Hacia Un Derecho de Familia Social Autor
Hacia Un Derecho de Familia Social Autor
Hacia Un Derecho de Familia Social Autor
(**)
Fineman, en una de las conferencias principales de nuestro congreso y en su vasta bibliografía sobre la cuestión,
la autonomía es un mito (4) toda vez que el hombre vive rodeado de dependencias explícitas implícitas.
Por otra parte, el derecho de familia presenta las dependencias más significativas de todo el derecho. La más
evidente y sutil de todas es el deseo de ser amado y aceptado, como una búsqueda identitaria. Solamente el
riesgo del rechazo puede condicionar una decisión. El deseo de ser adoptado, el temor al futuro, el ciclo
patológico de la violencia, son algunos de los muchos factores que condicionan decisiones de manera implícita,
en las que se demuestra hasta qué punto la autonomía absoluta es un mito. Un derecho que fuera ciego a estos
hilos invisibles que condicionan las decisiones en la familia, sería un derecho inhumano que falsearía su esencia
y finalidad.
Además, la dependencia no es mala palabra. Mientras que para el derecho decimonónico la dependencia era
algo netamente negativo; para un abordaje en clave de vulnerabilidad la dependencia es una constante
antropológica de la condición humana (5). Todos tenemos varias formas de dependencia y son ellas las que
causan y conforman nuestras redes de trabajo, familiares y amicales. Nuestro credo religioso, nuestras
adhesiones políticas, nuestras relaciones son condicionantes de las elecciones que tomamos. Todas estas
pertenencias son expresiones de nuestra identidad que se encuadran en el principio de libre desarrollo de la
personalidad y de las garantías y libertades de cada ser humano. De ahí que el derecho contemporáneo se
desplace de la categoría de acto, hacia la categoría de relación (6). Toda relación supone interdependencia o
dependencia lisa y llana. La interdependencia es la condición de posibilidad de la resiliencia y es una marca
indeleble de la naturaleza humana.
Es que el derecho ha entendido que su premisa es la existencia de vínculos interindividuales y comunitarios
que son la fuente de las relaciones jurídicas. De ahí que, todo lo que tenga que ver con el derecho, es, por
definición, social. Aún las decisiones jurídicas sobre derechos personalísimos impactan en otros e impactan en
la sociedad en tanto que dicen algo sobre el valor de la vida humana, de la dignidad de la persona para el
derecho, de la inalienabilidad o la intangilibilidad de ciertos bienes jurídicos.
II.2. La autonomía vs. la posición negocial frágil
Tomemos la autonomía: cuando se erige como regla, excluye a los que son frágiles, ya que su presupuesto
es la competencia negocial. Por eso, un derecho fundado en la autonomía se juega según las reglas de los
fuertes, que son los que tienen el poder de decidir libremente. Muchas ramas del derecho han comprendido que
estas categorías del antiguo derecho civil eran insuficientes. Desde la noción de abuso de posición dominante,
hasta el derecho de consumo, pasando por el reverdecimiento del orden público contractual en algunas áreas (7),
que son todas expresiones de esta evolución humanista del derecho.
A diferencia de esta evolución humanista que se ha verificado en el derecho civil, el derecho de familia,
como si corriera con atraso, trabaja en andariveles paralelos para dar impulso creciente a la autonomía de la
voluntad. Si la regla es la autonomía, los derechos se deciden en una mesa en la que quienes no tienen voz se
quedan afuera: así los hijos que pueden ver silenciado un elemento de su identidad si la filiación es un pacto
entre adultos [y esto puede suceder en todas las formas de filiación (8)]; las mujeres que negocian con angustia
al momento de la ruptura; los ancianos que saben que si elevan la voz, tal vez pierdan el cuidado magro que
hasta ahora reciben. En una palabra: cuando la regla es la autonomía, quienes tienen poder de agencia son los
privilegiados que gozan de ella en mayor medida: los frágiles, los débiles, los que dependen de otro (siempre los
niños, a veces los ancianos, siempre los están enfermos o padecen discapacidades), quedan afuera de la mesa
negocial o, si tienen suerte, negocian condicionados por la dependencia más o menos extrema.
La pandemia, más claramente que nunca, evidenció las cortedades de la autonomía para el derecho de
familia. La autonomía como principio es importante, pero no es suficiente.
II.3. La perspectiva individual vs. la trama relacional de la familia
Otro elemento que conforma el modelo liberal del derecho civil es la perspectiva del individuo (9) y su
libertad personal. Aquí, la idea de base parte de que, en tanto que individuo, cada uno tiene derecho a hacer
realidad sus proyectos y opciones en el marco del art. 19 de la CN.
Es un problema teórico: el derecho, ya sea a través de su vocación a la oponibilidad a terceros, ya sea porque
es un sistema de regulación de la vida social y que consagra valores inalienables o compartidos, ya porque la
decisión de uno altera los derechos o la posición del otro, es justamente esa esfera en la que el art. 19 de la CN
no se aplica. El derecho es, por definición, lo que refiere a otro.
En el derecho de familia la perspectiva del individuo, al igual que la de la autonomía, tiene dificultades
teóricas evidentes. En la familia, como lo dice el título del Código Civil y Comercial Argentino, hay relaciones,
no individuos. Quiere decir que la decisión individual afecta invariablemente la posición de terceros respecto de
la decisión tomada, que, aun siendo ajenos a ella, se ven impactados directa o indirectamente. La perspectiva
individual es invariablemente una ficción que encubre el poder implícito de decidir de unos en afectación de
otros (del otro social, o del otro familiar) y que, sobre la base del ejercicio de esa prerrogativa individual,
excluye al otro como referente de la acción: el agente obra como si su acción no tuviera repercusiones y fuera
exclusivamente privada. En realidad, afecta a otros, pero esa afectación queda silenciada.
Es el mito de "Robinson Crusoe" (del hombre sólo en una isla, que en realidad no está solo), como lo hemos
llamado en otros artículos: no es más que un mito. Inmediatamente luego de tomada la decisión, el sujeto que la
toma pretende que esa decisión le sea oponible al otro... ¡a ese mismo otro al que ignoró al tomarla!
La tragedia mayor de la perspectiva individual en la pandemia es que parte de una premisa contrafáctica y
por eso es iatrogénica. Parte de la idea del individuo y su poder de decisión, suprimiendo al otro como
referencia de la acción y acaba siendo un derecho que engendra soledades (10). Un derecho que parte del
paradigma individual, es distorsivo e ineficiente a la hora de reforzar solidaridades, responsabilidades y redes,
tan necesarias en la pandemia.
II.4. En pocas palabras, los límites de este modelo para el derecho de familia
Recapitulando, del mismo modo que la autonomía genera un derecho de fuertes, porque parte del poder de
decidir (que es de los fuertes); la perspectiva de la independencia y del individuo se priva de lo valioso de
trabajar con las redes que rodean al individuo y pueden abrirle la puerta a la resiliencia. Nada menos
recomendable durante la pandemia, son las redes y su refuerzo lo que se hace necesario.
Así pues, ni el mito del individuo autónomo ni el mito de la independencia, que tanto prometían al derecho
de familia antes de la pandemia, y que le aseguraron un futuro florido de contractualismo, cumplieron sus
promesas en tiempos de crisis. El derecho de familia, en la crisis, tuvo la oportunidad de contrastar fácticamente
sus limitaciones.
Si estos principios mostraron sus límites, conviene, entonces, considerar qué otros principios resultaron
fortalecidos.
III. Un impasse : el derecho de familia y la crisis
Antes de seguir avanzando, debemos hacer una prevención: el derecho aprehende la familia a partir de la
potencialidad de una crisis. La marca de nacimiento del derecho de familia es la crisis que afronta la familia y
su insuficiencia para resolver los problemas que se le plantean. Se trata de la familia con juridicidad
disfuncional (11).
La familia que es funcional tiene un sistema de reglas jurídicas internas que se respetan (12). Para esa
familia, el derecho cumple una función pedagógica o de marco de referencia. Sin embargo, como lo señalaba
algún autor, la familia que pone en movimiento las instituciones jurídicas de derecho de familia es aquella en la
que uno o varios perciben que la juridicidad interna está rota. En una palabra, las familias que atraviesan crisis
constituyen en buena medida el objeto material mismo del derecho de familia, son su motivador, incluso su
hipótesis de trabajo.
Es decir que el derecho de familia sabe, que al analizar los principios que resultaron eficientes en la
pandemia, está en realidad analizando con lupa un fenómeno que es común a todo el derecho de familia (el de la
crisis familiar), pero que se agrava en este contexto. Vale decir, los principios eficientes durante la pandemia
proyectan una validez epistemológica (con matizaciones) a la intervención de la familia por el derecho en toda
crisis.
III.1. Principios resultaron eficientes durante la pandemia
Y, ¿qué principios resultaron eficientes durante la pandemia? A estarse a las presentaciones del congreso, el
clamor se eleva hacia un derecho de familia que gire sobre la empatía, la vulnerabilidad, la solidaridad, que
refuerce vínculos de respuesta resiliente, que acompañe, que sea cercano, desburocratizado y horizontal. Es
decir, un derecho de familia con un sentido social.
En este sentido, la sugerencia de las ponencias y conferencias ha sido convergente. La mayoría de ellas
trabajan sobre las ideas de solidaridad (13), vulnerabilidad (14), resiliencia (15), compromiso, corresponsabilidad,
coparentalidad (16), vulnerabilidad, pobreza (17).
III.1.a. La crisis como toma de conciencia de una identidad
Es conmovedor leer cómo la pandemia le ha revelado al derecho de familia su misión. La pandemia
interpela al derecho de familia y le inquiere qué ha hecho para colaborar a las posibilidades de resiliencia
durante la crisis. A lo cuál el derecho de familia responde en una tarea científica maravillosa: la tarea crítica de
revisar cuáles de sus intervenciones son operativas y funcionales y cuáles no. Responde, en última instancia,
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De aquí que, la última palabra vaya para el acceso a la justicia. Más arriba referimos el mito del individuo
autónomo liberal y la contractualización del derecho de familia como una promesa que mostró sus
insuficiencias para dar respuesta en tiempos de crisis. Esa contractualización derivó en otro fenómeno que
formó también una buena parte de los discursos teóricos (nunca prácticos, en la práctica veremos que el efecto
es invariablemente inverso). Se trató de la "desjuridización" del derecho de familia (cada uno su familia, cada
uno su ley) y de la consecuente "desjudicialización" del derecho de familia. Algo de esto desarrollamos más
arriba.
Mi intención, como cierre es hacer un elogio del derecho de familia, un elogio de la justicia y los abogados
de familia, con toda la admiración que su rol en medio de esta crisis ha despertado. No cabe duda de que la
pandemia, entre las muchas cuestiones que ha desvelado, ha desvelado el bien social necesario de la interacción
entre derecho y familia.
Esta desjuridización nunca se llevó a extremos en Argentina, digamos que siempre fue una desjuridización a
medias. Hubo desjuridización para los que no querían obligarse, pero no, para los que quisieran obligarse más
allá del mínimo legal. Se da la paradoja de que uno es libre para elegir ser infiel, pero no es libre para elegir
pactar la fidelidad. Hemos tratado estas paradojas en otro sitio (26).
De todas formas, en todos los casos, a medias o a completas, la desjuridización beneficia al fuerte, pero
nunca al débil. Parte de la idea de que los que negocian son pares, y en el derecho de familia eso rara vez es
cierto... por el hecho sencillo de que el que ama más, estará dispuesto a ceder más, el que tiene menos chances
de resiliencia aceptará condiciones menos convincentes o justas por desesperación, etc. La desjuridización
protege al que no se obliga y al fuerte, no protege al débil ni al que padece la conducta en forma unilateral.
La desjuridización y la desjudicialización, además, son siempre sólo un planteo teórico. En la práctica, como
lo demostraba Georges Ripert a mediados del siglo pasado (27) y Philippe Malaurie, ya ingresado en este siglo
(28), redundan en una inflación legislativa y un impacto imparable en el fuero. Siempre termina en un desborde
legislativo vertiginoso. Al mismo tiempo, la falta de juridicidad social y de leyes estables en materia de familia,
provoca anomia interna, desconocimiento de la ley y termina desembocando en mayor cantidad de conflictos.
Todos los cambios que se han hecho en esta dirección en las últimas décadas han demostrado un efecto nulo
en la disminución del impacto del conflicto familiar en el fuero. Las estadísticas demuestran que, en el fuero
porteño, las causas de familia se incrementaron desde la creación de los juzgados de familia en 1992 en más de
un 60%. Las causas de capacidad, en un 452% desde el año 2000 y sobre todo crecieron exponencialmente
desde 2010, las de violencia desde el año 2000 en un 525%. El promedio de ingreso anual de causas en los
juzgados de familia fue en 2016 entre 1337 y 1588 por juzgado. Un juzgado patrimonial, que resuelve
cuestiones notablemente más periféricas a la persona humana, tuvo que resolver ese mismo año menos de la
mitad de causas (entre 616 y 754 en promedio). Los juzgados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires no
cuentan con equipo interdisciplinario propio, que sería necesario para el abordaje conveniente de las causas. De
modo que, sin que puedan extraerse consecuencias en cuanto a la causación de este incremento, lo cierto es que
el resultado ansiado de la disminución del impacto en el fuero por la desjudicialización y desjuridificación, no
se produjo. Es posible que sea hora de pensar otras intervenciones.
Al contrario, como lo demuestran recientes estudios ingleses (29), la receptividad del conflicto familiar en el
fuero puede permitir a través de la sublimación del conflicto y del paso del tiempo (30), una solución sustentable
y genuina. No es que haya que prescindir de los medios alternativos de resolución de conflictos, todo lo
contrario. Sino que esos medios conviven benéficamente con el fuero de familia.
En la misma visión desjuridizante y desjudicializante, caen abogados y funcionarios. Lejos de la mala fama
que tienen los abogados de familia, con demasiada frecuencia tienen una vocación solidaria y consensual que no
es suficientemente ponderada y valorada. Lo mismo con los muchos empleados y funcionarios judiciales en
familia que se comprometen más allá de toda exigencia: conocemos testimonios notables.
Tal vez, lo más grave de este fenómeno, es que el derecho es la última defensa, el último recurso de aquellos
que no tienen familia o sufren una familia disfuncional (31). Cuando el derecho no es una regla estable y
confiable a la que referirse, hay privación de acceso a justicia.
La juridicidad interna de la familia, cuando está preservada o es restaurada, torna superflua la intervención
del derecho o la justicia. Un padre que ama a sus hijos, le dará probablemente más contención y aporte
económico que lo que un juez podría ordenar. El problema de la desjuridización es que, cuando se produce la
ruptura de la juridicidad interna, si no hay juridicidad externa, hay abandono del que no tiene voz para
defenderse o una posición suficientemente fuerte como para hacer valer, sin recurrir a un tercero, sus derechos.
A la inversa, cuando una mujer no puede hacerse escuchar frente a su marido, que esconde las cuentas o que la
humilla a diario, cuando esa mujer recurre a un abogado y luego a la justicia, ese recurso se transforma en un
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lugar de restitución: se restaura esa igualdad y dignidad rotas. El acceso a justicia puede cumplir así una función
restaurativa de la dignidad, una función de reconocimiento de la personalidad obliterada, que permita que la
persona que llega encorvada, acabe el proceso de pie y erguida.
Esta es la maravillosa función, la maravillosa mediación de paz que establece el derecho, equiparando
débiles y fuertes en un diálogo paritario y reglado que sublima la violencia. El derecho es el que hace visible el
rostro invisible de los que no tienen voz o fuerza. El derecho es un mínimo social que resguarda y permite
restaurar la dignidad humana desdibujada. En la tarea de restaurar, al mismo tiempo presta una función social y
pedagógica de valor enorme. El derecho, pese a toda apariencia, es agente de paz social.
Un derecho de familia, que bajo pretexto de respeto de la autonomía y los proyectos de vida personales se
construya sobre la autonomía y pretenda la desjuridización, no sólo es autofagocitario, sino que además se
olvida de los que sin el derecho no tienen recurso alguno: se vuelve expulsivo.
He aquí entonces, el tributo que en el cierre queremos dar a la justicia y al derecho de familia. Es aquella
rama del derecho que no deja solos a los solos, sino que les presta una voz, y les yergue las espaldas. Una linda
prospectiva que emerge nítida en tiempos tumultuosos.
(A) Este texto reúne las palabras de inauguración y las pronunciadas en el cierre.
(AA) Secretaria General de la Sociedad Internacional de Derecho de Familia.
(1) Así lo encontramos, p. ej. En los "Fundamentos" del Cód. Civ. y Com. firmados por los presidentes de la
Comisión de Reformas (Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco y Aída Kemelmajer de Carlucci).
(2) Hemos fundamentado y profundizado esta idea en BASSET, Ursula C., "Desajuste evolutivo del derecho de
familia y de las personas con relación al derecho civil", en Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales
de Buenos Aires- Instituto de Derecho Civil - Sección Derecho de Familia y Bioderecho, Estudios de Derecho
Civil 2018, Buenos Aires, 2019, p. 31 y ss. Accesible en:
http://academiaderecho.org/wp-content/uploads/2019/08/Instituto-Derecho-Civil-Secci%C3%B3n-Derecho-de-Familia-EstudiosDe
(3) SCHNEEWIND, Jerome B., "La invención de la autonomía", Fondo de Cultura Económica, México D.F.,
2009. El autor juega, como es sabido, con la raíz latina "inventio" (encontrar), con el uso contemporáneo
(inventar).
(4) FINEMAN, Martha A., "The Myth of Autonomy", The New Press, 2005.
(5) Sobre esto, ver los diferentes escritos en BASSET, Ursula, FULCHIRON, Hugues, et. "Tratado de la
Vulnerabilidad", Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2017.
(6) Aquí soy tributaria de las reflexiones de Jorge H. Alterini (mi profesor en el doctorado) y de Julio Conte
Grand, quien defendió en una exposición hace varios años esta posición.
(7) Remitimos a este trabajo, en el que hacemos un estudio profundo de esta evolución: BASSET, Ursula C., ob.
cit.
(8) En la adopción, es el flagelo de la entrega directa y la compra y venta de niños, en la filiación por naturaleza
en el silencio de la madre respecto de la identidad del padre o en el reconocimiento complaciente, y en la
filiación por TRHA, por principio.
(9) Debería tratarse separadamente el abordaje individual de los derechos, lo hacemos en forma implícita.
(10) En este sentido, una excelente descripción se encuentra en Marie-France HIRIGOYEN, Les nouvelles
solitudes, La découverte, Paris, 2007.
(11) Sobre esto, hay interesantes estudios en Francesco D'AGOSTINO, Una filosofía della famiglia, Giuffrè,
Milano, 2003.
(12) Así lo señalaba Díez-Picazo: "Creo que es a este Derecho segregado por cada familia a lo que algún autor
llamó "Derecho interno de familia". Este derecho puede a veces tener una cierta semejanza con el reglamento de
régimen interior de las empresas. En él se establecen reglas sobre los horarios de entrada y de salida, las
comidas, los vestidos y cosas semejantes. Pero puede, sin duda, llegara mucho más lejos, pues en algún sentido
posee una amplia esfera de competencia...". En DÍEZ-PICAZO, Luis, "Familia y Derecho", Civitas, Madrid,
1984, p. 23.
(13) Un panel entero se consagra a la solidaridad familiar en tiempos de pandemia, con las brillantes
intervenciones de Carmen Domínguez (UC, Chile), Beatriz Ramos Cabanellas (UdelaR, UCU, Uruguay),
Marcos Córdoba (UBA; UAI, Argentina) con la coordinación inteligente de Claudia Sanabria Moudelle (U.
Iberoamericana, Paraguay).
(14) Una jornada del congreso se dedica a pensar la vulnerabilidad durante la pandemia: los niños y adultos en
contextos de encierro (Martha Pascual, Hazel Thompson-Aye), la niñez migrante, la apatridia, la situación de
refugiados (Alexis Mondaca Miranda, Isaac Ravetllat -U. Talca, Chile- y Jinyola Blanco — U. A. Nariño,
Colombia), en otro día se abordan las cuestiones bioéticas y la salud en tiempos de pandemia (con la
coordinación de Juan Bautista González Saborido y las exposiciones del Rabino Fishel Szlajen (Academia pro
Victims of Family Failure, Hart Publishing, Londres, 2009. También de ambos, Lawyers and Mediators: The
Brave New World of Services for Separating Families, Hart Publishing, Londres, 2016, MACLEAN, Mavis
(ed.) Delivering Family Justice in Late Modern Society in the wake of Legal Aid Reform. Hart Publishing,
Londres, 2018 MACLEAN, Mavis y EEKELAR, John (eds), Delivering Family Justice in the 21st Century
(Oñati International Series in Law and Society), Hart Publishing, Londres, 2015. MACLEAN Mavis y
EEKELAR, John, Family Justice: The Work of Family Judges in Uncertain Times, Hart Publishing, Londres,
2013.
(30) Sobre esto, el maravilloso estudio de Francois OST, Le temps et le droit, Odile Jacob, Paris, 1999.
(31) Es "Tener palenque ande rascarse", como decía nuestro Martín Fierro.