El Viaje de Adapa

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El Viaje De Adapa.

Adapa es un humano que creo Enki al intentar reparar la genetica humana de sus notables fallos,
al involucrarse sexualmente con 2 mujeres humanas que darian a luz a Adapa y Titi.

TABLILLA 8.

¡Tráigase a Nibiru a Adapa, el Terrestre! Así pronunció su decisión Anu. A Enlil no le complacía la
decisión: ¡Quién iba a pensar esto, que forjado por un Trabajador Primitivo, el ser se haría como
nosotros, dotado de conocimiento, que entre el Cielo y la Tierra viajaría! En Nibiru, beberá de las
aguas de la larga vida, comerá el alimento de la larga vida, ¡como uno de nosotros, los Anunnaki, el
de la Tierra se convertirá! Así decía Enlil a Enki y a los demás líderes. Enki tampoco estaba
complacido con la

decisión de Anu; después de que hablara Anu, su rostro se puso sombrío. Después de que hablara
Enlil, Enki se mostró de acuerdo con su hermano Enlil: ¡Es cierto, quién lo iba a pensar! Así dijo
Enki a los demás. Los hermanos se sentaron y reflexionaron;

Ninmah también se sentó con ellos para deliberar. ¡El mandato de Anu no se puede

evitar!, les dijo ella.

¡Que nuestros jóvenes acompañen a Adapa a Nibiru, su miedo a disminuir, se le

explique a Anu! Así dijo Enki a los demás. ¡Que Ningishzidda y Dumuzi sean sus

acompañantes, y que, de paso, vean con sus propios ojos Nibiru por vez primera!

Ninmah apoyó la sugerencia: Nuestros jóvenes, nacidos en la Tierra, se están

olvidando de Nibiru, sus ciclos vitales se están viendo superados por los de la Tierra;

viajen los dos hijos de Enki, sin casar todavía, a Nibiru. ¡Quizás encuentren novias

allí para sí mismos!

Cuando llegó a Sippar la siguiente cámara celestial procedente de Nibiru, Ilabrat,

un visir de Anu, salió de la cámara. ¡Vengo en busca del Terrestre Adapa! Así dijo a

los líderes. Los líderes le presentaron a Adapa a Ilabrat; también le mostraron a Titi y

a sus hijos. ¡Ciertamente, tienen nuestra imagen y semejanza! Así dijo Ilabrat. Se le

presentaron a Ilabrat a Ningishzidda y a Dumuzi, hijos de Enki. ¡Se les ha elegido

para que acompañen a Adapa en su viaje!, le dijo Enki. ¡Anu estará complacido de
ver a sus nietos! Así dijo Ilabrat.

Enki convocó ante él a Adapa para darle instrucciones. A Adapa le dijo así:

Adapa, a Nibiru, el planeta de donde hemos venido, vas a ir, ante Anu, nuestro rey,

llegarás, ante su majestad se te presentará; ante él te inclinarás. ¡Habla sólo cuando se

te pregunte, da breves respuestas a las preguntas! Se te dará ropa nueva; ponte las

prendas nuevas. Te darán un pan que no se encuentra en la Tierra; ¡el pan es mortal,

no lo comas! Te darán un elixir en un cáliz para que lo bebas; ¡el elixir es mortal, no

bebas de él! Contigo irán mis hijos, Ningishzidda y Dumuzi, ¡atiende a sus palabras,

y vivirás!

Así instruyó Enki a Adapa. ¡Lo recordaré!, dijo Adapa. Enki convocó a

Ningishzidda y a Dumuzi y les dio una bendición y consejo. Vais a ir ante Anu, el

rey, mi padre; ante él inclinara y le rendira pleitesía; no os encojáis ante

príncipes ni ante nobles, de ellos sois sus iguales. ¡Vuestra misión es traer a Adapa de

vuelta a la Tierra, no os dejéis hechizar por las delicias de Nibiru! ¡Lo recordaremos!,

dijeron Ningishzidda y Dumuzi.Enki abrazó al más joven, Dumuzi, le besó en la frente; Enki abrazó
al sabio, a

Ningishzidda, le besó en la frente. A hurtadillas, puso una tablilla sellada en la mano

de Ningishzidda. ¡A mi padre, Anu, entregarás esta tablilla en secreto! Así le dijo

Enki a Ningishzidda.

Después, partieron hacia Sippar los dos junto con Adapa, al Lugar de los Carros

Celestiales fueron, ante Ilabrat, el visir de Anu, se presentaron los tres. A

Ningishzidda y a Dumuzi se les dio el atuendo de Igigi, se vistieron como águilas

celestiales. En cuanto a Adapa, se le afeitó su cabello suelto, se le dio un casco como

el de un águila, en lugar de su taparrabos, le hicieron ponerse una vestimenta

ajustada, se le puso entre Ningishzidda y Dumuzi en el interior de Lo Que Asciende.

Cuando se dio la señal, el Carro Celestial rugió y se estremeció; Adapa se encogió de

miedo y gritó: ¡El águila sin alas se está elevando!

Ningishzidda y Dumuzi le pusieron los brazos en los costados, con palabras

tranquilas lo calmaron. Cuando se elevaron en lo alto una legua, echaron un vistazo


sobre la Tierra; vieron sus tierras, separadas en partes por mares y océanos. Cuando

estuvieron a dos leguas de altura, el océano se había hecho pequeño como una

bañera, la tierra era del tamaño de una cesta. Cuando estuvieron a tres leguas de

altura, nuevamente echaron un vistazo al lugar del que habían partido; la Tierra era

ahora una bola pequeña, tragada por un mar de oscuridad en la vastedad. De nuevo,

Adapa se agitó; se encogió y gritó: ¡Llevadme de vuelta!, gritó.

Ningishzidda puso la mano en la nuca de Adapa; en un instante, Adapa se

tranquilizó. Cuando aterrizaron en Nibiru, había mucha curiosidad, por ver a los hijos

de Enki, nacidos en la Tierra, pero incluso más por encontrase con un Terrestre: ¡Ha

llegado a Nibiru un ser de otro mundo! Así decían las masas. Fueron llevados con

Ilabrat al palacio, para ser lavados y perfumados con ungüentos. Se les dieron

vestimentas frescas y adecuadas; Teniendo en cuenta las palabras de Enki, Adapa se

puso las nuevas ropas. En el palacio, nobles y héroes se arremolinaban; en el salón

del trono, se reunían los príncipes y los consejeros.

Ilabrat les llevó hasta el salón del trono, Adapa detrás de él; luego, los dos hijos

de Enki. En el salón del trono, ante Anu, el rey, se inclinaron; Anu se adelantó desde

su trono. ¡Mis nietos! ¡Mis nietos!, exclamaba. Abrazó a Dumuzi, abrazó a

Ningishzidda, con lágrimas en los ojos los abrazó, los besó. Ofreció a Dumuzi que se

sentara a su derecha, Ningishzidda se sentó a su izquierda.

Después, Ilabrat le presentó a Anu a Adapa, el Terrestre. ¿Entiende lo que

hablamos?, le preguntó el rey a Ilabrat. ¡Por supuesto, le enseñó el señor Enki!,

respondió Ilabrat. ¡Ven aquí!, dijo Anu a Adapa. ¿Cómo te llamas y cuál es tu

ocupación? Adapa se adelantó, de nuevo se inclinó: ¡Mi nombre es Adapa, sirviente

del señor Enki!

Así habló Adapa; sus palabras causaron gran asombro. ¡Maravilla de maravillas

la conseguida en la Tierra!, declaró Anu. ¡Maravilla de maravillas la conseguida en la

Tierra!, exclamaron los reunidos. ¡Que se celebre, demos la bienvenida a nuestrosinvitados!, dijo
Anu. Anu llevó a todos los que se habían reunido hasta el salón de

banquetes, indicando alegremente hacia las mesas llenas.


En las mesas llenas, le ofrecieron a Adapa pan de Nibiru; Adapa no comió. En las

mesas llenas, le ofrecieron a Adapa elixir de Nibiru; Adapa no bebió. Anu, el rey,

quedó confundido con esto, estaba ofendido: ¿Por qué ha enviado Enki a Nibiru a

este maleducado Terrestre, para revelarle los caminos celestes? ¡Venga, Adapa!, le

dijo Anu a Adapa. ¿Por qué no comes ni bebes, por qué rechazas nuestra

hospitalidad?

Mi maestro, el señor Enki, me ordenó: ¡No comas pan, no bebas elixir! Así

respondió Adapa al rey Anu. ¡Qué extraño es esto!, dijo Anu. ¿Para qué le iba a

prohibir Enki nuestra comida y nuestro elixir a un Terrestre? Le preguntó a Ilabrat, le

preguntó a Dumuzi; Ilabrat no sabía la respuesta, Dumuzi no pudo explicárselo.

Le preguntó a Ningishzidda. ¡Quizá se encuentre aquí la respuesta!, le dijo

Ningishzidda a Anu. Y entonces le dio a Anu, el rey, la tablilla secreta que había

llevado escondida. Anu estaba confuso, Anu estaba preocupado; se fue a su cámara

privada para descifrar la tablilla.

***

Viene ahora el relato de Adapa, el progenitor de la Humanidad Civilizada, y de cómo

por sus hijos, Ka-in y Abael, se dio inicio a la saciedad en la Tierra.

En su cámara privada, Anu rompió el sello de la tablilla, insertó la tablilla en el

explorador para descifrar el mensaje de Enki. ¡Adapa nació por mi simiente de una

mujer Terrestre! Así decía el mensaje de Enki. Del mismo modo, Titi fue concebida

por mi simiente en otra mujer Terrestre. Están dotados de sabiduría y de palabra; pero

no de la larga vida de Nibiru. Adapa no debería comer del pan de la larga vida,

tampoco debería beber del elixir de la larga vida. Adapa debe volver para vivir y

morir en la Tierra, la mortalidad debe ser su suerte, ¡con la siembra y el pastoreo de

sus descendientes, habrá saciedad en la Tierra! Así reveló Enki el secreto de Adapa a

su padre, Anu.

Anu quedó sorprendido con el mensaje secreto de Enki; no sabía si enfadarse o

reír. Llamó a Ilabrat, su visir, a su cámara privada, a él le dijo: ¡Este hijo mío, Ea, ni

siquiera como Enki ha enmendado su libertinaje con las mujeres! A Ilabrat, su visir,
le mostró el mensaje de la tablilla. ¿Cuáles son las normas, qué debe hacer el rey?, le

preguntó Anu a su visir. Nuestras normas permiten las concubinas; ¡pero no existen

normas de cohabitación interplanetaria!

Así le respondió Ilabrat al rey. ¡Si hay algún perjuicio, que se restrinja, que Adapa

vuelva inmediatamente a la Tierra, que Ningishzidda y Dumuzi se queden más

tiempo! Después, Anu llamó a Ningishzidda a su cámara privada. ¿Sabes lo que decía

el mensaje de tu padre?, le preguntó a Ningishzidda. Ningishzidda bajó la cabeza, con

un susurro dijo: No lo sé, pero puedo adivinarlo. He sometido a prueba la esenciavital de Adapa,
¡es de la simiente de Enki! ¡Ése es en verdad el mensaje!, le dijo Anu.

¡Adapa debe volver a la Tierra inmediatamente, su destino será convertirse en el

progenitor del Hombre Civilizado! ¡En cuanto a ti, Ningishzidda, volverás a la Tierra

con Adapa, de la Humanidad Civilizada, al lado de tu padre, serás el maestro!

Ésa fue la decisión de Anu, el rey; él determinó el destino de Adapa y el de

Ningishzidda. Anu y los otros dos volvieron junto a los sabios y nobles reunidos,

junto a los príncipes y los consejeros, Anu anunció palabras de decisión ante los

asambleados: No se debe extender en demasía la bienvenida al Terrestre, en nuestro

planeta no puede comer ni beber; todos hemos visto sus asombrosas capacidades,

dejemos que vuelva a la Tierra, ¡labren los campos en la Tierra sus descendientes, y

pastoreen en las praderas!

Para cuidar de su seguridad y evitar su agitación, Ningishzidda volverá con él,

con él se enviarán las semillas de cereales de Nibiru, que se multiplicarán en la

Tierra; Dumuzi, el más joven, permanecerá con nosotros durante un Shar. ¡Después

volverá con ovejas y la esencia de las ovejas! Ésta fue la decisión de Anu, ante las

palabras del rey todos inclinaron la cabeza en señal de acuerdo. En el momento

señalado, Ningishzidda y Adapa fueron llevados hasta el Lugar de los Carros

Celestiales, Anu y Dumuzi, Ilabrat y los consejeros, nobles y héroes fueron a

despedirlos.

Hubo estruendo y estremecimiento, y el carro se elevó; vieron como el planeta

Nibiru se hacía más pequeño, después vieron los cielos desde el horizonte hasta el
cenit. En el viaje, Ningishzidda le habló a Adapa de los dioses planetas. Del Sol, la

Tierra y la Luna le dio lecciones, le enseñó cómo se siguen los meses y cómo se

cuenta el año de la Tierra. Cuando regresaron a la Tierra, Ningishzidda le relató a su

padre, Enki, todo lo que había sucedido. Enki

¡Todo fue como yo esperaba!, dijo con regocijo. ¡Excepto la retención de Dumuzi,

que es desconcertante para mí! Así dijo Enki.

Enlil se quedó muy desconcertado por el rápido regreso de Ningishzidda y de

Adapa. ¿Qué ocurre, qué pasa por Nibiru?, preguntó a Enki y a Ningishzidda.

¡Llamemos también a Ninmah, que sepa también lo que pasa!, le dijo Enki. Después

de que llegara Ninmah, Ningishzidda les contó todo a Enlil y a ella. Enki también

contó lo de su cohabitación con las 2 hembras Terrestres. ¡No he roto ninguna

norma, he asegurado nuestra saciedad! Así les dijo Enki. ¡No has roto ninguna

norma, pero con una acción precipitada has determinado los hados de los Anunnaki y

los Terrestres! Así dijo Enlil, enfurecido. ¡Ahora, la suerte está echada, el hado se ha

impuesto al destino!

Enlil se dejó llevar por la furia, con ira se dio la vuelta y los dejó plantados.

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