Europa Soberana - Soldados de La Bestia - Los Bersekers y La Expansión Vikinga.
Europa Soberana - Soldados de La Bestia - Los Bersekers y La Expansión Vikinga.
Europa Soberana - Soldados de La Bestia - Los Bersekers y La Expansión Vikinga.
expansión vikinga
Furor teutonicus.
(Cronistas romanos, sobre el empuje de los germanos en combate).
EL BERSERKERGANG O POSESIÓN
Antes del combate, los bersekers entraban juntos en un trance
llamado berserksgangr o berserkergang. Este trance era el proceso de
posesión, para el que no cualquiera estaba preparado, pues su energía
podía destrozar el cuerpo del profano. Según la tradición escandinava,
tal estado de éxtasis comenzaba con un siniestro escalofrío que recorría
el cuerpo del poseído y le ponía los pelos de punta y la piel de gallina.
A esto seguía la contracción de los músculos, un premonitorio temblor,
el aumento de la presión arterial y de la tensión, y una serie de tics
nerviosos en el rostro y en el cuello. La temperatura corporal
comenzaba a subir. Las aletas nasales se dilataban. La mandíbula se
apretaba y la boca se contraía en una mueca psicótica revelando la
dentadura. Luego venía un inquietante rechinar de dientes. El rostro
se inflaba y cambiaba de color, acabando en un tono púrpura.
Empezaban a echar espuma por la boca [5], a gruñir, a agitarse, a
rugir y gritar como animales salvajes, a morder los bordes de sus
escudos, a golpear sus cascos y sus escudos con sus armas y a
rasgarse la ropa, invadidos por una fiebre que tomaba posesión de ellos
y les convertía en una bestia, su ciego instrumento. Presenciar
semejante transformación debía ser algo realmente alarmante y
angustioso, evocador del más urgente pánico. Era una transformación
iniciática en toda regla, y algunos han visto en ella el origen de las
leyendas de hombres-lobo.
Ahora bien, ¿cuál es la explicación para estos hechos, que rebasan con
creces lo normal? ¿Cómo hemos de interpretar el berserkergang? En
nuestros días, algunos que siempre miran con resentida desconfianza
cualquier manifestación de fuerza y salud, han querido degradarlo.
Para muchos de ellos, los bersekers eran simplemente comunidades de
epilépticos, esquizofrénicos y demás enfermos mentales. Esta ridícula
explicación no satisface en absoluto, ya que la epilepsia o la
esquizofrenia son patologías cuyos efectos no se pueden "programar"
para una batalla como hacían los bersekers, y bajo sus ataques es
imposible realizar acciones valerosas o mostrar heroísmo bélico. Un
epiléptico se hace más daño a sí mismo mordiéndose la lengua y
cayendo al suelo que destrozando las filas de un numeroso ejército
enemigo, y además puede ser reducido por una sola persona.
Peliculeramente, otros han sugerido que los bersekers eran alianzas de
individuos que habían sufrido mutaciones genéticas, o los
supervivientes de un antiguo linaje germánico desaparecido,
organizados en forma de comunidades-sectas. Incluso se puede tener
en cuenta la explicación "chamánica", según la cual los bersekers eran
poseídos por el espíritu totémico de un oso o de un lobo.
Como se ve, las razones son tan variopintas como variopintos son los
personajes que se meten a opinar al respecto. La explicación más
conocida, empero, es la de que estos hombres combatían drogados.
Según dicha teoría, los bersekers ingerían un hongo llamado amanita
muscaria (seta de tallo blanco y sombrerete rojo con motas blancas,
que abunda entre los bosques de abedules del norte de Europa), o bien
algún mejunje preparado con dicha seta. Ésta tiene una toxicidad
elevada gracias a un alcaloide llamado muscarina, que altera
completamente la conciencia y la percepción. Actualmente se la ha
catalogado como "venenosa", dado que en dosis elevadas resulta
mortal. La teoría de la amanita muscaria fue elaborada en 1784 por el
profesor sueco Samual Ödman (que supo de la utilización del hongo
por parte de chamanes siberianos), y se perfiló hasta cierto punto
porque la mitología germánica explicaba que, de la boca de Sleipnir —
el caballo de Odín, de ocho patas— goteaba una espuma roja que, al
llegar al suelo, se transformaba en la seta. Otras teorías de drogas
sugieren cerveza con beleño negro o pan o cerveza contaminados con
cornezuelo del centeno.
Una vez más, se verá esto como primitivo y bárbaro, pero los romanos
también lo hacían, como podemos ver en los portaestandartes de las
legiones, que se cubrían con pieles de lobos, osos o felinos salvajes
(como pueblo indoeuropeo bárbaro, los antiguos itálicos, antepasados
de los latinos, debieron tener su propia versión del "guerrero poseído").
También el héroe griego Heracles, tras combatir con un monstruoso
león y matarlo con sus propias manos, se puso su piel. El irlandés
Cuchulain mató a un monstruoso mastín y ocupó su lugar como
guardián del Ulster. Sigfrido, el héroe del germanismo, se bañó en la
sangre del dragón Fafnir, matado por él, y con ello se hizo casi
invencible. En los misterios de Mitras, un restringido culto militar sólo
para hombres y practicado por las legiones de Roma, los iniciados se
cubrían de la sangre del toro sacrificado en una ceremonia de alto
poder sugestivo. En la misma línea de ejemplos relacionados, tenemos
otros casos que se refieren a "segundas pieles" y
baños endurecedores: Aquiles fue bañado por su madre en las aguas
del oscuro río Éstige, que lo hicieron invulnerable. La diosa céltica
Ceridwen poseía un caldero mágico que daba salud, fuerza y sabiduría
a cuantos se bañaran en él. Las madres espartanas bañaban a sus
recién nacidos en vino, pues pensaban que eso endurecía a los duros
y acababa con los blandos. Las aguas del Ganges, aun hoy en día, son
consideradas salutíferas para los hinduistas. La idea tras todos estos
mitos era que exponerse a fuerzas destructivas, telúricas y oscuras
ayudarían a endurecer la "envoltura" del iniciado y a protegerlo en el
futuro contra experiencias similares en el campo de la muerte y del
sufrimiento.
Todo esto simbolizaba, además, la lucha del espíritu por tomar control
de la bestia telúrica, tras lo cual se recubría de lo conquistado, entraba
en la carcasa vacía, la poseía, la transformaba a su imagen y
semejanza y, a la vez, cambiaba su personalidad por una distinta,
entrando en una nueva fase y simbolizando asimismo el tránsito a una
nueva manera de percibir el entorno y de ver las cosas —una nueva
piel, una nueva coraza, un nuevo escudo, la percepción del mundo a
través de los sentidos de la bestia—, tomar posesión de la materia y,
desde dentro, transformarla a imagen y semejanza del espíritu. Esta
filosofía de posesión es un rasgo característico de todas las sociedades
guerreras iniciáticas. En ciertas unidades de élite de las SS nazis, una
de las pruebas era combatir, sin armas y con el torso desnudo, contra
un perro-lobo o un mastín embravecido. Como reminiscencia de todos
estos asuntos en pleno Siglo XIX, cantaban los húsares imperiales del
II Reich, herederos de las unidades guerreras de élite del germanismo:
"De negro nos vestimos / de sangre nos bañamos / con la totenkopf en el
casco / Heil! Heil! / ¡Somos invencibles!"
911 fue el año que el danés Rollón [11] recibió del rey francés Carlos
el Simple el ducado de Normandía, para aplacar el pillaje vikingo al que
estaba siendo sometido todo el norte de Francia. En un solemne el acto
de homenaje al rey Carlos, se informó a Rollón de que debía inclinarse
ante él y besarle los pies. Él, escandalizado y ofendido en su orgullo,
se negaba a humillarse de tal modo, diciendo que "nunca me inclinaré
ante nadie y nunca le besaré el pie a nadie". Los obispos aduladores,
empero, insistían en que "quien recibe tal don tiene que besar el pie
del rey". Así acorralado, Rollón ordenó a uno de sus guerreros que
llevase al cabo el acto. Éste tomó el pie del rey y, permaneciendo
erguido, se lo llevó a la boca y lo besó, haciendo caer al rey de
espaldas, de tal modo que toda la corte presente rió con fuerza. Esta
anécdota muestra el lado arrogante y orgulloso de los vikingos,
hombres aun inocentes e incontaminados por la mentalidad servil de
la sociedad civilizada. Estos vikingos de Norrmandía se cristianizaron,
echaron raíces en Francia y acabaron olvidando sus raíces
escandinavas. Su posterior expansión los llevó a Inglaterra, al
Mediterráneo, al sur de Italia (reino normando de Sicilia) e incluso a
Oriente durante la era de las cruzadas. Muchos normandos jugaron un
papel importante en las órdenes de caballería.
Todo aquello era una explicación metafórica, simbólica y poética del fin
de una era, cuando finalmente el cielo se enfurezca y caiga sobre la
Tierra, y se libre el apocalíptico combate de lo superior contra lo
inferior, el bien contra el mal. Tal vez un día, los olvidadizos apóstoles
de la civilización financiera y la usura vuelvan a conocer con horror la
sed de batalla del hombre europeo, la espumeante y angustiosa rabia
del guerrero inspirado, el instinto del trabajador, del conquistador, del
pionero, del explorador, del artista, del soldado, del señor y del
destructor que Europa lleva en sí, y cuyo último ejemplo fue quizás, en
días lejanos, el berseker escandinavo.
*********
Con esta conmoción, las águilas caerán muertas del cielo, y hasta los
leones de las más lejanas llanuras de África morderán sus colas y se
arrastrarán a sus guaridas reales. Tendrá lugar en Alemania un drama
comparado con el cual la revolución francesa parecerá un inocente
idilio. En el presente todo está silencioso, y aunque aquí y allá algunos
hombres crean agitación, no imaginéis que estos serán los verdaderos
actores en la obra. Sólo hay perritos persiguiéndose alrededor de la
arena… hasta la hora señalada en que la tropa de gladiadores
aparecerá para luchar a vida o muerte. Y la hora llegará.
[5] El echar espuma por la boca puede estar relacionado con la rabia
que posee al luchador fanático transformado en batalla. Curiosamente,
durante ciertos combates en plena Guerra Civil española, muchos
miembros de la Legión Española, visiblemente fanatizados y alterados
por la brutalidad de los combates y por su propio adoctrinamiento
pseudo-místico, echaban espuma por la boca.
[7] "Germania".
[11] El nombre danés del rey era Gang Hrolf, o "Ralf el Caminante",
pues se decía que era demasiado grande para que un caballo pudiese
transportar su peso.