Nuevo Ritual Del Matrimonio - Dentro de La Misa
Nuevo Ritual Del Matrimonio - Dentro de La Misa
Nuevo Ritual Del Matrimonio - Dentro de La Misa
Celebración del
Matrimonio
Ritual romano
Capítulo i
Celebración del Matrimonio
dentro de la Misa
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RITOS INICIALES
Primer modo
46. Luego se hace la procesión hacia el altar: preceden los ayudantes, sigue el
sacerdote, después los novios, a los que, según las costumbres locales, pueden
acompañar los padres, y dos testigos hasta el lugar preparado para ellos. Mientras
tanto se entona el canto de entrada.
Segundo modo
48. A la hora establecida, el sacerdote revestido de alba, estola y casulla de color
de la Misa que celebra, se dirige con los ministros al lugar preparado para los no-
vios o a la sede.
49. Cuando los novios han llegado a su lugar, el sacerdote los recibe y los saluda
amablemente, haciéndoles saber que la Iglesia comparte su alegría.
50. Luego, mientras se entona el canto de entrada, se acerca al altar, lo saluda con
una inclinación profunda y lo venera con un beso. Después va a la sede.
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51. Entonces hace la señal de la cruz y saluda a los presentes, utilizando una de
las fórmulas que se propone en el Misal Romano.
52. Luego, para disponer a los novios y a los presentes a la celebración del matri-
monio, se dirige a ellos con estas palabras u otras semejantes.
Si se cree conveniente, también se los puede invitar a hacer memoria del bautismo.
Queridos hermanos:
Llenos de alegría hemos venido a la casa del Señor
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para esta celebración, acompañando a N. y N. en el día
en que se disponen a celebrar su unión matrimonial.
Para ellos este momento es de singular importancia.
Por eso, acompañémolos con nuestro afecto,
amistad y oración fraterna.
Escuchemos atentamente con ellos la Palabra que Dios
nos va a dirigir hoy.
Después, con la santa Iglesia, invocaremos a Dios Padre,
por Jesucristo, nuestro Señor, para que reciba complacido
a estos hijos suyos que van a contraer matrimonio,
los bendiga y les conceda vivir siempre unidos.
53. O bien:
N. y N., la Iglesia participa del gozo de ustedes
y los recibe cordialmente junto con sus padres y amigos,
en el día en que van a unir para siempre sus vidas
delante de Dios, nuestro Padre.
Que el Señor los escuche en este día de alegría,
les otorgue su bendición celestial y los proteja.
Les conceda lo que desean en su corazón
y atienda todas sus peticiones.
54. O bien:
Queridos novios y hermanos todos:
El sacramento del Matrimonio que vamos a celebrar
ante esta comunidad,
es un acontecimiento gozoso.
Jesús, el Señor, y María, su madre,
también participaron con alegría
de unas bodas en Caná de Galilea.
Con su presencia significaban cuánto Dios bendice
el amor de un hombre y de una mujer,
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que se comprometen a construir
un nuevo hogar en fidelidad.
El agua convertida en vino,
adelantando la hora del Maestro,
es signo del amor que Jesús-Esposo
profesa a la Iglesia-Esposa,
por la que derramó su sangre.
Pero el amor de estos novios, santificado en el matrimonio,
se convierte en signo del amor de Cristo hacia la Iglesia.
Oremos todos por la fecundidad esponsal,
paternal y de servicio a la comunidad,
de este nuevo matrimonio.
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Padre,
en el bautismo de tu Hijo Jesús en el río Jordán
has revelado al mundo el amor esponsal por tu pueblo.
R. Te alabamos y de damos gracias.
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Cristo Jesús,
de tu costado abierto sobre la cruz
has engendrado a la Iglesia, tu amada esposa.
R. Te alabamos y de damos gracias.
Espíritu Santo,
fuerza del Padre y del Hijo
haz que resplandezca en N. y N.
la vestidura nupcial de la Iglesia.
R. Te alabamos y de damos gracias.
57. El sacerdote continúa:
Dios y Padre nuestro,
origen y fuente de la vida,
que nos has hecho renacer en el agua
con la fuerza de tu Espíritu,
reaviva en todos nosotros la gracia del bautismo,
y concede a N. y N. un corazón libre y una fe ardiente
para que, interiormente purificados,
asuman el don del matrimonio
como un nuevo camino hacia la santidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
58. El sacerdote se rocía a sí mismo, y luego asperge a los novios y a la asamblea.
Durante la aspersión se puede entonar un canto.
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59. Los días en que se permiten las Misas rituales, se celebra la Misa «por los es-
posos» (Misal pp. 936-946), con las lecturas propias.
Pero los días señalados con los números 1 a 4 en la tabla de los días litúrgicos, se
emplea la Misa del día, conservando en ella la bendición nupcial y también, según
convenga, la fórmula de la bendición final propia.
También, en el tiempo de Navidad y «durante el año», en la Misa dominical con
participación de la comunidad parroquial en la cual se celebra el matrimonio, se
emplean los formularios de la Misa del domingo.
LITURGIA DE LA PALABRA
60. La liturgia de la Palabra se realiza en la forma acostumbrada. Pueden hacerse
tres lecturas, la primera de las cuales será del Antiguo Testamento, o del Apocalip-
sis en tiempo pascual (capítulo V).
Se elegirá siempre por lo menos una lectura que hable explícitamente del matrimo-
nio (cap. V).
61. Cuando no se celebra la Misa ritual, una de las lecturas puede tomarse de las
que propone el Leccionario para esta Misa (capítulo V), a no ser que concurra unos
de los días señalados con los números 1 a 4 en la Tabla de los días litúrgicos.
Todas las lecturas pueden tomarse del Leccionario anexo a este Ritual o del volu-
men IV del Leccionario de la Misa (pp. 260-290).
Aquí se proponen aquellas lecturas que expresan de modo peculiar la importancia y
la dignidad del Matrimonio en el misterio de la salvación.
Primera Lectura
Lectura del libro del Génesis 1, 26-28. 31a
Los creó varón y mujer
Leccionario del Matrimonio, pp. 13, 19 y 35, o Leccionario de la Misa, vol. IV, p.
260.
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Segunda Lectura
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Éfeso 5, 2a. 25-32
Este es un gran misterio; yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia
Leccionario del Matrimonio, pp. 14, 20, 28 y 49, o Leccionario de la Misa, vol. IV,
p. 271.
Evangelio
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo 19, 3-6
Que el hombre no separe lo que Dios ha unido
Leccionario del Matrimonio, pp. 15, 21, 31 y 97, o Leccionario de la Misa, vol. IV,
p. 285.
64. Puestos de pie, todos, incluso los novios, y situados los testigos a uno y otro
lado, el sacerdote se dirige a los novios con estas palabras u otras semejantes:
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¿Se comprometen también a colaborar
en la obra creadora de Dios,
asumiendo la responsabilidad que les toca en la
comunicación de la vida
y en la educación de los hijos
de acuerdo con la ley de Cristo y de la Iglesia?
Los novios responden:
Sí, nos comprometemos
SEGUNDA FORMA
66. Los novios pueden declarar sus intensiones sobre la fidelidad y sobre la pro-
creación y educación de los hijos, pronunciando juntos la siguiente fórmula (si los
contrayentes son de edad avanzada podrán omitir la frase entre paréntesis):
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Les pedimos a ustedes, hermanos,
que recen por nosotros
para que nuestra familia
difunda en el mundo luz, paz y gozo.
PRIMERA FORMA
69. El novio se dirige a la novia con estas palabras:
TERCERA FORMA
71. El sacerdote, si por razones pastorales pareciera más oportuno, puede pedir el
consentimiento de los contrayentes mediante una pregunta.
El Dios de Abrahán,
el Dios de Isaac, el Dios de Jacob,
el Dios que en el paraíso unió a Adán y Eva
confirme en Cristo el consentimiento
que han manifestado delante de la Iglesia,
y los sostenga con su bendición.
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Que el hombre no separe lo que Dios ha unido.
Todos responden:
Amén
74. El sacerdote invita a los presentes a alabar a Dios:
Bendigamos al Señor.
Todos responden:
Demos gracias a Dios.
Puede preferirse otra aclamación.
O bien:
Bendice, Señor, estos anillos ,
para que los esposos que han de llevarlos
se guarden íntegra fidelidad el uno al otro,
permanezcan en tu voluntad y en tu paz
y vivan siempre en el amor mutuo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
O bien:
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Bendice, Señor, y santifica el amor de estos hijos tuyos,
y que estos anillos, signo de fidelidad,
sirvan para recordarles el amor que los une.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
Según le oportunidad los anillos pueden rociarse, con agua bendita.
76. El esposo coloca el anillo en el dedo anular de la esposa, diciendo, según la
oportunidad:
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Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
Después se dice el Credo, si las rúbricas lo prescriben.
LITURGIA EUCARISTICA
79. En la preparación de los dones, el esposo y la esposa pueden llevar el pan y el
vino al altar, según la oportunidad.
BENDICION NUPCIAL
82. Después del Padrenuestro y omitido el Líbranos, Señor, el sacerdote, vuelto
hacia el esposo y la esposa, invoca sobre ellos la bendición de Dios, la cual nunca
debe omitirse.
En la introducción pueden omitirse, si alguno de los esposos no va a comulgar, las
palabras que van entre corchetes.
En el último párrafo de ésta oración también pueden omitirse las palabras entre cor-
chetes, según lo aconsejen las circunstancias, por ejemplo si los esposos son de
edad avanzada.
Queridos hermanos,
oremos al Padre
para que bendiga a estos hermanos nuestros
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que se han unido en Cristo;
que Él derrame su gracia,
y a quienes unió con una alianza santa,
[por el sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo],
los confirme en el amor recíproco.
Todos oran en silencio durante breves momentos.
84. Después, el sacerdote con las manos extendidas sobre los esposos, prosigue
diciendo:
Dios nuestro,
que con tu poder hiciste todas las cosas de la nada,
desde el principio todo lo ordenaste,
haciendo al hombre a tu imagen,
le diste al varón la ayuda inseparable de la mujer,
para que ya no fueran dos, sino una sola carne
y enseñaste que nunca será lícito separar
lo que Tú has querido unir para siempre.
Dios y Padre, que consagraste la vida conyugal
por medio de un sacramento tan grande,
prefigurando en el matrimonio
la unión que existe entre Cristo y la Iglesia.
Dios y Padre, que unes al varón y a la mujer
y concedes a esta unión, establecida desde el principio,
la única bendición que no fue abolida
por la pena del pecado original,
ni por la sentencia del diluvio.
Mira con bondad a estos hijos tuyos
que, unidos por el vínculo conyugal,
imploran tu bendición.
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Envía sobre ellos la gracia del Espíritu Santo,
para que, por la efusión de tu amor en sus corazones,
permanezcan fieles en la alianza nupcial.
Concede a tu hija N. el don del amor y de la paz,
y la gracia de seguir siempre
el ejemplo de aquellas santas mujeres
que son alabadas en la Sagrada Escritura.
Que el corazón de su esposo N.
confíe en la que ahora es su esposa
y, reconociéndola como su compañera y coheredera
de la vida de gracia,
la respete y la ame como Cristo ama a su Iglesia.
Y ahora, Padre, te suplicamos por estos hijos tuyos:
que la firmeza de la fe
y el cumplimiento de tus mandamientos
los mantenga íntimamente unidos,
y haga de ellos un ejemplo para los demás,
de manera que, inspirándose en el Evangelio,
den a todos un buen testimonio de Cristo.
[Que sean padres fecundos y de reconocida virtud
y puedan ver a los hijos de sus hijos].
Y después de una vida larga y feliz,
gocen de la paz de los santos en el Reino de los cielos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
B
El sacerdote, con las manos juntas, invita a los presentes a la oración con estas u
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otras palabras:
85. Después, el sacerdote con las manos extendidas sobre los esposos, prosigue
diciendo:
Padre santo, Tú hiciste al hombre a tu imagen
y lo creaste varón y mujer,
a fin de que, unidos en su cuerpo y en su corazón,
cumplieran su misión en este mundo.
Tú quisiste, Padre, que la unión nupcial de los esposos
nos revelara el designio de tu amor
y fuera el signo de la Alianza que hiciste con tu pueblo,
y así pusiera de manifiesto
el misterio de la unión entre Jesucristo y la Iglesia.
Te pedimos que derrames tu bendición
sobre estos hijos tuyos [N. y N.]
e infundas en sus corazones
el poder del Espíritu Santo.
Concédeles, Padre,
que en esta unión sacramental que comienzan
se comuniquen mutuamente las riquezas de tu amor
y que, siendo el uno para el otro signo de tu presencia,
sean de verdad, un solo corazón y una sola alma.
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Concédeles también, Señor,
mantener con su trabajo el hogar que hoy constituyen;
[que eduquen a sus hijos en el espíritu del Evangelio
y los preparen para incorporarlos a tu familia santa].
Colma con tu bendición a tu hija N.,
para que pueda cumplir sus deberes de esposa [y madre]
y sea el alma y la alegría del hogar.
Bendice también con abundancia a tu hijo N.,
para que cumpla sus deberes
de esposo fiel [y padre generoso].
Concede, Padre santo,
que estos esposos unidos en tu presencia,
[así como ahora se acercan a la mesa del altar]
se alegren un día de participar en el banquete de tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor,
R. Amén.
C
El sacerdote, con las manos juntas, invita a los presentes a la oración con estas u
otras palabras:
Invoquemos, hermanos,
la bendición de Dios sobre estos esposos,
para que proteja con su auxilio
a quienes ha unido en el sacramento del matrimonio.
Todos oran en silencio durante breves momentos.
86. Después, el sacerdote con las manos extendidas sobre los esposos, prosigue
diciendo:
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Padre santo, creador de todo cuanto existe,
que has hecho a tu imagen al varón y a la mujer
y quisiste bendecir su unión conyugal,
te pedimos por estos esposos
que acaban de unirse por el sacramento del matrimonio.
Concede, Señor, tu abundante bendición
a estos hermanos nuestros N. y N.,
y que el poder del Espíritu Santo llene sus corazones
para que, alegrándose en su mutua entrega,
[hagan fecundo su hogar y]
enriquezcan a la Iglesia.
Que te alaben, Padre, en la alegría
y te busquen en la tristeza;
que en el trabajo encuentren el gozo de tu ayuda
y en las dificultades sientan cercano tu consuelo;
que invoquen tu nombre en la oración de tu Iglesia,
sean tus testigos en el mundo
y, después de una vida plena y feliz
en compañía de sus amigos,
lleguen a tu reino eterno.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
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El sacerdote, con las manos juntas, invita a los presentes a la oración con estas u
otras palabras:
Queridos hermanos,
invoquemos la bendición de Dios
sobre estos esposos, N. y N.,
Él, que hoy los colma de gracia
con el sacramento del Matrimonio,
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los acompañe siempre con su protección.
Todos oran en silencio durante breves momentos.
87. Después, el sacerdote con las manos extendidas sobre los esposos, prosigue
diciendo:
89. Los esposos y sus padres, los padrinos y los parientes pueden recibir la Co-
munión bajo las dos especies.
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RITOS COMPLEMENTARIOS
90. Rezada la oración después de la comunión, y antes de la bendición final se
puede hacer alguno de los siguientes ritos complementarios:
CONCLUSIÓN DE LA CELEBRACIÓN
91. Al final de la celebración el sacerdote bendice a los esposos y al pueblo con
una de las formulas siguientes.
I
El sacerdote con las manos entendidas sobre los esposos, dice:
Dios, Padre eterno,
los conserve unidos en el amor,
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y que la paz de Cristo habite en ustedes
y permanezca siempre en su hogar.
R. Amén.
Sean ustedes benditos en sus hijos,
que encuentren ayuda en sus amigos
y vivan en paz con todos.
R. Amén.
Que en el mundo sean testigos del amor de Dios,
y que los pobres y afligidos
sean objeto de la bondad de ustedes,
para que ellos los reciban un día
en las mansiones eternas de Dios.
R. Amén.
Y bendice a todo el pueblo:
Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo, y Espíritu Santo.
R. Amén.
II
El sacerdote con las manos entendidas sobre los esposos, dice:
Dios Padre omnipotente les conceda su gozo
y los bendiga en sus hijos.
R. Amén.
El Hijo unigénito de Dios los asista con su misericordia
en la prosperidad y en la adversidad.
R. Amén.
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El Espíritu Santo de Dios
derrame siempre su caridad en sus corazones.
R. Amén.
Y bendice a todo el pueblo:
Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo, y Espíritu Santo.
R. Amén.
III
El sacerdote con las manos entendidas sobre los esposos, dice:
El Señor Jesús, que asistió a las bodas de Caná,
les conceda su bendición,
a ustedes y a todos sus familiares y amigos.
R. Amén.
El Señor, que amó a su Iglesia hasta el fin,
derrame incesantemente su amor en el corazón de ustedes.
R. Amén.
El Señor los ayude a ser testigos fieles de su resurrección
y a esperar con alegría su venida gloriosa.
R. Amén.
Y bendice a todo el pueblo:
Y a todos ustedes, que están aquí reunidos,
los bendiga Dios todopoderoso,
Padre, Hijo, y Espíritu Santo.
R. Amén.
92. Terminada la Misa, los testigos y el sacerdote firman el acta de Matrimonio.
El acto de firmar puede hacerse en la sacristía o en presencia del pueblo, pero no
debe hacerse sobre el altar.
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PRESENTACIÓN DE LOS ESPOSOS A NUESTRA SEÑORA
93. Según la práctica arraigada en el pueblo de encomendar a la Virgen los distin-
tos momentos de la vida, concluida la celebración y antes de retirarse del altar, los
esposos pueden dirigir la siguiente oración a Nuestra Señora.
Des pues, si se cree conveniente, pueden ofrecer dos cirios encendidos o un ramo
de flores ante un altar de la Virgen; sería el momento más oportuno para la interpre-
tación del tradicional Ave María.
94. El sacerdote despide a la asamblea con estas palabras u otras semejantes, que
expresen la llamada a la misión y al testimonio esponsal en la comunidad:
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