNICACIÓN

Concentración de la propiedad de los medios de comunicación.

3,3% Muy importante (3,3%)

23,3%

Algo importante (73,3%)

73,3%

Nada importante (23,3%)

326
PREGUNTA 44. ÍNDICES DE AUDIENCIA (RATING AUDIOVISUAL, VISITAS EN LÍNEA O
VENTAS DE PUBLICACIÓN GRÁFICA)

Índices de audiencia (rating audiovisual, visitas en línea o ventas


de publicación gráfica).

Muy importante (76,7%)

23,3%

Algo importante (23,1%)

76,7%

Nada importante (0,2%)

PREGUNTA 45. PRESIONES ECONÓMICAS

Presiones económicas.

3,3% Muy importante (66,7%)

30%
Algo importante (30%)
66,7%

Nada importante (3,3%)

327
PREGUNTA 46. PRESIONES POLÍTICAS

Presiones políticas.

Muy importante (43,3%)

20%
43,3% Algo importante (36,7%)

36,7%

Nada importante (20%)

PREGUNTA 47. FALTA DE ÉTICA PROFESIONAL

Falta de ética profesional.

Muy importante (36,7%)

16,6%

36,7% Algo importante (46,7%)

46,7%

Nada importante (16,6%)

328
PREGUNTA 48. FALTA DE COLEGIACIÓN DE LA PROFESIÓN

Falta de colegiación de la profesión.

Muy importante (8,6%)

8,6%

54,7% Algo importante (36,7%)

36,7%

Nada importante (54,7%)

PREGUNTA 49. FALTA DE RESPETO A LA AUTONOMÍA PROFESIONAL DE LOS


PERIODISTAS

Falta de respeto a la autonomía profesional de los periodistas.

Muy importante (3,3%)


3,3%

40% Algo importante (40%)


56,7%

Nada importante (56,7%)

329
PREGUNTA 50. FALTA DE RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LOS PERIODISTAS

Falta de responsabilidad social de los perioidstas.

Muy importante (33,3%)

56,7%
3,3%
Algo importante (43,2%)

40%
Nada importante (23,3%)

RESPONDEN SÓLO LOS DUEÑOS (n= 106)

¿CUÁN IMPORTANTE LE PARECEN LAS SIGUIENTES PROBLEMÁTICAS VINCUALADAS A


LA PROFESIÓN, MENCIONADAS POR PERIODISTAS PROFESIONALES?

PREGUNTA 51. PRECARIEDAD LABORAL DE LOS PERIODISTAS PROFESIONALES

Precariedad laboral de los periodistas profesionales.


2,1%

9,8% Muy importante (2,1%)

Algo importante (9,8%)

88,1%
Nada importante (88,1%)

330
PREGUNTA 52. CONCENTRACIÓN DE LA PROPIEDAD DE LOS MEDIOS DE
COMUNICACIÓN

Concentración de la propiedad de los medios de comunicación.

7,5% Muy importante (7,5%)

65,9% Algo importante (26,6%)


26,6%

Nada importante (65,9%)

PREGUNTA 53. ÍNDICES DE AUDIENCIA (RATING AUDIOVISUAL, VISITAS EN LÍNEA O


VENTAS DE PUBLICACIÓN GRÁFICA)

Índices de audiencia (rating audiovisual, visitas en línea o ventas


de publicación gráfica).

17,8% Muy importante (81,3%)

Algo importante (17,8%)

81,3%

Nada importante (0,9%)

331
PREGUNTA 54. PRESIONES ECONÓMICAS

Presiones económicas.

Muy importante (74,7%)

23,8%

Algo importante (23,8%)

74,7%
Nada importante (1,5%)

PREGUNTA 55. PRESIONES POLÍTICAS

Presiones políticas.

8,2% Muy importante (32%)

32%

Algo importante (59,8%)

59,8%

Nada importante (8,2%)

332
PREGUNTA 56. FALTA DE ÉTICA PROFESIONAL

Falta de ética profesional.


1,1%

14,6% Muy importante (1,1%)

Algo importante (14,6%)

84,3%
Nada importante (84,3%)

PREGUNTA 57. FALTA DE COLEGIACIÓN DE LA PROFESIÓN

Falta de colegiación de la profesión.

5,5%
Muy importante (5,5%)
12,9%

Algo importante (12,9%)

81,6%

Nada importante (81,6%)

333
PREGUNTA 58. FALTA DE RESPETO A LA AUTONOMÍA PROFESIONAL DE LOS
PERIODISTAS

Falta de respeto a la autonomía profesional de los periodistas.

2,5%
7,8%
Muy importante (2,5%)

Algo importante (7,8%)

89,7%
Nada importante (89,7%)

PREGUNTA 59. FALTA DE RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LOS PERIODISTAS

Falta de responsabilidad social de los perioidstas.

3,4%

Muy importante (3,4%)

18,2%

Algo importante (18,2%)

78,4%

Nada importante (78,4%)

334
RESPONDEN SÓLO LOS EDITORES (n= 100)

REFLEXIONANDO SOBRE LA PRÁCTICA PROFESIONAL DE LOS PERIODISTAS, ¿CUÁNTO


CREE QUE INFLUYEN LOS SIGUIENTES FACTORES EN EL EJERCICIO DE LA PROFESIÓN?

PREGUNTA 60. LA PRESIÓN EMPRESARIA PARA SEGUIR LA LÍNEA IDEOLÓGICA DEL


MEDIO DE COMUNICACIÓN

La presión empresaria para seguir la línea ideológica del


medio de comunicación.

Influye mucho (59,8%)

39%
Influye relativamente (39%)
59,8%

No influye nada (1,2%)

PREGUNTA 61. LA PRESIÓN PARA DIFUNDIR INFORMACIÓN CON LA MAYOR


VELOCIDAD POSIBLE

La presión para difundir información con la mayor velocidad


posible.

Influye mucho (43,3%)


23,3%

Influye relativamente (40%)


33,3%
43,3%

No influye nada (16,7%)

335
PREGUNTA 62. LA IDEOLOGÍA DEL PERIODISTA

La ideología del periodista.

Influye mucho (43,3%)

20%

Influye relativamente (36,7%)


43,3%
36,7%

No influye nada (20%)

PREGUNTA 63. LA EXPERIENCIA DEL PERIODISTA (EN AÑOS)

La experiencia del periodista (en años).

Influye mucho (33,1%)

16,9%
33,1%
Influye relativamente (50%)

50%

No influye nada (16,9%)

336
PREGUNTA 64. LA CREDIBILIDAD DE LA AUDIENCIA EN LOS MEDIOS MASIVOS DE
COMUNICACIÓN

La credibilidad de la audiencia en los medios masivos de


comunicación.

Influye mucho (69,7%)

30%
Influye relativamente (29,8%)
70%

No influye nada (0,5%)

PREGUNTA 65. LA CONFIANZA DE LA AUDIENCIA EN LOS PERIODISTAS

La confianza de la audiencia en los periodistas.

Influye mucho (56,7%)

56,7% Influye relativamente (41,1%)

41,1%

No influye nada (2,2%)

337
PREGUNTA 66. LA ACTUALIZACIÓN CONSTANTE DE LA INFORMACIÓN A TRAVÉS DE
LOS PORTALES DIGITALES DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

La actualización constante de la información a través de los


portales digitales de los medios de comunicación.

Influye mucho (20%)

23,3% 20%

Influye relativamente (56,7%)

56,7%
No influye nada (23,3%)

RESPONDEN SÓLO LOS PROPIETARIOS DE EMPRESAS PERIODÍSTICAS (n= 106)

PREGUNTA 67. EN CASO DE SER CREADO UN CÓDIGO DEONTOLÓGICO QUE TUVIERA


EL CONSENSO DE LOS PERIODISTAS, ¿ESTARÍA DISPUESTO A APLICARLO Y A HACERLO
PROPIO EN SU EMPRESA?

En caso de ser creado un código deontológico que tuviera el


consenso de los periodistas, ¿Estaría dispuesto a aplicarlo y a
hacerlo propio en su empresa?

9,7% Sí, absolutamente (9,7%)

16,1%
No, en ningún caso (16,1%)

74,2%
Sólo en el caso en que el Código no
pusiera en riesgo la viabilidad de la
empresa (74,2%)

338
PREGUNTA 68. EN CASO DE SER CREADO UN CÓDIGO DEONTOLÓGICO QUE TUVIERA
EL CONSENSO DE LOS PERIODISTAS PERO QUE, A SU JUICIO, INTERVINIERA
NEGATIVAMENTE EN LA RENTABILIDAD DE SU EMPRESA, ¿CUÁL SERÍA SU ACTITUD?

En caso de ser creado un código deontológico que tuviera el


consenso de los perioidstas pero que, a su juicio,
interviniera negativamente en la rentabilidad de su
empresa, ¿Cuál sería su actitud?
Resistir judicialmente la aplicación del
Código (25,8%)

19,4% 25,8% Sancionar a los periodistas que, basándose


en el Código, contradijeran una directiva de
su empresa (22,6%)
Aceptarlo si hay consenso de los periodistas
22,6%
(9,7%)
22,6%
Abandonar la industria periodística (22,6%)
9,7%

Ignorar el Código (19,4%)

339
5.3.3 Análisis de la percepción deontológica argentina en perspectiva
comparada

Las miradas de los periodistas y la de los editores y dueños de medios argentinos


acerca del universo deontológico y de sus alcances para la práctica profesional
presentan algunas diferencias sustanciales, que analizaremos a continuación. Además,
exponemos en este apartado las conclusiones generales de ambas investigaciones, que
operarán como materia prima para la elaboración de nuestra propuesta aplicada:

i. De ambos estudios se desprende que la amplia mayoría de los


periodistas (72%) y de los medios de comunicación (62,3%) no
cuentan con instrumentos deontológicos de autorregulación en su
práctica profesional. Esto, naturalmente, justifica el desarrollo de la
propuesta aplicada que presentaremos al final de este trabajo.
ii. De aquellos periodistas y medios que sí cuentan con una herramienta
deontológica, en siete de cada diez casos se trata de manuales de
estilos. Sólo el 16% de los periodistas y el 26% de las empresas que
tienen instrumentos de autorregulación cuentan con un código
deontológico. Por lo tanto, si tomamos el universo total de
periodistas y medios, incluyendo a los que respondieron que no
cuentan con un dispositivo vinculado a la ética profesional, arribamos
a la siguiente conclusión:

Gráfico 137. Periodistas y editores/dueños que no cuentan con un código deontológico

340
iii. Se registra una diferencia, aunque menor, en la observación sobre la
utilidad de los códigos deontológicos. Es decir, casi 8 de cada 10
periodistas (78,9%) dicen que son o que serían útiles para ejercer su
profesión, mientras que, entre los editores y dueños, ese porcentaje
alcanza al 72%.
iv. Mientras la mayoría de los periodistas (74%) que consideran útiles a
los códigos hacen foco —como opción principal— en que éstos
representan los valores profesionales, los editores y dueños ponen
en la cima que configuran guías de comportamiento (66%).
v. Los editores y dueños, en un muy alto porcentaje (64%) de quienes
les encuentra utilidad, observan a los códigos como instrumentos
que permiten reducir la conflictividad laboral. Esa opción, en cambio,
no aparece entre los periodistas.
vi. Casi tres de cada 10 editores y dueños —que destacan la utilidad de
estos instrumentos— dicen que los códigos son o serían de utilidad
porque contienen medidas disciplinarias. Esa opción baja al 10% para
el caso de los periodistas. Se puede ver aquí, al igual que en el ítem
anterior, que sobrevuela entre los editores y dueños una mirada del
código como herramienta para garantizar la “paz laboral”. Para los
periodistas, en cambio, los códigos aparecen como guías de
comportamiento que representan los valores de la profesión.
vii. Cuando, en ambos estudios, analizamos las respuestas de quienes
manifiestan que los códigos no poseen utilidad, llegamos a una
conclusión que remarca las diferencias: mientras que más del 80% de
los periodistas dicen que las empresas no están interesadas en su
aplicación, casi el 90% de los editores y dueños dicen que los códigos
limitan la libertad de expresión. Esa cifra es de sólo el 16,5% entre los
periodistas. Existe un temor, es evidente, entre quienes gerencian o
son propietarios de medios, de que los códigos deontológicos sean
utilizados para acotar sus libertades.

341
viii. Al observar en perspectiva al universo general, encontramos un
conflicto entre los intereses de los medios y de los periodistas, ya que
los primeros están decididos a proteger su libertad de empresa al ver
a los códigos o bien como dispositivos de conducta para acotar
tensiones gremiales —quienes los consideran útiles—, o bien como
herramientas de posible censura —los que no les encuentran
sentido—. Los periodistas, en cambio, no ven a los códigos ni como
enemigos de la libertad de expresión ni como herramientas para
reducir la conflictividad. En su mayoría, los profesionales ven a los
códigos como instrumentos de autorregulación que cuentan con la
capacidad, además de destacar valores y de dar guías de
comportamiento, de dar legitimidad a los profesionales. Si un temor
observan los periodistas es el de que las empresas no los quieran
aplicar, pero muy pocos los ven como una opción que promueva una
disminución de la intensidad de la libertad de expresión.
ix. Respecto de la idea de objetividad, casi el 70% de los periodistas dice
que los profesionales están obligados a “ser objetivos”. Esa cifra cae
el 57% en el caso de editores y dueños.
x. Existe una coincidencia en que la finalidad del periodismo es “contar
la verdad”: para el 95% de los periodistas y para el 88% de los
editores y dueños, he ahí el principio básico de la profesión.
xi. A la hora de evaluar el impacto de las influencias externas al
momento del trabajo profesional, el 86% de los periodistas dicen que
deben evitarlas porque podrían alterar la veracidad de los hechos.
Ese número disminuye al 61% entre los propietarios y editores.
Vemos allí un aspecto a considerar: casi 4 de cada 10 editores o
dueños consideran que los periodistas no deben ser impermeables a
presiones externas a la hora de elaborar las noticias. Se evidencia,
así, una huella que demuestra que, al menos un sector importante
del campo de la empresa periodística, considera que es lícito influir
en el trabajo de los periodistas, lo cual, naturalmente, reduce la
independencia del profesional y limita la libertad de expresión.

342
Frente a esta situación, nos parece fundamental destacar en el
código que propondremos para la Argentina un conjunto de artículos
que operen como respaldo a la independencia y al trabajo
profesional de los periodistas ante posibles influencias externas,
incluyendo a las que provengan de los propios editores y dueños de
los medios de comunicación en los que se desempeñan.
xii. Un plano de coincidencia aparece al analizar la mirada de periodistas
y editores/dueños sobre el imperativo deontológico de separar
información de opinión. Si bien es un poco más alto el porcentaje de
los profesionales que abrazan este principio (66,5%), no es menor el
hecho de que el 64% de los propietarios y editores también lo
consideren así. En este aspecto, nos parece importante destacar que
observamos un espacio interesante para consolidar esta idea a través
de nuestra propuesta aplicada. Es que, finalmente, buena parte de la
debilidad en la praxis deontológica del caso argentino reside en que
hechos y opiniones aparecen confundidos en artículos y comentarios,
lo cual abona a la falta de confianza y credibilidad que el periodismo
profesional sufre, hoy, ante los ojos de la sociedad.
xiii. Respecto del tratamiento de las fuentes de información, aparecen
algunas diferencias entre ambos públicos analizados. Entre los
periodistas, sólo el 36% dice que alcanza con una fuente confiable
para dar por válida una información. El resto es consciente de la
necesidad de contrastar las fuentes, por confiables que resulten. Pero
para más de la mitad de los editores/dueños (52%) esa contrastación
resulta innecesaria. Aparece aquí, está claro, una evidente tensión
entre empresa y periodistas: mientras la mayoría de las primeras se
vuelcan por no dejar pasar una posible primicia en aras de ganar
audiencia, los profesionales, en cambio, son conocedores del
principio de contrastación como camino para respetar el principio de
veracidad. De esta forma, observamos como muy necesario que el
código deontológico que aquí propondremos respalde a los
periodistas en esta tensión y los deje a salvaguarda de las posibles

343
arbitrariedades de medios y editores, que muchas veces ejercen
presiones para que la información salga publicada sin la debida
contrastación de las fuentes.
xiv. Ante la pregunta sobre si es lícito o no pagarle a una fuente para
obtener información, la diferencia de perspectivas es sustancial.
Mientras que “sólo” —la cifra, probablemente, sea alta todavía— el
24,5% acepta y considera válido el pago de información a una fuente,
ese número se estira al 50% de los editores y dueños. Nuevamente,
un código deontológico debe delimitar con claridad este principio
para operar como guía de acción práctica y de sustento a los valores
de la profesión.
xv. A la hora de analizar las ofertas y/o presiones explícitas que pudieren
haber recibido o sufrido los periodistas y los editores/dueños, otra
vez aparecen diferencias muy visibles:

Gráfico 138. Ofertas y/o presiones recibidas por periodistas y editores/dueños

De los datos que acabamos de ver se desprende que los editores y


dueños de medios son sujetos de mayor presión económica, tanto
desde el sector privado como desde el público. Por otro lado,
observamos como preocupante el registro de amenazas recibidas por

344
publicar información o por dar una opinión, tanto por parte de los
periodistas (29,6%) como, sobre todo, por editores y dueños (45,9%).
Si bien la Argentina es uno de los países de América Latina de menor
peligrosidad para el ejercicio de la profesión periodística —sólo
aparecen como más seguros Costa Rica, Uruguay y Chile (Reporteros
Sin Fronteras, 2018) —, el nivel de amenazas recibidas debe colocar a
la seguridad de los periodistas como una prioridad, también, en el
marco de las herramientas de autorregulación.
xvi. En el trabajo de campo sobre los periodistas indagamos sobre las
problemáticas más importantes que los profesionales registran en su
praxis. Vistas en forma comparada, el resultado nos muestra que las
dificultades más importantes que señalan son (el porcentaje que se
muestra responde a la tasa de periodistas que señaló como
importante o muy importante a cada ítem):

Gráfico 139. Principales problemáticas percibidas por periodistas para el ejercicio de su profesión

345
Como se ve, los propios periodistas ubican en la cima de las
problemáticas que afectan a la actividad a la falta de ética profesional
(97%) y a la ausencia de responsabilidad social (93%). Casi la totalidad
de los profesionales señalan estos déficits. Por lo tanto, entendemos
que la creación y puesta en conocimiento de un código deontológico
actualizado, como el que propondremos en esta tesis, va en línea con
un abordaje integral de las problemáticas fundamentales que
subrayan los propios profesionales de la comunicación.
xvii. Sobre las problemáticas citadas en el punto anterior también
respondieron los editores y los dueños de medios de comunicación,
aunque de forma independiente. Nos interesó, particularmente
cotejar por separado ambas perspectivas :

Gráfico 140. Principales problemáticas percibidas por los editores para el ejercicio del periodismo

346
Los dueños, en cambio, así respondieron:

Gráfico 141. Principales problemáticas percibidas por los dueños de medios para el ejercicio del
periodismo

Veamos, ahora, la mirada sobre estas nueve problemáticas en


perspectiva comparada:

Gráfico 142. Principales problemáticas para el ejercicio del periodismo en perspectiva comparada

347
A los ojos de nuestra investigación, el dato más importante surge de
la categoría “falta de ética profesional”. Allí, podemos observar que
existe una mirada común entre periodistas y editores. Para los
profesionales, se trata de la problemática más relevante. Y, para los
editores, se ubica en el tercer lugar. En cambio, para los dueños de
medios de comunicación, no es un tema trascendente, a tal punto
que sólo el 15,7% lo mencionó como una problemática algo o muy
importante. Además, este paisaje comparado nos permite destacar
otros tres datos fundamentales:

a. Para los dueños de los medios, el problema de la precariedad


laboral, prácticamente, no existe. Sólo el 11,9% lo menciona
como un déficit de la profesión periodística. Y, desde el otro
lado, 3 de cada 4 periodistas y editores coindicen en que se
trata de una problemática importante.
b. Editores y dueños coinciden, casi en su totalidad, en que la
principal problemática para el ejercicio del periodismo está
constituida por los índices de audiencia o ventas de
publicaciones. Para los periodistas, en cambio, se trata del
tercer problema, detrás de la falta de ética profesional y de la
ausencia de responsabilidad social de los comunicadores.
c. Sobre la presunta falta de autonomía profesional de los
periodistas, también aparecen diferencias. Para los dueños, es
un problema casi inexistente (sólo 1 de cada 10 lo menciona
como importante). Para los editores, también se trata de la
problemática menos importante en las nueve por las que
consultamos, aunque poco más de 4 de cada 10 piensa que es
un inconveniente algo o muy importante. Y, para los
periodistas, si bien ocupa el sexto lugar, 7 de cada 10 la señalan
como un déficit trascendente para el ejercicio de la actividad.
En esta línea, nos parece esencial que los códigos deontológicos

348
visibilicen la importancia de que el periodista conserve en todo
momento su autonomía ante la empresa.

xviii. A la hora de interrogar sobre algunas acciones que colisionan con los
principios deontológicos de la profesión, aparecen claras diferencias
en la opinión de los periodistas y de los editores y dueños:

a. Mientras sólo 1 de cada 4 periodistas considera válido


modificar una información u opinión para no ganarse
enemigos, en los editores y dueños esa cifra se duplica (la
mitad avala ese proceder).
b. Prácticamente lo mismo ocurre con la adaptación de
información u opinión para no perder pauta publicitaria o
audiencia: la consideran correcta 1 de cada 4 periodistas y 5 de
cada 10 editores y dueños.
c. En el plano ideológico, aceptarían una reformulación de sus
convicciones para ganar audiencia o para aumentar las ventas
el 22% de los periodistas y el 34,4% de los editores/dueños. SI
bien se mantienen las diferencias entre ambos universos, la
distancia se reduce cuando se involucra la ideología.
d. Cuando se presentó la disyuntiva de priorizar la publicación de
una eventual primicia a costa de sacrificar la contrastación de la
información, el 47% de los periodistas lo consideró correcto,
mientras que la cifra llegó al 64,7% de los editores y dueños. Es
decir, permanece todavía afincada en la profesión periodística
la lógica de la velocidad de la información y la búsqueda de la
primicia, aun en un escenario en que tanto los medios como los
profesionales son conscientes de que la réplica de aquello que
se publica es cuestión de segundos desde la expansión digital.
Esta cuestión, nos parece, debe ser abordada por los códigos
deontológicos, a los efectos de que otorgue mayor
preponderancia a la calidad de la información que a la

349
velocidad de publicación, protegiendo así el derecho del
público a recibir información veraz y debidamente ratificada.

xix. En el estudio sobre editores y dueños, indagamos entre los primeros


acerca de la influencia de algunos aspectos del sistema de medios y
de la praxis de los periodistas en función de sus trabajos como
editores. Éstas son las cuestiones más influyentes:

Grafico 143. Influencias sobre el sistema de medios y sobre la praxis periodística

Para los editores, la credibilidad de los medios y la confianza de la


sociedad en los periodistas son dos de los tres factores más
importantes que influyen en la cotidianeidad de su labor. La presión
de las empresas para que todo aquello que se publique no se aparte
de la línea ideológica del medio también está entre las prioridades.
Pero, como ya hemos dicho al presentar los objetivos de esta
investigación, entendemos que la elaboración de un código
deontológico, entre otras virtudes, posee la capacidad de iniciar un

350
proceso de reconstrucción de la confianza del público en el sistema
periodístico argentino y en los propios periodistas. Ello, también se
orienta a abordar las problemáticas que detectan los editores.
xx. Por último, el trabajo de campo sobre editores y dueños nos permite
evaluar la viabilidad de la aplicación del código que presentaremos
en esta tesis. O, en última instancia, el nivel de dificultad que éste
podría tener por parte de los responsables de las empresas. Para ello,
indagamos entre los propietarios a partir de dos preguntas. La
primera apuntó a detectar la voluntad de los dueños de las empresas
a aceptar la aplicación de un código deontológico de los periodistas:

Gráfico 144. Actitud de las empresas frente a la creación y aplicación de un código deontológico

Como podemos ver, la mayoría de los dueños de medios de


comunicación (74,2%) aceptarían que los periodistas orientaran su
trabajo a partir de unos principios deontológicos reunidos en un
código, siempre que éste no afectara la rentabilidad y los objetivos
de la compañía u organización. Es decir que cuando los propietarios
consideren que la ética de los periodistas está poniendo en riesgo la
vida económica de la empresa, ellos se verían con el derecho a
351
rechazar esos principios y obligar a los profesionales a actuar por
fuera de esa normativa de autorregulación. Y, si a ese porcentaje le
sumamos los que decididamente están dispuestos a rechazar el
código en cualquier circunstancia (9,7%), arribamos a la conclusión
de que más de 8 de cada 10 (83,9%) empresarios de medios pondrían
obstáculos a la aplicación de un código. Esta realidad no hace más
que reforzar la necesidad de que el periodismo profesional reconozca
este escenario de tensión y avance en la creación o profundización de
mecanismos de autorregulación que apuesten a sostener sus
principios deontológicos y a operar como dispositivos de respaldo
cuando esa conflictividad se ponga de manifiesto.
El otro interrogante que le propusimos al universo de los dueños de
empresas se focalizó en conocer de qué forma actuarían si el código
fuera una realidad y los periodistas estuvieran decididos a aplicarlo,
aun afectando los intereses de las compañías:

Gráfico 145. Actitud de las empresas frente a la creación y aplicación de un código deontológico

352
Lo que podemos concluir del gráfico que acabamos de presentar es
que 3 de 4 empresarios de medios están dispuestos a resistir la
aplicación de un código deontológico si los periodistas estuvieran
dispuestos a impulsarlo y a sostenerlo. Las formas de resistencia van
desde la utilización de la vía judicial hasta el abandono de la industria
periodística, pasando por la sanción disciplinaria a los periodistas que
se negaran a actuar de acuerdo a la voluntad empresaria en nombre
de unos principios deontológicos consagrados en un código. Cuando
incluimos en ese grupo a los propietarios que se manifiestan por
directamente ignorar la existencia del código, encontramos que 9 de
cada 10 no lo aceptarían. En consecuencia, el camino para que un
código deontológico en la Argentina pueda ser de utilidad práctica
para los periodistas enfrentará el obstáculo de las empresas y
dependerá de la voluntad de los propios profesionales de aplicarlo,
aun en un marco de tensión con sus empleadores.
xxi. Del resultado de nuestros estudios podemos extraer dos conclusiones
fundamentales que, entendemos, justifican la necesidad de nuestra
investigación:
a. La falta de ética de los profesionales, es, para los propios
periodistas, la problemática principal que, hoy, envuelve a la
actividad, superando tanto a las presiones económicas y
políticas como a la precariedad laboral en que se ven obligados
a desarrollar su tarea.
b. Los códigos deontológicos poseen utilidad para casi el 80% de
los periodistas argentinos, pero menos del 10% de ellos cuenta
con uno en su vida profesional.

De este modo, la elaboración de un código deontológico para la


Argentina nos parece un aporte necesario y que se justifica, ante
todo, en las insuficiencias prácticas y normativas que reconocen los
propios periodistas en torno de su ética profesional.

353
6. UN CÓDIGO DEONTOLÓGICO PARA LA ARGENTINA

6.1 Hacia un nuevo modelo de código deontológico

A lo largo de nuestra investigación, hemos justificado la necesidad de desarrollar un


código deontológico periodístico para la Argentina, claramente orientado a la praxis. El
instrumento que presentaremos a continuación contempla, por un lado, las
singularidades del caso argentino, pero, por el otro, las referencias a aquellos
principios básicos de la profesión a los que el periodismo debe recurrir en búsqueda de
reconstruir su credibilidad y su confianza por parte de la sociedad. Además, incluimos
en la estructura un conjunto de artículos orientados a abordar tanto la problemática
de la digitalización como los desafíos deontológicos que surgen del todoterrenismo al
que se ven obligados a recurrir muchos periodistas para sostenerse económicamente,
en tiempos en que la industria de los medios de comunicación se caracteriza por la
precariedad y el desempleo.
La recorrida analítica que hemos realizado de los 22 códigos que incluimos en
nuestro tesaurus nos sirvió como referencia para estudiar las tradiciones
latinoamericanas, pero también para detectar las falencias que poseen muchas de las
normativas vigentes. Al mismo tiempo, hemos estudiado en profundidad el caso
argentino, a fin de incluir en nuestro código sus peculiaridades culturales,
idiosincráticas y políticas, y las carencias y necesidades que el sistema de medios del
país presenta en la actualidad.
En aras de que nuestra propuesta obtenga la mayor utilidad para los periodistas
profesionales de la Argentina, hemos estructurado nuestro código en tres secciones
principales:

i. Preámbulo.
ii. Principios fundamentales de la profesión periodística.
iii. Desafíos deontológicos para el ejercicio del periodismo en el siglo
veintiuno.

354
El “Preámbulo” y los “Principios fundamentales de la profesión periodística” son
las secciones perennes, es decir, aquellas que están destinadas a sostenerse pese al
paso del tiempo. En términos normativos, equivalen a los principios constitucionales a
partir de los que se estructuran las legislaciones. En los “Desafíos deontológicos para el
ejercicio del periodismo en el siglo veintiuno” hemos incluido aquellos artículos que
tienen que ver con las problemáticas actuales, muchas generales y otras que surgen de
la excepcionalidad del caso argentino, y que pueden ser modificados a partir de los
cambios que el progreso tecnológico y las mutaciones sociales van proponiendo a la
profesión.

6.1.1 Preámbulo

Al momento de elaborar la redacción del código, optamos por denominar


Preámbulo a la génesis de nuestro texto. ¿Por qué tomamos esta decisión? En la
tradición latinoamericana, prevalece la denominación de “Introducción” o incluso de
“Exposición de motivos” como prefacio a los articulados. Sin embargo, elegimos
comenzar nuestro compendio normativo haciendo una referencia explícita a la
Constitución Nacional argentina (CNA), cuyo Preámbulo representa una declaración de
principios y voluntades que configuraron culturalmente al país desde su nacimiento.
Allí, se convoca a “asegurar los beneficios de la libertad (…) para todos los hombres del
mundo que quieran habitar en el suelo argentino” (CNA, 1994). Libertad, fronteras
abiertas y pluralismo son los conceptos que motorizaron en 1853 la organización de la
nación argentina, y que hoy están vinculados a la necesidad de consolidar una
sociedad democrática con las complejidades del siglo veintiuno. En ello, como ya
hemos visto, el periodista profesional ocupa un rol fundamental. Pero, además, el
Preámbulo de la CNA es un texto reconocido y avalado como una auténtica
declaración de principios por el conjunto de la ciudadanía argentina.
En síntesis: cuando decidimos denominar “Preámbulo” al texto introductorio
procuramos vincular nuestra propuesta de código deontológico con aquellos principios
de libertad, apertura y diversidad que deben acompañar cotidianamente al periodista
en tanto actor principal de la vida democrática.

355
6.1.2 Principios fundamentales de la profesión periodística

Esta sección está integrada por el conjunto de artículos que representan los
valores esenciales de la profesión y que, por profundos que sean los cambios sociales o
profesionales que disponga el futuro, están destinados a permanecer intactos. Desde
nuestra perspectiva, mientras exista el periodismo profesional, estos doce principios
deben acompañarlo en defensa del derecho ciudadano la información:

i. Principio de veracidad.
ii. Libertad de expresión.
iii. Distinción de hechos y opiniones.
iv. Separación de información y publicidad o propaganda.
v. Secreto profesional.
vi. Credibilidad y contrastación de las fuentes de información.
vii. Honestidad y transparencia.
viii. Lucha contra toda forma de censura.
ix. Cláusula de conciencia.
x. Derecho a réplica y rectificación.
xi. Presunción de inocencia.
xii. Pluralismo informativo.

A esta lista de 12 principios tradicionales decidimos incorporarle otras tres


problemáticas que, a nuestro criterio, deben incorporarse al compendio de valores
fundamentales de la profesión:

xiii. Perspectiva de género.


xiv. Defensa de la diversidad.
xv. Defensa integral de los derechos del niño.

356
Estos tres principios proyectan la realización de un abordaje deontológico de
aquellas temáticas que el periodismo argentino aún no ha logrado resolver y en donde
se observan déficits estructurales.
Cuando proponemos un ejercicio de la profesión que abrace la perspectiva de
género no sólo nos referimos a la necesidad de que el periodismo enfrente la violencia
machista contra la mujer, sino que sustente su mirada de género en tres pilares:

a) reconocer las relaciones de poder que se dan entre los géneros, en general
favorables a los varones como grupo social y discriminatorias para las
mujeres;
b) que dichas relaciones han sido constituidas social e históricamente y son
constitutivas de las personas;
c) que las mismas atraviesan todo el entramado social y se articulan con otras
relaciones sociales, como las de clase, etnia, edad, preferencia sexual y
religión. (Gamba, 2007).

La constitución de una sociedad democrática con las complejidades del siglo XXI
requiere que la ética profesional de los periodistas contemple la perspectiva de género
de forma integral, en aras de avanzar hacia un esquema social de igualdad de derechos
entre mujeres y hombres, y que no deje de contemplar también los derechos de las
personas transgénero (D´elio, Sotelo, Santamaría y Recchi, 2016). Al mismo tiempo, el
combate cotidiano contra toda forma de violencia machista contra la mujer es un
imperativo, además de urgente, decisivo para un ejercicio democrático del periodismo.
En consecuencia, entendemos que los códigos deontológicos deben incluir estos
principios en el conjunto de valores fundamentales.
Respecto de la defensa de la diversidad como principio deontológico para el
periodismo profesional, incluimos allí la construcción y la utilización de un lenguaje
plural e igualitario para el conjunto de los seres humanos, independientemente de su
condición socio-económica, nacionalidad, procedencia, etnia, orientación sexual,
género autopercibido, religión, creencias o características físicas o psicofísicas. En
tiempos de incertidumbre y de tensiones sociales producto, entre otras cosas, de

357
grandes fenómenos migratorios, es necesario que el periodismo profesional actúe en
defensa de la diversidad, la inclusión y en contra de cualquier forma de discriminación.
Por último, el periodismo posee también un desafío decisivo vinculado a los
derechos del niño. Una mirada integral y renovada de los derechos del niño es aquella
que propone vincular los derechos tradicionales aprobados por Naciones Unidas en
1989 con las nuevas problemáticas que se derivan de la complejidad actual. Los
derechos del niño constituyen un faro deontológico insoslayable que debe orientar el
tratamiento de toda información en donde haya menores involucrados.
En síntesis, hemos presentado aquí los que consideramos quince principios
fundamentales de la actividad periodística. A continuación, veremos el resto de las
temáticas que afectan hoy, en términos deontológicos, al ejercicio de la profesión.

6.1.3 Desafíos deontológicos para el ejercicio del periodismo en el siglo XXI

En esta sección del código, la más extensa, avanzaremos sobre las distintas
problemáticas que requieren del periodista una mirada deontológica a la hora de dar
tratamiento a una información, de realizar una cobertura, de emitir o publicar una
opinión, o de organizar el ejercicio de su profesión. La guía para concebir el articulado
estuvo dada por buena parte de los temas que incluimos en nuestro tesaurus, a los
que sumamos algunos que surgieron del análisis de los códigos deontológicos y del
trabajo de campo sobre los periodistas.
Las temáticas de la sección son:

Tabla 11. Desafíos deontológicos para el ejercicio del periodismo en el siglo XXI

1. Aceptar retribuciones o gratificaciones

2. El periodista y la venta de publicidad

3. Sensacionalismo y especulación

4. Respeto a la intimidad y a la vida privada

5. Cámaras ocultas / Escuchas telefónicas

6. Conflicto de intereses

7. Contextualización de datos

358
8. Plagio y derechos de autor

9. El rumor

10. Difamación

11. Intrusismo

12. Corrección idiomática

13. Superación / Formación profesional

14. El problema de la corrupción

15. Acceso a la información pública

16. Discriminación

17. Racismo

18. Pueblos originarios

19. Antisemitismo, islamofobia y discriminación religiosa

20. Interculturalidad e interreligiosidad

21. Personas afrodescendientes

22. Discriminación socioeconómica

23. Personas con discapacidad

24. Xenofobia

25. Nacionalismo

26. Adultos mayores

27. Personas en situación de vulnerabilidad

28. Personas privadas de la libertad

29. Tráfico y trata de personas

30. Adopción de menores

31. Bullying, ciberbullying, grooming y mobbing

32. Autodeterminación de los pueblos

33. Identidad lingüística

34. Medio ambiente y naturaleza

35. Periodismo digital y redes sociales

36. El Código y la empresa periodística

359
6.2 Código deontológico de la profesión periodística de la república argentina

1. PREÁMBULO

El código deontológico de la profesión periodística de la República Argentina es una


herramienta de autorregulación, basada en dos principios fundamentales: la libertad
de expresión y el derecho ciudadano a la información. El conjunto de artículos
presentados en este código reconocen la responsabilidad social de la profesión
periodística como vehículo imprescindible para la construcción y la sostenibilidad de
una sociedad libre, democrática, igualitaria, pacífica, inclusiva, multicultural, diversa y
que encarne el espíritu del Preámbulo de la Constitución Nacional argentina.
Este código reconoce a la libertad de expresión como un derecho humano
fundamental, consagrado en la Constitución Nacional de la República Argentina (Art.
14 y 32), en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art. 19), en el Pacto
Internacional de los Derechos Civiles y Políticos (Art. 19) y en la Convención Americana
de los Derechos Humanos-Pacto de San José de Costa Rica (Art. 13).
El periodismo profesional se debe a la defensa irrestricta de la libertad de
expresión. Este código hace propias las consideraciones de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, que define a la libertad de expresión como una “piedra angular en
la existencia misma de una sociedad democrática. Es indispensable para la formación
de la opinión pública [...]. Es, en fin, condición para que la comunidad, a la hora de
ejercer sus opciones, esté suficientemente informada. Por ende, es posible afirmar que
una sociedad que no esté bien informada, no es plenamente libre” (CIDH, 2017,
Opinión Consultiva OC-5/85, cit., párr. 70).
Una sociedad libre, pacífica, democrática y diversa requiere de un periodismo
profesional que desarrolle su labor a partir de unos principios éticos orientados a
garantizar el derecho ciudadano a recibir información veraz, precisa, transparente y
verificable. Este código entiende a la información como un bien social, de propiedad
ciudadana. En consecuencia, el periodismo justifica su razón de ser cuando es ejercido
por profesionales cuyo único compromiso es el de concretar el derecho del público a
estar informado.

360
La información es un bien público, condición necesaria para la existencia de una
sociedad democrática. La democracia exige la presencia de un periodismo profesional
que desarrolle su actividad basado en sólidos principios deontológicos. Este código
consagra esos principios y despliega unas normas de actuación fundadas en los valores
éticos de la profesión para el conjunto de los periodistas que se desempeñan en la
República Argentina.

2. PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA PROFESIÓN PERIODÍSTICA

Los periodistas, conscientes de su responsabilidad social, deben desempeñar su


profesión respetando los siguientes principios:

Art. 1. Principio de veracidad


a. El deber fundamental de los periodistas es informar la verdad. En ello
reside la razón última de la profesión y, sólo cuando informa los hechos
con veracidad, el periodismo cumple con su responsabilidad social.
b. El principio de veracidad implica proporcionar a la sociedad información
contextualizada, transparente, equilibrada, debidamente verificada, con
evidencia que la sustente y que incluya el más amplio universo posible de
pluralidad de voces. El único interés que deben perseguir los periodistas
durante el proceso de producción de la noticia es informar la verdad.
c. Que se haga efectivo el derecho ciudadano a la información depende de
que los periodistas ejerzan su trabajo a partir del principio de veracidad,
del que se desprende el conjunto de los valores que dan sentido a la
profesión.

Art. 2 Defensa de la libertad de expresión


a. Los periodistas deben desempeñar su profesión ejerciendo una defensa
irrestricta de la libertad de expresión. El epicentro de una sociedad
democrática, libre y diversa reside en la libertad de expresión, semilla
fundamental de las libertades ciudadanas.

361
b. Sin libertad de expresión, no hay democracia. Sin democracia, se extingue
el derecho ciudadano a la información. En consecuencia, es deber de los
periodistas denunciar cualquier intento existente de abolición o de
restricción de la libertad de expresión.

Art. 3 Distinción de hechos y opiniones


a. Los periodistas, a lo largo de todo el proceso de construcción y publicación
de la noticia, deben diferenciar con absoluta transparencia, claridad y
exactitud la información de la opinión. No hacerlo constituye una falta
grave a la ética de la profesión.
b. Aun reconociendo que la transmisión de cualquier información tendrá
necesariamente el tamiz del profesional que la publique, es deber de los
periodistas evitar cualquier confusión por parte del público entre aquello
que configura su opinión o interpretación de los hechos, y la información
que está debidamente verificada.
c. Al momento de emitir su opinión o interpretación sobre hechos y/o
informaciones, los periodistas tienen el deber de clarificar al público que
están aportando una mirada personal, nacida de su propia singularidad y
de su sistema de ideas y creencias. Para ello, los periodistas están
obligados a elaborar y desplegar dispositivos que garanticen que, en modo
alguno, los ciudadanos puedan confundir información y opinión.
d. La transmisión de información debe sustentarse en hechos y datos
verificados y contrastados, mientras que la opinión representa el criterio
personal de los periodistas, que se basan en sus propias ideas y
convicciones.

Art. 4 Separación de información y publicidad y/o propaganda


a. Es deber insoslayable de los periodistas establecer una clara distinción
entre la información y el contenido publicitario o de propaganda. Esta
diferenciación debe ser transparente, categórica e inconfundible a los ojos
del público.

362
b. Los periodistas deben asegurarse que los ciudadanos comprenden
perfectamente cuáles son las secciones informativas y cuáles son los
espacios comerciales en los medios de comunicación en los que trabajan.
Cualquier intento de disfrazar o camuflar de material informativo el
contenido publicitario o propagandístico configura una grave infracción
deontológica.
c. Los periodistas no deben participar de ninguna clase de acción publicitaria
encubierta o no tradicional (PTN). Ello, a la par de erosionar su
independencia, daña su reputación profesional y su credibilidad ante la
sociedad.
d. Los denominados publirreportajes o suplementos infocomerciales deben
estar debidamente identificados como tales, utilizando titulaciones y
tipografías visible y evidentemente distintas a las que emplea el medio de
comunicación, y deben estar antepuestos con leyendas que garanticen que
el público reconocerá indubitablemente que está frente a un material
publicitario o propagandístico.
e. Cuando el medio de comunicación en el que trabaja elabora dispositivos
para enmascarar el material publicitario y confundirlo con el contenido
periodístico, los periodistas tienen el deber de rechazar su colaboración
con la publicación de ese material.

Art. 5 Secreto profesional


a. Los periodistas deben lealtad absoluta a sus fuentes de información.
Sostener el secreto profesional cualesquiera fueran las circunstancias que
pretendieran afectarlo es un deber irrenunciable de los periodistas.
b. El secreto profesional es un derecho tutelado por la Constitución Nacional
(Art. 14) y por el Pacto de San José de Costa Rica (Art. 13). Asimismo, el
Código Penal de la Nación (Art. 156) castiga a quien vulnere el secreto
profesional, protegiendo, de esta forma, la inviolabilidad de la fuente de
información. Por lo tanto, es deber de los periodistas guardar estricto
secreto sobre el origen de la información y respetar el anonimato de las
fuentes, cuando éstas así lo hubieran solicitado.

363
c. Los periodistas deben respetar los acuerdos que hubieran pactado con las
fuentes de información. En este conjunto de acuerdos quedan incluidos el
derecho de la fuente a su reserva de identidad (anonimato), el off the
record, el embargo de información o cualquier otro compromiso que los
periodistas hubieran asumido con sus informantes.

Art.6 Credibilidad y contrastación de las fuentes de información


a. A lo largo del proceso de construcción de la noticia, los periodistas deben
basar su información en fuentes confiables. A su vez, deben elaborar
técnicas de contrastación de las fuentes, en aras de garantizar al público
pluralidad de voces e información verificada.
b. Los periodistas no deben publicar ninguna información sin haber empleado
el principio de doble verificación, es decir, sin haber contrastado la
veracidad de los hechos con al menos otras dos fuentes adicionales a la
que hubiera proporcionado la información.
c. La confianza del profesional en la fuente de información, por mayor
eficiencia que ésta pudiera haber tenido en la experiencia profesional del
periodista que la consulta, en modo alguno puede sustituir al principio de
doble verificación.
d. El afán por publicar velozmente una noticia, por potente que ésta fuera, no
exime a los periodistas de confirmar la veracidad de los hechos a través del
principio de doble verificación.
e. Es deber de los periodistas desconfiar de las fuentes de información e
identificar los posibles intereses que éstas pudieran tener al momento de
proporcionar la información.
f. Garantizar la pluralidad de voces al momento de producir y publicar una
información exige que los periodistas se relacionen con fuentes diversas y
heterogéneas (institucionales, no institucionales y de observación directa e
indirecta). Los periodistas deberán siempre presentar voces contrapuestas
que le permitan al público realizar una interpretación más profunda y
abarcativa de los hechos.

364
g. Al momento de publicar o emitir una información, los periodistas deben
identificar y transparentar al público el origen de la información toda vez
que sea posible, protegiendo el secreto profesional y respetando en todo
momento los acuerdos que hubieran pactado con sus fuentes.
h. Cuando se trata de fuentes abiertas que no requieran de anonimato, los
periodistas debe identificarlas con claridad, atribuyendo con precisión
aquello que proviene de sus declaraciones, a fin de que el público pueda
conocer el origen de la información.
i. Los periodistas no podrán, en ningún caso, ocultar su identidad a una
fuente de información ni podrán pagarle a una fuente para obtener
información, por útil y necesaria que ésta pudiera resultar durante el
proceso de investigación o de producción de una noticia.

Art. 7 Principio de honestidad y transparencia


a. Los periodistas deben desarrollar su tarea con objetividad, honestidad y
transparencia a lo largo de todo el proceso de producción de la noticia.
Para los periodistas, la objetividad es un concepto que sintetiza una
metodología de trabajo a partir de la cual procuran proporcionarle al
público información veraz. Para ello, los profesionales deben ejercer el
periodismo con honestidad y transparencia, sin otro interés que el de hacer
efectivo el derecho ciudadano a la información.
b. La pluralidad de voces y enfoques, la separación de hechos y opiniones, la
contextualización de la noticia, la explicitación de las posibilidades en
conflicto, la transparencia intelectual y la precisión en la información
constituyen una metodología de trabajo que le permitirán a los periodistas
desempeñar su profesión con honestidad, único camino para hacer posible
el derecho del público a estar informado.

Art. 8 Rechazo a toda forma de censura


a. Es deber de los periodistas rechazar y denunciar públicamente todo intento
de censura, provenga ésta de organismos o de funcionarios estatales, o de
actores y/o empleadores del ámbito privado. En el rechazo de los

365
periodistas profesionales a cualquier forma de censura reside la plena
vigencia de libertad de expresión.
b. Es, a su vez, deber de los periodistas impedir y/o denunciar cualquier
acción dirigida a generar un ejercicio de la profesión que contemple la
autocensura.
c. Cuando un periodista profesional tomara conocimiento de la existencia de
un caso de censura o autocensura, es su obligación denunciarlo y ponerlo a
consideración de sus colegas y del conjunto de la sociedad, presentando las
correspondientes actuaciones judiciales o institucionales en defensa de la
libertad de expresión, si la situación así lo ameritara.

Art. 9 Cláusula de conciencia


a. La cláusula de conciencia es un derecho al que los periodistas podrán
recurrir para proteger su independencia ante el empleador, cuando:

i. Se verifique una modificación en la orientación editorial o una


ruptura con los principios deontológicos de la profesión
ii. Se modifique sustancialmente un artículo o información de su
autoría sin su consentimiento
iii. Se intente obligar al periodista a realizar un tipo de cobertura
de eventos o informaciones que puedan poner en riesgo la
convivencia democrática
iv. Se inserte o retire su firma o autoría de un trabajo
v. Se atribuyera la autoría de un trabajo propio a otro
vi. Se intente obligar al periodista a participar de acciones de
publicidad encubierta o no tradicional
vii. Se impida al periodista publicar una información que incorpore
la pluralidad de voces, bajo el pretexto de que dicha
publicación colisiona con la perspectiva ideológica de la
empresa

366
b. Cuando los periodistas convoquen justificadamente la cláusula de
conciencia, podrán negarse a realizar coberturas o a elaborar noticias que
supongan una contradicción con los principios deontológicos de la
profesión, sin que el empleador pueda, por ello, aplicar algún tipo de
sanción en su contra.
c. Al mismo tiempo, cuando un periodista se considere despedido habiendo
recurrido a la cláusula de conciencia por las razones identificadas en este
artículo —o por otras que la justifiquen—, corresponderá al empleador
abonar la indemnización prevista de acuerdo a la legislación laboral
argentina.
d. Para los periodistas, la cláusula de conciencia es, a la par de un derecho,
una herramienta deontológica orientada a garantizar que sus empleadores
respeten sus convicciones, ideas, creencias y opiniones sin recibir por ello
una sanción.
e. Los periodistas se comprometerán a trabajar para lograr la sanción de una
legislación de índole nacional, que contemple el derecho de los
profesionales de la comunicación a acogerse a la cláusula de conciencia
cuando concurran las circunstancias arriba descriptas.

Art. 10 Derecho a réplica y rectificación


a. Es deber de los periodistas rectificar de forma inmediata toda información
falsa, inexacta o equivocada que pudieran haber publicado. Utilizarán, para
ello, la misma extensión que hubieran dispuesto al momento de efectuar la
publicación.
b. Es, a su vez, deber de los periodistas conceder el derecho a réplica de
acuerdo al artículo 14 del Pacto de San José de Costa Rica, que en la
Argentina goza de rango constitucional, y que prevé que:

Toda persona afectada por informaciones inexactas o


agraviantes emitidas en su perjuicio a través de medios de
difusión legalmente reglamentados, y que se dirijan al público
en general, tiene derecho a efectuar por el mismo órgano de

367
difusión su rectificación o respuesta en las condiciones que
establezca la ley. (Art. 14)

c. La obligatoriedad que recae sobre los periodistas, de acuerdo a los


acuerdos internacionales y a la jurisprudencia de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, no abarca el universo de las opiniones políticas o
electorales.
d. A la vez que una prescripción de carácter legal, es un deber deontológico el
que los periodistas que hubieran incurrido en la publicación de
informaciones falsas, inexactas o que hubieran generado una lesión sobre
la dignidad de un ciudadano determinado, otorguen el derecho a réplica
y/o a la rectificación.

Art. 11 Presunción de inocencia


a. Es deber de los periodistas presumir la inocencia de todo acusado y sólo lo
considerarán culpable ante una sentencia judicial. La imputación y/o el
procesamiento de un acusado no interrumpen la presunción de inocencia.
b. Los periodistas que hubieran realizado una cobertura de un proceso
judicial, aun habiendo respetado la presunción de inocencia de un acusado,
deberán informar con claridad su eventual absolución cuando ésta
ocurriera.
c. La presunción de inocencia es un principio de orden constitucional en la
República Argentina (Art. 18) y, a su vez, es un imperativo deontológico
para el ejercicio del periodismo. Incumplirlo configura una falta grave a la
ética de la profesión.

Art. 12 Pluralismo informativo


a. Los periodistas tienen el deber de ejercer su profesión garantizando al
público la publicación de informaciones que presenten pluralidad de voces
y diversidad de puntos de vista, perspectivas e interpretaciones, a los
efectos de que sean los propios ciudadanos quienes configuren libremente
sus opiniones acerca de los hechos e informaciones publicadas.

368
b. Es deber de los periodistas denunciar todo intento —provenga éste de su
empleador o de cualquier otra persona física, organización o estamento—
de impedir el trabajo profesional que contemple la pluralidad de voces al
momento de realizar una cobertura o investigación, o de publicar una
información.

Art. 13 Perspectiva de género y violencia machista contra la mujer


a. Los periodistas tienen el deber de ejercer su profesión en el marco de la
perspectiva de género, evitando la utilización de un lenguaje sexista que
configure estereotipos de cualquier índole, haciendo propia la lucha contra
la violencia machista y en defensa de los derechos de las mujeres. Para
ello, los periodistas deben aplicar las recomendaciones del Instituto
Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI, 2017a)
y de la Defensoría del Público de la República Argentina, que se adjuntan
en el Anexo a este código (apartado 4.1).
b. Es deber de los periodistas evitar la revictimización de la mujer, respetando
su individualidad, no utilizando eufemismos para los casos de agresiones
sexuales o de otra clase, negándose a matizar cualquier agresión que
hubiera sufrido una mujer esgrimiendo su estado, vestimenta o el lugar o el
momento del día en donde se hubiera producido esa agresión.
c. Como parte del ejercicio de la profesión con perspectiva de género, los
periodistas deben conocer y difundir los distintos tipos de violencia
existentes contra la mujer, definidos en la ley 26.485, y otros colectivos
discriminados (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, intersexuales,
queer y asexuales), destacados por el Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos de la Nación argentina (2018c), que se adjuntan también en el
Anexo de este código (apartado 4.1).
d. Los tipos de violencia contra la mujer y otros colectivos social y
mediáticamente desfavorecidos que los periodistas están obligados a
conocer y a denunciar en el ejercicio de su profesión son:

i. Violencia física

369
ii. Violencia psicológica
iii. Violencia sexual
iv. Violencia económica y patrimonial
v. Violencia simbólica

Los tipos de violencia se producen a través de las siguientes modalidades:

i. Violencia doméstica
ii. Violencia institucional
iii. Violencia laboral
iv. Violencia contra la libertad reproductiva
v. Violencia obstétrica
vi. Violencia mediática

e. Para los periodistas constituye un imperativo deontológico irrenunciable el


conocer los tipos y modalidades de violencia machista contra la mujer y
otros colectivos discriminados y desarrollar su labor profesional con
perspectiva de género y en defensa de la igualdad de derechos. En
especial, los periodistas deben evitar reproducir todo aquello que
conforma la violencia mediática, definida como:

Aquella publicación o difusión de mensajes e imágenes


estereotipados a través de cualquier medio masivo de
comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la
explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame,
discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las
mujeres, como así también la utilización de mujeres,
adolescentes y niñas en mensajes e imágenes pornográficas,
legitimando la desigualdad de trato o construya patrones
socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores
de violencia contra las mujeres. (Ministerio de Justicia y
Derechos Humanos de la Nación, 2018c)

370
Art. 14 Defensa de la diversidad
a. Los periodistas deben ejercer su profesión respetando y fomentando la
diversidad.
b. Por diversidad se entiende al conjunto de heterogeneidades que reflejan el
carácter multicultural y multiétnico del que participan las variadas
comunidades que conforman la nación argentina.
c. Forman parte de la diversidad las distintas culturas, lenguas, etnias,
religiones, creencias, tradiciones, nacionalidades, sentires, ideologías,
convicciones políticas, orientaciones sexuales, géneros y entornos que
configuran la mixtura nacional. Los periodistas tienen el deber de
representar esa pluralidad en toda su magnitud e intensidad, evitando
reproducir estereotipos o negatividades de cualquier índole, destacando y
celebrando la riqueza étnica y cultural del país, a los efectos de cooperar a
un mayor conocimiento por parte de la población de esa diversidad,
contribuyendo así a lograr una mejor convivencia y una mayor cohesión
por parte del conjunto de la sociedad.

Art. 15 Defensa integral de los derechos del niño


a. Los periodistas deben ejercer su profesión respetando los derechos del
niño consagrados en la Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada
por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989, y que en la
Argentina posee rango legal (Ley. 23.849-1990). Forman parte de ese
conglomerado de derechos:

i. Derecho a la vida
ii. Derecho a la alimentación
iii. Derecho a la educación
iv. Derecho al agua
v. Derecho a la salud
vi. Derecho a la identidad
vii. Derecho a la libertad de expresión y a ser escuchado

371
viii. Derecho a la protección
ix. Derecho a la recreación y al esparcimiento
x. Derecho a tener una familia

b. Los periodistas deben, además, avanzar en la incorporación de otras


problemáticas y nuevos derechos vinculados a los menores que surgieron
en las últimas décadas:

i. Trata de personas
ii. Acoso sexual
iii. Abuso sexual
iv. Violencia psicológica y física
v. Violencia intrafamiliar
vi. Utilización de los niños por parte del crimen organizado
vii. Utilización de los niños por parte del narcotráfico
viii. Acoso infantil escolar (bullying)
ix. Acoso infantil a través de las redes sociales (ciberbullying)
x. Derecho a la acogida del niño en fenómenos migratorios
xi. Derecho a la protección de la identidad de los menores en
todas sus formas (nombre y apellido, procedencia, imagen)
xii. Derecho del niño, niña o adolescente a ser oído y a que su
opinión sea tenida en cuenta según su edad y grado de
madurez, siendo obligatorio requerir su consentimiento a partir
de los diez años
xiii. Derechos del niño en relación con los procesos de adopción de
menores
xiv. Derechos de los menores en situación de conflicto con la ley
penal

c. A la hora de realizar coberturas y de publicar informaciones que involucren


a menores, los periodistas deben:

372
i. Evitar la publicación de imágenes de niños, niñas y
adolescentes, salvo expreso consentimiento de los padres y
siempre y cuando no los afecten negativamente
ii. Evitar la realización de preguntas a menores destinadas a
publicación
iii. Proteger la identidad de los menores, salvo expreso
consentimiento de los padres y siempre y cuando no los
afecten negativamente
iv. Evitar revelar la identidad o mostrar imágenes de menores que
se encuentran en conflicto con la ley penal
v. Evitar revelar la identidad de niños, niñas y adolescentes que
hubieran sido objeto de agresiones de tipo sexual o de otros
hechos traumáticos

d. Constituye un deber intrínseco de la profesión periodística el realizar un


tratamiento especialmente cuidadoso y respetuoso de toda cobertura y/o
información que involucre a menores.
e. Los periodistas deben también realizar un abordaje responsable de la
información que involucre a los jóvenes, evitando la construcción de
estereotipos o estigmatizaciones, promoviendo su participación en los
medios y fomentando la creación de espacios mediáticos gestionados,
producidos y protagonizados por jóvenes (Defensoría del Público, 2014).

3. DESAFÍOS DEONTOLÓGICOS PARA EL EJERCICIO DEL PERIODISMO EN EL


SIGLO XXI

LOS PERIODISTAS EN SU LABOR COTIDIANA

Art. 16 Retribuciones y/o gratificaciones


a. Los periodistas deben rechazar toda clase de pago, retribución, invitación,
obsequio o donación que no provenga de su empleador,

373
independientemente del monto del que se trate. Dicho rechazo debe ser
explícitamente comunicado a quien hubiera dispuesto esa retribución. Los
periodistas deben, además, poner en conocimiento de su empleador la
existencia del ofrecimiento y su correspondiente rechazo.
b. Cuando se trate de invitaciones de empresas, instituciones o personas para
la realización de coberturas informativas que incluyan viajes fuera de la
ciudad o región de trabajo habitual del profesional, los periodistas deben:

i. Comunicar a su editor o empleador la existencia de la invitación


ii. Analizar el interés público de la cobertura
iii. Evaluar la existencia de eventuales intereses bajo superficie
que pudiera haber detrás de la invitación

c. Cuando las periodistas, en conjunto con su editor o empleador, arribaran a


la conclusión de que el ofrecimiento configura una cobertura de interés
público, y siempre que el medio no esté en condiciones de costearla de
forma particular, los periodistas podrán aceptar la invitación, evitando
beneficiarse con cualquier otro tipo de dispositivo de atención o
acercamiento que hubiera dispuesto quien haya formulado el ofrecimiento
(tours, banquetes, agasajos, invitaciones a eventos, etc.).
d. Los periodistas deberán rechazar, a su vez, todo tipo de reconocimiento o
premio otorgado por empresas o instituciones que posean fines de lucro y
cuya labor no esté relacionada específicamente con la calidad del trabajo
periodístico. Dicho rechazo debe ser explícitamente comunicado a quien
hubiera efectuado el reconocimiento.

Art. 17 Los periodistas y la comercialización de pautas o espacios publicitarios


a. Los periodistas no deben intervenir en términos personales de ningún tipo
de negociación que forme parte del proceso de comercialización de pautas
o de espacios publicitarios y/o propagandísticos. Existe una
incompatibilidad deontológica manifiesta entre el ejercicio de la profesión
periodística y la venta o negociación de espacios comerciales.

374
b. Cuando el periodista sea su propio empleador y/o cuando su sustento
dependa de la comercialización o de la venta de espacios de publicidad o
propaganda, el profesional debe generar una estructura de producción
comercial que lo aleje de la negociación, pudiendo esa estructura
generarse o compartirse con otros profesionales que se encuentren en una
situación similar.
c. Conservar la independencia frente a los anunciantes constituye una
condición deontológica indispensable para el ejercicio de la profesión
periodística.

Art. 18 Sensacionalismo y especulación


a. Los periodistas deben evitar, durante la totalidad del proceso de
construcción y publicación de la noticia, realizar un abordaje de la
información en forma sensacionalista y/o especulativa.
b. Por sensacionalismo se entiende toda práctica que provoca una
deformación interesada de la noticia con el objetivo de obtener un mayor
impacto en la audiencia. El abordaje sensacionalista de una información
procura, a partir de la crudeza y la vulgaridad, eliminar la distancia entre el
hecho y el público, anulándose tanto el espacio de mediación del
profesional como el proceso de construcción y asignación de sentido.
c. Por especulación se entiende a toda práctica basada en conjeturas o
hipótesis, orientada a conseguir inmediatez, a través de la cual los
periodistas publican información no confirmada ni contrastada, con afán
de mejorar sus índices de audiencia o ventas.
d. Ejercer la profesión periodística a partir de prácticas sensacionalistas y/o
especulativas constituye una falta deontológica grave que vulnera, a la par
del derecho ciudadano a la información, el principio de veracidad.

Art. 19 Respeto a la vida privada y derecho a la intimidad


a. Los periodistas deben ejercer su profesión respetando los derechos
ciudadanos a la vida privada y a la intimidad. Ambos derechos se

375
encuentran consagrados tanto en la Constitución Nacional (Art. 19) como
en el Código Civil de la Nación, que expresamente manifiesta:

El que arbitrariamente se entrometiere en la vida ajena


publicando retratos, difundiendo correspondencia,
mortificando a otro en sus costumbres o sentimientos, o
perturbando de cualquier modo su intimidad, y el hecho no
fuere un delito penal, será obligado a cesar en tales actividades,
si antes no hubieren cesado, y a pagar una indemnización que
fijará equitativamente el juez, de acuerdo con las
circunstancias; además, podrá éste, a pedido del agraviado,
ordenar la publicación de la sentencia en un diario o periódico
del lugar, si esta medida fuese procedente para una adecuada
reparación. (Artículo 1071)

b. Por vida privada se entiende el derecho que tiene toda persona a que no se
den a conocer aquellos hechos, circunstancias o preferencias de su vida
que esa persona decide no dar a publicidad. Por ejemplo, su domicilio, su
estilo de vida, sus gustos o sus pertenencias.
c. Los periodistas sólo podrán publicar informaciones de la vida privada de un
ciudadano cuando éstas hubieran sido obtenidas legalmente y cuando su
publicación fuera de indudable interés público y representara un bien
social para la comunidad. En ese caso, los periodistas tratarán esa
información con la máxima discreción y respeto posibles, evitando publicar
detalles o singularidades que no sean sustanciales para la comprensión
general y profunda de la noticia.
d. Por intimidad se entiende el derecho que tiene toda persona a que no se
den a conocer informaciones que afecten su zona íntima y reservada, como
por ejemplo sus vínculos afectivos, sus creencias religiosas, sus ideas
políticas o sus preferencias sexuales.
e. Los periodistas no deben publicar, cualesquiera fueran las circunstancias,
informaciones que refieran a la esfera íntima y personalísima de un

376
ciudadano, aunque de ello dependiera la revelación de hechos de interés
público.
f. Los periodistas deben ser plenamente conscientes de la congoja y del daño
irreparable que puede provocar en los ciudadanos la publicación de
información que involucre datos vinculados a la intimidad y a la vida
privada de las personas.

Art. 20 Cámaras ocultas y escuchas telefónicas


a. Los periodistas deben abstenerse de publicar información proveniente de
cámaras ocultas, cámaras de seguridad, intervenciones telefónicas,
fotografías intrusivas o audios de mensajería instantánea. Dicha práctica
constituye una infracción a la ética periodística, pues representa una
intromisión en la vida privada de los ciudadanos.
b. La única excepción por la cual los periodistas quedan deontológicamente
habilitados a publicar información proveniente de comunicaciones privadas
está dada por la existencia de un evidente interés público, a partir del cual:

i. Se revela un delito que quedaría impune si no se hiciera pública


esa información
ii. Se protegen la salud y la seguridad públicas
iii. Se revela un delito o la preparación de un delito que atenta
contra la convivencia democrática y/o contra la paz social

c. Cuando los periodistas reciben informaciones provenientes de la


intervención de comunicaciones privadas y que no hayan sido ordenadas
legalmente por un juez competente, deben ser descartadas, fuere cual
fuere el contenido, e incluso aunque éstas sirvieran para revelar tramas
delictivas de interés público.
d. Los periodistas no deben, bajo ninguna circunstancia, promover la
intervención ilegal de comunicaciones privadas ni publicar la información
que de ellas proviniera.

377
e. Las informaciones originadas en intervenciones legales, decididas por el
sistema judicial competente y que llegan a un periodista a través de una
fuente genuina que no haya cobrado por proporcionar esa información,
sólo pueden publicarse cuando:

i. Existe claridad absoluta sobre el interés público de la


información
ii. Sirven para revelar delitos a la opinión pública que no saldrían a
la luz sin esa publicación
iii. Operen como aceleradores de la investigación criminal,
alejando posibles escenarios de impunidad

f. En los casos en que, tras un análisis profundo del periodista junto a los
responsables de la edición, se decidiera la publicación del contenido de la
intervención de comunicaciones privadas, deben descartarse todas
aquellas cuestiones que no tengan demostrada y explícita relación con el
delito que se investiga.
g. Los periodistas deben verificar y contrastar la información que de las
comunicaciones intervenidas legalmente se desprenda, puesto que podría
tratarse de falsedades destinadas a la construcción y publicación de
noticias falsas.

Art. 21 Conflicto de intereses


a. Los periodistas deben evitar desarrollar cualquier otra actividad laboral
vinculada a la comunicación, sea ésta remunerada o ad honorem.
Configura, por lo tanto, una falta deontológica grave que los periodistas
desempeñen tareas de asesoramiento de prensa, publicidad, relaciones
públicas, relaciones institucionales u otra actividades relacionados con el
campo de la comunicación.
b. Los periodistas, a su vez, deben evitar desarrollar trabajos de cualquier tipo
en empresas o instituciones que pudieran constituirse en fuentes de

378
información o en actores sociales o económicos sobre los que el
profesional pudiera verse obligado a informar en el futuro.

Art. 22 Contextualización de datos


a. Es deber de los periodistas proporcionar al público información
contextualizada, a los efectos de garantizar una comprensión acabada y
profunda de los hechos.
b. Por contextualización se entiende a la técnica periodística a partir de la
cual el profesional construye la noticia, adjuntando al hecho datos
trascendentes acerca de:

i. El contexto histórico y otros antecedentes de interés


ii. El contexto espacial-geográfico
iii. Los protagonistas
iv. El contexto cultural, social, político, económico y legal

c. Al contextualizar la noticia, los periodistas dotan de sentido a la


información, aportando al público datos que exceden y amplifican lo
inmediato y evidente para lograr una mayor y mejor comprensión de los
hechos. Los periodistas deben proporcionar al público, en todos los casos,
información debidamente contextualizada.

Art. 23 Plagio y derecho de autor


a. Los periodistas deben respetar, en todos los casos, la propiedad intelectual
y el derecho de autor de quienes hayan publicado o producido una
información, incluyendo aquellos datos que aún se encuentran en proceso
de producción o publicación.
b. Los periodistas deben citar siempre el origen de la información, salvo
expresa reserva de la fuente, y no deben presentar como propia una
información que fue descubierta por otro periodista, aunque esa
información no hubiera sido todavía publicada.

379
c. El plagio constituye una falta deontológica grave. Se entiende por plagio a
la reproducción, en todo o en parte, de una información previamente
publicada o en fase de producción. Se trata de una apropiación ilegítima
de la obra de otro autor.
d. Los periodistas están obligados a denunciar públicamente cualquier
situación de plagio de la que tomaran conocimiento.

Art. 24 El rumor
a. Los periodistas no deben publicar rumores bajo ninguna circunstancia.
Publicar un rumor constituye una falta grave a la ética periodística.
b. Se entiende por rumor a la publicación de información no verificada.
c. Los periodistas deben abstenerse, también, de utilizar el denominado
condicional periodístico como técnica para la publicación de informaciones
no verificadas.

Art. 25 Difamación
a. Los periodistas deben hacer todo lo que está a su alcance para no lesionar
la dignidad de personas físicas o de instituciones incurriendo en la
difamación.
b. Se entiende por difamación a la difusión de información falsa o
tergiversada que posee la capacidad de afectar el honor o de dañar la
imagen de una persona física o de una institución.
c. La difamación es una falta deontológica grave que los periodistas deben
evitar, condenar, denunciar y reparar inmediatamente cuando hubieran
incurrido en ella.

Art. 26 Intrusismo
a. Los periodistas deberán resistir y denunciar la contratación por parte de
empresas o instituciones periodísticas de personas que no pertenecen al
campo del periodismo profesional.
b. El intrusismo representa una problemática decisiva para el ejercicio del
periodismo profesional, por lo que los periodistas tienen el imperativo

380
deontológico de elevar la voz en su contra y el deber práctico de oponerse
a trabajar o a colaborar con personas contratadas y que no forman parte
de la comunidad periodística.

Art. 27 Corrección idiomática


Los periodistas deben utilizar correctamente el idioma castellano y, a su
vez, tienen la responsabilidad de fomentar su buen uso por parte de la
comunidad.

Art. 28 Superación y formación profesional


Los periodistas tienen la obligación de formarse y capacitarse de manera
continua, adaptando y potenciando sus prácticas a los cambios sociales y a
las transformaciones particulares de la actividad, en aras de optimizar y
superar sus competencias profesionales, para cumplir así de forma más
adecuada y eficiente con su responsabilidad social.

LOS PERIODISTAS FRENTE A LAS PROBLEMÁTICAS SOCIALES

Art. 29 El problema de la corrupción


a. Los periodistas tienen el deber de investigar y denunciar toda forma de
corrupción.
b. Cuando se trate de hechos de corrupción que involucren a funcionarios
públicos o a exfuncionarios, o a representantes del campo sindical, los
periodistas harán especial hincapié en poner en conocimiento de la
sociedad:

i. La mecánica de los hechos


ii. Las posibles complicidades del sector privado
iii. El monto sustraído al erario público
iv. El equivalente en acciones u obras de tipo social del monto
sustraído, a los efectos de que el público obtenga una real
dimensión del impacto de la corrupción en la vida social

381
v. Los bienes adquiridos, los montos evadidos y todo aquello que
permita demostrar los procesos de enriquecimiento ilícito de
los funcionarios, exfuncionarios o sindicalistas involucrados

c. Cuando los periodistas realicen investigaciones y/o coberturas de casos de


corrupción en los que estuvieran involucrados empresarios del sector
privado, los profesionales deben explicitar al público con precisión y
transparencia aquellos beneficios que obtuvieron esos empresarios u
organizaciones a partir de ese acto concreto de corrupción, así como el
correspondiente perjuicio que ese delito configuró para el conjunto de los
ciudadanos.
d. El fenómeno de la corrupción constituye uno de los flagelos más
trascendentes que afectan la vida democrática y el desarrollo de los
pueblos. Por ello, los periodistas tienen el deber deontológico insoslayable
de investigarlo y denunciarlo, sin que para ello medien atenuantes ni
matices de ninguna índole (ideológicos, simpatías políticas, religiosas,
culturales, etc.).

Art. 30 Acceso a la información pública


a. Los periodistas deben bregar que todos los organismos del Estado cumplan
la ley de acceso a la información pública en los tiempos y formas que prevé
la normativa.
b. La ley 27.275 de Acceso a la Información Pública establece que todos los
poderes del Estado nacional están obligados a garantizar a los ciudadanos
el derecho de acceso a la información pública.
c. Al mismo tiempo, los profesionales de la comunicación deben poner en
conocimiento del conjunto de la ciudadanía su derecho a acceder a toda
información que se encuentre en poder del Estado.
d. Se entiende por información pública a toda clase de información y en
cualquier formato (texto, imagen, etc.) que se encuentra en poder del
Estado o que se haya generado, obtenido o financiado a través de fondos
públicos.

382
e. Los periodistas deben conocer y hacer conocer que todas las personas
físicas o jurídicas pueden solicitar información pública sin necesidad de
explicar el motivo de su pedido.

Art. 31 Discriminación
a. Los periodistas están obligados a rechazar toda forma de discriminación,
ejerciendo su profesión de acuerdo al espíritu de la ley 23.592, que
postula:

Quien arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún


modo menoscabe el pleno ejercicio sobre bases igualitarias de
los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la
Constitución nacional, será obligado, a pedido del damnificado,
a dejar sin efecto el acto discriminatorio o cesar en su
realización y a reparar el daño moral y material ocasionados. A
los efectos del presente artículo se considerarán
particularmente los actos u omisiones discriminatorios
determinados por motivos tales como raza, religión,
nacionalidad, ideología, opinión política o gremial, sexo,
posición económica, condición social o caracteres físicos. (Art.
1, Ley 23.592/88 contra los actos discriminatorios).

b. Conscientes de su responsabilidad social en la conformación de la opinión


pública y en el sostenimiento de la vida democrática y la paz social, los
periodistas debe incorporar como propia la lucha contra toda forma de
discriminación. El no hacerlo configura una grave falta a la ética de la
profesión.

Art. 32 Racismo
a. Los periodistas tienen el deber de rechazar de forma explícita y
permanente toda forma de racismo.

383
b. Se entiende por racismo a la ideología que defiende la supremacía de una
“raza” o de una etnia frente a las demás, o la inferioridad de una de ellas
respecto de las otras. A su vez, “el racismo es una forma de discriminación
centrada en diferencias biológicas, reales o imaginarias, que se hacen
extensivas a signos o indicadores culturales o religiosos” (INADI, 2016).
c. En la sociedad argentina, especialmente en los conglomerados urbanos
más extensos que se desarrollaron a partir de las corrientes migratorias
ultramarinas, se denuncian de forma recurrente casos de racismo contra:

i. Personas de tez oscura


ii. Personas de origen asiático
iii. Personas de aspecto “proveniente del altiplano”
iv. Personas de raza negra (INADI, 2016)

d. Los periodistas tienen la responsabilidad ante la sociedad de confrontar el


“mito de la Argentina blanca y europea”, para realizar así un aporte a la
convivencia y a la igualdad de derechos entre los distintos colectivos y
ciudadanos que conforman la nación.
e. A su vez, los periodistas son responsables de detectar y rechazar los
denominados microrracismos que se expresan cotidianamente a través del
lenguaje y que suelen permanecer invisibles, como por ejemplo, el acto de
estereotipar a una persona por pertenecer a un determinado colectivo
étnico a partir de un prejuicio, o presentar humorísticamente los prejuicios
existentes en la sociedad en contra de un grupo étnico.
f. Los microrracismos representan una vulneración de los derechos de la
persona humana que los recibe, constituyen un ataque contra su identidad
y contra su dignidad, y le imposibilitan desarrollarse individual y
colectivamente. En consecuencia, los periodistas deben utilizar un lenguaje
culturalmente inclusivo, a partir del cual se avance en la erradicación de
toda clase de racismo y microrracismo en la sociedad.

384
Art. 33 Pueblos originarios
a. Los periodistas deben rechazar toda forma de discriminación y/o
estigmatización contra los pueblos originarios. Al mismo tiempo, están
obligados a denunciar todo intento de presentar a los colectivos indígenas
como extraños u opuestos a la cultura argentina y/o al interés nacional.
b. Los periodistas deben tomar conocimiento de los distintos pueblos
originarios que forman parte de la Argentina, de sus características y
singularidades, así como de sus derechos ancestrales, a los efectos de que
estos colectivos, tradicionalmente invisibilizados por los medios de
comunicación y por el conjunto de las producciones culturales, puedan ser
percibidos por el conjunto de la población como parte de la diversidad
nacional.
c. Para dar un tratamiento adecuado y acorde a la ética de la profesión, los
periodistas deben seguir las recomendaciones efectuadas por el INADI
(2010) para el abordaje y la cobertura de informaciones vinculadas a los
pueblos originarios:

i. No desconocer ni descuidar aspectos sociales, culturales y


políticos más amplios en la cobertura de las historias
personales.
ii. No producir ni reproducir términos, imágenes y tramas
discriminatorias, ya sea como burla, insulto, menosprecio o
condescendencia respecto de un determinado colectivo.
iii. Evitar el uso, en noticias, relatos o imágenes, de símbolos o
elementos propios de los colectivos en escenas que los
muestran como “extraños”, “problemáticos” o “peligrosos”
aunque no se haga referencia directa o explícita a un
determinado colectivo.

Art. 34 Antisemitismo, islamofobia y discriminación religiosa


a. Los periodistas deben rechazar y denunciar todo acto de antisemitismo e
islamofobia, así como cualquier acción orientada a provocar una

385
discriminación de tipo religiosa contra alguno de los múltiples credos en
existen en la Argentina.
b. Por antisemitismo se entiende a toda postura de odio y rechazo hacia las
personas que poseen ascendencia o religión judía, es decir, aquel
comportamiento hostil hacia el judaísmo o hacia los judíos por el hecho ser
judíos.
c. Por islamofobia se entiende a toda a postura que promueve hostilidad,
exclusión, rechazo y odio contra el Islam y los musulmanes por el hecho de
ser musulmanes.
d. Es deber de los periodistas combatir los prejuicios contra los ciudadanos de
religión y/o de cultura judía o musulmana, a quienes en ocasiones se los
presenta y define públicamente como parte de colectivos extraños o
ajenos a la sociedad argentina y a sus intereses. Los periodistas tienen la
responsabilidad de realizar un aporte para desarticular estereotipos
negativos y/o estigmatizantes contra ambos colectivos, como por ejemplo,
aquellos que postulan que “los judíos son avaros” o “los musulmanes son
terroristas”.
e. Asimismo, los periodistas deben rechazar cualquier forma de
discriminación contra el resto de las religiones que forman parte de la
sociedad argentina, así como contra los denominados “creyentes sin
religión” o contra los “no creyentes”.

Art. 35 Interreligiosidad e interculturalidad


a. Los periodistas deben promover, destacar y dar a conocer, en todo
momento, la vinculación interreligiosa e intercultural (diálogos y acciones
conjuntas de cualquier índole) entre los distintos colectivos y comunidades
que integran la sociedad argentina.
b. Los periodistas deben hacer propio el principio social de fomentar la
interculturalidad, que tiene que ver con “poder incluir desde las
diferencias, lo que implica la promoción del respeto entre culturas pero
también el intercambio” (INADI, 2016).

386
Art. 36 Personas afrodescendientes
a. Los periodistas deben ejercer su profesión promoviendo el rechazo a toda
forma de discriminación contra los ciudadanos afrodescendientes.
b. La población argentina de origen africana ha sido históricamente
invisibilizada por los dispositivos culturales y mediáticos preponderantes,
habiéndose construido y diseminado el mito de que la Argentina no poseía
ciudadanos de raza negra por haber sido extinguidos éstos en la “epidemia
de la fiebre amarilla” o “en la guerra del Paraguay”. Los periodistas tienen
el deber de desarticular ese mito, procurando poner en conocimiento del
conjunto de la población la activa presencia de los más de 150.000
ciudadanos argentinos que son afrodescendientes (INDEC, Censo 2010), y
de los más de 10.000 inmigrantes africanos que se radicaron en el país a
partir del año 2000, realizando numerosos aportes culturales, sociales y
productivos que enriquecen integralmente a la Argentina.
c. Los periodistas tienen la obligación de evitar la transmisión de estereotipos
acerca de los afrodescendientes y de los inmigrantes de raza negra,
comprendiendo y difundiendo sus singularidades y valores como parte de
la diversidad nacional.

Art. 37 Discriminación socioeconómica


a. Se entiende por discriminación socioeconómica a toda postura destinada a
demostrar una presunta superioridad de una persona o de un colectivo por
sobre otra persona o sobre otro colectivo, basada esa supuesta supremacía
en cuestiones vinculadas al estrato socioeconómico, es decir, a la
capacidad de generar ingresos o al estatus patrimonial. La consecuencia
más importante y visible de los procesos de discriminación socioeconómica
es la generación de obstáculos y barreras de ingreso a determinados
puestos de trabajo para quienes son sujetos de esa discriminación.
b. La discriminación socioeconómica genera un tipo de exclusión que rompe
con el principio de igualdad de derechos, provocando un apartheid
socioeconómico e impidiendo la movilidad social. Es deber de los
periodistas evitar reproducirla y denunciarla toda vez que es identificada.

387
c. De acuerdo al Mapa Nacional de la Discriminación de la República
Argentina, que elabora el INADI, la condición socioeconómica es la
principal causa de discriminación en el país (INADI, 2014). Los periodistas
deben conocer e incorporar esta problemática, elaborando dispositivos de
comunicación que la pongan en disputa, para disminuir así su influencia en
la opinión pública. No hacerlo configura una grave falta a la ética de la
profesión.

Art. 38 Personas con discapacidad


a. Los periodistas están obligados a rechazar todo tipo de discriminación
contra las personas con discapacidad y a promover su inclusión en todos
los ámbitos de la sociedad.
b. Se entiende por discriminación a personas con discapacidad a “cualquier
distinción, exclusión o restricción por motivos de discapacidad que tenga el
propósito o el efecto de obstaculizar o dejar sin efecto el reconocimiento,
goce o ejercicio, en igualdad de condiciones, de todos los derechos
humanos y libertades fundamentales en los ámbitos político, económico,
social, cultural, civil o de otro tipo. Incluye todas las formas de
discriminación, entre ellas, la denegación de ajustes razonables”
(Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, 2016,
Art. 2).
c. Los periodistas deben conocer las distintas formas de discapacidad, que
son:

i. Discapacidad motora
ii. Discapacidad sensorial auditiva
iii. Discapacidad sensorial visual
iv. Discapacidad visceral
v. Discapacidad mental

d. Es deber de los periodistas utilizar siempre un lenguaje adecuado en el


tratamiento de informaciones que involucren a personas con discapacidad,

388
promoviendo su plena inclusión, centrándose siempre en la persona y no
en su discapacidad. Los periodistas deben tomar conocimiento y poner en
conocimiento al conjunto de la población que

(…) la inclusión no persigue cambiar o corregir la diferencia


entre las personas sino enriquecerse de ella. La inclusión no
busca que las personas con discapacidad se adapten al grupo,
pretende eliminar las barreras con las que se encuentran y que
les impiden participar en la sociedad. (INADI, 2017b)

e. Las recomendaciones del INADI (2017b) para el tratamiento de


informaciones que involucren a personas con discapacidad son:

i. No utilizar, nunca, palabras y conceptos que discriminan como:


 Discapacitado/a
 Deficiente
 Enfermito/a
 Incapacitado/a
 Persona con capacidad especial
 Inválido/a
 Paralítico/a
 Minusválido/a
 Lisiado/a
 Mogólico/a
 Ciego/a
 Invidente
 No vidente
 Sordo/a
 Sordomudo/a

ii. Utilizar, en cambio, términos inclusivos como:


 Persona con discapacidad

389
 Persona con discapacidad física o motora
 Persona con síndrome de Down
 Persona con discapacidad visual
 Persona con pérdida auditiva
 Persona sorda

Art. 39 Xenofobia
a. Los periodistas deben rechazar y denunciar toda forma de xenofobia.
b. Se entiende por xenofobia a toda postura que promueve hostilidad,
exclusión, rechazo y odio al extranjero.
c. La xenofobia “comparte los mecanismos discriminatorios que caracterizan
al racismo: las características socioculturales a partir de rasgos físicos y
culturales sobre los que se construyen los prejuicios que crean el miedo y
la sensación de amenaza” (INADI, 2016).
d. En el caso de la República Argentina, los colectivos de migrantes que
reciben mayor índices de xenofobia son los ciudadanos provenientes de
Bolivia, Perú, Paraguay, Chile y China. A su vez, a partir del año 2017, el
INADI ha registrado numerosas denuncias de discriminación xenófoba
contra inmigrantes de origen venezolano. Es deber de los periodistas
rechazar y poner en conocimiento del conjunto de la población todo acto
que implique algún tipo de discriminación por xenofobia.
e. Representan casos de xenofobia los siguientes hechos que forman parte
del inconsciente colectivo argentino y que los periodistas tienen el deber
de rechazar, denunciar y desarticular:

i. Denominar “bolitas”, “paraguas”, “perucas” y “chilotes” a


ciudadanos provenientes de Bolivia, Paraguay, Perú y Chile.
Dichas denominaciones son, en todos los casos, despectivas y
promueven la estigmatización de esos colectivos de migrantes.
ii. Vincular las problemáticas del desempleo (“nos vienen a sacar
el trabajo”) y el delito urbano (“vienen a robar a la Argentina”)
con el fenómeno migratorio.

390
iii. Vincular a la inmigración proveniente de Colombia con el
crimen organizado y el problema del narcotráfico.
iv. Señalar a los inmigrantes como “ilegales”. No existen las
personas ilegales, sino que existen personas en situación de
irregularidad migratoria, cuestión que de ningún modo afecta
sus derechos personalísimos ni su derecho constitucional a
habitar el suelo argentino.
v. Utilizar la referencia a una nacionalidad para describir algún
tipo de conducta, característica u oficio, como, por ejemplo,
utilizar la palabra “gallego” como sinónimo de “bruto”, “tano”
(italiano) como sinónimo de “embaucador” o “embustero”,
“paraguayo” como sinónimo de obrero de la construcción,
“boliviano” como sinónimo de “quintero” o utilizar el
neologismo “mejicanear” o “mexicanear” como sinónimo de
“robar” o de “traicionar la confianza de otros ladrones”.
vi. Relacionar la problemática del déficit en la educación o en la
salud públicas a la presencia de inmigrantes en el país.

f. Los periodistas tienen el deber de promover, a través del lenguaje y del


tratamiento de la información, la plena inclusión de los colectivos de
inmigrantes a la sociedad argentina.
g. Al abordar, emitir y/o publicar una información en donde haya inmigrantes
involucrados, los periodistas deben indicar la nacionalidad de las personas
únicamente cuando ésta resultara decisiva para que el público pueda
comprender una noticia, y nunca como la causa de un problema.

Art. 40 El nacionalismo
a. Los periodistas deben, en el ejercicio de su profesión, rechazar toda forma
de nacionalismo que perciba y exalte a la identidad nacional como un
“ideal” en contraposición a otras nacionalidades. Entender a “lo nacional”
como “lo positivo” y “deseable” implica entender a “lo extranjero” como
“lo negativo” o “rechazable”.

391
b. Los periodistas deben rechazar la exaltación del discurso y la simbología
nacionalistas, promoviendo, por el contrario, la interrelación entre
identidades nacionales. La construcción del “relato patriótico” en la
Argentina se sustenta en la división maniqueísta de la sociedad, en donde
los “buenos” son los simbolizados como “patriotas” que defienden el valor
o la comunidad “nacional”, mientras que los “malos” son representados
con conceptos ampliamente difundidos por el nacionalismo como
“entreguistas”, “vendepatria” o “cipayos”.
c. Los periodistas deben abogar por desarticular los discursos maniqueístas
de corte nacionalista, procurando divorciar cualquier referencia a una
determinada identidad nacional con aspectos, saberes o caracteres
positivos o negativos. El deber de los periodistas, en función del desarrollo
de la nación, pasa por realizar su aporte a la vida democrática
promoviendo la diversidad y la pluralidad de voces independientemente de
las identidades nacionales.

Art. 41 Adultos mayores


a. Los periodistas deben rechazar y evitar reproducir toda forma de
discriminación contra los adultos mayores. Naciones Unidas entiende por
adultos mayores a las personas de más de 60 años (ONU, 2018).
b. Se entiende por discriminación contra los adultos mayores a toda postura
que pretenda invalidar el derecho de los miembros de ese colectivo a
decidir por sí mismos y gozar de una vida activa y plena.
c. De acuerdo al Mapa Nacional de Discriminación del INADI, “prevalece en la
sociedad argentina cierto imaginario que asocia a la persona adulta mayor
a la enfermedad, la improductividad y la incapacidad” (INADI, 2014). Es
deber de los periodistas oponerse activamente a esa discriminación y
elaborar mecanismos de comunicación que reivindiquen el conjunto de
derechos de los adultos mayores.

392
Art. 42 Personas en situación de vulnerabilidad social
a. Los periodistas deben respetar, fomentar y hacer conocer los derechos de
las personas con necesidades básicas insatisfechas y/o que viven en
contextos vulnerados.
b. De acuerdo a un estudio del INADI (2014), el 85% de las personas en la
Argentina reconoce que existe una visible discriminación hacia las
“personas pobres” y/o que viven en situación de vulnerabilidad social. Los
periodistas tienen la responsabilidad de realizar su aporte, a través de la
construcción de un discurso inclusivo, para que el conjunto de la población
tome conciencia de la situación, se sensibilice ante ésta, evite todo clase de
estigmatización de las personas que viven en situación de vulnerabilidad, y
eleve la voz y concrete acciones en defensa de una sociedad sin excluidos.

Art. 43 Personas privadas de la libertad


a. Los periodistas deben respetar e impulsar a respetar los derechos de las
personas que se encuentren o que se hubiesen encontrado privadas de la
libertad por la comisión de delitos.
b. El Mapa Nacional de la Discriminación del INADI (2014) revela que más de
1 de cada 2 argentinos está de acuerdo con la frase: “La mayoría de los
delincuentes no tienen recuperación”. Los periodistas deben rechazar esta
estigmatización y utilizar un discurso inclusivo en pos de mejorar los índices
de reinserción de las personas que se encuentran o que se encontraron en
conflicto con la ley penal, con especial énfasis en el caso de los menores.

Art. 44 Tráfico y trata de personas


a. Los periodistas tienen la responsabilidad social de denunciar y combatir el
tráfico y la trata de personas.
b. Por tráfico de personas se entiende al concepto utilizado para denominar a
los migrantes en situación irregular que contactan, de forma voluntaria,
con un traficante de personas con el objetivo de cruzar una frontera en
busca de mejores oportunidades de vida. En este caso, el migrante
contacta por propia voluntad con el traficante y paga por su traslado al país

393
de destino; una vez allí, la relación entre ambos termina (Ayuda en Acción,
2018).
c. Por trata de personas se entiende al proceso que implica el ofrecimiento, la
captación, el traslado, la recepción o acogida de personas con fines de
explotación laboral o sexual, ya sea dentro del territorio nacional como
desde o hacia otros países. La Ley 26.842 establece que el consentimiento
dado por la víctima de trata no implica que se les quite la responsabilidad
penal, civil o administrativa a los autores, partícipes cooperadores o
instigadores de este delito (Comité Ejecutivo para la Lucha contra la Trata
de Personas, 2018).
d. La Argentina, por su amplio espacio fronterizo, es un país vulnerable a que
se produzcan escenarios de tráfico y trata de personas. Entre 2016 y 2018,
según los datos del Sistema Integrado de Información Criminal del Delito
de Trata de Personas, fueron identificadas como posibles víctimas de
explotación sexual 693 personas. En el mismo período las víctimas de
explotación laboral liberadas fueron 1.605. Los periodistas deben dar
cuenta de esta situación, a los efectos de que estas graves violaciones
contra la dignidad de los seres humanos formen parte habitual de la
agenda pública.
e. Los periodistas deben seguir las recomendaciones del Comité Ejecutivo
para la Lucha contra la Trata de Personas, que se adjuntan en el Anexo de
este código (apartado 4.2).

Art. 45 Adopción de menores


a. Los periodistas deben efectuar un tratamiento particularmente sensible y
responsable en todo lo concerniente a los procesos de adopción de
menores.
b. Se entiende por proceso de adopción de menores al sistema que les
permite a las niñas, niños y adolescentes tener una familia que les brinde
afecto y cubra sus necesidades materiales cuando no lo puede hacer su
familia de origen (Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación,
2018b).

394
c. Los periodistas tienen la responsabilidad de conocer las características
legales y prácticas del proceso de adopción en la Argentina, denunciando
incumplimientos o insuficiencias cuando los hubiera, y protegiendo, en
todos los casos, los derechos de los niños y de los padres.
d. Los periodistas tienen la obligación de estar en conocimiento de los
distintos aspectos que se deben tener en cuenta durante el proceso de
adopción de menores, que se adjuntan en el Anexo de este código
(apartado 4.3).

Art. 46 Bullying, ciberbullying, grooming y mobbing


a. Los periodistas deben rechazar los fenómenos conocidos como bullying,
ciberbullying, grooming y mobbing, y deben apoyar, a través de la difusión,
las campañas que se desarrollan desde el Estado y desde las organizaciones
de la sociedad civil en contra de estas problemáticas.
b. El Instituto Nacional de Juventud del Ministerio de Justicia y Derechos
Humanos de la Nación (2018a) elaboró un instructivo denominado
Hablemos de todo, en donde se define a cada una de estas problemáticas,
que los periodistas deben conocer en profundidad para ponerlas en
conocimiento de la población:

i. Por bullying o acoso escolar se entiende a todo


comportamiento agresivo e intencional que se produce entre
compañeros en el ámbito escolar. Se trata de una relación
desigual de poder, que suele repetirse a lo largo del tiempo.
Puede presentarse de distintas maneras: física, verbal,
psicológica y virtual. También incluye otras modalidades, tales
como las amenazas y los actos discriminatorios por: orientación
sexual, condición socioeconómica, creencias religiosas y
nacionalidad.
ii. Por ciberbullying se entiende al fenómeno a través del cual la
violencia o el hostigamiento se presentan a través de una red

395
social, mensajería instantánea o páginas web. Este tipo de
situaciones tiene características propias:

 Las agresiones pueden ser anónimas


 La mayoría de las veces están fuera del alcance de
los adultos
 El hostigamiento se puede viralizar rápidamente
aumentando la angustia de quien lo recibe

iii. Por grooming se entiende a las estrategias que usa un adulto


para ganarse la confianza de un niño, niña o adolescente a
través de redes sociales y páginas web. El objetivo principal es
tener un encuentro en persona y obtener imágenes o vídeos de
naturaleza sexual.
iv. Por mobbing o acaso laboral se entiende al conjunto de
conductas abusivas (gestos, palabras, comportamientos) que
atentan contra la dignidad, la salud física o psicológica de los
trabajadores, poniendo en peligro su empleo y
comprometiendo su futuro profesional. El acoso laboral tiene
características específicas:

 Existe intención de hacer daño


 Existe una relación de poder de una persona por
sobre la otra
 Las conductas son reiteradas en el tiempo

c. Los periodistas tienen el deber de denunciar estas problemáticas sociales y


ejercer un rol activo para reducir su impacto en la comunidad.

396
Art. 47 Autodeterminación de los pueblos
a. Los periodistas deben respetar el principio democrático de
autodeterminación de los pueblos, consagrado por las Naciones Unidas en
1960 a través de la Resolución 1514, que proclama:

Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación; en


virtud de este derecho, determinan libremente su condición
política y persiguen libremente su desarrollo económico, social
y cultural. (Art. 2)

b. Asimismo, los periodistas deben conocer y fomentar la plena aplicación de


la Resolución 2625 de la ONU, aprobada en 1970, que amplía la anterior:

En virtud del principio de la igualdad de derechos y de la libre


determinación de los pueblos, consagrado en la Carta, todos los
pueblos tienen el derecho de determinar libremente, sin
injerencia externa, su condición política y de proseguir su
desarrollo económico, social y cultural, y todo Estado tiene el
deber de respetar este derecho de conformidad con las
disposiciones de la Carta.

Art. 48 Identidad lingüística


a. Los periodistas tienen el deber de respetar el derecho de los ciudadanos
pertenecientes a las distintas comunidades que forman parte de la
República Argentina a ser educados en su lengua materna y a definir
plenamente su identidad lingüística, reconocido por Naciones Unidas en el
año 2000.
b. Los periodistas deben respetar y hacer conocer la riqueza de las más de
cien lenguas que se hablan en la Argentina, con especial énfasis en aquellas
ancestrales que están constituidas como lenguas maternas de ciudadanos
que integran los colectivos de pueblos originarios. Se trata, entre otras, de

397
las lenguas pertenecientes a las familias mataguaya, guaycurú, lule-vilela,
chon, quechua, charrúa y lenguas aisladas como el mapudungun.
c. Al mismo tiempo, los periodistas, a la hora de realizar sus coberturas o
publicaciones, deben respetar también la utilización de la lengua materna
para los nuevos colectivos de inmigrantes, como son los ciudadanos de
origen chino, sirio, francés-haitiano o senegalés (wolof), entre otros.

Art. 49 Medio ambiente y naturaleza


a. Los periodistas tienen el deber de elaborar y emplear un discurso en
defensa del medio ambiente en donde se desempeñan y de ejercer su
responsabilidad en dar a conocer al conjunto de la población el impacto de
esta problemática.
b. Los periodistas deben ser consciente de que la naturaleza es un bien
colectivo fundamental para el desarrollo humano y deben contribuir a la
formación para su defensa y cuidado, denunciando todo acto existente que
fomente su degradación y/o destrucción.

MEDIOS DIGITALES Y REDES SOCIALES

Art. 50 La deontología y el periodismo digital


La totalidad de los principios deontológicos enunciados en este código
rigen y son de cumplimiento obligatorio para el conjunto de los periodistas
profesionales, se desempeñen éstos en medios de comunicación
tradicionales (impresos, televisivos, radiales) o en medios digitales (webs,
blogs, aplicaciones periodísticas de telefonía celular y periódicos, canales y
radios digitales, entre otros).

Art. 51 El periodismo profesional ante las redes sociales y el periodismo ciudadano


a. Los periodistas profesionales no utilizarán nunca sus redes sociales
personales para anticipar la publicación de una información, imagen o
audio que hubieran obtenido como parte de su trabajo para una empresa u
organización periodística.

398
b. Los periodistas profesionales entienden al denominado periodismo
ciudadano como un fenómeno de la comunicación moderna, al que cabe
darle el mismo tratamiento que al resto de las fuentes de información.
c. Para los periodistas profesionales, aquellas informaciones que hayan
llegado a su conocimiento a través de sitios web, perfiles en redes sociales,
blogs, y otros canales de difusión utilizados por quienes ejercen la
comunicación de forma amateur o vocacional, deben obtener el mismo
tratamiento que aquellas surgidas de otras fuentes de información. Es
decir, los periodistas profesionales deben aplicar los mismos principios de
verificación y contrastación que utilizan cuando se vinculan con fuentes
tradicionales y que fueron detallados en el Art. 6 de este código.
d. Ante el incesante progreso digital que permite la adulteración de imágenes
fotográficas, videos o audios, los periodistas profesionales tienen la
obligación de poner en duda a toda información que se hubiera dado a
conocer a través de las redes sociales o de medios no tradicionales, incluso
cuando esas informaciones ya hubieran iniciado un proceso de viralización
o hubieses sido publicadas por medios de comunicación tradicionales. Los
periodistas no deben publicar informaciones, imágenes, fotografías o
audios provenientes de las redes sociales o de periodistas ciudadanos sin
haber acudido al principio de doble verificación al que hace referencia el
Art. 6 de este código deontológico.
e. Los periodistas deben, siempre, citar el origen de una información que,
previa contrastación, hayan publicado y que hubiera surgido del universo
de las redes sociales o de periodistas ciudadanos.
f. Los periodistas profesionales deben prestar particular atención a las
denominadas fake news que utilizan a las redes sociales o a las empresas
de mensajería instantánea (como WhatsApp o Telegram) como camino de
viralización, y que se publican bajo la forma de noticia publicada en un
medio tradicional. Es deber de los periodistas denunciar públicamente la
presencia de las fake news y ponerlas en conocimiento de los equipos de
dirección y edición de las redes sociales o de las empresas de mensajería
instantánea.

399
g. Los periodistas profesionales tienen el deber de avanzar en una
comprensión integral de la naturaleza del periodismo ciudadano así como
de su impacto en la opinión pública. Para ello, es aconsejable seguir las
recomendaciones compiladas por el International Center for Journalists,
que postulan:

i. [El denominado periodismo ciudadano es ejercido por personas


que] dedican a la difusión de información el tiempo y la
atención esporádicas de un aficionado, o de quien cultiva un
hobby o pasión por una actividad determinada, [mientras que]
el periodista tradicional está consagrado de tiempo completo a
la tarea de servir a las audiencias mediante una información
sobre la vida de la sociedad local, o nacional, o internacional.
ii. El periodista ciudadano cuenta lo que pasa con imágenes
visuales o sonoras que captan el hecho en el instante en que
suceden. Para el periodista tradicional esa es una parte de la
realidad, la otra: ofrecer antecedentes, contexto, proyecciones,
otras miradas y análisis, es la que en su ejercicio profesional
siente que debe servir a la audiencia.
iii. El periodista ciudadano no incorpora a sus prácticas la de
confirmar los hechos. Para él la única verdad es la que registra
su cámara y/o su grabadora de sonido. El periodista profesional
sabe que es parte importante de su tarea la de garantizar la
veracidad de su información; en consecuencia da las razones
para creer, que resultan del acceso a fuentes plurales y diversas
y de la interpretación de los hechos.
iv. No es parte del trabajo del periodista ciudadano el hacerle
seguimiento a las noticias. Esta tarea, que el periodista
profesional cumple como parte integrante de su oficio
profesional, supone acercamiento a las fuentes y, sobre todo,
la visión de los hechos como parte de un proceso.

400
v. [El periodismo ciudadano] es un periodismo que puede hacer
cualquiera persona con ayuda de la tecnología digital. El trabajo
periodístico [profesional] es más exigente que eso. Se trata de
hacer entender; no basta que los receptores vean y oigan las
noticias, además deben entender y al entender, participar y
crear. (Restrepo y Botello, 2018, pp. 22-23)

EL CÓDIGO Y LA EMPRESA PERIODÍSTICA

Art. 52 La deontología y la empresa periodística


a. Los periodistas deben ejercer su profesión con plena conciencia de la
responsabilidad social que les cabe a las empresas u organizaciones
propietarias de los medios de comunicación.
b. Se entiende por empresas u organizaciones periodísticas a aquellas que se
desempeñan dentro de la industria de la comunicación social.
c. Las empresas u organizaciones propietarias de los medios de comunicación
son, al mismo tiempo, actores socioeconómicos que se desempeñan en la
elaboración de un producto cuya materia prima le pertenece al conjunto
de la ciudadanía: la información. En consecuencia, las empresas
periodísticas, en modo alguno, pueden establecer como prioridad la
persecución de sus intereses económicos por sobre el derecho ciudadano a
la información.
d. Los medios de comunicación son empresas u organizaciones de carácter
esencialmente social y que poseen un indelegable e irrenunciable rol de
servicio a la comunidad. Los periodistas están obligados a elevar su voz y a
denunciar públicamente a la sociedad cuando detecten que la empresa u
organización periodística en donde trabajan produce acciones manifiestas
con el propósito de subsumir o de diluir el derecho ciudadano a la
información en el marco de sus objetivos económicos.
e. Es también deber de los periodistas exigir de parte de sus empleadores:

401
i. Respeto integral por la independencia profesional, entendida
como el sistema de creencias, ideas y opiniones.
ii. Reconocimiento del derecho de los periodistas a convocar la
cláusula de conciencia, de acuerdo a las condiciones
especificadas en el Art. 5 de este código.
iii. Condiciones de trabajo satisfactorias para el desempeño y el
desarrollo profesionales, en donde estén incluidos los
beneficios del sistema de protección social que prevé la
legislación laboral, así como la buena fe para la estipulación de
la pauta salarial.

f. La regulación de las empresas u organizaciones periodísticas se encuentra


bajo la responsabilidad del Estado y es el Estado quien debe establecer una
legislación acorde a la responsabilidad social de los medios de
comunicación, y hacerla cumplir.
g. Este código deontológico es una herramienta de autorregulación para el
ejercicio de la profesión periodística. No obstante, y a los efectos de
asegurar el cumplimiento de la responsabilidad social que les cabe ante la
comunidad, las empresas periodísticas no deben oponerse a la adhesión
por parte de los periodistas de ninguno de los artículos previstos en este
código.

ALCANCES DEL CÓDIGO DEONTOLÓGICO

Art. 53 Aplicación y actualización del código


a. Este código deontológico es un instrumento de autorregulación para el
ejercicio de la profesión periodística.
b. Cualquier vocación de hacerlo cumplir, así como de actualizarlo de acuerdo
a las transformaciones sociales y singulares de la actividad, debe
circunscribirse al universo de los periodistas profesionales.
c. Los periodistas deben impulsar la creación de un organismo único y
colegiado de carácter nacional, ajeno a todo tipo de afinidades o

402
pertenencias político-partidarias, a fin de que éste otorgue cobertura
integral (laboral, legal y social) para los profesionales de la comunicación, y
bajo cuya responsabilidad se encuentre la creación de un Consejo de
Prensa que disponga la elaboración y la aplicación de instrumentos
deontológicos de autorregulación que busquen elevar el estándar ético de
la profesión periodística en la Argentina.

4. ANEXO

4.1 Violencia machista contra la mujer y perspectiva de género

a) Recomendaciones del Instituto Nacional contra la Discriminación, la


Xenofobia y el Racismo (INADI, 2017a) para un ejercicio de la
profesión periodística que incluya la perspectiva de género y que les
permita a los profesionales de la comunicación realizar un abordaje
adecuado sobre los casos de violencia contra la mujer:

i. Acudir a profesionales y expertos/as para poder cubrir desde


distintos aspectos las noticias sobre violencia contra las
mujeres, para lograr una lectura profunda y fundada de la
problemática; y adjuntar siempre información útil que facilite la
denuncia de situaciones de violencia contra las mujeres (líneas
telefónicas, dependencias, etc.)
ii. A modo de ejemplo, recomendar la línea gratuita 144 de
orientación, información y contención para mujeres en
situación de violencia del Ministerio de Desarrollo Social.
También se puede sugerir la línea gratuita del INADI para
denunciar discriminación: 0800 999 2345.
iii. Si se menciona algún caso concreto de femicidio, no vincular la
denuncia por agresión como causal del mismo. En ocasiones los
medios informan sobre las denuncias por violencia realizadas
por la víctima, dando a entender que su posterior asesinato es

403
consecuencia directa de la denuncia. Es importante transmitir
con claridad que el único responsable es el victimario, no la
denunciante. De lo contrario, las víctimas de violencia no se
animan a buscar ayuda.
iv. No entronizar el relato del episodio individual, personal y
aislado, teñido de matices sensacionalistas y evitar los detalles
escabrosos, las descripciones morbosas y todo otro tipo de
elementos o utilización de recursos que pudieran configurar un
tratamiento sensacionalista, desde la musicalización hasta las
reconstrucciones o infografías.

b) Consideraciones y recomendaciones de la Defensoría del Público (2016):

i. La violencia mediática es un exponente de la violencia


simbólica. Esto significa prestar particular atención en la
violencia representada y difundida en y por los medios de
comunicación audiovisual.
ii. Se ejercita violencia mediática cuando se construyen
representaciones que cosifican o estigmatizan a las personas.
En el caso de las mujeres, por ejemplo:

a. Representarla únicamente como objeto sexual de


consumo o trofeo.
b. Naturalizar que es la responsable de la limpieza del hogar,
la cocina y crianza de hijos/as.
c. Dar a entender que es una compradora compulsiva.
d. Realizar juicios sobre su modo de vida (con quién sale,
cómo se viste, por dónde circula).
e. Visibilizar un único modelo de belleza deseable (joven,
delgada, a la moda, etc.)
f. Normalizar la división sexual del trabajo. Oficios,
profesiones u ocupaciones exclusivas de mujeres

404
(secretaria / enfermera / maestra jardinera / ama de
casa) o de varones (gerente / médico / profesor / albañil).
g. Adjudicar características especificas del “ser mujer”:
débil, emocional, manipulable, celosa, histérica,
chismosa, irracional, natural, etc.
h. Revictimizar a la persona que fue víctima de violencia. El
discurso que se pregunta qué hizo la víctima para ser
agredida.

iii. Recomendaciones de la Defensoría para que los medios de


comunicación y los periodistas eviten el sexismo en el lenguaje,
que está en el origen de la violencia mediática contra la mujer:

a. Evitar el masculino como valor genérico:

 El hombre avanza hacia la cura del cáncer / La


humanidad avanza hacia la cura del cáncer.
 Todos celebramos la democracia / La ciudadanía
celebra la democracia.
 Los argentinos eligen veranear en el país / La
población argentina elige veranear en el país.

b. Utilizar el impersonal “se” o “quienes” en vez del artículo


masculino “los”:

 Los trabajadores metalúrgicos recibirán un aumento


salarial de.... / Se dará un aumento salarial al sector
metalúrgico de....
 Los que cobren más de... / Quienes cobren más
de....

405
c. Privilegiar el uso de nominaciones neutras para referirse a
grupos específicos:

 Los niños son los más afectados por la crisis / La


infancia es la más afectada por la crisis.
 Cuestionan a los políticos / Cuestionan al sector
político.
 Crece el número de enfermeras en hospitales /
Aumenta el personal de enfermería en hospitales.

d. La musicalización es fundamental en la construcción del


discurso audiovisual y radiofónico. Se recomienda prestar
atención a las representaciones que construyen las letras
de las canciones para no reproducir estereotipos
discriminatorios y evitar musicalizar informes sobre
violencia de género con temas que refuercen la situación
dramática.
e. En cuanto al uso de las imágenes, se sugiere visibilizar a
las mujeres en situaciones diversas, que pongan en crisis
la representación hegemónica de un modelo único de ser
mujer (ama de casa, madre, sensible, bella, cuerpo-
objeto, etc.).
f. En caso de femicidios, se desaconseja la exposición
reiterada de imágenes de la víctima.

c) Especificaciones sobre tipos y modelos de violencia contra la mujer,


consagradas en la ley 26.485, destacadas por el Ministerio de Justicia
y Derechos Humanos de la Nación (2018c):

a. Tipos de violencia:

406
i. Física: la que se emplea contra el cuerpo de la mujer
produciendo dolor, daño o riesgo de producirlo y
cualquier otra forma de maltrato o agresión que afecte su
integridad física.
ii. Psicológica: la que causa daño emocional y disminución
de la autoestima o perjudica y perturba el pleno
desarrollo personal o que busca degradar o controlar sus
acciones, comportamientos, creencias y decisiones,
mediante amenaza, acoso, hostigamiento, restricción,
humillación, deshonra, descrédito, manipulación o
aislamiento.
iii. Sexual: cualquier acción que implique la vulneración en
todas sus formas, con o sin acceso genital, del derecho de
la mujer de decidir voluntariamente acerca de su vida
sexual o reproductiva a través de amenazas, coerción, uso
de la fuerza o intimidación, incluyendo la violación dentro
del matrimonio o de otras relaciones vinculares o de
parentesco, exista o no convivencia, así como la
prostitución forzada, explotación, esclavitud, acoso,
abuso sexual y trata de mujeres.
iv. Económica y patrimonial: la que se dirige a ocasionar un
menoscabo en los recursos económicos o patrimoniales
de la mujer, a través de la perturbación de la posesión,
tenencia o propiedad de sus bienes, pérdida, sustracción,
destrucción, retención o distracción indebida de objetos,
instrumentos de trabajo, documentos personales, bienes,
valores y derechos patrimoniales.
v. Simbólica: la que a través de patrones estereotipados,
mensajes, valores, íconos o signos transmita y reproduzca
dominación, desigualdad y discriminación en las
relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la
mujer en la sociedad.

407
b. Modalidades de violencia:

i. Violencia doméstica: aquella ejercida contra las mujeres


por un integrante del grupo familiar,
independientemente del espacio físico donde ésta ocurra,
que dañe la dignidad, el bienestar, la integridad física,
psicológica, sexual, económica o patrimonial, la libertad,
comprendiendo la libertad reproductiva y el derecho al
pleno desarrollo de las mujeres. Se entiende por grupo
familiar el originado en el parentesco sea por
consanguinidad o por afinidad, el matrimonio, las uniones
de hecho y las parejas o noviazgos. Incluye las relaciones
vigentes o finalizadas, no siendo requisito la convivencia.
ii. Violencia institucional: aquella realizada por las/los
funcionarias/os, profesionales, personal y agentes
pertenecientes a cualquier órgano, ente o institución
pública, que tenga como fin retardar, obstaculizar o
impedir que las mujeres tengan acceso a las políticas
públicas y ejerzan los derechos previstos en esta ley.
Quedan comprendidas, además, las que se ejercen en los
partidos políticos, sindicatos, organizaciones
empresariales, deportivas y de la sociedad civil.
iii. Violencia laboral: aquella que discrimina a las mujeres en
los ámbitos de trabajo públicos o privados y que
obstaculiza su acceso al empleo, contratación, ascenso,
estabilidad o permanencia en el mismo, exigiendo
requisitos sobre estado civil, maternidad, edad,
apariencia física o la realización de test de embarazo.
Constituye también violencia contra las mujeres en el
ámbito laboral quebrantar el derecho de igual
remuneración por igual tarea o función. Asimismo,

408
incluye el hostigamiento psicológico en forma sistemática
sobre una determinada trabajadora con el fin de lograr su
exclusión laboral.
iv. Violencia contra la libertad reproductiva: aquella que
vulnere el derecho de las mujeres a decidir libre y
responsablemente el número de embarazos o el intervalo
entre los nacimientos, de conformidad con la Ley 25.673
de Creación del Programa Nacional de Salud Sexual y
Procreación Responsable.
v. Violencia obstétrica: aquella que ejerce el personal de
salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las
mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso
de medicalización y patologización de los procesos
naturales, de conformidad con la Ley 25.929.
vi. Violencia mediática: aquella publicación o difusión de
mensajes e imágenes estereotipados a través de
cualquier medio masivo de comunicación, que de manera
directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o
sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre,
humille o atente contra la dignidad de las mujeres, como
así también la utilización de mujeres, adolescentes y
niñas en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando
la desigualdad de trato o construya patrones
socioculturales reproductores de la desigualdad o
generadores de violencia contra las mujeres.

4.2 Trata de personas

a) Recomendaciones del Comité Ejecutivo para la Lucha contra la Trata de


Personas de la Jefatura de Gabinete de la Nación argentina.

409
1) Situaciones en donde se pueden dar casos de Trata de
Personas:

i. Ofertas de empleo que no detallan quién es el


empleador, el nombre de la empresa, dónde será la
entrevista ni hay datos explicitados.
ii. Ofertas de traslado a otra ciudad de manera “gratuita” a
partir de una oferta laboral prometedora.
iii. Ante una situación de vulnerabilidad de una persona que
se encuentra alejada de su hogar, aparece un “salvador”
que promete solucionarle todos sus problemas.

2) ¿Cuándo hay explotación?

i. Si se promueve, facilita o comercializa la prostitución


ajena o cualquier otra forma de oferta de servicios
sexuales ajenos.
ii. Si se obliga a una persona a realizar trabajos o servicios
forzados.
iii. Si se reduce o mantiene a una persona en condición de
esclavitud o servidumbre.
iv. Si se promueve, facilita o comercializa la pornografía
infantil o la realización de cualquier tipo de
representación o espectáculo con dicho contenido.
v. Si se fuerza a una persona al matrimonio o a cualquier
tipo de unión de hecho.

3) Ante posibles casos de trata de personas, el/la periodista debe


informar a la población de la existencia de la línea telefónica
145, gratuita y de alcance nacional, en donde se recepcionan
las denuncias y se presta asistencia a las víctimas.

410
4.3 Adopción de menores

Información acerca del proceso de adopción de menores


proporcionada por el programa Justicia Cerca del Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos de la Nación argentina (2018b).

a. ¿Qué es la adopción?
Es el sistema que les permite a las niñas, niños y adolescentes
tener una familia que les brinde afecto y cubra sus necesidades
materiales cuando no lo puede hacer su familia de origen.
b. ¿La persona adoptada tiene derecho a conocer su origen?
Sí. El adoptado con edad y madurez suficiente tiene derecho a
conocer el expediente de adopción y los datos sobre su
identidad y familia de origen.
c. Una persona adoptante, ¿debe comunicarle a la persona que
adoptó su origen?
Sí, en el expediente de adopción los adoptantes se
comprometen a comunicar al adoptado su origen.
d. ¿Existen distintos tipos de adopción?
Sí, la adopción puede ser plena o simple de acuerdo a lo que el
juez considere más conveniente para la niña, niño o
adolescente. El juez decide el tipo de vínculos que se
mantienen o se extinguen respecto de la familia de origen,
tanto en la adopción plena como en la simple. También existe
la adopción de integración que consiste en adoptar al hijo del
cónyuge o conviviente.
e. ¿Qué personas pueden adoptar?
Pueden adoptar:
 Un matrimonio.
 Ambos integrantes de una unión convivencial.
 Una única persona soltera, viuda o divorciada.
f. ¿Pueden adoptar dos personas convivientes del mismo sexo?

411
Sí. Los matrimonios y los convivientes del mismo sexo pueden
adoptar.
g. ¿Qué requisitos se deben reunir para poder adoptar?
 Tener 25 años de edad cumplidos.
 Tener por lo menos 16 años más que el adoptado.
Esta diferencia de edad no es necesaria cuando se
adopta al hijo del cónyuge o conviviente.
 Ser argentino o naturalizado.
 Si se es extranjero, es necesario acreditar una
residencia en el país no menor a 5 años.
 Estar inscripto en el Registro Único de Aspirantes a
Guarda con Fines Adoptivos que corresponda a tu
domicilio.
h. ¿Cuándo una niña, niño o adolescente está en situación de
adoptabilidad?
Una niña, niño o adolescente está en situación de adoptabilidad
cuando:
 No se conoce quiénes son sus padres.
 Sus padres fallecieron y no se encontraron
familiares de origen.
 Los padres tomaron la decisión de que sea
adoptado después de los 45 días del nacimiento.
 Las medidas para que vuelva con su familia de
origen no dieron resultado.
i. ¿Quién decide que una niña, niño o adolescente está en
situación de ser adoptabilidad?
El juez decide si la niña, niño o adolescente está en situación de
adoptabilidad.
j. ¿Es posible adoptar a una persona mayor de edad?
Sí, solamente cuando:
 La persona que se quiere adoptar es el hijo del
cónyuge o conviviente.

412
 Cuando quien desea adoptar acredita el trato
habitual a una persona como si hubiera sido su hijo
mientras éste fue menor de edad.
k. ¿Es posible adoptar a varias personas?
Sí, es posible adoptar a varias personas al mismo tiempo o en
diferentes momentos.
l. ¿Está en condiciones de adoptar una persona que ya tiene
hijos?
Sí. En ese casi, los hijos tienen derecho a ser oídos por el juez
de la adopción. Si ésta se concediera, todos los hijos adoptivos
y biológicos van a ser considerados hermanos entre sí.

5. REFERENCIAS DEL CÓDIGO DEONTOLÓGICO

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Recuperado el 4 de marzo de 2019 de
https://ayudaenaccion.org/ong/blog/infancia/diferencias-trata-y-trafico-de-
personas/
Comité Ejecutivo para la Lucha contra la Trata de Personas (2018). ¿Qué es la trata de
personas? Recuperado el 8 de febrero de 2019 de
https://www.argentina.gob.ar/denuncialatrata
Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (2016). Convención
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad Aprobada por la Asamblea
General de las Naciones Unidas en su resolución 61/106. Recuperado el 3 de
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413
Defensoría del Público (2016). Tratamiento de la violencia de género en la radio y la
televisión. Recuperado el 3 de noviembre de 2018 de
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INADI (2010). Buenas Prácticas en la Comunicación Pública. Pueblos Indígenes –
Originarios. Recuperado el 11 de noviembre de 2018 de
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f
INADI (2014). Mapa Nacional de la Discriminación. Recuperado el 3 de marzo de 2019
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Pública. Recuperado el 6 de noviembre de 2018 de
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Bullying, ciberbullying, grooming y moving. Recuperado el 4 de marzo de 2019 de
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Guía del programa Justicia Cerca del Ministerio de Justicia de la Nación
argentina. Recuperado el 26 de febrero de 2019 de
https://www.argentina.gob.ar/justiciacerca/quiero-adoptar
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Género. Tipos y modalidades de violencia. Recuperado el 2 de marzo de 2019 de
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ONU (2018). Día Internacional de las Personas de Edad. Recuperado el 2 de febrero
de 2019 de http://www.un.org/es/events/olderpersonsday/
Restrepo, J. D. y Botello, L. M. (2018). Manual sobre ética periodística en la era
digital. Washington: International Center for Journalists.

415
7. CONCLUSIONES

Sintetizaremos en este último capítulo las principales aportaciones de esta tesis


doctoral y las conclusiones más significativas a las que hemos arribado durante el
proceso de investigación. Además, presentaremos el proyecto para visibilizar nuestra
propuesta aplicada, así como las distintas líneas de investigación que quedan abiertas
tras la finalización de este trabajo.

7.1 Aportaciones al campo teórico-conceptual de la deontología periodística

Durante la elaboración y el desarrollo del marco teórico de nuestra investigación,


hemos realizado una revisión analítica e integral de los conceptos tradicionales
vinculados a la deontología periodística. Para ello, nos ha sido útil agrupar las
discusiones que, todavía hoy, generan un mayor nivel de debate. Tanto las
transformaciones sociales como el progreso tecnológico-digital hacen del periodismo
una disciplina dinámica que pone a los profesionales ante el reto de autoexaminarse
de forma permanente. La deontología forma parte de ese reto.
La primera conclusión a la que llegamos con nuestro trabajo es la necesidad de
que el periodismo profesional abrace definitivamente la idea de la autorregulación
como una herramienta que, a la par de mejorar sus prácticas profesionales y
deontológicas, opere como una estructura de defensa de la libertad de expresión y de
la independencia de los periodistas. Cuando no existe un marco autorregulatorio con
pautas específicas y prácticas para el trabajo profesional, los periodistas quedan
huérfanos y a merced de presiones empresarias, económicas y políticas que pueden
alterar su independencia. Como hemos demostrado en nuestra serie de trabajos de
campo, esta circunstancia se da en el caso argentino, en donde la situación se agrava
por el escenario de precariedad en el que los profesionales realizan su labor. Por otra
parte, la combinación de fragilidad laboral con la ausencia de herramientas
deontológicas de autorregulación provoca una visible disminución de la confianza de la
sociedad en sus periodistas. De esta forma, se genera un círculo de deterioro de la
calidad profesional que termina por afectar el derecho ciudadano a la información.

416
En esta investigación llegamos a la conclusión de que es necesario que el
periodismo supere el debate de regulación —estatal, de mercado o combinada— o
autorregulación. Para los profesionales, el desafío pasa por autorregularse elaborando
un conjunto de instrumentos prácticos y deontológicos destinados a elevar sus
estándares de calidad. Si existiera una regulación externa a la profesión, ésta de
ninguna forma debiera afectar la independencia de los periodistas. Ello será posible
sólo si los periodistas cuentan con herramientas consolidadas de autorregulación que
enmarquen el ejercicio de su profesión, como lo es un código deontológico.
En segundo lugar, nuestro trabajo pone sobre la mesa un conjunto de discusiones
acerca de la propia naturaleza del periodismo, que comienzan con la controversia
sobre si se trata de una disciplina que constituye un oficio o una profesión. Este
debate, saldado en la mayor parte de los países del hemisferio norte, no ha logrado
aún ser resuelto en Latinoamérica en general y en la Argentina en particular. La
discusión dispara una serie de temáticas que también hemos tratado aquí, como la
exigencia o no de titulación para el ejercicio de la profesión o la pertinencia de la
colegiación.
Desde nuestra perspectiva, esta tesis realiza un aporte específico para el caso
argentino y latinoamericano al demostrar los beneficios de avanzar en la
profesionalización de la actividad, para la cual se hace necesaria la presencia de
instrumentos de autorregulación que determinen buenas prácticas y modos de
actuación para los profesionales. Ello, a la par de mejorar los niveles de libertad de
expresión y de confianza de la sociedad en sus periodistas, tiende a un construir un
escenario de mayor autonomía y estabilidad para los profesionales.
Respecto de la exigencia de contar con un título universitario para estar habilitado
a ejercer la profesión, que tendría como correlato la obligatoriedad de la colegiación,
la conclusión a la que hemos llegado en nuestro trabajo es que, en los casos argentino
y latinoamericano, la cuestión debe ser tratada como un proceso. Nuestro trabajo de
campo ha demostrado que, en el caso argentino, apenas tres de cada diez periodistas
cuentan con un título universitario. Si se estableciera la obligatoriedad de forma
inmediata y compulsiva, quedarían fuera del mercado laboral casi el 70% de los
periodistas. Por ello, en una primera instancia, nos parece pertinente avanzar en la
creación de un esquema flexible de colegiación en donde, como establecen algunos

417
colegios de la región, el no contar un título universitario puede ser sustituido por una
determinada cantidad de años en el ejercicio de la profesión. En este trabajo hemos
demostrado la conveniencia de la colegiación como marco general autorregulatorio,
puesto que se trata de una institución que, además de operar en defensa de la
autonomía de los profesionales, cuenta con la capacidad de disponer de un conjunto
de normas deontológicas y profesionales orientadas a elevar los estándares de calidad
del periodismo.
En tercer término, hemos abordado en nuestro trabajo el debate acerca de la
naturaleza y la utilidad de los códigos deontológicos. A partir de la discusión y la
perspectiva de distintos autores, arribamos a la conclusión —y así lo hemos
demostrado— de que se trata de instrumentos decididamente útiles para el ejercicio
de la profesión periodística, fundamentalmente cuando se trata de dispositivos de
autorregulación actualizados a la luz de la transformaciones sociales y tecnológicas,
orientados a la praxis y siempre que hayan sido elaborados como guías de conducta
para la labor cotidiana de los profesionales. El código deontológico que en esta tesis
hemos propuesto para el caso argentino persigue esos objetivos.
Además, nuestra investigación empírica sobre los periodistas argentinos
demuestra que, en una amplia mayoría, consideran a los códigos deontológicos como
herramientas útiles para su desempeño profesional. En este trabajo, entendemos,
hemos demostrado que los códigos, aún sin ser dispositivos omnipotentes que
pueden, por sí solos, solucionar la totalidad de los problemas deontológicos de la
profesión, son instrumentos operativos y necesarios para un ejercicio del periodismo
de calidad, basado en sus principios fundamentales. Los códigos, naturalmente, deben
ser entendidos y elaborados como herramientas de autorregulación y de ningún modo
pueden ser impuestos desde fuera de la profesión, puesto que ello constituiría un tipo
de regulación externa que podría derivar en una merma de la libertad de expresión y
de la independencia de los periodistas. Son los propios periodistas quienes
voluntariamente deben autorregularse a los ojos de sus principios deontológicos.
En nuestra investigación hemos discutido también acerca de la ética de la empresa
periodística. Si bien diversos autores son favorables a que el cumplimiento de los
códigos deontológicos de la profesión sea exigible también a las empresas o
instituciones propietarias de medios de comunicación, en nuestra mirada esa

418
perspectiva es incompatible con la idea de los códigos entendidos como herramientas
de autorregulación. Es decir: si sostenemos que los códigos son instrumentos de
autorregulación, su cumplimiento puede ser sólo exigido a los propios profesionales.
Sin embargo, nuestro trabajo ha demostrado, a través del ejemplo del caso
argentino, la necesidad de que la empresa de comunicación abrace también una
perspectiva deontológica sustentada en el rol social del periodismo. Cuando la
empresa pone por delante sus objetivos comerciales a la ética de la profesión, se
vulnera el derecho ciudadano a la información. En nuestra investigación hemos
visibilizado esta situación, al exponer distintos ejemplos de medios de comunicación
argentinos que enmascaran como material informativo el contenido publicitario o, lo
que es peor aún, la propaganda política, con el objetivo de engañar al público,
mejorando así su capacidad comercial. Cuando ello ocurre, la empresa produce un
daño social significativo, incumple con su rol de servicio y se emparenta al resto de las
empresas que sólo tienen objetivos o intereses comerciales.
Desde nuestra perspectiva, no está en las facultades de los periodistas
profesionales el imponer a las empresas el cumplimiento de su código deontológico.
Pero, como señalamos al discutir esta cuestión (apartado 2.2.6), el hecho de que los
periodistas cuenten con un código deontológico y se comprometan a cumplirlo sin
filtraciones, impondrá un estándar de calidad ético a las empresas. Si, en cumplimiento
de su código deontológico, los periodistas se niegan a participar de actividades
dispuestas por las empresas que colisionan con los principios éticos de la profesión —
como los ejemplos que hemos mostrado en este trabajo—, las compañías o
instituciones propietarias de los medios se verán impedidas de llevar adelante esas
acciones o quedarán con poco espacio para ejecutarlas, bajo el riesgo de que sus
propios periodistas las hagan públicas. En conclusión: el papel de los periodistas en
función de mejorar el desempeño ético de las empresas pasa por contar con un código
deontológico que opere como guía de conducta y por comprometerse a cumplirlo,
negándose a participar de cualquier hecho o actividad que entre en conflicto con los
principios de la profesión.
Por otro lado, en nuestra tesis nos hemos ocupado también de analizar la
conveniencia y utilidad de una institución de autorregulación como es el consejo de
prensa. Se trata de una discusión que está relacionada con la ética de la empresa

419
periodística ya que, en esta investigación, entendemos al consejo de prensa como una
institución que debe estar integrada por periodistas y editores pero también por
propietarios de medios. El consejo de prensa aporta diversas ventajas a la hora de
elevar los estándares de calidad deontológica del sistema periodístico, porque, a
diferencia de los colegios de periodistas —en donde no hay presencia de
propietarios—, posibilita que profesionales y empresarios se sienten a la misma mesa
para evaluar conductas éticas tanto de medios de comunicación como de trabajadores
de prensa. De esta manera, el consejo de prensa, además de contar con la capacidad
de visibilizar ante los responsables de las empresas periodísticas las distintas
situaciones en donde se ponen en juego los valores de la profesión, es un organismo
que se orienta a aumentar los índices de cumplimiento de los códigos de conducta.
El aporte de nuestro trabajo a esta discusión, orientado al caso argentino, pasa
por impulsar en nuestra propuesta aplicada la creación de un consejo de prensa
integrado por periodistas, editores y propietarios de medios, financiado
exclusivamente por la industria periodística, en donde integrantes de la sociedad civil
puedan participar como miembros consultivos pero no vinculantes, cuyo objetivo sea
el de elaborar y/o de hacer cumplir los distintos instrumentos deontológicos de
autorregulación.
Una temática que aquí hemos tratado, y que es poco conocida en América Latina y
más aún en la Argentina, es la de los sellos de calidad deontológica. En este sentido,
además de haber analizado su pertinencia y de haber dado cuenta de las
singularidades de dos de estos instrumentos que se encuentran vigentes en la
actualidad en España y en Catalunya, nuestra investigación propondrá para el caso
argentino (ver Divulgación del producto de la investigación en el apartado 7.6) la
creación del primer Observatorio de Ética Periodística, en cuya finalidad está, además
de la producción de informes sobre el estatus deontológico del sistema periodístico, la
elaboración de un sello de calidad. Desde nuestro punto de vista, la presencia de un
dispositivo de estas características en un escenario como el argentino, en donde no
existen ni la colegiación ni un código deontológico con reconocimiento general,
constituirá un aporte significativo en aras de mejorar la calidad deontológica del
ejercicio periodístico.

420
Este tipo de sellos, como hemos expuesto en esta tesis, tienden a poner en
marcha una estructura virtuosa a partir de la cual los medios de comunicación que
reciben el reconocimiento se transforman en espejos o modelos para aquellos que aún
no lo han conseguido. Su éxito depende, una vez logrado que el público conozca de su
existencia, tanto de la legitimidad como del profesionalismo de la institución que los
crea y otorga, y por ello nuestro aporte para el caso argentino pasa por ubicar esta
herramienta en el marco de un observatorio que funcione dentro de una universidad.
Junto con las temáticas que acabamos de presentar, el marco teórico-conceptual
de nuestra investigación aporta una actualización de debates tradicionales como los de
la objetividad, el defensor del público, el tratamiento de las fuentes de la información,
el derecho a réplica y rectificación y la cláusula de conciencia. Pero el conjunto de
estas discusiones está atravesado por la necesidad de ponerlas en contacto con el
proceso de digitalización, que ha transformado —y sigue transformando— buena
parte de las prácticas profesionales de los periodistas.
En este campo, nuestra tesis establece un aporte concreto al proponer un análisis
crítico de la deontología en el área del periodismo digital, incorporando nuevas
temáticas y debates, como quién puede ser considerado periodista profesional en la
actualidad; el tratamiento de la información originada a partir de instrumentos
tecnológicos como cámaras de seguridad o audios, textos, fotografías o vídeos que se
transmiten a través de los servicios de mensajería instantánea; los foros de opinión en
el periodismo digital; y las particularidades de fenómenos en desarrollo como el
periodismo ciudadano.
En este sentido, nuestra investigación aporta una guía específica para un
tratamiento acorde a los principios deontológicos de esta nueva clase de fuentes de
información, así como del material que surge y se viraliza a través de las redes sociales
y de los sitios creados por los llamados periodistas ciudadanos. Problemáticas como la
legitimidad del uso de la información que se origina en los flujos de comunicación no
tradicionales ni profesionales, así como los renovados límites que surgen de los
derechos a la intimidad y a la privacidad, requieren de una discusión que se ubica en el
universo conceptual de la comunicación periodística. Desde nuestra perspectiva, esta
tesis constituye una aportación a esa discusión y una propuesta de redefinición de las
temáticas que, en el futuro, deben ser integradas al campo de estudio.

421
En síntesis: en este capítulo de nuestra tesis hemos realizado un aporte, por un
lado —y mirado el carácter aplicado de nuestra investigación— al demostrar la
pertinencia y la utilidad de los códigos deontológicos. Pero, por el otro, hemos
exhibido que el campo teórico de la deontología periodística es dinámico, que se
encuentra en estado de discusión y que requiere del inicio de un proceso de
regeneración que le permita incorporar definitivamente los nuevos desafíos que
afectan a la profesión.

7.2 Aportaciones al caso argentino

Esta investigación, si bien toma como campo de estudio a la deontología periodística y


presenta un análisis general sobre la codificación latinoamericana, tiene como
epicentro al caso argentino. Nuestro trabajo aporta, como marco referencial, un
estado actual de la situación de la profesión periodística en la Argentina, con una
caracterización de las problemáticas principales que aquejan a la praxis de los
trabajadores de la prensa en el país. O sea: un escenario de precariedad laboral con
bajos salarios y altos niveles de informalidad y cuentapropismo; una falta de identidad
de los periodistas por ausencia de asociaciones profesionales y sindicales; un bajo nivel
de profesionalización; un intrusismo creciente; una profesión subsidiada,
extremadamente dependiente del Estado o de los grandes anunciantes; y una crisis
deontológica que derivó en la pérdida de credibilidad por parte de la sociedad.
Por otro lado, nuestra tesis aporta un estudio crítico y novedoso sobre la fallida
experiencia de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA), así como la
necesidad que presenta el escenario argentino de configurar un marco normativo que
esté orientado a la organización de un sistema de medios que garantice la pluralidad
de voces y el acceso al consumo de información y de los productos comunicaciones al
conjunto de la población. Como hemos explicado en el marco referencial, el paisaje
mediático argentino presenta un elevado índice de concentración de la propiedad, en
donde muy pocas empresas controlan a través de sus conglomerados de medios la
mayor parte de la audiencia, de la distribución publicitaria y de las licencias, con una
centralización geográfica en Buenos Aries que complejiza aún más la situación. Este

422
escenario se construyó a partir de una legislación originada en la última dictadura
militar y ya nunca se modificó.
La LSCA, elaborada a partir del trabajo de un grupo de expertos y actores
comunicacionales de la sociedad civil nucleados en la Coalición por una Radiodifusión
Democrática (CDR), fue originalmente un intento que buscaba democratizar el
espectro, pero falló a partir de que la ley fue tomada por el gobierno de la entonces
presidenta Cristina Kirchner como espada para desarticular el Grupo Clarín.
Nuestra investigación aporta un análisis que contrapone cuatro instancias
vinculadas a la LSCA:

i. El origen de la ley a partir del trabajo de la CRD, basado en la


necesidad de democratizar el escenario mediático nacional.
ii. La politización, apropiación y aprobación de la LSCA por parte del
gobierno de Cristina Kirchner, en cuyo objetivo estaba, ante todo, la
adecuación del Grupo Clarín al nuevo escenario, para el cual debía
desprenderse de la mayor parte de sus empresas y activos.
iii. La resistencia judicial y efectiva de los conglomerados mediáticos,
liderados por el Grupo Clarín, a la aplicación de la LSCA.
iv. La derogación de la LSCA apenas asumido el gobierno del presidente
Mauricio Macri, quien retrotrajo el escenario al momento previo a la
sanción de la ley, archivando la totalidad de los planes de adecuación
y desinversión.

Otro aspecto del que nos ocupamos en el marco referencial de nuestro trabajo es
el debate que se generó en la Argentina a partir de la idea del “periodismo militante”
como contraposición al “periodismo independiente”. Nuestra tesis permite visibilizar
esa discusión, que terminó por derrumbar la confianza de la sociedad en sus
periodistas y en sus medios, tal como se demuestra en nuestro trabajo de campo
acerca de la credibilidad de la prensa argentina.
Por otra parte, este capítulo de nuestra investigación 20 desafíos deontológicos
específicos para el caso argentino, que son el resultado de un análisis sobre distintas
problemáticas que se registran en la cotidianeidad nacional y que requieren de los

423
periodistas un tratamiento particularmente vinculado a los valores de la profesión.
Entre ellos, aparecen dos retos que hemos abordado particularmente: el tratamiento
de los pueblos originarios y el abordaje mediático de la violencia machista contra la
mujer. En ambos casos, hemos aportado ejemplos que permiten visibilizar las
dificultades que, hoy, afectan a los periodistas al momento de tratar estas
problemáticas y, fundamentalmente, hemos presentado una serie de guías de buenas
prácticas en relación a los pueblos originarios y a la violencia contra la mujer, que
fueron incorporadas a nuestra propuesta de código deontológico.
Desde nuestra perspectiva, el marco referencial de esta tesis, en conjunto con
nuestra serie de trabajos empíricos, constituye un aporte específico que permite
avanzar en una comprensión actual, integral y profunda de la práctica del periodismo
en la Argentina, y que opera como contexto para la elaboración de nuestra propuesta
aplicada.

7.3 Aportaciones metodológicas de la codificación deontológica de


Latinoamérica y del análisis de los códigos en perspectiva comparada

Esta investigación se propuso, en el camino hacia la elaboración de un código


deontológico para la Argentina, realizar un análisis integral de la codificación más
representativa de cada país de América Latina. Ello nos llevó, en primer lugar, a realizar
una investigación y recolección del código deontológico periodístico con mayor nivel
de reconocimiento en el conjunto de los países latinoamericanos. Para ello, nos
pusimos en contacto con asociaciones de periodistas y, en donde no las había, con
profesionales y editores de cada Estado a fin de garantizar que el código que
tomaríamos fuera el de mayor legitimidad. De esta forma, nuestra tesis opera también
como un novedoso compendio de códigos deontológicos latinoamericanos,
recopilación de la que no se tenía registro hasta este trabajo.
Luego, a los efectos de avanzar en el análisis de la codificación, creamos un
tesaurus ad hoc como una herramienta de análisis comparado específica para el caso
latinoamericano. En este aspecto, realizamos un aporte concreto: elaboramos un
esquema de variables de análisis en el que incluimos las 60 categorías que
representan, hoy, el universo de las problemáticas deontológicas más importantes de

424
la singularidad latinoamericana. Esas 60 categorías son el resultado de haber
establecido previamente una vinculación entre la coyuntura latinoamericana en
general y argentina en particular con aquellos desafíos que, en la perspectiva de
nuestra investigación, ya forman parte o deben ser integradas a las normativas
deontológicas de los periodistas en la región.
Tras establecer las 60 categorías, aplicamos el tesaurus a los 19 códigos regionales
seleccionados, a los que sumamos otros tres códigos transnacionales (Consejo de
Europa, FIP y Unesco) de particular interés para esta investigación. Allí, produjimos
como resultado un vasto y hasta ahora inédito material de análisis a partir de las
presencias y ausencias de las categorías en los distintos códigos, que de ningún modo
se agota en esta investigación. Por último, aportamos un análisis crítico y comparado
de las 25 categorías más relevantes en función de la elaboración de nuestra propuesta
aplicada para el caso argentino.
De esta manera, este capítulo de nuestra tesis produjo unos resultados que
exhiben el panorama general de la codificación deontológica en Latinoamérica. Esto
constituye un aporte concreto para que los periodistas profesionales de cada uno de
esos países, así como las instituciones, organizaciones o corporaciones que los
agrupan, puedan tomar conocimiento de la situación particular de sus códigos en
perspectiva comparada con el resto de las normativas de la región. Además, el
esquema por categorías que creamos para nuestro análisis comparado presenta una
estructura que resulta aplicable a otros contextos en los que se pretenda obtener una
mirada contrastada de códigos deontológicos periodísticos.
Al mismo tiempo, la estructura comparativa que aquí creamos especifica las 60
categorías más importantes para el ejercicio del periodismo en la actualidad
latinoamericana. Ellas constituyen un aporte para futuros análisis de la situación de
una o de varias de las problemáticas deontológicas en países en donde el periodismo
se encuentra en una situación de crisis de confianza o de falta de credibilidad.
Por último, nuestro estudio incorpora a la estructura de análisis comparado del
campo de la deontología una serie de categorías novedosas vinculadas a las
transformaciones sociales y a los cambios profesionales que devienen del progreso
tecnológico. La mayor parte de esas nuevas categorías no forman parte aún de
prácticamente ninguna normativa de la región.

425
En síntesis: la selección y recolección de los códigos latinoamericanos, así como la
elaboración del tesaurus con las 60 categorías de análisis, constituyen un punto de
partida para, desde la investigación, contribuir a elevar los estándares deontológicos
del periodismo en la región. Ello, entendemos, redundará en un proceso virtuoso que
contribuirá a recuperar los niveles de credibilidad de la profesión.

7.4 Aportaciones de la investigación empírica

En nuestro trabajo, realizamos tres estudios de campo vinculados al caso argentino y


que constituyen aportes actuales y novedosos. En el primero abordamos una
investigación empírica a escala nacional sobre la credibilidad del periodismo en la
Argentina. Allí, incluimos interrogantes que nos permitieron arribar a conclusiones
hasta ahora desconocidas por el campo de estudio. Esos resultados nos permitieron
evaluar la confianza que la sociedad deposita en los distintos tipos de medios de
comunicación tradicionales y digitales, así como su percepción respecto de la
información que circula y se propala a través de las redes sociales y otras formas
modernas de comunicación.
Al momento de plantearnos la realización de este estudio, nos enfrentamos a una
limitación específica: el costo de la investigación. Siendo la Argentina un país extenso,
con una estructura social diversa y con poblaciones de difícil acceso, el único camino
posible para contar con datos propios acerca de la credibilidad de la prensa era
abordar el trabajo en forma conjunta con una consultora de opinión pública que
pudiera aportar tanto una muestra representativa de alcance nacional como los
instrumentos técnicos para la recolección de datos.
Como parte del proceso de difusión de la investigación, publicamos una ponencia
en formato de artículo académico en las XXI Jornadas de Nacionales de Investigadores
en Comunicación. A partir ese artículo, la consultora Demos Consulting ofreció aportar
su estructura técnica para la realización de un estudio nacional sobre la confianza que
la sociedad deposita en el periodismo. La alternativa era no contar con datos propios y,
en cambio, utilizar estudios previos que no gozaban ni de actualidad ni del nivel de
profundización que buscábamos para nuestra investigación.

426
De esta forma, decidimos realizar el estudio en forma conjunta con Demos
Consulting. Por nuestra parte, quedamos a cargo del diseño del trabajo de campo, de
la confección del cuestionario y del análisis de los datos. Además, acordamos con la
consultora que tanto los datos crudos del estudio, así como las conclusiones serían de
uso exclusivo para nuestra investigación hasta que nosotros los hiciéramos públicos.
Así, la consultora configuró una muestra nacional de 800 casos, respetando la
distribución de los habitantes, la estructura social y las cuotas de edad y sexo de la
población. Además, realizó la codificación del cuestionario y procedió a la toma de
datos a través del sistema IVR.
Para la confección del cuestionario, nos propusimos tres objetivos fundamentales:

i. Indagar acerca de la credibilidad de los periodistas argentinos.


ii. Conocer la percepción de la sociedad respecto de la independencia
de los periodistas y de su nivel de vulnerabilidad ante distintos tipos
de presiones.
iii. Trazar un esquema que nos permitiera evaluar los niveles de
confianza en los medios tradicionales y digitales de acuerdo a una
segmentación del público por edad y nivel educativo.

Los resultados, además de novedosos, corroboraron la profunda de crisis de


confianza que vive la institución periodística en la Argentina: sólo 2 de cada 10
argentinos confían en sus periodistas y apenas una cifra similar considera al
periodismo una institución independiente.
Por otro lado, el reflejo de 3 de cada 4 argentinos, al momento de leer o de
escuchar una noticia en un medio de comunicación, es pensar que esa información no
es verdadera. Y peor aún: casi 8 de cada 10 personas piensan que, al momento de
publicar o emitir una información, los medios y los periodistas argentinos procuran
moldear la opinión del público de acuerdo a sus intereses.
En conclusión, la credibilidad de la prensa en la Argentina está en unos niveles
llamativamente bajos, permaneciendo todavía en la mirada del público general los
medios tradicionales (TV, radio y periódicos impresos) como los más confiables,
aunque 6 de cada 10 menores de 30 años confía más en los medios digitales. Estos

427
resultados nos permiten advertir que tanto la preferencia por los medios digitales
como sus niveles de confianza van creciendo cuanto más joven es la población
estudiada, ya que el 62% de los menores de 30 años y el 50% de los menores de 50 ya
eligen informarse a través de medios digitales. Estos datos, junto con el resto de los
que presentamos en el estudio —y que analizamos en el apartado 5.2.1— constituyen
un aporte significativo para el campo de estudio del periodismo en la Argentina.
La segunda parte de nuestra investigación empírica estuvo orientada a conocer la
percepción deontológica del conjunto de actores de la profesión periodística
argentina. Es decir, de los periodistas, los editores y los propietarios de medios de
comunicación. Para ello, realizamos dos trabajos de campo en forma paralela. En el
primero, estudiamos al universo de los periodistas. Este trabajo, como ya
comentamos, nos propuso una limitación a la hora de construir la muestra: no existen
datos acerca de la cantidad de personas que ejercen el periodismo en la Argentina. La
manera que encontramos de sortear este obstáculo, entendemos, constituye el primer
aporte de este estudio: construimos la muestra a partir del universo de trabajadores
del campo de la comunicación que proporciona el INDEC con datos del Censo Nacional
2010, a los que accedimos a través de la técnica conocida como bola de nieve, hecho
que también configura una novedad para este tipo de estudios.
Para el trabajo de campo acerca de los editores y dueños de medios, la limitación
fue de características similares: no hay datos confiables ni registrados acerca de la
cantidad de medios de comunicación que existen en el país. Como nos ocurrió con los
periodistas, enfrentamos esta limitación construyendo un universo a partir del Mapa
de Medios de FOPEA, que concentra en 786 medios los mayores niveles de audiencia y
reparto publicitario. De esta manea, construimos una muestra representativa y
abordamos el estudio respetando cuotas de editores y propietarios.
Si bien realizamos un análisis pormenorizado y comparado de ambas
investigaciones en el apartado 5.3.3, nos parece pertinente sintetizar aquí las tres
aportaciones más significativas:

i. La mayoría de los periodistas (8 de cada 10) y de los editores y


dueños (7 de cada 10) consideran útiles a los códigos deontológicos,

428
pero apenas el 5% de los periodistas y el 7% de los editores y dueños
dicen tener a disposición un código para el ejercicio de su profesión.
ii. Existen diferencias destacables a la hora de analizar el problema de la
falta de ética profesional. Mientras que casi la totalidad de los
periodistas (97%) la menciona como la problemática fundamental
para el ejercicio de su profesión, apenas el 16% de los propietarios la
señala como un problema. Los editores, en este caso, se ubican
mucho más cerca de los periodistas que de los dueños: el 83% la
considera importante, aunque la ubica en el tercer lugar entre las
problemáticas. Este dato nos permite concluir que, ante todo, la
cuestión deontológica representa un problema para los integrantes
de la redacción y de los sitios de producción de la información. El
aporte principal de esta tesis está dado por nuestra propuesta
aplicada: la elaboración de un código deontológico para la Argentina.
Nuestro código, justamente, aspira a transformase en una guía de
conducta para los integrantes de la redacción, es decir, para los que
ejercen el periodismo profesional. De esta forma, nuestra serie de
estudios empíricos sobre la percepción deontológica del sistema
periodístico nacional confirma la necesidad de edificar instrumentos
de autorregulación que se orienten a enfrentar la principal
problemática que reconocen los periodistas, es decir, la falta de ética
profesional.
iii. La aplicación de un código deontológico para el ejercicio de la
profesión periodística en la Argentina enfrentará la resistencia de los
propietarios de los medios de comunicación. En nuestra investigación
empírica queda demostrado que el 90% de los dueños de las
empresas periodísticas, a la par de tener una mirada negativa
respecto de la creación y aplicación de un código por parte de los
periodistas, está decidido a resistir incluso judicialmente la presencia
de ese código en sus empresas. Por lo tanto, la tarea que los
periodistas profesionales tienen por delante no sólo pasa por contar
con un código deontológico que proporcione respuestas a la

429
problemática de la falta de ética profesional, sino que también
deberán enfrentarse a la resistencia de sus empleadores. Esta
situación nos llevó a incorporar en el código que proponemos un
artículo vinculado a los alcances de esta herramienta deontológica de
autorregulación, instando a los periodistas a impulsar la creación de
un organismo colegiado que opere en defensa de la autonomía de los
profesionales y que, a su vez, instaure un consejo de prensa que
apueste a garantizar el cumplimiento de la normativa. La resistencia
declarada de los propietarios a la aplicación de un código nos orientó
también a proponer la creación de un sello de calidad deontológica
como un dispositivo que aproxime a las empresas a trabajar con
estándares éticos elevados, a los efectos de no quedar expuestos
ante un público que, como vimos, descree de los medios y de los
periodistas.

En resumen: las tres investigaciones empíricas que presentamos en esta tesis


constituyen aportes significativos a los efectos de obtener una comprensión acabada y
actual del ejercicio del periodismo en la Argentina.

7.5 Aportaciones de la propuesta aplicada

De acuerdo a la presentación que realizamos en los objetivos de esta tesis, la


propuesta aplicada de nuestra investigación se centralizó en la elaboración de un
código deontológico periodístico para la Argentina. Al no contar aun hoy ese país con
un código que concentre la legitimidad de los periodistas, y al demostrar nuestro
trabajo de campo que casi 8 de cada 10 profesionales reconocen la utilidad de éste
instrumento, la necesidad de la propuesta aparece visiblemente justificada. El código
deontológico que presentamos en el capítulo 6 de este trabajo, de esta forma,
constituye el aporte principal de nuestra investigación.
La primera decisión que tomamos al momento de diseñar el código fue la de
elaborar una herramienta abiertamente orientada a la praxis. Para que nuestro
instrumento adquiera la utilidad que le reconocen los profesionales de la Argentina,

430
debía edificarse a partir de la perspectiva deontológica general que los propios
periodistas aportaron en nuestro trabajo de campo. Esto nos llevó, primero, a crear
una tipología de códigos deontológicos con el objetivo de que ésta actúe como un
respaldo conceptual al instrumento que íbamos a crear. En esa tipología, que
describimos en el apartado 5.1.1, definimos como códigos orientados a la praxis a
aquellos que, tras presentar los valores de la profesión, configuran guías deontológicas
de conducta para el trabajo de los periodistas, contemplando las problemáticas y
singularidades más importantes del ámbito social de desempeño del profesional.
Luego, debimos definir qué tipo de problemáticas íbamos a incorporar en nuestra
propuesta de código deontológico. Allí, resolvimos realizar un aporte amplio al incluir,
en forma explícita o implícita, las 60 categorías que dispusimos en el tesaurus. A la
hora de redactar el articulado, dimos prioridad a los que enumeramos como los veinte
desafíos específicos para el caso argentino, que presentamos en el apartado 3.2 de
esta tesis. Para el abordaje de las problemáticas más relevantes como la violencia
machista contra la mujer; los pueblos originarios; el acoso personal o el que se
produce a través de las redes sociales; la trata de personas; la discriminación en
cualquiera de sus formas; y la adopción de menores, aportamos guías de buenas
prácticas elaboradas por organismos especializados, que fueron incorporadas en el
propio articulado o en el anexo del código deontológico. Por último, cuando nos
preguntamos qué formato de articulado íbamos a disponer, optamos por seguir un
esquema que privilegió que los artículos fueran precisos, instructivos e imperativos.
Por otro lado, tras su elaboración, nos hicimos algunos interrogantes sobre si el
código que presentamos resultará o no de utilidad para el ejercicio periodístico fuera
de la Argentina. Es decir: ¿posee nuestro instrumento las condiciones y
potencialidades como para convertirse también en una referencia deontológica para
los periodistas profesionales de otros países? Desde nuestra perspectiva, sí.
Entendemos que tanto el resultado de la investigación como el proceso de
construcción del código constituyen aportaciones para la ética periodística de los
países que sí cuentan con un código deontológico, especialmente en la región
latinoamericana. Justificaremos nuestra respuesta en que nuestro código:

431
i. Incorpora temáticas que, hasta el momento, no están incluidas o
aparecen mencionadas superficialmente en los códigos
deontológicos latinoamericanos.
ii. Presenta una guía específica de conducta para que los periodistas
realicen un abordaje deontológico de problemáticas de alta
complejidad (trata de personas, violencia machista contra la mujer,
perspectiva de género, racismo, discriminación socioeconómica y
religiosa, xenofobia, corrupción, personas con discapacidad, adultos
mayores, nuevos derechos del niño, diversidad lingüística, adopción
de menores, etc.), que también están presentes en el conjunto de los
países de la región y en buena parte de los países de occidente.
iii. Desarrolla un trabajo específico para la cobertura de informaciones
que incluyan casos de violencia contra la mujer en cualquiera de sus
formas, una tragedia particularmente acuciante en Latinoamericana.
iv. Incorpora plenamente al universo de la codificación deontológica al
periodismo digital y orienta a los periodistas profesionales para la
instancia en que deban abordar aquellas informaciones —o el
material audiovisual— que se hayan originado en las nuevas formas
de comunicación, como el periodismo ciudadano o las redes sociales.
v. Presenta, para las problemáticas que así lo requieren, guías de
conducta que van más allá de la enumeración de principios o de
buenas intenciones. Entendemos que en ello reside la utilidad de un
código deontológico, y, como hemos visto aquí, buena parte de la
codificación latinoamericana se queda en la exposición de valores y
no orienta a los periodistas en su práctica profesional.

En conclusión, el código que resultó de nuestra investigación está en condiciones


de operar como disparador para la apertura de un debate acerca del estatus
deontológico del periodismo en el resto de Latinoamérica, a los efectos de que los
códigos ya existentes se actualicen a la luz de las transformaciones de la profesión,
incorporando las nuevas problemáticas que, hoy, aquejan a las sociedades y
proporcionen, además, guías de acción para orientar a los periodistas en su praxis.

432
7.6 Divulgación del producto de la investigación

A cualquier investigación que incluya una propuesta aplicada se le presentan, al


finalizar el trabajo, dos desafíos específicos:

i. Dotar de visibilidad a la investigación, para evitar así que quede


reducida a un conjunto de papeles.
ii. Lograr que resulte de utilidad para su campo de estudio y, en nuestro
caso, para el desarrollo y el mejoramiento de una profesión.

Para dotar de visibilidad a nuestra investigación hasta ahora hemos:

i. Publicado un artículo periodístico en el diario La Nación (Buenos


Aires, Argentina), bajo el titulo “La ética de los periodistas: el tiempo
de un nuevo contrato” (Biderman Núñez, 30 de junio de 2017).
ii. Presentado una ponencia en las XXI Jornadas Nacionales de
Investigadores en Comunicación, que se realizó en la provincia
argentina de San Juan en octubre de 2017, bajo el título: “La
deontología periodística como herramienta de comunicación
democrática: debates y nuevo contrato”. Dicha ponencia fue
publicada como artículo académico el 14 de diciembre de 2017
(Biderman Núñez, 2017b).
iii. Publicado un artículo académico en la revista científica con arbitraje
LidInCom 2030. El título del artículo es “Crisis de credibilidad y
autorregulación: una propuesta deontológica para el caso argentino”
(Biderman Núñez, 2018a).
iv. Presentado una ponencia en el 56º Congreso Internacional de
Americanistas, realizado en julio de 2018 en la Universidad de
Salamanca (España). La ponencia fue publicada en la serie
Comunicación y nuevas tecnologías: 56º Congreso Internacional
de Americanistas (Biderman Núñez, 2018b).

433
v. Organizado la Mesa sobre Ética Periodística en la Argentina en las II
Jornadas Abiertas de Comunicación Social “Universidad de San
Isidro”, exponiendo la ponencia: “La confianza en los medios y la
ética de los periodistas”. Las Jornadas se realizaron el viernes 2 de
noviembre de 2018 en la Universidad de San Isidro, bajo el título:
“Comunicación, tecnologías y modelos de negocios. Desafíos de una
profesión en transformación”.

Para el tiempo inmediato posterior a la lectura de la tesis, nos hemos propuesto:

i. Avanzar en la organización de las I Jornadas Nacionales sobre Ética


Periodística, que realizaremos el viernes 1º de noviembre en la
Universidad de San Isidro (Buenos Aires, Argentina), y que formarán
parte de las III Jornadas de Comunicación Social que se realizan en
dicha casa de estudios. En ese evento, cuya organización estará a
cargo del autor de esta tesis y del equipo de cátedras de ética
profesional de esa universidad, están convocados periodistas
profesionales y a académicos para debatir acerca de la deontología
periodística en la Argentina. Allí, presentaremos formalmente
nuestro código deontológico.
ii. Publicar el código deontológico en el marco del sistema de
publicaciones impresas y digitales de la Universidad de San Isidro
(ISBN 978-987-28977-1-0) y dejarlo con código abierto para su libre
descarga.
iii. Difundir el código deontológico en las redacciones y espacios de
trabajo de los medios de comunicación más importantes de la
Argentina, así como en los distintos grupos que concentran a
periodistas a lo largo del país.
iv. Difundir el código deontológico en las cámaras que agrupan a
empresas vinculadas a la comunicación.
v. Difundir el código en las cátedras de ética periodística del sistema
universitario argentino y latinoamericano.

434
vi. Acudir al IV Congreso Internacional de Estudios sobre Medios de
Comunicación: el futuro de la democracia en la era digital, que se
realizará del 26 al 28 de septiembre de 2019 en la Universidad de
Bonn (Alemania). Allí presentaremos la ponencia: “Hacia un nuevo
modelo de código deontológico periodístico”.
vii. Acudir al VI Congreso Internacional “Latina de Comunicación Social”,
que se realizará del 2 al 5 de diciembre de 2019 en la Universidad de
La Laguna, Tenerife (España).
viii. Crear el primer Observatorio de Ética Periodística de la Argentina. Se
trata de un observatorio integrado por los académicos del campo de
la comunicación que forman parte de las cátedras de ética
profesional de la Universidad de San Isidro, institución en donde se
anclará el proyecto. La idea del Observatorio, que tendrá como
principal referencia deontológica al código que surgió de esta
investigación, ya está en proceso de creación y su plan estratégico
prevé cuatro etapas:

 Etapa 1 (en marcha):


a. Integración del equipo, coordinado y dirigido por el
autor de esta investigación.
b. Definición de modelos de trabajo.
c. Confección del primer informe de proyecto para ser
incorporado en el Presupuesto 2020 del Decanato
de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la
USI (decanato que se encuentra a cargo del autor
de esta tesis).
d. Elaboración del proyecto 2020 para su presentación
ante el Vicerrectorado de Investigación y Extensión
de la USI, a fin de obtener un mayor nivel de
financiamiento interno.
e. Finalización de la etapa: diciembre de 2019.

435
 Etapa 2 (2020):
a. Puesta en funcionamiento del Observatorio.
b. Producción de 4 informes anuales basados en la
casuística del sistema de medios de la Argentina.
c. Publicación periódica de los informes.
d. Ampliación del equipo de investigadores a
miembros externos a la universidad.
e. Presentación pública del Observatorio en eventos
académicos nacionales.
f. Búsqueda de financiamiento externo a la
universidad.
g. Finalización de la etapa: diciembre de 2020.
 Etapa 3 (2021):
a. Publicación de la Memoria 2019-2020 con la
casuística y el modelo de trabajo del Observatorio.
b. Búsqueda de consolidación de financiamiento
externo a fin de garantizar la viabilidad del
Observatorio, independientemente de su anclaje en
la Universidad de San Isidro.
c. Internacionalización del proyecto a través de la
presentación del Observatorio en eventos
académicos fuera de la Argentina.
d. Creación de un Sello de Calidad y puesta en
conocimiento de los medios de comunicación, a fin
de obtener la adhesión del mayor número posible.
e. Finalización de la etapa: diciembre de 2021.
 Etapa 4 (2022):
a. Publicación de la Memoria 2021.
b. Puesta en marcha del programa de Sello de Calidad.
c. Difusión de la emisión y de las características del
Sello a fin de obtener apoyo multilateral y el interés

436
por parte del público consumidor de los medios de
comunicación.
 Las etapas 1 a 4 (2019-2022) del plan estratégico representan
los períodos fundacional y de afianzamiento del Observatorio y
de su dispositivo principal: el Sello de Calidad. Tras ese tiempo,
esperamos que tanto el Observatorio como sus informes y su
Sello puedan consolidarse en términos de financiamiento, y
obtengan altos niveles de interés por parte de los medios de
comunicación y, sobre todo, del público.
 En síntesis, nuestra propuesta apuesta a crear un Observatorio
que:
a. Produzca y visibilice informes sólidos y creíbles
sobre la ética de los medios y de los periodistas en
la Argentina.
b. Sustente su trabajo en la casuística real.
c. Genere canales de vinculación e intercambio con la
audiencia.
d. Ponga en práctica un Sello de Calidad, cuya
referencia fundamental esté constituida por los
principios enmarcados en el código deontológico
que presentamos en esta tesis.
e. Opere como un factor de mejora continua del
estatus deontológico del periodismo en la
Argentina, contribuyendo así a elevar los niveles de
credibilidad y confianza por parte de la sociedad.

7.7 Líneas de investigación

El producto de esta tesis abre tanto para nosotros como para otros investigadores
diversas líneas de trabajo:

437
i. Líneas de investigación en el ámbito teórico-conceptual.

a. El eje de trabajo está liderado por el interés acerca de las


transformaciones que el proceso de digitalización le impone a
la actividad periodística. Si bien los principios básicos que dan
sentido a la profesión son perennes, la deontología
periodística es una disciplina viva y dinámica que requiere de
la incorporación de nuevos conceptos que la hagan útil y
aplicable a la praxis cotidiana. En este sentido, nos hemos
propuesto para 2020 la elaboración de un artículo académico
que plantee una discusión acerca de la legitimidad
deontológica del uso de los recursos tecnológicos para la
obtención de información. Con el proyecto, buscamos realizar
un aporte a la actualización de la bibliografía tradicional sobre
el uso de cámaras ocultas que, a nuestro juicio, ya no alcanza
para explicar la complejidad del problema en la actualidad.
b. Por otro lado, observamos que existe por delante un vasto
campo de investigación para a incorporar definitivamente y a
partir del trabajo empírico y de la discusión conceptual, la
problemática de las redes sociales y el periodismo ciudadano
al universo teórico de la deontología de la comunicación.

ii. Líneas de investigación surgidas a partir de los trabajos de campo.

a. Nuestra investigación ha recogido la percepción de


periodistas, editores y dueños de medios de comunicación de
la Argentina acerca de la cuestión deontológica. En nuestro
proyecto inmediato se encuentra la elaboración de tres
artículos académicos: uno por cada estudio en donde se
reflejen los resultados y un tercero que proponga un análisis
crítico en perspectiva comparada.

438
b. Por otro lado, en esta tesis hemos presentado también un
estudio sobre la credibilidad de la prensa en la Argentina. De
allí, observamos distintas líneas de trabajo para la elaboración
de artículos, desde dar a conocer la situación general de la
confianza de la sociedad en el sistema periodístico hasta las
singularidades de la credibilidad de los distintos tipos de
medios y la percepción ciudadana acerca de la confianza en
los flujos digitales de comunicación.

iii. Líneas de investigación surgidas del análisis de los códigos


deontológicos latinoamericanos.

a. Tanto las categorías creadas para la construcción de nuestro


tesaurus, así como el resultado del análisis de las presencias y
ausencias de esas categorías en los distintos códigos
analizados, abren líneas de trabajo. Por ejemplo, la escasa
presencia en los códigos de problemáticas sociales en
Latinoamérica como la trata y el tráfico de personas, la
violencia machista contra la mujer, los derechos integrales de
los pueblos originarios o la corrupción.
b. La creación y disposición de las categorías del tesaurus, a su
vez, permite establecer a los investigadores un esquema de
análisis sobre el estatus deontológico de un escenario
periodístico determinado.
c. En nuestro proyecto inmediato de investigación, se encuentra
la confección de un artículo académico acerca del fenómeno
de la corrupción en Latinoamérica desde la perspectiva
deontológica periodística expresada en los códigos.

439
iv. Líneas de investigación acerca de la utilidad y de los procesos de
actualización de los códigos.

a. Para que los códigos deontológicos representen instrumentos


de autorregulación útiles y aplicables para el ejercicio del
periodismo profesional, deben, necesariamente, estar
imbuidos en esquemas de revisión continuos que les permitan
mantenerse actualizados. Para ello, es necesario que los
periodistas configuren estructuras profesionales para la
revisión y actualización de los códigos. Las formas y
características de esas estructuras forman parte de los
desafíos de investigación, especialmente en el caso argentino,
en donde no existen instituciones que involucren y agrupen al
conjunto de los periodistas profesionales.
b. Desde el ámbito de la investigación existe una oportunidad
visible para realizar aportes aplicados al campo profesional,
que propongan, desde la observación y el trabajo empírico,
nuevos esquemas de autorregulación que enriquezcan y
optimicen la tarea de los periodistas, mejorando así sus
estándares de credibilidad ante la sociedad en la que éstos se
desempeñan.

Cuando comenzamos esta investigación, nos propusimos realizar un estudio integral


acerca de la deontología periodística, haciendo foco en el caso argentino. Al finalizar,
hemos llegado a la conclusión de que, sólo a partir de un replanteamiento de lo que
abarca la deontología, el periodismo profesional argentino podrá comenzar un proceso
que lo conduzca a recuperar su credibilidad.
Nuestro aporte más importante pasa por haber elaborado un código deontológico
que incluye el conjunto de las problemáticas más urgentes e importantes que
requieren por parte de los periodistas un abordaje cuidadoso y vinculado a los
principios de la profesión. Además, hemos edificado un código que no se queda en una

440
mera enunciación de valores, sino que constituye una guía de conducta para la praxis
cotidiana de los profesionales de comunicación.
El desafío más importante que tenemos por delante es lograr la visibilidad que nos
propusimos en el apartado anterior. El primer paso es hacer conocer la existencia del
código entre los periodistas profesionales. De ellos dependerá, finalmente, la utilidad
concreta de este trabajo. El segundo, avanzar en la creación del primer Observatorio
sobre Ética Periodística. Para ambas instancias tenemos líneas de acción específicas y
calendarizadas.
En tiempos de transformaciones culturales, sociales y tecnológicas dinámicas e
incesantes, la investigación en el campo de la comunicación debe, desde nuestra
mirada, romper el cerco del universo teórico-conceptual y avanzar hacia un tipo de
investigación mixta, que contemple el carácter aplicado. Esta tesis, pensamos, es una
contribución en ese sentido. Al mismo tiempo, entendemos que la naturaleza práctica
de nuestra investigación contribuirá también al debate para avanzar hacia un mejor
ejercicio del periodismo profesional en la Argentina. Con ese objetivo comenzamos
nuestro trabajo. Modestamente, creemos haberlo conseguido.

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