Concepciones Psicosociales de La Infancia.

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La Infancia: Concepciones y Perspectivas

CAPITULO 3

CONCEPCIONES PSICOSOCIALES
DE LA INFANCIA

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La Infancia: Concepciones y Perspectivas

El concepto de representación social tiene una larga historia de


polémicas y perspectivas en la sociología (Ansart, 1987), la historia
(Raymond,1987) y la filosofía (Lefebvre, 1983); pero es quizás en la
psicología social de Serge Moscovici y sus seguidores, en la cual hay
una mayor problematización, delimitación e instrumentación del con-
cepto de representaciones sociales.

No obstante, en la psicología social este concepto no ha estado


exento de las influencias de la sociología, en cuanto se considera
como una idea colectiva, producto de la actividad de los grupos socia-
les en los cuales están inmersos los sujetos.

Serge Moscovici, a partir de sus estudios sobre las repre-


sentaciones sociales del psicoanálisis presentados en su obra El
psicoanálisis, su imagen y su público (1979), publicada en fran-
cés en 1961, da origen a una importante trayectoria de investiga-
ciones sobre este tema. Al psicólogo francés le interesa la forma
en que los individuos o grupos de individuos, como función de su
situación dentro de una sociedad y una cultura particulares, asimi-
lan lo que les es “extraño” o les llega de un ámbito distinto al
conocido. Por consiguiente, investiga el pensamiento profano y
las epistemologías profanas, la manera como, a lo largo del tiem-
po, los pensamientos e ideas de un hombre (por ejemplo, Freud
para el psicoanálisis) llegan a influir sobre el pensamiento de la
mayoría de los demás.
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Concepciones Psicosociales de la Infancia

Moscovici indaga la forma como una nueva teoría científica


o política -en este caso, una nueva teoría acerca del comporta-
miento humano- se difunde dentro de una cultura particular, en
cómo se transforma durante el proceso y de qué manera altera la
forma en que la gente se ve a sí misma y al mundo en que vive. Al
elaborar una nueva teoría, todo científico tiene en mente una no-
ción de la realidad. Una vez que la pública o da una conferencia
sobre ella, su teoría se convierte en una noción en la realidad y de
esa manera pasa a ser un objeto legítimo de interés del psicólogo
social (Farr,1983).

El proceso de constitución de este campo científico se de-


sarrolla en Europa como una reacción a la psicología social ame-
ricana, que interpretaba la cognición social como proceso de tra-
tamiento, análisis y almacenamiento en la memoria de la informa-
ción, para interpretar la realidad externa1 . Como observa Farr
(1983), la escuela francesa contrasta con la escuela dominante en
psicología social, que era entonces estadounidense. Esta escuela
dominante es más una psicología social psicológica que una psico-
logía social sociológica. Para el autor (1983: 641), <<La investiga-
ción francesa sobre representaciones sociales puede ser califica-
da, con exactitud, como una crítica sólida del carácter puramente
“psicológico” de gran parte de la teoría y la investigación estado-
unidense sobre actitudes y opiniones. Moscovici, en 1972, pudo

1
Sin ser exhaustivos en un análisis de carácter comparativo entre la psicología
cognitiva y la psicología social, es de señalar que el concepto de representación
en algunos autores está muy relacionado con las imágenes o ideas que podemos
construir de los objetos del mundo o referidos a los significados o significantes
que hacen referencia a los objetos. Diversos autores como, Vega (1985), Gagliardi
(1988), Richard (1987), Gómez (1994), entre otros, consideran que las represen-
taciones expresadas en términos propositivos reflejan conceptos y relaciones.
Perner (1994) expone que las representaciones no representan tan sólo algo
(contenido), sino que representan algo como algo. Si hacemos la comparación con
Moscovici, para este último la representación es un modelo o una estrategia
cognitiva y una guía para la acción. Es decir, la representación social está
emparentada con el concepto de actitud. En esta discusión Brunner (1990), se
acerca a las teorías de Serge Moscovici, al considerar que la representación social
es un marco de referencia que lo identifica como grupo y orienta su actividad
cognitiva acerca del mundo.

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La Infancia: Concepciones y Perspectivas

plantear el interrogante: “¿Qué es social en psicología social?” y


anticipar con seguridad la respuesta: “No mucho, realmente”. Una
vez que las “representaciones sociales” pueden ser establecidas
como fenómeno, la psicología social podrá ser definida como el
estudio de dichas representaciones.>>

Así, la infancia puede entenderse como esa imagen colectiva-


mente compartida que se tiene de ella: es aquello que la gente dice o
considera que es la infancia en diversos momentos históricos. Cada
sociedad, cada cultura define explícita o implícitamente qué es infan-
cia, cuáles son sus características y, en consecuencia, qué períodos
de la vida incluye. Los psicólogos sociales denominan a este tipo de
imágenes representación social.

Las representaciones sociales que acerca de la infancia tiene


una comunidad dada constituyen un conjunto de saberes implícitos
o cotidianos resistentes al cambio (sean verdaderos o falsos desde
cualquier disciplina científica), y tienen cuerpo de realidad psicosocial
ya que no sólo existen en las mentes sino que generan procesos
(interrelaciones, interacciones e interinfluencias sociales) que se im-
ponen y condicionan la vida de los niños y niñas, limitando la posibi-
lidad de experiencias o las perspectivas de análisis fuera de esta
lógica (Casas, 1998).

Chombart de Lauwe (1971) indica cómo las representacio-


nes sociales de la infancia podrían constituir un excelente test
proyectivo del sistema de valores y de aspiraciones de una socie-
dad. Las representaciones caracterizan a quienes las expresan pero,
sobre todo, a aquéllos que son designados. En el caso de la repre-
sentación social de la infancia, ésta tiene que ver directamente con
el pasado de cada uno de nosotros, con nuestra descendencia, y
con el porvenir de cada grupo humano; interesa por tanto a los indi-
viduos y a las sociedades sin excepción.

Se estudian las representaciones de la infancia en el campo de


la literatura, del cine y de los medios de comunicación franceses,
desde tres perspectivas o niveles de análisis:
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Concepciones Psicosociales de la Infancia

(a). El personaje del infante que se presenta a los adultos en la


novela, la autobiografía y el cine. Pone en evidencia los procesos
según los cuales se edifica el sistema de representaciones y el siste-
ma de valores relativos al niño.

(b). El personaje del niño en los medios de comunicación de


masas destinados a la infancia. Aparecen personajes idealizados,
creados por los adultos, que reflejan las concepciones y necesida-
des del adulto, que encarnan los valores propios de la cultura en la
cual se inicia al niño. Estos personajes ofrecen a los niños la oca-
sión de evadirse, de compensar las limitaciones de su propia perso-
nalidad o de su medio, y juegan un papel importante en la transmi-
sión social y en la socialización de la infancia.

(c). Cómo los niños perciben a los pequeños personajes de


las novelas y cómo los utilizan: comparándose y situándose en
relación con ellos, intentando imitarlos, tomándolos como modelo.
Los modelos de comportamientos lúdicos o los modelos ideales
les sirven para construir su personalidad cuando se enfrentan a
los modelos extrafamiliares.

El análisis de las representaciones sociales del niño permite


concluir que la representación de infancia adopta similares caracte-
rísticas a las del pensamiento mítico. Las representaciones mezclan
lo real con lo imaginario, convirtiéndose a menudo en el signo de
realidades escondidas, formando una de las partes del símbolo. El
personaje simbolizado es ya un lenguaje a partir del niño. Cuando un
relato se organiza a partir de un personaje de niño idealizado, se evo-
ca, repetimos, el pensamiento mítico.

La representación del niño como un personaje desplazado a


menudo hasta su mitificación muestra, de un lado, la complejidad de
los mecanismos de representación, del pensamiento mítico y de sus
relaciones con los modelos ofrecidos a los niños y, de otra parte, en-
frenta al propio niño a estos modelos ideales con los que comparar la
imagen de sí mismo.
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La Infancia: Concepciones y Perspectivas

3.1. La representación de la infancia en una perspectiva


psicosocial

El estudio de las representaciones sociales de la infancia pre-


tende indagar las interrelaciones que mantienen los adultos y la infan-
cia, en el seno de los contextos sociodemográficos, socioculturales y
sociopolíticos más habituales de la sociedad contemporánea.

Desde un enfoque psicosocial que se interesa por las ma-


nifestaciones de las interacciones e influencias mutuas de los
sujetos, Casas (1998) ofrece una aproximación psicosociológica
a la infancia.

Se tiende a pensar las interrelaciones entre adultos y niños en


términos micro-sociales: los padres con los hijos, los maestros con
los alumnos, el pediatra con el paciente infantil, etc., en detrimento
de las interrelaciones entre la población adulta y la infancia a nive-
les micro-sociales.

El estudio de las relaciones macrosociales de la población adulta


y la infancia, permiten pensar, de una parte, que el concepto de infan-
cia dista mucho de ser objetivo y universal, y de otra parte, que la
infancia es una categoría social:

“Por una parte porque cada sociedad, cada cultura


define explícita o implícitamente que es infancia, cuá-
les son sus características, y, en consecuencia, qué
períodos de la vida incluye. (...) sin que ello signifique
que es menos importante, la infancia no es sólo un
período de vida, sino que se refiere también a un con-
junto de población de un territorio, que reúne la ca-
racterística de estar en tal período. A tal conjunto de
población, en todas las culturas, se le representa como
un subconjunto de miembros de la colectividad dis-
tinto, es decir, que configura un gran grupo social di-
ferenciado, o expresándolo en otras palabras, que for-
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Concepciones Psicosociales de la Infancia

ma parte de una categoría social, denominada la in-


fancia de aquel territorio o país. El concepto de in-
fancia se refiere más a un consenso social sobre una
realidad, que a una realidad social objetiva y univer-
sal” (Casas, 1998: 16).

En el complejo entramado de relaciones sociales que esta-


blecen los adultos con la población infantil, intervienen las mane-
ras como los representan con características determinadas, con
necesidades y problemas determinados, y en consecuencia, los
adultos actúan sobre la infancia según sus percepciones, aspira-
ciones y conocimientos.

La infancia como concepto y realidad. La palabra in-


fancia encierra una rica y singular historia conceptual. En caste-
llano hace referencia a más de un concepto, es decir, es refe-
rente de realidades distintas, de diferentes niveles de abstrac-
ción. Así la infancia, puede entenderse como un período deter-
minado de la vida de un niño o una niña, medible por un intervalo
de edad. Dicho intervalo es totalmente convencional. A menudo
se acepta como infancia el período de vida que va del nacimien-
to a los 14 años, pero hay quienes reservan tal denominación al
período que finaliza a los 7 años, o a los 10, a los 12 y otros que
lo alargan hasta los 16. En síntesis, según el autor, los intervalos
de edad que comprenden la infancia indican pautas, normas o
hábitos socioculturales con los que se relacionan un concepto y
dicho intervalo.

Desde una perspectiva demográfica, la infancia es el con-


junto de la población de un territorio dado, que tiene la edad com-
prendida en el intervalo aludido anteriormente. Ahora bien, algu-
nas perspectivas de investigación en el campo psicológico, médi-
co y psicosocial, en búsqueda de mediciones indicativas del desa-
rrollo infantil, entienden como infancia el conjunto de característi-
cas psicosociobiológicas de unos sujetos en estado de desarrollo,
hasta que no alcanzan las características consideradas como pro-
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La Infancia: Concepciones y Perspectivas

pias de otra etapa posterior de desarrollo. Aquí, la edad cronológica


es considerada un referente, pero no un indicador preciso del de-
sarrollo por etapas.

También la infancia puede ser la imagen colectivamente com-


partida que se tiene de ella. Es decir, la infancia también es aquello
que la gente dice o considera que es la infancia en diversos momen-
tos históricos. Como es sabido, los psicólogos sociales denominan a
este tipo de imágenes representación social.

“Las representaciones sociales que acerca de la


infancia tiene una comunidad dada constituyen un
conjunto de implícitos o de saberes cotidianos re-
sistentes al cambio (sean verdaderos o falsos des-
de cualquier disciplina científica), y tienen cuerpo
de realidad psicosocial, ya que no sólo existen en
las mentes, sino que generan procesos
(interrelaciones, interacciones e interinfluencias
sociales) que se imponen a la infancia y condicio-
nan a niños y niñas, limitando la posibilidad de ex-
periencias o perspectivas de análisis fuera de esta
lógica “ (Casas, 1998: 24)

Desde la perspectiva de la psicología social, en las socie-


dades contemporáneas hay tres grandes espacios para construir
una visión globalizada, dinámica del fenómeno que denomina-
mos infancia:

(a) las relaciones y dinámicas intrafamiliares (comunicación


padres-hijos en distintas configuraciones familiares, estilos de crian-
za, expectativas y aspiraciones, sistemas de valores educativos -in-
cluidas formas de estimular, motivar y premiar o de coaccionar, ame-
nazar y castigar-,etc);

(b) las interrelaciones generales de la población hacia la in-


fancia (percepciones, actitudes y representaciones sociales de los
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Concepciones Psicosociales de la Infancia

adultos hacia la población infantil en general, hacia la etapa de la


vida considerada niñez, hacia los problemas de los niños y las niñas,
y hacia las formas de afrontar socialmente dichos problemas);

(c) las imágenes que se privilegian y las pautas de rela-


ción que se modelan por parte de los medios de comunicación
social (imágenes que privilegian del niño o la niña, imágenes
que privilegian para el público infantil, actitudes que mantienen
hacia el niño como consumidor, valores que transmiten al niño
y a la niña, etc.).

Otro criterio temático para el estudio de las representacio-


nes de la infancia es el de estudiarla cuando dos grupos sociales
se relacionan entre sí, considerándose pertenecientes a catego-
rías distintas. Se trata de Las atribuciones y categorizaciones
en las relaciones interpersonales e intergrupales: menores
versus adultos. Este doble proceso de atribución y categorización
apunta a responder a la pregunta de si existen interrelaciones
globales y genéricas entre adultos y niños como grandes con-
juntos de población diferenciados. La respuesta es sí, pero estas
interrelaciones están fundadas en representaciones sociales so-
bre la infancia por parte de los grupos adultos.

Ahora bien, estas representaciones sociales son imágenes


mentales compartidas por un colectivo determinado, que están gene-
ralmente relacionadas con una amplia diversidad de creencias, acti-
tudes y estereotipos, etc., sobre el objeto social referido que permi-
ten un conocimiento cotidiano compartido y facilitan la comunica-
ción entre miembros de un mismo entorno sociocultural acerca de
dicho objeto.

También las representaciones sociales que tiene los gru-


pos sociales de la infancia han contribuido a la reflexión y al
debate sobre la infancia es el proceso silencioso y decisivo de
reconocimiento de los derechos de la infancia en las socieda-
des occidentales y el desarrollo de políticas sociales de infan-
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La Infancia: Concepciones y Perspectivas

cia. Las políticas y los derechos de la infancia2 “configuran en


sí mismas, en última instancia, formas de interrelación entre
la infancia y los adultos como grupos o categorías socia-
les” (Casas, 1998:29)

Los procesos de atribución y de categorización interpersonal e


intergrupal se aplican en el análisis de la representación social de la
infancia por parte de los grupos de adultos. Veamos un poco más en
detalle estas consideraciones.

El núcleo figurativo de las representaciones adultas sobre la


infancia en nuestra cultura parece haberse centrado en la idea de la
existencia de dos grandes grupos colectivos bien diferenciados; los
adultos y los menores, es decir los adultos percibimos y clasificamos
según categorías radicalmente diferenciadas.

La categorización diferenciada toma forma en un núcleo fi-


gurativo de las representaciones adultas sobre la infancia en nues-
tra cultura que:

“parece haberse centrado en la idea de los aún-no (....),


que en el fondo resulta una idea excluyente en relación
con el grupo o categoría social al que corresponde los
ya-sí” (Casas, 1998:33).

2
Dada la importancia de estos dos temas para la construcción del objeto de estudio y
uno de los objetivos de este trabajo (derechos y políticas sociales sobre infancia)
dedicare apartados independiente. para tratar estos dos asuntos.

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Concepciones Psicosociales de la Infancia

La representación social de la infancia por parte del adulto


está constituida por tres grandes componentes: núcleo figurativo,
actitudes e informaciones, que se configura a través del siguien-
tes esquema:

Esquema 1
Representaciones sociales de la infancia (Casas:1998:33)

Núcleo figurativo: <<Aún-no.>>


- Aún-no adultos.
- Aún-no responsables.
- Aún-no capaces.
- Aún-no competentes.
- Aún-no con los mismos derechos.
- Aún-no con suficientes conocimientos.
- Aún-no fiables.
- etc.

Actitudes: <<Alto consenso y baja intensidad.>>


- No hay oposición conceptual.
- Nunca es un tema prioritario. La iniciativa
siempre corresponde a otros. Sin proactividad.
- Arraigo de <<sentido común>> referido a
que la infancia es una cuestión (o problema)
privada, de cada familia.
- Poca sensación de que hay responsabilidad
colectiva.
- Preocupa más como futuro que como
presente, y aún así, apenas se percibe como
perteneciente a un futuro social común.
- etc.

Informaciones: <<A menudo no disponibles para soluciones


concretas.>>
- No se les presta atención.
- No se interiorizan.
- etc.
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La Infancia: Concepciones y Perspectivas

La representación social de la infancia percibida como cate-


goría social3 netamente distinta integra las siguientes dimensiones:

(a) una imagen descalificadora de la infancia como grupo


social, a pesar “de que se asuma y verbalice que también tiene
aspectos positivos, incluso idílicos como algo valioso en sí mismo,
incluso en el futuro social colectivo (nuestro futuro). A lo sumo,
se le valora socialmente por lo que será o llegará a ser, no por lo
que es; de forma que algunos autores hablan de que se le concibe
como una moratoria social en cuanto a su reconocimiento.” (Ca-
sas, 1998:34)

(b) Todo el mundo está de acuerdo en que la infancia merece


una atención especial, y a este hecho el autor lo denomina alto con-
senso. Ello se refleja en el hecho de que la Convención sobre los
Derechos del Niño sea el acuerdo internacional que más países han
ratificado en toda la historia.

(c) No obstante, ese consenso teórico no parece estar lógica-


mente conectado con una responsabilidad colectiva de ser proactivos
para que las condiciones de vida de la infancia mejoren. Como afirma
Casas, “en la práctica, parece que actuar en favor de la población
infantil, o bien corresponde a otros, o bien no es prioritario, puede
esperar, porque se trata de los aún-no.” (1998:34).

(d) La consecuencia de todo lo anterior es que, “o bien no circula


la información sobre cómo actuar en caso de necesidad, o bien, si cir-
cula, no se registra, porque muchos adultos no se sienten interpelados
ni implicados en lo que respecta a los temas de infancia (salvo, natural-
mente, que se trate de los propios hijos).” (Casas: 1998: 34)

Así mismo, para abordar las representaciones sociales sobre la


infancia, se dispone de representaciones sobre sus problemas. En
3
Ferran Casas advierte que “para no incitar a confusión, estamos enfatizando las
fuertes discrepancias observables entre las relaciones cuando se dan en el adulto
concreto -niño o niña concreta (por ejemplo, en las relaciones padres-hijos), y cuan-
do se dan en el nivel adultos en general - infancia.” (p. 34)
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Concepciones Psicosociales de la Infancia

las sociedades occidentales la figura tradicional del derecho romano


de la patria potestad ha condicionado durante siglos la lógica con la
que los adultos en general perciben a la infancia y sus problemas: el
niño o niña pertenece al padre, a lo sumo es propiedad de la familia;
sus problemas son problema de su familia; en consecuencia, los pro-
blemas de la infancia no apelan a ninguna responsabilidad colectiva:
son asunto privado de las familias.

Esta representación social conlleva la imagen del niño como


sujeto de poca importancia social, ya que no tiene derechos por sí
mismo: otros han de hablar por él. El reflejo de este hecho en el
mundo judicial es evidente:

“hasta épocas muy recientes: los testimonios infan-


tiles siempre han sido considerados de poca validez
o sospechosos, porque el menor no era una persona
fiable (....) sólo recientemente se han alzado voces
de algunos científicos eminentes para discutir estas
actitudes: la competencia y la orientación de los adul-
tos son las que marcan la diferencia de la compe-
tencia de los niños y niñas al proporcionar datos re-
levantes, incluso en procesos judiciales (....) el pro-
blema que, tradicionalmente, se atribuía a la incapa-
cidad de los niños o niñas, se está develando como
un problema de falta de adecuada competencia para
relacionarse con ellas y ellos por parte de jueces,
abogados, investigadores o profesionales en gene-
ral” (Casas: 1998: 35).

También las representaciones sociales de la infancia están re-


lacionadas con las representaciones sobre las formas de solucio-
nar los problemas de la infancia.

Si la consideración de determinados problemas de la infan-


cia como sociales ha cambiado históricamente, también lo han
hecho las formas de solucionarlos. Las representaciones sobre
las formas de solucionar problemas están influenciadas por las
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La Infancia: Concepciones y Perspectivas

representaciones sociales acerca de la infancia. La lógica imperante


en cada sociedad acerca de como actuar parece caracterizada
por una inercia: muy pocos se cuestionan lo que se ha hecho
siempre y a pocos les parece problemático el fundamental desin-
terés que se observa por la infancia como conjunto de la pobla-
ción. Para sustentar esta afirmación Casas (1998) muestra como
en algunas investigaciones españolas se han introducido pregun-
tas relativas al conocimiento de las actuaciones que se deben rea-
lizar o de los servicios existentes para atender los problemas de
los niños y las niñas, y se ha hallado que entre un 80% y más de un
90% de la población no conoce ningún servicio destinado a aten-
der algún problema o necesidad infantil en su barrio o municipio,
siendo mucho mayor el número de hombres que de mujeres que
carecen de tal información.

El desmoronamiento de esquemas con que los adultos han re-


presentado a la infancia, autorizan a plantear la existencia de una
actual crisis de las representaciones sociales adultas sobre la
infancia (Casas, 1998: 39).

Así se pueden plantear aquí hechos sociales que evidencian la


crisis de representación:

(a) Desde el ámbito del derecho y el desarrollo. La lógica


maniquea de los sistemas penales tradicionales, en los que una perso-
na pasa de repente de no tener competencias o responsabilidades a
tenerlas ya no se puede mantener a partir de los conocimientos acu-
mulados de la psicología evolutiva, que ha demostrado cómo los hu-
manos nos desarrollamos siguiendo procesos que pasan por diversas
fases, y que muchas fases no están netamente ligadas a la edad.
Como los demostraron los estudios sobre desarrollo moral de Köhlberg,
en el que para algunas etapas el desarrollo cognitivo es condición
necesaria pero no suficiente.

(b) Desde el ámbito de las herramientas tecnológicas


culturalmente dominantes se ha entrado en una cultura de
la imagen o cultura icónica. No sólo los adultos se van repre-
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Concepciones Psicosociales de la Infancia

sentando la infancia de otras maneras; también los medios de


comunicación social la presentan de formas distintas. La creen-
cia adulta tradicional que se refiere a la inconveniencia de pro-
porcionar ciertas informaciones sobre la vida a la infancia, ba-
sada en la idea de minoría de edad e incapacidad de compren-
sión, ha entrado en una profunda crisis: hoy en día con universa-
lidad de los medios de comunicación, de la televisión por ejem-
plo, la población infantil actual no sólo dispone de informaciones
e imagines de todo tipo (incluso de muchas sobre las que parece
haber un consenso acerca del posible perjuicio para su bienes-
tar: violencia, determinadas escenas sexuales, consumismo des-
medido, etc), sino que a menudo dispone de más información
que muchos adultos sobre determinados temas, uno de ellos es
el manejo de las nuevas tecnologías:

“Cifras nada despreciables de adultos, especialmente


padres y madres, se han sentido impotentes ante esta
avalancha de mensajes y conocimientos nuevos, y se
han rendido a la televisión o a las nuevas tecnologías
(video-juegos, por ejemplo), interactuando poco o nada
con los niños y niñas en relación con aquellas, o sólo
para regular su uso, a veces incluso de forma represi-
va.” (Casas, 1998: 39)

(c) En el ámbito de la identidad colectiva de los adultos,


algún aspecto parece haberse construido por oposición a la infancia,
en vez de con la infancia. No es extraño, en determinadas circuns-
tancias, oír a un adulto decir con orgullo “yo ya no soy como un
niño”; aunque secretamente se guarden algunas nostalgias acerca
de los valores de ser niño.

En fin, la infancia, tal como se entendía tradicionalmente,


está desapareciendo, la “nueva” infancia es más competente
que la anterior en diversos ámbitos, el tecnológico por ejemplo,
en consecuencia las representaciones adultas sobre ella debe-
rán cambiar para dar cuenta de las evidencias que se han seña-
lado sumariamente.
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La Infancia: Concepciones y Perspectivas

3.2. La infancia es un mito y “otro mundo”

Como se decía anteriormente, la psicóloga social francesa


Chombart de Lauwe (1971) estudió en su obra Un monde autre:
l´enfance, las representaciones sociales acerca de la infancia y
las relacionó con las que los niños y niñas construyen de su en-
torno social.

Me interesa destacar aquí algunos aspectos de orden concep-


tual y metodológico de esta obra pionera y de referencia sobre el
estudio de la infancia como representación social, con el objetivo de
delimitar la concepción o representación social de infancia que nos
ofrece la psicología social.

Las representaciones del niño podrían constituir un exce-


lente test proyectivo del sistema de valores y de aspiraciones de
una sociedad, porque caracterizan tanto a quienes las expresan y
sobre todo a quienes las crean como a quienes designan (niños y
niñas). Si bien, esta constatación es valida para la representación
de cualquier objeto, sin embargo, en la del niño tiene la ventaja de
ver directamente con el pasado de cada uno, con el futuro de los
hijos, y con el porvenir de cada grupo humano; en este sentido la
infancia nos interesa a todos los individuos y a las sociedades sin
excepción alguna.

En este contexto, un primer nivel de análisis se ocupa del


personaje infante o niño que se presenta a los adultos en la novela, el
relato autobiográfico o el filme. El análisis parte de la consideración
que la infancia es un fenómeno psicosociológico vivido y narrado, que
describe las imágenes y pone en evidencia los procesos según los
cuales se edifica el sistema de representaciones y el sistema de valo-
res relacionados con los niños y niñas.

El segundo nivel de análisis tiene que ver igualmente con el


personaje niño, pero en esta ocasión en los medios de comunicación
de masas destinados a la infancia. Los personajes son creados por
los adultos en función de sus representaciones de la infancia y de sus
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Concepciones Psicosociales de la Infancia

necesidades. Idealizados, estos personajes son expresión de las con-


cepciones de los adultos, los valores propios de la cultura en la cual se
inicia el niño. Personajes que ofrecen a los niños la ocasión de evadir-
se, de compensar las limitaciones debidas a su propia personalidad o
a su medio. Son las bases de las visiones del mundo y de modelos y
juegan un papel importante en la transmisión social y en la socializa-
ción de la infancia.

Un tercer nivel de análisis, muestra cómo los niños perciben


a los pequeños personajes y cómo los utilizan: comparándose y si-
tuándose en relación con ellos, intentando imitarlos, tomándolos como
modelos de comportamientos lúdicos o de modelos ideales que le sir-
ven para construir la personalidad cuando los niños se enfrentan a los
modelos extrafamiliares.

En cuanto a la metodología, para determinar la dinámica de


las representaciones en la sociedad, Chombart de Lawe efectúo
una investigación sincrónica y diacrónica para poder comparar de
esta forma: (a) los cambios en las representaciones ofrecidas por
los adultos a los adultos en tres períodos diferentes (segunda mi-
tad del siglo XIX, entre guerras, y período contemporáneo); (b)
los cambios en las mismas épocas de las presentaciones del niño
para los niños; y (c) las representaciones de los niños destinadas a
las dos categorías de edad.

El análisis de las representaciones sociales del niño, con-


dujo a considerar las concepciones de la infancia en el marco
del pensamiento mítico, y a contextualizarlas en la sociedad fran-
cesa de la época.

El sistema que permitió ordenar los relatos se basa en la oposi-


ción de dos maneras de existir, de dos mundos valorizados positiva y
negativamente, sistema que actualiza los valores en los seres y obje-
tos partiendo de un modelo ideal, el niño auténtico. Del lenguaje sobre
el niño, se pasa a un lenguaje a partir del niño. Las representaciones
mezclan lo real y lo imaginario, a menudo, se convierte en el signo de
realidades escondidas, formando una de las partes del símbolo. El
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La Infancia: Concepciones y Perspectivas

personaje simbolizado es ya un lenguaje concebido a partir del niño.


Cuando un relato se organiza a partir de un personaje de niño ideali-
zado, se evoca el pensamiento mítico.

Ahora bien, la autora reconstruye lo que denomina el mito


de la infancia comparándolo con el mito tradicional. Esta es una
vía de análisis fructífera y la comparación converge en los si-
guientes puntos:

1. El hecho de que el pequeño personaje sea vaciado de su


sentido primario y se le convierta en el receptáculo de una esencia
de infancia, y que al mismo tiempo, los relatos sean las variaciones
y las actualizaciones de un sistema que valoriza dos formas opues-
tas de existir recuerda la estructura del relato mítico. Si uno de los
aspectos importantes del mito es el de transmitir un mensaje a
través de un relato - punto sobre el cual están de acuerdo sus
estudiosos- el lenguaje que utiliza el niño posee entonces este ca-
rácter. El mito funda en el niño-autentico la verdad y lo mejor del
hombre y así lo describe: el niño ordena el bien y el mal, lo bueno y
lo malo, para cualquier ser o cosa, en función de esta verdad pri-
mordial de autenticidad.

2. El carácter del metalenguaje. El lenguaje escondido


detrás de una primera expresión evidente define también la es-
tructura del mito, y particularmente del mito contemporáneo. Un
primera imagen entraña una definición del niño, y esta representación
sirve para explicar la naturaleza del hombre. Un texto de este tipo
tiene la ventaja de explicitar claramente su propia significación. Ade-
más, en el conjunto del relato, una autobiografía, el personaje es un
niño aparentemente real. Pocos pasajes en las autobiografías ofre-
cen un encadenamiento tan completo. En cambio, existen numerosos
pasajes en los relatos donde el personaje es idealizado bajo la forma
del niño-auténtico, sobre todo en el caso cuando él se convierte en
claramente simbólico.

3. El sistema reconstituido con la ayuda del conjunto de


relatos se asemeja al mito por su función y por su estructura. A
129
Concepciones Psicosociales de la Infancia

nivel de su significación, la autora establece una comparación con


ciertas formas del mito. En efecto, analizando los personajes más
simbólicos y después de haber definido su naturaleza y su papel, ha
concluido a manera de hipótesis, que un mito de origen tiende a con-
cretarse en la creencia de un estado de excelencia de un primer ser
humano que todo niño reproduciría, porque su ontogénesis repite la
filogénesis de la especie, o bien, porque el niño es un avatar de esta
primera forma. Esto implica pensar en los mitos de creación. Se pue-
de afirmar que los relatos estudiados y en donde la imaginación se
libera, el pensamiento contemporáneo idealiza los comienzos y mitifica
el personaje del niño.

4. El relato reconstituido concierne a la sociedad actual en


tanto que “mundo otro” de la infancia. Se debe entonces conside-
rarlo como una forma de mito vivo, antes que como una reliquia del
mito antiguo u originario desaparecido. El mito, permanece incomple-
to en la expresión del campo escogido donde su presencia se mani-
fiesta por lo tanto más claramente que en otra parte, gracias a la
exteriorización de un imaginario estimulado por la importancia, en la
vida humana, del objeto escogido, el niño. El personaje no es todo el
mito, él le sirve de punto de partida, bajo una forma a menudo simbo-
lizada. Los significados del sistema de representaciones no se limitan
a las solas imágenes del niño, varias analogías juegan el mismo papel:
los adultos como los primitivos, los elementos como el agua pura, el
amanecer de cada día.

Los diversos personajes estudiados pueden ser considerados


como las variaciones de un ser único: “el niño-auténtico”. Superan-
do la primera impresión de diversidad extrema de personajes y de
relatos, el análisis profundo no revela ni una uniformidad, ni una serie
de tipos sin relaciones entre ellos, sino un sistema que clasifica los
personajes, formas diversas del ·”niño-auténtico”, los unos en rela-
ción con los otros, según su manera de relacionarse con su medio
familiar y su ambiente.

A nivel del sistema de valores, esta persona única, “el niño-


auténtico”, modelo positivo por excelencia, induce una valoriza-
130
La Infancia: Concepciones y Perspectivas

ción de los seres y de los objetos unívoca. Su antinomia el adulto-


norma o el futuro-adulto induce la valorización negativa inversa.
Se destaca la oposición constante entre las características que
expresan la vida, la espontaneidad, la libertad, la verdad, la comu-
nicación directa con el otro y el universo, como propias de la in-
fancia niño; y las características que significan las normas
anquilosantes, los a priori, las limitaciones, los cierres, como pro-
pias de los adultos.

5. Los relatos son portadores de un sistema de valores sim-


bolizados partiendo del personaje niño, situado en un contexto
que está ligado específicamente a él. Este sistema traduce la doble
concepción de la existencia, en la cual cada ser y cada cosa debe
recibir una valorización positiva y negativa.

Sabiendo que el mito en las sociedades no-industriales cuenta


las historias situadas en el mundo del “una vez” maravilloso, en
donde los seres divinos o semi-divinos frecuentaban a los hom-
bres, mitos contados dentro de condiciones bien definidas, que debi-
do a su uso y al hecho de la presencia de seres divinos tienen o tenían
un carácter sagrado, Chombart de Lauwe se pregunta si ciertas ca-
racterísticas del mito no son en sí mismas traspasadas a una sociedad
como la francesa en donde el dominio de lo sacro está cada vez más
limitado y restringido.

Si bien los relatos estudiados no tienen que ver con una


práctica ritual, al nivel de contenido, los personajes de niños
simbólicos están dotados de un poder y de un saber excep-
cional que los acerca a los personajes de los mitos tradicio-
nales. Ellos comunican directamente las cosas a los seres, e
inclusive con los muertos, los personajes vienen de mundos mis-
teriosos, perciben realidades que son invisibles a los adultos. Es
sagrada la persona que posee un poder misterioso y debe ser
respetada. Los niños-auténticos están calificados de “maestro
del hombre”, “rey”, “señor”, etc.; poseen los tratos del poder y
reciben admiración y respeto.
131
Concepciones Psicosociales de la Infancia

6. Representación y mitificación se interfieren. A nivel


de contenido, existe otra aproximación entre el mito tradicional y
el lenguaje que utiliza el niño: el primero y en ocasiones el segun-
do, ubican la narración en “otro” mundo, en “otro” tiempo o en
“otro” lugar. La narración del mito se desarrolla en general en el
pasado, algunas veces en el porvenir, siempre en otro tiempo, en
donde el mundo sería diferente del mundo cotidiano. Los rela-
tos autobiográficos y algunas novelas se desarrollan en pasado a
menudo reconstruido e idealizado, o al contrario, la infancia no es
vivida como el momento más feliz de la existencia. La ciencia
ficción proyecta sus personajes en un porvenir en donde la vida
toma una nueva cara. El cuento fantástico es a veces intemporal.
La mayor parte de las novelas presentan los personajes en su
propia época, pero algunas los alejan de lo cotidiano banal hacién-
dolos vivir en un lugar geográfico alejado. El distanciamiento del
mundo actual ya sea en el por el tiempo o en el lugar geográfico
es uno de los signos de la mitificación.

7. Otra forma de distanciamiento en relación al mundo actual


concierne a todos los personajes de niños, es la presencia del “otro
mundo” de la infancia en sí misma. Es otro mundo, pasado o pre-
sente, pero invisible a los ojos de los adultos, y se pregunta ¿no es
acaso el equivalente al mundo maravilloso donde se desarrolla el re-
lato del mito?

“En resumen, a nivel de contenido, una parte de los


relatos que describen los personajes de niños poseen
características del mito: atribución al personaje de un
poder misterioso, situación en el tiempo y/o un mundo
diferente del mundo cotidiano contemporáneo. A ni-
vel de la estructura el análisis revela el doble nivel del
lenguaje y el paso de una narración sobre el niño a
una narración a partir del niño, poniendo de esta for-
ma en evidencia una estructura mítica. Además, el
conjunto de los personajes, de los elementos, de las
instituciones reciben su valorización del hecho de su
132
La Infancia: Concepciones y Perspectivas

asociación con el niño. Personaje primordial, este sig-


nifica e indica el verdadero sentido de los seres y las
cosas, tal como algunos héroes de mitos de origen.
La reunión de estas características traiciona la pre-
sencia del mito de la infancia en la sociedad francesa,
luego de un siglo, bajo la forma latente, típica del pen-
samiento mítico actual, bloqueado por la racionalidad.”
(Chombart de Lauwe, 1971: 419)

8. El lenguaje que se establece a partir del conjunto de perso-


najes narra entonces la oposición del mundo de la infancia al
mundo del adulto. El mundo de la infancia en sí es descrito en los
casos extremos bajo una forma, como se ha resumido, que se aseme-
ja al mito. El mundo de los adultos criticado a través de los individuos
prisioneros de sus papeles y sus normas o a través de las instituciones
y la sociedad global, es simplemente mostrado bajo su forma más
sombría. Solo la infancia puede ser vista como el mundo maravilloso,
como otro mundo. Pero la relación dialéctica entre estos dos mun-
dos constituye finalmente el lenguaje latente, juega el papel de
mito vivo para el público contemporáneo. Cada narración expre-
sa una parte más o menos importante del mito común latente. Las
narraciones se agrupan ampliamente entre sí y cada fase comprende
una serie de personajes.

Se parte de un estado maravilloso, el de la pequeña infancia


extendida a la infancia encarnada por ciertos personajes que expre-
san la especie humana, especie de Mesías que trazan el camino a
seguir. Luego se ve como los personajes se chocan con el mundo
de los adultos, con sus padres, con su medio, con las normas, con la
escuela que ahoga la imaginación, y la creatividad, con la religión
que aporta las leyes rígidas y a una moral que limita en lugar de
incitar a la comunicación con los otros para abrir el acceso a un dios
de amor y de vida. Los pequeños personajes dotados de poder mis-
terioso miran este mundo con indiferencia, se refugian en la imagi-
nación. Pero cuando el niño-auténtico crece, debe adaptarse al
mundo del adulto y transformarse. A veces, luego de un primer
133
Concepciones Psicosociales de la Infancia

encuentro doloroso, el niño auténtico muere o cambia, se hace ba-


nal, poco interesante y pierde sus poderes. El paso a la adolescen-
cia se convierte en un drama.

9. La oposición del niño con la sociedad comienza en


ocasiones desde el mismo inicio de la vida. El pequeño persona-
je, que no se sitúa en el mundo aparte de la infancia, no posee
poder. Puro, auténtico, pero débil, toma a veces el aspecto de
una víctima inocente. Algunos, en tales situaciones se suicidan,
mientras que la muerte de los personajes idealizados o su trans-
formación en niños ordinarios, son impuestos por las circunstan-
cias. Existen los puntos intermedios entre este tipo de persona-
jes extremos. A veces los adultos permanecen auténticos o los
animales simbólicos ayudan a algunos niños, otros quedan solos.
Pero el conjunto de relatos cuentan totalmente o en parte la mis-
ma cosa: la oposición entre dos mundos, en donde el primero fue
mejor, esta cuasi-imposibilidad conservar el estado de infancia-
verdad- fuente de felicidad, convirtiéndose en un adulto inserto
en la sociedad actual.

Esta trama en parte inconsciente evoca el obligatorio aban-


dono del principio del placer, y la sumisión al principio de reali-
dad en todos ser humano. El principio de realidad se encarna en
efecto en el sistema de instituciones y sus exigencias son las de las
normas sociales, de la leyes, del orden.

En el plano individual, para el escritor y para el lector, la evo-


cación de la infancia y en esta ocasión el sueño sobre el niño y a
partir de él, son maneras de escapar a la coacción de la sociedad y
liberarse de la angustia asociada a la fuga del tiempo que lleva a la
muerte. Muchos autores expresan directamente este mecanismo
hablando del deseo de recordar su infancia o de la necesidad de
tener un niño junto a ellos.

10. Pero la aparición, luego la extensión de los relatos sobre la


infancia a un período determinado de nuestra historia, muestra que el
fenómeno no se sitúa solamente sobre el plano individual. Es a finales
134
La Infancia: Concepciones y Perspectivas

del siglo XVIII cuando el mundo ideal del hombre adulto racional
pierde su importancia y que al mismo tiempo las concepciones de la
infancia se invierten. El orden antiguo se derrumba y el hombre “na-
tural” es exaltado -luego el ser de los orígenes, antes de la cultura: el
niño, el primitivo - y al mismo tiempo el deseo puede expresarse, la
imaginación se libera.

Señalemos sin embargo que en varias ocasiones el pueblo y


el niño han sido asimilados tanto el uno como el otro en los textos
del siglo XIX y juntos han significado la autenticidad, la pureza, la
nueva vida ardiente capaz de revertir los ordenes esclerosados y el
viejo mundo. El lenguaje a partir de la infancia coincide con
una explosión de la expresión del deseo, en una sociedad en
donde las constricciones se hacen muy pesadas, en donde las
estructuras sociales torpedean y las normas implícitas o explí-
citas traban la expresión de la espontaneidad, codifican la vida,
entrañan el aburrimiento.

El conflicto que existe en el seno de la existencia de todo hom-


bre entre este borboteo de la vida, esta expresión de deseo de una
parte, y de otra parte, por la realidad, la necesidad expresada por los
personajes, las instituciones, encuentra una expresión colectiva con
los personajes de la infancia, a partir del siglo XIX.

11. El lenguaje relativo al niño no es solamente esfuer-


zo de liberación, él es también un retorno atrás, es decir
una regresión. Nace en los comienzos de la era industrial, en
un momento en donde la aceleración de las técnicas agita la so-
ciedad, en donde las transformaciones tan rápidas hacen la no-
vedad angustiante. El lenguaje puede entonces responder a una
tendencia compensadora de enraizarse en el pasado. Los análi-
sis cuantitativos han evidenciado de una parte el crecimiento de
los aspectos más míticos, de otra parte un aumento de los temas
de la naturaleza, e inversamente, una disminución de los temas
urbanos. Esta doble tendencia muestra que el mito latente va en
contravía en relación con la evolución de la sociedad francesa
luego de un siglo.
135
Concepciones Psicosociales de la Infancia

En qué este movimiento es una regresión, en qué se expresa


la necesidad de salvar los valores que parecen esenciales, que arries-
gan ser destruidos? El proceso de mitificación va hasta atribuir una
trascendencia al personaje simbolizado, él lo hace un guía, un Mesías,
un genio o aún un dios. El revela de esta manera cuanto los valores
encarnados por el niño son vividos cono absolutos y como sagra-
dos. Nada de compromiso, nada de limitación para la verdadera
infancia, nada de leyes, de códigos de la vida integral, infinitamente
ricas y bella pese a sus aspectos crueles, a la vida capaz de crear
mil formas, diferentes de aquellas que han sido endilgadas por la
sociedad de los adultos.

En síntesis, la representación del niño como un personaje des-


plazado a menudo hasta su mitificación, muestra la complejidad de
los mecanismos de representación, del pensamiento mítico y sus rela-
ciones con los modelos ofrecidos a los niños y la manera como este
enfrenta estos modelos y compara sus imagen con la imagen de los
ideales propuestos.

3.3. Concepciones de la infancia en las teorías implícitas

El estudio de las concepciones que tienen los padres sobre la


infancia y la educación han constituido, desde los años 70, uno de los
temas más novedosos dentro del campo de las interacciones familia-
res (Triana y Rodrigo, 1985; Triana, 1993). En esta perspectiva se
resalta el carácter de invención cultural e histórica de estas concep-
ciones. De este modo, abordar el estudio de su origen requiere un
análisis de diferentes ideas o teorías que sobre la infancia, han ido
surgiendo a lo largo de la historia y que forman parte de nuestro
bagaje cultural como “teorías implícitas”, que además, son el princi-
pal referente que utilizan los padres para conocer e interpretar la
realidad educativa.

El interés de la psicología por estudiar las concepciones de


los padres sobre la infancia data de unos cinco a diez años. Su
aparición como campo de estudio no fue un hecho aislado, sino
136
La Infancia: Concepciones y Perspectivas

que forma parte de un movimiento de renovación en la psicología


cognitiva. Forman parte de éste, el interés creciente por los as-
pectos cognitivos de la interacción social, que ha dado lugar a una
nueva orientación denominada conocimiento social; el estudio de
las concepciones intuitivas o teorías implícitas que sostiene el hom-
bre de la calle para dar significado a su entorno social y físico, y,
por último, las investigaciones sobre la evolución histórica del con-
cepto de infancia, que han puesto de manifiesto su carácter rela-
tivo y de “invención” o “construcción” cultural (Triana y Rodrigo,
1985; Triana, 1993).

Estas “invenciones” son analizadas mediante una revisión do-


cumental historiográfica, que llevo a la selección de siete teorías o
concepciones de infancia.

1. Teoría Homunculista del desarrollo. En la sociedad medie-


val el concepto de infancia era desconocido. Esto es, no existía un
período especial de edad que exigiese sus propias instituciones o prác-
ticas o que fuese considerado como poseedor de valores propios. El
niño es como un adulto en miniatura, un hombrecito dentro de un
cuerpo infantil. Así, al niño se le ve capacitado para realizar las con-
ductas de los adultos desde los 7 años, época en que ya es capaz de
dominar el lenguaje hablado.

2. Teoría nurturista. En el siglo XVI, aparece una nueva


concepción que hace referencia a la importancia de la alimenta-
ción y la salud en el desarrollo físico y psíquico del niño. De esta
forma, a través, de la alimentación se espera influir en el ingenio
y en el atractivo físico de las personas. Asimismo, cobra tam-
bién especial relevancia vigilar su salud. Estas ideas, aunque
puedan parecer anacrónicas, son ampliamente compartidas por
algunos padres.

3. Teoría roussoniana. A partir del siglo XVII y a comien-


zos del XVIII aparece el verdadero concepto de infancia, derivado
de la teoría Roussoniana. Rousseau destacó la especial naturaleza
137
Concepciones Psicosociales de la Infancia

de los niños, inocente y pura, frente a la corrupta y viciada de los


adultos. Ello lleva a considerar a los niños como dependientes, ais-
lados del mundo adulto, necesitados de protección y sin responsabi-
lidades hasta que lleguen a su mayoría de edad. Esta concepción
supone el abandono de técnicas de disciplina rigurosa para dar lu-
gar a una nueva forma de enseñanza más relajada, dirigida a las
actividades físicas, juegos, fantasía y experiencias directas, que
refuercen las predisposiciones naturales de los niños y sus intereses
hasta que alcancen la adolescencia. Con este fin surgen las prime-
ras instituciones escolares.

4. Teoría ambientalista. Aparece a finales del siglo XVIII,


esta concepción se refleja en la obra de John Locke (1763). Ba-
sándose en la metáfora de la mente como “tabula rasa”, el autor
considera que en el nacimiento no existe ningún tipo de conoci-
miento y que son las experiencias sensoriales y la reflexión acerca
de estas experiencias las que generan las ideas. Esta teoría
enfatiza la importancia de las experiencias educativas y, en ge-
neral, en los intercambios con el medio para la adquisición de
conocimientos y habilidades. Así, los niños se comportarían de
forma similar si todos ellos fuesen expuestos a las mismas cir-
cunstancias ambientales. Evidentemente, los padres que sosten-
gan estas ideas estarán interesados en rodear al niño de un am-
biente rico en experiencias, en función de las metas que quieran
que éstos alcancen.

5. Teoría innatista. Derivada de la religión cristiana, consi-


deraba al niño como el “heredero del pecado original” y, por tanto,
postulaba loa necesidad de vigilar su conducta. Con el tiempo, esta
teoría fue perdiendo su conexión con la religión, adoptando en el
siglo XIX, una formulación más laica: la herencia determina al indi-
viduo. Esta tradición innatista fue posteriormente retomada por al-
gunos psicólogos dando lugar a una amplia polémica sobre la impor-
tancia de la herencia y/o ambiente en el desarrollo del ser humano.
Así, la interpretación innatista puede llevar a los padres a una acti-
tud pasiva ante sus obligaciones educativas al considerar, según esta
138
La Infancia: Concepciones y Perspectivas

perspectiva, el escaso grado de influencia que tienen sobre la con-


ducta de sus hijos.

6. Teoría voluntarista. Deriva también del cristianismo.


esta filosofía, expresada a través de autores como Escoto, Erasmo
de Rotterdam y Lutero, asume que el destino del hombre se redu-
ce a la voluntad de Dios. Sin embargo, más tarde Comenio y
Calvino le dan un giro más humanista al voluntarismo, postulando
que el hombre también tiene voluntad y con ella puede controlar
su éxito o fracaso futuro. Estas ideas toman áun mayor relevancia
con el ascenso de la burguesía y el avance del capitalismo. Así se
considera que el hombre con su esfuerzo, puede obtener lo que se
proponga. De ahí que los padres intenten transmitir el tesón a sus
hijos con el fin de que éstos pongan todas sus energías en el traba-
jo para conseguir sus metas.

7. Teoría constructivista. En el campo de la psicología ha


sido desarrollada por Jean Piaget. En ella, más que hacer hinca-
pié en el papel de la voluntad, se hace referencia al papel prota-
gonista del niño como constructor de us propio desarrollo. De
este modo, el niño ya no se considera como un ser frágil incom-
petente, totalmente dependiente de las personas de su entorno.
Por el contrario, se le atribuyen una serie de capacidades que se
le conectan con determinados aspectos de la realidad. Es preci-
samente este intercambio con la realidad lo que va a favorecer
el desarrollo de sus capacidades con el fin de alcanzar sus cotas
más altas.

Sin duda, la gran tradición histórica de algunas de las teorías


descritas, la vigencia actual de otras, y en general su enorme interés
educativo, son criterios que han guiado su selección en los estudios
de representaciones sociales de teorías previas en la mentes de indi-
viduos como son los padres de familia.

139
Concepciones Psicosociales de la Infancia

Cuadro 4. Las concepciones de la infancia como representacio-


nes sociales y teorías implícitas

Perspectiva
psicosocial
(1) Cada sociedad, (1) La infancia ( 1 ) Te o r í a
cada cultura define explícita o representada en la novela y el Homunculista. El niño es un
implícitamente que es infancia , cine francés se analiza a partir de a du lto en m in ia tu ra , u n
cuáles son sus características, y, la consideración que ésta es un hombrecito dentro de un cuerpo
en consecuencia, qué períodos fenómeno psi cosociológico infantil.
de la vida incluye. (...) la infancia vivido y narrado, que describe
no es sólo un período de vida, la s imá ge ne s y po ne en
sino que se refiere también a un evidencia los procesos según los
conjunto de población de un cuales se edifica el sistema de
te r r i t or i o , q u e r e ú n e l a representaciones y el sistema de
característica de estar en tal valores relativos al niño.
período. A tal conjunto de
población, en todas las culturas,
se le representa como un
subconjunto de miembros de la
colectividad distinto, es decir,
que configura un gran grupo
so ci al d ife ren cia do , o
expresándolo en otras palabras,
que forma parte de una categoría
social, denominada la infancia
de aquel territorio o país. El
concepto de infancia se refiere
más a un consenso social sobre
una realidad, que a una realidad
social objetiva y universal.

(2) La infancia como ( 2 ) L a (2) Teoría nurturista.


concepto y realidad. La palabra representación social de la El niño necesita alimentación y
infancia encierra una rica y infancia muestra como las saludo para su desarrollo físico y
singular historia conceptual. En imágenes y los conceptos psíquico.
castellano hace referencia a más pueden estar separados en el
de un concepto, es decir, es seno de una misma
referente de realidades distintas, representación. El sistema que
d e d i f er e n te s n i ve l e s d e permitió ordenar los relatos se
abstracción. Así la infancia, basa en la oposición de dos
puede entenderse como un maneras de exisitir, de dos
período determinado de la vida mundos valorizados positiva y
de un niño o una niña, medible negativamente. Este sistema
por un intervalo de edad. Dicho actualiza los valores en los seres
in te rvalo e s total mente y objetos partiendo de un modelo
convencional. A menudo se ideal, el niño auténtico. Del
acepta como infancia el período lenguaje sobre el niño, se pasa a
de vida que va del nacimiento a un lenguaje a partir del niño. Las
los 14 años, pero hay quienes representaciones mezclan lo
reservan tal denominación al real y lo imaginario, a menudo
período que finaliza a los 7 años, se convierten en el signo de
o a los 10, a los 12 y otros que lo realidades es condidas ,
alargan hasta los 16. En síntesis, formando una de las partes del
los intérvalos de edad que símbolo. El personaje
comprenden la infancia indican simbolizado es ya un lenguaje a
pautas, normas o hábitos partir del niño. Cuando un relato
socioculturales con los que se se organiza a partir de un
relacionan un concepto y dicho personaje de niño idealizado, el
intervalo. pensamiento mítico es una
forma de representación social
de la infancia.

140
La Infancia: Concepciones y Perspectivas

(3) Desde una ( 3 ) E n l a ( 3 ) Te o r í a


perspectiva demográfica , la representación social de la roussoniana. Corresponde al
infancia es el conjunto de la infancia el hecho de que el verdadero concepto de infancia.
población de un territorio dado, pequeño personaje sea vaciado El niño tiene una naturaleza
que tiene la edad comprendida de su sentido primero, y luego especial, inocente y pura, frente
en el in ter va lo alud ido convertido en el receptáculo de a la corrupta y viciada de los
anteriormente. Ahora bien, una esencia de infancia y que al adultos. Con esta concepción de
a l g u n a s p e r sp e c t i v a s d e mismo tiempo los relatos sean infancia surgen las primeras
investigación en el campo las variaciones y la actualización instituciones escolares.
psic ológico, médico y de un sistema que valoriza dos
psicosocial, en busqueda de formas opuestas de existir
mediciones indicativas del recuerda la estructura mítica. Si
desarrollo infantil, entienden uno de los aspectos importantes
como infancia el conjunto de del mito es el de transmitir un
c a r a c t e r í s t i c a s mensaje a través de un relato -
psicosociobiológicas de unos punto sobre el cual están de
sujetos en estado de desarrollo, acuerdo los estudiosos del mito -
hasta que no alcanzan las el lenguaje que utiliza el niño
características consideradas posee muy bien este carácter. Se
como propias de otra etapa funda en el niño-autentico la
posterior de desarrollo. Aquí, la verdad y lo mejor del hombre y él
edad cronológica es lo describe, luego él ordena el
condiderada un referente, pero bien y el mal, lo bueno y lo malo,
no un indicador preciso del para cualquier ser o cosa, en
desarrollo por etapas. fu n ci ó n d e e s t a v er d a d
primordial.

( 4 ) Ta m b i é n l a (4) La constitución (4) Teoría


infancia puede ser la imagen de los relatos ofrece una ambientalista. La infancia como
colectivamente compartida que representación social de la etapa de la “tabula rasa”, se
se tiene de ella. Es decir, la infancia como un “otro mundo”. constituye con las experiencias
infancia también es aquello que Esta representación es una educativas y, en general, con los
la gente dice o considera que es forma de mito vivo . Se intercambios con el medio para
la infancia en diversos exterioriza un imaginario que la adquisición de conocimientos
momentos históricos. Como es destaca la importancia de la y habilidades.
sabido, los psicólogos sociales infancia en la vida humana. Los
denominan a este tipo de significados del sistema de
imágenes representación social. representaciones no se limitan
solo a las imagines del niño,
también las analogías juegan el
mismo pape l: l os a dulto s
aparecen como primitivos, junto
al agua pura y el amanecer de
cada día como elementos
originarios del mito.

(5) Una concepción (5) La infancia se (5) Teoría innatista.


descalificadora de la infancia representa como las El niño es el “heredero del
como grupo social, a pesar de variaciones de un ser único: “el pecado orginal”, es una etapa de
que se asuma y verbalice que niño-auténtico”. El análisis la vida en la que hay que vigilar
t ambién t ien e a sp ecto s profundo revela un sistema que su conducta. Esta tradición se ha
positivos, incluso idílicos como clasifica los personajes como reformulado en algunas
algo valioso en sí mismo, incluso formas diversas del ·”niño- tendencias psicológicas que
en el futuro social colectivo auténtico”, según su manera de enfatizan en la importancia
(nuestro futuro). A lo sumo, se le relacionarse con su medio determinante del medio
valora socialmente por lo que familiar y su ambiente. ambiente para el desarrollo de la
será o llegará a ser, no por lo que infancia.
es; de forma que algunos
autores hablan de que se le
concibe como una moratoria
social en c uanto a su
reconocimiento.

141
Concepciones Psicosociales de la Infancia

(6) La concepción (6) Esta persona ( 6 ) Te o r í a


de infancia como consenso ún ica, “ el niñ o-au téntico” , voluntarista. La infancia es una
social: Todo el mundo está de modelo positivo por excelencia, etapa de la vida para desarrollar
acuerdo en que la infancia induce una valorización de los el esfuerzo y el tesón para que
merece una atención especial, y seres y de los objetos univoca. los niños pongan todas sus
a este hecho el autor lo La infancia se concibe como una energías en el trabajo para
denomina alto consenso. Ello se oposición constante entre las conseguir sus metas.
refleja en el hecho de que la características que expresan la
Convención sobre los Derechos vida, la espontaneidad, la
de l Niñ o sea e l acu er do libert ad, la verdad, la
internacional que más países comunicación directa con el otro
han ratificado en toda la historia. y el universo, y las
características que significan las
normas anquilosantes, los a
priori , las limitaciones, las
prohibiciones de los marcos
sociales adultos.

(7) La concepción (7) La infancia es (7) Teoría constructivista. El niño


del niño como menor de edad: una etapa ideal del hombre. El tiene un papel protagonista
estata representación social niño es el personaje que encarna como constructor de su propio
conlleva la imagen del niño como el reencuentro y una desarrollo. La infancia es una
sujeto de poca importancia comparación entre un mundo etapa para des arrollar
social, ya que no tiene derechos ideal, imaginario y un mundo real capacidades con el fin de
por sí mismo: otros han de hablar cotidiano. Para el adulto el ideal alcanzar sus cotas más altas.
por él. El reflejo de este hecho en de la infancia se sitúa en el
el mundo judicial es evidente: pasado, la historia del hombre es
“hasta épocas muy recientes: los una degradación de ese ideal de
testimonios infantiles siempre autenticidad. Si se quiere volver
han sido considerados de poca a la autenticidad se debe
validez o sospechosos, porque regresar a la infancia, a la
el menor no era una persona libertad inicial que ella nos
fiable. ofrece.

(8) L a i nfancia
representada en la literatura
analizada es un mito: expresa el
sentido de la vida humana, narra
el conflicto inherente a cada
individuo entre el principio del
placer y el principio de realidad, y
revelar el escándalo de una
organización social que, por sus
instituciones y sus normas,
esteriliza la mejor parte de la vida
humana.

Fuente: Casas (1998); Chombart de Lauwe (1971); Triana y Rodrigo (1985); Triana (1985).

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