Siéntate A La Mesa Del Rey - Ángela Kellenberger

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 30

Derechos reservados por Angela Kellenberger

© 2020 por Editorial Nuevo Aliento


Primera edición impresa enero 2020
Edición digital marzo 2021

Todos los derechos reservados


All rights reserved

Diseño gráfico: BUUK [email protected]


Corrección de estilo: Valdemar Ramírez Loaeza

Ninguna parte de esta publicación podrá ser reproducida, procesada en algún


sistema que le pueda reproducir, o tramitada en alguna forma o por algún
medio electrónico, mecánico, fotocopia, cinta magnetofónica u otro. Excepto
para breves citas en reseña, sin necesidad del permiso previo de los editores.

Las citas bíblicas que han sido utilizadas fueron tomadas de la Biblia versión
Reina Valera 1960, a menos que se indique lo contrario.

Para mayor información:


[email protected]
Tabla de Contenido
AGRADECIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
ANTES DE DESPEDIRNOS
AGRADECIMIENTOS

Es una insensatez pensar que el autor de este libro sea la persona


de quien su nombre aparece en la portada. Hay tantas personas que
trabajaron para realizar este proyecto, personas cuyos nombres ni
aparecen pero que son iguales o más importantes. Todo esto es un
trabajo de equipo.
Comienza con algo que Dios pone en el corazón de una persona y
ésta lo plasma sobre unas hojas de papel. Después se lo entrega a
otra para que lo corrija, luego viene alguien quien diseña la
portada y los interiores.
Posteriormente pasa por el encargado de la impresión, quien con
su equipo de trabajo lo imprime; luego va a otras manos, y no
pocas, que lo encuadernan y cortan los cantos exponiendo sus
dedos en una guillotina.
Otros lo empaquetan, otros lo cargan y lo transportan; otros lo
distribuyen y lo venden. Finalmente, otros, como tú, lo tienen en
sus manos para poder estudiarlo y ya ni se diga de la tecnología
que va detrás de todo esto y de quienes lo financian.
Pero el motor que nos impulsa a hacer todo esto es el verdadero
Autor, es Él quien debería estar en la portada. A Dios es a quien le
debemos agradecer de todo nuestro corazón el haber permitido que
todo este hermoso equipo de trabajo realizara este proyecto, y es a
Él, y sólo a Él a quien le damos toda la gloria y el honor.
¡Gracias Papito, gracias amado Jesús, gracias
Espíritu Santo!
INTRODUCCIÓN

¿Qué sentirías si de pronto recibieras una invitación a cenar de una


persona importante o un artista famoso a quien admiras?
¿Te sentirías emocionado? Tal vez lo primero que te cruzaría por
la mente sería algo como esto: “¿Será cierto? ¡No lo puedo creer!”
Y si descubres que es real, seguramente no sabrías qué ropa
ponerte o cómo conducirte.
El Señor Jesús es más que un artista, más que un presidente, más
que un rey terrenal, es el Rey de reyes y Señor de señores y Él es
quien te invita a sentarte a su mesa todos los días, pero,
lamentablemente, muchas veces nos sentimos menos o tan
indignos que no acudimos a su invitación.
Hoy Dios quiere hablar a tu corazón para que te des cuenta del
gran valor que tienes para Él.
Ya no le creas al enemigo que durante años te ha tenido en el
suelo haciéndote sentir que a nadie le importas, que eres una
basura y que no sirves para nada.
Eres importante para el reino de los cielos y Dios te quiere usar
como un instrumento especial. El asunto es que tú lo creas.
YA NO MIRES TU PASADO
El pasado puede impedirnos vivir el presente de la manera
correcta.
Vamos a analizar la vida de Mefi-boset para darnos cuenta de que
muchas veces nos parecemos a él.
Analicemos primero 2 Samuel 4:4:
“Y Jonatán hijo de Saúl tenía un hijo lisiado de los pies. Tenía
cinco años de edad cuando llegó de Jezreel la noticia de la
muerte de Saúl y de Jonatán, y su nodriza le tomó y huyó; y
mientras iba huyendo apresuradamente, se le cayó el niño y
quedó cojo. Su nombre era Mefi-boset.”
¿Qué pudo haber cruzado por la mente de Mefi-boset?
Seguramente culpó a la nodriza por su descuido, sin entender que
lo hizo para salvarlo, pensando ella que se avecinaba una tragedia
mayor.
¿Has culpado a alguien por lo que te sucedió? ¿Estás enojado con
Dios por haber permitido tal o cual cosa en tu vida?
Buscar algún culpable no arregla nada, al contrario, nos puede
llevar a amargarnos. Tal vez tu tragedia fue que te abandonó
alguien, llámese padre, madre, novio, esposo, etcétera.
Mientras sigas pensando en lo que te hicieron, no podrás avanzar.
Eso te estanca y te aleja de ese lugar que Dios tiene reservado para
ti.
A los cinco años Mefi-boset quedó huérfano de padre. Maquir fue
un hombre rico que lo acogió en su casa.
El padre terrenal es quien nos da identidad y quien nos trae
seguridad, sobre todo cuando somos pequeños; sin embargo,
tristemente se refleja su ausencia cuando somos adultos.
Tal vez tú desde pequeño no tuviste un padre que te abrazara, que
te dijera lo valioso que eres para él, lo orgulloso que estaba de ti.
Tal vez nunca te dijo que te amaba o incluso fue muy duro contigo.
O tal vez estuvo presente pero a la vez ausente en tu vida porque
nunca tuvo tiempo para ti.
Muchas personas crecen con inseguridad y baja autoestima porque
sufrieron la falta de un padre.
Esa falta de identidad te ha llevado a creer que no vales o que
aquello que haces no es importante, tal vez te cuesta trabajo tomar
decisiones y saber quién eres realmente. Incluso, puedes querer
llamar la atención de los demás de una manera desesperada porque
no la recibiste de tu padre cuando más lo necesitabas.
Hoy quiero presentarte a un Padre que ha estado contigo todo el
tiempo. Tal vez nunca lo viste pero ahí ha estado.
“Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su santa
morada. Dios hace habitar en familia a los desamparados...”
Salmo 68:5-6.
Dios ha estado en tu vida, en los momentos más dolorosos ha
estado contigo.
Puedes preguntarte entonces: “¿Por qué no impidió que sufriera
tal o cual cosa?”
Mefi-boset pudo haberse preguntado: “¿Por qué si Dios me ama y
es mi Padre celestial, permitió que yo me le cayera a mi nodriza y
quedara lisiado de los pies?”
Muchas veces dudamos del amor de Dios hacia nosotros por no
haber impedido alguna tragedia.
Una cosa puedo asegurarte:
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les
ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son
llamados.”
Romanos 8:28.
Ya no te preguntes: “¿Por qué no impidió Dios todo ese
sufrimiento en mi vida?” Mejor enfócate en lo que Dios puede
hacer a través de ti por todo lo que has sufrido, porque puedes
ayudar a muchos. Tú eres un candidato perfecto en las manos de
Dios para tener empatía con aquellos que están atravesando
situaciones similares a las que tú tuviste que enfrentar.
Cambia tu perspectiva.
¿QUÉ PIENSAS DE TI MISMO?
Si continuamos leyendo la historia de Mefi-boset en 2 Samuel
9:1-8, podremos ver cómo pensaba de sí mismo.
“Dijo David: ‘¿Ha quedado alguno de la casa
de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?’ Y
había un siervo de la casa de Saúl, que se llamaba Siba, al cual
llamaron para que viniese a David. Y el rey le dijo: ‘¿Eres tú
Siba?’ Y él respondió: ‘Tu siervo.’ El rey le dijo: ‘¿No ha
quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia
de Dios?’ Y Siba respondió al rey: ‘Aún ha quedado un hijo de
Jonatán, lisiado de los pies.’ Entonces el rey le preguntó:
‘¿Dónde está?’ Y Siba respondió al rey: ‘He aquí, está en casa
de Maquir hijo de Amiel, en Lodebar.’ Entonces envió el rey
David, y le trajo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de
Lodebar. Y vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a
David, y se postró sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo
David: ‘Mefi-boset.’ Y él respondió: ‘He aquí tu siervo.’ Y le
dijo David: ‘No tengas temor, porque yo a la verdad haré
contigo misericordia por amor de Jonatán tu
padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú
comerás siempre a mi mesa.’ Y él inclinándose, dijo: ‘¿Quién es
tu siervo, para que mires a un perro muerto como yo?’”
Dos cosas importantes encontramos en esta última frase:
“¿Quién es tu siervo?”
Mefi-boset se sentía sin valor alguno. Observemos que fue la
primera vez que David le dijo: “Tú comerás siempre a mi mesa.”
David era el rey en esa época y lo estaba invitando a comer a su
mesa todos los días: sin embargo, Mefi-boset se sentía poca cosa
como para sentarse en ese lugar que estaba reservado para él.
David tipifica a nuestro Señor Jesucristo, quien nos redime, nos
restaura y tnos trae a la mesa de nuestro Padre en paz.
Dios te invita a sentarte todos los días a Su mesa para que comas
todo lo que tiene para ti. No estamos hablando de comida física,
sino de comida espiritual. Jesús dijo:
“... No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que
sale de la boca de Dios.”
Mateo 4:4.
“Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está
escrito: Pan del cielo les dio a comer. Y Jesús les dijo: ‘De
cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas
mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de
Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.’ Le
dijeron: ‘Señor, danos siempre este pan.’ Jesús les dijo: ‘Yo soy
el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que
en mí cree, no tendrá sed jamás.’”
Juan 6:31-35.
Estas últimas palabras también se las dijo a la mujer samaritana
cuando le pidió agua. Analicemos Juan 4:7:18:
“Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo:
‘Dame de beber.’ Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a
comprar de comer. La mujer samaritana le dijo: ‘¿Cómo tú,
siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer
samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.’
Respondió Jesús y le dijo: ‘Si conocieras el don de Dios, y quién
es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría
agua viva.’ La mujer le dijo: ‘Señor, no tienes con qué sacarla,
y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?
¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este
pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?’ Respondió
Jesús y le dijo: ‘Cualquiera que bebiere de esta agua volverá a
tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré no tendrá
sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente
de agua que salte para vida eterna.’ La mujer le dijo: ‘Señor,
dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a
sacarla.’ Jesús le dijo: ‘Ve, llama a tu marido, y ven acá.’
Respondió la mujer y dijo: ‘No
tengo marido.’ Jesús le dijo: ‘Bien has dicho:
No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que
ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad’”.
¿Por qué Jesús le pregunta por su marido, si estaban hablando del
agua viva? Esta mujer tenía un gran vacío que trataba de llenar con
el amor de un hombre.
Nada ni nadie te puede llenar. Sentarte a la mesa del Rey es
entender que sólo Dios puede saciarte y hacerte sentir completo.
Sólo en Jesús vas a poder darte cuenta lo mucho que vales.
Al sentirte completo entiendes que hay un propósito en tu vida y
caminas en él, y eso te va a hacer sentir satisfecho y con valor.
2. “¿… para que mires a un perro muerto como yo?”
Un perro muerto huele mal. Nadie quiere acercarse a un perro
muerto. Esto nos habla de que Mefi-boset sentía que no valía la
pena que alguien se fijara en él, pues era discapacitado.
Cuando tú has sido rechazado, crees que todos te rechazan y que
te ven con desprecio. Incluso puedes llegar a sentir que no mereces
nada, que eres indigno.
Todos le hemos fallado a Dios y no merecemos nada, sin
embargo, Dios extiende Su gracia y Su misericordia a través de
Jesús para que ya no nos sintamos menos ni indignos.
Las personas con capacidades diferentes pueden llegar a sentirse
también como se sentía Mefi-boset. Alguien que cree no merecer
nada por la discapacidad que tiene o está habituado a que todos lo
rechacen y lo vean feo. Esto hace que crezca aislándose de los
demás para no sentirse menospreciado.
Las tragedias por las que vamos atravesando a lo largo de nuestras
vidas nos pueden hacer crecer y madurar, pero también nos
pueden llevar a sentirnos menos, sentirnos humillados, tal vez a
sentir que no vale la pena seguir viviendo.
Hoy Dios quiere que te des cuenta de que para Él tú eres
importante. Tal vez sientas que nadie te ve, nadie te comprende,
nadie se acuerda de ti en los momentos difíciles. Que todos te
rechazan y te humillan.
Si hay alguien que realmente te conoce y sabe por lo que has
pasado, alguien que se identifica con tu dolor y te ama de manera
incondicional, ése es Jesús.
Él pasó por las peores humillaciones que alguien puede sufrir,
siendo inocente. Todo, por amor a ti y por amor a mí.
“Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca;
no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin
atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre
los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y
como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no
lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y
sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por
herido de Dios y abatido. Mas él herido
fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el
castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos
nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como
ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó
en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no
abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como
oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su
boca.”
Isaías 53:2-7.
Mientras no nos demos cuenta de lo que Jesús sufrió por nosotros
para darnos un lugar en la mesa del Rey, estaremos haciendo
realidad lo que dice una parte de este pasaje que acabamos de leer:
“fue menospreciado, y no lo estimamos”.
A Jesús lo golpearon al grado de desfigurar su rostro y por ende,
no podían reconocerlo.
No se defendió, fue llevado como una oveja al matadero. Sufrió el
castigo que tú y yo nos merecíamos por pecadores: “el castigo de
nuestra paz fue sobre él”.
Tal vez hiciste algo malo y sigues arrastrando la culpa. Créeme, si
ya le pediste perdón a Dios con un corazón humillado y
arrepentido, Él ya te perdonó, perdónate tú y recibe Su perdón. No
menosprecies lo que Él hizo por ti en la cruz. Ni permitas tampoco
que el diablo te meta culpa, porque Jesús ya llevó sobre su cuerpo
ese castigo: “mas Jehová cargó en él el pecado de todos
nosotros”.
Levántate con la cabeza en alto, acepta esa misericordia de Dios en
tu vida, a través de lo que Cristo hizo por ti en la cruz del Calvario
y siéntate a la mesa del Rey.
Dios quiere que te des cuenta de que hay un lugar reservado para
ti, sólo es cuestión de que tomes tu lugar y te sientes a la mesa del
Rey.
Muchos no tenemos una discapacidad física, pero si la traemos
por dentro, en lo más profundo de nuestro corazón.
¿Qué es lo que tienes guardado, que a nadie le has dicho pero que
Dios sabe, que te hace sentir menos o que huele mal?
Seguramente eso es lo que te impide sentarte a la mesa del Rey.
DIOS QUIERE BENDECIRTE
“Entonces el rey llamó a Siba siervo de Saúl, y le dijo: ʻTodo lo
que fue de Saúl y de toda su casa, yo lo he dado al hijo de tu
señor. Tú, pues, le labrarás las tierras, tú con tus hijos y tus
siervos, y almacenarás los frutos, para que el hijo de tu señor
tenga pan para comer; pero Mefi-boset el hijo de tu señor
comerá siempre a mi mesa.ʼ Y tenía
Siba quince hijos y veinte siervos. Y respondió Siba al rey:
ʻConforme a todo lo que ha mandado mi señor el rey a su
siervo, así lo hará tu siervo. Mefi-boset, dijo el rey, comerá a mi
mesa, como uno de los hijos del rey...ʼ
Y moraba Mefi-boset en Jerusalén, porque comía siempre a la
mesa del rey; y estaba lisiado de ambos pies.”
2 Samuel 9:9-11, 13.
Desde el momento en el que le entregaste tu vida al Señor y creíste
en Él, pasaste a ser un hijo(a) de Dios.
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.”
Juan 1:12.
Dios ya no te ve como una criatura sino ahora te ve como un
hijo(a) y por eso quiere que te sientes a la mesa y recibas todas las
bendiciones que tiene para ti.
¿Qué bendiciones nos puede dar cuando nos sentamos a Su mesa?
Sin lugar a dudas, la mayor, es que podemos estar en Su
presencia.
“Me mostrarás la senda de la vida; En tu presencia hay
plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.”
Salmos 16:11.
Con base en este pasaje bíblico que acabamos de leer, podemos
ver tres cosas que alcanzamos cuando nos sentamos a la mesa del
Rey:

1. “Me mostrarás la senda de la vida.”


Como ya lo mencionamos anteriormente, cada uno de nosotros
tiene un propósito en esta vida. Nuestro nacimiento no fue un
accidente, desde antes ya estuvimos en el pensamiento de Dios.
“Porque Tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre
de mi madre.
No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui
formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi
embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas
aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de
ellas.”
Salmos 139:13, 15-16.
“Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: ʻAntes que te
formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te
santifiqué, te di por profeta a las naciones.ʼ Y yo dije: ʻ¡Ah! ¡ah,
Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.ʼ Y me
dijo Jehová: ʻNo digas: Soy un niño; porque a todo lo que te
envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande.ʼ”
Jeremías 1:4-7.
Desde el vientre de nuestra madre Dios nos apartó para Él y nos
dio un llamado a servirle.
Caminar en nuestro propósito es servirle en la manera y en el
lugar que Él quiere. No nos sintamos incapaces de llevar a cabo
nuestro propósito porque Él nos irá capacitando sobre la marcha y
nos respaldará. Usará para ello los dones, talentos y habilidades
que nos ha dado.

2. “En tu presencia hay plenitud de gozo.”


No hay cosa más hermosa que estar en la presencia del Rey. El
rey David decía:
“Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos.
Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios, que
habitar en las moradas de maldad.”
Salmos 84:10.
Asaf, el director de la alabanza en la época de David, cuando entró
en la presencia de Dios, entendió lo siguiente:
“Hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin
de ellos.
Se llenó de amargura mi alma, y en mi corazón sentía
punzadas. Tan torpe era yo, que no entendía; era como una
bestia delante de ti. Con todo, yo siempre estuve contigo; me
tomaste de la mano derecha. Me has guiado según Tu consejo,
y después me recibirás en gloria. ¿A quién tengo yo en los cielos
sino a Ti? Y fuera de Ti nada deseo
en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de
mi corazón y mi porción es Dios para siempre.”
Salmos 73:17, 21-26.
Asaf todos los días entraba al santuario terrenal de Dios para
alabarlo. Había tenido envidia de las personas impías pues veía que
“aparentemente” les iba mejor. Fue hasta que entró en la presencia
del Rey que entendió todo lo que tenía por estar Dios con él.
Cuando nos sentamos a la mesa del Rey y estamos en Su
presencia, nos damos cuenta de lo que realmente vale la pena. El
gozo del mundo es un gozo ficticio, es un gozo pasajero y vano,
pues el mundo te enseña que si tienes fama, éxito y dinero, eso te
hará sentir feliz. Grandes artistas lo tuvieron y acabaron
suicidándose. ¿Por qué? Porque no tenían en sus vidas la fuente
del verdadero gozo que es Cristo, el Señor.
Podemos caminar en la vida como “hijos de Dios” sin sentarnos a
la mesa del Rey. Hay una gran diferencia entre sólo caminar como
hijos y sentarnos a la mesa por ser hijos.
Para entenderlo mejor pongámonos en el contexto de nuestra
familia. Tú eres hijo(a) de tus padres. Vayas a donde vayas, lo vas
a ser. Sin embargo, ¿qué pasa cuando tú todos los días te sientas a
comer con ellos a la mesa? ¿Acaso no llegas a conocerlos mejor
porque convives con ellos? Lo mismo pasa con Dios.
Sentados a la mesa del Rey es donde realmente vamos a
conocerlo y nos enamoramos más de Él, porque ahí en Su
presencia nos hace sentir amados.
¿Te acuerdas cuando Juan se recostó en Jesús? Estaban sentados a
la mesa. ¿Por qué se dice de Juan que es el discípulo amado de
Jesús? No es porque Jesús lo amara más a él que a los demás. Es
porque así se sentía él por estar más cerca de Jesús.
“Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba
recostado al lado de Jesús.”
Juan 13:23.
Todos podían recostarse en Jesús, pero sólo Juan lo hizo. Mientras
más te acercas al Señor, más especial y más amado te sientes, pero
no porque lo seas más que los demás sino porque así te hace
sentirlo.

3. “Delicias a tu diestra para siempre.”


y Delicia significa dicha, algo agradable, benigno, deleitoso,
dulce.
En pocas palabras, todo lo bueno y lo que te puede bendecir, lo
encuentras cuando te sientas a la mesa del Rey.
YA NO SE TRATA DE TI, SINO DE ÉL
Cuando Cristo vino como hombre a este mundo dice que no se
aferró a su deidad. Nunca dejó de ser “el Hijo de Dios”, sabía
quién era pero se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la
muerte y muerte de cruz.
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo
Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a
Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí
mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí
mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz.”
Filipenses 2: 5-8.
Cristo se sacrificó por ti y por mi por amor a nosotros. Al inicio
dice que quiere que tengamos ese mismo sentir.
Podemos entender entonces lo que nos dice Filipenses 2:3-4:
“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con
humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a
él mismo; no mirando cada uno por lo suyo prtopio, sino cada
cual también por lo de los otros.”
Si Cristo se humilló y vino a servir y a dar su vida por nosotros,
Él quiere que ahora nosotros lo hagamos con los demás. Esto no
nos va a hacer menos. Nuestra identidad como hijos no se nos
quita, al contrario, nos parecemos más a Él.
Cuando te sientas a comer todos los días a la mesa del Rey,
entiendes lo que el apóstol Pablo quiso decir en Filipenses 1:21:
“Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.”
Filipenses 1:21.
Vivir para Cristo es vivir para los demás, pero no puedes vivir
para los demás si Cristo no es lo primero en tu vida.
Cuando te sientas a comer a la mesa con el Rey todos los días,
comprendes que tu vida no te pertenece, le pertenece a Jesús, pues
Él te compró con Su sangre. Y sin sentirte menos, al contrario,
sabiéndote un instrumento en sus manos, tu anhelo más grande es
ayudar a los demás. Deseas que todos lo conozcan, porque has
experimentado lo grande y maravilloso que es el Señor y cómo ha
sido fiel a lo largo de tu vida, aunque tú no lo fuiste.
Experimentas que Él no te desecha aunque le hayas fallado
muchas veces. Tú corazón desborda tanta gratitud hacia Él, que no
te queda más que decirle: “Heme aquí, úsame como quieras para
Tu gloria.”
Entiendes que ya no se trata de ti sino de Él.
CONCLUSIÓN
A lo largo de tu vida, puedes conducirte de tres maneras:
1. Como cualquier persona que vive por vivir, sin pensar que
después de la muerte hay vida. Puedes vivir la “vida loca”,
pensar que no hay consecuencias y que no hay un propósito en
la vida.
2. Como un hijo(a) de Dios que sabes a dónde vas a ir cuando
mueras pero vives tal vez la vida de una manera religiosa o sin
conducirte realmente como lo que fuiste llamado a ser: hijo(a)
del Rey de reyes y Señor de señores.
3. Como alguien que realmente sabe quién es en Dios y se
conduce como lo que es porque conoce a su Padre celestial,
conoce al Señor, lo refleja y camina en su propósito porque
todos los días se sienta a comer a la mesa del Rey.
y Mefi-boset significa en hebreo “disipador de vergüenza”.
Hoy Dios quiere que toda esa vergüenza que has sentido, tal vez a
lo largo de toda tu vida, se vaya, y te conduzcas como lo que eres:
un príncipe o una princesa.
Tú decides si quieres, a partir de hoy, tomar el lugar que Dios
Padre te tiene en la mesa, pues te ama con un amor eterno.
Ya no permitas que el enemigo, o tú mismo, te tenga vagando
fuera del recinto real. Con la cabeza en alto, sabiéndote hijo(a) del
Rey de reyes y Señor de señores entra y siéntate a comer a la
mesa del Rey todos los días.
ANTES DE DESPEDIRNOS

Estimado(a) amigo(a) lector(a), para que el contenido de este libro


tenga un mayor impacto en tu vida, lo más importante no es lo que
hayas leído, sino el que tengas al Señor Jesucristo morando en tu
corazón. Si no estás seguro de ello, puedes platicar con Dios, y de
una manera muy fácil decirle estas sencillas palabras:
“Dios Todopoderoso, reconozco que soy un(a) pecador(a), me
arrepiento de mis pecados, de mis faltas y debilidades que he
cometido a lo largo de mi vida, que a ti, Dios amoroso, te
ofenden. Por eso, en esta ocasión, declaro con mi boca y creo con
el corazón, que Jesús es mi Señor y mi Salvador.
Señor Jesucristo: te necesito, ayúdame, consuélame, necesito de
tu amor, entra en este momento a mi vida y a mi corazón, y
transfórmame. Gracias por morir en la cruz por mí y sufrir el
castigo que yo merecía. Y hoy sé que Jesús, el Hijo de Dios,
estará conmigo todos los días hasta el fin del mundo. Amén”.

Otros títulos de Nuevo Aliento

Libros de estudio
• Josué: Estudio para líderes
• Estudiando el Libro de Santiago
• Estudiando Filipenses
• La Mujer Virtuosa
• Libro de Rut
• Libro de Ester
• Matrimonio… Bendición o Maldición

Serie “El Arte de”


• El Arte de ser Mujer
• El Arte de Adorar
• El Arte de Servir

Entretenimiento
• ¿Crees saber de la Biblia? ¡Compruébalo!
• Diviértete estudiando Salmos: Tomo I
Novelas cristianas
• El amor de un Padre
• Danna: Una historia de amor verdadero por Roberta Coronel
• ¿Quién es tu príncipe azul?
Libros de sanidad
• ¡Ya basta! Sanidad interior
• ¡Cómo salir de la depresión!
• El valor de la vida por Pamela Sarasuadi
• Hazte como el camaleón
• Para avanzar hay que sanar
• La Soledad
• Soy libre abuso sexual

Libros de bolsillo
• Vuelve a tu primer amor
• Pastores y ovejas
• Confía en Dios
Serie “Un mensaje para ti”
• No. 1 El Verdadero descanso
• No. 2 El Valor de la mujer
• No. 3 El Poder de la lengua
• No. 4 Jamás te rindas
• No. 5 La Unidad en la familia
• No. 6 El Verdadero amor
• No. 7 La Incertidumbre
• No. 8 ¿Qué tipo de cristiano eres?
• No. 9 El amor de una madre
• No. 10 ¡Levántate!
• No. 11 ¿Juzgas o amas?
• No. 12 ¿Edificas sobre roca o arena?
• No. 13 Vuelve a Empezar
• No. 14 Conquista tu libertad perdonando
• No. 15 Suelta a tus hijos
• No. 16 Mamá por tres
• No. 17 Regresa al camino
• No. 18 ¿Eres feliz?
• No. 19 El enemigo de la Navidad
• No. 20 Siéntate a la mesa del Rey
• No. 21 ¿Quién o qué te llena?

Libros de aliento
• No temas Yo estoy contigo
• Cómo enfrentar la adversidad

Busca nuestros libros en formato electrónico


Visita

Para mayor información:

[email protected]

También te invitamos a ver las últimas publicaciones y


conferencias de Angela Kellenberger:

AngelaKellenbergerW

AngelaKellenberger

AngelaKellenberger

También podría gustarte